mes de abril

11
ABRIL KALEIDOSCOPIO PRIMER NÚMERO DE LA REVISTA DE KALEIDOSCOPIO, CON LOS RELATOS DEL CONCURSO DEL MES DE ABRIL

Upload: helsinki-wint

Post on 15-Mar-2016

213 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Concurso en el foro Kaleidoscopio

TRANSCRIPT

Page 1: Mes de abril

ABRIL KALEIDOSCOPIO

PR IMER NÚ MERO DE LA RE VIST A DE K ALE IDO SC OP IO, CON LOS RELATO S DEL CO NC URSO DEL M ES DE ABRIL

Page 2: Mes de abril

ABRIL[ ] Concurso del mes de Abril

1 | P á g i n a

SOY GRITO Y CRISTAL, JUSTO EL PUNTO MEDIO

e empezaban a consumir maliciosamente los restos de aquel último cigarrillo, cenizas añejas

imitaban la metáfora del paso de una vida. Chasquidos y una fina mampara de humo grisáceo

nublando sus ojos cubrían aquella habitación. "Muéstrame tus ojos" le había dicho el primer

día que le conoció en aquel extraño bar. Ahora no eran más que unos lunares enrojecidos perdidos

entre un rostro desfigurado e hinchados por el excesivo calor desprendido. 7 cigarrillos (o lo que

quedaba de ellos) sobre el cenicero de una austera mesa metálica como únicos acompañantes ante

aquella noche que se presentaba ser más larga de lo normal. Su largo cabello rizado estaba

enmarañado, como si quisiese esconderse de todo recodo de aire que permaneciese vivo por

miedo a lo que eso pudiese suponer. Pensó en abrir la ventana, pero descartó la idea casi al

momento, tendría que levantarse de la cama, tendría que obligar a su cuerpo a dar señales de vida,

y solo el hecho de pensarlo le causaba una repulsión sobrehumana.

Había perdido la noción del tiempo, no sabía si era la hora de comer o de cenar, tampoco sabía muy

bien que día era…demasiado tiempo encerrada. Presión, opresión, oscuridad. Decidió cerrar los

ojos, sus ojos y los de él, la mirada le pesaba, reclamaban paz y descanso, sus piernas le pedían

prolongar la tregua que se había impuesto. En un ínfimo instante todo se volvió nada, y finas

lágrimas, silenciosas casi desapercibidas se acumularon en sus más profundos sueños. Las imágenes

se agolpaban incesantemente, instantes y sensaciones entrelazadas hasta que consiguió distinguir

aquellas manos, aquellos labios, esa sensualidad que solo él podía derrochar por cada poro de su

piel. Mañana sería otro día o quizá otra noche.

Llovía más allá del fino cristal. Los últimos pétalos de rosa caían desesperados al mojado suelo

sentenciando la llegada de aquel frío invernal. Un cielo gris imponía una sensación de soledad

infinita. Él sabía que las personas viven más de lo que creen, hablan más de lo que callan pues no

todo se basa en las palabras.

Se dio cuenta de que había pasado mucho tiempo sintiendo, golpeando, sintiendo y golpeando

mientras escribían poesía juntos, entre sus párpados jurando juventud en cada latido y deseando

cada momento. Crearon su propio mundo, latente pero en llamas. Firmaron en silencio sus besos y

bebieron de aquellos instantes que nunca los abandonaron. Sin embargo también sabía que lo suyo

era semejante a un karma incomprensivo, a un zen de la vida…

Por eso salió del apartamento lo antes que pudo, con la vista clavada en la nada, sin apenas

pensárselo, sabiendo que aquello no iba a ningún lugar. Se hacían daño, mucho daño y eso ya había

dejado de ser divertido.

“¿SABE S? CREO QUE ERE S MÁS POE T A QUE M USA” le había dicho aquella noche en el bar, cuando la

conoció por primera vez.

Siempre dijo que Noa vivía entre versos ocultos muy adentro. Era como pintura transparente, o

como el viejo acordeón de un bohemio parisino, frágil y fuerte a la vez, sutileza y elegancia unidas

en un solo cuerpo. Era una especie de melodía que necesitas alguna vez escuchar.

Podría decir mil cosas de ella, de mil maneras, lo extraño sería encontrar alguna que reflejase todos

tus significados.

