revista Ágora núm. 4
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Revista de los alumnos del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México.TRANSCRIPT
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DARFUR: LOS DILEMAS DE LA RESPONSABILIDAD DE PROTEGER
Diego Dewar*
A PRINCIPIOS DE 2004 LOS MEDIOS DE comunicación dieron a
conocer la crisis humanitaria en Darfur1, que continúa al día de hoy.
Miles de personas han sido desplazadas de sus hogares por milicias,
mejor conocidas como Janjaweed, que presuntamente están dirigidas por el
gobierno. Aunque no se tiene una cifra exacta sobre la cantidad de
muertos, los primeros informes indican que el número se aproxima a
300,000 y, en el caso de los desplazados, se cree que el número asciende a
un millón.2 Ante esta situación, en la que es claro que un Estado está
* Diego Dewar es ex alumno de la licenciatura en Relaciones
internacionales de El Colegio de México. Este artículo se escribió durante la primavera de 2005 por lo que no incluye los desarrollos recientes sobre la evolución del concepto “Responsabilidad de Proteger” que tuvieron lugar en la segunda mitad del año, a saber, la publicación del Informe del Secretario General, Kofi Annan, “Un concepto más amplio de la libertad” y la Cumbre Mundial de 2005 en donde se incluyeron tres párrafos en el que Naciones Unidas adopta el concepto.
1 Darfur es una zona localizada al oeste de Sudán que colinda con Chad.
2 Joel Brinkley, “World Leaders Pledge $4.5 Billion for Sudan While Pressing for Peace Pact”, New York Times, 12 de abril de 2005.
Los dilemas de la responsabilidad 13
cometiendo una violación masiva de derechos humanos –o no ha logrado
controlarla en caso de que no sea el perpetrador–, que incluso pudiera ser
calificada de genocidio ¿tiene la comunidad internacional la
responsabilidad de proteger? Y de ser afirmativa la respuesta, ¿por qué no
se han tomado medidas más drásticas?
Después de las experiencias de Somalia, Ruanda, Bosnia-
Herzegovina y Kosovo, empezó a construirse la idea de que existe una
responsabilidad de proteger. Es decir, los Estados deben respetar los
derechos humanos de la población bajo su jurisdicción y en caso de que
no puedan o no quieran hacerlo, la comunidad internacional debe
intervenir para proteger a la población civil en riesgo. Esta idea está
plasmada en el documento “La Responsabilidad de Proteger” redactado
por la Comisión Internacional sobre Intervención y Soberanía del Estado
y en el informe del Grupo de Alto Nivel, que fue convocado por el
Secretario General, Kofi Annan. Éste último indica que “aprueba la
norma que se está imponiendo en el sentido de que existe una
responsabilidad internacional colectiva de proteger, que el Consejo de
Seguridad puede ejercer autorizando la intervención militar como último
recurso en caso de genocidio y otras masacres en gran escala, de
depuración étnica o de graves violaciones del derecho internacional
humanitario que un gobierno soberano no haya podido o no haya
querido prevenir.”3
A pesar de que hay una norma emergente que apunta a la
intervención militar como opción última para detener tragedias
humanitarias como la que está ocurriendo en Darfur, ninguna resolución
3 High Level Panel on Threats, Challenges and Change, A More Secure
World: Our shared responsibility, Report of the Secretary-General’s High Level Panel on Threats, Challenges and Change, Nueva York, United Nations Department of Public Information, 2004. p. 66.
Los dilemas de la responsabilidad 14
del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas la ha invocado como
posible alternativa. Es por eso que la pregunta que guía este trabajo es:
¿por qué no se ha explorado la posibilidad de una intervención militar en
Sudán si es un caso en el que es evidente que hay una violación masiva de
derechos humanos que el Estado no ha podido o no ha querido detener y
que, además, lleva más de un año en una negociación diplomática que
hasta el momento no ha resultado en el cese de las atrocidades cometidas
en contra de la población?
Se ha dicho en múltiples ocasiones que las intervenciones
humanitarias ocurren únicamente cuando hay intereses además de los
humanitarios de por medio, sin embargo, lo que se pretende sostener
aquí es que, en el caso de Sudán, la intervención no ha ocurrido porque
hay intereses, además de los humanitarios, que lo impiden. Ante esta
hipótesis, lo que se plantea es que hay dos dilemas en la responsabilidad
de proteger que se manifiestan cuando se realiza el análisis de la situación
a partir de las dos teorías clásicas de las relaciones internacionales: el
realismo y el liberalismo. La primera señala que aunque las intervenciones
humanitarias intentan alcanzar los ideales liberales, la realidad indica que
la posibilidad de lograrlo está supeditada a los intereses que estén en
juego. La segunda está inscrita en la importancia de la protección de los
civiles que están en peligro.
El trabajo está divido en tres secciones. En la primera se presenta
cómo ha surgido la idea de que la comunidad internacional tiene la
responsabilidad de proteger, junto con un análisis sucinto del informe de
la Comisión sobre Intervención y Soberanía del Estado. Posteriormente
se explorará el caso particular de Darfur para finalmente abordar los
dilemas a los que se enfrenta la comunidad internacional para intervenir
en la solución de la crisis humanitaria en Sudán.
Los dilemas de la responsabilidad 15
LA RESPONSABILIDAD DE PROTEGER
Naciones Unidas ha contado tradicionalmente con tres objetivos
fundamentales que son la paz y seguridad, el desarrollo económico y los
derechos humanos. Sin embargo, bajo la presente administración de Kofi
Annan se ha señalado que existe un cuarto que es la asistencia
humanitaria. La introducción de este principio ha sido un cambio
sustantivo en el sistema internacional, ya que durante la Guerra Fría las
crisis humanitarias no eran más que conflictos ocurridos al margen de las
verdaderas preocupaciones políticas; es decir, las definidas de forma
directa o indirecta por la dinámica del conflicto bipolar que dominó la
segunda mitad del siglo XX.4 En este sentido, Stephen J. Stedman
sostiene que el convencimiento de que se debe actuar en casos en los que
la población esté sufriendo se debe a que los “nuevos intervencionistas”,
como él los llama, consideran que el fin de la Guerra Fría “ha eliminado
los obstáculos ideológicos sobre la intervención en los asuntos internos
de los Estados miembro de Naciones Unidas”5.
El ambiente favorable a las intervenciones que se vivió durante
los primeros años de la década de los noventa se derrumbó cuando
sobrevino la primera crisis humanitaria en Somalia. La desilusión del
intervencionismo llegó cuando en octubre de 1993 diecinueve soldados
4 Randolph C. Kent, “International humanitarian crises: two decades
before and two decades beyond”, International Affairs, vol. 80, núm. 5, octubre de 2004, pp. 851-853.
5 “The New Interventionists”, Foreign Affairs, vol. 72, núm. 1, 1993, pp. 3-4.
Los dilemas de la responsabilidad 16
norteamericanos murieron en un combate en contra de fuerzas locales.6
Al encontrarse en esta situación, los Estados interventores se enfrentaron
por primera vez ante un dilema nacional; es decir, cómo llevar a cabo la
empresa humanitaria sin perder efectivos en el esfuerzo, ya que esto trae
costos importantes en términos de opinión pública.7 La experiencia de
Somalia marcó la desaparición del espíritu altruista que se manifestó en la
inacción total ante el genocidio de Ruanda. La tragedia en ese país
provocó que se empezara a crear un consenso en la comunidad
internacional de que no debía volver a ocurrir una situación similar.8 Una
lección parecida ocurrió con el caso de Bosnia en el que la asistencia
humanitaria, aunque llegó, lo hizo muy tarde.9
6 R. Kent, art. cit., p. 855. 7 La población aprueba las labores internacionales altruistas en la
medida en que éstas no incluyen la muerte de efectivos de su país. Esto fue claro en la intervención en Kosovo en la que aunque la opinión pública de los Estados europeos estaba a favor de intervenir, la mayoría no estaban a favor de una intervención terrestre. Así lo demuestran las siguientes estadísticas que son el resultado de una encuesta llevada a cabo entre el 6 y el 22 de mayo del 2000. La opinión pública en 8 de los 12 miembros de la UE estaba en contra de la intervención terrestre. En Grecia ascendía al 96%, en Alemania a 78%, en Italia a 59% y en Austria a 58%. Mientras tanto, el mayor apoyo estaba en Francia con el 53%, en Dinamarca con el 52%, en Gran Bretaña con 51% y, finalmente, en Irlanda con 45%. [Simon Duke, Hans-Georg Ehrhart y Matthias Karádi, “The Major European Allies: France, Germany and the United Kingdom”, en Albrecht Schnabel y Ramesh Thakur (Eds.), Kosovo and the Challenge of Humanitarian Intervention, Selective Indignation, Collective Action, and International Citizenship, Tokyo, United Nations University Press, 2000, pp. 138.]
8 Para el análisis de los derechos humanos en relaciones internacionales resulta sumamente útil el análisis de la escuela inglesa ya que, al parecer, los derechos humanos se han convertido en uno de los valores e intereses comunes de la sociedad internacional. [Véase Hedley Bull, The Anarchical Society, A Study of Order in World Politics, Nueva York, MacMillan, 1977.].
9 Debido a que no hubo acciones que detuvieran los genocidios cometidos en ambos países, la comunidad internacional decidió enmendar el error por medio del reconocimiento de la responsabilidad de los individuos que cometieron los crímenes. Así, se crearon los tribunales ad hoc para Ruanda y la ex Yugoslavia.
Los dilemas de la responsabilidad 17
Con estas experiencias en el expediente de la ayuda humanitaria
llegó el conflicto con el que se cerró el siglo XX: Kosovo. Los europeos,
pese a su compromiso con el multilateralismo, decidieron ignorar a las
Naciones Unidas debido a que era la segunda experiencia balcánica y la
catástrofe de 1995 en Srebrenica había ocurrido, en gran medida, debido
a la falta de consenso para tomar una decisión de manera rápida.10 Sin
embargo, el balance final no fue favorable, ya que la intervención de la
Organización del Tratado del Atlántico Norte fue calificada de excesiva
porque se cuestionó qué tan necesario eran bombardeos continuos por
78 días para frenar el genocidio en contra de la población albano-
kosovar.
Las cuatro crisis humanitarias a las que se ha hecho referencia
aquí son la base del argumento realista que señala que las intervenciones
ante estas situaciones únicamente ocurren cuando hay otros intereses de
por medio. De ahí que se haya actuado en Bosnia-Herzegovina y Kosovo
mas no así en Somalia y Ruanda. La estabilidad de la región europea es
un interés de las potencias que pueden intervenir, sin embargo en el caso
africano pareciera que no hay intereses más allá de los humanitarios. Este
tipo de reflexiones fueron las que llevaron a la redacción del informe de
la Comisión Internacional sobre Intervención y Soberanía del Estado.
El informe sobre la responsabilidad de proteger aborda uno de
los temas fundamentales de la intervención humanitaria que es el de la
soberanía y sostiene que ésta debe ser entendida como una
responsabilidad del Estado hacia su población.11 Si este principio básico
10 Richard Caplan, “International Diplomacy and the Crisis in
Kosovo”, en International Affairs, vol. 74, núm. 4, 1998, p. 745. 11 International Commission on Intervention and State Sovereignty,
The Responsibility to Protect: Report of the International Commission on Intervention and
Los dilemas de la responsabilidad 18
de las relaciones internacionales se entiende así, lo que ya advertía
Stedman en 1993 se vuelve realidad: “las normas de intervención
marcarán un cambio importante en el significado de los conceptos de las
relaciones internacionales que existen desde hace mucho tiempo. La
soberanía ya no residirá en los Estados, sino en la población de éstos; la
autodeterminación ya no se referirá a los pueblos, sino a los
individuos”.12
La Comisión aborda también el tema de la seguridad humana y
señala que “cuando se utiliza la agresión sexual como instrumento de
guerra y depuración étnica […] y cuando los ciudadanos son asesinados
por sus propios cuerpos de seguridad”13, la noción de seguridad nacional,
en términos de la integridad territorial, se vuelve insuficiente. Así,
concluyen que la responsabilidad de proteger a los civiles recae en la
comunidad internacional cuando el Estado responsable no quiere o no
puede actuar o cuando es el orquestador de los crímenes.14
Junto con la responsabilidad de proteger se habla de la
responsabilidad de prevenir y reaccionar. La primera se refiere a las
acciones para “eliminar tanto las causas profundas como las causas
directas de los conflictos internos y otras crisis provocadas por el hombre
que pongan en peligro a la población”15. Esta obligación recae, en primer
lugar, en los Estados ya que se considera que un Estado fuerte evita el
colapso y conflictos mayores. Sin embargo, si éste no ha sido capaz de
lograrlo, es la comunidad internacional la que debe tomar cartas en el
asunto. El informe reconoce que existen otros grupos cuya acción es
State Sovereignty, Ottawa, International Development Research Centre, 2001, p. 13.
12 Art. cit., p. 4. 13 Commission on Intervention and State Sovereignty, op. cit., p. 15. 14 Ibid., p. 16. 15 Ibid., p. 19.
Los dilemas de la responsabilidad 19
fundamental para prevenir los conflictos y entre ellos menciona al
International Crisis Group.
La responsabilidad de reaccionar es la parte más conflictiva del
informe cuando se trata de aplicarlo a casos concretos. De hecho, es en
ella en la que se ubican todos los dilemas que enfrenta la comunidad
internacional en aquellos casos que ameritan una intervención
humanitaria. El documento sostiene que se debe “responder a las
situaciones en que la necesidad de protección humana sea imperiosa con
medidas adecuadas, que pueden incluir medidas coercitivas como la
imposición de sanciones y las actuaciones legales en el plano
internacional, y en casos extremos la intervención militar”. Así, la opción
militar debe ser la última y se debe ser muy cuidadoso en lo referente a
las sanciones ya que son peligrosas y pueden dañar a la población. Con
esto en mente, se definen los criterios que deben tomarse en cuenta para
realizar un operativo de este tipo que son: autoridad competente, causa
justa, intención correcta, último recurso, medios proporcionales y
posibilidades razonables. El informe continúa señalando que cuando nos
encontramos en presencia del segundo hay una excepción al principio de
no intervención. Darfur es evidentemente un caso en el que se puede
invocar una causa justa de acuerdo a la definición del informe, ya que en
su punto 4.20 incluye a la pérdida de vidas en gran escala y a los actos de
terror diseñados para forzar a la población a desplazarse como elementos
que justifican una intervención militar.16
LA CRISIS EN DARFUR
16 Ibid., sección 4.
Los dilemas de la responsabilidad 20
Sudán es un Estado con múltiples divisiones internas que dan cuenta de
su inestabilidad. Desde 1956, año de su independencia, hasta 1972 se
libró la primera guerra civil. Después, tras once años de paz el segundo
enfrentamiento se inició entre el norte dominado por los árabes y el sur
mayoritariamente negro que profesa el cristianismo y el animismo. En
1989, el General al-Bashir dio un golpe de Estado y constituyó un
régimen islámico.17 Aunque hubo intentos de negociar la paz, no fue sino
hasta después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 y el
nuevo enfoque de Estados Unidos en el terrorismo y los Estados
fracasados que se le dio mayor atención al conflicto en Sudán.18 Así,
debido a que se considera que éste es un Estado fracasado, mas no
colapsado, se inició un esfuerzo para conseguir la paz, que se logró firmar
el 9 de enero de 2005. Es por esta razón que la crisis en Darfur es todavía
más complicada de resolver, ya que está inscrita en la firma de la paz que
se ha esperado mucho debido a las expectativas que se han creado sobre
ella.
El conflicto en Darfur inició en febrero de 2003 cuando dos
grupos rebeldes, el Ejército de Liberación de Sudán y el Movimiento de
Justicia Equitativa, tomaron las armas y se lanzaron contra el gobierno
aduciendo que éste favorecía a la población árabe en detrimento de la
negra. Jartum respondió con bombardeos aéreos y después con ataques
realizados por milicias, mejor conocidas como Janjaweed, formadas por
miembros de las tribus árabes que habitan Darfur. Las milicias han
realizado violaciones sexuales masivas, contaminado las reservas de agua 17 Para una historia completa y detallada de la historia de Sudán y el
fracaso del Estado, véase Gerard Prunier y Rachel M. Gisselquist, “The Sudan: A Succesfully Failed State”, en Robert I. Rotberg (ed.), State Failure and State Weakness in a Time of Terror, Cambridge, Massachussets, World Peace Foundation, 2003.
18 Ibid., pp. 107-108.
Los dilemas de la responsabilidad 21
y destruido cosechas y pueblos enteros. Existe evidencia de que están
apoyadas por el gobierno.19 Debido a esta situación, una cantidad
importante de los habitantes de Darfur han tenido que abandonar sus
hogares lo que ha provocado olas de refugiados y desplazados que se
calcula ascienden a un millón de personas. 20
El primer Estado en iniciar negociaciones para ponerle fin a esta
catástrofe fue Chad, debido a los flujos de refugiados que se estaban
asentando en el oriente de su territorio, en la frontera con Sudán. Realizó
su primer esfuerzo como mediador en septiembre de 2003 en el que
logró un cese al fuego que únicamente duró 45 días. A pesar del fracaso,
Chad continuó con las labores diplomáticas que estaban motivadas en la
prevención de flujos mayores de desplazados. Sin embargo, el esfuerzo
del vecino de Sudán no fue suficiente para terminar con la situación.21
Algunas embajadas europeas en Jartum estaban al tanto de la
crisis del occidente del país y las posiciones que tomaron fueron dos. En
la primera se empezó a presionar al gobierno para que solucionara el
conflicto y éste prometió hacerlo así. El otro curso de acción fue no
hacer nada; en la medida en que la crisis en Darfur estaba ocurriendo en
el marco de las negociaciones de paz entre el norte y el sur y cualquier
acción podía afectarla; algunos gobiernos prefirieron terminar ese
proceso que ya había empezado antes de embarcarse en la solución de la
crisis humanitaria.22
19 Mikael Nabati, “The UN Responds to the crisis in Darfur: Security Council Resolution 1556”, The American Society of International Law Insights, Agosto de 2004, p. 1.
20 Ibid., pp. 1-2. 21 Hugo Slim, “Dithering over Darfur? A preliminary review of the
international response”, International Affairs, vol. 80, núm. 5, octubre de 2004, pp. 813-814.
22 Ibid., p. 814.
Los dilemas de la responsabilidad 22
Jartum no permitía la entrada a ningún tipo de organización con
el fin de proporcionar ayuda humanitaria y mucho menos a medios de
comunicación que pudieran reportar la gravedad de la situación. Así,
aunque organizaciones no gubernamentales como Human Rights Watch,
Médecins Sans Frontières y Save the Children trataron de introducir el tema en
la agenda de algunos países europeos, esto no fue posible debido a que
Jartum detuvo sus iniciativas. Por otra parte, los medios de comunicación
nunca estuvieron interesados en investigar lo que estaba ocurriendo en
Darfur debido, en gran medida, a que tenían toda su atención volcada a la
guerra de Irak. No fue sino hasta enero de 2004 que se empezó a
publicitar la situación, cuando un productor británico entró a la zona con
los rebeldes y después publicó la historia en la televisión estadounidense,
británica, australiana y alemana. El siguiente gran paso mediático ocurrió
en marzo del mismo año cuando Mukesh Kapila, Coordinador de
Asistencia Humanitaria de Naciones Unidas en Jartum, en entrevista con
la BBC, habló de la crisis y la comparó a los primeros momentos del
genocidio en Ruanda. Entre enero y abril, el gobierno de Sudán lanzó la
ofensiva más agresiva hasta entonces en contra de los rebeldes de Darfur.
En dicho contexto, los flujos de desplazados aumentaron y la crisis se
mediatizó aún más al estar disponibles los testimonios de algunos de los
refugiados y las fotografías satelitales, proporcionadas por Estados
Unidos, que indicaban los desplazamientos importantes de población.23
Ante la última escalada de violencia se celebró la conferencia de
N’djamena en la que participaron Chad, Estados Unidos, Francia, Reino
Unido, Holanda, la Unión Africana y Naciones Unidas. El 8 de abril este
grupo llegó al acuerdo de que habría un cese de hostilidades y que Jartum
neutralizaría a las milicias. Durante el mismo mes Naciones Unidas envió 23 Ibid., pp. 814-816.
Los dilemas de la responsabilidad 23
tres comisiones investigadoras. No se quiso publicar el resultado al que
había llegado la primera ya que se temía que Jartum no permitiera la
entrada de la segunda comisión. Esta última señaló que existía un “reino
del terror en Darfur” y apuntaba a las violaciones de derechos humanos
cometidas por el gobierno como sistemática y formando un patrón
generalizado que podría constituir crímenes de guerra o de lesa
humanidad. La tercera reafirmó lo establecido por la segunda.24
A finales de mayo Jartum permitió la entrada de asistencia
humanitaria. Sin embargo, los fondos no eran suficientes para atender la
situación. El 30 de julio de 2004, después de la visita del Secretario de
Estado norteamericano, Colin Powell, y el Secretario General de las
Naciones Unidas, Kofi Annan, el Consejo de Seguridad emitió la primera
resolución (1556) sobre el conflicto en Darfur y señaló que, bajo el
capítulo VII de la Carta, “consideraría acciones posteriores si el Gobierno
de Sudán no lograba desarmar y perseguir a las milicias árabes conocidas
como Janjaweed, que han forzado a un número importante de la población
a abandonar sus hogares en la región de Darfur en el occidente de Sudán
por medio de una campaña de asesinatos, violaciones y robo violento.”25
Después de dicha resolución se presentaron dos más en 2004 y tres en
2005 sobre la situación en el país, en el que se le daba mucho énfasis a los
avances en la negociación de paz entre el norte y el sur.26 En este marco
es que se hablaba de la necesidad imperiosa de solucionar la crisis en
Darfur. Así, la situación se mantuvo y el 29 de marzo del 2005, en la
resolución 1591 del Consejo de Seguridad, se reconoció que la situación
en el occidente de Sudán no había mejorado. Dos días después de que se
24 Ibid., pp. 816-817. 25 M. Nabati, art. cit., pp. 2-3. 26 Véanse resoluciones 1564, 1574, 1585, 1588 y 1590 del Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas.
Los dilemas de la responsabilidad 24
emitiera esta decisión, el mismo órgano, en su resolución 1593, instó a
que se iniciara un proceso para reconocer la responsabilidad de los
individuos en el que la Corte Penal Internacional tuviera un papel
protagónico.
El contenido de las resoluciones es importante ya que el hecho de
que aquéllas posteriores a la 1547 no hayan señalado nada sobre la
violación de las otras ha provocado que Jartum perciba que de no hacer
nada no habrá repercusiones. Además, instar a un proceso penal no es la
forma de proteger, la participación de la Corte Penal Internacional no
frenará las atrocidades que se están cometiendo.
La situación al día de hoy es muy seria.27 El gobierno de Sudán no
ha actuado para frenar la crisis en Darfur. De hecho, los que antes eran
miembros de las milicias Janjaweed hoy se han integrado a las estructuras
formales de seguridad por medio de las fuerzas de defensa populares y la
guardia de inteligencia fronteriza. Es decir, los que hace unos meses
desplazaban a la población, hoy son los protectores de aquellos que
deben regresar a sus hogares. Por otra parte, las presiones impuestas
sobre Jartum han sido interpretadas por las milicias como expresiones de
apoyo a su causa por lo que han violado el cese al fuego.28 Otros grupos
rebeldes están surgiendo y lo que se teme es que de no encontrar una
27 La mayoría de los operativos de asistencia humanitaria han sido
proporcionados por la Unión Africana ayudada por Naciones Unidas en una estrategia llamada “Protection by presence”. Sin embargo, su efectividad no ha sido muy buena en la medida en que las tropas africanas y el apoyo logístico occidental han tardado en llegar. Además, únicamente se ha desplegado a menos de 2,000 personas cuando se autorizó la presencia de 3,320. La estrategia ha dejado de ser operativa en el momento en que se ha retirado al personal por la agudización de la crisis, lo que deja desprotegidos a los civiles que supuestamente se debe proteger. [International Crisis Group, Darfur, the Failure to Protect, Nairobi/Bruselas, 8 de marzo de 2005, pp. 1-6.]
28 Ibid., pp. 7-9.
Los dilemas de la responsabilidad 25
solución a la crisis de Darfur, la paz entre el norte y el sur de Sudán se
pondrá en entredicho. Así lo manifestaron muchos de los líderes
presentes en Oslo el 12 de abril de 2005 en la reunión de donantes para la
reconstrucción de Sudán.29
LOS DILEMAS DE LA RESPONSABILIDAD DE PROTEGER
Hasta aquí se ha expuesto lo que significa la responsabilidad de proteger
y lo que ha sido la crisis en Darfur. A pesar de que ningún Estado ni
ninguna resolución del Consejo de Seguridad han señalado la posibilidad
de una intervención militar, esta última parecería ser el siguiente paso en
la medida en que los esfuerzos diplomáticos, que llevan más de un año en
operación, no han finalizado la situación. Sin embargo, hay muchos
elementos que deben ser tomados en cuenta antes de optar por ese curso
de acción y, es por ello, que esta sección tiene por objetivo analizar los
dilemas a los que se enfrenta la comunidad internacional para tomar
medidas más agresivas que detengan la crisis humanitaria en Sudán.
El di lema a part i r de la ópt i ca real i s ta
Después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, la mayor
preocupación de la potencia hegemónica son los Estados colapsados, ya
que éstos podrían vender armas de destrucción masiva a grupos
terroristas y ello implica una amenaza para su seguridad. Sudán, como
sostienen Prunier y Gisselquist, parece estar atrapado en un “equilibrio de
bajo nivel de fracaso estatal”30; es decir, es un Estado fracasado mas no
colapsado. Además, en el historial de este Estado se encuentra un 29 J. Brinkley, art. cit. 30 Art. Cit, p. 104.
Los dilemas de la responsabilidad 26
embargo impuesto por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por
ser sospechoso de patrocinar el terrorismo31 y un bombardeo a su centro
farmacéutico por parte de Estados Unidos. Este último se llevó a cabo el
20 de agosto de 1998 como represalia a los ataques a las embajadas
estadunidenses de Kenia y Tanzania del día 7 del mismo mes. Éstos
habían sido realizados por Al-Qaeda y presuntamente Jartum apoyaba a
ese grupo.32 Sin embargo, para 2001, el Departamento de Estado de
Estados Unidos consideraba a Sudán como uno de los países que había
cooperado en la erradicación del terrorismo.33 Teniendo en mente todas
estas cuestiones es que la preocupación en torno a Sudán fue todavía
mayor en la era posterior a los ataques contra las torres gemelas en
Nueva York: hay que evitar que el Estado se colapse ya que es todavía
más propenso a ayudar a grupos terroristas debido a la relación que tuvo
en el pasado con ellos, así se podría entender el objetivo actual de la
potencia hegemónica.
Por ello se realizó un esfuerzo sustantivo para llegar a un acuerdo
de paz y, a principios de 2005, se logró después de largos procesos de
negociación. Los acuerdos que dan fin a la segunda guerra civil incluyen
nuevos mecanismos de gobierno que pueden resultar en una mayor
efectividad del Estado que ayuden a sacar a Sudán del nivel de fracaso en
el que se encuentra. Realizar una intervención militar significaría deponer
al régimen actual y construir uno desde el exterior. Al parecer, las
31 Véanse resoluciones 1044, 1054 y 1070 del Consejo de Seguridad de
las Naciones Unidas. 32 Damián Martínez Tagüeña, El papel del Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas en el sistema internacional, tesis de Licenciatura, México, Instituto Tecnológico Autónomo de México, 1999.
33 Página electrónica del Departamento de Estado de Estados Unidos, Overview of State Sponsored Terrorism, http://www.state.gov/s/ct/rls/pgtrpt/2000/2441.htm, [15 de abril de 2005].
Los dilemas de la responsabilidad 27
experiencias de Afganistán e Irak han permitido ver cómo este proceso
puede ser sumamente complicado y poco efectivo. De hecho, una de las
formas de lograr que Sudán se colapse es por medio de una
intervención34, por lo que hacerla podría ser sumamente peligroso para el
objetivo de seguridad que se ha propuesto la administración del
Presidente George W. Bush; es decir, sería una política poco prudente.
El dilema que pone en evidencia la teoría realista al analizar la crisis
en Darfur a la luz de la responsabilidad de proteger tiene que ver con el
continuo choque entre dicho enfoque y el liberalismo. Mientras lo que
propone la Comisión de Intervención y Soberanía del Estado busca el
ideal liberal de proteger a la población civil del Estado cuando éste viola
de forma flagrante y masiva sus derechos humanos, el realismo indica que
lo más importante son los intereses de aquellos Estados que podrían
realizar una intervención. Así, por mucho que se quiera hacer para
solucionar lo que está ocurriendo en Darfur, lo cierto es que antes están
los intereses estatales y en especial los de la potencia hegemónica.
El di lema l iberal
Una intervención humanitaria intenta proteger a la población civil de
crímenes que un Estado está cometiendo en contra de ella, pero en
ocasiones hacerlo puede exponerla aún más. Hugo Slim sugiere que en
toda crisis humanitaria hay una etapa llamada “Hagan Algo” o “Do 34 Una de las preguntas obligadas a este respecto es ¿qué garantiza que
el Estado no se va a colapsar si no intervienen? La respuesta no es sencilla, sin embargo se puede considerar que se tiene confianza en la paz que se acaba de firmar. Es todavía muy pronto para señalar si ésta será efectiva y ayudará a que se evite el colapso, sin embargo, la comunidad internacional se ha mostrado muy optimista en torno a ella. Al menos así lo demuestra la reunión de Oslo en la que varios países estuvieron dispuestos a donar dinero para lograr la reconstrucción de Sudán después de los 21 años de guerra.
Los dilemas de la responsabilidad 28
something” en la que reina la anarquía en la coordinación del esfuerzo
internacional para detener las atrocidades. Así, mientras los Estados que
pueden hacer algo están debatiendo sobre qué pueden hacer, cómo lo
deben hacer y quién está en la mejor posición para hacerlo, los
perpetradores continúan asesinando y lo hacen en mayor escala porque lo
ven como la última oportunidad para seguir su plan. De ahí que en
ocasiones la organización del esfuerzo humanitario sea un momento
peligroso que pueda llevar a muchas más muertes de las que se hubieran
llevado a cabo de decidir no hacer nada. El gobierno de Sudán aprovechó
ese momento que apareció entre enero y abril de 2004 cuando lanzó su
mayor ofensiva en contra de Darfur.35
La lógica de la protección de los civiles ha estado presente a lo
largo de la crisis. Por ello en ocasiones se ha preferido no presionar al
gobierno de Jartum para prevenir que éste evite o prohíba el acceso de la
asistencia humanitaria. Un ejemplo es que se haya optado por mantener
en secreto el informe de la primera comisión investigadora de Naciones
Unidas.36
CONCLUSIONES
La crisis en Darfur ha evidenciado que para poder poner en marcha la
responsabilidad de proteger se necesita del esfuerzo de muchos actores
además de los Estados y las organizaciones internacionales. Hay actores
transnacionales que desempeñan un papel fundamental como lo son las
organizaciones no gubernamentales y los medios de comunicación.
Aunque se ha señalado que se debe mejorar la capacidad de Naciones
35 H. Slim, art. cit., p. 816. 36 Véase infra, p. 8.
Los dilemas de la responsabilidad 29
Unidas para poder rastrear los conflictos, lo cierto es que no se cuenta
con los recursos para hacerlo. Por ello, una de las opciones más viables
para mejorar la acción en casos de crisis humanitarias sería formalizar la
cooperación entre organismos internacionales y actores transnacionales.
De los dilemas a los que se ha tenido que enfrentar la comunidad
internacional en esta crisis, el que ha tenido más peso para prevenir un
operativo militar es el que se manifiesta cuando se analiza la situación
bajo la óptica realista. Esto significa que los intereses de la potencia
hegemónica han estado por encima del ideal liberal de proteger a la
población. A pesar del cinismo que se podría observar en dicha
afirmación, puede ser que darle preferencia a evitar que el Estado se
colapse por medio de la paz entre norte y sur resulte mucho más
conveniente para la población sudanesa en general. Esto se debe a que el
enfrentamiento que inició en 1983 ha traído consecuencias mucho más
trágicas de las que al momento han sido las de Darfur. Mientras en este
último ha habido 300,000 muertos y un millón de desplazados, la segunda
guerra civil ha provocado dos millones de muertos, 400,000 refugiados y
cuatro millones de desplazados. Además, esta dinámica ha provocado el
regreso de prácticas totalmente prístinas como lo es el comercio de
esclavos.37 La mayor preocupación en este momento es mantener la paz
entre norte y sur y tratar de resolver la crisis en Darfur de la mejor forma
posible sin una intervención militar, en la medida en que ésta podría
causar el colapso del Estado.
La comunidad internacional se está enfrentando a un caso
especialmente complicado en la medida en que los esfuerzos
diplomáticos no han llevado a una solución en Darfur y, como
advirtieron varios Jefes de Estado en Oslo, es uno de los ingredientes 37 G. Prunier y R. Gisselquist, art. cit, p. 103.
Los dilemas de la responsabilidad 30
fundamentales para mantener la paz entre el norte y el sur.38 Habrá que
esperar para observar cuál es el resultado de la crisis. Sin embargo, visto
desde este momento las probabilidades de pacificación son muy pocas.
La Unión Africana y su operativo no están dando mucho resultado y no
parece que Naciones Unidas vaya a tomar acciones más drásticas en la
medida en que el Consejo de Seguridad, ante el fracaso de los intentos de
pacificación, decidió involucrar a la Corte Penal Internacional en el caso.
No obstante, a mi parecer, la utilización del derecho penal internacional
es una forma de enmendar un error pasado y no de resolver una situación
actual.
�
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Los dilemas de la responsabilidad 31
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32
LA CONSOLIDACIÓN
DEMOCRÁTICA EN MÉXICO A PARTIR DE LA ELECCIÓN DE 1994
Héctor Javier Rubio Trejo*
No hay vía regia a la democracia. Los esfuerzos desplegados en los
últimos años por los mexicanos para perfeccionar su sistema democrático evocan la leyenda de Sísifo condenado a perpetuidad a
hacer rodar una roca hasta la cima de una montaña y repetir la operación indefinidamente...1
INTRODUCCIÓN EL AÑO DE 1994 PRESENTA CARACTERÍSTICAS TAN especiales
que hacen de él un momento crítico en la vida política de México.
