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1 PODER, REVOLUCION Y ELECCIONES EN HONDURAS TOMAS ANDINO MENCIA 31 de enero de 2011 1. PODER Y LUCHA DE CLASES ¿Qué es el Poder? En la Resistencia hablamos mucho de ―tomar el Poder‖ o ―acceder al Poder‖. Se ve a este como algo que esta fuera de nosotros, en las ―alturas‖, y que el movimiento popular debe ―alcanzar‖. Como veremos, esa idea es errónea. Una definición sencilla de ―Poder‖ es la siguiente: El Poder es la capacidad efectiva de hacer los cambios que una persona o un grupo de personas desean hacer. Como sabemos, Honduras es una sociedad dividida en clases sociales; los burgueses y terratenientes son la clase de los explotadores; mientras que los obreros, campesinos y micro propietarios, son la clase trabajadora. Los explotadores y la clase trabajadora luchan entre si procurando el predominio de sus respectivos intereses. Dan lugar a lo que conocemos como ―Lucha de Clases‖. Si aquel concepto de ―Poder‖ lo aplicamos a esta sociedad dividida en clases sociales, el Poder es la capacidad que tiene cada clase social para realizar sus intereses económicos, sociales y políticos por sobre los intereses de otras clases sociales. La lucha de clases es por tanto una relación de fuerzas entre los poderes de estas clases sociales. En ese sentido, cada una tiene su propio poder y trata que prevalezca sobre las demás. El Poder de la burguesía es completo: es político, económico y militar. El Poder de la clase trabajadora es menos desarrollado, pues, por limitaciones que veremos más adelante, se restringe generalmente a la capacidad de lograr ciertas conquistas sociales y a su capacidad de organizar pequeñas empresas de economía social. ¿Tomar el Podero derrotar el Poder burgués? Visto de esa forma, el Poder no es algo ―neutral‖ que se puede ―tomar‖. En ninguna instalación gubernamental hay una silla mágica de donde emanan poderes especiales. La silla presidencial o las butacas de los diputados no tienen poder en sí; los que tienen

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PODER, REVOLUCION Y ELECCIONES EN

HONDURAS

TOMAS ANDINO MENCIA

31 de enero de 2011

1. PODER Y LUCHA DE CLASES

¿Qué es el Poder?

En la Resistencia hablamos mucho de ―tomar el Poder‖ o ―acceder al Poder‖. Se ve a este

como algo que esta fuera de nosotros, en las ―alturas‖, y que el movimiento popular debe

―alcanzar‖. Como veremos, esa idea es errónea.

Una definición sencilla de ―Poder‖ es la siguiente: El Poder es la capacidad efectiva de

hacer los cambios que una persona o un grupo de personas desean hacer.

Como sabemos, Honduras es una sociedad dividida en clases sociales; los burgueses y

terratenientes son la clase de los explotadores; mientras que los obreros, campesinos y

micro propietarios, son la clase trabajadora. Los explotadores y la clase trabajadora

luchan entre si procurando el predominio de sus respectivos intereses. Dan lugar a lo que

conocemos como ―Lucha de Clases‖.

Si aquel concepto de ―Poder‖ lo aplicamos a esta sociedad dividida en clases sociales, el

Poder es la capacidad que tiene cada clase social para realizar sus intereses

económicos, sociales y políticos por sobre los intereses de otras clases sociales.

La lucha de clases es por tanto una relación de fuerzas entre los poderes de estas clases

sociales. En ese sentido, cada una tiene su propio poder y trata que prevalezca sobre las

demás.

El Poder de la burguesía es completo: es político, económico y militar. El Poder de la

clase trabajadora es menos desarrollado, pues, por limitaciones que veremos más

adelante, se restringe generalmente a la capacidad de lograr ciertas conquistas sociales y

a su capacidad de organizar pequeñas empresas de economía social.

¿”Tomar el Poder” o derrotar el Poder burgués?

Visto de esa forma, el Poder no es algo ―neutral‖ que se puede ―tomar‖. En ninguna

instalación gubernamental hay una silla mágica de donde emanan poderes especiales. La

silla presidencial o las butacas de los diputados no tienen poder en sí; los que tienen

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poder son los que se sientan en ellas y en muchos casos ni estos, sino que el poder lo

tiene quien les paga. En ese sentido el Poder es una relación social, no una cosa.

La confusión contenida en la expresión ―tomar el poder‖ viene porque toda clase social

tiene sus instrumentos y sus símbolos de dominación, los cuales superficialmente se

pueden confundir con el Poder mismo.

Por ejemplo, en Honduras, en el año 2004, el Bloque Popular se tomó el edificio del

Congreso Nacional, uno de los símbolos políticos del poder de la burguesía en Honduras,

para impedir la aprobación del Tratado de Libre Comercio (TLC); los activistas y dirigentes

llegaron a sentarse en las butacas de los diputados, pero a los pocos minutos las fuerzas

represivas los sacaron. ¿Habían tomado el poder? No, solo habían tomado un edificio

vacío.

La idea de ―tomar el poder‖ es un concepto que viene de la Revolución Francesa, donde

la Bastilla, la cárcel donde se torturaba al pueblo, era el principal símbolo del Estado de la

nobleza francesa, por lo que la ―toma de la Bastilla‖ se convirtió, a su vez, en el principal

símbolo de dicha revolución.

Para la clase dominante es bueno que los explotados se crean el cuento de que deben

―aspirar al Poder‖ porque de esa forma los tiene embelesados con tratar de ―conquistarlo‖,

negándose a sí mismos, como poseedores de su propio Poder.

Por tanto, el Poder de la burguesía no se “toma” sino que se derrota, se somete o se

liquida, para que prevalezca el Poder de la clase trabajadora. Pero para esto último la

clase trabajadora, debe CONSTRUIR o FORTALECER SU PROPIO PODER, hasta el

punto en que pueda derrotar al poder burgués.

El Estado y el poder de la burguesía

¿Cómo hace la clase capitalista o burguesía, que es la minoría de la población, para

imponer su Poder sobre las demás clases, que suman la mayoría del Pueblo? ¿Cómo lo

hace? Lo hace a través del Estado.

El poder de las clases dominantes se ejerce a través de instituciones como los juzgados,

la policía, el ejército, los partidos políticos de la burguesía, la administración pública, el

parlamento, etc. Todas estas instituciones y las leyes que las rigen, forman un solo cuerpo

interrelacionado al cual le llamamos Estado. Todas esas instituciones son instituciones

burguesas y por tanto dicho Estado también es burgués. La dominación de la clase

explotadora sobre el Pueblo se ejerce, por tanto, a través del Estado burgués.

De esto se deduce que el Estado burgués NO es el Estado de la clase trabajadora, ni es

neutral. Tiene un claro carácter de clase.

El Estado burgués se sostiene y ejerce su dominio por diversos medios:

1. Medios ideológicos que legitiman su dominación (la hacen aceptable a los ojos

del pueblo), como los medios de comunicación, iglesias, escuelas, a través de los

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cuales bombardean al Pueblo con mensajes falsos sobre que vivimos en una

―democracia‖ y en un mundo justo.

2. Medios políticos y jurídicos que legalizan su dominación, como las instituciones

del Gobierno (Congreso, Presidencia, Corte Suprema) que nos hacen creer que

quienes toman decisiones nos representan.

3. Medios militares que defienden e imponen físicamente su dominación, como la

policía, las Fuerzas Armadas, los paramilitares, con los que nos hacen creer que

defienden los intereses de todos.

Estos son los instrumentos a través de los cuales la burguesía mantiene sometida a la

mayoría de los pobres.

