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perú Reorganización de los archivos

noviembre a diciembre de 1969

por Y . Pérotin

PCI

N°de serie 1719 B M S - R D / D B A París, enero de 1970 unesco

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INDICE i

Párrafos

Introducción

FINES, FECHAS Y CIRCUNSTANCIAS DE LA MISIÓN 1-6

Primera parte; Análisis y objetivos

I, ESTADO ACTUAL DE LOS ARCHIVOS PERUANOS

A. Legislación y reglamentación 7-12

B. Depósitos y establecimientos 13-25

C. Estado material 26-29

D. Contenido de los archivos 30-34

E. Clasificación, instrumentos de investigación, actividades técnicas, etc. .. 35-38

F. Explotación de los archivos 39-42

II. CONCLUSIONES DE ESTE ESTUDIO Y FINES QUE SE PROPONE

A. Balance provisional 43-46

B. Metas que se debían alcanzar ,. 47-55

Segunda partet Recomendaciones

Párrafo preliminar 56

I. MEDIDAS INMEDIATAS

A. Legislación y reglamentación 57-63

B. Medidas con repercusiones financieras 64-72

C. Formación y readiestramiento de archiveros 73-78

D. Comienzo del censo sistemático de los archivos .......... 79

E. Establecimiento de relaciones profesionales 80

II. ETAPAS SIGUIENTES

A . I97I-I972 8I-96

B, Después de 1972 97

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Párrafos

III. RESUMEN DE IAS RECOMENDACIONES 98-101

Conclusión

EL FUTURO DE LOS ARCHIVOS PERUANOS 102-104

Anexo

PROYECTO DE LEY ARCHIVISTICA I-VIII

N° de serie I719 'BMS

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Introducción

FINES, FECHAS Y CIRCUNSTANCIAS DE MI MISIÓN

1. La misión que he realizado en el Perú tenia por objetos

a) "estudiar el estado actual de los archivos de ese país y proponer las medidas que podría adoptar el Gobierno para su preservación,

b) aconsejar a las autoridades peruanas sobre procedimientos de clasifi­cación y restauración de los archivos."

2« La misión duró un mes, pero teniendo en cuenta el largo viaje de Ginebra a Lima y de las paradas necesarias en París a la ida y a la vuelta, sólo dis­

puse en realidad de 24 días en el Perú (del 21 de noviembre al 14 de diciembre de 1969)» de los que únicamente 19 fueron días hábiles; al tener que dedicar dos de éstos al estudio de los archivos de Cuzco, sólo me quedó poco más de una quincena para trabajar en Lima, periodo muy exiguo, dada la importancia y varie­dad de los problemas que debía tratar,

3. Sin embargo, la preparación diligente que se había hecho antes de mi llega­da, tanto en París como en Lima, el gran afán que encontré en las autorida­

des peruanas, como también en las de las Naciones Unidas y de la Unesco, de que llegara a resultados positivos y, por ende, la ayuda eficaz que encontré durante mi breve estancia, me permitieron reunir más datos y llegar a más conclusiones de lo que me esperaba. No me es posible nombrar aquí todas las personalidades que me ayudaron. Me limitaré a citar al Coronel Pérez-Thénaud, Director General del Ministerio de Educación, que tuvo la amabilidad de recibirme en nombre del Ministro, el Sr. Cesar Miró, Director General de Cultura y el Sr. Carlos Malpica, Director Técnico de la Escuela Superior de Administración Pública del Perú, que organizó una reunión de trabajo de gran interés; además, otros altos funciona­rlos de diversos Ministerios, universitarios (rectores, profesores o estudian­tes), bibliotecarios, archiveros (encargados de depósitos de jure o de facto autónomos), publicistas, eclesiásticos, etc., y también personas particulares me suministraron información muy valiosa al mismo tiempo que me acogieron calu­rosamente y con gran simpatía. Como es lógico, la persona con la que tuve que tratar más y cuya ayuda me resultó más valiosa fue el Sr. Guillermo Durand Flórez, distinguido director del Archivo Nacional.

4. Como sucede a menudo, al contacto con la realidad, me vi obligado a modifi­car ligeramsnte el programa que me había propuesto según las orientaciones

ya señaladas. Con ello, considero haber respetado el espíritu de la misión más que los términos que la definían. Así, los problemas de restauración y preser­vación material de los archivos se revelaron menos importantes de lo previsto o, al menos, exigían menos tiempo; en cambio, la organización general de los archivos requería muy especial atención.

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5. Para su mejor comprensión, divido el informe que sigue en dos partes; Io descripción de la situación actual y de la que creo convendría conse­

guirse, 2 o recomendaciones para el paso progresivo de una a otra.

6. En el texto, cuando hago referencia a datos que figuran en uno de los dos informes fundamentales del Dr. Durand Plórez -y cuando hago pues una cita

de segunda mano- anoto entre paréntesis: (D.P.)

Primera Parte

" ( A n á l i s i s y F i n e s )

I. ESTADO ACTUAL DE LOS ARCHIVOS PERUANOS

A. Legislación y reglamentación

7. En esta esfera, es muy importante distinguir la teoría de la realidad. Ha­blaré primero de lo que existe en teoría.

8. El Archivo Nacional se creó por la ley de 10 de marzo de I86I, disposición muy sencilla e interesante porque sentó en primer lugar el principio de una

especie de fondo único (el "archivo") que comprendía los archivos centrales y regionales de las antiguas administraciones coloniales, los "manuscritos histó­ricos" de la Biblioteca y los documentos de las órdenes religiosas y de los esta­blecimientos de beneficiencia. Además, estableció la concentración obligatoria de los archivos públicos comunicables y el depósito o la transcripción de los documentos religiosos. Hasta 1919 no se promulgó otro texto sobre los archivos (decreto de creación de la Revista del Archivo Nacional).

9. En 1923 se promulgó una nueva ley (15 de mayo), simple autorización del le­gislativo al ejecutivo para que reorganizara el Archivo Nacional, pero que

fue seguida el 25 de julio del mismo año de un importante decreto de aplicación; el establecimiento debería contar en lo sucesivo con tres secciones: la sección histórica (documentos coloniales), la sección judicial (documentos treintañales de archivos de tribunales y protocolos notariales), la sección administrativa (documentos de más de 20 años de los otros servicios del Estado). El decreto preveía seguidamente una excepción (los archivos de los "límites" se conserva­rían en el Ministerio de Relaciones Exteriores) y financiaba el presupuesto de gastos corrientes de los archivos con las tasas de certificación. El 26 de abril de 1924 se reglamentaba por decreto ministerial la estructura y el funcio­namiento del Archivo Nacional, estableciendo, en especial, un esquema de clasi­ficación para la sección histórica; el mismo texto fijaba que la sección admi­nistrativa se dividiera a su vez en subsecciones "que corresponden a cada uno de los Ministerios de Gobierno y Policía, de Relaciones Exteriores, de Justicia...".

10. Poco antes, otro texto, que también parece ser (como por anticipación) una aplicación del mencionado decreto, aunque todo esto adoleciera de poca

coherencia, había creado los archivos históricos de Cuzco. Se trata del decreto

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supremo de 17 de enero de 1925 que prescribía que esa institución recibiera los manuscritos y documentos relativos a la historia nacional, como los de la Real Audiencia del Cuzco, y aquellos, anteriores a 1850, que se encontraran en las administraciones publicas, alcaldías y establecimientos de beneficiencia del de­partamento. El mismo decreto encargaba a la Universidad de Cuzco la conserva­ción y explotación de esos fondos, cuya financiación se haría con cargo a una partida del presupuesto nacional. Hacia la misma época (?) parecen haberse tomado disposiciones análogas para crear los archivos departamentales en Arequipa y Ayacucho, que dependerían de las universidades respectivas.

11. Los tres últimos textos importantes que me han sido comunicados sobre la cuestión de los archivos son: un decreto supremo de 1952 (en el que se

prevé el depósito continuo de los originales de las leyes), un decreto presiden­cial de 1964 (que decide transferir al Archivo Nacional el de Hacienda) y por último la ley de 9 de mayo de 1967 (que organiza la Junta Económica del Archivo Nacional); esta ley asigna al Archivo Nacional el 75 % de los ingresos proce­dentes de las certificaciones, mientras que el resto se dedica a la organización progresiva de los archivos departamentales, (¿Se trataba de un medio de finan­ciar el Archivo Histórico de Cuzco, cuya actividad, especialmente en materia de concentración de archivos públicos, habla sido confirmada y alentada por una nueva resolución presidencial de l6 de noviembre de i960?).

12. En realidad, ¿qué ocurre con toda esta serie de textos, incompleta desde luego, pero que representa sin embargo un conjunto bastante notable y un

instrumento administrativo y científico que habría podido ser bastante eficaz? La verdad es la siguiente: el Archivo Nacional existe (pero, ni mucho menos, con la totalidad de sus atribuciones) y, dentro de él, funcionan parte de las estruc­turas internas previstas; por otro lado, existe también el Archivo Histórico de Cuzco en el que se concentran documentos públicos en la forma prescrita. Prác­ticamente, todo lo demás es, desde el punto de vista legislativo y reglamentario, papel mojado o instituciones puramente oficiales.

