microemprendimientos esolares
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Manual de Procedimientos Institucionales para Escuelas Secundarias Técnicas de la
Provincia de Buenos Aires.
MICROEMPRENDIMIENTOS ESCOLARES Y CIRCUITOS ESCOLARES PRODUCTIVOS
MICROEMPRENDIMIENTO ESCOLAR
Entre sus considerandos, la Resolución Nº 2947/99 sobre Trabajos por cuenta de Terceros,
expresaba:
“[…] es necesario incorporar en la escuela la idea de APRENDER A EMPRENDER, expresada desde la integración en la tarea de producción de competencias prácticas y curriculares, que hagan a la formación final del futuro egresado tanto para la vida, como para el mundo del trabajo”
Si bien, desde en los aspectos formales esta Resolución tiene hoy día, plena vigencia, sus
fundamentos se han “aggiornado” a los marcos políticos y legales actuales. Por tal motivo la
idea que resulta necesario incorporar en la escuela es la de APRENDER CON EL OTRO A
EMPRENDER JUNTOS. Para ello es necesario que la institución de ETP haya hecho foco
desde los primeros años de formación en promover en los estudiantes la innovación, en el
desarrollo de las capacidades necesarias para el trabajo en equipo, en el apoyo a los
proyectos colectivos, en el abordaje de los aspectos emocionales y personales que
atraviesan la obligación de cuidado inherente al trabajo docente y en proponer experiencias
formativas que fortalezcan la confianza personal (en nosotros mismos) y social (en los
demás). Por ello, el abordaje escolar de cultura emprendedora, al igual que ocurre con la
cultura del trabajo, operan como planos o dimensiones que atraviesan todo el proceso
formativo de nuestros/as alumnos/as y que en las instituciones de ETP, en virtud a los
propósitos que le atribuyen tanto la Ley de Educación Técnico-Profesional Nº 26.058 como
nuestra Ley Provincial de Educación Nº 13.688, cobran especial relevancia, visibilizándose
claramente en el Proyecto Institucional y, más concretamente, con valores vievenciables en
la cultura institucional.
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Supongamos que hay un número aceptable de alumnos que quieren realizar su trabajo en el
mismo establecimiento en donde cursan ya sea para brindar a la comunidad un servicio y/o
para producir un bien necesario a la misma. ¿Corresponde darle lugar en la escuela? Por
supuesto que sí.
Si bien es cierto que la escuela técnica no forma para un empleo determinado, un oficio
específico o para puestos de trabajo puntuales, sino que lo hace desde una perspectiva más
amplia y en torno a un perfil profesional definido, aprobado y validado en el nivel nacional,
buscando la inserción del técnico en el mundo del trabajo y la producción –además de la
finalidad propedéutica y ciudadana propia del nivel secundario-; toda experiencia que opere
en un sentido constructivo tanto en lo social como en lo personal y lo profesional, se validan
en los marcos normativos y legales vigentes como en el propio proyecto institucional, en
tanto expresión de construcciones educativas compartidas por la propia comunidad.
Estamos aquí frente a un emprendimiento, nombre que se le da a toda iniciativa de un grupo
de personas para lograr algo. Existe un objetivo que se complementa con un fin y metas. Es
decir, hay un carácter intencional en los alumnos que se integran en el proyecto. Y, como
su desarrollo ocurre dentro de la escuela y las dimensiones que puede alanzar dentro de
dicho ámbito son relativamente pequeñas, se lo denomina “microemprendimiento escolar”,
por lo que esta experiencia formativa deberá encuadrarse en el marco normativo que regula
la implementación del modelo. Por otra parte, como ya dijimos, tiene que estar incluido en el
Proyecto Educativo de la institución, en tanto requisito para su validación pedagógica y
curricular. En tanto el emprendimiento se defina como escolar, su finalidad esencial será
siempre el aprendizaje, por sobre los otros propósitos políticos, económicos, tecnológicos,
productivos y sociales que pudiesen atravesar esta experiencia escolar. O sea, cualquier otro
objetivo debe subordinarse al objetivo principal que es el aprendizaje.
La experiencia de participar en un emprendimiento escolar, con posible proyección social, es
decir, con la posibilidad de ser el principio de un proyecto que se convierta en oportunidad de
sustento y crecimiento entre los participantes con impacto cultural, político, social, económico
y empresarial en el contexto. Dentro de esta experiencia la actividad de generar e
implementar el proyecto productivo, suele ser la más convocante para los alumnos y
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alumnas, ya que la creatividad, el compromiso, los objetivos (compartidos o no) y el trabajo
de cada uno de los integrantes del grupo se integran en dirección a un propósito: el éxito del
emprendimiento escolar.
Los microemprendimientos escolares representan una variante muy interesante de los
modelos pedagógicos que se centran en actividades de producción desarrolladas
internamente en la institución. En toda propuesta productiva escolar hay un rasgo central
compartido: se trabaja con conceptos tomados de la realidad productiva para dar origen a un
producto del cual es posible obtener algún tipo de beneficio (que puede ser económico,
aunque no necesariamente). En las microunidades productivas escolares, los alumnos y
alumnas, además de participar en el circuito productivo propiamente dicho, participan
también en las actividades de gestión del emprendimiento, estudio de mercado,
comercialización, publicidad, etc. El microemprendimiento escolar necesita surgir del grupo
de alumnos que lo propone y se propone concretarlo.
Los microemprendimientos escolares junto a otras estrategias de enseñanza, permiten
incorporar la creatividad y el trabajo en propuestas educativas concretas, tendientes a
generar proyectos productivos y emprendimientos individuales y/o comunitarios que
posibiliten a los/as alumnos/as el encarar, una vez egresados, proyectos de vida con
autonomía económica con arraigo en sus zonas o localidades y con impacto positivo en el
desarrollo local y, por ende, provincial y nacional. En cierto sentido, podemos afirmar que
este tipo de experiencias posibilitan crear futuro para nuestros alumnos y alumnas.
Esta experiencia formativa debe ser trabajada de manera articulada entre dos o más
espacios curriculares propios de la FTE y la FCT, con especial participación de la materia
“Emprendimientos Productivos y Desarrollo Local” y otros espacios del último año de
formación (aunque pueden participar alumnos y docentes de años anteriores). Esto exige la
construcción de acuerdos y la toma de decisiones respecto de las especificaciones del
diseño en el Proyecto Curricular Institucional. Como cualquier otra actividad escolar, la
experiencia requiere planificación, evitando improvisaciones, si es que se pretende se
alcancen los logros definidos de tipo tanto pedagógicos como económicos y sociales.