Page 3: Mes de abril

ABRIL[ ] Concurso del mes de Abril

2 | P á g i n a

Para ella, Ian suspiraba agua al viento, simulaba ser llama cuando la noche se hacía parda, siendo

un deseo cristalino que se desvanece y sucumbe a lo puramente material. Estaba llena de cicatrices

de seda que marcaban su piel, de esas que emborronan tatuajes, recuerdan solsticios de verano y

envenenan corazones. Su relación había sido arena y polvo, un juego circular que nunca acababa,

una especie de espera infinita. Porque en el fondo eran dos ciclones, demasiado y poco a la vez el

uno para el otro. Ojos de alma, alma de nadie, todo acabó siendo juego hasta que consiguieron

despertar…

Ian había tardado apenas unas centésimas de segundo en salir de su apartamento. Simplemente se

limitó a mirarla de aquella forma tan suya y de la que tantas veces se había enamorado. Ambos

sabían que aquello era el final. El último desayuno y los últimos instantes ahogados de pasión, la

última discusión y el último perdón.

Noa se despertó al día siguiente con un dolor de cabeza que taladraba todos sus instintos, sus

manos seguían oliendo a tabaco y estaba sedienta. Salió a trompicones de la cama, desorientada y

agotada se dirigió directa a la nevera. Sus pies desnudos acariciaban las heladas baldosas de la

cocina, tenía mucho frío. Le gustaba el frío, le ayudaba a dejar de pensar. Cogió los restos de

comida que habían quedado de aquellos días de encierro y se forzó a hincar el diente a una especie

de sándwich de crema de cacahuete. En tan solo un instante empezó a temblar, escalofríos que

recorrían todas las vértebras de su cuerpo se apoderaron de su autocontrol viéndose sumergida en

un mar de lágrimas marchitas. En la encimera, al lado del fregadero aún conservaba la carta que Ian

dejó sobre su mesilla el día después de la discusión. No se atrevía a romperla, no se atrevía a

silenciar su voz, no se atrevía a matar sus palabras, no se atrevía a continuar sabiendo que el ya no

estaría.

Noa, sinceramente, empiezo a creer que sabes todo lo que te estás perdiendo de mi, como que

cuente los lunares de tu espalda en silencio para no despertarte, y flotar…Creo que ya sabes todo lo

que estaría dispuesto a dar y lo que estoy dando, y muerdes mis párpados, y me ahogo en cada

abrazo, muy dentro…y me pierdo de nuevo en este océano, como si nunca existiera un nosotros,

como dos almas separadas…y duele solo de pensarlo, quizá más a mi que a ti. Y cada día aprendo

un poco más a quererte, sin esperar algún final me dejo caer, rompiéndome mil veces. Nadie daría

tanto, nadie. Nunca pudimos, nunca podremos, y es que ¿no debemos o no queremos? Infinitas

veces volvería…

Me tuviste a tu antojo, sin pensar en las consecuencias, me dañabas con fuego y me helabas el

alma, arañándome la espalda sin pensar que me matabas si no me besabas. Y nunca te importó que

llorara a la vida, me tenías cuando querías y me soltabas cuando la noche se hacía día y no

importaba lo que yo sentía, porque encerrabas mis poesías y…y sellabas hasta las miradas más

llenas de amor. No existía un límite para todo aquello, mientras inundabas mi corazón simplemente

me destrozabas. Nunca te tuve…ni antes ni después de la caída, nunca conseguí hacerte entender

lo que eras, y me encarcelé entre el recuerdo de quien no eras pero la verdad es que nunca pude...

"NI CONTI GO NI S I N T I"Aprendí a querer doliendo, a asumir la típica frase de y lo peor de todo es

que me seguías haciendo feliz.

Y cortas como el cristal, y magnetizas cada palabra, ya lo has logrado, ya estoy esperando a que des

el siguiente paso. Pero ¿qué daría yo por estar a tu lado?

Page 4: Mes de abril

ABRIL[ ] Concurso del mes de Abril

3 | P á g i n a

Pero es que no quiero olvidar, si solo me dieras una mínima parte de todo lo que decías que yo te

hacía sentir…Compartiendo cafés y sábanas, olores y sabores. Nos apagamos con cada amanecer, el

destino nos quiere separar y que más debo esperar si no hay nada por lo que luchar, todo se ha

ido…todo, ya solo quedan alientos perdidos, lágrimas que corroen mis venas cada vez que pienso

en entregar toda mi sensibilidad a otra. Puede que no te merezcas nada de mi, si ni si quiera

mantienes lo poco que queda…Y estoy solo en mi habitación, una vela que ilumina alrededor, ojalá

te des cuenta de ya no están en ti todos esos días, todos esos instantes…Porque siempre marcarás

mis decisiones. Siempre tendré amor para ti.

