25822634 tulio halperin donghi una nacion para el desierto argentino

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8/4/2019 25822634 Tulio Halperin Donghi Una Nacion Para El Desierto Argentino

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EI Centro Editor de A merica L atina ~sradcc~ a.!a

Bibli t • Ay"'clicho de Caracas la gcntil autorizacionI 10 et;a .. .blic .... cstc libra cuyo texto cs cI prologo a:parn pu.. , .. .

Proyecto y cOPlstrllcci.6rt. de WUl l Ia~101! (!lrgcn(tlTa

18464880) J Caracas, BlbllOtcca Ayacucho, o· 68, 1980.

Oi50no de tapa: Oscar Olaz .

Agesoramienlo ert!9tlCO: Oscar Olaz

Oiegramaci6n: Ricardo Pereyra .Coord inad6n Y producc l6n: Nata lio Lukawocki ,

FermIn E. Marquez, Alejandro De Amsller

q)·,992 Centro E d it or d O ?America ~tina SATucuman 1736, Buenos Aires .

Heche eldep6sito

de ley. Libro de edici6n arge~tina. lrnpreso yencuademado en: Sebastian de Amorrortu .e ~IJOS, ESI~ba~ deL 2237 Capital . Dis tr ibu idores enla Republ ica Argent ina. Ca-p~~ Mate~ Cancellaro e Hijos, EcheverrIa 2469, 5

Q

·C·, Buenos

Aires; Interior: Dipu S.RL., Azara 225, Capital .

Impreso an junio de 1992

UNA NACION PARA EL

I

1

DESIERTO AR¢;ENTINO

A Carlos R c k l de Asua

E~J!83. a1 cellar una mirada si n embarg~ sornbrta

s05r~su 1\r~cntl!1~ S~rmiE!l~_~Lc:tL9.(I.Q_P~i..b.lc...su.b-

raY~E_.ra ~~CCE;~?nalid~~~_l9; ..Dr~._JS_c;-imIf.:_ .I1L5.lQrlaa1gCDl~!liL£!L.~.LJ1!.~reQblSPilllllilllll:l:.lCilllO: i"en tadala America espanola no sc ha hecho para ~cseatar aU~l p~cblo de su pasada scrvidurnbrc, con rriayor pro-

dlgalldad. gasto mas grande de abncgacion] de virtu-

des, de tulcntos, de saber profundo, de condeimientospracticus y teoricos. Escuelas, eolegios, uhiver sida-des, c.6digos, letras Iegislacion, Ier rocarr iles, telcgra-

fos, libre pensar, prensa en actividades .. J todo entrcin ta anus". Que esa expericncia excepcional eon-

servaba para la Argentina un lugar exccpcional en-tre los paises hispanoamericaoos fue conviccion muy

largamentc compartida: todavia en 1938, ali prologarFacundo u, Pedro Henriquez Urena cre ia P?sible ob-servar que su sentido era mas directamdntc com-prensible en aquellos parses hispanoumcrjcanos en

que aun no se habia vencido fa batalla dd Caseros,He aqui a la Argentina ofreciendo aun un 'derrotero

hist6rico ejcrnplar -yhoy cso rnismo excdpcional->en el marco hispanoarncricano. icEn que reside csa excepcionalidad? No sqJo en que

Ia Argentina vivio en la segunda mitad del $igJo XIX

una etapa de progreso muy rapido, aunqud no Iibre

de violentos altibajos: etapas serncjantes] vivieron

otros paiscs, y el ritmo de avance de la Argentina

indepcndicntc es, hasta 1870, menos r apido que elde la Cuba todavia espanola (que sigue dcsdc luego

pautas de desarrollo muy distintas). ;La cxccpcionalidad argentina radica en i que s6]0

aUnbaa'parecer realrzaaati-na a SP Ir aC lo n V I -u y corn--arti'da--mtlCOIlstantemcntc'Trustradii"ert-el'resfo

~ HisE~oa - rr? 'I j I c. - l :- c rp~re~! )arg ·cn .! . ino~.$ 'r < ! ~ £ ! i c _ a j ~!

3 Domingo Faustino Sarmiento, Facundo, Buqnos Aires,

Centro Editor d(' Amer-ica Latina, Biblioteca lArgentinaFundamental, n? 18, 1Y79.

1

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I' 10 ouc cornenzo·6 n cl cucr'pa de Ia n< IC lO n (. c ,~_~ .. --,-,---nact n c I oT-;rmwadOcn los escnt(J~,~\~.~tgtl-~r ser ~TOY~-~- ' - -arma-.poHika era su supc-nos. ' !I : £C J1 1 1 _ I !g _ s _" ~~~ . l! r !}E< : I, , . . ' . " ' c t - - "t 0 hallar pa---,-- -"--'d ;n No cs sorpren en c n "- <

UQ.Ulnf1Yl enc-<_. . . 1 d bate en que Sar-ralclo Iuera de la Argentma a e ublica-. Albcrdi csgrimicndo sus pasadas P

~Icnlo Yse d'lsputan' la paternidad de la ctapa deClones,

hlstoria que se abrc en 18?2. da de la serena Yt pa no trcnc na .'

S610 que csa e a < a tic una cuyo co-tenaz industriosid~d que s~c~~~c~c acuerclo can pla-

melido c~ const rurr _l~1~I~alos cuales sc ha reLlnido

nOS preclsOS en to!n 'I Estri marcacb de acei~ncs

ya un consenso sustanc~ ~cnos dcstempladas: Sl seviolcntasy palabras n A- como dcsen-

I quista de Buenos IrCS _abre con a con . 'I cier ra casi ircinta anos

lace de una guerra elVI.' t ede Buenos Aires; en esc

despucs can. otra c~nqtll~ ~abcn otros dos choques

breve espaclo de ncmp su primera provincia, dos

armadas entre cI pals Y. n el Interior algunos es-. d ·mportanc13 c '.

alzamlentos, c I . 'I la mas larga v cos-die! I de guerra CIVI Y c ,

bozos a tciona es. urica afrontada par c! pars.

tosa guerra in~ernaclOnt npersLpeetivas iniciales Y esaLa disonancm entre as d' dei de scr percibida.

, , no poena eprazarosa navcgaclon. imero domino entre

, II 1 tcndencta que pr . d IFrcntc a e a, a. I '6 retrospcctlva e

on la cxp or act n .quicncs comenzar I '. tad-IS esas discordl3S,

f I de ac mcar L ,

Periotlo ue a d bi habcr sido con-b el que C ia c

que venran a lur ar t' . a causas frivol as yf construe IVa, c

conic Cs uerzo . t de la ctapa -sc nos. 1 protagoms as

anecd6tlcas; as' querfan todos sustan-'cz y otra- - 1<

aseguraba una , . _.' , mas adecuada aI

. rno: en Stl vel s lO11 L

cialme",tc a mrs ':d'd del' culto de esos ?rotago.

la c.reclcnte poPtlbLra lIes ('C la Argentma mo-. h e ocs une ac or. 1, - d

mstas como r ex .Iicaban(y a la vez es-

dcrna. sus choques ~~ )' ~omo consecuencia de una

pojaban de todo sen~1 a 'm~los cntcndidos; en otrasucesi6n de deplora cs at frecida se los tendla

. frccucntemcn co, dversion menos. , e rivalidadcs personaJes y ea intcrpretar a partir d '. d ningttn correlato

, ualrncntc dcsprovistas cgrupo, 19 , I

politico mas gc~cr:a: [a sicndo dcmasiado marcada

La discrepancJa s:gu ., diese ser consideradapara que csa expllcaclOn pu

I

IIr

I

\,,\

8

satisfactoria. Otra comenz6 a ofrecerse: cI supucsto

conscnso nunea axistio y las Iuchas que lIenaron esos

treinta afios de historia argentina expresaron enfren-'tamientos radicales en la definicion. del futuro na-

cional. Es esta Ia interpretacion mas favorecida por

la corriente Hamada revisionista, que -de descubrl-:

miento en descubrimiento-> iba a terrninar postulando

la existencia de una alternativa puntual a ese pro-

yecto nacional elaborado a rnediados del siglo: una

altcrnativa derrotada par una sordida conspiracion

de intereses continuada par una igualmente sordida

conspiracion de silencio que ha Iogrado ocuItar a

los argentinas 10 mas valioso de su pasado, .

La que ese ejercicio de reconstruccion historica -en·

que Ia libre invencion toma el rclevo de Ja explora-

cion del pasado para mejor justif 'icar ciertas opciones

polrticas actuales=- ticne de necesariarnente inacep-

table, no debiera hacer olvidar que s610 gracias a eIse alcanzaron a percibir ciertos aspectos basicos de

esa etapa de historia argentina. Aunque sus traba-

jos estan a menudo afectados, tanto como por el

deseo de Ilegar rapidarnente a conclusiones preesta-

blecidas, por una notable ignorancia del tenia, fucron

quienes adoptaron eI punta de vista revisionista los

que prirnero Ilamaron la atencion sabre el hecho, sin

embargo obvio, de qu~~a def~~id~!!__~~u..!l.E.!:?Y.~_C.~g

p~~~_Ar~entin~. f;1tura s~ .j~ba ;;,n un. con!~to

ideolog!£~ mareaGo por 1a cnsls del hberalillD9....sLY~

s~8j8'l- en_~ lnternacio~~r~f~~riz~9_122r

una expansion d el cen.!!:9_c~p~~~'}"~!iLE::t£l<!.J.~..1!!'Tifc:.na:qticlosdClinidores de esc pr0x.<:c~r0.E0!.'iana la . .vez-ac-e1erarv-uTiliiaf.':-:- -

-Aq~Tse'·i~~-;;·t;~rpa-rtir dO c ella, para entender me-

jor el sentido de esa ambiciosa tentativa de trazar

un plano para un pais y Iucgo edificarlo: no se bus-

cara sin embargo en la orientacion de ese proyecto

la causa de las discordias en media de las cuales

debe avanzar su construccion. Mas bien se 1a ha

creido encontrar en la distancia entre el dectivolcgaao patifIco de Ia etapa roslsta yerTiiVentario"que~

ae-etti-izaronsuus -aaversarlos;'arrsiosos" (fe' fransfor-

~";~!~.~.2~~lcre~!ro~~_uq~~'hs~l:~ver?L9~_nT:~lli!fooptlmls!a, Si fa acci6n de Rosas. en Ia cansol!.9asi6n

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yc'l a_E_crsonalidnd jn{emacio~nl dc~ ,nuevo palo. ~9~1:!.!_1_!S[E1~!~l_j.?~rm~~_[1Cn.!._ctu~f_!.D!laC!c?I]_~_j.<l___lJll~.d,a:r[ntcrna basad;) en Ia hcgcmonia or tcfia no sobrCYlvei1u derrota de - , - g . urcncs cretan podcr r.ccibi r en

hereJl ia U? ,E,sl acl,o (;~ntr.al <11que .era preCISO dotarde una ddmlclon ~nstrtuclOnal prccisa. pcro que, nun

antes de rcciblrlo. podia ya scr utilizado para cons-

truir una nueva nacion, van a tenor que aprcndcr que

antes que csla --{) junto cun cl la-> cs preciso cons-

truir el ESI<1do. Y en 1880 csa ctapa de crcacion deuna realidad nueva pucdc considcrarsc cerrada. no

porque sea evidcnle a todcs que la nueva naci6n hasido cdiricad;], 0 que In tcntativa de construirla h~Iracasado irrcmisiblemcnlc, sino porque ha culml-nado Ia instauraci6n de esc Estado nacional que se

suporua precxistcntc.Esta imagen de csa ct apa argentina ha orientado

Ia scleccion de los tcxtos aquf reunidos *.. Ella im-ponia tamar en cucnta el del icado contrapunto entre

dos temas dominantes: construc~i6n_c.!.e_.!!.'l<:-.~u_e.ya.,E'?-:

ciQn_;_(;onstLt!f92H. de un Estado .. ~! prcc,:u de nodcjar de lado un aspccto que parccio esencial cs una

cierta hetcrogcncidad de los matcriales reunidos; jus-

tificar su presencia dando cuenta del complejo en-treJazamiento de ideas y acciuncs que subtiende esaetapa argentina cs cl propus ito de Ia prcscnte in-

troduccion.

LA HERENCIA DE LA GENERACION DE 1837

Sc ha sefialado como, al conccbir el progreso ar-

gentino como la realizaci6n de un proyect~ de nacioI_lpreviament'! dcfiniclo por sus mentes mas e,scJarccI-

das la Argentina de 1852 se aprcsta a reallwr una

aspiracion .muy compartida en toda H\spanoamerica,

,. Este texto Iue puhlicndo per pr-irncra vez como prologo

a una cxtl":lsa nntologi»: Proyecto y con.trllcci6rl de una

Nadon (Argentina 1846-18(0), Caracas, Bibliotcca Aya-

mucho, 19S0, ell + 600 pugs.

to

r..~uy com partida sobrc todo por csas mentes csclare-cidas (J que sc considerun tales, y que idcscubrcn a'

c;ada paso --con decreciente sorpr esa. pcro no conn:enos intensa amargura-s- hasta que ounto su supe-

nor prcparacion y talento no las salvu,l si no nece-

sariarncnte de la rnarginacion poltt ica, ~f de Jimita-·clones tan graves a Ia Inf lucncia v cf icacia de su

3.cci_6n qu~ Ias o.bligan a pregurnarsc una vez y otraSI trcnc aun sentido poner csas cualidadcs al serv.cio

deIa vida publica de slfs.P;Uscs-,",-<~_",.i--_

Es dccir que, esap! ll ifc~eci6n dd~ro rbo n;}cionsur c como un deSIderatum de seltcs ct radas his-

?an~a~crlcanas, somctl as ~ iIi1aTn~r.:iiEiTiCrl~cIllq()5J?~~Q._g£.._Ia~£~~p~:_~queSl l ie a Ia Independcncia,Esta mdicaci6n generar-rc uic-rc--i_iriii-torrmilaCionmas concreta: en la Argcj! ina csa condepclon sera

e1.E!J-E.~~c:J. l~~~?age un largo cxarnen d b conciencia

~~ . a pos~ci6n dela eiitc-~}_~t:~~~~~y?~~~!o!.t:.c_~!!~~-ria, emprendJdo en una Tiora critka I dcsarn.illof > ? ! l~ 1 ! W ! _ E ! t § " J 2 § r- T C · eherac de-ISj ._ .. - ""-' .-

En 1837 haec dos afios que Rosas ha Illegado par

segun a vez. al_ poder, ahara c rno indisputado jefede su provmcia de Buenos Aires y del la faeei6nfederal en el desunido pais, Su victoria] se <!p'arcce

a. todo ..s C()r. !I?_E_~. ~ _ ~ < : : ~ ~ _ ! _ r : _ r c v e r s i b i e ~ y - d c s - t 1 n a d ~" gra~'::lta~__g_l!.~_~nt_t;._g~caaas 'sl;b~re-lii-vida-c(rla - e n j e r a~. Es entonces cuando un grtlpodcj6·vcnes-pro.-·

vente~tes de las elites letradas de Buenos Aires y elInterior se proclarnan destinados a tamar H relevo de

-la clasc pohtica que ha guiado al pais desde Ia revolucian de Independencia hasta la ca las~r6fiea ten-- tativa de organizacion unitaria de 1824-27. Que esaclasc poIitica ha Iracasado parcel', a quicnes raspira

ahora a reemplazarla, dernasiado evidcnte iIa mcdidade ese fracaso, esta dada por el triunfo, dp el pais yen Buenos Aires., de los tanto mas tuscos jcfes

Iedcrales. :

FF~DlLa esc gropo unitario ralcado 'p~~_d..J!aspgc:t _q_e.I ] ]Qg_y_ .Qesh£~J!QJ?2 l . : .!?_q t ; rLO_~~ ,~ 1 q ~ <! ._ha torna-

do < ! _ _ ! ' .' : l . . r ; 3 : [ £ S ' _ _~€ :~p l .< Iz_~r l( ) s...a._utoc!ef.i'?~_co.!l10b1f~~ : ' : ' .< ! . -~E.~< , :~_ I~~ ; Esta autodefinicion ~ludc ~xpi l .~ltamc.nte ':. 10 que Iu separa de sus predecesores;lIDpltcltam~Ate, pero de modo no menos\-revelaaor

f ~

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alude a ~~_~Q3cp_;'!!a. No lo dist ingue,par ejcmplo, una nueva y difercnte cxtracci6n regionalo social. Por 10 c ontrarlo, esa Nueva Gcncracion enesta primera ctapa de actuaci6il'pomica~ parecc-'con-'sTuerarlancgcmoi:i£a de la clase Ietrada como el ele-m e n to - b ~ 5 iC o del ordcn poirt ico al qlle--aspira, y suapaSionada-y-a- raios -dcspiidacta cxploraci6n de I~cu~as de IacliTe-TcVOruciQIiai--TaPartc-de-ra~premlsa

_ < ! s , , _ ~ ~ I < ! __pR~-crpal'es"h.ibci;destrujd6·porulia· suce-si6n de dccisiones inscnsatas, las bases rnismas dec s a h e g c · m o n l r i ; · p a r a - dejar paso -a la de los tantomas'o_i:m]cntos, pero menos csclarccidos, jefes del fe-ciei:;lfsm-o.--Lahegemonia-de -los letrados se just ifica

porsupoSesiOilae un' acervo de jd£as _ y ~o !~~o~_~~c d~~era pe.!JIIitirles dar oxj:_ntnSci6~_f_~az____il--2!nasociedad 'lue la Nueva_GJ : l l _ e_ 1 " ac i l l n_ ____yc_c_ ru : no~ l -

'~cnte pasiva, como In materia en In cual es de res-ponsabilidad de los Ietrados encarnar las ideas cuyaposesi6n les da por sabre todo el derccho a gober-narla. Es poco sorprendente, dada esta prernisa, queIn Nueva Generaci6n 110.se haya contentado con unacrtt ica anecd6tica de los [aux-pas que los dirigentes

unitarios acumularon Ireneticarnente a partir de 1824;que. se consagrase en cambia a buscar en ellos elreflejo de Ia errada inspiraci6n ideo16gica que Ia

generacion revolucionaria y unitaria habla hechosuya. 'Es aun rnenos sorprendcnte que, al tratar de mar-

car de que modo una diferentc experiencia formativaha preservado de anternano a In Nueva Generaci6nde la rcitcraclon de loscrrores de su predecesora,sea la dif'ercncia en. inspira.~iQn._tQ~Q_1_9_zica;,!_g_1,lese s i i " ; _ : j - c - - constarlter:i~~~~~ ~ ! 1 _ . . p_ r im_eE _pI,!no. E _ _ L f'ra-caso-Uclosu-riiianoses, en suma, el~_9:~_u_l!._g!:l:ill-ocuya ' - irispirid6n· provleI1c"aun-def.q0g~?s , slJE_t:~i-venCias-·dcTl:ruiriiilisiii6_'~1.a· Nueva Generaclon, colo-- ( a d a bajo elsigrio del Rornaniicisrrio, c s t a par eso mis-

-mo~-mdoij)rcpai_adapara asurnir la funci6n direc-- 'Hv;i- 'gmi-"" sus ' propios-desvarfos arrebataron a launitaria: ----' .. - -. ... ------ ...

-stanod6n baslca -In de Ia'"soberania de la claseIetrada, justificada por su posesion exclusiva del sis-tema de ideas de cuya aplicacion depende Ia saludpolitica y no solo politica de la naci6n- explica el\

!

L

entusiasrno co n que la(Nueva G~~ecoge de .CO}!sJ._qI principia de li'l-!::ooeran;-aaeIa razon, pero •

e s previa a Ia adopci6n d e ese principia y capaz d e .convivrr can otros elementos Ideologicos que entranen confIieto can el, La presencia de esa convicci6ninquebrantable subtiende el Credo de la Loven Ge-

neracion, redactado en 1838 par Esteban Echeverria,y brinda coherencia a Ia marcha tortuosa y a me-

nuda contradictoria de su pensamiento. Para ponerun ejemplo entre muchos posibles, ella colorea demodo inequfvoco la discusion sobre el papel del sufra-gio en el orden politico que la Nueva Generaci6npropane y caracteriza como dernocratico. Que elsufragio restringido sea preferido al .universal es

acaso menos significative que el heeho de que, a juiciodel autor del Credo, el problema de Ia extension delsufragio puede y debe resolverse por un debateinterne a Ia elite letrada.j:.J_~odo en que esa e l i ! e ha de articularse conotras fuerzas sodales efectlvamente actuantes er1laA r g e n tITIa-cfe·~ja·terce-ra---d~cada-Indepen dien le-no es

£on~ifl!).fgd_tij:eJ~yan(e;_-:-en~pufidad _~:Iio-l1ay- . . . . : : e l l - I a

"p'.9I!,'pJ!c:t!y.~_ql!-~.JL~~~YL.G~!l_~'{_<lf,io..g_h~L~49jJ.t~d_<c-Q~rq?Jy'~qa,~ _ q _ 1J _ e _ p_ll~~,;m_Ql)_tarse _J egj timamen te ell-

tre los actores d e l proceso politico en que la Nueva

~t~~~tIt.d!~~ft i~ i~o~~~t~g~ t~ i i11~~d~~o~at l I J 1 ~ j .,. ,llab.ni, d~.ser.:mq[~i~f(le-=~~:ti:erC[q.<ljJiT~~~Lv~hi~~. ;tsocial confonne a la razon, - ./.--Sro:uuOa-etlorio-~.mpHc-,;-'que la Nueva Generacionno haya buscado medios de integrarse eficazrnenteen la vida politica argentina, y_I!Q..hay~~gmenzadopar usar {wla-vetlUija~SoOrela generaci6n_unlt~menos frecuentemente subrayaoaqUe su supuesta-mente superior inspiraci6n ideologica. Los mas en-'tre los miernbros de la Nueva Generaci6n {till grupo

en sus origenes extremadamerrte reducido de jovenesIigados en su mayoria a la Universidad de Buenos

Aires Lp~rt~g_eS~ll..._<LUQJJu,a~I-.9_t:!_ g _ _ ~ l~~_ . l 22 . r l ~~_~.p~?Y~5i!:_Q.a_ q _ 1 , ! ~ _ h ? _ ! 1 _ _apoyado a facci6n federal 0han

. l 1 e _ c . ! ' t S l _ _ s _ < l , ! ! ~ _ ~ < i _ ~ ~ ? _ r . . i _ < t I 1 1 _ ~ I l ~ eus pac_~scon_el1a,y el papel.•,de gu{<lS~PCllNc~scie..!ill<l_;acel~I1uya indigencia ideo-!6gis_a )e,h<H~fa.necesitar .argentemente _de _ellos, no

13 _

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d£JQ_:_d~~l?ar£_c~t:~~.~.-':Ltractiv~.l ¥T~JPO surge' cnton-ces como un c.zrcle de pensce, dccidido a consagrarse

por largo ticmpo a un a Icn ta tarcn xlc proscli ti smode quicncs ocupaban posicioncs de inf l ucncia en laconstclaci6n polttica federal, en Buenos Aires y eIInt~or. Es In incspcrada agudizaci6n de los con-

Ilictos pollticos a partir de i833, con d cntrclaza-

rniento de In crisis uruguaya y Ja arg en tin a y loscomienzos de la intcrvcncion Irancesa. la que Ianza

a una acclon mas rnilitante a un grupo QtlC se habta

crcido hasta entunccs dcsprovisto de la posibilidadde inf luir de modo dirccto en un desarrollo politico

solidamcntc estabilizndo. Juan Bautista Aibcrdi, el

jovcn tucurnano protegido par el gobcrnndor federal

de su provincia, se marcha al Montevideo antirro-sista: un par de afios mas y Vicente Fidel Lopez,

hijo del mas alto maglstrado judicial del Buenos Airesrosista, part iciparti del alzamicnto antirroslsta en Cor-doba y Marco Avellaneda, amigo y cornprovinciano

de Alberdi, llcgado a gobcrnadur de Tucurnan luegodel ascsinato del gobernador que habla protegido las

prirncras etapas de Ia carrera de cs tc, surnara a

Tucurnan y ccntribuira a volcar a todo cl Norte del

pais al mismo alzarniento. Pero los prosclitos que

la Nueva Gcncracion ha conquistado y lanzado a laaccion son s610 una pcquefia Iraccion del irnpresio-

nante conjunto de Iucrzas que se gloria de haberdesencadcnadn contra Rosas, Desde la Francia de

Luis Felipe y In nacicntc Iaccion colorada uruguaya,

hasta los orgullosos hercderos riofanos de Facundo

Quiroga y sanrafcsinos de Estanislau LOpez (los dasgrandcs jeres hisrori cos de l Iedernli srno provinciano),

desde cl general Lavalle, primern cspada del unitar!s-mo. hasra scctores importantcs del cuerpo de oficialesde Buenos Aires y cl propio prcsidcntc de la Legisla-tura e Intirno aliado politico de Rosas, el censo es,en ver dad, interminable.

Peru como resultado de esa aventura crnbriaga-

dura, Ia Nueva Gencracion solo pod ria exhibir el nomcnos irnprcslonante ccnso de rnartircs a los que

Esteban Echeverria dcdica can mclancolico orgullo su

Ojeada retrospectiva sobre cl movirniento il1(C£CC1~W[

en et Plata dcsdc el ario 37. Cuando la publica en

1846 esta dcsterrndn en un Montevideo sitiado por

las fucrzas rosistas (alli ha de rnorir ires afios mas'tarde). De esa gran crisis Ia hcgcmonia] ros ista hasalida Iort aleclda: por prirnera vcz dcsde la disolu-

cion del Estado cent raj en 1320, un ejcrci]o nacionalque cs ahora en verdad el de la provindia de Bue~,

nos Aires, - ha alcanzado Ins Irontcras pc Chile .; ,.

Bolivia, La represion que siguio a la victoria rosista

Iue aun mas eficaz que esta para pcrsuadir al per-

sonal polit ico provinciano de l,l~,veritnjas de una

disciplina mas estr icta en el seno de una Iaccion ,federal que Rosas habra convcrt ido ya de l todo en

instrurnento de su predorninio sabre el pais,

El fracaso de la coalicion antirrosista ek el de unai 'mpresa··qii'e11a-apjTcllifo- 'no-stn1ogi~?1~~fpjjDcipiosd e "accioi i· ·implfciros·-en-~hl·hn~gen de __a___ea! idad

~~~i~~~~i ' l -~S:~~~i i~\~~~~a1~~~de aecic.'m~ ..~~~"p9SiOleenla'9TenS;va< l ! j i ! ! : i i i i l i I a " ,E I problema de la coherencia de esc fretltt?..J2oHtic?no se planteaba siquicra: serra vano ]buscar esacoherencla en TareaIidacl que la Nueva iGeneraci6n-

i [ e n e - f~~e ~l si~_1ili)·'EI~.4£:11~rrars~_~t0a ..m£nte_de quicnes susci tan y dir igen cl proceso, que s o _ g desd~e

luc¥_?)~s m£rTI1)roi:~k ,~~~~. ...;~no\"ad<l__clitc let_r~~a,Ello crea una re1acion entre esta y aquejlTOS a quie-nes ve como instrumentos V no como aliados, que

no podria sino estar marcadLl por una actitud rna-nipulativa: el fracaso se justlf'icara mediante una

condena posturna del instrurnento rebclde 0 ineficaz.

Para Echeverria, su grupo no Ilego a constrtuirse enIa elite ideol6gica y politica del Buenos ~ires rosista

porque Rosas resulto no ser mas que u p im?~cil yun malvado que sc rehuso a poner a su i servrciu supoder politico; si Rosas no Iue dcrrocado en 1840,

se debe a que Lavalle no era mas que 'luna cspada

sin cabeza". incapaz de aplicar eficazrnentc las vtac-

ticas sugeridas par sus sucesivos secretanios, Alberdi

y Frias (tambien este rccluta de la N~lfva Genera-cion). Esa expcriencia tragica soja conf iqrna a Eche-

verria en su conviccion de que Ia cohercndia que falta

al antirrosismu ha de alcanzarse en c! reino de lasideas; en 1846, luego de una catastrofc [comparable

,.,,~ .J-

.~----------------------------~+-.~-~-.-.

1 1 )

,1

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a la que a su juicio ha condenado para sicmpre a

Ia generacion unitaria , cree posible justificar la itra-

yectoria recorrida por su grupo, a partir de un ana-Iisis monos alusivo de 10 que ideo16gkamente 10 se-

para de la tradlcion unitaria. ,

La conexion entre _la..rrn!Q~_.lnspiraci6n idcol6gica

[email protected]:iirutaria_y _~.~_gesas"ti?~~._lli~!TIaC:f6rrporlas controversias de ideas, es subrayada aharaConCricrgra~~ ·~ .~y 'ohCIu~: : . i t i~ Ia :rebicia:C:H!~!8~~t:anoCionae~laad de crccncla s-herencia saintsimo-niana que no habra dcsaernego estado ausente en-

tonces- ocupa un lugar aun mas central en la Ojeada

retrospective. Esa exigencia de unidad se traduce enla postulaci6n de un coherente sistema de princi-

pios basicos en tarno a los cuales Ia unidad ha de

Iorjarse, y que deben servir de soporte no solo parala elabcracion de propuestas precisas para Ia trans.formaci6n nacional, sino para otorgar Ia necesaria fir-

meza a los Iazos soclales: ese sistema de prlncipioses, en efecto, alga mas que un conjunto de verdades

transparentes a la razon 0 deducidas de la experien-cia; es -en sentido saintsimoniano- un dogma des-

tinado a ocupar,' como inspiraci6n y gufa de Ia can-ducta individual y colectiva, el lugar que en la Edad

Media alcanz6 el cristianismo.EI problema esta en que la existencia de este

sistema cohercnte de principios basicos es solo pos-

tulada en la Ojeada retrospect iva; al parecer Eche-verrta habfa lIcgado a convencerse de que era pre-

cisamente esc sistema 10 que habla sido proclamadoen la Creencia de 1838; esa convicci6n parece sin

embargo cscasamente justificada: £!.,eclect~!~no s_~~:tematico de la .Nueva _G.cne.racion tlcnc_por__j)seclO __urfacIeria-'incohere~cia que el eSl:ifuoracular. por ~e lli- -a d6 pf aa 6- n o logra disimular del todo:" es poratta "parte -dernasiado evidente que' aIgijnas .tornas

de posicion, cuya validez universal-se po~tula,est~ninspiradas por rnotivaciones mas inmedJatasy err-

cunstanciales., L a adhesion a un sistema de principios cuya

definicion nunea se ha cornplctado y cuya interna

coherencia perrnanece solo postulada es el unicolcgado que esa tentativa de redefinicion del papel

I I ! ·~-

..

d~ Ia elite ~e.trada deja? en la evoluci6n del pcnsa-rntento polftico argentino? ~o, sin duda. En la

Creencia, como en Ia -Ojcada rctrcspectiva (y toda-

via mas en los escritos ternprancs de quienes,como Juan Bautista Albcrdl 0 Vicente Fidel LOpez,han comenzado bien pronto a definir una persona-lidad j~telectuaI, vigorosa e independiente en cuya

Iorrnacion los estlmulos que provienen de su inte-

gracion cn el grupo generacional de 1837 se cornbi-nan ya con otros rnuy variados) se hallaran ana-Iisis d e problemas y aspectos de la realidad nacional(y de las alternativas polfticas abiertas para enca-rarlos) que estan destinados a alcanzar largo eeo

durante la segunda rnitad del siglo, e incluso masalia {tambh!n es cierto que, en esas consideracioncsde J?.!".Q..blern;:.ls_esp..ecificos_pol'_eCgr4 P9~de 1g37~eI~gg_g~_.!'d,e.<l:s,._q~_J!l:> ___gen(!raciQn~s anteriores-esmucho mas rico de 10 que Ia actitu(r d e r u p t ' i l r a -l Y r ~ g _ r : a · t i i ~ U c : ~: S~ iC~~[~P : ~ ~ < i f I 9 _ ~ ~ . h ~ I ~=espef~O:-AUhas], si es posible rastrear en los csCil tas d e ina-

durez de Alberdi, de Juan Marfa Gutierrez, de Sar-miento, temas y nociones que ya estaban presentes

en las reflexiones de 1837, no es siernpre sencilloestablecer hasta donde su presencia refJeja una can-

tinuidad ideologica real; hasta tal punto seria abu-

.sivo considerar el interes por esos ternas y nocio-nes, encarados par tantos y desde tan variadas pers-pectivas antes y despues de 1837, la marca distintivade' una tradicion ideologica precisa.

En cambia, esa avasal ladora pretension de cons-

tit!:!irs.e~en ..gt!_ia_s._q_cJ.nu_~v9,:pais ry-su justifiZ;.~i6npar Ia posesion de un salvador·s:Sfem-,i"·C!c·ICfeas<fue

nt?,:: : :co.rd~~cl~n~en.~~~<deflf irr :~co);l~p~~~1#6i1r:-est ,r~de}ti~~9fl. a.,al~artz~r una influcncia quiza menos inme-dlatamente. evideriteIpero mas' i n e q U T v o " c a m e n f e - · -a t r i-biiibleai·· nuevo grupo gerieracioriaCd((··lS3T.~·Here-

dera de elhCes ]a··r i 6 < C i 6 ri < d e : - " q ti e "EC'acci6n politIca,P~r:?:_j~?tif~£ll~S d e o e s .c J = j ~ n ~ _ e ~ f u . ~ _ l ii :i _ :p _ Q T i r P P f 5 n e r ,a una Argentina que en cuarenra ail o s de revolucion

nona pomdo alcanzarsulorma;-una e s t r u c t u r a q u ec t e f J C s e s : :: :- a : r1 1 e s q u e e r r e s u l ta d o · ~ d e l a - - e x p e r ! e i lc l ahi s tori ea u ! : ~ < I i ~ ~ < : t . ~ ~. pgrJfi.::~l1e r . ~ . " . n a c : ot!. ~!1_ esasdecaaas atormentada~~~le"J:!EpJ_a_~t~E_~.oc!el.D

17

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prcviarncntc dcf inido por quicnes ternan a su ..E0Ego1[l-l3n::\-dcc~JmlucclOil~p·ulitic~i:~ -------.---.

--'-pC';:u;;rla-tlircctii--rcbi.:i6i' entre esc modo de con'

cebir In tarcn del politico en la Argentin« posrosist[1

·fln asignada a la elite let r ada por In gcncracion de

1837 cs indiscut ib!c. no por cso deja de darse, entre

uno y otro. lin dccidido carnbio de pcrspcctiva. Lagcneracion de 1837, absorbida por la crrtica de la quela habra prcccdido, no habra llcgmlo a exam.nur sl

era nun poxiblc rcitcrar con mas lor tuna Iii t raycc-toria de estn; no dudaba de que bast aba una recti-

Iicacion en In inspiracion idcolog icn para !ograrlo.Tal conclusion em sin embargo extrcrnadamcnte du-

dosa: Ia crncrgcncla de una elite pol itica (que era

a la VCl. halagador y cngarioso dcf inir exclus ivamcntccomo let r ada ) , dotada de una rclativa indcpcndcn-

cia Ircnte a los sectorcs populares y a las clasespropictarias, sc dio en cl contexte excepcional crca-do par csa vasta crisis, uno de cuyos aspectos rueIn guerra de Indcpcndcncia: a med:da_guc avanzaba

Jg_(I.e_~gda._A~c.~~~~_r::t~j ..cO.ff1_gg~i-La~:'l_ci.'!_~v.~zm~;;__~Y~~~!1:t .£ ._qt : !~.J<1_Arg;~!l.ti,r:~_~~b~va ctlmbia~lo~.!i !lJi£ ie~!~_P.QX<!_!l~sl_p~_I f t _ l t : u . . . . i 1 ! l , s trad~) , _ ~ i~_~~< ; a ba

influir en la vida de su pais, debta buscar modosd e msercion en - c m l " · q i i c : · n o · · p u c H a n · - s e r - l o s rlcst;u-jdospi:obabrcnlcnlcpai:asiempi·c-i.:i1-cl··dCrrtl·mbedeluni-tansmo."'M-lcdsl;idc)r--dc···lii--s()cicdiiC1 <iiic-=atCnto~n-:'_- rcalidad que sc Ie ofrccc como objeto de

eSludio- lc irnponc un sistema de norrnas que han

de darlc Iinalmcnte csa forma tan largarnente auscn-

te, sucedc cl. politico que, nun cuando propone solu-

clones legislativas, sabe que no esta plasrnando unapasiva materia 1-.-;00 inser tandose en un campo de

Iuerzas con las que no pucdc cstablccer una.relacion

puramcnte manipulativa y unilateral, sino alianzas

que rcconoccn a csas Iucrzas cornu iutcr locuturcs y

no como puros instrumcntos. La Iutura Argent ina,

que se busca dcfinir a partir de un proyecto quecorrespondc al idcologo politico precisar y al politico

practico implcrncntar, c sta dcl inida tarnbicn, de mo-do mas irnpcr ioso que en las pr irneras tcntativas de

lagcneracion de 1837, pur la ' Argentina presentc.

Y csto no s610 en cI scntido muy obvio .dc que cual-

1H

quier proyecto para el futur . ' "examcn del pal's p a pats debe [partir de un

resen te sino' J Iprovceto POI- pers .' en C (t). que ning(m-, uas,vo que' ,-ran a const ituirse en-Ia f t p<"\!~~ca a fllucncs aspi-pals igualmente fl!turo udu~n ~~J[te pcHftica de un

contrar en los grupos ~u~o nn. 1~1;planti8rse sin en-econ6mfca Ies 0' ya POSICIOn pol.,Itica, social

, Lorga ya peso d " , ,nacionaJ una adhesio CC1S1VO. en In vida

, e; < Ion que no ' d' dmente a su cxcelencia e I 1,[0 na qbcrsc unica-

Pcrn no es 5610 10. ev n . ~ cs era de las ideas, 'esta cambiando tanto o~~~~on de una Ar,gcntina que

de ese dorado ocaso del JO 1.a aparenns monotonfa

~a transici6n entre una a r?SISmO, Ia qp C estimu!amfJuyente cs Ia conq . t dctJtUd:r: otra.] IguaImentcI. ..IS a e una llTIag , ..: .

camp eja pero r a - - bi , ,.--.~-,-':. .~.!!hlS nca v-~-'-------=.-'-----__~~_~ __as ambH?:U kl ~-L...C I O . n entre. la Ar.g ti -- - .- .~ ..---.-.-.--.'<l_L.! care a---_ en Ina v U j r-~·-~-'avances cara----·- --'l.-~. ;~-- .. . ! _ 1 _ ~nur~~:0 en que los6:T··~ - .._ . vez mas ranldos ~Ter- ;r;::~--·"'_lIlrec.en desde·-.-j·a---p-e-----·-x:,····.-·-d·c:~_,?~!:!eni cap:ta Ista-f' rspectlva t -,.1.:----.-- .,.--

co OcIiaos-Ciiilii- -arr·c-a-' ....--, c c - _ C ? _ ali..9.lJ?s~rvaaores.~-.,.- .-._..-. .... margmal pro J : . t --·--&r-.tpas__adicales-qlie~-·'·~'- ' ... -. ,~-m{!~a~._!-,e._p:lm ..)R'5n~_n_._ . r " je . s g 9 ~ ~ : 9 .l e ~ : ~ -- ~18f7asado ~ _ ~ e r : o.t ~ n J 1bien :!i~ .N:_del todo,-~~ .--.. .. ,- er~._ ~mpQsIlJl,e__»dlVma.r'-..~-~.-.---":: '

LAS TRANSFORMAClONES DE LA .REhIDAD. ARGENTINA '

: '

!

En 1847 Juan Bautista Aib d- . !des tierra chileno un b er. 1 pubItca,1 desde su

, reve escrit d - ,sar mayor cscandalo de 10 0 cstmaido a cau-En La Reptiblicrz Ar· . que su autor j cSDerabaRevol!lci6n de if gent lila 37 aiios despo/.es· de s~

ayo a traza un retr t ' ,mente favorable del p , a,O l!)iespcrada-

duda, algunas de las raz que le esta vedado. Sin, c ones can que . ! t·f'

entuslasmo parcccn nIg f . d JU~ I rca suh < 0 orza as - c1 nornb ld R

se na hecho aborrecido· Je;-· ,1-9 C osasmente conocido b' I 0 por eso mlSrno vasta-. en am as mund-os· f bid ;

atenclon universal • ere t 0a clio Iad . se conccntra sobr I A'e un modo que Alberd' _. e n, rgentina

I pal ece hallaj- hplagador;·

~ Juan Bautista Al!Jerdi Db .. ,'qum V. GonzMez, tomo V'B ras s~lectas, CdlCIO~1 de Joa-

, uenos AIres, La FacutlarI, 1920.

19

,\

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las tensiones pollticas han obligado a emigrar omuchos jovenes de aguzada curiosidad intclectual.

y es sabido que 105 viajes son la mejor escuela para

la juventud. .. Pero su linea de razonamienlo esta

Iejos de apoyarse en esos argumentos de abogado

demasiado habil.. a juicio de Albe[(!U~ _e~tab~li_4~d

polit ica alcanzada grac~la_Yl~f6ria de Rosas r : os61o· ha hecho posiblc_ !I_nf!prosperidad.que desmiente

losJiroriOsticos-sonlorfos _adelantados par sus anemt-g o s ; - s l n o ' = a T e r i s e n 4 - ~ = ~_ips arg~!l~i_DQL<Lobedccer-«hapw!stO:-finalineriic_laslJasesinciispensables para

ctialq-tiier Inst1iuCio-nal~acJ6.ndeLoI:qt:!n,pplitico.- Si elmlsmo-Rosiis~ l o r n a ' a - su cargo esa tarea que puede

ya ser afrontada gracias a 10 -conseguido hasta el

memento bajo su egida, dejara de ser simplemcnte

un hombre extraordinario (digno aun asi de excitar

la inspiraci6n de un Byron) para transfonnarse enun gran hombre. Con todo, Alberdi no parece dema-

siado seguro de que esa suprema metamorfosis del

Tigre de Palermo en Licurgo argentino haya de pro-

ducirse, Y Sll escrito cs -mas que es.e anuncio deuna inminente defecci6n que en el vieron algunos

de sus lectores=- la afirmacion de una confianza nue-

Ia en un futuro que ha cornenzado ya a construirse

a 10 largo de una lucha aparenternente esteril. Ese •._futuro no se anuncia comc.caracterizado par un ritmo--

~ f i ! I ? E ~~~ _ !~pido que c1 a i cabo r:10desto alcan-zado durante Ia madurez del orden rosista (Y que el

'Albeidide" 1841 halla al parecer del todo suficiente):

su .aportc_.senl .._esencialmente. , 1 £ 1 _ institucion~l!zaci6n ~--ad 'ordcn politico que el esfuerzo de Rosas ha creado. I-M~;preciso es eI cuadro de futuro que -dos afios I

antes de Albcrdi- proyecta Dom~~ustino Sar- I;'l....iento en la tercera parte de su\Facwrdg. En 1845 ., este sanjuanina reclutado por un e')ttrafio predicador : -

I

itinerante de In Creencia de la Nueva Generaci6n, i

ha surgido ya de entre la masa de emigrados arro- ~,.•jades a Chile por la derrota de los alzarnientos anti- Irrosistas del Interior. Periodista, estrechamente alia- ~

~do a la tendcncia conservadora del presidente Bulnes ~y su ministro Montt, ha alcanzado celebridad a tra- "

yes de un encadenamiento de polernicas publ icas isobre poHtica argentina y chilena, y todavfa sobre i

~~~~R

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I)

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20

Ii

educac ion, Iit eratura,_ ortograf'Ia. ,. POl , : esas fechas

se ve aun a sf mismo como un remota discfpuroaa

grupo fun?ador porteno; la origlnaTIUa-U-crecierite

d e . .. s lI S _ _ l lQ S 1C l Q l l _ S : . .~_ _I19_~uef1tla_!Q d avia. en ret icencia

~~n las expresiones de respetuQsa gratITUcrque~~g;.te,_!Elbut~!_liIole, En FacurNOes-aCIeuda-·-cs·· aunvisible ~e T ? . .uy variadas maneras; entreerras- cn fa.£~r-~~!_t.:,n~i!,el:m del g~o unitario, que retoma, de

mo_:lo~E1a~ vigoroso las cri tic as de Echeverria. sfCnil ls aos p~~ll1eras partes aeIFl iCundola disT~ncia en-tre la -perspecriva sarmientina y la de sus mentoresparece ,ser la que corre entre espiritus consagrados

a Ia busqueda de : r ~ salvador c6digo de principles

sobre los cual~s edificar tada una realidad nueva y

una f!1ente curiosa de explorar con rapida y penetran-

te mirada la corpulenta- y cornpleja realidad de los

modos de vivir y de ver Ia vida que siglos de his

toria habfan creado ya en la Argentina, en la tercera

s~ agrega, a esa divergenc ia irreductible , Ia que pro-

viene de que el Sarmiento de 1845, como el Alberdi

d~ 1847, comienza a advertir que Ia Argentina sur-

gida del, tr.iunfo rosista de 1838-42 es ya -irrevocable-

n;ente. distinta de _1£1que Iue teatro de las effmerasvictorias y no menas efimeras der rotas de su heroe

eI gran jefe militar de los Llanos riojanos. '

Su punta de vista esta menos alejado de 10 queparece a primera vista del que adoptara AlberdL

G.qm(). i\ lb~_!:?~,~a.dmi~_que ell la etapa marcada. .E2_r~I ~pred~g\l.m~;U:!~ __9s~s~e.LQaf$ __h'-!____s,qfr:i9oambios

que,.?e_f_Je_~~~o.sl!2_!~ borrar: ..C.orn? Al,b~rdi,-j~ga-q~e

~sa l ~ P?, S I ~ !h~ e< l, ~ _ Il ? _ _ebe__~ecesClriamente' set -de-

p!9r_ a c l ? - p~EJ~~a_a:versarios de . Rosas; ' si Sa~mientoe~~I.1!Y~__l",:p_?,slbi1i~ad misrna de que Rosas'tome a, su cargo Ja,.lllst_auraci6n de un orden instit~cional

~5~s_ado p~~clsar:-rent~ en esos cambios, aun mas explt-fI.tamen_tc ,que Alberdiconvoca aoJaborar en esa

t,:rea- a quienes han crecido en prosperidade-Influen_Cla gra -_. . 'd ---____ __.. ~~Ias a lapaz e Rosas, La diferencia capital

'6~~~~L'!:rm_icnt?de 1845 y e1 AJ_b_~rdide 18{L~~Qe---...f-.!2! -mas bien que en la mayor 0 menor reti-~~ncJa. en-Ia -expresi6n del antirrosismo de ambos-

_la~'.!~ __uc _ l ! ! : lQ_ ;Y~(J t _ ! "_~_~~ _to_rrn~!Ldoe_ l <l . .etapaQ_Osroslsta. P(l_[a Sa_QDlf_n_tQ._;!sta_cte_b.e~,ap_or:taI_"_lga

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mas quc Ta inslit.l~~i~~!,~J~l:~c:i~n _ 9 ~ ! .urtlcn cxisterite,c'a·pa idc"Eob:j .l·r·'·progresos muy p~alcs peru nO,tDn

r3I;idos'·c:Jmojuzga,.f.l.~~~?<l.Fit,J." La. mas urgC~lc ys l~ i c c l c - l : . l r~ ~ [ _ [ iJ m uu S _ 2 g _ _ p. ~ EC : ~ ;_ . .~ n _ ,_ ! 0~ _ ~ i .~ [ ,l _~ !.ll1 ~cE~ i~~L !~ . g~~?,as.i~p<!r.l~nt~ a _ f : ! J . . ~O~~ISn;O, no_ lc jnarccc.xonsisur . .cn Ia C(eac16rl ..de_ esos ,h~bl t,~s.,de~ 2

obcdicncia que Albcrdi habra juzgado 10 mas valioso i..-d~"si.1h'erc~eia· sino lade .unarCct ~~ciflt~l:~ses c :Qn- ~.- s u H d a d o s p o r t' la - m u ' d c ra d a " pro$pcr-idad . alcanzada igra~·i"sa-in du'ra'-pai-'qlicRosas impusQ8.1 pa is, cuya l-gravitacion haec que la paz intcrna y ext~r :ur s~ trans- Sforme en objetivo aceptado como primordial par fun consenso cada vcz mas amplio dc opinioncs. EI ~

hastfo de 13 guerra civil y su sccucla de sangrc Y [pcnuria pcrrni tiran a la Argentina posr,o:ista VIVl~ [

en paz sin neccsidad de contar con un regimen poll- ~,

tico que conserve celosamcnte, e_nvueJta en dccor?~a fcobcrtura constitucional, la Formidable concentra~lOn ~'

de podcr alcanzada par Rosas en un cuarto de siglo j ' , '

de lucha tcnaz. Rosasreprescnla cl ultimo . .??_:;t_~:_u~o

P~:~.~!.,~t:F~iti~o:~dY~~TrTl!cIit~~-'i:~<~~~.,(:t~p~.(l~.,P~F{progreso; nacido de la!evoluc~?n~. su supervlv~ncla ~

p u c d c " darse tlllicamcntc' en el marco ?e tenbsl.lOllJS Ique rnor'iffansolris si

crdi~t~dor no sc vl('~a a !ga 0

Ialimentarlas,p~Ij,,~_o,,?~e,,::!_'::lr. Aunque la Imagen ~ue :',.,'