“Puedo suponer que 1994 fue consecuencia de 1988–1993, sin poder
decir cómo se fue tejiendo este año final, este cúmulo de ataques y esta
explosión de problemas que parece no detenerse. La primera pregunta
sería, pues, ¿se detendrá éste encadenamiento de catástrofes en 1994?
* Héctor Rubio es estudiante en el programa de Política y
Administración Pública de El Colegio de México. 1 Gilberto Guevara Niebla, “Las dificultades del consenso”, Gobiernos,
agosto–septiembre 1994, p. 23.
La consolidación democrática 33
¿Se podrá revertir la tendencia? ¿Tendrá siquiera Ernesto Zedillo la luna
de miel de 100 días de que goza el Presidente de los Estados Unidos?”2
Desde que comenzó el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, el
gobierno mexicano se había planteado alcanzar un acuerdo entre los tres
países de América del Norte con el objetivo de impulsar el crecimiento
económico de la región, y de llevar a México al primer mundo. En 1993
se llevaron acabo las negociaciones más importantes para crear el
Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Las
negociaciones finales se llevaron a cabo en los últimos meses de 1993 y
concluyeron cuando el Congreso de Estados Unidos aprobó dicho
tratado, que entraría en vigor el primer día de 1994.
Al mismo tiempo, y puesto que 1994 sería el año de la elección
presidencial, en México se preparaba el escenario para el desarrollo de la
contienda electoral. Los antecedentes más próximos no permitían
elaborar un diagnóstico de lo que sería dicha elección, ya que, por un
lado, la elección de 1988 había dejado muchas dudas en el ambiente
político y dio como resultado a un presidente con, al menos, una
legitimidad cuestionable. Por el otro lado, las elecciones intermedias de
1991 fueron interpretadas por muchos como la recuperación y el
fortalecimiento del priísmo que se había tambaleado en 1988. Así pues,
había una gran incertidumbre, no solo en la clase política sino también
en el grueso de la sociedad, acerca del desarrollo de la contienda
electoral de 1994.
El discurso gubernamental a partir de la segunda mitad del
sexenio de Carlos Salinas de Gortari hacía hincapié en que México había
alcanzado la modernidad y que estaba a la altura de los países del primer
2 Rafael Segovia, Lapidaria política (en adelante Lapidaria), México, FCE,
1996, p. 508.
La consolidación democrática 34
mundo. La firma del TLCAN y su entrada en vigor en 1994 eran su
carta de presentación y el sustento de dicha argumentación. “A
diferencia de la situación española a finales de los setenta, cuando la
Comunidad Económica Europea puso como condición para admitir
nuevos miembros el que fueran plenamente democráticos, siendo un
aliciente para que se produjera el proceso de transición, México ha
podido formar parte del TLC sin llegar a democratizarse”.3 En México
seguían existiendo prácticas que atentaban directamente contra la tan
publicitada modernidad. Me refiero específicamente al “destape” del
candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) para la
presidencia de la República. A finales de 1993 Salinas “destapó” a Luis
Donaldo Colosio como el candidato del PRI para la presidencia de la
República, y en enero de 1994, días después del estallido del movimiento
armado en Chiapas, reafirmó y respaldó la candidatura de Colosio,
anuncios ambos que repercutieron negativamente en la opinión pública.
La violencia también estuvo presente en 1994. El primer día del
año se levantó en armas el Ejército Zapatista de Liberación Nacional
(EZLN) al declararle la guerra al gobierno de Salinas y autoproclamarse
defensor de la democracia. También, el 23 de marzo fue asesinado el
candidato del PRI en Lomas Taurinas, Baja California, primer estado en
el que se había reconocido el triunfo de la oposición para una
gubernatura. Finalmente, el 24 de mayo el cardenal Juan Jesús Posadas
Ocampo sería asesinado en Guadalajara.
En este entorno, que ha sido descrito aquí brevemente, se
desarrollaría la contienda electoral el 21 de agosto para elegir al
3 Alonso Lujambio y Helena Varela, Introducción al libro de Juan
Linz, El factor tiempo en un cambio de régimen, México, Instituto de Estudios Para la Transición Democrática, 1994, p. 27.
La consolidación democrática 35
presidente para el periodo 1994–2000. Por tal razón, no es de
sorprender la incertidumbre que estaba presente en el ambiento. Había
contrastes muy marcados entre los dos resultados electorales anteriores a
1994; había también una incongruencia entre el discurso gubernamental
que promovía la modernidad y algunas prácticas arcaicas que seguía
utilizando el PRI; del mismo modo, el factor de la violencia se hizo
presente que, por un lado, alteró el comportamiento de la elite política y
de la sociedad y, por el otro, atentó directamente contra el cauce
institucional de la vida política planteando como alternativa la vía
armada.
Del mismo modo, este es el contexto en el cual desarrollaré el
presente trabajo, el cual, a su vez, está fundamentado a partir de la
siguiente cita de Gilberto Guevara Niebla, con motivo de los resultados
electorales de 1994, que dieron como resultado la victoria del candidato
del PRI, Ernesto Zedillo Ponce de León:
No hay vía regia a la democracia. Los esfuerzos desplegados en los últimos
años por los mexicanos para perfeccionar su sistema democrático evocan la
leyenda de Sísifo condenado a perpetuidad a hacer rodar una roca hasta la
cima de una montaña y repetir la operación indefinidamente...4
De tal forma que mi principal objetivo en este trabajo es
comprobar si el cambio que se da en el momento coyuntural que
representa el proceso electoral de 1994 es parte de la transición a la
democracia o de la consolidación democrática, o por el contrario,
analizar si el proceso electoral, tal como sostienen algunos actores
políticos, no representa ningún cambio cualitativo. Finalmente, trataré
4 Gilberto Guevara Niebla, “Las dificultades del consenso”, Gobiernos,
agosto–septiembre 1994, p. 23.
La consolidación democrática 36
de darle un sentido politológico a la afirmación de Gilberto Guevara
Niebla.
¿TRANSICIÓN O CONSOLIDACIÓN DEMOCRÁTICA?
Es insostenible afirmar que el proceso electoral de 1994 no provocó un
cambio sustancial en la totalidad del sistema político mexicano. Esta
actitud ha sido adoptada, principalmente y desde 1988, por los mismos
actores radicales que no están comprometidos con la democracia, y que
únicamente aceptarán y validarán un proceso en el que sean ellos los
ganadores. “Se trata, sin duda, de un fenómeno de inmadurez que por
momentos raya en infantilismo. Se trata, igualmente, de un fenómeno de
inconsistencia, pues, aunque se acepta participar en la competencia,
regida por reglas bien conocidas, no se aceptan en cambio los resultados.
Finalmente se trata de una actitud de intolerancia, de incapacidad para
aceptar el triunfo del otro –en este caso del PRI– triunfo que expresa la
voluntad popular”.5
La actitud seguida por el Partido de la Revolución Democrática
(PRD) desde 1988, entonces como Frente Democrático Nacional, ha
sido la de participar en la contienda electoral, conociendo y aceptando
las reglas, pero al no verse favorecido en los resultados, no los acepta y
pretende invalidar las elecciones, sin embargo, sin pruebas contundentes
para sustentar sus demandas. Por otra parte, el EZLN también ha sido
un factor que atenta contra la democracia, como lo afirma Rafael
Segovia, “la logorrea guerrillera debía obligatoriamente culminar en la
contradicción más flagrante: una lucha emprendida en principio en
defensa de la democracia concluyó en la negación de la misma. No se
5 Ibid., p.25.
La consolidación democrática 37
aceptará la voluntad de la mayoría en ningún caso –y añade– sabemos
que para el EZLN el voto no cuenta, o solo es válido cuando los
resultados coinciden con sus apetencias. No hay la menor intención de
avanzar hacia una democracia plena así no fuera en un principio sino
electoral; se busca solo la destrucción del PRI por cualquier método, los
votos, las armas, la obstrucción permanente y la calumnia si resulta
necesario”.6
Ahora, presentaré el debate conceptual que se suscitó con
motivo de la transición y la consolidación democráticas, para que una
vez definidas, pueda clasificar los cambios que trajo consigo el proceso
electoral de 1994 en alguna de ellas.
Como afirma O’Donnell, “it is useful to conceptualize the
process of democratization as actually implying two transitions. The
first is the transition from the previous authoritarian regime to the
installation of a democratic government. The second transition is from
this government to the consolidation of the democracy or, in other
words, to the effective functioning of a democratic regime”.7 Como se
puede ver, se trata de un proceso que consta de dos etapas, y que sin
embargo, no es lineal ni esta predeterminado.
La primera transición de la que habla O’Donnell, supone el paso
de un régimen autoritario a uno establecido democráticamente, es decir,
por medio de elecciones. Por tanto, la principal preocupación de los
actores políticos que intervienen en esta primera transición es acabar
con el régimen autoritario, por cualquier medio que propone la tipología
6 Rafael Segovia, Lapidaria, p. 504. 7 Guillermo O’Donnell, “Transitions, Continuities and Paradoxes”, en
Mainwaring, Scott, Guillermo O’Donnell y J. Samuel Valenzuela, editors, Issues in Democratic Consolidation. The New South American Democracies in Comparative Perspective (en adelante Issues), Notre Dame, University Press, 1992, p. 17.
La consolidación democrática 38
de Mainwaring (defeat, transaction, extrication). Ahora bien, una vez
establecido el gobierno democrático, o bien se puede retroceder al
autoritarismo, o a una nueva forma de él, o también se puede dar el paso
hacia la consolidación democrática, es decir, hacia la creación y el
perfeccionamiento de las instituciones que permitan el desarrollo y la
aceptación de las prácticas y los valores democráticos como los mejores.
“It is similarly not easy to establish when the second phase, that
of democratic consolidation, reaches closure. And yet a notable
characteristic distinguishes transitional democracies from consolidated
ones: while in the latter all major political actors take for granted the fact
that democratic procedures dictate government renewal, the elected
governments of transitional democracies operate in a political
environment in which democratic continuity is still uncertain”.8 De esta
forma, el hecho de que todos los actores políticos, o al menos los más
relevantes, acepten que las elecciones son el procedimiento por el cual se
establece y renueva el gobierno, y que la continuidad del régimen
democrático está asegurada, al menos en el mediano plazo, son
indicadores de consolidación democrática. Por el contrario, se trata de
transición a la democracia cuando, en un gobierno democrático, los
actores políticos significativos tiene como alternativas para establecer un
nuevo gobierno, además de las elecciones, la insurrección y el
levantamiento armado, por ejemplo, lo cual disminuye su compromiso
con la democracia si los resultados no son los que desean.
Finalmente, los aspectos a los que la literatura propia de cada
etapa de este proceso presta atención son diferentes: “the literature on
the first transition stresses the difficulty on reversibility of
8 Mainwaring, Scott, Guillermo O’Donnell y J. Samuel Valenzuela, “Introduction” en Mainwaring, Scott, Guillermo O’Donnell y J. Samuel Valenzuela, editors, Issues, p. 3.
La consolidación democrática 39
democratization, but its main focus is on the process of termination of
authoritarian rule. Writings on the second transition must still focus on
the possible reversibility of democratization, but other problems having
to do with the construction of democratic institutions are added to the
agenda”.9
De esta forma, con los elementos que acabo de presentar cuento
ya con los parámetros para poder analizar si el proceso electoral de 1994,
y los cambios que trajo consigo, forman parte de la primera o de la
segunda transición, tal y como lo establece la definición de O’Donnell, o
bien, como se ha planteado a lo largo de este trabajo, para establecer si
se trata del proceso de transición a la democracia o de consolidación
democrática.
Como primer elemento del análisis abordaré la diferencia que
establece O’Donnell entre la primera y la segunda transición. La primera
transición consiste en el paso de un régimen autoritario a un gobierno
democrático. Sin embargo, debido a las características específicas del
caso mexicano es difícil establecer el momento justo en el que se lleva a
cabo la primera transición. “Si se compara con el patrón del
presidencialismo de América del Sur, el mexicano nunca ha sido
interrumpido por golpes militares, ni se ha caracterizado por
oscilaciones entre excesos de poder arbitrario e impotencia”.10 En
México ha prevalecido un ambiente de estabilidad política y continuidad
institucional desde la creación del Partido Nacional Revolucionario.
Además, la propia Constitución de 1917 establece la existencia de
partidos políticos y de elecciones. Debido a estas características es difícil
afirmar, según estos parámetros de O’Donnell, el momento en el que se
9 Ibid., p. 4. 10 Giovanni Sartori, Ingeniería constitucional comparada, México, FCE,
2004, p. 221.
La consolidación democrática 40
establece el gobierno democrático. Por esta razón, es necesario buscar
esta etapa del proceso en la contienda electoral, y descubrir, de esta
manera, el momento en el que, como resultado de una contienda
electoral, se estableció un gobierno democrático.
“En México las elecciones cumplen muchas de las funciones que
normalmente les corresponden en otros sistemas políticos: son fuente
legitimadora de las formas de organización del poder, de autoridades y
políticas gubernamentales; son instrumento de socialización política y
canal de comunicación entre gobernantes y gobernados. Aunque las
elecciones no son el verdadero mecanismo de designación de los
gobernantes, sirven para seleccionar a un sector del personal político,
pero en sentido inverso a como operan en los regímenes democráticos:
en lugar de que el proceso transcurra de abajo hacia arriba, funciona de
arriba hacia abajo. Los escrutinios mexicanos han desempeñado también
una función estabilizadora, son expresión –si se quiere limitada– de
reivindicaciones políticas y válvula de escape de tensiones sociales”.11
Así pues, podemos encontrar ya el momento en el que se da la
transición a la democracia si descubrimos exactamente cuándo es que las
elecciones funcionaron como un mecanismo de designación de los
gobernantes.
Las elecciones de 1988 pasarán a la historia como una mancha
en la vida política mexicana. Además de que los resultados oficiales
fueron criticados y atacados por diversos actores políticos, el candidato
que resultó triunfador carecía de legitimidad, tanto de la proveniente de
las urnas, como de la que provenía de la tradición revolucionaria, la cual
estaba ya muy erosionada. De tal manera que Salinas tuvo que
11 Soledad Loaeza, El llamado de las urnas, México, Cal y arena, 1989, p.
273.
La consolidación democrática 41
legitimarse desde el poder, tarea que, por cierto, desarrolló muy bien, y
como ejemplo están las elecciones intermedias de 1991, en las cuales el
PRI fue el ganador indiscutible en gran parte debido a los altos niveles
de popularidad con los que contaba el presidente Salinas en ese
momento.
Ahora, antes de analizar el proceso electoral de 1994, es
necesario tener en mente el contexto que se presentó brevemente en la
introducción de este trabajo. En esas circunstancias tuvieron lugar las
elecciones el domingo 21 de agosto de 1994. Los resultados oficiales,
para las elecciones oficiales, fueron: Ernesto Zedillo 17,336,325
sufragios (48.77% de la votación total), Diego Fernández de Cevallos
9,222,899 votos (25.94% de la votación total) y Cuauhtémoc Cárdenas
5,901557 votos (16.60% de la votación total). Además, “el 21 de agosto
votaron 35 millones 550 mil 283 mexicanos, lo que equivale a un 77.74
por ciento del padrón; una participación abrumadora, sin precedente,
una auténtica fiesta cívica. En 1994 México superó en participación
electoral a muchos países de vieja tradición democrática. En Estados
Unidos, para dar un ejemplo, con dificultades se logra un 50 por ciento
de participación en una contienda electoral”.12 De esta forma tenemos
un elemento para sostener que las elecciones de 1994 forman por
primera vez en México un gobierno democrático, ya que la sociedad
avaló dicho proceso con su amplia participación. También, como lo
afirma Jaime Sánchez Susarrey, la elección del 21 de agosto fue la más
competida, vigilada y transparente de la historia de México. “Más allá de
los resultados finales, el país inicia un nuevo recorrido, el de las
elecciones limpias y quizá competidas, pero sobre todo limpias y
creíbles.
12 Gilberto Guevara Niebla, art. cit., p. 25.
La consolidación democrática 42
Por lo anterior, se puede afirmar, sin muchas dificultades, que de
las elecciones de 1994 surgió efectivamente un gobierno
democráticamente electo, con una plena legitimidad producto de la
amplia participación ciudadana, lo cual le permitiría separarse
definitivamente de la legitimidad que confería la tradición revolucionaria.
Además, desde ese momento “las elecciones ya no son fuente de
conflicto, sino una competencia entre partidos y candidatos para ganar el
voto de la ciudadanía y decidir quién ha de gobernar”.13 De igual
manera, las elecciones fueron percibidas, en su mayoría, por los actores
políticos significativos y por la opinión pública como limpias y creíbles.
Por estas razones, considero que la elección de 1994 puede ser vista,
según los términos de O’Donnell, como la primera transición, es decir,
como el momento que marca la transición a la democracia, ya que, sin
lugar a dudas, se establece un gobierno democrático con plena
legitimidad; a pesar de que el PRD afirme que, debido a que ganó
nuevamente el PRI, se trata de “más de lo mismo”.
Sin embargo, como mi intención no es caer en explicaciones
simplistas, es necesario mencionar que este proceso se inició, al menos,
desde la reforma electoral de 1977, que dio origen a la LOPPE, que
“para garantizar la presencia de minorías en el Congreso, oprimidas por
el PRI, la parte más sensible del régimen priísta promovió la reforma
política y estableció en México la representación proporcional. La
premisa invisible de aquella reforma, aunque de todos conocida, era que
las minorías serían siempre minorías, y el PRI, siempre, la mayoría.
Sabemos ahora lo que no sabían quienes iniciaron este proceso de
reforma política, y es que, una vez abierta la compuerta, las reformas
13 Jaime Sánchez Susarrey, “La larga marcha de la democracia”,
Gobiernos, agosto–septiembre 1994, p. 7.
La consolidación democrática 43
electorales siguieron a lo largo de los años, y la creciente transparencia
institucional junto con la voluntad de los votantes demolieron por
completo aquel supuesto”.14 De tal manera que, me parece válida la
afirmación que las elecciones de 1994 representan el punto más acabado
del proceso de transición a la democracia, por las razones aquí
expuestas.
No obstante, el proceso electoral de 1994 no solo es la
culminación de un proceso de transición a la democracia, sino que es
también el inicio de la consolidación democrática. Ahora trataré de
explicar esto. Como ya se presentó en la introducción de este trabajo, el
entorno en el cual iban a tener lugar las elecciones de agosto de 1994 no
era el más favorable. El candidato del PRI, Colosio, había sido asesinado
cinco meses antes del día de la elección, lo cual produjo un ambiente no
solo de incertidumbre, sino de miedo. Además, ese mismo año se habían
levantado en armas algunos grupos indígenas en Chiapas en
circunstancias muy dudosas, y había reportes oficiales de la existencia de
grupos similares en otros estados del sureste mexicano. En estas
circunstancias, que eran por demás peligrosas para las instituciones
establecidas en el régimen político, hubo quienes además, en una
posición privilegiada, atacaron estas instituciones pronosticando un
choque de trenes y, por tanto, proponían como solución, la cancelación
de las elecciones. Sin embargo, a pesar de estas condiciones que no
favorecían a la democracia, las instituciones respondieron y resistieron.
“En la crisis que culmina con el asesinato de Luis Donaldo Colosio y se
inicia con la aprobación del TLC por parte del Legislativo de los Estados
14 Héctor Aguilar Camín, “Los partidos políticos, cavilaciones sobre
una cirugía menor”, Transición y consolidación democrática. El contexto internacional y la experiencia mexicana, México, IFE, 2003, p. 155.
La consolidación democrática 44
Unidos, se puso en evidencia, para desesperación de muchos, la solidez
de las instituciones nacionales. El ejército fue tan silencioso como
disciplinado; los movimientos dentro del PRI fueron de corta duración;
la Presidencia no mostró debilidad alguna; el proceso de transición
siguió los cauces habituales. La bolsa cayó en proporciones aceptables; el
peso resistió los embates de la especulación si es que se intentó algún
ataque contra la moneda. Sin estar aún en la plena normalidad –el
asesinato aún está en el ánimo de medio mundo– la vida política
recupera su camino para situarse, en este momento, como el fenómeno
crucial. La campaña electoral reemprende su marcha”.15
De esta manera, y a pesar de este entorno poco favorable, los
partidos, los candidatos y, principalmente, la sociedad, reforzó con sus
actitudes y comportamiento las instituciones democráticas. El elevado
nivel de participación ciudadana en las elecciones, que llegó a la cifra
histórica de 77.74 por ciento del padrón, demostró que los mexicanos
prefieren la vía democrática del diálogo y la cooperación para resolver
los conflictos. También demostró que ante una amenaza armada y la
incitación de diversos actores para abstenerse de participar en la
elección, la sociedad mexicana privilegia la vía institucional para elegir a
sus gobernantes, y respaldar así el sistema de partidos. Por su parte, los
partidos políticos también desempeñaron un papel importante ya que,
ante la amenaza que representaban tanto la vía armada como la vía
externa a los propios partidos representada por organizaciones de la
llamada sociedad civil, los partidos se consolidaron en el régimen
político y demostraron su utilidad como actores que organizan el voto y
articulan demandas, reclamos y aspiraciones de la sociedad. De igual
manera, el régimen mismo se consolidó, ya que en 1994 y antes de las
15 Rafael Segovia, Lapidaria, p. 494.
La consolidación democrática 45
elecciones de agosto, se llevaron a cabo importantes reformas en materia
electoral, que abordaban y legislaban temas como el financiamiento de
los partidos, su acceso a los medios masivos de comunicación, la
participación de observadores electorales nacionales y extranjeros y el
fortalecimiento del Instituto Federal Electoral (IFE).
Por estas razones, la elección de 1994 no solo representa la
culminación del proceso de transición democrática que había iniciado,
de acuerdo a lo que sostengo en este trabajo, con la reforma electoral de
1977, sino que además, representa también el inicio del proceso de
consolidación democrática, según el concepto de O’Donnell. Otros
elementos que confirman esta afirmación son, que durante todo el
proceso electoral, y una vez concluido éste, los partidos y la sociedad
aceptaron que las reglas que establecía la democracia eran las únicas
válidas y legítimas para establecer un gobierno, por lo que la duración
del régimen democrático estaba asegurada. Éste factor es un elemento
central en la definición de O’Donnell de consolidación democrática, ya
que una vez que se ha asegurado la duración del régimen democrático,
ahora los actores políticos se pueden concentrar en la creación y el
perfeccionamiento de las instituciones que permitan el desarrollo de las
prácticas y valores democráticos.
Y este cambio de enfoque puede ser claramente observado en
los artículos, ensayos y textos que se hicieron para analizar la elección de
1994 y sus consecuencias a futuro en los actores y en las instituciones
del régimen. De igual manera, en los discursos políticos se puede
apreciar este viraje, ya que las preocupaciones y demandas expresadas
desde ese momento giraban en torno a reformas y cambios
institucionales que se tenían que hacer para regular y consolidar la vida
política que se había definido en 1994. Así por ejemplo, las propuestas
La consolidación democrática 46
del presidente electo eran, entre otras cosas, “emancipar definitivamente
a su partido respecto del Estado; consolidar la reforma democrática de
los mecanismos electorales; hacer un gobierno plural, incorporando a su
gabinete a funcionarios no priístas; equilibrar el poder del Ejecutivo con
respecto al Legislativo; modernizar y dar autonomía al aparato de
justicia”.16 Por su parte, analistas políticos, periodistas y politólogos
prestaban más atención a los temas propios de la consolidación
democrática que a los de la transición, de acuerdo a la definición dada
por O’Donnell. “Sería lamentable que el país acabara de confundir sus
aspiraciones democráticas de largo aliento con una especie de lucha
sexenal por la Presidencia de la república pues, aunque los votos
constituyen el principio de la tarea, la democracia es mucho más que un
escrupulosos escrutinio. He aquí una de las lecciones más caras del
pasado 21 de agosto”.17 En este mismo sentido, Soledad Loaeza afirma
que “el reto más importante que enfrenta el sistema político mexicano
en los próximos años es la construcción de organizaciones partidistas
modernas que sean capaces de acoger las diferencias políticas de la
sociedad, mismas que se expresaron y resolvieron de manera
relativamente pacífica en la elección presidencial del 21 de agosto de
1994”.18 Estos son sólo dos ejemplos, de los muchos que hay, de la
percepción que se tenía de la elección de 1994, de las repercusiones,
significados y cambios que podía generar en el sistema político
mexicano. Sin embargo, como se puede apreciar claramente, el tono de
estas citas esta orientado hacia la construcción y consolidación de las
16 Gilberto Guevara Niebla, art. cit., p. 26. 17 Mauricio Merino, “Una fantasía democrática” Gobiernos, agosto–
septiembre 1994, p. 16. 18 Soledad Loaeza, “Partidos políticos y sociedad civil en México”,
Gobiernos, agosto–septiembre 1994, p. 15.
La consolidación democrática 47
instituciones que permitan el desarrollo de una vida política democrática,
lo cual fue el mandato de la sociedad en su voto de 1994. Finalmente,
otro ejemplo del cambio en la literatura que se dio a partir de la elección
de 1994 son las múltiples propuestas que aparecen para la consolidación
democrática en México, característica que confiere a muchos escritos del
periodo un carácter prescriptivo. Sartori por su parte, afirma: “primero
construyamos la casa; luego nos ocuparemos de los muebles. Mi primera
recomendación es que se de prioridad a las prioridades; de éstas
propongo como las más urgentes las siguientes: i) un nuevo sistema
electoral; ii) la abolición de la no reelección de los miembros del
Congreso; iii) una definición clara de los poderes constitucionales del
presidente (que sustituya a los anteriores poderes paraconstitucionales y
de facto)”.19
Por lo anterior, se puede comprobar que así como existen
elementos que nos permiten afirmar que la elección de 1994 forma parte
del proceso de transición democrática, de igual manera hay elementos
sólidos que nos llevan, necesariamente, a aceptar que también estamos
observando, si no en su totalidad, al menos si el principio, del proceso
de consolidación democrática.
CONCLUSIONES
Las elecciones de 1994 representan, sin lugar a dudas, un cambio
cualitativo en la política mexicana. La sociedad mexicana decidió que
cualquier cambio o decisión a tomar se hiciera por la vía democrática
institucional, razón por la cual decidió participar ampliamente en las
elecciones, registrando una cifra histórica de participación de 77.74% del
19 Giovanni Sartori, Ingeniería constitucional comparada, México, FCE, 2004, p. 225.
La consolidación democrática 48
padrón electoral. Como producto de estas elecciones, además, se
estableció un gobierno legitimado y respaldado por las urnas, y ya no
por la tradición revolucionaria. Esto implica a su vez, que el presidente
ya no podría recurrir a discursos que apelaran a los héroes o a las causas
y los valores revolucionarios, sino que ahora tendría que actuar y decidir
teniendo siempre en mente a la sociedad.
Como ya se demostró a lo largo de este trabajo, las elecciones de
1994 representan el momento más acabado del largo proceso de
transición a la democracia, ya que la sociedad, a través de un proceso
electoral que contó con una amplia participación y con credibilidad,
legitimó el establecimiento de un gobierno democrático. Pero al mismo
tiempo las elecciones de 1994 presentan también elementos que
confirman el inicio del proceso de consolidación democrática. Como
ejemplos se pueden mencionar, por un lado, la aceptación de los
partidos políticos y de la sociedad de que las reglas democráticas son las
únicas aceptadas para el establecimiento del gobierno, y por tanto, la
preocupación de estos actores políticos será a partir de entonces crear y
perfeccionar las instituciones que permitan el desarrollo del régimen
democrático. Por el otro lado, la literatura de ese momento refuerza esta
afirmación ya que, como lo afirman Mainwaring, O’Donnell y
Valenzuela, los problemas en los que se enfoca la literatura ya no son
acerca de cómo terminar con el régimen autoritario, sino, más bien, se
preocupan por la construcción de las instituciones democráticas.
Sin embargo, si esto es así ¿qué es lo que da sentido a la cita de
Gilberto Guevara Niebla? Reproduzco a continuación el fragmento del
texto, para terminar este trabajo con un análisis politológico de la cita.
La consolidación democrática 49
No hay vía regia a la democracia. Los esfuerzos desplegados en los últimos
años por los mexicanos para perfeccionar su sistema democrático evocan la
leyenda de Sísifo condenado a perpetuidad a hacer rodar una roca hasta la
cima de una montaña y repetir la operación indefinidamente...20
Lo primero que es posible apreciar en la cita de Guevara Niebla
es que para poder llegar a la democracia no hay un camino directo y
trazado con anterioridad, aunque efectivamente hay experiencias de
otros países que pueden servir como modelo. Antes bien, se trata de un
largo proceso que esta lleno de incertidumbres y retrocesos, y que, a
final de cuentas, no lleva necesariamente a la democracia. Es un proceso
que se construye entre diversos actores y en diferentes circunstancias, a
lo largo del cual surgen nuevos actores y otros más desaparecen.
Como se analizó a lo largo de este trabajo, el proceso de
transición democrática en México se inició con la liberalización del
régimen debido a la reforma electoral de 1977. El objetivo de esta
reforma era admitir en el sistema de partidos a actores que hasta ese
momento se habían mantenido excluidos. Sin embargo, se pretendía que
participaran y legitimaran el proceso, sin tener posibilidades reales de
victorias. Tuvieron que pasar casi veinte años, y muchas reformas en el
sistema, para que se pudiera llegar a la conclusión de la transición a la
democracia y poder empezar a hablar de consolidación democrática.
Tuvieron que pasar seis años más para que en México se diera la
alternancia en la presidencia. Esto nos habla, una vez más, de la
relevancia del factor tiempo, ya que ambos procesos se desarrollan
lentamente, y es necesario estudiarlos y comprenderlos de esta manera.
Otro elemento que no se puede pasar por alto en un análisis
politológico es la cultura política, es decir, “el conjunto de actitudes y
20 Gilberto Guevara Niebla, art. cit., p. 23.
La consolidación democrática 50
pautas de comportamiento predominantes en el seno de una cierta
sociedad”21, ya que en este caso en particular ofrece una explicación
contundente de la naturaleza prolongada y lenta de ambos procesos. Por
tanto, el que los procesos de transición a la democracia y consolidación
democrática se hayan desarrollado a lo largo de tantos años es el “reflejo
del conservadurismo esencial de una sociedad que mayoritariamente
favorece la estabilidad, rehuye los cambios súbitos y las rupturas, y en
general, las aventuras políticas –así como los aventureros políticos–.
Estas actitudes contribuyen a explicar el gradualismo que caracterizó el
desmantelamiento del autoritarismo en México, el cual para algunos
impuso a este proceso una exasperante lentitud.”22
Por tanto, un análisis politológico debe tomar en cuenta estos
elementos, y usar los conceptos con exactitud, para poder hacer una
investigación seria y rigurosa. De lo contrario se caería en análisis
simplistas que no nos dicen nada de los hechos sociales que se están
estudiando, pero que pueden ser utilizados como instrumentos de
manipulación política, que en muchos casos atentan contra la
democracia. Ejemplos de este tipo de análisis simplistas, me parece,
pueden ser aquellos hechos por grupos de izquierda, en especial el PRD,
aunque no se puede dejar de mencionar al vocero oficial del EZLN, que
pretenden ver en todo momento una inmovilidad incorruptible del
régimen político. Por una parte, el PRD adopta una doble personalidad
ya que acepta participar en contiendas electorales, aceptando por tanto
21 Joan Botella, “En torno al concepto de cultura política: dificultades
y recursos”, Pilar del Castillo e Ismael Crespo (edits.), Cultura política, España, Tirant lo Blanch, 1997, p. 19.
22 Soledad Loaeza, “La construcción del pluripartidismo y la experiencia democrática mexicana, Churchill y Schumpeter en San Lázaro”, Transición y consolidación democrática. El contexto internacional y la experiencia mexicana, México, IFE, 2003, p. 166.
La consolidación democrática 51
las reglas del juego, pero amenaza con seguir tácticas que no están
contempladas en esas reglas del juego, como la movilización de masas y
la toma de edificios gubernamentales. Por su parte, la postura que
adopta el EZLN es de total intransigencia, de desprecio no solo por las
instituciones y las prácticas democráticas, sino también por la sociedad
misma. Se autoproclama como el único actor capaz de interpretar las
decisiones políticas del gobierno, y también como la única voz, o al
menos la voz de vanguardia, de la sociedad. Representa, en palabras de
Rafael Segovia, una filosofía al alcance de las masas. Otro ejemplo de
este tipo de análisis simplistas es el que pretende fechar a la democracia,
es decir, el que establece que el primero de julio de 2000 vivíamos en un
régimen recalcitrantemente autoritario, pero que a partir del día dos de
julio México comenzó a vivir en una plena democracia.
Para concluir, repito, es necesario utilizar los conceptos con
exactitud y con rigurosidad para poder desarrollar una investigación
seria. Me parece que el artículo de Gilberto Guevara Niebla es
importante precisamente, porque no recurre a una fórmula simplista.
Antes bien, afirma que ambos procesos, de transición y consolidación
democráticas, pueden durar varios años sin que esto signifique
inmovilidad política, y si, por el contrario, procesos más sólidos.
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55
RECONSTRUYENDO A LA
NACIÓN. APUNTE SOBRE LA
REVOLUCIÓN DE RONALD
REAGAN Guillermo Ávila*
The ultimate irony of the twentieth century may be that lasting, worldwide political revolution was accomplished not by Trotsky and the
communist but instead by Reagan and the capitalists. Martin Anderson
LA DÉCADA DE LOS OCHENTA DEL SIGLO PASADO A
menudo se caracteriza como un punto de inflexión en la evolución de
los sistemas políticos: situaciones conflictivas en las economías, en los
arreglos institucionales y en las relaciones sociales que llevaron a una
nueva configuración del mapa político en (casi) todo el mundo. La crisis
* Guillermo Ávila es ex alumno de la licenciatura en Política y
Administración Pública del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México.
