los sectores populares en las ciudades latinoamericanas del siglo xix: la cuestión de la identidad

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Fundacion Instituto de Historia Social is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Historia Social. http://www.jstor.org ¿Qué son las clases populares? Los modelos europeos frente al caso español en el siglo xix Author(s): Clara E. Lida Source: Historia Social, No. 27 (1997), pp. 3-21 Published by: Fundacion Instituto de Historia Social Stable URL: http://www.jstor.org/stable/40340579 Accessed: 11-06-2015 13:52 UTC Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at http://www.jstor.org/page/ info/about/policies/terms.jsp JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. This content downloaded from 190.138.217.81 on Thu, 11 Jun 2015 13:52:00 UTC All use subject to JSTOR Terms and Conditions

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Los sectores populares en las ciudades latinoamericanas del siglo XIX: la cuestión de la identidad

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  • Fundacion Instituto de Historia Social is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Historia Social.

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    Qu son las clases populares? Los modelos europeos frente al caso espaol en el siglo xix Author(s): Clara E. Lida Source: Historia Social, No. 27 (1997), pp. 3-21Published by: Fundacion Instituto de Historia SocialStable URL: http://www.jstor.org/stable/40340579Accessed: 11-06-2015 13:52 UTC

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  • Estudios

    iQVE SON LAS CLASES POPULARES? LOS MODELOS EUROPEOS FRENTE AL CASO

    ESPANOL EN EL SIGLO XIX

    Clara E. Lida

    Bien sabemos que la notion de "clases populares" aparece imprecisa en la literatura his- torica, y que el concepto de "popular" aplicado a la clase exige reacomodos y redefinicio- nes segun distintas epocas y lugares. En realidad, lo que estas variaciones revelan es el ca- racter fluido de sociedades en las cuales muchas de las fronteras de las clases sociales carecian de rigidez y donde las formas tradicionales, corporativas, estamentales y estaticas del Antiguo Regimen se resquebrajaban sin dar lugar plenamente a las formaciones socia- les propias del capitalismo industrial. Asi, estas transformaciones permitian a aquellos sectores sociales que hasta entonces aparecian perifericos o desplazados penetrar en ambi- tos mas amplios y dinamicos del mundo del trabajo, de la economia, de la politica y de la cultura.

    Sabemos que en la historiografla actual el concepto "clases populares" se ha defini- do, en general, por lo negativo, por lo que estas no son, como carencia o ausencia de un rasgo distintivo que refleje nitidamente poder o relieve social. Es decir, las clases popula- res se han concebido sobre todo por oposicion a las clases privilegiadas, aristocraticas y burguesas, especialmente en el siglo xvm. l O, por decirlo de otro modo, siguiendo la defi- nition de Roger Chattier en sus precisos -y preciosos- estudios sobre las lecturas y los lectores en la Francia del Antiguo Regimen, quienes pertenecian a las clases populares eran todos aquellos que no pertenecian "a ninguna de las tres togas": la "toga negra", es decir la de los clerigos; la "toga corta", de los nobles; la "toga larga", de funcionarios, grandes o

    1 El Oxford English Dictionary (OED) recoge la voz popular para la primera mitad del siglo xix, con la acepcion de gente comun ^common people", "ordinary people"), que se define por oposicion a la nobleza y a la gente de rango. Algo semejante encontramos en frances: Le Robert. Dictionnaire historique de la langue I francaise. Paris: Dictionnaires Le Robert, 1993, s. v. populaire y peuple. Carecemos de la historia de esta voz I en espanol. I

    Historia Social, n. 27, 1997, pp. 3-21. I 3

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  • pequenos, de abogados, procuradores y otros letrados, de medicos y otros profesionales; es decir, de "gente de pluma". 2 Claro esta que esta amplia definition debe ser sometida a otras precisiones sobre el concepto de clase, cuyo uso moderno surge en el siglo xix, en las sociedades capitalistas industriales, lo cual le ha imprimido una especificidad historica determinada. 3 Pero en las sociedades en proceso de industrialization, si bien el termino corresponde a una categoria social mas imprecisa, este tiene un valor analitico indudable y una precision historica que rebasa los usos sefioriales de "togas", "estados" o "estamentos".4

