manual social cristiano del padre dehon

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León Dehon MANUAL SOCIAL CRISTIANO MANUEL SOCIAL CHRÉTIEN (1894) EDITORIAL EL REINO TORREJÓN DE ARDOZ (MADRID). 2008

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Traducción de José Miguel García Tutor scj y de la Comisión para la Redacción de las Publicaciones scj de la Provincia Española, de la obra Manuel Social Chrétien (1894).

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Page 1: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

León Dehon

MANUAL SOCIAL

CRISTIANO

MANUEL SOCIAL CHRÉTIEN

(1894)

EDITORIAL EL REINO

TORREJÓN DE ARDOZ (MADRID). 2008

Page 2: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

4

Traducción de José Miguel García Tutor scj y de la Comisión para la Redacción de las

Publicaciones scj de la Provincia Española, de la obra Manuel Social Chrétien (1894).

Cf. LEÓN DEHON, Oeuvres Sociales, II, edición del Centro General de Estudios scj

(Roma). Dehoniane, Napoli-Andria 1976, pp. V-XX. 1-296).

Editorial El Reino, 2008 (por manuscripto)

Imprime: ESIC. Avda. Valdenigrales, s/n. 28223 Pozuelo de Alarcón (Madrid)

Page 3: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

5

MANUEL SOCIAL CHRÉTIEN

RÉDIGÉ PAR

LA COMMISSION D’ÉTUDES SOCIALES DU DIOCÈSE DE SOISSONS

SOUS LA PRÈSIDENCE DE

M. LE CHANOINE DEHON

ET PUBLIÈ AVEC L’APROBATION DE

SA GRANDEUR MONSEIGNEUR L’ÉVÊQUE DE SOISSONS

___________

CINQUIÈME ÉDITION

REMANIÉE ET CONSIDÉRABLEMENT AUGMENTÉE

PARIS

5, RUE BAYARD,

Page 4: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

6

PROVINCIA ESPAÑOLA S. C. J.

COMISIÓN DE PUBLICACIONES

1 de julio de 2008.

Nota sobre el Manual Social Cristiano

Coincidiendo con la celebración del XII Capítulo de nuestra Provincia, aparece

en español el “Manual Social Cristiano”, del que fue autor el P. León Dehon, como

Presidente de la Comisión de Estudios Sociales de la Diócesis de Soissons.

No se edita propiamente como libro, sino impreso en el servicio reprográfico de

Esic-Pozuelo, con portada y encuadernación de Gráficas Dehon. Es decir, a la manera

como han ido apareciendo en nuestra Provincia algunos otros subsidios, como las actas

de las Semanas Ibéricas de Formación Permanente. Pero la cubierta recordará a todos la

de “La Renovación Social Cristiana” (El Reino, 2004), obra que ofrecía las célebres

conferencias pronunciadas por el P. Dehon en Roma de 1897 a 1900, presentadas por el

P. André Perroux (CGE, Roma 2001).

La versión al español de ambas obras se debió al P. José Miguel García Tutor,

con revisión de nuestra Comisión. Antes de proceder a la presente edición del

“Manual”, consultamos al Centro General de Estudios, por si entraba en sus planes su

publicación anotada, al modo de “La Renovación”. Nos respondieron que no la tenían

prevista; y nos animaron a seguir con nuestro plan de ir publicando en castellano las

obras del P. Dehon y, en concreto, el “Manual Social Cristiano”. También preguntamos

a la Postulación de las Causas, que coincidió en desear una edición sencilla.

La traducción se ha hecho sobre la 5ª edición francesa (que aparece en el

volumen II de Oeuvres Sociales del P. Dehon. Dehoniane, Napoli-Andria 1976). La

verdad es que la difusión del “Manual” en su tiempo fue extraordinaria, y hubo

versiones en distintas lenguas. Es oportuno leer los testimonios laudatorios que se

recogen en las pp.7-11: entre otras razones, porque nos hacen ver la satisfacción y el

respaldo cerrado del episcopado francés que allí se cita respecto al contenido del

Manual y, por lo tanto, el anacronismo de determinadas imputaciones recientes.

En particular, el obispo de Soissons escribe al P. Dehon el 16 de julio de 1894:

“Le devuelvo su manuscrito. Lo he leído por completo, pluma en mano. He hecho

algunas correcciones poco importantes. Le felicito de todo corazón… Todo se encuentra

condensado en este trabajo”. Y el cardenal arzobispo de Reims, en carta del 2 de agosto

del mismo año, le dice: “Usted ha hecho, sobre la cuestión social, un trabajo de los más

concienzudos y útiles… La exposición es completa; le recomienda además la claridad

del método y una rara precisión en los términos”.

La citada carta del obispo de Soissons expresaba además a nuestro Fundador el

deseo de que se añadiese al texto un Manual práctico; y a ello se dio satisfacción con la

2ª parte del “Manual”. Nuestra Comisión ha dudado sobre mantenimiento de esta

segunda parte en la edición española, pues se trata de informaciones que carecen de

actualidad; pero decidimos incluirla, como un testimonio más de que el P. Dehon no fue

sólo un hombre de oración y de pensamiento, sino un hombre de acción, que ofrece a

sus hermanos, aquí especialmente a los sacerdotes, hasta los mínimos detalles oportunos

para poner en marcha esas “Obras” que él considera necesarias y hasta imprescindibles.

Con esta edición consideramos terminada la labor editorial de la Comisión

durante el sexenio 2002-2008.

Page 5: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

7

Testimonios

CARTA DEL CARDENAL RAMPOLLA

________

Roma, 6 de julio de 1895

Muy honorable Señor:

He presentado al Santo Padre el ejemplar del Manual social cristiano que usted

me ha enviado con este objetivo; me complace poder decirle que Su Santidad ha

aceptado el regalo y que le otorga, de todo corazón, la bendición apostólica.

Le agradezco, por mi parte, el ejemplar que usted me ha regalado y le expreso

los sentimientos de mi sincera estima.

Su afectísimo servidor,

Firmado: M. Cardenal RAMPOLLA

Page 6: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

8

APROBACIÓN DEL OBISPO DE SOISSONS

________

Soissons, 16 de julio de 1894

Querido señor Dehon:

Le devuelvo su manuscrito.

Lo he leído por completo, pluma en mano.

He hecho algunas correcciones poco importantes.

Le felicito de todo corazón por este trabajo, que supone grandes y serias

lecturas sobre todo aquello que concierne a la cuestión social.

Será un útil repertorio de informaciones para todos aquellos que se ocupan de

esta importante cuestión y que tienen que defender la verdad contra las doctrinas

socialistas que se extienden por nuestras campiñas.

Todo se encuentra condensado en este trabajo desde el punto de vista teórico y

científico. Aquellos que deseen profundizar en estas materias podrán hacerlo

fácilmente, gracias a las indicaciones de los autores especializados que usted nombra.

No me queda sino expresar un deseo: que a este Manual de obras sociales, o

más bien de ciencia social, se le añada pronto un pequeño Manual práctico, un Vade-

mecum, una especie de pequeño Catecismo, que pueda ofrecerse a todos y que dé con

claridad y seguridad el método práctico para fundar obras sociales, particularmente en

nuestras pequeñas parroquias de la campiña1.

Le agradezco, querido canónigo, este inteligente trabajo y ruego al Señor que

bendiga a su autor.

Muy afectuosamente vuestro en Nuestro Señor.

J.-B., obispo de Soissons.

1 Se ha dado satisfacción a este deseo del señor obispo de Soissons con la segunda parte del

Manual.

Page 7: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

9

CARTA DE SU EMINENCIA EL CARDENAL LANGENIEUX,

ARZOBISPO DE REIMS

________

ARZOBISPADO

DE REIMS

Reims, 2 de agosto de 1894

Reverendo Padre:

Usted ha hecho, sobre la cuestión social, un trabajo de los más concienzudos y

útiles.

Después de haber recordado los principios generales que dominan el tema y de

haber descrito el malestar social del tiempo presente, usted busca sus múltiples causas

e indica sus remedios, los verdaderos remedios, de los cuales le parece ser el primero,

y con razón, la acción bienhechora de la Iglesia. La exposición es así completa; le

recomienda además la claridad del método y una rara precisión en los términos. Estoy

persuadido de que después de haber leído su obra, tendremos, sobre los problemas hoy

debatidos, nociones más exactas, porque serán más conformes a las enseñanzas de

León XIII, que usted ha hecho el fondo de su trabajo.

Tenga, le ruego, reverendo Padre, la seguridad de mis afectuosos sentimientos

en Nuestro Señor.

B. M. Cardenal LANGENIEUX,

Arzobispo de Reims.

Page 8: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

10

CARTA DE LEÓN HARMEL

________

Val-des-Bois, 10 de agosto de 1894

Muy Reverendo Padre:

Con alegre agradecimiento saludo la aparición de vuestra obra, porque me

parece eminentemente adecuada para popularizar la enseñanza de nuestro muy amado

Padre León XIII.

En nuestra audiencia del 24 de mayo pasado, pedimos al Soberano Pontífice su

particular Bendición para vuestro trabajo. Su Santidad respondió con bondad paternal.

Quedó convenido que las pruebas fuesen enviadas al Reverendísimo Maestro General

de los Dominicos.

Cumplí esta orden el 12 de junio. Las pruebas nos fueron devueltas con una

carta fechada en Roma el 9 de julio, diciéndonos que la obra ha sido minuciosamente

estudiada por una Comisión de examinadores. Las correcciones han sido raras y poco

importantes. Usted ha sido acogido favorablemente y tenemos la confianza de presentar

al público un libro reconocido como irreprochable por los teólogos más eminentes de

la Orden de Santo Domingo.

Sabemos que es una Obra colectiva, en la que nuestro buen amigo el señor

Marqués de la Tour du Pin ocupa el lugar que se merece por su gran inteligencia y su

profundo conocimiento de la ciencia social. La carta de aprobación del eminente

cardenal Langenieux, quien ha merecido el glorioso título de cardenal de los obreros, y

la carta elogiosa del Obispo de Soissons son la legítima recompensa de vuestra labor.

No nos queda, pues, sino desear una cosa: que este buen librito, tan claro, tan

preciso, tan exacto se propague por todas partes, contribuyendo a la fecunda difusión

de las enseñanzas pontificias. León XIII ha iluminado el mundo con una luz tan viva

que ha deslumbrado también a algunas mentes acostumbradas al crepúsculo de las

verdades a medias. Usted ha trabajado para disipar las últimas nubes, exponiendo los

principios generales de la vida social cristiana.

Usted ha descrito el malestar social actual y ha investigado sus causas. Ha

refutado las ilusiones socialistas. Ha expuesto completa y prácticamente los verdaderos

remedios: la acción de la Iglesia, la del Estado y los patronos, la de las corporaciones.

Acepte, muy Reverendo Padre, la expresión de mis mejores deseos.

LEÓN HARMEL

Page 9: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

11

Hemos recibido también las benévolas palabras de aliento de Su Eminencia el

Cardenal de Malinas, del señor obispo de Lieja, de los señores obispos de Saint-Dié,

Nevers, Langres, Blois, Agen, Vannes, Séez, Evreux, Luçon, La Rochelle, Limoges, Le

Puy, Bayeux, Saint-Brieuc, Dijon, Orléans, Moulins, Angulema, Coutances, Digne,

Bayona, Châlons y Nîmes. No las citamos, pues harían casi un volumen.

El Manual ha llegado a ser un clásico en varios Seminarios.

De Roma hemos recibido las felicitaciones más efusivas del Maestro general de

los Dominicos, el Muy Reverendo Padre Frühwirth, del diario L’Osservatore Romano y

de los principales hombres de Obras, particularmente del Marqués Crispolti y del

Conde Vespignani.

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13

BIBLIOGRAFÍA GENERAL

________

REVISTAS

L´association catholique, en 8º, 20 francos, 262, boulevard Saint-Germain, París.

Le XX siècle, revista mensual, en 12º, 10 francos, 39, rue Sainte, Marsella.

La démocratie chrétienne, revista mensual, 6 francos, 25, rue Nicolas-Leblanc, Lille.

La réforme sociale, revista bimensual, 20 francos, 54, rue de Seine, París.

Les Questions actuelles, revista semanal, 6 francos, 5, rue Bayard, París.

La sociologie catholique, revista mensual, 6 francos, en Montpellier.

La Justice sociale, periódico semanal, 6 francos, 12, rue Littre, en París.

LIBROS

OEUVRE DES CERCLES: Questions sociales et ouvrières, en 8º, 262, boulevard

Saint-Germain, París.

G. ARDANT: La question agraire, en 8º, Retaux-Bray, 82, rue Bonaparte, París.

G. ARDANT: Papes et paysans, en 12º, Gaume et Cie, 3, rue de l´Abbaye, París.

G. ARDANT: Le curé de campagne, en 12º, 5 rue Bayard, París.

Cte DE MUN: Discours, en 8º, Poussielgue, 15, rue Cassette, París.

Abbé MARTINET: Oeuvres complètes, Roger et Chernoviz, 7, rue des Grands-

Augustins, París.

LE PLAY: Oeuvres complètes, Mame, Tours.

CH. PERRIN: Oeuvres complètes, Lecoffre, París

LEON HARMEL: Manuel d´une corporation, 262, boulevard Saint-Germain, París.

LEON HARMEL: Catéchisme du patron, 262, boulevard Saint-Germain, París.

LEON HARMEL: Discours et lettres, 262, boulevard Saint-Germain, París.

G. ROMAIN: L´Eglise et la liberté, Bloud et Barral, 4 rue Madame, París.

G. ROMAIN: Le moyen âge, en 8º.

Page 12: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

14

G. PREVOST: L’Eglise et les campagnes au moyen âge, en 8º, H. Champion, 9, quai

Voltaire, París.

Abbé BABEAU: Le village sous l’ancien régime, en 12º, Perrin, 35, quai des Grands-

Augustins, París.

Abbé BABEAU: Le bourgeois d’autrefois, en 8º, Firmin-Didot, 56, rue Jacob, París.

Dr. FELIX SARDA Y SALVANY: Le libéralisme est un péché, en 12º, Retaux-Bray,

82, rue Bonaparte, París.

Dr. STOECKL: Doctrine philosophique de saint Thomas d’Aquin, en 12º, Roger et

Chernoviz, 7, rue des Grands-Augustins, París.

PAUL ALLARD: Les esclaves chrétiens, en 12º, Didier, 35, quai des Grands-

Augustins, París.

JEAN JANSSEN: L’Allemagne et la réforme, 3 volúmenes en 8º, Plon et Nourrit, 10,

rue Garancière, París.

R. P. FELIX: L’économie sociale devant le christianisme, en 12º, J. Albanel, 15, rue

de Tournon, París.

J. GUIBERT: L’Educateur apôtre, en 8º, Poussielgue, 15, rue Cassette, París.

Abbé J. CHAPELLE: Manuel d’Oeuvres, en 18º, C. Paux, Mende.

Abbé GARNIER: Cours de pastorale, 1, rue Feydeau, París.

NOTA

Para aquellos que empiezan a dedicarse a los estudios sociales, los siguientes

autores son los más adecuados para iniciarlos en estos estudios de una manera

progresiva:

1º Le Pape; les catholiques et la question sociale, por L. GREGOIRE, en Perrin, quai

des Grands-Augustins, París.

2º Commentaire de l’Encyclique, por el canónigo PERRIOT, en Langres.

3º Commentaire de l’Encyclique, por el P. de PASCAL, en Lethielleux.

4º Discours de Mgr Ketteler, publicados por DECURTINS, en Picard.

5º La question ouvrière, por el abbé FERET, en Lethielleux.

6º Traité d’économie sociale, por OTT, en Fischbacher.

7º Notre oeuvre sociale, por el abbé NAUDET, en Tolra, 112, rue Rennes, París.

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15

INTRODUCCIÓN ________

LA CUESTIÓN SOCIAL

I

“No hay cuestión social”, decía Gambetta, de acuerdo con un gran número de

políticos y de economistas.

Más clarividente y valiente, la Iglesia había reconocido el mal desde hacía

mucho tiempo. Desde 1848, el ilustre Ketteler, que murió siendo obispo de Maguncia,

había denunciado la injusticia social que sufría Europa y proponía los verdaderos

remedios.

La palabra del Papa ha inspirado este manual.

La primera parte es totalmente teórica; en ella se trata de la Economía social. La

segunda parte tratará de las obras sociales.

II

El hecho que llama la atención, en primer lugar, a propósito de la condición de

los obreros es que están, en su mayoría, dice León XIII, en un estado de infortunio y de

miseria inmerecidos. A pesar de cierto progreso exterior, el obrero es, en muchos

lugares, menos feliz que en otros tiempos; sus necesidades han aumentado más que sus

recursos, aun cuando éstos no hayan disminuido.

Al mismo tiempo, los obreros ven cómo inmensas riquezas se acumulan en un

pequeño número de manos, y León XIII no duda en poner entre los males actuales “el

monopolio del trabajo y de los valores del comercio, que han venido a ser la porción de

un pequeño número de ricos, que imponen así un yugo casi servil a la infinita multitud

de los proletarios1”.

Ahora bien, estas riquezas “no parece que correspondan en casi nada a los

servicios prestados... No parecen de ninguna manera proporcionadas a la pena sufrida...

Todavía menos, no parecen proporcionadas a los méritos o a las virtudes de los

hombres2”. En fin, no corresponden tampoco al valor social de las funciones realizadas.

¿Qué valor tiene para la sociedad el trabajo del agiotista, del financiero judío, que

arruinan a todos los productores, o el del joven rentista que malgasta en la ociosidad sus

1 Encíclica Rerum Novarum.

2 GIDE, Principes d’économie politique, 3ª edición, pág. 438.

Page 14: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

16

fuerzas y su fortuna?

Esta desproporción trae consigo la miseria con su cortejo inevitable: la

ignorancia, el vicio, las tentaciones del crimen, las enfermedades.

Así pues, las cosas van mal.

III

Pero, las riquezas no son cosas que escapen a la acción humana, como la lluvia y

los rayos de sol. El dinero circula pasando por las manos de los hombres, y los hombres

tienen una conciencia moral dirigida por las leyes superiores; la acción de las riquezas

se ejerce en beneficio de instituciones fundadas por los hombres.

Así, interviene la acción de las personas. Si las cosas van mal, en gran parte las

personas van mal. Suponed que entre todos los hombres que ganan, acumulan y

distribuyen las riquezas cada uno cumpliese hacia el otro sus deberes de justicia y de

caridad, entonces las cosas irían lo mejor que fuese posible. Suponed, por el contrario,

que estos mismos hombres violan sus deberes hacia sus semejantes y que las leyes

públicas favorecen estas violaciones o hacen casi imposible la justicia social, entonces

las cosas irán mal, de mal en peor.

La cuestión de las riquezas es, pues, dependiente de una cuestión moral.

IV

¿TIENE SOLUCIÓN LA CUESTIÓN SOCIAL?

Políticos y eruditos de renombre han declarado insoluble la cuestión social. “La

sociedad actual, ha dicho Thiers, apoyada sobre bases más justas, no podría ser

mejorada”3.

M. P. Leroy-Beaulieu dice por su parte: “Las leyes que gobiernan el capital, el

salario, el reparto de las riquezas son tan buenas como ineluctablesNT 1

. Conllevan la

elevación gradual del nivel humano”.

Semejante teoría es muy cómoda, pues da ipso facto, a aquellos que la admiten,

el derecho a no hacer nada; dispensa de una responsabilidad penosa y costosa.

¡No! No es verdad que no se pueda luchar contra estas leyes; hay, en la moral

cristiana, una fuerza que puede prevenir sus malos efectos, y la libre voluntad que ha

establecido malas instituciones puede, por medio de las leyes contrarias, volver a poner

en las relaciones de los hombres entre sí el orden y la paz, la armonía fraterna.

Así lo había pensado el Cardenal Pecci, arzobispo de Perugia, cuando condenaba

“el colosal abuso de la pobreza y de la debilidad”, “la horrible existencia de los niños en

3 THIERS, citado por L. GREGOIRE, Le Pape, les catholiques et la question sociale, pág. 3.

NT 1 Las notas del traductor vienen indicadas con NT y un número. En este caso ineluctables

quiere decir que no se puede luchar contra ellas.

Page 15: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

17

la fábrica”, cuando él indicaba la necesidad “de una legislación que ponga freno a este

tráfico inhumano1”.

Lo que había predicado el Cardenal Pecci, León XIII lo ha proclamado como

Soberano Pontífice urbi et orbi. Declara, al comienzo de la Encíclica, que quiere “poner

en evidencia los principios de una solución conforme a la justicia y a la equidad”.

1 L’Eglise et la civilisation. Cartas pastorales del Cardenal PECCI, pág. 20.

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19

PRIMERA PARTE

ECONOMÍA SOCIAL*

* La segunda parte es totalmente práctica. Trata de las obras sociales.

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21

CAPÍTULO PRIMERO ________

PRINCIPIOS GENERALES

Las ideas marcan la diferencia entre las épocas y los hombres. Las ideas

cristianas transformaron el mundo pagano. La vuelta a las ideas paganas, durante el

Renacimiento, preparó la Revolución de 1789, el liberalismo económico y su influencia

antisocial. Es preciso, pues, remontar a la fuente de las ideas fundamentales, de las

verdades cristianas, las únicas capaces de enderezar las costumbres.

1. – La persona humana

La sociedad se compone de familias y la familia, de individuos; estos son los

últimos elementos, cuya unión constituye el cuerpo social. Pero, contrariamente a lo que

sucede en otros cuerpos, aquí los elementos poseen, independientemente del cuerpo que

ellos mismos componen y conservan, un valor propio, un valor personal. Personal es el

término, puesto que estos hombres que reúne el cuerpo social son ciertamente personas;

cada uno de ellos tiene su dignidad que no puede perder, sus deberes y sus derechos.

Cada hombre, sea cual sea la clase a la que pertenezca, está dotado de un cuerpo

y de un alma inteligente, libre e inmortal, que ha sido creada por Dios. Habiendo venido

de Dios, tiene el deber de servir a Dios y de retornar a Dios. Que viva en un cuerpo de

obrero minero, en el fondo de una negra galería de hulla, o en un cuerpo de opulento

financiero, entre los fulgores del lujo, eso importa poco: en realidad, las dos tienen el

mismo valor. Tienen igual dignidad personal, igual responsabilidad moral, un mismo

destino eterno y a las dos les ha sido dada la existencia para que tiendan por la verdad,

la moralidad y la religión, a la vida inmortal.

Por esta razón, todo hombre merece el respeto y la justicia: todo hombre tiene el

derecho esencial de encontrar aquí abajo las condiciones que alimenten su vida

intelectual y moral y su religión. Tiene derecho al pan cotidiano para sí y para los suyos;

tiene derecho, también, a ser tratado humanamente, tiene derecho a una parte suficiente

de instrucción y de libertad de acción para rezar y servir a Dios.

Esta verdad nos parece banal, pero ¡Quiera Dios que fuera así! Dios quisiera que

la Iglesia no tuviera que reivindicarla del menosprecio en que la tienen ciertos patronos,

que han hecho del obrero una máquina, y ciertas doctrinas que sancionan su conducta.

Precisamente estos días, el señor Yves Guyot proclamaba que la ciencia

Page 20: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

22

económica es y debe ser inmoral. Esto es decir de una manera brutal que el trabajador es

tan solo un instrumento y que no tiene derecho ni al respeto ni a la justicia. Es, pues,

evidente que la tesis cristiana sobre la dignidad del hombre, según sea admitida o

rechazada, abre a la economía social dos caminos opuestos: uno es el camino de la

justicia y de la caridad, es el que indica la Iglesia y que lleva al orden y la paz; el otro es

el camino de la explotación inhumana y sin piedad, que conduce al socialismo y a la

lucha de clases.

Nosotros concluimos con la Iglesia que el hombre, en todo lugar y tiempo,

conserva su dignidad humana y cristiana; que es injusto no tener en cuenta sus

sacrosantos derechos por ver en él nada más que el hombre máquina; en consecuencia,

que la ciencia económica, lejos de poder ser inmoral, debe ante todo tratar al hombre en

cuanto hombre y en cuanto cristiano.

2. – La familia

El hombre es esencialmente un ser social; su naturaleza y la voluntad de Dios lo

destinan a vivir y trabajar en sociedad. Ahora bien, la primera sociedad que reúne a los

hombres entre sí es la familia.

“La familia, dice con razón un filósofo cristiano, es una obra de la naturaleza, es

una institución divina, un vivero de moralidad, el medio de unión entre las generaciones

pasadas y las nuevas, el fundamento de los Estados y de la humanidad, sobre el que se

apoya todo el orden”1.

La familia tiene su finalidad propia, su destino providencial. Solamente en ella,

el hombre, la mujer y los hijos encuentran a la vez la satisfacción de sus diferentes

necesidades, su parte de felicidad y las condiciones normales de su dignidad y de su

destino.

Por esa razón, también la religión rodeó en todos los tiempos de bendiciones y

de cuidados el matrimonio y la familia. Jesucristo hizo del contrato matrimonial un

sacramento y de este modo hizo a la familia todavía más noble y más santa.

Fundada de esta manera por la naturaleza y por la gracia, la familia constituye un

cuerpo inviolable y sagrado y posee derechos imprescriptibles; estos derechos no los ha

creado el poder humano, pero debe reconocerlos y protegerlos2. Aun cuando la familia

se haya unido con otras familias en el organismo social, ésta sigue siendo siempre,

incluso por su naturaleza, una perfecta unidad; tiene una vida propia, una historia

especial, tiene leyes divinas y eternas, como la ley de estabilidad, la ley de autoridad y

la ley de amor3.

“La familia, así entendida, es el eje de la sociedad humana. ¿Qué es una nación,

sino una familia agrandada, una unión de familias? ¿Y cómo podrían los grupos

artificiales conservar su consistencia, si las unidades naturales de las que están formados

hubiesen perdido la suya? ¡Ah! No se engañan en esto los hombres del exterminio,

1 F. WALTER, citado por Meyer, pág. 55.

2 Encíclica.

3 Monseñor D’HULST, 1

er conférence, 1894.

Page 21: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

23

cuyos salvajes atentados aterrorizan al mundo, cuyas amenazas oprimen como una

pesadilla al final de un siglo que se creía tan fuerte! Saben que para derribar el orden

social, no es al gobierno a quien es preciso atacar; los gobiernos se cambian; es la

familia la que hay que deshacer, porque una vez destruida no se rehace. “Ahora bien, la

familia, dicen, y cito aquí sus propias palabras, es nuestra enemiga, porque es la madre

de la propiedad y de la autoridad”. Deberían añadir: porque es la madre de la justicia y

del amor.

Así, después de un siglo imbuido de las ideas revolucionarias, “¿cuál es el gran

mal de la clase obrera? La relajación del vínculo de la familia. ¡Que las clases elevadas

den, en primer lugar, el ejemplo de una vida sobria y de buenas costumbres; después,

que se inclinen hacia los desheredados para enseñarles a respetar en sí mismos la

imagen de Dios, para inducirles a amar en sus hogares la verdadera garantía de su

dignidad y de su independencia!

A este mundo que vacila, desconcertado, entre tantas doctrinas contrarias,

ofrezcamos este gran espectáculo: un grupo compacto de familias fieles a la ley de

estabilidad, a la ley de autoridad, a la ley de amor. Que al verles nos sintamos forzados a

decir: ¡Si todas las familias estuviesen formadas según este modelo, la sociedad estaría

salvada!”1.

3. - La sociedad - El Estado

I. Necesidad. Los hombres no deben tan solo vivir en familia, sino unirse

también en una sociedad más amplia que se llamará tribu, ciudad o nación. La misma

naturaleza del hombre ha hecho de la tendencia social una necesidad y una ley.

Considerad, en efecto, las facultades del hombre. Veréis que todas, para lograr su pleno

desarrollo, exigen la ayuda de la vida social. Para la conveniente conservación de su

vida corporal, mil objetos son necesarios o útiles para el hombre; por eso surgen los

oficios tan diversos y los cambios que de ellos se derivan. Ved por encima la vida

intelectual, en su doble expresión, la ciencia y el arte: para nacer, crecer y alcanzar su

pleno desarrollo, estas dos flores hunden sus raíces en el terreno social y toman prestado

a la atmósfera social el aire que respiran.

Más necesaria todavía y más bella, también más general, es la vida moral, puesto

que reina en toda conciencia humana, y prepara la vida inmortal, la vida en Dios; a la

que está destinado todo hombre. Ahora bien, en la vida social es donde se conservan los

principios fundamentales de la moral; y allí se encuentran sus principales aplicaciones.

Toda vida moral, en efecto, se fundamenta sobre una tradición religiosa tan

antigua como el hombre; está dominada por un hecho que es la vocación de la

humanidad a un estado y a un fin sobrenatural. Ahora bien, este hecho y esta tradición

no pueden ser conocidos sino por la sociedad y por sus enseñanzas.

Para llegar a este fin, el hombre necesita la fuerza que le dan el medio y la

educación, el ejemplo y la colaboración recíproca; necesita, para su cuerpo y su alma la

ayuda y la caridad fraterna. Y es en la sociedad y con sus semejantes donde él puede

1 Ibid.

Page 22: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

24

practicar la virtud y el sacrificio a que está obligado para alcanzar su destino.

¿No es justo, finalmente, que los hombres, hijos de un mismo Dios, se unan para

rendir homenaje a su Padre y su Maestro, cumpliendo los deberes de religión que le son

debidos?

II. Una noción equivocada. La sociedad, habiendo sido querida por la naturaleza

y por Dios, no es, pues, una obra simplemente humana; y, por lo tanto, no ha nacido de

una libre convención, como afirmaba Juan Jacobo Rousseau en su Contrato social.

Pero supongamos que fuera éste el origen de la sociedad: ¿por qué habría de

obligar este contrato a las generaciones futuras? Lo que han hecho unos, otros podrán

deshacerlo y arruinar un edificio que descansa sobre principios convencionales. De esta

manera se abre la puerta a los desórdenes sociales y a la anarquía.

La parte del hombre en la organización social es la realización de este organismo

que le es necesario, es la determinación de la persona que ejercerá este poder cuyos

derechos y deberes son trazados por Dios y por la naturaleza.

Una consecuencia opuesta al error de Rousseau es la tiranía.

En efecto, si la sociedad no tiene otro principio que el contrato libre, el Estado,

una vez constituido, sería la única fuente de derecho; no reconocería ningún otro

anterior o superior al suyo. El individuo no podría oponerle ni su conciencia ni su

destino celestial. La familia no tendría otra ley y otra constitución que la recibida del

Estado. La religión no sería de derecho divino. Y solo sería de derecho aquello que al

Estado le complaciera ordenar. Desde entonces, lo arbitrario sancionado por el número,

sostenido por la fuerza, sería la ley.

III. Otro error. Se rechazó la creencia tradicional en una decadencia de la

naturaleza humana; se cerraron los ojos para no ver el hecho patente de la gran

inclinación que el hombre tiene hacia el mal, se proclamó al hombre capaz de llegar al

último grado de la virtud por sus propias fuerzas.

¡Parece, pues, inútil la moral cristiana y su conjunto de prácticas religiosas,

fuerza y salvaguarda contra las pasiones! ¡Pueril todo el sistema de sanciones contra el

vicio y de recompensas por la virtud!

“¿Queréis cerrar los presidios? ¡Abrid las escuelas!” (Víctor Hugo).

“La experiencia prueba, dice con tristeza el señor Francis Charmes, que la

instrucción no es suficiente1”. ¿No teníamos la experiencia de seis mil años y la

tradición religiosa de la humanidad para confirmar la doctrina de la Iglesia?

Si el hombre puede y debe cumplir todos sus deberes, esto no se puede hacer

sino luchando toda su vida y no únicamente con sus solas fuerzas, sino pidiendo el

alimento y la ayuda de la gracia divina.

Es al hombre, tal cual es, con su propensión al mal, a quien el Estado debe

1 21 de febrero de 1894. Journal des débats.

Page 23: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

25

gobernar. Creer y actuar de otra manera es la utopía con sus equivocaciones y sus

desastres.

IV. La verdadera noción del Estado. – La sociedad está destinada a vivir bajo la

dirección de un poder central: el Estado. Éste tiene derecho al respeto y a la obediencia.

El Estado debe prestar al individuo, a la familia, a los diversos grupos,

consagrados por la historia y la experiencia, una protección respetuosa y una eficaz

salvaguardia. No es de él de quien ellos reciben su existencia o sus leyes esenciales.

El Estado no debe sustituirlos, tratándolos como a sus criaturas, sino que debe

coordinarlos en un cuerpo organizado, asegurar la consecución de sus respectivos fines

y hacerlos colaborar y participar en el bien común.

El Estado no puede nada contra los derechos esenciales del individuo y de la

familia.

Esta noción del Estado presupone la sumisión del hombre y del poder a Dios.

Tiene como principio la dependencia del hombre con respecto a su Creador.

El Estado tiene una segunda función que es la de colaborar de una manera activa

e inteligente en el bien de sus súbditos mediante una doble acción: suplir aquello que no

puede ser hecho por los particulares y, en aquello que ellos pueden hacer, ayudarles a

mejorarlo y a progresar.

Si quid deest supplere, dice santo Tomás, si quid melius fieri potest, studet

perficere1.

V. La sociedad es un organismo. – Si al individuo, a la familia, al Estado, se

añaden las agrupaciones profesionales, religiosas y científicas, se reconocerá que este

conjunto no es un mecanismo, sino un organismo en el que cada órgano tiene su propia

actividad y su función.

Individuos, familias, profesiones y agrupaciones diversas, son otros tantos

órganos vivientes y autónomos.

Bajo la dirección del Estado, su actividad especial es provechosa para los

órganos vecinos y para todo el cuerpo.

Pero allá, como en la familia, la jerarquía es una ley fundamental, de donde se

sigue una “cierta desigualdad” entre los miembros.

El padre, la madre, el hijo, que tienen igual dignidad ante Dios y ante la justicia

eterna, tienen un rango distinto y funciones diferentes. Así, los ciudadanos, iguales ante

la ley eterna, deben ocupar en la escala social posiciones más o menos altas.

Siempre existirán entre los hombres desigualdades morales y desigualdades

físicas; y, por más que se pudiera intentar, la nivelación material sería siempre

incompleta. Pero la igualdad en la sociedad debe restablecerse por vía de los cambios

1 De regim. Princ., lib.I, cap. XV.

Page 24: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

26

naturales y ordenados, de acuerdo con las reglas del derecho y de la caridad, cambios

que enlazan los grandes con los pequeños, y que hacen de unos y otros un todo

completo.

Por medio de los equivalentes morales y religiosos, cuyas ventajas se prolongan

más allá de la tierra, es como la sociedad puede realizar una igualdad ideal.

Y la sociedad tiene la finalidad de impedir la miseria, sin compensación, sin

consuelo, sin apoyo, sin los bienes morales que sirven de remedio. En cuanto a la

pobreza propiamente dicha, es decir, la participación más o menos desfavorable en los

bienes externos, pretender suprimirla es dar un testimonio de pobreza de espíritu y hacer

un viaje al país de las utopías1.

VI. El Estado cristiano. – Los principios de la sana filosofía, que descubre la

razón, proporcionan la concepción justa y racional del Estado. Pero a estos principios

naturales, el Evangelio ha venido a añadir una concepción más clara y más fecunda.

Los hombres, iluminados por el Cristianismo, conocen mejor su dignidad, sus

derechos, están más sedientos de justicia y de libertad; en consecuencia, tienen también

una necesidad mayor de honor y de virtud. El ideal de los cristianos es a la vez más

claro y más elevado. Y, por tanto, los hombres no se pueden ya regir con los solos

medios que podían bastar en el paganismo. Al estado de alma nuevo creado por el

Evangelio, conviene aplicar los más elevados principios sociales.

Para el Estado, como para la familia y para el individuo, hay un derecho

cristiano. Es este derecho cristiano el que León XIII ha proclamado en la Encíclica

Immortale Dei, sobre la constitución cristiana de los Estados. Esta Encíclica debe estar

presente en la inteligencia de todos los hombres que tienen un gran interés en

restablecer sobre sus bases verdaderas una sociedad violentamente sacudida.

4. – La religión

I. Sus beneficios. – La naturaleza del hombre y su destino, los intereses de la

familia y los del Estado son tales que no es posible separarlos de la idea de Dios o de la

religión. Su olvido genera todos los desórdenes; y es necesaria para la misma

prosperidad material de la vida presente. Mediante la religión, la vida individual y la

vida social se orientan en su verdadero sentido, es decir, hacia Dios.

La intervención divina en la misión de Jesucristo, en la Encarnación del Hijo de

Dios, ha introducido en el mundo un elemento sobrenatural del que el pueblo cristiano

no puede prescindir. De la religión cristiana se desprenden sobre la humanidad energías

divinas, todas llenas de los más grandes beneficios para las familias y para los pueblos.

La sociedad, para alcanzar su perfección, tiene necesidad de libertad, de justicia

y de abnegación, mientras que las pasiones humanas están siempre dispuestas a producir

el egoísmo, la injusticia y el despotismo. Solamente la religión ha conducido a los

hombres a la plenitud de la libertad; solamente ella asegura en las relaciones públicas y

1 MEYER, op. Cit. Págs. 62, 63.

Page 25: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

27

privadas los beneficios de la justicia; solamente ella inspira en el corazón humano actos

de abnegación continua y actos de heroísmo oculto, incluso cuando no hay ninguna

esperanza de recompensa humana.

II. Sus derechos. – El rango de la religión en la sociedad debe ser el de un

órgano principal y no el de un órgano secundario.

Por la autoridad de Cristo, la religión ha revestido en la Iglesia las formas de una

sociedad perfecta y ha recibido derechos superiores a todos los poderes humanos. Es,

pues, la Iglesia católica la que, durante el transcurso de los siglos, representa y encarna

en sí misma, por decirlo así, el rol de la religión y de sus derechos.

¿Queremos ver, en cambio, qué papel inmenso y benefactor es el de la Iglesia?

Releamos la primera parte de la Encíclica sobre la condición de los obreros.

5. – La asociación

I. Es de derecho natural. – Esto es lo que enseña magistralmente nuestra

Encíclica con pruebas y explicaciones irrefutables: “... Si bien las sociedades privadas

no tienen existencia sino en el seno de la sociedad civil, de la cual ellas son como otras

tantas partes, sin embargo, en general y absolutamente hablando, no puede el poder del

Estado negarles la existencia. Ya que el derecho a la existencia les ha sido concedido

por la naturaleza misma, y la sociedad civil ha sido instituida para proteger el derecho

natural, no para aniquilarlo”.

Las leyes más funestas, acaso, que la Revolución haya dejado a Francia, son

aquellas que suprimen o ponen obstáculos a la libertad de asociación. De esta manera, la

multitud, disgregada, pulverizada ha sido entregada al poder enorme del Estado sin

contrapeso.

Sin embargo, es bueno y necesario que, para administrar sus asuntos comunes,

los hombres se unan, pongan en común sus fuerzas intelectuales, morales y también las

pecuniarias.

Ablandado, contrarrestado por grupos organizados, el poder central cumple

mejor su misión, siendo protegido él mismo contra su tendencia a la usurpación.

II. La práctica del derecho de asociación. – La multitud sufre por el

individualismo y por el aislamiento. Pero al pueblo francés, en conjunto, no le gusta o

no conoce el remedio, tiene poco espíritu de asociación. Si este espíritu se desarrolla en

los centros industriales, ¡cuán defectuoso es! El obrero de la fábrica conoce la huelga,

no conoce casi nada la asociación verdadera, permanente, reflexionada, prudente y

fecunda. También la población campesina tiene una gran necesidad de recibir educación

en este punto.

La falta de espíritu colectivo proviene sin duda del egoísmo humano; pero el

sofisma, extendido por los filósofos del siglo pasado, ha falseado las ideas y los

sentimientos. Este sofisma ha sido apoyado por los poderes públicos, que han hecho

todo lo que podían para hacer olvidar al pueblo el espíritu de asociación.

Page 26: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

28

Ésta es, para el pueblo francés, una causa incontestable de inferioridad.

III. ¿Qué hacer? – Es necesario enseñar al pueblo los medios para asociarse. En

primer lugar, es preciso iluminarlo sobre un punto de tan gran importancia para sus

intereses. Por medio de conferencias, de periódicos, de libros es necesario hacer

comprender al pueblo la importancia de la asociación y hacerle sentir las ventajas y la

necesidad de ésta.

Después, lo antes que sea posible, utilizar ampliamente las libertades parciales

concedidas por la ley. Así, el uso de tales libertades proporcionará ventajas reales desde

el punto de vista económico y moral; y despertará, mejor que ninguna otra lección, el

espíritu de asociación. Éste es, finalmente, el mejor medio para conquistar la plena

libertad que es preciso reclamar.

León XIII nos llama a restaurar, en ventaja del bien, el espíritu de asociación que

tantos otros aprovechan en ventaja del mal. ¡Cuántos hombres llenos de energía trabajan

en reunir al pueblo para la conquista de un fin injusto o de una causa impía! ¿Por qué no

se verán cristianos, en mayor número todavía y con mayor energía, invitar a las

muchedumbres a unirse para defender mejor sus legítimos intereses?

6. – La propiedad

I. El derecho a la propiedad privada. – El derecho a la propiedad privada es

ciertamente una de las bases necesarias de toda sociedad civilizada. La filosofía y la

Iglesia, la experiencia y la razón están de acuerdo al afirmar que tal derecho procede de

la naturaleza humana. Pero hoy, que este derecho es contestado por las utopías

comunistas, necesita ser enseñado y defendido mejor que nunca.

Numerosos y decisivos son los argumentos que demuestran la necesidad y la

legitimidad de la propiedad privada. Recordémoslos brevemente:

1º “El hombre, como ser racional, es un ser previsor. Ahora bien, la previsión

exige que él subvenga no solamente a las necesidades del presente, sino a las

necesidades del futuro; lo cual no se puede realizar sin la posesión estable de cosas

productivas. Si las necesidades del hombre cesasen una vez satisfechas, la ocupación

estable de las cosas no estaría en los designios de la naturaleza.

Pero el hombre está hecho de tal manera que sus necesidades renacen cada día.

Para asegurarse, pues, contra los efectos de su constante retorno es razonable que

busque apropiarse no solamente de los frutos de la tierra, sino de la misma tierra en la

que se recogen estos frutos. La estabilidad de la necesidad lleva a la estabilidad de la

posesión. Esta razón adquiere un valor mayor todavía si se considera no solo al hombre

aislado sino en familia y si se tiene en cuenta la obligación del padre de proveer al

futuro de sus hijos1”.

“La naturaleza impone al padre de familia el deber sagrado de alimentar y de

cuidar a sus hijos. Y va más lejos: como los hijos reflejan la fisonomía de su padre y son

1 LIBERATORE, Principes d’économie politique, pág. 165.

Page 27: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

29

una especie de prolongación de su persona, la naturaleza le inspira el preocuparse de su

futuro y de crearles un patrimonio que les sirva de ayuda para defenderse en la peligrosa

travesía de la vida contra todas las sorpresas de la mala suerte. Pero este patrimonio,

¿podrá crearlo sin la adquisición de bienes permanentes y productivos que él pueda

transmitir a sus hijos por vía de herencia?1”.

2º “Por otra parte, el trabajo es eminentemente personal para el hombre. Son sus

propias facultades puestas en acción. Si estas facultades se ejercen sobre un objeto que

no pertenece a nadie, este objeto mueble o inmueble, materia o terreno, desde ahora

perfeccionado y transformado, es inseparable del trabajo al que debe su transformación

y pertenecerá con toda justicia al trabajador como el equivalente de su trabajo”.

Si el trabajo ha tenido como término un objeto perteneciente a otro, y si este

objeto ha sido perfeccionado a petición de su propietario, el trabajador será

recompensado por su trabajo mediante un salario.

Allí está también uno de los orígenes del derecho de propiedad.

3º A estas pruebas sobre el legítimo derecho a la propiedad, deducidas del

concepto de previsión y del trabajo, añadimos las razones que santo Tomás deduce de

las condiciones de la vida humana. Él expone tres:

1) “En primer lugar, la propiedad es el único medio para obtener una buena

gestión de los bienes de la tierra; pues todo hombre administra las cosas que son de su

exclusiva propiedad bastante mejor que aquellas que posee en común con otros. Es un

hecho, en el último caso, que cada uno escapa del trabajo y carga sobre los otros lo que

ha sido ordenado hacer a todos en general; es lo que se ve a menudo en aquellas casas

donde se hallan muchos servidores”.

Suponed que los bienes de la tierra sean de todos en general y de ninguno en

particular. ¿Quién, pues, querrá trabajar para su vecino y hacer un sacrificio del que no

logrará fruto? Veréis rápidamente perecer toda iniciativa, todo esfuerzo, y con ellos,

toda propiedad y todo progreso.

2) En segundo lugar, “si queremos ver reinar en las cosas humanas el orden

necesario para su buena administración, es preciso que el cuidado de cada cosa

particular vuelva por derecho a los individuos; porque, si cada uno debiera vigilar todas

las cosas, se seguiría de ello una confusión general”.

De hecho, la diversidad de las profesiones exige un orden orgánico entre ellas.

Ahora bien, “el elemento esencial de esta organización general del trabajo es la

propiedad repartida por familias (el patrimonio), que determina en general la vocación

de los miembros de cada familia e impide las fluctuaciones, el paso brusco de grandes

masas de hombres de un trabajo y de un género de vida a otro. ¡Qué incurable confusión

habría en el trabajo, si las continuas divisiones rompiesen este vínculo poderoso del

orden social!2”.

3) “En tercer lugar, finalmente, sólo el derecho de propiedad puede mantener la

1 Encíclica Rerum Novarum.

2 KETTELER, Oeuvres choisies, pág. 12.

Page 28: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

30

paz entre los hombres y enseñar a cada uno a contentarse con sus bienes. ¿No nos

enseña la experiencia de todos los días que la posesión de una cosa en común lleva a

disputas demasiado frecuentes?

Si ni siquiera los hermanos pueden entenderse cuando quieren repartir la

herencia paterna; si los inquilinos de una misma casa litigan cuando no tienen que

repartir sino el aire de la casa y el agua de una misma fuente, ¿qué sería de la

humanidad cuando toda propiedad y todo trabajo debieran cada día ser repartidos de

nuevo? Toda la humanidad estaría desgarrada por las disputas y los odios1”.

Así pues, consideremos las condiciones reales en las que el hombre caído debe

vivir sea como individuo, sea como jefe de familia, sea como miembro del cuerpo

social. La propiedad aparece siempre como el medio eficaz de procurar a cada uno y a

todos la subsistencia y la paz. Por eso ha querido Dios la propiedad. De ahí viene que,

en todas las naciones civilizadas, el derecho de propiedad tuvo y tendrá siempre, para

protegerlo, el poder de las leyes divinas y humanas. Éstas se unen también en nuestros

días para defender tal derecho y para defender al mismo tiempo la sociedad, la

civilización y la religión.

II. El uso de la propiedad. – El derecho de propiedad nace del fin de la vida

social y de las condiciones normales de ésta. ¿No es evidente, por lo tanto, que este

mismo derecho tendrá como consecuencia deberes: los deberes que impondrá la

necesidad de dar a todo hombre los medios suficientes para vivir? Liberado de estos

deberes como de un obstáculo molesto, el derecho de propiedad se transforma pronto en

abusivo, odioso y, lejos de servir a la sociedad, le prepara terribles sacudidas.

Tampoco la Iglesia ha separado jamás los dos aspectos de la propiedad. Ella que,

mejor que nadie, asegura a cada uno su derecho, predica a todos más alto que nadie su

deber.

Santo Tomás, en su Suma, ha formulado con una admirable precisión la

enseñanza de la Iglesia. León XIII, en la Encíclica, lo reproduce palabra por palabra.

“Sobre el uso de las riquezas, dice él, he aquí la enseñanza de una excelencia y de una

importancia extrema que la filosofía ha podido esbozar, pero que pertenece a la Iglesia

enseñárnosla en su perfección; la cual, además, hace que no permanezca como pura

especulación, y de la teoría pasa a la práctica. El fundamento de esta doctrina está en la

distinción entre la justa posesión de las riquezas y su uso legítimo. La propiedad

privada, lo hemos dicho más arriba, es para el hombre de derecho natural; el ejercicio de

este derecho es cosa no solamente permitida, sobre todo a quien vive en sociedad, sino

también absolutamente necesaria. Ahora, si se nos pregunta en qué es preciso hacer

consistir el uso de los bienes, la Iglesia responde sin vacilación: Desde este punto de

vista, el hombre no debe tener las cosas exteriores como privadas, sino más bien como

comunes, de tal suerte que haga partícipes a los otros en sus necesidades. Por eso el

Apóstol ha dicho: “Divitibus hujus saeculi praecipe... facile tribuere, communicare”,

ordena a los ricos de este mundo... que den fácilmente, que compartan sus riquezas1.

“Ninguno, ciertamente, está obligado a subvenir al prójimo tomando de aquello

que le es necesario para sí mismo o para su familia, ni siquiera de aquello que es

1 KETTELER, op. cit., pág. 13.

1 Santo TOMAS, IIa, IIae, q. 66, art. 2.

Page 29: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

31

necesario a la conveniencia y al decoro del propio estado, porque nadie debe vivir de

modo no conveniente. Pero después que se ha satisfecho suficientemente la necesidad y

el decoro, es un deber dar lo superfluo a los pobres. Es un deber no de estricta justicia,

salvo los casos de extrema necesidad, sino de caridad cristiana; un deber, por

consiguiente, cuyo cumplimiento no se puede exigir, ciertamente, por vías jurídicas.

Pero por encima de los juicios del hombre y de sus leyes está la ley y el juicio de

Jesucristo, nuestro Dios, quien nos inculca de muchas maneras el dar la limosna con

generosidad. Es más dichoso, dice él, el que da que el que recibe, y el Señor tendrá

como hecha o dejada de hacer a sí mismo la limosna que se haya hecho o se haya

negado a los pobres. Cada vez que habéis dado limosna a uno de mis hermanos más

pequeños que vosotros veis, a mí me la habéis dado”.

He aquí cómo entiende la Iglesia el derecho y el uso de la propiedad. Por el

olvido de esta doctrina, los ricos se han dedicado a hacer de sus bienes un uso egoísta y

antisocial que ha suscitado en el corazón de los desdichados el rencor y la envidia. Pero

el olvido del deber lleva hoy consigo su pena, ha producido la sacudida del derecho.

¿Queremos devolver al derecho, con su firmeza, el respeto que merece? Hagámoslo,

como en otro tiempo, útil y benefactor por el cumplimiento generoso del deber. Que

aquellos que poseen miren a sus bienes, no como un lote del cual ellos pueden usar de

manera egoísta, sino como un depósito que Dios les ha confiado para adquirir méritos

socorriendo a su prójimo.

Ésta ha sido siempre la doctrina de la Iglesia. Los oradores cristianos del siglo

XVII así la han expresado, como los Padres de los primeros siglos. Y esta doctrina que

la corte de un gran rey quería escuchar de buena gana, ¿no tendremos nosotros el

derecho de repetirla hoy, sin merecer por ello el epíteto de socialistas?

Para justificarnos, dejemos pues, hablar un instante a Bossuet y Bourdaloue.

“Sabed, decía Bossuet, que si vosotros sois los verdaderos propietarios según la

justicia de los hombres, no debéis consideraros sino como administradores ante la

justicia de Dios, el cual os pedirá estricta cuenta de vuestros bienes. No creáis que Él se

haya desentendido del cuidado de los pobres. Aunque los veáis privados de todas las

cosas, guardaos bien de suponer que ellos hayan perdido completamente este derecho

natural que tienen de tomar de la masa común aquello que les es necesario. No, no, !oh

ricos del mundo!, no es para vosotros solos para quienes Dios hace que salga el sol, ni

es para vosotros solos para quienes riega la tierra, ni es para vosotros solos para quien

Él hace crecer en el seno de la tierra tan gran variedad de semillas. Los pobres tienen en

ello su parte, tanta como vosotros. Reconozco que Dios no les ha dado tierra alguna en

propiedad, pero él les ha asignado su subsistencia con los bienes que vosotros poseéis,

según la medida de vuestras riquezas... Él ha querido que tengáis el honor de hacer vivir

a vuestro semejante...”.

Bourdaloue no es menos explícito. Proclama que “la limosna no es solamente un

consejo, sino un precepto. No es una obra de supererogación, sino una obligación

estricta y rigurosa y una ley tan severa, de la que depende nada menos que nuestra

eterna salvación”.

El siglo XVII no tenía esta clase de proletarios que ha engendrado la industria.

Esta es la forma actual de pauperismo, y la primera limosna que le es debida es el

Page 30: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

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salario justo, el salario adecuado que permita subsistir al obrero en condiciones

normales.

7. – El trabajo

I. Su necesidad. – El trabajo es el único medio por el que el hombre puede

proveer a las necesidades de su vida. La tierra contiene en potencia lo necesario para

satisfacer las necesidades que reaparecen cada día; pero sus riquezas no pueden ser

usadas, sino por medio del trabajo. El cultivo de la tierra, la producción manufacturera,

la pesca, la caza, la recolección de productos naturales, todo esto es siempre un trabajo1.

Las mismas riquezas naturales (materias, fuentes, selvas, praderas, canteras,

minas, fuerza motriz de las corrientes de agua), no llegan a ser útiles, sino a través del

trabajo que las descubre y las explota.

Sin el trabajo, las cosas útiles o agradables o no existirían o no servirían para

nada.

II. El trabajo cristiano. – Después del pecado original, el trabajo ha adquirido el

carácter de una expiación; así, tiene un valor nuevo. Si es un castigo, es también una

reparación y un medio saludable y meritorio que preserva del pecado.

El Hombre-Dios ha dado al trabajo una verdadera dignidad, entregándose

durante treinta años a un trabajo manual y durante tres años al trabajo de la predicación.

Sea, pues, simplemente un trabajo manual, intelectual o artístico, desde que Él lo

santificó conduce el hombre a Dios y es siempre respetable y meritorio.

“Aquellos, dice León XIII, que prometen al pobre una vida exenta de

sufrimientos y de penas, plena de descanso y de perpetuo disfrute, esos, ciertamente,

engañan al pueblo y le ponen trampas en las que se ocultan, para el futuro, calamidades

más terribles que las del presente”.

III. Trabajo social. – Profesiones2. - Es imposible que cada individuo se baste a

sí mismo y pueda procurarse él solo todo aquello que reclama su naturaleza de hombre.

Para sus necesidades físicas, ¡cuántos objetos necesarios para la nutrición, el vestido o

el alojamiento! Para las necesidades morales, ¿puede encontrar en su propia naturaleza

la instrucción, la educación, las ayudas espirituales y divinas? En la vida social, ¿no es

preciso velar por la seguridad interior y exterior del país, en la elaboración de las leyes,

en el mantenimiento de la justicia y en los intereses generales de la nación?

Los trabajos deben, pues, ser compartidos y repartidos. Así, en la infinita

variedad de las ocupaciones, cada uno encuentra en qué ejercitar con mayor satisfacción

y utilidad las aptitudes que posee.

De esto han nacido las profesiones.

En el reino de Cristo no hay empleo servil, todas las profesiones honestas son

1 Cf. GIDE, Principes d’économie politique, pág. 119.

2 OTT, Traité d’économie sociale, 1, pág. 31.

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honorables; sin embargo, conservan su jerarquía social: profesiones liberales y

profesiones económicas; éstas tienen por objeto la creación de productos materiales, su

intercambio y su transporte.

Las diversas profesiones se prestan unas a otras servicios recíprocos. ¿Quién

podrá negar la feliz influencia de la religión y de la moral, enseñadas por el sacerdote,

sobre el trabajo y la riqueza? ¿Quién podrá negar la acción saludable ejercida por el

poder público, por la ciencia, por las bellas artes y por la medicina?

Así aparece el vínculo social, por el cual Dios reúne a los hombres en una vasta

familia en la que se intercambian los trabajos y los beneficios. Todas las profesiones son

útiles, pero su utilidad es proporcional a las necesidades a las que responden. Allí donde

las necesidades son más grandes que la producción, el número de productores puede

crecer sin peligro: así sucede hoy en Francia con el cultivo del trigo. Pero son muchas

las necesidades para las cuales son suficientes un restringido número de empleados. Si

se sobrepasa este límite, es un gasto inútil y funesto de fuerza humana y de dinero.

Gastos enormes sin provecho: funcionarios sin trabajo1, abogados sin causas, pequeños

comerciantes que se arruinan a causa de una clientela restringida, maestros y maestras

sin alumnos, “desclasados” de todo tipo (personas que han venido a menos) presa fácil

de la miseria y el vicio.

IV. La división del trabajo. – Además de esta división del trabajo general en

profesiones, hay otra división que tiene lugar en el mismo taller.

Así, para la fabricación de armas de fuego, los obreros de Lieja, según sus

sindicatos, están divididos en veintiuna categorías que constituyen otros tantos oficios

distintos (Bien du peuple, 3 de marzo 1894). Las ventajas de tal división son: la

reducción del trabajo a movimientos muy simples, a veces mecánicos, la facilidad de

acomodar la tarea a las aptitudes del obrero, la destreza de éste, la economía del tiempo

que se perdería para el cambio de ocupación, la facilidad de aprendizaje.

Sin embargo, resulta de esta división tan económica del trabajo el

embrutecimiento moral y físico del obrero. Este trabajo, reducido a algunos simples

movimientos, apaga la iniciativa, deforma el cuerpo y hace difíciles sus funciones. La

raza se degenera.

El patrón no tiene otra preocupación que el trabajo. Le importa poco el hombre:

otros cien lo pueden reemplazar en su puesto de trabajo.

El obrero, incapaz de hacer otra cosa fuera de aquello a lo que está habituado,

corre el riesgo de encontrarse en el paro o de ser despedido.

He aquí los medios para evitar estos inconvenientes:

1º Que el obrero tenga una parte más justa en los beneficios de su trabajo y una

compensación equitativa por sus riesgos. Su participación en los beneficios de la

empresa parece que pudiera solucionar por sí sola esta dificultad.

2º Que se limite la jornada de trabajo, a fin de dejar al obrero el medio de

1 GIDE, op. cit., pág. 128.

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ocuparse de una manera más normal de su cuerpo y de su espíritu.

3º Es deseable que el aprendizaje esté por encima de las subdivisiones

demasiado especiales de un trabajo determinado y que el obrero sepa su profesión

completa, e incluso las nociones generales de profesiones similares.

V. Organización del trabajo. – El trabajo coopera de una manera inmediata a la

conservación de la familia y de la sociedad. De su buena o su mala organización se

desprenden o la prosperidad y la paz, o el sufrimiento y la disensión. Es un órgano

esencial de la vida del pueblo. Ante cualquier interrogante sobre el problema social,

surge siempre como causa o remedio del mal la organización defectuosa o acertada del

trabajo.

¿Puede un elemento tan esencial dejarse abandonado a los caprichos

individuales? ¿Puede el trabajo dejarse a merced de los cambios de las pasiones

humanas, a los cálculos del egoísmo? Gran número de personas depende del trabajo, y

de su parte de justicia y de libertad. Dejad actuar el interés, sin conciencia ni freno, y

recogeréis injusticia y esclavitud.

El error tan enorme como funesto de la Revolución y del liberalismo ha sido el

de dejar el trabajo disgregado, desorganizado, víctima de la explotación y de la

competencia. Es necesario, por tanto, proporcionarle una organización sabia, basada

sobre los verdaderos principios de la justicia y de la religión, así como sobre las nuevas

condiciones creadas por las máquinas y por la ciencia.

8. – La remuneración del trabajo - El salario

I. El trabajo no es para el hombre solamente un deber. Es también el medio que

le debe proporcionar su subsistencia, la reparación de sus fuerzas y los recursos para

educar a sus hijos. Ahora bien, el salario ha venido a ser, después del desarrollo de la

industria, la forma más extendida de la remuneración del trabajo. Es necesario, pues,

que el trabajador encuentre en su salario las ventajas que acabamos de enumerar. Ése es

el principio fundamental que la Encíclica destaca para deducir de él la verdadera teoría

del salario.

II. No, dice el Santo Padre, la fijación del salario no depende únicamente de un

contrato libre concertado entre el patrón y el obrero.

El trabajo tiene un doble carácter. Es personal, porque la fuerza física es

propiedad de aquel que la ejerce; pero es también necesario, porque el hombre necesita

del fruto de su trabajo para conservar su existencia. Ésta es la ley de la naturaleza:

comerás el pan con el sudor de tu frente.

Estos dos caracteres son inseparables. Si el trabajo fuera puramente personal y

libre, el trabajador podría, según su voluntad, estipular un salario insuficiente. Pero el

obrero se encuentra frente a un deber al cual no puede sustraerse: debe conservar su

vida y no puede procurarse aquello que necesita para la subsistencia sino por medio del

salario. Todo pacto contrario lesiona la equidad natural (encíclica, edición de Liège,

pág. 28).

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35

Estos principios contradicen formalmente las teorías de la economía liberal, que

muchos católicos habían aceptado demasiado fácilmente.

III. ¿Pero la justicia exige que el salario sea suficiente no solamente para la

subsistencia personal del obrero, sino también para la de su mujer y de sus hijos?

Se ha suscitado una duda, porque la Encíclica afirma solamente que el salario

debe ser suficiente para proveer a la subsistencia del obrero sobrio y honesto.

Los partidarios de la negativa objetan que el obrero, padre de familia, no trabaja

más que el soltero. Añaden que el salario no podría nunca ser proporcionado a las

necesidades de una familia numerosa.

A pesar de estas objeciones, la tesis no es dudosa: el salario normal debe ser

suficiente, en las condiciones ordinarias, para proveer a la subsistencia del obrero y su

familia.

Si la justicia conmutativa no lo exige en virtud del contrato, hay otros deberes

que se derivan de la equidad natural. No se puede actuar de manera que el obrero no se

case o que no pueda mantener su familia.

Si la Encíclica no habla nada más que del obrero, es porque lo considera in

concreto, en las condiciones normales de su existencia, con su mujer y sus hijos. El

Santo Padre lo indica en otro lugar de la Encíclica en el que dice que “el obrero

percibirá un salario suficiente para hacer frente, con soltura, a sus necesidades y a las de

su familia. Deberá esforzarse en ser ahorrador”.

El soltero y el padre de una familia numerosa están fuera de las condiciones

normales y ordinarias. El primero debe de economizar el excedente de su salario para

fundar una familia. El segundo debe buscar en las instituciones corporativas y de

caridad aquello que el salario no le puede proporcionar.

Nada impide que se tenga en cuenta, también, el trabajo de la mujer; pero en una

sociedad bien organizada, el lugar de la mujer está en su hogar y sus ganancias son

mínimas.

Ésta es la tesis sostenida por los maestros más autorizados.

“El trabajo para el obrero, dice el P. Liberatore, es virtualmente lo que necesita

para su mantenimiento y el de su familia. Luego, si el patrón se beneficia de este

trabajo, es preciso que el patrón le dé una retribución equivalente a fin de mantener la

igualdad en el cambio, es decir, la justicia: Justitia aequalitatem importat (Santo

Tomás, Summa theologica).

“Para que sea suficiente a las necesidades y a los deberes normales y ordinarios,

añade el P. Liberatore, la sociedad debe ofrecer un medio ordinario y normal. Ahora

bien, por una parte, es normal que un obrero tenga una familia y, por otra parte, el

medio normal que Dios le da es el trabajo. Es preciso, pues, que la remuneración del

trabajo sea suficiente para las necesidades de la familia1”.

1 LIBERATORE, Principes d’économie politique, págs. 250 y siguientes.

Page 34: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

36

Este sentimiento lo comparten también el cardenal Manning, el cardenal

Gibbons, Monseñor Ireland; ésta es la opinión del Congreso católico de Ginebra según

la proposición de Monseñor Nicotera, nuncio en La Haya2.

Aunque una respuesta del cardenal Zigliara parecía contradecir esta solución,

porque no pedía al salario sino los alimentos del trabajador, es porque él tomaba la

palabra “alimentos” en el sentido canónico, es decir, todo aquello que es necesario para

el sustento de un hombre en las condiciones normales de su existencia y con sus cargas

de familia. Esta interpretación está autorizada por una respuesta del Reverendo Padre

Eschbach, quien antes de darla se había informado sobre el pensamiento del Santo

Padre.

IV. Pero, se dirá que esta teoría del salario, unida a aquella que quiere reducir el

trabajo de las mujeres, exigiría un aumento sensible de los salarios en la industria.

Ahora bien, bajo el régimen actual de la competencia ilimitada, este aumento es

imposible. El patrono que lo aplicase correría deprisa a su ruina.

Esto prueba precisamente que el régimen actual es malo, injusto, antisocial, y

por eso, León XIII pide que reaccionemos contra este régimen inicuo, para sustituirlo

por otro más conforme a la justicia.

Los principios eternos no deben ceder ante los hechos. La verdad arrastrará los

espíritus y producirá, con la cooperación de la Providencia, la reforma de las

costumbres cristianas.

Una sociedad cristiana debe ser organizada de tal manera que el hombre que

trabaja se vea, lo más raramente que sea posible, obligado a recurrir él mismo a la

caridad. Y por eso deben existir instituciones y fondos de reserva en las diversas

profesiones para ayudar a las familias numerosas y a los inválidos del trabajo. Esta

ayuda, proporcionada para superar los momentos críticos de la vida, ofrecida al obrero

2 Esta controversia se ha vuelto a abrir en los últimos tiempos. Se ha objetado a los antiguos

teólogos que no dan otra medida al justo salario que la estimación común, y en particular Suárez, quien

declara que el justo salario no siempre será suficiente a las necesidades de la familia.

Responderemos, en primer lugar, que siempre hemos hecho la misma restricción que Suárez.

Hay casos donde el salario justo no será suficiente para la familia, por ejemplo, si la familia del obrero es

excesivamente numerosa o si tal industria está en apuros y el patrón no puede dar más, o si tal obrero tan

solo puede realizar un trabajo de mediocre valor.

Por cuanto concierne a la regla de los antiguos teólogos, nos gusta la explicación que da

Monseñor t’Serclaes, el eminente rector del colegio belga de Roma. Esta estimación común no debe ser

confundida con el salario corriente, que puede ser muy injusto en ciertas circunstancias. Esta estimación

común debe de ser la de personas prudentes y timoratas (personas que tienen temor de Dios y se

gobiernan por Él en sus operaciones: (N. d. T.), ya que no se crean leyes de moralidad con el sufragio

universal.

La Iglesia lo entiende así cuando se apela a la estimación común para cuestiones de justicia. A

menudo, incluso ella lo dice expresamente, por ejemplo, en las respuestas de las Congregaciones romanas

relativas a la tasa de interés.

La estimación común de los salarios, entendida así, será conforme a lo que llamamos el salario

normal. Tendrá también en cuenta a la familia.

¿Qué dice, en efecto, el obrero que pide un salario? Dice: “Yo no estoy solo, yo debo mantener a

mi mujer y a mis hijos”. El patrón prudente y honesto tiene en cuenta esta consideración y el salario

común entre personas honestas se establece sobre esta base, salvo en los casos excepcionales que todos

admiten. (ver la carta de Monseñor t’Serclaes, en el Bien public de Gand del 20 de enero 1895).

Page 35: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

37

honesto, que ha hecho, por su parte, lo que podía, tiene un carácter especial muy distinto

de la limosna que se da a los pordioseros.

9. - El capital

I. El capital es el fruto del ahorro. Está formado por una porción de riqueza no

consumida.

Sin embargo, los economistas dan este nombre solamente al ahorro que se

considera como destinado a la producción de una riqueza nueva.

El capital no es necesariamente una suma de dinero. Consiste en todas las cosas

diversas que tienen una utilidad o un valor y que están destinadas a producir nueva

riqueza. Tales son las semillas para la agricultura, las materias primas para las

manufacturas, los medios de transporte, las máquinas, etc., todas las cosas que pueden

reducirse a dos grandes categorías: los instrumentos y las provisiones.

Un comerciante, un manufacturero, un agricultor no poseen ordinariamente en

forma de dinero sino una pequeña parte del valor que compone su capital.

II. ¿Es el capital un agente productor?

Los elementos necesarios para la producción son tres: la tierra, el trabajo y el

capital.

El trabajo es con seguridad productivo; es el agente productivo por excelencia, el

agente universal.

¿Es la tierra un agente productivo? Sin duda alguna. Su productividad natural se

explota y se mejora mediante el trabajo.

Pero el capital, es decir, el instrumento de trabajo creado por el hombre, ¿es un

agente productivo?

Hablando con propiedad, no. El instrumento no actúa por sí mismo. El hombre,

para producir, se sirve del instrumento, pero el instrumento no produce.

El capital ayuda, sin embargo, a la productividad. El instrumento de trabajo es, a

menudo, necesario y siempre útil. Toda empresa importante exige progreso, máquinas,

un capital en una palabra, sin el cual no podría ni comenzar ni perseverar. Así, el capital

es una condición necesaria, un medio, a menudo, indispensable. Podemos darle el

nombre de auxiliar de la producción.

10. – La renta

El trabajo, la tierra y los capitales concurren, cada uno a su manera, en la

creación de los productos. Se trata de saber si y cómo deben repartirse los productos o el

precio de estos productos.

Page 36: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

38

Una primera parte va por derecho a remunerar el trabajo: es el salario del obrero

o el sueldo del empleado.

¿Debe darse otra parte a aquel que posee la tierra, pero no la cultiva por sí

mismo?

La renta -éste es el nombre consagrado- pagada por el granjero que trabaja al

propietario que no trabaja, ¿es legítima?

La teología no lo pone en duda. Un hombre puede apropiarse de un campo. Se

apropia al mismo tiempo de las fuerzas naturales y productivas de ese campo. Es, pues,

a él a quien pertenece también la porción de producto correspondiente a estas fuerzas

productivas. Y entonces cuando él arrienda su campo puede recibir esta porción, sea en

especie, sea en dinero, como precio del alquiler.

En derecho, la renta es legítima, pero de facto ¡cuán fácilmente se puede deslizar

la injusticia en el contrato que estipula la cantidad de la renta! ¡Qué fácil es para el

propietario imponer al trabajador que alquila sus tierras condiciones onerosas y

desproporcionadas a la legítima parte que le toca!

Los principios de justicia recordados por León XIII a los patronos conservan

toda su fuerza respecto a los propietarios de haciendas.

La injusticia, siempre clamorosa, viene a ser todavía un mayor mal social,

cuando una renta muy alta sirve para enriquecer a hombres que, llenos de salud, no

proporcionan ningún servicio a sus semejantes. La tierra no es objeto de propiedad nada

más que para la utilidad y para el mayor bien social; y el trabajo tiene también función

social. Para vivir de renta sobre lo propio y con el trabajo de los otros y para justificarse

a los ojos de aquellos que sufren, es sin duda deseable, si no esencial, que se pague su

parte de servicios al país de otro modo que con la ociosidad y el placer. El olvido de

estos principios proporciona pretextos a los enemigos de la propiedad.

Los abusos a los que expone el contrato de alquiler rústico indican

suficientemente que este contrato, que en sí es justo, está lejos de ser el mejor. ¡Cuánto

más equitativo sería el contrato de sociedad entre el propietario del suelo y el agricultor,

que desde ese momento correrían la misma suerte, los mismos riesgos y se situarían en

condiciones más cercanas a la igualdad!

11. – El beneficio, el interés, la usura

¿Tiene también el capital que descontar previamente una parte sobre el precio de

los productos? De hecho, se le concede una, con el nombre de beneficio o ganancia o

provecho si el capital es explotado por su dueño; de interés si el capital es prestado. En

derecho, ¿esta parte exigida por el capital es legítima?

I. El beneficio. – Hablamos del beneficio neto, de la ganancia que queda después

de la deducción de todos los gastos justificados. Pues el capital comprometido tiene

derecho, en primer lugar, a una prima de seguro que da garantía a su dueño contra los

riesgos que corre en la amortización del capital mismo, si éste se transforma en

Page 37: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

39

instrumentos de trabajo que se consumen con el tiempo. Del mismo modo, el

empresario que dedica a una obra su tiempo, su inteligencia, que soporta todos los

cuidados, tiene derecho a una justa remuneración que le permita vivir según su

condición, a él y a su familia. Pero si, hechas todas las deducciones del interés, de la

amortización y de los salarios queda un beneficio, ¿a quién pertenece este beneficio?

Si va todo entero al empresario, ¿se viola la justicia? Sería difícil afirmarlo, pues

parece conforme a la estricta justicia que el beneficio pertenezca a aquel que con sus

riesgos y peligros ha puesto en una obra honesta su fortuna y su trabajo y ha pagado a

sus colaboradores el salario convenido.

Sin embargo, ¿no sería mejor todavía y más conforme a la equidad que, en el

beneficio neto, hubiera una parte para el obrero? Sin duda, él ha recibido ya,

suponemos, el salario justo que le pertenece por derecho. Pero, ¿acaso no ha arriesgado

él su propia vida? ¿No ha gastado sus fuerzas y colaborado con su trabajo en la

obtención de los beneficios? Por tanto, sería bueno que el obrero fuese admitido a una

parte proporcional en el reparto de estos beneficios.

Esto es algo que se practica ya en algunas fábricas, en las que los obreros

participan de la prosperidad de los negocios y reciben parte de los beneficios. La parte

que en ese caso volvería a los obreros podría no serles distribuida individualmente, sino

ser dedicada ventajosamente al servicio de los intereses generales tales como las cajas

de seguros, los montepíos, etc. ¡Cuán eficaz sería este modo de actuar para restablecer

la paz en las relaciones entre el capital y el trabajo!

II. El interés, la usura. – Pero ¿corresponde una parte del producto al capital,

solamente prestado? Dicho de otra manera, ¿puede el dinero, con justicia, pretender un

interés?

1. Como tesis absoluta, el préstamo propiamente dicho, el mutuum, si no

interviene ninguna circunstancia que le cambie su naturaleza es esencialmente gratuito.

El carácter del préstamo propiamente dicho, hecho al pobre en desamparo, consiste en

ser un servicio gratuito. Exigir un interés por un servicio que debe ser gratuito es violar

la naturaleza del contrato, es cometer la usura, cien veces condenada por la Iglesia1.

2. Pero, ¿hay circunstancias extrínsecas que modifican las condiciones del

contrato de préstamo?

La Iglesia ha admitido siempre como posible el hecho de que hay títulos

(razones) particulares que no son intrínsecos al préstamo y que dan derecho legítimo a

recibir un interés. Así, el perjuicio sufrido (damnum emergens), el beneficio previsto no

obtenido o la falta de ganancia, como se dice en estilo comercial (lucrum cessans) y el

riesgo particular al que está expuesto el capital (periculum sortis) pueden dar al

prestamista el derecho de reclamar una justa indemnización, que no tiene nada que ver

con un interés percibido en virtud misma del préstamo (De Pascal, Phil. Morale et

sociale, pág. 588).

1 Nosotros damos solamente este motivo de la gratuidad esencial al contrato de préstamo.

Algunos otros autores hacen valer también el argumento de la esterilidad del dinero, que de por sí es

improductivo. Cf. GURY-BALLERINI, de Mutuo.

Page 38: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

40

3. Estos diversos títulos se pueden encontrar en todas las épocas de la historia.

¿Pero hay, en nuestra época, condiciones particulares que modifiquen todavía más el

préstamo de los capitales?

El estado actual de la industria y el comercio ¿ha dado al dinero un empleo tal,

que el dinero haya adquirido una especie de fuerza productiva y que dé así derecho,

como la tierra, a la percepción de una ganancia?

El P. Lehmkuhl lo cree1. El P. Liberatore lo enseña positivamente para los

capitales dedicados a un negocio comercial o industrial. “Si el capital, rigurosamente

hablando, no es un agente de producción, es sin embargo un elemento y un medio de

producción digno, por este título, de retribución”2.

4. Pero si el interés adquiere, por razón de las circunstancias, una cierta

legitimidad, la teología y la razón están lejos de justificar por esto toda especie de

interés. El tipo de interés puede fácilmente superar el límite de la justicia y llegar a ser

una verdadera usura. Si los capitalistas se aprovechan de los apuros de los empresarios

para aumentar sus exigencias, el préstamo hiere manifiestamente la equidad.

5. ¿Qué decir de aquellos capitales que no hacen más que circular, de los

capitales de banco? Exigen un interés que corre siempre en todas las hipótesis y que

aumenta singularmente el precio de todas las cosas. ¡Cuán amenazadora es aquí la

injusticia!

Gracias al tráfico del dinero, ¡cuántos hombres viven y se enriquecen sin realizar

ningún trabajo útil y a expensas de los trabajadores! ¡Cuántas empresas serias

arruinadas, cuántas fortunas de particulares gastadas, cuántas granjas abandonadas

como consecuencia del comercio inmoral de los capitalistas!

“Cuando el tráfico del que es objeto el dinero, dice monseñor Lachat, se haya

desarrollado con toda su fuerza, cuando haya ejercido todas sus influencias, cuando

haya dado sus últimos frutos, acaso nos lamentaremos, pero demasiado tarde, de que no

se haya puesto un dique más inflexible a este tráfico que se considerará, no sin razón,

como uno de los primeros asaltos de un agiotaje que siempre termina arruinando a las

sociedades con el pretexto de multiplicar las riquezas3”.

Por otra parte, el capitalismo se destruye ya a sí mismo: el interés ha bajado de

un 5 % a un 2,5 %; ¿no es esto ya un homenaje tributado a los derechos del trabajo?

Por tanto, no se puede hacer otra cosa sino apresurar con todos nuestros deseos

el retorno de un estado económico mejor, en el que las prescripciones de la Iglesia

encuentren su benéfica aplicación.

1 Theol. Mor., I, 696 y siguientes.

2 LIBERATORE, op. cit., pág. 245. – Nosotros debemos por otra parte considerar la cuestión,

como una cuestión que permanece abierta. La Santa Sede lo indica en sus decisiones recientes,

particularmente, en un decreto del Santo Oficio del 31 de agosto de 1830, y en otros dando respuestas que

se refieren a esto, en los que declara que los que prestan al tanto por ciento legal, o que prestan a interés a

los comerciantes no deben de ser inquietados, con tal que ellos estén dispuestos a someterse a toda

decisión definitiva que sea formulada por la Santa Sede. (Santo Oficio, 18 de agosto 1830. – S. Poenit., 14

agosto 1831, etc. ). Cf. GURY-BALLERINI, t. I, pág. 725 y siguientes. 3 Citado por el P. de Pascal, op. cit., pág. 597.

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41

12. – Bibliografía

La Encíclica sobre la condición de los obreros.

T. MEYER, S. J., La question ouvrière et les principes fondamentaux de la

sociologie chrétienne, traducido por el Dr. Fritsch (En Lethielleux, rue Cassette).

R. P. de PASCAL, Philosophie morale et sociale, (En Lethielleux, Le pouvoir

social et l’ordre économique, apéndice al III volumen de la Philosophie scolastique de

ELIE BLANC, París, Vic et Amat).

LIBERATORE, S. J., Principes d’économie politique, traducido por Sylvestre

de Sacy (Oudin, 10, rue de Mézières, París).

Monseñor DOUTRELOUX, obispo de Lieja, Lettre pastorale sur la question

ouvrière (En Dessain, Lieja).

Sobre la propiedad consultar la Encíclica; KETTELER, op. cit., Premier

sermon; SANTO TOMÁS, Suma teológica., IIa, IIae, q. 66, a. 2; BOURDALOUE,

Deux sermons sur l’aumône.

Sobre el interés y la renta, OTT, op. cit. Vol. I, pág. 370 y siguientes, pág. 406 y

siguentes; LEHMKUHL, S. J., Théologie morale, vol.I, pág.681 y siguientes.

CARRIERE, Traité de la justice.