La Fuentes del Poder burgués

En el capitalismo, que es el sistema que nos rige, el principal interés de los capitalistas es

mantener su propiedad sobre los medios que producen la riqueza social (como las

fábricas, las agroindustrias, los bancos, los latifundios, los grandes emporios

comerciales). Reteniendo esos medios, se apropian de la riqueza que produce la clase

trabajadora. A esos medios, los llamaremos ―Medios de Producción‖.

Pero además, hay otro elemento que la clase explotadora guarda muy celosamente: la

licencia casi exclusiva del uso de las armas por la policía y las Fuerzas Armadas del

Estado burgués.

En consecuencia el Estado Burgués, que materializa el poder de los capitalistas, tiene

como principal misión cuidar la propiedad sobre los Medios de Producción y conservar el

monopolio en el uso de las armas, porque estos son la fuente de su poder.

En el caso del Pueblo, la fuente de nuestro poder es:

1) Nuestro trabajo, de donde sale la riqueza que se apropian los capitalistas

2) Nuestro numero mayoritario

3) Nuestra organización

4) Nuestra movilización

5) Nuestras iniciativas económicas

Para construir nuestro Poder, debemos fortalecer estas expresiones del Pueblo.

Si la clase trabajadora utilizara ese Poder al 100%, en poco tiempo pondría de rodillas al

capitalismo, pues la existencia de este depende del fruto del trabajo de los obreros(as),

campesinos(as) y micro empresarios. Pero ese tipo de rebelión popular generalmente no

sucede. ¿Por qué?

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A diferencia de la burguesía, la mayoría de los explotados y oprimidos no son conscientes

de que son explotados, ni son conscientes del Poder que tienen, debido a que predomina

en su cabeza la ideología de la clase dominante.

Muchísimas personas explotadas creen que viven en el mejor mundo, o creen que deben

sufrir en este para recibir el premio eterno en el otro mundo. Cuando los explotados

piensan así, los medios ideológicos de la burguesía están haciendo bien su trabajo.

No hay peor dominación que aquella en la que el dominado está ―convencido‖ de que tal

subyugación es lo mejor que le puede suceder.

Por eso, el elemento decisivo para que el Poder de la clase trabajadora pase de ese

estado de latencia o potencia a un estado de acción, es que esta logre una conciencia

revolucionaria. Una vez lograda, el Pueblo busca hacerse de los medios para construir su

poder en lo político, en lo económico y en lo militar para acabar con la injusticia social, y

entonces los días del sistema están contados.

2. COMO DERROTAR EL PODER DE LA BURGUESIA

Las tres tareas estratégicas de una Revolución popular

En base a lo anterior, podemos decir que para lograr el triunfo de la causa del Pueblo, lo

que hay que hacer no es ―tomar‖ el Estado del enemigo sino cumplir tres tareas

estratégicas;

1) Destruir al Estado Burgués mediante una Revolución;

2) Construir nuestro propio Estado popular.

3) Expropiar la fuente del poder burgués que es la propiedad privada sobre los

medios de producción y el monopolio de las armas.

Estas son las tres tareas estratégicas de una Revolución Popular con respecto al Poder.

Sin realizar esas tres tareas no se puede lograr la sociedad que soñamos.

¿Qué es una Revolución?

Una Revolución es un cambio radical, masivo, rápido e integral que transforma una

sociedad desde sus cimientos, en un periodo histórico relativamente corto y con la

participación masiva del Pueblo.

¿Qué hace una Revolución? Elimina el Estado de la clase dominante y lo sustituye por

uno nuevo para desde ahí hacer las transformaciones económicas, sociales y políticas.

Por ejemplo, cambia la Constitución, disuelve o reorganiza al ejército, crear nuevas

instituciones que defiendan los intereses el Pueblo y no de los ricos, establece nuevas

reglas que afectan los intereses abusivos de los explotadores para beneficiar a los

explotados, distribuye la riqueza a todo el pueblo y otras medidas por el estilo.

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Para ese tipo de cambios se necesita una Asamblea Nacional Constituyente, que vuelva a

fundar el Estado (de ahí la palabra ―refundar‖) para beneficio del Pueblo.

En ninguna parte del mundo se ha llegado a una Nueva Sociedad conservando el mismo

Estado de la clase burguesa, y ninguna revolución ha derrotado de manera definitiva al

poder burgués si no le expropia los Medios de Producción ni neutraliza a su fuerza militar.

De lo anterior se deduce que al Estado de la burguesía no se le puede transformar ―desde

dentro‖ para convertirlo en un Estado Popular, porque todo Estado burgués está

diseñado, está programado, de arriba abajo, para defender los intereses de la burguesía,

y esta nunca permitirá que se utilice su Estado contra ella misma.

La experiencia nos demuestra que la clase capitalista prefiere sacrificar su forma de

gobierno, mediante un golpe de Estado, antes que permitir que el Pueblo lo utilice en su

contra.

¿Tener el Gobierno de un Estado burgués es tener el Poder?

Es frecuente entre los revolucionarios y revolucionarias creer que logrando el Gobierno de

un país mediante elecciones, se ha logrado el Poder del Estado, cuando en realidad no es

así.

En las secciones precedentes comprendimos que el Gobierno es solo una parte del poder

del Estado; de hecho la institución del poder estatal burgués mas importante no es la

administración pública, sino la institución armada, tanto el ejército como la policía, sin los

cuales ningún gobierno podría sostenerse.

Por eso el peor error que un movimiento popular como la Resistencia puede cometer es

confiar que tiene el Poder que necesita para hacer los cambios, sin antes haber

desmantelado al ejército de la burguesía, el cual está dispuesto a saltar sobre nosotros en

el momento que la oligarquía o el gobierno norteamericano lo crean conveniente.

Como es de dominio público, ese fue el error que cometió el Presidente Salvador Allende

en Chile en 1973, y el mismo error cometió en Honduras el Presidente Manuel Zelaya

Rosales en 2009, quienes fueron derrocados por militares en los que confiaron casi a

ciegas, pero que estaban programados para obedecer directrices de la oligarquía y del

imperio.

Por tanto, aunque la Resistencia ―accediera‖ al Gobierno del país, no tendrá el poder del

Estado si no destrona el resto de las instituciones burguesas, especialmente a las

Fuerzas Armadas, y mientras no le arrebate su fuente de poder a la burguesía: la

propiedad privada sobre los grandes medios de producción.

¿Qué pasa cuando no se realizan las tres tareas estratégicas?

Si revisamos la historia latinoamericana del siglo XX, con excepción de Cuba --que si

cumplió con esas tres tareas claves-- las demás experiencias donde fuerzas políticas

progresistas intentaron construir una nueva sociedad utilizando el mismo Estado

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oligárquico y respetando la propiedad capitalista, fracasaron. Esto lo podemos ver en la

experiencia de Jacobo Arbenz en Guatemala (1954), la experiencia de Salvador Allende

en Chile (1973) y por supuesto, la experiencia de Manuel Zelaya Rosales (2009); en

todas, los Presidentes reformistas fueron derrocado por sus respectivos ejércitos, mismos

que juraron defender el orden constitucional.