Ahora es mi tiempo, y corres como pintura, te alejas con cada aleteo de esa mariposa que tenías

encerrada, y siento despacio mientras me susurras que nunca estuviste pero que siempre te pude

tener. Me recuerdas a canela, me recuerdas a quien solía ser a nuestra manera. Jugaría mil veces

más si pudieras, si quisieras darte cuenta…Y todo esto ahora es cristal, capas y capas encerradas

entre muros que creamos, no sé que sentir ni de que modo, dime como podría empezar a besarte,

y a dormir a tu lado cada mañana para cantarte que no estás sola, que te quiero más que a cada

amanecer, más que a cada latido ,más que a cada nota musical, más que cualquier te quiero está el

mío.

Ten en cuenta que podría romperme mil veces que no me cansaría de besar tu rostro, y podrías

quemarme cada herida, helar todos mis sentidos que te seguiría viendo clavada en mis pupilas,

seguirías…y es que tú y yo ya no somos tu y yo, yo no soy tu ni tu eres yo, mi tu quiere olvidar mi

yo, mi yo muere por el tú.

Así que hagamos un trato: rompamos todos los acuerdos a los que hemos llegado, no quiero saber

la parte que me toca de ti y es que ya salí hace tiempo de esta ruleta rusa.

-Podríamos seguir siendo remolinos de agua, o dos nubes blancas, trazando carreteras en nuestras

espaldas, mientras tus pestañas me acarician cada nuevo día. Podríamos no cambiar nunca y seguir

intentando rescatar nuestras cenizas. Ya no existe nada bien ni nada mal, podríamos sumergirnos y

desaparecer, nos apagamos y no nos dimos cuenta, perdimos y no nos importó-

Me he dado cuenta de que te echo de menos. Si soy sincero contigo, no espero que me entiendas,

ni si quiera que digas nada, pero la verdad es que me acuerdo en cada momento de recordarte.

Porque las virtudes se pueden convertir en los defectos más dolorosos que nunca hubiésemos

llegado a conocer o tal vez pueden convertirse esos defectos en las virtudes más importantes de

nuestras vidas. Es curioso como cambia todo de un día para otro, como si te levantases siendo una

persona y regresases más perdido que nunca. Quisiera volverte a mirar de nuevo, quisiera que el

pasado fuer hoy por nosotros.

No pretendo que las estrellas brillen por ti, ni que las heridas se pasen solas, no pretendo que

entiendas nada de esto, ni que tengas que necesitarme. Solo quiero que sepas que conseguiste

destruirme. Conseguiste hacerme feliz solo con existir para cambiar todo lo que yo era.

Cada día vivimos un poco más, pero solo nosotros morimos en el olvido. Y solo veo cenizas que con

sutileza y elegancia encierran cada una de nuestras palabras en un agujero negro hasta que el

silencio regresa de su escondite para cegarnos hasta que duela respirar. Cada día nos queremos

más sin buscar estos sentimientos, aunque ya estemos lejos, como dos estrellas consumiéndose

Page 5: Mes de abril

ABRIL[ ] Concurso del mes de Abril

4 | P á g i n a

con cada aliento. Me gustaría que el mundo fuera noche. Dicen que el fuego quiere irse con cada

invierno…pero en invierno las noches son más largas.

AUTOR: ASPHYXIA

ANNA

as balas de la metralleta despojaron de vida al hombre que Anna tenía justo a su derecha.

Esta miró al cuerpo sin vida que acababa de caer al suelo, y en vez de correr, en vez de huir de

esa masacre, sus ojos estallaron en lágrimas saladas del color de la tristeza. Cayó de rodillas al

suelo y se las llenó de polvo rojizo. Los gritos de los niños y de las mujeres le taladraban los oídos,

por lo que se tapó las orejas mientras miraba al soldado que la apuntaba con el arma de fuego.

- No puedo con esta historia, Joel, de verdad que no puedo.

- Vamos, Mauro, intenta recordar, sólo así podrás curarte.

- ¡Que no puedo, joder! – se levantó enfurecido del diván granate que descansaba en la habitación,

con los ojos idos, perdidos en algún punto de su pasado.

- Mauro, tranquilízate – la voz grave de Joel provocó que el hombre que estaba de pie a su lado se

parara y empezara a despeinarse con fuerza – No vamos a conseguir nada así, ¿de acuerdo?

