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  • La lucha social y la lucha armada

    en VenezuelaElia Oliveros Espinoza

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  • Elia Oliveros Espinoza

    Fundacin Editorial

    El perro y la rana, 2012

    Centro Simn Bolvar

    Torre Norte, piso 21, El Silencio,

    Caracas - Venezuela / 1010

    Telfonos: 0212-7688300 / 7688399

    Correos electrnicos:

    [email protected]

    [email protected]

    Pginas web:

    www.elperroylarana.gob.ve

    www.ministeriodelacultura.gob.ve

    Diseo y diagramacin:

    Gabriela Correa

    Edicin al cuidado de:

    Yesenia Galindo

    Carlos Zambrano

    Hecho el Depsito de Ley

    Depsito legal lf40220113002870

    ISBN 978-980-14-1917-4

    Impreso en La Repblica Bolivariana de Venezuela

    Repblica Bolivariana de Venezuela

    DEFENSORA DEL PUEBLO

    Gabriela del Mar Ramrez Prez

    Defensora del Pueblo

    Sede principal:

    Centro Financiero Latino, pisos 26,

    27, 28 y 29. Av. Urdaneta. Caracas.

    Correo electrnico:

    [email protected]

    Pgina Web:

    http://www.defensoria.gob.ve

    Coordinacin de Publicaciones:

    Carolina Brito

    Imgenes de portada:

    Campaa Sin memoria no hay

    justicia

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  • NOTA EDITORIAL Defensora del Pueblo

    Una de las tareas a la cual se aboc con mayor diligencia la historiografa oficial durante los cuarenta aos que van de 1958 a 1998 perodo mejor conocido como el de la democracia repre-sentativa, fue la de intentar desacreditar y estigmatizar la lucha social y la lucha armada que se inicia en los aos sesenta del siglo XX, atribuyndola al aventurerismo de unos pocos desadaptados, sin apoyo de las masas y totalmente descontextualizados de la realidad venezolana.

    De esa interpretacin acomodaticia, sin embargo, se excluye la profunda crisis econmica y social que lanz literalmente a las calles a un pueblo que batallaba por reivindicaciones larga e injus-tamente postergadas. Manifestaciones desarmadas que temprana-mente fueron brutalmente reprimidas, la ejecucin de asesinatos selectivos, las detenciones arbitrarias, la aplicacin sistemtica de la tortura y, finalmente, el empleo de la abominable figura del desaparecido, configuran un cuadro de terror que progresiva-mente fue cerrando toda posibilidad a los sectores populares y a los partidos polticos ilegalizados de transitar por los caminos de la lucha pacfica.

    Este trabajo de Elia Oliveros Espinoza, publicado en coedicin con la Fundacin Editorial El perro y la rana, es el primero de una serie de acuciosas investigaciones de esta autora sobre aspectos poco comprendidos y mucho menos estudiados de ese dilatado perodo de nuestra historia reciente.

    Gabriela del Mar RamrezDefensora del Pueblo

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  • 7Agradecimientos

    A todas aquellas personas quienes de alguna manera me permitieron hacer

    este proyecto realidad.

    A mis hijos Leonardo, Inti y Alejandro, quienes compartieron mis emociones

    en todo este proceso de investigacin y me dieron nimos cuando llegaba a mi

    hogar conmovida por los asesinatos de revolucionarios, amas de casa,

    campesinos y estudiantes.

    A la Fundacin Amrico Silva, en especial a Argelia Velsquez de Silva e talo

    Amrico Silva, por su apoyo moral para la persistencia en mi investigacin.

    A Luis Britto Garca por su insistencia en recordarme la trascendencia

    histrica de este trabajo y la responsabilidad de avanzar y concretarlo.

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  • 9Dedicatoria

    A mi padre Luis Enrique Oliveros (el Librero de la Facultad de Economa de

    la Universidad Central de Venezuela), quien dedic toda su vida a la lucha por

    la transformacin de nuestro pas y que an en los momentos ms difciles

    cuando cunda la desesperanza, l mantena la bandera en alto cual Quijote y la

    confianza de que la Revolucin era posible.

    A Mara Teresa Hernndez de Arzola (La Negra), mujer del pueblo ejemplo

    de vida, inspiracin y perseverancia, quien asumi que el socialismo lo desa-

    rrollara ella en esta tierra. De all su incondicionalidad y solidaridad hacia

    sus tres hijos que se incorporaron a las guerrillas; su firmeza para reclamar el

    cuerpo de su hijo Carlos Arzola, cado en la Masacre de Cantaura, y su disposi-

    cin de entrega y ayuda para cuantos las hemos necesitado. En su casa siempre

    encontramos un bollo de pan, la palabra alentadora

    y su incondicionalidad al proceso.

    A Isidora Espinoza, mi madre, quien sufri con nosotros toda la represin y

    persecucin desde la dcada de los sesenta. Es ejemplar su incondicionalidad

    con mi padre, su visita frecuente a las crceles para atender a compaeros

    cuyas familias vivan lejos y carecan de ese apoyo, y su disposicin a albergar

    al compaero perseguido an con todos los riesgos que se corra.

    A todos los hombres y mujeres de este pueblo que han entregado su vida por la

    cristalizacin de un proyecto revolucionario para nuestra patria y el mundo.

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    PRLOGO

    Un pueblo es su Historia. Intentar borrarla es querer anularlo. Dos hechos contradictorios resaltan sobre el pasado inmediato del cual surge nuestro presente. La lucha social y la lucha armada constituyen la ms decisiva gesta comunitaria, poltica y cultural de la segunda mitad del siglo XX venezolano. Y sobre ella no hay hasta ahora un solo trabajo que intente rese-arla, evaluarla e interpretarla en su compleja totalidad. Genera-ciones de historiadores van y vienen sin acometerlo. Compiladores acuciosos reunieron testimonios parciales y analistas perspicaces inventariaron la debacle social y econmica que motiv la rebelin. Sin embargo, una inmensa rea ciega obstruye la comprensin de nuestra contemporaneidad.

    As como la Historia es una elaboracin, tambin lo es el intento de anularla. Muchos vieron en el auge de masas y en el alza-miento armado de los aos sesenta un boleto de va rpida hacia el poder, y cuando les fall, reaccionaron abominndolos. Una campaa comunicacional ms prolongada que la misma rebe-lin tendi sobre ella un velo de descrdito. En fin, el Terrorismo de Estado cre su propio muro de silencio. A pesar del mandato constitucional que permite al ciudadano consultar los archivos de la administracin, los registros de los cuerpos represivos siguen siendo impenetrables para vctimas e investigadores. En Estados

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  • La lucha social y la lucha armada en Venezuela Elia Oliveros Espinoza

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    Unidos, en Chile, en Argentina, han sido abiertos para la denuncia y la justicia. En Venezuela, siguen bajo siete sellos de silencio, que quiz slo se abrirn cuando algn poder nefasto los necesite para reiniciar el genocidio.

    Contra las luchas sociales y la lucha armada de la segunda mitad del siglo XX en Venezuela, los medios acadmicos y los de comunicacin masiva han divulgado los infundios de que fueron voluntaristas, desvinculados de las masas, surgidos como imitacin de la Revolucin Cubana, insensatos por su falta de posibilidades de triunfo, desasistidos de legitimacin ideolgica y estriles.

    La ms somera verificacin de los hechos revela, por el contrario, que la intensificacin militante de las luchas sociales surgi en Venezuela como consecuencia de una profunda e inso-luble crisis econmica y social, que ya haba provocado en 1958 la cada de la dictadura neopositivista de Marcos Prez Jimnez. Que fue la coalicin gubernamental de colaboracin de clases de social-demcratas y socialcristianos la que primero recurri a la violencia al reprimir sistemticamente a sangre y fuego, desde comienzos de 1959, las protestas pacficas de trabajadores y estudiantes. Que el Gobierno se deslegitim al intentar enmendar la prdida de su mayora parlamentaria ilegalizando a los partidos opositores. Que cerr sistemticamente a los sectores progresistas toda posibilidad de accin legal empujndolos a la clandestinidad mediante suspen-siones de garantas que duraban aos, confiscaciones y cierres de publicaciones, el encierro en campos de concentracin y el asesi-nato sistemtico de sus militantes. Que en tales circunstancias la lucha armada fue un recurso de legtima defensa, el brazo organi-zado del reprimido auge de masas que viva el pas. Que slo la falta de oportuna sincronizacin entre la insurreccin popular urbana, los alzamientos militares progresistas y el movimiento guerrillero impidi la toma del poder. Que para frustrar ese formidable movi-miento popular el populismo, apoyado por las agencias de segu-ridad de Estados Unidos, cometi sistemticamente crmenes de lesa humanidad: el tiroteo contra manifestaciones desarmadas; la aniquilacin y desaparicin sistemtica de opositores; la creacin

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  • 13

    PRLOGO

    de campos de exterminio donde tortur y asesin al margen de toda legalidad; el inconstitucional exilio de ciudadanos; el desplaza-miento forzoso cuando no el exterminio de poblaciones completas en las reas rurales; el bombardeo indiscriminado y la masacre de opositores rendidos. Que el sistema que as se defenda era inviable, como lo demostraron el colapso financiero de febrero de 1983 y la masiva insurreccin popular contra la aplicacin de un paquete del Fondo Monetario Internacional en 1989. Que en fin, aquellas luchas fueron el prembulo y la condicin necesaria del renovado auge de masas de los aos noventa, prlogo y sustentacin de una nueva va para Venezuela y Amrica Latina.

    Una sublevacin justa es grande en pensamientos, pala-bras y obras. Si asombrosas resultaron sus acciones contra una represin desproporcionada, no menos formidable fue en palabras y pensamientos. La concepcin materialista y dialctica domin la segunda mitad del siglo XX venezolano. En lo ideolgico, replante la interpretacin de Marx y de nuestra Historia, impuso la tica del compromiso y formul la teora de la independencia. En lo esttico, con medios precarios y a veces clandestinos desarroll una lite-ratura, un teatro, una cinematografa, una plstica, una msica de la violencia. Contra esa insurreccin cultural aplic el populismo el soborno de los subsidios y las prebendas burocrticas. Pero ni renegados ni conversos han podido superar ni opacar el fulgor de aquellas dcadas imperecederas, que demostraron el Poder del Intelecto contra un Poder Sin Intelecto.