En otros casos, como sucedió con la revolución sandinista de 1979, la insurrección

popular destruyo el Estado de la burguesía, pero el sandinismo en el gobierno no expropio

el poder económico de aquella, y además, volvió a construir un Estado burgués en

obediencia a los Acuerdos de Esquipulas II. La consecuencia fue que esa revolución fue

retrocedida por los siguientes tres gobiernos de derecha (1990-2008) que siguieron al

gobierno del FSLN, teniendo hoy como resultado que Nicaragua sigue siendo el segundo

país más pobre de Latinoamérica.1

Este principio se aplica también a las experiencias de América del Sur. En Venezuela,

Bolivia y Ecuador sus gobiernos han decidido no desmantelar el Estado de la burguesía

sino reformarlo para llevar muchos beneficios al Pueblo (es lo que se conoce como

―Socialismo del Siglo XXI‖). Pero a pesar de que han tenido un importante éxito, sostenido

principalmente por sus enormes recursos petroleros y de gas natural –que no los tiene

cualquier país--, esas revoluciones seguirán estando amenazadas ―desde dentro‖ porque

no han tomado la decisión de afectar la propiedad privada de la burguesía, que es la

fuente de poder que mantiene viva a la contrarrevolución.

El avance electoral de la derecha en Venezuela, las intentonas golpistas en Ecuador y en

Bolivia ocurridas en 2009 y 2010 demuestran que la burguesía sigue utilizando su poder

económico y su influencia en algunas instituciones del Estado burgués para recuperar el

Gobierno, en alianza con el Estado norteamericano.

Incluso hay otro peligro aun mayor, y es que por tratar de conservarse con las reglas del

Estado burgués, algunos gobiernos progresistas terminen aplicando las recetas

neoliberales de los organismos financieros internacionales como el FMI y el Banco

Mundial.2

1 Si el gobierno sandinista repite la historia hoy, es decir si no expropia el poder económico a la burguesía,

esta volverá al Poder, y peor aún, si la cúpula sandinista se convierte en una “nueva burguesía”, Nicaragua

seguirá siendo pobre sin necesidad de que el FSLN pierda el gobierno.

2 Eso se ve claro en el caso de las experiencias de gobiernos de izquierda o socialdemócratas en Brasil, Chile,

Uruguay y Argentina, quienes a la par de algunas reformas sociales parciales, aplican planes de ajuste

recomendados por los organismos financieros internacionales del imperio. Incluso hemos comenzado a ver a

un Rafael Correa y a un Evo Morales aplicando algunas medidas neoliberales (como la estandarización

salarial en Ecuador y aumentos a los combustibles en Bolivia) que han sido rechazadas por sus pueblos y que

alimentan el discurso de la derecha.

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Como vimos, solo Cuba logro llegar a una nueva sociedad porque destruyo el Estado de

los capitalistas, construyo su propio Estado socialista y expropio a la burguesía,

quitándole el poder económico; por tanto, la burguesía cubana en cincuenta años no

constituyo un peligro serio para ese proceso revolucionario a lo interno del país. Los

problemas que hoy día afectan al sistema socialista cubano tienen un origen externo al

sistema, en especial debido a las secuelas del bloqueo que sufrió por medio siglo.

3. REVOLUCION Y REFORMISMO EN EL FNRP

¿Qué concepción tiene el FNRP sobre el Poder?

En el documento de fundación del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP),

establecido en la Asamblea Nacional constitutiva del FNRP en febrero 2010, hay

elementos que permiten responder a esta pregunta.

Dice el texto, que fue consensuado después de profundos debates:

―El FNRP es una organización amplia de lucha política y social, anticapitalista, anti

neoliberal, anti oligárquica, anti imperialista, anti patriarcal y anti racista que busca

la transformación de las estructuras sociales, políticas, económicas, educativas y

de dominación cultural, a través de la instalación de la Asamblea Nacional

Constituyente, incluyente y popular, que apruebe la primera constitución política

hecha por el pueblo para refundar el Estado de Honduras, eliminando las

relaciones de dominación y explotación actuales y creando un sistema de justicia

social que garantice el bienestar, la libertad, y dignidad de todas y todos.‖

(Manifiesto de fundación del FNRP, Febrero 2010)

Resumiendo:

1) El Frente es ―anticapitalista‖;

2) El Frente ―busca la transformación de las estructuras sociales, políticas,

económicas, educativas y de dominación cultural‖;

3) El Frente busca ―Refundar el Estado de Honduras‖;

4) El Frente busca ―eliminar las relaciones de dominación y explotación‖;

5) El Frente busca ―crear un sistema de justicia social…‖

6) La Constituyente y la nueva Constitución son medios, para lograr esos fines.

Con esta definición el FNRP supera los objetivos que se planteo durante la Primera Etapa

de la lucha contra el Golpe de Estado. En aquel momento, nuestras metas se limitaban a:

―Restituir al Presidente Zelaya a su cargo‖, ―Restaurar al orden constitucional‖ y

―Convocar a una Asamblea Constituyente‖.

De hecho, las dos primeras tareas de esa primera etapa ya caducaron históricamente,

porque se agoto la coyuntura para lograr la restitución del Presidente Zelaya (ahora se

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plantea su reingreso seguro al país), y por otro lado, la Resistencia ya no está pensando

en restaurar el viejo orden sino en crear uno nuevo. Solo queda en pie la idea de la

Constituyente.

En pocas palabras, para construir una Nueva Sociedad, el Frente se propone liquidar

la Vieja Sociedad, o sea, al Capitalismo. ¿Cómo? Refundando el Estado ―a través‖ de

una Asamblea Constituyente. Esta concepción es congruente con lo que hemos analizado

en la sección anterior.

Por tanto el Frente es consciente que para liquidar al Capitalismo los hondureños y

hondureñas necesitamos hacer algo más que solo redactar un nuevo texto constitucional.

Necesitamos hacer una Revolución.

Pero es aquí precisamente donde comienzan las diferencias con el reformismo.

La ilusión reformista

La palabra ―reformismo‖ viene de la palabra ―reforma‖, que es equivalente a ―mejorar

algo‖. Reformas son, por ejemplo, hacer ―más democrático‖ el Estado capitalista,

aumentar el nivel de vida del pueblo con buenos sistemas de salud y educación,

garantizar un empleo digno o aumentar los salarios, pero sin acabar con la explotación.

Según los reformistas y las reformistas, todo eso se puede hacer dentro del Capitalismo,

porque para ellos y ellas este sistema permitiría cada vez mayores beneficios para el

Pueblo.

Según los reformistas, a punta de reformas se podría transformar el capitalismo en una

nueva sociedad, sin necesidad de quitarles su riqueza a los grandes capitalistas.

El reformismo plantea que para lograr todo eso, no es necesaria una Revolución; que ese

cambio puede hacerse utilizando al mismo Estado de la burguesía, bajo el supuesto de

que los capitalistas nos dejaran gobernar para quitarles sus ganancias. Es algo así como

hacer cambios hasta donde los ricos se estiren.

El politólogo reformista hondureño, Sergio Suazo (2010), lo dice con toda claridad:

―Cuando se piensa en un Frente para el cambio social, en condiciones como las de

la sociedad hondureña, en mi criterio, debe prevalecer la lógica de la razón

reformista porque ¨no hay revoluciones a la vista, entonces se impone la razón

reformadora. La alternativa ya no es enfrentar al sistema para sustituirlo, sino

enfrentarlo para modificarlo hasta transformarlo¨‖. (Suazo, Sergio: ―Frente Amplio,

Mas cerca de la Luna que de la Tierra‖.- Subrayado es mío)

¿‖Modificarlo hasta transformarlo‖? ¿Es eso posible en Honduras? El Golpe de Estado del

28 de junio de 2009 demostró que NO es posible, que todo eso es una ilusión.

