neuroetica practica una etica desde el cerebro - enrique benete

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co l ecció n NEUROÉTICA PRÁCTICA ÉTICA APLICADA desclée

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¿Qué es el cerebro? ¿Cómo funciona? ¿Cuál es el papel que desempeñaen la existencia humana? ¿Y en el proceso de morir? ¿Cuálesson las ventajas e inconvenientes del diagnóstico de muerte encefálica?¿Actuamos libremente o es la actividad cerebral la que nos impulsa enuna determinada dirección? ¿Podemos seguir hablando de “el alma” otal concepto ha quedado ya obsoleto tras las investigaciones neurocientíficas?¿Qué grado de consciencia experimentan los pacientes enestado vegetativo? ¿Es posible intervenir directamente en el cerebropara tratar determinadas enfermedades mentales? ¿Tienen alguna responsabilidadmoral quienes padecen disfunciones cerebrales? ¿Soy“yo” algo más que mi propio cerebro? ¿Son las creaciones de la mentehumana mero producto de la actividad cerebral? ¿Qué significa “serconsciente”? ¿Pensamos y obramos moralmente condicionados por elfuncionamiento del cerebro?

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  • coleccin

    NEUROTICA PRCTICA

    TICAAPLICADA

    descle

  • Neurotica prcticaUna tica desde el cerebro

  • Neurotica prcticaUna tica desde el cerebro

    Enrique Bonete Perales

    Descle De Brouwer

    Coleccin

  • 2010, Enrique Bonete Perales

    2010, Editorial Descle De Brouwer, S.A.Henao, 6 [email protected]

    ISBN: 978-84-330-2464-0Depsito Legal: BI-3342/2010Impresin: RGM, S.A. Bilbao

    Impreso en Espaa Printed in Spain

    Cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica y transformacin de esta obra slo puede ser realizada con la autorizacin de sus titulares, salvo excepcin prevista por la ley.Dirjase a CEDRO (Centro Espaol de Derechos Re pro grficos www.cedro.org), si necesita fotocopiar o escanear algn fragmento de esta obra.

    www.edesclee.commailto:[email protected]

  • A mis hermanos Nieves, Jaime y Rafael, en recuerdo de aquellos duros veranos de la infancia;

    vivas imgenes moran todavaen los recnditos pliegues de nuestro cerebro.

  • ndice

    Agradecimientos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13

    Introduccin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15Referencias bibliogrficas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20

    Captulo 1. De la Biotica a la Neurotica . . . . . . . . . 23

    1. Origen, contexto mdico y legitimacin social de la Biotica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23 2. Ramas principales de la Biotica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29 2.1. tica clnica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32 2.2. tica sanitaria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34 2.3. tica bio-mdica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 2.4. tica de la reproduccin humana . . . . . . . . . . . . . 37 2.5. Gen-tica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39 2.6. Eco-tica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42 2.7. Zoo-tica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44 2.8. Tnato-tica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46 3. El inicio de la Neurotica: hacia una tica del cerebro. . . 49 3.1. Primeros debates neuroticos en los comits de biotica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49 3.2. Presentacin internacional de la Neurotica . . . . . 52 4. Referencias bibliogrficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 56

  • Captulo 2. Modelos y problemas de Neurotica . . 61

    1. Antecedentes histricos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61 2. tica de la Neurociencia y Neurociencia de la tica . . . . . 66 3. tica social basada en el cerebro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 4. La Neurotica como rama de la Biotica. . . . . . . . . . . . . . 72 5. Hacia una Neurotica Filosfica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76 6. Mapa temtico de la Neurotica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 82 7. Debates ticos desde perspectivas neurocientficas. . . . . . . 87 7.1. Cerebro Mente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90 7.2. Libertad Determinismo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94 7.3. Deontologismo Consecuencialismo . . . . . . . . . . . 100 8. Referencias bibliogrficas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105

    Captulo 3. Estado vegetativo y consciencia: implicaciones morales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109

    1. En torno al estado vegetativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111 2. Diagnstico de la consciencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115 3. Presupuestos antropolgicos: grados de consciencia . . . . . 122 4. Implicaciones morales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130 5. Aplicacin de los principios de Biotica . . . . . . . . . . . . . . 137 5.1. Estado de no consciencia (ENC) . . . . . . . . . . . . . . 138 5.2. Estado de mnima consciencia (EMC) . . . . . . . . . . 140 5.3. Estado de plena consciencia (EPC). . . . . . . . . . . . . 142 6. Referencias bibliogrficas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 144

    Captulo 4. Muerte cerebral: debates ticos . . . . . . . 149

    1. Contexto social y clarificacin conceptual . . . . . . . . . . . . 149 2. Cuestiones mdicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 155 3. Lmites morales de la definicin de muerte cerebral (perspectiva kantiana) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159

    Neurotica prctica10

  • ndice 11

    4. Extensin moral de la muerte cerebral (perspectiva utilitarista) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 166 5. Preguntas abiertas por la Neurotica Prctica . . . . . . . . . . . 176 5.1. Diferentes niveles de discusin tica . . . . . . . . . . . . 177 5.2. Un nuevo dualismo antropolgico? . . . . . . . . . . . . 179 5.3. Estn cerebralmente muertos los pacientes en estado vegetativo? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 181 6. Referencias bibliogrficas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 184

  • Agradecimientos

    Este libro es fruto de la beca que el Ministerio de Educacin de Espaa me concedi con la subvencin del Programa Nacional de Movilidad de Recursos Humanos de Investigacin, en el marco del Plan Nacional de Investigacin Cientfica, Desarrollo e Innovacin Tecnolgica (I+D+i) 2008-2011, en su Modalidad A (estancias de movilidad de profesores e investigadores espaoles en centros extran-jeros de enseanza superior e investigacin: Proext-MICINN). He podido disfrutar de una estancia de 11 meses como Academic Visi-tor durante el curso 2009-2010 en The Oxford Centre for Neuroethics, que forma parte de The Oxford Uehiro Centre for Practical Ethics (Faculty of Philosophy, Oxford University), dirigido por el mdico-filsofo australiano Julian Savulescu. Agradezco al Ministerio espaol que valorase positivamente mi proyecto Implicaciones morales y filosficas de la Neurotica, del que este trabajo constituye la realiza-cin de una de sus partes. Quiero mostrar mi reconocimiento al direc-tor de este prestigioso centro internacional, Julian Savulescu, por aco-germe amablemente en tan activo y estimulante mbito acadmico. Deseo, por ltimo, mencionar al filsofo tambin australiano Neil Levy, uno de los ms relevantes neuroticos del mundo anglosajn,

  • con quien tuve el privilegio de compartir despacho durante meses en el referido centro de investigacin, recibiendo de l valiosa orienta-cin bibliogrfica e intelectual.

    Enrique Bonete Perales The Oxford Centre for Neuroethics

    26 de agosto de 2010

    Neurotica prctica14

  • Introduccin

    Qu es el cerebro? Cmo funciona? Cul es el papel que des-empea en la existencia humana? Y en el proceso de morir? Cules son las ventajas e inconvenientes del diagnstico de muerte enceflica? Actuamos libremente o es la actividad cerebral la que nos impulsa en una determinada direccin? Podemos seguir hablando de el alma o tal concepto ha quedado ya obsoleto tras las investigaciones neuro-cientficas? Qu grado de consciencia experimentan los pacientes en estado vegetativo? Es posible intervenir directamente en el cerebro para tratar determinadas enfermedades mentales? Tienen alguna res-ponsabilidad moral quienes padecen disfunciones cerebrales? Soy yo algo ms que mi propio cerebro? Son las creaciones de la mente humana mero producto de la actividad cerebral? Qu significa ser consciente? Pensamos y obramos moralmente condicionados por el funcionamiento del cerebro? Es lcito intervenir directamente en el cerebro para mejorar nuestras capacidades cognitivas? Es correcto suministrar sensaciones de felicidad con la estimulacin elctrica en el sistema nervioso central? Debemos utilizar los frmacos que afectan a funciones cerebrales con el fin de mejorar las capacidades cognitivas de sujetos sin deficiencias o enfermedades mentales? Es posible orga-

  • Neurotica prctica16

    nizar las sociedades a la luz de los hallazgos neurocientficos? De qu modo modificar nuestro marco tico-filosfico una mejor compren-sin de las bases cerebrales de la cognicin moral? Minarn los avan-ces neurocientficos nuestras nociones de racionalidad, libre voluntad o responsabilidad?

    El elenco de preguntas recogidas a modo de muestra carece de tajante respuesta. No obstante, lo que s resulta evidente es que las respuestas a las anteriores cuestiones, y otras semejantes derivadas de las ciencias del cerebro (Neurociencias), moldearn poco a poco nues-tras concepciones de la vida moral y social. A nadie se le escapa que conceptos ticos fundamentales de la tradicin filosfica estn siendo revisados a la luz de recientes estudios en torno a las bases cerebrales del pensamiento y de la accin. Las preguntas en torno a nuestro cere-bro son tan lejanas en el tiempo como agravadas por los recientes des-cubrimientos en las Neurociencias. Si algunos filsofos y mdicos, desde la Grecia antigua hasta mediados del siglo XX, especularon y lanzaron todo tipo de hiptesis tan atrevidas como sensatas sobre este extrao y misterioso rgano situado en la cavidad craneal, los aos noventa del pasado siglo y la primera dcada de este tercer mile-nio nos presentan resultados neurocientficos que suscitan apasiona-dos e inquietantes problemas filosficos, especialmente ticos. En este marco de intriga, incertidumbre, riesgos, preguntas, posibilidades, amenazas, dilemas y desafos radicales suscitados por la Neurociencia se est desarrollando el campo nuevo de investigacin y reflexin, denominado con acierto, y para largo tiempo, Neurotica.

    Pero, qu es en realidad la Neurotica?, de qu trata?, cules son sus objetivos, mtodos y preocupaciones principales que la origi-naron? En qu contexto socio-cultural y cientfico surgi? De quin procede el trmino? Cules son los problemas morales fundamenta-les que ha de analizar con esmero? Es la Neurotica una rama ms de

  • Introduccin 17

    la Biotica, o posee un campo de investigacin y reflexin particular? Qu estatuto cientfico y filosfico manifiesta? Qu necesidad social legitima el surgimiento y el desarrollo de este nuevo campo del saber? Cules son las principales ciencias que ofrecen soporte epistemolgi-co a la Neurotica? Qu cientficos y filsofos son los ms destacados en el surgimiento y ampliacin de esta nueva disciplina? Qu cues-tiones morales procura iluminar, tratadas durante aos por la Biotica o totalmente nuevas? Qu problemas filosficos replantea que la Bio-tica no ha suscitado? Qu implicaciones sociales constata y acelera ms all de las generadas por los debates bioticos?