    Deca Mart que donde hay muchos hombres sin vergenza, un hombre debe reunir la vergenza de muchos. Donde tantos quieren olvidar, Elia Oliveros ha asumido la memoria de las mayo-ras. Luchadora social de base que abandon los estudios para situarse como obrera en las luchas sindicales, tenaz trabajadora en la clandestinidad que perdi a muchos de sus seres queridos en la masacre de Cantaura, laureada investigadora en las ciencias docentes, ahora toma para s la carga de reconstruir y presentarnos con una visin de totalidad el drama y la gloria de nuestro pasado, que tantos tratan de ocultar o de ignorar. Sola y sin apoyos, tras

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  • La lucha social y la lucha armada en Venezuela Elia Oliveros Espinoza

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    mproba tarea de indagacin con testimonios y fuentes bibliogr-ficas y hemerogrficas, con este primer libro sobre La lucha social y la lucha armada en Venezuela, emprende con tesn, inteligencia y acierto la impostergable y necesaria tarea de reavivar la conciencia, primera chispa de todo cambio radical.

    Luis Britto Garca

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    Introduccin

    Se debe escribir todo cuanto guarda la memoria,

    porque esta es la sustentadora de nuestra identidad como pueblo.

    EDUARDO GALEANO

    El presente trabajo forma parte de un proyecto de investi-gacin ms amplio, programado en tres libros:

    1) La lucha social y la lucha armada 1958-1973 2) La lucha social y la lucha armada 1974-1987 3) La lucha social y la lucha armada 1988-2003. El objetivo fundamental de todo este proyecto es reivin-

    dicar la lucha del pueblo venezolano durante estos perodos hist-ricos, esfuerzo que pretendi ser invisibilizado por la historia oficial. Reconstruir esta historia de nuestro pueblo es una nece-sidad, porque la misma nos permite comprender los procesos de cambios que actualmente se adelantan en nuestro pas y proyec-tarnos en el futuro. Con ello se genera una verdadera conciencia histrica capaz de desmontar la historia oficial de dominacin que sistemticamente requiere borrar la historia de resistencia de nuestro pueblo en contra de la explotacin.

    Se trata de reivindicar un proceso de lucha en el cual se inmol una generacin. Una plyade de mujeres y hombres que en una gesta heroica se consagraron a la transformacin de nuestro

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    pas. Su estudio nos ayudar a identificar aciertos y errores; y convertir tal experiencia en enseanza para las prximas luchas que nos corresponder desarrollar. La accin de desmontar esa historia oficial, que en muchos casos se sigue reproduciendo, nos debe llevar a revisar conceptos como Democracia Representativa o Terrorismo de Estado, entre otros. Fundamentos sobre los cuales se ha sostenido la historia de dominacin e injerencia imperial, y desenmascarando a la burguesa y sus gobiernos como sus aliados que han mancillado nuestra soberana.

    Esta investigacin tambin persigue el reconocimiento de los aportes individuales y colectivos de las mujeres y hombres que lucharon por la conquista del socialismo y que hoy se deben convertir en referentes para nuestro pueblo. En su inmenso esfuerzo se reivindica un sistema de valores en el que despuntan condiciones humanas como el amor por el pas, el sueo por un proyecto colectivo, la solidaridad, el compromiso revolucionario, la perseverancia, la lealtad, la valenta, el sacrificio personal e incon-dicional por un proyecto colectivo y la confianza en el pueblo, entre muchsimas otras valas revolucionarias.

    Otro aspecto que buscamos es precisar los nombres y apellidos de aquellos hombres y mujeres que cayeron en la lucha. En muchos casos fueron reducidos a simples nmeros y estads-ticas. Para nosotros es trascendental dejar en evidencia su iden-tificacin personal y asentar su honra en el registro de la historia revolucionaria de nuestra patria.

    Con humildad, consideramos que este trabajo puede contri-buir a la creacin de un nuevo imaginario con referentes, signos y smbolos revolucionarios, capaces de avivar el orgullo de nuestro pueblo sobre su reciente pasado histrico, del cual debe apropiarse y servirse como fuente de inspiracin para la construccin del presente y para la sistemtica nutricin de la conciencia histrica nacional sobre la base de un pensamiento crtico. Es reconocer que nuestra historia actual tiene antecedentes econmicos, polticos y sociales, de cuyo anlisis profundo y certeramente contextualizado depende de romper con esa visin que ha pretendido imponer que

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    INTRODUCCIN

    la experiencia de lucha aqu estudiada est desligada de otras ante-riores y presentes; y adems constituye una derrota de la cual, como pueblo, debemos avergonzarnos. En este sentido, compartimos con Domingo Alberto Rangel cuando seala:

    ... hay una poltica de la derecha tendiente a que esos aos se

    olviden. La derecha ha seguido dos polticas respecto a la poltica

    insurreccional de los aos sesenta. Primero la deform, la vituper

    y la pisote. Ahora, tiende a que eso se olvide, a que nadie hable del

    proceso de esos aos.

    De all la importancia de profundizar en su estudio para desmontar el discurso de la derrota.

    Por ltimo, queremos que este esfuerzo sirva de herra-mienta para las discusiones que, sobre nuestro pasado de lucha, protagoniza y aborda el pueblo venezolano en los Consejos Comu-nales, y dems frmulas o estructuras organizativas en las cuales se aviva la Revolucin.

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  • I ETAPA

    1958-1962. LA CADA DE LA DICTADURA Y SURGIMIENTO DE UN MOVIMIENTO DE EFERVESCENCIA POPULAR

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    El papel de las fuerzas vivas en el derrocamiento de la dictadura

    El 1 de mayo de 1957 fue el punto de partida de la crisis que

    estallar ocho meses despus. Accin Democrtica (AD) y el Partido Comunista de Venezuela (PCV) realizan mtines relm-pagos que coincidieron con la pastoral de Monseor Rafael Arias Blanco. Se denunciaba la situacin que sufren los trabajadores: falta de libertades democrticas, bajos salarios, incumplimiento de los contratos colectivos, entre otras formas de explotacin. A partir de all se comienza a dar pasos importantes para unir las fuerzas de los sectores opuestos a la dictadura. La unidad se concreta el 14 de junio de 1957, cuando se constituye la Junta Patritica conformada por los militantes de los partidos Unin Republicana Democrtica (URD) y el Comit de Organizacin Poltica Electoral Indepen-diente (Copei), tambin conocido como Partido Social Cristiano Copei. Un grupo de militares progresistas tambin tiene represen-tacin en la Junta Patritica, cuyo logro favorece la formacin de Comits de Resistencia Contra la Dictadura en fbricas, barrios y en el sector estudiantil. Una vez constituida la Junta Patritica se definirn sus objetivos programticos:

    1.- Por el respeto a la Constitucin Nacional. 2.- Contra la reeleccin del dictador Marcos Prez Jimnez

    y por la celebracin de elecciones libres para la Presidencia de la Repblica.

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    3.- Por un gobierno democrtico respetuoso de las liber-tades ciudadanas.

    La dictadura de Prez Jimnez vena sufriendo un proceso de desprestigio que le restaba poder poltico y credibilidad. Guzmn, Briceo y Taylor sostienen:

    ... despus de realizado el plebiscito la dictadura militar de Marcos

    Prez Jimnez entrar en una etapa de descomposicin que lo

    conducir al derrocamiento: en el seno de las Fuerzas Armadas

    surgen sectores resueltamente opuestos al rgimen, siendo una

    de las manifestaciones el alzamiento de la Guarnicin de Maracay

    y parte de las Fuerzas Armadas acantonadas en Caracas Este

    alzamiento lleva a la Junta Patritica a intensificar su trabajo de

    movimiento popular; los estudiantes, los colegios profesionales,

    los obreros y los habitantes de los barrios de Caracas coordinan

    acciones en las calles y las plazas; se aprueba la convocatoria de

    una huelga general el 21 de enero; las masas populares toman

    las calles enfrentndose con la polica; la Junta Patritica acuerda

    organizar la insurreccin armada si la huelga no derroca la tirana.

    El 23 de enero de 1958 las Fuerzas Armadas se suman al movi-

    miento provocando la huida de Prez Jimnez. (Guzmn, Briceo

    y Taylor, 1981:102).

    La cada de Prez Jimnez es posibilitada por la combinacin de mltiples elementos entre los cuales se destacan: el estado de miseria de las masas populares, auge del desempleo, feroz repre-sin hacia todo intento de organizacin del pueblo, falta de libertad de expresin, contradicciones internas con la burguesa, contra-dicciones con el imperialismo norteamericano por el control del mercado petrolero. Para esos momentos, el sistema capitalista mundial atraviesa una crisis que en Venezuela, como parte de tal sistema, se refleja mediante una dura recesin econmica.

    Los sucesos ocurridos el 23 de enero de 1958 permiten que confluyan toda una serie de factores que, si bien posibilitan la cada del rgimen dictatorial, no son del todo aprovechados por las

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    I ETAPA

    fuerzas ms progresistas de la sociedad. Si tal coyuntura se aborda con una lnea revolucionaria mejor definida, podra haberse iniciado un proceso ascendente y exitoso hacia la conquista del poder por parte del pueblo. En este perodo el PCV partido llamado a dirigir a las masas populares como expresin de su vanguardia no cumpli totalmente con su papel histrico, pues, se limit a plan-tear el derrocamiento de la dictadura y as, al restringir su horizonte a ese nico objetivo, dej sin perspectivas al movimiento de masas. En ese momento, el PCV no se planteaba como objetivo propio la conquista del poder para la clase obrera y dems clases revolucio-narias. No presenta programa de lucha ni desarrolla una poltica independiente de clase que permitiera canalizar el descontento popular y agrupar las fuerzas progresistas y revolucionarias. La lucha del PCV se centr en garantizar la estabilidad del gobierno y buscar de una manera ingenua la alianza en un frente unido para las elecciones de diciembre que permitiera la integracin de los partidos en funcin de una candidatura presidencial. Falt una poltica coherente que permitiera integrar las diferentes formas de lucha hacia la toma del poder, dejando en la prctica la direc-cin del proceso en manos de la burguesa. Un autntico partido de vanguardia hubiera preparado en el curso de este proceso las formas que les permitieran disputar el poder a la burguesa, a los terratenientes y al imperialismo.