Por eso en el documento fundacional del FNRP no aparece nada que signifique

―modificar‖ al actual sistema capitalista, ni nada que implique restituir el anterior orden

político-institucional del Estado, construido por la oligarquía. Por el contrario, se perfila a

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la Resistencia como un movimiento que busca una ruptura definitiva y radical con el

pasado. En tal sentido la Resistencia es un movimiento revolucionario, no un movimiento

reformista.

Por tanto, la ideología de los y las reformistas es contraria a la decisión estratégica

adoptada por la Resistencia en su Asamblea de Febrero de 2010.

¿Qué tipo de Revolución necesitamos?

Un defecto de la definición que aprobó el FNRP, citada líneas atrás, es que deja las cosas

a medias. Aunque dice claramente que la Resistencia pretende una ruptura con el actual

sistema capitalista, no define cual es el sistema o modelo de economía, sociedad y de

Estado que propone para sustituirlo.

En respuesta a esa deficiencia, en el bloque refundacional sostenemos que esa

Revolución debe ser SOCIALISTA.

¿Qué es el Socialismo? Es la sociedad donde la riqueza es producida y distribuida

socialmente, contraria al capitalismo donde la producción es social pero la distribución es

privada. En el Socialismo, el centro del sistema es la persona humana y sus necesidades

sociales, no la ganancia como en el capitalismo.

¿Qué es una ―Revolución Socialista‖? Es una revolución que recupera los grandes

Medios de Producción, como las fabricas, los latifundios, los bancos, los grandes

comercios o empresas de servicios públicos, hoy en manos de la oligarquía burguesa-

terrateniente, para pasarlos a manos del Pueblo. Una vez en sus manos, el Estado

revolucionario distribuye equitativamente la riqueza a toda la sociedad y progresivamente

extingue todas las formas de opresión que el capitalismo incuba en su seno, como el

patriarcado, el racismo, el adultismo y otras similares.

Es por esta razón que en el Encuentro realizado en La Esperanza, Intibucá, el 18 y 19 de

diciembre 2010 la corriente refundacional propuso que el objetivo de la Resistencia

debería ser “construir Poder Popular para derrocar el régimen oligárquico capitalista y

refundar el Estado y la Sociedad hondureña en la vía del Socialismo.‖

4. LAS ELECCIONES Y SUS PERSPECTIVAS EN LA COYUNTURA

ACTUAL

¿Cómo un movimiento popular como el FNRP puede derrotar el poder de la burguesía y

lograr un Gobierno Revolucionario que inicie el proceso de cambios en el país?

Hasta ahora, en la Resistencia se le ha dado dos respuestas a esta pregunta: Un sector

del Frente propone que esto se lograra participando a través de un ―Frente Amplio‖ en el

próximo proceso electoral que convocara la oligarquía, y otro sector proponemos

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alimentar un proceso de acumulación de fuerzas que nos conduzca a una insurrección

popular y a la Auto Convocatoria de la Asamblea Constituyente.

Estrategia y táctica

Para resolver el dilema es necesario distinguir entre Estrategia y Táctica.

Como dijimos atrás, la Estrategia básica de toda Revolución es: 1) Derrocar al Estado

Burgués; 2) Construir nuestro propio Estado popular; y, 3) Expropiar la fuente del poder

burgués que es la propiedad privada sobre los medios de producción.

Si estas son las tareas estratégicas, los pasos concretos que adoptemos para lograrlas

serán las tareas tácticas. Estas últimas no se definen ―al molote‖ sino que debe respetarse

algunos criterios.

Las reglas que debe seguir toda táctica son básicamente las siguientes:

1. SIEMPRE la táctica debe facilitar el cumplimiento de las tareas estratégicas y

NUNCA debe obstaculizarlas, de lo contrario es una mala táctica.

2. La táctica debe contribuir a desbalancear la relación de fuerzas a favor del

movimiento popular, fortaleciendo su consciencia, su disposición para la lucha y

sus expresiones de poder.

3. La táctica debe contribuir a neutralizar, debilitar y derrotar al enemigo.

Toda táctica se define tomando en cuenta lo siguiente:

1. Nuestros objetivos estratégicos;

2. Las condiciones del contexto en que se desarrolla la lucha de clases;

3. La situación de nuestro movimiento en relación a nuestro enemigo (―relación de

fuerzas‖); y

4. La Estrategia del enemigo.

En ese camino, ninguna táctica es despreciable: Movilizaciones, huelgas parciales o

generales, desobediencia civil pacífica, negociaciones, insurrección popular, lucha

electoral, huelgas de hambre, y otras por el estilo, todas son válidas si se siguen las

reglas anteriores.

Algo muy importante: El análisis concreto de la situación determinara cual táctica escoger

o cuales combinar para lograr los objetivos estratégicos.

Las elecciones como obsesión reformista

A diferencia de los revolucionarios, los reformistas son obsesivos en cuanto a que la única

manera de lograr la conducción del país, es a través de participar en los procesos

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electorales que convoca la burguesía. Para ellos, participar en elecciones burguesas no

es un asunto de táctica sino de principio.

Ellos no admiten que se derroque el Estado burgués, sino que abogan porque se le

fortalezca, democratizándolo. No apoyan insurrecciones que desestabilizan los gobiernos

de la burguesía porque rechazan la violencia política, ni siquiera admiten la autodefensa,

aunque el Estado burgués nos trate con violencia. Su objetivo es defender y desarrollar la

―institucionalidad‖ del Estado burgués y no echarla abajo. Por lo anterior, el reformismo

es, al largo plazo, una expresión política conservadora del Estatus quo... ¡aunque ilusa!

No es casual que los socialdemócratas, demócratas cristianos y sus variantes,

generalmente se les encuentra del lado de quienes defienden el Estado burgués ideal (es

decir el ―Estado de Derecho‖ que nos vende la ideología política burguesa) para no tener

que derrocarlo. Hacen abstracción de la existencia de las clases sociales para no tener

que tomar partido por las clases populares. Y una vez que llegan al gobierno, se

comportan como cualquier otro funcionario burgués, olvidándose de hacer las reformas

que tocan los intereses de los ricos.

La Estrategia de los revolucionarios para las elecciones en general

Esperar de la oligarquía un espíritu democrático es por regla general tan iluso como

esperar que la gran empresa privada democratice sus empresas para que las ganancias

sean distribuidas equitativamente entre sus trabajadores(as).

Estamos claros entonces en que la burguesía no va a rendirse y entregar sus bienes por

la vía electoral. En consecuencia, los revolucionarios(as) tenemos objetivos estratégicos

respecto a las propias elecciones. Esos objetivos son demostrarle al Pueblo que:

1. No existe Democracia real para el Pueblo y por tanto que ese no es su Estado y

que debe luchar por derrocarlo.

2. Que los procesos electorales no sirven de nada en el objetivo de construir el

Estado que la clase trabajadora necesita; y

3. Que, a la larga, en esta tarea estratégica es inevitable enrumbarse en la vía de la

revolución.

Por tanto, cuando los revolucionarios participamos en elecciones no lo hacemos porque

creamos que vamos a ―ganar el poder‖ a través de estas, sino porque nos permite

acercarnos al Pueblo para demostrarle que, para derrotar el Poder de la burguesía, es

necesario utilizar algo más que medios electorales.

Ese es el análisis estratégico.

Las elecciones como táctica de los revolucionarios

Dicho lo anterior ¿debemos despreciar los procesos electorales en nuestra actividad

política? Los revolucionarios decimos: no necesariamente; depende de las circunstancias

históricas que rodean a cada proceso electoral en particular.