Suma de santo Tomás, segunda parte: las cuestiones relativas a la justicia.

JOSEPH BURG, De la vie sociale, politique et religieuse des nations modernes,

(En Sutter, en Rixheim, Alsacia).

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43

CAPÍTULO II ________

ESTADO LAMENTABLE DE LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA

Las naciones, como los individuos, dejan a veces de ser sabias. Abandonan la

religión y las buenas costumbres de los antepasados.

Las naciones cristianas, y Francia en particular, estaban cansadas de la dirección

maternal y tutelar de la Iglesia. Se volvieron hacia el paganismo. Quisieron hacer un

nuevo ensayo de sus principios y de sus costumbres. Vemos a dónde han llegado, tanto

desde el punto de vista moral como del punto de vista material. Constataremos un

malestar social universal en la familia, en las costumbres, en las relaciones sociales y

será fácil aproximar estas consecuencias funestas a su causa, que es la violación de los

principios enunciados en el capítulo primero.

A. EN LA FAMILIA

1. – La despoblación

“Creced y multiplicaos”. Es la ley de la naturaleza y es la ley divina. Al hombre

le gusta verse rodeado de retoños numerosos. Son su fuerza, su consuelo y su honor.

Pero el egoísmo contemporáneo, el amor al lujo y el sensualismo han cambiado

todo eso. He aquí, por lo demás, el hecho brutal. Es el cuadro oficial del crecimiento de

la población en Europa en 1891:

Rusia 800.000

Alemania 675.000

Inglaterra 368.000

Italia 270.000

Holanda 60.000

Francia 10.500

Y todavía más, estos 10.500 son extranjeros emigrados a Francia. En realidad,

los fallecidos en 1891 han superado a los nacidos en 10.505 personas. En 1892, la

disminución fue de 20.041 habitantes.

La raza francesa está en decrecimiento, mientras que en 1881 el crecimiento era

todavía de 108.000 habitantes cada año.

Page 42: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

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La cifra anual de nacimientos era, aún en 1881, de 937.000. En 1886, no había

nada más que 880.000. Ha caído en 1891 a 838.000. Es un descenso de 100.000 en

nueve años.

En 1892 la población del departamento del Aisne ha disminuido en 1.438

habitantes y la mayor parte de nuestros departamentos están casi en el mismo punto, si

exceptuamos algunas regiones de costumbres más católicas.

Si el movimiento de la población se mantiene según las mismas relaciones, de

aquí a cincuenta años los Estados Unidos contarán con 200 millones de habitantes,

Rusia 160 millones, Alemania 90 millones, Gran Bretaña 65 millones, y Francia 40

como máximo. Estará como ahogada en medio de este inmenso desarrollo de seres

humanos.

Sobre 1.000 familias, 200 en Francia y 324 en París no tienen hijos; 338 en

Francia y 200 en París tienen tres hijos como mucho. Son, pues, solamente un tercio de

las familias en Francia, y un quinto en París, las que aportan el contingente normal de la

población. Estas cifras las proporciona el señor Levasseur, del Instituto.

La comparación de la cifra de nacimientos en las diferentes naciones de Europa

no es menos desconsoladora. Rusia ocupa el primer puesto con 50 nacimientos por año

sobre 1.000 habitantes. Francia ocupa el puesto vigésimo noveno y último entre todas

las naciones grandes y pequeñas, con 27 nacimientos sobre 1.000 habitantes.

Las causas de esta parada en el crecimiento de la población son, en primer lugar;

el cálculo opuesto al deber; la inmoralidad, que está en proporción al debilitamiento de

los principios religiosos y de la inestabilidad de los hogares, la prostitución provocadora

en las ciudades; la promiscuidad que nace de los alojamientos reducidos y de la mezcla

de sexos en las fábricas.

Es preciso tener el valor de quitar el velo que cubre esta herida y confesar otras

causas, tales como los desórdenes contra natura, que crecen paralelamente a la

infidelidad, la negligencia de los primeros maestros de la infancia, indiferentes a la

moral, sobre todo después de las leyes escolares; la precocidad culpable a consecuencia

del nerviosismo de los temperamentos actuales; el internamiento de la juventud en los

cuarteles; los obstáculos puestos al matrimonio de los obreros por la complicación de

las formalidades que hay que cumplimentar; los retrasos forzosos del matrimonio en el

ejército y entre los funcionarios, los industriales, los empleados administrativos o

civiles, los agentes del Estado, a causa de la necesidad de esperar una promoción, una

posición segura.

Finalmente está la insuficiencia de la lactancia de muchos niños cuyas madres

no los pueden alimentar, y la falta de conciencia de la mayor parte de las nodrizas no

cristianas; las estadísticas hechas por los socialistas añaden, con pruebas irrefutables, la

mortalidad precoz entre los obreros de muchas industrias y, sobre todo, entre los

descendientes de los obreros de la ciudad.

Callamos las otras causas que hace notar cierta clínica. Vitio parentum rara

juventus (HORACIO).

Page 43: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

45

Los médicos acusan también una disminución en la aptitud de la raza, que ha

degenerado en relación a la natalidad. ¿Cómo no ver en ello un castigo divino? ¡Hay en

Francia dos millones de familias sin hijos!

Para ser justos, añadamos que la natalidad comienza a decrecer en todas las

naciones de Europa.

2. – El divorcio

Como remedio a la despoblación, los judíos nos han impuesto la ley del

divorcio. Es una vuelta atrás de dos mil años.

Ahora bien, he aquí la escala tan tristemente progresiva de estos atentados a la

familia cristiana.

En 1886 2.950 divorcios

En 1887 3.636

En 1888 4.708

En 1889 4.786

En 1890 5.437

En 1891 5.752

En 1892 5.772

De aquí millares de niños escandalizados, rechazados y a menudo abandonados.

Nótese que los divorcios son todavía raros en nuestros departamentos más

católicos.

En Bretaña y Lozère casi no se dan divorcios. En nuestro departamento del

Aisne se dan en una proporción de 8 por cada 1.000 matrimonios1.

En 1884, los matrimonios en Francia eran todavía 289.000 y en 1890 han bajado

a 269.000.

¿La causa de este retroceso está en la ley del divorcio o en la moral laica?

3. – Los nacimientos ilegítimos

Su número va creciendo cada vez más.

En París, en 1893, el mes de enero nos da una cifra de 4.772 nacimientos, de los

cuales 1.249 ilegítimos; esto es más de la cuarta parte.

En febrero, 4.972 nacimientos, de los cuales 1.432 ilegítimos; esto es cerca de la

tercera parte.

1 En Inglaterra, se eleva la cifra de divorcios a uno por cada 537 matrimonios; en Rusia, uno por

cada 450; en Austria, uno por cada 169; en Francia, uno por cada 62 y en Dinamarca, uno por cada 36. En

cuanto a las grandes ciudades, Berlín tiene el récord: ¡un divorcio por cada 17 matrimonios!

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La proporción es la misma en todas nuestras ciudades; en 1892, el Departamento

del Aisne contaba 1.388. En San Quintín, en noviembre de 1892 hubo 56 nacimientos

legítimos y 22 ilegítimos; diciembre da la cifra de 67 nacimientos legítimos y 34

ilegítimos.

En Bélgica, Bruselas tiene el 38% de nacimientos ilegítimos, Lieja el 33% y

Amberes el 22%.

Berlín y Londres están también enfermas.

¡Este estado social tan desesperante no es el descrédito echado sobre la familia

con el divorcio el que lo remediará!

4. – Los infanticidios

He aquí un género de crimen que alcanza un desarrollo sin precedentes hasta

ahora, en una tierra cristiana y que nos lleva de nuevo al nivel de las costumbres

bárbaras: el infanticidio.

En un informe a la Academia, el Dr. Brouardel dice que él ha hecho, él solo, 326

autopsias por presuntos infanticidios. Después de diversos detalles de estadística

médica, el eminente facultativo añade: “La frecuencia de infanticidios en Francia va

creciendo cada día”.

Tengamos en cuenta que, en este punto, la provincia no se queda atrás respecto a

la capital. Nadie ignora que no hay casi vistas en la audiencia de lo criminal donde no

estén inscritas en el turno muchas causas de infanticidios. ¡Y en qué condiciones de

barbarie o de cinismo se cumplen, en la mayor parte de los casos, estas fechorías que,

muy a menudo, encuentran jurados muy indulgentes!

La diversidad de las prácticas abortivas y su vulgarización tienen un lugar

importante en las causas de la despoblación; su frecuencia es tal que, muchas veces, los

tribunales han debido renunciar a hacer uso de los resultados de sus informaciones

judiciales y muchas de estas prácticas escapan a toda represión humana.

5. – Los niños abandonados

Otro signo de progreso.

Estas informaciones se encuentran en un proyecto de ley elaborado por el

Consejo superior de la Instrucción pública.

¡El número de niños que la caridad oficial debe tomar a su cargo en París es

alrededor de 50.000!

Además, los niños abandonados ocupan un lugar muy considerable. Durante el

año 1880, la cifra de admisiones se eleva a 3.547. Y esta cifra va creciendo.

Page 45: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

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En estas cifras, se trata sólo del departamento del Sena. ¿A qué espantosa cifra

total se llegaría si hiciésemos una suma total con los datos de los otros departamentos?

En San Quintín, la casa de familia del Patronato San José acoge cada semana

alrededor de dos niños abandonados, niños muy dignos de interés.

6. – La criminalidad en la infancia

He aquí otro síntoma del progreso, el más doloroso entre todos; el número

siempre creciente de criminales e incluso de asesinos apenas salidos de la infancia.

Hace 10 años, las estadísticas informaban que había cada año 16.000 criminales

menores de 20 años. En 1892, ha habido 41.000.

De 1889 a 1891 han sido detenidos en París 40.000 muchachos y 13.000 chicas

menores de 16 años por hechos de prostitución. ¿No son elocuentes estos hechos? Son

el fruto de la laicización de la enseñanza y de la ausencia de la religión en la educación

en el seno de la familia.

Entre los crímenes cometidos en Francia por los niños contamos:

30 asesinatos,

39 homicidios,

3 parricidios,

3 envenenamientos,

33 infanticidios,

4.213 golpes y heridas,

25 incendios,

153 violaciones,

11.852 delitos diversos,

______________ __________________

Total: 17.000 crímenes y delitos.

Estos son los frutos de la famosa ley escolar. Y estas cifras son el balance de su

fracaso. Lo confiesan cada día, sin pretenderlo, los filósofos, los literatos y los

periodistas, que están lejos de ser clericales. Pero, ¡por desgracia!, el consortium

masónico de la Cámara no cede y Francia se deja aún hacer.

7. – Los suicidios de niños

En estos últimos años, el aumento del número de suicidios sigue una progresión

continua y rápida.

De 7.572 en 1884 se han elevado a 8.451 en 1888. París solo cuenta con

alrededor de 60 al mes.

Entre estos 8.451 suicidios, en 1888, había 1.788 mujeres; y, lo que es más triste

todavía constatar, 65 de estas desdichadas no habían cumplido los 16 años y 383 tenían

entre 16 y 21 años. En el conjunto, es preciso contar que una cuarta parte de los

Page 46: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

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suicidios son de niños y adolescentes. Cada día los periódicos nos revelan algún

suicidio de un colegial o escolar.

Éste es un hecho nuevo. En otro tiempo, los suicidios en la infancia eran muy

excepcionales. Esto muestra el vacío horroroso que deja en las almas la ausencia de la

idea cristiana del sacrificio. Sólo la religión católica da un sentido al sufrimiento, a la

prueba moral, a la desgracia, a la humillación inmerecida, al dolor profundo. Sólo ella

puede, mediante la oración y la gracia de los sacramentos, reconfortar las almas que el

mundo dejaría en la ignominia y el abatimiento.

B. EN LAS COSTUMBRES

8. – Permisividad de la prensa, delitos y escándalos

Por lo que respecta a la decadencia de las costumbres, señalemos brevemente la

permisividad de la prensa, la multiplicación de los delitos y de los suicidios y el

comercio inmoral a los cuales recurren incluso aquellos que están en los puestos altos

de la escala social.

Mediante el libro y el periódico, todo aquello que es respetable es vilipendiado;

los principios de orden y de paz social son criticados severamente; las malas pasiones

son excitadas sin motivo.

Si una gran parte de la prensa ha llegado a este punto de corrupción, ¿habrá que

admirarse de que varios de sus representantes vayan a poblar las celdas de la

Penitenciaría por haber puesto sus acciones al nivel de la perversión de su espíritu?

¡Qué horrorosos progresos también en la criminalidad general! En 1880, los

delitos perseguidos en Francia alcanzaban ya la cifra de 167.000. Han subido a 700.000

en 1892.

Los suicidios también siguen una progresión continua y rápida. De 7.500 en

1884 han subido a cerca de 9.000 en 1892. Hay, pues, en la actualidad 1.500 suicidios

más por año que los que había hace diez años. Y el aumento se nota sobre todo en los

suicidios de niños. Este es el fruto de la educación sin Dios.

Por lo que respecta al comercio inmoral, ¡ay de mí! Todo ha sido subastado en

estos últimos años con los votos en la Cámara, las elecciones, las protecciones

administrativas. Cada día se descubren nuevos escándalos en los grandes negocios y en

la vida pública. Tienen su rúbrica en los periódicos y forman un capítulo aparte. Hasta

el punto de preguntarse si no sería preferible, por el honor de Francia, ocultar el mal

más bien que descubrirlo y castigarlo.

9. – La permisividad de las calles

Es preciso que el mal sea muy grande para que se haya formado una liga, poco

sospechosa de clericalismo y de mojigatería, que intenta poner remedio.

Page 47: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

49

Se ha celebrado un congreso en el que se ha escuchado al señor Julio Simon, al

señor Gréard, al señor Mézières, al señor Federico Passy. Protestan contra las

provocaciones con las que se realiza la prostitución en las calles y contra la difusión de

libros y dibujos escandalosos.

Sesenta Consejos generales se han adherido a esta liga.

Es preciso para esto que el mal sea muy espantoso.

Señalemos, también, el desafío constante lanzado al pudor por el arte

contemporáneo que empuja al exceso, a la intemperancia pagana del Renacimiento.

10. – El alcoholismo

En 1870 se consumían en Francia 600.000 hectolitros de alcohol, es decir, un

litro y medio por habitante. En 1890 se consumían 1.700.000 hectolitros, o sea, 4 litros

y medio por habitante. Y, ¡qué alcohol! En 1885 se dedicaron al consumo 23.240

hectolitros de aguardiente. Es un verdadero envenenamiento. Todos los otros alcoholes,

sobre todo en estado de rectificación imperfecta, contienen venenos peligrosos.

Hay actualmente 442.000 establecimientos de bebidas en Francia, de los cuales

27.000 están en París.

Es un establecimiento por cada 87 habitantes, esto es 50.000 más que en 18701.

En 1885 se bebieron en París 57.000 hectolitros de ajenjo (absintio). En 1892 se

bebieron 129.000; el consumo se ha duplicado en siete años

El resultado de estas costumbres es un temperamento excitable y, a menudo,

desequilibrado de los hijos; la descendencia de los alcohólicos, por otra parte, se para

muy a menudo en la cuarta generación.

Hay que notar que la subida de los impuestos sobre el alcohol conduce a dar al

obrero bebidas todavía peores. Falta vigilancia y represión eficaces. El único medio

legal que produce efectos serios es el aumento notable de las patentes. Esta medida

induce al cierre de un gran número de establecimientos de bebidas2.

C. EN LAS RELACIONES SOCIALES

11. – La depauperación

Sumando en las estadísticas los suicidios, los niños que mueren de atrepsia

(desnutrición) y los ancianos muertos por la miseria o de inanición, descubrimos que la

miseria física o moral causa la muerte en Francia de 100.000 personas cada año.

1 En los pueblos mineros de Bélgica hay un despacho de bebidas por cada 4 adultos. Una taberna

por cada tres casas obreras. Lens tiene 160 casas obreras y 110 establecimientos de bebidas. Toda la

región de Mons está en la misma situación. 2 Un estudio muy interesante y profundamente sugestivo sobre el alcoholismo ha sido publicado

por la Semaine religieuse de Cambrai en su suplemento: Le Dimanche.

Page 48: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

50

El presupuesto de la Asistencia Pública en París debe atender a las necesidades

de 44.000 niños asistidos. Socorre 367.000 pobres a domicilio y mantiene 154.000 en

los hospicios y hospitales.

La proporción es la misma en todas nuestras grandes ciudades.

La miseria no es menor en la zona rural.

Un gran número de los hijos de los obreros mueren los primeros días después de

su nacimiento. Las madres se ven obligadas, por la necesidad, a quedarse en el taller

hasta su alumbramiento y a retomar el trabajo pocos días después.

Sin duda, “siempre habrá pobres”: la previsión organizada y la caridad

espontánea están para aliviar la situación de los incapaces de trabajar; pero, en el seno

de una civilización avanzada, la existencia de clases enteras a las que habitualmente les

faltan los medios de subsistencia es un estado contra natura, engendrado por la

economía liberal y por los principios sociales de la Revolución.

Uno de los fines de la sociedad es, precisamente, el de ayudar a los miembros,

por medio de una buena organización social, a escapar de la opresión de la miseria.

La tierra es suficientemente rica como para alimentar a todos sus habitantes. No

es una persona razonable la que cree que la miseria de un gran número de personas sea

una ley de la naturaleza.

Y sin embargo...

12. – El capitalismo

¡Capitalista! Esta palabra, a menudo, hoy se toma en el mal sentido: necesita ser

explicada.

No existían capitalistas en la Edad Media. Había ricos señores feudales que

habían recibido en el momento de la conquista hermosas tierras en recompensa de su

valentía. Había ricos comerciantes en Venecia, en Génova, en Brujas y en Amberes que

habían obtenido cuantiosos beneficios con las mercaderías traídas del Oriente. Los

oficios no producían grandes fortunas. Daban para vivir de una manera honorable y

burguesa.

Entre los señores feudales y los grandes comerciantes, había ricos buenos y

malos. Eso dependía mucho del ejemplo que venía de arriba, del rey y de la gente de

Iglesia. Cuando ejercían su benéfica influencia san Francisco, san Bernardo o san Luis,

todo iba mejor y el bien aventajaba al mal.

Después, con el gran cisma de Occidente y la guerra de los Cien Años, el mal

había llegado a su apogeo. Europa estaba entonces madura para la herejía protestante,

enfermedad mundial que tiene sus fases: el racionalismo, la revolución, el liberalismo,

el socialismo; enfermedad de la que Cristo nos ofrece la curación, si queremos escuchar

a su Vicario en la tierra.

Page 49: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

51

Pero volvamos al capitalismo. Se entiende por tal el empleo de fondos

adquiridos por el ahorro en inversiones ventajosas sin trabajo personal.

El capitalismo comenzó con el arrendamiento de tierras después de la abolición

de la servidumbre. La Iglesia, las corporaciones y los señores feudales al no tener ya

siervos para cultivar sus tierras, las arrendaban por un “bail” (contrato de

arrendamiento) o, lo más frecuente, por un contrato de aparcería (métayage).

¿Por qué no? El propietario decía al trabajador: “Yo tengo tierras y tú tienes

brazos y saber profesional, unamos juntos estos factores y repartiremos los productos”.

De la aparcería (métayage) al simple alquiler (loyer) el paso no es injusto. El

propietario dice al granjero: “A nuestro contrato de asociación añadamos un contrato de

seguridad. Concédeme una renta fija basada en la mitad de la aparcería. Si los años son

buenos tendrás buenos beneficios, si son años de escasez tú comerás de tus ahorros”. Y

este contrato mixto ha pasado a nuestras costumbres.

Al capital de bienes raíces se ha añadido pronto el capital dinero. El propietario

se dice: “Puesto que puedo arrendar mis tierras, ¿por qué no podría yo alquilar o prestar

o colocar mi dinero al comerciante o al industrial? Él lo hará producir y me dará una

parte del beneficio; es su interés y el mío”. Y esta parte del beneficio, pronto ha venido

a ser, siempre por el principio de seguridad, una renta fija anual.

La Iglesia vaciló mucho tiempo en sancionar este nuevo contrato. Se parecía

mucho al préstamo usurero que hacía el mal rico al pobre que estaba en apuros,

demandándole más que lo que él le había prestado.

Sin embargo, la corriente nueva lo llevó adelante y la colocación del capital a

interés vino a ser práctica universal. Sobre la cuestión teórica hay todavía dos escuelas

en teología. Unos, los modernos, con Liberatore, Ballerini y Lehmkuhl, opinan que se

trata de un contrato perfectamente legítimo y totalmente diferente al préstamo usurero y

opresivo del pobre: el préstamo moderno, dicen ellos, no es un mutuum, es una

inversión, un alquiler, un contrato sui generis.

Otros sostienen que el régimen actual es solamente tolerado por la Iglesia, que el

dinero es esencialmente improductivo y que un futuro mejor volverá a traer otras

costumbres comerciales e industriales. Unos y otros se apoyan en Santo Tomás y en la

teología clásica, que interpretan de manera diferente.

Permitido o tolerado, el hecho se da y es así como muchos capitalistas viven de

las rentas de su dinero colocado en préstamo, sin trabajo personal.

Mal que les pese a los más rígidos de la extrema derecha y de la extrema

izquierda, teólogos demasiado rigurosos o socialistas marxistas, nos tememos que eso

no es absolutamente injusto. El capital colocado (en préstamo) proporciona servicios

que merecen ser recompensados. Tiene su cometido útil en la sociedad. La gran carta

económica de León XIII no lo condena. La Encíclica dice que el capital y el trabajo

deben entenderse y armonizarse; no dice que el capital debe abdicar.

Page 50: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

52

Pero para que el capital no excite la envidia y el desprecio hacen falta dos cosas:

la primera, que haya sido legítimamente adquirido, y la segunda, que sus rentas sean

noble y legítimamente empleadas.

¿Es legítimamente adquirido el capital cuando un industrial se queda con la parte

del león en su fábrica, cuando no da a los trabajadores sino un exiguo salario, sin parte

alguna de los beneficios, y sin ninguna institución moral o económica? Nosotros no lo

creemos así.

¿Es legítimamente adquirido el capital que es fruto de la especulación, de una

jugada de Bolsa, del acaparamiento o de alguna otra artimaña de la usura moderna?

Nadie lo sostendrá.

¿Son empleadas noblemente las rentas del vividor escéptico y libertino que vive

las novelas de Zola en los barrios más podridos de la Babilonia parisina?

¿Son cristianamente empleadas las rentas del hijo de familia juerguista o incluso

simplemente amigo del placer ante todo; de los jóvenes que estigmatizaba el P. Olivier

en un discurso que causó sensación; de esos jóvenes que destacan en el arte del cotillón,

que saben montar a caballo, que saben silbar para reunir a los perros, que no faltan a una

steeple-chase (carrera de obstáculos) ni a un rallye-paper y que no conocen en sus

vidas otro objetivo más serio que ése?

¿Están cristianamente empleadas las rentas de un rentista que vive plácidamente

en su egoísmo, con algunas prácticas religiosas, si queréis, pero sin obras, sin acción

social cristiana, sin estudios serios, sin una piedad iluminada y activa hacia las personas

que sufren? No.

Son todas estas formas de capital mal adquirido y de rentas mal empleadas las

que han deshonrado al capital y hecho gritar contra el capitalismo.

Para escapar del punto de mira de la envidia, tan natural en el hombre, el capital

debería ser absolutamente justo y cristiano en su origen y en su empleo.

13. – El malestar en la industria

La gran industria es naturalmente inestable. Tiene años de prosperidad, después

ocurren de improviso nuevas invenciones, un desplazamiento de los mercados, la

superproducción, la elevación de los derechos (de aduanas) en las fronteras, etc. y el

estado de crisis sucede a la prosperidad.

Esta inestabilidad ocasiona situaciones delicadas en las que sería preciso un gran

fondo de justicia, de moderación, de paciencia, de caridad. Y nosotros estamos lejos de

todo esto.

El obrero tiene a menudo justos motivos de descontento: disminución de los

salarios, exageración del trabajo, dirección tiránica, etc., etc.

Page 51: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

53

Los líderes políticos o ideólogos saben explotar estas dificultades y sublevar las

muchedumbres en beneficio de su popularidad.

De ahí un estado habitual de antagonismo, de reuniones tumultuosas, de

personas puestas en cuarentena, de huelgas y de amenazas.

Del lado de los patronos, constatamos un malestar correspondiente: la

desconfianza exagerada, un trato brusco, el rechazo a escuchar las quejas, las

retenciones múltiples, las disminuciones de salarios, a veces, no justificadas, los

despidos efectuados a la ligera.

En este estado de lucha, la competencia de los patronos extranjeros e incluso la

de los obreros extranjeros viene a complicar la situación.

La verdad es que hay en los dos lados una falta de moralidad que impide el

entendimiento. La intervención de la fuerza no puede nada. Ante el rigor de las leyes o

la violencia de las huelgas, le quedará al patrono el recurso de cerrar su fábrica.

Éste es el callejón sin salida en el que se gastan las fuerzas vivas de la sociedad.

14. – La ruina del pequeño comercio y de la pequeña industria

Los grandes almacenes y las Sociedades anónimas hacen desaparecer el pequeño

comercio y la pequeña industria.

Una infinidad de hogares, donde se gozaba de la paz y de un modesto desahogo

mediante un trabajo moderado, son abandonados: se va a vivir a las fábricas, tan

malsanas para el alma como para el cuerpo, o en los barracones del comercio al por

mayor, con el agotamiento en perspectiva, manteniéndose despiertos a fuerza de

alcohol, con el aire viciado y la tisis al final.

La siguiente estadística da una idea de esta migración.

Por cada 10.000 habitantes había: En 1840 En 1885

Panaderos 28 13

Carniceros 19 11

Sastres 92 39

Zapateros 151 40

Carpinteros 63 20

El maquinismo, como quedó demostrado en la Conferencia de Berlín de 1890,

habiendo puesto en obra la enorme fuerza de 50 millones de caballos de vapor, dejó sin

trabajo a millones de obreros. El pequeño oficio ha sido así destruido y poblaciones

enteras se han encontrado abandonadas a las especulaciones de la industria, sin regla ni

freno. La libre concurrencia, empujada por el apetito del lucro, se ha puesto a producir

con una rapidez vertiginosa, a producir cada día más, para superar en cantidad y en

precio el producto del vecino...

Page 52: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

54

Se ha dejado de hilar, de hacer punto, de festonear, de tejer a domicilio, y la

familia obrera se ha desmembrado; los artesanos, agrupados hasta nuestros días con los

miembros del mismo hogar alrededor de sus oficios, han sido aglomerados en bandadas

considerables, dejados a la merced del número todavía más que de los capataces, de los

directores o de los patronos.

Primeramente, el obrero pudo ganar el triple y el doble de lo que él ganaba en su

casa; vendió su casita, sus pocas tierras y se vino a residir a la ciudad, donde perdió la

calma de la existencia y la seguridad moral. Pronto, la inestabilidad del comercio o de la

moda forzó a disminuir los salarios, precisamente cuando el obrero había contraído la

costumbre de gastar y consumir.

Muy a menudo, las fluctuaciones de la oferta y la demanda, la disminución o la

interrupción de los negocios o el paro ponen en la calle a cantidad de personas honestas

y, así, las familias que han dejado los campos para conseguir un salario más elevado se

encuentran expuestas a una tremenda e inmerecida miseria.

15. – La decadencia de la pequeña propiedad

Pero, ¿por qué han dejado el campo?

La población agrícola representa el 60% de la población total del país; vivía

sobre todo del trigo; ahora bien, hay superproducción en el extranjero: Rusia, América,

Hungría, la India, pueden, a capricho de los especuladores, inundarnos con sus

productos y en estos países los gastos de explotación son mínimos en comparación con

los nuestros. El delgado hindú trabaja por diez céntimos de franco al día, mientras que

es preciso pagarle dos francos con cincuenta céntimos o tres francos a nuestro obrero.

La aceleración de las vías de comunicación les ha puesto en concurrencia; el

aprovechamiento de las tierras del Nuevo Mundo y la facilidad de traer los productos de

todos los países a los puertos europeos, así como la facilidad de distribuirlos en el

interior del continente por las vías navegables o por las vías férreas, producen la

depreciación de las rentas y del valor de las tierras en nuestros países. Añadamos a esto

que, después de la supresión de los pequeños oficios, muchas personas poco

acaudaladas tienen dificultad para vivir en el campo.

El reparto forzoso en partes iguales entre los hijos, del patrimonio paterno,

conduce al atomismo de la familia y a la subasta del pequeño patrimonio que ninguno

de los hijos puede volver a comprar; motivo por el cual éstos deben buscar fortuna en

otro lugar y, así, las fuertes razas de nuestros campesinos se extinguen o terminan en el

proletariado.

“En el espacio de ocho años, dice el señor Urbain Guérin en su libro de la

Evolution sociale, han tenido lugar 8.658.546 ventas, habiendo sobrepasado el número

de 15.716.000 las hectáreas vendidas, es decir, más de un tercio de la superficie

cultivable de Francia”. Esta movilización del suelo y de las familias aniquila las

tradiciones y la influencia de los ancianos.

Page 53: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

55

Se calcula en dos mil millones de francos los bienes del clero de los que se ha

apropiado el Estado. Hay que añadir a éstos otros quince mil millones más por los

bienes confiscados a las corporaciones, a las obras de enseñanza o de beneficencia y a

los municipios. Estos bienes eran una reserva atesorada durante siglos de trabajo y de

caridad para la utilidad del pueblo.

La venta de los bienes comunales y la supresión de los derechos de uso han

contribuido a hacer la existencia más difícil en los campos y, así, a empujar las

poblaciones hacia las ciudades donde la codicia es excitada por la cercanía del lujo y de

la miseria.

Todas las leyes y medidas fiscales que favorecían la pequeña propiedad, la

pequeña posesión familiar, la home-stead (la granja), serían medios de salud para la

raza, para las costumbres, para la paz social; pero, ¿tienen tiempo nuestros legisladores

de ocuparse de cosas tan prácticas?

16. – La crisis agrícola

Los hechos. – La agricultura está en peligro; es un hecho. Los granjeros más

favorecidos apenas pueden pagar a sus propietarios. Muchos se arruinan. Casi todos han

recurrido a los empréstitos y a las hipotecas. Las tierras mismas han perdido una parte

de su valor. El trabajo de los campos no es ya un honor, porque es poco remunerador.

Se comprenderá la gravedad de esta crisis si se piensa que la agricultura ocupa

en Francia a 19 millones de habitantes. La agricultura nos abastece de casi todos los

productos alimenticios: el trigo, el vino, las patatas, los animales de carnicería, etc. La

agricultura suministra a la industria la mayor parte de sus materias primas: el lino, el

cáñamo, la lana, la seda, la remolacha, etc. Es la clase agrícola la que proporciona más

impuestos y mayor número de soldados. En ella se conserva mejor el vigor de la raza,

así como las costumbres y las tradiciones nacionales. Nada es, pues, más grave para la

patria que una crisis que amenaza con poner en la miseria a una parte tan importante de

la población.

¡Pues bien! Esta crisis hace estragos y sería hora de buscarle remedio si lo hay.

El desastre de las viñas en este siglo ha sido único en la historia. La filoxera ha

llegado, precedida y acompañada de otras plagas, destrozando las propiedades; han

pasado como los pueblos bárbaros, arruinando las viejas sociedades.

Las viñas han sido plantadas de nuevo, pero la crisis no ha terminado. Las

naciones vecinas, España, Italia, Suiza, Baviera, han aumentado sus viñedos y han

aprendido el arte de fabricar bien el vino. Nuestras fronteras se han cerrado por la

ruptura de tratados comerciales. La industria de los vinos artificiales ha crecido

prodigiosamente. Los alcoholes de remolacha, de granos, de harinas han suplantado el

alcohol de vino. ¿Volverán los hermosos tiempos de la viña?

El Norte (de Francia) es la tierra de los cereales, de la remolacha, de las plantas

oleaginosas y textiles. ¿Dónde está? Un estudio concienzudo publicado recientemente

por un gran agricultor del Aisne establece los datos siguientes:

Page 54: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

56

El siglo XVIII había dejado la industria rural completamente agotada durante el

período revolucionario.

En el primer cuarto del nuevo siglo (el XIX), la agricultura comienza a

recuperarse con el restablecimiento del orden bajo Napoleón, de la paz bajo la

Restauración y con el desarrollo del movimiento comercial.

El segundo cuarto del siglo XIX acusa una marcha sensible del progreso agrícola

bajo la influencia de una paz prolongada y de un comienzo de difusión de los

conocimientos científicos aplicados a las industrias agrícolas y a otras.

El tercer período (1850-1876) está marcado por un desarrollo de prosperidad

agrícola e industrial sin precedentes en nuestra historia.

Pero después de 1876, y más exactamente después de 1880, la situación cambió

completamente. Se produjo una crisis, cuya intensidad, rápidamente creciente, alcanzó

su máximum en 1883 y que, en pocos años, volvió a llevar a la agricultura nacional a

una condición casi tan precaria y tan enojosa como la de finales del siglo precedente

(XVIII).

Estos cambios de situación han coincidido con las variaciones correspondientes

en la duración de los productos agrícolas, en los precios de los alquileres, en el valor

comercial de las tierras y en la tasa de los salarios.

En la región al norte de París, entre los años 1800 y 1825, el valor de la

propiedad rural oscilaba entre 600 y 800 francos por hectárea; el precio del alquiler era

de 50 a 60 francos.

Estos precios comenzaron a elevarse en el segundo período, hacia 1830.

Progresaron rápidamente hasta alcanzar y pasar, antes de 1870, las cifras de 90 a 100

francos por el alquiler y de 3.000 a 4.000 francos por el valor comercial de la hectárea.

Pero, ante el golpe de la crisis de 1880 y de los años siguientes, estos precios

cayeron rápidamente y la depreciación alcanzó el 40% de los precios anteriores.

El valor de los principales productos seguía el mismo movimiento. Así, el trigo

valía como media 18 francos el hectolitro en el primer período; en el segundo, poco más

o menos 20 francos; en el tercero, alrededor de 22 francos con 50 céntimos. Después de

1882 ha flotado entre 15 y 16 francos.

La lana valía como promedio 1 franco con 70 céntimos el kilo al comienzo del

siglo. Ha subido a 2 francos con 25 céntimos y ha vuelto a bajar a 1 franco y 30

céntimos.

El ganado bovino para carne se vendía a un promedio de 40 ó 50 céntimos el

kilo; en el tercer período alcanzó el precio de 0,80 francos a 1 franco; desde entonces ha

oscilado a la baja, entre 0,75 y 0,85 francos.

Para las oleaginosas y las textiles la crisis es más grave. Nuestra región ha

debido de renunciar a estos cultivos, en otro tiempo tan rentables.

Page 55: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

57

Pero a medida que los productos disminuían de valor las cargas aumentaban.

La mano de obra diaria, en el campo, a principios del siglo, costaba entre 0,80

céntimos y 1 franco; en el segundo cuarto de siglo, entre 1 franco 24 céntimos y 1

franco 50 céntimos; en el tercer cuarto de siglo llega a 2 francos con 25 céntimos.

El precio de los trabajos a destajo ha experimentado una progresión igual,

incluso más fuerte.

El crecimiento de los impuestos no es menos sensible. Al comienzo del siglo, la

carga de los impuestos (la contribución) por hectárea es apenas de 5 francos; en el

segundo período sube a 8 francos; en el tercero alcanza 10 y 11 francos y en el período

en curso va de 13 a 15 francos según las tasas variables con las que son gravados los

municipios.

Disminución de los productos y aumento de los impuestos es el balance de la

situación agrícola; de aquí los terrenos sin cultivar, la pequeña propiedad sacudida

violentamente, las rentas de bienes raíces reducidas a la mitad, reconstituyéndose las

grandes explotaciones.

Las causas de esta situación. – Hemos indicado ya algunas pintando el cuadro

que precede. Hay algunas como las inclemencias del tiempo, las enfermedades de las

plantas y otras plagas desastrosas que dependen de la Providencia. Para conjurar estas

causas de su desamparo, el cristiano sabe lo que hay que hacer. Debe observar el

Decálogo y rezar.

Otras causas, al contrario, podrían ser desviadas por la organización corporativa

y por las leyes.

La falta de crédito y el aislamiento son irremediables sin las asociaciones. El

granjero no tiene los recursos necesarios para procurarse los instrumentos que él

necesita o para hacer los trabajos que reclama la buena instalación de sus cultivos. Su

aislamiento lo deja a merced de los especuladores y de los intermediarios para todas sus

operaciones de compra y venta. Es la consecuencia del individualismo creado por la

Revolución.

Los impuestos constituyen un peso demasiado fuerte para el agricultor. Paga

hasta el 27% de su renta; el industrial no paga nada más que el 13% y el propietario de

valores mobiliarios el 4% solamente (Ver el discurso de los señores Méline y Ramel en

la Cámara, sesión del 20 de enero de 1894).

La agricultura sufre también las tarifas aduaneras llamadas de penetración que

permiten a ciertos productos extranjeros venir a hacernos, en nuestra casa, una

competencia ruinosa.

El reparto forzoso de las pequeñas herencias y los exorbitantes derechos de

sucesión son también obstáculos para la prosperidad de la agricultura.

Es preciso también señalar la especulación y el agiotaje de las bolsas de

comercio sobre los diversos productos agrícolas y la depreciación del dinero que

Page 56: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

58

permite a los productos de la India (inglesa) llegar a un precio al que nuestros

productores no pueden bajar sin arruinarse.

17. – La especulación y el agiotaje

Es el robo y la inmoralidad a lo grande.

¿Qué decir del negocio del Panamá que amenaza con dejar su nombre a este

siglo? Innumerables vasos de vino, compra de los votos y de las conciencias, exacción,

estafa y el resto.

Recordamos la quiebra de la Unión general en 1882, negocio montado por una

maquinación política. En Lyon se contaron 60 suicidios y se vio saltar todo el Parqué de

los agentes de cambio.

El crac de los cobres de París en 1880. La Sociedad de los Metales, ayudada por

el Banco de crédito, se dedicó al acaparamiento de cobres. Las otras minas hábilmente

aumentaron su producción y el cobre bajó, el Banco de crédito vio caer sus acciones de

1.000 francos a 100 francos y arruinó a sus accionistas.

A miles de millones ascienden las sumas en que han sido timados en las jugadas

de Bolsa los ahorradores franceses, mediante los anuncios engañosos y la charlatanería

financiera que da vida a la prensa. Un estudio serio ha demostrado que, desde hace

quince años, las bancarrotas y las quiebras han hecho perder a Francia más de doce mil

millones.

De este desplazamiento de las fortunas en beneficio de la habilidad y de la mala

fe ha resultado un desconcierto profundo en la conciencia del pueblo, que ve a menudo

aprovechar para el vicio este bien mal adquirido.

Durante este tiempo, las familias “históricas”, para las cuales el honor era

tradicional, decaen y pierden su influencia.

¡Cuántas medidas a tomar contra el acaparamiento, la estafa y la usura!

¿Tendremos nosotros el valor de suprimir los juegos sobre las diferencias de los

valores y las operaciones a plazo en Bolsa? Es dudoso: somos demasiado esclavos de la

Banca judía que en ello obtiene sus beneficios.

¿De dónde viene, también, que el trigo esté barato y el pan sea relativamente

caro? ¿Por qué la remolacha no alcanza un precio remunerador y por qué el azúcar

conserva su precio elevado? ¿Por qué hay, a menudo, una diferencia tan considerable

entre el valor del animal en el establo y el valor de la carne en el mercado o en la

carnicería? ¿Por qué sucede así con muchos de los productos?

Es el hecho que entre el productor y los consumidores no hay solamente

intermediarios, sino que hay también especuladores, lo que ocasiona el encarecimiento

de la vida y la depreciación del trabajo.

Page 57: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

59

El productor sufre y el consumidor se lamenta.

Muchas de las fortunas han crecido de esta manera por medio de la

especulación, a expensas del trabajo y de la vida del pueblo.

La operación a plazo sobre las mercancías puede tener alguna utilidad. El

fabricante que vende sus productos por anticipado se puede basar en esta venta para

determinar la cantidad de materia prima que deberá comprar y la actividad que deberá

dar a su fabricación.

Pero lo más frecuente es que estas operaciones no tengan otros resultados que

los de favorecer la especulación y el agio.

La especulación tiene siempre algo de aleatorio. Es inmoral. El especulador

compra o vende por anticipado siguiendo sus previsiones. Vive sin cesar en la angustia

y corre riesgos incesantes. La especulación está completamente fuera de las condiciones

del trabajo normal, que debe ser retribuido equitativamente sin beneficios excesivos y

sin pérdidas ruinosas.

El agio o agiotaje no es más que un simple juego, una venta ficticia. No hay en

el agio ninguna venta real, ninguna entrega a término fijo. La cuenta se regula

simplemente por el pago de una diferencia, dada por el vendedor, si hay alza y, por el

comprador, si hay baja.

La especulación y el agiotaje siembran desconcierto en los mercados. Ponen en

peligro las fortunas privadas y perjudican a los consumidores mismos produciendo a

menudo el alza del precio de las mercancías.

Tomemos como ejemplo el mercado de lanas en Roubaix.

La prensa de Roubaix debe reconocer que el juego hizo desviar la operación a

plazo de la finalidad de su creación. Bajo la influencia de la especulación y el agiotaje,

sin cesar crecientes, los precios desde hace varios años son presa de un verdadero baile

de San Vito; la especulación o previsión razonada no es ya posible, el juego lo domina

todo. Se cita a personas que en algunos meses han realizado beneficios de 300.000

francos sin haber hecho ninguna compra real ni ninguna venta real.

Frecuentemente, el agiotaje conduce al acaparamiento y al monopolio.

Se forman en primer lugar sindicatos opuestos: uno empuja al alza y el otro a la

baja. Después no tardan en decirse que harían mejor en entenderse que en combatirse.

Entonces forman una liga que se llama consortium y se ponen de acuerdo para hacerse

dueños del mercado por el acaparamiento y para, a continuación, alzar los precios a su

gusto. Aplastan así a la vez a los productores y a los consumidores, con el único

provecho del consortium de los especuladores.

El remedio a este desorden económico es la supresión o la reglamentación de las

operaciones a plazo. Si se deja subsistir este mercado es preciso que la caja de

liquidación tenga como misión la de obstaculizar las operaciones ficticias y el juego, no

Page 58: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

60

admitiendo como clientes más que a los industriales, vigilando las operaciones y

limitando el crédito.

Estos reglamentos no pueden ser seriamente establecidos y mantenidos sino por

las corporaciones y las Cámaras de trabajo.

18. – La crisis de los cambios

Es una cuestión muy interesante, muy importante, pero un poco difícil de

comprender.

Antiguamente, todas las naciones admitían la plata como moneda de cambio

internacional. Las naciones de Occidente unieron también el oro y los dos metales

estaban en una relación constante de valor 1 a 15½. Un gramo de oro valía 3fr. 10

céntimos de plata. Este régimen era llamado régimen del bimetalismo.

Desde hace unos ochenta años, algunos Estados no han querido aceptar más que

el oro como moneda de curso internacional. Estos Estados conservan en el interior la

plata amonedada, pero solamente como moneda complementaria.

Comenzó Inglaterra, en 1816. Entonces poseía casi todo el oro de Europa,

gracias a su comercio, a sus colonias y también porque las naciones continentales se

habían arruinado en la guerra.

A Inglaterra le pareció bueno, pues, especular con el oro, monopolizarlo tanto

como fuera posible y acapararlo. Exigía oro por las mercancías que vendía, lo exigía

como pago por los intereses de los empréstitos que había hecho. Las otras naciones,

para pagarle en oro, debieron comprárselo a la misma Inglaterra muy caro, dándole

mucha de su plata y de sus productos. Este fue el beneficio del comercio inglés y de las

bancas inglesas, que están en parte en manos de los judíos.

La plata, el trigo, la seda de la India, de China y del Japón afluyeron a buen

precio a Inglaterra, por necesitar estos países el oro de Inglaterra para pagarle lo que le

compraban.

Otras naciones, Estados Unidos, Alemania y la Unión de las naciones latinas,

imitaron a Inglaterra. Adoptaron el monometalismo y suprimieron la plata como

moneda internacional.

Pero las consecuencias de esta medida pesan ahora sobre las diversas clases de la

sociedad en las naciones occidentales. Nuestros agricultores y nuestros industriales

están aplastados, nuestros modestos rentistas están en la ruina; solo los ricos financieros

y el comercio de importación sacan provecho.

La plata se depreció en la mitad con relación al oro. La plata, al no tener ya valor

internacional, vino a ser menos preciosa y menos buscada. De ahí que el precio del

cambio haya venido a ser más oneroso para las naciones que no tienen nada más que

plata.

Page 59: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

61

¡Ojo a estas naciones, si tienen que hacer pagos en oro en los países con moneda

de oro! En este caso, si tienen abundantes productos naturales, los darán a buen precio.

Si no los tienen faltarán a sus compromisos y no pagarán.

Así, la India, China, Japón, países de moneda de plata, dan su trigo y su seda a

buen precio para conseguir un poco de oro. Y este trigo y esta seda vienen a pesar sobre

nuestros mercados. Nuestros agricultores y sericicultores son machacados por la

competencia. El trigo de la India vale 10 francos puesto en nuestros puertos, cuando el

nuestro cuesta producirlo 20 francos. La seda de Asia ha tomado enteramente el puesto

de la nuestra. Nuestra industria consumía todavía el 35% de seda francesa en 1872,

ahora no consume nada más que el 1%.

Nuestros industriales también están oprimidos, porque los países con moneda de

plata, al parecerles demasiado oneroso comprar a precio de oro nuestros productos

industriales, se las arreglan como pueden para pasar sin ellos. La India y el Japón se

llenan de fábricas. Pronto estos países se bastarán a sí mismos para satisfacer a sus

necesidades y, todavía más, nos quitarán el mercado de China, vendiéndole menos caro

y contentándose con su moneda de plata.

Nuestros pequeños rentistas sufren también porque han colocado sus capitales en

los Estados pequeños, como Portugal y Grecia, que prometían altas rentas. Pero estos

pequeños estados, aplastados por el curso del cambio, ya no pagan intereses.

Sólo el comercio de importación da buenos beneficios, así como la alta Banca,

que especula sobre los cambios y sobre los préstamos. Y este comercio y estos Bancos

están generalmente en manos de judíos.

El remedio sería restablecer el bimetalismo. Pero la gran Banca es poderosa y

muy escuchada. Para que no perdamos la paciencia, nos dice que el oro abunda en las

minas africanas y que pronto habrá suficiente para dejar contentas a todas las naciones.

No añade que también este nuevo oro va a ir a parar a sus manos, porque ella acapara

las minas.

Es preciso que nuestros agricultores, nuestros industriales y el mismo pueblo

hagan oír sus quejas muy alto, para que esta crisis sea conjurada y paradas sus

especulaciones por la rehabilitación de la plata.

La plata no se presta ni a la misma incertidumbre ni a las mismas

especulaciones. La mayor parte de las naciones tienen minas de plata. La extracción de

este metal es más lenta y más costosa. Hay un cambio de trabajo entre el productor de

plata y el productor de mercancías. La plata no se presta al acaparamiento.

Promovamos la opinión por medio de la prensa y la propaganda electoral para

que las naciones, por medio de un acuerdo, restablezcan la relación constante entre la

plata y el oro.

[Consultar: La crise des changes, por Edmond Théry y diversos artículos de

L’Association catholique y de la Sociologie catholique].

Page 60: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

62

19. – Los presupuestos obreros

Se han hecho estudios sobre los presupuestos económicos de las clases obreras.

Bélgica ha realizado sobre este asunto una investigación oficial. En Francia se prosigue

el estudio en los Congresos Católicos. Se comprende que los resultados son muy

variables.

Los recursos de una familia normal de cinco personas varían hoy de 1.100 a

1.400 francos, y son 1.600 francos los que harían falta1.

¡1.100 francos! Con la carga del alquiler, quedan 50 céntimos al día por

persona. Es apenas lo que se necesita para no morir de hambre. ¿Y cómo se sustentará el

obrero? ¿Cómo podrá vestir decentemente? Naturalmente, no se puede ni siquiera

pensar que tenga su pequeña parte de las alegrías de este mundo, ni que pueda hacer sus

ahorros para el paro, la enfermedad, la educación de los hijos o la vejez. ¿Está

equivocado, pues, León XIII al decir que muchos obreros están en un estado de miseria

inmerecida?

20. – Las obreras de la aguja

Nada es tan pesado como observar los trabajos de aguja, hechos para los grandes

comercios de confección y para las tiendas de géneros de moda. ¡El trabajo es siempre

tan urgente, y el salario es, a menudo, tan mezquino!

Las jornadas de 15, 18 e incluso 20 horas de trabajo no son raras, y no se respeta

el domingo. El turno de noche en el taller es frecuentemente continuado por otra vigilia

en casa.

El R. P. Du Lac, en una reunión de señoras en París, citaba esta carta que no es

en absoluto excepcional:

“Le escribo a las dos de la mañana. Vd. me lo reprochará, pero se equivoca.

Estoy obligada a velar en casa de mi patrono. Pero, además, como hay muchos

hermanitos y hermanitas, me he impuesto hacer una camisa de hombre por la noche,

antes de acostarme. No está, sin embargo, muy bien pagada: una camisa de hombre para

los grandes almacenes son 50 céntimos de franco”.

La animosa mujer continuaba:

“No crea que estas vigilias me hacen daño; más bien creo que me han ayudado,

que las necesito tanto que me he acostumbrado a ellas”.

1 La caja de familia, organizada por el Señor Harmel en su fábrica de Val-des-Bois ha fijado el

mínimum necesario en la suma de 219 francos al año (365 x 0,60) por miembro de la familia,

comprendidos los niños pequeños. El Señor Harmel cree en las ventajas del campo. Por los huertos, los

animales domésticos, la modicidad de los alquileres y la simplicidad de la vida no pueden ser evaluadas

en menos de 0,25 francos por cabeza y por persona en relación a la ciudad. El mínimum necesario para la

ciudad sería, pues, 310,25 francos por persona (365 x 0,85), o sea, por cinco miembros de una misma

familia 1.551,25 francos al año.

Page 61: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

63

Pero la ayudaron tan poco que hubo de ingresar muy pronto en el hospital con

una enfermedad de pecho.

Sería necesario también hacer leer a las mujeres que hacen trabajar, para

recomendarles a las mujeres que trabajan, el célebre Canto de la camisa, del poeta

inglés Tomás Hood. Este canto estalló en Inglaterra como un grito de revolución. Se

diría que está escrito con lágrimas. El señor de Haussonville nos ha dado un largo

fragmento en su interesante estudio sobre la vida y los placeres en París. Pero en

absoluto es suficientemente conocido, y no lo será nunca demasiado. He aquí el

estribillo y cuatro estrofas traducidas literalmente:

EL CANTO DE LA CAMISA

Los dedos cansados y desgastados,

los párpados pesados y enrojecidos,

una mujer, cuyos harapos indignos

contrastaban con su cara,

estaba sentada empujando la aguja y el hilo.

Cosiendo, cosiendo, siempre cosiendo,

en la miseria, el hambre y la prisa;

y, con su voz quejumbrosa,

cantando el Canto de la camisa.

I

¡Coser, coser, coser,

mientras el gallo canta;

coser, coser, coser de nuevo,

hasta que el alba brille en el tragaluz!

¡Oh! esto es ser esclavo,

como entre los bárbaros Turcos,

cuyas mujeres no tienen un alma que salvar,

¡si éste es el trabajo de un cristiano!

II

¡Trabaja, trabaja, trabaja,

hasta que tu cabeza tenga vértigo!

¡Trabaja, trabaja, trabaja,

hasta que tus ojos estén pesados y confundidos!

¡Haz las costuras, la entretela y los puños,

hasta que, cuando hayas llegado a los botones,

te caigas de sueño

y continúes cosiéndolos en sueños!

III

¡Oh hombres, que tenéis hermanas queridas,

oh hombres, que tenéis madres y mujeres,

no es la tela, lo que vosotros usáis,

sino la vida de criaturas humanas!

Page 62: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

64

¡Cose, cose, cose siempre!

En la pobreza, el hambre y la prisa,

cose con un hilo doble

una mortaja al mismo tiempo que una camisa.

IV

¡Oh! durante una breve hora, una sola,

tener un respiro, por breve que fuera;

¡no más que una hora libre para amar y esperar,

solamente un tiempo de reposo para el dolor!

Llorar un poco, eso me aliviaría el corazón;

pero bajo mis párpados, es necesario

que se sequen las lágrimas amargas,

pues cada llanto paraliza mi aguja y mi hilo.

Los dedos cansados y desgastados

los ojos pesados y enrojecidos,

Una mujer cubierta de harapos, cuya indignidad

contrastaba con su cara,

estaba sentada empujando la aguja y el hilo.

Cosiendo, siempre cosiendo,

en la miseria, el hambre y la prisa;

y siempre con una voz quejumbrosa.

-¡Quiera Dios que sus lamentos

hayan tocado los oídos del rico!-

Cantaba ella este Canto de la camisa.

Y esto no es fruto de la imaginación del poeta, sino realismo.

Page 63: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

65

CAPÍTULO III ________

LA GÉNESIS DEL MALESTAR SOCIAL: FALSAS NOCIONES

DE LA SOCIEDAD, DEL TRABAJO Y DE LA PROPIEDAD

El malestar social, en su conjunto, proviene de la violación de todos los

principios enumerados en el capítulo primero, pero señalamos aquí especialmente las

funestas consecuencias de las falsas nociones que han sido difundidas sobre la sociedad,

el trabajo y la propiedad.

1. – El malestar social proviene, en primer lugar, de una falsa

concepción de la sociedad

I. La sociedad no es una invención del libre arbitrio de los hombres, como

algunos han pretendido, sino una condición natural de su existencia. Esta condición

descansa por sí misma sobre bases inmutables: la religión, la familia, el trabajo y la

propiedad.

“Dios, que ha dado leyes a la república de las abejas, ¿no habría de darlas

también a la sociedad de los hombres?”.

Los vínculos del hombre con Dios, con sus padres, con sus semejantes y con

toda la creación, todo eso está en el plan del Creador, en la fórmula del Decálogo, en el

espíritu del Evangelio y en la doctrina de la Iglesia.

Estos vínculos tutelares esperan al hombre antes de su nacimiento, lo sostienen a

lo largo de su vida y hasta las puertas de la eternidad.

La red de estos lazos nace, sin duda, en el orden de la naturaleza, pero no se

impone físicamente al hombre, criatura consciente y libre, como lo hacen las leyes de la

naturaleza al resto de la creación. Esta red forma un todo que corresponde a la

concepción cristiana de la sociedad. Por otra parte, no ha sido realizado nada más que

en las sociedades cristianas. La historia nos dice lo que las sociedades paganas habían

hecho de la familia y de los trabajadores.

II. Puesto que de la concepción cristiana de la sociedad depende la solidez de la

red de lazos que le corresponden, es claro que, si otra concepción sustituye a ésta,

deberá en primer lugar disminuir y después apoderarse de estos lazos para sustituirlos

por otros de su gusto.

Page 64: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

66

Solamente una concepción falsa de la sociedad no puede engendrar más que

vínculos artificiales. Y los lazos artificiales no pueden sino molestar y finalmente

volverse insoportables. Como ocurre con el niño que camina con andadores, con la

condición de que estén bien puestos para sostener sus pasos. Si no están bien adaptados,

tropieza; pero si por necedad o malicia se los hubiesen atado a los pies en lugar de a las

espaldas, esto sería todavía peor, su caída sería violenta y no podría caminar en

absoluto.

2. – La concepción antisocial, que ha sustituido a la concepción social

cristiana, es el individualismo o el liberalismo económico

I. Según esta nueva concepción, ni la humanidad ni el hombre adulto necesitan

andadores.

El hombre nace bueno; solamente la antigua concepción lo ha torcido; devuelto

al estado de libertad, volverá a encontrar la plenitud de sus facultades.

Aplicará todas sus facultades a la satisfacción de sus necesidades y de sus deseos

sin otro límite que la saciedad.

No conocerá otras leyes que las de la naturaleza; y éstas las determinará él

mismo científicamente.

Si, como consecuencia de esta determinación científica, se ponen de acuerdo un

cierto número de hombres para adoptar reglamentos sociales en interés de su mayor

bienestar, decidirá la mayoría de los votos; y lo que haya sido decidido por la mayoría

será llamado la voluntad del pueblo.

En la voluntad del pueblo reside la justicia absoluta, puesto que no hay en la

humanidad ningún germen de malicia. En la voluntad del pueblo reside también la

soberanía absoluta, puesto que no hay ninguna otra fuente de derecho fuera del buen

querer de los individuos que lo componen.

II. Esta doctrina filosófica de la perfección natural del hombre y, en

consecuencia, de su derecho a una libertad absoluta en un estado de igualdad social

absoluta, ha dado a luz, lógicamente, a otras doctrinas que se aceptan como dogmas.

Así, la doctrina de la libertad de conciencia, o de la liberación de todo deber

social frente a Dios; la idea de Dios no aparece en el sistema nada más que como una

hipótesis arbitraria y superflua.

Así, la doctrina de la libertad de trabajo, es decir, de la licitud de todo pacto

entre los patronos y los obreros, debiendo armonizar los intereses por la sola virtud de la

ley de la oferta y la demanda.

Y así, la doctrina de la libertad de todas las otras transacciones en virtud del

mismo principio: libertad de comercio, libertad de interés, libertad de todas las

especulaciones.

Page 65: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

67

En resumen, libertad de enriquecerse por todos los medios y libertad de

empobrecerse por todas las imprevisiones.

En cambio, abolición de todas las libertades más sagradas: la libertad de las

vocaciones, la libertad de la educación, la libertad del testamento, la libertad de

asociación.

El Estado permanece como la única forma de asociación permitida a los

ciudadanos; éste prohibe toda otra asociación que intentase proteger los intereses

particulares, y no interviene a favor de ninguno de éstos.

Su misión se reduce puramente a una acción de policía para el mantenimiento

del orden público, a la sombra del cual cada ciudadano sostiene por su cuenta la lucha

por la vida, sin inquietarse por los otros y sin pretender nada de ninguno.

Tal es el cuerpo de doctrina del individualismo.

3. – Las doctrinas del individualismo han sido introducidas en la vida

social por la Francmasonería, bajo la capa de la Revolución

I. La doctrina del individualismo, en la que el hombre se considera a sí mismo

como su propio fin y en la que la humanidad se glorifica a sí misma y que se libera de

todo deber frente a su Creador, es tan antigua como el mundo, puesto que es la que el

ángel rebelde insinuó al primer hombre.

Se transmitió a través de los siglos en las civilizaciones paganas, porque es hija

del orgullo, y porque el hombre busca demasiado a menudo en los beneficios de Dios

los medios de liberarse de su ley.

Se difundió, mayormente, después del Renacimiento, con la Reforma que se

hizo en nombre del “libre examen”.

En ella se inspiró la Francmasonería. La Sociedad, nacida al comienzo del siglo

pasadoNT1

en Escocia, una tierra en la que la Reforma había fomentado más todavía que

en otras partes el odio contra la Iglesia. Profesaba una filosofía inspirada por el orgullo

farisaico y por el materialismo de las sectas del Oriente, al mismo tiempo que sus

prácticas eran un préstamo de las más burdas idolatrías en las que habían caído los

judíos. Mezclaba en su lenguaje, sin embargo, un vago homenaje al Ser Supremo, Dios

impersonal cuyos mandamientos se confundían con los de la naturaleza, y en sus

costumbres una pueril imitación de la caballería; para engañar a la gente en su propio

seno, se ponían ornamentos externos de aquella misma sociedad cristiana que

encarnizadamente querían destruir.

II. Cuando la Masonería se hubo ganado en toda Europa a las clases dirigentes y

les hubo inspirado un gran desprecio hacia la clase humilde que no admitía en sus filas,

concentró todos sus esfuerzos en Francia, la cual se mantenía entonces, sin ningún

género de duda, a la cabeza de la civilización. Aprovechando el derrumbamiento de un

NT1

Se refiere al siglo XVIII.

Page 66: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

68

régimen político que ella había minado y, al mismo tiempo, corrompido, hizo relucir a

los ojos de los pueblos, como un nuevo Evangelio, con la proclamación de los derechos

del hombre, los que hoy son llamados todavía los grandes principios y que Le Play

llamó, mucho más justamente, los falsos dogmas de 1789.

Como la masonería había inspirado los cuadernosNT1

de las bailías1, hizo las

elecciones, gobernó las asambleas, impuso al Estado su divisa: “Libertad, Igualdad,

Fraternidad”, y persiguió con extrema violencia todos los restos de autonomía, todos los

vestigios de solidaridad, todas las libertades públicas o privadas que el antiguo régimen

no había abolido, las corporaciones con sus “cajas” de socorros mutuos, las

comunidades religiosas con sus bienes, todas las fundaciones en favor de los pobres.

Todo lo que formaba su patrimonio fue confiscado con la lisonja de esta declaración:

que la nación asumía la carga de proporcionar trabajo a todos los ciudadanos válidos y

alimentos a todos los indigentes.

El siglo ha pasado, la Francmasonería se ha mantenido en el poder, sus doctrinas

son invocadas como dogmas casi por todos los partidos. Pero sus promesas se han

quedado vacías, porque están en contradicción con sus principios.

4.–Cómo el liberalismo económico ha concurrido, con el

individualismo impío y revolucionario, a desorganizar la sociedad,

preconizando una falsa noción del trabajo

“Dejad hacer, dejad pasar, decía la Escuela de Manchester; quitad toda traba al

comercio, todo impedimento al trabajo. La ley de la oferta y la demanda y el libre

cambio serán suficientes para todo. Si el equilibrio es turbado por un momento, se

restablecerá. El obrero descontento irá a buscar lejos salarios más ventajosos, o bien se

defenderá por medio de la huelga”.

La mayor parte de nuestros economistas están todavía en este punto.

Es una ilusión deplorable que ha colaborado, con la propaganda revolucionaria,

a desorganizar la sociedad.

El obrero, privado de las asociaciones que lo sostenían y de las leyes que lo

protegían, ha quedado sin defensa. La ley ineluctable de la competencia conduce

siempre a la producción a buen precio y a la bajada de los salarios.

El obrero, paciente, se presta a todo para vivir y para dar un pedazo de pan a sus

hijos. Se alargan las jornadas, las noches se añaden al día, trabajan las mujeres y los

niños, y el pan es siempre raro en casa. Entonces, el obrero se exaspera y se presta a

escuchar todas las malas doctrinas. En este punto estamos.

NT1

Se llamaban “cuadernos” a aquellos elencos de peticiones que el pueblo, dividido en bailías,

dirigía al rey por medio de los propios diputados. Bailía es, según el Diccionario de la Real Academia

Española, el territorio sometido a la jurisdicción del baile. 1 Muchos de estos cuadernos estaban impregnados de espíritu cristiano, pero un gran número

contenían los gérmenes del espíritu revolucionario inspirado por la Francmasonería.

Page 67: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

69

No se diga que el obrero tiene la huelga para elevar el precio del trabajo. El

obrero no tiene recursos para esperar. De hecho, de cien huelgas no hay nada más que

cinco o seis que redunden en beneficio del obrero.

Se dice también que el trabajo es libre, que el obrero puede buscar en otra parte.

No, el obrero no puede fácilmente buscar en otra parte. Hay pocas fábricas semejantes.

El obrero no puede transportar por todas partes su modesto hogar como el árabe

transporta su tienda al pasto vecino. Y, además, en otra parte, ¿qué encontraría?

Es la misma concepción del sistema la que es falsa. El trabajo no es una

mercancía, un valor regido por leyes económicas; es un acto humano y social que tiene

consecuencias morales para el individuo, la familia y la sociedad.

“¡Ah! -exclamaba el eminente cardenal Manning-, si el fin de la vida es el de

multiplicar los metros de paño o de algodón, si la gloria de una nación es la de producir

tales mercancías en mayor cantidad y al más bajo precio, está bien... ¡Adelante en el

camino en que estamos! Al contrario, si la paz y el honor del hogar, si la educación de

los hijos y los deberes de esposa y de madre están escritos en una ley natural mucho

más importante que toda ley económica; si todas estas cosas son mucho más sagradas

que todo aquello que se vende en el mercado, es preciso obrar en consecuencia. Si, en

ciertos casos, la no reglamentación del trabajo conduce a la destrucción de la vida

doméstica, al abandono de los hijos; si transforma a las mujeres y las madres en

máquinas vivientes, a los padres y los maridos (que nos perdonen estas palabras) en

bestias de carga que se levantan antes que el sol y vuelven a casa por la noche, agotados

de fatiga y sin tener casi fuerzas, más que para tomar un trozo de pan y echarse en un

camastro para dormir, entonces la vida de familia no existe ya. Y no podemos continuar

así”.

Y, como alguno acusaba al cardenal de socialismo, él respondía: “No; ayudar al

obrero y a los pobres, poner a su servicio la colaboración de la Iglesia, las fuerzas del

Estado y el apoyo de las instituciones para impedir lo que va contra la ley natural y

cristiana, no es hacer socialismo, es cumplir un deber.”

5. – Por qué razón los principios de la sociedad moderna no pueden

producir sino la arbitrariedad en las leyes, la inestabilidad en las

instituciones, el egoísmo en las costumbres

I. El principio de la soberanía del pueblo es tan tiránico como el de las

monarquías absolutas, pues mientras que éstas exageran el derecho divino para

sustraerse a todo control, el principio de la soberanía del pueblo excluye y no reconoce

ningún freno.

El primer doctor de la Escuela, J.-J. Rousseau, lo ha proclamado, y después

ninguno ha podido ponerlo en duda. Ahora bien, la soberanía del pueblo no puede, en

realidad, ejercerse, sino por medio de una facción que conquista la mayoría y trata

forzadamente como enemiga a toda minoría disidente.

Cerca de la mitad de los ciudadanos es así reducida al papel de vencido en un

país conquistado, al papel de emigrado en su propia casa. En la mayoría misma, todo

Page 68: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

70

ciudadano en posesión teórica de la soberanía vive, en realidad, en un estado jurídico

poco diferente al de la esclavitud, puesto que nada le garantiza que lo que él llama hoy

su derecho no sea declarado caducado por sus propios mandatarios, y que no sea al

mismo tiempo declarado sospechoso, porque se le supondrá descontento y rebelde,

porque él no puede dejar de serlo en su fuero interno.

II. Que la inestabilidad de las instituciones sea una consecuencia inseparable del

dogma de la soberanía del pueblo cae por su peso, al no ser contenida por nada, desde

que el pueblo se cree el dueño de todo, la movilidad natural del mismo.

No es solamente la inestabilidad de aquellas instituciones la que se debe notar,

sino también su caducidad, porque toda institución antigua tiene contra sí el espíritu de

novedad que este régimen exalta más de la cuenta, mientras que debilita el espíritu de

tradición.

III. Pero que el egoísmo de las costumbres sea otra consecuencia de las mismas

doctrinas sociales, o más bien antisociales, es una cuestión que debe ser atentamente

considerada.

La libertad, tal como se entiende en la práctica de la Escuela, consiste en no

tener frente a nadie deberes de subordinación; la igualdad es no estar obligado a ningún

respeto, a ninguna deferencia, a ninguna consideración. ¿Dónde estaría, pues, el vínculo

social en esta concepción? Ni siquiera en la familia, en la que el hijo llega pronto a ser

igual al padre -contento de que el hijo no se crea más que él, precisamente porque está

más “en el movimiento”.

Queda, sin duda, el tercer término de la formula: “Fraternidad”. Para ver de qué

dinamismo se puede tratar, es preciso considerar el pivote sobre el que se apoya. No es

porque tengamos un Padre común “que está en los cielos” por lo que nosotros somos

hermanos según la doctrina nueva, sino por una simple semejanza de naturaleza y

porque todos descendemos de los monos.

Estos dogmas nuevos no son propios para inspirar a los hombres un verdadero

amor a la humanidad.

6. – Por qué razón, bajo la influencia del individualismo, la lucha ha

reemplazado a la armonía entre los hombres y el pueblo ha sido

conducido, por una reacción exagerada, a desear el colectivismo

I. “El hombre es un lobo para el hombre”: Homo homini lupus.

Esta frase es de uno de los doctores de la Escuela: no es demasiado fácil de

justificar en su concepción social.

El hombre tiene necesidades, tiene pasiones, comete errores. Si no está

habituado en la sociedad moderna a implorar alguna ayuda, a encontrar algún

moderador, a guiarse por algún faro, ¿a qué no le impulsará la necesidad? ¿Adónde no

lo arrastrará la pasión? ¿Hasta dónde no lo desorientará el error?

Page 69: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

71

En la sociedad moderna, ninguna ley protege la debilidad en las luchas de la

competencia; ninguna institución interviene como moderadora en las cuestiones vitales

del precio del salario y del coste de la vida; ninguna pone un freno a la codicia del

especulador. Por lo tanto, el hombre entra sin protección en la lucha por la vida contra

los otros hombres, y la máxima evangélica: “Amaos los unos a los otros” se hace

imposible de practicar, mientras que triunfa la formula satánica: “Destruios los unos a

los otros”.

II. Si estas palabras pareciesen excesivas, téngase la bondad de echar la mirada a

su alrededor y de contar los talleres y los hogares desaparecidos, y de preguntarse si

podrían no haber desaparecido.

La cosa es tan común que no se le presta atención; se ven los pueblos agrícolas

caer en la ruina y se dice que es el atractivo de los altos salarios de la industria y las

comodidades fáciles de la ciudad los que han hecho abandonar a los agricultores el

campo. No se quiere decir que la gente ya no encontraba allí de qué vivir. No se quiere

hablar de la falta de protección de sus medios de subsistencia, de sus industrias

domésticas, de sus pequeñas propiedades.

III. El individualismo revolucionario y el libre-pensamiento han destruido, de

cien años a esta parte, las grandes instituciones que había creado la solidaridad cristiana.

Son ellos quienes han destruido el patrimonio colectivo de los trabajadores y han

inducido a la confiscación de las riquezas de las Órdenes religiosas, que eran el

patrimonio colectivo de los pobres.

Del individualismo y del libre-pensamiento procede, como una reacción y como

una consecuencia fatal, la propaganda colectivista de hoy.

Al tener el pueblo una tendencia natural a la asociación y una necesidad real de

protección en las luchas por la vida, y al no encontrar ya la ayuda de las corporaciones y

de las fundaciones religiosas de otra época, acepta las utopías del socialismo

colectivista, que le promete esta asistencia y el beneficio de la unión. Notemos, de

pasada, que este origen manifiesto del peligro colectivista nos indica claramente el

remedio sobre el cual volveremos varias veces.

Para detener el colectivismo, es preciso cortar la raíz del mal, es decir, atacar el

liberalismo económico y el libre-pensamiento. Es preciso restaurar, bajo una forma

apropiada a las circunstancias actuales, la solidaridad cristiana arruinada por el

liberalismo revolucionario. Es preciso reconstituir los patrimonios colectivos por medio

de la asociación, por la mutualidad, por la cooperación, por las cajas de ahorros, de

seguros, de jubilación, etc., en síntesis, con la aplicación entre los hombres del gran

precepto de la caridad cristiana, en lugar del principio egoísta de la economía liberal.

7. – La falsa noción de la sociedad ha engendrado la falsa noción de la

propiedad

El liberalismo, o más bien el individualismo, puesto que éste es el nombre que

conviene a la falsa noción de la sociedad, debía engendrar falsas nociones sobre todas

las instituciones que son la base del orden social. Ha hecho de la religión una opinión

Page 70: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

72

personal, y de su práctica un asunto de orden puramente privado, sin relación con la

vida pública.

El liberalismo ha hecho de la familia una sociedad momentánea, de naturaleza

animal, igualmente sin relación con la vida social; el Estado usurpa la autoridad del

padre de familia y libera de ésta al ciudadano cuando es adulto.

El liberalismo ha hecho del trabajo una forma de esclavitud, cuyas condiciones

son determinadas e impuestas a la pobreza por los poseedores de la riqueza, sin otras

reglas de derecho que aquellas que nacen de la fuerza. En fin, ha hecho de la propiedad

un poder sin condiciones, un poder sin freno, una fuente de derechos sin deberes.

La doctrina del individualismo es, pues, responsable, además, del desprecio de la

religión, de la familia y del trabajo, de esa forma particular de desprecio de la pobreza

que tiene su fuente en la avaricia y se traduce en la definición pagana de la propiedad: el

derecho de excluir a todos de la disposición y del uso de un bien; mientras que su

definición cristiana es que la propiedad es el derecho de administrar y gastar en vistas

del bien común: Potestas procurandi ac dispensandi (Santo Tomás)1.

8. – La falsa noción de la propiedad ha falseado el reparto de los bienes

En los siglos cristianos, el reparto de los bienes había respetado el gran principio

de que “el uso de los bienes es común a todos en una cierta medida”. Los ricos no

podían liberarse de todo deber social; los pobres no podían perder todo derecho.

La propiedad de bienes raíces, tanto respecto a los fondos como a las rentas,

estaba en un estado de copropiedad; no podía cambiar de naturaleza o de manos sin el

consentimiento de las diversas personas derecho habientes que detentaban, unos el

dominio eminente, otros el dominio útil; sus frutos eran igualmente el objeto de un

reparto, en el cual la parte que le quedaba al cultivador era superior a la que le deja hoy

el régimen de aparcería o la explotación de la que él es un asalariado.

Además, una parte muy notable, a menudo también la parte más considerable de

los bienes raíces, era sustraída a la apropiación individual y formaba los bienes llamados

de “manomuerta”o bienes inalienables, que eran la dotación del culto, de la enseñanza,

de la asistencia pública, o formaban los beneficios vitalicios a favor de tal o cual

condición de personas; de suerte que no había ninguno por pobre que fuese, que no

tuviese recurso a alguna porción de la propiedad pública o privada.

La Iglesia descontaba previamente, a favor de los pobres, el diezmo sobre todas

las rentas; participaba a favor de las obras pías en todas las herencias; las corporaciones

de artesanos tenían su “caja” para las ayudas eventuales y tenían también sus hospitales

y sus escuelas; las comunidades rurales tenían sus bienes, sus derechos, sus usos tales

como el espigueo, el “affouage”NT1

, los pastos comunales; por fin, rasgo esencial, los

bienes mobiliarios y el dinero no podían ser capitalizados, de suerte que todo el mundo

encontraba de qué vivir de los “bienes del buen Dios”.

1 IIa, IIae, q. 66, a. 2.

NT1 Affouage es el derecho a aprovecharse de las plantaciones forestales del municipio.

Page 71: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

73

En nuestros días, todo eso ha desaparecido: el que no posee nada propio no

puede pretender nada, y es conducido así a ver en la apropiación actual de los bienes

nada más que una monstruosa exacción.

Se dice, para defender este régimen, que es inherente al progreso económico;

pero entonces la liberación de la propiedad, en la medida en que era ventajosa al

poseedor del fondo, ¿no debía abrir un derecho a una justa indemnización en beneficio

de los usuarios?

El Estado ha sustituido a todos los derechos habientes mediante la elevación de

los impuestos y de las tasas sucesorias, pero no les ha devuelto nada. Y no ha hecho así

sino consagrar el expolio, cuando él mismo no lo había perpetrado como desde el

comienzo de la Revolución.

El Estado está, pues, obligado, todavía hoy, a la restitución; sin duda, no a una

restitución global, sino sucesiva e indeterminada, favoreciendo sobre todo la

reconstitución de los bienes corporativos.

A los particulares, por su parte, se les debe recordar esta ley fundamental: que lo

que es superfluo para ellos no es para la dotación de sus placeres, sino para el bien de

los pobres.

Pero no es suficiente señalar los pecados de omisión imputables a la propiedad,

tal y como está actualmente establecida y tal y como es ejercida; es preciso pasar a los

pecados de obra y ver cómo la propiedad, después de haber abandonado a los pobres,

los oprime.

9. – La falsa noción de la propiedad ha engendrado la usura

La propiedad, liberada de todo deber, conserva lo que en términos modernos se

llama disponibilidades. Desde el momento en que ella no reconoce ya como deber el

empleo del capital en servicios gratuitos, es natural que busque colocaciones

remuneradoras y que mida el precio de sus servicios, menos sobre lo que ellos cuestan y

sobre lo que ellos producen que sobre la necesidad del otro y sobre la necesidad de

procurárselos donde está.

Éste es el principio de la usura. Hace a la pobreza tributaria de la riqueza,

mientras que es ésta la que ha recibido de la Providencia el encargo de repartir sus

dones.

La usura es, en primer lugar, ejercida por el préstamo de consumo y por la

“prenda hipotecaria”, después por la renta excesiva impuesta a la tierra así dada en

prenda; a continuación, por el arrendamiento de capitales a un tipo de interés excesivo,

mientras que el alquiler de trabajo se traducía en salarios insuficientes1.

1 Por el préstamo de consumo se presta a un hombre que está en necesidad y que va a consumir

lo que se le ha prestado con el pacto de devolver más tarde lo equivalente. Este préstamo debería ser

gratuito. Así lo era en los siglos cristianos. Se convirtió en usura cuando los prestamistas estipularon

intereses y exigieron prendas hipotecarias.

Page 72: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

74

Esto es fácil de tocar con el dedo en la estadística de las primeras empresas

industriales: cuando los capitales se han multiplicado por diez y los salarios ni siquiera

se han doblado, cuando el valor del dinero ha disminuido más.

10. – La usura ha producido la proletarización de las clases humildes

Las clases humildes, es decir, aquellas que viviendo de un trabajo a jornal poco

remunerado tienen derecho al desvelo de las clases acomodadas, se han encontrado bajo

el régimen de la usura, no solamente abandonadas a sí mismas, sino explotadas por los

poseedores de capital y, como hemos dicho, tributarias de éstos.

El resultado de esta explotación ha sido la proletarización, es decir, la pérdida de

una existencia asegurada, como la posesión de un hogar, de un oficio y sus

instrumentos; en una palabra: de un estado. También el régimen llamado de la libertad

de trabajo y de comercio ha sido justamente estigmatizado en los términos siguientes

por León XIII:

“Una usura devoradora ha venido también a añadirse al mal. Usura que ha sido

condenada por el juicio de la Iglesia varias veces. Usura que no deja de ser practicada

bajo una u otra forma por hombres ávidos de ganancia y de una insaciable codicia. A

todo esto hay que añadir el monopolio del trabajo y de los valores, que ha venido a ser

la parte de un pequeño número de ricos y de opulentos que imponen así un yugo casi

servil a la infinita multitud de proletarios”1.

11. – La usura ocasiona la desaparición de las familias guardianas de

las tradiciones, en beneficio de algunos especuladores

Partiendo de esta falsa noción de la propiedad, las clases altas, sin entregarse

directamente a la especulación usurera, no temen participar en sus beneficios por medio

de los capitales que le podrían proporcionar. De aquí viene una primera causa de su

pérdida de consideración.

Después se han abandonado a la ociosidad, al disfrute de estas rentas, cuya

percepción no exige ningún trabajo; y no han soñado en distinguirse de las clases

humildes a no ser por el lujo y el bienestar.

Desde entonces, la riqueza no aparece ya ante sus ojos como un producto de

nobles fatigas, ni como un atributo del poder adquirido. Ha cesado de inspirar respeto.

No habiendo quedado la riqueza tampoco como una fuente de liberalidades

inherentes a su naturaleza, ha cesado de atraer el agradecimiento.

El préstamo de producción se hace a un productor, comerciante, industrial o agricultor que hará

producir los frutos por la suma prestada. Es más bien un alquiler de dinero que un préstamo. En este caso

el interés es al menos tolerado, si no completamente justificado, por la Iglesia. 1 Encíclica Rerum novarum.