B. Depósitos y establecimientos

a) Archivo Nacional

13. Personal. El personal es muy limitado. Se compone del director (con fun­ciones pero sin la categoría efectiva de director general), tres funciona­

rlos de rango administrativo (oficiales) de las clases quinta y sexta, nueve auxiliares y 10 agentes de servicio (ayudantes, porteros, portapliegos). Ninguno es realmente archivero de profesión, a pesar de la cultura y de los conocimientos históricos notables que poseen la dirección y entre ciertos miembros del perso­nal. Las remuneraciones son muy bajas (en comparación con las de otros servi­cios públicos) y en algunos casos puramente simbólicas.

14. Locales. Aunque depende desde hace poco del Ministerio de Educación (Di­rección General de Cultura), el Archivo Nacional sigue instalado de manera

precaria, pero sin que tenga que pagar alquiler, en una parte de la planta baja y de los sótanos del Palacio de Justicia a causa de su dependencia anterior del Ministerio de Justicia. Resulta evidente que este local no es en absoluto

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funcional y no permite que se organice y desarrolle un servicio de archivos mo­dernos. Las oficinas son sin embargo relativamente amplias, aunque con un mobi­liario bastante rudimentario y a menudo "de recuperación". Los depósitos de la planta baja tienen una superficie de unos 800 n? y los del sótano de unos 1.000 m2. Existen aproximadamente 5-000 metros lineales de estantería ocupada y no se dispone casi de espacio libre. Estas estanterías son de metal perforado y atornillado (modelo Deixon), económicas por lo tanto y de buena calidad. Aunque el sótano tenga un aspecto poco atractivo, hay que señalar que es sano y que sólo se encuentra debajo del nivel de la calzada en su parte baja, lo que per­mite su ventilación por ventanas y tragaluces. El equipo es en su conjunto muy reducido, si se descuentan las máquinas de escribir y un aparato de fotocopia.

15. Presupuestos. Para 1968 se elevaba (presupuesto ordinario de funcionamien­to que comprendía las compras de mobiliario, agua, electricidad y algunos

subsidios familiares, pero no las remuneraciones de base) a 212.500 soles. Para 1969 disminuyó nada menos que a 62.300 soles. Hay que señalar que esa calda repentina se explica por el hecho de que se suspendieran las disposiciones ante­riores que asignaban a los archivos la mayor parte de los ingresos procedentes de las certificaciones y proporcionaban así un complemento al presupuesto ordi­nario, de cuantía considerable pese a su carácter casual.

b) Otros depósitos públicos de Lima

16. El Archivo histórico de Hacienda está situado en otra parte de los sótanos del Palacio de Justicia. Goza de facto de autonomía tradicional -pese a

que ello va en contra de la ley- y posee su propio conservador, dotado de fuerte personalidad, pero que dispone de un solo empleado. Su instalación material es muy rudimentaria: vetustas estanterías de madera de longitud relativamente im­portante (¿1 a 2 Km.?), totalmente ocupadas.

17. El Archivo del Tribunal Mayor de Cuentas, en la antigua Moneda, está, de­plorablemente instalado. (D.F.).

18. Existen otros depósitos que dependen directamente del Estado, como el de la Academia Militar o ciertas partes de la sección de manuscritos de la Biblio­

teca Nacional. Muchos ministerios, además, conservan archivos de la época repu­blicana, a veces incluso de la época colonial, en locales y condiciones materia­les casi siempre deficientes (D.F.).

19. Las colectividades públicas locales poseen también archivos, como la Villa de Lima, así como la Universidad de San Marcos que, a pesar de pérdidas

irreparables, conserva con un celo exclusivo y bajo la dirección de un historia­dor eminente sus propias colecciones.

c) Depósitos privados

20. El arzobispado, los conventos y las parroquias de Lima cuentan también con archivos antiguos e importantes instalados generalmente en locales inade­

cuados .

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- 7 -21, Las colecciones de particulares son numerosas,

d) Depósitos exteriores

Cuzco

22. El Archivo Histérico ocupa dos salas y dos despachos de la antigua universi­dad (anteriormente convento de los Jesuítas). El número de metros de estan­

tería es limitado y prácticamente todo él está ocupado. Los locales son muy sanos. El personal está constituido por dos profesores, historiadores muy compel tentes y que poseen buenos principios archivisticos, y de un empleado. El pre­supuesto (muy limitado) parece sufragarse directamente con los créditos de que dispone la Universidad.

25. Los archivos arzobispales y los del seminario están concentrados en algunas piezas que pertenecen a la administración eclesiástica bajo la autoridad del

canciller y el cuidado efectivo de un sacerdote entregado a su tarea, competente (pero de cierta edad), y que no dispone de ningún ayudante ni empleado.

24. El archivo corriente de la Universidad está dirigido por el secretario ge­neral de la misma. Se advierte que existe una administración ejemplar, ya

que el orden que reina es perfecto. Si algunos procedimientos parecen anticuados se advierte una tendencia hacia una gestión moderna, especialmente en el proyecto de constitución de un depósito intermedio para todas las oficinas, que servirá para concentrar todos los expedientes y registros una vez que hayan perdido uti­lidad inmediata y antes de que puedan eliminarse o entregarse al Archivo Histó­rico. (Destaco esta situación porque al no haber tenido ocasión de visitar otros archivos corrientes, sobre cuyas deficiencias suele existir acuerdo general, he de decir que este caso -quizá excepcional- muestra que no se trata de una regla absoluta).

25» Otros depósitos. Son muy numerosos y no tuve tiempo de visitarlos. La mayor parte de los testimonios coinciden en afirmar que carecen de organiza­

ción, personal y locales adecuados. Incluso cuando existen autoridades respon­sables (prefectos, subprefectos y gobernadores, alcaldes, notarios, obispos, superiores y párrocos) la situación es por lo general muy mala. Me enteré sin embargo que en una prelatura comprendida en el territorio civil de Cuzco, pero no sufragánea del arzobispado, los archivos parroquiales antiguos se están concen­trando de manera racional y sistemática.

C. Estado material

26. Contrariamente a lo que cabla esperar, las observaciones que he hecho per­sonalmente y las informaciones que he recogido son en su conjunto satisfac­

torias en este punto y parece que los archivos peruanos han sufrido más de los acontecimientos militares o políticos, de sustracciones o de la incuria que del clima. Antes de llegar a Lima ya sabía desde luego que sólo una parte del país (la Selva) podía considerarse tropical al margen de cualesquiera consideraciones de latitud; incluso había hecho referencia a este punto en la introducción de mi Manuel d'archivistique tropicale, y he de reconocer que sobre la Selva no pude obtener informaciones (es cierto que en esa zona parece haber pocos archivos,

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pero deben estar sometidos a la degradación producida por el clima). En la Sierra, la excelente conservación que pude comprobar en diversos depósitos de Cuzco (aparte la franca podredumbre de ciertos documentos que habían estado ex­puestos a la lluvia) y que se me comunicó para muchas otras localidades no me sorprendió: la frescura, la humedad más reducida que en otros lugares consti­tuyen efectivamente buenos factores de conservación. Pero la sorpresa la tuve en Lima. Es cierto que habría que contar con informaciones más precisas sobre las otras ciudades de la Costa, especialmente en la región septentrional, pero es indudable que el clima de Lima parece prestarse bien a la conservación de docu­mentos. Ahora bien, una temperatura media anual de 18° a 20° C. y una humedad relativa de 82 % a 86 fi de promedio (informaciones extraídas de una nota del ingeniero A.M. Lynch) con frecuentes periodos de saturación deberían al parecer, y aunque no se trate de un clima propiamente tropical, producir catástrofes. Sin embargo no ocurre así. ¿Se debe a la estabilidad misma del clima? No es impo­sible, ya que en otros lugares se considera que las variaciones explican muchos deteriores.

27. El estado físico-químico de los documentos es generalmente bueno. Desde el punto de vista de la consistencia, se mantienen flexibles y poco quebra­

dizos, sobre todo los anteriores a la mitad del siglo XIX. Los coeficientes de acidez parecen satisfactorios según las pruebas que hice con tinta BCG. La tasa de pH es elevada para los primeros y mediana para los segundos. Nada de manchas oscuras, especialmente marginales, de olor a quemado, etc., que son signos de oxidación indudable. Los únicos daños son los causados por la acidez de las tintas en los periodos en que contenían ácidos gálico y tánico cuya acción corro­siva es conocida. Hay que señalar, sin embargo, que no se advierte difusión de las quemaduras. No obstante, cabe encontrar fenómenos de "deshilachamiento" en textos escritos.

28. Desde el punto de vista biológico, no se advierte que el enmonecimiento se desarrolle más que en un clima templado europeo y el que se advierte parece

pertenecer a especies cosmopolitas. Los daños -en los depósitos que vi- son limitados. En otros quizá no ocurra lo mismo...

29. El depósito del Archivo Nacional que fue el que estudié con mayor atención parece libre de insectos y esto gracias únicamente a una dedetización de

rutina realizada cuando buenamente se puede y sin métodos muy técnicos. Es cierto que observé manifestaciones muy numerosas de la acción antigua de lo que creo eran carcomas aunque en Lima se les considera polillas, pero todos los in­sectos habían desaparecido y además no se trataba de daños enormes. No obstante, en dos obras pertenecientes a colecciones privadas diferentes que me prestaron encontré carcomas (adultas muertas y larvas vivas), lo que muestra que la "plaga" es endémica en Lima y debe incitar a una prudencia extrema, sobre todo cuando se sabe que los daños, generalmente benignos, causados por estos insectos pueden adquirir repentinamente carácter inusitado. Por lo que respecta a las termites (de las que existen numerosas especies en el Perú), no advertí ninguna infesta­ción actual en los depósitos que visité y no oí, respecto de los otros, referen­cias a daños importantes (del género de los que producen los Cryptotermes o Coptotermes). No obstante, algunos documentos, especialmente en el Ministerio de Hacienda, parecen haber sido devorados en parte (en el pasado) por termites (¿Coptotermes?).

