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José Luis Saavedra. 2013. Miseria de la descolonización. Erbal.com

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MISERIAS DE LA DESCOLONIZACINAwqa RunaJos Luis SaavedraMartes, 19 Noviembre, 2013 - 17:29http://www.erbol.com.bo/opinion/awqa_runa/miserias_de_la_descolonizacionLa Dra. Alison Spedding ha presentado, el pasado 21 de marzo, un libro suyo titulado Descolonizacin (La Paz, ISEAT, 2011), cuya idea bsica dice- es "desentronizar" y, al parecer, de-construir la teora poscolonial.Ms all de lo que se podra esperar de un ttulo tan interesante, el libro abunda no slo en una serie de lugares comunes, sino tambin en varios errores y despistes tericos, polticos y epistemolgicos, a cuyo desvelamiento nos dedicamos en el presente artculo[2].Primer captulo: La autora hace un salto brusco e incoherente del tratamiento de frica (movimientos de liberacin nacional) a la "crtica" del poscolonialismo y no indica por qu, para qu o cul es el sentido de esta crtica. En general, el tratamiento del anticolonialismo es insuficiente y simplifica al extremo las heroicas luchas de emancipacin de los pueblos africanos.Alison ignora impunemente la obra y el pensamiento de los lderes africanos: Patrice Lumumba en el Congo, Kwame Nkrumah en Ghana, Um Nyob y Flix Moumi en Camern, Amlcar Cabral en Guinea-Bissau, Jomo Kenyatta en Kenya, Agostinho Neto en Angola, entre muchos otros prceres africanos.Los estudios postcoloniales han surgido en el perodo posterior a los combates anticoloniales; por tanto, es absolutamente necesario referir el desarrollo terico y poltico de las luchas de descolonizacin de los pueblos del "tercer mundo" y en especial del frica.Es tambin una falta muy grave ignorar el anlisis terico y poltico de la obra de Frantz Fanon, "santo patrn del pos-colonialismo" (p. 44), una alusin por dems irnica. La autora se limita a mencionar Los Condenados de la Tierra y al parecer no conoce Sociologa de una Revolucin (Mxico, Era, 1976), menos Por la Revolucin Africana (Mxico, FCE, 1975) (slo para citar los libros ms conocidos).Es asimismo muy deficiente el tratamiento de Edward Said, a quien hay que entenderlo como crtico y tambin como militante, cuyo compromiso poltico (como se sugiere en la p. 44) con la lucha del pueblo palestino contra la ocupacin sionista es por dems caracterstico. Ver, por ejemplo, Nuevas crnicas palestinas (Barcelona, Mondadori, 2003).La comprensin de Said no puede ni debe limitarse a Orientalismo, al menos hay que considerar Cultura e Imperialismo (Barcelona, Anagrama, 1996) que si bien, en la p. 41, la autora nombra esta obra, lo hace a travs de M. Mellino y en la bibliografa refiere el ttulo en ingls.Alison habla, en la p. 26, de los "Estudios subalternos" y, en la misma pgina, refiere "Otro producto de ellos (?), Stuart Hall"; es obvio que incurre en una muy grave confusin. S. Hall no tiene nada que ver con los subalternistas, l es uno de los fundadores de los estudios culturales en Birmingham. Para informarse le sugiero leer Sin Garantas. Trayectorias y problemticas en estudios culturales (Popayn, PUJ, IEP, UASB y Envin, 2010) y tambin La cultura y el poder. Conversaciones sobre los cultural studies(Buenos Aires, Amorrortu, 2011).La relacin, que la autora establece, entre postmodernidad y postcolonialidad, p. 34ss, es simplista y simplificador. Desde y a partir de Amrica Latina (A.L.) hay necesidad de complejizar la comprensin de la post-modernidad y la post-colonialidad. Para ello le sugiero revisar, por ejemplo, S. Castro-Gmez, "El poscolonialismo como teora crtica de la sociedad globalizada", en: Pensar (en) los intersticios. Teora y prctica de la crtica poscolonial (Bogot, CEJA, 1999).En resumen: el primer captulo es superficial, insulso e insustancial y no da cuenta de la diversidad terica y poltica del postcolonialismo.Segundo captulo: La autora banaliza, en la p. 43, la expansin colonial de Europa, "la nica