- S a r m i c r l to 'propOne de Rosas en 1845 cs Inn ~egatJ\'a

como en cl pasado, no par eso ella ha dcjado de

modifi carse con cl paso del t icrnpo: el que fue mons- iit ruo dcmonfaco aparccc cada vez mas como una

supcrvivcncia y un cstorbo. . , , . ~

Es la imagen que de Rosas propane tarnhien Hi- ~

lario Ascasubi, en un di<'tlogo gaucho ~om'pll:sto C ? 11846 y rctocado con motivo del pro.nuncJam:enLo anti- irrosista de Urquiza. El poeta del vivac y el entre~ero, icuyas coplas llenas de la dura, inocente Icrocidad Ide la guerra eivil,habfan Ilarnado a torlos ,los c~m- i

bates lanzados contra Rosas a 10 largo d~ vcinte anos, ,hibc ahora una vehemcntc prc[crene'a par la paz (I

ex 1 't' 1produetiva. Por boca de su a ter ego poe lCO. C •

eorrentino y unitario Paulino Lucero, que eI_J cl pa- f,

sado Ianz6 tan los Ilamamientos a In ltl~ha Sin cmlr: itel, cxprcsa su admiraei6n por Ia pros_pcr;dad q.ue es~a ,~

destinado a alcanzar Entre Rlos bajo Ia sabra gum I~.~

~~~~

~ ~ ~ ~ . . _ . . _ . . . - - - " I l . . . . . .. ~ . _ ~ ~. . . . . , _ . . . .

i I

22

de un Urquiza que aeaba de pronunciarse contra

Rosa~, Su viejo adversario, el cntrerriano r federalMart in Sayago observa que gracias a los desvelos de

Urquiza, esc futuro es ya presente. "As] -responde

sentcncioso Paulino- debiera proeeder todo gobierno.

Vcriamos que al infierno iba a parar Ia anarqufa",

A esa universal reconciliaei6n en cl horror ai In anar-

quia y en cl culto «iel progreso ordenado, s610 Ialta

Ia adhesion de un Rosas "dernasiado envidioso diabloy rcvoltoso" para otorgarla. ' ,

Aun mas clararnente que en Sarmiento, Rosas ha

quedado reducido al papel de un rnero perturbador

guiado par su personaltsirno capr icho. Sin iduda la

conversi6n de Ascasubi es pasablemente superficial,

y ello se ref'leja no 5610 en el desrnafio y lfalta de

brtos de sus cditoriales en verso sabre'las bendicio-

~cs del progreso y Ia paz, sino incIuso en alguna

mconsccuencia deliciosamente reveladora: ~sf , tras

de pondcrar el influjo civilizador que esta destinada

a ejcrccr Ia inrnigracion, propene como modelo delHombre Nuevo a ese "carcamancito" que I todaviano habla sino frances pero ya ansfa degollar a susencmigos politicos. .

Pero si Ascasubi no ha Iogrado malar del tododentro de S1 rnisrno £II Viejo Adan, ello haee d u n mas

significativa su transf'ormacinn en propagandista deuna imagen del futuro naciorial de cuya aceptacion de-pende, antes que la efectiva instauracion de la!prcduc-

tiva concordia par cl reclarnada, el triun fo de i las am-pliadas fuerzas antirrosistas Cll la Iucha que se avecina.

..En Ascasl .!!:>i,l :_omt? c!t. Sa rmiento, la presenc ia de

g~upos. t;,!(la._::E~~_r:nas~.~J?1P!ios_.ue 'aniianco~soHdar1 0 alcanzado durante 1a et~lpa_rosista mediante una

rip_i_da~~~p '§r~c~9 .~~: .1 i :~;~Jt?: ; ~ = ~ e s ~ :~g Q - i - Q ~ ? ; n ~ ~csuT:irayaaa; r a r r a en carnbio Ia tcntativa de i definir·~·6ij"pie~l,~ion~·d.~:~q~,~~~~gr_!.lpussc trata, y m~s aun,

j_u_~!,qui~:",e~fue~o por . .detcI~rninar::con. Igua] preci -

...sion las" areasien.jas ._!:.ualesla percepcion j~lsta de~s}1 . s ,.1J .I_ '9PJo ,s_~nte_re_ s.t; :s. y, asp)r<lt:iQncs_lo::>...._haj:le, em -pujar a un abier to conflicto con Rosas. Sarlmiento' e s - p e r a a i ' t ' n e n e l " ; F i O n f J c I o g e n c r n l - P a Z " , C l i y a i fuerza

es la del guerr ero avezado y no Ia del vocerd de unsector deterrninado; Ascasubi esta demasiadp inte-

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rcsado en persuadir a su publico popular de que la

cafda de Rosas ofrecc, ventajas para todos, para en-

trar en una Iinea de indagaciones que par otra parte

Ie fue siernpre ajena. Correspondio en cambia a un

vete~o unitario,_I.:"l0r§nclOVarcla;-"sugenr una es-

rraTcgla pOJitica basada ---cn-la1:i1ilizaci6n-aera-qUe

se'-'Ie=aparcaa--como-l:l-mjs_-~f!agrante c.CintradiCciOn

i i i i c r n a - d i : : r - o r d e n - - i o s i s t a . Varela descubre c~~~

" cr ef a - fistiraci-i-la-'~poslci6n entre Buenos Aires. que

domina cl acceso aIa ·cni"cracuenca"C!uvla. l 'dcfPfaiayl_i1iITiact-princlpic;' d ( i s o i ) c n 1 n f a e x C l u s i v a ' - s o b r e ~losrlosl il lerlores paraImponcr extremas consecuencias

j i l ad icasa-"esa- -hegcmonia; ' -Y-1~s : : -provincias l it~raTes,a-Ig' qu e Iasituadol1.cierra el acceso directo al mer-

cudcIllrundioiC'Estas encuentran" sus~-aliados-'n<iiura-

I c s c n - l i ~ ' i - a g u a y y Brasil; aunque la cancilleria ro-

sista no hubiesc formu!ado, en la segunda mitad de

la dccada del 40, una decision creciente por terminar

en los hcchos con la independencia paraguaya que

nunca habfa reconocido en derecho, el solo control

de los acccsos Iluviales por Buenos Aires significaba

una Iimitacion extrema a esa independcncia que la

rnantcnfa bajo constantc amenaza. Del mismo modo.

cl interes brasilerio en alcanzar libre acceso a su pro-

vincia de ·.Mato· Grosso por via oceanica y fluvial,

haec dc 1 Imperio un aliado potencial en la futura

coallcion antirrosista.

La disputa sabre Ia libre navegacion de los rtos

intcriorcs se ha dcsencadcnado ya cuando Varela

cornicnza a martillar sobre cl terna en una serie dearticulos de su Comercio del Plata, el per iodlco que

publica en Montevideo (serie que sera intcrrurnpida

por suiascsinato, urdido en el carnpa menta sitiador

dcDr ibe): enefecto, la exigcncia de apertura de los

rtos Intcriores rue ya present ada a Rosas par ]05

bloqueadores nnglo-Iranceses en 1845. Varela advierte .

muy bien, sin embargo, que para hacerse politicamcn-

tc eficaz, e1 tern a debe ser inscrtado en un contexte

muy difercntc del que Io cncuadraba entonces. Estu

dispuesto a admitir de bucn grado que Rosas se ha-Haba en 10 justa al oponer a las potencias interven-

toras cl dcrecho soberano de la Argentina a 'regular

Ia navegacion de sus rlos intcriorcs, Pero ahara DO

se trata de eso: el futuro conflicto -que Alsina bus-ca aproximar-i- no h a de plantearse respecto a dcre,

chos, sino a intereses, y se desenvolvera en torno a las

consecuencias cada vez mas ext rernas que -bajo Ia im-placable direcci6n de Rosas- ha alcanzado Ia hege-

monia de Buenos Aires sobre las provincias fcderales.

Varela parte entonces de un exarnen ma s preciso <

de las modalidades que 1a rehabilitacidn econornica

lograda gracias a la paz de Rosas, adquiere en un con-

texto de distribucion muy desigual del poder politico.

Pero va mas alla, al tamar en cuenta e impllcita-

mente admitir como definltivos otros aspectos ba-

sicos de ese desarollo. Es significativo qu e al pon-

derar las ventajas de la apertura de los rlos interio-

res Y, en terminus mas generales , de la plena inte-

gracion de la economla nacional al mercado rnundial

de la que aquella debe ser instrurnento, subraye que

de todos rnodos algunas cornarcas argentinas no po-drian beneficiarse con esa innovacion: "sistema algu-no, politico 0 econornico, puede alcanzar a destruirlas desventajas que nacen de Ia natur aleza. Las pro-

vinci as enclavadas en el corazon de Ia Republica.

como Catamarca, La Rioja, Santiago. jarnas pod ran,. por muchas concesiones que se les hicieren. adelantar

en la misma proporcion que Buenos Aires, Santa Fe

o Corrientes, situadas sobre rios navegables", Sin

duda, Ia desventaja que estas frases scntenciosas atr i-

buyen exclusivamente a la naturaleza tiene rakesmas complejas: no la sufrfa el Interior en el si-

glo XVII. La transiden a una etapa en que, en efecto,

las provin~~.<l.LI~l_~iJ!t~HgDe~s~_de_b~JLg~1gnarse· a un

c o ~ £ . a ~ i - " i j ~ Y 9 .~?.tancarriien1Cl,-se..ba ..c.omple1ad.Q..m_la

t':@P~<t.!':(l~i~~X.~?E ~ . s . ~ItadO_~9.__6!.o.5 : I _ ~_ ! . ~ ~ ~ Q ~ ! i . ! l ~ a.~_co-n§m.ica ._siIlQ.jl_~_la.politicagencraLdG __Rosas, ~

pr imera: si eJ !~h ' ! . . bu_scado atenu..~ los¥.£lpes mas 'c Odirectos q ue la inserci6~ e~ _eiier_gt.9g ...W.ur1C1-1.:tTTil' i -zaoa-'soDreJa'"economia -d e esas provincias, n011iZo

en~veroad"ii-amr-p5rTa\'ol'e:c~r'p'aiaelr-1SUnaintegia':-

d6if" meii6$-ae~'yjiri.taq S : iC : ?n . .eJ':;E;i!!:iX~CQrde~o~cr ~

dar~pero·tambien de la s{gunda"\(aunque VarCfa C~)

esfir aun menos dispuesto 'a-rccOnocerlo) 5610 la

~~~~!~~I~;~!~~:a~;d~in1~i; ~ ! : ~~~ s r a~< : ~~~ : ; ; '._~._. ~._ ,_~_.~ ._ • ~ _--+ • ~ __ "._. __ ~ ,._~.~ .... _.~. _'.'~' ~ • c __....--""......-_.-.•. __,~---,,,•_ . . .. _

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estas en 184042 (y la brutal represion que se Ie

SigU16nlfr~-E;;SIGJs_qyC In propuesta de,.' :l,~ _12.:?_gra-rna de po uca ccon6rnica dest inado a reun.r en contradeRosas ' - a- I a mayo):C~l I l l ida J posiblc de vo l ~19 I 8QCS

pblitjcamCl;'tc 'influyel1~cs con In sobria pero.~c).~raa(l\rlrt encla" d e ~qic ' ~ r: iene m uy poco .de b,ueno._qu~eof rcccr a csa vasta seccion del pais .En A lb cr ( ll : ·S ~ rm iE . ! ~~ ) ~~~a s ub !! . p .; ~ ~ s I p : y .i ~ ~as

cn-vsrcla, se chbill~__n a i r~ a g en ., I ll ~ . S ._ J ? .rC ~ l S <l de.laA'i':g-cnlifiaqi.l~--la ..alcanzada par la gcncraci6n '_c!e

1~31:"EHO":nosc dcbc': : tan 56 10 nSLI 'superior saga-C i d ~ d ; cs s obre todo trasunto de los cambios que

cl pals ha vivido enIaetapa 'de madurez d el rosismo,y ell c u y a ~ t : n e a ' d c o e n darse -como admiten, con rna-yor a m c n o s - r 'c t k c n c i a ;' lodos ellos=- los que ell cl fu-turo harfan de In Argentina un pais diS1lrilo'Y'n'i"ejoT:-

O C r - m I S - r n a moiIO,""I a - r i~ansToi : l i1 : 1_~ j l d lC . tnJa : j tn ; )gc :ndel pape] 'llIe, . ~ [_muiid ( i~ -cxter io r , csta , destinado a~-

tcncr"en-el futuro de In Argentina =-dcsde.Ja-dc. ..unahC"ncvtl la°.i I1JIUenciri .dcstinada poi~su"naturaleza mis-ma"a~ - f ~~o rccc r In causa .de la civilizacion en csas

agrcs lcs 'com;rc~~- : -~ sc del,Jc _1]00s610 _ a una acumu-,lac ion,·t!c '· nuevas experiencias (entre las cualcs las

[idq"uirida's' :cli cl u c s t i e r l : o -rucron, como sue lcn, pa r-

ticularrnente eficaces) sino tambien a una transfer-rnacion de csa rcalidad e x t e r n a ; ' - c l l y a : ' g r a v i t a c l o n ' e r ai! a ' v e z ' ~odificada' v' -acrcdda por In placidez polf-

tica y laprospcrida:'l econornica que marcaron el

alalia del rosismo, y cuyas arnb igi iedades y contra-dicciones fueron rcvcladas mas clararncntc que en elpasado a partir de Ia crisis economica de 1846, Y

la polltica de 1848.

LA ARGENTINA ES UN MUNDO

QUE SE TRANSFORMA

Los carnbios cada vez mas acelerados de la eco-

nornla mundial no ofrecen 5 6 1 0 oportunidades nue-vas para In Argentina; suponen tarnbicn r icsgos masagudos que en el pasado, No e s so rp renden tc hallar

I .

L

e~a evaluacion arnbigua en la plurna de! un agudi-SlIl;O colaborador y consejero de Rosas, [fuse Maria

ROjas y. Patron, para quien In manilcstacion porc:'<celencla de esa acrecida preston del mundo exte-

rror l:a de ser una ineonteniblc inrnigracidn europea,

Esa ~nge.nte ma~a de menesterosos, expulsados POl'

Ia rmseria del VIejo mundo ha de conrnover hastasus raices a In sociedad argentina, Rojas y Patron

cspera ,mUCh? de buena de esa conrnocion, par otraparte Imposlble de evitar: Ierne a Ia vez que esa

rnarca hurnana arrase con "Ins instituciones de laRepublica", condenandcra a oscila r etcrnarnentc en,

Ire la anarquia y cl despotismo. Corresponde a lo sargcntinos, bajo 1 8 energica tutela de RoJas evitar-

10, estnblecicndo finalmcntc cl Finne m'lI·coiin',titucio.

na l que ha Ialtado hasta entonces al rcgimlcn rosista.

Es quiza a primera vista mas so rprendente hall ar

~r:~l~gas reticencias_en_,$armiemo" Las ~onas tern-pladaSJl~",Hl,sp<ll}g~.~_~Dg_obscrv~:~cstc~-Ttfen~n··r'!_

z 8 n ~S ~4 1 <: l~!1a~~ s_pa! . . .~__J£.I!J.C:r..)as_ f_q . ! : l $C1J~I l s : i as Q.c l

rapldo_~cs~r!".Cl.ll_o._d~_J?L~~_f,...!:~t2.RaY Es tados Un i-do~, que son n~c~!''.I~i,a~£!l~~s_l:!~_c_wpetidl?I.M...$B~1

ITlcr::ado "m undial. Hay _ c ! < ? s ,. , .~J!e.!I1~t)yas igua 1men teternibles: sl se pcrrnitc que continue el estanca.

~ier:~? en q l i e - ' s e - h ~ t 1 r a n -'deber::ri1-afrontcir-uZ:la---d e ,cacrcncla-econoiiiicaco-rlsiii"l1i:emenieagrav~da' si se_@ ! r o ~ l ~ ~ § -§~e ll a s - ' l ; - n ~ 'r l t r u e ; "ae-progreso'I\1Ktacc le-raao rnedianteJa-mera- apertuni' cTc - ' s t i - r f e r i T I o n oE.f]iiego~~~li.i_ei~~[~Sq~§~icas'X-terior9.§~el estilo,gedesarrollo 'asl hecho posible conccntrar~ lsus bene-

- f ic ios" -entrc·· Ios - - lnmTgrantes -" ("c l 'l ya·present la· -=Sar .mientcr no- ]o·-dUaii·oi - p o r ~ i m instante- es! de todos

mo~os indispensable) enperiulcio_EU£.~blaci6nQatl_v~_~~... .. .£~n pa~ en rapido progrestP,. scguira

~~f.d~_r:0..9_J~L~gI]~e_~gt[1E,@§_Ac.~~?~~~tegi .?4adQ!1~a-!!Q.I!!!£~~e se tr~taba PI~~i$~lT!en.~_:g!,::~yit<.!t.,\,...~olo.,YJYE~W.d.Q_~,*-L,~f.tlY{)_"pw~Pe.esquivar. am hos~~ligl,'os.En los anos finales de In decada del 40 el area de

actividad par excelencia que Sarmiento i e bsigna esIa educacion popular; 5610 mediante ella [podra Iarnasa de hijos de! pais salvarse de una ipaulatinamarginacion econornica y sociaLen su propia- tier ra.

Encontra rnos asf, en ~mo e 1 Rojas y

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.• j

Patron, un eco de la tradicion borb6nica que asig-

naba al £S(adD IJapci dccisivo- e n - Ia d ' c l T n i c f 9 n _ ~ a ~J6s-oblcn~'i~bIQ_~2!io_Jj:iJ~?:-~odaI-Y ta l l }Qi~pl:in--conYi:orpreciso dc los proccsos orlontados.ca _ I g - -

- g r a r ~ - c - s . 1 ? i = . 9 . _ l ' I ~ . E ~ r ? ~ ~ - p e r opor--dcbajo -d e esa conti-

nuidad -en parte inconsciente=- de una tradicion ad-

ministrativa c - idcologica, 5C da otra quiza massignificativa, que provicnc de fa perspective can que

quiencs estan ubicados en areas marginates asfs tenal desarrollo cada vez mas acclerado de In ccono-

mla capitalista. Por pcrsuasivas que hallcn las doc-trlnas que postulan consccucncias constnntcmcnte be-ne[icas para esc scbrccogcdor dcscncadcnamiento de

cncrgjas cconomicas, su expericncia inmcdiata lesofrcce tantos testimonies que desrnientcn csa fe sis-

tematica en las arrnontas econ6micas que no les es

posible dejar de tornar los en cucnta. Aunque el res-

peto par la superior sabiduria de los escritores euro-

peas (y In escasa disposicion a ernprender una revi-

516n de las bases misrnas de un saber laboriosarnen-

tc adquirido) los disuadcn de rccusar, a partir de esa

expericncia inrncdiata, las hipotesis presentadas co-

mo ccrtidumbres par sus maestros, en cambia no lesirnpide avanzar en In cxploracion delar-icaiidadqtl~aiHesils~ojossc des-plicga, prescindiendo ocasiona,_-~'

_n~~rl_tc:~:aeJ~-lIripcdosa guia de docrrinas (',uyn _validt:zpar otra partCposti.IJan.- As/, si en Sarmiento sc bus-eaa·en" ; ; -anocUarql i ict : - rccusaciori ' - - i_- idb" tcorfa de 1a·t:!ivi~iO_ji:inlet-national del trabajo;~cs-iridLidable' que

sus alarrnas n o lcndrlan sentido si. crevcse en efecto"

que ella gararuiza cl triunfo de la soluclon cconornica

m a s favorable para todas y cada una de las ;ireas e nproccso de plena incorporacion al mercadn-mundial."

"Convcndrta, sin embargo, no ccxagcrur cl alcance i

de estas retlccncias, que no impidcn vcr en Ia ace-

leracion deJ progreso cconornico en las areas metro-

politanas un .cambio rico sobrc todo en prornesasque las pcrif'cricas_dcbcnsaber aprovcchar, Hay otro

aspecto del desarrollo metropolitano que da lugar a

mas gcncralcs'j" graves alarrnas: su progreso parece

~ IT _ _G _ _~ ~ ~ i7~ j6n constante d e las tensiones "?

socialcs Y _ J ~ Q _ l i _ t J . S l s ;hc--aquf una1iinc;;;<iCion--qilenoqUlsicra introducirse en un area en que ni siquiera

2R

.....••. :I'..~,:>

una indisputada estabilidad social ha perrnitido al-

canzar estabilidad polf tica. En Sarmiento C$t<LJ;;_On:.

~ £ _@ E.i6 n _ J? as _~ _ ~ _ _EEi l " 1}E ,L. 2 l ~ ! lO_£ !L~ l . _C<Q_n l ~ ; , , ;o_Q .$_' -!!l<!-j~~~l_"!r .m.!-l_Y_ !:1~!!3articulada __e la.._EurEPa. que

~~£.5.E..J84547~. en } ! las q~QJlwUS::__coUte ll l:poraneos se Iba a traducir en un simE:le rechazo de

§'-li~~:? q~ 2~ f _~ _£ 2g~ c . _0 - - 1 ~ § _Q f r a l _Y~ 1? p lm_c :Q : qu e - -e~}~~§,.l~~_J?~~~~6_,~,,"p'~~,~0,~~,,~ u~ qiLa __~ _ ~ lv j F_za-

- li ::i ie({fi{;~!:~l"~~m~i~i ~ ~ : oreJ~~ t~i ~~~ecii6tI~~~-So.~~ul}i~IE9.~~'c9lj-lie-r1z~': afectar Ja_" I inc~ . " ~~ pensa-

._ k i :~ 1 i l m ~ ~ ~ - ~ A ~ i 1 ! · ; ~ ~ J s i ~ ; : -· ~ Q j ;f ! ~ e a / ~ I ( ! t~ t ~ ; 6su pars. Ese temor no solo inspira posiciones tanclaramente irrelevantes . que estan destinadas a en-contrar la despectiva indiferencia de Ia opinion pu-

blica r ioplatense: ella contribuye a facilitar 1a tran-sicion en la imagen que la elite letrada se hace de

su lugar en el- paIs,' En 1837 la Nueva Generacion,

que se vela a sf misina 'como la' mas reciente coo-

•credon' de- esa 'elite, sevela tarnbien como la tinica

~(~ia. _ p o r ( t i c a , ~ e : J ~ : .nacion. , 51, hacia 1850 se _ v t; _cad a

_Xez~)Jl~§_I;V.fIl0...;,.uno.d~_)ps _dos _interlocutores __fUlO

dj.alpgo~Jijara...eJ._ destino., futuro .de..Ja _,nacion., :LJ'_e-

££!l..£~e otro sector directivo en la elite econornico-

socal, ello no se debe tan sola a que largos afios

~~:sfYZ:l~~~,f~i~~~~rribrl~!~~~~"j~i-nt~~~~[f :~nJ~~ l a · ' : ' s o c i e c r a a ' · e u r o p e a - h a n ·revelado .en las clasespopu-lares p6ter;chilidades irias ternibles queesa pasividad

- 'e - I g n o ra n d ; · i a li deploradas: Irente a elias la coinci-_ ,. .. - . , - ~ .- - ". >. _. '' ' ' . L , " _ • . • _ • • • 1

dencia de intereses de Ia elite letrada y de Ia' ceo-

"iiornlca p a r e e e haberse .h~chomucho mas estrecha,. _ s . ~~_ . . " ~ ' ' '" _ ~ . " • u •

~

IUN PROYECTO NACIONAL EN EL PERIODO

R0515TA

La cafda de Rosas, cuando final mente se produjoen Iebrero de 1852, no introdujo ninguna modifica-

cion sustancial en Ia reflt:lJiion en curso sabre elpresente y el futuro de la Argentina: hasta tal pun-

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II~~i\

II~

H

l.. -_' -~-~----_-_-_-'-_-_""-'-"~'--- -----------~--"~----~ ",,---------

to habfa sido anticipada y sus consccucnc ias cxplo-

r adas en la etapa final del rostsmo. Pero indt6

a acclcrar las exploracioncs ya comcnzadas y a tra-ducirlas en propucslas mas prccisas que en cl pasado,

Gr.,¥ias a clio iba a complctarsc, en rncnos ~kunano a partir de la batalla de Cascros, cI abanico de

proycctos alternatives que dcsdc antes de csa Iecha

divisoria habfan corncnzado a claborarsc para cuandoel pais alcanzasc tal encrucijada. Proycctos alt er na-

tivos porquc -si cxistc acucrdo en que ha lIcg,ado

cI memento de Iijar un nuevo rumba para cl paIs-cl acucrdo sobrc esc rumba mismo cs mcnos completo

de 10 que una imagen _Ci)uvCl: 'c ional supone.

.~_L!~~!:!_~0ilC:~!Gl_Ta.~iit;YLa presentaci6n ar-ticubda y consccuentc de un proyecto dccI~rada-

mente rcaccionario es debida a \[Cr~8 Pnmcrodcsdc Paris y luego desde Buenos Aires, cI tempra-

no sccuaz saltefio de Ia gcncracion de 1837 prop~ne

soluciones cuya cohcrencia misma Ie testa atra;t~voen un pais en cuya t radicion idcologica el urucoclcrnento constante es un tcnaz eclccticismo, y cuyo

conscrvadorlsmu parecc tan arraigada en las cosas

rnisrnas que la tcntativa de construir una incxpug-

. nablc fortaleza de ideas dcstinada a dcfenderlo pa-

rcce a casi todos una cmprcsa superflua.FrIas no s610 comienza su practica desde Paris: sus

terminus de referenda son los que proporciona laEU['(ln3 cunvulsionada par las revoluciones de 1848.Las cnsefianzas .que de cllas deriva, son sin duda

escasamentc originales: la rebclion social que agito

a Europa cs cl desenlace logico de la tentativa ?econstituir un orden politicu al margen de los prm-cipios catolicos. Dc Voltaire yRousscau hasta Japura crirninalidad que a juicio de Frfas rue la nota

cl'stintiva de Ia rcvolucion de 1789, antes de serlo

de Ia de 1848, In Iiliaclon es directa e indiscutible.

Pcro ya en los Iranccscs a los que sigue cl argen~

tina (Montalembert 0 Dupanloup) la condena del

orden politico posrevalucionariu no se traduce enuna propuesta de retorno puro y simple al ancien

regime; esa propuesta ser ia aun menos ~ceptable

para Frias. Muy consciente de que escribc parapalscs que In Providencia ha destinado a scr repu-

,1 0

blicanos, se aprcsura a subrayar que A u dcseo de

ver restaurada Ia monarqufa cn Frnne.ia no nacede t:na prcfercncia sj~tematica po r esc In':gimen.':

, Mas que a Ia restauracton de un dete\rminado re-grrnen polrtico Fri<:ls aspira cn declo a Ih del orden:

y eoncihe .co~o_ de. orden a aqucl n:gim~n' que ase~gure cl eJcrClCIO mcontrastado y pacifico de la

autoridnd politica par parte de "los mcjores". Ello

so!o sera posible cuando las masas populares hayan

sido d~vueltas _a una espon trinca obcdidncia por 'cl

acatarnicnjr, univer-sal a un c6cligo moral lapoyado enlas crecncias religiosas compartidas par \esas masasy sus gobernantes. :.

Si el orden debe aun apoyar se en HisJ,ano<Lmcricaen fucrtes restr icciones a Ia li bertad po lf tica clio se

debe tan s6Ia al general at raso de la rlegi6n. Esteatraso sola podra scr de veras superadd si el pro-

gre~a economico y cultural consolldn y 100 resque-braja cs.a ~ase religiosa sin la cua] no jpuede afir-rnarse nrngun orden estable. Cat6llco, acostumbrado

a recordar su coridicion de tal a sus Iectores aun asabieridas de que estos se han acostumbbdo aver

clit?~nnda de los debates politicos toda pcrspccrivareligiosa, Frtas no parecc dcsconccrtado !porquc los

umcos parses que se le aparecen organizados sobreas Jlneas par Cl propuestas no son catolicos. EIejernplo de los Estados Unidos , que invoca a cada

p.aso, no 1 0 I !cv:: > en decto a revisar sus! premisas,sma que Ie sirve para rnostrar hasta qu~ punta Iaperspectiva Ctico-religiasa por el adoprada adquiere

partICul~r. rclcvancia en un contexto rcpublicano ydcmocratlco. '

..:. Sin duda, Hispanoarndrjr-n no csta toda~ia prepa-rada para adoptar un sistema politico como cl de IusEstados Uniclos (Frias va a marc.ar~-vi!'w~osamente

--;:=.,I?o~s i ! :I_ f . lp lO '= • .sus.crescrvas.Trenre a"la'·,!:ircfq.enda

p9 .E_~L.TL_~~l~ i_[ l lp_au,t6nomo.- y -pcpularmcnjc .clegido

q,l!(!,~a~~~~~r~z6, a)ageneraci6n dc,I8~7). iPero arm

esa plen~,. ___~rn(Jni1cia-s610--ak;anzablc ..~ c n i cI Iuturosl~I_l!,fi~~~~aLa_<:_C1!l.~Qlidaci6n-~mas..,bicn,.qutf~=~iiR~~_r<lS}_cJ,n~de un orden oligr irquico que __ar,4"Fl:(a' i-"cse_l (mico:,"confOtme-~r:'tlatiltala~i::--bs' Iorrnas demo-

craticas .~6_~?. ,p ,odran ser adoptadas sin r i t $ g ~ : ~ l . i a ' O -

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do la distribuci6n desigual del poder politico hayasid6CCaceptada sin ninguna~_resei:-va.por los desraxo-

r ~ ! E . ? s - ~ t i g r _ ~ . ~ I ! a . . , . . .rLa desiguaJdad se da tambien en 13 distribucion

de los recursos econ6micos, e igualmente aqui es can-

forme a naturalcza, Sin embargo, la tendencia a

desafiar esc ordcn natural no ha sido desarraigada

de quienes menos se benefician con el, y el riguroso

orden politico que Frias pastula tiene entre sus fina-lidades defender la propiedad no 5610 Irente a Ia

arbltrariedad dorninante en etapas anteriorcs de la

vida del Estado y la arnenaza constante del crimen,

sino contra la mas insidiosa que proviene del so-

cialismo. Tambien aquf.Ta utilizacion del pader re-

presivo del Estado signi fica 56 10 una .solucion de

ernergencia, es de esperar que temporaria: la defi-

nitiva unicarnente se alcanzara cuando la religion

haya coronado, bajo Ia protecci6n de los poderes

publicos, su tarea moralizadora y-al encontrar eeoen el poder cuyo infortunio consuela-s- 10 haya

Iibrado de Ia tentacion de codiciar las riquezas

del rico.

(Pero ese programa de conservacion y restaura-cion social y polttica es compatible con el desarrollo

dimirnico de econornta y sociedad que -FrIas 10

adrnite de buen grado- Hispanoamerica requiere

con m a s urgencia que nunca? La respuesta es para

el afirmativa: no se trata de traer de Europa ideo-logias potencialmenteuisociadoras, sino hombres que

ensefiaran con el ejemplo a practicar "los deberesde la familia" y -puesto que estan habituados

"3vivir can el sudor de su frente a cultivar la tierra

que les da su alirnento, a pagar aDios el tributode sus oraciones y de sus virtudcs"- se constitulran

en los mejores guardianes del orden.

Frias va mas alla de la mera disociaci6n entre

la aspiracion a un progreso econornico y social masrapido y cualquier ideologla politicarnente innova-

dora: subraya la presencia de un vinculo, para el

evidente, entre cualquier progreso econ6mico orde-

nado y la consolidacion de un estilo de conviveneiasocial y polftica basado en la religion. Sin duda,ese estilo de convlvencia irnpone algunas Iimitaciones

32

.a . quienes, par su pOSICion socioeconornica, estan

destinados por el orden natural a recoger la mayorparte de los beneficios de ese progreso, y Frias va adeplorar que la ley dictada por el estado de Bue-

nos Aires contra los vagos, si fulrnina a quienes

visitan las tabernas en dias de trabajo, no reprimc.

a quicnes 10 hacen en el Dia del Senor. Pero csas

Iirnitaciones son extremadamente Ieves, y Frias in-

siste mas en el apoyo que los principles cristianos .pueden ofrecer al orden social que en las correccio-:

nes que serta preciso introducir en este para ade-

cuarlo a aquellos.

Esa era una de las facilidades que debe concederse,porque sabe demasiado bien que su predica sc dirige

a un publico euya indiferencia es attn mas difkil

de veneer que una hostilidad mas miIitante. Si lasapelaciones a una fe religiosa que ese publico no ha

repudiado no parecen dernasiado ef i caces, tam poco

10 son mas las dirigidas al sentido de conservacionde las clases propietarias. La predica de Frias sera

recusada sabre todo por irrclevante, y nadie ]0 hara

mas dcsdefiosamente que Sarmiento, Segun el alar-

rnado paladin de la fe, observa Sarmiento en 1856,"estamos en plena Francia y vamos recien por los

tumultus de junio, los talleres nacionales, M_ Falloux

rninistro, y los socialistas enernigos de Dios y de los

hombres". Sarmiento, par su parte, prefiere creer

que esta en Buenos-Aires. y que ni cI errante es-pectro del comunisrno ni el autoritarismo censer-

vador y plebiscitario tienen soluciones validas queofreccr a un Rio de la Plata que afronta problemas

rnuy distintos de los de la ~~£_~ci<:lposrevolucionaria.(2 ) Lf i- - ZH Ternl1JfvO:- revoluciolwrltC) Si .In leeci6nreaccWna:ria-qu~ F r T ~ - = - d e d u j o ~de--las convulsiones

de 1848 fue recibida can glacial indiferencia, la opues-

ta fue aun mas pronto abandonada. Sin duda al fin

de su vida Echeverria saluda en ius jornadas defebrero el irricio de una "nueva era palingenesica'

abierta par el "pueblo revelador", suerte de Cristo

colcctivo "que santific6 con sa sangre los dogmas

del Nuevo Crlstianismo". Sin duda creyo posible en

su entusiasmo abandona~sl las reticencias que Ir e n-te a 121 tradicion saintsirnoniana habra aun juzgado

33

I

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1

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1

,: :I',,li~~

. : 8 _

ineludible exhibir s610 un ana antes en SLI pole-

mica can cl rosista Pedro de Angclis; sin dudzi fueaun mas alia 0 .1 seflalar como legado de 10.rcvoluciou

"el fin del protetarismo, forma postrc ra ·de esclavitud

< ! . J ! hombre per l.a propicdad",Pero esc cntustasrno 110 iba a SCI' cornpart ido par

mucho ticrnpo. ~I ,conmel1!o!,o.r en Chile c! primernnivcrsario de .Ia . rcvoluc l6n d e - {d)'rc[~-'~SZln~jC;.itos~..t i p l ' c s u r a - .a, celebrar eo, ella~L triunE~ f.nal ddp~I~~ip~~~~republkanoJlucgo de urr conflic to que ha

1r~!l~,~::a~~1- res . ~ua[J()S, . _4e_~ i ! ! !y_i l i : . . . . . . . hb tor i_a . , d C ; ,Ffancia. Del rcsto del rncnsaje rcvoluciouario olrcccu~na-vCrsiun que 10 dcpura de sus motivos mas

capaccs de causar alarrna: "Lamartine Arago, Lcdru-

Rollin, Louis Blanc -nodeja de recordur a sus Icc-

teres chilcnos=- han proclarnado el principio de la

inviolabilidad de las personas y de In propicdad",Pcro incluso csa cdu Icorada del prog rarna social

de algunos sectorcs rcvolucionarios cs condenuda pur

irrelcvante en cl contexte hispanoamcricano: serta

oportuno dcjar que en Paris "Ius prirncros pcnsa-do res del mundo discut an pacificamcnte las cucst io-

ncs socialcs, In organizacion del t rubajo, ideas subli-mes y gcncrosas peru que no cstan sancionadas min

pur 1: 1 concicncia publica, rri pur [<I prtictica". Ellacs tanto mas neccsa rlo por que cualqu icr plantca rnicn -

to premature de esus problemas pod ria pcrsuadir a

muchos dc que "las inslgnificuntcs luchas de In in-

dustria son la guerra del rico contra cl pobre", Esa

idea "la~17:ada en la socicdad, puedc un dia estallar".

Para cvuar, que cso ocurra, la rcprcsion del debateidcologico no parcce ser dcrnasiado cf icuz, sobre

to.Io porquc la disposicion atrnpcncrla parcce cstar

auscnte. L < 1 educacion, en curnb!o, hara lnc ficazcual-quier prcdica disolvcntc: "ya que no irnponeis res-

peto a 105 que asi currurnpen pur mieclo, a per

intcrcses politicos, In concicncia del que no cs mas

que un poco mtis pobrc que los otros, cducud su

razon. 0 Ia de sus hijos, por cvitar cl dcsquiciumicn-to que i:.leas santas, peru mal cornprendidas. pucdcn

traer tin din no rnuy lc iano". La conmcmoraciou de

1;1 rcvolucion desemboca nsi en la dclcnsa de la CUll-

cat.iun popular como Instrumeuto de p<IZ social en

cl marco de una socicdad dcsigual. Pct.o aun esa

accptacion tan Iirnitada y rcticcntc de l:i trad.clon

rcvolucionaria parcccra pronto cxccsivameritc audaz:

en las acusacioncs reciprocLls que en 1852~e dirigiran

Albcr di y Sarmiento, Ia mcnos grave no !sera In de

tibicza en Ia oposicion al pclgro ] 'cvoluciu)'wrio. Muypecos, entre Jos que en cl Rio de la Plata cscriben

de asuntos publicus en medio de la marcal contr arre-voluc ionar ia que vierie de Europa, dcjan kle ref'lejar

esc nuevo clirna marcado pal' un crcccntd conserva-dorismo. Lo cludcn rncjor quicncs crecni aun posi-

ble, dcspues de las tormentas de 184::1,proponcr vas-

tas rclorrnas del sistema cconornico-social lcn las Que

no vcn cl objctivo de la aecion rcvoluciona rin de losdcsfavorccidos por cl or d en vigcnt c , sino cl Iruto de

Ia nccion csclarccida de un podcr situudo por cncirnade Iaccioncs y clascs, :

3) U1Ja,_1J.ll~\!..a._so£;i._~dm.LoulclliLda._CQlIfodle a raz6n.

En esos afios agitados no podran cnc;~tr;rsc--~ni;e

los miernbros de Ia elite lct rada del Rio ti c Ia Plata

rnuchos que scan capaccs de conservar ¢sa concep-cion del carnbio social, Es comprcns iblc que la obr a

de Mariano Fragueiro sc nus prcsente ch LIn aisla-miento que sus no cscasos admiradorcs rctrospcct ivos

hallan esplcndido, y que sus conternpor aheos p rcfc-rfan atr ibuir a SlI total irrclcvanc!a. ESlje prospero

caballero cordobcs, de antigua lcaltad unitrui a. cont6

entre 1 0 ; . , maduros y entus ias tas rcclutas de 1:\ Nueva

Ceneracion, Las tormentas politicas que [lo llcvaron

a Chile no alcanzaron a pr ivarlo de una! solida for-

tuna, que 10 ocupo mas que ia ace.on pclJitica, v enSl1 pais de destierro publico en 1850 SLl O~'gal1 izac i6H

del crc(Jilo~. Encontrarnos en ella Ia misrna apre-

ciacion de las vcnt ajas qu e para cualqjtticr urdenIut uro derivaran del csfuerzo de Rosas pbr dar uno

est a ble a las provinc ias rioplatcnscs, qut t res afios

antes hab!a cxpresado Albcrdi. Fraguciro halla esc

Icgario de concentracion del podcr poltt ico tanto mas

digno de scr atesorado porquc --como in,cntara pro-bar en Sll Iibro-« esc poder debe tornar i a SlI cargo

~ Ell Cuestiones argentinas v organizacioni del credito,

Buenos Aires, Sular-Hacheue, lYi"b.

,

3')

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un vasto conjunto de tarcas que en esc momenta no

ha asurnido en ninguna parte del rnundo.

Toea a! Estado, crt cfccto, monopolizar el credito

publico. La tr ansfcrcncia de cstc a la esfcra estatal

es just iicada pur Fragueiro a travcs de una dis tin-

cion entre los medias de produccion -sobre loscualcs cI dcrecho de propicd ad privada debe conti-

nuar cjcrcicndose can una plcnitud que no toleravcr limitada- y In rnoncda que =-en cuantc tal-

"no cs producto de la industria privada ni es capital":moncda y crcdito 110 integran, por su naturalcza mis-

rna, la esfcra privarla. La cstatizaclon del crcdito debe

haccr posible al Estado "Ia rcalizacion de ernprcsas

y trabajos publicos, casas de scguros detodo gene-

ra, y todo aqucllo de cuyo usa so saca una renta

pagada par una concurrcncia de personas y de cos as

indctcrrninadas, como pucrtos, rnuelles, Icrrocarr iles.

carninos, canales, nnvegaci6n interior, etc.", que seran

tambien elias de propicdad publica. En [a explo-

racion de nuevos corolarios para su principio basi-

co, Fragueiro no se dct icnc ante la prcnsa pcrio-

dica; aquf [a iniciativa del Estado concurrira can Ia

privada, pero s6[0 la prcnsa estatal podra publicar

aviso') pagados, y toda publicacion, periodica a no.

que haya sido Iinanciada arc lando al credito, s610

vera Ia luz si till cucrpo de Icc tares dcsignados par

el gobicrno lc asigna "Ia clasi ricaci on de tit il",

Sin duda cI cdif icio de ideas construido por Fra-

guciro no carcce de cohcrcncia pcro no parccc que

de cl pucdan dcrivarsc solucioncs [(Icilrncntc aplica-

bles a Ia Argentina que est.'! dejando atras la etapa

rosista. Asi 10 cntcndio Bartolome Mitre; estc rc-

duta mas joven y tardio de Ia gcncraci6n de: 1837

-tras de rendir horncnajc a Ia intcncion gencrosa

de su antiguo cornpaficro de causa-e- la juzgaba de mo-do cfectivista pcro no tot almcnte injusto, al serialar

que el media dcscubierto por Fraguciro para ase-

gurar In libcrtad de prcnsa era la reirnplantacionde la censura previa. La impos ibilidad de confiar la

solucion de los problemas argentinas a un conjunto

de propuestas cuyo mcrito principal debia ser suadccuaclon a una nocion basica juzgada de verdad

evidente, parcce habcr sido advertida tambien par el

36

misrno Fragueiro cuando -luego de In calda de Ro-

sas_:: compuso sus Cuestionzs ill gent inas. Ali i pro-pane una agenda para e] pais en trance de renova-

cion, y aunque algunas de sus propuestas reiteran

las de Organiracion del cr edito, el conjunto csta ca-

racterizado por un marcado eclecticismo, Ello no

aurnenta nccesariarnentc el poder convinccnte de Sll

obra; si -como quiere Ricardo Rojas=- las Cuestio-

nes Argentinas son un un libra gemeJo de las Bases

de J_ B. Alberdi, basta hojear lo para advertir rnuybien por que esc dernasiado afortunado herrnano 10

iba a rnantener en la penumbra, pese a los esfuerzos

de tantos comentaristas benevolos par corregir esa

secular indiferencia.

,(4)).fut2.?lst;q_de __YEg.__~ l t t; !1 .1a t iv : :z .n! . leva ; .e t . .au tor_ i ta :~is~;o progresista de Juan BautistaAlberdl; Como

. la~Organhacidn-defcrldi io:- el programa ofrecido en

las Bases habia sido desarrollado a par tir de un

mimero reducido de pn~misas explicitas: a diferencia

del Fragueirode 1850, Alberdi habia sabido deducir

de ellas colorarios cuyo mas obvio atractrvo era su

perfecta relevancia a esa coyuntura argentina.

Ya en 1847.Alberdi habfa .yio ; tQuC;~: l I l )OJ?[ j l1~ip. ;~J_ : rpe-rit-; ·de Rosas su reconstrucci6n de la autoridad polf-

tiCa.--por·' eritonce's-habiii-· [nvocado, -,d e l · · f ~ l t u r O : . ' " I . < Cinstltucloiializacfdri '·-de~es.e:pqder . .,De esc _cambio

q p ~ ~ . ~ e .l i . : ,~p~~~~!~·~~.o,~o~!i?~.~_e_n._~i . _m, i~rp .9J__espc-c.,raba que ayudase a mantener ~l rl1~d~r~cl~,.?Y~n.ceecon6mico-queestaba car<lcte_r;!zanqC?_!)9§_ ..~H}!!!q~. i f iOi ' rasistas_· " i: 'n . l a s " . Bases" va a reafirmar con

nuevo vigor e s e motive autoritario, que se exhibe aha-ra con mayor nitidez porque la reciente experiencia

europea -yen primer [ugar .la de una Francia que

esta cornpletando su vertiginosa evolucion. des de Ia

republica dernocratica y socialal imperio autori-

tario-- parece mostrar en dla -inesperada ola del

futuro: Albcrdi desde 1837ha intentado sacar leccio-

nes perrnanentes del estudio de los procesos poli-

~J~

! : f ; .

~ I · 'c

. . .

i·!

iII

Ifff

a Juan Bautista Albenli, Bases r puntos de partida para la

organizaci6n nacional, Huenos ,p_ires, Centro Editor de Ame-rica Latina, Biblioteca Argentlna Fundamental, n" 16, 1979.

37

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t icos que sc dcsenvuelven ante sus ojos v no csta

inrnune nl riesgo implicito en csu actituo: a saber,

eI de dcscubrir en l a soluc ion rnomcnl ancamcntcdorninantc cl dcf initivo punta de llcgnda de la his-tor ia universal.

