origen de los petroglifos gallego atlánticos

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R. SOBRINO LORENZO-RUZA. Origen de los Petroglifos gallego atlánticos (Crítica de la hipótesis de H. Obermaier sobre lacronología de los grabados del N. O.)

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  • Origen de los Petroglifos gallego atlnticos (Crtica de la hiptesis de H. Obermaier sobre la cronologa de los grabados del N. O.)

    Por R. SOBRINO LORENZO-RUZA

    I

    Desde la creacin por el profesor Hugo Obermaier, en 1925, de la hip>-tesis sobre los grabados rupestres, iinscultuiras o p3troglifo3 del noroeste de Espaa, expuesta) en su trabajo Die Bronzezeitlichen telsgravierungen von Nordwestspaniertj Calizien, que fu aceptada, dado su prestigio internacio-nal, en todos los medios cientficos, no se ha vuelto ai plantear seriamente ninguna otra hiptesis referente a los orgenes de dichos grabados. Cuevillas y Bouiza Brey, en Galicia, la han comentado aceptando el punto de vista mantenido por Obermaier en cuanto a los orgenes de los petroglifos. Mac White, denominando elemento megalitico al grupo ms antiguo de Ober-maier, lo acepta tambin.

    Nosotros hemos planteado, en un ensayo publicado en 1948 (Acerca de los signos del petroglifo de Eina dos Mouros. . Museo de Pontevedra), la posibilidad de que el primer grupo de Obermaier no tenga existencia real y, por consiguiente, que sea falso todo el supuesto origen de los petro-glifos del Noroeste.

    La teora de Obermaier tiene como punto de partida la tesis evolucionista del origen de las pinturas rupestres esquemticas, la cual,

    a su vez, tiene como antecedentes otras teoras de Breuil sobre determinados dibujos par leolticos, en los cuales ha visto un proceso de degeneracin, y tambin Zephyrvs III. 9

  • 26 IR . S O B R I N O

    otras todava ms antiguas, de J. Dechelette, sobre el arte llamado dolm-nico, y otras suposiciones de Cabr, elaboradas a base de series de figuras, y referentes al arte naturalista estilizado del Levante espaol, as como al que despus Breuil denomin arte rupestre esquemtico.

    Todas ellas, menos la de Dechelette. se han fundamentado en las inves-

    >ro dos Mouros' $. Jorge c/e Sacos equo \Jon Ccrre J

    Figf. 1

    tigaciones etnogrficas de Haddon y Balfour, que, por lo que ahora se sabe, y como ha expuesto con absoluta claridad de visin Franz Boas en su libro Arte primitivo, haban llegado a una conclusin equivocada. La reproduc-ciin artstica no es naturalista en su origen, y no se geometriza, en el transcurso del tiempo, perdiendo todo parecido con el original. Arte naturalista y arte geomtrico son dos corrientes que nacen paralelamente, y el ltimo, tpicamente industrial, toma de aqul !

  • ORIGEN D(E LOS PETRGLIfS 127

    diversas localidades, da origen a su empieo por los artistas y determina la formai particular que adoptan sus representaciones, y a pesar de lo cual de aquella premisa bal partido toda la teora evolucionista de Obarimaier, en la cual se encuentran tambin contradicciones, como son los llamados "prs-tamos1", que, considerados como catalizadores, llevan en si, sin embargo, el reconocimiento de influencias extraas. Usando el mismo ejemplo que cita

    %

    Fig. 2

    Boas podemos resumir esto diciendo: "si un artista tiene lai costumbre de usar diseos de puntos y lneas combinados y m s tarde trata de represen-tar un animal, este mtodo particular ser el quia aplique en la represen-tacin".

    De todo lo anterior se deduce que varias influencias actuando sobre un motivo, pueden dar la apariencia de una serie evolutiva, y contempladas con el criterio evolucionista, ordenarse, mostrando una evolucin del na-turalismo al esquematismo.

    Tampoco pueden aducirse en favor del esquematismo lias representaciones realizadas en campos limitados, tales como las prehistricas de las urnas facales o las de figuras de piedra (estatuas menhires), puesto que aqu es la limitacin del campo la que obliga a una eleccin forzada de los rasgos representativos ms caractersticos. Lo mismo ocurre en los restantes campos

  • 128 R . S O B R I N O

    limitados, en los cuales los arreglos formales (de formai) obligan tambin a convencionalismos, pero que son solo realizables en todos los casos cuando el ejecutante tiene un completo dominio de la tcnica y de la disposicin del espacio. Esto es perfectamente comprobable, sobre todo en las formas cermicas. Debe sealarse tambin lo que antes hemos apuntado referente a influencias recprocas, pero extendindolas a todos los campos de la ac-tividad artstica primitiva. Quieda englobado en esto la influencia de uinas

    T + t f \ # f 2 S . S 6 7

    o(afao n 8 9 fO ff t2 f3 f.

    f5 f / 7 fS f9 20 21 (jnpo mas an//C(/o.Gra>>oabs- e/e senc///cr j&rmcr geame-/c&-es0c/&nocas-

    Fig.3

    tcnicas sobre otras. De igual manera que los dolos plsticos (de cabeza de lechuza, el de pesas de gimnasiai, el de aletas, el bitriangular y los dolos almer'enses en hueso y en piedra), otras formas claramente proce-dentes del campo cermico o de la cestera (de aqul en especial los trin-gulos y los rombos) aparecen tambin representados en las pinturas rupestres llamadas esquemticas. Por otra parte, la representacin artstica no puede proceder sino ai base de formas tcnicamente desarrolladas, y el trabajador no puede crear una forma definida como producto de su imagi-nacio, sin que la preceda una experiencia tcnica que le haga apercibirse de ella.