finalidad -dice- era tratar de ganar", cual si se tratara -escribe- de un mero juego, denotando con ello una concepcin extremadamente simplista de la dominacin moderno-colonial.El debate esencialismo versus antiesencialismo (p. 44ss) es tambin insulso e insustancial, quin (a estas alturas) no entiende que la identidad es activa y dinmica, es pues una obviedad obvia (valga la redundancia).Alison afirma, en la p. 46, "muchos (?) autores escriben sobre los grupos sociales en trminos tan esencialistas..." y no nombra un solo autor "esencialista". Como esta afirmacin inconsistente e infundada hay muchas en el libro.Tambin alega, en la p. 48, que "falta un anlisis de las especificidades del colonialismo francs". Me extraa que la autora desconozca, entre muchas otras, la valiosa y productiva obra de F. Fanon, uno de los ms lcidos crticos, junto con A. Csaire, del colonialismo francs y en el contexto caribeo est la gran obra de Aim Csaire Discurso sobre el colonialismo (Madrid, Akal, 2006).En la misma p. 48, la autora compara el colonialismo francs con el britnico y afirma que los britnicos habran intentado "transar pacficamente con los nacionalistas nativos" e insolentemente habla de "la aceptacin caballeresca britnica", lo cual es absolutamente falso, basta ver la violencia genocida ejercida contra el pueblo de Kenya y la rebelin de los Mau Mau (1952-56). Los britnicos estaban acostumbrados a mantener el orden con mtodos de violencia expeditiva, como eran los de bombardear, aniquilar y exterminar a los indgenas rebeldes. Le sugiero leer, entre muchos otros, Un grano de trigo de Ngugi Wa Thiong'o (Madrid, Zanzbar, 2006), un libro en el que el autor relata su infancia marcada por la guerra que emprendieron los movimientos anticoloniales contra el brutal dominio britnico. Y para enterarnos de la violencia colonial en Amrica latina y el Caribe ejercida por los "caballeros" ingleses basta leer el genial trabajo de Eric Williams, Capitalismo y esclavitud (Madrid, Traficantes de sueos, junio de 2011).En la p. 49, la autora afirma "Se ha criticado a Foucault por ignorar totalmente a las colonias y el colonialismo en sus estudios", autoritariamente falso. Para rastrear el modo en que Foucault piensa "las relaciones de colonizacin" y entiende el problema de la colonialidad hay que examinar la relacin (que l establece) entre racismo y bio-poltica. Foucault introduce la siguiente reflexin: "El racismo va a desarrollarse, en primer lugar, con la colonizacin, es decir, con el genocidio colonizador" (Foucault, Defender la sociedad, Mxico, 2001: 232) para explicar-nos que las colonias (fuera de las fronteras europeas) fueron uno de los laboratorios en los que se prob el racismo, entendido ste como estrategia de guerra y, ms propiamente, como un dispositivo bio-poltico de la guerra colonial. Hay que leer pues a Foucault para hablar (de l) con un mnimo de propiedad.En la p. 58, la autora habla de "contradicciones o puntos de debate, no todos ellos destacados en el artculo original de Spivak", refirindose a "Puede hablar el sujeto subalterno?". Para rebatir esta falsedad de Alison basta ver el propio libro de la propia Spivak, Crtica de la razn poscolonial (Madrid, Akal, 2010), que Alison cita en la bibliografa, pero al parecer no lo ha ledo. Le recomiendo especialmente la lectura del tercer captulo, "Historia" (pp. 201-204), donde Spivak revisita su famoso ensayo.En resumen: la autora contina con las divagaciones del primer captulo y no dice nada, absolutamente nada del posicionamiento "descolonial" (ttulo del captulo).Tercer captulo: En la p. 70, la autora afirma: "los poscoloniales descartan los criterios convencionales de calidad literaria o acadmica", falso a ms no poder, aqu -el captulo est referido a Amrica latina- la produccin pos(de)colonial es slida y rigurosa, podramos citar un montn de libros contemporneos, pero por razones de espacio nos limitamos a mencionar dos libros de S. Castro-Gmez, La hybris