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Parque Nacional Cahuita – Adaptación al Cambio Climático
“Antes, cuando salíamos en lancha a pescar, volvíamos una o dos horas más tarde con 50 kg de pescado. De las ganancias podía alimentar a mi familia e incluso comprar esta casa.” Dice Don Juan Francisco Saballo.
Imagen 1: Juan Francisco Saballo, pescador
La casa que una vez fue todo su orgullo, se encuentra hoy a la venta y en muy mal estado. Urge una reparación del techo, pero el pescador de 60 años de edad no tiene el dinero para hacerlo. Si hoy en día todavía dependería de la pesca, su familia ya habría muerto del hambre. El agua del mar se ha calentado demasiado y el oleaje está mucho más fuerte, comentan los pobladores costeros. Los arrecifes de coral que protegían la playa ya sucumbieron ante el cambio climático y otros desastres naturales. Los peces migraron hacia el norte. Y los pocos ingresos que el señor Saballo genera con su pequeño negocio de turismo no alcanzan para mantener y cuidar su casa. Por esto, él les seguirá a los peces rumbo al norte y se mudará a Puerto Limón.
Proyecto Biodiversidad marino-costera de Costa Rica – Desarrollo de capacidades y adaptación al cambio climático (BIOMARCC-GIZ-SINAC)
Por encargo de Ministerio Federal de Medio Ambiente, Conservación de la Naturaleza y Seguridad Nuclear (BMU); International Climate Initiative (ICI)
Organización ejecutora
Deutsche Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (GIZ) GmbH (Agencia Alemana para la Cooperación Internacional)
Contraparte nacional
Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC) del Ministerio de Ambiente, Energía y Mares (MINAE), Costa Rica
Persona de contacto Dr Michael Schlönvoigt; Correo electrónico: [email protected]
Duración 12.2010 – 11.2014
Descripción Costa Rica se ve severamente afectada por las consecuencias del cambio climático (ej.: variaciones de precipitación – aumento en el nivel del mar – aumento de la temperatura superficial del mar – acidificación de los mares). La conservación de los ecosistemas marinos y costeros es de especial importancia, dado que éstos aseguran las bases de vida de los pobladores directamente (pesca) e indirectamente (turismo) y además cumplen con una función de protección natural física ante tormentas, erosión de costas, inundaciones y ante la salinización de suelos y aguas subterráneas.
La resiliencia de ecosistemas o de áreas protegidas marinas (APM) ante efectos del cambio climático depende de (1) la representatividad de los ecosistemas en el sistema nacional de áreas protegidas, (2) de su estado actual (integridad ecológica), (3) de la intensidad de las amenazas climáticas y no-climáticas (sensibilidad y vulnerabilidad), (4) del grado de conexión de los ecosistemas o áreas protegidas (corredores) así como (5) de la efectividad de manejo de las APM (capacidad institucional).
El proyecto por lo tanto apoya y asesora al SINAC en lograr los siguientes objetivos:
1. Mejorar la representatividad ecológica del Sistema de Áreas Protegidas Marino – Costeras.
2. Fortalecer las capacidades de gestión de las instituciones responsables del manejo de áreas de conservación marino - costeras y de otros actores locales relevantes, especialmente con respecto al cambio climático.
3. Implementar conceptos y mecanismos financieros para la adaptación de las Áreas Protegidas Marino – Costeras frente al Cambio Climático con los actores locales.
4. Establecer una plataforma de información, comunicación y cooperación que permite el intercambio y la transferencia de conocimientos y experiencias sobre el manejo de los ecosistemas marino - costeros y su adaptación al Cambio Climático entre los actores relevantes.
5. Desarrollar y divulgar conceptos, instrumentos y estrategias desarrollados en el marco del proyecto hacia otros países de la región centroamericana.
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Imagen 2: La casa de la familia; había sido alguna vez todo su orgullo.
