prieto, ricardo - el agua y el aceite
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CELCIT. Dramtica Latinoamericana 186
EL AGUA Y EL ACEITE
Ricardo PrietoPersonajes: 2
Andrea Sivloskaia
Valentina Rossi
Una habitacin sucia y destartalada. Hay en ella mugre y abandono,
pero contrastando con ese deterioro se advierte cierto aire de
refinamiento en el mobiliario, las lmparas art-dco, las cortinas,
etc.
Andrea Sivloskaia, una sesentona mujer rusa, dormita recostada
sobre un antiguo silln rado. Tiene puesto un dieciochesco salto de
cama. A su lado hay una botella de vino y una copa.
Es de noche.
Entra Valentina Rossi, su limpiadora. Es una mujer de aspecto sano
y robusto. Se detiene en el marco de la puerta y contempla a la
Sivloskaia, registrando con pena la ebriedad y el abandono en que
est sumida.VALENTINA: Otra vez dej la puerta abierta. (Se detiene
frente a ella y la mira) Por qu no cierra con llave?
ANDREA: No empieces a sermonearme.
VALENTINA: Cualquier da de estos la van a acuchillar.
ANDREA: Ojal.
VALENTINA: Olvida dnde esta viviendo. Este no es el barrio Norte.
Aqu hay chorros, ex presidiarios, drogadictos.
ANDREA: Dej abierto para que pudieses entrar.
VALENTINA: No poda abrirme usted?
ANDREA: Estoy muy cansada.
VALENTINA: Cansada! Me pregunto de qu. (Extrae un paquete de la
cartera) Le traje pan y queso.
ANDREA: No tengo hambre.
VALENTINA: Y un poco de fiambre. (Deposita el pan, el queso y el
fiambre sobre la mesa)
ANDREA: Por qu no trajiste vino?
VALENTINA: Ms todava?
ANDREA: (Encantada de que la rezonguen) No me rezongues.
VALENTINA: Me manda llamar a las siete de la noche, bajo del mnibus
y camino sola cinco cuadras por este barrio de malandrines, y me
dice que no la rezongue. (Deshace la cama) Mire esa cama. Aqu todo
apesta. (Empieza a limpiar y a ordenar la habitacin)
ANDREA: Hace das que me tiemblan las manos. No puedo limpiar.
VALENTINA: (Con cario pero burlona) A la "seorita" le tiemblan las
manos. Cundo va a aprender a hacer algo?
ANDREA: Ni siquiera puedo lavarme un pauelo.
VALENTINA: Es ms fcil que lavarse el cuerpo, se lo aseguro. Si
sigue as se la comer la mugre. (Toma una carta) Qu hago con
esto?
ANDREA: Gurdala en ese cofre.
VALENTINA: Para escribir nunca le faltan fuerzas.
ANDREA: (Con melancola) No la escrib yo. Me la enviaron.
VALENTINA: Bueno, al fin le escribi alguien. Quin fue? (Burlona) Un
"conde"?
ANDREA: Fue escrita hace muchos aos.
VALENTINA: (Lee en voz alta el final de la carta) "Mam".
ANDREA: (Con voz infantil) S, es de ella.
VALENTINA: Imagino lo que dir.
ANDREA: (Suspira) No podras imaginarlo.
VALENTINA: Qu tir aqu?
ANDREA: Serrn.
VALENTINA: Y por qu ensucia el cuarto con serrn?
ANDREA: Anoche llovi mucho y los agujeros...
VALENTINA: (La interrumpe) Los agujeros podran estar bien tapados
si en lugar de haberse pasado tres meses con el ltimo granuja que
tuvo, hubiese buscado un hombre como Dios manda para hacer una vida
decente.
ANDREA: (Sarcstica) Vida decente! (Se sirve bebida) Lo nico decente
que conozco es el alcohol.
VALENTINA: S, justamente lo que le hace falta. Vive borracha. Hasta
cundo va a seguir as? Pronto la sacarn a patadas de esta
covacha.
ANDREA: Ya lo s.
VALENTINA: Ir a parar al asilo. Se va a quedar sentada ah esperando
a que lo hagan? Acabo de hablar con la encargada y me dijo que los
dueos estn hartos de usted. Si no paga lo que debe y no termina con
las borracheras y los escndalos llamarn a la polica.
