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LO PÚBLICO Y LO PRIVADO: UNA MIRADA DISCURSIVA AL TRATAMIENTO DE DOCUMENTOS Mag. María del Rosario Fernández Prof. Titular de Etnolingüística Investigadora de CONICET 0. Presentación: Si bien el título de este artículo plantea una dicotomía (lo público vs. lo privado), es nuestra intención superar tal dualismo (ya que, por otra parte, nos hemos referido críticamente al mismo en otros textos publicados en esta Revista 1 ) en pro de superar "la clásica oposición entre lo individual y lo colectivo" (Jameson, F. 1995,pág.15). Para tal fin, proponemos un acercamiento que, desde una perspectiva semiolingüística del discurso 2 , intenta ver de qué modo la instancia de lo público, en tanto norma o regla socialmente concensuada, se halla como un interlocutor permanente en cualquier producción textual. Nuestro pre-texto para tal exposición, serán dos cartas de amor escritas hacia 1880. Hemos escogido este limitado corpus a fin de realizar un exhaustivo análisis que involucra el tratamiento de la intertextualidad, no sólo en función de la vinculación entre una primera carta y la respuesta del destinatario, sino, fundamentalmente, de los procesos de intertextualidad que en ambas denotaría la interlocución con el "gran otro" que fija sus normas y reglas. Para ello, hemos apelado no sólo a una perspectiva/ marco semiolingüística del discurso, sino también a una teoría de la argumentación (Lo Cascio, 1990) a partir de la cual, creemos, hemos podido escudriñar el orden de lo Simbólico (Lacan, 1966) como nuevo medio de alienación (lo decimos en tanto la lengua advendría, desde su temprana adquisición en un "otro", así como la "imagen en el espejo" constituye, en lo Imaginario, un otro a partir del cual se instala la fundamental escisión entre el sujeto y su self o imago). Rescatamos estas concepciones lacanianas por considerar, junto con Jameson (1995) que el orden de lo simbólico resulta "un intento de crear mediaciones entre el análisis libidinal y las categorías lingüísticas, de proporcionar, en otras palabras, un esquema trasncodificador que nos permita hablar de ambos dentro de un marco conceptual común" (pág. 25) . A nuestro juicio, la propuesta del este esquema "transcodificador" y el consecuente surgimiento de un "marco conceptual común" , nos permitiría, desde una perspectiva davidsoniana (1984) salvar la dicotomía 1 Fernández,, M.R (1998) Lenguaje, pensamiento i-rrealidad, en Revista de la Escuela de Antropología Nº IV. 2 La perspectiva semiolingüística adoptada por Charaudeau rescata tres dimensiones en el lenguaje. La dimensión cognitiva se pregunta "si hay una percepción del mundo y una categorización de éste, independientemente de la acción del lenguaje o si ésta se hacen necesariamente a través del lenguaje" (Charaudeau, 1994 pág. 2). Desde la dimensión psicosocial los planteos se focalizan en el valor de cambio de los signos y su capacidad de influencia sobre los hechos de lenguaje. La dimensión semiótica intenta correlacionar la construcción de sentido con la construcción de las formas. 1

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LO PÚBLICO Y LO PRIVADO: UNA MIRADA DISCURSIVA AL TRATAMIENTO DE DOCUMENTOS

Mag. María del Rosario FernándezProf. Titular de Etnolingüística

Investigadora de CONICET

0. Presentación:Si bien el título de este artículo plantea una dicotomía (lo público vs. lo privado), es nuestra intención superar tal dualismo (ya que, por otra parte, nos hemos referido críticamente al mismo en otros textos publicados en esta Revista 1) en pro de superar "la clásica oposición entre lo individual y lo colectivo" (Jameson, F. 1995,pág.15). Para tal fin, proponemos un acercamiento que, desde una perspectiva semiolingüística del discurso 2, intenta ver de qué modo la instancia de lo público, en tanto norma o regla socialmente concensuada, se halla como un interlocutor permanente en cualquier producción textual. Nuestro pre-texto para tal exposición, serán dos cartas de amor escritas hacia 1880. Hemos escogido este limitado corpus a fin de realizar un exhaustivo análisis que involucra el tratamiento de la intertextualidad, no sólo en función de la vinculación entre una primera carta y la respuesta del destinatario, sino, fundamentalmente, de los procesos de intertextualidad que en ambas denotaría la interlocución con el "gran otro" que fija sus normas y reglas. Para ello, hemos apelado no sólo a una perspectiva/ marco semiolingüística del discurso, sino también a una teoría de la argumentación (Lo Cascio, 1990) a partir de la cual, creemos, hemos podido escudriñar el orden de lo Simbólico (Lacan, 1966) como nuevo medio de alienación (lo decimos en tanto la lengua advendría, desde su temprana adquisición en un "otro", así como la "imagen en el espejo" constituye, en lo Imaginario, un otro a partir del cual se instala la fundamental escisión entre el sujeto y su self o imago). Rescatamos estas concepciones lacanianas por considerar, junto con Jameson (1995) que el orden de lo simbólico resulta "un intento de crear mediaciones entre el análisis libidinal y las categorías lingüísticas, de proporcionar, en otras palabras, un esquema trasncodificador que nos permita hablar de ambos dentro de un marco conceptual común" (pág. 25) . A nuestro juicio, la propuesta del este esquema "transcodificador" y el consecuente surgimiento de un "marco conceptual común" , nos permitiría, desde una perspectiva davidsoniana (1984) salvar la dicotomía inicial público / privado. A ello apunta nuestro análisis que intenta demostrar cómo la instauración del sujeto requiere de esta instancia de diálogo con un otro. Si bien, en este sentido, mantenemos, casi con fines expositivos, tales distinciones (yo / otro; privado / público, individuo / sociedad), lo hacemos para cuestionar cuán conjeturales podrían ser estas dicotomías, cuán improbable sería concebir un sujeto "en soledad", "único", "monolítico" (y "monológico").Dos cartas de amor. Dos fenómenos aparentemente anodinos y anecdóticos, ¿qué interés antropológico podrían revestir?. Creemos que su tratamiento como fragmentos, como pequeñas piezas (y nos permitimos decirlo en un sentido arqueológico) desde la perspectiva del diálogo con esos grandes otros que son la lengua, la sociedad y , finalmente, la cultura, se erige en una forma más de generar interpretaciones. Pensamos que este tipo de análisis reporta un interés ad hoc, si consideramos que en su labor, el antropólogo constantemente se ve "enfrentado" con discursos "individuales" de sujetos que hablan y son hablados por una determinada lengua/cultura y que, precisamente por ello, no pueden ser considerados desde un criterio monológico reduccionista. Sólo intentaremos proponer una forma de abordaje que, en definitiva, nos remitirá al básico posicionamiento levistraussiano: "quien dice hombre, dice lenguaje, y quien dice lenguaje, dice sociedad" (1955)

1. Introducción:

Desde nuestro punto de vista, concebimos al análisis del discurso en estrecha vinculación con la teoría de la enunciación, pensada como práctica / acción y como proceso cognitivo, psicosocial y semiótico. Nos adherimos a la propuesta de Charaudeau quien intenta abordar el fenómeno del lenguaje desde perspectiva

1 Fernández,, M.R (1998) Lenguaje, pensamiento i-rrealidad, en Revista de la Escuela de Antropología Nº IV.2 La perspectiva semiolingüística adoptada por Charaudeau rescata tres dimensiones en el lenguaje. La dimensión cognitiva se pregunta "si hay una percepción del mundo y una categorización de éste, independientemente de la acción del lenguaje o si ésta se hacen necesariamente a través del lenguaje" (Charaudeau, 1994 pág. 2). Desde la dimensión psicosocial los planteos se focalizan en el valor de cambio de los signos y su capacidad de influencia sobre los hechos de lenguaje. La dimensión semiótica intenta correlacionar la construcción de sentido con la construcción de las formas.