Reconstruyendo a la nación 56
56
de los Estados de Bienestar en las naciones occidentales, la derrota del
socialismo en Francia; la debacle del comunismo en Europa Oriental,
incluyendo a la Unión Soviética, el surgimiento de nuevos conflictos en
nuevas partes del mundo, la estanflación, la crisis ideológico-cultural,
todos estos fenómenos pueden ayudarnos a explicar qué fue lo que pasó
en esos años.
En todos los momentos históricos hay figuras emblemáticas,
personajes que se identifican como estandartes de los movimientos, de
las acciones, de las revoluciones. Si se quiere ver así, en los años
ochenta, como producto del contexto histórico en que se desenvuelven,
aparecen los nombres de los “neoliberales” —o “neo conservadores”—,
entre quienes Margaret Thatcher y Ronald Reagan son los nombres más
reconocidos.
Este es un trabajo que trata sobre las ideas y sobre la forma en
se plasmaron —o se intentó hacerlo— en la práctica. Es un escrito,
además, sobre la figura del presidente, lo que implica, necesariamente,
que se analizan los factores históricos —políticos, sociales,
económicos— que lo acompañaron en el periodo en que dirigió a
Estados Unidos. Se dice que Ronald Reagan encabezó una revolución,
esto es, un cambio radical, en el gobierno de Estados Unidos, en las
políticas y la política, en la opinión pública y en la internacional.
Lo que aquí se pretende es hacer una revisión de las ideas y de
los hechos que se produjeron durante dicha revolución y, de esta
manera, entender las razones por las que se tiene al presidente Reagan
como uno de los mandatarios de mayor trascendencia en la historia de
Estados Unidos, teniendo en mente que hay quienes lo consideran,
Reconstruyendo a la nación 57
57
incluso, el alter ego de Franklin D. Roosevelt1. Por supuesto, hay otros
factores que influyen en el desempeño y la trayectoria de un gobierno,
políticos, personales, institucionales, económicos, sociales,
internacionales y demás que puedan imaginarse, pero no es posible
negar que, hasta cierto punto, todos ellos requirieron una idea detrás,
cierta forma de pensamiento acerca de cómo trabaja —y como debe
trabajar— la economía, como se relacionan las naciones, cómo debe ser
la convivencia social, entre otras.
Policies and attitudes result from complex constellations of electoral opinion,
political opposition, group interests, state structures, political leadership,
economic trends, the international environment, as well as intellectual
thought. Politics is partly a product of public discussions, debates,
assessments, and definitions of reality. The symbolic environment helps
structure public outlooks, and political thinking influences the character of
this setting.2
En un segundo apartado, se hace una revisión de las iniciativas y
las políticas, lo que se considera conveniente porque, desde mi
perspectiva, es una cuestión en la que pueden analizarse los alcances y
los límites de las propuestas de este gobierno. Dicho de otro modo, se
estudia la medida en que el pensamiento neo conservador de Reagan y su
“coalición” se expresó —o no lo hizo— en las políticas implementadas.
1 Varias veces se ha comparado la victoria republicana de 1980 con el
triunfo demócrata de Roosevelt en 1932 —el propio Reagan ha confesado su admiración y respeto por Roosevelt, a quien acostumbraba citar y recordar en múltiples ocasiones (José Ricardo Eliaschev, Reagan, U.S.A., los años ochenta, México, Folios, 1981, p. 93).
2 Robert Devigne, Recasting Conservatism. Oakeshott, Strauss, and the Response to Postmodernism, New Haven, Yale University Press, 1994, p. xiii (el subrayado es mío).
Reconstruyendo a la nación 58
58
La última parte se aleja un poco del espíritu descriptivo del
trabajo para teorizar acerca del éxito o el fracaso de la revolución y su
líder —moral y práctico— en los Estados Unidos. De este modo, el
apartado último es una divagación mediante la cual se pretende
argumentar cómo se dio el nuevo realineamiento que permitió al
neoconservadurismo posicionarse en la política y en las políticas.
1.
Es conveniente apuntar que hay quien dice que Reagan es producto de
esa revolución, que venía gestándose de a poco, progresivamente, desde
los años de Barry Goldwater y Nixon3. Esto significa que es importante
cuestionar si había, en efecto, una corriente conservadora, esto es, si la
victoria del Partido Republicano en 1980 fue auténticamente un
realineamiento de fuerzas, una nueva diagramación del complejo político
y social norteamericano. Es posible, a este respecto, decir que el Grand
Old Party —como se conoce en Estados Unidos al republicano— se
encontró en el poder en condiciones muy diferentes a las de 1952 con
Eisenhower y 1968 con Nixon. Reagan llegó a la presidencia en un
periodo de crisis. A continuación se intenta identificar el desarrollo de la
misma.
Un consenso liberal sustentado, en lo interno, en las experiencias
vividas de la crisis económica y del Nuevo Trato, así como, en lo
externo, en las secuelas de la participación norteamericana en la Segunda
Guerra Mundial, fue la norma de la vida política estadounidense desde
mediados de los años cuarenta hasta los setenta. Sus componentes
3 Martin Anderson, Revolution. The Reagan Legacy, Stanford, Hoover
Institution Press, 1990, pp. xv-xxii.
Reconstruyendo a la nación 59
59
principales fueron: orientación internacionalista pero no unilateral,
basada en las responsabilidades morales que el nuevo papel de liderazgo
imponía al país; la asignación de un nuevo papel al Estado como garante
de la estabilidad económica y del interés público, apoyado, por supuesto,
en las prácticas del New Deal y en la teoría keynesiana, y la voluntad de
erigir, más allá de las identidades locales, un sentimiento de pertenencia
a una comunidad más vasta, nacional. 4 Durante la segunda mitad de la
década de 1970, la fuente primordial de cuestionamiento se ubicó en los
siguientes aspectos: los graves problemas económicos —desempleo e
inflación—, la incapacidad creciente estatal para manejar y satisfacer las
demandas sociales y su costo fiscal cada vez mayor, el surgimiento y la
proliferación de nuevas formas de conducta sexual y la pérdida relativa
de poderío militar, político y económico en la escena internacional5.
Así, se hizo evidente el fortalecimiento de grupos6 que
demandaban cambios en la política fiscal; que consideraban que, en la
relación con los países comunistas, Estados Unidos había hecho
demasiadas concesiones; que se oponían al Estado Benefactor por el
peso que significaba para la economía; que estaban en contra de la
intromisión del gobierno federal en la vida y los problemas de la
comunidad; y que rechazaban la descriminalización del aborto y otras
medidas que se conocieron como la “agenda moral”.7 A lo anterior hay
que agregar la crisis de legitimidad del gobierno, producto, en gran
4 Pedro Javier González G, “Estados Unidos: Contradicciones
culturales y dilemas políticos”, Cuadernos semestrales. Estados Unidos. Perspectiva latinoamericana, 23-24, 1988, p. 16.
5 Ibid., p. 17. 6 Martin Anderson, op. cit., p. 7. 7 Jesús Velasco Márquez, “Visión panorámica de la historia de los
Estados Unidos”, en su libro (comp.)¿Qué son los Estados Unidos?, México, McGraw-Hill, 1996, p. 64.
Reconstruyendo a la nación 60
60
medida, de las “excesivas prerrogativas presidenciales y de la posibilidad
del manejo deshonesto del poder”, así como un cuestionamiento severo
ante “los problemas de organización del gobierno”8.
Al aproximarse las elecciones de 1980, la conjunción de los
problemas señalados determinó un cambio en la opinión pública que
favoreció la formación de una coalición conservadora, a la que el
electorado favoreció en los comicios de 1980 y 1984, retomando la
mayoría en el Senado por seis años9:
La amplia victoria electoral de Ronald Reagan puso dramáticamente de relieve
los alcances del proceso de polarización del electorado norteamericano. Este
desplazamiento del espectro político hacia la derecha, no constituye un hecho
sorpresivo puesto que había indicios previos, claramente discernibles, que
revelaban la presencia de una tendencia cada vez más poderosa que empujaba
a sectores crecientes de la sociedad norteamericana a asumir posiciones
conservadoras.10
2.
La administración del presidente Reagan, quien juró como tal en enero
de 1981, representa la expresión de muchos asuntos familiares a la
tradición conservadora: una economía basada en los mecanismos del
mercado libre; la búsqueda de la consecución de los intereses nacionales
a través de una política exterior activa, la descentralización del gobierno,
y la restauración de una moralidad en decadencia. A diferencia de sus 8 Mirta Botzman, et al., “La elección presidencial de 1980: un balance
de posiciones y fuerzas”, Cuadernos semestrales. Estados Unidos. Perspectiva latinoamericana, 9, 1981, p. 13.
9 Velasco, art. cit., p. 64. 10 Martin Anderson, op. cit., p. 5; Atilio A. Borón, “La crisis
norteamericana y la racionalidad conservadora”, Cuadernos Semestrales. Estados Unidos. Perspectiva latinoamericana, 9, 1981, p. 31.
Reconstruyendo a la nación 61
61
antecesores republicanos, Reagan buscó una aplicación más rigurosa de
la doctrina conservadora, ambición que se refleja en cada uno de los
temas siguientes.
Efic iencia de l mercado
Este gobierno tiene sus fundamentos filosóficos, en lo que se refiere a la
política económica, en la creencia de que la menor intervención posible
del gobierno, combinada con una moneda estable y la protección y
seguridad públicas, por tener mayor capacidad de eficiencia, producirá
los niveles deseables de crecimiento y desarrollo11. De esta forma,
encontramos que Reagan es un partidario de la economía del lado de la
oferta (supply-side economics), la cual considera que la oferta crea a la
demanda12. Así mismo, se piensa que una carga impositiva alta debilita la
economía, pues “los impuestos, llevado al extremo, hacen más pobres a
los individuos sin hacer más rico el Estado” y, por lo tanto, una
disminución en los impuestos tendrá el efecto positivo de impulsar la
economía porque es un incentivo para la producción:
11 Botzman, art. cit., pp. 23-24; A. James Reichley, “The Conservative
Roots of the Nixon, Ford, and Reagan Administrations”, Political Science Quarterly, 96 (1981), p. 541.
12 Al respecto, Reichley comenta que esta es una medida aceptada también por Marx y Keynes, en el largo plazo. El problema radica en que, en condiciones de depresión o recesión económicas, alcanzar el equilibro de mercado —el nivel eficiente de cantidades y precios— a través del funcionamiento libre del mercado trae consigo otros problemas (human suffering) que hacen necesaria la intervención del gobierno. No hay, sin embargo, evidencia de que haya resultado contraproducente en E.E.U.U., más allá de que algunos llamen a Reagan el “Robin Hood de los ricos” —aunque esto puede ser por otras razones. Por lo demás, este es un debate conocido, sobre todo a partir de los años ochenta, con el surgimiento del neoliberalismo (Ibid., p. 541).
Reconstruyendo a la nación 62
62
The idea is a simple one. As a government raises tax rates, the amount of
earnings that taxpayers get to keep for themselves declines. If the government
raises tax rates high enough, people respond by not working as hard... The
result is that there is less money available for the government to tax: at some
point increases in the tax rate become counterproductive as far as tax revenue
is concerned… When that point is reached tax revenues can be increased,
paradoxically, by cutting tax rates.13
Norman B. Ture, subsecretario del Tesoro durante la
administración de Reagan, estaba convencido de los beneficios de dicha
estrategia económica: “taxes should affect the economy through
incentives instead of through rivers of money”14. De este modo, se creía
que un resurgimiento de la producción generado por una fuerte
reducción de los impuestos, podría equilibrar la economía, elevar el nivel
de empleo y enfrentarse con éxito a la inflación, tan pronto como el
ahorro y la inversión aumentaran o, dicho de otro modo, “tan pronto
funcionara eficazmente el mercado.”15 Todo ello con el fin de que,
contando con condiciones más favorables, decida retomar la iniciativa y,
como en otros tiempos, el mercado vuelva a ser el promotor principal
del desarrollo.
Es posible identificar estas ideas y rastrear las intenciones del
presidente Reagan desde tiempo antes: su llegada al poder como
gobernador del estado de California estuvo precedida por mensajes no
demasiado diferentes de los que anticiparon su llegada a la Casa Blanca.
13 Anderson, op. cit., p. 141. 14 Norman B. Ture, “The Department of the Treasury”, Charles L.
Heatherly (ed.), Mandate for Leadership: Policy Management in a Conservative Administration, Washington D.C., Heritage Foundation, 1981, p. 650; citado en Reichley, art. cit., p. 542.
15 Alonso Aguilar M., “La crisis del imperialismo norteamericano y la estrategia de Reagan”, Estrategia, 1982 (2), p. 7; Botzman, art. cit., p. 24.
Reconstruyendo a la nación 63
63
El ex actor venía a reducir la burocracia, eliminar el despilfarro, combatir
el déficit presupuestario, redimensionar enteramente la estructura fiscal
para quitar al gobierno de encima de los hombros de la ciudadanía.
Evidentemente, no existían entonces las preocupaciones internacionales
para Reagan, y su intención era “traer racionalidad, austeridad y
escrupulosidad al enorme estado. Como Reagan había llenado su
campaña electoral de promesas de austeridad fiscal, por algún lado debía
producirse esa reducción en la carga impositiva y los beneficiados serían
los propietarios de inmuebles.”16
Conforme a esta estrategia, en febrero de 1981 Reagan lanza su
Programa para la Recuperación Económica, en el que reitera el
propósito de reducir la tasa de crecimiento del gasto del gobierno, bajar
el impuesto personal sobre la renta y permitir a las empresas tasas de
depreciación más elevadas, aligerar el peso de la reglamentación estatal
de los negocios y contribuir a que adopte una política monetaria que
ayude a combatir la inflación.17
Así mismo, aunado a su deseo de reducir el impacto del
gobierno en la economía, el presidente Reagan precisaba descentralizar
el control sobre los servicios gubernamentales. Por ejemplo, propuso
transformar ciertos programas educativos federales de forma que, a
través de las transferencias, se permitiera a los estados establecer sus
necesidades propias y, de esta manera, hacer uso del dinero. La
administración apoyaba estas medidas, en principio, para aligerar el gasto
público. Pero estas medidas también reflejaban la convicción del
presidente hacia la creencia conservadora en las capacidades y virtudes
de los gobiernos locales, considerando que éstos tienen un conocimiento
16 Eliaschev, op. cit., p. 55. 17 Aguilar, art. cit., p. 7.
Reconstruyendo a la nación 64
64
más cercano sobre las condiciones y las necesidades de sus habitantes y
son más proclives a construir lazos más fuertes en las comunidades.
Defensa y Pol ít i ca Exterior
Uno de los puntos más polémicos del gobierno de Reagan fue su nivel
de gasto en materia de defensa. La crítica principal versaba en que ésta
política contravenía los propósitos de reducción en el gasto y en la lucha
contra la inflación. Por otro lado, hay quien argumenta que un gasto de
tal magnitud no es un signo de un Estado mínimo. La justificación de
Reagan al respecto viene de sus convicciones nacionalistas que no
presuponían el aislacionismo, sino, por el contrario, una participación
activa en la formación y el desarrollo de los eventos que pudieran tener
relación con el interés nacional. Así pensaba, también, el Secretario de
Estado, Alexander Haig, y Richard Allen, Asistente de Seguridad
Nacional lo secundaba:
While the United States does not assume global responsibility for
international peace and stability, no area of the world is beyond the scope of
American interest if control or influence by a hostile power threatens
American security.
La idea de un Estado fuerte y activo en el terreno internacional
se identifica con las ideas de Hamilton, mientras que la idea del uso
restringido de la autoridad federal con las ideas de Madison.18 Este es
otro rasgo de la contradicción en que se ubica a Reagan. Pero hay que
recordar que esta combinación contradictoria también se presentó en
otras ocasiones —como con F.D.R.— lo cual puede justificarse a través
18 Véase Reichley, art. cit., p. 543.
Reconstruyendo a la nación 65
65
de tres fundamentos: el primero, la necesidad de protección de la
nación, para lo cual se necesita una diplomacia experta y un poderío
militar considerable; segundo, que Estados Unidos tiene intereses
económicos en el exterior de gran valía, que requieren de una
representación vigorosa; y, en tercer lugar, que al dirigir al resto del
mundo, los Estados Unidos dan muestra de un ejemplo de unidad
moral:
we will be seen as having greater strength throughout the world. We will
again be the exemplar of freedom and a beacon of hope for those who do not
now have freedom19.
Los instrumentos a través de los cuales el presidente republicano
buscaría alcanzar los objetivos planteados de política exterior, serían el
incremento sustancial en el presupuesto militar, el reforzamiento del
aparato de inteligencia, la utilización de la ayuda económica y,
especialmente, la militar. 20
Hay, por último, un fundamento propio de la mentalidad
conservadora: para Reagan, el presupuesto para la defensa debía
incrementarse, no sólo por que Estados Unidos estaba frente a una clara
amenaza en el exterior21 —hay que recordar que las acciones de la Unión
Soviética, como la invasión a Afganistán, o las tendencias a favor del
comunismo en América Latina, se consideraban, evidentemente,
contrarios al interés nacional—, también porque la defensa es la
19 Reagan, “First Inaugural Address”, January 20th, 1981. [Version
electrónica disponible en: http://www.bartleby.com/124/pres61.html, 5 de julio de 2005].
20 Botzman, art. cit., p. 23. 21 Hedrick Smith, et al., Ronald Reagan ¿Una revolución conservadora?,
Barcelona, Planeta, 1980, pp. 123-160.
Reconstruyendo a la nación 66
66
actividad de mayor importancia y con mayor legitimidad que debe tener
un gobierno limitado22.
El resultado de importancia mayor, seguramente, fue la
recuperación o fortalecimiento de la hegemonía de E.E.U.U. en el
panorama mundial; sobretodo, el relativo a la otra gran potencia global,
ahora en descenso, la U.R.S.S.:
Reagan pushed the Soviet Union beyond its economic and military limits. The
threat to build a defensive protection system against missiles, whether or not
it would work, and regardless of how expensive might be, cowed the Soviets
more than any operable weapon in America’s arsenal. The very expense of
the system was what the Soviets most feared. A war of dollars was one they
could not win.23
El Estado Bene fac tor
Durante el primer año de mandato, la administración del presidente
Reagan ya había logrado recortar 44 mil millones de dólares por
recortes a los programas sociales, lo que se veía como un gran logro,
sobre todo si se tiene en cuenta que, para esta administración, el sistema
de seguridad social se había convertido en uno en el que los recursos
disponibles estaban cayendo “en las manos de los codiciosos y no de los
más necesitados.”24 También hizo referencia a la enorme cantidad de
22 El argumento lo desarrolla más ampliamente Andrew E. Busch,
“Ronald Reagan’s Public Philosophy: Strands of Jefferson and Hamilton”en Eric J. Schmertz et al. (editors), Ronald Reagan’s America, Westport, Greenwood Press, 1997, p. 43.
23 Glen Jeansonne, “The 1980s and the Age of Reagan”, History Today, August 2004, p. 38.
24 D. Lee Bawden y John L. Palmer, “Política social. Desafiando al Estado Benefactor”, Cuadernos semestrales. Estados Unidos. Perspectiva latinoamericana,no. 23-24, 1988, p. 85.
Reconstruyendo a la nación 67
67
subvenciones federales para servicios sociales y de educación, a las que
consideraba innecesarias por despilfarradoras e ineficientes, por lo cual
quería devolver los programas a los gobiernos estatales y locales, junto
con los medios para financiarlos.25
De esta forma, el presidente ponía en duda la medida en que el
sector público era (y es) responsable por el bienestar social y económico
de sus miembros individuales. Como sabemos, a partir de la década de
los treinta, el gobierno federal tendió, progresivamente, a asumir esta
responsabilidad. Sin embargo, el presidente Reagan pensaba que “con
frecuencia, el gobierno federal no está en posición de determinar de
manera apropiada cuál debe ser la responsabilidad pública y que, en la
medida en que esté obligado a abandonar el problema, el gobierno
federal debería concluir que debe asumir una responsabilidad mucho
menor”26.
Lo anterior, por supuesto, constituye el pilar fundamental del
problema del “gran gobierno”: la gente exige demasiado del gobierno,
que solucione muchos problemas cuando lo natural sería que fuesen
resueltos al margen de la acción gubernamental. Esto produce la
“sobrecarga política” del Estado y ahí se halla el origen de su
incapacidad para brindar los satisfactores que se le reclaman y,
consecuentemente, su deslegitimación.27
25 Botzman, art. cit., p. 26. 26 Bawden, art. cit., p. 85. 27 Este argumento, lo sabemos bien, constituye el meollo del informe
de la Comisión Trilateral, cuyo inspirador teórico es Samuel P. Huntington. En líneas generales, se sostiene que la década de los sesenta fue escenario de grandes movilizaciones populares que expresaban el estímulo igualitarista—en todo el mundo, no en E.E.U.U. exclusivamente. La vitalidad de la democracia produjo un incremento sustancial de la actividad gubernamental. La relevancia de ello radica en que esto, contrario a lo que piensan los marxistas norteamericanos, no es una falla del sistema capitalista, sino un producto de la
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Ever since the New Deal, Americans had looked to the Federal Government
to solve their problems. Once a New Dealer himself, Reagan warned that the
Federal Government could not expand infinitely. Franklin Roosevel had
intended massive federal intervention in the economy a temporary
expedient… [he] would have been disturbed to learn that his minnow of
safety net had expanded into a whale.28
Estas opiniones acerca del papel apropiado para el gobierno,
derivan de la confianza que el Presidente tiene en la capacidad de la
mayoría de los individuos de defenderse por sí mismos dentro de una
economía librecambista y su confianza e la capacidad de esa economía
para funcionar eficientemente con un mínimo de intervención federal.
El lado opuesto de esa confianza es que el gobierno federal constituye
una influencia perniciosa sobre la iniciativa y la caridad individual,
comunitaria y corporativa.
Este tratamiento de los problemas sociales refleja el principio de la libertad
individual, subyacente en las distintas propuestas de Reagan. En efecto, éste
levanta la bandera de la vuelta al federalismo norteamericano tradicional el
que, desde su punto de vista, ha sido desplazado por el crecimiento
“monstruoso” del gobierno federal que se tradujo en la limitación de las
libertades individuales y en la reducción de los poderes y los recursos
estaduales. Con el objeto de poner fin a esta situación, propuso que las
cuestiones sociales se abordaran con cautela, evitando la aplicación de
medidas que impliquen una tendencia a la “socialización” en aspectos tales
política democrática. Es la propia democracia la que impulsa la expansión de las actividades estatales y la ineludible crisis fiscal que la acompaña (Véase, por supuesto, Michel Crozier, Samuel P. Huntington and Joji Watanuki, “The Crisis of Democracy”, New York University Press, 1975; disponible en http://www.trilateral.org).
28 Glen Jeansonne, art. cit., p. 38.
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69
como salud y educación. En este sentido, Reagan argumenta que el bienestar,
en su sentido más amplio, también comprende las actividades de caridad
llevadas a cabo tradicionalmente y con grandes resultados por ciudadanos
particulares y organizaciones sociales y caritativas.29
Al caracterizar al gobierno como un problema, Reagan se refirió
a un descontento general en el país; la fuerza de este descontento le daría
apoyo para lograr abolir algunos programas sociales federales y cambiar
la dirección de otros. En este punto conviene resaltar que Reagan, tal
vez inconcientemente, logra cumplir con dos objetivos: el primero,
meramente presupuestario, al buscar reducir el inflado presupuesto
federal y, el segundo, ideológico, para sacar al gobierno de ciertas
actividades inapropiadas.
Esto supone un Estado que no se vea desacreditado por la
frustración de sus programas sociales y asistencialistas, impuestos por
una sociedad civil excesivamente movilizada y que sobrecarga el aparato
estatal más allá de lo razonable. Se trata de reforzar la autoridad
gubernamental y, en general, todas las estructuras de autoridad puesto
que ellas son el fundamento de cualquier posible reconstrucción de un
nuevo sistema hegemónico. No se trata de una destrucción sistemática
del Estado de Bienestar, sino de racionalizar su actuación, manteniendo
aquellos programas y agencias que probadamente sean eficaces en la
tarea de controlar y neutralizar posibles presiones desestabilizadoras.
En las medidas concretas que Reagan propone para acabar con
el enorme poder del gobierno federal y devolver los incentivos a la
empresa privada y a los individuos, podemos mencionar el traslado a los
estados de los programas federales referidos a salud y educación —que
29 Bawden, art. cit., p. 86; Botzman, art. cit., p. 25.
Reconstruyendo a la nación 70
70
llevaría a la desaparición del Departamento de Educación—, además de
una reformulación al sistema de bienestar social con el fin de anular los
“incentivos al desempleo” y promueva “el trabajo y la superación
personal”.Además, enfatiza la necesidad de coordinar las actividades
gubernamentales con las de la iniciativa privada, en lugar de competir
con ellas, a fin de lograr una eficacia mayor en la atención de los
problemas sociales.30
Moral idad y t radi c ión
El último pilar ideológico que puede identificarse en las políticas de
Reagan es el apoyo a una cierta idea de moralidad, de actitudes y valores
tradicionales, en los asuntos sociales, como el aborto, la oración en las
escuelas y las cuestiones relacionadas con la “Acción afirmativa”. Desde
la campaña por la presidencia en 1980, Reagan comentaba que dichos
valores morales tradicionales se reflejarían en sus políticas31. La
plataforma del GOP proponía en 1980 apoyo total a la restauración de
ciertos valores y prácticas que se habían suprimido por gobiernos
anteriores, como “la restauración la protección del derecho a la vida de
los infantes en periodo de gestación, el derecho a realizar oraciones en
escuelas y lugares públicos y, en general, la protección de la familia ante
la creciente decadencia de la sociedad.”32
El aborto, las oraciones en la escuela, y el traslado de escolares a
escuelas diferentes para conseguir la integración racial constituyen los
puntos medulares de la agenda social. Todos comparten elementos
comunes, por los cuales se les incluye en esta agenda. Todos, en 30 Ibid., p. 26. 31 Reichley, art. cit., p. 543. 32 Republican platform, 1980.
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principio, se convirtieron en asuntos federales a raíz de las decisiones de
la Suprema Corte, de las cuales nacen las legislaciones. Un segundo
rasgo común es que atañen, primordialmente, a los valores —aunque
también entren en juego intereses bien localizados.33 La agenda social,
por tanto, gira en torno a un conflicto social; se enfrentan posiciones
diferentes sobre la manera en que debe vivirse la vida y cómo debe
controlarse,
se trata de una imagen de la buena sociedad; en un caso, una sociedad en la
cual la comunidad, la religión y la familia tienen el derecho de asegurar y
conservar los valores comunes (una América cristiana, o conservadora, o
tradicional, o basada en la familia); en el otro caso, una sociedad en la cual la
libertad frente a las restricciones impuestas por la familia, la comunidad y la
religión se considera una característica clave de una sociedad buena.34
En este sentido, el tema del aborto es característico del debate.
Una tendencia favorable al aborto había aumentado desde 1965, cuando
muchos estados comenzaron a liberalizar sus leyes respecto a la
cuestión. El apoyo fue mayor a partir de la decisión de la Suprema Corte
en el caso Roe v. Wade, en 1973 y así se mantuvo hasta 1980, cuando la
opinión comenzó a virar, particularmente para los casos “blandos”.35
De esta forma, cobra fuerza la noción de revolución conservadora,
pues se observa que los cambios hacia la derecha no se deben
simplemente a las predilecciones del presidente y sus asesores, sino a un
verdadero cambio en la opinión pública. Así mismo, aunque puede
pensarse que “el enredo de los temas de la agenda social con la
estructura constitucional de los Estados… ha hecho de estas cuestiones 33 Glazer, art. cit., p. 62. 34 Ibid., p. 64. 35 “Sondeo de la Opinión”, 1985. Citado en ibid., p. 71.
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una parte permanente de la agenda del Congreso y del Presidente… [por
lo que] no es probable que puedan ser nuevamente restringidas al
escrutinio de las legislaturas estatales, consejos municipales y autoridades
escolares locales”36 lo cual hace que contrapongan al proceso de
descentralización, y se mantienen como parte de la jurisdicción del
gobierno federal. Esto no contradice, en realidad, el objetivo de recorte
presupuestario, puesto que estos asuntos o no implican gastos masivos
—como el caso de la defensa— ni exigen las transferencias que se
requieren en la política social.
Sin embargo, como se sabe, este fue un proyecto fallido, dado
que “las batallas sobre la mayoría de los temas de la agenda social giran
en torno a la reposición de las normas y las prácticas tradicionales”, lo
que implicaría una nueva interpretación de la Constitución por parte de
la Suprema Corte, de modo tal que se diera marcha atrás a las decisiones
tomadas anteriormente.
Por supuesto, es un tema que encaja en la noción de la
restauración moral, en el resurgimiento del tradicionalismo, en oposición
del largo proceso de liberalización judicial —y legislativa. Al final,
Reagan aceptaba que se le juzgaría en términos ideológicos, porque él
era un líder ideológico. Es obvio que no inventó ninguna de sus ideas,
pero llegó en un momento en el que esas ideas tenían correspondencia
dentro de la sociedad. Si la evaluación final —si la historia— no lo
considera un gran presidente, tampoco puede considerársele como uno
mediocre. Llegó a su cargo con una agenda de asuntos importantes y
cumplió con ellos, demostrando que, en ciertas ocasiones, el sentido
común y la intuición pueden ser más útiles de lo que se cree.
36 Ibid., p. 77.
Reconstruyendo a la nación 73
73
3. Martin Anderson comenta, un poco a disgusto, que es el Congreso el
que dispone del gasto: “the real power of the purse, the power to spend
or not to spend, lies with Congress. A president may be able to influence
spending up in some areas and down in others, but ultimately he must
get congressional approval for every nickel.”37
Entonces, hay que ver la forma en que se puede influenciar el
accionar del Legislativo, teniendo en cuenta que es a través de las
instituciones, de las prácticas y reglas, formales e informales, que se
pueden establecer, formular e identificar las conexiones entre la
voluntad y la realidad, entre las ideas y la práctica. Así, al modificarse los
patrones de funcionamiento dentro de la dinámica del Congreso, el
presidente Reagan logró que los temas de su agenda fueran discutidos y
sus iniciativas aprobadas.
De acuerdo a March y Olsen, hay tres formas distintas por las
que se modifica el carácter de las instituciones:
First, there is considerable mundane adaptiveness in institutions that can be
influenced. Although the course of change cannot be arbitrarily dictated, it is
possible to influence the gradual transformation by stimulating or inhibiting
predictable adaptive processes. Second, although the rules and routines of
institutional life are relatively stable, they are incomplete. It is possible to
influence the resolution of ambiguity surrounding the rules. Third, it is
possible to produce comprehensive shocks in institutions that transform
them relatively abruptly. As in the case of the more mundane changes, the
37 Op. cit., p. 177.
Reconstruyendo a la nación 74
74
transformation cannot be controlled with any great precision: but change can
be produced intentionally.38
Esta aproximación institucional nos ayuda a entender cómo se
reconfigura el Poder Legislativo, principalmente los puntos uno y tres.
Específicamente, esto se observará a través de su conformación a partir
de 1981.
Algunos autores consideran que el cambio en las políticas
públicas en Estados Unidos sucede, con mayor frecuencia, de manera
incremental. Esto no niega, sin embargo, que se hayan dado cambios
abruptos con políticas pasadas, modificaciones sustanciales en el
contenido y en los objetivos, justo como se dio con la llegada de Ronald
Reagan a la presidencia de E.E.U.U.
Ahora bien, la conexión entre la “elección avalancha” (landslide
election) y el cambio radical en las políticas se da a través de tres medios:
el primero es el reemplazo de los legisladores, producto de la votación
favorable para los nuevos miembros; en segundo lugar está la
conversión en la mentalidad y, por ende, en la votación, de algunos de
los que permanecen en la Cámara, lo que puede explicarse porque estos
“conversos” consideran que una elección con diferencias tan grandes en
el número de votos refleja que la opinión pública está cargada,
notablemente, del lado del presidente; por último, y como resultado de
los dos procesos anteriores, está el control de la agenda, lo que significa
que el conjunto de problemas y proposiciones de política debatidos con
interés por el público y por los actores gubernamentales involucrados,
38 James March and Johan Olsen, Rediscovering Institutions: The
Organizational Basis of Politics, New York, The Free Press, 1989, p. 58.
Reconstruyendo a la nación 75
75
cambian, lo que da señas de una recomposición y puede demostrar la
magnitud de la “revolución”.39
Los procesos a través de los cuales se construye la agenda
política nacional en E.E.U.U. son muy complejos y, por lo mismo,
parecería arriesgado decir que hay un actor o un grupo de actores que la
controlan. Sin embargo, no es difícil reconocer que hay algunos factores,
sencillos de entender, que pueden reforzar el argumento. En principio,
varios de los actores clave dependen de las elecciones populares para
llegar a su puesto, lo que lleva a pensar que la opinión pública tiene un
papel de influencia considerable en los temas de la agenda. Así mismo,
como se menciona arriba, si la comunidad política interpreta los
resultados de la elección como un “mandato en pos del cambio”
(prochange mandate), hay algunos actores que tienen ventaja y, si el
presidente es uno de ellos, es posible concluir, sin exagerar, que es él
quien tiene el control sobre los temas y la composición de la agenda.
El margen de victoria de Reagan sobre Jimmy Carter y la
mayoría republicana en el Senado, así como las facultades inherentes al
puesto presidencial para influenciar en la conformación de los temas, se
combinaron para permitir que el presidente dominara el debate sobre las
políticas e, incluso, ofreciera las únicas opciones:
The crucial policy choice would lie between cutting federal spending and
initiative-destroying taxes, on the one hand, thus bringing down the rate of
inflation and ensuring healthy economic growth or, on the other hand,
continuing the discredited “tax and tax, spend and spend” policies of the
past.40
39 Véase Barbara Sinclair, “Agenda Control and Policy Success: Ronald
Reagan and the 97th House”, Legislative Studies Quarterly, 10 (1985). 40 Ibid., p. 293.