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Aunque puede parecer una contradicción, no lo es. Pongamos un ejemplo: Muchos

sindicatos son combativos y, cuando de arrancar una conquista se trata, lo primero en que

piensan es en hacer un movimiento huelguístico; por supuesto, los revolucionarios

estamos de acuerdo con eso.

Pero en muchas ocasiones, los patrones son hábiles y presentan una cara amable a sus

trabajadores y trabajadoras; les permiten opinar, se reúne con ellos y hacen que estos les

depositen su confianza. En muchos de esos casos la base no está dispuesta a irse a una

huelga, sino que prefieren que negociemos con el patrono ―por las buenas‖. Desde el

punto de vista de un revolucionario eso es una ilusión, ya que sabemos que el patrono

busca burlar las aspiraciones de la base. En esos casos, nuestro primer deber es explicar

a los compañeros(as) que se trata de una treta y que no debemos confiar sino solo en

nuestra lucha. Si a pesar de eso, no convencemos a la base, nuestro deber es acompañar

a la clase trabajadora en la negociación, con una actitud beligerante y no claudicante,

para desgastar sus ilusiones en la práctica. Así comprenderá mejor por que es necesario

irse a la huelga.

De igual manera, el análisis concreto de la realidad es el que nos indica que táctica

utilizar.

No podemos desconocer que, en algunos regímenes burgueses, existe cierto juego

democrático que la clase dominante tolera para hacer su dominación más potable a sus

pueblos, siempre y cuando, por supuesto, no ponga en serio peligro sus intereses

estratégicos.

En esos casos es factible a los revolucionarios utilizar la participación electoral para

nuestros fines. Su valor táctico consiste en que los procesos electorales pueden usarse

como una tribuna pública para hacer propaganda de las ideas revolucionarias ante las

grandes masas populares, para prestigiar los líderes de la clase trabajadora y para crearle

―cuñas‖ de representación en el parlamento y en las alcaldías que dificulten su

dominación, pero, sobre todo, para demostrar que el poder real no se alcanza con

elecciones.

Ahora bien, utilizar la táctica electoral es un arma de doble filo que implica serios riesgos

tanto para el Pueblo que se quiere concientizar como para la organización revolucionaria.

¿Qué peligros conlleva la participación electoral? Algunos de esos peligros son:

1. Como las elecciones no son nuestro terreno sino el de la burguesía, esta

establece las reglas del juego y tenemos que jugar con estas, lo que aumenta la

posibilidad del fracaso y de la frustración.

2. Las elecciones desvían la atención de las luchas sociales, distrayendo a la clase

trabajadora y a sus dirigentes de su actividad, desgastando sus recursos y

disminuyendo en estos su combatividad.

3. Estos procesos se prestan para escenarios de corrupción y cooptación de cuadros

del Pueblo por parte de los políticos burgueses, tanto en el proceso electoral en si

como en el ejercicio de los cargos públicos.

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4. Los procesos electorales alimentan las ilusiones en el pueblo acerca de que por

esa vía se puede ―conquistar el poder‖.

5. En algunos casos los revolucionarios terminan creyéndose el cuento de la

democracia burguesa y se acomoden al sistema político, volviéndose reformistas.

Por lo anterior, se requiere que en el análisis de los procesos electorales concretos, se

tomen en cuenta esos peligros y además los siguientes requisitos para que tal

participación electoral pueda ser vista como una táctica inevitable y valida.

1. Que existan ilusiones en la mayoría de la población de que solo por esa vía es

posible llegar al gobierno del país.

2. Que exista un juego democrático mínimo que la burguesía esté dispuesta a

respetar, expresado a través de una ley electoral con cierta apertura, una tradición

de respeto a los resultados electorales, representación en los organismos

electorales, etc.;

3. Que la participación electoral no debilite al movimiento popular, ni desvíe sus

luchas cuando estas tienen posibilidades de éxito en la lucha de clases concreta;

y,

4. Que no forme parte de una estrategia extraordinaria del enemigo de clase o del

imperio para salvar al Estado burgués ante la posibilidad de una revolución.

No tomar en cuenta estos criterios y aventurarse al apoyo de cualquier proceso electoral,

podría alejarnos de nuestros objetivos estratégicos en lugar de contribuir a estos.

¿Reúne estas características el proceso electoral hondureño en la actual coyuntura?

Elecciones Pre Golpe y Post Golpe

En el caso específico de Honduras, podemos distinguir dos momentos distintos. Antes del

Golpe de Estado y después del Golpe.

Elecciones antes del Golpe

Desde el año 1997 hasta el año 2009, es decir antes del Golpe, los sucesivos gobiernos

de Callejas, Carlos Roberto Reina y Carlos Flores se vieron en la obligación de hacer o

tolerar una limitada apertura política a la izquierda, específicamente a las fuerzas

aglutinadas en la UD, como resultado de la presión de la insurgencia centroamericana y

de los ―Acuerdos de Paz‖ de los años 80s, en una coyuntura promovida por el

Departamento de Estado norteamericano. De esa forma la UD fue legalizada por el

gobierno de Rafael Leonardo Callejas en 1993.

La oligarquía hondureña termino aceptando esa apertura porque tolerar una reducida

representación parlamentaria de la izquierda, que no ponía en peligro al bipartidismo, le

daba créditos políticos ante el mundo y ante la misma población, ganando legitimidad el

sistema político. Asimismo, complemento esa decisión con reformas como el voto

14

domiciliar, el voto separado y la representación proporcional, para revitalizar los procesos

electorales que eran presa de descredito.

Posteriormente, los cambios políticos en Suramérica y el desgaste progresivo del

mecanismo electoral en Honduras, obligaron a la burguesía a hacer una segunda

generación de reformas político electorales, para reforzar el desgastado sistema electoral,

como el voto con foto y el voto cruzado.

El siguiente grafico refleja la recuperación que tuvo el sistema electoral en las elecciones

de 1997 y 2001 como resultado de esas reformas.

Fuente: TSE.

En esas condiciones era muy difícil para los revolucionarios argumentar en contra de las

elecciones y nuestro deber era acompañar al pueblo en su experiencia para desgastarlas.

De ahí que fue correcto hacerlo a través de un partido como la UD, que en ese entonces

era una buena alternativa de izquierda frente al bipartidismo.

Mas a partir del gobierno de Ricardo Maduro la ventana comenzó a cerrarse. Una serie de

contrarreformas comenzaron a hacerse con el efecto de disminuir la tolerancia en las

voces disidentes y opositoras, no solo de la izquierda sino también del reformismo.3

3 En un estudio que hice en 2008 (“Las Reformas Electorales en Honduras y la Actual Contrarreforma

Electoral”, 24-1-08) describí las contrarreformas de la siguiente manera: “El primer acto de la contrarreforma

fue la repartición de instituciones claves del Estado, dejando fuera de ellas a las fuerzas de la

socialdemocracia (PINU-SD) y la izquierda (UD). Fresca estaba la tinta de los acuerdos del 4 de septiembre

de 2001, cuando el 15 de mayo de 2004 las cúpulas de los partidos tradicionales oligárquicos (Liberal y

Nacional) llegaron a un pacto secreto para repartirse las nuevas instituciones, excluyendo a las fuerzas

políticas que podrían hacerles contrapeso. El Tribunal Supremo Electoral, el Registro Nacional de las

Personas, la Corte Suprema de Justicia, la Fiscalía General del Estado y el Tribunal Superior de Cuentas

fueron repartidos de forma sectaria. En el caso del TSE la exclusión de la UD y del PINU implicó la

materialización del primer retroceso institucional y electoral.