''!/'"Pero s; cl cjcmplo europeo incita a Albcrdi a ar-ticulnr c)(plicit3mcnte los rno t ivos autorit ar ios de su

pcnsarnicnto, la Iuncion polu ica que asigna .d ~tI.tl}-

ritarisrno siguc sicndo difcrcnte de In que ]V:,tJ!IGt

al de Napoleon II r. La soluci6n propugnada er:__~

Bases ticnc __ill_duda_cn __C()ml1I1_5?~'I=-~~~T<;l_q)mEi.l-

nacI6[i(jc-~-igor pol it ico y activi ~~_o~~cqn~}!11iC:Q,-.£~To~<ie( lircrcnci~tl1Cclci1-qile-sc · iCl~l,~a, a ,Y ! . ; I - ,_Pl Ja_p_~.e-

sr(jn~acl:Ccii1il-dc' f r l s"c ! U s e s ~despo,scfdas_ cl__csti~~~lo

prii1-d pal};~li :_i l ' c s a .rnodificacion er~..':I...e~~j_Lo._;I_l?_,Su-1)I'ei~!1o.-"Por CIf,Onlrario, cl aparececomo"unm~~~u-111ciiio'''ncccsario para man tcncr,la_di~ciptina",,~lt:_ .la---.,c l i i c , c u , ; a ·tendcncia a las qucrcllas intcstinas sigueriarcclc' ildo·:.. .=..como 'cuando prirncro (lie furmulado

cl Credo de fa lovell GCllcraciol1-- la mas pcligrosa

Iucruc de incstahilidad pol itica paru~lcnk~ti"J)3E.OCTmiSin-oinQ'du~'~Alb;: : i : -di ' pcrinancccra'·sorClo a Ios

motives "sociales" que cstaran prcscrues en cl pro-

grcsismo cconornico ----<.:umo 10 cstan ya en el auto-

iit ar i srno-c- de Luis Napoleon, Para cstc, en cicero,c.Lb;~S!t :!LQ.IJLcJ . llvancc. de _ _ ! ~~~~ l i a h<:~.,-~f"O-

sig_l~~tW~suJo __~J<UL~!!~.a_~_o. _ ~ ~~ 5 : ~ ~e n_ : _ ~E _ ~ s _ _I"m~t,a.cioncsTrnpucstas a la libcrtad pulJllca,sIno, i."m~~cna-:~t~~uar _hls:tc._nsiyn~s ' s o C i a ! C s --di'nnljticamcn_t::_,E~; ; : : L l~ E 1s : : _ c n _ 1 8 4 3 , ~ . - - - _ . , . . . _ - _ . . - - ~ - . . . . . - _ - -

·Para l\lberdi, l a _ _c rc ac io n . . 4e...11 r:_~_ sos:iedad _!_~s

complejo (y canaz de cxigcncias mas pcrcn~onas) T-~~W-,noTdcada _por_siglos_c_1e._ a!~a.s? c.~:o~~~L_.(I(!b~r?S ~ ~ci ;tl~t(J de Ilcgada del proccso di: crcacion de I ·l~ lia--t1U~ Va-cWnuini<i:"ESfLlcscra lurjadabnjola·f(n:.::;~ . "

dli-ccc'oi1- de'tin4 _clrrc-polmca-y e c o n U m i c a - -- c u n ~ l 'soTrd::\~!a en s tl~~~~pCr-T(hid- pur" lap~iz·(lc··-RLiSaS]liCrcclcl:a--dc-Ios medics ,.d e coercion jjo,i·~,el ji_~rr,~;:

oo'ii;dos; c s ; : (lite contara con la guta de l1nac_litereli:~cLl. dlspu~s_l_a_n accptar su nuevo J' mas_l1lOd~~to

pap~I~{!c ':~~finid!Jra _y lorm~tladu~u de) progt_:_~~~l.~ icapaccs .de ascgurar -u la vcz que un rapido crcci ~

micnto cconomico para cl pais- .Ia . pcrl11?nc_n~_~~.~c- IIS•~~

L _

gem on r a .ycrccj_c:t:t!!_ I?~~~Erj_~~l .d~!c_~~i f~1E_:;__ . V t ; IJ .~nyaelj){}dcr. :--Mrcnt-~as se edifica la base cconcirnica ~le una nue-

va nacion, quienes no pertcncccn a esas C1i!es no

recibiran ningun aliciente que haga rncnos perrosoese perfudo nc rapidos carnb ios c jntens~ricadus es-

fuerzos. Su pasiva subordinacion es un aspecto escn-

cial del Icgado rosista que Albcrdi invita la ntesorar:

por vta autoritar ia se los obligara a prcsclndir de las

prevencioncs frcnte a las novedadcs dell sglo, que

Rosas habla creido oportuno cult ivar p'<Ha conso-Iidar su poder. Que cl heredero de estc, cs lu bas-tante fuerte para i rnponer discipl ina a 1* plebe, es

para Alberdi indudablc ; es igua lrnente s u i conviccion(una conviccion nada absurda) que de] csa plebe

debe tcmerse, por el momento, mas cl pasivo apego

que cua lquic r vele idad de recusar de modo militante

las des igualdades sociales vigcntes. ICrecimiento economico significa para ~Iberdi ere-

cimiento acelerado de la produccion, sin ningun ele-

mento rcdlstributivo. No hay -sc ha visto )'a- fa-

zones polf tico-socialcs que hagan neccsario cstc ulti-

mo; el autoritarisrno pr e servado en su nueva envol-tura constitucional es pur hipotcsis suf idicnte para

afrontar cl medico desafio de Ius dcsfavoriecidos porel proceso. Albcrdi no crcc siquiera precise exarninarsi habrla razoncs econ6micas que hicicrari ncccsruinalguna rcdistribuclon de ingrcsos. Y SlI indifercnciupor este aspecto del problema cs perfcctamcnte

entendible: el rnercado para la acrccida produccion

argentina ha de encontrarse sobre todo i en el ex-

tranjcro. iEntrczandose confiadarncntc.aIas Iucrzas.cada.vcz

II]A§._.p-uraQrcS:::dc:u~-';.CCOn(jmfa,-capitaiista_~cU_CXPfllL

sian, e l p ar s e~~o~<:,l~~~1_! !_YLy 'gr: .C~Stt_c :~} '~ ,!~.lLa_t~er~!l~~~dAlbcrdi'stibf~iY<L.C:_Q!)mlf\cido, Scr ia vuno blj1scar en de c o - a l g ~ l l ' n o -(Ie" Ia ac t itud mas mat izada ~ reticcnte

que frente a las opor tunidades abier tas p p r ~s~ ex-

pansion habian rnadurado en cl mundo hispanico yque conservaban tanto imper io sobrc Sarmjento. Q1:.\~

el avance avasallador de Ia nueva cconorma n_?.r0:.drra-~wrtcf- sini)const!cu\. :rici; j .s ·,bcncficas ,J.:i .alga. ..qup

p~ ta A ll5 erdC ~~_~!d!~Yii:~,~da,y csta corfviccion es.1, _. _ ••• _.--" '--~ .•• "_"_"1_~_E"~~"" L

~.

39

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et correlato te6rico .cte,su decision de . unir el destineae 'Ja-~jitc letrada, a In que confiesa per tene~er, -'co·n

£ ! : ~~ -U mrc I i tc~eco i - i6mtco~po l l t ica · · - ~uya7ngu - r a ·epre-scntaHvacs cl ' vcriccdor 'de Rosas.TescTodopoderosd+> (

gobc:nador· de" Entre Rlos, gran ·hacendado y cxpor=v-c-tador, q u e 'ha" hccho la guerra para ab rir del todoa SlI· provincia el acceso at rnercado ultrarnar ino.

Esc proy;cto de cambia economic 0, a in vez ace-

Icra~mlatcraILrc9..!:!.lere lin contexte politico pre-C l s a , que Aibcrdldcs-cribebajoel n o - m o r e -d e " i e p - ~ b l l c apOSil)fc-:-Recoraanao a Bollvar~-Allierdl diciainiria queHispancarnerica necesita par el momento monarqulas

que puedan pasar por republicas, Pero no se trata

tan s610 de ofrecer un hornenaje sirnbolico a los

prcjuicios antirnonarquicos de in opinion publica his-

panoarnericana. La cornplicada arrnadura Institucio-

nal propuesta en las Bases, sl por cI momenta estadcstinada sabre todo a disimular Ia concentracion

del poder en el presidentc, busca a 11\ vez irnpedirque cl regimen autor-iiario que Alberdi postula seatarnbicn un regimen arbitrar io. La cli m inacion d eIn arbitrariedad no cs tarnpoco un homenaje a un

cicrto ideal politico; es por 10 contrario vista parAlber di como requisite includible para Iograr el rit-

mo de progreso econornico que juzga deseable, 5610

en un marco jurtdico definido rigurosamente de an-temano, mediante un sistema de norrnas que el po-

der renuncia a modificar a su cap della, se decidiran

los capitalistas y trabajadores extranjeros a 'inte-

grarse en In compafna argentina. Que la elirninacion

de In arbitraricdad no es para Alberdi un fin en sf

mismo 10 revcla su balance del regimen conservador

chileno: su superioridad sabre los claramente arbi-

trarios de los palses vecinos le parece menos evi-defile desde que crce cornprobar que ella no 11asido

puesta al scrvicio de una plena apertura de la ceo-

norma y in sociedrrd chilena al apor te extranjcro, porcl contrario rcst ringido par las lirnitacioncs que le fija

In Ccnstitucion de 1833 y 1::1$igualrnente importantes

quc las Icyes chilcnas conservan.

Para Alberdi, en cfecto, Ia apelacion al trabajo y

el capital extr anjcro consrituyc cl mejor instrumento

para el cambia econornico acelerado que fa Argon-

tina· requiere. EI pais necesita poblacion; su vida

econornica necesita tarnbien protagonistas dispuestos

de antemano a guiar su conducta en los modos que.Ta nueva econornia exige. Como corresponds a unmemento en que In inversion no ha adoptado aim porcompleto las Iorrnas societarias que la dorninaran

bien pronto. Alberdi no separa del toda la inmigra-cion de trabajo de la de capital, que ve Iundarnen-

talmente como la de capitalistas, Para esa inrnigra-cion, destinada a traer al pais todos los factores deproduccion -excepto Ia tierra, hasta el momentoociosa- se prepara sabre todo el aparato politico

que Alberdi propene. Pero este no ofrece suficiente

garantfa en un pais que no es seguro que haya alcan-zndo definitivarnente Iaestabilidad polttica, y Alberdi

urgira at nuevo regimen a hacer de su apertura alextranjero tema' de compromises internacionales: de

este modo asegurara, aun contra sus sucesores, 10esencial del prograrna alberdiano.

,~i_~_tlE.a_A!l?erdi .~~!~1ejoLg.~~L~!LI.:;.Sj.fL.e.tapa~~ acelerado desarrolloeconomico ....e c ; h . Q . I l . Q . s i ! : l t e _ P J ) . r _

una es~!i~.~_.Eisei.e.!ina ~?Jiti~::.y socia~3.LP_1}_~~.'?~1~__

Ilegada definitivo de ra historia argentina. La _mejQ!-jus(li!£aci§ii-=~]a--rep]blicDosi!?1~~_:(~i~_LC2.lJJ?!icntan poeorepublicana) es que esta destinada a dcjar' p a s -o - a - r a -r e p u b n C a V e r a - a d e r a :- -I ! S ta s e ; :~ t a m b i e n-posible"cuand6 - (pero~~s6ToCuando - e ip a {s ' h a ya .ad-' t! . 1 ii f id o l m a - e S t r u c t u r a - e c o n o m i c a ' y · ' s o c i a l '·cornparab Ie< l ICae - l i s' '' ii ac16nes~ · - qu e - f i a : ii - .creado' y son- e n p a c e scre-coiisen;:ar-ese'sisfema-insHtu(:ionaJ. Alberdi admi-

.( -~ .. ~..•.. , .16 entorices e x p l k ih i m e n t e el caractef provisional deloi-oeu'pdltico " q u e ~·pro·'pi:Jl1e; 'de modo irnplicito pos-lula·- urh-l-rguiil-provisionalidad·· para ese orden social

-marcadopo i ' a . c e n iiiad a . S "OesiguaId< i d e s yIapasfvidad"'-'espoiitanea'o···forzada-~de'-quienes .sufren sus conse-

c u e r i c i a s : - ' q u e ~ ' j u z g i - inevitable durante In construe.

EiOrlaeunanaci"oI1"n~Sobre·eraeSiertOargel1trniiA u i i .q u c ' A i b cr d i o e d i c a 'e s c aso tiempoii 'h laeflnlci6ndel lugar de los sectores ajcnos a Ia elite de esa

etapa de cambia vertiginoso, cree necesario examinarcon mayor detenei6n, aun en re lacion ca n ellos, lanoci6n que haec de los aV;yK:es de la instruction un

instrumento importante de progreso econornico y

4J

' I \ ;

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social. No cs nccesaria, ascgura Albcrd i, tina instruc-

cion__furrnaLll lu,v_l :oin pI C t a _ _ _ p a r a ___pudcLPac11CIpar :cornoTucrza !:Ie_t!:flq;lj~__~rl_Ja__ucya __~cunomfa;_la

m~Jor inst ruccion la of rccc cl ejcmplo de dcstrcza

~ ~ _ ! ! ~ l ~ = . t i ~ _ , : < : po~~ t _ ; 1 _ ~~~ r , ! ~ •~,r:~l , Igr: t~~C~_uro-peas.Y' POl ' U1ra pade, una dt rUS lOn cxcesiva de In ins-

truccion currc cl ricsgo de propagar en los pobres

nuevas nsp iracioncs, at darks a conoccr la cxistcncia

de un horizoutc de bicncs y comodidadcs que su

cxpc ricncia inrncdinta no podrra habcrles rcvclado:

pucde scr mas dircctarncntc pcligrosa si 31 cnsc-Harks a leer pone a su alcancc toda una lileratura

que truta de pcr suadir los de que ticncn, tarnbicn

elias, dcrccho a participnr mas plcnarncnte del goce

de csos bicnes.

Un cxccso c i t : .instruccion formal atcntu cntonccs

! . ; . 9 _ Q l r , ; - 1 f ld i~QpJi i -- - n c c cs a r -l a - -c n l o s - 'p o h r c s : ' T ras-pucsta en una davcclirerentc, e-ncontramos la misma

rct.cencia Ircnte al clemcnlo que ha scrvido para jus-

tificar la pretension de In elite lctrada a la direccion

de los asuntos nacionales: su comercio exclusive con

c:l_.mundo de Ins ideas y laSTtfcorogE\~;'---<-L~~i~c~ns.titu:rTicn cl uiiico~sccforria(;iuii:iTquc sabe que hacerc u n - " c r p o d e r : ' " - - - , . ,p- --- ,--- -- -.-.'.- --- -- - -

_ . E sa I I T l a g c r i -que Alberdi ahorn recusa- propo-nc una cst ilizucion de su lunar v su Iuncion en el

pals que. constituye una autoadulacion, pcro tam bientill autocngario, de In elite lct ruda. La superior-dad

de los letradus, Sl'pUCS tumcnte clerivada de Slt aper-

tura a las nuve(bdes idcologicas que los trnnsforma

en inspiradorcs de las neccsar ias rcnovacioncs de

In rcalidad local, vista mas sobriamcntc, cs Jcgado

de 'la ctapa mas urcaica del pasado hispanoamer i-

cano: SI.! nut rc del dcsprccio prc-modcrno dc In Es-

palla conquistadura pur cl t rabaju productive. Que

<lsi estan las cosas [0 prucba la rcsistcncia de la eliteIct rnda a imponct sc a :: ;1m isrna . la s transformnc ioncs

radicalcs de uct it ud r cst i!o que tim inlnt igablerncnte

sigue proponicndo al resto del pais, EI ideologo re.novador nu cs sino cl hcrcdero del let rado colo-

nial, a traves de transforrnacioncs que solo han scr-

Ivido para haccr nun mots pcligroso SlI int lujo.

\ E!_l_~~t:.c!u,:::id~ ..~'.l.,~_t)loni~_~Jc.ncla nucion de que

r

}

lo~,)etr_~L~s . tiene~ dcrcchu ,:11 .~~_lI. m.l~_c.~!l'iD.!Cnt§ 1 ' - v . ..f~_},~-2~c_~,~~~~(~.s.Ja t c \ " u . ! l J s . . : . ~ . ~ ~ : ; : : : ! ] £ _ _ L i.£!£~li t -it'~.E£t~_l,d_<!-~_~1~f_\!'?¥~l..p.2n.lS I l Y . . L " : : i . h U 2 . , Y l 1 . t i f _ L _ I _ , _ . . , N o s610 ,. ':

eso: ! , :} . : : :~_ l~ [ :~~_h ; : J ,eche SUVfl un cst ilo politico

9!-:l~,.I,cgt~m~ ~)~ ~~, 9 , ~ t ~ ! ~ T l _ : : t < ; - S u pc r'T fl t a s- z T 1 tq "t i c -:< ;c en -! 'tL~. t_~~r:~~~ . .~I~t)~rl~.t .~~r~_~lco:~ITpi~i : lu-d~~i4I~sli(lri~cn .~~~~"-:9:~ILE~,E..J .~~~_l_~~~e 0 ~ L l d i - -A s i " se r trari; ' f i) i-~maj 'esta en gravtsirno factor de per! urbuc iori ('En nom-

bre d: que? Dc idcalcs politicos tan inlra'ns:gentcs

como Jrr.e!.ev~mtcs, que traduccn casi siernp rc el dexco .

de. adquhi r cl podcr y ut iliza rlo, para s<\tisfacer pa-

sajeros caprichos, 0 en el rncjor (0 mas] bien pcor)

de los 'casus, ..:1proyccro attn 1l13S pclidroso de rc-

hacer todo cl pais sobrc Ia imagen de su - J I i t c let rada.

"E_s tC_l~~I";:l~O ~i:?~CJT!~t_ic~~ln(:ntc, sum _brf~...(!~r.,._gJ~P2

El:ql~l:_p~Ij~IJt:,s:_e __~\lh~r~iJnspir'ldoen l.!hpdiu_ as;

I l2IS} ; l . f . !_qy~._~ _e_ s '0 1 l ~_~Lo r _ _cjcQ1Plu~._en j S J ! _jdc.nJj ri·

2 t t b i ~ ? J l § ~ ~ ~ LA~Fl~r.:~jt:' ; ~ ~ ~ 1 ; ~ ~ r ~ 1 r i ( ~ , , : I~ ~ ~ _ = ~ ~ , : ~ ~ ~e.sp~rar haya ~ l _ ~ _Q_~5 _< ! P£ l EG . r : ; ~LpnH l t o e lY _ ! . . borizonte

n::_c_J?"~a_,.}2£_;~I.r.e_~_~~!!_ 5 1 _ l : l ( !_ ' !_ . .dt_;_ l l l l <1_ IT la_ l i gna . pcne t ra-~._Pcro mClucc a Alberdi a rccusnrl dernasiado

fac ilmento las objcciones que a su provec tn politico,

presentado con sobrb macstrra en cl d"lo descur-

nado de las Bases, van a oponcrse. N0 Ivndra usf

paciencia con un Sarmiento, que hnlla ,CXCCSiY;1 fa

pcna de rnucrtc que en Entre Rios sc aplica a quicn

roba LIn cerdu. Esa "absoluciou jnalldil~ del cornu-

nisrno' rcvela que Sarrnicruo no cs de lvcras nart i-

dar io de los carnbios radicales que el P411Sncccsita.Si quisicra los fines que dice ansiar tank) como

Alberdi, querrfa tambicn los unicos mcdilJ5 (jUC puc-den Ilevar a cllos.

(Pero cs cierto que son CSOS los llniJus medics?

Las objeciones que oponen ,II provccto ] de Albcrdi

quiencs entnm~n can e l cn. ]a vida pulilica co pos

de trans Iormacioncs muy (lEferclltcs de I~!s propucs-

las ~n las Bases, no son las lmicls irnaginahlus: cl

carmno que Alberdi propane no solo choca eon cier-tas convicciones antes comparridns con! su grupo:

se apoya ell una s implificacion tan extrema del pro-

ceso a travis del cuul cl cambio cconornico influvc

en el social y politico. que su utiliclad parn dar uric'n-

,\

i!

!

:~

J

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I

tacion a un proceso historico real puede ser- Jegiti-

rnnrncnte puesta cn duda. A. ! . bcrqU~spcr<1__4<: .L~ . ? . ! ! ! . b iocconomicoquc haganaccr a una sociedad, a una po-Ht ica~ - nl !Cvas ; -- c ll a s . .: iurgil :an 'ciiaricloesc cambia "~:

e c o i i o m i c a · s c · h a y a - c o n s ' u m a o o ; ' micntras tanto;. pes-

- rur . , -cr -dcscJlcadenamicnto de uri proccso cconomico(Ie dimens:oncsgigarifcscas--que-no""tcndrfn, ni entres-tis-rcquisitos' -ni entre sus resultados' inmediaios.

rfitris[{)ririadolics' "socialcs de" alcance comparabl e ;

i\sl cr_~g"p:os.I~Jifp::~a.r·una'uerza "de,trabajo_ adecua-da a una cconornia modcrna mantenicndo a la vez

Q•.s . t l . ? _ I i i 1 c g r ~ i n t _ c s - ~ n · J(!li~jgn()r.ancia., d e " . Ia s rnodali-clades del rnundo rnodcrno (para 10 cual aconscja ex-i ' r c - m a - riri'rsimoniri en la . difusi6n de Ia instruccion

popular). Antes de preguntamos si esc ideal es adrni-

sible, cabc indagar si es siquiera realizable.

Aun asf, las Bases resumen con una nitidez a me-nudo deliberadamcnte cruel cl programa adecuadoa un frente antirroslsta tal como Ia carnpafia de

opinion de los desterrados habla venido suscitando:ofrccc, a mas de un proyccto de pats nuevo, indi-cacioncs prccisas sobre c6mo recoger lo s frutos de

su victoria' -a quicnes han side convoeados a dceidir

lin conf licto def'inido como de intereses. Y data aesc programa de lmeas tan senciiias, tan precisas y

cohcrentcs, que cs comprcnsibIe que se haya vista

en tEl sin mas cl de In nueva nacion que cornienza

a haccrsc en 1852.

Bien pronto esc papel Iundacional fue reconocido

a las Bases incluso por muchos de 10$ que sentian

pa r su autor un crccicnte aborrecimiento: la con-viccion de que los textos que puntuaron la carrerapublica tanto mas exitosa de sus gran des rivales

pcsan muy poco al lado del descarnado y certeroen que Alberdi fijo In tarca para la nueva horaargentina Iue igualrnente cornpartida, Aqui no seintentara recusarla: s610 lirnitarla al scrialar que

=-aunque, como sucle, nunca la haya presentadode modo sistematico-c- Sarmiento elaboro una virna-

\

gcn del nuevo camino que la Argentina debra tornar,que rivaliza en precision y coherencia con la alber-

diana, a la que supera en riqueza de perspectivas y

corucnidos . :

P r o g ~ e ~ ; ' ; ~ ~ i ~ ~ ~ ; l ; u ; ~ i '~lL~Q' -~~~! i i_~ i io - -deCp. r~\-.f i~"""'-"' .I~OW.lolL-1u.l~ic~o!:,, ' ...JSe ha visto ya que Alberdi pre- .Iirio no vcrIo asi: Sarmiento Se atreve H dudar dela validcz de sus propucstas porque cs a Ia vel. un

nostalgico de la s iesta colonial y de la turbulcncia:

anarquica que siguio a la Indcpendencia. Sin duda'

este diagnostico malevo!o es mas certero que cI de'adversarios mas tardtos de Sarmiento, que atccian vet'

en 1 51 el paladin de un progresisrno abstracto y eg. .

casamente interesado en 10 que el progreso des-,truye. SarI!!j~!11Q._§lgti6 ~{t s_:ivamente que muchosde sus contemporaneos el vincUlo con cCEasado~co-

f o n i a C y - - s u t e m p c r a m c r i t o se h a l la b a m a s - c 6 m o d oen -e lTd : r _ t J~~~no ae~~ v 1 9 _ : ~ ~ I E f u ~f ~ c i ~ ~ ~ ~ e~ en

,,,pn_coI1te~!.9.:a~_.?(;CI9_Q. ...llf,~S__~lS(;}pli1)_~aa.Peralapietas con que se vuelve hacia la tradicion colonialno Ie impide subrayar que esta irrevocablementemuerta y que cualquier tentativa de resucitarla solopuedc concluir catas trof icarnente, y su desgarradoestilo politico fue compatible, par ejemplo, con unaconstancia en el anoyo al conservadorismo chileno,que iba bien pronto a tener ocasion de comparar

favorablernente can Ia mas voluble actitud de Alber-

di. . , _ J iQ_~~~ _~_D , t2 ! le _ e . ! ?_ )~_~ f l 1 po_ s i .! ? , i Ij ~< l ( ,l _ c~ng¢_ r l it ~eaceptar un orden estabie la que rnueve a Sarmiento

a · n ~ c u s a r " d ~(}d,~Lo_~t1~fodtar!o::progr.~sista'propues-r~ c p ~ o rAib~~4t; . t : : ~ __§ .~ t _£Q t1Viq_g~ ! . ! ,g~_g11 ,~. .f2!1cx:e mejorque Alberdi los requisites y consecuencias de un

S4~b l q ~ . c < ; Q i 1 6 _ i l i i ~ q ~ ~~!a l~ '~~ii iO"e: q ue:'lii'··A rgen tina_E_osrosista debe afrontar.

E s a . i m a g e n delcambi~ posible y deseable Sarmien-

to -IA·,':eJ~R_O~6_:'ja·iTIbkn.·)~ajcietJnflujo ..d;':~il": .~'ris,i; ; .~~(~_P~~ . .g,l!~,.=~~~!ll:LUll_JHL~(;!~~.,~~b(!~~i! Sar-mi~!.l!9_gedL!S=_~_~I~~s . J lg_ j J J . !5 t iUc:a ,c : iones ._nuevas , , ,par~u~a de distancia, 110 s610 frel1te a ]osjdcQ!9£95..

Qf~L~9S::L~sm_o_sm? ...! ! ! J : . : , _ un~ -r- en te~~_tra~6n poW ica

q~ nunca ~~ ! 2~ i9 . . . . ~_ c ; ,Q ! 1~ i ! ! _< lF. eLog l eI 1 .C : 9 I i J n:@ . . £ : -

tad:--PeFo-inientras Alberdl juzgaba aun posible re-CiDir" una ultima leccion de Francia, y veia en el

desenlace a u t o r H a r i o de la crisis revolucionaria unejernplo y un modelo, Sarmiento deducfa de ella

que 10 mas urgente era que Hispanoamerica hallase

manera de no encerrarsj" en el Iaberinto del que

I

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Francia no habb iogratlo salir dcsdc su gr:m rc-volucion.

ES3 1;<;j~.v~aci6nell: Francia como nucion l1l! ia hab iasido yil rrcpal'i:iaa-~puiO"'-l!I- con t acto qut' :S:l1lt1icnto

tuvo con cI que Echcvcrrm iha a Ilama r pueblol·cw-'adUl·, que no dejo de provocmlc aluunas dCCCD-

clones. Dc Paris a Bayona ~c lc rcn:lt'J toc!a una

Francia par cl insospcchada que sc lc nparccia tan

arcalca como )05 r inconcs !T1~IS arcaicos de Chile.En esc vasto mar, algunas Islas elL-mode rn icbd crncr-

gfan, y en primer terrnino Parts, que' provoco el l

Sarmiento rcaccioncs bastante rnczcladas. Aunquc~ : r L ~ _ . _ n o pod i~ propors :iol1; :l rl t: una cxpcI·iencln(n.

n:cta.5!cLilii~l! __()X9cn.jndLl:"tEI?1Jc-pcrinirEi]lcrci-b!rla.pn:s~ncia .dC! .t!;nsioncs latcntcs v' c u n t i ' ; - ; ; ; l c s 'dcm?-~dadu p;1t!=!llte.\ qll~_~c~t\iirtriaban · ·sti · " i lnGgcnprevia de las condiciones en que SI: dC1b~lii"kjs'~lv~ii-

ces de! rnaquinismo. _ E s a s _ rcticcncias .lujj~cp~·tab~lii"-~

mL~yb~cll_p?ra pr9_c:!~r;.t<l_l~!~~l1tea crisis pohtico-sccialablcrta ~ll.J848 •.Jas lnsuficlcndiis 'ddiiioacru~Tran-ces-y-la ncccsidad d e - 1I1~"mode!o aiieriiittIi,c)."p;ir: .lcntoriccscrej« habcrlo'cncuiltrLldu " a ' e n ius { E s !adosUnidost . --.

~G~scccion de Jos(vtafe;\lcdicada a esc pais. si

rnantrcne cl cqui!ib[i6(-lll-~~n:ifis:s de tina socicdad

y cronica de viajc que caractcrlza <1 tocla la obra.incluye lI.n3 tent~ltiva mas sistematica de 10 que P<1~

rccc a prtrncra vista por descubrir Ia cluvc de la uri-

gi na Ii~ ad: ~~ _ r l _ q _ ~Uos .cs tudi 05_ _ ( J ~J_t~;.J!.Lsaun.011i no

o ! . ?_ . , deI?~~ . c y~c ~_~~L?J?i_~.p~ra_l~~?_.~_~ Tocq!:!~~i I J I:1._

el ..mter'.;s._.£nc. _g\ . ! I ~ . < ;. s.:~rnllt!nto y I" lcccicn que--cS[Jeradc.eE_st:1~~(JE~ynl~!lJss.lJn mll)~'~I"isnlltu;; C j i . i c e n

I_ ~ ._~' :1_n.~~~. J : :{g_. I .£___p~<:~, - :up~_.pl i i1- j~~r t_l l~§!~il ic~ e x r l -rnm ar d e que modo sc h .4!_< l l c< lnzadu , , 11i uri ;S 'Ol i l -

~~~~~v~~~ r~~=~~ i ; 1~~~t t ~ : . ; : ~ / ! l i{ : : : ' , f l ¥ ~ J : \ ~ o~ ~ ~ 1 t d : ~· 1 ::!.~.lrgl..?:..c.:n. t.o. ".dec l_.lna n,:u~ya S0.~.j:cl~d-~,'ll~l-'·m:lc.\.a":IVll_l~~CI.01!_~lslld~s.y~tJ41 , plena m!cg lacioli <.tcrfiicl '·C~\aO nacional. ....- 'c" -,----- ••• ------"-"

- - X - i o s a~a(ios de discno y .' mnterlal cambiantcs vcasi sicrnprc arcaicos que of recc Eurona. Ius Est~-

dos Unidos oponcn unos pecos modcJ~~ constnnrc-

mente rcnovudos y rnejorados, y que coruicnzan ya

46

i

!

a producirse para toda Ia nacion en contados centresindustriales: Ia misma diferencia sc presen ta en

cocinas, aperos, ropas ... He aqul una pcbpccti\'a

que no se esforzaron por cxplorar ni sjq~licra los

escasos observadores que ccnt ra r on su intcrcs en In

peculiar ldad econornica, antes que en las p~1itico-so-

cialcs, de los Estados Unidos, v que pcrmirirfa a

Sarmiento aproxirnarsc de modo- nuevo a btros as-

pectos dc la realidad nortcamcricana. L" dY1portan-

cia de la palabra cscrita en una socierlad que se

organiza en torno a un mercado naclonal +v no auna muchedumbre de serniaislados mere adios loca-

les- se le aparcce de inmediato como deciLva: e s e

rncrcado s610 pod ria estructurarse mediante la co-

rnunicacion cscrita can un publico potcndial rnuvvasto y disperse: el omniprescntc aviso Jomcrci~1

parccio a Sarmiento, a la vez que u n in sU ru men to

indispensable para esc nuevo modo de articnlacion

social. una justificacion adicional de SlI intcrcs eo

Ia cducacion popu J ar. .

Pcro si csa socicdad rcquierc una rnasa Idtrada es

p o r q i . i c ' r c q u l c r c - · · u n a v a S t a - m a s a - ( [ c - c - o n - s lltni ( j u r e s 'Y9-f~~~Gii~I.\i~n..Q_ui~!~- r ~ : ~ . d i E l s ~ 6 i 1 - -d~\ ; ' \ f~b~o e~

~ ~ C : , e s '- ' :~ L 0 _ 1 £ _ l _.~ I~L~ i~ . 95 ! . s . t a _ r_ y ~ c I e . a s ~ a s - p r r a C l J i l e s ~c l a

o !e ]o ra _ ec .0 ~ ?_ m i~ a_ ap~rtesc;a.ga, __ezrnas am p lias der~~'poblaclon nadon~L Si para esa distribucion del

b0~~~far. a_ s _ e £ f o ~ ~ ~?l~:~~~nl?i.i.o~..debe ;otrdccr unab~sc salidn I!-<d~Ja.p_r()p.i<;(l9-sLgv.I<;l;J:cr.m (y dcsde

que conocc Estados Unidos, Sarmiento no dfjara de

condenar =--aunque ca n vehcmcncia variable sczuula cO . i_ 'un tura~ Ia conccntracion de In propijedaJ~ tc-

rritonalcnChile y la Argentina), I?E!'_;}_i!~~$l_:l[::!t_la

de las aspiraciones sera preciso hall;}!" una §olll£lQ.[l ~internwdm entre una di fusi6n masiva y ptmatura

dc~"-ia:eolog[as igua!ltal'ias (que Kabia sefia' ado en

F 9 _ C _ _ ~ U ~ ( ! o . ~ r : c J " i n . ?l ~~ " . l .i k - J . a . 5 '~1ig . a . . L d ! i L C l r: < i m _ ~ + n 9 ) h j c _ Qar_g~ I 1~!l!(~'y.~}_e_m;J..m~nln..!!__gBJ.9_QQ_J~"J1Jf_QQl.~n_Ic.:lizignor,lI1ci" que iba .~"BJ: l !c~onizat: . ~J.bcrili... )1

-§rinici1ID'~~vCfn-cn(3a '~dLlGff66n pop.\.1L0ul1 ins-trurncnto de conservacioif~SUc.TiiT,-n()· pa l - que ella

pud.csc disuadir a! pobrc de cua lquic r a rnbicion

de mejorar su late, sino porque dcbia, pori el con-

trario, ser capaz -a la vez- que de sl1'ger~rle esa

47

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ambiclon=- de indlcarle 105 modos de satisfacer lasen cl marco social existente. Pero esa funcion con-servadora no podrla cumplirla si csto ultimo fuese

en los hechos imposible.·

EI ejcrnplo de Estados Unidos persuadi6 a Sar-

miento de que la pobreza del pobre no tenia .nada

de necesario. Lo persuadi6 tarnbicn de alga mas:que Ia capacidad de distribuir biencstar a sectores

cada vez mas arnplios no era tan s610 una conse-cuencla socialrncnte positiva del ordcn ccon6mico

que surgfa en 105 Estados Unidos, sino una condi-cion nccesaria para Ia viabilidad econ6mica de esc

ordcn. ~..!!.:lag~~.ieLpT9grcso-econ6mico.....que_'!pa-dura en Sarmlen!Q}_'p.9..~g_u..C!:_,~~.ma5,?,J1IQI~j~_qu~_laa-e7IJEierai;-postul!l. uncambio de .la..sociedad .cn.!iUconjiiiii.o;-- no-c·6~9. rcsultado . . f inal y justiflcacion

p.§rliffnI=::q.(.:~cs~_.'pr()grcso, sino ... .~om9 .._condici6n~"para-<!f.· ~

_ . ' E i - i ,fa que Sarmiento presenta como modelo (mas

rnr'ivi], sl no necesariamente mas igualltario, que las

hlspanoamerlcanas) la apetencia de la plebe par ele-

varse sabre su condicion, lcjos de constituir In arne-

naza al orden reinante que tem!a Alberdi puedealirnentar los mecanisrnos que mantienen su ~igencia.

Sin duda esta imagen del cambio econornico-social

descable no deja de reflcjar la constante arnbiva-lcncia cn In actitud de Sarmiento Ircntc a la presionde los .dcsfavorccidos en una sociedad desigual: siquiere mejorar, · su suer te, sigue hallando peligroso

que alcancen aiactuar como personajes autonornosen la vida nacional: la alfabetizacion lcs ensefiara adesernpefiar un nuevo papel en ella, pero esc papel '

habra sido preestablecido por quienes han tornado

a su cargo dirlgtr el complejo esfuerzo de transfer-rnaclon a la vez cconomlca, social y cultural, de Iarealidad nacionnl.

. E,. !. .. .. sk .fTI l?~d~._!?~.gstados Uni: :losa Ia _~ez. ,q llclE!S : l . ~~ .<I~?'!J:.:l'Jlent(), a presta("~'derict6ii' al contexto "sociocultural dentro dei ' cual " ha de darsc el pro- ~

greso ~coriomic:dr haec para el innecesario definir los"

requisitos politicos para esc progreso con una pre·

cision' comparabic" a l a que buse6 alcanzar Alberd0Sarmiento n o s610 no se forrno una idea rnuy alta>

48

,

del nivel de la vida poHtica nortcamcricana (Tocque-

ville, que habfa alcanzado un juicio tambicn mati-

zado no habia dcjado' por eso de buscar en ella el

ejernplo de una soIuci6n viab le ' al dilerna politico

.de su ticmpo); no" parcce tam poco habcr advertido· en esa esfera el anticipo aun inrnaduro de un orden

futuro que crcyo descubrir', en cambio, en In socialy econornica. Par eso mismo no sc cmpena en escu-

.drifiar Ia presencia de un sistema de soluciones po I i-ticas detras de las anecdctas a vcces grotescas can

que arneniza sus rccuerdos de viaje.

.'",:,Sin duda, si no una Ieccion cxplicita, hay sf una

· irnplfcita en esc espectaculo abigarrado: esc orden

fer reo mantenido por una autoridad siempre dispues-

·ta a afirrnar su supremacfa -que Alberdi postu-

Iar ia como requisite esencia] del progreso-« no ha

sido necesario para asegurar el de Estados Unidos:

una constante turbulencia, un desgarro polcrnico que

no conoce los lfrnites de la prudcncia mejor que losdel buen gusto, una sucesion Irenetica de emergencias

polrticas seguidas can curiosidad entre apasionada

y divertida por una activisirna opinion publica, todo

<

eso, que el observador de paso corre riesgo de inter-, pretar como signa de una inmincntc quicbra del orden

· politico, es par el contrario uno de los rasgos nor-"males de ese orden, que ha hceho posible un verti-ginoso progreso econ6mico. Pero, prccisamente per-

,quq se inhibe de extraer ninguna ensenanza explfcita

I de .tal espectaculo incongruentc, Sarmiento .no va

, par el momenta a deducir de d siquiera la purarnen-

, te negativa que rehusa al autoritarismo la dignidad.de prccondicion del progreso.

Al salir de los Estados Unidos, Sarmiento podriahaber dicho, como algun peregrina a la URSS no-

venta afios mas tarde, que habra visto cl . futuro y

que el futuro en efecto Iuncionaba, De, vuelta en

Chile, se dcdieariaa escudrifiar los primeros anti-cipos de esc futuro, rastreando los efectos mediates

· e mmediatos de la nueva prosper! dad creada por Ia

apertura del mercado calilorniano a las exporta-

clones chilenas: mas alla de Ja zona triguera ad-ver tia en 1849 su imp acto cg; .los avances .de l a cons-truccion privada en Santiago y en los del nivel de

49

i

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vida de fa plebe urbana; CfJ . I~ : l l 1 1pT!aci6n de! mer.cauo, a' travcs de la del consumo , Ia' qtlc~.uh\cnd\ntodos C$O:; avances y doraba de lin [lUCYO dinamismo

a la cronomfa chilena en <u CC)n iunto.

.~n 1855,veda CI~ esc cpisod iu u~a oportu nid ad per-

d l c f a : Chile creyo ctcrno : > 1 1 dorn'nio elet rncrcadoof' rccido por 1::15 !ic rrnn del GfO, bien pronto borrado

por cl surgirnlento de In azricultura ,a!!fnrniana.Esa Ialta de lodo cMeula y todn prevision it:zp-" alos tcrrntcnicn tcs como a 10<; Iabradorcs chilcnos:

ella cs en surna fruto de fa ;r,noranci;l, v confirrnaque Ia supcrvivcncia rnisrna de fa cconornta chilena

depcndc de 14 1 rncjora rripida de l nivcl de inst ruccionpopular, Hay otrn lcccion que Sarrrr'cnto no sub-

ray" pcro no deja de atcsorar: en un Chile dam i-nado p u r la clasc tcrratcnicruc, los avances de fa

[gualdud social no podr'Ian basarsc en una mayor

difusion de la propicdad de la tierra. En pocus

paginas, adrnirablcmcnte pcnctrantcs, Sarmiento va

a esbozar una linea altcrnat iva de desarrollo: Inmodcrnizacion dc IJ . agriculturn chilena --de tadus

modos condicion indispensable para su superviven-cia- s610 pucclc hacerse en cI marco de 10 gran ex-plotacion capitalista (aunque Sarmiento ignora el

nornbre, dcscrihc muy 'bien la cosa ). Ella cxizc unamasa de asalariados ruralcs instruldos v bien- rcrnu-

ncrados, pcro poco numcrosos; cornplcrncnto de 'ese

cambia debe scr cI crccimiento de las ciudadcs, unico

descm beque .a Ja poblacion campesina cxpulsada

de la tierra por csa vasta transforrnacion. Sera en

Ia ciudad dondc sur]n una socicdad mas cornplcta y

m6vil, Y p ara que csto ocur ra. 13 difusion de Ia ins-truccion es todavfa mas irnprcscindiblc,

Com~__~ve -a (j:!f~.!"~~nciade.! ..lbex.qLquc_con9Ceuna sola rcrcrii--{!c t runsformac.on cconornico-so-">ci~t' :' ;' ;""SannienW- es ::-pcrtcctarncntc ~~apaz,::!e, per- .

cibi_r' l<lPosibiJidi id de caminos y cstilos -de desarrollo"altcrnntivosji!' que habb dcscuoiCt"tocriius Estados >

Unldus-. Pero e s c ' tcxto de' 1855 - inuestra -, ad~m:is-'otra co~~: pcse . a '- q u e 's u ' eriiusldsrnopor "el rnodclo •

nortcamcricano se debe" a algo mas que a Ia con>

fianza ' e n . su c ri ca ci a p a ra lograr progresos rapldos

. (como 10 rcvela la imagen de' Ia Iutura hcgemonf;)

50

nortcQmCrican:LcomQ.suPJ"cma vic toria de I l demo-~p l ;~e~·?_~.c~!? ! "C ._ . J ~.l_-:_t~opa - m ; - n : \ rq l l l c a - ' y - : i r i s t o - ~C!'1ttiC~~--quc muestra hastn -qllc'pL"triTo" 5iiimiFrif6--n:r' 1 5 iI sc a: ! o ' e n .Est<idos-Uiiiaos-linfC-cofifirmnci5n"nhlesqu~?n:1 'attcrhjtiva_P:il:a;.CLi.99~!2[~1 ~lii?:~f~TIs.~~ ~~a.Iitario que crce definitivamcnte compromdJco enEuropa); c s t a d i s p u c s t ~ ' -a acala~ .]a 1 I ~ a v i t h C i 6 i 1 - " ' asU'"ju:ciail1co!!trastablc: d c - = c l c i f o s " : · . C ~ ~ 4 i c j ~ D ~ n t G s ~ -s o C f < l _ ! C s 0.'politicos que haccn)rpP9.s~bjc_Ja,.nidop!::i6n_de ' e s c ~rnodclo. . . ,

"Tarnbicn en' esc aspccto csos cscrilos anticipan

el scntido de In accion politica de Sarmiento, una

vez vuclto a la Argentina. EI cspcctaculo t que se

Ie prcscnta al retornar a Buenos Aires confirrna a

la vez las scguridades y las perplejidadcs in$piradas

en cl cjernplo nortcarnericano y en cl de un clhile que

-quiza porque sospecha que ha de abandonanlo pron-

to- lc parece ofrecer un modelo cad a vez menus

valido para la Argentina futura, iEl progreso de Santiago, cl de Valparatso, ernpa-

lidecen en cornparacion con el de Buenoh Aires.Aunque la que Iue capital rosista atraviesa ahoraconstantes turbulencias poltticas y vive una! perrna-nentc indefinicion en aspectos tan esenciales como

el papel de la ciudad y 14 1 provincia en un'i

pais entrance de organizacion. tudo eso no lozra afectar su

insolente prosperi dad presente y su inqucbrantable

conf'ianza en su prospcridad futura. ;

De ello deduce Sarmiento que In preocupacion porel orden que habia obsesionado al partido conserva-

dar chilena no habfa estado tan claramcntd justin-

cada como coilmismo hab ia ereido durante ~u etapa

de destierro. La desenf'adada, la caotica Iibertad deBuenos Aires no era incompatible can un progreso

mas rapido que el chilena. Hay otra conclusion antela que Sarmiento-dice detenerse, .asustado ddt. rumbo

que torna SLl pensamiento: el vertlginoso vprogreso"de Buenos Airescs mas antigu-o que su~iutbtiknta

li e i ; t a c l ;'-f u c · a 1 C a n i " a - d u -pt:im~r~:~bajci~ l a . : i i l i ! i i i i l i s t r a : "cI6if·dc,· R o ~ a s , : c u y ~ ~espotisrno __!:bilrarioLobtu~?eI PI9P!0_S§u.:miento_-:-::-entrc. t<lm~~_.<?tros:-.-~J?.ja~.i_a._jc-nunc iado como incompatible con cualquier progreso

sos tcnido. At parecer ni el dcspotismo ni Ia \ d c s o r d e " ~- - . ' . . !

,.

!)l

L

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iada libcrtad.. esc Escila y esc Cnr.bdis entre los

cualcs cl libcrnlismo posrcvolucionario buscaba afa-

nosamcn te un rurr.bo salvador, ten [a consccucncias

tan tcrniblcs como Sarmiento,· entre rnuchos otros,

habra crefdo.:

,- i Sin duda Sarmiento sc rnucstra rcacio a llcvar aIondo la exploracion de csa nueva perspcctiva; con

5610 vislurnbrarta sc ve conf irmadn SLI previa ten-

dencia a colocar en segundo plano cl marco politico.

inst itucional, cuando considcra los rcquisitos para clradical camb io en la cst ructura del pais que juzga

a In vel: urgente c incvitablc.:

_ g ~ _ a !£ I_<! tj ya __b!dcr_i!_lis:)9~__ (IS I~?~src::ctq_~__p!:()pi~-mcn t e po IL tl c _ f J 1Lg~ " .!LQXQR~ <} : _ f l J. ._ ! ' , ; ~~<;QDt)1 y~_ rUm_aindefinicionpcr 10 menos igualmentc marcada acercadc "T l -: · u ·l i cu [ ac l oO- dC l ·g , - u po · · po ! fi k amcn te dir lgcnte

- ciuetcndi;~·aSLI-C~ii:go-gui~i-··I<i·onstrucci(Jn de una- ."~~~...-I -."~l .·~-·""' -· --~. . " .....• _ • ~

~~~e . .Y~ ! . l ]~~ l ~ f . 1 .y !~~~c~~9?ld argentina. en su conjunto.Alberdi habla arrojado sabre csta cuestion una cla-

ridad cruel: In Argentina scrfa renovada par la Iuerzacrcadora v destructora del capitalismo en avance;

habia en c l pats grupos dotados. ya de podcrio poli-

tico y cconomico, que cstaban dcstinados a recogcr

los provechos mayores de esa rcnovacion; el scrvicio

supremo de la elite letrada scrla rcvelarlcs donde

cstaban sus propios intcreses: un a vez logrado esto,

csadlitcdcbta prepararse a bien mori r: una concep-

cion que postula consecucncias constantemcnte bene-ficas para ,1a Iibrc accion de las Iuerzas cconornicas

y afirma con igual vigor la coincidencia ncccsaria

entre cI intcres nacional y el del grupo que ccntrola

a -la vez el peeler politico y los rccursos .econo-

micos de la nacion no rcconocc ya Iuncion lcgft.ima

para un a cI<tsepolitica que ambicione sc r algo mas

que cl agcntc de ncgocios de· esc grupo dorninante.

Sarmiento no cree,. can Ia misma fe scgura . ._ . ._que

l < l ~ ~ 9 ? n . ? C ~ ~ I ~ , i 1 _ g _ ~ - s ·~_£["ih:?-.!ic.:c:a~J~n-ueva::_eC'onomiasobre las areas marginales (que juzga no s610 inevi--tabr~-;'ii;(;-t~mf {i l- cl cscab ic ) -sezli~siempr~ - bcnelicas:

P?S1uj,~'~,~n)od~!.p?li~~:ci c~ri"·~~t!~~ientc·,ndepen-dencia de. esc grupo dorninaritc" para imponer

. : : :p q r ~ : · s ,C i ! J r T I b o s :_y~Ii I 1 . i . t~:S~ .<I.ese a ! u ~ von ~ de_: nuevaseI).e!gL~~_._~c:ql}()r:ni~a_~_9,::c.J:,!br;iontr ibuido, .~Ldesen-

52

.ffidcl!~~2bre_~_l __.paJ? ,cQul~!1cS ! ? p : ! 1 c1<:.~j~r-cer__ese

'E~d~~.r~!!tl~9.~_L~!l_CJ.~~_se~oYG~an na!iL~s.erI9:Sarmiento nunca se plant~9 1a_~_9Qd. l ]c :h~g_1JI . \ t f 1 ,

en cuanto~a l~~pn~~i~n el momento de rcto[!1_Q__d_~.1deStierroSu respuestajes _r_gntrarig_Jl._lR_dc_Alhcnli;._- e s · ' o e s d e Iucgo-]a elite l£.trad'!.,_d~JiL9.g!,! secl_ t; : . ( ;JMtL . . .

orgulloso i tegran~:y_~~:t~~_his 19 .d_a_SQ_ l2_ni' !Lh~ t ~~k ; -zacfo con" hUrrlide orgullo en R c cu cr do s d _ [_ E !. <2 Y. !E ~ !E .

laq,ie-i:'e'ndr,ra.-su-:~aiio~ Ei"]u~ciQn~_dir~.ctiva, Solo-paurabnarrien-te-la-'acumulaci6n de desengafios polio

ticos (entre los cuaIes Iue particularmente revclador

el que le produjo el desinteres de la clase ilt~strad~

sanjuanina por los program as de reforrna que mtento

intro ducir durante su breve gobernacion de esa pro-

vincia, y que acrecian las cargas Iiscales para las

clases propietarias) 10 convencio de que, si no en el

pasado, en el presente esa elite letrada n? cstabamas interesada que otros sectores de In sociedad enfavorecer e! interes de 'Ia naci6n 0 e1 Estado: deplo-rablernente carente de espfritu publico, usaba su supe-rior i1ustraci6n como justificative para ver realiza~osu ideal de otium cum dignatate a costa del erano

publico.Perc Sarmiento no descubre ningun otro sectormejor habilitado para asumir :esa tarea, y desde

entonces se resigna a que su carrera politica se

transforrnc en una aventura estrictamente individual;

5610 puedc contar sabre sf mismo para realizar una

cierta idea de la Argentina, y pucde aproximarse a

realizarla a traves de una disposicion constantc a

explorar todas las opciones para 01 abiertas en un

panorama de Iuerzas sociales y politicas cuyo ca~-

plejo abigarramiento contrasta con esc orden de l~-

neas simples y austeras que habia postulado Albcrdi.

