resumen - halperin donghi (1982)

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    TulioHalperin Donghi (1982)

    UNA NACIN PARA EL DESIERTO ARGENTINO

    Desde Sarmiento en 1883 hasta Pedro Henrquez Urea en 1938 afirmaban la excepcionalidad del procesohistrico argentino. La Argentina vivi en la segunda mitad del siglo XIX una etapa de progreso muy rpido.

    La excepcionalidad argentina radica en que slo all iba a parecer realizada una aspiracin muy compartida ymuy constantemente frustrada en el resto de Hispanoamrica: el progreso argentino es la encarnacin en elcuerpo de la nacin de lo que comenz por ser un proyecto formulado en los escritos de algunos argentinoscuya nica arma poltica era su clarividencia.El problema radica en que esa etapa no tiene nada de la serena y tenaz industriocidad que se esperaba de unacuyo cometido es construir una nacin de acuerdo con planes preciso en torno a los cuales se ha reunido ya unconsenso sustancial. [La hiptesis central de Halperin en este trabajo es que Caseros no inici una etapa de

    paz, ni tampoco marc el surgimiento de un Estado ni una nacin sino que por el contrario abre la etapa

    final de su construccin. Al contrario de lo sostenido por otros autores, tanto Estado como nacin, en 1853,

    luego de promulgada la Constitucin, son tareas an por realizar. Es decir la cada de Rosas no soluciona a

    priori nada]Esta etapa iniciada despus de Caseros se abre con la conquista de Buenos Aires como desenlace de unaguerra civil, se cierra casi treinta aos despus con otra conquista de Buenos Aires; en ese tiempo caben otros

    dos choques armados entre el pas y su primera provincia, dos alzamientos de importancia en el Interior,algunos esbozos adicionales de guerra civil y la ms larga y costosa guerra internacional nunca afrontada porel pas.Entre quienes comenzaron la exploracin retrospectiva de esa etapa, la tendencia que primero domin, fue lade achacar todas esas discordias a causas frvolas y anecdticas. En otra versin menos frecuente se lo tendaa explicar a partir de rivalidades personales y de grupo.Otra sostuvo que el supuesto consenso nunca existi y las luchas que llenaron esos aos de historiaexpresaron enfrentamientos radicales en la definicin del futuro nacional. Esta es la interpretacinrevisionista. Aunque su trabajo est afectado por el deseo de llegar rpidamente a conclusiones

    preestablecidas, el punto de vista revisionista presenta la ventaja de llamar la atencin sobre el hecho obvio deque, esa definicin de un proyecto para una Argentina futura, se daba en un contexto ideolgico marcado porla crisis del liberalismo que sigue a 1848 y en uno internacional caracterizado por una expansin del centrocapitalista hacia la periferia. [Esta afirmacin podra ser cuestionada ya que algunos autores sostienen que el

    proceso de expansin del capitalismo en trminos de centro y periferia, se da recin a partir de la Segunda

    Revolucin Industrial, en torno a 1870] Si la accin de Rosas en la consolidacin de la personalidadinternacional del nuevo pas deja un legado permanente, su afirmacin de la unidad interna basada en lahegemona portea no sobrevive a su derrota en 1852. Quienes crean poder recibir en herencia un Estadocentral al que era preciso dotar de una definicin institucional, pero que poda ser utilizado para construir unanueva nacin, van a tener que aprender que antes que sta o junto con ella es preciso construir el Estado. En1880 recin, esta etapa de creacin de una realidad nueva, puede considerarse cerrada.

    La herencia de la generacin de 1837

    Su concepcin del progreso nacional ser el punto de llegada de un largo examen de conciencia sobre laposicin de la elite letrada posrevolucionaria, emprendido en una hora crtica del desarrollo poltico del pas.En 1837 hace dos aos que Rosas ha llegado al poder por segunda vez, ahora como indisputado jefe de la

    provincia de Buenos Aires y de la faccin federal. Es entonces cuando un grupo de jvenes provenientes delas elites letradas de Buenos Aires y el Interior se proclaman destinados a tomar el relevo de la clase polticaque ha guiado al pas desde la revolucin de Independencia hasta la catastrfica tentativa de organizacinunitaria de 1824-1827. Que esa clase poltica ha fracasado parece evidente; la medida de ese fracaso est dada

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    por el triunfo de los toscos jefes federales. Frente a ese grupo unitario raleado por la derrota, el que ha tomadoa su cargo el reemplazo se autodefine como la Nueva Generacin.Esa Nueva Generacin en esta primera etapa de actuacin poltica, parece considerar la hegemona de la claseletrada como el elemento bsico del orden poltico al que aspira. El fracaso de los unitarios es, en suma, el deun grupo cuya inspiracin proviene de las fatigadas supervivencias del Iluminismo. La Nueva Generacin,colocada bajo el Romanticismo, segn ellos creen est por eso mismo, mejor preparada para asumir lafuncin directiva.Esta generacin recoge de Cousin el principio de la soberana de la razn y es esa conviccin la que subtiendeel Credo de la Joven Generacin redactado por Esteban Echeverra en 1838. Esa misma conviccin colorea ladiscusin sobre el papel del sufragio en el orden poltico que la Nueva Generacin propone y caracterizacomo democrtico. Que el sufragio restringido sea preferido al universal es menos significativo que el hechode que, a juicio de Echeverra, el problema de la extensin del sufragio, debe resolverse por un debate internoa la elite letrada. [Parece un contrasentido que postulen democracia y al mismo tiempo sufragio restringido.

    Halperin no llama la atencin sobre esto en este trabajo, pero me parece importante subrayar que sostener

    ambas cosas como no excluyentes no es otra cosa que seguir lo postulado por los primeros y ms

    importantes tericos del liberalismo clsico que sostenan que la democracia slo era viable como un

    sistema impuesto de arriba hacia abajo, por una elite poltica, la nica preparada para ocuparse de los

    problemas de la dinmica social, demasiado elevados para que el pueblo en general pudiese tratarlos.

    Obviamente, lo sagrado para ellos era la propiedad y mi marxismo aparte esas bases materiales, eran las

    nicas que otorgaban la preparacin, sino la responsabilidad necesaria, al momento de decidir mediante el

    voto, los destinos de un pas. Esta tendencia se puede encontrar en los pensamientos de Rousseau, deDescartes, de Mill o incluso en una primera etapa de Spencer, antes de que este ltimo llegara a postular la

    eliminacin del Estado pero con economa de mercado. Todos ellos liberales, aunque de distintas corrientes.

    Puuuaaaaa!, despus de esta muestra de erudicin, el Jorge se deja de joder y vuelve al Tulio]El modo en que esa elite ha de articularse con otras fuerzas sociales no es considerado relevante ya que nohay en la perspectiva de la Nueva Generacin, otras fuerzas que puedan contarse legtimamente entre losactores del proceso poltico; aunque esto no implica que la Nueva Generacin no haya buscado integrarse.Los ms entre sus miembros pertenecan a familias de la elite portea o provinciana que ha apoyado a lafaccin federal o han hecho con ella las paces.Es la inesperada agudizacin de los conflictos polticos a partir de 1838, con el entrelazamiento de la crisisuruguaya y la argentina y los comienzos de la intervencin francesa, la que lanza a una accin ms militante aeste grupo que se haba credo hasta entonces desprovisto de la posibilidad de influir de modo directo en undesarrollo poltico, slidamente estabilizado. Juan Bautista Alberdi se marcha a la Montevideo antirrosista; un

    par de aos ms y Vicente Fidel Lpez, participar del alzamiento antirrosista en Crdoba; y MarcoAvellaneda, llegado a gobernador de Tucumn, contribuir a volcar a todo el Norte al mismo alzamiento.Pero los proslitos que la Nueva Generacin ha conquistado y lanzado a la accin, son slo una pequeafraccin del impresionante conjunto d fuerzas que se gloria de haber desencadenado contra Rosas. Comoresultado de esa accin, la Nueva Generacin, slo podr exhibir un impresionante censo de mrtires. De esacrisis la hegemona rosista ha salido fortalecida y la represin que sigue a su victoria, fue an ms eficaz questa para persuadir al personal poltico provinciano, de las ventajas de una disciplina ms estricta.El problema de la coherencia poltica de ese frente antirrosista que se haba formado, ni siquiera se plantea.Para la generacin slo puede hallarse en la mente de quienes dirigen el proceso, es decir en la elite ilustrada.Esto crea una relacin entre sta y aquellos a quienes aspira dirigir, una actitud manipuladora, ya que los vecomo meros instrumentos y no como aliados. Para ellos, la nocin de unidad de creencia ocupa un lugarcentral. Esa exigencia de unidad se traduce en la postulacin coherente de un sistema de principios bsicos entorno a los cuales la unidad ha de forjarse; y que deben servir de soporte no slo para la elaboracin de

    propuestas precisas para la trasformacin nacional, sino para otorgar la necesaria firmeza a los lazos sociales.Este sistema de principios es postulado en la Ojeada Retrospectiva, tambin de Echeverra.Esta conviccin, parece no obstante, escasamente justificada por los hechos mismos, ya que el eclecticismosistemtico de la Nueva Generacin tiene por precio cierto grado de incoherencia.