0

200000

400000

600000

800000

1000000

1200000

1980 1981 1985 1989 1993 1997 2001 2005

VO

TO

S

AÑOS

GRAFICO No.1 CAUDAL ELECTORAL DE PARTICOS POLITICOS, SEGUN AÑO

Partido Liberal

Partido Nacional

PINU

PDCH

UD

15

Ese proceso contra-reformista tuvo como consecuencia una disminución del caudal

electoral global en los procesos primarios y generales de 2005 (Ver Gráfico 2)

Fuente: TSE

Esa tendencia también se vio reflejada en el aumento del abstencionismo electoral. Lo

muestra la estadística electoral de los últimos cuatro procesos electorales. El

abstencionismo en 1997 fue del 27.57 %, en 2001 fue del 33.64 % y en 2005 fue del

49.76%, casi el doble del primero (TSE)

En otras palabras las elecciones de los últimos seis años marcan una declinación de las

ilusiones del pueblo en la democracia burguesa hondureña. Esa declinación se reflejara

posteriormente en una crisis de confianza generalizada en las distintas instituciones del

Estado burgués.

El masivo apoyo del pueblo a la histórica huelga de fiscales de 2008 refleja hasta qué

punto estaba deteriorada la confianza de la población en sus funcionarios

gubernamentales.

Las Elecciones de Noviembre de 2009

Es sabido que las elecciones de 2009, posteriores al Golpe, fueron un proceso destinado,

no a hacer la normal repartición del pastel entre las fuerzas políticas de la burguesía, sino

que se constituyeron en la tabla de salvación del régimen golpista de Roberto Micheletti

para blanquear el Golpe de Estado.

En reacción a esto, el Frente Nacional Contra el Golpe de Estado determino que no podía

prestarse a esa maniobra y llamo a la abstención. La Resistencia liberal declaro

disciplinarse a esa consigna, aunque era de la opinión de participar en el proceso. Por

tanto, la expectativa era que la tendencia abstencionista se profundizaría y que diera un

salto cualitativo, con el efecto de no legitimar al régimen de Porfirio Lobo Sosa.

0

500000

1000000

1500000

2000000

2500000

1993 1997 2001 2005

VO

TO

S

AÑOS

GRAFICO No 2 CAUDAL GENERAL DEL BIPARTIDISMO, POR AÑO

Tradicionales

Emergentes

16

No obstante, la información disponible indica que esa previsión no ocurrió.

Como el Tribunal Superior Electoral no constituye una fuente confiable de información

respecto a ese proceso, solo podemos atenernos a la observación sistematizada por

diferentes encuestas realizadas antes y después de dichas elecciones.

El ―Estudio de Opinión Publica‖ de Consultores en Investigación de Mercados y Opinión

Publica S. de R.L. (COINMER, agosto de 2009), antes de las elecciones, informaba que el

66.4% de las personas encuestadas opinaba que ―deben realizarse las elecciones‖ y el

53.8% aseguro su intención de votar4. Después de las elecciones, el IUDOP, una

prestigiosa entidad académica de la UCA de El Salvador, realizo un estudio denominado

―Percepciones sobre la Situación Política y Evaluación del primer Año de Gobierno de

Porfirio Lobo Sosa‖ (diciembre de 2010) en el que se revela que el 60.1% de los

encuestados ejerció el voto en las elecciones de noviembre de 2009, pero del 39.9%

restante que no voto, solo el 39% se abstuvo por desconfianza con el proceso o con los

candidatos(as).5 Es decir que el porcentaje de abstención en lugar de aumentar disminuyo

en unos 10 puntos respecto a 2005, cuando fue casi del 50% (TSE).

Llama la atención que los porcentajes encontrados por dos estudios independientes uno

del otro, son bastante similares, lo que indica que gozan de credibilidad.

¿Qué sucedió? Al ahondar en la información disponible, podemos observar que en agosto

2009 el 62.4% de los liberales opinaban que debían realizarse las elecciones y que el

52.8% estaban dispuestos a ir a las urnas (COINMER)

¿Significaba que la base del Partido Liberal se hizo golpista? De ninguna manera. En la

misma encuesta, el 69.3% se manifestó en contra del Golpe, el 70% opino que Mel debía

regresar al país, y el 73% que Micheletti debía dejar el gobierno y solo el 32% de esos

potenciales votantes liberales estaban dispuestos a votar por su propio candidato

presidencial, Elvin Santos, figura clave del golpismo. Aquella disposición a votar

simplemente significaba que la mayoría de la base liberal todavía tenia ilusiones en las

elecciones para agosto de 2009, época en que se hizo la encuesta (recordemos que sus

líderes eran partidarios de si participar).

En noviembre 2009 el FNRP llamo a no votar. Cinco meses después de las elecciones, el

1º de mayo de 2010, otra encuesta6 consulto a los participantes de esa manifestación

sobre su pertenencia a partidos políticos. El hallazgo fue contundente, pues solo el 16.7%

de los que anteriormente militaban en el Partido Liberal se seguían considerando

4 Consultores en Investigación de Mercados y Opinión Publica S. de R.L., “Estudio de Opinión Publica,

Nivel Nacional”, basado en una muestra de 1470 encuestados(as), pág., 20.

5 Instituto Universitario de Opinión Publica, Universidad Centroamericana José Simeón Cañas, Vice Rectoría

de Proyección Social, Boletín de Prensa, Año XXV, No.1, enero 2011. El estudio fue basado en una muestra

de 1548 encuestados(as)

6 Encuesta sobre preferencia partidarias patrocinada por el Frente Nacional de Juventudes en Resistencia y

ejecutada por “Cambio, Estudio y Refundación” (CER), en la manifestación del 1º de mayo de 2010.

17

liberales; incluso se encontró que solo el 18.2% que anteriormente se consideraban

udeistas, seguían considerándose tales. Esto indica que entre noviembre 2009 y abril

2010 hubo niveles de deserción del Partido Liberal y de la UD superiores al 80%, al

menos en las filas de la gente movilizada por los gremios sindicales y populares; lo que

indirectamente nos dice que los niveles de adhesión de la base de estos partidos fueron

muy bajos (CER).

Entonces ¿Cómo se explica que los niveles de votación no disminuyeron en general?

Nuestra hipótesis es porque el voto nacionalista fue masivo. El estudio de COINMER,

arriba citado, muestra que la tendencia en los cachurecos fue la contraria que en el

Partido Liberal. El porcentaje de miembros de ese partido dispuestos a votar el 29 de

noviembre llego al 79.2% en el mes de agosto de ese año. No tenemos un dato posterior,

pero asumimos que debió incrementarse para el mes de las elecciones propiamente

dicho, por el atractivo del triunfo nacionalista y por el hecho conocido de que se trata de

un partido más disciplinado. En ese sentido, la base cachureca –que años atrás exhibía

mucho desanimo de participar en las urnas-- fue ganada por su partido a la idea de votar

ante el derrumbe del Partido Liberal.

¿Indica eso que el Frente cometió un error al haber llamado a la abstención en las

elecciones del 29 de noviembre? Desde mi punto de vista NO, por cuatro razones:

1) Porque la Resistencia habría hecho el ridículo político al contradecirse en su oposición

al Golpe de Estado y a la vez rendirse a su principal mecanismo de blanqueo.