- Sí, nada, nada conseguiremos – se sentó, todavía remoloneando su corto pelo negro - ¿Qué

quieres que haga? – volviendo en sí, sus ojos grises empezaron a llorar, como el cielo de Londres

esa mañana de octubre.

- Nada, Mauro, no quiero nada – suspiró – Sólo intento sacarte todas las balas que tienes dentro.

- Ya forman parte de mí.

- No si me cuentas lo que pasó desde el principio.

- No recuerdo ya ningún principio.

- El final es lo que te trajo hasta aquí, Mauro, eso lo sabemos los dos muy bien.

- Pero – la locura empezó a pintarse en sus ojos.

- Tranquilo, Mauro, comienza a hablar, yo te escucho, ya estás a salvo, todo eso ya pasó.

- De-de-de acuerdo – tartamudeó, tumbándose de nuevo, sintiendo en sus manos el terciopelo, y,

relajándose, comenzó a contar la historia de su vida. – Recuerdo a una chica, se llamaba Nanna, o

Hanna.

- Anna – cortó el psiquiatra – Anna Oldham, era tu esposa, Mauro. Los ojos marrones, el pelo negro

y estatura normal. Era India ¿la recuerdas?

Page 6: Mes de abril

ABRIL[ ] Concurso del mes de Abril

5 | P á g i n a

- A veces, cuando miro las noticias – hizo ademán de levantarse, pero las manos de Joel se lo

impidieron, así que, sin necesidad de que él le dijese nada más, continuó su relato – Anna vivía

conmigo, tan dulce, tan llena de vida. Recuerdo que hacíamos el amor todos los días, de la misma

forma, incluso. Ella se ponía a horcajadas sobre mí y yo la penetraba, sin ningún miramiento, sin

preliminares, no, sólo quería sentirme dentro, y yo me moría por hacerla gemir de esa manera.

Recuerdo que desayunábamos tostadas y churros algunas veces.

- ¿Os queríais?

- Creo, creo que sí – algo en el floreció, algo en él pareció revivir entre la ceniza del ayer olvidado –

Sí – sentenció – la amé más que a nada en este mundo, la quise más que a mi propia vida – iba a

seguir hablando, pero se cortó de pronto, algo dolía, allá tras una puerta de su mente, se escondían

los recuerdos más horrorosos.

- Sigue, Mauro – empezó a emocionarse Joel, que se estaba dando cuenta de que quedaba muy

poco para saber más allá de lo que el mundo contaba de él y su esposa.

- Duele – cerró las manos, en forma de puños, tan fuerte que hasta se hacía daño – Duele mucho,

Joel, demasiado.

- Inténtelo, Mauro, sólo así podremos saber qué pasó en realidad.

El hombre de ojos claros los cerró fuerte.

- Hay sangre – empezó a decir a media voz – Hubo una guerra cuando me alisté en el ejército. Una

guerra donde nos habíamos mudado, en su país, India – pausa – Me alisté al ejército para luchar,

Anna se sintió orgullosa, recuerdo que volvimos a hacer el amor, esta vez más salvaje – un suspiro

con un toque de gemido salió de la garganta de Mauro – Una y otra vez, penetrándola cada vez más

fuerte, cada vez gritaba más, me pedía que parase. Recuerdo que sus pezones estaban esa noche

rosas, muy rosas. Llegó ella antes que yo, era la primera vez que lo hacía. – se tensó de repente en

el diván – Después recuerdo muertes, sangre en mis manos, pistolas, metralletas, armas de fuego

por todas partes. Gente sin cabeza, heridos, gritos – las lágrimas volvieron a los ojos de Mauro, que

miraba a algún punto perdido del cuarto – Volvimos a vernos, un tiempo más tarde, no logro

recordarlo.

- Está bien, Mauro, ¿quieres parar? – la voz de Joel disolvió los pensamientos de Mauro, las visiones

de su pasado.

- N-no, estoy bien, de verdad – apretó más sus manos – La guerra se esparció por toda la India,

habían saqueado todos nuestros pueblos – se le quebró la voz – Recuerdo que una noche me

escabullí hasta mi casa para ver si estaban todos bien, ¡recuerdo el susto en mi garganta y el terror

en mi corazón! – empezó a gritar, desolado – No estaban, Joel, no estaban.

- ¿Dónde estaban, Mauro?

- A salvo, eso es lo único que recuerdo. En una especie de refugio. – cerró los ojos y siguió narrando

sus recuerdos nublosos sin abrirlos – Ya no recuerdo más, Joel. Sólo veo negro, un negro espeso,

profundo, que no se termina hasta hace unos meses.