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semiolingüística amplia cuyo objetivo será indagar los procesos de semiotización del mundo que se vinculan con dos operaciones: la de transformación 3 que parte de un "mundo a significar" 4 para transformarlo en un "mundo significado" y la transacción, por la cual el "mundo significado" se constituye en un objeto de intercambio entre un sujeto hablante y otro sujeto que asume el rol de destinatario y que , tal como veremos en nuestro análisis y en relación con lo que planteáramos en la presentación de este artículo, no sólo implica la interlocución con un sujeto individual, sino con la cultura y una sociedad pensadas como un "gran otro". Ambas operaciones no se realiza libremente, sino bajo el control del proceso de transacción. La noción de "contrato de comunicación" permite "vincular el fenómeno de la puesta en texto individual con las coacciones que lo sobredeterminan y con el postulado de intencionalidad que lo funda" (Charaudeau, 1994, pág. 8) y por ello se erige en una noción crucial a partir de la cual podrán problematizarse cuestiones vinculadas con la norma, el reconocimiento y la situación que, desde nuestra perspectiva, se hallan siempre involucradas en la tarea interpretativa que el antropólogo, o el cientista social en general, realiza cotidianamente en su labor profesional.En la interacción enunciador / enunciatario, el primero opera en dos sentidos: el de la coacción (necesidad de seguir ciertas normas) y el de la opción (planteo de estrategias). De este modo, podríamos pensar al enunciador, tal como lo hace Mc. Donald (1999) en referencia al "narrador", como el sujeto constructor de las posibilidades de lo enunciado (en tanto fija normas de acción), incluso más allá de lo enunciado . Sin embargo, su función no será la de fijar un preciso sentido sino la de producir un discurso por el acto mismo de narración (o de enunciación), discurso que construirá un sentido, pero que no lo designará. Desde esta perspectiva, el enunciador podría ser concebido, como el "narrador", en tanto entidad pública y finita puesto que se halla limitado por otras acciones y por no asirse en una referencia psicológica más allá de las fuerzas sociales y culturales que constituyen su material textual, no pudiendo trascender el orden de las representaciones de la realidad. La función otorgada al contexto histórico no es explicativa, sino descriptiva y la presencia del enunciador excede el eje temporal del texto a partir del cual ha sido dibujada. Estas apreciaciones nos parecen sumamente interesantes si pensamos que las identidades (los "yoes") que construirán el enunciador y la enunciadora de nuestras cartas se ven sujetas a cuestiones contextuales que también han sido construidas como un intertexto. El enunciador se inserta, así, en una cadena de transmisión que lo precede y de la cual, a la vez, él mismo formará parte a fin de poder tomar la palabra. Así podríamos explicar el esquema por el cual el sujeto de hacer (enunciador) sustenta sus dichos en otra figura, la del destinador con quien acuerda los valores en y los objetos que circulan en función de ciertas normas establecidas. De este modo, el sujeto enunciador, para devenir tal, deberá "negociar" permanentemente sentidos con su enunciatario (en un sentido micro) y con el destinador justiciero (en un sentido macro). Del diálogo entre ambos surgirá un mundo determinado que opere como "marco", como "esquema" a partir del cual los sujetos harán surgir sus identidades, siempre puestas en tela de juicio, siempre dialógicas.

2. Textos de análisis2.1: Carta de Pietro a María de las Nieves

Estimada señorita: deseo expresarle mi agradecimiento por la amable compañía que me dispensara la noche pasada en el casamiento de nuestros amigos. Quedé un tanto acongojado porque creí entrever una sospecha en sus palabras. Sé que corren algunas habladurías acerca de mi estado civil. Algún comentario infame y malicioso me adjudicó una esposa en Europa. Me pareció que a usted se le ofrecía esa duda. Pues quiero dejarle bien sentado que nada de eso es verdad. Considero necesario hacerlo puesto que me anima hacia usted un sentimiento de respeto e inocente cariño que, espero, si usted no se opone y su madre lo consiente, pueda florecer en una bella amistad. Sinceramente suyo. Pietro.

3 Comprende cuatro operaciones: De identificación: detección, conceptualización en el mundo fenomenal de seres materiales o ideados que son transformados en

"identidades nominales" De calificación: adjudicación de propiedades y características que transforman a los seres en "identidades descriptivas" De acción: inscripción de los seres en esquemas de acción por los cuales se transforman en "identidades narrativas" De causación: dado que los seres con sus peculiares características actúan y son actuados en una forma motivada que los inscribe

en una cadena de causalidad, esta cadena será transformada en "relaciones de causalidad"4 Creemos que la postulación de un "mundo a significar" nada tiene que ver con la idea de un mundo preexistente y fuera del sujeto, sino más bien, debería ser asociada a la idea de un "mundo culturado" (Fernández Güizzetti, 1981) que, de algún modo, es anterior al sujeto en tanto éste se inserta en un determinado contexto sociocultural e histórico. Como diría Bidney (1953) el sujeto siempre se comporta sobre una doble impronta: la de heredar su lengua y su cultura (en este sentido pensaríamos en una pre- existencia) y la de modificarlas.

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2.2: Carta de María de las Nieves a Pietro

Sr. Don Pietro Guizzetti: hoy es la primera vez en mi vida que tomo la pluma para escribir cartas de esta clase, por eso es que mi mano vacila y me impide trazar estas líneas en la medida de mis deseos. Así es que, confiada en su noble intención es, que me he dispensado el contestar su atenta carta , a pensar de la cual permanezco en la indecisión. Me dice Ud. que yo le había sugerido en el baile que temía que Ud. fuera casado en Europa; habrá Ud. interpretado mal alguna cosa, pues estoy muy lejos de pensar semejante absurdo y menos decírselo. Así no abrigue Ud. un solo momento la idea de que yo pueda pensar eso. Lo que recuerdo haberle dicho es que tendría Ud. novia, como en realidad así me lo manifestaron tiempo pasado, pero a dichos no hay que dar créditos, si bien pueden ser verdad. Y si así fuera, pido a Ud. no pretenda pasar el tiempo conmigo. Hoy me limito a decirle solo esto. Perdone si soy demasiado indiscreta. Tengo el gusto de saludar a Ud. deseándole felicidad. María de las Nieves. P. D: Ayer pensaba darle a Ud. esta carta, pero como soy tan sumamente tímida, no tuve resolución para hacerlo.

3. Ensayo de análisis

Nos hallamos enfrentados a un corpus muy limitado en el que se abordan dos cartas (género epistolar) cuya subespecie, a nuestro juicio, correspondería al de "cartas de amor". Una primera lectura podría indicarnos cómo se encuentran organizados en grandes bloques los enunciados de las mismas. En ambas se omite la fecha y lugar (elemento exigido como norma del género), lo cual nos conduciría a pensar que no se trata, evidentemente, de cartas "formales", destinadas a erigirse en "documentos fehacientes" que pudieran ser retomados por la historia, sino, más bien, de misivas cuyo circulación se esperaba que quedara circunscripta al ámbito de la intimidad (sólo nuestra obstinada pasión por la escritura ha permitido que llegaran de 1880 a nuestros días). Por otra parte, la carencia de una ubicación espacio temporal nos permitiría interpretar que no ha habido, por parte de los enunciadores, voluntad de producir, al menos en lo que a estos elementos textuales se refiere, estrategia de verosimilitud de tipo "realista". El soporte de ambas sigue el modelo típico: mención del destinatario ("Estimada señorita", "Sr. Don Pedro Guizzetti"), cuerpo de la misiva, despedida/ saludo y firma del remitente ("Pietro", "María de las Nieves"). En el caso de la carta dirigida a Pietro, hallamos una post data (es extraño, al respecto, que se utilice la abreviatura "P.D", en lugar de "P.E", que hemos detectado como más frecuente en otras cartas de la época, quizás de corte más "formal"). Nos dedicaremos , ahora, a describir del modo más exhaustivo que podamos estos bloques intentando su comparación.

