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REMA Hoja Parroquial Parroquia de la La Inmaculada y San Pedro Pascual de Jaén Domingo II de Adviento Ciclo C 6 de diciembre de 2015 nº 9 L ucas tiene interés en precisar con de- talle los nom- bres de los per- sonajes que controlan en aquel mo- mento las diferentes esferas del poder político y religioso. Ellos son quienes lo planifican y dirigen todo. Sin embargo, el acontecimiento decisivo de Jesucristo se prepara y acontece fuera de su ám- bito de influencia y poder, sin que ellos se enteren ni decidan nada. Así aparece siempre lo esencial en el mundo y en nuestras vidas. Así penetra en la historia humana la gracia y la sal- vación de Dios. Lo esencial no está en manos de los poderosos. Lucas dice es- cuetamente que «la Palabra de Dios vino sobre Juan en el desierto» , no en la Roma imperial ni en el recinto sagrado del Templo de Jerusalén. En ninguna parte se puede escuchar mejor que en el desierto la llamada de Dios a cambiar el mundo. El desierto es el territorio de la verdad. El lugar donde se vive de lo esencial. No hay sitio para lo superfluo. No se puede vivir acumu- lando cosas sin necesidad. No es posible el lujo ni la ostentación. Lo decisivo es buscar el camino acertado para orientar la vida. Por eso, algunos profetas añoraban tanto el desierto, símbolo de una vida más sencilla y mejor enraizada en lo es- encial, una vida todavía sin distorsionar por tantas infidelidades a Dios y tantas injusticias con el pueblo. En este marco del desierto, el Bautista anuncia el sím- bolo grandioso del «Bautismo» , punto de partida de conversión, purificación, perdón e inicio de vida nueva. ¿Cómo responder hoy a esta llamada? El Bautista lo resume en una imagen tomada de Isaías: «Preparad el camino del Señor» . Nuestras vidas están sembradas de obstáculos y resistencias que impiden o dificultan la llegada de Dios a nuestros corazones y comu- nidades, a nuestra Iglesia y a nuestro mundo. Dios está siempre cerca. Somos nosotros los que hemos de abrir caminos para acogerlo encarnado en Jesús. Las imágenes de Isaías invitan a com- promisos muy básicos y fundamentales: cuidar mejor lo esencial sin distraernos en lo secundario; rectificar lo que hemos ido deformando entre todos; en- derezar caminos torcidos; afrontar la ver- dad real de nuestras vidas para recuper- ar un talante de conversión. Hemos de cuidar bien los bautizos de nuestros ni- ños, pero lo que necesitamos todos es un «bautismo de conversión» . En el marco del desierto Misericordiae Vultus BULA DE CONVOCACIÓN DEL JUBILEO EXTRAORDINARIO DE LA MISERICORDIA S.S. PAPA FRANCISCO 15. En este Año Santo, podremos realizar la experi- encia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales, que con frecuen- cia el mundo moderno dramáticamente crea. ¡Cuántas situaciones de precariedad y sufrimiento existen en el mundo hoy! Cuántas heridas sellan la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y si- lenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos. En este Jubileo la Iglesia será llamada a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la soli- daridad y la debida atención. No caigamos en la indifer- encia que humilla, en la habitualidad que anestesia el ánimo e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye. Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos provocados a es- cuchar su grito de auxilio. Nuestras manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros para que sien- tan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad. Que su grito se vuelva el nuestro y juntos podamos romper la barrera de la indiferencia que suele reinar campante para esconder la hipocresía y el egoísmo. Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia cor- porales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privile- giados de la misericordia divina. La predicación de Je- sús nos presenta estas obras de misericordia para que podamos darnos cuenta si vivimos o no como discípulos suyos. Redescubramos las obras de misericordia corpo- rales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sedi- ento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. Y no olvidemos las obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, cor- regir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofen- sas, soportar con paciencia las personas molestas, rog- ar a Dios por los vivos y por los difuntos. No podemos escapar a las palabras del Señor y en base a ellas seremos juzgados: si dimos de comer al hambriento y de beber al sediento. Si acogimos al ex- tranjero y vestimos al desnudo. Si dedicamos tiempo para acompañar al que estaba enfermo o prisionero (cfr Mt 25,31-45). Igualmente se nos preguntará si ayu- damos a superar la duda, que hace caer en el miedo y en ocasiones es fuente de soledad; si fuimos capaces de vencer la ignorancia en la que viven millones de per- sonas, sobre todo los niños privados de la ayuda nece- saria para ser rescatados de la pobreza; si fuimos ca- paces de ser cercanos a quien estaba solo y afligido; si perdonamos a quien nos ofendió y rechazamos cualquier forma de rencor o de odio que conduce a la violencia; si tuvimos paciencia siguiendo el ejemplo de Dios que es tan paciente con nosotros; finalmente, si encomendamos al Señor en la oración nuestros her- manos y hermanas. En cada uno de estos “más pe- queños” está presente Cristo mismo. Su carne se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga ... para que nosotros los reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado. No olvidemos las palabras de san Juan de la Cruz: « En el ocaso de nuestras vidas, seremos juzgados en el amor » Parroquia de la Inmaculada y San Pedro Pascual Carretera de Jabalcuz, 2 23002 - JAÉN 953 23 11 08 [email protected] www.facebook.com/inmaculadaysanpedropascual AGENDA PARROQUIAL: 7 LUNES 19 h: Misa (Segundo día de Tríduo) 20’30 h: Vigilia de la Inmaculada Parroquia El Salvador 8 MARTES Inmaculada Concepción 9’30 h: Misa 12 h: Misa. Fiesta de la Parroquia 13’30 h: Comida compartida en los salones parroquiales para todo el que lo desee 19 h: Misa 9 MIÉRCOLES 17h: Grupo de Cáritas 17 h: Retiro con profesores de religión 17’30 h: Legión de María 19 h: Misa 10 JUEVES 19 h: Misa 11 VIERNES 16’30 h: Catequesis 18 h: Exposición del Santísimo 19 h: Misa 19:30 h: Reunión con padres de comunión 12 SÁBADO 11 h: Catequesis 12 h: Catequesis 19 h: Misa 20 h: Adoración nocturna 13 DOMINGO III Adviento 9’30 h: Misa 11 h: Catequesis 12 h: Misa 17 h: Retiro con los catequistas 19 h: Misa Ven a nuestro camino, Señor Que seas la arena que nuestros pies toquen Que te encontremos en cada orilla como seguridad Que seas agua cuando aparezca el cansancio Ven a nuestro camino, Señor Te necesitamos para cambiar y ser mejores TE queremos porque sin Ti nos perderemos Te anhelamos porque, sin Ti, nada es justo ni bueno Ven a nuestro camino, Señor Ven, y no tardes Ven, y cámbianos Ven, y sorpréndenos con tu llegada

