más razones para la esperanza

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MÁS RAZONES PARA LA ESPERANZA A los niños nos gusta mucho jugar, reír, aprender cosas nuevas… Y sobre todo nos gusta hacerlo con quienes nos hacen sentir mejor: nuestra familia y nuestros amigos. Algunas veces no nos encontramos bien y nos tienen que llevar al hospital. Allí los médicos nos ayudan a que nos sintamos mejor y además todos nos tratan con cariño… pero cuando estamos “muy muy malitos” preferimos nuestra casa y nuestra habitación con juguetes. En casa tenemos la comida que nos hacen nuestros papás, y a casa pueden venir nuestros amigos a vernos para jugar o para contarnos las novedades del colegio. Por eso, cuando estamos tan, tan malitos, nos gustaría poder elegir entre quedarnos en el hospital o poder estar en casa. Para eso necesitamos que un equipo formado por profesionales médicos pediatras, enfermeros, psicólogos y trabajadores sociales, vengan a nuestra casa a atendernos. Este tipo de atención se llama Cuidados Paliativos Pediátricos a domicilio. Cuando yo tuve leucemia sufrí muchas limitaciones, algunas me siguen acompañando. Por este motivo he perdido como mínimo la mitad de toda la E.S.O., sin contar con la carga emocional que todo esto conlleva. Me acuerdo cuando regresé en 2º y algunos me preguntabais cómo me fue con la neumonía. Sí, tuve neumonía, pero eso solo fue consecuencia de la leucemia mieloblástica aguda. Tranquilos, no os pienso dejar con la duda. La leucemia es un cáncer de la sangre, el cual cada año recoge cinco mil nuevos diagnósticos solo en España. Aunque la leucemia afecta sobre todo a los adultos, la leucemia linfoblástica aguda es el cáncer más común en niños. Vale, ya os he dicho que la mía es mieloblástica, común en adultos. Lo sé, soy un contrasentido de adolescente hasta para esto. El cáncer infantil no se limita a este término, es mucho más: son pinchazos en las venas y huesos, son meses de hospital, es que te operen en el cuello para meterte un cable que te impide bañarte en verano, es no ir al colegio con tus amigos, es no jugar en la calle, es no disfrutar del parque o del cine, es que te prohíban cenar en el Mc Donalds, son vómitos a la orden del día, son mañanas y

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Page 1: Más razones para la esperanza

MÁS RAZONES PARA LA ESPERANZA

A los niños nos gusta mucho jugar, reír, aprender cosas nuevas… Y sobre todo nos gusta hacerlo con quienes nos hacen sentir mejor: nuestra familia y nuestros amigos. Algunas veces no nos encontramos bien y nos tienen que llevar al hospital. Allí los médicos nos ayudan a que nos sintamos mejor y además todos nos tratan con cariño… pero cuando estamos “muy muy malitos” preferimos nuestra casa y nuestra habitación con juguetes. En casa tenemos la comida que nos hacen nuestros papás, y a casa pueden venir nuestros amigos a vernos para jugar o para contarnos las novedades del colegio. Por eso, cuando estamos tan, tan malitos, nos gustaría poder elegir entre quedarnos en el hospital o poder estar en casa. Para eso necesitamos que un equipo formado por profesionales médicos pediatras, enfermeros, psicólogos y trabajadores sociales, vengan a nuestra casa a atendernos. Este tipo de atención se llama Cuidados Paliativos Pediátricos a domicilio.

Cuando yo tuve leucemia sufrí muchas limitaciones, algunas me siguen acompañando. Por este motivo he perdido como mínimo la mitad de toda la E.S.O., sin contar con la carga emocional que todo esto conlleva. Me acuerdo cuando regresé en 2º y algunos me preguntabais cómo me fue con la neumonía. Sí, tuve neumonía, pero eso solo fue consecuencia de la leucemia mieloblástica aguda. Tranquilos, no os pienso dejar con la duda. La leucemia es un cáncer de la sangre, el cual cada año recoge cinco mil nuevos diagnósticos solo en España. Aunque la leucemia afecta sobre todo a los adultos, la leucemia linfoblástica aguda es el cáncer más común en niños. Vale, ya os he dicho que la mía es mieloblástica, común en adultos. Lo sé, soy un contrasentido de adolescente hasta para esto.

El cáncer infantil no se limita a este término, es mucho más: son pinchazos en las venas y huesos, son meses de hospital, es que te operen en el cuello para meterte un cable que te impide bañarte en verano, es no ir al colegio con tus amigos, es no jugar en la calle, es no disfrutar del parque o del cine, es que te prohíban cenar en el Mc Donalds, son vómitos a la orden del día, son mañanas y tardes tumbado porque te duele todo el cuerpo, son gritos y lágrimas pidiendo volver a casa porque estás aterrorizado.

Todo esto que acabo de contaros parece la peor de las quimeras, aunque no basta con oírlo para saber lo terrible que es. Me encanta la médula, la médula ósea, al igual que me encantan todas esas anécdotas graciosas que he vivido en ese edificio blanco que se ha convertido en un hogar para mí. Ya nunca podré dejar atrás todas esas risa:, aquella vez que me cargué un lavabo en la burbuja por no disponer de un bidé, cuando veo a los niños que han pasado lo mismo que yo y es que os juro que no existe nada más adorable sobre este suelo llamado Tierra, cuando corría por los pasillos enchufada a un gotero, madre mía, unos juegos hospitalímpicos ya por favor, necesito hacer una carrera de vértigo por ese maravilloso pasillo, las veces que me he sentado en el mueble donde se guardan los historiales de los actuales hospitalizados en el mostrador de enfermería de hematología para evadir el aburrimiento, mis saltos y gritos por los pasillos con Bob y Olaf, mis actos de acoso a mis médicos preguntándoles sobre su vida, los gritos a mi profe José Blas mientras dábamos mates y todas las muchas cosa que le he lanzado por qué me pone de los nervios, las tardes viendo series, películas o jugando a juegos de mesa con mi madre, las visitas de mis seres queridos y todos esos dulces que me

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traían, mi habitación llena de electrodomésticos (tostadora, exprimidor, microondas, sandwichera) y una tele…

La leucemia arranca muchas cosas pero también siembra muchas, y yo las he recogido todas.

De esta manera queremos pediros un poquito de concienciación. Porque cada año se diagnostican 1.400 niños en España, 15.000 en Europa y 250.000 en el mundo. En nuestro continente sobreviven el 80%, pero en la mayoría de él no se dispone de tratamientos tan buenos como en España y a nivel mundial no sobreviven 90.000 casos, ya que solo lo superan 1 o 2 menores de cada 10, en los países subdesarrollados.

Por favor, no os estamos pidiendo dinero, solo que conozcáis nuestra situación. Porque hoy he sido yo, pero mañana puedes ser tú.

Alba Parra González.