    Las Neurociencias estn generando multitud de preguntas que, a mi juicio, y en aras de la claridad, cabra situar por bloques y de modo ordenado en lo que considero los tres niveles principales de la Neu-ro-tica. Algunas preguntas versan sobre destacadas cuestiones prcti-co-morales que los neurocientficos presentan a la tarea mdica e inves-tigadora. Otras estn apuntando la necesidad de revisar a fondo clsi-cos debates tico-filosficos a la luz de los recientes hallazgos en torno al funcionamiento del cerebro. Y nos encontramos igualmente con inte-rrogantes que nos indican que las Neurociencias van a incidir en el cambio de determinadas pautas socio-culturales referidas al mbito legal, educativo, econmico e incluso religioso, transformaciones sociales que se acentuarn en un futuro no lejano segn vayan perfec-cionndose los mtodos para conocer el cerebro humano. Lo cual me impulsa a dividir la Neurotica en tres partes que, aun estando inevi-tablemente unidas, conviene desarrollar con cierta autonoma. Se podran denominar Neurotica Prctica (I), Neurotica Filosfica (II), y Neurotica Social (III). Estas tres lneas de reflexin se alimentan entre s. Pero por exigencias expositivas, didcticas y comerciales (todo hay que decirlo) se ha de procurar distinguirlas a fin de contri-buir a una mayor clarificacin de las aplicaciones prcticas (que intere-sarn sobre todo a los expertos en medicina, enfermera, y biotica),

  • Neurotica prctica18

    de los debates tericos (que los filsofos en general, los dedicados a la tica y psiclogos morales, deben conocer, si no quieren quedar al margen del nuevo marco cientfico que nos envuelve), y de las impli-caciones sociales de la nueva disciplina para economistas, polticos, juristas, educadores, e incluso telogos y pblico en general a quie-nes les conviene poseer informacin en torno a las cuestiones centra-les de lo que se est denominando Neuroderecho, Neuroeconoma, Neuroeducacin y Neuroteologa.

    Por otra parte, una lectura reposada de los volmenes y artculos ms significativos publicados durante estos ltimos diez aos, y que presentan de modo panormico los problemas de la Neurotica (1-16)1, me ha confirmado en lo acertado que es distinguir tres partes en esta nueva disciplina. La prctico-moral se acerca a cuestiones nucleares de la Biotica, especialmente a las que mantienen relacin con el funciona-miento, trastorno y mejora de la actividad cerebral; la parte terico-tica coincide con algunos problemas tratados desde hace aos por la Neuro-filosofa, aunque ahora versa de modo prioritario sobre los ms propios de la Filosofa Moral; y la socio-cultural requiere apertura a otras ciencias humanas afectadas por la Neurociencia.

    El presente volumen se centra en lo que denomino Neurotica Prctica. Existe una opinin generalizada como se ver en su momen-to segn la cual en el seno de la Biotica, gracias a los avances neuro-cientficos aplicables a problemas biomdicos y clnicos, se halla el marco intelectual y el punto de arranque de los problemas morales que la Neurociencia empez a generar. En otro estudio expondr los problemas fundamentales de la Neurotica Filosfica. A mi juicio, constituye una novedad respecto de las cuestiones bioticas. Me pare-ce que ser en el mbito filosfico donde la Neurotica tendr mayo-

    1. A partir de ahora, los nmeros entre parntesis indican las referencias bibliogrficas recogidas y ordenadas alfabticamente al final de cada captulo.

  • Introduccin 19

    res repercusiones en un futuro no muy lejano, y de ah incidir, sin duda, tanto en la orientacin de cuestiones prcticas como en la trans-formacin de la sociedad. Convendra esquematizar igualmente las implicaciones culturales que presenta esta nueva disciplina (en el derecho, la economa, la educacin e incluso en la religin), tarea principal de la Neurotica Social que los expertos en dichas reas debe-ran de investigar.

    El punto de partida de las Neurociencias e igualmente de la Neurotica es que somos nuestro cerebro (17). Es evidente la conexin entre el cerebro y el yo. Aquellos comportamientos que rea-lizamos, las experiencias subjetivas que vivimos, son el resultado del funcionamiento de este rgano. Si nuestra identidad personal depen-de de modo esencial de determinados rasgos psicolgicos (recuerdos, carcter, proyectos, creencias, convicciones), igualmente podra afirmarse que todo ello proviene del modo en que funciona nuestro complejo sistema nervioso. Las ciencias del cerebro cada vez ms estn penetrando en los misterios de este maravillo rgano, indagando cmo se desarrolla, trabaja y se va apagando. Los conocimientos que se adquieren investigando el cerebro comportan implicaciones mora-les, filosficas y sociales infinitamente superiores a las que puede ori-ginar, por ejemplo, la investigacin en torno al corazn o el hgado. Si en la actividad cerebral reside nuestra vida mental, nuestras creaciones espirituales, conocer el cerebro significa saber cada vez ms cmo somos y quines somos, una de las metas genuinas de la filosofa des-de los griegos. La pregunta qu es el hombre? concentraba para Kant, en el siglo XVIII, el objeto principal del pensamiento crtico. Hoy no es posible responder a esta cuestin sin conocer qu es el cere-bro, qu sucede en su interior cuando aprendemos, pensamos, decidi-mos, sentimos, creemos, amamos morimos. Los problemas ms antiguos del filosofar han de ser analizados en nuestro tiempo, inevi-tablemente, desde el nuevo paradigma cultural que van construyendo

  • Neurotica prctica20

    las Neurociencias. Junto a ello, las repercusiones morales del proceso de investigacin como de sus resultados prcticos, tericos y sociales. Constituye esta perspectiva moral el centro de inters de la Neuroti-ca, que ha de desarrollarse de modo paralelo al progreso en las cien-cias del cerebro (como aconteci con la Biotica, a raz del despliegue de las ciencias de la vida).

    Referencias bibliogrficas

    1. Baertschi, B. (2009), La neurothique, ditions La dcouverte, Pars.

    2. Farah, M. (2002), Emerging Ethical Issues in Neuroscience, Nature Neuroscience, 5, pp. 1123-1129.

    3. Farah, M. (2005), Neuroethics: The Practical and the Philo-sophical, Trends in Cognitive Sciences, 9, pp. 34-40.

    4. Garland, B. (ed.), (2004), Neuroscience and the Law, The Dana Foundation, Nueva York.

    5. Gazzaniga, M.S. (2005), The Ethical Brain, The Dana Foun-dation, Nueva York.

    6. Gimnez, J.M. y Snchez, S. (2010), De la Neurociencia a la Neurotica, EUNSA, Pamplona.

    7. Giordano, J. y Gordijn, B. (eds.), (2010), Scientific and Philo-sophical Perspectives in Neuroethics, Cambridge University Press, Nueva York.

    8. Glannon, W. (2007a), Bioethics and the Brain, Oxford Univer-sity Press, Oxford.

    9. Glannon, W. (2007b), Defining Right and Wrong in Brain Science, The Dana Foundation, Nueva York.

    10. Illes, J. (ed.), (2006), Neuroethics, Oxford University Press, Oxford.

  • Introduccin 21

    11. Kathinka, E. (2009), Neurothique, Editions Odile Jacob, Pars.12. Levy, N. (2007), Neuroethics, Cambridge University Press,

    Cambridge,13. Marcus, S.J. (ed.), (2002), Neuroethics. Mapping the field, The

    Dana Foundation, Nueva York.14. Mora, F. (2007), Neurocultura, Alianza, Madrid.15. Racine, E. (2010), Pragmatic Neuroethics, The MITT Press,

    Cambridge (Mass.).16. Roskies, A. (2002), Neuroethics for the New Millennium,

    Neuron 35, pp. 21-23.17. Roskies, A. (2009), Whats Neu in Neuroethics?, The

    Oxford Handbook of Philosophy and Neuroscience, Oxford Uni-versity Press, Oxford, pp. 454-470.

  • 1De la Biotica a la Neurotica

    1. Origen, contexto mdico y legitimacin social de la Biotica

    Es ya lugar comn afirmar que quien primero utiliz el trmino de bio-tica para referirse a una nueva disciplina fue Van Renselaer Potter, un bilogo centrado en la investigacin oncolgica (45). En 1971 public en EE.UU. el ya clebre libro Bioethics: A Bridge to the Future. He aqu el objetivo principal que le atribuye este cancerlogo norteamericano a la Biotica: Una nueva disciplina que combina conocimiento biolgico con un conocimiento de los sistemas de valo-res humanos. La pretensin principal que inspiraba tal obra no era otra que la de superar lo que por aquellos aos vino en llamarse las dos culturas la cientfica y la humanstica. Su extrema separacin era ms que evidente. Slo a travs de una armnica combinacin o puente, como indica el ttulo entre el conocimiento cientfico de los sistemas vivos (sintetizado en el concepto de bis) y el conocimien-to filosfico de los valores (representado con el concepto de tica), podra ser superada tan lamentable ruptura cultural. Naci la Biotica con vocacin de contribuir a que las investigaciones cientficas, espe-cialmente aquellas centradas en el origen y desarrollo de la vida (tam-bin las referidas al medio ambiente y a la supervivencia de la especie

  • humana) no abandonasen las bases humanistas, filosficas y ticas, dado que slo stas posibilitaban la orientacin de los fines y las fun-ciones sociales que aquellas investigaciones deban perseguir. La con-cepcin de la Biotica que manejaba en sus inicios el onclogo Potter era ciertamente amplia (41). El sentido ambientalista e incluso evolu-cionista formaba parte de su principal objetivo: la supervivencia de la especie humana junto a la reivindicacin de la cultura humanista. Tanto la vida del hombre como la creacin de la cultura peligraban debido a un desarrollo cientfico-tcnico tan desbocado en las socie-dades avanzadas como amenazante para el futuro de la humanidad.