3.1: Mención del destinatarioCarta de Pietro a María de las Nieves Carta de María de las Nieves a PietroTexto: "Estimada señorita" Texto: "Sr. Don Pietro Guizzetti"Descripción :Forma canónica de destinación que implica una valoración del destinatario por parte del remitente ("Estimada") y su inclusión en una clase ( "señorita")

Descripción :Forma canónica de destinación ("Sr. Don") a la que se agrega el nombre propio completo del destinatario ("Pietro Guizzetti"). No aparecería explicitada una valoración del destinatario por parte del remitente, pero sí se produce una precisa individualización del mismo.

Ahora bien, qué interpretaciones nos permitimos realizar a partir de los elementos de la superficie del texto señalados. La primera cuestión que llamó nuestra atención fueron las diferentes estrategias seguidas por los autores de las cartas para referirse a sus destinatarios y que podríamos sintetizar en dos procesos: de generalización (carta de Pietro) / de individualización (carta de María de las Nieves). En el primer caso, el enunciador instalaría un enunciatario genérico, mientras que en el segundo, la enunciadora (ex profeso preferimos señalar la marca de género) construiría una imagen "individual" y precisa de su enunciatario (no se trata de "cualquier" señor, sino de uno en especial). A nuestro juicio esta sutil diferencia resulta más que interesante si pensamos que ella involucraría un diferente modo de actuar frente al "contrato comunicativo" (Charaudeau, 1994) que evidencia una implícita conciencia no sólo de las normas vigentes, sino de los valores en juego. En tanto que el enunciador (Pietro) se permite (se "le" permite) una valoración de su enunciataria (cuyo nombre propio, sorprendentemente, no aparece en toda la misiva) a partir del participio "estimada" y la

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referenciación del mismo en una clase ("señorita"), lo cual implicaría una muestra de poder, jugada en esta especie de "capacidad taxonómica" ; la enunciadora sólo puede responder a un determinado individuo del posible universo de los "señores" (¿hubiera caído en un suerte de "promiscuidad" mal vista por sus contemporáneos, de haber escrito "Estimado señor" o en una ironía).Si ahondamos en nuestro análisis, diremos que la alusión a la enunciataria, en la carta de Pietro, supone una predicación sobre la misma: "estimada señorita", en donde encontraríamos, en el deverbal (participio) , instalado al enunciador como "agente" (activo) y al enunciatario como "benefactivo" o "meta" (pasivo) 5 . La inclusión de la enunciataria en una clase mayor, la de las "señoritas", nos conduciría a interpretar que, tácitamente, el enunciador entablaría un diálogo no ya con un enunciatario individual, sino colectivo, lo que, por otra parte, entrañaría una suerte de "borrado" del nombre propio (con todo lo que éste significa) y nos haría pensar en una especie de "identidad colectiva" que evita la individualización. Si, volviendo al léxico, el "benefactivo" o "meta" de la estimación del enunciador es una señorita (singular, pero no identificada con su nombre propio) parecería lícito que nos preguntáramos cuál es el objeto "que se estima" : ¿se trata del enunciatario que develamos en la respuesta de María de las Nieves, o se trata de ese enunciatario colectivo constituido por la clase de las señoritas?. Este punto es, a nuestro juicio, crucial ya que, como veremos más adelante, se vincula con el "objeto de deseo". El direccionar la destinación del mensaje a un enunciatario genérico, por encima del individual, podría implicar la instalación del primero como una suerte de "destinador justiciero", no se trataría ya de someter el mensaje del enunciador al juicio de un individuo en particular, sino en tanto representante de una clase social determinada que lo evaluará conforme a sus pautas de comportamiento y valores. Como veremos más adelante, la enunciadora en su respuesta, plantearía una discrepancia respeto, precisamente, de las pautas de conducta esgrimidas por el enunciador al introducir un contexto de justificación que no aparece en la misiva de Pietro.

3.2: Cuerpo de la misivaNos abocaremos a la descripción de ambas cartas intentando discriminar los fragmentos que entran en relaciones intertextuales, para luego considerar este tipo de relaciones en un nivel más complejo que nos conducirá al tratamiento de la verosimilitud. Por cuestiones eminentemente prácticas, enumeraremos las secuencias 6 con un subíndice: p (en referencia a la carta de Pietro a María de las Nieves) y m (en referencia a la carta de María de las Nieves a Pietro)Carta de Pietro a María de las Nieves Carta de María de las Nieves a PietroSecuencias textuales: 1.p: Expresión de agradecimiento "deseo expresarle mi agradecimiento"

2.p: Contextualización del mensaje en función de un evento extra textual"por la amable compañía que me dispensara la noche pasada en el casamiento de nuestros amigos".

3.p: Diálogo con el discurso oral implícito del

Secuencias textuales: 1.m: Referencia temporal de la escritura de la enunciadora en vinculación intratextual con la serie posible de sus otras "cartas" " hoy es la primera vez en mi vida que tomo la pluma para escribir cartas de esta clase" Aquí platearíamos una secuencia subsidiaria de 1.m:1.m.1: Justificación de la propia escritura de la enunciadora en función de lo expresado en 1.m"por eso es que mi mano vacila y me impide trazar estas líneas en la medida de mis deseos".

2.m: Contextualización del mensaje en función de un evento intertextual"Así es que, confiada en su noble intención es, que me he dispensado el contestar su atenta carta, a pensar de la cual permanezco en la indecisión.

3.m: Diálogo con el discurso oral implícito del

5 Adoptamos aquí un tratamiento de las piezas léxicas en tanto haces o matrices de propiedades (fonéticas, semánticas y sintácticas). Como señala Múgica (1996) en el léxico se concentra una información categorial y semántica que definirá estructuras. De este modo, la teoría léxica intentará desentrañar “de qué manera el léxico está presente en la sintaxis y en la morfología, entendiendo que ´estar presente´ no quiere significar solamente la ´proyección del léxico en la sintaxis´” (Múgica, 1996, pág.17).La información semántica contenida en el léxico presenta propiedades temáticas y de selección semántica .

6 No estamos aludiendo a esta noción en términos de "secuencias narrativas".

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enunciatario "Quedé un tanto acongojado porque creí entrever una sospecha en sus palabras."

4.p: Explicitación del discurso presupuesto del enunciatario " Sé que corren algunas habladurías acerca de mi estado civil. Algún comentario infame y malicioso me adjudicó una esposa en Europa. Me pareció que a usted se le ofrecía esa duda".

5.p: Valoración por parte del enunciador del discurso presupuesto por el enunciatario."Pues quiero dejarle bien sentado que nada de eso es verdad."

6.p: Justificación de la valoración realizada por enunciador "Considero necesario hacerlo puesto que me anima hacia usted un sentimiento de respeto e inocente cariño"

7.p: Solicitud del enunciador a la enunciataria "que, espero, si usted no se opone y su madre lo consiente, pueda florecer en una bella amistad.

enunciatarioA nivel de la superficie textual tendría una reescritura por 0 que luego podríamos reconstruir a partir de lo expresado en 4.m

4.m: Cita no literal del discurso del enunciatario "Me dice Ud. Que yo le había sugerido en el baile que temía que Ud. Fuera casado en Europa"

5.m: Valoración por parte de la enunciadora del discurso presupuesto por el enunciatario."habrá Ud. Interpretado mal alguna cosa"

6.m: Justificación de la valoración realizada por la enunciadora "pues estoy muy lejos de pensar semejante absurdo y menos decírselo."

