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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. RESEÑAS encont rar sólo aquello con lo cual se hallaban de acuerdo. Fue toda una tarea crear el hábito de la libertad de pensamiento y el respeto a las ideas ajenas. Apenas en plena reco ns truc - ción de la nación a partir de la violen- cia del 4 8, toma como bandera al existenci a lista fr ancés Albert Camus ace rca de la viole ncia como la obsta- culización del diálogo. Y es que es una época de reno va- ción de las ideas y de batalla entre ellas. P ío IX pronostica que el libera- li smo engend ra el socialismo; la Igle- s ia católica va a vo l ca rse, ecuménica, so br e i deas m odern as e n el Concilio Vaticano II ; Nehrú se enfrenta al fanat is mo de su pueblo hindú ; que- dan las secuelas del fa scismo español; el pape l de la I glesia co mprometida con la derecha en el Opus De i; se debate sob re ejército, sus obj etivos de de la so beranía nacional , y los problemas de la ínci¡.>iente con- traguerrilla ; la viole ncia se vuelve un co ncept o p olítico de impunidad y debilitamiento de la autoridad del Es tado ; do s militares cumple n dos misiones di s tintas pero igualmente importantes: Alvaro Valencia Tovar a co mete la primera campaña de ree s- tablecimiento del orden público en el territ o rio de Vic hada , y Alberto Ruiz Novoaconvoca un Movimiento Demo- c rático Nacional , al cual hasta la misma revi s ta La N u e va Prensa se lan za a apoyar. Es el tiempo del Frente Nacional , pac to gene ro so pero errado , porqu e se basa e n el pasado y no en el futuro; de la oposición a la anarquía que ha quedado de la reno- vación pre si dencial m edia nt e la alter- nación ; de C amilo Torres y la rebel- día de l os c ura s ... y mu cho s en este ca lidosco pio de hech os e ideas. Lo s tr ascendenta l, sin duda , fue la publi cación mas iva , en es a r evis ta y en su antece so ra , Semana, del ambicio so estu d io de lnd alecio Li év an o Aguirr e Grand es co nfli ct os sociales de nu estra histor ia; e n e l c ual por primera vez se m iraba a la patria y a sus prota go nis tas co n o tr os ojos, s co nt e mporáne os y me nos so lem- nes, y la de Grand es m ov imi ent os esp iritual es de Occ idente, dond e quedan reunidos aquellos hitos que vo lt ea ron las épocas a tra vés d e nue- vas co mpren s ion es s ocial es. Siem pre . . . . . .. _ ·- .. . _- _ _ ·. _ .. : _: en uno y ot ro flotan la seriedad y la resp ons abilidad de estos p eriodistas de La Nueva Pr ensa que tomaban su trabajo como una tarea in telectual. ANA MARIA CANO Poco para la historia Poblamiento y urbanismo colonial en San tander A ngela l. Guz mán Universidad Naciona l. Bogotá , 198 7,236 págs. En gran parte, el desa rrollo de la hi s- t ori a eco nómi ca se ha concebido en Colombia como historia agraria. Co n esto se ha descuidado un ount o de partida urbano, es dec ir, una pers- pect iva que en lugar de pro cede r desde una periferi a a u n centr o, se e ncamin e del centro hacia su p er ife- ria rural. Y los historiadores resultan inc apace s qe r esponder a las pregun - tas que suelen formular urbanista s o planificadores urbano s. Si no existe una historia propiamente urbana , de- bería existi r al meno s alguna manera de identificar problemas válidos de s de una y otra perspectiva . El trabajo de la profe so ra Angela l. de Guzmán forma parte de la incur- sión de una planificadora urbana en los terrenos de la hist o ria urbana . Es te tr abajo po dría s umar se a otros que han sido escritos tambi én de sde una perspectiva regio nal. S in em- bargo , la autora no mu estra ninguna inclinación por las anal ogías ni por las comparaciones. Se prop one es tu - diar el pro ceso de co nfigura ción de di ez pueblos en la regió n ce ntral de S antander. Para ello rec oge y acu- mula informac ión de ar c hi vos queJe parece pertinente , a partir de las en co miendas otorgadas en Vélez y Pampl o na en el siglo XVl. D escribe la aparición de distintas c ate gorí as de poblamiento s a partir de un a deno - minación jurídica que l os jerarquiza: pueblo s d e ind ios, parr oquias, villas y ciudades . Se detiene lu ego a seña- lar , e n cada un o, ciertos ra sgos como HISTORIA , ·- - ; ": - ._ . ::t - ---- ';!?) los de la población (blanca, india o m es tiza ), r esguardos indígenas y eji- do s u rba nos, equipamiento urbano (cá rceles, iglesia, enlosados, etc.). Fi- nalmente, amontona un poco más de datos para el siglo XIX . A lo la r go del estudio se nos invita a ver una evolu- ción lineal característica en cada siglo: dominio de la encomie nd a y del pue- blo de i nd ios en el sig lo XVI, apari- ción de parroquias de "b lanco s" en el siglo XVIl , creación y consolidación de un a red urb ana en el siglo XV III y fun cion amiento de esta red urbana en el siglo X IX . Este esque ma está ahogado en el libr o p or datos muchas veces iterati- vos, p or observacio nes casuales y por c ur iosas citas documentale s que la aut ora recorta sistemáticamen te con puntos suspensivos hasta convertirlas en algo ab sol ut amente in coherente. En apa rien cia, el estudio simul tá- n eo de diez poblaciones, en vez de una ci udad aislada, debería darno s la visión de un complejo regional , o las claves de co n formación de una red urbana . Pe ro la autora se limita a ut ilizar una jerarquía formal entre ciudades, villas, pa rr oquias y pueblos de indios y a in ven tari ar, también formalmente , aquellos elementos que se va n agregando a un eq u ipamiento urbano . Obviamente, el complejo ur- bano regional debe abarcar en su estudio mucho más que esto. A un las di s tin ciones jurídicas o lo s elementos qu e se agregan deben traduc ir una red de relaciones concretas. De lo contrario, da lo mismo que se estu- dien d os, ci n co, veinte o simplemen te una población. 107