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Hoja Parroquial de la Inmaculada y San Pedro Pascual de Jaén

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Page 1: Rema 061215 (1)

R E M AHoja ParroquialParroquia de la La Inmaculada y San Pedro Pascual de Jaén

Domingo II de AdvientoCiclo C 6 de diciembre de 2015 nº 9

L u c a s tiene interés en precisar con de-talle los nom-bres de los per-

sonajes que controlan en aquel mo-mento las diferentes esferas del poder político y religioso. Ellos son quienes lo planifican y dirigen todo. Sin embargo, el acontecimiento decisivo de Jesucristo se prepara y acontece fuera de su ám-bito de influencia y poder, sin que ellos se enteren ni decidan nada.

Así aparece siempre lo esencial en el mundo y en nuestras vidas. Así penetra en la historia humana la gracia y la sal-vación de Dios. Lo esencial no está en manos de los poderosos. Lucas dice es-cuetamente que «la Palabra de Dios vino sobre Juan en el desierto», no en la Roma imperial ni en el recinto sagrado del Templo de Jerusalén.

En ninguna parte se puede escuchar mejor que en el desierto la llamada de Dios a cambiar el mundo. El desierto es el territorio de la verdad. El lugar donde se vive de lo esencial. No hay sitio para lo superfluo. No se puede vivir acumu-lando cosas sin necesidad. No es posible el lujo ni la ostentación. Lo decisivo es buscar el camino acertado para orientar la vida.

Por eso, algunos profetas añoraban tanto el desierto, símbolo de una vida más sencilla y mejor enraizada en lo es-encial, una vida todavía sin distorsionar por tantas infidelidades a Dios y tantas injusticias con el pueblo. En este marco del desierto, el Bautista anuncia el sím-bolo grandioso del «Bautismo», punto de partida de conversión, purificación, perdón e inicio de vida nueva.

¿Cómo responder hoy a esta llamada? El Bautista lo resume en una imagen tomada de Isaías: «Preparad el camino del Señor». Nuestras vidas están sembradas de obstáculos y resistencias que impiden o dificultan la llegada de Dios a nuestros corazones y comu-nidades, a nuestra Iglesia y a nuestro mundo. Dios está siempre cerca. Somos nosotros los que hemos de abrir caminos para acogerlo encarnado en Jesús.

Las imágenes de Isaías invitan a com-promisos muy básicos y fundamentales: cuidar mejor lo esencial sin distraernos en lo secundario; rectificar lo que hemos ido deformando entre todos; en-derezar caminos torcidos; afrontar la ver-dad real de nuestras vidas para recuper-ar un talante de conversión. Hemos de cuidar bien los bautizos de nuestros ni-ños, pero lo que necesitamos todos es un «bautismo de conversión».

En el marco del desierto

Misericordiae VultusBULA DE CONVOCACIÓN

DEL JUBILEO EXTRAORDINARIODE LA MISERICORDIAS.S. PAPA FRANCISCO

15. En este Año Santo, podremos realizar la experi-encia de abrir el corazón a cuantos viven en las más contradictorias periferias existenciales, que con frecuen-cia el mundo moderno dramáticamente crea. ¡Cuántas situaciones de precariedad y sufrimiento existen en el mundo hoy! Cuántas heridas sellan la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y si-lenciado a causa de la indiferencia de los pueblos ricos. En este Jubileo la Iglesia será llamada a curar aún más estas heridas, a aliviarlas con el óleo de la consolación, a vendarlas con la misericordia y a curarlas con la soli-daridad y la debida atención. No caigamos en la indifer-encia que humilla, en la habitualidad que anestesia el ánimo e impide descubrir la novedad, en el cinismo que destruye. Abramos nuestros ojos para mirar las miserias del mundo, las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de la dignidad, y sintámonos provocados a es-cuchar su grito de auxilio. Nuestras manos estrechen sus manos, y acerquémoslos a nosotros para que sien-tan el calor de nuestra presencia, de nuestra amistad y de la fraternidad. Que su grito se vuelva el nuestro y juntos podamos romper la barrera de la indiferencia que suele reinar campante para esconder la hipocresía y el egoísmo.

Es mi vivo deseo que el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia cor-porales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privile-giados de la misericordia divina. La predicación de Je-sús nos presenta estas obras de misericordia para que podamos darnos cuenta si vivimos o no como discípulos suyos. Redescubramos las obras de misericordia corpo-rales: dar de comer al hambriento, dar de beber al sedi-ento, vestir al desnudo, acoger al forastero, asistir los enfermos, visitar a los presos, enterrar a los muertos. Y no olvidemos las obras de misericordia espirituales: dar consejo al que lo necesita, enseñar al que no sabe, cor-regir al que yerra, consolar al triste, perdonar las ofen-sas, soportar con paciencia las personas molestas, rog-ar a Dios por los vivos y por los difuntos.

