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Portada: Leonardo Fernández
© Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga
Diseño: Ana G. Kirmse
J. Javier Olveira
Imprime: Gráficas Anarol
Depósito Legal: MA-
de la SEMANA SANTAMÁLAGA 2010Teatro Cervantes, 20 de marzo
pregón
Presentación del Pregonero
por Da. ana Flores GuerreroPregonera de la Semana Santa de Málaga 2009
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Excelentísimo y Reverendísimo Sr. Obispo de la Diócesis.Excelentísimo Sr. Alcalde de Málaga. Dignísimas autoridades.Sr. Presidente y Junta de Gobierno de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa.Cofrades malagueños.Señoras y señores.
e nuevo… todo preparado en nuestras cofradías.De nuevo, nuestra ciudad se transforma deseosa de que sus ca-lles se inunden de cera e incienso.De nuevo, la luna perezosa va completando su esperado círcu-
lo. Empieza la definitiva cuenta atrás. El «ya queda menos» está más cerca, porque hoy es ya Sábado de Pregón y faltan, de nuevo, ocho días para que se abran las puertas de nuestros templos y los cofrades mostremos al mundo entero la fe, que nos gloriamos en profesar.
Hoy estamos de enhorabuena, es ya Sábado de Pregón y en el co-razón de nuestra ciudad, nosotros, los cofrades malagueños, nos re-unimos para hablar de Dios, del mismo Dios hecho hombre, de Je-sucristo, centro y modelo de nuestras vidas, luz para el mundo… y de su bendita Madre, María Santísima, Reina y Señora nuestra.
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Y estamos todos, no falta nadie, el Cervantes de bote en bote, no hay ni una entrada; en nuestras casas se conectan las radios, se en-cienden los televisores y en el cielo, donde se encuentran los mejores, los balcones se abren de par en par para convertirse en plateas, en las que se arremolinan los cofrades. Permitidme que salude al que fue mi hermano mayor, mi cuñado Antonio Valero, que desde el pasado julio está con nuestra bellísima Madre, la Virgen de la Paloma.
Hoy no falta nadie y estamos de enhorabuena, porque tenemos un valioso pregonero, D. Agustín del Castillo Cambló, un pregone-ro de los nuestros, cristiano, cofrade y malagueño.
Agustín nace en Málaga a la verita de la plaza de la Merced, su vida transcurre entre dos barrios con solera, la Victoria y el Perchel.
En nuestra ciudad simultanea trabajo y estudios. Esfuerzo, cons-tancia y responsabilidad son los parámetros de una intensa vida profesional, que le llevan a desempeñar en la actualidad la presi-dencia del Excelentísimo Colegio Oficial de Graduados Sociales de Málaga y Melilla.
Malagueño hasta la médula, siente por nuestra bendita tierra pa-sión y amor infinito. Prendado de «la ciudad del paraíso» y sus tra-diciones, las pregona a los cuatro vientos a través de las tertulias ra-diofónicas, en las que es asiduo colaborador.
Amor y compromiso, Agustín no rehúye tomar posiciones rei-vindicativas, siempre que las considere oportunas y necesarias para nuestra ciudad.
Estamos de enhorabuena, tenemos un pregonero de los nuestros.
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Cofrade de toda la vida, a los tres años viste por primera vez la túnica nazarena para acompañar al Santísimo Cristo de la Sangre. Jesús del Rescate y la Virgen de Gracia lo llaman en su juventud. En los años sesenta, y seguro que tuvo que ver mucho su primo José Losada, llega a la Cofradía de los Gitanos, donde ha desempeña-do numerosos cargos: secretario, cronista, mayordomo adjunto… Contaba por entonces la Hermandad sólo con el titular, Nuestro Padre Jesús de la Columna; es en 1970 cuando se incorpora la gua-písima Virgen de la O y Agustín, cautivado por la Señora, no se ha separado jamás de la que es su puerto y refugio.
Cuarenta años al lado de María de la O, no hay mejor aval para un pregonero.
¡Cuántas vivencias! ¡Cuántas emociones! ¡Cuántos recuerdos!
Estamos de enhorabuena, tenemos un pregonero de los nuestros.Creyente convencido, es su madre, Dª Antonia, a la que
Agustín admira profundamente, la que le infunde el compro-miso cristiano.
Fe compartida con su esposa Luisa, sus tres hijos, Agustín, Luisa y Mónica y sus seis nietos.
Fe, sostén de toda una vida, que se manifiesta en una actitud de amor y respeto hacia los otros, en una actitud constante de servi-cio. Y es precisamente el servir, el resorte que le lleva a aceptar el en-cargo de ser la voz de los cofrades, lejos de protagonismos, porque Agustín posee la sencillez y la cercanía de los grandes.
Fe, apoyo y pilar en los graves momentos de dificultad.Fe, asentada en roca firme.
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Estamos de enhorabuena, tenemos un pregonero de los nuestros malagueño, cofrade, y cristiano.
Agustín, tranquilo, te espera el más generoso de todos los públi-cos, el público cofrade malagueño.
Agustín, tranquilo, que nuestra Madre de la O, te acompaña hoy como siempre y Ella iluminará tus palabras.
Agustín del Castillo Cambló, Pregonero de la Semana Santa malagueña de 2010, tuya es la palabra.
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de la SEMANA SANTAMÁLAGA 2010
pregón
Por D. aGustín Del Castillo Cambló
Asistido por su Musa, María Luisa García Recio,Cristianos, Malagueños y Cofrades.
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Dedicado a todos los humildes y a los que aun no creen en Dios.
Como servicio a la Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga.
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Buenas noches cristianos.
A Cristo hay muchas personas que desean hacerlo desapare-cer. No tienen en cuenta que nunca ha habido nadie como Él, que haya hecho tanto bien a todos. ¡Nunca!
Excmo. y Reverendísimo Señor Obispo de Málaga.
Excmos. Señores, Presidente y miembros de la Junta de Gobierno
de la Agrupación de Cofradías de la Semana Santa de Málaga.
Excmo. Sr. Alcalde de Málaga
Dignísimas autoridades religiosas, civiles y militares
Queridos malagueños que hacéis posible la Semana Santa.
Señoras y Señores.
A todos, buenas noches.
Gracias Ana.
Tus palabras de cariño hacia mi, son tu caridad, pues de los me-ritos que dicen, me queda mucho por alcanzar.
Gracias Mujer.
Otra gran suerte para mi ha sido conocerte. Un lujo. Por ello quiero pedirte, que hasta que el olvido llegue, me permitas ser el úl-timo de tus amigos.
Gracias Ana.
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Gracias al Hermano Mayor y a todos los hermanos de la Muy Ilustre, Antigua y Venerable Hermandad Sacramental de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Viñeros, Nuestra Señora del Traspaso y Soledad de Viñeros y San Lorenzo Mártir, por su aportación del eje de este pregón, la Cruz que nos preside.
Gracias al Área de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Mála-ga, al Coordinador, al Sr. Director y a todo los miembros de la Ban-da Municipal de Música de Málaga, que nos han ofrecido hace unos momentos su magnifico trabajo. Situándonos en el vivificante espacio de la Semana Santa de Málaga, con el regalo de sus sentimientos.
También quiero agradecer a mi sobrino José Eloy y a mi hijo Agustín, junto con el resto de hermanos y colaboradores que hacen posible este acto, entre los que incluyo a la dirección y personal de éste nuestro, sin par, Teatro Cervantes.
Mi más sincero agradecimiento. Todos ellos son también el pregón.
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Cuando volvió, contempló a su pueblo adorando a un ídolo de oro.
sta túnica que llevo, mi túnica de Nazareno de la Exce-lentísima, Muy Ilustre y Venerable Hermandad y Cofra-día de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la Columna y María Santísima de la O, es mi seña de identidad cofra-de, y significa que aquí y ahora voy hablar de la Semana Santa de Málaga, de toda.
No existe mayor honor para un malagueño cofrade de su Semana Santa, enamorado de las dos, que ser su pre-
gonero. Dios se lo pague a quien o quienes lo han decidido. Yo no podré hacerlo en todo lo que me queda de vida. Gracias.
Semana Santa, tiempo de penitencia.
Señor mío y Dios mío. Señor mío y Dios mío. Señor mío y Dios mío.
Recibe el servicio de este humilde cristiano y perdona mis pe-cados. Y a los que me escucháis, también me confieso pecador ante vosotros y pido vuestro perdón.
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Disculpad mis fallos, y acoged mis palabras con la benevolencia del hermano, ellas tratan de expresar mis sentimientos.
Los lugares son los escenarios de la vida. Los actores están mar-cados por las obras que representan y por el escenario donde las de-sarrollan. Pero las obras son, siempre, de sus autores.
La gloria y el orgullo de los malagueños es su Semana Santa.
Con las dos primeras palabras comenzaba sus pregones callejeros D. Rafael Fernández Alcoholado, más conocido como «el Arrojaí-to», sobrenombre que le dejó su infortunado intento de ser torero.
En su recuerdo y en el de tantos personajes entrañables y humil-des de Málaga, a modo de homenaje a todos, yo he comenzado con sus habituales palabras pregoneras.
La Semana Santa de Málaga es una amalgama, de religiosidad, de he-chos humanos, económicos, artísticos, materiales y de la propia ciudad.