    Se ha de constatar tambin que en aquellas fechas en las que el cientfico Potter difundi el trmino en la portada de su libro, el gineclogo holands Andr Hellegers, de la Universidad de George-town (dirigida por los jesuitas), se sirvi del mismo trmino para denominar al prestigioso centro de investigacin por l fundado el 1 de julio de 1971: Joseph and Rose Kennedy Institute for the Study of Human Reproduction and Bioethics. Si la obra de Potter mostraba un enfoque terico y globalizador, la lnea de investigacin que promo-vi este Instituto (primer centro universitario dedicado a la Biotica en U.S.A.) con diversos telogos morales a la cabeza, estaba centrada especialmente en los conflictos de valores que surgen ineludiblemen-te cuando aplicamos las nuevas tecnologas al origen, desarrollo y fin de la vida en general (vegetal, animal), como de la vida humana en particular. Y esta lnea ha sido la predominante en la Biotica desde sus orgenes. Si Potter contribuy a la difusin del trmino, cabe afirmar que fue Hellegers quien foment su estudio a travs de este centro interdisciplinar. Durante los cuarenta aos que han transcu-rrido desde la fundacin del mencionado centro de investigacin dedicado a la reproduccin humana y a la Biotica, es claro que el legado de Hellegers ha sido el dominante (16). Esta disciplina se ha desarrollado ms como una tica aplicada (elaborada por filsofos y

    Neurotica prctica24

  • telogos de la moral, mdicos, expertos de la gentica, bilogos e investigadores de las diversas ramas de la vida) que como una tica global edificada al modo de puente entre la ciencia y la filosofa, tal como pretenda Potter ya en su clebre libro de 1971, pero tambin en posteriores escritos (42). Sin entrar en mayores precisiones, cabe afirmar que la Biotica en sus orgenes (fusionando el proyecto de Potter con el de Hellegers) fue considerada como una disciplina pre-ocupada por el anlisis de los conflictos ticos emergentes gracias al desarrollo y complejidad de las ciencias de la vida (ecologa, investi-gacin biolgica, experimentacin animal, reproduccin humana, investigacin clnica), que incluye todo lo referente al comienzo y final de la existencia.

    Segn lo dicho, a travs de la Biotica como nueva disciplina se manifestaba una generalizada tendencia intelectual a poner en tela de juicio diversos avances en las tcnicas biomdicas que resultaban paradigmticos del conflicto entre las ciencias de la vida y las cuestio-nes ticas, o entre la cultura tecnolgica y la cultura humanista. Mas la discusin en torno a los orgenes, mtodos y objetivos de esta nue-va disciplina no ha llegado an a su fin. La interdisciplinariedad es rasgo clave de este nuevo campo del saber y del obrar. Su status epis-temolgico no est del todo claro, y los contenidos sobre los que ha de versar tal disciplina tampoco, pues continuamente se replantean en la misma medida en que se suscitan nuevos dilemas morales, gra-cias a los avances tcnicos y mejores conocimientos aplicables al ori-gen y desarrollo de la vida humana (33, 34). Es por ello necesario revisar los diversos contextos que explican el origen y el despliegue social de esta nueva disciplina a fin de comprender mejor los proble-mas clave que ha de tratar, as como constatar la diversidad de conte-nidos que le corresponde estudiar, siempre desde un ngulo interdis-ciplinar. Es evidente que no es posible exponer con detalle el origen y desarrollo de la Biotica, slo me interesa sealar en lo que sigue

    De la Biotica a la Neurotica 25

  • aquellos rasgos que nos sirven para enmarcar el contexto que poten-ci su legitimacin social en orden a justificar mejor la conveniencia terica y prctica de elaborar lo que ha venido en llamarse, desde hace aproximadamente una dcada, Neuro-tica, a cuyos objetivos y problemas fundamentales, en su conexin con la Biotica, se dedica este libro introductorio.

    A nadie se le escapa que los problemas morales suscitados en la profesin mdica constituyeron una de las razones que explica la excelente acogida social de la Biotica. Los valores y deberes propios de la profesin mdica se remontan al clebre Juramento de Hipcrates en el que se explicita el servicio al enfermo, la discrecin y la fideli-dad como valores propios del ejercicio mdico. Y por otro lado, se sealan normas o principios generales como el de no-maleficencia (sobre todo no daar), la prohibicin del aborto y de la eutanasia (que equivale al principio de la defensa de la vida). Estos elementos ticos del antiguo Juramento (24, 26, 39) han sido actualizados por diversas Academias y Sociedades mdicas, siendo recogidos en cdi-gos deontolgicos de especial relevancia (Cdigo internacional de tica mdica de la Asociacin Mdica Mundial de 1949; Declaracin Inter-nacional de Helsinki de 1964, ampliada en sucesivas ocasiones Tokio, Venecia, Hong Kong). La tica bio-mdica y la tica clnica (ms tarde sealar sus diferencias) constituyen la concienciacin y autorre-gulacin profesional de los deberes morales tambin de las virtudes que los mdicos y el personal sanitario han de seguir en su relacin profesional y humana con los pacientes y enfermos. Sin embargo, no slo los deberes y virtudes de los mdicos han de ser sacados a la luz, tambin sus derechos y los de quienes padecen enfermedades y expe-rimentan la debilidad; lo cual explica que la Asociacin Mdica Mun-dial (AMM) y la Organizacin Mundial de la Salud (OMS) vinculen la deontologa mdica con la Declaracin de los derechos humanos de 1948.

    Neurotica prctica26

  • No hay que olvidar que durante la segunda guerra mundial los experimentos con humanos llevados a trmino por los mdicos nazis (protegidos por los poderes polticos) ocasionaron una de las mayores crisis de la ciencia y profesin mdica, tal como se manifest durante el clebre juicio de Nuremberg (51). No sorprendi que en medio del debate suscitado por las revelaciones impactantes de los mdicos se acordase proclamar lo que se conoci como el Cdigo tico de Nurem-berg de 1947 en el que se concentraron 10 principios que habran de regular las experimentaciones e investigaciones mdicas con huma-nos. Por ejemplo, el referido al clebre consentimiento informado del sujeto se convertir desde entonces en el punto de partida de cual-quier experimentacin. Las posteriores declaraciones en materia de investigacin mdica con seres humanos se remitirn a dicho cdigo post-blico. Los peligros que amenazan a los enfermos y pacientes al combinarse el poder del Estado con una lgica tecno-mdica, alejada de toda consideracin moral del ejercicio profesional, son alarmantes. As pues, nos encontramos con una tica mdica objetivada en las declaraciones internacionales que contextualizan el surgimiento de la Biotica. Y a travs de esta lnea, la medicina ha llegado a ser una de las tendencias cientficas ms sensibles al componente tico de la nue-va disciplina y, por ende, se ha convertido en el sector intelectual ms crtico con el desarrollo tecnolgico y bio-mdico que pretenda apli-carse sin lmites morales.

    Se podra afirmar, en trminos generales, que la profesin sanita-ria ha devenido ms tcnica que tica, y que los avances en la investi-gacin biomdica se orientan cada vez ms a fines que no son clara-mente teraputicos, sino de otro tenor, conectados con intereses parti-culares o econmicos (por ejemplo: transferencia de embriones en mujeres menopusicas, seleccin de sexo, u otros rasgos, por diagns-tico prenatal). Es una lgica empresarial y tecnocientfica (domi-nio, eficacia, rentabilidad, utilidad) la que parece guiar la profesin

    De la Biotica a la Neurotica 27

  • mdica e investigadora antes que una lgica moral preocupada por la promocin de la dignidad de la vida humana y de la persona. Durante estos aos en los que la Biotica se iba desarrollando como disciplina, la profesin mdica se interrogaba con mayor insistencia respecto de si todo lo que es tcnicamente posible es ticamente aceptable. La sen-sacin de que el poder tcnico aplicado a la gnesis de la vida como a su declive es cada vez mayor, ha ido suscitando el convencimiento de que necesario es limitar, por razones estrictamente morales, tal poder, de lo contrario puede introducirse la biomedicina en sendas de peli-groso recorrido. Esta misma inquietud moral se suscit igualmente durante la ltima dcada con los avances de las ciencias del cerebro, siendo la nueva Neurotica como disciplina segn iremos compro-bando su mxima expresin.

    El debate durante estos cuarenta aos de Biotica ha estado pre-sente, de forma reiterada, en los medios de comunicacin debido al impacto que los avances biomdicos producen en la ciudadana, en la clase poltica y tambin en los legisladores. Las posiciones son diver-sas: hay quienes propugnan un respeto escrupuloso al a priori de lo que debe ser considerado la naturaleza humana, tambin quienes aceptan bienes humanos que no deben ser trastocados, sin olvidar aquellos que promulgan potenciar al mximo el desarrollo de la cien-cia sin lmites externos a su propio dinamismo. En cualquier caso, la Biotica ha sido una disciplina que ha crecido en este caldo de cultivo meditico en el que los nuevos avances biomdicos han suscitado dilemas morales ante los cuales las reacciones son tan diversas como opuestas y contradictorias. Este marco meditico ha contribuido a la legitimacin social de una disciplina que de modo racional y ponde-rado ha de analizar los presupuestos y sobre todo las implicaciones ticas y culturales de determinados avances biomdicos, y reciente-mente los progresos en las ciencias del cerebro, a los que se aludir en los prximos captulos.

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  • 2. Ramas principales de la Biotica

    A la luz de lo apuntado, y teniendo de fondo diversos trabajos de investigacin y manuales de Biotica publicados durante estos ltimos aos (17, 18, 27, 28, 36, 54, 56) podran sintetizarse los diferentes con-tenidos y objetivos que histricamente ha tratado esta reciente disciplina en ocho destacables ramas procedentes de un tronco comn: tica clni-ca, tica sanitaria, tica bio-mdica, tica de la reproduccin humana, Gen-tica, Eco-tica, Zoo-tica y Tnato-tica. A ellas hay que aadir, a mi juicio, la reciente Neurotica. Segn no pocos de sus promotores y creadores se presenta esta ltima con promesas de especial fecundidad para un futuro prximo. Algunas de sus implicaciones morales, filosfi-cas y sociales han de ser analizadas. Este libro se centrar en destacadas implicaciones prcticas y mdicas de esta nueva disciplina.