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    En la produccin de sus integrantes, se hallarn anlisis de problemas y aspectos de la realidad nacional y delas alternativas polticas abiertas para encararlos, los cuales estn destinados a alcanzar largo eco durante lasegunda mitad del siglo.De la pretensin de constituirse en guas del nuevo pas es heredera la nocin de que la accin poltica, para

    justificarse, debe ser un esfuerzo por imponer a una Argentina que en cuarenta aos de revolucin, no hapodido alcanzar su forma, una estructura que debe ser, antes que el resultado de la experiencia histrica, el deimplantar un modelo previamente definido por quienes toman la tarea de conduccin poltica. La Generacindel 37, no dudaba que bastaba una rectificacin en la inspiracin ideolgica para lograrlo. Tal conclusin eradudosa [yo dira errada] ya que si el poltico ilustrado deseaba influir en la vida del pas, deba buscar modosde insercin en ella, en un campo de fuerzas con las que no puede establecer una relacin puramentemanipulativa y unilateral, sino alianzas que reconocen a esas fuerzas como interlocutores y no como purosinstrumentos. [Grande Halperin! Se le escap aqu su lado leninista. a partir del momento en que se tieneclaridad sobre cul es el enemigo ltimo, se debe concluir en que todo el resto, son aliados tcticos]

    Las transformaciones de la realidad argentina

    En 1847 Alberdi publica desde Chile, un breve escrito destinado a provocar escndalo. En La RepblicaArgentina, 37 aos despus de su Revolucin de Mayo traza un retrato favorable del pas que le est vedado.A su juicio, la estabilidad poltica alcanzada gracias a la victoria de Rosas, no slo ha hecho posible una

    prosperidad que desmiente los pronsticos adelantados por sus enemigos, sino al ensear a los argentinos aobedecer ha puesto finalmente las bases indispensables para cualquier institucionalizacin del orden poltico.Ms preciso es el cuadro que dos aos antes que Alberdi, traza Sarmiento en la tercera parte de su Facundo.En 1845, ste, ha surgido entre la masa de emigrados arrojados a Chile por la derrota de los alzamientosantirrosistas del Interior. Comienza a advertir en 1845 que la Argentina surgida del triunfo de Rosas de 1838-1842, es ya irrevocablemente distinta. Si Sarmiento excluye la posibilidad de que Rosas tome a su cargo lainstauracin de un orden basado precisamente en esos cambios de manera ms explcita que Alberdi, convocaa colaborar en esa tarea a quienes han crecido en prosperidad e influencia gracias a la paz de Rosas. Ladiferencia capital entre el Sarmiento de 1845 y el Alberdi de 1847 debe buscarse en la imagen que uno y otrose forman de la etapa posrosista. Para Sarmiento, sta debe aportar algo ms que institucionalizacin; lo msurgente es acelerar el ritmo del progreso. El legado ms importante del rosismo, no le parece consistir en lacreacin de hbitos de obediencia resaltados por Alberdi, sino en una red de intereses consolidados por la

    prosperidad alcanzada gracias a la dura paz rosista. En Sarmiento, Rosas representa para entonces, el ltimoobstculo para el definitivo advenimiento de esa etapa de paz y progreso; aparece simplemente como un

    estorbo. Es la misma imagen que propone de Rosas Hilario Ascasubi.En Ascasubi, como en sarmiento, la presencia de grupos cada vez ms amplios que ansan consolidar loalcanzado durante la etapa rosista mediante una rpida superacin de esa etapa, es vigorosamente subrayada.Falta sin embargo en ambos, definir con precisin de qu grupos se trata. Sarmiento espera an en el generalPaz. Ascasubi, ni siquiera se preocupa por definirlo. Correspondi a un veterano unitario, Florencio Varela,sugerir una estrategia poltica basada en la utilizacin de lo que l crea, era la ms flagrante contradiccin delorden interno de Rosas. Descubre esa fisura en la oposicin entre Buenos Aires y las provincias del Litoral,las que encontraran sus aliados naturales en Paraguay y Brasil en la futura coalicin antirrosista. El temaclave era la apertura de los ros interiores, que ya haba sido reclamada por los bloqueadores anglofrancesesen 1845. Varela parte de un examen ms preciso de las modalidades que la rehabilitacin econmica logradaadquiere en un contexto de distribucin muy desigual de poder poltico.As, en Alberdi, Sarmiento, Ascasubi, pero an ms en Varela, se dibuja una imagen ms precisa de laArgentina, que en la Generacin del 37. Ello no se debe slo a su superior sagacidad, es sobre todo trasunto

    de los cambios que el pas ha vivido en esta etapa.

    La Argentina es un mundo que se transforma

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    Los cambios cada vez ms acelerados de la economa mundial ofrecen oportunidades nuevas para laArgentina; suponen tambin riesgos ms agudos. No es sorprendente hallar esa conclusin en la pluma de unagudo colaborador de Rosas, Jos Mara Rojas y Patrn, para quien la manifestacin de esa acrecida presinexterna ha de ser una incontenible inmigracin europea. Espera mucho de bueno de esa conmocin que ser lainmigracin para la sociedad rioplatense, pero por otra parte teme que esa marea humana arrase con las

    instituciones.A primera vista, es sorprendente ver que Sarmiento coincide con esa lectura, aunque para l, slo un Estadoms activo puede esquivar los peligros. En los aos finales de la dcada del 40 el rea de actividad porexcelencia que Sarmiento le asigna a ese Estado es la educacin popular. Slo mediante ella podr la masa dehijos del pas salvarse de una paulatina marginacin econmica y social.Si en Sarmiento se busca en vano cualquier recusacin a la teora de divisin internacional del trabajo, esindiscutible que sus alarmas no tendran sentido si creyese que ella garantiza el triunfo de la solucineconmica ms favorable para todas y cada una de las reas en proceso de incorporacin al mercado mundial.La agudizacin constante de las tensiones sociales y polticas no debe introducirse en un rea en que nisiquiera una indisputada estabilidad social ha permitido alcanzar la estabilidad poltica. El temor frente alespectro del comunismo comienza a afectar la lnea de pensamiento de algunos de los que se resuelven a

    planear un futuro para el pas. [Si Sarmiento le hubiese prestado mayor atencin al Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte se hubiese dado cuenta de que las contradicciones sociales no bastan para generar

    revoluciones, pero no podemos pedirle a Sarmiento algo que ni siquiera los cuadros polticos de izquierda de

    hoy caen en cuenta]Si la Nueva Generacin hacia 1850 se ve distinto que antes como uno de los interlocutores cuyo dilogofijar el destino futuro de la nacin, y reconoce otro sector en la elite econmicosocial, se debe a que lasconvulsiones de la sociedad europea han revelado en las clases populares potencialidades temibles.

    El proyecto nacional en el perodo rosista

    La cada de Rosas en febrero de 1852, no introdujo ninguna modificacin sustancial en la reflexin en cursosobre el presente y el futuro de la Argentina, pero inclin a acelerar propuestas ms precisas. As en menos deun ao a partir de Caseros, iba a completarse un abanico de proyectos alternativos.

    1)La alternativa reaccionaria:Debido a Flix Fras, sus trminos de referencia son los que proporciona la Europa convulsionada por lasrevoluciones de 1848. La leccin que de ella deriva es que la rebelin social que agit a Europa es eldesenlace lgico de la tentativa de constituir un orden poltico al margen de los principios catlicos. Frasaspira al orden, al que concibe como aquel rgimen que asegure el ejercicio incontrastado y pacfico de laautoridad poltica por parte de los mejores. Ello ser posible cuando las masas populares hayan sidodevueltas a una espontnea obediencia por el acatamiento universal a un cdigo moral apoyado en lascreencias religiosas compartidas por esas masas y sus gobernantes.Si el orden debe aun apoyarse en Hispanoamrica en fuertes restricciones a la libertad poltica, ello se debeslo al general atraso de la regin. Este atraso slo podr ser superado si el progreso econmico y culturalconsolida y no resquebraja esa base religiosa.Piensa en Estados Unidos, pero sostiene que Hispanoamrica no est preparada para aplicar un sistema comoese. La plena democracia, slo alcanzable en el futuro, significara la consolidacin ms que la superacin, deun orden oligrquico, que para Fras es el nico conforme a naturaleza.