Page 73: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

75

Ha venido a ser un disfrute de orden inferior que no puede inspirar sino el

desprecio en aquellos que no sienten la necesidad, o la envidia en aquellos que están en

una situación de mediocridad o sufren la pobreza. Al mismo tiempo que creaba la

división entre los ricos y los pobres, la propiedad, entendida así, producía una

nivelación antisocial entre los usureros profesionales y sus inconscientes asociados.

Los judíos ocupaban por derecho el primer lugar en una sociedad plutocrática;

su clientela benévola no soñaba en lo que debía distinguirla de ellos; después de

haberles remolcado, caía en su remolque, perdiendo así hasta el derecho a la existencia.

Es precisamente el caso de propter vitam vivendi perdere causas.

12. – La democracia socialista viene a ser forzosamente el ideal del

pueblo

En tales condiciones de rebajamiento moral de las clases elevadas, la

desigualdad de las condiciones no puede aparecer ya como el producto de la

remuneración equitativa de los diversos servicios sociales, sino como el resultado de la

fuerza o de la astucia al servicio de la codicia.

El pueblo no puede hacerse otra idea porque en la desigualdad no ve otra

utilidad que la de estimular el trabajo de los unos para beneficio de la ociosidad de los

otros. No se contenta ya con el sofisma de “que si no hubiera ricos no habría trabajo

para los pobres”; éstos, en efecto, se encargarían muy gustosamente del consumo que

parece ser el único trabajo de los ricos.

Desde que las clases elevadas no son otra cosa que las clases ricas y los ricos

aparecen solamente como parásitos, su supresión reviste las apariencias de la justicia

social y viene a ser el ideal de la democracia. La igualdad política no le parece ya al

pueblo la última palabra de la evolución moderna, sino simplemente el medio de

realizar la igualdad económica. Por otra parte, ¿está acaso la igualdad económica en

mayor oposición a la naturaleza y al derecho que la igualdad política?

La noción de la jerarquía, de los grados sociales, que corresponde al orden de los

servicios, al haber desaparecido de hecho, no puede ser sustituida sino por la de la

explotación de las masas que forman la base de la pirámide social, por las clases que

ascienden en la riqueza.

Entonces, a la opresión real o aparente de la mayor parte de las personas,

corresponde la rebelión general de los espíritus.

13. – La anarquía parece al pueblo el medio más seguro de realizar

este ideal

El programa netamente igualitario de la democracia social, al ser adoptado por

las masas, encuentra no obstante inmensas resistencias en la sociedad moderna, no

solamente porque es contra natura, sino porque cambiaría completamente el

enmarañamiento de los intereses más numerosos.

Page 74: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

76

Los seguidores de tal programa, cuando son gente de mente sana y tienen tiempo

para esperar, lo consideran de buena gana como el resultado de una evolución histórica

que se producirá y se alcanzará fatalmente, por el mismo exceso del sistema inverso.

Este sistema, en efecto, al que ellos llaman capitalismo y que descansa sobre la

usura, debe conducir al monopolio de las riquezas en un número de manos siempre

decreciente; de modo que estas riquezas forzosamente se confundirán con la riqueza

pública, sea que los reyes del capital se apoderen del Estado, sea que alguna operación

facilitada por su pequeño número les haga caer a ellos mismos en el poder del Estado.

Pero los hombres más independientes o los apetitos más excitados no entienden

nada de esta evolución legal, de esta lenta transformación. Y están preparados para

pedir a la violencia lo que ellos llaman justicia; y, entre tanto, mientras esperan poseer

la fuerza, actúan mediante el terror.

Se les llama “anarquistas”. Pero no son más “anarquistas” que aquellos otros que

han empleado estos mismos medios para establecer un orden social que después no ha

mantenido sus promesas.

Hay, pues, causas para sentir la amenaza de una revolución social.

14. – Cómo terminará esto

I. La sustitución de la moral cristiana por una moral más fácil ha generado en

todas las clases la sed de disfrute, y ha desarrollado este género de necesidades en una

proporción más fuerte que la del crecimiento de los medios de bienestar. Incluso sin

desorden, la economía de la gente humilde va a la ruina; no se puede equilibrar el

presupuesto, menos todavía se puede ahorrar ya que no se quiere vivir más según la

propia condición.

El lujo, que era en otro tiempo el cáncer de la riqueza, ha venido a ser la lepra de

la pobreza; el crecimiento aparente de la comodidad de las clases medias es una

apariencia que produce en ellas un empujón hacia el proletariado, en el que antes o

después, van a hundirse todos los venidos a menos. Y nunca ha habido tantos de estos

desdichados como desde que se ha dicho que ya no había clases.

Con la religión ha desaparecido la modestia entre las mujeres, la sobriedad entre

los hombres, la disciplina en la familia. Sucede que cuando cada uno gana por su parte,

pretende su ganancia para malgastarla. Si después queda uno solo que gane, todos

intentan vivir igualmente a expensas de éste. ¡Cuántas pobres madres se encuentran en

condiciones bastante peores que las de una bestia de carga que, si recibe golpes, al

menos es alimentada!

Pero hemos hablado bastante de la religión cristiana desaparecida de la sociedad.

Una última palabra sobre la religión de la humanidad, que ha sustituido a la religión

cristiana. Después de haber mostrado dónde nació, qué males ha causado, veamos a

dónde conducirá a la sociedad moderna y cómo su reino terminará fatalmente. En una

palabra, veamos lo que hay en el dilema: o Cristo o Revolución.

Page 75: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

77

II. Esta doctrina social, esta religión de la humanidad, proclamada por la

Francmasonería FM reposa, en resumen, sobre tres principios:

La perfección natural del hombre.

La libertad absoluta que es su consecuencia lógica.

En fin, la igualdad social absoluta de todos estos individuos igualmente buenos e

igualmente libres.

Ahora bien, el sistema se mantiene perfectamente, una vez admitido el primer

principio. Yo diré más, se impone y es legítimo imponer las leyes sociales que de él se

derivan, incluso por la fuerza, a los recalcitrantes.

Es así como la aplicación de estos principios en 1789 implicaba fatalmente su

aplicación violenta por el régimen del Terror. Este régimen no fue, como se dice a

menudo, para no dejarlo observar desde más cerca, el de una serie de excesos opuestos a

la generosidad del movimiento de 1789, sino una sangrante necesidad para que el nuevo

derecho, que repugnaba a la naturaleza, entrase en los hechos que debieron adaptarse a

él.

He aquí, pues, el sistema simplicísimo; la mayoría de los ciudadanos quiere que

la sociedad se constituya de tal manera; la minoría no piensa así. Se hace desaparecer a

los oponentes y todos quedan contentos, hasta el momento en que se viene a

comprender que no es perfecto el resultado. Los descontentos se llaman entonces

anarquistas y aplican el mismo principio con métodos nuevos: entonces se establece la

lucha entre la bomba y la guillotina.

Es la tercera fase lógica y fatal de la Revolución.

15. – Cómo el abandono del Decálogo y del Evangelio resume todas las

causas del mal social

El decálogo es la carta divina de la vida social. Los diez mandamientos de Dios

son la orden paterna y preventiva cuya observancia nos aseguraría siempre la felicidad.

Dios nos había dicho: “Haced esto y viviréis felices”. La experiencia de los

siglos ha justificado su palabra. La escuela económica más práctica, la del señor Le

Play, que tan sólo se basa en la observación y en la comparación de los hechos, ha

constatado que el bienestar social crece con la observancia del Decálogo y disminuye

con su abandono.

La causa principal de nuestra crisis social consiste, pues, en que los

mandamientos de Dios no son observados y en que no son tenidos en cuenta en la

dirección civil de la sociedad. Por eso, los obreros que trabajan contra la religión

trabajan directamente contra sus propios intereses.

La primera causa de todos los desórdenes sociales es el egoísmo. Nunca se le

hubiera visto establecerse entre nosotros si el primer mandamiento de Dios hubiera sido

observado. Este mandamiento nos recuerda que tenemos un mismo Padre que está en el

cielo, y su consecuencia lógica es que nosotros debemos amar a nuestros hermanos.

Page 76: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

78

Nuestro Señor Jesucristo lo ha dicho: estos mandamientos, el del amor a Dios y el del

amor al prójimo, están tan unidos que forman uno solo.

El egoísmo y la indiferencia impiden que las acciones humanas se dirijan hacia

el bien. Esto es un mal general en Francia. Y salvo una élite muy restringida, tan solo el

amor al bienestar o al placer empujan a realizar un esfuerzo. La gran masa del país,

penetrada por el desánimo y la indiferencia, aniquilada por su inmoderado deseo de

disfrutar, sometida al egoísmo general, vive sin reaccionar contra la decadencia social

que la lleva a la ruina.

El país necesita hombres vigorosos y fuertes. La humanidad llama a

reformadores iluminados. Pero sería preciso, para obtener esto, trabajar, sacrificarse y

olvidar un poco los placeres inmediatos, pero, por desgracia, ¡la ruindad es tan natural al

corazón del hombre feliz! Las personas afeminadas se repliegan sobre sí mismas. El

goce y el orgullo ahogan la abnegación y dejan solamente en el corazón humano

indiferencia o desprecio para todo aquello que no nos afecta directamente o no nos eleva

por encima de los otros.

El placer, el bienestar obtenido sin esfuerzo, la vida fácil adquirida sin trabajo

son el ideal de hoy en día. Todas las clases sociales están aquejadas de este mal

devastador. Y si nosotros vemos, tal vez, a la clase obrera actuar con energía y

participar en las elecciones con cierta diligencia, es porque espera que, a fuerza de

escoger sus mandatarios imbuidos de sus ideas de disfrute ilimitado, llegará a obtenerlo

a expensas del caudal público e incluso de la vitalidad nacional1.

Los obreros se lamentan, con razón, de que se abusa de sus fuerzas y de que se

arruina en ellos la vida familiar quitándoles el descanso dominical. Para preservarles de

esta desgracia sería suficiente con respetar el tercer mandamiento de la ley de Dios.

Los desórdenes que se dan en las familias, o bien entre patronos y obreros, se

evitarían con la observancia del cuarto mandamiento, que prescribe el respeto, la ayuda

mutua y el afecto en la familia y en sus extensiones, en la vida doméstica, en la fábrica y

en el taller.

Los excesos de trabajo impuestos al obrero, particularmente a las mujeres y a los

niños, están condenados por el quinto mandamiento, igual que los asesinatos, los

suicidios, las disputas y los duelos.

El sexto mandamiento debería prevenirnos contra el desenfreno, la inmoralidad

en el taller, los atentados y seducciones que allí se cometen, y contra el mal desastroso

que produce la despoblación de nuestro país.

El séptimo no nos enseña solamente los derechos de la propiedad, sino también

sus deberes y sus obligaciones. Bien observado, no aseguraría solamente el respeto a la

propiedad, sino también su buen uso, en conformidad con los principios de la justicia y

de la caridad.

1 Esta plaga social de la indiferencia y del egoísmo ha sido ampliamente descrita en un excelente

libro del abogado señor Borin-Fournet: La société moderne et la question sociale. En Guillaumin, rue

Richelieu, en París.

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Pero, desgraciadamente, aquellos que dirigen la sociedad, lejos de aplicarse a

procurar los beneficios de la observancia del Decálogo, al contrario, no parecen

preocupados sino en asegurar su menosprecio y violación.

Añadamos finalmente que, en la actualidad, el Decálogo no va sin el Evangelio.

Los israelitas que habían recibido de Dios la ley antigua no supieron observarla. Sus

descendientes reemplazaron la observancia de las leyes de la justicia por la práctica de

la usura en todas sus formas.

Cristo ha venido a renovar la promulgación de la ley. Ha recomendado buscar la

justicia ante todo. Ha llevado la ley a su perfección, enseñándonos la caridad, la

devoción y la humildad y ofreciéndonos las gracias sobrenaturales necesarias para

practicar estas virtudes. Es bajo la dirección de Jesucristo y de su Iglesia como la

sociedad podrá volver a la práctica del Decálogo y, por lo tanto, a la mejora social.

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81

CAPÍTULO IV

_______

DOS AGENTES PODEROSOS DEL MALESTAR SOCIAL:

LA FRANCMASONERÍA Y EL JUDAÍSMO

Cuando se produce un desorden moral, tiene como punto de partida algún

principio falso, del cual es consecuencia.

Cuando se trata de un estado social absolutamente desordenado, como el que

hemos descrito, es manifiesto que principios numerosos y fundamentales han sido mal

apreciados y violados, y hay que suponer que agentes poderosos y organizados han

puesto en práctica estos principios falsos o radicalmente cambiados para satisfacer sus

intereses o sus pasiones.

Hemos recordado al comienzo de este volumen los principios religiosos, morales

y sociales, cuyo olvido ha causado el lamentable estado de la sociedad actual.

Acabamos de mostrar cómo tres nociones fundamentales en economía social, la

noción de sociedad, la de trabajo y la de propiedad, han sido desnaturalizadas desde

hace un siglo y hemos visto qué desorden ha resultado.

Pero, ¿cuáles pueden haber sido los poderosos agentes que han contribuido a

propagar estos falsos principios y estas falsas nociones y a hacerlos producir

consecuencias tan ruinosas?

Hay dos, sobre todo, la Francmasonería y el judaísmo, que actúan con tanta

hipocresía como fuerza y tenacidad. Vamos a intentar desenmascararlos.

A. FRANCMASONES Y LUCIFERINOS

1. – ¿De dónde viene la Francmasonería?

El principio de la Francmasonería es tan antiguo como el mundo: es la lucha

permanente del mal contra el bien.

Monseñor Fava hace remontar la organización actual a la herejía sociniana. Era

un rebrote de la herejía arriana.

Lelius Socini y su sobrino Fausto Socini negaban el dogma de la Trinidad y el de

la divinidad de Jesucristo. La secta nació en Vicenza en 1546. Lelius Socini, exiliado de

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Vicenza, llevó sus ideas a Polonia. La secta llegó a ser una potencia. Socini se

relacionaba con los jefes de la Reforma y, en particular, con Melanchthon.

Perseguidos más tarde en Polonia, los socinianos vinieron a ser los

francmasones, llevaron sus doctrinas a Inglaterra y a Escocia, donde Cromwell les

favoreció. Desde Escocia fueron a Francia, donde fundaron su primera Logia en 1725.

Los socinianos habían tomado el nombre y las insignias de los masones, para

significar que ellos querían construir una nueva sociedad.

Otros historiadores han hecho remontar la Francmasonería a las cofradías de los

“albañiles del buen Dios”, que construyeron nuestras catedrales y nuestras iglesias de la

Edad Media, y que habrían degenerado como consecuencia de sus riquezas y por la

unión de personas extrañas al mundo del trabajo.

Monseñor Meurin, en una obra magistral aparecida en 1893, ha tratado esta

cuestión histórica en toda su amplitud. Ha estudiado los símbolos masónicos, los grados

del rito escocés, los emblemas, los decorados usados en las Logias y ha encontrado la

clave. Todos estos misterios están calcados de los de la Cábala judía. Esta Cábala era

una secta judía que había aceptado una mezcolanza de doctrinas paganas durante la

cautividad de Babilonia. El inspirador de la Cábala, como el de las religiones paganas,

es Satanás, y su objetivo es hacerse adorar en el lugar de Dios.

Monseñor Meurin nos muestra la analogía de las doctrinas de la Cábala con las

de las antiguas teogonías paganas de la India, de Persia, de Asiria, de Egipto y de

Grecia.

Él encuentra la misma mano y la misma inspiración en la filosofía hermética (de

Mercurio) y en las sectas de los primeros siglos cristianos, el gnosticismo, los ofitasNT1

y el maniqueísmo.

Al ser Satán el inspirador de todas estas sectas, como lo había sido del

paganismo, los judíos de la Cábala le prestaban su colaboración. Su doctrina era un

vago panteísmo mezclado de dualismo. Ellos (los judíos de la Cábala) admitían, como

los persas, dos principios emanados del Gran Todo. Ahrimán y Ormuz se habían

convertido en Jehová y Lucifer. Pero, para ellos, es Lucifer el dios bueno, mientras que

Jehová es un dios cruel y perseguidor.

Los Templarios caídos habían adoptado las mismas doctrinas. Se vinculaban con

las sectas cabalísticas.

Hoy es la francmasonería la que es el instrumento de Satanás bajo la dirección

de la Cábala judía.

Sin duda alguna, la mayor parte de los francmasones ignoran los misterios

íntimos de su secta y de su objetivo satánico. Sin embargo, el velo se rasga, nos vienen

de varias partes las revelaciones sobre los secretos más íntimos de la secta judeo-

masónica.

NT1

Se llama así a los miembros de una secta de gnósticos del siglo II que hacían de la serpiente

el centro de su religión.

Page 81: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

83

Por encima de las Logias ordinarias existe la Alta Masonería, que existía desde

hace mucho tiempo bajo diversos nombres (gnósticos, martinistas, ocultistas) y que ha

reunido desde hace algunos años una organización poderosa bajo el nombre misterioso

de “palladismo”.

El “palladismo” tiene sus tres grandes centros, dogmático, administrativo y

político, en Charleston, en Berlín y en Roma.

Las Logias “palladistas” son llamadas triángulos . Setenta y siete provincias

triangulares son presididas cada una por un Mago elegido.

El “palladismo” rinde culto a Lucifer y dirige la acción política y social de las

Logias en la guerra que hacen al catolicismo.

Los masones italianos, por otra parte, desde hace ya veinte años no se cansan de

glorificar a Satán, de aclamarlo en público y de enarbolar su estandarte.

En Turín, en 1882, se cantó en el teatro, ante un populacho digno de semejante

espectáculo, el himno a Satán del poeta Josué Carducci, del que citaremos el comienzo

y el final:

Hacia ti, del Ser principio,

Se lanzan mis versos inflamados.

Te invoco, oh Satán, oh rey de este banquete.

Aquí pasa, oh pueblo, el gran Satán.

Pasa, haciendo el bien, de lugar en lugar,

Sobre su carroza de fuego.

.........................................................

¡Salve, oh Satán, oh rebelión!

¡Fuerza vengadora de la razón!

A ti el sacrificio de nuestro incienso y de nuestros votos,

Tú has vencido al Jehová de los sacerdotes.NT1

NT1

El traductor de esta obra al italiano (Roberto Puccini) añade aquí una nota del traductor que

me parece interesante transcribir: “Hoy parece que Carducci haya cambiado su pensamiento y nos

complace referir algunas estrofas de su última Oda, en la que resuena, en verdad, una armonía espléndida

y nueva:

¡Ave María! Cuando sobre el aura corre

el humilde saludo, los pequeños mortales

descubren la cabeza, e inclinan la frente

Dante y Aroldo.

Una lenta melodía de flautas,

Pasa invisible entre la tierra y el cielo

Espíritus que, acaso, fueron, son

Y ¿qué serán?

Un dulce olvido de la fatigosa vida,

Un penoso suspirar quietud.

Una suave voluntad de llanto

El alma invade.

Callen las fieras, los hombres y las cosas,

El rosáceo atardecer en el azul se desvanece,

Las altas cumbres ondulantes murmuran

Ave María.

Canonico Dehon: Manuale Sociale Cristiano, Siena 1898. San Bernardino, pág. 125.

Page 82: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

84

En Palermo se ha visto todo el Liceo, profesores y alumnos, recibir

triunfalmente al poeta Rapisardi, que ha cantado la victoria de Satanás y ha blasfemado

de Cristo y de la Virgen María.

El estandarte de Satanás ha sido enarbolado en Génova, en las fiestas del 20 de

septiembre de 1884, y en Roma, en las del 20 de septiembre de 1891.

En 1884, el profesor Mannarelli, encargado de hacer el discurso de apertura de

curso de la Universidad de Roma, trató sobre el tema: “El elogio de Satanás y su

influencia saludable en la historia desde la rebelión de Adán hasta la entrada en Roma

de los Piamonteses”.

Estas apologías de Satanás han encontrado eco en toda Europa. Una conferencia

pública, dada en Bruselas el 30 de junio de 1876 por el grupo de libre-pensadores, tenía

como objetivo el de justificar a Satán de la larga calumnia de los siglos.

En Francia, el Francmasón Renan ha incensado también a Satán, en el Journal

des Débats: “Satán, escribía, es sin duda el que ha contribuido, más que ningún otro, al

progreso de las luces y de la civilización universal. Milton comprendió a este pobre

calumniado. A su siglo, tan fecundo como el nuestro en rehabilitaciones de todas clases,

no le podían faltar razones para excusar a un desgraciado revolucionario al que la

necesidad de acción lanzó a empresas arriesgadas”.

Hablemos ahora, brevemente, del objetivo de la Francmasonería, de su

organización, sus cuadros, de sus empresas importantes, de su acción incesante y

grandemente desmoralizadora.

2. – ¿Cuál es el objetivo de la Francmasonería?

Se presenta como una simple Sociedad de ayuda mutua. Esto es para la galería.

De hecho, es un grupo político, religioso y social poderoso.

La clientela común de las Logias ve en ello sobre todo “une affaire”, con el

maligno placer de hacer una afrenta a la Iglesia. “Sostengámonos los unos a los otros en

los asuntos, empujémonos a los empleos y a los cargos del Estado y sacudámonos el

yugo de los curas”. Tal es el pensamiento íntimo del vulgare pecus de las Logias.

Los altos grados, los iniciados, tienen otras miras. Ellos son los iluminados, los

sectarios. Tienen una tesis, una doctrina, una teología. Son los enemigos de nuestro

Dios, los rebeldes contra Jehová, al que acusan de rigor y crueldad, los discípulos, los

amigos, los satélites y defensores de Satán, a quien miran como a un gran perseguido.

Los judíos en la masonería, como en otras partes, tienen también un objetivo

aparte. Y se sirven de la Masonería para preparar su dominación universal. Para ellos, el

“Templo de Salomón” por construir es su futuro imperio, ésa será la nueva Jerusalén

(Ver los Archivos Israelitas, 1861).

Los judíos han cambiado el sentido de las profecías mesiánicas. Ya no es un

hombre, un Salvador, a quien esperan, es el triunfo de la raza. Aspiran a la república

Page 83: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

85

universal, en la que tendrán el poder, los empleos y, sobre todo, el dinero. Y entonces, y

lo dicen ingenuamente, “los cristianos comerán cuando a los judíos les plazca”.

Acontece, a menudo, a los judíos que manifiestan esta esperanza de dominio

universal que los embriaga. He aquí un ejemplo entre cien. Ya en 1860 un israelita

escribía en el Volksblat (diario socialista alemán): “¿No comprendéis el verdadero

sentido de la promesa del Señor Dios Sabaoth a nuestro padre Abrahán: que un día

todas las naciones de la tierra estarán sometidas a Israel? ¿Creéis que Dios entendía con

esto una monarquía universal con reyes judíos? ¡Oh, no! Dios ha dispersado a los judíos

sobre toda la faz de la tierra a fin de que ellos llegasen a ser una levadura en medio de

todas las razas y que, finalmente, por medio de la elección extendiesen su dominio sobre

ellas”.

3. – ¿Cuál es la organización de la Francmasonería? ¿Cuáles son sus

cuadros?

Existen en Francia varios ritos de francmasones. El rito de Misraïm cuenta con

500 miembros; el rito francés del Gran Oriente de París cuenta con 18.000. Este último

posee de hecho la principal influencia y la dirección decisiva en la Francmasonería de

Francia.

El Gran Oriente cuenta actualmente con 302 Logias. Casi todas las ciudades de

Francia tienen una o varias. París tiene 54 tan sólo del rito francés (90 en total); Burdeos

tiene 13, Lyón, 8; Marsella, 5; Ruán, 5; Tolosa, 5; Saint-Étienne, 2; Lila, 2, etc.

El poder central es ejercido por el Consejo de la Orden que tiene como órgano

oficial el Bulletin du Grand-Orient. Es verdaderamente un Estado dentro del Estado.

León XIII, en su encíclica de 1884, ha constatado el poder espantoso de la

Francmasonería, diciendo que ha invadido todos los grados de la jerarquía social y

comienza a echar raíces en los Estados modernos con un poder que equivale a la

soberanía.

De hecho, detenta los ministerios de todas las naciones de Europa excepto de

Bélgica.

En el Congreso del 1886, en el Gran Oriente de París, los Francmasones mismos

han proclamado su poder en estos términos: “Desde hace un siglo, no se ha hecho nada

en el mundo sin la Masonería”.

4. – Sus hechos importantes

La masonería, desde hace un siglo, guía Europa y particularmente Francia, ya

que en ella, sobre todo, desde hace veinte años, es la dueña soberana. El gobierno no

está ni en el Elíseo ni en el Palais-Bourbon, sino en la calle Cadet.

El hecho es manifiesto y lo proclaman los mismos Francmasones, así como las

autoridades católicas.

Page 84: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

86

Sus periódicos y sus revistas se jactan y se alegran de ello.

“La Francmasonería, decía La République maçonique el 30 de abril de 1882,

debe ser la dueña y no la sierva de los partidos políticos”.

“Hemos organizado en el seno del Parlamento un verdadero sindicato de

francmasones, decía el Journal officiel de la Franc-Maçonnerie en 1888, con miras a

obtener intervenciones extremadamente eficaces ante los poderes públicos”.

La Francmasonería, decía el presidente del gran Congreso de 1891, es digna de

estar a la vanguardia del progreso. Es digna de dirigir la República. Así se dice y es

verdad” (Bulletin du Grand-Orient, pág. 281).

“No se debería hacer nada en Francia sin que allí se encontrase la acción

escondida de la Masonería”, decía el presidente del Congreso de 1890. Y añadía: “Si

queremos organizarnos, de aquí a diez años, la Masonería se habrá llevado la palma y

nadie se podrá mover en Francia al margen de nosotros”.

Monseñor Freppel tenía, pues, razón al decir: “La lucha actual es entre el

Cristianismo y la Masonería, que reina y que gobierna y cuyo programa ha sido

aplicado punto por punto desde hace quince años” (Alocución a su clero, 1 de enero de

1891).

El arzobispo de Aix pudo escribir al señor ministro de Cultos: “La

Francmasonería, esta hija primogénita de Satanás, gobierna y ordena; es mil veces

voluntariamente ciego quien no lo ve” (8 de octubre de 1891).

Su Eminencia el cardenal arzobispo de París no era menos explícito en su carta,

a la que se adhirió todo el episcopado francés. “La lucha actual, dijo, no es entre

partidos políticos, sino entre la Francia cristiana que reivindica la libertad de su fe y las

sectas masónicas”.

Las diversas revoluciones que han agitado Europa desde hace un siglo han sido

obra de la Francmasonería.

Los francmasones habían preparado la Revolución de 1789 y, cuando ésta

estalló, se los encuentra en los bancos de la asamblea Constituyente, de la asamblea

legislativa y de la Convención.

“Las tres cuartas partes de la Asamblea nacional pertenecían a la

Francmasonería, leemos en las Revelaciones de un Rosa-Cruz, y no se puede citar a un

solo miembro de la Convención que no debiera su mandato a su cualidad de adepto”.

“Fue la Masonería quien hizo la Revolución de 1789”, decía el presidente del

gran Congreso masónico de 1891.

Volvemos a encontrar la misma mano en las revoluciones de 1830, de 1848 y de

1870. De los once miembros del gobierno provisional del 4 de septiembre, diez

pertenecían a la secta.

Page 85: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

87

Las elecciones de 1871 les dejaron de lado. Trabajaron para reconquistar el

poder. A él llegaron mediante la elección de FGrévy. Desde entonces, todos los

ministerios, bajo el señor Grévy y bajo el señor Carnot, estaban integrados casi

únicamente por francmasones.

En la Instrucción pública, los ministros que se han sucedido, señores Ferry, Paul

Bert, Bourgeois y Dupuy, eran masones. Todos los ministros de Finanzas desde 1880

eran francmasones.

Confiesan en su Journal officiel que están en posesión de todas nuestras

instituciones públicas (Año 1886, pág. 545).

Mediante las elecciones, son los dueños del país. Cada Logia es un Comité

electoral permanente. Allí se escogen los candidatos, se les impone por medio de la

prensa y las reuniones públicas.

Les debemos todas las leyes antisociales votadas desde hace veinte años. Ellos

han impuesto al gobierno la expulsión de los religiosos, la ley escolar, la ley militar, el

derecho de acrecentamiento y todas las medidas de persecución.

Por otra parte, se vanaglorian: “Es en el seno de la Masonería, decía F

Lepelletier, donde se elaboran la mayor parte de las grandes reformas sociales; la

instrucción laica y obligatoria ha sido estudiada, preparada y, por decirlo así, decretada

en las Logias” (en Mot d’ordre, mayo 1885).

Todas las leyes de este género se preparan en las Logias. Un ministro, un

diputado, reciben la misión de presentarlas. Los periódicos de la secta preparan la

opinión. Desde entonces, la discusión de las Cámaras no es nada más que para la

galería, la mayoría masónica vota siempre siguiendo la consigna recibida del Gran

Oriente.

Los miembros del Parlamento que pertenecen a la Orden masónica son

convocados cuando tiene lugar el Gran Oriente y allí se les indica lo que deben exigir

del gobierno.

Actualmente, el Parlamento cuenta alrededor de 220 francmasones y otros 100

miembros están más o menos sometidos a la influencia de la secta. Y, ¡cuán débiles

somos y qué divididos estamos en la lucha contra ellos!

Su obra social es, por otra parte, meramente destructiva. No están de acuerdo

nada más que en la persecución religiosa, en el acaparamiento de empleos o en robar a

las finanzas públicas. Pero no han sabido hacer nada para la organización económica de

la sociedad y para mejorar al pueblo.

La acción de la Francmasonería es incesante. Tiene en sus manos casi toda la

prensa y casi toda la administración. Invade los tribunales, reina en la Universidad. En

el Congreso Masónico de 1894, de los 330 miembros elegidos había 117 empleados del

Estado: profesores de las Facultades y de los Liceos, instructores, empleados de los

ministerios y de correos, de los ferrocarriles y de la Asistencia pública.

Page 86: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

88

5. – ¿Qué remedios hay para este inmenso peligro social?

Están, en primer lugar, los remedios espirituales, la oración y el apostolado.

Después, es precisa una acción constante y organizada. Hace falta una campaña

incesante de prensa. Nos lo ha dicho León XIII: para vencer a la Francmasonería es

preciso desenmascararla. Haría falta también mantenerse unidos y una campaña de

influencia para apartar a los francmasones de todos los lugares en donde ellos se

instalan para oprimirnos. Todas las asociaciones católicas deberían añadir este punto a

su programa: “Conocer a los francmasones, procurarse sus listas y emplear todos los

medios para quitarles el poder de hacer daño”.

6. – Obras de consulta sobre la Francmasonería

Monseñor FAVA, Le Secret de la Franc-Maçonnerie, en Oudin, rue Bonaparte,

París.

Le P. DESCHAMPS, Les Sociétés secrètes.

Monseñor MEURIN, La Franc-Maçonnerie, synagogue de Satan, en Retaux, rue

Bonaparte.

A. RICAUD, Les Loges de Femmes.

ANDRIEUX, Mémoires d’un préfet de police.

La Franc-Maçonnerie et le Panama. – La Persécution depuis quinze ans. – Le

Complot franc-maçonnique, y otros folletos de propaganda, 5, rue Bayard.

A. DE SAINT-ALBIN, Les Francs-Maçons.

Monseñor DELAMAIRE, Le F M voilà l’ennemi, 5, rue Bayard.

Ver también CLAUDIO JANET y las obras alemanas de PACHTLER, La

Guerre sourde, y ECKERT, Le Temple de Salomon.

B. LA INVASIÓN JUDÍA

Los judíos están realizando la conquista de Europa. Aspiran a ello. Y cuentan

con que pronto llegarán a conseguir su objetivo.

Como decíamos más arriba incidentalmente, los judíos esperan ahora la

realización de las promesas del Antiguo Testamento, por su dominio universal en los

Estados republicanos, de los que ellos ocupaban las más altas magistraturas.

1. – Sus confesiones

Los judíos no se atreverían, todavía, a desvelar abiertamente su plan en la prensa

europea: sería temerario. Sin embargo, su verdadero pensamiento no deja lugar a dudas;

se manifiesta cada día en sus obras y, a veces, incluso en un programa definido.

Nada más claro y más sugerente que el discurso-programa de un gran rabino

publicado por el diario Le Citoyen de Marsella en su número del 6 de noviembre de

1884. Citemos algunos extractos.

Page 87: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

89

“El Sanedrín ha proclamado y predicado, a menudo, la lucha sin piedad contra

nuestros enemigos los cristianos. Pero en ninguno de los siglos precedentes nuestros

antepasados habían llegado a concentrar en nuestras manos tanto oro y,

consecuentemente, tanto poder como el siglo XIX nos ha legado. Podemos, pues,

jactarnos, sin temeraria ilusión, de alcanzar pronto nuestro objetivo.

Somos en gran parte dueños de la Bolsa en todos los lugares. Es, pues, necesario

que estudiemos el medio de facilitar cada día más los empréstitos, con el fin de tener en

nuestras manos, como garantía de los capitales que suministramos a los diversos países,

la explotación de sus ferrocarriles, de sus minas, de sus bosques, de sus grandes forjas y

fábricas, así como otros bienes inmuebles, incluso hasta de sus impuestos1.

Cada guerra, cada revolución acerca el momento en el que nosotros

alcanzaremos el objetivo supremo hacia el que tendemos.

El comercio y la especulación no deben jamás salir de las manos israelitas...

Nosotros somos los dispensadores de los granos para todos2.

Los israelitas también aspiran al rango de legisladores con miras a trabajar en la

abrogación de las leyes hechas por los goyms (cristianos).

En cuanto a las ciencias, medicina y filosofía deben igualmente formar parte de

nuestro dominio. Un médico es iniciado en los secretos de la familia, tiene entre las

manos la salud y la vida de nuestros mortales enemigos.

Dictaremos al mundo lo que debe creer, lo que debe honrar y lo que debe

maldecir.

La ceguera de las masas, su propensión a confiarse a la elocuencia tan vacía

cuanto sonora, hacen de éstas una presa fácil de ser conquistada y un instrumento de

popularidad y de crédito...

Al ser la Iglesia cristiana uno de nuestros más peligrosos enemigos, debemos

trabajar con perseverancia a fin de que disminuya la acción eficaz de la Iglesia.

Debemos, pues, propagar entre los cristianos las ideas del libre pensamiento y del

escepticismo y favorecer las divisiones. Lógicamente, es preciso comenzar por

despreciar a los ministros de esta religión; provoquemos las sospechas sobre su

conducta privada y, por el ridículo y la burla, nosotros venceremos la consideración

atribuida al estado y al hábito.

La idea del progreso tiene como consecuencia la igualdad de todas las religiones,

igualdad que conduce a la supresión, en los programas de estudios, de las lecciones de

religión cristiana. Los israelitas, por su dirección y su ciencia, obtendrán fácilmente las

cátedras como profesores. La educación religiosa será relegada a las familias donde

disminuirá y desaparecerá.

1 Nuestros obreros socialistas, que reclaman la socialización de los instrumentos de trabajo,

minas, ferrocarriles y fábricas, no sospechan casi nada que esta idea les ha sido sugerida por los judíos

para apresurar su dominio financiero. 2 He aquí por qué han acaparado en Marsella, en el Havre, en Amberes y Hamburgo todo el Gran

Comercio.

Page 88: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

90

Si el oro (el dinero) es el primer poder del mundo, el segundo,

indiscutiblemente, es la prensa. Como nosotros no podemos realizar nuestros proyectos

sin la ayuda de la prensa, es preciso que los nuestros presidan la dirección de todos los

periódicos y diarios en cada país...

Es preciso, en la medida de lo posible, conservar el proletariado. Por este

medio, sublevaremos las masas cuando queramos; las empujaremos a los desórdenes, a

las revoluciones; y cada una de estas catástrofes hará avanzar un paso nuestros íntimos

intereses y nos acercará rápidamente a nuestro objetivo: el de reinar sobre la tierra,

como fue prometido a nuestro padre Abrahán”.

Estas páginas merecen ser largamente meditadas, pues son la clave de toda la

historia contemporánea.

¡Cuántos instrumentos inconscientes del dinero judío! ¡Cuántos engañados, de

los que los judíos se ríen, en las muchedumbres que creen a los diarios y a los discursos

de los círculos!

En Argelia, donde se sienten ya los dueños, los judíos dejan fácilmente ver la

punta de la oreja y se jactan de un triunfo próximo en sus diarios. Uno de sus órganos de

prensa, que lleva el armonioso nombre de Haschophet (el Juez), no hace mucho, en uno

de sus días de expansión, publicó un artículo sobre la Agonie de l’univers romain. Sobre

un versículo de Isaías 1, 26 que mira como una profecía del nuevo dominio de Israel,

moduló las variaciones siguientes:

“Después de diecinueve siglos de existencia aventurera, el Cristianismo, por fin,

está a punto de llegar a su término; y pronto no se recordará ya, si no es para mostrar a

la posteridad el horrible estado en el que se encontraban las naciones después de dos mil

años bajo el yugo del papado.

En vano se debate la tiara contra el espectro de la revolución judía de 1793; en

vano quiere librarse de los férreos brazos del coloso semita que la estrecha; ¡todos sus

esfuerzos son inútiles! El catolicismo papal se extingue a medida que el judaísmo

penetra en todas las capas de la sociedad y anima a los pueblos con un soplo de vida”.

¿Acaso son, éstas, amenazas sin fundamento? ¿Es verdaderamente poderoso el

judaísmo?

2. – Su poder

Sí, los judíos son poderosos y, si Dios no lo remedia, pronto ocuparán las

primeras magistraturas de todos los Estados de Europa. Reinarán y les serviremos.

Ya llenan los bancos y el gran comercio. Corren al asalto de la administración

pública. Apuntan alto y justo.

Ellos son los dueños de la prensa. Todos nuestros periódicos, excepto tres o

cuatro católicos, están en sus manos. Citamos, para apoyar esta aserción, algunos de sus

redactores:

Page 89: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

91

République Française: Reinach. – Lanterne: Mayer. – Gaulois: Arthur Meyer,

Ferdinand Bloch. – Nation: Camille Dreyfus, Paul Dreyfus, Bernheim. – Echo de Paris:

Valentin Simond, Henri Baüer. – Paris: Strauss, Klotz. Figaro: Wolff, Millaud, Emile

Berr, Rosenthal (Jacques Saint-Cère). – Gil Blas: Abraham Dreyfus. – Journal:

Bernheim. – Evénement: Dchwob, Lazare Cerfbeer. XIXe Siècle: Strauss. – Petite

Presse: Crémieux. – Rappel: Hément. – Radical: Victor Simond, Hirsch. – Temps:

Hément. – Voltaire: Klotz. – Vraie parole: Singer, etc., etc. – L’Autorité, Les Débats,

La Revue des Deux-Mondes no están exentos.

Los judíos tienen la influencia por medio de la prensa; por la administración, el

foro y la magistratura tendrán el poder; por medio de la banca y el comercio tendrán el

dinero.

Si queréis juzgar su progreso en París, comparad las Guías Telefónicas de 1869

y de 1893. Ellos tienen ahora la mayoría en el tribunal de Comercio del Sena.

Entre los abonados al teléfono en París, un tercio son judíos. Hay 102 banqueros

judíos en París: 55 Lévy, 20 Bloch, 26 Dreyfus, una multitud de Cahen, de Kahn, de

Weil, de Deutsch, Isaac, Israël, Nahamais, Nathan, etc.

En todas nuestras grandes ciudades la invasión progresa rápidamente. Nantes,

Burdeos, Tolosa, Nancy, Verdún, Reims, Lila, Valenciennes, San Quintín están

verdaderamente infestadas de judíos.

En Argelia han avanzado mucho ya que tienen en sus manos un gran número de

municipios. En Orán, según el periódico L’Etoile africaine, la industria y el comercio

están casi enteramente en las manos de los judíos. En el comercio de novedades se

cuentan 41 judíos y 7 cristianos; en el comercio del mueble 13 judíos y 7 cristianos; en

el de tejidos indígenas 12 judíos, ni siquiera un cristiano; en el comercio de granos 17

judíos y 13 cristianos. El resto está en proporción.

Su táctica es la misma en toda Europa. Ésta es, por otra parte, la consigna de su

sanedrín secreto: avanzar a la conquista del dinero, de la autoridad y del poder.

Ellos han sabido apoderarse de la alta Francmasonería y del mismo socialismo,

cuyos doctores más en boga son judíos. Los millonarios judíos Singer, Aron y

Friedloender están a la cabeza del socialismo alemán.

En Austria, los judíos dirigen todos grandes diarios salvo dos. Son dueños de los

bancos. Acaparan todas las grandes propiedades. Tienen incluso los patronatos

eclesiásticos y nombran a 60 curas.

En Viena, de 6.400 estudiantes de la Universidad, 2.500 son judíos. En la

Facultad de Medicina son más del 50%. La proporción es la misma en la Universidad de

Budapest.

En Hungría, no hace más que treinta años que los judíos pueden adquirir

propiedades, y ya poseen el 30% del terreno húngaro. Sobre 3.000 grandes propietarios

de bienes raíces hay más de 1.000 judíos. No son más del 3% en el país y son el 30 %

de los universitarios.

Page 90: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

92

En Berlín, el foro, el Tribunal de Apelación cuenta 36 judíos de los 54 abogados.

El tribunal de primera instancia cuenta con 200 abogados judíos contra 150 cristianos.

De los 150 notarios de Berlín hay 54 judíos. De 87.000 negociantes hay 41.000 judíos.

De la población general de Berlín, nada más que el 8% son judíos. Pero son

judíos el 70% de los abogados; el 60% de los que trabajan en la Medicina; el 48% de los

que trabajan en el comercio; y el 36% de los que trabajan en la magistratura...,

esperando mejorar.

En cambio, sobre 108.000 personas de servicio, empleados domésticos, porteros,

dependientes, etc., no hay en Berlín nada más que 319 judíos: esto es el 3 por mil. La

conclusión salta a la vista: Israel manda y no sirve a los otros.

La proporción de judíos en los empleos que proporcionan influencia es la misma

en el ducado de Baden y en el de Wurtemberg; es mayor todavía en Portugal y en los

principados danubianos.

Los judíos están también a la cabeza del comercio de exportación e importación

en Hamburgo, en Amberes y en el Havre. Son los amos de los mercados de cereales.

Es evidente, por eso, ¡la grandísima influencia que pueden tener sobre la suerte

de las naciones, particularmente en caso de guerra!

3. – Sus principios y sus doctrinas

Pero, ¿cuáles son, pues, los principios y las doctrinas que favorecen así el

desarrollo de su poder? Helos aquí. En primer lugar, ellos tienen una confianza

inquebrantable en el éxito final. Como no han comprendido ni la redención por Cristo,

ni el reinado espiritual del Mesías, esperan siempre el triunfo temporal de su raza. Lo

esperan con toda la fuerza de su fe y toda la tenacidad de su carácter, y trabajan con una

constancia que dos mil años de lucha no han hecho sino reafirmar.

Su ardor y su perseverancia son tanto más grandes cuanto más intenso tienen en

el corazón el odio contra Cristo y contra los cristianos.

Para los judíos, Cristo y sus discípulos son unos usurpadores que han retardado

desde hace dos mil años el triunfo de los judíos. El cristianismo es el obstáculo principal

al reino de Israel; por eso, con ensañamiento, tratan de arruinarlo y perderlo.

Pero lo que acrecienta sus fuerzas es que, para ellos, todos los medios son

buenos cuando se trata de hacer daño a los cristianos.

Si los judíos siguieran los preceptos de la Biblia, observarían las leyes de la

justicia y de la caridad, pero casi todos, y particularmente todos los de Europa, han

adoptado, desde el siglo II de la era cristiana, una colección de pretendidas tradiciones,

el Talmud, que dicta la ley entre ellos casi igual que la Sagrada Escritura. Y el Talmud

les enseña que no hay otros deberes frente a los cristianos que los de engañarlos,

arruinarlos y destruirlos. He aquí algunas de sus máximas y de sus prescripciones:

Page 91: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

93

1º Dios ha dado todo poder a los judíos sobre los bienes y la sangre de todos los

pueblos.

2º Está permitido mentir a los no judíos, si interesa.

3º El no judío que roba a un israelita merece la muerte, pero está permitido a un

judío perjudicar a los cristianos.

4º Los bienes de los cristianos son para el judío como un bien abandonado del

que tiene derecho de apoderarse.

5º Se puede engañar a un extranjero y ejercer la usura con él.

6º Si los judíos gobiernan en un país, deben hacer ganar a los judíos todos sus

procesos contra los extranjeros. Si los judíos no son los dueños del país, deben

embaucar a los extranjeros para que el judío gane su causa.

7º El judío no está obligado a respetar a las mujeres cristianas.

8º Es siempre una buena obra procurar la muerte de un seguidor del Nazareno.

Tal es el espíritu del judaísmo, tales son las verdaderas tendencias de los judíos.

Todos los judíos de Europa siguen los ritos y mandatos del Talmud, que es leído en la

Sinagoga. Sólo Oriente tiene un cierto número de judíos que únicamente se atienen al

texto de la Biblia y que se llaman caraítasNT1

.

4. – Los diques derribados

La Europa cristiana es castigada por haberse sustraído a la dirección del papado.

La Iglesia no ha variado nunca sobre la cuestión judía. Ha querido siempre que

los judíos fuesen respetados en sus personas y que su culto fuese tolerado; pero también

quiso siempre que fueran mantenidos en la sumisión y el aislamiento, para impedirles

hacer daño a los cristianos.

Mientras la Iglesia ha sido escuchada, han seguido siendo ineficaces. Todos los

pueblos que han ignorado las prudentes prescripciones [de la Iglesia] no han tardado en

resentirse.

El príncipe arzobispo de Olmutz [República Checa], de familia judía convertida,

consultado recientemente sobre la cuestión, ha respondido con conocimiento de causa

que para conjurar el peligro judío hubiera sido suficiente haberse atenido a las reglas del

Derecho Canónico.

Los Concilios de Toledo y de París, en los siglos V y VI, insistían en la

prohibición de confiar a los judíos ningún cargo público, civil o militar. Prohibían a los

judíos emplear servidores cristianos.

El Concilio de Mâcon (581) prohibía a los judíos todas las funciones judiciarias.

Otros Concilios han prohibido a los cristianos recurrir a los servicios de los

judíos como médicos o como servidores.

NT1

Caraíta, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua se expresa así: dícese del

individuo de una secta judaica que profesa escrupulosa adhesión al texto literal de la Escritura,

rechazando las tradiciones.

Page 92: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

94

El IV Concilio de Letrán prohíbe a los judíos exigir intereses exagerados bajo

pena de verse privados de toda relación con los cristianos. Pidió también que se les

impusiera en todas partes llevar un signo distintivo sobre su ropa. Esto había llegado a

ser necesario para prevenir a los cristianos contra sus fraudes y sus exacciones.

Cuando las poblaciones olvidaban estas prescripciones, caían bajo el yugo de los

judíos y, para librarse de ellos, recurrían a deplorables actos de violencia que la Iglesia

condenaba.

El papa Clemente VIII deploraba que todo el mundo tuviera que sufrir sus

usuras, sus monopolios y sus fraudes. “Han reducido a la mendicidad, decía él, a una

multitud de desgraciados, principalmente los campesinos, la gente sencilla y los

pobres”. ¡Hasta tal punto esto es verdad que la historia se repite cada día!

En la actualidad la usura ha cambiado de nombre. Se llama la alta banca, la

especulación, la Sociedad sospechosa, la jugada de bolsa, el chantaje, el monopolio. El

resultado siempre es el mismo.

Cuando los Papas han sido compasivos con los judíos, como lo ha sido Pío IX

abriendo el gueto, han sido pagados con ingratitud. El gueto acogió a los Piamonteses

triunfantes en 1870. Los judíos se entregaron a mil excesos contra la Roma católica.

Son hoy los dueños de Roma y de Italia. Poseen toda la prensa, los bancos y el gran

comercio.

Las leyes canónicas eran los diques opuestos al oleaje ascendente de los judíos.

Habiéndose roto los diques, sube el oleaje y las sociedades cristianas son invadidas y

sumergidas.

5. – El remedio

Los principios del Derecho canónico son de todos los tiempos. Su aplicación

será necesaria, en tanto los judíos sean judíos. Es preciso volver a poner aquellos

principios en vigor, al menos en cuanto al espíritu que los inspiraba. Es preciso,

mediante nuevas leyes, parar el oleaje que se levanta. Los judíos siempre buscan

hacerse dueños de las mismas fortalezas para dominar la sociedad: la banca, el

comercio, la magistratura, el foro, la medicina. Han añadido una nueva fuerza, la

prensa; y un instrumento complaciente, la Francmasonería.

¿Qué nuevos diques oponer a su invasión? Rusia ha limitado el número de sus

estudiantes en las Universidades del Estado. Es muy legítimo, porque su patriotismo es

siempre, al menos, dudoso. Es, pues, justo que no se les abra el acceso a las funciones

sociales.

Prusia no los admite en el número de los oficiales del ejército; y ésta no es una

ley, sino una costumbre cien veces justificada.

En Francia, un proyecto de ley propone no admitir a los cargos públicos a los

ciudadanos que no estén nacionalizados desde hace al menos tres generaciones. Este

proyecto de ley difícilmente pasará, a causa de la influencia de los judíos en la Cámara

Page 93: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

95

y en la prensa. Sin embargo, esto tendría al menos la ventaja de excluir de los empleos

públicos a algunos judíos cosmopolitas que no tienen apenas otro objetivo que el de

hacer su fortuna por todos los medios posibles, ciertamente incluso por la traición, el

chantaje y la concusión.

Otras medidas se impondrán, si no queremos llegar a ser sus esclavos.

¡Qué Dios nos ilumine y nos ayude!

6. – Obras de consulta

Abbé LEMANN, L’entrée des juifs dans la société chrétienne.

DRUMONT, La France juive.

Le Péril judéo-maçonique. En la librería antisemita, 14, boulevard Montmartre.

VIAL, Le Juif Roi, casa Lethielleux, 10, rue Cassette.

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96

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97

CAPÍTULO V

________

LOS FALSOS REMEDIOS: EL SOCIALISMO Y LA ANARQUÍA

1. – La historia del socialismo

Las descripciones de las sociedades ideales hechas por Platón en su República,

por Tomás Moro en su Utopía, por Campanella en su Ciudad del Sol, y por otros, no

han sido nada más que preludios lejanos de la doctrina socialista.

La antigüedad, e incluso los tiempos cristianos, habían oído ciertas utopías cuya

pretensión era eliminar de esta tierra todos los males y restaurar en ella la edad de oro.

Eran sueños individuales que no dejaban huellas en la vida de los pueblos.

El verdadero iniciador de todas las doctrinas socialistas, como de todas las

doctrinas revolucionarias, es J.- J. Rousseau. Sus escritos están llenos de dos ideas que

componen todo el socialismo: la igualdad radical de los hombres y el derecho que

tienen siempre de restablecer las sociedades, extraviadas y corrompidas por sus

instituciones, a las verdaderas condiciones de la naturaleza humana, que por sí misma

no puede ser sino buena y recta.

Pero es solamente en el siglo XIX cuando los apóstoles del socialismo

comenzaron a crear escuela. Saint-Simon y Fourier fueron los primeros maestros en

Francia, y Robert Owen, en Inglaterra. Sus primeros escritos aparecieron en 1817, pero

las nuevas ideas no progresaron hasta después de 1830.

Con matices diversos, todos exigían la emancipación de la razón humana, la

supresión de los dogmas religiosos, la supresión de la propiedad privada, la educación

igual para todos, la emancipación de la mujer, la organización de talleres corporativos,

en los que los adolescentes entrarían siguiendo sus gustos y sus aptitudes.

El periódico Le Globe prestó su publicidad a las nuevas ideas. Michel Chevalier,

Binder, Enfantin formaron una primera corona de discípulos de estos nuevos apóstoles.

Después de ellos vinieron Leroux, Raspail, Pecqueur, Louis Blanc y Comte.

Proudhon merece mención aparte. Es un discípulo de Hegel. Ha formado a

Blanqui. Es panteísta y, a menudo, nebuloso como Hegel. Es una penitencia leerlo. Pero

sus deducciones son bastante claras: para él la propiedad es un robo. Dios es el mal; el

poder es la tiranía. Es el último término de la doctrina socialista. Proudhon es el padre

de los anarquistas.

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98

El período imperial en Francia no ofrecía un terreno favorable al socialismo.

Éste, entonces, echó sus raíces en Alemania, en Italia y en Rusia, y nos regaló a Karl

Marx, Lassalle, Bakunin y Mazzini. Éste propagó principalmente la revolución política.

Marx, en su libro titulado El Capital, presentó una síntesis de todas las

reivindicaciones socialistas. Éste no es un iluminado, un doctrinario como Saint-Simon

y Fourier; su doctrina es simple y brutal. Dice a los proletarios: “Vosotros sois el

número y, en consecuencia, la fuerza. Sois explotados y no queréis serlo más, aquí está

vuestra justicia y vuestro derecho. Id, pues, al asalto del poder, sea por medio del voto,

sea por medio de la revolución”.

Todas estas diversas escuelas se continúan y se desarrollan. Hablaremos de ellas

y de su situación actual.

2. – Lo que no es el socialismo

El socialismo se jacta o se engaña. Pretende tener el monopolio de la compasión

para con los desdichados y del celo por las reformas sociales. Todos sus libros, todos

sus programas, todos sus discursos comienzan por esta falsa suposición.

¡Perdón, señores socialistas! Seamos más justos, por favor. Seamos más

modestos, al menos. Nosotros queremos creer que estáis de buena fe: tenéis piedad de

los proletarios, los amáis, deseáis las reformas sociales que les aseguren una parte mejor

en el banquete de la vida. Está bien, pero no pretendáis el monopolio de estas buenas

disposiciones. Son una moneda bastante corriente en la sociedad actual. Casi todo el

mundo confiesa que hay que hacer algo a favor de los obreros y todos los partidos están

a la búsqueda de los mejores remedios.

¿No sabéis que los cristianos podrían reivindicar, antes que vosotros, una patente

de invención? ¿No es el Evangelio el mismo código de la piedad y de la emancipación

social? Nuestro Jefe supremo, Jesucristo, ha formulado antes que vosotros su compasión

por las muchedumbres: Misereor super turbam. Ha llamado a todos los desheredados y

se ha hecho su protector. Los ha recomendado al celo de sus discípulos.

La Iglesia católica no os ha estado esperando para ir en ayuda de los proletarios.

La Iglesia los ha sacado de la esclavitud, de la barbarie, de la servidumbre. Es un hecho

histórico. ¿No es, pues, nada más que esto? Ella los había rodeado de instituciones

protectoras de todos los géneros: corporaciones, montepíos, cajas de asistencia y de

jubilación. La Iglesia los había conducido así a una situación de honor, de prosperidad,

a un estado de vida libre, iluminada y artística: estado que alcanzó su apogeo en el siglo

XIII y que nosotros vemos decrecer con cada victoria de la idea pagana en la vida

social.

Un poco de lealtad, por favor. ¿Tenéis piedad de los trabajadores desdichados?

Nosotros también. La hemos tenido antes que vosotros y nuestro pasado muestra que

sabemos tenerla eficazmente.

No digáis, pues: el socialismo es la piedad para con el pobre. Decid, si lo

deseáis: el socialismo también tiene piedad del pobre. Está bien, nosotros no

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99

contestaremos vuestra buena fe.

No digáis tampoco: el socialismo es la reforma social. Algunos de los vuestros

son muy rápidos y poco tranquilizadores en sus proyectos de reformas. Dicen:

destruyamos, en primer lugar, la organización social actual y después veremos. Éste era

el lema de Proudhon: Destruam et aedificabo. Es la doctrina de Karl Marx.

Otros, los posibilistas sobre todo, tienen largos programas en los que se

encuentran buenas cosas, por ejemplo: la organización de una asistencia eficaz para los

inválidos del trabajo, la reglamentación del descanso semanal, del trabajo de las mujeres

y de los niños, etc., etc. Pero todo eso no es el socialismo. Nosotros encontramos

también eso mismo en los programas católicos, y las antiguas corporaciones lo habían

realizado.

3. – Lo que es el socialismo

Es una doctrina filosófica bastante mal definida, que tiene por autores a algunos

iluminados o revolucionarios, más bien que pensadores. En el fondo es el materialismo

práctico, mezclado a veces de panteísmo, como en Proudhon.

Es siempre la negación de un Dios personal y creador, que es el primer principio

de la filosofía moral; la negación de la familia, que es el primer elemento social; la

negación de la propiedad, que es el primer principio económico; la negación de la caída

original, que es uno de los primeros datos de la vida moral; e incluso, entre los teóricos

de la anarquía, la negación del orden, que es el primer principio político.

Las cuatro federaciones socialistas reunidas en Congreso en la Casa del Pueblo

de París en noviembre último lo han declarado. Ellas, en conjunto, luchan contra las

cosas del pasado, es decir, contra la religión, la propiedad y el orden social. Se glorían

de los grandes precursores de junio de 1848 y de marzo de 1871. Su objetivo es el de

sustituir la propiedad privada por la propiedad colectiva. Y, si bien los socialistas se

limitan por el momento a pedir que el Estado vuelva a tomar la administración de las

minas, de los bancos, de los ferrocarriles, etc., estas son medidas transitorias, con las

que por ahora se contentarán esperando tiempos mejores.

Cuando el socialismo muestra la patita aterciopelada, como sucede en la

actualidad en Alemania, desconfiemos de las garras escondidas. Federico Engels, en su

reciente libro sobre la evolución del socialismo, a través de las utopías, hasta la ciencia,

nos muestra un socialismo dulcificado, mitigado, domesticado. Son palabras bonitas

para seducir a los sencillos.

Entre bastidores están los jefes, que esconden su juego; como en la

Francmasonería están las Logias, en las que no faltan los ingenuos, y las “retro-logias”

o Logias secretas que dirigen todo; tal como existen en la política los oportunistas

hipócritas o mirones, y los radicales que no ocultan sus doctrinas.

El socialismo es un sistema de economía social que quiere reducir todos los

instrumentos de trabajo a la propiedad común y organizar la producción colectiva y el

reparto de las riquezas económicas por medio del Estado o del Municipio.

Page 98: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

100

El socialismo o es esto, o no es nada. Y, si no aspira más que a algunas reformas

económicas, deja de ser socialismo.

4. – Las varias formas de socialismo

Las formas del socialismo son muchas y, si Dios les da vida, alcanzarán el

número de las especies de rosas que hay en nuestros jardines o el de las sectas del

protestantismo. Se cuentan cinco grupos principales:

1º El partido obrero. – Es el socialismo de Estado. Ha tenido como maestros a

Guesde y a Marx. Mandó al Parlamento a los señores Lafargue, Thivrier, Ferroul y

Jourde. Y pide que retorne al Estado la posesión de la tierra, de los instrumentos y de la

materia del trabajo.

2º Los posibilistas. – Su maestro ha sido Benoît Malon. Son los oportunistas del

socialismo. Dominaban la Bolsa del Trabajo antes de su clausura. Sus apóstoles son

Brousse y Joffrin. Enviaron al señor Lavy a la Cámara. Tienen como órgano el diario

Fédération. Más prudentes que los primeros, quieren conducirnos muy suavemente al

comunismo. Son políticos y conocen el proverbio italiano: Chi va piano, va sicuro NT1

(El que va despacio, va seguro).

3º El Partido socialista revolucionario. – Allemane es el jefe de este grupo y el

señor Dumay, su diputado. Los otros también serían revolucionarios si vieran la

posibilidad de éxito, pero se contentan con pensarlo y, éstos lo dicen en voz alta.

4º Los independientes. – Tienen como órgano Le Peuple y como representantes

en la Cámara a los señores Basly, Boyer, Couturier, Jaurès, Lachèze, Lamedin y

Millerand. Sin doctrinas bien definidas, éstos aspiran sobre todo a gobernar y

encuentran que el socialismo es una etiqueta ventajosa.

5º Los clásicos. – Éstos, sobre todo, se vinculan a los antepasados de junio de

1848 y de marzo de 1871. Descienden de Blanqui y de la Comuna. Toman su lema del

Comité Revolucionario Central. Están representados por el señor Baudin en la Cámara y

por los señores Vaillant y Chauvière en el Consejo municipal de París.

5. – Del socialismo a la anarquía

La anarquía es una floración del socialismo.

La palabra anarquía fue inventada por Proudhon. Para él, era un estado social en

el que el orden es el resultado de las libres relaciones económicas de los individuos sin

autoridad política.

Bakunin, “el segundo padre de la anarquía”, consideró el tema de una manera

más radical. Al no esperar, de ninguna manera, convertir el mundo actual al bien soñado

NT1

En realidad el proverbio dice: Chi va piano, va sano e va lontano (El que va despacio, llega

sano y llega lejos).

Page 99: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

101

por Proudhon, declaró que era preciso destruirlo.

Elisée Reclus y Kropotkine fueron sus primeros adeptos. En Ginebra pusieron

las bases de la asociación oculta que nos aprieta hoy mucho más poderosamente de lo

que nosotros pensamos.

Bakunin dio los principios de la secta en su Catéchisme révolutionnaire.

“El revolucionario, dice, es un hombre consagrado. No debe tener ni intereses

personales, ni negocios, ni sentimientos, ni propiedad. Debe dejarse absorber por un

solo interés: la Revolución; no tiene nada más que una ciencia y un objetivo: la

destrucción. Por eso, estudia la mecánica, la física, la química y, a veces, la medicina

(sin duda, el capítulo de las intoxicaciones...). Desprecia y odia la moral actual. Entre él

y la sociedad hay una lucha a muerte.

Debe vivir en medio de la sociedad, fingiendo ser aquello que no es. Debe

penetrar por todas partes, tanto en la clase alta como en el pueblo. Tiene en la mano el

poder de los revolucionarios del segundo y del tercer grado, no plenamente instruidos, y

de esto debe obtener todo el partido posible...”.

El primer órgano de la anarquía fue el Révolté, dirigido por Elisée Reclus y

Bakunin y redactado por Jean Grave.

Pero estamos lejos de estos modestos comienzos. En la actualidad hay más de

sesenta diarios anarquistas en todas las lenguas, aunque las leyes recientes les hayan

puesto un freno.

El Père Peinard ha alcanzado la tirada de 15.000 ejemplares, de los que 6.000 en

París.

Si es necesario, el periódico se hace secreto, manuscrito, se envía por medio de

cartas.

La propaganda es incesante y la organización es poderosa. Un Consejo supremo

de 100 miembros le da el impulso bajo el nombre de Frères internationaux. Este comité

central está encabezado por dos cónsules. Hasta 1876 eran Bakunin y Elisée Reclus.

Después de la muerte de Bakunin, fueron Elisée Reclus y Kropotkine. En el segundo

grado están los Frères nationaux: es el consejo de dirección de cada nación. Y, bajo la

dependencia de éstos, existe una muchedumbre innumerable de quienes se adhieren a la

alianza democrática.

La secta tiene su biblioteca, sus revistas. Tiene también su canto de guerra, del

cual he aquí una estrofa:

¡Guerra al capital que nos oprime!

¡Guerra a las minas, donde morimos sofocados!

¡Guerra a la toga que nos condena!

¡Guerra a la bandera que servimos!

¡Es necesario que sobre el cúmulo de ruinas,

vuelva a florecer el nuevo día!

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102

¡A nosotros nos toca llevar la igualdad

con nuestras latas de sardinas!

¡A las armas, ciudadanos, en pie pueblo harapiento!

¡Y que la dinamita arme nuestros batallones!

La anarquía domina e inspira el socialismo, pretende servirse de él durante una

etapa del camino. El programa de los socialistas ha sido redactado por el mismo

Bakunin, con el concurso de Karl Marx, Tolain, Fribourg, Camélinat, Malon, Beslay y

Corbon (todos francmasones igualmente), en los Congresos de Berna (1865), de

Bruselas (1868) y de Basilea (1869). Este programa comprende la abolición de los

cultos, la abolición de la herencia y de la propiedad privada, la educación común... En

fin, estos programas reconocían “que todos los estados políticos y autoritarios, al

reducirse cada vez más a simples funciones administrativas, deben desaparecer en la

unión universal de las asociaciones, tanto agrícolas como industriales”.

Ésta es la fórmula anodina de la anarquía.

Y el medio práctico para los anarquistas es la propaganda por medio del hecho.

Hay, sin embargo, en este momento un cambio de táctica. Se había esperado que los

atentados individuales atemorizarían al ciudadano y le harían soltar la presa del poder.

Se ha reconocido que eso no conducía a nada. Entonces, los anarquistas volvieron al

sistema de Blanqui: propagar por todos los medios las ideas revolucionarias para

preparar las revoluciones en masa; agitar siempre, y aprovechar todas las circunstancias

para renovar los hermosos días de la Comuna.

Entonces se verán maravillas. Tendremos programas de gobierno como el de la

Comuna de Lyon de 1871, del cual he aquí el resumen:

ARTÍCULO PRIMERO: El Estado queda abolido y el pueblo ha entrado en la

plenitud de sus derechos.

ART. 2. – Los tribunales criminales y civiles son reemplazados por la justicia

del pueblo.

ART. 3. – Se impondrá un impuesto progresivo; los ricachones que han

abandonado la ciudad están obligados a regresar, bajo pena de muerte.

ART. 4. – Todos los oficiales del ejército son destituidos.

ART. 5. – Se publicarán los nombres de todos los funcionarios que han servido a

la reacción y se les matará en cuanto se pueda.

Mientras tanto, el arma cotidiana es el periódico, la conferencia, la reunión

secreta, la sugerencia a menudo repetida.

El triunfo se da por descontado de antemano. Un periódico, que es solamente

socialista, el Peuple de Bruselas, describe así el futuro de la burguesía:

«Vendrá un día en el cual, en algún museo de historia natural, se mostrará al

último de los burgueses, como hoy se exhibe a los aztecas. Cuando la humanidad

conozca un poco de justicia social, el último de los capitalistas aparecerá a las

generaciones futuras como el testigo de una época desaparecida, una especie de

monstruo fenomenal, confiado a la frenología y sometido al examen médico. Delante de

la jaula en la que él seguirá cruzando los brazos por atavismo, la muchedumbre

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103

intercambiará exclamaciones de asombro:

“Es extraordinario, se dirá, ¡parecería un hombre como nosotros! Es posible que

estos animales hayan vivido durante siglos sin hacer nada, sin preocupación por su

dignidad, dejándose alimentar, vestir, calzar, alojar, peinar, apagar la sed por

desdichados obreros, sus hermanos según la naturaleza, que a menudo no tenían una

camisa sobre la espalda, ni un mendrugo de pan en el estómago... ¡Fuera, horrorosas

bestias!...”».

Todo esto es muy sugerente y no está mal escrito.

En cuanto a nosotros, no alabamos en verdad a ciertos burgueses que llevan una

vida inútil y egoísta, pero pensamos que es preciso convertirlos con la propagación de

las ideas cristianas sobre la justicia social, el deber y la solidaridad, más que por la

dinamita y el fusil.

6. – Refutación racional del socialismo

El socialismo va contra los derechos más sagrados porque aniquila la religión, la

familia, la propiedad y la libertad individual.

¿Qué hacen ustedes de la religión, señores socialistas?

El hombre, igual que el cielo y la tierra, las plantas y los animales, ha sido

creado de la nada por un Dios personal. Dios ha creado al hombre inteligente y libre

para ser conocido, amado y glorificado por el hombre.

Lo ha creado para que sea feliz, y ha puesto la materia al servicio del hombre a

título de feudo divino, a fin de que ésta le proporcione los medios de vida y de alcanzar

su fin.

Sabemos que ustedes reemplazan este primer principio por la teoría de la

evolución.

Es, verdaderamente, demasiado cómodo. Pero decidme, si la materia se presta

tan amablemente a todas estas clases de evolución y si se acomoda a todas las

necesidades, a todas las tendencias de los seres vivos, por qué nuestras casas, nuestros

vestidos y todo aquello que sirve para nuestro uso no se fabrica por sí mismo. Esto, sin

duda, podría suceder un día, dada vuestra teoría.

El hombre está, por su naturaleza y por la voluntad de Dios, destinado a vivir en

sociedad. Estamos de acuerdo en ello. La sociedad, basada sobre un fundamento moral

y religioso, es una exigencia de la ley natural que el cristianismo ha renovado y

santificado.

Pero esta vida social es posterior a la vida individual y a la vida de la familia.

Por lo tanto, la sociedad puede y debe ayudar y proteger, pero no destruir, a las familias

y a los individuos. Las familias han existido mucho antes de que se formasen los grupos

nacionales. El hombre individual y la familia habían recibido de la naturaleza el derecho

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de vivir y de proteger su existencia antes de que el Estado fuera formado. Tenían, pues,

derechos y deberes anteriores a los del Estado.

El Estado está hecho para proteger la libertad individual y la familia.

¿Y la propiedad privada? Es también de derecho natural. Es objetivo instintivo

del trabajador el de asegurarse la posesión en propiedad, la posesión estable y

permanente de los frutos de su trabajo. Para asegurarse la conservación de sus ahorros,

él los invierte en un campo. Este campo no es otra cosa que el salario transformado, la

legítima remuneración del trabajo. El hombre no vive al día, como el animal, quiere

prever su futuro; es, de alguna manera, la providencia para sí mismo. Por eso, la

naturaleza ha puesto a su disposición un elemento estable y permanente: la propiedad.

Me objetaréis que Dios ha dado la tierra para que la disfrute todo el género

humano. Es verdad que Dios ha confiado al suelo recursos para alimentarnos a todos.

Pero la tierra, aunque dividida naturalmente en propiedades privadas, no deja de servir

para la utilidad de todos. Todos se alimentan de sus frutos gracias a los intercambios, a

la remuneración del trabajo y, en las necesidades, gracias a la caridad pública y privada.

¿Y la herencia? Tampoco es un producto de la invención humana. Está en la

naturaleza, en los instintos legítimos del hombre. Es necesaria también para estimular al

trabajo a los hombres que desean sobrevivir en otra generación, que disfrutará de los

frutos de sus trabajos.

7. – Refutación por el absurdo

¿No ven ustedes a dónde nos llevaría su régimen socialista?

Ustedes cargarían al Estado con la reglamentación de la producción y de la

distribución de las riquezas. Pero, ¿con qué medio, ante todo, será la sociedad actual

liquidada enteramente?

A continuación, ustedes harán una vasta máquina científicamente organizada. El

primer efecto será una aristocracia burocrática, encargada de distribuir la comida y el

trabajo.

Los judíos estarán a la cabeza, seguramente, y a fin de cuentas, esto será

justamente la aniquilación de la democracia y de la libertad.

Todo el mundo será de nuevo una oficina de empleados, o mejor que esto, una

caja de pensionistas, de prisioneros y de forzados, bajo la vara de los comisarios del

colectivismo: algo como la organización del trabajo de los hebreos bajo el palo de los

egipcios.

El Estado enseñará; pero, ¿qué moral, por favor? ¿La de Epicuro o la de

Diógenes?

Solamente el Estado será el encargado de la asistencia pública. Esto será

soberbio. Podemos hacernos una idea.

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Habrá una multitud de agentes y de enfermeras. Y así, los recursos destinados a

los enfermos, a los pobres y a los ancianos serán absorbidos por el servicio y por la

administración.

Ante la presencia del peligro, en tiempo de cólera, el personal positivista

rehusará el servicio. Se irá en busca del personal religioso: será demasiado tarde, el

manantial se habrá secado.

¿Y quién hará la selección de las vocaciones y de las capacidades? ¿Quién

distribuirá los productos según las necesidades y los méritos? ¿Y las envidias? ¿Y las

discordias? ¿Y los odios que van a surgir?

¡Dios mío! ¡Qué infierno! ¿No ve el colectivismo que va a crear una oligarquía

más opresiva, más oriental y más despótica que ningún régimen capitalista?

Un pensador eminente que después, por desgracia, se descarrió, Lamennais,

había definido bien, desde el comienzo del movimiento socialista, esta doctrina nueva y

sus consecuencias.

Decía:

“¿Quieren que les diga lo que pienso de los sistemas socialistas que están en

boga en nuestros tiempos?... De las doctrinas que se han producido hasta hoy, no

conozco una sola que, más o menos directamente, no llegue a esta conclusión: que la

apropiación personal es la causa del mal que se busca remediar; que, en consecuencia,

la propiedad debe dejar de ser individual, que debe estar concentrada exclusivamente en

las manos del Estado y que éste, que es el único poseedor de los instrumentos de

trabajo, organizará el trabajo mismo, asignando a cada uno aquel oficio especial y

rigurosamente obligatorio para el cual se le habrá juzgado apto, y se le distribuirá el

fruto del trabajo común según ciertas reglas, sobre las cuales por ahora no hay ideas

precisas.

Es evidente que la realización de semejante sistema conduciría a los pueblos a

una servidumbre que el mundo no ha visto todavía; reduciría al hombre a no ser nada

más que una máquina, un puro instrumento; lo humillaría por debajo del negro, del que

su patrono dispone a su gusto; por debajo del animal. Yo creo que nunca jamás ideas

más desastrosamente falsas, más extravagantes y más degradantes hayan entrado en la

mente humana... A mis ojos, al menos, serían absoluta y radicalmente imposibles de

poner en práctica”.

8. – Confesiones cínicas

El socialismo tiene sus horas de sinceridad. Nos deja ver, a veces, la meta a la

que nos conduce. Esto no sería solamente el régimen del presidio. Sería también el reino

de la unión libre, como entre los cuáqueros o, mejor, como entre los animales. Sería la

vuelta a las prácticas más bárbaras del paganismo, como la inmolación de los viejos y

de los seres débiles y de los que sufren, para que así la sociedad pudiera verse libre de

ellos.

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Léase, más bien, al señor Lafargue en su libro Le droit à la paresse. Él exclama:

“Los indios de Brasil matan a sus enfermos y a sus viejos. Todos los pueblos

primitivos han dado a los suyos estas muestras de afecto. En Suecia, se conservaban

todavía últimamente chozas que servían para librar a los padres de las tristezas de la

vejez. ¡Cuán degenerados son nuestros proletarios modernos!”.

Es igual, yo prefiero la dulzura, la caridad cristiana y la esperanza del cielo

después de las miserias de esta vida.

9. – Una palabra a los moderados

Para ustedes, que no se van a los extremos, quieren solamente, dicen, poner

nuevos recursos en las manos del Estado, entregándole las minas, los bancos, los

ferrocarriles, para que él organice la asistencia en todas sus formas…

Si no se trata nada más que de algunos monopolios más, ustedes no son grandes

inventores. El Estado tiene ya bastantes: los tabacos, los fósforos, la pólvora, los correos

y los telégrafos, etc.

¿Van mejor las cosas? ¿Son mejores los fósforos? ¿Está el presupuesto mejor

equilibrado? Den al Estado algunos centenares de millones de más y él creará nuevas

sinecuras, abrirá escuelas sin alumnos, les tendrá un poco más de tiempo en el cuartel,

es todo lo que ustedes habrán ganado.

Lo que hace falta no es aumentar el presupuesto, sino suprimir los gastos

inútiles.

Y para las cajas de socorro y de asistencia las corporaciones libres son más

seguras que el Estado, el cual, en una situación de guerra, malgastará todos los capitales

atesorados.

10. – Las pruebas

No miren como una prueba práctica de socialismo el Familistère de Guise. Es

una simple Sociedad Cooperativa de producción y de consumo; no es el socialismo del

municipio y, todavía menos, el socialismo de Estado.

Es una sociedad de obreros y son necesarios tres años de prácticas y la admisión

por un Comité para habitar en el familisterio. Hay, pues, una selección. Como la

industria propia en el establecimiento es próspera, se es bastante feliz. Sería necesario

ver qué consecuencias produciría la menor crisis industrial. En cuanto a la moralidad, se

sabe que los fundadores no han dado ejemplo.

Tampoco son socialismo las comunidades de Frères Moraves. Hemos visitado la

comunidad de Zeist en Holanda. Es una pequeña república gobernada por algunos

Ancianos o Jefes eclesiásticos que reglamentan todos los actos de la vida civil. Ellos

presiden la educación física y moral de los niños. Infligen penitencias, pronuncian la

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exclusión de la comunidad e indican el puesto de cada uno en las diversas clases que

componen la ciudad. Es una especie de convento de personas casadas, en el que la

disciplina es conservada por la tenacidad que dan ciertas terquedades heréticas. Pero es

preciso ver estas comunidades para reconocer que éste no es el ideal sobre la tierra.

Estas bravas personas llevan en su rostro una tristeza resignada y un aspecto de

puritanismo que despierta compasión.

Pero he aquí la historia de una verdadera prueba.

Victor Considérant, fallecido en diciembre de 1893, fue uno de los primeros

adeptos del fouriérisme. La idea era nueva entonces, tuvo éxito entre los curiosos de la

época. Los capitales afluían para fundar la Sociedad ideal que realizaría la edad de oro.

El nuevo apóstol, Victor Considérant, algo comprometido en los motines

revolucionarios de 1848, juzgó prudente ponerse a salvo poniendo el océano entre él y

la justicia. E intentó ir a hacer sus ensayos a América. Partió para Tejas, llevando la caja

y dirigiendo una colonia completamente decidida a intentar la aplicación de las

maravillosas teorías colectivistas.

Allá, Considérant encontró al obispo misionero de la región, más rico de espíritu

de abnegación y de sacrificio que de dinero. Empujado por un sentimiento de

humanidad, expuso al misionero su precioso método.

El obispo lo escuchó pacientemente y le dijo: “Amigo mío, antes de algunos

meses todo vuestro edificio social se derrumbará, le falta el cemento bueno, la caridad

cristiana... Cuando vuestros colonos quieran despedazaros, venga a refugiarse en mi

casa, le espero”.

Considérant quedó estupefacto de tal pobreza de espíritu.

Algunos días después, Considérant, derrotado, acosado, extenuado por sus

colonos, encontraba un refugio en casa del obispo misionero.

Regresó a Europa y el resto de la colonia vivió de cualquier manera y pereció en

las sabanas.

Considérant no ha vuelto a empezar de nuevo.

11. – Otros ejemplos igualmente concluyentes

Acaba de hacerse en Inglaterra, en Bradfort, una experiencia verdaderamente

muy curiosa.

Una asociación obrera recibió la oferta de una fábrica de manufacturas bien

abastecida de máquinas y de un crédito de 125.000 francos. La cesión se hacía durante

un año, sin cargas y sin contrato.

La única condición impuesta por el donante, señor Priestley, era que el negocio

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fuese conducido según los principios socialistas. Además, se comprometía, si al fin del

año la empresa había tenido éxito, si los obreros habían ganado más dinero que el que

ganaban bajo la dirección del patrono, a ceder a los miembros del sindicato su fábrica de

manufacturas, mediante un débil canon, y a seguir manteniendo abierto un crédito de

125.000 francos en su banca.

La asociación obrera a la que había sido hecha esta oferta estudió durante cuatro

meses si debía o no debía acogerla. Pero, después de este plazo, los socialistas de

Yorkshire debieron confesar que se sentían incapaces de administrar y hacer fructificar

la fábrica de manufacturas traidoramente puesta a su disposición por un capitalista. Al

servirse de esta expresión, los socialistas ingleses han querido decir sin duda que se trata

de una estratagema pérfida usada para demostrar que sus teorías no tienen ningún valor

económico.

El señor Thiers en su obra De la propriété, nos recuerda una experiencia del

mismo género, llevada más lejos que la de Bradfort.

Era en 1848. Un industrial de París, cuyos obreros habían acogido con

entusiasmo las doctrinas colectivistas de Louis Blanc, decidió poner a sus obreros en la

situación de hacer un experimento práctico del sistema.

