los tiempos

Los TiemposCUENTOS

Jesús Suárez González

2º LUGAR EN EL CONCURSO “UN CUENTO EN MI BLOG” 2010POR VOTACIÓN DE LOS LECTORES

Edición

ZONA LITERATURAhttp://zonaliteratura.com

Ilustración de tapa

MARTÍN J. [email protected]

Diseño y maquetación

HURLINGHAM DIFUSIÓNhttp://www.hurlinghamdifusion.com.ar

Hurlingham, Argentina | Enero de 2011

JESÚS SUÁREZ GONZÁLEZMadrid, España, 1982. Licenciado enFilosofía por la Universidad Complutense deMadrid. Coordinador de la distribuidora detextos en Copyleft Shiboleth, ha publicadopoemas en diferentes revistas como BarSobia, Radicales Libres, Arquitrave oGroenlandia y en las páginas literarias"narrador", "poesía salvaje", "el coloquio delos perros", "divague" o "artepoética", entreotras. Su obra poética está compuesta dedos libros publicados, Manual deinstrucciones (Poesía eres tú, 2008) y Ese alque llaman Invierno (Autopublicación,2010). Con su cuento Los Tiempos VIII –publicado en este volumen– obtuvo elsegundo lugar (por votación de los lectores)en el concurso «Un cuento en mi blog»,organizado a fines de 2010 porZonaLiteratura.com.

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cuentos

A ti

Los TiemposJesús Suárez González

Jesús Suárez González | 8 | http://zonaliteratura.com

http://zonaliteratura.com | 9 | Los Tiempos

Los Tiempos I

8:30 suena el despertador, un desconocido mecanismo(desconocido para mí) convierte mi cadena de alta fide-lidad en despertador, así que 8:30 suena el despertador;

8:31, cesa el sonido gracias al mando a distancia (pilas inclui-das) de mi despertador; justo cuando entra al piano en la in-terpretación de Charlie Parker sobre my heart belongs to daddycesa el sonido. Cinco minutos más. 8:36, cinco minutos más,comienza el día.


Los Tiempos II

No podía negarlo, el pánico le impedía siempre ha-blar decentemente; cuando escribía, eso era otra cosa,no sólo porque podía pensar largamente sus pala-

bras antes de fijarlas, sino porque en la escritura daba una es-pecie de salto hacia atrás, podía colocarse a cierta distancia desus palabras y así observarlas, juzgarlas, acariciar la s que, sil-bada, era arrastrada por el viento, pero escrita, escrita podíauno pasarse horas mirándola, allí, sentado. Así había empeza-do desde muy joven a llenar las páginas, a veces con palabrasinconexas, la mayoría con breves poemas. Él siempre decía lomismo, la poesía me permite no tener que mantener demasia-do la atención, es sólo la impresión en papel de una intuiciónque no dura más de unos segundos; sin embargo, poco a poco,la necesidad de una novela se había apoderado de él, comotiempo atrás se apoderara su ya casi natural aversión por loposesivo; definitivamente necesitaba escribir una novela, nisiquiera sabía muy bien porqué, había pasado horas las últi-mas noches dándole vueltas a las razones que le movían, perono encontraba nada más que una intuición que no duraba más


de unos segundos.Lo difícil, sin duda, era empezar, y no por el hecho de

enfrentarse a un papel en blanco, por encontrar las palabrascon que desarrollar su historia, sino empezar en serio, encon-trar un hilo que manejara la historia de principio a fin, que laguiara a través de las páginas, y no podía ser un hilo cualquie-ra, tenía que ser un gran hilo, un perfecto piolín.


