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El Mariache resuena: tradicion e identidad del occidente mexicano en California Alvaro Ochoa Serrano ABSTRACT: This descriptive essay details the origins of mariachi, musi- cal ensembles that produce various genres of Mexican music. Mariachi prolgerated in Central and WesternMexico, then traveled to Southern Calgorniawhere it spread throughsongbooks, recordings, and orches- tras. The demographic growth of Latinos in Southern Calgornia stimu- lated demand for mariachi. Variousmariachi artists are described. Esta es la brevisima historia de quienes cruzando la frontera norte han llevado consigo una tradicion inconfundible del lugar de origen y partida. Musica, multitud de signos, simbolos y objetos materiales acompanaron el transit0 de las y 10s migrantes a Estados Unidos del Node y a cada momento les recordarian su identidad. Otros, procedentes de pequeiias ciudades, pueblos y rancherias de Jalisco y Michoacan, llegarian para integrar “el grupo mas grande de mariacheros fuera de Mexico” en California y la mayoria de ellos habitaria “el pequeno paraiso cultural” de Boyle Heights, en el Este de Los Angeles (Terry 1997). Una particularidad mas se advierte en la identidad mexicana envuelta en la diversion, gracias a la resonancia comun muy presente en las relaciones de amistad, lazos familiares, en la nostalgia por el paisaje, el sonido y la musica del terruno. Para tocar el tema anunciado se remite a la tradicion-tomando en cuenta que esta se trasmite en tanto haya quien entregue y quien reciba 10s bwulos culturales- para destacar en ella el ritmo, sabor y color del fandango, el Aztkin 27:2 Fall 2002 75

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Page 1: Ochoa Serrano, Alvaro - El Mariache resuena- tradición e identidad del occidente mexicano en California

El Mariache resuena: tradicion e identidad del occidente

mexicano en California

Alvaro Ochoa Serrano

ABSTRACT: This descriptive essay details the origins of mariachi, musi- cal ensembles that produce various genres of Mexican music. Mariachi prolgerated in Central and Western Mexico, then traveled to Southern Calgornia where it spread through songbooks, recordings, and orches- tras. The demographic growth of Latinos in Southern Calgornia stimu- lated demand for mariachi. Various mariachi artists are described.

Esta es la brevisima historia de quienes cruzando la frontera norte han llevado consigo una tradicion inconfundible del lugar de origen y partida. Musica, multitud de signos, simbolos y objetos materiales acompanaron el transit0 de las y 10s migrantes a Estados Unidos del Node y a cada momento les recordarian su identidad. Otros, procedentes de pequeiias ciudades, pueblos y rancherias de Jalisco y Michoacan, llegarian para integrar “el grupo mas grande de mariacheros fuera de Mexico” en California y la mayoria de ellos habitaria “el pequeno paraiso cultural” de Boyle Heights, en el Este de Los Angeles (Terry 1997).

Una particularidad mas se advierte en la identidad mexicana envuelta en la diversion, gracias a la resonancia comun muy presente en las relaciones de amistad, lazos familiares, en la nostalgia por el paisaje, el sonido y la musica del terruno. Para tocar el tema anunciado se remite a la tradicion-tomando en cuenta que esta se trasmite en tanto haya quien entregue y quien reciba 10s bwulos culturales- para destacar en ella el ritmo, sabor y color del fandango, el

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baile colectivo que abarca musica y participantes. Hacia mas o menos 1930, el sucesor de este, el mariachel-alentado por el estado, difundido en 10s medios-termino bailando al son que le tocara el negocio del espectaculo. Como fuera, gracias a ese canal el mariache llego a mas audiencia y sento plaza en el gusto popular; circunstancia y condicion que le brindaron culturalmente significado.