Habiendo reunido a sus obreros, les ofreció cederles sus talleres sin

indemnización alguna, prometiéndoles además comprar sus productos a los precios

corrientes.

Los obreros aceptaron. Colocaron a la cabeza de cada taller un presidente

elegido y a la cabeza de los talleres reunidos un presidente general.

La clasificación de los salarios fue mantenida, solamente se pasó de 2,5 francos

a 3 francos el salario de los más desheredados... Y se suprimió el trabajo a destajo del

que se aprovechaban algunos buenos obreros.

He aquí cómo el señor Thiers describe los resultados de la experiencia después

de una prueba de tres meses:

“El tumulto ha sido cotidiano en los talleres. Se daban permisos cuando

convenía tomar parte en tal o cual manifestación de la calle. Se trabajaba poco, incluso

cuando se estaba presente, y los vigilantes de los talleres, encargados de mantener el

orden y de vigilar el trabajo, eran cambiados hasta dos o tres veces cada quincena.

Si se hubiera trabajado como en otro tiempo, durante los tres meses que duró

este régimen se habrían debido alcanzar 367.000 francos de mano de obra. Sin embargo,

no se han alcanzado nada más que 197.000, aunque los precios de ejecución se hubiesen

elevado un 1%”.

El trabajo ha sido menos activo y las horas de presencia menos numerosas.

También los buenos obreros estaban todos ellos resueltos a abandonar el

establecimiento, si no se hubiera puesto fin a esta prueba después de tres meses.

He aquí lo que el colectivismo ha hecho en una fábrica situada en condiciones

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inesperadas con una empresa fácil y fructífera, sin necesidad de ningún capital de

implantación y con la venta asegurada de toda la producción.

Estos dos ejemplos, es verdad, no se refieren al socialismo puro, sino solamente

a algunas pruebas de cooperación con organización socialista.

La segunda prueba, que tan solo ha sido intentada, vemos a dónde ha llegado.

No es que nosotros censuremos las asociaciones cooperativas de producción.

Personas de buenas intenciones ven en ellas el remedio o uno de los remedios a nuestra

situación social.

Pero el ejemplo citado prueba manifiestamente que si estas asociaciones se

organizan en el espíritu del socialismo, con elecciones repetidas, la independencia de los

trabajadores, la ausencia de respeto y de autoridad, acabarán en la ruina y en la

disolución.

La asociación de producción exige hombres virtuosos como condición de

prosperidad. Hacen falta principios de justicia y de caridad, moderación de espíritu y

hábitos de respeto, que solamente se logran en la vida cristiana. De hecho, si algunas

sociedades cooperativas de producción han tenido éxito, es que una autoridad patronal

había sido instituida allí por los asociados1.

12. – Conclusión: Por qué no soy socialista

Esta página está en parte tomada en préstamo de la profesión de fe de un

candidato a las últimas elecciones legislativas.

El socialista quiere alojarme en una casa construida con los frutos de mi trabajo,

casa que él administrará y... de la cual me echará cuando a él le plazca.

En cambio, yo quiero vivir en una casa de la que nadie me pueda expulsar.

El socialista quiere obligarme a ir a una oficina de beneficencia universal

alimentada con mi trabajo, oficina que él administrará y a la que él me admitirá... si le

place.

En cambio, yo no quiero ser reducido a tender la mano a la oficina de

beneficencia.

El socialista quiere obligarme a llevar a mis hijos a las escuelas pagadas con mi

dinero y mi trabajo donde él instruirá y educará a mis hijos... a su imagen.

En cambio, yo quiero escoger la escuela de mis hijos como me gusta, aunque

tenga que pagarla yo mismo.

El socialista quiere obligarme a pasar mi vejez y a morir en una residencia de

ancianos construida y mantenida con mi dinero, donde sus amigos se regodearán a mis

expensas y donde ellos me admitirán... si mis hijos y yo votamos por él.

1 STANLEY JEVONS, Economie politique, capítulo IX. LEON FAUCHER, Etudes sur

l’Angleterre, tomo II, pág. 449.

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110

Pero yo quiero pasar mi ancianidad en mi familia y morir en paz en mi casa...

¡Y éstas son sólo las pretensiones del socialismo moderado!

El verdadero socialismo quiere darme la vocación y la carrera que a él le

plazcan.

Quiere hacerme trabajar y tasarme el pan.

Quiere quitarme a mi Dios, a mi familia y a mi libertad.

Quiere echarme en el agua o en un horno crematorio, para que la sociedad se

desembarace de mí cuando yo haya envejecido o no sea ya apto para el trabajo.

¡Gracias! Prefiero mi libertad, mi casa, mi familia, mi fe y mis esperanzas.

He aquí por qué no soy y no quiero ser socialista.

13. – Bibliografía

Chanoine WINTERER, Le danger social, 1880. – Trois années de l’histoire du

socialisme. – Le socialisme international de 1885 à 1890, Lecoffre. – Le socialisme

contemporain, Palmé.

R. P. FELIX, Le socialisme devant la société. 1878. Socialisme et christianisme.

– Le charlatanisme social, Roger et Chernoviz.

R. P. de PASCAL, Le mouvement social. – Le collectivisme et ses docteurs. – Le

pouvoir social et l’ordre économique. Vic et Amat.

R. P. de BOYLEVE, La question ouvrière. – Problèmes religieux et sociaux.

Haton, Palmé.

Abbé MERIC, Les erreurs sociales du temps présent.

Abbé BLANC, La question sociale: principes nécessaires et réformes urgentes.

Abbé MARTINET, La question sociale au point de vue des faits, 1851.

BENOIT MALON (autor socialista), Histoire du socialisme, 1883. – Le

socialisme intégral, 1890.

Page 109: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

111

CAPÍTULO VI ___________

LOS VERDADEROS REMEDIOS: LA ACCIÓN DE LA IGLESIA

Reducimos a cuatro fuentes, los remedios que deben restablecer la paz social y

elevar la condición de los obreros.

Creemos ser exactos y completos.

Los estudios sociales se multiplican. Se proponen panaceas hasta el infinito, pero

todos se apoyan en una de las siguientes bases: la acción de la Iglesia, la del Estado, la

de los patronos y la de las corporaciones.

Nosotros nos apoyamos, por lo demás, en las mejores autoridades. León XIII, en

su Encíclica, indica como remedios al mal social: la enseñanza y la acción de la Iglesia,

la parte del Estado, los deberes de los patronos, el rol de las asociaciones.

El cardenal Manning indicaba los mismos principios de salud social: unión de la

Iglesia y del pueblo, intervención de los poderes públicos, buena inteligencia entre el

capital y el trabajo, necesidad absoluta de las asociaciones privadas. Éstos son los

principios que vamos a exponer.

1. – Principio general

Sólo la Iglesia católica puede remediar los males de la sociedad actual. Sólo ella

puede reconciliar al rico y al pobre, porque sólo ella posee plenamente los principios de

justicia y de caridad que la filosofía humana no ha hecho otra cosa que tocar

superficialmente, con muchas oscuridades y divergencias de opinión.

Ahora bien, la acción de la Iglesia es la acción del sacerdote, su representante

autorizado, su portavoz, su brazo y su corazón, así como el ministro de los sacramentos

que confieren la gracia divina.

El sacerdote, en nombre de la Iglesia, dice al obrero: “Cumple fielmente tu tarea,

respeta toda autoridad, evita toda violencia en tus reivindicaciones”.

Dice a aquellos que emplean a los obreros: “Respetad en ellos su dignidad de

hombres y de cristianos. Mirad como una vergüenza y una barbarie abusar de los

obreros como de máquinas para ganar dinero. Tened en cuenta sus necesidades

Page 110: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

112

religiosas y espirituales, dadles el tiempo necesario para satisfacerlas. Apartad de ellos

las causas de corrupción y de pecado. No les impongáis un trabajo superior a sus

fuerzas, contrario a las necesidades de la edad y del sexo. Dadles un justo salario, a fin

de que puedan mantener convenientemente su vida. No especuléis sobre su pobreza”.

El sacerdote dice a los ricos: “Sólo Dios tiene el derecho de propiedad absoluta.

Vosotros sois administradores. Después de haber tomado de vuestras rentas cuanto es

necesario para vivir convenientemente, dad generosas limosnas. Es necesario que todos

los hombres vivan de los productos de la tierra”1.

Él dice a los pobres: “Vuestra condición ha sido honrada por el Hijo de Dios.

Sed dulces y pacientes, santificad vuestras pruebas, seréis recompensados en el cielo”.

Y dice a unos y a otros: “Estad unidos en la caridad. Sois todos hermanos.

Tenéis el mismo Dios creador, el mismo Redentor, la misma naturaleza, la misma

gracia, la misma herencia celestial. ¡Qué razones para vivir pacífica y fraternalmente!”.

2. – El hecho histórico

¿Tiene la Iglesia medios prácticos eficaces para realizar tal ideal?

Sí, ciertamente; ella ilumina las inteligencias y les muestra dónde está el deber.

Actúa en los corazones mediante sus consejos, sus ejemplos y su influencia

sobrenatural.

La historia es testigo. La sociedad humana ha sido completamente renovada por

las instituciones cristianas. El progreso más extraordinario ha reemplazado la más

vergonzosa decadencia. La acción del sacerdote ha producido la civilización cristiana,

con su prosperidad, su esplendor y sus obras, particularmente en los siglos XII, XIII y

también en el XVII.

Los mismos principios producirán los mismos efectos. La Iglesia ama al obrero,

al niño, al anciano. Socorre a todos los desdichados y a todos los que sufren, así que la

historia de la caridad es la historia de la Iglesia.

La beneficencia administrativa no puede reemplazar la caridad cristiana,

enseñada y propagada por el sacerdote, porque la caridad cristiana lo da todo y se da a sí

misma con un total desinterés. Ahora bien, tal sentimiento no viene más que del

Corazón de Jesucristo; y alejarse del sacerdote y de la Iglesia no es, en absoluto,

acercarse a este divino Corazón (León XIII, en la Encíclica sobre la condición de los

obreros).

3. – En la enseñanza y en la acción de la Iglesia está la salvación

La sociedad sufre porque se ha alejado de la religión y, en consecuencia, del

sacerdote.

1 Ver Monseñor KETTELER en el comentario hecho a Santo Tomás, en su sermón sobre la

Théorie catholique du droit de propriété.

Page 111: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

113

El galicanismo de Felipe el Hermoso y el cesarismo de los legistas han venido a

poner trabas a la acción sacerdotal, y la sociedad francesa ha pasado por las crisis

dolorosas de los siglos XIV y XV.

El galicanismo de Luis XIV restringía la acción política y social del sacerdote.

El liberalismo que engendró separó, cada vez más, al sacerdote de la vida civil, y la

sociedad, sin brújula, se vino abajo a finales del siglo XVIII. Es preciso que el sacerdote

vuelva a entrar en la vida social, para cristianizarla de nuevo e infundirle la justicia y la

caridad. Esto es la salvación.

“Que los ministros sagrados, dice León XIII en la Encíclica, pongan todas las

fuerzas de su alma y toda la generosidad de su celo y que, bajo la autoridad de sus

obispos, no cesen de inculcar a los hombres de todas las clases las reglas evangélicas de

la vida cristiana; y que trabajen, con todas sus fuerzas, por la salvación de los pueblos.

Estos son vuestros sacerdotes, decía también León XIII en una audiencia al

señor obispo de Lieja, es preciso exhortarlos a ir al pueblo. Ellos no pueden quedarse

encerrados en sus iglesias y en sus sacristías. Es preciso animarlos de espíritu

apostólico, del espíritu que animaba a San Francisco Javier, que iba de aquí para allá,

por todas partes, para predicar a todos la doctrina cristiana.

El sacerdote, dice el obispo de Lieja siguiendo a León XIII, debe tener su sitio

en las asociaciones profesionales. Debe hacerse el iniciador, el director y el propagador.

Debe, incluso, prestar la colaboración de sus conocimientos, de su corazón, de su afecto,

de su acción en la consecución del bien temporal de estas Sociedades. Las obras

antiguas ya no bastan. Ya no interesan a los obreros de las ciudades y de las fábricas.

Ocupándose de sus intereses, mediante las corporaciones, es como el sacerdote tendrá

acceso a ellos.

Vamos, no nos dejemos detener por una falsa prudencia o una desastrosa

timidez. Si un sacerdote ve a sus ovejas perderse o expuestas a perderse en el

socialismo, no debe fácilmente tranquilizar su conciencia y permanecer inactivo. El

buen pastor no se esconde cuando viene el lobo. A quien se pone a trabajar, Dios lo

bendecirá y, a menudo, le dará un éxito inesperado”.

La acción del sacerdote es la salvación, es la condición de la paz social y de la

civilización cristiana.

4. – Un llamamiento supremo

El peligro social es inmenso, todo el mundo lo reconoce. Y todos los que están

empeñados en la salvación de las naciones hacen un llamamiento al sacerdote para

rogarle que tome en sus manos el timón y dirija las maniobras que deben conducir a

puerto la nave social tambaleada por la tempestad.

Es el Papa, son los obispos, son los moralistas, son los hombres de las obras

sociales quienes dicen al sacerdote: poned manos a la obra bajo la dirección de vuestros

pontífices.

Page 112: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

114

“Que cada uno, dice León XIII, se ponga a realizar la tarea que le incumbe, y eso

sin demora, no sea que, al diferir el remedio, pueda convertirse en incurable un mal, ya

de por sí tan grave...

Que los ministros sagrados pongan todas las fuerzas y la generosidad de su celo

al servicio del pueblo; y que bajo la autoridad de los obispos trabajen con todo su

empeño en la salvación de los pueblos” (Encíclica sobre la condición de los obreros).

El episcopado es unánime. Los Concilios provinciales acentúan cada vez más

sus prescripciones. Se contentaban, primeramente, con aconsejar las obras concernientes

al bien de los obreros. El último Concilio plenario de Baltimore ordena que por todas

partes los curas funden asociaciones obreras.

Después de la Encíclica de 1891, todos los obispos han hablado. Todos

recomiendan a su clero la aplicación de la Encíclica como un medio supremo de

salvación. Varios instituyen en sus seminarios cursos y conferencias de estudios

sociales. Algunos enumeran a sus sacerdotes las fuentes a consultar para iniciarse en

estas obras de salvación.

Recientemente, el señor Obispo de Lieja enviaba a su clero una magnífica carta,

que es un tratado completo sobre esta materia. Él exhorta, acucia y sacude a los tibios,

dirige a los hombres de buena voluntad. Quiere que la Encíclica no sea letra muerta.

Muestra la grandeza del peligro, la insuficiencia de las obras antiguas, la necesidad de

las asociaciones profesionales en las que el sacerdote debe tener una parte activa. Para

armar a sus sacerdotes con todos los medios, añade a su carta varios documentos que

completan la Encíclica: las cartas de León XIII a los señores de Mun y Decurtins, a los

obispos alemanes y sus discursos a las peregrinaciones de obreros franceses.

Los moralistas se hacen eco de las enseñanzas del Papa y de los obispos. “Las

condiciones nuevas de la sociedad, dice el teólogo Lehmkuhl, imponen deberes nuevos

a los pastores de almas. Ellos faltan en nuestros días a sus deberes si no fundan

asociaciones y, especialmente, asociaciones de obreros en las que al bien religioso se

una la búsqueda de un bien temporal”.

5. – Las fuentes

Pero, nos dirán los hombres de buena voluntad, ¿qué debemos hacer? ¿Cómo

hacerlo?

Dejamos a los maestros el cuidado de explicárselo. Indicamos solamente una

biblioteca en la que el gasto total no sobrepasa los 5 francos.

1º L’Encyclique sur la condition des ouvriers, 5, rue Bayard, París.

2º La lettre pastorale de Monseñor DOUTRELOUX, con sus documentos

anexos, en Dessain, editor, en Malinas.

3º Le Clergé et le Peuple catholique, por LEHMKUHL, en Lethielleux, rue

Cassette.

4º Motu proprio de PIO X sobre la democracia cristiana.

5º Le Prêtre et la Situation actuelle de l’Eglise, oeuvre de Saint-Paul, 6, rue

Cassette.

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115

6º Le renouvellement de la paroise, Ibid.

7º Trois jours d’études sacerdotales sur les questions ouvrières et sociales, bajo

la presidencia del canónigo DIDIOT, en Limé (Aisne), imprimerie de la Croix.

8º Le Curé de Campagne, por un homme d’oeuvres, 5, rue Bayard, París.

9º Le Pasteur selon le Coeur de Jésus dans le temps présent, oeuvre de Saint-

Paul. Este opúsculo, que ha aparecido, en primer lugar, en la revista Le Règne du Coeur

de Jésus, publicada en San Quintín, ha parecido al señor obispo de Lieja tan adecuado

para iluminar al clero sobre las condiciones del apostolado en el tiempo presente que lo

ha distribuido a todo su clero con su carta pastoral y los documentos pontificios.

10º Les réflexions de Monseigneur l’évêque de Montpellier à son clergé et un

discours de Mgr. Ireland, oeuvre de Saint-Paul.

11º Le Prêtre, por un Curé de Lyon, 5, rue Bayard, París.

6. – Las obras – Su necesidad

Los documentos indicados os dirán las obras a realizar.

Pero no se repetirá demasiado: las obras antiguas no bastan ya. Eso salta a la

vista. Nos dejan ir a la deriva y estamos al borde del abismo.

Es preciso, sin embargo, no omitir las obras antiguas. El ministerio sacerdotal

ordinario (predicación, catecismo, administración de los sacramentos) es siempre la

base fundamental del apostolado. Hay que unir las misiones, el apostolado a domicilio,

las asociaciones piadosas y, con todo, no es suficiente todavía. Es preciso añadir las

obras de enseñanza: las escuelas, las bibliotecas, los periódicos, círculos y patronatos, y

todavía es insuficiente. Hay que añadir las obras de caridad: Conferencias de San

Vicente de Paul, guardarropas parroquiales, obras de San Régis, etc.

Todas estas obras son admirables y necesarias, pero no alejarán el peligro

social.

Es cierto, dice León XIII y todos están de acuerdo, que los obreros, a causa de la

falsa reforma social de siglo XVIII, se encuentran en condiciones inmerecidas de

sufrimiento. Ellos sienten la necesidad de unirse formando asociaciones profesionales

que los protejan. Si nosotros no nos damos prisa en ir a ellos por medio de asociaciones

católicas, ellos se dejarán seducir por las ilusiones socialistas y las naciones cristianas se

precipitarán hacia cataclismos espantosos.

7. – Conclusión – Lo que debe ser el sacerdote

Vosotros sois la sal de la tierra.

Vosotros sois la luz del mundo.

Vosotros sois propagadores del fuego sagrado.

Este siglo tiene sus grandezas; puede gloriarse de sus progresos industriales y

científicos.

Sin embargo, según la opinión general, se termina en la corrupción de las

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116

costumbres, en la debilitación de los caracteres, en el oscurecimiento de la verdad y de

las doctrinas y en el enfriamiento de la caridad.

Sus costumbres están caracterizadas por el teatro, el deporte hípico, la novela y

todas las manifestaciones de la vanidad y de la sensualidad.

¿La verdad? ¿Quién la conoce todavía? El siglo que está terminando diría como

Pilato: “¿Qué es la verdad?”. Nunca hubo una mayor confusión de doctrinas en el orden

social, en el orden político, en el orden moral y en el orden religioso.

Y la caridad se ha enfriado de tal manera, que las diversas clases de la sociedad

se desprecian, se odian y la guerra social está a nuestras puertas.

¡Oh! ¡Cómo tenemos necesidad del sacerdote, del verdadero y santo sacerdote,

para que él sea la sal de esta tierra insípida, la luz de este mundo entenebrecido y el

fuego que rescaldará los corazones helados!

El sacerdote es la sal de la tierra con su vida de oración y de sacrificio. Él

comprende que debe aplicarse a la oración y a la reparación con tanta mayor premura

cuanto los tiempos son peores, los pecados del pueblo más numerosos y los obstáculos

al bien más difíciles de vencer. A los sacerdotes, sobre todo, da Dios esta misión.

Estos pensamientos están admirablemente desarrollados en el opúsculo: Le

prêtre et la situation actuelle de l’Eglise.

Si el sacerdote es la luz que difunde sobre el mundo el resplandor de la doctrina

revelada, debe ser, sobre todo a finales de este siglo, el heraldo de la ciencia social.

Solamente la Iglesia, como hemos mostrado, posee los elementos para la solución de la

cuestión social, por sus enseñanzas precisas sobre la justicia y por las lecciones y los

ejemplos de su caridad. Es preciso que el sacerdote se dé prisa en propagar esta luz.

La sociedad va hacia su ruina por haber puesto la luz debajo del celemín.

Por fin, solamente la Iglesia puede apaciguar los odios sociales y reconciliar a

todas las clases. Sólo ella posee la fuente de la caridad cristiana, que no brota sino del

Corazón sagrado de Jesucristo.

El sacerdote debe, pues, ser el hombre de la oración y del sacrificio para

apaciguar la justicia divina ofendida por la corrupción de las costumbres.

Debe ser el hombre de los estudios y de las obras sociales, para llevar la luz en

medio de estas tinieblas en las que se enfrentan, en desorden, hombres de buena

voluntad con criminales que quieren pescar en río revuelto.

Debe ser, finalmente, el discípulo y el apóstol del Corazón de Jesús. Es preciso,

en estos tiempos de división y de odio, un remedio nuevo. Nuestro Señor mismo nos lo

ha dicho. Estas almas heladas necesitan recalentarse en un hogar ardiente.

El Corazón de Jesús, manifestado en sus palabras, en su vida, en sus beneficios,

es un tema inagotable de ardientes meditaciones y de predicaciones atrayentes.

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117

¡Oh, si el pueblo desengañado supiera lo que debe a Jesucristo y lo que

Jesucristo, por medio del reino de su evangelio, quisiera procurarle de verdadera

libertad, dignidad, respeto, desahogo y pura alegría! El pueblo es bueno en el fondo,

pero está engañado: por tanto, toca al sacerdote, al apóstol totalmente lleno de la caridad

de Cristo, hacer que pasen estas cálidas convicciones al corazón del obrero, para atraer a

las masas al seguimiento del Salvador.

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118

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119

CAPÍTULO VII _________

LOS VERDADEROS REMEDIOS – LA ACCIÓN DEL ESTADO

Ni el desvelo de la Iglesia, ni la buena voluntad de los particulares serán

suficientes para proveer a la felicidad de las clases desheredadas.

Como señala Jules Simon, “es propio de la caridad socorrer la miseria, pero es

propio de una buena organización social el prevenirla”.

La justicia es la base de las relaciones sociales, y su objeto es el derecho propio

de cada uno. Estos derechos, que no pueden violarse sin crimen de lesa humanidad,

¿quién los protegerá sino la ley?

Derecho a la existencia, derecho a una justa remuneración del trabajo, derecho a

no ser aplastado por un trabajo excesivo, derecho a las alegrías del hogar doméstico,

derecho a que el niño y la mujer no sean devorados por un trabajo homicida, derecho,

por fin, a la libertad del deber y de la conciencia: he aquí otros tantos derechos que

reclaman imperiosamente el respeto y la garantía, no ya en nombre de la caridad, sino

en nombre de la justicia.

Estos justos derechos de los trabajadores los hemos oído reivindicar por los

diferentes maestros de la ciencia social cristiana, por los Ketteler, los Manning, los

Gibbons, los Decurtins, los de Mun y, por encima de todo, por León XIII.

Ahora bien, el Estado, como observa el R. P. de Pascal, es, por su vocación

esencial, el defensor del derecho, el guardián de la justicia. Sus deberes abrazan el

respeto a la religión, la protección de la familia, la protección de los débiles.

El Estado, además, según las palabras de la Encíclica, debe tender a “una

organización social de la cual, espontáneamente y sin esfuerzo, nazca la prosperidad

tanto pública como privada”. Es preciso que una sabia legislación del trabajo, aplicada a

aquellos puntos que nosotros acabamos de señalar y que han sido también considerados

por la Encíclica, asegure los derechos del trabajo al mismo tiempo que los de la

propiedad.

1. – Reposo del domingo

La impiedad pública es el más grande de todos los males y la fuente de todos los

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120

otros. El Estado debe de recordar, en primer lugar, que los obreros tienen un alma. Debe

proteger su vida moral y religiosa. Debe procurarles la libertad del domingo para que

ellos puedan cumplir sus deberes hacia Dios.

La historia, como la razón, proclaman que la religión es la fuente de la

civilización y que, sin ella, todos los pueblos acabarían en la decadencia material y

moral.

La Conferencia internacional de Berlín ha reconocido la necesidad del descanso

semanal. La ley francesa del 2 de noviembre de 1892 sobre el trabajo en las fábricas no

se ha atrevido a fijar como el día de reposo la jornada del domingo, porque el libre-

pensamiento en Francia es fanático o, más bien, porque los judíos nos gobiernan de

manera oculta.

La América libre observa, sin embargo, el domingo y los judíos de allí han

transferido, con buena voluntad, el sábado al día que viene después.

También nosotros llegaremos a ello. Sin la ayuda de la ley, el obrero no será lo

suficientemente fuerte para salvaguardar su domingo y, como el esclavo, curvado

incesantemente bajo el peso del trabajo, semejante a los animales privados de razón.

2. – Libertad de enseñanza

Hablamos aquí de la libertad verdadera y no de una libertad engañosa, como la

de nuestras actuales leyes.

Los cristianos tienen el derecho de ser cristianos, y este derecho es ofendido si la

fe es combatida en nombre del Estado por los hombres encargados de distribuir la

ciencia a expensas del tesoro público.

Hay opresión de las conciencias, si existe una enseñanza oficial materialista y

positivista. El derecho a profesar la religión comporta el de tener maestros cristianos,

favorecidos por el Estado tanto como cualquier otro.

La educación es deber y derecho de la familia. A las familias de una comunidad

les corresponde determinar qué tipo de escuela quieren tener.

El reparto de ayudas, en proporción al número de alumnos, es el único conforme

a la justicia distributiva. Así se entiende en Inglaterra.

En Francia, el obrero cristiano paga dos escuelas en lugar de una: la escuela

oficial por el impuesto y la escuela libre por su cotización. Es absurdo, es inicuo y, sin

embargo, eso dura en este país que se dice y se cree libre.

La enseñanza debe ser libre en todos los niveles. Debe ser libre en sus programas

y en la colación de grados.

La libertad de enseñanza comporta la personalidad civil de las corporaciones

docentes y el respeto de las fundaciones a favor de toda enseñanza respetable.

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121

3. – Disminución de las cargas militares

Esta disminución aligeraría mucho el yugo que pesa sobre el obrero y permitiría

al Estado animar y ayudar a algunas instituciones en su favor.

¿Por qué retener tres años bajo las banderas a hombres que han podido aprender

un oficio en uno o dos años? Los pueblos vecinos a nosotros tienen el voluntariado y el

servicio militar de dos años y no se encuentran peor que nosotros.

¿Por qué obligar durante un año a los ejercicios militares a hombres que, en

tiempo de guerra, no tendrán nada más que servicios especiales, como los estudiantes de

teología y de medicina?

“Es preciso, decía con razón Monseñor D’Hulst en sus conferencias de

Cuaresma, que las cargas de la paz armada no deduzcan de la riqueza general un

impuesto demasiado gravoso... Que el principio del arbitraje sustituya cada vez más a la

brutal razón del más fuerte. Que devuelva a las pacíficas conquistas de la civilización

los recursos que absorbe hoy la continua preparación de la guerra”.

4. – El respeto de las inmunidades eclesiásticas

La libertad de la Iglesia es la primera condición de la prosperidad social del

pueblo cristiano. Allí donde la Iglesia es oprimida, el pueblo que trabaja es el primero

en sufrir material y moralmente.

Libertad de culto, de palabra, de asociaciones, libertad de poseer, éstos son los

derechos sagrados de los que la Iglesia debe tener el uso para el mayor bien de los

obreros.

Las pretendidas conquistas de la sociedad laica son otras tantas violaciones de la

libertad de conciencia, de la autoridad y de la acción necesaria de la Iglesia.

Si la Iglesia no es ya escuchada, ¿quién enseñará a los ricos la justicia y la

caridad? ¿Quién predicará a los pobres el respeto y la prudencia?

El principal remedio a las miserias contemporáneas es la restauración de las

costumbres cristianas. Éste es el objetivo de la Iglesia, pero es preciso que pueda

trabajar en él libremente y, para eso, es preciso que su libertad sea garantizada y

protegida por la ley.

La cuestión obrera es, ante todo, una cuestión de justicia. Y sólo la Iglesia tiene

la autoridad necesaria para predicar semejante justicia a los gobernantes, a las clases

responsables, a los patronos y a los capitalistas. Solamente el Evangelio ha suprimido la

esclavitud.

Atentar contra la vocación y la formación del clero enviando a los clérigos a los

cuarteles, es lo mismo que golpear al obrero en sus protectores naturales.

También en las asociaciones religiosas el obrero encuentra sus mejores amigos.

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122

Por otra parte, estas asociaciones, también ellas, tienen naturalmente el derecho a la

existencia, siendo esencialmente, como lo son, asociaciones honestas y legítimas. El

estado no tiene contra ellas ningún derecho. Su deber es el de protegerlas.

5. – La reforma del impuesto

Francia tiene el triste privilegio de ser la nación cargada con más impuestos.

El conjunto de los impuestos equivale en Bélgica al 6% de la renta nacional. Se

eleva al 8% en Inglaterra. En Francia es del 13 al 14% como media. Y se eleva al 20%

para la clase obrera1.

Nosotros tenemos un presupuesto de tres millardosNT1

y medio. El de Inglaterra

no es nada más que de dos millardos y medio; el de Prusia de dos millardos, estando

comprendida su parte de gastos federales; el de Austria es también de dos millardos; el

de Italia de un millardo y seiscientos millones. Somos, pues, el pueblo más cargado de

impuestos.

Somos también el pueblo más endeudado. Nuestra deuda pública se eleva a 38

millardos. La de Inglaterra es de 20 millardos solamente. Austria e Italia deben cada una

12 millardos. Prusia no debe más que 9.

Francia ha destacado, sobre todo después 1876, por su imprevisión, sus

despilfarros y sus locuras. Tenía todavía una hermosa situación financiera en 1876:

presupuestos equilibrados que no sobrepasaban lo dos millardos, una amortización

anual de la deuda y la esperanza de conversiones ventajosas de nuestras deudas para

aligerarlas. ¡Pero después!

La deuda pública francesa, en 1872, no se elevaba nada más que a 23 millardos.

Hoy nos aproximamos a 40, cifra con la cual se hizo la Bancarrota de 1793. Es verdad

que el dinero hoy es más común y nosotros podemos ir todavía un poco más lejos.

Gracias a las pensiones concedidas a las víctimas del 2 de diciembre y a otros

electores, no menos interesantes, pagamos hoy por las pensiones 102 millones más por

año que en 1874.

De 1876 a 1885, los sueldos de los funcionarios han sido aumentados en 122

millones y eso continúa siempre. Gracias también a la guerra llevada a cabo contra los

religiosos, la instrucción pública nos cuesta también 100 millones más por año que en

1877. ¿Hemos de admirarnos si, después de tanto derroche y de tan gran crecimiento de

las cargas, nuestras poblaciones francesas experimentan tal malestar que pronto no

tendrán nada que envidiar a la pobre Italia?

La primera reforma a realizarse en materia de finanzas habrá de ser la de poner

término a todos estos despilfarros y reaccionar contra ellos.

1 Estas cifras son del señor Cavaignac y del señor Leroy-Beaulieu.

NT1 Milliard en el original francés quiere decir: mil millones, lo traduzco por millardo. Así, trois

milliards et demi serían tres mil quinientos millones.

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123

Por lo que respecta a la reforma especial de los impuestos, debería, en primer

lugar, comenzar por la contribución territorial sobre los derechos de traspaso y sobre las

tasas de consumo.

La contribución territorial. Nuestro impuesto territorial está mal repartido, ya

que varía según los departamentos en la proporción de 1 a 5. La revisión catastral

debería llevarse a cabo cada diez años. Es un impuesto demasiado pesado. La tierra es

sacrificada. Con los céntimos adicionales, el impuesto territorial sube a 365 millones de

francos. Ahora bien, el presupuesto no pide, por las patentes a la industria y al

comercio, nada más que 159 millones por año, para un capital y rentas más

considerables que las de la tierra.

Las tierras pagan un impuesto que, a menudo, sobrepasa la cuarta parte de la

renta catastral. Ahora bien, la renta catastral es hoy en ciertas regiones el doble o el

triple de la renta real. De aquí se sigue que el impuesto, en lugar de ser la cuarta parte de

la renta del suelo, absorbe en ciertas regiones la mitad o las tres cuartas partes de la

renta. Marchamos a grandes pasos hacia la prosperidad italiana o hacia la del fellah de

Egipto (campesino egipcio), que paga a Inglaterra el 80% de su renta.

Los derechos de traspaso. El impuesto sobre los traspasos de las propiedades es

exagerado. El presupuesto le demanda nada menos que 700 millones, mientras que en

Inglaterra le exige nada más 300.

Los derechos del sello y de registro cuestan por persona:

En Alemania 1 franco 50

En Austria 3 francos 50

En Inglaterra 8 francos 50

En Francia 17 francos 50

Los derechos de traspaso, junto con los honorarios de los oficiales ministeriales,

suben entre nosotros al 10 y al 12%. Es una verdadera confiscación. Así, la tierra es casi

invendible. Al no poder nadie comprar propiedades para mejorarlas y después

revenderlas, como en América, éstas permanecen en manos de gente incapaz. Sería

preciso que este derecho no sobrepasara el 1%. En Inglaterra es solamente del 0’5%.

Redúzcase esta tasa y entonces las ventas serán más frecuentes y el fisco se encontrará

mejor.

Muchos traspasos sucesivos de fondos arruinan a las familias mejor situadas. Es

ésa una destrucción constante de la pequeña propiedad y un obstáculo inmoral al acceso

del trabajador a la propiedad.

Las ventas judiciarias dan lugar a un verdadero bandidaje fiscal. Son los

impuestos progresivos al revés. Los gastos de liquidación de una pequeña heredad de

300 francos cuestan hasta el 112% del capital.

Así, si usted compra en venta judiciaria una casita de 300 francos, usted tendrá

que pagar además 340 francos de gastos. Por encima de 10.000 francos los gastos no

sobrepasan el 12%. ¿No es esto una monstruosidad?

Los derechos de hipoteca son también una tasa inicua, que hiere al pobre en el

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124

acto mismo en que se endeuda.

Los impuestos indirectos o de consumo. Tales impuestos tienen en Francia algo

particularmente odioso: que pesan sobre el obrero, sobre los pobres, sobre las familias

numerosas, tanto o más que sobre los ricos.

El señor Leroy-Beaulieu, que no es sospechoso de parcialidad a favor del

pueblo, ha investigado cuánto pagaba de impuestos una familia de obreros parisinos

compuesta de tres personas. Él ha llegado a reconocer que una familia obrera en tales

condiciones paga alrededor de 370 francos de impuestos. La renta de esta familia puede

ser estimada en 1.800 francos. Es, pues, una proporción del 20% de impuestos.

Haciendo el mismo cálculo para una familia de obreros rurales encontramos

resultados análogos. Una familia que vive con el salario medio de nuestros campos, que

es de alrededor de 800 francos, paga 160 francos de impuestos. Es la misma proporción.

La carga de impuestos es mucho menos pesada para los ciudadanos

acomodados, que tienen rentas mucho más considerables y no pagan al Estado nada más

que el 14% de estas rentas.

El presupuesto es, en efecto, de 3 millardos y medio y el conjunto de las rentas

de Francia de alrededor de 25 millardos. La proporción es del 14%.

Estas cifras han sido presentadas a la Cámara por el señor Cavaignac y no han

sido contestadas por nadie. Los obreros están, pues, sobrecargados de una manera inicua

por nuestro sistema de impuestos.

¿No es igualmente inicuo y vergonzoso hacer pagar al pueblo por los arbitrios

municipales, las fantasías de las municipalidades, como liceos y colegios femeninos,

que no sirven nada más que a la burguesía y a los funcionarios, mientras se niega toda

ayuda a los niños de los obreros que frecuentan escuelas libres dirigidas por miembros

de congregaciones religiosas?

Un sistema en el que por una botella de vino de 0,45 francos el obrero debe

pagar 0,30 francos de impuestos y de arbitrios municipales, ¿no es antisocial y

antihumanitario?

La reforma. Hay, pues, inmensos despilfarros que suprimir. Hay también tasas

mal impuestas que se necesita o disminuirlas o quitarlas de hecho. Pero, ¿con qué

sustituirlas? ¿Es preciso un impuesto sobre la renta? Este impuesto, ¿debe ser

progresivo?

Digamos, en primer lugar, que el proyecto de un impuesto único sobre la renta,

reemplazando todos los otros, es una utopía socialista.

Las rentas se esconderían e irían a resguardarse al extranjero. Lo que no pudiera

ser disimulado sería triturado para hacer frente a los gastos del Estado. No es el 14% lo

que sería preciso pedir a las rentas, sería el 50 ó 60.

Pero, ¿no se podría crear un impuesto moderado sobre la renta para sustituir con

Page 123: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

125

él tantas tasas injustas? Ésta es la opinión de muchas mentes preclaras y nosotros

llegaremos a ello ciertamente.

Las otras naciones de Europa ya tienen este impuesto. La dificultad consiste en

establecer la base de este impuesto. ¿Se pedirá a cada uno declarar la cifra de su renta?

¿La administración la establecerá de oficio por medio de una encuesta? ¿Se establecerá

la renta por vía de presunción sacada del valor locativo [relativo al arrendamiento] del

domicilio de cada uno? Este último modo es preferido por muchos porque es el menos

inquisitorial, ¿pero no sería grandemente inexacto?

¿Sería progresivo este impuesto sobre la renta? Por ejemplo, una renta doble

¿pagará tres o cuatro veces más que una renta modesta? Este punto es aún discutido. Lo

que legitimaría una cierta progresión en el impuesto sobre la renta es, sobre todo, la

oportunidad que hay de reparar la injusticia de los impuestos indirectos, los cuales

gravan demasiado pesadamente sobre las pequeñas rentas.

Pero, en estos tiempos en los que pasa sobre la sociedad un soplo de socialismo,

¿no sería la progresión un arma peligrosa?

La conclusión de este párrafo, como la de otros, es que es preciso reformar a la

vez las leyes y las costumbres.

6. – El agiotaje y la usura

Todo acaparamiento es una usura voraz y nuestras leyes no han tomado sobre

este punto ningún proveimiento.

Ciertas uniones sindicales de patronos, como los Carteles alemanes y los Trust

americanos, pueden formar, cuando quieran, monopolios tan funestos para los

trabajadores como perjudiciales para los mismos consumidores.

Estas uniones, que no son moderadas por ninguna organización general

profesional, pueden determinar a su gusto la tasa de los salarios o el precio de los

productos.

Un ejemplo sorprendente de acaparamiento, que se ejerce todavía impunemente

hoy, es el de los azúcares. Tenemos en Francia cinco o seis grandes refinerías de azúcar.

Y éstas no dejan que se establezcan otras porque las aplastan prontamente mediante la

competencia. De esta forma, ellas son las dueñas del mercado. Pueden comprar a buen

precio el azúcar bruto y vender a precio de usurero el azúcar refinado.

Recordamos el monopolio del cobre que hizo hundirse el Banco de crédito en

1880. El acaparamiento se ejerce sobre el trigo en nuestros grandes puertos de

comercio, sobre las lanas en Londres y en ciertos centros industriales. Algunos

poderosos banqueros judíos tienden a poseer casi todas las acciones de las minas de oro;

éste será el más horroroso monopolio que la historia haya conocido. Serán los dueños

del mercado del oro y, como consecuencia, del comercio universal, del que el oro es el

instrumento necesario.

Page 124: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

126

El programa de los católicos alemanes demanda con razón que la Bolsa sea

reconducida a sus funciones normales, y que el juego de las diferencias y el contrato a

término sean prohibidos.

Las apuestas con ocasión de las carreras y otros juegos semejantes son

profundamente inmorales.

Sería necesario que las emisiones de acciones y los lanzamientos de nuevos

negocios exigieran el control del Estado.

Los préstamos de Estado adquieren tales proporciones que la amortización será

imposible. Es un capital mal asentado y destinado a venirse abajo. Las rentas del futuro

están con esto comprometidas de una manera inicua para pagar gastos de los que una

gran parte no podría ser justificada.

Las rentas fundadas sobre crédito comercial o industrial deben ser mantenidas en

su justo límite. La ley y los tribunales deben prever y reprimir las diversas formas bajo

las que se esconde la usura.

La misma renta de bienes raíces presenta el aspecto de una verdadera y propia

injusticia cuando los embargos por deudas vienen como consecuencia de accidentes, de

hambre, de intemperie. En este caso, sólo el arbitraje profesional podría rectificar los

contratos convertidos en contratos de usura.

7. – Las pequeñas posesiones rurales

La pequeña propiedad rural y los instrumentos de trabajo deben ser declarados

no embargables, si se quiere conservar la raza de nuestros campesinos. ¿No es acaso la

agricultura la reserva de lo más puro de nuestra sangre y de lo mejor de nuestras

fuerzas?

No se puede objetar que los acreedores serán lesionados en sus derechos, porque

cada uno debe de asegurarse del crédito que puede conceder a su deudor.

Hay en la ley excepciones semejantes a favor de las rentas sobre el Estado y de

ciertos sueldos, a favor de pensiones alimenticias atribuidas por justicia o instituidas a

título gratuito; para la cama y otros muebles necesarios a las personas que sufrieron un

embargo y a sus familias, también para la ropa de vestirse, los libros, los utensilios y las

máquinas dentro de cierta medida; e incluso de una vaca, o tres ovejas, o tres cabras, a

elección del embargado, con su alimento para un mes (Code proc., art. 581, 582, 592).

La antigua legislación era más favorable todavía. La orden de 1667 reservaba los

caballos, bueyes y los animales de trabajo, los arados, las carretas y los instrumentos de

cultivo. Estos objetos no podían ser embargados nada más que para el pago de

arrendamientos rústicos.

El fisco podrá lamentarse si no puede ejercitar sus derechos por medio del

embargo; pero, por otra parte, si la población disminuye, si las casas no están ya

habitadas y si la población y el movimiento de los negocios van decreciendo, las

Page 125: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

127

pérdidas del fisco serán mayores.

Para que las familias sean prósperas, numerosas, morales, económicas y fuertes

hace falta su permanencia en el suelo que las vio nacer.

¿No es una crueldad quitar a un jefe de familia que ya camina hacia la vejez la

pequeña posesión que lo alimenta? Y, sin embargo, es allí donde lo conduce cada día la

rapacidad del Estado y las trampas del hombre de negocios.

La ley debe procurar favorecer la formación y conservación de la pequeña

propiedad rural hasta el punto de que se convierta en una propiedad capaz de nutrir a la

familia que la cultiva y absorber su actividad.

El jefe de familia debe tener el derecho de escogerse entre sus hijos un sucesor

para la posesión familiar. La igualdad puede ser restablecida por una compensación

pagable por anualidades y proporcional al producto de las cosechas. El heredero legal

podría ceder sus derechos a uno o a otro de sus hermanos. Pero la venta de la pequeña

propiedad a extraños debería estar permitida solamente por un consejo de familia

reunido ante el juez de paz.

Esta preocupación por hacer estable la familia, por tratar de que sea moral y

próspera, existe en Alemania, en Austria, en Inglaterra, en China, en los Estados

Unidos; también en Italia y Bélgica la idea comienza a asomar la cabeza. El problema

ya fue presentado en el Parlamento francés y ningún otro lo ha expuesto y resuelto

mejor que el abate Lemire, sea en su proyecto de ley, sea en la exposición de motivos

que ha presentado.

8. – La libertad de testar

Un gran número de personas con cordura, con Le Play y sus discípulos a la

cabeza, piden que el padre de familia tenga plena libertad de testar y de designar a su

sucesor. Y esto porque realmente en los propietarios, en los industriales y en todos los

hombres que tienen una situación independiente, hay un instinto tan fuerte como el de

tener hijos, que es el deseo de sobrevivir y de perpetuarse en el mismo rango y en la

misma situación.

El deseo ardiente de una igualdad legal, deseo que distingue a la raza francesa,

no permite esperar resultados inmediatos y considerables de esta libertad; pero no es

menos verdad que la fuerza y la prosperidad de una nación dependen del número y de la

solidez de los establecimientos estables y de las familias con linaje que encierran en su

propio seno el principio de estabilidad.

Esta libertad es también el único medio de asegurar la expansión colonial.

Con el pretexto de parar el ejercicio del derecho de primogenitura, del cual no se

hace cuestión en el derecho a testar, la Francmasonería ha llegado a destruir el hogar de

la familia y a dispersarla.

Un padre conoce las aptitudes y los gustos de sus hijos; por tanto, deja su campo

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128

o su fábrica a aquel que tiene pasión, como él, por los cultivos o por la industria. Si él

tiene más hijos con las mismas aptitudes, deja su patrimonio indiviso entre ellos. Y da a

su hijo que recorre el mundo su dinero contante, o bien obliga a los otros hijos que

conservan el fondo paterno a pasarle una renta. Los intereses de cada uno son

respetados, pero sin que se disuelva la familia.

9. – La disminución de los gastos de la justicia

La disminución de los gastos de la justicia, sobre todo en lo que concierne a los

menores, a las personas poco acomodadas, es exigida por la equidad. Por poco que

sobrevenga una complicación en una pequeña sucesión es la ruina.

Ha habido ya una buena voluntad manifiesta de parte del legislador en este

sentido, pero ésta solo ha aprovechado a los que manejan el papel timbrado. Los gastos

excesivos de la liquidación judicial siguen devorando las pequeñas herencias, como

hemos visto más arriba a propósito de los impuestos.

Los gastos enormes de las ejecuciones mobiliarias acrecientan de una manera

totalmente desproporcionada la cifra de la deuda primera.

Si, para remediar esto, es necesario que el Estado rescate las cargas de los

empleados ministeriales, puede hacerlo gradualmente. Alemania lo ha hecho en Alsacia:

ha rescatado uno a uno los estudios de los notarios al fallecimiento o a la dimisión de

sus titulares, sobre la base de una proporción fijada entre las rentas del estudio y su

precio, teniendo en cuenta, al fijar el precio, las rentas del mismo estudio. Los nuevos

notarios son empleados del Estado que tienen un sueldo fijo; en consecuencia no tienen

interés alguno en sobrecargar sus derechos.

10. – Incautación y cesión de salarios

Algunos funcionarios y algunos empleados están protegidos por la ley contra sus

propias pasiones y contra las maniobras poco escrupulosas de personas codiciosas1.

¿Por qué los obreros, todavía más expuestos y más imprevisores, no deberían tener igual

protección? ¿Por qué su salario no habría de ser declarado en parte intrasmisible e

inembargable?

En Bélgica, una ley de 1887 dispone que el obrero solamente pueda disponer de

una quinta parte del salario y no le da ninguna facultad para ceder el resto. Esta

limitación, sin duda, no debe de ser exagerada, pero pone al obrero en la incapacidad de

lanzarse, él y los suyos, a la miseria por debilidad y los preserva del odio que nace del

sufrimiento.

1 Los sueldos de los funcionarios públicos y empleados civiles y los de los oficiales no son

embargables nada más que en una quinta parte, y menos todavía cuando ellos no sobrepasan una suma

determinada por la ley (Code de proc. a. 580).

Page 127: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

129

11. – La representación del trabajo y de los intereses profesionales

El mundo del trabajo es la gran mayoría de la nación, y esta parte tan

considerable del pueblo no es, ordinariamente, ni consultada ni escuchada para el

gobierno de sus asuntos.

El comercio y la industria tienen, al menos, las Cámaras consultivas, a las que el

gobierno consulta algunas veces.

Nosotros querríamos una representación de los intereses mucho más completa y

mucho más seria. Haría falta, en cada departamento, una Cámara o Consejo del trabajo

al lado del Consejo de industria, del de comercio, de la de agricultura, del de las

profesiones liberales y, en los departamentos marítimos, del de la marina.

El Consejo del trabajo se debería componer de patronos y de obreros elegidos

por los grupos de las diferentes artes u oficios. Deberían ser consultados para todas las

leyes que conciernen al trabajo, como cada uno de los otros consejos departamentales

deberían ser consultados para las leyes especiales que les conciernen.

Nosotros quisiéramos todavía más. Las Cámaras consultivas departamentales no

son suficientes. Nuestras mismas asambleas legislativas deberían ser elegidas sobre la

base de la representación de los intereses. Haría falta comenzar por el Senado.

Tendríamos así, al menos, una Cámara competente en todo aquello que afecta a los

intereses vitales de la nación. Los Consejos departamentales, elegidos por medio de las

corporaciones de las artes y de los oficios, serían el fundamento para la elección de los

senadores.

Y éstas no son utopías, sino reformas reclamadas por todas partes. Bélgica tiene

ya sus Consejos del trabajo bien organizados y verdaderamente activos.

Cada centro industrial tiene un Consejo de la industria y del trabajo, compuesto

por un número igual de patronos y de obreros. Hasta aquí, el rol de estos Consejos ha

sido únicamente consultivo: en los conflictos entre empleadores y empleados han sido

útiles árbitros. Además de eso, el gobierno los consulta sobre los proyectos de

reglamentación del trabajo antes de someterlos a la aprobación del Parlamento.

Tales Consejos son instrumentos excelentes para las encuestas; han

proporcionado ya informaciones precisas y muy útiles sobre la situación de los obreros.

Los demócratas cristianos reclaman el beneficio de semejantes instituciones

también para la agricultura y es muy probable que el gobierno se preste a esta medida.

Por encima de estos Consejos provinciales está el Consejo superior del trabajo,

compuesto por un tercio de patronos, un tercio de obreros y un tercio de sociólogos.

Este Consejo acaba de preparar un proyecto de ley sobre los reglamentos de los talleres

que será probablemente votada sin cambios por las Cámaras. Es, pues, un verdadero

Parlamento del trabajo. Es una realización bastante aproximada de la representación

profesional.

Esta idea de la representación de los intereses profesionales en el Parlamento se

Page 128: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

130

abre camino también en Bélgica. Tenía numerosos partidarios en el tiempo de la

revisión de la Constitución. Pero la mayoría se echó atrás ante las dificultades de

organización. No estábamos preparados para esta reforma un poco compleja, pero que

hubiera sido tan fecunda, y se paró con la adopción del voto plural.

En todo caso, el sufragio universal, tal como lo practicamos en Francia, está

condenado en todas partes por los hombres serios, puesto que es un verdadero y propio

caos del que pueden salir todas las sorpresas y todas las ruinas. No favorece nada más

que a los políticos. El mundo del trabajo está allí representado por abogados o por

periodistas. Las leyes son hechas por los hombres menos competentes.

12.- De las Comisiones mixtas de patronos y obreros para la vigilancia

de las fábricas, los talleres y de los Consejos de fábrica

Tales Comisiones funcionarían más eficazmente que los inspectores asalariados,

que fueron ya puestos a prueba y que no dieron los frutos que se esperaban. El medio

seguro para impedir las prevenciones y el antagonismo entre los patronos y los obreros

consiste en poner a unos y a otros cara a cara, para que se escuchen acerca de los

intereses comunes. De lo contrario, podrá suceder que el patrón esté informado de

manera insuficiente por sus encargados y que los obreros atribuyan a los patronos

algunas injusticias que, en la mayor parte de las veces, estos no tienen la intención ni

son conscientes de haber hecho.

En las Comisiones, los patronos aprovecharían el espíritu práctico y positivo de

los obreros, y éstos aprenderían a respetar la inteligencia de los patronos y a tener en

cuenta las dificultades con las cuales los patronos deben contar.

El control de las Comisiones debería ejercitarse también sobre las condiciones

higiénicas del trabajo, especialmente en las industrias peligrosas para la salud.

Las Comisiones mixtas, establecidas por un grupo de sindicatos o por un centro

industrial, serán útilmente completadas por los Consejos de fábrica, que son especiales

en cada fábrica.

Estos Consejos, compuestos por encargados y por obreros, están en relaciones

regulares con el patrono. Para el acuerdo recíproco, las cuestiones podrían haberse

solucionado antes de que hubieran llegado a ser exasperantes.

Tal organización procuraría a los obreros una verdadera y propia emancipación

que los haría librarse de sus cabecillas (dirigentes).

13. – La jornada máxima de trabajo

Esta determinación, que los socialistas, siguiendo unos principios utópicos, han

fijado en ocho horas, debe de ser objeto de una ley, a causa de los verdaderos abusos

que existen en ciertos lugares, abusos que exasperan a los obreros honestos y que sirven

de pretexto a los agitadores.

Page 129: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

131

La justicia y la humanidad prohiben exigir al obrero un trabajo excesivo que

embrutezca su espíritu, que fatigue desmesuradamente su cuerpo, que sobrepase los

límites naturales de sus fuerzas. El reposo debe ser lo suficientemente prolongado para

procurar el restablecimiento conveniente de las fuerzas.

El trabajo no es el único deber del hombre, él tiene también deberes de familia,

de religión y de sociedad. No está, pues, permitido aumentar el trabajo al obrero hasta el

punto de no dejarle el tiempo, la inteligencia y la fuerza necesarias para satisfacer estos

deberes.

Después de estudios concienzudos realizados sobre tal cuestión se ha establecido

que pueda tomarse por norma un máximo de once horas, salvo el hacer alguna

modificación según la profesión.

Las horas de trabajo deberían ser reguladas según la naturaleza del trabajo y

según las circunstancias de tiempo y de lugar. Uno es el trabajo de las minas, otro el de

los campos, otro el de los talleres, otro el de las fábricas con fuego continuo.

La solución de los problemas que engendra esta diferencia consiste en permitir a

los consejos de arbitraje de cada industria fijar una limitación especial.

14. – Revisión de las leyes sobre el trabajo nocturno, sobre el trabajo

de las mujeres y de los niños

Esta revisión debería ser la primera obra de la representación del trabajo. Estas

leyes son a menudo inaplicables. Un parlamento compuesto por gentes de letras,

abogados, politicastros, no puede tener calidad para pronunciarse sobre cuestiones tan

especiales. Los proyectos de ley que se proponen son reorganizados bajo el imperio de

preocupaciones electorales y salen de sus manos imposibles de reconocer e ineficaces.

El niño no puede entrar en la fábrica antes de que por su edad se hayan

desarrollado en él sus fuerzas físicas, intelectuales y morales. En general, todo trabajo

industrial debe de ser prohibido a los niños menores de catorce años.

El trabajo de las mujeres debe ser regulado de manera que se salvaguarde su

salud y su moralidad. En consecuencia, el trabajo de las mujeres, como el de los niños,

exige especiales condiciones de separación y de vigilancia. Es necesario que la mujer

conserve el tiempo disponible para ocuparse del gobierno de la casa y, en consecuencia,

trabaje en casa lo más posible.

Los católicos alemanes piden, con razón, que la ley suprima gradualmente el

trabajo de las mujeres en las fábricas.

El trabajo nocturno arruina la salud de la mujer y la retiene lejos de su hogar por

la tarde-noche y por la mañana en los momentos en que ella puede cumplir mejor su rol

de esposa y de madre. La ley que prohíbe el trabajo nocturno a las chicas menores debe

ampliarse a las jóvenes mayores y a las mujeres casadas.

Para varios de estos puntos, la comprensión internacional es necesaria a causa de

la competencia de los mercados.

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132

15. – La personalidad civil de los sindicatos

Es una consecuencia del derecho natural de los hombres a la asociación.

Se teme el poder de los sindicatos. Pero no hay que temer si éstos son morales y

honestos. ¿De quién es la culpa si no son morales y honestos, sino de los sectarios que

han hecho todo para reprimir la libertad religiosa y obstaculizar la acción de la Iglesia y

su enseñanza? Si se persevera en este camino, la igualdad política traerá fatalmente la

igualdad económica, al no existir allí la moral cristiana para poner un freno a las

ambiciones y para predicar el respeto a los derechos y a la justicia.

La personalidad civil de los sindicatos les debe asegurar el derecho a poseer

inmuebles, el derecho a recibir dones y legados, el derecho a promover acciones en

justicia, el derecho a tomar parte en las adjudicaciones públicas. Si el fondo de

propiedad común no está libre ni es suficientemente sólido, no podrá llegar a ser el

fundamento de instituciones de caridad en las que se daría vitalidad a las asociaciones

cristianas.

Los sindicatos tienen derecho, por lo menos, a tener los mismos privilegios que

las Sociedades anónimas, que no representan nada más que el dinero sin

responsabilidad, mientras que el trabajo es moral por sí mismo y representa la vida del

pueblo y el sustento de las familias obreras. En otras palabras, es el derecho a la

existencia confrontado frecuentemente con el derecho al placer.

No es posible que un padre de familia pague a la vez las cotizaciones a la mutua,

a las cajas de pensiones, a las cajas de ahorros, a la caja de cooperación y al sindicato.

Es necesario que, a falta de propiedad privada, le sea facilitado el acceso a la propiedad

en común.

Como observa Monseñor Ketteler, la religión cristiana es tan fecunda en medios

que con la libertad no tardaría en reconstituir el patrimonio de las corporaciones

confiscado por la Revolución en perjuicio del pueblo.

16. – El salario mínimo

La determinación de un salario mínimo debe hacerse para los empleos públicos.

Esta será una pauta y como una base para los contratos privados, relativos a trabajos

análogos.

El Estado patrono, más que ningún otro, debe proporcionar un salario suficiente

para mantener al obrero sobrio y moral.

Bélgica ha entrado en esta vía. Los obispos han insistido ante las fábricas de las

iglesias para que estas instituciones tomen las medidas necesarias para impedir que el

salario de un trabajo adjudicado públicamente se rebaje por debajo de la media de los

salarios convenientes de la región.

Este ejemplo es poco a poco imitado por las administraciones provinciales y

municipales, por los establecimientos religiosos y por las instituciones de beneficencia.

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133

Especificando así el salario mínimo en el cuaderno de cargas, se impedirá a los

empresarios poco escrupulosos especular con la rebaja de los salarios.

17. – El contrato de trabajo

La ley se debe preocupar del contrato de trabajo para hacer observar lo que

concierne al salario justo, las garantías contra el despido arbitrario, el reglamento de los

talleres.

Una ley sobre el contrato de trabajo debe ocuparse de que el salario justo le sea

asegurado al trabajador, pero no puede determinarlo ella misma. Depende de

demasiadas circunstancias variables hasta el infinito.

Pero la ley puede establecer que las reclamaciones de los obreros puedan ser

llevadas a los Consejos de arbitraje, compuestos de patronos y obreros que se

determinarían según las necesidades de la región, las circunstancias y las dificultades

del momento.

Las garantías contra el despido arbitrario no pueden existir si no en cuanto la ley

sancione el recurso al patrono en la fábrica y el recurso contra la decisión del mismo

patrono a un Consejo arbitral.

Los reglamentos de los talleres, las reglas del trabajo son variables, pero deben

depender de los cuerpos profesionales, que los controlan en interés de la seguridad y de

la lealtad del trabajo.

La ley debe también fijar o, más bien, remitir al cuidado de las Cámaras de

trabajo el cuidado de fijar el máximo de los descuentos que se pueden hacer por las

diversas instituciones de cajas de pensiones o de seguros, y el máximo a que pueden

elevarse las multas.

18. – Las cajas de pensiones y los seguros

La ley debe exigir a los patronos la fundación de cajas de pensiones en casos de

enfermedad, de accidentes o de vejez, y regular su funcionamiento, de manera que los

patronos estén asegurados contra las exigencias excesivas y los obreros contra las

resistencias egoístas.

El peso de la enfermedad debe ser soportado ordinariamente por el obrero, y por

el patrono cuando es una consecuencia evidente de las malas condiciones del trabajo.

El peso de la vejez incumbe al obrero como hombre y le obliga a la previsión,

puesto que envejecer es una ley de su naturaleza. Como a menudo el obrero no puede

constituir una reserva a causa de sus cargas y también a causa de su debilidad natural o

de sus costumbres, el patrono a cuyo servicio el obrero ha envejecido debe preocuparse

junto con el obrero. La ley debe fijar un mínimo de contribución para las dos partes.

El sindicato obrero de Fourmies ha presentado el siguiente voto al Congreso

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134

obrero de Reims: que toda fábrica garantice a sus obreros por medio de un seguro contra

todos los accidentes que puedan acaecerles a ellos durante el trabajo en la fábrica.

La justicia social quiere que ciertas clases no estén destinadas a terminar a cargo

de la caridad pública, mientras que su trabajo aprovecha a empresas privadas. El

proletariado industrial debe ser puesto a cargo de la industria.

19. – Convenios internacionales

Las aspiraciones hacia una protección eficaz de los trabajadores son

sensiblemente las mismas entre las naciones europeas. Por todas partes van a ser

tomadas medidas.

Por esta misma razón, se imponen convenciones internacionales. La industria, en

efecto, estaría en una situación de inferioridad relativa en los países en los que se le

impusieran sacrificios a favor de los obreros, mientras que al lado estarían impunemente

explotados.

La libre competencia actual es un estado de barbarie en el que los pobres obreros

pagan casi todos los gastos, ya que deben dejarse vejar a voluntad de sus patronos, para

que éstos puedan sostener una concurrencia que los aplasta.

Sobre todo lo que concierne a la acción del Estado, es preciso releer lo que dice

la Encíclica (edición de Lieja, cap. IV, págs. 20 a 31).

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135

CAPÍTULO VIII __________

LOS VERDADEROS REMEDIOS: LA ACCIÓN DE LAS PARTES

INTERESADAS, PATRONOS Y OBREROS

La Encíclica Rerum novarum, al abordar la solución de la cuestión social, nos

recuerda los deberes de los dueños y de los patronos, al mismo tiempo que los de los

obreros1.

Señalamos en primer lugar sumariamente los deberes de los obreros: 1) deben a

sus patronos una obediencia respetuosa en las relaciones profesionales y en relación a su

autoridad; 2) deben realizar fielmente todo el trabajo al que se han comprometido por un

contrato concertado libremente y conforme a la equidad; 3) sus reivindicaciones deben

estar exentas de violencia y no revestir nunca la forma de sediciones.

Los principios de los que derivan los deberes del patrono son la misma autoridad

patronal y el contrato de trabajo. El patrono ejerce una autoridad social que tiene alguna

analogía con la del padre de familia. Puede y debe velar por todos los intereses de

aquellos que las circunstancias providenciales y un contrato libre han puesto bajo su

dirección.

Estos deberes de los patronos pueden reducirse a tres capítulos principales:

relativos a la vida física, a la vida moral y a los intereses temporales del obrero.

1. – Deberes de los patronos relativos a la vida física del obrero

Se trata de poner literalmente en práctica el quinto mandamiento de la ley de

Dios: “No matarás”. No nos debemos hacer ilusiones y esconder un mal que lleva a

consecuencias tan dolorosas. El patrono que no vigila la seguridad y la salubridad de sus

talleres, el patrono que hace trabajar a niños demasiado tiempo, o les hace trabajar

demasiado pronto, antes de su completo desarrollo físico; el patrono que emplea

mujeres y chicas jóvenes en trabajos por encima de sus fuerzas, el patrono que tiene a

las madres de familia en la fábrica en los últimos días de su embarazo, en los días

previos a sus partos o en los días de lactancia; o incluso aquel que pide a los obreros

demasiadas horas de trabajo, un trabajo sin tregua o sin descanso semanal, un trabajo

que se continúa en la noche sin necesidad; este patrono, digo, peca contra el quinto

mandamiento del Decálogo. Por tanto, viola a la vez los preceptos de la ley natural y los

de la religión revelada.

1 Encycliques de Léon XIII, 7 vol. à 1 franc, Paris, 5, rue Bayard.

Page 134: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

136

Es ésta la fuente de la que se derivan todos los deberes de los patronos relativos

a las horas de trabajo, al descanso semanal, al trabajo de los niños, de las mujeres y,

particularmente, de las madres de familia. Debe de ocuparse de una reglamentación

prudente y justa.

Es cosa no menos evidente que el patrono debe velar por la salubridad de la

fábrica, y que debe hacer uso de todos los medios para prevenir los accidentes que

pueden poner en peligro la vida o la salud de los obreros.

¡Cuántos, por desgracia, se engañan! ¡Qué crimen se comete con los obreros,

con las familias y con la patria, reduciendo tantas saludes robustas a la anemia y a la

tisis por trabajos aplastantes y sin tregua, en la atmósfera malsana de las fábricas!

En nuestras ciudades, las familias de obreros se consumen por la tisis en la

segunda generación.

2. – Deberes de los patronos relativos a la vida moral de los obreros

Estos deberes son, en parte, negativos y, en parte, positivos.

En primer lugar, el patrono no puede permitir que sus talleres sean un hogar de

corrupción, una ocasión de escándalo. También esto lo prohibe el quinto precepto del

Decálogo, ya que el patrono no puede atentar contra la vida moral de los obreros, igual

que no puede atentar contra su vida física; no puede matar las almas, como no puede

matar los cuerpos. Por tanto, no le es lícito poner al obrero en la imposibilidad de

cumplir sus deberes religiosos.

De ahí se originan los deberes relativos a la elección y clasificación de los

obreros, a la selección de los mandos secundarios, a la disciplina del taller, a la

protección de la mujer y del niño.

El primer deber es relativo a la selección del personal. ¿Acaso un padre de

familia permite entrar a cualquiera en su hogar?

El patrono debe conocer su personal y alejar los elementos malos, especialmente

los elementos corruptores.

El patrono debe escoger con cuidado las autoridades secundarias del taller, los

directores y encargados. Debe escoger a los más honrados y los más dignos. Debe

imponerles la imparcialidad y la vigilancia. Debe exigirles el buen espíritu y el buen

ejemplo. Ellos son, en efecto, uno de los más poderosos medios de conservación o de

destrucción de la vida moral en el taller.

Se ha observado, generalmente, una profunda degradación de la mujer en los

talleres modernos. Esto acaece porque los patronos han dejado reinar la promiscuidad

de los sexos y la impunidad de la seducción. Para ponerle remedio, los patronos deben

tomar a la vez medidas de preservación, de vigilancia y de represión.

Los patronos preservarán a las obreras organizando horas de entradas y de

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137

salidas diferentes, talleres especiales y evitando el trabajo nocturno de las mujeres.

Proveerán a la vigilancia, instituyendo en los talleres consejeras o delegadas

encargadas de proteger la virtud de sus compañeras.

Reprimirán el mal, mediante el castigo severo de los actos y de los discursos

licenciosos y mediante la expulsión de los seductores.

En cuanto a los aprendices, el deber del patrono es el de confiarlos a maestros

obreros de una moralidad y de una prudencia a toda prueba, de ponerlos a seguro, en

cuanto sea posible, del vicio y de la corrupción, y de asegurarlos contra todo abuso de

autoridad por parte de aquellos que los emplean.

El patrono debe, finalmente, proscribir la blasfemia y la impiedad, los malos

libros y periódicos, las conversaciones inmorales e impías. No puede permitir aquello

que hiere los derechos y lo que tiende a viciar el espíritu y a corromper el corazón de los

obreros.

Pero esto no es todo. A los deberes negativos se añaden deberes positivos. El

patrono no debe solamente proscribir el mal, debe también proteger y favorecer el bien.

El patrono cumple en relación a sus obreros deberes análogos a los de un padre

con sus hijos, en la medida de la autoridad que Dios le ha dado sobre ellos.

Está obligado por caridad a corregir sus vicios y a reconducirlos a la fe y a las

prácticas religiosas. Tiene el derecho y el deber de exigir a sus empleados y a sus

obreros la observancia de los mandamientos de Dios y de la Iglesia. Este deber lo tiene

en calidad de padre. El patrono debe cumplirla con sabiduría y prudencia, buscar las

circunstancias favorables y esperarlas, si es necesario, sin perder de vista la finalidad a

conseguir.

La santificación del domingo y las asociaciones son los medios más oportunos

para llegar al resultado deseado.

El patrono debe facilitar a sus obreros el cumplimiento de sus deberes religiosos;

y, por esto, debe entenderse con los ministros de la Iglesia para escoger los medios más

favorables.

El cumplimiento de estos deberes solo será posible si el patrono se interesa por

sus obreros y si se gana su afecto y su benevolencia.

El patrono, finalmente, debe saber que, sin el ejemplo, todos sus esfuerzos serán

inútiles. Es preciso que los obreros puedan reconocer en él su modelo desde el punto de

vista moral y religioso.

3. – Deberes de los patronos relativos a los intereses temporales de los

obreros

Estos deberes se relacionan con el salario y con la asistencia.

Page 136: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

138

El salario es la justa retribución dada al obrero en compensación por su trabajo.

El obrero debe conservar su existencia y asegurar la subsistencia de su familia. Para esto

no tiene otro medio más que el salario: el salario, pues, debe bastarle.

El trabajo no es, pues, una mercancía que pueda experimentar todas las

fluctuaciones de la oferta y la demanda. Es un acto humano al cual debe corresponder

un salario suficiente para la subsistencia de la familia.

No hay dudas hoy, después de las demostraciones del Cardenal Manning, de

Monseñor Nicotera, del Consejo de estudios de la Obra de los Círculos y de tantos

otros1.

No es necesario que a este salario se llame salario familiar. Basta llamarlo

salario normal. Debe ser suficiente para la vida ordinaria de una familia de obreros,

según la media ordinaria y según los países.

El actual estado de competencia desenfrenada y de superproducción a ultranza,

superior en mucho al consumo, es un estado de crisis.

El mínimo del salario o el salario normal no puede ser determinado sino con la

ayuda de las corporaciones para cada una de las regiones.

Puede experimentar algunas excepciones en caso de trabajo defectuoso y para

los obreros que no tienen ni la salud ni la capacidad ordinarias.

La justicia y el interés social exigen que el salario normal sea determinado

progresiva y prudentemente. Podrá ser determinado, en primer lugar, para los trabajos

del Estado y de los ayuntamientos. Se trata del futuro mismo de la sociedad, que

amenaza con debilitarse cada vez más, o con hundirse en la ruina por la rebelión de

aquellos que sufren injustamente.

El patrono y los encargados, debiendo juzgar el trabajo y, muy a menudo,

decidir las sanciones así como pronunciar sentencia de despido de un mal obrero, deben

conocer bien el trabajo. Deben haber puesto la mano en él y haberlo ejercido. De lo

contrario, los obreros serán muchas veces lesionados y su enfado recaerá sobre el

patrono. El obrero desprecia al patrono que no conoce el trabajo y se rebela contra el

encargado incapaz de ejecutar lo que hace un buen obrero.

El patrono hará bien en preocuparse también del empleo del salario y de su

dilapidación, fuente ordinaria del pauperismo. Él puede usar todos los medios que su

autoridad le atribuye, para que el salario sea empleado en la subsistencia del obrero y en

el mantenimiento de su familia, y para que el sobrante sea invertido como ahorro. Debe

escoger en consecuencia el día y el modo de pago más favorables.

Para ayudar al obrero a utilizar su salario, el patrono puede recurrir a

instituciones económicas que han dado pruebas de su honradez y de su capacidad de

1 Léon XIII et les conditions du travail. Carta pastoral del cardenal MANNING.

Le minimum de salaire et l’Encyclique “Rerum novarum”. Informe de Monseñor NICOTERA al

Congreso de Génova.

L’Association catholique, 15 de diciembre de 1893.

Page 137: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

139

gestión, tales como las cajas de pensiones, los seguros de vida, las cajas corporativas,

etc.

El patrono tiene, además, un deber especial de asistencia caritativa hacia sus

obreros, ya que debe comportarse hacia ellos como un buen padre de familia y

preocuparse de sus intereses morales y materiales.

Está obligado, particularmente, a cumplir este deber cuando la pérdida de la

salud, los accidentes, la muerte de un padre o de una madre de familia hacen que sean

insuficientes los recursos de una familia de obreros.

El patrono no está obligado a socorrer a sus obreros en sus necesidades

ordinarias nada más que con lo superfluo de sus bienes; pero en caso de necesidades

extremas, incluso debería imponerse privaciones.

4. – Deberes de los patronos fuera de la fábrica

Los deberes del patrono se extienden más allá de la fábrica. No puede

desinteresarse de la familia de sus obreros, ni de su conducta fuera de la explotación.

No es ésta una servidumbre para el obrero, como no es una servidumbre ni una

humillación para el niño la vigilancia del padre de familia.

Sin embargo, estos deberes relativos a la vida exterior del obrero son menos

rigurosos, porque la autoridad del patrono en estos casos se ejercita menos plena y

fácilmente.

El patrono celoso y devoto debe interesarse en la educación y en la vigilancia de

los niños.

Debe esforzarse en prevenir a sus obreros y en protegerlos contra las influencias

funestas de los instigadores, de los políticos, los taberneros y los enemigos de todo tipo

que viven a expensas del obrero.

Debe ocuparse de los alojamientos de sus obreros, asegurarse de si son

suficientes y de si salvaguardan las condiciones de higiene y moralidad.

Debe, finalmente, proveer a que el obrero esté cerca de la iglesia, la escuela, las

asociaciones religiosas y corporativas.

El jefe de una fábrica debería imponerse sacrificios para fundar, al lado de la

fábrica, una capilla y escuelas.

5. – Los medios de acción

El principal medio de acción es el ministerio sacerdotal. El patrono debe ponerse

de acuerdo para ello con la autoridad eclesiástica.

Page 138: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

140

Debe poner a sus obreros en actitud de recibir instrucción religiosa y de cumplir

sus deberes de cristianos.

Si la fábrica es importante y la organización no puede concordar con la vida

parroquial, el patrono deberá procurar una capilla a sus obreros.

El patrono está obligado, bajo pena de pecado, a proporcionar a sus obreros la

facilidad para que puedan cumplir sus deberes de cristianos.

Está obligado a ocuparse de las escuelas, cuya influencia es tan grande sobre

toda la familia del obrero. Y, por tanto, tiene la obligación de disuadir a sus obreros de

enviar a sus hijos a las escuelas neutras u hostiles a la religión. Y, si cerca de su fábrica

o de su explotación rural no hay buenas escuelas, debe hacer lo posible para crearlas.

Las asociaciones son un medio de acción esencial. Sin embargo, no deben ser

obligatorias. Proceden de la caridad más que de la justicia y la caridad atrae más que

constriñe. El obrero que fuera obligado a entrar en una asociación constituiría en ella un

germen de disolución y una causa de malestar.

Las asociaciones se deben gobernar por sí mismas. Ésta es una condición

necesaria para que reinen en ellas la iniciativa y el espíritu de apostolado.

La asociación obrera se vincula prácticamente a la autoridad de la Iglesia y del

patrono por la presencia de derecho o, de hecho, del sacerdote y del jefe de la familia

obrera en el seno del consejo obrero.

La asociación más necesaria es la asociación religiosa. Ella preparará almas de

élite y suscitará el espíritu de abnegación.

Algunas asociaciones deben agrupar a los niños, otras a los jóvenes, otras a las

chicas jóvenes, otras a los hombres, otras a las madres de familia.

En las grandes fábricas aisladas y dotadas de una capilla, las asociaciones son

particulares de la fábrica. En otras partes, las asociaciones son parroquiales y los

patronos velan para que todo su personal forme parte de estas asociaciones.

Además de las asociaciones religiosas, que tienen su centro en la iglesia, hay

asociaciones moralizadoras y asociaciones económicas.

Las primeras comprenden las Conferencias obreras de San Vicente de Paúl, los

Patronatos, los Círculos, de los que hablamos en el capítulo de las Obras. A éstas se

pueden añadir los delegados de taller y de barrio. Un folleto especial que se puede

encontrar en la Obra de los Círculos (en el número 262, del boulevard Saint-Germain),

explica su funcionamiento.

Entre las asociaciones económicas, citamos: las Sociedades de seguros mutuos,

las cajas de ahorros, de previsión, de pensiones, los bancos populares, las cajas de

préstamos, las Sociedades cooperativas, los economatos, etc.

Hablamos también de todas estas instituciones en el capítulo de las “Obras” y en

el de las “Corporaciones” (2ª parte).

Page 139: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

141

CAPÍTULO IX ________

LOS VERDADEROS REMEDIOS: LA ACCIÓN DE LAS ASOCIACIONES

PROFESIONALES

1. – Nociones históricas

¡Corporación! Esta palabra evoca en la mente un pasado lejano y glorioso, la

Edad Media, en la que florecieron sus admirables “Corporaciones obreras”.

En las muchas dificultades de la vida, los trabajadores encontraron siempre en

las corporaciones una fuerza y una ayuda. A menudo, en ellas encontraron la gloria.

Todas las obras maestras de la Edad Media y del primer Renacimiento son fruto de las

corporaciones.

Las corporaciones no eran solamente agrupaciones profesionales, eran

instituciones sociales. Eran la base de la organización comunal. Las corporaciones

habían hecho ascender a los trabajadores a un rango social elevado en nuestras ciudades.

Tanto, que no estaban situadas debajo de la burguesía a un nivel social inferior; eran

ellas mismas la burguesía.

Lejos de avergonzarse del propio trabajo, los trabajadores estaban orgullosos de

él y tenían un sentimiento del honor profesional singularmente delicado. Cualquiera

que, por su conducta o sus relaciones, manchaba el noble blasón del oficio, era

severamente excluido de él. Las honorables insignias de la profesión eran exhibidas con

orgullo sobre las banderas y, por todas partes, en los desfiles pacíficos o en las

expediciones militares, se veían ondear orgullosamente los estandartes de los “oficios”

junto a los escudos y rótulos, que llevaban los símbolos heráldicos de la caballería (ver

G. KURTH, Les corporations ouvrières au moyen âge).

Su prosperidad perdió a las corporaciones. En los siglos XVII y XVIII

admitieron a miembros extraños al oficio y así se introdujeron los abusos.

La Revolución, allí como en otras partes, en lugar de reformar, destruyó.

Pero la hora histórica ha sonado. Por todas partes, en Europa, los obreros piden

la libertad de unirse y los católicos reclaman corporaciones adaptadas a las necesidades

presentes. En Alemania, en Italia, en Bélgica, en Francia, los propósitos son los mismos.

La Encíclica sobre la condición de los obreros ha fortificado todavía más este

Page 140: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

142

movimiento de evolución. Nosotros reclamamos todas las corporaciones como un

medio para asegurar al pueblo el disfrute de sus derechos esenciales desconocidos por el

régimen individualista.

La organización profesional nos dará el medio de asegurar al obrero la dignidad

y la justa medida de su trabajo, de determinar en cada profesión industrial o agrícola la

medida del justo salario, de garantizar las indemnizaciones a las víctimas de accidentes,

de enfermedades o de paros, de crear una caja de pensiones para la vejez y, finalmente,

de asegurar la representación del trabajo en los parlamentos nacionales (Discurso del

señor de Mun en Saint-Etienne).

2. – Principios generales

Después de la relajación de los vínculos religiosos y de los de la familia, ha

contribuido, como se ha visto, al malestar social el relajamiento de los vínculos

profesionales. El restablecimiento de estos lazos es, pues, un remedio indicado.

La asociación de los obreros por profesiones es de derecho natural. Fue un acto

absolutamente tiránico aquel decreto de la Convención que sancionó con la pena de

muerte a los ciudadanos que hubieran intentado restablecer la asociación profesional a

título de un “pretendido interés común”.

Nótese bien este texto histórico: resulta de toda la doctrina económica de la

escuela, que pretende que no hay intereses comunes entre los miembros de la misma

profesión, y que, en consecuencia, hace de la competencia desenfrenada, es decir, de un

combate sin piedad, la ley única de la existencia para aquellos que pertenecen a

profesiones manuales.

