montero_-_vulnerabilidad_1.4
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IV
VULNERABILIDAD, RECONOCIMIENTO
Y REPARACIN C O M O TRADA TICA
Previamente hemos ampliado, profundizado, y luego del i -
mitado la comprensin de las categoras ticas vu lnerabi l i -
d a d , reconocimiento y reparacin. Sin embargo, el objeti-
v o de nuestra investigacin es ms especfico an, pues no
pretendemos fundamentar desde la tica cristiana la validez
de estas tres categoras c o m o realidades aisladas. L o que
postulamos e intentamos fundamentar es que las tres estn
articuladas de manera inseparable, de manera que consti-
tuyen una trada tica o, c o m o tambin la hemos l lamado,
un "movimiento" tico nico. M u c h o de su vinculacin ha
quedado ya de manifiesto, pues separarlas ha sido en algu-
nos m o m e n t o s un ejercicio ms b ien metodolgico.
Es indudable, tanto desde l a filosofa y la psicologa
como desde los derechos humanos, que las tres son catego-
ras que tienen una dimensin tica. A continuacin expli-
citaremos sus caractersticas comunes, para luego definir su
articulacin como trada tica.
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VULNERABILIDAD, RECONOCIMIENTO Y REPARACIN
LAS CARACTERSTICAS COMUNES Q U E LAS DEFINEN
La intersubjetividad
C o m o hemos visto, las tres categoras tienen su origen o al
menos gran parte de l en el carcter intrnsecamente so-
cial del ser humano. L o que hemos definido como vulnerabi-
l idad radical, esa apertura constitutiva de la persona a los de-
ms, solo encuentra su sentido en las relaciones de alteridad.
Si el ser humano no estuviese orientado por "naturaleza" al
m u n d o de las relaciones c o n s i g o mismo, con los dems,
con lo trascendente, no sera apertura, sino sistema o cir-
cuito cerrado. Tambin el reconocimiento reclama lo inter-
subjetivo, pues no podemos auto-reconocernos si no es des-
de la experiencia de ser reconocidos. D e la misma manera, la
reparacin requiere, como hemos dicho, de la participacin
de al menos dos libertades, la de quien ha sido vulnerado o
padece su propia vulnerabilidad, y la de quien repara.
Este movimiento hacia la alteridad no es unidireccio-
nal n i ocurre solo en momentos fundantes de la identidad,
pues esta no es esttica, sino que se va construyendo hist-
rica e intersubjetivamente. Es circularidad constante que re-
troalimenta la experiencia de las tres realidades: la alteridad
inapresable del otro, necesaria para el propio reconocimien-
to, tambin agudiza la propia vulnerabil idad. A su vez, es
esta alteridad la misma que puede producir rupturas, la ni-
ca que puede reparar.
Nos encontramos no solo con la sociabilidad y la alte-
ridad, sino tambin con la reciprocidad en los tres concep-
tos: en la vulnerabil idad como interdependencia; en el re-
conocimiento como posibi l idad de reconocimiento mutuo,
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Yulnerabiliha, reconoc miento y reparacin como trada tica
y en l a reparacin corno construccin comn de una nueva
realidad por parte de las personas involucradas en el dao
recibido.
Su necesaria relacin c o n la bsqueda de la verdad
Las tres categoras estn tambin atravesadas por una bs-
queda subyacente, casi una exigencia podramos decir, de
verdad, de autenticidad. L a vulnerabilidad propia y ajena
e n cualquiera de sus tres d imensiones requiere ser reco-
nocida porque es caracterstica propia del ser humano. U n a
existencia autntica exige el reconocimiento de la fragilidad,
la dependencia, l a desproporcin, en definitiva, la vulnera-
bi l idad humana. L a identidad personal, o la de u n pueblo,
solo puede aspirar a la integracin y a la "vida buena" desde
el reconocimiento de sus lmites. Las relaciones son autn-
ticas solo desde el reconocimiento de la vulnerabi l idad del
otro, de la propia y de la m u t u a dependencia.
Tambin la reparacin reclama u n esclarecimiento de
la verdad. Esto se evidencia, por ejemplo, en el m o d o de pro-
ceder que de hecho han adoptado las mltiples comisiones
de verdad y reconciliacin en los pases cuya historia ha sido
atravesada p o r graves violaciones de los derechos humanos.