2) Porque la lucha permitió arrancar a un segmento numeroso de la base ex liberal

produciéndole un golpe muy duro a esa arcaica institución política burguesa; y haber

llamado a votar habría retenido dicha base en ese partido, debilitando al largo plazo a

la Resistencia;

3) Porque en las condiciones de radicalismo ultraderechista, la Resistencia no habría

tenido la más mínima posibilidad ante la manipulación de los resultados electorales;

4) Porque la disposición de la población a participar en un proceso electoral no es el

único criterio a tomar en cuenta para decidir si se participa o no; como hemos visto

atrás, también debía tomarse en cuenta la importancia estratégica que tenía dicho

proceso para la consolidación del Golpe de Estado, es decir, para consolidar un acto

de fuerza antidemocrático.

Lo anterior significa que se presentaron las siguientes tendencias:

1. Que el Partido Liberal se desplomo como fuerza política burguesa, pero que el

Partido Nacional se vio fortalecido, a niveles históricos. Fue la masiva

participación de este último y de un segmento de liberales en Resistencia, que

acudieron a votar por sus candidatos afines al Frente, lo que explica el sensible

incremento en los niveles de votación general respecto a la anterior elección

18

(aunque sin llegar a ser, como aseguran los golpistas, las más votadas de la

historia).

2. Que el Frente Nacional contra el Golpe de Estado cometió un error político al

identificar demasiado la Resistencia con el Partido Liberal, generando un efecto de

polarización con la base cachureca que, en su mayoría, no se identificaba con el

Golpe (el 63.7% no apoyaba o no sabía que opinar sobre el Golpe, COINMER)

pero que tampoco quería estar en un espacio copado por el liderazgo liberal, lo

cual disparo a niveles históricos la participación de la base nacionalista en el

proceso electoral.

3. Que el FNRP emerge como una opción política por derecho propio ante la base

que ha roto con el resto de partidos políticos, ya que el 83.4% de sus

simpatizantes encuestados por CER, manifestó que estarían dispuestos a

apoyarlo para convertirse en un Partido político distinto de los demás.

4. Que en la población tiene todavía un importante arraigo la práctica de los procesos

electorales como mecanismo de solución a crisis políticas como las que vivimos

con el Golpe de Estado.

Estos resultados deben llevarnos a revisar los conceptos que tenemos sobre el régimen

de Porfirio Lobo Sosa y sobre el proceso electoral próximo. No en el sentido de

considerarlo un gobierno legítimo –sigue siendo heredero del Golpe-- pero si de no seguir

creyendo que no tiene base social.

Cuando el gobierno de Pepe Lobo asumió la conducción del país, se encontró con el

siguiente panorama político, inédito en la historia nacional.

En primer lugar, con una oligarquía que dejo de ser tolerante con las formalidades

democráticas y que demuestra estar dispuesta a romper con las reglas del ejercicio

democrático burgués cuando le viene en gana.

En segundo lugar, con un Partido Liberal que ya no es aquella fuerza política mayoritaria,

pues 6 de cada 10 liberales simpatizaban con la Resistencia.

En tercer lugar, la izquierda política propiamente dicha, estaba en su mejor momento con

un considerable crecimiento en la simpatía del pueblo pues su potencial electorado paso

de un 2% que tenía la UD (cuando era un partido de izquierda) al 12% de la Candidatura

Independiente (COINMER).

Y en cuarto lugar hablamos de que la Resistencia era una fuerza política de masas, con

un potencial muy superior al caudal electoral de la UD, lo que la convertía en una seria

amenaza para la vigencia del bipartidismo en el sistema político nacional y por tanto a su

hegemonía oligárquica tradicional.

19

Sin embargo, la aplicación de una fina estrategia de los Estados Unidos respecto al

gobierno de Porfirio Lobo Sosa, ha hecho variar ese panorama en el último año.

El régimen de Porfirio Lobo: sus fortalezas y debilidades

Como vimos, el proceso electoral de 2009 le sirvió parcialmente al régimen para contar

con una base social importante dentro del país, específicamente en el Partido Nacional y

en un sector minoritario del Partido Liberal que, aunque no voto por él, lo considera

legítimamente electo.

¿Qué tan sólida es esa base? Todos los indicadores de la encuesta del IUDOP, a un año

de haber tomado posesión, nos permiten ver que el Gobierno de facto de Porfirio Lobo

comienza con niveles moderados de popularidad. Sus calificaciones en los distintos temas

oscilan mucho entre el 40% y el 60% (IUDOP-UCA, 2011). Los mismos por bajos que

sean, no pueden ser subestimados pues recordemos que Mel comenzó su gobierno con

25% de apoyo en las urnas respecto al total del electorado.

De hecho, a un año de su régimen, el 49% de los encuestados lo considera un ―cambio

positivo‖, y el 66.3% se siente optimista con el pronóstico del país, aunque por hoy, el

86% de encuestados opino sentirse ―igual‖ o ―peor‖ que antes, y el 78.7% no se siente

beneficiado en ―nada‖ o en ―poco‖ por la actual administración (IUDOP-UCA, 2011). Esto

puede interpretarse en el sentido de que un importante sector de la población, la mas

afectada por la crisis, esta harta del conflicto y tiene esperanzas de que las cosas van a

mejorar, aunque el régimen no goza de mucho margen para satisfacer esa expectativa.

En este sentido el régimen de Porfirio Lobo tiene una debilidad que se irá incrementando

con el tiempo. Debido a la profundidad de la crisis económica heredada del régimen de

Micheletti, Porfirio Lobo no tiene otra opción más que destruir las más importantes

conquistas de la clase obrera y el campesinado, y atacar el nivel de vida de la clase

media, escrupulosamente supervisado por el FMI. Solo véase como en un año ha

destruido el derecho al trabajo permanente; neutralizo (y está a punto de derogar) el

Estatuto del Docente; ha limitado al máximo el salario mínimo, aprobó el paquete fiscal, y

acelera la entrega de las instituciones del Estado a la empresa privada, así como los

recursos hídricos de centenares de comunidades; y está a punto de desalojar a los

campesinos de las tierras beneficiarios del Decreto 18-08 y ha aprobado las ―ciudades

modelo‖, etc.

Pero también en ese año el régimen ha coqueteado con las causas propias de la

Resistencia, con sus referencias a la Constituyente y la aprobación de las reformas al

Artículo 5 constitucional, lo que opaca sus ejecutorias antipopulares. Con esa política ha

tenido éxito en cooptar al eslabón más débil del Frente, vale decir, un sector del

Liberalismo en Resistencia (Carlos Eduardo, Rivera Rodil) y la centro derecha del Partido

Liberal (Edmundo Orellana, Yani Rosenthal, Maldonado, etc.); así como también se ha

ganado la afinidad de algunos periodistas relevantes supuestamente afines a la

Resistencia.

20

Esa seducción política de su principal contrincante, provoca el rechazo del golpismo de la

UCD, quien llega a tildarlo de ―chavista‖. El conflicto ha llegado inclusive hasta amenazas

de Juan Orlando con pasar la cuchilla a la Corte Suprema de Justicia y la Fiscalía General

del Estado, reductos del golpismo blanco.

Sin embargo, en la polarizada situación actual, ese conflicto en lugar de desgastar al

régimen le abona créditos porque funciona como un decolorante de su rostro golpista. Lo

cual lo hace un régimen más peligroso que el del burdo Micheletti.

Todo lo dicho significa que políticamente el gobierno de Pepe Lobo cuenta con una

asesoría muy refinada, que cuida los detalles de una política demagógica para neutralizar

el discurso de la Resistencia y disminuir el perfil político de esta.

Las oportunidades que vienen

El punto débil del régimen es que inevitablemente tendrá que continuar asestando duros

golpes económicos y sociales al pueblo y en particular a la clase trabajadora y a la clase

media, a instancias de los organismos financieros internacionales. La falta de respuesta

del FNRP le ha envalentonado y por ello será cada vez más duro.

