mallon, florencia. la sangre del copihue, 2004

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Libro que relata la historia de la Comunidad Mapuche Nicolás Ailío.

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Page 2: MALLON, Florencia. La Sangre Del Copihue, 2004

Mallon, Florencia E. 1951- La sangre del copihue: La comunidad Mapuche de

Nicolás Ailío y el Estado chileno 1906-2001 [texto impreso] 1 Florencia E. Mailon. - 1' ed. - Santiago: LOM Ediciones, 2004.

278 p.: fotos; 16x21 cm.- (Colección Historia)

R.P.I.: 143.109 ISBN : 956-282-686-4

1. Mapuches - Condiciones Sociales 1906 - 2001 2. Mapuches - Chile - Historia 1. Título. Ií. Serie.

Dewey : 980.5.- cdd 21 Cuner : M255s

Fuente: Agencia Catalográfica Chilena

FLORENCIA E. MALLON

La sangre del copihue: La comunidad Mapuche de Nicolás Ailío

y el Estado chileno

Page 3: MALLON, Florencia. La Sangre Del Copihue, 2004

LOM P A L A B R A D E L A L E N G U A Y A M A N A Q U E S I G N I F I C A SOL

O LOM Ediciones Primera edición, 2004

LS.B.N: 956-282-686-4

FLORENCIA E. MALI.ON Registro de Propiedad Intelectual No: 143.109

Motivo de la cubierta: Claudio Péred IMA Fotógrafos

Diseño, Composición y Diagramación: Editorial LOM. Concha y Toro 23, Santiago

Fono: (56-2) 688-52 73 Fax: (56-2) 696 63 88

Impreso en los talleres de LOM Mahirana 9, Santiago

Fono: (56-2) 672 22 36 Fax: (56-2) 673 09 15 web: www.lom.cl

e-mail: [email protected]

En Buenos Aiies EDIN Paraná 230, 1" piso, oficina No 12, Cap. Fed. Fono: 5411-43730980 Fax: 541 1-43734210

editoresindependientes @hotmail.com

Impreso en Santiago de Chile.

" A ~ R I Z A D A SU CIRCW6N EN CUAKm A MS WAS Y CiTAS QUE CONTIENE ESTA OBRA, REFERENTES O RELACIONADAS CON LüS LfMlTES INTERNACIONALES Y FRONTEFAS DEL TERiüTURIO NACIONAL POR RESOLUCI~N NO259 DEL 12 DE OCTUBRE DE 2004 DE LA

h EDICI~N Y CIRCW6N DE WAS, CARTAS GE0CRhCA.S U OTROS IMPRESOS Y DOCUMENTOS QUE SE WZERAN O RELACIONEN

CON m ltaaEs Y FRONTERAS DE C m NO COMPROMETEN, EN MODO ALGUNO, AL ESTADO DE C m DE ACUERDO CON EL ART. 2O, LETRA G) DEL DFL NO83 DE 1979 DEL hkUEU0 DE RELACIONES EXTERIORES".

Dedicación en conjunto de la comunidad y de la autora: A las comunidades Nicolás Ailío I y Nicolás Ailío il,

y a todas sus generaciones, pasadas, presentes y futuras.

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Soy la flor que me despliego junto a las rucas indianas,

la que, al surgir las mañanas en las cumbres soñolientas,

guardo en mis hojas sangrientas, las lágrimas araucanas! ...

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Muchas son las organizaciones y personas que me han ayudado a conocer y comprender la historia de la comunidad de Ailío y que me abrieron la puerta a la limitada comprensión que tengo, en este momento, de la historia Mapuche en general. Mi investigación en Chile en 1996 y 1997 fue financiada por un año sabático de la Universidad de Wisconsin, con fondos adicionales de la Fundación John Simon Guggenheim y una Beca Landes del Insti- tuto de Investigación para el Estudio del Hombre.Visitas posteriores en 1998,1999,2000, 2001 y 2003 fueron costeadas por fondos de investigación de la Universidad de Wisconsin.

En Temuco, el Instituto de Estudios Indígenas de la Universidad de La Frontera y el Centro de Estudios Socioculturales de la Universidad Católica deTemuco me han ofrecido siempre ayuda intelectual y hospitalidad. Los colegas de las dos institucio~es, más notablemente José Aylwin,Teresa Durán, Alejandro Herrera, Jaime Flores, Roberto Morales, Jorge Pinto y José Quidel, me han ayudado y apoyado intelectualmente y con muchísima generosidad. Gustavo y Luis Peralta y María Angélica Cefis, que a través del Centro de Educación y Tecnología (hoy CET-Sur) trabajan con la comunidad de Ailio desde los años '80, han sido sumamente generosos con su tiempo y su ayuda. Aunque nuestro trabajo juntos ha ido en otra dirección, Isolde Reuque Paiiialef y Juan Sánchez Curihuentro siempre me ofrecieron ayuda y apoyo cuando estuve en Temuco. La familia de Isolde, especialmente sus padres don Ernesto Reuque y doña Martina Paiiialef, su hija Liliana y sus hermanos Elvira y Lionel, me han recibido siempre como parte de su lof.Mis amigos y colegas Roberta Bacic, Mano Castro, Gonzalo Leiva, Víctor Maturana, Enrique Pérez y Aldo Vida1 fueron especialmente generosos con su tiempo y su experiencia, ayudándome a comprender la historia de los años posteriores a 1964. Con Mirians García he explorado la bibliografía regional y algunos archivos originalmente en el Museo Regional de la Araucanía; como resultado hemos entablado una muy rica amistad. David Tecklin trabajó el archivo del Conservador de Bienes Raíces de Imperial y me facilitó un resumen de todos los documentos que trataran a José y Graciano Duhalde, por lo que le tengo una gran deuda de gratitud. Elizabeth Brevis me consiguió acceso al expediente sobre Rucalán que existe en el archivo de la Corte de Apelaciones en Temuco, y gracias a ella pude trabajar el archivo de la Intendencia de la M Región. Edith Meyer Durán, por muchos años la encargada del Archivo de Asuntos Indígenas, me recibió con paciencia y generosidad entre 1996 y 1997,

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compartiendo conmigo las carpetas de muchas comunidades Mapuche. Los encargados de los archivos nacionales en Santiago, especialmente en el Archivo Nacional Miraflores y en el Archivo Siglo XX, me ayudaron y atendieron siempre con amistad e interés, aun cuando les cansaba diariamente con pedidos grandes y de difícil acceso. Erika Schilling viuda de Massmann me ayudó a contactarme con la familia Landarretche, especialmente convioleta Maffei viuda de Landarretche y sus hijos Luciano y Arlin Landarretche. Magaly Ortiz desgrabó la mayona de las cintas de mis entrevistas, por lo cual le debo un agradecimiento especialmente grande y cálido. En la Última etapa de este trabajo, cuando ya estaba completo el borrador del libro, he llegado a conocer personalmente y compartir ideas con mi colega "Mapuchistan Christián Martínez. Christián no solo leyó con detenimiento y ojo critico el manuscrito entero, sino que también ha ofrecido agudas sugerencias y mucho apoyo intelectual. Espero que las conversaciones iniciadas con él y con su compañera, lingüista y dirigente Mapuche Elisa Loncon, en la ciudad de México, sigan profundizándose en los años que vienen.

Finalmente, mi familia -norte y sur- me ha apoyado, inspir;lFlo y cuidado durante los siete años en que he trabajado con la comunidad de Ailío. En Estados Unidos y en Chile, mi marido Steve J. Stem ha sido mi ancla intelectual y emocional, siempre listo a conversar y apoyar mi trabajo. Como "padre solteron durante mis viajes a terreno, ha cuidado y apoya- do a nuestros hijos, brindándome, dentro de lo humanamente posible, los espacios de trabajo necesarios sin las preocupaciones. Mis hijos Ramón y Rafael han viajado conmigo a la M Región y han conocido a las familias de la comunidad de Ailío. Cada vez que vuelvo la primera pregunta que se me hace es sobre ellos. Mis padres Ignacia Bemales Mallon y Richard M d o n son el origen de mi interés e identidad multicultural, y siempre han nutri- do mi compromiso con Chile y con Latinoamérica. El resto de mi familia chilena -mis tios Alfredo, Celina y Nieves Bemales; Gastón Gmez y Smirna Romero; Eugenia Rodríguez y Roberto Prat, ya finado; mis primos Florencio y Gabriela, Gastón y Tita, Pablo y Soledad, Chimina y Gonzalo, Ignacio y Alejandra, y Diego; y todos mis sobrinas y sobrinos- me han recibido siempre con cariño y alegría. En varias ocasiones, también me han alojado. En verdad mi familia extendida es ejemplo de cómo el cariño y la hospitalidad pueden cruzar fronteras, y les agradezco a todos su generosidad.

Habna sido difícil divisar, en la madrugada del 20 de diciembre de 1970, el pequeño bote que remaba lentamente, contra la corriente, por el río Imperial. Sentadas entre la niebla espesa de las Últimas horas de la noche, con bultos de comida y algunos niños peque- ños, un grupito de mujeres y los hombres que remaban pensaban en silencio sobre lo que les esperaba. Desde septiembre, cuando habían formado en la comunidad de Ailío un comi- té para recuperar sus tierras, habían estado conversando y preparándose para lo que empezaba a ocurrir. La mayoría de su grupo, hombres de las comunidades Mapuche de Nicolás Ailío y Pichingual, con algunos socios del pueblo de Nehuentúe y trabajadores del fundo cercano del mismo nombre, habían salido antes, caminando por la carretera que corna del oeste hacia el este, bordeando el río, de Nehuentúe hacia la ciudad de Carahue. El propósito de ambos grupos era juntarse nuevamente a unos nueve kilómetros de Ca- rahue y tomar el fundo Rucalán, propiedad de Juan Bautista Landarretche Mendoza y de su esposa, Violeta Maffei Herrera. Doña Marta Antinao, esposa de don Heriberto Ailío, vicepresidente del Comité Ailío, estaba en el bote con su pequeño hijo Martín. Recuerda que también iban con ella una tia de su marido, doña Rosa Ailío, y su madre, doña Juana Ríos. "Llegamos allán, me explicó, "Y nos pasamos al predio adentro y ahí nos quedamos agrupados; había una bodega grande y ahí llegamosn.'

La mayona de los ocupantes se quedaron agrupados, un poco apartados de la puerta de la casa patronal, mientras un grupo más pequeño, compuesto del presidente del Comité Ailío, don Ricardo Mora Canillo, don Heriberto y un "compañeron mirista, conocido como Aquiles o Miguel, se acercaron a tocar a la puerta. Al poco rato se escuchó la voz de una mujer, seguramente la empleada de la casa, quien preguntaba quién era y qué quería. Don Ricardo Mora le dijo que avisara al dueño que acababan de tomar el fundo. Se esperó en silencio mientras la empleada le iba a avisar a su patrón.2

' La información en este párrafo ha sido recopilada en dos fuentes: Entrevista con doña Marta Antinao, Comunidad de Ailío-Tmnapuente, 18 de enero de 1997, y Corte de Apelaaones de Temuco, Causa Crimi- nal No 242- "intendente Gastón Lobos Barrientos contra Juan Bautista Landarretche Mendoza y otros por Infracción de la Ley de Seguridad Interior del Estado", iniciada enTemuco, 26 de Diciembre de 1970. Los datos de este párrafo refieren de lo esencial sobre lo cual están de acuerdo la mayoría de los testimonios ofrecidos en el juicio antedicho: Corte de Apelaaones deTemuw, Causa Criminal No 242, op. c i t

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--- Limite inrernao'onal

' Capital regional . '

Un cuarto de siglo más tarde este momento nebuloso y oscuro, lleno de miedo y expectativas, era todavía recordado por los participantes como un símbolo casi emblemático del potencial y peligro de la época. En ese entonces se acababa de vivir en Chile un histórico proceso electoral en que, una coalición de partidos hegemonizados por la izquierda habia logrado, con poco más de un tercio del voto popular, instalar a un presidente socialista. Se divisaba la radicalización de la reforma agraria establecida por el gobierno demócrata cristiano anterior, y en la misma madrugada de la toma de Rucalán, el flamante Presidente Salvador Allende Gossens estaba en camino a Temuco para presidir la clausura de un

Congreso Nacional Mapuche. Se habían realizado ya otras tomas de terrenos, y en las noticias se comentaba mucho el clima de movilización que se vivía en el campo. Para los campesinos Mapuche y no Mapuche parados en el portón de Rucalán, en esa madrugada húmeda de diciembre, el clima de movilización habia sido fuente de inspiración. Uno de los ocupantes comentaría algunas semanas más tarde que las noticias sobre otras tomas habrían ayudado a convencerlos de iniciar su propia a~c ión .~

Al mismo tiempo, este clima de movilización habia alarmado y puesto en alerta a la clase terrateniente. En los Últimos meses del gobierno demócrata cristiano de Eduardo Frei Montalva se perfilaba ya un problema de toma de fundos en Cautín,puesto que para la elección presidencial el 1 de septiembre de 1970, habia trece fundos al menos parcialmen- te tomados en la provincia. Los dueños de fundo, por su parte, reaccionaron organizándose para la defensa de sus propiedades; al llegar al poder el gobierno de la Unidad Popular se hablaba de armas escondidas en los fundos de la

Este momento era, en realidad, la culminación de todo un proceso de cambio y de con- flicto social que se había dado en Chile a lo largo del siglo XX. Comenzando desde la formación del movimiento obrero a comienzos de siglo y su articulación a los emergentes partidos reformistas y de izquierda, se habían perfilado en el país una serie de proyectos de inclusión social. Empezando con la etapa populista de Arturo Alessandri en la década de los veinte, los intentos de cambio social, de reforma y de apertura hacia las clases popula- res en la sociedad habían causado momentos de enfrentamiento y de represión. Al resolverse esta primera etapa con la conformación de lo que se llegó a conocer como el "Estado de compromiso", en que las coaliciones electorales que llegaban a la presidencia y al congreso respondían parcialmente a las demandas populares al integrar a partidos reformistas y de izquierda, mediante los "frentes popularesn que surgieron a partir de 1938, las zonas rura- les habían quedado fuera de las transacciones poiíticas que se limitaban a aceptar una cierta inclusión de los obreros y de sectores populares urbano^.^

' Corte de Apelaciones deTemuco, Causa Criminal N 9 4 2 "Declaración de José Segundo Pilquinao", f. 215. ' El Mercurio, 2011211970, p. 33; El Diario Austral, 2911211970, p. 8. Véase, para algunas aproximaciones a la historia del siglo XX, Mariana Aylwin et al., Chile en el siglo XX (Santiago: Planeta, 1990); Peter DeShazo, Urban Wwkers and Labor Unions in Chile, 1902-1927 (Madison: University of Wisconsin Press, 1983); Thomas Iíiubock, Contested Communities: Clay Goidet; and Politics in ChiíeLElTeniente Copper Mine, 1904-1951 (DurhaqNC: Duke University Press, 1998); Brian Loveman, Chile: h e Legacy of Hispanic Capitalirni (NuevaYork: Oxford University Press, 1979); Brian Loveman y Elizabeth Lira, Las suaves cenizas del olvido: Vb chilena de d i a c i ó n polítiui, 1814-1932 (Santiago: LOM ediciones1 DIBAM, 1999) y Las ardientes ceniza del olvido: Vía chilena de Reconciliación Polítiui, 1932-1994 (Santiago: LOM edicionesR)JBAM, 2000);MichaelMonteón, Chile in the Nitrate Era:% Evolution of EamomicDependence, 1880-1930 (Madison: University o£ Wisconsin Press, 1982); Luis Ortega (ed.), La Guerra Civil de 1891: Cien aiiac hoy (Santiago: Universidad de Santiago de Chile, 1991); Julio Pinto, Tmbajos y rebeldúls en la pampa ditrera: El cid0 del salitre y la reconfiguración de las identidades populares (18501900) (Santiago: Editorial Universidad de Santiago, 1998); I(arin A. Rosemblatí, Gendered Compromico: Poliricul Cultures and the State in Chile, 1920-1950 (Chape1 Hill: University o£ North Carolina Press, 2000);Gahriel Salazar, Vwlencia

(amtinúa en pág. sigumteJ

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Si las zonas rurales habían quedado fuera del "Estado de compromiso", todavía más marginados habían quedado los Mapuche. Desde la década de los veinte las organizaciones Mapuche, en su mayona formadas por los hijos de los caciques que se habían educado en los colegios urbanos de la región, habían promovido una agenda integracionista. En el tema de la tierra, estos líderes muchas veces apoyaban la división y privatización de las t iems reduccionales, viendo en la separación de la sociedad y la economía chilenas una forma de discriminación y postergación. Un ejemplo destacado de esta tendencia fue Manuel Man- quilef, primer diputado Mapuche, que cuando llegó al Congreso en 1925 presentó un proyecto de ley para dividir la t i e m indígena. Sus esfuerzos dieron como resultado la Ley 4.169, la primera Ley de División, aprobada el 29 de agosto de 1927 y promulgada el 4 de julio de 1928. Los aspectos más importantes de esta Ley eran que cualquier comunero podía pre- sentar una solicitud de división, y que antes de proceder a tal división había que sanear los límites de cada comunidad según el título de merced, asegurando la integridad previa de la cabida. Como veremos más adelante, la necesidad de sanear previamente los límites según el titulo de merced facilitó a la comunidad de Aiiío su petición de 1930, en que buscaban la restitución de las tierras usurpadas después de su radica~ión.~

Al mismo tiempo, ni la división de las comunidades ni la reivindicación territorial Mapuche dentro de los límites establecidos por el proceso de radicación de finales del siglo XM, presentaba una solución aceptable frente al creciente empobrecimiento de la población rural Mapuche a lo largo del siglo XX. Por tanto, como pasaría también en la comunidad de Ailío, algunos líderes empezaron a considerar una alianza con la izquierda, que lograra enfrentar el problema de las t iems Mapuche como parte del problema agrario de la sociedad en suconjunto. La alternativa de alianza de clase, sin embargo, aunque abriera la posibilidad de una coalición de "todos los pobres del campo", cerraba la alternativa más específica de la reivindicación étnica, como pueblo ~ a ~ u c h e . No solamente con la vieja izquierda sindical y del Frente Popular, sino que también con las movilizaciones más radicales de la nueva

política popular en "las grandes alamedas": Santiago de Chile, 1917-1987 (Santiago: Ediciones Sur, 1990); Luis Vitde e t d., Para recuperar la m m o ~ histórica: Frei, Allende y Pinodiet (Santiago: Ediciones ChileAméricaCESOC, 1999); Peter Winn, Weaven of Rmlutiox The Yarur Workers and Chile's Road to Socialkm (NuevaYork: Oxford University Press, 1986) Tejedores de la rmlmihLos trabajodores de Yarur y la via chilena al socialismo. (Santiago. M M ediciones, 2004). Para la exclusión de las zonas n i d e s del proyecto del Frente Popular, véase Brian Loveman, Stncggle in the Countryside: hlitics and Rural Labor in Chile, 19191973 (Bloomington: indiana Univemity Press, 1976), pp.118-124. José Bengoa, Eistaa del pueblo M@e (Si.gias XM y XX) (Santiago: Ediciones Sur, 1985), pags. 382-389. Rolf Foerster y Sonia Montecino, en Organunciono, LLIeres y Contiendns M@es (1900-1970) (Santiago: Centro de Estudios de la Mujer, 1988), hasta ahora el estudio más completo publicado sobre las organizaciones politicas Mapuche en el período post-reduccionai, también muestran que los intentas integracionistas de las organiza- ciones Mapuche de esta época tenían como meta la protección de los derechos de la población Mapuche en su conjunto, fuera urbana o nid. Pam el caso de Manuel Manquilef,verFoerster yMont&o, pp. 6874. Para un ejemplo del intento de mlaboración con la izquierda sindical, véase Mar& Painemal Huenchual con Rolf Foerster, V i de un dirigentehíqnche (Santiago: Grupo de investigaciones Agrarias, 1983 ).

izquierda de la década de 1960, el énfasis estaba fuertemente en los aspectos clasistas de la explotación y de la alianza política. Aun con el gobierno de la Unidad Popular, cuando por primera vez la izquierda controlaba la coalición, la política agraria en general interpelaba al campesino como miembro de una clase social. Esto tampoco cambió dentro de la izquierda más radical, o sea en el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MíR) y su brazo campesino, el Movimiento Campesino Revolucionario (MCR), donde hubo una dramática presencia Mapuche. Aunque se reconociera en el programa regional de lucha del MíR que el campesino Mapuche había vivido una historia de expropiación distinta por su misma identidad de pueblo colonizado, la conclusión era, de todas maneras, que la lucha de clases que unificana al campesinado "chileno" con el campesinado Mapuche era una etapa más "avanzada" de lucha a la cual había que aspirar. La izquierda radical de los años sesenta, por tanto, seguía manejando un "proyecto civilizadorn que tenía como meta final educar a los Mapuche en la política de clase?

Con todas sus limitaciones, empero, el proyecto de reforma agnria comenzado por la Democracia Cristiana y radicalizado por la Unidad Popular fue el primer momento en el siglo XX en que los campesinos pobres Mapuche divisaron una posibilidad de acceder a tiems. En conjunto con otros campesinos pobres, desataron una ola de reivindicaciones, movilizaciones y tomas de tienas que, en conjunto con las otras manifestaciones populares de la época, pusieron en crisis el modelo gradualista del Estado chileno. Para septiembre de 1970, cuando se dieron las elecciones presidenciales, ya las clases dominantes estaban viviendo en un estado constante de tensión, temiendo que el orden social que ellos cono- cían estaba en peligro de derrumbarse. En los próximos dos años se harían cada vez más profundos e intensos estos temores.

Agregadas a las tensiones existentes en la sociedad más amplia, había para finales de 1970 una diferencia de opinión al interior de la comunidad Mapuche de Nicolás Ailío, la cual representaba una de las fuerzas más importantes detrás de la toma.Alos pocos días de la elección presidencial se había formado en Ailío un comité de tierras con participantes de varias comunidades y de trabajadores.de los fundos cercanos. Reunidos en la casa de

' Para un ejemplo del intento de colaboración con la izquierda sindical, véase Martín Painemal Huenchual con Rolf Foerster, V i de un dirigente M a m e (Santiago: G ~ p o de investigaciones Agrarias, 1983 ). Una

i buena introducción a los debates de la Unidad Popular sobre la reforma a@, y la posición de la Unidad Popular en los debates más generales sobre el agm chileno, se puede encontrar en Jaques Chonchol, Si*

i mas agrarias en América Latino: De la etapa prehirpónico a la modernimch m m o d o r a (Santiago, Chile y México, D. E. Fondo de Cultura Económica, 1994) y en María Antonieta Huerta M. Otro Agm para Chile La I historia de la Reforma Agraria en elproceso social y político (Santiago: Ediciones ChileAmérica CESOC, 1989). 1 Para la formulación del programa agrario regional del MiR en Cautín, véase "¡Pan, tierra y socialismo!", Punta Finol,No 121,5 de enero de 1971,pp. 26-32.Un importante resumen analitico dela legislación chilena sobre las tierras Mapuche hasta 1968 se puede encontrar en Wilson Cantoni,"Legislaaón indígena eintegra-

j ción del mapuche", Programa de la Sociología del Cambio Económico, Universidad de Wisconsin, con la I

colaboración del Centro de Estudios sobre la Tenencia de IaTierra, Santiago de Chile, diciembre de 1969. 1 I I

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don Martín Ailío Poma y de su hijo Heriberto Ailío Pilquinao, habían conversado primero el tema de la recuperación de las tierras de la comunidad de Ailío, 45 hectáreas de su total cabida de 120, que habían sido usurpadas por un terrateniente local. Uno de los primeros acuerdos del grupo fue correrles el cerco a dos medianos propietarios que con el tiempo habían terminado en posesión de las tierras de la comunidad. Pero rápidamente se consta- tó que taI acción no resolvería los problemas de todos los miembros del comité, puesto que no todos eran de la misma comunidad y la pobreza de tantos no se podría resolver con solamente 45 hectáreas. Por tanto se empezó a pensar una alternativa más amplia, que casi por definición significana la toma de un fundo 10cal.~

La toma de fundo, sin embargo, no convencía a todos los miembros de la comunidad. Aunque la mayoría estuvo de acuerdo, varios sintieron que era una estrategia extraña a las prácticas locales, que siempre habían pasado por la corte y se habían mantenido dentro dela ley. Se pensó que una toma no daría buenos resultados, porque no era una acción que se hacía "por las buenas"? Entre los que impulsaron la acción directa, por otro lado, había una crítica fuerte de las estrategias legales usadas anteriormente. Se habló de la pobreza sufrida por las nuevas generaciones, del medio siglo de falta de resultados que había dado el legalismo, de la necesidad de desarrollar otra estrategia. El grupo que fundó el Comité Ailío se sintió apoyado adicionalmente por el clima de radicalización de la política clasista, y por el partido político que más representaba esta radicalización, que era el Movimiento de Izquierda Revo- lucionaria (MIR).Varios de los miembros del Comité se hicieron parte del frente campesino del hfíR, el Movimiento Campesino Revolucionario (MCR). La toma de Rucalán se llevaría a cabo con el apoyo del MIR y con la presencia de un asesor mirista?O

Más allá de un debate sobre el legalismo, por tanto, se vivía en Nicolás Ailío a finales de 1970 un conflicto todavía más profundo acerca de las estrategias de restitución Mapuche. Desde finales del siglo anterior, cuando el ejército chileno había logrado finalmente derrotar al pueblo Mapuche, el Estado había entregado cantidades reducidas de tierra a las comuni- dades Mapuche entre los ríos Bío-Bío y Toltén. Con el nombre tremendamente apropiado de "reducciones", estas comunidades, registradas bajo el nombre de su "cacique" (logko', o "ca- beza" en el idioma Mapuche), habían recibido titulo legal, llamado titulo de merced. Supuestamente este documento daba protección legal a los indígenas originalmente estable- cidos allí y a su descendientes directos, además de lo cual la propiedad era comunitaria aunque el usufructo tendía a ser individual. En la práctica, sin embargo, las instituciones estatales locales favorecían a los propietarios no Mapuche y se hizo poco para velar por los

COrte de Apelaciones de Temuco, Causa Criminal No 242: "Declaraaón de Ricardo Mora Carrillo", Hospital Regional deTemucq30 de diciembre 1970,f.140, y 31 dir 1970,f. 144;'?)edaraaóndePedmFuentesPilquinao", Carahue, 2 de enem de 1971, f. 217; "Dedaraaón de José Segundo Pilquinao", Carahue, 2 de enem de 1971, f. 215; y "Declaraaón de HumbertoVenegas Riquelme", Carahue, 2 de enem de 1971, f 218v-219. Entrevista con don Antonio Ailio, Comunidad de Ailío-Tranapuente, 10 de enem de 1997.

lo Entrevista con don Henberto Ailio, Comunidad de Ailío- Tranapuente, 18 de enero de 1997. La gmfía que se utiliza es la planteada más recientemente.Ver nota 19. (Nota de los editores).

intereses comunitarios indígenas. En este contexto no sorprende el cálculo del historiador José Bengoa de que las usurpaciones más grandes dentro de los títulos de merced ocurrieron entre 1900 y 1930. Como en el caso de Ailío, éstas ocuman frecuentemente en la primera década desde que había sido otorgado el titulo original y la generación original de radicados era la que comenzaba peleando la restitución frente a colonos nacionales y extranjeros."

Las líneas de autoridad y liderazgo en esta primera generación de radicados ya se ha- bían reorganizado con el mismo proceso de radicación. Antes de la derrota militar el pueblo Mapuche tenía una estructura política decentralizada, basada en una combinación de alian- zas matrimoniales entre linajes y una relación bastante compleja y flexible entre el tenitoriq la identidad y el parentesco. Las reducciones fragmentaron y reestructuraron los linajes y parentescos territorialmente más amplios denominados aillarewe y, en muchos casos, in- ventaron unidades más pequeñas y aisladas. Estas comunidades articuladas alrededor de un "cacique original", que debería tener claras relaciones de parentesco con todos los que se radicaban con él, eran en muchos casos unidades parcialmente inventadas en el mismo proceso burocrático de la radicación.Aun al estar compuestas estas comunidades reduccio- nales de parientes y refugiados sueltos de la guerra, empero, los Mapuche lograron convertirlas en nuevos espacios de solidaridad y protección. Los "caciques originales" de los títulos de merced se hicieron logkos de sus comunidades, y los hijos y nietos de éstos heredaron la obligación de resolver cualquier conflicto interno mientras que mediaban y velaban por ellas frente al Estado y a la sociedad global. El papel de otros radicados origi- nales y parientes era importante, puesto que todos los miembros de la comunidad tenían hasta cierto punto la misma obligación. También se mantuvieron lazos territoriales más amplios con otras comunidades cercanas, un intento de recrear las unidades más extensas o aillazewe que habían existido antes de la derrota militar. El intercambio de mujeres entre comunidades vecinas mediante el matrimonio sirvió para afianzar conexiones culturales, socioeconómicas y de parentesco.12

En la comunidad de Nicolás Ailío, los radicados originales y sus hijos y nietos tomaron muy en serio la obligación de velar por su comunidad. Don Domingo Millamán Ailío, jefe de una de las familias originales, presentó la primera queja de usurpación en Temuco en 1908, solo cinco años después que se otorgó el título de merced.Veintidós años más tarde su hijo Andrés Ailío, inició el expediente de partición y división de la comunidad cuyo propósito más

l1 José Bengoa, Historia del pueblo mapuche (Siglos XiX y (Santiago: Ediciones Sur, 1985), p. 372; Rolf Foerster y SoNa Montecino, Organuariones, I ú I m y contiendas Mapucher (Santiago: Ediciones Centro de Estudios dela Mujer, 1988), pp. 73-74,79,81. José Bengoa, Historia del pueblo rnapuche; Pascua1 Coña, Testimonw de un cacique mapuche, texto dictado al padre Ernesto Willheim de Moesbach, Quinta Edición (Santiago: Pehuén Editores, 1995);AldoVidal, "Con- ferencia sobre historia Mapuche", Universidad Católica de Temuco, 5 de agosto de 1999; José Quidel, "Conferencia sobre historia y cultura Mapuche", Universidad Católica deTemuco, 6 de agosto de 1999; Victor Ca~uiian, "Conferencia sobre cultura y religiosidad Mapuchen,Universidad Católica deTemuco, 6 de agosto de 1999.

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importante era recibir restitución de las mismas 45 has. perdidas anteriormente. Otro Do- mingo Ailío, hijo del jefe de otra familia radicada, intentó desarchivar el mismo expediente en 1939. Y don Martín Ailío Poma, hijo del "finado Nicolásn ya registrado en el título de merced, heredó la obligación de liderazgo de su padre al ser una fuerza política en su comu- nidad a lo largo de su vida, manteniendo los rituales Mapuche y buscando la forma de restituir la tierra y sacar a su comunidad de la pobreza. Como parte de este esfuerzo se unió con su hijo Heriberto Ailío a los comités de agricultores de los años sesenta, buscando un nuevo camino a través de la organización política y la reforma agraria. Sus hijos Eduardina, Heri- berto y Robustiano Ailío Pilquinao, nietos del cacique original, se constituyeron en los líderes de la tercera generación, mientras que don Antonio Ailío Cunín, hijo de don Andrés Ailío, mantenía la memoria de las luchas originales en contra de la usurpación, siguiendo en la tradición de su padre al insistir en la restitución de la tiena original.

En esa madrugada nebulosa de diciembre, entonces, cuando una parte de la comuni- dad de Ailío se paró en la puerta de la casa patronal de Landarretche, se había llegado a una encrucijada importante en la historia de la comunidad en su conjunto. Si la estrategia de lucha legal de restitución no había tenido éxito, de todas maneras seguía teniendo apo- yo entre la descendencia de don.Andrés Ailío, mediador y líder importante de las luchas anteriores, Pero don Martín Ailío y su hijo Heriberto, descendientes directos del logko ori- ginal, también habían iniciado otro camino que pasaba por la organización clasista y Ia reforma agraria estatal. Parados al inicio de esta nueva senda, los participantes en Ia toma del fundo Rucalán no podían divisar hacia dónde los llevaría el camino. Al igual que la niebla que los rodeaba y que no permitía ver más que sus propias siluetas, habia una bru- ma de espesas esperanzas que envolvía los inicios del gobierno popular de Salvador Aüende, no dejando ver más allá de sus primeros esbozos.

Cuando yo llegué a Aiiío veintiséis años más tarde, la comunidad estaba en otra encru- cijada parecida. Mucho habia cambiado en el cuarto de siglo que separaba estos dos momentos críticos en la historia local. Como veremos en las páginas que siguen, la toma de fundo llevó a la formación de una cooperativa agraria y a una prosperidad nueva pero fugaz. Con el golpe y la dictadura militar vino una fuerte represión, seguida de un intenso miedo y una profunda pobreza. La división al interior de la comunidad, sobre formas de restitución y de lucha por la tierra, se intensificó y agravó. El decreto ley 2.568 de la dicta- dura, promulgado en marzo de 1979, abolió las comunidades indígenas y estableció las pautas para la división y privatización de todas las tierras comunales, Iey que se cumplió en Ailío en 1984.Aunque fuertemente golpeados por la represión, don Heriberto y don Robus- tiano Ailío siguieron los esfuerzos de organización que habían comenzado en décadas anteriores, ayudando a formar, en la segunda mitad de la década de los '80, una asociación gremial con otras comunidades y grupos del sector. Al llegar la transición democrática, la comunidad de Ailío se reconstituyó como comunidad de indígenas bajo la nueva legisla- ción de 1993, solicitando subsidio de tierras bajo las condiciones de restitución formuladas

por el primer gobierno posdictatorial. En 1996, cuando yo tuve los primeros contactos con los dirigentes de la comunidad, acababan de ganar el subsidio y de firmar un contrato de compraventa con un terrateniente local. Estaban listos para una nueva radicación.

El 30 de noviembre de 1996, visité por primera vez a la comunidad de Nicolás Ailío. Llegué hasta la sede con Enrique Pérez, ex mirista de la zona que había regresado del exilio en 1989 y fundado una organización de apoyo social llamada Centro de Estudios Simón Bolí- var. Cuando en mi primera visita a Temuco en octubre me reuní con un antropólogo muy conocedor de la realidad local, le había expresado mi deseo de conocer la historia de UM

comunidad Mapuche que se había aliado al Movimiento Campesino Revolucionario durante la Unidad Popular. Él me había recomendado hablar con Enrique, puesto que como activista del MIR había trabajado con varias comunidades Mapuche entre 1971 y 1973. Cuando me presenté a la puerta del Simón Bolívar, Enrique se mostró dispuesto a trabajar conmigo y me dio una lista de las comunidades Mapuche con las cuales estaba trabajando en ese momento, enfatúando que en la mayoría de los casos había entablado relación también durante la Unidad Popular. Acordamos que las investigaría en el Archivo de Asuntos Indígenas, donde se podían localizar los expedientes y títulos de merced de cada una, para ver si había alguna que tuviera un expediente de especial interés. Cuando lo llamé de nuevo en noviembre, había encontrado documentos particularmente interesantes acerca de la comunidad de Ni- colás Ailío. Casualmente los dirigentes de esta comunidad se estaban reuniendo con él esa misma semana, y Enrique me invitó a pasar por el Simón Bolivar a conversar con ellos.

AUí conocí a don Heriberto Ailío y don José Garrido, en ese momento presidente y secretario, respectivamente, de la comunidad. Aunque era un hombre de baja estatura, especialmente en comparación con don "Chamin, don Heriberto tenía muchísima presen- cia política e intelectual. Después de las presentaciones, compartí con ellos copias de los documentos sobre su comunidad que había encontrado en el archivo. lnrnediatamente don Heriberto los empezó a comentar, incidente por incidente, agregando información a lo que había sobre la página.Nuestra discusión de la Unidad Popular fue particularmente intensa y, partiendo de los documentos que yo había encontrado, estuvimos todos de acuerdo que un diálogo entre el archivo y la memoria humana podría ser valioso para la comunidad y ayudar a recuperar algunos aspectos olvidados de la historia local. Me invitaron a viajar con Enrique en su próxima visita a Ailío, que estaba programada para el día siguiente. Para mí era una oporhmidad valiosísima, puesto que el escuchar las voces y perspectivas de los protagonistas de esta dramática historia, les daba vida a los documentos polvorientos que habia estado rastreando. "Una historia increíble de lucha y sobrevivencian, escribí esa no- che en mi cuaderno de investigación. "Siento el deseo de acompañarlos, de servir un poco de secretaria de la memoria, de hacerles llegar mis apuntes, de presentarles e l material que yo recojo para facilitarles un proceso de re-cuento. Y ellos, además, pueden ser mis maestros, mis interlocutores. Quiero que nos resulte el proceso de recordarn.

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Una buena parte del siguiente día la pasé esperando, primero en mi pensión hasta que finalmente me pasó a buscar Enrique. Con los meses aprendería que, dada la cantidad abrumadora de obligaciones que se imponía, andaba siempre atrasado. Después esperé cerca de la sede de la comunidad de Ailío mientras se daba la reunión de la comunidad. Posteriormente llegada a saber que en esa reunión se estaba leyendo la escritura de com- pra del fundo "Las Vertientes", el predio al cual se estanan mudando los postulantes al subsidio; nombrando a los representantes que irían en una semana a revisar el lugar y buscar colegio para los niÍíos; y organizando la ceremonia de entrega oficial del predio. Obviamente era una agenda muy llena y tomó mucho tiempo. Finalmente, cuando ya esta- ba convencida de que se habían olvidado de mí, me mandaron llamar y me invitaron a entrar a la asamblea de la comunidad.

Don Heriberto Ailío me presentó a los veinte socios, más o menos, que estaban presen- tes. Dijo que yo era historiadora, que ya había encontrado documentos interesantes sobre la comunidad en los archivos de Temuco y había ofrecido copias para el archivo comunal. Me pidió que les explicara a los miembros allí presentes qué era lo que quena hacer en mi trabajo, y qué tipo de ayuda iba a necesitar de la comunidad. Al no estar realmente prepa- rada para esta eventualidad, me tropecé un poco sobre mis palabras al tratar de explicar el proceso de recolectar la historia oral. Dije que quería recoger las historias de diferentes personas y sus distintas visiones acerca de la vida de la comunidad y después combinarlas para crear-una historia más grande que nos enseñaría algo a todos, simplemente porque combinaba las perspectivas diferentes de cada uno. Expliqué que ninguna persona indivi- dual conocía la historia completa de la comunidad, pero que juntos podíamos aproximar el todo. La gente se interesó por la idea, pero también hubo preocupación por la cantidad de tiempo que quizá tendnan que pasar conmigo. Más tarde, ya con más conocimiento de la situación, pude comprender que era un momento especialmente complicado, entre los meses de cosecha que se aproximaban y la mudanza a la nueva tierra. De repente, uno de los hombres presentes expresó una duda. Parece que los gringos vienen mucho a las comunida- des Mapuche, comenzó; y después que les hablamos, tomamos tiempo de nuestro trabajo para atenderlos, se llevan los resultados de sus proyectos a su tierra y no sabemos más de ellos. Creo que usted debe dejamos un informe antes de irse del país, así ya hemos recibido algo a cambio. Los demás estuvieron de acuerdo, y yo también anoté que me parecía una excelente idea. Arreglamos fecha para mi siguiente visita, en la primera semana de enero, y don Henberto designó a René Ailío, hijo de don Antonio Ailío Cumn y un líder joven en la comunidad, como anfitrión. Prometí llegar a la casa de René el 4 de enero.

René Ailío era parte del gmpo en la comunidad que no había postulado al subsidio de tierra a través del Fondo de Tierras y Aguas, programa de la nueva Corporación de Desa- rrollo Indígena creada por el gobierno de Patricio Aylwin. Don Henberto era dirigente del grupo que había postulado a la CONADI y que esperaba mudarse muy pronto a Hue- llanto Alto, zona de la precordiliera al sur de Temuco, pasado el pueblo de Gorbea. Fue

solamente poco a poco que me empecé a dar cuenta de que había llegado yo en un mo- mento complicado e intensamente emocional en la historia de la comunidad. La mudanza inminente, Ia inevitable división en dos comunidades, el acceso a nueva tierra para algu- nos y no para otros, todos estos cambios amenazaban con causar una mptura profunda entre las dos partes de una sola entidad. La reunión en la cual se me presentó estaba compuesta mayoritariamente de las personas que se mudaban, aunque la presencia de René significó que también había algunos del otro grupo; por lo menos en ese momento se manejaba la idea de que la comunidad podría seguir unificada y que la gente de am- bos lugares podía cooperar y trabajar junta. El siguiente jueves 5 de diciembre, cuando acompañé a don Heriberto, don Robustiano, doña Eduardina, Enrique, don "Chami" y otros a Huellanto Alto a ver el nuevo predio, había todavía mucho optimismo al respecto. Pero a lo largo de los próximos meses los ánimos empezaron a declinar y la potencial fisura entre los dos grupos empezó a profundizarse.

Retrospectivamente me doy cuenta de que don Heriberto y otros entre los presentes en esa primera reunión quizá me vieron como alguien que pudiera ayudarles a mantener la unidad, especialmente al rearticular su historia común de lucha y de explotación, esa histo- ria que les hizo comunidad y, en relación al título original, un tronco familiar o linaje. Como buen logko y líder político, don Heriberto vio en mi presencia una oportunidad para que todos recordaran su lucha común por la restitución, y posiblemente así facilitar el proceso de negociación entre los que se mudaban y los que se quedaban. Para mí, el hecho de que la comunidad de Ailío estuviera por recibir del gobierno chileno un subsidio de tierra en reconocimiento de su larga historia de explotación, le daba a mi narrativa un final especialmente dramático y poderoso. Que la misma comunidad hubiera colaborado con el MCR y se había tomado un fundo durante la Unidad Popular, y como resultado varios hu- bieran sido arrestados y torturados por los militares en 1973,Ie daba todavía más importancia como caso histórico. En tal contexto, los motivos y las expectativas de la colaboración eran distintos para mí y para la comunidad; pero todos compartíamos un mismo entusiasmo por el proyecto de reconstituir la memoria local.

Mi forma de llegar a la comunidad abrió ciertas puertas y cerró otras. Al ser asociada con Enrique Pérez y con los dirigentes que impulsaban el subsidio, que además habían sido los dirigentes principales de la época de la reforma agraria, la gente de la comunidad interpretó mis intereses dentro de un marco político de clase social y de relación con el Estado. En los meses siguientes la mayoría de mis conversaciones se canalizaron hacia la historia de usurpación y restitución de tierras, las movilizaciones de la Unidad Popular y la represión subsiguiente, y el subsidio de tierra. Ahora bien, ésta era una parte importante de la historia de la comunidad, y una parte crucial de la historia que me interesaba contar; pero no era la realidad completa y tendía a minimizar los aspectos culturales y religiosos Mapuche. Solo en junio de 1997, por ejemplo, llegué a saber por casualidad, en una conver- sación con los hermanos Ailío y otros que se dio enTemuco a final de mi año de investigación,

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que en Ailío se había celebrado gillatun hasta la década de los '60, y que hubo machi en el asentamiento en el ex fundo Rucalán durante los años de la Unidad Popular.

También se tendía a minimizar lo Mapuche, especialmente en términos de las prácticas culturales y espirituales, por la presencia en la comunidad de Ailío de un fuerte movimien- to evangélico. La Iglesia del Señor, congregación carismática que no toleraba las prácticas espirituales indígenas, había llegado a la zona en los años sesenta y se había establecido con bastante vigor entre algunas familias de Ailío. Cuando yo llegué a la casa deRenéAilío en enero de 1997, me di cuenta de que su hermano Antonio mantenía y supervisaba el templo de esta iglesia en la propiedad de la familia. Al mismo tiempo se mantenía entre otros de la comunidad, especialmente doña Eduardina, don Robustiano y don Heriberto Ailío, la presencia de la Iglesia Anglicana, que había establecido su misión en Nehuentúe décadas atrás. Aunque los anglicanos eran más tolerantes frente a la cultura indígena, de todas maneras la conversión protestante había sido un factor importante, entre otros, que contribuyó a la marginalización de las prácticas Mapuche en la comunidad.

Entre mis experiencias ese primer año de investigación y mis viajes posteriores más cortos en 1998 y 1999, me empecé a percatar de ciertas características muy particulares de

, la histona local. Cuando comparé a la comunidad de Nicolás Ailío a otras comunidades que había empezado a conocer, me di cuenta de que el nivel extremo de pobreza que sufrió la comunidad por usurpación y degradación de sus tierras, la abrió comparativamente tem- prano a la migración temporaria y a la necesidad de que los hombres trabajaran al día en los fundos de la región. Esta tendencia también facilitó la transculturación, puesto que la sociabilidad entre trabajadores Mapuche y no Mapuche, en la zona de la costa y en las ciudades, fomentáel desarrollo de una cultura popular compartida y también del matrimo- nio entre wigka y Mapuche. La falta de énfasis que pusieron mis interlocutores sobre su identidad indígena, por tanto, no se podía explicar solamente porque yo era afuerina, ni tampoco porque había llegado a la comunidad con un ex compañero de izquierda. Había también toda una historia de cambio social y cultural que nos ayuda a explicar cómo y por qué fue esta comunidad, y no otra, la que tomó un papel tan central en la movilización de clase que se dio en el sector costero durante la década de la reforma agraria (1964-1973).

Es especialmente importante enfatizar, sin embargo, que la relación que he desmlla- do con mis interlocutores en la comunidad de Ailío, aunque haya comenzado de una forma muy particular, se ha expandido y ha tomado formas a veces impredecibles. Un aspecto cmcial de esta trayectoria fue la sugerencia de don Heriberto de que primero me entrevis- tara con la familia de don Antonio y su hijo René. Las diferencias de perspectiva y experiencia a las cuales me dio acceso esa entrevista fueron absolutamente centrales a todo mi proceso de educación sobre la comunidad. Me ayudaron a comprender cómo y por qué, a nivel local, se podían desarrollar y preservar opiniones tan distintas y hasta conflic- tivas sobre una misma experiencia de opresión y explotación. Como veremos más adelante, don Antonio se opuso a la toma de Rucalán, mientras su hijo Hugo -en ese momento un

joven adolescente de 16 años- se metió a la movilización izquierdista. Su otro hijo René, más joven, vendría a transformarse en líder recién a finales de la dictadura y durante la transición democrática. Todos, sin embargo, por razones específicas que se tratan en más detalle en las páginas que siguen, tomaron posiciones distintas, en algunos sentidos opues- tas, a las de don Heriberto. Que él me haya abierto primero un camino hacia personas con las cuales no estaba de acuerdo, me hizo comprender que don Heriberto tenía un interés más amplio en la historia de su comunidad que no pasaba necesariamente por sus propias preferencias u opiniones. Una buena parte de lo complejo y verídico que se ha logrado en este libro se lo debo a él y a sus familiares más cercanos.

También debo reconocer la importante influencia de mis colaboradores, tanto en la comunidad de Ailío como entre mis otros amigos y colegas, en el desarrollo del método de investigación que he usado para este trabajo. Desde un comienzo, Enrique Pérez exigió copias de los materiales que estaba encontrando en el Archivo de Asuntos Indígenas, y a los dirigentes de Ailío también les gustó la idea de mantener un archivo documental con co- pias de lo que yo iba encontrando. A lo largo de mi relación con la comunidad, por tanto, y en muchas de las entrevistas que he tenido con sus miembros y sus familias, hemos combi- nado la conversación y la entrevista con un compartir de documentos, periódicos y otros materiales que he encontrado en archivos regionales y nacionales. Como parte del proceso de diálogo, he dejado en el archivo de la comunidad copias de los documentos más impor- tantes acerca de la historia comunal. A veces una conversación podía partir de un documento o de aigún dato recogido en otra entrevista, estableciendo así un tira y afloja e n m diferen- tes versiones o interpretaciones de un mismo event0.Y la misma sugerencia de uno de los socios en esa primera reunión en que fui presentada, de que sería bueno dejar un informe antes de irme del país, también ha contribuido a mantener un diálogo profundo sobre los datos y las interpretaciones aquí recogidas. De hecho, en agosto de 2001 regresé a Temuco y a A%o a entregar un nuevo informe, que ya no era un resumen de ochenta páginas sino que un libro entero. Más adelante en este capítulo trato en más detalle cuáles han sido los resultados del trabajo en conjunto que hicimos en esa oportunidad, y cómo los comentarios de mis interlocutores han modificado este texto.

Otra parte del diálogo que hemos entablado ha sido el proceso de la entrevista indivi- dual. Más allá de las conversaciones informales, donde en general he tomado notas menos sistemáticas en mi cuaderno de investigación, cada conversación sistemática, o entrevista, comenzó con un intercambio preliminar en que ofrecí dos alternativas. Una de ellas era grabar la entrevista en cassette, con el resultado de poder preservar las palabras más o menos exactas de la persona. Si se escogía esta alternativa, yo me comprometía a hacerle llegar una copia de la desgrabación para que tuviera la opción de revisar y corregir la versión escrita. Si la persona entrevistada optaba por no ser grabada, entonces mis notas eran menos exactas y no había forma de hacerle llegar una copia de las palabras de la conversación. También discutimos, antes de comenzar, la opción del anonimato: ¿quería o

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no que yo usara su nombre? Hasta ahora todos mis entrevistados en la comunidad han preferido usar su nombre verdadero.13

Al escribir este libro me he llegado a dar cuenta, cada vez con más fuerza, tanto de las ventajas como de las imperfecciones de este método basado en el diálogo. Por un lado, me ha permitido mantener, hasta cierto punto, las formas de narrar de 10s mismos protagonistas, puesto que en muchos momentos puedo describir un evento o un proceso usando las palabras de la persona o las personas que me lo explicaron. En otros momentos, he logrado usar pers- pectivas locales para interpretar un documento de forma distinta, o para buscar en el archivo evidencias sobre algo que perdum en la memoria de la comunidad. Un ejemplo particular- mente dramático de este diálogo fructífero se encuentra en el capítulo 2, cuando en nuestra conversación don Antonio Ailío me contó por primera vez sobre la muerte del terrateniente Duhalde.En mi búsqueda por los archivos para apoyar su relato, comprendí nuevos aspectos de la relación de la comunidad con Duhalde. Logré abrir una perspectiva muy distinta acerca del proceso de acumulación de tierras en el sector costero, y examinar la reforma agraria posterior a través de un lente que partía de un concepto Mapuche de la territorialidad. Al aprender del diálogo con mis entrevistados, logré pensar de otra forma a la clase terrate- niente local, y leer con otros ojos los mapas temtoriales del sector.

Pero el método dialogal también contiene peligros, en gran parte porque las dos partes del diálogo no tienen igual cantidad de poder sobre la forma final de la narrativa. Como expliqué a los miembros de la comunidad 'presentes en la primera asamblea en la cual participé, como investigadora e historiadora yo necesitaba reservarme la última decisión sobre la forma y el contenido del libro. A veces, como en la discusión de la cuestión Mapu- che y las diferencias entre investigadores que o m en el capítulo 3, es posible que me haya apartado demasiado del tema específico de la comunidad. A pesar del método dialo- gal, en este caso tomé la decisión unilateralmente. En otras instancias, como en la última sección del capítulo 5 y en buena parte del capítulo 6, he construido una narrativa sobre la comunidad que descansa más sobre fuentes externas que sobre las conversaciones con Ia gente, quizá porque son temas que todavía duelen mucho o no se han procesado bien, y por tanto es más fácil tener acceso mediante otras rutas. Pero, al hacer esto, ¿me sigo mante- niendo dentro del esquema original?

Esta ÚItima interrogante también hace surgir otra problemática que pareciera inheren- te al método utilizado: el diálogo entre fuentes orales y fuentes escritas no funciona de la misma manera en cada parte del proyecto y de la narrativa. En los capítulos 2 y 3 que tratan del período anterior a la reforma agraria, hay menos fuentes orales simplemente porque me apoyo, inevitablemente, sobre la generación más antigua, y tengo acceso a sus

l3 En el caso de un mbajo histórico, como es éste, usar nombres distintos para miembros de la comunidad escondena solo parcialmente la identidad de la persona, puesto que los nombres verdaderos aparecen de todas maneras en los documentos.

recuerdos a través de un filtro temporal más espeso. Al haber menor presencia de afueri- nos en ese período temprano, no tengo entrevistas con otros que pasaron por allí y tendrían una visión distinta, como es el caso con los años del asentamiento agrario cuando pude conversar también con algunos colaboradores miristas, o con la época de dictadura cuando llegaron personas y organizaciones que colaboraban con el Obispado. Sin embargo, las memorias que sí logré recoger dan un matiz personal y humano a esta historia cuyo valor resulta incalculable. A veces, el criterio cualitativo necesita premiar sobre el cuantitativo. Pero no deja de ser verdad que la riqueza comparativa de fuentes, orales y éscritas, para el penodo posterior a 1964, cuando la comunidad empezó a participar más activamente en las relaciones políticas y de clase que se establecieron con la sociedad global, hace resaltar más las inevitables lagunas que existen para el período anterior.

Con todo, aunque el método dialogal tenga estas contradicciones e imperfecciones, y además hasta cierto punto las haga resaltar más por su misma dinámica, me ayudó a conocer muchísimo más a fondo la historia de la comunidad de lo que hubiera sido posible solamente con fuentes orales, o meramente a través del archivo. Al regresar varias veces a hablar con algunas de las personas, pude profundizar las conversaciones y las amistades, sobre la misma marcha del proyecto. Esto me permitió tener acceso a distintas capas de interpretación de la misma persona. Así, en mi primera conversación con René Ailío en enero de 1997, enfatizó los aspectos positivos del subsidio y la unidad entre las dos partes de la comunidad. En marzo, cuando las familias subsidiadas ya se habían mudado a la nueva tierra y habían surgido malentendidos, René se mostró más crítico frente al proyecto del subsidio y la forma en la cual se había llevado a cabo. También don Heriberto me enfatizó diferentes aspectos de su experiencia, o distintas apreciaciones del proceso histórico de la comunidad, dependiendo del momento o del grado de confianza que habíamos logrado.

A final de cuentas este diálogo no tiene un fin definido, sino que es un proceso continuo que tendrá que terminar, arbitrariamente quizá, en el momento de la publicación. Las amistades y conexiones personales, al mismo tiempo que la misma historia de la comuni- dad, son procesos todavía en desarrollo que se cortarán en el texto al cerrarse la edición. Pero el método dialogal también ha tenido resultados concretos que me han ayudado a explicar los dos grandes momentos de transición en la historia de la comunidad: primero la articulación intensa con la sociedad global a través de la reforma agraria y la represión posterior, y segundo el subsidio de tierras y la nueva radicación que llevó a la creación de dos comunidades, Nicolás Ailío 1 y Nicolás Ailío 11. Adicionalmente, mi relación dialogal con la gente me ayudó a ver que las explicaciones que manejaban sobre los dos momentos se articulaban entre sí.

Usando como punto de entrada las diferencias de opinión entre la familia de don Anto- nio y la de don Heriberto, logré empezar a ver cómo, en cada caso, las experiencias vividas durante la década de la reforma agraria podían articularse a narrativas harto distintas sobre la historia local, que terminaban también en contrastantes lecciones morales. Para la

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familia de don Antonio y René, la narrativa se organizaba alrededor de la usurpación origi- nal de las 45 hectáreas y, posteriormente, la capacidad para aguantar y sobrevivir a pesar del fracaso de todo intento de restitución. "Esto pasó hace muchos años", me exulicó don Antonio durante mi primera visita, embarcándose en una narración cuyos flujos, ritmos e imágenes me sugirieron que la había repetido muchas veces a través de los años. Comenza- ba con un hombre llamado Duhalde, que cercó toda una parte de la comunidad usando la madera de los árboles nativos que primero había cortado. Siguió con el desalojo de los padres de don Antonio, recién casados, y la quema de su pequeña mka. Y terminó con el asesinato de Duhalde en manos de otro hombre de negocios a quien le debía plata porque, como explicó don Antonio, Duhalde era un hombre arrogante que se dedicaba a hacer "ma- las obras". Antonio, el hermano de René que administraba el templo de la Iglesia del Señor en la propiedad de la familia y claramente había escuchado muchas veces el relato de Duhalde, le agregaba otra capa de explicación moral. "Se creía rey aquí en estas tierrasn, comentó, "y no sabía que arriba había otro Rey arriba de él, que lo mandaba a éln." Ahora bien, esta narración no terminaba con la restitución de la tierra, pues no narraba una victo- ria, sino que más bien la capacidad de aguantar y perdurar. Pero sí terminaba con un cierto tipo de restitución moral, puesto que la muerte de Duhalde daba un final muy satisfactorio a un relato sobre la moralidad, en que el terrateniente abusivo, vil y corrompido hasta sus entrañas, al final termina cosechando lo que él mismo ha sembrado.

Para don Heriberto, y en generai para los que participaron en la reforma agraria, la historia se organiza airededor de la toma de Rucalán en diciembre de 1970, y su tema princi- pal es cómo sobreponerse a la explotación a través de la acción directa. Hasta 1965 las dos versiones de la historia de la comunidad se mantienen iguales, puesto que parten de la usur- pación original de Duhalde. Con la reforma agraria freísta, sin embargo, se abre un nuevo capítulo en la relación entre los campesinos y el Estado y por tanto la comunidad nuevamen- te pide restitución de las hectáreas originales. Lamentablemente, la hijuelización del fundo Tranapuente por el Estado había complicado tanto la tenencia de la tierra que el juicio se alargó demasiado. La gente empezó a perder la esperanza y algunos empezaron a buscar otra salida. Esto llevó a la formación de un comité de tiernas y finalmente a la toma de Rucalán, justificada porque la estrategia legal seguida hasta ese momento no había traído justicia. "En ese tiempo fue harto ilegal la toma de fundon, admitió don Heriberto. "Pero nosotros decimos, no fue ilegal, jpor qué razón? Porque, ja quién le pedían autorización antes para quitarnos las tierras a nosotros? A nadie. Llegaban y nos decían: ya pues, córrase para ailá, esta tierra es mía. Entonces nosotros después, les dijimos claro: esta tierra es de nos otro^".'^

Este relato se contrasta con el anterior porque la restitución es directa, dramática y muy satisfactoria: si antes el terrateniente los había botado sin pedir autorización a nadie,

l4 Entrevista con don Antonio Aiiío, Comunidad de Ailío-Tranapuente, 10 de enem de 1997. l5 Entrevista con don Heriberto Aiiío, Comunidad de Aiiío-Tranapuente, 18 de enem de 1997.

ahora los campesinos hacían lo mismo. Si la lección moral del relato de don Antonio era la perseverancia y la superioridad moral, la narrativa de la reforma agraria enfatizaba la ne- cesidad de responder al fracaso de la estrategia más tradicional de restitución con militancia e innovación políticas. Como evidencia adicional a favor de su posición, los participantes en la reforma agraria anotaron que, a pesar de que finalmente se resolvió el juicio de las 45 hectáreas a favor de la comunidad, solo se pudo conseguir posesión de una parte de esas tierras mediante una conida de cerco, otra acción por las vías de hecho. Además, señala- ron, los dos años y medio que pasaron en el asentamiento fueron los únicos años de verdadera prosperidad que su generación ha conocido hasta ahora. La respuesta de don Antonio, sin embargo, en desacuerdo con la toma, es que el golpe de 1973 y la represión militar han demostrado que las ocupaciones ilegales no funcionan. La ruptura de 1973, que fraccionó la historia local y la historia nacional, demuestra, según don Antonio, que siempre hay que hacer las cosas "por las b~enas".'~

Hasta cierto punto estas dos narrativas son clásicas posiciones de cómo se debe enfren- tar la opresión y la explotación. Una posibilidad es aguantar no más, demostrar una superioridad moral, cristiana, al sufrir con dignidad y sin rebajarse a usar los métodos del contrincante. La otra posibilidad es enfatizar la moralidad de la acción en un contexto de retribución: el enfrentamiento es justo por la injusticia anterior. Ambas posiciones tienen una base en la religión: la primera en un cristianismo más sufrido, en que la recompensa vendrá después para los que se manejan moralmente; la segunda en un discurso de libera- ción que dialoga más directamente con el Antiguo Testamento, especialmente con la narrativa del éxodo de Egipto y la liberación del pueblo judío, y que, para la década de los '60, había encontrado una nueva expresión en un cristianismo de acción social, las comuni- dades de base y, finalmente, en la teología de la liberación. Como veremos más adelante, don Heriberto y sus hermanos participaron directamente de esta segunda tradición.

Al mismo tiempo, sin embargo, estas dos narrativas específicas se construyeron en conversaciones conmigo, en el momento mismo en que la comunidad vivía su segunda transición dramática, o sea el éxito de su postulación a un subsidio estatal para comprar tierra y la mudanza de una parte de su gente a otro lugar. Mi presencia en esa coyuntura quizá ayudó a definir más dramáticamente la diferencia entre las dos narrativas, pero tampoco sorprende demasiado que los que enfatizaban la capacidad humana de perdurar y aguantar y criticaban la acción ilegal, no se presentaron al subsidio. Para los que sí se presentaron, especialmente para don Heriberto, esta nueva acción formaba parte de la misma cadena que todas las anteriores y llevaría, como me explicó, a que la organización "renaciera desde las cenizas". En este sentido, por tanto, la radicación en nuevas tierras podía verse como un final mucho más satisfactorio para la narrativa de acción frente a la

l6 Entrevistas con don Antonio Aiiío, Comunidad de Ailío-Tranapuente, 10 de enero de 1997; y con don Heriberto Aiiío, Comunidad de Aiiío-Tranapuente, 18 de enem de 1997, y Temuw, 18 de abril de 1997.

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explotación, una respuesta, hasta cierto punto, a la critica de que la acción directa solo había desembocado en sufrimiento y represión.

Este segundo momento de transición en la historia de la comunidad posreduccional, transición que yo presencié y aprendí a narrar con la ayuda de los participantes, ha deveni- do en la creación de dos comunidades Nicolás Ailío. La original, Nicolás Ailío 1 -Tranapuente, representa hoy la continuidad y la sobrevivencia, mientras que la nueva, Nicolás Ailío II- Huellanto Alto, representa la osadía de haberse enfrentado a algo nuevo, no conocido, don- de todo -el clima, el entorno, los vecinos, la agricultura, el sistema de trabajo, el futuro- sigue siendo nuevo. Si en Tranapuente, de vez en cuando, se piensa que los de Huellanto Alto tienen toda la suerte de un nuevo futuro por delante, a veces en Huellanto Alto se tiene nostalgia de los viejos tiempos, los viejos vecinos, el paisaje conocido y suavemente desgastado de la costa. En las páginas que siguen, trato en lo posible de relatar cómo y por qué la historia de la comunidad ha llegado hasta aquí.

Pero también quiero señalar que la historia de ambas comunidades que ofrezco a conti- nuación no es ni completa ni enteramente objetiva. En ambos sentidos de la palabra, es una historia No me disculpo por ello. Al contrario, lo admito y lo asumo abiertamente. Esta historia es "parcialn, en el sentido de ser solamente una parte de la historia posible, porque no hablé con todas las personas de la comunidad ni pude localizar todos los docurnen- tos relevantes en las colecciones abrumadoramente grandes, pero también claramente "seleccionadasn, de los archivos regionales y naci~nales?~ Como afuerina no-Mapuche, adi- cionalmente, es imposible que yo pueda ver el todo netamente desde una perspectiva local. Mis aproximaciones -a la temtorialidad, cultura y religiosidad Mapuche; a la pobreza; a la experiencia de usurpación; al dolor, la angustia y el miedo de la represión; al hambre de los inviernos- son harto parciales. No creo que haya forma de evitar estas parcialidades, pero no por ello hay que abandonar el proyecto mismo de acercarse y dialogar sobre esta historia. Además estoy convencida de que tener una visión parcial de las cosas no es algo que me pasa

I7 Este doble significado de la palabra "parcial", y su importancia para el trabajo que estoy haciendo con la comunidad de Ailío, fue enfatizado en conversaciones que tuve con los estudiantes de posgrado que leye- ron este manuscrito en mi seminario de posgrado sobre "Relaciones indígena-Estado en América Latina", curso que ofrea en la segunda mitad del año 2000. Mi estudiante MoUy Todd, en particular, ha discutido conmigo estos significados, no solo en relación a este libro, sino que también en nuestras conversaciones sobre el poema de Mario Benedetti, "Soy un caso perdido" (de Cotidianas, 1978-1979). Agradezco avíctor Maturana, quien me recomendó por primera vez el poema de Benedetti.

l8 Cuando ayudé a organizar el Archivo de la Intendencia de la M Región, me di cuenta de lo fuertemente "seleccionado" que era el acervo documental regional donde todo el mundo comenta que en los últimos meses de la dictadura d t a r se destruyeron muchísimos documentos. También en el Archivo de Asuntos Indígenas los materiales judiciales que fueron mudados allí después de la abolición de los juzgados de indios, resultan muy incompletos. Cosas parecidas me pasaron al buscar ciertas partes delos fondos minis- teriales en Santiago. Que no es para culpar a los archivistas, personas sumamente dedicadas ala presena- ción de los documentos, sino para apuntar que en el proceso misno de la política y la historia, los materia- les documentales ya sufren una selección "parcial", otra vez en ambos sentidos de la palabra.

solamente a mí. La misma gente de la comunidad tiene sus propias parcialidades, que feliz- mente son distintas a las mías. Juntos, a través del diálogo, la discusión y el debate, podemos quizá ayudamos mutuamente a ver un todo más completo.

Esta historia es también parcial, porque la historiadora que la escribe es parcial. Mi narrativa parte de una perspectiva de apoyo a la comunidad y a su gente. La subjetividad de las familias de Ailío es lo que me interesa reflejar y comprender. Ahora bien, esto no significa que siempre represento acríticamente sus perspectivas u opiniones. Durante la misma investigación, aprendí que a veces es importante discrepar o cuestionar las versio- nes presentadas. Al manejar evidencias en conflicto, aprendí que era necesario discutirlas y presentarlas, no solamente en las entrevistas, sino que también en los informes anterio- res y en el texto final. El resultado es una historia con la complejidad y la humanidad que la comunidad merece, en vez de ser solamente una versión heroica o plana, bonita quizá pero difícil de cotejar con lo que es la vida real. El proceso de discusión o de discrepar no es siempre cómodo o fácil, pero a la larga estoy convencida de que nos lleva hacia una historia más honesta y más valiosa, no solamente para el público lector, sino que también para los que hemos participado en el proceso de escribirla.

En este sentido, esta historia es una etnografía colectiva en la cual han colaborado muchas personas de la comunidad. Aunque la parte de la comunidad que me invitó a escri- birla es la parte que participó en la reforma agraria y que postuló al subsidio de tierras, con la ayuda de don Heriberto y otros me he dedicado a tratar de verla desde otras perspecti- vas también..De todas maneras don Heriberto y doña Marta, don Robustiano y doña Eduardina, siguen siendo mis interlocutores más activos. A ellos se agregó más reciente- mente doña Cecilia Ailío. Son los que han leído mis informes con más cuidado y los que me han ofrecido los comentarios y las criticas más puntuales. Con el tiempo, he llegado a com- prender que conocer mejor una realidad o una vida colectiva no necesariamente significa tener una comprensión definitiva o completa. En muchos sentidos significa darse cuenta de que nunca se podrá llegar a un conocimiento total ni acabado, sino que simplemente a un respeto más profundo de la complejidad.

De todas maneras, esta complejidad se organiza alrededor de una serie de temas centrales que quizá valga la pena aclarar al principio. El primero es la importancia de escuchar y resca- tar las versiones de la historia Mapuche que maneja la gente común y comente de las comunidades, muchas veces apartados del liderazgo Mapuche más educado y frecuentemente más urbanizado. Los marcos de interpretación que se manejan a nivel local mezclan aspectos que desde fuera podrían verse como contradictorios: etnicidad y clase; cosmovisión Mapuche y religión evangélica; movilización radical de base y lealtad a los partidos políticos; una expe- riencia profunda y a veces humillante de explotación y subordinación con una terca voluntad de sobrevivencia y de compleja subjetividad individual. De las conversaciones que dieron for- ma a este texto surgió la noción de que este ir y venir entre relaciones e identidades aparentemente contradictorias es parte de la experiencia vivida y debe contextualizarse histó- ricamente.

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Y es en este contexto que mi experiencia devolviendo el libro en agosto de 2001 tiene mucha relevancia. Llegué aTemuco a finales de julio de ese año con múltiples copias de un primer borrador completo para distribuir a mis colaboradores en las comunidades Nicolás Aiiío 1 y II y algunos fuera de ellas. Con ayuda de mis colegas del Centro de Educación y Tecnología que habían estado trabajando en las comunidades, habíamos preparado con los dirigentes de Tranapuente y Huellanto Alto una primera reunión y presentación de libro en la oficina del CET, lugar escogido por los mismos dirigentes. En ese primer encuentm, al cual vinieron personas de ambos lugares que incluían los presidentes de ambas comunidades, yo presenté un pequeño resumen del proceso del libro y se invitaron comentarios de todos los presentes. También me comprometí a que cualquier derecho de autor que saldría del libro sería reinvertido en las comunidades. Don Heriberto y don Robustiano a p r o M e el espa- cio para hacer una conexión entre las luchas de su comunidad y las luchas históricas y contemporáneas del pueblo Mapuche en su conjunto, algo que se anota en esta versión final del libro en los momentos apropiados. Una parte especialmente satisfactoria y productiva de ese encuentm fueron, para mí, las l e m s colectivas que hicimos, en voz alta, de partes del libm Esto permitió la participación de una mayor cantidad de los presentes, y varios partici- pantes en la conversación se sintieron interpretados por partes del texto. La conversación fue tan positiva que se decidió que las otras reuniones a celebrarse, una en Tranapuente y una en Huellanto Alto, usarían también el modelo de la lectura en voz alta.

En ambas reuniones en teneno también hubo reacciones positivas al texto, aunque tam- bién surgieron preguntas y dudas adicionales. En Tranapuente se me pidió explicar qué beneficio sacaría la comunidad del libro, y hablamos de nuevo acerca de los derechos de autor. En Huellanto Alto tuvimos una discusión sobre cómo mejor representar las diferencias de opinión entre dos personas de Aiiío sobre los criterios de pertenencia en la comunidad. Encontramos la forma de respetar las sensibilidades de ambos sin callarle la voz a nadie

-- - - E1 aspecto más inesperado de mi viaje en agosto de 2001 fue la cantidad de nueva

información que logré recopilar para la revisión. Una parte de ella resultó de las reaccio- nes de mis interlocutores a una narrativa acabada, que suscitó de su parte muchos datos y recuerdos adicionales en forma de adiciones y correcciones. Pero el resto de k nueva infor- mación a la cual tuve acceso resultó de mi amistad cada vez más profunda con Angélica Celis, quien había estado trabajando por mucho tiempo con las historias de vida de tres de las mujeres de Huellanto Alto -doña Marta Antinao y doña Ceciiia y doña Marcelina Ailío- cuyas entrevistas me facilitó. En combinación con la presencia permanente en Huellanto, por primera vez durante mis visitas, de Cecilia Aiiío, el intercambio y las conversaciones con Angélica me facilitaron una nueva y profunda a p e m hacia la perspectiva de las mujeres en la historia y vivencia de la comunidad. Todo esto ha enriquecido el texto, pero "mbiéü modificado en formas sorprendentes algunas de sus partes. El resultado final es un esfuerzo colectivo que contiene muchas voces e intercala muchos relatos y nanativas distintos.

Al ser esta historia un esfuerzo colectivo, es especialmente importante que pueda lle- gar a públicos diversos y no solamente académicos. Por supuesto que me gustaría que los historiadores y estudiantes de historia, desde la historia Mapuche y la historia chilena hasta la historia de América Latina y de los pueblos indígenas de nuestro hemisferio, se interesen por este relato y encuentren algo de valor en él. Me alegraría mucho, adicional- mente, que los estudiantes de cursos generales encontraran aquí una versión accesible de una historia muchísimo más grande sobre la explotación y la resistencia que han marcado las vidas de los campesinos y los indígenas de nuestro hemisferio. Pero todavía más impor- tante para mí es que las personas de Ailío, no solamente mis colaboradores sino que también las nuevas generaciones, encuentren algo de valor en estas páginas. Aunque no sea una historia completa ni definitiva, espero que Martin AXo Antinao, hijo de don Henberto y doña Marta, y otros jóvenes que crecieron en dictadura, encuentren aquí una respuesta a su pregunta "¿por qué es que se tomaron Rucalánn?

La historia de mi relación con la comunidad se refleja también en mi uso de "donn y "doñan en el texto.Uso estos términos de respeto al referirme a las personas de la comunidad que forman parte de la generación madura, los que ya eran adultos en el momento de la reforma agraria. Al investigar y contar esta historia, he llegado a sentir por ellos un respeto tan profundo que no puedo dejar de referirme a ellos en estos términos. Alos miembros de la comunidad que son más jóvenes, los veo en una relación más horizontal. Con ellos en general -aunque hago excepción con algunos de los dirigentes más destacados de los '90s- no uso estos términos.Tampoco los uso para mis entrevistados u otros protagonistas que no son de la comunidad. No hay, por tanto, una consistencia objetiva en mi uso de "don" y "doñan, sino que solamente una consistencia emocional compuesta de amistad y de respeto.

Mi otra falta de consistencia será, inevitablemente, mi uso de palabras Mapuche. Es siempre difícil deletrear consistentemente un idioma que, por su historia, no tuvo su pro- pio alfabeto. He aprendido a deletrear palabras en mapunzugun basándome en un grafemdo bastante reciente, publicado por la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena?' AUí se puede encontrar la explicación de mis usos específicos. Pero también tiendo a escribir "Mapuchen siempre con mayúscula, para denotar un pueblo o nación distinto, y no utilizo plural porque así se empezó a usar dentro del movimiento Mapuche contemporáneo para respetar la forma del mapunzugun.

No podría terminar de escribir estas palabras introductorias sinagradecer profundamen- te a todas las personas de las dos comunidades de Ailío que han colaborado conmigo. Me dieron la bienvenida todas las veces que llegué a sus puertas, siempre con generosidad y cariño. Mataron demasiados pollos y me ofrecieron demasiados huevos, panes, sopaipuas, tortillas y mates, aun cuando no tenían suficiente. Durante varios inviernos lluviosos fueron

'' Asümdiefi: Grafemano único del Idioma Mapuche, Corporación Naaonal de Desarrollo Indígena y O r g h . zaciones Mapuche Folilche Aflaiai-Ad Mapu- Kellukleayñ pu Zomo (Temuco, 1996).

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generosos con su tiempo, sus vidas, sus memorias, sus penas y alegrías. En Tranapuente, agradezco especialmente a don Antonio Ailío Currin, ahora finado, su esposa doña Felicia Concha de Ailío y sus hijos Antonio y René. Cuando llegué por segunda vez a Tranapuente en enero de 1997, en plena cosecha, una semana más tarde de lo que había prometido y acompa- ñada de mi hijo Ramón, nos alojaron y nos dieron qué comer, mientras que compartían los recuerdos de su pasado. Tardé hasta agosto de 1999 para usar el número de teléfono que René Ailío me había escrito en un papelito durante esa primera visita, que era el número de su hermano Hugo en Concepción. Cuando finalmente llamé, era como si Hugo me hubiera estado esperando. Cuando lo visité a él y a su señoraMercedes Zambrano, además de ofrecer- me un rico almuerzo, hablaron larga y abiertamente conmigo.También aprendí mucho de mis conversaciones con don Luis Ernesto Quijón, maestro mecánico, y compartí con gusto el deli- cioso pollo y las sopaipdias que me preparó su señora. En Huellanto Alto, don José Gamdo y doña Juana Pincheira, doña Carmen HuentemiUa y don Armando Ailío; doña Marcelina Ai- lío; don José Queipul, Lidia Llancao, Juan Ailío, y Magaly Riquelme, todos me ayudaron generosamente a comprender la realidad local y compartieron conmigo los vaivenes de la mudanza. Don Chami y doña Juana, adicionalmente, conversaron largo conmigo sobre sus vidas y los desafíos de la nueva expenencia comunal.

Finalmente, en Huellanto Alto y también en Tranapuente, he llegado a conocer y a encariñarme mucho con doña Eduardina, don Robustiano y don Heriberto Ailío, y doña Marta Antinao. Los cuatro me han cuidado y guiado a lo largo de mi viaje por la historia de su comunidad.Verdaderos anfitriones, han compartido conmigo y me han ayudado a comprender. Les han dado la bienvenida a mis hijos y a mi estiídiante. Su generosidad no ha tenido límite. Incluyo también aquí a las dos hermanas menores, Elisa y Cecilia Ailío Pilquinao, que por sus historias de migración a Santiago llegué a conocer bien un poquito más tarde. Cuando regresé en 2001, doña Cecilia se había establecido permanentemente en Huellanto Alto y me sirvió de interlocutora especialmente aguda y dedicada, llenando una copia del libro manuscrito con pedazos de lana que marcaban sus comentarios y reacciones. Con doña Marcelina, me ayudaron a comprender la expenencia distinta de las mujeres jefes de hogar. Con doña Elisa pasé una tarde muy placentera en Santiago ese mismo mes de agosto de 2001, caminando con ella a dejar su hijita al colegio, conver- sando sobre su familia y sobre la expenencia de la reforma agraria, comiendo un rico almuerzo que preparó.

Espero que estas páginas sirvan en algo, no para cancelar mi deuda con todos mis inter- locutores y especialmente con las familias Ailío PiIquinao y Ailío Antinao, algo que es imposible; sino para expresarles una pequeña parte de mi gratitud y admiración. Como parte de una amistad que sigue su curso aun cuando el libro ya se completa, se expande ahora también mi conexión con las siguientes generaciones: Sandra, Yanet y Martín Ailío Antinao, hijos de don Heriberto y doña Marta; y Andrea y Samuel Ailío Ailío, hijos de doña

Cecilia a quienes crió doña Eduardina en Tranapuente.Me acuerdo muy especialmente de una tarde fria y lluviosa de agosto, una entre muchas en que me senté a la mesa de doña Marta Antinao en Huellanto Alto, calentándome los pies en un brasero que ella cariñosa- mente había empujado hacia mi lado. Mientras me tomaba un dulce matecito llegó don Heriberto del campo, sacudiéndose el agua del sombrero, y se sentó conmigo. "Y buenon, me dijo después de saludarme. "¿Cómo es que va ese libro que estamos escribiendo?" Aquí tiene su respuesta, don Hen.

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CAPÍTULO 2 DE CÓMO, DE REPENTE, DESAPARECIÓ LA TIERRA, 1906-1940

Llegaron del norte, escapando de la guerra de Arauco. Quizá migraron por la costa y, al llegar al lugar donde casi se juntaban dos grandes ríos con el mar, decidieron quedarse. Cuando el "finado Nicolás", logko del grupo, bajó a Puerto Saavedra a pedir título de mer- ced de las tierras que ocupaban, le pusieron de apellido "Ailío". Según doña Eduardina, nieta del cacique original, podría haber sido porque el encargado de la oficina no le enten- dió su nombre verdadero y dijo, Ailío no más te vamos a poner. O quizá fue porque ya había problemas y enfrentamientos en el lugar, y por tanto "hay

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Al leer y comentar este relato con varios miembros de la comunidad en 2001, surgió otra versión de estos mismos eventos, versión preservada por los nietos del "finado Nico- lás", don Heriberto y don Robustiano Ailío. Había cuatro hermanos de Cañete -Nicolás, Domingo, Martín y Manuel- que fueron tomados prisioneros por los españoles en la guerra. Fue en ese momento que se les puso el apellido Ailio, que después se mantuvo cuando escaparon y migraron hacia el sur. En esta versión, por tanto, el apellido fue impuesto por el enemigo, y en la región de la costa, donde se asentaron, los marcó como forasteros. En el momento de la radicación, al pedir título de merced, aparecen tres hermanos, Miguel, Mar- tín y Nico1ás;Manuel no está presente, o quizá da su nombre como "Millaman" y no aparece Domingo pero sí Miguel.21

Doña Eduardina también había escuchado decir a su tia Rosa, hija de Millamán Ailío, que cuando el "finado Nicolás" viajó a Puerto Saavedra a solicitar radicación, doña Rosa era todavía una niña. Pero como era alta, la vistieron de señora, poniéndole hasta senos postizos, para hacerla pasar par grande y así incrementar la cantidad de tierra que recibi- rían en su título. Si miramos el título de merced, sin embargo, otorgado al cacique Nicolás Ailío y veintinueve personas más de su familia en diciembre de 1906, parecería ser que la estrategia del "finado Nicolás" no funcionó. El padre de doña Rosa aparece como "sobri- no" casado con doña Masail Licanqueo; en el momento de la radicación no se les anotan hijos. Según documentación posterior, doña Rosa, la más joven de los tres hijos de la pare- ja, habría tenido tres años en 1906?2

Que doña Rosa recordara artimañas en el proceso de solicitar radicación, o Título de Merced, no debe sorprendemos. Al dibujar sistemáticamente un árbol familiar de la comu- nidad, cotejando varias fuentes de diferentes momentos, queda claro que el titulo original representa una mirada muy particular sobre las relaciones de parentezco del grupo. Para comenzar, al designar a Nicolás Ailio Quilaqueo como el cacique original, se deja de lado el detalle de que doña Venancia Quilaqueo, viuda de Ailío, sería la matriarca principal del grupo familiar. No solamente es madre de Miguel, Martín y Nicolás, sino que también " tian de Millamán Ailio, quizá hijo de su finado marido con otra mujer, como era costumbre en esa época.Tampoco logramos tener claro qué relación tienen otros dos hermanos, Carmen y Domingo Ailío,la otra rama de la familia; en el titulo aparecen por separado y falta mirar

Z1 Presentación del libro borrador de la comunidad a representantes de Nicolás Ailio 1 y II,Temuco, 2 agosto 2001; CONADI, Archivo de Asuntos Indígenas, Título de Merced N" 1112- Comunidad de Nicolás Mío, 29 de diciembre de 1906. CONADI, Archivo de Asuntos Indígenas, Título de Merced Nb 1112- Comunidad de Nicolás Mío, 29 de diciembre de 1906- Carpeta Administntiva, Censo de la Comunidad Nicolás Ailío, Ficha No 5, 31/5/63, Gmpo Familiar de Segundo Antinao H. con Rosa AZo Q.

también el censo tomado en 1930 para lograr una primera e imperfecta aproximación al conjunto.23

La falta de claridad sobre los linajes, la falta de respeto frente al grupo y su estructura interior, resulta ser parte de todo un proceso de radicación en que no se respetaron las tradiciones ya existentes y el mismo espíritu de la ley se violó sistemáticamente. Cuando se promulgó la Ley de Radicación de Indígenas en 1866, cinco años después de que comenza- ra la campaña militar al sur del río Bío-Bío, se consideró una victoria de las fuerzas proteccionistas y estadistas que se habían estado organizando en contra de la situación operante hasta ese momento. Se intentaba proteger al indígena de los contratos privados, y prohibir la enajenación de sus tierras. Supuestamente, el proceso de trazar planos debería empezar por la radicación de la población indígena, en sus tierras ancestrales, para des- pués definir cuánta tierra quedaría disponible para otros usos. Pero en la práctica, el proceso se dio en forma muy diferente?'

No solo en Ailío, sino que a través del territorio Mapuche, la organización de los grupos familiares, la ubicación de las tierras que componían el titulo de merced, y la cantidad de tierra asignada por persona, no siguieron una pauta específica ni respetaron las tradicio- nes y usanzas Mapuche. Esto queda claro en el caso de la comunidad de Ailío con los recuerdos de doña Eduardina y sus hermanos, de que e l mismo apellido de la gente vino de la falta de comprensión de su idioma, de los conflictos que ya existían en la zona, o como resultado de la guerra que arrasaba a su pueblo. Al recordar que vinieron del norte, huyen- do de la guerra de Arauco, los de Ailío también anotan que su misma presencia en la zona entre los nos Moncul e Imperial, cerca de Puerto Saavedra y del Océano Pacífico, era resul- tado de la agresión y la violencia. Una vez asentados, los de Ailío lograron integrarse al aillarewe, o territorio más amplio, formado por las comunidades de Calof, Machaco, Collico, Pichingual, Pilquinao, Rucahue y Lincay. "Eramos familia", explicó don H e r i b e r t ~ . ~ ~

La agresión en contra del territorio indígena siguió también en los tiempos de paz. En las regiones cercanas a las ciudades en formación, como Temuco o Carahue, también se trató de negociar y modificar la territorialidad indígena para que las tierras dadas a los Mapuche no interfirieran demasiado con los proyectos de expansión comercial urbana con

U Ver el árbol familiar representado en forma gráfica, pp. 233-4-5. El gráfico está basado en las siguientes fuentes: CONADI, Archivo de Asuntos Indígenas, TM. 1112- Comunidad de Nicolás Ailío: Título de Mer- ced, Lugar Tranapuente, 29 de diaembre de 1906; Carpeta Administrativa: Expediente de División, Juzga- do de Indios de Imperial, iniciado el 16 de julio de 1930, incluye Empadronamiento de la Reducaón de Nicolás Aiiía, 1930; y Ministerio de Tierras y Colonizaaón, Dirección de Asuntos Indígenas, Censo de la Comunidad de Nicolás Ailio, 30 y 31 de mayo de 1963. Sobre la legislación indígena, sus motivaaones y metas, ver José Aylwin O., "Tierra mapuche: derecho consuetudinario y legislación chilena", en Rodolfo Stavenhagen y Diego I t u d d e , Entre la ley y la costum- bre: El derecho consuetudinario indígena en América Lat im (México, D.F. y San José, Costa Rica: Instituto Indigenista Interamencano e Instituto Interamencano de Derechos Humanos, 1990), pp. 333.354. Conversación con don Henberto Ailío, Huelianto Alto, 10 de agosto de 2001.

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que se esperaba atraer a la población no Mapuche, chilena y extranjera. Cuando no se podía convencer a un cacique de mudar a su grupo entero a otro lado, se trataba de concederles menos tierra o, en una burla completa del intento original de la legisIa- ción proteccionista, se esperaba hasta que todos los otros grupos se establecieran primero -colonos extranjeros y nacionales, dueños de hijuelas rematadas- antes de otorgar los títulos de merced a las comunidades.

El caso de Pedro Cayupi, cacique de la zona de Cullinco, Carahue, cerca de Ailío, es un caso especialmente pertinente en este sentido. El 26 de septiembre de 1902, Pedro Cayupi envió un escrito al Ministro de Tierras y Colonización:

... soi dueño de los t m o s situados en el lugar denominado Cullinco en una estensión de doscientas cincuenta hectáreas más o menos. De órden del Exmo Gobierno se me ha matriculado la propiedad de que soi dueño i he

sido tambien radicado en ella. Operación que ha sido esta, hecha pmio el dictámen de cuam injenieros nombrados al efecto.

Sin embargo, continuó enla carta, no ha podido estar en posesión tranquila de su tierra:

Me ha sido absolutamente imposible que me dedique con entera confianza al tmbajo a fin de impulsar el progreso de mi fortúna. A causa de no tener un plano que indique de una manera clara cuáles son los límites de mi propiedad; i a causa de no tener todavia un título definitivo de ella, he sido multitud de veces, molestado en la poseción tmnqui- la, tan benefica para tealizar el progreso.

Cayupi pidió, por tanto -e irónicamente, en el mismo lenguaje de "progreso" usado para "reducir" a los Mapuche titulo definitivo sobre su tierra.

El Protector de Indígenas estuvo de acuerdo con Cayupi. Un colono nacional llamado Ricardo Herrera se había introducido en las tierras reclamadas por Cayupi, y hasta había reclamado judicialmente que se le radicara en ellas. "Creo que si se ordenara la pronta radicación de este indijena, se concluirían los atropellos de que es victima i serian eficaces las gestiones que se practicaran a su favor, basadas en el titulo de merced", concluyó el Protector.