    Lia aparicin de motivos que encontramos en las llamadas pinturas rupestres esquemticas, aisladamente, en otro gnero de representaciones figuradas de Europa, no es raro. As, por ejemplo,- paralelos a las figuras humanas cogidas de las manos de Valdejuncos, Arrondies (Portugal), son otras de Val Camonica, Liguriai (Italia) y otras de Solsenhulem, Lek, Nord-Trendelag (Noruega), existiendo figuras del mismo tijp morfolgico que las de Viaildejuncos en otras varias estaciones del llamado arte esquemtico. Las que Breuil denomina figuras esteliformes, que creemos que no son otras que

  • ORIGEN DE LOS PlETROGLIFOS 129

    las rosetas que como smbolos solares aparecen en las viejlas culturas medi-terrneas, en Mesopotamia y Egipto, y que aparecen, entre otras localidades de las llamadas pinturas esquemticas, en ila Cueva de las Vacas del Retaimoso (Despeaperros) y en Pala Pinta (Portugal), tienen paralelos exactos en la roca cercana a Seskilgreen (Irlanda), en donde aparecen grabadas. Tambin hay pruebas de influencias muy posteriores a la poca general de las pinturas llamadas esquemticas. As, par ejemplo, aparece en Aliara (Tarragona) un,

    f 2 3 A S 6 7

    9 fO ft tZ /3

    Grupo mc/s &/7n'p(/o. savemos ate /?om>nes y antmcr/es. Fig. 4

    trisquele pintado sobre una roca cercana a la cueva de este nombre. En Calapaita (Teruel) aparecen puales, lo mismo que en Tivisa (Tarragona), que parecen todos ellos de lia Edad del Hierro. Recientemente se ha encon-trado en la pequea isla de Levanzo, a dieciocho kilmetros de la costa occidental de Sicilia, una localidad que, al lado de pinturas paleolticas, posee represe ntiaiciones de pinturas esquemticas. Al lado de representaciones de dolos en forma* de violin (que muestran y confirman el camimoi por donde han llegado a Espaa estas imgenes procedentes del Egeo) aparecen repre-sentaciones de puales muy parecidos a IOLS de Mont Bego, en Liguria. En Alperai (Albacete) aparecen pinturas representando ganado vacuno que estn realizadas en igual form: que los grabados de las rocas de Bohsland (Suecia), en la localidad de Tanum. El motivo que Breuil denomina aneori-forme est representado repetidamente en las navajas de afeitar de Escan-dan avia.

    Pero elementos pertenecientes, sin gnero! de duda, a las pinturas llamadas esquemticas, se encuentran, adems, claramente disociados, corno si proce-diesen de campos totalmente distintos. En el Barrpnco de B'alos (Gran Canai-ria) se encuentra, segn el Dr. Pedro Hernndez, una representacin grabada cuyo estilo recuerda par completo a las figuras de los llamados "hombres esquemticos^. Pero al mismo tiempo no parecen existir en los petroglifo?

    %

  • 130 R . S O B R I N O

    canarios aquellas representaciones humanas de forma claramente geomtrica. Se hallan, en cambio, aquellas otras que Wlfel considera como propias del arte megaltieo, tales como espirales y dobles espirales, dndole, por const-gulienJte, otra acepcin a "meglticof distintal a liai de Mac White. Segn este ltimo, en el arte megaltieo irlands se encuentran representaciones geo-mtricas, estando ausentes, por el contrario, todas aquellas del tipo que

    ,Grupo mas oftoi/o. Ss^i/emos de /

  • ORIGEN DE LOS iPETROOJFQS 131

    O' bien estn relacionados con la agricultura o estn representados como si fuesen vegetales. Todo esto es la continuacin de aquellas otras representa-ciones que se han llamado naturalistas estilizadas, pero es ya un mundo completamente distinto, reflejo de un ambiente neoltico, en el cual tienen que haber influido las tcnicas de la cermdaa y de la cestera. Pero aqu no ha habido ninguna evolucin, ni ninguna tendencia hacia la esquem at iz acin,

    "ira OM Movros" S Jorca

  • 132 R . S O B R I N O

    lactones solares. De estos motivos solamente conocemos del Corpus de Breuil los siguientes: cuatro representaciones de circules concntricos en Puerto Alonso (Cabeza de Buey), dos motivos en Covati lia de San Juan y tal vez uno en La Batanera, si bien este ltimo es asimilable tambin a una repre-sentacin solar. El tercer hecho se refiere a la presencia de representaciones

    l

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    g5 i! .?.