Por otro lado, no estamos en la misma situación de relativa estabilidad de antes del

Golpe. Los golpistas están divididos y la demagogia tiene un límite, a condición de que no

se le siga el juego.

Como esos golpes continuaran y su demagogia tiene un límite, la Resistencia debe

prepararse para las batallas que vienen. Pero a diferencia del pasado, cuando solo nos

preparábamos para luchas reivindicativas aisladas, ahora debemos convertirlas en luchas

unificadas y de carácter político, para acumular la fuerza suficiente hacer de estas

verdaderas crisis al régimen.

¿Qué tenemos a nuestro favor? El hecho de que la crisis generada por el Golpe sacudió

tanto al país que ha creado una consciencia nacional de que el cambio es necesario e

inevitable. Las mismas encuestas descubrieron también que una considerable mayoría de

la población desea que el orden político del país cambie. El 56.1% estaría ―muy de

acuerdo‖ o ―algo de acuerdo‖ con la Convocatoria a una Asamblea Constituyente (IUDOP-

UCA, 2011).

Esto es todo un reto para el FNRP que concentra un inédito activismo en los sectores más

explotados de la población con capacidad de tener un efecto multiplicador lo

suficientemente fuerte para provocar una seria crisis en el sistema, para lo cual primero

tiene que salir de su atolladero interno.

El lugar del proceso electoral de 2013 en la estrategia imperial

En medio de esta situación tan volátil, la oligarquía y el gobierno norteamericano están

bajo la incómoda presión de legitimar al régimen golpista ante el mundo, mediante un

21

proceso de apertura política que sea confiable, para que este le desbloquee el

financiamiento internacional.

Ante esa realidad, el imperio norteamericano ha concebido una estrategia política, en la

que han comprometido al gobierno de Porfirio Lobo y Juan Orlando Hernández:

1. Lograr al corto plazo el reconocimiento internacional en especial de la OEA y

UNASUR.

2. Recomponer el Partido Liberal, en crisis tras el Golpe.

3. Dividir a la Resistencia popular, debilitarla, y restarle protagonismo.

4. Recuperar la confianza del Pueblo en el sistema político burgués, comprometiendo

a una falseada representación de la Resistencia a participar en el proceso

electoral 2013, a través de los partidos legalmente existentes.

Las primeras medidas que ha implementado en esa estrategia son:

Primero, empujan a los liberales a reconstruir su unidad, a través del Frente de Unidad

Liberal, para que sea una especie de grupo bisagra entre los Liberales en Resistencia y la

ultraderecha liberal. Su meta es reunificar el Partido para revertir su proceso de

desintegración.

Segundo, presionan al sistema de justicia para que allane el camino para que Mel Zelaya

se reintegre a la vida política del país, con lo cual esperan atraerlo a las filas del

liberalismo y potenciar ese proceso de reunificación.

Tercero, favorecerán el camino para que se inscriba una alianza de la cúpula del

Liberalismo en Resistencia con la UD, llamado Frente Amplio Político Electoral en

Resistencia (FAPER), donde confluyen liderazgos pro norteamericanos como Carlos

Eduardo Reina y oportunistas como Cesar Ham que no han tenido empacho en conciliar

con Pepe Lobo.

Cuarto, logrado el FAPER, intentaran participar en las internas del partido Liberal para

―rescatarlo‖, y si lo logran después buscaran su inscripción como alianza con la UD

teniendo como base de respaldo al FNRP. Si no, lo harán solamente a través de la UD.

El punto es disipar el protagonismo del FNRP, fortalecer el bipartidismo y moderar

políticamente el radicalismo de la base del Frente.

Cuenta a su favor con el desgaste del Frente, del golpismo recalcitrante y el arrebato de

las banderas originalmente planteadas por la Resistencia.

El escenario electoral más probable

¿Cuál sería el escenario futuro más probable de llevarse a cabo esa estrategia?

1. De aceptarse la propuesta del FAPER, el FNRP se vería reducido a un rol de

apoyo a ―los políticos‖ (pegar afiches, hacer propaganda) y a su tradicional rol de

movimiento reivindicativo, ya que los temas políticos serian acaparados por

22

aquellos; incluso el FNRP perdería control de la participación de la Resistencia en

el proceso electoral, pues las decisiones cotidianas las tomarían la UD y los

dirigentes del Liberalismo en Resistencia. De esa forma su perfil como entidad

política se vería reducida al máximo en medio de la contienda electoral, con lo cual

la UD y eventualmente el Partido Liberal superarían el estado de debilidad en que

están y sonsacándole activismo al FNRP.

2. De constituirse el FNRP en un partido político –suponiendo que la oligarquía le

abra esa posibilidad, lo que es remoto—o si decide irse por una candidatura

independiente, se enfrentaría al panorama de ir dividida al proceso electoral, ya

que ni la UD ni los Liberales en Resistencia desistirán de inscribir su proyecto

político electoral (el FAPER), generando una gran frustración en las bases, las

cuales no están pensando en ser una simple ―oposición‖ sino en ―tomar el poder‖.

3. Con la administración del TSE en sus manos, la burguesía se asegurara de que la

representación de la Resistencia –cualquier sea la modalidad con la que llegue--

sea la mínima necesaria para ser oposición frente al bloque de liberales y

nacionalistas, los cuales tenderán a actuar como una sola fuerza política,

asegurándose mayoría calificada en el parlamento.

4. Con lo absorbente que son los procesos electorales de la burguesía, el FNRP en

la práctica tendera a dejar la lucha social a un lado, sometiéndose a un desgaste

de energía sicológica y recursos económicos por ―llegar al poder‖, mientras el

golpismo derriba nuestras conquistas una por una.

5. En el camino muchos cuadros del Frente, serian cooptados por el sistema burgués

y tenderán a convertirse en sus defensores, y, en el peor de los casos, otros se

acomodaran al mismo como sucedió con la UD.

Los Riesgos de su estrategia para Pepe y los gringos

Esta estrategia norteamericana no se hace sin riesgos para ellos.

El imperio, Pepe y Juan Orlando no tienen ninguna garantía de que lograra la

revitalización del Partido Liberal y de que el proyecto del Frente Amplio lograra impedir la

consolidación del FNRP como opción partidaria del pueblo en Resistencia.

El imperio tampoco tiene asegurado que disciplinara a la UCD y a la cúpula militar

golpista. Estos últimos parecen haber endurecido sus posiciones, a consecuencia del

triunfo de los republicanos en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, quienes

parecen respaldarlos.

23

De ahí que sea de gran importancia para el gobierno de Obama sacar los cuadros de la

UCD de la Corte Suprema de Justicia y de la Fiscalía General para impedir la posibilidad

de que la oligarquía golpista se coloque como obstáculo.

Estos movimientos de los dos bloques a nivel de Estado, pueden estallar en crisis política

en cualquier momento, la cual puede ser aprovechada por la Resistencia.

EN CONCLUSION:

Tal como está planteado en el momento actual, la participación en el próximo proceso

electoral es una opción inconveniente para el movimiento de la Resistencia popular,

ya que tiene peligros que no compensan lo que se puede ganar.

Por tanto, de forma creativa, la Resistencia debemos buscar un curso alternativo, que nos

conduzca a recuperarnos, acumular fuerza y luego pasar a una ofensiva general en pro

de la Constituyente.

Espero que este aporte sirva a los delegados y delegadas de las bases de la Resistencia

a sopesar los pros y los contras con criterio suficiente para tomar la mejor decisión en la

próxima Asamblea Nacional del 26 de febrero.