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D. Contenido de los archivos

30. No me es posible hacer vina recensión, incluso aproximada, de los fondos que existen en los archivos del Perú. Obtuve evidentemente información en los de­

pósitos que visité. Por lo demás, me proporcionó otra información el director del Archivo Nacional (D.F.); se ha realizado un trabajo universitario sobre los depósitos de Lima que se publicó en F(nix, revista de la Biblioteca Nacional, pero no tuve tiempo de leerlo (Fernando Santisteban, Algunos archivos históricos y repositorios de Lima, citado en la excelente Guia de índices del Profesor Valcárcel). Por otra parte, universitarios extranjeros, especialmente norteame­ricanos han hecho inventarios, pero no pude consultarlos. Algunas notas habían sido presentadas (¿hacia 1950?) por Ello Lodolini en la revista italiana Archiv!; sólo guardo un recuerdo vago y no he dispuesto del tiempo necesario para bus­carlas. No importa. Resta por hacer un trabajo de conjunto en el que se afana muy especialmente el director de Archivo Nacional y el Profesor Macera, de la Universidad de San Marcos.

31. Todos los datos indican que los fondos son numerosos y riquísimos. Dos razones lo explican, a saber, lá importancia excepcional del Virreinato del

Perú en la historia de la América colonial española (aunque su territorio se redujo en el transcurso del tiempo, siempre rebasó los límites actuales de la República y Lima fue durante largo tiempo una especie de capital de Sudamérica) y las condiciones climáticas paradójicamente satisfactorias, a que me he referido.

32. En contrapartida, es cierto, existen las pérdidas irreparables sobre las que me narraron anécdotas o historias lamentables. Guerras, revueltas, incen­

dios, robos, exportaciones, regalos abusivos, etc., han sido la causa. Ma pare­ció que los peruanos, precisamente afectados por estas desgracias, les atribuían sin embargo excesiva importancia, al menos relativamente, en el sentido de que tales desastres ee han registrado en todos los países y en todos los tiempos. Si por ejemplo los Archivos del Tribunal Mayor de Cuentas se conservan, al parecer de manera deplorable, al menos existen; Lima no ha conocido, por ejemplo, el incendio de la Cour des Comptes de París.

33» En conjunto pues, desde el punto de vista exclusivamente de la existencia de fondos, el balance es muy positivo. Asi, los archivos del siglo XVI son

muy numerosos; y no hay que olvidar que la conquista del Perú data de los años 1530.

34. Al lado de los archivos propiamente administrativos, se encuentran sobre todo los prodigiosos fondos notariales (protocolos) en los que se han rea­

lizado operaciones de concentración muy importantes y los inmensos archivos eclesiásticos, ya procedan del clero secular o del regular. Se advertirá, a este respecto, que sólo los fondos de administración de los bienes de los Jesuítas se guardan en los archivos del Estado (por la expulsión de la Compañía en el siglo XVIII).

E. Clasificación, instrumentos de investigación, actividades técnicas, etc.

35. Ya se ha señalado que el personal de que disponen los archivos peruanos es muy limitado. No ha de extrañar, pues, que los instrumentos de investiga­

ción sean también muy limitados. En el Archivo Nacional, en el Archivo Histórico

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y en el Archivo Arzobispal de Cuzco, por ejemplo, fondos enteros esperan ser in­ventariados o incluso ordenados. Sin embargo, existen repertorios en Hacienda, Universidad de San Marcos y en algunos otros depósitos. En algunas institucio­nes, sólo existen ordenaciones materiales, al margen de los repertorios numéri­cos. En otros casos, se han establecido ficheros detallados, indices alfabé­ticos, etc.

36. En su conjunto, los métodos seguidos son buenos y la época de la desorga­nización sistemática de los fondos por la constitución de colecciones "por

temas" o de expedientes "históricos", o también de la selección de "documentos interesantes", parece haber quedado ya muy superada. Palta sin embargo a mi juicio cierto rigor técnico (ya que el personal de todas las categorías ha te­nido que improvisarse) y también un cierto sentido del enfoque global. Es pro­bable que gran parte del tiempo empleado en trabajos analíticos se hubiera uti­lizado mejor dedicándolo al establecimiento de guías generales.

37. Hay que señalar también en el caso del Archivo Nacional que buena parte del tiempo y del personal se dedica a hacer certificaciones y que la norma

seguida estos últimos tiempos en materia de archivos notariales ha consistido en recibir protocolos muy recientes, a causa de las disposiciones reglamentarias que aseguraban así ingresos complementarios relativamente importantes al servicio; en efecto, si se compara el presupuesto de 1969 y el capítulo de ingresos de 1968 se advierte que estos últimos representaban más del doble de los gastos de funcionamiento y cerca de la mitad del presupuesto total de gastos. Parece pues evidente que en lo inmediato, el único medio de salir del atolladero finan­ciero en que se encuentran los archivos seria restablecer la asignación de tales ingresos a los mismos. En una perspectiva más amplia, sin embargo, cabe pregun­tarse sobre las ventajas reales de esta política. Habría que evaluar exactamente los gastos de personal, inmovilización de locales y mobiliario, gastos'de mante­nimiento, etc., que ocasionan la recepción de esos protocolos recientes, incluso financieramente fructíferos. El balance no sería ciertamente positivo. Por otra parte, desde el punto de vista de la conservación y de la explotación del patrimonio cultural y documentarlo que constituyen los archivos, el valor de los protocolos recientes puede ponerse en duda.

38. En la esfera de las actividades intelectuales, .cabe señalar la publicación de varias revistas, en especial la del Archivo Nacional (actualmente sus­

pendida) y las de los archivos de San Marcos y Cuzco. El interés de estas publi­caciones es indudable. Al parecer, están dedicadas sobre todo a la reproducción de textos, y a veces a inventarios o catálogos parciales. Se advierte también en ellas un contenido cada vez más valioso y ya no figuran los discursos oficia­les otrora tan abundantes. Sin embargo, tampoco se encuentran, según parece, artículos sobre metodología que serían muy valiosos y, de todas formas, la dis­persión de esfuerzos y gastos es evidente.

F. Explotación de los archivos

39« Mal instalados, relativamente mal conocidos, deficientemente equipados, los archives peruanos suscitan sin embargo gran interés y son muchos los inves­

tigadores peruanos y sobre todo extranjeros que los utilizan para encontrar el material de sus trabajos. En este sentido, conviene hacer varias observaciones:

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40. Io Los universitarios y otros lectores que acuden a efectuar investigacio­nes históricas lo hacen con preocupaciones que manifiestan un sentido muy

amplio de las posibilidades dé explotación y de las perspectivas históricas. Así, por ejemplo, las cuentas de los establecimientos religiosos se utilizan para es­tudiar la evolución de los precios, la capacidad adquisitiva, etc. De igual modo, los registros parroquiales sirven para estudiar las estructuras familiares y su modificación a través del tiempo, lo que completa los trabajos de carácter etno­gráfico efectuados paralelamente. Hasta las investigaciones geneológicas han adquirido recientemente la dimensión sociológica que les confiere un alcance antaño insospechable.

41. 2 o A pesar de las observaciones que anteceden, hay que reconocer que la investigación está en consonancia con la materia disponible. Son raros los

diplomas o tesis basados directamente en los documentos y los profesores que fre­cuentan los archivos de manera constante pueden contarse con los dedos de la mano. Fondos enteros, bien ordenados y accesibles sin embargo, siguen inexplo-tados. Por otra parte, si bien existe una conciencia profunda (pero limitada a unos pocos) del valor histórico de los archivos, su valor documentario general parece escapar a aquéllos, administradores o especialistas de prospectiva, que se interesan por el futuro del país. La falta de toda norma de "Records Management" no es sin duda ajena a esta carencia.

42. y El problema, tan delicado, de la accesibilidad de los archivos y de la reglamentación de su aprovechamiento por los investigadores está todavía

por resolver. Para los documentos contemporáneos, apenas se plantea en vista de la falta de entregas de documentos administrativos (con la excepción de los pro­tocolos notariales), pero es un punto que habrá que resolver cuando los ministe­rios y otros servicios públicos puedan y quieran entregar sus documentos relati­vamente recientes (el caso debe ya plantearse en Cuzco donde la municipalidad, la universidad, etc., efectúan ya entregas). En cuanto a los archivos eclesiás­ticos, la situación todavía es más grave ya que existen documentos muy antiguos que son totalmente inaccesibles. Si el clero secular da muestras a este respecto de un liberalismo relativo, no deja de resultar sumamente sorprendente la poli-tica de algunas órdenes religiosas que mantienen celosamente inaccesibles verda­deros tesoros y que se niegan a que los consulten... ¡incluso sacerdotes erudi­tos l Esta situación muestra, dicho sea de paso, por qué la cuestión de los archivos religiosos, parte integrante del patrimonio nacional según la Ley de l86l, es importante y compleja en el Perú.

II. CONCLUSIONES DE ESTE ESTUDIO Y PINES QUE SE PROPONEN

A. Balance provisional

43. Todo lo antedicho es aproximativo. No obstante, creo poder formular un diagnóstico provisional que servirá de base tanto para esbozar un esquema

ideal como para formular recomendaciones.