ANDREA: Ms se perdi en la guerra. En Rusia...
VALENTINA: (La interrumpe) Olvdese de la guerra y de Rusia. Vive
metiendo la nariz en el maldito pasado, y por eso le va como le
va.
ANDREA: (Suplicante, desolada) No sigas.
VALENTINA: Qu no siga? Para qu me hizo venir? Cree que me sobra el
tiempo? Me manda llamar como si estuviese agonizando pero parece ms
descansada que yo. Trabaj todo el da y dej a mi marido solo. Pens
que realmente me necesitaba, que le ocurra algo grave. Pero no. Ah
est la "condesa", descansando feliz. (Acercndole un plato con
queso) Coma.
ANDREA: No tengo ganas, ya te lo dije.
VALENTINA: Est bien. Debiltese y enfrmese de una vez por
todas.
ANDREA: Si t no me hubieras abandonado...
VALENTINA: Qu quera? Qu viniese por nada a limpiar la mugre que
hacen los sinvergenzas que trae al chiquero?
ANDREA: Siempre te pagu.
VALENTINA: Dijo bien: me pag. Pero hasta hace tres meses. Y estuve
un mes entero limpiando sin cobrar. Qu hace con la plata?
ANDREA: No tengo ms.
VALENTINA: Porque no la cuid. Cunto le da a los muchachitos que
brincan con usted en la cama?
ANDREA: (Con pena) Ya no vienen muchachitos. Hace meses que nadie
me toca.
VALENTINA: (Con burla) Y eso le parece una desgracia?
ANDREA: Es peor que estar muerta.
VALENTINA: Eso dice, aunque es lo mejor que poda pasarle antes de
que se agarre sfilis, gonorrea o sida.
ANDREA: El sida es lo nico que me falta.
VALENTINA: Linda manera de decirlo, como si fuera la cosa ms
natural del mundo. (Deja de barrer y se acerca) Por qu dice que no
la toca nadie? (Burlona) Y el pichn?
ANDREA: Vol. Apenas se puso los pantalones largos se fue a buscar
carne fresca.
VALENTINA: Es mejor as. Podra ser su hijo.
ANDREA: Pero en la cama tena como cien aos.
VALENTINA: Me da asco orla hablar as.
ANDREA: En el fondo te gusta. Tu vida es tan aburrida que mis
aventuras te parecen una pelcula fantstica.
VALENTINA: (Molesta, mientras limpia) Eso slo puede pensarlo una
depravada.
ANDREA: No limpies ms. No te llam para eso y me pone
nerviosa.
VALENTINA: Qu quiere que haga? Qu tome vino con usted? Ni por mil
dlares pondra los labios en esos vasos.
ANDREA: Ya no tengo sfilis.
VALENTINA: Pero la tuvo. (Deja de limpiar. Pausa) Para qu me hizo
venir?
ANDREA: (Con ternura) Me trajiste pan y queso.
VALENTINA: S, pero estoy arrepentida. Usted nunca va a
cambiar.
ANDREA: (Agradecida) Te mand llamar a las siete y a las ocho
estabas aqu.
VALENTINA: (Molesta. Es demasiado spera como para que le agrade que
quede al desnudo su sensibilidad) Siempre voy cuando me
necesitan.
ANDREA: (Pattica) Hay noches en que uno dara la vida para que
alguien est cerca.
VALENTINA: Por eso tuvo al "nene" tanto tiempo. Y as le fue: la dej
sin un peso. O no? Porque con usted nunca se sabe.
ANDREA: Ese era una basura.
VALENTINA: Lo aguant seis meses. Y al anterior lo soport dos aos. Y
al otro no s cunto. Qu puede esperar de hombres que tienen cuarenta
aos menos que usted?
ANDREA: Me sacaron todo lo que podan. Me usaron y me tiraron. Pero
no me arrepiento de haberme dejado usar. A cambio de los mendrugos
que les di los dej sin sangre. Los chup como un vampiro.
VALENTINA: Ya s que no puede vivir sola. Pero tendra que buscarse
un hombre de ms edad.
ANDREA: Cuando una busca hombres de ms edad conoce a los que la
doblan en edad, de esos que tienen catarro, barriga y dicen gracias
despus del orgasmo.
