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299 Peñaranda de Duero: de cómo la tradición sobrevivió a la decadencia y al abandono en la Castilla de la primera mitad del siglo XX. Francisco Javier Plaza Pérez Dulzainero del Excmo. Ayuntamiento de Burgos Extraña melodía

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Peñaranda de Duero: de cómo la tradición sobrevivió a la decadencia y al abandono en la

Castilla de la primera mitad del siglo XX.Francisco Javier Plaza Pérez

Dulzainero del Excmo. Ayuntamiento de Burgos

Extraña melodía

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Emplazado en el margen derecho del río Aran-dilla y con el nombre primitivo de Penna Aranda(núcleo habitado cerca del río y de la Peña), Peña-randa de Duero siempre ha sido un pueblo recio,castellano, con un imponente castillo del siglo Xque siempre ha vigilado y protegido a su comuni-dad desde su altura privilegiada.

Ya en el siglo XVI fueron los Duques de Peña-randa quienes cambiaron el rumbo de la historia yel aspecto físico actual de la localidad, imprimiendosu belleza con las actuales obras arquitectónicas.

Restauraron a conciencia el castillo y, desde elmismo, ordenaron construir un recinto amuralladoque rodeaba a todo el pueblo, al cual solo se podíaacceder a través de sus tres puertas principales. Ensu interior erigieron su majestuoso Palacio de losAvellaneda y mirándose frente a frente, la colegiataabacial de Santa Ana.

Tampoco se olvidaron los Condes de la pobreza,enfermedad y penuria existentes entre sus vecinospor lo que también aportaron la construcción, ex-tramuros, del Hospital de La Piedad y los conventos

Peñaranda de Duero: de cómo la tradición sobrevivió a la decadencia y

al abandono en la Castilla de la primera mitad del siglo XX.

Peñaranda de Duero a principios del siglo XX.Fototeca del Patrimonio Histórico

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de las Madres Franciscanas Concepcionistas y delCarmen.

Para mantener el orden en la cabecera del du-cado, levantaron un imponente y esbelto Rollo deJusticia que estaba fuera del recinto amurallado alpie de la calzada de la carretera de Soria-Valladolid. Con todas estas iniciativas los Condes generaronuna “mini corte” y toda la nobleza vinculada a losZúñiga se instaló en la Villa, lo que generó unaprosperidad económica que el pueblo desconocíaa través de arrendamientos de tierras y gestión deinstituciones: mayordomos, jardineros, soldados,sacristanes, organistas, notarios apostólicos, apar-ceros, pastores, etc.

Fueron años de esplendor y riqueza, pero a lamuerte del Conde todo cambió y progresivamente

comenzó una decadencia que parecía anunciada.Se puso de moda en aquella época que las costum-bres de la nobleza se hiciesen cada vez más corte-sanas, por lo que los herederos y descendientes delaristócrata se trasladaron a las Cortes de Valladolido a las de Madrid.

El Palacio quedó deshabitado y poco frecuen-tado dejando sus funciones de mantenimiento asus mayordomos; la Colegiata perdió su título deAbadía y toda la magnificencia que en una épocabrilló en Peñaranda de Duero se fue apagando.

Con el paso de los años y sobre todo en el siglo XIXestos monumentos no se libraron del expolio ge-nerado por la Revolución francesa, el deterioro y,sobre todo, por el desinterés de los nobles que ter-minaron perdiendo sus propiedades a manos desus administradores.

Peñaranda de Duero: de cómo la tradición sobrevivió a la decadencia y

al abandono en la Castilla de la primera mitad del siglo XX.

Rollo de Justicia en extramuros.Colección Javier Plaza

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PEÑARANDA DE DUERO: DEL OLVIDO ASER UNO DE LOS PUEBLOS MÁS BELLOSDE CASTILLA

Solo fue el principio que en la década de losaños 20-30 tres de las joyas de Peñaranda fuesendeclaradas Bienes Culturales Artísticos: su Palacio(1923), Castillo y Rollo de justicia (1931). Esta si-tuación evitó el expolio y venta de alguna de estasposesiones a capitales extranjeros. En el año 1948el Palacio pasa a ser titularidad del Estado y 10años más tarde fue rehabilitado íntegramentepara ser usado como Escuela de Mandos. Real-mente su uso principal fue destinado a la SecciónFemenina, lo cual creo una nueva economía emer-

gente en la localidad. Esta rehabilitación se hizojunto a la consolidación del castillo y mediante lamisma fueron reconstruidos sus boquetes y partede la muralla destruida. Con una inversión tan im-portante en esta localidad solo faltaba la urbani-zación de la plaza mayor, que se realizó entre1961-1963 a cargo de Pons de Sorolla, configu-rando el estado actual de la misma y trasladandoa su interior el Rollo de justicia que siempre habíaestado en extramuros. Esto le valió el 30-04-74 laDeclaración de Conjunto Histórico Artístico de laVilla de Peñaranda de Duero. Gracias a estas in-tervenciones realizadas a mitad del pasado siglohoy en día podemos admirar la belleza que encie-rra esta localidad.