Para ella la relativa indiferencia pOI' los aspectos

polrtico-institucionales del cambia qll": postula, 10 pre-

para desde luego particularmente bien. ... . .Sin duda, no es esa una solucion que Sarmiento

halle admirable, y a veces va a revelar, en brev~s

relarnpagos, su colera frente a ella y su nostalgiade alguna solucion vdiferentc. De eS.ta rnanera, el

mismo Sarmiento que cI);.-J862 preconizaba !~nasa-ere de gauchos para terminar con Ia rebelion fedc-

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ral riojana, asiste menos de diez aflos despues con

orgullo patr iotico a otra rebelion mas vasta del

fcderalismo andino: siguiendo a Felipe Varela, laplebe de esas provincias revela tencr fibra mas dura

que esos chilenos acosturnbrados a una mansa obe-dienga por el largo prcdorninio conservador: la pazchilena cs la de la mucrtc, pcro la Argentina de la

ultima montoncra bulle de vida ... Sin duda estosexabruptos quedan para In confidencia privacla y noreflejan una actitud sistematica de Sarmiento; aunnsf expresan rnuy bien su convicclon ya inqucbran-table de que ~n In hom de orgnnizar la vic toria -cJ grupo con cl cual se ha idcntificado y en cuyo

nornbrc ha combatido ha hccho desercion. No mcjor

reflejo de una act itud sistematica cs el eurioso pa-

saje del t!L<;_curso.quc Sarmiento pronuneia cnChi-

vilcoy, en 1868,·cuando esa carrcra polttica q u e corn-

bina . arisca indepcndencia y considerable ducti lidad

acaba de llevarlo a 180presidencia de la Republica.

Allf se proclama dispucsto a recogcr la herencia

caudillesca, traspuesta a la nueva clave proporcio-. naJa par una naclon rnoderna: ei.pr.c5idcntc es el

cau dm ~.d e _ _ !: ln os.. gauchos_quc ..se~.b.~!~ft.I1_tr~n~fOr-m:'do en la cornpetencia pacifica par Ia conquista

del-biencstni: .Y sin' duclaicn u n a nad6tl·de· veras"t ransforrnada. l1nas . in;1sas-pbp-Uli: i i :es: c.ap:ae~s~de)l~-ccr-suynli\-nociun que sabre cl Iugar que Ics corrcs-p c : m jfn-cfr-lasocicuriu "hii bf;i-· p ro p u -c s t o" S::Imien to;

hUbieran·podlcio -p~oporc;onar lu' ·basC' ·lJoIr tica para

u n p r o g r a r !i n ~ c o m o : : -' C f qt](~~stc olrccc, ·-Pci:o dcsdeIticgo:ln naci6n no sc ha transform~d6-iaI1'i()'comoSarfnientoquie rc Cl:C-c rcii arido In coniemrih -:-dcsde e s eiincnn de excepcional prosperidad ·camp~sfi1a· c i i . l e es'Ch:vikoy:' las' dascs 'poptllarcs r i o · . ~ o { ! : - c~ eh. .plii~-el.momcpto' t innpoyo ' mas sol ido al..programa:,rerroyu:dor ..que Ia -el ite lctrada. Es comprcnsib!e cntoncC5

q u e Sai·lniC"itfo haya"pi'crl!r ido no proscguir el examen

del problema sino a travcs de ocasionales alusiones

inspiradas par la dcccpci6n 0 la eururia:de unexarncn mas sistematico s610 podia ubtcner una

dcscspcranzada lucidcz Irenadora de cualquier ac-cion polit ica.Pcro cl tarnpoco ibn a rccibir esttrnulo del con-

I ~ · ·

~j . .

texto en que proseguira el debate poJ~tico en la

Argentina posrosista; el marcado cclecticismo y las

oscil aciones aparenterncnte ·e rr-ati ens que I desde 1852

iba a caractcrizar a sus tornas de posicion, se mos-.t rarfan mas adecuados que la rigidcz politlca delmodelo alberdiano en csa perrnanentc torrnenta que

iba <'I ser In vida politica argentina en la ilarga ctnpa

que se abr'Ia en Caseros. Es ya rcvclador que muypoco dcspues de la catda de Rosas, cuando Alberdiy Sarmiento se cnfrasquen en una no siernpre deco- .rosa batalla de plurna, no inte ntaran ya i scriamcnte

explorar que los separa en ILl definicion cjielos obje-

tivos que uno y otro proponen a la nacion,

Ella no se debe tan s610 a que ambos stgucn apli-

cadnrnente los consejos ironicarnente Iormulados parLarra para usa de polemistas, y rcvuejven su pa-

sado, presente V futuro en busca de motives de inju-ria mas que de argumentos para un debate scrio,

Aun cuando este se en tabla se dara e m torno deperspectivas de corto plazo: girara en [torno a laubieaci6n de ambos en 195 conflictos que! han vuelto

a arrernolinarse en un pars que rcaliza itan mal elproyeeto de reconciliacion universal en el Jjluevo credo. de In paz productiva, que tan util habra· sido para

allegar nuevos e influyentes reclutas a j la batallaantirrosista.

TREINTA AfiOS DE DISCORDIA. :

,

i

Alberdi habra postulado que el sistema de poder

creado por Rosas serfa capaz de sobrevivlr a su cal-da para dar solida base at orden posrosista: Varela,que el lugar de Buenos Aires en cl pais nq ser ia atcc-tado par la victoria de una coallcion cilJnentada en

Ja oponicion comun a In hcgernonla de Buenos Aires

sabre In entera cuenca del Plata. Ambos [postulados,ut ile s para evit ar desfal lecimicntos y disensiones en. vispcras del cornbate decisive, rcsultaban] apcnas se

los exarninaba, alga de rnuy poca probaolc rcallza-cion. Nada sorprendenternente, luego de ~852 el pro-

,

i~~~~-~~~~ ..~ ._ ..~-.

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blcrna urgcntc no fue cl de como utiliznr cJ "podcrcnormc' lcgado por Rosas ;l sus cncmigos, sino como

cr ig ir un nistcrna de poder en rccrnplazo del que enCascros habia sclo barrido junto con SlI crcador.:

" 'As!. n un Albcrcli que 10 invitaba a accruar Ia rcali-dati y vcr en Urquiza ct hcrcdero , <' . In· vcz (we cl

vcnccdor de Rosas, Sarmiento podia, rcplicar regan-

do a SlI contrlncantc que sc dip-nase mirar la rca lidada Ia que constantcmcntc aludia. No sc trata, tan

solo, de que a juicio de Sarmiento, Urqu.zn no esta

de vcrns dispuesto a poncr su podcr a! scrvicio de

una poll! ica de rapido progreso como las que cl y

Albcrd i proponcn. La conviccion de que-as] cstaban

las COS~lS habia llcvado a Sarmiento a retornar a Chile

y marginarsc de la pol tti ca argentina; 10 que. [0 de-

vuclve a ella cs cl dcscubrirnicnto de que Urquiza

no ha sabido haccrsc el hcredcro de Rosas; no hay

en la Argentina una autoridad irrecusable, hay de

nuevo bandos rivalcs en un cam bate que se ha.rcabierto.. ;L!eqara cI rcalismo de Albcrdi hasta nccp-tar esta situacion tan distinta de la que habra pro-

-ycctado en 1847?

" Para Albcrdi. objecioncs como esta rcf lejan uninaccptahlc cinisrno .. La crcacion en Buenos Aires

de un centro de -podcr rival del que rcconocla por

jere al general Urqu'za no pod fa tcncr . sino consc-

cuencins calamitosas para cl pais. al que distrain decrnprcndcr csn transformncion radical que tarnbicn

Sarrnlcruo habfa.proclam:1do imprcscindiblc. para

volvcrlo a cnccrrar en cl viejo labcrinto de qucrcllas

Iaccosns. Los partidos que se proclarnaron rnucrtos

en Cascros rcsucitan para rctornar Sl1 carrcra de san-

gre, y csa tragcdin futit c intcrminnbtc sera la cbrn

de quicncs, como Sarmiento, sc jactan de habcr frus-

trade una ocasion, quiza irrcpctiblc, en nombrc deuna polit iC<I de principios. Albcrdi prcf icrc creerque la of uscacion no cs Ia unica rcsponsablc de tan

Inoportuna in transjgcncia: Sa I 'miento guarda una

inconfesada nostalgia de la guerra civil, y es de

terrier que csa inclinacion secreta sea demasiado

compartida en un pais Iargarncnte accsrumbradc a

ella.1) Las [acciones resurrect as. Ya que Caseros no ha

creado ·esc ~6ndo CC:11ro de autor idnd rwcslo al ser-vicio del progreso =-vicnc a decir Alberdi- ha dejado

en sustancia Ias vcosas como estaban,.,. TOQ:1 una

Iiteratura facciosa scrvlda en porcioncs rebosan tcs

par la prcnsa diaria, P<lLCCC ~;ut:crir en ciccto que

el nuevo pais Vl\'C prisicncro de sus vicjos dilemas.

A mas de dicz aiios de Ia caida de Rosas, lose Her-

nandez podia abr ir su scrie de ar ticulos sabre Ia

recicnte ejecucion del general Pcfialoza, con h de.

nunda de que "los salvajcs unitarios cstan de fiesta":Cinco afios antes, en los Debates que publrca Mitre

en Buenos Aires, cl oriental Juan Car los Gomez, al

evocar las victimas mas nurncrosas de In rnasacrc

de Quinteros, denuncia en esta cl corn.cnzo de apli-

cad6n del (mica programa que los blancos orientales

y sus aliados los Iederales argentinas conocen: cl ex-terminio del advcrsar io.

Como ternia Alberdi, un pcriodismo formado en

el clirna de guerra civil que acompario toda la ctapa

ros ista se esfuerza -al narcccr con exito- por man-tencrlo vivo. Pero no es Iricil crce r que las Iaccioncs

que' todos habian proclamado mucrtas antes de Ca-

~ , s e r o s :deban ,Sl! incsperac1a ~vl falidad' tan 5610 al

'lTlf11iio de : unas : cuantas 'plumasm,,( mspiradas.

j'_;sJc3lt8d~shel'cciaJ8s de la - c t a p a que ccrr6Ca~seros.ojreccnsotldarldadcs.va hcchas.que los nuevospro-

iago~istasde la s nuevZls' luchas' no renunciaran a

-util izar.. El problema cs que a la vez sc adaptan

mala las nuevas Hncas de cliva jc politico: In. ten-·tacion de tamar distancia [rente a CS-::1S identifi-

caciones Iacclosas csta constantcrncntc .prcscntc, y,

'apenas se los examina con cuidado, los tcxtos simi,

·tricos de Gomez v Hernandez. que parecerfan cxpre-

sar can una inrncdiatcz rcf lejada en Sll Ienguajc '110-

.lento la sed de, venganz a de una Face.ion sornctida

a Ia dura lev de su vencedor, esconden una exhort a-

.cion alarrnada a per severar en una Icaltad Iacciosc·cuya espontanea solidez no rcsulta cvidcrue ' nisiqu icra en esc memento de amarga prueba, en que

la sangre dcr rarnarla parcce cxcluir fa posibili dad

rnisrna de una solucion al ,conrIictu politico, mas

conciliatoria que .la eiiminatfon del cnemigo,

j.

8/4/2019 25822634 Tulio Halperin Donghi Una Nacion Para El Desierto Argentino

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Ln r!':lrrilidnd de esc clcrncn 10 cohesive que Ins

,;1'2Citnc:; historlcns proporcionan, sc advicrtc Y" en1;1 rdaci6q tnn ambigua que tanto Gomez como Her-

n5n::lc:: manticncn COil (1qu{Jli15 a las que convocan

n 1;)1:1 lucha sin cunrtcl. En c~ cscr.to de G6~ez,

si cJ ncrnbrc cxccrado del partido blanco cs rcitc-

r;:tdo basta b. sacicclad. SC I rival colorado' cs cvocado

con mucin mayor parsimonia. Es que ric cs cvldentcque G,jmc7. sea ruin colorado. Pur In prirncra cspada

t ic esc par tido, cI general Flnrcs. no t icnc S:I'O horror;

a 51! juic!o, Flores no St1JO ha dcshonrado a suIacckin con una con duct a dign<l de Ia advcrsarla. sino

In 1 1 : 1 dcbilltado al cntrar (para Iavurcccr su cnrrcra

pcr soual ) en transaccioncs con el encrnigo. Ouintcros

dche c'cvnlver a Ia rcalidad y In accion a cuantos no

cstan dispucstos n accptur la sangricnUl t irania

blanca. peru la victoria de cslus no s:rnificar;'i sinmas cl re torno a l podcr de lin coloradi smoirrcmedin-

blcmcntc rnanchndo por culpas y claudlcaciones:debe scr el cornicnzo de una mas arnbiciosa rege-

ncracion polttica .. , Gomez busca, en Sl!ma. ut ilizar

la disciplma que surge de la lcaltad a un pasad~ " !a Hila divisa para ncrsuadir a una cntcra colcctivi-dad polUica' de que fill dcbcr es rccibi r inspiraci(m

de quicn esta ponicndose al margen de ella. Esadisciplinn y la mas elemental que surge del rnicdo:quicncs no reaccioncn a Icrnpo se equivoear;in. 0.1crccr que fin manscdurnbrc habra salvado fin vida.

La rclacion entre Hernandez y cl federalismo· ar-gentino cs muy scrnejnntc. Si busca ahorrar ccnsu-

ras cxplicltas a sutraycctoria pasada, cl hccho de

que cI martir cuyo sacrif icio conmcrnora haya lucha-do tcnazrncntc contra Rosas 10 obliga a los mas deli-cades cquilibrios para cvitarlas, sin arrojar a la VCl.

una Olancha sobrc su memoria, Aunque men os ctra-

rnaricamcntc cxprcsada, Ia rclacion de Hernandez

con cl pasado de su partido no es entonccs mcnos

arnbigua que la de G6mcl., La misma arnbigiiednd

basica Ia volvemos a cncont rar en la que guarda cancl jcfc de esc partido. Hernandez no ticnc sino

exnrcsioncs de respeto por cl general Urquiza: nun asf,

lc profctiza que Ia mucrte bajo el pufial unitario sera

cl dcsenlace de su carrera, si no abandona c1 camino

de 1 : : 1 : ; c::mce~;l)n25 f rcritc a un cnemlzo i incapaz

-cl~alqliiu::\ sea el lr n guajc que adopte-e- de c;hl1rol:lr: :JUp~'nr:~l vocac+in "scs;p.~' .. En sumn, HcrnMJ(lcz ex-

• • I

crcsa cr: L.;ri':!!!'o:: de cxt rcmo dccoro e! tdrnor de

q:1C s.: f . ; ; : - ' i l~O c':t,~ sicndo 1raicionado por i U P. ideque kz~:, rOt· otra parte insus ti tuible. de qed c! par-

ti~~o !;:f~ a pesar de todo esa or icntacicn d la vez

claudicantc " :;l1~cj:ia, .

La apclacion apaslonada a una tradiclon racciosnrcUcja cntonccs In conviccion de ClUC CS:l !bdic'on

ff, tz. . pcrdicndo Sl1 imperio. No cs sorprcndchte quecl cxt rcm ismo f2ccbso D.dor~::,~!ocomo rccurso dC5CS-pcrrido dcjc paso al anuucio ju hiloso dc ta Imucrted:~ las fac:::iuncs: Gamez habra tornado va la costum-

bre de cornbinar una y ot rn act it ud; Hernandez iba

a pasar c'c la prirncra a la scgunda a 10 fartP de In

dccada de! scscnta. IS( esas t radicioncs f'acciosas agon iznn cs [porquc

-como habia declarado Alberdi- $C cstan ih: : lc ien-

do irrclevantcs, y 10 que las haec irrclcvanfcs son

los carnbios que a pesar de 10:10 ha tratdo ~ons!go

Caseros. csa victoria que Albcrdi esta dispuesto a

confcsar cstcril. i

iPero q~IC ha cambiado Cascros? No pur cidrto las

situacioncs provincialcs consol idadas en la et~pa dehcgcrnonfa del Buenos Aires rosista, que ahoru se

aprcsuran a cobijarsc bajo In de su vcnccdor] Tam-

poco dccisivarncnte el equilibria ;ntcrno a [as \faccio-

TICS polf t ica-: uruguayas. Evidentcmcnte Casc!ros ha

puesto C!! cntrcdicho In hcsrcmonjn de 811cno1; Aires

v hn irnpucsto 10. busqucdu de un nuevo m~rl') de

art.iculacion entre csta nrov-nc ia. el res to :!¢1 pnis

y los vecinos. Este cam bio obvio clara su tcmal basico

a Ius confl ictos de varins clecarlas revucltas: ~I ladode 01 fie olvida 0[10 no menus i rnportantc . ~l!C vatambien a efcctuar csos ccnffictos. '

Tnmb:';n sc ha dcrrurnbado en Caseros cl siistcmo.

de podcr crcado por Rosas en so provincia. ~sc sis-

tema, construido a partir- dc Ia f!rdn movilizacionurbana v rural de IF28-29, habra s'ido Icnta v [tcnaz-

mente rlcspojado par su creador v bencficinho de

toda capacidad de reaccion cspontanca , en ~m cs-

fucrzo de veinte anus que haec posiblc -bajo ~a apa-

,,

l

!

-------~ ,~~~-;------------------~----~ ,----_,.

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ncncia de una rabiosa pOlitin66n- una dcspolitiza-

don crccicntc de la socicdad entcra.La catda de Rosas deja cntonccs cn Buenos Aires

un vacfo que Henan mal los sobrcvivicntcs de la

polltica prerrosista, como esc Vicente Lopez y Planes,alto magistraclo de In judicaturn rosis ta que lIeva a

la gobernaci6n de 14 1 provincia, en que 10 instala Ur-quiza, In fatiga acumulada en casi medio siglo decarrera publica. Esc vacfo sera llenado entre junio y

dicicmbrc de 1852; en csos moses af'icbrados un nue-va sistema de poder cs creado en Je t prov'ncia ven-

cida; al cube; de cllos habr~l surgido una nueva direc-

cion polltica, con una nueva base urbana y un sosteinmilitar irnprovisado en cl cambate, pero suficiente

para jaquear, nun en cse campo, la hcgemonia que

Entre Rios crey6 habcr ganado en Caseros. El 11

de seticrnbrc de 1852, cl dia en que la ciudad y laprovincia sc alzaron contra su venceclor, es una fc-cha va borrada de In memoria colcctiva: es. sin em-bargo, la de una de las no muchas revoluciones

argent inas que signi fica ron un importante punto de

inflexion en cl desarrollo polttico del pais.

2) Nace -el Partido de fa Libertati. A fines dejunio de 1852, Ia rccicn elcgida lcgislatura de la pro-

vincia de Buenos Aires rcchaza los tcrminos delAcuerdo de San Nicolas, por el que las provincias

otorgan a Urquiza In dircccion de los asuntos na-cionales durante In ctapa constituvcntc. Un miembro

distinguido de la gcncracion de ' 1 83} , Vicente Fidel

Lopez, heche ministro pnr su padre cI gobcmador

de In provincia, dcf icndc sus terrninos ante una roll-

chcdumbrc que llcna cl rceinto y las callcs, a la queacusa dehabcr solo recientcmcnte brindado marcoa las ccrcmonias rosistas. Estas llneas de razona-

micnto no es nprcciada por su vasto publico: e!heroe de Ia jor nada es, en carnbio, un rnilitar detreinta arios que cornienza su carrera r,arlamcntaria

de vuelta DC percgtinaciones que 10 han llevado parUruguay, Bolivia y Chile. B::lrtolome Mitre quiere

ser portavoz de una ciudad y una provincia que ni

aun en la adversidacl mas extrema han rcnunciado

a defender Ia causa de la Iibertad. En nornbre de

ella habla quien se presenta a sf mismo como el

60

L ., ,_ . .._ _ ._

joven heme portefio que ha abierto a cafionazos

e~ camino de los ministerios que otros mas pus'ila-rurnes ocupan.

£1 proceso de invencion de un pasado esta com en-zando: la provincia que ha conquistado al pafs V le >

ha impuesto como marca de su victoria In divisa·

punz6dcI Iedcralismo, afecta vel' en esa divisa e!'

simbolo de Ia barbaric en que yacen las provincias,y que su ·vencedor (pero ya no Iiber tador, pues su

liberacion ha side preparada par Ia sangre de StlS~artires y consurnada por sus mejores - hijos) haintcntado afrentosa rnente imponerle.

Esta renacicndo a la vez alga que Ialtaba en Ia

ciudad desdc hncfa veinte afios: una vida polttica.

En cl mcsurado dialogo entre un gruno dirizentepnljtico-cconomico y una elite lctrada 'rcsigna"'da a

su dcfinitiva mediatizacion, que segun Albcrd] debradcterrninar e1 futuro politico de la Argentina, seentremezclaba otro turbulento e irnprevisible inter-

locutor. La novedad comenzo par ser recibida condesdcn per quicnes iban a cntrentar su desaffo;

los horrcras sentirnentales que forrnaban publico

a la oratoria de Mitre no pod ian desde luego SCI'

tornados en serio;· esa oratoria misrna, llena deefectos sabiarnente calibrados con vistas a ese p u -blico, juzgaba a la empresa politica a CUy'O servicio

era puesta.

En cfecto, esa rebosante oratoria girondina pare-

eta anunciar una recaida en el estilo politico que

=-scgun todos habian convenido hasta hacfa poco=-habia pravocado In reacci6n federal y rosista. La

breve trayectoria de Mitre no era mas tranquiliza-dora: de Chile habia side dcsterrado por su parti-cipacion en las agitaciones del ala extrema del re-naciente Iiberalismo, no dcsprovistas de puntas

socialistas. El comentario de Albcrdi habia s.do en-

tonces conciso, cornpasivo y desdefioso: "i Fabre,

es un nino!" El pobrc nino y Sll culto Ianatico

de Ia Iibertad no parcclan con todo dernasiado te-mibles; su exito parlarnentario fue contrarrestadc

pOI' un golpe de estado de Urquiza, dispucsto a

devolver a Ia obediencia ~ la ingrata Buenos Aires.

Perc la ocupacion militar entrerriano-correntina se

61

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haec bien pronto insostcniblc: el 11 de sctiernbre ~eas ist ira a un alzarnicnto cxitoso en desaffo a un

ejcrcuo dispuesto de antcrnano a la dcsbandnda.

Entonccs, esos hombres nuevos a quiencs las jorna-

das ~ junio han dorado de un scquito urbano, trans-foni'hn su base pollt ica ell militur: cuando I;) Iccha

cstaba aun viva en [a memoria cnlcctlva, la imagen

que primcro cvocaba era qui6 In de: jovcn !dolfo

Alsina. convocando csa rnadrugada a los f;uardws na-

cionalcs de la ciudad <II a iroso rcdoblc de su propiotarnbor.

Pcro C50S advcncdizos de In pollt ica rioplatcnscno estan solos; junto con cllos se lcvantan los titu-[arcs del apara to militar crcado pOI' Rosas en Ia [ron-

ter a india; unos y otros rccibcn de inrncdinto elapoyo de las clascs propietarias de ciudacl y cam-

pafia. Es que, como no sc Iatigara dcsdc entoncesde dcnunciar Albcrdi, la causa de 1<1 libcrtacl queMitre cvoca en riadas de calida oratorin, oculta laetcrna causa de Buenos Aires. La provincia hcge-monica, que ha vis to partir al destierro a su paladin

'de un cuarto de siglo, solo ha ncccsitado unos

pocos mcses pam rccmplnzarlo.

Las cosns nu sun sin embargo tan sencillas. La

causa de Buenos Aires no cs idcnlicn para Ius jcfesde Irontcra, para las clascs propietarias, para hi nue-va opini6n urbana rnovilizada pOI' los dirigcntcs sur-gidos en junio. Esta (!ltima identified, en cfccto,

In causa de Buenos Ai res con la tic In libertad que

se propane irnponer con vj~lcnta pcdagogia. a las

demas provincias, poco ansrosas de c~mpa.rtl r escbien inestimable. Para Jas clascs propietarras. ellasignlfica "la resistcncia a incorporarsc a un sistemapolitico y fiscal que Ius intcrcscs por tefios no c~m-trolan: para cI nparato militar. cxrosista, la nc?atlvn.a accplar In hcgcmonia entrcr rtana sabre In .pr.lm.~r.a

provincia argent ina. Cuando, vc~ccdor ~I m?VlrnICn-to en Buenos Airc~; busca cxpandirse 'nl mtcrror arne-

nazando inaugural' un nuevo ciclo de gucrras civi-lcs, esc aparato militar se alza, cxprcsando ast 101

Iatiga de guerra de la cntcra ~ampaiia. .No logra dcrrocar de inmcdiato al gobierno de

In ciudad, y Urquiza decide dade apoyo, sorneticndo

l\It

!

62

a Ia ciudad disidente a bIoqueo naval. B~enos Airessupera la prueba, gracias entre otras cosas 81 usogeneroso del soborno; Urquiza se retira una vel mas

y Ia orzanizacion rnilitar de la carnpafia es cuida- ~dosarnc;';-te reestructurada para que no pucda servir

de contrapeso a csa Guardia Nac.onal d~ Infanterfa ..

que es la exprcsion rnilitar de la facci6n! dominanteen In ciuriad. !

Sin duda, la prueba atravesada 11a cnsetiado a los

dirigcntes politicos urbanos los Ilmitcs de! su libertad

de decisioncs: su victoria se debe en no qscasa partea que, en Ia ernergencia, el arbitrajc d d las clases"propietarias no Ies ha sido desf'avorable: estas se-

guiran apoyandolos, en parte debido a ~us preven-clones contra In incorporacion a la co~{ederaci6nurquicista, en parte a que no anslan enfrentar a un. grupo de dirigentes que han reveladq ya hasta

donde estan dispuestos a llegar para c9nservar las

posicioncs adquiridas. Pero esas clases propietarias

. no tolerarfan una polttica interprovincial de con-flicta y aventura, y sus inc6modos aliados deben

aprender a cornbatir Irentc a la Confederacion de

las trece provincias interiores (que en 11853 se da

una constitucion muy cercaria en sus grain-des Ilneas

a Ia propuesta par Albcrdi) una. extrema violenciaverbal, cuya auscncia su c1ienteIa urbana! extrafiarfa,con accioncs mucho mas circunspectas, i

He aquf,entonces, a una nueva Iuerza rioIitica con-

solidada sobre elvacio que la fuga del derrotadoRosas habra' creado 'en Buenos Aires, una I fuerza quehabfa suscitado y sabido utilizar el renadirniento deesa politiz.acion urbana que habta sido yealantes claveen Ia vida politica de la provincia y dell pais hastaque Rosas 1'1 habfa desrnontado cn un esfuerzo dedos decadas. Su subita presencia es rdcibida consorpresa muy viva. Casi un. cuarto del siglo des-pues de esos episodios, un Sarmiento Y~ Serena do

concluye que Urquiza habia tenido razon en preferir,

al apoyo de Ius exigentes jovenes con [quienes. elpropioSarmiento se habta identificado.] el de los

propietarios y hombres de consejo que i 10 habianotorgada antes al regimen rosista. La i conclusionparece algo absurda (esos jovencs sin dinero, pres-

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~~.~ ~ ~ - - - - - - - - - - - - - - - - ~ - - - - - -

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tiglo 0 influcncia sc alznron en unos meses con' la

provincia) pero conserve un ceo dela sorpresa de

un pais que no habfa csperado, £11 parecer, de' Ja

calda del rosismo una rcnovacion profunda de su

elenco dirigcntc, y haec cornprcnsiblc Ia indigna-

ci6n de, cuantos contaban can que el poder se

transformarfa a la calda de cste en recornpensa a

meritos acumulados en cl anterior mcdio siglo de

historia argentina.

1 -Esa indignacion esta aun viva en los capttulosinicialcs de El gobierno y la alianza», Para Carlos

Guido y Spano. hijo de esc ilustre conf idcnte del ge-

neral San Martin, y Iucgo scrvidor discrcto y eficaz

de tantos gobiernos (entre cllos el de Rosas) que fue

el. general Guido, para este jovcn de bcllas csperan-

. zas c indudables lalentos que nunca. tendria una

carrera publica, el grupo que ruidosamente invadio

el escenario politico portefio en 185·2sigue estando

marcado en 1865 par una irremediable mediocridad;

el triunfo al que ha Ilevado a Sll causa en la entera

naci6n no cs sino un cruel capricho de la ' fortuna.

Esa condena concisa e incisiva resume can acre-

deb eficacia la infatigablementc reitcrada duranteafios por Nicolas Calvo. En el Buenos Aires orga-

'nizado en estado separado, Calvo consagra su diario

·La rejorma pacif ica a propugnar In integracion de

In provincia en la confederaci6n urquicista.Denun-

.cia cI rnavor obstaculo a csa soluci6n salvadora en

·un grupo' dirigente al que acusa dc oponerse a la

reconciliacion nacional unicarncntc para conserver

su poder, ya que la [ntransigcncia antlf'cderal que

ostenta cs 56 10 un recurso oportunista,

Ello 1 0 [leva. a examinar prolijamcnte las crcden-

ciales del grupo que domina la polf tica portefia, para

hallarlas gra vcrnentc deficientes. Y no sin motivo:

en e l sc cucntan sin duda algunos antiguos unita-

rios de scgunda fila, como Valentfn Alsina 0 el cor-dobes Velez Sarsfield (a quien Caseros sorprendi6

~en Buenos Aires, ya asiduo concurrente a In tertulia

de Manuelita Rosas}, pero (que pesan estas prcscncias· al lado de la de Salvador Marfa del Carr il, cl vice-

• En. Rdlagas, Buenos Aires, Igon, - 1879 .

presidente de Urquiza, en Ia constdaci6n politica

de Parana? Mitre y Sarmiento han comcnzado suvida publica como seguidores de la zeneracion de

1837, pero los sobrevivientes del gr~po funrlador

(Alberdi, Vicente F. Lopez, Juan M. Gutierrez) se

han identificado con Ia confederacion urquicista.

Y la demasiado tenue jus tificacion de los derechos

de herencia exclusiva a la tradicion antirrossta es

todavia comprometida par la presencia, en posicio-

nes influyentes, de figuras que no han mostrado

militancia alguna frente al regimen rosista, desde ese

gobernaclor Pastor Obligado, al cual el mote de

"Neron portefio" que liberal mente Ie apl ica Calvo

describe sin duda muy mal, pero cuya trayectoria

anterior a Caseros no invita a evocar tampoco a

Caton, hasta ese doctor Rufino de Elizalde, destinado

a convcrtirse en ministro de Relaciones Exteriores

del presidente Mitre, y cuya escuela ha sido la can·

cillerra de Rosas. _. Calvo no escatirna los ataques

ad hominem. y ninguna falsa rnodestia le irnpide corn-

parar' a csas notabilidades de carnpana rio, de pasado

a veccs escasamente claro, y su propia tanto mas

espectable persona.

Su critica es sostenida por un considerable valorpersonal (que no convendria exagerar, sin embargo:

sus dcnuncias cotidianas del Ner6n porterio y Ia rna-

zorca celeste no parccen haberle ocasionado agre-

sion mucho mas seria que [a de un Sarmiento ar-

mado de su baston, una santa colora y la dosis en

61 habitual de arnor al escandalo), No se caracteriza,en carnbio, ni por su perspicacla ni por su eficacia;

es acaso revelador que una oposici6n que contaba

no s6Io con el apoyo de esc pequefio circulo de acau-

dalados nostalgicos a que habfa quedado reducido

el ros ismo, sino can el de los muchos que en Bue-

nos Aires apreciaban en poco una politica que su-

ponia un riesgo constante de colision can el resto

del pals, haya encontrado vocero tan insuficiente:el heche refleja, a su manera, el exito de la ernpresa

polftica inaugurada en junio de 1852.

Tal exito se da en un contexto muy diferente delprevisto por quienes pretendian predecir antes de

1852 el rumba de Ia Argentjsa posrosista. No se mide

G5

en camhi !) ,;; s ()ciak'; C1) l'P nuevo rit mo de pn.'~'-r:so

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cconom ico cstrnulnd» VJf Ia ncciun cstatal 0en avan-ccs inslill!cion;dcs [sill cluda Buenus Aires rn l r a ,

un nilO dc SpllL", de b Contcdcrac ion. en b ,_'Iapa

const i:uciona I, pcro ella SUf1onL' innovacioncs lT1CI~{)S

I-a\lj£a!c:; ql ,lc pa ra ~l" rival l. E~ -: ,.C~ito_ ~~~rl,l'c.l:w.Ymen: e pul [IICC): com icnzn L\ h(ll rtu 1.1, copse. IlL ncras

de: 1,1 dcrro!n de Buenos Aires en Cascro«: o!urgi"!,

a una tradiciun untirroslsta que sc csl~1 h-u+cndo

gcnr~dc~lmC: l1 te ,Intilc:dc:ral, 1 1 1 1 , 1 s(:,l'ch, b:1 : "C purubral idcnt ificur!n COil lu causu de fa provmcra.

En C"C incxpcraclo contexte. t an io cl 1.icnS'1Jnjc~t,npulit ico cornu xu cxprcs ion no pod 'an smo ad~t1lr.lrmorln lidadcs nucvus. l.o'; enemigos de fa cxpcrrcncra

purlciia que dcsdc Parnna dentlr1c!,lh,l11 en. los i~-

nrovisaclos dirigcntcx de Buenos Aires a transfuzas

de fa crnpresa C(J!DlJl1,prcstan sabre facio at cncion

al segundo aspccto: los puHlicus de Buenos Aires

sc dhigcn a lin publico distinto y mas vasto que c~os

grupos dorninantcs que Albcrd~ habra reC(~nuc:clocomo unicos interlocuturcs Icgftlmos: cl cs t i lo qu,ccI publ ico popular irnponc pnrccc, a los de Pal-ana,

ircsponsnb fCJl1CIl tc tle:ITlLlgop:ico. .

P(:ro CS<I imaucn ell' los carnbios que In cxpcrrcn-

cia portcfia imp;JTlia a fa pcrspcct iva p,olilica de _~us

dirtgcntcs era, a In vcz que I~r:dcne~osa. <lbUS1VL1-

mente simple. EI 6itu de la dsidcncia de B~fcnos

Aires habla rcvclado In presencia dccisiva de ncr.l?S

aspectos de la rcal id ad argentina n~v~gravi.laclOnno habra sido aquilatada en Ius cscrrtos dcstlm~dos

a anticipar Y prcparar cl fin de In ctapa rO~Jsta.

He nqtli todo un nuevo rnunclo de: r~oblemas c ideasque Albcrdi habra ignon:ldo~istcmtlcamente, ~llque

So rrnicnto s610 atcndio episudicamcnte. pc~o cuvasinnif icacion no podria cont inuar ignorada. SJI1 ul~clano cs imposiblc deplorarla y oponerlc una alt iva

cundcna. :nspirnda en criterios mora1c~ 411 pareccrll1UY cst rictos, aunquc nunca rnuv CXp'!cIW11lCntc de-

Iinidos. Pew es tarnbien posib!c ub1 CLlrs~ _en esa

pcrspcct iva nueva para pr~~ol1er una fioll~!Ca ~:c--comu toda pUI it ica- se dirigc a ganar la adhesion

c inspirar Ja ucciort de un publico. ~c,ro que cs algomas que un instrumcnto de captacron de Ia bene-

G6

volencia de 'esc p~lblico. Ese esfuerzo d¢ definicion

de una polltica (que lleva irnplfcita una! imagen dela act ividad polttica distinta de la elabdrada antesde 1852) inspira los articulos con que Mitre llena

no escasas columnas de su primer diario portefio,Los Debates. En cllos encontrarnos en (H Iugar dehonor al personaje que Alberdi habrja querido des-

terrar para siernpre de la vida argentina: lel partido.

E! surgirniento de un interes par el part ido como ,

colect ividad que -sin tener necesariamente una es-

tructura organizat iva prccisa- es algo r r l . a s que Iarnera agregacion de personas que tienen [puntos de

vista coincidentes en torno a ciertos problemas, no

es en esc momenta exclusive del Rio de fa Plata, y

alli donde se da parece vincularse can una incor-

poracion de sectores sociales urbanos mas \ arnplios a

la vida polttica: en Nueva Granada, entire 1848 y

1854, Ia conexion ies particularrnente evidente, pero

no es imposible rastrearla tambien en ~I renacer

liberal de Chile (en el que, como se rec 0n: l ! a ra , , Mitre

tuvo part icipacion ) 0 en la transicion a la1 republica

liberal en Venezuela. ;

Ella irnpbne una conexi6n nueva entre !dirigcntC',;

y sequito polttico, un estilo nuevo tarnbien en el

que antes de Mitre Y SLlS amigos se han [mostradomaestros los jovenes Iiberales bogotanos o] ese vete-

rano de todas las politicas posrevolucionarias, An-tonio Leocadio Guzman, que cornienza una nueva

carrera como tribuno de Ja plebe caraquejia,

La ernpresa politica que Mitre se esluerza] por defi-nir preserita elementos y problemas cornunes con

las que han cornenzado a fines de Ia decada anterioren tantos rincones de Hispanoarnerica. ~ J enfasisen el partido, antes que cl Estado 0 el jefe, comodepositario de Ja leal tad politica de una. entera co-

lectividad, es solo uno de ellos, Otro es e1 lbesfuerzo

par buscar un pasado pam ese partido: d] sde M e-xico a Nueva Granada y Chile, el Iiberalisrno quenace busca imaginal' que rcnace, pero Ia [continui-

dad con Ia breve prirnavera liberal de la d~cada de

1820 es mas postulada que real '(asi el nuevo Iibera- ./1ismo chilena es en rigor el resultado de dj~ensiones ,./

:i;V, r

! /) y~/

y'

dentro del partido conservador). La busqueda de,

de Ja provincia. Esa tradicion se adecua en efecto

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un pas ado no es solo juzgada nccesaria por los libe-

rules: los conservadorcs neogranadinos terminan porhaccr suya csa Iran]a de historia que los Iiberales

no han moslrado inlcrcs par rcivindicar, e irnpro,visan un Icrvoroso culto a Bolivar, pcsc a que entresus dir igcntes mas venerados se cncucntra esc Ma-

riano Ospina, nun ufano de habcr participado en su

juvcntud en cl atcntado de 1828 contra la vida' delLibcrtador.

Esa rcivlndicacion =-tan parccicla a invcncion-«

de una historia para cl partido que nacc, cum pleuna funckin nun mas importante en esa BuenosA!rcs que ncccsitn urgcnterncntc ella rnisrna invert-

tarse lin pasado monos objclablc que cl cuarto desiglo de idcntlf icackin can In cmprcsa polf tica de

Rosas. Dcsde que surge a la vida publica, Mitre

ha sabido utiliznr admlrablernentc la presencia de

tales nccesidadcs cornplernentarias (un pasado para

SLI partido, un pasado dcpura-Io de manchas paraSLI pro· v incia): si la provincia ha sklo Cll efecto

(como csta carla vcz mas dispucsta a crecrlo) un

inexpugnable aunquc secrt:to bastion del cornbateant irrusista sus jefcs naturales son quiencs han

exprcsado ell lucha nbicrta los sccrctos anhclos de

una rnavorIa silcnciosa porque oprirnida. Cualqulertcnt ativn de opener hechos a esn fable C0I1VCf1tle s610redundant en la impopulnridad de aqucllos que se

ent rcgucn a 1 : 1 1 1 inoportunos cjcrcicios de memoria.

En cste marco, cl retorno de los rcstos de Riva-

davia =-sobrc cuya accion politica In gcneracion de

1937 habra pasndo unjuicio rnuy duro- lcjos tie

marcar una vuclta a1 conflicto interne, vicnc a co-

ronar un largo csfucrzo intcgrador: [II recibir triun-

Ialrnentc al padre de Ia provincia, que cs a lei vczel precursor de In union nacionnl, Buenos Airesconcluye su rcconc iliachin consigu misrna. La rc-

surrcccion de una tradicion polu ica que a partir

de 1837 habia sido unanimerncntc dcclarncla rnuert a,no se debe dcsde lucgo <11 dcscubrimicnto en ellade ningun valido clemente de or'icntackin polf tica:nacc de In idcntifirncion -fin<llmcntc totul y sinrcsiduos-c- ent rc Iu tradicion uuit ar iu y la causa

68

muy bien a las necesidades de una Buenos Aires que,

luego de su derrota de Caseros, debe] reivindicar

mas explfcitarnente que nunca, su condjcion de eS-cuela y guia polltica de la entcra naciori. La Idcnti-

ficadoll pasada, presentc y futura cnt re part ido y

provincia cia al primeru una Iuerza adi~iunal consi-

derable; a riesgo de convcrti rse en el i de los pre-

juicios, el de los principios echa ahora en Bue-nos Aires raiccs mas vigorosas que en ~u supuesta

epoca de oro de 1821-27. ,

Comienza a advertirse aqui el elcrncnto de origi-nalidad de Ia expcr!cncia de Buenos ~ires en elmarco hispanoarnericauo.: EI Iibcralismc que nacia

(0 renacia) se Iijaba por tarea introducir innova-

clones muy hondas en la vida colcctiva: por cso mis-

rna no aspiraba a presentarse como rcprcscntacion

politica de la entera sociedad, tal como] estaba con-

Iorrnacla antes de csas renovaciones radicalcs que

el partido pcstulaba. Sin duda, esc lib~raEsmo noadrnitta a su lado utras Iuerzas poltticns' dotadas de

Iczitirnidad comparable a Ia que se asignaba a slmismo, pero su superioridad en cstc ! aspccto nodcrlvaba de ninguna pretension de ref lejar Iiclmcntc

en el campo politico una realidad que [juzgaba de-

plorable sino, par cl contraric, de la pretension deiclcnt if icar sc con un sistema de ideas val idas. f rentea las caducas de rivales a los que recondciu de buen

grade carricter reprcsentnt ivo de una realidad igual-

mente caduca .

Sin duda, cn parte la difcrencia se justificara poruna divcrgencia en la apreciacion de la j'calid;1u que

ante sf t iene cl partido: al mantener sh idcntifica-

cion intransigente con la causa del progreso -vic-

ne a ascgurarnos Mitre-> c1 Partido della Libcrtadno ha ra sino ref'lcjar la que Ia socicd ad poricfia

manticnc, dcsdc su origcn mismu, CU!~ csa causa.Aun aS I , ella sc ha de continual' en uria dcf inichin

de la tarca rcnovadoru del pa rt ido cuj'a di stancia

con ln de eSc rcnacicntc libc rul isrno hispanonmcr i-

cano, gustoso de prcsunturf a cumo un dcsaf io radicala las rcalidades hcrccladas, Mitre se cncarga de sub-

rayar con lnsistcucia. fo

69

En c ste aspccto inf luyc sin dur'n Ia s:tuacion cspe- del papcl moneda f !a -crcacron de un , J e m a d e

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cial i sima creada por b idcntificad6n entre In cau-

sa de un partido que sc define como renovador y

la de una provincia ans iosa de prcscrvar. a la vez

que su hcgcmonia, un accrvo de tradicioncs politioas

de s~no I T I : : I S complejo de 1 0 que Mitre csta dis.

puesto a rcconoccr , Pero inf luvc tarnbicn con una'Iucrza que Mitre rcconoce aun mas cxpllcitarnente,cI cl.ma de opinion crcado par el Iracaso de las

revolucioncs de 1848_ £1 haec urgcnte scparar Ja

causa del liberalismo de la de un raclicalisrno que

se dcclara conclcnado de antcrnano al Iracaso. A dife-rencia de los Iihcrnlcs ncogranadinos, mcxicanos 0

chilcnos, Mitre quicro tcncr cncrnigos a su izquierda;

su libcrulisrno cs alga mas que una nueva versiondel [uste milieu: no sc Iirnita a ofrecer una alterna-

t iva prcfcriblc a In ccnscrvadora 0 radical; recoge

en sf misrno todos los motives validos en ambas

posicloncs ex trcrnas, y al haccrlo despoja a arnbas

de cualquicr validcz. La pre tension de reprcsentar

a la socicdad cntcra se continua cntonccs en Ia de

cxprcsar todas las aspiracioncs poIitieas Icgttimas.

En largos parrafos de prosa elcganterncnte ador-

nadn c (ntimarncntc fda, nnticipodcl "cstilo Luis

Felipe" que, scgun feliz caractcrizacion de Alejan-

dro Korn, ibn a scr cl de sus grandcs obras histo-ricas, Mitre dcficndc pcrsuasivamcnte esa coricep-

cion de un partido a In vcz conservador y renova-

dol' ellva audacia innovadora es rcf lejo de la de

una' eHt-era socicclad abicrta hacia c[ (~tllro. Le es

con todo men os f<leil dotal' a csa oricntacion reno-

vadora de un contcnido precise, (Que debe ser con-

servado, .que debe en cambio ceder -e I .paso a la

exigcncia renovadora? Son -preguntas que Mitre no

ticnc urgencia POl' responder, y no es sorprendente

que rcaccionc con mal humor [rente a' quienes .pro-

clarnan In ncccsidad de partidos agrupados en torno

a prugrarnas.

A prirnera vista esc mal humor parcce sin em-

bargo j nj u stificado; al prcsentarsc al publico porte-fio como periodista, Mitre definio sus posicioncs

programaticas sobre puntos tan variados y prceisos

como el impuestu sobre el capital, la convcrtibilidad

70

asistencia publica desde la cuna hasta In tU~lba.

Pero no hay duda de que esas dcfinicioncs pro-

,gramaticas no podran scr las de un partido que

pretendiese rcnresentar nrrnoniosamcnte todas las

aspiraciones lcgttimas que se agitan en cl i seno de

In socicdad: su misrna precision las haec ih8decua-

das para cumplir esc papel. Una cicr ta jnd~finki{m'

de objctivos parece cntonces includible en e li pnr tidoque Mitre ayuda a nacer cn el Bueno.'; Ai~TS pos-

rosista, lEn un con junto de artfculos de, ocasior i, vcmos, - I

entonees dibujarse una imagen del pa r tido] y de la

politica destinada a un extenso futuro: Ib dcudaque can csa definicion de su lugur y su tarda t ienen

tantos movimientos polfticos argent inos es rriuy rrrnn-

de, y 10 es particularrncnte en algunos que Iguardan.muy escasa devocion por el recuerdo de Mitre: esas

definiciones de 1852 quedaran hasta tal p~mto t :corporadas a la tradicion politica .argcntlina que

scguiran gravitan00 <,<un en quicncs sin d\_\da igno-

ran su cxistcncia .misrna. Asi sc cncucntra muy

clararnente un ceo de ellas en fa tcnaz rcisistencia

de Hipolito Yrigoycn a la definicion de [un C O ; t -tenido prograrnatico para In rcparacion que hab!a

scfialado como tarea historica a su partido y demodo rnenos dirccto, aunque toclavia in~qu!vocc:,

se 10 pucde aun encontrar, pcse a la mayor VOI1;b~.lidad de inspiraci6n idcologica. en las autodefini-

clones que para el pcronismo prop1~so su !inventor

y jete. ': .Hay un area en que 'esc conscnso que e~ partido

asnira a representar pucde exprcsarsc con mCTlDS1 • ~ ,J I

dificultadcs: cs Ia del Estado como insttrucjon. cuya

estructura debe ser perfcccionada para ddecuarla<II nivel a1canzado ya par la civiEzacion_1 Peru si

Mitre gusta de detenerse en ella no es t~n ~61o ~~r.

que, en cfccto, pucde consagrar lc sostenida [atcncion

sin verse obligado a revisar csa imagen! de una

sociedad concordc que Ie intercsa conservar] AI.con-

siderar eI progreso sabre todo como avcmce! hacl~ la

creciente perfeccion de la [ns tituoion-Esf adlo, vicnea expresar una de sus conviccioncs baslcas , surner-

_______ ~ ~ ___l. _

7J

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. : ! . : .

gida , : ;010 un instante por. Ja , adopcion de un Impc- ,· iuo:;o;lipGra!ismoen rupturaicon cluntcro pasado.,

,.£:>;1. convlccion no cs sorprcndcnte en, quicn como,'

, ' Mitre , provlcnc de ,uno de los .Hnajcs ra~ll i[! il r~: i:mas; 'antiguos de .Bucnos Aires, .quccn su traycctoriunun-j:

ca conocio unn-marcuda prospcridad; .ncro hailo a;

rncnudo j .su "lugar , cn1.a seclcdad rfoplatcnse Cll cl;'sc~"Vic5o\d~J Roy. .Ella-cncucntrn cxprcsirin .cxtrcrna•cnel discurso pronunciadu en cl retorno de los rcstos .