Este pregonero, quiere proclamar aquello en lo que cree. Por lo que está y permanece, como desconocido cofrade de base, que no básico, forjado en los tinglaos itinerantes de su Hermandad y de la vida.
En la esperanzada certeza, de que lo que me ha cautivado, lo haga o haya hecho, a otros. Creyendo que esas cosas de la Semana Santa de Málaga, son lo que hay que pregonar, para comprenderla, desde la humana sencillez.
Sólo los poetas saben transmitir sensaciones. Sólo los poetas sa-ben decir cosas íntimas. Sólo ellos saben desnudar su alma sin pu-dor, mostrando toda la belleza que encierra de amor.
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Málaga capital es el lugar y por tanto el escenario. Una ciudad ma-ravilla. Compendio de todas las vibraciones positivas posibles. Catálo-go de las mismas y elección de la que uno quiera en cada momento.
Eso, en sí mismo, es felicidad.
Situada en un lugar privilegiado que la abriga y protege por sus montañas, es bañada por el Mar Nuestro que la templa y refresca.
Su luz, su sol, su noche, su luna, su mar, sus montes y su perfu-me, escriben una partitura extraordinaria, de musicalidad imposi-ble de reproducir con instrumentos humanos. Pero que cada uno de los que vivimos aquí, hayamos nacido o no en Málaga, sentimos perfectamente, día a día, minuto a minuto, momento a momento.
Málaga es vitalista. Alegre por su luz. Cálida y acogedora. Todo ello se lo da a sus malagueños que somos, por Ella, vitales, alegres, calidos y acogedores.
Siendo enclave de comunicación privilegiado desde su asenta-miento, ha recibido, y por ella han pasado, todas las culturas, de las cuales ha tomado lo necesario y les ha regalado mucho más.
Ciudad grande y grandiosa. Ciudad con la libertad por escudo. Libertad que, como derecho, el Nazareno proclamó. Por ella los cristianos, siempre padecemos y padeceremos, persecución.
Siendo vanguardista y por tanto moderna siempre, poco hemos hecho con vocación de eterno. Pero aun así tenemos un gran centro con mucha historia, muy amplio. Desde la Malagueta hasta el río. Desde la Victoria hasta el mar.
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Pocas ciudades tienen un conjunto arquitectónico igualable al de Málaga. Cuenta con Catedral, Santuarios, Teatro Romano, Alca-zaba, Castillo, Atarazanas, parque tropical, preciosos edificios mo-dernos, la Aduana, el Rectorado, Banco de España, Ayuntamiento, jardines de cuentos de hadas, fuentes. Monumento a la libertad eri-gido en la inigualable Plaza de la Merced. Y femeninas son: su plaza de toros «La Malagueta» y la luz de los marineros, «La Farola».
Iglesias con torres de ilusión en variados estilos, y un importantí-simo equipamiento museístico y cultural, en ampliación constante, al que pronto se unirá el de la Agrupación.
Málaga es especial. Es mágica. Te atrapa, como sirena que es del mar de sus encantos.
Amante tan apasionada, que no la puedes dejar de amar. ¡Se vive tan bién en su seno!, que dejarla suele ser, tragedia.
Siento atracción por sus calles, rincones y esquinas. Por su aire del que respiramos. Por su espacio que comparto y por eso os tengo cerca.
¡Pues todo eso que es Málaga, en Semana Santa lo es más!
Quiero servir sintiéndome uno más de vosotros. Disfrutando de nuestra alegría común de vivir cada día en ella, en nuestra Málaga que es, sin duda, regalo de Dios.
Sin embargo, el mayor tesoro que tiene Málaga son sus gentes. Su buena gente. Su gente sencilla y capaz. Su gente acogedora. Su gente ilusionada. Su gente tolerante y pacifica. Su gente confiada, que no acepta la maldad.
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Todo el que venga y se interese por Él, puede disfrutarlo, noso-tros nos dejamos encantados.
Cuando uno está enamorado, necesita que los demás conozcan a su amor, y el porqué de ese amor.
Está deseando pregonarlo a los cuatro vientos porque, además, es un amor que se puede y se quiere compartir.
Pero a lo que se ama hay que conocerlo y conocerlo muy bien. Conocer muy bien sus adentros, su ser, su Alma, para poder hablar de ello con verdad y por ella convencer.
Su desconocimiento, solo deja atracción física poco duradera, y nunca amor.
Los cofrades malagueños estamos muy enamorados de nuestra Semana Santa y por eso queremos pregonarlo, tanto a los que la co-nocen como, principalmente, a los que aun no.
Siempre he percibido que la Semana Santa ha estado deseada de vivirla, cada año. Nunca me había planteado el ¿porqué? ahora lo sé, está dentro.
En Semana Santa veo como torrentes de vida sus calles llenas de sencillez. Con paz sin más pretensiones. Con ilusión adulta por par-ticipar en la más bella poesía escrita, por toda una ciudad, sobre la divina historia de amor infinito, que Jesús nos dejó en su pasión.
Málaga es la poetisa, mejor dicho los malagueños, que cada año vuelven a escribirla, porque necesitamos compartir la mejor poesía, que ésta Ciudad ha dado y da al Mundo. Su Semana Santa.
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Poesía que va desde la tierra al Cielo, utilizando la escalera que es el aire malagueño.
La lectura de esa poesía escenificada del sacrificio de Dios por los hombres, es ya una tradición y costumbre de cultura en dimensión grandiosa.
Para ello todo el año, las Hermandades y Cofradías, sus cofrades en silencio, trabajan sin descanso en mantener su tradición, ganada día a día por que saben, que nadie nos la regala.
Siendo la cultura la verdadera identidad de cada pueblo, resulta incuestionable que el ser cofrade lo es, de Málaga.
Cualquiera de sus detalles es sublime, y todos forman un conjun-to armónico único, en el común de la Semana Santa Cristiana, y en el especial de las andaluzas.
Algo material muy importante se produce en esta ciudad, dima-nado de su Semana Santa. Es el más profundo análisis, revisión, puesta a punto y reparación del motor económico que es el turismo, cuidémoslo, sin olvidar el origen.
En ello trabajamos todos. Místicos, creyentes, y no creyentes. Por eso los primeros están, con casi todo el cuerpo en el Cielo, los segundos estamos tratando de entrar y los terceros ya saben donde está la puerta.
Esto debemos tenerlo siempre presente, para agradecer el cariño que significa. Respetando para hacernos respetar, y exigirlo.
No dudo que con la caridad del Amor, al final, todos estaremos juntos en el Reino de Dios.
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Dejar que vuestra imaginación vuele sobre Málaga desde ahora.
Mar común entre Galilea y Málaga, el Mediterráneo. Él nos ha traído el halo que, en su día, dejó la Pasión de Jesús en aquellas tie-rras y cada año nos envuelve, como si el tiempo continuara en lo infinito de aquellos días.
Catedral. Santuarios. Iglesias. Casas de hermandad. Ermitas. Capillas callejeras. Luz. Aromas. Música. Hombres y mujeres de todas las edades, ciudad. Ciudad de Málaga. Todo está envuelto por ese halo de caridad. Todo es Iglesia. Todo es Altar.
Actividad distinta a la habitual en todos los barrios de Málaga, surge semanas antes de la Pasión por amor.
Hay prisas. Hay trajín, mucho trajín. Málaga está preparando algo muy grande. No dudarlo, su Semana Santa, lo más grande que da.
Decía Juan Pablo II: «Muchos dicen que son creyentes y viven como si no lo fueran, y otros dicen que no lo son, y viven como si lo fueran».
Cuando entro en una iglesia, para unirme a cualquiera de las manifestaciones religiosas que en ella se celebran, y veo tanta gente que va a lo mismo, me afianzo más en mi gusto por ellas. Por nues-tros cultos.
Semana Santa. A mi me puede el Barroco que tenemos. Sus combi-naciones luminosas. Sus altares adornados con flores y ornamentos de todo tipo. El incienso. Las velas y sus candelabros. La música. El desa-rrollo de la liturgia. Tanta devoción. Tanta comunión con mis herma-nos. La oración compartida. Los sentidos pletóricos. Siempre salgo con reconfortada placidez. Sereno y en paz. Que más puedo pedir.
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Ya estamos de traslados. Ellos llevan nuestros Titulares a sus tro-nos para que nos acompañen en penitencial procesión.
Traslados que son los mejores pregones de cada Hermandad y Cofradía. Y el conjunto de todos, el mejor pregón que cada año se hace, de nuestra Semana Santa.
Deben seguir siendo pregón, no Semana Santa.
Cuando estemos presenciando cualquiera de ellos, unámonos a él. Su seriedad luminosa es la devoción de sus hermanos, que ema-nan felicidad y alegría. Es tan sencillo compartirlas. Solo hace falta tu respeto.
Los Traslados provienen, ahora, de una situación que se provo-ca, como consecuencia de armar y desarmar los tronos dentro de las iglesias. Había que sacarlos de ellas. ¡Bendito Dios!
Sacar los tronos de las iglesias, los hizo grandes. Se convirtieron en la diferenciadora señal de nuestra identidad.
Nacieron los tinglaos. Escuelas nazarenas y bocetos humildes de casas de hermandad.