44. La situación actual de los archivos peruanos es positiva en gran medida. Su riqueza (en documentos) es inmensa. Su estado material es bastante

bueno. Son interesantes y (al menos en ciertos círculos) se tiene conciencia de

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ello. Los problemas de espacio para el almacenamiento apenas se plantean. Exis­te un afán admirable, apasionado a veces, en los archiveros y otras personas, por salir del marasmo actual y aprovechar ese inmenso capital para el mejor co­nocimiento del país y con miras al futuro.

45. En contrapartida, hay muchos elementos negativos ; se carece de una legis­lación coherente (o al menos no se aplica). Locales, fondos, responsables

y esfuerzos, están muy dispersos, lo.que cuesta mucho, precisamente porque los medios de que disponen los archivos y sus conservadores son irrisorios. La com­petencia técnica es limitada. No existe una política sobre los archivos admi­nistrativos. Las relaciones internacionales archivlsticas son casi inexis­tentes, etc.

46. A pesar de estos defectos deplorables, considero el balance favorable y creo que el futuro ha de considerarse difícil, pero lleno de promesas. Espero

no incurrir en un subjetivismo excesivo al afirmar que el interés que amablemente se ha manifestado por mi misión (no sólo en los medios "culturales" sino también por parte de administradores y planif icadores) ha de considerarse como un argu­mento que justifica mi optimismo. Por otra parte y en un plano más general, opino que por razones que no procede explicar, la coyuntura es propicia para un renacimiento de los archivos peruanos.

B. Metas que se debían alcanzar

47. La meta a la que hay que llegar es sencilla si bien las vías para acceder a ella son difíciles. Se trata de explotar al máximo un capital nacional.

En las líneas que siguen me veré obligado en varias ocasiones a distinguir entre política cultural y política administrativa, pero esto no ha de prestarse a error: sólo se trata de aspectos diferentes de una misma cosa. Los archivos, ya sean antiguos o recientes, constituyen la memoria de un pueblo, en el Perú como en otros países, y han de servirle para que se conozca a sí mismo y, por ende, para que construya su futuro.

a) Legislación y reglamentación

48. Es de desear que los archivos peruanos dispongan de una nueva ley fundamen­tal que rija todas las materias archivlsticas nacionales y que esta ley vaya

acompañada de textos de aplicación. Sin este marco,nada duradero podrá hacerse. Se trata de una condición necesaria pero no suficiente de la reforma que se impone.

b) Estructuras administrativas

49. En los textos y en los hechos, haría falta, a mi Juicio, llegar a establecer un sistema coherente de archivos nacionales, un sistema claro y organizado

cuya armazón estarla constituida por la red de archivos estatales (archivos cen­trales y departamentales, que podrían constituir los "Archivos Nacionales") dota­da de personal competente, créditos suficientes, locales y equipo. En esa red se insertarían, con todos los matices jurídicos y políticos que ello supone, los archivos que no son directamente estatales (municipios, universidades, estableci­mientos eclesiásticos, fondos económicos o familiares privados, etc.).

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50. Tres organismos, de carácter diferente, podían contribuir a que el sistema se mantuviera en equilibrio: Io la dirección misma de los Archivos Nacio­

nales que podría ser la misma, durante cierto tiempo al menos, que la dol Archivo central, a condición de que un funcionario especial pudiera encargarse de la inspección general; 2° una junta superior consultiva formada por archi­veros, historiadores y administradores (este último punto es capital); 3o la asociación de los archiveros peruanos que existe en principio pero que se en­cuentra actualmente inactiva.

51. Esa Junta contribuirla a mantener relaciones constantes y no sólo oficiales entre el sistema de archivos y los otros elementos de la vida nacional, en

los que hay que colocar en vanguardia las otras administraciones, servicios y establecimientos del Estado. Estas relaciones deberían organizarse y los archi­vos nacionales tendrían que desempeñar un papel de asesoramiento (en todos los casos) y de inspección (en ciertas circunstancias que habría que definir) de las actividades archivísticas de las administraciones, incluida la gestión de expe­dientes activos, clasificaciones, conservaciones temporales, eliminaciones, etc.

c) Trabajos, gastos y planificación

52. Una política de archivos supone realizar tareas y éstas han de planificarse so pena de incurrir en incoherencias y pérdidas de tiempo y dinero. Para

los archivos peruanos como para los de otros países creo que esta observación reviste un doble alcance, financiero y técnico.

5?. La política financiera se basa en presupuestos anuales, programas a corto plazo y planes de mayor duración. Los gastos (como también las economías)

relativos al personal de los archivos, a los locales (edificios que construir o mejorar, material de protección o de reproducción, estanterías, etc.), a las publicaciones, etc., han de inscribirse en ese marco para que pueda llegarse a disponer de personal competente, de edificios funcionales para los archivos propiamente dichos, de depósitos intermedios para los archivos administrativos, de instrumentos de información y de investigación accesibles a los investiga­dores, etc.

54. De la misma manera los trabajos propiamente archivísticos no pueden reali­zarse eficazmente si no se ajustan a una política general. Si se supone,

en efecto, que las cuestiones de personal y material se resuelven, quedarla por saber en qué hay que emplear esos elementos, cuándo y cómo. Las entregas, las eliminaciones, etc., han de organizarse minuciosamente. Lo mismo ocurre con la orientación de inventarios que debe ir siempre de lo general a lo particular. En este espíritu, el gran proyecto de recensión de los archivos peruanos ocupa evidentemente lugar destacado. Constituye un fin que hay que alcanzar por etapas.

55» Al decir en los párrafos que antecede "se debe", "es preciso", etc., intento solamente definir aquello en lo que según he podido comprobar, después de

mis conversaciones, que todo el mundo en Lima y otros lugares del Perú está más o menos explícitamente de acuerdo. Aunque la definición de ese ideal no sea demasiado fácil, hay que reconocer que en vista del acuerdo unánime que se ma­nifiesta sobre los principios, el esbozo de las metas que hay que alcanzar no

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resulta demasiado difícil. Queda la realización. IAquí surgen todos los obs­táculos! Al ser la política (incluso archivlstica) el arte de lo posible hay que tener presentes realidades diversas, ajustar (durante cierto tiempo) los fi­nes a los medios, más bien que los medios a los fines, etc. Esto es lo que voy a intentar hacer en la segunda parte de este informe, al formular diversas reco­mendaciones positivas.

Segunda Parte

( R e c o m e n d a c i o n e s )

56. A mi juicio, la aplicación de una reforma y de una reorganización de los archivos peruanos no puede hacerse efectivamente, incluso para una etapa

provisional, antes de 1971 e incluso más precisamente antes de la primavera o el verano de ese año; no obstante, ese "despegue" supone a su vez que se adopten ciertas medidas con anterioridad, incluso me atrevería a decir inmediatamente 0, al menos, con la mayor brevedad posible.

1. MEDIDAS INMEDIATAS

A. Legislación y reglamentación

a) La ley archivistica

57» Esta debería empezarse a preparar sin tardanza. Por lo que se me dijo, una ley de ese tipo ha de ser preparada por una comisión ad hoc, que funciona­

ría como las que se ocupan de los diferentes sectores sometidos a la gran refor­ma administrativa (Area de Reforma) actualmente en curso; me es grato señalar que encontré en las autoridades encargadas de dirigir y coordinar esa reforma en el plano nacional un vivo interés por la preparación de dicha ley.

58. Sean cual fueren las conclusiones de esa comisión y las decisiones finales, opinó que le seria útil disponer de textos de referencia que sirvieran de

base a sus trabajos. Ahora bien, el Dr. Durand Flórez, director del Archivo Nacional ha preparado ya*un proyecto (D.P.). Lo he estudiado atentamente y lo he encontrado, muy interesante. Había pensado en principio proponer algunas mo­dificaciones al mismo pero, después de pensarlo, estimé que quizá fuera más provechoso que redactara yo mismo un proyecto diferente que figura en forma de anexo del presente informe. Así la comisión podrá disponer de dos textos básicos diferentes.

59 • Se advertirá que mi proyecto remite muchas cosas al poder reglamentario. Ignoro si los textos de aplicación han de ser estudiados por la comisión

mencionada. En cualquier caso, creo que esos textos sólo deberían aparecer pro­gresivamente ya que algunas disposiciones no podrían aplicarse hasta que se adoptaran las primeras medidas. Si no me equivoco, mi opinión la compartían otras personas.

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60. Carezco de tiempo para glosar mi propio texto; espero además que sea lo bastante explícito para no precisar comentarios. Los únicos puntos que creo

conveniente destacar son tres: Io la integración de los archivos departamenta­les o regionales (de régimen incierto) en el sistema de los archivos nacionales, y, como es natural, la reintegración del de Hacienda; 2° los textos de aplica­ción (véase supra); ¿° la junta superior que, a mi juicio, no debe confundirse con la comisión que preparase la ley, pero que al establecerse después de la promulgación de dicha ley, ha de constituir un organismo permanente.