Reconstruyendo a la nación 76
76
La supremacía ejercida por Reagan sobre el debate político hizo
posible que su administración dominara la agenda en el Congreso. Aún
cuando las propuestas de los Demócratas no se alejaran tanto de las
suyas, siempre tuvo éxito en presentar los momentos de toma de
decisiones como elecciones entre las políticas fallidas del pasado y sus
alternativas. Así, Reagan y su equipo pudieron, por ejemplo, hacer que
las decisiones sobre recortar el gasto público se vieran como una política
económica saludable, y no como una política social perniciosa.
No es desatinado pensar en este cambio en las políticas como
una muestra de la revolución reaganiana. En primer lugar, porque, al
alejarse del cambio incremental, no hay una evolución de las políticas
que haga pensar que los objetivos y las metas se mantienen, lo que
significa que el proyecto al que responden las políticas es puesto en
duda. El hecho de que Reagan haya ganado y arrasado en las elecciones
presidenciales hace que esta idea se fortalezca.
�
77
EL VOTO DE LOS MEXICANOS EN EL EXTRANJERO
Catalina López Portillo Alcocer Rodrigo Molina Moctezuma*
EL PROCESO DE DEMOCRATIZACIÓN MEXICANO, que
recibió un importante impulso con la victoria de un partido de oposición
en las elecciones presidenciales del año 2000, pretende dar un nuevo
paso hacia su consolidación con el aumento del padrón electoral y la
defensa del sufragio universal. Desde hace varias décadas el voto de los
mexicanos residentes en el extranjero es parte de la agenda política; sin
embargo, no fue hasta 2005 que se concretó con la puesta en marcha de
la primera experiencia electoral mexicana en el extranjero. Esta
controvertida medida traerá grandes consecuencias para la joven
democracia mexicana, y aunque es aventurado aprobarla o rechazarla
antes de la próxima elección federal de julio de 2006, en este trabajo
analizamos el proceso que llevó a hacer posible esa modalidad de voto,
* Alumnos del programa en Relaciones internacionales del
Centro de Estudios Internacionales, El Colegio de México.
El voto de los mexicanos en el extranjero 78
así como los costos, ventajas y desventajas que han discutido diversos
especialistas.
MARCO JURÍDICO GENERAL
De acuerdo con la Constitución mexicana de 1917, son ciudadanos
aquellos mexicanos que cuenten con más de 18 años y un modo
honesto de vivir; significa pues que los mexicanos que no residen en
el país siguen siendo ciudadanos. La Constitución también garantiza
el derecho y la obligación de votar en las elecciones federales; el
estado tiene la obligación de garantizar el cumplimiento de este
derecho. Por lo tanto, si nos atenemos a lo estrictamente jurídico, es
obligación del estado mexicano que todos sus ciudadanos puedan
votar, independientemente de su lugar de residencia. Este es un
plano de la discusión que tiene que ver con la democracia abstracta y
el derecho jurídico global. En los últimos meses, la discusión en
México se ha centrado en la manera de volver operativo este derecho.
PROCESO JURÍDICO
En los años ochenta los grupos de oposición, particularmente el
Partido de la Revolución Democrática (PRD), habían presentado ante
el Congreso proyectos de ley que buscaban hacer posible el voto a
distancia. La hipótesis subyacente era que el enorme número de
ciudadanos mexicanos en Estados Unidos representaban una valiosa
fuente de votos de oposición, si se piensa que su migración se debió
a las condiciones laborales y sociales adversas que encontraron en
México. Su voto sería entonces un voto de censura al partido en el
gobierno, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), al cual se le
atribuía la responsabilidad de las crisis económicas y las tensiones
sociales de esos años.
En 1996 se reformó el artículo 36 constitucional, suprimiendo el
párrafo que establecía como requisito votar en el distrito electoral de
El voto de los mexicanos en el extranjero 79
residencia. Teóricamente, los mexicanos en el extranjero que no
hubieran adoptado otra nacionalidad adquirieron el derecho al voto
desde 1996. Sin embargo, no fue sino hasta el año 2000 en que se
tomaron las medidas necesarias para que esta reforma se pusiera en
práctica de manera efectiva. Lo más lógico hubiera sido que, en el
momento en que se aprobó la reforma a la Constitución, el Congreso,
el IFE y la Secretaría de Relaciones Exteriores hubieran tomado las
disposiciones necesarias para que el voto fuera posible desde la
campaña presidencial de 2000, contando con cuatro años para
organizar los comicios y enviar las boletas. Sin embargo, el Congreso
no se ocupó del asunto sino hasta noviembre de 2004, período a
partir del cual requirió tan sólo de seis meses para aprobar las
reformas al Código Federal de Instituciones y Procedimientos
Electorales (COFIPE) y hacer posible el voto en el extranjero. Aunque
Vicente Fox prometió en su campaña otorgar el voto a los millones
de migrantes mexicanos residentes en Estados Unidos, fue la
bancada priísta quien inició el proyecto de decreto constitucional.
¿Por qué el PRI esperó a estar fuera del gobierno para presionar por
la ejecución del voto en el extranjero? Tal vez ahora que se avecina
una elección reñida e incierta en julio de 2006, los millones de
potenciales votantes en el extranjero resultan atractivos para inclinar
la elección hacia un lado u otro.
El artículo 37 constitucional fue igualmente modificado,
haciendo posible la doble nacionalidad, con lo cual el padrón de
electores en el extranjero aumentó, debido a que los mexicanos que
habían perdido su nacionalidad a raíz de tomar una nueva volvían a
ser mexicanos, y los que se iban a Estados Unidos ya no tenían que
abandonar la ciudadanía mexicana para tener la americana. La
Cámara de Diputados propuso la credencialización en el extranjero,
así como una combinación de voto por correo y en centros de
votación, aunque el Senado modificó estas disposiciones: la
El voto de los mexicanos en el extranjero 80
credencialización comenzará después de 2006 y sólo se recurrirá al
voto postal.
VOTO POR CORREO
El Senado aprobó en febrero de 2005 un decreto que permite a los
mexicanos residentes en el extranjero, que posean credencial para
votar y estén inscritos en el Registro Federal de Electores, votar por
correo en las elecciones presidenciales de julio de 2006. La
organización del proceso electoral conforme al modelo postal
requiere que el IFE conozca con precisión la ubicación geográfica de
cada elector, a fin de hacerle llegar los documentos y materiales para
efectuar el sufragio. El voto postal puede asegurar una cobertura
más amplia que aquella que tendría el personal de los consulados y
embajadas. No obstante, implica mayores dificultades
administrativas para la autoridad electoral en términos de
producción y distribución de los materiales, así como de
inconvenientes para el elector al depender de la calidad y
confiabilidad de los servicios postales, tanto del país de residencia
como del mexicano. El voto postal tiene el inconveniente de no
garantizar el secreto y la libertad del sufragio: las autoridades
electorales no pueden vigilar que el individuo vote en solitario,
además de que hay mucho tiempo –estimado en treinta días- entre el
día en que reciben la boleta y el día en que la envían de regreso al
IFE.
UN RETO DE 11 MILLONES DE PERSONAS
Los estados que practican el voto de sus ciudadanos en el extranjero
generalmente son países desarrollados con democracias
establecidas, principalmente europeos. México no cuenta con una
historia democrática ni con el nivel de desarrollo económico que
El voto de los mexicanos en el extranjero 81
respalde la iniciativa del voto de sus ciudadanos residentes en el
extranjero.
Para 2006 se estima que habrá 11 millones 750 mil mexicanos
en el extranjero, de los cuales 98% radican en Estados Unidos. Esta
gran concentración, sobre todo en los estados de California, Texas,
Arizona, Illinois, Nueva York y Florida, facilita la labor del IFE para
la instalación de casillas o la distribución de boletas, aunque los
mexicanos que residen en otros países no tendrán acceso a las
campañas de promoción del voto y probablemente les sea más
difícil inscribirse en el Registro Federal de Electores. De los nueve
millones de mexicanos mayores de 18 años en Estados Unidos, se
estima que de dos a cuatro millones cuentan con credencial de
elector vigente. El universo potencial de votantes en el extranjero es
enorme, ningún otro país en el mundo se enfrenta al reto de abrir la
votación a millones de personas fuera de sus fronteras.
Adicionalmente, ningún otro país cuenta con una población
indocumentada de tres millones de personas. Este hecho dificulta la
posibilidad de encontrar una modalidad adecuada para que los
indocumentados puedan sufragar: no tienen un domicilio fijo, por lo
tanto no se les puede enviar el sobre con la boleta electoral por
correo; si se llegaran a instalar casillas electorales en consulados y
embajadas, los indocumentados quedarían expuestos a ser
atrapados por el Servicio de Inmigración y Naturalización de Estados
Unidos, mejor conocido como la migra; si se instalaran casillas a lo
largo de la frontera mexicana, los indocumentados tendrían
dificultades para regresar a territorio estadounidense.
VOTO PASIVO
Para la elecciones del 2006 los ciudadanos mexicanos residentes en
el exterior podrán votar pero no ser votados. En la actualidad se
estudia la posibilidad de hacer posible el voto pasivo, que consiste en
que mexicanos en el extranjero puedan elegir representantes en el
El voto de los mexicanos en el extranjero 82
Congreso, es decir diputados y hasta tres senadores. Los diputados
son los representantes del pueblo, por lo que algunos argumentan
que la parte del pueblo mexicano que no vive en territorio nacional
tiene derecho de representación. No se menciona cómo se elegirían a
los candidatos ni cómo harían campañas en el extranjero, lo cual está
actualmente prohibido. Los senadores representan entidades
federativas y no individuos; por lo tanto, sería inapropiado que las
personas que no residen en éstas participasen en la elección de
senadores.
DISTINCIÓN DE VOTANTES
Algunos especialistas electorales sugieren que el esquema de voto
debe distinguir a los mexicanos que mantienen intereses reales en
México de aquellos que por diversas razones ya no tienen un interés
genuino en su comunidad de origen. Un factor clave para dicha
identificación tiene que ver con la duración de su estadía en el
extranjero. En un extremo se encuentran quienes acaban de emigrar
e, incluso, cuentan con una credencial de elector válida. En el otro,
las personas que ya adoptaron otra ciudadanía. Diversos países han
establecido límites a la posibilidad de emitir el sufragio en el
extranjero. En Nueva Zelanda, la ausencia del país no puede ser
mayor de tres años; en Canadá no puede ser mayor de cinco; en
Alemania de 25. Es una manera de evaluar si el ciudadano conserva
un vínculo con la nación. ¿Votarán los mexicanos que no nacieron en
nuestro país, que ni siquiera lo conocen y que probablemente ya no
hablan español? La nacionalidad múltiple, aceptada en diversos
países alrededor del mundo y en México desde 1997, implica que
habrá personas que podrán ejercer su derecho al voto para elegir
diferentes gobiernos. En el caso de México, significaría que varios
miles de ciudadanos méxico-americanos votan tanto para las
elecciones mexicanas como para las norteamericanas. Algunos
analistas opinan que esto podría significar una intromisión en la
El voto de los mexicanos en el extranjero 83
soberanía nacional, a partir de que las grandes corporaciones
norteamericanas intentarían influir el sentido del voto de estos
ciudadanos.
COSTOS ECONÓMICOS Y SOCIALES
De acuerdo con un estudio comparativo, el voto postal es el modelo
electoral más costoso: para un electorado de cuatro millones de
personas, habría que gastar aproximadamente mil millones de pesos,
de los cuales el Congreso aprobó tan sólo doscientos millones.
Considerando que cada voto emitido en territorio nacional cuesta
aproximadamente 150 pesos y que en el extranjero ese mismo voto
cuesta 8,500 pesos, cabe preguntarse si México puede y debe asumir
ese gasto en sufragios que van a representar una fracción minúscula
de la votación total. Esos recursos federales podrían destinarse a
causas que beneficiaran en mayor medida a los migrantes, tal como
la protección de sus derechos humanos o conseguir un acuerdo
migratorio con Estados Unidos que impida la caza de mexicanos en
la frontera o la construcción de un nuevo “muro de la vergüenza”. Es
probable que la realización de campañas presidenciales en las que
seguramente se aludirá a las condiciones marginales de los
mexicanos, haga reaccionar a las autoridades vecinas y endurezcan
sus posiciones contra México en general y contra los migrantes en
particular. También se exacerbarán los sentimientos xenofóbicos y
racistas entre la población anglo. Puede que la celebración de
elecciones mexicanas en los Estados Unidos refuerce la posición de
los sectores conservadores estadounidenses y radicalice a los grupos
anti-inmigrantes. Según Soledad Loaeza, “lo peor es que el hecho de
que voten en México sea un argumento adicional para discriminarlos
y un obstáculo para que se incorporen a la sociedad en que han
elegido vivir”.
El voto de los mexicanos en el extranjero 84
CONCLUSIONES
El objetivo primordial del voto es elegir a las autoridades que
consideramos mejor capacitadas para gobernarnos. Los migrantes
deben someterse a los gobernantes del país en el que se encuentran;
por lo tanto, tienen mayor interés en lo que acontece en su país de
residencia. ¿Por qué otorgarles el derecho al voto que, de acuerdo
con la Constitución, es una obligación, si no van a sufrir las
consecuencias directas de su elección? Vivir en un régimen
democrático implica someterse a la elección de la mayoría; al votar
los migrantes no se someterán a la voluntad mayoritaria de los
mexicanos. Se dice frecuentemente que brindar derechos políticos
contribuye a estrechar lazos con los emigrantes ya que se sienten
parte de la comunidad política mexicana. Sin embargo, mantienen
numerosos vínculos con nuestro país, de orden cultural, económico y
familiar, por lo que la participación en el ámbito político no
necesariamente amplía dicha vinculación a la tierra de origen.
Aunque las remesas que mandan los migrantes representan la
segunda fuente de ingresos de divisas para el país, éste no es un
argumento válido para otorgarles derechos políticos, pues sería tanto
como si ejercieran la “compra” del voto. ¿Qué pasaría si los mismos
migrantes no mandaran remesas a nuestro país? ¿Serían escuchadas
sus demandas por mayor participación política?
Consideramos que es importante no arriesgar la eficacia y la
confianza en la organización de las elecciones que ha hecho de
México un modelo de administración electoral para otros países. En
efecto, sería complicado en extremo controlar y sancionar el
financiamiento de los partidos en el extranjero. Si se llegara a dar
una situación de fraude electoral en territorio extranjero (por
ejemplo, si algún mapache se robara una urna), sería un caos debido
a que el IFE tendría que pedir ayuda a las autoridades locales ya que
las leyes mexicanas de seguridad electoral para la sanción de delitos
electorales no se aplican en otro territorio.
El voto de los mexicanos en el extranjero 85
Cuando el 15 de enero de 2006 se cerró el registro de
ciudadanos en el extranjero que desearan votar en las elecciones
presidenciales, el IFE había recibido cincuenta mil solicitudes. Para
algunos, esta cifra refleja el fracaso rotundo del programa de voto en
el exterior, debido a que el universo potencial de votantes era de
cuatro millones de personas. Hizo falta una mejor campaña de
difusión y de información a los paisanos y más tiempo para inscribir
a los posibles votantes en el Registro. Es probable que la decisión de
otorgar el voto a los mexicanos que viven fuera de México se tomara
apresuradamente, atendiendo razones coyunturales, relacionadas
principalmente con la próxima elección federal, como un medio para
ganar simpatías y votos entre este numeroso grupo.
�
BIBLIOGRAFÍA
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extranjero, México, Nuevo Horizonte, 2005.
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Zamora, Tania, “Esperando los votos: entrevista a Patricio Ballados”,
Voz y Voto, 2005, núm. 154, pp. 30-33.
86
IN WHAT WAYS DO WE UNDERSTAND POLITICS BETTER
ONCE WE UNDERSTAND THE IMPLICATIONS OF THE THEORY OF
SPEECH ACTS?
Juan Carlos Guerra*
IN ORDER TO BETTER ELUCIDATE HOW SPEECH ACT theory
could be useful to understand politics, we have to identify a central
motive for political action. Politics, in this sense, could be defined as the
means by which any individual or group of people wish to exert some
kind of influence over larger tracts of populations. The influence that
politicians can wield ranges from guidance to outright domination. In all
cases, even in the most radical political setting, some sort of validity is
necessary, in order to galvanize peoples towards pre-fixed political (and
sometimes teleological) scenarios. The key to explicating politics is by
referring them to ideological contexts from where they acquire
legitimation. Hence political enterprises become operational. It is also
necessary to figure out how politicians convey messages to populations
through the use of speech-acts. The objective of a politician is not to
prod some individual into a specific direction but to ‘seduce’ someone
into following or espousing specific goals.
* Alumno de la Universidad de Essex, Inglaterra.
Theory of Speech Acts 87
One way to make a direct connection between politics and
speech acts is by referring to ideology. This is necessary because any
speech act needs to draw upon pre-established and accepted sources or
codes in order to better articulate a message.
Ideologies are tracts of ideas that are selected from current or
past discourses that seek to solidify, in time and space, specific
descriptions of political, economic and social activities, their operation
and their interrelation. Ideologies are not just theories that describe
things are or how they should operate, they also function as vehicles for
political mobilization and action. Ideologies serve as sources for
speech-acts.
Why is it to important for politicians to have an ideological base
from where to draw inspiration and or motives to account for their
actions? It is so because like with an institutional approach to politics
where the credibility of an established collective body is stronger than
that of any individual, an ideology is the source of political capital for
political actors. They can rely on ideology in order to be able to bring
forward any activity with a political character.
Even though we could see ideologies as stable bodies of
accepted knowledge, we have to picture them not as fixed but in
constant reconfiguration. Some of the most renowned ideologies like
communism or neo-liberalism have their roots in past ideological
developments. That is, ideologies, of any sort, are composed of ideas or
belief systems, which in turn were influenced by other preceding
visions and concepts. It is important to note that every significant
ideological development is context bounded.
To understand how ideologies are created we can turn to
Quentin Skinner who is an historian of political thought. Skinner has
Theory of Speech Acts 88
argued1 that historians of ideas seek coherence in classic texts to justify
claims of ideological character. In this sense, it is not very unusual to
find historians of ideology making interpretations to fit in with their
ideology. It has been hotly debated, Skinner being one of the main
proponents, that in order to better grasp what any text we must not fall
into the trap of taking everything that is written as literal, by thinking
that the text reveals itself. It is very easy, and certainly so for the work
of historians of ideas, to take any work by itself and try to elevate is as
the truth, by detaching it from the environment from which the work
sprang. In this sense, ideologues de-contextualize texts in order to
concentrate their efforts in decoding texts. Skinner refers to this effect
as one of the most insurmountable barriers for any clear exposition of
the real intentions behind any author in writing a piece of work.
According to Skinner “texts should not be in themselves self-sufficient
objects of enquiry”2. Whenever we wish to understand, not just a text,
but also the author’s intentions in writing that text in that specific way,
we need to take into account the context in which the author lived and
subsequently in which the text was written. By doing this we will be
delving into the conventions of any particular moment in time and space
in order to analyze the particular conditions that set the stage for the
creation of a creative piece of work. Furthermore, the language itself,
used by the author, in writing what he or she is writing, should also be
part of an exhaustive analysis in order to better figure out what is
written. As a result we will have a more comprehensive approach to
1 Quentin Skinner. (2002) Visions of Politics, Volume I. Regarding
Method (Cambridge: Cambridge University Press). 2 Ibid., p. 79
Theory of Speech Acts 89
analyze any text that we may be interested in. Skinner criticises3 any
attempt to apply retrospectively approaches where we analyze the past
using our modern history as a filter. Just because we are, metaphorically
speaking, walking over the corpses of the creators of our own present,
does not mean that we must necessarily evaluate whatever they may
have produced, by making a comparison with any of our contemporary
achievements. We must respect whatever has been achieved throughout
the various epochs of life. In order to better understand texts and the
context in which they are written, we must take into account the
author’s intentions in writing, and the meanings that can be interpreted
by referring to a text. Motives are, in this case, not necessary for
identifying the author’s intention in elaborating a text. Because we
cannot delve into the depths of people’s minds, less so into the minds of
historical characters, we have to content ourselves with analyzing the
intentions of authors’ by analyzing their work (not what they intend to
achieve by writing but what is intended by writing in that particular
manner). Skinner argues that motives are irrelevant to interpret the
meaning of texts.4 Hence motives are not necessarily causes for social
action. This does not mean that our own interpretation of texts must be
de-contextualised. We must strive to better understand what any author
at least intended to say before we make further reinterpretations in order
to better fit texts into our ideological configurations.
For Skinner, motives cannot count as explanations of social
action. Authors’ professed principles are seldom valid as real motives5.
Nevertheless, he accepts that there can be one instance in which an
3 Ibid., p. 89 4 Quentin Skinner. (1974) ‘Some Problems in the Analysis of Political
Thought and Action’ Political Theory 2:3, pp. 277-303. 5 Ibid., p.292.
Theory of Speech Acts 90
agent could be interested in establishing motives to validate some kind
of actions. This is when actors become interested in justifying or
validating their behaviour in order to appear more convincing to the
general public. This is called legitimation, and this concept is key for
our exposition of speech act theory and its implications on politics.
Legitimation is necessary in order to justify any serious political
endeavour. Its importance lies in the fact that people will always tend to
question whatever is brought forward and which implies participation
and cooperation. Governments need to be able to successfully convince
people to trust them. Take taxes for example. In would make no sense
to pay regular taxes if we did not had some level of confidence in the
group of people that collects them. If we basically considered that
money could be squandered or flagrantly stolen, we would find ways or
loopholes for tax evasion.
It is the legitimate claim for tax collection (and its subsequent
reinvestment for the public good) that governments rely upon in order
to enforce tax collection. But this legitimacy does not spring out of
nowhere. Politicians must draw upon previous successful examples
where tax expenditures did actually benefit the public at large. From
there they can elaborate further justifications for future tax collection.
Legitimacy draws upon both facts and upon ideology. An ideology sets
the guidelines for political agents. They generally follow particular ways
and specific procedures. When political action generates concrete results
or acts, governments have created a source of justification from where
to rely upon. It is not only necessary to use ideology to validate claims;
ideology has to be proven to be effective with concrete and factual
events that legitimize it. Stalin’s USSR achieved tangible economic
growth with the five-year plans and massive industrialization. He used
Theory of Speech Acts 91
these achievements to bolster ideological claims. Concrete results, in
tandem with ideology, where used to justify even more relentless actions
by the Soviet Supremo.
Ideology needs to be proven continuously in order to be a valid
source of legitimation. It serves as a parameter and sets the stage for
specific and explicit procedures of action. It is then necessary to
transform ideology into tangible results. The public must be swayed into
an ideological field; they will not buy into a set of ideas per se but will
certainly put their trust in those ideas if they imply a benefit.
There is a different case in which governments will need to
justify claims for actions that Skinner refers to as ‘untoward’ or
illegitimate.6 These could be actions that have not been identified by the
public as being legitimate. They have not been identified because the
actions have not been recognized as such. This means that at the
moment of an action being undertaken, it has no specific name, which
describes or evaluates it. In order for us to identify any particular action
or object, we need to have a linguistic name for it. Ideologues are
responsible in formulating evaluative-descriptive terms, which serve as
justifications of political actions. These terms describe and evaluate
concrete actions by making them coherent and understandable for
audiences. One of the salient characteristics of evaluative-descriptive
terms is that different ideological bases use them in order to contrast
them from others. Hence, a party is austere, while the other is
spendthrift, etc. Evaluative-descriptive terms do not have definite
meanings they tend to re-conform different meanings throughout time.
It is ideological change, which can come from inside a party or
6 Ibid., p.293.
Theory of Speech Acts 92
ideological base (ideologues and their creation of meanings) or from
outside (extraordinary events like the fall of the Soviet Union), that has a
toll on evaluative-descriptive terms and their perennial re-conformation
of meaning. But it does not ultimately depend on the ideologue to re-
fashion concepts or ideas. The ideologue is influenced by the context
that surrounds him, an example of this could be an ideologue of a third-
way party like Britain’s Labour who is aware that he or she must not use
terms which were pervasive under Soviet times, by using them to refer
to any social practices that his or her party is performing. Even though
Labour could have practices, which can resemble, in any phase, those
effectuated by the Soviet Union, an ideologue of Labour must modify
and rename past ways in a novel way to distinguish them from full-
blown Socialism. In this example, the ideologue must borrow from
contextual factors that apply to his reality in order to elaborate upon
existing ideas. This means that it does not completely depend upon him
or her to be able to refashion terms. Skinner7 mentions that ‘the range
of evaluative concepts which any agent can hope to apply in order to
legitimate his behaviour can in no case be set by the agent himself. Their
availability is a question about the prevailing morality of the society in
which the agent is acting’. In this sense, there is a limit to what can be
reworked. Actors are structurally constrained.
The other key element, which conforms speech-act theory, is the
speech-act itself. Here, Skinner draws upon the work of Austin’s analysis
of speech-acts. In this theory, it is not just important to take note of
statements, and of what is achieved by their utterance. It is also
important to identify a third characteristic of speech, that of illocution,
7 Ibid., p. 300.
Theory of Speech Acts 93
the act performed in saying something. Skinner uses Austin’s theory, to
say that illocutions have to be analyzed in order to understand the
intentions of those who make utterances, in order to better explain
actions. Skinner then moves on8 to say that a description of the
illocution is in a sense a better way of grasping the motives for which
the actor may have acted. Even though this procedure is in no way
definite, Skinner thinks that it is a better way to approach the act in
question to discover for what reason it was performed.
Now, in order to better illustrate the key concepts that have
been reviewed throughout this paper (ideology, legitimation, speech-
acts) and their application, I will provide an historical example which I
think can offer some valuable analogies that can help us to better
understand politics by referring to speech-act theory. After some
research on the subject, I found Nazi ideology and politics to be a good
subject material in helping us to explain some correlation between
Skinner’s theory and politics.
First, Nazi ideology was based on many authors and their
writings. The list includes names like Darwin, Haushofer, Hegel, and
Heidegger. One of the most renowned influences was Friedrich
Nietzsche. It was the interpretation of the concept of the ‘Ubermensch’,
or Superman, which serves as illustration of the pernicious effects which
can result when we interpret texts by radically decontextualising them.
Nietzsche’s concept of the Superhuman refers to
8 James Tully (ed) (1988) Meaning and Context: Quentin Skinner and
his Critics (Cambridge: Polity Press).
Theory of Speech Acts 94
A human who has battled modern values and overcome the flaws of
humanity. The Superhuman has reached a state of being where he is no
longer affected by pity, suffering, tolerance of the weak, the power of the soul
over the body, the belief in an afterlife, the corruption of modern values. 9
It was ideologues like Alfred Baumler, the Nazi’s authorized
Nietzsche scholar, who misinterpreted and twisted the meaning of
Ubermensch to justify projects of epic proportions and grandeur, which
positioned the German race in a superior relation to the rest. Nietzsche
did not necessarily mean that the Germans where above the rest, it was
the interpretation that makes Nietzsche look culpable of planting the
seeds for Nazi ideals. Even though we cannot conclude anything
concrete from the description of the Superhuman like Bowles describes,
we can certainly assert that Nietzsche is indeed not proposing
xenophobic or anarchistic tendencies for individuals. A more thorough
analysis, focusing attention on the author himself, and the circumstances
in which he lived, would be necessary to better interpret his texts.
Second, the use of evaluative-descriptive terms was necessary to
cement the ideas that would set Nazism apart from other ideologies.
National Socialism was presented as a synthesis of the best qualities of
Nationalism and Socialism, plus anti-Semitism. The flag (Nationalism
being the white, Socialism being the red, and the swastika representing
anti-Semitism) represented symbolically what the new ideology stood
for. In order to differentiate Nazism from other ideologies, people like
Joseph Goebbels, among others, re-invested words and phrases with
meanings that are alternate, and to an extent, distant from those most
9 Charles M. Yablon (2003) ‘Nietzsche and the Nazis’ (Information obtained online at http://www.cardozo.yu.edu/cardlrev/pdf/242Yablon.pdf).
Theory of Speech Acts 95
commonly known or accepted. The following extract from Das Reich
that evinces support for my statement:
In the life of nations, justice is always the result of power. Weapons are the
best defense against rape. 10
In this example, we can see how the word ‘justice’ is used in a
contextually different way (using the complete statement as contextual
evidence). Whenever we think of justice, we tend to picture it as a
quality that people or nations should be entitled to, or be worthy of, but
not something that should be obtained through violence. Goebbels uses
the term in a way which refers to a quality which is not deserved for its
own sake (passive), but one which should be openly and actively, (i.e.,
violently) pursued.
It was the tampering with terms and their meanings that
projected Nazi ideology into the extremes that helped to bring about the
catastrophic consequences that ensued. The evaluative-descriptive
quality of the term ‘Justice’ represents a different meaning in the
provided example.
Finally, let’s look at the speech-act itself. Who better to illustrate
this point than the Fuhrer himself, Adolph Hitler. One of the most
salient characteristics of Hitler’s locutions was their capacity to
mesmerize audiences. Relying on this very ability, Hitler was able to
10 Was auf dem Spiele steht," Der steile Aufstieg (Munich: Zentralverlag
der NSDAP, 27 September 1944), 3-9. (Information obtained online at http://www.calvin.edu/academic/cas/gpa/goeb73.htm).
Theory of Speech Acts 96
convey ideologically charged messages that mobilized the masses while
simultaneously mustering support for the implementation of Nazi ideals.
Let’s take a look at the following excerpt from a speech, which
was given in Danzig on September 19, 1939:
One does not send ultimatums to the Germany of today. - May London make note! 11
The locution itself can be interpreted as a direct threat to
England for having sent an ultimatum to Nazi Germany. We can say
that the perlocution, or what is achieved by the locution, is the
conveyance of a threat. In order to identify this as such we must analyze
the force that is impressed on the utterance itself. Hitler was a histrionic
orator. Much of what he tried to express was simultaneously acted out
by gesturing. His emotionally laden locutions seem to communicate
meaning and can be used as evidence of his primary intentions in
uttering them.
Speech-act theory can be used to elucidate once legitimate
ideologies like National Socialism or contemporary political movements
like Britain’s Labour. We could make reference to other theories to
better describe different processes of political events. In my view
speech-act theory is very effective in understanding ideology formation
and re-conformation, which is necessary for the legitimating of political
11 Hitler Historical Museum (Information obtained online at
http://www.hitler.org/speeches/09-13-39.html).
Theory of Speech Acts 97
actions. This can help us to comprehend why politicians invest so much
time and energy in polishing their appearance and their discourses. The
secret is charming people, once again, into believing that a better world
is possible.
�
REFERENCES
Hitler Historical Museum (Internet resource),
http://www.hitler.org/speeches/09-13-39.html.
Skinner, Q. (1974) ‘Some Problems in the Analysis of Political Thought
and Action’ Political Theory 2:3, pp. 277-303.
Skinner, Q. (2002) Visions of Politics, Volume I Regarding Method
(Cambridge: Cambridge University Press).
Tully, J. (ed) (1988) Meaning and Context: Quentin Skinner and his
Critics (Cambridge: Polity Press).
Was auf dem Spiele steht," Der steile Aufstieg (Munich: Zentralverlag
der NSDAP, 1944), 3-9. (Internet resource):
http://www.calvin.edu/academic/cas/gpa/goeb73.htm.
Yablon, C. (2003) ‘Nietzsche and the Nazis’ (Internet resource):
http://www.cardozo.yu.edu/cardlrev/pdf/242Yablon.pdf.
98
POPPER Y PLATÓN, CRÍTICA A UNA CRÍTICA INJUSTA
Fernando Nieto Morales*
LA APARICIÓN DE La sociedad abierta y sus enemigos en 1945 marcó una
sacudida para el mundo intelectual que vino a refrescar y a estimular el
desarrollo del pensamiento político liberal del siglo XX. El libro del doctor
Karl R. Popper es una penetrante y original crítica a algunos de los “líderes
intelectuales” —tal como él los llama— de la humanidad. Platón y Hegel
sobre todo y, en un sentido menos cáustico, Aristóteles y Marx, se
convierten en el blanco de las baterías popperianas. A éstos los acusa de
totalitarios y de enemigos de los valores democráticos, de charlatanes y de
profetas fallidos; de modo que no es de sorprender el revuelo que causó La
sociedad abierta y la ulterior discusión a la que dedicaré las siguientes líneas.
* Fernando Nieto es ex alumno de la licenciatura en Política y
Administración Pública del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México. También fue director y fundador de la revista Ágora.
Crítica a una crítica injusta 99
La filosofía política de Popper se desprende de su filosofía de la
ciencia, ésta y aquélla forman una unidad coherente. Existen, pues,
“afinidades electivas” entre la filosofía del racionalismo crítico y la práctica
del liberalismo. Hay una homología creadora entre la actividad científica y la
experiencia política1. Para Popper existe un proceso falsacionista de ensayo y
error que se aplica por igual a las ciencias sociales y naturales. De modo que
en su filosofía política se demuestra un argumento subyacente de
falsabilidad. En La sociedad abierta, parte de la crítica que hace Popper a los
líderes intelectuales se fundamenta en que éstos han desarrollado sus
argumentos con base en métodos y estructuras intelectuales que no son
susceptibles de refutación.
En opinión de Popper, fue Platón quien erró, en un principio, el
problema fundamental de la teoría política y desarrolló un pensamiento
totalitario convirtiéndose en el primer teórico de la sociedad cerrada. No
obstante, creo que tal crítica es por demás injusta, además de ahistórica y
falsa en ciertos puntos. Con un lenguaje abusivo, Popper pretende
amonestar el sentido de la teoría política de Platón desde la perspectiva de
su propia filosofía, distorsionando y atribuyendo un sentido falso al
pensamiento platónico, lo que significa una seria deficiencia a pesar de que
varias de las anotaciones del doctor Popper puedan llegar a ser muy
pertinentes. La conclusión de que Platón es un partidario del totalitarismo poco
exitoso en sus objetivos prácticos de medio alcance, pero triunfante en el largo plazo como
1Francisco Gil, “Popper”, Gaceta del Fondo de Cultura Económica, no. 304, Abril,
1996, p.47.