Mas que interpretar la sinfonia del mariache, tocamos un particular especimen de cultura popular (entendiendo por esta el conjunto de signos y simbolos elaborados, aceptados y compartidos “por un significativo numero de gente”). Acudimos ahora a la simple funcion espectacular que lisa y llanamente anuncia: la tradicion mencionada por sus acordes y notas le conocerh (Hinds 1990; Malinowski 1970, 171). En esa linea se contara el proceso divulgador y ruta de difusion. Aqui, solo dejamos constancia del escenario, 10s actos y 10s actores en la popularizacion mariachera. Resaltamos su expansion en temtorio mexicano, la entrada y penetracion al suroeste de 10s Estados Unidos, sobre todo en el sur de California.

Las fuentes de inforrnacion en pos del mariache varian; van desde las de primera mano hasta las de segunda. Dis- cos, periodicos, tesis, impresos, libros y articulos, ademas de la conversacion con memoriosos, igual iletrados que sabedores del alfabeto, surten notas para la armonia del tema, aqui y alla, puestos en contra punto. Por ejemplo, un par de braceros y un academic0 de la UCLA contaron sus vivencias frente a la musica popular; se confrontaron las carteleras de variedades, las novedades discograficas y las noticias de 10s teatros angelinos.

El mariache bail6 como pareja y consecuente del fan- dango (palabra esta que vino de Africa y anduvo entre el caos y el conuite; baile introducido a Europa por quienes habian estado en las Indias, informa el Diccionario de AutoridQdes). Vale aclarar que en la primera mitad del siglo diecinueve fandango y mariache se frecuentaron como palabras gemelas en baile, relajo, y diversion. Ambas se hacian acompaiiar de musica variada que, entre ejecutantes. implicaba el us0 de instrumentos de cuerda, percusiones, metales o alientos. Historicamente se sabe que tal expresion musical campesina no era grata a 10s oidos refinados; ni lo eran a la vista catrina la orquestacion e indumentaria de 10s ejecutantes. En Guadalajara, Jalisco, hacia 1888, 10s vecinos ponian el grito en el cielo porque una empresa de teatro trashumante les

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molestaba con tamborazos de mariache (Ochoa Serrano 1997; El Litigate, 10 enero 1888).

Tampoco las porfiricas autoridades modernizadoras miraban con buenos ojos las diversiones y 10s bailongos rusticos. Tan es asi que, a principios de siglo veinte, el gobiemo michoacano insistia en prohibir en pueblos chicos, en haciendas y ranchos 10s bailes denominados “mariaches y en otros lugaresfandangos” (Ochoa Serrano 1994). Sobra decir que las secuelas del mariache o fandango, por el consumo de charape, chinguirito, tepache, charanda, refino, aguardiente, mezcal o tequila en el, muchas veces paraban en situaciones tragicas. No obstante, un tamborazo de mariache, “musica de amor y guerra,” sirvio para danzar en la gran rebelion mexicana, expulsora de migrantes, trastornadora de trastos y de valores. M a s calmada la tempestad de la revolufia, migrantes y politicos del occidente recurririan a la axioranza campirana para auspiciar la presencia mariachera en las ciudades ojerosas y pintadas (1994).

La musica de mariache arribo a tierras del sur califor- niano con las y 10s migrantes del centro y occidente de Mexico, cantando de dolor cuando llorar no se podia. Aliment0 emocionalmente la vida de ellos y ellas e iba muy adentro de su providencia cultural como elemento de identidad. Materialmente contribuyeron la guitarra, el fonografo y, por consiguiente, 10s discos de pasta negra de 78 rpm grabados antes de 10s veintes en Estados Unidos en las compaxiias RCA o Columbia. La compra en abonos o en facilidades de pago permitia la obtencion de fonografos, integrhdose estos en el mobiliario de las casas mexicanas en poblaciones del sur de Estados Unidos. En cambio, en Mexico resultaba imposible adquirirlos por la enorme distancia a la ciudad, la escasez de recursos y la falta de credito. Sin embargo, varios de 10s deportados y repatriados por la crisis de 1929, y de 10s braceros en 10s cuarenta y cincuenta se encargaron de traer tales aparatos a Mexico; igualmente cargaron con las novedades discogr5fkas. A su vez, 10s migrantes, ya de ida o de vuelta, trasladaron canciones y comdos en cancioneros o en hojas sueltas (La Opinibn, septiembre 1926; Hemhdez 1997; Ochoa Serrano 1997).