Obviamente que un emprendimiento puede ser de tipo cultural, científico, comunitario, etc., y
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toda iniciativa emprendedora debe necesariamente encontrar cabida en el proyecto
institucional ya que todos ellos se vinculan con la capacidad emprendedora que pretendemos
desarrollar, pero nos interesan particularmente aquí aquellas propuestas que tienen que ver
con lo socio-productivo, lo tecnológico y con el sector de actividad en donde se están
formando los alumnos y alumnas. A este tipo de emprendimiento escolar nos estamos
refiriendo.
Valor pedagógico del emprendimiento escolar
El microemprendimiento escolar es una propuesta de altísimo valor pedagógico y didáctico
ya que permite realizar una aplicación práctica de contenidos teóricos vinculados
intedisciplinariamente construidos en diversas áreas tales como economía, derecho,
procesos productivos, control, higiene, seguridad, comunicación, etc. Por eso decimos que
generar e implementar un microemprendimiento escolar, permite a los alumnos participantes
construir aprendizajes globales e integradores. El inicio y ejecución de estos proyectos,
resulta un desafío importante para la comunidad educativa ya que requiere del apoyo, el
compromiso y la colaboración de muchos de los actores involucrados de la institución
escolar.
A su vez, esta experiencia, más allá del nivel de éxito alcanzado, puede ser objeto de estudio
y análisis para otros/as alumnos/as ya sea durante o después de concretada. De allí que
resulte muy importante documentar cada una de las instancias por las que hayan atravesado
los/as alumnos/as emprendedores en su implementación.
Además de los aspectos específicos que tienen que ver con el sector profesional en el que
prospera la idea emprendedora y el nicho en donde se pretende instalar el proyecto
productivo, destacamos que esta experiencia escolar permite abordar pedagógicamente
algunas cuestiones no siempre accesibles en formatos más tradicionales en propuestas
formativas más tradicionales o academicistas, tales como la construcción de una visión
compartida, la adquisición personal de criterios de responsabilidad social, la capacidad de
liderazgo, la construcción de confianza personal y social (la idea de que entre todos
podemos, la valoración del otro,….), la evaluación de variables zonales y el asumir riesgos, la
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toma de decisiones fundamentada, la paciencia y fortaleza de espíritu, entre otras
posibilidades formativas.
Planteamos los siguientes objetivos para este tipo de estrategias escolares, con la intención
de que los mismos sean trabajados en las instituciones para lograr una verdadera
construcción de los mismos:
Formar a los alumnos y alumnas en los principios solidarios e impulsar la participación
activa y directa dentro del marco axiológico que caracteriza tanto la cultura del trabajo
como la cultura emprendedora.
Promover la capacidad emprendedora en los estudiantes, desde modelos que
fortalecen tanto la formación profesional permanente como el aprendizaje a partir de la
actividad concreta y de la reflexión sobre los resultados obtenidos.
Auspiciar, promover y realizar tareas científicas, tecnológicas, culturales, recreativas,
deportivas, administrativas y laborales de carácter agrario, artesanal o industrial ya
sea para su uso, consumo y/o comercialización.
Promover la integración de los actores sociales en la escuela y de la escuela en el
medio socio-productivo y laboral.
Formar a los/as alumnos/as en la organización y gestión productiva y empresarial.
Fortalecer, mediante este tipo de experiencias formativas, el ejercicio pleno de la
democracia y la participación social, mediante la puesta en práctica de valores éticos,
cívicos y sociales de armonía con el ambiente.
Posicionar a la institución de ETP de manera armónica con los procesos de desarrollo
local.
Generar en la escuela o centro condiciones adecuadas para que los alumnos y
alumnas puedan iniciar y desarrollar proyectos innovadores, con particular acepción
de aquellos potencialmente factibles de impactar positivamente en el medio local.
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Abordaje escolar de la experiencia.
Prácticamente todos los perfiles profesionales incluyen un área de competencia que habilita
al técnico egresado del nivel secundario, a generar y/o participar en emprendimientos.
Para ello el/la estudiante debe estar capacitado para:
Identificar el emprendimiento Evaluar la factibilidad técnico- económica del emprendimiento Programar y poner en marcha el emprendimiento Gestionar el emprendimiento
Para que el desarrollo del Microemprendimiento pueda plantearse como una experiencia
profesionalizante, la propuesta pedagógico-curricular debe referenciarse con éstas funciones
propias del técnico.
El proyecto de microemprendimiento puede ser trabajado como una práctica
profesionalizante, mediante el formato PPI (Proyecto tecnológico-productivo interno). En
definitiva, llevar adelante un emprendimiento dentro del sector productivo de referencia,
constituye una excelente posibilidad para que los alumnos vinculen los saberes aprendidos
con su aplicación en la realidad, poniendo de esta forma en acción las capacidades
profesionales y potencialidades que desarrollaron durante su recorrido formativo.
Para los docentes, la idea de sumarse libremente a un desarrollo tecnológico-productivo que
surge de los alumnos, resulta todo un desafío profesional. Alumnos/as, docentes y escuela
técnica son protagonistas involucrados necesariamente en un emprendimiento escolar, cada
uno en planos de acción concretos, pero imprescindibles para que el emprendimiento resulte
exitoso.
Los proyectos de microemprendimientos escolares fomentan las iniciativas de los/as
alumnos/as con el apoyo y asesoramiento del personal docente y suelen tener tres ejes en
torno a los cuales se elaboran:
El pedagógico-didáctico (promoción del trabajo socialmente productivo y de lo
investigativo, desarrollo de productos tecnológicos, optimización de procesos
preexistentes, etc.). Dirección General de Cultura y Educación – Subsecretaría de Educación
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El social (la autorrealización que tiende a la autoestima, evitar el desarraigo, el
reconocimiento al esfuerzo, etc.)
El económico (la cooperación que sintetiza la producción y la solidaridad, la
promoción del cooperativismo y el mutualismo, el desarrollo local, etc.)
A diferencia del modelo “circuito productivo interno” o “proyecto productivo interno” que
es propuesto y organizado desde la institución educativa, el microemprendimiento escolar es
enteramente una producción de los alumnos y alumnas, ellos y ellas son los encargados de
detectar la actividad en que se centrará el proyecto productivo. La voluntad de los alumnos y
el carácter de libre adhesión a asociarse y ser partícipe del proyecto son dos elementos
claramente diferenciadores de éste modelo didáctico.