    En su visin, la desigualdad se da tambin en la distribucin de los recursos econmicos e igualmente aqu esconforme a naturaleza. [Dios lo ha querido as hijos mos... jdanse! Y no chillen!] Para l, la utilizacin del

    poder represivo del Estado significa slo una solucin de emergencia. La solucin definitiva se alcanzar

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    nicamente cuando la religin haya coronado su tarea moralizadora y lo haya librado al pobre de la tentacinde codiciar las riquezas del rico. [Me juego la cabeza a que Fras no era pobre]Para Fras, en relacin al desarrollo de economa y sociedad que Hispanoamrica necesita, no se trata de traerde Europa ideologas potencialmente disociadoras, sino hombres que enseen con el ejemplo a practicar losdeberes de la familia y a cultivar.La prdica de Fras ser recusada sobre todo por irrelevante y nadie lo har ms desdeosamente queSarmiento.

    2)La alternativa revolucionaria:A diferencia de Fras, Echeverra salud en las jornadas de febrero, el nacimiento de una nueva era. [En

    febrero de 1848 estall Paris en una revolucin, que ser destrozada por Napolen III... leer El 18 Brumario

    de Luis Bonaparte ahhh... y ac tens el carnet de afiliacin] Fue ms all al sealar como legado de larevolucin el fin del proletarismo, forma postrera de esclavitud del hombre por la propiedad El programasocial de algunos sectores revolucionarios es condenado por irrelevante en el contexto hispanoamericano.Para Sarmiento, la guerra del rico contra el pobre es una idea que lanzada a la sociedad, puede un da estallar.Es la educacin para l, quien har ineficaz cualquier prdica disolvente.

    3) Una nueva sociedad ordenada conforme a razn.

    En estos aos no podr encontrarse entre los miembros de la elite letrada del Ro de la Plata, muchos que sean

    capaces de conservar esa concepcin del cambio social. Es comprensible entonces que la obra de marianoFragueiro se nos presente en un aislamiento que sus contemporneos atribuan a su irrelevancia.Fragueiro public en 1850 su Organizacin del Crdito. l hallaba ese legado de concentracin del poder

    poltico, digno de ser atesorado porque ese poder deba tomar a cargo un vasto conjunto de tareas a realizar.Toca al Estado monopolizar el crdito pblico. La transferencia del crdito a la esfera estatal es justificada poruna distincin entre los medios de produccin sobre los cuales los derechos de propiedad privada segn ldeben continuar ejercindose; y la moneda que no es producto de la industria privada ni es capital[Obviamente Fragueiro no pudo haber ledo de Marx esta distincin porque eso fue planteado por Marx en

    El Capital, publicado despus del libro de Fragueiro. Es genial, ya que hasta entonces nadie haba cado en

    esa diferencia crucial para la economa poltica. Hasta entonces se hablaba de capitales en general y decapital financiero para referirse a la moneda, pero como se ve, ambos eran tomados por capitales, cuando la

    segunda, es en realidad una mercanca, no capital] As, moneda y crdito no integran por su naturalezamisma la esfera privada. La estatizacin del crdito, debe hacer posible al Estado la realizacin de empresas

    y trabajos pblicos [En otros trminos, lo que pensaba Fragueiro es que monopolizando el crdito elEstado, podra desarrollar la infraestructura necesaria que el progreso argentino requiere, lo cual es de por

    s, una funcin del Estado. Se podra plantear que Fragueiro s pudo haber ledo la Historia de la Riqueza de

    las Naciones u otros trabajos de Adam Smith, que s eran conocidos en el Ro de la Plata, por lo menos a

    partir de traducciones de Mill, donde se postula la existencia de mbitos econmicos cuyo desarrollo por sucosto y rentabilidad no sern atrayentes para la economa privada y que no obstante son necesarios para el

    desarrollo y crecimiento econmico, que por tanto, deben ser tomados por el Estado]

    4)El autoritarismo progresista de Juan bautista Alberdi.

    El programa ofrecido en las Bases haba sido desarrollado a partir del trabajo de Fragueiro de 1850. Lasolucin propugnada por Alberdi, combina rigor poltico y activismo econmico, pero rehsa ver en la

    presin acrecida de las clases desposedas el estmulo principal para esa modificacin en el estilo de gobierno.

    Por el contrario, l aparece como un instrumento necesario para mantener la disciplina de la elite, cuyatendencia a las querellas intestinas, sigue pareciendo la ms peligrosa fuente de inestabilidad poltica.Para Alberdi, el bienestar que el avance de la economa hace posible, no slo est destinado a compensar laslimitaciones impuestas a la libertad poltica, sino tambin a atenuar las tensiones sociales.

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    Para Alberdi, una sociedad ms compleja y una nueva economa sern forjadas bajo la frrea direccin de unaelite poltica y econmica consolidada en su prosperidad por la paz de Rosas.Mientras se edifica la base econmica de una nueva nacin, quienes no pertenecen a esas elites, no recibiranningn aliciente que haga menos penoso ese periodo de rpidos cambios. Su pasiva subordinacin es unaspecto esencial del legado rosista que Alberdi invita a atesorar. Crecimiento econmico significa paraAlberdi, crecimiento acelerado de la produccin, sin elemento redistributivo [Es decir, significaba lo mismoque significa hoy. Hay dos conceptos importantes en economa poltica, que significan cosas muy distintas y

    que no obstante suelen ser utilizados alegremente como sinnimos. Uno es el de crecimiento econmico, que

    como pensaba Alberdi, se refiere al aumento de la productividad cantidad de producto por unidad de

    recurso y por lo tanto de la produccin. El otro es el de desarrollo econmico, que se refiere a la

    distribucin social del producto, es decir, unidad de producto apropiada per cpita, lo cual no es lo mismo

    que produccin per cpita. Me parece que esta distincin es importante tenerla en cuenta al momento decomparar lo que plantea Alberdi y lo que plantea Sarmiento, ya que uno estara fundando su programa en el

    crecimiento econmico Alberdi mientras el otro Sarmiento en desarrollo econmico]El autoritarismo, preservado en su nueva envoltura constitucional, es por hiptesis suficiente para afrontar eldesafo de los desfavorecidos por el proceso. Alberdi no cree siquiera necesario examinar si habra razoneseconmicas que hiciesen preciso alguna redistribucin y su indiferencia por este aspecto es entendible, ya queel mercado para la produccin argentina, ha de encontrarse en el extranjero. [Es decir que tiene una claraconciencia de la divisin internacional del trabajo y concuerda con lo que esta teora plantea sobre los

    beneficios de la especializacin en funcin de las ventajas comparativas]

    Ese proyecto de cambio econmico, a la vez acelerado y unilateral, requiere un contexto poltico preciso, queAlberdi describe bajo el nombre de repblica posible. La complicada estructura institucional que para ella se

    propone en las Bases, busca impedir que el rgimen autoritario sea tambin un rgimen arbitrario. Laeliminacin de la arbitrariedad, es vista por Alberdi como el requisito ineludible para lograr el ritmo decrecimiento econmico que juzga deseable.La apelacin al trabajo y capital extranjero constituye el mejor instrumento para el cambio econmicoacelerado. El pas necesita poblacin, pero adems, Alberdi no separa la inmigracin de trabajo de la decapital, ya que ve la inmigracin como fundamentalmente de capitalistas. Para esa inmigracin destinada atraer todos los factores de la produccin salvo la tierra, se prepara el aparato poltico que Alberdi propone.La justificacin de la repblica posible, es que est destinada a dejar paso a la repblica verdadera, la cual serealizar slo cuando el pas haya adquirido una estructura econmica y social comparable a la de lasnaciones que han creado y son capaces de conservar ese sistema institucional.De modo implcito postula una igual provisionalidad para el orden social marcado por acentuadas

    desigualdades y la pasividad forzada de quienes sufren las desigualdades. Alberdi hace de los avances de lainstruccin un instrumento importante de progreso econmico y social. No es necesaria una instruccinformal muy completa para poder participar como fuerza de trabajo en la nueva economa; la mejor instruccinla ofrece el ejemplo de destreza que aportaran los inmigrantes europeos. Por otra parte, una difusin excesivade la instruccin, corre el riesgo de propagar en la poblacin, nuevas aspiraciones. Puede ser msdirectamente peligrosa si al ensearles a leer, pone a su alcance toda una literatura que trata de persuadirlos deque tienen, tambin ellos derechos a participar del goce de los bienes producidos. Un Exceso de instruccin,atenta contra la disciplina necesaria en los pobres. Encontramos la misma reticencia frente al elemento que haservido para justificar la pretensin de la elite letrada a la direccin de los asuntos nacionales: su comercioexclusivo con el mundo de las ideas que la constituira en el nico sector nacional que sabe qu hacer con el

    poder, es ahora recusado por Alberdi. Para l, el idelogo renovador, no es sino el heredero del letradocolonial, a travs de transformaciones que slo han servido para hacer an ms peligroso su influjo.El cambio que Alberdi propone, no slo choca con ciertas convicciones antes compartidas con su grupo; se

    apoya adems en una simplificacin tan extrema del proceso a travs del cual el cambio econmico influye enel social y poltico, que su utilidad para dar orientacin a un proceso histrico real, puede ser puesta en duda.An as las Bases resumen con nitidez cruel, el programa adecuado a un frente antirrosista. Ofrece a ms deun proyecto de pas nuevo, indicaciones precisas sobre cmo recoger los frutos de su victoria a quienes hansido convocados a decidir un conflicto definido como de intereses.