    Hoy sigue la Biotica elaborndose cada vez con mayor extensin de contenidos, lo que dificulta su dominio conceptual, temtico y metodolgico. El abanico de lneas de investigacin y reflexin moral es tan amplio, variado y complejo (transcurridos los cuarenta aos desde la creacin del trmino biotica, pero alrededor de cien desde el des-pegue de las ciencias de la vida, especialmente la Gentica) que, a mi modo de ver, estamos llegando ya al momento ms adecuado para que la Biotica comience a dividirse en diferentes sub-disciplinas con mayor autonoma. Bien es verdad que la mayora de las que propongo como sucede con los rboles frondosos se entremezclan y se conectan de tal modo que algunos problemas y dilemas ticos resulta difcil tratarlos con total separacin. Sin embargo, a dichas ramas, aun procedentes de unas mismas races culturales y cientficas (la profesin mdica y la investigacin en las ciencias de la vida, segn lo sealado) que han dado origen a este grueso tronco que llamamos hoy Bio-tica, se ha de pro-curar otorgarles, en aras de la claridad y operatividad conceptual, mayor autonoma epistmica. De este modo llegarn a ser, en trminos mora-

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  • les, ms fecundas, sacando a la luz presupuestos e implicaciones que no son del todo idnticas en cada una de las partes de la Biotica.

    Como sucede con todo rbol sano, algunas ramificaciones son ms gruesas y florecientes que otras (por manejar presupuestos antropol-gicos y principios ticos de mayor peso cultural) y los frutos (es decir, los resultados prcticos y morales) no son necesariamente de igual tamao y calidad. Por consiguiente, dada la multiplicidad de investi-gaciones y avances biomdicos, genticos, teraputicos, tcnicosy sus implicaciones socio-morales, conviene deslindar y acotar los obje-tivos, los contenidos y los mtodos de las diversas ramas. De este modo, podremos ser ms precisos en la iluminacin de los dilemas y en la toma de decisiones ticas que, teniendo en cuenta lo que est en juego cuando tratamos de la vida (y de la muerte), comportan conse-cuencias sociales trascendentes para el futuro de la especie humana (y otras especies) en este maravilloso planeta. Los presupuestos ticos y antropolgicos as como sus implicaciones morales y sociales no pueden ser los mismos si estamos tratando, por ejemplo, de los orge-nes de la vida humana que si es el proceso de morir con sus dimensio-nes morales lo que hemos de estudiar; ni son equivalentes los proble-mas que se suscitan en la relacin mdico-paciente que los originados al analizar las intervenciones tcnicas o farmacolgicas en el cerebro humano. Es claro que no se puede ofrecer una ruptura drstica entre las ramas que surgen del tronco de la Biotica; slo busco mostrar bre-vemente esta diversidad temtica con la intencin de sealar la necesa-ria relevancia acadmica y social de la Neurotica como nueva y joven rama que brota de un fecundo tronco, pero que aporta (siguiendo con el smil del rbol) sus propias flores y frutos con sabor distintivo.

    Estas diversas lneas de estudio suelen ser tratadas con mayor o menor detalle no slo en los numerosos manuales de Biotica (algu-nos reseados ya), sino igualmente en las Enciclopedias dedicadas a

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  • esta disciplina (29, 46), as como en los Diccionarios de tica que ofrecen trminos referentes a la mayora de los contenidos principales de los estudios bioticos (10). Cada una de las ramas que propongo engloba a su vez muy diversas temticas que requieren de precisos conocimientos biolgicos, fisiolgicos, genticos, neurolgicos, mdi-cos, sociolgicos, jurdicos y, por supuesto, ticos, que no resulta del todo sencillo dominar con cierto rigor. La interdisciplinariedad es inevitable. Este abanico de lneas de investigacin comporta una rela-cin directa con el bis, con la vida en sentido amplio. Mas los diver-sos contenidos del trmino vida, que impulsan cada una de estas ramas, han de ser tratados sacando a la luz los presupuestos antropolgi-cos sobre los cuales se edifican los principios ticos y los criterios morales que han de orientar la prctica de los agentes que intervienen en los graves retos que el origen, evolucin, desarrollo y final de la vida nos plantean. Han de ser analizadas tambin las implicaciones sociales (reales y posibles) que los avances tcnicos, cientficos y mdi-cos estn originando en nuestra cultura a fin de suscitar la convenien-cia o no de limitar tales avances cuando lo que esencialmente peligra es la dignidad de la persona, especialmente la de aquellos seres huma-nos que, dada su debilidad, no pueden ni siquiera manifestar sus deseos o intereses.

    Si bien es oportuno distinguir, por ejemplo, entre vida huma-na, organismo humano, miembro de la especie humana, ser humano, individuo, sujeto moral, persona, personalidad, etc., tal clarificacin conceptual y antropolgica no comporta la mis-ma relevancia en las diversas ramas de la Biotica. No es lo mismo tratar los dilemas morales propios del inicio de la vida (vulos fecunda-dos, embriones congelados, nasciturus, clulas madre embrionarias, clo-nacin teraputica, clonacin reproductiva, manipulacin gentica), que los originados a travs de la relacin entre paciente competente y personal sanitario. Ni es posible entrar en los problemas morales que

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  • surgen durante el proceso de investigacin biomdica del mismo modo que se han de enfocar los derechos de los animales o la defensa de la naturaleza. E igualmente, aun manteniendo conexin con algu-nos de los anteriores, de modo distinto se han de tratar aquellos pro-blemas referidos a las dimensiones morales del proceso humano de morir (testamento vital, comunicacin de la verdad al enfermo ter-minal, suicidio mdico asistido, eutanasia voluntaria-activa-direc-ta), que los generados por los avances de las neurociencias que la nueva Neurotica revisa desde sus presupuestos e incidencias morales (por ejemplo: estado vegetativo, muerte cerebral, mejoramiento cog-nitivo, intervenciones en el cerebro). Es tal la diversidad de campos epistmicos, conceptuales, antropolgicos y morales implicados en tan complejos problemas, que conviene, por razones de rigor y cohe-rencia, distinguir las ramas que se derivan del tronco de la Biotica. As ser posible mostrar con mayor brillo el surgimiento reciente y la necesidad de la Neurotica como rama de la Biotica, al menos en sus inicios, aunque por su impacto filosfico y cultural va ms all de los objetivos tradicionales que sta ya clsica disciplina ha ido cumplien-do desde los aos setenta. Veamos, pues, algunos de los contenidos principales que histricamente ha ido tratando la Biotica como rea de conocimiento tan pretendidamente uniforme como inevitable-mente interdisciplinar, mostrando brevemente el ncleo de cada rama, hasta desembocar en la ms reciente, en la Neurotica.

    2.1. tica clnica

    Se centra sobre todo en la dimensin moral del ejercicio profesio-nal de la medicina y enfermera en las que el ncleo tico no es otro que las decisiones tomadas durante la relacin interpersonal sanita-rios-pacientes (25), dos agentes inevitablemente desiguales (el que conoce la enfermedad y el que padece los sntomas y dolores).

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  • Mas esta asimetra no puede justificar que el sujeto dbil deje de ser tratado como persona moral competente. La tica clnica (del trmi-no griego cline=cama) desarrolla las dimensiones morales presentes en el tratamiento de la persona enferma por parte de quienes conciben su tarea profesional como un servicio a los ciudadanos que padecen dolores y sufrimientos. El personal sanitario es quien de modo excelso y ms directo ha de llevar a trmino el derecho a la salud. Tal derecho implica que alguien tiene el deber de curar y cuidar a quien se le ha quebrado la salud, uno de los bienes humanos bsicos. En este marco se desarrollaron los cuatro clebres principios (autonoma, beneficen-cia, no maleficencia, justicia), que en sentido estricto deberan ser contemplados como los principios de la tica clnica (4, 5) y no de la Biotica en general. Numerosos son los dilemas morales en el origen de la vida que no se prestan a ser analizados y atrapados desde la jerar-quizacin y combinacin de estos cuatro principios.

    Desde la perspectiva clnica, las ticas que podran ser desarrolla-das con especial fecundidad seran tanto la tica de los deberes (deon-tolgica), como la tica de las virtudes (aretolgica). Ambas nos indi-caran la excelencia moral que se espera de quienes ejercen la profe-sin mdica y sanitaria. No convendra olvidar tampoco en este mar-co de la tica clnica aquella lnea de comportamiento que por influencia de una determinada corriente feminista se ha aplicado especialmente al campo de la enfermera: tica del cuidado. Es sta particularmente sensible al modo humanitario de cuidar a quienes son, por su escasa salud, seres dependientes (9): padecen graves enfermedades o el envejecimiento natural. El ser humano, dada su estructura antropolgica, ineludiblemente ha de sufrir con el paso de los aos procesos degenerativos en su cuerpo y mente que le llevan a una necesaria relacin profesional y afectiva con el personal sanitario. Esta rama es la ms antigua y, como se apunt, aquella que ha contri-buido de modo especial a la legitimacin social de la Biotica como

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  • disciplina. Sin embargo, se ha de reconocer que la tica clnica, con los cuatro principios sealados y con las virtudes morales inherentes a la profesin mdica (fidelidad, abnegacin, compasin, humildad intelectual, prudencia), se sita en un plano interpersonal, genui-namente moral, en el cual los procesos de comunicacin y de dilogo entre sujetos competentes favorecen modelos de comportamiento de mayor o menor excelencia moral.

    2.2. tica sanitaria

    En sentido estricto cabe denominar de este modo la rama de la Biotica que considera del todo necesario encuadrar los problemas sanitarios en un marco ms amplio que el de la estricta relacin mdi-co-enfermo: la relacin entre las instituciones y organizaciones sanita-rias con modelos sociales y polticos normativos. Viene a ser una parte de lo que hace algunas dcadas se denominaba tica social, y que hoy se suele encuadrar en la tica de la empresa. Los problemas de salud suscitados en las sociedades desarrolladas, adems de estar asignados a un Ministerio en la mayora de las democracias, difcilmente dejan de ser tratados como resultado de determinadas polticas de bienestar que presuponen a su vez modelos de justicia distributiva. Cada vez se ha de justificar con ms precisos argumentos ticos las tomas de decisio-nes sanitarias, as como las lneas de investigacin mdica, dado que las enfermedades y los enfermos son innumerables y los recursos eco-nmicos, tcnicos y sanitarios ciertamente escasos, incluso en las socie-dades avanzadas. Podramos decir que de los cuatro principios arriba mencionados, es sin duda el de justicia (con sus mltiples variantes, pero especialmente la referida a la distribucin de bienes y recursos) aqul que ha de ser aplicado en el marco de la tica sanitaria. As pues, conviene, por los complejos problemas polticos, econmicos, sociales que se suscitan, considerar esta tica sanitaria como una de las ramas

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  • de la Biotica. El condicionamiento institucional en el que se pueden encuadrar no pocos dilemas mdicos plantea problemas distintos de aquellos referidos a las relaciones interpersonales mdicos-enfermos. La tica sanitaria se sita, pues, en el marco organizacional y econ-mico desde los cuales, con criterios de justicia, se han de gestionar los escasos recursos tcnicos, teraputicos, hospitalarios y farmacuticos existentes en una determinada sociedad (1, 3).