Page 7: Mes de abril

ABRIL[ ] Concurso del mes de Abril

6 | P á g i n a

- Unos meses – apuntó en su libreta, esos meses fue lo último que este vivió tras la guerra y el

incidente, como lo llamaban todos. - ¿Y si haces un esfuerzo?

- No puedo, no veo nada, sólo negro y algunos flases si logro concentrarme mucho.

- Hazlo, Mauro, lo necesitamos. Lo necesitas tú, realmente, sólo tú.

Los siguientes minutos se hicieron eternos para el paciente de Joel. Con la vista fija en el hombre de

ojos grises. No pasaron más de once minutos cuando Mauro sintió enloquecer. Abrió los ojos de

repente y giró la cabeza bruscamente hasta su psicólogo.

- ¡Fui yo! – chilló, desgarrándose la garganta en cada letra – No puede ser, fui yo, fui yo, fui yo – se

repetía cada dos por tres, aún con las manos apretadas.

- Mauro, Mauro, tranquilízate. Ante todo debes de.

- ¡Yo la maté, joder! – rugió como un lobo al que le acababa de dar la luz de la luna llena, y Joel no

tuvo más remedio que llamar a los dos grandullones que estaban tras la puerta, porque Mauro ya

estaba levantándose y yendo hacia él, con la cara desencajada y los ojos perdidos.

Corrió por la habitación, huyendo de los dos grandullones que le perseguían con el ceño fruncido.

Este se empezó a tocar la cara, nervioso, cuando ambos le acorralaron en la esquina del lugar. Notó

algo líquido en su rostro, y al verse las manos llenas de sangre entró en cólera, creía que era la

sangre de Anna que aún seguía ahí, tras los años, seguía pegada a sus manos.

- ¡No! – el grito de impotencia que salió de su garganta rompió el corazón de todos los presentes,

incluso los dos hombres forzudos lo miraron con lástima y sin esperanza. Jamás habían visto a un

hombre tan roto por el pasado, con la mirada desgarrada y partida en dos, con la vista empapada

en tristeza y lágrimas transparentes con el alma más muerta que la propia parca.

- Dios mío, Mauro – Joel agarró más fuerte su cuaderno, lleno de tristeza – Lleváoslo de aquí, por

favor.

Cuando Mauro, que seguía gritando el nombre de Anna, desapareció por la puerta, y esta estuvo ya

cerrada, Joel se echó en el diván, completamente atormentado y vencido por los ojos de aquel

hombre que tiempo atrás había matado a su mujer el día en el que los Indios empezaron a

engañarse entre ellos, venderse por el oro y la libertad que prometían los que usurpaban sus

tierras. Los rebeldes desde ese momento disparaban a todos los que veían, tanto si eran sus

familias como si no. La guerra que había empezado por la Independencia se encasilló en una guerra

civil, en la que los que querían el territorio sólo tenían que mirar y esperar a que se dispararan

entre ellos, firmando así su sentencia de muerte, sin saberlo si quiera.El hombre que la apuntaba

con las gafas oscuras le resultaba familiar, pero no le dio tiempo a saber quién era aquel que había

subido el arma hacia su cuerpo, porque la metralleta volvió a disparar y esta vez, hacia ella. Se

sintió caer justo encima del muerto que había sido asesinado segundos antes, y en un momento de

duda por si sobreviviría, todo empezó a estar borroso, hasta que la negrura y sus pensamientos se

evaporaron rápido, como las lágrimas al sol.

AUTOR: SRTA. WHILE

Page 8: Mes de abril

ABRIL[ ] Concurso del mes de Abril

7 | P á g i n a

l dolor la consumía a cada momento.

Siempre sucedía lo mismo. Dijera lo que dijera, hiciese lo que hiciese. Se sentía pequeña, rota,

resquebrajada.

Las lágrimas le rodaban por las mejillas junto a los restos de rímel que ensuciaban de negro su tez

de porcelana. Pasó el dorso de su mano por sus mejillas, en un intento de secarlas y apoyada en el

borde de la mesa no se atrevió a alzar los ojos azules hacia los del individuo. Botella de Vodka en

mano, el monstruo se acercó a ella, observándola con ojos cínicos. Ella temblaba, sacaba fuerzas de

donde no las había para no tambalearse, para que no se le doblasen las rodillas por el miedo,

porque no quería volver a caer. Por mantener esa poca dignidad; si es que aún le quedaba. Giró

sobre sus talones alzando sus ojos cristalinos, vacíos de miedo, hacia los chocolate de él.