    Si trasladaramos el problema del Antiguo Regimen al siglo xix y buscaramos definir las clases populares por lo que si son, estas se caracterizarian por abarcar un abanico muy abierto y complejo, integrado por quienes participaban en el mundo del trabajo y de la produccion, tanto en el campo como en la ciudad, ya fueran los productores de la tierra -pequenos labradores o jornaleros- y de la urbe -los artesanos, los obreros en talleres y fabricas y el pueblo menudo ocupado en servir. En este amplio universo, tambien estarian incluidos quienes dedicaban sus actividades cotidianas al pequefio comercio o al pequefio taller: los tenderos, los empleados, los maestros de oficio. Un amplio mundo del trabajo que, como observamos una y otra vez, lo mismo incluia a hombres que a mujeres, aunque los primeros dominaran los ambitos mas publicos y las segundas estuvieran segregadas de la esfera politica. Y todo esto sin excluir a quien -para usar la expresion de Chartier- tam- bien era gente de pluma: de education y letras, como institutrices y maestros, impresores y profesionales nuevos y advenedizos que comenzaban a pulular al terciar el siglo en ocupa- ciones cada vez mas extendidas: el periodismo y las letras, las profesiones liberales y tec- nicas, la politica. Es decir, esa nueva intelligentsia disidente, critica y progresista que con- vergia con los demas sectores populares en sus aspiraciones democraticas.

    Estas clases populares, trabajadoras y productivas, tambien se distinguian a si mismas por su vision del bien comun, que constituia un reto a los mecanismos e instrumentos del privilegio y de la politica de las clases hegemonicas. Esto se sintetiza en su intento de re- definir la propiedad en relation con los productores y no con los poseedores, y por su de- cidida lucha por hacer valer la universalidad de los derechos ciudadanos para todos -aun- que en estas demandas se excluyera a las mujeres-, sin distincion de patrimonio, de clase, de cultura o de vinculos de obediencia a la autoridad y de sumision ante el estado. En su cuestionamiento de las instituciones oficiales, los miembros de estas clases proponian como escenario alternativo para la movilizacion y la lucha por objetivos comunes, sus aso- ciaciones y uniones de oficio, sus clubes, sus centros de instruction, su prensa -es decir, sus organizaciones no institucionalizadas oficialmente.

    Hay que advertir, sin embargo, que este variado universo poblacional no solo se ca- racteriza por ser ajeno al mundo del privilegio y de la hegemonia del poder, sino que, ade-

    2 Chartier, 1994, p. 8, retoma la expresion de Roche, 1981; Chartier, 1995. 3 El OED fecha el uso de class referido a las capas bajas de la sociedad en 1772, y el termino "clases tra- bajadoras" en 1816, segiin el opusculo de Robert Owen: Two Memorials on Behalf of the Working Classes. En trances, Le Robert remonta su origen como categoria social a la historia de Roma, donde classis se referia a los ciudadanos repartidos en categorias segiin el censo. Como categoria social ya lo emplea Quesnay en 1758. Veanse respectivamente s. v. class y classe. 4 Thompson, 1979, parte IV, pp. 33-39, discute el valor analitico o heuristico de la categoria de clase para estudiar la realidad historica del siglo xvm ingles. Aunque su significado sea menos directo que en el siglo xix de la Gran Bretana industrial, Thompson establece que el concepto de clase no solo es resultado de las relacio- nes de produccion, sino, ademas, consecuencia de los antagonismos y luchas entre sectores sociales opuestos, que en la confrontation van reconociendo su propia especificidad como clase. Sin embargo, Rude (1964) y Thompson (1979, p. 32), por ejemplo, favorecen el concepto de "pleb" y "crowd" para referirse en el siglo xvm a quienes componen estas clases en una compleja polaridad de fuerzas en equilibrio, en las que predominaba la conciencia "vertical" del oficio en contraste con la "conciencia 'horizontal' de la clase obrera industrial ma- dura". 4 I