Todos los hombres que viven en la misma condición social, todos los patronos

de una misma industria, por ejemplo, o todos los artesanos de un mismo oficio, tienen,

de hecho, intereses idénticos; y todos aquellos que ejercen la misma profesión, aunque

sea en condiciones sociales diversas, como los patronos y los obreros de una misma

industria, tienen intereses conexos. Es, pues, natural que se asocien para mantener y

agrupar los intereses idénticos y para coordinar los intereses conexos.

La asociación es, entonces, simple o compleja, según se apoye únicamente

sobre condiciones idénticas, como lo haría una asociación de obreros del mismo oficio,

o bien se apoye sobre intereses conexos, como los de patronos y obreros de la misma

profesión. Los intereses de los patronos y de los obreros no son todos idénticos, porque

aquellos encontrarán su ventaja en la rebaja de los salarios y éstos en su aumento. Pero

son conexos; porque el establecimiento de los salarios depende de la prosperidad de la

profesión, es decir, de las condiciones más o menos ventajosas que encuentra para la

colocación de sus productos y para darles salida.

Cuando la asociación es simple, se funda solamente sobre uno de los elementos

de la profesión, constituye un Sindicato simple; cuando es compleja, es decir, cuando

reúne todas las condiciones diversas de la profesión, tales como el obrero y el patrono,

el propietario y el aparcero, es un Sindicato mixto que adquiere así el carácter

corporativo.

Page 141: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

143

El ejercicio de estas dos formas de asociación está hoy determinado por la ley

del 21 de marzo de 1884, la cual, después de un siglo, ha restituido el derecho de

asociación a las profesiones manuales, bajo ciertas condiciones restrictivas.

De estas restricciones, las principales son la prohibición a las asociaciones de

recibir miembros extraños a la profesión; la de poseer inmuebles que vendrían a ser

bienes inalienables; la prohibición de tener un carácter religioso o político, la de

inmiscuirse en intereses no estrictamente profesionales. Finalmente, los sindicatos no

deben realizar ningún acto comercial. Sin embargo, la jurisprudencia no ha determinado

todavía en qué medida los sindicatos pueden hacer actos como Sociedad de consumo, es

decir, satisfacer los encargos de sus miembros sin obtener beneficio de ello, en lugar de

limitarse solamente a mantenerlos unidos. Pero es cierto que a los sindicatos les está

prohibido hacer actos de Sociedad cooperativa propiamente dicha.

Finalmente, la ley autoriza a los sindicatos a formar en su propio seno uniones

sindicales, pero no reconoce a estas uniones ni el derecho de poseer, sea en la medida

que sea, ni el de promover acción en justicia. Se puede decir así que más bien tolera que

admite estas asociaciones, puesto que no les reconoce la personalidad civil.

Tal como son las cosas, y a pesar de estas restricciones, desconocidas en gran

parte para el antiguo régimen de las corporaciones, el nuevo régimen concerniente a los

sindicatos puede todavía dar buenos frutos si es aplicado con un espíritu de justicia y de

concordia.

Los sindicatos mixtos dan por sí mismos un testimonio de concordia entre

patronos y obreros, puesto que unos y otros aceptan reunirse, sin confundirse, para

regular juntos cuestiones de interés común.

Allí donde las dos clases están demasiado divididas para prestarse a esta forma

compleja de asociación, las asociaciones simples, sean patronales u obreras, pueden

también, manteniendo cada una la propia autonomía, entenderse para proporcionar cada

una la mitad de los miembros y constituir así los Consejos de arbitraje y de conciliación

permanentes. Los asociados se obligan entonces a no recurrir, en caso de desacuerdo, a

la jurisdicción profesional o común hasta después de haber encomendado sus litigios al

Consejo.

Esta institución funciona muy felizmente en Inglaterra, en la gran industria, y

comienza a establecerse en Francia en las mismas condiciones.

No es por otra parte la única ventaja de los sindicatos mixtos, que son la

verdadera base del régimen corporativo.

La constitución de un sindicato, cualquiera que sea su composición, debe, para

producir buenos efectos, responder a ciertas condiciones; tales son: la estabilidad de la

dirección, estabilidad que se puede asegurar por disposiciones estatutarias que moderan

el principio electoral, tales como la renovación parcial de los miembros de la dirección

(el buró) y el reservar a esta dirección el derecho de presentación; el reparto de las

cargas entre el mayor número de asociados a fin de que se interesen cada vez más en la

gestión de los intereses comunes: la garantía de que ninguno de estos intereses será

sustraído a la decisión y al control de la asamblea de los socios; el mantenimiento del

Page 142: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

144

número de socios dentro de unos límites que les permita conocerse entre sí y poder

aceptar una cierta solidaridad, sin la cual no hay una verdadera y propia asociación. Más

allá de estos límites, se necesita recurrir a la unión sindical a pesar de su inhabilidad

para la gestión de instituciones económicas, para obtener la representación, al menos

regional, de los intereses de la profesión, que es uno de los grandes beneficios del

régimen corporativo.

Además de estas condiciones generales, consecuencia de la ley, hay condiciones

especiales según la naturaleza de cada profesión.

3. – La corporación en la gran industria

En la gran industria, el objetivo del régimen sindical es el de regular de común

acuerdo todo aquello que interesa a las dos partes en el contrato de trabajo: al patrono y

al obrero. Este reglamento sindical no es un atentado a la libertad de este contrato, sino

una transformación de su carácter individual en un acuerdo colectivo. Puede apoyarse

sobre todo o sobre parte de los puntos siguientes: el precio de los salarios, duración y

condiciones del trabajo, higiene y salubridad de los talleres, reglamentos de la fábrica,

admisión y despido de los obreros, ayuda en casos de cargas extraordinarias familiares o

de enfermedades, indemnizaciones en caso de accidente, pensiones de jubilación.

Todos estos complementos del salario pueden obtenerse con el régimen sindical,

sea por medio de pactos variables con las industrias, sea por el sistema de cajas

particulares, mantenidas con desembolsos fijos y con primas de participación en la

prosperidad de la industria y garantías para el capital de fundación, sea con el recurso a

compañías que ofrezcan garantía.

Todas estas cuestiones, que hoy entran en el campo de la legislación, serán

reglamentadas mejor en el régimen sindical que en el del individualismo1.

Finalmente, la cuestión de la crisis por sobreabundancia de producción, que

causan las alternativas del trabajo excesivo y del paro puede ser, al menos, atenuada en

sus dificultades y en sus terribles consecuencias mediante el juego de las uniones

sindicales, como algo que sucede ya en ciertas industrias2.

4. – La corporación en las artes y los oficios

En las artes y los oficios. En tiempos lejanos estuvimos gobernados por el

régimen corporativo; las principales disposiciones de este régimen pueden todavía

restablecerse en la medida en que se sienta la necesidad: para fijar el reglamento de los

aprendices, el valor del trabajo ejecutado por encargo, las condiciones con las que el

1 Si los patronos hubieran tenido ellos solos la iniciativa de estas instituciones, solamente

algunos tendrían la generosidad de establecerlas. Con el desarrollo de las corporaciones se impondrán por

todas partes. 2 En la industria lanera, por ejemplo, para impedir la superproducción en un tiempo de crisis, las

uniones sindicales del Norte se pusieron de acuerdo para moderar el trabajo y restringirlo a un cierto

número de horas determinado para cada semana. Sin estas medidas, los precios se habrían degradado

todavía más y muchas fábricas se habrían cerrado mandando a la calle a centenares de obreros.

Page 143: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

145

trabajo debe ejecutarse; para la colocación de los desocupados, para las instituciones de

ayuda mutua y también para las cajas de préstamos, que facilitarían al buen obrero el

establecerse por su cuenta.

La concesión de títulos de capacitación, que proporcionarían al obrero un cierto

ascenso en la profesión e incluso en la sociedad, y por otra parte la garantía de la

honorabilidad y de la perfección de la casa, que equivalían para el patrono a estas

mismas ventajas, eran unas de las tareas de los jefes de las corporaciones de las artes y

respondían a uno de los más nobles sentimientos de la naturaleza humana y de la

sociedad. La clientela no encontraba menos ventaja en esta garantía de la bondad de los

productos y del honor profesional.

Todo esto hoy ha desaparecido y ésta es una de las causas por la que los

compradores se han acostumbrado a hacer sus compras en los grandes comercios.

Éstos, haciendo las compras por grandes cantidades, ofrecen a los productores

tales ventajas que obtienen de ellos grandes rebajas y acaparan el mercado, hasta el

punto que las casas donde se trabajaba todavía sobre encargo se ven obligadas a adquirir

de los grandes comercios las materias primas.

El sindicato pondría fin a estos acaparamientos, recogiendo los encargos y

manteniendo la clientela con precios que estarían bastante disminuidos.

Las uniones sindicales facilitarían todavía más esta acción, ofreciendo, gracias al

acuerdo de los diversos sindicatos, las mismas facilidades de exposición y venta que en

los grandes almacenes.

El régimen sindical, en una palabra, mantendría e incluso mejoraría las

condiciones de una mano de obra de élite, que es el honor de la profesión, y que

desaparece por todas partes, no ya por la competencia de la máquina, la cual no puede

suplirlo, sino por la competencia de la confección de pacotilla.

5. – La corporación en la agricultura

En la agricultura, “la gran abandonada” bajo el régimen actual del

individualismo, el sindicato se propaga rápidamente entre los modestos agricultores y

en las regiones con régimen de aparcería en las que el propietario toma la iniciativa.

Responde a una gran necesidad de solidaridad que tienen las poblaciones rurales para

quedar agarradas al suelo. Les proporciona, sobre la base del simple crédito personal y

gratuito, todas las ventajas tan preciosas del crédito real, para la facilitación de las

compras, de las ventas, y de todas las transacciones1.

La propagación de buenos métodos de cultivo, que varían sin cesar con la

creación de nuevos instrumentos, de nuevos fertilizantes y de nuevas necesidades, no es

uno de los menores beneficios de los sindicatos. La mayor parte de las aseguradoras

1 El agricultor, bien conocido de sus consocios, obtiene fácilmente, por el concurso del sindicato,

un crédito personal gratuito o poco oneroso, crédito que a él le costaría muy caro en la banca, donde le

pedirían garantías y altos intereses.

Page 144: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

146

encuentran allí una excelente base de mutualidad1.

La transformación de los contratos de trabajo, que debe marchar a la par con las

nuevas formas de cultivo, no podría efectuarse en mejores condiciones que las

elaboradas en el seno del sindicato.

Finalmente, las uniones sindicales entre las asociaciones locales o cantonales de

una misma provincia han hecho ya sus pruebas como órganos representativos de la

agricultura, que reclamaba en vano ser dotada por los poderes públicos. En resumen, el

régimen sindical no ha sido una revolución, sino más bien una revelación para las

poblaciones agrícolas, las cuales parecían formar en la sociedad política un cuarto

estado tan desdeñable cuanto descuidado.

6. – La corporación en las profesiones liberales

Las profesiones liberales no tienen menos necesidad que las profesiones

manuales del restablecimiento de vínculos profesionales. Pero la ley sobre la

organización de los sindicatos no se aplica todavía a las profesiones liberales de las

cuales hemos descrito el modo de actuar. Por otra parte, varias de entre ellas han

conservado una organización corporativa más o menos completa, tal como se da entre

los abogados y ciertos oficiales públicos.

Otras tienden a unirse en corporación, teniendo a su favor una jurisprudencia

complaciente. Otras profesiones, finalmente, están unidas en Cuerpos por un principio

diverso de aquel de la asociación, pero están, sin embargo, en parte, sustraídas a la

acción disolvente del individualismo: así el ejército, la magistratura, el clero. Los dos

primeros de estos Cuerpos han conservado incluso sus propios tribunales, lo que es un

privilegio de los más esenciales en la organización profesional.

En fin, el principio de la asociación debe obtener el reconocimiento de su

derecho imprescriptible en todos los órdenes de la actividad que no constituyen

profesiones propiamente dichas, pero unen a los hombres en un objetivo eminentemente

social; tales son las órdenes religiosas, las Sociedades de beneficencia, las sociedades de

enseñanza, etc., puesto que en todas las condiciones el progreso de la civilización no se

puede mantener y continuar sino por medio de la asociación.

7. – El patrimonio corporativo

La propiedad colectiva, sindical o corporativa, poco importa el nombre que le

sea dado, es indispensable para el funcionamiento y para el desarrollo de las

asociaciones.

Gracias a los recursos acumulados durante los diversos siglos, las corporaciones

de otro tiempo habían llegado a ser bastante poderosas para garantizar el honor y la

lealtad de los oficios, para desarrollar los progresos de la profesión, para formar y

1 Las mutuas de seguros, facilitadas por los agrupamientos sindicales, son más ventajosas que los seguros

ante las grandes Compañías que buscan, sobre todo, el interés de sus accionistas.

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147

proteger a los aprendices, para poner sus miembros y sus familias, sus viudas y sus

huérfanos, al abrigo de todos los accidentes, de todas las miserias de la vida; y en

ciertos momentos de nuestra historia, en la jornada de Bouvines, por ejemplo, para

suministrar al rey hombres de armas y dinero.

Uno de los grandes errores de finales del siglo pasado1 ha sido el de suprimir y

prohibir la propiedad colectiva, para no dejar subsistir nada más que a la propiedad

individual y, como todo error llama a otro, han venido los socialistas, que han negado la

legitimidad de la propiedad individual, y han concluido con su supresión y con su

sustitución por la propiedad colectiva.

La verdad está en la coexistencia de estas dos clases de propiedad, tan legítimas,

tan sagradas, tan necesarias la una como la otra.

La propiedad colectiva, lejos de amenazar la propiedad individual, la fortifica y

la salvaguarda.

Para aquel que individualmente no posee nada, la propiedad colectiva es a la vez

un consuelo por no ser propietario y un estímulo para llegar a serlo; y, esperando que le

facilite el acceso a la propiedad, ésta le procura ciertas ventajas, dándole el derecho de

gozar de ciertos objetos, de usar de ciertas cosas y asegurándole ciertas ayudas médicas

u otras, no a título de limosnas, sino como coparticipante de la propiedad colectiva.

No sería demasiado comprometer a los sindicatos a no perder nunca de vista la

necesidad de constituirse un patrimonio, el cual les es indispensable para desarrollarse,

para aumentar el número y la importancia de sus servicios y, sobre todo, para fundar

instituciones de asistencia y previsión, que deben ser el objeto constante de sus

preocupaciones y de sus esfuerzos.

8. – Conclusión

En resumen, el sindicato, es decir, la asociación profesional espontánea como

punto de partida, la organización corporativa como punto de llegada: he aquí las vías de

la reorganización social. Ahora bien, falta darse cuenta de cómo el punto de partida se

enlaza con el punto de llegada.

La consulta a los sindicatos por los poderes públicos es el primer paso en este

encaminamiento.

El segundo sería el establecimiento, por vía administrativa, de colegios

profesionales2 cuyos miembros serían llamados al voto en todas las disposiciones

especiales requeridas por los sindicatos y juzgadas aceptables por el poder.

El tercero y último paso sería dado con la constitución, sobre esta doble base del

sindicato y del colegio profesional, de los Cuerpos representativos, semejantes a las

Cámaras de comercio actuales, encargadas de redactar en permanencia, o en épocas

1 Se refiere el autor al siglo XVIII. 2 Se trata aquí de los cuerpos de los estados que agrupan a los sindicatos libres de la misma

profesión como ha sido establecido en Alemania.

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148

determinadas, los protocolos de las profesiones respectivas, los “cahiers”, como decían

nuestros padres.

Tal organización del Estado nos daría verdaderamente un gobierno

representativo, haciéndolo reposar sobre el régimen corporativo, y serían los mejores

cimientos de aquello que en otro tiempo se llamaban libertades públicas y que hoy se

llama democracia.

De esto no sería difícil obtener una organización del Parlamento o del Senado

basada en la representación profesional. Es esta una idea que gana terreno y éste podría

ser acaso el remedio a la incoherencia y a la esterilidad de nuestros parlamentos,

compuestos demasiado generalmente de políticos embrollones e incompetentes.

Ciertamente, el solo hecho de una buena constitución orgánica no sería

suficiente para elevar la grandeza moral de una nación. Pero se puede decir que esto es

la condición necesaria: Mens sana in corpore sano.

Page 147: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

149

APÉNDICE

A LA PRIMERA PARTE _______

PROGRAMA

DE LAS REFORMAS SOCIALES CRISTIANAS, ADOPTADO POR

LA OBRA DE LOS CÍRCULOS CATÓLICOS DE OBREROS

I. – Nuestros estudios nos han conducido a la conclusión de que, como

consecuencia de la relajación y de la disolución de los vínculos sociales, la justicia

cristiana se encuentra alejada de la sociedad, y la caridad ha sido reducida a la

impotencia.

Hemos atribuido este fenómeno a las falsas doctrinas de las que se ha jactado la

Revolución y nosotros hemos sido confirmados en este juicio, en muchas

circunstancias, por el lenguaje mismo del Soberano Pontífice.

El Papa nos ha animado a buscar en el restablecimiento de los vínculos

corporativos los medios más eficaces para asegurar a los trabajadores un salario justo y

una existencia conforme a la dignidad humana.

Debemos, pues, dirigir todas nuestras iniciativas privadas y orientar todas

nuestras reivindicaciones públicas hacia esta reforma fundamental: la reorganización

corporativa de la sociedad. Nosotros decimos “de la sociedad” y no de tal o cual de sus

elementos exclusivamente, porque el respeto igual del derecho de cada uno, así como la

armonía entre todos, no podría encontrar mejor garantía.

Persiguiendo este objetivo, debemos llevar remedios más rápidos, aunque fueran

menos completos, para los males más apremiantes, tales como la impiedad pública, la

desorganización de la familia y la miseria inmerecida, tan frecuente entre las clases

populares.

II.- Escribiremos, pues, en primer lugar, estas cuestiones vitales para nuestro

programa, y trabajaremos para restablecer la religión reclamando la libertad de la Iglesia

en su establecimiento, en su reclutamiento y en su enseñanza.

III. – En lo que concierne a la familia, reclamaremos contra los ataques dirigidos

a la indisolubilidad del matrimonio, a la integridad y a la estabilidad del hogar

doméstico y a los derechos del padre de familia.

Page 148: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

150

IV. – En lo que respecta a la sociedad civil, proseguiremos la organización de

las profesiones en Cuerpos autónomos. Mantendremos el espíritu y las formas

corporativas en las profesiones que las han conservado; las introduciremos en aquellas

que no los tienen todavía, mediante el desarrollo del movimiento sindical.

V. – Reconoceremos a los sindicatos profesionales, cualquiera que sea la

condición de sus miembros en las profesiones, las facultades siguientes:

a. - Derecho de propiedad tan extenso como lo exigen las necesidades de la

asociación;

b. - Derecho de jurisdicción profesional sobre sus miembros;

c. - Derecho de representación ante los poderes públicos.

Además, para aquellos sindicatos que presentan el carácter corporativo, es decir,

que reúnen, sin confundirlos, los elementos diversos de la profesión (Sindicatos de

patronos y de obreros, de propietarios y de colonos):

d. – El establecimiento de Consejos de conciliación y arbitraje para prevenir los

conflictos y resolverlos;

e. – La preparación de reglamentos profesionales que habrán de someterse a

referéndum profesional y a la homologación de los poderes públicos.

VI. – Para la industria, en particular, estos reglamentos deben garantizar, de

acuerdo con la legislación:

- la protección de la mujer y del niño;

- la limitación de las horas de trabajo, según las condiciones de la profesión;

- la prohibición del trabajo dominical en las fábricas y talleres.

VII. – En la agricultura nos dedicaremos a promover sociedades de consumo y

de producción, de previsión y de crédito, sobre las bases de la mutualidad y de la

solidaridad; crearemos la asistencia en el campo por el restablecimiento del patrimonio

de los pobres y de los bienes propios en su beneficio.

VIII. - Este régimen corporativo debe establecer el salario suficiente para el

mantenimiento de una familia media, para el funcionamiento de las cajas de ayuda y

para subvenir a las cargas resultantes, especialmente, de los accidentes, de las

enfermedades y de la vejez, etc.

IX. - Todas estas reformas sociales no se podrían mantener sin una protección

eficaz contra la competencia extranjera, y sin un acuerdo internacional sobre la

legislación del trabajo y del crédito.

X. - Declaramos, al concluir, que ninguna reforma económica podría llegar a un

resultado sin la reforma de la especulación usurera, que es un dolo cualificado, puesto

que consiste en apropiarse legalmente de los frutos del trabajo de otro.

Invocaremos, en consecuencia, contra las nuevas formas dadas al azote de la

usura la colaboración de todas las fuerzas sociales, esto es:

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151

a. – la de la Iglesia, con sus condenas renovadas en la Encíclica pontificia sobre

la condición de los obreros;

b. – la de la ley, con sus rigores, cuyo principio está también inscrito en el

Código penal;

c. – la de los poderes públicos, con sus disposiciones fiscales;

d. – la de las costumbres, que deben preservar a los miembros de la sociedad

cristiana del contacto con los usureros de cualquier especie.

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153

SEGUNDA PARTE

OBRAS SOCIALES

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154

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155

CAPÍTULO PRELIMINAR

_______

HAY QUE IR AL PUEBLO

I

¡Hay que ir al pueblo! ¡Es necesario!

La frase es de León XIII. Se nos impone por la autoridad de quien la ha

pronunciado y por su verdad intrínseca.

Hay que ir al pueblo, porque se extravía, porque se equivoca, porque ha sido

engañado, porque ha sido inducido al error por hombres ilusos o perversos que le

inspiran las doctrinas más funestas.

Hay que ir al pueblo, porque es desdichado, porque sufre, porque está en un

estado de miseria inmerecida; porque está sin apoyo, al no tener ya las antiguas

corporaciones.

¿Cómo hay que ir a él? Por medio de la palabra y por las obras, por la palabra

privada y por la palabra pública, por las asociaciones religiosas y profesionales. Es

preciso ir a su hogar y a su taller. Es preciso llamarlo a reuniones y agruparlo en

asociaciones, para instruirlo y consolarlo, para asistirlo en sus sufrimientos y animarlo

en sus abatimientos, para escuchar sus quejas y sus deseos, para dirigirlo en sus

reivindicaciones, para hacerlo volver a Cristo, su Amigo, su Hermano, su Defensor y su

Salvador.

¿Eres sacerdote? Escucha al Santo Padre: “Es a vuestros sacerdotes, decía al

señor obispo de Lieja1, a quienes es preciso animar a ir al pueblo; ellos no pueden

quedarse encerrados en sus iglesias y en sus sacristías, es preciso que se sientan

animados por el espíritu apostólico, por el espíritu que animaba a san Francisco Javier

que iba, por todas partes, para predicar a todos la doctrina cristiana”.

Pero esto no es todo. No es suficiente llevar al pueblo la palabra que instruye y

que consuela, hace falta ocuparse de sus intereses temporales y ayudarle a organizar las

instituciones que sustituyan a las desaparecidas corporaciones.

“La Iglesia, dice León XIII en la Encíclica, no se deja absorber de tal manera por

el cuidado de las almas que descuide lo que se relaciona con la vida terrestre y mortal.

En particular por lo que se refiere a los trabajadores, hace todos los esfuerzos posibles

1 Ver Lettre pastorale de Monseñor Doutreloux, sobre la condición de los obreros, pág. 31.

Page 154: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

156

para arrancarlos de la miseria y proporcionarles una suerte mejor”.

“Tenemos la persuasión, dice también, de que es preciso, por medio de medidas

rápidas y eficaces, ayudar a los hombres de las clases inferiores, considerando que, en

su mayor parte, están en una situación de infortunio y de miseria inmerecida”.

Pero, ¿cómo remediar el mal? “Por todas las obras adecuadas para socorrer la

indigencia, dice León XIII, pero sobre todo por las corporaciones”.

Es éste un pensamiento muy firme en León XIII. Ya en la Encíclica Humanum

Genus, había dicho: “Para la salvación del pueblo, deseamos ardientemente ver cómo se

restablecen las corporaciones apropiadas al tiempo presente y destinadas a proteger,

bajo la tutela de la religión, los intereses del trabajo y las costumbres del trabajador”.

En su discurso a la peregrinación de los obreros franceses en 1889, decía: “Lo

que pedimos es que se cimiente, de nuevo, el edificio social quebrantado, volviendo a

las doctrinas y al espíritu del cristianismo; haciendo revivir, al menos en cuanto a la

substancia, en su virtud benefactora y múltiple, y bajo formas que pueda permitirlo las

nuevas condiciones de los tiempos, estas corporaciones de artes y oficios, que, en otro

tiempo, informadas del pensamiento cristiano e inspirándose en la solicitud maternal de

la Iglesia, se ocupaban de las necesidades materiales y religiosas de los obreros, les

facilitaban el trabajo, cuidaban de sus ahorros, defendían sus derechos y apoyaban, en la

medida deseada, sus legítimas reivindicaciones”.

Y León XIII no se contenta con indicar el camino, sino que quiere que se vaya

deprisa y estimula nuestra apatía. “¡Que en todas partes, pues, dice a los obreros

franceses en 1891, que por todas partes se actúe sin gastar un tiempo precioso en

discusiones estériles”.

“Que cada uno, dice en la Encíclica Rerum novarum, se dedique a la tarea que le

incumbe y eso sin demora: retardando el remedio, el mal se haría incurable”. “Que los

ministros sagrados muestren su celo con todas las fuerzas de su alma y con toda su

creatividad”.

A estos consejos, a estas órdenes tan formales y tan apremiantes del Papa,

podríamos añadir un centenar de comentarios episcopales. Es inútil. Escuchemos

solamente al Cardenal Langénieux hacer, como él dice, el proceso a la tibieza, a la

laxitud, al desaliento1.

“¡Y bien, pues! dice él, cuando, según el testimonio de todos, las almas se

pierden en masa, cuando se bambolean a todos los vientos de doctrina, cuando las

costumbres se tambalean, es cuando la religión es mal apreciada y perseguida; cuando la

Iglesia lucha por sus más santas libertades, es cuando el enemigo se descubre y nos

declara que entre él y nosotros es cuestión de vida o muerte; es cuando sentimos bajar

nuestra influencia y a los nuestros someterse; es cuando ante nuestros ojos se extravían

y se pierden generaciones enteras, ¿no habría nada que hacer?

No, señores, me niego a ver allí la última palabra de nuestra situación.

¡Desgraciadamente! ¡Hay demasiado que hacer!

1 Discurso a la asamblea diocesana de Charleville, 6 de agosto de 1889.

Page 155: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

157

¡Lejos de nosotros estos temores que ultrajan nuestra fe y paralizan nuestra

acción!...

No esperamos yo no sé qué circunstancias más favorables, días mejores, tiempos

más oportunos...

Sacerdotes y laicos adictos [a la causa], hagamos obras. La salvación es a este

precio...

El sacerdote, que tiene cura de almas, no puede ya contentarse con ejercer en

torno suyo su ministerio ordinario, debe entregarse al apostolado en el sentido más

riguroso de la palabra. Y el apostolado en el ministerio es, para una gran parte, lo que

nosotros llamamos las obras, es decir, esta forma especial de acción necesitada por la

fuerza de las cosas y más adaptada a las dificultades de los tiempos... Las obras son el

esfuerzo desesperado del pastor que usa de todos los recursos de su celo [apostólico] y

de su inteligencia para salir, a pesar de todo, del círculo de impotencia en el que se le

quiere encerrar; para abrir, del lado de las almas, nuevos caminos en la medida en que

se cierran los antiguos; para luchar paso a paso contra el mal, conjurar todos los

peligros, parar todos los golpes encajados y curar todas las heridas recibidas”.

He aquí, ciertamente, unas palabras generosas y valientes.

El obispo de Lieja no deja tampoco dormir tranquilos a los que llama los

perezosos y los miedosos1.

“Si hay hombres con una iniciativa demasiado afanosa, dice él, mucho mejor

que si se dejan dominar por la apatía, por los temores exagerados o por los pavores

imaginarios: No hay nada que hacer, es irrealizable, dicen. Un sacerdote que ve

perderse a sus fieles no debe tranquilizar fácilmente su conciencia por semejantes

motivos...”.

Está claro, ¡hay que ir al pueblo por los caminos que nos abren las obras nuevas.

Dios lo quiere!

II

¿La acción católica debe, pues, ser diferente hoy de como lo era para las

generaciones precedentes? Sin duda alguna. ¿Ha cambiado, pues, la doctrina de la

Iglesia? De ningún modo, pero son las circunstancias las que han cambiado

absolutamente.

Esta necesidad de una acción nueva para enfrentarse a necesidades nuevas es

todo el fondo de la Encíclica. Es también la enseñanza de nuestros obispos que se hace

eco de la enseñanza del Papa.

Escuchad todavía al cardenal Langénieux: “Nuestra generación ha visto

producirse, bajo la influencia de causas múltiples, una transformación repentina que ha

modificado las condiciones de vida en nuestras sociedades modernas.

1 Carta pastoral ya citada, pág. 28.

Page 156: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

158

Los esfuerzos de la impiedad han introducido en las masas populares un

debilitamiento general de la fe. La industria ha arrebatado al obrero de su hogar para

atraerlo al taller y a la fábrica, que han venido a ser con demasiada frecuencia centros de

irreligión y de inmoralidad, de manera que, de hecho, hoy, una parte considerable de las

poblaciones es sustraída a la acción del sacerdote.

El ministerio pastoral, al encontrarse frente a elementos nuevos, debe

evidentemente plegarse a las necesidades del momento y responder a las exigencias de

los tiempos, como lo ha hecho en todas las épocas de la historia desde hace dieciocho

siglos; de ahí nuestras obras que dan a la acción del sacerdote un carácter más

apostólico y permiten a los laicos aportar una colaboración siempre útil y, a veces,

indispensable.

En otro tiempo, el ministerio parroquial se ejercía en condiciones normales; el

espíritu de religión estaba vivo en el seno de las poblaciones; la indiferencia, incluso,

era simpática; se venía a la iglesia y el sacerdote, respetado, ejercía en paz un ministerio

que podía realmente llamarse pastoral.

Completamente otra es la situación de hoy. El sacerdote ha perdido su

influencia. Ha llegado a ser sospechoso, sobre todo en los centros populosos, en los que

su acción personal no tiene acceso, a no ser por la vía indirecta de las relaciones

puramente sociales.

De ahí, la necesidad para los sacerdotes y para los seglares cristianos de crear

obras nuevas que respondan a las necesidades actuales de las almas y de la sociedad”.

Lo que dicen los obispos, los teólogos y moralistas lo repiten:

“Los cambios ocurridos de improviso en la situación social y en las

disposiciones de los hombres, dice el padre Lehmkuhl, uno de los moralistas más

autorizados, ocasionan necesariamente un cambio de conducta en el cuidado de las

almas.

Sería, para un pastor, olvidar enteramente su deber el no establecer y desarrollar

vigorosamente asociaciones en su parroquia...1”.

Dos opúsculos de dirección sacerdotal han sido aprobados por todos nuestros

obispos y distribuidos en nuestros retiros diocesanos. Tienen por título: Le prêtre et la

situation actuelle de l’Eglise (El sacerdote y la situación actual de la Iglesia), Le prêtre

selon le Coeur de Jésus dans le temps présent (El sacerdote según el Corazón de Jesús

en la actualidad). Ambos nos dicen que el ministerio ordinario del sacerdote no puede

ya ser suficiente hoy. Ambos enumeran los nuevos deberes del ministerio pastoral, que

son: la creación de asociaciones cristianas, las relaciones efectivas con los fieles y el

cuidado particular de los hombres y los jóvenes.

¡Qué contraste con nuestros viejos directorios y manuales de obras!

Tomad, por ejemplo, un excelente manual de obras rurales publicado en 1865.

Llega hasta erigir en principio que no hay nada o casi nada que hacer con los hombres.

1 Le Clergé et le peuple catholique, pág. 22.

Page 157: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

159

Propone nada más que obras para las mujeres y para chicas jóvenes; todo lo más,

pequeños patronatos de muchachos jóvenes.

“No nos hagamos ilusiones, dice, en las malas parroquias, ¿volverá a la religión

la masa de la generación adulta? Nosotros no sacaremos, acaso, nada más que algunas

espigas. Razón de más para que nos ocupemos de la generación naciente y de la

generación que sufre, es decir, de los niños y de los enfermos. No hay otra manera de

caminar, es la regla, es la ley”.

Y el piadoso manual añadía: “Así es como hizo Nuestro Señor”.

He aquí hasta dónde ha llegado la ilusión de sacerdotes piadosos.

Han visto crecer el mal. Han asistido a la apostasía de todo un pueblo y han

hecho... asociaciones de chicas jóvenes.

Y han creído leer en el Evangelio que Nuestro Señor había hecho como ellos.

Todo el libro está escrito con esta mentalidad.

“Los niños, los ancianos, los pobres, los enfermos, los afligidos, he aquí, dice,

los cinco dedos del apostolado rural”. Y el libro no habla nada más que de ellos.

“Para los otros, dice, padres, madres, gente joven, personas jóvenes dedicadas a

los negocios, a las preocupaciones del interés o del placer, no hay la misma facilidad,

los mismos medios para entrar en relación, sobre todo, si no vienen a la iglesia. Con

éstos, contentémonos con esperar”.

El prólogo nos dice que este libro se ha convertido en el manual usado en los

Seminarios por los sacerdotes jóvenes y que las ediciones se venden rápidamente.

Algunos directores de Seminarios escriben que están encantados con la aparición de este

volumen, que lo propagan y que esa es la dirección que es preciso dar al ministerio

pastoral.

Hay, al final del libro, una monografía de una asociación modelo laica y

apostólica. Me he dado prisa en leerla y he encontrado que la asociación modelo se

componía de tres señoras y de cinco chicas jóvenes, y que el reglamento las

comprometía a tratar de reunirse o de escribirse al menos tres veces al año, para

compartir lo que habían hecho y observado...

Tal es el espíritu que ha reinado en muchas de nuestras diócesis desde 1825 ó

1830 hasta nuestros días.

Y todo ha sido organizado en este tono y sobre esta nota: oficios, predicaciones

y asociaciones.

¡Y nos admiramos de que el pueblo haya acabado por decir que la religión ha

sido hecha para las mujeres y para los niños!

Esta generación pusilánime nos ha cambiado a Cristo. Éste no era ya el Cristo de

Page 158: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

160

los obreros, pauperes evangelizantur, el Cristo que ejercía su apostolado incesante cerca

de los pecadores, de los publicanos, de los hombres de mundo, non veni vocare justos,

sed peccatores. El león de Judá se ha metamorfoseado en una tímida oveja. Nuestro

Cristo, cuyo apostolado poderoso y fuerte ha inspirado el apostolado de Pablo o el de

Javier y el de todos los conquistadores de almas, nos ha sido cambiado por un Cristo

timorato y débil que no habla nada más que a los niños y a los enfermos.

Sabemos a dónde nos ha conducido medio siglo de esta deplorable ilusión.

Ha comenzado la reacción. La Obra de los círculos, fundada por valientes

oficiales, ha prestado una valiosa contribución.

Y León XIII, abrazando con su mirada elevada y profunda el mal y el remedio,

ha trazado magistralmente el camino en su gran Encíclica. “Que los ministros sagrados,

dice, desplieguen todas las fuerzas de su alma y todas las artes de su celo [apostólico]

para inculcar a los hombres de todas las clases las reglas evangélicas de la vida

cristiana”. Y nos muestra lo que la sociedad puede esperar de la Iglesia: la elevación de

los obreros y la enseñanza de las reglas de la justicia y de la caridad que deben presidir

la reforma de las leyes y la organización profesional.

Siguiendo al Papa, la teología pastoral nos dice hoy: “Es preciso ocuparse

particularmente de los hombres. Es preciso acomodar a sus necesidades el ejercicio de

la carga pastoral en las parroquias. Es preciso ir a buscarlos y hacerlos volver a

relaciones personales con su pastor. Es preciso facilitarles la recepción de los

sacramentos, acomodándose a sus horas y prestándose a las circunstancias en las que les

sea más cómodo.

Y en las otras funciones sacerdotales que afectan a toda la parroquia, es preciso,

siempre, tomar en consideración los gustos y las necesidades de los hombres. En las

devociones, en la predicación, en la enseñanza, la atención a los hombres debe ser, si no

del todo exclusiva, al menos predominante”.

Todas estas palabras son de Lehmkuhl. Son todo lo contrario de lo que leíamos

más arriba.

Todo eso se hará, pero... hay costumbres tenidas en gran estima y enraizadas,

hay una larga rutina y prejuicios. No estamos acostumbrados y no sabemos la manera.

[¡Dios quiera] que este pequeño manual pueda ayudar un poco!

III

Es preciso, pues, hacer obras nuevas y obras de hombres, ¿pero cuáles?

Entre estas obras, nos dice León XIII, el primer lugar pertenece a las

corporaciones que, en sí mismas, abarcan, poco más o menos, todas las obras.

“Con alegría, añade él, vemos formarse por todas partes Sociedades de este

género, sean mixtas o formadas tan sólo por obreros...

Page 159: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

161

Ellas deben suministrar a cada uno de sus miembros los medios más adecuados

para conseguir su propósito, que consiste en el mayor crecimiento posible de los bienes

del cuerpo, del espíritu y de la fortuna... sin olvidar el objetivo principal, que es el

perfeccionamiento moral y religioso”.

¡Cómo! ¿Va a ocuparse el sacerdote de cosas temporales? ¿Va a mezclarse en

asociaciones que tienen por finalidad intereses materiales?

Sí, debe hacerlo, con la ayuda de seglares sacrificados si él los encuentra, y su

celo los encontrará. Su ministerio no alcanza al mayor número de aquellos que tienen

necesidad. “El medio de volver a traer estas almas al cuidado de su salvación, señala el

obispo de Lieja, era difícil de encontrar, pero existía y León XIII nos lo ha indicado. La

suerte material de esta multitud debe mejorar; [la multitud] lo siente, lo reclama, la

justicia y la caridad lo mandan. Ahora bien, el sacerdote es el defensor de la justicia y el

ministro de la caridad. Que tome en sus manos esta causa que él tiene la misión divina

de proteger; que preste la ayuda de su palabra, de su acción, de su influencia: las

relaciones que se seguirán entre el sacerdote y los obreros servirán no solamente a los

intereses y al bienestar temporal de los obreros, sino también a su provecho espiritual y

a la salvación de sus almas. Sí, éste es el camino a seguir para salvar a estos

desdichados hermanos y a sus familias, para impedirles que se dejen arrastrar a las filas

de los enemigos de la sociedad y de la religión”.

Pero, finalmente, ¿cómo organizar estas corporaciones y qué obras añadirles?

¿Cómo organizarlas? ¡Desgraciadamente, como lo permite la ley francesa!, con

la dosis discreta de espíritu religioso que permiten suprimir nuestras leyes imbuidas de

laicismo, hasta que hayamos roto las cadenas de nuestra triste esclavitud.

Haremos, pues, provisionalmente sindicatos, que serán los embriones de las

corporaciones.

Para hacer honor a la palabra del Papa, pondremos, pues, como encabezamiento

del Manual la Guía práctica de los Sindicatos.

Las otras obras sociales serán generalmente los frutos y el broche final de los

sindicatos. Tales son las cajas de crédito agrícola, las cajas de familia o de ayuda mutua,

los círculos y los patronatos rurales, los círculos de estudios y conferencias, los

secretariados del pueblo, etc. Allá hay materia para algunos capítulos muy útiles.

Las escuelas libres son también una obra nueva, necesaria debido a la apostasía

del Estado. Tienen su sitio en el Manual.

Hace falta una breve reseña sobre algunas obras antiguas a las que puede

dárseles un carácter más apostólico.

La buena prensa es una obra social y moderna. Es una obra ya conocida, será

suficiente recordarla brevemente.

Finalmente, creemos útil recordar el método para hacer bien una obra tan antigua

como el apostolado y prescrita por los antiguos cánones de la Iglesia: la visita anual de

Page 160: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

162

la parroquia. Esta visita bien hecha preparará las asociaciones y proporcionará los

elementos.

Tal es nuestro hermoso programa. Después de haberlo expuesto, concluimos con

el apóstol san Pablo (carta a Tito 3, 14) y con el cardenal Langenieux, que la comenta,

exhortando “a los sacerdotes y a los seglares para que se inicien y se sientan

estimulados por una santa emulación en esta forma apostólica del ministerio, discant

nostri bonis operibus praeesse [que los nuestros aprendan a practicar las buenas

obras]; que por el estudio de los medios prácticos se pongan en condición de crear y de

dirigir obras que tienen por objeto directo las necesidades actuales de las almas y de la

sociedad, ad usus necessarios.

Entonces, los pastores no se consumirán ya en un ministerio infructuoso, porque

no está iluminado y no actúa en condiciones eficaces, ut non sint infructuosi. Los

seglares cristianos también aprenderán a no aniquilarse en el desánimo, encerrándose en

el círculo egoísta de las obligaciones domésticas y llegarán a ser poderosos auxiliares de

sus pastores para el mayor bien de la patria cristiana y de la Iglesia”.

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163

CAPÍTULO PRIMERO

________

LAS CORPORACIONES Y LA OBRA DE LOS CÍRCULOS

Hemos comenzado con una visión general y un capítulo preliminar.

No es, sin embargo, un aperitivo en este Manual práctico.

Hay algo que domina las obras: el espíritu del que están animadas, la finalidad

que tienen como objetivo a conseguir.

Tenemos que rehacer un régimen corporativo.

Las corporaciones son órganos naturales de la vida social. Tienen su sitio

marcado entre las familias y las sociedades superiores, ciudades, provincias, reinos.

Agrupan a los hombres que tienen un interés profesional común. Su objetivo

directo es temporal. En una sociedad cristiana, las corporaciones están animadas por una

vida religiosa a través de las cofradías con las que están aliadas.

Conocemos las corporaciones del pasado, su magnífica organización, los

beneficios inmensos que han proporcionado a la sociedad; por otra parte, sus

imperfecciones, sus abusos y su hundimiento en el cataclismo revolucionario.

Pero no se puede violentar largo tiempo la naturaleza, reclama sus derechos.

Echamos de menos las corporaciones, lo sentimos y queremos que renazcan.

Sentíamos desde el comienzo de este siglo que el mundo del trabajo estaba en el

malestar. El mal ha crecido. Hemos sido golpeados por el decaimiento de la nación en el

momento de la guerra y de la fermentación anarquista que salió a la luz en la Comuna.

Hemos buscado el remedio.

Los fundadores de la obra de los Círculos, con una clarividencia que les honra,

nos han dicho: “Lo que falta es la vida corporativa, con todo el concurso moral y

material que aporta al mundo del trabajo”. Y añadían: “Pero las corporaciones están

proscritas por la ley; es preciso, pues, eludir la dificultad y hacer entrar de nuevo el

espíritu corporativo en las costumbres, haciendo las asociaciones que se pueden hacer”.

Una única forma de asociación era posible: el Círculo. Ellos le han sacado un

partido maravilloso. Lo han hecho, como dice con razón la nueva “Instrucción sobre la

Page 162: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

164

Obra”, una de las formas modernas más perfectas de la antigua cofradía. Pero, además,

han hecho un hogar de propaganda de la idea corporativa, indicando siempre la

corporación como la forma lógica del desarrollo completo de la obra. Ellos nos han

mostrado siempre el Círculo como un punto de partida y la corporación como el punto

de llegada.

Y estas ideas han ido abriéndose e imponiéndose a los poderes públicos, y el

Estado nos ha dado la ley de 1884, que permitía un ensayo de corporaciones con el

nombre de sindicatos profesionales.

Mucho más, la autoridad suprema de la Iglesia ha venido a dar ánimos y a

sancionar este apostolado. En la Encíclica Rerum novarum, León XIII nos dice: “Las

Sociedades de ayuda mutua, las obras de previsión y de patronato son excelentes,

colaboran en socorrer la indigencia y en acercar las clases sociales; pero el primer lugar

pertenece a las corporaciones obreras, que, en sí mismas, abrazan poco más o menos

todas las obras...”

Pero, ¿cuál será la forma definitiva de las corporaciones del futuro? Nadie podría

decirlo. León XIII nos dice: “No creemos que se puedan dar reglas ciertas y precisas

para determinar el detalle”.

¿Qué hacer, pues? Es preciso actuar, avanzando por todas las salidas que haya

abiertas para acercarnos al ideal corporativo, cuyos principales elementos son la

asociación autónoma y libre, que agrupa personas de una misma profesión, con miras a

salvaguardar el honor del oficio y los intereses profesionales, con el derecho de

propiedad y de jurisdicción y la adjunción de un vínculo religioso y de instituciones de

ayuda y de previsión, y la participación en la vida social y política por una

representación pública.

¿Cumplirá la nueva corporación todas estas condiciones? No es seguro. Varias

de estas funciones podrán ser ejercidas por un organismo más amplio impuesto por el

Estado. La jurisdicción profesional, las instituciones de ayuda y de jubilación podrán

tener cuadros diferentes de la corporación.

Podemos decir que nuestro mundo económico está trabajando en una nueva

organización. ¿Qué saldrá exactamente? ¿Quién podría decirlo?

Todo se debería hacer por medio de las corporaciones. El Estado no debería

intervenir nada más que para animar y proteger. Su pesada mano podría echar a perder

todo y poner a los mejores manjares un condimento envenenado de política, de

parcialidad, de centralización exagerada, de administración costosa y de tiranía.

Actuemos, pues, por nosotros mismos y lo más deprisa posible.

Está bien el plan de la obra de los Círculos. Cuando solo los Círculos eran

posibles, nos dio una magnífica floración de Círculos. Ahora evoluciona.

Las últimas modificaciones a la Instrucción sobre la Obra nos dicen que es

preciso entender el nombre de la Obra en el sentido más amplio, y que se podría

también llamar La Obra de las Asociaciones católicas obreras.

Page 163: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

165

Añaden que la nueva floración de obras económicas, sindicatos, cajas rurales,

cajas de familia, etc., responde perfectamente a la finalidad primitiva de la obra de los

Círculos; que los sindicatos, en particular, si están animados del espíritu cristiano,

realizan superiormente la forma de la obra.

La obra de los Círculos no nos dice, pues, hoy: “Haced Círculos al precio que

sea”. Nos dice, al contrario: “Aprovechad ampliamente las facilidades que os son

concedidas por la ley de 1884. Haced sindicatos. Animadlos del espíritu cristiano

mediante la cofradía. Juntadles las obras anexas, caja de crédito, caja de ayudas y de

jubilación, etc., y habréis dado un gran paso para la mejora del régimen corporativo”.

Nosotros, pues, podemos decir, en este manual, que somos los verdaderos

discípulos de la obra de los Círculos.

Nos apoyamos sobre las mismas bases que son la afirmación católica, la

participación de los obreros en el gobierno interior de las obras y el desvelo de la clase

dirigente hacia los trabajadores.

La ventaja de un Comité, que se considera como esencial en la Obra de los

Círculos, es, desde el punto de vista práctico, la de proporcionar la continuidad a una

empresa personal y, desde el punto de vista teórico, la de restituir a las clases superiores

su lugar en la sociedad cristiana, poniéndose al servicio de las clases populares.

Sin embargo, diremos de buena gana para nuestras obras corporativas lo que

dice la administración de La Croix para su obra de la buena prensa: “Nosotros tenemos

por Comité incluso a un solo hombre que quiere dedicarse a la obra, en espera de algo

mejor”.

Si encontramos un cura o un seglar cristiano que quiera fundar una obra

económica y corporativa, no le diremos: “Es preciso, absolutamente, esperar a que usted

tenga un Comité”.

Le diremos: “Si usted está solo para comenzar, comience solo, pero desde el

momento en que usted pueda, reclute a algunos hombres dedicados a formar con usted

un Comité del patronato de vuestra obra”.

Diremos, pues, a todos los hombres de buena voluntad: “Pónganse en

comunicación con la Obra de los Círculos que es, en Francia, la fuente de todas las

obras corporativas. Aprovechen su vínculo religioso, los favores espirituales de los que

la Santa Sede la ha colmado, sus luces, sus documentos, sus congresos. Diríjanse desde

el comienzo a su secretariado, nº 262, boulevard Saint-Germain, en París, para

agregarse a la Obra”.

No queremos ver, incluso en este manual de obras sociales, nada más que un

suplemento o un complemento al manual de la Obra de los Círculos.

Nosotros desarrollaremos particularmente en este manual la cuestión de los

sindicatos rurales o agrícolas, porque es la obra urgente hacia la que es preciso

encaminar todos nuestros esfuerzos para impedir la invasión de las campiñas por el

socialismo. Estas clases de sindicatos son, por otra parte, los más fáciles y los que

Page 164: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

166

producen enseguida una organización corporativa aproximadamente completa.

Describiremos en monografías las corporaciones de la fábrica de Val-des-Bois y

de Lille.

En cuanto a las corporaciones de artes y oficios, el problema está menos

adelantado. Hacemos sindicatos cristianos de artes y oficios, pero los no cristianos los

harán también y, acaso, el Estado agrupe unos y otros en cuerpos de oficios, de tal

suerte que una parte de las funciones corporativas, como la jurisdicción profesional, el

arbitraje, las instituciones de previsión y la representación pública serán acaso

completadas por el cuerpo de oficio, mientras que la colaboración moral y religiosa, la

ayuda mutua, la unión familiar y otros beneficios más íntimos serían proporcionados

por el sindicato libre y cristiano. Esto es por lo menos lo que parece probable en el

estado actual de las cosas.

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167

CAPÍTULO II

_________

DE LA VISITA ANUAL DE LA PARROQUIA POR SU PASTOR1

No se trata de una asociación, sino de una obra personal, tan antigua como el

apostolado y prescrita por los cánones de la Iglesia.

Tiene su sitio en este manual porque es el medio ordinario y natural de preparar

las asociaciones.

“El buen pastor conoce a sus ovejas”. Esta es la regla dada por el Pastor supremo

en el Evangelio.

Si el pastor no conoce a sus ovejas, ¿cómo las amará? ¿Cómo tendrá cuidado de

ellas?

¿Y cómo las conocerá, si no las visita?

La visita anual de la parroquia ha sido considerada por la Iglesia como

obligatoria. Muchos Concilios particulares la han prescrito. Es, por otra parte, el único

medio para llevar regularmente el “Libro de las almas”. Ahora bien, este “Libro de las

almas” está puesto en el Ritual Romano en pie de igualdad con los libros de bautismos,

de matrimonios, de bodas y de defunciones. Debe conservarse en cada parroquia.

Los sacerdotes que todos consideramos como modelos, el P. Holzhauser, el

señor Vuarin de Ginebra y otros, guardaban este “Libro de las almas” con un cuidado

extremo.

Los estatutos de ciertas diócesis exigen, solamente, que se haga la visita, al

menos, cada dos o tres años. Ésta es sin duda una concesión basada en el pequeño

número de sacerdotes y en su abundante tarea.

Algunos estatutos piden también que el “Libro de almas” contenga notas

detalladas sobre cada familia. Esto no nos parece oportuno. Los escritos pueden siempre

llegar a ser indiscretos. Es preciso escribir sencillos boletines de familia, con los datos

de bautismo, de Primera Comunión, de Confirmación, de Matrimonio. En cuanto al

resto, suplirá la memoria. Si esta visita siempre ha sido útil e incluso necesaria, en la

actualidad lo es cada vez más.

1 Este capítulo está destinado particularmente al clero de las parroquias.

Page 166: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

168

Los antiguos manuales de obras, en particular el de la Obra de los campos, han

tratado muy bien este tema. Señalan algunos de los frutos que se pueden esperar de esta

visita. Indiquémoslos, completándolos.

1º Es, en primer lugar, el medio verdadero para conocer a todos, católicos e

indiferentes, padres e hijos, ancianos, achacosos, enfermos, servidumbre. Y si se tienen

a su cargo todas estas almas, ¿no debemos conocerlas con sus necesidades propias y las

diversas ayudas que esperan de nuestro ministerio?

Algunos objetarán que su parroquia no es grande, que ellos conocen ya todas sus

ovejas, que las ven en la iglesia, que, a menudo, se encuentran con ellas.

Nosotros les respondemos que la vista de los parroquianos en la iglesia y su

encuentro en la calle no tienen los mismos efectos que una visita a la casa. Una visita

del pastor y una charla paternal expresan una atención del corazón que hace honor a la

familia visitada y les deja la impresión de que hay deberes recíprocos que cumplir.

2º Es un medio para ser agradable. Cada uno se siente honrado de haber

recibido la visita del señor cura. Es preciso para ello, por supuesto, ver a todos,

mostrarse bueno y afable con todos y en cada casa informarse de todos.

Muchos parroquianos no tendrán, desgraciadamente, ninguna otra relación con

el sacerdote durante el año y el recuerdo de una visita amable podrá ser, en los últimos

momentos de su vida, el motivo determinante para llamar a un sacerdote que será el

instrumento de su salvación.

3º Es un medio para hacer descubrimientos útiles. Descubrimientos de miserias

a las que hay que socorrer: insuficiencia de camas, indigentes, ancianos e impedidos,

para informar a las obras de caridad. Descubrimiento de las miserias espirituales:

uniones irregulares que no esperan nada más que un buen consejo o una investigación

de las piezas para regularizarse, Primeras Comuniones y Confirmaciones con retraso,

niños que no frecuentan las escuelas y los catecismos. Descubrimientos de virtudes

escondidas, de almas generosas, de corazones apostólicos, que no nos piden más que

secundar el bien por la oración, por las asociaciones y por las obras.

4º Es un medio para provocar las obras de misericordia. Es preciso no pedir

nada para sus propias obras en la visita anual. Esta visita debe ser totalmente

desinteresada. Pero, a menudo, ¿no será posible que se suscite el interés de algunas

personas acomodadas ante los sufrimientos de las familias pobres? El relato discreto de

las miserias, de las que se ha sido testigo, suscitará ayudas. Por medio de esto, se habrá

realizado un doble servicio ayudando al pobre y dando al rico la ocasión de hacer una

obra meritoria.

5º Es un medio para hacer que vengan a la iglesia. No es necesario proceder

por reprimendas y practicar a menudo el compelle intrare. Es preciso en estas visitas

mucho tacto y prudencia. En ciertos pueblos de fe [arraigada], se puede todavía hablar

con autoridad y recordar firmemente a cada uno su deber. Pero lo más frecuentemente,

en Francia, será preciso contentarse con una visita de cortesía y eso será suficiente, a

veces, para traer de nuevo algunos parroquianos a la iglesia. ¿Una visita no provoca

otra?

Page 167: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

169

Es, sin duda, superfluo recordar de pasada que los pequeños regalos mantienen

la amistad y que se gana a los padres interesándose por sus hijos. Es fácil ser generoso

por poco dinero. Encontramos la Casa de la Buena Prensa, Maison de la Bonne Presse,

5, rue Bayard, en París, las Vies de Saints, ilustradas, al precio de uno o dos céntimos el

ejemplar y bonitas imágenes a un precio muy bueno para los niños.

6º Es el medio de preparar las obras sociales. Podemos encontrar en esta visita

los elementos de las asociaciones y preparar el agrupamiento.

Ésta es la mejor manera de estudiar el terreno, sondear prudentemente las buenas

voluntades y hacer desear las obras.

Hablando mucho de lo que se hace en otros lugares, lamentándose del

aislamiento de los agricultores, de las dificultades del crédito, de las ventajas que se

podrían obtener de las obras nuevas, se preparan las mentes para la fundación de estas

obras y se induce a los parroquianos a solicitarlas ellos mismos, lo que, a menudo, es la

condición del éxito.

7º Éste es también un medio para difundir la buena prensa. Digamos

simplemente aquí lo que hemos visto hacer cerca de nosotros. En un cantón vecino,

todos los curas, animados por el cura párroco del cantón, han hecho la visita de su

parroquia. Han dicho a cada familia: quisiéramos ver en vuestras casas la Vie des Saints

[Vida de los Santos], una publicación semanal ilustrada que os interesaría tanto como os

edificaría. Podéis tenerla a muy buen precio, así como un folio poco más o menos

semejante, las Causeries du Dimanche [Charlas del Domingo], exposición popular de

las verdades de la religión. En todas las casas en las que saben leer lo han aceptado con

alegría. Desde entonces, los paquetes postales llegan a las parroquias que tienen

ferrocarril y desde allí son distribuidos cada sábado en todas las parroquias del cantón.

Muchos sacerdotes se preguntan cómo conseguirán suscripciones a La Croix. He

aquí un medio seguro y fácil.

Algunos curas se dispensan del deber de la visita, apoyándose en la demasiado

numerosa población de su parroquia. ¿Será preciso no cumplir nada más que los deberes

fáciles y omitir aquellos que nos cuestan más?

Estas parroquias demasiado populosas son una de las grandes llagas de nuestro

tiempo. Ésta es una de las consecuencias más funestas del Concordato, que no nos

permite, al menos en su interpretación oficial, erigir parroquias sin el asentimiento del

Estado.

Las antiguas prescripciones canónicas no admitían parroquias de más de 6.000

almas, precisamente a causa del deber primordial que tiene el pastor de conocer a sus

ovejas.

Hoy tenemos en París parroquias de 90.000 almas. Esto es lisa y llanamente

insensato.

En esta situación absolutamente intolerable de nuestras ciudades, ¿es preciso que

el pastor renuncie a conocer sus ovejas? De ningún modo. Pensamos que él debería más

Page 168: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

170

bien renunciar a su cargo, puesto que no se puede ser un buen pastor sin conocer a sus

ovejas. ¿Qué hará, pues? Hará lo que se hace en excelentes diócesis donde el celo

inteligente de los pastores ha conservado la fe, se repartirá con sus vicarios las calles y

los barrios de su parroquia y visitará por medio de sus auxiliares a aquellos que él no

puede visitar por sí mismo.

Pero no sabríamos describir mejor esta realización de la acción pastoral que

como lo hace un libro muy reciente: La paroisse de Saint-Paterne, dans le passé et dans

le présent, del sacerdote Surcin, en Herluison, librería de Orléans.

Tomémosle prestada esta página:

“En una parroquia que tiene la extensión y la población de la de San Paterno1, es

imposible para un sacerdote ponerse en relación directa con todos sus parroquianos y

moverse instantáneamente a todos los puntos en los que se hacen sentir las necesidades

religiosas. Los feligreses no conocen a su clero, el clero no conoce a su pueblo, y esta

ignorancia mutua del sacerdote y del pueblo es un obstáculo para todo bien. El señor

cura de San Paterno ha pensado, pues, en dividir la parroquia y en confiar a cada vicario

una sección determinada y, desde hace ya seis años, esta organización funciona y ha

producido los mejores resultados.

Esta división por barrios tiene la gran ventaja de dar a los feligreses un sacerdote

que los conoce y que los visita, que es conocido por ellos y que está especialmente a su

disposición para sus enfermos, para el alivio de los pobres, para la educación cristiana

de los niños, en una palabra, para todas sus necesidades religiosas.

El vicario de barrio tiene la vigilancia y la administración religiosa del barrio

que le ha sido confiado. Se ocupa de los niños, del bautismo de los recién nacidos, del

reclutamiento de las escuelas cristianas, del catecismo de los niños y adolescentes.

Procura, en cuanto puede, el cumplimiento del deber pascual.

Trata de descubrir y visita a los enfermos, de modo que no los deje en el

aislamiento y en el alejamiento de las prácticas religiosas. Todas las veces que vienen a

buscar un sacerdote, sin designarlo nominalmente, es el vicario del barrio quien se hace

presente junto al enfermo.

Descubre los pobres vergonzantes y los socorre, de común acuerdo con el señor

cura, con las religiosas, con las señoras protectoras y las obras caritativas de la

parroquia.

Trabaja en el reclutamiento de los miembros de las asociaciones parroquiales.

Trata de hacer que entren los hombres cristianos en la cofradía del Santísimo

Sacramento y las mujeres en la asociación de Madres cristianas.

Visita su barrio lo más a menudo posible, y tiene un registro que contiene los

nombres, la calle y el número de todos los fieles confiados a su celo apostólico.

Se rodea de algunos hombres cristianos y apóstoles que le ayudan con sus

consejos, con sus gestiones, con su colaboración. En una palabra, pertenece por

1 El barrio de San Paterno, en otro tiempo arrabal de Orléans, ahora forma parte de la ciudad.

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171

completo a los habitantes de su barrio, y tiene sin cesar los ojos abiertos y la mano

tendida para satisfacer sus necesidades espirituales y materiales.

Claro está, por otra parte, que esta división de la parroquia no tiene nada de

absoluto ni de matemático y que el señor cura y los señores vicarios quedan a la

disposición de todos los fieles, sea cual sea el barrio en el que habiten”.

Añadamos como último consejo que la visita sea, estando sentados, una visita de

un cuarto de hora al menos. Es un padre que visita a sus hijos.

El mes de enero es un tiempo favorable, pero la visita puede organizarse durante

varias semanas o durante varios meses, según la importancia de la población.

Page 170: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

172

Page 171: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

173

CAPÍTULO III _________

¿POR DÓNDE HAY QUE COMENZAR Y CÓMO PROCEDER?

Ésta es la primera pregunta que se hace todo hombre investido de una autoridad

moral o positiva sobre los otros y que quisiera emplear para el bien.

El cura párroco en su parroquia; el vicario a las órdenes de un párroco; el

católico situado en un puesto de honor entre los hombres; el jefe de una industria, que

da empleo a numerosos obreros; el propietario o el granjero dirigente de una

explotación agrícola; cualquiera que, habiendo concebido el deseo de preparar la

renovación moral y religiosa de nuestro infeliz país, quiere utilizar al servicio de Dios,

de la Iglesia y de Francia la influencia que la Providencia ha puesto en sus manos, se

encuentra la mayor parte del tiempo con que tiene que enfrentarse a las incertidumbres y

a las indecisiones del comienzo.

¿Por dónde comenzar?

Respondemos: Por ti mismo.

Ante todo, sacerdote o seglar piadoso, hay que reafirmarse en la idea de que tú

no estás hecho solamente para la silla de coro o para la sacristía; que tú eres, por tu

parte, la sal de la sociedad y la luz de la vida, que debes ir a los varones, lo mismo y

más que a las mujeres y a los niños; que es injuriar a Cristo actuar de otra manera; que

tu Maestro y tu Modelo ha reunido a los apóstoles y discípulos y no ha limitado su

acción al apostolado de la infancia.

Totalmente penetrado de esta idea fuerza, no debes dejarte parar por los tímidos.

No olvides que te encuentras en medio de un mundo en el que la verdadera inteligencia

del apostolado ha sido disminuida desde hace doscientos años. El jansenismo ha pasado

por allí, después el galicanismo, la revolución, el liberalismo y el racionalismo.

Todas estas negaciones de la acción social cristiana se han acumulado. Nuestra

sociedad se ha sumergido allí. La atmósfera de las almas está totalmente saturada. El

error se esconde bajo los nombres de prudencia, reserva, moderación o imposibilidad.

Ciertos castillos temblarán al escuchar vuestros sueños de apostolado popular.

Si sois sacerdotes, algunos cohermanos más ancianos, que no han conocido nada

más que los viejos métodos, os mirarán como utópicos. Seglares piadosos y devotos

Page 172: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

174

gemirán por vuestra temeridad. Todas estas buenas gentes no ven de buena gana a los

indiferentes decirnos que la religión es buena para los ancianos, las mujeres y los niños;

pero hacen todo, sin dudarlo, para que se diga.

Ellos apenas conciben que el sacerdote salga para otra cosa que para ver a los

enfermos o para conducir los cortejos mortuorios, y se admiran de que el pueblo

compare el sacerdote con un ave fúnebre.

Id a los vivos, id a los hombres, id al pueblo y no seréis tenidos por el pájaro

triste de los funerales.

Nuestro siglo tiene sed de acción religiosa. La enfermedad aguda de la sociedad

presente es la ausencia de vida religiosa, es la ausencia del sacerdote. ¿No escucháis a

sus médicos diagnosticar su mal? Los filósofos, los pensadores, los economistas nos lo

dicen. Vosotros habéis escuchado a Le Play, a Littré, a J. Simon y a Brunetière. La

sociedad se muere por falta de religión. Es el grito de todos los hombres inteligentes, a

la vista del desorden moral actual. Es el Canossa de la filosofía racionalista, de la

política perseguidora y de la economía social separada.

El pueblo ve el mal y busca la solución, a vosotros os toca ofrecérsela.

Después de haberte reafirmado y acorazado en la resolución de actuar, ¿qué

método seguirás?

Eso se hace más fácil.

No perdáis de vista los modelos: Cristo y los apóstoles. Cristo fue a los hombres

sin tregua y sin descanso. Escogió algunos, formó doce apóstoles, después setenta y dos

discípulos. Estos vinieron a ser sus auxiliares. Él les dio una consigna: id y enseñad.

Ellos fueron y buscaron oyentes agrupados o aislados. La palabra era su única

arma. Predicaron la doctrina y se ocuparon de las obras, de las necesidades del pueblo y

de la organización social. San Pablo buscó en las opulentas ciudades de Grecia recursos

para las comunidades cristianas de Palestina.

He ahí trazada nuestra misión: ir a los hombres, sobre todo a los que no vienen a

nosotros, hablarles, agruparlos y utilizar esta nueva forma de la palabra, el periódico,

que un san Pablo no habría dejado de emplear, si su tiempo la hubiese conocido; y,

finalmente, ocuparnos de los intereses económicos y sociales del pueblo.

Ésta es la teoría, pero avancemos. ¿Qué haremos en el detalle de la práctica?

Propagaremos los buenos periódicos; agruparemos a los hombres para hacerles

escuchar conferencias, los induciremos a realizar estudios sociales, a participar en las

obras económicas y, finalmente, en las obras de piedad.

Todo eso se hará en el campo, en modestas proporciones y poco a poco.

Los ejemplos se imponen más que las teorías. Leamos, al final del volumen, el

método que ha tenido éxito en las pequeñas parroquias de la Haute-Marne y de Saône-

Page 173: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

175

et-Loire, y hagamos lo que han hecho allí.

La Croix du dimanche será suficiente para preparar los caminos en el campo.

Para la manera de difundirla, leed el capítulo de la buena prensa y el de la visita

pastoral.

Formad después, con paciencia, un pequeño grupo de hombres de buena

voluntad que llegarán a ser vuestros auxiliares.

Rezad y haced rezar, y el Salvador no rehusará proporcionaros un pequeño

colegio apostólico.

Nuestras monografías os dicen cómo se forman estos primeros grupos. Con estos

primeros grupos, lo podréis todo, y las obras sociales, sindicatos y cajas de crédito se

organizarán fácilmente, como un fruto maduro cae fácilmente del árbol que le ha

proporcionado la savia.

La hermandad de Nuestra Señora de los Campos reunirá a vuestros asociados y

los conducirá a la iglesia. Las obras de piedad serán el broche final de las obras

económicas. Poneos, pues, sin tardar a la obra.

Todavía ayer leíamos una cálida carta del señor obispo de Périgueux a sus

diocesanos sobre la apremiante necesidad de las obras rurales a favor de las

poblaciones agrícolas. Todos nuestros obispos piensan como él.

“Dice Monseñor Dabert: “Sí, hay que hacer reformas para mejorar la suerte de

los trabajadores, hagámoslas.

Creemos, sobre las bases de la honradez y la justicia, sindicatos agrícolas.

Creemos instituciones económicas, cajas rurales, cajas de familia, economatos

domésticos, seguros contra los accidentes de trabajo, cajas de jubilación, etc.

En una palabra, concluía el obispo de Périgueux, todos aquellos que, por

cualquier título o rango, tienen en la campiña alguna influencia deben sacrificarse hoy

por los intereses materiales de nuestros obreros de los campos.

Y el clero, trabajando principalmente en la conversión y en la santificación de

las almas, no debe seguir siendo extranjero a estas obras de las reformas sociales.

No hará, por lo demás, sino seguir los ejemplos del Salvador”.

En resumen, nosotros diríamos a un cura rural:

Comience por estar muy convencido de la necesidad de actuar y de ir a los

varones. Para esto será suficiente, si lo desea, volver a leer la Encíclica Rerum novarum.

Póngase en seguida a difundir La Croix por todos los medios posibles. En

nuestro tiempo, la buena prensa es la obra de las obras.

Page 174: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

176

No se canse. Trate de formar a tres o cuatro hombres, anímeles, Insta opportune

importune [2 Tim 4, 2] hasta que se hayan decidido a ser sus auxiliares en las obras

sociales.

Entonces, comience con ellos un sindicato. Se desarrollará. El sindicato hará el

resto. Fundará la caja de crédito y la caja de familia. Habrá un lugar de reunión

semejante a un círculo. La élite de sus miembros formará más tarde una cofradía de la

orden tercera.

Al sindicato se anexionará un patronato.

Las madres y las chicas jóvenes querrán también asociaciones, si ellas no las

tienen ya, y la parroquia volverá a encontrar, poco a poco, toda la vida corporativa

cristiana de las mejores épocas.

Page 175: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

177

CAPÍTULO IV _________

LOS SINDICATOS AGRÍCOLAS

El objetivo que se le propone al sindicato agrícola, recomendándolo a título de

Obras sociales cristianas, es éste:

Hacerse útil a los campesinos desarrollando entre ellos, por medio de la

asociación, el sentimiento de la fraternidad cristiana y del deber social que le está

vinculado, de tal suerte, que los campesinos experimenten, al mismo tiempo, los

beneficios materiales y morales, y que cumpliendo más perfectamente la ley social,

aprendan a comprenderla y a amarla en su Autor divino.

El sindicato agrícola, como cualquier otra asociación, no se puede constituir más

que por una selección, puesto que los elementos heterogéneos, sea moralmente, sea de

hecho, no podrían entrar en una asociación profesional. Ahora bien, esta selección es

por sí misma un poderoso medio de animar la honradez y de reprobar aquello que

merece ser reprobado.

El sindicato no podría prosperar sin una dirección iluminada y sacrificada que lo

penetrase de su espíritu. Devuelve así su puesto a las autoridades sociales y,

particularmente, al sacerdote que, aun cuando no llegue a ser miembro activo, no es

menos el promotor y el consejero natural.

La objeción contra la utilidad moral del sindicato y la posibilidad para el

sacerdote de hacer que sea aceptada su influencia, cae ante las consideraciones que

preceden, y no podría dejarse obsesionar demasiado antes de emprender esta obra.

Puesto que, si se la presenta bajo este aspecto, puede reunir a todos los hombres de bien

para quienes está hecha y producir frutos excelentes de concordia, de moralidad y de

renovación religiosa.

Si, al contrario, concebimos simplemente esta sociedad desde el punto de vista

de las ventajas económicas, como una sociedad de consumo abierta a todo el que viene,

no se falsean menos el espíritu y las disposiciones de la ley civil, que se falsea la ley

moral.

Bien comprendidos, por el contrario, los sindicatos agrícolas son escuelas de

moralidad en las que se forman los ciudadanos para la vida pública, al mismo tiempo

que se retiene a los campesinos en la vida de los campos haciéndola mejor, más honrada

y más remuneradora.

Page 176: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

178

Por otra parte, sin salirse en nada de sus estatutos, de carácter estrictamente

profesional, los sindicatos agrícolas pueden inscribir en su reglamento interno prácticas

religiosas y tomar en el terreno político el rol de una representación profesional. Y no es

éste el menos interesante de los puntos de vista en los que es preciso situarse para

promover su formación.

Con el beneficio de estas consideraciones preliminares, pero esenciales,

entraremos en las indicaciones prácticas para la fundación de un sindicato agrícola.

Seguiremos, paso a paso, el pequeño pero excelente manual del señor de

Gailhard-Bancel y el del señor Fontan, resumiéndolos.

Daremos, a continuación, el texto de la ley de 1884 y un proyecto de estatutos y

de reglamento interno.

I. ¿Qué es un sindicato agrícola? - Un sindicato agrícola es una asociación

formada por propietarios, cultivadores, granjeros, jornaleros; por todos aquellos que, en

una palabra, ejercen la profesión agrícola o que tienen al suelo como un vínculo

cualquiera para la defensa de sus intereses profesionales y económicos.

Es, con un nombre nuevo y una forma rejuvenecida, la antigua corporación,

adaptada a las poblaciones rurales; es el único medio de ejercer legalmente el derecho

de asociación, suprimido en 1791, y restituido parcialmente por la ley del 21 de marzo

de 1884.

La asociación es de derecho natural, como la propiedad; es el complemento

necesario del individuo, que, solo, aislado, sin otros recursos que sus brazos, es incapaz

de bastarse a sí mismo en todas sus necesidades, de salvaguardar sus derechos, de hacer

frente a todas las eventualidades de la vida; la asociación es también el complemento de

la familia que ella debe igualmente proteger y sostener en los momentos difíciles.

Esta misión, en otra época, la habían cumplido las corporaciones: éstas,

transformadas, rejuvenecidas y adaptadas a las nuevas condiciones de nuestro tiempo, la

cumplirán también hoy.

No hay, pues, que vacilar; es preciso reaccionar contra el espíritu del

individualismo y del egoísmo que ha invadido nuestra sociedad, es preciso formar

asociaciones profesionales, sindicatos. La experiencia está ahí, para probar que esto es

posible y que incluso es fácil, con un poco de dedicación y de perseverancia.

II. ¿Cómo se puede fundar un sindicato? - Reuniones preparatorias y depósito

de los estatutos. – Para fundar un sindicato agrícola hace falta, en primer lugar, reunir a

algunos hombres de buena voluntad, inteligentes, activos, dedicados, que serán los

fundadores de la asociación. En el campo, este primer grupo es fácil de formar; en el

invierno sobre todo, el agricultor está siempre dispuesto a responder a una convocatoria.

Es el cura, lo más frecuentemente, quien tendrá la iniciativa de esta fundación; y

Page 177: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

179

es de justicia, porque a él le importa tanto el bien moral como el bien material de las

poblaciones agrícolas.

En estas reuniones se expone la necesidad, los beneficios de la asociación, los

servicios que puede proporcionar un sindicato, desde el punto de vista de los intereses

agrícolas, económicos y morales; se da a conocer lo que han hecho en otras partes; se

informa de los estatutos, se discute, se busca aquello que podría hacerse más fácilmente,

y con mayor utilidad, en la región en la que nos encontramos.

Los fundadores tienen toda la libertad para reunirse sin estar expuestos a las

penas de los artículos 291 y siguientes del Código penal.

Cuando se han fijado los términos de los estatutos, se designan a aquellos que

estarán encargados de administrar la asociación. Su primer acto deberá ser depositar en

el ayuntamiento dos ejemplares de los estatutos y la lista de los administradores

escogidos. Estos documentos serán firmados por el presidente y el secretario del

sindicato. La fecha debe ser escrita con todas las letras.

El depósito es constatado por un recibo del alcalde. Los documentos depositados

y el recibo serán escritos en papel sin sellar.

Una vez cumplidas estas formalidades, está fundado el sindicato, sin que sea

necesario pedir ninguna autorización. Si el alcalde rehusase recibir el depósito de estos

documentos o entregar el recibo, sería necesario hacerlos depositar en sus manos por

embargo (por mandato judicial) y hacer constar al mismo tiempo su rechazo.

III. De la administración y de los estatutos. – La administración es confiada a

un Consejo sindical, que comprende un presidente, un vicepresidente, un secretario, un

tesorero y, a menudo, otros tres miembros. Es bueno que los diversos elementos del

sindicato estén todos representados en él.

El Consejo es elegido en la asamblea general. Él nombra por sí mismo su buró

(su órgano dirigente).

El sindicato está representado por el presidente, naturalmente, en los actos de la

vida civil.

Parece preferible que el cura sea solamente miembro consultivo del Consejo. Si

hay otros miembros consultivos, forman un Comité consultivo o de arbitraje, que asiste

al Consejo con sus luces y que desempeña el rol de árbitro cuando el Consejo está

dividido sobre una cuestión.

Los estatutos oficiales pueden ser bastante sucintos. Se les añade, de ordinario,

un reglamento interno, más detallado, que no es necesario dejar en depósito.

Los estatutos contienen las disposiciones relativas a la constitución del sindicato,

a su composición, a su objeto, a su administración, a sus reuniones, a su patrimonio y a

su disolución.

Page 178: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

180

Al reglamento interno concierne el espíritu del sindicato, sus fiestas, los detalles

de su administración y el empleo de sus recursos.

IV. ¿Qué circunscripción conviene asignar a un sindicato agrícola? - No es

posible dar a esta cuestión una respuesta precisa. La extensión que hay que dar a un

sindicato depende de las circunstancias, de los recursos y de las necesidades de las

poblaciones. La ley deja toda libertad a este respecto.

Se puede establecer un sindicato en un departamento, en un distrito, en un

cantón, en un grupo de municipios, en un valle o en un municipio.

Sin embargo, desde el punto de vista social, para hacer de un sindicato una gran

familia, en la que todo el mundo se conoce y se siente unido por el vínculo de una

estrecha y cordial solidaridad, es preferible fundar sindicatos de circunscripción

restringida, sindicatos municipales o, todo lo más, cantonales.

Desde el punto de vista económico, para anexionar fácilmente al sindicato

instituciones de asistencia y de previsión, cajas de familia, Sociedades de ayuda, cajas

rurales de crédito, lugares de reunión, etc., nada hace tanta falta como el que los

sindicatos estén muy extendidos.

V. ¿Quién puede formar parte de un sindicato agrícola? - En los términos del

artículo 2 de la ley del 21 de marzo de 1884 pueden formar parte de un sindicato todas

las personas que ejerzan la misma profesión, oficios similares o profesiones conexas,

que concurran al establecimiento de determinados productos.

Por consiguiente, desde el punto de vista agrícola, todas las personas que

cultivan la tierra o recogen directamente los productos, el propietario grande o pequeño,

explote o no su terreno, el granjero, el aparcero, el hombre que mantiene el huerto más

modesto, el viñador, el horticultor, el hortelano, el jardinero florista, el silvicultor, el

criador de ganado, pertenecen a la misma profesión y pueden entrar en el mismo

sindicato.

En los oficios similares a los de la agricultura se pueden clasificar las industrias

vinculadas directamente a la tierra, como las azucareras, las destilerías, las queserías; y

en las profesiones anexas, las de veterinarios, profesores de agricultura, constructores de

instrumentos agrícolas, vendedores de fertilizantes, guarnicioneros, carpinteros de

carros, herradores. No hace falta, sin embargo, extender demasiado el número de

profesiones similares o conexas, tanto más que en el campo es muy pequeño el número

de aquellos que no poseen un rincón de tierra por el título que sea.

Las mujeres, los mineros, los extranjeros pueden formar parte de un sindicato

agrícola. Sin embargo, la ley exige que los administradores del sindicato sean franceses

y gocen de sus derechos civiles.

Está muy claro que los simples jornaleros pueden formar parte del sindicato. Su

presencia hace que nuestros sindicatos rurales sean sindicatos mixtos, compuestos de

patronos y de obreros.

Page 179: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

181

Se puede establecer que siempre habrá uno o varios jornaleros en el Consejo

sindical y que serán elegidos por sus iguales.

Los patronos y los jornaleros pueden formar secciones diferentes y pagar

cotizaciones proporcionadas; éstos disfrutan sólo de las ayudas de la caja de familia o de

otras obras de asistencia.

VI. ¿Qué género de operaciones puede hacer un sindicato agrícola? - El campo

abierto a su actividad es muy amplio. El sindicato puede llevar a cabo todos los actos,

fundar todas las instituciones que tengan por objeto los intereses profesionales y

económicos de sus miembros. No tiene más obstáculo que el de la elección entre las

diversas obras de las que puede ocuparse.

¿Por dónde es preferible comenzar?

A este respecto, no se puede decir nada como absoluto. En tal pueblo, es una

cosa la que tendrá más éxito; en otras partes, otra. Cada sindicato lo valorará.