Su hijo José no se mudará al norte, ¡él se queda! Tiene 38 años de edad y es funcionario del Parque Nacional Cahuita. Su área de trabajo cuenta con 1.102 hectáreas de tierra 23.290 hectáreas de mar. Según él, es el lugar de trabajo más bello sobre la tierra. Sus ojos brillan al decirlo. En esta pequeña área de la costa caribeña se encuentran diversos ecosistemas: Arrecifes de coral, playas arenosas, bosques, ríos y manglares. En el transcurso del tiempo estos ecosistemas han sido poblados por un gran número de especies. En las playas de arena blanca anidan la Tortuga Baula y la Tortuga Verde, y las raíces de los mangles ofrecen protección a peces y crustáceos. Los corales y pastos marinos también brindan refugio y alimento a muchas especias, como los erizos de mar, esponjas (también llamados poríferos), peces, y tortugas. El hábitat del Parque Nacional Cahuita cuenta con 21 especies de reptiles, 17 especies de anfibios, dos especies de monos y cuatro tipos de felinos salvajes.
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Imagen 3: El hijo José no se mudará al norte.
Cahuita se había declarado área protegida ya en el año 1970 como monumento nacional, en 1978 se declaró Parque Nacional. Tres zonas conforman el sistema de protección al área. Una zona de amortiguamiento alrededor del área protegida tiene la función de reducir la presión de factores que generan estrés al hábitat, reduciendo en áreas de agricultura intensiva cercanas al parque nacional la aplicación de fertilizantes y sensibilizando a la población local en temas de ecología. La segunda zona, la cual es de protección absoluta, cuenta con 24.197 hectáreas equivalentes al 99,7% del área total del parque nacional y está destinada a conservar el ecosistema natural a mayor cantidad posible. En esta área el uso se restringe únicamente a fines científicos y para la educación ambiental. La construcción de rompeolas, la instalación de tendidos eléctricos y postes de transmisión y carreteras, así como las actividades recreativas y el turismo no se permiten en esta zona. En un sector relativamente pequeño (5 hectáreas equivalentes al 0,05% del área protegida) se encuentra uno de los mayores atractivos del país para el turismo: Playa Blanca en el Parque Nacional Cahuita, la cual se ubica justo al lado del pueblo de Cahuita. Aquí se permiten actividades como el buceo con snorkel. Además cuenta con un sendero para realizar caminatas por el bosque y a lo largo de la costa. A lo alto de las copas de los árboles los monos “Cariblanco” y “Congo” observan detenidamente a los visitantes y a veces disfrutan de tirarles frutas a las personas. Entre las ramas de los árboles se observan bellas serpientes amarillas. ¿Quién sabe si se trata de la venenosa “Oropel” o de su inofensiva imitadora, la “Lora Falsa”? Se requiere de una persona experimentada para saber, dice José Saballo.
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Imágen 4: ¿La venenosa Oropel o su imitadora?
José Saballo y 18 de sus compañeros se encargan de la vigilancia del parque nacional. Al recorrer el sendero para visitantes una y otra vez se topa con trozos de coral muerto que el mar arroja a la costa. Los recoge y deposita en sitios de colecta a lo largo del sendero. Con el tiempo se han formado montículos de coral blanco de dos metros de altura, como monumentos exhortatorios se podría decir. “No son los turistas los causantes,” dice José, “es el cambio climático. Algunos de los corales se encuentran a tan sólo 80 centímetros bajo la superficie del agua. La temperatura en esas zonas del mar ha aumentado considerablemente. Los corales sufren de calor. Han cambiado las corrientes y las mareas son cada vez más fuertes. Por eso se rompen los corales con mayor frecuencia.”
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Imagen 5: Montículos de coral muerto al lado del sendero
En los últimos 20 años se ha experimentado una pérdida irrevocable del 40% de los corales vivos. El crecimiento de corales se ha reducido en los últimos 100 años en un 50%. La consecuencia es una pérdida en la diversidad de especies. Las especies que hoy todavía habitan los arrecifes son aquellas que han sido las más ágiles en adaptarse a las nuevas condiciones del ambiente. La alta mortalidad de corales no afecta solamente los habitantes del mar. Sin contar con una barrera protectora, las olas llegan a la costa con mayor fuerza llevándose la arena de las playas y árboles con sus raíces. La erosión de la costa y la sedimentación son de los mayores problemas en la zona de Cahuita.