    Se pierde en este momento histrico una preciosa oportu-nidad para dar un salto en la conformacin de las fuerzas revolu-cionarias y populares para la transformacin de la sociedad. Las fuerzas reaccionarias quedan con las manos libres para recu-perarse del resquebrajamiento temporal de su dominacin tras el derrocamiento de Prez Jimnez y el ascenso de las luchas de las masas. El PCV, lejos de impulsar una poltica de lucha de clase, practic y predic la poltica de conciliacin de clases, concretada en la adhesin a la tan pregonada paz obrero-patronal de aquella poca. Ese error inicial permiti que las clases dominantes se reor-ganizaran, fortalecieran su aparato de poder y se prepararan para

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    enfrentar en mejores condiciones a un movimiento popular que cada da radicalizaba sus luchas.

    La Junta de Gobierno Derrocado el gobierno de Marcos Prez Jimnez, la Junta

    Patritica deja de existir en la prctica. Guzmn, Briceo y Taylor sostienen:

    El mejor instrumento para darle una nueva orientacin a las masas

    lo constitua la Junta Patritica. Este organismo vena de un alto

    prestigio obtenido en las luchas antidictatoriales, posea un gran

    control e influencia sobre los sectores populares, sin embargo, es

    precisamente la burguesa quien va a entender su importancia: con

    la ampliacin de la Junta de Gobierno pasan a formar parte de ella

    los seores Andrs Boulton, Vicente Lecuna y otros representantes

    de los grupos econmicos del pas, tambin se puede sealar que

    los dirigentes de la Junta Patritica nunca exigieron estar represen-

    tados en la Junta de Gobierno. (Ob. cit.: 103).

    Esta afirmacin es tan cierta que la Junta Patritica no disput puestos en la Junta de Gobierno. La burguesa s tuvo presente, desde el principio, la importancia de controlar la Junta de Gobierno para garantizar la defensa de sus intereses. Para ello pactaron con los sectores militares en funcin de garantizar su representacin. La Junta Patritica se planteaba una disyuntiva: dictadura o democracia. No se preocuparon ni siquiera por mante-nerse como un poder paralelo. Ojeda seala con respecto al 23 de enero estuvo ausente la mentalidad de poder, que en fin de cuenta es la que lleva a comprender la verdadera magnitud de las fuerzas populares (Ojeda, 1970: 81).

    Con la cada de la dictadura, se abre todo un proceso de recuperacin de fuerza del movimiento popular expresado en la reorganizacin de obreros y sus sindicatos por rama de industria, recuperacin del movimiento estudiantil, movimiento campesino,

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    I ETAPA

    organizaciones en los barrios y el fortalecimiento de los partidos polticos.

    Paralelamente se gesta un movimiento de los sectores ms reaccionarios representados por la iglesia, la burguesa y sectores militares de derecha. Desde el principio, desarrollan toda una campaa anticomunista orientada a crear terror en la pobla-cin y a justificar la solicitud de pedir la ilegalizacin del PCV. En peridicos de la burguesa, como El Universal, se hacen comunes declaraciones de prensa como estas: ya es hora de que el PCV sea ilegalizado porque es un foco de agitacin subversiva. Mendoza y Blas Lamberte exigen la ilegalizacin del PCV.

    Pronto la prensa abre espacios a novedosos grupos como la Organizacin de Lucha Anticomunista (OLA), que insertan remi-tidos y propagandas a favor de la ilegalizacin de PCV. El anticomu-nismo se recrudece en la contienda electoral de 1958. La directriz imperial es tan clara que en Nueva York, el 20 de enero de 1958, cuando apenas faltan 3 das para la derrota de la dictadura, Rafael Caldera de Copei, Jvito Villalba de URD, Rmulo Betancourt de AD y Fuster Dulles, secretario de Estado norteamericano, firman un pacto en el cual se comprometen a evitar que el poder caiga en manos de los comunistas. La alianza tambin implica tomar la ofen-siva para aislar polticamente al PCV. Este Pacto de New York, como se le conoce, se ratifica en Venezuela, fue ratificado posteriormente el 31 de octubre de ese mismo ao con el nombre de Pacto de Punto Fijo y de inmediato se inicia el proceso de aislamiento del PCV con argumentos como este: un frente poltico donde participen los comunistas es mal visto por los Estados Unidos y tiene la oposicin de los grandes intereses norteamericanos.

    Sez Mrida, secretario general de Accin Democr-tica, en la clandestinidad, y posterior fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), en entrevista con el histo-riador Agustn Blanco Muoz, afirma que el objetivo de este pacto era darle participacin, injerencia a algunas transnacionales en empresas bsicas del Estado (p. 91).

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  • La lucha social y la lucha armada en Venezuela Elia Oliveros Espinoza

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    estaban comprometidos por el Pacto de Nueva York, en sus

    vinculaciones con el llamado sector liberal norteamericano. En ese

    marco se dieron las conversaciones con Eugenio Mendoza, el gran

    jefe empresarial venezolano, con Betancourt, Villalba y Caldera en

    esa ciudad. (Blanco Muoz, 1982: 93).

    A pocos das de instaurarse la Junta de Gobierno, la burguesa propone una tregua sindical para evitar los conflictos laborales orientados a mejorar la calidad de vida de los trabaja-dores, argumentaba la necesidad de fortalecer el sistema demo-crtico, cuya estabilidad podra ser amenazada con cualquier conflicto laboral. En este sentido, el Comit Sindical Unifica, que rene las principales fuerzas polticas del pas (AD, PCV y URD), pacta con la burguesa para convertir en realidad la tregua sindical. A pesar de esto, este mismo ao, la clase obrera desarrolla luchas por el derecho a la contratacin colectiva, libertades sindicales y el cumplimiento de los contratos colectivos.

    La Junta de Gobierno debi llevar a cabo un programa que se llam Plan de Emergencia, con el fin de darle respuesta a una problemtica de desempleo que exista en el pas y que se converta en una bomba de tiempo de carcter social.

    En el mbito internacional destaca la lucha que libraba el pueblo cubano, dirigida por el Movimiento 26 de Julio, que atrap la simpata del pueblo venezolano. Esto llev a pronunciamientos pblicos de algunos sectores para incorporarse a esta lucha. El 25 de marzo la Junta Patritica manifest el apoyo pblico a esta lucha y llam a desarrollar una campaa de solidaridad financiera.

    El 1 de enero de 1959 triunfa la Revolucin Cubana, y este hecho histrico va a impactar en los movimientos populares y revo-lucionarios que se desarrollaban en Amrica Latina porque se convierte en un referente, adems de dejarnos una leccin de que el imperialismo no es invencible.

    A pesar de que reconocemos la influencia que pudo tener la Revolucin Cubana en Amrica Latina, rechazamos la tesis que sostiene que los procesos de luchas llevados a cabo en la dcada

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    de los sesenta fueron producto de un intento de copiar mecnica-mente el proceso cubano.

    Las luchas que se libran en Venezuela tienen races sociales y responden a un momento histrico donde el terrorismo de Estado no dej otra alternativa. El pueblo venezolano sinti una gran simpata por el proceso revolucionario que se desarroll en Cuba y esto qued expresado antes del triunfo del Movimiento 26 de Julio y posteriormente. Muestra de ello es la bienvenida que se le hizo a Fidel Castro el 23 de enero de 1959, cuando fue invitado para celebrar el primer ao de la cada de la dictadura. El pueblo caraqueo se volc a las calles para recibirlo y manifestarle su soli-daridad con la lucha que libraba. La prensa nacional titula Caracas aclama a Fidel Castro (El Nacional, 25-01-59). El da 24 fue recibido en sesiones solemnes del Congreso Nacional y del Concejo Muni-cipal de Caracas.

    El 13 de mayo de 1958 nos visita el vicepresidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, esto ocasion una serie de protestas que impidi su llegada al Panten Nacional y la modifi-cacin de la agenda prevista. Una multitud de personas expresaron su rechazo a esta visita. Tropas norteamericanas se desplazaron hacia el Caribe amenazando nuestra soberana. Estas protestas se sumaban a otras manifestaciones de rechazo a su presencia que recibi en los pases suramericanos que visit: Argentina, Paraguay, Uruguay, Per, Ecuador y Colombia. Esta reaccin llev al Congreso norteamericano a afirmar: Subestimaron la antipata al gobierno de los Estados Unidos.

    En este perodo de transicin se dieron dos intentos de golpes de Estado promovidos por los sectores de derecha, dirigidos por Castro Len; los mismos fueron el del 23 de julio de 1958 y el del 7 de septiembre de ese mismo ao.

    Por otro lado, en el mbito laboral, los empresarios trabajan para evitar la reunificacin del movimiento obrero, promo-viendo los sindicatos patronales por empresas, desconociendo los sindicatos clasistas, asaltando los sindicatos que despus de un proceso electoral quedara la dirigencia conformada por sectores

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    de izquierda o progresistas, disolviendo asambleas a travs de la violencia para evitar tomas de decisiones importantes, etc.

    Dentro del partido Accin Democrtica se va a desarrollar una lucha interna por el control del partido. Esta estaba represen-tada por la Juventud de Accin Democrtica, que fue la que se qued en el pas luchando por la derrota de la dictadura, conformada por Simn Sez Mrida, Domingo Alberto Rangel, Moiss Moleiro, Amrico Martn y otros. Este sector representaba las ideas progre-sistas y revolucionarias de este partido. Por otro lado, tenemos la llamada vieja guardia que eran fundadores del partido, que estu-vieron en el exilio y representaban a los sectores ms conserva-dores del mismo. Entre ellos destacan Rmulo Betancourt, Ral Leoni, Paz Galarraga y otros. Al final, en la Primera Convencin de Accin Democrtica, se impone la direccin conservadora que decide la candidatura de Rmulo Betancourt, y ocupan los princi-pales puestos de direccin del partido. Se genera un descontento interno dentro de la Juventud de Accin Democrtica. La Juventud comienza a identificarse como AD-Izquierda y posteriormente se produce una ruptura, ocasionando la primera divisin del partido Accin Democrtica que dio origen al surgimiento del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) el 9 abril de 1960.

    A finales del mes de octubre el Partido Comunista no ha definido una candidatura propia. El Partido Comunista de Vene-zuela termina apoyando la candidatura de Wolfgang Larrazbal, aun cuando este declar pblicamente que su pensamiento era antagnico al comunismo.