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    5)Progreso sociocultural como requisito del progreso econmico.

    Sarmiento elabor una imagen del nuevo camino que la Argentina deba tomar, que rivaliza con el de Alberdi,al que adems supera en riqueza de perspectivas y contenido. Mueve a Sarmiento a recusar el proyectoalberdiano, su conviccin de que conoce mejor los requisitos y consecuencias de un cambio econmicosocialcomo el que la Argentina posrosista debe afrontar. Esa imagen del cambio posible y deseable, sarmiento laelabor bajo el influjo de la crisis europea de 1848.Como Alberdi, Sarmiento deduce de ella justificaciones para la toma de distancia, no slo frente a losidelogos del socialismo sino ante una entera tradicin poltica que nunca aprendi a conciliar el orden con lalibertad. Su modelo era Estados Unidos. No le preocupa primordialmente examinar de qu modo se haalcanzado una solucin al problema poltico del siglo XIX la conciliacin de la libertad y la igualdad[Estees un problema terico que se plante en trminos de cmo conciliar democracia plena y capitalismo.

    Tericos de distintas corrientes concluyeron que eran incompatibles, entre ellos, hombres como Tocqueville

    y muchos de la corriente liberal] sino rastrear el surgimiento de una nueva sociedad y una nueva civilizacinbasada en la plena integracin del nuevo mercado nacional.La importancia de la palabra escrita se le aparece a Sarmiento como decisiva. Ese mercado slo podraestructurarse mediante la comunicacin escrita con un pblico potencial muy vasto y disperso.Si esa sociedad requiere una masa letrada es porque requiere una vasta masa de consumidores; para crearla no

    basta la difusin del alfabeto, es necesaria la del bienestar y de las aspiraciones a la mejora econmica a

    partes cada vez ms amplias de la poblacin nacional. Para esa distribucin del bienestar a sectores msamplio, debe ofrecer una base slida: la de la propiedad de la tierra. Sarmiento no dejar de condenar laconcentracin de la propiedad. Para asegurar la expansin de las aspiraciones, sera preciso hallar unasolucin intermedia entre una difusin masiva y prematura de ideologas igualitarias y ese mantenimiento dela plebe en la feliz ignorancia de Alberdi.Vea en la educacin un instrumento de conservacin social, no porque pudiese disuadir al pobre de cualquierambicin de mejorar su lote, sino porque deba ser capaz, a la vez que de sugerirle esa ambicin, de indicarlelos modos de satisfacerlas en el marco social existente.El ejemplo de los Estados Unidos, persuadi a Sarmiento de que la pobreza del pobre no tena nada denecesario. Lo persuadi tambin de que la capacidad de distribuir bienestar a sectores cada vez ms ampliosno era solamente una consecuencia positiva del orden econmico, sino una condicin necesaria para laviabilidad econmica de ese orden. La imagen del progreso econmico que madura en Sarmiento postula uncambio de la sociedad en su conjunto, no como resultado, sino como precondicin del orden.

    El ejemplo de Estados Unidos, a la vez que incita a Sarmiento a prestar atencin al contexto socioculturaldentro del cual ha de darse el progreso econmico, hace para l innecesario definir los requisitos polticospara ese progreso.Luego, de vuelta en Chile, se dedicar a escudriar los primeros anticipos de ese futuro que intenta planear,rastreando los efectos de la nueva prosperidad creada por la apertura del mercado californiano a lasexportaciones chilenas. [Para esa poca se haba descubierto oro en California. Es la poca de la fiebre deloro que motiva migraciones masivas hacia el Pacfico, pero que no cuenta dentro de Estados Unidos con

    un mercado proveedor suficiente de alimentos para esos pioneros] l ya adverta en 1849 su impacto en losavances del nivel de vida en Santiago y su plebe urbana. Era la ampliacin del mercado, a travs de la delconsumo, lo que subtenda esos avances y dotaba de un nuevo dinamismo a la economa chilena. Chile, noobstante, crey eterno ese mercado nuevo que pronto fue borrado por el desarrollo de un proveedor dentro deEstados Unidos. De esa falta de clculo y previsin, Sarmiento culpaba a los terratenientes chilenos, fruto endefinitiva de la ignorancia, y encontraba as un nuevo justificativo para la educacin popular.

    Otra leccin que Sarmiento atesora del Chile dominado por terratenientes, es que la igualdad social no podraall lograrse por la difusin de la propiedad de las tierras. Como respuesta trata de esbozar una lneaalternativa de desarrollo por medio de la modernizacin de la agricultura chilena. Esto slo podra hacerse enel marco de la gran explotacin capitalista. Ello exige una masa de asalariados rurales instruidos y bienremunerados, pero poco numerosos; complemento de ese cambio debe ser el crecimiento de las ciudades,

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    La apelacin apasionada a una tradicin facciosa refleja la conviccin de que esta tradicin est perdiendo suimperio. Si esas tradiciones facciosas agonizan es porque como haba declarado Alberdi se estn haciendoirrelevantes y lo que las hace tales son los cambios que a pesar de todo trajo Caseros.Qu ha cambiado? No las situaciones provinciales consolidadas en la etapa de hegemona portea, que ahorase apresuran a cobijarse bajo la de su vencedor. Tampoco el equilibrio interno de las facciones polticasuruguayas. Caseros ha puesto en entredicho la hegemona de Buenos Aires y ha impuesto la bsqueda de unnuevo modo de articulacin entre esta provincia, el resto del pas y los vecinos.Tambin se ha destruido en Caseros el sistema de poder creado por Rosas. Ese sistema construido a partir de1828-29, haba sido despojado por su creador de toda capacidad de reaccin espontnea que hace posible

    bajo la apariencia de una rabiosa politizacin una despolitizacin creciente de la sociedad entera.La cada de Rosas deja un vaco que llenan mal los sobrevivientes de la poltica prerrosista, como por ejemploVicente Lpez y Planes, designado por Urquiza, gobernador de Buenos Aires.Ese vaco ser llenado entre junio y diciembre de 1852; un nuevo sistema de poder ser creado; habr surgidouna nueva direccin poltica con una nueva base urbana y un sostn militar improvisado, pero suficiente para

    jaquear la hegemona que Entre Ros crey ganar en Caseros. El 11 de setiembre de 1852, marca l fecha deuna de las pocas revoluciones argentinas que marcan un punto de inflexin en su vida poltica.

    2)Nace el Partido de la Libertad.

    A fines de junio de 1852, la recin elegida Legislatura de la Provincia de Buenos Aires rechaza los trminosdel Acuerdo de San Nicols, por el que las provincias otorgan a Urquiza la direccin de los asuntos nacionalesdurante el periodo constituyente. El hroe de la jornada es Bartolom Mitre. Quiere ser portavoz de unaciudad y una provincia que no ha renunciado a defender la causa de la libertad.Est renaciendo algo que faltaba en la ciudad desde haca veinte aos: una vida poltica. En el dilogo entreun grupo dirigente polticoeconmico y una elite letrada que segn Alberdi deba determinar el futuro

    poltico de la Argentina se entremezclaba otro turbulento interlocutor. Esto pareca anunciar una recada enel estilo poltico que haba provocado la reaccin federal y rosista. La trayectoria de Mitre no era mstranquilizadora, pero su xito parlamentario de junio fue contrarrestado por un golpe de estado de Urquiza,dispuesto a volver a la obediencia a Buenos Aires.La ocupacin militar entrerrianocorrentina se hace pronto insostenible y el 11 de setiembre se asiste a unalzamiento exitoso. Esos hombres nuevos a quienes las jornadas de junio han dotado de un squito urbano [enla Legislatura] transforman su base poltica en militar.

    Pero esos advenedizos no estn solos; junto con ellos se levantan los titulares del aparato militar creado porRosas. Unos y otros reciben el inmediato apoyo de las clases propietarias de ciudad y campaa. La causa de lalibertad que Mitre evoca, no es otra que la oculta causa de Buenos Aires, la cual no es idntica para los jefesde frontera, para las clases propietarias o para la nueva opinin urbana movilizada en junio. Esta ltimaidentifica la causa de Buenos Aires con la de la libertad impuesta a las dems provincias con violencia. Paralas clases propietarias significa la resistencia a incorporarse a un sistema fiscal que los intereses porteos nomanejan. Para el aparato militar exrosista, la negativa a aceptar la hegemona entrerriana.Cuando vencedor el movimiento en Buenos Aires busca expandirse al Interior, amenazando as inaugurar unnuevo ciclo de guerras civiles, ese aparato militar se alza. No logra derrocar al gobierno de la ciudad yUrquiza decide darle su apoyo bloqueando navalmente Buenos Aires. La provincia pasa la prueba, Urquiza seretira una vez ms y la organizacin militar de la campaa es cuidadosamente reestructurada para que no

    pueda volver a ser un contrapeso de la Guardia Nacional de Infantera que es ahora la expresin armada de lafaccin dominante en la ciudad.