En general el microemprendimiento surge por una necesidad común al grupo (o un interés).
Este interés se expresa como una idea que lo motoriza. Esta idea debe ser compartida por
todos los integrantes del grupo y opera como generadora de la acción. Los alumnos se unen
para poner su esfuerzo (trabajo) al servicio de todos, comprometiéndose a ayudarse
mutuamente (compañía), accionando en forma democrática (horizontal y participativa) y
compartiendo objetivos comunes que dirigen, encauzan y guían su accionar en pro de elevar
la calidad de vida y dignificarse como persona a través del trabajo. La creatividad
emprendedora se vincula con la investigación, por ende, para llevar a cabo este tipo de
experiencias escolares, es necesario capacitar a los alumnos en aquellas técnicas y
procedimientos que les permitan tomar decisiones asertivas y efectivas a partir del
procesamiento de información adecuada.
Los integrantes del proyecto deben hallarse en interacción permanente y, resulta clave, que
los docentes generen espacios en donde los alumnos puedan reflexionar sobre sus avances,
logros, fortalezas, amenazas y dificultades. Los alumnos participantes tienen que tomar
conciencia acerca de las necesidades e identificarse con el proyecto productivo. Parte de la
riqueza pedagógica de la experiencia radica en que, durante el desarrollo del
emprendimiento, los alumnos y alumnas tienen que enfrentar riesgos, asumir desafíos,
aportar soluciones creativas, contrastar sus ideas con las posibilidades reales, generar
innovaciones, etc. Durante el desarrollo del emprendimiento en el entorno escolar, se
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desarrollan vínculos, se construye experiencia, se obtienen logros, los/as alumnos/as ganan
credibilidad social, se sienten más seguros/as, etc.
Llevar adelante el emprendimiento, requiere de una organización. Se realiza una división del
trabajo y cada integrante del grupo debe cumplir la función que le corresponde de la mejor
manera y al alcance de su capacidad. Las normas y pautas comunes que regulan el
funcionamiento del grupo no se imponen como algo ajeno, por el contrario, deben nacer del
común acuerdo de todos los miembros, como reglas de conductas aceptadas para regular y
controlar su organización y mantenimiento. Mientras el microemprendimiento se halle en la
órbita escolar, este conjunto de normas se referenciarán con el AIC, conformándose como
una especificación del mismo para el caso.
El microemprendimiento escolar, cuando se halla inmerso en el Proyecto Curricular
Institucional, constituye una oportunidad escolar para: generar en los alumnos
responsabilidad social, optimizar los procesos de aprendizaje de contenidos, incrementar
niveles de retención y disminuir los índices de fracaso, mejorar las habilidades
comunicacionales en alumnos y alumnas, orientar a los estudiantes hacia la realidad socio-
productiva y laboral, abordar pedagógicamente la enseñanza de la creatividad, incrementar
en los alumnos y alumnas su autoestima y sus niveles de confianza e insertar la escuela en
el medio local, a partir de la producción desde la escuela de respuestas ingeniosas a
necesidades y problemas existentes previamente.
En ocasiones el modelo se plantea en forma de Cooperativa Escolar de Producción y/o
Trabajo. En este caso se entrecruzan contenidos propios del cooperativismo con los que
tienen que ver con la generación de emprendimientos. Según los fines que busque, puede
incorporar estudios del mercado laboral de la zona, acompañamiento a egresados en su
tránsito desde la escuela al mundo laboral/productivo, implementación de bolsas de trabajo,
coparticipación con entidades co-escolares como el centro de estudiantes, el centro de
egresados, la asociación cooperadora, etc. El marco conceptual, ético, social y valorativo del
cooperativismo y del mutualismo suele aportar una nueva visión al microemprendimiento
escolar, tal vez demasiado atravesado por la lógica de mercado. Tanto el cooperativismo
como el mutualismo escolar representan una invitación al trabajo compartido solidario entre
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docentes y alumnos y entre el servicio educativo y la comunidad, favoreciendo procesos de
intercambio en un dar y recibir altamente beneficioso. Observemos, además, que si el
emprendimiento escolar se transforma en una cooperativa de trabajo y/o producción
coordinada por técnicos egresados de la institución, ésta puede incorporar otros alumnos,
tanto en calidad de practicantes o como de socios adscriptos.
Para llevar adelante un microemprendimiento escolar, los alumnos deben realizar
previamente una investigación de mercado, supervisados por un docente, en búsqueda de
una necesidad de la comunidad donde está inserto el establecimiento escolar. No podemos
comenzar a organizar algo que no va a tener interés alguno en la población. Una vez
determinada la necesidad y definido que es lo que se va a producir desde la escuela, el paso
siguiente es conseguir los medios para iniciar la producción. Generalmente los grupos no
disponen de capital inicial.
Este modelo necesita del respaldo y acompañamiento del equipo directivo, pero siempre con
docentes responsables de la actividad. El eje para la elaboración del proyecto didáctico por
parte de los docentes es por un lado la actividad productiva que se va a desarrollar y, por
otro, la conformación de una organización productiva (el microemprendimiento) con todo lo
que ello implica.
Una vez que el emprendimiento prosperó, los alumnos están en condiciones de
implementarlo fuera del ámbito escolar. Por eso, el modelo en caso de ser exitoso, puede
tener un fuerte impacto en las vidas de los alumnos que desarrollaron la experiencia (y por
ende, en sus comunidades). Es decir, todo microemprendimiento escolar tiene, en principio
un carácter duradero, o sea, se pretende que pueda superar los límites de la institución
educativa e instalarse en el medio ya sea como una microempresa o como una cooperativa
de producción.
Cuando el modelo resulta exitoso, suele institucionalizarse en el servicio educativo. Aunque
el proyecto productivo que sustenta el microemprendimientos irá cambiando según cada
grupo de alumnos/as en particular. Es decir, se institucionaliza el modelo, las formas de
acción, no el microemprendimiento particular. La intención final del microemprendimiento
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escolar es facilitarles a los alumnos y alumnas su reproducción en el mundo real, por lo que
la escuela debe fomentar la extrapolación de la experiencia a la comunidad. Y ello debería
suceder una vez que se ha constatado con un grado de certeza aceptable, que el
microemprendimiento puede ser autosostenible.
Al decir de Luskevich, C.: “Se debe buscar pero se puede crecer y ser grande, así es un
microemprendimiento”.