No podemos escapar a las palabras del Señor y en base a ellas seremos juzgados: si dimos de comer al hambriento y de beber al sediento. Si acogimos al ex-tranjero y vestimos al desnudo. Si dedicamos tiempo para acompañar al que estaba enfermo o prisionero (cfr Mt 25,31-45). Igualmente se nos preguntará si ayu-damos a superar la duda, que hace caer en el miedo y en ocasiones es fuente de soledad; si fuimos capaces de vencer la ignorancia en la que viven millones de per-sonas, sobre todo los niños privados de la ayuda nece-saria para ser rescatados de la pobreza; si fuimos ca-paces de ser cercanos a quien estaba solo y afligido; si perdonamos a quien nos ofendió y rechazamos cualquier forma de rencor o de odio que conduce a la violencia; si tuvimos paciencia siguiendo el ejemplo de Dios que es tan paciente con nosotros; finalmente, si encomendamos al Señor en la oración nuestros her-manos y hermanas. En cada uno de estos “más pe-queños” está presente Cristo mismo. Su carne se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga ... para que nosotros los reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado. No olvidemos las palabras de san Juan de la Cruz: « En el ocaso de nuestras vidas, seremos juzgados en el amor »

Parroquia de la Inmaculada y San Pedro Pascual

Carretera de Jabalcuz, 223002 - JAÉN

953 23 11 08

[email protected]

www.facebook.com/inmaculadaysanpedropascual

AGENDA PARROQUIAL: 7 LUNES

• 19 h: Misa (Segundo día de Tríduo)• 20’30 h: Vigilia de la Inmaculada

Parroquia El Salvador 8 MARTES Inmaculada Concepción

• 9’30 h: Misa• 12 h: Misa. Fiesta de la Parroquia• 13’30 h: Comida compartida en los salones

parroquiales para todo el que lo desee• 19 h: Misa

9 MIÉRCOLES • 17h: Grupo de Cáritas• 17 h: Retiro con profesores de religión• 17’30 h: Legión de María• 19 h: Misa

10 JUEVES• 19 h: Misa

11 VIERNES • 16’30 h: Catequesis• 18 h: Exposición del Santísimo• 19 h: Misa• 19:30 h: Reunión con padres de comunión

12 SÁBADO • 11 h: Catequesis• 12 h: Catequesis

• 19 h: Misa• 20 h: Adoración nocturna

13 DOMINGO III Adviento • 9’30 h: Misa• 11 h: Catequesis• 12 h: Misa• 17 h: Retiro con los catequistas• 19 h: Misa

Ven a nuestro camino, SeñorQue seas la arena

que nuestros pies toquenQue te encontremos

en cada orilla como seguridadQue seas agua cuando aparezca el cansancio

Ven a nuestro camino, SeñorTe necesitamos para cambiar

y ser mejoresTE queremos porque sin Ti

nos perderemosTe anhelamos porque, sin Ti,

nada es justo ni buenoVen a nuestro camino, Señor

Ven, y no tardesVen, y cámbianos

Ven, y sorpréndenos con tu llegada

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PRIMERA LECTURALectura del libro de Baruc 5, 1-9

Jerusalén, despójate de tu vestido de luto y aflicción que llevas, y vistete las galas perpet-uas de la gloria que Dios te concede. Envuél-vete ahora en el manto de la justicia de Dios, y ponte en la cabeza la diadema de la gloria del Eterno, porque Dios mostrará tu esplen-dor a cuantos habitan bajo el cielo. Dios te dará un nombre para siempre: «Paz en la jus-ticia» y «Gloria en la piedad».En pie, Jerusalén, sube a la altura, mira hacia oriente y contempla a tus hijos: el Santo los reúne de oriente a occidente y llegan go-zosos invocando a su Dios.A pie tuvieron que partir, conducidos por el enemigo, pero Dios te los traerá con gloria, como llevados en carroza real.Dios ha mandado rebajarse a todos los montes elevados y a todas las colinas encum-bradas; ha mandado rellenarse a los barran-cos hasta hacer que el suelo se nivele, para que Israel camine seguro, guiado por la glo-ria de Dios. Ha mandado a los bosques y a los árboles aromáticos que den sombra a Is-rael. Porque Dios guiará a Israel con alegría, a la luz de su gloria, con su justicia y su miseri-cordia.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial.- Salmo 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6

R/. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.