Pero según Leoncio Rivera, Presidente de la Comisión Radicadora, la situación era un poco más complicada de lo que parecía. No se les podía radicar a Cayupi y su gente porque el plano de Nehuentúe estaba mal, y no se había podido conseguir un topógrafo que hiciera bien e1 tmbajo. Por tanto,

No ha podido obrar allípor su propia cuenta la Comisión Radicadora haciendo el deslin- damiento a los indíjenas, en consideración a los remates i entrega de hijuelas efktwdos sobre esos terrenos: pués lo contrario habría hecho lesionar talvéz innecesariamente los

intereses de los rematantes, cuando, arreglado el plano, i radicados al propio tiempo o seguidamente los indíjenas, pueden quedar en las mejores condiciones sin pg'uicio de particulares i de los intereses del Estado.

En otras palabras, antes de que se radicara a los indígenas de la zona, ya las tierras fiscales se habían empezado a rematar. Como había intereses de por medio, no se podía radicar fácilmente a los indígenas. Como dice el informe final al Ministro,

Es preferible terminar este trabajo para ahorrarse en el futuro dificultades con los rematantes vecinos i poder asignar a Cayupi una porcion de cabida real que no esté en pugna con los intereses o derechos de los colind~ntes?~

Pedro Cayupi no era el único en la zona de la costa, cerca de la comunidad de Ailío, que sufría esta absurda inversión de las prioridades de la legislación indígena. Gracias al tmbajo de Christián Martínez, tenemos acceso también al conflicto de tienas del valle de Coi Coi y de toda la zona Lafkenche de Danguil al sur. Según la memoria oral recogida por Martínez, estos conflictos comenzaron décadas antes de la otorgación de títulos de merced a las tres comunidades sobrevivientes del sector entre 1908 y 1913. Ya en la década de 1890 hubo bastante violencia en la zona, recordada casi emblemáticamente como los abusos y andanzas de un mítico bandido llamado Patricio R0jas.Y quizá Rojas no fue tan mítico como parece hoy en día, puesto que en el plano de Moncd de 1901, en tierras sobre la orilla del río Moncul donde se junta con el Imperial, aparece asentado Patricio Rojasz7 Sin embargo, según los testimonios recogidos, parece que la presión frente a las familias Mapuche tenía una doble intención: primero, sacarlos de las tierras más preciadas antes que se dieran los remates en Santiago; y segundo, forzarlos a transformarse en obreros agrícolas para las nuevas empresas que se empezaban a establecer en la zona. Entre el no Moncd y la sierra de Quichihue, por tanto, sobrevivió solamente una comunidad Lafkenche, permitiendo que

AS= Ministerio de Relaciones Exteriores, 1902,Vol. 1021, "Soliatud del Particular Pedm Cayupi, Caaque de la Araucanía", 26 de septiembre de 1902, Santiago y Cullinco, Carahue. Ricardo Herrera se mnvierte, posteriormente, en uno delos terratenientes más prominentes dei sector Todavía en 1937 presenta soliatud al Ministerio denerras y Colonizaaón para que se le entreguen tres hijuelas de tierras rematadas anterior- mente en la misma zona. En su soliatud se identifica como "domiciliado en ei fundo Cuyinco del Departa- mento de Imperial". ASIDL, MIyC, Prwidenaa No. 8920,Vol. 1343,1937. Un dato adiaonal interesantídmo sobre la comunidad de Cullinco, parte del aillarewe de la comunidad de Ailío, es que, como veremos en el capítulo 4, en 1970 son colindantes con el fundo Rucalán y algunos de sus miembros pasan a vivir en y colaborar conei asentamiento Amoldo Ri0s.L.a esposa de JuanBautista LandamtchcVioletaMaffei Herrera, es descendiente de Ricardo Herrera por eilado de su madre y Rucadiuca, fundo que hereda de sus padres, proviene de estos mismos procesos de comienzo de siglo, teniendo como deslinde al poniente la "Reducción de Pedro Cayupi". SAG; Archivo Ex-CORA,Expediente N" 972- Fundo Rucalán y Butalon Rucadiuca, Comu- na de Carahue: "Morme de los títulos de dominio sobre el fundo denominado 'RUCADIUCA"',Temuco,3 de febrero de 1971, p. 152 y "Copia de inscripaón: Adjudicación en Partición", pp. 153-54. ANH-M,MRREE, 1901,Vol. 986, "Secaón del Plano de Moncul del ingeniero Hugo Peeogrande",Temuco, 18 de diaembre de 1901.

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en el remate de tierras de 1893, los deslindes "legales" de las flamantes hijuelas llegaran hasta las mismas playas de Lobena y Coi Coi. Sin embargo, hasta las décadas de 1920 y 1930 los Mapuche siguieron en control de las tierras de la costa, separando así la situación de facto y la situación de jure. Solamente con el avance tecnológico de los sistemas de desagüe se hana rentable la explotación comercial de los terrenos pantanosos de la orilla del mar, y una nueva clase terrateniente reivindicana, a partir de 1930, los deslindes de los títulos de merced otorgados entre 1908 y 1913.28

En la zona cercana a la costa, por tanto, desde Danguil y Hueñalihuén al norte hasta Puerto Saavedra y el Lago Budi por el sur, y hacia el este llegando hasta Carahue e Impe- rial, los años entre 1900 y 1915 fueron años de lucha por la tierra y el poder local entre fuenas muy diversas: hacendados y comerciantes locales, colonos extranjeros, y colonos nacionales, todos intentaban conseguirse las mejores tierras y los mejores puestos políti- cos y económicos. Los Mapuche, dueños originales de la tierra, fueron en muchos casos los perdedores en esta lucha desigual; por algo, como se ha dicho muchas veces, se llamó "re- ducción" al proceso de radicación de indígenas. Y como hemos visto anteriormente, en muchos casos las pérdidas de temtorio y recursos se dieron, a través de la violencia, con anterioridad al título de merced. Pero a pesar de la desigualdad de circunstancias, los Mapuche resistieron fuertemente los abusos y no siempre perdieron. El caso del cacique Lorenzo Paiüao, de Carahue, es un caso importante, no solamente porque se defendió en contra de las usurpaciones de un colono nacional, sino que también porque su experiencia toca directamente el caso de la comunidad de Aiiío.

El 8 de octubre de 1900, el Ministerio de Tierras y Colonización, oficina de Temuco, mandó un oficio al Intendente de Cautin informando acerca de un abuso aparentemente cometido en contra del sargento mayor de Ejército retirado, don Luis C. Ubeda. Según la ley, Ubeda tenía derecho a 150 hectáreas de tierra fiscal en su calidad de soldado retirado, y para completar esta cabida se le había otorgado una hijuela de 100 has. al sur del n o Imperial, frente a Carahue. "El señor Ubeda", continuó el oficio, "después de estar en posesión tranquila de dicha hijuela i haber construido en ella casas i cierros i tener siem- bras, se ha visto últimamente lanzado por medio de la orden del señor Gobemador de Imperial". Esta orden fue ejecutada por el Inspector Marín, "quien acompañado de un soldado i como de quince individuos particulares le destruyeron al señor Ubeda sus casas, cierros i siembras". Por tanto, la Inspección deTierras y Colonización en Temuco ordenó al Intendente que mandara desalojar de la hijuela de Ubeda a un indígena, Lorenzo Paiiiao,

Christián Martínez Neira, Comunidades y Tem'torios Lafkendie, los mapuche de Ruuicura al Moncul (Temuco: Instituto de Estudios indígenas1 Universidad de La Frontera, Serie de Investigación, 1995), pp. 54-79. So- bre los avances de la agricultura comercial en el sector, ver Florencia E. Maiion, "Cuando la amnesia se impone con sangre, el abuso se hace costumbre: El pueblo mapuche y el Estado chileno, 1881-1998", Paul W. Drake e Iván Jaksic (comps.), El modelo chileno: Democracia y desarrollo en los noventa (Santiago: U)M ediciones, 1999), pp. 435-464.

de quien se dijo había sido radicado ya en otra parte por la Comisión Radicadora, "y su patrocinante Pedro Vergara".29 -

Los hechos en este caso parecen muy distintos cuando son vistos desde la región. El 9 de octubre, el Gobernador de Imperial contestó una providencia del Intendente que había sido motivada por el oficio de la Oficina de Tierras y Colonización. "En una visita que hice ' a Carahue pude imponerme de la invacion que don Luis C. Ubeda ha cometido en la reduc- cion del indíjena Lorenzo Paillao, pues le tiene sus tierras aradas hasta las mismas puertas de las casas", escribió.

Como esta Gobernación no tenía conocimiento de que a la reducción del indíjena de mi referencia se le había matriculado en otra parte y en reiteradas comunicaciones del Protectorado de Indíjenas se ha pedido a esta oficina que en virtud de lo dispues- to en el A#' l o de la ley de 20 de enero de 1883 ... que no se permita bajo ningún pretesto a particulares que molesten en sus propiedades a los indíjenas, se dió al subdelegado de la 3* subdelegacion la órden que fué cumplida por el funcionario espresado como podrá verlo U.S. por el informe que ha pasado a esta Gobernacion y que orijinal acompaño a U.S.

El Gobernador, además, negó la versión del Subinspector de Tierras y Colonización de que se hubiera molestadoa-Ubeda en la posesión de su hijuela, puesto que "lo que se ha hecho es reprimir únicamente la invasión hecha por Ubeda en el terreno que está contiguo a su hijuela ocupado hoi por la reduccion del indíjena Paillao y de que en el hecho que no sea entregado a estos ese terreno será fiscaln.Y finalmente, declaró falsa la acusación de Ubeda de que le destruyeron casas, etc., puesto que

jamas ha tenido casas en la parte que indebidamente ha invadido sino que una especie de mmada pequeña y los cercos quese le han destruido ha sido unicamentepara abrir el camino público de Camhue a Saavedra y que esteserior tenia cerrado; y como este cami- no, segun se me ha informado, lo tenia sembrado el reclamante, es aquísin duda donde sus siembras han tenido que sufric30

Cuando exploramos en más detalle este caso, encontramos que tiene una historia muy complicada.Ya a comienzos de octubre, el Gobernador de Imperial explicaba al Subinspec- tor de Tienas y Colonización que la hijuela que originalmente le había tocado a Ubeda era otra, que por estar embargada por tercero no pudo entregársele; y que por eso Ubeda había sufrido "toda clase de moles tias... de parte de los indíjenas con motivo de la nueva hijuela

Museo Regional de la Araucanía, Intendencia de Cautín, Correspondencia Recibida, 1900-1907, "Oficio del Ministerio deTienas y Colonización al Intendente de Cautin",Temuco, 8 de octubre de 1900. Museo Regional de la Araucanía, Intendencia de Cautín, Correspondencia Recibida, 1900-1907, "Con- testación del Gobemador de Lmperial a la Providencia del lntendente de Cautín", Nueva Imperial, 9 de octubre de 1900.

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que según datos que tengo la Inspección le mandó dar provis~riamente"?~ Además, los des-. lindes de la hijuela entregada a Ubeda eran tan generaies que podían interpretarse de muchas formas distintas. Esto lo señaló claramente José Duhalde, que en ese momento era Subdele- gado de la Tercera Subdelegación de Imperial; o sea, de Puerto Saavedra. Al recibir los antecedentes del caso Ubeda, acompañados de la orden del Subinspector deTierras y Colo- nización de reponer a Ubeda en posesión de su hijuela, Duhalde escribió lo siguiente:

Me encontraba presente cuando el Señor Inspectorjeneml de T í y Colonización or- denó al ingeniero Cabrera hacer entrega de cien hectáreas de terreno al señor Ubeda y recuerdo que se dispuso se le dieran cien metros de orilla del riolmperial, pero, repito, no conozco los verdaderos deslindes de la referida hijuela. Ahora, los indíjenas, que dice el señor Ubeda lo molestan, sostienen no encontrarse dentro de la hijuela entregada al reclaman te. Para salvar las dificultades que se presentan, el inji-ascripto estima seria conveniente,

salvo mejor acuerdo de U., que U.S. pidiera a quien corresponda que un ingeniero se trasladara a deslindar la hijuela que pertenece al señor Ubeda para hacerlo respetar dentro de los deslindes que se me señalen.32

La respuesta de la Inspección de Tierras y Colonización, sin embargo, fue tajante y quizá inesperada. Cuando el Intendente elevó la consulta de Duhalde, a través del Gober- nador de Imperial, al Subinspector, el mismo día éste decretó que se repusieran a Ubeda sus terrenos usando la fuerza del Regimiento No 4 de Caballería deTemuco. Once soldados, al mando de1 teniente de Caballería César Plaza y con la participación de Ubeda mismo, llegaron el 29 de octubre a la hijuela, donde entablaron batalla con Lorenzo Paillao, Pedro Vergara y otros. Según el informe de Plaza, los que se le enfrentaron hacían un total de veinte, más o menos; estaban "armados de hachas, cuchillos i garrotes"; habrían estado tomando; y desde un comienzo se presentaron "en actitud amenazante". Según Plaza, los indígenas y tres hermanosvergara los atacaron primero, cuando Plaza se preparaba a mos- trar la orden que traía. Se entabló una batalla a garrotazo y sablazo limpio, en la cual resultaron heridos varios individuos de ambas partes.33 Según la versión de las autoridades locales, sin embargo, los hechos se desenvolvieron de forma un poco distinta. J. Alberto Marín, Subdelegado de Carahue, en telegrama despachado directamente después de haber presenciado el desalojo y la batalla, escribió:

" Museo Regional de la Araucanía, intendencia de Cauh, Correspondencia Reabida, 190&1907, "Oficio del Gobernador de Imperial al Subinspector denerras y Colonización", Nueva Imperial, 4 de octubre de 1900.

3z Museo Regional de la Araucanía,intendencia de Cautín, Correspondencia Recibida, 1900-1907,"Oficio de José Duhalde, Subdelegado de la 3' Subdelegación de Imperiai, al Gobernadorm,Puerto Saavedra, 22 de octubre de 1900.

U Museo Regional de la Araucanía, intendencia de Cautín, Correspondencia Recibida, 1900-1907, '%forme de César A. Plaza E, Teniente de Cabaiiena, al Comandante", Temuco, 29 de octubre de 1900.

Ayer cinco-tarde en cercanias villa Huedaquintue Luis Ubeda, teniente Plaza con diez soldados Rejimiento Caballería Temuco destruyeron varias casas, algunas de indios, to- das en t e m o cacique Paillao Lorenzo. Pedro Vergara idos hermanos estaban alli aproxi- mándose fuerza pidió al jefe mostrara orden competente, teniente no hízolo; siendo . I Vergara heridos a sable i amarrados e indios atropellados. Indíjenas despojados queda- . ron a campo en situacion penosisima. US. comprenderá que autoridad infmdto fué atropellada, fuerza procedió sin conocimiento mio, ignoro procedencia orden. Presencié

1 l I

rivera Camhue destmcion casas?4

¿Cómo terminó el caso del cacique Lorenzo Paillao? Se trataba de un logko Mapuche y su familia que habían sido presionados para mudarse, de las tierras que siempre habían gozado en la ribera sur del río Imperial, a otras tierras más amba en la montaña. A pesar de los esfuerzos de las autoridades enTemuco, especialmente del Subinspector deTierras y Coloni- zación, don Lorenzo Paillao rehusó aceptar las nuevas tierras. Es por eso que finalmente se mandaron las fuerzas de caballena, a pesar de que las autoridades locales repitieron, una y . otra vez, que Ubeda era el usurpador. Es por eso que el destacamento de caballena obedeció solamente las órdenes dadas en Temuco, sin ningún tipo de aviso a las autoridades locales. Pero el caso no terminó allí. El 3 de setiembre de 1903, casi tres años después del desalojo, don Lorenzo Paillao solicitó radicación en Huedaquintue, el mismo lugar de la batalla.Trági- camente, el cacique murió antes de que se hiciera entrega de las tierras; pero la solicitud siguió tramitándose y, en diciembre de 1907, la familia de don Lorenzo Paillao recibió título de merced en sus tierras en Huedaquintue, a nombre de Paillao Curi~il.3~

Aun más importante para la comunidad de Ailío que la pequeña victoria de la familia Paillao frente a las fuerzas del gobierno, sena la presencia en este caso de José Duhalde. Como Subdelegado de Puerto Saavedra, DuhaIde trató de representar los intereses de to- das las partes y de hacerlo con acceso a la información correcta en cuanto a los deslindes entre la hijuela particular y las tierras indígenas. Su consulta a Temuco, sin embargo, reci- bió como respuesta la invasión de caballena para apoyar los intereses del particular Luis C. Ubeda. ¿Qué lección aprendería Duhalde de todo esto? Que lo importante no será la justicia de un reclamo, ni el conocimiento cabal de los deslindes en terreno. Por el contra-. ,

no, lo importante será tener buenas conexiones en Temuco, entre la oficialidad que resuelve, a final de cuentas, toda lucha local por la tierra y el poder. Y Duhalde usará con gra~des ventajas la lección que aprendió en 1900, cuando en 1908 le usurpará 45 hectáreas a la comunidad de Ailío.

34 Museo Regional de la Araucanía, Intendencia de Cautín, Correspondencia Recibida, 1900-1907, "Manuel E Urrutia, Juez de Letras dehperial, al intendente de Cautín, transcribiendo documentos relevantes a la causa por lesiones seguida en contra de Luis C. Ubeda y Cesar de la Plaza", Nueva Imperial, 13 de diciem- bre de 1900.

3 h O N A L l I , Archivo de Asuntos Indígenas, Título de Merced No 1254, Comunidad de Paillao Curivil, Güedaquintúe, Departamento de Imperial, 14 de diciembre de 1907.

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En efecto, el 12 de octubre de 1908, don Domingo Ailío, identificado como "caciquen de la comunidad, reclamó que los señores José Duhalde y Juan de Dios Lobos "se han introdu- cido a su reserva sin ningún derechon. Se notificó al subdelegado de Bajo Impenal, quien notificó a los terratenientes, quienes obviamente negaron haberse introducido. La situa- ción quedó así, y a los dos años del título de merced, la usurpación de Duhalde les causó a los miembros de la comunidad de Ailío una baja dramática en la cantidad de tiena que tenían, de un promedio de 4,3 has. por persona a 2,s has. por persona.36

"Esto pasó hace muchos añosn, contó don Antonio Ailío, hijo de Andrés Ailío, radicado original de la comunidad.

Todavía nosotros ni pensábamos nacer, ni eran casados todavía los viejitos. Entonces vino un caballero, que se llamaba Duhalde, en Puerto Saavedra, no sé de adónde sería, pero total que de ahí empezó a usurpar tierras el caballero.

Don Antonio se acuerda que su padre luchó en contra de esta usurpación; viajando muchas veces aTemuco, "pero siempre le iba mal, porque el caballero iba primero". Cuan- do llegaba don Andrés, el secretario de la oficina le decía que ya las cosas se habían arreglado, y que "recién se fue tu contrario, Ailío". A pesar de muchos viajes largos y penosos, por tanto, no se pudo conseguir nada, y

el caballero ese le marcó la tierra, cerró, hizo un cera tranquilla. Talo esto en la comuni- dad emn todos huallentares, habían hartos pellinares. bltearon y cortaron y con esa madem hicieron el cerco. Empezaron en este río [Imperial] hasta el otro rió Puyangue, hasta allá hicieron cerco, usurpando la tierra a todos, las orillas que pertenecútn a la comunidad. Abarcó de Nehuentúe hasta por acá, Tranapuente se llama este lugar: Y así que &&u&, con el tiempo, dijeron que tenián que salirse de ahí. Misjmdres, como vivían ahí y no querían salirse, les dijeron, tienen quesalirseporque la tierra ya está rematada por los Duhalde. Y mi padre estaba recién casado con mi mamá. ¿Qué vamos a hacer ahora? Igual tienen que acomodarse donde fuera, pu, les decían los trabajadores. Nosotros somos mandados, decían, tenemos que cumplir lo que dice el pa- trón. Y ellos se sentaron, no queriízn salirse. Después de un par de dias más vinieron a la fuerza. Entre ellos, trajeron a los trabajado- res, desarmaron la casa, la hiceron pedazos, les botaron laspilchaspa'fuera, enseguida deshicieron las casas y después las quemaron, toda la madera que tenían las mas. Que- daron sin casa los viejos, así me contaba mi papá.j7

36 CONAüi ,Mvo de huntosIndígenas,Título de Merced N" 1112- Comunidad de Nicolás Ailío,Tranapuente, Imperiai, 29 de diciembre de 1906.

37 Entrevista con don Antonio Ailío, Comunidad de Ailío-Tranapuente, 10 de enero de 1997.

Los recuerdos de don Antonio se pueden rastrear con nitidez en los documentos escri- tos que poseemos sobre los hechos que él relata. El proceso de usurpación, los viajes de su padre a Temuco, la violencia en contra de su familia, todo esto se refleja fielmente en el expediente judicial seguido por la comunidad en contra de José Duhalde. En 1928, don Currín Ailio, hijo del cacique original, solicitó la partición de la comunidad de Nicolás Ailío. La razón pareció ser que Duhalde y Cía. seguían en posesión de 45 has. de tierras comunales, y que al ventilar el asunto como parte del proceso de partición se esperaba conseguir la restitución. Se citó a comparendo para el 25 de mayo de 1928, y comenzaron las discusiones. Pero solo en 1930 es que se abrió en el Juzgado de Indios de Imperial un expediente de restitución con la demanda presentada por don Andrés Ailío, el padre de don Antonio, quien dijo:

Soy comunero de la r e s m N4 39A, de ciento treinta hectáreas de suelo concedidas a favor del cacique Nicolas Ailio en el lugar ya nombrado. No estoy sin embargo en pose- sión de todo el suelo que a mí me corresponde a título de radicacion, debido a que hace más o menos 18 a 20 años, el particular serior José Duhalde domiciliado en Puerto Saavedra, me ha tomado a viva fuerza un gran estensión del mejor suelo.

Hago presente a SS. que el señor Duhalde no contento con la usurpación hizo quemarpor su administzador seiior Laurie, ya fallecido, la casa habitación del suscrito. He presenta- do reclamo de esto muchas veces al señor Protector de Indígenas de Temuco sin haber obtenido resultado algunoP8

A pesar de no haber tenido la oportunidad de aprender a leer y escribir, don Andrés Ailío había estado luchando por mucho tiempo, como él mismo lo dijo y como recordaría su hijo muchos años más tarde, para conseguir restitución de las tierras comunales. Había viajado repetidas veces aTemuco, sin resultado; había sufrido la destrucción de su casa en manos del administrador de Duhalde; pem solamente 22 años después de la usurpación original consi- guió don Andrés Ailío, en nombre de la comunidad, que se abriera un juicio de restitución.

En su defensa frente al juez, José Duhalde usó todas las artimañas que había aprendido desde el caso Ubeda en 1900. Comenzó diciendo que había un error en el plano de Moncd, levantado en 1903 por don Agustín Cabrera, en que se basaban los deslindes de la comuni- dad de Ailío. Supuestamente, ya en 1893,15 años antes de que se otorgara el título de merced, se habría rematado una hijuela de tienas fiscales a don Domingo Echeverna que incluía las 45 hectáreas en disputa. La Sociedad Duhalde y Cía. habna comprado esta hi- juela posteriormente al señor Echevema, y por tanto, tendría derechos anteriores a los establecidos en el título de merced. Esta historia de un remate previo, que también la

CONAü1,Archivo dehuntos Indígenas, Comunidad de Nicolás Ailío, CarpetaAdministrativa,Expediente de Restitución y Usurpación de Terrenos, Andres Torres (sic-Ailio] con Duhalde, José, en Tranapuente, Nehuentúe, Iniciado 25 de abril de 1930; f. 1.

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recuerda don Antonio, se ha visto repetidamente en toda la región, como también el tono moral con que el usurpador reivindicó su reclamo basándose en el principio de la propie-. dad privada. "SS comprenderán, escribió Duhalde, "que no es permitido radicar a indígenas algunos en terrenos rematados por el Gobierno y adjudicados a

Pero e1 Juez de Indios de Imperial no comprendió la posición de Duhalde. Según las comparaciones que se hicieron entre los varios planos oficiales, la opinión del Juzgado fue que el famoso plano de Moncul estaba conforme con los demás, y que las 45 hectáreas realmente pertenecían a la comunidad de Ailío. La prueba más importante de esto se en- contraba, según el Agrimensor del Juzgado, en el deslinde del lado poniente dela comunidad. Mientras todos los demás deslindes estaban conformes con el titulo de merced, "la diferen- cia entre los 550 metros que este deslinde tiene en la actualidad y los 900 metros que le señala el Título de Merced, obedece al hecho de encontrarse ocupado por el Sr. Duhalde el Trozo de Terreno que en el deslinde Poniente tiene de longitud 350 metros y en el Oriente 390 Por tanto, dijo el juez en el f d o ,

I Mapa 3

t c . p I m l ~ ~ 1 . C(.brd 1-i.

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39 Expediente de Restitución, f. 3h . " Ibid., f. 46.

si bien es cierto que el m a t e de que dimana sus derechos la Sonedad Duhalde y Ch., es anterior a la fecha en que se otorgó el Título de Merced, no podrúl tomarse en consideración la diferencia de fechas porque se @ata en realidad de termos diferentes y nó de un mismo t m o que hubiere sido ma tado primetu por un particular y que en seguida hubiere sido concedido por Título de Merced a una Reducción Indígena.4'

El resultado de este juicio en primera instancia fue a favor de la comunidad. Se ordenó a la Sociedad José Duhalde y Cía. restituir a la comunidad de Ailío las 45 hectáreas y 69 áreas usurpadas. Pero Duhalde usó las estrategias aprendidas desde el caso Ubeda y llevó el caso a Temuco, donde la Corte de Apelaciones dio vuelta el fallo el 16 de abril de 1931, archivando el expediente y dejando la situación como estaba. Esto, por supuesto, benefició a Duhalde, quien estaba en posesión de las 45 hectáreas. Ocho años más tarde, el 15 de febrero de 1939, don Martín Ailío solicitó que se desarchivara el expediente, y cinco meses más tarde, don Domingo Aiiío pidió nuevamente la división de la comunidad. Explicó su pedido en la forma siguiente:

Soy hijo de Miguel Ailw y Juana Llanmi, quienes son casados por el rito indígena y por la ley civil. Ambos son mdicados en la comunidad. Me interesa a mí y a todos los miembros de la comunidad que se proceda a su división,

l en especial, porque el terrateniente señor Duhalde se ha apoderado de 45 hectáreas y 69

! áreas de ella y porque, en consecuencia, deseamos todos que este terreno vuelba al poder 1

\ de la reducción."

En 1939, treinta y un años después de otorgado su título de merced y'veinte y nueve años después de la usurpación original, la comunidad de Ailío seguía reclamando justicia.

I j

La lucha continuaría por mucho tiempo, formando el hilo más importante en la historia de 1

la comunidad. Pero en 1939, había también una razón puntual que impulsaba a don Martín i

y a don Domingo Aiiío a pedir que se reabriera el caso judicial. Graciano Duhalde, hijo de José, había ofrecido vender al Estado, específicamente a la Caja de Colonización Agrícola,

1 I

! el fundo Tranapuente que contenía las 45 has. de la comunidad. Ya en agosto de 1938 la Caja había solicitado la expropriación del fundo, y a finales de septiembre del mismo año el Ministerio deTienas y Colonización había aceptado, por decreto, dicha solicitud." Como veremos a continuación, la venta del fundo Tranapuente al Estado formaba parte de una i estrategia comercial más amplia que Graciano y su padre habían estado llevando a cabo

i desde comienzos de la década de 1930. Pero desde el punto de vista de la comunidad, aceptar la venta y partición de este fundo podría significar perder para siempre la esperan- \ za de restitución. Y eso era inaceptable. I

41 Expediente de Restitución, f. 46v. 42 Expediente de Restitución, f. 35,31 de julio de 1939.

I 43 ASXX, b í Q C , Decreto N" 2331,Vol. 1439,1938.

l 1 I i

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José y Graciano Duhalde: La formación de una fortuna regional

Todavía hoy se recuerda a Duhalde en la zona entre Camhue y Puerto Saavedra como un hombre poderoso y cruel. Se recuerda que en Puerto Saavedra, la gente hacía cola para ser atendida en su despacho. Además tenía una fábrica donde acostumbraba pagarles poco e irregularmente a sus trabajadores. Si algún trabajador se quejaba del trato o exigía su dinero, dicen, Duhalde lo citaba a la fábrica, donde lo tiraba a la caldera que producía la energía para el estableci~niento.~~

¿Quién era este terrateniente poderoso y abusivo, que en la versión más dramática de la historia oral, consumía literalmente los cuerpos de sus trabajadores al lanzarlos a la caldera de su fábrica? José Duhalde era un inmigrante vasco-francés que llegó a Chile en 1888, poco después de la derrota militar del pueblo Mapuche. Según Aníbal Escobar, la colonia francesa, "la mayoría vascosn, fue el grupo más importante en el d e s a r d o de las ciudades de La Frontera, puesto que era "gente trabajadora, emprendedora y perseveran- te, que instalaron almacenes, crearon propiedades agrícolas y pequeñas Yidustrias, que poco a poco, adquirieron gran desarr~llo".'~ A primerd vista, el caso concreto de Duhalde concuerda con todas estas características generales. Sus primeras inversiones en propieda- des se anotaron en Imperial entre 1896 y 1897, años en que se dedicó a la compra y venta de quintas y sitios urbanos. Su primera asociación comercial parece haber sido su participa- ción en la firma vasco-francesa Duhart Hermanos, fundada en Lota en 1858 y para comienzos del siglo XX una firma con perfil a nivel nacional. En 1899 José Duhalde estaba empezando a comprar tierra en su propio nombre y a nombre de la firma Duhart Hnos. En estos mismos años se estableció en Puerto Saavedra, puesto que ya en 1900, como hemos visto con el caso de Lorenzo Paillao y Luis Ubeda, Duhalde era subdelegado de ese pueblo. Es también durante estos primeros años en Chile, específicamente en Nueva Imperial en 1892, que les nació a José Duhalde y su esposaRosa Silva un hijo, a quien llamaronvíctor Graciano.%

Lo que no menciona Escobar en su descripción de la actividad empresarial vasco-fran- cesa es que, en muchos casos, su desarrollo se basaba también en una expansión violenta

U En una reunión acerca de mi investigaaón que tuvimos con las familias de Ailío que se habían mudado a Huelianto Alto, hoy comunidad de Nicolás Ailío ií, se conversó este tema de Duhalde. En esta conveisación participó también un joven de una comunidad Mapuche de la Isla Huapi, cerca de Puerto Saaveh, cuya abuela había sido "nana" de la familia de Duhalde. Notas de campo, reunión en Gorbea, 20 de marzo de 1997. " Aniaal EscobarV.,hmia de la Colonia F m m a en Chile, 1925-1 926 (Santiago de Chile, 1926), pp. 402403. La información recogida en este párrafo es un resumen de las siguientes fuentes: 1. Anabalón y Umía, ChileAgrícolcTomoPreiimimr (Santiago de Chile: Imprenta,Litografía y EncuademaaónModerna, 1922), p. 414; h í a l Escobar V., Fram'a: úi Colonia Francesa en ChiIe (Santiago de Chile, 1920), pp. 237-238,288; h í a l Escobar,Armario dela Colonia Francesa en Chile, 1927-1928(Santiago de Chile, 1928), p. 383; Conser- vador de Bienes Raíces de Nueva Imperial (CBR-NI): 10-1-1896; 28-XI-1896; 29-W-1896; 24-V-1897; 25-V- 1897; 2-W-1899; 10-N-1899; 7-M-1899. Para el nacimiento de Graaano, ver su testamento en el CBR-Ni, 1941, No. 185-Testamento de donvíctor Graaano Duhalde Silva, £f. 152-153v.

sobre el temtorio indígena. Entre 1900 y 1930, justamente durante los años de la expropia- ción de las tierras de Ailío, José Duhalde con su hijo Graciano se transformaron en una de las firmas más importantes de la costa. Comenzando bajo el nombre de Duhart Hnos., José Duhalde empezó a acumular tierras en todo el sector, muchas veces mediante manipulacio- nes y abusos parecidos a lo que hizo con la comunidad de Ailio. El caso del fundoTranapuente es emblemático. Inscrito formalmente en 1909 como propiedad de Duhart Hnos., el fundo tenía en ese momento 1.576 has. en cuatro lotes, todos ellos combinaciones de compras a rematantes de hijuelas fiscales entre 1907 y 1909. El primer lote, con un total de 310 has., contenía las 45 has. de la comunidad de Aiiío y era una combinación de dos compras hechas en 1907: hijuela 18, a Enrique Gama; e hijuela 19, a Domingo E~heverría.4~ Más allá de Tranapuente, en 1909 la firma de Duhart Hnos. formalizó también su propie-

dad sobre otros dos de los fundos más importantes del sector costero: Nehuentúe y Esperanza. El fundo Nehuentúe, que en 1909 tenía 1.039 has., estaba compuesto de tres lotes que también tenían sus orígenes en compras o adjudicaciones de hijuelas fiscales. Es interesante notar en el caso de Nehuentúe que, en su deslinde norte, había un problema de usurpación de tierras con la comunidad Mapuche de Andrés Curimán, del sector de Rucahue-Moncul. Poco antes de la inscripción del fundo, el 31 de julio de 1908 y con el testimonio de Nicolás Ailío, entre otros, el cacique Andrés Curimán había recibido 485 hectáreas de tiena para él y 91 personas más de su familia. Según el testimonio ofrecido muchos años más tarde por dos miembros de la comu- nidad, faltarían aproximadamente 30 has. del lado sur de la comunidad "por desplazamiento del cerco divisorio hacia la Reducción, ocurrido muchos años a la fecha aproximadamente el año 1908".4 Y finalmente, aunque al fundo Esperanza no se le documentaba ninguna usurpa- ción especifica a una comunidad Mapuche, su proceso de consolidación entre 1900 y 1909 siguió un patrón ya conocido: tierras fiscales adjudicadas o rematadas que pronto se vendían a otros, muchas veces a un socio de Duhart Hnos.; éstas se consolidaban posteriormente bajo el control de la firma. La diferencia en el caso del fundo Esperanza es que la propiedad parece haberse consolidado parcialmente bajo el control del empresario sureño José Bunster antes de pasar en su totalidad de 1.773 has. a la firma Duhart Hn0s.4~

" CBR-NI, 1909, No. 254, ff. 140-41v: "Compra-venta de Duhart Hnos. a Echevema, Domingo y otros". CONADI, Archivo de Asuntos Indígenas, Comunidad de Andrés Curimán, Título de Merced 1381,31 de julio de 1908, y Expediente de División: "Dedmción de Lorenzo Llancaleo Malil y Miguel Soldado Lincopi", Nueva Imperial, 18 de diciembre de 1970. Mensuias posteriores detectan que, por lo menos en 1971, la usurpación por el lado de Nehuentúe sería bastante menos de lo calculado-3 has. en vez de 3C-. Pem dada la desaparición de una buena cantidad de tienas de vega, tragadas por el río Moncul con el terremoto de 1960, que estarían justo en la parte más fértil del deslinde entre el fundo y la comunidad, es posible que en 1908 la cantidad usurpadallegara cerca de las 30 has.Los efectos del terremoto de 1960 son descritos en Archivo de Asuntos Indígenas, Comunidad de Andrés Curimán, Carpeta Administrativa, "Informe de los visitadores de la Jefatura Zonal de Temum sobre la Encuesta en la reserva de Andrés Curimán", Temum, 9 de septiembre de 1963. Para la inscripción del fundo por Duhart Hnos., ver CBR-NI, 1909, NO. 255, ff. 1 4 1 ~ 4 2 ~ : "Compraventa Duhart Hnos. a M a h M.R. y otros", 28-X-1909.

49 CBR-NI, 1910, Nos. 151-153, ff. 79v-82v: Compraventas de Duhart Hnos. a varios vendedores. Aunque estas transacciones son inscritas en 3-VI-1910, dice en el documento que ocurrieron en 1904.

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En 1910, pocos meses después de la inscripción de los fundos Tranapuente y Nehuen- túe, la firma Duhart Hnos. dejó de existir. En adjudicación que la firma le hizo el 29.de abril de ese año, José Duhalde fue declarado dueño de los fundos Esperanza, Tranapuente y Nehuentúe, la hijuelaTondreau y la Isla Doña Inés, la primera al sur del río Imperial y la otra en el mismo río frente a la comunidad de Ailío; y varias quintas y otras propiedades urbanas en Carahue, Puerto Saavedra y Nueva Imperial. El valor total de estas propieda- des se estimó en 2.658J51 pesos. En veinte años, por tanto, José Duhalde había logrado, mediante una serie de estrategias de acumulación y usurpación, consolidar una fortuna cuya base en la tiena se había concentrado alrededor de la desembocadura del río Impe- rial en tres ricos fundos que combinaban la agricultura, la ganadena y el comercio. Compuestos en total de 4.388 has., estos tres fundos formarían, para 1922, un solo paño dividido por el río Im~er i a l .~~

Entre 1910 y 1930, más o menos, esta acumulación facilitada en parte por la usurpación abusiva de temtorio indígena, sirvió de base para una de las grandes fortunas de la región. Pero en 1910, al constituirse como dueño de los tres grandes fundos costeños, José Duhalde estaba recién comenzando su proceso de acaparación. Dos años más tarde, lograría algo todavía más dramático: constituirse en dueño del fundo "El Budin, 42.000 has. de tiena concedida por el Fisco al empresario español Eleuterio Domínguez. Aunque Duhalde fue dueño individual por solo dos años, el proceso de compra y venta del fundo "El Budin nos permite comprender cómo es que las usurpaciones de tierra indígena que cometió Duhalde son solamente el primer hilo de una madeja enorme de manipulaciones legales y financie- ras en las cuales basó su fortuna.

La historia de la colonia "El Budin comenzó más o menos al mismo tiempo que el relato de la familia Duhalde. El 23 de agosto de 1902, el gobierno chileno firmó un contrato con el empresario español Francisco Sánchez Ruiz mediante el cual Sánchez se comprometió a traer a Chile hasta 300 familias de colonos españoles de las Islas Canarias y establecerlos en el temtorio entre los ríos Imperial y Toltén. Poco después, en 27 de mano de 1903, Sánchez recibió la primera extensión de tierra del gobierno, unas 12.500 has. que se calcu- laron para las primeras 25 familias. Es importante notar, en este contexto, que el gobierno se comprometió a otorgar a la colonia 150 has. por jefe de familia, agregando a éstas 65 has. por cada hijo mayor de diez años. Si comparamos este acuerdo con las 130 has. que se le entregaron a la comunidad entera de Nicolás Aüío, ya podemos constatar claramente las diferencias que el Estado va construyendo entre los agricultores Mapuche y los colonos extranjeros. Pero el contrato estipula, adicionalmente, que

El Gobierno de Chile proporcionará a los colonos asistencia médica, medicinas, las semillas i en jeneral los mismos ant ic ips que se han hecho a los colonos de Chiloé, a

CBR-N1,Vol. 1910,29 de abril de 1910; 30 de abril de 1910; Anabalón y U& ChileAgrÚolq pp. 418-19.

saber: treinta centavos diarios i quince mas por cada hijo o hija, mayor de diez años desde el dia de su llegada a Chile hasta que se le dé posesion de su hijuela i veinte pesos mensuales por familia, durante el primer año para su sostenimiento desde la fecha de su establecimiento en la colonia. Los anticipas en especies serán los siguientes: Una yunta de bueyes, una vaca lechera i una yegua para remonta. Un ejemplar lana meri- no; un ejemplar porcino; tres aves de corral. Una casa construida o ciento cincuenta tablas i veintitres kilos de clavos; i una máquina aserradora para el número de fami- lias que determine la Inspeccion Jegeral de Eerras. Un yugo, un amdo, serruchos, sie- rras, palos, hachas i cadenas.51

El 12 de mayo de 1903 el contrato se extendió para incluir a colonos de varias de las provincias de España y se transfirió de Sánchez Ruiz a la Empresa Colonizadora del Budi, de Eleuterio Domínguez y Cía. A pesar de los términos favorables bajo los cuales se había acordado este proyecto de colonización, sin embargo, entre 1904 y 1907 Domínguez se tro- pezó con una serie de impedimentos que hicieron muy dificil la creación de una colonia próspera y tranquila. El primer problema fue que tenía que solicitar repetidamente al Fisco, entre 1904 y 1906, que cumpliera con los pagos que estipulaba el contrato.También se presentaron otros proyectos de colonización que intentaron atraer a los mismos colonos ya establecidos, trasladándolos del Budi hacia el sur, especialmente avaldivia. Pero el pro- blema más grave, que a final de cuentas hizo casi imposible que el proyecto siguiera su curso, fue que el gobierno, al comprometerse a entregar las tienas libres y sin litigios, no tomó en cuenta que muchas de ellas ya tenían ocupantes, fueran éstos indígenas o colonos nacionale~.~~

Los intentos de Domínguez y el gobierno de llegar a algún acuerdo con estos ocupantes llevaron, ya para fines de 1905, a que se buscara una salida del contrato. La transacción final entre las dos partes se formalizó en un decreto de 25 de octubre de 1907, mediante el cual Domínguez devolvió al gobierno, del total de 56.025 hectáreas que recibió original- mente, 6.025 que s e ~ n a n para radicar a indígenas y colonos nacionales.Al restar del total

AS= MRREE,Vol. 1090,1903, Oficios No. 1011 y 1110 del inspector General denerras y Colonización al Ministro, sobre solicitud y antecedentes de la Empresa Colonizadora del Budi, 10 y 22 de agosto de 1903.

52 ASXX,MinRREE,Vol. 1090,1903, Oficio 1011 del Inspector General deTierras y Colonización alMinistro, 10 de agosto de 1903;Vol. 1116,1904: Solicitud de Horaao Mujica, representante de la Empresa Coloniza- dora del Budi al Ministro de Colonización; Solicitud de Heuterio Domínguez, Gerente de la Empresa Colonizadora del Budi, al Ministro de Colonización; Decretos,Vol. 1125 (1904): Decretos No. 1458 y 1462, 21 de junio de 1904, y sus respectivos antecedentes;Vol. 1154,1905: Oficio 1335 del Inspector General de Tienas y Colonización al Ministro, elevando presentación de Heuterio Domínguez sobre la perturbación de la colonia, 10 de junio de 1905; Vol. 1154 (1905): Informe del Intendente de Cautín sobre una queja telegráfica de varios colonos del Budi,Temuco, 16 de marzo de 1905;Vol. 1221 (1906): Oficio de Eleuterio Domínguez al inspector de Tierras y Colonización, 17 de marzo de 1906.

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original otras 7.932 has. que les correspondían a los colonos ya radicados, le quedaron a Domínguez y Cía., a cambio de cuatro años de trabajo, 42.068 has. "en dominio absoluto, i libre de toda carga o gravamen".s3

Esta gran extensión de tiena pasó poco tiempo en manos de la familia Domínguez. Eleuterio y su esposa murieron dentro de los próximos cuatro años y, en septiembre de 1911, se llevó a cabo una adjudicación de las propiedades de la sucesión Domínguez a Samuel Lamín Bulnes, identificado en el documento de adjudicación como "rentistan y también empleado de la Caja de Crédito Hipotecario. Los sucesores no tenían ningún inte- rés en resolver los problemas pendientes en la región del Budi, entre los cuales figuraban prominentemente los conflictos suscitados en la región por "los colonos, los ocupantes i las autoridades de Imperial que se colocaban francamente de parte i en ampam de las exijen- cias indebidas de los ocupantes y colonos". Estos conflictos se manifestaban, más que nada, en los "sesenta ó setenta pleitos que se tramitan en Nueva Imperial con los colonos u ocu- pantes, que se estiman en cuatrocientos un mil ciento treinta y tres pesos setenta y nueve centavosn. Cuando se agregaban a éstos los demás problemas, cuentas pendientes, deudas, etc., los sucesores simplemente decidieron traspasar la propiedad a Samuel Larraín por 1.945.332 pesos, entendiendo que él se encargana de resolver y subsanar todos los proble- mas e ~ i s t e n t e s . ~ ~

Aunque existían estos problemas de fondo que hacían muy difícil el saneamiento del predio, al mismo tiempo había un problema más puntual que le dio urgencia al proceso de adjudicación. Arturo Alessandri, como compromisario representando los intereses de los sucesores, hizo saber que José Duhalde había pagado, mediante escritura pública y "por subrogación al Banco Garantizador devalores el crédito hipotecario que reconocía la suce- sión con cinco dividendos vencidosn. Además, continuó Alessandri,

el señor Duhalde há presentado escrito ante uno de los juzgados civiles de Santiago pidiendo que se certificara la cesion, lo que acusa el pmposito evidente de entablar ejecu- ción con grave dano para la sucesión, que podría ser arrastrada á un concurso fonado i á un remate violento de sus bienes con todas sus funestas consecuencias, circunstancia que reagrava las dificultades en que la sucesión se encuentra con motivo de los pleitos pendientes.

53 AS- MRREE,Vol. 1297: Decreto del Ministerio de Relaciones Exteriores, Santiago, 25 de octubre de 1907.Ver tambiénvol. 1154,1905. "Oficio de Eleuteno Domínguez alMinistm de Colonización, y bases de arreglo adjuntas", Santiago, 9 de octubre de 1905. AS- MRREE,Vol. 1640: "Copia de la Adjudicación hecha en 22 de septiembre de 1911 ante el notario Abraham del Río, por Arturo Alessandri en representación de la sucesión de doña Maximiana Lasierra vda. de Domíngueq a Samuel Lanaín Bulnes", Santiago de Chile.

Es en este contexto de amenaza inmediata,por tanto, que Samuel Lanaín "expuso que él se atrevía á afrontar la situación i que pedía para él en adjudicación todos los bienes que forman el activo de la

El atrevimiento de Larraín pareció no darle dividendos inmediatos, sin embargo. A pocos meses, el 31 de julio de 1912, José Duhalde se constituyó como dueño del predio "El Budin de 42.000 hectáreas y otras propiedades que formaban parte de la sucesión, "por adjudicación que le hizo el Señor Juez Letrado de Santiago, don Dagoberto Lagos, en eje- cucion seguida por el adquirente contra la Sucesión de don Eleuterio Dominguez i otros, por cobro de pesos, por la suma de tres millones veinte mil quinientos pesos, pagadera en la forma i condiciones establecidas en el título men~ionado".~"ero si se mira con un poco más de detenimiento, el atrevimiento de Lanaín dio dividendos grandes, y a corto plazo, puesto que dos años más tarde, Duhalde vendió el fundo "El Budin a la Sociedad Agrícola El Budi por 150.000 libras esterlinas en acciones, 1.418.770 pesos, y la condonación de una deuda de 500.000 pesos que le debía a Samuel Larraín Bulnes. Entretanto Duhalde había vendido algunas pequeñas hijuelas a diferentes parcelarios, posiblemente con el propósito de subsanar algunos de los pleitos existentes (el precio total de estas ventas era de 392.477 pesos), y se quedó con las propiedades urbanas que formaron parte de la sucesión original. Al notar que el presidente de la Sociedad Agncola El Budi era Arturo Alessandri y el gerente era Larrain, nos damos cuenta que, entre 1911 y 1914, los tres socios logran armar una jugada brillante que los dejó como dueños del fundo más grande de la región y, según Anabalón y Urzúa, "uno de los mayores predios agncolas de la Repúbl i~a" .~~

Entre 1910 y 1930, José Duhalde y su hijo Graciano gozaron de sus acumulaciones a través de la firma Duhalde y Cía., formada en 1910 cuando terminó Duhart Hnos. Duhalde y Cía. compró El Budi y posteriormente recibió acciones en la Sociedad Agncola. Además siguió acumulando otras tierras, desarrollando la ganadería y participando en el comercio de la zona de Puerto Saavedra. Eran dueños de los vapores Cholchol y Cautín que transita- ban por el no Imperial y su fundo Esperanza tenía, a partir de 1908, el contrato de provisión de la Armada Nacional. Con todo, la década de los años veinte parecía ser la época dorada del negocio familiar.

En 1922, cuando el coronel Anabalón y Urzúa publicó su tomo preliminar sobre la agri- cultura chilena, dedicó quince páginas al "Criadero Esperanzan, que definió como el paño completo de los fundos Esperanza, Nehuentúe y Tranapuente. Según Anabalón, el fundo no tenía inquilinos, sino que usaba "obreros a contrata y a jornal, en su mayoría vecinos". Era conocido internacionalmente por su actividad en la crianza de ganado mejorado, por el

55 ASXX, MRREE,Vol. 1640: "Copia de la Adjudicación", op. cit. CBR-Ni,VoI. 1912, No. 225: Adjudicación Domínguez, Eleuterio, Sucesión, a Duhalde, José, 31 de julio de 1912, ff. 166-168~.

57 CBR-Ni,VoI. 1919, NO. 333, ff, 173~-175: ''Compraventa de Sociedad Agrícola de El Budi a José Duhalde"; Anabalón y UrzÚa, Chile Aghla, pp. 418-19.

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cual desde 1906 había conseguido premios nacionales. Sus otras actividades incluían la engorda de ganado, que ascendía a 5.000 cabezas, y el cultivo de la papa. Los dueños, Du- halde y Cía., habían mejorado la propiedad con cercos,-árboles fmtales, bosques de pino, sistemas de desagüe y almacenaje. Más allá de la provisión de la Armada, el resto de los productos eran vendidos en Santiago, Concepción y Talcahuano. "Como se ven, concluyó Anabalón,

sin duda que es este uno de los criaderos vacunos más importantes de los que existen hoy entre nosotros. Baste anotar el hecho de que uno solo de sus reproductores -Eaglethorp Refonner-ha sido adquirido en la enonne suma de $200.000 y que ninguna de sus vacas baja de $4.000 moneda corriente. Realmente el Criadero de los seriores Duhalde y Cía. representa una

La década de oro de Duhalde y Cía. se manifiestó también en compras adicionales de terrenos cerca de Nehuentúe y Moncul, como fueron algunos retazos de los fundos Puyan- gue y Trovolhue, y la hijuela Los Colihues al otro lado del no Imperial. A partir de 1930, sin embargo, la situación de la empresa empezó a cambiar. Es tentador pensar que este cambio se debió a la apertura, de parte de la comunidad de Ailío, de un juicio de restitución; pero dado el tamaño de la fortuna de esta firma, el juicio no podría haber constituido más que uno de múltiples factores que empezaron a afectar a los Duhalde. A partir de 1930, por ejemplo, la crisis económica mundial afectó fuertemente a Chile. Una firma como Duhalde y Cía., que dependía del comercio y de los mercados de Santiago, Concepción yTalcahuano, no pudo dejar de sentir el impacto. Además, en 1930, se confirmó que el fundo Esperanza era uno de los focos de fiebre aftosa en la región, quizá en parte por haber recibido ganado de la Argentina a través del Resguardo de P u ~ ó n . ~ ~ Pero también había factores más perso- nales, más familiares, que empezaron a causar tropiezos.

Anabalón, Chile Agrícola, pp. 401-14, citas directas en las pp. 401 y 411, respectivamente. Las compras de terrenos aparecen en CBR-NI: 21-VI-1920; 25N-1925; 10-M-1925; 26-M-1925; 10-VI-1926; 26- M-1926; 2-YII-1927; 20-VJII-1927; 14-W-1927; 23-W-1927. Algunas evidencias de los efectos catastróficos de la crisis mundial en la región se encuentran en ANH-M, ICVol. 302: "Ofiao de Ramón Miiián Hidalgo, dueño de los fundos Pulmahue y ElEnsueño, alos Sres. Aproma",Temum, 21 de noviembre de 1932; "Carta de Luis Benavente al intendente de Cautin", Las Hortensias, 14 de noviembre de 1932; "Ofiao de José Lamoliatte al intendente de Cautín",Santiago, 13 de noviembre de 1932; "Ofiao de G. Sdineider al inspec- tor de Subsistenaas", Huilío, 11 de noviembre de 1932; "Dos Ofiaos de Amós Benítez, dueño del fundo Temuntuco, al inspector de Subsistenaas", 2 de noviembre de 1932; "Ofiao del Alcalde de Cunco alinten- dente de Cautín", 21 de octubre de 1932; "Ofiao de Alonso Sotomayor,Adminishador de Sotomayor, Sánchez y Cia., Ltda, al intendente de Cautinn,Haaenda de Santa María de Quepe, 20 de octubre de 1932; "Ofiao de Pedro Sotos, dueño del fundo integral, al Comisario de Subsistencias", Temuco, 22 de octubre de 1932; "Oficio de Germán Sandoval, Secretario delatisociaaón de Minoristas, Comerciantes y Pequeños industria- les de Ñuble al Comisario de Subsistencias", Chillán, 18 de octubre de 1932. Para la fiebre.aftosa y la internaaón de ganado, ver ANH-M, IC,Vol. 346: "informe delveterinario Regional, Servicio de Ganadería y Policía Sanitaria, al Ministerio de Agricultura e industria",Temuui, 29 de diciembre de 1930.

El 8 de agosto de 1930, murió la señora Lucrecia Pinto, segunda esposa de José Duhalde con quien tuvo dos hijas, Edelmira y Luda. Como consecueacia se ventiló un juicio de parti- ción de los bienes de la finada, en el cual se debería liquidar la sociedad conyugal que existía entre los esposos. El fallo en el caso, sin embargo, parece ser que "no hubo gananciales en dicha sociedad conyugal y que, en consecuencia, nada quedaba para repartir entre los here- deros". Lucila Duhalde Pinto empezó a recoger los antecedentes necesarios para iniciar un juicio sobre "la nulidad de la partición, y la nulidad de todas las ventas hechas por la Socie- dad Duhalde y Cía., con posterioridad al fallecimiento de mi señora madre". Lucila calculaba que la cantidad que le debería tocar a ella sena "más de un millón y medio de pesosn. Basaba este cálculo en que, posterior a la muerte de su madre, toda venta o transferencia de propie- dad de la Sociedad Duhalde y Cía. que no haya tomado en cuenta la necesidad de liquidar primero la sociedad conyugal, podría ser considerada ilegal o pre~aria.~"

Es justamente en el contexto de estas luchas por herencia, que enfrentaron a Graciano Duhalde, hijo de la primera esposa de José y el heredero preferido de Duhalde y Cía, y Lucila Duhalde, hija de la segunda esposa y a la que se había dejado completamente fuera de la empresa familiar, que la firma Duhalde y Cía:empezó a liquidar algunos de sus habe- res. La primera venta de importancia parece haber sido el fundo Nehuentúe, que entre 1930 y 1935 fue vendido a la firma Larroulet Hnos., otra empresa de Puerto Saavedra. Le siguió la solicitud de Graciano Duhalde a la Caja de Colonización Agrícola, para que se expropiara y parcelara el fundo Tranapuente, que como hemos visto fue aceptada en sep- tiembre de 1938. Interesante es notar que, si en 1910 este fundo tenía 1.576 hectáreas, al momento de su expropiación su superficie se anotó como 2.160 has. El proceso de expan- sión había continuado, y como resultado le dio a Graciano Duhalde, según los mismos cákulos de la Caja de Colonización Agrícola, un total de 2.769.945 pesos. Quizá no sorprende que Graciano se resistiera a compartir los bienes de Duhalde y Cía. con sus medias hermana^.^

La cita directa de L u d a Duhalde viene de AS= bQC, Decreto No. 2331: "Sobre expropiación del fundo Tranapuente y creación de una colonia", 30 de septiembre de 1938: "Soliatud de L u d a Duhalde Pinto al Mi&m de Tienas y Colonización, que se agreguen los antecedentes de su caso al expediente de expropia- ción", 16 de septiembre de 1938. La explicaaón de por qué las ventas o transferencias posteriores a la muerte de Luaecia Pinto serían consideradas precarias, se explica en el informe de la P i d a de la Caja de Coloniza- aón Agmia, Santiqo, 12 de agosto de 1938, Seniao Agrícola Ganadem (SAG),Exp. 6090, ColoniaTmnapuente, Puerto Saavedra, M Región. Evidencia indirecta de la venta entre 1930 y 1935 se encuentra en AS= MDN, Subfondo de Marina,Vol. 2959, Decreto 1482,15 de octubre de 1936, en que se renuevala concesión de dos atracaderos en la ribera del no Imperial a Duhalde y Cía., uno delante del fundo limapuente y el otro delante del fundo Espemnza. Entre los antecedentes figura una consulta del Jefe de la Secaón Concesiones Marítimas, de 26 de diaem- bre de 1935, en que preguntag% no pedirála renovaaón de un tercer atracadero en el no Imperial, frente al fundo Nelentué [sic], que también le fue concedido conjuntamente conlos otros dos cuya renovación soba- tan.En 24 de julio de 1936, el Gobernador de Imperial informa al Ministro que "Respecto al tercer atracade- ro ubicado frente al fundo 'Nehuentúe'[sic], la concesión la han solicitado los Srs. Lamilett [sic] Hnos, nue vos propietarios de este fundom.Para el caso del fundoTranapuente, verAS=bQC, Decreto N". 2331,Vol. 1439,30 septiembre de 1938.

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Pero la situación se vuelve todavía más complicada si comparamos la suerte de las varias medias hermanas de Graciano Duhalde. Edelmira, hermana de Lucila, se había casado con Martín Biscar, antiguo socio de José Duhalde y miembro fundador de Duhalde y Cía. Como resultado, le fue mucho mejor a ella que a su hermana, puesto que cuando murió Biscar, terminó como dueña de la mitad de los haberes de Duhalde y Cía. que, después de las liqui- daciones hechas entre 1930 y 1938, consistían de algunas propiedades urbanas en Puerto Saavedra, el fundo Esperanza, la hijuela Tondreau y el fundo Los Colihues. Al poco tiempo Edelmira vendió sus propiedades a Pablo Lüer Metzger, quien las compró pam sus hijos, estableciéndolos, a comienzos de la década de los 40, como importantes terratenientes del sector costero. Pero aquí hay que agregar también a una tercera media hermana, Elena Du- halde de Lange, cuya madre nunca fue esposa legítima de José. Sus dos hijos son 10s únicos que figuran, más allá de la esposa doña Berta Fagalde de Duhalde, en el testamento de Gra- ciano. Este hecho tomará una gran importancia después del 25 de diciembre de 1940, día en que Graciano Duhalde Silva fue asesinado en la oficina de su fundo Esperanza."

A las ocho de la mañana de ese día de Navidad, Lorenzo Henríquez Escar, dueño de un molino en Puerto Saavedra, Negó al fundo Esperanza buscando a Graciano. Al encontrarse los dos hombres, según el informe médico posterior, hubo una lucha en la cual Duhalde resultó herido en la mano y el estómago, aunque fueron dos tiros de revólver en el pecho los que le dieron muerte. Al recibir el informe, los carabineros salieron a buscar a Henríquez, encontrándolo en su oficina en estado agónico, puesto que había tratado de suicidarse con un tiro a la sien derecha. Según el Prefecto de Carabineros de Puerto Saavedra, "en el escritorio de dicha oficina se encontró una carta sin terminar, en la que se refiere que dio muerte al Sr. Duhalde; tratándolo de bandido, usurpador de tierrasn. Hemíquez fue trasla- dado al hospital, donde falleció poco después del medi~día .~

"Lo mataron tambiénn, contó don Antonio Ailío:

Un caballero que tenía molinoJ le consiguió plata y después el caballero quiso que le devolvieran y él decía que no tenía, que firmam un cheque, no tengo plata le decía. Así que el caballero se aburrió al últimoJ no quiso cobrar más y un día vino temprano y lo vio que estaba ahí en su oficina Duhalde y vino y le corrió bala el caballero y lo mata- ron, entonces terminó D~halde.~'

La partición de los haberes de Duhalde y Cia. se encuentra en CBR-Ni, 1940, No. 290, fL 231v-234v, 2 octubre 1940. La venta de Edeimira Duhalde a Pablo Lüer Metzger está envol. 1941, No. 182, ff. 147-149, 31 mayo 1941. El testamento de Graciano Duhalde está inscrito en 1941, No. 185, ff. 152-153v, 31 mayo 1941, aunque la fecha en que se dicta es el 8 de octubre de 1940. " ANH-M, IC,Vol. 494: "Informe de Jorge Besoain Ramírez, Tnte. Cor. de Carabineros y Prefecto, a la inten- dencia de Cautín", TemucoiPuerto Saavedra, 28 diciembre 1940. La única evidencia escrita que existe sobre algún conflicto entre Graciano Duhalde y Henn'quu se encuentra en CBR-NI, 1921, No. 322, en que aparece que José Duhalde le compró a Henn'quez una hijuela de 105 has. que formaba parte del fundo Puyangue, en remate pública por deuda. " Entrevista con don Antonio Aiiío, Comunidad de Aiiío-Tranapuente, 10 enero 1997.

Para don Antonio, el terminar de Duhalde tenía vanos significados importantes. Por un lado, tenía un significado moral: Duhalde terminó mal, porque habia vivido mal, porque trataba mal a la gente. Por-ouo lado, terminó lo que Duhalde representaba: la voracidad temprana del terrateniente gue arrasaba con todo, derribando bosques, comendo cercos, quemando rukus, consumiendo las vidas y las tierras de la gente. Duhalde habia sido, final- mente, consumido en su pro&,azhoguera.

Pero el fin de Duhalde tenía también otro significado: Duhalde como símbolo de Duhal- de y Cía., José y Graciano Duhalde juntos, todo esto terminó también con la muerte de Graciano a fines de 1940. No-habna otra generación de Duhaldes en el sector costero, pues- to que Graciano no había tenido hijos. Su viuda Berta Fagalde, y Elena su hermana ilegítima, partieron los bienes de la herencia y se mudaron a Santiago, viviendo inicialmente en-la casa que había sido la oficina de Duhalde y Cia. en la década de los '30. Edelmira Duhalde - "

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viuda de Biscar vendió su parle de Duhalde y Cía. a la familia Lüer, inmigrantes alemanes- en proceso de acumular e s la zqna,&l poco tiempo Berta Fagalde compró la porción de la -.

herencia que les pertenecía a los sobrinos de su finado esposo, pero nunca volvió a vivir a +-

Puerto Saavedra. Hasta los años '60 siguió arrendando su parte del fundo Esperanza, cono- -

cid0 como Esperanza Norte; tqdavía en 1951 era una de las diez mayores contribuyentes de la comuna de Puerto Saaved-. En ese mismo año Fernando Lüer, uno de los hijos para quien Pablo Lüer había comprado Esperanza Sur de Edelmira Duhalde, era alcalde; arren- daba, además, Esperanza Norte de Berta Faga1de.Y Miguel Larroulet, uno de los hermanos que le habían comprado el fundo Nehuentúe a Duhalde y Cía., era regidor,65

Radiografía de un terrateniente - - abusivo: Duhalde como prototipo

Originalmente, toda la tiena de la región había sido tierra indígena. Como hemos visto en los casos de la comunidad de Ailío, sus vecinos y el resto de su aiÍlarewe, los mismos títulos de merced eran ya el resultado de violencia, imposición, guerra, enfrentamiento. Después del final de la guerra los planos se levantaron despacio, con poco personal y

" CBR-Ni, 1941,No. 182, ff. 14749iVenta de Edelmira Duhalde vda. de Biscar a Fernando Lüer Westermeyer y otros; Na 181, ff. 145v-147: inscripción de Posesión Efectiva de Berta Fagalde Maldonado vda. de Duhalde y otros, 31 mayo 1941; No. 185, ff. 152-53v: Inscripción deiTestamento de Graciano Duhalde Silva, 31 mayo 1941; NO. 385, ff. 330v-32v: División de Comunidad, Berta Fagalde Maldonado vda de Duhalde y otros con Don Fernando Lüer y otros, 22 diciembre 1941; 1942, No. 177, ff. 153v-55v: Adjudicación de bienes a doña Berta Fagaide [email protected] Duhalde, 7mayo 1942. Para la situación en Puerto Saavedraen 1951, ver ANH-M,IC,Vol606: Municipalidad de Puerto Saavedra, "Presupuesto presentado al Intendente de Cautín", 14 noviembre 1951;Vol. 607: Direfción General de Impuestos Internos, T n b d Administrativo Provin- cial, "Lista de los 10 mayores contribuyentes por comuna",Temuc5, octubre 1951. Para ei arrendamiento de Esperanza Norte a Lüer Hermanos, ver ASXX, W C , Providencias 1955,VoL 3, No 979, ff. 12-12~.

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cometiendo muchos errores. A menudo, las demoras-favorecierh a los no Mapuche que presentaban reclamos sobre tierras supuestamente fiscales. En la región de la costa, los remates y las adjudicaciones de las hijuelas comenzaron en 1893, mientras que los títulos de merced se dieron, por lo general, entre 1903 y 1915. No cuesta mu&o,en tal contexto, llegar a la conclusión de que el Estado favorecía a los intereses empresariales y privados por encima de su obligaciónlegal de asentar primen, a los grupos indígenas. No solamente eso, sino que la misma Inspección General de Tierras y Colonización explicó, en un informe a un proyecto de colonización en 1904 que, anteriormente, se había rechazádo otro proyecto paravaldivia y Llanquihue por considerar "que esos temtorios no érari temtorio indígenan. La conclusión inescapable, por tanto, es que el mismo Estado veía en tertitono indígena una región apta para la colonización y la usurpación, y que el proceso misma de titulación estaba fuertementecargado a favor de los empresarios y co1onos.F --.. -

Aun así, los .empresarios como Duhalde no solamente compraron las tierras original- mente rematadas o adjudicadas a propietarios nacionales, sino que comeron los cercos de las mismas comunidades, usurpándoles tierras adicionales de lo que ya eranlus reducidos títulos. Este doble abuso, condonatic-y apoyado por las acciones del gobiemoen contradic- ción a la letra de su propia ley, constituye la base histórica más profunda de la economía regional. Irónicamente, es sobre esta misma base que se construyó el mito del inmigrante emprendedor que, "poco a pocon, va acumulando su fortuna. Lo que no se dice es que esta acumulación se hizo sobre recursos indígenas que se apropiaron ilegalmente, aunque con el apoyo del Estado. Este gran silencio, del cual Duhalde fue cómplice emblemático, es la contraparte del discurso moral del empresario que Duhalde también ayudó a construir: que el Estado no puede permitir que se atropellen los intereses privados, puesto que han sido los inversionistas individuales, con el sudor de su propia frente, que han sacado de su atraso a la región fronteriza.

Al permitir la amnesia frente a los orígenes de las fortunas regionales, por tanto, este mismo silencio facilitó, para mediados de la década de los '50, el recuerdo opuesto: ¡que los indígenas, al acaparar las mejores tierras de la región, eran los responsables de cualquier atraso económico! Tal argumento fue avanzado en 1955 por León Erbeta, Físcal de la Corte de Apelaciones deTemuco, en un informe que dirigió al Fiscal de la Corte Suprema. Según Erbeta, el Estado siguió el "errado criterio de convertir al indígena-en dueño de toda la porción de terreno en que habitaba, en vez de asignarle la propiedad del terreno que solo era capaz de ocupar y hacer producirn. Como resultado, la región de ~ a u 6 , que se conside- raba "la zona de mayor productividad agrícola, pecuaria y maderera del paísn, no pudo desarrollarse en forma norma1.Y la culpa la tenía el Estado, al haber "entregado a la pobla- ción indígena alrededor de 500.000 hectáreas de terrenos agrícolas de superior calidad, - - *

66 AS- MRREE,Vo& 1116: "informe del Inspector Gened de Tierras i ~o',n@ción al Ministro, sobre el proyecto de colonizaaón presentado por los sm.Yun y Latorre", Santiago, 23 mayo 1904, p. 3.

cuya ubicación está en las proximidades de las ciudades y poblaciones de la frontera, for- mando lo que se ha dado en llamar 'anillos de hierro', que impiden o retardan su progreson."]

Los recuerdos de don Antonio Ailío y otros de su comunidad, en combinación con un rastreo de la documentación existente en los archivos, demuestran lo contm$o. Fueron los 1

I

empresarios que, acaparando tierras ajenas y abusando del poder del Estado, les pusieron un anillo de hierro a las c0munidades.Y fueron los mismos terratenientes quienes, al basar su fortuna en la usurpación y la agresión, desarrollaron una relación con la gente y con la tierra que llevaría también a limitar su capacidad de crecimiento. Duhalde terminó, por- que abusaba de todo el mundo, "por haber hecho malas obrasn, remarcó don Antonio.

1

i

A los pobres los miraba como cualquiera, como un perro. Por ejemplo, yo mismo estuve trabajando ahí. Los inquilinos que tenía me decían, vaya a trabajar a Duhalde, allíva a trabajar. Un día me llamó: iAilío! -me dij+ j V i a para acá! Fui comiendo, pu. ;PÓn-

i I

game las espuelas! -me di+. Le puse las espuelas, una pa'abajo y otra p'amba, depuro susto, tiritando (risas). ;Ya! ¿Está listo, AilíO? Sí, patrón, le dije, y partió de a caballo. i Ese caballero no pamba aunque tuvieran que hablar los inquilinos con él. No, como un perrito a la siga tenían que ir, atrasito caminando

La lección qÚe sacó uno de los hijos de don Antonio fue justamente que esa soberbia, esa , falta de respeto por otros seres humanos, finalmente terminó con él. "Se creía rey aquí en estas tierrasn, comentó, "y no sabía que había otro Rey arriba de él, que lo mandaba a él, pu".@ Esta soberbb se manifiesta también en otros aspectos de la empresa familiar sobre los cuales los Ailío no tendrían conocimiento directo, como por ejemplo el intento de quitarles los derechos hereditarios a las hijas de José que pertenecían a otra rama de la familia. Como ya hemos visto, este intento llevó a la venta de Nehuentúe y el ofrecimiento del fundoTrana- puente a la Caja de Colonización Agrícola. Los pandes empresarios de la región,los supuestos ! pioneros de la frontera, se pusieron sus propios pies de barro. r

A final de cuentas la figura de Duhalde, que para la gente de Ailío y otras comunidades I I

vecinas fácilmente se transforma en un solo prototipo del terrateniente abusivo que combina a José y a Graciano, también puede representar a una generación entera de dueños de fundo que usaron las mismas prácticas, articulando así una geogiafía y genealogía del poder que se extiende de Carahue hasta la costa. Quizá vale la pena recordar, en este contexto, que cuatro de los fundos más importantes de la región pasaron temprano por las manos de Duhalde. El i fundo El Budi se convirtió en Sociedad Agrícola, empresa que luego pasó a manos de la familia Alessandri, a quienes expropió la Reforma Agraria en febrero de 1971. Las diferentes I i partes del fundo Esperanza fueron expropiadas por la CORA entre junio y noviembre de i

m León ErbetaVaccam, "Situaaón jm'dica y soaal de los indios mapuches",Informe dirigido al Fiscal de la 1 Excma. Corte Suprema,Temuco, 3 septiembre 1955. Citas aparecen en la p. 121.

m Entrevista con don Antonio Ailío, Comunidad de Aiií~Tranapuente, 10 enero 1997. ' ! " Entrevista con don Antonio Ailío, Comunidad de Ailío-Tmnapuente, 10 enero 1997.

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1972, transformándose las hijuelas sureñas pertenecientes a los hermanos Lüer en asenta- mientos campesinos.Esperanza Norte, desde 1966 en manos de la familia Landarretche, dueños también del fundo cuya toma abre este libro, pasó a formar parte del mismo Centro de Pro- ducción durante la presidencia de Salvador Allende al cual perteneció Nehuentúe, vendido primero a los hermanos Larroulet y a Mano Alva~z.7~ En el sector costa, por tanto, los diferentes temtenientes estaban íntimamente entrelazados por relaciones de pro- piedad y amistad. Cambiar a Duhalde por un Lüer, Landarretche o Larmulet no significaba, para las comunidades Mapuche de la región, un gran esfueno de gimnasia mental. Aun en 2001, al comentar sobre los abusos contemporáneos de las compañías forestales y sus efectos destmctivos sobre las comunidades Mapuche, don Robustiano Ailío le encontró un nuevo significado al prototipo: "son e1 Duhalde de hoyn, opinó.7'

Pero al reconstruir esta geografía local del poder, inspirados en gmn parte por la satis- facción moral que demostraba don Antonio al n a m r la muerte de Duhalde, no logramos cambiar el hecho de que la parcelación del fundo Tranapuente siguió su curso después del asesinato. En su informe de agosto de 1938 José Maige, ingeniero agrónomo de la Caja de Colonización Agrícola, consideró que el fundo "reúne buenas condicionesn para la funda- ción de una colonia agraria, "debido a su gran superficie, 2.160 hectáreas, a la buena calidad de sus terrenosn. Recomendó la creación de unas 35 parcelas de un promedio de 62 hectá- reas cada una, pero con algunas inversiones previas, puesto que "el fundo solo ha sido medianamente e~p lo tado" .~ Don Antonio recordó que el fundo Tranapuente fue parcela- do entre los mismos inquilinos que le trabajaban al antiguo dueño, algunos de los cuales después vendieron a otros propietarios de la región. Según la documentación de la Caja de Colonización Agrícola, confirmada por el testimonio de don Antonio, las hectáreas de Ailío formaron parte de las parcelas números 10 y 11, asignadas a Florencio Riquelme y Dionisio Benavente, respectivamente, para pasar después a los hermanos Astorga y a Sergio Be- navente, como parte de la sucesión de Dionisio Bena~ente.7~ A finales de los años '40 y comienzos de los '50, esas 45 hectáreas usurpadas por Duhalde, en las cuales habían estado asentados sus padres y que don Antonio todavía podía divisar desde la puerta de su casa, se veían cada vez más lejanas.

70 Semcio Agrícola Ganadero, Archivo Ex-CORA, Expedientes de Expropiaaón 965 (Fundo "El Budin), 4152 (Esperanza Norte); 4438 (San Enrique) y 4345 (San Pablo). Más detalles y documentación de estos cam- bios en la tenenaa de la tierra en el sector costa se examinan en el capítulo 4.

71 Reunión con la comunidad Nicolás Ailío I,Tranapuente, 8 agosto 2001. 72 ASXX, V C , Decreto No. 2331,Vol. 1439,1938: AProyecto de formación de una Colonia Agrícola en el

Fundo 'Tranapuente' ",presentado por José Maige A, Ingeniero Agrónomo y Jefe del Servicio, Santiago, 21 agosto 1938, citas directas en las páginas 1 y 2, respectivamente.

73 Entrevista con don Antonio Aiiío, Comunidad de Ailío-Tranapuente, 10 enero 1997; SAG, Exp. 6090, Colo- nia Tranapuente, Puerto Saavedra, M Región: Lista de Colonos y Números de Parcela de la Colonia Tranapuente; Mapa de la Colonia Tranapuente (1939).

En la comunidad de Nicolás Ailío, como en muchas otras comunidades Mapuche, la segunda o tercera generación posreduccional se encontraba sumida en una pobreza cada vez más profunda. La cabida, reducida ya en muchos casos por usurpación, se redujo toda- vía más por herencia y por la necesidad de mantener a la nueva generación. Según los datos generales manejados por la Dirección de Asuntos Indígenas en 1966, el promedio de t iems por persona había bajado a 2,3 has. en las comunidades Mapuche en general. Den- tro de estos promedios se escondían, además, grandes variaciones entre comunidades y al interior de ellas. Según los cálculos de Alejandro Saavedra, hechos sobre los mismos datos de la Dirección de Asuntos Indígenas de 1966, aproximadamente un 42% de las familias Mapuche controlaba menos de 5 has. cada una; pero casi un 15% tenía 50 has. o más?'

Dentro de este esquema Ia situación de Ailío era especialmente apremiante. Las pocas tierras, ya cultivadas más allá de su capacidad, no rendían como antes. La pobreza abruma- ba; del censo hecho en la comunidad en 1963 resultó que cada familia en Ailío controlaba un promedio de 2,3 has., el promedio por persona para la población Mapuche en su conjun- to. En A i o , el promedio por persona era más o menos de 0,7 has?s Bajos tales condiciones, resulta más que comprensible la reacción de dos estudiantes de agronomía que pasaron por la comunidad en 1963 para encuestarla como parte su investigación doctoral en la Universidad de Chile: ..

úI topografía del terreno es muy accidentada, presentando lornajes fuertes, con peque- ñas vegas entre ellos, dedicadas al cultivo de la papa. Dada la pobreza de los suelos y su accidentada topografía, resulta dificil determinar cuál es, entre los cultivos, el mbro

74 Alejandro Saavedra, Lo cuestión Mopuche (Santiago: ICRA, 1971), pp. 24 y 52. . 75 CONADI, Archivo de Asuntos Indígenas, T.M. 1112- Nicolás Aiiío, Carpeta Administrativa: Ministerio de

Tienas y Colonización, Dirección de Asuntos Indígenas, Zonal Temuco, "Censo de la Comunidad de Nico- lás Aiiío", 30-V-63. En 1968, cuando la Dirección de Asuntos Indígenas del Ministerio de Tierras y Coloni- zación calculó una serie de cuadros para la población Mapuche de la provincia de Cautín, dividió los promedios de tiena por departamentos. En el departamento de Imperiai, donde se ubicala comunidad de Aiiío, había un promedio de 2,03 has. por persona en comunidades no divididas, como u o , y de 0,97 has. por persona en comunidades divididas. ANM-M,MQC, Direcaón de Asuntos Indígenas,"Cuadros sinópticos sobre comunidades indígenas en la provincia de Cautín", 1968.

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principal de explotación. Indudablemente, aquellos ocupantes que poseen vegas, culti- van en forma especial la papa. Dada la mala calidad de las praderas naturales la gana- dería constituye, en esta reducción, una actividad de importancia secundaria. Esta reducción constituye una de las más pobres entre todas las encuestadas, ya que algunas familias no obtienen del trabajo de la tierra ni siquiera los ingresos necesarios para cubrir sus gastos de alimentación y vestuario, los que deben ser solventados por otros familiares que han emigrado hacia las ciudades, en busca de mejores ingresos.76

Y en realidad, si comparamos la situación de la comunidad de Ailío con algunas otras comunidades de la costa, resalta también su nivel de pobreza. En la comunidad de Bartolo Queipán, por ejemplo, en Rucatraro-Budi, el promedio de tierra por familia en 1962 era de 10,4 has., casi cinco veces más que en Ailío.También es interesante notar que la diferencia- ción entre familias era mucho más grande en Queipán, donde varias familias poseían entre 20 y 40 has. y había una familia sin tierras. Pero aun si nos limitamos a las comunidades del sector más cercano a Ailío, del mismo lado del no Imperial, encontramos que en la comuni- dad de Andrés Curimán el promedio de tierra por familia era de 5,5 has., dos veces el promedio de Ailío, y en la comunidad mucho más pequeña de Juan de Dios Pilquinao el promedio era también de 5,5 has.77

Otro aspecto que llama la atención es el porcentaje de la tierra que se lograba cultivar. En Ailío, alrededor de la mitad de la tierra que poseían las familias era cultivada. Esta proporción era similar a otras comunidades del sector, en las cuales se logró cultivar entre el 30 y el 60% de la tierra poseída, en la mayona de los casos entre 40 y 48%.78 En una situación de escasez, quizá extrañe, en un primer momento, que no se cultive la tierra en forma más intensiva. Hay muchas y variadas explicaciones que se pueden dar, incluyendo el carácter erosionado y desmejorado de la tierra misma; el balance que pueda existir entre la actividad agrícola y la actividad ganadera; la falta de capital, herramientas y

76 Alejandro Palacios Gómez y Pahicio Pinto Pérez, "Estudio socio-económico de la agricultura indígena en la pmvincia de Cautín" (Tesis presentada como parte de los requisitios para optar al titulo de ingeniero Agrónomo -Mención Economía Agraria), Santiago de Chile, Universidad de Chile- Facultad de Economía, 1964, pp. 22-23. CONADI, Archivo de Asuntos Indígenas, Ministerio de nerras y Colonización, Dirección de Asuntos indíge- nas, ZonalTemuco: CupetasAdministrativas:TM 1822- Bartolo Queipán, "Censo de la Comunidad de Bartolo Queipán", 4-Viii-1962; TM. 1381- Andrés Curimán, "Censo de la Comunidad de Andrés Curimán", 30-V- 1963;T.M. 1005- Comunidad de Juan deDiosPiilquinao, "Censo dela Comunidad de Juan de Dios Piiquinao", 5-VI-1965. La comunidad de Antonio Pilquina0,T.M. 966, en el sector de Nehuentúe, es la que más se aseme- ja a Ailío con 3,6 has. por familia: "Censo de la Comunidad de Antonio Pilquinao", 30-V-1963. CONADi,Archivo de Asuntos Indígenas, Ministerio denerras y Colonización, Dirección de Asuntos indí- genas, Zonal Temuco: Carpetas Administrativas, Censos de las comunidades de: Andrés Cunmán (40%); Juan de Dios Pilquinao (38%); Antonio Pilquinao (48%); Juan Queupán (64%); Pancho Curivil (36%); Manuel Cayuleo (40%); Luisa Calfur (48%); Pascual Segundo PainemiUa (comunidad ganadera: 29%); Pascual Coña (46%); Paillán Paillao (44%); Bartolo Queipán (40%).

animales de labranza; y hasta el mismo apremio de la pobreza que lleva a que los hijos migren a las ciudades justamente al llegar a los años más productivos, causando escasez de fuerza de trabajo en la unidad familiar en el campo.

A esta mirada más bien cuantitativa y desde fuera, sin embargo, hay que agregarle los recuerdos y las experiencias de las personas que vivían en Ailío en esa época. En el capítu- lo anterior don Antonio ya nos había contado cómo sus padres habían sido el blanco más directo del terrateniente abusivo durante la usurpación original de la tierra de la comuni- dad. Uno de los resultados de esta experiencia fue su salida temprana a Santiago en busca de trabajo, conformándose a los patrones de migración que afectaban ya en los años treinta y cuarenta a muchas comunidades Mapuche. Para finales de mayo de 1963, sin embargo, cuando dos visitadores de la Dirección de Asuntos Indígenas llegaron a la comunidad de Ailío para encuestar a su población, le abrieron una ficha familiar a don Antonio Ailío, vuelto ya de su migración a Santiago y casado con doña Felicia Concha, a quien había conocido en la ciudad y con quien había regresado a la comunidad. En el momento de la encuesta, don Antonio y doña Felicia, 46 y 40 años de edad, respectivamente, tenían cinco hijos. Mana Eugenia y Juana, de 14 y 12 años, estaban estudiando en 3" y de preparato- ria. El hijo mayor, Hugo, a pesar de tener 8 años, no había ido al colegio "por falta de ropa". De la hectárea que poseía la familia, lograban cultivar la mitad con trigo, papas y verduras; tenían un chancho, cuatro ovejas y ocho gallinas. Bajo la categona "necesidades más ur- gentes", los visitadores anotaron muchas cosas, incluyendo bueyes, un arado, semilla de trigo, abono, casa o zinc para techo; al final escribieron: "mayor cabida de suelo, por no tener en qué trabajar".79

Doña Felicia Concha Arias era de Coronel, provincia de Concepción, y se había queda- do huérfana a los diez años, más o menos. Había comenzado a trabajar como empleada en la casa de un comerciante árabe de nombre Benedicto Awad y cuando esta familia se mudó a Santiago, se fue con ellos. "Seguí trabajando con ellos", me contó.

Y ahí, bueno, yo no salía a ninguna parte; a mí nunca megustó salir, o sea sentía miedo. Yo de chica fui muy miedosa, no como la juventud que hay ahora que no tienen miedo, porque la finada de mi mamá fue una señora muy sencilla, era campesina. Así que yo, yo llevo la misma idea de ella, o sea la llevé y la sigo llevando.

79 CONADI, Archivo de Asuntos Indígenas, T.M. 1112- Nicolás Ailío, Carpeta Administrativa: Ministerio de Rerras y Colonización, Dirección de Asuntos Indígenas, Zonal Temuco, "Censo de la Comunidad de Nico- lás Aiiíon, 30-V-63, Ficha N" 3. En esta visita, que era parte de una encuesta general de las comunidades Mapuche que desarroiló la Jefatura Zonal de Temuco durante la década de los sesenta, los visitadores encuestaron a 18 familias, con un total de 113 personas.

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Hasta la hija de la casa donde trabajaba le preguntaba a doña Felicia, por qué no va a la matinée, "para que se desoriente", que para doña Felicia significaba que "tomara aire, que siempre me lo pasaba ahí en el trabajo no más pu".BO

Como siempre se lo pasaba en la casa, logró conocer a don Antonio porque él pasaba allí mismo por la calle.

Resulta que él pasaba así por la calle, c.no es cierto? Ahí me conoció él, por la venta- na así miraba yo para la calle, estaba fiente a frente la casa, porque era casa de altos. El pasaba no más y me miraba así y yo también lo miraba. Y después cuando iba yo a comprar el pan o la carne, qué sé yo, quedaba cerquita sí la panadería, la carnice- ría, todo. Y ahí él me saludaba, me decía "Señorita, buenos díasJJ, y yo lo saludaba bien seria. {í+egunta: ¿Para que no se fuera a tomar ninguna libertad con,usted yo creo?) S í Así que no le daba yo mucha importancia. Y ahí nos conocimos pu, lo conocí yo a él y él también me con& a mí y él dijo que él se fijó que yo no salía nunca. Porque había muchas niñas jóvenes alrededol; me hacían amistad a mí, me invitaban. Después, cuan- do conversábamos ya, y él me invitó al teatro -teatro le llamaban antes las personas a la matinée- pero por qué, me decía él, siendo que todas las niñas salen, me decía, no querúl salir yo pu.

Cuando se llegaron a conocer un poco más, y hasta la señora de la casa se fijó y le comentó, doña Felicia se sintió dispuesta a aceptar la invitación de don Antonio. Aun así le exigió que le pidiera permiso a su patrona, porque "de llegar y salir yo no puedo salir". Solamente al dar permiso la señora es que finalmente salieron, pero doña Felicia recuerda que fue solamente "a la matinée, nada más y venirme temprano y fue así".

Don Antonio llevaba tres o cuatro años en Santiago cuando se conocieron y, poco a poco, la relación se profundizó: "él conversaba su vida y yo también le conversaba mivida". Doña Felicia recuerda que la relación estaba basada en el respeto mutuo -"yo lo honraba a él y él también me honraba a mí, pu"- pero que también ella se preguntaba por qué la había escogido a ella. .

De primera yo lo rechazaba porque yo le decía, mire usted tiene apellido, inmediatamen- te le conocí, apellido araucano le decía yo; aquí hay tantas niñasiie su raza. Entonces él me decía, siempre yo he deseado a una chilena, decía él. Entonces yo una vez... bueno, después no sé ... sería Dios que nos hizo unir?

'O Entrevista con doiia Feiicia Concha Arias de Aiiío, Comunidad de Aiiío-Tranapuente, 10 enero 1997. " Entrevista con doña Felicia Concha Arias de Aiiío, Comunidad de Ailío-Tranapuente, 10 enero 1997.

Don Antonio y doña Felicia pasaron varios años juntos en Santiago, donde les nacieron sus dos hijas, María y Juana. Doña Felicia recuerda que una vez, ella y don Antonio se sacaron una foto juntos, "yo estoy del brazo así con él, en el Cerro Santa Lucía en Santia- go". Pero llegó el momento en que decidieron regresar a la comunidad.

Me dijo que él me quería buen fin, para casarse conmigo, "pero aquí yo no me puedo casal; yo me casaría encantado" me dijo él "pero mis papeles no los tengo, los tienen mis mayores allá. Así que tenemos que irnos para allá, yo la llevo al campo y nos vamos pa' mi papá". El habló también con la señora para que me dieran permiso y la señora lloraba porque estaba acostumbrada conmigo. "Bueno si Ud. se quiere casar Felicia", me dijo, "qué le puedo decir pu, que lo siento bastante',. "Yo también lo siento, señora", le dije. Así que ahí ya cedió la señora y me vine con él.

Antes de salir de Santiago don Antonio y doña Felicia se tomaron otra foto, ahora con sus dos hijitas.Y partieron en tren hacia el sur. Inexplicablemente,

Cuando el tren partió de allá de la estación me dieron unas ganas de llorar. Pero fue una cosa temble, no sé fíjese, no sé qué me pasó, me dieron unasganas de llorar, llorar, llorar, llorar, no sé, no me podía conformar, no sé por qué me puse así. Me decía él, "pero por qué lloraJJ me decía, "si allá es muy bonitoJ', y él tenía animalitos, tenía su linda quinta, manzanas, cerezas, guindas, peras, "todo es muy lindo alláJJ, me decía. "Tengo ovejitas, tengo animalesJJ, me decía. Y aquí llegamos.