Crítica a una crítica injusta 100
propagandista del derrocamiento de la civilización que tanto odiaba2, me parece
excesiva. Es objeto, pues, de este ensayo hacer una revisión de los
argumentos de este ataque y demostrar, en la medida de lo posible, su
injusticia. Pero antes de pasar a repensar la crítica a Platón, conviene echar
un vistazo al objeto principal del libro de Popper. Cabe preguntarse,
entonces,
¿QUÉ ES LA SOCIEDAD ABIERTA?
El concepto de sociedad abierta nace en contraposición al de sociedad cerrada.
Ésta es una sociedad tribal, mágica, donde la dualidad de hechos y normas
no se distingue, donde no hay libertad ni democracia. “Su principal
elemento lo constituye la falta de diferenciación entre las uniformidades
convencionales proporcionadas por la costumbre de la vida social, y las
uniformidades provenientes de la ‘naturaleza’, y esto va acompañado, a
menudo, de la creencia de que ambas son impuestas por una voluntad
sobrenatural”3. La sociedad cerrada es colectivista; tiende a ver como
egoísmo todo individualismo, lo social y políticamente correcto es
anteponer el interés holista —es decir, del conjunto— al del individuo.
La sociedad abierta, en contraparte, es aquella que se construye a
partir de los valores de libertad, de igualdad y de humanismo. A favor de las
instituciones, éste tipo de sociedad pone el énfasis en los individuos y en su
rechazo de ser sometidos a una autoridad absoluta y arbitraria. Los
2 Alfred Cobban, “The open society: a reconsideration”, Political Science
Quarterly, 69, 1954, p.120.
Crítica a una crítica injusta 101
miembros de la sociedad abierta son enemigos de la tutela de una clase
superior o de un individuo “extraordinario”, rechazan el dogmatismo, la ley
del hábito y la costumbre, de la tradición o del prejuicio. De modo que la
democracia es la única que “proporciona un marco institucional capaz de
permitir las reformas sin violencia y, por consiguiente, el uso de la razón [el
conocimiento científico social] en los asuntos públicos”4.
Existen sociedades cerradas antiguas pero también modernas. El
mejor ejemplo de éstas son las sociedades totalitarias fascistas y comunistas
del siglo XX. Este tipo de sociedades se erigen a partir de edificios
filosóficos que, en opinión de Popper, obstaculizan la razón de los que
habitan y gobiernan estos países. Tales sistemas de pensamiento son el
historicismo y el esencialismo. El primero se basa en la creencia de que se
pueden hacer predicciones infalibles de la historia, es decir, se cree que la
historia se rige por una serie de leyes irrevocables que se pueden conocer a
partir de un método “seudo-científico”. El historicismo se basa en la idea
errónea “del método de la ciencia, y especialmente, en el olvido de la
distinción que debe realizarse entre la predicción científica y una profecía
histórica”5. Además, esta doctrina da por hecho que la historia será realizada
por ciertos “agentes” como un pueblo elegido, o un mesías, o una clase
social. El esencialismo, por su parte, se fundamenta en la afirmación de que
es natural a la organización social cierto arreglo, gobierno o régimen
organicista. El racismo o la creencia en la raza superior es un modelo de este
3 Karl R. Popper, La sociedad abierta y sus enemigos, trad. Eduardo Loedel,
México, Planeta, 1992, p.169. 4 Ibid., p.19. 5 Ibid., p.17. Itálicas del autor.
Crítica a una crítica injusta 102
tipo de teorías. Éstas consideran haber descubierto ciertas leyes naturales
que deben de ser respetadas por el conjunto social dado que su
contradicción significa el ataque al “orden natural o divino”.
No es difícil deducir porque Popper lanza sus ataques contra estas
teorías a lo largo de todo su libro, sobre todo si tenemos en mente la
coherencia del sistema popperiano. El profesor Popper sostiene que las
ciencias sociales son incapaces de hacer predicciones históricas. Para él la
organización social, así como el conocimiento humano en general es falible
e imperfecto. La sociedad abierta es, pues, antihistoricista y antitotalitaria. Su
unidad básica son los individuos, éstos son los verdaderos pilares de toda
acción social. En síntesis, esto es a lo que se refiere Popper por sociedad
abierta. Algo patente —y que es difícil considerar una cuestión superficial—
es que Popper da por sentado que la sociedad abierta es deseable pero,
sobre todo, mejor que los sistemas “cerrados”. Esta visión positiva de la sociedad
abierta, en la que se basa todo su libro, me parece un elemento que dificulta,
en el argumento popperiano, el paso de la crítica a lo constructivo. El
elemento básico es el igualitarismo, que considero un buen ejemplo de
intuición ética, tan improbable, extendiendo el argumento, como la misma
ética platónica. Pero dejemos este punto para más tarde. Ahora hagamos un
breve recuento de los puntos medulares de la teoría platónica según Popper.
PLATÓN Y LA SOCIEDAD CERRADA
Crítica a una crítica injusta 103
“Platón fue uno de los primeros teóricos sociales y, sin duda, el que más
influencia tuvo”6. En efecto, una de las primeras cosas que reconoce Popper
es la importancia de Platón, y es precisamente esta observación la que
justifica, creo, la preeminencia que da Popper a la crítica a Platón. Popper
comienza por una severa detracción del “método esencialista” de Platón. La
sociedad abierta es antiesencialista, es decir, niega la existencia de esencias o
substancias inherentes a las cosas. La pregunta platónica —y, en general, del
esencialista— es ¿qué es el Estado?, de la que se deriva la cuestión
fundamental de ¿quién debería gobernar? o ¿de quién será la voluntad suprema?
Popper está convencido que al expresar el problema de la política de esta
forma Platón creó una confusión duradera análoga a la que creó en el
campo de la filosofía moral. Las implicaciones son las del colectivismo y del
altruismo. Según la interpretación popperiana, la ética platónica identificó el
altruismo con el sacrificio del individuo frente a la colectividad y, por ende,
al egoísmo con el individualismo7.
Cuando se hace la pregunta ¿quién debe de gobernar? resulta difícil no
dar respuestas como “los mejores”, “el más sabio” o “quien sea el más apto
para gobernar”. Empero, una respuesta de este tipo es, para Popper, del
todo inútil, es decir, ¿quién contestaría que “los peores”, o “los insensatos”,
o “aquellos que no sirven para dirigir un Estado”? El verdadero ingenio del
teórico político será reformular la cuestión de quién debería de gobernar,
por una que afronte, desde su planteamiento, la posibilidad de un mal
gobierno. Así, antes de esperar a que llegue “el gobierno de los sabios” o de
“los buenos”, el problema de la política se sustituye por la cuestión: ¿cómo
6 Ibid., p.48.
Crítica a una crítica injusta 104
podemos organizar las instituciones políticas, de tal manera que se impida a los
gobernantes malos o incompetentes hacer demasiado daño8? Creada, así, la base del
argumento popperiano lo que resta es descomponer el pensamiento de
Platón y atacar su mal entendimiento de la cuestión política.
Si suponemos, tal como hace Platón, que hemos escogido como la
forma ideal de gobierno la guía del más sabio, es natural que éste encuentre
en su sabiduría que él no es sino el mejor, el que debe de gobernar. Así, el
mejor, a su vez, puede encontrar en su bondad que es la mayoría quien debe
de gobernar. Y, de esta forma, Popper delinea una dicotomía que sostendrá
a lo largo del libro. Un régimen o es totalitario o, bien, democrático-
igualitario. Para Popper9, una de las paradojas fundamentales de la teoría de
la soberanía popular es que de una u otra forma siempre se tienden a crear
instituciones de uno u otro tipo sin importar cual sea su origen, es decir, al
igual que en el primer razonamiento, podría ser que el pueblo, en su libre
soberanía, elija para sí un tirano por guía. Pero regresemos a lo dicho
anteriormente, para Popper la democracia es el arreglo institucional que
permite minimizar las fallas del poder político, de modo que siempre será
preferible un gobierno democrático a uno tiránico.
Ahora, otro de los errores fundamentales que, según Popper10,
comete Platón en La república es el de creer que la ciudad —obsérvese que
pocas veces usa Popper el término “ciudad”— es como un lienzo y que,
para crear la nueva que él propugna, hay que comenzar por limpiar la tela
7 Ibid., p.106. 8 Ibid., p.125. 9 Ibid., pp.126-127. 10 Ibid., p.137.
Crítica a una crítica injusta 105
del todo. Para Popper esto no es más que una insensatez. No es posible que
se borre de un plumazo la experiencia acumulada de la humanidad, ésta se
basa en un sistema de ensayo y error. No se puede, entonces, conducir hacia
la perfección, porque los hombres se verían arrastrados a un proceso
interminable, aún si “estamos inspirados por las mejores intenciones de
traer el cielo a la tierra, sólo conseguiremos convertirla en un infierno”11.
Platón comete la falta de alentar a los hombres y, sobre todo, a los filósofos
a usar un método teleológico —en oposición a gradualista— que no nos
llevará a ningún lado.
* * *
El tema central de La república es el de la justicia. Popper señala
enfáticamente las características de lo que él —¿o nosotros?— concibe
como justicia:
...creo no errar al sostener que la mayoría de nosotros, especialmente aquellos que
tenemos una formación general humanitaria, entiende por ‘justicia’ algo semejante
a esto: (a) una distribución equitativa de la carga de la ciudadanía, es decir, de
aquellas limitaciones de libertad necesarias para la vida social; (b) tratamiento
igualitario de los ciudadanos ante la ley, siempre que, por supuesto, (c) las leyes
mismas no favorezcan ni perjudiquen a determinados ciudadanos individuales o
grupos o clases; (d) imparcialidad en los tribunales de justicia, y (e) una
participación igual en las ventajas (y no sólo en las cargas) que puede representar
para el ciudadano su carácter de miembro del Estado12.
11 Loc. cit. 12 Ibid., pp.95-96. Itálicas mías.
Crítica a una crítica injusta 106
Popper, después de dar su definición de lo que es justicia, comenta:
“si Platón hubiera entendido por ‘justicia’ algo semejante a todo esto,
entonces nuestra acusación de que su programa —es decir, La república— es
absolutamente totalitario estaría francamente equivocada y tendrían razón
todos aquellos que creen que la política de Platón se asienta sobre una
aceptable base humanitaria”. Pero el hecho, para él, es evidente —y
ciertamente lo es—, Platón entendía por justicia otra cosa.
En la interpretación popperiana de la justicia platónica, Platón se
refiere a justicia como sinónimo de lo que interesa al Estado perfecto. ¿Y
qué es esto? Pues, “detener todo cambio mediante el mantenimiento de una
rígida división de clases y un gobierno de clase”13. De este modo se justifica
la crítica de Popper a la justicia totalitaria platónica. El texto sigue con una
cita de La república:
La ciudad se funda en la naturaleza humana, sus necesidades y sus limitaciones.
‘Ya hemos dicho, —como se recordará— y repetido una y otra vez, que cada
hombre debe hacer en nuestra ciudad un solo trabajo para el cual su naturaleza se
halla normalmente mejor dotada’14.
De aquí, según Popper, Platón concluye que la justicia depende de
que cada cual haga lo que le es propio (ceteris paribus). Así, un zapatero debe
dedicarse únicamente a hacer zapatos, así como un herrero a herrar, como un
guerrero a defender la ciudad. Las implicaciones de que un zapatero se
dedicara a herrar no serían tan graves, pero si tuviese la ocurrencia de
inmiscuirse en la clase guerrera siendo un “zapatero por naturaleza” u
13 Ibid., p.96.
Crítica a una crítica injusta 107
obtuviese una magistratura sin los méritos para ello, entonces esto, según
Platón, significaría el derrumbe de la ciudad.
El principio de “cada cual lo suyo” es un argumento formidable para
Popper. “El concepto platónico de justicia es fundamentalmente distinto del
nuestro... Platón considera ‘justo’ el privilegio de clases, en tanto que
nosotros, por lo general creemos que lo justo es, más bien, la ausencia de
dichos privilegios”. Queda claro que los conceptos de justicia platónica y
justicia popperiana son distintos. Popper asume que una concepción de
justicia debe de ser igualitaria o totalitaria, de modo que al no poder
demostrar que es igualitaria, la justicia platónica debe de ser totalitaria. Más
aún, Popper enuncia:
Por justicia entendemos cierta clase de igualdad en el tratamiento de los
individuos (itálicas de Popper), mientras que Platón no considera la justicia como
una relación entre individuos, sino como una propiedad de todo Estado, basada
en la relación existente de clases. El Estado justo si es sano, fuerte, unido y
estable15.
Popper reconoce que La república es la monografía más minuciosa
que se haya escrito alguna vez sobre la justicia. Platón aborda el tema
tomando en cuenta una gran cantidad de opiniones y, sobre todo, las
principales corrientes de pensamiento de su tiempo. Pero la crítica de
Popper es insistente, “en ningún momento menciona en su examen de las
teorías corrientes la opinión de que la justicia es igualdad ante la ley
14 IV, 432a. 15 La sociedad abierta…, p.97.
Crítica a una crítica injusta 108
(‘isonomia’)”. Efectivamente, para Platón la justicia no es esto; recordemos el
pasaje de La república (IV, 434e) cuando Sócrates responde a Glaucón:
...estaría mejor tratar de observar la justicia antes que nada en aquellos seres más
extensos que también la poseen... Hemos juzgado a la polis como ese algo más
extenso, y así hemos fundado una que se estima mejor posible, enteramente
convencidos de que únicamente en la buena polis podría hallarse la justicia.
Para Platón la justicia trasciende las leyes y se hace extensiva a la
polis, a la ciudad. Popper extiende este argumento no desarrollado de Platón
a todos los Diálogos dándole, así, al tema de la justicia una importancia
superior a la debida en la obra de Platón.
* * *
Según el profesor Karl R. Popper, el programa “gubernamental” de
Platón se funda en la idea de un filósofo rey que se asemeja más a un
dictador y tirano que a un salvador. Ya hemos hecho un breve adelanto de
lo que piensa Popper sobre la dictadura, de modo que no será difícil
comprender como, dentro de la filosofía popperiana, es descabellado
admitir la propuesta de un filósofo rey, aún considerando las buenas
intenciones del gobierno del “más sabio”.
Popper califica a Platón de utilitarista y de excelente propagandista.
Platón intenta seguir los pasos de Sócrates, su maestro, sobre la concepción
del filósofo: “¿A quiénes llamas verdaderos filósofos?, —A aquellos que
aman la verdad”16. Según Popper es “evidente” que el propio Platón no se
atiene totalmente a la verdad al efectuar esta afirmación. Platón dice que si
16 Ibid., p.140.
Crítica a una crítica injusta 109
alguien está provisto de la capacidad de mentir es el soberano —entiéndase
rey—, y éste es el argumento sobre el cual Popper construye toda su crítica
al programa político platónico.
Platón entiende que los gobernantes deben de tener ciertas
facultades que Popper llama extraordinarias en aras del
...beneficio de la comunidad’, dice Platón. Nuevamente se ve aquí que el principio
de utilidad colectiva constituye la consideración ética fundamental. La moralidad
totalitaria lo gobierna todo, incluso la definición, la Idea, del filósofo. Casi no hace
falta agregar que, por el mismo principio de conveniencia política, los súbditos
están obligados a decir la verdad. ‘Si el gobernante sorprende a alguien en una
mentira... entonces lo castigará, por fomentar una práctica que lesiona y pone en
peligro a la ciudad...’ Sólo en este último sentido,... se muestran los gobernantes
platónicos —los filósofos reyes— amantes de la verdad17.
En esta cita, Popper pone de manifiesto el carácter utilitario-
colectivo del programa de Platón y consolida su opinión de él como
partidario de la tiranía totalitaria. Empero, es mucho más severo cuando de
sus “cualidades propagandísticas” se refiere. Para justificar la sumisión del
pueblo a la autoridad del filósofo rey, Platón debe de acudir a la noble mentira
de la creación de la sociedad. Popper afirma que la noble mentira —se
refiere al “mito de los metales”18— es análoga a la doctrina nazi de la sangre
y del suelo. De modo que lo que intenta hacer Platón en este pasaje de La
república es, ni más ni menos, que justificar el mandado de una raza superior,
es decir, la de los filósofos reyes y establecer un sistema de clases
17 Loc. cit. 18 La república, III, 414-415.
Crítica a una crítica injusta 110
excluyentes entre sí y suficientes para la conformación del Estado ideal
(determinismo platónico).
Para Popper, este pasaje propagandístico no es más que una muestra
de la renuencia de Platón a proclamar de inmediato su racismo en la forma
más radical, así, deduce que el mito de los Terrígenos es la prueba de un
incipiente pensamiento racista que se consolidará a través de los Diálogos19.
El mito es funcional a los fines del Estado, de modo que es
perfectamente congruente con la idea de justicia que se exponen hojas antes
en La sociedad abierta. Además, explica la necesidad en la obra de Platón de
un filósofo rey, dictador de leyes o “pintor de constituciones”, que sirva
para dar coherencia al sistema de ideas platónicas. En otras palabras, al ser
la idea del bien la máxima de la teoría moral de Platón, se necesita de un
filósofo —que conoce el mundo de las ideas— para que sea quien “otorgue
a la ciudad leyes justas” acorde con los fines de la ciudad ideal.
Popper termina describiendo a Platón como un oportunista y
teórico de mentiras, e incluso llega a cuestionar la congruencia de Platón
con su obra. Este pasaje en especial es donde Popper hace uso de un
lenguaje más lesivo, precisamente porque identifica el tal “totalitarismo
platónico” con las experiencias modernas del siglo XX.
Pasemos ahora a ver la otra cara de la moneda y a analizar la crítica
de Popper pero trasladándonos al pensamiento platónico y al horizonte
interpretativo de la obra de Platón, lo que, creo, nos ayudará mucho a
resolver intrigantes cuestiones y desmentir al profesor Popper en otras
cuantas. Veamos, pues, a
19 La sociedad abierta, pp.142-143.
Crítica a una crítica injusta 111
PLATÓN Y LA SOCIEDAD PLATÓNICA20
Lo intrigante de la crítica de Popper a Platón es que a éste se le acusa
insistentemente de teórico de “ideas totalmente carentes de cualquier
pensamiento racional”; se habla de su obra como una serie de “escritos
ponzoñosos” y defensor de la “raza superior”.
La principal dificultad que encuentro en entender a Platón tal como
lo hace Popper es que éste último interpreta a aquel a partir de categorías
modernas y, al hacerlo, distorsiona la filosofía platónica al expresarla en una
terminología del siglo XX. Desde luego, Platón no es un liberal demócrata, él
no cree en la democracia como un sistema (arreglo institucional) que
permita acudir a diversas alternativas, ni cree en la libertad como valor
supremo, ni que el Estado —si es que podemos hablar de “Estado” en
Platón— haya sido creado para satisfacer y salvaguardar la libertad del
individuo. Es imprudente, me parece, que Popper, un convencido del
liberalismo y de la tolerancia pluralista, al llegar a la conclusión de que Platón
no es un demócrata liberal afirme que la teoría platónica no tiene nada que
aportar o que es irrelevante. Esta es una actitud curiosa de un hombre que
se jacta de su apertura de mente y tolerancia y que acusa a Platón de
dogmático.
20 Gran parte de esta revisión se llevo a cabo con base en Jesús Igal,
“República de Platón: sinopsis y análisis del argumento, libros I-IV”, Perficit, no.178, Marzo, 1964 y J. Igal, “República de Platón: sinopsis y análisis del argumento, libros V-X”, Perficit, no.180, Mayo, 1964.
Crítica a una crítica injusta 112
Otro de los problemas de esta crítica es que Popper asume una
dicotomía democrático opuesto a totalitario que sostiene y defiende a lo
largo de La sociedad abierta y sus enemigos. En mi opinión, Platón no es ni lo
uno, ni lo otro. En principio, porque me parece difícil querer encajar el
pensamiento clásico en categorías de este tipo. Además, Popper da por
sentado que La república es el verdadero programa político-gubernamental
de Platón. No admite la posibilidad que ésta sea sólo una construcción
teórica. Para Popper este libro es la esquematización programática de lo que
Platón realmente quiso hacer en su tiempo y, al mismo tiempo, lo acusa de
crear una utopía irrealizable. Esto, también, me parece una mala
interpretación. Platón jamás usa el término y, creo, no es su intención crear
una estructura filosófica de este tipo. Para entender, pues, el pensamiento de
Platón debemos entender, primero, que el tema central de La república, más
aún de los Diálogos, es la virtud (� � � � � ) y que en La república, Platón
habla del Estado moral más que del Estado ideal. Así, la justicia se convierte
en un tema secundario, aunque no menos importante.
* * *
Platón no es un totalitario. En La república, Platón busca, a partir del
razonamiento dialéctico, responder a la pregunta ¿de qué le sirve a un hombre ser
justo? Y, para contestar esta cuestión, requiere de un análisis de la naturaleza
humana —recuérdese el diálogo de Alcibíades. Para él, el alma se compone de
tres partes cuya relación de sobre y subordinación de la una con respecto de
las otras está determinada por una discusión que se extiende a lo largo de
toda la obra platónica, es decir, a lo largo de la búsqueda de la virtud. En
otras palabras la “justicia del alma” o bien, la “virtud del alma”, implica la
Crítica a una crítica injusta 113
sujeción de las partes de ésta a una naturaleza moral que Platón adjudica al
hombre.
¿Y qué otra cosa podrá ser sino una subversión de estos tres principios su
injerencia indiscreta en cuanto no les corresponde y la sedición de una parte del
alma contra otra la totalidad de ella al objeto de usurpar un mando que no le
compete, pues precisamente la naturaleza ha dispuesto estas partes para obedecer
o para mandar, según los casos21?
Ahora, si la justicia del alma corresponde al correcto orden de sus
componentes será ésta la que obligue a los hombres a obedecer las leyes de
la ciudad en coherencia con su propia naturaleza lo que, a su vez, les asegure
la felicidad. Platón afirma que esta relación entre la virtud y la felicidad del
colectivo existe. Obsérvese que la filosofía platónica deja de lado la felicidad
(eudemonia) del individuo —algo no tan sorprendente si tenemos en cuenta la
época de Platón. El asunto es que Platón no concibe al individuo como un
componente ajeno de la ciudad. Así, la unidad de la sociedad platónica y
fundamento de su justicia no es la de un cuerpo orgánico, como se tiende a
pensar, ni la de una masa uniforme y conforme con los fines del Estado.
Por el contrario, su unidad se basa en una coherencia moral que sólo existe
en la cabeza de los hombres y que éstos imprimen en la ciudad porque ésta
es su instrumento de felicidad.
Una ciudad, pues, también tiene una naturaleza moral. Ahora, en el
caso de la “buena ciudad” lo que existe es una verdadera conexión entre el
hombre moral y el orden de los componentes de la ciudad. En otras
21 La república, IV, 444a.
Crítica a una crítica injusta 114
palabras, aquella ciudad que sea moral deberá de satisfacer a los hombres
que (dada su naturaleza) buscan su felicidad. En el pensamiento de Platón,
me parece, es arduo querer separar esta interrelación entre el hombre y su
ciudad; tal es la relación que existe, que si los hombres son corruptos la
ciudad no “funcionará” de forma moral, es decir, de acuerdo con la virtud.
Tales son la ciudad, la forma de gobierno y el individuo a los que califico de
buenos y rectos. Y si esta forma de gobierno es recta, no hay duda que serán
malas y viciosas todas las demás, tanto si se refieren a la ciudad como si atañen al
carácter peculiar del alma22.
En esta cita, preludio al estudio de las formas no virtuosas de alma y
ciudad, se indica la relación que para Platón es evidente entre la moral de los
hombres y la moral de la polis. De modo que lo que hace a algo justo no es,
como lo entiende Popper, la conformidad con los intereses del Estado, sino
con la naturaleza moral que es anterior al interés de la ciudad. Sólo en la
ciudad moral los intereses de la naturaleza del hombre serán acordes con los
fines de la misma ciudad.
Tal como afirma Popper, Platón no es un igualitario. Pero esto no
nos lleva necesariamente a la conclusión de que la justicia platónica es falsa.
Por el contrario, la justicia de Platón se argumenta con su teoría de la virtud.
Dar “a cuada cual lo suyo” es congruente con el orden de la naturaleza
moral tanto del alma como de la ciudad. La consideración de que la justicia
requiere igualdad es una convención moderna; es un error considerar que
sólo nuestra idea de justicia es justicia, creo.
22 Ibid., v, 446 a.
Crítica a una crítica injusta 115
* * *
El dichoso mito de los Terrígenos es citado por Platón en La república:
...les diríamos prosiguiendo la fábula, y ‘sois hermanos en los que los dioses
hicieron entrar oro al formar a los destinados al gobierno, plata al preparar a los
auxiliares y bronce y hierro al hacer surgir a los labradores y demás artesanos. Así,
pues, como tenéis un mismo origen, ocurrirá que engendraréis hijos parecidos a
vosotros, aunque quizá pueda llegar a nacer un hijo de plata de un padre de oro, o
un hijo de oro de un padre de plata, pudiendo producirse también combinaciones
semejantes. La divinidad prescribe de manera primordial y principalísima a los
gobernantes que ejerzan su vigilancia como buenos guardianes respecto al metal
que entra en composición en las almas de los niños, con el objeto de que si alguno
de ellos, incluso su propio hijo, cuenta en la suya con parte de bronce o de hierro,
no se compadezca en absoluto sino que le relegue al estado que le conviene, bien
sea este el de los artesanos o el de los labradores. Y les ordena igualmente que si
nace de estos un hijo cuya naturaleza contenga oro o plata, le prodiguen la
educación que corresponde a un guardián en el primer caso o la que se da a los
auxiliares en el segundo23.
No me parece que haya algo realmente siniestro oculto entre estas
líneas. Este pasaje está diseñado para comunicar en términos llanos tres
ideas: que todos los hombres comparten la virtud —“la divinidad”— desde
su origen, es decir, desde su naturaleza moral lo que hace hermanos a todos
ellos, que los hombres difieren en capacidades y aptitudes, algunos nacen
con mayores potencialidades que otros, y, por último, que debe de haber
igualdad de oportunidades para que el mérito de uno sea el que determine el
lugar que se ocupe en la sociedad. Es evidente, que la traducción de Popper
23 Ibid., III, 414-415.
Crítica a una crítica injusta 116
de este pasaje de La república erró al considerar al mito como una sentencia
moral. Uno esperaría que el doctor Popper pudiese diferenciar entre un
mito y una mentira. Platón nunca habla de una raza superior, más aún, si
tratamos de definir una “clase superior” como un grupo que detente el
poder y los privilegios dentro de una sociedad, entonces, los “guardianes”
platónicos distan mucho de ser elementos privilegiados que actúan por
medio de un interés privado.
El filósofo rey platónico lejos de ser el tirano que describe Popper,
me parece no más que un guardián del estado moral que tanto propugna
Platón. En especial en el tema de la dictadura Platón me parece bastante
lúcido: “[el hombre cuya] labor se cifra en desterrar y matar y en proponer
el perdón de las deudas y el reparto de las tierras, por lo que nos es extraño
deba perecer a manos de sus enemigos y convertirse en tirano y lobo de
hombre que era”24. Ya hemos visto que el tema de Platón es la ciudad
moral, de modo que si alguien es capaz de llevar a la polis a buen puerto es
el filósofo. Platón considera a éstos porque cree que son los idóneos no
para actuar como “una policía moral de la ciudad”, sino para conservar la
� � � � � de los virtuosos y desarrollarla en aquellos no virtuosos a través
de la educación. Es evidente que sólo un hombre que conozca la virtud
puede ayudar a otro a encontrar la virtud natural que “la divinidad” ha
depositado en ellos —recuérdese la alegoría de la caverna25. Esta idea lejos
de considerarla como un indicio de totalitarismo, me parece una buena
muestra del sentimiento comunitario que Platón refleja cuando habla de la
sociedad moral.
24 Ibid., VIII, 565e.
Crítica a una crítica injusta 117
CONCLUSIONES Estoy consciente que el análisis de la crítica de Popper a Platón que aquí
realizamos es inconcluso, si no es que incompleto. Sin embargo, considero
que hemos tocado los puntos medulares de la injusta crítica de Popper. El
problema fundamental es, creo, la carencia de un juicio histórico adecuado,
de una interpretación hermenéutica de la obra platónica. La complicación
que resulta de encajar un pensamiento clásico como el de Platón en
categorías y, más aún, encontrar causalidades entre las ideas antiguas y los
hechos modernos, es el peligro de caer en exageraciones y en la
sobrestimación del poder de la filosofía.
A Platón se le debe de entender desde su horizonte. En una palabra,
La república o Las leyes o el Critón son sólo partes de una obra más amplia que
destaca por su desarrollo. Los Diálogos no son un mero conjunto de obras
agregadas, es la muestra de todo el desarrollo del pensamiento de Platón.
Desde los escritos más jóvenes, como la Apología de Sócrates, hasta las últimas
epístolas, la preocupación fundamental es la de la virtud, el hombre, su
ciudad, las ideas y las percepciones. Un análisis simplista del argumento
político —o de cualquier otro tipo— de Platón siempre será incompleto y
poco útil26.
En mi opinión, otro error de Popper es opinar que Platón cree tener
la verdad absoluta. Platón no hizo tratados, escribió diálogos, pláticas en las
25 Ibid., VII, 511-520. 26 Thomas A. Szlezák, Leer a Platón, trad. José Luis García, Madrid, Alianza, 1997,
passim.
Crítica a una crítica injusta 118
que varias veces terminaron sus interlocutores poco convencidos o, de
plano, opuestos al razonamiento de Sócrates. Recuérdese en el Gorgias cómo
Calicles termina yéndose sin haberse convencido del razonamiento
platónico sobre la retórica. No creo que sea justo entender la ética, o el
pensamiento de Platón en general, como si éste hubiese pensado que un
milenio y medio después alguien iba a malinterpretarlo. Identificar la ética
platónica con los conceptos nazis o achacar una especie de causalidad entre
Platón y Hittler, me parece un exceso tramposo e imperdonable.
Además, la filosofía de Platón se desarrolla en un marco mucho más
amplio, el de la filosofía helénica clásica. No tomar en cuenta las influencias
de Platón o pretender aislarlo de su contexto intelectual no es del todo
sabio. Popper, en realidad, tiene serias deficiencias como historiador de las
ideas. Empero, quiero enfatizar que la crítica que hemos hecho a Popper no
quita ni un ápice de originalidad o de importancia a la filosofía política de
Karl R. Popper, a quien sigo considerando un pensador de increíble
actualidad y relevancia. A pesar de lo que podamos decir, el aporte de
Popper, no sólo en la filosofía política, es trascendental, aunque a veces, al
igual que Platón, es malentendido.
La crítica a Platón, empero, vino a refrescar el desarrollo del
pensamiento idealista. Se presentó como una oportunidad de repensar su
obra e invitó a muchos —incluyéndome— a releer al ateniense. Platón y
Popper estuvieron separados por dos milenios de distancia y, sin embargo,
el profesor Popper nos recordó lo importante de regresar y meditar el
pensamiento clásico, cimiento de la filosofía occidental. Popper, pues, no
erró del todo en regresar a Platón.
�
119
DIÁLOGOS ENTRE SAER Y PIGLIA, UN COMENTARIO1
Sergio Aguillón*
CONQUISTADORES DE PEQUEÑOS LUGARES DE PASO, LOS
soldados que asediarán Troya se hacen de riqueza, esclavos y mujeres
por la fuerza; entre éstas, Agamenón, rey de reyes, elige a Criseida, hija
del sacerdote de Apolo, lo que provoca la ira del dios, la peste. Tiempo,
historias, muertes después, un dirigente de la guerra acabada decide
regresar a casa, regresar a su mujer y a sí mismo. El crimen, o al menos
el exceso, de la primera historia, más el viaje de la segunda desencadenan
La Ilíada y La Odisea, desencadenan la literatura de Occidente. Al
respecto, Piglia: “en definitiva no hay más que libros de viajes o historias
policiales. Se narra un viaje o se narra un crimen”.2 Podrían matizarse un
poco las dos líneas temáticas de nuestra literatura, diciendo que el
1 Las citas son de: Ricardo Piglia y Juan José Saer, Diálogo (ed. Sergio
Delgado), Santa Fe, Centro de Publicaciones Universidad del Litoral, 1995, a menos que se especifique lo contrario.
* Alumno del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios de El Colegio de México.
2 “La lectura de la ficción”, Crítica y ficción, Barcelona, Anagrama, 2001, p. 16. El subrayado es mío: “paradoja crítica”.
Diálogos entre Saer y Piglia 120
crimen puede ser simplemente transgresión involuntaria y que el viaje
puede ser introspectivo, sin movimiento pero con transición. Como sea,
Piglia identifica muy bien, indirectamente, el origen de la ficción y su
permanencia. Ante esto, Saer complementa con una idea de las
circunstancias: “Ser polaco. Ser francés. Ser argentino. Aparte de la
elección del idioma, ¿en qué sentido se le puede pedir semejante
autodefinición a un escritor? Ser comunista. Ser liberal. Ser individualista.
Para el que escribe, asumir esas etiquetas, no es más esencial, en lo
referente a su trabajo, que hacerse socio de un club de fútbol o miembro
de una asociación gastronómica”. 3 En estas pocas líneas están
contenidas las principales ideas que ambos. Piglia y Saer, discutieron en
la Universidad de Santa Fe, entre 1986 y 1993, que ahora comento.
En “Faulkner”, Piglia señala que los nombres de los escritores
son comodines, en la medida que son conocidos y pueden, con su sola
mención, aclarar muchas cosas. El comodín es, en principio, una carta
que vale por cualquier otra carta, una que se adapta al juego de uno y lo
beneficia. De acuerdo con lo anterior, vale la pena leer los comentarios
que los argentinos hacen de Faulkner como intentos de explicaciones de
sus propias obras y de lo que ellos consideran que debe ser el relato
contemporáneo y futuro. La discusión implica, sin embargo, otros temas,
como el lugar de origen y el extranjero, el lenguaje propio –en dos
sentidos: la lengua materna y la expresión literaria– y el ajeno, la
tradición y la ruptura, la realidad y la ficción. Mi breve comentario
intentará seguir estas oposiciones.