Si bien el soñar no tiene límites por lo que nuestros alumnos pueden proyectar
emprendimientos imposibles de concretarse en el plano escolar, el o los docentes que
participan de la experiencia deben trabajar para que la actividad escolar del
microemprendimiento, se ajuste a las siguientes características necesarias para que la
experiencia se mantenga como “escolar”:
Sea realizable, por lo menos durante el ciclo escolar (aunque pueden existir
experiencias que se hayan originado en años anteriores del recorrido formativo de los
alumnos u otras que involucren en su concreción a estudiantes de años anteriores).
Estén curricularmente referenciadas y se vinculen con el perfil profesional del técnico
que se pretende formar (aún cuando la experiencia se lleve adelante en un formato
extracurricular). Esto es lo mismo que decir que estén incluidas en el Proyecto
Curricular Institucional.
Que surjan de los/as alumnos/as como resultado de la detección de una necesidad o
bien, del aprovechamiento de una oportunidad.
Que remitan a nichos de mercado “chicos” por lo menos mientras se halle en la órbita
escolar, aunque pueda tener proyección en el contexto local.
La idea original que dio origen al emprendimiento, aunque en un primer momento bastante
difusa o incierta, debe surgir del descubrimiento de una oportunidad, y esta oportunidad
surge a partir de una necesidad, de un problema a superar, de la delimitación de un sector
potencial en el mercado que podría consumir lo producido o requerir del servicio que
pretendemos brindar.
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En nuestro país se han desarrollado sistemas de crédito blando y de microcréditos
destinados a apoyar este tipo de experiencias, incluso préstamos de honor que facilita
recursos económicos para proyectar el emprendimiento en el espacio local. Si el estatuto de
la Asociación Cooperadora lo habilita y, obviamente, los recursos económicos están
disponibles, entonces esta entidad puede ser quien aporte el dinero a los alumnos
emprendedores, ya sea en calidad de préstamo de apoyo (con bajo o nulo interés, es decir
préstamos sin intención de lucro) o como contribución no retributiva. También existen
fundaciones de carácter nacional o internacional que suelen apoyar económicamente a
jóvenes emprendedores. Por último también debemos mencionar las oportunidades que
brindan ciertos certámenes y competencias organizadas desde diversos ámbitos, tanto
públicos como privados, cuyo premio es el financiamiento total o parcial de los
emprendimientos aprobados o ganadores.
El modelo se aplica con jóvenes y adultos, aunque puede hacerse extensivo (con ciertas
restricciones) a los niños. También pueden integrarse alumnos de diferentes cursos y/o
niveles al proyecto.
Cuando el proyecto productivo en el que se sustenta el emprendimiento escolar se vincula o
se incluye en planes y/o programas que buscan el desarrollo territorial y la mejora social,
entonces el emprendimiento escolar favorece el desarrollo local y, en consecuencia, debe ser
entendido como una construcción social, pudiendo requerir e involucrar actores que apoyen,
apadrinen o colaboren con el mismo (bancos privados o públicos, fundaciones, organismos
públicos municipales, provinciales y/o nacionales, empresarios u organizaciones
empresariales, tecnólogos, personalidades reconocidas, etc.)
Según el contexto en donde se implemente la experiencia, los microemprendimientos
escolares suelen ser espacios pedagógicos de integración (de la teoría con la práctica, del
saber con el hacer, de la educación formal con la no formal, de los distintos campos de
formación de la educación técnico-profesional – general, científico-tecnológico, técnica
específico y las prácticas profesionalizantes-, de conocimientos jurídicos, económicos,
contables, políticos, tecnológicos y socio-productivos, etc.). Las actividades asociadas al
emprendimiento son fuertemente motivadoras para que los alumnos y alumnas se interesen
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en trabajos cuyo fin es el aprender, los docentes se involucren desde su tarea y la escuela se
comprometa en la sustentabilidad y proyección de la experiencia.
Un aspecto que muchas veces se visibiliza en este tipo de experiencias pedagógicas, es la
capacidad de inventiva manifiesta por los jóvenes, ya que muchas veces los
emprendimientos escolares surgen a partir de innovaciones en productos y/o en procesos.
Otras veces pueden surgir de una investigación científica o científico-tecnológica llevada a
cabo por algún grupo de alumnos/as de la institución. Incluso puede darse el caso que el
desarrollo técnico o la investigación dio inicio en algún año anterior y, al llegar al último año
se transforma, por decisión del grupo de alumnos y/o alumnas involucrados, en un
emprendimiento escolar. Los desarrollos que los alumnos y/o alumnas generan para la EACP
pueden ser también traducidos posteriormente en emprendimientos escolares, de allí la
importancia de involucrar alumnos de quinto y sexto año del segundo ciclo (ciclo superior) en
esta experiencia formativa que impulsa y organiza la DET.
La concreción de un proyecto tecnológico-productivo y su transformación en un
emprendimiento escolar requiere de un esfuerzo por parte de los alumnos y/o alumnas
emprendedores, para introducir racionalidad, organización e imaginación en lo que pretenden
llevar a cabo.
Etapas para la generación de emprendimientos escolares.
Por lo general, los microemprendimientos escolares distinguen tres factores para el
desarrollo y evolución de los mismos: capital, trabajo y comunidad. Vinculando estos factores
en un marco cooperativo (cooperar significa “hacer las cosas juntos”) el producto puede ser
una economía solidaria.
Para llevar adelante el microemprendimiento escolar, los alumnos involucrados en el
proyecto tendrán que realizar diferentes planes, entre ellos destacamos como altamente
significativos para los estudiantes el plan de producción propiamente dicho y el plan de
negocios.
Las etapas para organizar un microemprendimiento escolar son:Dirección General de Cultura y Educación – Subsecretaría de Educación
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0.- Etapa inicial de estudio-concientización
1.- Etapa de planificación y organización
2.- Etapa de constitución e iniciación de la producción
3.- Etapa de inserción en el medio social (salida del contexto escolar)
Previamente a la organización de una unidad productivo-educativa, se recomienda a los
iniciadores que busquen la mayor participación de los interesados y de la comunidad en
general en el conocimiento del tema, compartiendo y diseñando el proyecto productivo. Es
necesario hacer un estudio de factibilidad del microemprendimiento, antes de iniciar su
desarrollo.
Sostenemos que la condición para que un emprendimiento escolar surja es que el mismo
debe nacer de los alumnos y alumnas, pero con esto no estamos restando importancia al rol
docente como facilitador para que estas ideas aparezcan en los estudiantes. El papel del
docente como disparador y canalizador de esta posibilidad en los estudiantes es un elemento
clave.