Llamaron a los hombres, para que los llevaran sobres sus hom-bros. Y vinieron. Y marcaron un hito en nuestra historia cofrade.
Fueron nuestros hombres de trono la renovación que se entregó, con su insultante juventud, a tomar el peso de nuestra Semana Santa. Sus sentimientos hechos hombro la llevan en el alma todo el año.
Fíjate bien en ellos, míralos y préñate de lo que sus miradas te dicen. Es la entrega desinteresada por solo amor. Te piden que tu
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mires a sus Divinos titulares y les reces como sepas. Que sueltes tus sentimientos, para que te sientas tan feliz como ellos.
Qué poco piden y cuanto dan.
Pero no vinieron solos. No. Las mujeres nazarenas lo hicieron tam-bién. Para iluminarles el camino, como lo hace Nuestra Madre.
Desde atrás del capirote, van regalando caridad y sus ojos, como las de ellos, expresivas miradas.
Belleza sin poderla ocultar. Es poesía callada de verso penetran-te, que solo sabe rimar el que mira sin mirar, su mirada.
Ellas te dicen:
De niñez a madurez, pero siempre juventud.
De compasión a perdón, pero siempre ternura.
De candor a temor, pero siempre dulzura.
De esperanza a firmeza, pero siempre virtud.
De pasión a dolor, pero siempre verdad.
De tristeza a sufrimiento, pero siempre piedad.
De alegría a felicidad, pero siempre bondad.
De rezo a plegaria, pero siempre para los demás.
De entrega a sacrificio, pero siempre por amor.
Amor, que no necesitan parir para sentirlo.
Os pido un aplauso para aquella y esta juventud.
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La luz de Málaga es ahora aun más especial. El olor, los olores armonizan con ella. Estos sí son, los mejores instrumentos para la música ciudad, en permanente ensayo.
Ya tienes motivos para venir, pero aun hay muchos más. Id a las parroquias, capillas, casas de hermandad y participad en sus cultos viviéndolos.
¡Para un momento! Olvídate de todo. Solo siéntete libre.
Habla con los cofrades. Te emocionarás con sus relatos y nos di-rán sus mejores momentos. Recuérdalos como mágicos a vivir en Semana Santa.
Qué poco tiempo empleamos en convivir y que falta nos hace para desterrar la soledad aterrante, que no la íntima.
Deja que tus sentimientos se unan a los que existen en ese espa-cio donde estás. Vívelo por tus sentidos.
En la Semana Santa, tus propias vivencias serán las mejores. Se-rán las que te marcarán para siempre y te ayudarán cuando las ne-cesites, recordándote, que lo más importante de la vida no es mate-rial. Eres tú en comunión con los demás.
Quiero contar recordando, una de las historias que yo he vivido, que ya la difundí en su día, porque me marcó.
Varios hermanos estábamos en la Plaza del Teatro, delante del café «La Viña», en mitad de la calle.
Muy temprano, casi al término de la madrugada. Teníamos ya desarmado el trono del Moreno, solo quedaban en pie los cuatro
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laterales de la mesa. Todo estaba en el suelo y también Nuestro Pa-dre Jesús de la Columna, bien tapado, esperando ser llevado discre-tamente a su Capilla en la iglesia de los Mártires.
Estábamos subidos en el armazón, como en letargo, debido a los días que llevábamos sin dormir.
De pronto apareció una mujer gitana, que dio más luz a la ya in-comparable del día. Limpia muy limpia.
Arco iris parecía. Tenía unas medias con esos colores y muchos más. Dos hermosas trenzas le había provisto su precioso pelo ne-gro, que tenía entretejido con tiras de papeles de colores terminadas en sendos lazos. Falda negra, amplia, al igual que la blusa. Delan-tal floreado, cuyo peto cubría con el cruce de la toquilla anudada a la espalda. Fina bisutería, de la que destacaban largos pendientes de coral rojo y metal dorado. ¿O serían de oro?, que mas da. Todo nos pareció luz.
Un rostro surcado por tanta vida, que aunque denotaba su edad, transmitía juventud. Su porte altivo, como de haber sufrido, sabe Dios cuantas afrentas. Pero su altivez complacía. Se me antojó vita-lidad dulce de ser ella misma.
Sus pasos torpes, cansados. Se paró ante nosotros y nos pregun-tó: «¿Cuando sale el Señó de los Gitanos?».
Espabilamos de golpe. Y con pena le dijimos que ya había salido. Salimos anoche. Le contestamos.
Sus ojos nos dejaron una mirada dulce y vitalista, a la vez que nos decía. ¿Y dónde está Jesús?
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Ahí, —le señaló uno de nosotros—, tapado.
¿Y no podría yo verlo aunque sea un poquito?, mira que vengo de muy lejos andando, mas de veinte kilómetros pa vení a rezarle.
Si, dijimos todos a una. ¡Claro que lo puede usted ver!
Le señalamos la imagen tapada y mientras se dirigía hacia ella, sorteando todos los elementos que teníamos depositados en el suelo, con dificultad, tanto por los propios elementos como por su edad, alguien de nosotros destapó la imagen de Jesús.
Ya está delante de Él, lo mira con fijeza largamente. Llora.
En ese momento me pareció que todo se quedaba quieto. El mundo paró, sólo vivía esta mujer. No llegaba ningún rumor de la calle, se había hecho el silencio y parecía que nadie podía ver aque-llo, incluso ni nosotros. ¿Soñábamos?
De pronto estalló todo, la luz, el color, el sonido, el olor y la vida. En sus manos aparecieron sendas castañuelas y comenzó un baile, danza o ritual desconocido. Sus brazos hacia el cielo con rapidísi-mos movimientos, las castañuelas llenaron de toda música el espa-cio. Al tiempo, todo su cuerpo, dibuja saltos de imposible ejecución para una mujer de su edad.
Su boca derramó piropos a Dios. Su vocabulario, que no supe es-cuchar, me convenció que rezaba con tal fuerza, que entendí dicha comunicación con Dios, intima y sin frases o rezos hechos.
Paró, se santiguó otras muchas veces, lloró y otra vez comenzó a bailar increíble.
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Terminó y muy serenamente, radiante, besó a Jesús, seguro que a Jesús que no a su imagen, en la frente y en sus atadas manos. Se arrodilló se santiguó nuevamente y se levantó para marcharse.
Nos miró y nos vio boquiabiertos y nos dijo: «yo rezo así», y llo-ró y lloramos todos.
Si amigos. ¡Sí!, así también se reza bailando en Málaga.
Sereno ya cuando se marchaba con sus pasos torpes y cansados, le pregunté por su edad me regaló otra mirada y me dijo con una sonrisa celestial: «tres veces un billete marrón y medio mas, niño».
En Santo Domingo, junto al río hay una cola. Niños con sus padres y solos. Malagueños y foráneos de todas las edades. Todos quieren ver la guardia que los Caballeros Legionarios hacen a su Cristo de la Buena Muerte.
Esa fantástica talla de ese magnifico imaginero D. Francisco Pal-ma Burgos, que se nombra como de Mena.
Sin contar a los pocos soldados romanos que aun desfilan en nuestra Semana Santa, en el siglo XVII, la Hermandad de Viñeros incorporó a su procesión, militares. A mediados del XIX, desfilaban componentes del Regimiento de Murcia y del de Soria. A partir de los años 20 del pasado siglo, se incorporaron en otras cofradías los distintos ejércitos y cuerpos de seguridad.
Algunas cofradías y hermandades fueron creadas exclusivamente por militares, como la de Las Lanzas, ubicada en San Agustín y la de Los Arcabuceros de Santo Domingo.
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De poco sirve este recuerdo. Pero yo siento como estos hermanos nos dan, a cambio de poco, su vida. Por nosotros, por todos, es de-cir por España.
¿Cuantos de ellos se habrán sentido desprotegidos en la aterra-dora soledad de la trinchera, y habrán rezado, llenos de sudor frío, acordándose de su desfile en la Semana Santa de Málaga?
¿Puede asegurar alguien que ningún soldado, de los que han des-filado en la Semana Santa de Málaga, ha sido asistido por Jesús en el momento de su muerte?
Escrito ya este pregón me conmovió saber que los paracaidistas ya lo tienen, de Málaga, en su cuartel. Bendito Crucificado que va con ellos hacia la muerte, con la Vida.
A veces nos puede la hipocresía. Nos estorba su presencia, porque nos recuerda lo que hacen por nosotros.
Muchos hombres hipócritas y desalmados se acercan a nuestras procesiones y hermandades por el interés, con aspecto de buena gen-te y no los rechazamos. No los rechazamos porque estamos conven-cidos que también ellos serán objeto de la Misericordia de Divina.
A ésta tradición malagueña le está pasando como a las casas de la Coracha, que nos quedamos sin ella. Y lo consentimos.
Cuando visites nuestras casas de hermandad, ya también magní-ficos museos, percibirás el trabajo hecho por sus hermanos y como en ellas continúa estando el espíritu de los tinglaos. ¡Que buenos ra-tos pasamos conviviendo jóvenes y mayores contando nuestras his-torias de aquellos!
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Qué orgullo para mi verlas y no querer parar de hacer patrimonio de futuro, para que los que vengan tengan la herencia de nuestra Fe.
Son escuelas de convivencia cofrade. En ella aprendemos los va-lores que hoy todo el mundo se queja de no ver.