De esta secuencia dependen otras subsidiarias que, de algún modo, expresarían las constantes "idas" y "venidas" en el discurso de la enunciadora en su diálogo con el enunciatario6.m.1: Advertencia al enunciatario "Así no abrigue Ud. un solo momento la idea de que yo pueda pensar eso."6.m.2: Justificación por parte de la enunciadora de la advertencia hecha al enunciatario" Lo que recuerdo haberle dicho es que tendría Ud. Novia, 6.m.3: Cita - enunciador inespecífico- que avala la justificación en 6.m.2: "como en realidad así me lo manifestaron tiempo pasado"6.m.4: Polémica entablada con el discurso del enunciador inespecífico de 6.m.3 " pero a dichos no hay que dar créditos"6.m.5: Acuerdo parcial con el discurso del enunciador inespecífico de 6.m.3 y planteo de una autopolémica " si bien pueden ser verdad".

7.m: Advertencia al enunciatario desprendida de 6.m"Y si así fuera, pido a Ud. no pretenda pasar el tiempo conmigo. Hoy me limito a decirle solo esto".Aquí hallamos una secuencia subsidiaria: 7.m.1: Presentación de excusas por parte de la enunciadora en función de la presuposición del discurso del enunicatario" Perdone si soy demasiado indiscreta".

Una aún muy superficial lectura de la organización secuencial de ambas cartas nos permite observar cuánto más compleja resulta la respuesta de María de las Nieves. En tanto que la carta de Pietro parece tener una

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estructura más directa y menos rebuscada, la misiva de María de las Nieves se encuentra llena de "marchas y contramarchas". En la primera, hallaríamos un enunciador bastante seguro de lo que va a expresar con un objetivo claramente trazado y al que arriba casi de una forma lineal y lógica. Es particularmente interesante notar que Pietro, en tanto enunciador, construye su competencia sobre las modalidades básicas del querer, el saber y el poder, tal como podemos leer en la utilización de los verbos: "deseo" (Sec.1.p), "sé" (Sec. 4.p) que confluyen en un poder de afirmación de la propia versión de los hechos ("Pues quiero dejarle bien sentado que nada de eso es verdad" - Sec. 5.p) instalada como "verdadera". En cambio, la enunciadora se nos manifestaría como un sujeto "vacilante" que necesita constantemente justificar sus dichos, si bien, a pesar de las instancias de polémica con el discurso del enunciatario (" pero a dichos no hay que dar créditos" - Sec.6.m.4) y de autopolémica (" si bien pueden ser verdad"- Sec. 6.m.5) también, haciendo uso del principio básico de que quien detenta la palabra intenta controlar la situación, afirma sus propios dichos, alegando que, aunque su interlocutor pudiera no ser casado en Europa (foco de la argumentación de Pietro), es más que posible que tuviera una novia (idea que, finalmente, es sostenida por la enunciadora). De este modo, veríamos cómo la "vacilación" de María de las Nieves podría erigirse en un simple artificio retórico exigido por los cánones de la época a partir de los cuales sería "mal visto" que una "señorita" contraargumentara en franca polémica y de un modo directo los dichos de un varón.Pero, retomemos las secuencias propuestas a fin de estudiar en ellas las marcas que la enunciación ha dejado en el enunciado de un modo más exhaustivo. Para ello, las analizaremos en forma separada a fin de integrarlas luego en nuestra interpretación.b.1) Secuencia 1 Pietro, en tanto enunciador, construye su competencia situándose en el lugar del "querer" que, por otra parte, lo impone, desde lo fáctico y acertivo (utilización del modo indicativo), como sujeto capaz de asumir un rol activo (agente - tal como ya apareciera en la destinación de la carta- de la predicación). Sencillamente, queremos señalar que Pietro se permite "desear" (o está habilitado para hacerlo porque las normas de la época se lo permiten). Sin embargo, es de notar que evita constantemente el término "amor", enmascarándolo en nociones como "sentimiento de respeto e inocente cariño" y de "amistad". Quizás las normas de la época, si bien le han permitido asumir un rol activo expreso frente a la enunciataria, no le permiten explicitar el sentido final del mensaje que está construyendo y por ello se elude la mención al "amor", aunque, tanto el enunciador, como la enunciataria (cuando ocupa su rol de enunciadora en la carta de respuesta) acuerdan, tácitamente en que se trata de un tipo especial dentro del género epistolar ("cartas de esta clase"). Tanto el enunciador como la enunciadora realizan, en este sentido, una suerte de "pacto de silencio" que remite el tema de las epístolas al ámbito de lo sobreentendido. María de las Nieves, construye su competencia en función de dos elementos vinculados con tres procesos versomilizantes: la ubicación temporal ("hoy"), la referencia intertextual ("cartas de esta clase") que vincularía su producción con la serie de las "cartas de amor", y la referencia intratextual legible a partir de la ubicación de este texto en particular en relación con la serie posible de sus otras cartas. Sin embargo, el primero de estos elementos merece, a nuestro juicio, una mirada más profunda: no se trata simplemente del "hoy" vinculado al sincrónico presente de la enunciación, sino de una deíxis temporal contextualizada sobre un eje diacrónico ("en mi vida") en el que se ha operado un hito ("la primera vez"). La deíxis temporal "hoy" asociada al hito "la primera vez" , instalaría, de este modo, una suerte de "iniciación" que, bajo la forma de un "iniciarse en la escritura de una clase especial", podría estar aludiendo a un sentido que presupondría un estado previo de "virginidad" que la enunciadora imaginaría como requisito exigible y destacable en su respuesta dados los valores imperantes en la época respecto de las relaciones amorosas, en especial, en lo que se refiere a la exigencia de esta cualidad en las "señoritas". La ubicación temporal, además, opera sobre dos ejes: uno textual (inter e intratextual) y otro extratextual, construido a partir de la alusión a la "vida". La secuencia subsidiaria 1.m.1 se erige en una consecuencia de 1.m con lo cual se da pie a un proceso verosimilizante a partir de una modalidad causal de conexión de los hechos, claramente gramaticalizada a nivel superficial del texto por la utilización del enlace "por eso es que". No obstante, vale la pena detenernos en el deíctico "eso" que, de algún modo, al direccionar lo enunciado como próximo al enunciatario (oposición eso - proximidad respecto del enunciatario / esto - proximidad respecto del enunciador) retoma su voz, colocando la causa en él, con lo cual, nuevamente encontraríamos, en una lectura intertextual de ambas carta, a los dichos del enunciatario (Pietro) como "causantes" (¿causa eficiente?) de la escritura de la enunciataria. El poder inicial de producir "esta clase de carta" (de amor) radicaría, así, en la voz masculina de Pietro a quien, simplemente, la enunciataria "responde" desde una confesada "vacilación" que pasa, sin embargo, no por la totalidad del sujeto, sino, proceso metonímico mediante, por su "mano". De este modo, lo que para el enunciador (Pietro) es un "deseo" en el terreno del hacer, para la enunciadora (María de las Nieves) se torna

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un gesto de escritura que habilitaría el deseo en ese terreno. Al ámbito de lo masculino le correspondería el deseo factual, en tanto que al ámbito femenino le atañería una suerte de "deseo ficcional" (escriturario) que debe cumplir con los requisitos del pudor que el género escogido impone a las "señoritas" de la época.