También es cierto que estas ideas, por lo general, no surgen por generación espontánea en
los alumnos y alumnas, precisan de una propuesta educativa implementada en la escuela o
centro que le den sustento y permitan su surgimiento.
Para ello, se sugiere responder a las siguientes preguntas antes de comenzar con el
microemprendimiento escolar y, también, antes de transpolarlo al entorno local.
I.- La idea: Tenemos una idea interesante para iniciar un microemprendimiento escolar.
¿Cuál es?
1. ¿Cuál es la actividad que quisiéramos desarrollar? ¿Qué queremos producir?
2. ¿Qué objetivos pretendemos lograr con el emprendimiento escolar?
3. ¿Cuál es la necesidad que tiende a satisfacer la actividad que queremos desarrollar?
4. ¿Cuáles son las características de ésta actividad que nos hace pensar que es
interesante’ ¿Creemos que nos permitirá ganar dinero?
5. ¿Necesitamos más información sobre la idea? Si. No. ¿De qué tipo?Dirección General de Cultura y Educación – Subsecretaría de Educación
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6. ¿Tenemos opiniones de técnicos, profesionales o personas que conozcan sobre la
idea? Detallarlas.
7. ¿Exploramos todas las perspectivas posibles asociadas a la idea? Es decir, por
ejemplo las relaciones de lo que pretendemos producir con las personas o usuarios
del producto que producimos, la necesidad de que su producción se ajuste a normas,
su vinculación con otros productos o servicios existentes, etc.
II. El origen escolar. ¿Están dadas las condiciones institucionales para llevar adelante
el microemprendimiento escolar?
1. ¿Existe la voluntad institucional de ayudarnos y de generar condiciones que
favorezcan nuestro trabajo?
2. El microemprendimiento ¿se enmarcará como una práctica profesionalizante, como
una actividad extracurricular o como un proyecto didáctico-curricular dentro de una o
más materias/módulos de la FCT / FTE?,
3. Para el desarrollo del emprendimiento escolar ¿requeriremos de que dos o más
docentes nos ayuden y, por lo tanto, se pongan de acuerdo y trabajen
articuladamente?
4. ¿Contamos con el apoyo u orientación del docente o docentes que dictan la materia
“Emprendimientos Productivos y Desarrollo Local?
5. Nuestra escuela ¿está preparada para incluir este tipo de experiencias, que exigen en
principio, tiempo extracurricular y que pueden afectar en alguna forma las actividades
regulares por la sobrecarga de tarea en algunos integrantes del docente y directivo?
III.- El grupo: Queremos crear una fuente de trabajo
1. ¿Cuántos somos? ¿Quiénes somos? ¿Qué conocimientos tenemos? ¿Qué
experiencia laboral tenemos cada uno?
2. ¿Qué objetivo persigue cada integrante del grupo con la experiencia? ¿Son objetivos
compatibles entre sí?
3. ¿Cómo nos organizaremos en el grupo para poder producir? ¿Cada uno se ocupará
de una tarea o trabajaremos todos juntos?
4. ¿Cómo distribuiremos los diferentes trabajos y responsabilidades?
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5. ¿Qué horario cumpliríamos?
6. ¿Qué límites debemos respetar en la escuela? ¿Cómo desarrollaremos la actividad
sin que ello perturbe el normal desarrollo de las demás actividades propias de la
unidad educativa?
7. ¿Con qué reglamento funcionaremos? ¿Cuáles son los derechos y las obligaciones de
los integrantes?
8. ¿Qué esperamos lograr con este microemprendimiento?
9. ¿Qué experiencia y/o capacitación tenemos en la actividad productiva que queremos
desarrollar? Referencias. ¿Qué docentes de la escuela nos pueden orientar y/o
asesorar?
10.En el caso de falta de experiencia o capacitación previa ¿Cómo lo podemos
solucionar?
11.¿Qué dificultades encontramos a la hora de trabajar en grupo?
IV. El microemprendimiento como construcción social.
1. ¿Cuál es el producto o servicio que queremos ofrecer? ¿Qué se va a producir?
2. ¿En qué se diferencia nuestro producto de otros ya existentes? Ventajas y
desventajas.
3. ¿Cuánto calculamos que “costaría” cada producto fabricado?
4. ¿Cómo lo produciremos? ¿Cómo se hace? Tecnología
5. ¿Existen otros productos o servicios distintos del nuestro y que satisfacen la misma
necesidad? ¿Cuáles?
6. ¿Hemos tomado contacto con posibles clientes y proveedores? Detallar: nombre,
ramo y dirección.
7. ¿Quiénes nos pueden hacer competencia?
8. ¿Qué ofrecen los competidores, con qué calidad y a qué precio?
9. ¿Cómo calcularemos el precio de venta de nuestro producto o servicio?
10.¿Cómo venderemos? ¿Quiénes y de qué forma? ¿Cómo se comercializará la
producción o se difundirá el servicio entre los potenciales clientes?
11.¿Es necesario algún tipo de control o autorización antes de que el producto se venda
en el mercado?
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V. Los recursos
1. ¿Dónde trabajaríamos? Local o sector del servicio educativo. ¿Cómo lo
conseguiríamos?
2. ¿Con qué se va a producir?
3. ¿Qué materia prima necesitamos para obtener el producto/servicio y para cuánto
tiempo? – Descripción, cantidad y costo. Presupuestos.
4. ¿Con que recursos: maquinarias, herramientas y/o materias primas lo haremos?
Descripción, cantidad y costo. Presupuestos.
5. ¿Qué recursos nos facilita la escuela? ¿Por cuánto tiempo?
6. ¿Qué otros recursos conseguimos sin necesidad de inversión: préstamos, cesiones,
donaciones? ¿Qué responsabilidades asumimos?
7. ¿Necesitamos adecuar el local para empezar a trabajar? ¿Qué nos falta? – Presentar
presupuestos
VI.- Planificación y organización del microemprendimiento:
1. ¿Qué forma jurídica adoptará?
2. ¿Con qué nombre se conocerá?
3. ¿Cuál será el aporte de cada asociado?
4. ¿Qué responsabilidades asumen los asociados?
5. ¿Cómo se va a producir? Diagrama PERT. Estudio de tiempos.
6. ¿Cómo se regirá la vida en la micro unidad productivo-educativa?