Verás nuestros tronos preparados para zarpar, esperando a sus remeros, que les adentrarán en ese maravilloso mar que Málaga contiene, para pasear en ellos, toda la Pasión de Jesús y a su Divi-na Madre.
Sus aguas las forman los llantos de devoción, ilusión, alegrías, penas y penitencias, que todos derramamos y que tú abundaras con los de tu admiración
Mira si nos gusta ser cofrade de nuestra Hermandad que los jóve-nes van a tener que empujar, sabiendo, si sitio quieren tener.
Hagamos un paréntesis, para reponer fuerzas.
Yo disfruto mucho con un chocolate con tejeringos, o con el arroz con leche, a cualquier hora. ¿Y las torrijas? En cada casa o con-fitería de una manera. Las que se hacen con vino de Málaga, para mi las mejores.
No quiero olvidar, y quiero recomendarlo, comerse un limón cascarúo con sal o bicarbonato al gusto, haciendo el Vía Crucis, desde San Lázaro al Calvario. Sabe mejor el Jueves Santo.
Continuemos por la historia.
Desde hace casi dos mil años estamos los cristianos en Málaga. A principio del siglo IV, ya teníamos Sede Episcopal.
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La implantación de las cofradías en Málaga se produce al inicio del siglo XVI. Algunas de ellas desfilan actualmente, durante la Semana Santa. ¡Que lujo!
El origen de las hermandades y cofradías está ligado, en cada una de ellas, a grupos concretos, principalmente gremiales.
Estos se ponían bajo la protección de sus Titulares y pres-taban servicios como los de asistencia en enfermedad, ente-rramientos, y otros, además de la práctica de la oración, espe-cialmente para difuntos. Así, los cofrades hemos marcado el camino a seguir por la sociedad.
Los colectivos profesionales contribuyen, muy especial-mente, de forma institucional con la Semana Santa. No ol-videmos que muchos de sus colegiados son cofrades.
Continuaron fundándose cofradías, pero fue al término del Concilio de Trento en 1545 cuando, motivado por las normas de él dimanadas, comenzaron a tomar protagonis-mo frente a la reforma.
Este difícil y largo Concilio, desarrollado en un momento histórico extraordinario, concluyó con directrices que unifica-ron liturgias. Destaco por oportunas para éste momento, las re-lativas al culto público y en público y la veneración a la Santí-sima Virgen.
Por cierto, una nota. Ir el Lunes Santo a la Plaza de la Merced por la tarde y esperar en ella la noche. Disfrutadlo y luego lo contáis. Allí nació la Semana Santa.
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Nuestro Padre Jesús de la Columna y María Santísima de la O, en la Plaza de la Merced. Foto: Archivo Cofradía de la Columna
Otra cosa extraordinaria e inexplicable de nuestra Semana Santa. La diferencia en la continuidad.
Como puedo yo explicar lo que se siente cuando uno, por ejem-plo, a la salida de una Cofradía, ve a cantidad de personas. Cientos de personas congregadas, que no cabe ni un alfiler entre nosotros, y tan a gusto. Como en otra dimensión.
Esa dimensión es, cada año igual y distinta a la vez.
¿Cómo explicarlo?, no se. Pero si se, que me meto en ella cada año. Si se, que cada año es distinta, porque la vivo distinta. Si se, que cada uno de vosotros sentirá, allí, lo mismo. Esa dimensión no es otra cosa que la Semana Santa de Málaga.
¿Como puedo explicar ese encierro, donde los tronos surcan por el mar de las personas que los rodean?
Sus oleadas les mecen y sus remeros los llevan al encuentro. Lle-gan casi a tocarse. No cabe un dedo entre la cabeza del varal del Cristo y la del de la Virgen. ¿Verdad Pepe Losada?
Pero no se tocan. Y no hay timoneles. Son sus Hombres de Tro-no, sus remeros, los que lo hacen posible. Se resisten a encerrar a sus Divinos Titulares.
Vuelven a mecerlos. El mar se embravece por vientos de amor potente, y grita «olés», «vivas», «guapa» y mil piropos más. Lloran de emoción todos. ¡Un ratito más!, ¡aun no! Piden con sus gargan-tas rotas y ahogos de emocionados llantos.
Pero al final, el silencio. La soledad de la calle.
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Y en otro lugar lo contrario, pero no distinto.
El mismo mar casi quieto, solo la brisa de dolor lo mueve. Silen-cioso, y los tronos a su templo, calladamente, lentamente. Las pi-sadas de sus remeros rozando con el suelo, dejan el sonido, como si fuesen paladas suaves y precisas sobre ese mar de mágico sueño.
La misma emoción contenida, interna. Pero tan perceptible en el silencio como la otra. Fuerte y a la vez llorosa por el mismo motivo. Pasará un año hasta que pueda otra vez ver a su Cristo y a su Virgen, enseñando a todo el mundo como hay que vivir la Fe. En Málaga.
Ninguna de las dos formas es la mejor, son las dos, pues ambas reflejan pasión, caridad y amor.
En la Plaza de la Victoria, para mi la de los monos, aprendí encie-rros de madrugá, sin temores ni malajes, solo disfrutar, viendo esas bellas imágenes, regresar por ese mar.
Ya se escucha el tambor que marca el bogar de los remeros. Tam-bor de cola, hoy ya orquesta.
¡Para mayordomo ese trono! Que pare ese tambor de cola. Escuchad esa saeta que un angel nos quiere cantar. Mirad que es un lujo escaso ya.
Saeta que ya es oración del cante grande y jondo, porque pa den-tro se mete, en entraña y sentimiento.
Saeta, que en Málaga es diferente, propia y de especial emoción. Seguidilla profunda, a la que cruzamos la fragua del martinete gitano, convirtiendo esta plegaria, en ritmo compás y pasión que sale del pueblo llano.
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LA SAETA:
«Con la mirada perdíava la Reina de los Cielossufriendo por la agoníade su Hijo sin consuelo.
Madre Santa de los CielosTe llamaron de la 'O'Para servir de consuelode ejemplo y vivo modeloa tu pueblo pecador».
(Autor: Manuel Molina Gálvez)
(Interprete: Raquel Framit)
Nuestros desfiles procesionales son de tal belleza que su visión completa, desde la Cruz Guía hasta la última promesa, forma el más sublime conjunto de arte posible de contemplar.
Color, luz, música, olor, cirios, túnicas, capas, y los capirotes en un continuo ballet de anárquica coreografía individual, llevan de forma monumental nuestras benditas imágenes, que explican nues-tra verdad, en cada lugar de esta Málaga cofrade.
Málaga tiene una cicatriz que lañan sus entrañables puentes, por don-de cruzan sus malagueños. Sitúate en ellos. Verás llegar a los cofrades que traen a sus titulares en penitencial procesión hacia sus catedrales.
Qué esplendor de tarde, viéndoles en uno y otro margen, al cruzar-se y saludarse. Que ocaso de madrugada, la blanca Luz en la noche.
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En la Alameda estamos, cuatro generaciones, viendo pasar todas las procesiones. Cada año.
Cada año esos niños jugando como sus padres jugaron, aprendien-do a ser cofrades.
Como piden para esas bolas, la cera a los penitentes, estorbando. ¿Por qué algunos se la niegan, diciendo que van rezando?
¡Abuelo, que no me da! No debe hacerlo muchacho, ¿nos ves que va rezando?
Pero, ¡mira aquel de allá!, ese te la dará, mientras continúa rezando.
Dos tribunas tiene Málaga. Cercanas y de distinta intención.
En la de «los pobres» pasión desbordada. Pasión en silencio en la de la Constitución.
En la primera, comunión de pueblo y Dios. En la otra su Bendición.
Pero que digo dos, son tres, ¡me olvidaba la mejor!, la que en el Cielo forman, malagueños y cofrades que ya están viviendo en Dios.
Venid a contemplar nuestras señas de identidad, son esos grandio-sos tronos. Monumentos de arte convertidos en altares ambulantes.
Monumentos que son frutos de afamados escultores, tallistas, di-señadores, bordadores, orfebres, pintores, mecánicos, electricistas, carpinteros, doradores, jardineros, de todos los oficios juntos en cada obra de arte, que en todas las hermandades van.
Sus adornos florales convierten a Málaga en un inmenso jardín de ensueño y fragancia itinerante, como lotos y nenúfares sobre el mar de sus cofrades.
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Cuando pasen delante de ti esos altares, fíjate bien en sus geniales diseños, en sus filigranas talladas alegorías de lo bello, cartelas, ánge-les y capillitas de íntima adoración. Todos los estilos verás y por ello te sentirás lleno de ese arte.
Especial atención debes poner en nuestra Madre. Al pasar compro-barás que no existe lugar donde a Ella se vista mejor para agradarte, ven-ciendo para ti como nadie puede hacer, su pena de amor tan grande.
Gracias a nuestra Semana Santa, estos artistas en Málaga están, y por ello nuestro patrimonio cofrade cada día es mayor y de mejor calidad.
Partimos de casi cero, hace poco. Pero, hoy por hoy, Málaga tie-ne el mejor patrimonio artístico–religioso actual, que puede existir en una Semana Santa. Todo con la antigüedad que le da el hecho que representa.
En Málaga se llevan a hombro.