del punto cero. Ciencia, raza e ilustracin en la Nueva Granada (Bogot, PUJ, 2005) e Historia de la gubernamentalidad (Bogot, Siglo del Hombre, 2010).En la p. 72, la autora alega haber revisado "la bibliografa sobre poscolonialismo y descolonizacin" y asevera que ha encontrado una "nica referencia a Sudamrica", es evidente que lee poco o sencillamente no lee. A propsito, aqu podramos aplicar la propia frmula de la autora, quien "en realidad slo ha ledo parte de la obra" pos-colonial, "slo ha ledo una pequea parte de la misma." (p. 50). Bastara con leer el libro ya citado de Spivak, Crtica de la razn postcolonial (Madrid, Akal, 2010) o, en un contexto mas cercano, el de Karina Bidaseca, Perturbando el texto colonial. Los estudios (pos) coloniales en Amrica latina (Buenos Aires, SB, 2010). Ms all de las gratuitas alusiones a G. Prakash o D. Chakrabarty, p. 73ss, que no corresponden al captulo, debiera considerarse cmo piensan Amrica Latina los pensadores latinoamericanos y ah, entre muchos otros, la lectura de la valiosa obra de S. Castro-Gmez, A. Escobar y E. Lander es primordial, pero que -al parecer- la autora no los conoce, ni los ha ledo (por desidia?).Es totalmente intil la larga digresin sobre el to de la mina, p. 72ss, y no hay relacin alguna con la "Amrica latina poscolonial" (ttulo del captulo).En la p. 78, la autora se pregunta, "por qu (Amrica Latina) ha quedado fuera de los anlisis poscoloniales?" y su explicacin es muy frvola, no pasa de una serie de referencias bastante anecdticas (p. 79ss), como el tema de los dolos. Por nuestra parte, nos limitamos a sugerir-le la lectura del excelente trabajo de P. Hulme, "La teora poscolonial y la representacin de la cultura en las Amricas", en: Casa de las Amricas, vol. XXXVI, No. 202.La lectura que la autora hace de A. Quijano, p. 85, es tambin trivial, adems de tratarlo, injuriosamente, de "anacrnico", y lo hace a partir de un solo artculo; la obra de Quijano es abundante y convendra considerarla en conjunto. Le sugiero leer, p. ej. A. Quijano y Meja (eds.), La cuestin descolonial (Lima, Universidad R. Palma, 2010).En resumen, el contenido del captulo no expresa el ttulo del mismo ("Amrica Latina poscolonial"), sino una mera extensin del anterior captulo. Aqu es imprescindible considerar la postcolonialidad estudiada por los pensadores latinoamericanos. Por ello le sugiero leer, entre muchos otros, a S. Castro-Gmez y R. Grosfoguel (comps.), El giro decolonial (Bogot, Instituto Pensar/IESCO, 2007); y R. Grosfoguel y R. Almanza (comps.), Lugares descoloniales: espacios de intervencin en las Amricas, Bogot, Pontificia Universidad Javeriana, 2012.Cuarto captulo: En la p. 89, la autora atribuye a la perspectiva poscolonialista el "suponer que el 'colonialismo' siempre ha funcionado de la misma forma, con las mismas categoras y valuaciones", una atribucin ciertamente tonta, quin podra pensar de una manera tan estpida, al igual que hablar de una "'indianidad' que se conserva intocada a costa de todo" (p. 99) o de "una esencia inefable" (p. 100). Estas atribuciones arbitrarias resultan enormemente fastidiosas e impertinentes.En la p. 90, la autora asigna, infundadamente, a Aguirre Beltrn (no citado en la bibliografa) la nocin de "colonialismo interno", cuando el autor de tal nocin es P. Gonzales Casanova en su famosa obra Sociologa de la explotacin (Mxico, Siglo XXI, 1978).A partir de una cita descontextualizada de N. Maldonado-Torres, p. 94, la autora reduce la descolonizacin a una mera indignacin moral, cuando bien sabemos, desde la obra terica y poltica de F. Fanon, P. Lumumba y K. NKrumah, que la descolonizacin est vitalmente articulada con la lucha econmica, poltica y cultural de los pueblos y naciones colonizadas.Alison afirma, en la p. 97, "Una postura difundida entre (los) activistas que apoyan la descolonizacin en Bolivia es que el feminismo en todos sus colores es otra imposicin colonial", falso a ms no poder, quin podra afirmar