    En este marco institucional el tipo de tica ms idneo (adems de las ticas de justicia, segn lo indicado) sera el que han desarrolla-do los tericos del contractualismo, liberalismo, comunitarismo, libertarismo, comunismo o estatalismo. Es decir, teoras todas ellas que, adems de polemizar entre s por sus diferentes concepciones de la justicia y de la sociedad, son de carcter poltico, organizativo y estructural ms que interpersonal (el propio de la tica clnica en sen-tido estricto). Los problemas morales que se suscitan en la relacin personal sanitario-enfermo, aunque pueden ser reflejo de un marco social y poltico ms amplio, han de ser iluminados con unas catego-ras y enfoques bien diversos a aquellos que, por su grado de incidencia social y econmica, requieren de otra metodologa y de otros princi-pios ms polticos y econmicos que interpersonales.

    2.3. tica bio-mdica

    Esta rama de la Biotica est sin duda conectada con las anterio-res. En cualquier proceso de investigacin y experimentacin mdica se presupone un determinado tipo de relacin personal sanitario-enfermo, por un lado, y tambin una visin de las funciones sociales y humanitarias (sin olvidar los intereses econmicos y polticos) que inspiran diferentes instituciones cientficas. Como antes se indic, el marco en el que se potenci la legitimacin social de la Biotica nos remita a las experimentaciones que los mdicos nazis realizaron con

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  • miles de pacientes y de hombres sanos por supuesto, sin su consenti-miento a fin de averiguar las respuestas del cuerpo humano a diver-sos tratamientos e intervenciones.

    Pues bien, se puede afirmar que fue en el marco de la investiga-cin biomdica en el que se propusieron tres de los cuatro principios ticos anteriormente sealados (autonoma, beneficencia y justicia). Y ms en concreto, el trasfondo histrico en el que surgieron tan cle-bres principios hay que situarlo en 1974, cuando el Congreso de los Estados Unidos aprob la ley conocida como National Research Act, que daba cauce a la creacin de una comisin que se tendra que encargar de analizar las cuestiones ticas surgidas por la investigacin cientfica en la biomedicina y en otras ciencias de la conducta. Una de las funciones principales de esta comisin era la de presentar unos principios generales con capacidad para orientar futuras investigacio-nes biomdicas. La comisin elabor el ya clsico Informe Belmont, publicado en 1978, en el que se ofreca una breve presentacin de tres principios fundamentales: el respeto a las personas (que se concret ms tarde en el principio del respeto a las decisiones autnomas); la beneficencia (posteriormente se convino en separarlo del principio de no maleficencia); y, por ltimo, la justicia, que puede tener una dimensin interpersonal (justicia conmutativa) o social (justicia dis-tributiva).

    Aun siendo el Informe Belmont el origen de los clebres principios que se consideran con excesiva generalidad los ms propios de la Biotica (no puedo entrar aqu en una exposicin pormenorizada y crtica de los mismos), conviene de todos modos perfilar como rama especfica la tica bio-mdica, centrada en el establecimiento de las bases morales de la investigacin cientfica, experimentacin humana y su aplicacin tecnolgica al mbito de la medicina (2). Es evidente que toda experimentacin comporta tanto elementos individuales

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  • como sociales e institucionales. Y esos diversos mbitos de decisin y grados de responsabilidad han de ser analizados por esta rama, que ni se cie a la relacin personal mdico-enfermo, ni a los fines organiza-tivos de las instituciones sanitarias. Requiere de una reflexin sobre las funciones de la ciencia y de la tcnica, as como del esclarecimien-to de principios ticos que promuevan la dignidad de las personas afectadas directamente por las experimentaciones, y ms reciente-mente en el marco de las investigaciones con seres humanos que pro-mueven las ciencias del cerebro. Igualmente se ha de analizar quines pueden ser los posibles beneficiarios y perjudicados por aquellos expe-rimentos. El ncleo de la tica bio-mdica se encuentra, pues, en el estudio de las dimensiones morales del proceso de investigacin, experimentacin y aplicacin de descubrimientos, mientras que el de la tica clnica en el fomento de deberes y criterios morales que han de regular las relaciones humanas mdico-paciente.

    2.4. tica de la reproduccin humana

    Si bien esta rama de la Biotica guarda estrecha relacin con la Gen-tica (implicaciones morales de las intervenciones en el patrimo-nio gentico del ser humano) de la que pronto hablaremos y presu-pone los criterios orientativos que he enunciado al sintetizar el objeti-vo principal de la tica clnica y de la tica bio-mdica, puede ser dis-tinguida claramente de stas. Se centra en las dimensiones morales que suscitan las diversas tcnicas de reproduccin humana o procreacin asistida al intentar resolver los problemas de esterilidad o subfertilidad de las parejas. Entre las tcnicas ms desarrolladas que generan debates morales cabe destacar: inseminacin artificial, fecundacin in vitro, transferencia intrauterina de gametos, transferencia del embrin al tero, congelacin de embriones, maternidad subrogada (o alquiler de teros) Tambin encontramos los siguientes campos de reflexin

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  • propios de esta rama: el anlisis de los valores morales y sociales que origina este nuevo poder tecnolgico, la alteracin de las nociones comunes de paternidad y maternidad (y por ende, la identidad del propio sujeto venido al mundo a travs de estas nuevas tcnicas), los conflictos tico-jurdicos entre un supuesto derecho a la procreacin y el derecho del nio a un marco familiar que facilite su desarrollo personal, el complejo problema del status del embrin, la licitud o ili-citud moral del aborto o de la pldora del da despus.

    Junto a ello ha de estudiar la tica de la reproduccin humana problemas morales como los derivados de la procedencia de gametos y de embriones, o respecto de quines pueden ser los beneficiarios de estas nuevas tcnicas de reproduccin asistida, el anonimato de los donantes, el derecho de los nios a conocer la identidad de sus padres biolgicos, los fines sociales o econmicos de estas tcnicas y su conexin con otros modelos de reproduccin que suscitan debates morales: la clonacin (en el sentido de crear copias genticas de una persona adulta), partenognesis (estimulacin qumica o mecnica de vulos para lograr el desarrollo de un nuevo ser), la ectognesis (desa-rrollo embrionario en una placenta artificial), la seleccin de sexos, experimentacin con embriones humanos con fines no teraputicos, la hibridacin de la especie humana con otras especies Es tal la diversidad de las nuevas tcnicas de reproduccin, los supuestos antropolgicos y tico-sociales en cada una de ellas, as como las implicaciones morales y sociales de su generalizada difusin, que necesario es mantener la conveniencia de esta rama de la Biotica (37, 52). Los clebres cuatro principios que el ejercicio de la medicina ha perfilado y a los que ya me he referido no son suficientes para ilu-minar la variedad de matices que entran en juego en esta problemti-ca. Se necesitan otros supuestos y criterios morales. No estamos slo ante la relacin interpersonal mdico-paciente, hay que incluir ade-ms el otro que se va a gestar o se est gestando en el seno de una

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  • mujer (o en contextos artificiales sustitutorios), sin olvidar los efectos sociales y antropolgico-sexuales que estas tcnicas estn generando. En las complejas dimensiones morales de estas tcnicas se ha de cen-trar esta rama de la Biotica que tanto han cultivado los telogos de la moral (tngase en cuenta que el originario trmino biotica acom-paaba al de reproduccin humana en el nombre del primer Insti-tuto norteamericano, fundado por Hellegers, y que ha marcado hasta hoy el ms significativo legado de la Biotica como disciplina aplicada al origen de la vida).

    2.5. Gen-tica

    Las intervenciones en el patrimonio gentico del ser humano son cada vez ms potentes (31). Esta rama de la Biotica est vinculada al surgimiento y despliegue de la ciencia gentica. Si bien es verdad que mantiene no escasa conexin con la tica de la reproduccin huma-na, comporta un campo propio de estudio y esclarecimiento moral. El avance principal de la Gentica (desde las clebres leyes de Mendel) consisti en explicar la base fsica, la sustancia qumica o la base mole-cular gracias a las cuales los caracteres biolgicos se conservan, se transmiten y se heredan. Este grave interrogante se pudo responder cuando varios cientficos durante los aos cuarenta identificaron el cido desoxirribonucleico o ADN. A partir de entonces fue posible el minucioso estudio de la naturaleza, composicin y estructura del material hereditario, as como el conocimiento de los mecanismos moleculares de la accin gnica (cdigo gentico). Esto fue alrededor de los aos setenta, cuando estaba inicindose el nombre y el conteni-do principal de la Biotica. Sin embargo, en aos posteriores se empe-zaron a aplicar las nuevas tcnicas moleculares (fragmentacin, hibri-dacin, etc.) al anlisis gentico, que se han perfeccionado hasta ins-taurar mtodos ms precisos.