Calculando por las edades de las hijas, don Antonio y doña Felicia habrán llegado a Tranapuente a comienzos de los años 50, aproximadamente diez años antes de la encuesta. Doña Felicia se acuerda que su suegro la aceptó inmediatamente, que don Antonio dijo que ella era sena, que nunca había salido y siempre se había dedicado al trabajo. Como la madre de don Antonio ya había muerto, doña Felicia se dedicó inmediatamente a cuidar a su suegro y a un cuñado paralítico, atendiéndoles y lavándoles la ropa, además de cuidar a sus hijas y poco después a otro recién nacido, Hugo Alberto.También le costó acostumbrar- se, porque nunca había vivido en el campo. Logró "aclimatarse", pero también recuerda que sufrió mucho: "soy muy sufrida".B2

En la narrativa de doña Felicia, su llanto inexplicable en el tren sirve casi como un presagio de los sufrimientos que la esperan en el campo, entre la pobreza y las obligaciones domésticas que, por años, la tendrán atada entre sus parientes necesitados y sus niños chicos. Se crea un contraste dramático entre estos sufrimientos posteriores y los recuerdos románticos de los primeros años con don Antonio, desde el momento que lo vio pasar por la calle desde la ventana de la casa en altos donde trabajaba, hasta el día en que le confirmó que la quería "para buen fin". Por un lado, el viaje al sur es el comienzo de una vida

Entrevista con doña Felicia Concha, 10 enero 1997.

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familiar sobre la cual podrá reflexionar conmigo a los 74 años, diciendo que "ahora, gracias a Dios, me siento contenta porque tengo a mis hijos y tengo mis hijas también".83 Pero por otro lado, sus lágrimas inexplicables marcan el inicio de toda una vida de pobreza en que se luchará fuertemente, solo para sobrevivir. "Ellos han vivido así como pueden", me comentó Hugo, el hijo mayor de doña Felicia, refiriéndose a sus padres, "o sea como el salmón nave- gando contra la corriente, siempre ha sido asín.Y para Hugo, el niño que a los ocho años no había podido ir al colegio "por falta de ropa", los recuerdos de la pobreza se enfocan en la falta de posibilidades para los niños, que "se crían de una forma incompleta, subdesarrolla- dos en todos sus aspectos. Esa es la triste realidadn.@

Hugo vivió las frustraciones de forma especialmente dura porque era un muchacho con mucha capacidad intelectual y sed de conocimiento. Aunque entró tarde al colegio "no tuve mayores problemas" porque su hermana mayor y un primo ya le habían enseñado a leer. "Uno nace con esa aptitud", me explicó, "es como una forma de escarbar y salir hacia arriba, ¿me entiende?, es como un intento desesperado". Recordó que esa sed la tuvo des- de niño, aprovechando toda oportunidad que se le presentaba para poder leer. -

En Zos almacenes campesinos nos vendúin as( el azúcar, la yeda y todo eso nos manda- ban a comprar los viejos. Y después los viejos guardaban los papeles de diarios que se usaban para envolwr; para usarlos como papel higiénico. Y yo antes de usarlo como papel higiénico los leía, asífui yo formándome, así en forma muy personal, ¿ya? Y leía cuestiones relacionadas con la política, la situación mundial.85

Cuando Hugo logró nevar esta curiosidad, esta hambre de conocimiento, al colegio, se encontró con problemas estructurales causados por su pobreza y su identidad Mapuche. Cuando en el gobierno de Frei se incrementó la ayuda a los colegios, llegaron uniformes y zapatos para distribuir entre los más necesitados. El Director de la Escuela Granja de Tra- napuente, don Lisandro González, almacenaba la ropa y los zapatos en su oficina. Como Hugo "llegaba al colegio mal avenido con la misma ropa que estaba en la casa, sin zapatos, con Ias patas todas llenas de piñén", su profesora le dijo un día

"Hugo -me dijo- voy a pasarte este papelito para que vayas allá abajo a la oficina del seiíor González para que te den zapatos y un chalko". Ya, poh. Yo llegué allá medio cochino, así medio tímido, porque desde niño fui un poco tímido yo. "¿Qué queris, hom- bre?". "Me mandó la seiora Cheli", le dije, "aquímn estepapelito". "A v q pásalop'acá. A ver; ve ahí -me dijo- si te queda algún zapato güeno". Entonces no sé si era una secretaria que tenía, no sé. Empezaron a ver. "¿Cuál es tu númeron?- No sé", le dije yo.

Ibid. " Entrevista con don Hugo M í o Concha, Concepción, 12 agosto 1999. . -

" Ibid.

"Puta, no te queda ningún número güeno, poh hombre, tenis mala suerte". Y listo, "ándate no más". Y ahí había una tremenda ruma de zapatos. Yo a los años después me preguntaba, ¿y qué se hicieron esos zapatos?, ¿qué se hizo esa ropaP6

Hugo consideró que esta humillación deliberada -obviamente, si Hugo nunca había tenido zapatos no podía saber qué número calzaba- era una "segregación racial". La única explicación que le encontró era que el Sr. González se estaba vengando por un disgusto que había tenido con don Antonio Ailío. "Creo que tenía sangre en el ojo con mi papá", me explicó, "porque mi papá fue empleado de él como jardinero. Y mi papá comenzó a exigirle el asunto de la libreta, pero el viejo no le quiso arreglar la libreta.Y por ahí mi papá se salió de quicio y lo retó, tuvieron un encuentro brusco parecen. Sea por lo que fuere, sin embar- go, al poco rato ya Hugo no pudo aguantar más una situación en que siempre se le miraba en menos. Aunque a veces se olvidaba entre juegos con los otros niños, la mayoría del tiempo "yo vivía humillado así, andaba escondido a veces". Por tanto decidió dejar de estudiar, "hastiado por toda una situación de pobreza, de una situación digamos de poster- gación, no quise seguir más estudiando por eso. Mi papá incluso me pegó, me dijo cómo no va a seguir estudiando, mi mamá lloró. Yo les dije no voy más, pero lo hice con el dolor de mi alma porque yo quena ser otro".87

En la familia Ailío Concha, la pobreza se nana en una serie de registros, desde la digni- dad sufrida de doña Felicia hasta la humillación, frustración y rabia de Hugo. Don Antonio aparece, en el recuerdo de su hijo, enfrentándose a su patrón González cuando éste no quiere arreglarle la libreta del Seguro Social. Pero él también recuerda que tuvo que traba- jar para el mismo tenateniente que les usurpó la t iem a sus padres, una vez hasta poniéndole las espuelas, simbólicamente agachado frente a él. Quizá aquí encontramos una diferencia basada en las distintas experiencias de hombres y mujeres. Los hombres, para quienes la cultura Mapuche reserva la mayoría de la esfera pública y de las relaciones políticas; expe- rimentan una serie de roces humillantes que reproducen su subordinación y falta de poder, causando rabia y frustración. Para la mujer, su responsabilidad principal por la familia, la huerta y las labores domésticas de cada día, tiene un doble efecto en su forma de vivir la - - pobreza: por un lado, lleva a resaltar el sufrir cotidiano y la necesidad de mantener su dignidad frente a la falta de lo más mínimo para sobrevivir., por otro, permite satisfaccio- nes frente a la reproducción de la vida, sea en la forma de los cultivos o de los hijos que acompañan la vejez. Pero al mismo tiempo tenemos aquí una dinámica generacional. Para don Antonio, el consuelo a la larga es moral: ha vivido bien a pesar de todo. El joven Hugo, aunque fuera solamente leyendo los periódicos antes de usarlos como papel higiénico, es- tuvo expuesto más dramáticamente a los deseos de justicia que trajo la radicalización de

" Entrevista con Hugo Ailío, Concepción, 12 agosto 1999. Ibid.

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los años sesenta; por tanto la rabia y humillación que siente frente a la discriminación se vuelven quizá más intensas, y por lo menos más abiertas, que en el caso de su padre.

La forma doble en que doña Felicia vive la pobreza -por un lado, sufriéndola cotidiana- mente en el duro trabajo y la escasez, y por otro, sintiendo 18 satisfacción de poder ver crecer a los hijos y la huerta- es un tema general en los recuerdos de otras mujeres de Ailío. En el caso de doña Marcelina Ailío, las memorias de la huerta con su madre se combinan con los recuerdos de la pesca con que las familias Lafkenche suplementaban su subsisten- cia, demostrando que no solo las estadísticas de tiena cultivada tenían relevancia para comprender la sobrevivencia de la gente. Desde muy chiquita, acarreaba agua desde lejos para regarle la huerta a su mamá: "nosotros sufrimos mucho por el agua para regar". Al mismo tiempo, doña Marcelina recuerda que su madre, doña Magdalena, tenía un conoci- miento profundo y sutil sobre la tierra, los abonos y los cultivos distintos. "Me enseñó ella que el abono de los animales no era bueno para el cebollino, me decía que tenía otro sabor, que era fuerte, ¿no ve que hay cebollas que tienen un sabor fuerte cuando uno la pica?" Por tanto usaba el guano d e pollo u oveja para el cebollino, reservando el de los animales grandes para el ají y los porotos.Y también se fijaba mucho en la calidad de la tiena: "mi mami decía que la tierra colorada no era buena, siempre'hay que buscar la tierrecita negri- ta que sale de debajo de los árboles por ahí', ésa buscaba ella"?8

El agua y la pesca, por otro lado, le traen a doña Marcelina recuerdos más mixtos, a la vez de abundancia y de peligro. "Yo nunca conocí el mar", explica.

Mi mami, ella nunca nos llevó al mar. Ella iba con mi papá, iban los dos. Ella iba a las machas, nosotros quedábamos chicas en la casa, cuando ella iba a la mar nosotros le deciámos: "mami no se va a ahogar" ... No sé por qué nosotros llorábamos. Ella nos decía "no llore mi hija si voy a volver". Nosotros le pedíamos que no fuera. Una vez casi se ahogó; después de eso nosotros teníamos tanto miedo, le pedíamos que no fuma más, nosotros nos colgábamos llorando de ella, ese pensamiento teníamos nosotros con mi hermana chica, la que ahora está en Puerto [Saavedra] y mi hennanojosé era lo mismo, pan* que no la íbamos a ver más. Cuando ella iba a las machas nosotros no comíamos nada hasta que llegaba ella en la tarde, "pero coman no más", nos decía ella y nos dejaba pancito, harina. "No, mami", le decúlmos nosotros, "cuando llegue usted entonces ahí vamos a comer". Llegaba en carreta muy tarde cuando iba...

Entrevista con Marcelina Ailío, hecha por Angélica Celis como parte de su Tesis de Magíster en Ciencias Soaales Aplicadas, "Conversaciones con el territorio desde la interculturalidad: Las huertas femeninas como espacios de conversación", Universidad de La Frontera (Temuco), enero de 2003. Las citas directas vienen de las pp. 220-221.También pude rastrear a la familia de doña Marcelina en el censo hecho en la comunidad en 1963: "Censo de la Comunidad de Nicolás Ailío", 30 mayo 1963, Ficha N" 6, donde aparecen los nombres de todos los miembros del grupo familiar.

Carretadasde machas traía lagente; varias personas iban a buscar machas y wchayuyo. Ahí quedábam& contentos nosotros, cuando ella llegaba.89

Los niños esperaban, llorando y sin comer, casi como si fuera necesario su sacrificio para que la madre volviera sana y salva. Ella llegaba. tarde, con carretadas de machas, trayendo abundancia y felicidad que parecían ser productos del riesgo mismo.

Y en verdad, el agua del mar y de los nos grandes tenía un poder que nutría y peligraba a la vez. "Mi mami nos decía así: jiio vayan por allí porque hay ngenw ahí! Nosoms le decíamos, ¿qué es eso, mami? Ella nos decía: es el dueño del agua, no hay que pasar en la tarde por ahí ... nunca salten el agua, hay que echar una saliva dentro del agua. Ella nos enseñó que hay que pedir permiso, en los esteros grandes". Pedir permiso, parecía ser una forma de darles respeto a los espíritus y animales del agua, a quienes les pertenecía el lugar y sus recursos. Doña Marcelina también relata que para pescar, su padre sabía guiarse por los cuervos, que le apun- taban los lugares en el río donde había mucho pez. Esta estrategia le funcionó muy bien hasta un día en que se encontró con un animal del agua, un ser peligroso en forma de pájaru que llevaba una coyunda con la cual podía atrapar a cualquier ser distraído. "Ahí mi mami le dijo: 'no vayas más, Ignacio, te puede arrollar ese pájaro y te va a llevar pa'l no adentro'".g0

Doña Magdalena era, especialmente en su juventud, el centro espiritual y de la subsis- tencia familiar. Ya para 1963, cuando los encuestadores anotaron que la familia necesitaba alimentos y tenía la tiena agotada, ella tenía 57 años. Ya era difícil, seguramente, que saliera con la misma energía a la pesca; pero en la memoria de su hija, doña Magdalena seguía mediando entre su familia y la abundancia y peligro del mundo natural, trayendo carretadas demachas, buscando la tiena fértil y oscura debajo de los árboles. Doña Magdalena también jugaba un papel importante en los rituales Mapuche que todavía se daban en el sector, ha- ciendo muday y mushka, tostando la harina de maíz, después preparándolo "en un ollón grande y los ponían en unos chuicos así, pero quedaba rica la chicha". Con su familia, inclu- yendo a sus primas que vivían enTranapuente, doña Marcelina entraba al gillatun: "así que ellas se vestían en Mapuche y compraban cosas, cintas y se ponían, se veían tan bonitas". La persona que los animaba y organizaba era doña Margarita Llancaleo, la machi que vivía en Ailío. "La finada machi esa nos obligaba a la juventud", me comentó doña Marcelina, "si pues, era bien seria, así que ella descalza no más, nada de con zapato, todos descalzos y teníamos que hacer caso porque ella nos obligaba". Cerca de la casa de la machi Margarita había también "una cancha adonde jugaban la chueca", invitando a equipos de Cullinco y ,

Rucahue "y lo hacían con bailes mapuches, pues es más lindo, eso me acuerdo yon?l

Bg Entrevista con Marcelina Ailío, hecha por Angélica Celis, "Conversaciones con el territorio desde la interculturalidad", citas directas en las pp. 223-24.

90 Ibid, a tas directas en las pp. 247 y 225, respectivamente. 91 Entrevista mía con dola Marcelina Ailío, Comunidad de Nicolás Ailio II, Huellanto Alto, 5 agosto 1998.

Doña Margarita Llancaleo aparece en el Censo de la Comunidad de Ailío, Ficha N" 8.

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El papel de la madre, como centro del proceso de subsistencia y de espiritualidad, emer- ge también con muchísima fuerza en el caso de la familia AiEo Pilquinao. Don Martín Ailío Poma, padre de Heriberto, Robustiano, Eduardina, Elisa y Cecilia, heredó de su padre Nico- lás Ailío la posición de logko o jefe de la comunidad. Su esposa, doña María Pilquinao Mariñan, era de la vecina comunidad de Pichingual y, según recordaba Cecilia, "se casó con mi papi y fue pagada, como en los matrimonios antiguo^^.^^ Cuando los hermanos Ailío Pilquinao eran todavía pequeños, se segui'an haciendo reuniones grandes de todas las comunidades aleda- ñas que pertenecían al mismo aillareuie: Calof, Machaco, Cullinco, Pichingual, Pilquinao, Rucahue, Lincay y, por supuesto, Ailío. El abuelo Nicolás y la tía Rosa, con sus voces fuertes, daban un grito al otro lado del no Imperial para llamar a la gente. Así también se hacía gillatun y la gente llegaba a caballo y con carreta. Los caballos recoman la cancha a la mitad de la ceremonia. Las reuniones duraban uno a dos días, me explicó don Heriberto; allí es que -

él aprendió a jugar palin. Quizá debía su reputación de jugador excelente a que siempre hacía su chueca con madera de boldo, porque no amortigua el g0lpe.9~ .

Al hacer familia juntos, don Martín Ailío y doña María Pilquinao conocieron en carne propia el dolor de la pobreza. En 1963, la familia Ailío Pilquinao lograba cultivar solo dos de las cuatro hectáreas que poseían con trigo, papas y verdms.Tenían una vaca, un terne- ro, dos chanchos, cuatro ovejas y quince gallinas. Más allá de los cinco hijos vivos que tenían en la casa, don Martín y doña María anotaron también otros "5 hijos muertos de edad entre 2 a cinco Fue por estas pérdidas tan dolorosas, recuerda Cecilia, que su madre "quiso recibir ese don de ser médica. Nosotros éramos quincen, explicó, "y le queda- ron cinco hijosn. La muerte de un niño todavía en brazos le cambió la vida a doña Mana. "Ella en sus brazos llevó a su hijo enfermon, relató Cecilia,

~ u e a un; médica a ~ a c h a q por ahíanduvo ~ O . Y volviócon su guagua muerta en sus brazos y al volver con su guagua muerta, ella pidió, pidw saber de medicina, de medios naturales. Con su hijo en los brazos se hincó, pidiéndole a Dios que Dios le diem ese bien ... pem no para mal sino para bien. Se lo pidw dire~tamente.9~

Y así fue que, a pesar de saber leer la orina, la ropa o la fotografía en una persona enferma, y conocer muchísimo de plantas medicinales, según sus hijos doña María nunca fue machi, sino médica, habiendo recibido su conocimiento directamente de Dios. Este don de la madre, la fuerza que tenía ella para curar y para tratar bien a la gente, fue una de las

g2 Entrevista con Cecilia Ailío, hecha por Angélica Celis, "Conversaciones con el territorio desde la interculturaiidad", p. 326. La referencia a "ser pagada" es a la costumbre Mapuche en que el novio y su familia ofrecen "pago" en la forma de regalos a la familia de la novia. Conversación con don Heriberto Ailío, Huellanto Alto, 10 agosto 2001. "Censo de la Comunidad de Nicolás Ailío", 30 mayo 1963, Ficha N" 2. Entrevista con Cecilia Ailío, hecha por Angélica Celis, "Conversaciones con el territorio desde la interculturaiidad", p. 332.

bases de energía de la familia. La espiritualidad de doña Mana también formó un hito en la familia y los llevó hacia la decisión de recibir el Evangelio. "Ella tomó la decisión de ser cristiana por una hija, por Elisan, explicó Cecilia,

La Elisa no se podía sanar de una enfermedad y aun sabiendo ella de medicina no podía sanar a su hija y entonces ella se puso en contacto con Dios directamente, le preguntó que qué habúl entremedio que no sanaba su hija, "aun sabiendo que tú me has dado ese don no puedo sanarla". YDios le dijo que la querúr completa para él, quesi le había dado ese don tan grande, la quería con toda su familia.

Sin embargo, a pesar de su gran fuerza de personalidad, doña María consultaba siem- pre a su marido en todo, y también en el caso de hacerse cristianos fue una decisión de los dos. 'Conversaban y ella le decía, ¿qué te parece, Martín, esta idea que tengo?".%

La armonía interior de la familia Ailío Pilquinao no logró, sin embargo, cerrar la puerta al suhimiento que la pobreza y la sociedad global les imponía a los Mapuche. En los roces con la sociedad de afuera surgía, por un lado, el dolor y la frustración de las oportunidades perdidas, parecidos a lo que pasó Hugo Ailío al dejar de ir al colegio, recordando que él "quería ser otron. Doña Eduardina Ailío, hija mayor de don Martín y doña María, tenía 27 años en 1963. Había terminado 6O de preparatoria, yendo más allá, incluso, que sus herma- nos y hermanas menores.Tenía un hambre de conocimiento parecida a la de Hugo. Cuando fue al colegio en la comunidad vecina de Pichingual,

ya siempn andaba detrás del profesor y cuando enseñaban algo, quería aprender más y le wguntaba a él, ¿qué más, señor?Y también sobre las matemáticas, porque me enseñaba, , me gustaba tanto suma5 restar, dividir, esas cosas, cómo jugar cm los números, eso era armo un juego mw, y yo le decía ¿qué más se hace con los números? Y él me dería, me i

enseñaba, eso me gustaba. Decía que yo era inteligente, decía eso.

E3 profesor se impresionó tanto con la capacidad de doña Eduardína que le sugirió que pasaia a la Escuela Normal, para aprender a ser profesora. Pero a los 14 años, cuando sola- i

mente había logiado llegar a cuarto grado, su padre la sacó del colegio y la mandó a trabajar ! a un convento en Concepción donde tenía una tia que era monja. No le fue bien allá, puesto '

I 1

que todavía era demasiado joven para trabajar al rifmo que se le exigía. Regresó de nuevo a 1 la comunidad, con ropa que le habían regalado y que pensó le serviría para regresar al cole- 1 gio."Yo había t d d o un abrigo negro que me compraron por ahín, recordó, "me dieron zapatos, un vestido, y por eso conversé con mi papá que yo podía ir con esa ropa a la Normal que yo era capacitada para estudiar. Mi papá no quiso, me dijo no tengo, de adónde voy a sacar yo, dijo, así es que no resultón. Como concesión su papá la dejó terminar sexto, pero después ya la mandó a trabajar como empleada doméstica aTemuco y a Santiag0.9~

i i

lbid., pp. 329-330. 97 Entrevista con doña Eduardina Ailío, Comunidad de Ailío-lhnapuente, 18 enero 1997. 1

I

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Al igual que a la familia de Hugo, doña Eduardina recuerda que la pobreza los impacta- ba en todos los ámbitos de la vida, puesto que "con un vestidito y un chalequito pasábamos el año en la escuela, esa era la ropa. Para volver a ir el lunes nosotros teníamos que lavar esa ropita, sacarla y lavarla y después volver a ir". También se acuerda de la humillación que sufrían sus padres frente a los no-Mapuche más pudientes del sector. Como su madre tejía muy bonito en telar, cuando vio que "nosotros no teníamos ropan se acercó a la esposa de Alejandro Méndez, uno de los parceleros de la Colonia Tranapuente, "y le dijo a la señora que nos diera ropita y que ella le tejía, le hacía un tejidon. Trato hecho, pero a cambio del bonito tejido de la señora María, la otra le dio "una ropa pero lo más vieja, vieja. Y yo me recuerdo que llegábamos a Uorar, le dio mucha pena a mi mamán.

Alejandro Méndez tenía tierras, bueyes, herramientas para trabajar, y por tanto los Mapuche le trabajaban a él. Don Martín Ailío le trabajaba por un almud de trigo (siete kilos) por tarea, no se pagaba más que "el alimento para el invierno". Como don Martín trabajaba siempre con un señor llamado Manuel Fuentes, un día don Manuel le dijo: .

oye Martin, le dijo a mi papá, hagámosle una jugada a este viejo, tanto que nos ha robado a nosotros, nuestro trabajo, nuestro esfuerzo, le dijo. Pidámosle papas y no le pagamos nunca más, vamos a trabajarle. Y se pusieron de acuerdo y fueron y le pidieron un carretón de papas y le dieron un camtón de papas a cada uno. Y después no le fueron a trabajar nunca

Don Heriberto Ailío, hermano de doña Eduardina, también se acordaba de estas relacio- nes de explotación con los medieros n~Mapuche. Cuando eUos eran chicos, su padre trabajaba en medias con un "socio" wigka que lograba obtener préstamos en el banco. Este socio le cobraba a su padre por el uso de los bueyes, la rastra y otros implementos agrícolas quesu familia no tenía, y por tanto aunque su padre hacía todo el trabajo de la siembra, cultivo y cosecha, no sacaban casi nada de la relación. Solamente cuando se hicieron más grandes los hijos y lograron trabajar y haer algo de plata a la casa es que las cosas empezaron a cambiar. Una vez, cuando les pagaron a él y su hermano, trajeron a la casa sacos de harina de 45 kilos, compraron varias cosas y todavía les sobró plata. Su madre doña Mana preparó t o d a s y todos se sentaron a comer. Su papá lloró porque nunca antes habían tenido una mesa tan bien surtida, y después cuando salió a cortar leña cantaba en mapunzugirn porque, recordaba don Heriberto, finalmente habían logrado sobreponerse a la pobreza más extrema.

De todo esto don Heriberto aprendió que tenían que tratar de sembrar solos, puesto que los socios "son los zánganos que se comen la miel de las abejas". Una vez, doña María logró curar a un señor anciano cuya hija les prometió una ternera si curaba a su padre. Esa ternera se convirtió en mascota de la familia, puesto que de ella consiguieron tener bueyes para poder sembrar la tierra. Dormían con la ternera, recordaba don Heriberto; era casi

Ibid.

como miembro de la familia.99 Pero aun con el trabajo de varios hijos ya crecidos, la familia siguió enfrentándose a un sistema de explotación tan extrema, que un hombre adulto como

'

don Martín Aiiío lloraba frente a una mesa bien surtida, o lograba vengarse solamente con un carretón de papas.

Don Robustiano Ailío, el otro hermano de doña Eduardina, recordaba que entre los cinco y los ocho años, antes de entrar a1 colegio, se dedicó a cuidarle las ovejas a su familia. Después estuvo en la escuela solamente cinco años, porque tuvo que salir a trabajar. Prime- ro trabajó como jornalero agrícola, igual que su padre, en los fundos y parcelas del lugar, pero con la diferencia de que a los chiquillos no les pagaban como adultos hasta que pudie- ran levantar un saco de trigo o de papa.

"Mi juventud mía fue explotada", me explicó, porque aun su padre, que ganaba corno adulto, él iba a trabajar a esos patrones, le daban un almud de trigo que significaba siete kilos de trigo por una tarea de trigo o avena, lo quefuem a cortar. P: Una tarea es lo que se puede hacer en un día, o ¿cómo se mide una tarea? No, una tarea son 70 metros, 70 varas de largo por cincuenta de ancho, son dos días de trabajo. Entonces de eso le daban a él por una tarea y ahí veúl yo que era una explota- ción tan grande, y le decían gracias no más y listo, nunca le tiraron un peso, nada, y uno andaba a pata y solamente le daban la comida. P: Entonces andaba muy mal. Claro, era un pago malo. Yo, cuando me vine, vine a ser hombre m a tos 17 años, la primera vez que me puse zapatos y podía anda< porque no sabía andar con zapatos?w

Al leerse los relatos de las familias Aiiío Concha y Ailío Pilquinao en una reunión de discusión sobre el borrador anterior de este libro, don Armando Ailío, uno de los ancianos que se habían mudado a Huellanto Alto, se emocionó hasta las lágrimas. Recordó los abu- sos que él había vivido en manos de los propietarios no Mapuche que celebraban contratos de mediería con los hombres de la comunidad. Era verdad que en esa época, agregó, se andaba sin zapatos, y no importaba si era por encima de piedras u otras cosas. Al llegar a su casa, explicó, y lavarse los pies, uno se daba cuenta quele estaban ~angrando?~

-

99 Notas de campo, conversación con don Heriberto y doña Eduardina Ailío, Comunidad de Aiüo- Hueiianto Alto, 21 junio 1997.

'O0 Entrevista con don Robustiano Aiiío, Comunidad de Mío-Tranapuente, 11 enero 1997. 'O1 Presentación del libro borrador de la comunidad de Nicolás Aiiío, CET-Temum, 2 agosto 2001; interven-

ción de don Armando Ailío.Vale la pena señalar que el relato de la familia Aiiío Pilquinao está ahora más completo de lo que estuvo en el borrador anterior, porque sus miembros recordaron aspectos adicionales como parte de las conversaciones que tuvimos con motivo de la presentación del borrador. Pero los relatos sobre los zapatos y sobre los abusos de los medieros alos cuales estaba reaccionando don Annando tenían ya la forma que tienen ahora.

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Las consecuencias de . la "reducción": . subdivisión y desgaste en las comunidades

En Aüío, los recuerdos de la gente mezclan sentimientos de unidad familiar y espirituali- dad maternal, con experiencias muy concretas de lo que significaba sumergirse en el círculo vicioso de la pobreza. "Como el salmón navegando contra la comenten, nos dice Hugo Ailío. Don Antonio recuerda haberle puesto las espuelas al mismo terrateniente que les usurpó la t i em a sus padres. La única explicación que le encuentra Hugo al tormento que sufrió en manos del director de su colegio es que su padre le había trabajado a ese señor como jardine- ro, y tuvieron una pelea porque no le quiso arreglarla libreta. En la familia de doña Eduardina y don Robustiano Ailío, todos los niños empezaban a trabajar a los 14 o 15 años, como joma- leros o empleadas domésticas; don Ma16n también había tenido que trabajar para otros parceleros o dueiios de fundo, porque faltaban las herramientas, la semilla, los animales, el capital para poder hacer producir bien la propia tierra.Y una vez que se comenzaba a traba- jar fuera, la falta de brazos en momentos cruciales del ciclo agrícola -sea porque se había migrado a la ciudad o porque se tenía que trabajar en la siembra y cosecha de los fundos o las parcelas cercanas- hacía todavía más difícil el cultivo eficiente del propio territorio.

Y es así que se vislumbra, a nivel local, lo que José Bengoa llama "el complejo hacien- da-comunidad". Comenzando con el período de las "reduccionesn, el pueblo Mapuche forzosamente tuvo que hacerse campesino y pequeño productor, a pesar de que la tecnolo- gía que manejaba se adaptaba mejor a un uso extensivo de los recursos, combinando la agricultura con la ganadería. "Las consecuencias del paso de una agricultura realizada en I

amplios territorios a una de pequeñas propiedades produjo un quiebre brutal en las comu- , i

nidadesn, comenta Bengoa,

de obra. Ya para los años '60, la pobreza en las comunidades se había intensificado hasta . 1 crear además un flujo constante de mano de obra hacia las ciudades. Al no poder reprodu- cirse con la agricultura en sus propias tierras desgastadas, los iampesinos Mapuche les

I estaban sirviendo de mano de obra barata a las empresas urbanas y d e s del país. . .

A ésto se sumó, especialmente en la zona de la costa, el terremoto de 1960. Todavía en

I mayo de 1961, Armando Holzapfel, diputado por Cautín, escribió al ministro de Economía que en la zona de Puerto Saavedra

1 i I

todavía existen familias quese encuentran albergadas en diferentes lugares y aun en los localesfiscales. Ihchas familias, poseedores de casa-habitación y con modestas d v a s de alimentos, lo perdieron todo. Estas gentes fueron personas de trabajo. Actualmente, no disponen de trabajo ni del más mínimo capital para organizar cualquier modesta

i empresa comercial. Pam ellos, solo existe una posibilidad de renovar sus vidas y salir al encuentro & posibilidades que les permitan una nzzonabie y digna spmnnza & mejomr su triste condición. f Para ellos, pido la ayuda acordada por el Supremo gobierno para los damnificados de la zona. Viven en los c o m d m de la Escuela N 9 9 del lugar denominado Pichingual, co- muna de Puerto Saavedm, Distrito de Nehuentúe.

El diputado Holzapfel presentó una lista de cuatro familias que se encontraban entre los damnificados. Una de éstas era la familia de don Domingo Ailío Curín, su esposa y

1

cuatro hijos?m i

Además de la gente que lo perdió todo, muchos perdieron tierras en la zonas bajas, 1 especialmente las vegas, que se inundaron cuando la tierra bajó. Según datos tomados por la Corporación de Reforma Agraria en colaboración con la Dirección de Asuntos Indígenas,

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había un total de 33 comunidades reduccionales, entre los departamentos de Imperial y I

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Toltén, con un total de 379 familias que necesitaban radicarse en nuevas tierras por haber r

perdido una parte importante de su cabida. Entre todas las familias habían perdido un total de 2.370,8 has. que representaban un 49% de su cabida total. Si tomamos en cuenta, además, que eran en su totalidad tierras de vega, las mejores para el cultivo, podemos constatar que la pérdida fue muchísimo más grande de lo que los números sugieren?" i

Según algunos, los que pudieron radicarse en otro lugar quizá tuvieron más suerte, i

puesto que consiguieron nueva tierra?05 En otros casos simplemente se tuvo que aguantar la pérdida y, dado que la tierra bajó permanentemente, seguir trabajando como se podía

'O3 intendencia de Cautin, Correspondencia Recibida (Providencias), 1961; PmvidenciaNo 664 del Ministerio de Economía,Fomento y Reconstnicción, 15 de mayo de 1961.

1 \

lo' AS= Ministerio de Agricultura, Corporación de la Reforma Agraria, Departamento Formación de Colo- nias, Correspondencia Recibida de la Oficial Zonal de Asuntosindígenas,Temuco, 29 julio 1964. '" Esto lo sugirió en su entrevista conmigo don Óscar Jara, Comunidad de Nicolás Aüío, 11 de enero de 1997. j

!

el indkena es obligado a campesinizarse sin tener la preparación para ello; no tiene la tecnología ni la cultura agraria necesaria como para aprovechar adecuadamente su pequeña propiedad. La ganadería extensiva va a trasladarse a pequeños espacios donde I

( depredarán pastos y suelos; la rotación natural de las tierras en barbecho, descansos y labranza se va a ver reducida teniendo como consecuencia la erosión y desgaste de los suelos. Las mercedes de tierra se dan en las tierras de peor calidad, el uso que el campesi- no le dará las empeorará aun más.102

Como resultado de este proceso iniciado con la radicación, las comunidades Mapuche reprodujeron una economía de autosubsistencia que no pudo llenar todas las necesidades de sus habitantes. Se desarrolló, por tanto, una relación de dependencia con los fundos y otras empresas cercanas, en la cual las comunidades jugaron el papel de reservas de mano 1

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i 'O2 José Bengoa, "Las economías campesinas Mapuches", Documento deTrabajo N" 6, Gmpo de investigacio- t

nes Agrarias, Academia de Humanismo Cristiano, Santiago, Chile, octubre 1981, pp. 4-6, citas directas en l a s p p . 5 ~ 6.

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en las peores tierras de loma, que además estaban más desgastadas. En la comunidad de Andrés Curimán, por ejemplo, leemos una y otra vez en las fichas familiares de la encuesta que se perdieron 5 has., 8 has., 4 has., 2 has. por el maremoto de 1960. Las tierras que les quedaron a muchas familias, anotaban los encargados, son de cerros, de mala calidad; mu- cha tierra ya no tenía otro uso eficiente más que la forestación. Lorenzo Traipi Lincopi representó una situación más general cuando informó que había perdido 7 has. en 1960, y por tanto "se ve obligado a buscar siembra afuera por haber perdido su suelo". Ignacio Yaupe, viudo y jefe de hogar con 6 hijos y una nieta, también había perdido 7 has. y sem- braba en medias en el fundo Nehuentúe. La mayona de sus hijos e hijas vivían y trabajaban como obreros o empleadas domésticas en Concepción, mientras que su hija de 27 años que siguía viviendo en la casa trabajaba en telar.lN Todavía más dramática parece haber sido la situación en algunas de las comunidades de la zona del Budi, donde el lago creció perma- nentemente con el terremoto. En la encuesta en la comunidad de Bartolo Queipán, Rucatraro-Budi, en 1962 el encargado comentó en forma general que

Los terrenos están en gmn parte pelados, erosionados, y las vegas, invadidas por el lago y brazos del Budi La pobreza material es geneml en el sectm Hay inquietudes, pero falta ayuda económica. En el invierno es muy dijimltoso salir a la ciudad, pues deben hacer en

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! bote y gran parte a pie. No hay ningun servicio público en el lugar.lo7

Y en la comunidad de Pascual Painemilla, de Collileufo, para 1964 las repetidas inundacio- nes habían creado tal desesperación que las familias habían empezado a disputarse el poco terreno que quedaba. En una carta al Intendente de Cautín, una de las más afectadas explicó:

Que v e n i r n o s s u ~ o en formagmve desde mayo de 1960 y que ha venido agmvams más cada año, armo nos ocurrió en 1963, cuando sufrimos por dos veces las gmndes crecidas del Lago Budi, pues nuesim Comunidád de Collileufo está invadido [si4 en toda su extensión por los brazos del Lago y dum hasta seis meses el agua en d a . Este año de 1964, la crecida emperó desde mediados de abril, a tal punto que ya la

mayoría de las viviendas están los pisos sumidos hasta 70 centímetros bajo el agua; prácticamente cada familia lucha y tenemos chozas de ramas provisorias en las partes más elevadas donde no alcanza el agua.lo8

'" CONADI, Archivo de Asuntos Indígenas, T.M. 1381- Comunidad de Andrés Curimán, Rucahue Moncul, Carpeta Administrativa, "Censo de la Comunidad", 4-VI-1963; ver especialmente Fichas No 45 (Ignacio Yaupe) y N" 46 (Lorenzo Traipi Lincopi).

'O7 CONADI, Archivo de Asuntos Indigenas,T.M.1822- Comunidad de Bartolo Queipán, Rucatram-Budi, Car- peta Administrativa, "Censo de la Comunidadn, 4-Ym-1962. Entre las otras comunidades afectadas en Budi y Puerto Saavedra se encuentran Luisa Calhir, Ñilquilco, y Pinchinhuala Llancaleo, Pitrohue. Archi- vo de Asuntos Indigenas,Títulos de Merced 649 y 993, respectivamente. L

'OB Intendencia de Cautin, Correspondencia Becibida, 1964-1965: "Oficio de Flor María Andrade en represen- : tación de la comunidad de Pascual Painemilla", Puerto Saavedra, 30 junio 1964. 1

i

Según Angélica Celis, este clima de inseguridad y desastre tenía también un importan- te matiz mitológico Mapuche, al subirse la gente a los cerros para escaparse de la subida de aguas que, según la creencia Mapuche, sería causada por la acción maléfica de la culebra Kai-Kai, a la cual respondería la culebra buena Xeng-Xeng haciendo subir los cerros?" Bajo tales condiciones no debe extrañamos que la gente buscara protección y explicacio- nes de un poder divino. En toda la región de Cautín, el número de gillatun subió dramáticamente durante 1960. La misma época trajo también la expansión de las misiones protestantes. En A s o especificamente, empezó a interesar la Iglesia Anglicana. Según doña Eduardina Ailío,

Cuando el terremoto, el ario del terremoto, que habúl una gringuita ahí en Nehuentúe que se llamaba Leonot; ella cuando ve& que la gente estaba sufriendo entonces vino acá a la comunidad, conversó con ellos, les dijo que eso era culpa de la naturaleza, que no era Dios, que se tmnquilizara y siempre e m p h a visitar, a visitar."0

A esta intensificación del sentir religioso, fuera mediante la espiritualidad Mapuche'o la presencia más fuerte de los grupos protestantes y evangélicos, habría que agregarle otros cambios sociales y políticos que se darían en muchas comunidades Mapuche durante la década de los sesenta, cambios acelerados quizá en la zona de la costa por los efectos destructivos del terremoto. Como veremos a continuación, especialmente a partir de 1964 se expandiría en Chile el movimiento social y la movilización popular, creando un clima de expectativa y reivindicación del cual también se nutrirían las comunidades Mapuche. En Nicolás AiIío, comunidad especialmente pobre en que la segunda y la tercera generaciones posreduccionales luchaban por mantenerse con los escasos recursos de su reducida tierra, la temprana experiencia de migración y trabajo al día en los fundos había generado ciertas esperanzas compartidas con los pobres no-Mapuche del sector. Desde muy temprano se habían negociado estas distintas identidades y expectativas a nivel local, logrando en la mayoría de los casos una combinación de las tradiciones Mapuche con ciertas relaciones de sociabilidad y familia con los wigkas pobres. A lo largo de esta década de cambio, sin em- bargo, las tensiones entre distintas formas de vida y de hacer política parecían profundizarse. Algunos empezarían a preguntarse si valía la pena atenerse a lo específicamente Mapuche de su situación, o si a la larga, deberían entablar, como alternativa, una alianza entre "todos los pobres del campo".

" Angélica Celk, "Conversaciones con el territorio desde la interculturalidadn, p. 294. . "O Entrevista con doña Eduardina Aiiío, Comunidad de Nicolás Ailío, kmpuente, 18 de enem de 1997.

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¿Campesinos pobres o pueblo indígena oprimido? La ''Cuestión Mapuche" desde Nicolás Ailío en los años sesenta

Pobreza, migración, articulación a la sociedad global, hasta la llegada de las religiones protestantes, todo parecía combinarse en un gran proceso de pauperización, explotación y cambio social que les quitaba a muchas comunidades Mapuche su capacidad de resistencia frente a la cultura dominante.En la comunidad de Nicolás Ailío este proceso había comenzado en forma precoz, con la usurpación de las 45 hectáreas en 1908. Para los años sesenta, Ailío demostraba estas características en forma extrema, casi exagerada; la mayoría de los jóvenes y hasta muchos adultos habían pasado, podríamos decir que en forma rutinaria, por una expe- riencia de migración. Los que no @graban a Temuco, Concepción o Santiago, viajaban por la zona de la costa trabajando en medias o como jornaleros para los pakeleros y dueños de fundo; En todos estos contextos compartían experiencias de explotación y quizá de sociabilidad o solidaridad con campesinos y trabajadores no-Mapuche. Conocían a muchos pobres no-Mapu- che de los pequeños pueblos cercanos, como Nehuentúe, Trovolhue, Tmnapuente. Sabían de inquiIinos trabajando en los fundos cercanos que estaban tratando de conseguir una parcela; segunmente oyeron hablar de varios comités de "aspirantes a colonos" que trataban de con- vencer a la Caja de Colonización Agxícola, entre los años cuarenta y cincuenta, que se deberían comprar y parcelar más fundos en el sector. Y en algunos casos los esfuenos tuvieron éxitoy como en los fundos Loncoyamo, San Juan de Trovolhue, Las Ñochas, Santa Celia."'

AS% MQC, Providencias, 1955,VoL 3, N" 979: "Solicitud de rmrios agridtores cidenos sobre la expropia- ción del fundo Ya Esperanza' y otmsn, comenzó en Santiago, noviembre 1953; Providencias, 1956,Vol. 17, No 17319: "Solicitud de kligmpación Chilena de Colonos de C a u h al Presidente de la RepÚbiica",Temuco, septiembre 1955; Vol. 18, N"6704: "Splicitud de José Manuel Ganido y otms, miembros de un Comité de Pequeños Agricultorq sobre la expropiación del fundo 'El Plumo' en Moncnl", comenzó en h p u e n t e , enem 1954; Vol. 20, N" 7619: "Oficio del Jefe de la Oficina de 7iem y Colonización en Temuw al Jefe del Departamento de Mensura de Tierras en Santiago, adjuntando la nómina de presentaciones de postulantes a colonos en el fundo fkcd Santa Celia",Temuw, 30 abril 1956 y "Petición del Comité de colonos y ocupantes de parcelas mal distribuidas dela colonia Santa Celia,sectorE1~o,alPrddente delaRepública", Camhue, junio 1953; Vol. 27, No 10143: "Oficio del Jefe de la Oficina de 1Ienas y Colonización de Temuco al Jefe del Departamento de Mensura en Santiago, adjuntando las p m t a c i o n e s de postulantes a colonos en el fundo Matte y SánchEz",Temuq21 junio 1956; Providencias, 1958,Vd 1, No 106: "Copia del Deaeto que auto& la venta de hijuela del fundo fiscal 'Santa Celia'en Camhue, a sus aduales ocupantes", Santiago, 16 w b r e 1953, Mín. Ami.. 1955: Corresuondencia Recibida Parti-. "Wtud del Comité de Asoirantes a Colonos del lugar de &chaco al &erio de ~gricultuia", ingresó al Mimsterio en 3 febrero 1955; ANH(M), 1C,~ol. 498: "Oficio de1a6Colonia.T&Manuel Ealmaceda' al Ministro dellenas v Colonización Pidiendo awda del Estado". Temuw. 9 junio 1939 VOL 509: "Oficio de Mnos inquilinos mediek del fundo &puente'. de la Caja dé Colo~&ci~n~pnco< alintendente de Cautín, solia&do arnparo",~emuco, 12 mayo 1&1;~ol. 510: "0fici& del Ministerio dellenas v Colonización denunciando al Intendente actividades de agitadores uolíticos en el fundo Zas Ñ W , zona de-lhvolhue", ~emuco, 23-24 abril 1941; V d 522: "Informe del ~oberr;ador de imperial al intendente sobre la situación de caráaer socidexkmte en los fundos 'Pilmayquenco' y %lhuel de labm- nade Saavedra, departamento de impe1i4 y dela solución pmisoria dada", Nueva imperial, 23 junio 1942.

Como parte del proceso social de la comunidad vemos también un número sustancial de matrimonios con no :~a~uche , en algunos casos -como don Antonio Ailío y doña Felicia Concha- resultado de un proceso de migración. En otras instancias simplemente el inter- ,

cambio de experiencias con los wigkas pobres que vivían al lado facilitaba el encuentro y' enamoramiento con la hija o la hermana de un compañero de trabajo, y la esposa se incor- poraba a la familia en la comunidad. O en otros casos un wigka pobre, como don Óscar Jara, llegaba a trabajar ala zona y terminaba enamorándose de una señorita én la c~munidad?~~ A estas nuevas prácticas sociales y culturales se le agregarían, a partir del terremoto de 1960 y la llegada de las religiones evangélicas, un distanciamiento del calendario ritual Mapuche. Se dejarian de lado los partidos de palin, pard enfocarse más exclusivamente en el fútbol?13 Y al comienzo del gobierno de Eduardo FreiMontalva (1964), con sus discursos de organización hacia los pobres del campo y la intensificación de las expectativas de refor- ma agraria, ¿no era verdad que las mejores posibilidades de progreso tenían que pasar por una alianza de todos los campesinos pobres, o en los Comités de Pequeños Agricultores o quizá en e1 mismo sector reformado?

La combinación de cambios en-muchas comunidades con una nueva coyuntura política a nivel nacional creó una situación en que las diferencias culturales e históricas del pueblo Mapuche eran puestas, por algunos analistas y hasta algunos líderes Mapuche, en un se- gundo plano. Al sugerir, en el contexto de un Estado cada vez más desarrollista, medidas de cambio o mejoramiento socioeconómico, se enfatizaban los aspectos de explotación econó- mica y de identidad de clase que los Mapuche comparti'an con los campesinos no-Mapuche. .

El interés principal era recomendar medidas de cambio social que involucrkn a todos los pobres del campo en una movilización que llevaría a la transformación del sector rural en su conjunto. En tal contexto, lo importante era enfatizar quiénes eran los enemigos en común de ambos grupos, y cómo crear el tipo de coalición política que permitiera la derro- ta de ellos. Don Heriberto Ailio, por ejemploy recordaba que en esos años se buscó una alternativa dentro de la reforma agraria que unificara a wigkaspobres y Mapuche; la idea no era expropiar al campesino pobre no-Mapuche sino que unificarse entre los dos grupos para conseguir un cambio que beneficiara a los dos."I4

En su importante estudio sobre las comunidades y la economía Mapuche, publicado en -

1971 pero basado en un trabajo de investigación hecho a mediados de los años sesenta;

lt2 Si nos basamos en los apellidos q u e no necesariamente es siempre exacto-de las 18 unidades familiares encuestadas en Ailío en 1963,5 (o 28%) estaban basadas en un matrimonio de Mapuche con no-Mapuche. Sin embargo, al hacer trabajo en la comunidad he podido confirmar la identidad no-Mapuehe de uno de los cónyuges en 4 de los 5 casos. Censo de la Comunidad de Ailío, Fichas # 3,12,13,15,18.Ver también Entrevista con don bscar Jara, Comunidad de Nicolás Ailío, 11 de enero de 1997. i

11' Hugo Ailío recordaba que uno de sus tíos era tan buen futbolista que los dueños de fundo y parceleros lo buscaban para que formara parte de sus equipos. Entrevista con Hugo Ailío, Concepción, 12 agosto 1999.

11' Entrevista con don Heriberto Ailío, Comunidad de Ailío,Tranapuente, 18 enero 1997.

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Alejandro Saavedra tomó una posición similar al sugerir que los Mapuche habían dejado de ser una cultura, etnia, o raza separada y formaban una subcultura atada a la sociedad chilena en general por relaciones de explotación económica que se intensificaban al tomar una forma étnicamente específica. Saavedra demostró que, a través de relaciones de inter- cambio desigual, los gmpos dominantes extraían excedentes en dinero y en trabajo de los pequeños productores Mapuche, y que por tanto "el mapuche no se encuentra aislado o es marginal de las estructuras sociales de chile". Lo que él llamó la "estratificación inter- étnica" -o sea, una discriminación de los no-Mapuche de diferentes clases sociales hacia el Mapuche- tenía su base en el proceso de conquista y colonización del siglo pasado, pero ya para mediados del siglo XX resultaba más bien en "un mayor debilitamiento y atomización de las clases dominadas" puesto que podna producir "una errónea y falsa polarización entre 'chilenos' y 'mapuches', situación bastante difícil de evitar"."5 Tal polarización, se- gún Saavedra, beneficiaba a las clases dominantes, puesto que dividía a los dominados entre sí y al mismo tiempo creaba una justificación racial, basada en estereotipos de infe- rioridad y falta de civilización, para el sistema de dominación en su conjunto. Por eso, ' concluyó Saavedra, era importante no caer en la falsa separación entre los pobresMapuche y no-Mapuche:

... su posición de clase es la misma que la de cualquier pequeño productor no mapuche. Esto significa que no existe un 'problema mapuche'al margen del problema agrario en su conjunto, y que la solución de sus problemas se encontrará solo en el cambio revolu- cionario de la estructura agraria y no en brillantes e ingeniasas soluciones para d e s a m llar 'grupos indígenas'.

Saavedra hizo un llamado a la acumulación de fuenas para un cambio radical en el campo, dentro del cual los campesinos Mapuche necesariamente tendrían que ser una fuerza importante. "En la medida en que el cambio va a afectar los intereses de los gmpos domi- nantes, su acción será conflictiva", señaló, "y este hecho no puede ser reducido ni aludido por ningún programa de desarrollo. Por el contrario, la 'promoción' de estos gmpos debe ser orientada en el sentido de ganar este c~nfi ic to"?~~

Esta radicalización del discurso agrario, la promesa de unidad que llevaría a un cambio dramático y, finalmente, a la restitución de tierras mediante la reforma agraria, impactó fuertemente en las comunidades Mapuche a finales de los años sesenta. Pero al enfocar a las comunidades preferentemente con un lente de clase social se perdía toda otra dimen- sión de la vida y la historia que también tenía importancia a nivel local. Para don Antonio Ailío, por ejemplo, la memoria de las luchas de su padre hacía dificil pensar que una tierra cualquiera pudiera satisfacer el deseo de restitución que venía desde 1908. "Mi papá como

115 Saavedra, La d n Mopudie, op. at., a tas directas en las pp. 127 y 125, respectivamente. j 116 lbid., p. 127.

indio neto que es muy intuitivo, es un hombre muy intuitivo, él se aferró a su tierra", me contó Hugo A%o. "Mi papá es un hombre muy amante de la tierra, como indio, como arau- cano él ama mucho la tierra, él ama mucho la herencia que le dejaron sus padres".I1' Por tanto él y otros de la comunidad siguieron aferrándose a la promesa de la restitución de las originales 45 hectáreas, por razones de restitución étnica, restitución de pueblo oprimido Mapuche.

Más allá del problema específico de la tierra, un lente de clase social también perdía de vista todo un tejido de relaciones sociales, concepción del mundo y del temtorio, y organización del trabajo que diferenciaba al pueblo Mapuche de otros grupos pobres del campo. Una historia de parentesco con otras comunidades cercanas, basada en el intercam- bio de esposas entre distintos linajes y en costumbres de residencia preferentemente patrilocales, generaba una fuerte conexión con los vecinos que facilitaba el intercambio de trabajo y productos. Estas conexiones inter-comunidad se afianzaban en el calendario ri- tual y de ciclo de vida, en el cual participaban en muchos casos varias comunidades aledañas. Doña Marcelina A%o se acordaba de estas prácticas al hablar de los gillatun y las compe- tencias de palin o chueca, a los cuales se invitaban a las comunidades vecinas. También se acordaba de las formas de cooperación o solidaridad que se tenían en época de cosecha, especialmente en la cosecha de mgo, relaciones que a ella le gustaba tratar de recrear en el presente:

No sé, porque esa es la idea, que cuando me trabajan yo les tengo que dar la comida, cuando trabajan allá en la comunidad también, cuando cosechábamos mgo, ahí hici- mos una olla común entre todos pa ' los trabajadores, p' las cosech . Tdos a p o d b a - mos con un pollito, una papa, fiaeítos, cualquier cosa.

Ella también siguió el patrón conocido de casarse en una comunidad vecina, en Pichin- gual, de donde era su esposo; pero la pobreza y falta de recursos creó una fuerte tensión entre ellos al no poder abastecerse bien en la comunidad del maridoF8

A otro nivel se reproducían también los conocimientos y saberes más tradicionales, sobre los lugares sagrados y los remedios y formas de curar. No solamente doña Mana Pilquinao, que como médica sabía leer la orina para diagnosticar las enfermedades de las penonas y curarlas con remedios tradicionales basados en yerbas, tenía acceso a estos conocimientos más tradicionales. S e ~ n Mano Castro, joven estudiante que vivió allegado en la casa de doña María a comienzos de los años setenta, don Robustiano también tenía un conocimiento de las plantas medicinales y una relación muy cercana con su madre. "Salía a caminar mon- tones de veces con él en mañanas de profunda niebla a través del no", me contó,

117 Entrevista con Hugo m o , Concepción, 12 agosto 1999. '18 Entrevista con doña Marcelina Ailío, Comunidad de Nicolás Ailío II, Huellanto Alto,

5 agosto 1998. En 1963, de las 18 familias encuestadas en Ailío, 11 (aproximadamente 60%) seguían el patrón de residencia en la comunidad del esposo.

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a mimr las jarpas, a comentar por ejemplo la producción de leche que tenía tal vaca de tal persaa. Siempre había una conversación muy profunda de por medio, de por qué se generaban esas cosas, y siempre encontré como algo extraño, había como algo mágico en lo que decía Robustiano, era mucho másfuerte, había como una aureola especial, había como algo de magia en las palabras y en la actitud de Robustiano.llg

Para Mario, un adolescente de 14 o 15 años que había abandonado su casa paterna buscando formar parte de la revolución de esa época, quizá la figura de don Robustian* "lo recuerdo todavía con un gorro como tipo jockey plomo y con una chaqueta de vestir plomon- tomó características románticas de padre sustituto. Mano mismo recordaba que en la casa de los Ailío se sentía protegido, en familia; podía hasta evocar la textura de las sábanas que le ponían en la cama. En su reencuentro con la comunidad, ya en los años noventa, notó también lo especial y fuerte de su conexión con Robustiano, a quien llamaba por su apodo, "Reuche":

La primem v a que volví a la comunidad, volví con Enrique hace como cuatro, cinco años atrás, y lo primero que preguntéfue por el Reuche y no lo conocí, cuando yo pregun- to delante de él, ¿y qué será del Reuche?, y todo el mundo se rió -no, si se murió- y no supe, estaba ahí. Entonces Enrique me dice, ahíestá el Reuche. Yo lo pesqué a abrazos, yo lo hubiera besado, qué sé yo, pero para mí era como reencontrame de nuevo con ese período romántico, de entrega y de mucho valor en mi vida personal?20

Sin embargo, a pesar de lo romántico del lente, Mano recuerda también un incidente específico que nos ayuda a constatar los diferentes tipos de sabiduría que manejaba don Robus tiano:

Existián también en la comunidad lugaressagrados, había un menocofrente a la casa de ellos que era una especie de pantano donde nadie se me& y una vez yo quise meter- me y yo me acuerdo que Robustiano me dijo, no te metas ahí. Él decía que en ese lugar había oro, pero ese oro no se podía sacar, yo recuerdo muy claro eso. Ahora estoy pen- sando que era un lugar, una especie de lugar sagrado, una especie de templo natural con alguna fuerza, con algún podq un poder que debiese haber sido utilizado por algún machi.12'

Aun en la comunidad de Nicolás Ailío, por tanto, comunidad fuertemente afectada por los procesos de expropiación, pauperización y transformación cultural que, poco a poco,

"9 Entrevista con Mario Castro, Temuco, 15 abril 1997. Izo Ibid.; "Enrique" se refiere a Enrique Pérez, otro miembro del MIR que también trabajó en el sector costa

duiante el gobierno de la Unidad Popular y que, después de la transiaón, volvió a trabajar con la'comuni- dad de Aiiío durante vanos años. Ibid.

iban afectando al pueblo Mapuche en su conjunto,se seguía incorporando hebras de cono- cimiento y práctica más tradicionales a un tejido más amplio que contenía también experiencias e identidades nuevas. En este contexto es quizá importante notar también, que las influencias culturales no se daban solamente en una dirección. En 1967, por ejem- plo, don Henberto recordó que hubo una gran sequía y se hicieron varias rogativas ogillatun, incluyendo en Calof y Cullinco. Los viejos en Ailío también hicieron una y allí llegaron los

l i - 1

parceleros no-Mapuche, con trigo, arveja y papa para hacer el muday, y con cordero y chan- .: i 1

cho para la ceremonia. Los parceleros obedecieron las instrucciones que se les dieron, 1 sacándose los zapatos y todo aunque al empezar nadie creía Que la ceremonia iba a tener efecto. Al día siguiente había dos machis presentes, y una dio órdenes para que larogativa A fuera en un salto de agua que había. Así lo hicieron y de repente se nubló y empezó a caer lluvia, con viento y todo. Hubo mucha alegría entre los parceleros, puesto que los sembra-

1 I dos revivieron y todos lograpn cosechar.Todos los años preguntaban los parceleros, ¿cuándo lo haremos otra vez?lZ2

1 La influencia de lo Mapuche hacia lo no Mapuche en la cultura rural, se ve especial-

mente clara en el relato de otra pareja que hizo su hogar en Ailío.Doña Marta Antinao Ríos I I

había nacido en Chomío, en la comunidad de Rucahue, en una familia sin acceso a tierra 1 propia. Sus padres se habían conocido en Lebu y su madre, doña Juana Ríos, no era Mapu- che. "Mi papi era de Puerto Saavedra", explicó doña Marta, "ahí tenía él terrenos de sus

t padres pero nunca lo dejaron llegar, aborrecían a mami porque era chilena". Por tanto tuvieron que vivir en otra parte y su padre terminó sembrando en medias con un agricultor

j no Mapuche. Al mismo tiempo, iban a una iglesia en Rucahue a la cual llegaba gente de

I

diferentes comunidades, incluyendo la familia Ailío Pi1quinao.Y se dió la ocasión en que 1 las dos familias se c~nocieran?~~ Doña Marta recuerda que un día, cuando salió con su mamá, "una señora envidiosa prepa-

ró un mate y un huevo frito". La señora quería dárselo a doña Juana, pero ella no se lo recibió; 1 y cuando doña Marta se lo comió "de ese día me fui decayendo y no era capaz de hacer nada". Fue bajo esas circunstancias que "en la iglesia le dijo un caballero a mi mami que fuera donde

1 I !

la señora esa que era muy buena médica. La médica me miró el humor,vió la ropa y dijo que me : habían hecho mal, así hacía sus oraciones en su idioma"?" La médica, por supuesto, era doña . 1

I

" Conversaaón con don Heriberto Ailío, Hudanto Alto, 10 agosto 2001. Otro ejemplo en que los no-Mapu- &e intentaron usar conoamientos Mapuche, en este caso no para el bien, recordó doiia Eduardina Ailío al referirse ala machi Margarita Llancaleo: "En la retorna del fundo de Landarretche vinieron donde d a los latifundistas para pedirle que d a hiciera su secreto. Elia no se negó para eso. Hizo su trabajon. Correo electrónico de doña Eduardina Ailío, cortesía del CET-Temuco, 20 diciembre 2001. Para la, retoma del fundo, ver el capitulo 4.

m Entrevista con doíia Marta Antinao, en Angélica Celis, "Conversaciones con el temtono desde la interculturalidadn, pags. 287-88.

12' Ibid., p. 293.

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María Pilquinao, y así es que doña Marta conoció a don Heriberto Aiiío. Se enamoraron y, a pesar de la oposición de sus padres, doña Marta aceptó unirse con don Heriberto y después se casarun. Doña Marta se unió al hogar de su esposo, según la costumbre Mapuche, estableciendo una relación muy cercana con su suegra y aprendiendo de ella sobre la huerta y el mapunzu- gun. "Yo le ayudaba, andaba a la colita dándome a querer de ella", recordó doña Marta. "Ella estaba contenta que me juntara con Heri. Después a mi mami se le pasó. Ahí volví a verlos, mi papi me echó de menos cuando me fui, yo era su regalona"?"

Cuando les nació el primer hijo a doña Marta y don Heriberto, doña María atendió a su nuera en la casa. Le pusieron Martín por 4 abuelo, quien, según doña Marta, "era tranqui- lito, c a ~ o s o " . Había mucha alegría en el hogar Aiiío Pilquinao con el nacimiento del primer nieto; según Elisa Ailío, don Martín lo tomó en brazos y lo presentó al resto de la familia diciendo, "miren, aquí está mi tocayo"?26

Podemos ver en este caso que los conocimientos culturales Mapuche -el idioma, las cura- ciones, las hierbas, ciertas formas de cultivar la huerta- son traspasadas de la suegra a la nuera. Al comienzo parece que hubo cierta oposición de parte de los padres de doña Marta, pero poco a poco fueron aceptando la situación.Tanto así, que cuando comenzó el proceso de la reforma agraria para la comunidad de Aiiío en 1970, doña Juana Ríos fue una de las muje- res que acompañaron todo el proceso, llegando hasta a ser arrestada después del golpe militar.

Los antropólogos que trabajaron en Cautín en los años sesenta, que en su mayoría enfo- caron su trabajo de campo en comunidades menos transformadas como las de Cholchol y Maquehue, enfatizaron las hebras más tradicionales del tejido cultural al describir a los Mapuche como habitantes de un mundo cultural distinto que, aunque en proceso de cam- bio y de pauperización desde el período de la radicíición, seguía exhibiendo características variaciones que no podían explicarse solamente con referencia a la pobreza o las relacio- nes de clase. Ximena Bunster, por ejemplo, enfatizó en su trabajo sobre Maquehue las relaciones familiares, las costumbres de matrimonio y la división de trabajo entre hombres y mujeres. Milan Stuchlik enfocó las redes de sociabilidad y de rituales de ciclo de vida, definiendo las relaciones de mediería y otros intercambios de trabajo entre familias y co- munidades cercanas como algo distinto dentro de la sociedad Mapuche. Aunque ninguno de los dos descartó por completo la influencia de la sociedad global, puesto que describie- ron los cambios en patrones de migración, de estructura familiar y de rituales de matrimonio, entre otros, ambos enfatizaron la sobrevivencia de una cultura y un mundo diferentes.lz7

Ibid., p. 295. lZ6 Ibid., p. 296; y Entrevista con Elisa Ailío Pilquinao, Santiago, 13 agosto 2001. m Ximena Bunster, "Adaptation in Mapuche Life: Natural and Directed", Tesis Doctoral en Antropología,

Columbia University, 1968; Milan Stuchiik, Lcl V i en Mediería: Memismos de redutarniento soM1 de los mpudtes, 1' edición en inglés, 1976 (Santiago: SOLES Ediciones, 1999).Ver también Louis C. Faron,Hawks of the Sun: Mapudte Momlity and its Ritual Attributes (Pittsbwgh, PA: University of Pituburgh Pres., 1964), The Mapuche Indians of Chile (Nueva York: Holt, Rinehart and Winston, 1968).

En este sentido la perspectiva más sociológica, o quizá también más política, de Alejan- dro Saavedra se constituyó en oposición directa a la perspectiva antropológica, en parte como reacción a la diferencia que empezó a surgir entre 1966 y 1968, entre la visión "dese rrollista" del cambio que manejaba el gobierno de Eduardo Frei Montalva, y la perspectiva más "revolucionaria" que se empezaba a hilvanar desde la izquierda. En su investigación Alejandro Saavedra buscaba, abiertamente, dar apoyo a la posición de la izquierda sobre la necesidad de un cambio revolucionario en el campo. El trabajo de Ximena Bunster, por otro lado, formó parte de un experimento pionero de antropología aplicada, cuyo propósito era mejorar la ayuda que el Estado proporcionaba a los Mapuche al darles a los programas estatales formas culturalmente apropiadas. Ella compara el éxito de un prográma de bom- bas de agua en Maquehue, que por respetar las prácticas y creencias Mapuche, es aceptado por la población, con el fracaso del programa CORW de construcción de viviendas que no toma en cuenta las funciones culturales de la ruka en la cultura Mapuche y por tanto no es aceptado plenamente en las comunidades. En este contexto, y a diferencia de Saavedra, para Bunster la movilización u organización política de la población para cambiar estructu- ras fundamentales no es el tema principal?28

De indígena a campesino: Políticas estatales, organizaciones Mapuche y comunidades reduccionales, 1880-1972

A finales de los años sesenta, la radicalización hacia la izquierda y el llamado de la Unidad Popular hicieron particularmente fuerte la presión sobre los Mapuche para formar parte de un frente amplio de los pobres del campo, sumergiendo características culturales e históricas específicas para poder recibir restitución de tierras. Dadas las condiciones de la época, esta posición era estratégicamente bastante razonable. Como me lo explicó Jac- ques Chonchol, ministro de Agricultura del gobierno de la Unidad Popular y anteriormente vicepresidente ejecutivo del INDAP, de donde también había seguido de cerca la situación de las comunidades Mapuche:

No siempre la solución em fácil, porque ellos flos Mapuche] reclamaban a veces tienas que les habían sido usurpadas hace muchos años, y muchas de esas tienas no eran expmpiables, no estaban dentro de las causales de expropiación, inclusive correspondían a t i em de me- dianos y pequeñmagricu1tom.Y algobienio se le planteaba el problema de que, primero, no emn exppiubles a menos que estuvieran muy mal trabajadas y muy abandonadas, y se- gundo, no querúl crearse un frente con los pequeña agricultom no indígenas. Porque justa-

Ver, además de la tesis ya atada, Ximena Bunster, "Una Experiencia de Antmpolo&a aplicada entre los Araucanos", Anoles de la Universidad de Chile, 122 (1964), pp. 94-128.

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mente lo que buscaba la derecha em dar la imagen de que el gobierno 10 que q@ em expropiar todas las tierras y colectivizar todas las herras, emempezando por las de los grandes pam seguir& l& de los chicos.'"

Casi parecería que Chonchol estuviera hablando específicamente de la comunidad de Ailío, aunque en realidad se estaba refiriendo a una problemática más amplia de la cual Aüío era un ejemplo particularmente dramático. En una situación así, el peso de la memo- ria histórica, la relación a un paisaje o territorio concreto, tenía que dejarse de lado para negociar en otros términos.Veremos más adelante que, para la comunidadde Aiiío, la nece- sidad de escoger entre la tierra que el Estado podía expropiar, y la tierra que había sido históricamente de la comunidad, causó fuertes desacuerdos internos que solo se profundi- zarían a mvés de los años setenta. Pero también es importante notar que, no obstante el drama de la época de la reforma agraria, la misma opción entre un frente amplio de clase y las demandas específicas de pueblo indígena se les había presentado a líderes y organiza- ciones Mapuche a lo largo del siglo XX.

Hasta cierto punto esta contradicción estaba grabada en el mismo proceso de derrota mili- tar y reducción que suúió el pueblo Mapuche entre 1880 y 1 9 3 0 . h ~ hijos de los caciques de la ocupación, indica José Bengoa, en general eran personas de experiencia urbana, educados en los licms de la región, que en las primeras décadas del siglo XX fueron formando organlacio- nes de corte integracionista. Sintiendo una responsabilidad más arbplia para proteger a su pueblo, estos líderes trataron de usar sus conocimientos de la sociedad mayoritaria para defen- der los derechos de todos los Mapuche. En el tema de la tiena, estos líderes muchas veces apoyaban la división y privatización de las tierras reduccionales, viendo en la separación de la sociedad y la economía chilenas una forma de discriminación y postergación. Un ejemplo des- tacado de esta tendencia fue, en la década de los veinte, el diputado Mauuel Manquilef, quien redactó la primera Ley de División de las comunidades Mapuche (1927) y la defendió en el Congreso Nacional. En ese momento, nos recuerda Bengoa, apoyar la división de las comunida- des era una posición progresista, puesto que "por lo genemi, los partidarios de mantener a los mapuche en las reseivaáwes, eran los sectores más autoritarios de la sociedad chilena, que pretendían condenar a los indígenas a la reclusión en su marginalidad, no integrarlos al desa- rrollo y manejar el problema como un asunto de orden histórico policial".130

m Entrevista con Jaques Chonchol, Santiago, 4 abril 1997. "O José Bengoa, Histh del pueblo Mquche (Siglos X I X y XX) (Santiago: Ediciones Sur, 1985), pp. 382383;

cita directa en la p. 385. Rolf Foerster y Sonia Montecino, en Organizaciones, Líderes y ContiendusMopudies (19001970) (Santiago: Centro Estudios de la Mujer, 1988), hasta ahora el estudio más completo publicado sobre las organizaciones políticas Mapuche en el periodo post-reduccionai, también muestra que los inten- tos integraaonistas de las organizaciones Mapuche de esta época tenían como meta la protección de los derechos de la población Mapuche en su conjunto, fuera urbana o d. Sobre Manuel Manquilef, ver también Weister y Monteano, p. 68-74, y los mismos trabajos deManquilef, Comentariaídel PuebloArnuuino (h faz sociuiJ (Santiago: imprenta Cervantes, 1911); iLac tierms de Araum! El último &que (Temuco: Imprenta y Encuadernación 'Modernista', 1915). f

1

A pesar de que la mayoría de los dirigentes Mapuche más destacados apoyaban, entre 1911 y 1930, la división de las comunidades y la educación e integración de la población Mapuche, paralelamente empezó a perfilarse otra tendencia que surgía de las comunida- des rurales y de los logkos o caciques más tradicionales. Esta tendencia, que Bengoa llama "indigenismo radical", fue dirigida por Manuel Aburto Panguilef. Desde 1916, cuando creó la Sociedad Mapuche de Protección Mutua de Loncoche, Aburto Panguilef luchó por pre- servar las tradiciones y prácticas culturales Mapuche, denunciar los abusos y usurpaciones

i sufridos por los indígenas, y criticar las políticas estatales que intentaban en contra de las tierras de su pueblo. Además de rkistir fuertemente la división de las comunidades indíge- nas, hasta el punto de demandar una nueva radicación, el movimiento de Aburto Panguilef auspició una serie de congresos indígenas en los cuales, según Bengoa, "se rezaba, se rela- taban los sueños, se bailaba y cantaba a la usanza antigua, pero también se discutía la

! politica frente al Estado chileno". En 1922, en el segundo de estos congresos, se creó for- malmente la Federación Araucana y tres años más tarde se creó el Comité Ejecutivo de la Araucanía de Chile, del cual también sinrió como presidente Manuel Aburto Panguilef. Entre sus otras campañas Aburto auspició proyectos de reforma legal para respetar las costumbres y usanzas Mapuche, como por ejemplo la creación de un cementerio indígena

1 l 1

en cada comunidad reduccional, algo que no fue aceptado por el gobierno. En otros mo- mentos reivindicó el ritual indígena de matrimonio, sugiriendo que debena\estar por lo i menos a la par con el matrimonio civil legislado por el Estado ~hileno.'~'

, I l

La conexión de Aburto con las comunidades y los logkosle dio acceso a una perspectiva distinta sobre la importancia de los espacios reduccionales como puntos de resistencia y reconstitución cultural, desde los cuales la nueva generación intentaba reivindicar su tem- 1

tono y su identidad frente al Estado chileno. Esta perspectiva le permitió a Aburto visualizar 1

de otra forma la problemática de las tierras Mapuche, no solamente como propiedad o tierra en producción, sino que también como sitio de memoria histórica y reproducción

- I . j

cultural. Por tanto el problema de la tierra q u e más que cualquier otro tema ayudó a I I

unificar la acción política de Aburto a lo largo de más de dos décadas de lucha- en ningún i i

momento podía sepamrse, cultural o conceptualmente, del problema de la cultura o la identidad émica.

Este sentido de unidad entre las reivindicaciones territoriales y culturales no se traducía !

fácilmente a la esfera política existente. Por un lado, la importancia de la articulación a la f sociedad global a través de las migraciones de trabajo y del intercambio desigual en los mercados de trabajo y de productos no podía negarse. Por el otro, toda una serie de !

José Bengoa,ííicto~ delpuebb Mopuche, pp. 390-403; citas directas en las pp. 402 y 396, respectivamente. Para. el proyecto sobre los cementerios, ver ANH (M), Intendencia de Cautín,Vol. 340: "Ofiao de Manuel Abuno Pangdef, Presidente del Comité Ejecutivo de la Araucanía de Chile al Ministro de Higiene, San- tiago", Jancoche, 5 mayo 1931. El resto de la información en el párrafo viene del resumen sobre este primer período de vida política de Abuno Panguilef que dan Foerster y Montecino @p. 33-52).

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características -la existencia de un idioma, una memoria histórica, una religiosidad y espiritualidad específicas, una relación particular con el territorio, costumbres distintas de matrimonio, organización familiar, intercambios de trabajo y de productos, redes de Solidaridad comunal- separaban a los Mapuche de los campesinos pobres no-Mapuche con quienes compartían formas de explotación por la sociedad en general. En los años sesenta, sin embargo, y a pesar de que en las comunidades mismas la gente vivía y todavía recordaba distintas combinaciones de pobreza campesina y cultura Mapuche, por razones intelectuales y políticas, resultó todavía más difícil combinar las dos perspectivas a1 analizar la situación, porque la tierra realmente empezó a cambiar de mano. En muchas comunidades Mapuche, incluyendo Ailío, se vivieron unos pocos años de prosperidad que hasta hoy se recuerdan con cierta nostalgia.

Pero para 1973, se pudo constatar que una transformación duradera no sería posible mediante la lucha de clases. Quizá por eso es que, al promulgar el gobierno militar una ley de división destructiva y autoritaria, el pueblo Mapuche respondió con un nuevo despertar de la identidad étnica. Quizá por eso, cuando llegué a Ailío en 1996, se podía pensar nueva- mente en la importancia de lo Mapuche dentro de la lucha política. Quizá por eso, aun con dificultad, pudimos abrir nuevamente el tema de la identidad y de las costumbres más tradicionales. Aun así, cuando yo empecé a trabajar en Ailío, la gente no me habló fácil- mente de los aspectos Mapuche de su cultura e historia. Además de que casi todos mis entrevistados practicaban una religión evangélica, la mayoría de las cuales no aceptaba fácilmente los rituales Mapuche, yo había llegado a la comunidad como amiga de un "com- pañero" izquierdista de los viejos tiempos; por tanto ese fue el lado de la historia que se me enfatizó al comienzo. Me tomó casi un año llegar a saber que en Ailío habían celebrado gillatun; casi dos años más tarde supe que don Heriberto Ailío había sido muy buen juga- dor de palin. Y solo en 2001 es que don Heriberto compartió conmigo, no solamente la importancia de la madera de boldo para no amortiguar el golpe del bastón de chueca, sino que también la existencia de una rogativa Mapuche en 1967 a la cual invitaron a los parce- leros wigka del sector.132

1

. .

O2 Florencia E. Maiion, Notas de Campo en Huellanto Alto, agosto 1998; Conversación con don Heriberto i Aiüo, Huellanto Alto, 10 agosto 2001.

Eran como las tres de la mañana, recordó Camila Fierro, empleada de la familia Landa- rretche, cuando tocaron a la puerta de la casa de sus patrones. No se levantó inmediatamente, pero al sentir que nadie contestaba finalmente se levantó y se acercó a la puerta, a través de la cual les preguntó a los hombres que pudo divisar "lo que deseabann.

Fue entonces al mirar hacia el exterior que vi a un grupo de hombres armados con revólveres y escopetas, y el que hacía de cabecilla me dijo que deseaba hablar con el patrón para comunicarle que el Fundo había sido tomado y que estaban todas las tran- cas y portones cerrados y que no se preocuparan.

La empleada fue inmediatamente al dormitorio del matrimonio Landarretche para avisarles y después, "como senti llorar mi guagua me fui a mi dormitorio y me acostén. Escuchó al patrón mientras conversaba con la gente, pero no entendió lo que decían?33

Doñavioleta Maffei de Landarretche se despertó cuando su empleada tocó a la puerta del dormitorio. A los pocos días de la toma, declaró que

de inmediato sacudí a mi marido que en ese momento también despertaba y le dije "Juanucho, el fundo está tomado1'. Juan se vistió y fue hacia la ventana del dormitorio y pudo constatar como igualmente yo, que había más o menos unas 20 personas en el patio frente al dormitorio, además de dos centinelas en la puerta, todos los cuales estaban anna- dos, con armas de fuego, pues distinguí los cañones de éstas.

Escuchó mientras su marido fue a hablar con los hombres y cuando regresó, le dijo "déjalos, no vale la pena, mejor nos vamosn.lM Más de veinte años más tarde, ya viuda, doña Violeta recordó adicionalmente:

l 3 Corte de Apelaciones de Temuco, Causa Criminal N" 242, "Intendente de Cautin don Gastón Lobos Bamentos contra don Juan Bautista Landarretche y otros, por Infracción de la Ley de SeguridadInterior del Estado", comenzó 26 diciembre 1970; ff. 13Ov-131v: "Dedaración de Camila Fierro Morales, empleada doméstica", Carahue, 29 diciembre 1970; citas d i c t a s en f. 131. "' Corte de Apelaciones de Temuco, Causa Criminal No 242, ff. 115v-116: "Dedaración de doña Violeta Maffei Herrera", Fundo Rucalán, 26 diciembre 1970, citas directas en f. 115v.

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Encendimos la luz y me dice Juan, "qué te pareceJ'. "Sí, poh", le digo yo, "no podemos hacer nada, mira toda la cantidad de gente que está allá en el patio afuera". Estaba la casa rodeada, totalmente rodeada. En un momento yo pensé ir a avisar al otro fundo, pm no podíamos salir ni por la ventana ni por ninguna parte. Entonces le dije "mira, yo creo que lo mejor es que entreguemos". Me puse a arreglar un maletín con ropa, a embalar ciertas wsitas a ver si me las podía llevar, mis joyas, mi ropa y eso. "Mira", le dije, "yo creo que ahora no podemos hacer nada".135

Los recuerdos y declaraciones de los hombres de la familia enfatizan mucho más la amenaza de violencia que pesaba sobre ellos. Juan Bautista Landarretche, por ejemplo, declaró que antes de acercarse a la puerta se puso su revólver Colt y al llegar a la puerta, trató de alumbrar a1 grupo con su linterna. Ricardo Mora Carrillo, presidente de1 Comité Ailío, "intentó quitarme la linterna dirigiéndome groserías". Según Landarretche, tuvo que "repeler la agresión" de Mora; años después, Luciano Landarretche recordaba que "hubo una tremenda ofuscación y e1 papá incluso Ie tiró un goIpe y en ese minuto yo pensé que al papá lo iban a acribillar y en esas circunstancias lo obligaron al papá a que entrega- ra las llaves". Los dos testimonios están de acuerdo en que otro hombre, no campesino, con una chaqueta de cuero color café, calmó la situación a la vez que les dio un plazo para irse a Carahue en los dos vehículos que estaban allí. "Ví que éste me apuntaba con una pistola Colt", agregó Landarretche, "y el resto de la gente llevaban revólveres y al parecer pistolas Lüger". Dada la situación, y al constatar Landarretche "que Se mosmron intransigentes, no aceptando que empacárarmos las cosas más necesarias para llevar", dispuso que salie- ran de la casa lo más pronto posible, lo que hicieron aproximadamente a las seis de la mañana.'"

Doña Violeta y su empleada recuerdan una situación un poco diferente. Doña Violeta declaró, en diciembre de 1970, que tomó el tiempo necesario para ducharse y vestirse y que no salieron hasta las siete y media. La empleada, además, recordó que la señora le vino a avisar que tenían que entregar el fundo a las ocho de la mañana, y que por tanto ella se levantó "e hice hervir agua y seM café a mis patrones". Al salir a los autos, agregó, "fuimos rodeados como por cien hombres armados, los que portaban revólveres, escopetas, rifles y palos, y a todos nos revisaban las ropas y maletas, al extremo de que me revisaron hasta mi guaguan.Y sin embargo, veinte años más tarde, doñaVioleta recordaba que le habían deja- do, finalmente, llevar su maletín con sus joyas sin revisárse10,porque ella se obstinó en no

Entrevista conla FamiliaiandarretdieMaffei:DoüaVioletaMei y sus hijos Ariin y Luciano Landarretche, Fundo Rucalán, 25 mayo 1997. Los recuerdos de Luciano vienen de la Entrevista con la Famüia Landarretche Maffei, Fundo Rucalán, 25 mayo 1997. El testimonio de Landarretche se encuentm en Corte de Apelaciones de Temuco, Causa Crirni- nal N' 242, ff. 31-31v: "Dedaración de don Juan Bautista iandarretche Mendozan,Temuco, 27 diciembre 1970. Citas directas del f. 31.

abrir10,aunque la amenazaran con no dejarla salir, y "entonces llegó el mirista y le dice, ya déjela ir"?"

Don Heriberto Ailío caminó con los demás hombres desde Tranapuente y se encontra- ron con las mujeres en el mismo fundo. "Las mujeres las ubicamos en un lugar donde no les pasara nada, nosotros los varones nos tiramos a conversar con el rico". Además de unas

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cuarenta familias, entre la comunidad de Ailío y los vecinos, fueron algunos "compadres" de afuera que les s i ~ e r o n "de apoyon.Ya en esa época, recuerda, la mayoría de los "com-

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padresn-con lo que se refiere a los dirigentes locales del MIR que apoyaban al Movimiento Campesino Revolucionario-estaban trabajando con la gente de la zona de Loncoche, "así

i que nosotros teníamos dos compadres acá no más; bueno nos sirvió harto sí, resulta que ellos tenían más idea que nosotros, para la defensa, esos ayudaron harto". Don Heriberto no recuerda que se hubiera usado violencia frente "al rico" en el momento de la toma,

1 aunque sí que lograron entrar a revisar la casa. ,

Ahí había dos personas, como tres perynas preparadas, entonces esas tres personas se acercaron donde él. Le dijeron, pqdone, nosotros tenimos el hndo tomado, en este mo- mento el fundo está tomado, así es que le dijimos que nos diera la casa para hacer un allanamiento, se metieron adentro, hicieron el allanamiento y ahíenwntraron revólve- res, armas largas también, carabinas antiguas y se las quitamos, escopetas. De ahí le dijimos que se quedaran tranquilitos, durmieran no más tranquilos y que al otro día salieran, el fundo era de nosotrosF8

Don Heriberto es el único participante, entre todos los testimonios de ambos lados, que recuerda un allanamiento anterior a la partida de los Landarretche, que posiblemente habría sido una entrada posterior una vez que la familia partió.'% La declaración de José Segundo Pilquinao Ailío, de la comunidad de Pichingual, nos ofrece otra perspectiva de los ocupantes, resumiendo en forma efectiva este primer encuentro de los campesinos con la familia Landarretche:

!

Entrando por el portón de acceso al mismo Ifundo] llegamos hasta la casa patronal armados de palos solamente y el jefe nuestro Ricardo Mora procedió a dar golpes a la puerta de entmda a la casa habitación de Landamtche, que fueron contestados por una mujer que no se asomó ni abrió la puerta y que yo pienso puede haber sido la empleada.

1

Ella preguntó que buscan y Mom le contesto' "dígale al patrón que el fundo está tomadoy'.- 1

13' Corte de Apelaciones de Temuco, Causa Criminal N" 242, ff. 130v-131v: "Dedamción de Camila Fierro Morales;" citas directas en f. 131; ff. 115v-116: "Dedaración de doñaVioleta Maffei Herrera", citas direc- tas en f. 115; Entrevista con la Familia Landarretche Maffei, Fundo Rucalán, 25 mayo 1997. Entrevista con don Heriberto Aso , Comunidad de Ailio- Tranapuente, 18 enero 1997. Hay indicios de que hubiera habido tal allanamiento, puesto que en Corte de Apelaciones de Temuco, Causa Criminal #242, f. 246, Ricardo Mora Carrillo reconoce que revisaron la casa patronal, aunque dice que no sacaron nada.

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Un cuarto de hora después apareció Juan Landarretche acompañado de sus dos hijos, quien nos dijo que qué andábamos buscando a esa hora, contestándole el Presidente Mora queel Fundo estaba tomado y quese acostam tranquilo y que mañana conversarían pues elfindo estaba tomado por necesidad de tierra. Nosotros en ese momento estábamos frente a la casa junto a Mora y en forma de semi círculo, cada uno con su palo en la mano y Mora también. Enseguida de esto yo y diez compañeros más nos fuimos a cuidar las trancas quedando junto a las casas el resto de los compañeros con Mora cerca de la casa habitación. Como a eso de las 8 de la mañana Landarretche salió de su propiedad con toda su

familia en dos au t~s . '~

Como es natural, hasta cierto punto, cada lado en este dramático encuentro enfatiza ciertos puntos que están de acuerdo con su propia posición y perspectiva. Los campesinos recuerdan su actitud razonable y pacífica frente al dueño, hasta el punto en que se niega tener armas; podemos confirmar, sin embargo, que el Presidente del Comité, don Ricardo Mora Carrillo, portaba un revólver y que seguramente también el "compadren mirista te- nía uno. Los Landarretche, sin embargo, recuerdan muchas armas; la empleada también, al momento de subir al auto, multiplica el número de hombres a cien y les da a todos rifles, escopetas y revólveres. Cuando les comenté a doñavioleta, su hijo Luciano y su hija Arlin la perspectiva de los ocupantes, tuvimos la siguiente conversación:

Horencia: Ahora yo hablé con uno de los señores que estuvo en la toma y me dijo que no, que ellos habían venido, casi las mismas palabras de ustedes, con las armas que se tienen en el campo, unos palos, eso era lo único que tenían, dijeron ellos.

Arlin: Los quesíestaban con palos eran los indios que estaban acompañándolos a ellos, pero todos los que eran miristas estaban con metralleta, todos.

D" Vwleta: Con el que habló usted era de parte nuestra, o... Luciano: De parte de ellos.

K: De enos.

F: Con uno de los de la comunidad. K: De Ailw. F: Ailw, sí. A: S< ahí había amas pero todo el que era m i d a , o sea el chico joven porque se veía la diferencia totalmente, ellos tenían todos metralletas.

Corte de Apelaaones de Temuco, Causa Criminal N" 242, ff.215-216v: "Dedaración de José Segundo Pilquinao Büío", Carahue, 2 enero 1971; ata directa en f. 215v.

F: Ya. Y usted se acuerda, como en el grupo más o menos se veía la diferencia entre la gente que era indígena de la zona y los otros, ¿cuántos más o menos había en cada @v'? L: ¿En la toma?

F: Sí.

L: En la toma yo me atrevería a decir que no podríamos decir; porque, o sea, los mapu- ches estaban con sus caras descubiertas y los miristas, los pocos que dieron la cara, esta- ban con sus caras cubiertas a excepción de uno que fue el que parlamentó con mi padm y el resto estaba todo escondido en la quinta y como era de noche,yo mentiría si le digo andaban 10 o andaban 30 o andaban 200, le mentiría.

V Incluso en el galpón ese de las máquinas, había gente escondida ahí y en el garaje al frente había gente dentro de los autos.

F: Ya. Pero entonces la gente que llegó a la casa era un gtupo reducido comparativamen- te con toda la gente que había llegado al predio.

K: No, no, no, no, alrededor de la casa, es que está todo cerca de la casa. L: El camino que está al frente de la casa, o sea donde está el acceso a las bodegas, ahí hay un cerco de malla alto. Frente a ese cerco de malla estaban todos parados, uno al lado del otro, rodeando la casa.

K:Y en el patio también había, yo los vi, estaban frente a las piezas de los dormitorios, todosparados ahí y había de estos miristas uno en la punta, otros acá en el centro.

A: Pero no sabríamos decir cuántos.

F: Ya, pero los miristas con metralleta y la cara cubierta.

A: Sí.

F: Y los indígenas cara descubierta, y... A: lncluso andaba una mujer con su guagua.

V Casi todos con sus mantas.

L: Los mapuches andaban con palos, con una horqueta, con un machete, con cosas de ese tipo, pero no...

K: Estaban bebidos, porque se nota que les habían dado alcohol.'"

Una vez que terminamos este intercambio, los campesinos Mapuche se habían conver- tido en poco más que títeres de un grupo de miristas armados, con las caras cubiertas, que andaban escondidos y por tanto no se podía saber si eran diez, treinta, o doscientos. Lo que

Entrevista con la familia Landarretche, Fundo Rucalán, 25 mayo 1997.