Peñaranda de Duero: de cómo la tradición sobrevivió a la decadencia y

al abandono en la Castilla de la primera mitad del siglo XX.

Plaza de Peñaranda, año 1920.Postal antigua de Peñaranda de Duero

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EL TÍO CASTO

En una sociedad actual como la nuestra, que haevolucionado de una forma espectacular en todoslos aspectos de la vida en estos últimos cien años,entiendo que sería difícil comprender cómo se desa-rrollaba la vida en cualquiera de los pueblos denuestra Castilla profunda a principios del siglo XX.

En esa época Peñaranda de Duero contaba conunos 1.600 habitantes y la vida transcurría dedicadaal duro trabajo del campo, oficios varios para satis-facer la demanda de la población y las labores dela casa. Con una economía muy debilitada eran fre-cuentes los préstamos y se funcionaba con el true-que o intercambio de productos. El paso de loscarreteros de la Sierra de Burgos para vender sumadera en Aranda de Duero y Valladolid ofrecíana la Villa un importante aporte económico y de pro-ductos, con su mercados en las plazas.

Casas mal conservadas y monumentos hereda-dos casi en ruina: hay que recordar que en estaépoca el Palacio de los Duques estaba totalmenteabandonado y era usado para guardar carros, ga-nados y ejercer en su interior con algún oficio dela época como el de carretero. El castillo estaba par-cialmente derruido en una de sus murallas y congrandes boquetes en el resto, pues las piedras delmismo eran utilizadas para levantar corrales de ga-nado en los montes cercanos.

Uno de los protagonistas de nuestra historianacía en el año 1889 y sus padres tuvieron a bienllamarle Casto Plaza. Durante gran parte de su vidael “Tío Casto”, como siempre le hemos conocido,se encontró con un pueblo abandonado al dete-rioro y a la subsistencia en una sociedad muy pobrey trabajadora en la que unos pocos vivían opípara-mente, pero la mayoría pasaba a duras penas cadaestación del año.

El Tío Casto desde muy joven se dedicaba aconstruirse sus “chiflos” (pitos o flautas muy bási-cas) mediante madera de chopo o caña de río. Qui-zás fueron los largos días con el ganado por losmontes de la localidad, los que propiciaron que de

forma autodidacta arrancara las primeras notas ycanciones a este tosco instrumento (hay que recor-dar que en aquellas épocas las únicas formas deaprender música eran a través de las institucioneseclesiásticas y militares). Poco a poco fue creandoun vínculo entre su amor hacia la música y la esen-cia de la cultura tradicional peñarandina.

Era cuestión de tiempo el dar el salto a un ins-trumento de plena aceptación popular como era ladulzaina. “Los Pollos”, magníficos músicos y cons-tructores de este instrumento en Sotillo de la Ri-

Peñaranda de Duero: de cómo la tradición sobrevivió a la decadencia y

al abandono en la Castilla de la primera mitad del siglo XX.

“Tío Casto”.Colección privada Familia Valentín Plaza

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bera y la cercanía geográfica con Peñaranda propi-ciaron la adquisición de su primera dulzaina sin lla-ves y un pito castellano.

Poco a poco se fue forjando como gran dulzai-nero, afición que compartió en la misma línea tem-poral y por muchos años con otro graninstrumentista de Peñaranda de Duero apodado“Tío Coria” quien, junto con el “Tío Matanza” a lacaja, formaron el grupo de moda en la Ribera bur-galesa.

La tradición músico-vocal ha sido de siempreuno de los hilos conductores utilizado por nuestrasociedad para transmitir sus estados de ánimo. Lomismo ocurre con la música instrumental, por loque nuestros dulzaineros eran demandados paratodo tipo de eventos o situaciones.

Podían ser bautizos, rondas o bodas, pero lomás solicitado eran las fiestas locales con su ampliorepertorio de festejos: dianas, procesiones, bailesde mañana o tarde, romerías, etc. Fiestas localescomo la Vera Cruz o como el tocar todos los do-mingos un baile público en la plaza mayor, arreglán-dose con la quintada del año en el precio y tiempodel evento. También se recuerdan las “rebodas” en

las que era obligado hacer el baile en la campa decastillo. Todas estas tradiciones, muchas de ellasperdidas, marcaron en su día la diversión, la pasióny la vida cotidiana en esta población.

TRADICIONES

1 - PINGADA DEL MAYO

Tradición ya desaparecida en la Ribera que con-sistía en que durante la noche del primer día delmes de mayo, los quintos o quintada del año levan-taban el pino más alto de “La Pinosa”, famoso pinarcercano a la localidad.

En el suelo el Mayo era adornado en su picotacon un canasto vuelto, en el que colgaban frutas,como naranjas o limones, flores y barda.

Esa noche no se dormía. El pino se izaba en laplaza del pueblo frente a la Colegiata mediantecuerdas y se anclaba al suelo embarrado que habíaen la época para que al amanecer luciera floridopara festejar la entrada del mes de las flores y de laprosperidad. La fiesta era tan importante que ibanacompañada de tonadas, canciones y dianas a lasmozas.