Alguna vez Piglia dijo de Witold Gombrowicz que era el mejor
escritor argentino del siglo veinte. El mejor escritor argentino, un polaco.
3 “La perspectiva exterior: Gombrowicz en la Argentina”, El concepto de
ficción, México, Planeta, 1999, p. 18.
Diálogos entre Saer y Piglia 121
Con una afirmación así se pueden hacer tres cosas: ignorarla
completamente, ya que es un contrasentido; refutarla decididamente,
pues parece implicar que no hay escritores argentinos de valor –lo que es
insostenible–; tomarla a broma, pero una broma muy seria, de grandes
implicaciones, macedoniana, y pensarla un poco. En otro momento, el
mismo beligerante destacó el regionalismo de Faulkner, y lo hizo
rechazando las implicaciones peyorativas que Nabokov quería ver en ese
regionalismo. Porque hablar del origen implica tomar distancia del
origen, alejarse un poco, ficcionalizarlo, mitificarlo. A Piglia le interesa el
modo en que Faulkner reconstruye su propio origen y funda, en textos
con mucho arraigo, una obra universal, con mucho desarraigo. “Lo
mejor de la cultura europea sólo por azar es europeo”,4 dice Saer, y más
adelante, en sus diálogos con Piglia: “yo aspiro a formar parte de esa
literatura hispanoamericana. Porque es literatura, y no porque es
latinoamericana. Es sólo latinoamericana como consecuencia de un
accidente”.5 El irónico entronizamiento que hace Piglia de Gombrowicz
tiene su explicación en la historia de la literatura argentina, como dice
Saer en “La perspectiva exterior”, pero tiene otra, más importante para
estas líneas, en la poco paradójica, más bien obvia afirmación de lo
universal en lo particular. Los discursos de los hombres –polacos,
argentinos, mexicanos– se apropian de los discursos de los hombres –
polacos, argentinos, mexicanos–, ignorando o violentando el accidente
geográfico, histórico, lingüístico. Pero para provocar esa apropiación,
ese interés en el otro, uno debe ver dentro de sí. Por eso Saer encuentra
4 “Sobre la cultura europea”, Ibid., p. 93. 5 Ricardo Piglia y Juan José Saer, Diálogo, ed. Sergio Delgado, Santa Fe,
Universidad Nacional del Litoral, 1995, p. 26. Las próximas citas de este libro se indicarán con el número de página correspondiente entre paréntesis, a partir de ahora.
Diálogos entre Saer y Piglia 122
que García Márquez tenía algo de razón al decir que Faulkner era un
escritor latinoamericano. Con una reserva: “lo que en García Márquez
conduce a una especie de vitalismo, de estereotipo de representación, en
Faulkner, contrariamente, abre una serie de caminos y aporta, atrae,
introduce, muchos más elementos de incertidumbre. Desde ese punto
de vista, quizá tenga razón y Faulkner sea un escritor que no se podría
comparar, prácticamente, con ningún escritor europeo” (p. 51). Al
margen diré que la reserva de Saer es terrible: si bien es legítimo que
García Márquez tergiverse el accidente geográfico, como se ha dicho que
Piglia hace con Gombrowicz, el colombiano toma el discurso abierto,
potente y seductor, abierto de Faulkner para cerrarlo, institucionalizarlo,
enfriarlo. La particularidad de Faulkner, a pesar de todo, no lo es de
García Márquez, según Saer.
Cuando el autor de Cien años de soledad llamó a Faulkner escritor
caribeño, no modificó la tradición, que parece estar ahí, incólume ante las
ideas y caprichos de escritores. Podría decirse, siguiendo a Saer, que
forjó un eslabón más de su propia tradición, pues “las tradiciones
existen en términos culturales, globales, y también en términos
personales. […] La tradición no significa necesariamente repetición
tópica ni inmovilidad” (p. 20). Saer se da cuenta de las relaciones más
insospechadas en la literatura argentina para ejemplificar que casi todo, a
fin de cuentas, tiene conexiones intertextuales con casi todo. Al hablar
de Borges, extiende, con plena justificación, la tradición que lo involucra
–y que por lo tanto nos involucra a todos– con Oriente; enseguida el
lector, si no lo había pensado antes, se da cuenta de que no es Borges la
única conexión con Oriente, que la tradición de Occidente implica
también la de Oriente. Todo, parece decir Saer, está metido en el mismo
cajón, todo es nuestra tradición, todo nos pertenece. No hay manera de
Diálogos entre Saer y Piglia 123
indicar cuál tradición es más legítima, cuál más pertinente u honesta,
como querrían algunos idealistas de estado o nacionalistas. “En cuanto a
cuál de esas tradiciones constituye la verdadera tradición, cuál de esas
series constituye la serie que por razones patrióticas u operativas
correspondería a nuestro país, yo creo que sería un error de
interpretación o de concepción de la cultura pretender determinarlo a
priori. La amplitud de posibilidades va a tener incidencia en la
constitución de un sistema narrativo” (p. 22). Sin embargo, vale la pena
considerar que, si todo es parte de la misma tradición, esta palabra
pierde mucho sentido, pierde interés. El rescate de la palabra tradición
es lo que Saer llama “tradiciones personales”. Importa, claro, el conjunto
de textos y sus relaciones, pero importa también la interpretación que el
autor haga de esas relaciones, su lectura de la historia literaria, pues ésta
determinará la obra escrita. Piglia complementa: “una literatura nacional
son varias literaturas nacionales” (p. 22). Porque no hay un modo de
entender la tradición que abarque todas las relaciones posibles entre
obras, ni uno que privilegie con justicia una relación sobre otra; menos
aun en el caso de una literatura llena de viajeros como la argentina. Lo
que hay, entonces, es muchas formas de entender la tradición –“varias
literaturas nacionales”– que a fin de cuentas se deben a las visiones de
los lectores, escritores, individuos –“tradiciones personales”. Piglia
complementa: “para evitar este riesgo patriótico del que hablaba Saer,
sería bueno plantear la literatura nacional como una literatura múltiple,
como una literatura que tiene redes variadas, donde los textos circulan
de manera múltiple” (p. 23). Más que redes, porque la tradición como
red implica que las obra ya están ahí (y no: lo que está ahí es el texto),
hay que pensar en relaciones dinámicas, cambiantes, intermitentes de
lectura, que fabrican a cada momento la tradición. Porque, como señalan
Diálogos entre Saer y Piglia 124
los dos narradores argentinos, la tradición se debe a la lectura, claro,
pero ante todo a la lectura que hacen los escritores, a la lectura que más
tarde contestan, con sus propios textos. Que Borges tenga una relación
con Oriente por su lectura apasionada de Las mil y una noches no significa
que tal relación sea estrecha o vasta, ni que Borges conociera la literatura
oriental como conocía la occidental. El Oriente en la literatura de Borges
difiere bastante del de un contemporáneo suyo, pongo por caso,
Octavio Paz. Y ya estoy haciendo, quizá, una generalización arbitraria al
hablar del Oriente de Borges, de Paz, y no del de cada uno en tal
circunstancia, en tal obra. En ese sentido creo que debe considerarse la
intermitencia y el dinamismo de la tradición. Pero el escritor, para Piglia,
no debe entender la tradición como simple lectura de las obras ni de la
historia; ya que va a contestarle, el escritor debe ver en la tradición
aquello que no es él, encontrar de ese modo su expresión personal. Piglia
sobre Faulkner (a propósito de El sonido y la furia, 1929): “Escribí este
libro y aprendí a leer”: “Solamente cuando el escritor ha encontrado su
voz propia, cuando el escritor ha establecido su espacio, cuando tiene su
lugar propio, puede conectarse con la tradición y puede comenzar a
entender qué relaciones tiene con los otros textos” (p. 45).
Pero todo esto ha sido sobre el relato que alimenta la tradición,
sobre el que ya está ahí y debemos –narradores y críticos– conocer; el
diálogo entre Saer y Piglia busca, sin embargo, las posibilidades del
relato futuro. Piglia encuentra en la novela actual tres principales líneas
de procedimiento –importantes para intuir lo que ha de venir– derivadas
de la división del público y la llamada cultura de masas: la “poética
negativa”, es decir, rechazo de la repetición de lenguajes, poética de la
negación “cuyo resultado es el silencio” (ejemplo: Beckett); la poética
que tiende a unir la cultura de masas con la cultura culta (Burroughs,
Diálogos entre Saer y Piglia 125
Dick); y la “no-ficción”: “las tres vanguardias”, dice Piglia, no sé qué tan
en serio. Aquí entra en escena Macedonio Fernández, uno de los más
novedosos escritores argentinos que Piglia se ha empeñado en
homenajear. Aunque, claro, Macedonio declara falta de interés por el
arte útil, imitativo o sensorial –por el arte occidental, dicho de otra
forma–, esa declaración debe leerse con cuidado. A Macedonio le
interesa mucho la literatura, el arte; su rechazo de las formas establecidas
es un rechazo de autor, no de lector. Sólo considerando esto puede
decirse que Macedonio mantuvo una poética negativa; no participó en
absoluto de las otras dos tendencias señaladas por Piglia –¿tendencias
estéticas, formales, temáticas? Creo que lo mismo podría decirse de Saer
y de Piglia, tal es la importancia del papel de Macedonio en la literatura
argentina; en palabras de Piglia: “Macedonio Fernández y Manuel
Gálvez. Me parece que Gálvez continúa lo que podríamos llamar la
inserción de la novela naturalista como origen de la novela argentina,
como el momento en que la novela surge de la Argentina. Sería ese
modo de la novela realista de la cual Gálvez es un ejemplo. Macedonio,
en cambio, es el que está más ligado con lo que serían las tradiciones
propias de la ficción argentina. Algo que podríamos remontar a
Sarmiento, Mancilla, Cambaceres, Siccardi, un tipo de trabajo con la
estructura narrativa mucho más abierto, la novela con mezcla de formas
y de tácticas narrativas. En ese plano veo a Macedonio como el único
vanguardista en la literatura argentina, el único que ha podido tomar
distancia respecto a lo que eran las tradiciones existentes y ha construido
no sólo una estrategia en relación con su propia ficción, negarse a
publicar, retirarse del mercado, sino una estrategia de ruptura con la
tradición dominante de la novela de Argentina. […] Y yo veo muy
estrechamente conectados los proyectos literarios de Macedonio con el
Diálogos entre Saer y Piglia 126
de Artl, con el de Borges, con el de Marechal, con el de Cortázar. Y me
parece que por ese lado pasa la gran tradición de la novela argentina” (p.
19). Actualmente es muy difícil conseguir obra de Macedonio. No está
siendo leído porque forma parte de lo que será el relato futuro. Creo que
es tal la metáfora que rige La ciudad ausente: la máquina de historias es la
obra de Macedonio, reflejo de una mujer ya muerta, que inspira y
alimenta la máquina. Macedonio es, para Piglia –quizá un poco menos
para Saer– parte central de la tradición y contiene la clave del relato por
venir, es tradición y es potencia.
Del de tradición ha derivado ya el tema de la ficción y sus
procedimientos. En el diálogo sobre Faulkner, tanto Saer como Piglia
destacan la fractura de la narración y la complejidad formal del
norteamericano. Ambos se interesan por eliminar la historia
convencional, porque se dan cuenta de que lo narrado no tiene tanto
interés como el acto mismo de narrar. Ítalo Calvino, en “El arte de
empezar y el arte de acabar”, que es también un texto en busca del relato
futuro, dice al respecto: “El problema de no acabar una historia es éste.
Como quiera que acabe, cualquiera que sea el momento en que
decidimos que la historia se puede juzgar acabada, reparamos en que no
es hacia ese punto adonde conducía el acto de narrar, que lo que importa
está en otro lugar, en lo que ha pasado antes: está en el sentido que
adquiere ese segmento aislado de sucesos, extraído de la continuidad de
lo narrable”.6 Como Calvino, Faulkner encuentra en el desarrollo de la
historia el fin de la misma, no en el desenlace. La historia se desarrolla,
entiende y justifica a medida que se narra; es el acto (narrar), no la
anécdota, lo que tiene principal interés. Ya que esto es así, la obra no se
desgasta, no pierde actualidad, puede seguir leyéndose, no sólo por 6 Seis propuestas para el próximo milenio, Madrid, Siruela, 2001, p. 138.
Diálogos entre Saer y Piglia 127
muchas personas, sino por uno mismo. Para Saer, la complejidad formal
de Faulkner no sólo ayuda a constituir obras “autónomas” (es decir, no
es una complejidad adecuada para decir tal o cual cosa, sino
imprescindible para decir exclusivamente esa cosa que dice: la obra),
sino que interesa en la medida en que no se repite en otras obras de
Faulkner; cada libro tiene su estructura exclusiva y, paradójicamente,
unitaria, reconocible por la “marca de Faulkner”. Pero Saer destaca otro
elemento importante, estilístico: lo rústico, la literatura bruta. La ausencia de
claridad y de “corrección” que dan a la obra de Faulkner su propio
aliento y tono; se expresan a sí mismas mediante el estilo rústico.
Identifica en éste tintes de expresionismo y romanticismo que hacen a la
obra accesible para cualquier tipo de público. Y estas características se
alejan del control intelectualizado de Joyce y, en general, de la novelística
europea.
Faulkner aparte, Saer y Piglia han encontrado en la mezcla de
géneros el enriquecimiento de sus respectivas obras. Saer ve en la lírica
una salida de la “crisis” en que entra la novela a finales del siglo
diecinueve. En la Comedia dantesca hay un buen ejemplo de texto con
género indefinido entre novela y lírica, texto con estructura novelesca (o
narrativa), y con elementos “no pragmáticos”, poéticos –el “aura” de
Benjamin. Es importante tener en cuenta que Saer no explica estos
conceptos; a raíz de esta falta puedo plantear una reserva. Cuando Saer
habla de su proyecto de escribir una novela en verso –vale la pena
recordar que Salvador Elizondo planteó, en Camera lucida, el proyecto
como género literario–, se pregunta: “Para qué hacerlo (escribir una
novela en verso) si tengo que inventar un sistema extra-poético que lo
sostenga o tenga la incandescencia poética que yo pueda incorporar, si
sabemos que lo primero que va a perder vigencia va a ser ese sistema” (p.
Diálogos entre Saer y Piglia 128
12). Saer no responde, sólo dice que la empresa lo supera. La pregunta
queda, siempre que se acepten sus presupuestos: cómo puede perderse
la vigencia del sistema extra-poético, si es una de las herencias más
persistentes de la tradición. Las historias aludidas al inicio de estas notas
no han sobrevivido por tener en sí “el aura” de Benjamin sino por gozar
de un sistema narrativo que Saer, en este punto del diálogo, parece
atribuir al siglo diecinueve. En otros momentos, cuando reconoce las
virtudes de la narración como fin, Saer responde entre líneas y sin darse
cuenta su anterior pregunta: si cierto tipo de narración, que
generalmente se asocia a la decimonónica, ha simplificado los sistemas
narrativos volviéndolos obsoletos, siempre están los ejemplos,
comodines, como Faulkner u Homero –y aquí la gran distancia entre
autores es intencional: señala justo las enormes posibilidades de la
narración e insinúa lo mucho que hay por hacer–, para replantear
sistemas narrativos. Saer mismo es un ejemplo, por lo que afirma sobre
el uso de un recurso de Balzac, símbolo de la novela decimonónica: la
reaparición de personajes. Aunque con una gran distancia: “la
reaparición de personajes sería en Balzac para crear una especie de
sistema de verosimilitud y de continuidad y de desarrollo de una intriga
novelística cuyo basamento era la intención de pintar en conjunto a la
sociedad de su tiempo, cosa que evidentemente no entra para nada en
mis proyectos. Para mí la reaparición de los personajes es una manera de
negar la progresión de la intriga y de insertar en cualquier instante del
flujo espacio-temporal (es una convención novelística como cualquier
otra) momentos que permitan el desarrollo de una determinada
estructura narrativa” (p. 16).
Piglia, por su parte, incorpora el ensayo a la narrativa, más que la
lírica. Pero admite que esta incorporación debe mucho a “la experiencia
Diálogos entre Saer y Piglia 129
de la escritura del libro [se refiere a Respiración artificial], que no fue
premeditada” (p. 13). “Yo no creo en la contradicción entre el
sentimiento y la razón [...] No me parece que a priori deba ser excluido
del mundo narrativo un determinado tipo de material (en ese sentido,
cierto tipo de ficcionalización, cierto debate), y es eso más bien lo que
sucede en Respiración artificial” (p. 14). Sin embargo, no puede
confundirse la incorporación de ideas en las narraciones de Piglia con
una filiación a la novela de tesis: “Cuando uno se opone a la novela de
tesis se opone a la idea de que hay algo previo a la escritura, una especie
de contenido anterior que la escritura no haría sino reproducir” (p. 14).
Y enseguida: “Me parece que todo se puede ficcionalizar: historias de
amor, teorías, batallas, silogismos” (p. 15).
En conclusión, la lectura de la historia literaria y de los
mecanismos internos del texto conducen al lenguaje. Es Piglia quien dice
que “la tensión entre literatura nacional y literatura extranjera plantea de
entrada la tensión frente a la lengua” (p. 22). En La ciudad ausente, el
Finnegans Wake es el libro futuro, el libro que puede ser leído por los
hablantes de todas las lenguas, pues no es, propiamente, ninguna; la
lengua de esa obra de Joyce es la obra misma. En Hispanoamérica, ya se
ha dicho, Macedonio Fernández tiene un papel análogo. La invención de
su propio sistema literario –más que narrativo– señala la importancia de
decir con el lenguaje un nuevo lenguaje: la obra. La visita a Faulkner fue
sólo un pretexto para llegar a estas ideas, para entender la obra de Piglia
y Saer. Ya se dijo desde el comienzo que el viaje es una de las dos
grandes posibilidades de la narración. �
130
ONETTI EN MARCHA, PROPUESTAS PARA UNA LITERATURA
MODERNA1
Jorge Téllez Vargas*
SERÍA NECESARIO UN PROFUNDO HUMOR NEGRO Y, tal vez,
una conciencia ácida para afirmar que cierta novela de Juan Carlos Onetti
nos ha provocado carcajadas. Debo confesar que, aunque nunca he
padecido un ataque de risa, alguno de sus personajes sí me ha hecho esbozar
una sonrisa. El pudor con el que afirmo esto no es necesario para hablar de
1 A continuación expongo algunas de las ideas principales de los artículos
que, bajo el nombre de Periquito el Aguador, Onetti publicó en el semanario Marcha. Las referencias a citas textuales irán entre paréntesis con el nombre del artículo y la página; todas ellas están tomadas de Juan Carlos Onetti, Réquiem por Faulkner, Calicanto, Buenos Aires, 1976.
* Alumno del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios de El Colegio de México.
Onetti en Marcha 131
los artículos que el uruguayo escribió en Marcha durante dos años, de 1939 a
1941.
Carlos Quijano, director y fundador de la publicación le había
pedido que, además de su trabajo como secretario de redacción, colaborara
periódicamente con una columna literaria:
La culpa la tuvo Quijano […]; en la época heroica del semanario (1939-1940) el
suscrito cumplía holgadamente sus tareas de secretario de redacción con sólo
dedicarles unas 25 horas diarias. A Quijano se le ocurrió, haciendo numeritos, que
yo destinara el tiempo de holganza a pergeñar una columna de alacraneo literario,
nacionalista y antiimperialista, claro. Recuerdo haberle dicho, como tímida excusa,
desconocer la existencia de una literatura nacional. A lo cual contestóme, mala
palabra más o menos, que lo mismo le sucedía a él con la política y que no
obstante, sin embargo y a pesar podía escribir un macizo y matemático editorial
por semana sobre la nada. Así nació Periquito el Aguador, empeñado en arrojar su
piedra semanal en la desolación del charco vacío (“Explicación de periquito el
aguador”, p. 15).
La columna se llamó “La piedra en el charco” y Onetti la firmaba
bajo el pseudónimo de Periquito el Aguador. A partir de 1940, alternó la
colaboración con una serie de cartas dirigidas al director que se publicaban
en la parte superior de la quinta página y que aparecían rubricadas por un tal
Grucho Marx. El tono de los artículos oscilaba entre la sátira y la agresión,
no en balde se calificó la columna de Periquito el Aguador como de
“alacraneo literario”. Grucho Marx, en cambio, aunque fiel al estilo
burlesco, enfocaba más sus comentarios hacia la caracterización irónica de la
vida cotidiana del Río de la Plata. Esta actitud lúdica es comprensible si se le
ve en contexto. Onetti sabía de la necesidad de renovar el mundo cultural
que lo rodeaba. El humor jugaba así un doble papel: primero, distanciaba al
Onetti en Marcha 132
autor de su discurso que utilizaba la risa como mecanismo de deslinde; y
segundo, la broma permitía filtrar la crítica aguda del que, para Onetti, era
un triste ambiente literario.
En un amplio repaso del contexto cultural uruguayo —extensible,
creo yo, a la Argentina—, Periquito y Grucho Marx bombardean cada uno
de los estratos que tienen que ver con el mundo de la intelectualidad. Ni los
escritores, ni el público, ni los burócratas culturales se salvan de la agudeza y
el desencanto de Onetti, porque su humor, si es que tiene una causa, nace
de su desilusión. Convendría hablar primero del fenómeno que a falta de
nombre bautizaré como síndrome del parásito cultural. El personaje que lo
padece tiene nombre y apellido: Tota Pérez Smith. En su cuadro clínico nos
enteramos de la obsesión de esta mujer por consumir (es literal) toda
manifestación artística que aparezca sin necesidad de comprenderla para,
acto seguido, reunir a su alrededor a toda la fauna creadora:
Si usted escribe —explica Periquito— […], la Tota le pondrá sitio, lo desesperará
y conseguirá al fin que usted concurra a su “jueves literario”. Si usted pinta,
terminará por caer con algún cuadrito bajo el brazo a “los lunes plásticos” […]. Si
usted es un hombre feliz y no hace ninguna de esas cosas, la Tota irá a buscarlo
[…] y lo abonará a sus “martes de meditación y ocio” […]. Un amigo, luego de
perder el apetito a causa de la denodada persecución de la Tota, perdió también
todo rudimento de buena crianza e intentó suprimirla diciéndole: “Mire; antes de
ir a oír macanas a su casa, me hago cura”. La Tota movió la cabeza con su sonrisa
de comprensión sutil y lo invitó para concurrir a sus “sábados místicos” (“Un
jueves literario”, pp. 54-55).
Onetti en Marcha 133
Para Onetti, la Tota representa no la enfermedad pero sí el síntoma.
Y si me he permitido el discurso médico es porque la suma de artículos crea
una lacónica radiografía del Uruguay literario (aquí especulo sobre el curioso
detalle de que la metaconciencia de la obra de Onetti, el personaje
omnipresente, sea un médico, el doctor Díaz Grey, cuya tarea es observar al
pueblo enfermo que es Santa María). Las conversaciones de esos jueves son
tan anodinas como frecuentes, a pesar de las grandes personalidades que las
acostumbran. Periquito aprovecha entonces para hablar de eso que él llama
la “ostensible depresión literaria que caracteriza los últimos años de la
actualidad nacional” (“Señal”, p. 16). Encuentro en la Tota la representación
de ese mundo artístico caduco contra el que escribe Onetti; imagino su
sentimiento al escribir cada uno de los artículos: sin duda, la sensación de
hablar al vacío, a ese grupo de individuos que asistían gustosos a las
tertulias, era su principal factor de angustia.
El problema es que no hay, en ese momento,“una literatura nuestra,
no tenemos un libro donde podamos encontrarnos” (“Una voz que no ha
sonado”, p. 18). Lo que hay, según Onetti, es la tendencia hacia la imitación,
hacia la reproducción de ambientes de provincia: “Entre tanto, Montevideo
no existe […], la capital no tendrá vida de veras hasta que nuestros literatos
se resuelvan a decirnos cómo y qué es Montevideo y la gente que la habita”
(“Literatura nuestra”, p. 28). Onetti reclama una literatura digna del
momento que vive, digna de una ciudad que crece, que se moderniza. Se
necesita un escritor-redentor, un artista indigno de las peñas literarias pero
que merezca la comparación con Céline, Faulkner y Hemingway. Se necesita
un escritor anti-intelectual, no un hombre de letras, como los parroquianos
de la Tota.
Onetti en Marcha 134
Me parece que la caracterización de este anti-intelectual es el centro de los
artículos. Onetti elabora la poética que el nuevo escritor debería seguir. La
primera característica es el olvido del pasado:
Una literatura vive sólo cuando trabajan para ella hombres formados con una
natural indiferencia al pasado. Gentes despreocupadas del mundillo intelectual,
ligadas a su tarea por furor de maniáticos. Si hubo algo bueno detrás, tanto mejor
para las antologías. Hoy se trata únicamente de que cada uno diga su verdad de
manera verdadera (“Un jueves literario”, p. 57).
Pero nada más alejado de un plan de vanguardia al estilo futurista.
Onetti no niega la tradición, pues el pasado del que habla está encarnado
por una literatura que, en ese momento, ya no responde la realidad uruguya.
“¿Quién hace literatura entre nosotros? —se pregunta Onetti— Todo el
mundo, pero no gente conformada psíquicamente para eso” (“Quién es
quién en la literatura uruguaya”, p. 30). Los jóvenes buscan siempre la
aprobación de “fastasmones que ofician de papas” y, en busca del elogio,
sacrifican su sinceridad. Esto es el pasado. Para superarlo, es necesario que
“el creador de verdad tenga la fuerza de vivir solitario y mire dentro suyo.
Que comprenda que no tenemos huellas para seguir, que el camino habrá de
hacérselo cada uno” (ibid., p. 30-31).
El escritor, ajeno a elogios mutuos y a peñas literarias debe “durar
frente a un tema, al fragmento de vida que hemos elegido como materia de
nuestro trabajo, hasta extraer, de él o de nosotros, la esencia única y exacta”
(“Retórica literaria”, p. 22). “La individualidad del escritor se agranda en
proporción al cuidado que ponga en desaparecer, en la medida de su papel
Onetti en Marcha 135
de intermediario, médium entre la vida y sus lectores” (“Mr. Philo Vance,
detective”, p. 52). Contra las divas literarias, Onetti enfrenta un escritor
cuyo temple, de natural discreto, haga relucir únicamente su obra, un artista
que “escribirá porque sí, porque no tendrá más remedio que hacerlo, porque
es su vicio, su pasión, su desgracia” (“Literatura y política”, p. 36).
Esta compromiso estrictamente artístico es incompatible con otro
mal: el síndrome del escritor comprometido, ése que prefiere poner pluma y
cerebro “al servicio de las razas, las clases y los pueblos oprimidos”
(“Cultura uruguaya”, p. 24). Quien abandone la literatura para dedicarse a la
redacción de panfletos y folletos activistas nunca fue un escritor, sino un
político. La diferencia entre escribir y redactar es tan contundente como la
que hay entre el poeta y el versificador. La literatura no debe servir más que
a la literatura: “Los buenos libros […] se escriben para que gusten a sus
autores, en primer término; luego para que gusten a Dios o al Diablo o a
ambos dos conjuntamente; y en tercer término para nadie” (“Los premios
literarios”, p. 62).
Son todas estas ideas las que llevan a Periquito, en un texto de
finales de 1939, a formular su deseo de año nuevo:
Que cada uno busque dentro de sí mismo, que es el único lugar donde puede
encontrarse la verdad y todo ese montón de cosas cuya persecución, fracasada
siempre, produce la obra de arte. Fuera de nosotros no hay nada, nadie. La
literatura es un oficio; es necesario aprenderlo, pero más aún es necesario crearlo
(“Regreso de la guerra locuaz”, p. 46).
Onetti en Marcha 136
De esta forma, la novela redentora será aquélla que se desarrolle en un
“claro y misterioso terreno donde tiene lugar la aventura humana y su
absurdo” (“Nueva edición de Sombras sobre la tierra”, p. 39). Gracias a este
juicio, es comprensible y coherente que proponga para el premio Nóbel a
Roberto Arlt y a Eduardo Mallea, ambos interesados en la representación
del hombre dentro de la gran urbe, por mencionar sólo una característica; o
que encuentre en James Joyce y en su monólogo interior una de las grandes
aportaciones a la técnica literaria y que considere el Ulises “lo más
asombroso que puede crear un hombre” (“James Joyce”, p. 66); o que
considere a Dostoievsky y a Proust grandes novelistas que fueron capaces
de hacer libros “sobre el alma de un individuo” (ibid., p. 68); o que
considere la escritura de Katherine Mansfield, digna seguidora de Chejov,
como “una verdadera literatura de mujer” (“Katherine y ellas”, p. 25), en
contraposición con las mujeres que se dedican sólo a la poesía y que cantan
“al amante, a Dios, a los árboles y a los recién nacidos” (loc. cit.).
Me pregunto cuánto habrían cambiado las ideas de Onetti de haber
leído en ese momento a Felisberto Hernández. ¿Habría incluido al uruguayo
junto con la pareja de argentinos propuestos para el Nobel? ¿Lo conocía ya
y prefirió no mencionarlo en estos artículos? En 1975 no duda al calificarlo
como “uno de los más importantes escritores de su país” y lo cierto es que
Felisberto reúne, en mi opinión, varios de los requisitos que Onetti propone
para la nueva literatura. En todo caso, fuera ya del terreno de la
especulación, Onetti pareciera ser el mejor alumno de sí mismo. Cuando
escribía estos artículos, había publicado apenas tres cuentos y una novela,
me refiero a El pozo, en diciembre de 1939. Faltaba todavía una década
para que apareciera La vida breve y con ella toda la saga de Santa María.
Onetti en Marcha 137
Como conclusión regreso al principio. Onetti logra una radiografía
excelente del panorama literario del Uruguay de los treinta: sus artículos son
el diagnóstico y la medicina enmarcados en un tono lúdico que encuentra en
el humor negro, ácido, la más pura de sus expresiones. Humor, hay que
reconocerlo, a la manera de Onetti, como en el gesto de publicar como
portada de El pozo un falso dibujo de Picasso; o como en el gesto de imitar
a Roberto Arlt en su entrevista con Borges con el único fin, interpreta
Rodríguez Monegal, de mofarse del argentino. La columna incluyó, en
efecto, el veneno suficiente y digno de cualquier alacrán literario pero, por
fortuna, incluyó también el antídoto. �
138
LA REPRESENTACIÓN SOCIAL DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA
Rodrigo Molina Moctezuma*
LAS REPRESENTACIONES SOCIALES SE PRESENTAN bajo
formas variadas, más o menos complejas. Las podemos considerar
imágenes que condensan un conjunto de significados, sistemas de
referencias que nos permiten interpretar lo que nos sucede, o incluso,
dar un sentido a lo inesperado; categorías que sirven para clasificar las
circunstancias, los fenómenos e individuos con los que tenemos algo
que ver; teorías que permiten establecer afirmaciones sobre ellos. Es
decir, una manera de interpretar y de pensar nuestra realidad cotidiana,
una forma de conocimiento social. Así, una representación social es: “la
actividad mental desplegada por individuos o grupos al fin de fijar su
posición en relación a situaciones, acontecimientos, objetos y
comunicaciones que les conciernen.”1
* Estudiante de la licenciatura en Relaciones Internacionales del Centro de
Estudios Internacionales, El Colegio de México. 1 Maritza Montero (coord.), Construcción y crítica de la psicología social,
Barcelona, Anthropos, 1996, p. 45.
La representación social de la Guerra Civil 139
La construcción de la representación de un relato histórico nos
involucra como sujetos sociales que aprehendemos los acontecimientos
de la vida diaria, las características de nuestro medio ambiente, las
informaciones que en él circulan, a las personas de nuestro entorno
próximo o lejano; en pocas palabras: el conocimiento de sentido común.
Podemos decir entonces que en muchos aspectos es un conocimiento
socialmente elaborado y compartido que se construye a través de la
experiencia, la educación, información, conocimientos, y modelos de
pensamiento que recibimos de múltiples fuentes y transmitimos a través
de la tradición, la educación y la comunicación social. 2
Bajo sus múltiples facetas, la representación social trata de
ordenar e imponerse en nuestro entorno social, comprender y explicar
los hechos e ideas que están en nuestro universo o surgen en él,
responder a las preguntas que plantean el mundo y el devenir histórico;
pero más importante, les otorgar un significado para la conducta de
nuestras vidas, es decir, posicionarnos en un punto de un espectro
ideológico frente al acontecimiento, que en el caso que nos concierne es
la Guerra Civil Española. Al darle sentido al incesante movimiento
social, acontecimientos y actos que terminan por formar parte de un
bagaje cultural por sernos habituales, participa en lo que P.L Berger y T.
Luckman denominan la construcción social de la realidad.3 Podemos decir
entonces que toda representación social es la representación de algo y de
alguien. Así, no es el duplicado de lo real ni de lo ideal, ni la parte
subjetiva del objeto, ni la parte objetiva del sujeto, sino el proceso en
que se construye su relación, es decir, la relación que se construye entre
2 S. Moscovici, Psicología social, Buenos Aires, Paidós, 1993, p. 139. 3 Meter Berger y Thomas Luckmann, La construcción social de la realidad,
Buenos Aires, Amorrortu, 1993, p. 85.
La representación social de la Guerra Civil 140
el objeto de estudio, la Guerra Civil Española, y el sujeto, en este caso, la
sociedad mexicana.4 Cabe denotar que el puente que permitió elaborar
esta conexión para una representación social es la prensa mexicana que
durante esos tiempos inciertos y violentos se convirtió en el canal por
excelencia que acercó a la sociedad mexicana con los acontecimientos
que desgarraban a España y le permitió crear una imagen y una realidad
propia al respecto. En este trabajo pretendo esclarecer en qué consistió y
cómo se formó esa conexión; o en otras palabras: ¿cómo se construyó la
represtación social que los mexicanos tenían acerca de la Guerra Civil
Española a través de la prensa?