· d e Rivadavia, en que, en nombrc dcl icjcrcito,» reco- \

,noce,:cn:f cl. primer- prcsidcntc - al .Tundndor, ~lc In ;inst itucidnren In cxigcnte concepcion tic Mitre, ' micn-.trasjesta IDa Iuc integrada en, una: dcfinida.icstruc-i

:. tura rcstataj, nu ,podiil, consldcrarscla Ien rigor jcxis-:._,.tcnt~t:~,'·j;~~~r;r£I·'>/~1 '\~'~' ' ~ : ' 1 ~ f~U~:; ~,~ ~ ''E~~ ; -. t ~~ ::.j:Si las.xlef'inicioncs poltticas que Mitre, avanza en,

.1852,con tienc .:in; ttuce todo un futuro, cl de, la ali-ncacion .poltrlca i: en euyn' nurnbrc . sun Iorrnuladas .c:; .en "extremu ;problcmarico. La rnovilizacion po-,, Iltica.iurbanamo tuvo en Buenos Aires clectos.vmas.

· duradcros que en Chile, Bogota 0Caracas: rnientras.en Chile U;Nueva .Granada csa expcricncia iba a ser..clausurada pur In represion 0.la dcrrota, en ,_Bue-;:.nos Aires.scrfa agotada, pur, una dcsrncsurada vic-.lor1a:_ u partir de 1861 cl Partido, de' la .Libertad

;:intcnla: Ia . conquista dcJ, pais,y, no ~,6Jo:"frdcasa

.sino-a travcsr de csa ,cmprcsa,dc5a[orada-, des-.

truyc las bases mismasdesdc las ',quc ha ,podido

.Ianzar. 511 otcnslva pur, lin' instante . .a lortunada. '"'"',:·3) £1 Partido de la Libert ad a Ill. conquista del .pais. Buenos' Aires va a rrrantencr dos contlictos

.arrnados cun la Confedcracion; derrotada .cn ; 1859., ! en, el primeru, adrnitc intcgrursc a, su rival, ' pero

-obtiene de estc cl-rcconocimicnto del pare! director

!dcntro dc-Ia- provincia de: quicncs -Ia han, mante ...'lnidu,'cnia--linca ;·disjdcntc; obticne 'tambicn una

iormad':ol1sliluciunalqllc, . <I" mas de disrninuir eI

prcdominio del Estado federal sobrc los provincia-.Ies, ascgura una intugracion Iinancieru :;010 gradual

,de Buenos Aires en, Ia nacion. Venccdora en 1861

encl segundo, su victoria pruvoca cl dcrrumbc del',gobicrno de la Confcderacion, presidido pur Dcrqui ''y s610, tibiamente.: sostenido por Urquiza, que ha :

I,

dcsarrollado 'una:~vi'!n' dcsconfianza hac:i~ Sl;;fhc~~or!en Ia p '-c3id:. :nc!a, :' :Mltfco 'g)hcrn~l(br dc~B;._;c.nus}

AirC5; advlertc unuv bien I{)~ lirnies :de su ,';lcloria.;~que poric va ,SU carzub ruconstitucon dd:1J::;,stado,~

fcdcral.vpcro i.no 10 'cxirnc ~k: rcconoccr a' l ! r Q u i 7 . . a ; f

U Il Ingar 'eil; lacunstclacion pohrica. que. ji>urgc.l~En cf'ccto, .Mitrc admire que' los avance~ dol Parrido:de la Libertad .no .podrjan alcanzar a !asprpvindas:imcsopotamicas. : que han de qucdar bajola:innu,enj~

cia del. aobernador de 'Ent rc ,Rios; parccc "por,'un i

momcnto dlspucstoi a-adrniti r tum bien que ~n ;algu-'inas de las provincias intcriorcs la base, loca!"paru'iestablecer Icl prcdorninio liberal: cs tan cxigWH q u c , iesa aventura-no debe siquicra .ser )ntentada~Hi :,.'i)llSon eonclusionesrccibidas can indignada sorpresa]

por la mayor: parte de csa opinion publica urbana;euyo entusiasrno hat. conocido sin .duda desfalleci-:

mientos.rpero nquerha sido 'Ia base de podcr , mas

solida+dc la' disidcncia y que no cnticnde .scr des-]

pojada de los' Irutos . de su inespcrada. .victorla.,

Entre los .compafieros :polft icos ,de Mitre no'pocos

estrin dispucstos a dar':.voz a .csa protesta, y, elivencedor d e Pav6n -51 nu crcc posiblc prever los:

terminos de. su i,acucrdo -jrnplfcito con Urquiza=-.admite en+cambio (con cada rvez rncnores rcscrvasdesdc 'que: dcscubrc hasta :que punto 1.'1crnprcsa ,W

prcsentaTacil l' la rcrnocion de los gubu:'rnos, provrn-

dales de signo :federal en rei Interior, hccha posib!:

par' Ia presencia 'pcrsuasiva dcdestacamentos .rru-

Jitarcs;dccBucno~;'Aires (y en cl,Nortc por dos-de

Santiaao dcl.iEstcro· 'provincia. cuyos caudillosj. los,

l1crmarios '~Taboada ' ::_subrinos del que In mantuvo

en l lcaltad '<1 'Rosas durante todo su gobicrno-s- la

estan transfonnamlo ,.en base, regional del, ,pred~

minio liberal);' Esavcmpresa solo af'rerita la rests-tcncia activaide La Rioja, aparcntcrnentc ,dobl,egadacuando su maximo causlillo -cl general Angel VJ€ent~

Perialoza cl Chacho--:- cs vcncido y, ejccutadq., '

Peru l~l cscision: del Iibcralismo portcfio , (a~tid-pada porIa del cordobes. vict imu (It: J~s .co~fJ:ct_os

internes: tan caractcrfsttcos del Inbc.nnhco ?SlIlo

poHtico'dc esa provincia) no PLlt!~a,l Iin ser cvitada.

Mitre, sacudida ya . su b~c provincial, bw;ca,:,

Iidarla mediante In suprcsion de la autonorrnn de Gomez; par sernanas el Entre Rlos de Urqpiza asiste,

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Buenos Aires, que una Icy nacional dispone colocarbajo la administraclon direct a del gobierno Icdcr al.

L, Icgislatura de ' la provincia rchusa su ascnti-

micnto: Mitre sc incllna aotel::t decision, pcro no

Iogffl'-cvilar que la erosion de su base portefia quede

institucionalizada en In Iorrnacion de una Iaccior.

liberal antimitrista -la autonornista-c-' que en unos

afios sc hara del control de la provincia.En S U origen, el autonomismu rctoma y cxagcra

los rnotivos antilcdcralcs y antiurquicistas que mar-

caron las prirncras reticcncias [rente :: 1 la gest i6nde Mitre lucgo de Pavon. La division del libcralis-rna por tcfio va a gravitar cntonccs en 1 < 1 crnpllaciondc In crisis politica euya in tcnsldad Mitre hab!a

buscado paliar mediante su <lcercam;ento a Urquiza.Pcro 10 que sabre todo va a agravarla cs su inter-nacionallzaclon: Ia victoria liberal de 1861, como

la rosista de vcintc afios antes, s610 pucde consoli-

darse a travcs de conflictos cxtcrnos. Es de nuevo,como cntonces, cl cntrclazarnicruo entre los luchas

facciosas argentinas y uruguayas cl que conduce a

esc desenlace. El prcdominio blanco, brutalrnente

asegurado en Quinteros, va a afrontar el desaf Io deesas cspadas vctcranas del coloradisrno que han en-

contrndo iugar en ('I ejcrcito de la disidcnte BuenosAires, para la eual han orgnnizado una cabailcria.

La Cruzada Libertadora que cl general Flores Ianzasobre su pais, ctlentaeonc1 apoyo no sicrnpre suf i-

cicntcmcntc discrete del gobierno de Buenos Aires.

Desde que sc haec cvidcnte que. si Flores no cs eapaz

de una rapida victoria, eI gobierno de Montevideo

no es mas capaz de ef iminar su amenaza al ordenestablc de la carnpana, cl ternible cruzado coloradocontara can otro apoyo cxtcrno aun mas abierto: el

Brasil cmprendc en su nombre la conquista reglada dela camparra-oricntal, abandonando -pesc a las mclan-

colicas iadvertenclas del baron de Maua, el banquero

que ha ccnsolidado la presencia Iinanciera del Imperio

en tierras rioplatcnses- la posicion pro-blanca que hamantenido por· mas de una dccada. En Paysandu,

solo la supcrioridad abrumadora de las Iucrzas bra-silefias logra doblcgar la resistencia de Leandro

RIO Uruguay par media, a In agonfa de! Ia ciudadmart ir y de Ia causa poltt ica oriental don la que10 unc mas intima afiniclad. Sj Ia nasividad deUrquiza dcspicrta no siernprc 5iJenciosu.~ rcprobacion

entre Ins Iederalcs, los libcrales autonomistas Iiallanposiblc acusar de pasividad a lIIEtrc, poilque la in-

tervcncion argentina ha sidu menus descmbozada

que Ia brasilcfia. Esos reprochcs se l1<1r;5 I mas vivos

cuando cl jovcn presidcntc del Paraguay] FranciscoSolano Lopez, juzgando opor tuno cl lfl0n}ento prlra

dcsencadenar e! choque que cree de todos modusinevitable con el Brasil, entre en la liza e n dcfcnsa

del equilibria rioplatensc que proclarna b.menaza:io)J0r 1 < : 1 intcrvcucior, imp.:ri<\ \ en 'c l UrUgUay.

Lopez cspcra contar con cl apoyo de -Uku;za y el

Icdcralismo argent-no, a mas de! que dbviamente

tienc derecho a esperar del moribundol gobierno

blanco de Montevideo. Los autonornistas] quisieran

vcr rcalizadas las esperanzas de Lopcz] urgen aMitre a que I1cvc a Ia Argent ina a la gue~rn [\1 Iado

del Brasil, conf'iando en que, al lanzar a ]la nacion

a una cmprcsa incquivocamcnte Iacciosa.] obligaran

finalrnentc a Urquiza a salir de csa pasiva lealtad

que 10 ha caractcrizndo luego de Pavon] Precisa-

mente par cso, Mitre busca cvitar que l~ entradaen guerra pa rezca rcsultado de una dccl!si6n librede Sit gobicrno. Cuando Lopez decide atdcar a Co.rrientcs lucgo de que lc ha sido dencgadb e1 paso

de sus Iuerzas por territorio argentino en! Misioncs,Iogra hacer de la entrada de la Argentina ¢n el con-flicto la respuesta a una agresion cxtcrna: $ in pcrdersu origcn y mot ivacicn Iacciosos. Ja parl tic ipac ionargentine, adquicrc una dimension nacional. Urquizase aprcsura a proclamnr (mas expl.citamentc que

nunca en cl pasado) su solidar irlad can la] nacion y

su gobicrno: jactanciosa, pcro no infundadarncnte

Mitre podra par su parte proclamar que ~sta reco-

glendo los Irutos de una gran politica. Pero, cn la

medida en que In guerra no 11<.1e scrvir Ide punrode partida para Ia dcf initiva opcracion d e limpiezacontra los ult irnos rcc!uctos Icdcrulcs, cl~;) p.crde

buena parte de Sll in teres para c1 autunornismo, que'

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se hahla propuesto destruirlos aun a riesgo de

Ianzar <11pais al conflicto mas terrible de su nada

pacifica historia.

Si el proccso que conduce a Ia guerra marca el

Iriunfo mas alto del esti lo politico de Mitre comojete de In nacion, ,I a guerra misma va a poner fin a

su clicacia. Las prucbas que impone son dernasiadoduras, Ins tcnsioncs que introduce en el cuerpo so-cial dcmasiado podcrosas para que un proceder

polltico marcado por constantes cquilibrlos y ter-

givcrsaciones -inspirado como esta en la viva can-deneb de las Iirnitaciones cxtrcrnadamcntc severasque afcctan el cjercicio de un peeler norninalmcntesuprcmo-i- pueda aun af r ontarlas con exlto. A mcdi-da que cl conflicto rcvcla su vcrdadcra estatura,

y c! pais advierlc que ticnc que afrontar su prirneraguerra rnoderna, cl ais lnrnicnto polft ico del presidente

sc accntua. t\ cl contribuye la crecicnte resistencia

federal a la partlcipacion en un conf!icto euya di-mensi6n Iacciosa, si pucdc scr a rates ignorada, nocs por eso menos real. Pcro contribuye tarnbien,

de modo cad a \'CZ mas dccisivo, In toma de distan-cia [rente a In crnprcsa de un autonomisrno que,

antes que nadic, Ia habia proclamado nccesaria.

Ahara crcc posiblc trtilizar cJ creclente despego por

ella para cornenzar un progresivoacercamicnto ha-cia 5U archiencmigo federal .

La movilizacion politica urbana, que ha sobrevl-

~ld.o mal a In escision liberal, se hace presente POl'

ultima vez en el momenta de dcclaracion de gue-rra. Dcsde cntonces, en ciudad ycampafia, la vida

P?litica de Buenos Air.es sera cada vcz mas protago-11.1znda par, dr:s rnaquinas clcctoralcs, a ratos pare-cidas a mnquinas de guerra. cuyas razones de r'iva-l idad intercsan sobre toclo n ellas mismas y a quicnesI<1sdirigcn y usufructuan sus victorias, Si los moti-

V?S que or iglnaron la cscision liberal han perdido.

vigencia ~csde que el gobicmo macionrtt parece ha-berse rcsignado a su condicion de hucsped en lacapital de In primera provincia, V cl autonomisrno

que ha reprochado a Mitre SllS tolerancias conUrquiza, se ace rca a haccr. de este un aliado, la uni-dad de principios e ideales que aun mantendrla

76

un Iazo entre las Iacciones escindidas sobrevive tam-

bien mal a la prueba que es la guerra paraguaya;

luego de 1865 quedan trazas de ella sobrc todo en

las apclaciones inefect ivas de Mitre a csa comunidadIantasrna que cs el Gran Partido Liberal, cuya pre-

sencia en la escena politica 5610 sc rnanificsta a

, travcs de In de sus disgecta membra.

Es el esfuerzo exorbitante que la guerra impone

el que acclera Ia agonia del Partido de Ia Libertad.Sin duda, la cautela can que Mitre sc ha acercadoa ella ha evitado Ia quicbra abierta de Ia unidad

nacional en cl momenta misrno de cmprcndcr Ialucha, al obtencr para cl gobierno de Mitre la ex-

presa solidar idad dcUrquiza. La cautela de este

no se explica tan solo par la destreza con que el

prcsidcnte encaro.Ja crisis paraguaya, ni -como que-

ria Sarmiento y Iucgo tantos otros que hasta hoy

reiteran la acusacion=- par su condicion de gran

empresario poco dispuesto a suscitar tormentas per-

turbadoras de la buena marcha de los ncgocios.

Urquiza ha visto reconocida en el nuevo orden una

influencia que cspera poder arnpliar apenas dcjen

de hacerse sentir los efectos inrnediatos de la vic-toria dc , Buenos Aires en un Interior en que el

federalisrno sigue sicndo Ia Iaccion mas fuerte yrnejor arraigada. La arnbigiiedad insalvable de Ia

accion polft ica de Urquiza sc vincula con su deseode transforrnar en instrumento de rcconquista pa-

cifica del podcr una Icaltad politica que -des de la

perspectiva de una Iaccion entrcgada al duro predo-minio de la adversaria-« halla desemboque mas na-

tural en Ia protest a armada. Urquiza no pucde seria-mente apoyarla: tam poco podrfa ignorar del todo

los sentirn ientos de aquellos cuya reconquistada in-

flucncia politica debera devolverlc 10 perdido desde

1860. Asistir:i asi, como espectador dispuesto a co-

mentarios ambiguos 0 contradietorios, al gran alza-miento federal de 1866-67, que dcsdc Mendoza <\ Salta

convulsions todo el interior andino.

La titubeantc Hrrea politica que Urquiza adopta se

revelara literalrnentc suiclJ.b '1. Aun asf, ella se apoya

en una pcrce pc ion mas justa que la que parcce haber

alcanzado Mitre sobrc las consecucncias de Ia cons-

~' ."

77

l

Sarn:icnto. Mansi~la es sobrino de Rosas ~ ha sido

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Ii.tucion<l lizac!6n del pndcr nnciono l: las cs t ipula-crones dcmasiado clnrruncn tc uL:r:nidas del lC,'(!(J \-!l!l<;-

titucional (sabre t[)jo en 10 que haec HI cqulllbr io

dcL~s rcp;cscntaciUllCS provincinlcs en el Con~.:rr:,;o

y cl" Colcgio Elcctcrnl prcsjdcncin ) IwC(:n mils dif'I-cil que cl sistema de paclo~ (al que ROSilS conscr-

VO LIn arnplio margen de indcfinicion) trnnslormarIa victoria m'litilr de una p rovincia bnsad« ell lapcrrnancntc hcgcrnonra de 1;, f accion con la quecsa provincia sc itlcnt if ica en <.:1or don nacionnl.

Como se VC, no cs solo la crus ion de su base

polf t ica por tcria fa que provoca la vert iginosn de-

cadcncla del ru't rismo; cs tnrnhicn el hccho de que

~n cl contexte [nstitucional adopt ado por 1<1nacionIinalmcntc unif icada-> csa base no baxtar ia paraascgur ar un prcdorninio nnciunal no d isputado. Hay

tI~sdc lucgo una ultcrnativa a largo plaza insos te-niblc, pew que a corto plazo se cspcrnr la valida:

Ia utilizacion del gobicrno nacionul como base alter-

nat iva. Que Mitre pcnso ell csa soluci6n 10 revela

s~ i~lrortun ada pronucsta de colocar a la cntcra pro-vrncra de Buenos Aires bajo ndrninis tracion nacional.Pero en cste aspccto 1 < 1 guerra alcanzo consccuencias

no rnenos graves, al irnponer al Estado, v sobre todu

a, su aparato militar lin ritmo de expansion tan ra-pido que haec dificil conscrvarle cl papcl de ins-

trumenlo pasivo de una Iaccion. El cjercito nacional

ncccsi Ia arnpliar su cuerpo de oficialcs con una ur-

gcncia que pcrrnite cI retorno a poslciones de res-ponsubilidad c influcncia de Iizuras nolrticarncntc

poco scguras. Ai rnisrno licmpo: las poco afor tuna-

das vicisitudcs de la guerra dcbilitan cl vinculo en-

tre esc cucrpo de oficialcs y quien cs jcfe de suIaccion y de In nacion. pero tarnbicn general en

jere cuyas iniciat ivas s610 inf rccucntcmentc son co-ronadas par cl cxiio. EI sangricnto desastrc de Cu-

rupaytt no solo revc!a a la nacion que la guerra

ha de scr mucho mas larga, dura v cruenta de 1 0

cspcrado: inspir a entre los of icia les dudas sabre unaconduccion militar que irnponc sacrificios aparen-

tcmcntc tan inutilcs. Es esc cuerpo de oficiales

cI que cs solicitndo dcsde 1867 por cl corone l Lucio

Mansill« para apoyar la candidatura prcsidencial de

TH

seguidor de Urquiza hasta las vlsper as rnisrnas dePavon; todo ello no le irnpide ganar lai adhesion

de s~s camaradas, y un .ano dcspucs, Sarrnjcnto serapresidentc ... Attn los jef'es de mas vieja lealtad

mitrista se sienten cada vez mcnos ligado~ por ella:

c! general Arredondo, Ieroz pacificador ddl Interiorlucgo de Pavon" entrcga los electorcs de ~arjas pro-

vmcias a Sarmiento. !

Puede hacerlo porquc gracias a la guerra civil de

1866-67, dl ejercito nacional ha alcanzado dravitaci6ndecisiva en el Interior; los Taboada, caudillos del

mitrisrno santiaguefio, hacen ahara recluta I de caudi -

lias federales vencidos para unirlos en un! solo b ID -que de resistencia a la nueva hegemon fa militar. Esa

alianza nostalgica de Iuerzas en ocaso ~o podrta

ofrecer rivalidad seria al cjercito ref'orzado por laprucba paraguaya, y par otra parte subraya cruel-

mente las contradicciones de un mitrisrnd que, per-

dido el poder, gusta mas que nunea de autodefinir-se como el partido de los principles. '

. Ese contexte de ver tiginosa decadencia Ide Ia fac-cion que por un iristante parec io capaz de reiterarla hazafia de Rosas, y pintar a Ia Argentina toda

de un color, explica las modalidades de l~ polernicacada vez mas violcnta y arremolinada, q~le debate

en plena guerra las ralces y 13 justicia de! la guerra

misrna .. , Retrospectivamente, uno de 10 $ aspectos

mas sorprendentes de esc debate es Ia considerable

Iibertad can que se desenvolvi6 en mcdidJ -del mas

ter rible confl icto exterior afrontado po r la nacion:csa Iibertad haec posible una extrema violencia detono, que ha ganado para mas de una d d estas pa-ginas de ocasion un Ingar en la memorial cclectiva.Esa Iibertad y esa violencia no arguyen Ineeesaria-mente la ausencia de reticencias y reservas entre

los po!emistas. \Estes buscan utilizar el hecho brutal ~ue es la

guerra en una disputa entre facciones intej nas, y novacilan en estilizar fuertemente la imageq que pro-ponen del conflicto para mejor cmplearla vcn esa

disputa. Para ello pueden apoyarse en luna larga

tradicion de polernica Iacciosa, que toma] prestados

79

_~., ~ _._.--" __ . ~_~~~ _J_ _J

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los proccdirnicntos de la qucrclla de tribunal y sc

picrdc con dcliciu en cl lubcrint» de argumentacio-

ncs lcgulcyas. En r.:1 sc intern» int rcpidarncnte Car-

los Gu:do y Spano en los pasajc-, mtis (I!l:lCUS de sU

vibrantc 17.1gobicrn« y 1(1 aliavi;«. En ciJos nuestro

arnab!o pncva -que e" tarnbien un hombre de vchc-mentes pasioncs, ya que no de tcnaccs ncr iones poll-ticas- improvisn una vcrsacion en dcrccho intcrna-

clonal para of rccer nrgurncntos que -sin ncaar 13

real.dad de I" ngl·csiun pn ragunva-c- intent an clemos-trar que la rcsponsahilidad legal par ella rccac en

primer tcrrnino sobrc el gobierno :1 rgcntino. Esaargumcntacion tort urada rchusa tornar tin curse

rncnos artificioso, sin duda porquc Guido prefiere

no cxhiblr con total claridad S1l posicion [rente aIn guerra: su sirnpatra por la causa paragunva es

mcnos lirnltada de 10 que juzga oportunu manifestar.

Es que -si no tlcnc demasiado que temcr de unarcprcsion ineohcrcntc y poco dispucsta a dernorarse

en analisis jurfdicos de la difcrcncia entre la crf-

t ica al gobierno nacional y Ia iraicion [rente al cne-

Oligo en guerra abicr ta-c- debe, en carnbio. tcrncr

Ia rcaccion de una opinion publica a la nue sin duda

los incsperados suf rirnicntos han Iutizado de laguerra: pero no han .prcparado a vcr con mayor sim-

pat ia al cncmigo capaz de inf ligirlos, Dcf mismo

modo, si en su Rio de lu Plata Jose Hernandez vaa dar ancha hospit alidad it las nccrologras Iavora-

bles publicadas cn cl extranjero a Ia rnucrte deLope 7. , In que <':1rnisrno of r ecc rnuest ra muv cscasa

picdad frcnte al sacrif icio supremo del paladin que

bajo a la liza para defender la causa blanca y fede-ral que era cntonccs In de Hernandez.

La guerra, esc hechumunstrtloso y cnorme, es en.

tonccs solo aparcntcrnentc cI terna de I;) polernica,

omits bien lu es tan solo en la mcdida en que ofrcceun arsenal de nuevos argumcntuspar<1 la ctcrna

disputa lacciosa. lin item mas (aunquc sin dudael mas conspicuo) en In lista de ugravios cscrupulo-

samcntc contabilizados pur cl rencor de los bandosrivalcs,

En csa dispura, Guido y Spanohabta en nombredel nacionalista "en que se ha rctundido el federal",

80

y acusa a Mitre de habcrso constituido en agcntc de

Ia demorada venganza unitaria. f rust rnndo aSI laocasion que en 1861 se brindaba para una unilica-cion nacional en la concord'~L Los argurncnto-, que

sostienc con tanto brio polcrnico c'.;t{m en 1 3 linea

de los que sc hicicron frccucntcs luego de Cascros: .,..

pese a su raigarnbre federal, cl nacionalisrnn que

Guido dcliende ha borrado de la hcrencia del Icdc-ralisrno toda huella de Ia etapa ros~sta.,. Pcro esa

interpretacion de los conflictus pol l t icos argcn t inossabre Ia clave del choque entre faccioncs tradicio-

nales rcsulta aun mas forzada que dicz aiios antes:

ese unitarismo descripto como un partido vivo y

actuante en 1865 es solo un idolo polernico,

Aun ast, las colcctividades pollticas a las que

Guido y Spano alude son cstilizacioncs sin duda vio-

lentas de las efectivarnentc existentcs. EI partido

cuya causa abraza Juan Carlos Gomez en su pole-mica can Mitre es, en carnbio, dcclaradamcnte

inexistente, EI Partido de la Libertad no cxiste:

Mitre 10 ha destruido: el fcderalismo acor ralado

ha sobreviviclo mejor a una politica dest inada a des-

hacer su influenc!a. Es el resultado paradojico pero

justiciero de una. accion mas intercsadn en resulta-dos que en principios. Mitre traiciono los de supartido euando proclarno la "cspectahilidad" del

caudillo Urquiza, cuando acepto como sus aliados en

el Interior a - Ios caudillos Taboada, cuando Iavore-do en el Uruguay Ia causa de esc otro t raidor a sus

principios, el caudillo Flores. L. tr aiciono aun masgravernente cuando, desencadenada Ia guerra para-guaya, pacta conel imperio bras ilcrio una alianza

contraria, a In vez que a la vocacion republicana dc

su partido, al deber de todo caballero de lavar pur

sf mismo -sin buscar cl auxilio de cxtrafios-e- fa

afrenta que ha recibido. A esa buncarrota mural

siguio la bancarrota politica, cuyos elcctos cstan $()Io

eomenzando a scntirsc: para Gomez no ticne duclaque el futuro ha de traer la restauracion del pr c-

dominio federal.Cuando contesta esa rcquisitor ia, Mitre no cs ya

presidcnte; es 5610 cI je~ de una Iraccion polit icacuya influencia -ya rnuy menguada- parece conde-

H i

nada a seguir· declinando. El que responde no es colocada bajo el signa de un Iederalismo tegcnera·

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cntonces ni el orador rico en efectos, ni el defini-dol' y organizador de una nueva fuerza polHica, niel estadista que 5C cnvuelve en una coraza de im-

pertuIpabilidad. Es -quiere Ser- un veterano demuch as y variadas Iuchas, dispuesto a Ilevar a Ia

polernica 1£1voz de un buen sentido solido, aunque

deliberadarnente un poco corte. La pol itica de G6-

rnoz es "rornantica": 1£1guerra del Paraguay no ha

sido una cruzada liberal, sino Ia respuesta de la na-

cion a una peligrosa agresionexterna,

que ha bus-cado su inst rurncnto mas idoneo en una alianza de

interescs con los ot ros cnemigos que la poltticaparaguaya ha suscitado; la nocion de que la Argen-

tina dcbia hacer la guerra al Paraguay, rechazando

altivamentc la alianza brasilefia, juzga a quien lapropane.

No mas impresionado ha de rnostrarse par otro

argurnento de Gomez, para quicn Ia agresion para-

guaya no ha quitado al conflicto el caracter de

guerra de partido. lComo la juzgara el pais cuan-

do el federal, al que Mitre no ha sabido destruir,arrcbate el pader al liberal, rnortalmente debilitado

por las claudicaciones que Mitre le , impuso? Este

afccta no vel' en Ia 'Perspectiva de una restauracionfederal nada de alarrnante. Si el feder altsrno triun-fa, sera luego de aceptar el orden institucional queel Iiber allsmo ha impuesto at pais, y porque habra

sabido interprctar mcjor sus fines que un liberal is-

mo dccididarnente incapaz de realizar su mision

histnrica. Si ello ocurre "nuestra bandera quedara

triunfante en otras manes"." N o es Ia prirnera vez

que Mitre trata de presentar el resultado probable

de un proceso que no controla vcomo uno de los

Irutos de su deliberada accion de estadista. Comolos crfticos de su polttica paraguaya, el tarnbien vapor otra parte a devolver la discusion al contextede la lucha de Iacciones internas ~l que surgi6.

Es sugcstivo que -tras de entregar 'sobriamente asu partido a un dest ino que espera sombdo- nocrea nccesar io examinar el punto que Gomez cvoca:

no se extiende en declo a predecir que juicio me-

recera la guerra del )'araguay en una Argentina

\\11

i

~

_ L ~ ~ _ _ . . . _ .

82

do en el culto y In practica de las virtu~e~ .libe~i

rales, ! •

<-Pero es verdad -como postula Gomez y [no mega

Mitre- que el fracaso del Partido de la Li~ertad ~n

su demesurada tentativa de conquistar el! pais ha

abler to el camino a un retorno de Ia hegernonla fe-

deral? Un texto > que vuelve a exarninar, pori prlrnera

vez retrospectivamentc, el conflicto paraguayo, SU-

giere mas bien que ese Iracaso hace posible] el surgi-

miento de un consenso politico menos lig+do a 1aherencia de las facciones tradicionales. Ese i texto es

el que el joven Estanislao Zcballos dedica hi minis-

tro de Relaciones Exteriores del presidentc ~armien-

to; alli Zcballos propene una problernatica nueva

que quierc jurldica y no politica; ella Ie pe~rnite ga-

nar una considerable independencia Irente * las po-

siciones enfrentadas en la guerra de pluma que

acornpafio al entero' conflicto paraguayo. i La que

Zeballos adopta se apoya en un analisis cefiido del

texto del tratado de alianza: ni la guerra rriisma, ni

la decision de afrontarla en alianza con el [Brasil y

el gobierno colorado de Montevideo, van ai ser en-

tonces puestas en tela de juicio. La prehist4ria poll-

tica del confl icto tarnpoco sera exarninada: es enefecto irrelcvante para el analisis tecnico-jurfdico que

Zcballos 5C propone ernprender. Pero esa I decisionde separar pulcramente la dimension politiea de Ia

jurldica esconde mal una opci6n politica: el l veredic-

to de Zeballos propene una version de Ia guerra y su

origen capaz de ganar el asentimiento de ese nuevo

consenso que comienza a agrupar a autono~' iistas y

federalcs. La decision de no explorar las et pas an-

teriores a .la dc~lar<\Cion ~e guerra y concert ci6n ~e. Ia alianza perrmte, por ejernplo, echar un necesarro

velo sobre Ia etapa en que el autonomismo empujaba

de modo vehemente a Ia guerra, esperando hacer de

ella una cruzada antifederal. Si las culpas d~ la po-Iiti ca argentina aparecen mas ci rcunsc riptas] que -en

I,

a Exposicion hecha cn la Universidad de Buenos!Aires el

30 de agosto de 1872. Buenos Aires, Cook, 1872. !

83

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In litcratura nntimit rist a Ilorccida durante i:l guerra,

SO'l pur 10 mcnos CUIP,lS cxclusivas de Mitre y su

rninistro Eliznldc, a quicn Mitre huhicsc qucrido ver

clegidu prcsidcntc en Illgar de Sarmiento. La mode-

racion del tono adopt ado por' Zcballos rcf lcja, par

otrn parte, los avances va rcalizados pur esc nuevo

consenso: no solo cl Pa rt ido de lu Libcr tad, que de-

bra sa cl nuclco del I1UC\'O Est ado IH1Ciona1. 11,\ side

cxcluido de cl: Ja arncnaza impl icit a en su disidencia

nu es 10 bastuntc Iucrtc para suscitar rcaccioncs masalborotudas.

,Pucdc cl fcderalismo, sobrcvivir a esc retorno de

las tinicblas cxtcriorcs, dcbido rruis que a sus victo-

rias, ::II a gotamlcnto de la Iraccion antes dominante

en cl nlincarnicnto advcrsario? Y aun antes de csa

dirkil transicicn rcqucrida por el levantarnicnto del

interdicta que sabre e l pcsaba, (que sobrevivia de

una tradicion federal expucsta a partir de 1852 a tan-

las y tan cont radictorius cxpcr icncias?

4) De la reaiirmacion del [cderalismo a la dejini-

cion de !llta alt crnat iv£! ~l las t radiciones [acciosas.

Ya la calda de Rosas habia significado un punto de

inflexion en la t raycctor ia del fcderalismu. Entoneesdebio rcconst ituirsc a partir de la aceptacion postu-

rna de In victoria alcanzudu pur un movimicnto de

disidcnclu regional contra quicn habla sido par dos

dccadas su jclc nacional. La solidaridad del partido

cncontraba a In vcz una nueva hasc en la idcnt ifica-

cion npasionada con Ia Const itucion Nacional de 1853

(cl intcnto de adoptar para In Iaccion cl nombre de

con$titllcionalist~I,allnque condcnado por su vartif i-

ciusidad rnisrna, cs sin embargo rcvclador ). La sece-

sion de Buenos Aires dcvolvcra a primer plano rnoti-

\'05 nntipor tcfio s ya nntcriorrncntc dorninantcs tan-

to en el fedcralismo literal comu en cl del Interior,a los que habta pucsto sordina la larga hegcmonia

dc Buenos Aires impucsla pOI' Rosas bajo signa Icde-

ral.Esc Icderalismo constitucionalista y antiportefio es

cl que debe hallar modo de sobrcvivir a la sorpresade Pavon. Su prirncra rcacc ion a t!s[a cs -nada so1'-

prcndcntc-c- la de un partido que, pose a esc contra-

tL__ ,-,-, ' "

t icmpo, siguc vicndose u:n10 le t columna central del

pais y cl cjc de su his[ol'ia como nacion inucpcn-

dienrc. EI jcl c nacior.nl del lcdci al ixrno, Urqu iza, no

ha sido despojaJo p'orhi\'{)n lil' LInlugar lcg it irno

en la vida poht ica <!rgc:-;tir~<t; su vcnccdor abardona

cl cs t io circunspcct o que: ha ~ldupl<,!{.lo en csa ct apa

de su car reru. para oi r crular!c los mas dcsrncsura-

dos elegies: la C0I1s1i tucion quc esc vcnccdor ha jl1-

rado y du base jurid icu al podcr nuc ionul , cs ia que

sc proclama diet ada en curnpf iruicnt c de los pactos

establccidos trcinta afios antes entre los g;-~lnJc~;pa-

ladincs historicos del Icdcrulisrno. Esa segur idad de

'que cl fcdcrnlismo no ha perdido en In dcrrota su

posicion central en la yid<1 poht ica de l pa is, CS:1 se-

guridad dcmasiado solidn para que neccsite cxpre-

sarsc con ninguna arrognncia csta a(1I1 viva en Ia

proclarna con que cl general Angel Vicente Penaloza

-cl Chacho+ anuncia su lcvantamicnto contra el

nuevo podcr nacional.

Penaloza no sc alza tan solo en nornbrc de ciertos

prmcipios, sino en dclcnsa de un sistema institucio-

n<1 1 y legal cuya vigcncia no ha sido rccusada, aun-

que los "oprcsorcs y pcrjuros" prcf icran igrvorarlo.Pero 1<1scgura dcrrota de csos usurpadorcs devolve-

r~i al pais al camino que nunca dcbio abandonar: la

proclarna no llama en cfccto, a los riojanos a irnpo-

ncr una solucion pollt ica nueva, sino el retorno a la

linea de Mayo y Cascros, al camino real de la histo-

ria naciona 1.La seguridad de que -pese a las aparicncias=-

cl Icdcralisrno siguc sicndo cl pais, pucde aqui cstar

inspirada sabre todo pur cl opt irn isrno aprioristico

que caracteriza a mcnudo al llarnado a una accion

que se sabe Ilcna de ricsgos. Pero, en pocus afios.

aun esc optimismo qu izri Iorzado debora abandonar-

se: van a haccrsc includibles ot ras interprctaciones

del pasado y dd prcse ntc. que reconozcan en la der ro-ta federal alga mas que una aber racion momcntanca,

sin rakes en cl pasadu ni perspectivas de futuro.Sin duda, el obst inado inf'ortunio invita a den un-

cbs cada vez mas ~,pasior..ifdas del advcrsario: cs Ia

cinica careneia de todo cscrupulo, la auscncia de

I : ) ' " ~

' . \ 0, -, .

tlspiraciof1cs que vayan mas alb del gocc;,cTlsual

del pOUCl' (dcblda a ln profunda inmoralidad de lostcrlocurorcs, prcscntnndo a c~;os diri\(cn(e:; J(\r\lO un

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dirigcntcs libcrnlc.t, peru tarnb idn a SlI irremediable

Irivol-dad intclcctual) la que do. al Ilamado Partido

dc 1a."Liberlad su mortal ef i cacia en la conquista de

sus srirdidos. objctivos. Pcro -por consoladora que

ella sca- la nocion de que cl fedcralismo ha sido

vict irnn tic una conjure de meres asaltantcs de ca-

minus cs dcrnasiado invcrosimil para que pueda SCI'

ut ilizada sino en alivio morncntanco del inaaotable

mal humor de 10;; vcncidos. Otras debcran -propo-

ncrsc que -reservando al Icdcralismo c1 papel de

hcroc positive en c1 drama politico argentino -ha-

bran de reconoeer alguna sustancia histor icn a quie-

nes Ie han infligido una dcrrota cuyas consccucncias

son tan dlf icilcs de bcrrar.

Una interpretacion cadn vcz mas popular del can,

Ilicto cuyo dcscnlacc fue tan infortunado para la Iac-

cion federal dcriva -(1 traves de Alberdi- de In ul-

tima ctapa de la polcrnlca antirrosista, Ia que de-

nunciaba, ell Ia Buenos Aires a la que Rosas habfa

devuello a posicion hcgcmonica dentro de la nacion,

a un poder votado al monopo!io rnercantil y 1£.1explo-

tacion f iscal del resto del pais. El lema, que subtien-

de la cntera carnpafia en favor de la Iibre navegacionde los rios, sent retomado por Alberdi cuando -como

rcprescntantc de In conlcdcracion urquicista en Lon-

dres y Paris- Ie toque defender su causa ante Ia

opinioucuropea. La que mas Ie intcresa ganar es Ia

de las cancillcrias. y para su edificacion presenta a1

csrado de Buenos Aires como idenlHieado con cl rna-

nopolio mercantil arrargado en la tradicion colonial,Y porIa tanto como cI principal obstaculo a la ex-

pansion de 'la inf lucncia corncrclal de Gran Bretafia

y Francia. Sin duda parccerfa posible ampl iar el al-

cancc de la crf t ica y dcnunciar en esa posture un in-

dido del ant iliberalismo, del radical pasatismo que

Ius dirigcntes de la sccesion portei'ia esconden bajo

su constantc invocacion a los p rincipios liberales,Alberdi to ha heche en el pasado y volvera a hacerlo

en cI futuro: par el momenta, sin embargo, prefiere

adccuarsc a las prcferencias de sus influyentes in-

8 G

...~,_.....; ; tt .. ._ _y

grllpo de !rasnuch;\du~; dC1Tl<lgu[OS ;:(1~1afct 'lJc!o'; por

C! breve :'::lrampir_)n rcvoluc'on.uio que rue Ic':o h ix-

f0.l1UI':lr.ci~jL·ar.o de ! Z l ~ ; tormcn l ;.1~' eli r()pe~lS l.I~~i: i48:~lsi IVi dc-jan:! de ''-'j1rocil<·;- ~1 ~,~i rc que, ;u\t,.:-; que

SC[.U!I· ~.:Icjcrnplo de ~()I!J~lpicJ~c; qUL' Orl'C(,t· 1::.em

pcra[[·;;: Eugcuia atvavcnclo ~,rRlo de fa Fb\1:) a I<:\s

hcrrnnna» de curidacl, prcf icrn olrccc r 12 !~~:':~piuH-

(bel dc 8UC10S Airc; a Ius prcsidiar ios de! (·,\\'('na

(csta despi'l(l:\(i.a rckrcnei;l :dl1dc a los infohunados

dclonsorcs de la ScguncbRenl1blicZl FrZll1cc:d al[i de-portados lucgo del golpc del 2 de dicicrnbrc i]

Tras la victoria de Mitrc y Buenos Aires, tn cscr i-

los que ahora dirigc a sus cornpat riota., Albe"el i pre,

fiere insi st ir en cl clemente f iscnl antes que en cl

mcrcant.il del contcncioso que scparc <. 1 i EllCI~OSAires de las provincias. En diez anus sc hahia hccho

ya evidcntc 10 que en 1852 habra vat icinado c b e sagaz

observador de la rcalidad rloplatcnsc que I Iuc sir

Woodbine Parish; a saber, que la librc navcgacion

era incapaz de afcctar scnsiblcrncntc fa hcccrnonta

mcrcant.l de BUCTIOC; Aires. Mas que ell': cliM:nJ.rb.

sc trata cntonccs de hallnr modo de que c1 jpais en'

tcro participc de mruvcr.i menus dcsigual en] SLlS be,

ncficios. i

Ella solo podra lograrsc, scgun Albcrdi, ~ediante

In creacion de un autcn t ico Est arlo nacioria], duefio

de las rcntas nacionalcs. EI puntu sc ra cxplcit ado en

las paginas udmirablcmentc arg.umcntatbs ',tie Las

causas de fa anar quiu ell la Republica Argbl ti !11l ",

cuya cefiida linea de razonarnicnto no condcscicnde

hi pur un instante a registrar la presencia erl cl pa i

de terraces r ivalidadcs facciosas. que para bhsel'va-

.dorcs rruis apcgados a los hcchos -0 inclinados a

dcrnorarsc ell la supcrf icie de C50S hcchos l--tienen

bastantc que vcr con csa inclirninablc nnarqbia.

He aqui en accion una tcndcnr ia constantc en AI·

berdi: fa de dcscorrcr d \'('10 de una "ida ipoliticaCl1Y~ rnido y Iuria dorrrinan la csccn a nacional, para,

,

• E,l .Iuan B. Alho rdi. (Ybras .~clr("fns, Buenos Ajir es, Ed.

Jonquin V, Gonzalez, La Fucultcd, 19:W.

R7

parte capital del acervo tradicional que el federalis-

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descubrir en otras instancias LIn;) clave que, a b vcz

que cxplica la tcnacidad de los conf lictos pohricos,desenmascara su radical inscrisu tcz. En 1863, csa ten-

deneb siernprc prcscntc cclcbra su t riun!o mas ex-

trerno porquc Albcrdi ha cor tado mas radicalrncnte

que cn otras ctapas de SLl carrcra los Iazos xicmprc

tenues que 10 ligan a Iaccioncs cuya legitirnidacl y

existencia sustantiva rccusa. Lucgo de mas de dicz

afios de delibcrada abstcncion de toda crit ica Ircntea, Urquiza, condcna ahora al infortunado jcfe del Ic-

deralismo con la misrna dcsdcnosa dUlT1.;1 que en SU

. juvenlud habla rcservado pam quicncs no habian

rnostrado suficiente doc ilidad ° cf icacia en cI papel

de cjccutorcs de sus planes politicos. Y aunque ni

siquiera dcspucs de 1 3 victoria csta dispucsto a rcco-

nocer en Mitre a un hombre de estado, consi dera con

animo abierto la posibilrdad de que asurna el papel

ancilar de cjccutor del proyccto albcr diano en que

Urquiza 1 0 habfa dcccpcionado tan prolundamente.

Esa rnorncntzinea autornarginacion del conflicto po-

Iftico argentino (asl cstc basada tan 56[0 en las ilu-

siones a las que no quicre rcnunciar quien se ha vis-

to siernprc a sf mismo como c1 gula politico de lanacion, y cornicnza a colurnbrar cl peligro de trans-

, formarse en par ia dcntro de ella) explica la auscn-

cia de csos rebuscados ataqucs ad hominem, que en

paginas menos felices suclcn empujar al pensamicn-

to de Alberdi par carninos extravagantcs, yaun la

reitcrada -ya que no ncccsariamcntc bien intcncio-

anda- utilizacion de los cscritos dc Sarmiento para

corroborar SlIS propios puntas de vista.

Pero precisamente por todo ella, cl motive albcr-

diana de Ia r ivalidad fiscal cnt rc Buenos Aires y la

nacion solo podra incorporar se el acervo cornun del

fcdcralismo posterior a Pavon una \'CZ traspucsta CS;)

clave Iacciosa que, por una vez, Alberdi hab ia cludi-

do par cornp lcto. Esa t rasposicion no es dif Icil para

un Icdcralismo que ha cxpurgado de su pasado 1<1

larga ctapa rosista y suf rc en cI presente los golpes

de un cncrnigu cuya Iucrza es la de la provincia de

Buenos Ai res. La identificaci6n del fcderalismo con

1a oposicion a la hcgcmonia portefia CS, en cfccto

\~

H B

rna reconoce como suyo. Desde Artigas, Ramirez y

Lopez hasta Urquiza -pasando par Quiroga, Ferre,Brizuela, Pefialoza- los heroes federales son irrepro-

chablernente provincianos (si bien el antiportefiisrno

de varios de ellos ha conocido desfallecimientos que

la nueva rnitologia federal caritativamente ignora}.'

De los hombres de Buenos Aires s610 Dorrego alcanza

un lugar en ese panteon, y 10 conquista sabre todo

dcbido a su muerte tragica como vfctima de la fac-

cion unitar]a (hay dernasiado en su carrera previa

que, en efecto, 10 inhabilita para una inclusion me -nos reticente: en la constelacion de heroes fundadores

del federalismo).

Esa integracion del motivo alberdiano y una tra-

dicion federal depurada de cualquier memoria de la

etapa rosista, encuentra concisa expresion en Ia pro-

clama con que el coronel Felipe Varela se pone al

frente del gran alzamiento del Interior andino, en

diciernbre de 1866. Si la causa que invoca es la mis-

rna que en 1863 (se trata en efecto de "concluir la

grande obra que principlasteis en Caseros") el ene-

migo no es tan s610 el "caudillo Mitre" de "neptas

y febrinas manes" a su "circulo de esbirros". Uno yotros son agentes de 13. provincia de Buenos Aires,

en cuyo beneficia Mitre ha transformado a los hijos

de las restantes en "mendigo sin patria, sin libertad,

sin derechos", sacrificados de modo sistematico a

"uri pueblo vano, dcspota e indolente", Paralelamen-,

te can cl infortunado alzamiento federal, se desert-

vuelven los esfuerzos par hacer de Urquiza un can-didato a Ia sucesi6n constitucional de Mitre. Can

vistas a ello, Olegario V. Andrade escribe un breve

panfleto Las dos politicas" que gracias a una subvert-

cion de Urquiza es ampliamente distribuido en 1867.

Andrade reivindica tambien esa tradicion de unfe-

der alisrno renovado en sentido constitucionalista y

ant ipor tefio, que Varela habia invocado en su convo-

cataria a Ia lucha armada. Pero la continuidad fac-

ciosa de la corriente en que se inscribe -yde la

a Parana, 1866.

89

opuesla- son subravadas nun mas vigorosamente

que en las proclarnas guerreras de 1863 y 1866. Su

Icdcralismo se ubica en una linea mas precisa que

de los motives facciosos acurnulados en lin larga eta-pa de discordia civil cuyo fin adivina, y [rcsolvicndo-

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In de Mayo y Cascros, y cl centralis mo opresor de

Mitre cs explicado tarnbien c[ como cl Iruto de alga

mils~ic In. coinc idenc la de intc rcses ent re un aven-

turero afortunadu y una provincia rapaz: Mitre cs

cl rcprcscntaruc mils rccicntc de un a trndicion juz-gada COil extrema dureza por Andrade, perc rccono-

cilia como uno de los pulos permancntcs entre los

c:lalcs.se ha dcscnvuclro cl proceso histor ico argen-

uno. EJ pacta de verso vchcmentc, que gusta de vcr

en la Iiistoria cl tcatro de vastas luchas entre idcales

incornpnriblcs, 110 condescicndc hnsta cxarninar los

I~ro~cdimientos usados pur Buenos Aires en las expo-

IWClOllCS de las que In acusa: esc dcspojo prcficre

vcrlo subre lodo dcsdc una pcrspcctiva e tico-polfti ca,

que Ic brinda oportunidad para su elocuente con-

dena,

Const itucionalisrno y sabre todo antipcrtefiismo

ofrcccn cntonccs una rcnovada base al Icdcralismo,

en Ia ct a pa en que su supervivencia aparcce arnena-

zada per In. ofcnsiva momentancamentc exitosa Ian-

zada por cl Part ido de In. Libcrtad dcsdc SU Iortalcza

portcua. Es mcnos cvidcntc que of'rezcan base igual-

mente adccuada para un Icdcralismo que, si cornicn-za a scr mcjor accpl ado como interlocutor legitimo

en cl dialogo politico argentino. no es .porque haya

sabido rcs is ti r victorlosamcntc a csa ufensiva, sino

porquc la polarizncion Iacciosa, pesc a su incspcrada

rcvitulizncion lucgo de Cascros y de nuevo C01110

consccuencla de Pavon, parccc Iinalmcntc accrcarse

a su agotarnicnto dcfinitivo.