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Mayo plantado frente a la Colegiata.Fototeca del Patrimonio Histórico

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2 - NAVIDAD DE LOS PASTORES

Los pastores, con corderos al hombro, acu-dían a la Iglesia de los Padres Pasionistas paracelebrar la Misa del Gallo. Iban ataviados conpieles y las esquíelas o cencerros de los rebaños,con las que producían un sonido característicoque servía de llamada al resto del pueblo paraasistir a la celebración. En ese momento delciclo anual ya habían parido todas las ovejas te-niendo exceso de leche y lechales, por lo queestos dones –corderos, leche y miel- se presen-taban en ofrenda.

Vamos, vamos pastorcitos, vamos hacia Belén, vamos que ha nacido el Niño, vamos que nació Manuel.Oigan y escuchen todos una nueva tonada,alegres de buen gusto, y “esa” la castellana.

(Recogida en Peñaranda de Duero – Arrabel)

3 - SANTA ÁGUEDA

Esta es una de las tradiciones que más arraigotuvo en Peñaranda de Duero y que debido alabandono sufrido por muchos pueblos en la se-gunda mitad del siglo XX se vio gravemente afec-tada y estuvo a punto de desaparecer. Gracias a lalabor de las mujeres del pueblo se pudo recuperaren el año 1992 y hoy en día se celebra con esplen-dor y alegría.

Pero la celebración antigua era muy distinta a laactual: sin perder en ningún momento el rumbo detradición festiva y religiosa, la fiesta era un claro ho-menaje hacia las mujeres y en concreto a las novias.

Ataviadas con sus mejores galas y una vez to-mado el Ayuntamiento, el alcalde delegaba ese díael bastón de mando del pueblo a la vecina de másedad. Las mujeres, para representar terrenalmentea Santa Águeda, confeccionaban una muñeca conuna escoba que era vestida y ataviada con diferentescomplementos y la cual era paseada durante todala jornada.

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al abandono en la Castilla de la primera mitad del siglo XX.

Pastor de la Ribera.Colección Grupo de Danzas Justo del Río

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Amparándose en “la autoridad hoy soy yo” eratípico pedir a los hombres que se rascasen los bol-sillos con el fin de recaudar dinero para organizarlas comidas y cenas de ese día. Provistas con unamanta de lana, no tenían reparos en usarla y “man-tear” al roñoso de turno.

Ya por la tarde se organizaba la Carrera de LosGallos, donde los jóvenes más valerosos se exhi-bían a caballo ante sus pretendidas. El circuito cir-cular comenzaba en las murallas a la entrada dePeñaranda, atravesaba toda la Calle Real y bajabapor la actual calle “La Cava” (calle principal que re-corre todo el pueblo). Al final de la misma y pocoantes de llegar a la entrada principal de la Plaza secruzaba de lado a lado una soga en la que colgaban“boca abajo” los gallos.

Ataviados con camisa blanca, pantalón negro re-metido entre las botas y pañuelo rojo al cuello, se

lanzaban a gran velocidad con sus caballos o ma-chos por todo el circuito y al llegar al final surecompensa era conseguir golpear con una varaa uno de los gallos. Pero como este día manda-ban las mujeres, no se lo ponían fácil y dos deellas tiraban de cada extremo dificultando eltrabajo a los valerosos jinetes.

Tras la exhibición colgaban sus trofeos ensus bestias y eran paseados por toda la locali-dad. Como colofón las parejas de novios hacíanuna gran cena a base de los gallos conseguidosy otras cuadrillas que no habían participado lohacían comiendo la tradicional tortilla con cho-rizo.

En todos estos actos no podían faltar los dul-zaineros de Peñaranda que ese día tenían queesforzarse más de lo habitual para poder cubrirlos pasacalles, manteos y demás eventos.

Peñaranda de Duero: de cómo la tradición sobrevivió a la decadencia y

al abandono en la Castilla de la primera mitad del siglo XX.

“Plaza y Castillo de Peñaranda de Duero”, Óleo de Justo del Río, 1949.Colección Javier Plaza

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4 - CUARESMA Y SEMANA SANTA

LAS CUARENTENAS

Esta perdida tradición tenía su origen en épocade Cuaresma y sus protagonistas eran los niños delpueblo. Salían en cuadrilla a cantar cánticos a lascasas de sus vecinos con los siguientes soniquetes: Las Cuarentenas santas y buenas que ha venido el tiempo de hacer penitencia si das para uno, para el hijo tuyo, si das para dos, para el hijo de Dios.

Concluida la copla esperaban su recompensaeconómica pues su fin no era otro que poder com-prar los ingredientes para hacer “piñonate” o dulcede la época: azúcar quemado al que añadíancuando estaba líquido almendras o piñones.

Si el vecino no “soltaba la gallina” iban armadoscon unas porras de madera (que les hacían sus pa-dres) y golpeaban la puerta entonando la siguientecanción: Esta casa es una cuadra la señora una cochina, pues no ha dado limosna a los niños de la escuela.