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sí se sabía es que estaban escondidos en las esquinas, gatiüando la cosa. Habían emborra-e chado a los pobres campesinos que estaban ahí, hasta con sus guaguas, dandola cara. Aquí llegamos a la versión más extrema de la perspectiva de los propietarios de la época. Como veremos más adelante, la toma de Rucalán,la primera que se dio en la comuna de Carahue, serviría a muchos niveles como caso emblemático de la situación en el campo. Pero tam- bién es importante anotar que esta versión de conspiración mirista, construida más de veinte años más tarde con acceso a todas las acusaciones a la izquierda, el famoso Plan Zeta y todas las imágenes del caos que elaborara la dictadura militar, había empezado a discutir- se y armarse en esos meses, entre los propietarios y políticos de derecha de la provincia de Cautín, recién comenzando el gobierno de la Unidad P~pular.'~~ Y en realidad no debe sorprendemos que se manejara desde ya una versión tan apocaliptica y conspiratoria de la situación, puesto que a muchos dueños de fundo les había pasado o les estaba por pasar lo mismo: un llamado a la puerta en altas horas de la noche se convertíría, rápidamente, en una ruptura profunda de toda una manera de vivir, de toda una visión del mundo.

Juan Bautista Landarretche reaccionó rápidamente frente a este desafío. El 24 de diciembre de 1970, a los cinco días de la toma y en una tarde de lluvia torrencial, encabezó una retoma violenta de Rucalán que dejó un saldo de tres heridos por parte de los ocupantes. Dos días más tarde el Intendente de Cautín, Gastón Lobos Barrientos, abrió en la Corte de Apelaciones deTemuco un proceso criminal en contra de Landarretche y otros,por violación de la Ley de Seguridad Interior del Estado. Ya para finales de febrero de 1971, aunque nunca se logró probar los cargos del caso en la Corte de Apelaciones, los Landarretche habían perdido Rucadiuca (también conocido como Rucalán) y Butalón por la Reforma Agraria. La vida de la familia parecía haber cambiado para siempre.

"Las medidas que su propia conciencia le aconseje"143 : la retorna, los terratenientes y el gobierno

Ricardo Mora Carrillo, el tantas veces mencionado jefe de la toma de Rucalán, fue el que sufrió la herida de mayor gravedad en la retoma. Entrevistado en el Hospital Regional de Temuco, donde se estaba recuperando de sus heridas de bala, Mora recordó que

El día 24 del actual, varios de mis compañeros habían ido a sus casas quedando en el fundo Rucalán solamente yo y 14 hombres, como igualmente algunas mujeres y niños.'

laZ Para una discusión detallada y crítica de la elaboración del Plan Zeta, ver Stwe J. Stem, Battling for HeartsandMindc Memory Stmggles m Moral Poli& in PUiodietSChile, 1973-1988 (en prensa,Duke Univetsity Press), Capitulo 2.

l 4 Víctor H. Carmine, diputado por Cauth, comentario solicitado, El Diario A m a & 28 diciembre 1970, p. 6.

Más o menos a las 16.30 horas y cuando nos encontrábamos reunidos en el galpón antes mencionado, guarneciéndonos de la fuerte lluvia que en ese momento caía, me percaté de la presencia de un automóvil de color verde que se detuvo frente al camino en la entrada al fundo...'#

Los ocupantes del vehículo dijeron que se habían quedado en p a n n e T 1 0 s pocos momentos llegaron más autos y además aparecieron desde el cerro, detrás de las casas hacia el norte, un grupo de personas armadas. Según Luciano Landarretche ese grupo, en el cual estaba él con su padre, sus hermanos y numerosos amigos, se había dividido en tres y "pasaron grupos de las tres quebradas haciendo un movimiento envol~ente"."~ En el% momento en que los ocupantes se percataron del grupoinvasor, los recuerdos de cada lado

'

nuevamente divergen. "Ante esta situación", recuerda Mora,

les grité que se acercaran algunos de ellos para parlamentar, pero de inmediato empe- zaron a disparar, en vista de lo cual debimos parapetarnos en el galpón detrás de las máquinas agrícolas que allí habh. Mientms disparaban se acercaban adonde estába- mos y cuando estaban a unos 20 metros vi cuando Chelo Riquelme hacía fuego con un rifle apuntándonos a mí y a mi compañero Francisco Pilquinao Mariñan, hiriéndonos a ambos. Al sentirme herido, hice uso de mi reuólver que portaba, disparando las 3 balas que tenía."6

Luciano, por otra parte, asegura que primero los invasores le gritaron a los ocupantes "que por favor se retiraran del campo porque nosotros íbamos a tomar posesión nuevamen- te del fundo". Me explicó que su familia "no es una familia de delincuentes ni mucho menos" y por tanto se preocuparon de que "no hubieran problemas de balazos, de gente muerta, de heridos". Fue solamente después de recibir de respuesta dos balazos y, Luciano insistió, unas cargas de dinamita, es que "empezó el tir~teo".'~'

Curiosamente, aun frente a la imagen de ocupantes fuertemente armados, hasta con dinamita, Luciano aseguró que el enfrentamiento no duró más de diez a quince minutos, puesto que "ellos estaban preparándose para una gran fiesta, porque estaban con un novi- llo muert~". '~ Mora, a pesar de enfatizar que no tenían más de tres balas, calculó que empezaron a retirarse a los 25 minutos, hacia el oeste en dirección de la comunidad dec, A i l í ~ . ' ~ ~ ES con el testimonio de otros ocupantes presentes, personas que no tuvieron lide- razgo directo, que el aspecto humano de la situación resalta más claramente. José Segundo

lU Corte de Apelaciones deTemuco, Causa CriminalN" 242,&140-143x "Declaración de RicardoMora Can- Uo", Hospital Regional de Temuco, 30 diaembre 1970; cita directa en ff. 141v-142. Entrevista con la Familia Landarretche, Fundo Rucalán, 25 mayo 1997. Corte de Apelaciones de Temuco, Causa Criminal No 242, "Dedaración de Ricardo Mora C d o " , ff. 14242~.

la7 Entrevista con la Familia Landarretche, Fundo Rucalán, 25 mayo 1997. la Ibid. '" "Dedaraaón de Ricardo Mora Camuo", f. 142v.

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Pilquinao, joven campesino de la comunidad de Pichingual, declaró que habían como 20 personas presentes, puesto que los d e m b habían salido a buscar comida y con la copiosa lluvia que caía todavía no habían vuelto. Al igual que Mora, recordó que primero, cuando "nos encontrábamos matando un novillo enfermon, se paró en la puerta del fundo un vehí- culo que parecía estar en panne y que les pareció sospechoso.

Como diez minutos después vimos aparecer como seis grupos de personas formados de ocho o diez personas cada uno, los que aparecieron desde el cerro desde la línea del fundo de los Leal. De uno de los grupos, una persona nos gritó que salieramos del fundo y que nos daban 10 minutospara ello en caso contrario nos matarían. Como nadie se moviera ya que el presidente Mora ordenó que no nos retiráramos empezaron a disparar.- Yo huí a los galpones donde nos escondimos con las mujeres debajo de las maquinarias.- El presidente Mora fue el único de nosotros que portaba rwólvq por lo que él disparó y se quedó afuera enfrentando los grupos hasta que fue herido y fue entonces que nos gritó que abandonáramos el Fundo porque nos habían vencido. Huimos por una quinta y siempre esas personas seguían disparándonos, tanto lo haciún al aire como a nosotros mismos.150

El tiroteo sembró el miedo, hasta el pánico, entre los ocupantes desarmados. Doña Marta Antinao recuerda especialmente lo que significó huir con su niño pequeño:

Ahí fue duro para nosotros. Cuando salí de la quinta ahí, a lo derecho hacia abajo tuvimos que atravesar un canal que había ahí. Unas señoms más ancianas, sirvieron de puente, porque la juventud siempre llegaba y pasaba adelante. Yo andaba con un hermano, también como joven asíera, y él me recibió mi niñito. Yo llegué asísobre mi apuro y se lo tiré para el otro lado del canal. Había un canal harto ancho, y ahíse lo tiré yo. Llevábamos un canasto de esos paperos, ahí tiré lo que pude no más, dije yo si nos van a echar de aquí, ya nosotros no vamos a volver más, y tomé todo lo que pude i en m i canasto y salípegando. Y le dije yo a m i hermano que se fuera adelante con el canasto y yo con el chico. Me lo ponía aquípor delante para que no lo ... yo tenía temor

/ de que me lo mataran. Yo decía al matarme a mí, a lo mejor él también, y yo voy a echarme mi niñito delante. 1

! salimos des&ados, y nosotros más adelante nosfuimosatrás, pero lograrnosgracias a l Diossalir bien pa'fuera nosotros. A mucha gente la hirieron, algunas tienen por aquílas i

picadas, las balas que les habían tirado. Ysalimospor ahípa'abajo y nos vinimos hasta Collinco, así de a pie andando no más, y ahí había una gente bien buena que ellas nos 1

i "O Corte de Apelacionés deTemuco, Causa Criminal N" 242, "Dedaración de José Segundo Pilquinao Mío",

ff. 216-216v; ata directa en f. 216v.

prestaron abrigo, nos pasaron un galpón para que nos detuviéramos porque estaba malo el tiempo. Y ahí una señora nos detuvo unos días hasta que nos viniéramos pa' la casa. Mi esposo andaba allá en Temuco, parece que andaba él y se iba a bajar allá al frente y otro caballero'fue y lo sujetó de esta parte de la espalda y le dijo no se baje le dijo, porque están desalojando de allía la gente de aquí, acaso quiere que lo maten: Yahí lo detuvie- ron y se vino hasta abajo, hasta donde estábamos nosotros se vino él, ahíse bajó.151

Una preocupación desesperada por los niños chicos, se combina con la experiencia de solidaridad entre los transeúntes en las micros, también en los recuerdos de doña Camela Huentemilla, que estuvo originalmente en desacuerdo con su esposo don Armando Ailío .

acerca de la toma:

Sí, sí, él vino a la toma y yo me quedé 9 la casa, yo no quise venir: El se ponía y yo lo atajaba, y al final vaya, le dije. Y después nosotros vinimos con otra señora amiga mía. 'Vamos a dejarle cositas pa' que coman", me dijo. Yo despuh me vine en el bus de las 8 y

'

me dijo el chofq me dijo "para dónde va Ud. m' hija" medijo. V o y a RucaIán". "Rucalán", me dijo. Síle dije yo, "voy a dejarle comistrajo a mi gente". "Señora", me dijo, "no vaya a Rucalán. Algo les va a pasar esta tarde como a las cinco!. Y yo no le creí, yo vine con todos mis pequeñitos, traje tres niñitos chicos. Después le conté a mi cuñado, el chofer nos contó como muy cierto que van a venir a corretearlos de abajo. "No tenga miedo cuñá", me dijo. No le dije yo, me voy a ir altiro, más que me vaya de a pie p'allá me puede alcanzar el bus. Después me pusieron atajo, no se va, se va hasta mañana, y en eso que estaba conversando cuando llega el grupo con los perros. P: La moma

Sí. Total que no tenía lugarpara adonde arrancar y comienzan a disparar tiros, y a míse me quedó una niñita debajo de la máquina, y mi niñita andaba dando vuelta y salía p'ajuera y entraba, así andaba. Cuando echo de menos que no estaba mi chiquilla, vuel- vo p'atrás a buscarla. iY ahíme comenzaron a retar! No me disparen, no me maten con mi pequeñita les dije, porque yo no tengo culpa, no he cometió ninguna cosa de error yo les dije. Y ahí favorecí a unos viejitos ancianos, le dije al finaJo Bastía lleve usté a mi chiquina pa'que no le disparen", Y yo tomé dos niñitos, uno a cada la'o, de ahise libró el pobre hombre, no le dispararon. Y lo retaban a él, poh, se va a librar por causa de esa señora, le decían, y le seguían disparando, por alto sí, De ahí yo llegué a la calle, me fueron a dejar a la calle con mis chiquillos, quién otro quedaba, no sé quién fue que tocó bala por las

Entrevista con doPa Marta Antinao, Comunidad de Ailío- Tranapuente, 18 enero 1997. Segun la inforrna- ción dada en Corte de Apelaciones deTemuco, Causa Criminal No 242, ff. 249-50, sin embargo, don Heriberto M í o sí estuvo presente en la retoma.

*Z Entrevista con doña Carmen Huentemilla de Ailío, Comunidad de Ailío- Huellanto Alto, 5 agosto 1998.

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Tres días más-tarde, en una inspección judicial en terreno, se encontraron todavía evi- dencias del altercado y del pánico de la retirada. En el galpón donde se había alojado la gente que tenía, según los inspectores, por su lado oriental "un cobertizo con pilares de madera y techo de zinc en donde hay estacionada [si4 máquinas agrícolasn, se encontraron cinco huellas de bala en la madera en varios lugares de la construcción, cuatro de los cuales mostraban evidencias de haber sido disparados de norte a sur, o sea, por los participantes en la retoma. Entre las señales.de ocupación que tenía el lugar, como "restos de comida, cenizas de fogatas, sangre de animal y paja para dormirn, los inspectores encontraron tam- bién evidencias de que la retirada se hizo en forma precipitada, incluyendo

pañales, ropa interior, ropas de homb re... Ademásse encontró utensilios pam preparar la alimentación, cucharas, platos, teteras, jarros, pequeños y grandes. Además, se encontró una profusión de mantasgrandes y pequeñas, zapatos para hombres, mujeres y niños de todos tamaños incluso zapatitos de lana deguaguas.'"

- -

La retoma de Rucalán, al dar dramática publicidad a - conflicto que se había intensi- ficado en muchas partes del campo chileno durante el último año del gobierno de Eduardo Frei MontaIva, remeció a la provincia de Cautín; al agro a nivel nacional y a la política agraria del flamante gobierno de la Unidad Popular. Hasta el momento de la retoma, la posición del gobierno local había sido cautelosa. El Gobernador de Nueva Imperial y la Tenencia de Carabineros se habían mantenido en actitud de observación, mientras que el Intendente Lobos había tomado una posición pública de rechazo frente a la toma, enfati- zando que Rucalán estaba bien explotado y no sería, por tanto, vulnerable a la e~propiación.'~~ La posición de Lobos, y a través de él la actitud oficial del gobierno, empe- zaría a cambiar a partir del 24 de diciembre.En su denuncia inicial a la Corte de Apelaciones de Temuco, el intendente Lobos subrayó que, en el campo en ese momento,

se constata una doble actividad. De un lado una exhortación a que el campesinado y la población indígena incurra en actitudes ilegales para la solución de sus proble- mas y practique lo que se ha dado en llamar tomas de terrenos, y de otro, la induc- ción a pertrecharse de armas para repeler, también ilegítimamente y al margen de la intervención de la autoridad competente, las presupuestadas y delineadas tomas de terrenos.'55

La retoma de Rucalán, por tanto, sacó a relucir un problema más amplio entre los dueños de fundo, que cada vez más parecían estar dispuestos a tomar la ley en sus

'13 Corte de Apelaciones deTemuco, Causa Criminal N0242, ff. 117-118v: "inspección delTribunal constihúdo en el fundo Rucalán, especialmente de las casas patronales del fundo y sus alrededores", Fundo Rucalán, Carahue, 27 diciembre 1970; citas directas en f. 117v. *' El Diario Austral, 22 de diciembre de 1970, p. 1; La Tercea, 23 de diciembre de 1970, p. 16.

m Corte de Apelaciones de Temuco, Causa No 242, f. llv.

propias manos. Es por eso que el gobierno inició el proceso judicial en contra de los Landarretche, como ejemplo de lo que le podría pasar a cualquier propietario que no respetara la ley. Aunque Lobos reconoció la actitud violenta de los campesinos que se tomaban los fundos, culpó más profundamente a los terratenientes, puesto que algunos representantes del gobierno habían constatado, durante el allanamiento de fundos de la zona en busca de armas, que los dueños de dichos predios ya estaban al tanto de la orden dictada y habían escondido sus pertrechos. Estos hechos demostraban, según Lobos, que "existen funcionarios públicos que con abierto y evidente quebrantamiento de sus deberes cooperan con los culpables de delitos sancionados en la Ley de Seguri- dad del Al mismo tiempo, la postura pública de1 Intendente Lobos no dejó de ser contradictoria, puesto que los terratenientes ya tenían amplias evidencias de que el Gobierno estaría buscando armas ilegales. El 20 de diciembre, por ejemplo, El Mercurio citó al Ministro del Interior José Tohá que "tenemos antecedentes muy con- cretos de que existen armas en los fundos de esa región y así lo hizo saber el Presidente de la República a los dirigentes de los agricultores que lo visitaron en la semana". En este contexto también extraña la declaración de Lobos en La Tercera el 29 del mismo mes, en que dijo que "seguirán los allanamientos a los fundos hasta encontrar las me- tralletas y otras armas de fuego que tienen los agricultoresn, y en seguida insistió que "ahora los haremos sin avisar a nadie y esperamos encontrar las armas que tienen los agricultoresn. Había una cierta inocencia en el comentario de Lobos, puesto que al anunciar nuevos allanamientos, aseguraba que todos los dueños de fundo esconderían sus pertrechos. Uno se queda con la impresión de que se estaba avisando a los agricul- tores a propósito, para que supieran que el gobierno estaba al tanto de sus actividades. Era un intento de controlar o disciplinar, pero sin querer encontrar de veras las armas, puesto que tal hallazgo llevaría a un enfrentamiento incómodo con la clase terratenien- te en su conjunto.157

Al mismo tiempo, se pasaría mucho tiempo durante el proceso judicial en contra de los Landarretche investigando al mirista misterioso, el hombre de la chaqueta de cuero conocido como "Aquilesn o "Migueln, que habría llegado a Ailío el día anterior a la toma y habría servido de asesor. "Aquilesn aparentemente salió herido en la retoma pero se escapó sin dejar rastro. Se le buscó en Puerto Saavedra, allanando la casa del Dr. Arturo Hillems, director del hospital en dicho pueblo, e interrogándolo a él y a Maritza Eltit, trabajadora social que vivía en el mismo lugar. EnTemuco la búsqueda se concentró en las oficinas de la organización caritativa 1osTraperos de Emaús, que apa- rentemente colaboraba frecuentemente con los trabajos comunitarios del hospital de

Ibid., f. l2v. " La dedaración deTohá aparece en EIMercurio, 20 diciembre 1970, p. 33. Los comentarios de Lobos están en La Tercera, 29 diciembre 1970, p. 2.

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la c o ~ t a ? ~ ~ A l igual que con los dueños de fundo, sin embargo, parecería que en este momento el propósito del gobierno no era reprimir al MIR o al Movimiento Campesino Revolucionario, sino que establecer claramente la autoridad del gobierno en el campo y la necesidad de seguir adelante legalmente con la reforma agraria ya establecida.

Las declaraciones públicas del Gobernador de Imperial en el contexto del proceso en la Corte de Apelaciones ilustraron bien esta posición oficial, condenando "enérgicamente las ocupaciones ilegales de predios que, en estos instantes, a nada conducen,pues el deseo del Gobierno Popular es el de realizar una efectiva y profunda Reforma Agraria debidamente planificada y que permita la incorporación de todos cuantos laboran la tierra a la economía nacionaln. Al mismo tiempo, el Gobernador enfatizó que después de la toma de Rucalán "he estado participando en la labor de prevención y de concientización que se viene reali- zando en la zona y especialmente en Puerto Saavedra donde son testigos de esto numerosos dueños de fundos con quienes, incluso, he realizado labor de vigilancia ante los rumores de posibles ocupacionesn.Y terminó lamentando profundamente los sucesos violentos del 24 de diciembre, especialmente cuando estaba seguro que se podía llegar a un acuerdo "pací- fica y armónicamente entre los campesinos ocupantes y el dueño del predio, con la presencia de un interventor que oportunamente se solicitó al Ministerio de Trabajo, tan pronto uno de los hijos del Sr. Landarretche, en compañía del subdelegado de Carahue, vho a esta Gobernación a formular la denuncia de paralización de

Pero la visión de los propietarios era muy distinta. Juan Bautista Landarretche inter- pretó la negativa del Gobernador a simplemente desalojar a los ocupantes como una c~mpleta falta de colaboración. Al día siguiente de la toma de Rucalán participó en un gmpo de dueños de fundo que empezó las vigilancias armadas nocturnas de la zona, para prevenir tomas adi~ionales?~ El convencimiento de que el gobienio no haría nada por ellos empezó a esparcirse por el grupo terrateniente en su conjunto, recibiendo expresión

Un buen resumen de la informaaón que se maneja sobre Aquiles se encuentra en Corte de Apelaaones de Temuco, Causa 242, "Ofiao de la Prefectura de Investigaciones de Ternuco al Ministm Visitador de la Corte de Apelaciones", ff. 245-251. Los interrogatonos y allanamientos mencionados se encuentran en el mismo expediente: "Allanamiento de la casa del Dr. Artum Hillerns",Parte de la Prefectura de investiga- ciones de Temuw;27 diciembre 1970, ff. 272-73v; "Dedaraaón de Artum Hillerns Larraiiaga",Temuco, 7 enero 1971, ff. 323-325; "Dedaraaones de Domingo Raúl Prieto Delgado, Roberto Eduardo Halim Liendo y Elisabeth Maritza Eltit Spielmann",Temuco, 12 enero 1971,ff.371-73% "Declaraciones de Oscar Nolberto Pregnan Aravena, Director Zonal de los 'Traperos de Emaús' y Aquilino Matamala Altamirano, trapero", Temuw, 13 enero 1971.

1 5 ~ El DiaM Austral, 28 diciembre 1970, p. 6. '" La perspectiva de Landarretche se encuentra resumida en Corte de Apelaaones de Temuco, Causa Crimi- nal N" 242, "Oficio de la Prefectura de investigaciones de Temuco al Ministro Visitador de la Corte de Apelaaones", ff. 252-253, y en f. 253 menciona el patruilaje. Otros testimonios sobre los patruliajes noc- tunios se encuentran en f f . 336-37: "Dedaraaón de Jorge Alberto Landarretche Maffei", 8 enero 1971; ff. 339-3%. "Dedaración de Pablo Lüer", Temuco, 8 enem 1971. También conversamos el mismo tema con Luaano Landarretche en la Entrevista a la Familia Landarretche, Fundo Rucalán, 25 mayo 1997.

especialmente dramática de la boca devíctor Carmine, dueño de fundo en la provincia, diputado al Congreso Nacional y originalmente abogado defensor en el caso Landarretche, "La provincia de Cautín ha tenido el raro privilegio de ser el conejillo de Indias, para poner en práctica el Plan Maestro con que el Gobierno marxista que nos rige pretende aplastar a la oposición y apoderarse de los bienes de sus adversariosn, alegó en un comentario publi- cado en la prensa local. El motivo que tenía el gobierno para escoger Cautín, según Carmine, era que la Unidad Popular recibió allí "la menor cuota de votos". Como venganza, por tanto, había que disciplinar a la clase terrateniente local. El caso de Rucalán, aunque no directamente citado por Carmine, le sirvió como ejemplo en su descripción supuestamente generalizada de lo que haría el gobierno. "Es necesario que tomemos conciencia de lo que nos está sucediendon, concluyó después de describir todos los pasos dados en el caso Ruca- lán con el carácter de generales.

Es bueno que sepamos, que cualquiera de estas noches una pandilla de délincuentes puede llegar a nuestras mas , expulsarnos de ellas y disponer a su antojo de nuestros bienes, puesto que cuentan con impunidad para hacerlo. Y si alguno de nosotros tiene la mala idea de defenderse y de repeler a los usurpadores, podemos ser encarcelados por asediciosos"l "momios" y "prepotentes", por el delito de querer seguir viviendo en demo- cracia y defendiendo el Mto de nuestro esfuerzo. jQ~e nadie se llame a engaño y que cada cual sepa adoptar las medidas que su propia conciencia le aconseje!I6'

Gracias al caso Rucalán, esta visión de una conspiración gubernamental en contra de la clase propietaria empezó a tomar vuelo a nivel nacional. No solamente salió la foto de Juan Bautista Landarretche en primera plana en muchos diarios de la capital, sino que también la Sociedad Nacional de Agricultura lo hizo su causa célebre, el caso emblemático que repre- sentaba las injusticias del nuevo gobierno frente a los terratenientes?" El 31 de diciembre el ministro del Interior José Tohá llegó a Temuco impulsado, según El Diario Austral, "por el revuelo nacional de los sucesos de Cautín". Como evidencia, el diario de Temuco reprodujo en primera plana los titulares recientes de los diarios de la capital, en su mayoría acompaña- dos de una foto de Juan Bautista Landarretche e hijo llegando a declarar a la Corte de

161 ElDiario Airctral, 2811211970,p. 6. Comentario solicitado avíctor H. Carmine. l" Además de los artículos relevantes en El Diario Austral, ya atados, ver también El Mercurio, 2311211970, p.

27, donde se describe la toma; y 3011211970, donde sale en primera plana una foto de Landarretche siendo llevado a dedarar a la Corte de Apelaaones deTemuco. En 7/2/1970, pp. 1,21 y 25,El Mercurio también usa una entrevista con Landarretche como punto importante de un reportaje más general sobre los peligros de la reforma agraria. En su número de febrero de 1971, El Cumpesino, la revista de la Sociedad Naaonal Agraria, publica un largo artículo llamado "La acción de los agricultores" en cuya segunda parte, subtitu- lada "frente a los hechos", figuran tres fotos (p. 17) sobre el proceso de las tomas en Ca.uEin, dos de las cuales son del caso Landarretche.

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Apelaciones, escoltados por carabineros. Se anunció el mismo día que el ministm de Agricul- tura, Jacques Chonchol, viajaría a Temuco en los primeros días de enero

para inaugurar el plan de emergencia para la provincia de Cuutín, incluyendo políticas acerca de la madera, el incremento del cultivo de la remolacha, mejoramiento de educa-

l

ción y programa de becas, y finalización de estudio de los grandes latifundios con miras a la expropiación por Refonna Agraria.'"

i Ahora bien, a pesar de la importancia dada al caso Landarretche a comienzos de 1971, 1

es importante recordar que el mismo 20 de diciembre de 1970, cuando los campesinos Mapuche de Ailío, Pinchingual y Nehuentúe tomaron Rucalán, Salvador Allende estaba en camino a Temuco, según la prensa capitalina de esa mañana, "para imponerse personal- i mente de la tensa situación que vive la provincia provocada por la ocupación ilegal de más de 50 propiedades agrícolas". Citaron además a1 ministro Tohá, quien en 20 de diciembre había anunciado que "tenemos antecedentes muy concretos de que existen armas en los

i fundos de esa región".'M Los diputadosvictor Carmine y Hardy Momberg, ambos de Cau- tín, en una intervención en el Congreso en que presentaron documentos sobre la toma de

I i

fundos en la provincia, confirmaron la larga duración de la situación. Momberg, por ejem- plo, señaló que hasta el 14 de diciembre de 1970, existían 44 fundos tomados en la provincia. Carmine agregó más datos estadísticos, anotando que "la primera ocupación se produjo exactamente el 12 de junio de 1970, esto es, durante los Últimos meses del Gobierno del señor Frei, El día 1 de septiembre de 1970, esto es, antes de la elección presidencial, ya había 13 fundos con problemas de usurpación"?" Problema que venía desde antes del gobierno de Allende, claro está; problema que había surgido al haber diferencias sobre la rapidez y eficiencia con la que se estaba promulgando la Reforma Agraria. Y nadie sabía mejor que Jacques Chonchol, alto funcionario del INDAP durante la presidencia de Frei y ministro de Agricultura bajo Allende, de las frustraciones inherentes al proceso. Cuando llegó a Temuco el 4 de enero de 1971, instalando su Ministerio en esa ciudad por 45 días, Chonchol venía con ganas de trabajar fuerte y de solucionar los problemas existentes con toda la rapidez p ~ s i b l e ? ~ El peligro que simbolizó Chonchol para los terratenientes se representó claramente en un editorial del DUlrio Austral del 4 de enem:

... el señor Chonchol es para la propiedad privada lo que el tigre de la jungla para la fugitiva y asustada gacela. Desde que se le designó como ministro de Agricultura los propietarios de tierras en cultivo perdieron toda esperanza de tmbajar tranquilos. El

E1 Diario Austral, 31/12/1970, p. 1 sobre Tohá y p. 5 para Chonchol. lM El Mercurio, 2011211970, p. 33.

El Diario Austral, 29/12/1970, p. 8. El Diario Austral, 31U1971, p. 9, induye una lista impresionante de las tareas por cumplir que se ha puesto el Ministerio de Agricultura.

señor Chonchol fue democristiano, hoy es mapucista (para el caso de Cuutín podría decirse más bien q& es crmapuchista") y, en cuanto a filosofúi política, 'es mamista- leninista. Fue asesor de la reforma agraria de Fidel Castro en Cuba y vicepresidente ejecutivo del INDAP & el regimen del Presidente Frei.16'

Cuando Chonchol llegó a Temuco, cumplió rápidamente con las predicciones de la clase tenateniente. A los cuatro días de haber llegado, anunció que se aplicaría a fondo la ley de reforma agraria en la pr0vincia.Y demostró en sus explicaciones a la prensa un conocimiento también a fondo del problema especial de Cautín, donde la escasez de tierras entre los cam- pesinos Mapuche tenía w a historia particularmente aguda y dramática. 'Muchos de los problemas que a nuestro juicio se han suscitado Últimamente en la provincia", explicó,

sesponden a una situación de fondo que es un problema de escasez de tierras, de muchos campesinos tanto mapuches como no mapuches, pero que particulannente ha sido im- portante en el caso de campesinos mapuches que a medida que ha ido pasando el tiempo habían empezado, cuando se constituyeron las primeras reducciones, por tener alrede- dor de 6 a 7 Hás. por persona y hoy día en muchos casos tienen menos de 2 Hás. y en algunos casos menos de I Ha. de tierras gqstadas, de tierras msiaadas lo que ha sido sin duda bastante grave desde el punto de vista de sus posibilidades de vida y sus posibi- lidades de desarrollo. Simultáneamente con esto se han producido ciertos problemas económicos que ha determinado un aumento de la cesantía.168

¿Qué hacer bajo tales condiciones? Chonchol siguió su explicación anotando que, en lo posible, se iban a expropriar las propiedades para darle al problema una solución final. En todos los casos en que por tamaño, mala explotación o abandono se estuviera dentro de la ley de reforma agraria, simplemente se seguiría el proceso normal de expropriación, co- menzando con tomar los informes y datos pertinentes. Pero también, y especialmente en los casos de las comunidades Mapuche, muchos de los predios en cuestión estaban bajo la cantidad mínima expropiable por ley. En esas situaciones, concluyó Chonchol -y aquí casi parecía estar hablando directamente sobre el caso de Rucalán- los fundos

son expropiables porque hay un mismo propietario que es dueño de 4 ó 5 predios y para estos efectos la í.ey establece que se le suman todos los predios, los tenga en la m@a comuna, en la misma provincia o los tenga en oqas partes del

Al día siguiente, se anunció que se expropianan 180 predios en Cautín, número que subió a entre 200 y 300 para el 12 de ener0.Y de los 180 predios originalmente anunciados, se constató que 60-0 sea,un tercio del total-no llegaban a tener la cabida básica establecida

16' El Diario h a l , 4/1/1971, p. 3. lK8 El Diario Austral, 8/1/1971, p. 1. lm Ibid., p. 7.

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por la ley. El 4 de febrero de 1971, cuando se anunciaron 36 expropiaciones en Cautín, se incluyeron, para la comuna de Carahue, el fundo Rucalán y Butalón de Juan Landarretche.170 Ya Chonchol había anunciado los criterios un mes antes, cuando había resaltado que la expropiabilidad se calcularía basada en la extensión total poseída por un solo dueño, aunque no todo fuera parte del mismo predio. Pero desde la perspectiva de Landarretche y los otros expropiados, Chonchol em un marxista que, al atacar el principio de la propiedad privada, había cambiado las reglas del juego. Bajo tales circunstancias, el juego también tenía que cambiar.

"¡Pan, tierra y socialismo!": El Asentamiento Arnoldo Ríos, el Movimiento Campesino Revolucionario y la Comunidad de Nicolás Ailío

A los pocos días de la victoria electoral de Salvador AUende en septiembre de 1970, se formó en la comunidad de Aiüo un comité para estudiar el problema de tierras que se venía sufriendo y ventilando por ya más de sesenta 50s . Además de la esperanza suscitada por la posibilidad de un gobierno popular, también inspiraba a la gente de la comunidad la ola de movilización social enbe los campesinos Mapuche de Cautin que iba apoyando el Movimien- to Campesino Revolucionario que, según el manifiesto aprobado en su congreso del mismo mes, estaba "formado principalmente por los campesinos indígenas, por los mapuches, que están llevando adelante las comdas de cercos para lograr la recuperación de las tierras usur- padas". Desde el 15 de septiembre, en que tuvo su primera reunión y eligió como presidente provisional a Ricardo Mom Carrillo y secretario a Heriberto Ailío, este comité se reunió todos los domingos en la casa de don Martín Aiüo Poma y su hijo, don Heriberto. Según recordara Mom algunos meses más tarde, uno de los acuerdos del grupo fue "correr la línea divisoria de las parcelas de Florencio Riquelme y Sergio Benavente, pues estas personas hace muchos años atrás, al parcelar, tomaron parte de terrenos indígenasn.ln

Poco a poco, en el transcurso de las conversaciones, se empezó a pensar también en otro tipo de acción que no fuera la recuperación de las tierras originales de la comunidad. En parte, esto se debió a que no todos los que participaban eran de la comunidad de Aiiío. Pedro Fuentes Pilquinao, elegido prosecretano en la elección provisional, era de la

'lo El Mercurio, 4/2/1971, p. 1; El Diario Austral, 4/2/1971, p. 1. La información sobre la creación del Comité Ailío viene de Corte de Apelaciones deTemuco, Causa Criminal No 242: "Declaración de Ricardo Mora Carrillon,HospitalRegional deTemuco, 30 diciembre 1970, f. 140, y 31 diciembre 1970, f. 144, donde aparece la cita directa; "Dedaración de Pedro Fuentes Pilquinao", Carahue, 2 enero 1971, f. 217; y "Dedaración de José Segundo Pilquinaon, Carahue, 2 enero 1971, f. 215. La cita del manifiesto del MCR viene de El Diario Austral, 31 diciembre 1970, p.8: "Argumento del abogado defensor Miguel Schweitzer a favor del recurso de amparo presentado a favor de Juan Bautista Landarretche y oms".

comunidad de Pichingual, como también lo era José Segundo Pilquinao Aiüo. El presidente Ricardo Mora, nacido en el pueblo de Nehuentúe, también vivía en Pichingual y trabajaba al día en el fundo Nehuentúe, de propiedad de Mario Alvarez. Lo mismo hacía Humberto Venegas Riquelme, campesino sin tierras a quien se le había cedido un poco de terreno en la comunidad de Pichingual para construir su casa. En una situación como ésta, los problemas de tierras de todos los participantes no se podrían solucionar mediante una corrida de cerco que restituyera tierra solamente a la comunidad de Ai1í0.l~~

Más alla de la escasez de tierras, otro motivo para el cambio de estrategia era la pobre- za apremiante de muchos de los miembros del comité, una situación que no podría solucionarse con las pocas hectáreas de Ailío que estaban en manos de Riquelme y Be- navente. "Yo vivo en un terreno indígena de la reducción Pinchingual pero no tengo terrenon, explicó HumbertoVenegas en su declaración judicial durante el caso Rucalán. "Trabajaba hasta antes de la toma del fundo Rucalán en el campo de don Mario h r e z , donde estaba

'

r 1 como trabajador al dían, agreg15.l~~ José Segundo Pilquinao declaró que era agricultor 1

y poseo una propiedad en comunidad con nnco hermanos de una extensión de tres hec- táreas en el lugar Pinchingua1.- Mi familia se compone de tres hermanas mujeres casa- das y un hermano varón casado también, además de mi padre que tiene 82 años de edad. Este terreno lo trabajamos en conjunto con mis hermanas, mis cuñados y mi hermano, sembramos trigo y papas principalmente y del producto de la cosecha nos repartimos por partes iguales, lo cual no nos alcanza para vivir modestamente, pues el núcleo fami- liar es numeroso ya que tengo ocho sobrinos.174

i Pedro Fuentes Pilquinao relató una situación muy parecida, explicando que

yo vivo en un t m o hmdado de mis padres, de una extensión de una-hectárea y me- dia, y somos cinco hmderos, cuatro mujeres y yo el único varón, y en esta tierra traba- jamos mi cuñado Ricardo Mora y yo, y no nos alcanza el pduc to de nuestro trabajo para subsistir, ya que yo tengo dos hijos y mi hermana casada con Mora tiene tres hijos, los que vivimos todos juntos en una sola casa.175

Una tercera razón para el cambio de plan era que la situación del momento inspiró alos miembros del comité a intentar otra cosa. "Iniciamos esta acción inspirados por las noticias

17' Corte de Apelaciones de Temuco, Causa Criminal Nu 242: "Dedaración de Ricardo Mora Carrillon,Hospi- tal Regional deTemuco, 30 diciembre 1970, f. 140-14&, "Dedaración de Pedro Fuentes Pilquinao", Carahue, 2 enero 1971, f. 217; "Dedaración de José Segundo Pilquinao", Carahue, 2 enero 1971, f. 215; y "Dedara- ción de HubertoVenegas Riquelmen, Carahue, 2 enero 1971, f 218v-219.. " Corte de Apelaciones deTemuco, Causa Criminal No 242: 'lledaración de HumbertoVenegas Riquelme", f. 219.

"' Corte de Apelaciones de Temuco, Causa Criminal No 242: "Dedaración de José Segundo Pilquinao", f. 215. Corte de Apelaciones deTemuco, Causa Criminal No 242: "Dedaración de Pedro Fuentes Pilquinao", f. 217.

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que escuchábamos en la radio y leíamos en la prensa sobre otras tomas de terreno", explicó José Pilqui~ao. '~~ Pedro Fuentes aseguró que el mismo comité había sido formado "con el objeto de poder obtener tierras por medio de las tomas, ya que nos habíamos estado entu- siasmando por las noticias que escuchábamos por radio y por la prensa misma, y como somos personas casi todas sin tierras".177 A estos sentimientos se le agregó el apoyo de personas asociadas al hospital de Puerto Saavedra, donde un grupo de egresados de la Universidad de Concepción habían forinado una comunidad cristiana. Jóvenes idealistas que formaban parte del movimiento de las comunidades de base que se estaba gestando entre la juventud católica, estos médicos y asistentes sociales habían llegado con una pro- puesta innovadora al estilo de Paulo Freire y la pedagogía del oprimido, intentando buscar desde la gente misma la forma de resolver sus problemas. A través del trabajo de salud, tomaron contacto con todas las comunidades del sector, pero una de las personas que traba- jaban aiií recordaba que Ailío era especial. Después que un miembro del comité Ailío llegó al hospital, ella fue a varias reuniones del comité entre octubre y noviembre. Recordó que, a diferencia de los comités de pequeños agricultores que estaba formando INDAF, el comi- té Ailío buscó dar participación más amplia, juntando a personas que tenían dificultad de acceso a tierra, fueran Mapuche o no Mapuche, mujeres solas y hombres?78

Aunque el comité Ailío no se olvidó de las 45 hectáreas originales usurpadas por José Duhalde y después parceladas en la colonia Tranapuente, la situación en 1970 los llevó en otra dirección. La existencia de una comunidad cristiana en Puerto Saavedra, la conexión también con las iglesias protestantes de la zona, y la existencia de asesoramiento y apoyo de activistas del MIR a través del Movimiento Campesino Revolucionario, todo esto ayudó a la decisión de darle prioridad a otra estrategia. Entre todos los miembros del comité U o , fue quizá don Heriberto el que mejor representó la combinación de estos factores.

Con sus hermanos Robustiano y Eduardina, entre otros, don Heriberto creció como parte de la "generación sin zapatos" que conoció la pobreza extrema en la comunidad. De esa experiencia aprendió la necesidad de cuestionar, de buscar nuevas alternativas. En los años sesenta, recordó doña Eduardina, don Heriberto formó parte de la Iglesia del Señor, un grupo protestante carismático, llegando a ser ayudante predicador. A partir de 1970, en parte como reacción a la crítica que se desarrolló en esa congregación acerca de las activi- dades de médica de doña Mana Pilquinao, la familia Ailío Pilquinao se pasó a la Iglesia

Corte de Apelaciones deTemuco, Causa Criminal No 242: "Dedaración de José Segundo Piquinao", f. 215. m Corte de Apelaciones de Temuco, Causa Criminal N0242: "Dedaración de Pedro Fuentes Pilquinao", f. 217. " Entrevista con Elena Rodríguez (nombre cambiado), Temucq 19 agosto 1999. Para el trabajo que se hizo

en Puerto Saavedra me orienté también en entrevistas con otras dos personas: Maritza Eltit, asistente social en Puerto Saavedra en esa época,Temuco, 14 enero 199f; y don Luis Ernesto Quijón, quien trabajó como promotor de salua con el Dr. merus , Comunidad de Ailío- Tranapuente, 30 noviembré 1996 y 4 enero 1997. Ver también'la entrevista al Dr. Arturo Hiilerns que aparece en Corte de Apelaciones de Temuco, Causa Criminal N"242, ff.323-324%

Angli~ana?~~ Don Heriberto y sus hermanos encontraron en las iglesias protestantes una inspiración espiritual, de la cual don Heriberto en particular desarrolló una visión bíblica que le ayudaba a comprender la situación de su puebIo y su posible liberación. Una vez, cuando fue a Puerto Saavedra cruzando el río Imperial para traer en bote a varias personas de la comunidad cristiana que venían a una reunión del comité Ailío, comparó al pueblo Mapuche con el pueblo judío y la salida de ~ ~ i ~ t o . La situación de los dos pueblos era parecida, les comentó a sus pasajeras mientras remaba; eran pueblos elegidos porque " Je- hovah ofrece al pueblo oprimido una tierm de leche y miel". Los Mapuche, concluyó, tenían que seguir caminando por el desierto hasta llegar a la tierm prometida?"

1 Para cruzar el desierto, sin embargo, se necesitaba ayuda y asesoramiento, y para eso

don Heriberto recibió apoyo del MIR y del Movimiento Campesino Revolucionario. El as- i

pecto moral y estratégico de ese apoyo se refleja nítidamente en un documento llamado "La Carta de Liberación del Campesino", copia del cual se encontró, con el nombre de don i Henberto en la parte de arriba, entre los materiales abandonados durante la retoma de Rucalán. Aunque trozos de este manifiesto fueron leídos por Miguel Schweitzer, abogado

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de los Landarretche en e1 recurso de amparo que se presentó en la Corte de Apelaciones, 1 con el claro motivo de inculpar a los presentes de ideologías sediciosas, el mismo abogado llegó a una conclusión más apropiada al llamarlo un "catequismo". Entre las partes que inspiraron fuertemente a los campesinos Mapuche en ese entonces, porque resumían con claridad su propia experiencia, estaban las siguientes:

1: No olvides nunca que tu mqor amigo es tu hermano de sufrimiento, aquel que no tiene tierra o tíene poca y no sabe cómo va a ser el día & mariana para él, su mujer y sus niños.

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2: Prepárate con tus hermanos para invadir Ia tierra desocupada o usubda, porque la l I

t k u existe para ser cultivada; , 3: No esperes mucho de la justicia, porque ella es de clase, hay pocos j u m con los pobres y - 1

muchos con los ricos comiendo lo bueno y mejor; 1

4: Cuando tu hennano sea atacado por el latifundista o por la poli& a su mando pam desalojarlo de la tierra, ve en su socorro aun con el riesgo & tu vida; 1

5: Mantén tu tralca detrás de la puerta siempre bien aceitado para que te defienda de la agresión del enemigo, que son: los latifundistas, la burgueh y la policúz a su servicio, y

1 para que un día ajustes cuentas con todos aquellos que mataron de hambre a tus padres y a tus abuelos.1s1

1 7 ~ Correo electrónico de Doña Eduardina Ailío, con comentarios sobre un borrador anterior de este capítulo, Temuco, 20 diciembre 2001.

IBo Entrevista con Elena Rodríguez (nombre cambiado),Temuco, 19 agosto 1999. 18' El DinnO Austml, 31 diciembre 1970, p.8: "Argumento del abogado defensor Miguel Schweitzer a favor del

recurso de amparo presentado a favor de Juan Bautista Landamtche y otros".

I i 1

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En el proceso de movilización agraria de esa época,.recordó don Heriberto, la "política de clase" del Movimiento Campesino Revolucionario representada en el manifiesto citado llegó hasta las comunidades. "Cuando llega esa política nosotros dijimos, aquí está la de nosotros también. Y si los peñi aquí están luchando por sus ideas, por su trabajo, nosotros también debemos luchar por nuestro trabajo y si nosotros no tenemos tierra, vamos'a la toma de fundosn. Como miembro fundador del MCR, don Heriberto fue figura importante en el proceso de adaptación de la política de clase a la zona de la costa en esos años. Además de Rucalán, recordó, había participado en la toma del fundo de los Taladrí con Moisés Huentelaf, después acribillado por terratenientes en la toma del fundo Chesque; y en las tomas de los fundos Moncu1,Lobería y Espeianza Norte en Puerto Saavedra, y Mazo Manzanal al sur de Imperial, adonde llegaron los carabinero^?^

Algunos de los miembros de la comunidad de Aiüo, sin embargo, no estuvieron de acuerdo con la estrategia de clase. Don Antonio Ailío Currin, hijo de don Andrés Ailío, quien había sufrido más directamente la expropiación original y entre los que necesitaban más urgen- temente mayor cabida, no quiso considerar la posibilidad de una toma de terreno. "Ellos fueron a tomar tierras en Rucalán donde Landarretche que le decían el dueño", recordó, "de ahí fueron varios pero yo no fuina' y mis hermanos tampoco; uno de mis hermanos fue pero yo no fuin. Esta diferencia de opinión causó algunos problemas entre los distintos miembros de la comunidad de Ailío. "Después me llamaron cobarden, dijo don Antonio, "por qué no fue a Rucalán y anda con cobardía, me decían; yo no quise no más pu, le dije, yo pa' no andar exponiéndome le dije, no, vayan ustedes no más." Pero al mismo tiempo, la gente que no quiso participar en la toma se sintió apoyada por la acción de sus compañeros cuando, en 1972, decidieron seguir con la estrategia original de la comda de cerco y tomar- se parte de las originales 45 hectáreas.

Aquí los que quedábamos nosotros éramos como cinco, pero eso un respaldo que tenían los que tomaron tierra en Ruculán, tal como Heriberto, un hermano, y asívariosamigos que se habían metido a tomar tierra en Rucalán, todo eso nos respaldó pam que nosotros siguiéramos trabajando la tierra dekorga.

Además de tener el apoyo de los otros,según el testimonio de don Antonio, fue de algún beneficio poder diferenciarse de los de Rucalán, demostrando que no querían hacerlas cosas por las malas:

Las citas directas vienen de la entrevista con don Heriberto Aiiío, Comunidad de Aiiío-Tranapuente, 18 enero 1997. En 2001, al regresar con un borrador de este libro a compartir y recibir comentarios de los de Ailío, basándome en ei hallazgo del documento con su nombre, le pregunté a don Heriberto si había sido miembro fundador del MCR y me lo confirmó.También me dio la información adicional sobre otras tomas que se encuentra en este párrafo. Entrevista con don Henberto Aüío, Hueiianto Alto, 10 agosto 2001. La muerte de Moisés Huenteiaf fue una noticia dramática en la zona en 197l.Ve1, por ejemplo, "Lucha cam- pesina: un polvonn bajo tierra", Punto Final, N"43 (noviembre 9,1971), pp. 2-5.

El mismo Astorga siembre no más, entonces después me dijo él, como éramos amigos, me dijo, don Antonio me dijo, sí aproveche otro año me dijo porque Ud. no está metido me dijo, yo no, le dije, a la buena síJ si puede uno kcuperar la tierra podemos recuperar y si noJ mala suerte no más le dije, P o no ando metido con los que fueron a tomar tierra en Ru~alán. '~

Sin embargo, a partir de enero de 1971 los que estaban metidos lograron, por primera vez, la posibilidad de buen trabajo y buena cosecha. En los primeros días del nuevo año, el gobierno intervino el fundo por problemas de conflicto social y empezó el proceso de ex- propriación que quedaría completo para comienzos de febrero. El interventor, Boris Milies Wortzman, ingeniero agrónomo del Servicio Agrícola Ganadero de Cautúi, usando las fa- cultades que le concedió el decreto del Ministerio de Trabajo, contrató como personal del fundo a los mismos campesinos que habían efectuado la toma. Desde este momento, en enero de 1971, se estableció la ocupación sistemática del predio, que según el acuerdo de expropiación del Consejo de la Corporación de Reforma Agraria del 3 de febrero de 1971, debería incluir dos paños contiguos de propiedad de Juan Bautista Landarretche y su espo- savioleta Maffei, denominados Rucadiuca y Butalón. El acuerdo del Consejo de la CORA se basó en el informe de explotación entregado el mismo día, en que se calificó al conjunio de los dos predios como mal explotados, no solamente en términos económicos y técnicos, sino que también por "factores de orden social"?"

El 30 de mano de 1971, Juan Bautista Landarretche solicitó reconsideración del acuerdo de expropiación, alegando que su fundo Rucalán, compuesto de Rucadiuca y Butalón, estaba bien explotado, y que la organización del cultivo en este predio era su única actividad. Su resumen de explotación llama la atención justamente por la diferencia que tiene con todos los informes anteriores de la CORA: supuestamente, de un total de 738,6 hectáreas, 668,6 habrían estado bien utilizadas, y las restantes 70 hectáreas de pastos degradados estarían "destinadas a ser roturadas en el año agrícola 1971-72n.Acompaiaba a su solicitud una serie de recibos para semilla e insumos agrícolas de los años 1968 a 1970, un certificado de gestiones caritativas firmado por el director de una escuela de Carahue, otro certificado de un veterinario de Temuco confirmando que había atendido a los animales en Rucalán y finalmente, un

'" Entrevista con don Antonio Aiiío, Comunidad de Aiiío-Tranapuente, 10 enero 1997. La intervención del fundo aparece en Archivo Siglo XX, Fondo Ministerio de Trabajo, Decretos,Vol. 38 (1970): Decreto 901,"Ordena Reanudación de Faenas que Indica y ConstituyeMbunal Arhitrai que Seña- la", Santiago, 3111211970. El acuerdo de expropriación se encuentra en Servicio Agrícola Ganadero (SAG), Archivo ExCORA, Expediente N" 972- Fundo Rucalán y Butalón-Rucadiuca, Comuna de Carahue, Juan B. Landarretche Mendoza, p. 144. La expropiaaón se anunció el día siguiente en El Mercurio, p. 1, y en El Diario Aumal, p. 1. Sobre la contratación de personal me basé también en la entrevista con la familia Landarretche, fundo Rucalán, 25 mayo 1997. El informe de explotación aparece también en SAG, Archivo Ex-CORA, Exp. 972, "Lnforme sobre la expropiaaón de los predios rústicos denominados 'RUCADIUCAY BUTALON'",Temuco, 3 de febrero de 1971, pp. 14549, a t a directa en la p. 148.

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certificado de existencia de maquinarias agrícolasverficado porun notario público de Carahue 1 . i . en 24 de mano de 1971. A pesar de sus esfuerzos, sin embargo, el Consejo Nacional de la , CORA confirmó la expropiación en Santiago el año siguiente, citando la falta de un plan de j

explotación, la "rotación inadecuada de los cultivos", la "mala calidad" y el "mal i aprovechamiento" de las praderas naturales, el "mal estado" de las viviendas de los i

! trabajadom, y la falta de cumplimiento de las leyes sociales. Se aceptó, sin embargo, que la 1

indemnización se pagam al contado,por ser el fundo una pequeña propiedad rústi~a.'~ Pero I según su hijo Luciano, Juan Bautista Landarietche nunca firmó el acuerdo de expropiación. i "Habían estado insistiendo con el papá", me explicó Luciano, t

dequeelpapá tenía quefinnar el acuerdo deexpropiación del campo, dondeellosavaluaban ,

animales, quésé yo, avaluaban una serie de wsas. Entonces el papá la única respuesta que siempre dio fue, mira, ustedes me robaron el campo y yo lo único que puedo decirles es que si se lo quieren llevar ahora, llévenselo, róbenselo completo, Pero yo jamás les voy afirmar algo,porqueJosprecios que ustedes meestdn delineando no son precios reales, y ni siquiera - se acercan a la realidad. Entonces si quieren robárselo, róbenselo; pem yo no les voy a aceptar nada ni les voy a finnar nada.J86

Mientras la solicitud de Landarretche seguía su curso, en los ex-fundos Rucadiuca y Butalón se vivía una época, según los recuerdos de los participantes, de buen trabajo, de ayuda del gobierno; una época en que, por primera vez, la pobreza dejó de apremiar. "Como nosotros no Uevábamos nada", recordó don Henberto Ailío,

entonces allá el Estado nos mandó la gente de INlIAP, fue de embajadora. En esos tiem- pos era CORA, CORA daba todo, la ayuda técnica, la ayuda de los fertilizantes, de los rnatamalezq'todas esas cosas, maquinarias, todas esas wsas las daba CORA. Entonces ahí nosotros, CORA nos ayudó. Nos dio maquinaria, tractorer para reemplazar el buey, vacas, semillas, fertilizantes; todo lo que necesitaba el fundo para el trabajo de los cam- pesinos, nos daba CORA. Entonces bueno, nosotros nos pusimos a trabajar. De ahí ya hicimosconvenios para que no hubiera ninguna wsa mal, una wsa m'sin pensaq fuera más respaldado de varias wmunidades. En ese tiempo metimos a la comunidad de Cullinco que estaba más cerca, ahí al lado, entonces metimos como seis socios de Cullinw y bueno vinieron con nosotros a trabajar. P: Pem ellos llegaron una vez que ustedes habían regresado. Ellos no habían sido parte de la toma.

lSS SAG, Archivo Ex-CORA, Exp. 972, "Soliatxd de Juan Bautista Landarretche Mendoza al Consejo de la CORA,sobre dejar sin efecto la expropriación de sus predios rústicos Rucadiuca y Butalón",Temuco, 30 de marzo de 1971, pp. 61-85, ata directa en la p. 6% y "Acuerdo del Consejo de la CORA", Santiago, 30 de mano de 1972, pp. 52-54, atas directas en la p. 53. Entrevista con la familia Landarretche Maffei: Doña Violeta Maffei, su hija Arlin y su hijo Luuano Landarretche,Fundo Rucalán, 25 de mayo de 1997.

-No. Bueno, entonces ahídiscutimos bien las cosas. Cómose alivia, cómo se podía hacer y cuál sería el interés de nosotros de que Cullinco se metiein y participara con nojotros. Bueno, encontramos algunascosaspositivas que iban a seruir, que Cullinco nosapbyara también, y asífue que directamente los dirigentes de ahíde Cullinco también formula- ron algunas declaraciones a favor de nosotros y así fue que se ganó verdaderamente el juicio y quedamos tranquilos trabajando. P:¿Cómo se organizaron la tierra?

-Mire, nosotros trabajamos todo elfundo en wmún. En esos tiempos, con esos trabajos que eran comunes del asentamiento, nosotros íbamos devolviendo lo que a nosotros nos esta- ban emprestando, y más de eso nosotros devolvíamos el pago del fundo. Entonces, lo que hicimos nosotros, la pensamos, dijimos ya, tomemos por ejemplo, tome- mos dos hectáreas de tierra para cada socio y esesocio, como no tenía tiempo para tmba- jar sus dos hectáreas de tierra, buscaba un socio de afuera de ahí mismo al lado. Enton- ces él sembraba, ponía todo el trabajo, ponía el cultivo de la tierra, la siembra y después él tenía que tirarle el líquido o si fuera papa que lo picara, eso hacía todo el, y nosotros le poníamos la semilla, le poníamos fertilizantes, más la tierra. Son tres cosas que nosotros le colocábamos y ellos colocaban el puro trabajo. Tenían que hacer dos cultivos, después desmalezar y esas wsas. P:Yel resultado era al final que la cosecha la p a h n a la mitad, una mitad para ustedes una mitad para el socio. -S<

Rucalán se transformó en el Asentamiento Amoldo Ríos, que como recordaba don He- riberto, recibió ayuda del Estado para establecer la seguridad y prosperidad de los asentados. La CORA, por ejemplo, construyó 23 casas nuevas para las familias de los asentados, quie- nes en 1973 sumaban 36 individuos agrupados en 31 grupos familiares. En los dos años entre 1971 y 1973, se consiguieron además fertilizantes; semillas de ballica para empasta- dos; cultivos de trigo, cebada, maíz, papas, ajo y arvejas; y entre la maquinaria agrícola se contaba con cuatro tractores, dos arados, una sembradora, una trilladora y una desmaleza- dora.Don Heriberto recordó también que en las tierras bajas cerca del río, que se inundaban en época de Uuvia, habían construido canales de desagüe y por tanto lograron cultivar allí. Adicionalmente, CORFO se encargaba del plan ganadero que incluía una lechena y que

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contaba, para 1973, con 112 vacas, 36 vaquillas, 48 terneros, 5 toros, 31 novillos de uno a dos años y 29 bueyes. Entre los demás animales se encontraban 4 caballos, 19 chanchas y 103 ; , chanchillos de 3 meses. Para un grupo de asentados que había crecido en la pobreza, a

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1

Entrevista con don Heriberto Aüío, Comunidad de Ailío- bnapuente, 18 yero 1997.

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quienes les había faltado desde los zapatos hasta los bueyes y aperos para sembrar, esto sí .

que era la prosperidad.'" El asentamiento Amoldo Ríos resultó ser una mezcla bastante interesante de reforma 1

agraria demócrata cristiana, política mirista, y relaciones de intercambio Mapuche. Como asentamiento creado bajo la legislación freísta de 1967, Amoldo Ríos era una cooperativa de familias en la cual los jefes de hogar, en colaboración con representantes del Estado a través de la CORA, definieron el plan de explotación del predio. Como explicó don Hen- berto, los asentados trabajaban el fundo en común y parte de lo que se producía iba para pagar los préstamos y la deuda del fundo. demás de la producción en común, que abarca- ba la mayoría de la tierra del fundo, cada familia tenía más o menos dos hectáreas que podían sembrar para sus necesidades. En muchos casos, como los principales asentados estaban trabajando en la producción común del fundo, esas dos hectáreas las trabajaban a medias con un socio de una de las comunidades.

Esa fue la experiencia de don Robustiano, quien sembraba a medias las dos hectáreas de su hermano Heriberto en Rucalán además de trabajar la tierra de la familia en la comu- nidad de AiEo. Don Robustiano recuerda el tiempo de la Unidad Popular como un tiempo de prosperidad:

de ese año ya empezamos nosotros a activamos, en el trabajo también porque en el tiempo de la Unidad Populal; primera vez que nosotros sembramos con abono. El go- bierno de ese tiempo dio amplio apoyo a la ayuda tecnológica, entonces tuvo mucha ayuda el campo, porque un saco de abono en ese tiempo casi era cambiado por un saco de trigo, si salía casi igual un saco de abono con un saco de trigo, se pagaban igual. No como hoy día que a veces nosotros con 10 sacos de trigo pagamos uno de abono. Enton- ces con todo eso la juventud empezó a ganar plata, los jóvenes, los niños de 15,16 años ya andaban con plata.189

Aunque la práctica de sembrar en medias con afuerinos parece haber sido generaliza- da en muchos asentamientos de la época, a vanos niveles el caso del asentamiento Arnoldo Ríos no fue típico. En contraste con los casos de mediería con no Mapuches, que todos asociaban con la explotación, la pobreza y el sufrimiento, esta forma de mediería se definía con las normas de intercambio y parentesco Mapuche. Además, en Rucalán.no había existi- do una población numerosa y estable de inquilino^,'^^ que en otros casos seMa como la

SAG,Ardiivo Ex-CORA,Ewp. 972,'?nformeTécnicopara la solicitud de restituaón de los predios Xucadiuca' y 'Butalón"',Temuco, 12 de diaembre de 1973, pp. 24-27; información citada en las pp. 25 y 26. Los canales de desagüe los conversamos con don Henberto Ailío en Hueiianto Alto, 10 agosto 2001.

lag Entrevista con don Robustiano AiEo, Comunidad de Ailío-Tranapuente, 11 enero 1997. m S e g h la entrevista con la familia Landarretche (fundo Rucaián, 25 mayo 1997), habían máximo unos 3 a 4

trabajadores estables, la mayoría de los cuales salió con la toma. Juan Bautista Landarretche, en una declaraaón que hace al ElDiario Austral, 3 febrem 1974, p. 12, defendiendo la pmductividad de su fundo

(wnlhh en pág. xiguienie)

población básica de asentados. Por tanto en Arnoldo Ríos casi toda la gente vino de fuera, con excepción de los dos inquilinos que se quedaron, haciendo más difícil que se estable- cieran las divisiones entre asentados y afuerinos que se vieron en otros asentamientos. Adicionalmente, a todos los asentados les faltaba tierra propia para cultivar. De los 36 individuos censados a finales de 1973,16 eran Mapuche y 20 no Mapuche. Entre los asenta- dos no Mapuche, uno había sido inquilino en Rucalán, uno había trabajado en medias con campesinos Mapuche, catorce habían trabajado al día en los fundos o las parcelas del sec- tor y entre los cuatro restantes había dos obreros, un estudiante y un pequeño comerciante. Los 16 asentados Mapuche se dividían exactamente entre los que no tenían tierra, y los que tenían acceso a una herencia familiar escasa entre muchos hermanos. La mitad había tra- bajado en medias con no Mapuches en los fundos o las parcelas de la región, mientias que- los demás habían trabajado o como inquilino (uno en Rucalán) o al día en otros predios?g1 El mismo nombre del asentamiento hacía claro, además, que no se trataba de un asenta- miento promedio: Arnoldo Ríos había sido un estudiante mirista en la Universidad de Concepción quien había sido muerto en un enfrentamiento entre estudiantes miristas y comunistas. La presencia del MCR fue, desde un primer momento, un aliciente para evitar la formación de una nueva capa de campesinos acomodados, que en muchas partes del país parece haber sido el resultado de la mezcla de una cooperativa con empresas familiares privadas que se manejaba con el modelo del a sen tamien t~?~~

Pero quizá lo que más impactó en el funcionamiento del asentamiento Arnoldo Ríos fue la red preexistente de solidaridad e intercambio entre las comunidades Mapuche del sector. Como los asentados Mapuche eran originarios de distintas comunidades aledañas, incluyendo Ailío, Pinchingual, Rucahue y Cullinco, las redes de parentesco y sociabilidad del antiguo aillazewe se entrelazaron en casi todo el sector costero. Además de los acuerdos con medieros de las comunidades, los asentados desarrollaron un sistema de distribución de productos que, mediante relaciones de parentesco, hacía llegar comida y otras necesidades

antes de la Reforma Agraria, declara que tenia diez hombres permanentes, de los cuales solo dos queda- ron en el fundo después de la toma. Sin embargo, en el informe técnico sobre la soliatud de restitución, informe que en general apoya a Landarretche, los agrónomos de la CORA postenor al golpe confirman que se trataba de cuatro familias de inquilinos. SAG, Archivo Ex-CORA,Exp. 972,"InformeTécnico parala solicitud de restitución",Temuco, 12 de diaembre de 1973, p. 24.

Ig1 SAG, Archivo Ex-CORA, "Encuesta de los asentados en el Asentamiento ex-Amoldo Ríosn, diciembre de 1973, pp. 28-30. Para diferenciar entre Mapuche y no-Mapuche, me he basado en una combinación de los apellidos y de las referencias a residencia y herencia de tierra, información contenida en la encuesta. Entre los análisis de la reforma agraria que más luz echan sobre el modelo del asentamiento están: Cristóbal Kay, "Chile: An Appraisai of Popular Unity's AgrarianReform",Mtute of Latin American Studies, Occasional PapersNo 13,Uniwrsity of Scotland,Glasgow, 1974; Peter E.Marchetti, s.j., Worker Pariicipation and Uass Conflict in Worker-Managed Farms:The Rural Question in Chile, 1970 to 1973",Tesis Doctoral en Sociología, Universidad de Yale, 1975,Z tomos; y William C. niiesenheusen, "Agrarian Reform in Chilen, Land Tenure Center, Universidad de Wisconsin, junio 1970. Para el funcionamiento de los asentamientos, ver también C.O.R.A., "E1 Asentamienton, Departamento de Desarrollo CampWno, Difusión, 1967.

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a las comunidades cercanas. "Trabajábamos fuerte, tuvimos una tremenda mejoría", me t explicó don Heriberto. I

. . I

En esos tiempos yo estaba recién casado. Tenía Para dejar a micasa surtida, no me faltó nunca un pedazo de pan, para mi casa, para mi familia, y más en esos tiempos estaba un tío mío aquí, el finado de mi papá y mi mamá. E.ntonces yo les daba a ellos, de lo que yo ganaba les daba a ellos, asíes que sostenía dos casas.

P: ¿También sus padres llegaron a Rucalán? -Ellos vivían aquí [en Ikanapuente].

P: Entonces usted les traía hasta acá.

-Hasta acá. Estuvo bien CORA en esos tiempos, porque a nosotros nos dio una facultad para poder repartir un poco de sembrado a la gente. La comunidad entera, todo traba- jo comunitario, teníamos un tremendo rendimiento de sembrado. Entonces nosotros lo que hacíamos, decíamos ya, vamos a darle 600 kilos por carga a la gente, así es que le dábamospor carga a la gente, por ejemplo el trigo, las papas. El trigo, le dábamos sus seis sacos de trigo por familia, seis sacos por una carga. Y así es que con eso tuvimos nosotros para mantenemos y comprar las otras cosas que nosotros necesitábamos. Y más de eso teníamos una cooperativa. Nosotros éramos capaces de abastecer la coope- rativa y hacerla agrandarse, fuimos capaces en esos tiempos de hacerlo en esa forma, nadie quedó debiendo un peso, todossalieron bien. Salieron bien organizadas las cosas en ESOS tiempo^.^^^

No solamente los mismos asentados, sino que también gente que los vino a acompañar de fuera, quedó impresionada con el trabajo y optimismo que se daban en el lugar. Mario Castro, entonces estudiante del Frente Estudiantil Revolucionario (FER), llegó a Rucalán a fines de agosto o comienzos de septiembre de 1972, alojándose en la casa de don Heriberto Ailío y doña Marta Antinao. "Yo recuerdo por ejemplo la imagen de dos viejitos", me contó,

que yo encontré que ese es el viejo más lindo que he visto en mi vida, e m un viejo, pela'o con algo de pelo blanco, pero tenía una cara muy especial... el era minero, y había parti- cipado en la toma... eran dos esposos, yo los notaba como muy unidos o sea para míeran como, te digo conio el prototipo de la verdadem familia, yo siempre me iba a tomar mate con ellos y a comer papas y les ayudé en un momento determinado también a sembrar suspapas, a tirarpapas con el caballo, entoncesfiate yo cuando recuerdo Amoldo Rios, me acuerdo de ellos.

lg3 Entrevista con don Henberto Ailío, Comunidad de Ailío-Tranapuente, 11 enero 1997.

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Para Mario Castro, fue una gran satisfacción participar en las actividades sociales. En i

un momento, participó en un matrimonio que le dio un fuerte sentimiento de amistad con 1 1

las familias del lugar. 1 I

... eran de las casas de abajo, en ese tiempo había una población al lado de la casa l i

patronal, había variar casas muy seguidas de otras, como una especie de población; con casas fijate que como muy de emergencia pero de muy buena calidad. Bueno, yo he

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pasado y no están ahora. Entonces allí había una pareja que decidió casarse. Sé que existió un rito mapuche pero yo no participé y al otro día se hizo el casamiento oficial

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por el civil con toda la gente, yo era el único wigka, no es cierto, el Único afuerino que estaba en ese lugar y fui invitado.

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Yo me sentía como muy apegado a ellos. Pocos días antes yo recibí una plata que me 1

t mandaba el partido todos los meses, de ahora 30 lucas, no se cuánto sería, y yo me acuerdo que les compré una olla, yo nunca le había regalado nada a nadie, pero les regalé una olla. Entonces participé en la fiesta, el asado, del vino y ahí me pasaron una guitarra en la noche. Yo no sé tocar la guitarra pero pÚrece,que a la gente le dio como que yo tocaba, no se cuánto rato estuve cantando y tocando, y la gente empezó a bailar.1g4

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Los recuerdos de Mario Castro sobre Ia solidaridad y la convivencia, aun si pensamos 1

que están filtrados por dos décadas de nostalgia, nos dan acceso a un sentimiento de opti- mismo, de celebración, de alegría que acompañó a la gente en sus años de plenitud, cuando lograron, con la cooperación de un gobierno amigo, formar una cooperativa que pagó sus

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deudas, dio de comer a sus socios, y además pudo distribuir el excedente a los parientes en las comunidades cercanas. Mario Castro también recorrió la zona y participó activamente en el trabajo agrícola, conociendo la situación de la gente en varios sectores del asenta- miento Arnoldo Ríos.

Me juntaba con ellos y salía a recorrer; me iba al sector de Butalón a caballo que es detrás de Amoldo Ríos, visitaba a los compaieros y compartía su comida, participaba también en el trabajo de recoldón de papas, qué sé yo, colgar los carros de los tractores. Prácticamente en toda la actividad agrícola yo andaba metido ahí, o sea los mingacosde siembra de papa, los mingacos que hacía la comunidad. De repente por los sectores, recorría mucho el bosque también, me iba hacia los sectores de las minas, de las minas de Santa Celia, me iba allá por Butalón, recorría muchísimo.

En el tiempo que estaban los campesinos, había mucho trabajo, había mucho movi- miento. La gente era como muy cumplidora. Yo recuerdo la batalla por la papa, de cómo

i

la comunidad se puso a recoger talas las papas, a arreglar el campo. Lo que nunca vi,

l g r Entrevista con Mario Castro,Temuco, 15 de abril de 1997. 1

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fíjate, y eso pensándolo bien, depredación en el bosque, de los bosques que había ahí, nunca vi como tala irracional. Lo que sí vi bastante compromiso y bastante fuerza, levantándose la gente, los compañeros a las 7 de la mañana, meterse a hacer trabajar los tractores, había varios tractores. Pero yo vi una gran acumulación de papas, toda la gente se preocupaba de sembrar, yo participé en el período de diciembre, no sé cómo estaría antes. Pero sí había mucho trabajo, todas las familias en todas las casas de los compañeros,

inclusive en sus lugares partitulares, en sus espacios propios había semilla, en sus casas en algunas piezas había semillas de papas. Lo que más vi eran papas, y bastante trigo. Pero en todos los campos, en el período en que estaba ya en poder de los campesinos, los campos estaban bien limpios, o sea muy bien trabajados; se veía bastante animal.Igs

Estos bgros sustanciales no deberían, sin embargo, cerramos los ojos en cuanto a los problemas que también existían. No todo el mundo que vivió en o visitó el predio estuvo de acuerdo en que la organización era la mejor posible. Doña Eduardina Ailío, por ejemplo, recuerda que hubieron problemas de trago y de pelea:

que no trabajaban, que andaban bebidos, que andaban puro tomando, emborrachan- do, métale cura'o haciendo las cosaspor ahí. Qué no hacían, chocaban con el tractor, lo hacían pedazos. Claro quienes trabajaban, yo creo que cundía para ellos, no le captaba mucho yo. Pero veía que tomaban mucho, había mucha tomatera, muchas peleas, in- cluso las mujeres peleaban, parecían esas mujeres de la callampa, qué no se decían unos a

Su hermano Robustiano estaba de acuerdo en parte, diciendo que había "mucha borra- chera y poca responsabilidad en el trabajo ... en parte producían y en parte no. Pero la parte que se trabajaba bien, estaba bien, había producción, había rendimiento, todo eso. Había respon~abilidad".'~~

Para alguna gente, la falta de sensibilidad que tenían los organizadores del MIR frente a la religión también fue un problema importante. Según Cecilia Ailío, los organizadores que llegaron del MIR, "cuando escuchaban la palabra de Dios se les paraban los pelos, no quenan nada con Diosn. Esta falta de religiosidad, en la opinión de las hermanas Ailío, llevó a que el trabajo y la organización no fueran lo mejor posible, y además a que algunas personas se sintieran alienadas frente a la organización. En las palabras de doña Eduardi- na, que en algo reproducían la visión original de su hermano Henberto, de la liberación los pueblos oprimidos:

1.9~ E n b t a con Mano Castro, Temuco, 15 abril 1997. IP6 Entrevista con doña Eduardina Ailío, Comunidad de A%;-hapuente, 18 enero 1997. lg7 Entrevista con don Robustiano Ailío, Comunidad de Ailío-hapuente, 11 enero 1997.

Yo creo que por eso también yo no me ofrecí mucho, porque yo creo que todas las cosas, si uno va con Dios sale mucho mejoc sale mucho mejor que hacerlo sin Dios. Uno ve cuando Moisés, por ejemplo, sacó a la gente; Moisés la sacó con Dios, pero había gente que no estaba con Dios. Moisés quería que la gente se uniera y trabaja- ran juntos. Los que no estaban de acuerdo con él, que era sin Dios, estaban haciendo

.

cosas al revés y siempre ha sido lo mismo. Dios quiere que nosotros trabajemos así, siempre ha sido la voluntad de Dios que nosotros estemos trabajando. Por algo El dijo que seis días trabajáramos y el séptimo para Dios. Quiere decir que seis días tiene que trabajaz, esosseis días tiene que estar en su trabajo, tiene que hacer todo lo que tiene que hacer, depende del trabajo. Si es campesino trabajar en su tierra, todo lo que tiene que hacer en su tierra y el séptimo es para descansar. Y ese ha sido siempre el mandamiento de Dios. Y si nosotros fuéramos así, yo creo que también nuestro gobierno marcharía bien.lg8

Don Robustiano Ailio también se acordaba de una falta de disciplina, que él atribuyó al cambio político que quizá confundió a la gente respecto a qué se esperaba del trabajo, qué se esperaba de la producción:

En parte estaba bueno porque había trabajo, pero la misma gente lo encontraba malo yo porque se aprovechó del libertinaje. La gente como decía que se terminaron los patrones, entonces uno le decía a un compadre que trabajara y se enojaban porque se habían terminado los patrones. Entonces eso era malo.199

Su hermana Elisa, casada con el joven estudiante Rudecindo Moraga, también se acor- daba que su mando "trabajaba en el asentamiento pero el que sacaba menos plata era él por dejayo, dicen que no trabajaba, se quedaba parayo, salía a otra parten.2w

Mario Castro no recordaba estos problemas. Además del buen trabajo y la solidaridad, él observó

que había una muy buena relación entre ellos, yo nunca vi una pel ea... ni un injusto y eso que estaba metido yo en la vida familia6 me metía en una casa, me metía en otra; no es cierto, y nunca vi nada extraño, ninguna discusión ni nada. V i que había una muy buena relación e n w los tmbajadm, había una especie de cooperativa donde lÜgente iba ,

a buscar azúcar, iba a buscar yerba, fidws, grasa, haciéndose un poco la mantención de la familia. Mucha gente compraba cosas también; me acuerdo que una v a llegaron cebollas. O sea que nunca hab h... espíritu como de envidia.201

1 9 V n t r e v i s t a con doña Eduardina AXo, Comunidad de Ailio- Tranapuente, 18 enero 1997. lg9 Entrevista con don Robustiano Ailío, Comunidad de Mío-Tranapuente, 11 enero 1997. 200 Entrevista con doña Elisa Ailío, Santiago, 13 agosto 2001. 201 Entrevista con Mano Castro,Temuco, 15 abril 1997.

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Finalmente, como parte de las posibles carencias, mis entrevistados también mencio- '

n m n factores culturales y de-género. "Es que no había muchas actividades para las mujeresn, recordó doña Eduardina; "solamente las cosas de la casan. Su hermana Elisa estuvo de acuerdo: "las mujeres hacían reuniones no más, pero no hacían ningún adelanto, no había ninguna cosa, de todavía como ahora que tiene más adelanto la mujernFm Doña Marta, cuñada de ambas, recordó una situación más positiva. "A mí me gustó muchon, explicó. "Yo criaba chanchos lindos, buenos chanchosn. Además tuvo mucha suerte con su huerta cerca del agua, donde plantó flores y les enseñó a las mujeres jóvenes a "huertearn. "Había Centro de Madresn, señaló, "ellas tejían, hilaban, bordaban mantelesn.203 Sobre la temáti- ca cultural o indígena, Mano Castro reflexionó que

no había en esa época una diferenciación, no es cierto, en la cuestión cultural y en la d ' n étnica, o sea no había ahí una difmnciación entre el campesino mapuche y el campesino wigka. Bueno, yo todavía sigo pensando que ese fue uno de los grandes pm- blemas que ocurrieron.2*

Hasta cierto punto, las carencias en el asentamiento Amoldo Ríos que recuerdan algu- nos asentados y visitantes eran típicas del modelo de movilización agraria de la época. Al igual que otros proyectos formulados desde la izquierda, el proyecto de la Unidad Popular enfatizaba la solidaridad entre todos los pobres del campo y buscaba una solución común en la cual podrían participar todos unidos. "Eso era una lucha de clasesn, me explicó don Heriberto Ailío. "Nosotros marcábamos todo, entre wigka y Map~che".2~~ La unidad de clase era, además, una meta que compartían los partidos que formaban parte de la W, con el MiR y el MCR. Como lo explicó el Secretariado Regional del MiR en Cautín en una declaración publicada en Punto Final, "el instrumento de toda esta lucha es el Movimiento Campesino Revolucionario (MCR), que se define como un frente de clase donde se agru- pan todes los explotados del Además, como ya hemos visto en el capítulo anterior, la necesidad de una alianza de clase para conseguir restitución de tierras era algo que se venía debatiendo en el movimiento Mapuche desde los años veinte. Y en realidad tal uni- dad tenía aspectos muy positivos, puesto que abría un camino hacia la solución del problema agrario que no sería posible si cada grupo de campesinos hiciera camino por su propia cuenta. Al mismo tiempo,sin embargo, en casos como Amoldo Ríos el lenguaje y la prácti- ca clasistas dejaban en un segundo lugar a las tradiciones Mapuche. "Sé que existió un rito

Entrevista con doña Eduardina Aiiío, Comunidad de Aiiío- Tranapuente, 18 enero 1997; Entrevista con doña Elisa Aüío, Santiago, 13 agosto 2001. Entrevista con Marta Antinao, hecha por Angélica Celis como parte de su Tesis de Magister en Ciencias Sociales Aplicadas, "Conversaciones con el territorio desde la interculturaiidad: Las huertas femetllnas -

como espacios de conversación", Universidad de La Frontera (Temuco), enero de 2003, p. 300. m Entrevista con Mario Castro,Temuco, 15 abril 1997.

Entrevista con don Heriberto Aiiío,Temuco, 18 abril 1997. m b t a r i a d o Regional del MiR (Cauh), ''jPan, tierra y sociaüsmo!", Amlo Fim@ 5 enero 1971, N" 121, p. 30.

mapuche pero yo no participén, me contó Mano Castro sobre un matrimonio en el asenta- miento en el cual participó. En el contexto de la época, los significados culturales indígenas se relegaban a un segundo plano, casi clandestino.207

Según algunos, algo parec'ido ocurría con las prácticas religiosas cristianas. Aunque don Robustiano insistió, durante una conversación entre varios que incluía a doña ~cluar- dina y a Mano Castro, que no se había prohibido la religión en el asentamiento, él recordaba que como la gente tenía plata se había puesto a tomar, y que en ese contexto habían dejado de lado el cristianismo. Mano Castro agregó que en Amoldo Ríos no hubo un clima donde se podía practicar abiertamente la religiosidad Mapuche, aun habiendo machi en e1 asen- tamiento; por tanto la religiosidad Mapuche se mantenía en un plano medio escondido. Aunque no hubo acuerdo acerca de las causas, todos los participantes en esta conversación estuvieron de acuerdo que, en 1972, el clima político no daba para la práctica abierta y consistente de las tradiciones religiosas, sean las que f~eren.~'

La problemática de género, especialmente la inclusión de las mujeres en el proyecto de reforma, fue también un problema que Amoldo Ríos compartió con otros asentamientos. El modelo freísta, al favorecer a las empresas familiares campesinas, tendía también a reforzar la autoridad del jefe de la familia en las decisiones sobre la producción y el uso de la fuerza de trabajo. Por tanto las mujeres y los jóvenes tendían a depender del padre del hogar. Como recuerda doña Marta, dentro de un patrón más tradicional de roles de género, en que las mujeres hacían su trabajo en la huerta, crianza de animales chicos, o en los centros de madres, todos podían beneficiarse de una mayor prosperidad. La situación era otra para las mujeres solas o los jóvenes que querían independizarse. Aunque el gobierno popular intentó cambiar este patrón al declarar a las mujeres y a los jóvenes miembros independientes de los Centros de Reforma Agraria (CERA), en la práctica no hubo mucha diferencia entre los dos model0s.2~~

Enbvista con Mario Castro, Temuco, 15 abril 1997. Al mismo tiempo, en comentarios a un bomdor- anterior hechos por correo electrónico el 20 de diciembre de 2001, doña Eduardina Aiiío dudó si en reali- dad habría existido un rito Mapuche de matrimonio en Rucalán, pues no recordaba que se hubiera practi- cado tal rito en la región de Tranapuente durante su niiiez Y sin embargo, su hermana menor Cecilia se acuerda que su madre "fue pagada" en matrimonio, a la usanza Mapuche. Florencia Mallon, Notas de Trabajo, Seminario sobre la investigación con miembros de la Comunidad de Aüío, Universidad de La Frontera,Instituto de Estudios Indígenas,Temuco, 24 y 25 junio 1997; Conversa-, ción con don Heriberto, don Robustiano y doña Eduardina Aiiío y con Mario Castro. En 2001, al discutir esta parte del manuscrito, don Heriberto recordó que el machi Pascual de Calof estuvo en Rucalán. Entre- vista con don Henberto Aiiío, Huellanto Alto, 10 agosto 2001.

m Peter Mardietfi, Worker Mcipat ion and Class Confiict",VoL 1, pp. 130,203-204.Ver también CristóbalKay, "Chüe: An Appmisal of Popular Unity3 Agrarian Reform", op. at.;Vicepresidencia Ejecutiva de CORA, "Dos Aiios de Reforma Agraria del Gobierno Popular" (Santiago: Imprrso de Relaciones Públicas de la CORA, 1972); y, aunque es un documento de propaganda de oposición que asevera que los CERA son haciendas estatales ocultag ver también "Polémica organización de nueva área de Reforma Agraria: Los Centms de Reforma Agrarian,R Campino, documento^ enero 1972, pp. 8-11. Sobre la problemática de la mujer en la

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A nivel más general, es muy posible que las carencias del modelo de reforma y el énfa- sis excesivo sobre los elementos clasistas de movilización cerraran posibles fuentes de inspiración y de fuerza política que eran parte importante de la identidad campesina Ma- puche.Ya hemos visto la importancia que tenía, para los mismos dirigentes del asentamiento, la visión religiosa de liberación, y cómo fue un punto de conexión con la comunidad cristia- na de Puerto Saavedra.También hemos notado cómo los lazos de parentesco y las redes de intercambio que formaban parte de la cultura Mapuche del sector ayudaron a mantener relaciones de solidaridad y reciprocidad entre las personas que estaban y las que no esta- ban en el asentamiento. Finalmente, la misma fuerza tradicional de la mujer Mapuche, dentro de su familia y su comunidad, era una fuente de inspii-ación que no se pudo integrar del todo al modelo de reforma. Doña Rosa Ailío, por ejemplo, tia de los hermanos Henber- to, Robustiano, Eduardina, Cecilia y Elisa, sirvió como una gran inspiración en el asentamiento. Era, en el recuerdo de sus sobrinos, una mujer alta y fuerte. Cuando se para- ba en la puerta de su casa a llamar a su familia, su voz resonaba por el cerro y hasta se podía escuchar del otro lado del río Imperial. Toda su vida la pasó enfatizándoles a los demás de la comunidad que tenían que pelear para reivindicar sus tierras, y contándoles de las luchas que ya se habían dado en años anteriores. Decía en mapunzugun que los wigkas eran responsables de que les faltaran sus tierras a los Mapuche, y que había que terminar con el poder de los wigkas. Recordaba con mucha alegría que Salvador Allende la había saludado una vez que viajó a Concepción y le tocó una con~entración.2~~ La fuerza de la tia Rosa y de otras mujeres como doña María Pilquinao y doña Juana Ríos, o en la si- guiente generación doña Eduardina, Elisa, Cecilia o doña Marta, no se pudo integrar en forma completa al trabajo del asentamiento por el mismo modelo que se manejaba?"

Con todo, sin embargo, la restitución de tierras y la reorganización de la producción trajo prosperidad y una cierta satisfacción moral a los asentados en Amoldo Ríos. Les demostró que podían hacer funcionar una empresa agrícola, que sabían sacarla adelante. Vieron que podían dar de comer a sus familias en el asentamiento y también en las

reforma agraria, ver Heidi Tinsman, Partners in Conflict: 'íhe Poli& of Gender, Seruality, and Labor in the Chileun A g r a ~ n Refonil, 1950-1973 (Durham: Duke University Press, 2002). En parte, claro está, el énfasis en la empresa famüiar campesina también venía a reforzar la estnictur;i de autoridad de la familia tradi- cional, en que los hombres tendían a mediar la relación con el mundo exterior, especialmente en lo que tenía que ver con la política.

no Entrevista con don Heriberto Ailío, Comunidad de Ailío-Huellanto Alto, 23 mano 1997. Doña Eduardina Ailío, en correo electrónico del 20 de diciembre de 2001, recordó lo del viaje a Concepción. Habría quizá otras razones para la relativa marginalización de las mujeres en el asentamient0.E~ parte de la cultura Mapuche, en particular, que a pesar de la autoridad importante que puede tener la mujer en su casa y su propio fogón, el hombre es mediador con la sociedad de fuer;i. Por tanto, en las relaciones con el Estado, el hombre tendía a dominar y a tomar la delantera. El mismo modelo de cultivo, enfatizando el trabajo colectivo y minimizandola producción de la huerta o el jardín familiar, también marginalizaba a la mujer, llevando a que doña Eiisa Mío recordara que no tenía la posibiiidad de sembrar más que "unas verduritas". Entrevista con doña Elisa Ailío, Santiago, 13 agosto 2001.

comunidades. Por eso es que también hubo bastante apoyo al MIR y al MCR, incluyendo al padre de los hermanos Ailío, don Martín Ailío Poma, y la madre de doña ~ a r t ' a ~n t inao ,

'

doña Juana Ríos."EnSeñaron una forma de lucha bastante buena", comentó doña Eduardina. Y toda la experiencia les dio a las familias asentadas un'orguilo, un optimismo, un sentido de éxito que algunos recordaban todavía, casi tres décadas más tarde. Aun cuando don Heriberto Ailío fue arrestado y torturado en septiembre d e 1973, por ejemplo, siguió enfatizando que en el asentamiento había sido Presidente d e Agricultura. Los militares lo acusaron de ser "Presidente de la Pérdida de la Revolución",pero él siguió insistiendo que ellos habían progresado, y tenían lo que tenían, porque habían sabido trabajar. "No sé si sabe", me explicó en 1997,

que ese fue el mejor asentamiento que tuvimos, porque sabemos que de todos los asentamientos que hubieron, antes del fina'o Allende, en d tiempo deFrei, en todo senti- do, en crianza de cerdos, en crianza de gana'o, ganade& y en crianza, no sé, en todo lo que criaron, y en siembra.212

Y al poco rató remarcó:

Fíjese que ese fundo lo dejamos limpiecito nosotros, limpio, limpio y cultivamos har- to y sembrábamos las papas, le sembrábamos el trigo, todo 20 que nosotros sembra- mos se daba. Fue la mala que después llegaron los milicos, llegó a poder de ellos nuevamen te.213

Y en realidad, más allá de la ofensa de haberle quitado la tiena, para Juan Bautista Landarretche no existió insulto más grave que la afirmación de los campesinos de que ellos realmente sabían explotar bien el fundo.