Na·:tc advicrtc mcjor que Jose Hernandez en los

afios finales de to . decada del sescnta, Ins oportunida-

des abicrtas parn quicrrcs sc han identif icado con In

causa federal, vctcranos de tantas dcrrotas, por esc

al parcccr cspontanco aflojamicnto de In tension

polit ica, Nadic advicrtc tambicn con mayor claridad

que, para utilizar csa oportunidad quiza irrcpetible

los voceros del fcdcralismo debcn emprcnder una

radical rcdcfinicion de su Ie politica, despojandola

90

L_ . . .. . _ _ ."_ _

Ia dc cstc modo en una adhesion sin ret iccncias al

nuevo conscnso politico en Iorrnacion, cuya serena

exprcsiori habiamos ya cncontrado en e] tcxto mas

tardio de Zcballos. Ouicncs Ilcgan a [dcntificar se '

con esc conscnso a partir de una militancia federal,

no necesitan incorporarse a el como cnbmigos ven-

cidos: Hernandez pcrcibc tarnbicn con igual lucidez,

y esta dispueslo a ut ilizar en pleno, las] aportunida-

des quiza irrepetibles abiertas par esc rnomento fu-

gal. que rnarca el derrumbc pacif ico pero ver tiginoso

de In influencia mitrista en el pais. Sar'rriicnto, pres i-

dcntc dcsdc 1868 contra lo~ descos de Mitre (que si

no Ilcgo a lanzar contra CI la cxcomunion mayor que

Iulrnino sobrc Urquiza y Alsina, no oculto sus prefe-

rencias por Elizalde) no se limita a afrpntar en es-

tilo desgarradamcntc polernico el hos tignrn ierrto de

un rnit risrno enconado par la perdida del poder na-

ciunal: [alto de apoyo partidario propio,1 se ace rca a

Urquiza, a quien unos afios antes habia propuesto la

alternat iva del desticrro 0 la horca. .

Se da asf la posibilidad de una nueva alineacion

en que cI Icdcralismo (agrupado attn en torno a su

jcfc hist6rico, pcse a las rescrvas que habia venidodesperlando su cautclosa politica) puede aspirar a

ganar gravitaci6n dccisiva, La nueva coyuntura esta

adrn irablernente rcflcjada en Ia cr6nic~ que ofrece

El Rio de la Plata de In visita que el nuevo presiden-

tc efcclua a Urquiza s. Cerca del Arroyo l de la Ch ina,sobre cI rio Uruguay, a Ia 'vera del palacio reciente-

mente concluido.cuya vaj illn y mcnaje irnportados de

Europa simbolizan Ia adopci6n, por parte del madu-

ro caudillo, de las pautas de vida y ¢onducta tan

vivamentc rccorncndadas por SU vrsitante. este asiste

de nuevo al inevitable desfile de la caballerfa en-

trcrrlana. Si cl espectaculo Ie rceuerda una vez mas

una [ant asia bcrber isca, ahara no otrece] esa analogia

con ninguna intencion de condena: Sarmiento pro-,

n Coricsromlcnci;l para El Rio de la Plata,117 de febrero

de 1870.

91 I- - _--__----

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clama en cambio haber dcscubicrto lccciones dignas

de SCI' atcsoradas ell cl ejcmplo politico de Urquiza,

y dcclara su intcncion de buscar un -justc mcdio en-

tre el gobicrno Iucrtc de estc y cl excesivarncntc

liberal. y contcrnporizador de Mitre. Aunquc fa ca.

ractcrlzacion de ambos estilos de zobierno cs obvia-

mente inexacta, la decision de tomar distancia con

In pasada traycctoria del partido liberal, y acortarla

con eljcfe del Icdcrnlisrno, es en carnbio cvidente.

Junto con Sarmiento acudc al Palacio San JoseHector Varela; cl hi]o del pcriodista-rnartir de la

causa unitaria, que ha contribuido a haccr de LaTribuna no solo cl diario mas popular de Buenos

Aires, sino un constante acicate de los sentimicntos

antifcderalcs Y antiprovincianos, cs recibido en triun-

fo en Entre Rios; los granjcros suizos de Ia colonia

agricola que Urquiza ha Iundado en las cercaruas de

su palacio son, al parccer, lectores empedcrnidos de

sus Orionadas,: ejcrcicios cntonccs inusuales de cro-

nica y comcntario frivo!o, y acudcn a aclarnarlo en

sus carros, elemcnto nuevo pero ya caractcrtstico

del nuevo palsaje Iitoral. Es Hernandez, que cn 1862

profetizaba a Urquiza la rnuerte bajo el pufial unita-rio y prcsentaba a Sarmiento como cl mas Icroz

reprcscntantc de esa Iaccion ascsina, quicn of re-

ce ahara ancha hospitalidad a la dcscripcion de

esc idilio rustico, que parccc rcalizar par fin los vati-

cinios formulados par Ascasubi antes de Cascros.

En esra nueva hora argentina, Hernandez quicre

presentarse a Ia vcz como cl mas fiel de los secuaccs

de Urquiza y como observador irriparcial. pero no

por eso hostil, de In gestion presidencial de Sarrnicn-

-to (tan poco hos ti l que debora rcchazar la caractcri-

zacion de oficia!istas que otros diarios csgrimen

contra el sura), Cuando toma para sf esc doble pa-

pel, ha dejado atras una agitada y poco afortunada

carrera polltica. Sc ha lanzado por primer-a vez alas arrnas en dcfensa de la causa 'de Buenos Aires,

contra Urquiza y los of ic'alcs de Irontcra que han

heche dcfcccion en diciembrc de 1852, pero ya en

1857 Jo hallarcmos en Parana, al servicio de la Con-

Iederacion. Cada uno de los pasos de Sll carrera

posterior 10 aleja mas de los vencedores de Pavon;

luego de scnalar, a un Urquiza al que juzga execs i-

varnentc contemporizador, el cjernplo terrible. del

Chacho, contribuye con pros as eada vez mas encendi-

das a atizar los fucgos de la guerra civil oriental, Y

sus tomas de posicion frente a la paraguaya se apro-

xirnan a rates pcligrosamente a la adhesion a la causa

cnemiga.

Al cabo de esc agitado itinerar!o a traves de la

lucha f'acciosa y la guerra civil. Hernandez no ha sa-bido aun arribar a puerto seguro; clio haec todavia

mas comprenslble la urgeneia que al final de la de-cada parece sentir par evadirsc de esc sangriento la-

berinto. Porque a diferencia de Guido y Spano, pa-

tricio que juzga habcr ganado un lugar en la vida

publica par derecho de herencia, ° Andra.de, p.o:ta y

pcriodista sin dud a apasionadamente Idcnt~fIcado

can la tradicion federal, pero al parecer satisfecho

de scrvirla can r iadas de versos y no menos abun-

dante prosa de ocasion, Hernandez es de. vc:as un

politico: las relaciones-subitas -pem de r:l~gun mo o

do caprichosas-- que mantiene con su Iaccion federal

10 muestran muy bien.Esc politico va a ofrecer en su diario El Rio de la

Plata, un breviario de ideas que aspira a dotar c1~ un

contenido al cons enso naciente. En el sabe cornbinar

admirablcmente la lealtad a sus oricntaciones ideo-

logicas ft.mdamentales, con la destrcz~ .para forrnu-

Iarlas del modo mas adecuado para utilizar en favor

de cllas (y de quien sigue siendo su vocero ) la coyun-

tu sa prometedora pero f ragil que. se abr~.con I? .re.

conciliacion del presidentc Sar~lcnto: h}J? prodigo

del Partido deia Libertad. y el jefe historico del Ie-

deralismo. . .Un motive nada inesperadc en esa predica, que sa-

be unir la sinceridad a la oportunidad, es ~n ex~s·

1 timitrismc Haec va afios que el hberalls-perU( 0 an .' ~ .. dmo mitrista, en la definicion puntillosamente rno e-

rada que adopto clesde 1852, se ha hecho vulnera?Ie

a ataques que taman par bIan.eo esa. moderaCI?n. E 1852 en plenp.. rcflujo conn arrevolucio-

mlsma.n, . , I fedenario, habia sido quiza habil denunemr en e .-

In

ralisrno cl rcprcscntante rloplalcnsc de esas corrlcn-

lcs rao iculcs. cuyo asccndicntc en' Parana Mitrepuede ya scr utllizada pam porter en cntrcdicho sus

crcdcncialcs tic voccro lcgttlmo de esc credo . Pcro

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afcctabn contcmplar con ularrna. A ' partir de cnton-

ccs, una lcnta evoiucion cstd dcvolvicndo rcspetabi-:

Jidnq pclrt ica a vcrsioncs del credo lbcral rncnos

dispucstas a modcrar sus cxigencias'rcnovadoras, En

Francia (que pcsc a Ius percntorios consejos de Sar-miento sigue sicndo vista dcsdc cl Rio de In Plata

como la cscucla politca por excclcncia) 1::1trayccto-

ria del Scgunco Imperio subraya el agotamicnto de

In soluckin nutor itaria en In que Albcrdi habla creldo

ver el dcscnlace definitive de In etapa abicrta en 1789.Los exitos del regimen imperial, 10 misrno que sus

Iracasos, parcccn ref'Icjar par 10 contrario la perdu-

racicn =-pcse al dcscnlacc catastrofico de las revolu-clones de 1848- de csas Iucrzas rcvolucionarias que

son cI nncionalisrno y la dcrnocracia. Ella es asf tan-

to en polttica cxteri'or (donde cl cxito italiano y el

Iracaso rnexicano canfirman ambos la imposibilidad

de paner d:que a In marca nscendcntcdc un naciona-

Ilsrno de s igno dcmocrntico ) como en el interior

donde cl cxito de In poltt ica cconornica Iiberalizadora

y gradualrncntc abicrta a motives sociales, contrasta

con cl agorornicnro de un nutoritarisrno politico ba-

sado en una nlianza con las fucrzas catolicas, quedcsdc lucgo no podia sobrcvivir' a In reoricntacion de

Ia politica italiana de Napoleon III); para no morircl Imperio debe haccrsc liberal, pcro n! aun csa rnu-

tacion (arclta logra dctencr In erosion cunstante del

<lPOYO que cncuentra en cI pais.A! lado de csa .Europa tie nuevo en rnovimicnto,

Hlspanoamcrica conoce un resurgir liberal cuyas mo-dalidadcs no sicrnpre ganan con ser cxarninadas de

corea. pero que desdc Mexico, Colombia y Venezuela

hasta Chile, descubre un panorama bien distinto de

aqucl en que In republica de Portales parecta ofre-

"ccr cl unico modele pulf tico valido. '

, Las Jccciones de prudcncia que clespectaculo euro-

'peo y cf hipanoamcrlcano parccian ' sugcrir en 1852han perdido cntonccs buena parte de su Iuerza per-

suasiva. La modcracion. que para Mitrchabin sido

el mcrito principal de su version del credo liberal,

91

ii

l!

~L " '- , _ " ~ , _ , ,_ _

=-dcsde !a perspcct.va de un hbcralisrno 1TI1'r!qs tcme-

roso ric su propia audacia-« las culpas que lpucdcn

achacarsc a Mitre no sc rcduccn a r na ccf inicion

Idcolocica cxccsivarnentc t Imida. Mitre ha mantcnido

Icalt ad quiza dernasiado ccnsccucntc a las Ji~eas do

accion poliLiea dcfiniuas en 1852; bajo SL! preslden-'

cia, 1 0 ' 1 Argentina contcrnplo con la mtis [ria: indifc-

rencia las luchas que dcsde Mexico hasta IPeru y

.Chile libraron las rcpublicas hi~;pano;)mericanps con-

tra Ia agresion-de las monarqu.as curopcasj Iha elu-

dido tarnbicn tamar explicit a distanc la frcntd a una

Iglesia cada vez mas dccidida a transf'orrnarsd en ba-

Iuartc de la causa rcaccionar ia: cl Iibcrnlisrno rni-

trista aparece asi cada vez mas como contrarjo a las

tendencies de nuevo dorninantcs en Europa e] Hispa-

noarncrica. , '

No s610 los vuccros del Ietlerafisrno cornienzan a

{!olpear bien pronto esc Ilanco debit del ~it~jsmo

(Guido y Spano denunqia In perfecta cohcrencia do

Ia polttica intcrna y la cxtcr ior de Mitre, mprca.das

ambas por una clara oricnt acion ant idcrnocrarica;

cl coroncl Felipe Varela extrema la indignacion

frente a csa linea politica: de ella cs voccro vehcrncn-te Juan Carlos Gomez, pero In vernos cxpresarse

igualmenle, en tono mas reflexive, e n los ed.i~oria,les

de El Pueblo, que ve en cl apoyo a las rcsistcncras

nacionales y republicanas la (mica politica exterior

nosiblc par; cl Iiberalismo, y advier te con c~ccienlcsorprcsa que no es csa la acloptada por c! gf)bierno

--que se proclama tnn intransigentemcnte I~~eral-

que el desenlace de Pavon ha, dcparado a ' . a ! Argen-tina. Esa sorpresa es cornpar tida pur Sarmiento: en

1864,de PflSO a los Estados Unidos, dondc va a re-presentar a la Argentina pnr fin reunida, declara en

Santiago y Lima la solidaridad argentina con el Pe-

ru y Chile agredidos, pero si sus fogosas expI[Csiones.

son recibidas con entusiasrno par sus huespedes, dan

lugar a una fria arnonestacion del presidente 1 '4 itre, . ,

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nil todos csos episodios ::,..! rcflc.ia cl crccicnte aisla-micnto de la version mitrista del libertllismo mode-

rado Ircnte a una mcnos tfrnida reforrnulacion del

credo liberal, en avance a escala mundial. Pero noes s610 cl cjcrnplo de Iuera cl que denuncia el ere-

ciente anacronisrno de la fc polft ica de Mitre y su

faccion: cxiste en el pals una masa de opinion de

anterna no favorable a esa redefinic-on liberal. Lacolectividnd ltaliana.: par ejcrnplo, cada vez mas nu-rncrosa en Buenos Aires, y mas ident if icada con la

version dernocratica del movirniento nacional (una

colectividad a In que El Rio de la Plata cult iva asi-

duarnente) ofrece un publico avido para cualquierpredica basada en la nueva version liberal.

Existc lam bien una inst itucion que agrupa a 10

r n a : infl.u!'ente de la clase polit ica argentina, y quese identifica cada vcz mas decldidamente can un .li-beralismo rnenos circunspecto que el rnitrista: esdesde luego In Masoneria,Sin duda COJ lquicr consideraclon sabre su papel

en esa hera argentina es dificuItada par la falta de

estud ios suficientemente precisos tanto mas nece-

sarios porque las adhesioncs que' supo ganar entrelos hombres publicus rioplatenses Son tan nurnero-

sas y hctcrcgencas que cualquic r tentnt.va de asignara Ia incorpor acion a las logias un sentido univoco esdemasiado [acihnentc refutable. Es includable, sinembargo, que ya;) fines de la decada del sesenta laMasonerfa accpta sin vacilaciones como su tarea el

cornbatc ideo!6gico en favor del esplritu nuevo, ata-carlo aun en Hispanoarncrica por 1 3 accion demonarqulas agresoras, votadas a In defensa del eter-no ayer, y a escala rnundial por In creciente com-batividad de una Iglesia catolica que, por su parte,

ha redcf inido s irnetr icarnente 511 papcl en el com-bate entre cl pasado y el Iuturo.vLa Masoneria esahora la institucion que atesora la memoria deFrancisco Bilbao, esc inquict o chileno cuyo primer

~scri to fue quemado en su patria por mano de ver-nugo como impio y subvcr sivo, y que, establccido

en Buenos Aires luego de un largo periplo europeo,denunci6 a la vez que la agresion idcolcgica y rni-litar de Ia Europa catolica y rnonarquica, a la ver-

si6n mitrista del Iiberalismo, a la que rcproch6

tanto su moderacion como su espiritu faccioso. LaMasoneria toma a su cargo la ed icion posturna de

las obras del chile no; uno de los editores es Carlos,

Paz, que tambien publica en 1870, con Alvaro Ba-nos, una aspera denuncia de la polttica exterior de

Mitre, la alianza bras ilefia y In guerra paraguaya.

Mas alla de esa arnpliada caja de resonancia que

In acrecida colectividad italiana ofrece a un Iibera-

l isrno redefinido (cuya sign 'Iicacion no convendrlaexagerar, ya que se trata de un grupo marginal, aun-

que cada vez mas nurneroso), mas alia de la adhe-sion sin reticencias de la Masoneria, hay otro mo-tivo para la creciente popularidad de esa nueva ver-sion liberal, Como en .los afios mcdianos del siglo In

oposicion entre el conservadorisrno y un renaciente

liberalisrno. la que ahara se da entre dos opuestas

versiones liberales se entiende mejor como un aspec-to :!c un rclevo generacional siernprc dlftcil. En L aGrall Afdea Lucio Vicente Lopez of rece, veintc anos

mas tarde, ba [ o Ia Iaz de un cuad ro de ·costumbresuna cumplida -requis itor ia contra Mitre y su fideltsi-rna hueste politlca. Habla alli. sin duda, quien eshijo de una victima de la mortal eficacia politlca deun Mitre en sus primeras arrnas, y esc aspecto de susrnot ivaciones no -nos interesa aqui. Pero habla tam-

bien quicn tUV0 veintc aflos en 1868, y reprocha du-rarnente a la secta mitrista haberse cerrado enton-ces sisternaticamente a las nuevas gerieraciones abo

sorb ida como estaba en una ar ida idolatrta de susdirigcntcs veteranos. No examinemos si esa evoca-

cion rencorosa no deja de lado algunos aspectoscsenciales de la situacion (aunquc hub.ese rnanteni-

do un animo mas acogedor (que podia ofrecer unra~-tido en ver t iginosa retir ada que resultase atrac-tivo a jovenes ambiciosossde carrera polltica"), Pero

ella capta rnuy bien Ia disposicion de una gcncracron

nueva ;1 cscapar de la vacfu ortudoxia rnodcrada en

favor de una mas librc inspiracion idcologica, capaz

contra Mitre Ie irnputa Ja intcncion de dar un nuevo

soplo de vida a esa t radicion de conf lictos Iacclosos

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de satisfuccr cl apct it o juvcnil por las audacias pro-

gramqj icns, que a 1 < 1 vel: =-por una circunstancia

afurrtilada- lcjus de cornprornctcr cl cxito de suIutura carrcra polttica, vicne a Iacilitarlo,

Ahora bien, no hay duda de que Hernandez se iden-t ifica sin rcscrvas can esc rcdefinido libcralismo. A

In Masoncrta ofrccc una adhesion rnilitantc cuva au-

scncia de toda rcticcncia contrasta notablcmcnte con

In actitud de un mas antigua hcrmano mason, Mitre,

que en su discurso rnasonico de 1868 no s610 Iogro

ignorar pnr cntcro cl contcnciuso entre la Masonerta

y In Iglesia, sinu hallo modo de incJuir una expre-

sion de conrnovido rcconocirnicnto por la "caridad

cristiana' del arzobispo de Buenos Aires, quien 51 se

ha ncgado -can todo derecho- a conceder sepultura

cclesiastica al que en vida habta sidu a la vez micm-

bro del clcro v de In logia, no objcto que la recibiese

en el ccrncntcrio publico, min no sccularizado (y que

por afiadidura parecla ver en la Masonerta sabre t o - -

do una asociacion de socorros rnutuos, como 10

mucstra In algo pcdcstrc pcroraci6n cn que, tras de

cvocar 10 que cl inf lujo presidencial ha podido asi

obtencr del arzobispo por un mason ya desaparecido,

invita a sus oventcs a considcrar que pueden espe-

rar del favor 'presidcncial los que afortunadameote

conservan la vida).

Todo ella haec mas notable que, al marcar sus di-

Ierencias can el mitrismo. Hernandez aluda apenas

a las ciivergcncias ya cvidentes entre el liberalismo

rnoderado que es el 'de Mitre y esa nueva version del

credo Iibcral, mas dispuesta a subrayar sus motives

dcmocrnticos. que subticnde cl nuevo consenso del

que quicre haccrsc vocero.

No por ellu csta mas dispuesto a revivir, con fina-

lidadcs de polcrnica nntirnitr ista, la querclla f'acciosa

que ha sobrcvivido casl dos decadas <.IIque debla sercl descnlacc de Cascros, Par cl contrnrio. la mas gra-

ve, In mas insistcntc de las acusacioncs que lanza

98

afortunadamentc morbunria. Las Iacciones estan en

cfecto en agonia, y cs buena que asf sea; [su reinado i

s610 ha dejado en hcrencia Iutos y vcrgilenzas. Esa .

candena ccrrada de todas las Iadiciones poHticas!~'

que se afrontaron en la breve historia d¢ la Argen-

tina indcpendientc no podrfa cxtendersc i' a quienessiguicron sus oricntaciones: uno de los n~prachcs que '

Hernandez formula a la solidnridad Iacciosa es ha-

ber s ido capaz de inspirar acciones barbaras y crt-

minales a ciudadanos perfcctamente honorables: es-tos ultimos, una vez sacudido el siniestrb prestigio

de las faccianes, puedcn y deben incorporarse con

la f rente alta a la cmpresa de "unificacion naciorial"

que exige esa hera argentina. iHernandez capta aqul -de nuevo coni admirable

precision-> lu que es ya una actitud colectiva: el

dcsco de dejar atras una demasiado Iarga ctapa de

discordias se ref leja a menudu en modificaciones en

el estilo de convivencia publica que unos [a fios antes

hubiesen sido irnpensables. Sin duda, ellas no supo-

nen un reconocimicnto de total lcgitirnidad a la Iac-

cion vencida en Pavon (por 10 menos no [lo suponen

en Buenos Aires, doridc la (mica tradicion federalvernacula era la rosista, condcnada con igual ener gla

Iuego de ]852 por federaJes y Iibcralcs). EI punto pre-

ciso en que se alcanza esc acuerdo entre: tradiciones

sc reflcja muy bien en unas cuantas necrologtas de

1869 y 1870, £1 doctor Baldorncro Garcfa, que fue

una de las ilustraciones de 'la lcgislatura r05i5t3, y

enviado por Rosas crtrrnision a Chile (e$ cuya oca-

sian se constituyo en blanco perpctuo dcJos mas

violentos ataqucs periodlsticos de Sarmiento), rnue-

reen ese ultimo afio, El Nacional, diario muy cer-

cano al gobierno, publica una noticia marcada por

In mas extrema re ticcncia: "c! unico, el rnejor elogioque podia hacer de el, era dec.r que mdrra pobre";

al parecer (yen csto cl juicio del diario oficialistacoincide con el del h.jo del dcsaparecjdo hombre

publico) ante carrera pohtica tan deplorable 5610

cabe alegar como des cargo que no fue ut ilizada para

j

lucrar. EI RIo de La Plata, que si propugna Ia muer- Interior en el afio sangricnto de 1.840- Mitre pro-

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tc de las Iaccioncs no oculta su raigambrc federal,

cs menus circunspeclo pero no mencs ambiguo. Par

In plurna de Jose Tomas Guido, media herrnano de

Carlos Guido y Spano, intcnta una limitada reivin-

dicacion de In Icgislatura rosista, que "contribuyo alcvantar a un temple hcroico el espiritu nacional

para contrastar las arncnazas de las prirncras poten-

cias de Europa", peru abandona bien pronto cl argu-

menlo para recordar que los dcsdichados lcgislado-res, "ciudndnnos cxpucstos mas que los otros a lossornbrfos furores de Ia tiranfa", no podrfan scr con-

sidcrados responsablcs de decisiones inspiradas par

un tcrnor perfeetarnentc razonable (es, par otra par-

te, la ex plicacion que para su conducta adelanto cl

propio doctor Garda lucgo de la caida de Rosas, que

saludo can. alborozo). Cornparcse esa evocacion ins-

pirada par sincero alccto y respeto, peru dominada

a la vcz par In conciencia muy viva de que cl dcsti-

natario de e50S sentimicntos no podrla scr of'rccidoa In veric racion publica sin antes lavar su memoria

de In rnartcha que irnphcaba una militancia rosista

dcrnasiado vchcrncntc,can

la que el mismoJose

To-. mas Guido habfa ofrecido de Valentin Alsina, cuya

cntera trayecloria sc dcscnvolvio bajo el signa de

una Icaltad austcra c inqucbrantable a Ia tradicion

unitaria. Si cl pasado de Garcia presenla I laquczas

nccesitadas de la cornprension que para 61 solicita

Guido, Alsina es -para esc -orgulloso her cdcro de

la tradicion. fcdcral- eI hcroe sin mancha, la me-moria ..de ese "tipo puro de patriota, de Icgis lador, de

hombre de bicn'vbnstara para que "nuestros desccn-

dientes sean mas indulgcntes en sus fallos sabre los

errores que anublan nuestro ticmpo",

Perc si no todos ban de cncontrar igualmente c o -modo eI acccso a esa nueva "unanimidad nacional",

par 10 mcnos cste cornicnza en cfecto a abr irsc paratad os. Loque alarrna a Hernandez es que el aborre-

cido mitrismo haya advertido tarn bien esc cambia

en cl clirna de opinion, y sc mucstrc dispuesto a

adaptarse a cl. A la muer te del general Pacheco -tanef icaz rcpresor de la dis idcncia antirrosista en el

1()()

nunda una conmovida oracion Iuncbre, y 10 succde

en la tribuna el doc tor Eduardo Lah ittc, otra de las

nctabilidadcs de In lcgislatura rosista, que no en-

contr6 lucgo de 1852 dernasiadas oportuniriadcs dehaccr o ir su voz en publico. Sin duda Mitre s610

alude en tcrminos de Ia rnas clcvadn imprecision a

esa et apa de In carrera de Pacheco, y Lah.ttc, cons-

cicnte de que su paso le obliga a una mayor cir-

cunspcccion, no la rncnciona en absolute. lnclusoasi, cl espectaculo del inventor del Partido de Ia Li-

bcrtad, Iraternlzando con una luminaria de 1a legis-

Iatura rosista en el duelo por un antiguo azote de

unitarios, es bastante para alarrnar : : 1 ! Rio de la Plata;

de inrncdiato acusara a Mitre de Ianzarse a la recluta

de antiguos rosi st as, y sugcr ira a estes que acaso aun

viejo advcrsarlo esta menos dispuesto a deponer sus

reservas Irentc a los sobrevivientes que ante los

grandes rnuertos de Ia faccion.

Pero Hernandez se prcocupa adernas de marcar di-

Ierencias mcnos anecdoticas con In interpretacion

que el rnitrismo ofrece de 13 reconciliacion en mar-chao Para estc, en efecto, esa reconciliacion ha de

exp resa rse en la aclopcion de un nuevo est ilo de lucha

par tidaria, en que la vocacion par el cheque arrnado,

just ificada en In rccusacion de toda lcgitimidad para

el adversario, ha de scr reernplazada por una lue lla

circunscripta al terre no inst.tucional, que supone en

cambia cl rcconocimicnto de In Icgitimidacl de esc

advcrsario. Pa ra Hernandez csa metarnorfosis de las

vicjas Iacciones en partidos de tipo nuevo es impo-

sible: las facciones han nacido y vivido como rna-

quinas de guerra, y Stl soliclaricbd es tarnbicn ella

cuasi mil itar , ya que se cirncnta en la lealtad a un

jefe 0 a un grupo de hombres. no en la ident ificacion

con cicrtas ideas. EI abandono de la insurrcccion co-

mo instrumcnto de conquista del poder sera, parafacciones asf dcfinidas, un cambio excesivamcnte

superficial, y se traducira en el mejor de los casos

co un rcemplazo de In violencia por la corrupcion:por afiadidura, sera ncces~amente una decisiontactica. dcst inada a ser rev.sada "penns sc prcsente

1 () I

una ocaslon que promcla exilo Favorable para una

ernpr'esa insu rreccional. .

rra paraguaya, ese elernento en la herencia negradel mit risrno que sin duda utiliza para enniquecerel inventario de culpas de este, pero frente alla eual

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La que csta ocurriendo no nnuncia una mctamorfo-

sis regcneradora, sino ci fin tie las Iaccioncs his tt}-.~ Sin duda Hernandez dcclara que su muerten s, . . 1 ddeja dcspejado cI campo para cJ sur~lmlen 0 C

autcnticos partidos de ideas; no crec sm embargo

que cste sea inminente y no parcce por otra parte

larncntarlo. L, faccion que ustlrpaba cl nombre de

partido. esa protagonista de .una :t~P<l, dcp!ora~!e

del pasado nacional. muerc Sin dejai hcrederos 111-

mediates. En cl vacio creado por csa g.ran culpable

finalrncntc desaparecida, 10 que comlc~zn es u 2dialogo entre cl Es tado y los "buenos Clu~adanos :

En esc dialogo quierc lnsertarse Hernandez; SI

no habla en nombre de una Iaccion, tarnpoco sedeclara voccro de ningun sector social cuya repre-

sentacion pretenda asu mir; prefierc invocar In r uer-za persuasiva de la razdn y la~ buenas ideas para

sugerir tan rcspctuosa como f irrnernente un :um.bo o Esc dialogo pur cl ernprcndido recuerda meso

peradarnentc el abicrto ~or los period!cos de la

Ilustracion colonial, tan dispuestos a aClcatear, con

el elogio a los succsivos vir reyes. v p3recc. ve~lctll?

par ticularrnente inadecuado para una p:edlca I.nspl-rada en una voluntad de retorrna radical bajo cl

signa de una idcologla democrat ica. Rcaparecc aqui,

exaspcrada , Ia misrna cont radiccion que habfamos

visto aflurar en Sarmiento: es Ia que no puede es-

quivar una voluntad de rcforrna que une. a. esa sin-

cera inspiracion dcrnocrat ica cI rcconoc~mlc~to d?

que ci contexte sobrc el cual prctcnd~ influir cS.ta

destlnado a conservur aun por largo tiernpo su srg-

no oligarquico.

Las razones por las cualcs Hernandez pcrcibe aun

mas clararnentc que Sarmiento los llrnitcs que csa

situacion imponc a S-H vocacidn reformadora son va-

riadas. Esta, en primer Iugur, 10 conciencia de que

su pasnda traycctoria 10 haec aun particularrnente

vulnerable a cualquicr tcntativa de ncgarlc respeta-

bilidad poUt ica. Quid csta considerac ion inspira de-

cisivarnente la actitud de Hernandez frente a In gue-

102

l!!L~ ._._~ ._._ .. _ .....____~~

su rechazo es menos global e incondicionadn de 10

que parece a prirnera vista; un arttculol como

Politico Internacional. Falsas Teorlas a rnuestra muy

bien como puede combinnrse diestrarnente Ial conde.

na de In gestion de Mitre con la postulacion] de un

estilo de politica internacional especifico de [las re-

publicus dernocra ticas, para defender la seguida por

el gobicrno de Sarmiento, decidido a continuar la

guerra hasta la aniquilacion del adversario

y la! pa-

recer resignado de antemano a limitar el botin de la

victoria para eludir un conflicto can el Brasil

Pcro, mas attn que su dificil insercion en lit clase

politica argentina, es la transforrnacion de 4sta la

que incita a Hernandez a colocar 31 EstadQ, mas

bien que a los partidos, en el centro del escenario.

Las consccuencias del vacto de poder creado en

Buenos Aires por el derrumbe del rosismo ~e han

agotado ya hace mucho: la creacion de una base poll-

tica par una rnezcla de aratoria enccndida y I accio-nes insurreccionales. es hazaria ya irnposible] Para

quienes cornicnzan una carrera politica, incluso laconquista de asccndiente sobre un sector organiza-

do de opinion es extrernadamente difici!: la gravita-cion de corricntes movilizadas a partir de discutibles

solidaridades faeeiosas ha sido reemplazada por In

de rnaquinas electorales tan reducidas como *elico-

sas, y Ia ident ificacion con las sordidas hazarias de

estas, si puedc Iacilitar cl cornicnzo de una carrcra

politica, no favorecera su exitosa prosccucion I (jefe

de un partido nacional, Leandro N. Alem nunda iba

a lograr, Iuego de 1890, que sc olvidasc del to~o su

pasado de gran elector autonornista en Ia parrbquiade Balvanera). .

Las consecucncias de esa nueva situacion pueden

scr part icularrnente serias para quieti, como I Her-

nandez, intenta sacudir cl lastrc de un pasado derna-siado largo para alcanzar plena respetabilidad ]poll-

Q El Rio de la Plata, 13 de noviembro de 1869.

103

O o - " __~__ . ••• ,o 'm___ _ _ _ 1

tica; aunquc mas atcnuadas. sc dan tarnbien para los

rniembros de nuevas prornocioncs, dispucstos a em-contra los restos aim dernasiado vigorosos de los

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prendcr una carrera publica. Su cxito dcpende delfavor del Estado y quicncs 10 controlan: de la bene-

volcncia "de cs tos dcpende en cfccto tanto cl acceso

a pos icioncs CIl el parlarnento que pueden asegu-

rar a sus j6VCllCS t alentos un comienzo de cclebr idad,como a los rnodcstos pucstos burocrat icos que per-

rnitcn aguardar can mas pacicncia el desahogo trai-

do por el exito politico.

Ello conficre a In actitud de Hernandez, que sequicre intcrrncdtarto entre cl Estado y una masa de

ciudadunos quc rehusan por el momento organizarse

en colcctividadcs pol it leas, un caracter mas rcpre- )

scntativo de [0 que su cxccpcional trayectoria previa

haria espcrablc, La peculiar rclacion con cl Estado, ,

Irentc al cual, aun para modificar su rurnbo. es pre-

ciso mantcner un prcjuicio favorable y reducir en

10 posible la's areas de confroritacion, se traduce ne-

cesariarncnte cn una progresiva limitacion del Irnpe-

tu reforrnador que 10 anima; tarnbien en esto, " el

vcte rano de In politica Iacciosa anticipa las aetitudes

de los protagonistas de la ctapa que sucedera a Ia

rnucrtc de 1::15 facetones historicas.As! y todo, la nueva Iorrnulacion del credo liberal,

que Hernandez propene como correlate del consenso

politico cuyo surgimiento pcrcibe, modi fica en dos

aspectos cscncialcs cl canon del libel alismo mode-

rado vigente a partir de Caseros. En primer lugar,

recusa la idcnt ificacion entre cl credo liberal y los

rcdueidos grupos politicos que en 1852 0 en 1861 eli-

gieron cicrtas opcioues al cnfrcntar altcrnativas que

rctrospectivarnento 110 parecen ya haber sido la de

la libertad y cl despotismo; postula adernas una

apertura a lnspiraciones idcologicas mas abierta-

mente dcrnocraticas c innovadoras que las que el

clima contrarrevolur'ionario de Iii dccada del 50 habla

hecho aconscjable exhibir. Hernandez no quierc ubi-carse en ningun justo media, no vacila par el con-

trario en subrayar los elementos ut6pieos de su

orientacion ("Ia utopia del Bien") y en proclamarse

combatiente, en nornbre del progreso indeflnido,

• • . ;; . i' : ~ ' .

prejuicios y rutinas de un pasado pOI' definicion

deplorable. Pero su liberalismo democratico y radi-

calrnente reformista tienc en com un can el liberalis-

rna rnoderado de Mitre In reticencia para definir

can precision SllS objetivos ult imos. En Mitre esa

reticencia sc inspiraba en cl dcseo de hacer del Par-

• tido de la Libertad el unico representante IegHimo

de una sociedad compleja, cuya esencial armeniano podria eliminar del todo el surgimiento de inter-

nos conflictos de intereses; si Hernandez denuncia

esa pretension como abusiva, y ve en ella una ten-

tativa de justificar la tirania de 1a Iaccion sobre la

sociedad que pretende representar la elirninacion

de esa intermediari a espuria sera justificada postu-

lando la necesaria armonia entre la sociedad, de

nuevo esencialrnente concorde, y el Estado que debe

ponerse al servicio de ese acorde de voluntades e

intereses.

Hernandez, al dejar atras el sangriento laberinto

, de un pasado faccioso, busca entonces para SI Y

para su pais un nuevo estilo politico marcado par

el predominio de ese heredero inesperadamente .vigo-,

roso del choque supremo entre las Iacciones: el Es-tado nacional, fortificado en el crisol de la guerra

paraguaya y progresivamente Iibcrado de los VIOCU-

los con la Iaccion que desde 1861 penso transfer-

marla en instrumento para consolidar SlI predorni-

nio. Esa nueva definicion politica esta ya presente

y madura en sus cscritos de El Rio de la Plata: la

interpretacion de la trayectoria de Hernandez que"

intenta contraponer, al rcformador radical de 1869 Y70, el rcsignado conforrnismo de la etapa de plena

integracion al oficialismo que sigue a 1880 (primeropropuesta por Ezcquiel Martinez Estrada y luego

aceptada con inespcrado entusiasrno par muchos de

"los que reeusan la imagen en ella implicita de la

Argentina ros is ta y posrosista) parece desplcgar tern-poralmente una contradicc:i6n que esta presente des-

de el cornienzo en los escritos politicos de Her-

nandez,Esa interpretacion endfentra estfrnulo en la pre-

scncia de altibajos bru talcs en su cnrrcra politica.

Estes no han ccncluidc en i870 cuundo crcc huber

[ inulmcntc nrr ibado ;_t puerto : .q_; .uro, a [a sornbra

dr: un Estndo nacional que ahanclona rapidarncntc

,

Iuc~~n :Ie fa dcrrota de! p rirnur alzamicn!d iorclanis-

ra- ;l':dc <l la crisis abicrta cort Ia c::n:cdc.tatura de

1\vel lanccla para SliCCUCi' a Sarrn icnto, y I su culrni-

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su or~~nt~~ci(H1 faccio;':1. rocc; moses dcspucs de rc-

cibir "'fa visita de ~;:Jl"micnlO, Urquiza cs ascsinado

por participarucs en la rcvolucion provincial que CD-

loca en cl pcdcr al m;t:; irnpurtnn tc de sus se'3t<ndo-

ncs, Ricardo Lopez Jordan, Hcrnanclcz quicrc per un

memento crccr cue aun cs posib lc salvar el fl":igil

entcndimicnto entre cl gobicrno r acional y c! [r;£!c-ralisrno cnt rcrr iano: sc dcclara scguro :!e que Lopez

Jordart sabra condcnar cl crimen q< . JC 10 beneficia

y Iacilitar cl cast igc cjcrnplar de los rcsponsablcs,

Lopez Jordan no quicre y no pucde haccrlo: Sar-

micnto sc dispone it lanznr todo cl peso de! cjcrcito

nacional sabre Ia provincia as! acorralada a una

dcscspcrada rcbclion, que no logra siquicra dismi-

nuir cl ritmo de avancc de esc nuevo conscnso poli-

tico que Hernandez sc hn ant icipndo a definir, y del

que nhora sulo qL1eda tutalmcntc rnarginado cl jor-

dnnisrno. En \< 1 altcrnativa que Iinalmcntc sc ha

mostrado includible, Hernandez pasa a apoyar la

causa de la rcbelion en trcrriuna, pcro. advicrtc me-

jo r que cl jcf c d e t'~;ta 1 1< :> .s taque punto c l nu evo

contexte politico nacionnl conclcna de antcmanocualquicr movirnicnto que no supcrc cl {1mbito pro-

vincial. Las alternatives que qucdan ablcrtas son:

trnnsforrnar cI alzamicnto cnt rcrr iano en punto de

part ida de uno nacional capnz de abat ir al gobicrno

federal, 0 ganar para 01 cI apoyo arrnado del imperio

bra silcno, ·que !c pcrrnlta rcconst ruir en su provccho

Ia Conlcdcracion urquicista opor 1 0 rncnos asczurar

la indcpcndcncia de un estado mcsopotumico coloca-

do de heche bajo la nrotcccion imperial. Ninguna

de csas alternatives sc prcscnta Iaoil, Oucda una tcr-

cera: lograr un avcnimicnto con cl gobicmo naclonal

que no suponga lu dcrrota total de la causa rebcldc.

E~;cuvcnimicnto solo sera posiblc si el gobicrno debe

rtf ronta r crisis aun rniis urgerrtcs que la ocasionadn

pOI' In disidcncia cntrcrr iana, Sc cornprcndc con que

alborozo Hernandez -dcslerrLldo en Montevideo

lO G

na:.:i(); ' en La infortunnrla rcbclion militar [que cnca-

bel.:'. M.itn~ en 1874. La ocasion c:; ahord,: C:]:ortuna

j;"l";t c retorno a urn prcdica periodfst ica (lUC con-

I!1'I~\ kt de hi Rio de fa Plaia: Hernandez !intcntJ de

nuevo haccrsc ....ccro de un conSCl1SO dcst inado a

abarcrr Iucrzas mas Y: .l.sUS qucesa fraccicn del

Icclcralisrno que hn venidu sobrcvivicndo lobstinada-

mente a las partidas de dcfuncicn prodigadas a 10

1<lrgo de los afios POl' su Iat igado militantc.

Los tcxtus de 1874 rnnrcan un distanciarnicnto attnm.is complete [rente a la t radicion Iacciosa: csta no

rr~l\'itrl ni siquicra cornu clemente nczafiivo en cl

dcsurrollo historico argentino: en esc p~pblha sido

rccmpluzadn pOI' !O~; hombres supucstamdntc provi-

dcncialcs, que durante casi media siglo 1~an tcnido

al pab cnccrrado cn un labcrinto de sangre en cJ

vane intcnto de pcrnctuar su dominic. Esos hombres

f uncstos son Rosas, Urquiza y Mitre; cl dcstierro y

la vcjcz hall anulado gl prirncro, una mucrtc con

cuvas moduiicladcs Hernandez parece haborse rccon-

cil iado ya POI' cornnlcto hizo dcsapareccr a] segundo:

solo Mitre sc obstina en avcnturas que l~O POI' rc-

malar en rr!.1C;l~;OS each VCl. mas clarncrosos son me-

nos Iuncstas: elias Icgran distraer a in. nacion de su

mas urgcnte tarea, que cs la consolidacion institu-

cional y Ia conquista del progreso cconomico.

La nacion '! cl agcnte pot cxccicncia cah que ella

cucru a: dEstado. La idcn tificaciou con cstc c:; aun

rnzis vehcrncntc que en 1869 y IS70; si 6 crimcra

vista f~\ altiva condcna en la ultima ernordsa subvcr-

siva por un vocero de Ia pcnultirna licrlc algo de

sorprcrrdcntc, rcf leja cn todo caso muy tibn 1£1.con-

Iianzu Cf' la progrcsiva af i rrnacion de esc Esto.do na-

cional que Mitre organize como agcntc dt una Iac-

do", Sarrnicnto quiso indcpcndicntc de bd laccioncsy Avc! lancda se apresta a redefini r curta arbi troentre cllas. No C~; sosprendentc que cl dcricntace del

proccso, alcanzado cuando Rosas haca del! Eatado cl

protagonis!a privilcgiado de una accion politica que

10 7

,._ . ' .

qursrcra vcr rcducida a act ividad admirris t rat iva, $1 un cuarto de sizlo d i f !ci fmcn le podrfa ciejar de

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cucntc tarnbicn con el nscntirnicnto Icrvoroso de un

Jose Hcrnrindcz que ver.i en CI, a 1<1VC7. que 1<1tan

anunciada clausum de la clara de csterilcs conflietos .

Iacciosos, la rcalizacion de su modesto sucfio de in-

tcgracicn plena en un:-i clasc po\itica en b cuai su

agudo talcnto It: daba dcrccho a ocupar posicion rnu-

eho mris importantc que la ofrccida tan tardlnmcntc

por 511 compJ icado des! ino.

iPcro que ef icacia pucdc con.scrvar la inspiraciondcmocratica y Ja audaz apcrtura al luturo -can las

que Hernandez sc idcntificaha sin duda sinccra-

mcntc=- en un contexte como esc que cI misrno Her-

nandez definc y acata, y que esta marcado por la

crecicntc consof ldacion de un Estado que, POI" cierto,

110 ha arnpliado sus bases socialcs al abandonar su

originarla definicion estrcchamente facciosa? Esainspiracion, csn apertu ra, su ponen un en r iquccimicn-

to y una actuallzacion de In cultura politica frente a

la del anquilosado mitrismo: cs rnuy comprcnsibleque, junto con Hernandez, hayan percibido sus

atractivos csas nuevas gcncrncioncs de In clase po-

litica que no quisicran ser dcjadas atras par la mar-

cha de lns ideas en Francia y Europa. Perc, al scrvir

de apoyo para una idcntif icacion sin. rcservas can el

ascenso oe un Estado aS I dcfinido, renuncian de an-

tcrnano a inspirar Ull sistema prcciso de propucstas

altcrnativas a las Iormuladas a mcdiados del siglo,

en cI eli rna idcokigico de reflujo posrcvolucionario

que habia dcjado su marca indclcblc en cl libcra-lismo mlt r lsta. Esto haec entonccs cornprensiblc que

para rnnrcar sus distancias can cl mitrismo, Hernan-

dez no 11<1\':.1cudido a una dilcrcncia dc inspiracion

Idcologica, cuya icrclevancia practica no podrfa es-

caparsclc, y haya preferido Iulrninar en Mitre cI etcr-no subversive; cncmigo invctcrado de cualquicr or-

den cstablc.He aquf como -incIuso para quicnes intcntan to-

mar rmixirna distnncia Irentc al conscnso alcanzado

a rncdiados del siglo-- los elementos de continuidad

prcdorninan scbre ]05 que impondrian una ruptura,

Aun as l, la vigeneia de csas propucstas ya viejas de ca-

i D S

ser afcctadn par c111ccho de que -en Ia largn ctapa'

en que Ia atencion prirnero conccdida a cllas Iue

postergada ante el rcnacimicnto incspcradarncnte

vigoroso de las luchas facciosas=- el pals ha eomen-

zado ya a cambiar de modo irreversible. (A~I, esc

Jose Hernandez que cornenzo su. "ida publica en me-

dio de Ia guerra de montoncra, en las agrestcs sole-

dades del sur de Buenos Aires, cuando In rctoma en

su provincia nativa en estilo rna:: ; pacff ico va a sor-prenderse celebrando el aniversario de Ia Republica

Rornana en medio de esa muchcdumbre italiana que

Ia inrnigracion masiva habra traido ya al Plata.)

Attn en ausencia de todo proposito dcliberado de

revisar los terrninos del conscnso dcf inido a media-

des de siglo, lese t rasfondo ya ir'remediablcmentecarnbiado no induce a redef inir lo asf sea inadver tida-

mente? La respuesta afirmativa que esta preguntatendenciosa .solici ta solo puedc alcanzarse a traves

de UT: balance precise de 10 que ha muerto y 10 que

sob revive de un legado de ideas nunca recusado ex-

plfcitamcnte. Para clio se requicre explorar que rno-

tivos dentro de ese legado son no solo evocados con

mayor frccuencia, sino sobrc todo utilizados para

deducir de eUos solucioncs relevantes a los proble-

mas del dia: cuales, en cambio, son pasados en s ilcn-

cio 0 mencionados tan 5610 para alegar artif iciosa-

mente que ciertas soluciones que los contradiccn noson incompatibles coo su perrnanentc vigencia.