    La prueba atravesada ha enseado a los dirigentes polticos urbanos los lmites de su libertad de accin; suvictoria se debe en parte importante a que el arbitraje de las clases propietarias le ha sido favorable. stasseguirn apoyndolos debido a sus prevenciones a la incorporacin a la Confederacin urquicista, pero notoleraran una poltica interprovincial de conflicto.

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    El xito de la empresa poltica inaugurada en junio de 1852 se da en un contexto muy diferente del previstopor quienes pretendan predecir antes de 1852 el rumbo de la Argentina posrosista. No se mide en cambiossociales, en un nuevo ritmo de progreso econmico estimulado por la accin estatal o en avancesinstitucionales. Es un xito estrechamente poltico que comienza a borrar las consecuencias de la derrota deBuenos Aires en Caseros, que otorga a una tradicin antirrosista una slida base popular.En ese contexto, tanto el pensamiento poltico como su expresin adquieren modalidades nuevas. Los

    polticos de Buenos Aires se dirigen a un pblico distinto y ms vasto que los grupos dominantes que Alberdihaba reconocido como nicos interlocutores. He aqu todo un mundo de problemas que Alberdi habaignorado sistemticamente, que Sarmiento slo atendi episdicamente, pero cuya significacin no se podaseguir ignorando.Ese esfuerzo de definicin de una poltica que surge, inspira los artculos con que Mitre llena Los Debates Enellos encontramos en el lugar de honor al personaje que Alberdi habra querido desterrar para siempre de la

    poltica argentina: el partido. [Cuidado con esto: cuando Halperin caracteriza aqu al partido, lo hace demanera muy similar a los partidos polticos moderno lo cual puede conducir a un anacronismo. Lo correcto

    aqu, es hablar de facciones ms que de partidos, porque aun no cuentan con la estructura orgnica con la

    que los conocemos, y que no surgirn hasta despus de 1880] El partido impone una conexin nueva entredirigente y squito poltico. El nfasis en el partido, lleva a los polticos a un esfuerzo por buscar un pasado

    para ese partido, pasado adems cuidadosamente depurado.En este marco, el retorno de los restos de Rivadavia sobre cuya accin poltica la generacin de 1837 habadado un juicio muy duro lejos de marcar una vuelta al conflicto interno, viene a coronar un largo esfuerzo

    integrador en que Buenos Aires se reconcilia consigo misma. La resurreccin de una tradicin poltica que apartir de 1837 haba sido declarada muerta, renace de la identificacin entre la tradicin unitaria y la causa deBuenos Aires. Esa tradicin se adecua a las necesidades de una Buenos Aires que luego de su derrota enCaseros, debe reivindicar ms explcitamente que nunca, su condicin de escuela y gua poltica de la enteranacin.Por su parte, al mantener su identificacin intransigente con la causa del progreso viene a afirmarnos Mitreel Partido de la Libertad que ha nacido, no har sino reflejar la que la sociedad portea mantiene desde suorigen. Pero Mitre hace urgente separar la causa del liberalismo [que est resurgiendo en toda Europa] de lade un radicalismo que se declara condenado de antemano al fracaso. Lo que Mitre quiere es tener a susenemigos a la izquierda y no se limita a ofrecer una alternativa preferible a la conservadora o radical, sino quetoma de ellas todos los motivos vlidos en ambas posiciones extremas, y al hacerlo, las despoja de cualquiervalidez. A pesar de su planteo poltico, menos fcil es dotar a esa orientacin renovadora de un contenido

    preciso, de un programa.

    Mitre defini sus posiciones programticas sobre puntos tan variados como el impuesto al capital, laconvertibilidad del papel moneda y la creacin de un sistema de asistencia pblica desde la cuna hasta latumba. Pero no hay duda de que esas definiciones programticas no podran ser las de un partido que

    pretendiese representar armoniosamente todas las aspiraciones que se agitan en la sociedad. [Bien Halperin...otra vez no pudo zafar bien de expresar su pensamiento poltico. Esto es as, por la sencilla razn de que noexiste partido poltico que pueda expresar los intereses de todos los sectores sociales, ya que muchos de ellos

    son contrapuestos. Lo que Halperin est diciendo, es que los partidos o facciones polticas, son

    necesariamente clasistas aunque no lo digan, o al menos facciosos en trminos de grupos de intereses ] Esasindefiniciones de 1852, quedarn hasta tal punto incorporadas a la tradicin poltica argentina que seguirngravitando hasta nuestros das.La movilizacin poltica urbana en Buenos Aires no tuvo efectos duraderos; sera agotada por unadesmesurada victoria: a partir de 1861 el Partido de la Libertad, intenta la conquista del pas y no slo fracasasino que destruye las bases mismas desde las que ha podido lanzar su ofensiva.

    3)El Partido de la Libertad a la conquista del pas.

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    Buenos Aires va a mantener dos conflictos armados con la Confederacin. Derrotada en 1859 admiteintegrarse a su rival, pero obtiene de ste el reconocimiento del papel director dentro de la provincia dequienes la han mantenido disidente. Obtiene tambin una forma constitucional que, a ms de disminuir el

    predominio del Estado federal sobre los provinciales, asegura una integracin financiera slo gradual deBuenos Aires en la nacin.Vencedora en 1861, su victoria provoca el derrumbe del gobierno de la Confederacin, presidido por Derqui yslo tibiamente sostenido por Urquiza. Mitre, gobernador de Buenos Aires, advierte muy bien los lmites desu victoria, que pone a su cargo la reconstitucin del Estado federal, pero no lo exime de reconocer a Urquizaun lugar en la constelacin poltica que surge. Admite que los avances del partido de la Libertad no podranalcanzar a las provincias mesopotmicas que quedan bajo la influencia de Urquiza y parece dispuesto aadmitir tambin que en algunas de las provincias interiores la base local para establecer el predominio liberales tan exigua, que no debe siquiera intentarse.El vencedor de Pavn, admite en cambio la remocin de los gobiernos provinciales de signo federal en elInterior, hecha posible por la presencia de destacamentos militares de Buenos Aires, y en el Norte, por losejrcitos de santiago del estero y los hermanos Taboada. Esa empresa afronta la resistencia de La Rioja,aparentemente doblegada cuando su mximo caudillo el Chacho Pealosa es vencido y ejecutado. Noobstante, la escisin del liberalismo porteo, no pudo ser evitada luego de Pavn.Mitre, sacudida ya su base provincial, busca consolidarla mediante la supresin de la autonoma de BuenosAires, que una ley nacional dispone colocar bajo la administracin directa del gobierno federal. La Legislaturarehusa su asentimiento; Mitre se inclina ante la decisin pero no logra evitar que la erosin de su base portea

    quede institucionalizada en la formacin de una faccin liberal antimitrista: la autonomista, que en pocos aosse har del control de la provincia.La divisin del liberalismo porteo va a gravitar en la ampliacin de la crisis poltica cuya intensidad Mitrehaba buscado paliar mediante su acercamiento a Urquiza. Pero lo que sobre todo va a agravarla es suinternacionalizacin. La victoria liberal de 1861 slo puede consolidarse a travs de conflictos externos. Es elentrelazamiento entre las luchas facciosas argentinas y uruguayas lo que conduce a ese desenlace.El predominio blanco asegurado en Quinteros, va a afrontar el desafo de espadas veteranas del coloradismoque han encontrado en Buenos Aires, lugar en el ejrcito disidente y para la cual han organizado unacaballera. La Cruzada Libertadora que el general Flores lanza sobre su pas, cuenta con el apoyo de BuenosAires. A su vez, el cruzado colorado contar con otro apoyo externo an ms abierto: el imperio del Brasil.Si la pasividad de Urquiza despierta reprobacin entre los federales, los liberales autonomistas hallan posibleacusar de pasividad a Mitre. Esos reproches se harn ms vivos cuando el joven presidente de Paraguay,Francisco Solano Lpez, juzgando oportuno el momento, entre en la liza en defensa del equilibrio rioplatense

    que proclama amenazado por la intervencin del imperio en el Uruguay. [ Cuando la Cruzada Libertadoraavanza sobre Uruguay, no tiene asegurado un dominio sobre la campaa oriental; son las tropas brasileas

    las que se lo facilitan invadiendo el territorio uruguayo por el norte ] Lpez espera contar con el apoyo deUrquiza a ms del que obviamente tiene derecho a esperar del gobierno blanco. Los autonomistas urgen aMitre a que lleve a Argentina a la guerra del lado del Brasil. Por su parte Mitre busca evitar que la guerrallegue como una decisin independiente de su gobierno. Cuando Lpez decide atacar a Corrientes luego deque le ha sido denegado el paso con sus tropas por Misiones, logra hacer de la entrada de la Argentina en elconflicto, la respuesta a una agresin externa. As la participacin argentina adquiere una dimensin nacionaly Urquiza se apresura a declarar su solidaridad con la nacin y su gobierno.Pero en la medida en que la guerra no ha de servir para la definitiva limpieza de los ltimos reductosfederales, ella pierde buena parte del inters para la faccin autonomista.Si el proceso que conduce a la guerra marca el punto ms alto del estilo poltico de Mitre, la guerra va a ponerfin a su eficacia. Las pruebas que impone son demasiado duras, las tensiones que introduce en el cuerpo social

    demasiado poderosas en la conciencia de las limitaciones severas que afectan a un poder slo nominalmentesupremo. Es aislamiento poltico del Presidente se acenta y a l contribuye la creciente resistencia federal departicipar en el conflicto blico. Contribuye tambin de modo ms decisivo la toma de distancia frente a laempresa de un autonomismo que antes que nadie, la haba proclamado necesaria.