Para él nunca era suficiente.

Lanzó la botella vacía contra la pared, haciéndola trizas y sin dejar tiempo para que ella pudiese

reaccionar la empujó contra la pared desgastada, agarrándola por el cuello y presionando su cuerpo

sudoroso con el de ella. Tan… tan frágil. La morena sollozó llevando sus manos ansiosas al agarre de

su cuello, suplicándole que parase con voz queda, y él sonrió maliciosamente, relamiéndose al

sentirse tan fuerte y poderoso, y ella tan pequeña y machacada. La agarró del cabello para

golpearla contra el suelo.

Ella cayó de rodillas golpeándose la parte derecha de la cara con los cristales rotos de la botella de

alcohol. Su pecho daba sacudidas debido a los sollozos, y él, aún con ansias de más, volvió a tirar de

su cabello golpeando de nuevo el rostro de ella contra el suelo. Los cristales no tardaron en clavarse

en las manos y el rostro de la chica. No supo que hizo él pero sintió como soltaba su cabello, y ella

sin alzar el rostro de los cristales alzó la mano de nudillos heridos hacia él, en un acto histérico en

un intento de suplicar misericordia. Él dio unos pasos hacia atrás, con el semblante tan frío que

incluso el Invierno podría haberle envidiado. Ella giró el rostro hacia él, tumbada en el suelo,

ignorando los cristales que punzaban su ceja, mejilla y labio. Las lágrimas resbalaban por sus ojos y

sus labios, entreabiertos, rotos por los golpes y no por los besos, buscaban aire para llenar sus

pulmones. Pero le era imposible. Respiraba bocanadas de humo denso que perduraba en el aire de

la cantidad desmesurada de porros y cigarrillos, y el humo solo escocía en el borde de las cicatrices

abiertas ahora de par en par. Peor que el alcohol. Peor que nada. El humo era nostalgia para ella.

Rota una vez más. Herida. Pero aún más herida por dentro. Llagas ardían dentro de su pecho,

quemándola. Las heridas que no se ven a simpe vista son las que más duelen, cuanto sentido tenía

aquella frase para ella. Los ojos azules y cansados de ella recordaban la primera vez que vieron los

chocolates de él, ella por aquél entonces aún no llevaba ojeras ni bordes enrojecidos, pero a día de

hoy seguía enamorada aún de ese monstruo que estaba acabando con ella. ¿Enamorada?

¿Realmente podía seguir enamorada? Estaba enamorada del recuerdo de una persona que él nunca

fue. Enamorada… Enamorada de la idea del amor. Volvió a sollozar esta vez no por el dolor ni el

miedo, si no por las ansias de volver a sentirse llena, por las ansias de volver a besarlo y aferrarse a

él, ansias de sentirse querida. Ansias de quererlo a él como lo había querido.

Page 9: Mes de abril

ABRIL[ ] Concurso del mes de Abril

8 | P á g i n a

Amor. Tortura la suya, encadenada a su obsesión favorita, muerta en vida por ese sentimiento,

arrastrada por él, hecha por sus dos manos. Cerró los ojos y sus labios entreabiertos buscaron a

tientas los de él, el frío de su interior hacía que su mente le jugase esa mala pasada de creer que

rozaban sus labios con infinita delicadeza. Delicadeza que si él hubiese atisbado se hubiese

encargado de aplastarla, de hacerla añicos. Él se alimentaba de eso. De sus miedos, de sus dolores.

Él se alimentaba de la sombra de lo que un día fue ella. Un escalofrío recorrió el cuerpo de la

muchacha debido al dolor, a la sangre que brotaba de ella, más en su interior que por fuera. Se

retorció en si misma, gritando, pero era como gritar en plena oscuridad estando a solas. Jadeó y

profirió un gemido, un gemido producido por el dolor y a la vez el recuerdo de unos labios en su

cuello y una fusión de su cuerpo y el de él. Tiempos atrás cuando las cosas eran diferentes.

¿Diferentes? Le costaba creer que alguna vez hubiese sido diferente.

Abrió los ojos, y se incorporó en el suelo, sus mechones azabaches rebeldes se colaban en su rostro,

el rastro de maquillaje oscuro permanecía en sus mejillas y ojos, ahora también heridos y sonrió,

desquiciada, viendo como él golpeaba la pared, quedando de espaldas a ella. La víctima se arrastró,

obviando los cristales, y una vez estuvo de pie caminó hasta él, envolvió con sus brazos débiles el

torso desnudo lleno de tatuajes del lobo, como si tuviese la absurda necesidad de protegerlo de

cualquier mal. Cuando él era el mal. Besó su hombro y reclinó su cabeza contra él. De un modo

enfermizo, con dulzura. Susurró su nombre, dejó que se le fundiera en los labios. Las respiraciones

profundas de él eran música para sus oídos, pensó que estaba bien, que volvería a envolverla y

besarla pero…

No.