En el lugar en el que solía estar la primera casa de los guardaparques se visibiliza la magnitud del problema: Hace pocos años la casa se encontraba detrás de la playa – hoy las ruinas se encuentran inundadas. “Tan sólo en los 3 años pasados el mar se ha tragado 50 metros de playa y numerosos árboles. Solían ser 30 metros entre la línea de la marea alta hasta el sendero de visitantes. Hoy la marea alta llega hasta el sendero. Tendremos que hacer un nuevo sendero.”
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Imagen 6: La antigua casa de guardaparques en el Parque Nacional Cahuita
La adaptación al cambio climático es uno de los mayores retos de la actualidad. La adaptación no implica únicamente la reducción de estreses sobre la flora y la fauna, sino que incluye una planificación adecuada que toma en cuenta los futuros cambios que generará el cambio climático. El Plan de Manejo nuevo que ha sido elaborado con el apoyo técnico y financiero del proyecto BIOMARCC-SINAC-GIZ de la Cooperación Técnica Alemana considera esto en su catálogo de medidas. Para el Parque Nacional Cahuita esto significa por ejemplo que un futuro sendero para visitantes se diseñe de tal forma que no se vea destruido en un par de años por el aumento del nivel del mar y por la dinámica de las olas.
Imagen 7: El mar se lleva el sendero de visitantes
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Adaptarse al cambio climático también implica fortalecer mecanismos de protección naturales en aquellos lugares donde no se pueden impedir sus consecuencias. Si bien es imposible detener la acidificación del mar y recuperar corales deteriorados, sí se puede detener la resultante erosión en las playas a causa del fuerte oleaje protegiendo la vegetación y manglares en la zona costera. Ellos son el mejor mecanismo de protección. Los manglares son de los ecosistemas más productivos. En la zona superficial de arbustos y árboles viven especies terrestres, entre las raíces de los mangles se albergan los habitantes marinos. El sistema de raíces y los sedimentos por medio crea un hábitat para peces, cangrejos y camarones. Los manglares cumplen con una importante función en cuanto al cambio climático: Es por algo que se les llama los “sumideros de carbono azul” de los océanos. Fijan alrededor de cinco veces más dióxido de carbono que otras especies de árboles. Según un estudio realizado por BIOMARCC en el año 2012 se estima que todos los manglares del país en conjunto fijan alrededor de 20 millones de toneladas de carbono. Además protegen a las costas de mareas y oleajes fuertes, de huracanes y de inundaciones. Es por esto que es tan importante la protección de los manglares, dice el funcionario del parque nacional José Saballo. Es necesaria la adaptación al cambio climático para que se mantenga la diversidad en plantas y animales del parque nacional, y quizás algún día los nietos de Juan Francisco Saballo también encuentren trabajo en “el lugar más bello de la tierra”, el Parque Nacional Cahuita. Acerca del Proyecto BIOMARCC El Proyecto BIOMARCC es implementado por la Gesellschaft für Internationale Zusammenarbeit (GIZ) por encargo del Ministerio Federal de Medio Ambiente, Conservación de la Naturaleza y Seguridad Nuclear (BMU) de Alemania con fondos provenientes de su Iniciativa Internacional para el Clima (International Climate Initiative – ICI). BIOMARCC apoya y asesora al Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC) del Ministerio de Ambiente, Energía y Mares (MINAE) y el Programa Costa Rica por Siempre con el objetivo de mejorar las capacidades adaptativas de ecosistemas marino-costeros a las consecuencias del cambio climático. Para ello ejecuta actividades para aumentar la representatividad ecológica del Sistema Nacional de Áreas de Conservación atendiendo los vacíos de conservación identificados y priorizados para Costa Rica, fortalecer las capacidades de gestión de las instituciones responsables del manejo de áreas protegidas marinas y costeras, y desarrolla conceptos y mecanismos para asegurar un financiamiento sostenible de dichas áreas protegidas. Los conceptos y las estrategias desarrolladas en el marco del proyecto serán divulgados y adaptados a otros países de la Región Centroamericana. Derechos de autor y fotos: Gitti Müller, Alemania, por encargo de GIZ.