Las forma en que se fueron entretejiendo las redes de los
compromisos mexicano-españoles; como fueron creándose acuerdos y
desacuerdos, pasos hacia delante y algunos hacia atrás, de “una política
que en transe de hacerse fue trasformándose” concretada en muestras de
solidaridad, batallas diplomáticas y propagandísticas, la apertura de las
puertas del país a un grupo de niños, la llegada y la integración de los
republicanos españoles a la vida mexicana que implicó: “salvar por
México y para México, la cultura republicana española, y supuso una
reconciliación con la raíz hispánica de la nacionalidad y una profunda
transformación de la cultura superior.” 5
A partir de la observación precisa de cada paso dado, de cada
acuerdo tomado, cada compromiso asumido, además de poder observar
cuidadosamente “la construcción de una historia y de una política en
transe de irse haciendo como un proceso vivo lleno de contradicciones y
dudas, avances y retrocesos; también y he aquí lo más ilustrativo de todo
4 Ibid, p. 211. 5 José Antonio Matesanz, Las raíces del exilio, México, El Colegio de México,
1999, p.77.
La representación social de la Guerra Civil 141
el proceso: la creación de una mitología y de una utopía.”6 La prensa
mexicana, específicamente el Excélsior y el Nacional, tomaran dos
posturas divergentes y opuestas, una conservadora que apoyaba a la
rebelión militar en contra de la República de Azaña y la otra que la
defendía. La sociedad mexicana consultaba alguno de estos dos grandes
periódicos, y a partir de la información accesible definió su postura y su
inclinación hacia alguna de los dos bandos representados por dichos
periódicos. Así, la prensa creó dos ideologías que dividieron a la
sociedad mexicana. Sin embargo, no fue solamente a nivel de las ideas,
sino que afectó profundamente la vida cotidiana de la población de
nuestro país, es decir, se tradujo en acciones concretas: hubo
movilización obrera y se llegó a hablar de que se armarían, mitines
oficiales en apoyo a la República y otras múltiples manifestaciones que
se convirtieron en parte de nuestra normalidad. Estas afirmaciones
confirman el hecho de que la información, en este caso la que proveía la
prensa, construye diversas representaciones sociales de la realidad,
incluso diferentes y aún contradictorias, en apoyo o en contra de la
República: una parte de la población mexicana se identificó y construyó
la idea de la lucha de los obreros patrióticos como propia en la que se
defendía a un gobierna popular y legítimo que representaba los ideales
de la revolución y la democracia en el mundo. Para la otra parte, la
rebelión militar salvaría a España del temido comunismo y la
intromisión de Rusia para vestir a la República de rojo.
En este sentido, decidí tomar las posiciones de tres segmentos de
la población mexicana: la prensa, el gobierno y la comunidad española
en México con respecto al desarrollo de la Guerra Civil Española, que
considero especialmente significativos en la formación de una imagen y
6 Ibid, p. 100.
La representación social de la Guerra Civil 142
de diversas representaciones sociales, es decir, diversas realidades en
México acerca de los acontecimientos en España.
I. POSICIÓN DE LA PRENSA
El 16 de julio de 1936 el Excélsior reprodujo las primeras noticias que
suavizaban en cierta medida la gravedad de la situación, pero las
condicionaba con un “dicen”, que implicaba que el periódico no creía en
la noticia dada, dejando entrever la incredulidad ante lo que sucedía.
No hay temor de levantamientos en Madrid, dicen, Madrid julio 16. Los
rumores acerca de un levantamiento militar en Madrid, publicados en el
extranjero, fueron desmentidos por fuentes acreditadas. No se ven militares
en las calles, las cuales permanecieron tranquilas hoy en la tarde, mientras los
más de los madrileños dormían la siesta. En su junta de hoy, el gabinete
discutió los problemas interiores e internacionales, así como las medidas
encaminadas a conservar el orden en todo el país.
El Excélsior, adueñándose de gran parte del campo periodístico
mexicano dio lugar privilegiado a las noticias sobre España. El 19, en
cabeza de primera plana afirmaba:
Dominan los soldados españoles rebeldes todo el territorio de Marruecos. La
sublevación es de protesta y profascismo. El ejército perdió la paciencia ante
los crímenes de los radicales. Estricta censura. En fuentes francesas se dice
que la rebelión se extiende a España.
El día 20:
Nuevas guarniciones se unen a los rebeldes. El gobierno de Azaña organiza a
los obreros. Las masas izquierdistas han sido llamadas para acudir en defensa
La representación social de la Guerra Civil 143
del país. Una nueva crisis: renunció Martínez Barrio y fue designado primer
ministro José Giral Pereira.
El 21:
Fueron reducidos al orden los soldados que se alzaron en la ciudad de
Madrid, las tropas leales y los sindicalistas y comunistas bombardearon el
cuartel de la Montaña y otro más. Numerosos muertos y heridos. Sin
embargo, los mismos informes oficiales declaran que hay algunas
guarniciones en actitud rebelde. Fantásticas cifras de muertos y heridos. Fue
bombardeado el arsenal de Barcelona. Capitulación de varios cuarteles.
Socialistas armados patrullan las calles. ¿Ha fracasado el desembarco? Cómo
fue sofocada la revuelta en Madrid. Militares y civiles entre los muertos.
Informe oficial del gobierno español.
Anuncian que el general Franco pretende escapar. Según el gobierno, el jefe
de la revuelta española ha pedido un hidroplano para huir. Las autoridades
aseguran que están en condiciones ventajosas. 12 000 hombres con artillería
rumbo a Madrid.
En los próximos días las noticias continuaron fluyendo a
raudales. Resulta especialmente ilustrativo comparar cómo desde un
principio muestran ciertas tendencias que resultarán características, tanto
de la propaganda que se hará alrededor de la guerra española, como de la
prensa en general y del periódico Excélsior en particular. Lo que las
caracteriza es que están dadas desde una posición partidista con
mentalidades firmes en el trasfondo que las más de las veces no se trata
de esconder. Es evidente que se adoptó una posición incluso antes de
que estallara el conflicto abiertamente. Hay noticias falsas o
tendenciosas, que según como se tomen, digamos que benefician a uno
u otro de los bandos, y que se dan muchas veces con el propósito
evidente de desprestigiar al contrario y de demostrar que son los otros,
La representación social de la Guerra Civil 144
“ellos”, los que mienten: por ejemplo, la noticia de que “el jefe de la
revuelta española”, el general Franco, pretende escapar y ha pedido un
hidroavión, “según el gobierno”, o la de que los comunistas se han
apoderado de Barcelona. Las hay sencillamente falsas, dadas con torpeza
y apresuramiento para “ganar la exclusiva” a los demás, como la de que
Sevilla ha caído en manos del gobierno, o la de que el Alcázar de Toledo
se ha rendido. Destacan también las noticias emitidas con el objetivo de
calmar los ánimos con el triunfo de alguno de los dos bandos, como la
noticia repetida continuamente de que el gobierno domina la situación, o
la de que Madrid está a punto de caer en manos de los rebeldes.
También llaman la atención las noticias que se presentan desde un
principio para construir los mitos heroicos de la guerra, como por
ejemplo el ataque al Cuartel de la Montaña o la defensa del Alcázar de
Toledo por los cadetes, declarar rápidamente a la República comunista o
dominada por los comunista, hechos que no corresponden a la realidad
de la situación española. Además estas primeras noticias muestran el
asombro y la admiración por la valentía y el entusiasmo de los españoles
en la lucha, pero también los aspectos morbosos y crueles de la guerra:
asesinato, muerte, caos, destrucción, terror, etc. En los días
subsiguientes, el Excélsior siguió ampliando las informaciones acerca de
la guerra civil, los movimientos de las tropas, la lucha, etc. El día 24
inauguró una sección permanente en primera plana: “LA SITUACIÓN
DE ESPAÑA EN POCAS LÍNEAS”. 7
En los días siguientes, una vez solucionada la huelga de los
electricistas que había paralizado muchas actividades, el periódico El
Nacional pudo salir a las calles. Sus encabezados y los textos de sus
noticias describían con gran optimismo, una situación positiva para el
7 Ibid, p. 35.
La representación social de la Guerra Civil 145
gobierno republicano. El mismo día 25 se inició en el Nacional la
publicación de los boletines oficiales del gobierno español que la
embajada de España en México a partir de entonces entregaría a la
prensa local a todo lo largo de la guerra. Excélsior, en contraste con el
Nacional, publicó el boletín haciendo notar que la interpretación tenía un
carácter oficial, o lo que es lo mismo, que el periódico no se hacía
responsable de su veracidad. En este primer boletín se destacan las notas
optimistas que coinciden plenamente con su informante, Félix Gordón
Ordás, el embajador de México en España, sobre el estado del
conflicto:8
El gobierno español domina en absoluto la situación. Los rebeldes se hallan
en plena derrota. Información oficial recibida del gobierno de Madrid sobre
los últimos sucesos. Controlada la situación. El gobierno del Sr. Azaña ha
logrado deshacer malhadada intentona. Batidos con éxito. Declaraciones de la
Embajada de España en esta cuidad al margen de la revuelta.
Algo que no se dejó de mencionar y que opacaría las noticias
optimistas a la largo de la lucha fue la crueldad de la guerra, sin importar
de qué bando proviniera. En este caso la primera declaración provino
del campo republicano, declaraciones de la embajada española en
México:
El gobierno es dueño de la situación y no está dispuesto a tener clemencia
con quienes en el transcurso de la Segunda República Española se han alzado
por dos veces en armas contra ella en un insensato afán de revivir situaciones
que han desaparecido para siempre de España gracias al resurgir iniciado en la
8 Ibid, p. 40.
La representación social de la Guerra Civil 146
gloriosa jornada del 14 de abril de 1931, que instituyó al nuevo régimen (Ex
25julio 1936).
Las notas, por muy justificadas que estuvieran, fueron recogidas
y ampliadas, lo que le dio a la guerra un tono especial de intensidad y
ferocidad. Los encabezados del Excélsior lo demuestran:
Se atribuye a los jefes rebeldes el proyecto de imponerse por el terror (29 de
junio). La guerra civil en España ha cobrado inaudita ferocidad (3 de agosto).
Treinta y cinco mil muertos y cien mil heridos por la guerra en España (6 de
agosto)...
Se inició una guerra de tinta y de papel que habría de abarca
varios campos. Cada periódico respondía de una manera distinta al
conflicto español de acuerdo con sus propios intereses, simpatías,
perfiles y complicidades. Las noticias de España provenían de fuentes
variadas. Excélsior utilizó los servicios básicamente de la Associated
Press, El Nacional los de Havas Anta y Transocean. Pero las diferencias
no se limitaron a los cables que recibieron y se imprimieron; abarcó en
general todo tipo de información que se manejó, y también las formas
de manipulación propagandística empleadas por ambos periódicos. Es
sorprendente constatar la rapidez con que, a pesar del cúmulo de
noticias contradictorias, tendenciosas o simplemente falsas, los rasgos
más generales se aclaraban para el público mexicano, y se establecieron
los principios en pugna, las posibilidades y panoramas. Tal claridad se
debió en parte a la inmediata toma de partido que se puede argüir que
tal decisión ya estaba tomada antes del estallido de la guerra.9
9 Luis Miguel Días (comp.), Relaciones diplomáticas México-España,
México, Porrúa, 1977, p.384
La representación social de la Guerra Civil 147
En esta guerra de información periodística, El Nacional tomó
partido abierto por el gobierno republicano español. Sus noticias
destacan que todo va bien para las fuerzas “leales”. El optimismo
demostrado, muchas veces sin justificación real, era desbordante.
También al insistir en que la situación en España era favorable para el
gobierno tenía como meta ayudar a la República con una imagen más
positiva en lo que quizá había perdido más: la capacidad para controlar
los acontecimientos.10
El periódico Excélsior también tomó partida desde un principio.
El periódico era el vocero de la opinión de los conservadores, el
capitalismo, la propiedad privada, los empresarios, la gran burguesía, el
anticardenismo, la clase media, etc. El diario se puso abierta y
decididamente del lado de los rebeldes, y se encargó de inventar
nombres que designaban a los partidos en pugna, conforme a una
multitud de puntos de vista que los designaban: jurídicos, ideológicos,
propagandísticos, etc.11
En general, Excélsior resulta más cauteloso que su equivalente
para calificar el curso de la guerra, pero no pierde oportunidad en
destacar favorablemente todo lo que beneficia a los rebeldes y oscurecer
a los leales. Sus simpatías estaban tan claramente definidas del lado de
los rebeldes que El Nacional, lanzó algunas advertencias: “los obreros
han visto con malos ojos las informaciones parciales que se han estado
publicando sobe el conflicto político hispano” (Nac 25 julio 1936).12
II. POSICIÓN OFICIAL
10 Ibid, p. 190. 11 Ibid, p. 187.
12 Ibid, p. 250.
La representación social de la Guerra Civil 148
En México, la toma de posiciones no se limitó únicamente al plano
periodístico, sino que abarcó campos muy variados de la vida nacional.
Con relación a la guerra española fueron muchos los sectores que se
manifestaron de una forma u otra ante el conflicto y la variedad de su
virulencia. La primera reacción oficial se dio el 19 de julio con un
mensaje del Parido Nacional Revolucionario en donde se declaró
conciente de que los sucesos españoles amenazaban con liquidar a la
Segunda República, se solidarizaba con el “régimen socialista” español y
mencionaba un paralelismo con el cuartelazo que estalló en México en
1913.13 El mensaje había provocado gratitud en el gobierno español:
“magnífica impresión causó en todos los círculos oficiales de Madrid el
cablegrama, elogiando su envío” (Nac 25 julio 1936).
Por su parte, El Nacional informó el mismo día 25 la reacción del
proletariado nacional ante la guerra:
Muy a pesar de que la huelga eléctrica ha tenido la virtud, por su
incuestionable importancia, de recoger para sí la atención de todas las clases
sociales, especialmente de los trabajadores que se han visto parados a
consecuencia de la misma, en la mayoría de los centros proletarios, según
pudimos observar hace días, se ha discutido y condenado enérgicamente el
movimiento armado de España que pretende derrocar al presidente Azaña, y
el que es calificado de fascista, y por tanto, enemigo de los ideales de
reivindicación de los asalariados.
El día 26 de julio se llevó a cabo un mitin para demostrar de
manera pública la solidaridad del proletariado mexicano con el asalariado
español. El secretario general de la CTM, Vicente Lombardo Toledano,
se expresó así:
13 Ibid, p. 246.
La representación social de la Guerra Civil 149
No obstante que estamos tan lejos del proletariado español, los trabajadores
de México se encuentran muy cerca del corazón de los que en este momentos
sufren, ofrendando sus vidas y las de sus familias por defender sus sagrados
derechos que una turba de asquerosos militares llenos de ambición tratan de
destruir (Nac 27 julio 1936).
El discurso del embajador Félix Gordón Ordás, fue descrito por
Excélsior así:
Poco a poco el orador fue enardeciéndose, afirmando que no son las galas
postizas de la diplomacia antigua la que unen a los pueblos, sino la diplomacia
nueva, por él representada, que sufre con el pueblo y en el vive sus
inquietudes. Hizo después un análisis de la vida de la República desde 1931 a
la fecha, afirmando que el gobierno, no obstante las diversas rebeliones
parciales de jefes militares, los perdonó siempre. Lo que dio por resultado los
sucesos actuales, pues dichos militares no supieron agradecer la obra del
gobierno. Se refirió al triunfo de las elecciones, el triunfo del Frente Popular y
afirmó que los dos grandes enemigos de España son la Iglesia y los
terratenientes. Hizo después una reseña somera de la actual rebelión y dijo
que frente al ejército revolucionario se levanta hoy todo el pueblo, pues el
gobierno es eminentemente popular. Añadió que los españoles republicanos
que están lejos, tienen que agradecer con el alma el espíritu del proletariado
de México manifestado en actos como al que asistía, y afirmó enseguida que
España está defendiendo el imperio de la democracia en el mundo.
También se refirió a la tendencia “fascista del movimiento militar
revolucionario” y dijo que “los verdaderos republicanos, antes de
cualquier régimen militarista, prefieren que llegue el comunismo”. Esta
afirmación es destacada y magnificada por el periódico como una
campaña propagandística y amarillista con la meta de identificar
La representación social de la Guerra Civil 150
exclusivamente a la lucha como un intento comunista para apoderarse
de España y vestirla de rojo.14 Gordón Ordás terminó así:
Quisimos la paz al perdonar a nuestros enemigos en ocasiones pasadas, pero
si quieren guerra, guerra y sin cuartel tendrán.
Quisimos ir hacia nuestro ideal muy despacio, pero la reacción no lo quiere y
nos ha puesto un avión; lo tomaremos.
El domingo siguiente, 2 de agosto, se realizó un nuevo mitin con
los mismos propósitos del anterior. El Nacional lo resumió así:
Las afirmaciones de que la actual humanidad se juega de una manera
tremenda y decisiva en la encarnizadísima contienda que sangra a España; de
que es menester que los obreros organizados de México vayan formando en
cada fábrica, taller y factoría, milicias y grupos de choque que estén listos y
entrenados contra cualquier intento que la reacción pretenda, y de que es el
momento en el que los gobiernos revolucionaros, incluso el nuestro, armen a
los campesinos y obreros para prevenir toda sorpresa, y por último… para
hacer patente su respaldo al proletariado español, que se bate denodadamente
contra el fascismo internacional y para trazar de una vez por todas, la
gravedad del momento, en que coincidiendo todos los oradores, tratan de
librar la última y decisiva batalla el izquierdismo manumisor [el que da libertad
al esclavo] y el capitalismo opresor ( Nac 3 agosto 1936).
Excélsior no perdió oportunidad para hacer escándalo:
Un mitin obrero antifascista en nuestra capital. En él se propuso organizar
milicias de trabajadores para ahogarlos en sangre… la CTM, anunció la
decisión de organizar milicias obreras en todas las fábricas que controla; para
ahogar en sangre a todos los grupos fascistas que, como “las Camisas
14 L. M. Días, Op cit., p. 322.
La representación social de la Guerra Civil 151
doradas” y la Confederación de la Clase Media, están dirigidos por un
mequetrefe, y la izquierda del Congreso de la Unión expresó estar dispuesta a
combatir al lado del pueblo contra “ese fantasma rojo de sangre” que es la
guerra.
Esto parecía ya un exceso, una cosa es inflar el heroísmo de los
obreros españoles en su lucha contra los militares rebeldes calificados de
“fascistas” y “revolucionarios” e identificarse con la causa, desdeñar al
imperialismo mundial y al fascismo, adular a Cárdenas, criticar a cierta
prensa por vendida, etc., y otra cosa muy distinta es armar a los
obreros nacionales. Era comprensible e incluso lógico que los obreros
mexicanos se identificaron con sus homólogos españoles y
aprovecharan la lucha para manifestarla como propia, pero armarlos era
impensable.
El 10 de agosto Excélsior insistió en el tema afirmando: “Han
aparecido ya las milicias de obreros armados”. Según la nota se había
llevado a cabo la amenaza expresada el día 2, y se habían organizado
“milicias armadas” con elementos de los Talleres Gráficos de la Nación,
con miembros de la Confederación de Trabajadores de Caminos…
El día 11 de agosto, la CTM publicó un extenso documento
aclarando la posición de la Confederación, destinada obviamente a
tranquilizar a la opinión pública y a la iniciativa privada y poner freno a
los que pensaran dar pasos definitivos en el avance de su revolución
tomando como excusa lo que pasaba en España. En el comunicado se
negaba tajantemente la organización de milicias poniendo un énfasis en
que la CTM no tenía más programas que el de lograr el mejoramiento
económico y moral del proletariado en México.
La representación social de la Guerra Civil 152
Se ha publicado la noticia pérfida de que el proletariado mexicano ha
empezado a organizar milicias obreras con el fin de reemplazar al ejército y de
hacer justicia directamente contra las bandas y grupos fascistizantes que
existen en nuestro país. El propósito de esta noticia es bien claro: el de
despertar la desconfianza del ejército hacia el proletariado y el de aumentar la
zozobra pública, de la cual la clase conservadora es la única responsable.
Desmentimos rotundamente y categóricamente tal afirmación: la CTM no ha
autorizado la formación de milicias obreras ni tiene conocimiento de que
existan estas en alguna parte. La CTM tiene confianza completa en el
gobierno que preside el general Lázaro Cárdenas y en el alto sentido de
responsabilidad del ejército nacional, y sabe que el gobierno es el encargado
de acuerdo con nuestro régimen jurídico, de disolver, como lo ha hecho, las
agrupaciones que, con el pretexto de salvar el país, se convierten en
verdaderos focos de conspiradores y de chantajistas para todas las clases
sociales (Ex 12 agosto 1936).
Los obreros armados podían convertirse en un peligro potencial
de primera magnitud, tanto por su organización como por su ideología,
porque uno de los propósitos de la CTM era la lucha por una sociedad
sin clases y por liquidar la sociedad capitalista que eventualmente se
podría dirigir contra el gobierno. Cárdenas quería a los obreros de socios
menores, de apoyo para su propia política, pero no estaba dispuesto
tolerar que las organizaciones obreras lograran demasiada
independencia.15
III. POSICIÓN DE LOS ESPAÑOLES EN MÉXICO
15 Lázaro Cárdenas, Obras: I- Apuntes 1913/1940, México, Nueva Biblioteca
Mexicana, 1972, p. 81.
La representación social de la Guerra Civil 153
La existencia de una división profunda y en algunos casos
irreconciliables en la colonia española en México se volvió evidente y
abierta en múltiples reuniones de los jefes de los diversos centros de
reunión de la vida social típica de la comunidad (el Círculo Vaco
Español, el Club España y el Centro Asturiano). En una asamblea del 30
de julio se decidió recaudar fondos para colaborar con la Cruz Roja
española. Lo importante de estos eventos es que se decidió adoptar una
posición neutral ante el conflicto, en lugar de una beligerante a favor de
la República, como era el caso de Gordón Ordás y de los españoles
izquierdistas, o a favor de los militares rebeldes como seguramente era el
deseo de la mayoría de los miembros de la colonia española. La
comisión estaría alejada de cualquier partidismo y tendría como
objetivos:
Reunir la mayor cantidad posible de dinero, destinada al comité central de la
Cruz Roja en España, a fin de que ésta la invirtiera, con su carácter de
agrupación enteramente neutral, a la atención de heridos y demás servicios
humanitarios, tan indispensables en estos momentos, en que la península se
debate en una lucha sangrienta y luctuosa. 16
Para que no quedara duda de las actividades neutrales del comité
el 31 agosto se planeó una novillada a beneficio de la Cruz Roja
española. El producto de la fiesta sería destinado:
para los heridos de ambos bandos en la lucha, naturalmente, pues los
españoles de México no pueden hacer distinciones entre unos y otros. Todo
hombre, sea del bando que fuere, que cae en el campo de batalla y derrama su
16 J. A. Matesanz, Op cit, p. 96.
La representación social de la Guerra Civil 154
sangre por defender un ideal, es respetable y digno de admiración de sus
conciudadanos (Nac 31 agosto 1936).
Como se puede constatar, la antigua colonia española no estaba
de acuerdo con Gordón Ordás y con tantos otros en que había que
tomar partido, y optaba por una neutralidad que pretendía revestir de
imparcialidad pero que a nadie engañaba porque ultimadamente su
apoyo estaba del lado de los rebeldes.
La reac c ión de la izquierda española
Los izquierdistas españoles no permanecieron al margen de los
acontecimientos y desde un principio quedó de manifiesto que la guerra
civil había dividido a los españoles de México en dos bandos bien
definidos: izquierdistas y reaccionarios, según su propia catalogación. En
este proceso, como en todo lo que describí anteriormente, tuvo una
decidida colaboración la prensa mexicana para crear tensiones y
tendencias opuestas definidas entre estos dos bandos con afirmaciones
que probablemente resultan exageradas y no del todo verdaderas.
Excélsior se ocupó de darle una carácter de escándalo a las opiniones de
líderes como Vicente Lombardo Toledano que se manifestaba sobre el
conservadurismo de la colonia española, y en reiterar las amenazas de
aplicar el artículo 33 a los reaccionarios que estuvieran en contra del
gobierno republicano español. Estas amenazas no tuvieron otro efecto
que endurecer las posturas de esos españoles que acusaban de
conservadores para dejar entrever sus simpatías y temores.17
17 Félix Gordón Ordás, Mi política fuera de España, México, 1980, p. 266.
La representación social de la Guerra Civil 155
La afirmación hecha anteriormente por el embajador Gordón
Ordás de que prefería ver a España comunista antes que bajo la bota
militar, hizo concluir a muchos que su preferencia era justamente esa,
vestir de rojo a la República. La Falange Española, se expresó así:
Con su actitud el señor embajador y su allegado colateral, han logrado llevar
a la colonia española el sentimiento de que no están representados en México,
puesto que, lejos de ver por sus intereses y por la armonía de los españoles
radicados en el país, sólo conseguirán sembrar odio y divisiones, ya que si
bien existen en el país socialistas exaltados de nacionalidad hispana, la
inmensa mayoría no simpatizan con el comunismo, ni son partidarios del
régimen que priva en España, aunque sí fervientes adictos y amantes de su
patria. No quieren, los firmantes de la declaración, que España caiga en la
guerra de los moscovitas, cuyo oro ha hecho sus afectos allá y los extiende
hasta México, según se ha podido ver (Ex 29 julio de 1936).
El Nacional, por su parte, publicó denunciando y condenando la
postura de su colega en un reportaje en el cual se hacía una
interpretación de la guerra como el choque fatal y definitivo entre las
fuerzas del “izquierdismo manumisor [el que da libertad al esclavo”] y el
“fascismo retrógrado”, y se adjudicaba a la prensa mexicana buena parte
de la responsabilidad en la división de los españoles de México, quienes,
según el reportero, habían sido al principio absolutamente neutrales.
Fue, ¡quién lo dijera!, una parte de la prensa mexicana la que empezó a
dividirlos iniciando una propaganda insidiosa y condenable en contra del
gobierno del señor Azaña, editorializando sobre las informaciones que más
favorecen la causa rebelde, comentando cables y apartándose del verdadero
papel que debe desempeñar la prensa como órgano nada más informativo.
La representación social de la Guerra Civil 156
Los izquierdistas españoles se admiraban de que la
desorientación provocada por cierta prensa hubiera llegado:
a tal grado de que los verdaderos españoles, explotados por los poderosos,
opinan contra el gobierno del señor Azaña y a favor de la casta militar
monárquica y desprestigiada que encabeza la rebelión… es triste que
españoles humildes, explotados actualmente, que trabajan de sol a sol, se
pongan en “marquesitas” derechistas, para secundar la opinión de sus amo, a
quienes deberían exigir menos horas de trabajo y un sueldo más decoroso
(Nac 2 de agosto 1936).
Alguno de los españoles entrevistados llegó a acusar a la prensa
de haber hecho una violenta campaña, aprovechando la huelga de
electricistas, para incitar a los militares mexicanos a imitar la rebelión de
los españoles. El 14 de agosto, el mismo Nacional informó de gran
agitación en la colonia española del puerto de Veracruz, a causa de la
división entre los partidarios del gobierno y de los rebeldes, y acusó a los
comerciantes adinerados de haber enviado “fuertes cantidades” al líder
de los militares rebeldes, mientras los círculos del puerto insistían en que
debía ayudarse moral y materialmente a los izquierdistas de España (Nac
14 agosto de 1936).
Por fin, el día 22 de agosto, los izquierdistas españoles de
México acordaron tomar una medida que podía considerarse como
respuesta a la actividad desplegada por la antigua colonia española de
tendencia conservadora: acordaron crear el Frente Popular Español de
México, con el propósito de difundir entre españoles y mexicanos la
verdad sobre lo que sucedía en España, además dio un voto de simpatía
La representación social de la Guerra Civil 157
a El Nacional, “por la brillante manera de presentar las informaciones
relacionadas con el momento español”.18
Además, el recién creado Frente se dirigió al embajador Gordón
Ordás a través de su representante:
así de esta manera, quedará perfectamente delimitada la actitud de los
españoles residentes en México; pues que de ninguna manera los españoles
que alientan un verdadero espíritu de confraternidad para el pueblo de
México podían permanecer hundidos cobardemente en la sombra mientras
los españoles reaccionaros, haciendo de México un país de odiosa
explotación, prevalidos de su posición social y fortunas, saltan al campo de la
lucha mostrándose francamente enemigos del pueblo mexicano, expoliándolo
miserablemente, y de su gobierno revolucionario, atacando por todos los
medios que encuentran a su alcance al gobierno revolucionario de España, al
que saben inspirado en las mismas normas revolucionarias del de México.
En su contestación, el embajador manifestó su satisfacción por
verse rodeado de españoles “que sabían vivir el momento histórico” y
que encarnaban el mismo espíritu amante de los ideales democráticos
que defendía el pueblo español con las armas en la mano. Conmovido,
Gordón Ordás, dijo que quería mucho a México desde que en 1926 lo
había visitado al frente de una comisión científica en su carácter de
médico veterinario:
pero que si antes lo quería, hoy no tenía frase para expresar la intensidad de
su afecto, afecto tan hondo y entrañable que podía asegurar sería el mismo
que el pueblo todo de España sienta mañana cuando sepa cómo y en qué
forma – el gran país revolucionario del mundo- supo responder al trance
18 Ibid, p. 87.
La representación social de la Guerra Civil 158
doloroso del pueblo español sumergido en sangre por los bárbaros
reaccionarios.
Por último, el embajador dijo ignorar con qué cara los españoles
reaccionarios de México podrían en el futuro pedir la protección del
gobierno republicano triunfante, si en la hora de peligro se habían
mostrado como sus enemigos abiertos y enconados (Ex y Nac 24 agosto
1936).
Podemos concluir, después de lo analizado anteriormente, que se
pueden crear dos o más representaciones sociales acerca de un mismo
acontecimiento histórico, en este caso la Guerra Civil Española. No hay
entonces una historia sino historias de un fenómeno que se construyen
socialmente, una interpretación de la realidad. En México, durante los
años de la Guerra Civil Española de 1936-1939, los dos periódicos más
importantes tenían posiciones opuestas y definidas que crearon dos
representaciones sociales en grupos diferentes de la población. Una de
las dos posiciones, la que defendía a la República Española, era apoyada
por la posición oficial del presidente en turno, representado por el
general Lázaro Cárdenas y por su ideología:
La República se conmovió con la rebelión organizada por las clases y castas
enemigas del progreso y de la libertad. Estalló la revolución cuartelaria y la
guerra civil se transformó en agresión internacional. México, ante esa
situación, expresó su solidaridad al gobierno republicano constituido por la
voluntad de los españoles. Al hacerlo cumplió solo con el compromiso
adquirido en la convención de Derechos y Deberes de los Estados para casos
de las guerras civiles…por esta agresión internacional cayó el gobierno
legítimo de la República Española. Y México, nuestra patria, abrió sus
fronteras para recibir a los perseguidos, hombres, mujeres y niños, no sólo
La representación social de la Guerra Civil 159
por sentimiento, sino cumpliendo también con el principio, para nosotros
inviolables, del derecho de asilo.19
A partir de la suma de acciones tomadas por el gobierno
mexicano a favor de la República española, en última instancia a favor
de México, se fueron conformando las grandes mitologías que, unidas a
otra que conforman la riqueza y la importancia del régimen de Lázaro
Cárdenas, lo convirtieron en una nostalgia permanente de la nación
mexicana y en una constante tentación. De ese extraordinario conjunto
de mitologías que se fue grabando en la conciencia de los mexicanos a
fuerza de insistencia y propaganda de la prensa, de éxitos, y en última
instancia de pasión, se derivó una serie de principios que se relaciona
íntimamente con el ethos mexicano. El régimen del general Cárdenas se
convirtió así en una tradición legitimadora de todos los que siguieron: a
partir de 1940 y hasta nuestros días, para legitimarse, todos han tenido
que asumir una posición obligada, a favor o en contra, explícita o
implícitamente, del cardenismo. El tiempo mismo, la amplitud y la
hondura del éxito de la inmigración republicana y de las demás acciones
realizadas por Cárdenas en relación con la Guerra Civil Española, han
dado la razón, incontestable, a quienes asumieron el riesgo de llevarlas a
cabo. Además, por primera vez en la historia de México, los
movimientos más legítimos y de avanzada del país propiciaron una
reconciliación con las raíces hispánicas de la nación mexicana, las
hicieron suyas. La imagen del “gachupín” pudo ser contrastada y
dominada por la del “refugiado”; la imagen y la realidad acerca de
España cambiaron en la conciencia de México. 20
19 L. Cárdenas, Op cit, p. 90. 20 Ibid, p.99
La representación social de la Guerra Civil 160
�
BIBLIOGRAFÍA
ARCHIVOS
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Hugo, Thomas, The Spanish Civil War, Nueva York, Touchstone, 1986.
Matesanz, José Antonio, Las raíces del exilio, México, El Colegio de
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of New Mexico, 1981.
170
CINCO MIRADAS AL DESARROLLO*
UNA REVISIÓN del Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española
(DRAE) nos condujo a pensar que el desarrollo es un neologismo en las
ciencias sociales. No fue sino hasta 1989 cuando el diccionario definió
desarrollo como “el progreso económico, social, cultural y político de las
comunidades humanas”. Cuando la palabra se incluyó por primera vez
en el DRAE, en 1817, no contenía elementos normativos; sólo
significaba “descoger lo que está arrollado”. Sus definiciones posteriores,
sin una explícita referencia a lo social, siempre apuntaron hacia un
proceso de mejora constante, en el que algo se hacía más grande, más
fuerte o incluso más virtuoso. Varios eran los ámbitos de ese
mejoramiento: podía ser el campo agrícola, como en 1843 cuando se
definió el desarrollo como “la adquisición gradual de vigor en los
vegetales”, o un ámbito ético, como demuestra la definición que medio
siglo después se refería al desarrollo como el “incremento de una cosa
del orden moral”. Esta ampliación de significados oscureció el
entendimiento cabal de este proceso.
* Los autores de este artículo son Rosa Velia Suárez, Luis Pablo Muñoz, José
María Valenzuela, Pablo Ramírez y Rodrigo Martínez, todos estudiantes de licenciatura
en El Colegio de México. Agradecemos los valiosos comentarios del profesor Gustavo
Vega.