    El 17 de diciembre de 1958 se lleva a cabo el proceso electoral donde triunfa el partido Accin Democrtica. Este triunfo fue producto del apoyo que recibi este partido en el interior del pas; mientras que el candidato que apoyaba el PCV, triunfa en Caracas y en los estados centrales.

    El gobierno de coalicin (AD-Copei-URD) El 13 de febrero de 1959 se jurament el nuevo gobierno.

    De acuerdo a lo establecido en el Pacto de Punto Fijo se instaura

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    un gobierno de coalicin que permitiera gobernar en conjunto los partidos AD, Copei y URD. De all, tres ministerios se le asignan al partido Copei y tres al partido URD. El Partido Comunista de Venezuela, en un principio, no atac a este gobierno de coalicin, al contrario, lo defendi; en ese sentido, declara en la revista Prin-cipio: Creemos que este gobierno de coalicin debe mantenerse... sera suicida cualquiera ruptura en su seno (Principio, agosto-septiembre, 1959: 18). Ms adelante sostiene ... el enemigo no es el gobierno de coalicin, el enemigo est ubicado en esos sectores que estn conspirando para derrocar el gobierno (Ob. cit.: 22).

    A partir de 1958, Venezuela vivi momentos de intensi-ficacin de los conflictos sociales y esto se mantiene hasta el ao de 1962, posteriormente pasamos a una etapa de reflujo del movi-miento de masas. El deterioro del nivel de vida de las masas, el desempleo, la recesin econmica, la rebaja de sueldos y salarios y el deterioro de los servicios pblicos inducan a la protesta de los diversos sectores del pueblo. La capacidad de maniobra de las clases dominantes se vea reducida por los problemas que atrave-saba la economa venezolana, manifestada en una etapa de rece-sin econmica y de reduccin de los ingresos petroleros. Esto llev a la aplicacin de un terrorismo de Estado que se expresaba en el uso creciente de la represin violenta como nico medio para enfrentar la elevacin de las luchas de las masas. No hay duda de que la estrategia de las clases dominantes, basada en el uso de la fuerza militar, parta de la idea de matar los planes en la cuna, en el sentido de no solo dejar que la protesta se extendiera y elevara su calidad, sino salir adelante haciendo demostraciones de fuerza propia, golpes que permitieron sembrar el terror en las masas y plantear el conflicto de clase en su dimensin ms elevada: el enfrentamiento armado. Rmulo Betancourt es simplemente una personalidad apropiada para cumplir tales designios de clase.

    Esta escalada se inicia con la represin a una manifesta-cin pacfica de desempleados realizada el 4 de agosto del ao 1959, que se llev a cabo para oponerse a la eliminacin del programa del Plan de Emergencia, ya que esto agudizara el problema del

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    desempleo. Esta manifestacin fue reprimida dejando un saldo de 4 muertos y ms de 70 heridos, que a los pocos das se convirti en 12 muertos y 130 heridos. A partir de este momento se suspenden las garantas constitucionales. Al respecto, Maza Zavala, en entrevista a Blanco Muoz, asevera:

    ... la primera labor de Betancourt cuando llega a la presidencia

    en el 59 es frenar el movimiento popular. Betancourt es el tpico

    representante del temor de clase, encarnado en l, el terror de la

    burguesa frente al movimiento popular (Blanco Muoz, 1986:

    77).

    Desde ese momento el presidente Rmulo Betancourt declara que las calles no son del pueblo, sino de la fuerza pblica. Sobre esta declaracin, Domingo Alberto Rangel, en entrevista con Blanco Muoz, manifiesta que al declararse que ... la calle no es de los manifestantes sino de la polica, le quita a la masa el primer elemento de poder, la calle de la cual haba gozado durante los doce meses del baile de Larrazbal (Blanco Muoz, 1982: 69).

    En esta etapa van a predominar las luchas obreras en primer lugar, resaltando las luchas desarrolladas por los trabaja-dores petroleros y del hierro por la estabilidad laboral, contra los despidos masivos, por el derecho a huelga, por la contratacin colectiva y el cumplimiento de las mismas, as como la huelga de los trabajadores del telgrafo y la huelga de los trabajadores del servicio telefnico. La salida de la fraccin de izquierda del seno de AD iba a favorecer la acumulacin de fuerza de los grupos ms radicales como el Partido Comunista de Venezuela. Esto se tradujo inmediatamente en la manifestacin del 1 de mayo de 1960, que se expres mucho ms combativa que el ao anterior, hasta el punto que en actitud de protesta el Presidente se retir del gabinete.

    En el mes de noviembre de 1960, la CTV aprueba la expul-sin de los comunistas de sus filas, sean estos sectores progre-sistas, militantes del PCV o del MIR. Con esta medida, la CTV dej en evidencia que ms que una organizacin que defiende a los

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    trabajadores, responda a los intereses de la burguesa. Con esta accin se les cierra al PCV y al MIR su participacin en un espacio tan importante como es la lucha sindical. A partir de este momento, su trabajo en el movimiento obrero es un trabajo clandestino, cual-quiera vinculacin que se estableciera con estos partidos implicaba ilegalizacin del sindicato, despido de los trabajadores, detencin de los dirigentes sindicales por parte de los cuerpos de seguridad.

    La huelga de los trabajadores telefnicos en el mes de noviembre de 1960 fue declarada por el Gobierno como insurrec-cional. En este momento, los trabajadores demostraron gran capa-cidad de lucha y lograron una amplia solidaridad de los sectores populares expresada en su apoyo. El Ejrcito toma las instalaciones de la compaa. Se desarrolla una oleada represiva, arrecindose en los tres ltimos meses del ao, hacia el movimiento popular con innumerables muertos y heridos. Los allanamientos a los liceos y el cerco militar a la UCV estaban a la orden del da, as como la represin a todo tipo de manifestacin que se realizara. Expresin de ello es que, de acuerdo a la informacin recogida en la prensa en ese ao, asesinaron a 116 personas en manifestaciones y resultaron ms de 1.200 heridos.

    Esta represin fue tan brutal que llev a que el ministro de Educacin, Gustavo Daz Sols, renunciara en el mes de diciembre ... por no estar de acuerdo con la poltica de orden pblico del Gobierno en cuanto afecta a los estudiantes y es una violencia desproporcionada. El Gobierno arremete contra los trabajadores. Ya el 16 de septiembre de 1959 fue suspendida por Decreto Presi-dencial la huelga que desarrollaban los obreros de la empresa Exploration Richmond. Se nombra una junta arbitral que, en la prctica, niega el derecho a la huelga por una contratacin justa. Estas juntas de arbitraje se nombran para la solucin de un conflicto por intermedio de un tercero que acta conforme a la equidad, quedando conformadas por un representante del sindicato, uno de la empresa y uno del Gobierno. A partir de all, el Gobierno inter-vendr en los conflictos laborales, nombrando juntas arbitrales, que a la final favorecan a los intereses de los patrones.

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    Ofensiva imperialistaEl 4 de enero de 1960 el Congreso norteamericano habla de

    la reactivacin de la Doctrina Monroe. Domingo Alberto Rangel denuncia en el mes de mayo que El Fondo Monetario Internacional fiscaliza y dirige la poltica monetaria del pas. Douglas Bravo denuncia la participacin de la Misin Militar norteamericana en la Digepol y afirma que esta dirige el Plan Macuare, que busca depurar a las Fuerzas Armadas de la oficialidad de avanzada y patritica. En noviembre de ese mismo ao, a travs de la prensa, se denuncia la instalacin de bases militares en Bonaire que pretenden establecer un cerco militar para aplastar, mediante la intervencin, cualquier intento revolucionario que se genere en Venezuela.

    La visita del embajador de los Estados Unidos, Moscoso, en 1961, a la UCV dej en evidencia la participacin de los Estados Unidos en la poltica interna. All le fue incautado una serie de docu-mentos que comprometan a los Estados Unidos. Los estudiantes iniciaron una enrgica protesta, y mientras el embajador se refu-giaba en la Facultad de Ingeniera, atacaron el automvil. El veh-culo fue arrastrado fuera del recinto autnomo de la universidad y los estudiantes lo incendiaron, pero incautaron en l una serie de documentos que comprometan a Estados Unidos. Alfredo Maneiro asevera que de acuerdo a los documentos se evidencia la participa-cin de los Estados Unidos en el Plan Macuare y en la llamada Ley del Hambre que redujo los salarios de los empleados de la admi-nistracin pblica. El Che Guevara denuncia en la Conferencia de Punta del Este la intervencin de los Estados Unidos en asuntos internos en Venezuela y toma como evidencia los documentos incautados al embajador de los Estados Unidos en Venezuela.

    Es denunciada la participacin del teniente coronel John Scott, miembro de la Misin Militar norteamericana, de dirigir los planes de operacin contra la guerrilla venezolana. Existe toda una campaa a travs de los medios de comunicacin que busca preparar el terreno para romper las relaciones con Cuba, y la orden vino de Washington, mientras que el pueblo expresa su solidaridad hacia esta Revolucin.

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    Una dcada despus, el propio funcionario de la CIA, David Phillips, reconoce que Carlos Andrs Prez en su condicin de ministro de Relaciones Interiores era el encargado de negociar con la CIA (Linarez, 2006:79). El militante revolucionario Jos Manuel Saher Eljuri, conocido popularmente como el Chema Saher, en una carta dirigida a su padre, enviada desde el Cuartel San Carlos el 8 de febrero de 1963, le cuestiona su actitud de cmplice en la escalada represiva y violacin de nuestra soberana como gobernador del estado Falcn, y entre otros sealamientos afirma ... han participado hasta oficiales colonialistas de los Estados Unidos, miembros de la Central de Inteligencia Americana (CIA), pisoteando la soberana nacional y los mejores legados de nuestros libertadores (Linarez y Castillo, 2007:41).