En el otro lado, la lirica mariachera se mantuvo en cancioneros impresos, la musica en discos tocados en victrolas; tambien, en las orquestas tipicas y 10s grupos mu- sicales que amenizaban 10s salones de baile. Despues irian

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10s propios musicos mariacheros en un modelo standard adaptado a1 espectaculo del cine, de la radio y la television. En gira por Los Angeles estuvo Silvestre Vargas y su grupo en 1940; luego Los Reyes de Chapala durante una temporada. Los ejecutantes de musica mariachera de tiempo completo figurarian despues (Sonnichsen [i1985?]). Los sitios mas a la mano para el abasto de mariacheros se encontraban en el extinto puerto de Ocotlh, en el centro turistico de Chapala, en la antigua Plaza Carrillo de Morelia, en el Parian de Tlaquepaque, en el Mercado de San J u a n de Dios en Guadalajara y en las cantinas de Garibaldi, en la ciudad de Mexico (Novo 1933; Ochoa Serrano 1997).

... voy a darle vuelta a1 mundo a1 derecho y al reves

Las ciudades del occidente, modestas, recatadas, a las que les sonaba la musica por dentro, se llenarian de mas gente en el desplazamiento nhtico que igualmente partia del rancho grande atraido por el encanto de la metropoli. Quienes no encontraron la dicha en la promesa paternalista oficial y se sentian inestables durante el llamado desarrollo estabilizador tiraron al Norte. Acariciando la ilusion y tras del lamento

Yo ya me canse, mi m a m ~

de vivir tan desdichado, por que no vendemos todo para irnos a1 otro lado.'

En el flujo, reflujo y en cifras redondas, Guadalajara aumento su haber demogr&fko; de 440,500 habitantes en 1950 la Perla de Occidente crecio a tener 85 1,155 tapatios en el a130 sesenta y al 1,491,000 en el setenta. Morelia, en cambio, no se estiraba gran cosa en 1950 con apenas 63,245 almas, y conservaba la figura canteada en rosa durante 10s siguientes dos decenios con cien mil ochocientos en 1960 y ciento sesenta y un mil en el transcumr del segundo, en 1970.3

En tanto allende la raya fronteriza, gracias a1 acelere in- dustrial y a1 increment0 del comercio, el atractivo Los Ange- les en 1940 contaba millon y medio de gentes en origen y descendencia estadounidense, mexicana, canadiense, inglesa, alemana y japonesa. Al amparo de un arquetipo modern0 y rodeado de comodidades, se convertia en la cuarta metropoli mas poblada de 10s Estados Unidos en 10s cincuentas.

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Esta llegaba a ser la primera ciudad mas numerosa de “mexicanos de afuera,” revitalizada por migrantes del centro y occidente me~icanos.~

Con todo, a 10s escapes del trabajo rutinario en Los Ange- les, California, se ofrecian distracciones en salones de baile, salas de cine, teatros, cantinas, bares para la chamba y la diversion de la gente allende y aquende. Asimismo, la instrumentacion pop requeria de equipo y comente alterna. En Los Angeles, la Compania Southern California Edison iluminaba viviendas y alumbraria a las luminarias del espectaculo. En la Republica Mexicana, antes de la nacionalizacion en 1960, la Compaiiia Mexicana de Luz y Fuerza Motriz, la Electrica Chapala, Electrica Morelia e Hidroelectrica Occidental hacian que las capitales del centro y poniente tuvieran energia todo el dia, a1 tiempo que localidades de diez mil habitantes y hasta de menor cantidad irradiaban luces en la noche. Con la fuerza electrica se encendian 10s aparatos necesarios para trabajar, informar y divertir; prendian teatros, salas de cine, estaciones radio- difusoras, radios, estaciones televisoras, televisiones y otros enseres en la casa (Gallo 1975; Comision Federal de Electricidad 1968).