No es alarde de fuerza, no, porque esa, la hacemos y nos sobra aunque estemos extenuados y sin relevos. Lo hacemos y lo hacen porque hay que decir a todos, a esa muchedumbre, a éste gentío, —que algunos dicen que si es respetuoso o no—, a esos les estamos diciendo: Arriba en nuestros tronos, por encima de nosotros. ¡Ahí está Dios! ¡Ahí está su Madre!
Por eso los elevamos. Incluso a pulso. Porque están por encima de todos nosotros. A ellos hay que dirigir la mirada y recoger de las suyas la ternura, el dolor y sobre todo el amor.
Ésta es nuestra forma de ser y estos son nuestros Titulares. Luz de nuestra devoción. Esa es nuestra identidad. Esa es nuestra Sema-na Santa. Dios por encima de todos.
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La causa de esta Semana Santa es la más bella y única historia de amor infinito, ocurrida en la Tierra.
Fue hace mas de dos mil años. Su protagonista fue Jesucristo. Dios hecho hombre. Él sufrió la Pasión. Su Pasión. Nuestra Pasión. Por nosotros la sufrió.
La Pasión del Señor es permanente. Y la hacemos permanente los hombres.
Él vino al mundo para redimir nuestros pecados, que por ser ofensas a Dios, son infinitos. Por eso el sacrificio para obtener su perdón tenía que ser infinito.
Nos enseñó el Camino. Es Él. Él es la Luz, la Verdad, la Vida. Nos dijo que para ir al Padre había que ir a través de Él.
Él se enfrentó a la muerte. Fue muerto. Fue enterrado como no-sotros, pero…, y aquí está el motivo de nuestra Fe, resucitó cum-pliendo así su promesa, de que al final del camino está Dios. Esa es la Fe. Creo en eso.
Porque con Él ya no hay miedo a la muerte. Ya no hay miedo a esa gran desconocida. Ya la entendemos como un término necesa-rio, dentro de una promesa de Vida que Jesús nos da.
Nos la da en la Cruz, y nos dice que los cristianos tenemos que celebrar la Resurrección del Señor. Porque es el indicativo de nues-tra vida eterna, junto a Él.
Yo creo en Él. Él me ha ayudado siempre. Yo creo en ese Hom-bre. Y en la Palabra que como Dios le es propia, junto al Espíritu Santo y a Dios Padre Nuestro Señor.
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Él me ha enseñado a cargar con alegría mi cruz, que antes Él, por amor, cargó por mi. Sin su ayuda, creedme, hoy yo no estaría aquí.
El me ha indicado el camino y a su Madre como guía para tran-sitar por Él.
La Palabra fue la revolución que el Mesías trajo al mundo. Su Pa-labra de esperanza. La del Padre.
Su Palabra fue dicha con humildad. De forma directa y sin ro-deos. No permite privilegios, sino entrega a los demás.
Al ver nuestra Semana Santa comprenderás por qué su Enseñan-za hace daño: al egoísta, al soberbio, al envidioso, al avaricioso, al embustero, al que abusa del poder, al que traiciona y al que lo paga, al que maltrata, al injusto, al que mata, al que esclaviza, al que roba y al que escandaliza.
Por eso quieren hacerlo desaparecer.
Por eso los hombres lo crucificamos y lo seguimos crucificando.
Por eso los cristianos somos molestos e incómodos. Porque lo re-cordamos y nos lo recordamos. Que también pecamos.
No creer en Dios, no autoriza la maldad.
Comprenderás aquí, como Jesús nos mostró la verdadera dimen-sión de la familia.
Jesús volviéndose hacia su Madre le dijo «Mujer ahí tienes a tu hijo señalando a San Juan. Y a él le dijo, hijo a tienes a tu Madre». Por ello todos somos hijos de la Iglesia. De su Iglesia.
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Yo creo en la Virgen Santísima e Inmaculada. Creo que nos acompaña siempre. Creo que nunca nos desampara. Ella nos guía hasta su Hijo, para que por Él, lleguemos también a Dios Padre y al Espíritu Santo.
Los mismos que le alfombraban el camino, pidieron luego su muerte. Esto es pura actualidad.
En casa de Lázaro le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con Él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió los pies y se los enjugó con su cabellera.
Judas, su discípulo, el que le iba a entregar, dice: «¿Porqué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselo a los po-bres?». Esto lo dijo no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón.
Jesús le dijo: «Déjala, lo tenía guardado para el día de mi sepul-tura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mi no siempre me tenéis». (Juan 12. 1–8)
Sin comentarios. Pero sal a verlo.
Jesús lavó los pies de sus discípulos y le dijo a Simón Pedro, que se resistía a ello: «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo com-prenderás mas tarde». Pedro insistió pero Jesús le contestó: «Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo». Pedro cedió.
Cuando acabó de lavarles los pies, les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis el Maestro y el Señor, y de-cís bien porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los
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pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis». (Juan 13, 1–15).
Nos enseñó a servir con gozo a los demás, no sintiéndonos mejo-res, sino iguales. Esto es hermandad.
La falsedad, la soberbia, la mentira, la calumnia, el engaño y el poder todos juntos, hicieron posible la injusticia de convertirlo en reo y condenarlo a muerte.
Por eso cada año, en Málaga, celebramos que nos hizo libre por la Palabra, liberando a un preso.
«Jesús, cargando con la Cruz salió al sitio llamado de la calavera, donde lo crucificaron; y con él a otros dos». (Juan 19, 16–18).
«Al llegar a Jesús viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costa-do, y al punto salió sangre y agua...» ( Juan 19, 33–34).
La clave
El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado.
Encontraron corrida la piedra del sepulcro. Y entrando no en-contraron el cuerpo del Señor Jesús.
Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes. Ellas, despavoridas, miraban al
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suelo, y ellos les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. HA RESUCITADO.
Alfa Y Omega, principio y fin. Luz, Camino y Luz. Que hoy está sobre la Columna, no amarrado a ella. Cirio pascual encendido, como símbolo, para que nos recuerde a todos, su promesa de Vida Eterna, su promesa de Resurrección.
Estas pocas notas sobre aquella sobrecogedora historia, que todos conocemos, es el fundamento de nuestra Fe, y es la base de nuestra Semana Santa. En ella la representamos completa. Y si aun no la co-noces, en Málaga te la enseñamos.
Id y venid a contemplarla.
Veréis haciendo a los malagueños, de penitencia estación, en su dos catedrales, dos. Málaga y la Encarnación. Y las dos inacabadas. ¡Jesús Santo! ¡Por Dios!
Veréis la mejor conjunción de arte que pueda mostrar, toda la historia completa de la Pasión del Señor.
Nuestras Vírgenes, son todo belleza. Son las imágenes que nos representan a nuestra Madre. Es como un reportaje, que permite verla, en su amor infinito, sufriendo la Pasión de su Hijo.
Cualquiera de sus lágrimas es, de su poema de amor, verso.
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¡Oh! Mujer de belleza inigualable. que arranca pasiones,en tus hijos los cofrades. Belleza que Te la da,ser Virgen Mujer y Madre.
Por eso es fácil comprender porqué a cada uno nos gusta mas una de ellas y a la vez nos gustan todas.
Igual pasa con Jesús. Sus miradas nos muestran al Hombre de la Verdad, en cada momento de su Pasión. Y a cada uno nos atrae uno en especial y todos a la vez.
Todos los momentos claves podrás vivirlos con nosotros. Te ex-plicarán sin palabras todo lo que hicieron con Él.
También aquí puedes ver el milagro del Tiberíades, Jesús andan-do por malagueñas sobre el mar de sus cofrades. Pero aquí el mila-gro es doble, pues también anda su Madre.
Todo en tres dimensiones, tal como pasó, y podrás interactuar con nosotros, para sentirlo en tu interior. Comprenderás todo Aquél Amor.
Disculpad hermanos que no diga nada en singular de cada una de nuestras Hermandades y Cofradías, de Nuestros Titulares.
Disculpad, pero quiero decir que, después de Ellos, lo mejor de cada una de nuestras cofradías sois vosotros, todos los cofrades. To-dos los que hacemos posible ésta Semana Santa.
Es lo que estoy pregonando. La verdadera Semana Santa. Los actores.
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El encuentro público con nosotros mismos y con los demás, con nuestras raíces y valores.
Valores que todos nos quejamos que no tiene ya la sociedad, y olvidamos que la sociedad somos nosotros y que si ocurre es, por nuestra voluntad.
Estando con vosotros, con todos, desde el mas humilde, se compren-de fácilmente la maravilla que es ser, para vivir, cofrade en Málaga.
Sois sentimientos y vivencias, de los mejores momentos de vues-tra Semana Santa, que hacéis en cofradía, por los lugares de Mála-ga, divulgándola.
Para conocer la Semana Santa de Málaga, por tanto, hay que preguntar a sus cofrades.
Si me preguntan a mí diré:
A mi me gusta Señor,mi Semana Santa como es,sin nada tener que traer,pues en todo caso, Señor,lo que habrá que hacer,será llevar.
Ver las bocinas y mazasy los nazarenos con velas,que iluminan el camino,que hiciste y haces,para llevarnos al Cielo.
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Ver dalmáticas llegar.Que me emborrachan de olor, avisando, cerca está.el Rey, Nuestro Señor.