Vamos a enumerar los diversos servicios que los sindicatos agrícolas

proporcionan más a menudo, desde el punto de vista profesional, económico, moral y

social.

A. SERVICIOS PROFESIONALES

Enseñanza agrícola. Un sindicato agrícola puede estudiar teórica y

prácticamente todas las cuestiones que interesan a la agricultura y divulgar el empleo de

los mejores métodos. Puede organizar cursos o solicitar conferencias a personas

competentes. Puede publicar o recibir un boletín especial.

Campos de experiencia. Varios sindicatos han organizado campos de

experiencia, en los que se han ensayado nuevas variedades de cereales, de patatas, etc.

los instrumentos perfeccionados, las diferentes clases de abonos.

B. SERVICIOS ECONÓMICOS

Compra de materiales y objetos útiles para la agricultura. No todo consiste en

dar a conocer los métodos buenos, hace falta también facilitar la aplicación. Todos los

sindicatos se han esforzado en procurar a sus miembros las mejores condiciones de

precio y de calidad, las cosas de las cuales ellos pudieran tener necesidad en el ejercicio

de sus funciones: instrumentos agrícolas, semillas, abonos, etc. Algunos sindicatos han

servido, simplemente, de intermediarios para estas compras; otros han abierto ellos

mismos almacenes a los que sus miembros pueden ir a aprovisionarse.

Estas operaciones no obligan de ningún modo a los sindicatos a tener la patente.

Algunos sindicatos se han ocupado también de la venta de los productos, pero

esta operación ha parecido, generalmente, más difícil.

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182

Instituciones de asistencia y de previsión. La ley de 1884 da a los sindicatos el

derecho a establecer Sociedades cooperativas, cajas de ayudas mutuas y de jubilación.

Un sindicato puede fundar para sus miembros una Sociedad de ayudas mutuas

sin tener que pedir ninguna autorización. Es preciso tan sólo que la administración y la

caja de la Sociedad de ayudas mutuas sean distintas de las del sindicato. Además, toda

persona que se retira de un sindicato conserva el derecho a ser miembro de las

Sociedades de ayudas y de pensión a cuyo activo ha contribuido por medio de sus

pagos.

Una forma popular de la Sociedad de ayuda mutua es la caja de familia, de la

que participa toda la familia, incluso los niños.

Seguros. Desde el punto de vista de los seguros, los sindicatos agrícolas pueden

también dar reales servicios a sus socios que desean asegurarse contra el granizo, los

accidentes o los incendios.

Los sindicatos podrán informar a sus miembros sobre el valor de las diversas

Sociedades que solicitan sus seguros y, en caso de necesidad, servirles de intermediario

entre ellos.

Un buen número de Compañías de seguros está dispuesto a considerar los

sindicatos como agentes y a hacer que se beneficien de importantes descuentos.

Algunos sindicatos han organizado ellos mismos cajas de seguros o de ayudas

mutuas contra la mortalidad del ganado.

Sociedades de Crédito mutuo. Una de las obras más útiles que todavía pueden

establecer los sindicatos son las Sociedades o cajas de crédito, que procurarán a sus

miembros el medio para encontrar dinero a un tipo de interés moderado, cuando ellos

tengan necesidad de un empleo profesional, tal como la compra de semillas, de abono o

de ganado. En otro capítulo indicamos el funcionamiento de las cajas de crédito, según

el sistema Durand-Raiffeisen.

Lugar de reunión, cantina. Un lugar de reunión es un accesorio muy útil para el

funcionamiento de un sindicato. Nada impide a los sindicatos organizarlo para la

utilidad y el agrado de sus miembros.

Allí serán puestos todos los avisos, se harán todos los encargos y los

reglamentos de cuentas, será donde se inscribirán para el empleo de los diversos

instrumentos, prestados o alquilados por el sindicato, allí será donde se pedirá y se

recibirá una infinidad de informaciones útiles.

Sin contar con lo que se podrá encontrar allí en materia de consumiciones sanas,

a un precio ventajoso, y con que se podrá descansar allí los días de fiesta de los trabajos

de la semana.

Page 181: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

183

C. SERVICIOS MORALES Y SOCIALES

Arbitraje, paz social. Desde el punto de vista moral y social, los sindicatos han

prestado también numerosos servicios a las poblaciones rurales. Han contribuido a

resolver pacíficamente, por medio de su arbitraje, muchas dificultades, muchos litigios,

que, sin su intervención, se habrían agravado y habrían hecho nacer estos procesos que

llevan la desavenencia a las familias y las arruinan.

Desde que ricos y pobres, grandes y pequeños propietarios, granjeros, aparceros,

y obreros se han vuelto a encontrar en los sindicatos, muchos prejuicios han

desaparecido, muchas envidias se han extinguido, muchas amistades se han formado

entre personas que apenas se conocían en otro tiempo y que no se tenían sino poca o

ninguna simpatía los unos a los otros.

Los sindicatos son el dique más sólido de oposición al socialismo, que amenaza

con invadirlo todo y con destruirlo todo, y su acción, desde el punto de vista social,

puede ser de las más eficaces y de las más fecundas.

VII. El patrimonio de los sindicatos. Su necesidad. Los sindicatos no deben

perder nunca de vista la necesidad que tienen de constituirse un patrimonio, el cual les

es indispensable para desarrollarse, para aumentar el número y la importancia de sus

servicios y, sobre todo, para formar instituciones de asistencia y previsión que deben ser

el objeto constante de sus preocupaciones y de sus esfuerzos.

Su naturaleza. La ley del 21 de marzo de 1884 da a los sindicatos el derecho de

poseer; pero son tan grandes, todavía, las prevenciones contra la propiedad colectiva,

que el legislador no les ha permitido “adquirir otros inmuebles que aquellos que son

necesarios para sus reuniones, para sus bibliotecas y para los cursos de instrucción

profesional” (art. 6).

De este artículo resulta que los sindicatos pueden poseer campos de experiencia

y los inmuebles necesarios para su funcionamiento, como despachos, almacenes,

depósitos.

Al contrario, pueden, sin ninguna limitación, poseer muebles y valores

mobiliarios de toda especie, rentas, obligaciones, créditos, máquinas e instrumentos

agrícolas, etc.

Formación del patrimonio sindical. El patrimonio de los sindicatos se puede

formar:

1º Por las cotizaciones de los miembros y por los derechos de entrada. El

artículo 6 de la ley del 21 de marzo de 1884 dice formalmente que los sindicatos pueden

emplear las sumas provenientes de las cotizaciones. No están, pues, obligados a

dedicarlos a cubrir sus gastos generales, a los cuales ellos pueden hacer frente por

medio de un ligero recargo sobre los productos que procuran a sus miembros.

2º Por las adquisiciones a título oneroso. Teniendo los sindicatos la

personalidad civil, pueden comprar, vender, realizar todos los actos legales de acuerdo

con la ley de 1884.

Page 182: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

184

3º Por adquisiciones a título gratuito. Parece, según la ley, que los sindicatos

pueden recibir mandas testamentarias.

Sin embargo, esto es contestado por una circular ministerial y las autoridades

judiciales no permiten que se indique esta fuente de adquisición en los estatutos.

Los sindicatos pueden recibir dones o subvenciones de los particulares, del

Estado, de los departamentos y de los municipios.

Tienen también la facultad de agregar, bajo títulos dejados a su elección,

miembros honorarios, donantes, bienhechores, etc., que pagan anualmente una

cotización más elevada que la de los otros miembros o que hacen donación a la

Sociedad de una suma una vez pagada.

Sin embargo, los bienhechores no pueden ser al mismo tiempo miembros activos

del sindicato más que si cumplen las condiciones profesionales requeridas por la ley. Si

no, serán simplemente bienhechores, extraños a la asociación.

VIII. Los sindicatos y la representación de la agricultura. Los sindicatos

pueden también defender y servir a los intereses generales de la agricultura.

De todas las profesiones, la agricultura es la única que no tiene representación

legal. Los industriales y los comerciantes tienen las Cámaras de comercio. Las

profesiones liberales, los notarios, procuradores judiciales y abogados tienen sus

Cámaras o Consejos. La agricultura no está representada. Ella encontrará en los

sindicatos una representación libre, autorizada, proba, competente, dispuesta a hablar en

su nombre y a llevar a los poderes públicos sus reivindicaciones siempre que los

intereses agrícolas estén en juego.

Repetidas veces ya, los sindicatos han elevado la voz en nombre de los

agricultores. Ellos han podido obtener alguna protección para los productos agrícolas y

algún aligeramiento de los impuestos. Pero su acción será tanto más poderosa y eficaz,

cuanto ellos sean más florecientes y se hayan multiplicado más.

IX. Las uniones de sindicatos. La asociación multiplica la fuerza de los

individuos. Las uniones, las federaciones decuplican la fuerza de los sindicatos.

La experiencia está hecha; y aunque el legislador haya rehusado la personalidad

civil de las uniones y las haya privado así de un poderoso medio de acción, ellas han

proporcionado a los sindicatos inmensos servicios.

Gracias a sus uniones departamentales o regionales, los sindicatos agrícolas han

podido, hasta el presente, procurar a sus miembros la mayor parte de las ventajas que

hemos enumerado: concertar negocios ventajosos, fundar cooperativas y publicar

boletines y almanaques a un sorprendente buen precio.

Gracias a la Unión central de los agricultores de Francia, cuya sede está en París,

los delegados de los sindicatos han podido, muchas veces, tener acceso ante los poderes

Page 183: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

185

públicos, hacerles escuchar los deseos, las voluntades de los agricultores y cumplir así

su misión de representantes de la agricultura.

X. Conclusión. La agricultura es la mayor fuerza moral, material y social del

país; la prosperidad de la patria está íntimamente vinculada a su prosperidad.

Es, pues, hacer una obra patriótica el trabajo por la mejora de la agricultura; y el

medio mejor de trabajar en ello, esperamos haberlo demostrado, es agrupar, asociar a

los agricultores y multiplicar los sindicatos.

Gracias a ellos, la tierra llegará a ser más rica y más fecunda; la profesión

agrícola volverá a tener el lugar de honor entre las profesiones; y los jóvenes, que tienen

tendencia a abandonarla, aprenderán a honrarla y a amarla.

Ellos volverán a serle fieles y veremos multiplicarse y prosperar las numerosas y

fuertes familias rurales, que dan al país sus mejores ciudadanos y al ejército sus más

valientes soldados.

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187

APÉNDICE I __________

LEY DEL 21 DE MARZO DE 1884

SOBRE LOS SINDICATOS PROFESIONALES

ARTÍCULO PRIMERO. – Son derogados la ley de 14,17 de junio de 1791 y el

artículo 416 del Código penal.

Los artículos 291, 292, 293, 294 del Código penal y la ley del 10 de abril de

1834 (sobre las asociaciones o reuniones ilícitas) no son aplicables a los sindicatos

profesionales.

ART. 2. – Los sindicatos o asociaciones profesionales, incluso de más de 20

personas que ejercen la misma profesión, oficios similares o profesiones conexas que

concurren al establecimiento de productos determinados, podrán constituirse libremente

sin la autorización del gobierno.

ART. 3. – Los sindicatos profesionales tienen por objeto, exclusivamente, el

estudio y la defensa de los intereses económicos, industriales, comerciales y agrícolas.

ART. 4. – Los fundadores de todo sindicato profesional deberán depositar los

estatutos y los nombres de aquellos que, a un título cualquiera, serán encargados de la

administración o de la dirección. Este depósito tendrá lugar en el ayuntamiento de la

localidad en la que el sindicato está establecido y, en París, en la prefectura de la Seine.

Este depósito será renovado a cada cambio de dirección o de estatutos.

Una copia de los estatutos deberá ser dada por el alcalde o por el prefecto de la

Seine al procurador de la República.

Los miembros de todo sindicato profesional encargados de la administración o

de la dirección de este sindicato deberán ser franceses y gozar de sus derechos civiles.

ART. 5. – Los sindicatos profesionales, regularmente constituidos según las

prescripciones de la presente ley, podrán libremente ponerse de acuerdo para el estudio

y la defensa de sus intereses económicos, industriales, comerciales y agrícolas.

Estas uniones deberán dar a conocer, en conformidad al segundo párrafo del

artículo 4, los nombres de los sindicatos que los componen.

Page 186: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

188

No podrán poseer ningún inmueble ni “ester” (promover acción) en justicia.

ART. 6. – Los sindicatos profesionales de patronos o de obreros tendrán el

derecho de “ester” en justicia.

Podrán emplear las sumas provenientes de las cotizaciones.

Sin embargo, no podrán adquirir otros inmuebles que aquellos que sean

necesarios para sus reuniones, para sus bibliotecas y para los cursos de instrucción

profesional.

Podrán, sin autorización, pero cumpliendo las otras disposiciones de la ley,

constituir entre sus miembros cajas especiales de ayuda mutua y cajas de pensiones.

Podrán libremente crear y administrar oficinas de información para las ofertas y

demandas de trabajo.

Podrán ser consultados sobre todas las diferencias o discrepancias y todas las

cuestiones vinculadas con su especialidad.

En los asuntos contenciosos, las opiniones del sindicato estarán a disposición de

las partes, que podrán recoger comunicación y copia.

ART. 7. - Todo miembro de un sindicato profesional se puede retirar en

cualquier momento de la asociación, no obstante toda cláusula contraria, pero sin

perjuicio del derecho del sindicato de reclamar la cotización del año en curso.

Toda persona que se retira de un sindicato conserva el derecho a ser miembro de

las sociedades de ayudas mutuas y de pensiones de jubilación para la vejez a cuyo

activo ha contribuido mediante sus cotizaciones o mediante el pago de fondos.

ART. 8. – Cuando los bienes hayan sido adquiridos contrariamente a las

disposiciones del artículo 6, la nulidad de la adquisición o de la manda testamentaria

[liberalidad] podrá ser demandada por el procurador de la República o por los

interesados. En el caso de adquisición a título oneroso, los inmuebles serán vendidos y

el precio será depositado en la caja de la asociación. En caso de manda testamentaria

[liberalidad], los bienes volverán a los depositantes o a sus herederos o causa habientes.

ART. 9. - Las infracciones a las disposiciones de los artículos 2, 3, 4, 5 y 6 de la

presente ley serán perseguidas en los directores o administradores de los sindicatos y

castigadas con una multa de 16 a 200 francos. Los tribunales podrán, además, a

propuesta del procurador de la República, pronunciar la disolución del sindicato y la

nulidad de las adquisiciones de inmuebles hechas violando las disposiciones del artículo

6.

En caso de declaración falsa relativa a los estatutos y a los nombres y cualidades

de los administradores o directores, la multa podrá ascender a 500 francos.

ART. 10. – La presente ley es aplicable en Argelia.

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189

Es igualmente aplicable en las colonias de Martinica, de Guadalupe y de

Reunión. Sin embargo, los trabajadores extranjeros y contratados a título de emigrantes,

no podrán formar parte de los sindicatos.

APÉNDICE II _________

PROYECTO DE ESTATUTOS

PARA UN SINDICATO AGRÍCOLA COMUNAL

Estatutos del Sindicato agrícola y hortícola del municipio de_____.

TÍTULO I. – Constitución y objeto del sindicato

ARTÍCULO PRIMERO. – Se ha formado una asociación sindical entre los

propietarios, agricultores, granjeros, domésticas, jornaleros y obreros de cultivo o de

profesiones conexas domiciliados en el municipio o siendo allí poseedores de

propiedades, y adhiriéndose a los presentes estatutos.

ART. 2. – Toma el nombre de sindicato agrícola y hortícola del municipio de

________ y se pone bajo el patronato de San _______, cuya fiesta será celebrada cada

año el día fijado por el Consejo.

ART. 3. – Está regido por la ley del 21 de marzo de 1884, sobre los sindicatos

profesionales, y comienza a existir el día del depósito legal de los estatutos.

ART. 4. – La asociación tiene por objeto la unión fraternal de sus miembros, el

estudio y la defensa de los intereses agrícolas.

ART. 5. – Tiene por fin especial: 1º trabajar en la mejora moral del personal

agrícola; 2º servir de intermediario para la compra de mercancías útiles a la agricultura

(instrumentos, abonos, simientes, etc.); 3º buscar mercados al producto del trabajo de

los sindicalistas; 4º organizar instituciones de previsión, de crédito y de asistencia

mutua; 5º proporcionar árbitros y expertos para la solución de cuestiones en litigio; 6º

procurar la enseñanza de los mejores métodos de cultivo.

TÍTULO II. – Composición del sindicato

ART. 6. – El número de socios es ilimitado. Para formar parte del sindicato es

preciso ser presentado por dos miembros y admitido por el Consejo.

ART. 7. – Nadie puede formar parte del sindicato si no goza de una reputación

irreprochable desde el punto de vista de las costumbres y de la probidad.

Page 188: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

190

ART. 8. – El sindicato comprende miembros titulares y asociados1.

ART. 9. – Los miembros titulares (propietarios, granjeros y patronos) pagan una

cotización doble y no tienen derecho a las ayudas de la caja de familia.

ART. 10. – El sindicato puede tener miembros honorarios o suscriptores que le

ayudan por medio de sus cotizaciones anuales, pero no pueden tomar parte en la

administración del sindicato ni en sus reuniones.

ART. 11. – Todo miembro del sindicato es libre de retirarse de él, notificando su

dimisión al presidente.

ART. 12. – Él pierde entonces sus derechos al patrimonio corporativo, pero debe

pagar la cotización del año en curso. Conserva el beneficio del segundo párrafo del

artículo 7 de la ley del 21 de marzo de 1884.

TÍTULO III. - Administración

ART. 13. – El sindicato es administrado por un Consejo sindical compuesto por:

un presidente, uno o dos vicepresidentes, un tesorero, un secretario y otros dos

miembros.

ART. 14. – El Consejo sindical es elegido en asamblea general cada tres años.

Sus miembros son reelegibles y sus funciones son gratuitas. A la tercera vuelta, es

suficiente la mayoría relativa. El Consejo nombra por sí mismo, en su seno, el buró, es

decir, el presidente, los vicepresidentes, el secretario y el tesorero.

ART. 15. – El Consejo se reúne regularmente todos los meses, pero el presidente

lo puede convocar de manera extraordinaria.

El Consejo resuelve sobre las peticiones de admisión; convoca las reuniones

generales; toma todas las medidas propias para asegurar las ventajas morales y

materiales del sindicato.

ART. 16. El Consejo puede por razones graves, de las cuales él es el único juez,

pronunciar la exclusión de un miembro. Por el hecho de esta exclusión, el miembro que

ha sido objeto de ella es asimilado a un dimisionario (art. 12).

ART. 17. – El Consejo designa cada año tres o cinco personas que forman un

Consejo de arbitraje ante el cual son llevadas las discrepancias que surgen en la

profesión. Estas personas pueden proceder de fuera del sindicato.

ART. 18. – El presidente tiene voz preponderante en caso de empate. Él

representa al sindicato en todas las relaciones oficiales. Él firma los procesos verbales y

las actas diversas del sindicato. Él es el encargado de “ester”(promover acción) en

justicia si tiene lugar. Todo acto que compromete al sindicato debe llevar la firma del

presidente y de otro miembro del Consejo de administración. El Consejo de

administración puede nombrar, bajo su responsabilidad, un gerente, incluso no afiliado

1 Este artículo y el siguiente serán suprimidos si no hay miembros obreros.

Page 189: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

191

al sindicato.

ART. 19. – El Consejo se ocupa de la instalación de los locales del sindicato.

Puede organizar conferencias y una biblioteca.

ART. 20. – Los recursos se componen de las cotizaciones de los asociados, de

las suscripciones de benefactores y miembros honorarios, y de una deducción sobre los

beneficios de las operaciones sindicales.

ART. 21. – La cotización es de _____ y se paga en los tres primeros meses del

año (o por mensualidades).

ART. 22. – El Consejo de administración redacta el balance y cierra las cuentas

a 31 de diciembre de cada año. Balance y cuentas deben estar a disposición de todo

sindicalista en la sede del sindicato a partir del primero de febrero.

ART. 23. – Los gastos comprenden los de correspondencia, publicidad,

almacenaje, análisis, etc. El excedente constituye un fondo de reserva que podrá ser

empleado para los intereses generales de la asociación y para dotar a la caja de ayudas o

de familia, o bien ser depositado en la caja rural.

ART. 24. – La asamblea general anual se tendrá el ______ domingo de febrero.

El buró dará cuenta de las operaciones del año y de la situación financiera del sindicato.

La asamblea general es convocada por carta personal dirigida a los asociados al

menos ocho días antes de la reunión.

Puede reunirse una asamblea general extraordinaria todas las veces que el

consejo lo juzgue necesario.

TÍTULO IV. – Disposiciones generales

ART. 25. – El sindicato podrá ser unido, por simple decisión del Consejo de

administración, a uno o varios sindicatos para formar una unión, así como a una o varias

uniones de sindicatos. Él da, por los presentes estatutos, pleno poder a su Consejo de

administración para hacer, a este efecto, todas las gestiones necesarias.

ART. 26. – El presente reglamento podrá ser modificado, si ello ha lugar; pero

toda modificación deberá ser votada, en primer lugar, por el Consejo y, a continuación,

por dos tercios de la asamblea general.

ART. 27. – La sede social está en _________.

ART. 28. – Los estatutos han sido depositados en el ayuntamiento de

___________, el _________.

ART. 29. – La disolución podrá ser votada en las mismas condiciones que la

revisión de los estatutos.

Page 190: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

192

ART. 30. – En caso de disolución, la asamblea general, reunida a este efecto,

decidirá el empleo de los fondos pudiendo quedar en caja a favor de una obra de

asistencia o de interés agrícola, sin que nunca pueda ser hecho el reparto entre los

sindicalistas.

Hecho en ____________, el _________ de mil ochocientos ______.

El Presidente, El Secretario,

APÉNDICE III _________

PROYECTO DE REGLAMENTO INTERNO1

ARTÍCULO PRIMERO. – Admisión: Además de las condiciones profesionales

ordinarias, es preciso, para ser admitidos:

Ser respetuoso con las convicciones religiosas;

Tener públicamente buena vida y buenas costumbres;

No haber sido sujeto de condena judicial reprobada por la conciencia pública.

Por consiguiente, son excluidos los que viven en concubinato y otros libertinos

públicos.

ART. 2. – Obligaciones morales: El sindicato quiere contribuir al bien moral de

sus miembros, lo cual es, por otra parte, la garantía de su bienestar material. Los

miembros del sindicato deberán respetar las leyes de la Iglesia sobre la observancia

dominical y evitar la blasfemia.

No tomarán parte en ninguna reunión o sociedad antirreligiosa.

Los patronos, lejos de poner trabas a la práctica religiosa de sus subordinados, la

favorecerán.

ART. 3. – Fiestas y ceremonias: Los asociados asistirán como gremio a su fiesta

patronal y a la misa anual que será dicha por sus difuntos.

Tomarán parte en las fiestas de corporaciones: san Eloy y san Juan Bautista para

los agricultores, san Nicolás y santa Catalina para la juventud.

(Ciertos sindicatos tienen una misa especial el primer domingo de cada mes).

ART. 4. – Obras e instituciones conexas: El Consejo sindical organizará una

caja de familia, una caja de ayudas para los ancianos, una oficina de informaciones

jurídicas y otras, así como conferencias instructivas.

1 Es imposible preverlo todo y regularlo todo en los estatutos; también los sindicatos pueden,

para su buen funcionamiento, completar los estatutos por medio de reglamentos internos de los cuales no

es necesario hacer depósito en el ayuntamiento.

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193

ART. 5. – Colectas de las cotizaciones: Serán designadas personas para facilitar

la colecta de las cotizaciones. También serán encargadas de visitar a los enfermos y de

entregarles bonos de visita para los médicos.

ART. 6. – Multas: Para procurar la observancia de los estatutos, el Consejo

puede imponer multas que varían de 0’50 francos a 1 franco.

ART. 7. – Local del sindicato: El Consejo determina los días y las horas de

apertura del local sindical. Él reglamenta el uso de libros y periódicos.

ART. 8. – Funerales: El sindicato asiste corporativamente a los funerales de sus

miembros, llevando su bandera.

ART. 9. – Consejo de arbitraje: Los miembros del buró con el cura de la

parroquia forman un consejo consultivo y de arbitraje. Sus decisiones tienen fuerza de

ley en las diferencias que surgen entre los sindicados sobre cuestiones profesionales.

En ciertas parroquias, el Consejo de patronato y de arbitraje está tomado de

personas que están fuera del sindicato. Se compone del cura y de algunos notables que

han concurrido a la fundación del sindicato.

Publicaciones que consultar sobre los sindicatos

Petit Manuel pratique des Syndicats agricoles, por M. DE GAILHARD -

BANCEL, Maison de la Bonne Presse, 5, rue Bayard, 1 franco, franco.

Manuel des syndicats professionnels agricoles, por M. J. BOULLAIRE, en

Marescq, 20, rue Soufflot, París, 3 francos.

Bulletin du syndicat central des agriculteurs de France, 19, rue Louis-le-Grand,

París. Aparece dos veces por mes. Un año: 4 francos. Para los miembros de sindicatos

unidos: 2 francos.

Monographie de l’Union du Sud-Est, des syndicats agricoles, por CLAUDE

SYLVESTRE. En las oficinas de l’Union du Sud-Est, 9, rue du Garet, Lyon, 3 francos.

Compte rendu du Congrès des syndicats agricoles, tenu à Lyon en août 1894. En

las mismas oficinas, 3,50 francos.

Les machines agricoles à la portée de tous au moyen du syndicat d’industrie

agricole, por M. l’abbé FONTAN, librería católica, 19, place Marcadieu, Tarbes, 0’45

francos.

Manuel pratique à l’usage des fondateurs et administrateurs des Caisses

rurales, por L. DURAND, Franco, 1’30 fr. París, rue Bayard. Y Bulletin mensuel de

l’Union des Caisses rurales, 2 francos al año. 97, avenue de Saxe, en Lyon.

Page 192: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

194

Page 193: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

195

CAPÍTULO V

________

LA BUENA PRENSA

I. Su importancia. Actualmente es la obra de las obras. ¿Se querrá comprender

esto, finalmente, en todas partes?

Pío IX y León XIII nos lo han dicho bastante. Son ya incontables sus palabras de

aliento a los periódicos católicos y, especialmente, al diario popular La Croix y a sus

Comités de propaganda.

Para los curas, sobre todo, es la obra reservada por Dios en el tiempo presente.

Cualesquiera que sean las obras que se hagan, no se puede salvar Francia si no

se la libra, en las raíces, de un mal destructor de todas las buenas obras.

Este mal es la prensa impía, e incluso la prensa indiferente, divulgada en los

menores caseríos y en todas las aglomeraciones obreras. Esta calumnia cotidiana, este

ateísmo práctico, ayudado por la novela sensual u obscena, reducen a la nada todo

aquello que se hace en la escuela, en el patronato, en el círculo, en la iglesia o en las

buenas conferencias del atardecer.

Ninguna de estas excelentes obras ha tenido fruto duradero, sino en cuanto se la

ha podido apartar de esta plaga.

No hay ya nada más que raros islotes, aquí y allá, que no estén inundados, y,

ante este diluvio, los plácidos conservadores se resignan diciendo: “No hay nada que

hacer, el mundo está perdido”.

Ha sido hermoso protestar y decirles que la difusión de un buen periódico

popular, en buenas condiciones de precio que los otros no podrían alcanzar, podía

desecar este diluvio. Se ha dado la prueba con ejemplos proporcionados por el periódico

La Croix. Muchos no se han dado cuenta todavía, pero a ello llegarán con la gracia de

Dios.

Si queremos conocer el medio de adquirir una verdadera influencia social,

vayamos a la escuela de los judíos, ellos lo conocen.

Pues bien, cuándo Crémieux fundó L’Alliance israélite para judaizar el mundo,

¿qué medio utilizó?

Page 194: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

196

“No nos hace falta, decía él a sus correligionarios, nada más que una sola arma,

que es todopoderosa. Cuando la tengamos el mundo será nuestro”.

¿Cuál era esta arma?

“No es el dinero, no son los lugares, no es la consideración pública. Poned todo

eso en segundo plano, les decía él, pero ante todo, ¡apoderaos de la prensa! La prensa

es todo. Teniendo la prensa, tendremos todo el resto”.

L’Alliance israélite aceptó el programa de Crémieux. Puso la conquista de la

prensa en la primera fila de sus preocupaciones. Gastó su dinero y su sufrimiento.

Conquistó la prensa y, con la prensa, tuvo todo el resto: el dinero, los lugares, la

consideración, la influencia.

Pudo así judaizar Francia, porque la Francia que tenemos ante nosotros, esta

Francia cuya vista arranca nuestras lágrimas y crispa nuestros nervios, es la Francia

judaizada. Es la Francia tal como la ha hecho la prensa judía.

Es L’Alliance israélite de Crémieux la que nos ha conducido a donde estamos.

Hemos venido a ser los vasallos del judío. Y si algún señor de la Edad Media olvidó las

nobles tradiciones de la feudalidad, nunca sin embargo trató a sus feudos ligiosNT1

con

tanta tiranía y desprecio como la que experimentamos del judío.

Vamos a la escuela de este vencedor que ha destruido todo el orden social

cristiano, que ha destruido toda la energía del carácter francés, que ha descristianizado,

humillado y subyugado a Francia. Examinemos su arma, estudiemos su táctica. A

ejemplo suyo, pongamos la prensa en la primera fila de nuestros medios de acción.

Todas las obras marcharán cuando nosotros tengamos la prensa. Sin la prensa, todas las

obras perecerán.

II. Objeciones. Había montañas. Desaparecían de una en una. “Es imposible, se

decía, eso no ocurrirá, no es asunto de sacerdotes el ocuparse de los periódicos”. Y

parándose ante estas dificultades imaginarias, se dejaba que el mal se agravase, que se

perdiera la fe y que la patria corriera a los abismos.

No, esto no es imposible. Esto no es ni siquiera difícil. Es preciso, sin embargo,

esforzarse un poco para hacer propaganda. Pero, ¡qué cobardía sería pararse ante estos

pequeños sacrificios, cuando se trata de hacer un bien tan grande!

Ha pasado el tiempo en el que se quería relegar al sacerdote, e incluso a los

fieles piadosos, a la sacristía. La unidad de la fe se ha perdido. Francia es ahora un

campo de misión en el que hay que combatir con todas las armas que tenemos en

nuestro poder.

La prensa católica, por otra parte, no se opone ya a la forma de gobierno; el clero

NT1

Feudo ligio, según el Diccionario de la Real Academia, significa aquel contrato en el que el

feudatario queda tan estrechamente subordinado al señor, que no puede reconocer otro con subordinación

semejante...

Page 195: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

197

de las parroquias puede, pues, hacerse propagador. La prensa no es nada más que un

medio de apostolado.

III. Principales periódicos. ¿A qué publicación dar preferencia para combatir la

mala prensa? Como publicación popular, la Croix está, sin ningún género de dudas, en

primera fila.

No cuesta nada más que uno o dos céntimos, según cuál sea el tamaño del

formato (pequeño o grande);

No está adherida a ningún partido;

Es, sin vacilación y por encima de todo, católica;

No publica nunca ningún folletín que no pueda ser leído también por los niños;

Está bien informada; su redacción es interesante;

Enarbola valientemente el crucifijo; aquellos que la reciben hacen por ello

mismo un acto de fe.

Ha conquistado ampliamente su puesto. La Croix cotidiana tira hoy cerca de

200.000 ejemplares.

Al lado de la Croix (Cruz) diaria, están la Croix du Dimanche (Cruz del

Domingo), duplicado del Laboureur (Labrador), la Croix des Marins (la Cruz de los

Marinos), el Pèlerin (Peregrino), la Vie des Saints (Vida de los Santos) y las Causeries

du Dimanche (Charlas del Domingo), etc., etc.

La Croix du Dimanche tira actualmente 520.000 ejemplares, la Vie des Saints

tira 300.000 ejemplares, las Causeries du Dimanche tiran 125.000 ejemplares y el

Pèlerin 280.000 ejemplares.

La Croix cotidiana conviene a las ciudades y a las aldeas, la Croix du Dimanche

es conveniente en las aglomeraciones rurales y obreras.

Existen también las Croix regionales, que completan la Croix de París y que dan

noticias locales.

IV. El método. Hace falta, en primer lugar, evidentemente, una persona de buena

voluntad -hombre activo o señora servicial-, o bien un pequeño Comité.

Se tienen después fácilmente uno o varios distribuidores, pagándoles, dándoles

por ejemplo, un céntimo por número vendido y, alguna vez, una pequeña indemnización

por cada abono nuevo.

En numerosas localidades, los Caballeros de la Croix y los Pajes de Cristo hacen

la propaganda y la distribución por pura abnegación.

Page 196: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

198

Se puede dar a conocer el diario por medio de prospectos que se encuentran en

las oficinas de la Croix. Son atractivos y sugestivos. Solicitar existencias.

Para comenzar, se pueden distribuir algunos números gratuitamente. La

administración de la Croix os ayudará haciéndoos gratuitamente seis envíos

consecutivos de la Croix cotidiana, o tres envíos semanales de la Croix du Dimanche o

del Pèlerin.

Después de la distribución de los prospectos y de los números de muestra, es

preciso ir a buscar los abonos. Un distribuidor puede hacerlo. Conocemos cantones en

los que los curas han hecho ellos mismos la visita de su parroquia para recomendar el

abonarse a la Vie des Saints, a las Causeries, a la Croix du Dimanche o al Pèlerin. Han

tenido un éxito completo.

El abono a la semana o al mes es el mejor sistema; la venta por números sueltos

ha tenido poco éxito.

En ciertas regiones, la Croix du Dimanche con sus anexos Vie des Saints,

Causeries y Croix locale, se venden en la puerta de la iglesia y a la salida de la misa.

Como comienzo de la propaganda, la experiencia demuestra que se puede muy

ventajosamente comenzar por el Pèlerin que ayuda poderosamente a la difusión de la

Croix y de las otras publicaciones, tanto por la facilidad con la que se vende como por

los beneficios que de ello se pueden sacar para la propaganda. Se le da a conocer por

medio de pasquines que la Casa de la Buena Prensa tiene a disposición de los Comités;

como para la Croix du Dimanche, los tres primeros envíos del Pèlerin son hechos

gratuitamente.

El Pèlerin, por un mínimo de 10 ejemplares, expedidos por Correos a una sola y

misma dirección, resulta libre de portes a 4 céntimos y medio el ejemplar, lo que no deja

nada más que medio-céntimo por ejemplar, si es vendido a 5 céntimos por los Comités.

Pero a partir de 10 ejemplares, el Pèlerin es dejado, en efecto, a 2 céntimos y medio más

el porte. Ahora bien, éste, que es de 2 céntimos el ejemplar por Correos, no es nada más

que de 50 céntimos para un paquete postal de tres kilos, que puede contener hasta 100

ejemplares del Pèlerin. De suerte que 100 números cuestan:

2 fr. 50 + 0 fr. 60 = 3 fr. 10

y pueden ser vendidos a un mínimo de 5 fr., es decir una diferencia de casi 2 fr. que

puede subvenir a los gastos de distribución y propaganda.

La venta del Pèlerin se hace en primer lugar a la salida de la misa, después a

domicilio.

El Pèlerin, ilustrado a colores, obtiene un éxito que crece cada día, gracias a sus

actualidades religiosas, humorísticas y satíricas.

V. La obra en el campo. ¿Es posible?

Evidentemente, puesto que se hace.

Page 197: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

199

En todos los centros comunicados por una estación, la propaganda se puede

hacer como en la ciudad. El paquete postal permite entregar el periódico de madrugada

y a muy buen precio.

Es suficiente encontrar a una persona que acepte ocuparse de la obra y un

distribuidor.

Hay que llegar a una cifra de 100 abonados (el paquete postal de 3 kilos contiene

100 ejemplares de la Croix formato grande; si se recibe la Croix formato pequeño,

contiene 200 ejemplares); de otro modo los gastos de porte aumentarían notablemente el

precio del diario.

Con el sistema del paquete postal, se puede vender la Croix quotidienne petit

format a 0 fr.15 = (15 céntimos de franco) por semana. Se puede incluso, en el campo,

dar la Croix du Dimanche formato pequeño con la Vie des Saints o las Causeries por 15

céntimos al mes, el Pèlerin por 20 céntimos al mes.

A fin de obtener este resultado, se agrupan, según la necesidad, dos o tres

pueblos bastante próximos para tener 100 ó 200 abonados. El Comité más cercano a una

estación recibe el paquete postal; los otros envían a buscar a la casa del que los recibió

la parte de los números que les tocan.

Si no hubiera nada más que 10 abonados o incluso 50, los gastos del porte

aumentarían el precio de coste del periódico; a pesar de eso, sin embargo, la Croix sería

todavía menos caro que los otros periódicos.

Puesto que los malos periódicos llegan a las aldeas más lejanas, ¿por qué no se

podría hacer llegar allí también los buenos periódicos?

Tan pronto como los diarios han llegado al pueblo, un niño puede distribuirlos

por muy poco dinero.

Es evidente que en cada pueblo hace falta una persona que se encargue

especialmente de la propaganda y que recoja los abonos.

VI. Comités y propaganda. A la administración de la Croix le gusta habérselas

con los Comités de propaganda. Es verdad que no es difícil; tiene como Comité incluso

una sola persona que se ocupa de la difusión de la Croix.

Los Comités reciben, mediante 1 fr. 50 por año, la Croisade de la Presse (la

Cruzada de la Prensa), publicación semanal que da detalles de la vida de la obra;

aquellos que desean además estar al corriente de todo lo que concierne a la prensa en

general tienen, por 3 francos al año, una revista de prensa muy interesante: la Chronique

de la Bonne Presse (Crónica de la Buena Prensa).

Solo los Comités pueden tener Croix formato pequeño a 1 céntimo a partir de 10

números, y la Croix formato grande a 2 céntimos el número a partir de 5 números, el

Pèlerin a 2 céntimos y medio a partir de 10 números.

Page 198: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

200

Del mismo modo, tienen la Vie des Saints y las Causeries du Dimanche a medio

céntimo a partir de 50 ejemplares.

Para todo lo que concierne a la propaganda dirigirse al Secretariado general de la

Bonne Presse, 5, rue Bayard, en París.

La obra de la buena prensa persigue un fin sobrenatural: la gloria de Dios y la

salvación de las almas. No lo consigue nada más que por los medios sobrenaturales. Por

eso, los Comités se adhieren a esta inmensa coalición de oraciones que se llama la liga

del Ave María. Rezan y piden oraciones y comuniones. Hacen que se celebre una misa

mensual por la obra de la Croix.

Para iniciar a los nuevos celadores en la propaganda, hay fascículos gratuitos.

Extendamos nuestro celo más allá de nuestra parroquia. Sigamos el ejemplo ya

dado. Provoquemos reuniones cantonales.

Los Comités cantonales envían delegados a las parroquias para ganar amigos

para la obra y proporcionarles informaciones y documentos. Éstos, a su vez, van a hacer

el apostolado a domicilio, presentan el periódico bueno y piden el abono al mismo.

¿Quiénes serán estos apóstoles?

Curas y vicarios han hecho ellos mismos la propaganda a domicilio para las

Causeries du Dimanche y el Pèlerin.

En Lila, en Saint-Chamond, en Creusot son obreros.

En París, en Lyón, en Saint-Etienne son jóvenes del mundo o de los Círculos

católicos.

En otra parte son mujeres o niños.

Los Caballeros de la Croix y Pajes de Cristo se multiplican y hacen maravillas

un poco por todas partes.

Los comienzos son algunas veces difíciles. Es preciso saber perseverar y

continuar la propaganda. El éxito viene siempre.

VII. Abonos. Es a causa del buen precio por lo que nosotros suplantaremos a los

otros periódicos.

En el pueblo más pequeño podemos encontrar 10 abonados a la Croix formato

pequeño.

Diez números expedidos conjuntamente por correos cuestan 10 céntimos de la

compra y 20 céntimos de porte, o sea 30 céntimos. Eso suma en total 8 francos y 10

céntimos por mes (27 números). Podemos en este caso pedir 20 céntimos por semana, o

1 franco por mes. Diez abonos a 1 franco por mes dan como resultado 10 francos.

Page 199: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

201

Queda un pequeño resto para el distribuidor o para la difusión de otra publicación, de la

Croix local, por ejemplo.

El envío por paquete postal es mucho más preferible, sea para la Croix cotidiana

que para la Croix du Dimanche.

Un paquete postal de 3 kilos no cuesta nada más que 60 céntimos en la estación;

puede contener 100 Croix formato grande o 100 Pèlerins, 200 Croix formato pequeño, o

bien 150 Vies des Saints o Causeries du Dimanche con otras tantas Croix formato

pequeño.

Un paquete de 5 Kilos, que cuesta 80 céntimos en la estación, puede contener

170 Croix gran formato o 170 Pèlerins, 340 Croix formato pequeño, o bien 250 Vies des

Saints o Causeries du Dimanche con otras tantas Croix pequeño formato.

Un paquete de 10 kilos, que cuesta 1 franco 25 céntimos en la estación, puede

contener 340 Croix formato grande o 340 Pèlerins, 680 Croix formato pequeño, o bien

500 Causeries du Dimanche o Vies des Saints con otras tantas Croix pequeño formato.

VIII. Divulgación y venta en la vía pública. La ley exime a los vendedores

ambulantes y a los distribuidores de la autorización previa; ella les obliga, tan solo, a

una declaración en el ayuntamiento con su apellido, nombres de pila, profesión,

domicilio, edad y lugar de nacimiento. De esta declaración, se le entrega gratuitamente

un recibo, que debe ser presentado ante cualquier requerimiento.

La distribución y la divulgación accidentales (para prospectos o números

especímenes) son enteramente libres; están exentas incluso de la formalidad de la

declaración.

No es ni siquiera necesario que el vendedor ambulante sea francés y que goce de

sus derechos civiles y políticos.

IX. Los resultados. ¿Cuáles son los resultados obtenidos desde el punto de vista

del bien social?

Es cierto que un periódico no transforma las ideas en un día. Es un trabajo tanto

más largo según que encuentre o no obstáculos más numerosos y más serios. Hace falta

tiempo para corregir las ideas de un pueblo que ha perdido la fe, que ha sido

adoctrinado por los políticos, desmoralizado por la mala prensa, que es víctima de la

escuela sin Dios y de las utopías socialistas.

Sea lo que sea, hay un resultado constatado por todas partes y es que, gracias a

Dios, la Croix ha cortado para muchas almas los lazos de la vergonzosa esclavitud a los

que les tenía sometidos el respeto humano. Nos hemos habituado a volver a ver el

crucifijo y a tenerlo en nuestras manos.

Que con la Croix vuelva a entrar también el Evangelio en las casas de los

católicos que ya no lo conocen.

Page 200: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

202

Si se pregunta a los sacerdotes qué beneficio han encontrado ellos, uno os dirá

que tiene más hombres en la misa; otro, que tiene más comuniones pascuales; otro, que

ha sido un punto de partida para las obras parroquiales, Sindicato, Caja de familia, etc.;

otro, que los distribuidores de los malos periódicos han renunciado a ir a su casa.

Harían falta varios volúmenes para decir todo el bien realizado.

Pongámonos a la obra. Tenemos en la buena prensa uno de los medios más

eficaces para restaurar el reino de Dios en las almas y en la sociedad.

Otras publicaciones. Las publicaciones de la Buena Prensa forman un verdadero

arsenal. Nosotros no podemos dar aquí nada más que una enumeración sumaria de las

principales.

La Croisade de la Presse, semanario, indica los mejores métodos para luchar

contra la invasión de la mala prensa, mediante la difusión de la buena prensa y expone

los resultados obtenidos. Órgano de propaganda.

El Petit Journal bleu o Ligue de l’Ave Maria estimula a la oración y a las obras

de apostolado por la salvación de Francia.

Las Questions actuelles, preciosa revista de documentación, muy estimada por

los hombres de estudio, los conferenciantes, los periodistas. Cada semana una entrega

compacta de 32 páginas, 5 hermosos volúmenes por año.

El Cosmos, semanario ilustrado, el más antiguo y uno de los más estimados de

los periódicos científicos.

Los Contemporains publican cada semana, en una entrega ilustrada de 16

páginas formato grande, la biografía de un personaje célebre. Revisión católica de toda

la historia moderna.

El Bulletin des Congrégations es indispensable a los religiosos perseguidos y a

todos sus defensores.

Los Echos d’Orient, revista que sabe de todas las graves cuestiones del Oriente.

Los Echos de Notre-Dame de France à Jérusalem, mensual ilustrado, periódico

de los peregrinos a Tierra Santa, antiguos, nuevos y futuros.

El Mois, revista literaria y pintoresca, impresa con gran lujo, 160 páginas, la más

completa y más variada de las revistas.

La Noël, semanario, periódico católico para niños, ilustrado muy graciosamente,

da la imagen de sus abonados.

Las Conférences, bimensuales, necesarias a los conferenciantes, dan

conferencias, con o sin proyecciones, de los bocetos y la crónica del movimiento de las

conferencias.

Page 201: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

203

La Action catholique, mensual, ofrecido gratuitamente a los abonados de las

Conferences y de la Chronique de la Bonne Presse.

Citemos también la Croix illustrée, Rome, el Laboureur-Revue, la Franc-

Maçonnerie démasquée, el Fascinateur, etc.

Todo hombre de obras hará bien en consultar el catálogo general de la Bonne

Presse y el Manuel de propagande, enviados gratis y libres de gastos a aquellos que lo

solicitan a 5, rue Bayard, París, VIIIe.

Page 202: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

204

Page 203: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

205

CAPÍTULO VI _________

LAS CAJAS RURALES DE CRÉDITO

I. ¿Qué son? La caja rural es una asociación mutua de agricultores y artesanos

de un municipio para conseguir crédito.

Su objetivo es el de prestar dinero a un tipo de interés razonable al agricultor o al

artesano que lo necesiten, para la cría y el engorde de ganado, para sembrar sus tierras,

para comprar herramientas, etc. La caja rural quiere ayudar al trabajador, animar y

proteger al agricultor.

Las cajas rurales han producido ya los mayores servicios en el extranjero. En

Alemania se las llama las cajas Raiffeisen, con el nombre del primer organizador. Desde

hace muchos años, funcionan en Alemania, en Austria, en Italia, en Rusia, etc. Existen

varios miles. Han tenido éxito por todas partes. Ninguna, nunca, ha hecho padecer la

pérdida de un céntimo a sus acreedores ni a sus asociados. Todas han facilitado a sus

miembros el ejercicio de la profesión agrícola, proporcionándoles los modestos

capitales necesarios para un buen cultivo y librándoles de los usureros.

En Francia, desde hace largo tiempo, la opinión pública estaba preocupada. Se

soñaba como siempre con una gran administración del Estado. Una nueva ley ha

propuesto, incluso, una organización que quedará, sin duda, sobre el papel. Pero un

abogado católico de Lyon ha introducido entre nosotros las cajas Raiffeisen, mejorando

también su reglamento. Las cajas rurales se fundan entre nosotros y se las llama cajas

Durand. Tenemos 600, que han sido fundadas desde hace cinco años. Tienen éxito por

todas partes1.

II. Su éxito. Es maravilloso, la prensa lo constata. Los obispos las animan; el

Soberano Pontífice mismo las ha aconsejado y alabado espontáneamente.

León XIII, habiéndose enterado de lo que pasaba en la diócesis de Tarbes, ha

querido enviar una bendición particular al abbé Fontan, “que se ocupa con un celo

laudable y un éxito pleno de la Obra de las cajas rurales”.

El Papa ha rogado al señor obispo de Tarbes que comunique a su diócesis esta

prueba de la benevolencia pontificia que el Santo Padre le ha enviado, para fortalecerlo

1 Están generalmente agregadas a la Unión de Cajas rurales, 97, avenida de Saxe, en Lyon, Señor

Louis Durand, director.

Page 204: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

206

y animarlo en esta obra tan maravillosamente apropiada a las necesidades de nuestra

época.

El señor obispo de Tarbes, protector del abbé Fontan, acaba de darle un auxiliar

para esta propaganda en la persona del abbé Lafforgue.

El señor obispo de Digne, que reunía en diciembre de 1894 en el Seminario

Mayor a los sacerdotes capaces de preparar el movimiento de las cajas rurales en su

diócesis, decía:

“Nuestro mundo obrero nos dice: en estos modestos cultivadores es en quienes

nosotros debemos hacer, en cuanto sea posible, que la agricultura sea floreciente, según

una expresión del Santo Padre. ¡Nosotros tenemos pues que ocuparnos sobre todo de las

cajas rurales! ¡Decimos a los sacerdotes de nuestra diócesis que traten de establecerlas

en su entorno! Entrarán así plenamente en los objetivos de su obispo”.

Un periódico del bulevar decía en la época:

“El crédito agrícola, tal cual nace por sí mismo, con las doscientas cajas rurales

fundadas en un año por el señor Louis Durand de Lyon, estos son los campesinos que se

agrupan para tener dinero a buen precio, como los hemos visto mancomunarse en el

sindicato y en la cooperativa para tener mercancías a buen precio.

Sindicato, cooperativa, crédito mutuo: tales son las tres etapas de este gran

movimiento rural que nosotros hemos intentado analizar.

Comprar menos caro, vender mejor, encontrar fondo de operaciones para

mejorar sus cultivos. He aquí lo que piden los campesinos.

No sueñan con el paraíso terrestre anarquista cuya descripción hace Elisée

Reclus, ni con la tierra prometida por el señor Jaurès a los socialistas, sino que piden

estas tres cosas que acabamos de decir, y eso ni el señor Reclus ni el señor Jaurès se lo

han dado.

Pero otros se han levantado y se han puesto manos a la obra, tarea ruda

seguramente y obra de abnegación, pero que ha producido más fruto que la vena

retórica de los oradores del cuarto Estado”.

Una obra que reúne iguales sufragios de la parte alta y de la parte baja de la

escala social, desde el Papa hasta la prensa mundana, pasando por los obispos y los

economistas, no puede ser nada más que una obra de salvación.

III. Su utilidad. ¿Son útiles, pues, estas cajas rurales? Evidentemente. El

campesino necesita de capitales para trabajar, sea para dedicarse a un cultivo más

intensivo y productivo, sea, incluso, para las necesidades ordinarias: compras de

herramientas, de ganado, de simientes y de fertilizantes.

En otro tiempo él pedía prestado en casa de su vecino, pero el vecino no es rico

y, si tiene reservas, se deja más bien tentar por los negocios industriales.

Page 205: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

207

Existe la banca de la ciudad vecina, pero la banca no conoce al campesino, a ella

no le gusta hacer estos préstamos, que inmovilizan sus capitales durante largos

períodos. A la banca le gustan los negocios corrientes, a tres meses de vencimiento. Ella

vive de las comisiones; por otra parte, la banca, con sus gastos de comisión y de

renovación, llega a pedir del 8 al 10% de interés.

Están el judío y el usurero que hacen su obra nefasta en nuestros campos, mucho

más de lo que se piensa. Es la ruina de nuestros pequeños agricultores.

Se han ensayado los bancos agrícolas, los bancos Schulze en Alemania, los

bancos Luzzati en Italia. Esto no es todavía la salvación.

Estos bancos tienen accionistas que quieren dividendos y administradores que

resultan caros. De 1.000 bancos de este género, en Alemania, 200 han hecho quiebra o

liquidación en un período de diez años.

Una banca de Estado costará demasiado cara también.

La salvación es la caja rural de crédito mutuo.

IV. Su constitución. Es muy simple. Algunos cultivadores honestos y cristianos

se conocen entre sí, se unen y forman una pequeña Sociedad de crédito mutuo.

Esto es muy legal. A éstas se las llama en Francia Sociedades de nombre

colectivo con capital variable. Se rigen en Francia por el título 3 de la ley del 24 de julio

de 1867.

Es preciso comenzar por tres solamente, porque la ley exige tantas copias

timbradas del acta de sociedad como el número de socios. Se comienza, pues, por tres.

Estos tres firman el acta constitutiva de la Sociedad en sus tres copias. Los otros socios

se adhieren a continuación a la Sociedad, son inscritos en el registro de entradas y

salidas y eso no cuesta nada.

Nosotros deberíamos dar aquí el modelo de los estatutos y el de los registros

muy sencillos de cumplimentar. Pero eso se encuentra expuesto en un folleto excelente

del mismo señor Durand titulado: Manuel pratique à l’usage des fondateurs et des

administrateurs des caisses rurales. Esto cuesta, libre de gastos, 1 franco 30 céntimos,

sea en la Casa de la Buena Prensa, 5, rue Bayard, en París, sea en casa del autor, en

Lyon, 97, avenue de Saxe. Este folleto es indispensable para los fundadores y

administradores.

V. Responsabilidad de los socios. En derecho, todos los asociados son solidarios

y responsables de los préstamos que se han hecho. Pero que no se asuste nadie, la

responsabilidad está, de facto, sin inconvenientes y ningún socio ha perdido nunca nada.

En efecto, los socios se conocen. Pertenecen todos al mismo municipio. Son

escogidos y no hacen tarea de reclutamiento nada más que entre las personas honestas.

No aceptan nada más que, de manera prudente, a los asociados solos y con un objetivo

determinado. Nunca se hacen préstamos de simple consumo. Se hacen préstamos que

Page 206: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

208

ayudan a la producción para compras de instrumentos, de fertilizantes, de ganado, de

simientes, etc.

La caja, por otra parte, tiene pronto una reserva, como lo veremos enseguida, y

si sobreviene alguna pérdida, pronto será cubierta.

VI. Funcionamiento. La caja no tiene capitales por anticipado. Cuando juzga

oportuno un préstamo, toma prestado para prestar. Ella encuentra fácilmente fondos a

un interés moderado, 3%, 3 y medio ó 4 a lo más, porque ella ofrece toda garantía por la

solidaridad de sus miembros. La caja presta al 4% o al 4 y medio. Esto es ventajoso para

el prestatario y la caja encuentra en ello un pequeño beneficio que constituirá su reserva.

La reserva proveerá a las pérdidas que pudieran sobrevenir. Puede también ser

empleada, en cierta medida, en instituciones de beneficencia, o servir para retribuir a un

contable, si los negocios de la caja vienen a ser importantes.

El prestatario debe presentar siempre una caución solvente.

Los tiempos de reintegro son fijados de manera que dejen al prestatario el

tiempo necesario para retirar de sus fondos el beneficio que él espera.

VII. Administración. Es fácil. Para hacer que funcione una caja rural no es

necesario estar al corriente de los asuntos de la banca: algunos hombres, que conocen

bien su municipio, pertenecen a la clase agrícola y saben hacer las cuatro operaciones de

aritmética, pueden administrar a la perfección una caja rural, con tal de que quieran de

buena gana dedicarle cada semana algunos momentos.

Los estatutos explican las funciones, por otra parte muy fáciles, del Consejo de

administración, del Consejo de vigilancia, del director y del contable.

Uno de los principales deberes del Consejo de administración es el de guiar al

socio en el empleo de los fondos que ha recibido en préstamo, de manera que él obtenga

el mayor beneficio posible.

Encontraremos en la oficina de la Unión de las cajas rurales en Lyon, 97, avenue

Saxe, los estatutos impresos en papel timbrado y los registros necesarios. Estos

documentos cuestan alrededor de 18 francos.

El señor Durand responde con una amabilidad, una exactitud y una precisión

maravillosas a todas las peticiones que le son dirigidas; es de justicia adjuntar a la

petición un sello de 15 céntimos para la respuesta.

Nosotros no podríamos recomendar demasiado a los fundadores de las cajas

rurales la afiliación de cada caja a la Unión de cajas rurales. Allí encontrarán preciosas

indicaciones. La afiliación es gratuita; se recibe un boletín mensual al precio de 2

francos por año, que da las informaciones indispensables, al mismo tiempo que relata

los progresos de esta obra, todavía muy poco conocida.

Page 207: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

209

Nosotros aconsejamos que consigan el folleto del abbé QUILLET, párroco de

Burcy, por Epeugney (Doubs), la conference au village – Caisses rurales –. Precio

franco: el ejemplar, 30 céntimos. Es perfecto para hacer comprender a los más

modestos agricultores y artesanos la finalidad de la caja rural, su funcionamiento y sus

ventajas. Se encuentra también en él la refutación de todas las objeciones que pueden

hacerse sobre la materia.

Nosotros señalamos a nuestros lectores un encantador e instructivo folleto que

acaba de publicar uno de nuestros amigos, gran propagador de las cajas rurales en el Pas

de Calais y el Norte. Es acertado, nítido y preciso. El estilo muy animado de este relato,

absolutamente vivido, muestra excelentemente las diversas aplicaciones y los resultados

que introduce fuertemente, por no decir fatalmente, la creación de una caja rural.

Monographie d’une caisse rurale, por un oficial superior de caballería. Imprenta

moderna de Arras, 7, place du Wetz-d’Amain, Arras. El precio no está indicado, pero es

ciertamente poco elevado con miras a la propaganda.

VIII. Aspecto moral de la obra. Esta obra se ocupa de los sufrimientos de los

agricultores y los alivia. Es, pues, una obra moral y caritativa.

Los campos se despueblan. Los agricultores abandonan los lugares donde han

nacido; se alejan de la iglesia donde hicieron su Primera Comunión. Se van a las

ciudades. ¿Qué encuentran allí? La incredulidad y la tentación de los placeres

perniciosos. Si ellos dejan así el campo es porque sufren, es porque no tienen los medios

suficientes para ganarse la vida. Retenerlos en el campo mediante obras apropiadas a

sus necesidades, ¿no es la obra de las obras para la conservación de la fe, de las

costumbres sencillas, de la salud robusta, para el futuro de la raza y de la patria?

Los sindicatos ejercerán influencia, pero las cajas de crédito no son menos

necesarias.

Además, la caja rural favorece la honestidad de las costumbres y la regularidad

de conducta. En las comunidades rurales se sabe que no se acepta en las cajas de crédito

nada más que personas honestas. Es un título de honor formar parte de ellas. Son una

escuela de honor, de probidad y de buena conducta. Allá donde ellas funcionan han

obrado numerosas conversiones.

Las cajas rurales ponen también a los trabajadores del campo en relación con el

sacerdote, porque el sacerdote, ordinariamente, forma parte de ellas. Es su deber. Debe

aportar a una obra tan útil la colaboración de su inteligencia y de su celo. Casi todas las

fundaciones de las cajas rurales son debidas a los curas. No hay ningún inconveniente

en que el cura sea el secretario contable. A este título, él no forma parte de los

administradores y puede siempre, a cada pregunta, referirse al director; no tiene, pues, la

responsabilidad de las decisiones tomadas.

No se le puede acusar de aprovecharse del dinero de la caja, a causa del control

periódico de la administración; la contabilidad está a la vista y en conocimiento de

todos los socios. Tiene el cometido de responsabilizarse de las cuentas, pero, a menudo,

¿no es él el único que en un pequeño municipio puede hacerlo con facilidad? Como

Page 208: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

210

contrapartida, esta situación le permite ver a todos los socios, dar un aviso a uno, un

consejo a otro, sin ser sospechoso para nadie. ¿No es ésta, por otra parte, la misión del

ministro de Jesucristo, la de ir a todos los que sufren, para socorrerlos?Nota

.

Nota

Nosotros añadimos al final del volumen (pág. 291 y siguientes) lo concerniente a las

formalidades administrativas relativas a los sindicatos y a los sindicatos de la industria agrícola.

Page 209: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

211

CAPÍTULO VII _________

LOS CÍRCULOS RURALES

Vamos a describir aquí la acción de la Obra de los círculos en el campo. Pero, a

decir verdad, nosotros no aconsejaríamos hoy adoptar el círculo como la forma que

tendría que tener una obra social en una parroquia rural. ¿Por qué íbamos a tomar

nosotros una forma de obra absolutamente dependiente de la buena voluntad de los

prefectos y rodeada, a menudo, por ellos, de restricciones tiránicas, cuando nosotros

tenemos la ley de 1884 que nos autoriza a fundar sindicatos con una libertad mucho más

amplia?

Nosotros pensamos, pues, que no hace falta fundar círculos propiamente dichos

en el campo, en las aldeas donde se quieren reunir en una misma asociación hombres de

profesiones diferentes, que no podrían ser agrupados en un sindicato.

Pero, en nuestros pueblos, donde todos pertenecen más o menos a la profesión

agrícola y a las profesiones conexas, no es un círculo lo que hay fundar, sino un

sindicato agrícola y hortícola, y hay que proporcionar a este sindicato un lugar de

reunión en el que encontrará todas las ventajas y toda la vida de un círculo, sin estar

sometido a todas las orientaciones administrativas de los círculos.

El presente capítulo servirá, pues, para las aldeas donde se establezca un círculo.

En cuanto a los pueblos, ellos encontrarán allí tan solo indicaciones para organizar el

lugar de reunión de su sindicato y ellos se inspirarán del espíritu eminentemente social

que ha dictado el reglamento de los círculos para organizar la vida interna de su

sindicato y de las obras conexas.

Es bajo la forma de círculos como el espíritu de asociación, durante largo tiempo

reprimido, ha podido recuperar en Francia su primera expansión.

El artículo 291 del Código penal pone los círculos bajo la entera dependencia de

la administración. Es concebido así: “Ninguna asociación de más de veinte personas,

cuyo objetivo sea el de reunirse todos los días o en ciertos días señalados para ocuparse

de asuntos religiosos, literarios, políticos u otros podrá formarse sin el beneplácito del

gobierno y bajo las condiciones que la autoridad pública juzgue oportuno imponer a la

sociedad”.

Una administración favorable a los asuntos religiosos, después de la guerra, ha

permitido alcanzar a los círculos católicos de obreros cierto desarrollo. Ahora se les deja

Page 210: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

212

vivir, pero deben, claro está, conformarse a las exigencias legales. Hay, pues, para la

fundación de un círculo, prescripciones legales que observar y reglas administrativas

que seguir; nosotros vamos a examinarlas, en primer lugar, y a continuación diremos lo

que caracteriza al círculo como obra social de regeneración.

I. El círculo desde el punto de vista administrativo. La primera formalidad que

hay que cumplir para abrir un círculo consiste en obtener la autorización del gobierno

representado por los prefectos. Para eso, es preciso dirigir al prefecto del departamento

una petición en papel timbrado de 60 céntimos, firmado por tres o cuatro personas,

adjuntar los estatutos de la asociación en papel timbrado1 y una copia de los mismos

estatutos sobre papel libre, y añadir la lista de los miembros del buró sobre papel libre.

La prefectura no autorizará la apertura de un círculo hasta después de haber oído

el parecer del alcalde de la localidad en la que el círculo se debe establecer. Se ganará

tiempo solicitando de antemano el parecer de la autoridad municipal y adjuntándolo a

los otros documentos para dirigirlo, todo junto, a la prefectura.

El prefecto puede siempre revocar su autorización.

La orden gubernativa que autoriza la fundación de un círculo estipula de

ordinario que la lista de los miembros del buró sea enviada cada año en el corriente mes

de enero.

Además de esta autorización, que no pone la mira nada más que en la

asociación, el Código penal exige la del alcalde del municipio, antes de que se puedan

comenzar las reuniones. El artículo 294 está, en efecto, concebido así: “Todo individuo

que, sin el permiso de la autoridad municipal, haya concedido el uso de su casa o de su

apartamento, en todo o en parte, para la reunión de los miembros de una asociación,

incluso autorizada, o para el ejercicio de un culto, será castigado con una multa de entre

16 y 200 francos”.

Estas diversas autorizaciones deben ser conservadas en los archivos de la

asociación.

Es importante no separarse de estas prescripciones porque, en los casos de

infracciones de la ley, nos expondríamos a la clausura del círculo y a diversas penas.

El impuesto sobre las cotizaciones es determinado por el montante de la

cotización y el número de miembros inscritos; un talonario es, pues, necesario para

establecer el número exacto de miembros que frecuentan el círculo y que pagan su

cotización. El servicio de las contribuciones tiene el derecho de controlar la declaración

que se ha hecho, verificando el registro de las cotizaciones.

El local del círculo es de ordinario propiedad de los administradores del círculo

o es alquilado por ellos. Son ellos, los arrendatarios o los propietarios, quienes deben

velar para que no pase nada contrario a las leyes, a los estatutos o a las condiciones de la

autorización.

1 La importancia del timbre sobre el que se copian los estatutos depende de su longitud. Si son

muy sucintos, lo que siempre es preferible, un folio de 60 céntimos de papel timbrado será suficiente.

Page 211: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

213

Es un local privado; puede, pues, tener una cantina sin que la administración de

rentas tenga nada que controlar. Pero, para eso es preciso vigilar que la cantina sea para

el uso de los miembros del círculo y que no esté abierta a todo el que venga como a un

cafetín.

En cuanto a las representaciones o veladas teatrales, a las que son invitadas otras

personas además de lo socios, deben conservar un carácter puramente privado. Deben

ser dadas en un local cerrado en el que se es admitido tan solo por invitaciones, escritas

y personales.

Cuando la entrada a las representaciones es de pago, las oficinas de Beneficencia

reclaman la tasa llamada del derecho de los pobres. Ciertos autores pretenden que este

impuesto se pague solamente por las representaciones públicas y de pago, pero ésta es

una interpretación contestada por otros.

Antes de representar obras o pedazos de obras que no son todavía del dominio

público, importa arreglar la cuestión de los derechos de autor; en caso contrario, nos

exponemos a diligencias judiciarias1. La Sociedad General de Autores tiene en todas las

grandes ciudades representantes para solucionar este pago de los derechos de autor.

Para que las loterías o tómbolas no caigan bajo el peso de la ley de 21 de mayo

de 1830, es preciso que tengan lugar en una reunión privada y que los billetes no sean

vendidos fuera del lugar donde se celebra la reunión en la que se juega.

Los estatutos más simples son los mejores. He aquí un modelo que se puede

adoptar:

I. Se ha instituido una Sociedad en___________, para agrupar a hombres y

jóvenes bajo el nombre de Círculo San José (u otro).

II. El objetivo de la sociedad es el de preservar a sus miembros de las malas

compañías.

III. En la Sociedad se encontrarán juegos y recreaciones honestas.

IV. No se tolerarán ni los juegos llamados de azar, ni los abusos de las

consumiciones, ni las discusiones políticas.

V. La entrada a las reuniones ordinarias está prohibida al público.

VI. La dirección de la Sociedad pertenece a un Comité, formado por los señores

______________, _____________ y __________.

Que quede claro que, además de esto, tenemos un reglamento interno privado,

más detallado y basado sobre todo en la experiencia.

II. El Círculo desde el punto de vista social. El círculo no es solamente un local

más o menos bien amueblado y confortable, provisto de juegos diversos y agradables,

1 Artículo 428 del Código penal y ley del 14 de julio de 1800.

Page 212: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

214

de bebidas variadas, de libros interesantes e instructivos, sino que debe ser una

asociación alrededor de una capilla en las ciudades, alrededor de una iglesia parroquial

en los campos, y, en todas partes en las que esto sea posible, el círculo favorecerá las

asociaciones profesionales.

Encontraremos en la Instrucción sobre la obra de los círculos católicos de

obreros (en el Secretariado de la Obra de los Círculos Católicos, 262, boulevard Saint-

Germain, París), todas las informaciones necesarias para la organización y la dirección

de los círculos. Nosotros no podemos aquí más que indicarlas a grandes rasgos.

La obra se dirige, en primer lugar, a la clase dirigente y le da la misión de crear y

mantener, en la clase obrera, las asociaciones católicas. Se propone el restablecimiento

del reino social de Jesucristo y crea en el círculo un poderoso foco de apostolado.

La vida interior del círculo tiene por objetivo formar hombres de élite y la acción

que propone para lograr el resultado es desarrollar: 1º el espíritu religioso; 2º la idea de

responsabilidad y el espíritu de iniciativa; 3º el espíritu de asociación.

La afirmación católica es manifestada por el nombre de círculos católicos de

obreros y por la institución de un capellán: es preciso llegar a desarrollar en los

miembros del círculo no solamente la fe, sino también la práctica de las leyes de la

Iglesia.

Los miembros obreros del círculo participan en su gobierno, nombrando, de

acuerdo con el Comité representado por el director, un Consejo encargado de

administrar los intereses materiales del círculo. Esta responsabilidad en el gobierno

material de la asociación conduce forzosamente al socio a desear que la Sociedad

prospere y le inspira el deseo de reclutar miembros nuevos, y el apostolado del obrero

hacia el obrero es de los más eficaces.

Frecuentemente, se encuentran almas generosas entre las clases obreras, porque

el hábito del sacrificio acerca a Dios. Es así como un gran número de círculos han

podido ejercer una influencia real en los talleres y en los barrios vecinos, mediante la

formación de delegados de taller y de barrio, que son apóstoles al servicio de la

población obrera. El celo, además, tiene mil ocasiones de ejercitarse en la vida interior

del círculo. La idea de responsabilidad y el espíritu de iniciativa se desarrollarán allí por

las diversas dignidades de las que podrán ser investidos los miembros más adictos.

Finalmente, el espíritu de asociación es mantenido y salvaguardado por la

institución misma de la obra, que no está en oposición ni con la familia ni con la

parroquia. La cartilla diploma, entregada a los más dignos, da acceso en todas las

asociaciones de la Obra a aquel que la lleva. Es la prueba de la misma fe religiosa. Es la

marca del vínculo religioso y moral que une a todos los miembros de la Obra.

Al lado del círculo pueden funcionar ciertas instituciones de piedad o

económicas, que asocian la familia entera a la vida del círculo y a los beneficios

resultantes de la asociación, como las visitas a los enfermos, las Sociedades de San

Vicente de Paul, las cajas de familia, las cajas de ayuda mutua, etc.

Otros círculos, independientes de la gran institución que nosotros acabamos de

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215

bosquejar a grandes líneas, pueden no ser nada más que honestas reuniones de recreo;

los círculos de la Obra son eminentemente de carácter social. Se manifiestan por la

dedicación de la clase dirigente, por el apostolado recíproco de los obreros y la parte

que ellos tienen en la administración del círculo, y por la solidaridad que une a todos los

círculos de Francia, de la cual es signo la cartilla diploma.

No podríamos recomendar demasiado a todos los círculos que sean fundados,

entrar en el plan de la Obra para participar en la recuperación de la vida social cristiana.

El secretariado de la Obra de los Círculos se encuentra en: 262, boulevard Saint-

Germain, en París. Disponen de un folleto especial sobre la obra en el campo.

Es el cura quien tiene la parte más activa en la fundación del círculo rural. El

Comité es allí muy poco numeroso y más difícil de reclutar, pero se formará poco a

poco.

El círculo rural no se abre de ordinario nada más que el domingo, en un local

muy modesto, dividido en dos compartimentos: uno sirve de oratorio, de biblioteca, de

sala de estudio; el otro de sala de recreo. Algunos anaqueles, mesas, sillas o bancos, un

crucifijo, imágenes de la Santísima Virgen, de San José, componen todo el mobiliario,

con el material del juego habitual del país, juegos de bolas o de bolos, tiro con arco, etc.

Las reuniones tienen lugar a la salida de vísperas; son breves en su parte

esencial, oraciones, buenos avisos, lecturas interesantes. La mayor parte de los socios

regresan después a la vida de familia; algunos se quedan en el círculo para hacer escuela

de canto o para dedicarse a los juegos que acostumbran.

Las reuniones mensuales tienen más importancia. En ellas se congregan todos

los miembros de la obra, socios y asociados, jóvenes y padres de familia, y se da una

conferencia.

El círculo tiene un oratorio, pero su capilla es la iglesia parroquial. Se puede

reservar allí un lugar especial a los socios. Frecuentemente es el mismo coro y toman

parte activa en el canto litúrgico.

Una fiesta patronal, algunas otras fiestas durante el año, siguiendo las

costumbres locales, y una peregrinación regional son suficientes para mantener los

vínculos de la asociación y asegurar su vida.

El círculo rural es ordinariamente el elemento principal de las obras

parroquiales. Tiene al lado un patronato, funda las obras económicas, sindicatos, cajas

de familia y cajas de crédito. Con la asociación conexa de las madres cristianas,

constituye una suerte de corporación parroquial.

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217

CAPÍTULO VIII __________

LOS ECONOMATOS Y COOPERATIVAS

Hay varias formas de economatos. A veces, es una verdadera empresa

comercial, hecha por un patrono o por una sociedad, con sus riesgos y su incertidumbre.

Aunque una empresa semejante pueda tener intenciones benévolas hacia los obreros, no

es una obra propiamente dicha. Es un negocio y no tenemos que ocuparnos de él en este

volumen.

Otras veces, el economato adopta la forma de Sociedad cooperativa de consumo.

Estas cooperativas se multiplican. Contamos ya con un millar en Francia, 1.500 en

Inglaterra, 1.200 en Alemania. Muchas de estas Sociedades, en Francia, se refieren sólo

al buen precio de la venta, no hacen ninguna rebaja y no tienen ningún objetivo moral

directo. Nosotros no podemos mirarlas como obras.

El sistema inglés, llamado sistema de Rochdale, consiste en vender más o menos

al precio ordinario del detalle, de manera que se obtengan beneficios, que puedan ser

empleados de modos muy diversos y muy útiles. Todas las Sociedades inglesas y

alemanas y algunas Sociedades francesas han adoptado este sistema que parece el

mejor. El beneficio medio es del 13,50% en Inglaterra y de un 9% en Alemania.

Habitualmente, el beneficio de estas cooperativas es distribuido a los

participantes al final del año. En este caso todavía no es una obra, es un negocio.

Pero a veces una parte del beneficio es destinada a instituciones de educación o

de previsión. Solamente entonces, la sociedad cooperativa puede ser considerada como

una obra. Las hay así, a menudo, en Inglaterra, donde las sociedades cooperativas

consagran a la educación y a la asistencia de sus miembros la enorme suma de

1.450.000 francos por año. Sobre esta suma, 350.000 francos son empleados en la

educación bajo forma de círculos, conferencias, cursos regulares, gabinetes de lectura,

etc.

No existe casi nada, todavía, de este género en Francia. Citamos, sin embargo,

en Lyon, a una Sociedad que tiene 5.000 francos en reserva para una caja de pensiones.

Nuestros sindicatos agrícolas realizan generalmente la cooperación bajo dos

formas diferentes. O bien constituyen un almacén y compran algunas mercancías, que

revenden a buen precio y sin beneficio a sus miembros, o bien se contentan con pedir a

algunos proveedores precios reducidos a favor del sindicato.

Page 216: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

218

Nosotros podemos sólo comprometerlos, en semejante caso, a reservar una parte

del beneficio para dotar sus obras de asistencia y de previsión. Entonces sus economatos

y cooperativas serán en verdad obras.

Hay otra forma de economato recomendada por el abbé Garnier, que ofrece

verdaderamente una utilidad moral al mismo tiempo que ventajas económicas. Es una

obra. He aquí la descripción y el funcionamiento.

El economato tiene como objetivo el de procurar a todos una reducción de los

precios sobre las compras normales, suprimiendo las cuentas de crédito, siempre tan

desastrosas para los obreros, y ayudándoles a pagar sus deudas.

Para esto es suficiente:

1º Obtener de ciertos proveedores reducciones de precios mediante el pago

contante.

2º Dirigirse a los proveedores, cuya lista es publicada.

3º Pagar al contado las compras para las cuales se quiere aprovechar del

economato.

4º Reclamar a los proveedores, al pagarles unas fichas que indican el valor de lo

que se ha comprado.

He aquí ahora el funcionamiento del economato: los proveedores se han provisto

en la tesorería de fichas que representan un valor, o de billetes marcados con el sello de

la asociación.

Cuando los compradores van a su casa, al mismo tiempo que pagan en contante,

reciben el valor de su adquisición en fichas o en un billete sobre el cual el proveedor

escribe la suma. Y guardan estas fichas o billetes hasta el fin del trimestre.

Cada tres meses, el tesorero va a cobrar la remesa a casa de los proveedores, y

la distribuye a los compradores a la vista de las fichas o billetes y en proporción a las

compras.

El tesorero retiene para gastos de administración y a favor de la caja de familia o

de otra obra:

A los obreros, la cuarta parte de su remesa.

A las otras personas, la mitad.

Así, en el trimestre, si tienes en tus diferentes fichas adicionales 20 francos de

remesa, cobrarás 15 francos si eres obrero, y 10 solamente si no lo eres.

Vemos el inmenso recurso que puede resultar de la práctica del economato para

las obras de los obreros, sin hablar de las ventajas que se derivan para los obreros del

pago contante.

A veces, la Comisión que dirige el economato hace un anticipo a los obreros que

Page 217: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

219

tienen deudas, a fin de permitirles pagar al contado; después cobra las fichas en su

lugar, para hacerse reembolsar este anticipo.

He aquí un ejemplo muy curioso de un economato bajo forma de cooperativa,

que ha producido un gran bien moral. Nosotros tomamos en préstamo la monografía de

la Chronique des Comités du Sud-Est.

Se trata de un economato creado en el fondo de los bosques para los leñadores

por un cura.

Es una aldea, situada a algunos kilómetros de una pequeña ciudad pero sobre

una meseta elevada, fría, poco fértil, enmarcada entre dos bosques.

Los habitantes son poco numerosos, entre 500 y 600, sin mucha cultura

intelectual y todavía menos moral; ellos estaban hasta 1890 a merced de algunos

comerciantes al pormenor que abusaban de ellos. No había ni panaderos ni carniceros.

Por el contrario, había ocho taberneros o cabareteros y cuatro tenderos vendedores de

bebidas.

El cabaretero era el rey del pueblo, intermediario obligado para todo, teniendo

agarrados a todos por el crédito. Resultados: endeudamiento, borracheras, libertinaje,

etc. Desorden creciente, sin cesar.

El nuevo cura, en 1891, juzgó que era preciso preocuparse de los intereses

materiales tanto como de los espirituales. Pero él no tenía nada. Un Comité en la

pequeña ciudad vecina consiguió reunir 1.500 francos; se los confiaron al cura, quien

puso 500 francos en circulación y 1.000 en reserva. Era agosto de 1891.

Se compraron algunos comestibles al por mayor en la ciudad, algunos cuartos de

tocino a los carniceros, algunos toneles de vino a los propietarios. Pero, ¿cómo

organizar la venta? La primera tienda se abrió en casa de un carbonero: él hacía el

transporte y su mujer vendía, por termino medio, una pequeña remesa, variando de 40 a

50 francos por mes. Para la instalación, algunas tablas y una balanza.

Pronto afluyeron los clientes, porque se vendía casi al precio de costo.

Los cabareteros, disgustados en su explotación, pusieron el grito en el cielo.

Amenazas, insultos, quejas a la subprefectura, al obispado, peticiones, denuncias al

cura, de nada faltó. Pero una investigación demostró la perfecta regularidad de las

operaciones: el cura se limitaba a llevar las cuentas, el economato no realizaba ningún

beneficio, actuando, como intermediario gratuito, a la manera de un sindicato.

Los señores vendedores se vieron en la cruel necesidad de bajar los precios de

judíos.

En diciembre de 1891, el economato abrió una segunda tienda y extendiendo sus

operaciones, pudo, dirigiéndose cada vez más a los productores directos, obtener

reducciones todavía más fuertes. Después abordó la panadería, comprando los granos,

haciéndolos moler y confiando la cocción a cinco de sus clientes por medio de 4 francos

por 125 kilos de pan.

Page 218: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

220

La rebaja del precio de venta ha sido de un promedio del 10%.

Cincuenta familias, es decir, la mitad de la población, se aprovisionan en el

economato.

En 1892, el economato ha comprado por valor de 45.323 francos y ha vendido

por valor 52.341 francos. La diferencia, o sea 7.018 francos, ha sido empleada así:

mobiliario y gastos generales, 5.688 francos; pérdidas, 120 francos; pago a la asociación

de los padres de familia, 200 francos; en reserva, 1.010 francos.