Sobre todo, radios y teles ampliaron el paisaje hogareno de la gran familia mexicana. Valdria mencionar 10s utensilios traidos por 10s braceros entre 1942 y 1964: fonografos de cuerda o victrolas, radio victrolas, radios de comente alterna y de baterias, tocadiscos, discos. Es mas, en 1944 la firma RCA pus0 tienda central en la ciudad de Mexico y, despues, agencias en Guadalajara y Morelia (entre otros lugares) para vender y arreglar radio receptores y, mas tarde, televi~ores.~

Para entonces la caja audiovisual de TV, como la Adelita, era tan popular entre 10s hogares mexicanos de Los Angeles como en las casas citadinas y pueblerinas de Mexico. En 1965 la urbe californiana contaba con KMEX-TV, el canal 34 trasmitiendo en espanol. La senal de este cubria com- pletamente 10s condados de Los Angeles y Orange, la parte occidental de 10s de San Bernardino y Riverside, mas el oriente del condado de Ventura. La programacion de “Noches Tapatias” o las telenovelas, algunas de tema campesino por ejemplo, llegaban a 10s ojos, oidos, cerebros y corazon de la teleaudiencia angelina (Lane 1966).

El espectaculo mediaba con variedad de escenarios, luces, camaras, microfonos y accion. La ilusion no solo de vivir sino

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de sobresalir en las grandes localidades para algunos personajes del campo tuvo que ver en el deslumbramiento. Si bien desde 10s afios treinta hub0 musicos de mariache establecidos en la capital mexicana, otros callejeros, conjuntos sin tambora y con frecuencia sin arpa, deam- bulaban en ferias pueblerinas y de barrio. Los musicos buscaban generalmente u n rincon cerca de las fondas chiquitas que parecian restaurantes o en las zonas alegres, rojas o de tolerancia, segun sintieran o vieran las buenas conciencias de La Barca, Guadalajara, Jiquilpan, Morelia, Ocotlk, Sahuayo, Tamazula, Tanhuato, Uruapan, Zamora, Zapotlk, solo por nombrar lugares del oeste. A esta lista de oportunidades laborales se sumarian despues cantinas, restaurantes y teatros de Los Angeles (Ochoa Serrano 1997).

Para ese tiempo, se suavizaba la musica rusticana mediante arreglos urbanos a sones, canciones rancheras, comdos y huapangos. Ante la creciente demanda del publico, boleristas de la capital-quienes convencidos, contagiados o presionados-empezaron a cantar al estilo “ranchero” con el acompafiamiento mariachero o de mariachi, sin que faltara una que otra nota desafinada. En el concierto campo-ciudad hub0 desconcierto. La asociacion de charros protest6 desde la urbe por el us0 “indebido” del traje en 10s mariacheros que no en las orquestas tipicas; per0 pasada la tormenta, el atuendo de la elite ranchera o de charro, sarape y sombrero ancho vestirian a1 mariachero (nombre que el sindicato nayarita de filarmonicos us6 para ponerle a la altura de oficios y ocupaciones, i. e. plomero, carpintero, restaurantero, inge- niero). Por otro lado, 10s musicos de pauta metropolitana entonaron quejas notorias porque la musica “ranchera” alentada por la radio, el cine, la television y 10s teatros de revista aumentaba sin parar. Era ciertamente vieja y rica la tradicion de musica popular, reconocian 10s quejosos, per0 “la monstruosa proliferacion moderna solo s e explica condicionada como esta en el mundo actual por la publicidad” (Revista Mexicana de Cultura 1956).