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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

RESEÑAS

encontra r sólo aquello con lo cual se hallaban de acuerdo. Fue toda una tarea crear el hábito de la libertad de pensamiento y el respeto a las ideas ajenas. Apenas en plena reconstruc­ción de la nación a partir de la violen­cia d el 48, toma como bandera al existencia lista francés Albert Camus ace rca de la violencia como la obsta­culización del diálogo.

Y es que es una época de renova­ción de las ideas y de batalla entre ellas. P ío IX pronostica que el libera­lismo engend ra el socialismo; la Igle­sia católica va a volcarse, ecuménica, sobre ideas modernas en el Concilio Vaticano II ; Nehrú se enfrenta al fanat is mo de su pueblo hindú; que­dan las secuelas del fascismo español; el papel de la Iglesia comprometida con la derecha en el Opus Dei; se debate sobre ejército, su s objetivos de defen~a de la soberanía nacional , y los problemas de la ínci ¡.>iente con­traguerrilla ; la violencia se vuelve un concepto p olítico de impunidad y debilitamiento de la autoridad del Es tado; dos militares cumplen dos misiones distintas pero igualmente importantes: Alvaro Valencia Tovar aco mete la primera campaña de rees­tablecimiento del orden público en el territo rio de Vichada, y Alberto Ruiz Novoaconvoca un Movimiento Demo­crático Nacional , al cual hasta la misma revista La N u e va Prensa se lanza a apoyar. Es el tiempo del Frente Nacional , pacto generoso pero errado, porque se basa en el pasado y no en el futuro; de la oposición a la anarquía que ha quedado de la reno­vación presidencial mediante la alter­nación; de C amilo Torres y la rebel­día de los curas ... y mucho más en este calidoscopio de hechos e ideas.

Lo más trascendental , sin duda, fue la publicació n masiva, en esa revis ta y en su antecesora , Semana, del ambicioso estud io de lnd alecio Liévano Aguirre Grandes conflictos sociales de nuestra historia; en e l cual por primera vez se miraba a la patria y a sus protagonistas co n otros ojos, más contemporáneos y menos solem­nes , y la de Grandes movimientos espirituales de Occidente, donde quedan reunidos aquellos hitos que vo ltear o n las épocas a través d e nue­vas comprensiones sociales. Siempre

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en uno y otro flotan la seriedad y la responsabilidad de estos periodistas de La Nueva Prensa que tomaban su trabajo como una tarea in telectual.