    Sez Mrida denuncia la participacin del Comando Sur, a travs de la llamada operacin Amrica, en los asuntos internos del pas. Rmulo Betancourt junto al Gobierno de los Estados Unidos tenan un proyecto de invadir a Venezuela con tropas norteame-ricanas si el problema del poder de la burguesa pudiera estar en peligro. En ese sentido, bajo una supuesta posibilidad de que las elecciones de 1963 no pudieran llevarse en un clima de normalidad poltica, los Estados Unidos decide participar abiertamente. En relacin a ello, Sez Mrida sostiene:

    Jack Rutledge, desde Mxico, informaba acerca de la operacin

    Amrica que se realizara entre el 27 y 30 de noviembre, casi en

    vspera de las elecciones venezolanas, que ese ejercicio militar

    sera el de mayor magnitud de todos los intentos hasta entonces

    por lo menos participaran 8.000 soldados de tierra, mar y aire, que

    se hara en la baha de Tol, Golfo de Morrosquillo, en la costa del

    Caribe, Colombia (Sez Mrida, 1997: 141).

    En otros casos, la intervencin se realiza a travs de estudios sociolgicos que permitieran tener un conocimiento cientfico del comportamiento del pueblo venezolano para poder disear mejor sus estrategias de dominacin. Partiendo de esto, Rodolfo Quintero

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    denunci la implementacin en Amrica Latina de investigaciones como el Plan Camelot orientado para desarrollar espionaje socio-lgico. En el caso venezolano, dicho estudio fue desarrollado por el Centro de Estudio del Desarrollo (Cendes), organismo adscrito a la Universidad Central de Venezuela. Este proyecto fue financiado por la CIA a travs del Centro de Investigaciones Internacionales del Instituto Tecnolgico de Massachusetts y la New School para investigacin social. El proyecto recibi el nombre de Estrategias para el Cambio Social. Una primera fase fue dirigida al estudio de liderazgo y la segunda fase se denomin Estudio de Conflicto y Consenso.

    Sobre este proyecto, Rodolfo Quintero explica:

    el Proyecto Camelot es un esfuerzo dirigido a utilizar las Cien-

    cias Sociales como instrumento para lograr objetivos explcita-

    mente polticos no ser utilizado para el avance de la ciencia en

    s misma, ni para el desarrollo de estos pases, sino para, en nombre

    de la ciencia y el desarrollo, implantar una poltica intervencionista

    por parte del Ejrcito de Estados Unidos.(Rodolfo Quintero, 1968:

    23-24).

    La represin y la agudizacin de las luchas socialesLa elevacin de los conflictos de clase y la cruenta represin

    hicieron que ya a finales de 1961 la va de la lucha armada fuera inevitable, si esta decisin no la hubiera tomado el PCV y el MIR, lo hubieran hecho los sectores radicalizados de las masas, que estaban dispuestos a no claudicar ante la ofensiva del enemigo. Las posibili-dades de lucha pacfica se cerraron y en la cruenta represin hacia los sectores populares y revolucionarios no les qued otra alterna-tiva que responder con las armas en las manos. Primero, fueron las Unidades Tcticas de Combates como expresin de la vanguardia revolucionaria para enfrentar la represin policial y, posterior-mente, fueron los frentes guerrilleros que empezaron a operar a finales de 1961. As, para Linarez, el pas vivi dos aos y medio de agitada actuacin poltica (agosto 1959 y diciembre de 1961),

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    generando un ambiente realmente pre-insurreccional (Linarez y Castillo, 2007: 33).

    Cuando el PCV se incorpora a la lucha armada y elabora un proyecto para la toma del poder, en el ao 1962, ya la lucha armada en la prctica se haba iniciado, la violencia tomaba cuerpo espont-neamente y comenzaba a surgir grupos como el FUL (Frente Unido de Liberacin), tratando de capitalizar la disposicin de sectores avanzados de las masas al enfrentamiento violento.

    Si el MIR, antes que el PCV, hace suya la lnea de violencia revo-lucionaria, se explica por el radicalismo con que naci el MIR y por ser una organizacin nueva que no tena las trabas burocrticas que ya carcoma al PCV. Ms influidos por la Revolucin Cubana y nutrido mayoritariamente por jvenes, este partido resultaba ms proclive a adentrarse en el cambio que experimentaba la lucha de clase en el pas. Moiss Moleiro, en entrevista con Blanco Muoz (1982), argumenta que la lucha armada surge como respuesta a la represin oficial, en ese sentido, asevera: ... cuando ven que es intil ganar las elecciones sindicales, que el derecho de manifesta-cin y de protesta est terriblemente coartado, que las instituciones educativas son allanadas comienza la violencia (Blanco Muoz, 1982: 203).

    El papel de la vanguardiaLa vanguardia revolucionaria estaba conformada por el Movi-

    miento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Partido Comunista de Venezuela (PCV). En el caso del MIR, la mayora de sus mili-tantes venan de la Juventud de Accin Democrtica, mientras que el PCV tena una direccin del partido establecida desde principio de los aos treinta. Por ello, Domingo Alberto Rangel, en entrevista con Blanco Muoz, lo caracteriza de la siguiente manera:

    El MIR era ms eficaz en la agitacin, es decir, en la creacin de

    ondas emocionales que condujeran a la insurreccin. Por eso dije

    que el MIR era una especie de barmetro que registraba con ms

    claridad que el PCV los movimientos que ocurran en el nimo de

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    las masas. Pero el PCV era mucho ms eficaz cuando se trataba ya

    no de provocar la insurreccin, sino de realizarla en los hechos,

    mediante una poltica sistemtica. El PCV tena mayor nmeros de

    cuadros, mejor disciplina, ms recursos econmicos, en una palabra

    posea una organizacin mucho ms eficiente (Blanco Muoz,

    1981: 70).

    En esa misma direccin, Sez Mrida, en entrevista con Blanco Muoz, asegura: El PCV... tena un extraordinario prestigio entonces y representaba una especie de gua poltica para toda la juventud y para la gente ms radicalizada del partido (Blanco Muoz, 1981: 110). Nez Tenorio, por su parte, sostiene que estos partidos no tuvieron la visin de convertirse en una vanguardia del movimiento popular, de all que afirme:

    El problema de la vanguardia no es un problema terico, signi-

    fica tener claridad ideolgica, saber quin es el enemigo principal,

    desarrollar en la prctica una lucha poltica Es un problema

    tctico operacional: conquistar victorias polticas concretas que

    entusiasmen a las masas. (Nez Tenorio, 1979: 17).

    Entre los principales elementos tericos errneos que concre-taron el proyecto revolucionario de 1961, resalta la caracterizacin que se hace del pas semicolonial y semifeudal, cuando ya la estruc-tura dominante era la capitalista y donde la dominacin del impe-rialismo sobre la nacin se asentaba sobre la alianza de poder en la que era indiscutible y aplastante la hegemona burguesa. Este error terico inicial ira a marcar todo el resto del conflicto de la realidad social y de las transformaciones y tareas planteadas. Partiendo de esta tesis, es como se llega al error de caracterizar a la burguesa nacional como una fuerza popular amiga del pueblo, cuando la burguesa constitua junto con los terratenientes y el imperialismo el bloque dominante y, por ende, el principal enemigo del pueblo venezolano, enemigo al cual era necesario derrotar para poder conquistar el poder poltico e impulsar la transformacin

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    de la sociedad. La solucin de la contradiccin antagnica entre el proletariado y la burguesa no se poda aplazar para despus de la liberacin nacional, al contrario, esa contradiccin con el imperia-lismo norteamericano y con los terratenientes requera una solu-cin global. Son estas bases tericas errneas los que conducen a la elaboracin de un programa democrtico burgus, donde quedaba sin tocar las relaciones de explotacin capitalista y donde el problema del poder en esencia se planteaba como un proceso de democratizacin del Estado y no como deba concebirse cien-tficamente, como destruccin del Estado capitalista existente y la instauracin de un Estado proletario que, aun cuando confor-mara un gobierno que fuera expresin de las clases revoluciona-rias (obreros, campesinos, pequea burguesa y capas medias), fuera esencialmente expresin de la hegemona del proletariado en una revolucin que enfrentaba tareas liberadoras, democrticas y socialistas al mismo tiempo.

    Al respecto, Nez Tenorio seala que esta concepcin errada nos llevaba a caracterizar al pas como: Venezuela semifeudal y semicapitalista... lo importante era liquidar los remanentes feudales y contribuir con la burguesa al desarrollo del capitalismo (Ob. cit.: 70). Ms adelante agrega: Desde el punto de vista ideol-gico, descuidamos el objetivo terico de la lucha contra el capita-lismo y por la Revolucin Socialista (Ob. cit.: 97).

    El anlisis equivocado de la realidad social del pas correspondi tambin a un anlisis errneo de la situacin poltica concreta. Equivocadamente se analiza la correlacin de fuerza existente en ese momento, se exagera, en parte, el papel de la situacin objetiva, no se ve una relacin entre esa situacin y el elemento subjetivo. Se sobreestima la disposicin de una vanguardia a un enfrentamiento poltico por la conquista del poder. No se toma en cuenta la forta-leza de Accin Democrtica y Copei en las organizaciones de masas, principalmente en las masas obreras, campesinas y, en general, en la poblacin de las ciudades pequeas del interior del pas. Se exager el papel que en la coyuntura jugaba las contradicciones internas entre sectores de la clase dominante. Se tom como nivel

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    de conciencia de las masas lo que solo era el nivel de la vanguardia. Se concluye que el Gobierno estaba debilitado al extremo, ya que con un empujn podra derribrsele. Esta conclusin condujo en forma oportunista a una tctica inmediatista, a jugarse el todo por el todo, a promover una tctica insurreccional que desgast las fuerzas revolucionarias, a perder el ritmo de la conduccin de las luchas y a sectorizar el movimiento. No se desarroll un trabajo con el pueblo que permitiera darle organicidad al movimiento popular. Como no haba tiempo para preparar las fuerzas propias, capaces de aniquilar al enemigo, entonces se confa en las fuerzas militares descontentas con el Gobierno y aliadas al proyecto revolucionario. Surge entonces una tctica insurreccional, donde lo esencial era la preparacin de complots militares y donde el papel de las masas se pone en segundo lugar, y las fuerzas propias aparecan como auxi-liares de las fuerzas conspirativas. Pero poco a poco se va debili-tando el movimiento popular que respaldaba la insurreccin. Una tctica de tal naturaleza, no poda generar fuerzas revolucionarias capaces de obtener la victoria.

    Nez Tenorio manifiesta que hubo incapacidad de poner en movimiento, en la calle y asequible a las amplias masas, una poltica revolucionaria acertada (Nez Tenorio, 1998: 73). Ms adelante expresa: abortamos las condiciones existentes como lo deseaba el enemigo y fuimos fcil presas de sus designios polticos y militares (Ob. cit.: 74).