7. ¿Cómo se distribuirán los excedentes o ganancias?
8. Si hubiera pérdidas, ¿Cómo se asumirán?
9. ¿Cómo se tomarán las decisiones en el microemprendimiento escolar?
10.¿Quiénes administrarán las decisiones?
11.¿Quiénes fiscalizarán las acciones? ¿Qué rol tiene la escuela en esta fiscalización?
12.Si se disuelve, ¿Cómo se distribuirá el patrimonio?
13.Si el emprendimiento prospera: ¿Cuál es el máximo tiempo en que permanecerá en la
órbita del establecimiento escolar? ¿Se prevén extensiones temporales?
14.¿Cómo funciona el microemprendimiento si no hay actividad en la escuela?
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15.Se prevé algún tipo de retribución a la unidad educativa. ¿Bajo qué concepto? ¿Cómo
se concreta?
VII.- La proyección social del emprendimiento escolar
1. Los indicadores obtenidos de los procesos de análisis realizados, ¿aconsejan
transpolar el emprendimiento fuera del entorno escolar? ¿Qué nivel de éxito obtuvo el
emprendimiento durante el año escolar?
2. ¿A qué segmento del mercado dirigimos nuestro producto/servicio?
3. ¿Cuáles son las oportunidades que vislumbramos como favorecedoras para transpolar
el emprendimiento escolar al contexto socio-productivo? ¿Cuáles son las amenazas?
¿Qué riesgos corremos? ¿Estamos dispuestos a correr tales riesgos?
4. ¿Qué posibilidades tenemos de iniciar, sobre la base de lo aprendido, nuestro propio
emprendimiento? ¿Qué necesitamos para ello? ¿Cómo conseguiremos los recursos?
5. ¿Dónde lo haremos? ¿Qué infraestructura requerimos? ¿Disponemos de los recursos
necesarios en el lugar en donde pretendemos localizar e emprendimiento?
6. ¿Con qué ayuda contamos? ¿Quiénes y cómo pueden ayudarnos?
7. ¿Nuestro producto/servicio puede competir con otros de similar naturaleza en el
mercado local o zonal?
8. ¿Qué proveedores necesitamos? ¿Dónde se hallan geográficamente? ¿Pueden
garantizar los suministros que necesitamos para el proceso?
Emprendimientos escolares y desarrollo local
Qué un emprendimiento resulte exitoso no es exclusiva responsabilidad de las capacidades y
saberes de las personales que participan en él, sino que necesitan de un andamiaje social,
precisan de una malla vincular previa, un conjunto de relaciones con diferente grado de
formalidad y establecidas entre organismos del estado, organizaciones sociales de diversa
índole, empresarios y trabajadores, que se van conformando en auténticas redes locales
asociativas.
La generación y desarrollo de estas estructuras locales asociativas resulta sustancial para la
incubación, desarrollo y fortalecimiento de emprendimientos productivos, por ello son tanto Dirección General de Cultura y Educación – Subsecretaría de Educación
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una preocupación como una ocupación en los municipios y localidades. Los
emprendimientos escolares son siempre una oportunidad de mejora loca, cuando pueden
servirse de estas redes y proyectarse socialmente. “Estas redes ayudan a reproducir la
vocación y el espíritu emprendedor y productivo de la comunidad favoreciendo la mejora en
la calidad de vida de la población local”.
Las redes locales asociativas, posibilitan integrar, completar y perfeccionar los recursos
materiales disponibles (tecnológicos y económicos) y la información (recursos estratégicos)
ayudando de esta forma a generar, desarrollar, ampliar y complementar las capacidades
competitivas de los emprendedores a nivel individual como grupal, componiéndose así una
de las dimensiones necesarias para el logro de la eficiencia colectiva y el progreso local.
Un emprendimiento escolar es exitoso si se logran con la experiencia, los aprendizajes
buscados. Y estos aprendizajes, el aprender juntos a emprender con el otro, exige que se
involucre no solo a los docentes y a los estudiantes sino también a otros adultos de la
comunidad, instalando en el contexto escolar procesos que promuevan el desarrollo local.
PROYECTOS PRODUCTIVOS INTERNOS:
La teoría sin la práctica es manca, la práctica sin la teoría es ciega.Leonardo Da Vinci
Concepto:
La idea de aprender produciendo en un entorno controlado institucional, se centra en la
producción concreta de bienes y/o servicios. Su fundamento se encuentra, no en lo técnico o
tecnológico ni en lo procedimental metodológico, sino en que es un modo de aprender con la
dinámica del aula-taller. Solo que en este caso, todo el sector de talleres y laboratorios (o
una gran parte de él) se asumen como el entorno formativo dentro de esta modalidad
operativa de enseñanza. Por otro lado, constituyen una oportunidad pedagógica para
aproximar la realidad del mundo productivo/laboral y del desempeño profesional, al servicio
educativo.
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Llamamos circuito productivo interno a todo proceso productivo planificado desde la
Jefatura de Área –avalado por el Equipo de Conducción- para su desarrollo en el ámbito de
la escuela técnica y en el que se involucran dos o más secciones de taller (del básico –primer
ciclo- y/o del superior –segundo ciclo-) con finalidad claramente didáctica. Pueden estar
además involucrados otros espacios curriculares (Gestión, Derecho, Proyecto y Diseño de la
especialidad, etc.), en cuyo caso la coordinación se realiza desde la Vicedirección /
Regencia. Se trata de actividades formativo-productivas referenciadas a los sectores de
actividad o áreas ocupacionales vinculadas al Perfil Profesional. Los alumnos trabajan en
situaciones concretas o creadas a tal efecto (dentro de un proceso de producción que excede
su participación), llegando a una producción escolar cooperativa y significativa en la cual
asumió responsabilidades limitadas. Aquellos alumnos que se hallen en los niveles más
avanzados de la tecnicatura, aprenden en los procesos de coordinación, control, logística y
dirección de la producción, en tanto que los alumnos que se hallen en años anteriores, lo
hacen básicamente en los procedimientos y técnicas operativas propias del proceso en sí. Lo
ideal es que, cada alumno durante su trayecto formativo, haya participado en todas las
instancias o fases propias del proceso productivo, desde las más elementales a las más
complejas.
Si bien se desarrollan en el entorno controlado de la institución, deben contextualizarse en el
marco de procesos productivos reales. Es decir, el modelo es un recurso que permite
transpolar situaciones laborales, profesionales y productivas reales al entorno controlado de
la escuela (transposición didáctica).