b.2) Secuencia 2Pietro justifica su producción a partir de un evento extratextual (encuentro en el casamiento de unos amigos), en tanto de María de las Nieves lo hace, consecuentemente con lo expuesto en la Sec. 1, en función de un evento intertextual (la carta de Pietro).La enunciadora manifiesta una actitud de creencia en la "noble intención" de Pietro que motiva su gesto escriturario. Sin embargo, la actitud comunicativa que despliega no es de absoluta caridad, puesto que, a pesar de la "atenta carta" (en la que, por otra parte, el enunciador intenta ser lo más convincente posible para imponer su versión de los hechos) la enunciadora se manifiesta como vacilante ("permanezco en la indecisión") con lo cual cumple "contractualmente" con la norma impuesta por el género (toda carta debe ser contestada) pero, a la vez, se discrimina como un nuevo enunciador poniendo de manifiesto sus dudas y, finalmente, polemizando con su enunciatario. En ambos casos, no obstante, se da una estrategia de justificación del texto producido que nos permitiría ver hasta qué punto "esa clase de carta" se hallaban rodeadas de un halo tan particular que requerían de permanentes habilitaciones ante los ojos de una sociedad que pudiera censurarlas. De este modo, estos textos pueden ingresar a un determinado género que no sólo les sirve de marco, sino, fundamentalmente, de justificativo en tanto se inscriben en la reglas genéricas vigentes en el momento histórico y , así, no sólo permiten el "saber hacer" y "saber decir" de los enunciadores, sino también la construcción de un verosímil que, juzgado a la luz de nuestra actualidad lectora, casi podría resultar "risible" aunque en la época no lo fuera. Este marco de referencia (operado por el género) permite a ambos enunciadores la construcción de un espacio dialogal (Sec. 3) que en la carta de Pietro impone una retrospección (utilización del pasado puntual: "quedé") a partir de la cual el enunciador expresa su estado anímico ("acongojado") adjudicándoselo como causa a las palabras de su enunciataria: "porque creí entrever una sospecha en sus palabras.". A pesar de la modalidad epistémica que el enunciador intentó poner en juego, la reescritura por que su enunciataria hace de este fragmento, en la secuencia análoga, nos permitiría pensar en una lectura deóntica del enunciado de Pietro que no "creyó" , sino "debió" ver una sospecha de las palabras de María de las Nieves, con lo cual, el discurso de la enunciataria, una vez que ésta se torna enunciadora, cae en el terreno de la no verdad (la sospecha). A partir de este momento, la enunciadora dispondrá de todas sus estrategias discursivas para sacar sus enunciados de este ámbito y construir un discurso que corone su versión de los hechos como "la" versión a fin de tomar el control de la situación comunicativa..

b.3) Secuencias 3 y 4En su carta, Pietro retoma la supuesta conversación con María de las Nieves, pero de un modo bastante interesante. En primer lugar, enuncia desde un saber indudable sin embargo, a la vez, el enunciador convocado resulta vago ("Algún comentario" ) pero singularizado (no se habla de "comentarios" o "habladurías"), como si en realidad se tratara de un "forma elegante" de adjudicárselo a su enunciataria (notemos, además, el sugerente modo en que esto es expresado: "Me pareció que a usted se le ofrecía esa duda") , cuestión que, evidentemente, ella recoge en la contestación de su carta al autoadjudicarse, esta vez desde el lugar de enunciadora, los dichos que en Pietro aparecen referidos en una imprecisa intertextualidad ("Que yo le había sugerido en el baile que temía que Ud. Fuera casado en Europa") . Si bien la enunciadora toma a su cargo el "comentario infame y malicioso", asume poder al desenmascarar la estrategias encubridora de Pietro: "Me dice Ud...", sin presentar una polémica ostentosa y frontal, que hubiera estado bien justifica si pensamos en las características que Pietro adjudica al "comentario", para simplemente, en la Sec. 5.m, valorar el asunto como una "mala" interpretación de "alguna cosa". En la secuencia paralela de Pietro (Sec. 5.p), sin embargo, el enunciador abiertamente produce una polémica con el discurso de su enunciataria. Las estrategias de ambos aparecen bien diferenciadas en ciertos elementos de la superficie textual:

Encadenamiento de las secuencias 4 y 5Causalidad explícita (Pietro) : "Pues quiero..."Causalidad implícita (María de las Nieves): se infiere sin la presencia específica de conector alguno. ModalidadAlética (Pietro): visible en la utilización del presente indicativo de "ser"Epistémica (María de las Nieves): inferible a partir de la utilización del futuro perfecto indicativo de "interpretar"

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Predicación referida aUniversal negativo (Pietro): " nada"Particular (María de las Nieves): "alguna cosa" Predicación:Presente y fáctica (modo indicativo) , lo cual conduciría a un sentido de certeza que se refuerza por la utilización de la cópula lógica (Pietro): "es"Futura y fáctica (modo indicativo) que, como hemos descripto (Fernández, M.R, 1989) pondría en juego un sentido de no certeza, reforzado, por el semantismo propio del verbo escogido (interpretar) (María de las Nieves) : "habrá Ud. Interpretado"

b.4) Secuencias 5 y 6En la secuencia 6, tanto el enunciador como la enunciadora escogen una estrategia de justificación de la secuencia precedente. Pietro asume la palabra desde el lugar de la "necesidad", casi como consecuencia de la modalidad alética antes utilizada, y enuncia desde una modalidad deóntica. Del ser, "ser mentira" (no ser verdad) pasa al "deber" (necesidad) de justificar sus dichos. Y es, curiosamente, este "deber" (fundado en el ser) el que lo conduce del terreno del "decir" al del "hacer" ("Considero necesario hacerlo"). La escritura de la carta se inscribe, así, en el ámbito de un imperativo moralmente justificado (defender la verdad) más aún cuando el mismo será motivado por "un sentimiento de respeto e inocente cariño" (la elección de estas formas lexicales no es en absoluto arbitraria, puesto que, situados en los valores de la época, el amor- al menos el que tenía como destino su legalización en el casamiento- debía ser referido siempre en términos de "respeto" e "inocencia", para, de este modo, aventar cualquier fantasma de erotismo) . Podemos leer aquí la necesidad de fundar el orden de las pasiones (los sentimientos) en el ámbito del deber. Si asociamos esta interpretación (que no es más que eso) con la idea de que el destinador justiciero bien podría ser la clase social de las "señoritas", podríamos conjeturar que el ámbito del deber constituye el marco de referencia 7 de los sentimientos y que, en tal caso, el enunciador se ajusta a las reglas, produciendo un texto que pueda ser aceptado por un enunciatario individual (María de las Nieves) en tanto representante de un enunciatario por encima, social, que tornaría legible el mensaje producido. De este modo, tal como lo señala Culler (1975), podríamos enfocar la escritura y la lectura 8 de estos textos en "dos redes de convenciones en correlación: la escritura como institución y la lectura como actividad" (Culler, 1975,pág. 188), convenciones que, en definitiva, pueden ser asociadas a la noción de "contrato de comunicación" (Charaudeau,1994) en tanto exigirían de ciertas condiciones de producción, de estrategias discursivas que se ponen en juego para lograr el objetivo de influencia e implicarían la producción de sentido en un proceso de producción / interpretación. Lo que aquí se está justificando por decirlo de algún modo sencillo, no es simplemente una carta, sino toda una concepción del mundo (¿o un mundo?) que se somete al juicio del otro (del Gran Otro lacaniano). Tal vez por ello, la instancia de la aserción requiera de la justificación, ya que este mundo es, en cierto modo, creado en el acto mismo de enunciarlo y por esto, precisamente , se instale una instancia de argumentación 9. Si lo miramos de este modo, focalizaremos el diálogo entre ambas cartas en los siguientes puntos:

La argumentación como acto de hablaEn tanto “acto de habla”, la argumentación involucrará, necesariamente (y en toda ocasión), al menos dos sujetos a los que se han dado en llamar protagonista y antagonista y que, en el caso de estas cartas estaría representados por el enunciador o la enunciadora y el enunciatario o la enunciataria. Creemos que, desde una concepción un tanto “simplista” que obvia las consideraciones sobre la intertextualidad (Rupeght, 1985) y sus tipos posibles de vinculación (Genette, 1986), Lo Cascio se refiere a la “presencia” o “ausencia” del

7 La noción de marco de referencia, desde nuestro punto de vista, puede asociarse a la de lenguaje / teoría / esquema conceptual que nos permite, tal como lo señala Culler (1975) reconocer el mundo al que se hace referencia. Sin embargo, creemos (y lo decimos en el sentido davidsoniano) que este "hacer referencia" implica la construcción misma de ese mundo que es pactado, social e históricamente, convenido, puesto que nos se trataría de un objeto por fuera del entramado discursivo /cognitivo.8 Y aquí no podemos soslayar el hecho de que la escritura, en tanto objeto cultural sumamente apreciado, produce una "inscripción", resultando una "marca" (de cualquier índole que sea, a condición de ingresar en un sistema- Fernández- Hachén, 1996 - para no caer en posturas etnocéntricas - Cardona, 1981) que "...requiere interpretación, y nuestros modos de interpretación son esencialmente formas de construir circuitos en que podemos encajarla" (Culler, 1975,pág. 192) 9 Hemos escogido, para referirnos a la argumentación, la definición provista por Lo Cascio (1991) para quien se trata de “un acto de habla formado por una constelación de afirmaciones destinadas a justificar o rechazar una opinión, y concretadas en una discusión organizada para convencer a un juez racional sobre un punto de vista particular con relación a la aceptabilidad o falta de ésta en una opinión expresada.” (Lo Cascio, 1991, pág. 90)

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interlocutor 10 (pensado como un ente “tangible” y “material”). Tal como nos lo indica la teoría baktiniana de la polifonía, la instancia del “otro” (antagonista o destinatario) es condición imprescindible para el advenimiento del texto. Su presencia, que puede ir desde el recurso de autoridad (Ducrot, 1982) propio de la cita explícita, hasta las más sutiles formas del diálogo encubierto (Fernández, M.R, 1987), se manifiesta, tal como lo intentamos demostrar en el análisis de estas cartas, en los presupuestos de los enunciadores acerca del discurso del otro, entendido desde una perspectiva micro, como el enunciatario individual al que declara dirigirse el enunciador, o bien, en un sentido macro, como ese Gran Otro que, en tanto representante de un grupo social que juzga, y que, en definitiva, se erigiría en el destinador justiciero.

El objetivo justificador de la argumentación “La argumentación tiene una función justificativa. Toulmin considera, por lo tanto, la opinión propuesta en una a argumentación, una petición o pretensión (claim), en cuanto el hablante busca obtener el consenso del oyente.” (Lo Cascio, 1991, pág. 122)Este punto resulta especialmente interesante en el tratamiento del diálogo entablado entre ambas cartas. En líneas generales, diremos que existiría una voluntad por parte de Pietro, en tanto enunciador, por construir su imagen de acuerdo con las normas sociales imperantes y "conformando" al destinador justiciero (clase de las "señoritas"). El problema radica en que, también María de las Nieves, al tomar la palabra y constituirse en enunciadora, deberá detentar su poder y, de algún modo, ofrecer polémica al discurso de su enunciatario a fin de "distinguirse" de él y, en consecuencia, "subjetivarse". Esta polémica, por otra parte, tenderá a la construcción de una nueva versión a la que la enunciadora arriba primero polemizando con su enunciatario, luego consigo misma para finalmente elaborar un opinión propia. La primera estrategia que, en este sentido, esgrime la enunciadora es la negación de la versión del enunciatario, pero no lo hace, siguiendo la lógica del interjuego entre las modalidades alética y deóntica utilizada por Pietro en su carta, sino a partir de una "advertencia": "Así no abrigue Ud. Un solo momento la idea de que yo pueda pensar eso" . Este enunciado está causalmente ("así") encadenado con la secuencia general 6.m en la cual, la enunciadora manifestaba su disenso con la opinión del enunciatario también a través de una relación casual (encabezada por "pues") en la cual se catalogaba el discurso de Pietro como un "absurdo" (notemos la reelaboración del "comentario infame y malicioso" en un "absurdo"). En tanto que Pietro parece "moverse" en el terreno del ser y del deber, María de la Nieves, de pronto, se ha colocado en el dominio del "absurdo" que, por otra parte, radicaría no en decir, sino en pensar, aunque, definitiva e irremediblemente, es dicho. Parecería que esta situación generada en la secuencia 6.m produce un disgusto en la enunciadora y "enciende" una señal de alarma al presuponer, y casi confirmar, el discurso del enunciatario que pronto será contrarrestado con una advertencia (secuencia 6.m.1). En ningún momento de su carta, Pietro utiliza este tipo de recurso. ¿Por qué lo hará María de las Nieves? Podríamos conjeturar que, ante la demostración de un poder rotundo, el de un sujeto que enuncia desde el ser y el deber, las argumentaciones centradas en el pensar (tal vez de corte más "epistémico") sean percibidas por la enunciadora como "poco potentes" y esto genere el enunciado imperativo que intenta imponer un modo de hacer al enunciatario (no pensar lo que pensaba). Resulta interesante notar que sólo en la secuencia 6.m.1 aparece explícitamente el yo de la enunciataria, la marca privilegiada de la identidad. Pero se trata de un yo confrontando con un otro que parecería encubrirse tras el deíctico "eso" . La enunciadora no escribe "que yo pueda pensar esto", con lo cual el "absurdo" volvería a referenciarse como próximo al yo, sino "eso", cuyo efecto de sentido radica en alejar la referencia al "absurdo" del yo para aproximarla al tú - enunciatario - para, finalmente, subsumir y retraducir el discurso de este otro en los términos del propio. Sólo así, esclavizando, dominado el discurso de este otro, haciéndolo encuadrar en las propias categorías mentales, es que la enunciadora se permitirá construir una nueva versión puesto que, la ofrecida por Pietro - ese "absurdo" - resultaría, en este punto del diálogo polémico, inverosímil (y no "falsa"- valoración que se construye a partir de vinculaciones extratextuales) puesto que ha sido minuciosamente "destrozada" y reelaborada en los propios hilos del texto (el que, en este caso, se nos presentaría como un auténtico "tejido"). Las modalidades alética y deóntica parecerían propiciar en la carta de Pietro la construcción de una versión "verdadera" (justificada por el extratexto), en tanto que el dominio del pensamiento, de la creencia (modalidad epistémica) conduciría a María de las Nieves a la creación de una versión "verosímil" (justificada por el intra y el intertexto). En nuestra opinión, esta distinción entre un sujeto que formula su discurso (y se formula) desde el ser y el deber (desde la "verdad") y un sujeto que lo hace desde la creencia (desde la "versosimilitud"), se entrama en el interjuego poder / pudor e implica distintos procesos de subjetivación 10 “En algunas situaciones comunicativas, especialmente en los discursos escritos, el destinatario de la argumentación no se encuentra presente en la discusión y por ello no puede intervenir para rebatir inmediatamente el razonamiento formulado por el codificador” (Lo Cascio, 1991, pág. 56)