    Esta tctica comienza a desarrollarse casualmente cuando el movimiento popular entra en un proceso de reflujo. La mayor parte del perodo de gobierno de Rmulo Betancourt se ejerce con las garantas suspendidas. Esto permiti una carta blanca para acre-centar la represin hacia el movimiento popular y revolucionario. Continan los asaltos a los sindicatos, la persecucin policial e ideolgica hacia los dirigentes sindicales, la detencin de los diri-gentes sindicales y campesinos, asaltos a los sindicatos obreros y campesinos por parte de la polica y las bandas armadas de Accin Democrtica, el desconocimiento de los legtimos sindicatos por parte del Ministerio del Trabajo. Se convierte en prcticas masivas

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    y rutinarias la expulsin de los estudiantes de educacin media que participasen en las manifestaciones, los allanamientos y cierre de los peridicos de la oposicin al Gobierno como la Tribuna Popular, Clarn, La Hora, La Extra, Izquierda; la suspensin por tiempo inde-finido de los programas de opinin en Radio Rumbos; asalto a la emisora Ecos del Torbe en San Cristbal.

    El Gobierno impone la censura militar sobre las noticias acerca de acciones de las guerrillas. Toda informacin debe ser autori-zada por el ministro de Relaciones Interiores. El 4 de julio de 1962 el ministro de Relaciones Interiores, Carlos Andrs Prez, emite una comunicacin donde las empresas editoriales de peridicos, las radioemisoras y televisoras deben abstenerse de dar informa-cin sobre el orden pblico sin consulta previa con los funcionarios competentes de este Ministerio o las respectivas gobernaciones de Estado. Estas medidas impedan que los medios de comunica-cin informaran sobre las luchas que a diario llevaba el pueblo y se convierten a su vez en una limitacin para investigaciones como estas, ya que an hoy en da la informacin sobre tal materia sigue siendo escasa y difcil de encontrar. Esto se aprecia con mayor claridad en lo que respecta a las acciones militares de bombardeos de zonas campesinas y guerrilleras donde la informacin es casi nula y solo se accede a travs de los testimonios. Al principio se informaban de los muertos y heridos con sus nombres, apellidos y zona donde vivan, despus los muertos se convirtieron en nmeros y los heridos en numerosos heridos y posteriormente ni se infor-maba.

    As paso con los grupos de izquierda, al principio lo llamaban como militantes del PCV o el MIR, despus el ministro de Defensa, general Briceo Linares, exigi ante la Comisin del Senado que a los guerrilleros no se les siguiera llamando grupo de izquierda y que se les llamaran extremistas. A su vez el ministro de Relaciones Interiores, Carlos Andrs Prez, exige que a los guerrilleros se les llamen bandoleros. Cuando se califica de bandolero al guerri-llero, implcitamente se establecen las premisas que conducen a la conclusin de utilizar solo el mortero como vehculo de

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    entendimiento con l. Se le niega lo que es su caracterstica esen-cial la poltica en armas... el guerrillero es un hombre que intenta cambiar determinado ordenamiento social, jurdico y poltico (Principios, marzo-abril 1965: 24).

    La dispersin de las fuerzas, la desconexin en el tiempo entre los revolucionarios militares de Carpano y Puerto Cabello con respecto a la accin guerrillera urbana y rural y al movimiento de masas y la falta de un plan coherente hacen que se pierdan valiosas fuerzas, que se desperdicien momentos de apreciable valor y que ocurran reiterados fracasos en las acciones separadas, lo cual demuestra ineficacia y engendra desconfianza y escepticismo en muchos sectores, inicialmente impregnados de fe en la victoria. No hay duda de que la falla principal estuvo en el papel subjetivo que les tocaba jugar a los partidos revolucionarios. All es donde est la causa de la derrota, pues las contradicciones objetivas s eran propicias para la victoria. Sobre esta situacin, Domingo Alberto Rangel le declara a Blanco Muoz:

    la direccin no combin con toda la exactitud necesaria las

    distintas fuerzas que la insurreccin estaba poniendo en prctica

    la insurreccin en Venezuela cont desde el primer momento con

    una fraccin militar importante en las Fuerzas Armadas Nacionales,

    como lo demostr el Porteazo y el Carupanazo. Haba cientos de

    oficiales con excelentes posiciones de mando, en destacamento de

    tanta importancia como la Polica Militar, la Infantera de Marina,

    los destacamentos de la Guardia Nacional y algunos batallones del

    Ejrcito de tierra. Es increble el poder de fuego que tenan en sus

    manos los oficiales que simpatizaban con la insurreccin. Si un

    comando revolucionario hubiera juntado eso con las posibilidades

    de alzamiento urbano que existan (siempre existieron porque es

    a partir de 1963 cuando el MIR y el PCV son desalojados de los

    barrios) y con algunas resistencias en las montaas, las necesarias

    para crear una confrontacin, evidentemente se hubiera producido

    por lo menos el derrocamiento de Betancourt. (Blanco Muoz, 1981:

    33).

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    Con una poltica revolucionaria se pudo haber mantenido la lnea de guerra revolucionaria como estrategia, acoplar una tctica a los cambios en la realidad poltica y sobre esa base, haciendo uso de todas las formas de lucha, se hubiese podido tomar y no perder la iniciativa poltica.

    Los frentes guerrilleros Al principio, cuando la represin comenz a intensificarse,

    se conformaron grupos de autodefensa para enfrentar a los organismos de seguridad del Estado y los organismos para-militares como la Cobra Negra, la Sotopol y otros. Poste-riormente estas se convirtieron en Unidades Tcticas de Combates (UTC).

    A finales del ao de 1961 y principio de 1962 se realizaron los primeros intentos por establecer algunos frentes guerri-lleros. Algunos tuvieron una existencia corta como el caso de la Azulita, dirigida por Augusto Vergara, que operaba en el estado Mrida; o el grupo Directorio Revolucionario Vene-zuela (Direve), detenido en las montaas de Turimiquire, estado Sucre; otros se mantuvieron en el tiempo a pesar de toda la ofensiva represiva de los gobiernos de Accin Demo-crtica y Copei. Tambin se darn situaciones como en el oriente del pas, donde en las montaas del Turimiquire actuaron el Frente Guerrillero 4 de Mayo que posterior-mente pas a llamarse Manuel Ponte Rodrguez, en home-naje al capitn de navo Manuel Ponte Rodrguez que fue uno de los dirigentes del Porteazo. Este frente estar diri-gido por Alfredo Maneiro, Hctor Fleming Mendoza y Wiston Bermdez. El Frente Guerrillero Antonio Jos de Sucre que se mantiene hasta 1976 y, por ltimo, el Frente Guerrillero Amrico Silva que se mantuvo hasta finales de los ochenta.

    El Frente Guerrillero Jos Leonardo Chirino, fundado el 15 de marzo de 1962, estuvo activo hasta el ao 1968. La Comandancia estaba formada por Douglas Bravo, el mayor Elas Manuit, Francisco Prada, Acosta Bello, Baltasar Ojeda

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    Negrete. Lleg a contar con 400 miembros. Su radio de accin estuvo ubicado fundamentalmente en el estado Falcn y fue uno de los frentes ms consolidados.

    Otro frente guerrillero estaba conformado por tres desta-camentos. El destacamento Ral Hernndez, dirigido por Baltasar Ojeda Negrete, cubra la zona de Curimagua y Cabure. El destacamento Epidio Padovani, dirigido por el comandante Argenis Gonzlez Bravo, cubra la zona de Taratara y Aracua. Destacamento Frente Sur, dirigido por el comandante Domingo Urbina, Alirio Chirinos, Rafael Rossell y Mario Suzarini. El Frente Sur a su vez estaba conformado por las columnas Flix Adam en la zona de Santa Cruz de Bucaral. Gustavo Aranda cubra el norte del estado Lara y la columna Guillermo Laap cubra el norte de Yaracuy. En el ao de 1965 se estableci el destacamento Ibrahim Villasmil que cubra la zona costera del estado Falcn.

    El Frente Guerrillero Ezequiel Zamora surge inicialmente como una escuela de formacin militar para las Unidades Tcticas de Combate (UTC), o para la preparacin militar de la militancia del MIR y el PCV, posteriormente, se convierte en frente guerrillero. Este va a operar en las montaas del Bachiller, ubicado en la zona de Cpira y el Guapo. Fernando Soto Rojas, en entrevista a Linarez, seala:

    Aqu en Caracas se comenz con Rmulo Nio; el Dr. Vielma y yo

    empezamos a inicial la lucha urbana a fines del 62-63 y nos plan-

    teamos una escuela guerrillera en el estado Miranda, partiendo

    de cierto trabajo campesino que haba entre la zona Cpira y El

    Guapo, donde Trino Barrios que era dirigente campesino junto con

    El Negro Jess Mara Pacheco y otros ms ya tenan relacin con

    campesinos (Linarez, 2006: 78).

    Este frente guerrillero tuvo sus altas y bajas, siendo el perodo ms crtico el ao de 1965 cuando un cerco militar acaba casi con todo el grupo y donde se contaron importantes bajas, y para

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    principio de 1967, cuando la ofensiva militar fue tan fuerte que llev casi al aniquilamiento del frente guerrillero, siendo este el ltimo ao de operatividad del Frente Guerrillero Ezequiel Zamora.

    El Frente Guerrillero Simn Bolvar, dirigido por Argimiro Gabaldn, Gregorio Lunar Mrquez, Ramn Pars Aldana y Freddy Crquez, estaba conformado por tres brigadas y cuatro destacamentos. Cubra la zona de Trujillo, Lara y Portuguesa.

    El Frente Guerrillero Jos Antonio Pez, dirigido por Juan Vicente Cabeza, Fabricio Ojeda, David Ernesto Hosto y Tirso Pinto, cubra la zona de Portuguesa, Barinas y Apure.