Los Tiempos III

Junto a una tiendita, custodiada por una solitaria anciana,soldado de terracota por el que ha pasado el tiempo inva-riablemente, custodiando sus verduras y sus frutas; un te-

soro que, además de darle de comer, guardaba una explosiónde colores de estas que acaban perdiéndose si uno las fotogra-fía, de estas que sólo existen en la percepción primera, que leparalizan a uno los nervios y al intentar retratarlo ya se hanido, de verdes, de rojos, de naranjas y amarillos, que haríansaltar en pedazos cualquier encuadre posible, y un olor que semueve y que va de cebollas a fresas y que juega a mezclarse.Anciana solitaria, custodio de su antiguo bien, que mira haciadelante, hacia ningún sitio, sin saber uno qué es lo que verá enesa roída vertical de tablones que se llena de anuncios, de car-teles que te ofrecen fontaneros y niñeras y clases de inglés paralos escolares, pero que uno sabe que algo ve, porque al mirar-te a ti, que entras, sus ojos aún guardan un poco; unos ojosantiguos, ya grises, cansados de noches en vela, unos ojos hú-medos de hijos perdidos, de soledad, de angustia porque eltiempo se va, y se va tan rápido que hay que ver cómo acojona,


unos ojos que saben que su tiempo se acaba y que, ahora quetendría que aprovechar para hacerlo todo, sólo puede quedar-se sentada en esa vieja silla, antiguo bien, custodiando sus ver-duras y sus frutas, y cambiándole a usted alguna por unos cén-timos si es que le gustan, que están ya maduras y notará ustedque son de excelente calidad, no lo dudo; con unos ojos, unosojos y con una sonrisa que retiene años de esos que parece quefueron directamente en blanco y en negro, con pañuelos alcuello y el señor don Rodolfo vareando con la regla las pal-mas de las manos y los niños llorando y rezando y buenos díasseñor don Rodolfo y domingos de misa y carreras y juegos,que te toca ligártela, y de combas y juguetes fabricados conbotes de leche en polvo y galletas, y que guarda a su amor, quese fue con sus hijos porque no aguantaba tenerlos tan lejos, tanallá, tan al otro lado; un amor entre notas de cuadernos cua-driculados, de no te dejaré nunca, estate tranquila, un amorque se fue y que se ha quedado grabado en sus ojos, que se fuede dolor, de fiebres y delirios sobre los niños que ya no aguan-taba tenerlos tan lejos. Y entonces se levanta, despacio, quelos años me pesan y mi espalda ya no es la de antes, apoyadaen su viejo bastón de madera, y en sus pies que se calzan zapa-tos de andar por la casa, y se acerca a la fruta que ya es casituya y la envuelve con sus manos en papel amarillo, como an-tes, y una parte de lo que ella ha guardado paciente te la ofre-ce, tú le pagas, no creo que nadie pensara en no hacerlo, y susmanos se alargan a ti y algo dentro, algo antiguo, se mueve, yse ven en sus manos caminos que ella ya ha recorrido, las seña-les que el tiempo nos deja m´hijito, colores pardos y surcos,uno por cada cosa que se ha terminado por ir, que se me haterminado, unos surcos de piedra, de tierra y madera, unos


surcos de pueblo, de plaza y de ropa tendida, de limpiar, decuidar de los suyos; y entonces te mira, sonríe y te coge eldinero y uno piensa que es la imagen más bella que ha visto ensu vida, en esa pequeña tiendita, custodiada, protegida poraquella mirada, por aquella sonrisa, por la que ha pasado tan-to tiempo, tanto y tan solo...que hay que ver cómo acojona.


Los Tiempos IV

Entonces uno se va haciendo mayor y empieza a pre-ocuparse; supongo que es cierto eso de que llega, tar-de o temprano, la responsabilidad. El principio es lo

más jodido, primero uno se ve pensando en las grandes ideas,obstinado en encontrar un poco de justicia en este mundoperro de «Violaron a una niña, la mataron y se fueron a comerpollo. Un soldado de Estados Unidos confiesa que participócon otros militares en el asesinato de una menor iraquí enMahmudiya. El especialista J. ***, uno de los soldados estado-unidenses implicados en la violación y asesinato de una ado-lescente iraquí de 14 años en la ciudad de Mahmudiya, el 12 demarzo pasado, ha ofrecido bajo juramento un testimonio es-calofriante de la matanza que también costó la vida a la herma-na de cinco años y a los padres de la muchacha»; y ahí es que lleganlas lágrimas, la impotencia, las escapadas nocturnas para pin-tar en las fachadas públicas, y expresarse, y protestar, y unaseternas conversaciones sobre los horrores de este perro mun-do que te dejan al final un nudo que no se marcha del todohasta que el sueño lo convence. Llega el Bien, ese que nadie

«la asamblea de majaras se ha reunido, la asamblea demajaras ha decidido: mañana sol y buen tiempo».