Sin embargo, se aclaraba el panorama. No todo estaba perdido en ese mar de presentaciones y grabaciones consagradas a cultivar “un sentimentalism0 lloroso” o a exaltar “jactancias de machismo”; a veces se dejaban oir “melodias y ritmos de languida o agresiva belleza” que con el transcurso del tiempo la plebe despues de paladear a s u gusto conservaria, ya en 10s dilettantes memoriosos, en discos o

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en cancioneros. El cancionero provenia de vieja tradicion (Revista Mexicana de Cdtura 1956).6

Mexican curios y curious despertaron la imagen mariachera, ya elaborada en ceramica, filigrana, plastico, acetato, carton y papel encontrando salida en obras artesanales y en sene de autores nacionales y estadounidenses, en las grabaciones y portadas de 10s discos, en la presencia misma de grupos “folkloricos,” en 10s cancioneros de Mauricio Calderon en Los Angeles, en el recuerdo dejado por las orquestas tipicas mexicanas en tierras del tio Sam interpretando “huapangos, sones, valonas del Bajio y de Michoach.” Ademas, respaldados en propaganda y publicidad, 10s mass media modelaron el simbolo del mariache a partir del patron alteno, charro parrandero y jugador, cantador alla en el rancho grande. En tanto, Chapala, Guadalajara, Morelia, Tlaquepaque y Uruapan se llevaban las palmas en cuanto a la aparicion espectacular de grupos, fuera de la ciudad de Mexico (La Opinion, 193040; Mendoza 1939; Mendoza 1954; Toor 1939).

Y a1 propagarse la curiosidad, el interes por conocer la tradicion mariachera, acudieron estadounidenses con grabadoras y camaras fotogr5ficas para reunir testimonios. Asi, Sam Eskin anduvo con su aparato en La Plaza Garibaldi, Apatzingh y Erongaricuaro recogiendo “the street music”; Raul Hellmer, quien dejara honda huella en el medio, emprendio su tarea antes de 1956; en tanto que en 1960 10s esposos Bogert grababan tambien in situ en Chapala, la antiquisima Meca de mariacheros (Eskin 1954; Flores 1990; Bogert y Bogert 1960).

En el centro y en el oeste de Michoach mismo antes de 1960 era muy frecuente ver a mariacheros en cantinas pueblerinas de medio pelo; se podia escuchar a otros a traves de la radio en Guadalajara, Morelia, Uruapan y Zamora. La XEW, la Voz de America Latina desde Mexico, promovio a cantantes en busca de fama popular y mariacheros de acompanamiento. En cinco radiodifusoras del sur de Cdifor- nia se trasmitia en esa epoca musica mexicana. A la vez en La Torrnenta, cantina de Lalo Guerrero en el Este de Los Angeles, se reunian locutores para hacer concursos de afi- cionados y. tambien, para difundir desde alli programas de musica popular mexicana (Revista Michoachn 1954; La Opinibn, mayo 1940).

Los mariaches . . . cambiaron sobre una mesa servida, y las empresas del espectaculo se sirvieron con la cuchara

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grande. Se intensifica la readaptacion de instrumentos y vestimenta. Al mariachero (ahora bautizado por 10s medios “mariachi”) en la medida que se urbaniza, las companiias del show business le quitan la apariencia silvestre para hacerlo mas presentable a semejanza de las antiguas orquestas tipicas o del charro trovador. A peticion del impresionado public0 tienden a desaparecer paulatinamente jarabes y varios sones; acaso se oyen arreglos (ajustes y abreviaciones debido a1 peso economico). Las nuevas grabaciones iban y venian por las fronteras tocando sentimientos a su paso. Tambien, a partir de muestras esporadicas de grupos o de solistas, el occidente mexicano comenzo a exportar mariacheros a California (Pearlman 1984, 1988, 63, 225).