Ver esos hombres de trono.Esos cuerpos apretaos,como uno solo, Señor,de felicidad reventao.
A mi me gusta Señor,oír la música celestial,que las bandas de pasión,han aprendido a tocar,sufriendo de incomprensión.
A mi me gusta Señor,hasta el del botijo,que quieres Señor,me gusta por su humildad.Ver a las promesas detrás,barrios enteros Contigo,¡que digo barrios!, ciudad.
Ver pasar a las Mantillas,que con su belleza avisan,la de Tu Madre, detrás.
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Ver llegar a mi Virgen.Reventando mis sentidos,ese trono que la trae.Jardín completo y de luz, y en el centro, nuestra Madre.
Esos palios y sus barras,arbotantes y jarrones,y esos cajillos de plata,que de oro se merece,la Reina de nuestra alma.
Esos mantos de oro, plata y flores,que cubren la pena, soledad y amargura,de la mejor esperanza.
A mi me gustan Señor, los Regulares de blanca capa,caballeros y artilleros, infantes y gurripatos,nacionales y civiles,como con cariño aquí, así, se les da el trato. Cantar con La Legión su himno,con los marinos la Salve,el bolero con los paracas,y ver decirles a todosque en Málaga se les ama.
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A mi me gusta Señor,agradecer su amor,a todos los que por trabajo,no pueden con nosotros estar,y por nosotros están,Te lo pido, ¡mándales tu bendición!
A mi me gusta Señor,el café con tejeringos,y el chocolate manchando,las blusitas de los niños.Y a sus madres regañar,sintiendo a la vez que yo,la alegría de su amor.
A mi me gusta Señor,sentirme gota de agua,de esos ríos que son,mi gente cuando te llora.Para navegar con ellos,por éste Templo que te adora.
El Jueves Santo rezarte,en esos monumentos que,para tu adoración,te regalan con su arte.
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En una esquina esperarte,y sentirme apabullao,sólo con contemplarte.
Mi Semana Santa a todas horas, tarde, noche, madrugá y alba. Vivirlas con toda pasión,y metérmelas en el Alma.
Pasear por Málaga sin Ti.Para recoger el hálito,que tú dejas cada día.Después.
Servirte con humildad,haciéndolo para Ti,cuando lo hago a los demás.
A mi me gusta Señor,ver al que no cree, creyendo,olvidado de prejuicios,y libres, sus sentimientos.
Escuchar hablar de Ti.Poesías en esas bocas.
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Ver rezar pidiendo,tu indispensable ayuda,para vivir queriendo.
Ver como se pide perdón,en esta tierra cantando.
A mi me duele Señor,verte Crucificado,por los falsos que te adorany por la injusticia del hombre.Vergüenza siento y me da,porque yo también soy hombre.
No reconocerte en mis hermanos,y tener cualquier pretexto,para negarles la mano.
A mi me gusta Señor,rezar para pedirte,que no salgas de mi, a dentro.
A mi me gusta Señor, ésta Semana Santa,que en Málaga se te da, por todos sin excepción. Como tributo anual,por Tu Amor y Redención.
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Esto es parte de lo que siento y me gusta sentir. Y que cualquiera que con nosotros esté, también podrá sentir y ser feliz como yo.
Perdonad poetas mi osadía y atrevimiento. No medir mis prime-ros y torpes versos, os pido por caridad no hacerlo.
Pero todo lo que se ve y se vive en nuestra Semana Santa, durante tan corto espacio de tiempo, es solo una pequeña parte de lo que es.
Es vivir cofrade todo el año, trabajando de forma callada, sumi-sa, tenaz, humilde, sin fotos ni parabienes.
Trabajando por la Semana Santa y por Málaga
Trabajando en la caridad a los demás, por amor. Y recibiendo a cambio enorme felicidad, que el propio hacerlo nos da, perfumada de satisfacción.
Para ello, creo necesario traer memoria.
A principio del pasado siglo, las cofradías estaban pidiendo a gritos organizarse todas para una mejor Semana Santa. Estaban en un mo-mento de desorientación y penurias que hacían difícil su existencia.
Surgió el catalizador. La Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga. Fue en el año 1921. La fundaron algunos herma-nos mayores, conscientes de la necesidad de unión de todos los es-fuerzos de sus cofrades.
Querían, y se necesitaba, lograr una mayor espiritualidad y soli-daridad. Una mejor calidad artística. Una necesaria coordinación
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para los desfiles procesionales. Un orden externo. Una mayor facili-dad para resolver los asuntos comunes, internos y externos.
En resumen, un lugar común donde trazar las directrices enca-minadas al engrandecimiento de nuestra Semana Santa.
Es nuestra Agrupación la primera de todas en España. Por ello, ha sido necesariamente modelo de las demás. Como pasa con otras muchas cosas que aquí tenemos calladamente y de las que algunos no conocemos en su autentica valía.
Hay que tener en cuenta que la Agrupación de Cofradías somos todos los cofrades. Nuestros Hermanos Mayores y Delegados, en ella trabajan con el fin de conseguir, lo mejor para el conjunto de todas.
Porque saben, en esta tierra de egoístas individualidades, que lo bueno para el todo es mejor para la parte.
La Agrupación ha sido y es el foro donde todas las Hermandades y cofradías agrupadas, intercambian conocimiento cofrade.
La Agrupación de Cofradías por lo que representa, es decir, por lo que es, ha podido establecer la cohesión entre nuestra Semana Mayor y la sociedad malagueña, haciendo posible la dimensión ac-tual, para Málaga, de su Semana Santa.
Para mí lo más importante de la Agrupación de Cofradías, es su labor docente al máximo nivel. Su cátedra de experiencia. En ella los hermanos mayores nuevos, comprenden la dimensión exacta de los problemas de sus Hermandades y Cofradías, en solidaridad con los de las demás. En ella se siembra convivencia.
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Eso lo puede hacer porque en tiene solera de sabiduría, potencia-da por los años de su experiencia.
En ella se aprende que los legítimos deseos individuales, deben respetar los ajenos. En ella algunos han comprendido que el equi-vocado era él.
Gracias pues a la unión de todos los cofrades, nuestra Semana Santa está en su mejor momento. En el de mayor devoción. En el de mejor consolidación. En el mejor orden procesional. En resumen, en el de mayor y mejor actividad cofrade.
A pesar de todo lo que se ha hecho, nos queda mucho por hacer. Y para hacerlo hay que contar con todos. Con todos los que sienten nues-tra Semana Santa, y todos los que quieran sentirla estén donde estén.
El horizonte de los tiempos, así lo avisa. Y el que está ya aquí, es magnifico para hacerlo, pues ahora lo que queramos seguir siendo y mejorando, tenemos que conseguirlo a base de trabajo, caridad y amor del nuestro. Como siempre.
Para el trabajo futuro no sirven los tibios.
Pronto estaremos de moda los cofrades, mucho más que ahora.
Nuestra tarjeta de presentación debe decir Cofrade Malagueño. No hace falta imprimirla. Vive totalmente como tal.
Así, los cofrades y malagueños bajo la tutela de la Iglesia, y la di-rección de nuestros Hermanos Mayores:
Te pedimos que trabaje con nosotros en la integración de los jó-venes como cofrades.
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En afianzar nuestra Fe.
En mejorar nuestras procesiones en todos sus aspectos piadosos y también en los materiales.
En nuestras iglesias y casas de hermandad, para que cada día lo sean más, para todo el que lo quiera o necesite.
En vencer nuestra vergüenza de publicar que somos cofrades, donde sea. De ser cristianos.
En poner al día nuestros valores, con respeto, consideración, éti-ca, verdad y servicio a los demás.
En la enseñaza. En toda. Y en todas las ciencias. El conocimiento es lo único que nos hace libres.
Por la familia, por la vida, por la autentica relación de amor en-tre las personas.
En continuar diciendo durante todo el año, y en todos los foros, que el cristianismo es el camino de libertad y bienestar de la socie-dad. De toda la sociedad.
Rezar mas para que Dios nos de fuerza para:
Seguir trabajando contra la envidia, la petulancia, la prepotencia, la hipocresía, la intriga, la vanidad, la adulación, la traición, la soberbia, la mentira, la incongruencia, la ambigüedad, y sobre todo, el egoísmo.
Estar alegres y felices para contagiarlo. Es tan fácil y barato.
Prepararnos para la adversidad, y enfrentarnos a ella con toda nuestra energía. Siempre desde la Fe y la Esperanza.
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Esperar a la muerte sabiendo que la venceremos. Como Jesús lo hizo y así nos lo prometió.
Valorarnos más como personas creyentes.
Ayudar más a los demás en sus sufrimientos, aceptar el nuestro y ofrecerlo a Dios.
Ser más tolerantes, mucho más de lo que pedimos sean con no-sotros.
Escuchar. Que en la caridad es arte.
Pedir la unificación de los cristianos.
Pero sobre todas las cosas, amar a Dios.
Amar a Dios trabajando para los demás, con sencillez, humil-dad, obediencia. Cuanto más demos, más grande será nuestra Se-mana Santa.
Pero el camino no es duro, si tenemos Fe y damos Esperanza.
Te esperamos para hacerlo juntos.