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  • No cabe duda de que el punto clave del verdadero desarrollo de la Gentica y el origen de sus implicaciones ticas se encuentra en el descubrimiento de que los genes estn hechos de ADN; lo que ha supuesto un cambio de paradigma, segn los expertos, no slo en la ciencia gentica, sino en toda la biologa. Derivado de ello se desenca-denaron dilemas ticos nuevos para la humanidad. La investigacin en torno a las caractersticas y desciframiento del cdigo gentico, as como el desarrollo de la trascripcin del mensaje gentico contenido en la molcula de ADN, dan lugar a lo que se ha denominado Biologa Molecular, que ha posibilitado un sin fin de manipulaciones genti-cas. Bien es verdad que el trmino manipulacin no ha de implicar en principio un sentido peyorativo o de condena moral. Hoy es posi-ble manejar u operar con instrumentos los genes, lo que no significa siempre atentados contra la dignidad humana. Y este punto es capital para comprender las repercusiones morales de la manipulacin gen-tica. Aunque es claro que el peligro potencial de la Gentica se ha hecho real en la misma medida en que los cientficos han podido tocar los genes. Esta ingeniera gentica molecular se ha desarrolla-do a finales de los aos setenta y comienzos de los ochenta, paralela-mente al surgimiento de la Biotica. Cabe decir por ello que su inte-gracin plena en la disciplina ha sido ms bien posterior a su inicio en 1971, si bien ya se tena conocimiento en tales fechas de las lneas de investigacin gentica que a la larga podran ocasionar dilemas mora-les. Ha sido durante los aos noventa cuando esta ingeniera ha llega-do a ser tan rutinaria que ms que una ciencia se ha convertido en una tcnica (la tecnologa molecular) que suscita nuevos problemas ticos y que han de ser estudiados por la Gen-tica (55).

    Son mltiples los campos en los que dicha ciencia puede afectar al ser humano en tanto que sujeto directo y pasivo de la investigacin. Dado que la manipulacin puede producirse durante la utilizacin de algunas tcnicas de reproduccin asistida, la Gen-tica se relaciona

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  • con la tica de la reproduccin humana; mas sera un error pensar que sus respectivos objetivos y los problemas morales que suscitan se sitan en un mismo campo. Creo del todo necesario reivindicar, a pesar de algunas coincidencias, la rama de la Gen-tica como diferen-te de cualquier otra. Requiere mtodos y argumentaciones especficas con cierto grado de autonoma, y por ello con mayor fuerza ilumina-dora de los dilemas morales que los avances genticos provocan (recientemente, por ejemplo, en todo lo referido a los neurotrans-plantes y la transferencia gnica en el cerebro humano, cuyas repercu-siones morales y sociales la Neurotica Prctica ha de aclarar).

    Tantos son y tan diversos los grados de manipulacin de la gen-tica humana (del ADN, de las clulas, de los embriones, de indivi-duos a travs de la eugenesia positiva y negativa, e incluso de las poblaciones), y se suscita tal cantidad de interrogantes y problemas morales, que conviene construir un campo de reflexin especfico que analice globalmente los diferentes tipos de intervencin tcnica en la gentica y su mayor o menor licitud moral desde principios ticos que inspiren este nuevo poder. Aunque ha de tener en cuenta los princi-pios y los modelos ticos a los que antes me he referido, se necesita incorporar nuevos criterios morales en ocasiones de difcil armoniza-cin: la defensa de la diversidad gentica humana, la dignidad del individuo, el derecho de acceso a los servicios genticos de diagnosis y prognosis, la coordinacin de la investigacin, el intercambio inter-nacional de informacin gentica, el control del uso comercial de la informacin gentica, informacin y educacin en torno a las enfer-medades genticas, el desarrollo de asesores genticos, la confidencia-lidad de la informacin genticaY sobre todo, se ha de plantear si es lcito y est suficientemente justificado financiar determinadas lneas de investigacin gentica, o mejor ser controlar cualquier manipula-cin en los genes (50).

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  • 2.6. Eco-tica

    Por lo que estamos viendo, la Biotica comporta un campo de reflexin mucho ms amplio que la relacin mdico-enfermo o las investigaciones bio-mdicas, que contribuyeron conjuntamente a la difusin y legitimacin social de esta nueva disciplina. Indicamos en su momento que la concepcin de la Biotica que manejaba quien fue el padre del trmino, Potter, inclua tambin todo lo referente a la vida en general, y no slo a la vida humana, por la constatacin de los mltiples peligros que amenazaban a comienzos de los aos setenta hoy agravados la preservacin de la salud del planeta. Y en concre-to, Potter contemplaba que la Biotica deba incluir en su campo las inquietudes principales de lo que posteriormente se ha ido denomi-nando tica ecolgica o, ms recientemente, Eco-tica. Esta disci-plina ha adquirido ya un significativo grado de independencia de la Biotica, lo que ha contribuido a su mayor aceptacin acadmica, desarrollo conceptual, precisin tico-poltica, y relevancia social (22, 23, 57). La tica ecolgica (Eco-tica) nos ha mostrado a las claras que si no se toman decisiones ticas, polticas y econmicas sensibles al impacto medioambiental de la intervencin del hombre en la natu-raleza, peligra la continuidad de las futuras generaciones humanas en nuestro planeta, as como la de toda vida (animal y vegetal). Las nue-vas tecnologas industriales y energticas han de fomentar una mayor defensa del equilibrio natural, de lo contrario la humanidad est cavando su propia tumba. As pues, las consecuencias a medio y largo plazo en la transformacin de los ecosistemas han de suscitar en el hombre mayor grado de responsabilidad.

    Justamente fue a comienzos de los setenta (fecha de inicio de la Biotica) cuando el prestigioso Club de Roma alertaba en su clebre obra Los lmites del crecimiento sobre la urgencia de limitar el desarro-llo y la explotacin que estaban promoviendo las industrias de los

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  • pases ms desarrollados del mundo. La constatacin de que los recur-sos del planeta son limitados y de que se han de establecer controles para evitar que un desarrollo industrial acelerado destruya toda vida, forma parte ya de una conciencia social agudamente sensible a estas amenazas y peligros. Esta tesis (que fue proclamada solemnemente en 1972 tanto por el Club de Roma como por la Conferencia de las Nacio-nes Unidas sobre el Desarrollo y el Medio Ambiente celebrada en Esto-colmo) ya la inclua el bilogo Potter en su clebre libro Bioethics: A Bridge to the Future y consideraba que la Biotica tena que potenciar el puente entre el desarrollo cientfico-tcnico y los controles tico-humanistas en aras de la preservacin de la vida en el planeta. Las amenazas a la vida se han multiplicado desde aquellos lejanos aos: la explosin demogrfica, la deforestacin y desertizacin, la prdida de la biodiversidad, el cambio climtico, la lluvia cida, el agujero de ozono, la contaminacin de las aguas (58).

    No es posible entrar en ms detalles sobre la evolucin y los modelos diversos de la Eco-tica, slo interesa recalcar que se ha con-vertido en la rama de la Biotica con mayor autonoma adquirida y que ms preciso campo de reflexin ha elaborado durante estos lti-mos treinta aos. La independencia respecto de la Biotica no ha sido total. El mismo Potter public a finales de los ochenta otro importan-te libro en el que, ya desde el ttulo, defenda la conveniencia de enfo-car los problemas bioticos desde una perspectiva que englobase todas las amenazas a la vida; la propuesta de integrar los conflictos ecolgi-cos constitua una de las piezas de su Global Bioethics (42). La multi-plicacin de los anlisis econmicos, polticos, jurdicos, teolgicos y ticos en torno a los graves retos de la destruccin de la naturaleza ha sido espectacular en estos ltimos veinte aos. La mayora de los estu-dios se centran en campos acotados en los que ya no se percibe con claridad la antigua conexin con la Biotica.

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  • Es tal la diversidad y complejidad de los problemas medioam-bientales que la co-tica se construye hoy como un mbito de estu-dio especfico. Aunque procedente del tronco de la Biotica, ha desa-rrollado una frondosa rama que da frutos ticos de gran alcance, con repercusiones en numerosos contextos sociales (poltica, derecho, educacin, economa). Y adems, ha suscitado sugerentes y fecun-dos modelos de reflexin tica que procuran tanto extraer lo ms valioso de los clsicos, como potenciar la elaboracin de nuevos modelos y principios ticos que atrapen con mayor coherencia y ner-vio la complejidad de los problemas ecolgicos y medioambientales.

    Sin minusvalorar la conveniencia de conectar ciertas reflexiones propias de la Eco-tica con la Biotica, es claro que los problemas de aqulla son de otro tenor. Conviene elaborar un modo de pensar que penetre en los especficos dilemas que se originan al intervenir el hombre en el medio ambiente, morada de nuestra existencia y de otras especies animales. La Eco-tica ha mostrado una significativa capacidad de desarrollo acadmico y relevancia social que deseable sera tambin para las diversas ramas de la Biotica que estoy conside-rando.

    2.7. Zoo-tica

    Si bien la mayora de los promotores de una Eco-tica han desa-rrollado una potente reflexin en torno a la vida animal, resalta igual-mente la autonoma que est adquiriendo esta nueva rama de la Bio-tica, que podra denominarse Zoo-tica. Los problemas morales que suscita no pueden ser tratados slo con los instrumentos de la Eco-tica, teniendo en cuenta los supuestos antropolgicos (identi-dad del ser humano) y jurdicos (qu son los derechos) que afloran cuando intentamos pensar la relacin moral entre animal y huma-no. El estudio de los criterios desde los cuales podemos mantener las

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  • semejanzas y diferencias de los animales superiores respecto de los seres humanos, as como el esclarecimiento y justificacin racional de nuestros deberes para con aqullos, la denuncia moral de la utiliza-cin de animales para la investigacin o la posibilidad de justificar ticamente unos derechos propios de los animales (53, 47), constitu-yen algunos de los problemas tico-antropolgicos que centran la atencin de los zoo-ticos, tal como lo refleja la nada despreciable cantidad de monografas y ensayos dedicados a este particular.

    Un aspecto relevante de esta corriente de la Biotica es justamen-te el intento de acercar los modelos ticos clsicos (por ejemplo, el teleologista de Aristteles, el emotivista de Hume, el deontologista de Kant o el utilitarista de Bentham y Stuart Mill) al problema de la rela-cin de los hombres con los animales, a fin de comprobar en qu medida tales modelos tericos son viables o necesitamos un nuevo tipo de tica, con nuevas categoras, o con una profunda revisin de los conceptos antropolgico-morales que subyacen a los citados modelos. Por otra parte, el antropocentrismo tico (la defensa de que slo el hombre es sujeto y objeto de consideracin moral) y el especis-mo tico (la justificacin de discriminaciones morales en funcin de la especie), constituyen dos de los principales supuestos sobre los que se levanta la tica occidental, y que han de ser, segn los estudiosos de la Zoo-tica, discutidos y replanteados a fin de construir una tica que integre los intereses y derechos de los animales en los proyectos humanos. La crtica a la utilizacin de los animales como meros medios de nuestros intereses es clara en la construccin de este nuevo tipo de tica, mxime cuando cabe discutir tambin qu clase de inte-reses humanos son justificables si implican el maltratado de los ani-males para actividades de ocio, experimentos, decoracin, e incluso para fines alimentarios. Segn algunos zoo-ticos, como Singer, el vegetarianismo tendra que llegar a ser un deber moral con el que evi-tar la explotacin animal.