Don Vito y la revuelta en el frenopático.La polla records


supo describir después de El Estagirita, ese que se escribe conuna b mayúscula, de las de nombre propio, la culpa infinita.Pero al final pasa, como todo, y uno se encuentra preocupadoun poco más por lo que le rodea, lo que le toca de cerca, y noes que lo otro…, pero lo que le viene a joder directamente, yreprime uno la sangre que si no lo abarca todo, qué malossomos don Julio; y se ve entonces uno metido en la defensa delos derechos del trabajador, en la crítica, en la Ley, esa que seescribe con l mayúscula, y Miguel el sindicalista, y se dice unoentonces, la lucha, aunque sea sólo la lucha contra ese pesolento de la rutina; así hasta que entonces uno aprehende que loque luchaba empieza a ceder a su cepo, como el animal queempieza a sentirse ya cómodo en su jaula, y se dice, vivir dig-namente, ser un ciudadano formal y educado, y uno empieza aescuchar las noticias, y «doscientos despedidos tras el cierre de losastilleros de ***», y «enseguida pasamos con los deportes y despuésel tiempo; la jornada de hoy aparece marcada por el fabuloso golde ***» y «mañana nuboso a muy nuboso, con importantes precipi-taciones, temperaturas sin cambios o en ligero descenso, vientosmoderados del suroeste»; y uno se acaba empapando de eso, y sedeja limpiar por lo estrepitoso de la borrasca, y se cambia conel tiempo y entonces de nuboso a muy nuboso con importan-tes precipitaciones, y termina uno uniéndose a los rezosglobales al hombre del tiempo.


Los Tiempos V

Empezó a llover, el sonido sordo de las gotas contralas ventanas hacía pedazos la silenciosa calma de lanoche con un toc toc que arrastraba los segundos ha-

ciéndolos desaparecer.Se sentó en el sofá y pensó cuántas cosas había hecho hoy

por el mero placer de hacerlas, porque había querido hacerlas,porque eran cosas que le gustaba hacer.

Estaba perdiendo el tiempo.Sunday is gloomy dijo Billie Holiday cuando se quedó dor-

mido.


Los Tiempos VI

Cuando desperté estaba allí, a los pies de la cama, mihermano, mi perseguidor, mi próximo asesino. Segúntu forma de ser, me dijo, supongo que no te sentará

bien morir por la mañana, pero ando tan ocupado últimamenteque así será.

Durante los últimos diez meses había estado esperandonuestro encuentro, no sabía dónde, ni sabía cuándo (ahora yatenía esas dos respuestas), no sabía cómo, pero cuando el des-tino de un hombre está tan profundamente marcado, uno nopuede escapar; así es la ida de un asesino, me había dicho élhacía mucho tiempo, tus actos de hoy marcan tu mañana, tuvida y tu muerte, así es esta vida hermano.

Dicen que el tiempo no es, en realidad, una línea rectasegmentada, sino un círculo, o al menos que así lo considera-ban los antiguos; pues bien, a día de hoy, yo me encontrabajusto en el punto donde se confunden el principio y el final deese círculo temporal, todo se terminaba, y lo hacía con unaperfección casi geométrica.

Una vez que conseguí acostumbrarme a la luz que se co-


laba por la ventana pude ver nítidamente su rostro, un pocomás envejecido quizás (por la búsqueda, por los nervios, su-pongo), aguantando un cigarro apagado y sin filtro entre loslabios apretados, la frente brillando por el sudor que la reco-rría, la pistola en la mano, el pulso firme, como siempre; sumirada clavada directamente en mis ojos, sin parpadear, sinbrillo. Es curioso, pero cuando uno arrastra tantas muertes,tanta sangre, tanta venganza, pierde el brillo en los ojos, esquizás lo que más nos pone en evidencia como mercenarios,supongo que por eso, en las películas, los asesinos a sueldollevan siempre gafas oscuras.

Habíamos vivido toda una vida juntos, la iniciación, elaprendizaje, los asesinatos, y ahora, ironías de la vida, yo mehabía convertido en su último trabajito.