Os recuerdo que los cofrades estamos en todos los sitios, todo el año. Os invito a usar esa buena situación para dar testimonio de lo que somos.
«Por sus obras les reconoceréis». Les dijo.
Es tan bonito y nos hace tan feliz ayudar a los demás solamente por caridad. Sólo cuesta amor.
Para vivir necesitamos arrojar de nuestro Templo al mercader que llevamos dentro.
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Ya termino, pero antes quiero haceros a todos una petición. Os pido que recéis conmigo, la misma oración que Él no enseñó.
«Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea Tu nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal. Amen.»
«Dios te salve, María,
Llena eres de gracia,
El Señor es contigo.
Bendita tu Seas entre todas las mujeres
Y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.»
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Así rezamos y hemos dicho que es nuestra Semana Santa. Todo eso y mucho más.
Te la ofrecemos. Únete a Su Llegada y síguelo hasta el domingo de Resurrección.
Málaga nos espera y para ello desde ahora, se abre de par en par, en primavera.
Mis disculpas a cuantos no he sabido agradar y a cuantos mi nombramiento haya frustrado su ilusión.
Mi agradecimiento:
A todos los que sin más me aceptaron como pregonero.
A todos los que me han animado.
A todos los que han hecho posible este pregón.
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Raquel Framit, intérprete de la saeta.
Leonardo Fernández, autor del dibujo de portada de este Pregón
AneXOS:
Bibliografía
Banda Municipal de Música de Málaga
Decoración del escenario
La Historia
Vivencias
Los tinglaos
Los traslados
Autorización
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Bibliografía:
– Evangelios 2001, preparados por José A. Martínez Puche. Dominico. Editorial EDIBESA, Madre de Dios 35. 28016 Madrid.
– Añoranzas Malagueñas, pregones y cantares. Juan Ballesteros Moreno. 1984. – Diccionario «el pequeño ESPASA». Edición especial 1988. Espasa Calpe.
Madrid.
– Saetas Malagueñas por D. Antonio Mata Gómez. Artículo publicado en «Bandolá», Cuaderno de Cante Jondo. Nº 2, marzo, abril, mayo 1971.
Editada por la Peña Juan Breva de Málaga.
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Banda Municipal de Música de Málaga
EXCMO AYUNTAMIENTO DE MALAGA. ÁRAEA DE CULTURA
Coordinador: D. Antonio J. Garcia de Castro Ramos.
BANDA MUNICIPAL DE MÚSICA
direCCión: Francisco Vallejo Amaro
Flautas:Juan Vicente Querol Sabater Mª Pilar Martínez Villalba (y flautín)Carmen Beatriz Puche Nuño (*)
oboe:Juan Carlos Díaz Campello (y corno inglés)
requinto:Mª del Carmen Ruiz González
Clarinetes:María Victoria Urbaneja BáezJosefa Carnero Tejada Asunción Guaita AlcolechaGustavo Adolfo Montiel SuárezAntonio Guerra MontoyaAntonio Ángel Martín Sarriá (y clarinete bajo)Gregorio Salazar AtenciaJesús Manuel Jerez GómezPedro Ramírez Molina
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Rafael Díaz GarcíaNarciso Pérez Espinosa (*)Miguel Bermúdez Jiménez (*)Oliver Moya Bueno (*)
saxoFonesaltos:Daniel Blanco MontesJavier Martínez ReynalJulio Puyana Pastor (*)
saxoFonestenores:Miguel Ponce Lorente Manuel Delgado López (*)
saxoFónbarítono:Antonio Mayo Macías
Fagot:Francisco Puyana Guerrero
trompetas:José Antonio Moreno Palomo Carlos Antonio Díaz García Alejandro Gómez Peralta (*)
FlisCornos:José Antonio Almahano Campos Juan José Cortés Martín
trompas:Francisco Manuel Puyana PastorAntonio Jesús Jiménez Palomo
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Rubén Vera Escribano (*)Estefanía Escobar Salas (*)
trombones:Francisco Bergillos Castillo Francisco Juan Jerez GómezDaniel García AnarteDaniel Morones Gálvez (*)
bombardinos:Francisco Miguel Haro Sánchez Jacinto Fernández Leiva
tubas:Mario Fitzsimmons MéridaManuel Lorente RuanoCarlos Manuel Puche Nuño (*)
perCusión:José Blas de Alva MolinaAntonio Haro BerlangaMiguel Martín CruzAntonio Berrocal Morales (*)
(*) Becarios
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Decoración del escenario
La Cruz es, y debe ser, el centro de la atención del espectador en la escena.
Refiere la Pasión de Jesús que Málaga representará en sus calles. Bajo ella el cirio pascual, Principio y Fin, que emite la luz que ilumina el camino hacia la Cruz, por donde se llega hasta Dios. Sobre los dos tercios superiores de la Cruz, un triángulo de luz blanca y fuerte que representa a la Santísima Trinidad.
Todo el conjunto refiere, la Resurrección prometida por Jesús, tras el perdón de los pecados conseguidos con su sacrificio, precisamente en la Cruz..
Los espacios laterales acogerán: Uno, cuadros de las imágenes de los Sagra-dos Titulares de la Cofradía. El otro al pregonero, identificado con el Guión de la Cofradías, que se situará tras él.
Los adornos florales, deberán ser de exuberante belleza. Como explosiones jubilosas por la Resurrección del Señor, que salen de la sangre derramada en su pasión, hasta Su muerte
Esta escena estática, durante todo el tiempo de la lectura del pregón, se combina-rá con actuaciones realizadas por actores en movimiento, e interpretes musicales.
Con ellos se creará una sensación, desde el mismo momento de la entrada del público al teatro, de que éste se introduce en el espacio de la Semana Santa de Málaga.
Para ello los actores dispensaran aromas, y esperaran vestidos para portar ci-riales y uno de pertiguero al público.
Otros vestidos de dalmáticas actuarán en el patio de butacas. En otro momento sonido de tambor, campana de ordenes de un trono y saeta.
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La Historia
lapasióndeCristo,elungido.
Jesús echó a andar delante, subiendo a Jerusalén. Al acercarse a Betfagé y Be-tania, junto al monte llamado de los Olivos, mandó a dos discípulos diciéndo-les: «Id a la aldea de enfrente: al entrar encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta; ¿Porqué lo des-atáis? Contestadle 'El Señor lo necesita'». Ellos fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban el borrico, los dueños les preguntaron: ¿Porqué desatáis el borrico? Ellos contestaron: «El Señor lo necesita». Se lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con sus mantos, y le ayudaron a montar. Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con los mantos. Y cuando se acercaba ya la bajada del Monte de los Olivos, la masa de los discípulos, entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos por todos los milagros que habían visto, diciendo: « ¡Ben-dito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto». Algunos fariseos entre la gente le dijeron: «Maestro, reprende a tus discípulos». Él replicó:»Os digo, que si estos callan, gritarán las piedras». (Lucas 19, 28–40).
losmismosquelealabaron,pidieronluegosumuerte.estosigueoCurriendo.Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien ha-
bía resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lá-zaro era un de los que estaban con Él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que le iba a entregar, dice: «¿Porqué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselo a los pobres?». Esto lo dijo no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía las bolsa llevaba lo que iban echando. Je-sús dijo: «Déjala, lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mi no siempre me tenéis». (Juan 12. 1–8).
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Antes de la fiesta de Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenado, ya el diablo había metido en la cabeza a
Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándolos con la toalla que se había ce-ñido. Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo; «Señor, ¿lavarme los pies tú a mi?». Jesús le replicó: «Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás mas tar-de». Pedro le dijo: «No me lavarás los pies jamás». Jesús le contestó: «Si no te lavo no tienes nada que ver conmigo». Simón Pedro le dijo: «Señor, no solo los pies, sino tam-bién las manos y la cabeza». Jesús le dijo «Uno que se ha bañado no necesita lavarse mas que los pies porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos». Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios». Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis el Maestro y el Señor, y decís bien porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, tam-bién vosotros debéis lavaros los pies unos a otros; os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».(Juan 13, 1–15.)
elserviCioyentregaalosdemásporamor.Jesús, profundamente conmovido, dijo: «Os aseguro que uno de vosotros me va
a entregar». (Juan 13, 21)
latraiCión.«Hijos míos me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije
a los judíos os lo digo ahora a vosotros:»donde yo voy, vosotros no podéis ir». Simón Pedro le dijo; «Señor, ¿a donde vas?». Jesús le respondió: «A donde yo voy no me puedes acompañar ahora, me acompañaras mas tarde». Pedro replicó: «Señor, ¿por qué no puedo acompañarte ahora? Daré mi vida por ti». Jesús le contestó: «¿Con que darás tú vida por mi? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas ne-gado tres veces». (Juan 13, 33–38).
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Salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí Él y sus discípulos. Judas, el traidor, conocía también el sitio. Judas entonces, tomando la patrulla y unos guardias de los sumos sacer-dotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús sabiendo todo lo que venía sobre Él, se adelantó y les dijo: «¿A quién buscáis?». Le contes-taron: «A Jesús el Nazareno». Les dijo Jesús: «Yo soy». Estaba también Judas, el traidor. (Juan 18, 1–5).