ANA MARIA CANO

Poco para la historia

Poblamiento y urbanismo colonial en Santander A ngela l . Guzmán Universidad Nacional. Bogotá, 1987,236 págs.

En gran parte, el desa rrollo de la his­toria económica se ha concebido en Colombia como historia agraria. Co n esto se ha descuidado un ounto de partida urbano, es decir, una pers­pectiva que en lugar d e proceder desde una periferia a u n centro, se encamine del centro hacia su perife­ria rural. Y los historiadores resultan incapaces qe responder a las pregun­tas que suelen formular urbanistas o planificadores urbanos. Si no existe una historia propiamente urbana, de­bería existir al menos alguna manera de identificar problemas válidos desde una y otra perspectiva.

El trabajo de la profeso ra Angela l. de Guzmán forma parte de la incur­sión de una planificadora urbana en los terrenos de la histo ria urbana. Este t rabajo podría s umarse a otros que han sido escritos también desde una perspectiva regio nal. S in em­bargo, la autora no muestra ninguna inclinación por las anal ogías ni por las comparaciones. Se propo ne estu­diar el proceso de configurac ió n de diez pueblos en la región central de S antander. Para ello recoge y acu­mula información de archivos queJe parece pertinente, a partir de las encomiendas otorgadas en Vélez y Pamplo na en el siglo XVl. D escribe la aparición de distintas categorías de poblamientos a partir de una deno­minación jurídica que los jerarquiza: pueblos d e ind ios, parroquias, villas y ciudades. Se detiene luego a seña­lar, en cada uno, ciertos rasgos como

HISTORIA

,

·-

- ; ": - ._ . ::t - ---- ';!?)

los de la población (blanca, india o mestiza), resguardos indígenas y eji­dos urbanos, equipamiento urbano (cárceles, iglesia, enlosados, etc.). F i­nalmente, amontona u n poco más de datos para el siglo XIX . A lo la rgo del estudio se nos invita a ver una evolu­ción lineal característica en cada siglo: dominio de la encomie nd a y del pue­blo de ind ios en el siglo XVI, apari­c ió n de parroquias de "blancos" en el siglo XVIl , creación y consolidación de una red urbana en el siglo XVIII y funcionamiento de esta red urbana en el siglo XIX.

Este esquema está ahogado en el libro por datos muchas veces iterati­vos, por o bservaciones casuales y por curiosas citas documentales que la auto ra recorta sistemáticamente con puntos suspensivos hasta convertirlas en algo ab solutamente incoherente.

En apariencia, el estudio simul tá­neo de diez poblaciones, en vez de una ciudad aislada, debería darnos la visió n de un complejo regional , o las claves de conformación de una red urbana. Pero la autora se limita a utilizar una jerarquía formal entre ciudades, villas, parroquias y pueblos de indios y a inven ta ri ar, también formalmente, aquellos elementos que se van agregando a un equ ipamiento urbano . Obviamente, el complejo ur­bano regional debe abarcar en su estudio mucho más que esto. Aun las distinciones jurídicas o los elementos que se agregan deben traducir una red de relaciones concretas. De lo contrario, da lo mismo que se estu­dien d os, cinco, veinte o simplemente una población.

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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.

HISTORIA

Las ciudades españolas tenían un carácter patrimonial que repelía toda noción de red urbana. Cada funda­ción buscaba la explotación de unos recursos que se repartían mediante privilegios institucionalizados (repar­timientos , por ejemplo, entre los que se contaban la encomienda y las mer­cedes de tierra) . Esto explica la resis­tencia de los viejos centros urbanos a la aparición de otros que podían escapar a su jurisdicción. Para ello bastaba que obtuvieran los privile­gios anexos a la calidad de ciudades y vi llas. La abolición o la transforma­ción radical de este esquema patri­monial fue muy tardía y en muchas regiones la promoción de ciertos poblamientos no se realizó hasta el período republicano.