Tambin hemos p o d i d o constatar c m o esto ocurre de ma-
nera anloga en los casos de trauma i n d i v i d u a l , tales como el
abuso sexual y la violacin. E l reconocimiento surge como
accin de aceptar p o r verdadera la rea l idad de lo acontecido,
tanto por parte de l a vctima c o m o p o r el agresor. Pero tam-
bin surge corno a c t o de h o n e s t i d a d social o interpersonal
ante la persona o c o m u n i d a d daada, acto que posibi l i ta que
la reparacin c o m i e n c e a gestarse a p a r t i r de esa verdad.
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VULNERABILIDAD, RECONOCIMIENTO Y REPARACIN
Esta caracterstica presenta grandes desafos, pues sa-
bemos que la aproximacin a la verdad de los hechos est
mediada siempre por la subjetividad de quienes los han v iv i -
do. Por lo dems, la bsqueda de la verdad a la que aludimos
no se completa con una declaracin forense de los hechos.
Se trata ms bien de la reconstruccin de una narracin
compartida que d cuenta de lo acontecido, pero tambin
de la identidad y la historia de los sujetos involucrados en las
relaciones quebradas. E l d inamismo tico aspira a la verdad
en sus tres momentos.
Destacamos finalmente la relacin del agresor con la
verdad. Su reconocer y asumir la verdad no es solo reparador
para la vctima, es tambin ocasin de reparar su propia h u -
manidad. A partir del reconocimiento de la responsabilidad
y la culpa en los actos que han daado a otros, puede apelar,
en la relacin con los dems, a una verdad ms profunda que
sus acciones han ocultado: su humanidad ms autntica se
define no solo por el mal elegido, sino tambin por la capa-
cidad de pedir perdn y reparar.
El lenguaje y el smbolo como herramientas
D e mltiples maneras hemos ido vinculando cada categora
al lenguaje y al smbolo, a la narracin de una historia y
a la re-elaboracin o posicionamiento ante ella. Siendo ca-
tegoras intersubjetivas, es coherente que lo que construya
el espacio "entre" ambos sujetos sea el lenguaje en su ms
amplio sentido. Las personas necesitan de la palabra y el
smbolo para reconocer su vulnerabi l idad radical, pues es el
lenguaje el que permite elaborar como experiencia lo que de
otra manera permanece solo como "horizonte atemtico".
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VhhierabtlicdaA, ncvnocimie-nto y reparacin como trada tica
Evidentemente, la posibi l idad d e elegir una manera h u m a -
nizante de posicionarse ante l a propia vulnerabilidad requie-
re u n reconocimiento previo.
L a vulnerabilidad vulnerada, como hemos dicho,
p o n e al sujeto ante la necesidad de l a palabra para objetivar
y elaborar, para reconstruir su identidad daada. Adems, la
posibi l idad de nuevamente establecer relaciones de confian-
za solo se puede reparar mediante vnculos que, a travs del
lenguaje y el smbolo, recreen lo daado.
Para pedir perdn, para expresar la consciencia de la
p r o p i a limitacin y para reconstruir un proyecto de v ida
ms coherente con su condicin humana, quien actualiza su
labi l idad como vulneracin de otros requiere de la palabra.
Los smbolos, adems, marcan hitos y expresan de manera
pblica una experiencia interior. Esto incorpora a otros en el
desafo de recrear la memoria del mal cometido sin quedar
anclados en l, de manera que se pueda seguir viviendo.
E l reconocimiento se expresa, a nivel intersubjetivo,
en el lenguaje de la mirada, de los gestos, de los nombres
propios. Siendo este lenguaje irremplazable en las relaciones
interpersonales, ha de tener u n correlato en el lenguaje j u -
rdico y social que defina en leyes y s mbolos concretos las
garantas necesarias para salvaguardar l a d i g n i d a d universal y
el derecho a la singular identidad de todos los miembros de
una c o m u n i d a d .
L a reparacin, como ha quedado expuesto, muchas
veces puede serlo solo desde el lenguaje simblico. Esta
constatacin no disminuye su c a p a c i d a d transformadora y
su potencial reconcil iador ante el poder destructivo y deshu-
manizante de cualquier dao que toca l a integridad de una
persona o sociedad. D e c i r "reparacin s imbl ica" no equiva-
le a decir arreglo epidrmico, sino ms b i e n aspira a ser todo
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VULNERABILIDAD, RECONOCIMIENTO Y REPARACIN
lo contrario. E l ser humano ha sido definido como "animal
simblico" 1 por la capacidad que tiene el smbolo para con-
figurar su identidad y su comprensin de la realidad. L a cla-
ve, nos parece, est en encontrar los gestos simblicos que
realmente sean capaces de portar como significado p a r a
todos los involucrados y para la sociedad en su c o n j u n t o
la voluntad comn de reparar.