VALENTINA: Odia la decencia.
ANDREA: Me gustan los brutos jvenes. Siempre acabo al mismo tiempo
que ellos.
VALENTINA: (Perturbada) A veces me pregunto qu clase de mujer es
usted. Dice cosas asombrosas.
ANDREA: No te pudre ese marido gordo y desprolijo que tienes? Mira
todo con ojos de carnero degollado. Me imagino cmo har el amor.
(Con burla) Te pide permiso? Te pregunta si puede?
VALENTINA: (Ofendida pero hechizada al mismo tiempo) Mi marido es
un hombre bueno y decente.
ANDREA: S, el mundo est lleno de gente as. Sin embargo, el mundo es
una porquera. Todo es una inmundicia.
VALENTINA: (Dolida) Yo no soy una inmundicia, gracias a Dios.
ANDREA: (Con ternura) Ya lo s. (Pausa. Se acerca a una caja, la
abre con llave y extrae un collar de perlas. Se lo prueba frente al
espejo y retrocede emocionada a pocas de dicha y esplendor.
Valentina la observa deslumbrada) Prubatelo.
VALENTINA: Yo? Est loca?
ANDREA: Es para ti.
VALENTINA: Usted lo necesita ms que yo.
ANDREA: Es lo nico de valor que me queda. Cunto tiempo ms podra
vivir si lo vendo? Dos o tres meses? Eso es demasiada vida.
VALENTINA: Vndalo para comprar comida y pagar los alquileres
atrasados.
ANDREA: Ya no necesito comida ni esta miserable pieza. No necesito
nada. Tmalo. Vamos, no seas boba.
VALENTINA: Slo Dios sabe si no es robado.
ANDREA: Nunca rob collares.
VALENTINA: Por qu quiere regalrmelo?
ANDREA: (Luminosa, con agradecimiento y devocin) Cuando te haca
venir no era solamente para que limpiaras. Nunca tuve dinero para
darme ese lujo. Me gustaba que te ocuparas de m. Por eso tambin
gast contigo lo poco que me quedaba.(Suplicante) Tmalo.
VALENTINA: (Est nerviosa. Hay en el lugar un clima que la conmueve
y la desacomoda. Responde con brusquedad.) Dije que no! (Se
arrepiente de haber sido violenta. Habla con afecto) Yo la aprecio.
Pero no quiero nada de lo que hay en esta casa. Todo esto me da
miedo.
ANDREA: (Con ira) Est bien! No lo agarres! Se lo dar al primer
angelito de diecisiete aos que aparezca, siempre que tenga buena
cama! (Con melancola) Si aparece alguna vez.
VALENTINA: Si sigue dejando la puerta abierta aparecer.
ANDREA: (Con burla) La puerta! Eres incapaz de ver otra cosa! (Se
acerca a una copa servida que est ubicada sobre el aparador. La
contempla. Valentina la mira con extraeza)
VALENTINA: Qu es eso?
ANDREA: (Mintiendo) Un remedio.
VALENTINA: Estuvo enferma otra vez?
ANDREA: Tuve que ir al mdico.
VALENTINA: Qu tiene?
ANDREA: Mareos. (Se recuesta)
VALENTINA: (Huele el contenido de la copa.) Huele a vino.
ANDREA: El vino no tiene ese color.
VALENTINA: Todo aqu huele a vino. Hasta sus eructos deben tener
olor.
ANDREA: Nunca eructo.
VALENTINA: Lo hace, s. Aunque se hace la fina a veces se comporta
como una ordinaria. Nosotros no nos dejamos engatusar as noms por
los ttulos y los nombres raros.
ANDREA: No tengo ttulos.
ANDREA: No me dijo hace poco que en Montevideo se haca pasar por
condesa? Aqu no le dio resultado.
ANDREA: Al contrario. La primera vez que all dije que era condesa
se rieron en mi cara. En Buenos Aires me besaron la mano. Por eso
me qued a vivir en esta ciudad.
VALENTINA: A m no me engatus. Yo tengo los pies en la tierra.
ANDREA: Y la imaginacin en los pies. (Re)
VALENTINA: No me ofende.