La patrulla, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ata-ron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año. Pedro se quedó a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló con la portera e hizo entrar a Pedro. La criada que hacía de portera dijo entonces a Pedro: «¿No eres tú también de los discípulos de ese hom-bre?» Él dijo: «No lo soy». Los criados y los guardias habían encendido un bra-sero porque hacía frío y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose. Y le dijeron: «¿No eres tú también de sus discípulos?».Él lo negó di-ciendo: «No lo soy». Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, redijo: «¿No te he visto yo con él en el huerto?». Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo. (Juan 18, 12–13, 16–18, 256–27).
Se levantó toda la asamblea, o sea, sumos sacerdotes y escribas y llevaron a Jesús a presencia de Pilatos. Y se pusieron a acusarlo diciendo: «Hemos compro-bado que éste anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tri-butos al Cesar, y diciendo que él es el Mesías rey». Pilatos preguntó a Jesús: «¿Eres tú el rey de los judíos?». Él le contestó: «Tu lo dices». Pilatos dijo a los sumos sa-cerdotes y a la turba: «No encuentro ninguna culpa en este hombre». Ellos insistían con mas fuerza diciendo: «Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde Galilea hasta aquí». Pilatos, al oírlo, preguntó si era galileo; y al enterarse de que era de la jurisdicción de Herodes se lo remitió. Herodes al ver a Jesús, se puso muy contento; pues hacía bastante tiempo que quería verlo porque oía hablar de él y esperaba verle hacer algún milagro. Le hizo un interrogatorio bastante lar-go; pero Él no le contestó ni palabra. Estaban allí los sumos sacerdotes y los le-trados acusándolo con ahínco. Herodes con su escolta, lo trató con desprecio y se burló de él; y poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilatos. Pilatos,
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convocando a los sumos sacerdotes, a las autoridades y al pueblo, les dijo: «Me habéis traído a este hombre, alegando que alborota al pueblo; y resulta que yo lo he interrogado delante de vosotros, y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas que le imputáis; ni Herodes tampoco porque nos lo ha remitido: ya veis que nada digno de muerte se le ha probado. Así que le daré un escarmiento y lo solta-ré». Por las fiestas tenía que soltarle a uno. Ellos vociferaban en masa diciendo: «!Fuera ese!, Suéltanos a Barrabás». (Lucas 23, 1–23).
Entonces Pilatos tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, y se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían: «!Salve, rey de los judíos!». Y le daba bofetadas. (Juan 19, 1–3).
Pilatos lo intentó tres veces. Ellos se le echaban encima pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo el griterío. Pilatos decidió que se cumpliera su petición: soltó al que le pedían y a Jesús se lo entregó a su arbitrio. (Lucas 23, 24–25).
Tomaron a Jesús, y Él, cargando con la Cruz salió al sitio llamado de la cala-vera, donde lo crucificaron; y con él a otros dos. (Juan 19, 16–18).
Uno de los malhechores insultaba a Jesús. Pero el otro le increpaba: «¿Ni si-quiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada». Y de-cía: «Jesús, acuérdate de mi cuando llegues a tú Reino». Jesús le respondió: «Te lo aseguro; hoy estarás conmigo en el Paraíso». (Lucas 23, 39–43).
Al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto sa-lió sangre y agua.. (Juan 19, 33–34).
El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado. Encontraron corrida la piedra del se-pulcro. Y entrando no encontraron el cuerpo del Señor Jesús. Mientras estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos refulgen-tes. Ellas, despavoridas, miraban al suelo, y ellos les dijeron: «¿Porqué buscáis en-tre los muertos al que vive? No está aquí. HA RESUCITADO».
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Vivencias
Seleccioné dos de las que más me han marcado; la de la «gitana», y la de la «lluvia».
Al final elegí la de la gitana, la otra es la siguiente:
lalluvia
Vamos hacia atrás en el tiempo, quiero contar un par de vivencias de las mu-chas que he tenido durante mi vida de cofrade, ocurridas en Semana Santa.
Da igual la Semana Santa que fue. Ponlas en la actualidad y saca tus con-clusiones:
Lunes Santo de mucha lluvia, cosa no muy corriente en ese día de la Semana Santa. Pero ese, llovía mucho. Fíjate en esa Plaza del Teatro. Ves ese árbol, ese grande. Ahí está el tinglao. Santo Lugar callejero donde antes montábamos y desmontábamos nuestros tronos. Cuantas vivencias en ellos.
Estamos algunos hermanos, apoyados en los varales, que en Málaga es don-de metemos los hombros para llevar los tronos.
Media mañana. Quizás tristes, pero seguro que enfadados, por la lluvia. Nos contemplábamos mudos de expresión pero elocuentes en el mirar.
No recuerdo ahora la causa por la que ese año teníamos que salir antes, en aquellos tiempos salíamos sobre las diez de la noche.
Llegó hasta nosotros una mujer de acento extranjero pero que hablaba un entendible castellano.
No lo sé pero posiblemente viendo tanta belleza encerrada, quiso consolar-nos y dijo: «que pena que no puedan salir, con lo bonita que están estas cosas y las imágenes».
Sin pensarlo le contesté con una sonrisa y creyéndolo, «Señora, !sí salen!, no-sotros salimos y ellos también que Málaga los espera».
Quedó perpleja con mi afirmación por lo que estaba cayendo, de agua.Seguí diciéndole y señalándole; «No ve que están ahí en lo alto Jesús, Nuestro
Señor, y María Santísima, nuestra Madre».
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«¡La lluvia la ha mandado el Moreno para Limpiar las calles!». Le solté. Pobre mujer, no sabía quien era el Moreno, supongo.
Se alejó sin decir nada.Por la tarde bien tarde, desde el aeropuerto nos dijeron que venía un frente
despejado de unas cuatro horas, que sería efectivo sobre las diez de la noche. Jus-to el tiempo que necesitábamos para hacer nuestro recorrido penitencial.
A esa hora, a la habitual salimos en procesión, contentos por hacerlo y muy preocupados por ello.
A la mañana siguiente la extranjera me buscó. La reconocí enseguida y un escalofrío me recorrió todo el cuerpo.
«¿Cómo sabía usted que no iba a llover?», Me preguntó.Le contesté que no lo sabía, pero que estaba seguro de ello cuando se lo dije.Volvió a preguntarme, «¿que ha pasado entonces?».Le respondí, «siéntalo como un pequeño milagro».Se volvió para alejarse y mirando a la Virgen susurró, «ustedes los católicos si
tiene Fe».En ese momento quien se quedó atónito fui yo. No he vuelto a dudar de ese
pequeño milagro, precisamente por la Fe.
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Los tinglaos
Fíjate en esa Plaza del Teatro. Ves ese árbol ese grande. Ahí está el tinglao, hoy ya no quedan realmente. Eso es un tinglao, está apo-
yado en el lado norte del edificio. Con los toldos que se soportan, ahora arma-zones metálicos, que lo fueron antes de troncos finos de árbol, amarrados con sogas de esparto y anclados en bidones o toneles llenos de arena.
El tinglao protege a los Titulares que están en sus tronos. Han sido también, lugares santos callejeros llenos de convivencias estupendas.
Hangares marineros para las divinas naves, donde sus marineros rezaban oraciones de aparejos. Donde tejían sus redes con fino hilos de oro, manos de ángel, para que fueran más que redes. Maternos mantos donde cobijarse.
Cobijos de juventud que trajo el relevo insolente a otros hombres ya que-maos, de un trabajo decadente.
Los tinglaos dieron paso a las Casas de Hermandad. Que buen origen para estas, porque en ellos se fraguaron en su justo temple de humildad y trabajo ab-negado, muchísimos cofrades malagueños.
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Los traslados
Los traslados y el resto de actividades que observamos son los mejores prego-nes de cada una de las Hermandades y Cofradías. Su conjunto, el mejor pregón que cada año se hace de nuestra Semana Santa. Y deben seguir siendo pregón, no semana Santa.
Me acuerdo perfectamente cuando nosotros, Los Gitanos, hicimos el primer traslado. Otra vivencia de impacto.
Los Mártires cerrada. Dentro preocupación jubilosa de todos nosotros. No-vedad. Intuíamos a mucha parroquia fuera, esperándonos.
Que expectación hubo cuando aquella puerta de los Mártires, se abre y apa-rece. Muy poquitos de los nuestros. Todos vestidos de traje, curiosísimo, los gi-tanos vestidos de traje. Perfectos, con nuestro Cristo arriba.
Los muy poquitos debajo, y Él sobre unas andas. Muy serios hicimos aquel traslado. Bendito Dios. Que maravilla.
Hoy no se cabe en la Plaza de los mártires para vernos salir, como en cual-quiera de los demás traslados.
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Autorización
Autorizada su reproducción a la Agrupación de cofradías de Semana Santa de Málaga.
Agustín del Castillo Cambló
Noviembre 2009.
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Este pregón se terminó de escribir en su última revisión, el día veintisiete de enero del año dos mi diez, festividad de Santa Ángela de Mé-rici. Coincidiendo con la fecha prevista para en-tregarme el nombramiento oficial de Pregonero de la Semana Santa de Málaga del año 2010, en presencia de los Titulares de la Excelentísima, Venerable y Muy Ilustre Hermandad y Cofradía de Nazarenos de Nuestro Padre Jesús de la columna y María Santísima de la O. Mi Hermandad, la de los Gitanos.