61. Uno de los puntos que habrá que zanjar es el titulo mismo que recibirá en el texto de la ley y después en la práctica la entidad constituida por los

archivos nacionales, sus depósitos, sus documentos y su dirección. Hablo de "Archivos Nacionales" empleando voluntariamente el plural puesto que esa entidad comprenderá varios depósitos y servicios. Ocurre sin embargo que en el mundo entero -y en el Perú como en los demás países- la palabra "archivo" está depre­ciada. En la opinión común, se trata de asuntos del pasado, de Jeroglíficos, de polvo y de ratas, que interesan sólo a algunos ociosos más o menos eruditos ca­paces a lo más de obtener algunas anécdotas curiosas. Debe deplorarse esta interpretación pero no puede negársela. Es decir que si se procediera a dar un nuevo impulso a los archivos peruanos bajo esa única bandera ya desgastada po­dría ser un mal augurio. Cabria pensar en sustituir la palabra "archivo" por "documentación", "información", etc., pero ello serla olvidar que se trata de conceptos diferentes, ya que los archivos deben ser, con su metodología propia, los proveedores de los servicios de documentación sin absorberlos ni dejarse absorber por ellos. Por lo demás, en cualquier caso, al lado de su aspecto peyorativo y à pesar del mismo, el término de archivos guarda, al menos para al­gunos, una cierta nobleza. Por estas diversas razones, creo que habría que bus­car un título que conservara la palabra clásica añadiendo al mismo tiempo algo más "expresivo". Como simples sugerencias (que sólo me satisfacen a medias), propondría "Archivos nacionales y memoria del pueblo peruano" u "Organización de los archivos y de la memoria de la Nación" o también "Memoria nacional del Perú - archivos", etc.. Igualmente, para los archiveros podría abandonarse el término de paleógrafos; no, desde luego, porque la paleografía no sea útil en su for­mación -aunque revista menos importancia que en el caso de sus colegas europeos-pero los vendría mejor la designación de "archiveros memoristas" o "mnemonistas". Si se llegara a encontrar unos términos que aliaran la referencia al pasado con la preocupación del futuro, sería aún mejor. Este problema al que sólo puedo aludir, rebasa el simple plano de la terminología. Toda audacia en esta esfera -a condición de que evite los escollos de la oscuridad o de la fantasia que se preste a la irrisión- podría ser útil. Cabria incluso adoptarse aquí una posi­ción dé vanguardia y lanzar un modelo,. en beneficio, de los archivos de todos los países. Todo lingüista sabe que los términos van deteriorándose y que -espon­táneamente o no- muchos se renuevan o deben renovarse.

62. Sea cual fuere la solución que se le dé a este problema particular, quiero señalar que actualmente se está preparando un manual sobre legislación

archivística patrocinado, por el Consejo Internacional de Archivos, Mientras tanto se encontrará' en mi Manuel d'Archivistique- tropicale, un capítulo impor­tante sobre ese tema, por el Sr, R.H. Bautier, profesor de la Ecole des Chartes.

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b) Constitución de un marco profesional

63. Ya sea en forma de un texto de aplicación de la ley archivistica o dentro del marco de la reforma de la función publica, me parece urgente que se

constituya de manera real y estatutaria la profesión de archivero del Estado en materia de requisitos, remuneraciones, garantías, etc., con equivalencias hono­rables respecto de otras carreras universitarias o administrativas. Al mismo tiempo, conviene que se realicen las integraciones necesarias en Lima y en Cuzco y quizá también en otros lugares.

B. Medidas con repercusiones financieras

a) Personal

64. Lo que sugiere con respecto al personal tiene repercusiones financieras evi­dentes, aunque poco considerables. Esas repercusiones sólo pueden correr

a cargo del presupuesto nacional.

65« Algunas disposiciones sobre la formación o el "readiestramiento" del per­sonal tienen también repercusiones financieras. Más adelante me referiré

a ellas.

b) Presupuesto de gastos corrientes

66. En la primera parte de este informe se ha visto su situación inusitada. Seria conveniente que unas adiciones al presupuesto de 1970 aportaran un

primer alivio y que el de 1971 permita una dotación honorable, cuadriplicando (como mínimo) los créditos actuales.

67. No me incumbe Juzgar en cuanto al modo de financiación. Ya he manifestado mis reservas sobre el valor definitivo del sistema de retroversion de los

ingresos procedentes de las certificaciones, sin perjuicio de desear que se res­tablezcan en lo inmediato a falta de algo mejor. El hecho mismo de que se haya suspendido muestra lo precario de tal régimen. Por otra parte, el Sr. Durand Flórez ha preparado un proyecto que asegura la financiación de los gastos ordina­rios de los archivos mediante la aplicación de una sobretasa módica a las escri­turas públicas. Es posible que ese sistema sea ventajoso. Personalmente, en lugar de esos ingresos aleatorios, me parecería más seguro y más conforme al principio de la universalidad presupuestaria que se asigne pura y simplemente a los archivos tal o cual partida del presupuesto de gastos del Estado, sin que se afecten a la misma unos ingresos determinados.

c) Locales y equipo

68. En este sentido, creo convendría distinguir tres etapas:

69. I o Con cargo al presupuesto de 1970, si es posible (al menos al final del mismo), habría que asignar algunos créditos para construir en la planta

baja o en el sótano del Archivo Nacional el máximo posible de estanterías metá­licas (de las del tipo actual que son económicas y muy buenas).

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70. 2 o A partir de 197I y para los años siguientes, convendría que por medios adecuados, del género de una "ley-programa", se dispusiera de una cantidad

de unos 7*5 millones de soles, repartida en fracciones anuales, que permitiera arreglar completamente los locales actuales del Archivo Nacional y agrandar algo el Archivo Histórico de Cuzco. He incluido esta cuestión en las medidas inme­diatas ya que dicho programa habría de establecerse sin demora para que comenzara a aplicarse de manera efectiva en 197I por ser indispensable para la puesta en marcha de todo el sistema archivístico. He aquí las justificaciones de esta recomendación:

71. Por lo que se refiere a Lima, hay que admitir sin lugar a dudas que los locales actuales adolecen de dos defectos importantes: pertenecen al Minis­

terio de Justicia (del que el Archivo Nacional ya no depende) y no es en abso­luto funcional. No obstante, pueden proporcionar una base de trabajo muy hono­rable durante varios aíios. En efecto, cabe estimar que una utilización más racional de la planta baja (fijando en la misma nuevas estanterías) permitiría absorber todo lo que se encuentra en el sótano, dejando éste enteramente libre. Ahora bien, el sótano cuenta con una superficie de 1052 m?. Utilizando en él dos estanterías superpuestas, teniendo en cuenta los pasillos y escaleras nece­sarios, se llegaría probablemente, a conseguir 20.000 metros lineales de estan­tería lo que representa aproximadamente un gasto de 6,5 millones de soles. Si se agrega a esto las instalaciones mínimas (renovación de la electricidad, pavi­mentación y recubrimiento del suelo, reconstrucción de la escalera y construc­ción de un montacargas, racionalización de la circulación de airé), se obtienen 500.000 soles más. Añádanse además 500.000 soles para Cuzco y se llega a los 7,5 millones ya señalados. Todo esto es evidentemente muy aproximado aunque me haya ayudado en las evaluaciones un ingeniero sumamente competente.

72. Veinte Kins, de estanterías permitirían disponer de capacidad de almacena­miento suficiente, si se tiene en cuenta la lentitud inevitable de la apli­

cación del sistema archivístico y especialmente de las entregas, a fin de hacer funcionar desde 1971 tanto los archivos propiamente dichos como el depósito in­termedio (instalado provisionalmente en el mismo lugar) para los archivos semi-corrientes de que hablaré más adelante. A los gastos relativamente mínimos que he señalado, cabría agregar la instalación de una autoclave de desinfección de documentos que evite la catástrofe que acarrearía la propagación de insectos y de enmoheeimientos por contacto exterior (dije que la situación era paradójica­mente buena, pero ello no impide que los riesgos siguan siendo grandes). Sin embargo, el gasto que representa la adquisición de este equipo muy especial y su utilización por un técnico podía sufragarse con la asignación peruana de los fondos del PNÜD, lo que evitarla recurrir al presupuesto nacional.

75. Los planos, presupuestos y realización de todo lo que acabo de indicar no requieren la ayuda de un especialista. Los ingenieros y archiveros de Lima

pueden encargarse del proyecto de su ejecución, de consumo con el Director del Archivo Nacional (al que entregué una documentación concreta).

74. j5? Todo esto (suponiendo que se realizara) permitirla, ya lo he dicho, "funcionar" durante varios años. Ello no es óbice sin embargo para que

haya que prever la construcción de un depósito de archivos central, moderno y funcional, de un depósito intermedio para los archivos administrativos de Lima y

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de instalaciones análogas en los departamentos, si se quiere que los archivos peruanos puedan alcanzar el desarrollo que merecen y prestar todos los servicios que cabe esperar de ellos. Creo que sería prematuro adelantar cifras al respec­to y que sólo un detenido estudio (que deberla efectuar un especialista) podría permitir que se establezcan proyectos válidos. Me limitaré a señalar que la estantería y una parte del equipo que se instalase en el Palacio de Justicia podrían volverse a utilizar ulteriormente, bien para el deposito de los archivos centrales, bien para el depósito intermedio (que se instalaría, por ejemplo, en una fábrica que ya no se utilizara). Sin embargo, habría que adoptar sin tar­danza una decisión para que los gastos que entrañasen tales trabajos pudieran inscribirse, al menos a título indicativo, en los planes de inversión a largo plazo que se preparen en los próximos años.

" C* Formación y readiestramiento de archiveros

75. Antes de abordar las gestiones que debieran efectuarse, quisiera decir cómo veo la cuestión que es bastante peculiar en el Perú; precisamente tener

conciencia de ello permite proponer una política adecuada. Voy a expresarme sobre este tema con toda franqueza.