MIÉRCOLES DE CENIZA

Comenzada la Cuaresma era tradición en Peña-randa de Duero que tres niñas, acompañadas deun crucifijo, fuesen a pedir a las casas y recaudar

donativos para la Iglesia. Esta tradición estaba muyextendida en los pueblos de nuestra provincia y elfin de este postulado era principalmente empleadoen adquirir cera o para otros gastos que se origina-ban en la Semana Santa. Comenzaban el MiércolesSanto y salían también cada domingo hasta el Vier-nes de Dolores. Cada jornada iban cantando tona-das o versos alusivos al sermón de ese día. Estatradición a fecha de hoy se ha perdido tanto por lafalta de niñas como por los cambios litúrgicos de-rivados del Concilio Vaticano II.

LA TRADICIÓN DE LAS TRES MARÍAS

No puede estar más orgulloso el pueblo de Pe-ñaranda de Duero de haber conservado desde tiem-pos antiquísimos los cantares o coplas que se cantandurante la Semana Santa.

Aunque en la actualidad el canto lo realizan per-sonas adultas, antiguamente eran las tres niñas men-cionadas anteriormente quienes representaban a lastres Marías. A cargo de la Cofradía de la Vera Cruzlos cofrades, siguiendo las indicaciones del párrocolocal, descienden al Cristo Crucificado (es articu-lado) y es depositado con mimo en una urna de cris-tal. Comienza entonces la Procesión del SantoEntierro y acompañando a la Virgen, las tres Maríaataviadas con mantos de riguroso luto, comenzabanlos cánticos con una entonación desgarradora y dedolor. Apenas se pueden distinguir las coplas, puesla métrica (aún siendo siempre la misma) rompe ca-prichosamente las sílabas de cada palabra.

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COPLAS DEL ENTIERRO

En el doloroso entierro de aquel justo ajusticiado.

que por culpas y no suyas quiso morir en un palo.

Las campanas clamorean de los sensibles peñascos

que es bien que las peñas hablen en tal lastimoso caso.

Viste el sol bayeta negra y la luna monjil basto,

capuces la tierra y cielo que son del muerto criados

La noche colgó de luto las paredes del Calvario,

y el templo pesar mostró, sus vestiduras rasgando.

Las hachas son amarillas que los celestiales astros,

como vieran su luz muerta amarillos se tornaron.

De la Caridad vinieron a enterrarle los hermanos.

y los de la Vera Cruz con algunos del Traspaso.

Angustias y Soledad el entierro acompañaron,

que era su madre cofrade y la primera que ha entrado.

No vino la clerecía que de doce convidados

uno sólo se halló en él que era del difunto amado.

Para amortajar al cuerpo dio un piadoso cortesano

de limosna una mortaja, de su inocencia retrato.

Hizo la madre el aceite de sus ojos lastimados,

derramando agua bendita el Pater noster rezando.

Con dolorosos ungüentos ungen el cuerpo llagado,

de los vasos de sus ojos mirra amarga destilando.

Llevan al difunto Dios en los dolorosos brazos,

con lamentables suspiros tristes lágrimas llorando.

(Parte del Romance XIV, Al sepultar a Cristo, de Lope de Vega)

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COPLAS DE PASCUAArrodillados Cristianos y dejad de arrodillar, que viene aquel hijo amado a su madre a saludar.

Quitadla el manto de luto a la princesa María, quitadla el manto de luto y dejadla el de alegría.

Aleluyas han cantado Santísima Trinidad, aleluyas han cantado las volverán a cantar.

Pascua de Resurrección Jesús ha resucitado, aleluyas, aleluyas,que nuestro Dios ha triunfado.

Hemos entrado en el templo llenos de amor y alegría, porque hemos hallado ya lo que la Virgen quería.

Qué contenta está la Virgen también la comunidad, al ver que el hijo Jesús ha resucitado ya.

Quédate con Dios Iglesia esposa de Jesucristo, os quedáis con San José, San Antonio y San Francisco.

Ya nos vamos de este temploseñores, quedad con Dios, que nos vamos con la Virgen y con la Resurrección.

Oh que mañana de Pascua, oh que ramito de flores que ha resucitado Dios para salvar pecadores.

Por este arco Madre mía pasaste muy afligida, ahora que vas con tu hijopasas llena de alegría.

Por la calle adelante va una linda pastorcita, dado pasto a su rebaño oh mi Dios no va perdida.

Los aires la favorecen, el sol se para y la mira los pajaritos la cantan dándole la bienvenida.

La figura de las Tres Marías está presentetambién en la tradicional Procesión del SantoEntierro, pero lo más emotivo de esta costum-bre es el Domingo de Resurrección cuando lasTres Marías, luciendo en esta ocasión vistososy coloridos mantones de Manila, cambian ale-gremente las tonadas previas por bellas melo-días alusivas a la Resurrección y a los diversos

lugares que recorre la Procesión. Salen can-tando desde la Colegiata y antes de parar en elConvento de las Madres Concepcionistas se rea-liza el encuentro. A la antigua usanza los hom-bres siguen un itinerario con Cristo Resucitadodistinto al que hace la Virgen, en el que van lasmujeres y coinciden justo en el antiguo Hospi-tal de la Piedad.