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(Foucault) evidentemente vinculados con una determinada axiología. El sujeto que dice (y se dice) desde el ser y el deber no sólo construye una imagen indubitable de sí mismo, sino que instala un mundo "objetivo", "naturalizado" que caería en la lógica de lo que, indefectiblemente acontece, y en eso, precisamente, radicaría su poder. El sujeto que dice (y se dice) desde el creer construye una imagen de sí mismo vacilante (lo cual no lo exime del deseo manipulador) y proyecta una idea de mundo "posible", "subjetivo", asido a los avatares de los dichos y no de los hechos. Es por ello, tal vez, que María de las Nieves justifica su advertencia al enunciatario a partir, nuevamente de otros "dichos" propios (secuencia 6.m.2) y ajenos (secuencia 6.m.3). Sin embargo, a estos "dichos" como la propia enunciador expresa, "no hay que dar créditos" (nuevamente la elección lexical apunta a la creencia). La modalidad deóntica ("no hay que". Secuencia 6.m.4) que aquí introdujo la enunciadora (tal vez "copiando" las estrategias de su enunciatario) no opera a nivel de los hechos, sino de los dichos que, en tanto tales, pueden o no ser creíbles, lo que conduce a la enunciadora a referenciarlos en el terreno de la posibilidad ("pueden ser"- secuencia 6.m.5) y no de la certeza. Así también la "verdad" (término tal vez escogido en congruencia con la lógica de argumentación impuesta por el enunciatario) se reduce a una posibilidad y no a un evento factual. Sin embargo parece por demás interesante que la enunciadora elija este término ya que su elección parecería "asegurarle" haber operado sobre el terreno de los "hechos", casi como si se tratara de un salvavidas ante el naufragio de las "versiones", "verosímiles", pero no "verdaderas". El pudor parece requerir de la verdad para constituirse en poder.

La organización polémica de la argumentación Lo Cascio (1991) inscribe la argumentación en el ámbito de una “discusión organizada para convencer a un juez racional sobre un punto de vista particular con relación a la aceptabilidad o falta de ésta en una opinión expresada” . Esto nos permite asociar la enunciación (que forzosamente implicaría una instancia argumentativa en tanto pone en juego un proceso manipulador - en un sentido positivo- por el cual dos sujetos interactúan "midiendo" sus fuerzas, poderes y saberes ) con la formulación de una ley (recordemos al padre en esta función) implícita o explícita de ciertas "formaciones discursivas" (Foucault, Arqueología del Saber) o de ciertos géneros lo que nos conduciría a pensar la confrontación, en el marco de un diálogo polémico, con un discurso oficial, hegemónico, culturalmente válido. Creemos lícito preguntarnos, a partir de estas apreciaciones, en qué radica la "organización" de la polémica, quién resultaría el "juez racional" y qué opiniones deberían ser "aceptables"Para ello, revisaremos cómo se van entramando los argumentos 11 y opiniones 12 en la secuencia 7 por considerarla la que mejor ilustra esta cuestión.

b.5) Secuencia 7El antecedente nominal de la relativa "que ,espero condicional pueda florecer en una bella amistad" es el "sentimiento de respeto e inocente cariño" que origina una relación causal cuya consecuencia será el "florecimiento de una bella amistad", condicionado, por una estructura condicional recursiva (" si usted no se opone y su madre lo consiente ") que, argumentativamente, explicitaría la regla que debe mediar para que la relación causal ocurra. En tal sentido, el sentimiento (de respeto e inocente cariño) serían un argumento y el florecimiento (de una bella amistad), la opinión inferida a partir de la mediación de la regla. Creemos que esta breve, pero sustanciosa relación, evidencia el lugar que el enunciador ha asumido frente a las posibles "puniciones" del destinador justiciero. Pietro se ubica desde un lugar de certeza en su argumento (causa) que aparece como indudable y ello le permite construir una opinión (consecuencia) que será, en tal sentido, lógica (y la estrategia del enunciador es muy hábil en este sentido), sobre todo si aparece avalada por la regla 13

pertinente, emanada de una fuente 14 autorizada: la madre de la señorita que debe "consentir" (¿sentir - con?) y la propia señorita que debe "no oponerse" (que no es lo mismo que "sentir"). Este lógico suceder aparece, desde las elecciones lexicales, naturalizado, por ello se habla de "florecer", pero , lo que "florece" no será un

11 “Argumento (A): los hechos, las pruebas, los datos o los argumentos que se tienen sobre un hecho determinado” (Lo Cascio,1991,pág. 123)12 “Opinión (O): la tesis, la opinión o hipótesis avanzada, la pretensión inferida a partir de los datos” (Lo Cascio,1991,pág. 123)13 “Regla general (RG): las garantías a partir de las cuales si se tienen ciertos ´datos´ o ´argumentos´, se pueden sostener y, por lo tanto, se justifican ciertas tesis u opiniones” (Lo Cascio,1991,pág. 123)

14 Recordemos, con Lo Cascio que la fuente “debería proveer la garantía de que los argumentos presentados responden a la verdad, o son aceptables, o que la regla general sobre la que se base la corrección de la conexión entre argumento y conclusión es efectivamente verdadera, vigente, etc.” (Lo Cascio, 1991, pág. 127)

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amor, ni mucho menos una pasión, sino una "bella amistad" que carga con un cometido aparentemente "estético". El sujeto enunciador no sólo está dispuesto a cumplir con las normas éticas de la época, sino también con las estéticas. Por eso ha producido un texto perfectamente "adecuado" a lo esperable y que toma en consideración las reglas establecidas por el destinador justiciero. Detentará el control de lo enunciado, precisamente porque se "ajusta" a lo que se espera de él en tanto "caballero" honesto y bien dispuesto. Sin embargo, el mensaje (que bien hubiera "agradado" a la madre) leído desde la intertextualidad con la carta de María de las Nieves, aparece como "resistido" (tal vez sea una forma en que el pudor se revela para constituirse en poder) por la formulación de otra regla (un hombre con novia no es digno de "pretender" a una señorita) fundada en la versión de la enunciadora en la que, nuevamente, vemos cómo el enunciador apela a elementos que se validan en el extratexto en tanto que la enunciadora se funda en elementos emanados del intra e intertexto. De confirmarse la versión de la enunciadora (que Pietro tenga una novia en Europa) se le solicita ("pido") que no "pretenda pasar el tiempo", pero la aparente "solicitud" enmascara, dada la regla que funda la relación causal entre el argumento y la opinión de Pietro (implícitos en el texto de María de las Nieves) una advertencia. El cambio de regla efectuado por la enunciadora intenta romper la causalidad "natural" y lógica que produjera Pietro, reafirmándose en un "hoy" de la enunciación que atrae lo enunciado como próximo al yo ("decirle esto") proceso a partir del cual la enunciadora se hará auténtica propietaria de su discurso e intentará "controlar" la situación comunicativa sin referir fuerzas o coacciones extratextuales, ya que el rechazo se fundaría no en una versión "verdadera", sino en una versión "verosímil".