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    H

    Pintura* c/o Cochoo aS Papa fSegt/a Soi/tt, ./ur>,or)

    Fig. 7

    de ciervos. Motivos de ciervos aparecen en las pinturas esquemticas, y aparecen tambin en los petroglifos gallego-atlnticos. Nosotros consideramos dudosas las representaciones de ciervos de Nuestra Seora del Castillo (Almadn), siendo divisibles las restantes quia aparecen en las pinturas llamadas esquemticas en dos clases. Una, claramente asimilable para nosotros a la representada en cermica, y que procede de este campo; otra, aquella de la que aparecen varias en la cueva dei Tajo de las Figuras (Cdiiz). La primera no tiene parecido ni tiene nada que ver con los petroglifos del Noroeste. La segunda creemos que tiene, en cambio, indudables influencias d ellos, siendo en este sentido, probablemente, una incursin hacia el Sur.

  • ORIGEN DE LOS PETROGLIFOS 133

    Finalmente, existe tamfaiin en el Tajo de las Figuras una representacin que Cafar y Hernndez Pacheco han interpretado como un lazo. Ocupa urta posicin central en el friso. Nosotros creemos que se trata de una represen-tacin serpentiforme, y por esta posicin central debe ser lai ms antigua.

    Todos estos hechos no tendran explicacin considerados colmo una evo-

    Fig.8

    Iucin de las pinturas esquemticas. En cambio, s la tienen si se ven como' resultado de la misma corriente que, procedente del Mediterrneo, crel los petroglifos. Es decir, que seran el resultado de un contacto miuiy ligero de aquella corriente con lai que cre las pinturas esquemticas.

    n

    Tal vez con la preocupacin de cerrar el ciclo que, segni otras teoras precedentes, pretenda Obermaier, que inicindose en el Paleoltico y fcn el Cantbrico, hab seguido bien sincrnicamente, o ms tarde por Levante y por el Sur, pretendi Obermaier que las ltimas manifestaciones del arte prehistrico en Espaa apareciesen en el Bronce, y en el Noroeste, permi-tiendo as una difusin hacia el Norte, va Atlntico. Para que estol ocurriese, necesariamente" deba establecerse una unin sucesiva entre todas las de las diversas pocas, y as en aquellas teoras precedentes haca, paralelo, o> in-fluenciado del arte cantbrico, el arte levantino y naturalista, de ste derivaba el esquemtico, del esqueimico las manifestaciones del llamado "arte dol-mnico" y, por ltimo, en la teora que ahora analizamos, buscaba una justificacin para que los petroglifos gallego-atlnticos surgiesen como epgonos de estas ltimas.

    Obermaier se dio cuenta de que los motivos de nuestros petroglifos s^ diferenciaban muchsimo de ellas para poder establecer unai unin directa.

  • 134 R . S O B R I N O

    Por esto l eligi, de entre ellos, un grupo, el "antiguo", cuya vaguedad de motivos le poda permitir establecer el nexo que le haca falta para cerrar el ciclo artstico prehistrico en la Pennsula.

    Estos motivos ya los haba seleccionado Olbzrimaier en sus Impresiones, publicadas despus de su primer viaje a Galicia. Vuelve a utilizarlos, con

    Fig. 9

    ligeras modificaciones, en el trabajo objeto de esta crtica. Como ya hemos dicho en nuestro ensayo del Museo de Pontevedra, Obermaier crea necesaria una nueva versim de "Eira dos Mouros", de San Jorge de Sacos. (El escribi! a nuestro padre R. Sobrino Buhigas dicindole, en 27-111-1925: "Il me parait aussi indi s pensable que se fasse une nouvelle copie de San Juan de los Sacos." Se refiere, sin duda], a "Eira dos Mouros", copiada por Cabr.) Sin embargo, Obermaier no crea que esta nueva version pudiese alterar su hi-ptesis, puesto que l us, conociendo yai su inexactitud, la versin de Cabr, reproducindola parcialmente en su trabajo.

    Los motivos del grupo antiguo estn seleccionados de la siguiente mane-ra. De "Eira dos Mouros" Obermaier hace una seleccin de motivos de dos versiones. Una de ellas es la citada de Cabr (fig. 1), o>tra la de Enrique Campo Sobrino (fig. 2) (Vase Corpus Petroglyphortm Gallaeciae, fig. 68), que es la misma que cita Cabr y que posea la Sociedad Arqueolgica de Pontevedra. Los motivos seleccionados son nicos en ambas versiones, con las excepciones que ms adelante sealaremos, y no tienen para la versin de Cabr ninguno otro igual, ni tampoco con los restantes petroglifos gallego-atlnticos, y lo mismo para la versin ^ e E, Caimpo, Para los signos

  • ORIGEN D LOS PETROGLIFOS 135

    o dibujos de sencilla formai geomtrico-esquemtica (fig. 3) elige die la version Cabr el nmero 10, y de lai versin E. Campo los nmeros 16, 17 y 20. Para sus esquemas de nombres y animales elige de la versin Cabr los nmeros 9 y 13, y no hay ninguno de la da E. Campo. Por ltimo, para sus esquemas de dolos rectangulares y ovales toma- de i a versin Cabri! los nmeros 6, 8, 10, 11, 13, 14 y 15, y de la de E. Campo los nmeros 1, 2, 3, 4 y 12 (figs. 4 y 5) .