Entre quienes fueron para quedarse en el sur de Califor- nia merecen caso especial las michoacanas Hermanas Padilla. Ellas provenian de la tradicion pueblerina de cantoras afinadas en el sen0 familiar, acostumbradas a cantar y pul- sar instrumentos de cuerda. Nacidas en Tanhuato, Margarita y Maria Padilla partieron a Los Angeles durante la rebelion cristera en 1929. Steven Loza asienta que ambas hermanas empezaron su carrera artistica

singing at fundraising benefits for local churches during the 1930s. Their first formal recognition came when they won first prize in a talent contest held at a park in Pic0 Rivera, a suburb just east of Los Angeles. Soon afterward, they appeared on the Los Angeles-based radio show of Ramon B. Amaiz. ... During the bracero program of the 1940s, the Mexi- can Consulate, which provided Mexican entertain- ment for the workers, asked the Padilla sisters to sing at the bracero camps. (Loza 1993, 34, 58)

cantando en eventos de beneficencia para las iglesias de la localidad en 10s aiios treinta. Sobresalieron y tuvieron un reconocimiento formal cuando ganaron el primer lugar en un concurso de aficionados llevado a cab0 en el Parque de Pic0 Rivera, en un suburbio del Este de Los Angeles. Muy pronto hicieron su aparicion en el programa radiofonico angelino de Ramon B. Amaiz. Durante el Programa Bracero en 10s cuarentas, el consulado mexicano, con el fm de brindar alegria a 10s trabajadores, pidio a las Padilla que cantaran en 10s campos agricolas. (traduccion de Ochoa-Serrano)s

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El public0 mexicano seguiria escuchando 10s discos de las Padilla, en ambos lados, muchos anos despues. Por su parte, el jalisciense Nati Can0 cuenta su experiencia campera en Los Angeles:

Vine desde Guadalajara [en 19573, con las ilusiones, mi sueno, de mejorar mi manera de vivir. Pase por Mexicali, trabaje con el mariachi Chapala ahi, y de ahi fuimos contratados a venir aqui a trabajar en Los Angeles, en una cantina. (Rentas 1995)

El estado mexicano emprendio la tarea alentadora en las temporadas nacionalistas de 10s aiios veinte y treinta. Luego la radio, el cine y la television pusieron su parte, en Mexico y en 10s Estados Unidos. Una de tanta peliculas exhibidas en Los Angeles en 1940, “La Tierra del Mariachi,” ofrecia lucir “legitimas canciones regionales, mucha musica y mujeres bonitas.” Ademas hicieron su aparicion las modalidades de las “caravanas artisticas” en teatros, salas de cine, en ambas partes de la frontera, y en plazas de toros mexicanas. Por ejemplo, Felipe y Rosa, las ya mencionadas Hermanas Padilla, Ricardo Fierro, Adelina Garcia, David Duval, el Trio Durango, el Trio Calaveras, Lalo Guerrero, el Dueto Azul de las Hermanas Mendoza, el Quintet0 10s Tequileros, el Mariachi Mexico y otros participaban en 10s teatros angelinos Califor- nia, Azteca, Mason y Maya en 10s anos cuarenta y cincuenta. Mas tarde, varios de ellos, incluyendo a la Rosa Michoacana, el Mariachi 10s Reyes de Chapala y el Mariachi Los Camperos actuaban en el Teatro Million Dollar. L a s jamaicas o kermeses en las iglesias, 10s festivales escolares, 10s con- cursos de aficionados y las ferias, las “variedades” en palenques en Mexico contribuyeron a afianzar en ambos lados la tradicion musical tantas veces mencionada (Lu Opinibn, espectaculos, 1930, 1940, 1950).