76. Los (pocos) miembros de categoría profesional, de los archivos peruanos son personas de mediana edad, cultivadas, con la firme voluntad de hacer fun­

cionar lo mejor posible sus servicios. Desde el punto de vista profesional, sus principios son generalmente buenos (respeto de los fondos, consideración para los archivos administrativos, etc.), pero por falta de formación y experiencia, sus doctrinas carecen de rigor y sus conocimientos técnicos son limitados. Insisto en que se trata de personal cuya legítima ambición de conseguir el renacimiento de sus archivos no excluye una sincera modestia; nadie en el Perú pretende ser especialista en materia de archivos.

77« En estas condiciones, me parecería lo más adecuado ocuparse en primer lugar del personal existente, dándole una formación complementaria en el extran­

jero y después una capacitación sobre el terreno.

78. La formación complementaria en el extranjero podría hacerse de la manera siguiente: Io El Gobierno peruano debería procurar en cuanto le fuera

posible que el Director del Archivo Nacional efectuara un viaje de información relativamente breve por Europa, especialmente por España, con desplazamientos a otros países (Francia, Inglaterra, Alemania, Hungría, por ejemplo). Se tratarla de una jira de documentación; su financiación podría segurarla, bien el propio Gobierno peruano, bien por medio de la cooperación internacional (programa ordi­nario de la Unesco o créditos asignados a la Unesco con cargo a la dotación peruana del PNUD). A este respecto, convendría que el Gobierno peruano se ase­sorara del Departamento de Bibliotecas, Archivos y Documentación de la Unesco. 2 o El mismo Gobierno podría recurrir a la cooperación bilateral para que un especialista en archivos administrativos (Records Management) pasara un periodo en los Estados Unidos de América, El candidato designado podría ser un respon­sable de la formación administrativa general más bien que un historiador a con­dición de que pudiera trabajar posteriormente cierto tiempo en el Archivo Nacional. 5° Dentro del mismo marco de la cooperación bilateral podría también pedirse el envío de dos archiveros en activo (del Archivo Nacional y de Cuzco)

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para asistir a cursillos, por ejemplo en Francia y España. Esas peticiones de­berían dirigirse a las embajadas (agregados o consejeros culturales) de los paí­ses dé que se tratara, pero podría recurrirse al Consejo Internacional de Archivos. Las personas de que se tratara podrían adquirir especializaciones diferentes (restauración, clasificación, etc.).

79. Al ser a veces el procedimiento bastante largo y al celebrarse los cursos o aprendizajes en épocas fijasi sería indispensable que se iniciaran las ges­

tiones inmediatamente si quiere disponerse de personal "readiestrado" en 1971.

80. Todo lo anterior me parece indispensable pero no suficiente. Para la pre­paración de las etapas siguientes, como para la formación de los jóvenes

archiveros, habría que prever desde ahora la contratación de un especialista durante un año (hacia I971-1972). Más adelante hablaré de las actividades de ese especialista que debería ser, creo yo, español o al menos de habla española; esa contratación podría sufragarse con los créditos de que dispone el Perú en el PNÜD, especialmente dentro del marco del proyecto relativo a la Escuela Supe­rior de Reformas Administrativas. Después de celebrar conversaciones detenidas sobre el particular, tengo la impresión de que el gasto que entrañaría esa con­tratación serla considerado sumamente útil, tanto por las autoridades peruanas como por las de la Unesco y las Naciones Unidas.

D. Comienzo del censo sistemático de los archivos peruanos

81. El importante y excelente proyecto de "censo" general de los archivos pe­ruanos exigirá largos años y parece que una de las tareas del especialista

extranjero podría ser la de colaborar, no claro está en el propio trabajo pero si en la elaboración de las normas, tarea muy delicada. No obstante, nada impide que se haga un ensayo desde ahora. A mi Juicio, podría hacerse en el departa­mento del Cuzco, por las razones siguientes: en esa ciudad existe ya un servicio de archivos; las autoridades universitarias, civiles y eclesiásticas parecen interesarse en él. Además en el mismo Lima se tiene interés especial en Cuzco. Por último, parece que las universidades de San Marcos y de Cuzco podrían dispo­ner de algunos créditos para esta primera operación. A falta de experto, cabria recurrir a la excelente "Gula de los Archivos de Córdoba", publicada en la República Argentina por el Profesor Tanodi.

E. , Establecimiento (o restablecimiento) de relaciones profesionales interiores y exteriores

82. El aislamiento es una de las plagas mayores de que adolecen los archivos -y los archiveros- del Perú. No obstante, se han hecho algunas meritorias

tentativas para romperlo. Se ha constituido una asociación de archiveros perua­nos (que se encuentra,.como ya señalé, en estado inactivo). Habría que reavi­varla y deberla adherirse al Consejo Internacional de Archivos. Por otra parte, dentro del marco del Instituto Panamericano de Geografía y de Historia o en otros centros, se han organizado en varias ocasiones reuniones en las que han parti­cipado numerosos archiveros de América Latina y concretamente peruanos. (He asistido a varias de esas reuniones que aproveché para entablar relaciones amistosas y profesionales con mis colegas peruanos). Además se han celebrado reuniones regionales, especialmente el primer Congreso Bolivariano de Archiveros

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(Caracas, 1967). No obstante, desde el punto de vista peruano todo esto resulta poco concreto. Estimo que el único medio de salir de la situación actual y del aislamiento (que, a pesar de lo que he señalado, persiste) estriba en la adhe­sión del Archivo Nacional al Consejo Internacional de Archivos, el cual,, por sus vínculos con la Unesco, sus publicaciones periódicas y de otra índole, sus con­gresos, sus entidades regionales (que se constituyen poco a poco según fórmulas muy flexibles) puede dar a los responsables de los archivos peruanos un apoyo técnico, profesional y moral sumamente valioso. Nada impide que esa adhesión sea inmediata.

II. ETAPAS SIGUIENTES

A. 1971-1972

85. Supongamos que las primeras medidas que recomiendo se realizan en el plazo más breve posible. ¿Cuál será la situación a mediados de 1971? Se tendrá

un marco legislativo, con la ley archivística, un estatuto para los archiveros y un presupuesto de funcionamiento mínimo; además, un primer grupo de unos miles de metros lineales de estantería en un local central mejorado, mientras que, en Cuzco se habrán introducido también algunas mejoras. Se dispondrá de personal informado tanto en archivística clásica como en Records Management, no sólo en Lima sino también en Cuzco, sobre todo con la ayuda de un especialista durante un año. Además, se habrá efectuado una primera experiencia de recensión y las relaciones entre los propios archiveros peruanos y entre éstos y el exterior se habrán estrechado. Todo ello constituirá una buena base de partida para la ver­dadera aplicación del nuevo sistema, puesto que nada parece impedir que se den todas las condiciones citadas. ¿Cuáles serían entonces los trabajos que habría que efectuar durante el periodo de un año a un año y medio que corresponde, a mi juicio, a esta puesta en marcha?

a) Formación

84. Una de las principales tareas del especialista que se contratara -y la justificación principal de su inserción en el proyecto del PNUD- seria diri­

gir (con la ayuda de los archiveros) un curso de formación, de un semestre más o menos, quizá más. Esto me lleva a tratar de la cuestión, muy debatida, de una Escuela de Archiveros en el Perú. He reflexionado mucho sobre el deseo formulado a este respecto por el Dr. Durand Plórez (D.F.). Creo que puede muy bien tenerse en cuenta para un futuro lejano, pero por diversas razones no me parece realiza­ble en un perspectiva previsible a corto o á medio plazo. Entrañaría, en efecto, gastos bastante considerables, aunque sólo fuera en locales y profesores y esto, bien para un número de alumnos demasiado reducido para justificar los gastos, bien al contrario para un número de estudiantes superior a las posibilidades que ofrece el mercado de empleo, incluso si se agregan las que podría ofrecer el sec­tor privado.

85. En cambio, me parecería muy posible realizar una especie de programa pluri-disciplinario que utilizara diversas enseñanzas (historia general y nacional,

ciencias auxiliares y especialmente paleografía española y americana, pero no medieval -que debería volverse a enseñar en San Marcos- historia y derecho

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administrativo, etc,)* completado con una enseñanza a la vez práctica y teórica facilitada en el propio Archivo Nacional o en la E.S.A.P« De esta última tarea podría encargarse (durante un primer año académico) el especialista extranjero. Creo que este sistema, algo económico al mismo tiempo que flexible, se ajustaría a la mentalidad de las reformas universitarias y administrativas actuales. El Decano de la universidad de San Marcos y el Director de la Escuela Superior de Administración se han dignado interesarse por ese método que ofrecerla también las ventajas de garantizar, en el futuro, los dobles vínculos que deben tener los archivos con las universidades y la administración pública. Por esa vía podrían además formarse los conservadores que se encargaran, al menos en régimen de jor­nada parcial, de los archivos autónomos o privados (universidades, municipios, igles ias, empresas, etc.).