    Fig. 10

    Corresponden al Petroglifo de "El Altar", entre los de sencilla forma geomtrica esquemtica, el nmero 18, y al die "El Polvorn" lofe nmeros 7, 19 y 21. Entre los esquemas de nombres y animales corresponden al pri-mero 7 y all segundo los nmeros 8 y 14. Finalmente, entre los esquemas de dolos rectangulares y ovales, corresponde a "El Altar" el nmero 7.

    Hay otrai serie de signos en esta* seleccin de motivos quie corresponden a las otras estaciones que Obermaier incluye en su grupo antiguo, y que son Oya, Villadesuso' y Pedrac5, y tal vez tambin Outeiro do Galieiro, que Obermaier cita en la ltima parte de las estaciones de este grupo.

    La eleccin de los signos die "Eira dos Mouro^" de dos versiones distintas est explicada por la preocupacin de Obermaier qu; hemos sealado al principio, pero es, como se comprende, un mtodo completamente arbitrario, ya que una versin debe anular a la otra, pero no es posible tomar los motivos, sin razn ninguna., de ambas

    a la vez. Al mismo tiempo, como; ya sealamos, los motivos son nicos, y por consiguiente no ofrecen absoluta-mente ninguna garanta. Incluso uno de ellos, el nmero 13 de sus esque-mas de hombres y animales, est ligeramente desfigurado de tal forma que parece un animal macho con un jinete montado.

    La reproduccin exacta de "Eira dos Mouros" (fig. 6) y la reproduccin exacta de "Caehio da Rapa" (fig. 7) aleja las posibles comparaciones de motivos, hacindolas completamente imposibles. Pues aunque Obermaier

  • 136 R . S O B R I N O

    haya reproducido de la primera motivos que se aproximan a la realidad, tales como los que en otra lmina de su trabajo reproduce de la versin Cabr, juntamente con dos dolos de pizarra (dolos-placa) y u motivo idoli-forme die "Cacho da Rapa", falta, al suprimirse el reticuladio interior que Caibr hace aparecer en su versin, en unos cuantos motivos rectangula-res de "Eira dos Mouros", aquel cosible parecido que les ha servido a ambos para establecer la posibilidad de que estas representaciones de "Eira dos

    Fig. l i

    Mouros" pudiesen haber derivado de aquellas otras, que en "Cacho da Rapa" se consideran colmo reproducciones de dolos-placa, tanto por su forma como por su posicin fisiolgica. Una vez perdida esta posible conexin, tambin alejan las delmis caractersticas a ambas estaciones. "Cacho da Rapa" est realizado conforme al modelo caracterstico para una pintura rupestre, es decir, en una pared vertical y protegida.. Lo mismo que ocurre en Pala Pinta y como se repite en Pea Tu, aunque en esta ltima los dog elementos nis tardos, el pual y el dolo (este ltimo posiblemente sea funcionalimente un escudo), han sido previamente grabados. "Eira dos Mouros" es un petrogli-fo grabiado por percusin, por lo cual' nosotros lo consideramos como no perteneciente al grupo galle'go>-atlntico; se encuentra en uina superficie al aire libre y es posible buscar concordancias d& sus motivos por otros caminos distintos a los que pretendi Obermaier. De existir relaciones en una fase final entre los petroglifos gallegos de nuestro grupo y los petroglifos ligur res, oomo nosotros planteamos en un trabajo, podran considerarse los motivos rectagulares de cuyos vrtices parten en el sentido dis las diagonales y hacia fuera, prolongaciones de "Eir a dos Mouros", como representaciones de pieles de ganado extendidas, en igual forma que se interpretan dibujos completamente iguales de los Alpes Martimos. Pueden verse estas concor-dancias en A guide to the prehistoric rock engravings in the Italian Mariti-me Alps, de C. Bicknell, lminas XX, XXXII y XXXIV y figs. 1, 2, 3, 4 6,

  • ORIGEN DE LOS PETROGLFOS 137

    7; 5 y 8, respectivamente, estando estos motivos excavados en toda la super-ficie rectangular. Existe en otra localidad cercana a "Eira dos Mouros" otro tipo de motivos que tal vez se repite en Portugal. Se trata de unos rectn-gulos excavados y con una especie de mango, que tambin pudieran repre-

    Fig. 12

    sentar mazos, y por consiguiente podra establecerse la posibilidad de que los signos rectangulares de "Eira dos Mouros" sean tambin representaciones de mazos (fig. 8).