–¿Sabes?, todo lo que hemos hecho ha sido por vengan-za, por dinero, por obediencia, pero nunca por odio; todoexcepto lo de hoy, lo de hoy será una liberación, una auténticasatisfacción.

–Lástima que ya no pueda acompañarte ahí, a los pies dela cama, también sería una satisfacción para mí.

–Ya. El jefe me dijo que te hiciera sufrir, que sintierastodo el dolor que él ha sentido, pero como demostración delrespeto que te tengo te proporcionaré una muerte rápida ypoco dolorosa, al fin y al cabo, si descuidamos por un mo-mento la cadena de acontecimientos y pensamos en cada ac-ción separadamente, tú me descubriste gloomy Sunday o now´sthe time y cosas por el estilo; así que este es mi regalo, todo unpremio para un asesino como tú.

–Vaya…, gracias hermano.–Ya no soy tu hermano, hace diez meses que dejé de serlo.


–Sí. Lo sé.–¿Estás preparado?–Desde hace meses sólo me he limitado a esperarte, cada

día, cada paso, cada noche era la preparación para este mo-mento.

–Entonces no hay mucho más que decir.–Puedo explicar lo que pasó, fue… todo era demasia-

do… confuso, yo no…–Por favor, no necesito ninguna explicación, te has con-

vertido en mi último trabajo, no hay más. Intenta al menosmantener la poca dignidad que te queda.

(Morir a las diez de la mañana, arropado y en pijama,como un puto niño de ocho años, menuda dignidad).

–Bueno. Adiós.–Adiós hermano.–Ya no, hace diez meses que no.–Sí. Lo sé.


Los Tiempos VII

8:30 a.m.Quince años.Pulsar botón de encendido.Industrial sound.

El trabajo en cadena puede ser entretenido, instructivo eincluso enriquecedor, o al menos eso es lo que nos decían enel curso de preparación; luego uno se da cuenta de que esosólo ocurre durante los primeros meses; de que, cuando unolleva quince años sentado en la misma silla, frente a la mismamáquina, apretando los mismos botones, controlando el mis-mo termostato (cuánto sabía de mí aquel termostato…), eltrabajo se convierte en una especie de ritual sagrado, de movi-miento automático que le hace a uno ser lo que es, quizás por-que, quince años después, uno no sabe ya hacer otra cosa…

8:38 a.m. controlar temperatura; 59º C.

…Entonces todos los días se funden convirtiéndose en


un mismo único día, el tiempo se para y ya no sucede nada,nunca; sólo ese sentarse frente a la misma máquina, en la mis-ma silla, para hacer lo mismo que hace quince años hoy. Elúnico consuelo es, posiblemente, la idea de hacerlo como debehacerse, de hacerlo bien, si es que acaso esto puede hacersemal, si es que existe alguien en este mundo capaz de confun-dirse con un termostato y un simple botón. No; el único con-suelo es dejar de pensarlo y hacer como que el tiempo hacehoy quince años que se paró, que no pasa nada fuera de estanave industrial durante estas doce horas al día, que no estoyperdiendo mi vida, porque mi vida se fue hace hoy quince años,y no ha vuelto nunca más, pensar que no estoy perdiendo eltiempo, porque aquí el tiempo no existe; no después de hoyquince años. Dejar de pensarlo y admitir que yo soy ya partede esta máquina, de esta silla, de esta cadena; que, en el fondo,yo la sostengo a ella y ella me sostiene a mí, y que nunca hesabido hacer nada, sólo que encima, quince años después, soyun viejo, un viejo que no sabe hacer nada; admitir que mi vidaes esta silla, frente a esta máquina, cara a cara con Celsius to-dos los minutos, de todos los días de mi pasado, de mi pre-sente y de mi futuro.


Se acerca R. (R. es el encargado de una plantilla de cercade unos 80 obreros, no está nada mal), y bueno días, nada hacambiado, todas las mañanas buenos días, pero hoy se parajunto a mí y, buenos días sr. F., no sé cómo decir esto, pero meveo en la obligación de entregarle esta carta de despido, séque es usted uno de los más veteranos empleados de esta casa


pero en la empresa atravesamos unos momentos ciertamentedifíciles, ya sabe cómo es la economía (no, ¿cómo es la econo-mía?), la eliminación de barreras empresariales, la nueva com-petencia europea; y, por todo ello, es necesario, para salir aflote, llevar a cabo un considerable recorte de plantilla, un plande ajuste en el que, por desgracia, usted, ya sabe, usted se en-cuentra integrado. Lo siento mucho sr. F. es un enorme pesarpara mí tener que darle la noticia, pero no podemos hacernada, ya sabe, órdenes de arriba (no, no sé órdenes de arriba).Lo siento, buenos días.