Buena explotación y mala explotación: Terratenientes, comunidades Mapuche y movilización agraria en la costa

La productividad del asentamiento Amoldo Ríos se convirtió en un tema muy contm vertido. Para comenzar, en el conflicto social y político que se dio entre Landarretche y los asentados a comienzos de 1971, el carácter de la explotación fue un aspecto central. Los campesinos justificaban su acción de toma refiriéndose a la mala explotación del predio. En una declaración a la opinión pública reproducida en la revista mirista Punto Final, los campesinos explicaron lo siguiente:

z'l Entrevista con don Heriberto Ailío,Temuco, 18 abril 1997.

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Nos tomamos el fundo porque estaba abandonado, sin explotar; mientras nosotros nos moríamos de hambre en media hectárea para toda una familia. La toma la hicimos de noche, w n solo unos palos y una escopeta sin cartuchos. No es extraño que el señor Landaretche (sic) con el susto haya confundido los palos con metralletas, pero síes raro que demuestre tanto conocimiento de armas y sus marcas. En la pobreza que vivimos, no tenemos para w m m ¿De dónde vamos a sacar plata para comprar las armas que en su imaginación vio Landaretche (sic) ?

Y más adelante en el escrito enfatizaron:

Landarretdte dice que su fundo estaba bien explotado. Aquí habia solo 200 vacas del fundo "'La Esperanzan que tiene en Puerto Saavedra, pam su crianza. De ellas, lechaba apenas tres, lo que empezó a hacer en diciemb~. La lechería de la que tanto habla emn apenas 6 tarros de 30 litros cada uno que toáaviú están botados en un galpón. Todo lo sembrado eran 40 hectáraas de trigo y 25 de mps más 3 hectáreas de empasta- dos. El resto del fundo de 737 hectáreasestaba muy bien sembrado de zarzamora, d a t a y malezas?14

Según recordó Luciano Landarretche Maffei, en el momento de la toma en diciembre - de 1970 su padre estaba a la mitad de un proyecto de reorganización de la explotación

agrícola. Por muchos años habían estado a la vanguardia de la agricultura de la región, produciendo trigo mejorado y s e d a para el Banco del Estado, moliendo trigo en Rucalán que ayudaba aprovisionar a una buena parte de l a zona costera.

Una de las principales bandems de lucha que tuvo el papá, y yo diría que fue una de las cosas que él más atesoró como persona, fue el hecho de que fue una de las personas pioneras en el sentido de implementar f m a s de cultivo y de prodwdón. El tuvo un molino aquí dentro del fundo, un molino de trigo donde abastería todo el sector costero, o sea parte de Imperial, Carahue prácticamente completo, la zona de Puerto ~aavedra, Trovolhue, Nehuentúe. Posteriormente el papá también fue multiplicador de semillas de trigo del Banco del Estado. Y en esa oportunidad incZuso pudo ganarse la espiga de plata que se la dan a los mejores productores. Entonces el papá siempre mantuvo un m'terio, una línea de - producción bastante gmnde dentro del fundotz5

214 "Campesinos echan por tierra las intrigas de un momio latüundistan,hto Final, 16 febrern 1971, p. 26. No está demás comentar que la revista h t o F i d tenía una motivación y un propósito políticos que llevaban a menudo a la exageración de los hechos en el campo, y que seguramente habrían editado esta declaración y por tanto no representa la versión "transparente" del discurso campesino. Sin embargo, ai comentar este art'cuio con don Heriberto Ailío, uno de los ocupantes de Rucaián, no solamente me confir- mó los detalles de la versión, desde su punto de vista, sino que también usó algunas de las mismas frases y conceptos en su conversación conmigo. Entrevistas con don Heriberto Aiiío, Comunidad de Aiiío- Tranapuente, 18 enero 1997 y Temucq 18 abril 1997. Entrevista con la familia Landarretche, Fundo Rucalán, 25 mayo 1997.

Sin embargo, pocos años antes del gobierno de la Unidad Popular, Landamtche había decidido cambiar el énfasis de su negocio. El trigo, a pesar de ser uno de los productos centrales de la economía regional, tenía ya menos futuro que la ganadería y la lechería. Por tanto. decidió vender el molino de trigo e invertir en la ganadería.

La verdad es que el molino que tenia aquíen el fundo, el papá lo habia visto como una manera de poder industrializar su producción. El molino lo liquidó entre el ario 65 y el año 66. Ahora él lo hizo, no es cierto, pensando que tenúl que proyectar su negocio en un ' !

!

par de peldaños más aniba. Eso lo motivó a comprar el fundo Esperanza Norte que está en la zona de Puerto Saavedm, donde tenk muchas más posibilidades de forraje, no es cierto, y eso iba implicar poder aumentar su masa ganadera, bajando wstos y qué sé yo, l

porque es un fundo de otra calidad?16 i

El fundo Esperanza Norte, que se compró en 1966 a la señora Berta Fagdde viuda de Duhal- de, era un predio de superior calidad. Landarretche estiró bastante sus recursos para poder costearlo, y solamente lo pudo hacer vendiendo primen, el molino. Aun así demoró, según su hijo Luciano, unos im a cuatro años en terminar de pagarlo. En las palabras de Luciano:

O sea la venta del molino yo creo que fue una de las wsas que dio pie a que el papá pudiera pensar en la compra de otro ptedio, porque realmente era costoso, el predio en términos de dinero em muy valioso, era muy valioso. Entonces habiá que hacet. una tremenda producción como para poder pagarlo. Tres o cuatro años más o menos se demo- ró en pagarlo. Pensando en que él en ese tiempo estaba, por decir un chilenismo, con sus baterías bastantecargadas, en el sentido de que tenía muchoganado aquíen este campo, mucho ganad0.Y eso al papá durante mucho tiempo lo obligó a tener incluso ganado en medieniena en otros predios. Y la condición que él quería e& precisamente de manejar su ganado, pero en forma integral?"

Un simple cálculo matemático hace claro que, en el momento de la toma de Rucalán, Landarretche habia terminado hacía poco tiempo de pagar el fundo Esperanza ~ o r t e . ¿Por qué arriesgarse tanto, extenderse tanto a nivel financiero, justo en un momento de poten- cial inseguridad, cuando se vislumbraba la Reforma Agraria? Otra vez segúnLuciano, había dos razones detrás de la actitud un tanto arriesgada de Landarretche. En primer lugar, ' 1 explicó Luciano, i

yo creo que el papá jamás hubiera podido wmpmr 'ese campo si no hubiem sido por el ya -entre comillas, no es &c+ cuco de la reforma agmria, porque ya estaba caminando la reforma agraria, estamos hablando del gobierno de Eduardo Frei Montalva. Entonces esta seiiom, presionada por el asunto de la reforma agraria, y amo ella no tmbajaba su fundo

I

Ibid. 21' Ibid.

i I

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sino que lo tenúr en arriendo, no es cierto, sintió este miedo de que se le &propiara el campo. Y en esas condiciones, no es cierto, empezaron Ias conversaciones del papá, que posteriormente terminaron con que ella vendió el campo. Pero nada y exclusivamente más que por ese temor a la rejoma

Como buen capitalista, por tanto, Juan Bautista Landarretche aprovechó el clima de inseguridad, que siempre hace bajar los precios, para comprarse algo que en otra situación no podría haber costeado. Por un lado, se protegió de algunos posibles problemas, regis- trando el fundo Esperanza Norte bajo los nombres de sus seis hijos en vez del propio. Pero al mismo tiempo, dada su larga trayectoria de empresario y agricultor destacado, parece que en verdad nunca pensó que la reforma le llegaría a su puerta. Este es el segundo moti- vo por el cual Juan Bautista Landarretche se arriesgó: no lo veía como un riesgo netamente personal. Por tanto, aprovechó el momento para capitalizarse, para meterse a la crianza y engorda de ganado y a la lechería, que a la larga, me dijo Luciano, "era fórmula lenta pero segura como para poder capitali~arse".~~~ '

En 1997, la familia Landamtche insistió que la toma y posterior expropiación del fundo fue una sorpresa total, puesto que se consideraban la excepción dentro de la clase terrate- niente. En contraste con el terrateniente promedio, quien según Luciano "se preocupaba muy poco de la tierra, que vivía fuera de la tierran, durante sus casi treinta años de matrimo- nio sus padres "siempre vivieron en el fundo ... 10s papás nunca tuvieron ni siquiera un departamento enTemucon. Por tanto, explicó Luciano, si la reforma tenía como meta expro- piarle la tierra a los dueños ausentistas, para transferir los recursos a personas que los trabajarían de verdad, entonces no tendría que haber afectado a los Landarretche. Luciano y su madre, doñavioleta Maffei viuda de Landarretche, recordaron adicionalmente que siem- pre tuvieron una relación excelente con la gente de la comunidad Mapuche que colindaba con ellos, hasta el punto que a veces los llevaban al hospital a las dos o tres de la mañana, siempre les daban trabajo, y por eso sus vecinos Mapuche no participaron en la toma."0

Bajo las condiciones de conflicto social que llegaron a vislumbrarse en el campo a finales de los años '60, sin embargo, la seguridad y la confianza que sentían los Landarretche, como empresarios agrícolas que mantenían buenas y paternales relaciones con sus vecinos Mapuche, se verían violenta y dramáticamente resquebrajadas en una húmeda y nebulosa madmgada de diciembre. "Cuando nos tocaron la puerta a las tres y media de Ia mañana", aseguró doñavioleta Maffei viuda de Landarretche, "para nosotros fue, bueno, una cosa tal vez lógica por el gobierno que había, pero para nosotros fue una sorpresa total"."' Mirándolo

U' Ibid. Ibid. Ibid. Recordemos, sin embargo, que la comunidad Mapuche vecina era Cullinco, y que doñavioleta tenía una conexión directa de parentesco con Ricardo Herrera, que había sido acusado de usurparle tierras a Cullinco en los primeros años del siglo XX Para más detalles al respecto, ver el capítulo 2. Ibid.

con cuidado y en forma global, sin embargo, es difícil creer que fue una sorpresa total. Landarretche ya había registrado su nuevo fundo bajo los nombres de sus hijos. Un hombre completamente sorprendido no logra organizar, en cuatro días, una retoma violenta de su propiedad en la cual participan varios terratenientes conocidos del lugar. Y finalmente, aunque las comunidades vecinas no participaron en la toma de Rucalán, por lo menos Cullinco sí formó parte del asentamiento.

La sorpresa que sí convence es que, conscientemente o no, los campesinos Mapuche de Ailio y Pichingual se enfrentaron a Landarretche en su momento más vulnerable. Había sido agricultor modelo de la zona, pero en el momento de la toma estaba en transición hacia la ganadería. Había sido, ya en 1951,uno de los diez mayores contribuyentes a Impuestos Inter- nos de la comuna de Carahue, pero en el momento de Ia toma acababa de pagar un fundo por el cual se tuvo que endeuda a corto plazo.222 Y es irónico, desde e1 punto de vista del terrate- niente, que justamente en este mismo momento se le empezó a mirar con lupa todas sus prácticas agrícolas en Rucalán. Comenzando en enero de 1971, se llevaron a cabo tres tasa- ciones distintas del fundo: una de INDAP para informar en la causa seguida contra los Landarretche en la Corte de Apelaciones de Temuco; otra de Moritz Milies Wortzman, inge- niero agrónomo del SAG que el 31 de diciembre de 1970 había sido nombrado interventor del fundo por elMinisterio deTrabajo; y finalmente el informe de expropiación antes citado que se llevó a cabo en febrero. Aunque todos estuvieron de acuerdo que las viviendas campesinas en el predio no cumplían con los requisitos mínimos establecidos por ley, las estimaciones de siembras y de hectáreas variaron mucho entre los diferentes actores en el drama."

" Para su posición holgada en 1951, ver Archivo Histórico Naaonal (Midiores), Fondo Intendenaa de C a u k Vol. 607, Direcaón General de Impuesto Internos, Tribunal Administrativo Provincial, "Lista de los 10 Mayores Contribuyentes por Comunan, Temuco, octubre 1951. Como evidencia parcial de su situación financiera en 1970 tenemos el hecho de que es el único año en que deja de pagar sus impuestos de bienes raíces sobre los fundos Rucalán y Butalón. Corte de Apelaaones de Temuco, Causa 242, f. 394. La tasación de INDAP, por ejemplo, encontró que, de 439 hectáreas, 75 has. estaban sembradas de trigo Vilmorin 29 (en contrato con el Banco del Estado), 20 has. estaban sembradas de Raps y había aproxima- damente 10 has. de empastadas y 20 has. de barbechos. Esto hacía un total de 115 has. utilizadas, dentro de un predio de más de 400; o sea, que solamente el 25% dela tierra se estaba utilizando. Milies, a cambio, vio solamente 50 hectáreas de trigo "en buenas condicionesn que habían sido sembradas bajo contrato con el Banco del Estado para "semüla de multiplicación". Calculó adicionalmente que 5has. no 20 has. esta- ban en barbecho y estuvo de acuerdo que 10 has. tenían pastos mejorados "de ~ é b o l rosado, ballica y fomental y lo demás es pasto natural de regular calidad con bastante margarita (maleza)"(Corte deApela- ciones deTemuco, Causa 242, f.401: "Carta de MoritzMiliesWortzman,ingeniero agrónomo, al Director XI Zona SAG", Temuco, 12 enero 1971). El nombramiento de Milies como interventor en Rucalán figura en Archivo Siglo XX, Fondo W s t e r i o deTrabajo, Decretos,Vol. 38 (1970): Decreto 901, "Ordena Reanuda- ción de Faenas que Indica y Constituye Tribunal Arbitral que Señala", Santiago, 31/12/1970. El informe sobre las habitaaones campesinas lo resume en oficio al Miniseo Instructor de la Corte de Apelaciones el Intendente Gastón Lobos en 15 enero 1971, donde aparecen las citas: Corte de Apelaciones de Temuco, Causa 242, ff. 421-27. La tasaaón de INDAP aparece en el mismo expediente, ff. 466-67.Y para completar el cuadro, habría también que a t a r a Gonzalo Díaz Jaramillo, de la Sección de Adquisición denerras de la

(wntinúa w pág. siguienfe)

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Al c o m p m las tres tasaciones, podemos constatar que, dependiendo dela identidad y posición del observador, las condiciones en Rucalán a finales de 1970 y comienzos de 1971 podían variar muchísimo. Recordemos también lo que alegó Juan Bautista Landarretche en su solicitud de reconsideración de la expropiación, que e1 90% de su fundo estaba bien explo- tado. En la memoria de la familia Landarretche, el predio tenía una explotación ejemplar, pero estaba en vías de transformación hacia la ganadería.Y no nos olvidemos de la versión de los campesinos ocupantes, quienes vieron 65 hectáreas de siembras, 3 has. de pastos mejora- dos, y el resto "bien sembxado de zarzamora, cicuta y malezas". Sin embargo, hay un punto en común en todas las observaciones: el predio no era mayoritariamente apto para una agricul- tura comercial, puesto que solamente 25 has. eran consideradas arables (Clase IV, según las calificaciones agrónomas). Por tanto, dentm de los términos de la Ley de Reforma Agraria, los criterios de buena o mala explotación no se daban por la superficie sembrada en produc- tos agrícolas, sino que por la condición de los pastos y praderas. Aquí, con excepción de la solicitud "en caliente" de Landarretche mismo, nadie pensó que existieran en Rucalán más de 100 has. en pastos reconocibles como tales; lo demás -entre el 60 y el 66%, dependiendo del cálculo- estaría en condición no explotada. Según las reglas establecidas por el gobierno de Frei en 1968, cuando un predio tenía menos de 80 has. de riego básicas (según el funciona- rio de la CORA en marzo de 1971 Rucalán tenía 21,30 H.R.J3.), y no tenía capacidad de riego, se le consideraría mal explotado y por tanto expropiable si "la proporción de su superficie útil dedicada a cultivos anuales, cultivos permanentes, plantaciones, praderas artificiales o n a d e s mejoradas, sea inferior al 70%".n4

En resumen, no importaba, para fines legales, que Landarretche estuviera en proceso de transición hacia la ganadería, o que estuviera integrando varios predios a un sistema mucho más capitalizado, o que se hubiera arriesgado para innovar a nivel regional, o que hubiera vivido su vida matrimonial entera en el predio mismo, teniendo departamento enTemuco. Sabemos que tal situación insultó profundamente a Landarretche. ¿NO se dan cuenta -se habrá preguntado- de todo lo que he luchado, de todo lo que he sacrificado, para empezar a sacarlo adelante? En tal contexto es que formuló su petición de reconsideración, cuyas aseve- raciones ni fueron aceptadas posteriormente por los funcionarios CORA que siguieron trabajando para el gobierno militar. Lo que importaba en 1971, sin embargo, eran los cálculos

CORA, quien dirigió una carta al Ministro Instructor de la Corte en 15 de mano de 1971, en que definió a Rucalán como un fundo de "aptitud preferentemente forestal y ganadera", señalando que: predio material del presente informe se encuentra mal explotado, puesto que no reúne las condiciones mínimas de explotación exigidas por el Reglamento de Calificación de las Condicionesde Explotación de los Pre- dios Rústicos aprobado por Decreto Supremo No 218, del Ministerio de Agricultura, de 15 de mayo de 1968'(Corte de Apelaciones de Temuco, Causa242, f. 472-73: "Carta de Gonzalo Diaz Jaramillo al Ministro Instnictor",Temuco,l5 mano 1971). Texto del Reglamento de Calificación de las Condiciones de Jkplotación de los predios ~ústicos, reproduci- do en El C o m ~ (Revista de la Sociedad Nacional de Agridtura), mayo 1973, pp. 5261, cita en la p. 54.

hechos en relación al Reglamento de 1968, bajo cuyos términos Rucalán estaba mal explota- do.Y se acabó la historia; por lo menos desde la perspectiva de la Reforma Agraria. .

Las definiciones de buena y mala explotación que manejaban los campesinos eran har- to diferentes. Un predio de más de 700 hectáreas yacía, en su mayoría, sin cultivar, "mientras nosotros nos moríamos de hambre en media hectárea para toda una familia". Dada la falta de tierra en las comunidades Mapuche, familias enteras se habían visto forzadas a sobre- cultivar tierras malas, empinadas y erosionadas, para poder sobrevivir. En tal situación, ¿de qué servían los cálculos de mercado de Landarretche que tomaban en cuenta tres pre- dios agrícolas y decidían que en Rucalán había pocas tierras aptas para una agricultura de primera categoría? La respuesta clara en el Asentamiento Amoldo Ríos fue la cooperación entre las familias de asentados para sembrar, según el propio funcionario de la CORA Héctor Jensen que analizó el predio después del golpe de 1973, "más de 270 hectáreas de trigo de invierno y primavera, cebada, papas, arvejas, pasto, e t ~ . " . ~ ~ ~ Pensado de esta for- ma, la "buena explotación" del campo no se basaba en criterios comerciales o de mercado, sino que se definía en base a la subsistencia de las personas. A este nivel, la legitimidad y los logros del Asentamiento Amoldo Ríos fueron impresionantes.

Esta respuesta elaborada en el asentamiento Arnoldo Ríos se escuchó clara y nítida- mente en todo el sector de la costa entre enero de 1971 y mayo de 1972. En febrero de 1971, a los pocos días del decreto formal de reforma agraria que afectaría a Rucalán, Pablo Lüer Westermeyer, dueño del fundo San Pablo en Puerto Saavedra, escribió al Intendente para informarle que "elementos agitadores, cuya filiación no conozco, están instigando a los Mapuche de la zona para que se tomen en forma ilegal los fundos San Pablo de mi propie- dad, el Fundo San Enrique, de propiedad de Enrique Lüer W., el Fundo Esperanza Sur de propiedad de Fernando Lüer W., y el Fundo Esperanza Norte, de propiedad del Sr. Juan Bautista Landarretche". Ahora bien, sabemos que desde la toma de Rucalán en diciembre, este grupo de propietarios había estado haciendo patrullas nocturnas en toda la zona por temer que se extendieran las tomas. Pero en febrero, según el mismo Lüer, había que pedir ayuda al gobierno porque "estamos en pleno período de cosechas de cereales, además de la explotación de nuestra lechería, cuyos trabajos deben efectuarse diariamente". Como res- puesta, el Intendente mandó orden de vigilancia a la Prefectura de Carabineros, pidiendo

-

HDiario Ausiral, 1 de febrero de 1974,p. 8.Interesante notar además que en julio de 1971,la Oficina de f

Planificación y Control de la XI Zona de CORA calculó que Amoldo Ríos tenía capacidad para 25 fami- lias; y sin embargo en ese mismo momento registró la presencia de 42 familias. Intendencia de Cautin, i

Informe del Departamento de Control y Planificación, "Síntesis de la Reforma Agraria",Temuco, julio 1971.Veremos más adelante, en el capítulo 5, que los criterios de mercado aplicados por los agrónomos CORA después del golpe también cuestionaron la "eficiencia" de la explotación en el asentamiento, ! aunque al mismo tiempo reconocieron el "problema social" que se crean'a al desalojar a todos los asen- tados del predio. I

í J

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que se prestara especial atención a los predios mencionados por Lüer pero agregando tam- bién a la lista los fundos Nehuentúe, de Mano hvarez, y Tondreau, de Antonio h v a r e ~ . ~ ~ ~

A pesar de la vigilancia de parte de propietarios y carabineros, el 2 de marzo de 1971 se tomó el fundo Moncul, cerca de Nehuentúe y de propiedad de Domingo Durán Neumann, con ayuda de1 MCR y de estudiantes de Ia Universidad de Concepción. Una semana más tarde el Intendente Subrogante Renato Maturana informó a Carabineros que "se ha tenido conocimiento de que algunos elementos que participaron en la toma ilegal del fundo Mon- cul, de propiedad del Sr. Domingo Durán N.,... estarían promoviendo entre los mapuches integrantes de las Reducciones Puiianque, Jupehue y Lobena procedan a ocupar otro fun- do de este agricultor denominado Lobena, ubicado en este mismo sector". En ese momento los rumores resultaron no ser efectivos, aunque se supo a los pocos días que un estudiante de Concepción llamado Jorge Fernández había muerto al explotarle un agente explosivo que llevaba en su cuerpo mientras cabalgaba en el fundo Moncul, hecho que levantó toda- vía más rumores acerca de los planes violentos que tendría el MIR en el sectorP7

El fundo Lobería fue tomado el 17 de octubre de 1971 por campesinos de la comunidad Mapuche de Pilolcura pidiendo restitución de más de 300 hectáreas que decían les tenía usur- padas Domingo Durán. El mismo día, según el informe del Gobernador Audito Gavilán de Imperial, extendieron la toma a los otros &S predios que originalmente formaban parte del fundo "El Plumon, con una extensión total de más de 2.000 hectáféas. Según el gobernador, esta acción se hizo "en compañía de los obreros y demás trabajadores de estos predios, cuyo número asciende a las 150 personas. Estos últimos están participando por su propia y entera voluntadn Agregó la misma autoridad que los ocupantes estaban desarmados y estaban "dis- puestos al Para finales de noviembre, sin embargo, JuventinoVelásquez, regidor socialista de Puerto Saavedm, estaba denunciando a la Prefectura de Carabineros que:

" Intendencia de Cauth, Correspondenaa Recibida, 1971: "Carta de Pablo Lüer Westermeyer al Intendente de Cautín",Temuw, 18 febrero 1971. Los patruliajes nocturnos se mencionan en Corte de Apelaciones de Temuco, Causa Criminal N942, "Oficio de la Prefectura de Investigaciones de Temuco al Ministrovisita- dor de la Corte de Apelaciones", f. 253; ff. 336-37: "Dedaración de Jorge Alberto Landarretche Maffei", 8 enem 1971; ff. 3393% "Dedaración de Pablo Lüer",Temuw, 8 enero 1971. También conversamos el mis- mo tema con Luciano Landarretche en la Entrevista a la Familia Landarretche, Fundo Rucalán, 25 mayo 1997. La orden de vigilancia del Intendente se encuentra en Intendencia de Cautui, Oficio No 354: "Inten- dente d e Cautin al Prefecto de Carabineros", Ternuw, 25 febrem 1971. " Sobre la toma del fundo Moncui, ver Intendencia de Cautui, Correspondencia Recibida, Oficio N900: "Capitán de Carabinems Sergio Acevedo Oyarce a la Prefectura de Carabineros de Cautín", Nueva Impe- rial, 11 mano 1971. Los rumores sobre Lobería están en Intendencia de Cautin, Oficio No 409: "Oficio del Intendente Submgante Renato Maturana Burgos al Prefecto de Carabinems", Temuco, 8 marzo 1971, y reciben respuesta negativa en Oficio No 539: "Coronel de Carabineros Enrique Gaiiardo B. al Intendente de Cautín",Temuw, 15 marzo 1971. La muerte de Jorge Fernández se menciona en Corte de Apelaciones de Temuco, Causa Criminal No 242: "Carlos Cerda Medina, Fiscal titular de la 1. Corte, solicita reapertura del sumario y la prictica de las düigencias que indica", Temuco, 1 a b d 1971, f. 477. * Intendencia de Cauth, Oficios de Municipalidades, "Gobernador Audito Gavilán Tapia al Intendente Submgante de Cautín", Nueva Imperiai, 18 octubre 1971.

Se estaría organizando la "retoman del fundo "Lobería", por parte de agricultores de la \

zona, para lo cual estos se reunirían frecuentemente en casa de Pablo Lüer, en Puerto ( Saavedra, asistiendo a estas sesiones Mario y sergio Alvarez, de Carahue, que estuvieron implicados en los sucesos de "Rucalán".

< Por otra parte, fue informado por los actuales ocupantesdel fundo "Lobería" que, última-

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mente, en horas de la noche, se han visto vehículos de agricultores de la zona merodeando c por los alrededores del @w, al parecer estudiando el terreno. Fue así como el sábado 20 del actual, alrededor de las 20 horas, fTente a la lancha de Puyangue, se estacionaron 5

(

camionetas blancas, desconocidas y una azul, que correspondwía a la de Juan Bautista t Landarretche, con claras intenciones de cruzar el río, lo que no pudieron hacerlo ya que la

-

lancha no los tmnsportó. Estas actividades, calificadas por los ocupantes de "Lobería", (

como de espionaje, tienen sumamente p m p a d o s a éstos, ya que temen un enfTenta- (

miento con resultados fáciles de imagina?: c El mismo regidor expresó que habúz a n t d e n t e s que permitían presumir que en la

zona de Puerto Saavedra estaban organizadas las "guardias blancas", y cuyo principal (

gestor se& un tal "Chelo* Riquelme, domiciliado entre Carahue y Puerto Saavedm, (

quien también estuvo mezclado en los sucesos de "Rucalán". (

Estas "guardias blancasn tendrían como finalidad primordial la eliminación de algunos dirigentes indígenas del sector; que habrían estado organizando "tomasn.

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Tres días más tarde, se le requisó enTemuco a Juan Kind Morstand, hijoxdel dueño del fundo "El Plumon y ex-administrador del mismo, "un rifle de caza mayor 8-A, año 1907, marca Remingtonn, y 60 cartuchos de bala Dum Dum.* La batalla continuaba.

La batalla de la costa, entre un campesinado hambriento de tierras y prosperidad, y una clase terrateniente innovadora que no se consideraba expropiable bajo su propia interpretación de la ley, continuó a lo largo de 1971 y 1972. Una segunda ola de tomas se concentró entre marzo y junio de 1972, afectando los demás fundos de Nehuentúe y Puerto Saavedra. En los fundos Nehuentúe y San Antonio, de 10s hermanos Mano y Sergio hvarez, respectivamente, se estableció un campamento a finales de marzo de 1972 para evitar, según los ocupantes, la descapitalización y el sabotaje de parte de los ex-dueños entre el decreto de expropiación de 24 de marzo y la toma en posesión por CORA en 31 de marzo. Este campamento, compuesto de obreros de los fundos en cola- boración con afuerinos del sector, Mapuche y no-Mapuche, eligió un comité de lucha por la tierra y un comité de vigilancia de la producción y se bautizó "Jorge Fernández"

U9 Intendencia de Cautin, Correspondencia Recibida, 1971:Prefectura de Carabineros de Temuco, Oficina de Informaciones, Boletin Nq0: "Auscultación en zona de Puerto Saave* y Requisición de arma",Temuco 25 noviembre 1971.

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en honor a1 estudiante muerto el año anterior en e1 fundo M o n c ~ l . ~ ~ Para mediados de junio del mismo año, se dictaba el decreto de invervención del fundo San Pablo, de Pablo Lüer Westermeyer, en Puerto Saavedra. A pesar de las patrullas nocturnas, y a pesar de una retoma de San Pablo y Esperanza en mayo de 1972, San Pablo, San Enri- que y Esperanza Norte y Sur entrarían al sector reformado. "Un día en la mañana", recordó Luciano Landarretche, "nosotros ese día habíamos ido a cuidar el campo y en la mañana muy temprano ya habíamos regresado a Carahue y nos estábamos recién acostando, y nos avisaron que se habían tomado el fundo Esperanza". Con la toma del fundo El Budi, de la familia Alessandri, los campesinos de la costa completarían la recuperación de todo el sector terrateniente. Quizá no era de extrañar, por tanto, que los opositores del gobierno popular empezaran a considerar que la costa era ya territo- rio dominado por el enemigo, que ellos veían como un comando del Movimiento de Izquierda Revolu~ionar ia .~~

Desde el punto de vista de los campesinos Mapuche, sin embargo, la movilización de la costa logró recuperar temtorio que en un pasado no tan lejano había sido tenitono indíge- na, Los pnedios comerciales creados entre 1900 y 1930, incorporando tierras de las comunidades en la mayona de los casos, eran los mismos que a comienzos de los años setenta entraban al sector reformado. José y Graciano Duhalde, prototipos del terrateniente abusivo, metieron mano en la formación de casi todos estos predios, articulando una geografía del poder que se extendía desde Camhue hasta Puerto Saavedra. La siguiente generación, íntimamente en- trelazada por relaciones de propiedad, parentesco y amistad, participó de la misma geografía y genealogía. En este contexto, vale la pena remarcar algunas de las conexiones más dramá- ticas. El fundo Esperanza, la propiedad más importante dentro de la fortuna Duhalde, se dividió en dos al fallecer Graciano y la mitad sureíia se vendió a la familia Lüer, de donde nacieron los tres predios de los hermanos, San Pablo, San Enrique y Esperanza Sur. La mitad norteña se mantuvo en manos de la viuda de Graciano, Berta Fagalde, que la arrendó un tiempo a los hermanos Lüer hasta que el "cuco" de la Reforma Agraria -en las palabras de

"O intendencia de C a u h , Correspondencia Recibida, 1972, "Copia del Oficio del Gobernador de imperial Audito Gavilán %pis al Subsecretario del interior, Santiagq remitiendo Declaración del Campamento 'Jorge Fernández' de Nehuentúe", Imperial, 3 abril 1972. La cita directa de Luciano viene de la entrevista con la familia Landarretche, Fundo Rucalán, 25 mayo 1997. El decreto sobre la intervención del fundo San Pablo se encuentra en Intendencia de Cautin, Oficio N" 801,"Intendente de Cautín a Robinson A l k ó n Seguel,interventor del fundo6San Pablo', transcribiendo Decreto sobre reanudación de faenas en el Fundo 'San Pablo', Comuna de Puerto Saavedra", Temum, 5 julio 1972. Las tomas y retornas de los fundos San Pablo y Esperanza se detallan en EIDinrio AurtrnZ, 16 y 17 mayo 1972,pp. 6 y 1, respectivamente. Esta visión de la costa como tenitono dominado ya se vislumbra en mhíercu~, 28 junio 1972, p. 23, en un artículo que alega que el MCR está otorgando salvoconductos en los caminos entre Nehuentúe y Puerto Saavedra, pero emerge más daramente en septiembre de 1973, con los reportajes sobre el allanamiento militar de Nehuentiie que se publican en El Mercurio, 4 septiembre 1973, pp. 1 , l O ; 5 septiembre 1973, p. 1; 11 septiembre 1973, p. 21.

Luciano Landarretche- le convencióvender Esperanza Norte a Juan Bautista Landarretche. El fundo Nehuentúe, otro de los fuiidos importantes de la f o k a Duhalde, se vendió a Mi- guel Larroulet y posteriormente a Mario hvarez, cuyo hermano Sergio compró la hijuela Tondreau, otra de las propiedades originales de Duhaide. El fundo Tranapuente, como hemos visto, se parceló y le tocaron a Florencio Riquelme, Sergio Benavente y Mario Astorga las hectáreas usurpadas a la comunidad de Ailío. Emilio Fagalde Maldonado, hermano de Berta Fagalde viuda de Duhalde, era parcelero en la coloniaTranapuente y estuvo implicado -con los Riquelme, Mario hvarez y otros- en la retoma de Rucalán.Y otra red parecida se puede establecer para los fundos El Plumo y Moncul, en la ribera norte del no Imperial, y para el fundo El Budi, al sumeste de Puerto Saavedra.

Ya para mediados de 1972, la restitución territorial se combinaba con un nuevo modelo de administración agraria y de ejercicio del poder 1ocal.En el ex-fundo Nehuentúe, por ejem- plo, se creó el Centro de Producción (CEPRO) Jorge Fernández, cuyo fin era avanzar la producción con el financiamiento y asesoría técnica del Estado. Con este modelo, el gobierno popular intentaba reestablecer la prosperidad terrateniente de la costa que habían modela- do los Duhalde, pero con miras a la distribución social del excedente. Prueba adicional de esta estrategia se encuentra en que el fundo Esperanza Norte, del otro lado del no Imperial, también se agregó al mismo CEPRO, replicando la antigua estrategia de Duhalde de formar un solo paño agrícola que ocupara ambos lados del Los consejos comunales campesi- nos de Carahue y Puerto Saavedra, elegidos desde la base, se convirtieron en un nuevo instrumento político mediante el cual el poder popular podría hacerse realidad. Inicialmen- te creados por el gobierno popular como instrumento de movilización en las comunas rurales, estos consejos funcionaron de distinta forma en diferentes partes del país, pero en Carahue y Puerto Saavedra el mismo nivel de organización locallos hizo instrumentos de organización desde la base.233 Y finalmente, con la ayuda del MIR y el MCR, una coalición de asentamien- tos, CERAS y CEPROs se extendió de-ldo Ríos a Lobería y JorgeFernández, estableciendo conexiones también del otro lado del río Imperial, no solo con el CEPRO ya mencionado, sino que también con los asentarnientos creados en las otras hijuelas sureñas del ex-fundo Espe- ranza. Esta coalición emergente tenía como meta radicalizar el proceso del poder popular, educarse políticamente, y preparar una respuesta a la violencia terrateniente.m

"' SAG, Archivo Ex-CORA, Expediente N" 4152: Hijuela Norte del Fundo Espemnza, p.28: "Informe de posa sión actual del predio denominadolEsperanza Hijuela Norte'",Temuco, 10 octubre 1973.

ni Sobre la historia de los consejos comunales,la relación entre los que se organizaron desde la base y los que se organizaron desde el gobierno, y las metas de la izquierda frente a los consejos comunales desde la base, ver "Consejos comunales pasan a la acción", Punto Final, 25 abril 1972, N"%, pp. 24-26. Entrevistas con: Eduardina Ailío, Tranapuente, 18-1-97; Eeriberto Aiüo,Tranapuente, 18-1-97,Temuco, 18- IV-97; Robustiano Aiüo,Tranapuente, 11-1-97; Mano Castro,Temuco, 15-V y17-Vi-97; Maritza Eltit,Temuco, 14-1-97; Gonzalo Leiva, Temuco, 23-VI-97; Gloria Muñoz (nombre cambiado), Santiago, 16-Y-97; Enrique Pérez, Temuco, numerosas veces a través de 1996-97; Luis Ernesto Quijón,Tranapuente, 30-XI-96,4497; Francisco Sepúlveda (nombre cambiado), Santiago, 9-Y-97.

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Restitución territorial Mapuche, redistribución del excedente agrícola, creación de un poder popular: el desafío que presentaba la costa, entre finales de 1972 y comienzos de 1973, era dramático. No debe sorprendemos, por tanto, que los mismos campesinos recono- cían la importancia de eliborar un plan de defensa. Los ex-propietarios y las clases pudientes locales, movilizados desde mediados de 1970, estaban también a la espera del enfrenta- miento decisivo. En la costa, éste vino antes del golpe de septiembre, con la llegada de tropas y helicópteros en la mañana del 29 de agosto de 1973, buscando una supuesta escue- la de guerrillas.

Reflexionando conmigo sobre del enfrentamiento anteriór en el cual había participa- do, cuando el comité de Ailío logró tomar de sorpresa al dueño del fundo Rucalán, don '

Heriberto Ailío me dijo:

en ese tiempo fue harto ilegal la toma de fundo. Pero nosotros decimos, no fue ilegal, ¿por qué razón? Porque ¿a quién le pedían autorización antes para quitarnos las tie- rras a nosotros? A nadie. Llegaban y nos decían ya pues, córrase para allá, esta tierra es mía. Entonces nosotros después, les dijimos claro: esta tierra de nosotros. Se ua us- ted, mañana agarra sus cosas, el fundo es de nosotros, esa es la conclusión que sacamos nosotros, clara.z35

En la costa de la provincia de Cautín, a partir de esa madrugada de diciembre, una coali- ción de campesinos Mapuche y no Mapuche, con ayuda del MIR y del gobierno popular, habían logrado dar vuelta la t o d a . Dos años y ocho meses más tarde, esta vez en una ma- drugada de invierno y a sangre y fuego, les tocaría nuevamente alos propietarios y sus aliados.

- .

Entrevista con don Eenberto Ailío, Comunidad de Mío-Ranapuente, 18 enero 1997. -

Hacía frío el 29 de agosto de 1973, cuando en esa mañana de invierno llegaron los solda- dos, camiones y helicópteros al CEPRO Jorge Fernández. "Parecía que era el Último día final de la vida y que no iba a existir nadie yan, una mujer Mapuche identificada como Margarita Paillao le explicó posteriormente a la revista Punto Final. "Las compañeras se volvieron puro llanto de sentir los gritos y los lamentos de sus maridos". Según Margarita Paillao, quien vivía al lado de la casa patronal que había sido convertida en oficinas del CEPRO, como a las nueve de la mañana llegaron tres helicópteros al ex-fundo Nehuentúe. ~proximadamente treinta hombres del ejército y la fuerza aérea bajaron de ellos y más tarde llegaron más soldados en camiones militares desde Puerto Saavedra. Rompieron las puertas al allanar las casas, incluyendo la suya que servía de centro de madres y desde la cual ella ayudaba a administrar la posta que se había establecido en la casa patronal. Al desparramarle sus cosas por el suelo encontraron 4.200 escudos en un libro sobre el tmtamiento para la diarrea, y se los robaron. Después el que estaba a cargo empezó a leer una lista de las personas a quienes buscaban y fueron deteniendo a los que encontraron. "A los detenidos se les subió al segundo piso de la casa patronal", prosiguió el art'culo basado en el testimonio de l'aillao. "Las venta- nas de la habitación donde se les llevó estaban abiertas, y desde abajo los campesinos podían ver perfectamente lo que o d a en el interior". Paillao agregó que "lo primero que vi fue que los desnudaron, y sentí unos tremendos guatacazos. Sentía los gritos y los lamentos, lloraban los compañeros desesperados adentro, de sus dolencias que tenían". Al presenciar estos sufrimientos, y muchos más sobre los cuales da detalles en el artículo, Paillao sufrió un ataque de nervios y fue tmsladada al hospital en Puerto Saavedra. Cuando regresó al rato con el doctor, no se le dejó entrar al predio. A su compañero Orlando Beltrán, presidente del CEPRO y uno de los miembros originales del grupo que había inciado la toma el año anterior, lo ataron de la cintura y lo colgaron de un helicóptero, paseándolo por el ex-fundo para forzarlo a confesar dónde habían escondido las armas. Beltrán pasaría cinco años en la cár- cel, endémicamente enfermo a causa de la tortura.%

Todas las atas del testimonio de Paillao se encuentmo en "El sur bajo régimen militar",Pimto Fimi,N" 192,ll septiembre 1973, pp. 2-3. En este pánafo se reproduce también informaaón de una en-vista con (aunque aquí da su apellido como Paillai) que apareaó en el Último número de Chile H g , con su fotogmfia en la portada, el &o día del golpe: E 65 (7-13 septiembre 1973), pp. 32 y 29. Le agradezco (muinúa a Elizabeth en pág. siguienip) Lira la

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Como veremos a continuación, esta operación militar que se dio en la zona de la costa todavía en democracia, dos semanas antes del golpe del 11 de septiembre, era parte de una serie de ailanamientos hechos por las Fuerzas Armadas entre julio y septiembre bajo la justificación de la ley de contml de armas. Aunque nominalmente bajo el control civil, los militares empezaron a demostrar una preocupante autonomía frente al gobierno existente durantes estas operaciones. Entre finales de agosto y comienzos de septiembre, los campe- sinos del sector reformado de la costa sintieron sobre sus cuerpos la creciente autonomía y arrogancia de las fuerzas armadas.

El día siguiente 30 de agosto, como a las tres de la mañana, una patrulla militar llegó a la comunidad de Ailío y entró a la casa de don Antonio'Ailío preguntando por su hijo Hugo. Hugo tenía 16 años y estaba durmiendo con sus hermanos más chicos René y Antonio. "Yo tenía un velador así de tablas que me había hecho yo, artesanal", recordó, "y claro ahí me encontiaron con unos diarios que tenía yo que eran de izquierda,El RebeZde, y me encontia- ron una imagen del Che Guevara con uniforme de combate o de campaña". Aunque seguía viviendo en casa de sus padres, Hugo había estado viajando por la zona de la costa, desde Puyangue,Trovolhue y Moncul, hasta Arnoldo Ríos, Nehuentúe y Puerto Saavedra, distri- buyendo el diario mirista El RebeZde.También había participado en la educación política en varios de los centros de reforma agraria porque era inteligente y, recordaba don Heriberto Ailío, tenía buena memoria y sabía hablar bien. "Ellos tomaron todas las cuestionesn, con- tinuó Hugo,

o sea me pillaron con ciertas evidencias ya y ahí me dijo, tú no sabes hijo en las cosas que andas metido, en lo grave que andas metido. Yo ahícalladito no más, agachado no más poh, como el ladrón que sale pilla'o no más, claro. Así que ahora vamos a tener que irnos, tenis que ir a una parte, tenis que ir a dar declaraciones. Y ahí mi mamá, como era muy sensible ella, se puso a llorar. Eso fue lo que a mí más me impactó, me dolió, ahí me sentí culpable yo, realmente me sentí culpable. Bueno, dije yo después, apechugar lo que venga no más. Y ahí le dijo no se preocupe señora, si el niño va a ir a dar una declaracioncita no más y mañana se lo vamos a venir a dejar aquí y listo.237

Las cosas cambiaron rápidamente al salir de la casa de sus padres. Como a unos diez metros de la casa los militares le ordenaron a Hugo qúe comiera cuesta abajo, así que partió no más hasta que llegó a la tranca que había como a unos cincuenta metros de

referenaa.Lafirma de Orlando Beltrán aparece en la dedmción del grupo que tomó Nehuentúe: Intenden- cia & Cautin, Correspondenaa Reabida, 1972, "Copia del Oficio del Gobernador de Imperial Audito Gavi- IánTapia al Subsecretario delInterior,Santiago, remitiendo Dedmaón del Campamento ' Jorge Femández' de Nehuentúe",Imperial,3 de abril de 1972.La información sobre lo que le pasó posteriormente a Beltrán me la dio uno de sus compañeros de la cárcel: entrevista con Enrique Pérez,Temuco, 14 de abril de 1997. Entrevista con Hugo Ailío, Concepción, 12 de agosto de 1999.

distancia. Allí le dijeron alto, "yo intuivamente me detuve, y ahí esperé y llegaron a tranco rápido y un soldado me dice, ¿no te estamos diciendo alto? Y me planta un culatazo en este hombro y yo caí al suelo, y fíjese que yo ahora a los años tengo ese resentimiento en este hombro". Más tarde al llegar a la casa patronal del ex-fundo Nehuentúe, un soldado le pegó con una cadena que tenía un medallón de plomo en la punta y le abrió una herida en la cabeza. Cuando lo llevaron al interior de la casa le hicieron esperar en el pasillo antes de entrar, como lo explicaron, "a la sala de torturan. En la memoria de Hugo, la tortura sicoló- gica que sintió al esperar resultó ser una forma muy efectiva de ablandarlo. Primero en el pasillo, y luego encerrado en un armario mientras escuchaba los gritos y lamentos de otro prisionero al ser torturado, Hugo tuvo mucho tiempo para imaginar lo que le esperaba. Se acordó de lo que había leído sobre las torturas de los nazis a los judíos y "se me caían las lágrimas". Cuando finalmente le tocó tenía tanto miedo que, al comenzar, no pudo dejar de hablar algunas cosas. Después trató de parar, negó conocer a las personas que le nombra- ban; pero entonces se pusieron duros, le pegaron fuerte y le pusieron electricidad en la cabeza, las plantas de los pies, la boca, los labios, la nariz. Llegó el momento en que ya no pudo aguantar más. Aunque fue la combinación de todo que finalmente lo quebró, lo peor fue la electricidad: "Me largué como -

A la mañana siguiente como a las once, una delegación de periodistas alemanes acom- pañada de funcionarios del Ministerio de Agricultura llegaron al CEPRO Jorge Femández a dar una gira por el predio. La idea era hacer un reportaje sobre los logros de la reforma agraria chilena. Los campesinos que los recibieron les explicaron

que no podían colabomr porque hacía dos días que ese centro estaba intervenido por efec- tivos de qército y que ellos habían recibido pésimos tmtos & los uniformados. La esposa del p d e n t e del Centro informó que .su esposo estaba detenido y que había sido salvaje- mente flagelado, incluso, se le habrían pinchado los testículos.

La delegación continuó hacia el pueblo de Nehuentúe buscando al encargado del Subpropa- ma Cepros y regresaron con él al JorgeFernández.Ailífueron detenidos, y su vehículo registiado, por efectivos del ejército, quienes los detuvieron sin explicación por más de dos horas. Como a las 16:40 los periodistas extranjeros y un oficial de Agriculm fueron puestos en libertad, mientras que el personal del Subprogama Cepm permaneció bajo custodia militar.

El compañero Alfonso Somoza, a n los demás, fueron luego llevados a lo que correspon- día a las casas patronales, donde fueron nuevamente interrogados y mostrados a los dirigentes campesinos que tenían detenidos. Según infonna el compañero Somoza, vio a uno de los campesinos golpeado y en pésimas condiciones físicas.

Entrevista con Hugo Ailío, Concepción, 12 de agosto de 1999.

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A los demás los soltaron, finalmente, como a las 18 horas. Cuando viajaban hacia Ca- rahue,

más o minos frente al asentamiento Amoldo Ríos, 9 kilómetros de Carahue, los sobrevoló un helicóptero, el que los hizo detenerse, apuntándolos con la metralleta. Se les hizo bajar de los vehículos y fueron nuevamente registrados, tanto las perso- nas como los medios de movilización. El helicóptero se fue y bajó en el asentamiento Amoldo Rws."'

El helicóptero que aterrizó en el asentamiento estaba buscando específicamente a don Heriberto Ailío, quien había sido identificado como "terrorista" e "ideólogo" del MIR. Su hermana Elisa recordó que nunca antes habían visto un helicóptero y que "estaba aterrá de miedon.Y continuó: "Se dejaron caer, nunca habíamos visto eso, por lo menos yo nunca había visto eso, los militares que se bajaban con la metralleta lista apuntándonos, buscan- ,

do a Heriberto". Le dio tanto xÚiedo, aseguró doña Elisa, que perdió ltiguagua de dos meses que estaba esperarid0.2~ Con el miedo, sin embargo, surgieron también estrategias de au- todefensa y autoprotección. "El que andaba mandando el comando de los militares", recordó don Heriberto,

preguntó quién era Heriberto Ailio, entonces nadie habló, yo tampoco hablé, estaba ahí. Entonces bueno, me vino m o un escalofrto en ese momento cuando me nombraron a mí. Y pronto un hermano Mapuche que había hecho el servicio en la Marina, a m o estábamos nosotros como adiestrados militarmente, se cuadró y me dijo, janda tú, hom- h, a busuir a Heriberto Ailíb! Fue una alternativa que nació de él para ayudanne a escapar. Entonces llegué y salítmnquilamente, anduve un buen trecho tranquilo y despues - me vino el impulso, armnqué. ..

Don Heriberto estuvb días escondido en la zona, con la ayuda de la.gente de las comu- nidades. Se sentía seguro, porque "yo tenía amigos, bastantes amigos ahí y nosotros le entregábamos orientación poiiítica, de la forma de luchar. .. y yo era el encargado de eso, entonces la gente me quería a mí, porque yo les daba la razón, la verdad". En un momento, había tenido la oportunidad de salir de la zona a través de sus contactos en el MIR. Pero con el golpe esos contactos se perdieron, y al saber lo que estaba pasando en el asentamien- to y con su familia, decidió entregarse.

Estaban presionando a mifamilia, a miseñora, a mi mamá, mis hermanos, hermanas, me tuve que entregar a los militares y más de eso la gente vino, habián algunasgentes

239 Toda la información acerca del incidente conlos periodistas viene de Intendencia de Cautin, Correspon- dencia Recibida, 1973: "Informe de Nepomuceno Paillalef Lefinao, Director Zonal de Agricultura Subrogante, al Intendente de Cautin don Sergio Fonseca Fernández",Temuco, 31 de agosto de 1973. " Entrevista con doña Elisa Aiiío, Santiago, 13 agosto 2001.

que se tiraron en contra a m< me wntaron,a mí que por culpa mía habgn llega'o los militares y la represión y para mí no em eso, para míera que yo estaba defendiendo el derecho de ellos, estaba defendiendo el derecho y una garantía para que pudieran tenei. un pedazo de pan más.*"

Doña Eduardina también recordó que, rápidamente, la gente se desesperó, "creo que por el miedo y además se sintieron defraudados, como que se metieron en algo que no deberían haberse metido, como que habían cometido un error muy grande". Y como los militares preguntaban por Heriberto Ailío, a él Ie cargaron la responsabilidad.

La gente se puso dum, estaban sin clemencia, las mismas compañeras, se pusieron du- ras. Una de las señoras salió y dijo, por qué estamos aquí rodeados de tanta gente, de militares, pasando susto, por qué no van a buscar a Heriberto y lo tmen aquí maniatado como un cordero y lo entregan. Fue algo terrible para nosotros cuando dijo así esa seño-

;,a * a ra, qué le íbamos a decir; estábamos calladas n~rnás,*~*

Y sin embargo, no todos culparon a los dirigentes. "Un día fueron a declarar", se acordó más tarde doña Eduardina, y cuandouno de los asentados comentó "por causa de los miris- tas estamos en esta condición", doña Juana Ríos "se acercó a él [y] diciéndole 'cobarde' le dio un palmetazo, 'no le eche la culpa a esos jóvenes. Fuimos todos nosotros.Todos tenemos la ~ulpa"'.2~~

La represión y el miedo cundieron también en el ex-fundo Lobería. Juan Segundo Quian Antiman, identificado como el presidente del CEPRO Lobería, falleció el 8 de septiembre de 1973 como resultado del maltrato que sufrió durante la operación militar. "Llegaron, estaban trabajando y a él lo castigaron como dirigente", le relató don Pascua1 Segundo'i'raipe más de veinte años más tarde al historiador Christián Martínez. "Cuando yo vine a verlo estaba harto mal", recordó, "y él me dijo, yo voy a morir porque Durán me va a matar, si mandaba Durán, los militares eran [sus representantes], se tapó todo el predio de militares".2a

Este allanamiento destructivo de la zon; de la costa era una operación conjunta del Tercer Grupo de Helicópteros de la FACH con el regimiento liicapel de Temuco. ~ fec tuada

Entrevista con don Heriberto Aiiío, Comunidad de Aiiík~rana~uente, 18 de enero de 1997. En el reporta- je que se publica en ElDiririo Austral en 3 de septiembre de 1973, se menciona a don Henberto Ailío como uno de "cinco elementos terroristas a quienes se sindica camo ideólogos e instmctores del Movimiento de Izquierda Revolucionario" (p. 1). Entrevista con doña Eduardina Ailío, Comunidad de Ailío-lanapuente, 18 de enero de 1997. "' Correo electrónico de doña Eduardina Aiiío con comentarios sobre un borrador anterior del libro,~emuco, 20 diciembre 2001. El relato de Traipe se reproduce en Christián Manínez Neira, Comunidades y Tmitmios Lafkenche, los mapuche de Rucucura al Moml (Temuco: instituto de Estudios indígenas1 Universidad de La Frontera, Serie Investigación, 1995), p. 103, nota 173. La muerte de Quian, se confirma en El Diario Austral, 9 de septiembre de 1973, p. 11.

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en forma autónoma, sin avisar a la autoridad civil, esta operación arrasó la costa desde Amoldo Ríos hasta Moncul y Lobería en el noreste y Nehuentúe y Puerto Saavedra al sudeste. Su justificación, según el comandante del Regimiento Tucapel coronel Pablo Itu- niaga, era que el MIR había establecido una escuela de guerrillas y fábrica de armamentos en Neh~entúe.2~' Si vemos el allanamiento de Nehuentúe en el contexto de otros eventos similares entre julio y agosto de 1973, sin embargo, encontramos una violenta campaña general de control de armas que pone otras luces sobre la aseveración de Ituniaga.

Antes de que el Comando Nacional del Ejército se convenciera de la necesidad de plegarse al movimiento golpista, algo que hubiera sido imposible bajo la comandancia del general Carlos Prats y siguió siendo difícil aun al sustituirle el general Augusto Pinochet, la FACH con su comandante, el general Gustavo Leigh, había establecido una alianza de he- cho con unidades locales del ejército en varias partes del territorio nacional, colaborando con ellas en una serie de allanamientos violentos en contra de la población civil. Aunque técnicamente legítimos bajo los términos de la ley de control de armas recientemente pro- mulgada, varios de estos allanamientos comenzaron a parecerse, sospechosamente, a mini-golpes. Un ejemplo dramático de esta tendencia se dio en Punta Arenas, provincia de Magallanes, en los primeros días de agosto. El comandante local de la FACH organizó un allanamiento de tres establecimientos industriales durante el cual el uso excesivo de la violencia dejó como saldo, además de muchos heridos, la muerte de dos trabajadores.246

Según la revista Chile Hoy publicada a mediados de agosto, una semana antes del alla- namiento de Nehuentúe, un preocupante patrón de conducta militar se empezaba a perfilar en el país entre julio y agosto de 1973. Aunque la ley de control de armas se había promul- gado el año anterior, el 21 de octubre de 1972, solamente después del tanquetazo del 29 de junio de 1973 se empezó a aplicar en forma sistemática. En una "Cronología de los allana- mientos" la revista hizo un listado de 24 operaciones militares efectuadas entre el 2 de julio y el 3 de agosto, el día anterior a los allanamientos en Punta Arenas. Aunque la mayo- ría de los operativos se había dado entre Santiago y Valparaíso, habían ya varios efectuados en el sur del país. La combinación de personal variaba en cada caso entre los diferentes

El Diario Ailmol,Temuco, lunes 3 de septiembre de 1973, p. 1; y la conferencia de prensa que dio Iturriaga el miércoles 5 de septiembre: EI Diario A&l, 5 de septiembre de 1973, pp. 1,2.

a Sobre el caso de Magaüanes una descripción especialmente dramática se encuentra en Carlos Prats González,Memmins:Testimonw de un soldodo (Santiago, Chile: Pehuén Editores, 1985), pp. 453-460, puesto - que la noticia ocurre mientras el generai Prats es todavía Comandante en jefe del Ejército. Aunque Prats relata Ia muerte de solamente un trabajador, un artículo posterior en Chile Hoy, N" 61 (1016 de agosto de 1973, p. 7) enumera dos; decidí aceptar la segunda estimación por ser posterior. Prats presentó su renuncia el 23 de agosto de 1973 y fue reemplazado por Augusto Pinochet (Prats, Memorias, pp. 480486). Pinochet no se plegó al movimiento golpista hasta el fin de semana anterior al 11 de septiembmver Sergio Arellano Iturriaga, Más ailá del abismo: Un tetimonio y una perspectiva (Santiago: Editorial Proyección, 1985), pp. 43-48, y José Toribio Merino C., Bitámra de un almirante: Memorias (Santiago: Editorial Andrés Belio, 1998), pp. 224-34.

servicios, pero la FACH y la Marina se combinaron en un buen número de los operativos, y regimientos locales del Ejército participaron en casi la mitad de ellos. El 1 de agosto el Regimiento Tucapel había allanado la maderera Korach en la ciudad de Temuco, fábrica que se encontraba bajo administración obrera. Por tanto los efectivos del RegimientoTuca- pel que participaron en la operación de Nehuentúe habían ya practicado las técnicas de violencia e intimidación que usarían en la costa. Además su comandante, el coronel Pablo Ituniaga, al igual que el comandante FACHRigoberto Pacheco, a cargo del Grupo Tres de helicópteros, eran según la misma revista "ambos de conocida trayectoria en la delibera- ción golpista existente en el seno de las Fuerzas armada^"?^'

Al igual que lo sucedido en Magallanes, por tanto, una coalición del Ejército y de la FACH usó en Nehuentúe todas las tácticas de represión que llegarían a ser tan conocidas después del golpe. Invadieron y destruyeron las casas particulares, aterrorizando a la po- blación civil. Golpearon y torturaron a las personas sospechosas de activismo, usando los métodos después demasiado conocidos: colgando a las personas de los pies; aplicándoles electricidad a los testículos; sumergiendo sus cabezas en aguas servidas; dándoles agua de beber hasta "empiparlosn y después saltando sobre sus cuerpos; colgándolos de los heli- cópteros y sumergiéndolos en el río. Y finalmente, se organizó una campaña de desinformación sobre los motivos y los métodos del operativo.Tan exitosa fue esta campa- ña que, aun muchos años después, la simple mención de Nehuentúe haría revivir, para una parte importante de la población en la región, imágenes de guerrilleros, subversivos y ar- mas esc0ndidas.2~

La desinformación sobre Nehuentúe se divulgó rápidamente por la prensa opuesta al régimen popular durante los últimos diez días anteriores al golpe. Entre el 1 y el 4 de septiembre, diarios nacionales y locales confirmaron el arresto de muchos "guerrilleros" y el hallazgo de ungran arsenal de armamentos. E1 3 de septiembre el diario santiaguino Ixls ÚZtimas Noticias desenterró un viejo rumor que había circulado por la zona de la costa a finales del año anterior, cuando "embarcaciones desconocidas" habrían circulado desde la caleta pesquera de Tinía hasta la zona entreTrovolhue, Nehuentúe y Puerto Saavedra lle- vando "extraños bultosn. Cinco días antes del allanamiento, Rodolfo Riquelme Montecinos, regidor demócrata cristiano de la comuna de Puerto Saavedra, reiteró públicamente estos rumores,

"' "Cronología de Manamientos", Chile Hoy, N" 61 (1016 de agosto de 1973), p. 6. La cita sobre Iturriaga y Pacheco se encuentra en Chile Hoy, N" 65 (7-13 de Septiembre de 1973), p. 32. Además de las fuentes ya citadas, se puede encontrar más información sobre las técnicas de los militares en Intendencia de Cautín, Correspondencia Recibida, 1973: "Declaración Pública de los Obreros y Campe- sinos de Puerto Saavedra y Carahuen, Provincia de Cautin, 2 de septiembre de 1973; y "El sur bajo régi- men militarn,hto Fina1,N" 192,ll de septiembre de 1973, pp. 2-3.

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asegumndo que tenían antecedentes con&tos de que existía una actividad d&nocida de cabotaje en la zona costera de Cautín, con terminales en los pueblos mencionados hacia donde afluían mistetiosos bultos, presumiblemente conteniendo armas y elemen- tos erplosivos. Añadió que esta actividad ilícita se vinculaba con un movimiento inusi- tado de campesinos del MCR desde los asentamientos del sector costero hacia las locali- dades de la víal~ngitudinal.~~~

Pero el trabajo más acabado de desinformación lo hizo ElMercurio. Comenzando el 4 de septiembre, el más famoso de los diarios de oposición publicó diariamente una serie de cargos no confirmados, como que el MIR había usado la casa patronal del ex-fundo Ne- huentúe como cuartel general, "una verdadera fortaleza de tres pisos con muros de concreto de medio metro de espesorn donde habían guardado "36 cajas de explosivos y gran canti- dad de armas, entre ellas granadas antitanques y bazookasn. Se dijo también que todas las propiedades de la región habían dejado de producir al ser ocupadas por los "extremistasn; que "una pandilla de bandidos" con bigotes copiados a los "de los mandarines chinosn.se habían apoderado de Puerto Saavedra transformándolo en "un pueblo del far west norte- americano". Con titulares y fotos que tomaron toda la primera plana el domingo 9 de septiembre, el diario superpuso sobre un mapa de la provincia de Cautín una foto borrosa de autos, camiones y soldados frente al portón del ex-fundo Nehuentúe. Un chu lo negro destacaba la ubicación de los pueblos de Nehuentúe y Puerto Saavedra, mientras que un titular grande y negro proclamaba: "La Liberación de Nehuentúen. Este artículo repetía los mismos cargos que los anteriores, con el dato adicional de que la operación entera de los miristas se había organizado desde el hospital de Puerto Saavedra. Otra innovación de este artículo era un párrafo entero sobre la derrota de Che Guevara en Bolivia, a la cual se comparaba el allanamiento de N e h ~ e n t Ú e . ~ ~

El golpe de gracia lo dio El Mercurio el mismo día del golpe con un artículo sobre una supuesta ola de protesta en toda la región de Cautín frente a un programa difundido en Televisión Nacional en que se habría "ofendido gravemente a nuestros institutos armados al mentir sobre el operativo militar [de Nehuentúe]". El programa referido habría sido una entrevista en el programa "Vamos Mujern a la misma dirigente Mapuche cuyo testimonio fue publicado en Punto Anal. En el artículo del 11 de septiembre El Mercurio, además de repetir las mismas acusaciones sobre la fábrica de armamentos y la escuela de guerriilas, se adentró a territorio no conocido:

249 Las atas directas son de Las Ultimas Noticias, 3 de septiembre de 1973, primera y última página. Ver también Lar U l h Noticias, 1 de septiembre de 1973,4 de septiembre de 1973; El Diario Austral, 3 septiembre 1973, p. 1; 5 septiembre pp. 1,2. El poder de est'a versión todavía era obvio en 1997, cuando en mi entrevista con ia familia Landarretche Luciano Landarretche se refirió a ella como a una verdad obje- tiva. Entrevista con ia famüia Landarretche Maffei: Doñavioleta Maffei, su hija Arlin y su hijo Luciano Landarretche, Fundo Rucalán, 25 de mavo de 1997.

"O EI Mercurio, 4 de septiembre de 1973, pp. 1 y 10 (de donde vienen las citas directas); 5 de septiembre de - 1973; 9 de septiembre de 1973, p. 1.

Solamente los explosivos contenidos en bolsas plásticas o en bombas ya preparadas, se calculan como suficientes para hacer volar una ciudad bastante más grande que Temuco. Pero aparte de estos explosivos de variadas clases y procedencia, se encon- traron también armas de fuego, cortas y automáticas, botellas con líquidos incen- diarios y granadas de mano, además de numerosas municiones. Las Fuerzas Arma- das se incautaron, asimismo, de elementos inflamables destinados a aumentar la expansión y gravedad de los incendios, así como de sopletes al oxígeno para soldar granadas, radiotransmisores de gran alcance, literatura extremista, géneros, venda- jes y fármacos para curaciones, etc. Otra importante cantidad de elementos encontmdos en Nehuentúe no han sido dados a comerpor lasFumas Armadas que, al parecer, mantienen en reserva su descubrimien- to pues revelarian "sorprendentes" fuentes de abastecimient~.~~~

Resulta interesante, sin embargo, que muy pocos de estos q o s pueden combome con las evidencias existentes, aun las que presentó el mismo Ituniaga en su conferencia de prensa del 5 de septiembre. Allí exhibió las armas y municiones confiscadas en Nehuentúe, fotos de las cuales aparecieron en la prensa local. En estas fotos vemos poco más que algunas escopetas, pmtes , revólveres y cócteles molotov. Aun las armas más notorias, las bombas anti-tanque conocidas como "vietnamitasn que, segúnItuniaga, serían capaces de desírujr cada una el equivalente de una cuadra urbana, resultan ser de manufactura casera, hechas en ollas y cacerolas. En la foto se cuentan un totalde veinte, aproximadamente. Esto no constituye una fábrica de armamentos. Adicionalmente no helogrado encontrar evidencias, sean directas o indirectas, de que existiera en el lugar una escuela de guerriüas. Los testimonios de todos los participantes con qirienes he hablado confirman que había armas defensivas en los asentamientos, CERAS y CEPROs y, como hemos visto, las preparaciones defensivas eran claramente necesarias en esta región dado el e&ntamiento con la clase tenateniente y sus aliados que se venía intensificando desde 1970. Varios de mis entrevistados hacen referencia, además, a un centm de educación política que funcionaba en Nehuentúe, pero no a una escuela de guercilias.82 Pero dada la fuena superior de

"' El Mercurio, 11 de septiembre de 1973, p. 21. La referencia a " 'sorprendentes' fuentes de abastecimiento" habría sido entendido por la mayoría de los lectores como sugerencia que la región de la costa había reabido armas, municiones y otros materiales de guerra desde Cuba. Esta evaluaaón de la operaaón de Nehuentúe se basa en las siguientes fuentes: Intendencia de Cautín, Correspondencia Recibida, 1973: "Informe de Nepomuceno Paülaief Lefinao, Director Zonal de Agricul- tura Submgante, al Intendente de Cautin don Sergio Fonseca",Temuco, 31 de agosto de 1973; "Dedara- aón Pública de los Obreros y Campesinos de Puerto Saavedra y Carahue", Provincia de Cautín, 2 de septiembre de 1973; Correspondencia Despachada, 1973: "Boletines de Prensa"; El Diario Austral, 3 de Sept.1973,~. 1, y 5 de Sept.1973 (donde aparecen las fotos del "arsenal" y el reportaje sobre la conferencia de prensa), pp. 1 y 2; entrevistas con don Heriberto Aiiío, Comunidad de Ailío-Tranapuente, 18 de enero 1997 y Temuco; 18 de abril 1997; Enrique Péreq Temuco, 14 de abril 1997; Francisco Sepúlveda (nombre cambiado), Santiago, 9 de mayo 1997; Mano Castro,Temuco, 15 de abril 1997; Luis Ernesto Quijón, Comu- nidad de Ailío-Tranapuente, 30 de noviembre 1996; Hugo Ailío, Concepción, 12 de agosto 1999.

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la coalición golpista, no debe sorprendernos que la versión militar de los eventos en Nehuentúe . emergiera victoriosa después del 11 de septiembre.

Para finales del mes, una combinación de represión, censura y desinformación bastante creativa aseguró la primacía de la versión golpista del allanamiento costero. Como parte importante de esta campaña el comando militar de Temuco organizó, en la segunda mitad de septiembre, una exhibición en la Plaza Recabarren frente al Regimiento 'Iticapel. A lo largo de la cuadra, los militares exhibieron en mesas una colección de rifles, escopetas, radiotrans- misores, cajas de dinamita, cócteles molotov, vietnamitas, pancartas y otros elementos .

supuestamente confiscados en los allanamientos que se habían desarrollado desde agosto. El botín de Nehuentúe ocupó un lugar central. Según El Diario Ausiral, miles de ciudadanos desfilaron por la exhibición el viernes 28 de septiembre y pudieron ver con sus propios ojos "el alto poder destructivo que se almacenaba en la provincia, a la espera de una ocasión propicia para desatar la muerte y la destrucción". Evocando a cientos de inocentes que pu- dieron haber sido victimados por los "subversivos" -una lista imaginaria entre hombres, mujeres, niños y ancianos- el diario reprodujo los mensajes que los militares habían escrito en letreros puestos en lugares estratégicos de la exhibición. Junto a la mesa que exhibía los rifles y las escopetas, por ejemplo, había un letrero que decía, "Con esto pensaban eliminar- te, ¿por qué?". Al final de la exhibición se leían las siguientes palabras de despedida: "ESTO NO ES TODO. DE TI DEPENDE AHORA ENCONTRAR EL REST0TZ3

. Tortura, traición y abandono, 1973-1978

En la misma página y el mismo día, un poco más abajo, otro titular declaraba: ."Mentí porque me pagaron". En el artículo, una mujer Mapuche cuyo nombre se daba como Ger- trudis Quidel Quidel confesaba que habia recibido plata de algunos miembros del depuesto gobierno de izquierda para mentir acerca de 10s eventos de Nehuentúe. A continuación el artículo explicó que Gertmdis Quidel era el nombre verdadero de la mujer que había apa- recido en Televisión Nacional en los días inmediatamente anteriores al golpe bajo el alias "Margarita" para denunciar "torturas y flagelaciones supuestamente hechas por las FE AA. en el allanamiento de la escuela de guede ros de Nehuentúe". Aquí se nos informa en una "espontánea confesiónn, que Quidel no habia visto nada, puesto que cuando llega- ron los "aviones" a ella le "dio un ataque que siempre me da cuando estoy embarazada" y fue llevada inmediatamente al hospital de Puerto Saavedra. Al regresar al predio una pe- riodista misteriosa a quien Quidel identificó como "Gloria" Elgueta le había llevado al consejo provincial y había escrito en una máquina lo que debería decir. Luego Quidel fue

El Diario Austral, 28 de septiembre de 1973, pp. 1 y 7.

transportada aTemuco, donde el Intendente le dio plata para viajar a Santiago a contar esa historia. En la capital se había reunido con Allende, quien también le dio plata. Finalmen- te, aseguró Quidel, al regresar a la región la misma periodista le había dicho que los militares la iban a matar por el cuento que había contado, pero silo cambiaba los militantes del MIR la matarían. Los miristas que habían trabajado en Nehuentúe, según Quidel, "eran los amos y señores. Y ¿a quién iba a recwrir, si ellos mandaban?". El artículo remarcó que "a veces gastaba hasta 3 quintales de harina atendiéndolos"."

Este reportaje apareció enTemuco el día después de que la periodista y el ex-intenden- te de Cautín nombrados por Quidel fueron arrestados en relación al caso. El ex-intendente Sergio Fonseca sufrió arresto domiciliario, mientras que Fireley Elgueta, periodista que había trabajado para la oficina regional del Ministerio de Agricultura enTemuco, fue arres- tada en Santiago, torturada, y remitida a Temuco a ser procesada en consejo de guerra. Bajo la ley marcial existente, el cargo era muy serio: injuria a las fuerzas armadas.

Gertmdis Quidel era Margarita P d a o , quien en los días anteriores al golpe había viaja- do a Santiago a dar testimonio sobre los abusos de Nehuentúe. Fireley Elgueta había sido nombrada para acompañarla en una reunión del personal del Ministerio de Agricultura que se dio en Temuco, en la cual se decidió unánimemente que la información sobre Nehuentúe era lo suficientemente seria para llevarla personalmente a la capital. La delegación que viajó a Santiago, incluyendo a Quidel y Mgueta, habló primero con el Ministro de Agricultu- ra; pero dada la seriedad del caso recibieron posteriormente una invitación a La Moneda a hablar directamente con el Presidente Allende.También presente en esa reunión, en la cual la delegación repitió sus declaraciones, estaba el Comandante de la Fuem Aérea general Gustavo Leigh, poco después miembro de la junta militar y hoy en día reconocido como uno de los golpistas más tempranos. Cuando Leigh escuchó el testimonio acerca de la participa- ción de la FACH deTemuco, palideció y empezó a tomar notas muy rápidamente en un pequeño cuaderno. Fue en el día posterior a su llegada aTemuco en la segunda mitad de septiembre que la orden de arresto se hizo efectiva para Fonseca y Elg~eür."~

La versión militar sí tuvo razón en un detalle, sin embargo: el nombre de Margarita PaiUao realmente era Gertmdis Quidel Quidel. Diez años antes, en mayo de 1963, su nombre

"' "La mapuche de 'Vamos Mujer' enTV-7: 'Mentí porque me pagaron' ",El Diario Ausiral, 28 de septiembre 1973; pp. 1 y 8. Una versión idéntica, aunque abreviada, del artículo salió también en El Mercurio, 30 de septiembre de 1973 bajo el titulo "Plagelaciones a Campesinos EmUn Show M&tan. La información contenida en estos dos Últimos párrafos es una combinación de las siguientes fuentes: GuillermoTorres Gaona yViniaVidal, "La dictadua mató a periodistas, pero no al periodismo", en Ernes- to Carmona (ed.), Morir es la noticia: Los pe t iodh relatan la histwin desus compañera5 o s d a c y10 doapa- &as (Santiago J&C Productores Gráficos Ltda., 1997), pp. 245253; la referencia a Elgueta ocurre en la p. 253; Entrevista con Sergio Fonsecq Temuco, 19 de mayo 1997; Ennevista con una persona cercana a la Intendencia que prefirió mantenerse en el anonimato: Gloria Muüa (nombre cambiado), Santiago, 16 de mayo 1997; Ennevista con Gonzalo Leiva,Temuco, 26 de junio 1997.Recibi confinnación electrónica acerca de la reunión en LaMoneda de Anel Dorfman desde Chapel HiU, North Carolina, 25 de febrero 1998.

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había aparecido en el censo de la comunidad Mapuche de Andrés Cunmán, en el sector de Rucahue-Moncul, junto al de su primer esposo José Isaías Toro. En 1963 Gertrudis Quidel tenía 19 años y dos hijos; su salud ya era mala. La encuesta anotó que la familia era muy pobre, queToro recién había empezado a tnbajar por su propia cuenta, y que las 2 hectáreas que poseían eran "terreno de lomajes suave, agotado, con mucha zarza. No tiene quintan. Entre finales de los años sesenta y comienzo de los setenta, recordó Maritza Eltit, doña Gertrudis había ido al hospital de Puerto Saavedra para seguir un tratamiento por tuberculosis. Para el golpe tenía entre 29 y 30 años, y siete hijos.256

A doña Gertrudis la arrestaron cuando regresó de Santiago aTemuco. Fue torturada en el regimiento, donde los soldados le amenazaron a sus hijos para forzarla a cambiar su historia. Cuando FireIey Elgueta llegó a la cárcel enTemuco, carearon a las dos mujeres. En ese mismo momento doña Gertrudis regresaba a la cárcel del regimiento, clara señal de que la acababan de intemgar. Sus guardias la pasearon por una fila de prisioneras, entre las cuales estaba Elgueta. Al comienzo doña Gertrudis pretendió no reconocer a la periodista, seguiamente en -

un intento de protegerla. pero las inconsistencia entre los dos testimonios hicieron claro que doña Gertrudis estaba &tiendo. Poco después de cambiar su historia la soltaron.257

La gente detlilío recuerda que posteriormente, aun mientras seguía visitando a Beltrdn en la cárcel, doña Gertrudis empezó a pololear con un mbinero.También dicen que un día, con la llegada de las visitas a la cárcel, llegó la noticia de que doña Gertrudis habia salido una noche con su pololo y habría dejado solo en la casa a Luciano Emesto, su hijo con Beltrán. Mienhas estaba fuera se incendió la casa y el niño habría muerto en las llamas. Cuando Beltrán recibió la noticia se enfermó gravemente de depresión. Al salir de la cárcel en 1976 junto con los demás presos de Nehuentúe, se fue a Concepción. En algún momento habna seguido a Santiago a vivir con su primera esposa y posteriormente murió allá.258 Doña Gertrudis se quedó

CONADi, Archivo de &untos Indígenas,T.M. 1381- Andrés Curiman, Carpeta Administrativa: Ministerio de Tierras y Colonización, Dirección de Asuntos Indígenas, Zonal Temuco, "Censo de la Comunidad de Andrés Curimán", 30 de mayo a 4 de junio 1963, Ficha # 24 (31 de mayo); Entrevista con Maritza Eltit, Temuco, 14 de enero 1997; Faride Zerán, "Cautín: Un nuwo montaje de derecha", Chile Hoy, II: 65 (7-13 septiembre 1973), pp. 32 y 29. En una conversación el 14 de agosto de 1999, cuando les pregunté directa- mente acercade que le habría pasado a doña Gertrudis, don Robustiano y doña Eduardina Ailío recorda- ron que su primer marido había sido de Rucahue y se había llamado isaías Martínez (Comunidad de Ailío- Tranapuente, agosto 1999). El censo anota el nombre del marido de Quidel como "José IsaíasToro M." Entrevistas con Gonzalo Leiva,Temuco, 23 de junio 1997; Gloria Muñoz, Santiago, 16 de mayo 1997. En las entrevistas que hice en la M Region durante el mes de agosto de 1 9 9 9 , ~ hizo claro que Gertrudis había sido el nombre verdadero de "Margarita". Entrevistas con don Heriberto Ailío, Hueilanto Alto, 10 de agosto 1999; don Robustiano y doña Eduardina Ailío, Tranapuente, 14 de agosto 1999; doña Patricia Valemela, Nehuentúe, 20 de agosto 1999. Pero nadie podía confirmarme su apellido, algo que encontré solo al revisar más cuidadosamente los materiales del censo durante el proceso de redactar el libro. Entrevistas con Enrique Pérez,Temuco, 14 de abril 1997; Gloria Muiioz, Santiago, 15 de mayo 1997; y don Heriberto Ailío, ~ e m u w , 18 de abril 1997, Hueilanto Alto, 10 de agosto 1999. En conversaciones con . Enrique Pérez sobre un borrador anterior de este capítulo, se clarificó que Beltrán fue primero a Concep- ción al salir de la cárcel.Temuco, 7 agosto 2001.

en Nehuentúe, trabajando en la casa de una familia Garrido, quienes trabajaban en medias con Astorga una parte de las 45 hectáreas que la comunidad de Ailío había perdido ya tantos años atrás.Empezó a relacionarse con el hijo de la familia,RamÓn Garrido, y tuvieron una hija.. Pero ya la tragedia empezó a perseguirla: primero murió la madre de Ramón, luego murió la niña; finalmente murió el padre de Ramón también. A doña Gertrudis le dio cáncer y, a pesar de los mejores cuidados de Ramón Gamdo, quien viajaba con ella a Santiago a buscarle tratamiento, ella murió en 1979. La gente dijo que la habían hechizado, puesto que la enfermedad le consumió los huesos y murió encogida, una fracción de su tamaíío original.zg

En 1997, cuando empecé por primera vez a conversar con la gente acerca de la represión, había mucha rabia frente a Gertrudis Quidel. Se le veía como una traidora, alguien sin res- ponsabilidad ni fibra moral. En realidad, opinó don Heriberto Ailío, Quidel y Beltrán tenían ambos parte de la culpa por lo que les pasó. "Orlando también tuvo una culpa", me explicó,

esa mujer era recién casá, tenía su propio maría y él tenía su propia mujer, dejó a su propia mujer pa'salir, pa' seguir a "Margarita" ... entonces tenía que suceder de caso. Hay que creer en Dios, le decía, entonces si no hubiera permitido de Dios que él estuvie- ra junto con esta mujer, no tenía por qué estar: Dejó sufriendo a su propia mujer y bueno él, yo un día conversé con él y le dije es malo lo que hiciste, dejaste a tu propia mujer que era buena, pa' seguir a otra mujer que realmente te iba a defraudar más adelante y asífue.260

Y sin embargo, cuanto más información logré recopilar, más comprendí que doña Ger- trudis también había sido una víctima de las circunstancias, que hasta el Último momento habia tratado de proteger a la periodista en la cárcel deTemuco. Al igual que muchos otros, pagó muy caro su compromiso con una sociedad diferente; debe contarse entre las perso- nas cuyos cuerpos y vidas fueron destruidos para asegurar, en ese frío septiembre de 1973, la dominación de la versión militar de los eventos en Nehuentúe y otros lugares.

Uno de los organizadores del MIR que pasó tiempo en la costa me explicó un día que el arresto y la tortura seguían siendo como un hierro candente en los cuerpos de la gente. Este mismo activista, quien solicitó mantenerse en el anonimato, me contó su experiencia después de su arresto. Lo sometieron a dos simulacros de ejecución, le pegaron con piedras en los testículos y lo apalearon repetidamente. Otro participante en las movilizaciones de la costa, don Luis Emesto Quijón, era trabajador rural, activista de la reforma agraria y promotor de salud que acompañaba al doctor Arturo Hillems, director del hospital de Puerto Saavedm y hoy día detenido-desaparecido, en sus visitas a las comunidades Mapuche del

m Entrevistas con don Robustiano y doña Eduardina Mío, Tranapuente, 14 de agosto 1999; doña Patricia Valenmela, Nehuentúe, 20 de agosto 1999.Mientras que don Robustiano, doña Eduardina y don Heriberto Aiüo, como también Enrique Pérez, recordaban el incidente de la muerte de Luciano Ernesto, es intere- sante notar que doña PatnciaValemela, quien vivía en Nehuentúe, dijo no recordarlo.

m Entrevista con don Heriberto Ailío,Temuco, 14 de abril 1997.

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sector costero. Después del golpe lo arrestaron por estas actividades, y las heridas que sufrió las lleva todavía en su cuerpo y en su corazón. En noviembre de 1996 me invitó a sentarme a la mesa de su cocina y, mientras correteaban a nuestro alrededor niños, gatos y gallinas, se desabotonó los puños de su camisa y se la arremangó hasta los codos, mostrán- dome las claras marcas violáceas en sus muñecas; me explicó que allí le habían puesto electricidad cuando lo torturaron en septiembre de 1973.Pasándose las manos por diferen- tes partes de su cuerpo, me siguió explicando:

Yo tengo partío el esternón, ¿ya?Aquí todavía tengo una pelota d o d e me partieron esto .

de un golpe con la culata. ~&illas quebradas para qué le voy a decir cuántas tengo esto es todo un recuerdo que me queda del 73, yo pienso que iré a morir y jamás de mí se podrá apartar esto porque va marcudo en mi ser; en mi cuerpo; aquí no es un cuento de hadas ya, claro ahom qué dicen, muchos quieren que estopase como un cuento de hadas, pero no es un cuento de'hadas esto, porque resulta que soy yo el que lo sufrí, no fue el vecino de al lado.261

Después de pasat el primer año y medio en la sección de menores de la cárcel enTemu- co, entre los presos comunes, Hugo Ailío consiguió que lo trasladaran a la sección de los presos políticos o, como se llamaban en ese entonces, los "prisioneros de guerran. Recordó que estaban bien organizados:

hacíamos programas diarios, por ejemplo, hacíamos pequeños tmbajos artesanales, jugá- bamos mucho al fútbol, que era una terapia muy buena pura relajarse. Después planifico- mos una tspeciedeolia común,porquela comía quedan enla u í m l esmala, antihigiénicu, absolutamente antihigiénica, igual como darles comida a losperros, peor que eso. Enton- ces nosotros pensábamos entre todos, discutimos la situación. Había compañeros que te- nían me$ pos$Gn nosohw, enton& los iban a ver, les llevaban cosas buenas y a otros nada. Entonces b s que tenhn me]'ores ventajas económicas se dieron cuenta de que em mejor formar una olla común y consumir lo que se nos m e . Entonces ya planeamos, planificamos una olia común.

Este esfuerzo colectivo, sin embargo, mereció castigo desde el punto de vista de los militares. Se les acusó de organizar una fuga y se les mandó incomunicados. Al comienzo el teniente que estaba a cargo de su sección les consiguió colchonetas y frazadas, a Hugo hasta le entregaron un chaleco grueso. Pero al poco rato llegó otra orden superior de la fiscalía militar y les quitaron todo. Hugo y su compañero se quedaron en camisetas, Hugo sin zapatos, tiritando sobre el suelo de cemento. Hugo se acordó que fue en el mes de julio, cuando en Cautín el clima está helado: "soportar un frío terrible es desesperante, sabe

Entrevista con don Luis Ernesto Quijón, Comunidad de Aiiío-'Aanapuente, 30 de noviembre de 1996. La información anterior sobre el organizador anónimo viene de una entrevista con Francisco Sepúiveda (nom- bre cambiado), Santiago, 9 de mayo 1997.

usted, amanecíamos ahí trotando, nos turnábamos, extenuados después nos tirábamos al suelo a dormir, pero claro, nos despertábamos de puro fríon.Y peor todavía, continuó Hugo,

en la mañana andaban los mozos de la cárcel y tiraban agua para limpiar ahí, por- que muchas veces los reos incomunicados o castigados se defecun ahí mismo, enton- ces les tiran agua y después barren para sacar toda esa cuestión. Y después nos traían unas pailas grandes así para-que nos tiraran un cucharón de porotos con gusanos pa'

Esta primera experiencia en la cárcel, que para la mayoría de los presos de Nehuentúe duró aproximadamente tres años, se recuerda como una combinación de sufrimiento, hosti- gamiento, solidaridad y desacuerdos internos. Si Hugo recordaba más que nada un sentido de comunidad entre los presos políticos, que incluía además la posibilidad de leer libros, organizar eventos y hasta escuchar música de guitarra de vez en cuando, Enrique Pérez anotó que también había algunas dificultades. A veces los esfuerzos para organizar una olla común o distribuir colectivamente las cosas que llegaban por el movimiento de solidaridad podía crear conflicto o un sentido de desigualdad entre los presos. Algunos, recordó Enrique, no querían participar en la olla común porque no tenían nada con que contribuir. En otros inten- tos de organización había desconfianza en- los prisioneros porque todos temían la hfilttación de parte de los servicios de inteligencia. Con todo, sin embargo, había por lo menos un tono de esfuerzo colectivo, alguna que otra conversación política, un mate, un cigarillo o hasta un chocolate compartido entre varios en altas horas de la noche.m

Entre 1976 y 1977 la mayoría de los presos de Nehuentúe, y los otros que los habían estado acompañando en la cárceI, salieron. Algunos de los más reconocidos militantes del MiR, como Enrique Pérez yVíctor Maturana, salieron directamente al exilio. Los presos de la operación de Nehuentúe, sin embargo, se soltaron no más, y nunca se probó nada en su contra. Entre varios de los presos liberados, Hugo Ailío se fue a alojar en Temuco a la organización caritativa los Traperos de Emaús, puesto que ni él ni sus compañeros tenían plata para pagar el pasaje a sus comunidades. "Yo si hubiese tenido plata me habría ido esa misma tarde para allán, recordó Hugo,

para estar con mis viejos, pero ahí nosotros en los Traperos de Emaús estuvimos como más de una semana. Nos dieron acogida ellos y generosamente, ahí estuvimos ayudán- doles en sus labores que tenían ellos de reciclamiento de material, porque esa em la rawn de ser, nos ganábamos el plato de comida. Y además nos simió para orientarnos y para estar a salvo, refugiados por así decirlo, porque los de la CNI andaban de vuelta y vuelta; claro ese era el temor más grande que tenúzmos nosotros ...

Entrevista con Hugo Ailío, Concepción, 12 de agosto 1999. Entrevista con Hugo Ailío, Concepción, 12 de agosto 1999; Entrevistas con Enrique Pérez,Temuco, 19 y 23 de mayo 1997. .