86. Un régimen de enseñanza de esa Índole de la archivología supone, para que pueda iniciarse a tiempo, una cierta publicidad y quizá que se proceda a

una selección de los eventuales candidatos. En este informe, escrito al correr de la pluma, tendría que haber hablado, sobre las medidas inmediatas, para la "identificación" de los futuros archiveros ... Por otra parte, todo esto no excluye que la formación de esos futuros archiveros se complete con periodos de aprendizaje en el extranjero ni que se recurra a la Escuela Interamericana de Archivología, si ésta llega a establecerse. Hay que esperar sin embargo que se formará poco a poco una metodología nacional más adaptada a los archivos perua­nos que la que permitirla cualquier aporte exterior. Sólo mediante reuniones y organismos internacionales y regionales podrá en lo futuro establecerse plazos indispensables con las personas y centros del exterior.

b) Estructuración y reglamentación

87. La formación adquirida en el extranjero, al mismo tiempo que la presencia de un archivero procedente del exterior, deberían aprovecharse (en 1971-1972)

para preparar -en colaboración con los organismos ministeriales especializados-textos de aplicación (leyes concretas, decretos, o circulares) de la ley general, al mismo tiempo que para ponerla en marcha de manera efectiva. Es esta una tarea difícil tanto en lo que respecta a su redacción como a su aplicación. Ca­rezco de tiempo para entrar en detalles. Los principales temas de la cuestión se indican ya, en el artículo VII del proyecto de ley que figura en el anexo. Sólo quiero destacar algunos puntos que debieran considerarse y ciertos regíme­nes que habría que establecer.

88. Lo más importante será sin duda alguna organizar reglamentaria y eficaz­mente el régimen de los expedientes administrativos y su paso progresivo a

la categoría de archivo propiamente dicho. Esto requiere que se atribuya a la dirección de los Archivos Nacionales -y por delegación al inspector general o al especialista en "Records Management" (gestión de documentos administrativos)-facultades de fiscalización y una misión de asesoramiento en todo lo que se re­fiere a la gestión de los expedientes desde la etapa primera de su creación; esto implica también la organización de archivos ministeriales para los documen­tos relativamente recientes y de depósitos intermedios (que han de depender sin duda financieramente de la Presidencia del Consejo) para los expedientes que ya no se utilicen con frecuencia pero que no hayan alcanzado todavía la edad de la destrucción o de la entrega a los archivos.

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89. Cuestiones que guardan mucha relación con la anterior y que deben ajustarse a disposiciones reglamentarias, al mismo tiempo que a preparaciones prác­

ticas: el régimen de las entregas y el de las eliminaciones. Son éstas también materias muy técnicas en las que un texto poco adecuado, los afanes de aplicar una política demasiado estricta o al contrario demasiado amplia, pueden conducir a graves errores.

90. Siempre en la esfera de los textos, de las estructuras que hay que crear y de los regímenes que hay que establecer, el problema de los archivos depar­

tamentales se planteará en toda su amplitud. Creo que en esta materia se re­querirá un texto preciso desde el principio pero una aplicación real muy prudente y progresiva. Parece que en este caso el orden de prioridades está ya estable­cido: en primer lugar Cuzco (que "marcha"), después Arequipa y Ayacucho (que "existen"), y luego los demás departamentos procediendo quizá por etapas regio­nales. No hay que disimular que el paso al Estado de esos archivos planteará algunas dificultades y que seria imprudente sustituir de una sola vez al régimen (un poco singular) de las universidades por un vacío que sólo existiera en el papel.

91. En 1971-1972 deberían también prepararse otros textos y otros estudios que establecieran el régimen de control (y eventualmente de ayuda) de los

archivos más o menos autónomos, como por ejemplo los archivos municipales. Hay que prestar también atención muy especial a los archivos eclesiásticos cuya per­tenencia al patrimonio nacional está sancionada legalmente desde hace 100 años y cuya importancia es excepcional; habría que encontrar en su caso un régimen particular, a condición de que las autoridades religiosas aceptaran ponerlos sin reservas a disposición de los investigadores. En beneficio de todo el mundo podrían arbitrarse fórmulas económicas, como el depósito de los archivos reli­giosos en los archivos del Estado y regímenes financieros ad hoc.

92. La apertura de los archivos al público no es un tema menos complejo y los textos que la rijan deben estudiarse muy cuidadosamente. Hay que tener

presente que en esta materia no existen soluciones ideales y sólo fórmulas de transacción. Se tropieza en efecto con un conflicto de intereses ineluctable y legítimo: por un lado, los investigadores que quisieran "verlo todo inmediata­mente" y, por otro, la administración de los archivos que sin duda debe ayudar­los en todo lo que pueda pero que ha de defender al mismo tiempo los derechos del Estado y de las personas privadas que, tanto unos como otros, exigen ciertos plazos antes de que los expedientes puedan ponerse a disposición del público. La reglamentación en este punto ha de prepararse no sólo desde un punto de vista jurídico y académico sino también teniendo en cuenta la realidad de las cosas; requiere pues un conocimiento profundo de las colecciones y no puede hacerse a la ligera, basándose en consideraciones formuladas "desde el punto de vista de Marte" so pena de acarrear graves dificultades.

93. La junta cuya creación recomiendo en mi proyecto de ley ha de constituirse, a mi juicio, en último lugar. La redacción y la promulgación de los textos

han de hacerse antes si no se quiere incurrir en demoras y dar pie a debates poco fructuosos. Además no creo que haya que atribuir a este organismo (muy importante sin embargo por su papel coordinador) poderes normativos, por ejemplo

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en ¡materia de eliminación de documentos. Ha de estar constituido por un grupo de personas ¿unamente capaces (lo que no quiere decir una asamblea constituida exclusivamente por ancianos) que se encargue de dar su opinión sobre política archivística, planificación de los trabajos, etc.

c) Trabajos técnicos

94. Las actividades que se realicen durante el periodo clave de 1971-1972 no deben limitarse,creo yo, a establecer estructuras y una legislación, cons­

tituir el régimen del personal y dar a éste una capacitación suplementaria; tampoco deben sólo consagrarse a la organización de las relaciones profesionales nacionales e internacionales. Todo esto es indispensable, pero serla convenien­te que aprovechando la presencia, durante un periodo relativamente largo de un especialista, se emprendan (como mínimo) ciertos trabajos científicos, especial­mente en el Archivo Nacional que debe en este punto desempeñar un papel de piloto para el resto de los archivos peruanos«

95« Lo primero que habría deshacerse en este sentido sería un estudio sobre la construcción de un nuevo edificio. Ya dije que este principio habría que

tenerlo presente lo antes posible dentro del marco de la planificación de las futuras inversiones. Es muy probable que incluso si se hace una inscripción de principio al respecto, no se traduzca inmediatamente en créditos importantes ni siquiera .en créditos iniciales. . Pero precisamente habrá que aprovechar ese ine­vitable periodo de espera para preparar muy cuidadosamente, mediante análisis técnicos y conversaciones y estimaciones, oficiosas, un anteproyecto. Si pueden obtenerse incluso créditos de estudio (mínimos), podrá contarse con la colabora­ción de un arquitecto i. Asi, el día -que es de esperar no sea muy lejano- en que el Archivo Nacional pueda abandonar sus locales incómodos e insuficientes del Palacio de Justicia, no se correrá el riesgo de lanzarse a la improvisación.

96. Independientemente de;. que se obtenga o no una celda de desinfección, será fácil encontrar en las salas de la planta baja la posibilidad de estable­

cer un pequefio taller de restauración de documentos. Aquellos, por ejemplo, en los que la tinta acida haya corroído las partes escritas se hallan en peligro; ahora bien, pueden muy bien tratarse esos documentos por el método indio que expone el Sr. Kathpalia en mi Manuel d'archiv is tique tropicale. Siempre que se tenga una ventana abierta y no se fume y sólo se adquiera acetona en pequeñas cantidades, este procedimiento no reviste peligro y permite salvar los documen­tos dañados. La organización de este taller provisional deberla coincidir con el estudio detenido de los procedimientos de desacidificación preventiva en seco o en pulverización para el papel industrial cuya utilización comenzó a mediados del siglo XIX. En aquellos documentos cuya tasa de acidez (sin ser excesiva) no sea satisfactoria, hay.que proceder a una neutralización sistemática según méto­dos quasi-industriales. Como estos métodos no se han perfeccionado todavía, bastará con estar al corriente, gracias a la revista Restaurator publicada en Copenhague y al manual que el Sr. Y.P. Kathpalia prepara para el Consejo Inter­nacional de Archivos.

97. Los esquemas de clasificación deberán también estudiarse durante ese pe­riodo de 1971"1972. Se trata igualmente de una cuestión muy delicada sobre

la que se encontrarán dos estudios míos, uno sumario en el Manuel d' Archiv is tique

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tropicale y otro más profundo en el Manuel d'Archivlstique française que apare­cerá en breve. Estas cuestiones se relacionan con las de clasificación de los archivos intermedios y también la de las signaturas, las de las unidades de archivos, legajos, libros o expedientes. Con tal motivo podrá plantearse la cuestión de la oportunidad de mantener las secciones actuales (a mi juicio, ha­bría que modificar el sistema).

98. Los inventarios, ficheros, etc., sólo podrán en ese momento constituir re­pertorios, de lo que ya existe, efectuándose una planificación para el

futuro. Todo está expresamente relacionado con la realización del censo general, para el que podrá servir de base de trabajo la experiencia de Cuzco, si ya se ha llevado entonces a cabo. De todas formas, en función del principio de que se debe ir de lo general a lo particular, será conveniente comenzar por guías que permitan a los investigadores no sólo encontrar tal o cual pequeño expediente o documento sobre un determinado asunto, sino más bien conocer de qué recursos disponen los depósitos de los archivos que puedan visitar y cómo utilizarlos. En este sentido, no habría a mi juicio que incluir directamente en los fondos del Archivo Nacional los que procedan de localidades en los que deberán insta­larse, cuando no existan ya, archivos departamentales.