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  • mas, se define en contraste con los sectores mas marginales de la sociedad. En este senti- do, en el universo de las clases populares tampoco tienen cabida en pie de igualdad los marginados, los hombres y las mujeres sin calificacion y sin trabajo, aunque esto no impe- dia que, en ocasiones particulares, ambos actores lucharan juntos. Es decir que la defini- tion de clases populares tambien excluye a la gente sin nombre que a menudo conformaba las poblaciones mas perifericas de la sociedad y que permanecia al margen de los procesos organizativos caracteristicos de los movimientos politicos mas o menos estructurados, asi como del mundo de los oficios y de la tierra, de las profesiones, del comercio, de la pro- duction y del trabajo. En sintesis, si por parte de las clases populares hay una vision dife- renciadora e, incluso, opuesta a la de las clases hegemonicas, simultaneamente hay un rechazo de lo que podriamos llamar la "cultura de la incultura", de la marginalidad, de la explosividad y de la violencia mas o menos espontanea de la plebe y de la muchedumbre, de los grupos carentes de organization y de una action y un discurso precisos y estruc- turados. En otras palabras, tambien en el ambito de la action, las formas de lucha de las clases populares se distinguen de los motines y la violencia colectiva de la multitud, preci- samente porque en las clases social y politicamente organizadas no tienen cabida los im- pulsos mas arrebatados de los desheredados que tenian poco o nada que perder.

    Asi pues, a partir de lo anterior, podriamos pensar en un "espacio conceptual" -un es- quema espacial-, en el cual las clases populares ocupan un universo intermedio entre lo hegemonico y lo marginal, con una doble articulation que podriamos calificar de "subal- ternidad" y de "subhegemonia" frente a los otros dos universos: el del poder y el de la marginacion, respectivamente. Sin embargo, pese a las distancias entre estas tres esferas sociales, la confrontation entre las clases populares y las dominantes a menudo Ueva a las primeras a reivindicar los rezagos de los marginados mas que a someter sus propias reivin- dicaciones a las del poder.

    En el caso particular de Espaiia, la presencia de las clases populares se puso de relie- ve, sobre todo, en el segundo tercio del siglo xix, aunque ya hubieran aflorado manifesta- ciones piiblicas anteriores, como, por ejemplo, en el Trienio. De Espana nos ocuparemos extensamente mas adelante, pero lo que si deseamos subrayar es que su desarrollo decimo- nonico es reminiscente de las manifestaciones que tenian lugar en el resto del continente y en Inglaterra desde las postrimerias del siglo xvm, y que muchas de estas manifestaciones perduraban todavia en Europa en la primera mitad del xix. De entre estos casos bastaria recordar el radicalismo ingles de la ultima epoca hanoveriana, los sons-culottes de la Re- volution francesa, los jacobinos y carbonarios de la era postnapoleonica, el cartismo de la decada de los afios treinta y cuarenta, los republicanos y socialistas continentales de 1830 a 1848. 5 En todos estos episodios se ve algo que debemos subrayar claramente: que el mundo social de las clases populares en el siglo xix no era uniforme, estatico ni monoliti- co, sino que su condition esencial era heterogenea y variable, y que se redefinia segiin cada momento, cada lugar, cada problema y cada conflicto.