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    La movilizacin poltica urbana, que ha sobrevivido mal a la escisin liberal, se hace presente por ltima vezen el momento de declaracin de guerra. Desde entonces, en ciudad y campaa, la vida poltica de BuenosAires ser cada vez ms protagonizada por dos mquinas electorales.El esfuerzo que la guerra impone acelera la agona del Partido de la Libertad. Urquiza ha visto reconocida enel nuevo orden una influencia que espera poder ampliar apenas dejen de hacerse sentir los efectos inmediatosde la victoria de Buenos Aires en un Interior en que el federalismo sigue siendo la faccin ms fuerte. Asistiras como espectador dispuesto slo a comentarios ambiguos al gran alzamiento federal de 1866-67, que desdeMendoza a Salta convulsiona todo el Interior andino, pero esta lnea poltica que adopta se revelar suicida.Como se ve, no es slo la erosin de su base poltica portea la que ocasiona la decadencia del mitrismo; estambin el hecho de que en el contexto institucional adoptado por la nacin esa base no bastara paraasegurar un predominio nacional no disputado. [Esto es as por el problema de las representaciones

    provinciales; para lograrlo, debiera contar con mayora de las representaciones provinciales y ya sabemosque el mitrismo no est consolidado en el pas]Ante la guerra, el ejrcito nacional necesita ampliar su cuerpo de oficiales y esto permite el retorno a

    posiciones de responsabilidad e influencia, a figuras polticamente poco seguras. Al mismo tiempo, las pocoafortunadas vicisitudes de la guerra debilitan el vnculo entre ese cuerpo de oficiales y su jefe supremo, esdecir, Mitre. Curupayt, revela a la nacin que la guerra ha de ser mucho ms larga y cruenta de lo que seesperaba, e inspira entre los oficiales dudas sobre su direccin. Ese cuerpo de oficiales es solicitado en 1867

    por el coronel Lucio Mansilla para apoyar la candidatura presidencial de sarmiento.Aun los jefes de la ms vieja lealtad mitrista se sienten cada vez menos ligados a ella y as el general

    Arredondo, feroz pacificador del Interior tras Pavn, entrega los electores de varias provincias a esecandidato. Puede hacerlo, gracias a la guerra civil de 1866-67, en que el ejrcito nacional ha alcanzadogravitacin en el Interior.El Partido de la Libertad ya no existe, Mitre lo ha destruido. Esto es el resultado de una accin ms interesadaen los resultados que en principios. Mitre traicion los de su partido cuando proclam la espectabilidad delcaudillo Urquiza, cuando acept como sus aliados en el Interior a los Taboada, cuando favoreci en elUruguay la causa de ese otro traidor a sus principios Flores, la traicion aun ms cuando desencadenada laguerra con el Paraguay pact con el Imperio brasileo, alianza contraria al republicanismo de su partido. Aesa bancarrota moral, sigui la bancarrota poltica.Puede el federalismo sobrevivir a ese retorno debido ms que a sus victorias al agotamiento de suadversario? Y de ser as qu sobrevivir de ese federalismo?

    4)De la reafirmacin del federalismo a la definicin de una alternativa a las tradiciones facciosas.

    La cada de Rosas haba significado un punto de inflexin en la trayectoria del federalismo. La solidaridad delpartido encontraba a su vez una nueva base en la identificacin con la Constitucin Nacional de 1853. Lasecesin de Buenos Aires devolver a primer plano motivos antiporteos a los que haba puesto sordina lahegemona rosista. Ese federalismo constitucionalista y antiporteo es el que debe hallar modo de sobrevivir aPavn.El jefe nacional del federalismo, Urquiza, no ha sido despojado por Pavn de un lugar legtimo en la vida

    poltica argentina. La constitucin que el vencedor de Pavn ha jurado, y da base jurdica al poder nacional, esla que se proclam en cumplimiento de los pactos que los jefes histricos del federalismo establecieron treintaaos atrs. Esa seguridad de que el federalismo no ha perdido en la derrota su funcin central est aun viva enla proclama con que el Chacho Pealosa anuncia su levantamiento.La proclam no llama a los riojanos a imponer una nueva solucin poltica, sino el retorno a la lnea de mayo yde Caseros; pero ese optimismo quiz forzado deber ser abandonado por parte de los federales.

    Una interpretacin cada vez ms popular de Pavn deriva de la ltima etapa de la polmica antirrosista, quedenunciaba en Buenos Aires a un poder votado al monopolio mercantil y la explotacin fiscal del resto delpas.Tras la victoria de Mitre y Buenos Aires, Alberdi prefiere insistir en el elemento fiscal. En diez aos se habahecho evidente lo que en 1852 haba vaticinado el representante britnico en el Ro de la Plata Parish

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    respecto de que la libre navegacin era incapaz de afectar sensiblemente la hegemona mercantil de BuenosAires. Ms que eliminar las restricciones, se trataba de hallar un modo de que el pas entero participe demanera menos desigual en sus beneficios. Ello slo podra lograrse, segn Alberdi, mediante la creacin de unautntico Estado nacional, dueo de las rentas nacionales. [Halperin no lo ha nombrado ni una sola vez a lolargo de este trabajo, pero cuando habla de rentas nacionales, hay que recordar que lo ms saneado del fiscoeran los ingresos de la Aduana y que Buenos Aires los tiene] La integracin del motivo alberdiano y unatradicin federal depurada de cualquier memoria de la etapa rosista, encuentra expresin en la proclama conque el coronel Felipe Varela se pone al frente del gran alzamiento del Interior andino en diciembre de 1866.La causa que invoca es la misma de 1863.Ante todo esto, ese federalismo que debe resurgir, desenvuelve los esfuerzos por hacer de Urquiza uncandidato a la sucesin constitucional de Mitre. Constitucionalismo y sobre todo antiporteismo, ofrecenentonces una renovada base al federalismo.Sarmiento es presidente en 1868 contra los deseos de Mitre y no se limita a afrontar en estilo desgarradamente

    polmico el hostigamiento de un mitrismo enconado por la prdida del poder. Falto de apoyo partidariopropio, Sarmiento se acerca a Urquiza dndose as la posibilidad de una nueva alineacin en que elfederalismo puede aspirar a ganar gravitacin decisiva.A nivel internacional, la trayectoria del segundo Imperio [la Francia de Napolen III] subraya el agotamientode la solucin autoritaria en la que Alberdi confiaba. Los xitos del rgimen imperial lo mismo que susfracasos, parecen reflejar la perduracin de esas fuerzas revolucionarias que son la democracia y elnacionalismo. El liberalismo mitrista aparece as como contrario a las tendencias de nuevo dominantes en

    Europa. No slo los voceros del federalismo comienzan a golpear ese flanco dbil [su tibieza poltica] delmitrismo. Tambin desde el liberalismo se proclamar una creciente decepcin hacia l.Pocos meses despus de recibir la visita de sarmiento, Urquiza es asesinado por los participantes en larevolucin provincial que ponen en el poder a Ricardo Lpez Jordn, el ms importante de sus segundones.Jos Hernndez, poltico federal, quiere creer que aun es posible salvar el frgil entendimiento entre elgobierno nacional y el federalismo entrerriano y se declara seguro de que Lpez Jordn condenar ese crimen.