    Los frentes guerrilleros inicialmente estuvieron conformados por estudiantes universitarios, y dependan exclusivamente de la logstica posteriormente. Nez Tenorio expresa que Los aos 62-65 testimonian esa afanosa bsqueda de una poltica acertada que siempre terminaba por diluirse en la prctica inmediatista (Nez Tenorio, 1998: 79). Al respecto, Irwin y Micett sostienen:

    Si bien las guerrillas no pudieron evolucionar hasta conformarse

    en un ejrcito popular revolucionario, eso se debi a que fueron

    rpidamente neutralizados. Primero en su potencial desarrollo

    blico. Ms tarde, derrotados poltica y militarmente una situa-

    cin peculiar de guerra civil en Venezuela durante la dcada 1960-

    1970. (Irwin y Micett, 2008: 221).

    Para Luben Petkoff, una de las causas del fracaso de las guerri-llas se debe a que una parte de la direccin del PCV no estuvo de acuerdo con la direccin de la lucha armada y, por ende, se convir-tieron en traba para el apoyo de la misma y, en algunos casos, se convirtieron en obstculos. Ahora bien, una de las crticas que se les haca a las guerrillas era que en un pas donde la mayor parte de la poblacin es urbana, las guerrillas rurales no tienen sentido. A esto responda Luben Petkoff, en Blanco Muoz:

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    en el desarrollo de una lucha, para transformarla en una guerra,

    tienes que hacer un ejrcito. Y t nunca vas a poder hacer un ejrcito

    en las ciudades. Slo puedes hacerlo en un sitio donde te permita

    el enemigo concentrar en un momento determinado un nmero de

    gente que se pueda llamar Ejrcito. (Blanco Muoz, 1981: 167-168).

    El terrorismo de EstadoEl movimiento revolucionario y popular le correspondi librar

    una lucha en medio de un terrorismo de Estado. Esto se refleja en el dominio militar sobre la autoridad civil, predominio por parte del Gobierno de los valores blicos en la sociedad. Esto se manifes-taba en la suspensin de las garantas constitucionales, represin desproporcionada hacia el movimiento popular y revolucionario, torturas, muertes, detenciones, cercos militares en liceos, univer-sidades y barriadas populares como el caso de los allanamientos masivos en el 23 de Enero, Lomas de Urdaneta, El Guarataro, San Agustn, Cementerio, Propatria. Para ilustrar esta afirmacin basta observar cifras donde consta que slo en el mes de enero de 1962 asesinaron a 35 personas en manifestaciones, hubo 202 heridos y 1.053 detenidos. Para este momento, an los grupos armados no haban comenzado a actuar.

    Al mismo tiempo se desataban campaas de terror psicolgico hacia la poblacin, manifestadas en una represin generalizada, redadas permanentes en los barrios ms combativos, toma militar por parte de los cuerpos policiales de estas barriadas con un gran despliegue de funcionarios militares, que llegaban en algunos momentos a convertirse en estado de sitio donde la poblacin no poda salir ni entrar, o a travs de las campaas como la del 1 de mayo de 1962 que llamaban a los trabajadores ... si ests contra el extremismo, pon la bandera de Venezuela el primero de mayo.

    Estos estados de sitio se declaraban regularmente en zonas donde se desarrollaban luchas laborales como la Zona del Hierro o San Cristbal con la huelga de transporte. Se emiti para los conductores de vehculos una prohibicin de circular a ms de 50 km por hora en el rea metropolitana de Caracas despus de la 9 de

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    la noche y hasta las 5 de la maana. Se utilizaron en forma obsesiva las sirenas policiales para imponer terror psicolgico en la pobla-cin. Y se recurri a las detenciones masivas e indiscriminadas de campesinos en zonas donde operaban las guerrillas.

    Colmenares Delgado define que los objetivos del terrorismo de Estado son: Crear temor, generar un clima de guerra, negar la realidad, psicotizacin de la vida cotidiana y generar cambios psico-sociales Asimismo legitimacin de la violencia como control social (Colmenares Delgado, 1988: 2). Esto tambin lo deja claro Fabricio Ojeda en la carta de renuncia que dirige al Congreso Nacional el 30 de junio de 1962, cuando expresa:

    Nuestra decisin de incorporarnos a los estudiantes, obreros y

    campesinos que hacen la guerra de guerrillas en Falcn, Portu-

    guesa, Mrida, Zulia, Yaracuy, obligados por la brutal represin

    del Gobierno que amenaza con la muerte, la tortura y la crcel a

    quienes se oponen a sus designios, obedece a la firme conviccin de

    que la poltica de las camarillas que ejercen hoy el Poder no mues-

    tran ningn nimo para dar soluciones a la crisis poltica venezo-

    lana a travs del dilogo y la senda electoral.

    Esta poltica se expres tambin en la criminalizacin de los problemas sociales. En lugar de disear una poltica de empleo ante el grave problema de desempleo, se aplic la Ley de Vagos y Maleantes, un instrumento de represin social que permita sancionar sin frmula de juicio a los ciudadanos desempleados, o sin techo, y para enviar a las crceles a detenidos durante las protestas o sospechosos de participar en ellas. As se produjo la criminalizacin de los problemas sociales, pues en lugar de darles trabajo a los desempleados, con la aplicacin de esa inconstitu-cional norma, se les envi sin proceso ni posibilidad de defensa jurdica a hacer trabajos forzados a los peores centros de reclusin penitenciaria del pas, entre ellos a las tristemente clebres colo-nias del Dorado.

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    La criminalizacin de la protesta social culmin con su militari-zacin cuando el Gobierno adopt la prctica de someter tribunales militares a la poblacin civil. As se intent legitimar la poltica anti-democrtica de subordinar la sociedad civil al poder militar. Los juicios de los presos polticos civiles pasan a la jurisdiccin militar. La militarizacin como proceso requiere un cambio de creencias sociales que legitime prcticas como el uso repetido de la fuerza y el continuo despliegue militar. Ello a su vez hace indispensable una campaa propagandstica tendiente a deformar la historia para glorificar y legitimar la accin militar. Expresin de ello es el siguiente comunicado que el Ejrcito reparta en las zonas tomadas militarmente:

    Ciudadano: El control establecido en las alcabalas y en la regin es

    culpa de los bandoleros. Colabora con tus Fuerzas Armadas Nacio-

    nales, dispensndonos de la molestia que podemos ocasionarte en

    el cumplimiento de la misin, la cual tiene como fin dar protec-

    cin a la colectividad azotada por bandoleros armados vendidos al

    castro-comunismo.

    Esta poltica de terrorismo de Estado se fue imponiendo ante la poblacin para que la militarizacin fuera vista como algo normal tanto en el campo como en la ciudad, se tuviera temor a participar en las luchas sociales y se viese a los que participaran en ella como aptridas, criminales y subversivos. La poltica es vista como una extensin de la guerra y el mbito de debate pblico cada da es ms reducido. Se trata de hacer ver la militarizacin como algo normal, como una fuerza pedaggica poderosa, que da forma a nuestras vidas, recuerdos y experiencias diarias, mientras borra todo senti-miento de solidaridad, de compaerismo, de democracia y justicia. Esto lleva a que las comunidades no reaccionen ante los allana-mientos, detenciones y torturas de sus vecinos ... porque ellos se lo buscaron. La violencia represiva fue presentada como la nica solucin de todo tipo de problemas. Estbamos bajo un terrorismo de Estado, cuyo fundamento terico se encuentra en la llamada

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    I ETAPA

    Doctrina de Seguridad Nacional, cuyas prcticas se concretan en las operaciones de contra insurgencia, con el propsito manifiesto de aniquilar los grupos revolucionarios y populares. Como conse-cuencia de esta poltica represiva de terrorismo de Estado a los partidos de izquierda (PCV y MIR), se les dificult el desarrollo de una poltica que permitiera combinar diferentes formas de lucha y en especial las luchas de carcter legal que hubiesen impedido su aislamiento como vanguardia revolucionaria.

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    1963-1967. EL REFLUJO DEL MOVIMIENTO POPULAR Y EL AISLAMIENTO DEL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO

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    En torno al reflujo del movimiento popular, la mayora de los autores lo ubican despus de la derrota del Porteazo, en 1962. De alguna manera el desgaste del movimiento popular est muy vinculado con el papel de la vanguardia que no supo asumir una lnea poltica acertada. En esta orientacin, Nez Tenorio (1979) manifiesta:

    A nuestro entender, hasta diciembre de 1961 la conduccin del

    movimiento fue acertada. A partir de enero de 1962, con la famosa

    huelga del transporte, se va perdiendo la iniciativa tctica y comen-

    zamos a precipitarnos en forma atropellada. A partir de all fue

    imposible en la prctica forjar una tctica poltica que unificara el

    objetivo estratgico con las luchas cotidianas del pueblo, elevando

    paulatinamente el nivel de conciencia y organizacin de este. Falt

    la articulacin entre la estrategia y la tctica, las luchas legales con

    las ilegales, las de masas con las armadas, etc. (Nez Tenorio, 1979:

    23).

    La ofensiva de las Unidades Tcticas de CombateEl ao de 1963 comienza con un reflujo de las luchas del movi-

    miento popular. Son pocas las luchas que desarrolla el movimiento obrero, predominan las luchas estudiantiles. Sin embargo, es uno de los aos con mayor operacin militar. La mayora de ellas llevadas a cabo por las Unidades Tcticas de Combates (UTC), ubicadas en la ciudad de Caracas y el centro del pas. Entre estas destacan:

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    El robo de cinco cuadros de la exposicin Cien aos de la pintura francesa en el mes de enero. Entre las pinturas figu-raba un Van Gogh; fueron secuestradas slo con fines propa-gandsticos y devueltas intactas, sin ninguna propuesta de cobro de rescate.

    El atentado contra el comandante que juzg a un grupo de guerrilleros. Este militar era canciller del Consejo de Guerra Permanente y la accin se realiza en el mes de febrero.

    El secuestro en alta mar de un barco de la Compaa Annima Venezolana de Navegacin. El buque de guerra Anzotegui fue secuestrado a 70 millas del Puerto de La Guaira en el mes de febrero.

    La toma e incendio a la Misin Militar de los Estados Unidos en el mes de junio.

    El asalto a la casa del consejero poltico de la Embajada de los Estados Unidos, Edward Thornon, en junio.

    La toma de la crcel de mujeres de Los Teques y el rescate de tres presas polticas en el mes de julio.

    El secuestro de tres agentes de la Digepol en Sanare, en el mes de agosto.