Con respecto a estos patrones, la situación de los poblados de la región central de Santander fue excepcional desde el siglo XVII. Allí, las jerar­quías formales cedieron desde muy temprano ante la fuerza de las rela­ciones materiales. ¿Cómo ocurrió este proceso? ¿Por qué una mera parro­quia en sus orígenes (y aun algunos pueblos de indios), como el Socorro, reemplazó la centralidad de viejos centros privilegiados en el reparto de los recursos como Vélez. y Pamplona? Estas preguntas sobre las jerarquías urbanas pueden asociarse a otras de carácter político. Por ejemplo, ¿qué hizo que, dentro de las rígidas jerar­quías sociales coloniales, la misma región central de Santander apare­ciera como más democrática, con estructuras agrarias más igualitarias y con una actividad manufacturera importante? Son éstas las caracterís­ticas que J . L. Phelan colocaba en la base de sus análisis sobre la revolu­ción comunera y que distinguían a Santander de las regiones vecinas.

Por eso, la o riginalidad del pro­ceso de urbanización de Santander sólo puede comprenderse a cabalidad si se lo confronta con otros modelos de poblami~nto y urbanización, en el Valle del Cauca, en la costa caribe o en el altiplano cundiboyacense. Tome­mos, por ejemplo, el caso de Tunja como piedra de toque:

l. Tunja, como poco después Vélez y Pamplona, debió cumplir una fun­ción política durante el siglo XVI en

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los repartimientos del botín de la conquista. Primero las encomiendas y luego las mercedes de tierras, le confi rieron una primacía política como albergue de encomenderos y como asiento de un cabildo que otor­gaba mercedes. A diferencia de Tunja, que conservó este primado po!Jtico como cabeza de un enorme corregi­miento, Pamplona y Vélez se vieron privadas de una parte de su jurisdic­ción con la aparición de otras villas en el curso del siglo XVII: San Gil, Girón y Socorro.

2. La presencia de una población indígena abundante servía para sub­rayar cierto carácter señorial de los centros urbanos. Las explotaciones auríferas de Pamplona y de Vélez redujeron muy pronto una po blación indígena rel~tivamente escasa y per­mitieron la aparición de villas rivales que sustentaban su desarrollo en las actividades de labrad o res y artesa­nos. Contra el carácter patrimonial de viejas ciudades de españoles como Tunja, Vélez y Pamplona, la villa de labradores presenta un carácter a ldea­no muy similar al de los pueblos mes­tizados que se convierten en parro­quias a finales del siglo XVIII.

3. La constitución de una red ur­bana temprana en el centro de San­tander debe verse como la aparición de un modelo sustitutivo de la suje­ción de los pueblos de indios a las necesidades de mano de obra de encomenderos y propietarios que resi-

RESEÑAS

dían en la ciudad de españoles y desde allí eje rcían un poder sobre el entorno rural .

Comparaciones análogas pueden hacerse con otras regiones de la Nueva Granada. Infortunadamente, parece se r que, en cuanto un planificador urbano encara un problema histó­rico , no se siente en la obligación de enterarse de los antecedentes de su problema en las disciplinas históri­cas. O de aclarar términos y situacio­nes que no le son familiares. Por ejemplo, la autora afirma (pág. 58) que "la fragmentación de las tierras fue posible mediante las composicio­nes ". En realidad, ha debido decir exactamente Jo contrario , a saber, que las composiciones con la corona legitimaron usurpaciones de grandes extensiones de tierra. Sí esto no fue así en Santander, la autora ha debido hacer un esfuerzo por identificar las razones de la diferencia. Podrían señalarse muchos ejemplos, dentro del texto , de incoherencias y de mala comprensión de conceptos históricos.

Una de las dificultades que enca­ran las monografías no profesionales consiste en que los autores se sienten obligados a conciliar los lugares comu­nes de la historiografía tradicional con un acervo documental que debe encararse con hipótesis radicalmente diferentes. Por ejemplo, la planifica­dora avanza tímidamente (pág. 11): "parece, entonces, que los españoles llegados a la región tenían en mente la colonización, más que el rápido enriquecimiento y la vida parasita­ria". Si esto es una explicación última del fenómeno santandereano, resulta se r la más banal y resobada de todas.

Este libro, que adolece de ingenui­dades, de errores sintáct icos y de una ortografía desastrosa, forma parte, infortunadamente, de una de las series publicadas porla Universidad Nacio­nal. Como trabajo de un historiador principiante no puede decirse que sea enteramente inútil , pues alcanza a sugerir el carácter peculiar de la urba­nización santandereana. Debería tam­bién servir para convencer a los his­toriadores de ocuparse seriamente en la historia urbana colombiana.

GERMAN COLMENARES