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Estos cánticos de alegría, denominados Albri-cias, han perdurado durante muchos años en el re-cuerdo y sentimiento de todo un pueblo. Graciasal continuo trabajo de las mujeres de Peñaranda deDuero podemos cada año oírlas y contemplarlas enuna de las muchas tradiciones que tenemos ennuestra Semana Santa provincial.

Por último, no olvidaremos mencionar las Co-fradías ya inexistentes de las Hermanas de María yHermanos del Señor que, montado el altar el Jue-ves Santo, se encargaban durante toda la noche engrupos de a dos de cada asociación y a cada hora,velar la imagen del Santísimo.

AÑOS 40: LA DÉCADA QUELO CAMBIÓ TODO

El origen de nuestra historia parte del trabajoque inició tan brillantemente el maestro FedericoOlmeda San José. Para la realización de su compi-lación Folklore de Castilla o Cancionero Popularde Burgos del año 1902 (premio en los Juegos Flo-rales celebrados en Burgos) hizo una gran labor decampo, recorriendo diversas localidades con muyescasos medios, entrevistándose con muchos in-formantes, pero su mayor fuente de informaciónfue la posada que había en la actual Casa del Cuboen Burgos, puesto que allí paraban todos aquellosaldeanos de la provincia que bajaban a las ferias de

ganado y productos que se hacían en la castizaplaza de La Flora.

El maestro Olmeda se quejaba continuamentede la pérdida de nuestro patrimonio popular quees la música tradicional y ello caló profundamenteen el maestro Antonio José Martínez Palacios, quiénmovido por esta inquietud investigó las raíces dela música popular burgalesa. Siguió fielmente el ca-mino y sistema marcado por su antecesor y el re-sultado fue su Colección de Cantos PopularesBurgaleses o Nuevo Cancionero Burgalés (premioNacional de música en 1932).

El maestro Antonio José en su etapa como Di-rector del Orfeón Burgalés (1929-1936) supo trans-mitir estos valores y sentimientos a sus orfeonistas,entre ellos a un miembro de la cuerda de barítonollamado Justo del Río Velasco, quién en pocotiempo se convirtió en su discípulo y fiel acompa-ñante de viajes por los pueblos burgaleses.

Justo del Río era una persona inquieta, dinámicay sobre todo pionero y amante del mundo delmotor lo que le permitió ser de los primeros bur-galeses en tener vehículo propio. Así, con su coche“Singer” recorrieron gran parte de nuestra provin-cia y aprendió cómo desarrollar la dura labor decampo de la recuperación musical y del baile tradi-cional.

Los maestros Antonio José Martínez y Justo del Río en el Valle de Valdivielso.Colección Grupo de Danzas Justo del Río

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El trágico final que sufrió Antonio José (fue fu-silado en Estepar el 09-10 1936) no fue impedi-mento para que Justo del Río continuara realizandoesta labor y profundizando en las enseñanzas reci-bidas por su Maestro. Entusiasta de la recuperacióndel baile tradicional se hizo acompañar tambiénpor los músicos Amoreti y Sarmiento, realizandoun trabajo musical y de baile tradicional hasta en-tonces desconocido.

Como si fuese un maravilloso capricho del des-tino en los primeros años cuarenta, recaló por tie-rras Peñarandinas el maestro Justo del Río y quedóimpactado por la belleza del pueblo y su dinámicapoblación. No tardó mucho en contactar con unanciano de 50 años del lugar llamado “Tío Casto”(la dura vida rural de aquellas épocas reducía con-siderablemente la esperanza de vida y ya se consi-deraban mayores a las personas a partir de 40años).

Debido a los nuevos instrumentos de moda dela época -que habían relegado a la dulzaina al ol-vido- e influenciado por las nuevas orientacionesmusicales, los viejos instrumentos del Tío Castoquedaron empolvados dejando casi agonizandoaquellos bailes típicos de gaita y tambor. Esas piezasancestrales que había tocado durante toda su vidacon la dulzaina y el pito castellano en todo tipo decelebraciones fueron motivo de admiración y en-tusiasmo para Justo del Río, y entre ellos surgió unaverdadera relación de amistad. Este tándem fueclave para el acontecimiento y desarrollo culturalque ha perdurado durante décadas en la Villa por-que gracias a esta relación amistosa tres toques pe-ñarandinos vieron la luz en el cancionero Danzas

Típicas Burgalesas del Maestro:

· El Sonajal: que a ritmo de rueda 5/8 segúndata Justo del Río es una danza antigua bailada pormozos ante la Ermita de Nuestra Señora de Los Re-medios con un sonajal (instrumento de percusiónformado por un palo de acebo en forma de Y encuya horquilla lleva unas sonajas y al moverlo ori-gina un sonido alegre y cascabelero). La realidadactual es que desde niño he conocido esta piezatocada con pito castellano en la Plaza de Peñaranda

en eventos festivos importantes, cuya melodía in-vitaba a cualquier tipo de público a participar y for-mar una rueda gigante. Al ser una pieza divertidaduraba hasta que se cansaba el personal o el dul-zainero.