    Parte de los motivos pintados de "Caoho da Rapaf son posiblemente

    Fig. 13

    reproducciones de dolos rectangulares, de dolos-placa, en cuya posicin fisiolgica vertical estn representados, en una fase en la cual la ornamen-tacin se hace en cuadrcula. Estas cuadrculas se encuentran tambin re-

  • 135 !R . S O B R I N O

    presentadas en las placas de barro del castro de Vilanova de San 'Pedro, y aparecen tambin en una fase que nosotros consideramo? final, en los petro-glifos gallego-atlnticos. Ademas, se representan tambin en "Cacho da Rapa" ruedas, que creemos, por su posicin perifrica, que estn pintadas posteriormente a los motivos idoliformes. Podran s?r resulltado de tin con-

    Fig. 14

    tacto con el rea de los petroglifos o fruto de la misma corriente que los origin.

    "Eira dos Mouros" pertenece, segn nuestra opinin, a un grupo distinto al de los petroglifos galllego-atflantieos y es de poca indudablemente pre-histrica!. En cambio, los dos petroglifos que Qbermaier Citai en primer lugar en su trabajo, que son "Pea del Polvorn y "Piedra del Altar",

    Fig. 15

    deben excluirse de este grupo prehistrico, porque todos sus caracteres los sealan como de poca completamente reciente.

    Si los motivos de "Eira dos Mouiros" se diferencian de todos aquellos que Obermaier separ! en su grupo ms joven, cabe, sin embargo, la posibilidad

  • ORIGEN DE LOS FETROGLIFGS 139

    de establecer, conno lo hemos hecho, relaciones con otros motivos que son prehistricos, y, adems, existen en da misma. "Eira do s Mouros" huellas, representadas por motivos circulares que han sido retocados, posiblemente cuando se grabaron todos los restantes, con tcnica de percus'n, que nos permiten, sin gnero de duda, decir que este petroglifo tuvo exclusivamente en un principio motivos pertenecientes al grupo gallego-atlntico. Perof esta posibilidad se presenta completamente, nula parai los dos citados de "El Polvorn" y de "El Altar". No solamente tas motivos son totalmente distin-tos, sino que la tcnica es tambin' compile taimen te diferente. Adems, hay posibilidad de establecer la identidad etfaeta de estos motivos. Nosotros

    Flg.16

    hemos revisado ambos petroglifos y hemos introducido en las versiones al-gunas correcciones que son suficientes para anular los supuestos parecidos con el petroglifo irlands de Fionn Locha (Cloonfinlough). que, por otra parte, es posible relacionar con otrai clase de; petroglifos, y que al mismo tiempo permiten identificar todos los signos como representaciones de "cruces cristianas", anlogas a las que existen en multiplies lugares rurales de Galicia y de Portugal, grabadas o pintadais en las jambas de las puertas de las casas o en otros lugares anlogos. Cojmoi demostracin de esto nosotros1 acompaamos una fotografa sacada de la Historia de Espaa], T. II, dte L. Pericat, Barcelona, 1935, pg. 136 (fig. 9), que representa la jamba de-recha de la puerta de lai cabecera de la iglesia visigoda de Quintanilla de' las Vias, en la cual se ve perfectamente una de estas, cruces. Pero, adems, en esta mism a obra, T. I, pg. 179 (figura inferior), hay untai cruz grabada en Pea Tu, que hemos citado antes, tambin de esta misma forma, y que es una clara cristianizacin de esta localidad. Esta ltima est tambin reproducida en l a figura 10.

  • 140 R . SO R I N O

    El petroglifo de "Pea del Polvorn" (fig. 11) se encuentra en un a super-ficie de granito vertical (correspondiente a una diacla3a). la cual no se ha producido naturalmente, sino que es el resultado de la extraccin de piedra. En el dibujo se ve perfectamente que los planos de fractura principal de la pea son paralelos al que contiene los grabados, y los secundarios normales a ella. En primer trmino aparece una superficie rocosa, qwe corresponde a la base a donde se lleg en una etapa anterior con la extrac-

    Fig. 17

    cin de la piedra. El hierro en segundo trmino, al lado de los grabados, seala precisamente en su empotramiento una caracterstica protuberancia que, como resultado de una extraccin violenta, queda en la arista del diedro formado por ambos planos, y ste, as como ejl diedro saliente que este plano forma con el situado ms cerca dei observador, presentan unas facetas y aristas tan angulares que demuestran claramente su produccin artificial. Se tratia, por consiguiente, de una superficie que sugii a causa de maniobras realizadas para extraer piedra; es una superficie de cantera y, por tanto, completamente moderna.

    La versin original, es decir, aquella que sirvi para los trabajos de Cabile y Obermaier, es la que reproducimos con los grabadlos pintados en negro (fig. 12). Cabr no conoci esta localidad, y posiblemente tampoco la conoci Obermaier. Las correcciones de esita versin son las siguientes: Las cruces grandes tienen todas ellas una base, unas veces ms redondeada y otras ms triangular; todas ellas terminan en sus brazos por pequeos trazos crulzados perpendicularmente a ellos; y en tercer lugar la figura que en la versin usada por Obermaier est situada en el centro, y que aparece pro-longada a travs de su base, termina en realidad en ella y tiene inmedia-taimqnte debajo otra pequea cruz- Estos detalles son ivisibles en iel dibujo de conjunto (fig. 11) y en el parcial ,(fig. 13), apareciendo en ambos las

  • ORIGEN DE LOS PCTRDGLtEFOS 141

    figuras pintadas de Manico. Nosotros hemos dejado deliberadamente sin di-bujar la figura que Calbr ha supuesto que representaba a un jefe 'montado a catello, y dos ms de la parte derecha que resultaban difciles de ver. No nos decidimos refpectoi a 'la primera por esta interpretacin, o por otra qua cremos posible y que era la de suponerla una cruz, incompleta o mai rea-lizada. Lo que se hiai supuesto jinete podra ser tambin una P de escritura caligrfica; pero de cualquier forma, contempladas las cosas bajo el aspecto

    Fig. 8

    de la indudable modernidad de este petroglifo, este detalle carece de importancia.