El modelo también se denomina Proyecto Pedagógico Productivo Interno o Proyecto
Productivo Escolar.
Nota: Cuando en el proceso constructivo participan alumnos de diferentes cursos escolares (diferentes grupos de taller de uno o más años o niveles) se tiende a denominar esta experiencia como circuito productivo; si se implementa con alumnos de un mismo grupo, entonces es más usual llamarlo proyecto productivo. En el primer caso, es el producto en construcción el que se traslada a través de las secciones del taller involucradas, no así los alumnos. En el segundo, tanto el producto como los alumnos se desplazan por las diferentes secciones involucradas en el proceso constructivo.
Los circuitos productivos internos representan un modo de aprender, una forma de
adaptación activa, flexible y ajustable de una gran variedad de recursos existentes en la Dirección General de Cultura y Educación – Subsecretaría de Educación
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institución, con fines educativos y productivos, útil a los fines de un grupo determinado
(teniendo en cuenta una definición amplia de grupo, en la necesaria diferencia subjetiva y de
rol de sus integrantes).
Estos proyectos pueden estar incluidos en proyectos escolares de mayor alcance como por
ejemplo, el fomento del cooperativismo a través de la creación de una cooperativa escolar o
bien, el de impulsar microemprendimientos locales en función de programas de desarrollo
local o atender a demandas puntuales (fabricación de sillas de ruedas, producción de ladrillos
para cooperativas de viviendas, producción de alimentos para la atención de celíacos en
comedores comunitarios, la producción de kits didácticos para instituciones educativas, la
fabricación de herramientas, la producción de bloques o baldosas para cooperativas de la
construcción, etc.) en sectores definidos de la comunidad.
Como en los microemprendimientos escolares, el objetivo de la producción escolar es
esencialmente pedagógico, independientemente de que la experiencia escolar tenga también
otros fines que la trascienden y proyecten socialmente.
Sin embargo, dado que el objetivo productivo de este tipo de experiencias escolares nunca
es el competir en el mercado sino el de suplir o paliar alguna falencia difícil de encarar en el
ámbito privado por cuestiones de rentabilidad, o el de abaratar costos tanto en los procesos
de equipamiento de organizaciones públicas o sin fines de lucro, el de investigar sobre algún
proceso productivo con posibilidades de inserción local en un futuro (en el marco de
acuerdos con otras organizaciones) u otros que surgen de procesos locales y del rol que la
institución de ETP tiene en él. Destacamos que este tipo de experiencias también pueden
vincularse con la promoción escolar de la cultura emprendedora, en tanto posibilitan a los
alumnos y alumnas el acceso y apropiación de técnicas e instrumentos de intervención que
luego les permitirán planificar, evaluar e implementar diferentes proyectos productivos con
posibilidades de convertirse en emprendimientos locales.
La posibilidad que tienen las instituciones de ETP de generar conocimiento tecnológico y
productivo sin que ellos afecte su finalidad formativa básica, es más, en conjunción con esta
finalidad (enseñar conocimientos y producirlos) cuestiona la validez de los modelos
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tradicionales en donde los ámbitos académicos superiores o las empresas altamente
competitivas son quienes tienen exclusividad en la producción de conocimientos, los que
luego son tomados por el sector empresarial y, previa inversión, traducidos en productos
direccionados a segmentos de potenciales compradores, ganando por ello dinero. Si las
instituciones de ETP son capaces de insertarse en modelos capaces de producir
conocimiento técnico-productivo, de apostar a la innovación y de favorecer procesos de
socialización de conocimiento que involucren no solo a los actores escolares y educativos
sino también a otros protagonistas sociales, entonces el rol social que cumplen los servicios
educativos de la modalidad, trasciende la centralidad de lo específicamente educativo para
incorporarse desde esta finalidad formativa en procesos socio-económicos y tecnológico-
productivos con fuerte impacto social. Esta posibilidad se ve favorecida por la fuerte inversión
que el Estado ha venido realizando en los servicios de ETP, ya sea a través de los Planes de
Mejora como a partir de los sistemas de Crédito Fiscal. Y también por el hecho cada vez más
evidente de que la innovación tecnológica y productiva no solo requiere de recursos
materiales (máquinas, equipos, herramientas, etc.) sino también de acceder a procesos de
generación, circulación y apropiación de conocimientos (experimentales, científicos, etc.) que
se producen en otras organizaciones no educativas y que hoy, merced a las redes
informáticas, son cada vez más accesibles.
Características:
Se realiza dentro del horario escolar, por lo que no se necesita autorización explícita
del adulto responsable del alumno.
El/los Jefe/s de Departamento de Integración Curricular de la/s especialidad/es
(Departamento Técnico-Profesional) actúan como Responsables Técnico-
Pedagógicos del proyecto.
La diagramación, coordinación general, administración y supervisión se realiza desde
la Jefatura de Área. Los materiales e insumos son provistos por la escuela a través de
la Asociación Cooperadora o bien, aportados por entidades externas a la institución. Si
se incorporan como prácticas profesionalizantes, la responsabilidad por la
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coordinación, organización y desarrollo es ejercida por el Docente a cargo de dichas
prácticas, y eventualmente, de quién ejerce la coordinación de las mismas en el plano
escolar.
Cuando este tipo de experiencias se incluyen en el Plan Institucional de PP, entonces
la participación de otros alumnos en el proceso productivo nunca estará a cargo de los
alumnos practicantes. En todo momento habrá un docente que se haga cargo de los
alumnos y alumnas que intervienen en el proceso productivo.
Participan los docentes designados en los espacios afectados al proyecto (con los
alumnos de los grupos correspondientes). En el caso de que se proyecten en el
campo de las PP participan los docentes designados al efecto
La organización del trabajo asignado es responsabilidad de cada docente. Debe ser
incluida en el proyecto áulico o en el Plan Institucional de Prácticas Profesionalizantes,
según el encuadre institucional. Cada docente afectado participa con sus alumnos de
una o más operaciones/etapas del circuito productivo. La planificación didáctica del
docente que participa en este tipo de experiencia debe referenciarse necesariamente
al Proyecto Curricular Institucional, en tanto debe cumplir con los objetivos previstos
ya que los mismos se hallan integrados e interrelacionados con los objetivos de otros
espacios y docentes que participan de la experiencia.
Precisa de una buena coordinación a efectos de garantizar que las diferentes fases
del proceso se concreten en tiempo y forma. Debe garantizarse que los recursos
(materiales, suministros, etc.) se hallen disponibles en el momento en que se precisen.