ANDREA: Ya lo s. (Con una especie de devocin) Te quiero mucho, ms
de lo que podras imaginar. (Pausa. La mira con ternura) S, engatus
a mucha gente. En las grandes ciudades todo es posible. VALENTINA:
Por qu dej Pars para venir a Sudamrica entonces?
ANDREA: No me vine, me trajeron.
VALENTINA: Quin? La polica?
ANDREA: Un hombre. Fue el final de mi carrera en Europa. Mi marido
haba muerto y yo haba sufrido la ocupacin nazi en Pars. Estaba
harta de Francia, harta de todo, y viaj con un griego que pensaba
instalar un quiosco en Montevideo, donde tena parientes. Pero a l
no le gust aquella pequea aldea llena de burgueses conservadores y
anodinos. A m tampoco. All era imposible fantasear y volar. Y
resolvimos venir a Buenos Aires. Nunca olvidar aquel viaje en el
vapor de la Carrera! Doce horas en el camarote con el griego en la
cama! Dos con el griego roncando, una con el griego rascndose,
cinco con el griego manosendome, dos con el griego hablando de
caramelos y chocolates, y dos tratando de apoderarme de la
billetera para robarle mil dlares. Pero no pude robarle nada y lo
plant apenas llegamos.
VALENTINA: Es extrao que se haya quedado. Una mujer como usted aqu
resulta demasiado rara.
ANDREA: Me gustaron la gente y el clima. Adems el costo de vida era
ms bajo que en Europa. Con tres o cuatro clientes fijos se poda
vivir bien, y me quedaba bastante tiempo para dedicarme a los
hombres que me atraan.
VALENTINA: (Custica) Me imagino.
ANDREA: No, no te imaginas. Me gustaban todos los que tenan entre
quince y veinticinco aos. A esos nunca les cobr.
VALENTINA: Y cmo les caa que se hiciera pasar por Andrea
Sivloskaia?
ANDREA:. Me llamo Andrea Sivloskaia.
VALENTINA:. Est por verse si realmente es rusa.
ANDREA:. Te dije mil veces que nac en Rusia, en una granja pequea y
limpia.
VALENTINA: (Con burla) Se ve.
ANDREA: Mis padres no eran ricos pero cultivaban su propia tierra.
Tenamos dos criadas y tres peones, y aunque no vivamos en el
esplendor no nos faltaba nada.
VALENTINA: Y qu se hizo de esas tierras?
ANDREA: Las expropi la revolucin. Con la excusa de repartirlas
entre los pobres se las dieron a los pobres... revolucionarios. Y a
los verdaderos pobres los pusieron a trabajarlas. (Breve silencio)
Mi padre se suicid. Mi madre muri de pena. Las criadas se hicieron
putas y yo me prostitu junto a ellas.
VALENTINA: As empez?
ANDREA: No, haba empezado a los ocho aos con un hermano.
VALENTINA: (Se santigua) Dios nos libre y guarde!
ANDREA: Me atraa el incesto. Pero por desgracia l muri cuando tena
diez aos.
VALENTINA: Tambin!
ANDREA: (Se acerca a un bal y extrae un antiguo vestido) No estoy
arrepentida de haberme acostado con l. (Acaricia y huele el
vestido)
VALENTINA: Claro. De qu va a arrepentirse usted? Slo conoce el
pecado.
ANDREA: (Con burla) T nunca pecaste?
VALENTINA: Soy catlica. Creo en el Espritu Santo.
ANDREA: Yo tambin.
VALENTINA: (Horrorizada) Perdnala, seor!
ANDREA: (Un silencio) Ves este vestido? Es el de mi comunin.
VALENTINA: Parece un mantel antiguo.
ANDREA: Es de encaje. Tcalo.
Valentina (Lo toca) Qu spero.
ANDREA: (Lo acerca a su cuerpo y se contempla en el espejo) Cmo
crec! (Con desgarrada melancola) Ser posible que haya sido esta
nia?
VALENTINA: El tiempo pasa para todos. (Saca otro vestido del bal) Y
esto? (Deslumbrada) Qu lindo!
ANDREA: No sospechabas que poda tener ropa como sta, verdad? Nunca
creste en m!
VALENTINA: (Lo pega a su cuerpo y se mira en el espejo) De dnde la
sac?