    La pea de "El Altar", tal como est reproducida en la versin de Ober-maier, es la del dibujo con los signos en negro (fig. 14). La versin que acompaamos (fig. 15), ligeramente distinta, con los grabados pintados en blanco, modifica con los pequeos trazos cruzados, en en final de los brazos tres de las cruces de la primeramente citada. Tres fotografas par-ciales (fi|gs>. 16, 17 y 18) detallan motivos situados: en ei extremo derecho, los del centro*, que aparecen dentro de una figura, trianguliiforme, y los del extremo izquierdo1, en uno de los cuales, vuelve a aparecer la cruz coni los caractersticos trazos sealados, y, coimo en las anteriores, una base. Este petroglifo est grabado sobre una superficie natural y, como la anterior, grantica.

    La tcnica empleada para grabar los motivos en ambas estaciones es diversa. En "El Polvorn" se han empleado cinceles, picos y tal vez punte-ros, indistintamente. El surco de los primeros es muy superficial, teniendo como mximo una profundidad dei 3 a 5 m/m. Tiene seccin en V y los trazos perpendiculares a los brazos a que antes nos hemos referido estn claramente hechos tambin con cincel. En el petroglifo de "El Altar" (cuyo nombre pudiera ser una denominaci popular alusiva a su forma alargada, Zephyrvs III - lo

  • 14-2 R . S O B R I N O

    como de mesa, y a la preseeia de las cruces) ?e encuentran los grabados muy meteorizados, sin duda por la proximidad del mar y

  • ORIGEN DE LOS PETROOLiIFOS 143

    ia observacin de Mac White referente a la presencia en los grabados irlan-deses, de los megalitos ("Passage Grave Art"), de dog grupos artsticos. Kl primero quiere Mac White paralelizarlo con grabados de dlmenes, aunque tambin podra compararse, tal vez con ms exactitud, con los petroglifos

    lofior/et e/a/men/cet proaebs c/e /%/7/sCou/'(o/re mfer/or Pemnses/o de uerorx/e, Franc/a) Sepvn 4 Mor///> 4o 87.

    Fig. 19

    canarios; y el segundo lo compara con el de los idolos-placa, los bculos (segn su interpretacin estos ltimos serian realmente hachas, de acuerdo con la de Helena), varios objetos de ndole simblica, como las sandalias de Almizaraque, y el estilo decorativo del vaso campaniforme. Est constituido

  • 144 R . S O B R I N O

    por motivos de tringulos, dientes de lobo, zig-zags, etc., y se encuentran escasamente en algunos tmulos de corredor de Irlanda y Escocia/ (New Grange, Lough Crew, Oarnwatlh). Esta observacin nos conduce tambin a la condusiin, por la presencia, a veces sobrepuesta, como en New Grange, de amibos estilos, de que proceden, eifectiValmente, de campos distintos, cosa que se confirmai por el casi completo predominio del ultimo en los objetos, tanto cermicos como metlicos.

    Debe analizarse ahora lai afirmacin de Obertmaier relativa a los prede-cesores de formas idnticas en los dlmenes, tanto de Espaa como de la

    Fig. 20

    regin de Cuerande, as como de los dlmenes de Dowth, Lough Crew, Knockmahy y Sesslcilgreen, en Irlanda.

    Los grabados de dlmenes espaoles son escasos, asi es q,ue pueden ana-lizarse rpidamente. Ofoermaier incluye la piedrai frontal del dolmen de Cangas de Ons, que es una pintura y no un grabado. Esta pintura consta de trazos sinuosos dispuestos en un solo sentido, de forma1 serpentiforme, y no hay manera de relacionarlos con ninguno de los motivos de su grupo antiguo. Tampoco' tipolgicamente tendra nada que ver la pintura de Pea Tu con stos, ni con los dolos-placa. Lo mismo ocurre con la piedra dol-mnica de Pola de Aill'ande, que es una laja de pizarra con motivos de tcnica de incisin o percusin, todos ellos del tipo de semicircunferencias concntricas, y uno de aspecto serpentiforme La piedra grabada del dolmen de Corao-Abaimia, del Miuseo Arqueolgico Nacional, es una arenisca blanda que se rayai con la ua. Tiene numerosos trazos grabados. En su parte superior aparece uno curvo, en cuya parte interna hay dos hoyos. Se ha interpretado como un rostro humano. Bajo l, una figura indeterminada ha sido interpretada como un motivo anlogo a los del grupo antiguo de Otoer-maier. Est formada por un trazo poligona] abierto y cruzado por otro tangente a l eh un extremo. En realidad, no tiene paralelo con ninguno de aqullos.