Esto exige que el proyecto se incluya además, en el Plan de Continuidad Pedagógica
de la institución.
Los imponderables (ausencias docentes, demoras en proveer los insumos, etc.)
originan retrasos que pueden repercutir en el desarrollo de las clases de otros
docentes. Lo ideal es tener estrategias alternativas para subsanar los posibles
inconvenientes, o sea, como dijimos, que la experiencia esté inmersa en el Plan de
Continuidad Pedagógica Institucional.Dirección General de Cultura y Educación – Subsecretaría de Educación
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Permite la simulación de una serie de situaciones propias de las actividades de
producción: contratos, órdenes de trabajo, registros, compras, etc.
Los alumnos aprenden trabajando, produciendo, siendo necesario darle a la
producción una organización en la que alumnos de los últimos años pueden participar
activa y comprometidamente con la gestión de la producción y la organización del
trabajo.
Puede requerir de espacios para el almacenamiento de los productos en proceso de
elaboración, lo que exige un adecuado sistema de administración patrimonial
implementado en el pañol y la disponibilidad de espacios que sirvan como depósitos.
Los procesos productivos que se implementen en la escuela poseen una estructura
caracterizada por la intermitencia y, los niveles de producción, son bajos.
Involucra una mayor cantidad de alumnos en la resolución de los problemas técnicos
que se presentan, que en otros modelos de aprendizaje, como las pasantías y las
alternancias escuela-empresa. Estos alumnos, a su vez, admiten ser organizados en
subgrupos o en células que interactúan entre sí, en el marco de la actividad
productiva.
Las diferentes dependencias de la escuela (laboratorio de metrología, control de
calidad, oficina técnica, pañol y depósitos, secciones de taller, etc.) deben funcionar
articuladamente para que el circuito productivo optimice su potencialidad pedagógica.
El proceso puede involucrar alumnos practicantes en actividades de inspección y
control de calidad o bien, en actividades de planificación y diseño.
Debe registrarse de manera explícita el destino final de la producción escolar. Esta
finalidad debe ser difundida adecuadamente y conocida por todos.
En general son espacios formativos en donde los alumnos profundizan y
contextualizan saberes y capacidades adquiridos en otros módulos y materias del
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recorrido formativo. No suelen recomendarse como espacios generadores de nuevos
conocimientos ya que ello puede alterar el producto o bien demorar el desarrollo del
proceso afectando el desarrollo de las clases previsto por los demás docentes
involucrados en el proceso, excepto en los casos en los que la innovación se halla
involucrada en el proceso (inteligencia + desarrollo + producción, I + D + P).
Deben estar definidos y acordados previamente los indicadores de calidad que se
tendrán en cuenta en las operaciones de control.
Es enriquecedor incorporar en el circuito situaciones simuladas de emergencias, de
trabajo bajo presión, de trabajo con recursos limitados, etc., las que representan
situaciones significativas para el aprendizaje de los alumnos.
La riqueza de ésta experiencia formativa se halla en que el alumno debe observar y
desempeñar actividades y funciones propias de puestos de trabajo asociados a la
profesión y en el contexto de un proceso productivo organizado. Además puede
conocer la organización de dicho proceso o servicio y visualizar las relaciones
laborales asociadas al circuito. Y ello ocurre en un entorno estructurado en la
institución por docentes que comparten responsabilidades y con las seguridades que
dicha situación brinda al equipo docente.
Los circuitos productivos escolares son estrategias que se inscriben dentro de un
modelo pedagógico definido pues en el que convergen, entre otras, técnicas
didácticas asociadas al modelo del proyecto educativo, de la simulación y del modelo
de actividad completa. En esencia se trata de la simulación en la escuela del ambiente
real de trabajo y en cuya implementación, el equipo docente y/o los alumnos
involucrados deben asumir funciones de organización, coordinación, supervisión y
control de las actividades que se realicen.
Según las características de implementación lo producido puede ser vendido, donado,
adquirido por la propia asociación cooperadora escolar (o alguna cooperativa
estudiantil) o distribuido entre los alumnos participantes. En el caso de que se obtenga
ganancia por la venta del producto (puede ser un bien o un servicio), se sugiere tratar
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los ingresos de manera similar a lo pautado para los casos de Trabajos por cuenta de
Terceros (Res. 2947/99). Cuando lo producido necesite algún tipo de control especial
(por ejemplo si se fabrican productos comestibles) es necesario contar con la
autorización de las autoridades respectivas antes de proceder a su venta.
Es importante llevar el legajo técnico de cada uno de los productos que se elaboren en
el circuito, el que debe estar disponible tanto para los alumnos como para los
docentes afectados al circuito.
Este modelo permite incorporar alumnos del último nivel de formación que ejerzan el
rol de observadores externos del circuito, lo evalúen (puntos críticos, “cuellos de
botella”, etc.) y elaboren propuestas para su optimización.
El circuito productivo interno representa una oportunidad pedagógica para que los
alumnos se adentren en el estudio de las normas ISO, en particular de las 14.000 en
adelante. Recordemos aquí que el IRAM (Instituto Argentino de Racionalización de
Materiales) es miembro integrante del ISO (International Standarization Organization).
La implementación escolar de éste modelo pedagógico supone:
- Trabajo organizado (tanto individual como grupalmente)
- La presencia de un coordinador general y de varios sub-coordinadores y/o co-
coordinadores necesarios para facilitar, orientar y motivar el proceso educativo
- La organización de actividades productivas que se estructuren y secuencien
siguiendo la hoja de ruta del circuito (estas actividades pueden ser básicas,
optativas, de recuperación, etc.)
- La aplicación de técnicas participativas y la previsión de espacios para
reflexionar sobre el trabajo y el aprendizaje logrado.
- Una infraestructura escolar que posibilita la implementación del circuito (por
ejemplo: talleres, depósitos, laboratorios, etc.)
- Una organización del tiempo escolar de forma que la experiencia no perturbe
los demás aprendizajes que deben consolidar los alumnos.
- La disponibilidad organizada de los recursos disponibles en la escuela.
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- Producción real en la escuela. El alumno necesita tener siempre en claro que
se produce y qué lugar ocupa él en el circuito productivo, sobre qué aspectos
del circuito se hace responsable.
- Evaluación (diagnóstica, formativa y sumativa)
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DIRECCIÖN DE EDUCACIÓN TÉCNICA
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