ANDREA: Lo us en una fiesta que hubo en la embajada del Lbano. Me
lo regal un rabe o un francs, no recuerdo bien. Me gusta el color
de la sangre.
VALENTINA: Y qu fue a hacer a la embajada?
ANDREA: Me col. Al entrar al saln produje una impresin tan grande
que el embajador se acerc y me dijo que era la mujer ms hermosa de
la fiesta. Media hora ms tarde l me haba sacado el vestido en el
bao de la barbacoa. Lo hicimos sobre el excusado. Fue tan
excitante!
VALENTINA: (Sigue contemplando el vestido) Es fantstico!
ANDREA: Hacer el amor en el bao?
VALENTINA: El vestido.
ANDREA: Te lo regalo.
VALENTINA: Para qu lo quiero?
ANDREA: Cmo para qu? Para calentar a tu marido de una vez por
todas.
VALENTINA: (Molesta) Mi marido es ms hombre de lo que usted cree.
(Le entrega el vestido)
ANDREA: Llvatelo.
VALENTINA: Le dije que no.
ANDREA: Nunca vas a sacarte ese moo y esa ropa sin gracia? Nunca
vas a maquillar esa cara?
VALENTINA: Me acepto como soy.
ANDREA: Luciras mejor con este vestido y esta piel. (Extrae del bal
una estola de visn) Se la rob en Estambul a una amiga que me
"amaba". Le hice pagar con muchas cosas como esta aquel amor tan
raro.
VALENTINA: (Horrorizada) Se acost con mujeres?
ANDREA: Ellas se acostaban conmigo. Yo lo haca slo por necesidad.
Me dejaba llevar como si fuera en lancha. Al final del viaje
cobraba el cachet.
VALENTINA: Qu asco.
ANDREA: (Con pena) Pobre Valentina.
VALENTINA: (Indignada) Pobre yo?
ANDREA: S, por estar conmigo en esta pocilga. Pero no te preocupes:
a veces te envidio. (Extrae una toalla del bal) Te regalo esta
toalla. Era de un duque. Quiz te haga ms feliz que los vestidos
provocativos. (Con burla) Parece un gran repasador.
VALENTINA: No necesito ningn regalo de usted. Slo Dios puede saber
de dnde viene todo lo que tiene aqu.
ANDREA: Me lo gan con el trabajo. Crees que en las camas una est
siempre quietita, como t con el gordo?
VALENTINA: (Amenazadora) No vuelva a mencionar a mi marido.
ANDREA: En la cama se trabaja mucho. Dselo a l.
VALENTINA: (Con crueldad) En los baos tambin?
ANDREA: El doble, y casi siempre parados. (Se sirve ms vino)
VALENTINA: No siga tomando.
ANDREA: Me gusta embriagarme con este vino espeso y
ordinario.
VALENTINA: Huele mal, apesta. Su organismo debe estar
intoxicado.
ANDREA: Si no tomara no podra soportar este lugar.
VALENTINA: Por qu no alquila una pieza decente?
ANDREA: Ya te dije que no tengo ms plata.
VALENTINA: Qu hizo con sus ahorros?
ANDREA: Los gast. Estoy en la calle. El ltimo "nene" me sali muy
caro.
VALENTINA: No le creo. Siempre minti con respecto al dinero.
ANDREA: Abre ese cajn y busca la libreta del banco. (Valentina lo
abre y toma la libreta) Qu dice?
VALENTINA: Anulada.
ANDREA: No me queda un maldito dlar.
VALENTINA: Por culpa de esos tipos!
ANDREA: Por culpa de la vida, que es feroz con los que no supieron
ser previsores. Estoy en la calle y, lo que es peor, sin deseos de
moverme. Ya no quiero trotar ms. Estoy liquidada.
VALENTINA: (Moralista y reprobatoria) No se puede jugar con ciertas
cosas.
ANDREA: (Desgarrada) Aydame, por favor!
VALENTINA: (Conmovida pero incmoda) Qu quiere que haga? Qu la lleve
a mi casa? Sabe bien que no puedo.
ANDREA: Ni para ir a tu casa me quedan fuerzas.