EL CONSENSO DE$PUES DE LA DISCORnIA

1) Los instrunientos del cambia. Una exploracion

asi encarada esta condidonada, en un aspccto muyimportante, par la naturaleza misma de los tcstirno-

nios .. Estos no refleian ningun dcseo de revisar de

modo sistematico los distintos proyectos de creacion

de una nacion nueva f(kmulados a mcdiados del

siglo. Ello significa que van a dcjar nccesariamcnte

109

de lado c1 hecho -sin embargo capital- de que en

e50~; proycctos cnda uno de 103 instrumentos de

carnbio va intcgrudo co un plan de construcci6n

Manso, la docente y per iodista cuya influencia sabre

la polrtica educative de Sarmiento hallaba insopor-

table, ponian en tela c1e juicio la decisi~n de haeer

de la cducacion popular uno de los objetivos cen-

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nacional, cuya nota distlntiva no sc hallaba en que

se rcl'luTiesc a ellos sino en el modo de su ar ticula-

cion y en los Iincs a cuyo servicio se trataba de poner

su inl'lucncia.

Junto can ello cone ricsgo de pcrderse de vista

que esc lcgado renovador al quc sc rinde ccnstante

homcnaje no propene un rumba unico, sino varias

opcioncs altcrnativus. La que habla separndo a AI·

berdi dc Sarmiento 0de Frias no era, en efccto, unadif'crcncia de opinion sobrc In ncccsldad de acudir a

la inmigracion a a la inversion cxtranjcra, 0 la deIorncntar los avances del transportc y los de Ia edu-

cacion, sino prccisarncntc sobrc cl mudo en que esos

Iactorcs dcblan SCI' intcgrados en proyeetus de trans-

Iormacion global. cada vcz mas pcrdidos de vista a

mcdida que csa t ransfo rmac ion avanza,

De C::05 elementos vistos de modo cada vez masaislados, Ia cducacion popular -a pcsar de las reo

servas que en su momenta habla Iorrnulado Alberdi=-

no sent nunca uno cn lorna al cual In coutroversia

arrccic: 1::\\np0l.:o'rccibir{\ mucho m{u que cl horne-

najc de una adhesion tan total C01110 distraida. AunSarmiento, que sc ha identificado mas que nadie con

CJ , no lc hn de conceder en los aries de 1862 a 1880

la atcncicn que lc otorgo en ctupas anteriorcs y vol-

vera a consagraric en sus afios finales. Su gobicrno

irnponc sin durln una rcoricntacion scria del cS~t.,crzo

del Estado hacia 1 4 1 cducaclon priruaria y popular

(rnicurras su prcdcccsor habia buscado sabre todo

cxpandir In cccundarla): el hccho de que, gracias a

cllo, la presencia de fa meta cducat iva cc t raducc enactus no ententes de objctivos politicos mas .inrne-

diatos (como In Iorrnaclou de una burocracia que se5:10C liguda al goblcrno que la crco ) invita a que arre-

de cl debate en torno a csos aspectos Ia terales. Pero

1 1 1 quicncs cvocaban burlonamcnte a un Avellanedaconducido a Ia prcsidcncia por un scquito de cnno-

nigos gordos y maestro s Ilacos, II i Jose Hernandez,

cuando pcrscguia cun ataques dcstcmplados a Juana

I

I

110

trales de cualquier accion de gobierno.

La inrnigracion clcspierta rcaccioncs r 9 a s matiza-:

cIa::;, que sin embargo tampocu alcanzau F t poncr en

ducla fa validcz de csa meta, ni nun" sorncter el pro-

ccso inrnigrntorio, tal como sc dcscnvucls]c, ul juicio

SCVCl"O que Sarmiento solo emp rendcra * partir de

1882. Tipica cs en cstc aspecto fa act itud Ide Hernan-

dcz: sin duda en 1869 sc eleva contra la posicion de

E l N ac iot iu ! (cl diario rruis cercano 8 .1 l prcsidcntc

Srumicr.to que par ccc haccr de la lnmigrnciou una

panacea para los problemas lwdU!1alcs, ~t llcga en-

tonccs a afirrnar Que la inrnigrucion cxdesivamente

nurncrosu csui agrnvando el impacto de U crisis eco-

norn ica en curr o. Pcro se aprcsura a agregar que Iarcsponsab il idad pur clio no C5 ni de los [nmigrantes

ni de Ia politica inrnigrntoria: si tantos ide los prl-

meres dcbcn "buscar su subsi s tcnc i a Iustrando za-

patus, 0vcndicndo numerus de Iotcria", dllo ~c d.e,be

'1 la total bancar rota de la politica dc colonizacion,

que dcbicra of recerles la altcrnativa de constituirse

cu pruductorcs agrtcolus indcpcndicntcs.l Y SLlS re-

scrvas r rcn tc a la idcoluaia ill migratoria i no son 10bustantc Iucrtcs para impedirle publicar lias conclu-

sioncs de Manuel Suez, quien, tras de [ofrccer un

cuadro sombrio de IdS pract icas polit icas] argentinas

y concluir que cllas son consecuencias ,~o . s61? delcscaso I'llrncro, sino de Ias pcrvei "sas lri clinaciones

de Ia poblacion nativa, que ni las lnmsfprmaciones

sccialcs son capaces de desarraigar, propene. opener

a esta una masa par 10 menus cqui\'31en~c de inrni-

grandes del norte tie Europa >.

a A<i cscr ibo en "La gran cuestion de la ntpuhlica Ar·

geatir!~' (U tu« de la Plata, 13 de nbril de 18ifG) que "Un

UH::Eu cos qucrla de curar tOU05 nuc"tros ma1?s": "doblar

nucstra p:Jbbci,b con inmigracicn r.Oi'tellrU]l~a", la queUrI'C~C 1;13 ~igll;C[](CS vcn tuj a s: l"La prillwrn e~ su costumbre del lra~ajo, Poro Iavore-

cidos pOl" l a natural cza los pai ses septent rlOnale~ de Europa,

11 1

L, confrontaciun entre las propucstas rcnovadoras

y los resultados de su aplicacion a rncnuclo solo par-modo de acelerar Ia CrCL1ClOrl de la red ferroviaria

es ,dejarla a cargo de Ia iniciativa extranjcra, que

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cial, cs menus Iacil de esquivar en cl area cconomica.

Elln sc da sobrc todo al cst irnulo de intercscs pre-

cisos, que sc vcn afcctados par las solucioncs adop-

tadas por cl Estado. Nada sorprcndcnte cncontrare-

mas de nuevo en cstc campo, antes que una revision

sistematica de las prcmisas en que sc apoyan los

proycctos coctancos de Caseros, una discusi6n por-

mcnorizada dc aqucllos de sus corolarios cuya apli-

caclon cs vista, par scctorcs dotados de alguna in-

Ilucncla, como pcrjudicial para su prosperi dad.

S610 ocasional y tarclfarnentc se discutira cntonces

la aperture sistematica al capital y la iniciativa ceo-

nornica cxtranjcros: con mayor Irccucncia se oiran

protcstas Ircnte a la supuesta tirnidcz con que se

la implcmcnta. En Buenos Aires, cl hccho de que e1

primer fcrrocarril, crcado par la iniciat iva de capi-

talistas locales.vpasa lucgo a ser de propiedad de la

provincia, es visto por rnuchos como una ano~a:ia.

Ya en 1857 Sarmiento ha subrayado que cl uruco

solo por media del trnbajo del hombre han partido crcarsc

elementos pnra supljr In Ialta del favor natural y alcanzarIn nltn r.ivilizncion que los distingue. EI trnbaio cs una

condicion indispensable y par 1 0 m i smo es una costumbre

eu sus hnhitnntcs,Ln segundo C5 $11 moralidad, EI trnhajo continuo yla

acci.in poderosnde un clima r igido, son des causas natu-

rules del nrrnglo de vida en los hombrns,' Iueru de otr as

causes mornles que por In notor icdnd del hncho se hace

inncccsario consignnr.La tcrrcrn es ;n robuste : [is ica. Poria inf lucncia cl ima-

tcrica en cl or gnnismo animal, eI t rubaio personal y cl ge.

nero de vidn el desarrollo Fisico del hombre Sf! dect\,n de, .un mor lo per fecto, cor rsc r-vundose una r07.1 1 joven, sana y

rohusta que cs Ia mas a proposito para regcnernr In nuestra

dccnvoutc.L~ CHarta es su arnor a la l ibcrtad , Las condiciones Ils icas

cspcciales n que cstan sometidas Ins pohlacioncr, J1O!·t~uro,DC:lS han Iormado en ellns un caractcr y una indole que

ha n ' J lC~ho posiblo y pro longada In cxistencia de gchicn~osrcgulnres, bajo los cualcs la lihertad en d ordnn ha ~ellldo

un extenso campo de desarrollo. nun cuando e50S gobicrnos

no llevcn el nom bre de dernocni ticos",

112

debe cer atraida mediante gencrosas conccsiones de

csa riqucza que el pals posce en abundancia y no

pucdc POI' el memento utilizar: la tierra, condenada

a, permanccer insuficientcmcnte cxplotada rnicntras

fallen medias de cornunicacion. En In dccada siguicn-

tc, El Nacional propondra mas directamente 1a trans.

ferenda del Ferrocarril Oeste a manes privadas y

britanicas: es esta una de las propuestas oficiosasdel gobierno de Sarmiento que cncuentra mas en-

tusiasta aprobacion de Jose Hernandez.

EI papel central de! capital extranjero en la ex-

pansion economica argentina no es entonces objcto

de ser ia controversia: cuando Mitre, en 1861, dedica

su aratoria entusiasta a cantar las glorias del capital

britanico, no hace sino dar voz a una convicci6n que

cornparte con sus enemigos politicos. Aun menor

controversia cornenzara par despcrtar la apelacion

i1imitada al credito extranjero, si bien no Ialt an que-

jas sobre el uso poco productive que el Estndo haec

de el (de nuevo no es sorprendente que estas quejas

provengan a menudo de quienes se identifican con

alzamientos reprirnidos gracias a la superioridad rrn-

Iitar que el usa del credito esta conquistando para

el gobierno nacional ). Hernandez es uno de Ius mas

entusiastas partidarios del endeudamiento externo,

medio a su juicio indoloro de allcgar los recursos

necesarlos para un rapido progreso.

EI consenso se hara mucho mas rcticente en torno

a Ia Iibe.ralizacion del comcrcio cxterno. POl' una

larga etapa cI Iibrecamblsmo va a ser reconocido

como un principia doctrinario irrecusable; aun du-

rante ella, sin embargo, la necesidad de proteger,

mediante s610 aparentes dcrogacioncs a esa doctri-

na, ciertos sectores de Ia cconomfa local, va a ser

vigorosarnentc subrayada. Asi. Nicolas Calvo va acornenzar expresando su solida fe librecambista,

para concluir que no es posible sacrificar a princi-pios sin duda validos los concrctos intcreses de los

artesanos de Buenos AircsJFmientras Bartolome Mi-

tre, aplicando una linea de razonamiento que no deja

113

de scr ingcniosa, xost icnc que Ia protcccion tar ifar iaLit: los t rigos producidus en Buenos Aires $!)Iu apa-

rcnlcmcntc sc apar t a de csos principios: si idcalmcn-

,,

dad de que SlI carnparia ic pcrrnita volvcr in scr visto

pur la opinion publica portcua como c! d¢lcl1sor percxcelc ncia d: los inrcrcscs de Ia prov;ne)~, uu papcl

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tc los productorcs locales dcbicran cstar dispucstos

:l :1Wi,mlar ]a concurrcnci:1 del rrigo importado, por

cl memento lcs cs imposible haccrlu porquc cl Esta-

do no ha creado para cllos un adccuado sistema de

cornunicacion: micntr as la dcsidia de este haga masca r o cl Iansportc de trigo a Buenos Aires dcsde los

ccnt ros de la cnrnpafia que dcsdc ult ramar. cs deber

elemental del gobcrnantc no descar gar sobrc los

pobrcs labradorcs las consecucncias de sus propiasculpas-Un solido conscnso va a afirrnarse cntonccs en

torno a los principios basicos de la rcnovacion ceo-

nomica postulada para Ia Argentina; aun nllf donde

cstc sc haec monos cntusiasta, csa rclativa tibjeza

sed tarnbicn ella vast amcnte cornpar tida y se trans-

Iorrnara en tin clemente mas de esc implicitc acuer-

do que Line a los mas f icros cnemigos poli ticos,

No por clio van a dcjar de incorporarse tcrnas de

debate cconornico a la controvcrsia polit ica: csto sc

debe sin embargo, sabre lodo C\ la ut ilizacion ocasio-

nal por un grupu politico de un conflicto del que es-

peru obtcncr, f !r ;)cias a St1S lomas de posicion, nuevos

apoyos. Esa ndhcsion a la vcz efimera y violent a a

c icrtns soluciones econ6micas C$, a menudo, tacha-

da de poco sinccra: sin cntrar a analizar cl merito

<k lu acusacion, cs ptcc iso convcnlr que su cstfmulo

pri ndpal no dcriva de tina conviccion perrnanente

en la validcz de cier tas solucionescconomicas, Es

ejcrnplar en cste scntido la carnpaiia lanzada pot

Mitre para rcservar ;1 la provincia de Buenos Aires

la eOl1slruccion Y ndministrncion del puerto de In

capital. En d cursu de ella va a afirmar que la no-c :O I1 de que cl Estado cs mal ndrninistr ador es 5610

un prcjuicio nacido de la ignorancla , y tambien encstc pun (0 va a cncun trar In [ntransigcntc nposicion

..de Jose Hernandez, que la declara sacrosanta ver-dad. Acaso Hernandez estc en terrene mas solido

cuando sugicre que Mitre no esta tan vivarnentc in-tcrcsado en cI tcrna en debate como en la posibili-

III

I

1I·~

IIL~ . _ J

que _In dcb ido clcscuidnr mient ras ocupo la prcsi-

dcncia de la nacion. Fcro no cs execs iva mallein pre-

guntarsc s i cl subito intercs de Hernandez POl' cI

Estado ('~rcsario, v sus conclusiones sabre cl pro-

b!cm<1, aunquc cxprcsion de conviccioncs] no impro-

visadas, no deben algo de In desdcnosa Iirmcza conque los expresa a una motivaci6n (an 1 cxtrfrtscca

como la que =-probablemcntc con just icia-c- achaca

a Sll cterno adver sa rio. iS610 en In decada del setcnta, algo parecido a un

debate sabre principios econornicos comicnza a

desarrollarsc en torrio al punto del prograrna renova-

dar que desde eI comienzo gaze de apoy~ mas rcti-

eent~: el protcccionismo adquicre ahara nueva respc-tabilidad al ser presentado como altcrnativa valida

a un Iibrccarnbismo antes recusado a veces en los

hechos, pero no discutido en su validez le0ric<1. Esde nuevo -como en Sarmicnto- cl ejcrnplo de los

Estados Unidos el que invita a poner c , r . duc'a lasabidurta de un programa de accion que be n:j uzca

a abrir las compuertas a la turnultuosa ~h'Z',::!6n de

f~c,r,zas cconornicas cxtcrnus. Perc I~E-; t::lT!:'.C; de po-srcron en favor del protcccionisrno -:1l';j-Q'_'c sinto-

rnaticas de un primer rcsqucbraj::lmicntc! en d con-

sensa que ha rodcado las lincas rnayorcs ~c! progra-

rna de carnbio ccortornico=-- alcanzan cC0 relativa-

mente reducido y estrin lejos de suponcr ~Inccusa-

cion g:obal de los supuestos a par tir del 105 cualcsIuc ernprendida la const ruccion de un nuevo pais,

La razon para clto puede buscarsc en d hc~ho de

que 1 : 1 : : ; , formulacioncs protcccionistas ~:(~10pucdcn

ganar favor en la mcdida en que sc haccri exprcsionde [as rcscrvas de scctores -';;:1. influvcntc.s] (lC In ceo-

nornia argentina [rente al· dcscmp-eiio c i l : csta: cs

sugcst ivo que 1<15corr icntcs protcc<..:iunj~;tl\" se afir-

men en rnumcntos que cl sector tcrr"tc" 'ib' , .~>: : cxnor-tudor halla dif'tciles. y se proclamcn clpadc~; de ofre-

cer alivio a csas dif i cult adcs. va sea l J . . . : m~do directo

=-es asi como el protcccionisrno tcxt il dcbia crcar

t 1 r,

j

un rncrcado interno para In lana, que re sultaba cada

I

vilizacion sino tarnbien de poderio economico v polf-

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vez mas dificil instalar en ultrarnar-c- u indirccta-

mente los irnpucstos a la import acion, EO deja de

sugerirsc, pueden sustituir cun vcntaja a 105 que

gravan Ins cxpor tacioncs. Ahora bien, no hay duda

de que csos seclorcs econornicarncntc dorninantes

dcben en buena parte Sll posicion priviJcgiada a una

linea de desarrollo a 10 1 que -rese ::I las larr .cruacio-

nes de las que no son avaros+- pcrrnancccn apega-

dos ell 10 sustancia 1, aunquc quisicran in t roducirlealgunas correccioncs.Pero hay otra razon sin duda aLIIl mas cscncial

para que la disidcncia que el proteccionismo irnplica

perrnanczca cnccrrada dcntro de lirnitcs rcla t ivamcn-

te cstrcchos, En su version mas extrema, el protcc-

cionismo rccusa la tcorfa de la division internacional

del trabajo (en las mas moderadas, se lirnita a suo

gerir que ella no debe scr aplicada dernasiado literal-

mente). Lo que en cambio no cntra a cxarninar es S I,

al margen de la poltrica cconornica mas 0 menosbicn inspirada del gobicrno argentino, la nueva intirni-

dad con In cconomia mundial no esra consclidando

un law ian dcsigunl como dif icil de rnodif icar canlas areas rnct ropolitanas dc-csa cconornia. El protec-

clonisrno se present a como una de las posiblcs [or-

rnulacioncs de In concepcion sarrnicnt ina del earn-

bio dcscablc, mas dcsconf iada que la alberdiana de

las consccuoncias de Ia accion cspontanea de las

fucrzas cconornicas: can ella compartc Ia fe en que

el (ragi] Estado, que cornicnza a consolidarsc en un

area marginal y dcvastada por dcmasindo Iargas tor-

mentas pohricas, tcndra poder y rccursos suficicntes

para imponer dccisioncs capuccs de tercer cl rurnbo

de esas Iucrzas tan prornctcdor as como tcmibles.

Es esta ultima fc Ia que en clccto subticnde la

prcdica protcccionista, cuanclo no cs sustituida por

otra rnucho mas candorosa, que supone que algunoscambios secunda rios en la lcgislacion c inversiones

publicus igualmcnte modest as, scrrin suficicntcs para

corrcgir los males dcnunciados, Una y otra sc apoyan

en la Ic irnplfcita en que csta abicrto a la Argentinael camino que la culocara en un nivcl no solo de ci-

11 6

tico comparable al alcanzado por las potcncias euro-

peas; cl ejcrnplo de Europa invocado por Alberdi, cl

je csos Estados Unidos que son el unico pais no

curop.ca en vias de realizar csa hazafia, que prefieren

Sarmiento 0 los proteccionistas, senalan sin duda

carninos diferentes pero apuntan ell Ja misma di-reccion.

iSignifica esto que no es advertido el hecho, sin

embargo obvio, de que Ia Argentina es un area mar-ginal, y que su condicion de tal no puede dejar de

pefar duramente sobre su capacidad de Iijar libre-

mente su rumba futuro? Seria excesivo concIuirlo

pero, aunque es evidente que existe una conciencia

rnuy viva de los peligros que esa posicion marginal

supone, ella se cia sobre todo en el plano polftico,

He aquf otro aspecto de la herencia rosista, que AI·

berdi habia desdefiado inventariar pero que los su-

cesores y enernigos de Rosas iban a atesorar: In so-

beranfa polltica va a ser deferidida por ellos con un

celo que refleja su conviccion de que las relacionesinternacionales, y sabre todo las relaciones entre

las grandes potencias y los Iragiles estados en sur-gimiento en las areas marginales, contienen un ele-

mento pelig+oso de hostilidad actual a potencial, pero

en toclo caso incliminable; lin cscrito como Los de-sertores de marinas de guerra", que Sarmiento publica

en 1857, rnuestra hasta que punto perrnanece viva

In conciencia de ese antagonismo. EI hace necesaria

una constante vigilancia para asegurar que la pcrso-

nalidad internacional del nuevo Esiado no surra

rnenoscabo, para que no sea tratado como un reino

barbaro de Guinea 0 de l Asia . . Esto seria inaceptable

par la hurnillacion que supone, pero sabre todo por-

queias nuevas naciones de Ia America espanola son

alga radicalrnente dist into, La ubicaci6n frcnte al he-

cho colonial que esa imagen de la condicion hi-spa-noamer icana inspira esta adrnirablemente reflejadaen un breve escrito de Mitre, tambien de 1857, en

. P3 El Nacional, 17 de abril de 1837. En Obras completas,

tomo 36, Buenos Aires, Luz del Din, 1953.

1 1 7

. J

que (omenta la rcbeliun cipaya. A J. , ,vel. que dcclar:

que descar su triurilo scrta "simpal izar con el crt-

men con la barbaric v con la tiranfu'', y augura la

,

sustanciulmcr.tc dist intn de Ia de Espafi4; ahora

bien, pretender cxplicnr Ia sornbria situacion de un

rais (F'I . : k( uominadu EEIOP:l dnrante b"j dossiglou, ~,l:;f,ndu:ic en su origif!ari~ rnarginalidad, es

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lleg~dil del din en (juc "Ia l u.lia rnas : ' ivilj ,- :aua,hcrctfli·<\ de las inst itucioncs del pueblo inglcs. sc

cmuncipc tIL: su rnctropo!i sin convuls ioncs. 0 par 10

rncuos CII una luchu regular' (uu auguric al que no

sc lc pucdc 11Cg,H' algun Ill~rj to p ru(ctico), subraya

que simpatizar con Ius 31 <',1(,'u:; cs cquivalcntc a de-:;(;;11' "e! t riunf o .lc Callucura scb,c los :.kfcn::Ol.'cs de

h civiiizuciou y cl LTi~;liaili~,lnu": fh;palluun{rtl,l. e3

I;ija de in Europa conquiqadura, y no l,icnc ar!l1 icl~\ l i

alnuna con 1.1') Vkli1Tl<IS de csa c'.)!1qU:SL~1 (aunque

clio no Ic impida ccudcnar cl hi.cho colonial, a part rrde principles comparti:iu3 ya pur' l as mentes mas

csclarcc idas tic los pulses culun izadorcs) . , '

(Es ~s(a una tristo consccucncla del apego ~ una

tkhnicion purarncntc Iorrna: de [<1 indcpcndcIJcla po-

/(t ica, que sc t raduce en Ia defcnsa de un ~statuto

jur idicu inclicaz para irnpcdir la ucpcn?cTIcla real,

y en la rci l! jl !l1icJei~n de, u,n," pc rtcncn<:w (:~ pIC~Cdcrccho a la comunidad CIV ilizada que solo cs totua-

da en scrio pu r fas porcncias hcgcmonicas cU<,l!~do

pucdc scr usada CUlI1Uar!111ntentu en Stl bcnci icio?

He aqui lin resumen abusivumcutc s irrvpl c (Ie l,mnactitud mucho m{15 cornplc]a. Es precise re~oruar,

ell primer t~{'miIlu, que lu que .1 lint's de slglu:,c

llamaran Ins na t"lol leS civilizadas sc llarnan l:t:i1VJU,

cnarulo Hbpanuamcrica intcnta primcro definir ~u

rcbci6~ CUll cllas. las nacioucs crist lanas. Que I-~1S'

p<1Eunmericu integra una comunidad asj ddilll(~L!

parccc dilfcil de rcbatir. La expcr icncia prucba, ,SUl

embargo, que su posicion dcntro de ella cs particu-

lnrrncntc vulnerable: hncia 1850 se haec popular ~a

Iwdun de que cxisic un ricsgo cicrto de pcrderia

si no sc atcnua dlpidamcntc c! dcsnivcl que separa ~

Ins nuevas nacioncs cspaficl as de America de los pa,l-

scs rruis desa rrollados de Europa. Pero <11 stl~enr

remedies no sc busca Ia caw:", piinclpnl del nt:'asoen IJ . condiclon marginal : :!eHispanoamurica, u,n area

que solo haec poco ha dejado ~c scr co!ol1lal; su

situ;lciun nu es, desde In pcrspectiva tie 18.)00 1870,

118

sin dULLl abusive, La cxplicacion debe buccarsc masbien en cl rumba tornado pur Espana -yicon ella

por las cc.lonias que creo a su imagen y scrnejanza-,-

a partir de 1a gran crisis que abrc los tlcmpos rno-

dernos: Ia Cont rarrcforma, mas que las vcntajas eco-

nornicas iucgo ganadas POl' Ius zonas de la ]cristian-

dad no cntregadas a su influcncia, csta en b , ' rafz del

estancamicnto cspafiol c hispanoamcricano rlpara cu-rarlo cs precise atacar cl mal en csa raf~ misrna,

nbr icndo cl rnundo hispanico a Ius inf lujos <jIc Iucra:csa conclusion no ignora los r.csgos irnplicitos cn tal

apcrtura p'cro los just if ica rccordando que 1~altcrna-

tiva de rnantcncr v accntuar cl aislamiento habia sido

ya intentada sin -exito por Ia antigua metropoli.

Y por otra parte, aun quiencs tienen conclencia

rntis viva de csos ricsgos estrin sostcnidos por In se-gur idad de que las naciones hispanournericanas cuen-

tan con los medius de superarlos, si se decidcn a

usar de cllos. Si Albcrdi juzga que la inrnigracion

de hombres v capitalcs, en un marco de autoritaris-

rno politico ~ inmovilisrno social, had de la Argen-

tina una replica y no un satclite de Europa, Sar-

micnto no duda de que una polit ica diferente per-

mitirti repctir cl milagro nortcarncricano ~ orillas

del PInta, Esa confianza es tan viva que, cuando in-

tenta persuadir al rcprcscntantc britanico i en Bue-

nos Aires de que no debe scguir apoyando a ~mRosas

al que prcscnta aun como cl mas serio 9bst~culo

para el progreso econ6mico de la region, ~larrlllento

cree precise tranquilizarlo acerca del pcllgro qu:

esc progreso pucclc significar para los intetcscs bri-

tanicos: no cs neccsario terner -Ie asegura+- que .la

expansion de Ia cconomia ri~pi~tcnse ,dejc1 .d~ ?fr~-cer eomplemento a la econorma mdustnal britanica ,

a "AI senor H, Southern", Crcnica, 20 de enero de 1850,

en Dbras Comp!clas, t, VI. Buenos Aires, Lu~ del Dia,

EH9, pp, 276-295,

119

Mitre sera mas opt irn i sta; en SLl ya .rncncionado dis-

curse sabre EI capital il !g lcs It, en el que sin embargo

Estrada la pOSICIOn de la carnpafia en Ia Argentina

republi~ann repite Ia que Ia Espana conquistadora

signa a las sociedades indigcnas sabre c~ya explota-

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intcnta avcntar los males rccucrdos ~de'la ctapa <l~e-

nas dcjada atras, cuando el poder- de .?ran Br.e~ana

apoyo obstinadamcntc a In confcdcracion urqUlcls~a,y adopta para cllo un tono pcsadarnentc adulat~no,

no deja de recordar que 'Ia Iuglatcrra de la Glonosa

Rcvoluckin cstaba. cconornicamcntc menos dcsarro-

llada que In Argentina de mcdiados. del sigl? XIX;

en rncnos de 'dosclcruos aiios Argentina habra alcan-

zado y quiza sobrcpasado a Inglatcrra . ..

.Ni una dlsldcncia politica que prcl ierc por dcrna-

siadas razones ddinirsc en un plano anccdatico: I l ; i

un precise proyccto alternativo. ~e carnbio econorrn-

co-social vicncn cntonccs a dcbilitar In segura fe en

'que -como qucria Alberdi- I n c d a d de oro de 1 < 1

Republica Argentina cstaba en el futuro,.y que des-

de mcdiados del siglo habla qucdado abierto cl ca-

mino para esc futuro. Peru esa segur idad, .qu.e no

ha debido siquicra probarse can t~a I~" Ob}C_clOOesIorrnuladas dcsdc ninguna pcrspectrva ideologica de

vcras disidentc, cs mas vulncr,,;ble a_l tcst~momo a

.mcnudo inquictantc que In .reahdad I~n:.ed!ata ofre-.

cc: las vacilacioncs, las crccicntcs arnbiguedades queminan csa fc nunca rccusada naccn cast siernpre,

scncillarncntc, de mirar a in Argentina. A la. Argcn-

tina y dcntro de ella a csa carnpafia cuya mlser:a ybarbaric habian parccido, antes de .1852, prueba irre-

bauble de In ncccsidad urgcnte de comcnzar In cons-

truccion de un. pais nuevo hasta sus cimientos.

LA CAMPANA Y SUS PROBLH,lAS

En 1873 Jose Manuel Estrada ofrecc, en tin cuadro

de Iucrtcs relieves, la que ya ha llcgado a scr 13

imagen dorninantc de In ~ampar~a y su lugar en una

nacion que desdc haec vcintc anus lin venido procla-

mando la urgencia de camb iar los radicalrnente. Pam

b Bar to lome Mitre, t1rcngas, Buenos Aires , Casnvalle, 1 8 8 9_

120

cion afirrno su dominic, La campafia existe para Ta

ciudad; esta avanza en riqueza y civilizacion gracias

a 10 que aquella produce; pero esos avances no han

de trasponer 105 lfrnites urbanos. En 1845, Sarmiento

habia contrapuesto una carnpafia sumida en Ia Edad

Oscura, a ciudades que vivian la vida del siglo XIX; ,

el esfuerzo consagrado a corregir esa anomalia ha '

terrninado al parecer por agravarla,Estrada ubica asf el problema de la carnpafia en

un contexte temporal y espacial muy vasto: fa histo-

ria de la entera Hispanoamerica a partir de la can-

quista. Ello no irnpide que la realidad que intenta

explicar no abarque ni ' aun a Ia : entera Argentina:

cuando habla de 13 campafia, Estrada se refiere a la

de la provincia de Buenos Aires.>

.. No es -el unico en hacerlo: es, en efecto, en la pri-

rnera provincia donde el contraste entre progreso.

urbario y primitivismo de la vida carnpesina es mas

evidente, y ello no solo porque su capital es la de In

nacion y a Ia vez el primer puerto de ultrarnar de

esta, y se moderniza con ritmo febrjl. Hay otra pecu-

liaridad min mas decisiva: es en Buenos Aires donde

In presencia amenazante de Ia Irontera indigena toea

de cerca a las zonas rurales dinamizadas por .Ia ex-

pansion de Ia economia exportadora, y contribuye a

dar allf un tono peculiar a las relaciones entre el

Estado y sus pobladores. La. arbitrariedad adrninis-

trativa, que en todas partes conoce menos atenua-

ciones en Ia carnpafia que en la ciudad, se trans for-

rna aquf en instrurnento de un . sistema de defensa

del territorio cuyas exigencias entran en vivo con-

flicto con las de Ia economia productiva: si paulatl-

narnente ganados y caballadas pasan a estar mejor

protegidos de las caprichosas exacciones del poder

politico, mientras dure la arnenaza indigena los hom-bres perrnaneceran Iibrados a sus crueles azares.

,No es entonces sorprendente que Alvaro Barros

coloque el tema de Ia front era en el centro de su

discusion de Ia economta-eganadera portefia. Perc,

pam Barros, .la Irontcra ofrcce s(Jlo cl cjcmplD mas

extreme de las consccucncias que pucdc alcanznr laIalta de protccclon n Ius .dcrcch[J~; nrivadoc. (!UC es

correlate de ln urbit raricdad de! poder adrninistra-

tiva. L, supucsta del cnsn icontra cl indio ha sido or-

campafia a merced de adrninistradores. necesaria-

mente arbitrarius y caxi sicmprc c-orrompidos.

En sus artlculos Hernandez evcca vn lesos "males

que conoccn todos", que durzin rnuy 'pr~nto tema a

13primcra parte de Marlin Fiuro. ES0~ males son

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gan~dG con VO<1 incf icacia calculada para aurncntar

los lucros de quicr-cs contrnian !;1 Irontcra: r rovce-

dorcs ncccsari amcntc incsc rupuloscs (ya que. como

prucba Barros. no hav rnancra honrada de abasteccr

a lag [',unrniciones sin pcrdcr dinero). corr.crciantcs

)' oficialcs que son cornpliccs de csas cxpollaciones y

tarnbicn de las vsubiarncntc dosadas que toleran de

su supucsto cnernigo indfj!erJ;.l... Partiendo de csarcalidad que conocc rnuy bien, Barros va a explorer

intrcpidamcntc ot ras que coroce mcnos, para ofrccer

calculus algo delirantcs de los costas invisiblcs queesc sistema suponc para los productores ruralcs.

No cs sorprcndcnte quc un sistema de dcfensa quc

sc basa en In arbitraricclad adrninistrativa para rnovi-

lizar los rccursos hurnanos que requiere,: accntue el

imperio de cSln sobrc las zonas en que rccluta sus

vlctimas. Hernandez va a poncr cl acento sobre esta

concxi6n neccsar ia en los nurncrosos artfculos que

dedica a Ia carnpafia en El -Rio de Ia Plata. Va a

scfialar tambicn otra Iuncion cscncia! de esa arbi-

traricdad ndministrativa:cll:l so ha transformado

en inst rumcnto indispensable de Ins facciones nrovln-

cialcs en Iucha. Hay a juicio de Hernandez un cxpe-

dicntc scncillo para suprirnir c! rna I: instituir cl en-

gapchc,quc hara posible defender Ia Frontera canvoluntarios a sucldo, y rccrnplazar a los· jucccs de

paz de carnpafia por rnunicipnlidadcs clcctivas: como

no deja de sefialar -Y POI- otra parte nadic ignora=-

cl jucz de paz cs librcdc udrninistrar n· su capricho

el distrito quccl gobicrno provincial ic 11<1:onfiado,

rnicntras Jogre obtcner de cl(por proccdimicntos que

no scrrin tarnpoco somctidosa· ningun pcdantcsco

escrut inio ) los vercdictos clcctoralcs que a esc go-.

bicrno corrvicnen: de ('S!c modo cI intcres de la Iac-

cion gobcrnantc (cualquicrn sea cl b) sc surna ;]1 delrisco -descoso de gasrar 10 menus posible en la de-

Iensa contra cl indtgcna-c- pam rnuntcncr a 1<1cntera

12~

escncialrnentc politicos; scguiran sicndol¢'cn el poe-

rna, pcsc a la apasionada idcntificacion ~e su autor

con uno. vfctima cuya culpa principal es I su pobreza,

que haec a los poderosos sc rdos v a sus [razones. La

pobreza misma es considcrada dcsde csa!perspectiva '

al cabo lirnitada; en cstc poema supuestamente so.

cial, sera prccisu el paciente rastreo dc f1ilgunas esca-

sas y lcves alusioncs para descubrir el lugar del heroeen Ia sociedad ganadera (y cornprobar que este esta

lejos de set Iufirnc: si Fierro arrendaba tierras aje-

nas .tcnfa ganado propio, es de suponer que corn-prado con recursos adquiridos durante tu etapa de

peon especializado' en partidos de! sur d p In provin-

cia, en la eua! segun se nos asegura hi~o bastante

dinero. Tat indifercncia a los clivajes soclales dentro

de In carnpafia (de ninguna rnanera incornpatible con

una identificacion sin duda sincerame\1te sentida

con sus moradores mas dcsfavorecidos ) les pcrfecta-

mente adecuada a una vision del problerrla rural que

preserua a la cntera sociedad ganadera como vietima

del podcr que la gobierna. La imagen que Barros y

Hernandez proponen -yque no cs nccesariamente

falsa-s- coincide, nada sorprendcntementc.l con la que

hacen suya los voceros de In clasc tcrrateniente por-

tefia, que' quieren tarnbien cllos hablar len nomhrede la entera poblaci6n campcsina,·"A poco tiempo de

la jornada de Caseros", un grupo de "pobres rpasto-

res y trabajadorcs" de la carnpafia se dqciden 3_ so-

meter a la Iegislatura de 1a provincia "una humilde

exposicion": esperan que su voz, Ia ."V07. Idel. paisano

(que) nada tiene de florida", sea capaz df evocarun

eco en "el corazon puro del legislaclor il'iadosO'~.·

EI documcnto asi prcsentado no podrIa sin em-

bllrgo caractcrizarsc como humildc; tras p c recorder

qLle Ia carnpafia cs el "nuclco y secreto del poder dela provincia", sefiala que cl gubicrnu que: ha lanzado

a esa provincia pur el camino de In secesion debe

123

aim ganar para sf Ia simpatfa y el apoyo de las areas

rurales.iPara lograrlo ha de probar que la secesion

se ha hecho Ita beneficia de las rnasas, a favor del

mayor ovejero irlandes . de Buenos Aires,Enrique

Har ratt, y los de varies grandes hacendados y co-

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pobre cuya condici6n se trata de mcjorar; a favor

de Ia c1ase trabajadora en ClI)'O seno descenderan al

fin algunas garanuas soclales". He aqui un lcngunje

tan clnro como el de Mart in Fierro y' considerable-

mente mas dcsafiante que las lamentaciones de esa

vfctirna de interrninablcs desgracias. Pero de nuevo,

<; j In situacion de Ia entera carnpafia cs idcntlficada

con Ia de sus habitnntes mas desvalidos, In perspec-tiva de los autorcs del documento no cs la que podrla

csperarso' de aqucllos, Sin 'duda no dejan de rnencio-

nar que debiera ser reconocido a los arrendatarios

elvalor de las mejorns par ellos introducidas, pero

sa extienden mucho mas abundantemente en proble-:

mas que tocan mas de cerca a los propietartos (y nonecesnriarnerne a los menores). EI interes en una

clara dcfinici6n de la propiedad de la tierra y del

ganado es 'predorninnnte; la preocupacion par esc

clrcuito cornerclal a disposicion de los tenedores d eganado ajeno (una prcccupacion tan antigua en la'

clase tcrratcnicntc portefia) rnantiene aquf, como

conservara veinte afios mas tarde en el texto de

Barros, toda su vigencia. Aun la denunda del reclu-'

tamicnto arbitrarlo, que dcclarn defender a la entera

poblacion de la carnpafia, presenta un caracter se-

lectlvo que. slgue revclando hasta que punta esa cam-

pafia no es vista des de In' perspectiva de los mas

desfavorccidos; 10 peor del reclutamlento arbitrario

es que su peso cae siernprc sobre "el vecino honra-do" y no sobre "el vagabundo que se oculto en lospajonales". . . .

No' ha de sorprendcrnos entonces que SI los nom-

bres d e csos pobres pera elocuentes paisa nos no nosson proporcionados par la Revisia del Plata -que

ofrcce alborozada hospitalidad a un documento tan

parccido en su tono y estilo a los artfculos redacta-dos por 'SUi director Carlos Pcllegrini=-, los de los

extranjcros que interesados en el bucn ordcn adrni-

nistrativo de la carnpafia ofrecen su apoyo a1 docu-

mente, 'y que la Rev ist a sf publica, incluyan el del

12 4

L ,

merciantes en frutos del pats.

Afios mas tarde Eduardo Olivera, sin abandonar

Ia 'pretensi6n de hablar en nombre de la entera

carnpafia, proclarna con rnenores reticencias su Iden-

tificacion con la clase tcr raten.entc (a la creacion

de cuyo organismo societario, In Sociedad Rural Ar c

gemma, 11a consagrado tan intensos esiucrzos) para I

reitcrar Ta condena de la arbit rariedad adrninlstra-tim y .sus consecuencias. Los problemas dcluccluta-

rniento arbitrario se han agr avado porquc, como con-

sccuencia de Ia guerra del Paraguay, la nccesidad

de tropas csta, crcciendo rapidarnen te y sectores cada

vez mas altos de In sociedad ganadcra son aiectados

par. Ia presion reclutadora. La misrna pcrspec tiva

rcaparece en Hernandez, pcse a su capacidad .de .idcn-

tificarse poeticamente can los parias de la campana

portetia. Un bucn complernento al enganche =-aseaura

en La grail dijicultad n, el 4 de setiernbre de 1869-

es destinar a] servicio de arrnas a "Ia dase vagabun-

da, que no tienc hogar, ni profesion, y que importa

de otro modo Una amenaza perrnanente contra elorden social y pclitico",

H e aqui como la apelacion a la sensibiJidad de la

privilegiada opinion publica urbana, a la que se invita

a compadecer el desvaiirniento de las masas rurales,

se resuelve en un alegato contra un estilo de gobler-

no que frena la expansion de la economia rural y

limita las perspectivas de ganancia de in clase terra-

teniente. Al expresarse de este modo, el sector ha-

cendado no hacesino continuar una vieja costurnbre,

adquirida bajo la tutela regia, cuando la actitud quese esperaba -aun de los mas poderosos sectores de

intereses frente a los ernisarios de Ia corona era, en

efecto, .]a de humildes peticionantes, y conservada

todaviahasta hoy. La comprobacion de que asi estan.Tas cosas no debe: llevar tan s610 a un superfluo

desenmascaramiento de algo que se enrnascara tan

,pa ElRio de la Plata, 4- de set iembre de 1869.

12ti

mal; qU i7 " ,1 sea mag provcchoso prcguntarsc par qu e

Ins cosas estrin en etccto nsf.

Si 1, 1 Argentina de 1870 ticne un sector dorninante,

la posicion cent ral dcntro 'de cl de los tcrratcnientcs

de illj_r.nos Aires no pucde scr pucstacn duda. iY por

,

imagen que no deja lugar a la cspcrzlnzaJ Sarmiento

no deduce ninguna propuesta de carnbios drast icos:

su proposito cs cont rastar cl pr irnitivisrho 'politico

de In orgullosa Buenos Aires con In relative rnadu-

rez de su nativa San Juan, dondc la arr oganciaidc"!a

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que 1Olcr;Jn ~stos en 1852, en 1867, en 1869, una situa-

cion cuyns consccucncias ncgarivas evocan en in-

tcrrninablcs Iarncntacioncs? Al parccer rccae tambicn

sabre los ricos de la carnpafia esc dcsvalirnicnto poll-

tico que para Hernandez era la consccucncia mas

dignaxlc atcncion de Ia pobrcza de In' plebe rural,

,POI' que, en clccto, una clasc que cucnta can los

rccursos de .10s tcrratcnicntcs portcfios no es capazde defender mas cllcnzrncnte sus intcrescs? E1 pro-

blema 'no 10 cncararon ni Barros ni Hernandez;

Sarmiento Ie conccdcra, en 'cambio, atencion tan-

gcncial en un brcvisimo pero pcnct rante cxarncn de

las peculiarlrladcs del ordcn politico que ha rnadu-

rado en Buenos Aires a partir de Caseros. Para ella

clavcse cncucntra en, cJ hccho de que In clasc terra-

tcnicnte portcfla csta formada de proplctarios auscn-

tistas, que haccn : s cn tir Sl1 gravitation' sobrc las

masas ruralcs a travds de agcntcs economicos (capa-

'taces, 'propietarlos rncnores cconornicamente subor-

dinados. comcrciantes de camparia) a cuya accion

polftiea '(ccios3mentc controlada 'en cambia por cl

gobicrno provincial) han prcstado atcncion cxcesiva-mente distraida,- '- ,

El rcsultado C3 que csos agcntcseconornicos nunca

10 seran de la influencia politica dcJa clase terrate-

nicnrc: han establccido, en cambia, vlnculos 'directos

conel personal que controla la administraei6n pro-

vinc ia l; como consccucnciade elio la clase terrate-nicntc 'ha abdicado dc anternano cualquier influjo

sabre In vida poHtica de In carrrpafia. Pero csa .abdi-'cncion no' sc ha traducido en una autcntlca cmanci-

pacion politica dc : ins masas 'pastoras, el arcaisrno

'que slgue caracterizando al econornico-social de la

-carnpafia portefi a la harfa imposible :' en cambia, esas

'masas han trocado la tutela de In clase terratenientepor In de un podcr politico aun mas radicalrnente

indifcrenle a < sus intcreses y aspiracioncs.De esta

126

olignrqufa liberal mitrista acababa de seq hurnillada

en las eleccioncs por un c lccto rado Iorrnado pur la:

bradores independicntcs, que habfa dadq su apoyo

al candidate Iavorecido par Sarmiento. !

Esc desahogo de un interrnitcntc mal humor frente

a la primcra provincia escondc cntonces mal la acep-

tacion resignada de los rasgos in tolcrablerncntc prl-

mitivos conscrvados pOI" cl orden social tv el estilo

politico en 10 que sigue siendo el nucleo ~cl paderio

econornico del peds. Es sin duda una actitud muy

distinta deTa que Sarmiento habia manifestado Iren-

te al problema veinte afios antes. i

Durante la ctapa de" separacion de Buenos Air es,

en efecto, una coyuntura espccialfsirna Hizo posible

una forrnulacion sin reticencias del proyecto de trans-

formacionrural que Sarmiento habia dcclarado esen-

cial para la creacion de una nueva nacion. En Chi-

vilcov, al oeste de Buenos Aires .una comunidad de

agricultores cultivaba tierras que habian i sido dadas

en propicdad pur Rosas en lotes conslderablcs, como

recompensa a' servicios politicos, a donatarios queno se proponian par cierto explotarlas directamente.

De modo irnprudenre, estos' buscaron ahora hacer

efectivos sus dudosos dcrechos de propiedad, y el

conflicto que los opuso a los Iabradores de Chivilcoy

vino a entrelazarse :can los mas cornplcjos que la

Iiquidacion nccesariamcnte ineomplcta del pasado

rosista provocaba en el est ado de Buenos [Aires. Peru10 que facilit6 la camparia de Sarmiento In a fue tan

solo la posibilidad de prescntnr, ante ima :opinion

'publica exacerbadamentc arrtir ros ista, csos tftulos de

propiedad como "boleros de sangre" y a !quienes los

exhibian como criminales que pretcndfan ser· pre-

miados por sus vfctimas, Fue sabre' todo que' un

gnJPO cornpacto de esas rnasas ruralcp habitual-

:mente pasivas (0 reaccionandu al scrvicio de causas

que le eran ajenas) se habia por una vezl movilizado

12 7

, , " ' l l i ' 1>.--. +- ___'

para defender, un intercs propio: Sarmiento revela

ahara hasta dondo estar ia dispucsto a llegar si con-

tase can ese publico popular al que siernpre aspire.

Par detras de esos argurnentos de una irreprocha-

ble ortodoxia econornica, Sarmiento podia evocar,

en su dialogo con las c1ases ilustradas, motives ya

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En nombre del gaucho errante, del hijo del pais,

estigrnatiza un .sisterna que expulsa a los hombres

para dar inas ancho lugar , a los ganados: . ecos del

Evangelio y de Mora .resucnan en la prosa del servi-

dar disciplinado de un orden al que define como con-

scrvador, que parece mas que dispuesto . a comenzar

una nueva carrcra como agitador radical.

Chivilcoy abre as! por un momenta la perspectiva

de una transformacion de la campafia, a cuyas paten-

dales consecuencias polfticas Sarmiento no es menos

sensible quo a las economico-socialcs. Y no es por

cierto el unico ven: advcrtirlas: en ienguaje rnenos

destemplado, ipero .rio menos firme, Mitre levanta

ahara su voz contra los "senores Ieudales" que do-

minan Ia carnpafia y la condcnan a la despoblacion

y el atraso. > ' ,

Pero esa perspectiva se revela ilusoria, y a Ialta de

un sector suficienternentc. amplio de las .clases popu-

lares resuelto a identificarse con los carnbios que

Sarmiento propene, este vuelve a un publico para el

mas' habitual.' el de las clases ilustradas: ante ellasel program a de transforrnacion rural debe ser defen-

dido en lengua]e mas mesurado, pero esa diferencia

de cstilo no se 'acompaiia de ningun carnbio sustan-

cial cn el contenido de sus propuestas; asl. en el

proyecto que presenta en 1860 como ministro de Mi-

tre, si la refonna agraria que propone para el area

destinada a ser servida por la continuaci6n del Ferro-

carril Oeste" es justificada por In necesidad de ase-

gurar Ia rentabilidad de In linea, unico modo de

cvitar crue el fisco la cas tee, ya sea emprendiendo

directarnente su explotacion a pdrdida, a garantizan-

do un Interes mfnirno a inversores privados (una

justificacion cuyo conservatismo fiscal, no podria ser

objctado par las clases propietarias) solo perrnite a

los terratenientes conserver la mitad de la tierra que

ya: poscen si estes se avienen aser indemnizados

per la otramitad al tenor de una valuacion fiscal

Irrlsoriamente baja, "

12 8

i,I

L . . .,

presentes en, la imagen que esas clases habian acu-

fiado del pais Y:de sus problemas. Entre elias se can-

taba la conviccion de que, el de Ia carnpafia no era

exclusivamente economico, y que por 10 tanto i Ia

solucion ..mas .adecuada para el no podia ser la de

introducir las explotaciones que asegurasen ,los masaltos provechos, sino las, que Iacilitasen una' mayor

difusi6n del, bienestar y eI avance m a s rapido 'de hicultura material' y civica .de las poblaciones rurales.