S u potencialidad para desbordar y recrear la realidad inicial
A l decir "desbordar y recrear" nos referimos a la potenciali-
dad de estas tres categoras de ser no solo apertura a lo inter-
subjetivo y lo social, sino tambin a aquello que supera su
propia definicin.
Esto es lo que explicitbamos, por ejemplo, al plantear
la vulnerabilidad como "horizonte" o "fondo" desde el cual
la p lenitud humana se puede vislumbrar de otra manera.
Siendo en s misma una realidad neutra, apertura, la manera
en que el ser humano se posiciona ante esta vulnerabil idad la
puede volver posibi l idad de mayor humanidad. Posibil idad
de amor y de amistad, posibi l idad de relaciones autnticas,
posibil idad de ternura, de cuidado y de responsabilidad, etc.
L a vulnerabilidad es categora que, segn se site el ser h u -
mano ante ella, desborda su propia definicin, posibil ita u n
ms de sentido, de plenitud, en definitiva, de humanidad.
D e igual manera, el reconocimiento puede quedar de-
finido desde los "tres caminos" que presenta Ricceur d i s t i n -
cin, reconocimiento de s y reconocimiento m u t u o ; sin
embargo, sobre todo en sus dos ltimos niveles, es acto y acti-
tud cuyas consecuencias lo desbordan. U n a expresin de esto
es que, en todos los autores estudiados, el reconocimiento se
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Vulnerabilidad, reconocimiento y reparacin corno trada tica
v i n c u l a a conceptos tales como solidaridad, l ibertad, iden-
t i d a d , dignidad, gratitud, reciprocidad, lucha y paz, etc. E l
reconocimiento posibilita, en una realidad o telacin con-
creta, un masque desborda su definicin, abriendo espacio a
m a y o r y ms autntica humanidad.
Finalmente, en la reparacin encontramos esta misma
caracterstica de desborde, si cabe, ms explcita que en las
anteriores. N o habiendo posibil idad de restaurar la realidad
previa a l a ruptura, volver a u n estado "originario", solo es
autntica una reparacin de lo daado que, incorporando
la ruptura, recree y transforme la identidad personal, la rea-
l i d a d , la sociedad. Es en este proceso de volver a construir
que se abre la posibi l idad de u n ms. Posibilidad de que lo
padecido no defina l a identidad de la persona como vctima,
sino ms bien de lo que descubre en su capacidad de seguir
viviendo. Posibi l idad de perdonar, de transformar el odio y
la agresividad en fuerza que construye. Posibi l idad de hacer
de aquello que pareca poda devastarla, ocasin de recono-
cerse en esa "radical apertura", de manera tal que la ruptura
sea ocasin de crecer hacia una realizacin ms plena y au-
tntica de la propia h u m a n i d a d .
Su ARTICULACIN C O M O TRADA TICA
A partir de lo anterior, se podra af irmar que l a vulnerabi l i -
dad, el reconocimiento y la reparacin const i tuyen una tra-
da tica porque comparten caractersticas fundamentales. L o
que postulamos, sin embargo, es que, m s an, constituyen
en conjunto u n m o v i m i e n t o tico inseparable . Esto se ma-
nifiesta con mayor claridad, a nuestro j u i c i o , si lo miramos
desde sus polos: la vulnerabi l idad y l a reparacin.
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VULNERABILIDAD, RECONOCIMIENTO Y REPARACIN
Si la vulnerabil idad humana (la radical, la vulnerada o
la labilidad) es realidad universal que reclama una respuesta
tica, la reparacin vendra a ser la manera de responder que
permite que esta realidad e n s misma n e u t r a se realice
humanizando y no deshumanizando, actualizando sus po-
tencialidades como apertura y no minando la integridad del
sujeto abierto. Para fundamentar esta afirmacin, es impor-
tante no olvidar cmo hemos definido reparacin y recono-
cer cmo se concreta esto en cada nivel de vulnerabil idad.
E n cuanto a la vulnerabil idad radical, reparar no signi-
fica eliminar la "apertura" que constituye, pues ella es la que
posibil ita relaciones humanas autnticas. Se trata ms bien
de reparar el dao de u n posicionamiento ante dicha vulne-
rabil idad que, por desacertado, pueda producir rupturas y
heridas.