    No obstante, Jordn ni quiere ni puede hacerlo. Sarmiento se dispone a lanzar todo el ejrcito sobre laprovincia y Hernndez pasa a apoyar la causa de la rebelin entrerriana, pero advierte mejor que el jefe desta, hasta qu punto el nuevo contexto poltico nacional condena de antemano cualquier movimiento que nosupere el mbito provincial. Las alternativas que quedan abiertas son: trasformar el alzamiento entrerriano en

    punto de partida de uno nacional capaz de abatir al gobierno federal; ganar para l el apoyo armado delimperio brasileo que le permita reconstruir en su provecho la confederacin urquicista; y ninguna de estasdos opciones son fciles; y una tercera, lograr el avenimiento con el gobierno nacional que no suponga una

    derrota total de la causa rebelde. Ese avenimiento slo ser posible si el gobierno debe afrontar una crisis msurgente que la de Entre Ros. Se comprende entonces con qu alborozo festeja Hernndez desterrado enMontevideo luego de la derrota del jordanismo, a la crisis abierta con la candidatura de Avellaneda parasuceder a Sarmiento, y su culminacin en la infortunada rebelin militar encabezada por Mitre en 1874.Hernndez intenta de nuevo hacerse vocero de un consenso destinada a abarcar fuerzas ms vastas que esafraccin del federalismo que ha venido sobreviviendo. Tiene confianza en la progresiva afirmacin de eseEstado nacional que Mitre organiz como agente de una faccin, Sarmiento quiso independiente de lasfacciones y Avellaneda se apresta a redefinir como rbitro entre ellas. [Recordemos que la mayor aspiracin

    poltica de Avellaneda fue declarada por l mismo cuando expres que deseaba que no hubiese en la nacin,

    nada ms grande que la nacin misma]

    El consenso despus de la discordia

    1)Los instrumentos del cambio.

    Los testimonios de la poca no muestran ningn deseo por revisar de modo sistemtico los distintos proyectosde creacin de una nacin formulados a mediados de siglo. Con ello se corre el riesgo de perder de vista que

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    ese legado renovador al que se rinde constante homenaje no propone un rumbo nico sino varias alternativas.Lo que haba separado a Alberdi de Sarmiento o de Fras no era una diferencia de opinin sobre la necesidadde acudir a la inmigracin o la inversin extranjera o la de fomentar el desarrollo del transporte sino el modoen que esos factores deban ser integrados en proyectos de transformacin global, cada vez ms perdidos devista a medida que esa transformacin avanza.De esos elementos por ejemplo, la educacin popular no ser nunca uno en torno al cual la controversiaarrecie; tampoco recibir mucho ms que el homenaje ya que ni el propio Sarmiento le conceder en los aosque van de 1862 a 1880 la atencin que le otorg en etapas anteriores y volver a consagrarle en sus aosfinales. [Cuidado con esto, primero porque Norma Simetra y Brillo, si alguna vez se masturba, lo hace

    pensando en Sarmiento; segundo porque es cierto que durante la presidencia de Sarmiento, el presupuesto

    para educacin fue tan alto que nunca ms se repiti en la historia argentina. Despus de todo, como

    Halperin presenta con quien bamos a rendir, contina diciendo:] Su gobierno impone sin duda unareorientacin seria a la educacin primaria y popular.La inmigracin despierta reacciones ms matizadas que sin embargo tampoco alcanzan a poner en duda lavalidez de esa meta. La confrontacin entre las propuestas renovadoras y los resultados de su aplicacin, esmenos fcil de esquivar en el rea econmica.Slo ocasional y tardamente se discutir la apertura sistemtica al capital y la iniciativa econmicaextranjeros; con mayor frecuencia se oirn protestas contra la supuesta timidez con que se las implementa. EnBuenos Aires el hecho de que el primer ferrocarril, creado por iniciativa de capitalistas locales, pase luego a

    propiedad de la provincia, es visto por muchos como una anomala. En 1857 Sarmiento ha subrayado que el

    nico modo de acelerar la creacin de la red ferroviaria es dejarla a cargo de la iniciativa extranjera que debeser atrada mediante generosas concesiones en tierras, condenadas stas a ser insuficientemente explotadasmientras falten medios de comunicacin. [una cosa que Halperin parece no tener en cuenta aqu es

    justamente el modelo de Sarmiento basado en Estados Unidos, donde la construccin de ferrocarriles se

    haca justamente por la concesin de determinada cantidad de tierras por el lugar donde pasaban las vas,

    que sirvieron para capitalizacin de las empresas constructoras mediante el usufructo de las mismas como

    tierra privada por la cual deban pasar las carretas que quisieran cargar algo en el tren, algo as como un

    peaje que al productor costaba ms caro pasar esa legua de ancho que transportar su producto desde 100

    kilmetros de distancia a las vas, aunque tuviese que pagar por ello]En la dcada siguiente El Nacionalpropondr directamente la transferencia del Ferrocarril Oeste a manos

    britnicas; es sta una de las propuestas oficiosas del gobierno de Sarmiento. El papel del capital extranjero enla expansin argentina, no es entonces objeto de controversia, y an menos la despierta la apelacin ilimitadaal crdito externo. Hernndez es uno de los entusiastas partidarios del endeudamiento.

    El consenso se har mucho ms reticente en torno a la liberalizacin del comercio exterior. Por una largaetapa el librecambismo va a ser reconocido como un principio doctrinario irrecusable, sin embargo lanecesidad de proteger ciertos sectores, va a ser vigorosamente subrayada. Un slido consenso va a afirmarseen torno a los principios bsicos de la renovacin econmica. Slo en la dcada del setenta, algo parecido a undebate sobre principios econmicos, comienza a desarrollarse en torno al proteccionismo, que adquiere unanueva respetabilidad al ser presentado como alternativa vlida a un librecambismo a veces recusado en loshechos.Pero las tomas de posicin a favor del proteccionismo alcanzan eco reducido y estn lejos de suponer unarecusacin global de los supuestos a partir de los cuales fue emprendida la construccin de un nuevo pas.Otra razn para que la disidencia que el proteccionismo implica permanezca en lmites estrechos, es que en suversin ms extrema, el proteccionismo, recusa la teora de divisin internacional del trabajo, sobre lo cualhay general consenso en aprobar. Lo que no se examina, es si, al margen de la poltica econmica delgobierno argentino, la nueva inclusin en la economa mundial no est consolidando un lazo de desigualdad

    de intercambio difcil de modificar. Lo que ocurre es que hay una fe en que est abierto a la Argentina elcamino que la colocar en un nivel de civilizacin, podero econmico y poltico, comparable al alcanzadopor las potencias europeas.

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    Significa esto que no es advertido el hecho obvio de que la Argentina es un rea marginal del mercadomundial? Es evidente que existe conciencia de los peligros que esa marginalidad implica, pero ella se da sobretodo en el plano poltico, por lo cual la soberana poltica es la que va a ser defendida.Al sugerir remedios a la situacin de atraso argentino, que es comparable con el del resto de naciones deHispanoamrica, no se busca la causa principal de ese atraso en la condicin marginal del continente. Ademsquienes estn atentos a esos riesgos, estn sostenidos por la seguridad de que las naciones hispanoamericanascuentan con los medios de superarlos, si se deciden a usar de ellos. Si Alberdi juzga que la inmigracin dehombres y capitales, en un marco de autoritarismo poltico e inmovilismo social, har de la Argentina unarplica y no un satlite de Europa, Sarmiento por su parte no duda de que una poltica diferente, permitirrepetir el milagro norteamericano. Mitre incluso era ms optimista: en menos de doscientos aos laArgentina habr alcanzado y quiz sobrepasado a Inglaterra

    Ni una disidencia poltica, ni un proyecto alternativo de cambio econmicosocial, vienen a debilitar la segurafe en que la edad de oro de la Argentina, como crea Alberdi, estaba en el futuro, y que desde mediados desiglo haba quedado abierto el camino para ello. Pero esa seguridad era vulnerable al testimonio que larealidad inmediata ofreca.

    La campaa y sus problemas

    En 1873, Jos Manuel Estrada ofrece un cuadro de lo que segn l ha llegado a ser la imagen dominante de lacampaa y su lugar en la nacin. Repite la que la Espaa conquistadora sign a las sociedades indgenas sobrecuya explotacin afirm su dominio. La campaa existe para la ciudad.En 1845, sarmiento haba contrapuesto una campaa sumida en la edad oscura a ciudades que vivan la vidadel siglo XIX. En la primera provincia el contraste entre progreso urbano y primitivismo campesino es msevidente, y ello no slo porque su capital es a la vez el primer puerto ultramarino, sino tambin porque es en

    buenos Aires donde la presencia indgena toca de cerca de las zonas rurales dinamizadas por la expansin dela economa exportadora.La arbitrariedad administrativa, conoce menos atenuantes en la ciudad que en la campaa. La supuestadefensa contra el indio ha sido organizada con una ineficacia calculada para aumentar los lucros de quienescontrolan la frontera. No es sorprendente que un sistema de defensa que se basa en la arbitrariedadadministrativa para movilizar los recursos humanos que requiere, acente el imperio de sta sobre las zonasen que recluta sus vctimas. Hernndez va a poner el acento sobre esta conexin necesaria. Otra funcinesencial de esta arbitrariedad administrativa es que ella se ha trasformado en instrumento indispensable de lasfacciones provinciales en lucha. Hay a juicio de Hernndez una manera fcil de corregir esto: instituir el

    enganche, que har posible defender la frontera con voluntarios a sueldo y reemplazar a los jueces de paz decampaa por municipalidades electivas. Esos males que conocen todos como dice Martn Fierro, sonesencialmente polticos.La imagen que proponen coincide sorprendentemente, con la que hacen suya los voceros de la claseterrateniente portea, que quieren tambin ellos hablar por toda la poblacin campesina. [Resulta que el

    gaucho pobre que es Martn Fierro, segn Halperin, no es tan pobre, sino al menos un mediano propietario.

