puntos
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8.- En la guerra, la regla es que, si nuestra fuerzas son die contra no del enemigo,
debemos rodearlo, si son cinco a uno, atacarlo; si son dos veces ms numerosas,
dividir nuestro ejrcito en dos.
9.- Si estamos en igualdad de condiciones, podemos ofrecer batalla; si tenemos
una ligera inferioridad numrica, podemos evitar al enemigo; si somos desiguales
en todas formas, podemos huir de l.
10.- Por lo tanto, aunque una fuerza pequea realice una lucha tenaz, al fin
seguramente ser capturada por una fuerza mayor.
11.- Por consiguiente, el general es el baluarte del Estado; si el baluarte es
completo en todos los aspectos, el Estado ser fuerte; si el baluarte es defectuoso,
el Estado ser dbil.
12.- Hay tres maneras en las cules un gobernante puede traer infortunio a su
ejrcito:
a) Ordenando al ejrcito avanzar o retroceder, sin tomar en consideracin
que este no est en condiciones de hacerlo. A esto se le llama maniatar al
ejrcito.
b) Tratando de gobernar un ejrcito de la misma manera en que se
administra un reino, ignorando las condiciones en que ese ejrcito se
encuentra. Esto causa desconcierto en los soldados
c) Interviniendo en cuestiones operativas ignorando sus posibles
derivaciones y consecuencias. Esto mina la confianza de los soldados.
13.- Pero cuando el ejrcito est inquieto y desconcertado, seguramente habr
dificultades que provendrn de otras prncipes feudales. Esto es simplemente
causar anarqua dentro de la armadura y tirar la victoria por la borda.
14.- De esta manera podemos saber que hay cinco puntos esenciales para la
victoria:
1) Ganar aquel que sepa cuando luchar y cuando no hacerlo.
2) Ganar aquel que sepa cmo manejar tanto a las fuerzas superiores
como a las inferiores.
3) Ganar aquel cuyo ejrcito est animado por el mismo espritu a travs
de todos sus rangos.
Elisa Lpez
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4) Ganar aquel que, estando preparado, aguarde para tomar al enemigo
desprevenido.
5) Ganar aquel que tenga capacidad militar y no sufra interferencia alguna
de su parte de su soberano.
6)De ah el dicho: Si t conoces al enemigo y te conoces a ti mismo,
entonces no debes temer el resultado de cien batallas. Si te conoces a ti
mismo pero no al enemigo, por cada victoria ganada tambin sufrirs una
derrota. Si t no conoces ni al enemigo ni a ti mismo, sucumbirs en cada
batalla.