Hemos dicho, adems, que nada de lo que hacemos o
padecemos se puede borrar y que reparar no es restaurar una
condicin o estado previo. A n t e la vulnerabil idad vulnerada,
reparar sera entonces una manera de relacionarse con la per-
sona vulnerada, o ella misma con aquello que la ha daado,
que permita que su v ida y su identidad no queden determi-
nadas por esa realidad. Ms an, que permita que su vida y
su identidad queden capacitadas para mayor humanidad a
partir de esa realidad sufrida. Esto, a nivel intrapsquico e
intersubjetivo, ciertamente, pero tambin a nivel jurdico y
social.
E n relacin con la vulnerabil idad como labi l idad, la
reparacin no pretende el iminar la posibil idad del mal en el
ser humano. Recordando a Lvinas 2, podramos decir que la
reparacin consistira en la posibi l idad de la l ibertad huma-
na no solo de "evitar o prevenir", sino tambin de no permi-
tir que tenga valor determinante, absoluto, lo que de hecho
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Vulnerabilidad, reconocimiento y reparacin como trada tica
s e actualiza como m a l , c o m o miseria, c o m o inhumanidad.
L a perspectiva propiamente cristiana, como desarrollaremos
e n l a segunda parte de esta investigacin, d a un paso d i s t i n -
t i v o ms. Para el cristiano reparar las rupturas del pecado, y
aquellas que son su consecuencia, solo se comprende c o m o
participacin en l a accin reparadora definitiva realizada en
C r i s t o .
Ahora bien, en ninguno de los niveles sealados es
posible pasar de l a vulnerabilidad a la reparacin si no es
a travs del reconocimiento. Esto queda reflejado en las
mltiples polticas de estado que fracasan e n sus intentos de
reconciliar sociedades heridas, divididas por tener una histo-
r ia de rupturas violentas entre sus miembros. N o basta c o n
diagnosticar el dao e intentar ejercer una accin reparado-
ra, pues esto finalmente lo que hace es objetivar a la vctima
y su sufrimiento. H a y que ser capaz de reconocer al otro
vulnerado, como otro y como vulnerado. Reconocer su alte-
ridad, reconocer la manera en que narra lo v i v i d o , reconocer
lo que podra hacerlo capaz de abrirse a la reconciliacin.
As, a la hora de intentar una reparacin simblica, el sm-
bolo puede realmente significar en el m u n d o de l otro, tocar
su manera de vivir el trauma, la r u p t u r a y las huellas que le
han dejado, alentar en l la p o s i b i l i d a d de seguir viviendo
como l quisiera seguir viviendo.
Tambin en los dems niveles de vulnerabi l idad, el re-
conocimiento es lo que hace posible l a reparacin. Ya hemos
visto cmo ante la constatacin de l a dependencia radical,
la fragilidad personal, o la imposic in de la v u l n e r a b i l i d a d
del otro, por ejemplo, los autores estudiados c o i n c i d e n en
la exigencia del reconocimiento p a r a e l f lorecimiento h u m a -
no, la l ibertad y la vida autntica. S i n "ver" y s i n "ser visto"
en el horizonte abarcador de la v u l n e r a b i l i d a d r a d i c a l , el ser
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VULNERABILIDAD, RECONOCIMIENTO Y REPARACIN
humano se construye a s mismo una identidad c o n los
consiguientes modos de relacin falsa. Solo es posible re-
parar desde la mirada que afirma en la existencia, contando
con esa vulnerabilidad.
Esto mismo se puede ampliar a lo que hemos l lamado
vulnerabilidad capaz de vulnerar, o labil idad. Reconocer la
"debilidad constitucional que hace que el m a l sea posible" 3es
la nica manera de "evitar o prevenir el momento de la i n -
humanidad" 4 . Ms an, reconocer que esa debil idad consti-
tucional no da cuenta de todo lo que el ser h u m a n o es, sino
solo de u n polo de su "desproporcin" 5 o no-coincidencia
consigo m i s m o 6 , es esencial para que sea real la posibi l idad
de reparar y de ser reparado.
Parece entonces razonable afirmar que la trada ti-
ca no se constituye solo por las caractersticas comunes de
las tres categoras que la componen, sino sobre todo por el
movimiento que las articula como dinamismo tico. L a v u l -
nerabilidad meramente constatada como tal no es categora
tica, sino ms bien una realidad humana. E l movimiento
tico se inicia al momento de tener que hacer una eleccin
con respecto al m o d o de relacionarnos con esa realidad en la
propia humanidad y en la de los dems: el reconocimiento.