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P.: Que los podían agarrar otra vez. R.: Sí. Y a los años después volvieron a agarrar a algunos compañeros, poh, después que ya estábamos libres sin ningún problema, igual los fueron a hostilizar, al Heriberto lo agarramil y ló trajeron los del CNI a Temuco parece, o a Imperial (;y lo hicieron ver las moscas con jockey al pobre hombre otra vez, poh!Yo me salvé porque me vine para acá [Concepción], y aquí también me vinieron a rondar a mí. Y yo me salvé, ¿sabe por qué?, porque estuve poco tiempo aquí trabajando como ayudante en un taller de muebles del caballero que vive aquí al frente. Él le arrendaba aquí al tío que en paz descanse un pedazo y ahí tenía una fábrica de muebles, un taller artesanal y yo le ayudaba, lah? Entonces yo tuve un accidente, me corté este dedo en la máqui- na, le agarré miedo a las máquinas y no pude seguir trabajando más y me fui a trabajar a una empresa forestal. Ahíestuve escondido un largo tiempo en los bosques por ahí, trabajand~.~~'

Otros ex-presos se quedaron en Temuco, trabajando en un talier de artesanía en cobre organizado por 1osTraperos. La artesanía que producían se vendía a través de lavicana de la Solidandad en Santiago y en el extranjero. Seguían bajo vigilancia, sin embargo, y cuan- do un allanamiento descubrió una imprenta clandestina se cerró el taller.265

Aunque don Henberto había regresado casi inmediatamente a la comunidad, se le arrestó de nuevo en relación a este proyecto en Temuco. Lo soltaron rápidamente esa segunda vez y regresó nuevamente a la comunidad de Ailío, donde en 1977 los agentes lo fueron a bus- car una tercera vez. En esa ocasión lo tuvieron una tarde entera en el retén de carabineros de Nehuentúe y como a las once de la noche lo metieron a un jeep camino a Carahue. A él 10 tenían atrás,

amarrado de las manos y lospies, y parece que fue en junio, en el invierno, cuando ya en esos tiempos aquíse hiela la tierra, se tapan los caminos con agua. El jeep era alto, pero de todas manems alcanzó el agua. Yo me fui mojado, me alcanzó el agua, no me pude mover yo amarrado, así es que no me pude favorecer de ninguna fonna.

En ese mismo estado lo llevaron de Carahue a Temuco.

Bueno y yo no supe nada y de ahí me metieron en un calabm y punto, un @risionenj común me dijo, caballero me dijo, tápese m q q me entumí yo, llevaba esas dos fmzadas mojadas. Le dije tmigo dos fmzadas pero están mojadas. Et hombre dijo tendámolas aqui

m Entrevista con Hugo Ailío, Concepción, 12 de agosto 1999; Entrevista con Enrique Pérez,Temuco, 23-24 de mayo 1997; Entrevistas convíctor Maturana,Temuco, 13 y 16 de enero 1997. Entrevista con una de las personas que trabajaba con IosTraperos, quien prefirió mantenerse en el anoni- mato: Bernardo Cárdenas (nombre cambiado),Temuco, 21 de agosto 1999.

las tendimos, yse van asear. En la sombra cuándose va a secar; entoncesahínosacum- mos los dos al ladito y de ahíentre cuerpoy cuerpo n~scalentarnos.~~~

La tercera vez que lo arrestaron fue la peor para don Heriberto. En realidad, como se acordaba Hugo, lo castigaron mucho. Le ataron las manos con un pedazo de metal para que condujera mejor la electricidad y le pusieron los alambres en la boca. Temió que lo iban a matar, puesto que de hecho estaba desaparecido -nadie sabía adónde lo habían llevado-. Se salvó el día que llegó un carabinero y le avisó al preso común que lo estaban por soltar.

Y yo le dije isabís qué más, oye?- ltatita? me dijo- vaya en tal y tal parte en Temuco a tal calle, a tal dirección vaya y hable con tal y talfulano, si no está ese fulano, hable con tal y tal señor; avise, le dije yo, que a míme tienen detenido aquí y no sé para dónde me voy a ir.

Entonces va el caballero, no pudo encontrar al mismo rato a los otros pero, al otro día en la mañanita, al amanecer ya anda de vuelta y vuelta y justo el otro compadre madrugaba y se encuentra con él y abre la puerta donde estaba trabajando, la oficina de e?; dice que no lo vio el compadre que le dio el dato y fue y llega y se mete detmsito de él, y dice que le dio susto y levantó las manospara que no le hiciera nada. "No, no," dice que le dijo, "le tmigo un d o " y de ahí dice que bajó las manos, ?qué mdo?". "Conoces a fulano de tal", "sílo conozco". "Lo detuviera, y no sabía pam dónde lo llevabann. Así es que el compadre al tiro se puso en hscu mío y avisó a la Comisión de los Derechos Humanos, habíá una comisiónfonnada y le avisó al obispo y empezaron a busutr- me, ligerito se fonnó la gente buscándome ... pero me

Cuando soltaron a don Heriberto por las presiones de la Comisión, lo botaron al lado del camino, cerca de Temuco, de noche, muy enfermo. Se arrastró hasta unos matorrales y se durmió. A la mañana siguiente, con la fiebre que venía de las mojadas y de la comente que le habían aplicado, llegó a una casa donde le dieron direcciones hasta el terminal de buses. AUí lo reconoció una señora y pensó que estaba borracho, porque casi se dormía y se tambaleaba al caminar. "Me dijo, se curó; no,le dije, es otra cosa". El chofer de la micro lo dejó subir sin pagar y le aconsejó que se sentara atrás: "Si te pillan yo no respondon. Así llegó a la casa, y doña Marta recuerda que "llegó super mal, mal, llegó apenas a la casa, venía palidito, venía como un cura'^".^^^

El temor de desaparecer, el dolor físico y la tortura, eran a veces peor la segunda o tercera vez, no solo porque al ser arrestada nuevamente una persona sabía que la habían fichado de peligrosa, sino que también por el aislamiento. Don Henberto logró hacer

Entrevista con don Heriberto Aiüo, Comunidad de Ailío- hnapuente, 18 de enero de 1997. Entrevista con don Heriberto Ailío,Comunidad de Aiüo-hnapuente, 18 de enero 1997; Notas de campo, conversación con don Heriberto Mío, Comunidad de Mío- HueUanto Alto, 10 de agosto 1999. Entrevistas con don Heriberto Ailío y doia MartaAntinao,Comunidad de Ailíohapuente, 18 de enero 1997.

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conexión con un compañero de celda, quien al ser puesto en libertad llevó mensaje a los amigos que le podían ayudar. Pero esta oportunidad no se les presentó a todos. "Cuando vuelvo por segunda vezn, me contó don Luis Ernesto Quijón,

ahí, ¿de quién tuve que tomarme? De nadie, si no había otro. No había abogado, icier- to? No había un señor con dinero que me pagara una fianza. No había un, por ejemplo, me voy a tomar de allá de un general, dígale al señor general que me saque. No, si cuándo; de qué. El único que quedaba para el preso en esa instancia era Dws, nadie más. Yo me tomé de Él.

Fue en este contexto que don Luis Ernesto tuvo una experiencia religiosa en la cárcel. "Me habló una voz a mí dentro de la cárceln, me explicó. "Como tipo nueve, diez de la noche, a mí me habló una persona y me dio un tiempo. Me dijo, tú vai a estar aquí tres meses, diez días. ¿Y puede creer usted que a los tres meses, diez días,

También Hugo AiKo tuvo una experiencia religiosa que para él tuvo conexión directa con sus experiencias durante la Unidad Popular y la represión subsiguiente, especialmente el sentimiento de abandono y de haber sido utilizado que. se le fue intensificando con el tiempo. Un fin de semana, cuando estaba de visita en Concepción viendo a una señora con quien tenía varios hijos, se encontró caminando por una calle al lado de una iglesia.

Y de repente vengo caminando así solo, meditando, y sentí una música tan linda y me detengo, quedo mirando, claro era de la iglesia. Entonces ahí me quedé pamdo, escu- chando la mlísica m tan bonita, y me dije yo a qué entro. Así que tomé la decisión, m c é la calle y pasé para adentro a la iglesia, al templo, y ahí estaban cantando los hermanos, y el hermano que estaba de portero me recibió con mucho amor, cómo está, me dijo. Bien, me senté, me ubicaron un asiento y después vino el sermón. El pastor predicó un mensaje y dijo todos los que quieran, los que tengan un problema, alguna enfermedad, los que estén sufriendo en su alma, tengan algún sufrimiento y quieran que el Señor les aliviesu pesar, dijo, ofrezco la invitación del Señor, pasen adelante. Y yo pasé adelante. A lo mejor usted no me va a m Pasé adelante y me arrodillé junto a un tremendo grupo que había ya. Y aquí está lo lindo, aquí está lo hermoso, este es un testimonio que le voy a contar yo a usted. Me arrodillé, cerré mis ojos y me puse a orar, no sabía ni qué decirle a Dios, entonces di mis palabras asícomo sea, y sabe que tuve una visión yo, señora. Primero vi un resplandor de luz, pero una luz linda asícomo hartos rayitos, parecían de oro pero alumbraban, y se produjo un epicentro asi y en el epicentro aparece un libro rojo, me acuerdo hasta la dimensión del libro, tenía 12 centímetros de ancho por 20 de largo, tenía un recuadro así, igual que este así de puni oro, bri1laba.y al medw estaba la ,

- ,

Entrevista con don Luis Ernesto Quijón, Comunidad de Aiiío- Tranapuente, 4 de enero 1997.

hoz y el martillo. Y abrí los ojos y me quedé metío con eso, después ya salí terminado de . . orar y me fui a sentar al asient0.2~~

Pasarían varios años antés de que Hugo compkndiera el significado de su visión, aun- L

que sí se hizo miembro de esa congregación de las Asambleas de Dios a raíz de su experiencia. i

Siguió muy dedicado a las noticias internacionales y una noche, cuando estaba de portero en la iglesia, salió rápidamente al terminar el servicio para poder llegar a su casa a ver el programa "Informe Especialn, de Santiago Pablovic, que iba a tratar sobre los guerrilleros

1 peruanos de Sendero Luminoso.

Me vine, ni me despedí, y un hermano dijo ay, que va apura 'o hermano Ailw. No, le dije, es que tengo que hacer, le dije, y me vine corriendo. Y justo cuando llego aquíle dije a mi vieja oye, prende la tele que dan "informe Especial", y esta prendió la tele. Y ahímostra- ron todo, cómo operaba el Sendero Luminoso, cuál era su postulado, el origen, p a v que eran medios maohas, algo as< cómo actuaban ellos, cuál era su forma de lucha, su forma de combate, de todo eso en fin. Y ahí mostraron una imagen y salió el libro que había visto en la visión del templo, en la iglesia, igualito de la misma forma. ;l&l, igual lo vi en la imagen de la televirión! Lo único que no le vi fueron las incrustraciones no más, pero vi el libro, igual, igual, en la misma posición, y ahí tuve la respuesta, a los años después tuve la respuesta.

Al seguir hablando con Hugo llegué a comprender que la visión le había confirmado su sospecha de que la causa por la cual había trabajado y sufrido tanto, ya no valía la pena. Para muchos que sentían comprqmiso con el cambio social en América Latina el movimien- to senderista, con su violencia extrema y su falta de respeto por los campesinos y otras personas humildes del campo y la ciudad, resultó ser un partir de aguas. Para Hugo, fue la gota que rebasó el vaso después de un largo proceso de reflexión sobre su experiencia de sufrimiento y abandono, una experiencia intensificada todavía más con la caída de la Unión Soviética y la derrota electoral de los sandinistas en Nicaragua.

Hubo hombres que honestamente y generosamente ofrendaban sus vidas al servicio de una causa que creían que era justa, ellos creían que em una causa justa y estuvieron dispuestos a morir y murieron, combatiendo como buenos soldados, hombres generosos

i

como el mismo Paine, por ejemplo [compañero de cárcel que después murió en Neltume en i \

1981 en el fallado foco g d l l e r o mi&], y muchos otrac. He &ido a tmvés de informa- ciones que en la guerra de Nicamgua hubo muchos chilenos que murieron luchando con- ! im Somoza, a lo mejor fueron torturados muchos, fusiladas, muchos murieron en el teatro de operaciones, en combate. Y yo realmente a esos hombres los admiro, a esas mujeres las admiro, son verdaderas héroes.

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Entrevista con Hugo Ailío, Concepción, 12 de agosto 1999. !

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Pero después cuando uno llega a saber que hay gente que se aprovechó de eso, entonces es una desilusión terrible. Después cuando yo llego a entender que la Unión Soviética, que se decía que era el paraíso socialista, era un montón de basura, de que la dictadura del proletariado entre comillas, había matado a tanta gente, habían cometido luchas tan aberrantes como las que cometieron los nazis o como los organismos represivos aquíen Chile, o en Argentina o en Bolivia, dan ganas de agarrar una maceta de fierro y pegarse cien macetazos en la cabeza, ¿cómo pude estar metío en esta basura yo?, por así decir10.~"

Esta profunda pena y sentimiento de abandono, de haber sido aprovechado y desechado, no se limitó a personas como Hugo que se fueron de la comunidad. Cuando don Henberto regresó de su tercer arresto, encontró que la pobreza y un sentimiento de aislamiento y des- esperación habían impregnado la región costera. La gente le tenía miedo a la política, sentía rabia por haberse dejado engañar al pensar que las cosas realmente podrían haberse mejora- do permanentemente.Tomaría tiempo, y mucho trabajo, hasta que la gente estuviera dispuesta a confiar nuevamente en sus vecinos, y por tanto cooperar otra vez con una organización. Aun así, algunas heridas calaban tan hondo que sería imposible sanarlas completamente.

"Donde las papas quemanyy: ~ e ~ r e s i ó n y miedo en la costa, 1973-1978

Comenzó con el simple t e m r del allanamiento, seguido en pocos días por el golpe. La familia de don Heriberto, por ejemplo, sufrió fuertemente sus etapas de esconderse, de arresto, de simplemente no saber dónde estaba. "Cuando lo pillaban día y nochen, recordó su hermana doña Eduardina,

ahífue lo terrible, pasaron cosas tan terribles, yo con mi mamá lo único que hacúlmos era omr, no teníamos otras armas, qué podíamos hacer contra esa gente que estaban armadas. Hay un Dios, nosotros sabíamos que había un Dios, la pasábamos todo el día orando, orando, clamando al señor. Señor, que no le pase nada, si lo toman a mi hermano por favor consérvale su vida, que no lo maten. Porque ya sabíamos que estaban matan- do, mataban a la gente.2n

Doña Marta Antinao también recordó el dolor, el sufrimiento de esos días:

Sufrí harto también porque quedé sola, no tenía a nadie más que a mi mamá ... yo estaba esperando también cuando lo pescaron a él, lo andaban persiguiendo, me resguar- daban día y noche la casa, gracias a Dios que nunca me pasó algo, yo tenía temor de que

ni Entrevista con Hugo Ailio, Concepción, 12 de agosto 1999. Entrevista con doüa Eduardina Aüío, Comunidad de Aüío- Tranapuente, 18 de enero 1997.

me hubieran echado, andaba harto abultada ya, que me faltaba poco también. Tenía temor de que perdiera mi guagua y todo, pero nunca me hicieron nada si no que me preguntaban no más por mi esposo y me decúm que tenía que aparecer él porque lo buscaban, vivo o muerto tenían que encontrarlo. Y me cuidaban la casa los milicos día y noche, no me dejaban salir para ningún lado ... -¿Y usted sabía dónde andaba don Heri en esos días, le había mandado decir donde estaba? -S( yo sabía más o menos pero nunca les dije a ellos nada. Que estaba por ahí en tal parte, nunca les dije. Harto me atacaban pero nunca les dije la verdad. Después é l ya pasó una noche y ahí me dijo me voy a ir a entregar mejor, puede ser más peligraso fugado, por ahíme van a matar, así es que ahíse fue a entregar también.

Al igual que su cuñada Elisa, doña Marta asocia la pérdida durante el embarazo con la pena y el miedo que pasó en esos tiempos:

... esa niñita se me murió, una pareja también, nació enferma y se me murió, estuvo pocas días.. . -¿Y usted piensa que quizás por lo mismo que pasaron en esa época habrá sido? -S( yo creo que sí?"

Este sentido de haber perdido algo importante s e hizo peor porque, poco después del allanamiento, el temor hizo que la gente se volviera uno contra o m , tratando de encontrar a alguien a quien echarle la culpa por el horror que estaban sufriendo. Don Heriberto recordó la desilusión que sintió en esos momentos: -

Bueno y asífue como, a veces no entendemos, no alcanzamas a ver lo que es la pobreza y lo que es ser digno también de tener un pedazo de pan. Entonces se timron contra noso- tros, la misma gente nuestra, bueno también tmtaron algunos de buscarme a mí pa' entregarme pero yo no me di a luz pa' que me entregaran ellos, porque no era bueno. Al final cuando ya supe que a mi familia los estaban reprimiendo mucho me vi en la obli- gación de entreg~rme.2~~

Como persona profundamente religiosa que antes había pensando la lucha por la tierra como un éxodo de la opresión parecido al éxodo bíblico de los judíos de Egipto, don Heri- berto también se acordaba de la represión y la falta de confianza que siguieron al golpe con imágenes religiosas de culpabilidad. Una de éstas era la del cordero que se ofreció como sacrificio. Antes de entregarse, visitó por última vez al asentamiento Amoldo Ríos:

" Entrevista con doüa Marta Antinao, Comunidad de Nicolás Aüío, 18 de enero de 1997. Entrevista con don Henberto Aüío, Comunidad de Aüío- Tranapuente, 18 de enero 1997.

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. ,

Pasé una mañana ternpmno y les dije que tuviemn coraje y que fueran valientes. Que. decidieran, que trabajgmn bien, que trabajaran trañquilos ahí, que eso era de ellos, por eso habíamos luchado nosotíos pa' que m*-iéramos, para que vivieran tranquilos y trabajaran. Y bueno, si algo pasa, si voy a caer preso se me va a culpar a mí nomás, yo soy el culpable de todas las cosas. í...) Asíes que cuando los militares llegaron a preguntar qué hacía yo, me echaron la culpa a mí de todas las cosas que estaban haciendo."75

Es difícil exagerar lo profundo de los sentimientos de abandono, desamparo, traición que llegaron a sentir los campesinos que de alguna forma estuvieron comprometidos con el modelo de la Reforma Agraria y el gobierno de la Unidad Popular. Culpando a los organiza- dores en Arnoldo Ríos por la represión, los demás asentados trataron de quitarle sus derechos en el asentamiento. Además había un sentimiento generalizado de que la gente no estuvo preparada para enfrentar lo que realmente iba a significar la represión. "Lo comprometie- ron a cosas de mucho peson,recordó don Luis Ernesto Quijón, refiriéndose a uno de los dos adolescentes que fueron arrestados durante e1 allanamiento,

de mucha responsabilidad, sin ver que ese joven, verlesi verdademmente iba a tener esa madurez para poder mantener lo que él había visto. Lo presionan, lo asustan, lo ame- drentan, lo ve al otro con uniforme y un ama, y chita que es distinto a lo que nosotros estábamos haciendo

Refiriéndose específicamente a Hugo, don Henberto agregó que "se metió también al movimiento y quiso participar, quiso apoyar, ayudar". Pero como era joven,

como un niño joven fue muy débil, e? entregó al resto de las personas. Era gente buena, em muy bueno el niño, por eso lo tomaron [pam el movimientd, pero no lo miraron si podía ser un joven muy débil, cualquier apretón podía él detectar todo lo que sabía; así fue, afectó a todos, ese nos mandó al agua a todos n~sotros?~

También del otro lado, entre la gente menos comprometida, hubo un sentimiento de traición, de desamparo. Había familiares en la cárcel; pasaban los helicópteros por encima de las casas y los campos; entraban los militares a las casas; por algo sena. La culpa tenía que ser de alguien. También había miedo. Pocos tuvieron el sentido de humor de Enrique Antinao, quien después de haber sido arrestado, "se reía y decía que se sentía contento de haber andado en heli~óptero".~'~ Sea como fuera, siguieron las denuncias y los problemas durante varios años después del golpe. Don Robustiano Ailío, por ejemplo, me contó "que

" Ibid. Entrevista con Luis Ernesto Quijón, Comunidad de Ailíehnapuente, 4 de enem de 1997.

n7 Entrevista con don Heriberto Aiiío,Temuco, 18 de a b d de 1997. Correo electrónico de doña Eduardina Aiiío, Temuco, 20 de Diciembre de 2001.

si entraban animales, en el otro sembrado del vecino, entonces el vecina iba y lo acusaba de político, de comunista o mirista, y venían los carabineros y le daban a uno". Don Robustia- no se tuvo que hacer cargo de sus sobrinos cuando su hermano estuvo en la cárcel, pero al mismo tiempo sufría de la salud desde que fue hospitalizado en 1969 por una infección generalizada cuando se le reventó una úlcera. Como la persona más visible de la familia de don Heriberto que estaba viviendo en la comunidad, se convirtió en blanco de las vengan- zas en los años posteriores al golpe. Su frágil salud solamente lo hacía más vulnerable. "A mí me vinieron a buscar un dían, me contó,

un día quese murió un chancho. Entoncesfui y losepulté, el chancho lo enterré yo.Justo a una vecina, le entraron animales én su huerto que tenía y nombró de testigo a mí. Y va la otm, la dueña de los animales, y como supo que me habían nombmdo de testigo, va y dice que yo estaba enterrando amas. Yo me acuerdo bien, tengo un arbolito-ahi un manzano, lo planté. Lo había plantado ese año y lo estaba arreglando en el mes de agosto, o en el mes de junio, lo podé yo bien palado y andaba wn una tos, que a míme friega harto la tos... y vinieron a buscame. Llego allá a Nehuentúe, me desnudaron, me dejaron en puro slip y me dieron una paliza \ buena [...] 1 Ahí ya, me castigaron harto los carabineros y yo pensé que aquí me llegó, el recibo 1 que teníamos, me iban a dar por muerto. Y me echaban al agua, me pateaban, me L

pisaban..?79

Doña Eduardina estaba convencida de que las acusaciones se hacían por sentimientos 1

de venganza: ¡ i

Ellas pensaban que por causa de Heriberto y de Robustiano estaban presossus maridos. i

Una señora que ya no era digna de mira6 ella fue [a Carabineros] y dijo que el Robustiano ! tenía una máquina de ... que era mirista ... i

i Siempre echándole la culpa, que por causa de ellos estaba pmo su marido y por eso carga- ron con Robustiano, me preguntaban de la máquina. La máquina de escribir, me dijo [el

j carabinerd, tienen una máquina de escribit: Vaya a ver si hay una máquina de escribir, vaya al tiro si quiere, le dije, y ahí mismo va a encontrar una máquina vieja de wser que

i 1

tengo, nada más. Así es que nosotros ya nunca le hablamos a esa, siemípre enfrentándonos \ cara a cara nomás, por qué uno iba a tener rnied~?~ I

En un clima como éste, la sensación de desamparo llegó muy hondo. Si entre la gente menos comprometida con la política anterior se culpaba a los activistas, entre los activistas también se llegó a culpar a los partidos y a los militantes. "Muchos actuaron con la garra

I I I

279 Entrevista con don Robustiano Ailío, Comunidad de Aiiío-Tranapuente, 11 de enero de 1997. 1 Entrevista con doña Eduardina Aiiío, Comunidad de AiiíeTranapuente, 18 de enero de 1997. ¡

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del gato", recuerda don Luis Ernesto Quijón, "la tiran y la esconden. Ellos nunca estuvie- ron en todas, como se dice". En un momento parecía referirse específicamente al MIR, ,

pero después incluyó también a los otros partidos de izquierda, aunque haciendo diferen- cias entre algunos militantes consecuentes y los demás: -

Ellos no enfrentaron las consecuencias, que ellos cuando sucedió ésto, buh, partieron pallá, pa'cá, pa'cá, como ellos tenían todos los contactos, cierto, y habían medws y ellos sabían. Y bueno, y ¿quién pagar los platos rotos ahora, señorita? -Los que están en terreno.

-Nosotros los pobres campesinos, con hambre, con frío, con desnudez, desnutridos, mu- chas cosas más, pero más encima golpeados como estamos. Entonces yo ahí estoy de acuerdo con Enrique wez], Enrique estuvo ahídonde las papas queman, con hambre, con frío, apaleado y golpeado, pero ahí está Enrique, sirviendo todavía, ahí sí, en eso estoy de la mano.281

En el campo, no solamente los presos y torturados, sino que también las familias de los presos y torturados, cambiaron para siempre. Aunque habían pasado veinte años cuando mis preguntas empezaron a escarbar entre recuerdos y relatos pocos conocidos, rápida- mente se hizo claro que las heridas estaban casi tan frescas como si hubiera sido ayer. La gente seguía bregando, sin embargo, tratando de alguna manera de sanar las llagas, las profundas heridas, causadas por estas experiencias vividas. Había que sobreponerse, se- guir adelante, tratar de encontrar, aunque frágil y parcialmente, una explicación para estos acontecimientos inexplicables. Uno de los temas que surgieron repetidamente es que, a pesar de las traiciones y de los desencuentros, los resentimientos y enconos que se dieron en los ex-asentamientos, comunidades y familias, la gente recuerda también las expresio- nes de so1idaridad;a veces inesperadas, a veces hasta de desconocidos. Don LuisEmesto Quijón, por ejemplo, está seguro de que sobrevivió porque su madre se la pasaba viajando a Temuco de Puerto Saavedra, una vez a la semana, una vez cada quince días, a exigir entrevista con el Intendente Militar. Una vez que se le acabó la plata su madre pudo seguir viajando porque los conductores de la micro la dejaban subir gratis:

despds ya estuvo que estar viajando como indigente, ir a la micro y decirle "señor, por favor lléveme hasta Temuco porque no tengo dinero". Porque ya nadie tmbajaba y no ,

había de adóndesacaz. ¿Pero por qué? "Tengo un hijo preso", si m es lo que tenía que decic

"' Entrevista con don Luis Ernesto Quijón, Comunidad de Ailío-Tranapuente, 4 de enero de 1997.M discutir al doctor ArturoHillerns en nuestra orimera entrevista don Luis Ernesto había insistido aue el Dr. iiülerns se había asilado en una embajada, al igual que lo habíán hecho, en su opinón, la mayoría-de los militantes políticos que no emn de las comunidades rurales. Cuando regresé a visitarlo nuevamente, le llevé una fotocopia de la página del InformeRettig donde aparecen los datos sobre la desaparición del Dr. Hillerns, algo que creo que le permitió cenar ese capítulo de su vida en forma diferente.

'Yo lo que quiero es, bueno, entréguenmelo, vivo o muerto. Si es muerto, bueno pero que me lo entreguen. Si es vivo, bueno cuánta felicidad sería la mía ya".

Entonces pienso que los conductores en aquel tiempo, los conductores de las máquinas de los recorridos de Puerto Saavedra, a lo mejor no sería mi madre solamente que recibió ese beneficio. A lo mejor muchos. De ahímiro y digo, bueno, ellos también las mirarían y dirían, yo soy un obrero más, y bueno, si estas mujeres comen, pienso que es por un obrero.282 . .

Uno de los recursos que la gente usó más frecuentemente para sobreponerse al dolor y al daño sufrido con la represión, fue la religión, la creencia en Dios. Hasta las personas que estuvieron en desacuerdo con la Unidad Popular, como doña Felicia Concha de Ailío, espo- sa de don Antonio y madre de Hugo Aiiío Concha, usó su religión cuando llegaron los soldados a Ailío. Ella recuerda que los helicópteros andaban por encima, que a su esposo ya lo ha- bían llevado a Temuco a hacer una declaración, y que sus hijos andaban por otro lado.

Yo estaba solita, estaba trabajando la huerta cuando de repente vw un grupo que viene de arriba y ahí llegaron adonde mí, me hicieron preguntas. 'Y señora", me dijeron, "¿tiene miedo Ud.?" "No, yo no tengo miedo, yo nada veo en ninguna cosa y no tengo por qué tener miedo".

Entonces despuéi me dijeron, "señora, qué panido es Ud.?'Andaba un sargento grande, gordo, y los demás grandes tambien. "Mire", le dije yo, voy para adentro a mi dormitorio y tomo mi Biblia. "Este es el partido mío", yo le dije, "no ando metida en ninguna cosa. Además", le dije, "estas cosas no me gustan, seré muy sencilla, yo, seré pobre, pero a mí me gusta tener mi conciencia limpia"?"

Pero la espiritualidad, la religión, la creencia en Dios sirvieron más profundamente de consuelo y de apoyo a los presos y sus familias. Doña Marta Antinao, por ejemplo, me contó que a su madre la habían tomado presa de Rucalán unos días, en la época en que tuvieron que entregar el fundo. La tuvieron en Imperial.

Ella nuncu les calló a los gendarmes, a los que estaban dentro, nunca dice ella que se humilló ahí. Y les hablaba con toda fe de Dios, dice que les hablaba hartas cosas de Dws y les explicaba. Y ahí que le decían, "no, mamita, si usted luego va salir de aquí, no se le dé nada", le decían a ella.

Doña Marta también está convencida de que Dios le ayudó a sobrevivir a don Heriber- to. "Con tanto castigo que le dieron", comentó, "pienso a veces, está vivo por la misericordia

- - "' Entrevista con don Luis Ernesto Quijón, Comunidad de Ailío- Tranapuente, 30 de noviembre 1996. Don Heriberto Ailío también enfatizó el tema de la solidaridad de los extraños s u compañero de celda y otro conductor de micro- al relatar la historia de su tercer arresto, reproducida más arriba. Entrevista con Doña Felicia Concha de Ailío, Comunidad de Ailío-Tranapuente, 10 de enero de 1997.

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de Dios, digo yo que él está vivo, porque Dios siempre fue con él". Se refirió a la experien- cia también recordada por doña Eduardina y don Heriberto, de cuando llegaron los militares a Rucalán y el caballero Mapuche le dijo a don Heriberto que fuera a buscarse a sí mismo, dándole la oportunidad de escapar. "Y yo digo que a lo mejor si lo hubieran sacado de ahí, a lo mejor lo habrían matado".284 Sucuñada doña Eduardina, que tiende hacia las explica- ciones más profundas de las cosas, vio en sus creencias religiosas una fuerza que le fue entregada para que ella pudiera resistir y ayudar a sus hermanos.

,- Par eso digo que Dios llega a uno antes de tiempo y fuem de tiempo también. Porque , quizás Dios sabía lo que iba a pasar y él me preparó, una fonna de defenderme, por . medio de Dios defenderme, defender la vida de mis hermanos, porque a jesús también lo , L tomaron preso. [A mi hennano Robustiano lo llevaron a] que sirviera de testigo y ahí

tenía que ir a firmar y ahílo pescaron. Qué no hirieron con él, y hasta preso logolpearon.

,' Y ahícon mi mamá, yo no tenía otra defensa,solamente bíblicamente me defendía, me L defend h...

Yo le dije, mire setior, ahom usted se cm un señor muy podmso, pero acuérdese que hay ,- tiempo para todo, hay tiempo de morir, tiempo de vivir, tiempo de guerra, tiempo de paz, , / "

an'dice la Biblia, le dije yo. Y algún día, la Biblia dice que todo pasará, el cielo y la tierra L v pasarán, pero la palabra de Dios no pasará. Esta cosa va a pasar, si pasa el cielo y la tierra, 2 ¿cómo no va a pasar el gobierno de Pinochet? Va a pasapasar. .d

/ Me quedó mimndo. "Seiiom, si su hermano va a salir", me dijo. 'Yo quiero que me lo suelte \

/' - al tiro", le dije. "Usted es una posona mala en vez de ser un hombre bueno. No debiem hacer L esas rrwas am otros seres humanos? Me lo sol&ron, me lo entregaron.2" ,' \ A estos sentimientos de sufrimiento y abuso personal que vivió la gente de la costa hay

< que agregar que, entre finales de 1973 y mediados de 1974, se dio vuelta la reforma agraria. I-

En contraste con el fundo Esperanza Norte, que según Luciano Landarretche Maffei fue , devuelto a su familia al mes, aproximadamente, del cambio de gobiern0,2~ Rucalán perma- I

\ neció en manos de los campesinos hasta casi el final del programa militar de contrarreforma

( agraria. Esto a pesar de que, según el reglamento establecido por los Comités Ejecutivos Agrarios, comités provinciales creados por la dictadura para resolver la situación agraria,

í la completa restitución terrateniente era la única alternativa en casos de tomas ilegales.

( Hoy en día la familia Landarretche le encuentra una explicación política a esta aparente

,' anomalía, culpando a Héctor Jensen, compañero de curso de Juan Bautista Landarretche

i m EntreviSta con doña Marta Antinao, Comunidad de Aiiío-Tranapuente, 18 de enero de 1997. ras Entrevísta con doña Eduardina Ailío, Comunidad de Aiiío- Tranapuente, 18 de enero de 1997.

( La memoria de Luciano Landarretche se confirma en la documentación encontrada en el SAG, Archivo Ex- CORA, Exp. N"152- Hijuela Norte del Fundo Esperanza, p. 23: "Resolución del Consejo Ejecutivo Agra-

( n o de Cautínn,Temuw, 20 noviembre 1973, en que se acuerda restituir provisoriamente la posesión del

c fundo a los hermanos Landarretche.

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( 158

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pero también demócrata cristiano y funcionario de la CORA aun antes del golpe. Como lo explicó Luciano, aparecieron dos problemas de fondo. Primero, la CORA y el Banco del

I Estado habían invertido mucho dinero en el asentamiento que se formó en Rucalán y Buta- lón, creando una enorme deuda.Y segundo, los resentimientos sóbre los eventos suscitados por la toma y retoma seguían a flor de piel.

Estos dos problemas intensificaron las diferencias de opinión que tuvo Landarretche . , con el equipo de transición que manejó la CORA durante los meses iniciales de la contra- rreforma. Este equipo, denominado "alessandristan por Patricio Silva, se encargó de la Oficina de Planificación Agrícola entre septiembre de 1973 y abril de 1974. Habría estado elaborando una alternativa más conservadora, basada en la pequeña propiedad parcelaria, aun durante el gobierno de la Unidad Popular; habrían ayudado a formular el programa de gobierno de Jorge Alessandri para las elecciones de 1970.287 Al combinar un gran respeto por la eficiencia económica con una cierta preocupación por el problema social en el cam-

í i

po, sin embargo, se enfrentaron fuertemente al apasionado sentimiento de injusticia que 1 todavía manejaba Juan Bautista Landarretche. Este enfrentamiento se refleja claramente en el informe técnico sobre el caso de Rucalán efectuado por agrónomos de la CORA en

1 diciembre de 1973.

Al informar sobre la situación del predio en el momento de la expropiación, los agróno- 1 mos adoptaron un tono cauteloso frente a la información presentada por Landarretche. "En I

la explotación principal del predio que era el rubro ganadería", escribieron los funcionarios, i

según el Sr. Landarretche mantenía la siguiente dotación de animales: 250 vacas, 70 vaquillas, 200 temeroslas, 14 torosfinos y 60 novillos. Pero estimamos que esta dotación m era permanente en estos predios por la regular calidad de las praderas y la combina- ría con otropredio cercano que pos& en Puerto Saavedra dondeestaría la lechería. La engorda no la podía tenninar en estos predios por la calidad de la pradera y estar profun- da el agua de bebida en estos suelos quebradoda

Al mismo tiempo, criticaron el sistema de explotación establecido bajo el régimen an- 1 tenor de reforma agraria, puesto que "actualmente el costo es muy alto por exceso de t

1

trabajadores". Y continuaron: l

! Son 36 los trabajadores que con sus jornales, imposiciones y regalías producen un costo 1 de explotación muy alto en un predio cuyo tubro principal debe ser la ganadería. Si consideramos quese necesita 1 trabajador porcada 4 a 8 HRB (hectáreas de riego básico) S

Patricio Silva, Estado, neoliberalismo y políticu agmria en Qile, 1973-1981 (Amsterdam: CEDLA, 1987), pp. 15557. Servicio Agrícola y Ganadero,Archivo Ex-CORA, Expediente N972- Fundo Rucalán y Butalón- Rucadiuca, Comuna de Carahue, Juan B.Landarretdie Mendoza,"Informe Técnico", 12 de diciembre de 1973, pp. 24- 27, ata directa en la p. 24.

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y que esta explotación es exte&va, estimamos que la mano de obra debe ser de 10 a 15 trabajadores como máximo para producir ese balance.-289

Pero lo que realmente enfureció a Landarretche fue la conclusión de los agrónomos sobre "el problema social" y las inversiones en el asentamiento:

Existiría al Sr. Landmtche el problema social por el exceso de trabajadores que hay en los predios que debiem en principio contratar para no producir problemas sociales y de cesantiá, salvo que les encontrara otra fuente de trabajo a la mayo& de ellos y que según el Sr. Landmtche corresponden a los tomadores de los predios por presión de elementos extremistas.- Ademásse suscita^ el problema de resolver sobre la infraestructura por las 23 nuevas casas construidas por la CORA.290

Para Juan Bautista Landarretche, ninguna de las alternativas ofrecidas por la CORA eran aceptables. No quería la restitución de sus predios si tenía que enfrentarse al llamado "problema social", fuera en relación a los asentados o a las casas CORA. Nunca había reconocido, con su firma, el proceso de expropiación; al regresar al fundo lo quena comple- tamente desocupado, no solamente de gente, sino que también de casas y de toda la demás evidencia de ocupación. Estas exigencias hicieron mucho más difícil el proceso de devolu- ción. Comentó Luciano,

y además crearon una tremenda población de casas dentro del fundo, que fue una de las cosas que originaron estas tremendas deudas. Entonces la posición en ese momento de CORA era que el papá, si quena hacerse cargo del campo tenía que asumir primero la deuda que tenia con CORA el fundo y con el Banco del Estado y además tenía que hacerse cargo de todas las casas y de todas las personas que ocupaban el campo. O sea lo obligaban a hacer los contratos de trabajo a cada una de estas personas, lo que por supuesto el papá se negó pero rotundamente, porque si era gente que nos quitó todo, ¿cómo los iba a contratar como empleados? E incluso se lo dijo a HéctorJensen en una oportunidad, le dijo oye, ¿cómo pretendes que yo vaya a contratar a esa gente que me robaron todo, cuando en cualquier minuto yo me puedo acriminar con cualquiera de ellos? Entonces por favor piénsalo de esa manera?9'

Lo que finalmente cambió la situación, segun el recuerdo de la familia Landarretche, fue un viaje que el matrimonio hizo a Santiago y Valparaíso a comienzos de 1974. El herma- no de Landarretche, Manuel, era coronel de Carabineros y les arregló una audiencia con el

"O Ibid., p. 26. Ibid., pp. 26-27. Entrevista con la familia Landarretche Maffei: DoiiaVioleta Maffei, su hija Arlin y su hijo Luciano

Landarretche, Fundo Rucalán, 25 de mayo de 1997.

general Mendoza. Manuel Landarretche y Mendoza eran, según el recuerdo de doñaviole- ta Maffei, - , .

íntimos amigos, muy amigos, entonces habló con Mendoza él, entonces le dice "oye,Juan, está sumamente ocupado pero te da cinco minutos" y fueJuan a hablar con Mendoza. Entonces Mendoza le dijo "hágame u n resumen de todo y me lo manda".Juan dijo bue- no, nada se pierde y con mi cuñadoJorge hicieron ese escrito relatando toda la toma y la retorna y se lo enviaron. Entonces cuando eso me dice "m'hijita, ya tenemos que irnos porque ya no hay más plata, tenemos que irnos", Nos vamos, tomamos el tren a las 8 de la nodie de Santiago para acá y cuando llegamos ya estaba la orden de que nosdevolvie- ran el

Luciano recordó que la orden que vino de Santiago

fue determinante, incluso fue tan terminante así que venía involucrada dentro de la orden el hacho de que todas las casas que estaban construidasdentro del predio, deberían ser desarmadas por obras civiles de CORA y retiradas del predio y donde a donJuan se le entregaba el campo en esas condiciones y sin hacerse cargo de ninguna deuda que el fundo tuviem con respecto a tercero, en este caso con el Banco del Estado, con el Plan CORFO, o con la misma CORA. O sea al papá le dijeron aquí está el campo y en los días venideros vamos a ir retirando paulatinamente las casas y punto, esa fue la orden que llegó de Santiag0.2~~

Con la entrevista en Valparaíso con el general Mendoza, Juan Bautista Landarretche logró su victoria política en contra de los rezagos del proceso de reforma agraria. En los das primeros días después de su regreso a Carahue, recibió dos visitas de Héctor Jensen, la primera para indagar en qué y en dónde estuvo en su viaje a la capita1,y la segunda, al día siguiente ya con la información completa. Durante la segunda visita, recordó Luciano,

volvw don HéctorJensen a la casa, queda mirando al papá y le dice, "como Mahoma no va a la montaña, la montaña tiene que ir a Mahoma". Y el papá lo queda mirando y le dice, "Héctoz, y ¿por qué me dices eso?" "Porque en este minuto, Juan, vengo con u n contingente y te vengo a hacer entrega del campo".

La lección que Luciano Landarretche sacó de todo esto es que Jensen tenía una "vendeta de tipo personal" con su papá, y que esta actitud de parte de Jensen, que tuvo también en otros casos, a final de cuentas le costó su puesto. "Porque dicho de otra manera", concluyó

"' Entrevista con la familía Landarretche, Fundo Rucalán, 25 de mayo de 1997. Ibid.

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Luciano, "este caballero atomilió al revés con respecto al gobierno que estaba en ese minuto, y no solamente en el caso del papá, en varios casos másn.2%

¿Estaba a todando al revés Héctor Jensen? Desde el punto de vista de los tenate- nientes afectados es comprensible que así se viera. Pero vale la pena recordar que Jensen, como parte del primer proceso de transición después del golpe, también representaba la línea económicamente modernizante, pero basada en la regularización del régimen de pro- piedad privada, denominada "alessandrista" dentro del proyecto militar. Al mismo tiempo, sin embargo, logró sobrevivir el cambio de guardia de "alessandristas" a gremialistas que se dio, según Silva, en abril de 1974. Su capacidad de supe~vencia estaría dada por el entusiasmo de su trabajo local de reorganización y su posición general m0dernizante.2~

En documento dirigido al Intendente Militar de Cautín, coronel Hernán Ramírez Ramírez, un poco más de dos meses después del golpe, Jensen explicó su visión de la situación en el campo. La reforma agraria que promovió el gobierno anterior, anotó, no tenía motivos técnicos o económicos, sino que motivos netamente políticospuesto que el gobierno quería "conseguir la totalidad del poder, para de esta manera, implantar una sociedad totalitaria de inspiración marxista". En este contexto, "la expropiación rápida y masiva" tenía como propósito aniquilar un sistema agrario que se basaba en "el poder económico, social y político que significaba la existencia de numerosos propietarios de la tierra". Como alternativa, se vislumbraba la concentración de todo ese poder en manos del Estado, o de los partidos políticos de la Unidad Popular. Dado este propósito, el gobierno dejó de lado la ley o la usó "mañosamente. Se presionó a los propietarios, se fomentaron las tomas de predios, se cometieron toda suerte de irregularidades, dejando, en esta forma, al expropiado, en la casi completa indefensión". Todo este proceso -y aquí pareciera que Jensen estuviera haciendo un comentario autobiográfico- resultó en la marginalización de "todo personal técnico, no adicto a la Unidad Popular y que no compartía los métodos enunciados". Solamente los funcionarios activistas, interesados en controlar políticamente al campesinado, fueron favorecidos; el resultado Último del proceso fue, en las oficinas del gobierno y en las unidades agrícolas reformadas, "absoluta falta de disciplina laboral y la

Ibid. Para el trabajo entusiasta que hizo Jensen a favor del régimen militar, ver Intendencia de Cautín, Corres- pondencia Reabida, "Ofiao de Héctor Jensenvaiemela, Director Zonai de la CORA, ai intendente Mi- litar Hernán Ramírez Ramírez",Temuco, 21 noviembre 1973; "Oficio de Héctor JensenVaienzuela, Direc- tor Zona1 de Agricultura, y Mario Herrera Barrera, Jefe Zonai ODEPA Xi Zona, ai intendente Militar Hernán Ram'rezRamúez, sobre el Programa de Siembras y Necesidades de Insumosl Ternuw, 23 noviem- bre 1973; y "Ofiao de Héctor JensenVaienzuela, Director Zonai XI Zona, ai intendente Militar Hernán RamúezRamírez, adjuntando la información solicitada sobre ubicación, estado y uso de las casas patrona- les de los predios de la provincia",Temuco, 29 noviembre 1973. Evidencia de su capaadad de sobrevivir se. encuentra en que, para agosto de 1974, es Director Zonai de los Servicios del Agro: El Diario Austral, 18 agosto 1974, p. 16.

comisión de numerosas irregularidades"; imposible, por tanto, que un proceso tan politizado llevara a una buena producción en el campo.296

Cuando Jensen tomó control de la CORA, revisó a los 220 funcionarios de la zona, sepa- rando a 55 que consideró "categóricamente activistas", nombrando personal más "idóneo" en todas las jefaturas. Se empezaron sumarios administrativos o judiciales en contra de todo el personal que se consideró participe en "situaciones anómalasn.Todavía en noviem- bre de 1973, sin embargo, Jensen consideraba que

en la finiquitación de las expropiaciones es donde, creemos, existe un grave problema que solucionar, derivado quizás de la falta de claridad en la política a seguir. %mas que en la provincia con la mación del CEA, se ha dado un paso importante en la mate- ria, pero su éxito radicará en la aplicación de un irrestricto m'terio té~niw,2~~

Y este "criterio técnico" q u e también podría llamarse "criterio de mercadon- es el que Jensen siguió insistiendo en aplicar. Por eso es que se epcontró en problemas con Landarretche, y también por eso resultó ser el funcionario ideal para una contrarreforqa militar orientada hacia la creación de una economía agraria militantemente mercantil, a la larga orientada hacia la exportación.

E1 20 de enero de 1974, El Diario Austral publicó una entrevista con Jensen que nos ayuda a ver más de cerca su posición sobre la reforma agraria bajo el régimen militar. Con el titulo de "Nada detendrá proceso de la Reforma Agraria", esta entrevista es un resumen de la lógica y el proceso seguidos en el campo desde el 11 de septiembre del año anterior. Según Jensen, antes del golpe se habían dado en Cautín 409 expropiaciones, con las cuales se habían creado 179 asentamientos y 21 cooperativas. Desde el golpe, se habían recibido 270 solicitudes de reconsideración de parte de los agricultores expropiados. Jensen explicó el procedimiento que seguía el Comité Ejecutivo Agrario (CEA) al reconsiderar un caso de expropiación, pasando por las siguientes etapas:

la solicitud del agricultor expropiado, los antecedentes técnicos y jurídicos de la expro- piación, el informe técniw de ten-eno efectuado por agrónomos y técnicos de CORA, el informe de tasaciones hecho por técnicos de CORA, y el estudio de consejo zona1 de CORA que integran el jefe del Depto. de producción, los jefes de áreas y el jefe del departamento técniCo.298

intendencia de Cautin, Correspondencia Recibida, 1973: "Consideraaones Generales: parte de un resu- men general que manda Héctor JensenVaienzuela al intendente Militar de Cautín Coronel Hernán R m ' m Rarnírez",Temuco, 21 noviembre 1973.

~ 9 ' Héctor Jensen, "Medidas Adoptadasn, en intendencia de Cautín, Correspondencia Recibida, 1973: "Con- sideraaones Generalesn. El Diario Austral, "Nada detendrá el proceso de la Reforma Agraria", 201111974, p. 12.

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Después de preparar cuidadosamente el expediente, éste se presentaba a una de las reuniones semanales del CEA, y el- ex-dueño era citado si fuese necesario. Una vez visto el caso en el CEA, la Oficina Zonal de CORA citaba al agricultor para discutir cualquier problema jurídico y firmar los acuerdos necesarios con CORA y10 los campesinos asenta- dos. Cualquier acuerdo era, hasta este momento, provisional, remarcó Jensen. El expediente todavía tenía que ir a Santiago. El Último eslabón de este largo proceso, continuó Jensen, era la entrega. Aquí dividió los casos entre los que no tenían problemas y los que sí. Los únicos casos en los cuales la entrega era enteramente sin problemas eran los casos en que el predio expropiado no había sido tomado en posesión por CORA, o cuando no se había formado un asentamiento en dicho predio. Si existía un asentamiento, si CORA había he- cho inversiones en el predio, si había siembras o trabajos de los asentados, el proceso de entrega se complicaba.299

Comparando el pfoceso de Rucalán a este modelo general, podemos ver inmediatamen- te que fue un caso con problemas. Había bastante inversión de CORA, y una población grande de asentados, se había sembrado bastante y todo eso estaba en proceso de cultivar- se en enero de 1974.Además, como recuerda su familia, Landarretche simplemente se negó a reconocer el proceso: ni la expropiación original, ni la deuda con CORA, ni la presencia de los campesinos. Por tanto la solución en Rucalán vino por la fuerza, con una visita a un miembro de la Junta.

Aun después de que se llegara a un acuerdo, Landarretche se mantuvo resistente a toda cooperación. El 22 de julio de 1974, en pleno proceso de devolución del predio, Jensen escribió un memorándum interno al Director Nacional de Tenencia de la Tierra. "Mediante conversa- ciones establecidas en Actas de Entrega y entre el suscrito y propietarion, explicó, "se convino en que el propietario solo costearía el traslado de 10 casas siendo el resto de cargo de la Corpo- ración, cancelando los barbechos,los cuales ya están documentadosn. A pesar de todo, prosiguió Jensen, en el momento de estimar el costo del traslado de las diez casas, Landarretche se declaró "incapaz de solventar tales gastos, tanto por su elevado costo, como por su corto plazo para cancelarlon. Jensen concluyó pidiéndole a su superior que encontrara la forma de solucie nar el confl i~to.~ Para Jensen el caso de Rucalán fue, por tanto, muy frustrante. Posiblemente se refería en parte a este caso cuando comentó: "Tenemos casos solucionados en plena armo- nía; en cambio también tenemos problemas de incomprensión, intransigencias que no son posibles de solucionar de inmediato.Todos (agricultores y campesinos) deben pensar que estos problemas no los creamos nosotros; los recibimos

Ibid. m SeMcio Agricola y Ganadero, Archivo Ex-CORA, Expediente No 972- Fundo Rucalán y Butalón- Rucadiuca,

Comuna de Camhue, Juan B. iandarretche Mendoza,~morándumintemo de Héctor JensenValenmela, Director Zonal, al Director Nacional de Tenencia de la Tierra, comunicando ántecedentes fundo Ruca Diucan,Temuco, 22 de julio de 1974, p. 16. El Diario Austral, "Nada detendrá el proceso de la Reforma Agraria", 2011n974, p. 12.

Desde su punto de vista, Jensen seguramente se consolaba al pensar que estaba devol- viendo al campo lo que él consideraba el "derecho y la técnica". Por primera vez, dijo, se . iba a saber cuánto se estaba produciendo en los asentamientos. Pudo decir con orgullo que se habían resuelto ya 101 casos, de los cuales 56 habían sido restituidos (27 por tomas) en su totalidad, 27 habían visto restitución de reservas, y 18 se habían considerado expropia- ciones legítimas y por tanto no hubo lugar a las En estos primeros casos, primó claramente la restitución total o parcial, con el 55% y e1 27% de los casos, respectiva- mente. Solo en el 18% de los casos vistos en este primer grupo se dejó como estaba la reforma anterior. Los porcentajes cambiarían en los siguientes meses; para agosto de 1974, Jensen podna informar que del total de 409 predios expropiados, 109 habrían sido restui- dos, un 27% en total. Para Jensen, técnico agrícola interesado en promulgar una política agraria racional, sana y orientada hacia el mercado, tal proceso y resultado no dejó de ser satisfactori~?~

Al igual que el régimen militar, Jensen no estaba interesado en dar marcha atrás a la Reforma Agraria en su conjunto, sino que en demostrar, a través de una práctica racional y responsable, la bancarrota del régimen anterior. A nivel discursivo, encontramos un buen ejemplo de esto en la gira que dio el 1 de febrero de 1974 por la región de la costa, entre- gando a los tres hermanos Lüer -Pablo, Enrique y Fernando- los tres predios que les fueron restituidos. En el fundo San Pablo, propiedad de Pablo Lüer, además de acompañar a Lüer en una vuelta por elpredio que había sido tomado el 14 de mayo de 1972, Jensen habló con los campesinos:

Les dijo: Vds. saben el custigo que tienen quienes toman, roban o usurpan. Perfecta- mente podíamos haber venido acompañados de un pelotón policial o de militares para echarlos a la calle. Sin embargo, hemos preferido el diálogo y el arreglo a la buena, conscientes de que ustedes como nosotros desean un mismo fin, cual es el progreso y la recuperación del pak''.

302 Ibid. Es interesante notar que, a pesar de las quejas de Landarretche y otros, estos porcentajes tempranos de restitución son altísimos si los comparamos con los porcentajes finales a nivel nacional, donde se dará restitución en solamente 28% de los casos, figura que incluye 16% de restituciones totales y 12% de restituciones parciales. El porcentaje de casos en que la reforma se mantiene es, por consiguiente, muy bajo en este primer gmpo en comparación con las cifras nacionales, en que el 52% de la tierra se queda en el sector reformado, aunque bajo título individual y previa solicitud de los asentados, en cuyo proceso se niegan las solicitudes de los campesinos políticamente activos.ver Patricio Silva, "The Militaq Regime and the Restructuring of iand Tenure", Latin Ametican Pospdves, 18; 1 (invierno 1991), pp. 15-32.En Cautín al terminar el proceso de "regularización" dela dictadura,los porcentajes se asemejan mucho mas a los porcentajes nacionales, con 27% de los predios restituidos y el 73% restante todavía en manos de. CORA, para parcelar o mantener como reservas estatales.ver El Diario Aumal, "Tenencia de la tiena en Cautín", 18 agosto 1974, p. 16.

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Agregó luego: "La f a m que se pegó el pak ya terminó; Wedes fueron vilmente engaña- dos pem no por eso van a pagar ahora las consecuencias. No. líenen que comprender que . el daño hecho debe ser reparado y para lograr tal propósito es bueno que inicien una nueva senda patrones e inquilinos. Los que son del fundo y el patrón quiere seguir con ellos, en buena hora. Los que son de fuem tendrán que arreglarse de tal forma que regre- sen a sus sitios anteriores de trabajo. Los que no tienen nada, pues, deberán busca- nuevasfuentes de actividad; total, una vez liquidadas las cosechas y cancelados los com- promisos podrán disponer de algunosfondos con que iniciar o reanudar otra etapa desus vidas?"

Es aquí donde mejor podemos comprender por qué una perspectiva "razonablen y "ba- lanceada" acerca de la contrarreforma agraria -aun por encima de las protestas terratenientes- fue la forma más efectiva de profundizar la desorganización y la desespera- ción en el campo. Al culpar a los propios campesinos de lo que les estaba pasando, al comparar a los asentados que llegaron a serlo mediante tomas de terrenos con ladrones y criminales, el gobiemo militar avanzó muchísimo hacia su meta de "estabilidadn en el sector agrario. Como se hizo claro en el caso de Amoldo Ríos, finalmente devuelto a Landarretche entre abril y julio de 1974, después de la cosecha y de sacar toda evidencia del asentamiento, la política militar funcionó a múltiples niveles para deslegitimizar el proceso anterior.

Al crear problemas para el antiguo dueño, los funcionarios agrarios del gobiemo miii- tar daban la impresión de ser "objetivosn en vez de apoyar descaradamente a los terratenientes. Al enfatizar un discurso de eficiencia económica, evidencia del cual encon- tramos en las declaraciones públicas de Jensen y el informe técnico de la CORA de diciembre de 1973> se deslegitimizaba no solo el elemento de justicia social de la reforma agraria de la W, sino que también la visión campesina de economía moral en que la tierra tenía valor más allá del mercado, como fuente de apoyo al pobre y a la famiiia.Tal combinación de supuesta "objetividadn con una estrategia que invalidaba la lucha social y transformaba en criminales a los que participaron, también facilitó Ia división y la venganza entre los ex- asentados de Amoldo Ríos. Al momento de salir "toda la gente se repartían cosas", recordó doña Eduardina,

se repartían todas las cosas que había y a la Marta no le dieron ni siquiera un... nada, nada, ninguna cosa. Se repartieron animales, se repartieron herramientas, de todo, ara- do, carretas, de todo se repartieron y a la Marta no le dieron ninguna cosa, nada, nada. La Marta se vi& con las cosas que ella tenía, que ellos habían tenido, nada más;B siquiera lo sembrado, nada.

El DinM A m a & 1 de febrero 1974, p. 8: "Junta Militar Cumple: La tierra vuelve a poder de sus dueños". . Servicio Agrícola y Ganadero, Archivo ExCORA, Expediente N" 972. Fundo Rucalán y Butalón. Rucadiuca, Comuna de Camhue, Juan B. Landarretche Mendoza, "MormeTécnico: 12 de diciembre de 1973, pp. 24-27.

Eso hizo la gente, nadie dijo no hagamos esto.con Heriberto, él ha sido siempre un cabecilla, élsiempre ha andado con nosotros, no sabemos qué le va a pasar ahora, démos- le algo a su mujer, nada. Nosotros enfrentamos esto, nosotros con Robustiano, mi mamá,

- 1 nosotros enfrentamos eso. Los niños cuando crecieron, no había alimento cuando estaba preso, el que asumía las responsabilidadesetu mi hermano, él trabajaba, él alimentaba a todos los niños. Por suerte que mi mamá sabe hacer medios, y ella ahí con la platita que juntaba de los medios que hacía, ahí nos daba plata pam que fuéramos a ver a I

Heriberto, si no, no tendríamos forma de ir a verlo.3ffi i Un asentado cuya historia terminó dramáticamente era Francisco Llancao. En el mo-

mento de la toma de Rucalán tenía 46 años y había trabajado como inquilino en el fundo durante trece de ellos. Hay indicios de que los Landarretche le habrían favorecido en algo. En la tasación de la propiedad que se hizo en el momento de la expropiación, la casa donde vivía en el fundo se estimó en diez veces el valor de la casa del otro inquilino residente, y 1 de tamaño era más cercana a la casa patronal. Según recuerda su hija doña Lidia del Pilar Llancao, su familia no participó en la toma, sino que bajaron quince días después, o sea, una vez que el fundo ya estaba intervenido. Cuando ocurrió la retoma, Llancao no volvió a su casa durante dos días porque, según doña Lidia, se había escondido en un canal. Sin

l embargo ya para el 10 de marzo de 1971, cuando CORA terminó el informe pericia1 y tasa- : ción, Francisco Llancao firmó como vocal del comité de campesinos trabajando en el nuevo asentamient0.Y aunque hubiera comenzado con cierta ambivalencia su participación en el i asentamiento, Llancao la pagó cara, en el recuerdo de doña Lidia, porque Landarretche no le perdonó su traición. Durante los primeros años de la dictadura, una vez que el fundo 't había sido devuelto y Llancao estaba sembrando en otra parte, Landarretche lo mandó 1 llamar para que fuera a sembrar a Puerto Saavedra. A la vuelta del trabajo, lo echaron del tractor cerca de Carahue, atropellándolo. Llegó muy mal a su casa. Cuando doña Lidia y su madre llamaron a Landarretche, éste insistió que solo estaba curado y se negó a ayudarles.

i Llancao murió al día siguiente; en la memoria de su hija fue víctima de la venganza terra-

I teniente, dejando desamparada a su familia.'07

Entre 1974 y 1978, la única forma de amparo o solidaridad que recibió la gente de la i

costa vino del Obispado de Temuco y de los Traperos de Emaús. Uno de los fundadores de. I I IosTraperos, trabajador ferroviario, al quedar sin irabajo en 1974 se unió a dos profesoras y empezaron a visitar la cárcel y a cuidar a las familias de los presos cuando venían de

i visita. Con ayuda del Obispado se formó un comité de solidaridad, que además de trabajar -

1 " Entrevista con doña Eduardina Mío, Comunidad de Ailío-hapuente, 18 de enero 1997.

Entrevista con doña Lidia del Pilar Llancao Díaz, Huellanto Alto, 10 agosto 2001. La información sobre i

Llancao en el asentamiento viene de SAG, Archivo Ex-CORA, Expediente N" 972; '%forme pericial y tasa- ción de mejom",Temuco,10 mano 1971, pp. 127-35: la tasación de la casa de Llancao aparece en la p. 129, donde también se tasa la casa de Juan Contrem, el o m inquilino residente; su firma como vocal aparece en la p. 135.También aparece Llancao en el censo de los asentados de diciembre de 1973, en la p. 29.

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con los presos organizó comedores infantiles en ~ehuentúe, Tranapuente y la comunidad de Ailío. Gustavo Marín, antes miembro del comité regional del MIR en Cautín y exiliado en Francia, ayudó a financiar estos proyectos. Comenzando en 1977 con un proyecto de nutrición infantil, lavicaria de la solidaridad y los Traperos visitaron la zona en forma más consistente. A pesar de los recursos limitados y la falta de voluntarios, el grupo logró esta- blecer cuarenta comedores infantiles que, a lo largo de los próximos años, sirvirían a un total de 1.000 niños. Como se acostumbraba en los comedores populares de la época, el Obispado de Temuco compraba la comida y las familias se organizaban en forma comunita- ria para cocinar y servir. LasTraperos y lavicaria también juntaban donaciones de comida, semilla y abono para las familias de las comunidades. Otra tarea que se pusieron los del comité de solidaridad era la de mantenerse en contacto constante con los abogados que habían sido nombrados para defender a los presos de Nehuentúe, incluyendo al ex-Inten- dente Sergio Fonseca, Francisco Huenchumilla, Renato Maturana y Hugo Ormeño.SW

El revivir de la organización, 1978-1992

Cuando don Heriberto salió de la cárcel por Última vez, el clima político en la M Región estaba empezando a cambiar. Para 1978, había en discusión un nuevo decreto-ley que modifi- cada la tenencia de la tierra en las comunidades Mapuche. El gobierno militar había decidido privatizar e hijuelizar la tierra indígena, acabando con las políticas gubernamentales de prc- tección para la tiena Mapuche. En agosto y septiembre de 1978, con el apoyo del Obispo de Temuco Monseñor Sergio Contrem, dirigentes Mapuche de treinta comunidades de Chol- cho1,Temuco y Lautaro hicieron saber su desacue-o con el proyecto de ley de la dictadura, y especialmente con la falta de información sobre tal proyecto que subsistía en la M Región. "Nosotros no hemos sido consultados acerca de la ley que se quiere promulgarn, escribieron al Obispo en una carta pública, y "deseamos conocer el contenido de la Ley Indígena para informarnos y poder dar nuestra opiniónn. Agregaron que "nuestro futuro como raza está en juegon. Si debía cambiarse la ley, concluyeron, que los cambios fueran positivos y no negati- vos, "que nos permita subsistir y conservar nuestra cultura mapuchen.So9

)O8 Entrevistas con Angélica Celis y con Bernardo Cárdenas y Catalina Mansilla (nombres cambiados a pedido de los dos Últimos entrevistados), Temuco, 21 de agosto 1999. Huenchumilla fue por años, después de la tmuición algobierno democráticqun destacado congresista de la Democracia Cristiana. Renato Maturana fue en variosmomentosIntendente Subrogante de Cautíndurante el mandato de don GastÓnLobos Banientos, hoy detenidodesaparecido. Hugo Omeño, hoy destacado abogado enTemuco, trabajó anteriormente como abogado defensor para la Dirección de Asuntos Indígenas durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva. El DiarioAiLma1,Viernes 8 de septiembre 1978, p. 3.

De allí surgió el movimiento Mapuche llamado los Centros Culturales Mapuches de Chile, que para 1982 agrupaba a 1.500 comunidades de lasVIII, M y X Regiones de Chile. Bajo la protección de la Iglesia Católica primero, luego como Asociación Gremial de Peque- ños Agricultores y Artesanos Ad-Mapu, el movimiento Mapuche participó en un despertar del movimiento social a través de organizaciones no-gubernamentales que empezaron a proliferar y a impulsar proyectos en la región. Dentro de esta estrategia gremial y étnica, que recibió un espacio limitado de la dictadura militar, también en Ailío y en el sector de la costa empezaron a renacer las organizaciones. Apoyado por el Departamento de Acción Social del Obispado (DAS) y con financiamiento adicional de CIMADE, una ONG francesa que se plegó gracias a Gustavo Marín, ex-mirista exiliado en Francia que había trabajado en la costa, se formó en 1978 el Comité de Pescadores y Agricultores de Tranapuente que tenía su base más importante en las quince familias afectadas por la represión.310

Entre 1979 y 1984, se empezó a aliviar el sufrimiento de la gente.Todavía había mucho miedo, tanto así, recordó una de las primeras organizadoras, que aun cuando se trataba de algo tan simple como el cultivo de verduras y lentejas, se tenía que ir casa por casa, toman- do mate y explicando todo cuidadosamente. Sin embargo, según recordó doña Eduardina, cuando se formó el Comité, "cuando empezaron a llegar la señora Catalina, la señorahgé- lica ... fue distinto ya". Las señoras de la comunidad, "empezamos a trabajar en el huerto, ya como que cambió el ambiente, como que nos olvidamos de todas las tristezas que pasa- mos, de la persecusión de .Pinochet, todas esas cosasn?" Poco a poco fue cundiendo la organización en una región más amplia. En febrero de 1979, se hizo la primera Semana Costumbrista de Nehuentúe, evento visto como folklórico y turístico, pero hecho también para conmemorar la muerte de cuatro jóvenes campesinos cuyos cuerpos habían sido en- contrados maniatados en la caleta de Puerto Saa~edm."~

A partir de 1984 se institucionalizaron las platas de CIMADE a través del DAS, y el Centro de Educación y Tecnología (CET) empezó a colaborar y a sistematizar el trabajo. La idea era reestablecer, en esos primeros años después de que regresaron los presos de Ne- huentúe a sus hogares, la viabilidad de las familias afectadas por la represión. Cuando llegó el CET, recordó Angélica Celis, ya el financiamiento de CIMADE se había extendido

"O Rosa Isolde Reuque Paillalef, Una flor que renace: Autobwgrajía de una dirigente Mapuche, editado por y con una presentación de Florencia E. Mallon (Santiago: DIBAM, 2003); Conversación con don Heriberto Ailío y don José Ganido,Temuco, 29 de noviembre 1996;Entrevista.s con Angélica Celis y CatalinaMansüia (nombre cambiado a pedido de la segunda entrevistada),Temuco, 21 de agosto de 1999. Ad-Mapu tiene una serie de significados muy ricos y complejos en rnapunrygun, que juntos se refieren a todos los valores y las costumbres mediante los cuales las personas viven en relación armónica con la tierra, el mundo y los otros seres vivientes.

)11 Entrevista con doiia Eduardina Ailío, Comunidad de Ailío-Tranapuente, 18 de enero 1997. Para mantener la consistencia, también cambié el nombre de la participante en la organización que pidió que le cambiara el nombre durante su propia entrevista, Conversaaón con don Heriberto Ailío y don José Ganido,Temuco, 29 de noviembre de 1996.

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a casi toda la región de la costa. "La presencia nuestra en particular está asociada al com- ponente tecnológico, con el comportamiento productivon, me explicó. "Y fue particularmente Heriberto Ailío el que decide abrir el proyecto para el conjunto de la comunidad y no dejarlo en las quince familias afectadas por la represiónn. Aunque al comienzo ella no entendía cuáles eran las iíneas divisorias entre las varias comunidades, se le hizo claro desde el primer momento que los fondos eran utilizados desde Ailío para rearticular las conexiones con las comunidades Mapuche de Pilquinao, Pichingual y Rucahue, y también con el puerto pesquero de N e h ~ e n t ú e . ~ ~ ~

Aun en 1984 el trabajo no era fácil. La cosa se complicó más cuando al final del año el gobierno militar legalizó la hijuelización de las tienas de la comunidad de Ailío según el decreto-ley de 1979. Aunque Enrique Antinao Ailío, antiguo asentado de Arnoldo.Ríos, tuvo la valentia de protestar formaimente durante la ceremonia, reclamando las 45 hectáreas que todavía faltaban de la cabida original en el título de merced, dadas las condiciones de miedo e intimidación bajo las cuales se llevó a cabo la división de la comunidad, en realidad no había recurso ya frente a esta pérdida tan antigua. Adicionalmente, al dividir la tiena entre los ocupantes del momento, sin respetar las líneas de parentesco original en la comunidad, la política de la dictadura dividió aun más a las familias, puesto que las personas que por nece- sidad se habían ido a Santiago a trabajar, como Cecilia y Elisa Ailío, las hermanas menores de don Heriberto, don Robustiano y doña Eduardina, se quedaron sin derecho legal a la tiena en su comunidad, algo que les seguiría afectando a través de los

En 1984, adicionalmente, aun había mucha hambre en las comunidades. "Partimos con un trabajo destinado a abordar la subsistencia familiar en un momento en que la situación era particularmente difíciln, me explicó Angélica Celis, "o sea yo recuerdo, por ejemplo, haber visitado las casas muchos días a las doce del día, donde estaban todos los fogones apagadosn. En un hogar Mapuche, donde el fogón sirve de centro de las actividades socia- les y de subsistencia, esto era evidencia dramática de la falta de viabilidad. En este momento la comida llegaba a las casas casi exclusivamente a través de los comedores infantiles del Obispado. "Los varones estaban haciendo una especie de reintento por iniciar la actividad productivan, prosiguió Angélica, "pero date cuenta que en ese momento no había aporte del Estado, no había presencia de INDAF', y obviamente era una zona políticamente muy

Entrevista con Angélica Celis,Temucn. 21 de agosto de 1999. CONADI, Archivo de Asuntos Indígenas, T.M. 1112. Comunidad de Nicolás Ailío, "División de la Comuni- dad según la Ley de 1979", Carahue, 19 de Diciembre de 1984. Enrique Antinao figura en SAG, Archivo Ex- CORA, "Encuesta de los asentados en el Asentamiento ex-Amoldo Ríos", diaembre de 1973, p. 28. Fue también la persona mencionada por doña Eduardina Aiiío, que haaa el chiste sobre su arresto que por lo menos había podido andar en helicóptero. Conversé el problema de la tierra y la "Ley Pinochetn con doña Elisa Ailío en nuesm entrevista en Santiago, 13 agosto 2001.Para Ceciiia Aiiío, como veremos más adelan- te, el problema de la tierra y su deseo de volver a la comunidad, generamn nuevas tensiones cuando volvió al campo en 2001.

castigadan. Además en 1984 las reuniones públicas estaban todavía prohibidas por ley, así que las actividades grupales tenían que canalizarse a través de las iglesias. Con todo, el CET llegó con una.doble misión definida por el Obispado: ayudar en el área de los derechos humanos; y recons~mu la viabilidad de la producción de subsistencia a nivel 10ca1.3'~

Dadas las condiciones del momento, el CET no inició su trabajo directamente en las casas de la gente, sino que .

La hacemos como en un espacio definido por ellos como comunitario y hacemos un huerto comunitario, que consistía en que aprendíamos una cierta tecnología, un empleo de los recursos locales. Iba la gente a trabajar y fundamentalmente las m u j m con el apoyo de los varones. Y había una actividad posterior así como de tmbajo técnico, de una cierta reflexión social, siempre acompañada de alimentación, de una comida, una tomada de mate, con bastante pan, bastante comida. En ese tiempo no había tampoco mucho que hacer en las casas, o sea, no había fogones prendidos nuncaF6 -

Con el tiempo hubo menos miedo y las actividades se multiplicaron y diversificaron. El CET empezó a trabajar en los mismos hogares, y aunque el huerto comunitario perdió su importancia, el área comunitaria que había ocupado siguió usándose para las reuniones. La comunidad de Ailío ayudó a formar un plan general de producción o, en la memoria de Angélica, "lo que ellos llamaban el plan de explotación, porque tenían el referente del asentamiento algunos de ellos y del trabajo en Rucalán, entonces ellos lo llamaban el plan de explotaciónn. Además se organizaron proyectos de costura y tejido para las mujeres, los cuales también sirvieron de espacios de interacción social. Cuando las comentes del Pací- fico se combinaron con el no y subieron los peces del mar por el Imperial, la comunidad colaboró con los pescadores de Nehuentúe para aprovechar este nuevo recurso. A final de cuentas, explicó Angélica, "el equipo se conforma en un equipo como mixto, o sea un equi- po que trabaja con los pescadores, un equipo que trabaja con los agricultores, otro que trabaja con las mujeres, con un soporte de fondo que es el tema de derechos

Ya para 1986 y 1987, este trabajo en expansión había logrado reconstruir parcialmente las redes costeras de sociabilidad y cooperación que habían funcionado durante el gobier- no de la Unidad Popular. Las comunidades Mapuche de Ailío, Pichingual, Pilquinao y Rucahue, en combinación con las comunidades costeñas cerca de Lobería, especialme,nte Coi Coi, formaron una coalición con los sectores campesinos y pesqueros no-Mapuche de Pilmaiquenco, cerca de Trovolhue, y Nehuentúe. Cuando la organización recibió su perso- nería jurídica en julio de 1988 como asociación gremial, su dirección legal era en la comunidad de Ailío y se registró como Asociación Gremial Consejo de Desarrollo Pesquero

Entrevista con Angélica ~ e l i s , ~ ~ m u c o , 21 de agosto.1999. Entrevista con Angélica Celis,Temuco, 21 de agosto de 1999.

'17 Entrevista con Angélica Celis,Temuco, 21 de agosto de 1999.

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Campesino (CODEPECA).318 Con la ayuda de varias ONGs de Temuco, incluyendo al CET, y algunas fundaciones extranjeras, se logró sacar adelante una serie de proyectos para méjo- rar la agricultura. "El trabajo que hacíamos", explicó don ~eriberto, "era hacer experiencias técnicas para la agricultura, ayuda de insumos como ser semillas, en abono, matamalezas, en Su hermano Robustiano estuvo de acuerdo. "En esos tiempos ya le pudimos doblar la mano a Pinochet, porque nos dio personalidad jurídica como una organizaciónn, agregó. Con la ayuda de fuera, "nosotros luchamos por tener un molino, entonces sacamos el alumbrado público, este alumbrado lo sacamos pam el molino ..." Después, cuando el molino dejó de funcionar, la organización ganó un juicio en contra del técnico queles había instalado mal la máquina; y con la plata del juicio compraron una máquina trilladora, un tractor y una ~amioneta.~"

A pesar de todos estos logros, sin embargo, al terminar la dictadura y especialmente entre 1989 y 1990, empezaron a multiplicarse los problemas en CODEPECA. La falta de una asesoría consistente, la mala contabilidad de las platas extranjeras y una serie de divergencias internas llevaron a'que la organización se debilitara y fraccionara entre 1990 y 1991. "La gente empezó a desalentarsen, recordó don Heriberto, "a tirar cada uno para su lado y más de eso la organización, cuando ya se empezaron a verse un poco libres de los milicos, dijeron para qué vamos a formar nuestra organización

Las organizaciones que financiaban los proyectos también contribuyeron con sus pro- pios problemas, recordó Angélica. Más o menos al mismo tiempo que CODEPECA recibió su personalidad jurídica, el Obispado de Temuco reorganizó las responsabilidades de fi- nanciamiento y asesona que estaban asociadas a la organización. La parte Mapuche de CODEPECA -o sea, las comunidades de Rucahue, Pichingual, Pilquinao, Coi Coi y Ailío- pasaron bajo el ala de la Fundación Instituto Indígena, mientras que la parte no-Mapuche, compuesta de los buzos y pescadores de Nehuentúe y los colonos deTrovolhue, se quedaron bajo la asesoría del DAS. Sea por el motivo que fuere desde el punto de vista del Obispado, esta decisión llevó, a la larga, a un incremento de las divisiones al interior de CODEPECA. Los buzos y pescadores de Nehuentúe empezaron a impulsar la sindicalización autónoma y los fondos de CODEPECA dejaron de distribuirse equitativamente entre los miembros?"

Ibid.; ver también Ministerio de Economía, Fomento y Reconsttucúón, Secretaría Regional M Región; "Ofiao de Víctor Hugo Bemer S., Secretario Regional Ministerial de Economía M Región al Sr. Juan Florentino San Martín Espinoza, Presidente Asoaación Gremial Consejo de Desarrollo Pesquero Campe- sino, comunicando la inscnpaón de la Asoaación Gremial que Ud. preside",Temuco, 19 de julio de 1988; Archivo del CET.

H9 Entrevista condon Henberto Ailío, Comunidad de Aiiío- Tmnapuente, 18 de enero de 1997. 320 Entrevista con don Robustiano Ail'o, Comunidad de Ailío-Tmnapuente, 11 de enero de 1997.

Entrevista con don Henberto Ailío, Comunidad de Aiiío- Tmnapuente, 18 de enero de 1997. Entrevista con Angélica Celis, Temuco, 21 de agosto de 1999.

Esta reorganización por criterios étnicos también resucitó una tensión adicional y par- ticularmente complicada. De forma parecida a los esfuerzos de organización durante el. gobierno popular, en su primera formulación CODEPECA había enfatizado una coalición multiétnica de todos los pobres del campo:Aquí también había sido cmcial el papel que jugó don Heriberto. Desde'el momento en que abrió el financiamiento inicial para que involucrara no solamente a las quince familias afectadas por la represión, don Heriberto había tenido como meta la reconstitución de la solidaridad popular y territorial que la región había vivido durante la UP. Siguiendo la línea que había favorecido durante su ju- ventud política en el MCR, aunque siempre matizada por su profunda religiosidad, Angélica insistió que don Heriberto había visto en CODEPECA "la unión entre los campesinos y los pescadores, entre los wigkas y los mapuches, todos hermanos, todos proletarios, todos hijos de Diosn. Al repartirse CODEPECA entre las dos ramas del Obispado, sin embargo, y espe- cialmente con la incrementación del poder del Instituto Indígena, en ese momento más conservador, sobre las comunidades Mapuche, las divisiones internas se profundizaron y se abrió una brecha entre 10s Mapuche y los no-Mapuche en la 0rganizaciÓn.9~

La creciente desunidad entre wigka y Mapuche también hizo relucir las diferencias que existían al interior de las comunidades Mapuche, las cuales se intensificaron aun más a partir del uso de los fondos rotatorios para proveer de crédito a los campesinos. El Instituto Indígena y otras ONGs usaron bastante ampliamente estos fondos, que a la larga deberían autosustentarse y que deberían rotar de una familia a otra al interior de la comunidad. Cuando una familia campesina recibía un crédito rotatorio, tenía que pagar el monto origi- nal y un porcentaje adicional dentro de un plazo determinado para que pudiera pasar el crédito a la siguiente familia. "Se reproducen todas las deficiencias, conflictos y la dinámi- ca propia de los fondos rotatorios campesinos", recordó Angélica, "es decir unos pagan a tiempo otros no pagan, unos distribuyen más, otros distribuyen menos, a algunos por deci- sión de la directiva, se les da más plazo para pagar. Eso tiene que ver con la reputación que tienen como de buen o mal ~umplidor".~"

En la comunidad de Ailío, que siempre había tomado liderazgo en la organización, sur- gieron tensiones entre las familias. La familia Herrera, en que la madre era Mapuche con derechos en la comunidad vecina de Pilquinao y el padre era wigka, se convirtió en un foco de la discordia. Ya en el tiempo del asentamiento Amoldo Ríos, Juan Herrera se había hecho asentado aunque, según lo que supo Angélica, no había participado en la toma y retoma del fundo Rucalán y por tanto suscitó resentimientos por no haberse arriesgado. En ese momento tenía nueve hijos relativamente pequeños y no logró conseguir la casa CORA a la cual estaba postulando antes de que llegara el golpe. Cuando fueron desalojados del asentamiento en 1974, los Herrera regresaron a la tierra de la esposa en la comunidad de

Ibid. Entrevista con Angélica Celis,Temuco, 21 de agosto de 1999.

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Pilquinao, que casualmente deslindaba justo con la tierra de don Robustiano en la comun- dad de Ailío. Con el tiempo, de los núeve hijos siete hombres se quedaron en el campo y empezaron a ganar plata como carpinteros, comerciantes y tractoristas. La consecuente capacidad de acumulación que desamlló la familia, de capital y de fuerza de trabajo, hizo. de los Herrera una fuerza poderosa a nivel local.3"

Con el desarrollo de la nueva organización en los años 80, los roces entre las familias Herrera y Ailío Pilquinao se intensificaron, a veces llegando hasta el intercambio de puños en reuniones públicas o enfrentamientos personales. Una dimensión adicional de las desave- nencias era que la familia Herrera participaba en la iglesiá más carismática del Señor, mientras que doña Eduardina y don Robustiano habían reconstruido una iglesia Anglicana, a la cual también se plegó don Heriberto al salir de la cárcel. Aunque los Herrera eran muy trabajado- res y cumplidores, hasta el punto que en una ocasión se encargaron eiios de construir la sede en el área comunitaria que se había designado en Ailío, por otro lado tendían a reaccionar severamente frente a los que no cumplían con sus responsabilidades, criticando a los moro- sos en el pago de sus créditos y a los que no contribuían con recursos o con trabajo a los proyectos comunitarios. El hecho de que los hermanos Ailío se mostraran más tolerantes, siempre tratando de encontrar la forma de incluir a las personas y de darles más tiempo para cumplir con sus obligaciones, solamente hizo que las tensiones empe0raran.3~~

Se llegó a un nuevo nivel de problemas con la construcción de una red de agua comuni- taria;Los Herrera se quejaron porque la gente no pagaba a tiempo sus cuotas y porque las cañerías no llegaron a tiempo, y le echaron la culpa a CODEPECA. Adicionalmente los Herrera pensaban que las familias que no habían contribuido no deberían recibir agua, mientras que los Ailío quenan conversar con estas familias y darles una nueva oportunidad para ser incluidas. Los Herrera forzaron la situación al empezar a usar agua de la red comu- nitaria para regar sus tierras, que por supuesto diminuyó la cantidad que llegaba hasta las otras casas. Otras familias empezaron a hacer lo mismo, mientras que los trabajadores a quienes se Ie había encargado la administración del sistema empezaron a cortarles el servi- cio a las casas que no tenían al día su cuota mens~al.9~~

Paralelamente a los desacuerdos al interior de las comunidades, y contribuyendo a ellos al dividir a CODEPECA en sus componentes individuales, empezaron a desamllarse nuevas

Bid. El resto de la información sobre Juan Herrera viene de SAG, Archivo Ex-CORA, "Encuesta de los asentados en el Asentamiento ex-Amoldo Ríos", diciembre de 1973, p. 28. Es interesante notar, adicionalmente, que Juan RenéHerrera Leal también aparece, junto a Fr&hsco ~lancao, firmando tomó tesorero del comité de campesinos que acepta la tasación del fundo en marzo de 1971. Ver SAG, Archivo Ex-CORA, Expediente N" 972, "Infonne pehcial y tasación de mejoras",Temuco, 10 mano 1971;~. 135. Entrevista con Angélica Celis,Temuco, 21 de agosto de 1999. El cambio de iglesia de don Heriberto me lo adaró doña Eduardina Ailío en comunicación de correo electrónico adarando aspectos de un borrador anterior del libro,Temuco, 20 Diciembre 2001.

jZ7 Entrevista con Angélica Celis,Temuco, 21 de agosto de 1999.

tensiones en el sector de la costa, especialmente en Coi Coi y Lobería, con la uegada de Manuel Santander, un nuevo técnico agrícola que trabajaba para el CET. Santander llegó a la costa en 1988, recomendado como el mejor estudiante egresado de la Escuela "guila Sur para estudiantes Mapuche especialmente destacados que en ese entonces dirigía el historia- dor José Bengoa. Aunque en el CET no se sabía nada en ese momento, Santander estaba participando en la formación de una nueva organización Mapuche, muchos de cuyos dirigen- tes estaban saliendo de los sectores más radicales de Ad-Mapu y tenían posiciones cada vez más críticas frente a las concesiones hechas por la izquierda Mapuche y no Mapuche durante el período de la transición. Condenando la participación en el plebiscito de 1988 y la negocia- ción de muchas otras organizaciones indígenas con el candidato presidencial Patricio Aylwin, esta organización se anunció públicamente en 1988, en una reunión que se llevó a cabo en la Universidad de La Frontera en la cual estuvieron presentes un impresionante número de logkos y machis de las comunidades. Bajo el nombre de Aukii Wallmapu Ngulam, o Consejo de Todas las Tierras, esta organización formuló un discurso cada vez más militante centrado en la recuperación de la autonomía política y territorial Mapuche. Cuando en diciembre de 1989 don Patricio Aylwin firmó un acuerdo en Nueva Imperial con Üna coalición de organiza- ciones Mapuche y otros grupos indígenas en que prometió, si resultara elegido presidente, promulgar una ley indígena que reconociera y protegiera a los pueblos indígenas de Chile, el Consejo no firmó porque consideró que era solamente otro esfuerzo de cooptación de la sociedad wigka hacia el pueblo M a p ~ c h e . ~ ~

Cuando Santander bajo estas ideas a Coi Coi y Lobería suscitaron fuerte interés entre los dirigentes en esas comunidades, no solamente por la represión sufrida en 1973 sino que tam- bién porque estaban enfrentándose nuevamente a la presión de Domingo Durán, todavía dueño del fundo Lobería. Durán acababa de constmir el famoso predil en los deslindes entre su fundo y las comunidades, que era una especie de muralla que, al drenar sus tierras también inundó la poca propiedad agrícola que les quedabq a sus vecinos. Aunque supo mantener buenas y cor- diales relaciones personalescon don Heriberto Ailío y otros dirigentes de la región, el logko de Coi Coi don Félix Huaiqui, se comprometió con el Consejo y participó destacadamente con su comunidad en la campaña dramática de recuperación de tierras mediante tomas que organizó el Consejo entre 1991 y 1992, campaña a través de la cual el Consejo se hizo conocer a nivel internacional. Con otras comunidades 1afkenc.e Coi Coi se tomó el fundo Lobería en dos ocasio- nes entre octubre de 1991 y junio de 1992 y don Félix Huaiqui sería uno de. los 144 activistas del Consejo procesados por la Ley de Seguridad Interior del E ~ t a d o . ~

Entrevista con Angélica Celis, Temuco, 21 de agosto 1999; Reuque Paillalef, Una flor que renace, op.cit. Sobre el Consejo ver especialmente José k Marimán Q., "La organización mapuche Aukiii Wallmapu Ngulam", Denver, U.S.A., abril 1995, URI; http:llwww.xs4all.~ehuelartljmar2.h~. Entre diferentes personas conocedoras de la situación de la costa en ese entonces hay distintos puntos de vista sobre la participación de don Félix Huaiqui en el Consejo. Christián Martínez, quien esaibió una excelente historia del sector de la costa ( Comunidndes y TenitmiosLajkenrhe, op. cit.) basada en entrevistas

(U)& en pág. siguienre)

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Ya para 1990-1991, la división de CODEPECA en sectores Mapuche y no Mapuche que hizo el Obispado, se habna combinado con las acciones del Consejo de Todas las Tierras para fragmentar la organización en sus componentes individuales. Aunque CODEPECA se reunía todavía cada dos o tres meses, en Ailío las reuniones más frecuentes se hacían solo con las comunidades de Ailío, Pichingual y PiIquinao. En este contexto más pequeño los conflictos con los Herrera se hicieron todavía más dramáticos, hasta el punto en que la discusión terminaba casi siempre en enfrentamientos verbales. Al existir siempre una posi- bilidad r e d de un conflicto físico, don Heriberto se acostumbró a pedirle a Roberto Molina, un pescador no-Mapuche de Nehuentúe que había sido presidente de CODEPECA desde 1988, que sirviera de árbitro o "colchón" para las reuniones. Además, al integrarse la nueva generación a CODEPECA sin haber tenido experiencia anterior con el manejo de los recur- sos y fondos de la organización, se suscitaron nuevas tensiones cuando algunos jóvenes usaron la plata o propiedad de CODEPECA para fines personales. En 1991 la situación había llegado a t d extremo, que don Heriberto Ailío, Roberto Molina y Angélica Celis acordaron hacer una pequeña encuesta privada, casa por casa, para comprender más pro- fundamente el origen de los problemas.330

Lo que encontraron casi les rompió el corazón. En privado la gente se mostró mucho más dispuesta a explicar por qué le tenían tanto miedo a los Herrera, un miedo físico que asociaban directamente al terror al castigo físico que habían desarrollado bajo la tortura. El miedo se intensificaba aun más, según algunos,porque los Herrera eran tan "ligeros de genio". Pero lo más desgarrador emergió en las entrevistas con la generación más joven, los que tenían entre 18 y 25 años en 1991, personas como Martín Ailío cuya madre doña Marta Antinao lo había llevado con ella en el pequeño bote camino a tomar Rucalán, y posterior- mente lo había protegido de las balas con su propio cuerpo durante la retoma. Estos jóvenes adultos habían sido niños chicos durante las movilizaciones populares y la represión mili- tar. Para ellos, surgió un problema cuando CODEPECA participó activamente en la campaña

e historia oml, me seiialó en un intercambio sobre el manuscrito que don Félix Huaiqui era miembro fundador del Consejo. En mi entrevista con Angélica Celis,Temuco, 21 de agosto 1999, Angélica tuvo la impresión más bien de que don Féiix Huaiqui se habna dejado convencer por Santander, posición que refleja quizá el compromiso de bgél ica con la comunidad de Ailío que decidió no plegarse a las tomas. Para los detalles de las tomas y sobre la represión subsiguiente, véase Iván Redes Guerrero, "Estudia el Gobierno: Ley de Seguridad para 'Tomas' en la MRegiónn,El Memrio,20 de junio de 1992, pp. A-1 y A-23. Dice e) artículo (p. A-23): "Cuatro comunidades mapuches ocuparon ayer alrededor de 300 hectáreas del fundo Zobería', de propiedad del presidente de la Confederación de Productores Agrícolas, Domingo Durán Neumann, en el marco del llamado 'proceso de recuperación de tierras indígenas usurpadas' impul- sado por la organizaaón mipuche Consejo de Todas lasTierras. El fundo del dirigente agrícola, situado a 95 kilómetros al surponiente de esta capital regional -Temuco de Carahue hacia la costa-, fue ocupado por las comunidades de Coy-Coy, Pilolcwa, Lincoli y Champulli, pero pasadas las 18 horas no había sido veri- ficada aun por Carabineros. El predio había sido también ocupado el 10 de octubre del afio pasado por las mismas personasn. Entrevista con Angélica Celis,Temuco, 21 de agosto 1999.

por el "No" durante el plebiscito de 1988. Durante la encuesta muchos mencionaron que no habían estado a favor de dicha participación; de hecho Angélica recordó que expresaron una especie de "rechazo colectivo" a la participación política. Por primera vez, la nueva generación en la comunidad declaró públicamente que no le encontraban nada positivo a mezclarse en la política. Para ellos, solo les hacía recordar un tiempo ya lejano y nebuloso, cuando habían sido muy pequeños, "de padres ausentes, de madres solas, de campos aban- donados, de hambre, de fogones apagados, de madres llorando permanentemente. No tienen un buen recuerdo de la participación política"."'