En la decada de 10s setenta, las Jilguerillas de Numarh continuaron la trayectoria de las Hermanas Padilla de cantar en 10s campos agricolas de California y de amenizar las fies- tas mexicanas. Ademas, la poblacion mexicana en Los Ange- les alento sus propias orquestas ‘Tipicas” o invitaba a la Tipica Femenil de Jalisco, mientras grupos como el Mariachi San Juan, Los Camperos y Los Galleros surgian en el nuevo hogar. Otros grupos como el Mariachi Jalisco, el Mariachi de la Ciudad del Nifio, el Mariachi de Chuy Mpez y el Mariachi Imperial de Gabriel Leyva iban y venian, segun Lu Opinibn.

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Asi continuaba otra tanda, funcion o ciclo de la tradicion mariachera en su version citadina, musica arreglada y un modelo consistente de cuatro violines, guitarron, arpa, vihuela, guitarra sexta, trompetas, y todos 10s musicos uniformemente trajeados “de la cabeza a 10s pies” (Pearlman 1988, 61-62). En fin, el mariache forma parte importante de la identidad mexicana allende la frontera, en la privacidad del hogar, sea en la convivencia con otros en fiesta de bodas y quinceaneras, muy manifiesta en espacios publicos (en particular durante el 5 de Mayo, 16 de Septiembre y el dia de noviembre dedicado a Santa Cecilia en Boyle Heights).

Segun contaron antiguos braceros, la “migra” llego a utilizar la musica mexicana para atraer y detener a trabaja- dores indocumentados en bailes o fiestas durante la Opera- tion Wetback. Como fuera, todavia la generacion sesentona del padre de Linda Ronstadt tararea canciones que inter- pretaron Lucha Reyes, Pedro Infante, Jorge Negrete, 10s Hermanos Zaizar o Jose Alfredo. Mirma la pertenencia a una cultura popular comun; es, sobre todo, una forma de expresar el contacto, conecte y sintonia con el ternno, el paisaje de la region, con el matrio lar.

La integracion de mariacheras a1 “destino,” la pelicula Mariachi del cineasta Robert Rodriguez, 10s festivales anuales de mariache en la Plaza Mariachi, el proyecto de Museo de la Cancion Mexicana o del Mariachi en East Los Angeles (La Opinion, espectaculos, 6 junio 1997) reflejan esa tradicion campesina del occidente mexicano, cuya resonancia mueve las fibras mas sensibles de las identidades matrias y patria, esta rostro colectivo de esas, vibra en las mexicanas, mexicanos y mexicodescendientes del sur, en varias partes del vecino pais del norte.

Notes 1. Aqui se empleara rnariuche, segun las fuentes mas antiguas. 2. Hermanas Padilla, “Los que vuelven,” como citado en Ochoa

Serrano 1997. 3. Instituto Nacional de Estadistica Geografia e Informatica.

1985. Estadisticas Historicas de Mexico, T.I. INEGI. 4. Segun datos del U.S. Census Bureau.

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5. Instituto Nacional de Estadistica Geografia e Informatica 1985; Referencia RCA en Cancionero Sarape Musical, Mexico, oct. 1967; informacion de Ma. Socorro Morales, comerciante de discos, Zamora, Mich., enero 1994.

6. A 10s cancioneros de Vanegas arroyo y Eduardo Guerrero seguiria el Cancionero Picot y luego el Cancionero del Bajio (este registrado 22 abril 1955).

7. Anuncios en La Opinibn de KFOX, KFVD, KMTR, KGFT, KGER, tambien informacion de Salvador Serrano. residente en Los Angeles desde 1958.

8. Tambien vease Miron 1982, 35; La Opinibn, espectaculos, 1940-1950. Sobre tradicion cantoras vease Gallegos 1984, 115-16; Garcia 1994, 187.

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ALVARO OCHOA SERRANO, professor at Centro de Estudio de las Tradiciones of El Colegio de Michoach, focuses on the popular culture of western Mexico, social movements, Mexican migra- tion to the United States, and people of African descent in Mexico. He is writing a book on Michoacanos in Los Angeles from 1920 to 1970. He can be contacted at aochoa@ colmich.edu.mx.