V/. Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sión, nos parecía soñar: la boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. R/.

V/. Hasta los gentiles decían: «El Señor ha es-tado grande con ellos.» El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. R/.

V/. Recoge, Señor, a nuestros cautivos como los torrentes del Negueb. Los que sembra-ban con lágrimas cosechan entre cantares. R/.

V/. Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas. R/.

Palabra de Dios para el Domingo

EL EVANGELIO EN CASAAmbientaciónEn estos días, el orden de este mundo no cesa de provocar nuestra atención a sus ofertas, a sus regalos y a sus facilidades de pago para que no dejemos de atender, un año más, su campaña de publicidad navideña.En nuestros grupos: comunidad cristiana, familia, amigos... Estamos escuchando las lecturas del Adviento que nos preparan para celebrar la auténtica Navidad, la de la encarnación de Jesús en medio de la vida de un pueblo sencillo y pequeño.Nos preguntamos¿Escuchamos también los «gritos» en el desierto de aquellos a los que no les dejan ser personas porque no tienen lo necesario para vivir como tales? ¿Cómo vamos a escucharlos si no salimos a esos desiertos? ¿Acaso estamos perdidos en la ciudad de las fiestas de la evasión?¿Por qué resulta tan difícil abandonar costumbres y tradiciones que se han vaciado de sentido y son solo mera repetición?Proclamamos la Palabra: Lucas 3,1-6.Nos dejamos iluminarResulta complicado recorrer el camino, del que habla la profecía del profeta Isaías, porque tiene muchos recovecos y trampas que lo dificultan. Por eso hay que ir eliminando los obstáculos que encontramos en el camino y hacen muy difícil la llegada de Jesús y de su proyecto, el Reino de Dios.Seguimos a Jesucristo hoyCada persona, de cada uno de los grupos, nos planteamos las dificultades que encontramos en el vivir nuestro de cada día. Lo comunicamos a los demás en el grupo correspondiente; y, entre todos, buscamos los medios adecuados que allanen el camino común por el que transitamos con el resto de las personas.

“Prepara el camino” SEGUNDA LECTURALectura de la carta del apóstol San Pablo a los Filipenses 1, 4-6. 8-11

Hermanos:Siempre que rezo por todos vosotros, lo hago con gran alegría.Porque habéis sido colaboradores míos en la obra del Evangelio, desde el primer día hasta hoy.Ésta es nuestra confianza: que el que ha in-augurado entre vosotros una empresa buena, la llevará adelante hasta el Día de Cristo Jesús.Testigo me es Dios del amor entrañable con que os quiero, en Cristo Jesús.Y ésta es mi oración: que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores.Así llegaréis al Día de Cristo limpios e irre-prochables, cargados de frutos de justicia, por medio de Cristo Jesús, para gloria y ala-banza de Dios.

Palabra de Dios.

EVANGELIOLectura del santo Evangelio según San Lucas 3, 1-6

En el año decimoquinto del imperio del em-perador Tiberio, siendo Poncio Pilato gober-nador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Filipo tetrarca de Iturea y Traconítide, y Lisanio tetrarca de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.Y recorrió toda la comarca del Jordán, predi-cando un bautismo de conversión para per-dón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías:«Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; los valles serán rellenados, los montes y colinas serán rebajados; lo torcido será enderezado, lo escabroso será camino llano. Y toda carne verá la salvación de Dios.»