    El secuestro del futbolista Di Stefano, considerado como una estrella del ftbol, en el mes de agosto, secuestro efectuado slo con fines propagandsticos que culmin con la libera-cin del retenido en perfecta salud y asimismo sin ninguna peticin de rescate o de intercambio por la libertad de presos polticos izquierdistas.

    El asalto al tren del Encanto, en el mes de septiembre. La fuga de los presos polticos de la Crcel de Trujillo, entre

    ellos Fabricio Ojeda, en septiembre. El secuestro al subjefe de la Misin del Ejrcito de los Estados

    Unidos, James Chennault, en el mes de noviembre. La fuga de los presos polticos del penal de la Isla del Burro,

    en el mes de diciembre.Todas estas acciones dejaron en evidencia que haba una pode-

    rosa capacidad militar de los grupos de izquierda, pero no fueron

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    II ETAPA

    acompaadas con acciones de masas que contribuyeran a su legi-timacin. Esta capacidad militar ser fortalecida con la creacin de las Fuerzas Armadas de Liberacin Nacional (FALN) el 20 de febrero de 1963. Organismo que se encargar de dirigir y coordinar los diferentes frentes guerrilleros que actan en el pas dirigidos por el PCV y el MIR. Domingo Alberto Rangel, en entrevista con Blanco Muoz (1985), expresa que Las FALN constituyeron un mecanismo para patentizar ante el pas la alianza cvico-militar, es decir, la alianza de los revolucionarios civiles con los revolucio-narios militares (p. 75). Para otros, como el peridico Izquierda, la FALN nunca funcion cabalmente como nico centro de direccin y aglutinamiento.

    El 9 de marzo de 1963 el Partido Comunista de Venezuela anuncia su cambio de tctica de lucha guerrillera a guerra prolon-gada. Esto implicaba una lucha poltica de toma de poder a largo plazo y el desarrollo de distintas formas de luchas, la acumulacin de fuerza del movimiento popular y del movimiento revolucionario.

    El reagrupamiento de la fuerza sindicalEn el mes de abril de 1963, se crea la Central nica de Traba-

    jadores de Venezuela (CUTV). En esta organizacin se afiliar los sindicatos con influencia de los partidos de izquierda, ya que estos partidos fueron expulsados de la CTV a finales de 1960. Con ello se busca darle continuidad al trabajo obrero sindical. En su fundacin participaron 945 delegados, mostrando una incidencia de estos partidos en el mbito sindical. Pero el trabajo que se desarrollaba internamente en estos sindicatos se caracterizaba por el economi-cismo, que no le permita avanzar en el aspecto poltico. Para Ellner, el apoyo sindical a la izquierda se deba a que los trabajadores sentan que los dirigentes defendan sus intereses lo hicieron con la esperanza de lograr beneficios econmicos bsicos y no por promover un cambio revolucionario (Ellner, 1985: 61).

    En este mismo orden de idea, Pedro Ortega Daz, citado por Ellner, expresa: nuestro gran error era que este apoyo que

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    recibimos no era para ir a la lucha armada, era un apoyo porque luchbamos bien por sus reivindicaciones (Ob. cit.: 61).

    Aun as los empresarios trabajarn unidos con los cuerpos poli-ciales y las bandas armadas de Accin Democrtica para aislar a la izquierda del movimiento sindical: deteniendo y encarcelando a los dirigentes sindicales, asaltando los sindicatos, promoviendo el paralelismo sindical, legalizando los sindicatos patronales. A la larga esta poltica dio sus frutos y la izquierda fue perdiendo influencia en el movimiento sindical venezolano.

    La represin hacia el movimiento popular y revolucionario En los barrios populares con trayectoria de lucha se combi-

    naron dos estrategias para aislar el trabajo que desarrollaba el movimiento revolucionario en su seno. La primera caracterizada por una represin generalizada que buscaba infundir temor en la poblacin. En la prctica se convertan en estados de sitios, en el curso de los cuales se impeda el libre trnsito de la poblacin, allanamientos y encarcelamiento a los dirigentes populares y revo-lucionarios, presencia permanente de los cuerpos policiales en las calles, toma militar de comunidades como la del 23 de Enero, Propatria, El Cementerio, Lomas de Urdaneta, San Agustn y otras. La segunda fue la penetracin en los barrios a partir del ao de 1963, a travs de organizaciones como Caritas, Juntas Pro Mejoras y otras enmarcadas dentro de la poltica de Alianza para el Progreso, proyecto propuesto por el presidente John Fitzgerald Kennedy y desarrollado por la poltica imperial que buscaba dentro de sus objetivos desmovilizar el movimiento popular y aislar las fuerzas de izquierda. En esta etapa la represin se intensifica, en ese sentido, Linarez y Castillo argumentan:

    Los planes de exterminio diseado desde el Pentgono y entre los

    propios militares de la FAN y la polica poltica al mando directo

    o indirecto de Carlos Andrs Prez no slo incluan detenciones,

    torturas, desapariciones y masacres en masa, sino que tambin se

    planific el asesinato de los lderes ms importantes y, por lo tanto,

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    II ETAPA

    cuadros emblemticos de la lucha armada. (Linarez y Castillo, 2007:

    45).

    El movimiento estudiantil comienza a ser intervenido como

    parte de las polticas definidas por los Estados Unidos para ganar adeptos a su causa. Para ello se utilizan becas, intercambios estu-diantiles, promocin de cursos y otros expedientes. Por ello, en junio, el embajador de los Estados Unidos organiza e inaugura en la Ciudad Vacacional de Los Caracas el Seminario del Poder de los Ideales Democrticos, en el que participan ms de 50 dirigentes estudiantiles universitarios. A pesar de todas estas polticas de penetracin y corrupcin, en esta segunda etapa predominan las luchas estudiantiles.

    En el campo, en las zonas donde actuaban las guerrillas, en los estados: Falcn, Lara, Yaracuy, Portuguesa, Apure, Trujillo, Miranda, Anzotegui y Monagas, se desarroll una represin despiadada que buscaba como objetivo aislar a los combatientes de su base social. Se desarrollaron operaciones militares como la operacin Tenaza, ejecutada en abril de 1963, en la Sierra de Falcn, con ms de 80 campesinos detenidos, bombardeos de zonas campesinas durante varios das, cerco militar que impeda el libre desplazamiento de los campesinos de un casero a otro. Se ejecut el fusilamiento pblico de campesinos acusados de ser vnculo con las guerrillas. De muchos otros de estos campesinos detenidos no se volva a saber ms, y posteriormente pasaban a la larga lista de desapare-cidos. En algunas zonas esta prctica era tan frecuente que condujo al desplazamiento de campesinos hacia otras zonas, huyendo del terrorismo de Estado. En el caso de los frentes guerrilleros, la repre-sin fue inclemente. Con frecuencia sucedan casos de heridos o detenidos, que posteriormente eran presentados a la prensa como muertos en combates.

    La revista Principios, rgano del PCV, manifiesta que las instrucciones de la Misin Militar... que llevan a las unidades anti-guerrilleras son las de no hacer prisioneros sino las de fusilar

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    donde los encuentren, a todo guerrillero que caigan en sus manos (Principios, marzo-abril 1965: 32).

    En un comunicado denominado Mensaje del teniente Nicols Hurtado Barrios a las Fuerzas Armadas Nacionales, el 14 de febrero de 1966, enviado desde las guerrillas, hace un llamado a las FAN a reflexionar sobre su papel y, por consiguiente, realiza la siguiente caracterizacin del Ejrcito:

    El actual Ejrcito de Venezuela en su conjunto es la expresin de

    los intereses reaccionarios que domina a nuestro pas, particular-

    mente de los intereses del imperialismo norteamericano, cabecilla

    de las fuerzas ms negras del mundo de hoy. Decimos que son reac-

    cionarios en su forma ms elevada porque le sirven a la dominacin

    poltica, econmica y cultural sobre nuestros pueblos que actual-

    mente luchan por alcanzar su libertad, independencia y felicidad.

    (Francia, 2006: 24).

    A principio de 1963, Linarez (2006) afirma que haba ms de 10.000 presos. Esto llev a que el Estado habilitara espacios no acto para este fin como: el Fortn de La Guaira, el Cuartel San Carlos, la penitenciaria de Tacarigua en la Isla del Burro, la isla La Orchila, la crcel de mujeres de Los Teques, etc. Otras operaciones mili-tares fueron denominadas: Arrase contra la Guerrilla, en el estado Falcn, en diciembre de 1963; y operacin Larga y Final en los estados Lara, Falcn, Trujillo, Barinas, Portuguesa y Yaracuy, en marzo de 1965. Para ilustrar el despliegue militar en estas opera-ciones, la prensa nacional publicaba informaciones como la de ltimas Noticias del 14 de marzo de 1964: Ms de 5.000 efectivos de las Fuerzas Armadas, Ejrcito y la Aviacin realizan cerco militar en Lara y Falcn. Sin embargo, obtener informacin sobre los dete-nidos, heridos, muertos que dejaron estas operaciones militares ha sido difcil por la censura de la prensa que se ejerca desde el Minis-terio de Relaciones Interiores. Expresin de ello es la siguiente informacin aparecida en la prensa nacional el 8 de abril de 1963:

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    II ETAPA

    El ministro de Relaciones Interiores, Carlos Andrs Prez, inform

    que esta noche el Gobierno nacional pondr en vigencia el artculo

    66 de la Constitucin que prohbe la informacin guerrerista para

    controlar as las informaciones de la prensa sobre las actividades

    de las llamadas Fuerzas Armadas de Liberacin Nacional. Se apli-

    car dicho artculo a toda la prensa escrita, televisiva y radial.

    Muchas de estas informaciones se han obtenido a travs de las publicaciones de los testimonios personales, ya que los medios de comunicacin no podan o no queran divulgarlas. En otros casos, los cuerpos policiales y militares comenzaron a penetrar la base social de las guerrillas. Mario Suzarini, en una entrevista, le asevera a Rossell

    el enemigo fue recabando informacin, empezaron a hacer

    poltica social, fueron penetrando con socilogos, siclogos y

    sindicalistas, empezaron a organizar a grupos de campesinos de

    contraguerrilla, a los cuales les pagaban, fueron reclutados infor-

    mantes y realizando una serie de servicios bsicos para la pobla-

    cin Era un plan muy dirigido y esto lleva ms tarde a una gran

    ofensiva del enemigo que haba aprendido mucho de su propia

    experiencia mili