· La Cantamora o Canta La Mora, pieza a ritmode 2/4 que fue coreografiada por Justo del Río paraser bailada sólo por mozas portando, como instru-mento de ritmo y percusión, unas panderetas. Latradición marca que el origen de esta danza es mo-risco; esto unido a la alegría del son de la mismahacen que sea una pieza curiosa y atractiva. · Jota Peñarandina, que merece un estudiomás particular

LA JOTA PEÑARANDINA: NACE LA COREOGRAFÍA DE UNA PIEZA EXCEPCIONAL

La estructura coreográfica de esta jota desde elpunto de vista de un coreógrafo formado en con-servatorio -como fue el maestro Juanjo Linares- estáperfectamente diseñada. Llama esto la atencióncuando esta composición de movimientos fue con-cebida por Justo del Río gracias a su desbordanteimaginación y creatividad porque, aunque era unhombre sencillo, sin formación académica y artís-tica en este ramo, lo compensaba con una gran ca-pacidad de observación, una enorme creatividad ybuen gusto hasta el punto de crear su propio len-guaje coreográfico (muy completo y perfectamenteinteligible hoy día). Esto le permitía crear, a partirde escasos datos como dos-tres pasos o formas decruce que le pudo bailar algún anciano del pueblo,piezas tan hermosas con la Jota Peñarandina.

No sólo era hermosa y atractiva a la vista, es queya es difícil que una coreografía de esos años bo-yantes de la creatividad subjetiva de la Sección Fe-menina o de Educación y Descanso, estéplenamente vigente hoy en día y que sigan te-niendo el mismo valor artístico que hace 60 o 70años.

Es sin duda la Jota Peñarandina, desde el puntode vista del diseño coreográfico lo mejor que hizoel maestro Justo del Río.

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Desde el punto de vista musical fue el Tío Castoquién se encargó de aportar la esencia y fuerza deuna pieza que hubiese caído en el olvido e inclusollegado a la desaparición. Justo del Río no era mú-sico, pero tenía una memoria prodigiosa y la comu-nicación de la tonada para que fuese transcritamusicalmente la hizo probablemente de una formaoral, de tal forma que durante muchos años la par-titura a seguir por futuras generaciones de dulzai-neros ha sido la que viene en su cancioneroDanzas Típicas Burgalesas del año 1959, ya men-cionado.

No ha sido fácil descubrir que la Jota Peñaran-dina no tenía exactamente la métrica musical quetransmitió Justo del Río, sino que fue gracias a laconstancia del Tío Casto durante tantos años ydespués a su hijo y gran músico Valentín Plaza (delque hablaremos más adelante) que tuvo a bien to-carla siempre “al dedillo” como la aprendió de su

padre, lo que nos ha permitido descubrir real-mente la belleza musical de esta pieza. Tambiéngracias a las grabaciones del pasado siglo realizadasa Valentín Plaza con pito castellano (Canciones yDanzas de Burgos editado por Hispavox en 1967;Primer Día del Dulzainero en Burgos 1985; Lamúsica tradicional en Castilla y León -RTVE Mú-sica- volumen 10 número 27 de 1995) y al trabajode edición de la partitura a cargo de Lola Pérez Ri-vera (La música de dulzaina en Castilla y León

en 2004 y Miguel Manzano Alonso (CancioneroPopular de Burgos volumen 7 del año 2006) po-demos actualmente apreciar la belleza y dificultadque esta obra encierra.

La conjunción de una coreografía única y unamúsica excepcional ha generado que la Jota Peña-randina sea una de las “joyas” del repertorio bur-galés, tanto para su estudio como para suinterpretación.

Peñarandinas bailando su Jota.Colección Justo del Río–Cancionero Danzas Típicas Burgalesas

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Peñaranda de Duero: de cómo la tradición sobrevivió a la decadencia y

al abandono en la Castilla de la primera mitad del siglo XX.

Partituras de la Jota Peñarandina: la primera recogida por Justo del Río(en Danzas típicas burgalesas) y la segunda tocada por “Los Castos” (editada por Lola Pérez en La música de dulzaina en Castilla y León)

Colección Justo del Río–Cancionero Danzas Típicas Burgalesas

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GRUPO DE DANZAS DE PEÑARANDADE DUERO

El trabajo de campo de Justo del Río en la Ri-bera del Duero vinculó de una manera especialal Maestro con Peñaranda de Duero. Comohemos dicho antes se entendía a las mil maravi-llas con el Tío Casto, ambos eran bajitos, de eda-des muy similares y del mismo carácter apaciblepor lo que la recuperación de las piezas fue soloel comienzo.