VALENTINA: (Est asustada y se dispone a irse) Es tarde y mi marido
me est esperando. (Con angustia y piedad) Y usted est ah, medio
borracha, a punto de ser desalojada, sin plata, contndome cosas
inmundas. (Con desesperacin) Qu puedo hacer?
ANDREA: Llvate mi ropa! (Corre hacia el bal, extrae con vehemencia
tules, vestidos, pieles, etc. y los tira en el piso) No quiero
verla ms!
VALENTINA: (Gritando) Ya le dije que no! (Suplicante, a punto de
llorar) Por favor... (Llora) Por favor.
ANDREA: (Con piedad) No llores. (Pausa extensa)
VALENTINA: Por qu me hizo venir?
ANDREA: Eres la nica persona en el mundo capaz de apiadarse de mi
estado. (Levanta el vaso) Brindo por nuestra amistad.
VALENTINA: Yo no soy su amiga.
ANDREA: Pero me estimas. Qu ms se puede pedir en esta vida por la
que uno marcha solo aunque se crea acompaado? (Recita el fragmento
de un poema de Sergui Esenin) " Hoy me llega tu recuerdo,/ mi vieja
madre querida./ Sigues subiendo el otero/ con el cayado en la mano/
y miras cmo la luna/ flota dormida en el ro." (Se sirve ms vino.
Pausa)
VALENTINA: (Aleja la botella de vino) No siga tomando.
ANDREA: (Pattica) Dmela.
VALENTINA: Est bien. (Le entrega la botella) Pero me voy.
ANDREA: (Con desesperacin) No! No te vayas, por favor!
VALENTINA: Por venir aqu tengo problemas con todo el mundo. Por
ejemplo con mi marido, que sabe muy bien qu clase de mujer es, y
tambin con la gente de este barrio y de esta casa. Nadie puede
entender que le limpie la mugre.
ANDREA: (Con ira) Qu soy yo? Una leprosa?
VALENTINA: Todo el mundo sabe...
ANDREA: (La interrumpe furiosa) Qu pueden saber todos esos cerdos
sobre m? Qu les importa lo que pasa entre t y yo? (Con mucha pena)
Aqu hay un velorio. Hay cajones y velas, y una condenada.
VALENTINA: (Desconcertada) De qu velorio estaba hablando? Qu quiso
decir?
ANDREA: Necesito tanto estar junto a alguien que sienta por m un
poquito as de afecto, poquito, poquito como esta ua! Y t eres esa
persona. Cuando uno empieza a declinar ve todo como es.
VALENTINA: Lo que podamos hablar usted y yo no servira de nada.
Somos como el agua y el aceite.
ANDREA: Siempre me admiraste.
VALENTINA: (Estupefacta) A usted?
ANDREA: Dime que es verdad! Admirabas mi pasado, mi libertad, mi
capacidad de goce. Ojal pudiera regalarte todo eso! Ojal pudiera
darte todo lo que conserva mi memoria!
VALENTINA: (Con rapidez) Gurdeselo bien guardadito.
ANDREA: (Pattica) No desprecies lo que no conoces. (Pausa. Extrae
una fotografa de una caja) Esta soy yo. Tena seis aos.
VALENTINA: No me muestre ms cosas.
ANDREA: (Suplicante) Mrala, por favor.
VALENTINA: (Vacila pero opta por mirar) Se vea muy bien.
ANDREA: Esa era mi madre.
VALENTINA: Parece una mujer muy decente.
ANDREA: (Transportndose) Fui tan feliz! (Con angustia y amor,
regresando al pasado) Hazme una trenza, mam, pasa tu mano por mi
frente, acarciame! Y despus vayamos, yo de tu mano, t mirndome, por
aquellos senderos donde todo estaba en su lugar: el campo, las
vacas mansas, el olor del viento, las sbanas de lino, la vida que
vendra! (Cierra los ojos) Tan breve! (Pausa. Valentina est muy
conmovida. Emergiendo) Ests ah?
VALENTINA: Estoy.
ANDREA: Cerr los ojos y sent que habas partido para siempre. (Con
gratitud) Pero no te fuiste. Y el remedio?
VALENTINA: Sigue en la copa. Quiere tomarlo?
ANDREA: No. Lo tomar cuando te vayas. (Suplicante) Si te vas.
VALENTINA: Claro que me voy. Es muy tarde.