En 1893 comenzó el reparto del beneficio mensual.

Los resultados morales han sido considerables. El reino de los cabareteros

vendedores ha terminado. Los cabezas de familia no van a los cabarets o van mucho

menos. Los bailes son cosa rara. Los habitantes, al haber visto al sacerdote interesarse

en su bienestar material, han perdido una parte de sus prejuicios y comienzan a tomar de

nuevo el camino de la iglesia.

Hay allá un gran ejemplo. Los agricultores, tanto como los obreros, tienen cada

vez más necesidad de ser defendidos contra la explotación escandalosa del minorista

que, demasiado a menudo, le embauca, le envenena y lo hace de facto, por añadidura, su

esclavo político.

No es que sea preciso imitar esto por todas partes. Esta forma de economato es

la lucha violenta contra la potencias de la parroquia1. Si se juzga necesario, si no hay

otro medio de lograr salvar las almas y mejorar la suerte de los parroquianos, es preciso

emprenderlo valientemente.

Si esta lucha no se impone, la otra forma de economato, que consiste solamente

en pedir una remesa a los proveedores que han pagado al contado, es completamente

inofensiva y no puede provocar ningún conflicto.

1 Es decir, las malas potencias que se encuentran en la parroquia (nota del editor).

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221

CAPÍTULO IX __________

LAS CAJAS DE FAMILIA

Es ésa una obra simple y fácil.

Es una asociación cuyos miembros tienen por objetivo asistirse mutuamente en

las enfermedades y en las diferentes necesidades de la vida.

Es en el fondo una sociedad de seguros mutuos con formas muy simples y una

gran libertad de paso (de manera de caminar).

Puede ser establecida en todas partes, tanto en el campo como en la ciudad, sin

ninguna autorización ni declaración, en virtud de la ley de 15 de julio de 1850.

Un procurador meticuloso había querido contestar su legalidad; la Corte de

apelación de París, en su fallo del 7 de diciembre de 1882, reconoció el derecho

absoluto que tienen las Sociedades de seguros mutuos de administrarse libremente, sin

ninguna intervención del Estado.

Éstas son obras de buena fraternidad cristiana. El abbé Garnier las lleva en el

corazón, él ha logrado el éxito, se multiplican por todas partes las obras en que él puede

hacer que se escuche su cálida palabra.

En las aglomeraciones, más bien urbanas que rurales, de los alrededores de

París, éste era el mejor medio para tener después asociaciones y reunir a personas

valientes a las que se pudo hablar.

Esto no es, evidentemente, una obra corporativa completa. La ayuda mutua no es

nada más que una de las funciones de la vida corporativa. En el organismo de la

corporación moderna, el sindicato es la obra maestra para los intereses temporales y la

cofradía para los intereses espirituales. A estas dos asociaciones acaban de unirse

útilmente la caja de crédito, la caja de familia, el economato, los seguros y otros.

Nosotros pensamos que, en los campos, después de haber sembrado durante

algún tiempo el buen periódico, hay que ir derechos al sindicato. El resto vendrá

fácilmente cuando el sindicato haya comenzado con la ayuda del sacerdote.

Pero nosotros no pretendemos dar en eso una regla absoluta, en la región de

Lyon y en la región de los Pirineos se han fundado numerosas cajas de crédito que son

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222

un anticipo y una preparación de los sindicatos. En los alrededores de París, están en

boga las cajas de familia. Nosotros alabamos, con todo el corazón, a todos aquellos que

hacen algo y no censuramos sino a todos aquellos que no hacen nada.

La caja de familia será, pues, unas veces una obra subsistente por sí misma, otras

veces una obra anexa de un sindicato.

Comprende de ordinario familias enteras, hombres, mujeres y niños.

Tiene sus miembros participantes y sus miembros honorarios. Éstos pagan una

cotización y no reciben ninguna ayuda.

La caja procura a sus miembros visitas gratuitas al médico y una reducción sobre

los precios de los medicamentos. Hace más cosas si sus recursos se lo permiten.

Tiene su fiesta anual. Y reza por sus asociados fallecidos.

Por lo demás, para ser útiles a los hombres de buena voluntad, nosotros les

proponemos un reglamento sumario, que ellos modificarán como quieran.

I. Constitución. Una caja de familia se establece en la parroquia de _______ (en

el campo se pueden reunir dos parroquias).

Admite a hombres, mujeres y niños. Sus miembros son inscritos al mismo

tiempo en una confraternidad (ordinariamente Nuestra Señora de los Campos).

Los primeros suscriptores son admitidos de pleno derecho. Los otros deben ser

presentados por dos miembros y admitidos por el buró.

II. Administración. La caja es administrada por un buró compuesto de cinco

miembros.

El buró nombra en su seno un presidente, un vicepresidente, un secretario y un

tesorero.

El buró se reúne cada quince días. Resuelve sobre las peticiones que le son

dirigidas, regula el empleo de los fondos y decide todas las cuestiones que se relacionan

con los intereses de la caja.

Se celebra cada año una asamblea general en el mes de enero. La asamblea

escucha el rendimiento de cuentas de la gestión anual y la aprueba si ha lugar. Reelige

el buró (se puede fijar la reelección cada 3 años).

Los celadores o visitadores de barrio son designados para cada calle o cada

barrio. Ellos perciben las cotizaciones, visitan los enfermos y les entregan los bonos de

visita y de farmacia.

Page 221: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

223

III. Cotizaciones. La caja tiene miembros participantes y miembros de honor.

Los miembros honorarios dan al menos 6 francos por año.

Los miembros participantes dan 50 céntimos de franco por mes.

Todo pago hecho queda adquirido por la caja y no puede ser devuelto.

IV. Participación. Los miembros no pueden participar en las ayudas nada más

que tres meses después de su inscripción.

Las ayudas comprenden la visita gratuita del médico, un descuento sobre los

medicamentos, y, si el estado de la caja lo soporta, un subsidio facultativo para la

enfermedad.

Este subsidio no es un derecho absoluto. Es concedido por el buró. Tiene en

cuenta sus reservas y las necesidades de la familia a la que hay que socorrer.

Al comienzo de cada año, el buró establece las bases de las ayudas que podrá dar

y somete sus resoluciones a la asamblea general.

No pueden participar en los seguros aquellos cuya cotización lleva más de un

mes de retraso.

V. Formalidades a cumplir en caso de enfermedad. El enfermo debe de prevenir

a su celador o visitador de barrio para que le entregue un bono de visita y un bono de

farmacia en el cual el médico escribirá su prescripción facultativa.

El buró vigilará para que los médicos y farmacéuticos no le ocasionen gastos

exagerados.

Al final de cada mes, el tesorero centraliza los bonos y da las cuentas al buró.

Se elabora una lista de precios con los farmacéuticos y se ponen de acuerdo en

que ellos no entreguen suministros de lujo o de fantasía.

VI. Secretariado. Hay un registro destinado a inscribir los miembros honorarios,

con el número de su suscripción. A cada pago se les entrega un recibo detallado de un

talonario.

En otro registro se escriben los nombres de los miembros participantes.

Éstos tienen todos una tarjeta o un librito, con el nombre de su celador (se

pueden encontrar todos los impresos útiles en el Comité de la Unión nacional, 1, rue

Feydeau, en París).

VII. Fiestas y ceremonias religiosas. La caja de familia tiene su fiesta anual, que

coincide ordinariamente con la asamblea general.

La fiesta se celebra con preferencia el domingo y todos los asociados son

invitados a la misa.

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224

Cuando se produce el fallecimiento de un miembro, todos los asociados están

invitados a participar en los funerales. La esquela recuerda que el difunto era de la caja

de familia.

Ciertas cajas de familia han adoptado la misa del primer domingo de cada mes.

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225

CAPÍTULO X _________

EL SECRETARIADO DEL PUEBLO

Es una obra sui generis. Presta grandes servicios en las ciudades. Tendrá

proporciones mucho más restringidas en el campo. Podrá ser un anexo del sindicato

agrícola o del círculo rural. Podrá también funcionar aparte.

Es, en suma, una oficina de información y de ayuda mutua.

Esta obra se pone al servicio de los obreros y de los pobres. Se anticipa a sus

peticiones e indaga sus necesidades.

Tiene delegados de calles, de barrios o de talleres. Son hombres de buena

voluntad que se informan de las necesidades y de las miserias ocultas y dan cuenta de

ellas al Comité o secretariado.

Éstos indican a los interesados el lugar y la hora en que encontrarán las

informaciones y la ayuda necesaria. Le dan, según la necesidad, una tarjeta de

presentación.

En el campo, el secretariado del pueblo no tendrá importancia alguna, a no ser

que se apoye sobre las obras de una ciudad vecina.

Los servicios que puede ofrecer el secretariado se clasifican en cuatro categorías

principales: 1º escribir cartas; 2º dar informaciones para colocar los huérfanos o los

ancianos, facilitar las bodas religiosas, la obtención de ayudas, etc; 3º descubrir las

miserias ocultas y señalar las miserias simuladas; 4º dar consultas jurídicas, financieras,

médicas, militares, o mediar en diferencias por medio de arbitrajes amistosos.

En la ciudad, las señoras se encargan a menudo de prestar las tres primeras

categorías de servicios. Para la cuarta se recurre a hombres especiales.

En los campos, este tipo de servicios los presta el cura, el alcalde o el maestro.

Si hay un círculo o un sindicato, su buró organizará un modesto secretariado del

pueblo.

El secretariado del pueblo dispondrá de la lista de todas las obras vecinas a las

Page 224: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

226

cuales puede recurrir: Hermanitas de los Pobres, hospicios, orfelinatos, institutos de

sordomudos, etc.

Se pondrá en relación con las obras de la ciudad y encontrará allí hombres de

negocios, cristianos, a los cuales podrá dirigirse para cuestiones de procesos, de

asistencia judicial, etc.

El secretariado del pueblo1 no presta tan solo servicios temporales, ejercita a sus

miembros en el apostolado.

1 Nada será más útil, para organizar bien esta obra, que el informe del abbé Lecomte, de Reims,

sobre los secretariados del pueblo. Se puede encontrar en la Imprenta del Arzobispado, en Reims.

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227

CAPÍTULO XI __________

CÍRCULOS CRISTIANOS DE ESTUDIOS SOCIALES

Y CONGRESOS OBREROS

I. Origen. Los círculos cristianos de estudios sociales han sido fundados en

Reims por los obreros a los que la lectura de la Encíclica de León XIII sobre la

condición de los obreros había vuelto a traer de los extravíos del socialismo. Ellos han

querido poner al servicio de la verdad cristiana el método que propaga el error y el celo

que distingue a los obreros por los intereses de su clase.

Como hay obreros de buena fe que, sin ser socialistas, van a las reuniones en las

que se predica el socialismo, preparados como están por el deseo de sostener su partido,

asimismo obreros alejados de la práctica religiosa querrán estudiar las soluciones de la

Iglesia al problema social y examinar qué satisfacción puede dar la religión a sus

legítimas reivindicaciones; es bueno que ellos encuentren reuniones en las que puedan

informarse sobre nuestras doctrinas sociales y nuestro programa.

II. Objetivo. Los círculos cristianos de estudios sociales tienen por objetivo:

1º Poner a sus miembros al corriente de las cuestiones que interesan a los

obreros.

2º Preservarlos de los errores difundidos por aquellos que explotan la pobreza

del obrero excitándolo contra la sociedad.

3º Volver a traer al punto justo las recriminaciones violentas que impiden a los

obreros ser escuchados, y formularlas en propuestas aceptables a la justicia cristiana.

4º Buscar los medios de hacer llegar a un resultado estas reclamaciones y

promover los verdaderos intereses de los obreros, desde el punto de vista religioso,

moral, intelectual y material.

5º Y, para este fin, organizar Congresos de obreros cristianos.

6º Fundar instituciones para el bienestar de los trabajadores.

III. Organización. No hay jerarquía; todos los miembros presentes en el círculo

son iguales. El buró no es permanente. En cada sesión se designa un presidente

Page 226: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

228

provisional que, sin embargo, puede ser mantenido durante tres reuniones.

Sólo los obreros forman parte del círculo; hablando la misma lengua, sin temer

ser señalados por los encargados o por los patronos. Los obreros exponen mejor sus

dificultades cuando se encuentran solos en presencia del sacerdote. Sin embargo,

admiten, a título de miembros consultivos, a los patronos o a otras personas

competentes e influyentes, pero solo los obreros deliberan y toman las resoluciones

definitivas.

Un secretario escogido para tres meses es la clave maestra para preparar las

reuniones.

Un sacerdote asiste regularmente a las reuniones del círculo como consejero. Es

él quién representa la enseñanza de la Iglesia, de la que los obreros quisieran hacerse

cargo.

Este rol del sacerdote escuchado con cortesía y con deferencia permite abrir las

puertas del círculo de estudios a todos los obreros francmasones, radicales, socialistas,

ateos, colectivistas, con tal de que se muestren educados y de buena fe, deseosos de

conocer las doctrinas de la Iglesia católica y de que el tono de la discusión siga siendo

tranquilo y amistoso.

Sin embargo, esta organización, que ha sido una imitación de las reuniones

socialistas para combatirlas mejor, no es absoluta. Puede variar según los medios. Se

puede soñar en una mejor y más estable. Parece evidente que, si se trata de círculos de

estudios agrícolas, será preferible poner más estabilidad en las funciones.

IV. Preparación de las sesiones. Una comisión de iniciativas se ocupa con

anticipación del estudio de las cuestiones a examinar y redacta el programa de sesiones.

Esta comisión está compuesta por el ponente de la cuestión a tratar en la reunión

siguiente; por el presidente y los vicepresidentes; por el secretario y los vicesecretarios;

por el sacerdote – director.

Un miembro de la Comisión de Iniciativas que, durante dos meses, haya faltado

a las reuniones, sin motivos serios, es considerado como dimisionario. Podrá, no

obstante, asistir a las reuniones como simple miembro del círculo.

La Comisión de iniciativas tiene correspondencia con otros centros de estudios.

V. Orden de las Sesiones. 1º Nombramiento del buró, si no hubiera sido hecho

en una reunión precedente. El primer presidente, o el más anciano de la reunión, tiene

en primer lugar la presidencia del buró. Los nombres destinados a ser puestos en los

votos han debido ser previstos en la Comisión de iniciativas; para que haya elección,

son precisos dos tercios de los sufragios (en caso de voto contrario, el más anciano de la

reunión o el último presidente queda en el buró).

2º Oración: Padre Nuestro; invocación repetida tres veces: Nuestra Señora de la

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229

Fábrica, Ruega por nosotros; o Nuestra Señora del Trabajo, o Nuestra Señora de los

Campos...

3º Lectura de un pasaje del Evangelio, seguido de algunas reflexiones del

sacerdote-director.

4º Relación verbal de la reunión precedente y observaciones.

5º Estudio de una cuestión religiosa, moral, social o económica por escrito, y

discusión sobre la cuestión tratada, o bien lectura de un tema concerniente a la

condición de los obreros y observaciones sobre los puntos incomprendidos.

6º Avisos del secretario o del sacerdote-director.

7º Oración, como arriba.

VI. Condiciones de admisión. 1º Los socios de un círculo católico son admitidos

a las reuniones presentando su tarjeta, mediante una carta de invitación privada.

2º Es suficiente, después de haber conocido el reglamento, ser presentado por

dos miembros y haberse hecho inscribir por el secretario, ser elector y de costumbres

honorables.

La admisión definitiva es propuesta por el presidente en la reunión siguiente.

3º Cada miembro puede invitar a venir a las reuniones a los obreros que él crea

que pueden llegar a ser miembros activos. Debemos dirigirnos con preferencia a los

obreros inteligentes, capaces de dar informaciones útiles sobre su profesión y su

situación.

4º Los encargados y empleados, contables y vigilantes, todos intermediarios

entre el patrono y el obrero, no son admitidos nada más que a título consultivo; ellos no

votan sobre las cuestiones.

VII. Rol del sacerdote-director. El sacerdote debe ser el alma escondida que da

la vida y el espíritu al círculo. Él vela bajo mano para que los funcionarios y dignatarios

cumplan su papel, que sea observado el reglamento, pero no interviene directamente.

No actúa como autoridad nada más que cuando la fe y las costumbres entran en causa,

sin embargo, requiere para ello la autoridad del buró y la del presidente. Se dedica a dar

una idea exacta y justa de la doctrina social de la Iglesia, deja a la libre opinión los

puntos dudosos y tiene en cuenta los prejuicios de los obreros cuyo espíritu dolorido,

amargado por el sufrimiento o excitado por el medio ambiente, no soportaría la

contradicción; deja pasar los errores de menor importancia para ser escuchado sobre los

puntos principales en los que están interesados la buena fe y la religión, la moral y el

honor cristiano.

VIII. Funciones de los dignatarios. El presidente hace la oración, introduce la

Page 228: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

230

cuestión en el orden del día, mantiene el orden y la disciplina, impide a los parlanchines

acaparar la discusión, estimula a los taciturnos para que den su opinión; para eso se

entiende con el secretario.

Él abre y levanta la sesión.

El secretario es la clave maestra para la organización del círculo de estudios; es

al secretario a quien es preciso buscar y formar, en primer lugar, para esta obra. Él debe

saber leer bien en público, redactar una carta e incluso un informe, tener el deseo de

instruirse, ser apto para ejercer una influencia sobre los obreros.

Es elegido por tres meses y, al salir, es vicesecretario.

Es propuesto por la comisión y elegido como el presidente.

El secretario custodia las actas y los informes adoptados en las reuniones, y los

firma con el presidente de la sesión; un vicesecretario los transcribe.

Está al corriente de los asuntos tratados en los otros círculos de estudios.

Ayuda a la preparación y a los trabajos de los Congresos cristianos.

IX. Los Congresos de estudios sociales. Estos Congresos son una necesidad de

nuestros días. Además de crear una fuerza de resistencia enorme contra el socialismo,

agrupando a los obreros que el ateísmo revolucionario no ha pervertido todavía, ofrecen

una especie de consagración social a los círculos de estudios.

No hay que olvidar, en efecto, que los Congresos son como una federación de

círculos, puesto que sus miembros están compuestos por delegados de cada círculo; que

los informes leídos en la sesión son los de los miembros de los círculos, y que, en fin,

los votos emitidos no son sino el eco de los votos de los círculos.

Que los Congresos se generalicen y las reivindicaciones obreras adquieran una

fuerza con la cual el gobierno se vea obligado a contar tarde o temprano. ¿No se puede

esperar que de estas sesiones pacíficas salga en el futuro la representación de los

intereses y, con ella, la modificación casi completa de nuestro actual régimen de

trabajo?

El Santo Padre da ánimo a estos Congresos. Él felicitó al señor Harmel por su

organización.

X. Círculos de estudios sociales de agricultores. En las parroquias rurales, los

círculos de estudios reunirán más bien a agricultores que a obreros. Está claro que

tendrán un carácter completamente diverso. Los temas de estudio serán diferentes. El

buró será el del sindicato o el de la corporación parroquial. Las informaciones ofrecidas

por la monografía de las obras de una parroquia de la Haute-Marne, al final de este

volumen, serán suficientes para ayudar a su organización.

XI. Círculos de estudios sociales de los sacerdotes. Estas reuniones tienen una

importancia capital. Se puede esperar de ellas un bien inmenso. Sin ellas el movimiento

social cristiano empleará un tiempo infinito en propagarse.

Page 229: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

231

Nosotros no indicamos reglamento determinado para estas reuniones. Nacerán

de las circunstancias y en ellas se inspirarán.

Su programa puede resumirse en tres palabras: 1) el peligro es grande; 2) es

preciso actuar; 3) ¿Cómo vamos a ponernos allí?

Este Manual puede sumnistrarnos un tema de estudios indefinido.

Los ejemplos animan más que la teoría. Exempla trahunt. Citemos pues los

precedentes:

En Val-des-Bois hay cada mes una reunión de estudios de los sacerdotes del

valle de la Suippe. Se lee un informe escrito, se habla de una obra práctica. La reunión

no ha tardado en producir algunas obras.

Pequeñas agrupaciones de laicos cristianos han comenzado en las parroquias.

Después de algunos meses, los curas asiduos a las reuniones se han puesto de acuerdo

para llevar, cada uno, dos o tres agricultores.

En estas reuniones más numerosas se ha hablado de los sindicatos agrícolas.

Se han echado las bases de un sindicato regional que se subdividirá en varios

sindicatos parroquiales.

Se ha hecho lo mismo en P... (Saôna-et-Loire), como lo indica la monografía que

está al final de este Manual.

Estas reuniones mixtas no tienen lugar nada más que dos o tres veces. Esto es

suficiente para preparar los sindicatos. Después de esto los sacerdotes retoman sus

reuniones más íntimas.

He aquí ejemplos que es preciso imitar por todas partes. Los reglamentos

precisos vendrán después, si tienen lugar. Jesus coepit facere et docere.

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233

CAPÍTULO XII _________

LA TERCERA ORDEN DE SAN FRANCISCO

La Orden Tercera debe ser uno de los instrumentos de la renovación social

cristiana.

Se podrá establecer una Fraternidad de la Orden Tercera, allí donde el verdadero

espíritu de su santo fundador sea la fuente natural de todas las obras sociales: buena

prensa, sindicato, caja de crédito, caja de familia, etc.

Pero para eso hace falta que la Orden Tercera, como el clero, salga de la

sacristía.

San Francisco no quiso hacer solamente una asociación de piedad. Él consideró

su siglo totalmente gangrenado por el lujo de los poderosos, por la miseria de los

trabajadores, por la lucha de clases, la desunión y el despertar de las costumbres

paganas. Quiso hacer una obra democrática, una obra social, una obra de pacificación.

De vida cristiana, de unión y de asistencia mutua. Transformó la sociedad y nos dio el

siglo más grande de la historia.

León XIII tiene la intuición de las grandes cosas. Ve que la situación actual tiene

analogías con la del siglo XII, y nos compromete a recurrir al mismo remedio, a la

Orden Tercera.

La Orden Tercera debe reunir a las diversas clases de la sociedad, patronos y

obreros, ricos y pobres bajo una misma regla de vida que tiene como base la

simplicidad, la modestia y la caridad. ¿Qué cemento mejor se podrá encontrar para la

unión de las clases?

En sí misma, la Orden Tercera es ya una obra social, porque realiza la unión y

reprime el abuso de la riqueza.

Pero hay más; es el mejor instrumento para fundar y sostener obras sociales

modernas.

¡Dichoso el sacerdote que posee una Fraternidad de la Orden Tercera! Sus

buenos Terciarios fundarán lo que él quiera: un Comité de la buena prensa, un sindicato,

una caja de crédito, un círculo, un patronato; se puede pedir todo a hombres

desinteresados, que han comprendido a Jesucristo y gustado su doctrina de abnegación y

sacrificio.

Page 232: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

234

Sin duda, muchas parroquias no pueden tener de inmediato una Fraternidad. Los

hombres allí no tienen ninguna práctica religiosa, no se pueden hacer enseguida

Terciarios. Allá, se comenzará por una asociación más fácil y más amplia, como la Liga

del Ave María o la Cofradía de Nuestra Señora de los Campos. Pero será bueno tender

por todas partes a formar una Fraternidad.

Allí donde la Orden Tercera no haya sido el fundamento de las obras, será la

corona; si no las ayudó a comenzar, servirá para conservarlas, introduciendo en ellas el

espíritu de sacrificio y de abnegación.

Los religiosos de la gran Orden, Franciscanos y Capuchinos, han comprendido

las intenciones de León XIII y van de Congreso en Congreso sondeando este nuevo

campo que les ha sido abierto y estudiando las diversas formas de esta acción social,

que ellos van a inculcar a la Orden Tercera.

Desde hace un año, nosotros los hemos visto en Val-des-Bois, en Paray, en

Novare, formulando y acentuando el programa de su entrada en liza para la renovación

social de las naciones cristianas.

He aquí el resumen de los votos o deseos que ellos han emitido en su reunión de

Paray-le-Monial. Es todo un programa inspirado por el Sagrado Corazón de Jesús.

1º “La Tercera Orden Franciscana debe agrupar hombres de elite de todas las

clases, que destaquen por su fe total y por su sumisión completa al Soberano Pontífice

en todas las materias en las que él cree deber intervenir”.

Este primer deseo indica la necesidad de este alistamiento y el espíritu de las

Fraternidades. El Santo Padre ha hablado, actuemos. La Orden Tercera no es una obra

anticuada. Tiene hoy la misma oportunidad que en el siglo XIII. León XIII ha

rejuvenecido su forma y sus reglas. Nosotros debemos buscar en ellas el contrapeso a

las sectas masónicas. Pero las fraternidades no tendrán verdaderamente un rol poderoso

nada más que si ellas se muestran dóciles a las enseñanzas de la Santa Sede y a las

direcciones que nos da y si las fraternidades preparan apóstoles ardientes y sacrificados.

2º “Los Terciarios, al tener como objetivo el cumplimiento íntegro de los

deberes de la vida cristiana, no se deben limitar a los deberes íntimos de la piedad y de

la vida interior, sino que ellos deben dedicarse también a los deberes importantes de la

vida pública y social. Allá también los Terciarios deben dar ejemplo y trabajar para

hacer que reine Jesucristo, para hacer que prevalezcan en la sociedad los principios

cristianos y la influencia social de la Iglesia”.

¿Cuál es, en efecto, el objetivo de la Orden Tercera? Es el de agrupar a los

hombres de buena voluntad para ponerlos en condiciones de cumplir con más facilidad

todos los deberes de la vida cristiana.

Estos deberes son múltiples. Están los de la vida privada y los de la vida pública.

El evangelio nos dice: “Llevad una vida sencilla y modesta, practicad la penitencia y la

caridad”. Pero, ¿esto es todo? No. Nos dice también que Cristo es el Rey de las

naciones, que los pueblos son dichosos si honran a Dios y si observan sus leyes. Nos

dice también que la justicia y la caridad deben regular todas las relaciones sociales, y

Page 233: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

235

que el mal rico no tiene lugar en el cielo.

Los Terciarios, arrastrados por la corriente que dominaba desde hacía doscientos

años, se han confinado en las prácticas de la vida devota íntima y privada. Esto era

empequeñecer a Jesucristo, era ir incontestablemente contra el espíritu de San

Francisco. León XIII se lo recuerda.

3º “Si el socialismo ha venido a ser el peligro inminente de nuestra sociedad, el

capitalismo, es decir, el predominio injusto del capital y los abusos que de él han

resultado, son las verdaderas causas del desorden social actual. El Congreso demanda,

pues, que los Terciarios trabajen por medio de la enseñanza oral y escrita y por el

ejemplo en la reforma de las ideas falsas y las prácticas viciosas demasiado

generalmente aceptadas sobre estas materias”.

Algunos encontrarán esto exagerado; nada de eso. León XIII no es menos formal

que el Congreso de Paray. “La clase de los trabajadores, nos dice él, está generalmente

en un estado de miseria inmerecida”. Y la miseria es mala consejera.

Los Terciarios deben iniciarse en las cuestiones sociales y llegar a ser apóstoles

ardientes de las reformas sociales.

Los tres deseos siguientes no son sino el desarrollo de éste; los citaremos sin

largos comentarios.

4º “Que los directores de las Fraternidades estudien en detalle, para cada

profesión, la práctica de la justicia y de la equidad, y se dediquen a enseñar en las

reuniones de la Orden Tercera las reglas de probidad especiales en cada estado”.

Un buen tratado teológico sobre la justicia y los contratos, el de Carrière, por

ejemplo, proporciona la base de estos estudios. Es preciso añadirles algunas obras

modernas sobre la justicia, que nosotros hemos citado.

5º “Que los Terciarios tomen la iniciativa y se hagan los auxiliares activos de las

reuniones de estudios organizados para investigar las instituciones que pueden asegurar

el cumplimiento de las reglas de la justicia en el comercio y en la industria”.

6º “El Congreso pide a los sacerdotes, miembros de la Orden Tercera que se

dediquen especialmente a estudiar las reglas de la justicia y de la equidad privada, con

el fin de instruir a los fieles de una manera exacta, precisa y práctica, como también que

investiguen las condiciones del restablecimiento de la justicia social”.

Expresa el deseo de que estos temas encuentren puesto, tanto como los temas de

piedad, en las conversaciones (encuentros) de las fraternidades sacerdotales.

7º “El Congreso compromete a los Terciarios a inspirarse en el espíritu de san

Francisco, que se puso al servicio de los más pequeños, ocupándose de todas sus

necesidades y trabajando para liberarles de todas las opresiones. En este objetivo, los

Terciarios deben fundar o ayudar, en la medida de lo posible, a las instituciones

adecuadas para organizar equitativa y cristianamente el trabajo y para prevenir o

socorrer las miserias diversas, que son el resultado de la enfermedad, del paro, de la

Page 234: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

236

vejez o de la muerte”.

He aquí lo que es práctico. No es un cristianismo enervado, bueno para las

mujeres y los niños, es el cristianismo verdadero y completo, con toda la benéfica

influencia social que le conviene.

8º “El Congreso insiste sobre el espíritu de asociación, que hay que desarrollar

entre los Terciarios, a fin de que los vínculos de solidaridad que deben unirles sean

estrechados tanto en el terreno social y económico como en el terreno sobrenatural y

religioso”.

Este deseo resume los precedentes y los confirma.

Si estos deseos se realizan hoy, como en el siglo XIII, la Orden Tercera renovará

la sociedad cristiana.

No puede haber, por otra parte, para los sacerdotes y para los verdaderos

católicos, argumento más perentorio que la insistencia asombrosa de León XIII. Él ha

recomendado a la Iglesia entera la Orden Tercera de San Francisco, en cuatro actos

solemnes: la Encíclica del 17 de septiembre de 1882, donde recomienda a la Orden

Tercera como remedio a los males presentes; la Bula del 30 de mayo de 1883, donde

modifica la regla de la Orden Tercera para hacerla accesible al mayor número posible;

la Encíclica del 8 de mayo de 1884, sobre la Francmasonería, donde opone la Orden

Tercera a la acción subversiva de los francmasones; la Encíclica para el Jubileo de

1886, donde recomienda la Orden Tercera como asociación de penitencia.

En diversas cartas menos solemnes y en diversas alocuciones, el Santo Padre ha

insistido sobre los mismos pensamientos. En una audiencia del 18 de diciembre de

1884, indicaba la Orden Tercera como el remedio que debe rehacer y salvar la

sociedad. En otra audiencia, a la que asistía el Obispo de Marsella, decía: “Repetid, por

todas partes Por la Orden Tercera yo quiero volver a levantar Francia...”.

Después de todo esto, ¿se puede dudar todavía?

Obras prácticas sobre la Orden Tercera, necesarias para todo sacerdote

Le Tiers-Ordre de saint François et le clergé séculier: 25 francos. París, librería

Saint-Paul, 6, rue Cassette.

Le Tiers-Ordre de saint François, par Mgr. de SEGUR, nueva edición 40

francos, París, chez Tolra, rue de Rennes.

Manuel du Tiers-Ordre: el de los franciscanos se encuentra en la casa de

Burdeos, 3, rue de la Teste; el de los Capuchinos en Lyon, chez Delhomme et Briguet;

el de los Recoletos, chez Valin, editor en Caen.

Léon XIII et le Tiers-Ordre por el P. NORBERT, imprenta franciscana, 16, rue

de Clamart, en Vanves.

Page 235: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

237

CAPÍTULO XIII ________

PATRONATOS Y CÍRCULOS JUVENILES

Los patronatos entran en el cuadro de las obras sociales. “Esta obra no debe ser

considerada como una obra de detalle, como una unidad independiente: tiene su lugar

marcado en la estructura del edificio social cristiano, como una pieza de armazón en el

conjunto general de la construcción” (Manuel des patronages, por el abbé LE CONTE,

vicario general de Châlons).

Esta obra será unas veces el punto de partida, otras veces una consecuencia del

establecimiento de un sindicato o de una corporación en una parroquia.

Si se comienza por los niños, los jóvenes patrocinados aumentarán. Habrán

tomado el gusto a la vida de asociación y querrán continuarla. Algunos hombres

vendrán a unirse a éstos, el círculo de obreros y el sindicato se impondrán.

Si se comienza por los hombres y se les agrupa en un sindicato, ellos tendrán su

“lugar de reunión” que será pronto lo equivalente a un círculo. Los niños querrán tener

el suyo y el patronato nacerá del sindicato. Son dos obras conexas.

Es inútil extendernos más ampliamente sobre la utilidad de los patronatos. Sin el

patronato, al adolescente no le queda nada más que la calle o el cabaret que lo reciben

antes de la edad, o las sociedades de gimnasia, de tiro o de música, que son patronatos

laicos establecidos para gravitar en la órbita de las Logias.

El hogar paternal no basta ya a esta edad que reclama movimiento, juegos y

compañeros.

Abrid, pues, a los aprendices y jóvenes obreros el domingo, a los escolares el

jueves, un patronato en el que encuentren descanso y recreo honestos con algunas

prácticas religiosas, bajo la mirada del sacerdote al cual ellos se sentirán vinculados

durante toda su vida.

I. Fundación. ¡Dichosas las diócesis que tienen un Consejo central activo y bien

organizado!

En Châlons, por ejemplo, el Consejo diocesano de las obras está siempre

dispuesto a ayudar a la fundación de los patronatos. Los curas encuentran allá una

dirección, recursos, juegos, libros, premios.

Page 236: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

238

Allí, de la noche a la mañana, una obra rural, puede disponer de todo el

mobiliario que le es necesario.

Un patronato pide siempre algunos recursos. Para conseguirlos, el cura que

funda una obra deberá siempre esforzarse en tener un Comité local. Casi no hay

parroquia en la que no se pueda conseguir algunos bienhechores que regalen una

suscripción anual. A falta del Comité o para suplir su insuficiencia, se puede recurrir al

Consejo diocesano, si lo hay.

Siempre podremos dirigirnos también a las siguientes obras, en París:

1º La obra de san Francisco de Sales, 11 bis, passage de la Visitation.

2º L’oeuvre des campagnes, 11, rue Bellechasse.

3º L’oeuvre de Notre-Dame de Salut, 129, rue Université.

4º La Commission des patronages, 7, rue Coëtlogon.

Esta última forma una oficina central y gratuita de informaciones para la

fundación y desarrollo de los patronatos, la adquisición de juegos, de piezas, de todo

aquello que puede ser útil en estas obras.

Tiene por órgano un boletín mensual que proporciona informaciones útiles.

Abonamiento, 2 francos, 50 céntimos por año.

II. Organización. Hay que considerar aquí el personal, el local y los medios de

acción.

Sucederá que el cura sea él solo todo el personal dirigente. Otras veces, tendrá

para ayudarle una pequeña conferencia de San Vicente de Paúl o, al menos, uno o dos

hombres celosos. Si comienza solo, los mayores y los más fieles de los niños llegarán a

ser pronto sus auxiliares.

El personal dirigido comprenderá pronto dos secciones: la de los niños,

reclutada en las catequesis, y la de los adolescentes, que formarán un pequeño círculo.

Para el local, la casa parroquial será, a menudo, el único recurso, pero parece

cada vez más necesario que las parroquias tengan un local para las obras. El círculo, el

sindicato necesitan estar en su casa. Las monografías de obras rurales dadas al final del

libro muestran que este local es necesario. No comprenderá, frecuentemente, nada más

que una o dos salas con un patio.

A menudo, se ha convertido en sala de obras una dependencia de la casa

parroquial, una cochera, un cobertizo, una bodega o una casita vecina.

Por lo que se refiere a los medios de acción, es preciso actuar de manera que se

dé a estas obras un carácter verdaderamente social. Es preciso hacer de ellas un

organismo vivo y darle un Consejo y dignatarios que se formen en el apostolado y lo

ejerzan. Es así como se preparan los auxiliares para las obras sociales propiamente

dichas.

Page 237: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

239

Recomendamos el Manuel del abbé LE CONTE, 50 céntimos de franco, en casa

del autor, en Châlons, y los documentos de la Comisión de Patronatos, rue de

Vaugirard, 74, en París.

III. Condiciones legales. Importa saber que los patronatos no están sometidos a

ninguna autorización administrativa. No caen bajo el artículo 291 del Código penal, que

castiga toda asociación no autorizada de más de veinte personas.

Decisiones administrativas y judiciales muy recientes establecen formalmente

esta jurisprudencia.

Un alcalde demasiado celoso, en el Oise, había intentado prohibir reuniones de

patronato. Su decisión, incluso sancionada por el prefecto, ha sido anulada por una

sentencia del Consejo de Estado del 11 de febrero de 1892.

En el Aude, un cura que había fundado un patronato fue perseguido por delito de

asociación ilícita. El tribunal de Narbona, el 11 de enero de 1892, lo absolvió y declaró

que una reunión de personas jóvenes congregadas, bajo la dirección de un sacerdote,

para dedicarse a realizar ejercicios literarios o corporales, no era una asociación ilícita, y

no debía caer bajo el peso de las disposiciones del artículo 291 del Código penal de la

ley del 10 de abril de 1834. La Corte de Montpellier confirmó, el 27 de febrero de 1892,

el fallo del tribunal de Narbona.

Para las representaciones teatrales y las loterías, véase lo que se ha dicho más

arriba en el capítulo de los círculos rurales.

IV. La Congregación. Cuando el patronato tiene alguna importancia y lo forman

una élite de jóvenes piadosos, hacemos de esta élite una Congregación de la Santísima

Virgen. La Congregación es, para el patronato, lo que es la Orden Tercera para el

Círculo o el sindicato, lo que eran los doce apóstoles al lado de los setenta y dos

discípulos.

La Congregación tiene un doble objetivo, la piedad y el apostolado. Tiene sus

reuniones especiales, su reglamento, su Consejo. Los congregantes tienen algunas

prácticas de piedad determinadas: un misterio del rosario cada día, la Sagrada

Comunión cada ocho o quince días.

Se les aconseja hacer una lectura piadosa y una visita al Santísimo Sacramento.

El domingo, en su reunión especial, rezan juntos, y el sacerdote director les hace

una charla sobre la piedad o el apostolado.

Ellos dan ejemplo en la Parroquia por la asistencia a los oficios. Son los

primeros auxiliares de las obras, por la propaganda de La Croix, por la Propagación de

la Fe y por la Santa Infancia, etc.

Hay muchos y buenos manuales para la dirección de las Congregaciones. Se

encuentran manuales para los hombres y para los niños en la oficina del Messager du

Page 238: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

240

Sacré-Coeur, en Tournai (Bélgica). Generalmente, los manuales no insisten

suficientemente sobre la práctica del apostolado.

En un documento de la Unión de Asociaciones, 32 rue de Verneuil, sobre las

Asociaciones de piedad, se encuentran excelentes consejos para promover en las obras

el espíritu de apostolado. Se propone el examen de conciencia siguiente, que los

congregantes pueden hacer en particular o incluso en común, sin nombrar la persona en

quien piensan.

¿Tienes en tu mente una persona a quien ganar para el bien?

¿Has rezado y hecho rezar especialmente por ella?

¿Le has ofrecido libros, periódicos o revistas para que lea?

¿Puedes ayudarle a que se decida a celebrar la Pascua y comulgar?

¿Crees que la persona ganada podrá, a su vez, ejercer el apostolado?

La piedad y el apostolado deben ser igualmente importantes para los miembros

de las Congregaciones.

V. Resultados. Ciertas diócesis tienen ya un buen número de estas obras y las

parroquias obtienen de ello un fruto muy grande.

La diócesis de Cambrai cuenta con 140 patronatos rurales; la de Arras 50, la de

Nancy, 30. En Châlons, el último informe de 24 de Julio de 1892 señalaba 55. La mayor

parte de las diócesis cuentan con algunos y su número aumenta cada año.

Se han dado en todos los Congresos de obras monografías de patronatos; es

inútil volver a comenzar aquí.

Pero lo que importa retener al terminar es que un patronato no debe ser ni la obra

única, ni la obra principal de una parroquia.

La obra principal es la de los hombres. La obra de los niños no puede ser nada

más que una transición o un complemento; aquellos que se contentasen con una obra de

niños quedarían en la rutina de un apostolado débil y tímido que hace decir que la

religión es buena para las mujeres y para los niños.

En las monografías citadas por el Manuel del señor Le Conte, veo diversos

patronatos que se consideran dichosos de haber conservado los jóvenes hasta los

dieciséis o diecisiete años. Es mejor que nada, pero éstas no son las obras

verdaderamente sociales.

Veo que en Mohon (Ardenas) el señor cura ha comenzado la obra con jóvenes

de veinte a veinticinco años. Ellos han llegado a ser apóstoles. Han difundido La Croix.

Se han multiplicado. Han fundado la fraternidad de Nuestra Señora de la Fábrica. Son

ahora entre 80 y 100 los que participan en la Comunión. Proclaman en voz alta su fe

cristiana y contribuyen ampliamente a la transformación de la parroquia. ¡Bravo! Allí

hay verdaderamente una obra social, pero esto no es patronato. Se pueden tener los dos.

Veo que en Bouxières-aux-Dames (Meurthe-et-Moselle), el patronato de niños

Page 239: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

241

se ha desdoblado. Su gran salón de 14 metros de largo es cortado por una mampara que

se abre para las grandes fiestas. Por un lado está el patronato con 40 niños; por el otro

está el círculo con 15 jóvenes de 15 a 25 años y 12 padres de familia. Eso está bien; allí

hay, al menos, las bases de una obra completa. Que se añada el sindicato y el crédito

agrícola y la vida corporativa renacerá en la pequeña parroquia.

Obras útiles a los directores de los patronatos

Manuel du patronage, en Secretariado de la Sociedad de saint Vincent de Paul,

rue de Furstemberg, París.

Instructions sur les patronages, por el abbé COMBE, en Pamiès, Carcassone.

Avis et conseils aux apprentis, por monseñor de SEGUR, 30 céntimos, chez

Tolra, 112, rue de Rennes, París.

Le jeune ouvrier chrétien: petites directions spirituelles, por monseñor de

SEGUR, chez Tolra, 112, rue de Rennes, París.

Conseils à la jeunesse chrétienne, por el abbé JAUD, en casa del autor, Châlons

(Vendée).

Scènes et dialogues populaires, para fiestas y veladas, 60 céntimos de franco en

casa Poussielgue, rue Cassette, París.

Documents gratuits sur les patronages, en el Buró Central de las Obras, 32, rue

de Verneuil, París.

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243

CAPÍTULO XIV _________

LA ARCHICOFRADÍA DE LAS MADRES CRISTIANAS

Las asociaciones de las madres cristianas están afiliadas a la obra de Nuestra

Señora de Sión, en París, calle de Sèvres.

Establecidas por curas celosos o por misioneros, estas reuniones se mantienen

tan largo tiempo como subsisten las influencias capaces de mantener el celo y la

piedad.

Sus miembros asisten a una misa mensual en la que se hace una homilía; se

comulga y se reza por la intención de los miembros de la familia.

Hay generalmente un núcleo de personas piadosas que tienen tiempo disponible,

y las madres de familia obreras quedan fuera.

Las reuniones de las madres cristianas serán mucho más seguidas, más vivas, si

están fundadas y dirigidas principalmente con miras a ser útiles a las mujeres de los

obreros.

I. Necesidad y ventajas. La madre, al tener una gran influencia en el hogar,

obtendrá la conservación de la vida cristiana en toda la familia. Dios ha formado el

corazón de la madre expresamente para fijar el corazón del hombre en el deber e

inspirar a los niños la piedad y el amor al bien. La asociación cristiana contribuye

maravillosamente a hacer sobrenaturales estas disposiciones, y el resultado es tangible

de inmediato: paz en el hogar, sumisión de los niños, economía en los detalles del

gobierno de la casa.

Si la asociación tiene por objetivo principal el de patrocinar a las amas de casa y

santificarlas, éste será un campo naturalmente abierto para el ejercicio de los deberes del

patronato, para el apostolado mutuo de la caridad.

Fundación. Para fundar una asociación de madres cristianas, se buscarán en

primer lugar auxiliares cuyo sacrificio e inteligencia puedan superar las dificultades.

Si se encuentra a varias señoras de condición influyente, pueden ser agrupadas

bajo el nombre de señoras patrocinadoras, que se ocuparán una de los pobres, otra de los

enfermos, otra de los niños del catecismo, e incluso del patronato de los muchachos

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244

jóvenes, pero sobre todo de la asociación de las madres cristianas como dignatarias.

El nombre de Damas de la Caridad, Damas de la Providencia, Damas del

Sagrado Corazón o de Nuestra Señora de la Salud, o simplemente el vocablo del patrón

de la parroquia, serán a menudo preferibles. Si son bastante numerosas, se podrían

buscar allí los elementos de un Comité para las obras parroquiales.

Una segunda sección, que comprendiese las mujeres de clase obrera tomará el

nombre de Santa Ana o de Nuestra Señora de los Campos. Esta división no podría darse

en las pequeñas localidades.

Podría establecerse una modesta cotización.

III. Reuniones mensuales. Cada mes, en el transcurso de la semana, en el día de

la fiesta marcada en el consuetudinario de la archicofradía o en el día más cómodo que

le siga, hay una reunión en la iglesia o en una capilla, a horas en que ni el gobierno de la

casa ni los niños tengan que sufrir por esta ausencia.

Los temas a tratar en estas reuniones son principalmente: los deberes de estado,

la educación cristiana de los niños, la influencia de la religión en la familia, los

beneficios de las asociaciones, la dicha que resulta para la madre de la práctica religiosa

en la familia.

IV. Ropero de caridad. Un ropero es un vínculo exterior de caridad entre los

miembros de la archicofradía de las madres cristianas. Tomará el nombre de reunión de

Santa Ana o de la Providencia. Es un centro para las mujeres de los empleados o de los

obreros, que quieren consagrar algunas horas a la semana al vestuario de la asociación.

Se reúnen un día por semana y trabajan para los pobres y para los niños, preparan ropita

de niño, ropa interior, vestidos. En muchas pequeñas familias, las mujeres pueden

dedicar varias horas por semana. Es un medio de iniciarlas en la abnegación. Para que

los deberes del patronato cristiano se ejerzan eficazmente y de manera distinta a la

ostentación, hacen falta relaciones personales. La caridad ejercida en común prepara los

corazones a la confianza, a la estima y al afecto.

Las asociadas que pueden están invitadas a venir una vez por semana al ropero o

a enviar a él a una de sus chicas.

El trabajo es santificado mediante la recitación del santo rosario y mediante las

conversaciones edificantes que prepara una lectura escogida especialmente para la

reunión.

Es en el ropero donde las consejeras encargadas de los enfermos dan sus

informaciones y donde se deciden las ayudas.

Una reunión mensual general tiene lugar en el ropero, estando la reunión de la

iglesia dedicada a la piedad.

En las parroquias pequeñas, donde los trabajos son exclusivamente agrícolas, se

Page 243: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

245

podrá informar de los intereses de la obra en la misma iglesia, a fin de no multiplicar las

reuniones.

V. Rol del Consejo. La dirección se compone de un sacerdote director y de una

dama presidenta.

Cuanto menos el sacerdote se vea obligado a entrar en el gobierno directo y más

deje a la obra su propia iniciativa, más oportunidad tendrá la obra de desarrollarse y de

procurar el bien; él dejará, pues, su acción y su influencia en el Consejo, que es el único

que tiene la responsabilidad de tomar y aplicar las medidas.

La dirección es asistida por consejeras, que cumplen las funciones de

vicepresidenta, secretaria, tesorera. A veces, mujeres valientes, de condición modesta,

pero inteligentes y celosas, introducidas en el Consejo empujarán a las damas hacia

delante y las forzarán a abrazar el partido de la piedad con la recepción frecuente de los

sacramentos.

La presidenta está en relación constante con las consejeras.

La vicepresidenta entrega las esquelas individuales destinadas a convocar a las

asociadas; estas esquelas llevan el nombre de cada una de las socias, las fechas y las

horas de las reuniones.

Una señora que, sin razón válida y sin excusas, ha faltado tres veces seguidas a

las reuniones mensuales, se supone que ha renunciado a la archicofradía.

He aquí un modelo de convocatoria:

Parroquia

de ASOCIACIÓN DE MADRES CRISTIANAS

XXX

La señora____________ es invitada a la reunión mensual, el martes a las tres

horas de la tarde, y a la misa mensual, el jueves a las siete horas de la mañana.

Este recordatorio escrito es necesario para superar el olvido y la negligencia.

La reunión de la directiva tiene lugar una vez por mes.

La secretaria convoca a las consejeras, redacta las actas, en las cuales indica el

número de presentes y ausentes. Guarda los libros necesarios a la asociación.

Se puede dividir la archicofradía por quincenas para el rosario viviente y dividir

cada quincena en tres secciones; las comunicaciones serán así sumamente fáciles.

VI. Ayudas mutuas. Una tesorera guarda la caja que es alimentada por

cotizaciones o por colectas de las reuniones, da cuenta de los gastos y hace las compras

decididas por el Consejo.

Page 244: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

246

Una consejera enfermera está encargada de todas las enfermas y cada consejera

visita a las enfermas de su sección. Las consejeras presentes en el ropero se ocupan de

las ayudas urgentes a distribuir a las enfermas, a las viudas y a las madres jóvenes.

La caja de la asociación forma una Caja de FamiliaN.B.

de la que el Consejo

puede sacar para ayudar a los miembros participantes. No es una limosna, puesto que es

un fondo común; no es, tampoco, un derecho estricto, puesto que el Consejo decide si

ha lugar conceder una ayuda. Es la parte de las compañeras, una ayuda benevolente que

no tiene nada de humillante ni de administrativo.

Según los recursos, cuando una mujer de la asociación que vive de su trabajo

está enferma, se encarga en su lugar a una persona que cocine para la familia, haga la

limpieza, el lavado y el fregado.

Cuidados a las jóvenes madres. Cuando nace un niño en la asociación, si ha

lugar, se hace el regalo de una canastilla de ropa para el niño, preparada en el ropero.

Se vela para que las prescripciones del médico sean seguidas y, particularmente,

para que la joven madre no se levante antes del décimo día.

Una lavandera hace el servicio de la casa hasta que la madre pueda volver a

realizar este trabajo.

Sería deseable incluso que la asociación pudiera conceder una indemnización a

las familias de los obreros para el parto, equivalente a todos los gastos.

Ver Manuel de la Corporation chrétienne, por el Señor L. HARMEL.

N.B.

Instituciones análogas profesionales o caritativas son en la actualidad necesarias para

permitir a las mujeres de los obreros superar el respeto humano. Con este complemento material, los

obreros forzarán a sus amas de casa a ser asiduas a las reuniones de madres cristianas.

Page 245: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

247

CAPÍTULO XV _________

LAS FRATERNIDADES Y CONGREGACIONES

DE LA SANTÍSIMA VIRGEN

Bajo el nombre de Congregaciones de la Santísima Virgen existen en los

colegios y en un buen número de parroquias asociaciones de piedad que hacen un gran

bien.

Para responder al pensamiento primigenio de su institución, a estas

Congregaciones deben agregarse las obras de caridad corporales y tener al menos su

caja al servicio de los pobres.

El padre Acquaviva, ayudado de 17 consejeros, hizo él mismo las reglas de la

Congregación primaria (prima-primaria), las cuales, en conformidad con la Bula

Omnipotentis Dei de Gregorio XIII, deben ser inviolablemente observadas por todas las

Congregaciones que están agregadas.

Estas reglas, en virtud de los poderes confiados a los Generales de la Compañía

de Jesús, han experimentado diferentes modificaciones.

Las que están actualmente en vigor han sido aprobadas por el Reverendísimo P.

Beckx, General de la Compañía, y publicadas en Roma en 1855 bajo el título: Leges et

statuta sodalitatum B. M. V. quae Primariae conjunctae sunt.

Estas reglas se aplican a las Congregaciones de los dos sexos. Para la afiliación,

hay que dirigirse al Provincial de la Compañía de Jesús. Éste es el camino más sencillo

y más fácil para proporcionar a una asociación cualquiera la ventaja de las indulgencias

y de la canonicidad.

Como condiciones: 1º Es preciso que el Ordinario haya, previamente,

reconocido y aprobado la Congregación a la que se quiere afiliar. Se requiere la copia de

la orden.

2º Se debe someter al Ordinario el reglamento de la Congregación. Así, la

asociación tendrá un director espiritual, un prefecto, asistentes, un secretario y otros

dignatarios que componen el Consejo.

Sin embargo, la elección y nombramiento de los dignatarios, tan importantes

para el bien y el progreso de la asociación, no son esenciales para el beneficio de las

indulgencias.

Page 246: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

248

3º La petición debe indicar la clase de personas que componen la Congregación

y la advocación o la fiesta titular; porque es preciso que la Congregación esté

consagrada en honor a un misterio o un título de la Santísima Virgen.

Puede, no obstante, tener un patrón o un título secundario: los santos Ángeles,

san José, el patrón de la parroquia.

4º La Congregación debe haber sido establecida y haber funcionado algún

tiempo (tres meses, por ejemplo) antes de pedir el título.

Asociación de Hijas de María

Entre las fraternidades en honor de la Santísima Virgen, no hay una más popular

que la que reúne a personas jóvenes; estas reuniones están, sin embargo, llenas de

dificultades.

En las parroquias que tienen una obra bajo la dirección de las Hijas de la

Caridad, la asociación toma el título de Hijos de María Inmaculada y la capilla de las

religiosas es la capilla de la asociación; por lo demás, se puede contentar con el

reglamento de las Congregaciones ordinarias.

Se encontrarán todas las informaciones prácticas en el Manuel des Enfants de

Marie Immaculée à l’usage des réunions externes dirigées par les Filles de la Charité,

París, D. Dumoulin y C, 5, rue des Grands-Augustins.

I. OBJETIVO Y VENTAJAS: 1. Preservación individual. Se ha constatado que

por todas las partes donde domina el culto a la Santísima Virgen, las costumbres son

honestas y puras. Consagrar las personas jóvenes a la Madre de Dios, es asegurar su

virtud por una salvaguarda, su fe por la piedad y las mejores cualidades del corazón por

un modelo que es asimismo eficaz.

2. Conservación de la fe en la parroquia. A menudo una parroquia en la que la

fe se ha conservado presenta un contraste sorprendente con la infidelidad de parroquias

de la vecindad. Cuando se examina la conducta pastoral, se percibe que en la parroquia

fiel, hay ejercicios públicos en honor de María. Esta práctica ha tenido el efecto de un

sacramental.

Para establecer estos ejercicios: Vísperas de la Santísima Virgen o rosario; y

para conservarlos, reanimarlos o ponerlos en puesto de honor, el medio mejor es una

fraternidad de jóvenes.

3. Desarrollo de la piedad. Resulta de esta asociación una preparación mutua de

buen ejemplo, de gracias más abundantes que da la comunidad de oraciones y de buenas

obras, un apostolado recíproco, relaciones más íntimas de caridad, un verdadero apoyo

moral en las penas y en las dificultades.

Finalmente, las numerosas indulgencias de la asociación animan a la comunidad

y a la oración.

Page 247: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

249

II. FORMACIÓN. Con ocasión de una misión o de un retiro, o simplemente la

clausura del tiempo pascual, se reúne la élite de las jóvenes susceptibles de ser

agrupadas. Se les habla del objetivo y de las ventajas de las reuniones de las Hijas de

María para sus familias y para sí mismas.

Será mejor si la primera selección para esta convocatoria la hace la futura

directora, o una joven influyente indicada naturalmente para ser la presidenta, o si la

iniciativa se confía a un misionero popular de paso.

Se podría comenzar por recibir como Hija de María a una joven de buena

voluntad, que tratara de ganar a algunas otras jóvenes a medida que las encuentre y le

inspiren una confianza razonable.

III. COMPOSICIÓN DE LA CONGREGACIÓN. La Congregación se compone

de Hijas de María propiamente dichas, que forman el cuerpo de la asociación, y de

aspirantes, que no son admitidas hasta después de un tiempo de prueba más o menos

largo, con la finalidad de constatar si tienen las cualidades requeridas.

Las aspirantes tienen la mayor parte de los privilegios de las Hijas de María, y

toman parte en la reunión mensual. Después de tres meses de postulantado y de buena

conducta, la aspirante es presentada al Consejo. Si es rehusada, la admisión es aplazada;

téngase cuidado en no desanimar la buena voluntad, sin comprometer, sin embargo, el

espíritu de la asociación.

IV. FUNCIONES DEL CONSEJO. El Consejo está encargado de la dirección.

Se compone:

1. Del padre director.

2. De una religiosa, o de una señora o señorita influyente que ejerce de

directora.

3. De una presidenta, asistida de una o varias vicepresidentas.

4. De consejeras elegidas.

La dirección comprende:

1. El orden y el tiempo de las sesiones.

2. Los asuntos sometidos al Consejo.

3. La recepción de las aspirantes y de las congregantes.

4. La preparación de las fiestas.

5. El estudio de los medios de celo en la Congregación y en su entorno.

6. El mantenimiento de la edificación entre las miembros, y los medios de llegar

a éste.

7. El reparto de los fondos de la caja de familia entre los miembros participantes.

N. B. – Para las otras reglas indicadas en Le Manuel des Congrégations o en Le Manuel des

Enfants de Marie Immaculée, como no son nada más que directivas, se dejan a la sabiduría y a la

prudencia del padre director y de la directora, que son quienes están capacitados para juzgar de su

oportunidad. Se podrá, en primer lugar, redactar un sencillo consuetudinario según las reglas del padre

Beckx, o según los detalles del Manuel à l’usage des Filles de la Charité. Más tarde, se extraerá un

reglamento especial para la obra local.

Page 248: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

250

V. EL ESPÍRITU DE LA ASOCIACIÓN. 1. Las Hijas de María se

comprometen a no frecuentar los bailes, los teatros y otras reuniones peligrosas, evitar

las lecturas inmorales, como las novelas, los folletines, etc. Ellas se empeñan en honrar

a su Madre divina por su modestia, su piedad, su caridad y su sacrificio. Están en vela

para hacerse dignas de marchar bajo la bandera tutelar de la Santísima Virgen.

2. Para tener más eficacia, la asociación de Hijas de María se ve como instituida

a favor de chicas jóvenes obreras y de aquellas que tienen la mayor simplicidad en el

género de vida y en el porte externo.

3. La directora debe tener, independientemente del sacerdote, su iniciativa

formal en el gobierno de la asociación.

4. Las consejeras deben ser verdaderas auxiliares capaces de hacer todo; el

talento de la dirección es el de ponerlas a actuar en el apostolado, en el interés de las

reuniones, en la animación de los juegos, en la caridad con imaginación, etc.

Se propondrá provocar la adhesión, utilizando todas las buenas voluntades y

todas las aptitudes y, sobre todo, desarrollar el espíritu de apostolado mutuo, que se

debe ejercer sea dentro de la asociación, sea fuera, en la familia y con respecto a las

chicas jóvenes de condición humilde susceptibles de ser atraídas y mejoradas.

VI. REUNIONES. La reunión comienza con una lectura espiritual. La directora

hace una breve exhortación sobre algún tema relacionado con el progreso espiritual de

las Hijas de María.

Todos los meses, el sacerdote director viene a presidir y hace una alocución; esta

reunión mensual es obligatoria, a no ser que haya un impedimento grave, que la

directora valorará.

VII. RECREOS. Todos los domingos hay recreo en común y juegos que, para la

animación, deben ser preparados por una Comisión y una consejera, experta en juegos.

Un consuetudinario redactado desde el primer año, cuidado y mejorado por la

experiencia, prevé las fiestas, los paseos y varía los divertimentos y las diversiones que

quitan de la cabeza los peligrosos placeres del exterior.

VIII. CAJA DE FAMILIA O DE AHORROS. En ciertas obras, se ha unido a la

asociación de Hijas de María una caja de familia que alimenta una colecta mensual, o

una cotización que hace una Sociedad de ayuda mutua, o bien, hay una caja de ahorros

que prepara la dote para el matrimonio. Esta ayuda material, bajo una forma u otra, es

hoy día indispensable como fuerza contra el respeto humano, como estímulo a las

familias obreras y como ejercicio del deber de patronato para las jóvenes acomodadas.

IX. MATRIMONIO. Importa afirmar que las asociaciones tienden a las uniones

cristianas. Sería provechoso, donde esto sea posible, proporcionar una pequeña dote, de

Page 249: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

251

50 ó de 100 francos a las hijas de los obreros.

Se dará una solemnidad especial a las bodas de las Hijas de María. Por ejemplo,

el estandarte de la Santísima Virgen será llevado delante de la Hija de María por las

consejeras, que lo tendrán cerca de ella durante la ceremonia. Las demás compañeras

que puedan asisten a la misa. La esposa lleva la cinta azul de la medalla sobre su vestido

de novia; después de la misa, va al altar de la Santísima Virgen sobre el que deja su

cinta. Se le deja la medalla como recuerdo. Se le da una cadena de plata y un

devocionario completo, regalos de la asociación, etc.

X. ENFERMEDADES Y FALLECIMIENTOS. Cuando una Hija de María cae

enferma, la directora, la presidenta y una consejera llamada enfermera se ponen de

acuerdo para visitarla o hacerla visitar por las otras, la rodean de cuidados afectuosos y

proveen, en tanto les sea posible, a sus necesidades materiales y espirituales.

Si ha lugar la disponen a los sacramentos de la Iglesia.

Si sobreviene un fallecimiento, no solamente se lleva la bandera de la Santísima

Virgen al entierro, como es costumbre en muchos lugares para las jóvenes, sino que las

Hijas de María hacen todo cuanto les es posible para realzar la celebración.

En las reuniones siguientes, se recita el De profundis por la difunta, y la

asociación hace celebrar por su intención el Santo Sacrificio de la Misa.

Asociación de los Santos Ángeles

La experiencia ha demostrado la necesidad de un lugar especial para la reunión

de las niñas de once a quince años cuya agitación cansa a los mayores.

Es bueno que ellas tengan su directora especial.

Una consejera de las Hijas de María les es dada como presidenta y ésta se rodea

de dignatarias tomadas entre sus jóvenes protegidas.

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253

CAPÍTULO XVI _________

RECUERDO DE ALGUNAS OBRAS ANTIGUAS QUE NO SON

ESTUDIADAS ESPECIALMENTE EN ESTE MANUAL

A. OBRAS DE ACCIÓN GENERAL

1º La Unión de las obras obreras. Esta obra general tiene oficina central en

París, 32, rue de Verneuil. Se puede tener correspondencia siempre con su secretaría.

Tiene su boletín mensual. Lleva sus grandes sesiones anuales, desde hace 25 años, de

provincia en provincia. Ha suscitado millares de obras. Ha tenido la gloria de haber sido

presidida por Monseñor de Ségur y por Monseñor Gay. Ha suscitado y fundado por

todas partes Oficinas diocesanas de Obras y Conferencias de Obras en los Seminarios

Mayores. Procura por algunos céntimos informaciones sobre todas las obras a fundar,

modelos de estatutos y de reglamentos. Es la mina más rica para los hombres de obras.

2º La Unión nacional y la acción social católica. Es la obra del abbé Garnier.

Tiene su sede en, 1, rue Feydeau, en París. Tiene como órgano Le Peuple français.

Encontramos en el secretariado de la Unión nacional documentos de todos los

géneros sobre el método del infatigable apóstol y sobre las obras que recomendó.

3º La Asociación católica de la juventud francesa. Su objetivo es la formación

de grupos de estudio y de acción entre los jóvenes. Todas nuestras ciudades han

respondido ya a la llamada de la obra. Tiene su órgano, La revue de la jeuneusse

catholique. Su secretariado es el mismo que el de la obra de los círculos, 262, boulevard

Saint-Germain, en París.

4º La oficina central de las instituciones caritativas. Es un despacho de

informaciones muy preciosas. Se encuentran allí todas las indicaciones que se necesitan

sobre las obras caritativas en Francia e incluso sobre las del extranjero.

Su oficina está en París, 175 boulevard Saint-Germain.

5º La obra de San Francisco de Sales. Tiene por objetivo la conservación y la

propagación de la Fe.

La obra ofrece subsidios, libros y objetos de piedad a las misiones rurales, a las

escuelas libres, a las obras de patronato.

Tiene su sede en París, 11 bis, passage de la Visitation.

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254

6º La Obra de los Campos. Apoya igualmente las escuelas y los patronatos,

favorece las misiones y las bibliotecas parroquiales. Ha sido fundada por un santo

sacerdote, el Rev. P. Vandel. Su manual es todavía uno de los mejores para el campo,

aunque pida ser completado para las obras de hombres y las obras sociales.

Su dirección es 35, rue de Sèvres.

7º La asociación de Nuestra Señora de la Salud. Se ocupa también de propagar

y sostener las obras obreras. Tiene su sede en París, 129, rue de de l’Université, como la

obra de las Peregrinaciones nacionales.

Tiene también directores diocesanos.

B. OBRAS DE PIEDAD Y DE APOSTOLADO

1º Obras de apostolado general. No hacemos sino nombrar, de pasada, las

grandes obras de la Propagación de la Fe, la Santa Infancia y las Escuelas de Oriente.

Éstas tienen en cada diócesis un director particular.

2º Las Órdenes Terceras. Hemos dado una información especial sobre la Orden

Tercera Franciscana. La regla se encuentra en los editores Delhomme et Briguet, en

Lyon.

Las Fraternidades de la Orden Tercera se vinculan a una u otra rama de la Orden

Franciscana.

La Orden Tercera Dominicana se vincula a la Orden de Santo Domingo. Para

incorporarse a ella dirigirse a 222, faubourg Saint-Honoré, en París.

3º La Cofradía del Santo Rosario. Es la más antigua de las cofradías en honor de

la Santísima Virgen. Ha tenido, como la Orden Tercera de San Francisco, un rol social

inmenso y puede tenerlo todavía. En muchos países, en España, en Italia, en América

del Sur, tenía o tiene todavía bienes raíces, valores, una Caja de Familia, un Consejo de

administración, un altar particular o una capilla. La Orden Tercera cumple el objetivo de

nuestras obras modernas: procurar a las familias ayudas temporales al mismo tiempo

que ventajas espirituales. Se ha olvidado, en Francia, este papel de nuestras antiguas

fraternidades.

Para la organización de las cofradías del Rosario hay que dirigirse a las casas de

los Reverendos Padres Dominicos.

4º Las Cofradías del Santísimo Sacramento. Todas aquellas que son erigidas

canónicamente por los obispos participan en las indulgencias y en los privilegios de la

Archicofradía romana de la Minerva. Estos favores son indicados en los libros de

indulgencias.

5º El apostolado de la oración y la comunión reparadora. Esta obra está muy

extendida. En Canadá ha adoptado una forma social y militante que podría ser imitada.

Esta obra tiene entre nuestros hermanos de la nueva Francia sus reuniones mensuales de

hombres, sus procesiones, su bandera. Ella agrupa a los hombres bajo la égida del

Sagrado Corazón.

Page 253: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

255

La dirección está en Tournai1.

6º Las cofradías de Nuestra Señora de la Fábrica y de Nuestra Señora de los

Campos. Estas cofradías se adaptan a todas las agrupaciones de obreros. Son el vínculo

religioso de los sindicatos y de las corporaciones. Tienen boletines periódicos muy

útiles para las obras sociales.

Dirigirse, para la primera, al Señor Cura de Saint-Remi, en Reims; y para la

segunda, al Señor Arcipreste de Séez (Orne).

C. OBRAS DE CARIDAD Y DE PATRONATO

1º Las Conferencias de San Vicente de Paúl. Bélgica ha fundado doscientas

nuevas en los últimos años. Imitémosla. Enrolemos sobre todo a los jóvenes.

Podemos dirigirnos para los reglamentos o informaciones al Consejo diocesano,

o, en París, al Consejo Central, rue de Furstenberg, 6. Se encuentra allí documentación

para las obras de los campos como para las de las ciudades.

2º Los Orfelinatos. A menudo estamos en un apuro para colocar los huérfanos.

La obra de la Adopción, rue Casimir-Delavigne, 9, en París nos dará las informaciones

necesarias.

La Sociedad del patronato de los orfelinatos agrícolas está en 2, rue Casimir-

Périer, en París.

3º La Sociedad de San Francisco de Regis para la revalidación de las uniones

ilegítimas. Esta obra es más necesaria que nunca en nuestra época, en la que reina la

epidemia del divorcio y de las uniones libres. Esta asociación facilita el matrimonio

religioso de los indigentes y la legitimación de los niños.

Su centro está en París, 13, rue Madame.

4º Las obras de los soldados. Muchas parroquias han introducido la buena

costumbre de celebrar una misa de despedida para los jóvenes llamados al servicio

militar. Es una buena ocasión para distribuirles el Manual del soldado cristiano. Se les

puede procurar en la casa del capellán del fuerte de Vincennes mediante 35 céntimos de

franco.

Se encuentra en la Oficina Central de la Unión de las obras (32, rue de Verneuil)

la lista de los eclesiásticos a los que se pueden recomendar los militares. Es bueno dar a

los reclutas, por los que se interesa uno, una carta de recomendación para el capellán

voluntario de la guarnición a la que está destinado.

1 Se encuentra allí, también, un excelente manual de los sacerdotes y maestros para la comunión

mensual y reparadora de los niños.

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256

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257

CAPÍTULO XVII _______

LAS ESCUELAS CRISTIANAS LIBRES

1. – Del establecimiento de las escuelas cristianas

La escuela cristiana está considerada como la primera de las obras en todos los

países en los que la Iglesia goza de libertad.

En Inglaterra, en Estados Unidos, para fundar una nueva misión, en primer lugar

se abre una escuela que, el domingo, sirve de iglesia.

Un sacerdote que tiene cura de almas tendrá como primera preocupación tener

su escuela privada, si la Providencia pone entre sus manos los fondos necesarios.

Los católicos activos que, por su instrucción y sus conocimientos, pueden

secundar la acción del sacerdote en la apertura de una escuela cristiana, se pondrán así

en relación con él, lo más pronto posible y en relación con el señor secretario de la

Sociedad general de la educación y de la enseñanza, 35, rue de Grenelle, París.

Encontrarán todas las informaciones deseadas en un librito editado por esta

Sociedad: Commentaire de la loi du 30 octobre 1886, sur l’organisation de

l’enseignement primaire et des règlements du 18 janvier 1887.

Al tener las leyes sobre la enseñanza como objetivo oculto el combatir la

influencia de la Iglesia, debilitándola, será bueno, para abrir y dirigir una escuela

privada, ojear el Bulletin de la Société générale d’éducation et d’enseignement. Se

podrá así prevenir contra las trampas de la ley, se conocerá el terreno que sigue siendo

libre y las garantías todavía numerosas que no han sido quitadas. En las dudas y en las

dificultades se puede recurrir gratuitamente a la secretaría de la misma Sociedad; pero

estas consultas, respondidas por hombres alejados de las circunstancias complejas, de

donde nacen a menudo las trabas, no dispensan de estudiar la ley y sus aplicaciones. Es

preciso sobre todo informarse de hombres prácticos que han sabido superar los

obstáculos en obras semejantes.

La ley distingue:

1º Las escuelas maternales y las clases infantiles.

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258

2º Las escuelas primarias elementales.

3º Las escuelas primarias superiores.

4º Las escuelas manuales de aprendizaje. (Ley de 30 octubre de 1887, art. 1º)

Las escuelas fundadas y mantenidas por asociaciones y por particulares se

denominan escuelas privadas (Ley del 30 oct. 1887, art. 2).

Nadie puede ser director o adjunto encargado de clase en una escuela pública o

privada, si no es francés y no cumple, además, las condiciones de capacitación fijadas

por la ley del 16 de junio de 1881...

Sin embargo, los extranjeros que cumplan los dos órdenes de condiciones

citadas anteriormente y estén admitidos a disfrutar de los derechos civiles en Francia,

pueden enseñar en las escuelas privadas, mediante una autorización dada por el

ministro, después del parecer del Consejo departamental (Ley del 30 oct. 1887, art. 4).

Están incapacitados para tener una escuela pública o privada, o ser empleados en

ellas, aquellos que han recibido una condena judicial por un crimen o delito contrario a

la probidad de las costumbres (Ley del 30 oct. 1887, art. 5).

La enseñanza es dada por maestros en las escuelas de muchachos y por maestras

en las escuelas de chicas, en las escuelas maternas, en las escuelas o clases infantiles y

en las escuelas mixtas (Ley del 30 oct. 1887, art. 6).

Nadie puede enseñar en una escuela primaria, sea del grado que sea, antes de la

edad de 18 años para los maestros y de 17 años para las maestras.

Nadie puede dirigir una escuela antes de la edad de 21 años.

Nadie puede dirigir una escuela primaria superior o una escuela que reciba

internos antes de la edad de 25 años cumplidos (Ley del 30 oct. 1887, art. 7).

2. De la inspección

La inspección de los establecimientos de instrucción primaria públicos o

privados es ejercida:

1º Por los inspectores generales de la Instrucción pública.

2º Por los rectores e inspectores de la Academia.

3º Por los inspectores de la enseñanza primaria.

4º Por los miembros del Consejo departamental designados a este efecto.

Sin embargo, las escuelas privadas no podrán ser inspeccionadas por los

maestros y maestras públicas que forman parte del Consejo departamental.

5º Por el alcalde y los delegados cantonales.

Una circular ministerial del 25 de marzo de 1887 decide que los Consejos

departamentales pueden autorizar a los delegados cantonales a visitar no solamente

ciertas escuelas determinadas, sino también todas las escuelas de su cantón. La misma

circular recuerda que estos delegados no tienen que ocuparse de la enseñanza

propiamente dicha.

6º En las escuelas maternas, al mismo tiempo que por las autoridades citadas,

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259

por las inspectoras generales y las inspectoras departamentales de las escuelas

maternas, solamente en las escuelas de esta categoría.

7º Por los médicos inspectores comunales o departamentales, pero solamente

desde el punto de vista médico.

La inspección de las escuelas privadas descansa sobre la moralidad, la higiene,

la salubridad y sobre la ejecución de las obligaciones impuestas a estas escuelas por la

ley del 28 de marzo de 1882.

La inspección no puede tratar sobre la enseñanza más que para verificar si la

enseñanza que se imparte es contraria a la moral, a la constitución o a las leyes (ley del

28 de marzo 1882, art. 9).

El artículo 10 de la citada ley del 28 de marzo 1882 se expresa así:

Cuando un niño falta momentáneamente a la escuela, los padres o las personas

responsables deben informar al director o a la directora de los motivos de su ausencia.

Los directores y las directoras deben tener para cada clase un registro de

asistencia que constate las ausencias de los alumnos inscritos. Al fin de cada mes,

enviarán al alcalde y al inspector de primaria un extracto de este registro, indicando el

número de ausencias y los motivos indicados. Los motivos de ausencia serán sometidos

a la Comisión escolar. Los únicos motivos considerados legítimos son los siguientes:

enfermedad del niño, fallecimiento de un miembro de la familia, dificultad accidental de

las comunicaciones. Otras circunstancias excepcionalmente invocadas serán igualmente

tenidas en cuenta por la Comisión.

Todas las clases de chicas jóvenes, tanto en los internados como en los

externados primarios públicos y privados regentados ya sea por instituciones laicas, ya

sea por asociaciones religiosas enclaustradas o no enclaustradas, están sometidas en

cuanto a la inspección y a la vigilancia de la enseñanza a las autoridades instituidas

por la ley.

En todos los internados de chicas jóvenes dirigidos ya sea por instituciones

laicas, ya sea por asociaciones religiosas enclaustradas o no enclaustradas, la

inspección de los locales destinados a las pensionistas de régimen interno del

pensionado, es confiada a damas delegadas por el ministro de Instrucción pública.

Resulta de los términos de la ley que las inspectoras no pueden visitar nada más

que los locales destinados a las pensionistas y no tendrán que realizar investigación

nada más que sobre el régimen interno del pensionado, sin tener que ocuparse de los

locales y del régimen de la comunidad.

Los artículos 142 y 143 del decreto del 18 de enero de 1887 han precisado esta

regla. La inspección de las damas inspectoras se apoya exclusivamente sobre las

condiciones higiénicas en las que el pensionado está establecido. Tienen derecho a

inspeccionar si en los dormitorios se acogen más niños que los fijados por el Consejo

departamental.

Page 258: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

260

No puede depender del Prefecto, del inspector de la Academia o de otra

autoridad que no sea la del director, el permitir entrar en la escuela privada a personas

extrañas a la inspección legal. Los mismos prefectos y subprefectos no tienen derecho a

entrar allí. Por el contrario, las personas que el director de la escuela privada admita,

ministros del culto, fundadores o benefactores del establecimiento, inspectores libres,

etc., si él los invita, pueden llegar a ser testigos de su enseñanza, interrogar a los niños,

etc.

En las escuelas privadas, los libros, los métodos, las materias y los resultados de

la enseñanza escapan a la inspección.

El artículo 167 del decreto del 18 de enero de 1887 confiere a las personas

encargadas de la inspección en las escuelas privadas el derecho de hacerse presentar los

libros y los cuadernos de los alumnos.

Sin embargo, el artículo 35 de la misma ley se expresa así:

Los directores y directoras de las escuelas primarias privadas son

completamente libres en la elección de los métodos, de los programas y de los libros,

hecha reserva de los libros que hayan sido prohibidos por el Consejo superior de la

Instrucción pública, en cumplimiento del artículo 5 de la ley del 27 de febrero de 1880.

Este artículo dice que el Consejo da su opinión:

sobre los reglamentos relativos a la vigilancia de las escuelas libres.

sobre los libros de enseñanza, de lectura y los premios que deben ser

prohibidos en las escuelas libres como contrarios a la moral, a la

Constitución y a las leyes, etc.

3. – Admisión de niños de ambos sexos y de niños menores de seis años

en las escuelas primarias. Formalidades de apertura para las

clases infantiles. Guarderías

Ninguna escuela privada puede, sin la autorización del Consejo departamental,

recibir niños de ambos sexos si existe en el mismo lugar una escuela pública o privada

especial para niñas (Ley del 18 de enero de 1887, art. 36)

Esta autorización no es, pues, necesaria si la localidad no posee ninguna escuela

especial de niñas; esta solución se deduce netamente de los términos de la ley.

Ninguna escuela privada puede recibir niños menores de seis años si existe en el

municipio una escuela materna pública o una clase infantil pública, a menos que ella

no posea una clase infantil (Ley del 18 de enero de 1887, art. 36).

Las clases infantiles son clases intermedias entre la escuela materna y la escuela

primaria (art. 7 de la ley del 16 de junio de1881). Ellas requieren el diploma elemental.

Las escuelas maternas públicas o libres son establecimientos de educación donde

los niños de ambos sexos reciben los cuidados que reclama su desarrollo físico,

intelectual y moral. Los niños pueden ser admitidos en ellos desde la edad de dos años

Page 259: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

261

cumplidos y permanecer allí hasta que tengan la edad de siete años (Decreto del 2 de

agosto de 1881).

El artículo 6 del decreto del 18 de enero de 1887, que exige de las directoras de

las escuelas maternas el certificado de aptitud pedagógica, no es aplicable más que a las

maestras públicas.

El derecho de recibir niños por debajo de los seis años pertenece a las escuelas

privadas, si no hay en el municipio escuela materna o clase infantil, y eso aun cuando

estas escuelas libres no tengan clase infantil especial, sin que tengan necesidad de pedir

ninguna autorización.

Hay que destacar que, en este caso, cuando se trata de escuelas privadas, la ley

no fija la edad mínima de entrada de los niños.

Las escuelas maternas o infantiles privadas pueden recibir escolares de los dos

sexos sin la autorización del Consejo departamental, porque las escuelas maternas y las

clases infantiles están destinadas, por su misma naturaleza, según los términos del

artículo 7 de la ley del 16 de junio de 1881, a recibir niñas y niños.