    Los gratados del dolmen de Soto tienen, por el contrario, la mxima garanta, ya que se encontraron en un dolmen conservado intacto desde tiempos prehistricos, y son precisamente de todos los que se han agrupado bajo la denominacin de arte dolmnico, que es completamente inadecuada,

  • ORIGEN DE LOS PETiROGLIFOS 145

    pueslto que no existe unidad artstica 'alguna, aquellos que no poseen ni un solo motivo que pudiera ser comparado a los dei grupo antiguo de Ober-maier. Eh cambio, el nico dolmen en donde hay motivos iguales a los de ste, el dolmen de la Cueva de Menga, es de tcdos el que la ofrece menor, y aqullos, de los que podelmos asegurar, sin gnero de duda, que se tratai de cristianizaciones. En el primer soporte del lado izquierdo de este dolmen existen cinco signos grabados que se han considerado como esquematiza-

    8 f Fig. 21

    ciones de la figura hulnvaina. Se trata de cuatro cruces y de otra figura situada debajo de ellas que .es una estrella de cinco puntas, parecida en su forma a las estrellas de mar. Todos estos motivos estn hechos por percusin, y los cuatro primeros son clarsimas, cruces cristianas, todas de la misma forma/ y apoyndose tres sobre un contorno redondeado que en una ha sido excavado y en otra loi est ligeramente. En dos de estas cruces se nota per-fectamente el uso de um instrumento de filo muy cortante (cincel de hierro). La figura estrellada est toda ella excavada, en igual forma que la base de un/a de las cruces. Como el monumento es conocido desde hace varios siglos, no Juay duda ninguna de que! se trata de una cristianizacin.

    Los soportes doimhicos de Guerande, en Meniscoul, Loire inferior (Francia), son dos y proceden de un dolmen arruinado. Existe, adems, una roca natural prxima a ellos. En uno haly hasta 2\ cruces de diversos tama-os, en el otro 32 (algunas sin terminar) y en la roca prxima existen otras 34 cruces del mismo tipo que las de los soportes, y aun algunas ms. Todas ellas estn hechas por percusin. Pueden reducirse a tres tipos: cruces sen-cillas formadlas po>r dos trazos casi siempre rectos y crulzatos perpendicu-larmente, otro tipo en el cual los cuatro brazos son iguales y otro de brazos desiguales y con una base formada en

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    sobrepuesta, soin iguales a las representaciones de cruceros de planos anti-guos (figs. 19, 20 y 21).

    Ni al Breuil, ni a Mac White, que se fian ocupado ltimamente del arte de las tumbas dolmenicas de Irlanda, que cita Obermaier, comparndolas

    Peta c/e C/t///r - fina - oc/xr. /r/a/>e/o, Septs/f Afcrccr/t'sr.

    Fig. 22

    con los grabados de su grupo ms antiguo, se les a ocurrido relacionarlas con aqul. Creemos que esto nos evita el tener qua insistir y argumentar acerca de la nula relacin que pudiera haber entre ellos.

    Finalmente, veamos el pretendido parecido con Cloonfinlough. Es fcil engaarse a la primera impresin con la versin clsica de la "Pea del Polvorn". Pero un examen atento realizado con nuestra nueva versin de-muestra que no1 hay ningn signo de "Peai del Polvorn" que sea igulal a los de Cloonfinlough. En la piedra irlandesa parece existir una cristianizacin, representada en una cruz, cuyos brazos ms cortos estn limitado^ por dos pequeos trazos perpendiculares a ellos. Est muy prxima a una iglesia y esto explica esta cristianizacin. Los dems motives la diferencian total-mente de1 los petroglifos gallego-atlnticoj de Irlanda. Si es prudente diferir su estudio hasta que se confeccione un "Corpus" del material irlands, de nromento parece pertenecer al mismo tipo que la pjiedra de Schlkjorf (Ale-

  • ORIGEN DE LOS PETROGLIfOS 147

    maniai), en la cual una serie de cazoletas alargadas, o cuencos, recuerdan tanto motivos escandinavos como otros que heimos calificedlo de podomorfos, en Portugal. Asociados con ellos, aparece un motivo que "Sdhwantes inter-preta como imagen de un hacha que tiene agujero en el medio, eri donde se sujeta, ipero aade que la forma aqu representada no nos es conocidia! de la ljpoca de piedra propiamente dicha; posiblemente es un hacha de culto con los laidos afilados para este fin", y despus "quie en liai piedra de

    ffs.c/r

  • 143 R . S O B R I N O

    una distribucin' marcadamente continental, en contraste con lai martima! de los petroglifos gallego-atlnticos. En Portugal se presentan en el ngulo nordeste de la provincia de TrasosJMontes, es decir, limitando coni Espaa, y continundose en la provincial de Orense. Aparecen, adems, en Catailua en la provincia de Tarragona, y en Castilla en las de Soria y Segovia. Pare-cen existir talmbin en Extremadura, y en Levante aparecen como pinturas en el abrigo de Beniatjar (Valencia) y en Pea Escrita de Trbena (Alican-te) y en alguinas otras. Coinciden' en varias de estas areas con las de etecub-turais die verracos, hecho que podra tener significacin, y que sealamos por primera vez.