Tras el increíble éxito de la “Romería caste-llana” que, de mano de Justo del Río fue organi-zada por el Orfeón Burgalés en 1948, caló en lapoblación la exaltación hacia las tradiciones ru-rales y bailes típicos. El siguiente paso fue la cre-ación en el año 1949 del Grupo de Danzas dePeñaranda de Duero, uno de los primeros gru-pos de danzantes de la provincia. Esta ocasiónpropició que se desempolvaran los viejos trajestípicos de la localidad y se mostraran en todo suesplendor.

Aparte del repertorio ya existente, se inclu-yeron danzas recogidas en la Sierra por elMaestro como Las Sonajas llamada localmente“sonajas o palillos” y La Mariposa llamada lo-calmente “pañuelos cruzados”. Todo este re-pertorio continúa en vigor hoy en día.

El Grupo de Danzas en sus orígenes era en-sayado por el propio Justo del Río en la Salade Embajadores del Palacio que amenazabaruina, con una ilusión bárbara por parte de lasbailarinas y con un Tío Casto que no sólo apor-taba la música en los ensayos, sino que esteacontecimiento favoreció la recuperación desu pito castellano y vivir una segunda juven-tud, como si de una inyección de adrenalinase tratara.

Lo que en un inicio fue un entretenimiento,poco a poco se convirtió en una gran aficiónque supuso la inclusión en actuaciones deotras localidades o en aquellos concursos quefolclore que se realizaron por los años 50-60.

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al abandono en la Castilla de la primera mitad del siglo XX.

Grupo de Danzas de Peñaranda de Duero.Colección Lola Martínez –Música Dulzaina en Castilla-León

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Según me comenta María Teresa Arranz, com-ponente de esas primeras formaciones que tuvo elGrupo de Danzas, las llamaban “Las Ganonas” puesen todos los concursos locales se clasificaban enprimer lugar, por delante de los grupos de Burgoso Miranda. Este mérito las llevó incluso a bailar enel Teatro Principal de Burgos y en el Capitol de Ma-drid. Las plazas de toros de Aranda, Lerma o Huertade Rey también fueron lugares que acogieron losbailes de esta agrupación.

Ocho mujeres y un músico, el Tío Casto, quecomandaba siempre la expedición con su típicotraje y gran sombrero negro. Después de tantosaños tocando en eventos varios populares de lavida cotidiana, entiendo que este instrumentistatuvo una vejez memorable, haciendo lo que másle gustaba y realizando una actividad que revolu-cionó la cultura popular burgalesa. No es com-prensible entender el folclore en Peñaranda sin eldueto Justo del Río-Tío Casto como tampoco hu-

biese sido posible la existencia de un grupo dedanzas sin este dulzainero y viceversa. Por esta ac-tividad y tesón rindo mi homenaje a una figura en-trañable que tanto ha aportado al folclore de laRibera burgalesa al igual que Justo del Río no quisoolvidarse de él y le inmortalizó en su cancioneroDanzas Típicas Burgalesas.

En el año 1964 murió este anciano castellano,dulzainero del pueblo y sobre todo una gran per-sona que gracias a su amor por la música nos hadejado un legado tradicional impresionante a losamantes del folclore burgalés.

VALENTÍN PLAZA MONEO

Hijo del Tío Casto y segundo de siete hermanos,nació en Peñaranda de Duero el 14 de febrero de1921, por eso tuvieron a bien llamarle Valentín.Toda su vida le caracterizó la cualidad de haber sa-bido transmitir su amor hacia la música.

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Grupo de Danzas de Peñaranda de Duero en el Teatro Principal de Burgos.Colección privada Epifanía Hernán Hernán

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Me gustaría -en homenaje a los hijos del TíoCasto- comentar una anécdota muy simpática decuando eran niños: tenían tanta afición a la músicaque le “quitaron” la dulzaina al Tío Casto y en lahuerta de la casa la plantaron y regaron para quecreciera y diera más instrumentos idénticos.

Desde muy jovencito aprendió a tocar la dul-zaina y la caja siendo su padre un maestro de lujoy, como buen pupilo, se iba a tocar con él por lospueblos de la comarca. Tiempos duros en los queel transporte era largo y con muchos sobresaltosya que lo hacían ambos, en el mejor de los casos,en una bicicleta.

Me comentaba Julián (hijo de Valentín) que an-tiguamente los dulzaineros se tenían que hacer suspropias cañas para tocar (no como ahora que yahay establecida una verdadera industria para ello);en un tramo del viaje se le perdió la caña y el tudely llegados al destino se tuvieron que volver bus-cando por esas cunetas de Dios el preciado trofeoque le permitía tocar la dulzaina y lo consiguieron.

Antes de que entrara en quintada allá por el año1941, Valentín tomó la decisión de irse voluntarioa hacer el servicio militar en la Banda de San Mar-cial en Burgos durante cuatro años. La pasión quetenía por la música alcanzó su “culmen” en este pe-riodo pues tuvo la oportunidad de estudiar solfeoy música profesionalmente y tocar un instrumentomás complejo como el trombón. Pero la mala for-tuna se encaró con Valentín, cuando estando enSan Marcial agarró una fuerte pulmonía que casitermina en un dramático desenlace.