En 1992, por tanto, esa visión de solidaridad y cooperación mutua -larga y cuidadosa- mente nutrida; puesta en práctica por unos pocos años entre 1970 y 1973; cautelosamente preservada durante la época de represión, tortura, hambre y terror; tercamente r e c o n s t ~ - da a la sombra protectora de la Iglesia Católica, comités de solidaridad y ONGs- parecía haberse deshilachado por última vez. En la misma encuesta que se hizo en la comunidad, don Heriberto y don Robustiano, acompañados de René, el hijo menor de don Antonio Ailío, todos llegaron a la misma conclusión. Los tiempos habían cambiado para la organiza- ción, dijeron. "Antes", caviló don Heriberto, "nos tomábamos un camino o hacíamos un pliego de peticiones. Ahora la lucha es con los proyectos. Y nosotros no sabemos ni de proyectos ni de plata". Los comentarios de don Heriberto resultarían fuertemente proféti- cos al comenzar la década de 1990, cuando la política de redistribución social chilena devendría, casi sin excepción, hacia los proyectos y la plata. Mientras discernía la forma de su futuro, sin embargo, don Heriberto seguía penando por su pasado, ese sueño que, según Angélica, habna sido un "sueño más internacional, socialista; que era campesinos y pesca- dores, mapuches y wigkas, todos pobres, todos proletarios, unidos en torno a un proyecto común"."2 Nuevamente parecía que los Mapuche estaban vagando en el desierto.

Entrevista conhgélica Celi.,Temuco, 21 de agosto 1999. Entrevista con Angélica Celis,Temuco, 21 de agosto 1999.

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En febrero de 1997, la comunidad de Aiüo tomó posesión de un nuevo predio en la precordiera al sur de Temuco, al sureste del pueblo de Gorbea. Se hizo una ceremonia formal en la cual estuvieron presentes algunas autoridades de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI), organismo creado por el gobierno de Patricio Aylwin que había auspiciado, a través de su Fondo de Tierras y Aguas, la compra del nuevo predio. Don Heriberto Ailío, como dirigente, habló en mapunzugun. Se hizo un video de la ceremonia de posesión que, al mostrarlo enTranapuente, hizo llorar abiertamente a varias personas?33 Y no era para menos. Habían sido casi noventa años de lucha por conseguir tierra. Finalmen- te se la tenía, y esta vez legaImente, sin que un terrateniente pudiera cambiar de parecer.

Al poco tiempo, sin embargo, la situación se volvió bastante más complicada. En varios sentidos, esta segunda radicación resultó preocupantemente parecida a la primera. Para empezar, se notó rápidamente una falta de compromiso real de parte del gobierno. La CO- NADI había comprado la tierra, pero no había fondos para ayudar con la mudanza o la adaptación. Al año y medio de haberse mudado, se constató que dentro de los deslindes del predio, faltaban 37,s hectáreas de las 184,5 que figuraban en la escritura. Pero la situación legal era borrosa, puesto que los dirigentes habían firmado y recibido conformes sin haber medido previamente. Y la tierra que sí poseían, resultó fuertemente contaminada por el uso de químicos. A estos problemas estructurales y de manipulación legal se le agregaron cuestiones puntuales, como el endeudamiento profundizado por los gastos de la mudanza; la falta de casas adecuadas para el invierno; y las dificultades de adaptación a una nueva zona y un nuevo microclima.

Para don Heriberto, las complicaciones de la nueva situación eran particularmente fm- trantes. Como líder y visionario de su comunidad, había estado buscando una solución a la pobreza apremiante de sus peñis desde que tuvo uso de razón. En los años 60, él y sus compañeros habían optado por la política de clase, de izquierda, porque veían en la estra- tegia de sus padres de "pasársela juiciandon la causa de su pobreza. A su visión clasista, don Heri había agregado también una perspectiva bíblica que, como en el caso del pueblo

Fiorencia Maiion, Notas de Camp0,Visita a Aiu'o,Tranapuente, 25/3\97.

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judío, veía en el sufrimiento del pueblo Mapuche un preludio a su eventual liberación. Si la prosperidad de la reforma agraria fue demasiado fugaz para constituir una verdadera libe- ración, de todas maneras la experiencia en el Asentamiento Amoldo Ríos fue una muestra de lo que podría ser posible con ayuda y buen trabajo. La rápida llegada del golpe militar, sin embargo, y el miedo, el dolor y la pobreza de la dictadura, demostraron que todavía se estaba vagando por el desierto.

Al terminar la dictadura, al desafío ya conocido de encontrar una ruta hacia la prospe- ridad, se le agregó un nuevo conflicto generacional. Irónica pero comprensiblemente, la generación joven que creció en dictadura estaba convencida de que la política de izquier- da, que sus padres algún día habrían visto como la solución a sus problemas, era en realidad la causa de su pobreza. En este contexto, para don Hen y sus familiares y amigos más cercanos, tener acceso a la nueva tierra podna constituir una respuesta para la nueva gene- ración. Al usar los nuevos recursos para crear fuentes de trabajo para los hijos, se podna

- recrear la prosperidad de los años de la reforma agraria, pero ya con la seguridad de que realmente habían llegado a la tierra de leche y miel. Una vez más, entonces, la organización volvería a renacer desde las eni izas?^

Al otro lado del desierto: La reconstitución de la comunidad

Poco después de subir Patricio Aylwin a la presidencia como el primer mandatario post- autoritario, presentó al congreso un proyecto de Ley Indígena. Inspirado por el movimiento indígena de 1978-1990, Aylwin había prometido la promulgación de esta ley como parte de la "deuda socialn que el Estado debía al pueblo chileno, en especial la obligación de ofre- cer reparaciones a los pueblos indígenas del país. Al presentar la ley al congreso, Aylwin articuló la cuestión indígena a su visión más general de los derechos humanos en un Chile post-dictatorial, ya no solo como la reparación de abusos específicos, sino que también como parte de una reconstrucción moral de las bases de humanidad y justicia en la socie- dad civil. Reconocer la obligación del Estado de asegurar la reproducción étnica y cultural de las poblaciones indígenas minoritarias era algo nuevo en el pensamiento político chile- no del siglo XX y sorprendió a muchas personas, puesto que la mayoría de los no-Mapuche, fueran empresarios, políticos o personas promedio, compartían la impresión de que los Mapuche estarían por desaparecer. En parte por eso, y en parte porque tuvo que ser deba- tida y aprobada en un congreso todavía bloqueado por la derecha y que se regía por las

Don Heriberto usó la frase "renacer desde las cekzas" en una conversación que tuvimos en Huellanto Alto, 5 de agosto de 1998, en la cual también enfatizó la importancia de tener fuentes de trabajo en la comunidad para los hijos, y que era crucial que los hijos conocieran la historia de la comunidad como realmente pasó.

reglas del juego establecidas en dictadura, la Ley promulgada en 1993 salió un tanto des- membrada y parcialmente cortada, frustrando a muchos activistas que habían trabajado duro para que fuera de otra mi1nera.3~~

De todas maneras para la comunidad de Ailío, la posibilidad de reconstituirse legal- mente como Comunidad Indígena resultó atractiva, especialmente después de haber sido disuelta en 1984 por acción del gobierno militar. Ya en 1991, recordó Enrique Pérez, se organizó en el sector un comité de Mapuche sin tierras, según los reglamentos de la Comi- sión Especial de Pueblos Indígenas (CEPI), del cual surgió la idea de gestionar un subsidio del gobierno; para eso, sin embargo, era necesario constituirse como comunidad indígena bajo la nueva ley?36 En formulario provisto por la Corporación Nacional de Desarrollo Indí- gena, o CONADI, institución gubernamental creada por la Ley Indígena 19.253 de 1993, y con la actuación del Secretario Municipal de Carahue como Ministro de Fe, se reconstituyó la comunidad de Nicolás Ailío en 10 de agosto de 1994. En las primeras elecciones para DirectorioVíctor Colimán Santibáñez salió elegido presidente; Aniceto Huenuán Méndez, vicepresidente; René Ailío Concha, secretario; y Heriberto Ailío Pilquinao, consejero. Se facultó a Víctor Coliman, como presidente, para que hiciera los trámites necesarios para inscribir a la comunidad en el Registro de Comunidades Indígenas de la Subdirección Na- cional de la CONADI, lo que se cumplió en 25 de agosto del mismo año.337

En 1995, cuando se abrió el primer concurso para subsidios a través del Fondo de Tie- rras de la CONADI, la comunidad postuló para comprar un predio enTeodoro Schmidt que, en términos ecológicos, era muy parecido al lugar de origen y por tanto podrían seguir cultivando papa. Gonzalo Leiva, quien había sido miembro del Comité Provincial del MIR y funcionario del LNDAP entre 1971, cuando había llegado a Temuco de Concepción, y 1973, llegó a la CONADI en 1994 para impulsar el Fondo de Tierras. Me contó que a su llegada no había ni procedimientos ni experiencia sobre cómo hacer funcionar el programa de subsidios. Al abrir el primer concurso, le llamó la atención la solicitud de Ailío, pero el precio del predio que buscaban era demasiado alto y por tanto la solicitud no fue exitosa.

Rosa Isolde Reuque Paillalef, Una flor que renace: Autobiografi de una dieente Mapuche, editado por y con una presentación de Florenaa E. Mallon (Santiago: DIBAM, 2003). Entre los aspectos que frustraron a los activistas se encuentra la falta del reconocimiento constitucional de los pueblos indígenas, la no apro- bación del Convenio 169 de la OIT y quizás de importancia especial para la experiencia posterior de la comunidad de Ailío- que las tierras compradas con plata del Fondo de Tierras no serían, al parecer, legal- mente consideradas tierras indígenas.ver CONADI, Ley Indígena 19.253 (Temuco, 1995), pp. 6-7,ll . Conversación con Enrique Pérez sobre el primer borrador de este libro, Temuco, 7 agosto 2001. La CEPI fue la organización gubernamental de la transición que se ocupó de formular la poiítica indígena del gobierno de Aylwin y de escribir un borrador de la Ley Indígena.

U7 CONADI, Subdirección Nacional Temuco, "Acta Constitutiva de la Comunidad Indígena de Nicolás Ailío", Tranapuente, Carahue, 10 de agosto de 1994, consultado en el Archivo del Centro de Educación y Tecnolo- gía (CET); y Archivo CET, Libro de Actas de la Comunidad Indígena Nicolás Ailío: "Acta Constitutiva de la Comunidad Indígena 'Nicolás Ailíon',Tmnapuente, Carahue, 10 de agosto de 1994, pp. 1-3.

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Quizá por esto es que el 24 de febrero de 1996, según las actas de la comunidad, se reempla- zó al presidente Colimán porque "no ha dado cumplimiento a su responsabilidad." El Vicepresidente Aniceto Huenuán pasó a presidente, mientras que Heriberto Ailío, antes consejero, tomó el papel de nuevo vicepresidente. René Ailío quedó de secretario, mien- tras que Luciano Martínez entró de nuevo consejer0.3~~ .

Don Aniceto Huenuán presidió su primera reunión formal en su nuevo cargo a finales de marzo con la presencia de 20 miembros de la comunidad, donde quedó formalmente aprobado como presidente y, entre otros asuntos de administración de los bienes comuna- les, se dio lectura a las bases de reglamentación para postular a un subsidio de tierra. Durante este año la base participativa de la comunidad estaría compuesta por este mismo grupo, con modificaciones menores: ellos darían el material y el trabajo para reparar la garita; harían las decisiones sobre la administración, conducción y reparación del vehículo comunal; y postularían a un crédito del INDAP9

Tres meses más tarde, la misma directiva presidió una reunión extraordinaria que jun- tó por primera vez a los 16 socios que se habían declarado postulantes al subsidio de tierras. De éstos, doce formaban parte del núcleo más partiapativo de la comunidad. En la reunión, se informó que la postulación estaba hecha, que "hasta este momento ha sido todo favora- ble para nuestro grupon, y que se estaba empezando a tramitar la compra del fundo Mañío, al sur de Imperial y que había sido objeto de toma durante la W. Para el 10 de agosto, sin embargo, en reunión ordinaria de la comunidad, se informó que el fundo Mañío no había resultado "por problemas de embargo y por el precio demasiado elevadon. Se había confir- mado el subsidio de todas maneras, y se estaba tratando de localizar otro predio. Al finalizar esta reunión se dio un indicio en actas de que la postulación al subsidio habría hecho disminuir la participación de los miembros que no se habían presentado:

Se deja constancia en esta reunión por la falta de participación en mniones de los demás socios de la 'bmunidad N. Ailio' y se toma el acuerdo en esta mnión, de postergar el cambio de directiva pam el próximo sábado 17 de agosto de 1996. Pam que participe en este hecho la m a y o h de los integrantes de esta Comunidad. En caso contrario se hará el cambio de Dim.1~ con los socios que se encuentren presentes.3'

Entrevista con Gonzalo Leiva,Temuco, 23 de junio de 1997;Archivo CET, Libro de Actas de la Comunidad de Nicolás m o : "Reunión de la 'Comunidad Nicolás Ailío'",Tranapuente, 24 de febrero de 1996, pp. 4-5.

339 Archivo CET, Libro de Actas de la Comunidad deNicolás Ailío: "Reunión de la 'Comunidad Nicolás Aiüo"', Tranapuente, 23 de mano de 1996, pp. 6-7, y 5 de junio de 1996, pp. 8-8v.

YO Archivo CET, Libro de Actas de la Comunidad de Nicolás Ailio: "Reunión Extraordinda de la 'Comunidad Nicolás A%o'",Tranapuente, 20 de julio de 1996, p p 9-10, cita directa en la p. 10; y "Reunión de la 'Comu- nidad Nicolás Ailío"',Tranapuente, 10 de agosto de 1996, pp. 11-12, cita directa en la p. 12. La toma del fundo Mazo Manzanal, en la que participó don Haiberto, se menciona en el capítulo 4.

Se comó la voz acerca de la nueva reunión, puesto que 32 personas se presentaron para votar por la nueva directiva, incluyendo a postulantes y no postulantes al subsidio. De todas maneras la directiva entera, incluyendo a Heriberto Ailío, presidente; su hermano Robustia- no, vicepresidente tesorero; José Gamdo Altamirano, secretario; y el director y los tres miembros de la comisión de finanzas, eran todos miembros del grupo de postulantes?"

El éxito de la segunda postulación al Fondo deTierras fue, a muchos niveles, una victo- ria muy grande para la comunidad, y se debió a varios factores. Según Gonzalo Leiva, las postulaciones de comunidades bajaron mucho en el segundo año, puesto que muchos no volvieron a solicitar. En iin contexto en que dominaban las postulaaones individuales, pre- sentadas por jefes de familia, el caso de Ailío resaltó aun más. Adicionalmente la directiva de la comunidad, mediante los esfuerzos especiales de Heriberto Ailío, había logrado re- anudar sus vínculos de la época de la Reforma Agraria, no solamente con Gonzalo Leiva, quien les ayudó con la postulación, sino que también con Enrique Pérez, otro ex-mirista que había regresado del exilio y fundado el Centro de Estudios Simón Bolívar, a través del cual se dedicaba a brindar ayuda y asesoría política a campesinos Mapuche, sindicatos laborales y estudiantes universitarios. Enrique, viejo compañero de cárcel de los presos de Nehuentúe, había ayudado a formar el primer comité sin tierras en 1991 y después partici- pó en el proceso de la reconstitución de la comunidad. Afianzados en la solidaridad de estos antiguos compañeros, con una cantidad mayor de familias postulantes y de ahorros declarados, insistiendo que en esta segunda vuelta no importaba la distancia entre el nue- vo predio y la comunidad de origen ni el cambio de zona ecológica o agrícola, Ailío estaba comparativamente en mejores condiciones para conseguir el subsidio. En escritura pública ante un notario público de Temuco en 15 de noviembre de 1996, don Heriberto y don Ro- bustiano Ailío, en representación de la comunidad, compraron a Clemente Seguel cuatro predios colindantes de su propiedad en el sector de Huellanto

Al mismo tiempo, el éxito hizo resaltar nuevas contradicciones que, entre 1994 y 1996, combinaron algunos problemas estructurales de la política indígena del gobierno aylwinista, con viejos miedos y heridas de la historia particular de la comunidad. A nivel de la política oficial, la reconstitución de las comunidades se había dado desde lo gubernamental, bajo una serie de lineamientos y reglamentos que no partían de las prácticas y tradiciones de la política Mapuche. Formar comunidad indígena con estatutos y directivas era adoptar una estructura gremial o sindical para una institución que había tenido una práctica más informal

Archivo del CET "Certificado otorgado por Víctor Hugo Painemal Arriagada, subdirector de CONADI, sobre la personalidad jurídica de la comunidad indígena Nicolás Ailíon, Temuco, 13 de noviembre de 1996. Entrevista con Gonzalo Leiva, Temuco, 23 de junio de 1997; Conversaciones con Enrique Péreq Temuco, noviembre 1996-abd 1997; Archivo CET, Copia Certificada de la Escritura No 237, Notario Juan Antonio Loyola Opazo,Temuco,Venta de Clemente Seguel Q. a la Comunidad Indígena Nicolás Ailío, 15 de noviem- bre de 1996. Es importante notar que no todos en la comunidad recibieron a Enrique, todavía conocido como "El Indion, su apodo mirista de los viejos tiempos, con entusiasmo.

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de consenso político y líneas de autoridad basadas en el parentesco. Si se le agregaba a esto ' los efectos que tuvo sobre la comunidad el intento de disolución de la dictadura militar y la fuerte represión de los años setenta, las familias de AilíÓse encontraban frente a una situación bastante confusa en términos de cómo definir a la comunidad y sus integrante^."^

La Ley de División Pinochetista de 1979, al constituirse como una ley de división al ocupante en vez de una ley de división que beneficiara a todos los miembros de la comuni- dad que tenían relación con los radicados originales, de hecho había borrado el derecho a la tierra que siempre había mantenido la población urbana no residente y había sustituido el derecho de ocupante, fuera quien fuere esa persona. En el caso de Ailío esto lievó, para 1984, a una situación en que una persona foránea, Carlos Riquelme Godoy, se hizo pasar por miembro de la comunidad y se quedó con 5 hectáreas, una de las dos hijuelas más grandes en toda la comunidad. Algunos culparon a Gilberto Ailío Alonso, quien cuidaba la tierra de su prima Hüda Ailío y cuyo nombre salió como adjudicatario de la parcela colin- dante con Riquelme, con haberle dejado entrar. En general las personas que no estaban viviendo en la comunidad se quedaron sin derecho a una porción de tiena y, a pesar del reestablecimiento de un "derecho de ausenten después de la transición de 1990, el proble- ma de membresía en la comunidad, del derecho a tierra y de la complicidad de algunos con el proceso de división, siguió suscitando y reproduciendo resentimiento^.^^

Todo esto estaba de por medio cuando la nueva directiva organizó, en 1996, la segunda postulación al Fondo deTierras. Desde un comienzo, cuando se constituyó la comunidad en 1994, la idea había sido que, según los estatutos, los miembros de la comunidad eran los que venían a reuniones, tenían sus cuotas al día y participaban en las actividades de la comunidad. Esta definición más bien política y gremial restaba importancia a los cntenos de descendencia o parentesco y por tanto se desviaba de las tradiciones de autoridad hereditaria que se transmitían por el tronco del cacique original.Resaltaban adicionalmente los problemas de los migrantes a Santiago u otras partes, quienes no podían estar en forma constante y por tanto sentían la presión o de volver, o de renunciar a su posible participación en la comunidad. Al mismo tiempo, sin embargo, la política gremial ya era conocida, no solo por la experiencia de la Reforma Agraria, sino que también a través de las organizaciones

343 Sobre el problema de la nueva organización de comunidades indígenas bajo la ley 19.253, ver Rosa Isolde Reuque, Una flor que renace, y CONADI, Ley Indígena. .

M Entrevista con Heriberto Ailío y José Gamdo, Centro de Estudios Simón Bolívar,Temuco, 29 de noviembre de 1996; CONADI, Archivo de Asuntos Indígenas, T.M. 1112- Comunidad de Nicolás Ailío, Tranapuente, "División de la Comunidad segiin la Ley de 1979", Carahue, 19 de diciembre de 1984. Para el texto del Decreto Ley N" 2.568 de 1979, ver Contraloría General de la República, Recopilación de Decretos Leyes dictadospor laJunta de Gobierno dnstituida el 11 de Septiembre de 1973, que asumió el mando supremo de la naná,Tomo 74 (de la Recopilación de Leyes),Decretos Leyes,Vol. Xm, desde el 29 de noviembre de 1978, al 13 de junio de 1979 (Santiago: Edición Oficial), pp. 346-360. Para los detalles de las parcelas, ver Archivo CONADI, Ministerio de Agricultura, iNDAF', "Plano de División de la Comunidad Nicolás Ailío", Temuco, 31 de mano de 1983.

gremiales del período de la dictadura, como habría sido la expenencia de CODEPECA. Pero, ¿cómo aplicar estas experiencias al nuevo período de cambios suscitados por la Ley Indígena y la constitución de la CONADI? ¿En base a qué cntenos se debería legitimar una postulación a tierras que partía del reconocimiento estatal al derecho indígena de restitución?

A esto habría que agregarle las comparaciones que empezaron a hacer algunos entre este nuevo momento y la época de la Reforma Agraria. Las similitudes se habían incrementado en parte por la presencia central, en la nueva directiva, de los hermanos Ailío y sus aliados; además la ayuda de dos ex-miristas, uno de los cuales liegó a la comunidad y estaba partici- pando centralmente en el proceso de localización del nuevo predio, también resucitó, para algunos, los viejos miedos. Las personas que no habían querido participar en la reconstitu- ción de la comunidad, y aun algunos que sí habían participado, sintieron recelo frente a este nuevo proyecto. "Muchas gentes tenían miedon, me explicó doña Eduardina,

porque pensaban que después les iban a hacer la misma cosa, los iban a echar; muchas personas aconsejaban a la persona que iba, la aconsejaban, le decían no vaya porque te va a pasar la misma cosa, te van a echar con la fuerza, les va a pasar lo mismo que pasó allá en Rucalán, les van a quitar la tierra. Y hemos tenido que decirles que no, porque ahora es un subsidio, es como especie de subsidio que le dan de casa, de lo mismo, no lo quitan, nunca lo van a quitar porque es algo legal, entonces hay gente que entiende, varias personas?"

También, según René Ailío Concha, hijo de don Antonio Ailío y que había participado como secretario en las primeras dos directivas de la comunidad reconstituida, la gente al comienzo no se atrevió a participar en la postulación porque les parecía un cambio dema- siado grande. Especialmente en la segunda solicitud, cuando los predios identificados estaban más lejos, muchos dijeron que no se podrían acostumbrar, que iba a nevar, a caer helada. Por eso no se inscribieron y no pagaron sus cuotas. Aquí se empieza a explicar cómo y por qué se creó una división tan nítida entre los que estaban dispuestos a postular, y por tanto participaron activamente en las reuniones de la comunidad, y los que no lo hicieron. De todas maneras, con el grupo que se formó a partir de marzo de 1996 se logró sacar adelante el proceso, aunque en septiembre se anotó en actas que Teodocia Ailío y Juan Gamdo "han tomado la decisión en forma voluntaria de no aceptar el subsidio de tiena". Una vez que se supo que la solicitud iba a ser exitosa, la situación cambió y más gente empezó a interesarse.Veintitrés personas se presentaron a la reunión extraordinaria del 26 de octubre, en la cual se facultd a don Heriberto Ailío para que comprara los predios de Seguel. Pero los conflictos en tomo a qué criterios se iban a usar para definir quién iría al

345 Entrevista con doüa Eduardina diüo, Comunidad de Ailío-Tranapuente, 1811197.

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nuevo predio y quién no, y cómo se explotaría el predio al llegar, surgieron con especial fuena una vez que el predio estaba comprado.346

Al constituir la lista de posibles familias para mudarse al nuevo predio, se habia decidi- do comenzar desde la lista de participantes en la reconstitución original de la comunidad. Pero con un nuevo predio de por medio, de repente se empezaron a cuestionar todas las decisiones y las definiciones; según algunos, se volvieron un poco borrosas. Un problema de fondo parece haber sido la cambiante definición de comunidad. Según la Ley Indígena, una comunidad se podía constituir con diez adultos definidos como indígenas de la misma etnia. La definición de indígena, además, era bastante amplia legalmente, incluyendo a hijos de padre o madre indígena y a cónyuges no indígenas que habían adoptado las prác- ticas y creencias de sus esposo la^.^^^ Dentro de criterios tan amplios, la definición de comunidad se podía llevar en muchas direcciones distintas; por tanto no debe sorprender- nos que el proceso de solicitar nuevas tierras agravó, en vez de solucionar, tensiones ya existentes. Del punto de vista de los que lucharon desde un comienzo para sacar adelante a la comunidad, ¿por qué incluir a los que no habían participado cuando las cosas estaban difíciles? Desde el punto de vista de los que no habían estado antes, jcómo era posibIe quitarle a alguien un derecho ancestd?

A nivel local este conflicto más abstracto se concretó en el caso de la familia de don Antonio Ailío. Sus hijos Antonio y René habían participado activamente en la reconstitu- ción de la comunidad, pero inicialmente no se mostraron dispuestos a postular al subsidio. Al final, por lo menos René cambió de parecer y, al saber que dos de los postulantes origi- nales se habían retirado, hizo petición formal para ser incluido. Al reunirse los socios beneficiados por el subsidio en noviembre de 1996 para decidir la forma de explotación de la nueva propiedad, uno de ellos, Aniceto Huenuán "pide la palabra ante la asamblea para hacer peticiónen nombre de René Ailío Conchan. Sin embargo, según e1 acta de la reunión, "después de un amplio debate de dicha petición se toma el acuerdo por mayoría de no darle oportunidad de integración, ya que este socio tuvo oportunidades anteriores de ha- ber integrado este grupo, motivos suficientes que el mismo René Ailío los

M Para las opiniones de René Aiiío, me he basado en Fiorencia Mallon, Notas de Campo, Visitas a Aiiío, Tranapuente, 2513197 y 1715197; y Entrevista con René Ailío, Comunidad de Aiiío-Tranapuente, 10 de enero de 1997. El resto de la información en el párrafo viene de Archivo CET, i ibm de Actas de la Comunidad de Nicolás Ailío: "Reunión de la Comunidad de Ailíon, 28 de septiembre de 1996, pp. 15-16, cita directa en la p. 15v; 26 de octubre de 1996,pp. 16v-17; y sin fecha (aunque seguramente en las primeras tressemanas de noviembre), pp. 17v-18. CONADI, Ley Indígena, pp. 3-4. Fiorencia Mallon,Notas de Campo,Visita a m a p u e n t e , 25R197; Archivo CET,Libro de Actas de la Comu- nidad de Nicolás Ailío: "Reunión de la Comunidad de Ailíon, sin fecha (aunque seguramente en las prime- rastres semanas de noviembre), pp. 17v-18; cita directa en la p. 18.

Al ser rechazada su petición, René empezó a cuestionar más profundamente los crite- rios mediante los cuales se había confirmado la lista final, especialmente la idea de que solo podían postular los que eran miembros de la comunidad reconstituida, con sus cuotas al día. Pensó en el caso de su hermana Juana, quien no habia participado en la reconstitu- ción de la comunidad, ni tenía sus cuotas al día, pero vivía allí y tenía a todos sus parientes en la comunidad. Era, además, una mujer especialmente pobre con varios hijos a quienes tenía que sostener. Por tanto, para sus hermanos, debería haber sido incluida aunque no era miembro formal de la comunidad reconstituida, Adicionalmente, pensaba René Ailío, Juana tendría mejor derecho que Cecilia Ailío, hermana menor de Eduardina, Robustiano y Heriberto, quien había trabajado por años en Santiago para apoyar a sus hijos quienes seguían en la comunidad. Era verdad que venía a veces a las reuniones, pensaba René, y sus hermanos le pagaban sus cuotas y por tanto las tenía al día; pero ella no vivía en la comunidad.34g Interesantemente, el argumento de René acerca de su hermana se basaba en el criterio más antiguo de pertenencia a la comunidad, el parentesco, mientras que al tratar el caso de Cecilia Ailío, pasaba a considerar centríilmente la ~s idenc ia física en la comunidad, criterio de membresía solamente con la Ley de División pinochetista. Enton- ces, jcómo y con cuál criterio se definía el grupo?

Surgieron preguntas similares para algunos al constatar que una parte del grupo que iba a Huellanto Alto no era originalmente de Ailío. Este era el caso de don José ("Chami") Garrido y su esposa doña Juana Pincheira, quienes llegaron la comunidad de Ailío en 1985. Doña Juana era originalmente de una comunidad Mapuche cercana a Imperial. Con una hectárea de tierra y catorce hijos, era de esperar que los hermanos mayores de su familia salieran a trabajar temprano para ayudar a la familia; pero doña Juana se habia escapado de su casa a los nueve años porque, según recuerda ella, la trataban muy mal y eran muy pobres. "Me fui escondida donde mi hermano", recordó,

porque mis papás son de estos viejos antiguos, y me maltrataban mucho, me pegaban si se me perdía un chancho, una oveja. Teníamos nosotros que dedicamos a cuidar las cosas, nos pegaban si no hacíamos algo bien y antes los papás no le pegaban así con la mano ni con una varilla, le pegaban con palo, a chutes, qué sé yo. Entonces eran muy brutos y yo me cansé de eso y me fui. Toda mi vida me acuerdo que mi papá había vendido una yunta de novillosy yo le robé la plata de un buey. Todavía yo m llegaba a Santiago cuando ya mi papá le había avisado a su hermana. Yo llevaba esa d i d n y llegamos a la casa de mi tía, tomamos un taxi con la dirección y todo y el chofer nos llevó y todavía no nos bajábamos del auto cuando nos quitaron la plata, poh. Así que ella pagó y todo y ella me buscó trabajo, y así llegué yo a Santiago y después nunca más me quise venir.350

349 Fiorenaa Mallon, Notas de CampqVisita aTranapuente, 25/3/97. Entrevista con doña Juana Pincheira, Huellanto Alto, 20 de mano de 1997.

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Doña Juana se dedicó al trabajo doméstico en Santiago por unos años, y después traba- jó también en Lautaro, Carahue y otras partes. Nunca regresó por más de unos días a su comunidad. De paso logró estudiar dos años mientras trabajaba, pero ya después no pudo seguir estudiando y por tanto, piensa, el único trabajo al cual se podía dedicar era el traba- jo doméstico. Con don Chami se conocieron en Carahue, en un restaurant donde trabajaban los dos. Cuando empezaron a convivir, ella siguió trabajando y con la responsabilidad de pagarles la educación a dos de sus hermanas. "Vivíamos con Chamin, me explicó,

pero bueno en realidad él llegaba los puros fines de semana cuando ya las chiquillas se iban, porque nunca yo les quise dar un mal ejemplo a mis hermanas. Ahísupieron que yo convivía con alguien solamente cuando yo quedé embarazada. Ya tenía como 5 meses cuando me notaron, así que ahí recién mis papás y todos supieron que yo tenía una persona. Yo a mis hermanos los terminé de educar, la Dominga terminó el 4@ medio ahí con nosoms y la otm la básica. Y de ahí ya se nos empezó a poner dificil cuando llegaron los hijos y yo tuve que operar a mi niño mayor, al Yonattan, lo operé yo de la cabecita, hubo que llevarlo a Santiago. Entonces se me hizo todo más difícil.'5'

De ahí para delante se multiplicaron los problemas. Doña Juana tuvo que dejar de trabajar con su segundo embarazo y a don Chami empezaron a demorarle el pago de su sueldo.Ya la plata no les alcanzaba para la comida, la luz, el agua y el amendo a la vez. "Yo tenía una platita en el banco depositada", recordó,

no era mucho pero algo tenía. Entonces él me entusiasmó que compráramos redes para pescar que nos fuéramos a pescar por allá por una temporá. Y así llegamos por allá nosotros y ah í nos pegamos, porque después se nos hizo mucho más difícil volver, porque nos fuimos mal para abajo y allá abajo estábamos más mal que acá. Y de ahí después quise refugiarme con mi mamá, un mes creo que duré con mi madre, y des- pués ya me echaron de ahíporque parece que era mucho elgasto que ellos hacían con mis dos hijos, conmigo y mi marido. Así que me echaron. Me acuerdo siempre que fue un año para el invierno, estaba el río reventando por la'o y la'o y nos fuimos en bote, nos fuimos nuevamente a Ailío. No alcanzamos a llevar ni toda la ropa porque era tan re'chico el bote, dejamos las cosas encargás, lo que no pudimos llevar. Así que subimos al botecito y nosotros íbamos dispuestos a morir y si moríamos, moríamos los cuatro, porque nos pescó un oleaje con remolino para abajo, nos entregamos a la voluntad de Dios y llegamos sin tener ningún problema, fuera de que llegamos m~ja'os.~"

"l ibid. ibid.

Terminaron acampados donde el río los botó, en la comunidad de Ailío y "otra familia nos dio permiso ahí para arrancharnos debajo de una mata de pera. Cortamos totora de ahí del río e hicimos una rancha y todo así bien rústico porque de verdad no teníamos comodi- dades, no teníamos nadan.353

Poco a poco la familia se fue asentando en e l lugar. Lograron delimitar un sitio pequeño al lado del río de no más de 30 metros de largo por 27 de ancho donde, recuerda doña Juana, "tenia mi casa y criaba unas avecitas, nada másn. Se dio el caso de que la familia más cercana a ellos, físicamente hablando, eran don Heriberto y doña Marta. "La verdad de las cosas es que ellos han sido como una familia para nosotrosn, me explicó doña Juana.

Si algo a mí me falta lo tienen ellos, si falta algo a ellos lo tengo yo, así siempre nos hemos tendido la mano. Y él como pertenecía hace muchos años ya a su Comité que tenían acá, estaban organizados, nos invitaron a nosotros y empezamos a ir a reuniones. Nosotros éramos unas personas bien serviciales los dos con mi marido, así que caímos bien entre la comunidad. Después nos reconocieron, como de la comunidad y quedamos legalizados no~otros.'~

Mientras ella seguía migrando a trabajar en Santiago, don Chami se dedicaba a pescar, velar por los niños y participar en los asuntos de la comunidad. A pesar de no ser de origen Mapuche, una vez que la Ley Indígena le dio la oportunidad, don Chami se declaró Mapuche al haber adoptado las prácticas y creencias de su esposa. Bajo lanueva definición de comuni- dad también se hicieron miembros a l tener sus cuotas al día y participar en las reuniones. En la eIección de la segunda directiva don Chami salió elegido secretario, uno de los que más activamente impulsaron la segunda postulación al Fondo de Tienas. Cuando se presentó la oportunidad, sin embargo, doña Juana no estaba completamente convencida.

Como ya nosotros éramos socios de ahí, ha& varios años que éramos socios, llegó esta oportunidad y mi marido se inscribió, poh. De primera a mí no me entusiasmó. Cuando llegó todo esto mi marido me dijo "mira se va a hacer un proyecto, vamos a postular para tierra y tú como eres mapuche tú puedes hacerlon. "No creo", le dije yo. Si esos proyectosdemomn años y años y había que pagar como 512.000, me dijo, y te van a dar cuotas. "Si querís tu postulai, yo no", le dije. ''Postula tu", le dije, "si a ti te interesa, porque yo estoy trabajando y de allá no voy a venir a reunión? Y además yo era una persona bien incrédula en esto. Y él después me siguió conversando, qué sé yo, y le dije "paga la cuota total, hay que dejarlo como algo perdío, si sale bien y si no sale bien". Y él participaba en las reuniones; yo cuando estaba en mi casa también participaba en re- uniones. Nunca dejé de participar cuando estaba en la m a . Entonces un día me llama

bid. . .

lS4 Ibid.

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por teléfono que el proyecto había salido aceptado. Entonces yo por una parte me alegré, porque mi marido siempre ha soñado en tener tierra, había soñado él con sembrar.355

La acogida que les dio la familia de don Heriberto a doña Juana y don Chami, la fácil integración de don Chami a la segunda directiva, obedecía en parte al modelo de comuni- dad usado durante la experiencia de la Unidad Popular, en el antiguo proceso de recuperación de tierras. Desde esta perspectiva, la comunidad se construía con las luchas de sus participantes, pensando en términos históricos y con prácticas concretas. Para unifi- car fuerzas durante la Unidad Popular "nosotros marcábamos todo, entre wigka y mapuchen, me explicó don Heriberto; pero con el golpe, "en el fondo después fuimos los culpables nosotros, nosotros fuimos los terroristas más grandesn. La lección de esto, para don Heri- berto, era que "la lucha debíamos darla nosotros el pueblo indígenan; pero al mismo tiempo, sin dejar fuera de la comunidad a los wigkas necesitados de tierra, a los que querían parti- c i p a ~ ~ " En el caso de un wigka pobre como don José Gamdo, empero, la nueva Ley Indígena le facilitó la integración a la comunidad al señalarle un camino mediante el cual podía definirse como Mapuche al aceptar la cultura y las costumbres de su esposa y demostrar su compromiso con el nuevo grupo comunitario.

Pam la comunidad de Ailío la nueva importancia de lo étnico dentro de la política indígena del gobierno concertacionista trajo contradicciones y desafíos nuevos. Por un lado, la existencia de la CONADI y de una política de restitución indígena llevó a que, finalmen- te, la comunidad tuviera acceso a recursos para conseguir más tierra. Al mismo tiempo, sin embargo, la forma específica que tomó la Ley Indígena complicó el proceso de reconstitu- ción y redefinición, canalizando viejos resentimientos y reabriendo las heridas mal cicatrizadas de la época de la represión. Al igual que otras comunidades Mapuche, Ailío también tuvo que enfrentarse a la contradicción entre comunidad -entidad que desde la época de la radicación había sido creada bajo las reglas y los términos establecidos por el Estado- y pueblo, identidad más global que en los tiempos del movimiento indígena había tomado un significado más autónomo y militante de solidaridad entre los distintos sectores Mapuche de toda la región.Vista desde esta perspectiva, la política de reconstitución de comunidades y de restitución de tierras que había elaborado el gobierno de Aylwin, por más que manejara un lenguaje de identidad étnica, seguía enfrentándose al llamado pro- blema indígena como si fuera una faceta de un problema más general de pobreza campesina.

En tal contexto era difícil no recordar las lecciones aprendidas en la época de la Refor- ma Agraria, de las consecuencias políticas de las divisiones que había vivido la comunidad. Cuando yo le pregunté a don Henberto acerca de las personas que no habían estado de acuerdo con la toma de Rucalán, me contestó:

" V i d . Entrevista con don Heriberto Aüío, Comunidad de Ailio, 1811197.

S( hubo gente que criticaba contra nosotros, contra lo que estábamos haciendo, hubo bastante, pero eso nosotros después como que lo ignoramos, los dejamos a un lado, empe- zamos a olvidarlos no más, y seguíamos nosotros los que creíamos las cosas que estába- mos haciendo.

-¿don Antonio, no estaba de acuerdo? No, e? no estaba de acuerdo ..., es bien franco él. Nosotros le dijimos que nosotros sentía- mos el dolor y que lamentablemente si él no aceptaba, no aceptaba, pero nosotros tampo- co le exigíamos que participara con nosotros. l...] Y bueno, lo dejamos de ver, pero después conversó con nosotros el asunto de la retoma por el juicio legal. Se ganó ese juicio pero de todas maneras hubo que esforzadamente hacerlo, corrida de cerco, el rico que estaba ahí no quería entregar, y ahí lo peleamos también a él. Pero como decía él que no le gustaba, tampoco nos gustó a nosotros lo que hizo él. Hasta que resulta que ahí se aprovecharon gente que realmente no, nunca así se la jugaron, nunca hicieron un esfuerzo para conquistar algunas cosas que estaban perdidas. Entonces ahínosotros quedamos malo del cuerpo porque resulta que tendná que ser pa' la gente que solamente estuvieron esforzándose y lucharon por reconquis- tar esas cosas, entonces después de eso se formó una desorganización, no trabajaron organizados.JS7

La lección que don Henberto aprendió de las experiencias anteriores, por tanto, era justamente que la gente que debería beneficiarse de lo ganado con la lucha y el sacrificio, era la gente que se la jugó, la que se esforzó. Cuando se dejaba entrar a otra gente, Ia consecuencia sería, sin duda, la desorganización. Por eso don Henberto estaba en desacuerdo con los que veían en la comunidad solamente una relación de parentesco o de residencia permanente. Para él, la comunidad era y es algo activo, que se sigue construyendo cotidia- namente con el esfueno y la cooperación. Por eso don Chami, que no es originario niMapuche de nacimiento, es miembro valioso, por su trabajo y compromiso, mientras que una persona que no se esfuena por participar no debe recibir la misma consideración.

La forma de actuar que tuvo don Heriberto durante los años 80, con el trabajo de CO- DEPECA, también mostró su buena disposición y deseo de incluir a todos los que quisieran participar. A pesar de que el proyecto original del Arzobispado habría sido para las catoke . familias afectadas por la represión, fue don Heriberto quien insistió en que la ayuda debe- ría llegar a todos. A pesar de la inclusión, algunos siguieron pensando que los dirigentes se aprovechaban y escogían para sí los mejores productos, ropa, o juguetes que se mandaban como caridad. En este contexto quizás no sorprende que también hubiera resentimiento de que algunos fueran beneficiados por el subsidio y otros no. Con todo, los conflictos parecen girar en tomo a la relación entre participación y derechos de comunidad. ¿Hasta dónde y

" Ibid.

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por dónde pasaría, entonces, el concepto de comunidad? ¿Cuándo se usaría una definición ancestral, de tronco familiar, que existe simplemente porque sí? ¿cuándo se debería usar una definición de acción que incluye a la gente que se la juega, que se amesga, que pone en práctica la idea de comunidad? El aspecto más difícil de reconciliar, en este contexto, es la identidad étnica de por sí, que por lo menos a nivel abstracto, incluye a personas que se la han jugado y personas que no. ¿Era posible, de alguna forma, combinar las dos definicio- nes y llegar a algún tipo de reconciliación?

Un sendero que se bifurca: La creación de Nicolás Ailío 1 y 11

El 5 de diciembre de 1996, nueve representantes del grupo en Ailío que se mudaba visitaron su nuevo predio "Lasvertientes". Los acompañaron un agrónomo, un veterinario, un fotógrafo francés, el ex-dueño Clemente Seguel, varios representantes del Centro Si- món Bolívar, y yo. La idea era recorrer el predio para reconocerlo y pensar cómo explotarlo. Al llegar, Sandra y Cecilia Aiiío y algunos más del grupo se fueron inmediatamente hacia los cerezos al lado oeste del predio, a recolectar cerezas frescas, ya dulces; una simbólica toma de posesión. Después don Heriberto, don Chami y otros recomeron los deslindes del lado norte. Dentro de poco sus siluetas se hicieron pequeñas a lo lejos.

Yo dediqué unmomento a conversar con don Clemente Seguel. Me contó que era bisnie- to de colonos españoles que se habían establecido en Gorbea. Comenzó con un predio de la familia, que empezó a expandir; después siguió con negocios enTemuco -una cordonería, un negocio de arrendamiento de máquinas agrícolas-. Seguiría siendo vecino de la comunidad, porque tenía otro predio al lado. Había vendido, me dijo, porque quería capitalizar la leche- ría que tenía allí. Más tarde, Enrique Pérez mencionó que Seguel había vendido el predio porque estaba endeudado.Un socio lo había estafado por más de treinta millones de pesos.358

La toma formal de posesión del nuevo predio se hizo en febrero de 1997. Doña Juana me compartió su experiencia en ese momento, cuando estuvo acompañada de su madre:

Mi mamá me dijo, o sea, no a mí sino que le dijo a toda la comunidad presente que estaba, queella como me entregaba a la comunidad Nicolás Ailio, que me entregaba a la comunidad así, como que la comunidad me iba a reconocer como hija. Entonces eso me llegó muy hondo a m i y no pude hablar después, porque en realidad ella nunca se preocu- pó de mí, y ahora precisamente en ese momento ella se preocupaba. Entonces fue una mezcla de dolores con emoción, fue algo que para mí en ese momento no tenía ninguna explicación, lo único que yo sentía eran ganas de lloraz.

Notas de campo, Fiorencia ~ a l l o n , ~ i s i t a a ~uellanto Alto, 5/12\96.

También, que yo sentí como que toda m i vida había sido una persona abandonada y que nunca había tenidoxada, y de repente lo tenía todo. Enton& en ese momento yo miraba hacia arriba y le daba gracias a Dios por esta oportunidad tan linda que no solamente me la daba a mísino a todos mis hermanos mapuche. Eso es lo que yo sentíen esos momentos, y yo a nadie se lo podía de&: O sea yo lo podía decir pero no podía hablar; porque fue w m o que yo tuviera aquíalgo en la garganta que no me salía una palabra ni en castellano ni en mapuche. No mesalía la voz y mi mamá, en ese momento, ella me dictaba lo que yo dijera pero yo a ella la sentía sumamente lejos y yo solamente creo que murmuraba. Yo no me doy cuenta de eso y miraba alrededor mío, toda la gente &ocionada y sentía más ganas de llorar; yo lo único que sentía en ese momento eran ganas de llorar nada másPS9

Aunque doña Juana no me lo dijo directamente, sospecho que parte de la emoción partía del sentido de continuidad que le dio el gesto de su madre. Tradicionalmente, entre familias y comunidades Mapuche, una parte de la ceremonia matrimonial es justamente' cuando los padres de la novia entregan a su hija, no solamente al esposo, sino que también '

a la comunidad del esposo. Al entregar a doña Juana a la comunidad de Ailío, su madre estaba reconociendo la legitimidad de su nueva pertenencia. Para doña Juana, era la pri- mera vez que se sentía arraigada en un lugar, que se sentía protegida y cuidada, que "lo tenía todo". Y en realidad este sentimiento de plenitud, de haber finalmente accedido a algo por lo cual se ha estado luchando durante toda una vida, fue muy fuerte al comienzo.

Cuando regresé al nuevo predio, en Huellanto Alto, a mediados de marzo de 1997, la situación se veía un poco más compleja. Se acercaba el invierno; la gente acababa de mu- dar sus cosas; había que armar las casas. Además, se empezaba a pensar, ¿qué vamos a hacer para sacar adelante el predio? El invierno va a ser difícil, pensaban todos; había miedo. Los vecinos del sector les habían informado que la actividad de la zona era la leche- ría. Pero ellos eran agricultores y paperos. Además habían terminado el año endeudados en Tranapuente porque los precios de los productos cosechados eran demasiado bajos, y les había costado mucha plata mudarse. ¿Con qué iban a sacar adelante el nuevo año agrícola? Y la preocupación latente, siempre rondando por las esquinas de la discusión, era el pago de la contribución. Tierras compradas a no indígenas no eran indígenas, según la interpre- tación vigente de la Ley Indígena; ¿cuándo y con qué se pagaría la ~on t r ibuc ión?~~

En abril y mayo, en Tranapuente, el nuevo comité se organizó para tratar de sacar ade- lante un crédito con INDAP y planificar el nuevo año agrícola. Estaban molestos. Habían tenido un desacuerdo con los de Huellanto Alto porque se habían llevado toda.la cosecha

"9 Entrevista con doña Juana Pincheira H., Huellanto Alto, 20i3/97. Fiorencia Mallon, Notas de Campo,Visitas a Huelianto Alto, 15i3197,20i3197. En los años subsiguientes '

esta incertidumbre se ha minimizado, puesto que en elFondo deTienas de la CONADI se decidió registrar las tierras compradas con el Fondo como tierras indígenas sin importar su origen anterior.

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de trigo, a pesar de que en Tranapuente pensaban que el acuerdo había sido dejar una buena parte de esa cosecha para los gastos de la gente que se quedaba. También seguían molestos porque algunos de los que se habían ido habían encontrado medieros para sus tierras que no eran de la comunidad. René Ailío, en especial, sintió que Robustiano Ailío no había cumplido con un contrato verbal de dejarle en mediería sus

Don Heriberto recordaba de otra manera la situación. Se le quiso dejar a René la tierra, insistió; pero el día que salían haacia Huellanto Alto, nadie se preseqtó de la comunidad a decirles nada. Solo la gente de Pichingual salió a a despedike, y por eso es que la hija de Ricardo Mora se quedó en medias con la tierra de don Robustiano. Don Heri le dejó la suya a un primo hermano de Pichingual.3" Desde la perspectiva de René y su familia, sin embar- go, escoger a la hija de Ricardo Mora -dirigente de la toma de Rucalán y viejo aliado político de don Heriberto- como mediera, era darles más importancia a las alianzas políti- cas anteriores que al intento de mantener la solidaridad entre las dos partes de la comunidad.

Quizá era inevitable que se presentaran una serie de conflictos y desafíos en torno a lo que significaría la mudanza para la comunidad de Nicolás Ailio. Durante el proceso de postulación, el grupo de postulantes se había convertido también en la base participativa de la comunidad reconstituida. EnTranapuente entre noviembre de 1996 y febrero de 1997, las reuniones ordinarias y extraordinarias siguieron incluyendo casi exclusivamente a los socios de la comunidad que estaban planificando su mudanza. En enero de 1997, la falta de participación de los miembros que se quedaban se reconoció como un problema de comuni- cación para todos. Nadie estaba seguro sobre qué significaría, legalmente hablando, que solamente una parte de la comunidad reconstituida se estaba mudando a otro lugar. ¿Qué pasaría con los temnos de las familias que se mudaban? ¿Quedarían necesariamente en manos de las familias que se quedaban? Al discutir el compromiso que debería existir entre los dos grupos de la comunidad, se anotó lo siguiente en actas:

El Presidente lamenta la poca participación de los demas socios de esta comunidad, hasta la fecha no se ha podido concretar la responsabilidad de las otras personas que realmente deben estar presentes en las reuniones de cada mes para llevar a cabo los compromisos que debemos respetar las 14 familias que se van y los demás miembros de esta comunidad que quedan a cargo de los bienes de esta comunidad. Se toma el acuerdo con los asistentes en esta reunión de concretar una reunión espedal con los socios que

Florencia Mallon, Notas de Campo,Visitas a Tmnapuente, 25/3/97 y 1715197. Según doña Eduardina m o , en ese momento viviendo en Huellanto Alto, René no se había presentado a una cita para finalizar el contrato de mediería.

"2 Conversación don Heriberto Ailío, Hueilanto Alto, 5 de agosto de 1998. Es importante resaltar, además, las relaciones de parente-o que habían unido históricamente a las dos comunidades. El apellido materno de los hermanos Aüío es Pilquinao, apellido con conexión en la comunidad de Pichingual. La costumbre Mapuche era de casar a las hijas con hombres de comunidades cercanas, para profundizar los lazos de intercambio y parentesco en la región.

deben de hacerse cargo con los deberes de esta comunidad y los bienes que posee este grupo, en donde se expone que los bienes se repartirán de la siguiente manera: Sede social, galpón y ampliación, cocina, enfardadom, tractor, máquina de trillar, ras- tm de disco, y algunas herramientas que se individualizarán en fecha próxima. Estos bienes se dejarán para la comunidad original que queda y para esto tiene que hacerse un documento de su responsabilidad. La camioneta TOYOTA se irá con las 14 familias que tiene el subsidio de tierras?"

Podía comprenderse, a cierto nivel, que los demás miembros de la comunidad no tuvie- ran motivación para participar en las reuniones. Si las reuniones de la comunidad reconstituida se habían transformado en espacio-para negociar los detalles de la mudanza, ¿qué papel podían jugar los que se quedaban enTranapuente? René Ailío había demostra- do ya las cualidades de un líder, al salir elegido secretario de la comunidad; pero una vez que se le rechazó su pedido para unirse a los subsidiados, tampoco él tenía motivo para plegarse a las reuni0nes.3~ Finalmente, como se informó en actas de 8 de febrero de 1997, la directiva tuvo que organizar una reunión especial con el resto de la comunidad, donde "se identificaron con responsabilidad y voluntad de trabajar por su comunidad ya que es una parte que se traslada, entendieron que la que se queda es la original". En esa misma reunión, alentados por la directiva que los llamó, los miembros que se quedaban eligieron su propia directiva con René Aso como presidente. Aceptaron la partición de bienes que se había hecho en la reunión del mes anterior y se llegó al siguiente acuerdo: "Una vez instalados ambos grupos de esta Comunidad, cada cual llevará su actividad de vida en forma distinta y CONADI dirá en qué fecha cada grupo tendrá su documentación en forma separada".3ffi

Ya para febrero de 1997, por tanto, cuando se estaba recién comenzando a planificar la mudanza en sí, ambas partes de la comunidad habían acordado que, en el futuro, su existen- cia sería por separado. Lo que significaría esta separación en términos legales y políticos, sin embargo, empezaba recién a divisarse y no se resolvería hasta finales de ese año. Aunque los

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resentimientos de la sepmción quizá jugarían un papel importante en extender el conflicto

Archivo CET, Libro de Actas de la Comunidad de Nicolás Ailío: "Reunión de la Comunidad de Aüío", Tmnapuente, enero 1997, pp. 22-24, cita directa en la p. 23v.

364 Después del rechazo formal de su petición se dio otra oportunidad más, cuandq el socio ~ u c i h o ~ a d n e z ' se salió del p p o , para agregar a alguien. Aun aquí, sin embargo, el grupo decidió ofrecerle la oportuni- dad a Alejandro Santibáñez Aüío en vez de a René Aüío. Archivo CET, Libróde Actas de la Gimunidad de Nicolás Ailío: "Reunión Extraordinaria de la Comunidad de Ailío".lIanapuente, 8 de febrero de 1997, p. 25. Como se puede ver en el árbol familiar, Alejandro Santibáiiez es k j o de k r c e k o , ~antibáiiez y ~ m e ¡ a Ailío, quien era hermana de don Mar& Ailío Poma. Esta familia también estuvo en Amoldo Ríos.Así que . - Alejandm no solo fue parte del grupo de la reforma agraria, sino que también es primo hermano de los hermanos Aiiío Pilquinao. Archivo CET, Libro de Actas de la Comunidad de Nicolás Ailío: "Reunión Extraordinaria de la Comunidad de Ailíon,Tranapuente, 8 de febrero de 1997, pp. 24v-26; citas directas en la p. 25v.

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entre las dos partes de la comunidad original, parte del problema era que se estaba haciendo camino al andar. Si una comunidad, Nicolás Ailío, había postulado para el subsidio de tierras, el éxito de su petición, dada la distancia entre el predio comprado y la comunidad original, llevó necesariamente a la separación en dos grupos. Pero entonces, ¿a quién le pertenecía la personalidad jundica de la comunidad de Nicolás Ailío?.No había precedentes, ni en la cos- tumbre Mapuche ni en la legalidad del Estado, para contestar a esta pregunta.

EnTranapuente el 5 de diciembre de 1997, se reunieron las directivas de las comunida- des indígenas Nicolás Ailío 1 y Nicolás Ailío II para concretar y confirmar los acuerdos a los cuales se había llegado durante el mes de noviembre. Se comenzó reiterando que enTemu- co el 4 de noviembre, las directivas de ambas partes de la comunidad de Nicolás Ailío habían acordado "dejar la personalidad jundica original en Tranapuente a las 14 familias que permanecen en ese lugar". Las demás familias que se habían mudado a Huellanto Alto "renuncian a ésta e inician los trámites para obtener una nueva personalidad jundica". Para el 25 de noviembre, con presencia del secretario municipal de Gorbea, los miembros de la comunidad indígena Nicolás Ailío II- Huellanto Alto aprobaron sus nuevos estatutos y constituyeron su nueva directiva, quedando formalmente reconocidos por la CONADI. Dos días más tarde enTemuco, en presencia de representantes del CET y del Departamento de Acción Social del Obispado de Temuco (DAS), ambos considerados asesores de la comuni- dad, las dos directivas firmaron un acuerdo sobre la distribución de los bienes en común que les pertenecían desde la época de CODEPECA. Al mismo tiempo se llegó a un acuerdo para trabajar en conjunto, en que el CET y el DAS se comprometieron para impulsar traba- jos de desarrollo y mejor funcionamiento en ambas com~nidades.9~

Con este acuerdo de finales de 1997 es que finalmente se cerró la etapa de transición que experimentó la comunidad de Nicolás Ailío con el final de la dictadura militar. Sola- mente con la mediación de personas de confianza, es que finalmente se solucionó la confusión y el conflicto legal entre Tranapuente y Huellanto Alto. Parte del problema se debió a la historia particular de la comunidad, las heridas y resentimientos sufridos y acumulados a lo largo de toda una experiencia de pobreza, movilización y represión. Pero también no debemos olvidar los problemas estructurales de pobreza, escasez de tierras y discrimina- ción a los cuales se tuvo que enfrentar el pueblo Mapuche en general a lo largo del siglo XX. Dentro de este contexto, la expenencia de la comunidad de Ailío es en parte bastante típica, mientras que también demuestra una capacidad sobresaliente para luchar y seguir adelante bajo condiciones difíciles. La expenencia de Nicolás Ailío Ií, de lo que don Heri- berto quizo ver como un renacer desde las cenizas, nos ayuda a ver ambas dimensiones desde una perspectiva más cercana.

Archivo CET, "Carta Compmmiso entre las directivas de las comunidades Nicolás Aiiío 1-Tmnapuente y Nicolás Aiiío 11-Huellanto Alto",Tmnapuente, 5 de diciembre de 1997.

Renacer desde las cenizas: La vida diaria en Huellanto Alto

Bajo el liderazgo de don Heriberto y don Robustiano Ailío, se había reconstituido la comunidad de Nicolás Ailío y se habia conseguido un subsidio de tierras. Como me lo expli- có don Heriberto, había el deseo de recrear la experiencia de prosperidad y productividad que se había tenido durante la reforma agraria en el asentamiento Amoldo Ríos. Con esto en mente, se empezó a discutir la forma de explotación de la nueva tierra, e inicialmente el modelo sugerido era muy parecido al sistema de explotación que se había desarrollado en el asentamiento. En noviembre de 1996, cuando en reunión de la comunidad se habia re- chazado la petición de René Ailío para formar parte del subsidio, los socios postulantes estaban reunidos para discutir si se debía explotar el fundo en forma individual o colectiva. Desde el comienzo don Henberto y los demás que habían estado en Amoldo Ríos, com- prendían los beneficios de una explotación colectiva, pero los socios más jóvenes no lo habían vivido en carne propia. En esta reunión se llegó a un acuerdo a mediano plazo que en parte reflejaba esta experiencia anterior de los dirigentes más antiguos:

Después de un amplio debate los asistentes acuerdan por unanimidad lleuar a cabo la opción de trabajar en forma de Comunidad durante el período de 3 años en conjunto, a la vez se toma el acuerdo por la mayoría absoluta de los presentes y que cada familia debe vivir dentro de 3 hectáreas, donde tendrá su vivienda y tenga como goce de hacer lo que mejor le convenga para-su grupo familiar. Además promover el fortalecimiento del espíritu de comunidad y dcsolidaridad entre sus miembros. Estando de acuerdo los 14 subsidiados de vivir en las 42 hectáreas, se vivirá en un villomo; a la vez, se instalará el agua potable, electnctnficación, se construirá una sede social y cancha defútbol, cancha de palín, construcción de un colegio y su identificación como Comunidad Indígena insta- lando su 'Reh~e '?~~

Poco después, en otra reunión se calculó que solo habría dos hectáreas por familia.Pero a nivel estructural el modelo era igual al que se habia trabajado en la cooperativa entre 1971 y 1973: dos hectáreas de goce individuai, y el resto en explotación colectiva. La dife- rencia en este caso era el modelo de la comunidad indígena, en que se construiría cancha de palín y se instalaría un rewe.33

ArChivo CET, Libro de Actas de la Comunidad de Nicolás Ailío: "Reunión de la Comunidad de A%on, Tranapuente, noviembre de 1996, pp. 17v-18;la a ta directa abarca parte de las dos páginas. Archivo CET, Libro de Actas de la Comunidad de Nicolás Aiiío: "Reunión de la Comunidad de Ailíon, limapuente, enero de 1997, pp. 22v-24. El cambio en el número de hectáreas se menciona en las pp. 23v- 24. Cuando visité a don Heriberto Aiiío el 5 de agosto de 1998, me conversó bastante sobre las tradiciones Mapuche en su comunidad durante su juventud. El había sido buen jugador de palín. Me comentó que le - gustan'a organizar un encuentro indígena con comunidades de otros sectores.

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En los meses siguientes se logró divisar otra diferencia profunda con el periodo de la reforma agraria: no había compromiso de seguimiento, financiamiento o asesoría técnica de parte del gobierno. Cuando regresé en agosto de 1998, encontré que se había pasado hambre el primer inviemo y no se logró sembrar hasta septiembre por la demora del abo- no. Al sumarse a esta demora la sequía, el trigo no rindió lo suficiente. Aunque se vendió una parte del trigo para pagar una parte de la deuda con INDAI', las familias en Huellanto Alto terminaron todavía endeudadas y con menos almacenado para comer. En los huertos familiares, las plantas resultaron chicas y se presentaron pestes, entre gusanos y pájaros, a los cuales la gente no estaba acostumbrada. Se tuvo que aplicar salitre, cenizas y quími- c o ~ . ~ ~ Se empezó a murmurar nuevamente la posibilidad de dividir toda la tierra por partes iguales. Pero surgió la pregunta: ¿si la gente no tiene las herramientas y los recursos para trabajar una pequeña parcela, cómo podrán trabajar una mayor cabida que vendría de la división del predio?'"

La discusión sobre cómo explotar el predio se volvió, simbólicamente, el centro del debate sobre el futuro en- los distintos miembros de la comunidad en Huellanto Alto. Pero no representaba la única, n i hasta cierto punto la más urgente, de las dificultades a las cuales tenían que enfrentarse las familias de los nuevos asentados. Los problemas de adap- tacióncomenzaban más bien del carácter tan distinto de la zona precordillerana en donde se encontraban. La tierra, el clima, las plagas que afectaban la siembra, todo era nuevo. Esta nueva situación ocurría, además, en un contexto en que la necesidad de alimentos y de sobrevivencia era aguda y por tanto cualquier,error, por pequeño que fuera, afectaba el nivel de subsistencia. En contraste con el sector costero, donde la comunidad de Ailío &S-

tia rodeada de otras comunidades Mapuche con las cuales tenía relaciones de parentesco, intercambio y ayuda mutua bien definidas, en Huellanto Alto la comunidad de Aüío 11 era la única comunidad Mapuche en el sector. Aunque había una Junta de Vecinos para el sector, decidieron no participar porque "ya tenemos nuestra organizaciónn. Los otros veci- nos los tacharon de "indios racistas" que no querían parti~ipar.3~' No solamente se encontraron con problemas de discriminación y hostilidad, sino que también no estaban acostumbrados a vivir tan aislados y sin solidaridad de otros conocidos y parientes.

Otra dimensión del mismo problema era la situación de los niños. Como la zona era aisla- da, era muy difícil que los niños viajaran al colegio todos los días. Por tanto, los padres tuvieron que ponerlos internos en el colegio más cercano durante la semana, y regresaban solo los viernes. Fue triste para los padres vivir la semana en silencio, sin las risas y los juegos coti- dianos, y además preocupados de cómo les iría a los niños estando tan lejos de la casa. El transporte del colegio a veces llegaba muy tarde de ida y de regreso, y los padres tenían que

m Conversación con Gustavo Peralta, José Garrido y Heriberto Aiiío,Temuco, 3 de agosto de 1998; Conversa- ción con doña Magaiy Riquelme de Huenuán, Hueilanto Alto, 5 de agosto de 1998.

370 Conversación con Gustavo Peralta, José Gamdo y Heriberto Aiiío,Temuco, 3 de agosto de 1998. ibid.

esperar en la lluvia cerca del portón, después caminar un largo trecho de ida y de vuelta, sin buen camino, a veces en la oscuridad, entre el portón y sus casas. En el colegio cercano, adicionalmente, eran los únicos niños Mapuche y algunos sufrieron problemas de discrimina- ción frente a los otros niños y a la profesora. A varios se les tuvo que mudar a otros colegios, especialmente a un internado cerca devillamca donde habían más niños Mapuche.

El camino que pasaba por el portón era la Sexta Faja que coma entre la Carretera Panamericana y la ciudad devillarrica. Pasaba una sola micro, deviilamca hacia Temuco en la mañana, y hacia Villamca en la tarde. Más allá de los problemas de movilidad que esto significaba para el colegio, también dificultaba atender cualquier problema de salud o de tramitación que podrian tener los miembros de la comunidad. Y cuando la falta de recursos se hacía apremiante, también dificultaba la posibilidad de salir a trabajar, espe- 1 I cialmente si no se quería migrar por un periodo más largo. 1

En los primeros dos años y medio, los líderes de la comunidad se enfrentaron a estos problemas de la forma más creativa posible. Desde el comienzo se trabajó por conseguir, de

i la municipalidad de Gorbea, toda la ayuda posible en comida y materiales de trabajo y vi- vienda. En el primer invierno, cuando el hambre apremiaba, seguía el desacuerdo entre Tranapuente y Huellanto Alto y todos los problemas de adaptación eran intensos, se cambió 1 de asesoramiento. Se dejó de trabajar con Enrique Pérez y se pidió nuevamente ayuda al CET y al DAS, dos organismos que habían trabajado con la comunidad durante la época de

I

CODEPECA en los años 80. Se trabajó para instalar agua potable y construir cercos que ! ayudan'an a minimizar el daño causado de un goce a otro, o con los vecinos, por la entrada de animales?" Se conversó en la alcaldía sobre cómo construir un camino del portón a las casas y cómo tener acceso a la electrificación. Se gestionó frente a INDAP y a la CONADI sobre la falta de créditos y los problemas de deslindes y forma de propiedad no resueltos mediante el i programa de subsidio de tienas. Con la ayuda del CET y mía, se intentó sin éxito postular a 1 proyectos más grandes que permitieran sistematizar la explotación general del predio.

Fue en este proceso de formulación de proyectos y estrategias que se llegó a compren- i

der más a fondo el desafío al cual se enfrentaba la comunidad. En junio de 1998, en una ¡ I

propuesta para financiamiento presentada a la Fundación Kellogg, la directiva de la comu- nidad hizo un resumen bastante completo de los problemas a los cuales se estaban enfrentando. Resaltaron los problemas enfrentados en el predio mismo: i

! El predio que la comunidad adquirió tiene una gravísima falta de infraestructura, cer- cos, bodegas, galpones, pmenta un suelo empobrecido y de bajo potencial productivo debido a la sobreexplotación de que fue objecto por el anterior propietario. El potencial i

En conversación con Gustavo Peralta, José Gamdo y Heriberto Ailío,Temuco, 3 de agosto de 1998, don Chami y don Heri me contaron delos problemas por falta de cerco, anotando que don Clemente Seguelles

1 había matado como 7 u 8 chanchos que se habían pasado a su propiedad. 1

i

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de este suelo es principalmente silvopastoral con solo algunas áreas apropiadas para el cultivo de cereales. Sin embargo, el suelo requiere un proceso de recuperación para au- mentar sus niveles de material orgánico y, por tanto, de fertilidad. El predio cuenta además con bosque sobreexplotado, sometido en este momento a unafuerte pmión, pues las familias solo pueden obtener recursos de éste mediante la venta de madera, leña y carbón.373

Hablmn también de la falta de acogida que tenían de los organismos a nivel nacional, en el sentido de que para conseguir crédito necesitaban trabajar con el sistema formulado desde arriba:

A pesar de que las comunidades, como Nicolás Ailío, tienen capacidad de proponer ideas que puedan convertirse en programas de desarrollo sustentables, no tienen una contra- parte a nivel nacional que pueda apoyar estos programas; por el contrario, los organis- mos públicos de extensión agraria tienen una propuesta a g h l a "de punta" (tipo Revo- lución Verde), que es ofrecida a las comunidades asociada con créditos y que es entregada como un paquete que no acepta modificaciones por parte de los campesinos.374

Y finalmente anotaron el problema de la reorganización del sistema de trabajo, de uno que enfatizaba el trabajo individual en las parcelas individuales a uno que enfatizaba el trabajo colectivo para una empresa colectiva. En parte era un problema de énfasis. En Tranapuente en la comunidad de Mío original, se había trabajado colectivamente en una serie de proyectos, especialmente en los relacionados con la asociación gremial CODEPE- CA. Esto vino a sumarse a la experiencia que ya habían tenido algunos en el Asentamiento Amoldo Ríos. Pero en la comunidad misma, la mayoría del trabajo se hacía en tienas priva- das individuales, en que la estrategia de cada unidad familiar era asunto individual. Cuando había necesidad de dinero, alguien de la familia migraba a la ciudad o a los fundos cerca- nos en busca de trabajo. Las decisiones sobre las horas de trabajo, en qué enfocar la agricultura, cuándo vender un animal o aceptar una ternera en medias, eran decisiones de cada familia. En Huellanto Alto, la situación era diferente. No había fuentes de trabajo ocasional en Ia zona, así que cualquier decisión de migración se hacía a mediano plazo. La posibilidad de sacar adelante el predio pasaba inevitablemente por los proyectos comuni- tarios, y cada miembro de la comunidad tenía que contribuir a los trabajos colectivos. Además, si una persona decidía tomar ganado en medias con algún agricultor vecino, estos

"Plan de Desarrollo de la Comunidad Nicolás Ailío, Sector Huellanto Alto, Comuna de Gorbea, M Región de la Araucan'a", proyecto presentado a la Kellogg Foundation, Temuco, 9 de junio de 1998, p. 2.

n4 Ibid., p. 4. En conversación con don Heriberto Ailío y don Chami Garrido en Huellanto Alto, 5 de agosto de 1998, se me contó de un conflicto que tuvieron con técnicos de PRODEL, una mma de la municipalidad de Gorbea que trabajaba con los agricultores. Porque no quisieron simplemente aceptar los consejos que se les daba, los llamaron "problemáticosn y "mentirososn.

animales consumían pasto que degradaba la pradera de todos y por tanto no podía mante- nerse como decisión individual. Aunque a la larga la prosperidad general podría ser más grande, a corto plazo había menos flexibilidad para enfrentarse a los problemas diarios y puntuales de falta de Es en este sentido que el debate sobre la forma de explo- tación del predio realmente resumía toda otra serie de cambios e inquietudes que sentían los miembros de la nueva comunidad. Esto salió muy claro en las conversaciones que tuve con algunos de ellos en 1998.

En agosto de 1998 logré hablar con cinco familias más de los asentados en Huellanto Alto. Entre ellos, don kmando Ailío, doña Carmen Huentemilla, don Juan Ailío y doña Magaly Riquelme de Huenuán, todos expresaron preocupación porque no había plata y no podían trabajar en otra cosa. Don Juan Mío, en particular, comentó que no tenía costum- bre comunitaria y que estando en Huellanto Alto, no podría salir a trabajar a otra parte. Doña Magaly dijo claramente que le parecía que la tierra debería dividirse, para que cada persona pudiera hacer lo que quisiera con su parte. Doña Marcelina Aiüo no estaba de acuerdo. Me explicó que los que quenan dividir la tierra eran los que tenían para trabajar- la, y como ella no tenía ni bueyes ni aperos ni con qué trabajar, no le convenía tener más tierra individualmente. En varias familias alguien había tomado la opción de migrar en busca de trabajo. Doña Juana Pincheira, por ejemplo, había salido a trabajar a Santiago; varias familias tenían hijos adultos trabajando en Temuco. Para finales de diciembre de 1997, adicionalmente, se había autorizado a tres socios Sandra Ailío, JorgeViguera y Ale- jandrino Santibáñez- que salieran a trabajar a Tranapuente "para solucionar problemas

Todos los socios entrevistados en Huellanto Alto estaban de acuerdo en una cosa, sin em- bargo: no quenan regresar permanentemente aTmapuente. Doña Magaly extrañaba mucho a su familia, pero estaba segura que nada le esperaría si tratara de regresar permanentemente. Sí le gustaría tener el dinero para visitar de vez en cuando: el pasaje costaba 5.000 pesos en 1998. Don Luis Huenuán me aseguró que no echaba de menos a nadie, que en Huellanto Alto

Una serie de discusiones anotadas en actas ayudan a entender más de cerca la situación complicada a la cual se enfrentaban los asentados en Huellanto Alto. Archivo CET, Libro de Actas de la Comunidad de Nicolás Ailío: "Reuniones de la Comunidad de Ailío", Huellanto Alto, pp. 26v-46.

376 Archivo CET, Libro de Actas de la Comunidad de Nicolás Ailío, "Reunión de la Comunidad de ?iicolás Ailío 11- Huellanto Alton, 27 de diciembre de 1997, pp. 43v-46, cita directa en la p. 4%. En la misma reunión se habla mucho del manejo del ganado, y se contabiliza los animales pertenecientes a diferentes socios. Entrevistas con: Don Armando Ailío y doña Carmen H u e n t e d a , Huellanto Alto, 5 de agosto de 1998; doña Magaly Riquelme Méndez de Huenuán, Huellanto Alto, 5 de agosto de 1998; don Luis Huenuán, Huellanto Alto, 5 de agosto de 1998; y Juan Mío, Huellanto Alto, 5 de agosto de 1998. Al comentar el borrador del libro dos años más tarde, doña Cecilia M í o tampoco estuvo de acuerdo con la división, "porque las generaciones venideras volverían a encontrar de nuevo muchos tropiezos ... siente que volve- rían a lo mismo y en su propio caso ella no habría tocado tierra si no hubiera estado esta opciónn. Como electrónico de doña Cecilia Aiiío, cortesía de Angélica Celis, CET,Temuco, 26 noviembre 2001.

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tenían dónde criar animales y quien sabía trabajar bien, aprovechaba bien sus hectáreas. Como su hermano se había quedado con la tierra de la familia en la división pinochetista, él ya no tenía ni donde criar un chancho en Tranapuente.Y doña Carmen Huentemilla, entre' las más descontentas porque no había tenido éxito criando sus pollos y no podía trabajar fuera de la casa, de todas maneras me dijo que se tenían que quedar, "porque si nos vamos de aquí p'allá la gente se va a reír de nosotros, mira el asentamiento como anda

Para el año siguiente, empero, se habían regresado a lianapuente don Eduardo Leal, y don Robustiano y doña Eduardina Ailío, desarmando y llevando sus casas. Aunque la pérdi- da de todos era triste para la gente de Huellanto Alto, la partida de don Robustiano y doña Eduardina, hermanos de don Heriberto, fue un golpe especialmente duro.Ya el año ante- rior se divisaba la posible separación. En conversación con don Robustiano, me había enfatizado que, como hombre soltero criando a sus sobrinos, le parecía que iba a estar mejor regresando a su tierra original. Insistió que había venido a Huellanto Alto porque pensó que, al ser fundo, sena mejor la producción. El rico les había dicho que todo era bueno, pero no resultó así. Se había dado cuenta de que estana mejor en Tranapuente, donde conocía más el terreno y cómo trabajarlo; la producción era más completa. Por tanto iba a terminar la sociedad en su tierra y regresar, dijo, para noviembre o diciembre. Ade- más, intimó, había problemas de familia y de trato entre socios; para no tener problemas peores, para no abrir una desunión mayor, para poder seguir valorando lo que habían teni- do, pensaba que era mejor separarse y recordar los buenos tiempos. A esto se agregó que doña Eduardina había estado bastante enferma y con los problemas de conseguir atención médica en Huellanto Alto, mejor regresaban a Tranapuente. Doña Eduardina agregó que su sobrino Samuel, a quien ella estaba educando, había sufrido mucho en el colegio. Llega- ba llorando, mojado; quena regresar a su colegio original. Varias familias habían tenido problemas, agregó. El primer año estaba casi perdido a~adémicamente?'~

En parte, don Robustiano y doña Eduardina pudieron regresar porque tenían una op- ción económica más viable. En la división pinochetista, dados todos los sacrificios que había hecho para apoyar y sostener a la familia de don Heriberto durante el periodo de cárcel y represión, los hermanos estuvieron de acuerdo que don Robustiano se quedara con la ma- yona de la tierra de la familia. Tenía, por tanto, la posibilidad de cultivar cinco hectáreas en Tranapuente, algo que nadie más entre los asentados tenía?" Y así partieron don Ro- bustiano y doña Eduardina, buscando establecerse de nuevo en su lugar de origen.

Entrevistas con: Don Armando AiXo y doña Carmen Huentemilla, Huellanto Alto, 5 de agosto de 1998;. doña bíagaly Riquelme Méndez de Huenuán, Huellanto Alto, 5 de agosto de 1998; y Juan Ailío, Huellanto Alto, 5 de agosto de 1998. Entrevistas con don Robustiano Ailío y doña Eduardina Aiiío, HueUanto Alto, 5 de agosto de 1998. Samuel es el hijo menor de Cecilia que ha vivido con doña Eduardina casi toda su vida, mientras su madre traba- jaba en Santiago. Archivo CONADI, Ministerio de Agricultura, INDAP, "Plano de División de la Comunidad Nicolás Aiiío", Temuco, 31 de mano de 1983.

Pero quizá el elemento que más frustración causó entre todos fue el descubrir, durante un reconocimiento del terreno pára efectos de un proyecto forestal con CONAF, que falta- ban 37,5 hectáreas. La directiva culpó a la CONADI por mala asésona: allí hay lobos vestidos de oveja, dijeron, a quienes solo les importa su sueldo. El problema estaba en el Departa- mento de Tierras y Aguas. Decidieron pelear de la forma que fuera, para que los hijos tuvieran algo y no le pasara lo mismo a otra comunidad. Estaban al tanto de que iba a ser difícil dar vuelta la situación, que iba a ser una lucha dura -"esto va pa' largon, me asegu- rar0n.Y no sorprendió a nadie que las hectáreas que faltaban eran de vega, las más fértiles que llegaban hasta el estero, la parte que en el mapa se denominaba "Las Giradanasn y que ahora estaban en manos de Seguel. Se notaba, me informaron, que el cerco en ese lugar era más reciente. El equipo asesor del CET confirmó la situación y además resaltaron que era un problema bastante más general con los predios comprados por la CONADI. En una mues- tra al azar de 20 predios, 18 tenían problemas de medición.jsO

Al tener acceso a documentos de la misma CONADI, pude constatar que, en realidad, la falta de eficiencia de la gestión de la CONADI frente al caso de Ailío era bastante típica del Fondo deTierras en general. Para comenzar, había problemas con constatar la veracidad de los datos presentados por los postulantes al subsidio en el formulario de preselección, con el resultado de que en varios casos, cada año, se otorgó un subsidio a personas que tenían ya bastante tierra, o habían falsificado datos. Entre 1995 y 1997, por ejemplo, el 12% de los subsidiados ya poseían entre 8 y 15 hectáreas, mientras que un 5% poseía entre 15 y 50 hectáreas. La conclusión del equipo de evaluación institucional era, en este contexto, que "con un buen trabajo de pre-selección, e1 5% con más de 15 has. no hubiera sido aprobado por el Comité de Selección y se habna aprobado el subsidio para familias más necesitadas, tal como es el objetivo del programan?"

Quizá de más relevancia p m el caso de Ailío era la falta de prepmción y seguimiento que se podía ofrecer a los subsidiados al mudarse al nuevo predio. Menos de la mitad de los subsi- diados contaban con casas en el predio adquirido y, según la evaluación interna de CONADI,

el resto de los beneficiarios no ha podido hacer ocupación de su predio por no contar con la infraestnrctura adecuada. Esto no es problema cuando el predio adquirido se encuen- tra colindante a su predio u ocupación de origen, ahora, distinta es la situación cuandq . . el predio se encuentra distant~.~"

Reunión con Bárbara Bustos y Gustavo Peralta,Temuco, 4 de agosto de 1998; Conversación en Huellanto Alto con don José Garrido y don Heriberto Aiiío, 5 de agosto de 1998. Bárbara Bustos vivió unos meses en Huellanto Alto y Ranapuente como parte de su investigación para su tesis de licenciatura en la Universi- dad Católica de Temuco, copia de la cual compartió generosamente conmigo. CONADI, Fondo de Tierras y Aguas, Dirección Nacional, "Evaluación y propuestas al Programa Subsidio para la Adquisición deTierras por Indígenasn,Temuco, junio de 1998, p. 11. Agradezco a Gonzalo Leiva su ayuda en orientarme dentro de la documentación oficial del Fondo d é ~ i e m - .

382 ibid., p. 13.

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Y en el mismo informe salen, en el listado de los problemas que habían planteado los subsidiados, los problemas de deslinde y la lejanía del lugarde origen. Para mejorar'el programa, la evaluación sugiere establecer convenios con otras instituciones estatales para lograr una mejor administración y un mejor seguimiento de los beneficiario^.'^^

Casi pareciera que el caso de Ailío hubiera seMdo de conejiüo de indias para los pro- blemas más generales que la CONADI reconoció en 1998. Pero también es interesante notar las diferencias entre el caso de Ailío y el resto de los subsidiados. Los de Ailío se mudaron sin contar con casa en el predio comprado. En un programa de subsidios netamente indivi- duales -según las cifras de la misma CONADI, del total de 169 subsidios otorgados entre 1995 y 1998, solamente cuatro fueron subsidios otorgados a comunidades- Ailío fue un subsidio comunitario y el único en 1996. Y finalmente, en un contexto donde el mismo Fondo deTierras reconoció que lo engorroso de los formularios y trámites hacía difícil "que las familias más pobres puedan participar en buena forma en estos concursos", la comuni- dad de Ailío logró participar con la ayuda de asesores y amigos del período de la reforma agraria y de CODEPECA.'"

Tales fueron los problemas con el programa de subsidio para compra de tierras, que en noviembre de 1997, el Consejo Nacional de la CONADI concluyó, como parte de su proyec- ción institucional para 1998, que la inversión de dinero en recobrar predios en conflicto era mucho más eficiente que la inversión en el programa de subsidios de tierra. Se recomendó, por tanto, incrementar el uso de fondos para rescatar predios en conflicto y disminuir el presupuesto del subsidio de tierras. A esto se agregó la necesidad de celebrar convenios con organismos nacionales e internacionales para ayudar a las comunidades que habían conseguido tierras en 1996 y 1997, incrementar su producción y resolver los litigios y con- flictos "acerca del dominio, posesión, uso, goce, administración o mera tenencia de tierras indígenasn.'& Al comenzar el nuevo siglo, sin embargo, los problemas institucionales de la CONADI se hicieron más profundos y hasta la fecha no ha habido avances en la resolución del nuevo problema de usurpación que vive la comunidad de Nicolás Ailío 11.

"No te seques, linda": Huellanto Alto en 2001

En agosto de 2001 regresé a Hueilanto Alto con un borrador inicial de este libro, lista para recibir comentarios y discutir ideas. Encontré muchos cambios, y un nuevo sentido de optimismo que no había visto antes. La comunidad había ayudado a construir un camino de

ibid., pp. 13-14 y 16-17. ibid., pp. 30 y 13.

m CONAüi, COnsejo Nacional, Proyección Institucional, 27 de noviembre de 1997, pp. 7 y 8.

ripio que llegaba ahora hasta las casas. Se estaban recuperando, con ayuda del CET, algu- nos cultivos tradicionales como la kinwa. La gente de Huellanto Alto estaba empezando a participar en ferias regionales agrícolas. Pero quizá lo que más me llamó la atención fue la nueva creatividad femenina. En parte esto se debió a que mi amistad con Angélica Celis se iba profundizando, y ella era la persona que había trabajado más a largo plazo con las mujeres. Por tanto tuve acceso por primera vez a una faceta ya existente de la vida 1ocal.M mismo tiempo, sin embargo, al estar terminando el primer proceso arduo de radicación, adaptación y sobrevivencia, la creatividad de las mujeres -en la huerta, en las curaciones, en la espiritualidad- iba conquistando otro espacio dentro de la comunidad.

Cecilia Ailío, hermana menor de don Henberto, llegó a quedarse a Huellanto Alto a comienzos del nuevo siglo. Aunque siempre había tenido un lugar dentro de la nueva comu- nidad, reconoció que para la mujer sola, jefe de familia, la situación al principio era muy difícil. Los hombres habían prometido ayudar con el proceso de asentarse, pero cuando comienza la carrera, me explicó, "cada caballo tira pay su la'o". Sentía que el lugar era demasiado aislado, y no tenía plata en efectivo para ayudar a Andrea, su hija mayor, con su educación. Por tanto se había visto obligada a salir nuevamente a trabajar. Finalmente tuvo que regresar, porque si no perdía su derecho a la producción comunitaria de madera, hortaliza y sembrado. Ya le había pasado con el proyecto de CONAJ? al que se había com- prometido la comunidad, un proyecto de explotación sustentable del bosque, que al no tener representante en la comunidad que trabajara por ella, recibió menos madera por tener que reponer en madera en vez de trabajo lo que se gastó en construir el invernadero, el gallinero y los proyectos de luz y camino.'"

Una vez en Huellanto Alto, doña Cecilia se enfrentó nuevamente a los problemas espe- ciales de la mujer sola.Ya no era problema de falta de tierra, me explicó, sino que de falta de plata y de fuerza de trabajo. Si tuviera recursos, habna plantado sola; le interesaba especial- mente plantar castaños y transplantar alcachofas, puesto que calculaba una buena entrada. Al no tener plata, tuvo que tomar de socio a otro de los miembros de la comunidad, con quien pagaron a medias el abono químico, la siembra y la cosecha mecánicas, mientras que él se encargó del cultivo y ella de la limpieza. Encontró que le iba bien con los animales; rápida- mente acumuló más de 20 gallinas y se dio cuenta de que tener animales le ayudaba a no sentirse sola. Empezó a hacer curaciones, basándose en el conocimiento que le había traspa- sado su madre; pero no pidió que le pagaran. Y finalmente, empezó a organizar una reunión de adoración los domingos, dentro de la tradición anglicana, en que se leía la Biblia y se oraba. Con la participación de cuatro familias, intentó conseguir que un ministro visitara desde Temuco, pero no tuvo éxito su gestión: "Hay mucha frialdad", me explicó.387

Entrevista con dona Cecilia Ailío, Temuco, 31 julio 2001. bid.