Así que carta de despido 9:21 a.m., así que de nuevo per-dido en el tiempo, en el laberinto de apresurados segundos,perdido en la vida (que ha vuelto al final) sin saber hacer nada,y sin haber dicho ni una sola palabra, después de hoy quinceaños, quién me lo iba a decir, no está nada mal.



Este cuento obtuvo el 2º lugar(por votación de los lectores) en el concurso

«Un cuento en mi blog» 2010,organizado por ZonaLiteratura.com

Los Tiempos VIII

Lo primero es Julie London cantando a Cole Porter, allthrough the night envolviéndolo todo, como la luz. Loprimero es la luz, la iluminación es algo clave, tan clave

como la música. Julie London iluminando toda la habitación;nuestra escena. Una habitación ya vacía, una lámpara que se hamantenido apagada, fuera de la escena, una mesa junto a unasilla, en la mesa una botella, la luz no deja ver de qué, de vino,suponemos. Una mesa, una silla, una botella, todo a medialuz, no se ve apenas nada; el rostro a contraluz, las velas mo-viéndose al ritmo de Julie London, diría un romántico, aunqueen realidad es el viento que entra por la ventana lo que las hacebailar, el viento suficiente para mover las llamas sin llegar aconsumirlas. Las llamas moviéndose al ritmo de Julie London.Una puerta, al fondo una puerta, a medio cerrar, como espe-rando que alguien entre, a medio cerrar como esperando quealguien llegue justo a tiempo.

Una puerta, una mesa, una botella, un cigarro a medioconsumir.

Nuestra escena.


Lo segundo es el fuego, el fuego en la chimenea, podero-so, también luz, un cigarro encendido sobre la mesa, fuego yluz, junto a una botella, a medio consumir, apoyado suave enel borde, con la ceniza aún manteniéndose, anunciando la cal-ma que ya se respira. El fuego, el calor y la luz envolviéndolotodo, como Julie London cantando a Cole Porter.

Y del fuego es el humo, lo tercero es el humo, grises co-lumnas que salen por la boca de la chimenea, gritos apagadosen vapor, empañados; el humo del cigarro, una imitación las-timosa, por parte del humo, de las majestuosas columnas quese elevan por encima de la casa; y el humo en la pistola, en elcañón aún caliente exhalando su última bocanada; esto indicaun disparo reciente, que puede sentirse todavía, como reso-nando al fondo, por detrás de Julie London. Baja el cañón,sube el humo.

El final es la sangre, resbalando suave por el rostro, lacamisa abierta, empapada en sudor, en alcohol, la sangre res-balando por la mejilla derecha, goteando desde la barbilla hastalas piernas, resbalando por el rostro de nuestro protagonista,del que ya nada sabremos, al que no conoceremos nunca.

Una habitación vacía, el humo del fuego, y del fuego laluz, un rostro a contraluz, los ojos abiertos todavía mirando ala puerta, al fondo una puerta, como esperando que alguienentre, que alguien llegue justo a tiempo, y que nos salve.


Los Tiempos IX

El tiempo en cuatro versos.

Mientras el primero marchaEl segundo sólo intentaQue aproveches el terceroEn lo que el cuarto se acaba.


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Jesús Suárez GonzálezJesús Suárez GonzálezJesús Suárez GonzálezJesús Suárez GonzálezJesús Suárez González(1982) es español,

llicenciado en filosofía porla Universidad

Complutense de Madrid,coordina la distribuidora detextos Copyleft Shiboleth yha publicado poesía tantos

en medios tradicionalescomo electrónicos. A fines

de 2010 fue elegido ensegundo lugar por los

lectores deZonaLiteratura.com en el

concurso «Un cuento en miblog». Los Tiempos es una

obra conceptual y suprimer libro de narrativa.

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