Esa ..perspectiva .dominaba ya e n un econornista

ilustrado como Vieytes, y si en el pensamiento de .la

ilustracion rioplatense debia luchar sin ventaja cier-

ta contra las de quienes, sea en nombredel interes

de Ia corona -como Felix de Azarn__:_ a e n el de

terratenientes y exportadores -como Mariano More-

no=-, preferian dejar' actuar libremente a las fuer-

zas economicas, 'iba' a ganar mayor peso desdeque

se creyo advertirque -:-en el contexte nueyoque

ofrecia Ia nacion independiente- eI primitivismo de

la carnpafia, asino fuesejncompatible can significa-

tivos progresos economicos, imponla riesgos intole-rables al tlesarrollo politico argentino. Es la conclu-

sion que propone Ia : generacion de 1837, que Echei

verda ilustra en El matadero y que Sanniento uti.

liza en Facundo para explicar las crisis de la Argen-

tina posrevolucionaria: el primitivismo politico que

caracteriza a la confederacion rosista revela en ella

eI fruto de Ia victoria de la barbaric pastoril sobre

Ia civilizacion urbana. '

Esa perspectiva iba a ser bien pronto seguida de

un corolario precise: la eliminacion del primitivismo

socio-cultural de Ia campafia requiere la del predo-

rninio ganadero; si la identificacion enireeconomia

pastoril y barbaric politica seJransforma en uno de

los topicos m a s ' socorridos de .la polernica antifede-

ral, la nocion mas general de que el transite de unaeeonomfa ganadera a una agricola es el elernento

basico del ascenso de una ~tera civilizacion a una

etapa superior es compartida tambien por los fede-

al impulse renovador que, sin duda, no. sentia menos

vivarnente que Sarmiento. . I:

" Pero Ia fatigada reiteracion del, hornenaje aun

ideal renovador que se sabe destinado a no realizar-

se sino cn mfnirna parte, no Impide una paralela

,

: " ' - ! - ; , . _ ,

el momen to en que la galleta primero y [el pan luego .fueron introducidos en la dicta del peon, y vdonde : I

'sin embargo "Ia escuela de Mercedes ifigura entre :

los mas bellos monumentos de 1a provinc ia" y "en

veinte partidos, en las villas, se han construido 'es-

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3 :

revision de los supuestos en que se apoyaba la pro-

puesta renovadora, Una circunstancia p rivilcgiada

nos permitira asistir al enfrcntamiento puntual entre

estary una mas rnodcsta propuesta alternativa. El 3

de octubre de 1868, el pueblo de Chivilcoy ofrece un

banquete a Sarmiento.: presidente .electo: e! 25 1 0

brinda a Mitre, presidente salientc. EI primcro va a

utilizar la ocasi6n para reafirmar el lugar central que

la creacion de una nueva sociedad cam pesina tiene

en la lransformaci6n nacional que se dispone .a tm-

pulsar; cl segundo la empleara para recusar Ia no-

cion misma de que la economla yia sociedad de la

carnpafia requieren ser rehechas basta sus rakes.

.Para Sarmiento, Chivilcoy cs una prueba viviente

de la justeza de' 5U punta de vista; .algunos gauchos

antes vagos, junto con una rnasa heterogcnea de in-

rnigrantes, han < creado una replica austral de Ia

dernocracla rural nortearnerlcana. Mas aun: han de-

jado ya atras a su modele: mientras en el Norte Ia

maquina de coser tard6 en cncontrar quienes la usa-

ran, y "el pobrc obrcro que la habia descubierto,cstuvo a riesgo de morlrse de harnbre, porque la po-

bre humanidad es 3S(; tiene ojos para no ver 3 pri-

mere vista",· par su parte "las damas de Chivilcoy

no tuvieron tiempo de aprender a coser par el me-

todo antiguo, tan nueva es esta sociedad" ... El pro-

grarna de Sarmiento es claro: "hacer CIEN CHJ-

VILCOY en seis afios de gobierno y con tierra para

cada padre de familia, can escuela para sus hijos",

He aqui una afirmacion muy clara. cEs posible per-

cibir alguna Iisura en esa fe en la necesidad absolutade Ia redistribuclon de la tierra, para lograr no solo

un ritrno sino un estilo de desarrollo aceptable en

In carnpafia? S610 podra adivinarse. un anuncio de

ella en su evocaci6n entusiasta de los progresos 10-

grades tambien por el resto de la campafia portefia,

donde la memoria de hombre alcanza para recordar

·132

cueIas magnfficas, iglesias, casas consistoriales, bi-:

bliotecas, clubes, cementerios y moradas suntuosas",

carnbios todos que pudieron obtenerse sin afectar el

tan aspcramente denun.dado estatuto t(adicional' de

Ia tierra. "

Ese tema discordante,' que se insinua en sordina

en el discurso de Sarmiento, va a dominar el de.Mitre. Este se adecua perfectarnente a Ia peculiar

posicion' del primer presidente de Ia riacion un i da;

que tras de irnprirnir a la consolidacioa del' Estado

central un ritrno mas rapido de 1 0 que elmismo

habfa previsto y deseado, se encuentra marginado

de el y al frente de un grupo escasarnente hornogeneodefuerzas menguantes, con mas arraige en el pasa-

do que esperanzas en su propio futuro. En Chivilcoy,

Mitre haec gala de ese buen sentido d~Iiberada~en.te pedestre que dorninara tarnbien su polernica con

Juan Carlos Gomez, adornandolo para su publico

popular y carnpesino de ribetes demagogicos, Frentea "los maestros presuntuosos que creen [que el saber

humano esta encerrado unica.mente en un libra y untintero" (y sin duda quienes escuchaban a Mitre no

babd.n tenido dificultad en adivinar e l original de

"este retrato tan poco favorecido ), el discurso exalta

Ia sabiduria colectiva del pueblo, la ciencia practica

de los hurnildes. Sin duda, los obstinados erro-

res de los sabios no .c1ejaron de benefieiar a Chivil-coy. Estes, viendo "crecer los trigos en !,mayor abun-dancia ... par la sencilla razon queaqui lse sernbraba.

mas. .. creyeron ... que solo aqui podrfan xlarse los

cere ales, y alrededor de esta suposicion varbitra ri a

basaron todo un sistema de division de la tierra yde explotaci6n del sueIo, en que como siernpre el

bien se produjo por resultados opuestds a sus pre;

visiones". Los mismos sables propusierch luego cons-

truir un ferrocarril paraaeercar los trligos de Chi-vilcoy al mercado de la crt1fitaI; esa "candorosa idea"

133

roles que se han-detenido a exarnlnar cJ problema:

Ia afirrna vigorosamcnte cl gobcrnador Heredia, de

Tucurnan, para quien -eri' la Argentina, como en

todas-partcs-'- In civilizacion : e n ,su 'marcha aSCCTr

rural en curse, esta admirablemente representado

par la propuesta de forrnacion de colonies can

hijos de! pais, incluida par Jose Hernandez en sus

Instrucciones del ' estanciero, de 188L Sin duda, Her-

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dentc.pcjara atras en cl 'Futuro la ctapa pasioril para

entrar en In 'agr icola" (as l comosuperara finalmcnte

esta 'para alcanzar In indus: rial).

En esa nadon!ic apoya 'c~to~c~,S cl vairo c~nsenso

que propane In colonizacion agricola de la carnpafiacornu solucion no $0.10 para cl atraso 'de esta sino

para ,los, ' problemas "soclo-poltticos de In cntcra na-cion. Esc consenso no 'va' a scr nunca rccusado: los

alcgatos 'en favor de' Ia colonizacion sctruiran siendo

hasta 1880, cjcrciciasdc clocucncia p'(~ftica destina:

dos a'-no. cvocar sino In aprobacion .dcl publico. 'A

travcs de cllos' rnismos, sin cmbargovcs posible per-

clbir lacrecicnle accptacion de uri ordcn rural sin

duda en' proceso de honda' transforrnacion , pc ro no

par cso mas cercano al modelo propucsto 'a rnediadosdesiglo.' ," "'" "

., ,.,_ ,f . • '. r l . . .

:As!, mient ras Nicasio Orofio propane para los terri·:

torios que .scran ganados a los, indios-uri programa

de colonizacion agraria que, siguc. ortodoxamente la

lnspiracion del proyccto que hublcra dcbido engle-bar a toda la nacion .adrnitc implicitamcntc que las

zonasicconomicamcntc .mas vigorosas de csta no

seran- tocadas ,pOI" los carnbios que, proyecta; dentro

de elias ol rece como modele la trayectoria del pro-

ccso ,colonizador en su provincia de Santa Fe, cuyas

Iimitaciones .conoce- sin embargo muy bien, ya que

no s610 en su Iuncion publica hascguido -Ia rnarcha

de t'-SC proceso, sino csta participando en el como

terratenicnte Iundador de colonias agricolas. .

EI punta de llegada d e esa ' continua ' redef inicion

del 'programa decambiorural 'mediante la 'coloni-

za~ion 'agraria, que 'vlcnc anslgnarlc tin papel cada

vex mas modesto en el marco de la f ransformacion, • . r ,! c • ~ " • .-1

\ ~"AlchnAro Hcre;linn MO l r c~s Poz", T~1~l.lmA!128 de

enero de 1837. En Uuivcrshlod Nacional de I ii P lata. Archivodel coronel doctor Marcos Pa~tomo 1, La Plata" 1959, p. 6 - 1 - .

110

nandez propene todavia un plan de colonizacion para

la provincia de Buenos Aires, y subraya In necesidad

de asegurar la participacion de la poblaci6n 'rural

nativa en sus benef icios. Pero esc plan es de arnbi-

ciones muy modestas: se trata de crear "euatro 0

seis coionias" sabre el modelo de la que su herrnano

Rafael ha contribuido a establecer en San Carlos,

partido de Bollvar. No cs ' ncccsario examinar masdetenidamente que Hernandez las peculiaridades de

esc modelo que halla admirable (aunque no deja de

causal' perplejidad una colonia que en cien casas y

doscicntas chacras aloja 'a' "cerca tde tres mil argen-

tines"; los agricultores "indepcndientes diIfcilmente

podrian ser alli el grupo numericamente dominante,

par numerosas que se supongan a sus farnilias . Baste

observar que un prograrna as! dcfinido no pucde

scr vista comoei instrurnento de ' u na transforrna-

cion global de la campafia, Desde luego Hernandez

no 10 ve desdc esa perspectiva; la colonizacion agri-

cola debe traer alivio a las consecuencias de los pro-

gresos de la ganaderia, que estan reduciendo las

necesidades de esta e n cuanto a mana d e obra. Las

colonias reemplazaran asf can ventajas a las opresi-

vas e ineficaces leyes de vagancia, Un programa de

renovacion rural redcfinido en un dialogo exclusive

con los grupos dominantes (cs este un limite que

Hernandez- reconoce rnuy bien y se proclama dispues-

to a acatar: "no hacemos proclarna -observa al

respecto- ni es nuestro animo tocar ninguna de 'las

fibras dclicadas del sentirniento popular") DO puede

sino aceptar de anternano la necesidad de adecuar

sus alcances a las perspectivas de esos grupos. Seria

absurdo reproehar a' Hernandez su aceptacion de un

contexte sociopolftico que ni podia ~-ni tarnpocoprobablemente deseaba-s- euestionar; aun asi, su ver-

sion final del proyecto de renovacion de la carnpafiarefleja muy bien hasta que punto la acatada 'gravi-

tacion de esc contexte ha servido de constante freno

131

notornaba CD cucnta que cI Ierrocarril "podrja trans-

portal" en una scrnana todo cl trigo y cl rnniz que so

producfa en .Chivilcov", Mitre sc guardo "rnuy bicnde propalar cstc SCCl·ctO. por tcrnor de que sc les

ocurricsc n~ continuar cl Ierrocarr il cmpczado", va

que C ' i l SU inagotablc tontcrta "cretan de buena -fe

,,

su Iutura supcracion; cuatrocicntos mil !habitantes

en lot pastoril Buenos Aires "producen cab tanto y

consumcn mas" que cuatro veces csa poblacion cnun Chile agricola y minero; sorin pura \inscnsatez

denunciar a Buenos, Aires como barbara worquc "es

mas rica y mas feliz siguicndo sus instintos que abc-'

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que I?s f;rrocarri!l~s 5010 sc hnblan invcntado para

los tngas.· Esa lucidez de In que cstan privados los

sabios : In compartcn ton Mitre los habitantes de

Chivilcoy, que por su parte advicrt icron de inmcdiato

Iasvventajas que cl Icrrocarril ofrccia para In cria

de ovcjas. "_ . ,

, Por dcbajo de estas burlus alga gruesas, y no deltodo f~spcluosas. de lo~ hechos, hay <los argurnen-

tos senos que Mitre qurcre proponcr a sus oycntes,

EI .que subraya mas insistentcmonte proclarna que

"Ia mentc.,. es In intcligcncia prcsidiendo a todas

las acciones del hombre"; Cada eonquista tecnica,

asl no cstc. basada en conocimientns teoricos es obrade esa Intcligencia ("hay inteligcncia en el brazo que

gobcrnando el arado ... .hace mayor, y mejor tarea

que los dcmas.... en In :nano que ernpufia la espada,

~uan?o l~ csgnmc - rnejor que su adversario"): la

intcligenciajxipuiar que Mitre evoca para confusion

de los supucstos sabios cs a Iavez 1.1.inspiradora y

Ia rcsultantc de las cxpericncias acumuladas por

una socicdad en lucha contra la naturaleza y contra

sf misrna. EI argumento mcnos explfcitamente sub-rayado sosticne el caracter historico de esa experien-~ia ~ tra~cs de 1.1.cual rastrea cl desplegarse de la

inteligencia .popular.: Al respecto, Mitre va a ofrecer

en rasgos breves y magistrates un cntero cuadro de

la vevoluciou - historica vrioplatense, y a proclarnar=-contra 1.1.obtusa .criticn retrospectlva de los sa-bios- .la total racionalidad del proccso que cvoca.

Desde la conquista espanola hasta esc ana de 1868

una Hnca continua de avancc ofrccc In rncjor prueba

de su aserto; In "barbaric pastorn" hizo po sible 1.1.

ocupacion del territoria; los ganados 10 conquista-

ron mas scguramente que los escasos hombres. Eserronco creer sin embargo que cl unico merito de

la etapa pastoril es habcr crcado las condiciones para

134

decicndo a rcglas convencionalcs .dc que Ie ! tiempoha dado cucnta". '

Se advicrte muy bien como In conciencih historica

que Mitre ha conquistado (y que' pronto] habra de

inspirar sus grandes escritos historiogrjificos) da

mayor profundidad y riqueza de matices In una op-

cion que es prccisarnente la opuesta a la l aun vigo-

rosarnente reflejada en los cscritos de Sarmiento,

que ncgaba la lcgitimidad de elaborar planes de earn-

bio social a partir de criterios exclusivamente eco-

nornicos, En etecto, tqtH~ ensefia ese instirho gracias

a! cual Ia poblacion portefia es "rica y fdiz"? El su-

giere a esta "ideas exactas sobre sus conveniencias'

y le permite "sin. contrariar las leyes de lia riqueza

resolver practicamente un arduo problema econorni-

co". Pero desde eI cornienzo misrno de ~a historia

espanola y argentina de este rincon agreste, cse ins-

tinto marco con la misma seguridad el rumbo justo

dc las decisiones, -en' todo de acuerdo y n entonces

con las "Ieyes de la -riqueza", La rapida] conquista

del tcrr itorio, hccha posible POf la actividad pastoril,ofreci6 Ia mejor solucion para un cquilibrlo de re-

cursos en que la tierra era sobreabundanto y eI hom-

bre escaso; todavia . ahara esa actividad debe i su

triunfo a Ia "vasta extension de territorio poblada

par un escaso mimero de habitantes, teniendo a suservicio medias de producci6n tan abundantes y tan

baratos". L'racionalidad Que se despliega en Ia his-

toria, y conla que comunica instintivamemtc Ia inte-

Iigcncia papular, es en suma Ia de Ia econornia. Es. en

particular In justeza de In teoria de Iadrivision· in-

ternacional del trabajo la que cs eanfirmhda por el

exito que 1 . 1 . Argentina ha alcanzado, adap tandose

instintivarnente a sus dictadosj.i lc que J\.lHrc viene a

decir a sus nrsticos oyentes es, en efecjo, que laArgentina 10 debe a -su decision de concentrar _su

. ,135

esfucrzo productive ennqucllo5 rcngloncs para los

cualcs [as condiciones localrnentc [avorabtcs se rcf le-jaban en bajo s costas de pro.lucclon, ,. ,

. En' un contexto' ic.lcol6gico rncnos 'complejo, es

maban a su cargo planear c1 futuro de hi 1l,1C1Oi1 de-

bian, segun Albcrdi, poncrse sin reticencies al servl-

do de Ins clases propietarias, su servicio cspccifico

seria revelar a esas clases que' lcs converua .. Para

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prccisarncnte C$a tarnbicn In conclusion de Jose Her-

nandez> Si CS "linn vcrdad historica ... que la mar-

cha de las' sociedadcs en 1:1 scnda de su progreso

ha sido rccorricndo pcnosa y lcntamcntc la escala de

pueblo cazador a pastor, de pastor a agricultor y de

agricultor n Iabril", tal vcrdad es valida para los pue-

blos antiguos, que vivian en cl aislamicnto, Prccisa-

mente' fa crcacion del nuevo lazo que es el cornercio

es la que ha hccho inactual esa concepcion del pro-

greso; los avances tccnicos s610 cncuentran lfmites

Iijados . par. iacondicionamientos materiales, y son

igualrncntc rapidos en todas las rarnas de la actividad

humana. En un rnundo a! que el cornercio y la corruin

participncion ven los bcnelicios del progreso tecnico

final mente han hecho uno, no hay "industria privile-

giada", perc" por 10 mismo la concentraci6n en una

rarna de actividad tampoco concede privilegio a una

cconornin nacional. Sin duda "America es para Euro-

pa Ia colonia rural", pcro Hernandez vc en este lazo

uno de los dos que dcfincn una rclad6n de interde-

pendencia que se le aparecc rigurosarnente simetri-ca:dc inmcdiato so aprcsura a agrcgar que "Europa

es .para America la colonia fabril".

,Sa ha completado aqul In redef inicion del prob le-

made In carnpafia: no hade scr definido como. poll-

tkoo como' socio-cultural, sino coroo economico: su

solucion ha de provcnir, como habra querido Albcrdi,

de Ia apcrtura, sin rcticcncia alguna, de esc campo

nuevo a la acci6n de las Iuerzas ccoruimicas desen-

cadcnadas por el nipido desarrollo de Europa y los

Estados Unidos y su crcclente domina-cion sabre un

mundo en trance dcunificaci6n cconornica. Perc el

triunfo posturno de la vision alberdiana no deja de

encerrar un aspecto ironlco: Alberdi habia recomcn-

dado, en efccto, una transformacion de la rclacion

del Estado y Ia cconomfa y las socicdades rurales que

-s-aunque de signa opuesto-s- no deb fa ser rnenos ra-

dical que la propuesta por Sarmiento. Si quienes to-

136

Mitre dichas clases, junto' con e1 entero mundo rural,

sablan Ja perfectamente bien 10 que les convenia;

los consejos que Alberdi sc proponia prodigarles eran

superfluos, y 10 que se imponta era una adecuada

reverencia ante el desplicgue, a traves de cuatro si-.

glos de historia, de los frutos de una sabidurfa a la ,

vez ciega c infalible. Asf rcdefinido, el enfasis alber-

diana en los aspectos economicos del carnbio no in-

cita a planear ningun futuro; al proclarnar la racio-

nalidad econ6mica de Ia realidad prcsentc, haec masfacil aceptarla tal como es. .

y esa Ieccion de conforrnidad con el statu' quo va

tam bien ella a integrar bien pronto el consenso deci-

didamente autocontradictor!o, pero no par eso' me-

nos vastarnente com partido, que ha venido a crearse

en torno al proyecto renovador que para 1a concien-

cia colcctiva sigue guiando In marcha del pals. Esc

aspecto esta fielmente reflejado en los eseritos que

Avellaneda dedico al problema agrario: a 10 largo

de su carrera tiene ocasion de celebrar los progre-

50S de la division de la propiedad territorial en Bue-nos Aires que, si no ha creado una clase de carnpcsi-

nos propietarios, ha ampliado extraordinariarnente Ia

de terratenientes, pero tarnbien de exaltar, con acen-

tos que rccuerdan los de Sarmiento, los avances de la

colonizacion agraria en Santa Fe, y todavia de arno-

nestar el excesivo pesirnismo y Ia superf'icialidad del

exarnen que- Barros ofrcce de los problemas de Ja

campafia ' ganadera: 10 que a Barros le parece derro-:

che de recursos es consccuencia de la excesiva abun-

danda de estes en relacion con los hombres; cuan-do la poblacion crezca, los supuestos errores desapa-

receran solos junto con los abuses administrativos

cuyas consecuencias de todos modos. Barros exage-

ra. Todas esas posiciones no son nccesariarnente con-

tradictorias: son aspectos de un examen penetrante

de una realidad inevitablernente compleja: 10 que ya

no esta vivo en eIlas es lak- en inposibilidad, y por

1 3 1

I

, ,

10 tanto la necesidad, de construir en el desierto

parnpcano una socicdad carnpesina radical mente nue-

WI,< que ofrccerri fundarnento solido a una naclon

lgualmcnte renovada. "

.' La ' recollciliacion . en aurnento can' el espe-ctaculo

que la ' catnpnfla ofrece cs 5610 uno. de los signos ~e

fondo marcial una presidencia colocada baj

de la conciliacion: nada quedaba en efecto

c i o n .que Iuese superior a la naci6nyectoria de su sucesor ilurninaba rnejor

'sentido 1 : ! . U c · e n tal contexte alcanzaba esa

Mas que la victoria del Interior del que

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un 'cambio mas general de actitud. La, creclente dl .S -

tancin ~o n esc memento inaugural que es Caseros y

In perccpcion cada vez mas viva de que a partir de

esc Instantc sclvicncn acurnulando transformaciones

a 1 < 1 vcz irrcvcrsibles' e Irrcduct ibles a IClSque habfan

sido propucstas en cualquicra de los modclos .e,nton-

ces dclincados. no van a est imular la formulaeIOn deningun ot ro de vcras nuevo, dcst inado a rccrnplazar

a los que cl tlcrnpo y sus sorprcsas han tornado en

parte irrc1evantes. Lo que elias; inspiran esla con-

vicclon cada vcz mayor de que ese instante en que

el pais parccla avido de recibir una nuevaTorrna haside irrcrnlslblementc, dcjado arras. Ha pasado lahorn de dibujar Iibrcrncntc un futuro; se acerca

In de trazar el., balance retrospective de 10 logrado

cn ella. ' ,

·1

,BALANCES DE UNA EPOCA "1

<Ya quicnes los vivieron, vieron en los sucesos de

1880 la lfnea. divisorla rcon una etapa nueva de lahistoria argentina. En 1879 fue conquistado :1 :erri.torio indio; csa presencia que habfaacumpanado la

cntera historia espanola -e indepcndiente de las co-

marcas platcnses scdesvanecia por - [in. Al a?o si~guicnte clconquistador del desierto era pt~sldcn!e.

de In nacion tras de doblegar In suprema resistenciaarmada de Buenos Aires. que vera ast perdido eI Ul-timo rcsto de su pasada prirnacla entre las provin-·

cias argentinas. La victoria de. la.s ann as n:adonales

hizo posible separar de la provincia a su capital, cuyoter:ritorio era Iederalizado, Lamoraleja era propues-ta por un Avellaneda que concluia sobre ese - trag.

1 3 1 5

,____ . .__ . .m·_· _

(hijo de una familia tucurnana de comria y divididas lcaltadcs poltticas), el triun

era el del Estado central, que desdc tan

habln revelado diffcilrncntc controlablc, . por las

Iacciones poltticas que 10 habfan Iortificado [para me-

jor utilizarlo,. sea por quienes dominaban l la socie-

dad civil, Su crncrgencia en cl pucsto ! alto delsistema politico 'argentino habra sido lental

mente preparada a 10 largo de una

habia revel ado servidor cficacisimo de esc

los campos de la guerra externay Ia lucha

In vcz agentc igualmente eficaz de lossidentes en el laberinto de una polttica

(eada vez mas afeclada por su progrcsivo

miento con la nacional. Aun su creacion de

politlca en las provincias y In crnprcsa que

ficaba can las mas arraigadas arnbiciones

terrateniente por tcfia -Ja Liga de Gobern

Conquista del Dcslerto-> cstuvieron a su al

cias a las posiciones cada vez mas elevad'constante destreza y su pasada subordi

inspiraciones de 10 alto Ie habian perrni

'quislando en el aparato 'estatal,

La Argentina es 31 fin una, porque ese

donal, Ianzado desde Buenos Aires a Ia

del pals, en diecinueve afios ha coronado

- quista can Ia de Buenos Aires. iEl) esc un

·aceptable del ingente esfuerzo par cons

nuevo, que dura desde 18527 En 1883 Sarm

concluir que no. En la melancolica c

Mary Mann, can la que abrc las tetricas

nes de su ultimo gran libro, sefiala precisamente

· Ia hazafia polltica realizada por Roca 13

jor de que la Argentina no cs de veras un·La melancolla no 10 incita a la humilda:.i,

:hora oscura reivindica -en las altivas

139

al comicnzo de esta "introducci6n- hasta cI ernpcfio

regcncrador en el que ha participado, una grandeza

que no. ha proclarnado tan expltcitarncnte ni aun en

las de sus rnayorcs triunfos: en "toda Ia America

treintaafios antes turbe In scrcnidad de Roca al ta-

mar ~posesion de Ia prcsidcncia,' Can su triunfo se

han .resuelto para siernprc "los problemas que venfan

retardando hasta el presentcla dcfinitiva organiza-

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espanola 'y en gran parte de Europa, no se ha hecho

para' rescatar a un pueblo de su pasada :servidurn-

bre, .con' mayor prodigalidad, gasto mas grande de

abnegacion, de virtu des, de talcntos, de' saber pro-

funda, de conocimientos practicos y teoricos", Lo

logrado prueba sin duda que "no lucharnos treinta

ni los . e n vano contra un tirano". Aun ast, esos pro.gresos "careccn de unidad y de conslstencla". Y no

es . evidente que para alcanzarlos Iuescn necesarios

los esfuerzos de algunos argentinas dotados de. mi-

rada profCtica y tcnacidad Inconrnoviblc: esos mis-

mas progresos alcanzan a un Africa y una India que

no los han solicitado; mientras Sarmiento escribe 5{1

estan tendiendo los rieles de 'un ferrocarril "que par-

te del caudaloso Niger; y se interna a traves de Ia

selva de cocoteros". Aunque rniscricordiosamente su

memoria ha borrado esa vieja clisputa.v Io que Sar-

miento viene' a dccir es que Alberdi habia tenido

. razon: los cambios' vividos en la Argentina son, mas

que el resultado de las sabias dccisiones de sus go.bernantes posroslstas, cI del avarice ciego y avasa-

.Hador de un orden capitalista que, se apresta a do-

rninar todo el plancta.,' ., ...'.

Y esc progreso materia! necesariamente rnarcado

por dcsigualdades y contradicciones, en que "n<:da

se siente estable y seguro", es menos problernatico

que la situacion politica. i Es esta la que verdadera-

mente "da que pensar". La Argentina de Roea no es

en el fondomcjor que la Venezuela de Guzman'

Blanco: aquf y alia la misma: adulacion desenfrena-

da, que oculta mal un descrcimiento radical.

Pero si Sarmiento lleva luto por el gran esfuerzo

frustrado de autorregencrad6n de un pals, la mayor

parte de los testigos del surglmiento del regimen ro-

quista parecen hasta haber olvidado que alguna vez

se 10 afronto. No es sorprendente . que ninguna eva.

cacion enfadosa de las desaforadas espe ranzas de

1 < 1 0

________

cion nacional, cl imperium de la Nadon establecido

sabre el. imperium. de provincia, dcspues de scsenta

afios de lucha", La que queda atras es mas que una .

etapa de construccion cuyas obras requicrcn set

justipreciadas aunque Roca no deja de evccar los i"rapidos progresos y, las conquistas en media siglo ,

de vida nacional", se rehusa aun en este contexte a

reconocer fisonornta 'propia a la etapa inaugurada en

Caseros, un "perfodo revolucionario" marcado .por

"preocupaciones y (. _.} conmodones internas, que

a cada momenta ponian en peligro todo". La nueva

etapa de la historia argentina no ha cornenzado en

1852, esta solo cornenzando en 1880. En ella domina-

d, eI lema' de "paz y administracion"; de el se h~

destacado mas de .una vez Ia promcsa implicita dr'

mantener y cimentar la coincidencia entre el Estado

nacional y los sectores que dominan la' economla

argentina y sacan' mayor -vcntaja de sus' progresos,

Ese motivo se : cncuentra sin duda en la presenta-

cion que hace Roca de su futura polttica, pero en

ella es aim mas vigorosarnente subrayada como fina-lidad esencial Ia coronacion de Ia tarea continuada

a traves de tan graves aIternativas en la etapa dejada

atras:· la construccion del Estado, EI primer objeti-

vo del nuevo presidente es la creacion de un ejcrcito

moderno; incluso el segundo =-rapido desarrollo de

las comunicaclones=- 10 ve prcdorninantemente des-

de -esa perspectiva: si no deja de aludir a la "pro-

funda revolucion ieconomica, social y polttica' apor-

tada por los ferrocarriles y el telegrafo, es esta ulti-

rna la que Ie interesa sabre todo: gracias a ella "se

-ha alcanzado Ia unidad nacional, se ha vencido al

Espiritu de montonera, yse ha hecho posible la solu-

dan de problemas que parecian irresolubles", E1

tercero -acelerar el poblamiento de los terr itorios

por e I despejados de "sus enemigos tradicionales"-

esta mas decididamente alejado de la esfera polftica:

aun aquf, para Roca el rf.fpel del Estado debe ser

H1

ofrccer "garanttas cicrtas a In vida y In propiedad",

mas bien que prohi ja r ninguno de los expcrirncntos

social.agrarios tan en boga (par 10 men os como temadcdiscusion) en In -ctapa que su victoria ha clau-

surado. '"f "'Pero s( Roca invita a adrnirar, en la','cmcrgcncia

tizadas sc cncucntran "las rnuchedurnbro bmpcsina

tiranizada pOI· i'ntrigantcs (Ie' cucnta Y'CIl1 provccho

de Iacc ioncs cgois tas' y "Ia poblncon ¢:';tranjcnl,

tan nurncrosa ya que no pucdc scr olvidada en 'cuer-

das .cornbinacioncs poHlicas~)! que regjd~ casi -'ex~

cluslvamcn,t c par cl movil cconornico , __ '5610 ' aspira

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del Estaclo que su victoria ha vcnido a consolidar,la' eonquista. que', justifica rctrospcctivarncntc scis

decadas 'de .dcsdichas y ~discordias nacionales, tarn-

bien quicncs contcmplnn con mente mas crltica ctsurgimientu de su regimen ticndcn a colocar al Esta-

do y su "pcculia r organizacion polItica en cl centro

de sus prcocupacicncs. i .!"

'En Problemas argentinas '" Jose Manuel' Estrada

intenta un invcntariu d e los que af ligen al pais a se-

tcnta ,anos de 'su crnancipacion. Muy slgniflcativa-

mente, comienza su cxarncn par la vida polttica, cuya

estc rilidad dcnunc ln j fcsdce! li~llo'mismo dclcapl;

tulo que lc dcdica; csa estcrlljdad .nacc del "divorcio

de 1<"1olrtica y !a socicdad". Sin duda cl conflicto per

lltico ha perdido parte de su antigun viclencia, gra-

cias a "la aglomcracion de fUCf7..::lS pac ificadoras, aun-

que puramcnte rnatcrialcs", que si no ha alcanzado

a evitar que "nadic pcrrnanezca cn cl poder con tan-ta firrneza como los represent antes del clemente de-

mocratico mas cnfermizo y barbaro", -por 10 menos"ha pcrmitido- que sc consolidcn las npariencias de la

legal idad", Esa progrcsiva desvirtuacion de un ele-

menta dcmocratico que 'inspira a Estrada -Ias 'masvivas dcsconf lanzas no' ha dado lugar ' a una integra-

dun de los titulares del podcr polttico can las elites

intclcctualcs 0 socio-cconornicas: ·1<1vida politica 'solo

atafic "a los pretendientcs y corte mirnero de afilia-

dos",'mientras las "closes conscrvadoras ( .. ;) suf'ren

par el dcsordcn y se arnedrcntan- en vista del incre-

mento irriprcso 'por los arnbiciosos al dcmocratismo

que lcs sirve d~instr':lmcnto", e igualmente media-- ' ' , "1 , - • I ' •

" E n J~~ M~ntll:~l Estrada. Obras complctas, ~omo XI,Buenos Aires, Compaiiio Sudnmcr icana de Billetcs de Ban-co, 190·~ . l

a. tcner ,qmctud, .. ya SC2L . . nacida de Ia paz social,

ya sea,., apoyada en el dcspotisrno", De ¢stc modola cntcra sccicdad "suf rc pasivarncntc, sirl estfrnulo

que 1 ; . 1 . alicntc, sin perspectivas que Ia cbnsuelen",

bajo cl peso de un Estado que no sc idedtifica conninguno de sus scctorcs. :, .

. No todos los dcfcctos de. la vida social !proviencn

sin embargo de esc Estado, La op.nion pUblica na-

cional y extranjcra t.icride a idcnt if'icar a I~ Argenti-

na con sus ciudadcs, pcro cn mas de sus dds tcrceras

partes la poblacion es aun carnpcsina. v!si . en: lacarnpafia sobrevive una barbaric intelcctudl que no

alarrna dcmasiado ' a . Estrada ("una mas~ popular

-nos ascgura=- jarnas llcgara probablernente are:

cibir Ia iniciacion cientffica que Ie prorneten :fi18n-

tropes v'sionarios"), mas le preocupa una i"barbaric

moral y de' costumbres" cuya intensidad nb c posible

medir con precision a traves dela propbrcion de

nacirnientos ilegttimos. '

A' esc analisis insuficicnte d e un fcn6h,cno tan

comph\io (p:stradQ' no', considcra. por cjemplo.' si 'encI desnivcl entre las provincias no inf'luye l~ .Qcsigual

irnplantacion ecles iast ica e n " la ' carnpana ide varias

de ellas) "sigue 'una brevfsima pero muy ~guda des-

cripcloudcl fatalismo y cl amoralisrno de: la pobla-

cion rural cornoTruto de Ia dernasiada larga -opre-

si6n:"cuhndo alcanza fa' tradicion hacia 10 pasado

es para los hombres de su dose una -histofiadc do-

lor .. ,'y su vida angustiada, ni" inqu.eta 'ni!' conducle

a la s c lases preponderantcs,' desdefiosas y olvidadi-

zas", En las: paginas que dcdica a' analizar Ia socie-

dad urbana.] csos ' breves' relarripagos 'de Iucidcz no

han. de 'repctirsc, en par tc porque cn ell:l~sc haceaun mas i rnperiosarnentc do rninan te Ia prepcupnc ion

que ha rnovido a Estrada a indagar los problemas

H3

,

argentinas: lade probar que solo podran ser rcsuel-.tos aceptando los principios crlst ianos ,y icatolicos

como Iundamento para la vida social y politica. '

'; Las soluciones que Estrada sugicrc son las fadl-rilcntc' previsiblcs en una ctapa de su carrcra en que

do distante de ]a aceptada por otros observadores que,se identifican con principios muy distintos de los

de un catolicismo cadavez menos liberal.

Hayen particular un pun to en que Estrada, al se-;

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_:_renunciando a su anterior tcntativa de conciliar

Iibcralisrno y catolicismo- siguc disciplinadarnentc

Ia ·orienlnci6n carla vcz mas antiliberal y adoptada

Por, Ia Iglesia. No ,sc las ha de' cxarninar aqu~,. salvo

para indicar que contribuycn a rcs~nr. precision a

sus' analisis (en Ia rncdida en que 10 lOCI tan a subsu-mir el exarnen de tina realidad tan pccullar ' como Ia

Argentina en una crlt ica gcncrica del mundo rnoder-no) yconfieren a su actitud una ambigiicdad que no

es sino In' de un catollcismo cuya recusacion global

de la -modcrnidad oculta mal una tcntativa -dcsti-

nada a madurar bien 'pronto- de haccr sus paces con

ella. rcservando 11 In Iglesia una posicion que, ago ta-

do cl Impetu rcnovador del primer capitalismo y la

era' de .Ias revoluciones dernocraticas, terrninara por

- scrle reconocida.: ':,

, Todo csto confiere -al cscrito de Estrada un aire de

Irrelcvancia que recucrdn et que alcctaba a los publi-

cados par Frfas treinta afios antes (confirrnado por

el hccho de que los' principios que avanza en nom-brc de Ia Iglesia no parcccn slernprc oriental' la con-

ducta de esta: mientras su paladin dcnuncia In fnrsademocnitico-elcctoral como un aspccto del retorno

ofensivo del paganismo.y alcrta a los catolicos para

una tactica de di ferenciacion y dcfensa frente a escataque oblicuo de una gcntilidad renaciente, el norn-

bre del arzobispo de BucJ;l.OSAires encabeza listas de

candidates al congreso que Incluyen tarnbien los de

respetadas .Iuminarias de la Masonerta). Pero si In

tentativa de deducir de In situacion argentina Ia nC7

cesidad de Instaurar todo en Cristo es de nuevo reci-

bidacon fda indiferencia, Ia imagen de esa situaci6n

de In que Estrada parte no esta ya (como cuando

Frfas alertaba contra los peligros de, inrnincntes

convulsiones sociales y los, portefios se negaban a

set distraldos por esas extravagantes profecfas de sus

tanto m a s apasionantes disputas pollticas) dcmasia-

. _ '\ 'i

L____ . ,.".,

guir una inspiracion ideologica rnuy alejada del con- ,

sensa argentino de su tiempo, viene sin embargo a

expresar nociones ampliamente compartidas dentro

de ese consenso. Es el exarnen de la emergencia de

un regimen seudo-representativo, cuya, peculiarklad

es advertida con penetracion, pero cuyacondcna se

formula en terminos -que impugna tanto el principiademocratico como el caracter solo nominal de su

irnplantacion en la Argentina. Si Estrada puede ha-

ber sido estirnulado para englobar ambos aspectos

de la realidad argentina en una (mica condena por

la polernica catolica contra las novedades del siglo,

la misrna actitud se volvera a encontrar en el pr6Iogo

que Vicente Fidel L6pez antepuso a su Historic de fa

Republica Argentina" ,de 1883-93. Lopez =-mnson y

decididamente antklerical- no com parte desde lue-

go los supuestos de Estrada. AI final de una Iarga ipoco exitosa carrera publica, que ha inclujdo un na-

da breve cuasi destierro en Montevideo, esc brillante

'fundador del grupo de' 1837 parcce haber extrafdo'

de ella una desengafiada sabiduria politica, Este ami-go del progreso ordenado y Ia libertad racional no

desarrna sus' reservas frente a la revoluci6n Irancesa

y la norteamericana: sus modelos politicos son una

Inglaterra en la que no parece adver tir los progresossin embargo ya evidentes de Ia dernocracia, 'el Chile

de la republica conservadora y oligarqulca, el Brasil

imperial. Si para Estrada el problema causado par

Ia irrupcion de la plebe en Ia vida politica no tiene

en rigor solucion exclusivamente polttica (ya que, re-

qui ere nada menos que una regeneracion del mundo

moderno bajosigno cristiano) para Lopez stIa tiene:

se trata de asegurar, contra el predominio de la rna-

yoria electoral, el de Ia opinion publica, mediante elestablecirnlento .de tin regimen parlamentario. GEl

principia de soberanla popular es compatible con.

, , 'j)< -.

; a BuenosAires, Editorial Sopena Argentina, tomo I, 1957.

14 5

J

ese reinado de una C opinion Integrada no por ningu-na t mayorta -estadtsttca del' cucrpo de cludadanos,

sino por aquellos cup. lndepcndcncia y luccs les per-

mitcn de verns dcfinir su opinion con conocimiento

de caus;r? Lopez nocsta muy scguro de ella; le pare-

ce en cambia [ndi scutible que, si es precise optar en-

ba podrfan resolverse mediante una tr;:msici6n 'ace-

lcrada a Ia rcpublica vverdadcra? En favor! de ello

puedc argumcntarse que un regimen clectdral me-

nus slstematicamente Ialseado pucdc contdibuir : a

ampliar cl control de la socicdad sobre el Estado. Es

la solt1ci6,n que prefierc Sarmiento y que inspira en

p~rte Ia uillma, carnparia periodistlca de SLI i agitada

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tre una y otra, la prcfercncia par cl gobierno de opi-

nion sc impone.

Esa ideologia whig; r que Lopez ha reinventado eS-

pontancarnente, dcscmboca en una criticn de la reali-

dad po\llica 'argentina que, como' elf Estrada, pre-

scnta al clcctoralismo como In causa ultima de SlI

corrupcion, Dcsdc perspectivas 'dilcrcntcs, Estrada yLopez vicncn· en suma a dcnunciar la indcpcndcncia

que la clasc poltt ica que ha ui1ido su destine al del

Estado, ha ganado, gracias a la lucrza militar y la

manipulacion de 'las inst ituciones rcpresentativas,

frente al rcsto xle, las elites argentinas, que Estrada

define como clascs conscrvadoras y Lopez como opi ..

nion publica: 1<"1ndcpcndcnciaquc tambien ha ob-

tcnido rcspccto del rcsto de In socicdad argentina, y

que es vista pOI," Estrada como poslt iva, no es siquiera

tornada en cucnta por, Lopez (para quien la .repre-

sentatividad del gobierno argentino es perfectarnen-

te ,comparable a la de Estados: Unidos, tarnbien el

expresion de un electoralisrno inevitablernente .co-rrompido). > ' " " ,

, En surna, rnientras ' la Argent ina parece haber en-

contr'ado finalmente cl 'camino que le habla sefialado

Alberdi, y haberse consrituido en republica posible,

hay un aspecto de la prevision alberdiana que se

curnple mal: c] Estado noha resultado scr el inst ru-'

menta pasivo de una elite econornica cuyos objetivos

d e largo plaza sin duda compartc,pero con Ia cual

no ha alcanzado nlnguna coincidencia puntual de in-

tcreses e{nsplracioncs.' ,. \.

, e ,L o s problemas de In republ ica posib lc, problemas

creadospor la execs iva grnvifaci6ndel Estado, esc

scrvidor prematuramcntc .emancipado y diftcilmentecontrolablc de un sector dirigentc que no tiene, para

su desgracia, In homogeneidad que Alberdi le aslgna-

Vida, ell la que intenta pcrsuadir a los rcsiddntes ex..

tranjeros que dcben naturalizarse en masa. ;

E! si.stema representative, tal como Iunciona en I~Argentina, Ira perrnitido Ia emcrgcncia de una clase

P?Jitica intcgrada par "aspirantcs que princip.an Ia

vida, bajo Ius escozores de la pobrcza, buscandoa?rirsc camino como y par .c!ondc se pucda", len cam-

bio de los suspirados "representantcs de le d riquezay saber" de las provincias. El resultado es 11amala

a?ministraci6n y el derroche, incvitablcs en un g o -bler-no euyo personal esta intcgrado por avchtureros

y en cuya base electoral predominan "brulmadora-

mente los que no tieneri nada que pcrdcr." sl los' ex-tranjcros se intcgrasen en la ciudadanra, contrlibuirfan

a formar "una mayorfa de votantes rcspetable y res-

petada", capaz de importer "ideas de ordcrj] honra-

dez y ecoriomia en el manejo de los caudal¢s publi-

cos"; si no en el presente, en un futuro ya [ccrcano

los extranjeros seran nurncr'icamcntc la mayor!»

dentro de 1 0 que Estrada llama las clascs conscrva-doras, y Sarmiento, can mayor precision,' l~ clases

propie~aria~ (aunque, como se aprcsura 'a !agregar,ella solo tiende a ocurrir en la ciudad de i BuenosAires). Pero no es diffcil cntender por q u e ! Ia pre-pucsta de Sarmiento, inspirada sobrc todo] porsu

desesperanza ante eI creciente rnarasrno delIa vida

politi~a, r u e rnuy friamente recibida par sus desti-

natarios: al cabo, las clases propietarias argentinas,

dotadas de derechos electorates no se mostraban

mas ansiosas por usarlos indcpcndientcrnente. Mas

bien que un proyecto realizable, el de Sarmiento es

una nueva manifcstacion .de la curiosa lealtadl al ideal

. dernocratico que mantiene a traves de uria larga

carrcra polftica en que su papel mas Irccuente fue

'el del defensor del orden, y aun en mementos en que

su preocupacion inmcdinra cs -como cn csta ultima

etapa de .clla- lirnitar la inl lucncin de los dcshere-

daclos .. ' L ' " t ' 'j

, Pero Iapropuesta que -Sarmiento formula en favor

de Ia republica verdadera esta lcjos de rcpresentar

como herencia un pais nuevo, comienza a adivinarque pronto ha d~ emprender otra. En eI t rasfondo dee:'0s cxam~nes sin complacencia de la republica po-

SIble, ernpreza a discernirse una de las preguntas

cen~rales de la etapa que va a abrirse: si es de veras

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In actltud dorninantc -en esa Argentina que concluyeesa ctupa que debra scr d e construccion de una nuevanacion,' y que ha sido sobrc todu Ia de construcci6ndel Estado. La Argentina -dc '1880 no sc parccc a nin:

guria de csas nacioncs que debfan construirse, nuevas

dcsde 'sus cimicntos." en cl desier to parnpcano: alpreocuparsc par cllo.iSarmicnto "sc rnucstra de nue-v o cscasamcntc representative del animo que dornl-

na' e.se momenta argentino. Pero tarnpoco -se parece

a In que aslstio a In dcrrota y fuga de Rosas; es a sumodo una nadon modcrna. - , ,

; Quicnes cchanuma mirada por primera vcz ore.

trospcctiva sobre cl proceso que in conforrno prefie-

ren .-sc ha vista- no detcnersc en esc aspccto delos carnbios t.ranscurrldos; .mas lcs prcocupan las

tcnsioncs entre unEstado que ha alcanzado en laetapa que sc cierra un triunloquiza dcmasiado com-plcto, y las .aspiracioncs de una socicdad que aun

.las voces disidcntcs idcntifican con sus sectores do-

.minantcs,

Pcro no es imposible 'adivinar, en la imagen par

elias propucsta de los problemas politicos de Ianacion, un cornienzo de torna de concicncia de que

sus transforrnacioncs cscncialcs no - han sido s610

pol iticas. Si en 1880, como quicre Sarmiento, "nada--sc sicnte cstable n scguro", ello no se debe tan soloa 10 que en cl proyccto transforrnador se ha Irustra-

do;' se debe tambien c--y quiza mas- a 10 que de el-no 5C ha Irustrado. Porque esc proyccto no ha Ira-casado por cntcro, se accrca Ia hora cn que los dile-mas que 13 realidad del siglo XIX habia planteado a-Tocqueville -yen los cuales sus lectures del Plata. n o habtan rcconocido los que af'rontaba su propiacornarca- se anuncien en el horizcnte argentino. Esa-Argentina de 1880, que no csta segura de haber can-c1uido victoriosamente la navegacion que debia dejar

HR

,I

posible la republica :vcrdadcra, la que debe ser capazde ofrecer a la ve~ Iibertad e igualdad, y ponerlas en

Ia ba~e, d: u."~ f~rmula polftica eficaz y duradera.Es quiza significativo que los primeros pi1otos de esanue:va navegaci6n no tengan nada de Ia optimista se-guridad de los que, casi media siglo antes, hablantrazada el derratero de 1a que ahora se cerraba. .

I

1j' .

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INDICE

8/4/2019 25822634 Tulio Halperin Donghi Una Nacion Para El Desierto Argentino

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. i

II

" ,ii

0na- nacion para el desiertu argentino , ... t . . .

La herencia deIa generacion de 1837 """ l... 10

Las transfonnaciones de la rcalidad argentina 19

LaArgentina es Ul1 mundu que se transfonna . . . 2h

Un proyecto nacional en cl perlodu rosista 1,.. 29,

Treinta afios de discordia 5 .5

Elconsenso despues de Ia discordia [. ,. 109

La carnpafia y sus problemas ,., ... " .. ,. J ' . . 120

Balances de una epoca 138

7

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