ANDREA: Qu importa la hora? La noche es larga. (Recita otro
fragmento de un poema de Esenin.) "Las flores me dicen adis/
mientras se inclinan hasta el suelo/ y me anuncian que no ver ms/
ni su rostro ni el campo paterno."
VALENTINA: No puedo quedarme ms. Luis va a alarmarse.
ANDREA: Olvdate de l! Ya es hora de que reviente ese gordo de
cartn!
VALENTINA: (Con ira) No siga insultndolo!
ANDREA: (Arrepentida) Perdname. No deb atacar a ese marido con
aspecto de oso bonachn.
VALENTINA: Djeme ir.
ANDREA: Est bien. Puedes irte. (Se acerca a la copa servida y huele
el aroma del remedio. Pausa) Pero antes voy a vestirme.
VALENTINA: Va a salir?
ANDREA: (Con tristeza y una sonrisa diablica) S. (Busca entre la
ropa desperdigada y elige un largo y deslumbrante vestido blanco.
Se esconde detrs de un biombo que separa el pequeo estar de la
cama) Aydame. (Valentina la ayuda) Es un Chanel. (Con cierto grado
de frivolidad, tratando de ahuyentar la angustia) Me lo compr en
Pars un lord ingls. El da en que me lo puse para ir a una fiesta me
acord de la pollerita rada que tena puesta cuando llegu a Pars.
Acababa de cumplir veintitrs aos. Era una campesina arruinada y
estaba sola. Mi nica amiga era la calle, pero yo crea que iba a
conquistar el mundo.
VALENTINA: Las cosas cambian.
ANDREA: Ojal slo cambiaran. A veces creo que ni siquiera existen.
El primer recuerdo que tengo de Pars fue una voz polaca, un viejo
inmigrante que manejaba un taxi. "M ofrecerte habitacin y comida",
dijo. "T gustar". Caminaba arrastrndose y era ms feo que un
cangrejo. Le descubr enseguida un tic nervioso que tena en la
pelvis y eso me desagrad. Pero su billetera no era tan prominente
como su barriga, y un da abandon su tugurio para irme con un hombre
ms pudiente.
VALENTINA: A lo mejor el polaco la quera.
ANDREA: Me deseaba como un cerdo, pero no saba amar a una mujer
como yo.
VALENTINA: (Con burla) Quizs no era suicida.
ANDREA: Tampoco tena esa locura que me apasiona. (Sale del biombo)
Cmo me queda?
VALENTINA: Muy bien. (Con sinceridad y admiracin) Sigue una mujer
muy linda.
ANDREA: El lord pag una fortuna por l. (Se acerca al espejo) Es un
vestido magnfico y me queda como un guante. Qu hombre generoso!
Lstima que era petiso, rechoncho y aburrido. Me peda permiso para
todo, hasta para besarme, y me cans de tanta pulcritud. Te molesta
que hable as? S, te molesta porque te excita. (Saca una piel del
bal y se la pone) Esta la us cuando me cas con Ranuzzatti, mi nico
marido. Era chantajista pero se haca pasar por el conde Sivloskaia.
Logramos una posicin gracias a su talento. Nuestro poder de
seduccin y el falso ttulo nos permitieron introducirnos en los
lugares donde haba dinero y poder. Cmo nos teman! Por eso roamos
como ratas feroces las billeteras abultadas. (Pausa. Se retoca el
rostro frente al espejo) El conde Sivloskaia no tena piedad de
nadie. Lo mataron de un tiro una noche de verano, cerca del Pre La
Chaisse, donde lo enterr. A veces pienso que fue el nico hombre que
me quiso, a pesar de que yo odiaba que sus ojos fuesen tan sumisos
cuando haca el amor. (Silencio) Slo am la lujuria, Valentina. Pero
no me arrepiento. Ella tambin desciende del cielo, como el amor. A
tu Dios no le asustan las cosas de los hombres.
VALENTINA: Todo se paga.
ANDREA: No me digas eso justo cuando necesito ayuda.
VALENTINA: No puedo ayudarla ms! Ni siquiera s para qu me hizo
venir! Y tengo que irme!