semejante necedad. La emancipacin/liberacin de las mujeres es el ncleo de las luchas post(de)coloniales.En la p. 99, la autora asevera "las identidades siempre en construccin y no dadas de antemano ni naturales", cul es la necesidad de referir una obviedad tan elemental.Alison propone, en la p. 100, "incorporar la enseanza en idiomas nativas (sic)" en la universidad. La poltica de "incorporacin" es propia del multiculturalismo neo-liberal, de lo que se trata es de transformar las estructuras estructurantes.La autora tiene graves confusiones en relacin con el indigenismo (p. 108), indianismo y katarismo. Para salir de tales enredos cognitivos le sugiero leer el libro de Fernando Untoja, Katarismo. Crtica al indianismo e indigenismo (La Paz, 2012).Pensar -como lo hace la autora-la "integracin cultural" a travs de las telenovelas y la cumbia chicha (p. 111), es trivial e insignificante, cuando no insulso.Alison tambin dice que el centro o ncleo de irradiacin poltica "actualmente" est "pasando a Venezuela" (p. 112): llunk'ero puro.La autora alude a la propuesta de reconstitucin del Tawantinsuyu y dice que es "una utopa arcaica" (p. 118), habla exactamente igual que el neo-liberal M. Vargas Llosa.Alison hace alusiones estrictamente personales, p. 116, y dice que me habra "autoproclamado" "descolonizado", jams he dicho ni escrito semejante desbarro. Hay pues una evidente intencin de denigrarme y -ms an- al atribuirme, ladinamente, el ser "miembro del club indgena" (p. 117). Yo no soy indgena, soy quechua.A propsito de "las arrugas de los abuelos", la autora confunde arteramente la metfora con la descripcin (p. 117). No obstante, es evidente que aqu, en los Andes, emerge u n horizonte epistmico radicalmente distinto del logo-centrismo moderno occidental, que ya se prefigura en el propio advenimiento del pachakuti y el subterrneo retorno de las wak'as.La propuesta descolonizadora de la autora es ridcula, se limita a la "re-interpretacin de la historia de los Andes" (p. 104), es decir a un mero ejercicio acadmico, que no va ms all del tradicional "revisionismo", hoy tericamente caduco y polticamente intil.No obstante, estoy de acuerdo con que la obra de F. Patzi es evidentemente "insustancial" (p. 103).Tambin estoy de acuerdo con que la obra de Yampara es una serie desordenada de "divagaciones" e "interpretaciones forzadas", adems de "un galimatas de un misticismo mal digerido y pretensin seudo intelectual" (p.116).Igualmente estoy de acuerdo con que "descolonizar no es simplemente poner la colonia al revs" (p. 104). Pero, no creo que alguien, medianamente sensato, pueda proponer "seguir siendo 'indgenas' eternamente diferenciados de los 'occidentales'". La alternativa no es la segregacin, pero tampoco la inclusin multicultural, sino ms bien la reconstitucin poltica, cultural y territorial de los pueblos y comunidades andinas y amaznicas secularmente colonizadas.A modo de conclusionesHablar de descolonizacin implica, necesariamente, develar las condiciones materiales y simblicas: econmicas, polticas y culturales de la persistencia del colonialismo, una tarea pvidamente eludida por la autora.La autora tambin ignora los debates anticoloniales del movimiento indianista y katarista. En Bolivia el debate de la descolonizacin se intensifica desde y a partir de la insurgencia contempornea de los pueblos andinos: aymara y quechua, que se intensifica liderada por Felipe Quispe- desde y a partir del ao 2000.Por tanto, en los Andes, el proceso descolonizador emerge de las luchas y las movilizaciones de los pueblos, tales como la insurgencia aymara contempornea y la revuelta de las comunidades de tierras bajas, especialmente del TIPNIS, violentamente reprimidas por el gobierno del presidente Evo e impdicamente justificadas por Alison Spedding (ver Ideas de Pgina Siete, 16 de octubre de 2011, p. 10).[1] El autor es docente de la UMSA.[2] La versin preliminar de este artculo fue publicado en Pukara #75.