3.3: Despedida y saludo y Firma del remitenteCarta de Pietro a María de las Nieves Carta de María de las Nieves a PietroTexto: " Sinceramente suyo " Texto: "Tengo el gusto de saludar a Ud. deseándole

felicidad "La inscripción del enunciador (Pietro) en el ámbito del ser, de deber y del lógico y "natural" acontecer, creemos que lo habilita para utilizar este saludo que no es una simple fórmula de cortesía puesto que, aún así, podría haber escogido cualquier otra. El adverbio "sinceramente" operaría una suerte de "transparencia" de las intenciones y deseos del enunciador que, por otra parte, ya han sido inscriptos en una lógica causal avalada por el destinador justiciero pertinente y conforme a una regla emanada de una fuente adecuada. La "sinceridad" aparecería, así, como un correlato de la "verdad" que avalaría la inclusión del yo enunciador en el ámbito de la enunciataria (marcado por el pronombre posesivo "suyo"). El enunciatario se subsume, así, en el mundo de la enunciadora, para luego reaparecer, en la firma, con la marca identitaria del nombre propio. En este punto creemos pertinente recordar la noción de autor de Foucault (1969.b) ya que el sujeto enunciador asume, a través de la firma, esta función textual que siempre aparece ligada a un sistema jurídico e institucional. El enunciador devendría, así, autor de su carta en tanto ha sido "autorizado", en tanto se ha sometido al juicio del destinador justiciero, construyendo su propio enunciado a partir de un discurso "oficioso" (Baktin) que toma en consideración las reglas de este destinador. Y nos preguntamos entonces, ¿a qué cosa está autorizada María de las Nieves como enunciadora?. Casi con asombro descubrimos aquí la instancia del "deseo" claro que ésta no se disciplinará (y lo decimos en un sentido foucaultiano, 1975) en función de la satisfacción del propio sujeto, sino del otro (el enunciatario) tal como nos lo indicaría la presencia del pronombre personal enclítico "le" ("desearle") . Así, la enunciadora "desea" para otro (quien, a su vez, "la desea /estima") un objeto inmaterial, la "felicidad" que será ella misma. Sujeto "cosificado", al fin, en un objeto "espiritual" (dado que nada del cuerpo es dicho ni "decible"). Sujeto que, por pudor, se somete a las reglas impuestas por el Gran Otro, cediendo, así, su poder de amar, desear, sentir para, al fin, resistirse, inerme, con la pluma en la mano (metonimia casta de su cuerpo) escribiendo una carta de amor. Ambos, Pietro y María de las Nieves (siguiendo la crítica baktiniana a la noción de inconsciente freudiano) han sido sometidos a “prueba” y, en consecuencia, a “corrección” / "juicio" (explícito o implícito). El “discurso oficioso” que en tal sentido generan, y cuya dimensión radicaría en la puesta en discurso de una cierta identidad, siempre en juego, siempre en polémica, siempre corriendo el riesgo de ser juzgada, es, no obstante, una inherente condición , para su advenimiento como sujetos (sujetados). La corrección por parte del destinador justiciero a la que se someten los enunciadores implica la confrontación con el Gran Otro lacaniano. Creemos que, en este sentido, podríamos leer el respeto por las normas de género y las reglas que se imponen a los enunciadores como coacciones y que constituirían el marco de legitimación de lo enunciado. Grüner (1997) señala, en referencia al aparato jurídico (que en nuestro caso correspondería a las reglas exigidas por el "contrato de comunicación" - Charaudeau, 1994) , que su principal atributo es “volver contra los sujetos la violencia que estos han delegado en él” (pág., 65) y que consiste en otorgar a uno solo (el

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Estado y su cuerpo jurídico; el género y sus normas) la capacidad de poner límites que permitan discriminar entre “la Naturaleza y la Cultura, entre la Ley y la Transgresión, entre lo Consciente y lo Inconsciente, entre lo Masculino y lo Femenino... entre lo Mismo y lo Otro” (pág., 53).

3.4: Post data" P. D: Ayer pensaba darle a Ud. esta carta, pero como soy tan sumamente tímida, no tuve resolución para hacerlo"

La post data evidencia dos momentos en la escritura: uno inicial (referido por "hoy" en que se escribe "por primera vez" este tipo especial de cartas), y otro posterior en el que el "hoy" es traducido por un "ayer" que implica un proceso de relectura, de revisión del propio texto. En el texto de Pietro no existe esta instancia de autocorrección dado que el enunciador ha cumplido, satisfactoriamente, con las reglas impuestas por el destinador justiciero, en tanto que la enunciadora al transgredir la regla emanada de la fuente pertinente al introducir en la causación (secuencia 7) una regla vinculada con su propia versión de los acontecimientos, somete su escritura a un segundo juicio (esta vez propio) que, no obstante, en tanto ella pertenece también, tal como lo indicó Pietro en su misiva, a la clase de las "señoritas" (destinador justiciero) pondría en juego todos los resortes "correctores" propios de esta clase. La enunciadora vacila en su hacer (dar la carta) que se inscribe en una modalidad epistémica ("pensaba") y cuya causa surgiría avalada por un rasgo inherente a su ser. María de las Nieves se autodesigna, se autopredica como "sumamente tímida" ( y no, simplemente "tímida", con lo cual se produciría una intensificación de esta característica). Llama la atención que Pietro en ningún momento de su carta exprese algo análogo sobre sí mismo. Tal vez porque su "ser", que se ha manifestado actuando conforme al "deber", no requiera de más justificativos, en tanto que María de las Nieves, quien ha intentado "desviar" el "natural" acontecer del deber (introducción de otra regla en la secuencia 7) necesita volver a identificarse (e inscribirse) en la clase a la cual ha sido destinada, compartiendo un rasgo identitario común: la timidez, correlato del pudor, como la "sinceridad" lo era del poder.

4. A modo de conclusiónCuando Charaudeau plantea la noción de "mundo a significar", pensamos que lo hace otorgándole un sentido de "virtualidad" (como lo es el plano de la "substancia del contenido" para Hjemslev- 1936) ya que, de hecho, sólo a partir del proceso de transformación (que bien podríamos asociar con el traducción en un sentido davidsoniano- 1984) estas "virtualidades" se convertirán en "identidades" . En nuestras cartas, encontraremos las cuatro operaciones propuestas por Charaudeau para el proceso de transformación, pero ninguna de estas operaciones tiene sentido por sí mismas, es decir, terminan de "significar" el mundo, si no se ven sujetas al proceso de transacción por el cual el "mundo significado" se constituye en un objeto de intercambio entre dos sujetos. Creemos que esta dimensión es la que le permite a Charaudeau definir al discurso en su obra de 1988 como la instancia a partir de la cual "hablamos" el mundo. Hablar "el mundo" y no "del mundo" implicaría, desde nuestra perspectiva, la concepción de un mundo no preexistente (más que como "mera virtualidad", como "mundo a significar") a la instancia misma de transmisión. Así, los principios de interacción (presente en la instancia misma de escribir y contestar una carta) , pertinencia (manifiesto en el acuerdo sobre un mundo en el que, por ejemplo, no se menciona la entidad "amor"), influencia (inferible de las coacciones que ponen en juego los sujetos enunciadores para que sus enunciatarios actúan en un modo determinado- cambiar una versión, consentir o impedir un actuar, resistir un mandato, etc.) y regulación (evidenciado en las estrategias argumentativas a partir de las cuales los enunciadores polemizan y acuerdan para mantener un marco de intercomprensión que, en el caso de la carta de María de las Nieves, la conduce en la postdata a reafirmarse como perteneciente a la clase de las "señoritas" - tímidas- impuesta por Pietro en su carta) se erigen en condición necesaria e ineludible para el advenimiento del mundo y de los sujetos que en él operan. Poderosos o pudorosos, masculinos o femeninos, legalista o transgresores sus identidades se juegan en esta dimensión dialógica a partir de la cual, el ser dejará de "ser" (en el sentido "parmenídeo" ) para constituirse en aquello que "se dice" (Eco, 1997), la instancia de lo "privado" resultaría, así, sólo comprensible en función de lo "público".

BIBLIOGRAFÍA AA.VV(1999) Historia de la vida privada en la Argentina (Tomo 1) Ed. Taurus, Bs.As.

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