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r Para doña Marcelina Ailío, también mujer sola en la comunidad, fue posible quedarse L estable en Huellanto Alto porque sacó a su hijo Manuel del colegio para que le ayudara a f- \

L contribuir trabajo al esfuerzo de la comunidad. De todas maneras tuvo que conseguir un - F socio para plantar en mediería, puesto que su trabajo y el de su hijo no bastaban. A pesar '. 2

,- de los problemas que enfrentó, sin embargo, se sentía feliz puesto que su nueva situación 1

L era mucho mejor quelo que había vivido enTranapuente. Esposa de Pedro Fuentes Pilqui-

C nao, uno de los dirigentes de la toma de Rucalán y participante activo en el asentamiento

c Amoldo Ríos, doña Marcelina había llegado al asentamiento un año después de la toma. Se .

acordaba del trabajo solidario que hacían allá, y cómo la gente se juntaba para trabajar < L colectivamente; sentía algo parecido en Huellanto Alto, puesto que había logrado hacer

CI intercambios de comida y trabajo con sus vecinos. Al mismo tiempo, recordaba la gran

,' pobreza que vivieron con su marido al regresar a la comunidad de Pilquinao después que

'. los botaron de Rucalán. Su marido hasta tuvo que salir a pescar para conseguir algo de

( comer, puesto que no tenían nada. Después su esposo se dedicó a tomar y la situación se

/- empeoró. "Yo hace como siete años que estoy separá", me explicó doña Marcelina. "Crié a

', todas las chicas y yo fui como madre y papá"?"

C A pesar de la diferencia en sus adaptaciones, como mujeres solas doña Marcelina y

I" doña Cecilia compartían la falta de plata y de fuerza de trabajo, no solamente al cultivar la -- tierra designada- como goce individual, sino que también en los trabajos colectivos que ( formaban la médula del esfuerzo comunitario en Huellanto Alto. A diferencia de las fami- < lias basadas en una pareja, ellas no tenían cómo participar equitativamente en los distintos

proyectos de construcción, siembra colectiva o explotación de bosques. El modelo de comu-, nidad organizado en base a una asociación entre hogares compuestos de parejas y sus hijos,

< no les cabía bien a éllas.

c Al mismo tiempo, sin embargo, en sus huertas las mujeres en general vivieron un proce- so especialmente creativo de adaptación al nuevo medio. Al transferirse de zona costera, c lafkmche, a una zona wenteche de precordillera, llegaron a conocer nuevas plantas y nuevos

c microambientes. Al comienzo no fue fácil, puesto que las costumbtes, los conocimientos de

c la costa no les s e ~ a n en el nuevo lugar. "El primer año que estuvimos aquí me desilusioné con la tierra", le dijo doña Marta Antinao a Angélica Celis. Para doña Cecilia, una de las

( cosas más difíciles fue acostumbrarse a los vientos y las heladas. También doña Marcelina - .

( tuvo que aprender nuevas. sutilezas: "Hay distintos tipos de heladas: las que llegan a blan- quear, hay otra heladita suave que con el viento se va l i g e r i t ~ " . ~

c < Entrevista con doña M a r c h a Ailío, Huelianto Alto, 5 de agosto de 1998; Entrevista con Marcelina Ailío,

C hecha por @gélica Celis como parte de su Tesis de Magíster en Ciencias Sociales Aplicadas, "Conversa- ciones con d territorio desde la interculturalidad: Las huertas femeninas como espacios de conversa-

c aón", Universidad de La Frontera (Temuui), enero de 2003. Angélica Celis, "Conversaciones con el temtorio", p. 233. c

Una vez que se empezaron a aclimatar, sin embargo, salió unnuevo entusiasmo. "Ahora estoy enamorada del lugarn, comentó doña Marta; ha llegado a conocer los árboles nativos, especies que no existían en la zona costera, en parte por el proceso dramático de deforesta- ción; "me gustan mucho los árboles, son hermosos. Me da pena cuando los cortan ahora que - han estado limpiando. Las mujeres no se meten al trabajo forestal". Pero doña Marta sí se ha metido a tener su huerta, y el invernadero que su hijo Martín le construyó para sus .. almácigos. En zona precordilierqa es muy importante usar el invernadero para comenzar las semillas de las verduras y otras plantas, puesto que la temporada de cultivo es más corta. "Lo otro nuevo que aprendí es el invernaderon, comentó doña Marcelina. "Es buena cosa, es rico porque uno va haciendo sus almácigos y a los ocho días la lechuga está afuera. Para uno que ha hecho almácigos se da cuenta que el invernadero es rápido".390

Las mujeres, a cargo de la huerta y de la organización del espacio doméstico, demues- tran la importancia del proceso de ubicación -espacial, ecológico, espiritual- que tuvo que darse en el nuevo lugar. Para poder planificar bien la huerta, saber en qué dirección y

i I

cuándo plantar, había que ubicar bien los vientos, el camino del sol y los ciclos de la luna. En la organización de los sembrados, explicó doña Marcelina, "todo debe estar presentán-

1 dose al soln.Y continuó diciendo, "yo me fijo en la luna, planto todo-lo que es planta con la ¡

! menguanten.Y doña Marta agregó, "yo me guío por la luna para los almácigos, siempre me I estoy fijando, miro cuando va en la media, ahí está con toda su fuerza, si se siembra ahí las plantas se suben luegon. Para doña Cecilia, "me costó ubicarme un poco con los vientos

l i

pero ya sé: está el sur, el norte, el puelche ... allá estaban los mismos ... pero en el bajo, donde I !

me crié no azotaba el viento ..." Una vez que terminó el proceso de adaptación, fue posible dejar fluir el nuevo conoci- t

miento, sentirse cómodas en el cuidado y cultivo de distintas formas de vida. "Yo no sé si se criará la mano [para la huerta] o se nace con ella, no lo sé", comentó doña Marcelina."Yo les hablo a las plantas, ando conversando, les digo: ¿cómo está? ¿Llena de yerbas? Y me

1 pongo a limpiar cualquier plantita que no se sequen. Hay una cierta sensibilidad nueva frente al proceso de adaptación y cuidado de las plantas, como si hubiera una nueva con- I i ciencia al respecto que partiera del mismo sufrimiento de los humanos al tratar de prosperar en nuevas tierras. Quizá doña Cecilia lo explicó más nítidamente: ", -,. .

cuando traigo una planta desconocida a la huerta+@ saco la semilia, o la floi; la planto, la hato con cariño, le converso, le hablo, la riego y le busco un lugar. La coloco entre medio en un lugar afín con su medio de donde viene, la traigo con harta tiena, con toda

i I

su tierra para que no se venga sola y le dejo listo su lugar donde va a estar. La cuido por un tiempo, cuando la cambio a su lugar de£initivo le digo: "No te seques, lindan. 1

Las citas directas vienen de Angéiica Celis, "Conversaciones con el temtorio", pp. 318,306,308 (doüa Marta); el habajo de doña Marta con su invernadero también lo observé yo en repetidas visitas en 1999 y

I 2001. Las atas directas de doiia Marcelina se encuentran en Celis, p. 230. ¡

1

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A esta sensibilidad se le agrega el orgullo de saber innovar, la alegría de compartir lo nuevo. "Me florecieron unas florcitas rosaditas que no había visto nunca y que cambié cuando fui de visita aYumbeln, recordó doña Marcelina. "Les convidé a todas mis amigas estas f lor~i tas" .~~~

Con ayuda del CET, los nuevos conocimientos y los deseos de compartir se han ido esparciendo en la región, generando un nuevo orgullo de parte de las mujeres de Hue- llanto Alto. Más allá de la feria regional agrícola en Yumbel, a la cual fueron varias de la comunidad a intercambiar y compartir semillas, quizá más notablemente la de la kinwa recuperada, se estableció un intercambio con los chefs famosos de Chile en que se com- partieron platos tradicionales Mapuche. Para Cecilia, esto culminó en noviembre de 2001, cuando me explicó por correo electrónico:

También viene una ale& muy grande, tengo una emoción dentro de mí, ya que por pnmem vez en mi vida, señora Herencia, me vestiré de Mapuche. Para mí va a ser una satisfacción, el recuerdo de mi madre me acompaña en esto porque ella se vestía muy impresionante. Después le mandaré fotos.

El motivo de esta alegría era que iba a celebrarse una cena especial en Temuco para culminar el intercambio entre los chefs y las curadoras de Huellanto Alto. "Ud. no sabe", siguió explicando Cecilia,

que estamos trabajando como curadoras con un grupo de mujeres de distintos lugares. Aquíestamos de la comunidad Ailío ii, habemos cinco mujeres (Marta, Marcelina, Sandra, Cecilia y Camela). La Marcelina, Sandra y yo nos vestiremos de Mapuche para una fiestaespecial. Tendremos una cena degala en el Hotel Tmaverde (Temuco) que los chefs famosos de Chile nos van a hacer a las curadoras como vuelta de mano por las reutas y por las semilllas que hemos compartido con ellos. Antes nosotms cocinamos para ellos. Yo cociné simita [que es una especie de sopaipilh,

pasada por agua y que lleva distintos condimento$ La Marcelina preparó un truto de papas [es una masa que se enrolla en un palo como asado pem es de papa y condimenta$ Marta preparó pebre de codiayuyo y Sandra preparó jugo de hwa con zanahoria y posin & hwa y ~ C a m l a guiso de kinwa con hueuos azules y muday de hwa. Otras mujeres prepamnm distintos platos y iós compartimos con quince chefs & distintas partes del pak. Así es que ahom ellos d n a n para nosotms y será una cena & gala y con este motiuo

m t m s iremos am n u e m mejorPs prendas. Otro logro muy gmnde es que Andm me aannpaiiará a la m ya que cada cumdom va con alguien de su familia.392

391 Las citas directas delos Últimos dos párrafos vienen d e ~ n ~ d i c a Celis, "Conversaciones con el temtono", en orden de aparición: pp. 246,245,307,342,245,336 y 344,231.

392 Correo electrónico de doña Cedia Ailío, cortesía de Angélica Celis y el CET, Temuco, 26 noviembre 2001.

Tranapuente y Huellanto Alto a comienzos del nuevo siglo

En 1999, visité a doña Eduardina y don Robustiano en su casa original enTranapuente. Doña Eduardina seguía recuperándose de su enfermedad del año anterior, pero esto no le impidió leer cnticamente el croquis del libro de la comunidad que le entregué, haciéndo- me algunas correcciones puntuales. Don Robustiano estaba un poco frustrado por la interrupción y el costo económico que había significado la nueva mudanza, aunque com- prendía que le tomaría por lo menos un año readaptarse completamente. Los dos estaban tristes y nostálgicos por la separación de sus otros familiares, aunque a otros niveles su adaptación estaba progresando sorprendentemente bien. Samuel estaba contento de ha- ber regresado a su viejo colegio. René Ailío estaba trabajando con don Robustiano en sus tierras, y ya se le había ofrecido a don Robustiano presentarse para un cargo en la directiva de la comunidad. Él había dicho que no. Doña Eduardina me comentó que ya no podía hacer funcionar su pequeña Iglesia Anglicana que antes había tenido en la comunidad, y además desde la salida del grupo de asentados ya todos se habían plegado a la Iglesia del Señor que tenían los hijos de don Antonio Ailío en su propiedad. Aun don Luis Ernesto Quijón, antiguo preso político que había trabajado en la reforma agraria durante la Unidad Popular y miembro de otra iglesia Pentecostal, se había unificado con ellos. Por el momen- to, me explicó, ella y don Robustiano habían vuelto a su Iglesia Anglicana original en Nehuentúe. Quizá más tarde construiría otra media agua para tener una iglesia más cerca y no tener que viajar tanto.

El proceso de reintegración de don Robustiano y doña Eduardina a la comunidad de Ailío 1 hace surgir, nuevamente, lo complicado de la definición de comunidad. Hemos visto que, en Nicolás Ailío, se han manejado históricamente una serie de definiciones. La prime- ra definición formulada con la Radicación enfatizó el parentesco con uno de los radicados originales, y así permitió que una parte de la comunidad m i g m en busca de trabajo o ingresos sin perder su membresía. Al mismo tiempo, sin embargo, esta definición limitó las opciones de lucha en contra de la usurpación, llevando a una pobreza extrema de la cual era difícil encontrar salida. Una parte de la generación que creció en las décadas de 1940 y 1950, encontró otra salida en una definición de comunidad que se construía en base al trabajo en común y la solidaridad entre los pobres y necesitados. Esta nueva definición se vivió con gran solidaridad durante los años de la reforma agraria y del gobierno de la Unidad Popular, pero también llevó a la violencia y la represión, el miedo y la pobrezá, de la dictadura militar. Se intensificaron, por tanto, las diferencias entre los que estuvieron a favor del modelo clasista de la reforma agraria -articulado a la idea de acciones ilegales en las tomas y manifestaciones de la Unidad Popular- y los que se agarraron del modelo lega- lista de la comunidad reduccional que había creado el Estado después de la derrota militar Mapuche. En los años 80, los esfuerzos de crear una organización gremial que culminaron

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con CODEPECA, fueron un nuevo intento de fortalecer la idea de comunidad basada en el trabajo colectivo, aunque se le agregó también, con la participación de otras comunidades Mapuche, un cierto matiz de tenitonalidad lafkenche.

La contradicción entre una definición de comunidad basada en parentesco, y una defi- nición basada en trabajo colectivo y solidaridad, se vivió intensamente durante los primeros años de gobierno posdictatorial. Aunque formulada como respuesta a un movimiento de revitalización étnica y cultural, la Ley Indígena del gobiemo aylwinista desarrolló un mo- delo gremialista para la reconstitución de las comunidades indígenas, modelo que no llevó necesariamente a la revitalización de las estructuras y prácticas políticas más tradiciona- les de las comunidades Mapuche. En Ailío, una de las funciones más importantes de la comunidad reconstituida fue impulsar la postulación al subsidio de tierras..Por un lado, esto le dio a la solicitud muchísima fuerza; como resultado, Ailío se convirtió en una de solo cuatro comunidades que logaron un subsidio en los primeros tres años del programa del Fondo de Tierras. Pero por otro lado, es t i función un tanto especializada de la comunidad reconstituida creó las condiciones para mayor confusión, desacuerdo y falta de comunica- ción entre los que se mudaban a Huellanto Mto y los que se quedaban en Trinapuente.

En el conflicto que llevó a la creación de dos comunidades Nicolás Ailío, uno de los puntos más importantes era la personalidad jurídica creada con el reconocimiento de la comunidad por la CONADI. Este estatus legal le daba a la comunidad su legitimidad frente a diferentes instancias del Estado, facilitando cualquier trámite o gestión para conseguir créditos, subsidios o senricios. Le otorgaba también una identidad social desde la cual pre- sentar proyectos o actuar colectivamente en la sociedad. Es un ejemplo de la importancia que tiene este tipo de identidad frente a las instancias gubernamentales y no gubemamen- tales, que finalmente la comunidad Nicolás Ailío IT tuvo que conseguir una personalidad jurídica por separado a través de la Municipalidad de Gorbea y de la CONADI.

Comprender la 'gran importancia de esta identidad legalizada nos ayuda también a comprender los límites o barreras institucionales dentro de los cuales la comunidad se ha tenido que maneiar. Por un lado, hemos visto que la comunidad de Nicolás Ailío, y especial- mente el grupo que impulsó el subsidio de tierras, logró algo inusitado dentro de las posibilidades abiertas a las comunidades en el período posdictatoria1.M mismo tiempo, sin embargo, tuvieron que trabajar cuidadosamente dentro de los parámetros trazados por el gobierno, y fueron víctimas de la falta de ciudad0 y seguimiento del Estado frente a las solicitudes y gestiones de las comunidades.

Todo esto nos lleva a preguntarnos, a final de cuentas, de qué se trata el esfuerzo esta- tal de reconstitucián de las identidades indígenas que se ha dado en Chile a partir de 1993. Por lo menos en términos del Fondo de Tierras y Aguas, en el proceso de evaluación del programa que se dio en 1998 se llegó a la conclusión de que "el Programa está orientado hacia aspectos socioeconómicos de pobreza, sin considerar, prioritariamente, los aspectos

culturales". Según entrevistas del panel de evaluación con personas de alto rango en la CONADI y MIDEPLAN, "el objetivo del programa es la recuperación de 180.00Oa 200.000 hás. de Tierras Indígenas perdidas en el proceso de contrarreforma agraria durante el Go- bierno Militar. En este sentido, el fin sena la restitución a los indígenas de tierras perdidas durante el gobiemo militarn. Pero la evaluación misma concluye que "el programa en sí no puede lograr el fin Parte del problema es el bajo monto del financiamiento concedido por el Estado. También resulta que el precio de las tien& sube al saber los dueños que podnan vender al Estado. Por ambas razones se termina satisfaciendo una

minúscula de la demanda histórica por territorio y recursos. Al mismo tiempo, al gastar la plata limitada en la compra de tierra, no quedan recursos para medición, confii- mación de deslindes, o seguimiento y créditos.

A mi entender, la experiencia de las comunidades Ailío 1 y Ailío ll sugiere que el propó- sito más profundo del gobierno frente a las comunidades Mapuche no ha sido ni la restitución territorial ni la reconstitución política o cultural. Más bien la meta ha sido el desarrollo de un nuevo sistema de organización gremial a través del cual se podrían constituir unidades socioeconómicas y políticas que redujeran suficientemente la extrema pobreza, como para mantener en el campo a la población rural indígena. En Huellanto Alto, los asentados de Nicolás Ailío ll tenían en parte la misma meta: quenan suficiente tierra, recursos y trabajo para que los hijos se pudieran quedar en la comunidad. Si para el gobierno la meta de fondo era no causar más presión sobre los deshilachados sistemas de ayuda social existen- tes en las ciudades, para los dirigentes de Ailío era, finalmente, cumplir con el sueño de dejarle algo a la siguiente generación.

Con todo, las familias de Ailío 1 y Ailío ll han vivido en carne propia la falta de un com- promiso de fondo, de parte del Estado, con la suerte de las comunidades. Para poder subsistir, tienen que jugar por las reglas que establece el gobierno. Pero el Estado intenta diluir cual- quier proceso de movilización o cuestionamiento creando expectativas que se pueden cumplir solo parcialmente. Quizá las comunidades ya no se la pasen juiciando. Los pocos que adquie- ren tierras lo hacen mediante el mercado, no la toma. En Huellanto Alto, los procesos de creatividad se expanden, especialmente a través de los esfuerzos de recuperar nuevas semi- llas y de explotar el bosque de forma sustentable. A Tranapuente ha llegado una nueva carretera y un nuevo puente que une las dos riberas del río Imperial; se murmura acerca del. . . alto precio de las tierras?% Pero a pesar de estos cambios, siguen faltando hectáreas en Tranapuente y Huellanto Alto, hectáreas usurpadas por terratenientes que históricamente han gozado de impunidad frente a gobiernos que, aun al hablar de la importancia de los derechos indígenas, siguen apoyando más bien al rico y al sistema de mercado.

República de Chile,Ministeno de Hacienda, Dirección de Presupuestos, InformeFinal deEvaluaciÓn, Pro- grama Fondo de y Aguas, agosto 1998, "Fonnato B", pp. 1-3.

3g4 Observaciones en mi visita aTranapuente, agosto de 2001.

21 1

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CAPÍTuLo 7 DONDE EL PASADO SE ENCUENTRA CON EL FUTURO

EN NICOLAS h Í o (CONCLUSIONES)

En Nicolás Ailío, una comunidad pequeña de más o menos treinta familias que después se dividió en dos, existen muchas versiones de la historia. Estas narrativas locales tratan de dar sentido al mundo, y a las experiencias individuales y colectivas. Las personas y las familias transmiten y preservan sus experiencias a través de sus relatos. Como historiadora que fui aceptada para escribir una histona de la comunidad, tuve la suerte y el privilegio. de escuchar varios de éstos, de traerlos conmigo en mi maleta y tratar de escribirlos todos juntos para formar una sola historia que tuviera coherencia y que, al tejer juntas las pers- pectivas múltiples de diferentes personas, diera una visión más grande de lo que había sido la experiencia colectiva.

En parte he tenido la oportunidad de trabajar esta historia, porque no existe en Nicolás Ailío un experto oficial de la memoria colectiva que pueda transmitirla en una versión que tenga autoridad definitiva desde la comunidad. Bajo tales circunstancias, mi esfuerzo des- de fuera de articular distintas perspectivas no puede crear una coherencia total.Tampoco quiero asumir una autoridad sobre la historia de la comunidad, que francamente no me pertenece. El tira y afloja entre un relato y otro me ha enseñado, adicionalmente, que si intento unificarlos a todos, más bien terminaría destruyendo lo que es específico o Único de cada cual. Aun en una sola familia, las versiones del pasado son múltiples y no caben fácilmente entre sí. Al mismo tiempo, sin embargo, existen temas y luchas en común que vale la pena trazar y resaltar. Mi meta al concluir esta histona, por tanto, es buscar el balance entre lo idóneo del caso individual, y lo que nos cuenta cada caso sobre la realidad más general.

En la familia Ailío Concha, el romance de viejo estirpe que teje doña Felicia Concha comienza con una joven tímida que ve a un joven por la ventana de la casa y pasa por los sufrimientos y vaivenes cotidianos de la pobreza rural para terminar en la satisfacción de los hijos y nietos en la vejez. Su marido don Antonio Ailío cuenta la usurpación de sus padres por Duhalde, la lucha casi diaria por la restitución que se frustra finalmente, hasta que Duhalde muere asesinado como justicia por sus malas obras. La gran victoria aquí es haber sobrevivido, haber perdurado frente a los grandes sufrimientos que da la vida. Doña Felicia hace posible esta victoria al cuidar el hogar con paciencia y ternura frente al

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sufrimiento, y su sensibilidad se nutre justamente del origen romántico de su matrimonio, en que el joven Mapuche del campo la quería "para buen fin".

En la siguiente generación Hugo narra la discriminación racial y la pobreza, en que todos viven "como un salmón contra la comente". Su fmstración personal en el colegio es seguida por la desprotección y traición de la izquierda y el exilio de su comunidad impues- to por las circunstancias de la dictadura, para devenir finalmente en la solidaridad y comunidad de una iglesia evangélica y en el amor de una mujer que lo apoya a pesar de todo. Las dos generaciones tienen en común el sufrimiento personal y colectivo que viene de la pobreza, especialmente de una pobreza articulada alrededor de la discriminación y marginalbación que se vive en una comunidad Mapuche; y los esfuerzos personales y mo- rales por sobreponerse a este sufrimiento, esfuerzos que pasan por y descansan en la fe religiosa, el apoyo de la pareja, y el énfasis en la reproducción de la vida que forma parte de la esfera femenina. René y Antonio, los hermanos menores de Hugo que se quedan en la comunidad, al tomar liderazgo, respectivamente, en la comunidad Ailío 1 y la Iglesia del Señor, reconocen el valor de la comunidad Mapuche y de la comunidad religiosa en el proceso de sobrevivencia. Antonio, además, al explicar la muerte de Duhalde anotando la existencia de un Rey mayor que está por encima de todos los seres humanos, denota lo central de la dimensión religiosa a cualquier intento de narrar la historia.

En la familia Aiiío Pilquinao los mismos componentes -la pobreza, discriminación y marginahación del campesino Mapuche; el compás moral e intelectual que da la religión; y el papel de la mujer y de la madre en velar por la reproducción y la vida familiar- son articulados en forma muy distinta, en general pero también por los diferentes individuos del grupo familiar. Para doña Eduardina, el punto central de su relato tiene que ver con las oportunidades frustradas, su deseo de educación y la falta de posibiidades por la misma pobreza de la familia. En este contexto la religiosidad anglicana se vuelve una especie de racionalidad y de trabajo intelectual alternativo, a través del cual ella tomaliderazgo en su iglesia mientras que explica los vaivenes de la historia y del sufrimiento de su familia. El tema medular para don Heriberto es la búsqueda de una salida a la humillación de la pobreza, búsqueda que lo lleva a combinar las visiones utópicas de una teología de la libe- ración y de la izquierda revolucionaria. Líder carismático que siempre está pensando el f u m colectivo, don Heriberto narra la historia para adelante, hacia una meta de solidari- dad, prosperidad y comunidad: en su relato, la organización y la comunidad pueden triunfar por encima de las injusticias. Don Robustiano es más cauteloso, combinando una racionali- dad analítica con un deseo de protección para su familia que sale claramente del papel de ancla familiar que tuvo que tomar durante la dictadura militar. Según Mano Castro, sería además el hermano con más profundidad y sensibilidad espiritual; una lección importante que él comparte es que, a veces, para poder preservar o valorizar lo bueno hay que saber cuándo tomar distancia.

Las dos hermanas más jóvenes, Elisa y Cecilia, siguen el camino de la migración a Santiago desde muy jóvenes. Por un lado se apoyan en la solidaridad familiar entre los hermanos Ailío Pilquinao, que les nutre a sus hijos y les da un lugar donde crecer. Por otro lado, ellas contribuyen con su trabajo a la educación de los jóvenes. Todos juntos logran sobrevivir desafíos y tiempos sumamente difíciles, incluyendo los años de dictadura; y jun- tos mantienen vivo, a través de sus relatos, elrecuerdo de la madre y su capacidad carismática de nutrir, curar y reproducir la vida. Junto con su esposo don Martín Ailío Porma, logko de la segunda generación, doña María Pilquinao es una presencia muy fuerte todavía en la adaptación y memoria de la tercera generación de la com~nidad."~~

La fuerza de doña María está también presente en los recuerdos de su nuera doña Marta Antinao, compañera de don Heriberto que ha logrado sacar adelante una familia bajo las circunstancias más penosas y variadas. A pesar de las grandes diferencias entre doña Marta y doña Felicia, una similitud que me impresionó era que ambas logran, de forma callada y sutil, organizar los lazos afectivos de sus familias alrededor de sus cocinas o fogones. En este sentido las dos cumplen con el papel principal que la cultura Mapuche define para la mujer. Aunque doña María sea, en este contexto, un caso emblemático por su misma fuena carismática, encontramos la misma capacidad de velar por la reproducción de la familia, la huerta y el espacio comunitario en la mayoría de las mujeres de Nicolás Aiiío. En este sentido la división de trabajo entre hombres y mujeres se extiende también a los ámbitos de la memoria y del saber, en el sentido que las mujeres nutren los conoci- mientos de plantas, semillas y remedios a la vez que mantienen los recuerdos familiares de generación a generación.

Hay también otras narrativas y versiones de la historia que comparten espacios en Nicolás Aiiío. Entre ellas está la visión de la comunidad que tiene doña Juana Pincheira, una visión de redención y plenitud que viene de la identidad Mapuche y de la solidaridad que le han ofrecido al formar parte de una nueva colectividad -aunque casi inmediatamen- te se vaya a trabajar a Santiago-. En parte por su historia personal, doña Juana no parece cómoda con la vida del campo y del fogón, sino que asume otro papel muy conocido para la mujer Mapuche: la migrante y empleada doméstica que desde lejos remite dinero y ayuda a mantener a su familia. En este caso es el esposo, don José Gamdo, que toma la responsa- bilidad cotidiana de la comunidad y de la familia, asumiendo voluntariamente la identidad Mapuche como parte de su esfuerzo por sacar adelante al grupo con el cual se ha unificado. Al mudarse a Huellanto Alto, irónicamente, la gente no Mapuche del sector le atribuye a don "Chami", líder combativo, todas las características "guerreras" que serían inherentes a la "raza" Mapuche.

'% A~lgéiica Celis también anota lo mismo sobre doña María Pilquinao al dedicarle unas páginas basadas en la memona de su hija y nuera en "Conversaaones uin el temtono desdela intercuituraiidad: Las huertas femeninas como espacios de conversaciÓnn,Tesis de Magíster en Ciencias Sociales Aplicadas, Universidad de La Frontera (Temuco), enero de 2003, pp. 348-351.

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Lo que comparten todas estas versiones y narrativas de la historia es la importancia de diferentes formas de comunidad y solidaridad humanas en la formulación de estrategias para sobrevivir y combatir la opresión. A un nivel, quizá el punto sea obvio: los seres huma- nos se apoyan mutuamente a través de relaciones de solidaridad. Pero lo que no es tan obvio es que esa solidaridad y las diferentes formas de comunidad que la contienen, desde la familia hasta la comunidad indígena, asociación gremial o iglesia, son en sí construccio- nes culturales, sociales y narrativas en las cuales coexisten relaciones de igualdad y de jerarquía. Comprender sus dos caras a la vez es desafiante pero crucial. Que el trabajo de la mujer sea explotado en la unidad familiar, por ejemplo, no significa que su presencia como madre, esposa, educadora, reproductora de todo el entorno familiar, y hasta fuerza de trabajo migratoria,no sea absolutamente central a todo el sistema familiar y de parentesco alrededor del cual las comunidades Mapuche se reproducen y ayudan mutuamente. Que las iglesias evangélicas miren en menos a la religiosidad Mapuche no significa que las reglas morales y de grupo de dichas iglesias no ofrezcan consuelo, conexión humana, satis- facción personal y hasta una cierta estructura o disciplina de grupo que sea positiva para muchos. Que algunos visionarios e intelectuales locales tiendan a hacer las decisiones en las comunidades indígenas, no significa que la comunidad como tal no tenga muchas carac- terísticas igualitarias y de respeto mutuo entre sus miembros.

Al sumergirme en las distintas narrativas y saberes dentro de la comunidad Ailío, mi propósito ha sido tratar de igual a igual a distintas explicaciones y nanativas de la historia. Muchas veces nosotros los historiadores tendemos a privilegiar lo escrito sobre lo oral, la documentación oficial sobre otras formas de evidencia. Al hacerlo, nos cerramos a toda una serie de dimensiones y percepciones dentro de la historia humana, aspectos del pasado que resisten ser narrados desde la racionalidad del poder. Al tratar de abrir una conexión nana- tiva con estas otras dimensiones y sabidurías, he querido explorarlas grietas que se producen, como resultado, en las versiones ya existentes o mejor conocidas de la historia. Al no cerrar estas grietas mediante una racionalidad omnisciente, creo que se logra verlas como "nudos en el tiempon que nos permiten acceso a otros significados y formas de explicar la realidad humana, sin tener que establecer siempre la superioridad del "conocimiento científicon. Ahora bien, como queda claro en este libro, esta.estrategia no significa dejar de lado la lógica o racionalidad del análisis en general, ni la necesidad de comparar explicaciones y dialogar entre ellas. Pero sí quiere decir que debemos tomar en serio distintas interpretaciones de las eventualidades y los vaivenes de la historia, cuestionando así nuestra tendencia a asumir la perspectiva del que construye el archivo desde una posición de poder.3%

Esta reflexión le debe mucho al trabajo del historiador de la India Dipesh Chakrabarty, especialmente su 1ibrohvincialinngEumpe:Post~)lonial niought and Hktorical Differmce(Pnnceton: Princeton University Press, 2000). Es suyo el concepto de "time-knots", que yo he traducido como "nudos en el tiempo". Ver también su Habitatias of Modeniity: Essays in the Wake of Subalteni Shuiies (Chicago y Londres: University of Chicago Press, 2002).

Este esfuerzo por tomar en serio distintas interpretaciones ha generado en mí un inten- so proceso de crecimiento intelectual desde ese primer día en noviembre de 1996, cuando en anticipación de mi primera visita a la comunidad de Ailío escribí en mi cuaderno de investigación, "quiero que nos resulte el proceso de recordarn. En ese momento yo tenía todavía una visión bastante plana de lo que había sido la historia local y el heroísmo popu- lar. No veía ni comprendía las distintas perspectivas, las divisiones, los desacuerdos, las heridas del pasado que rondaban por las gastadas lomas y paisajes suavemente ondulantes de esta comunidad costera. Tampoco tenía acceso a los nuevos conflictos y malentendidos que surgirían con la mudanza, ni sabía que en Huellanto Alto se pasaría hambre el primer invierno. Y hasta cierto punto, como historiadora de "lo popularn era importante para mí esa primera inspiración en una versión heroica de la historia, en que los campesinos Mapu- che de Nicolás Ailío eran los protagonistas puros y transparentes.

Una de las lecciones más profundas que me enseñaron mis colaboradores en Nicolás Ailío es justamente que, si quería narrar una historia verídica y respetuosa, los tenía que ver y comprender como los seres humanos complejos e imperfectos que eran. Al comienzo me costó mucho reconocer, y dejar de lado, uno de mis prejuicios más duraderos y queri- dos: que los grupos subalternos u oprimidos realmente eran moralmente superiores, que de alguna forma sus vidas y conciencias no habían sido trastrocadas por las luchas por el poder que marcaban al resto de la sociedad. A cierto nivel ya había superado parcialmente este prejuicio, por lo menos intelectualmente, en lo que se refería a las jerarquías de géne- ro o raza que traspasaban las clases subalternas y pude ver, entre campesinos Mapuche y no Mapuche, las diferencias y conflictos internos que causaban y ayudaban a reproducir estas jerarquías. En particular me fue relativamente fácil comprender que, aun dentro de un grupo tan discriminado y oprimido como era el campesinado Mapuche, las mujeres podían enfrentarse a una situación todavía más difícil en sus hogares. Pero también pude constatar, en la vida cotidiana, que la solidaridad entre los miembros de una pareja, fami- lia o comunidad dependían, a la vez, del respeto mutuo y de la jerarquía de autoridad y trabajo creada por las relaciones de género y de generación. Si las mujeres no participaron en forma destacada en la toma de Rucalán, relegadas a un botecito sobre el no, ni tampoco tuvieron mucho que hacer en el asentamiento, el orgullo de sus padres, maridos y herma- nos al poder sostenerlas -por primera vez- con plenitud y dignidad, sí jugó un papel destacado y central en todo lo que fue la conciencia política de la época.

Pero lo más difícil fue, y sigue siendo, comprender y narrar la complicada combinación de resistencia y resentimiento, solidaridad y miedo, unidad y hostilidad, fueiza y complicidad que forma parte de las experiencias de la gente. Si a veces los asentados en Rucalán tomaban demasiado y chocaban los tractores [y las mujeres los criticaban por ello], también el asentamiento supo producir más en esos fundos que los dueiíos anteriores. Si después del allanamiento de Nehuentúe muchos quisieron echarle la culpa a don Heriberto y se desquitaron, durante la dictadura, con otros miembros de la familia, también se pudo formar

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CODEPECA en los años '80 y sacar adelante la producción de la región. Si a cierto nivel el proceso de reconstitución de la comunidad en los '90 benefició más a la parte de la comunidad que consiguió el subsidio de tienas, no debemos menospreciar tampoco el riesgo, miedo, hambre y discriminación que se ha sufrido en Huellanto Alto. Si aun hoy día se sigue sintiendo resentimiento y hostilidad frente a los que no supieron aguantar la tortura, también es verdad que se reconoce el abandono al cual fueron sometidos, con el golpe, todos los campesinos que participaron en las movilizaciones de la Unidad Popular. De verdad, una narrativa que le dé su lugar apropiado a cada uno de estos elementos, se le escapa de las manos a cualquiera.

No sena del todo sincera si no admitiera que, al comienzo, mi reacción a todo esto fue una combinación de depresión y parálisis. Pero una de las ventajas escondidas del método dialoga1 resultó ser que no me podía quedar en eso cuando debía un informe a la comuni- dad. Adicionalmente sentí un poco de vergüenza que, al ser yo simplemente la narradora de esta historia, podía sentir una depresión o una parálisis más fuerte de la que mostraban sentir los mismos protagonistas. A final de cuentas, logré encontrar un camino a través de este tupido matorral al articular los aspectos relevantes de la complejiidad local, a los procesos y tendencias de la sociedad en su conjunto, no solamente a nivel regional sino que también nacional. Al hacer esto, creo que he logrado demostrar la importancia analítica de tomar en serio distintas perspectivas sobre e interpretaciones de la historia, justamente porque las perspectivas locales, y los "nudos en el tiempon que nos abren, nos desafían a repensar temas amplios de la historia chilena en general.

En este contexto uno de los temas más importantes que este trabajo me ayudó a escla- recer es el papel del Estado chileno frente al pueblo Mapuche. La historia de la comunidad de Ailío demuestra una aplastante continuidad en la política estatal, desde las radicacio- nes originales entre 1890 y 1930, hasta la política reciente de la CONADI frente al problema de tierras indígenas. Esta continuidad se refleja, más que nada, en una política de doble cara frente al pueblo Mapuche. Por un lado, la legislación parece proteger la tiena indige- na de la usurpación y constituir al Estado como mediador entre el pueblo Mapuche y la sociedad en general, reconociendo el derecho primordial indígena a los recursos de su te- rritorio ancestral. Por otro lado, sin embargo, la legislación sobre la propiedad privada y el apoyo del Estado a la actividad empresarial, van directamente en la otra dirección. Como la historia de la tiena en la región costera demuestra una y otra vez, el Estado favoreció con su política a los colonos nacionales y extranjeros, así como a los empresarios en gene- ral, por encima de los legítimos derechos de las comunidades Mapuche originarias.

Comenzando a finales de los años '20, la política estatal devino hacia la división de las comunidades en hijuelas privadas. Al tener la primera Ley de División una condicióp impor- tante, o sea que las comunidades tendrían que estar en posesión de toda su extensión según el titulo de merced antes de comenzar el proceso de división, se abrió la puerta p m que muchas comunidades con problemas de usurpación, incluyendo Ailío, iniciaran expedientes de división

con el propósito de conseguir la restitución. Esta campaña encubierta de restitución Ilevó a la modificación de la ley, haciendo clan, que el propósito de fondo del Estado nunca fue la resti- tución de los reducidos territorios Mapuche incluidos en los titulos de merced.

' 1 Esta temprana política de doble cara creó, como queda claro de la historia de Ailío,

1 1

expectativas de justicia y restitución que en realidad nunca se irían a cumplir. Toda una generación en las comunidades puso su fuerza y esperanza en una restitución que pasaba I por la legitimidad de los títulos de merced originales, aun cuando estos mismos ya repre- sentaban una masiva usurpación de recursos Mapuche. Pero el Estado que había diseñado la política de conquista y usurpación, el mismo que estaba supe~sando una fuerte expan-

1 sión del capitalismo en las nuevas regiones de frontera, no iba a darle prioridad a la justicia de los reclamos indígenas por encima de las posibilidades de ganancia y lucro que ofreaa 1 1

la economía empresarial.Visto desde lo local, todo favorecía una política estatal que apoya- ra a los Duhalde por encima de las comunidades. 1

Esta política estatal de doble cara tuvo también un doble efecto a nivel local. Por un lado, . - i las comunidades Mapuche se adaptaron creativamente a las condiciones de explotación crea- das por el Estado, reorganizando sus sistemas de autoridad y parentesco para preservar la identidad en un contexto posreduccional. Usaron en lo posible las instituciones a la mano

I i para resistir la usurpación e intentar conseguir la restitución. En unos pocos casos tuvieron 1 éxito parcial pero, en general, como en el caso de Ailío, la institucionalidad estatal sirvió más 1 bien para desviar energías y esfuenos sin conseguir nada en concreto. A la larga, por tanto, esta política estatal no solo resquebrajó la territorialidad e identidad del pueblo Mapuche,

1 l

sino que también atacó directamente su capacidad de preservación de la cultura y la memo- i ria. Todo esto llevó al segundo efecto de la política estatal en las comunidades: una intensa pobreza y un debate interno acerca de la mejor forma de enfrentar el futuro.

l Como hemos visto con los relatos de don Robustiano, don Heriberto, doña Eduardina y

Hugo Ailío, la generación que creció en el contexto posreduccional sufrió una pobreza tan

1 extrema, que en muchos casos sintieron el impulso de buscar otra solución a sus problemas

¡ que no fuera la estrategia ya establecida de restitución frente al Estado. La búsqueda de

1 I

nuevas alternativas también se facilitó por el desarrollo de lo que José Bengoa ha llamado 1 "el complejo hacienda-comunidadn,39' puesto que al tener que migrar en busca de trabajo los jóvenes Mapuche se encontraron con otros obreros y compañeros no Mapuche y emper . zaron a considerar y ensayar estrategias de lucha clasista. A nivel más general esta estrategia 1 radical de restitución mediante una alianza con el movimiento popular fue debatida desde los años '30, pero a las comunidades llegana en forma masiva solamente durante la década de la reforma agraria.

La historia de Ailío también nos sugiere que los años de la reforma agraria, especial- mente el periodo de la Unidad Popular (1970-1973), fueron una excepción parcial a la

397 Una discusión más a fondo de este concepto se encuentra en el capítuio 3.

I I

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continuidad de la política estatal. Se intentó crear, desde el ~s tado , un modelo de desam- llo popular en el cual los Mapuche pudieran participar como campesinos pobres, mientras que al mismo tiempo se les reconoció su historia de usurpación y explotación. El caso de Ailío toma importancia especialmente notoria en estos años por su participación en una de las tomas tempranas del gobierno popular, la retoma violenta que se esparce por los titula- res de la prensa nacional, el juicio a los Landarretche por violación de la Ley de Seguridad Interior del Estado, y el apoyo al dueño de parte de la Sociedad Nacional de Agricultura. El gran número de unidades agrarias reformadas creadas en la zona de la costa recrearía, por un corto tiempo, una territorialidad Mapuche desde un modelo de desarrollo estatal y con- tribuiría, adicionalmente, a que la región estuviera nuevamente en las noticias nacionales a comienzos de septiembre de 1973 con el allanamiento temprano de Nehuentúe. Por tanto, Ailío es un caso emblemático en que podemos combinar la riqueza del detalle en una co- munidad, con la importancia a nivel nacional del proceso que vive. Si la prosperidad vivida bajo el gobierno popular seguía viva en la memoria y esperanza de los participantes en el asentamiento, también perduraría la dura lección de que aun un gobierno popular no pudo modificar permanentemente la correlación de fuerzas existente en la sociedad.

La dictadura militar emerge, desde esta perspectiva, menos como una ruptura funda- mental del orden democrático y más como la reanudación de un orden anterior. El decreto-ley 2.568 de 1979, al dividir y privatizar la tiena Mapuche, llevará hasta sus últimas consecuen- cias una política de privatización que se viene dando desde 1927. Pero también se ven continuidades con los regímenes anteriores en el proceso de la contrarreforma agraria. Como vimos para el caso de Ailio, al crear un proceso institucionalizado mediante el cual el gobier- no militar reconsidera, caso por caso y previa solicitud del antiguo dueño, la situación legal de los predios reformados, la dictadura le da una apariencia legal y normal al ejercicio de la violencia en nombre del mercado y de la propiedad privada. Cuando la dictadura apoya el criterio de mercado y Ia inversión empresarial por encima de las necesidades sociales de la mayoría, lamentablemente encontramos ciertas resonancias, en territorio Mapuche, con las políticas de casi todos los gobiernos posreduccionales. Aunque duela decirlo, la verdad es que las limitaciones de la democracia chilena se ven especialmente claras desde lo Mapuche.

Uno de los aspectos más efectivos de la política legalista y tecnócrata de la dictadura, es que hizo sentir hasta cierto punto culpables a los reprimidos. Escuché de varias personas, en un momento u otro, decir que el gobierno popular había fracasado porque "nosotros no supimos responder bien, no lo merecimos". Al usar la represión como evidencia de que la estrategia de toma de tienas era equivocada, don Antonio AiIío también incorporó una parte del discurso moralistico y legalista del gobierno militar. Quizá valga la pena recordar, en este contexto, lo que dijo uno de los arquitectos de la política agraria militar en el campo, Héctor Jensen, al devolver el fundo San Pablo, originalmente parte de1 fundo Esperanza, a Pablo Lüer en febrero de 1974: "Ustedes saben el castigo que tienen quienes toman, roban o usurpan. Perfectamente podíamos haber venido acompañados de un pelotón

policial o de militares para echarlos a la calle. Sin embargo, hemos preferido el diálogo y el arreglo a la buena, conscientes de que ustedes como nosotros desean un mismo fin, cual es el progreso y la recuperación del Y no solamente los que se opusieron a la toma de Rucalán terminaron apoyando sus argumentos en el discurso legalista de la dictadura. Hasta los mismos presos de Nehuentúe, incluyendo a don Heriberto, usaron como prueba de su inocencia que nunca se les habían probado cargos.

Todo esto sugiere una relación sumamente compleja entre la historia y conciencia loca- les, y las acciones y políticas del Estado. Por un lado, el Estado chileno parece definir las reglas del juego, en el sentido que establece estructuras, instituciones y discursos políticos dentro de 10s cuales Ia gente tiene que luchar y existir. Pero por otro lado, 10s pobres y explotados empujan las fronteras de estos discursos, estructuras e instituciones, tratando de modificarlos y adecuarlos a sus propias necesidades de lucha y de identidad. Los resul- tados de este proceso, por tanto, no son ni el sistema originalmente conceptualizado o esperado por los grupos en el poder, ni la forma de vida deseada por los grupos subalternos. Si comenzamos desde el mismo proceso de formación de las comunidades posreducciona- les, podemos ver este doble desarrollo.

Después de la derrota militar del pueblo Mapuche, el Estado creó los parámetros eco- nómicos dentro de los cuales los recién colonizados tendrían que construir una vida distinta como parte integral, aunque marginalizada, de la sociedad chilena. Al reducir la cantidad de tierra y otros recursos que controlaban las comunidades, por ejemplo, el Estado forzó a los Mapuche a transformarse de ganaderos semimigratonos a pequeños productores cam- pesinos. El mismo tamaño de las cabidas originales, definidas con el propósito de "civilizar" al Mapuche quitándole la posibilidad de una ganadería extensiva y por tanto transformán- dolo en agricultor, generó un dramático proceso de empobrecimiento en la segunda y tercera generación. Irónicamente, al no tener los conocimientos necesarios para desarrollar una agricultura intensiva, los campesinos Mapuche terminaron contribuyendo a la degrada- ción de su propia tierra. Como resultado final de este círculo vicioso económico, el pequeño productor Mapuche terminó trabajando para otros porque no tenía los recursos en capital, semilla, animales o aperos para cultivar la poca tiena que le quedaba. Así, el Estado creó una parte de la fuerza de trabajo barata que necesitaba la economía capitalista.

En el momento de la radicación, el Estado también reorganizó las condiciones políticas y culturales bajo las cuales podían existir las comunidades Mapuche. Al redefinir la unidad política Mapuche como la comunidad posreduccional, el Estado logró cortar los lazos más formales de alianza político-militar que habían existido antes. Las líneas de autoridad se fragmentaron y atomizaron, reconstituyéndose dentro del modelo de los "caciques origina- les" de las comunidades. Al mismo tiempo, al tratar los asuntos de justicia y restitución Mapuche a través de un sistema paralelo con su centro en el Ministerio de Colonización, se

Una discusión más detallada de este caso se da en el capitulo 5.

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logró reproducir una segregación política que, aunque supuestamente sirviera para prote- ger al indígena, en realidad lo aislaba del discurso más general de participación y justicia que se fue elaborando entre 1938 y 1964. Lo que ha demostrado el movimiento Mapuche contemporáneo, comenzando a finales de los años '70, es que la segregación política se combate más efectivamente asumiendo una posición de pueblo que reivindica la territoria- lidad e identidad Mapuche en su conjunto. Repensar la politica Mapuche desde un territorio más amplio, ha sacado a relucir dramáticamente cómo es que el Estado chileno, al dividir esta territorialidad en pequeñas comunidades lideradas por "caciques originales" muchas veces designados por los mismos burócratas locales, actuó en forma clásicamente colonial. Era una política clara de "dividir para gobernar".

Lo que se pierde de vista al denunciar la política estatal, sin embargo, es que dentro de todo esto los campesinos Mapuche lograron adaptar y hacer suyo el sistema posreduccio- nal, usando la legitimidad ofrecida por los títulos para resistir las usurpaciones posteriores. Mantuvieron relaciones más amplias territoriales entre comunidades a través de las rela- ciones de parentesco e intercambio de productos, estableciendo una forma de mediería distinta a la que se practicaba con los medianos agricultores o dueños de fundo. Las cos- tumbres religiosas y culturales, especialmente el gillatun y el palin, también lograron mantener redes de sociabilidad más amplias y reproducir, bajo condiciones difíciles de pobreza, un mundo cultural y social más amplio. Aun al migrar a las ciudades los jóvenes mantuvieron su conexión con sus familias y comunidades, mandando plata y regresando para casarse o establecer su hogar. Y a pesar de su supuesta segregación política, algunos migrantes e intelectuales Mapuche empezaron a plegarse al movimiento popular y a los partidos de izquierda donde se formulaban nuevos discursos de inclusión y justicia social.

Como hemos visto para el caso de Ailío, la década de los '60 fue un momento dramático de cambio y transición. Con la muerte de la primera generación de radicados, entre ellos de muchos logkos y madiis que habían dirigido cultural y espiritualmente a sus comunidades, en bastantes lugares se dio una crisis de autoridad tradicional. Esto se combinó con el nuevo clima de organización y movilización agrarias auspicado por la Democracia Cristia- na y como resultado, en muchas comunidades se empezó a pensar la alternativa de la organización campesina. Nuevamente, al igual que con la radicación original, el Estado definió una nueva opción de lucha para el pueblo Mapuche a través de la organización campesina, las cooperativas y la reforma agraria.

Como nos demuestra la historia del asentamiento Arnoldo Ríos, también en este mo- mento los campesinos Mapuche encontraron la forma de adaptar un parámetro estatal a sus necesidades sociales, culturales y familiares. En contraste con muchos asentamientos de campesinos no Mapuche, en Arnoldo Ríos se utilizaron las redes de parentesco e inter- cambio entre comunidades Mapuche para distribuir más amplia y eficientemente los recursos e ingresos de la cooperativa. Aunque un tanto clandestinamente, se mantuvo un

machi en la cooperativa. Y a través de relaciones de mediería Mapuche se dio acceso a tierras en el asentamiento a familiares de las comunidades. .

El miedo y la represión de la dictadura, en combinación con el decreto-ley 2.568, crearon

l un clima de agresión frente al pueblo Mapuche al cual no se pudo adaptar con facilidad. Una generación entera quedaría marcada por la experiencia de crecer con los fogones apagados. Pero a pesar de todo, con la solidaridad nacional e internacional se logró, para los años '80, crear una organización gremial que intentó reconstituir las relaciones de solidaridad y terri- torialidad destruidas por la represión. Más allá de la conexión con instituciones nacionales e internacionales de derechos humanos, las comunidades utilizaron las instituciones de la dic-

1 I t a d m para ciear, bajo los estatutos militares, una organización gremial.

Finalmente, con la transición a la democracia, la comunidad de Ailío logró utilizar la nueva I 1

Ley Indígena, sus estatutos de reorganización de las comunidades indígenas, y el Fondo de Tierras establecido como parte de la CONADI, para reconstituirse y expandir su base temto- l

rial. Nuevamente, no se pudo accionar dentm de parámetms seleccionados por la comunidad misma, sino que por los que daba ya la institucionalidad desde el Estado. Como resultado, la nueva comunidad reconstituida tenía forma de asociación gremial en vez de Mapuche y la nueva tiena se consiguió sufriendo hambre, miedo y nuevos abusos de deslinde. Pero hoy exis- ten dos comunidades Ailío y tienen más tierra de lo que tenían hace veinte años. 1

También al interior de la comunidad, la gente discute y expresa sus opiniones combi- I i nando las categorías y discursos estatales con sus propiasnociones de solidaridad y justicia

que han reproducido y modificado a lo largo de tres generaciones de lucha anterior. En el caso del debate sobre la legalidad y la justicia en el contexto de la restitución de tierras, la posición "legal" de don Antonio Aiüo tuvo su origen en la radicación original, y en la polí- i tica de doble cara que formuló el Estado chileno frente a los problemas de usurpación y restitución que se dieron entre 1900 y 1930. Posteriormente a la reforma agraria y la repre- sión militar, don Antonio agregó hilos del discurso militar y de la moralidad carismática de 1 la Iglesia del Señor a su frase de significados multidimensionales, "por las buenas". Pero la posición más crítica y radical de don Heriberto, que diferenciaba tan fuertemente entre la legalidad y la justicia, también se formuló bajo el ala de dos gobiernos de reforma agraria,

! en el contexto de los comités campesinos y asentamientos de la Democracia Cristiana y con la influencia adicional del discurso más radical del MiR y de la teología de la liberación. En

I t

la nueva era de los años '90, con la postulación al subsidio a través de la CONADI, encontra- mos también una capa de revitalización Mapuche que surge al pensar en la construcción de un rewe en Huellanto Alto.

La discusión entre René y don Heriberto Ailío sobre cómo definir la comunidad se da en tomo a definiciones de la comunidad Mapuche que el Estado ha formulado en diferentes momentos del siglo XX. ¿Es una red de parentesco que parte del tronco del cacique original 1 [definición de la radicación y del titulo de merced]? ¿Es una comunidad hecha por la lucha y

l 1

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solidaridad entre todos los pobres [definición de la izquierda y de la época de la reforma agraria]? ¿Es un lugar de residencia como cualquier otro [la dictadura militar]? ¿O es una unidad política-gremial constituida bajo estatutos definidos por ley [gobiernos concertacio- nistas de los '90]? Estas diferentes formas de pensar la comunidad se entrelazan e intercalan en distintos momentos, dependiendo de las luchas y necesidades específicas del momento.

Lo que significa esta dinámica entre lo estatal y lo local, por tanto, no es la falta de creatividad a nivel 1ocal.Todo lo contrario: lo que podemos ver es que, una y otra vez, bajo las condiciones más difíciles y dolorosas, la comunidad logra transformar y hacer suyos los discursos y las prácticas estatales. Hay, además, una mezcla sumamente creativa y eclécti- ca de distintos discursos y prácticas. No porque el Estado haya dejado de usar el modelo de la reforma agraria se dejan de usar, a nivel local, las nociones y prácticas de trabajo y organización colectivos usadas en el asentamiento. Si ya la comunidad Mapuche original no existe en muchos casos, no deja de importar el discurso original de legitimidad que parte del tronco original. Es en este contexto que debe entenderse también la discusión que se sigue dando, especialmente en la nueva comunidad de Huellanto Alto, entre un modelo colectivo de explotación de la tiena, y la alternativa de parcelas individuales. Por un lado, se recuerda con nostalgia y cariño la prosperidad que se dio con el modelo colecti- vo durante la reforma agraria; por otro, especialmente entre los más jóvenes, se maneja el discurso de prosperidad a través de la privatización con el cual el Estado ha tratado de convencer a los Mapuche desde los comienzos del siglo pasado. Es así como el campesino Mapuche rearma y reteje los discursos y prácticas que tiene a la mano para crear su propia estrategia de lucha y sobrevivencia.

En la comunidad de Ailío, el caso más dramático de esta estrategia tiene que ver con la relación entre la identidad o conciencia de clase, y la identidad o conciencia étnica de pueblo. Hemos visto que, en contraste con otras comunidades en que las líneas de autori- dad y prácticas religiosas se han mantenido hasta el día de hoy, en Ailío se empezaron a combinar las prácticas y creencias Mapuche con una cultural popular campesina desde los años '60. Las nuevas organizaciones campesinas bajo el gobierno demócrata cristiano, en combinación con la llegada de las religiones protestantes, tuvieron mucho que ver con este cambio. Pero para comprender más profundamente este proceso nos hemos tenido que remitir hacia atrás y trazar el desarrollo de un mercado de trabajo en el sector costero que involucró a campesinos Mapuche y no Mapuche y en el cual, por su misma extrema pobre- za, los hombres de Ailío participaron desde muy temprano. En la combinación del trabajo cotidiano y de las iglesias protestantes, especialmente la Iglesia del Señor de Rucahue y la Iglesia Anglicana de Nehuentúe, se comienza a elaborar una solidaridad y una sociabilidad más amplia que tendrá su culminación en los asentamientos y centros de producción esta- blecidos en la costa durante la reforma agraria.

Esta sociabilidad regional se desarrolló en dos direcciones distintas. Por un lado, al crear lazos entre todos los pobres del campo, tuvo la tendencia de distanciar a los

participantes indígenas de la identidad y prácticas Mapuche, enfatizando las organizaciones de clase o gremiales. Pero por otro lado, los mismos lazos regionales también facilitaron el intercambio entre personas Mapuche de distintas comunidades y ayudaron a sostener las conexiones territoriales más amplias. Vemos, en este contexto, la participación de las comunidades de Cullinco, Rucahue, Pichingual, Pilquinao y Coi Coi en el proceso de la reforma agraria, y la mayoría de éstas participarán también en la asociación gremial CODEPECA en la década de los '80.Y una de las figuras centrales en todo este proceso fue don Heriberto Ailío, nieto del cacique originai, miembro activo primero de la Iglesia del Señor y luego de la Anglicana, e importante activista del Movimiento Campesino Revolucionario. Don Heriberto heredó de su padre Martín y abuelo Nicolás esa capacidad de líder visionario que busca siempre la línea de cambio, de innovación, que puede llevar a su pueblo hacia la "tierra prometidan. Si en la década de la reforma agraria esa Iínea pasa por una estrategia predominantemente de clase, para los años '90 se encontrará más bien en una estrategia de renovación cultural y reconstitución indígena.

Quizá lo que más nítidamente nos demuestra el caso de Ailío sobre la identidad Mapu- che, por tanto, es que no podemos verla ni como una cosa unidimensional, ni como una relación que existe independientemente del Estado o de las relaciones de poder en la s e ciedad en su conjunto. Desde mucho antes de la derrota militar del pueblo Mapuche en 1883, las interacciones con la sociedad más amplia y las acciones político-militares de los gobiernos coloniales y poscoloniales chilenos tuvieron un efecto importante sobre la sacie- dad y la cultura Mapuche. Cuando el pueblo Mapuche entró a una relación de subordinación directa con el Estado, tenía ya una larga experiencia de adaptación creativa frente a pode- res de fuera. Al intentar el Estado reducir y fragmentar los recursos Mapuche, las comunidades posreduccionales tomaron las instituciones estatales y las adaptaron, en lo posible, a sus propias necesidades. Cuando el Estado segregó las demandas indígenas, pri- mero bajo el rubro del Ministerio de Relaciones Exteriores y luego dentro del Ministerio de Tierras y Colonización, los activistas Mapuche en las ciudades exigieron ciudadanía y justicia plenas, Aun con todos los desacuerdos entre grupos y sectores, los movimientos Mapuche compartieron el deseo de preservar la identidad y el territorio indígenas mien- tras que demandaban un trato igualitario de parte del Estado. De estas adaptaciones y movilizaciones surgió la identidad Mapuche del siglo XX.

Desde un comienzo, por tanto, la identidad Mapuche contemporánea surgió de una mezcla de la acción estatal y las estrategias creativas y resistentes de los mismos Mapuche. Si el Esta- do intentaba segregar, a veces las estrategias de inclusión y de alianza de clases fueron las más indicadas. Si el Estado intentaba integrar, a veces la reivindicación militante de la autonomía Mapuche era el mejor camin0.Y en esta negociación compleja y creativa, la relación entre la identidad de clase y la identidad indígena no era simple ni iba siempre en una sola dirección. Una misma persona o una misma comunidad podía cambiar de una a otra, en diferentes m e - - mentos, dependiendo del balance de fuerzas en la región o la sociedad global.

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Comprender esta diversidad, complejidad y flexibilidad histórica de la identidad y la cultura Mapuche, es posible solamente desde lo local, al escuchar las voces y relatos desde las comunidades. Es así que podemos empezar a dialogar con estos distintos "nudos de la historian y dejar que nuestras propias perspectivas se expandan más allá de lo cómodo o ya conocido. Es en este sentido que discrepo con el trabajo reciente de Alejandro Saavedra en que reflexiona sobre la situación de los Mapuche en la sociedad chilena actual. En parte este libro es una extensión de su importante trabajo de 1971, en el cual sistematizó la posición de la izquierda revoluciokria de la época al insistir que los Mapuche ya no eran pueblo ni etnia, sino que una subcultura dominada dentro del sistema de clases de la socie- dad chilena. Desarrolla, al igual que en el libro anterior, un argumento estructural basado en datos demográficos y en ciertos marcos teóricos del análisis de clase. Su conclusión es también parecida: los Mapuche forman parte de la sociedad chilena, y por tanto no son ni una nación ni una etnia, sino que un "pueblo indígenan, con lo cual quiere decir una parte del pueblo chileno que ha sufrido también la explotación colonial como indígenas.399

A pesar de ofrecer algunas percepciones importantes, sin embargo, el libro se desarrolla .

netamente dentro de las categorías ya familiares de las ciencias sociales y la objetividad científica. Lo que de por sí no es malo, como he tratado de demostrar con la metodología dialogal entre diferentes fuentes y tipos de información que se ha utilizado en este libro. El problema es que la actitud exclusivista que se toma sobre lo "objetivon, sobre "analizar co- rrectamente la cuestión mapuchen, justamente hace imposible un diálogo entre diferentes formas de conocimiento y de memoria históricos. En este contexto no es casual que las voces Mapuche, especialmente las de las comunidades y sus dirigentes locales, no aparezcan. Es más fácil 'lograr conocimientos transculturales, conocimientos que sean lo más válidos, con- fiables y exactos... para las personas de cualquier cultuian cuando no se escuchan las voces que pueden discrepar más fuertemente con uno. Entre otras cosas, se pasa por encima de la compleja creatividad cultural, política e histórica con la cual el pueblo Mapuche se ha logra- do reconstmir, una y otra vez, a lo largo de más de un siglo de co10nización.~

La historia de Ailío demuestra esta compleja creatividad. Cuando la estrategia de res- titución "tradicionaln, establecida por el proceso de radicación, resultó ser inútil, desde el mismo liderazgo posreduccional de la comunidad surgió la alternativa de clase. Cuando la represión militar cortó.el modelo popular, encarcelando y torturando con especial frecuen- cia a los activistas Mapuche y dando vuelta la reforma agraria, la reconstrucción económica

m Alejandro Saavedra Peláez, Los Mapudie en ia sociedad chilena actual (Santiago: LOM ediaones, 2002). La discusión sobre "pueblo indígenan ocurre en la p. 252. El trabajo de 1971 es La cu& Mapudie (Santia- go: ICiRA, 1971), y se discute más detalladamente en el capitulo 3. Una percepaón muy importante que surge de Los Mapuche en la sociedadchilena actual es que, entre 1966 y 1992, la población Mapuche que ha emigrado de sus comunidades de origen ha subido del 10,9% al 68,1% de la población total, transformando dramáticamente la identidad y las condiciones de vida de los Mapuche en su conjunto.Ver espeaalmente pp. 176-79. Las atas directas en este párrafo en la p. 7.

y social pasó por las instituciones gremiales de la misma dictadura, aunque mezcladas con la solidaridad de la Iglesia Católica y de fundaciones internacionales. Cuando el primer gobierno posdictatorial promulgó una Ley Indígena que daba condiciones para la recons- trucción de las comunidades, se reconstituyó Ailío con el propósito de postular a un subisidio indígena para conseguir más tierras. La mezcla de estrategias e identidades ha sido real- mente impresionante.

A lo largo de todo esto, sin embargo, se nota una importante continuidad frente al temtorio, el parentesco y la sociabilidad. En la región de la costa, desde la época de la radicación había relaciones de ayuda y cooperación mutua entre las comunidades cerca- nas. Estas se mantuvieron especialmente fuertes, para la comunidad de Ailío, con las otras comunidades cercanas o colindantes, como eran Rucahue, Pichingual y Pilquinao. Relacio- nes ceremoniales, entre gillatun, palin y matrimonios, reprodujeron por bastante tiempo esta territorialidad y conexión humana. En la época de la reforma agraria, estas relaciones se mantuvieron, y hasta profundizaron y extendieron, mediante los asentamientos y los centros de producción. CODEPECA involucró al mismo grupo..La conexión religiosa tam- bién se reconstituyó alrededor de las iglesias protestantes, aun cuando el resultado fue un distanciamiento todavía mayor de las formas netamente Mapuche de ceremonia y práctica religiosa. Cuando el gobierno aylwinista reabrió la alternativa indígena en los años '90, Aiüo estuvo nuevamente en la vanguardia al ser una de muy pocas comunidades que logra- ron un subsidio de la CONADLLa toma de posesión de la nueva tierra en Huellanto Alto se hizo en castellano y mapunzugun; don Heriberto sigue pensando la posibilidad de jugar palin y quizá hasta celebrar ceremonias culturales Mapuche en Nicolás Ailío ii. Al mismo tiempo, sin embargo, se tuvo que invitar a un grupo de baile Mapuche de otra comunidad, porque la gente local ya no bailaba. Quizá la misma pérdida de las relaciones de sociabili- dad e identidad de la costa contribuirá a la larga a que Nicolás Ailío ii, única comunidad Mapuche en Huellanto Alto, busque formas más abiertamente culturales y "tradicionalesn para reproducir su identidad.

Dentro de este tejido finamente tupido que es la historia de Ailío mi presencia de Cinco años parece un solo hilo que se pierde rápidamente en un diseiio más amplio que ningún individuo puede controlar. Me complace, sin embargo, pertenecer a una historia más grande que he ayudado a arti&.Alhacerlo, soy parte de otro grupo de personas que, a lo largo de las- . últim& cinco décadas, han impactado s o b e y han .do fuertemente impactadas pm, esta im- presionante comunidad. Me refiero a los afuerinos que han prestado solidaridad y han acompañado en sus luchas a la comunidad de Nicolás Ailío y a sus vecinos.

A finales de los años '60, cuando en Chile se soñaba la transformación social igualitaria, llegó a Puerto Saavedra una comunidad de jóvenes cristianos interesados en la justicia social. Abrieron el hospital a las comunidades Mapuche y crearon una red de solidaridad que apoyó la movilización agraria de los siguientes años. Este grupo, en conjunto con otros estudiantes miristas que pasaron por la costa entre 1971 y 1972, fueron los primeros en

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desarrollar relaciones relativamente horizontales con las comunidades Mapuche. Con to- dos los problemas del momento y posteriores al golpe de 1973, de todas maneras se formaron relaciones duraderas entre varios de estos afuerinos y la comunidad de Ailío. Entre ellos se encontraban Enrique Pérez y Mano Castro, y también algunos individuos con quienes ha- blé pero que prefirieron mantenerse anónimos. Uno de los que no he entrevistado, después en el exilio en Francia, logró hacer llegar la solidaridad internacional que lanzó a CODE- PECA. Al terminar la dictadura, y especialmente en el proceso de postulación al subsidio, fueron otros de estos ex-organizadores de la costa que ayudaron a saldar las "cuentas pen- dientes". En parte por eso es que la comunidad tuvo éxito en su segunda postulación.

Mientras tanto, durante los años más oscuros de la represión llegó a la costa otro grupo de amigos y asesores a través del Obispado y del Centro de Educación y Tecnología. Gente de conciencia social, eran activistas de otro momento histórico en que las condiciones ha- bían cambiado. Ya no se trabajaba mediante el enfrentamiento ni la manifestación, sino que en grupos pequeños formulando estrategias concretas para la sobrevivencia y la re- construcción de las redes sociales. El estilo de esta segunda generación, por tanto, era más callado y cuidadoso, aunque no por eso menos comprometido. También con este grupo se han formado amistades duraderas, compromisos que siguen en pie con o sin aguaceros, con o sin carretera, con o sin financiamientos. Especialmente los activistas del CET, Luis y Gustavo Peralta y María Angélica Celis, trabajaron con la comunidad en los '80 y hoy los siguen acompañando, especialmente a la gente de Huellanto Alto.

Por mi parte, yo tuve la oportunidad de conocer a la comunidad, primero cuando esta- ban trabajando preferentemente con Enrique Pérez, y luego seguí mi trabajo cuando los dirigentes decidieron dar más importancia a una reanudada relación con el CET. Gracias a esta transición tuve la suerte de conocer también a Luis, Gustavo y María Angélica. En general lo que he podido comprender es que don Heriberto Ailío, nieto del logko original y el dirigente con más visión hacia afuera y hacia delante, es el que mejor formula y maneja las relaciones con los amigos solidarios. Él y doña Marta son los anfitiriones preferidos, aunque don Robustiano y doña Eduardina han jugado también ese papel conmigo y con otros. Se me ha contado que los padres de los hermanos Ailío, don Martín Ailío Poma y doña María Pilquinao, eran también figuras solidarias y cariñosas con los de afuera; lamen- tablemente no tuve la oportunidad de conocerlos.

Reflexionando sobre estos vaivenes puedo ver, del lado de los amigos de fuera, caracte- rísticas en común. Compartimos un sentimiento de solidaridad y un gran encono frente a la injusticia social. Pero también hay diferencias importantes, de estilo, personalidad y filoso- fía, que han hecho de algunos mejores acompañantes para determinados momentos. Eso es lo que comprendí al saber que en Huellanto Alto habían preferido pedir nueva asesoría al CET y no continuar con la relación que tenían con Enrique Pérez. Una vez que el trabajo político de la postulación estaba hecho, y llegaba la transición hacia la formulación de un

plan de explotación para el predio, resultó totalmente comprensible cambiar la asesoría de un activista de punta a un grupo de técnicos y activistas agrícolas qúe los conocían bien y tenían un estilo más callado y cauteloso. En este sentido, es importante notar que los diri- gentes de Ailío, aunque no controlan las condiciones de su vida que hacen indispensables la asesona y la ayuda de fuera, sí saben muy bien conducir esa asesona hacia los fines que desean.

Esta capacidad de innovación y adaptación frente a condiciones difíciles e incontrola- bles, puede verse como un tema principal en la historia de la comunidad. Como señalamos al comienzo del libro, la misma radicación de Nicolás Ailío en Tranapuente, hasta su mismo nombre, fue resultado ya de los trastornos de la guerra. Cuando se empezaron a adaptar a ese paisaje costero, donde dos nos se encuentran con el mar, los Ailío eran refugiados, tmsfor- mados hasta el fondo de su identidad por una violencia que había desganado a su pueblo.En base a la solidaridad, ayuda mutua y conexión con otros en una situación parecida, es que empezaron a formar parte de otro aillarewe en que todos hicieron familia. Si así comenzó Nicolás Ailío 1, no debe extrañarnos que también Nicolás Ailío 11 se compone a partir de un grupo de refugiados, esta vez de la violencia militar, quienes buscan sanar sus heridas re- construyendo comunidad y prosperidad Mapuche y colectiva. Quizá Cecilia Ailío haya sido la que más intensamente ha representado esta continuidad profunda, cuando recuerda que, antes de morir, su madre doña María Pilquinao ya había visto la nueva etapa: "Ella me dijo que yo pasaría por un camino de dolor pero que al final vería la luz ... pero eso sería aquí con mi gente y en un nuevo lugar no allá en la costa ... cuando mi mamá murió ni pensábamos en el subsidio de tierras ... ella fue capaz de ver y de ad~ertirme".~' Es así que cuando Cecilia les habla a sus nuevas plantas empezando a adaptarse a Huellanto Alto, diciéndoles "no te se- ques, linda", les está hablando también a todas las generaciones humanas de la comunidad de Ailío, quienes, a través de la solidaridad y la conexión con otros, han logrado no secarse.

Este gran talento por la adaptación y la conexión humana creo que nos ayuda a com- prender cómo una comunidad tan chica en términos de cantidad de personas, puede ocupar un lugar histórico tan grande. Ser pequeños, pero peleadores, es una parte importante de la identidad de la comunidad de Nicolás Ailío. Todavía recuerdo una de mis primeras visi- tas a Huellanto Alto, cuando la gente acababa de mudarse. La mayoría ni tenía en pie sus medias aguas; era todavía verano ese mano de 1997. Estábamos sentados al costado de un pedacito de bosque nativo, donde se estaba cocinando y haciendo mermelada con las frutas silvestres recolectadas hacía poco. Alquien había encontrado varias enredaderas de copi- hue rojo creciendo en medio del bosque. Había mucha risa y las niñas se querían sacar fotos con copihues en el pelo. De repente, un pequeño cachonito entre la manada de perros que andaba buscando comida decidió enfrentarse a uno de los perros más grandes. Empe- zaron a pelear, y el chiquito se le tiró encima. No sabía lo que significaba la retirada.

"l Angélica Celis, "Conversaciones con el territorio", p. 344.

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Finalmente el perro grande se escapó, dejando victorioso al pequeño. Entre varios había- mos dejado de conversar para observar la situación. Hubo un corto silencio. "Ailío, ese es Ailío", comentó finalmente uno. Sí, es verdad, fue la opinión genera1.Y todos nos reímos, como reconociendo una verdad histórica de larga duración.

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Nota Todas las fotograh'as son de la autora.

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7. Una vista parcial del living en la nueva casa patronal de la familia Landarretche, fundo Rucalán, tomada en 1997. Un retrato del finado patriarca, Juan Bautista Landarretche, en la pared sobre la chimenea.

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8. Algunos miembros de la comunidad de Nicolás Ailío comparten un chiste durante su primera visita a su nueva tierra e n Huellanto Alto, cerca de Gorbea, en diciembre de 1996. Con una chaqueta negra y de espaldas a la cámara se encuentra Cecilia Ailío. Don Heriberto tiene una bolsa blanca de plástico en su mano. El hombre alto a su izquierda es don José ("Chami") Gamdo y a su izquierda, más adelante en la foto, está don Robustiano Ailío.

9. Los efectos personales a medio desempaquetar;después de la mudanza a Huellanto Alto en mano de 1997. Por atrás se puede divisar ropa recién lavada que se ha tendido en los arbustos.

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10. Doña Marta Antinao cuida el fogón que le sirvió de cocina durante sus primeras semanas en Huellanto Alto.

11. Don Heriberto Ailío discute la estrategia a seguir para la comunidad, mientras sigue rodeado de efectos personales no enteramente desempaquetados después del viaje a Huellanto Alto, mano de 1997.

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12. Doña Eduardina Ailío parada en la puerta de su primera media agua en Hueilanto Alto. E n su mano tiene el texto de nuestra primera entrevista, que estaba leyendo y comgiendo. Un copihue rojo del bosque cercano está colgado sobre la puerta.

13. Doña Juana Pincheira y ~ a n d r a Ailío (la segunda limpiando las moras silvestres para el dulce que estaban haciendo) escuchan la discusión durante la primera reunión de la comunidad en Hueilanto Alto en marzo de 1997.

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14.Yanet Ailío sobre un canasto en Hueiianto Alto, mano de 1997.

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18. Una esquina de la entrada a la cocina de doña Marta en Huellanto Alto, marzo 2003. Una parte de su huerta se ve reflejada en la ventana.

19. Doña Marcelina Ailío en su huerta, mano de 2003.

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20. Doña Cecilia Ailío en su invernadero, mano de 2003. 21. Doña Lidia del Pilar uancao parada en la entrada de su invernadero, mano de 2003.

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22. Doña Carmen Huentemilla y don Armando AiKo parados frente a su casa en HueUanto Alto, mano de 2003.

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24. Doña Marta con su hijo Martín, organizando las semillas que piensan plantar en el invernadero que fue hecho por Martín, Huellanto Alto.

25. Una parte del grupo que participe en la lectura y comentario del manuscrito de este libro en agosto de 2001 en la comunidad de Nicolás Ailio 1- Tranapuente. La joven a la derecha tiene una copia del manuscrito en sus brazos. Parado en segundo lugar desde de la izquierda se encuentra Dionisio Ailio. en ese momento presidente de la comunidad y hermano de Juan Ailío, quien vive en Huellanto Alto. A su izquierda está René Ailío y a la izquierda de él se encuentra don Robustiano Ailío.

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Fuentes documentales

1. Santiago

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-

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Biblioteca Agraria El Campesino (Sociedad Nacional de Agricultura), 1968-1973

Biblioteca de FLACSO Punto Final, 1970-1973

Hemeroteca, Biblioteca Nacional El Diario Austral (Temuco), 1930-1998 El Mercurio (Santiago), 1973-1998 La Época (Santiago), 1997-1998 La Twcwa (Santiago), 1973-1998 Otros diarios seleccionados, agosto-septiembre de 1973

SeMcio Agrícola y Ganadero Archivo de la Ex-Corporación de Reforma Agraria, expedientes

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2. lX Región

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Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI), Temuco Archivo de Asuntos Indígenas Fondo de Tierras y Aguas

Conservador de Bienes Raíces-Nueva Imperial (CBI-NI), 1895-1941 Intendencia de Cautín (Temuco), 1930-1990

Correspondencia Despachada y Recibida Museo Regional de la Araucanía (Temuco)

Archivo de la Intendencia, primeras décadas del siglo XX Impresos, 1890-1940

Corte de Apelaciones de Temuco «Causa criminal 242, por Infracción a laLey de Seguridad Interior del Estado, seguida contra Juan Bautista Landamtche y otrosn Temuco, diciembre, 1970

3. Universidad de Wisconsin-Madison

Biblioteca Agraria Archivo de recortes del Instituto de Tenencia de la Tierra (Land Tenure), Chile.

Biblioteca Principal (Memorial Libra y) Colección de Mimofiche Chile Hoy, 1973

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HERIBERTO M o , 18 de enero de 1997 (Tranapuente), 20 de marzo de 1997 (Huellanto Alto), 18 de Abril de 1997 (Temuco); 5 de agosto de 1998 (Huellanto Alto), 10 de agosto de 1999 (Huellanto Alto), 10 de agosto de 2001 (Huellanto Alto), y varias conversaciones informales, 1998-2003.

JUAN ~ I X O R M o , 5 de agosto de 1998 (Huellanto Alto). MARCELWA M o , 5 de agosto de 1998 (Huellanto Alto). RENÉ M o , 10 de enero de 1997 (Tranapuente). ROBUSTIANO M o , 11 de enero de 1997 (Tranapuente), 15 de marzo de 1997 (Huellanto Alto),

20 de agosto de 1999 (Tranapuente). MARTA ANTINAO, 18 de enero de 1997 (Tranapuente) y varias conversaciones informales,

Huellanto Alto, 1998-2003. FELICIA CONCHA DE M o , 10 de enero de 1997 (Tranapuente). LUIS HUENUAN, 5 de agosto de 1998 (Huellanto Alto). ÓSCAR JARA, 10 de enero de 1997 (Tranapuente). Lmu DEL PILAR LLANCAO DIAZ, 10 de agosto de 2001 (Huellanto Alto). JUANA PINCHEIRA HUINCA, 20 de marzo de 1997 (Huellanto Alto). LUIS ERNESTO QUIJ~N, 30 de noviembre de 1996,4 de enero de 1997 (Tranapuente). MACALY RIQUELME DE HUENUAN, 5 de agosto de 1998 (Huellanto Alto).

PATIUCIAVALENZUELA, 20 de agosto de 1999.

3. Fundo Rucalán

ARLIS LANDARRETCHE DE HUERTA, 25 de mayo de 1997. LUCIANO LANDAR~TCHE MAFFEI, 25 de mayo de 1997. VIOLETA MAWEI VDA. DE LANDARRETC~, 25 de mayo de 1997.

4. Tmuco

BARBARA BUSTOS Y GUSTAVO PERAIXA, Temuco, 4 de agosto de 1998 BERNARDO CARDENAS (nombre cambiado a pedido del entrevistado), 21 de agosto de 1999. MARI0 CASTRO, 15 de mayo y 17 de junio de 1997. MARfA ANGEUCA CELIS, 21 de agosto de 1999. MARITZA EL^, 14 de enero de 1997. SERGIO FONSECA, 19 de mayo de 1997.

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GONZALO LEIVA, 23 de junio de 1997,19 de agosto de 1999. CATAUNA ~~ANSILLA (nombre cambiado a pedido de la entrevistada), 21 de agosto de 1999. V~CTOR MATURANA, 13 y 16 de enero, 18 y 19 de marzo, y 17 de abril de 1997. GUSTAVO PERALTA, JOSÉ GARRIDO Y HERIBERM M o , 3 de agosto de 1998. ENRIQUE PÉREZ, múltiples entrevistas, 1996-1997. ELENA RODR~GUEZ (nombre cambiado a pedido de la entrevistada), 19 de agosto de 1999.

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JACQUES CHONCHOL, 4 de Abril de 1997. GLORIA M ~ O Z (nombre cambiado a pedido de la entrevistada), 16 de mayo de 1997. FRANCISCO SEP~ILYEDA (nombre cambiado a pedido del entrevistado), 9 de mayo de 1997.

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AILLAREWE: Una unidad temtorial basada en linaje que reúne aproximadamente una me- dia docena de comunidades reduccionales Mapuche, unidas mediante lazos de matrimonio, que sirve como base para la interacción social y ceremonial que reproduce la identidad y la cultura.

ASENTAMIENTO: Unidad de reforma agraria creada bajo la Ley de Reforma Agraria del go- bierno demócrata cristiano, cuya base era una cooperativa de familias dirigida por los jefes de hogar en cooperación con los representantes del Estado.

CAJA DE COU)NIZACI~N AGR~COLA: Agencia estatal creada en 1928 con el fin de comprar fun- dos y subdividirlos en unidades más pequeñas que podían ser compradas por parceleros o campesinos sin tienas que aspiraban a ser colonos.

CENTRO DE EDUCACI~N Y T E C N O L ~ G ~ (CET): ONG especializada en la agricultura sustentable que empezó a trabajar con la comunidad de Nicolás Ailío en 1980.

CENTRO DE PRODUCCI~N (CEPRO): Una unidad de reforma agraria compuesta de múltiples propiedades que fue administrada directamente por agentes del Estado. Fue creada bajo el gobierno de la Unidad Popular en regiones donde se consideraba posible un grado más alto de producción comercial.

CENTRO DE REFORMA AGRARIA (CERA): Una unidad de reforma agraria creada bajo el gobier- no de la Unidad Popular en la cual las mujeres y los jóvenes eran considerados miembros independientes en vez de depender de los jefes de hogar, como en los asentamientos.

CENTROS CULTURALES MAPUCRES: Primera organización Mapuche de revitalización étnica-cul- tural, creada en 1979 bajo la protección de la Iglesia Católica. Sus metas principales fueron dos: resistir la aplicación de la Ley de División de las comunidades promulgada por el gobierno militar; y auspiciar una cadena de ceremonias culturales y religiosas a lo largo del territorio mapuche como parte del proceso de revitalizar la cultura.

CEPI: Comisión Especial de Pueblos Indígenas. La primera institución creada por el go- bierno de la Concertación como respuesta a las demandas de los pueblos indígenas. Nació por decreto presidencial del 17 de mayo de 1990, al comienzo de la presidencia de Patricio Aylwin.

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CODEPECA: Asociación Gremial Consejo de Desarrollo Pesquero Campesino. Con su sede en la comunidad de Aso, esta asociación gremial fue creada en 1988 bajo las leyes de la misma dictadura militar. Unificó a comunidades Mapuche con pescadores no Mapu- che en una organización local de ayuda mutua que tenía la capacidad de recibir ayuda internacional para auspiciar varios proyectos de desarrollo comunitario.

CONADI: Corporación Nacional de Desarrollo Indígena. Institución creada por la Ley Indí- gena de 1993 para supervisar los programas y las platas destinadas a los programas de desarrollo indígena, a la vez que mediar a favor y velar por la integridad de las comuni- dades indígenas.

CoaaÉs EJECUTIVOS AGRARIOS: Estos organismos provinciales y nacional creados por el go- bierno militar fueron encargados con el trabajo de "regularizar" la tenencia de la tierra y escuchar las peticiones tenatenientes sobre los decretos de expropiación del gobier- no anterior.

CONSEJO DE TODAS LAS TIERRAS: Organización Mapuche creada a finales de los años 80 en protesta del acuerdo entre el movimiento Mapuche y el entonces candidato a la presi- dencia Patricio Aylwin. El Consejo auspició una ola dramática y militante de recuperaciones de tierras entre 1991 y 1992.

CORA: Corporación de Reforma Agraria. Agencia estatal creada para administrar y pro- mulgar el proceso de reforma agraria. Surgió de la Caja de Colonización Agraria y fue creada bajo el gobierno de Jorge Alessandri (1958-1964).

CORFO: Corporación de Fomento a la Producción. Una corporación estatal de desarrollo económico que fue creada por el primer gobierno del Frente Popular (1938-1942) para facilitar la inversión en la producción industrial mediante colaboraciones entre el Esta- do y el capital privado.

DAS: Departamento de Acción Social, una rama del Obispado de Temuco dedicada a pro- veer asistencia social y financiera a las comunidades Mapuche y comunidades campesinas de la región.

FUNDACI~N I N S T ~ MGENA: Otra rama del Obispado de Temuco que se especializó en dar ayuda a comunidades Mapuche.

GILLATUN: Una de las ceremonias religosas y comunitarias más importantes de la cultura Mapuche en que varias comunidades vecinas renuevan sus lazos recíprocos mediante una ceremonia de rezo, baile y reflexión que dura varios días. Aunque puede organizar- se en momentos específicos para pedirle ayuda a Dios por un problema específico, en general ocurre en una comunidad cada cuatro años y es celebrada en un campo espe- cial que en ese año se reserva exclusivamente para este uso.

INDAF? Instituto de Desarrollo Agropecuario. En conjunto con CORA, INDAP se creó en los años '60 para facilitar el proceso de la reforma agraria e impulsar el desarrollo rural entre 1964 y 1973. En contraste con CORA, que fue abolida por la dictadura militar al

finalizar la contrarreforma agraria en 1978, INDAP sigue hasta el día de hoy dando créditos a pequeños agricultores, aunque en el período contemporáneo se rige más exclusivamente por criterios de mercado. En 1979 las funciones del fenecido Instituto de Desarrollo Indígena fueron integradas al INDAP como parte del proceso de división pinochetista de las comunidades Mapuche.

LAFKENCHE: Un subgrupo del pueblo Mapuche que se define por su residencia cerca del agua, y que por tanto ha incorporado la pesca y el uso de otros recursos acuáticos a sus prácticas de subsistencia.

LOGKO: En el idioma mapuche significa "cabezan. El líder reconocido de una comunidad Mapuche, quien organiza el calendario ritual, media los conflictos y se encarga de la relación de la comunidad con el mundo exterior.

MACHE Especialista ritual en la cultura Mapuche. Dirige los distintos tipos de rituales religiosos y es la fuente local de conocimiento sobre la espiritualidad, la salud y el contacto con el mundo sobrenatural. Un (a) machi inspira gran respeto, y a veces mie- do, en la comunidad.

MAPUNZUGUN: El idioma del pueblo Mapuche. ~ D I C A : Una especialista en la salud tradicional que sana mediante el uso de hierbas. Aun-

que muchas veces usa técnicas parecidas a las de un (a) machi, la gente distingue entre los dos roles diciendo que un (a) machi tiene conexiones más fuertes al mundo sobrena- tural que pueden usarse para bien o para mal.

MUDAY: Bebida tradicional hecha de granos, más que nada de trigo, que se usa en la mayoría de las ceremonias Mapuche. Puede servirse fermentado o sin fermentar.

NGENCO: Espíritu que controla un n o o lago a quien uno debe pedir permiso al pasar cerca O usar ese recurso.

P m : Chueca. Es costumbre Mapuche organizar competencias entre comunidades, cada una de las cuales llega a la cancha con una representación sustancial encabezada por un (a) machi. Los guerreros Mapuche jugaban palin como parte de su entrenamiento.

P E ~ : Hermano. REWE: Un poste tallado que designa el lugar donde vive un (a) machi, o también puede

representar una comunidad o linaje y puede ser exhibido en un giüatun. h DE m ~ c ~ ~ : T í t u l o otorgado por el gobierno chileno a cada grupo de radicados Mapu-

che, supuestamente miembros de un linaje o familia extendida, en que los nombres de cada radicado y la extensión y deslindes de la comunidad tenían que estar claramente expresados. Cada comunidad tomaba el nombre del cacique original que recibía el titulo del gobierno, y todos los descendientes de los radicados originales tenían dere- cho a tierra dentro de la comunidad.

WIGKA: La palabra en mapunzugun, que hoy designa al no-Mapuche, tenía originalmente el significado de "ladrón violento y veloz".

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Agradecimientos generales

Capítulo 1 En la neblina de la madrugada: Diciembre 1970

Capítulo 2 De cómo, de repente, desapareció la tierra, 1906-1940 35

Capítulo 3 Una generación sin zapatos: Perdurando en la pobreza, 1940-1970

Capítulo 4 La prosperidad fugaz, 1968-1973 89

Capítulo 5 Cuando los fogones se apagaron, 1973-1992 133

Capítulo 6 Una nueva radicación, 1992-2001 179

Capítulo 7 Donde el pasado se encuentra con el futuro en Nicolás Ailío (Conclusiones) 213

Arbol genealógico 231

Anexo fotográfico 235

Referencias citadas

Glosario