Este es el punto de inflexin en la trada, porque la repara-
cin est supeditada a la manera en que se toma posicin
ante la vulnerabil idad y, sobre todo, ante el vulnerable. E l
reconocimiento como posicionamiento tico posibil ita, a su
vez, una nueva eleccin: la reparacin. As, las tres categoras
forman u n dinamismo tico.
Acentuamos que este d inamismo no es l ineal, sino
circular. H a y determinadas situaciones vitales en las que la
vulnerabilidad experimentada permite reconocer los gestos
ms autnticamente humanos y, por tanto, posibil i ta reparar
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Vulnerabilidad, reconocimiento y reparacin como trada tica
las rupturas de quienes estn en situaciones parecidas. U n
ejemplo de esto es la solidaridad, muchas veces caractersti-
ca , entre los ms pobres.
E n ocasiones, el reconocimiento mismo puede ser
reparador, como puede tambin hacer ms aguda la expe-
riencia de la p r o p i a vulnerabilidad. Quizs el ejemplo ms
paradigmtico aqu sea la ternura que, cuando es genuina,
hace ms difano el "rostro" de ambos sujetos en la relacin.
La reparacin posible ser, en algunas ocasiones, el
compromiso con la vida de quienes son vulnerados, luchan-
d o por el reconocimiento de su dignidad y derechos, como
h a ocurrido en situaciones concretas de violencia tnica o
racial. Otras veces, ante daos que parecen humanamente
irreparables, reconociendo que no se puede hacer ms que
elegir permanecer en relacin, com-padecer o perdonar pue-
de ser profundamente reparador.
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VULNERABILIDAD, RECONOCIMIENTO Y REPARACIN
Notas:
1 E. Cassiere, Antropologa filosfica, E d . Fondo de Cultura Econmica, Mxico
1971, 49.
2 " N o se trata de dudar de esta miseria humana d e este imperio que las cosas y
los malvados ejercen sobre el hombre, de esta animalidad. Pero ser hombre
es saber que es as. L a libertad consiste en saber que la libertad es as. Pero
saber o ser consciente es tener tiempo para evitar o prevenir el momento de
la inhumanidad". E . Lvinas, Totalidad e infinito. Ensayo sobre la exterioridad,
E d . Sigeme, Salamanca 1987, 59.
3 P. Ricceur, Finitudy culpabilidad, E d . Taurus, M a d r i d 1986, 15.
4 E . Lvinas, Totalidad e infinito, 59.
' I. Bon Pina, Vulnerabilidad y enfermedad mental. La imprescindible
subjetividad en psicopatologa, E d . Comillas, M a d r i d 2010, 26.
6 T. Domingo Moratalla, " L a estructura de la tica hermenutica de Paul
Ricceur", en J . Masa, T. D o m i n g o Moratalla, A . Ochaita, Lecturas de Paul
Ricceur, E d . Comillas, M a d r i d 1998, 286.
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S E G U N D A P A R T E
F U N D A M E N T O S D E LA T R A D A T I C A
E N L A T E O L O G A M O R A L
E n la pr imera parte de esta investigacin hemos propuesto
u n a fundamentacin de la trada desde u n a perspectiva an-
tropolgica. L a finalidad de esta segunda parte ser hacerlo
desde la tica cristiana.
L a renovacin de la teologa moral posterior al C o n -
c i l i o Vaticano II ha insistido en la centralidad de la Sagrada
Escritura en su reflexin 1. E n ese espritu, propondremos
una fundamentacin de la trada como d inamismo tico
presente en el A n t i g u o Testamento (captulo V ) y en el N u e -
vo Testamento (captulo V I ) . Tal c o m o seala la Pontif icia
Comisin Bblica en su documento " B i b l i a y mora l . Races
bblicas del comportamiento crist iano" 2 , los dos criterios
metodolgicos fundamentales para reconocer l a coherencia
de un planteamiento moral con la Sagrada Escr i tura son la
conformidad con la visin bblica d e l ser h u m a n o y la con-
formidad con el ejemplo de Jess. E s t o s dos criterios estarn
siempre de trasfondo en los captulos de fundamentacin
bblica3.
Fundamentar la teologa m o r a l e n la Sagrada Escriu-
ra no es, entonces, recabar citas, n o r m a s explcitas o respues-
tas estticas a los problemas que s u r g e n de l a v i d a humana
y la praxis cristiana. L a B i b l i a ofrece a l creyente y al! telogo
moral u n marco orientativo que s e a l a un h o r i z o n t e ms
plenamente humano desde el cual v i v i r en fidelidad la re-
lacin c o n Dios y con los dems 4. C u a n d o la interpretacin
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