Cinco miradas al desarrollo 171
La pregunta que guía las reflexiones de este ensayo es: ¿cómo
podemos entender el desarrollo?. Para intentar responderla, no
elaboramos una definición exhaustiva del desarrollo, sino intentamos
ahondar en su riqueza analítica con base en cinco miradas distintas.
Fruto de investigaciones individuales y diálogos colectivos, este ensayo
es responsabilidad compartida de cinco estudiantes que analizaron desde
diversas perspectivas propuestas teóricas y experiencias institucionales
relacionadas con el concepto del desarrollo. Dada la ambición de la
pregunta, cada uno de los enfoques presentados aporta un elemento
parcial de la respuesta. En la primera parte del ensayo presentamos la
mirada etimológica de la palabra y dos interpretaciones sobre el
desarrollo: una de Amartya Sen y la otra desde la perspectiva del
psicoanálisis. En la segunda parte, basada en experiencias institucionales,
incluimos y comparamos las visiones que el Banco Mundial y la empresa
Cemex tienen del desarrollo.
RAÍCES TEÓRICAS DEL DESARROLLO
A. LA MIRADA ETIMOLÓGICA
La palabra desarrollo no sólo es una palabra con muchos significados,
sino que se utiliza en varios contextos, es una palabra que desborda el
significado de la vigente edición del Diccionario de la Real Academia de
la Lengua Española.2 Desde un enfoque etimológico, la palabra
2 1989 Academia usual: Extender lo que está arrollado, deshacer un rollo. U.
t.c. Prnl. Fig. acrecentar, dar incremento a una cosa del orden físico, intelectual o
moral. U.t.c.prnl. Explicar una teoría y llevarla hasta sus últimas consecuencias.
Cinco miradas al desarrollo 172
desarrollo consta de tres partes: del prefijo latino des que da la idea de
negación, de la preposición latina ad que indica un punto de llegada
(preposición que utilizada con acusativo indicaba dirección) y,
finalmente, del sustantivo español rollo, que según dice Nebrija en su
Vocabulario español-latino, significa algo que ha sido puesto de manera
circular o en torno a algo esférico, o algo que ha sido plegado o reducido
a su mínima expresión.3 De tal manera que la palabra desarrollo
significa, en conjunto, desplegar lo que ha sido arrollado o plegado,
siguiendo una dirección. Podría interpretarse entonces que el desarrollo
significa salir de un estado inicial, de un estado de reducción o
inestabilidad, para llegar a un estado superior o de madurez. El hecho de
que el verbo comúnmente se use de manera reflexiva (desarrollarse)
parece indicar que se trata de algo que sucede de manera natural, como
si fuese un proceso intrínseco al sujeto.
Extender aquello que está reducido y llevarlo a un estado
superior no sólo es el significado de la palabra desarrollo en español,
sino que casi en todas las lenguas romances se usan como equivalentes
de la palabra desarrollo, palabras que sugieren la idea de desdoblar algo
que ha sido plegado previamente. La mayoría de estas palabras derivan
de los verbos grecolatinos velo y pleco, que significan cubrir, doblar,
Exponer una cuestión, tema, lección, con orden y amplitud. Llevar a cabo, realizar una
idea, proyecto, etc. Mat. Efectuar necesarias operaciones de cálculo, para cambiar la
forma de una expresión analítica. Prnl. Fig. Suceder, ocurrir, acontecer de un modo, en
un lugar, etc. Fig. Progre sar , c r ec er ec on ómica , s oc ial , cu lt ur al o po lí t i cament e la s
c omunidad e s humanas.
3 La palabra rollo puede estar también relacionada con la palabra latina rota,
que además de significar rueda, significa inestabilidad, y por lo tanto, si consideramos el
significado de las otras dos partes de la palabra tendría que ver con salir de un estado
de inestabilidad.
Cinco miradas al desarrollo 173
enroscar, plegar, siempre acompañados de preposiciones que señalan un
punto de origen o un punto de llegada, tales como ad, ex y de. Así pues,
el desarrollo en un sentido etimológico tiene que ver con la idea de
extender algo y llevarlo a su cúlmen siguiendo cierta dirección. Si bien la
etimología de la palabra desarrollo nos ayuda a clarificar un poco el
significado de esta palabra, a lo largo del tiempo, el término ha sufrido
un proceso de ampliación de significados y muchos de éstos se alejan
por mucho de lo que muestra la etimología.
B. LA MIRADA DE AMARTYA SEN
Otra perspectiva desde la cual se puede responder a la pregunta qué es el
desarrollo es la de la filosofía. Aunque la influencia de las ideas en la
política siempre ha sido cuestionada, el análisis de las teorías que están
detrás de los programas de desarrollo resulta pertinente, sobre todo al
estudiar la propuesta de un intelectual como el economista y filósofo
indio Amartya Sen, quien, además de su labor como académico, dirigió
el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
En la actualidad la palabra “desarrollo” suele asociarse al
aumento del ingreso que recibe una persona o país. Sen considera esta
concepción limitada, porque ignora que el bienestar no depende
únicamente de la cantidad de bienes y servicios de los que se disponen.
Tal es el caso de la relación entre esperanza de vida al nacer e ingreso;
pues, si es cierto que mayor ingreso corresponde a mayor grado de
desarrollo, entonces cómo explicar el hecho de que los ciudadanos de un
Cinco miradas al desarrollo 174
país como Sri Lanka –cuyo ingreso per cápita anual4 ($4,300 USD)
representa un poco más de la tercera parte de lo que recibe un
ciudadano promedio de Sudáfrica ($12,000 USD)– tengan una esperanza
de vida al nacer de 73 años mientras que la de los sudafricanos es de
apenas 42 años.
En su obra Desarrollo y libertad, (Planeta, 2000) Sen presenta un
argumento en el que explica por qué un enfoque puramente económico
del tema es inapropiado. Para Sen el desarrollo es un proceso mediante
el cual las personas aumentan las libertades que gozan. Según este autor,
este enfoque es importante porque concentra la atención en los fines y
no en los medios del desarrollo. Combatir la pobreza y la desigualdad
económica es importante porque estos obstaculizan la libertad de los
individuos, pero el proceso de desarrollo no se agota únicamente en la
eliminación de las barreras económicas. También es necesario
preguntarse si la libertad de las personas está limitada por obstáculos
políticos (como gobiernos despóticos) o sociales (como la intolerancia,
la discriminación o la ausencia de instituciones de educación y de salud
pública). Incluso si las libertades políticas, económicas o sociales no
tuvieran ninguna utilidad, para Sen, seguirían teniendo valor intrínseco.
Cuando se debate si otorgar libertades políticas a los individuos de una
sociedad obstaculiza o estimula el proceso de desarrollo, se está
suponiendo que las libertades políticas son algo ajeno al desarrollo.
Desde la perspectiva de Sen, un debate planteado en esos términos es
estéril, pues un tipo específico de libertad, el goce de derechos
políticos, es un elemento constitutivo y no un mero instrumento del
4 Central Intelligence Agency, World Factbook, las cifras de ingreso son de 2006
y están calculadas en poder de paridad de compra. Esto significa que se descontó el
efecto que podría tener un distinto nivel de precios de un país a otro.
Cinco miradas al desarrollo 175
desarrollo. Lo mismo puede decirse del gasto social, pues hay quienes
afirman que hay que “ajustarse el cinturón” en el gasto de educación y
salud pública para acumular los recursos necesarios que permitan
detonar el crecimiento económico. En cambio, para Amartya Sen no hay
desarrollo en un país cuya economía presenta tasas de crecimiento altas,
si la mayoría de sus miembros no se benefician de ellas por estar
enfermos o por no tener la capacitación necesaria para solicitar un
trabajo que les permita participar de los ingresos generados.
Aunque hace mucho énfasis en que el goce de las distintas
libertades es valioso en sí, no niega que también es útil como
herramienta del proceso de desarrollo; desde su perspectiva, ganar
libertad en un ámbito de la vida contribuye a crearla, promoverla o
reforzarla en otros. Oportunidades sociales como, por ejemplo, disponer
de educación y salud pública facilitan la participación de las personas en
la economía al permitirles aspirar a empleos mejor remunerados.
Libertades económicas, como la oportunidad de participar sin
restricciones en el mercado laboral o en el de bienes y servicios,
estimulan el crecimiento de la economía y con ello generan recursos que
permiten financiar programas sociales. En cuanto a la vinculación entre
libertad política y libertad económica, uno de los ejemplos más
polémicos de Sen es la afirmación de que ninguna sociedad democrática,
ni siquiera la más pobre, ha padecido hambrunas. Su explicación es que
con un esfuerzo gubernamental mínimo las hambrunas son
relativamente fáciles de evitar y que características de un gobierno
democrático como la celebración de elecciones competitivas y la libertad
de expresión, hacen políticamente más costoso la ocurrencia de una
hambruna para sistemas políticos sujetos a estos contrapesos que para
regímenes despóticos. Esto ilustra que la ampliación de la libertad
Cinco miradas al desarrollo 176
política, materializada en los rasgos esenciales de los sistemas
democráticos, aumenta la libertad económica al reducir sustancialmente
las probabilidades de padecer hambruna.
La consecuencia más importante que se desprende del enfoque
del desarrollo como libertad es que concibe a los individuos como
agentes y no como meros receptores de beneficios de los programas de
“desarrollo” que en lugar de estimular su capacidad de iniciativa acaban
cauterizándola. De esa manera el individuo deja de ser objeto de las
políticas gubernamentales para convertirse en sujeto de un proceso
genuino de desarrollo.
C. LA MIRADA DEL PSICOANÁLISIS
Distintas concepciones del hombre, de aquel carácter que naturalmente
lo define, conducen a distintas maneras de entender el desarrollo. La
lógica es particularmente simple, el desarrollo con nociones de
incremento, mejoramiento o transformación debe referirse siempre a
aquel elemento más significativo del ser humano. Cuando ese elemento
es la capacidad de alcanzar algún estado de divinidad, entonces el
desarrollo se entiende en torno a la reconciliación de la persona con sus
deidades. Cuando es su aptitud para vivir en sociedad y para la sociedad,
es decir, cuando estamos frente al hombre de la polis, entonces el
desarrollo se encuentra en cultivar aquellas aptitudes físicas e
intelectuales que más sirven a la grandeza de su sociedad. Y algo similar
sucede con las ideas de la psicoterapia. Aunque se trata de una práctica
clínica, no es difícil arriesgarse para igualar el padecimiento con el
subdesarrollo y su curación con el desarrollo. A modo de ejemplo sobre
Cinco miradas al desarrollo 177
la variedad de la formas de entender y experimentar el desarrollo
intentaremos encontrar la identidad en la psicoterapia del desarrollo.
Bien dice Henry Miller “[e]n sí, la vida no tiene nada malo: es el
océano en el que nadamos y se trata de adaptarse o hundirse, pero
nuestra capacidad como seres humanos radica en no contaminar las
aguas de la vida, no destruir el espíritu que nos infunde aliento.” No se
trata, por tanto, de las externalidades físicas, intelectuales o afectivas
sino, en esencia, de una actitud hacia la vida. Miller, tanto como Freud,
nos lleva al mundo de lo interno. Freud estudió de una forma
particularmente original el problema de la “destrucción del espíritu”, no
el de Miller que nos alienta, sino aquel sustrato no biológico del hombre
que se enfrenta a un conjunto de patologías descritas con rigurosidad
clínica (e imaginación poética dirían algunos). Es poco probable que
Miller estuviese pensando en el diagnóstico clínico de Freud al escribir,
pero están de acuerdo en que el problema para el bienestar y, por tanto,
para el desarrollo, se encuentra en el alma o, su versión psicoanalítica, en
la psique.
Para Freud el bienestar del individuo (porque eso sí, está tan
preocupado por el individuo como los que más lo han estado en la
historia) radica en la reconciliación con su pasado, su biografía y su
historia, a la vez que enfrenta aquellos instintos y deseos que están tan
arraigados que simplemente no pueden desaparecer. Por un lado, la
reconciliación con los recuerdos y, por el otro, la convivencia con los
instintos. Uno de los elementos más importantes radica en que la
involución en el ámbito del bienestar puede surgir de la mente, del
mismo modo que surge su solución. Ciertamente es imposible hacer un
catálogo de bienes materiales, intelectuales y emocionales universales
que combatan este tipo de subdesarrollo, más bien, y esa es la propuesta
Cinco miradas al desarrollo 178
de Freud, lo que podemos hacer es conducir tratamientos clínicos que
ayuden al paciente a enfrentar su pasado y sus instintos. Para muchos
lectores esto puede parecer mucho más lejano de lo que en realidad está,
pero la protección de los niños contra cualquier abuso físico u
emocional, y el respectivo tratamiento sobre el daño emocional son
ejemplos perfectos para el caso.
Los campos de concentración de la Segunda Guerra Mundial
provocaron el desarrollo de variantes de la psicoterapia, algunos dirían
que muchísimo más prácticas como la de Viktor Frankl o la visión
desarticulada pero no por eso menos interesante de Primo Levi (quien ni
siquiera se propuso crear una terapia como tal) que mostraron la
radicalidad del argumento: es posible el desarrollo incluso en Auschwitz.
Entonces, parece posible el desarrollo sin importar la miseria material y
afectiva. Se necesita, de cualquier modo un conjunto mínimo de bienes y
disposiciones adquiridas que no son menores: la oportunidad de recibir
terapia, leer y entender los lineamientos de la psicoterapia que ayuden al
paciente o, por lo menos, tener el consejo del sabio del pueblo que sin
haber leido a Freud o Frankl, haya entendido la importancia del alma en
el desarrollo del hombre.
La psicoterapia en el sentido más formal, ya sea el psicoanálisis o
cualquier otra, no es sino un tratamiento clínico que trata de solucionar
un problema y nada más, sin que ello signifique que no haya otros
problemas también importantes respecto a los cuales el individuo pueda
entrar en un proceso de desarrollo.
Cinco miradas al desarrollo 179
II. EXPERIENCIAS INSTITUCIONALES
A. LA MIRADA DEL BANCO MUNDIAL
El Banco Mundial (BM) es una de las fuentes principales de
financiamiento gubernamental en el mundo. Sin embargo, en el sentido
convencional del término, es mucho más que un banco. Su primer
objetivo fue reconstruir la infraestructura del continente europeo
después de la Segunda Guerra Mundial. En 1960, el BM añadió a sus
objetivos el de contribuir al desarrollo definiéndolo como el estudio y la
reducción de la pobreza en el mundo. Los conceptos de pobreza y
desarrollo han estado en el centro de la formulación de políticas y las
estrategias de préstamos del BM y, durante los últimos 45 años, han
experimentado profundos cambios. De ahí la importancia de
describirlos y evaluar sus consecuencias en el diseño de sus políticas.
Durante las primeras dos décadas de existencia del banco, las tareas de
reconstrucción y fomento consistía en transferir recursos de un sector
tradicional, encarnado en la base agrícola, a uno avanzado, generalmente
industrial. El crecimiento de este último era impulsado por la inversión
de utilidades generadas en el primero. En los años sesenta, los proyectos
de desarrollo consistieron en aumentar los ingresos de los países
(PIB/per cápita) para reducir la pobreza, que estaba definida en esos
mismos términos. En los años ochenta, debido a la crisis económica
mundial de la década anterior, la nueva dirección del BM reformuló el
concepto. Gran parte de las recomendaciones y los estudios se hicieron
sobre problemas de ajuste estructural y deuda. El desarrollo no podía ser
promovido en un entorno que no ofreciera las condiciones adecuadas.
El ajuste estructural con políticas condicionadas se convirtió en el nuevo
Cinco miradas al desarrollo 180
cimiento de la política de desarrollo. En la década de los noventa el
trabajo del BM se dirigió al papel de las instituciones gubernamentales
recalcando la importancia de la regulación financiera y de los sistemas
legales como condiciones básicas para el desarrollo. Con la llegada del
nuevo milenio, el concepto de desarrollo, entendido como la ampliación
de la libertad humana, vincula el éxito de una economía y de una
sociedad con las condiciones de vida de sus miembros y enfatiza la
importancia de las habilidades del individuo para moldear su propia
vida.5
Las políticas de desarrollo de hoy están encaminadas a mejorar el
clima de inversión y asegurar la participación de los pobres -que siguen
estando definidos en función del ingreso- dentro de la sociedad, misma
que puede ser un instrumento para aumentar sus ingresos y recursos
productivos. En realidad el desarrollo es un concepto más amplio. Se
enfoca principalmente a las formas en que los servicios de educación,
salud e inclusión social pueden permitir que la gente forme parte del
proceso del desarrollo. Así pues, este cambio conceptual implica el
combate de la pobreza mediante la inversión en proyectos que está
condicionada a la eliminación de los aspectos que puedan entorpecer la
asistencia, como un marco regulatorio poco transparente.
5 El crecimiento del PIB, de las industrias, o de la tecnología pueden ser muy
importantes como medio para ampliar las libertades de los miembros de la sociedad,
pero las libertades que la gente disfruta dependen también de otros factores
determinantes como la instituciones sociales y económicas (por ejemplo las
instalaciones para la educación, y el cuidado de la salud), y los derechos políticos y
civiles (la libertad de participación en la discusión y el escrutinio públicos). Ver el
desarrollo en términos de la ampliación de las libertades sustanciales dirige la atención
hacia los fines que hacen al desarrollo importante (Amartya Sen, Development as freedom,
New York, Oxford University, 1999).
Cinco miradas al desarrollo 181
La principal política del BM es el préstamo de recursos para la
creación de proyectos que son estrictamente supervisados por él mismo.
La ayuda para el desarrollo, según el economista en jefe del BM
Nicholas Stern, tiene que ser planeada por los gobiernos de tal manera
que eleve la productividad de los recursos públicos en lugar de
invertirlos en otras cosas. Los proyectos son diseñados por
dependencias estatales que invitan al BM a participar en su
financiamiento y puesta en práctica. No obstante, cuando los gobiernos
carecen de recursos para preparar proyectos atractivos, el BM se los
brinda. Cuatro mecanismos aseguran que los proyectos sean de alta
prioridad y que sean viables en su entorno: diseño gubernamental;
beneficio garantizado –la tasa de beneficio estándar es del 10%-; tasas de
interés competitivas (es decir cercanas a las comerciales) y préstamos
parciales (el BM sólo presta entre el 30% y 60 % del costo del proyecto).
Los gobiernos pagan el resto. La asistencia es eficaz y eficiente cuando
se pueden medir sus resultados. En este sentido, la transparencia y la
colaboración entre actores sociales son fundamentales para conseguir los
objetivos. Sin embargo, al tiempo que la medición propicia transparencia
y eficacia de los proyectos, también los condiciona a que sean rentables.
Está sin duda probado que los inversionistas son favorecidos por
préstamos que son fundamentalmente poco riesgosos y condicionados a
las políticas de los mercados en los cuales se obtienen los créditos. Hay
además una clara propensión a otorgar créditos a las democracias
plurales y representativas con gobiernos orientados a políticas de
apertura de mercado. En otras palabras, la ayuda económica está
condicionada a cuestiones políticas.6
6 Uno de los más importantes ejemplos de esto tuvo lugar al inicio de la gestión del
Banco; éste se negó a prestar a Francia tras la Liberación mientras los comunistas
Cinco miradas al desarrollo 182
B. LA MIRADA DE CEMEX.
Cemex es una empresa mexicana con más de 100 años de existencia. Con
ventas anuales de $ 15, 000 millones de dólares (en 2005), operaciones
en más de 50 países y una fuerza de trabajo de más de 50, 000
empleados, la empresa es indiscutiblemente un líder mundial en el sector
de la construcción. Esta poderosa multinacional ha recibido múltiples
reconocimientos por su responsabilidad social que se centra en el
desarrollo de la infraestructura comunitaria, el cuidado del medio
ambiente y el mejoramiento de la educación.7 Pero, ¿Cuál es la visión de
desarrollo que guía los programas de Cemex? Además de identificar la
concepción del desarrollo de esta empresa mexicana, señalaremos los
límites de su visión. Con base en sus informes anuales sobre
responsabilidad social de 2005 y de 2006, su estrategia ambiental y su
programa Patrimonio Hoy que consiste en reducir la falta de vivienda
económica (de 9 m2), construimos la concepción de desarrollo de
Cemex.
estuvieran en el gobierno, al día siguiente de su salida del gobierno en mayo de 1947, el
préstamo pedido y bloqueado hasta entonces, le fue concedido (Eric Toussaint, El
apoyo del Banco Mundial y el FMI a las dictaduras, Liége, Bélgica, Centro para la Anulación
de la Deuda del Tercer Mundo, [2005], p. 3).
7 En el 2005, por ejemplo, recibió cinco reconocimientos: el de “Empresa
Socialmente Responsable” otorgado por el Centro Mexicano para la Filantropía, el de
“Empresa Incluyente” concedido por la Secretaria de Trabajo y Previsión Social, el
“Premio Ética y Valores” entregado por la Confederación de Cámaras de la Industria,
el “Reconocimiento al reporte de gases de efectos invernadero” por parte de la
SEMARNAT y el “World Business Award in support of the Millennium Development
Goals” otorgado por la Cámara de Comercio de los Estados Unidos.
Cinco miradas al desarrollo 183
Su visión consta de cuatro ejes. El primero es la eficiencia
económica como medio para generar valor. Los programas sociales de la
empresa buscan ser eficientes para aportar ganancias. Ecoeficiencia, por
ejemplo, es un programa que consiste en reutilizar recursos como el
agua y usar combustibles y materias primas alternas. La forma principal
en que Cemex aumenta la eficiencia de sus programas es la inversión en
tecnologías de punta. Pero los beneficios no sólo son pecuniarios –en el
2005, Ecoeficiencia generó 75 millones de dólares-, pues con sus
programas Cemex también busca “crear lealtad a la marca”. Su empeño
en la eficiencia económica de los programas lleva a Cemex a buscar la
colaboración con otros actores sociales, como organizaciones no
gubernamentales, agencias gubernamentales y comunidades donde están
asentadas sus plantas. Pero su énfasis en la colaboración no sólo es
como practica social, - Patrimonio Hoy funciona con base en la “alianza
tripartita” empresa /comunidad /ONG- sino como valor educativo. La
educación como medio para crear conciencia es así un segundo pilar de
la visión de desarrollo de Cemex. Sus proyectos como la publicación
anual de un libro de conservación editado por la Agrupación Sierra
Madre, el financiamiento de conferencias sobre biodiversidad y sus
programas de “voluntarios ambientales” reflejan su intención de inculcar
una cultura ambiental y una ética de trabajo dentro de la empresa. Otro
de los valores de esa ética empresarial que conforma otro pilar en su
concepción del desarrollo es la innovación como medio para hallar
soluciones nuevas a problemas viejos. El ingenio de ciertos programas
(como aprovechar jardines de la empresa para cultivar vegetales o criar
animales en extinción) es fruto de la combinación de elementos
anteriormente mencionados: la conciencia del problema social, el
imperativo del lucro económico y la posesión de tecnologías de punta. Y
Cinco miradas al desarrollo 184
el cuarto eje de la visión de Cemex sobre el desarrollo es el fomento del
espíritu emprendedor como medio para realizar al individuo. Los
programas de Cemex buscan darle confianza al individuo para emprender
negocios de forma independiente. Cada quien es responsable de su
situación y no espera que otros resuelvan sus problemas. En Patrimonio
Hoy la empresa aporta los materiales y la asesoría con los cuales el
emprendedor construye su casa. Esta visión del desarrollo, si bien
funciona porque pone el afán de lucro al servicio de una causa social y
premia la innovación en un espíritu de colaboración, no está exenta de
críticas.
La primera de ellas es que la idealización de un individuo
autosuficiente con espíritu emprendedor encubre condiciones de origen
sin las cuales este tipo de programas no prosperarían. La relativa
novedad de proyectos como Patrimonio hoy que se creó en 1998
demuestra lo decisivo que resulta la regulación económica del Estado
mediante un marco jurídico que premie las contribuciones de las
empresas al desarrollo humano y castigue sus irresponsabilidades
sociales. Por eso es también necesaria el rigor en las mediciones de
desempeño de la empresa. De lo contrario, las pretensiones de
desarrollo social pueden fácilmente convertirse en cínicas estrategias de
mercadotecnia empresarial. Otro límite de la visión de desarrollo de
Cemex surge de la tensión entre el preservación del medio ambiente y la
actividad industrial que busca por naturaleza el aumento de las
utilidades. Sin menospreciar los valiosos esfuerzos de Cemex por cuidar
el medio ambiente, cabe preguntarse si son realmente suficientes para
revertir en profundidad el daño ambiental causado por ésta y otras
empresas similares.
Cinco miradas al desarrollo 185
C. SIMILITUDES Y DIFERENCIAS ENTRE LAS MIRADAS DEL
BANCO MUNDIAL Y DE CEMEX
De las dos visiones de desarrollo que anteriormente se presentaron se
identificaron cinco similitudes. La primera se refiere al uso de fuentes de
información oficiales como medio para identificar las concepciones de
desarrollo. Los documentos consultados carecían de una visión crítica
que matizara la supuesta excelsitud de los programas de desarrollo.
Nuestra labor revisionista se enraizó por ello en interpretaciones
personales y reflexiones colectivas de lo que se plasmaba ante nuestros
ojos. Y, en relación a las dos concepciones de desarrollo que se
presentaron, se advierte que ambas dan prioridad a la viabilidad
financiera. Todos los programas de desarrollo del Banco Mundial y de
Cemex buscan ser económicamente rentables y por ello productivamente
eficientes. La colaboración entre actores sociales que tanto promueven
es, entre otras cosas, una forma de repartirse los costos de sus proyectos.
Ambas organizaciones son, en ese sentido, agentes complementarios de
las políticas de desarrollo de los Estados. Otra similitud en sus
programas de desarrollo es su pretensión de tener una visión de largo
plazo. Su preocupación compartida por la preservación del medio
ambiente y la “sustentabilidad” de sus políticas demuestra que el alcance
de su visión rebasa las miopes exigencias del presente. Una quinta
similitud entre ambas visiones de desarrollo es que la unidad básica de
sus proyectos es el individuo. Son visiones basadas en premisas
individualistas con orientaciones semejantes a los planteamientos de
Amartya Sen, pues, en el último de los casos, lo que más importa es la
ampliación de las libertades del individuo. A pesar de las grandes
similitudes entre las estrategias de desarrollo que llevan a cabo ambos
Cinco miradas al desarrollo 186
actores, existen también desavenencias importantes respecto a los
métodos, objetivos y prácticas que los proyectos de cada uno llevan a
cabo.
Así, mientras el Banco Mundial busca influir en políticas públicas
de los gobiernos, mediante su participación en los proyectos y los
diferentes programas de ajuste, el objetivo de Cemex es tener impacto
sobre la comunidad y crear así lealtad hacia la marca. Además, existen
diferencias con respecto a la participación de los actores sociales dentro
de los programas. A pesar de que en ambas instituciones la participación
de los distintos actores sociales es fundamental para la elaboración y
evaluación de los proyectos, existen grandes contrastes con respecto a la
participación del Estado dentro de éstos. La escasa colaboración de los
gobiernos con la empresa mexicana difiere del papel que le otorga el
banco a los mismos como garantes de cualquier préstamo que se lleve a
cabo. Esto posiblemente se explica por la distinta naturaleza de ambas
instituciones. Más aún, debido a su estructura, el impacto de las
decisiones políticas sobre las acciones que realizan es totalmente
distinto. Mientras la institución internacional es de carácter público,
extremadamente sensible a los acontecimientos políticos y con una clara
influencia de los principales accionistas (fundamentalmente el gobierno
y los mercados estadounidenses), los factores políticos que Cemex toma
en cuenta se encuentran mucho más relacionados con el proceso de
instalación de las plantas y no con los proyectos que lleva a cabo para
mejorar el entorno donde las fábricas se encuentran instaladas.
Finalmente, debido a estas diferencias los programas de ambos actores
deben ser evaluados en base al papel que desempeñan dentro de ambas
instituciones. Una de las partes fundamentales de la estructura del
Banco Mundial es la realización de programas que tengan impacto sobre
Cinco miradas al desarrollo 187
los indicadores de desarrollo de sus países miembros, en contraste con
los proyectos que lleva a cabo Cemex en el que éstos son una parte
secundaria en las funciones que la empresa lleva a cabo.
CERRAR ABRIENDO
Aún si en este ensayo hubiésemos intentado dar una respuesta única a la
pregunta qué es el desarrollo, habría sido una tarea infructuosa, porque
habría implicado el enfrascamiento de la complejidad social en una
definición o muy vaga o muy reduccionista. Nuestra conclusión, por lo
tanto, es una síntesis de las tensiones generadas al pensar el desarrollo;
es un resumen de los debates que surgieron al comparar nuestros
trabajos y una exhortación a seguir profundizando en cada uno de las
problemáticas presentadas.
Una de los primeros debates identificados es el desacuerdo en el
significado de los objetivos planteados. Si bien las instituciones y los
intelectuales estudiados concuerdan en las metas del desarrollo -como
reducir la pobreza, cuidar el medio ambiente, fomentar el crecimiento
económico y ampliar la libertad y el bienestar del hombre- difieren en
los significados que atribuyen a cada uno de esos objetivos. El problema,
en este caso, es de entendimiento: hablamos de lo mismo, pero nos
referimos a cosas distintas o viceversa. Cuando Amartya Sen habla de
libertad no se refiere a algo muy distinto del bienestar en términos
freudianos, porque son individualistas metodológicamente hablando.
Incluso en una misma institución, como ilustra el caso del Banco
Mundial, puede cambiar el significado de un concepto con el paso del
tiempo y las consecuencias de ello no son menores. Desde su creación,
Cinco miradas al desarrollo 188
el objetivo central del BM ha sido erradicar la pobreza, pero sus políticas
para lograrlo han cambiado, pues su entendimiento de la pobreza
también lo ha hecho. Si la pobreza, en un inicio, aludía a la insuficiencia
de ingresos, ahora se refiere a la falta de condiciones sociales para que el
individuo los genere autónomamente.
Un segundo debate que nos ocupó fue el relacionado con la
finalidad del desarrollo: su meta y el camino que nos conduciría a él. La
etimología de la palabra condensa la interrogación sobre la finalidad,
pues las preposiciones des y ad sugieren un rumbo definido con un punto
de origen y otro de destino siguiendo la flecha del tiempo. ¿Son, como
sostiene Sen, las economías de mercado regidas por gobiernos
democráticas el punto de destino del desarrollo humano?, ¿O acaso,
como sugiere el psicoanálisis freudiano, es un estado interno cuya logro
se adquiere en una incesante reevaluación clínica del paciente? ¿La meta
del desarrollo está en la construcción de un mejor futuro o, como señal
Freud, en la reconciliación con nuestro propio pasado? No hay una
respuesta definitiva sobre el sentido teleológico del desarrollo, pero al
menos los autores estamos de acuerdo en las siguientes ideas. Pensamos
el desarrollo, porque creemos en la perfectibilidad del estado actual de
las cosas. Una perfectibilidad que sólo puede empezar aquí y ahora. Para
pensar el desarrollo no sólo tomamos en cuenta las dimensiones
temporales, sobre el futuro y el pasado del hombre, sino también
espaciales, es decir entre su dimensión interna y externa.
El tercer debate se centró en esa dualidad del desarrollo. Si bien hay
consenso en que el aumento de los ingresos (del crecimiento económico
medido con el PIB) es necesario para detonar un proceso de desarrollo,
pocos autores sostienen que es suficiente. Sin embargo todavía no hay
consenso en abarcar la dimensión interna del hombre como lo hace el
Cinco miradas al desarrollo 189
análisis de Freud. Y eso nos parece muy importante pues aclararía por
qué un hombre materialmente rico puede ser internamente
subdesarrollado. Las patologías mentales o los traumas emocionales son
también obstáculos del desarrollo, no sólo la escasez de bienes
materiales.
La etimología también nos condujo a un cuarto debate relacionado
con la naturaleza y los agentes del proceso de desarrollo. A partir de
1832 el Diccionario de la Real Academia de la Lengua incluyó el uso
reflexivo (desarrollarse) y transitivo (desarrolla) de la palabra. Estas
definiciones dieron lugar al debate sobre si el desarrollo es algo
inherente a la historia o algo dependiente de la intervención humana. La
diferencia no es menor pues ofrece respuestas contrarias a una pregunta
central: ¿Cómo y quién deshace “el rollo del desarrollo”? Si cada
comunidad humana encuentra su propia forma de desarrollo, pues éste
es un proceso inherente a la historia, quedarían injustificados los
programas de responsabilidad social impulsados por empresas
transnacionales como Cemex o de asistencia internacional canalizados
por el BM. Por más capacitados que sean sus burócratas, ¿Quién puede
decir lo que realmente necesitan las comunidades donde están asentadas
cada una de sus plantas u oficinas?
Estas discusiones no sólo revelaron debates, sino también
obstáculos al desarrollo que están entramados en círculos viciosos
preocupantes. Dentro de estos obstáculos se encuentran los criterios
usados por las instituciones para brindar su ayuda al desarrollo. Tanto el
BM como Cemex sólo invierten en proyectos que garantizan un mínimo
de seguridad y por ello que cuentan con un mínimo de infraestructura.
En consecuencia, sus inversiones no benefician a las comunidades más
pobres y, en ese sentido, los imperativos de rentabilidad excluyen a
Cinco miradas al desarrollo 190
quienes necesitan la ayuda. La solución del problema no es simple pero
sin duda requiere la intervención de un Estado que se debilita cada vez
más. Pensar el desarrollo, en definitiva, no es algo sencillo. Cada actor
estudiado tiene percepciones distintas sobre el tema y la amplitud de los
campos sociales abracados aumenta la complejidad de su estudio. Las
arenas del estudio del desarrollo son difíciles de explorar, a veces da la
impresión de que entre más se escarba en este terreno menos se
comprende. Sin embargo, esto no debe ser un motivo de desánimo; lo
importante es que lo abigarrado de este tema sirva para desafiar a todo
aquél que tenga algún interés en el tema, a participar en el debate con
argumentos sólidos que permitan lograr una mejor comprensión del
desarrollo.