Él la colocó violentamente contra la pared y ella interpretó ese gesto como deseo, se golpeó la nuca

pero no se quejó por el dolor. Como si él fuese un candado la apretó contra si, alzándola del suelo

entre sus brazos, haciendo que ella se abriese de piernas, el monstruo besó con frivolidad su cuello

para después darle un mordisco fuerte, ella soltó un grito y él le tapó la boca con las manos

sacando la navaja de su bolsillo y acariciando el cuello de ella con la hoja del arma, de la piel fina de

la muñeca brotó sangre y ella lloró, abrazándole por el cuello para que no la tirase al suelo. Una risa

desquiciada y ronca salió de la garganta de él antes de arrancarle la camiseta y lamer con histeria

sus pezones, que no tardaron en reaccionar ante el gesto de su loca lengua. Ella gimió en medio de

la sangre, el dolor, la angustia y el deseo.

-¿Es esto lo que querías? –le gritó él, reclamándole y tropezándose con los muebles la sentó en la

mesa, bajándose la bragueta del pantalón e introduciéndose violentamente dentro de ella. La

morena se agarró a él, dejándose hacer, llorando y gimiendo al mismo tiempo por las embestidas

feroces de él.- ¿Eh? –volvió a reclamarle gritando- ¡Contéstame, hija de puta! ¿Es esto lo que

querías? -Agarró el cuello de ella para acercarla a su rostro y devorarle los labios, al soltarla la

escupió y de un empujón la dejó tumbada en la mesa.

–Eres como todas… ¡Una

¡Zorra! –Su risa ronca le puso el vello de punta a ella, se separó de su cuerpo con la misma

ferocidad que con la que se había introducido y se subió la bragueta, marchándose de la sala con

esa risa ahogada y desquiciada que se repetía en la mente de la chica, enloqueciéndola por

segundos.

Page 10: Mes de abril

ABRIL[ ] Concurso del mes de Abril

9 | P á g i n a

Abrazada a sí misma apenas le quedaban ya fuerzas para sollozar, dejando que el pelo le cubriese el

rostro tumbada en aquella vieja mesa. Ilusa ella por creer que todo cambiaría, por creer que él la

seguía amando. Ilusa ella por creer que la soga era para las dos. La herida de su cuello, hacía que le

costase trabajo respirar y tragar, ahogándola, guardando ese nosequé en el pecho, esa ansia, ese

anhelo… ¿Qué se podía esperar de alguien así?

Quizás, seguía manteniendo la ESPERANZ A de que ese alguien llegase y la sacase de ese agujero en

el que había caído y no sabía cómo salir, le acariciase el cabello y le susurrase que todo iría bien.

Mantenía la inocente esperanza de que el maldito karma hiciese de una vez por todas su trabajo.

Oh. Él la necesitaría algún día, estaba convencida de ello, y ella… Ella ya no estaría allí.

AUTOR: THE CAT

o lo mires, sólo siéntelo. Cierra los ojos y déjate llevar.

Sus palabras fueron como un suspiro que se escapa de tus labios y se mezcla con el viento otoñal

mientras las hojas de los árboles caen, una tras otra. Un susurro que pegó en tu oreja, que decidió

quedarse allí por los restos y que luego se metería a fondo en tu mente, en tu corazón. Y le hiciste

caso. Cerraste los ojos, dejaste que él te guiase. Dejaste que sus manos fueran recorriendo tu

cuerpo de arriba a abajo, con lentitud, con tu ropa aún puesta y con la suya también. El ambiente

estaba ligeramente caldeado y la pasión intentaba entrar por la puerta grande y con pasos firmes.

Los labios se fusionaron de una vez por todas. Tantas tardes de incertidumbre, tantos comederos

de cabeza, tantos coqueteos y tantas discusiones por culpa de los celos, porque ambos se

declaraban libres a los ojos del contrario, pero dentro de sí mismos, ella le pertenecía a él, y él, a

ella.