99« En esa misma época podría abordarse la cuestión de las publicaciones. Su­giero que el Archivo Nacional o la asociación de archiveros (o ambos a la

vez) publiquen una revista periódica única con artículos exclusivamente sobre archivología. Estos podrían ser de tres clases: estudios sobre metodología ge­neral y local; informaciones profesionales; descripción de fondos o elementos de inventarios (éstos reunidos quizá después). En cuanto a las ediciones de textos (por lo demás muy interesantes) que constituyen lo esencial de las revis­tas actuales publicadas bajo la égida de tal o cual institución archivera, po­drían encontrar lugar más adecuado, como todos los artículos propiamente histó­ricos, en otras publicaciones periódicas o no. Asi se evitarían dispersiones, gastos y en definitiva el desaliento de los investigadores ...

100. Sin querer cerrar la lista de las cuestiones científicas y técnicas que habría que abordar, pues es ilimitada, diré una última palabra sobre el

delicado punto de la reintegración de los documentos peruanos que se encuentran en el extranjero. Si excluyo la restitución directa no es porque me parezca absurda, sino simplemente porque depende de la política extranjera o al menos de la diplomacia, esferas que quedan al margen de mi competencia. En cambio, pue­den abordarse aquí otros dos tipos de procedimiento (que se practican ya al menos en parte). Se trata de los microfilms (seguidos siempre que sea posible de reproducciones serográficas) y el simple intercambio. Para la recensión de los documentos que puedan someterse a tales operaciones, el Repertorio de Puen­tes de la Historia de América Latina (del que ya han aparecido bajo los auspicios del Consejo Internacional de Archivos cinco volúmenes: España (2), Bélgica, Países Bajos, Escandinavia) podría ser sumamente útil.

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B. Después de lft72

101. No se puede prever a demasiado largo plazo ni entrar en detalles excesivos. Ya es mucho establecer dos etapas cronológicas de realizaciones. Lo demás

no es más que. prospectiva. Es decir, confrontación de las eventualidades gene­rales con las metas que hay que alcanzar, esbozadas en la primera parte de este informe y que son: construir un edificio central, organizar una red archivista etapa por etapa y depósito por depósito, contratar normalmente funcionarios que estén a la vez capacitados y que cuenten con un futuro estable y digno, garan­tizar la conservación material de los documentos mediante una orientación tera­péutica y preventiva, etc.

III. RESUMEN DE LAS RECOMENDACIONES

102. De conformidad con la misión que se me habla asignado y como resumen de las consideraciones que anteceden, RECOMIENDO:

103. Io Que, a la mayor brevedad posible,

se prepare y promulgue una ley archivística fundamental;

se establezca un cuerpo profesional de archiveros con las asignaciones financieras correspondientes;

se cuadruplique o quintuplique el presupuesto ordinario de los archivos;

se establezca un programa de gastos a medio plazo para que pueda dedi­carse una suma total de unos 7*5 millones de soles en 4 ó 5 años a equipar someramente los depósitos actuales del Archivo Nacional y arreglarlos;

se instale en el Archivo Nacional una autoclave de desinfección (cuya adquisición y aplicación podría financiarse con los créditos de que dispone el Perú en el PNUD);

se incluya en los planes a largo plazo de inversiones estatales la construcción de un depósito central de carácter funcional;

se desplacen al extranjero archiveros peruanos por periodos relativa­mente breves y que se invite a un experto extranjero a trabajar ulte­riormente en Lima durante un año (para la financiación de lo primero podría recurrirse a la cooperación bilateral y para lo segundo al PNUD);

se proceda sin tardera» a la recensión sistemática de los archivos del departamento de Cuzco;

los archiveros peruanos reaviven su asociación y que al mismo tiempo sus instituciones administrativas y agrupaciones corporativas esta­blezcan o reanuden sus vínculos con el Consejo Internacional de Archivos;

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104. 2° que, ulteriormente (1971-1972), y con la ayuda del experto, se organice, con el apoyo de la universidad y de la E.S.A.P., la formación sistemática de los jóvenes archiveros peruanos;

se publiquen progresivamente textos de aplicación de la ley archivística, en especial sobre los temas siguientes; "Records Management", régimen de entregas, archivos locales autónomos y privados, accesibilidad y reglamento de los archivos, designación de una junta superior;

se emprendan trabajos técnicos y científicos, en particular: estudios para la construcción de un nuevo edificio central, instalación de un taller económico de restauración en el inmueble actual; sistemas de clasifica­ción, signatura, inventarios y publicaciones.

105. 3° que, en lo sucesivo

se prosiga una política archivera dinámica que pueda dotar al Perú de un sistema completo, coherente y eficaz, incluso si la realización de los objetivos finales no puede preverse para un futuro muy próximo.

Conclusión

EL FUTURO DE LOS ARCHIVOS PERUANOS

106. Al final de una estancia demasiado breve, creo poder afirmar que el futuro de los archivos peruanos ha de enfocarse con optimismo.

107. Estos archivos son a la vez muy ricos y muy pobres, pero más allá de esta aparente paradoja, cabe afirmar que a pesar de los grandes esfuerzos huma­

nos y financieros que exige su puesta en marcha en beneficio de la nación entera, la operación es rentable y que la modestia de los costos que implica ha de evi­tar su aplazamiento en beneficio de prioridades que fuesen, por decirlo así, "prioritarias". No obstante, ha llegado a la convicción de que las autoridades responsables están persuadidas de que hay que hacer lo necesario para que los archivos vuelvan a merecer el título de patrimonio colectivo, y a desempeñar el papel correspondiente, útil para el conocimiento que el pueblo ha de tener en sí mismo y también para el prestigio de la República, el desarrollo de las empresas e instituciones del país y la vida cultural y científica, en una perspectiva que rebasa incluso las fronteras del Perú. Deseo por otra parte y espero que pueda encontrarse en el exterior, en el plano de la cooperación bilateral e internacio­nal, un apoyo correspondiente a los esfuerzos efectuados sobre el terreno.

108. Por todas estas razones, salgo del Perú con una gran confianza en el futuro de sus archivos.

Lima, 13 de diciembre de 1969

Firmado: Yves PEROTIN

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VII. La presente ley se completará con leyes particulares y reglamentos de ad­ministración pública, ministeriales o interministeriales, que precisarán su aplicación en las esferas siguientes;

a) estructuras administrativas y red nacional de los archivos del Estado, régimen, personal, remuneraciones y asimilaciones estatutarias del personal de las diversas categorías;

b) deberes y funciones del Director de los Archivos Nacionales;

c) obligaciones de las administraciones y otros organismos del Estado productores de archivos y control de sus actividades en la materia;

d) modalidades de financiación de los presupuestos ordinarios de los archivos nacionales, de las inversiones que afectan a los depósitos del Estado y de las subvenciones a otros depósitos;

e) régimen de accesibilidad de los archivos y apertura al público;

f) régimen de los archivos municipales y de las colectividades y estable­cimientos públicos autónomos;

g) modalidades de localización y recensión de los archivos privados, de su protección contra la destrucción, la enajenación o la exportación y de su municipalización o nacionalización eventual;

h) reintegración o reconstitución de los archivos públicos antaño des­truidos, enajenados o exportados.

VIII. Quedan derogados todos los textos legales o reglamentarios que se opongan a las disposiciones de la presente ley.

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ANEXO

PROYECTO DE LEY ARCHIVISTICA

I. La presente ley, o "ley archivística nacional" tiene carácter autoritativo. Su objetivo es definir las obligaciones del Estado y de los ciudadanos en materia de archivos y los principios en que se basan estas obligaciones.

II. Los archivos peruanos en su conjunto son patrimonio nacional, bien común del pueblo, indispensable para el conocimiento de su pasado, de su perso-

.. nalidad presente y de su desarrollo futuro. Según las modalidades que se precisarán en leyes más concretas o en decisiones del poder reglamentario, el Gobierno de la República tiene la obligación de garantizar la conserva­ción y explotación de esos archivos.

III. Los archivos peruanos pueden ser públicos o privados.

IV. Los archivos públicos están constituidos por los documentos creados, reci­bidos y acumulados, sea cual fuere su forma material, por ministros, ma­gistrados, comisarios, administradores, etc., elegidos o nombrados, y por funcionarios y agentes del Estado y de las otras colectividades, estable­cimientos o empresas públicas, en el ejercicio de sus funciones respecti­vas. Los archivos del Estado proceden de las administraciones y empresas estatales; los documentos que los constituyen, por ser propiedad del mismo, a partir de su formación, no son enajenables ad nutum; se consideran bie­nes inmuebles desde el momento en que se entregan a los depósitos de los archivos nacionales y por lo tanto a partir de este momento dejan de ser enajenables salvo en virtud de una ley. Toda medida que se oponga a esos principios será sancionada penal, civilmente y, si procediera, adminis­trativamente .

V. El Ministro de Educación Pública y, bajo su autoridad, el Director de los Archivos Nacionales están encargados de la política nacional de los archi­vos, es decir: Io de informar a las administraciones y establecimientos del Estado sobre organización de expedientes y archivos corrientes, 2o de la gestión administrativa y científica de los depósitos de los archivos nacionales propiamente dichos y de los depósitos intermedios, y del con­trol de los archivos del Estado que se hayan mantenido en las administra­ciones productoras de los documentos correspondientes, 4o de la inspección de los archivos de las colectividades públicas distintas del Estado, 5o de la salvaguardia de los archivos privados, que pertenezcan a personas físicas o morales.

VI. Una Junta superior de archivos, organismo consultivo constituido por archiveros y empleados de los archivos, historiadores y administradores, ayudará al Ministro de Educación Pública y al Director de los Archivos Nacionales a determinar la política general, planificar las inversiones y coordinar los trabajos científicos.

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