Según los términos de los artículos 6 y 15, la enseñanza no puede ser dada en las

clases infantiles nada más que por maestras.

Se puede siempre, sin ninguna formalidad de declaración o de autorización, abrir

una guardería, es decir, reunir niños de ambos sexos de menos de seis años. Como ha

sido declarado en la Cámara de los diputados (sesión del 15 de marzo de 1884), “las

guarderías no están en la ley; la ley no tiene nada que ver con ellas...”.

En estos establecimientos, los niños no pueden recibir la enseñanza de ninguna

de las materias comprendidas en el programa de la instrucción primaria; es el privilegio

de las clases infantiles, cuya apertura especial está sometida a las condiciones de las

escuelas privadas desde el 1 de enero de 1888.

Si ya existe una escuela materna que tiene una directora provista de un

certificado de capacitación para la dirección de salas de guardería anterior a la ley del

30 de octubre de 1886, igualmente si existe una escuela privada, estas escuelas pueden

añadir una clase infantil, sin pedir ninguna autorización y sin tener necesidad de hacer

declaración. Es suficiente informar al inspector de la Academia en el caso de anexión de

una clase infantil a una escuela privada. El artículo 36, lejos de imponer ninguna

formalidad previa, reserva a la escuela privada ya existente, su libertad plena y entera y

le permite recibir niños de ambos sexos, de una edad inferior a los seis años, en

competencia con las escuelas infantiles públicas.

4. - Formalidades exigidas para la apertura de las escuelas privadas

Todo maestro que quiere abrir una escuela privada debe previamente declarar

su intención al alcalde del municipio en el que quiere establecerse y designar el local.

El alcalde entrega inmediatamente al solicitante un resguardo de la declaración

Page 260: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

262

y hace poner en la cartelera esta declaración, en la puerta del ayuntamiento, durante

un mes.

Si el alcalde juzga que el local no es conveniente por razón de las buenas

costumbres o de la higiene, formulará dentro de los ocho días la negativa a la apertura

de la escuela, y de ello informa al solicitante.

Las mismas declaraciones deben hacerse en caso de cambio del local de la

escuela o en caso de admisión de alumnos internos (Ley del 30 de octubre de 1886, art.

37).

El solicitante dirige las mismas declaraciones al prefecto, al inspector de la

Academia y al procurador de la República; añade, además, para el inspector de la

Academia, su certificado de nacimiento, sus títulos, el extracto de su registro de los

antecedentes penales, la indicación de los lugares en los que ha residido y de

profesiones que ha ejercido durante los diez años precedentes, el plano de los locales

destinados al establecimiento, y, si pertenece a una asociación, una copia de los

estatutos de esta asociación.

El inspector de la Academia, sea de oficio, sea a causa de alguna queja del

procurador de la República, puede formular oposición a la apertura de una escuela

privada en interés de las buenas costumbres o de la higiene.

Cuando se trata de un maestro público despedido, que quiere establecerse como

maestro privado en el municipio en el que ejercía, la negativa puede formularse en el

interés del orden público.

Ante la falta de la negativa, la escuela queda abierta cuando expira el mes, sin

ninguna otra formalidad (Ley del 30 de octubre de 1886, art. 38).

Según la nueva ley, el alcalde no puede exigir la declaración de los lugares en

los que el solicitante ha residido o de las profesiones que él ha ejercido; el alcalde no

puede hacer nada más que una oposición puramente material, fundada sobre las

condiciones del local propuesto.

El alcalde debe, pues:

1º Dar al solicitante un recibo de su declaración.

2º Hacer que se coloque en la cartelera de la puerta del ayuntamiento la

mencionada declaración y que permanezca allí durante un mes.

3º Puede, si ello ha lugar, formular la negativa a la apertura de la escuela. Esta

negativa no puede descansar sobre otros motivos que los del interés por las buenas

costumbres y la higiene.

El alcalde tiene un plazo de ocho días para formular esta negativa. Él mismo usa

del derecho a la negativa sin tener, como en otro tiempo, que consultar con el prefecto.

Para enviar todos los documentos, el solicitante hará bien si los confía a correos

Page 261: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

263

o en la ventanilla de la oficina y exige un resguardo que constate la exactitud de la

relación detallada de los documentos adjuntados. La apertura de escuelas privadas ha

sido retardada por la desaparición de documentos de los que ha sido preciso solicitar los

duplicados.

Los diplomas a adjuntar para el inspector de la Academia son los certificados

necesarios según la naturaleza de la escuela que se trata de abrir.

El certificado de penales debe ser solicitado en la escribanía y archivo del

tribunal civil del distrito en el que nació el solicitante. La solicitud debe ser hecha en

papel timbrado. El derecho de escribanía es de 3 francos, 65 céntimos. El certificado de

penales es entregado por el ministro de Justicia a los solicitantes nacidos en Alsacia

Lorena o en las colonias. En este caso, la solicitud es transmitida por el escribano

forense del tribunal del distrito en el que el solicitante tiene su domicilio.

En caso de cambio en el local de la escuela no hay que hacer declaración.

Pero en caso de cambio del mismo local, cuando se traslada la escuela a un local

nuevo, el artículo 37 prescribe una simple declaración al alcalde que es juez del local; el

maestro no tiene que proporcionar los otros documentos que le conciernen

personalmente, puesto que permanece lo que había.

Los locales de una escuela libre no tienen necesidad de estar conformes a las

indicaciones dadas por las actas y reglamentos administrativos en cuanto a las

condiciones materiales de instalación. Sin embargo, será bueno que ofrezcan

condiciones análogas.

La copia de los estatutos de la asociación a la que pertenece el maestro se reduce

a una indicación con una llamada a los estatutos y mención de la fecha de

reconocimiento cuando se trata de los miembros de Congregaciones reconocidas por el

Estado.

En cuanto a los miembros de otras asociaciones, no deben comunicar nada más

que la parte de sus estatutos que afecta al ejercicio de la profesión de maestros y no la

parte que trata más íntimamente de las condiciones de la vida religiosa.

Para no causar estorbo a la administración civil, los maestros miembros de

congregaciones no reconocidos podrían acogerse al derecho común individual sin

mencionar su situación de religiosos, que es puramente del dominio de la conciencia;

está en la prudencia de los superiores el decidir sobre esto, de acuerdo con la autoridad

episcopal.

5. – De la oposición a la apertura de una escuela privada

Las oposiciones a la apertura de una escuela privada son juzgadas

contradictoriamente por el Consejo departamental en el plazo de un mes.

Se puede interponer apelación a la decisión de Consejo departamental dentro de

los diez días a partir de la notificación de esta decisión. La apelación es recibida por el

Page 262: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

264

inspector de la Academia, que la somete al Consejo superior de la Instrucción pública

en su más próxima sesión y juzgado contradictoriamente en el más breve plazo posible.

El maestro apelante puede hacerse asistir o representar por un consejero ante el

Consejo departamental y ante el Consejo superior.

En ningún caso podrá realizarse la apertura antes de la decisión de la apelación

(Ley del 30 de octubre de 1886, art. 39).

El prefecto, informado de la oposición realizada por el alcalde o por el inspector

de la Academia, designa al relator, escogido entre los miembros del Consejo, y, ocho

días antes de la sesión, invita al maestro declarante a comparecer o a hacerse representar

ante el Consejo.

El Consejo, antes de resolver, escucha al interesado, a su consejero o a su

representante, escucha los testimonios y consulta los documentos aportados. Delibera

fuera de la presencia del maestro.

El maestro, después de haber obtenido la aprobación de la oposición a mano

alzada, podrá abrir su escuela ese mismo día y tenerla abierta en tanto que no haya

apelación; pero, una vez formada la apelación, él debería despedir a sus alumnos y

esperar lo que haya resuelto el Consejo superior.

6. – Cierre de las escuelas y prohibición de maestros privados

Quien haya abierto o dirigido una escuela sin cumplir las condiciones prescritas

por los artículos 4, 7 y 8, o sin haber hecho los declaraciones exigidas por los artículos

37 y 38, o antes de que expirase el plazo especificado en el artículo 38, último párrafo,

o finalmente en contravención con las prescripciones del artículo 36, será perseguido

ante el tribunal correccional del lugar del delito y condenado a una multa de 100 a

1.000 francos.

La escuela será cerrada.

En caso de reincidencia, el delincuente será condenado a una prisión de 6 días

a un mes y a una multa de 500 a 2.000 francos.

Las mismas penas serán pronunciadas contra aquel que, en el caso de la

oposición a la apertura de su escuela, la haya abierto antes de que se haya dictado

resolución sobre esta oposición o a pesar de la decisión del Consejo departamental que

haya acogido la oposición, o antes de la decisión de la apelación.

Podrá aplicarse el artículo 463 del Código penal.

La enumeración de los casos de cierre puede ser así formulada completamente:

1º La apertura de una escuela por un maestro no francés, sin haber sido

debidamente autorizado.

Page 263: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

265

2º La apertura por un maestro sin titulación y sin cumplir las condiciones de

capacidad fijadas por la ley del 16 de junio de 1881.

3º La apertura por un maestro empleando adjuntos que no cumplen estas mismas

condiciones.

Los auxiliares están, sin embargo, autorizados por la ley, es decir, los “jóvenes

que se preparan para recibir su diploma de capacitación, pero que no dan clase, o que no

la imparten sino al lado del maestro y bajo su vigilancia y, por así decirlo, a manera de

repeticiones” (Tribunal de Nîmes).

4º La apertura de una escuela en la que la enseñanza fuera dada por maestros que

no tuvieran la edad requerida.

5º La apertura de escuelas, clases o cursos de adultos o de aprendices, si esta

apertura no viene precedida de las formalidades prescritas.

6º La apertura de una escuela antes de haber cumplido las condiciones exigidas

en los artículos 37 y 38.

7º La apertura de una escuela antes de expirar el plazo de un mes.

8º La apertura de una escuela dándole el título de escuela primaria superior, sin

que el director esté provisto del título o diploma necesario.

9º La apertura de una escuela, receptora de niños de ambos sexos, en el caso que

el municipio posea una escuela pública o privada especial para las niñas.

10º La admisión de niños menores de seis años en una escuela no provista de

una clase infantil, si existe en el municipio una escuela materna pública o una clase

infantil pública.

11º La apertura de una escuela a pesar de la oposición formulada por las

autoridades competentes.

12º La apertura de una escuela antes de la aprobación, a mano alzada, de esta

oposición y antes de la decisión sobre la apelación.

El artículo 463 del Código penal se expresa así:

“En todos los casos en los que la pena de prisión y la de multa son dictadas por

el Código penal, si las circunstancias parecen atenuantes, los tribunales correccionales

están autorizados, incluso en caso de reincidencia, a reducir... la prisión incluso por

debajo de los seis días y la multa incluso por encima de los 16 francos. Podrán también

pronunciar por separado una y otra de estas penas e incluso sustituir la multa por la

prisión, sin que en ningún caso pueda estar por debajo de las penas de la simple

policía”.

Page 264: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

266

7. – Otras sanciones legales

A todo maestro privado se le podrá hacer comparecer ante el Consejo

departamental, sobre la denuncia del inspector de la Academia, por causa de falta

grave en el ejercicio de sus funciones, de mala conducta o de inmoralidad, y podrá ser

censurado, o podrá serle prohibido el ejercicio de su profesión sea en el municipio

donde la ejerce, sea en el departamento, según la gravedad de la falta cometida.

Puede también ser castigado con una prohibición durante un tiempo o con una

prohibición absoluta por el Consejo departamental, de la misma forma o siguiendo el

mismo procedimiento que el maestro público.

El maestro castigado con prohibición puede presentar apelación ante el

Consejo superior de la misma forma o siguiendo el mismo procedimiento que el

maestro público.

Esta apelación no será suspensiva (Art. 41).

Es fácil de ver que esta vaga enumeración da paso a la arbitrariedad.

Las penas que puede pronunciar el Consejo departamental son las siguientes:

1º La censura.

2º La prohibición de enseñar en el municipio.

3º La prohibición de enseñar en el departamento.

4º La prohibición temporal, que no puede exceder la duración de 5 años (Art.

31).

5º La prohibición absoluta.

¿Cuáles son las medidas a tomar en caso de prohibición pronunciada contra un

maestro privado?

Parece que puede proveerse la vacante provisional creada por la prohibición por

medio de la designación inmediata de un nuevo maestro que cumpla las condiciones

legales, el cual entrará oficialmente en función, en el plazo de un mes. Esto resulta de la

comparación de las diversas leyes de la enseñanza. En la práctica, el inspector autoriza

oficiosamente al nuevo titular a continuar la enseñanza sin interrupción.

El director deberá, pues, avisar al inspector de la elección que haya hecho y

justificar la capacidad del maestro de quien se trata.

El inculpado tiene el derecho de apelar ante el Consejo superior de la Instrucción

pública; pero esta apelación no es suspensiva.

8. – Bibliografía

1º Publicaciones de la Sociedad general de educación y enseñanza:

Commentaire de la loi du 28 mars 1882.

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267

Commentaire de la loi du 30 octobre 1886.

Les Commissions scolaires.

De la constitution des Sociétés en vue de l’établissement d’écoles libres.

La rétribution scolaire dans les écoles chrétiennes libres.

2º Vidas de santos:

Vie du Bienheureux Jean-Baptiste de la Salle.

Vie du Vénérable Champagnat, fondateur des Petits-Frères de Marie.

Vie de saint Joseph Calasanz, par l’abbé Timon David.

Obras del mismo autor, entre otras: Méthode pour la direction des oeuvres de

jeuneusse.

La lectura de estas tres vidas demostrará que no es suficiente, para formar

cristianos, haber abierto escuelas y haberlas provisto de maestros cristianos, sino que es

precisa la acción sacerdotal continua y sobrenatural para hacer fecundos sus esfuerzos.

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269

CAPÍTULO XVIII ________

EJEMPLO DE ACCIÓN PATRONAL CRISTIANA

EN LA FÁBRICA DE HILADOS DEL SEÑOR VRAU

EN LA CIUDAD DE LILLE

Esta fábrica da ocupación a 540 personas, de las que 400 son mujeres o chicas

jóvenes. Las obras comenzaron allí en 1876. Fueron patronos los señores P. Vrau, hijo,

y Féron-Vrau, quienes con su celo hicieron posible la edificación del centro industrial

de Lille. Dichos patronos llamaron a las Hermanas de la Providencia para confiarles la

organización de las Obras en el taller. Estos consiguieron, en primer lugar, dos

Hermanas; después, cuatro; ahora seis religiosas prestan su colaboración. Las religiosas

tienen su vivienda y su oratorio cerca de los talleres. Su presencia fue fácilmente

aceptada. Pasan su jornada en los talleres. Vigilan, hacen las cuentas del trabajo,

escriben las peticiones de entrada; se interesan por las ausentes o las enfermas; una de

ellas da clases a las chicas jóvenes.

Los obreros de la fábrica se reclutan en los círculos y en los patronatos. El

conjunto forma un ambiente cristiano excepcional.

Los obreros y las obreras entran y salen por salidas diferentes con un cuarto de

hora de intervalo.

La casa Vrau forma, con otras cinco, una especie de federación que constituye la

corporación cristiana de San Nicolás.

La casa tiene un consejo patronal compuesto por los patronos y sus esposas, por

cinco empleados principales y por un capellán. Se estudia en las reuniones mensuales

todo aquello que puede ser emprendido en interés moral o material de los obreros.

Tiene también un Consejo interior para los obreros y otro para las obreras. Un

patrono y el capellán asisten a sus reuniones. Se componen de los vigilantes de los

talleres y de los delegados elegidos por sus compañeros. Estos son los intermediarios

entre el Consejo patronal y el personal.

No podemos sino citar rápidamente las obras de piedad y de moralización, y las

instituciones económicas fundadas sucesivamente por la casa Vrau.

Los talleres tienen emblemas religiosos. Se reza antes y después del trabajo.

Page 268: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

270

Una capilla, fundada en 1886 en la casa de las Hermanas, se presta para las

catequesis, para las confesiones del sábado, para la misa y la comunión durante la

semana, pero siempre con la mayor libertad.

La Cofradía de Nuestra Señora de la Fábrica ha tomado posesión de la casa por

completo: las obreras llevan la cinta y la medalla en el taller.

Los retiros anuales reavivan las buenas voluntades.

El periódico La Croix tiene cien abonados en la fábrica.

Las chicas jóvenes frecuentan el patronato parroquial el domingo. Los sellos de

asistencia que ellas presentan les dan derecho a la distribución de recompensas dos

veces por año.

Los jóvenes obreros frecuentan el patronato o el círculo, según su edad.

Las instituciones económicas son libres. Comprenden: una caja de ayudas

mutuas, una caja de asistencia, un economato popular, una caja de préstamos, una caja

de ahorros.

Esto no es todo, pero es suficiente para indicar cuán poderosa es la vida

corporativa cristiana en la casa Vrau. Es también un oasis en el que la religión colabora

con el bien común, en la paz social y, por añadidura, en la prosperidad material.

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271

CAPÍTULO XIX

_______

EJEMPLO DE ACCIÓN PATRONAL EN LA FÁBRICA, EN EL CAMPO.

HILANDERÍA DE LOS SEÑORES HARMEL EN VAL-DES-BOIS

I. Historia. Las obras de Val-des-Bois datan de 1861. Hasta entonces, ni un

obrero cumplía allí sus deberes religiosos.

Se comenzó por una modesta escuela de las Hijas de la Caridad.

Hicieron falta dos años para arrancar a algunas chicas jóvenes de las seducciones

de las fiestas profanas y agruparlas bajo la bandera de las Hijas de María.

En 1863, tres Hermanos de las Escuelas Cristianas comenzaron la escuela con

los muchachos. En 1867, pudieron, con una quincena de chicos jóvenes y algunos

padres de familia, organizar el Círculo de San José.

El apostolado de las obras iba desarrollando. Algunas conversiones traían a las

familias unas alegrías hasta entonces desconocidas.

La asociación de Santa Ana comenzó a agrupar a las madres de familia en 1868.

Esto fue un gran progreso. La paz del hogar, la economía doméstica, la educación de los

niños reciben un maravilloso crecimiento.

Un modesto oratorio había sido inaugurado en 1862. Fue después reemplazado

por una hermosa capilla gótica.

Desde 1870, las diversas asociaciones se reúnen en un todo que se llama la

corporación cristiana. Su unión está cimentada por instituciones económicas que

gobierna el Consejo corporativo.

La práctica cristiana, que era desconocida en la fábrica antes de las obras, ha

venido a ser la regla general. Tres cuartas partes de la población de la fábrica forman

parte de las asociaciones. En la capilla de la fábrica hay 1.300 comuniones por mes y,

sin embargo, la libertad sobre este punto es absoluta.

La población obrera de Val-des-Bois ha tomado una fisonomía de honestidad, de

dulzura, de buen tono, como no se encuentra nada semejante en otra parte.

Page 270: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

272

II. Personal. Los patronos viven en medio de su población obrera. Ellos invitan

a los consejeros a su mesa en diversas circunstancias.

En 1893, le Bon Père [el buen padre] invitaba a cenar, en semana,

sucesivamente, a las 28 secciones que comprenden a todos los hombres de la fábrica.

Según una tradición constante en la familia, el futuro patrono hace su

aprendizaje en la fábrica y pasa sucesivamente por cada uno de los servicios.

No deja un puesto, hasta que ha podido sustituir por completo al obrero o al

capataz por cuya cuenta trabaja, durante una o dos semanas de permiso concedidas al

titular.

Los encargados y empleados son escogidos, en lo posible, entre las familias de

los antiguos obreros, que tienen así en perspectiva cierto ascenso profesional. La

autoridad de los encargados es limitada. No pueden ni contratar, ni expulsar, y las

multas que ponen no son definitivas, sino hasta después de haber sido firmadas por un

patrono.

Parecen preferibles las amonestaciones, y no tienen el aspecto odioso de la

retención de salario. La suma de multas pagadas cada año a la Sociedad de ayudas

mutuas pasa apenas de los 20 francos.

El recurso al patrono se mantiene para todos sin distinción.

La plantilla de obreros comprende 610 personas, de las cuales 400 son hombres

y chicos jóvenes y 210, mujeres y chicas jóvenes.

Las escuelas dirigidas por los Hermanos de las Escuelas cristianas y las

Hermanas Siervas del Corazón de Jesús (de Saint-Quintin) reciben 355 niños.

Se ha formado una compañía de veteranos con obreros que han trabajado más de

25 años en la fábrica. Tiene su Consejo, sus insignias y sus fiestas. Cuenta con 50

miembros. Uno de ellos lleva una condecoración de la Santa Sede, ocho llevan la

condecoración tricolor de la medalla de honor del Ministerio, otros han recibido

diplomas de Reims o de París.

Doce obreros tienen más de 40 años de servicio en la fábrica; 30 tienen más de

30 años.

La población obrera de Val ha dado ya a la Iglesia sacerdotes, religiosos y

religiosas. En marzo de 1895, contaba con 14 alumnos eclesiásticos.

III. Asociaciones fundamentales. La población obrera está repartida en las

siguientes asociaciones:

San Luis Gonzaga, desde los 6 a los 13 años 93

Pequeño Círculo, desde los 13 a los 16 años 34 440 hombres

Hombres mayores de 16 años (Círculo) 313

Page 271: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

273

Santa Filomena, niñas desde los 6 a los 11 años 55

Santa Inés, desde los 11 a los 15 años 51

Hijas de María, desde los 15 años hasta el matrimonio 132 469 mujeres

Santa Ana, mujeres casadas 231

Estas asociaciones tienen cada una su gobierno autónomo por medio de

Consejos nombrados por sus iguales.

Cierto número de hombres no pertenece a asociaciones, que no alcanzan

tampoco a todas las mujeres y a todas las chicas jóvenes. El reclutamiento se hace por el

apostolado mutuo en la mayor libertad.

IV. Higiene y trabajo. Las salas de las fábricas tienen seis metros de altura. Son

espaciosas y están ampliamente iluminadas.

La ventilación es producida por ventiladores que limpian cada uno 10.000

metros cúbicos de aire por hora.

Señales dispuestas en cada sala permiten la parada inmediata de los motores en

caso de peligro. Las máquinas no se ponen en movimiento antes de que dos

advertencias sucesivas hayan prevenido a los obreros. Se toman minuciosas

precauciones para evitar la limpieza en marcha, etc.

El trabajo comienza a las 6 menos cuarto para terminar a las 6 de la tarde, con

un cuarto de hora de parada a las 8 y media; y una hora a mediodía.

V. Salarios. La media de los salarios de los hilanderos pasa de los 5 francos con

cincuenta; la media para las obreras pasa de los dos francos.

La fábrica da trabajo a todos los miembros de la misma familia, de donde resulta

una ventaja moral para el padre y los hijos, la de vivir juntos en la fábrica como en el

hogar, y una ventaja material, la de acumular los salarios. De esta forma, ciertas familias

reciben cada año más de cinco mil francos, a causa del número de sus miembros cuyo

trabajo está asegurado.

El trabajo no fue interrumpido ni durante los disturbios civiles de 1848, ni

durante la guerra de 1870-71.

Nunca ha habido huelgas.

VI. Los coadyuvantes del salario. Los obreros se alojan en casas cómodas e

independientes, cuyo alquiler anual varía de 78 a 110 francos, según los grupos. El tipo

de la Ciudad Juana de Arco a 110 francos esta compuesto así: un gran espacio en la

planta baja, espacio para hacer la lavandería y bodega, dos habitaciones en el primer

piso; desván encima; jardín delante de cada vivienda, rodeada de barreras, con cuartos

de baño y cobertizos y trasteros para quitarse de encima los estorbos y para algunos

animales domésticos; más lejos, segundo huerto de un tamaño más considerable.

Page 272: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

274

En caso de enfermedad, la Sociedad de ayuda mutua da derecho a los cuidados

del médico y a los medicamentos para toda la familia y a una indemnización de 1 franco

50 céntimos para el trabajador. Los gastos de los funerales son a cargo de la Sociedad.

Las Hermanas cuidadoras de los enfermos los asisten a domicilio; ellas tienen

una farmacia para la fábrica. El médico realiza todos los días las consultas anunciadas

en las salas de la fábrica y, fuera, por las señales convenidas.

Cuando la vejez altera las fuerzas e impide continuar el trabajo habitual, se

encuentra en la fábrica un trabajo fácil, que permite a los obreros ancianos continuar

ganándose honorablemente su vida.

Cuando hay incapacidad completa, la Caja de previsión, formada

exclusivamente por los patronos, proporciona una pensión en proporción a las

necesidades.

VII. Rendimiento del salario por la Sociedad cooperativa y sus beneficios. Una

Sociedad cooperativa entrega el pan y las telas. Realiza alrededor de 80.000 francos de

negocios al año, y el último trimestre ha dado más de 3.000 francos de beneficio, del

cual la octava parte pertenece a los accionistas y las siete octavas partes a los

cooperativistas, es decir, a los compradores.

Los envíos de otras mercancías son hechos por ciertos proveedores, según los

contratos hechos con ellos.

El beneficio corporativo es un dividendo ordinariamente del 5% sobre las

compras a la Sociedad cooperativa. Es colocado obligatoriamente en la Caja de Ahorros

hasta que el cabeza de familia haya alcanzado la edad de 50 años, salvo en caso de

fallecimiento o de marcha de la fábrica, en cuyos casos es reembolsado.

En esta iniciativa, 189 libretas representan 15.330 francos.

VIII. Salario familiar: Caja de familia. El salario debe alimentar a la familia.

Ahora bien, hay circunstancias en las que es necesario un suplemento, sea a causa del

número de hijos de baja edad, sea como consecuencia de la muerte del jefe de familia o

por cualquier otra causa.

Para llegar a mantener el salario familiar, los patronos han fundado una Caja de

familia, que proporciona los suplementos.

Fue preciso, en primer lugar, determinar la suma necesaria para poder vivir.

En la situación especial de instalación en el campo, con los huertos y las otras

ventajas, los patronos han pensado poder fijar el mínimo indispensable en 4 francos 20

céntimos por semana y por persona, comprendidos los niños pequeños.

Los patronos solos, es decir, en resumen, la empresa, toman esta carga para

facilitar la vida de numerosas familias.

Page 273: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

275

IX. Ahorro. Para facilitar y animar al ahorro, se reciben en las oficinas de pago,

las pequeñas cantidades que el obrero quiere dejar. Estas sumas producen un interés del

5% hasta una cierta cifra, fijada por los reglamentos.

Las chicas jóvenes que forman parte de la asociación de Hijas de María reciben

como dote, además de sus depósitos, una suma igual hasta un total de 100 francos.

El ahorro ha seguido las progresiones morales y religiosas de la población. Era

casi nulo al comienzo de las asociaciones en 1861. Llega ahora a una media de 62.000

francos por año.

Una encuesta hecha permite asegurar que el conjunto de los 50 obreros de la

Compañía de veteranos no posee menos de 225.000 francos en casas, tierras,

inversiones, mobiliarios y depósitos en la Caja de ahorros.

Es interesante saber que las 42 familias de veteranos han tenido, en conjunto,

145 hijos.

X. Organización obrera. El sindicato mixto fue establecido en 1885 siguiendo la

ley.

El Consejo sindical obrero es nombrado por los compañeros. Se reúne cada

semana, los martes. El Consejo patronal tiene sus reuniones el lunes. Cada mes hay una

reunión del Consejo entero.

El Consejo de la fábrica funciona desde 1885. Está compuesto por un obrero de

cada sala, designado por el Consejo sindical obrero entre los ancianos. En estas

reuniones de quincena, estudia con un patrono la higiene y las medidas sanitarias, las

precauciones para impedir los accidentes, la formación de los aprendices, las cuestiones

de producción, de salarios y de primas, las quejas que pueden presentar los obreros por

un motivo cualquiera.

Este Consejo es un auxiliar precioso para ayudar al patrono en el gobierno de la

fábrica, y un instrumento moral muy útil para mantener el buen espíritu, que es

fácilmente alterado por pequeños malentendidos, cuando no son liquidados enseguida.

Las consejeras del taller cumplen las mismas funciones para los talleres de

mujeres de los que ellas son delegadas.

Desde el punto de vista religioso, la capilla, en la que prestan sus servicios dos

capellanes, facilita la práctica de la vida cristiana. Los miembros de la Orden Tercera y

los de las asociaciones de piedad ejercen el apostolado en su entorno.

Toda la acción moral está basada sobre la iniciativa personal y la dedicación de

los mejores, cuya influencia es el fruto del sacrificio y de los servicios prestados. Esto

es lo que mantiene en toda la población el espíritu de familia y de libertad que es el

carácter particular de Val-des-Bois.

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277

CAPÍTULO XX _______

EJEMPLO DE ACCIÓN PATRONAL

EN UNA EXPLOTACIÓN AGRÍCOLA

El municipio de V..., distrito de S..., cuenta con 210 habitantes. Es un pueblo de

agricultura floreciente. La mayor parte de los obreros viven de los trabajos que les

proporciona la gran alquería. Unos encuentran trabajo en ella durante todo el año: son

los carreteros, los vaqueros, batidores y jornaleros. Los otros no están ocupados en la

agricultura más que del 15 de mayo al 15 de noviembre, es decir, durante la bina de las

tierras o el arranque de la remolacha, el secado del heno y la siega. Estos tienen un

oficio cualquiera del cual viven durante el invierno: varios tallan la piedra en las

canteras para la ciudad vecina.

Dos generaciones de patronos cristianos han mantenido, en esa población, el

buen espíritu y el amor al trabajo. No hay mendigos. El último censo registra un

crecimiento de población de 32 habitantes. Se han contado 54 nacimientos y 35

fallecimientos. La embriaguez y el vicio son casi desconocidos. El reposo dominical se

observa en la granja. La prensa parisina no está representada en V... más que por 5

números diarios del Petit Journal. La Croix del departamento envía allí 30 números

cada domingo. Es verdad que los patronos cargan con la mitad de los gastos de

suscripción.

La granja de V... da a los obreros salarios sustanciosos, que se encuentran

todavía acrecentados por diversas instituciones económicas.

Los obreros están alojados en casas sanas y limpias pertenecientes al granjero.

Aquellos que no lo están reciben una indemnización para alojamiento.

Una prima favorece la permanencia de los obreros en la explotación. Reciben

por este título 25 francos el primer año, 50 francos el segundo, 75 francos el tercero y

100 francos los años que siguen.

Cada familia obrera disfruta de un pequeño huerto de tres o cuatro áreas, lo que

le permite el cultivo de patatas y de los cereales o forrajes necesarios para la

alimentación de un puerco y de algunas aves de corral y conejos.

Este campo es labrado y las cosechas son recogidas, lo más frecuentemente, con

los animales y los equipamientos del patrono.

Page 276: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

278

El obrero no es alimentado en la granja, pero tiene derecho cada día a la comida

de mediodía, a la cantidad de caldo necesario para él y su familia, a veces numerosa.

Por un convenio del patrón con un panadero, los obreros pagan su pan a 3

céntimos menos el kilo que los precios habituales.

El patrono trae el carbón por vagones y lo entrega a sus obreros al precio de

mayorista, lo que les supone una bonificación de 10 francos por 1.000 kilos.

Los días de enfermedad debidamente constatada le son pagados al obrero sin

retención alguna.

Gracias a estas diversas ventajas, el salario de la familia de un obrero varía entre

1.700 y 2.000 francos. También, los obreros se quedan largo tiempo en V..., y varios

son laureados del Comicio agrícola (círculo de labradores).

Los patronos mantienen buenas relaciones con el presbiterio. Dan ejemplo de

práctica religiosa. Se interesan por los niños, por las catequesis, por las escuelas y

visitan a los enfermos.

A pesar de esto, no todo es perfecto en V... La práctica religiosa deja todavía

mucho que desear. Faltan las asociaciones. Lo han reconocido los patronos. Van a

organizarlos y a reunirlos en corporación.

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279

CAPÍTULO XXI _______

MONOGRAFÍA: COFRADÍA, SINDICATO Y CAJA DE CRÉDITO

EN UNA PARROQUIA RURAL DE SAONE ET LOIRE

En P..., gracias al ardiente celo del Señor cura, las obras sociales han logrado ya

un desarrollo casi completo.

Nosotros hemos mantenido correspondencia con el cura de P... Le hemos pedido

que haga una exposición de su método y de sus obras. Él ha respondido a nuestro deseo.

Vamos a dar unos extractos de sus cartas. Nuestros lectores no saldrán perdiendo. Se

siente latir, bajo este estilo tan cálido como sencillo, un corazón de apóstol.

“Comencé, nos dice, en Tournous a ocuparme de un Círculo católico, fundado

con la ayuda de una decena de cantores que había cultivado durante dos largos

inviernos.

En P... hice lo mismo. Para hacer un bien sólido y serio, es preciso ir

progresivamente. A menudo se quiere ir demasiado deprisa, uno se apresura, después se

desanima, o bien se acumulan pesos que, al derrumbarse, le aplastan.

Es muy simple y muy natural para un sacerdote hacer que penetren en cinco o

seis cabezas las ideas que tiene él, y con estos hombres, formados lentamente, ejercer

una acción eficaz.

¿Por qué no se toma por modelo a Nuestro Señor Jesucristo? Es muy sencillo y

muy fácil cuidar de algunos prosélitos. No faltan los males que es preciso remediar, ni

los medios para sanarlos. Todo es tener una idea y tres o cuatro hombres para hacerla

valer”.

Se ve ya, por este preámbulo, que el cura de P... es un discípulo del abbé

Garnier. Conoce el método, y lo aplica.

Justamente, acababa de hacer una descripción de sus obras para el señor Garnier.

Nos la copió simplemente. Es un documento muy interesante, porque nos muestra el

método del abbé Garnier aplicado por un apóstol que sabe sacarle un gran partido. El

cura de P... y el señor Garnier nos perdonarán por entregar al público la carta que

traiciona su celo. Es por el bien general. Hela aquí:

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280

Carta al Señor abbé Garnier

7 de junio de 1893

“Señor abbé,

Usted me hace el honor de pedirme una monografía de las obras de P...: Comité,

reuniones, misa mensual, etc.

Es un deber para mí responder a su deseo, puesto que fue gracias a sus lecciones

como comencé a recoger algunos de los frutos que serán consuelo de todo sacerdote que

siga sus indicaciones. Sé que usted quisiera tener cien voces para devolver la confianza

al desanimado clero parroquial. Deseo a todos aquellos que le lean o le escuchen que

intenten seriamente realizar la experiencia.

Hace 17 años que fui nombrado cura de una parroquia que no llegaba a las 800

almas. La situación no era brillante...: ocho o diez hombres y unas sesenta mujeres

asistían a misa. En Pascua, el cura debía considerarse dichoso de dar la sagrada

comunión a seis o siete hombres. No se enfadaba porque se hicieran tareas públicas los

domingos; por ejemplo, el día de Pentecostés se veían más de 20 máquinas acarreando

tierra. En fin, el Consejo municipal pagaba al chantre para que no cantase en la iglesia.

Era preciso orientarse bien. Durante tres años solicité a algunos hombres que me

prestasen su colaboración, ya fuera para el canto, ya fuera para una acción social

cualquiera. Yo quería tener hombres de confianza, para que me ayudaran, en primer

lugar, a soportar mi triste posición y, después, a salir de ella. En mi opinión, un

sacerdote que no quiera tomar su parte en el mal y cruzarse de brazos, es preciso que

comience por esto. Nuestra acción directa sobre el conjunto será siempre obstaculizada

y contrarrestada por mil prejuicios y sentimientos de desconfianza. Nosotros no

podemos tener mejor maestro que Nuestro Señor Jesucristo, cuyo método traza, de

nuevo exactamente, en sus opúsculos.

Estos hombres han sido tacaños. Me respondían como sucede por todas partes.

“No hay nada que hacer; hace mucho tiempo que nosotros conocemos el pueblo”. Yo no

dejaba de repetirles: “Es imposible que tres o cuatro hombres que tienen convicción,

que tienen la verdad y el buen sentido para ello, no logren ganar terreno, si se

entienden”.

Finalmente, había conseguido agrupar a cuatro o cinco para los ejercicios de

canto, y a ocho o diez para las reuniones familiares en la víspera del domingo en el

presbiterio, cuando leí en La Croix de París (pequeño periódico que habrá influido

mucho en el destino de Francia) la explicación detallada de su método. Era

precisamente lo que yo buscaba. Feliz con este descubrimiento, comuniqué a mis

hombres en dos veladas nocturnas, en el intervalo de los cantos esta hermosa teoría, y

les pregunté qué opinaban al respecto. Un poco por cortesía, me respondieron que se

podría probar.

Estábamos en el otoño de 1890. Se trataba de realizar un primer agrupamiento

de todos los hombres que dieran sus nombres a una liga de oraciones en la que se les

pediría una simple Ave María por día. Mis novicios apóstoles pusieron la liga por las

nubes en la vecindad y, en la quincena, reclutaron 30 adherentes. Les había costado y

les felicité por el resultado. Se trataba después de sacar partido de este primer

Page 279: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

281

agrupamiento. Se organizó una conferencia a la que todos fueron invitados. Se temía un

fracaso completo. Vinieron casi todos. El Comité o Consejo fue organizado y

compuesto por ocho hombres de buena voluntad.

Animados por este primer éxito, continuaron su propaganda con más energía.

Tuvieron que luchar mucho. Era preciso volver a levantar su ánimo de tiempo en

tiempo. Finalmente, se dieron cinco conferencias en este mismo invierno. El número de

oyentes iba creciendo de día en día. En la quinta eran 70.

Los temas tratados en estas conferencias fueron: la decadencia moral, material y

religiosa de Francia según las estadísticas; después, la necesidad, para las personas

honestas, de ocuparse de los intereses públicos, pues una sociedad dirigida por sectarios

impíos y francmasones no puede prosperar.

Nosotros habíamos anunciado, para el invierno siguiente, la fundación de una

fraternidad de asistencia mutua. Había, necesariamente, que hacer una selección entre el

primer agrupamiento, en el que se habían reunido a finales del invierno ochenta

miembros. Se admitirían en la confraternidad a todos los miembros que aceptasen asistir

a la misa mensual, y la hermandad debía servir de base a un sindicato agrícola y a una

banca popular. Nosotros queríamos formar una asociación sin introducir en ella

elementos de disolución por la divergencia de los sentimientos. Dos cosas han sido, para

mí, de gran ayuda, su paso por Tournus y el concurso de mi casero, un excelente

cristiano.

El invierno siguiente hubo reanudación de reuniones y de conferencias. Debo

decir que al final del primer invierno, al salir de la última conferencia, uno de los

asistentes me dijo: “Señor cura, estábamos contentos de encontrarnos reunidos este

invierno. ¿Será preciso esperar hasta el invierno próximo sin vernos? ¡Si se fundase un

Círculo como en Tournus!”. Varios miembros eran de la misma opinión. Se busca y se

encuentra un local como para las conferencias. Se pueden conseguir algunas sillas,

algunas mesas, y el círculo funciona sin hacer ruido. Se informa y se introducen los

reglamentos de los círculos católicos de obreros, que han seguido lo mejor que han

podido, y para la fiesta de Navidad diecinueve miembros fueron admitidos siguiendo las

formalidades. Doce de entre ellos habían comulgado en la misa del gallo.

En la última fiesta de Navidad hemos recibidos otros diez nuevos miembros.

En la primavera del año 1892 estaba fundada la confraternidad con el nombre de

San Isidro, con treinta y dos miembros; poco después, organizamos la banca popular y

el sindicato, del que sólo los miembros de la fraternidad pueden aprovecharse. Estas dos

instituciones comienzan a ser apreciadas muy en serio.

Gracias a este movimiento, se da una vuelta notable, aunque todavía no

generalizada, hacia las prácticas religiosas. Al campesino y al obrero no les falta el buen

sentido; cuando ellos ven al sacerdote dedicarse a sus intereses, sus prejuicios contra la

religión caen insensiblemente. Las relaciones frecuentes con el sacerdote hacen pronto

el resto y los conducen a las conversiones serias. Los miembros del Consejo serían

incluso más severos que yo para la admisión de nuevos miembros y para la observancia

de los reglamentos religiosos.

Page 280: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

282

Brevemente, son ya dos años en los que he tenido la satisfacción de ver a una

treintena de hombres aproximarse a la Santa Misa. La asistencia a la misa ha aumentado

para el conjunto en una buena cuarta parte y para los hombres se ha triplicado. Todos

los meses tenemos nuestra misa mensual: cuarenta hombres al menos asisten a ella.

Después de la misa, hay reunión del sindicato para tratar de compras y de ventas.

La fraternidad y, como consecuencia, el sindicato y la banca popular cuentan

actualmente una cincuentena de miembros. Cada Consejo se reúne una vez por mes.

Hace cinco o seis años pudimos, gracias a algunas gestiones y peticiones

personales, ver participar en la procesión del Corpus, como algo extraordinario, a veinte

hombres. Este año se han contado más de sesenta. Esto nos da ánimos y nos llena el

corazón de energía. El asunto está en marcha; ahora, lo más difícil está hecho.

Debo añadir que, al principio, he hecho muchos esfuerzos para formar los

Consejos de cada asociación y para hacer aceptar su autoridad. Parecía que no se quería

sufrir la dirección de sus iguales. Poco a poco, por nuestra organización, se volverá a los

principios de jerarquía y autoridad, aceptando una dirección paternal con miras al bien.

Los padres de familia, poniéndose de acuerdo, serán más fuertes para hacer respetar su

autoridad y cumplir los deberes preparando una multitud de reformas. Pero es preciso

dedicar tiempo y no actuar bruscamente.

¡Ah! Si todos los sacerdotes quisieran probar! Hay en Francia 40.000 sacerdotes.

¡Cómo serían pronto aplastadas las sectas masónicas!

Tengo la confianza de que entraremos en esta línea. El clero comienza a

comprenderlo. Usted ayuda poderosamente a vulgarizar estas ideas. Pido al Señor que

bendiga sus esfuerzos”.

A esta exposición del Señor Cura de P..., para la edificación de nuestros lectores,

nos parece útil añadir algunas informaciones, sobre la cofradía, el sindicato y la banca

popular que él ha fundado. Demos, en primer lugar los reglamentos de la confraternidad

de San Isidro.

Cofradía de San Isidro - Reglamento

Nosotros, labradores, cultivadores de P..., queriendo imitar el ejemplo que nos

dieron los siglos cristianos, nos reunimos en confraternidad, para ayudarnos

recíprocamente, para honrar la útil y noble profesión de nuestros padres, para mantener

la religión católica que, por desdicha de los tiempos, está amenazada y atacada por todas

partes en este país de Francia y, finalmente, para conformarnos al deseo de nuestro

Santo Padre el Papa, que ha recomendado estas asociaciones. Hemos adoptado las

reglas siguientes1:

ARTÍCULO PRIMERO. – El número de cohermanos de san Isidro es ilimitado.

Cada uno puede ser admitido si cumple las condiciones que siguen.

ART. 2. – Todo candidato debe ofrecer la garantía de una probidad reconocida y

de la estima general.

1 Abreviamos un poco.

Page 281: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

283

ART. 3. – No será admitido si alguna acusación grave y justificada pesa sobre él.

ART. 4. – Si la acusación fundada es posterior a su admisión será excluido.

ART. 5. – Los cohermanos se comprometen a vivir como buenos cristianos; a

asistir a misa los domingos y fiestas; a no trabajar el domingo, salvo en los casos de

fuerza mayor; a abstenerse de toda blasfemia y juramento; y a velar para que sus hijos y

sirvientes observen este precepto.

Harán, al menos por la noche, la oración común en familia.

ART. 6. – Los cohermanos se prestarán servicio en toda ocasión. Se visitarán en

sus enfermedades. Si tiene uno de sus animales de labor enfermo, un cohermano le

prestará una yunta, si es posible. Ningún salario se pagará por esta colaboración

fraterna.

ART. 7. – Al fallecimiento de un cohermano, todos asistirán a sus funerales bajo

pena de 50 céntimos de franco de multa, salvo excusa válida. Se celebrarán dentro del

año dos misas por él a expensas de la confraternidad.

ART. 8. – La cofradía se reunirá en asamblea general, todos los años, el

domingo que precede a la fiesta de san Isidro.

En esta reunión, después de la oración y del control de asistencia, se hará el

rendimiento de cuentas por el tesorero y las observaciones del presidente, y se votará, en

una hoja en secreto, para la admisión de nuevos candidatos. El derecho fijo de entrada

es de 3 francos 50 céntimos, la cotización anual es de 1 franco 20 céntimos.

Los cohermanos disfrutan de un descuento de 2/5 sobre las facturas del médico y

del farmacéutico: a saber 1/5 concedido por los médicos y farmacéuticos mismos y 1/5

pagado por la confraternidad.

La asamblea anual reelige el buró que comprende un presidente, un secretario y

un tesorero. Son reelegibles.

El presidente está encargado de mantener el reglamento. Recibe las

reclamaciones y hace partícipe de ellas a la asamblea general.

El secretario convoca a las reuniones, a los entierros, a la misa de la fiesta

patronal y al banquete, que deberá hacer preparar.

El tesorero recibe las cotizaciones, provee a los gastos y entrega sus cuentas a la

asamblea. La reserva es prestada por un año y en subasta a un cohermano que

proporciona una caución aceptada por la asamblea.

ART. 9. – Todos los años, el día de san Isidro será celebrada una misa solemne

con pan bendito, y todos los cohermanos asistirán a ella bajo la pena de una multa de 50

céntimos de franco.

ART. 10. – Un banquete común reunirá a todos ese día.

Page 282: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

284

ART. 11. – A la fraternidad se ha unido un seguro mutuo sobre la mortalidad del

ganado.

ART. 12. – Se añadirá también una caja de crédito y un sindicato, y todas las

otras instituciones que se juzguen oportunas.

Algunas notas sobre el sindicato de P...

Ha sido fundado en octubre de 1892, después de varios meses de negociación

con la prefectura (Este inconveniente puede evitarse con los estatutos bien hechos).

Un sindicato, ensayado precedentemente en P..., sin base cristiana había

fracasado.

El sindicato ha realizado en 18 meses un volumen de negocios de 5.350 francos,

de los cuales 3.000 francos en los seis últimos meses. Las compras en común han

consistido en castañas, algodón de Egipto, tortas, carbón, fertilizantes, maíz, petróleo,

arroz, grasa y jabón. Además, para las harinas, el salvado y el vino, los miembros del

sindicato se han dirigido directamente a los proveedores que habían consentido una

reducción en su favor.

Notas sobre la banca popular

La banca de P... no ha adoptado el reglamento de las bancas Durand-Raiffeisen,

porque la solidaridad asustaba a sus miembros. Ella recibe depósitos o acciones de

cincuenta francos al tres y medio por ciento de interés; y ha hecho sus préstamos por

fracciones de cincuenta francos al cuatro por ciento. Ha prestado 1.000 francos en dos

años.

Es preciso señalar también la irradiación de estas obras de P... Se convierten en

un modelo, en un foco de animación y en un estímulo para los pueblos del entorno.

Esta parroquia se convierte en un centro de acción. En el mes de noviembre

último, una conferencia reunía allí a 80 representantes de las parroquias vecinas. Se les

exponía las ventajas de los sindicatos cristianos y su diferencia con los otros, que tienen

bastante mala fama. Los sindicatos, animados del espíritu socialista, son una agrupación

de fuerzas brutales: empujan a los obreros a la revuelta, a la insubordinación, a la

huelga. Han constituido también sindicatos de asuntos. Han languidecido por falta de

dedicación y porque no tenían por base un principio poderoso como el de la fraternidad

cristiana.

Nosotros queremos sindicatos cristianos que sean las corporaciones de hoy y que

hagan, como una sola familia moral de toda una población, por la semejanza de los

intereses, por la dedicación de los más inteligentes y de los más afortunados y por los

buenos procedimientos, la deferencia hacia los más modestos.

El progreso, como número, será más lento en estas condiciones, con un

reglamento impregnado de la idea cristiana, pero el sindicato será más estable y,

después de un período de formación más largo y penoso, el progreso será más rápido.

Page 283: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

285

Cada grupo parroquial presente en la conferencia de P... se ha comprometido a

reunirse una o dos veces por mes, a ponerse al corriente sobre la organización de las

obras y a reclutar adherentes.

Una segunda conferencia acabará por determinar a los habitantes y pronto el

sindicato de P... será el padre de otros diez.

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287

CAPÍTULO XXII _______

MONOGRAFÍA: SINDICATO Y OBRAS CONEXAS

EN UNA PARROQUIA RURAL DEL ALTO MARNE

El Señor cura de A... está encargado de dos parroquias rurales que cuentan en

conjunto con 260 habitantes y de una aldea de 80 habitantes, a 1.500 metros.

Los comienzos de su ministerio fueron muy penosos. Prevenidos contra su

actividad, que ellos rechazaban, los alcaldes de esos dos municipios, habiendo sabido su

nombramiento, habían hecho gestiones para apartarlo (de su ministerio). Las señoras lo

habrían recibido de mejor grado con palos que con flores.

No obstante se instaló, pero el vacío se hizo a su alrededor. Las personas de la

localidad que pasaban por católicas, en lugar de venir en su ayuda, le causaron

disgustos, porque no querían sufrir su dirección. En cuanto a los maestros, al médico, al

veterinario, al juez de paz, le eran abiertamente hostiles.

Al no poder abordar directamente a la población, se sirvió del periódico La

Croix, al que añadía el Laboureur, la Vie des saints, algunos Pèlerins. Llegó así a

apaciguar, algo y a la vez, los sentimientos de hostilidad, y la gente comenzó a acercarse

a él.

Las catequesis eran poco seguidas, lo que se debía a realizarse en horas poco

favorables. El cura lo remedió, las puso por la mañana antes de la clase, y estimuló a los

niños con el incentivo del premio. Entonces no hubo que deplorar ausencia alguna.

El Señor cura de A... insiste sobre la necesidad de una sala para las obras.

Debería haberla en todas partes, es una condición casi indispensable para el bien que se

puede realizar. Para conseguirlo, utilizó un cobertizo del presbiterio, con el permiso del

alcalde. Lo transformó, poniéndose él mismo manos a la obra, puesto que maneja

igualmente la garlopa y la Suma de santo Tomás.

Le dio el modesto nombre de sala de catecismo, para no provocar la sospecha de

la administración.

Allí reúne a los niños el jueves y los ocupa con lecciones de Historia sagrada, de

canto, de ceremonias, de lectura del latín, alternadas con juegos. También se preparan

allí las pequeñas sesiones dramáticas.

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288

El ascendiente que ejercía sobre los niños le valió pronto la confianza de las

personas de más edad. Creyó poder emprender la ayuda a los jóvenes empleados de las

granjas. Estos desdichados jóvenes a menudo pasaban la noche armando jaleo por las

calles; los patronos encontraban que su sitio estaba en la cuadra, y no en el cabaret.

Atraía a algunos, que reunía tres o cuatro veces por semana. Así les impedía gastar

inútilmente su dinero.

La sala de obras era el local naturalmente designado para recibirlos. Estaba

caldeada, iluminada, tenía una biblioteca y juegos.

Durante algún tiempo, estos jóvenes fueron objeto de ciertas molestias, pero,

poco a poco, se restableció la calma. Cada velada se terminaba con una breve oración

por las almas del Purgatorio. Varias veces al año se representaban obras de teatro que

tenían un gran éxito.

En varias ocasiones, algunos hombres, atraídos por la curiosidad, se perdían por

las reuniones. El señor cura lo aprovechó para arriesgar la fundación de un sindicato.

Anunció una conferencia que sería dada por un sacerdote que estaba muy al corriente.

Asistió un gran número. Se apoderó de todo el auditorio, que quedó cautivado, y se

fundó el sindicato.

El último año, después del congreso de Val-des-Bois, creó un Círculo de

estudios sociales. El anuncio fue hecho en la iglesia el día de Todos los Santos. En la

semana que siguió, ocho hombres vinieron a inscribirse. Luego, su número se acrecentó.

El señor cura preparaba él mismo las cuestiones o invitaba a los conferenciantes

de la ciudad. El programa de estos modestos economistas del pueblo podría servir de

modelo a las más doctas reuniones.

He aquí los temas tratados:

De la propiedad: su verdadera noción.

Propiedad privada y socialismo.

Del derecho de la herencia.

La granja “Homestead” y la estabilidad del pequeño dominio rural.

Los Papas y los campesinos.

La renta de bienes raíces y las relaciones del propietario y del granjero.

El salario y las cuestiones que con él se relacionan.

Las relaciones de los amos y de los criados.

El estado presente de la agricultura, sus pesares.

Estudio del acondicionamiento de una casa de labrador: planos y presupuestos.

Nociones de química agrícola.

Los impuestos que pesan sobre la agricultura: impuestos directos, derechos de

transmisión de herencia.

El absentismo.

De la representación de la agricultura.

Del comercio y de los privilegios que disfruta: las tarifas de penetración.

El agiotaje, la especulación sobre los productos agrícolas.

El judaísmo.

Las leyes electorales, las leyes escolares.

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289

La enseñanza profesional: escuelas de artes y oficios, escuelas de agricultura,

etc.

A pesar del sindicato, a pesar del Círculo de estudios, el señor cura no había

conquistado plenamente la confianza de sus parroquianos. El establecimiento de una

caja rural hizo caer las últimas barreras. El Señor cura había dado pruebas de que

conocía sus asuntos, adivinaba sus deudas. Les hizo comprender que no podía ayudarles

seriamente si no le suministraban las informaciones de las que tenía necesidad para

enseñarles a llevar bien sus cuentas. Les dio el boceto de un cuadro de ingresos y de

salidas, y les dejó el encargo de llenarlo; a la semana siguiente se lo tomó sin la menor

duda.

El funcionamiento de la caja rural se hacía fácil. Da buenos resultados Los que

la gestionan adquieren influencia marcada en la parroquia, de la que vienen a ser

apóstoles.

Una fraternidad de Nuestra Señora de los Campos cimienta las asociaciones.

Tiene cien inscritos en la pequeña parroquia.

El sindicato ha organizado una cooperativa y ha conseguido ya, en un año,

120.000 francos en negocios.

¡Qué magníficos resultados! ¿No son un aliciente para los hombres de buena

voluntad?

Para ser leales, hay que añadir que las obras no han convertido todavía la

pequeña parroquia. Se cuenta allí, no obstante, con algunos hombres más que antes en la

misa del domingo y en la comunión pascual.

Sobre 250 habitantes, la mitad de los hombres, o sea, alrededor de 80, van a

misa, 45 cumplen con Pascua. Una docena comulga en Navidad; algunos en la

Adoración Perpetua, en la Asunción y en Todos los Santos.

Al darnos estas cifras, el señor cura añadía: “Bendigo a Dios por este resultado,

por incompleto que sea. Creo no equivocarme, al pensar que, sin las obras, habría

perdido un tercio de mis asistentes a la misa de Pascua. Eso es lo que ha sucedido en

varias parroquias de la región. La práctica cristiana ha bajado. Se ha organizado una

oposición sorda e hipócrita. La influencia masónica se hace sentir por la política y por la

prensa hasta en el campo. El respeto religioso del que se había rodeado al sacerdote ha

dado lugar a una sonrisa de piedad. Mi situación, gracias a las obras, es mucho mejor.

No me quedan solamente algunas tímidas ovejas, algunos ancianos inactivos, tengo un

grupo de hombres, con toda la fuerza de la palabra, y trabajo para que estén en

disposición de formar una comunidad cristiana.

Estudio con ellos las cuestiones de agricultura y de administración municipal.

Pongo a su disposición, manuales del alcalde, del secretario municipal, del veterinario,

del labrador, del jardinero, etc. Es preciso que puedan bastarse a sí mismos y que sean

aptos para lo que la divina providencia pueda pedirles.

Esto no es hacer una obra extraña a nuestro ministerio, es preparar el Reino

Page 288: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

290

social de Jesucristo y es la misión del sacerdote”.

He aquí el ministerio como lo entiende León XIII y como lo entendió siempre la

Iglesia antes del galicanismo. Así es preciso actuar por todas partes.

¡Que Dios venga en nuestra ayuda! Con el concurso de las asociaciones y la

práctica de la verdadera pastoral cristiana, pronto habremos restablecido el Reino de

Jesucristo en nuestra querida patria.

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291

APÉNDICE I _______

FORMALIDADES ADMINISTRATIVAS CONCERNIENTES

A LOS SINDICATOS

Cuando el alcalde da el recibo del depósito de los dos ejemplares de los

estatutos, lo puede hacer de la forma siguiente:

Yo, el que firma, alcalde del municipio de_________________________,

declara haber recibido el depósito de dos ejemplares de los estatutos del

sindicato______________________de __________________, que tiene su sede en mi

municipio.

Dando fe de esto, he entregado el presente recibo.

Hecho en ____________, el_________del mes de ________ de 189 _____.

(Sello de la alcaldía) EL ALCALDE,

Firma

Después, conforme a la circular del ministro del Interior del 25 de agosto de

1884, el alcalde está obligado a tener en el ayuntamiento un registro especial donde será

mencionado, en su fecha, el depósito de los estatutos del sindicato, los nombres de los

administradores, la entrega del recibo. Este registro dará fe del cumplimiento de las

formalidades; permitirá remediar la posible pérdida del recibo del depósito.

A continuación el alcalde (art. 4 de la ley del 21 de marzo de 1884, circ. Minist.

del 25 de agosto de 1884) debe enviar un ejemplar de los estatutos al procurador de la

República de su distrito y el otro al prefecto o al subprefecto. En el caso de cambio en

los estatutos o en la administración del sindicato, es obligatorio un nuevo depósito de

los estatutos (Ley del 21 de marzo de 1884, art. 4).

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292

APÉNDICE II _______

SINDICATOS DE INDUSTRIA AGRÍCOLA

Aunque los Estatutos dados en la página 189 puedan ser adoptados, tanto por un

sindicato agrícola y hortícola simple, como por un sindicato al cual se añadiría una Caja

Rural o una institución para la compra en común y el alquiler a los socios de máquinas

agrícolas, nosotros creemos útil dar aquí el modelo de estatutos de un sindicato de la

industria agrícola que encontramos en el interesante folleto Les machines agricoles à la

portée de tous (las máquinas agrícolas al alcance de todos), del sacerdote Fontan.

En efecto, para que un sindicato profesional sea verdaderamente útil, es preciso

que los asociados encuentren en él todas las facilidades posibles.

¿Para que servirían la seguridad en la calidad de los fertilizantes, la calidad y el

buen precio de las materias primas, etc., si el sindicado no pudiera encontrar un medio

económico para conseguir el dinero necesario? Éste es el rol que cumple la caja rural y

obrera.

Hay más, ciertos instrumentos son costosos, no son de un uso continuado y

pueden servir a varios agricultores. La asociación, para ser completa y eficaz, debe,

pues, adquirirlos para alquilárselos a sus miembros. Es, entonces, cuando interviene

útilmente esta asociación anexa al sindicato.

En ciertas localidades, se preferirá, en primer lugar, fundar una Caja rural para

llegar a un sindicato; en otras partes, el sindicato, al contrario, traerá la fundación de la

Caja rural. Lo uno no va apenas sin lo otro. Pero importa poco comenzar por uno más

bien que por el otro, con tal de que de ello resulte el bien. Cada uno, apreciando la

situación y el espíritu local, actuará según las circunstancias y el mejor de los intereses y

de las necesidades inmediatas. Sin embargo, los fundadores de sindicatos que quisieren

añadir a su sindicato comunal una caja rural, harán bien en completar el uno y la otra,

con los dos modelos de estatutos que damos y en los cuales se procura prever todas las

dificultades que podrían presentarse.

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293

PROYECTO DE ESTATUTOS DEL SINDICATO INDUSTRIAL AGRÍCOLA DEL MUNICIPIO DE___________

Organización del sindicato

ARTÍCULO PRIMERO. – Se constituye, entre los abajo firmantes y aquellos

que se adhieran a los presentes estatutos, una asociación profesional agrícola o

sindicato, que será regida por la ley del 21 de marzo de 1884 y por las disposiciones

siguientes.

ART. 2. – La asociación toma el nombre de Sindicato de industria agrícola, su

sede está establecida en _________________________, su duración es ilimitada, así

como el número de sus miembros. Comenzará el día del depósito legal de sus estatutos.

Objetivo del sindicato

ART. 3. – El sindicato tiene por objetivo la compra de máquinas agrícolas para

el uso exclusivo de sus miembros.

Composición del sindicato

ART. 4. – Pueden tan solo formar parte del sindicato del Municipio

de__________________ las personas mayores que gozan de sus derechos civiles, que

pueden justificar su cualidad de miembro del sindicato agrícola de los Pirineos cuya

sede está en Tarbes, Plaza Marcadieu números 19 y 211.

ART. 5. – Los nuevos miembros deben ser agregados por el Consejo de

administración y aceptar todas las obligaciones resultantes de los presentes estatutos.

ART. 6. – Se pierde la condición de sindicado, por fallecimiento, dimisión,

exclusión y por la cesación de condiciones requeridas para ser sindicado. El Consejo de

administración puede, por razones graves, de las que sólo él es el juez, pronunciar la

exclusión de un miembro.

Compra y alquiler de máquinas

ART. 7. – Los capitales necesarios para la compra de máquinas son pedidos en

1 Esta última condición es particular del sindicato del que habla el Señor Fontan. Lo importante

es que el socio se encuentre bien en las condiciones profesionales queridas por la ley.

Page 292: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

294

préstamo por el sindicato a la caja rural de _____________________, de la que debe

ser miembro. El Consejo de administración está, en consecuencia, autorizado a pedir la

admisión del sindicato en la caja rural de dicho municipio.

ART. 8. – Los sindicados se comprometen a dar a la caja rural la fianza

solidaria, que garantiza el reembolso de las sumas que el sindicato haya tomado en

préstamo a la caja rural en los límites establecidos por la asamblea general.

ART. 9. – Cada sindicado que alquile las máquinas pagará al sindicato una suma

que representa los gastos de alquiler según una tarifa que será establecida cada año por

el Consejo de administración.

ART. 10. –Los ingresos brutos del sindicato serán empleados:

1º En el pago de la prima de seguros contra los incendios y los accidentes, si ha

lugar.

2º En el pago de las reparaciones y gastos de mantenimiento de las máquinas.

3º En el pago de los empleados y obreros del sindicato.

4º En el pago de los intereses de los préstamos y en la amortización de estos

préstamos.

ART. 11. – Los excedentes de los ingresos, cuando los préstamos hayan sido

amortizados, serán empleados en constituir un fondo de reserva que permitirá al

sindicato aumentar el número de sus máquinas y reemplazarlas cuando estén fuera de

uso. Este fondo de reserva será depositado en la caja rural a medida que se haya

realizado.

ART. 12. – Los miembros excluidos o dimisionarios no pueden intervenir de

ninguna manera en la administración del sindicato, precintar ni proceder a ninguna otra

medida, sea de la naturaleza que sea. Han perdido todo derecho sobre el patrimonio del

sindicato y no pueden reclamar ninguna parte de las reservas o del material de las

máquinas que pertenece a la asociación sindical.

Administración del sindicato

ART. 13. – El sindicato es administrado por un Consejo de administración

de______ miembros, elegidos por la asamblea general para nueve años. Es renovable

por tercios cada tres años. Los miembros son siempre reelegibles y sus funciones son

enteramente gratuitas.

(Aquí se coloca la lista de los administradores del sindicato)

Los administradores son todos franceses y disfrutan de sus derechos civiles.

ART. 14. – El Consejo de administración elige en su seno un presidente, un

secretario y un contable. Todo acto comprometedor del sindicato debe llevar la firma

del presidente y de otro miembro del Consejo de administración. El Consejo de

administración puede nombrar, bajo su responsabilidad, un gerente, incluso no

sindicado.

Page 293: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

295

ART. 15. – El Consejo de administración tiene todos los poderes que no están

reservados a la asamblea general por los estatutos. Puede tomar en préstamo para la

cuenta del sindicato, en los límites fijados por la asamblea general. Pasa los contratos de

seguros, establece el reglamento interno del sindicato, nombra y revoca los empleados,

determina sus salarios, fija el precio del alquiler de las máquinas, compra el material,

vigila el mantenimiento y las reparaciones, determina el orden en que serán atendidos

los sindicados, recibe sus reclamaciones, puede transigir, conceder las indemnizaciones,

comprometer, etc.

ART. 16. – El Consejo de administración redacta el balance para las cuentas del

sindicato a 31 de diciembre de cada año. Balance y cuentas deben de estar a la

disposición de todo sindicado, en su sede, a partir del primero de febrero.

ART. 17. – La asamblea general ordinaria del sindicato se tendrá el segundo

domingo de febrero de cada año. Examinará las cuentas del año pasado y fijará el

máximo de préstamos que el Consejo de administración estará autorizado a contratar

durante el ejercicio siguiente. La asamblea general es convocada por______________

(poner aquí la manera cómo será dado este aviso), al menos ocho días antes de la

reunión.

Puede convocarse una asamblea general extraordinaria todas las veces que el

Consejo de administración lo juzgue necesario.

ART. 18. – La asamblea general delibera válidamente, sea cual sea el número de

miembros presentes, salvo en el caso en que se haya de deliberar sobre una

modificación de los estatutos o sobre su disolución. En este caso, no puede deliberar,

sino en el caso de que la mayoría de sus miembros estén presentes, si no hay lugar para

convocar una segunda asamblea general, que delibere válidamente, sea cual sea el

número de miembros presentes.

En ningún caso la asamblea general podrá modificar los artículos 19, 20 y 21 de

los presentes estatutos.

Disolución del sindicato

ART. 19. – En caso de disolución del sindicato, el material es vendido y el

precio es ingresado, así como los fondos de reserva, en la caja rural del municipio de

______________, que formará con él una reserva especial cuyas rentas serán ingresadas

en dicha caja y serán empleadas en la fundación de un sindicato análogo, cuando las

necesidades se hagan sentir. En ningún caso estos fondos pueden ser repartidos entre los

sindicadosNOTA

.

ART. 20. – En caso de disolución de la Caja rural antes de la reconstitución de

un nuevo sindicato, la asamblea general que pronuncia la disolución de la caja decidirá

válidamente la atribución de esta reserva especial a una obra de utilidad general, así

como de su reserva propia.

NOTA

Se encontrarán diversos modelos de “reglamento interno”, así como la indicación de las

formalidades a cumplimentar para la inscripción del sindicato como miembro de la caja rural en el librito

del Señor Fontan, Les machines agricoles à la portée de tous.

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296

ART. 21. – Cualquiera que sea la mayoría que se pronuncie por la disolución del

sindicato, un grupo de sindicados en número de cuatro, al menos, tendrá siempre el

derecho de declarar que entiende continuar el sindicato con sus riesgos y peligros. En

este caso, los fondos de reserva y el material serían entregados a este grupo que

continuaría el sindicato de acuerdo con los presentes estatutos, teniendo los otros

sindicados el derecho de presentar su dimisión conforme a las disposiciones de los

presentes estatutos.

Visto y certificado en __________, el _____________(con todas las letras)

El presidente del sindicato El secretario

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297

ÍNDICE

PRESENTACIÓN……………………………………………………………………. 6

TESTIMONIOS…………………………………………………………………….… 7

BIBLIOGRAFÍA GENERAL………………………………………………………… 13

INTRODUCCIÓN: LA CUESTIÓN SOCIAL……………………………………...…15

PRIMERA PARTE: ECONOMÍA SOCIAL………………………………………... 19

CAPÍTULO I: PRINCIPIOS GENERALES………………………………………… 21

1.- La persona humana

2.- La familia

3.- La sociedad – El Estado

4.- La religión

5.- La asociación

6.- La propiedad

7.- El trabajo

8.- La remuneración del trabajo – El salario

9.- El capital

10.- La renta

11.- El beneficio, el interés, la usura

12.- Bibliografía

CAPÍTULO II: ESTADO LAMENTABLE DE LA SOCIEDAD………………...… 43

A. EN LA FAMILIA……………………………………………………………………… 43

1.- La despoblación

2.- El divorcio

3.- Los nacimientos ilegítimos

4.- Los infanticidios

5.- Los niños abandonados

6.- La criminalidad en la infancia

7.- Los suicidios de niños

B. EN LAS COSTUMBRES……………………………………………………………….. 48

8.- Permisividad de la prensa, delitos y escándalos

9.- La permisividad de las calles

C. EN LAS RELACIONES SOCIALES…………………………………………………...… 49

10.- El alcoholismo

11.- La depauperación

Page 296: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

298

12.- El capitalismo

13.- El malestar en la industria

14.- La ruina del pequeño comercio y la pequeña industria

15.- La decadencia de la pequeña propiedad

16.- La crisis agrícola

17.- La especulación y el agiotaje

18.- La crisis de los cambios

19.- Los presupuestos obreros

20.- Las obreras de la aguja

CAPÍTULO III: LA GÉNESIS DEL MALESTAR SOCIAL: FALSAS

NOCIONES DE SOCIEDAD, DEL TRABAJO Y DE LA PROPIEDAD…………... 65

1.- El malestar social proviene en primer lugar de una falsa

concepción de la sociedad.

2.- La concepción antisocial, que ha sustituido a la concepción

social cristiana, es el individualismo o el liberalismo

económico.

3.- Las doctrinas del individualismo han sido introducidas en la

vida social por la Francmasonería, bajo la capa de la

Revolución.

4.- Cómo el liberalismo económico ha concurrido, con el

individualismo impío y revolucionario, a desorganizar la

sociedad, preconizando una falsa noción del trabajo.

5.- Por qué razón los principios de la sociedad moderna no

pueden producir sino la arbitrariedad en las leyes, la

inestabilidad en las instituciones, el egoísmo en las

costumbres.

6.- Por qué razón, bajo la influencia del individualismo, la lucha

ha reemplazado a la armonía entre los hombres y el pueblo ha

sido conducido, por una reacción exagerada, a desear el

colectivismo.

7.- La falsa noción de la sociedad ha engendrado la falsa noción

de la propiedad.

8.- La falsa noción de la propiedad ha falseado el reparto de los

bienes.

9.- La falsa noción de la propiedad ha engendrado la usura.

10.- La usura ha producido la proletarización de las clases

humildes.

11.- La usura ocasiona la desaparición de las familias guardianas

de las tradiciones, en beneficio de algunos especuladores.

12.- La democracia socialista viene a ser forzosamente el ideal del

pueblo.

13.- La anarquía parece al pueblo el medio más seguro de realizar

este ideal.

14.- Cómo terminará esto.

15.- Cómo el abandono del Decálogo y del Evangelio resumen

todas las causas del mal social.

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299

CAPÍTULO IV: DOS AGENTES PODEROSOS DEL MALESTAR

SOCIAL: LA FRANCMASONERÍA Y El JUDAÍSMO…………..…………….. 81

A- FRANCMASONES Y LUCIFERINOS……………………………………………….. 81

1. – ¿De dónde viene la Francmasonería?

2. – ¿Cuál es el objetivo de la Francmasonería?

3. – ¿Cuál es la organización de la Francmasonería? ¿Cuáles son

sus cuadros?

4. – Sus hechos importantes

5. – ¿Qué remedios hay para este inmenso peligro social?

6. – Obras de consulta sobre la Francmasonería

B- LA INVASIÓN JUDÍA………………………………………………………………. 88

1. – Sus confesiones

2. – Su poder

3. – Sus principios y sus doctrinas

4. – Los diques derribados

5. – El remedio

6. – Obras de consulta

CAPÍTULO V: LOS FALSOS REMEDIOS: EL SOCIALISMO Y LA

ANARQUÍA………………………………………………………………………… 97

1. – La historia del socialismo

2. – Lo que no es el socialismo

3. – Lo que es el socialismo

4. – Las varias formas de socialismo

5. – Del socialismo a la anarquía

6. – Refutación racional del socialismo

7. – Refutación por el absurdo

8. – Confesiones cínicas

9. – Una palabra a los moderados

10. – Las pruebas

11. – Otros ejemplos igualmente concluyentes

12. – Conclusión: Por qué no soy socialista

13. – Bibliografía

CAPÍTULO VI: LOS VERDADEROS REMEDIOS: LA ACCIÓN DE

LA IGLESIA………………………………………………………………………… 111

1. – Principio general

2. – El hecho histórico

3. – En la enseñanza y en la acción de la Iglesia está la salvación

4. – Un llamamiento supremo

5. – Las fuentes

6. – Las obras – Su necesidad

7. – Conclusión – Lo que debe ser el sacerdote

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300

CAPÍTULO VII: LOS VERDADEROS REMEDIOS: LA ACCIÓN

DEL ESTADO …………………………………………………………………….. 119

1. – Reposo del domingo

2. – Libertad de enseñanza

3. – Disminución de las cargas militares

4. – El respeto de las inmunidades eclesiásticas

5. – La reforma del impuesto

6. – El agiotaje y la usura

7. – Las pequeñas posesiones rurales

8. – La libertad de testar

9. – La disminución de los gastos de la justicia

10. – Incautación y cesión de salarios

11. – La representación del trabajo y de los intereses profesionales

12. – De las Comisiones mixtas de patronos y obreros para la

vigilancia de las fábricas, de los talleres y de los Consejos

de fábrica

13. – La jornada máxima de trabajo

14. – Revisión de las leyes sobre el trabajo nocturno, sobre el

trabajo de las mujeres y de los niños.

15. – La personalidad civil de los sindicatos

16. – El salario mínimo

17. – El contrato de trabajo

18. – Las cajas de pensiones y los seguros

19. – Convenios internacionales

CAPÍTULO VIII: LOS VERDADEROS REMEDIOS. LA ACCIÓN DE

LAS PARTES INTERESADAS, PATRONOS Y OBREROS……………………135

1. – Deberes de los patronos relativos a la vida física del obrero

2. – Deberes de los patronos relativos a la vida moral de los obreros

3.- Deberes de los patronos relativos a los intereses temporales de

los obreros

4. – Deberes de los patronos fuera de la fábrica

5. – Los medios de acción

CAPÍTULO IX: LOS VERDADEROS REMEDIOS: LA ACCIÓN DE

LAS ASOCIACIONES PROFESIONALES………………………...……………141

1. – Nociones históricas

2. – Principios generales

3. – La corporación en la gran industria

4. – La corporación en las artes y los oficios

5. – La corporación en la agricultura

6. – La corporación en las profesiones liberales

7. – El patrimonio corporativo

8. – Conclusión

Page 299: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

301

APÉNDICE A LA PRIMERA PARTE: PROGRAMA DE LAS

REFORMAS SOCIALES CRISTIANAS, ADOPTADO POR LA

OBRA DE LOS CÍRCULOS CATÓLICOS DE OBREROS……………………….. 149

SEGUNDA PARTE: OBRAS SOCIALES……………………………………….. 153

CAPÍTULO PRELIMINAR: HAY QUE IR AL PUEBLO………………………. 155

CAPÍTULO I: LAS CORPORACIONES Y LA OBRA DE LOS CÍR-

CULOS……………………………………………………………………………… 163

CAPÍTULO II: DE LA VISITA ANUAL DE LA PARROQUIA POR

SU PASTOR………………………………………………………………………... 167

CAPÍTULO III: ¿POR DÓNDE HAY QUE COMENZAR Y CÓMO

PROCEDER? ……………………………………………………………………….. 173

CAPÍTULO IV: LOS SINDICATOS AGRÍCOLAS………………………………. 177

A. Servicios profesionales………………………………………………………. 181

B. Servicios económicos……………………………………………………….. 181

C. Servicios morales y sociales……………………………………………….… 183

APÉNDICE I: Ley del 21 de marzo de 1884 sobre los sindicatos profe-

sionales ……………………………………………………………………………… 187

APÉNDICE II: Proyecto de estatutos para un sindicato agrícola comunal…………189

APÉNDICE III: Proyecto de reglamento interno………………………………….. 192

Publicaciones que consultar sobre los sindicatos

CAPÍTULO V: LA BUENA PRENSA………………………………….………… 195

CAPÍTULO VI: LAS CAJAS RURALES DE CRÉDITO………………………… 205

CAPÍTULO VII: LOS CÍRCULOS RURALES…………………………………… 211

CAPÍTULO VIII: LOS ECONOMATOS Y COOPERATIVAS………………….. 217

CAPÍTULO IX: LAS CAJAS DE FAMILIA……………………………………. 221

CAPÍTULO X: EL SECRETARIADO DEL PUEBLO……………………………. 225

CAPÍTULO XI: CÍRCULOS CRISTIANOS DE ESTUDIOS SOCIA-

LES Y CONGRESOS OBREROS…………………………………………………. 227

CAPÍTULO XII: LA TERCERA ORDEN DE SAN FRANCISCO………………. 233

Page 300: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

302

Obras prácticas sobre la Orden Tercera, necesarias al sacerdote…………………… 236

CAPÍTULO XIII: PATRONATOS Y CÍRCULOS JUVENILES………………… 237

Obras útiles a los directores de los patronatos

CAPÍTULO XIV: LA ARCHICOFRADÍA DE LAS MADRES CRIS-

TIANAS……………………………………………………………………………… 243

CAPÍTULO XV: LAS FRATERNIDADES Y CONGREGACIONES

DE LA SANTÍSIMA VIRGEN……………………………………………………… 247

Asociación de Hijas de María – Asociación de los santos Ángeles

CAPÍTULO XVI: RECUERDO DE ALGUNAS OBRAS ANTIGUAS

QUE NO SON ESTUDIADAS ESPECIALMENTE EN ESTE MANUAL………... 253

A- Obras de acción general……………………………………………………… 253

B- Obras de piedad y de apostolado…………………………………………….. 254

C- Obras de caridad y de patronato………………………………………………255

CAPÍTULO XVII: LAS ESCUELAS CRISTIANAS LIBRES………………….. 257

1.- Del establecimiento de las escuelas cristianas

2.- De la inspección

3.- Admisión de niños de ambos sexos y de niños menores de

seis años en las escuelas primarias.- Formalidades de

apertura para las clases infantiles.- Guarderías

4.- Formalidades exigidas para la apertura de las escuelas

privadas

5.- De la oposición a la apertura de una escuela privada

6.- Cierre de escuelas y prohibición de maestros privados

7.- Otras sanciones legales

8.- Bibliografía

CAPÍTULO XVIII: EJEMPLO DE ACCIÓN PATRONAL CRISTIANA

EN LA FÁBRICA DE HILADOS DEL SEÑOR VRAU, EN LA CIUDAD

DE LILLE……………………………………………………………………………. 269

CAPÍTULO XIX: EJEMPLO DE ACCIÓN PATRONAL EN LA FÁBRI-

CA, EN EL CAMPO. HILANDERÍA DE LOS SEÑORES HARMEL EN

VAL-DES-BOIS………………………………………………………………………271

CAPÍTULO XX: EJEMPLO DE ACCIÓN PATRONAL EN UNA EX-

PLOTACIÓN AGRÍCOLA…………………………………………………………. 277

CAPÍTULO XXI: MONOGRAFÍA: COFRADÍA, SINDICATO Y CAJA

DE CRÉDITO EN UNA PARROQUIA RURAL DE SAONE ET LOIRE………. 279

Cofradía de san Isidro. Reglamento- Algunas notas sobre el sindicato de

P… - Notas sobre la banca popular.

Page 301: Manual Social Cristiano del Padre Dehon

303

CAPÍTULO XXII: MONOGRAFÍA: SINDICATO Y OBRAS CONEXAS

EN UNA PARROQUIA RURAL DEL ALTO MARNE…………………………… 287

APÉNDICE I: Formalidades administrativas concernientes a los sindicatos……… 291

APÉNDICE II: Sobre los sindicatos de industria agrícola…………………………. 292

Proyecto de estatutos del sindicato industrial agrícola del municipio

de___________

Organización del sindicato – Composición del sindicato – Compra y

alquiler de máquinas – Administración del sindicato – Disolución del

sindicato.

ÍNDICE……………………………………………………………………………… 297