Un beso suave, cálido, que daba el inicio de lo que sería una noche infinitamente corta para los dos

amantes que se querían, que se deseaban entre sí desde hacía meses atrás. ¿Y qué importaba que

no se conocieran lo suficiente? ¿Y qué importaba que tuvieran puntos en contra, que quizá no

tuvieran demasiadas cosas en común? ¿Qué importaba todo eso cuando eran los sentimientos los

que mandaban y los que estaban en la mesa a punto de jugarse? Si ellos querían, podían. Ella, con

las manos algo temblorosas por el temor a equivocarse, a hacer algo mal e irremediablemente

también culpando a los nervios de estar con ese chico que le ha quitado el aliento en dos días, le

puso las manos alrededor del cuello, y acarició su nuca con una extrema lentitud mientras él sólo

movió un poco sus manos con la intención de pegarla más a su pecho. Corazón con corazón. Latidos

que se unificarían y harían uno solo, grande, bello, fuerte.

Las inexistentes velas comenzaban a caldear mucho más el ambiente, mientras que las llamas

internas que luchaban por salir del interior de la pareja aumentaban de temperatura. Se

terminaron separando para respirar un poco, coger aire y luego volver a la carga. En ese pequeño

período de tiempo, él cogió a la chica con fuerza y la llevó a la cama. Allí, y bajo la luz de la Luna que

podría entrar por la persiana que estaba medio bajada, comenzó a depositar en la piel de su

Page 11: Mes de abril

ABRIL[ ] Concurso del mes de Abril

10 | P á g i n a

princesa besos más hambrientos pero cariñosos de la misma manera. El deseo feroz de poseer su

cuerpo cada vez se estaba haciendo más y más grande, pero debía controlarse. Era la primera vez

de ambos, así que había que hacerlo despacio y sin prisas, porque una primera vez nunca vuelve.

Había que disfrutar del momento.

Mientras, las manos de la chica se volvían más inquietas y disfrutaban del tacto de la piel de su

pareja, toqueteando por todas partes, pensando en que la camiseta comenzaba a molestar

demasiado. No quería adelantarse, pero al ver las intenciones de él al poner las manos en el filo de

su camiseta, ella hizo lo mismo y se la quitaron mutuamente. Volvieron a besarse de una manera

feroz, con algún que otro jadeo saliendo por sus bocas, sonrisas escondidas mientras las lenguas

eran las que trabajaban mezclando la saliva con el otro. Poco a poco se terminaron de despojar de

sus ropas, y aquello llevó a ambos a un punto álgido, pero sin llegar al cielo, ni al clímax. Para eso

había que escalar un escalón más.

— ¿Estás bien? ¿Segura que quieres hacerlo?

— Sabes que sí. Hagámoslo.

— Está bien, pero si quieres que pare... Dímelo. Y ah, no mires. Ya sabes la norma, ojos cerrados.

Ella se limitó a sonreír mientras hablaban en susurros. Él, por su parte, cogió el preservativo y se lo

colocó para luego fusionar su cuerpo con el de la chica que estaba entre sus sábanas. La chica que

tan loco le había vuelto desde hacía poco tiempo. Amor a primera vista habían dicho sus amigos,

eso era. Amor a primera vista. Locura, obsesión. Todo mezclado. Y los movimientos se fueron

acompasando con lentitud. Las embestidas no subían de ritmo, pero tampoco bajaban. Sin

embargo la intensidad de estas era cada vez mayor, porque lo único que él deseaba en esos

momentos antes que su propio placer, era el de ella. Ella rompió la norma, tenía que hacerlo. Se

sentía en el derecho y en el deber de hacerlo cuando, en el punto más alto, en el clímax, abrió los

ojos para fijarse en la mirada que mantenía el chico en ella, y se abrazó a él. Le agarró con fuerza, y

ambos, moviéndose en conjunto como si estuvieran bailando un vals, llegaron a fulminar juntos. A

culminar aquel acto de amor.

— Has abierto los ojos. Así no vale...

— Tenía que mirarte en ese momento. Lo necesitaba. Era... era demasiado mágico. Debía hacerlo...

— ¿Qué has sentido en todo lo que hemos hecho?

— A ti. Te he sentido a ti, enteramente. Era... como un sueño.

— ¿Sabías que te quiero?

— Pero yo mucho más, no hay discusión que valga.

Ambos sonrieron, ¿qué más podían hacer? La felicidad había llegado a sus vidas con forma humana.

Se querían. Estaban juntos. Ya era oficial. Pero aquello... Aquello simplemente, había sido como un

sueño. Un sueño del que mejor no despertar nunca.

AUTOR: RECKLESS