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  • Otro problema tico-atropolgico de la Zoo-tica es la defensa de los animales superiores, que ha llegado a constituir el denominado Proyecto Gran Simio (11). Se trata de un movimiento internacional que propugna la extensin a los gorilas, chimpancs y orangutanes de los tres derechos fundamentales especialmente relevantes para el ser humano (derecho a la vida, a la libertad individual y a no ser tortura-do). La justificacin de este proyecto ha fomentado una apasionante discusin filosfica sobre la animalidad y humanidad, sobre los prejuicios que condicionan nuestra visin de los animales, as como sobre las comparaciones entre los simios y los humanos discapacita-dos y, cmo no, la insuficiencia de la identidad biolgica como base de la declaracin de los derechos humanos.

    2.8. Tnato-tica

    Los objetivos y las preocupaciones de la Biotica de Potter y de Hellegers, tal como quedaron apuntados al inicio de estas reflexiones, dejaron en segundo trmino todo lo referente a la muerte y al morir humano. Ambos investigadores, al sealar el bis como ingrediente de la nueva disciplina, estaban ya acentuando desde sus inicios que es la vida y los problemas morales que originan las tcnicas de manipu-lacin e investigacin el ncleo de la nueva disciplina; si bien se incluye, a modo de apndice, el final de la vida como aspecto que ha de ser estudiado por la Biotica, especialmente en la lnea de Helle-gers y no tanto en la de Potter. Sin embargo, el morir humano merece ser tratado como objetivo especfico tanto de la reflexin tica (as se nos revela en la historia de la filosofa desde Platn a Levinas) como del mbito de la prctica moral: los mdicos, los pacientes, la familia y el resto de los agentes implicados directa o indirectamente en el pro-ceso de morir (cada vez ms medicalizado, hospitalizado y tecnifica-do) han de seguir pautas y criterios morales establecidos racionalmen-

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  • te en una sociedad en la que, a pesar de los avances cientficos y tcni-cos, la muerte constituye todava un tab que impide ser afrontada con serenidad e integrada en la existencia cotidiana (6). A mi juicio, la Tnato-tica tendr que construirse como ramificacin especfica de la Biotica a fin de contribuir a la asimilacin personal de una de las realidades que mayor impacto produce en la existencia humana, entre otras razones por la huida colectiva e irracional de la muerte que se experimenta en las sociedades ms avanzadas y que, a su pesar, la Bio-tica contribuye en ocasiones a la difusin cultural del temor a morir.

    Se podra afirmar que la Tnato-tica, como rama de la Biotica, resulta en cierto modo respaldada por el impacto meditico que gene-ran determinadas situaciones de enfermos terminales o de quienes sufren graves enfermedades degenerativas. Se discute en los medios de comunicacin si se justifica la ayuda mdica al suicidio o la eutanasia voluntaria-activa-directa en circunstancias en las que se pone en tela de juicio la dignidad del proceso de morir e incluso la dignidad del propio sujeto muriente. Gracias a los casos difundidos por los medios se suscitan reflexiones y polmicas en foros polticos, jurdicos, mdi-cos, cientficos, teolgicos y ticos. Ello nos indica la necesidad de construir un marco conceptual y reflexivo con principios ticos y cri-terios morales capaces de orientar la prctica de aquellos profesionales que se encuentran en situaciones en las que el dolor, el sufrimiento, la desesperacin y el desconsuelo de pacientes crnicos o terminales constituyen el contexto laboral cotidiano.

    Si no se diversifica en ramas, la Biotica hoy ser incapaz de abar-car con igual rigor tanto los dilemas morales que se suscitan en el ori-gen de la vida humana como los referidos a su declive y final. El con-texto meditico potenci la vigencia social de la Biotica, que llega hasta nuestros hogares como una de las disciplinas mdico-filosficas de mayor relevancia cultural e incidencia poltico-jurdica. Igualmen-

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  • te est hoy la Tnato-tica apuntando la necesidad de encontrar algn asidero tico y antropolgico que facilite el debate e ilumine los valo-res que entran en conflicto cuando nos hallamos ante el hospitalizado y tecnificado proceso de morir (35, 43, 44).

    Cul sera el objetivo general de esta disciplina?: establecer prin-cipios ticos y criterios morales para orientar a los profesionales sanita-rios, a la familia, e incluso al propio enfermo, en las decisiones que se han de tomar durante el proceso de morir. Adems, ha de entrar tam-bin en objetivos ms filosficos: reflexionar, apoyndose en la histo-ria del pensamiento occidental, sobre el significado tico de la realidad mortal del hombre. Esta revisin de la historia de la tica desde un punto de vista tanatolgico constituir, sin duda, el marco que nos ofrezca los conceptos morales, los razonamientos filosficos y los para-digmas antropolgicos desde los que hoy podemos pensar y valorar el significado del morir humano, a pesar de los cambios culturales y tec-nolgicos producidos durante la ltima centuria. Por consiguiente, la Tnato-tica estar compuesta de dos partes complementarias. La pri-mera ser terica y consistir en un anlisis de las implicaciones ticas de la realidad mortal del hombre; es decir, el impacto que genera en el pensamiento tico y en la vida el hecho antropolgico de ser morta-les. Mientras que la segunda parte ser ms bien de carcter prctico. Se centrar en las dimensiones ticas que rodean el hecho del morir humano: actitudes morales del propio enfermo, personal sanitario y familiares, repercusiones prcticas de la definicin cerebral de la muerte, eutanasia, testamento vital, cuidados paliativos de los mori-bundos, derecho a conocer la verdad de la propia enfermedad, etapas psicolgico-morales que atraviesa el enfermo terminal, suicidio, due-lo, etc. Mas todo ello, insisto, enmarcado en reflexiones filosficas de carcter tico-antropolgico y elaborado con un rigor conceptual que disipe en gran medida las confusiones terminolgicas y ambigedades semnticas que surgen durante el esfuerzo intelectual de entablar un

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  • dilogo fecundo entre posiciones ticas contrapuestas, tal como he procurado ofrecer en algunos de mis recientes escritos (7, 8, 9).

    3. El inicio de la Neurotica: hacia una tica del cerebro

    3.1. Primeros debates neuroticos en los comits de biotica

    Entre los debates ms importantes de la Tnato-tica de estos lti-mos aos destacan, a mi juicio, los referidos a las implicaciones mora-les de la definicin de la muerte enceflica o cerebral y el diagnstico de los pacientes en estado vegetativo. Por ello, es posible afirmar que una de las puertas de entrada de la Neurotica Prctica en el contexto biotico ms reciente se ha producido a travs de lo que he denomina-do Tnato-tica. Es evidente que la debatida definicin de muerte cere-bral, a pesar de su real base neurocientfica, no deja de revelar, como veremos en el captulo IV de este libro, un alto grado de convencin socio-cultural e intencionalidad pragmtica que procura, sobre todo, solucionar el problema de los trasplantes de rganos, ms que entrar en cuestiones tico-antropolgicas. Sin embargo, los problemas morales que se plantean al enfrentarnos a situaciones tan complejas como las de la muerte cerebral, o las de los pacientes en estado vegetativo perma-nente, en estado de mnima consciencia, etc. (captulo III), no pueden ser tratados correctamente sin tener en cuenta los avances neurocient-ficos, y especialmente en Neuroimagen. Por lo que, a mi juicio, existe una estrecha conexin entre algunos dilemas prcticos en torno al final de la vida que la Tnato-tica ha ido analizando estos aos y los nuevos enfoques de estos mismos problemas que la Neurotica est ofrecien-do, al tener que ver todos ellos con las funciones y los trastornos de las actividades cerebrales. No es este el nico contexto biotico en el que empez a crecer la Neurotica durante esta ltima dcada, pero s es, a mi modo de ver, uno de los ms importantes. As al menos lo han

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  • sealado neurocientficos tan destacados como Gazzaniga (19) o Glan-non (21), a los que en el prximo captulo me he de referir. Ello justi-fica que estudie con cierto detalle en esta Neurotica Prctica el estado vegetativo y la muerte cerebral, al constituir ambos problemas tico-antropolgicos marcos bioticos por los que se han ido introduciendo los nuevos debates neuroticos derivados de los avances en las Neuro-ciencias, y de modo preferente en Neuroimagen.

    Pero, cmo surgi realmente la constatacin de que nos encon-tramos ante problemas morales relevantes que la Biotica trata de modo insuficiente y que ha de abordar con mayor extensin una nue-va disciplina conectada con la Neurociencia? Hay que atribuirle al clebre periodista y comentarista poltico William Safire, presidente de la prestigiosa Dana Foundation, el mrito de haber presentado la Conferencia Internacional de San Francisco dedicada a la Neurotica en mayo de 2002 como un hecho histrico en los inicios de esta nue-va disciplina, y haber sido l mismo quien lanz a la sociedad y al mundo acadmico una definicin explcitamente normativa de este joven mbito de investigacin y estudio (38). No obstante, se ha de resaltar, siendo fieles a la gnesis del concepto con races griegas, que algunos aos antes a su propuesta se haba utilizado discretamente, por parte del neurlogo R. E. Cranford, el calificativo profesional de neuroeticista en un marco mdico y hospitalario. Tambin el adjeti-vo plural neuroticas fue empleado por parte de la filsofa P.S. Churchland, para clasificar determinadas cuestiones de la biociencia. Sin embargo, fue en mbitos educativos y psicolgicos donde se men-cion por primera vez el trmino exacto de Neurotica, sin mucha precisin, a modo de disciplina que analiza problemas distintos, pero afines, a la Neuropsicologa y Neurofisiologa. Conviene tener pre-sente la gnesis de este trmino (30), dado que nos refleja la constata-cin de que surgi, y no poda ser de otro modo, en un contexto marcadamente interdisciplinar (20).