Palabra del Señor.

Queridos fieles diocesanos:1. Cada año, por estas fechas, renovamos nuestra petición: Ven,

Señor, que el mundo te espera y te necesita. Es el clamor que brota de millones de cristianos que esperan la próxima Navidad. ¡Ojalá no se apague nunca este deseo universal, porque desaparecía la verdadera

esperanza!EL ADVIENTO, que comenzaremos el domingo, día 29 de noviembre, y que se extenderá hasta el 24 de

diciembre, es el tiempo litúrgico en el que la comunidad eclesial prepara el nacimiento del Niño Dios. Acoge-mos con fe la venida continuada en el tiempo de Cristo Jesús.

El Dios que quiso ser Dios-con-nosotros, el Verbo Encarnado en María Virgen hace dos mil años, sigue actualizando su presencia entre nosotros, sacramentalmente, en la Navidad.

2. Son cuatro semanas que pasan pronto, a veces en preparativos externos, sin interiorizar como deberí-amos en tan inmenso misterio de amor, y recordar otras navidades pasadas. ¡Qué importante es esta memo-ria! ¡Qué importante darla a conocer a otros!

Nos dice de nuevo Juan el Bautista: “Preparad el camino al Señor”, que los montes se allanen y los valles de levanten. A través de la sagrada liturgia nos llegarán vivas estas palabras durante este tiempo. Nos convocan a los cristianos a salir por sendas y caminos que el Señor quiere recorrer para encontrarse con todos, más aún con quienes ni le conocen y le añoran en su corazón.

Hagámonos, por unos días al menos, misioneros del amor y de la misericordia. ¿Para quienes?, podríamos preguntarnos. Rellena de nombres tu lista personal y llévales el mensaje de paz de Belén. Por estas sendas de amor es como se llega al Niño Dios.

3. No perdamos tampoco de vista que, durante el próximo Adviento, se abrirá en Roma, el día de la Inmacu-lada, el AÑO JUBILAR EXTRAORDINARIO DE LA MISERICORDIA, unido al cincuentenario de la apertura del Concilio Vaticano II.

En las demás Diócesis del mundo esta apertura tendrá lugar en el Domingo III del Adviento, día 13 de di-ciembre y se extenderá hasta la Fiesta de Cristo Rey, del año 2016. Así lo ha establecido Su Santidad, el Papa Francisco, por medio de la Bula Misericordiae Vultus[1].

En la Diócesis de Jaén, durante todo este tiempo, permanecerán abiertas TRES PUERTAS DE LA MISERI-CORDIA: en las Catedrales de Jaén y de Baeza y en la Basílica-Santuario de la Santísima Virgen de la Cabeza, Patrona de esta Iglesia particular.

4. Jesús viene a nosotros con sus manos llenas. En un establo y sobre pajas, en la mesa del altar y confes-onario, se ofrece a todos nosotros. Que no tenga que repetirse la frase del evangelista: “Y los suyos no lo recibieron” (Jn 1,11). Tengamos la audacia de salir al encuentro del Dios misericordioso, hecho hombre para nuestra salvación.

Contemos con la ayuda de María, nuestra Madre de “ojos misericordiosos”, como rezamos en la Salve. Podemos preguntarla cómo celebró ella el Adviento, cómo preparó el nacimiento de su Hijo, cómo lo esperó llevándole en sus entrañas desde el anuncio del Ángel, cómo se ofreció con Él en su muerte salvadora.

“¡Ven, Señor, Jesús!”. Ven al que sufre, al que no tiene cobijo, al que no tiene donde calentarse, al extranjero. Ven a quienes lloran a solas, en una cama, en el hospital, en una celda. Que sean ellos los primeros a quienes sientes en la mesa de tu misericordia.

Mi afecto en el Señor,

+ Ramón del Hoyo LópezObispo de Jaén

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Carta Pastoral: “Ven, Señor, que te

esperamos”