¿la diferencia hace la diferencia?

Martín Hopenhayn

La ciudadanía se repiensa, re-escribe y re-inscribe en nuevos espacios sin renunciar a sus contenidos históricos, mediante procesos consignados como:

Posmodernidad: en el campo cultural, la ciudadanía se redefine por el descentramiento de actores y privilegio de la multiculturalidad en el espacio público.

Globalización: en el terreno político, con un nuevo imaginario trasnacional y agentes globalizados en la lucha por la diferencia. Trae consigo una mayor conciencia de las diferencias entre identidades culturales, porque se difunden en los medios de comunicación, se incorporan por ONGs transnacionales.

Revolución de la información: con la posibilidad de desunir y globalizar demandas que dependen menos del sistema político que las procesa y más de los actos comunicativos que logran fluir por las redes de la información

El uso de la comunicación a distancia tiende a ser cada vez más importante para incidir políticamente, ganar visibilidad pública y devenir interlocutor válido en el diálogo entre actores.

La diferencia se convierte en tema del ejercicio de la ciudadanía si ese lugar constituye un derecho democráticamente difundido.

Potencial de la nuevas redes de comunicación horizontal para incrementar el protagonismo de los sujetos por medio de la amplia gama de opciones que ofrece el acceso a la información.

En el campo de la ciudadanía se enriquece el reclamo y promoción de derechos culturales, haciendo posible este diálogo a distancia de lo local a lo global.

La igualdad, entendida como inclusión de los excluidos , sin que ellos conlleve a la homogeneidad cultural, a mayor concentración del poder político o a la uniformidad en los gustos y estilos de vida.

Por otro lado se quiere apoyar y promover la diferencia, entendida como diversidad cultural, pluralismo en valores y mayor autonomía de los sujetos, pero sin que estos se convierta en justificación de la desigualdad o de la no inclusión de los excluidos.

La democracia de la diferencia plantea que la igualdad compleja, es un concepto comprehensivo de ciudadanía, la igualdad de oportunidades para afirmar la diferencia y protegerse contra mecanismos de exclusión social discriminación cultural por motivos de adscripción, plantea diversos objetos de reparto social.

La conjugación de estos aspectos de la igualdad y esos derechos ciudadanos nos orienta en el referente utópico de la democracia de la diferencia.

Sólo con un reparto de recursos, poderes, libertades y oportunidades, es posible conjugar una mejor distribución de oportunidades para afirmar la diferencia, vale decir, para emprender proyectos de vida, individuales y colectivos, que no necesariamente son universales ni predominantes, y para ejercer y plantear practicas culturales que no tienen porqué ser las que circulan de manera hegemónica por la sociedad.

Quienes están privados de la realización de derechos sociales, económicos y culturales, tampoco acceden a la participación política, el dialogo público y la conexión con redes.

La equidad e inequidad por adscripción, así como la falta de ciudadanía por factores de adscripción, resultan tópicos decisivos en el debate actual sobre nuevas formas de ciudadanía y el reclamo de la diferencia.

También requieren de políticas públicas en la esfera laboral (capacitación, crédito, empleo) y educativa. Pero en términos positivos, la adscripción supone la posibilidad de afirmación de la diferencia.

La discriminación de género en las familias y en la vida cotidiana lleva a las mujeres a estar más expuestas al maltrato y a la sobrecarga de trabajo, con violación de sus derechos sociales y básicos.

En este marco, el sustento de la diversidad cultural radica en la construcción de un orden democrático basado en la igualdad ciudadana. Se trata de reivindicar la pertenecía étnica o de género desde la exigencia de una ciudadanía política que iguala a los integrantes de una sociedad y, al mismo tiempo, respeta sus especificidades.

En el caso de las mujeres, la construcción de una ciudadanía plena exige superar la relación tutelar que el Estado establece con ellas y su tratamiento como beneficiarias de servicios y prestadoras de todos aquellos que éste no asume.

Impone también un reconocimiento social de la maternidad y de la paternidad y en general una revalorización de las actividades en el ámbito de la reproducción social y de las dificultades existentes para armonizar las esferas pública y privada.

La ciudadanía navega hoy por los caminos que unen la participación en la cosa pública, los reclamos de identidad y el mayor acceso a los frutos del desarrollo.

La igualdad y la diferencia son anverso y reverso de una moneda cuyo canto es la propia sociedad civil. Que reposiciona lo público más allá o más acá del estado, pero también reposiciona lo privado más allá o más acá del mercado