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  • El creciente nmero de dilemas en medicina durante los aos ochenta y noventa que se referan a las funciones cerebrales humanas, suscit la idea de que los neurlogos han de implicarse ms en las acti-vidades institucionales propias de los comits de biotica. Analiz por entonces el neurlogo Cranford (15) a grandes rasgos el papel y las diversas tareas que puede desempear el neuroeticista en tales comi-ts, presentando ejemplos clnicos comunes que ilustran de qu modo el experto en neurologa puede aportar importante informacin cien-tfica para esclarecer, desde un punto de vista moral, los problemas principales que surgen en contextos clnicos al final de la vida (muerte cerebral, demencia senil, estado vegetativo permanente, sndrome del en-cerrado, efectos cerebrales de la inanicin y deshidratacin). Como mostrar en los captulos III y IV, estas situaciones del final de la vida han de ser examinadas y valoradas hoy desde los avances en la Neurociencia, bajo la nueva luz de la Neurotica. De ah que sea cons-tante en algunos de los primeros creadores de tan joven campo de investigacin la afirmacin de que esta nueva disciplina, en realidad, constituye una rama o seccin de la Biotica. Me referir ms tarde a algunos autores que sealan este vnculo en su origen. De todos modos, constatan que si ciertos temas neuroticos son afines a los tratados por la clsica Biotica, otros son del todo originales y requie-ren de un nuevo campo de estudio. Cranford, repito, ya en los aos ochenta seal la necesidad de que hubiera expertos neuroeticistas en los comits de biotica para aclarar las cuestiones morales del final de la vida. Y parece ser que fue el primero, segn todos los indicios, que se sirvi del calificativo neuroeticista para apuntar de qu modo los avances en la Neurociencia exigen nuevos expertos en los comits hos-pitalarios capaces de tratar los hallazgos cientficos con una sensibili-dad tica, especialmente ante los problemas morales que se generan durante el proceso humano de morir, objetivo nuclear de la Tnato-tica, segn lo indicado ms arriba.

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  • Por su parte, la profesora P.S. Churchland, en un artculo a comienzos de los 90, tambin constat la existencia de nuevos dile-mas morales presentados por los desarrollos neurocientficos, y conec-t en parte la Neurotica con problemas tericos ya estudiados en sus libros en torno a lo que denomin hace aos Neurofilosofa, de la que es en gran medida su creadora y exponente principal (12, 13, 14). Por ello, no es del todo extrao que se est desarrollando una Neuro-tica Filosfica que emergiendo de aquella Neurofilosofa, se centre de modo especial en los debates tico-filosficos desde un ngulo neuro-cientfico. Por su parte, el neurlogo A. Pontius utiliz por primera vez el trmino neurotica al exponer con brevedad de qu modo los conocimientos de la neurologa en torno a las funciones del lbulo frontal pueden contribuir a enfocar mejor problemas educativos tales como el trastorno del dficit de atencin, as como a crear modelos de inteligencia artificial (40).

    3.2. Presentacin internacional de la Neurotica

    A pesar de estos primeros usos de trminos afines, es ya un lugar comn afirmar que el creador genuino de la palabra e incluso de la disciplina Neurotica, y quien le otorg un sello particular de xito acadmico y social, fue William Safire, prestigioso periodista poltico y presidente, como ya he mencionado, de la institucin cultural nor-teamericana Dana Foundation. Dicha institucin se dedica a apoyar diversas actividades acadmicas y a la publicacin de relevantes inves-tigaciones sobre problemas educativos, sanitarios y cientficos. De modo especial se ha centrado en la organizacin de conferencias inter-nacionales en torno a las implicaciones sociales de las Neurociencias. Muchas de las publicaciones de la Dana Foundation versan sobre las ciencias del cerebro, siendo adems la editora de la conocida revista Cerebrum, difusora de los debates suscitados por estas nuevas ciencias.

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  • En mayo del 2002 organiz dicha institucin una conferencia inter-nacional en la que participaron ms de 150 expertos procedentes de numerosos pases (sobre todo de Estados Unidos, Canad y el Reino Unido), dedicados a diversos campos del saber: neurocientficos, fil-sofos, mdicos, psiquiatras, periodistas, juristas, neuropsiclogos, etc. Al inaugurar dicha conferencia bajo el ttulo Neuroethics. Mapping The Field, quien la presida, William Safire, estableci un marco para la discusin al referirse a diversos asuntos ticos derivados de las cien-cias del cerebro. El punto de partida de esta reflexin inaugural es que el cerebro constituye el rgano fundamental de la individualidad humana. La intervencin en dicho rgano comporta graves repercu-siones. Origina cambios sustanciales en la vida de las personas que a tales intervenciones se someten con libertad o sin ella. El ncleo moral de las diversas investigaciones en torno al cerebro es ineludible; necesitamos encontrar algunos criterios morales para orientar las implicaciones y las potencialidades de las Neurociencias.

    Tras remitirse Safire a los orgenes decimonnicos de las preocupa-ciones por los avances de las ciencias que pueden modificar la estructu-ra de la vida humana, y a la mentalidad prometica que a ellas subyace por el intento de jugar a Dios, ofrece este intelectual una definicin de la Neurotica con claras connotaciones morales: el examen de lo que es correcto e incorrecto, bueno y malo, en el tratamiento, el perfec-cionamiento, o en la ingrata invasin e inquietante manipulacin del cerebro humano (48, p.5). Para este autor, lo correcto e incorrecto es lo propio de la moral (que nos remite a cdigos de conducta estable-cidos en una sociedad concreta por las autoridades competentes, ya sean de tipo religioso o legislativo), mientras que lo bueno o lo malo en s forma parte de la reflexin tica, siendo sta una disciplina que requiere mayor sutileza intelectual. En cualquier caso, la Neurotica, aunque conectada con problemas bioticos, segn Safire ha de ser un campo del saber distinto. La Biotica versa, dicho brevemente, sobre la

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  • consideracin de las buenas o malas consecuencias de la prctica mdi-ca y de la investigacin biolgica. Sin embargo, la relevancia social de este nuevo campo de estudio denominado Neurotica, a juicio de Safi-re, se debe, entre otras causas, a que la tica especfica de la ciencia del cerebro, a la hora de investigar, toca el nervio de lo ms ntimo, como no ocurre con ningn otro rgano. Trata de nuestra consciencia nues-tro sentido del yo y por ello es central para nuestro ser. Qu nos dis-tingue de los dems ms all de nuestra apariencia externa? He aqu la respuesta: nuestras personalidades y comportamientos. Y esas son las caractersticas que la ciencia del cerebro pronto ser capaz de cambiar de un modo significativo (48, p. 6).

    Algunos de los problemas morales a los que ha de enfrentarse la Neurotica son apuntados con suma claridad por Safire en esta presen-tacin, y tambin en un artculo igualmente clebre publicado por esas mismas fechas en The New York Times (49). Con agudeza periodstica plantea este escritor dilemas tico-mdicos que la Neurociencia agrava siguiendo lo que se ha denominado el factor pero qu pasara si. Este modo de suscitar la polmica y la reflexin en dilemas neuroticos no slo marc la estructura y la intervencin de los ponentes en la con-ferencia internacional de San Francisco, sino que apunt igualmente lneas de investigacin posteriores a tal evento acadmico-social que llegan hasta hoy. Algunos de estos desafos manifiestan con claridad su ineludible conexin con ciertos problemas generales de Biotica. Por ejemplo: Qu normas ticas o regulaciones legislativas debera haber para el tratamiento que busca cambiar el comportamiento criminal? Si el cerebro de una persona se daa por una enfermedad, por una lesin, o trastorno mental, y dicha persona no es capaz de otorgar el consenti-miento informado, quin ha de decidir cundo es humano y correcto su participacin en un ensayo clnico? El mdico, el familiar, el inves-tigador, la compaa de seguros o un tribunal? Deberamos desarrollar una droga que mejorase la memoria o que reprimiera los recuerdos

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  • dolorosos? Es justo implantar un chip en el cerebro para mejorar la memoria ante exmenes acadmicos? Equivale ello a tomar esteroides por parte de un atleta olmpico?

    Aquella conferencia internacional del 2002 se ha convertido, con el paso del tiempo, en un hecho histrico. El propio Safire lo sealaba al final de su intervencin inaugural: Este podra muy bien ser un encuentro histrico al que los participantes mirarn atrs con gran orgullo y del que otros hablarn refirindose a l como un momento capital en el desarrollo de este nuevo campo (48, p. 9). En efecto, as ha sido. La mayora de los estudiosos de problemas neuroticos se remiten a la conferencia de San Francisco como a los cimientos sobre los que se ha ido construyendo de modo consistente este nuevo mbi-to cientfico-filosfico, denominado Neurotica. Habiendo surgido en el seno de la Biotica, especialmente al analizar las enfermedades mentales o los trastornos de consciencia derivados de las lesiones cere-brales (estado vegetativo, muerte cerebral), est teniendo cada vez mayores repercusiones en tres niveles diversos (prctico-moral, tico-filosfico, socio-cultural), hasta el punto de que, como iremos vien-do, va ms all de los fines propios de la Biotica.

    Conocemos el desarrollo impresionante que ha tenido la Biotica en estos cuarenta aos de ejercicio en las aulas, hospitales y centros de investigacin. No sabemos cmo evolucionar la Neurotica en cada uno de los tres niveles que en ella destaco. Es todava algo pronto para ofrecer cualquier apuesta de futuro. Desconocemos si quedar com-pletamente integrada en la Biotica, si se estancar, si desaparecer del todo o generar un campo de estudio amplio en el que numerosos filsofos, psiclogos, juristas, politlogos, neurocientficos, bilogos, economistas, mdicos, etc. podrn dedicar sus esfuerzos al cultivo de este saber, analizando de modo ponderado y riguroso los problemas prcticos, tericos y sociales que sin parar irn surgiendo segn

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  • remuevan esta tierra joven y frtil. Pero dejando al margen el futuro abierto de este nuevo campo de investigacin, conviene exponer ya con algo de detalle en el prximo captulo tres modelos representati-vos de Neurotica, que pueden confirmar desde otro ngulo la con-cepcin tripartita que mantengo de esta disciplina. Me refiero, por orden cronolgico de la publicacin de los respectivos libros, a la con-cepcin culturalista de Gazzaniga (19), bioeticista de Glannon (21), y a la ms filosfica de todas, la de Neil Levy (32). Se han ido gestando tras el impulso de aquella clebre Conferencia Intenacional presidida por el mencionado periodista norteamericano, reciente-mente fallecido, William Safire.

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