Los médicos le aconsejaron que por precau-ción hacia sus debilitados pulmones no hicieseesfuerzos tocando instrumentos que requiriesenesta acción, motivo por el que tuvo que dejar detocar la dulzaina definitivamente. Esta situaciónunida a la crisis de la dulzaina en los años cua-renta (ya que su demanda fue escasa a favor delos nuevos instrumentos de moda) fue motivopara que Valentín se adaptara a los nuevos ins-trumentos requeridos por la juventud de laépoca: aprendió a tocar el saxofón y el acordeón.

Valentín siempre se ha definido como un ver-dadero amante de la música y no era raro verletocar cualquier pieza moderna o antigua con losinstrumentos antes citados. Por ello fue muy so-licitado en muchas localidades que se extendíanpor toda la Ribera burgalesa, y algunas de Soriay Segovia. Acudía a fiestas populares, romeríasy acontecimientos sociales con diversas forma-ciones de orquestina, según lo requiriese elcontratante.

Fueron “Las chispas de Huerta de Rey”, “Los deAlcubilla”, “Los de Brazacorta”, “El Chunchun deBaños de Valdearados” y otras orquestinas las queconvivieron en esa época con Valentín.

Una de las virtudes a destacar de Valentín hasido la cualidad y paciencia de enseñar música acualquier persona que se lo pidiese, ya fuese niño,mujer o persona mayor. Él simplemente disfrutaba

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Orquestina de Valentín Plaza (izq. Foto). Colección privada Epifanía Hernán Hernán

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de la música como lo hacía su padre y no era raroque si un día estaba arando la tierra, dejara la laborporque le requerían para tocar en un pueblo.

Anécdotas tan curiosas como la acontecidacuando fue a tocar a Zayas de Torres (Soria) sondignas de reseñar. Llevaban la bicicleta cargada conun bombo, caja, acordeón y saxofón y, en mediodel campo, vieron un rebaño y oyeron gritos. Pen-saron que era una oveja pariendo, pero la partu-rienta era la pastora que calculó mal el día delnacimiento y tuvo al final unos asistentes al partoun tanto musicales.

Persona buena, tolerante, no egoísta y sí com-placiente, se rodeó siempre de buenos compañe-ros a la hora de tocar. Destacó entre otros a suprimo Miguel Plaza que en sus primeros años fue

tocando con él y, sobre todo, a su inolvidable y con-siderado “hijo adoptivo” llamado Sotero, con quiéncompartió durante muchos años actuaciones y fuecontertulio de su vida.

Pero aparte de todas las cualidades que hemosreferido y su gran afición de corazón a la música,destacó por ser el verdadero hilo conductor de latradición heredada directamente del Tío Casto. Élnunca abandonó el mundo tradicional y era el pitocastellano su aliado y verdadera pasión.

Gracias a él hemos podido saber cómo se toca-ban las piezas antiguamente en Peñaranda deDuero y también el Grupo de Danzas de la locali-dad ha podido bailar como lo hacían con su padre.Por estos méritos era conocido como “El Pitero dela Ribera”.

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al abandono en la Castilla de la primera mitad del siglo XX.

Valentín Plaza Moneo, “El Pitero de la Ribera”.Colección privada Familia Valentín Plaza

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Han sido muchos los homenajes que ha te-nido Valentín, sobre todo procedentes del granalumnado y numerosos amigos. Personalmentehe tenido el privilegio de conocerlo personal-mente e, incluso, tocar en varias ocasiones conél y quiero destacar mayormente ese espíritumusical que siempre supo transmitirme.

Como ley de vida que es, Valentín se fuecon el Tío Casto el pasado 20 de enero de 2017no dejando de tocar ni un momento en suvejez y siempre valorado y querido por mu-chas gente a la que ha marcado con su música.Su entierro fue una exaltación a su figura a laque acudimos muchos músicos, dulzaineros yamigos y en el que en ningún momento dejóde sonar la música.

Me siento orgulloso de que, en su última mo-rada, fuese enterrado al son de mi pito castellanoe interpretando la Jota Peñarandina tal como latocaban el Tío Casto y el propio Valentín.

BIBLIOGRAFÍAFolklore Burgalés (Domingo Hergueta y Martín)Folk-lore de Burgos (Federico Olmeda)Colección de Cantos Populares Burgaleses (Anto-nio José Martínez)Danzas Típicas Burgalesas ( Justo del Río)La música de dulzaina en Castilla y León (LolaPérez)Cancionero Popular de Burgos (Miguel Manzano)Peñaranda de Duero ( J. Ximeno)

INFORMANTESMaría Teresa Arranz (Maruja)Sotero (compañero de música de Valentín)Julián Plaza (hijo de Valentín)Epifania Hernán (primera componente Grupo deDanza)Telesfora Gallo (longeva vecina de Peñaranda)Miguel Plaza (sobrino de Valentín)D. Emiliano (cura de la parroquia San José deBurgos)Regina Peñacoba (Directora G.D. Justo del Río)

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