    Si alguien ley el Martn Fierro debe recordar que dice en La Vuelta, que perdi tierra, hacienda y mujer y

    del rancho slo encontr la tapera. Al gaucho le pasa de todo, le violan la china, le roban sus hijos, lechupan la bombilla, le escupen el asado, le dan vuelta la taba... pero resulta que lo que Halperin dice es que

    Martn Fierro no es slo un gaucho sino parte de los sectores acomodados del campo, el nivel ms bajo, que

    el reclutamiento militar por ejemplo, est empezando a afectar y que lo que a travs del personaje se

    defienden, no es la poblacin campesina llana, sino ms bien, los Intereses de los propietarios ] Hay querecordar que la campaa es el ncleo y secreto del poder de la provincia. El inters por una clara definicin de

    la propiedad de la tierra y del ganado es predominante. Aun la denuncia del reclutamiento arbitrario quedeclara defender a la entera poblacin de la campaa, presenta un carcter selectivo que revela hasta qu punto esa campaa no es vista desde la perspectiva de los ms desfavorecidos. Estos problemas dereclutamiento se ven luego agravados por la guerra del Paraguay y sectores cada vez ms altos de la sociedad

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    ganadera se ven afectados. Los testimonios ms conocidos entonces, no son otra cosa que un alegato contraun estilo de gobierno que frena las perspectivas de ganancia de la clase terrateniente.Por qu una clase que cuenta con los recursos de los terratenientes porteos no es capaz de defender mseficazmente sus intereses? El problema no lo encararon ni Barros, ni Estrada ni Hernndez, sino Sarmiento.

    Para l la clave se encuentra en que la clase terrateniente portea est formada por propietarios ausentistas,que hacen sentir su gravitacin sobre las masas rurales a travs de agentes econmicos, que han establecidovnculos directos con el personal que controla la administracin provincial; como consecuencia la claseterrateniente ha abdicado de antemano cualquier influjo sobre la vida poltica de la campaa. Pero esaabdicacin no se ha traducido en una autntica emancipacin poltica de las masas ya que el arcasmo quesigue caracterizando a la campaa lo hace imposible. No obstante, de esta imagen, no deduce ningn

    programa de cambios drsticos.Durante la etapa de separacin de Buenos Aires, una coyuntura especialsima hizo posible una formulacindel proyecto de transformacin social que Sarmiento haba declarado esencial para la creacin de una nuevanacin.En nombre del gaucho errante, estigmatiza un sistema que expulsa a los hombres para dar ms ancho lugar alos ganados y Chivilcoy se le presenta como la perspectiva de trasformacin. Pero esa perspectiva se revelailusoria y a falta de un sector suficientemente amplio de las clases populares resuelto a identificarse con loscambios que Sarmiento propone, ste vuelve a un pblico ms habitual: las clases ilustradas.Su propuesta se plasm en el proyecto de reforma agraria que present en 1860 como ministro de Mitre, que

    propone para el rea destinada a ser servida por la continuacin del Ferrocarril Oeste justificada por lanecesidad de asegurar rentabilidad a la lnea y que permite a los terratenientes conservar slo la mitad de latierra que poseen. Una perspectiva como esta ya dominaba en economistas ilustrados como Vieytes. La ideaque lo domina es que la eliminacin del primitivismo sociocultural de la campaa, exige la eliminacin del

    predominio ganadero.El trnsito de una economa ganadera a una agrcola es visto como el elemento bsico del ascenso de unaentera civilizacin una etapa superior, idea que es compartida tambin por los federales. En esa nocin seapoya tambin el vasto consenso que propone la colonizacin agrcola de la campaa como solucin para elatraso y los problemas sociopolticos de la entera nacin.El programa de cambio rural mediante la colonizacin agraria est representado por la propuesta de formacinde colonias con hijos del pas, incluida por Jos Hernndez en sus Instrucciones de Estanciero, de 1881. Setrata de un programa de renovacin rural definido en dilogo exclusivo con los grupos dominantes, por lo cualno puede sino aceptar de antemano la necesidad de adecuar sus alcances a las perspectivas de esos grupos.

    Sera absurdo reprochar a Hernndez su aceptacin de un contexto sociopoltico que ni poda, ni deseabacuestionar.El programa de sarmiento, por su parte, es claro: desea hacer cien Chivilcoy en seis aos de gobierno, contierra para cada padre de familia, con escuela para sus hijos.Mitre a su vez, va a ofrecer un entero cuadro de la evolucin histrica rioplatense y a proclamar la totalracionalidad del proceso. Desde la conquista espaola hasta 1868, la barbarie pastora hizo posible laocupacin del territorio; los ganados lo conquistaron ms seguramente que los escasos hombres. Es errneocreer sin embargo que el nico mrito de la etapa pastoril es haber creado las condiciones para su futurasuperacin. Cuatrocientos mil habitantes en la pastoril Buenos Aires producen casi tanto y consumen msque cuatro veces esa poblacin en un Chile agrcola y minero. Era cierto, la rpida conquista del territoriohecha posible por la actividad ganadera, ofreci la mejor solucin para un equilibrio de recursos en que latierra era superabundante y el hombre escaso. Es la justeza de la teora de la divisin internacional del trabajola que es confirmada por el xito que la Argentina ha alcanzado. sta es tambin, aunque en un contexto

    ideolgico distinto, la conclusin de Jos Hernndez.Se ha completado aqu la redefinicin del problema de la campaa; no ha de ser definido como poltico ocomo sociocultural, sino como econmico. Su solucin ha de provenir, como haba querido Alberdi, de laapertura sin reticencias de ese campo a las fuerzas econmicas desencadenadas por el rpido desarrollo deEuropa y los Estados Unidos. El nfasis alberdiano no incitaba a planear ningn futuro en este aspecto. Al

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  • 8/9/2019 Resumen - Halperin Donghi (1982)

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    proclamar la racionalidad econmica de la realidad presente, hace ms fcil aceptarla tal como es: y esaleccin de conformidad con elstatu quo, va tambin a integrar el consenso.La creciente distancia con ese momento inaugural que es Caseros y la percepcin cada vez ms viva de que a

    partir de ese instante se vienen acumulando trasformaciones irreversibles e irreductibles a las que se habanpropuesto en cualquiera de los modelos entonces definidos, no van a estimular la formulacin de ningn otro.

    Balances de una pocaEn 1879 fue conquistado el territorio indio; al ao siguiente el conquistador del desierto era presidente trasdoblegar la resistencia armada de buenos Aires, que vea as perdido el ltimo resto de su pasada hegemona.La victoria hizo posible separar de la provincia a la capital. Nada quedaba en la nacin que fuese superior a lanacin misma. El triunfo de Roca era el del Estado central.La Argentina es al fin una, porque ese Estado nacional, lanzado desde Buenos Aires a la conquista del pas, endiecinueve aos ha coronado esa conquista con la de Buenos Aires. En 1883 Sarmiento seala en la hazaa

    poltica realizada por Roca la prueba mejor de que la Argentina no es de veras un pas nuevo.Lo que sarmiento viene a decir es que Alberdi haba tenido razn: los cambios vividos en la Argentina son,ms que el resultado de as sabias decisiones de sus gobernantes posrosistas, el del avance del ciego yavasallador de un orden capitalista que se apresta a dominar todo el planeta. Y ese progreso materialnecesariamente marcado por desigualdades y contradicciones es menos problemtico que la situacin poltica.Lo que queda atrs es ms que una etapa de construccin cuyas obras requieren ser justipreciadas. La nuevaetapa de la historia argentina no ha comenzado en 1852, est slo comenzando en 1880. En ella dominar ellema de paz y administracin.El primer objetivo del nuevo presidente es la creacin de un ejrcito moderno; el segundo el rpido desarrollode las comunicaciones; el tercero, acelerar el poblamiento de los territorios. No todos los defectos de la vidasocial provienen del Estado. La opinin pblica nacional y extranjera tiende a identificar a la Argentina consus ciudades, pero en ms de sus dos terceras partes la poblacin es an campesina. Si en 1880 como quiereSarmiento, nada se tiene estable ni seguro, ello no se debe tan slo a lo que del proyecto trasformador se hafrustrado; se debe tambin a lo que de l no se ha frustrado. Se acerca la hora en que los dilemas que larealidad del siglo XIX haba planteado a Tocqueville [ Recordemos que era la compatibilidad entredemocracia plena y capitalismo, planteado tambin como compatibilidad entre igualdad y libertad], seanuncien en el horizonte argentino. La repblica verdadera que debe ser capaz de asegurar a la vez libertad eigualdad y ponerlas en la base de una frmula poltica duradera y eficaz, es el desafo.

    [Tulio Halperin Donghi, Una nacin para el desierto argentino , Centro Editor de Amrica Latina,Buenos Aires, 1982]

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