    La presencia de herraduras que se ha sealado por Cueviillas y Bonza Brey en algunos petroglifos de nuestro grupo gallego-atlntico, tal como la que sealan en los de Mogor y en algn otro, es ms bien una interpretacin defectuosa de los motivos que una realidad, y por ello puede decirse que no existe.

    III

    En el grupo ms antiguo de Obermaier se ham incluido tambin algunos motivos que son identificables con ruedas. Estos motivos debern ser ana-lizados en otro trabajo; pero, sin embargo, debemos decir aqu algo en relacin con ellos, ya que Obermaier ha aludido a los del Ouiteiro do ali-e i ro, en Cequieril, como regresiones, o mejor como evolucin regresiva, de los rectngulos esquemticos, diciendo que poseen en su fase final dedos en los pies, y hasta orejas, sin que el concepto esquematizante hubiese sido sacrificado.

    No se encuentran a estos motivos paralelos en Galicia, por ahora, y ni-camente las cabezas en dos de ellos son identiificahles como ruedas. Comoi la tcnica empleada en uno de ellos es de percusin, mientras que en otro es la de abrasin, nosotros creemos que aqul es posterior y ha sido realizado retocando dos motivos de ruedas ms antiguos. Los poral.los a estos motivos se encuentran en Noruega y en Suecia. En el petroglifo noruego^ de Alque-rod-Berg se han aprovechado dos ruedas en form?., anloga, representando una la cabeza y otra el cuerpo. En Skjeberg, a otro motivo anlogo se le han aadido' en su parte inferior dos prolongaciones representando piernas y pies. Lo mismo se ha hecho en otros varios petroglifos escandinavos, principalmente de Bolhsland (Suecia), as en Bfast^ds, Tanums, etc. Todos estos motivos son seguramente de una poca tarda, y asi se explica que hayan llegado a Galicia, procedentes del Norte, en una poca final, y por ello que el antes aludido de "Laxe dos Homes", de Cequeril, se haya hecho por percusin, as como que, tanto en ste como en otro prximo, los moti-vos antropomorfos estn representados con cuernos en la cabeza. Como Mac White dice, hai existido una corriente, iniciada en el Bronce II, de in-flujos nrdicos. Nosotros creemos que esto est perfectamente comprobado

  • ORIGEN DE LOS PETROGLIFOS 149

    en el rea estudiada por Macieira en Santa Marta de Qrtigueira, en donde formas de imegalitos, 'materiali, e incluso sus denominados "crculos uticos", muestraln un/a fuerte influencia del Norte. Hallazgos posteriores esperamos que han de confirmar la certeza de esta influencia.

    IV

    Recapitulando todo lo dicho, nosotros proponemos: 1.9, la consideracin de "mediterrneo" para el arte naturalista estilizado; 2.e, el aibandono db la tesis evolucionista en las pinturas esquemticas, que ya est latente en el actual estado de la investigacin, pero que no Jila sido todava planteada; 3.?, que es ficticio toda la tesis de Obermier sobre los grabados de la Edad del Bronce del Noroeste de Espaa (Oalicia); 4., que por otras razones, distintas $ las suyas, quedan perfectamen encuadrados los petroglifos ga-llego-atlnticos en urna flecha general en la Edad del Bronce; S.-, la forma de establecer la cronologa, tanto' absoluta como relativa, ha de ser partiendo de un estudio tipolgico, en todas las reas donde se presentan, de los motiVos de los petroglifos, que han dtei diferenciarse de las posibles super-posiciones, ya sean de otro gnero de representaciones figuradlas de poca prehistrica, o ya sean cristianizaciones, o simples adiciones de poca modernai, por el estudito de la tcnica, de la morfologa, de la distribucin geogrfica y de la peculiar manera de presentarse.

    Por ello, lo primero que hay que hacer es aislar, en un grupo cerrado, los petroglifos de Calite y norte de Portugal, los de Irlanda, los de Esco-cia y aquellos motivasi que en los de los pases escandinavos presentan un indudable parentesco directo con todos estos citados.

    En cuanto a la morfologa), es posible seguir la huella, a travs de otra serie de grupos de representaciones figuradas, de varios motivos de los petroglifos gallego-atlnticos. Nosotros hemos aludido antes a la espiral, a las representaciones de ciervos, a los crculos concntricos y a los serpenti-formes. Puede ampliarse esto al laberinto , a las representaciones de ruedas qUa se encuentran en los petroglifos ligures, a las representaciones podomorfas, qua tambin apare-cen en ellos, y en los de Savoiai, y que aparecen en Galicia, perifricamente en los de nuestro grupo, y a algunos otros que se presentan tambin en petroglifos de imegalitos y en otros.

    Santiago de Compostela, mayo de 1952.