ANDREA: (Con furia) Vete entonces! Encirrate en tu madriguera para
revolcarte con tu eunuco! All estars protegida de la inmundicia que
anda por el mundo y no tendrs que posar tus labios en vasos como
los mos! (Solloza. Pausa. Valentina est muy conmovida) Perdname.
(Desolada y medio borracha) Tu vieja condesa Sivloskaia est un poco
cansada y loca. El agrio sabor que tiene la vida la obliga a gritar
y maldecir.
VALENTINA: (Asustada) Quiero irme.
ANDREA: No deberas hacerlo.
Valentia: Por qu?
ANDREA: Porque hoy es el da de mi muerte y no quiero morir sola. No
permitir que me encuentren con cualquier facha.
VALENTINA: (Estupefacta) Qu dijo? Est loca?
ANDREA: Ojal lo estuviera.
VALENTINA: (Descontrolada) Est bien. Me llam para contarme todas
esas porqueras que quiz no son ciertas. No s si viaj por el mundo
entero, si se cas con Ranuzzatti, si esos vestidos son de Chanel o
de Juana Martnez. Slo s que est loca y que vive en esta inmunda
pensin. Ni siquiera s si naci realmente en Rusia. No s quin es,
aunque la creo capaz de cualquier cosa. (Con angustia) Qu ms
quiere? Estoy muerta de cansancio.
ANDREA: (Con determinacin) Vete. Ahora te lo exijo. (Se acerca a la
copa servida, que en lugar de remedio tiene veneno. Valentina est
impresionada. No sabe bien qu est ocurriendo pero registra
vibraciones fatdicas)
VALENTINA: Est bien, "condesa". Me voy. Pero no me llame ms. Me
hart de todo esto. Todava me est debiendo dos meses. Y ni siquiera
s si no tiene ms plata en el banco.
ANDREA: Viste mi libreta.
VALENTINA: Quin puede saber si no tiene otra?
ANDREA: No me queda un dlar. Pero puedes llevarte ropa, collares,
sbanas, toallas, todas las bagatelas que no usar ms.
VALENTINA: Ya dije que no quiero nada! (Pausa. Andrea la contempla
con estupor. Con piedad y ternura) Slo deseo que se vaya de este
lugar y que se salve! Todo el mundo la odia! S que van a hacerle
dao!
ANDREA: (Conmovida) Querida ma.
VALENTINA: Deshgase de esos vestidos! Vndalos, vaya a un lugar
limpio, empiece una vida decente y djeme tranquila!
ANDREA: (Cierra los ojos) Qu lindas palabras! Alguien me aprecia y
se preocupa por m. Podr irme en paz.
VALENTINA: (Con angustia) Me da pena todo esto. No quiero que le
hagan dao.
ANDREA: Despus que yo inicie el viaje puedes irte a descansar. Tu
marido est esperndote. Pero no olvides peinarme y maquillarme el
rostro.
VALENTINA: No me pida esas cosas. Quiero terminar con esta
pesadilla. Aqu hay algo terrible.
ANDREA: Es el maldito veneno. La muerte est metida en este
lugar.
VALENTINA: (Con espanto) De qu veneno habla? (Andrea se coloca una
corona y camina con lentitud hasta la copa. La luz empieza a
declinar)
ANDREA: Del cianuro. (Alza la copa, realiza una invocacin y bebe de
ella)
VALENTINA: (Horrorizada) Dios mo! (La luz sigue cayendo)
ANDREA: Esta noche no dormir. Maana, cuando amanezca, saldr a la
calle, detendr el auto que lleve un joven rubio y de ojos azules, y
le pedir que me lleve. Y ser de nuevo la condesa Sivloskaia. Ser
brillante, irresistible. Y abandonar al fin esta ciudad en la que
sufr tanto oyendo exclamar a mi paso: "Ah va su alteza, el amor".
Despus me arrodillar frente a la tumba de mi madre y le pedir que
le ruegue a Dios, porque en algn lugar debe de haber un Dios ms
generoso que los hombres, que me d amor... amor... y amor! (Se cae
gritando de dolor)
VALENTINA: Dios mo! (Sale gritando) Por favor! Llamen a un mdico!
La Rusa se ha envenenado! (La luz sigue cayendo) La condesa est
muerta!Ricardo Prieto. Correo electrnico: [email protected]