    Sin embargo, aqui es precisa una palabra de cautela, ya que no cabria cabalmente ha- blar de una alianza de clases, pues esta implicaria una union premeditada y consciente de clases diversas, asociadas ex profeso por una meta en comiin, pero de caracter temporal. Por el contrario, historicamente las clases populares se vinculan entre si y adquieren cohe- sion a traves de un complejo discurso de multiples niveles que, como veremos mas adelan-

    5 Thompson, 1963 y 1979; Rude, 1964; Furet et al, 1965; D. Jones, 1975; G. S. Jones, 1983; Rule, 1990; Sewell, 1980. America tampoco quedo al margen de estos procesos en el siglo xix. Para el caso de Me- xico veanse, por ejemplo, dos aportaciones recientes: Illades, 1995; Perez Toledo, 1996. En las Antillas, el tema lo estudio de modo incisivo para Puerto Rico, GarcIa, 1989 y 1990. Tambien para los Estados Unidos se puede consultar Laurie, 1989, y el brillante estudio de Montgomery, 1993. I 5

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  • te, conlleva experiencias comunes y elementos objetivos que alientan la asociacion firme y, a menudo, de larga duration de los diversos sectores que las componen. Esto les per- mitia, como prioridad, compartir metas en comun en vez de ahondar en los elementos di- ferenciadores, los cuales hacian su aparicion desagregadora solo cuando los estimulos y vinculos asociativos se debilitaban. En este sentido, hay que anotar que la redefinition y metas de las clases populares estaban sujetas a cambios, segiin se desarrollaran en un ambito de mayor apertura o contraction de los espacios piiblicos y politicos, o por decirlo de otra manera, segiin la mayor capacidad del estado de ampliar su base de participation, tolerancia y cooptacion, o segiin su mayor rigidez e incapacidad para permitir una ampli- tud participativa mas alia de las restricciones impuestas por los sectores tradicionales y fuertemente censitarios.

    I

    Para avanzar en este analisis de las clases populares, propongo examinarlas de acuer- do a sus expresiones y manifestations ideologicas y culturales, asi como segiin los ele- mentos asociativos y de sociabilidad que moldean su universo mental y social, factores que hasta ahora nos son menos conocidos que los economicos y los politicos. Es decir, en estas paginas se trataria de precisar los variados componentes discursivos que sirven a las clases populares para conceptualizar su lugar en la sociedad, ademas de examinar como varian segiin las formas organizativas, la action colectiva y las circunstancias historicas cambiantes.

    Sin embargo, antes de continuar, cabe precisar en que sentido utilizo el termino dis- curso, ya que no me refiero solo a las proposiciones teoricas o a los lenguajes hablados y escritos, sino, ademas, a la suma de simbolos, acciones y valores colectivos, asi como a los elementos historicos objetivos que conforman las clases. Asi, el discurso de las clases po- pulares se diferenciaba notablemente del discurso dominante de las grandes burguesias y oligarquias, ya que estas ultimas se caracterizaban por su defensa de la propiedad y de los privilegios individuates, de la education para los menos, de los favores de las leyes y dere- chos censitarios para unos pocos y la ausencia de prerrogativas ciudadanas para los mas.

    En su discurso, los sectores populares recurrian al imaginario colectivo del "ciudada- no", que invocaba una conception activa de la funcion de todos los individuos dentro de una sociedad; ademas, estas clases pugnaban por un estado igualitario nuevo en el cual el derecho al trabajo fiiera la verdadera fuente de la riqueza y de la propiedad, en vez de que estas fueran privilegio y usurpation del trabajo ajeno. En otras palabras, para las clases populares este doble discurso del ciudadano y del trabajo se sustentaba en una exigencia moral de que el poder y la representation politicos se cimentaran en el trabajo y en sus productores, y no en los privilegios de quienes ostentaban una propiedad basada en el tra- bajo de otros. Es decir, este discurso subrayaba que, en una nueva sociedad, el trabajo y el privilegio eran categorias antiteticas y no, como en el Antiguo Regimen, categorias que se sustentaban mutuamente. 6 En sintesis, se trataba de evocar elementos facilmente compar-

    .1 6 Vease un analisis del concepto de "ciudadano" durante la Revolution francesa, en el sugerente estudio

    de Guilhaumou, 1989. Una vision menos diferenciada del concepto de ciudadano antes y despues de la Revo- lution, en Schama, 1989. Sobre la expropiacion del trabajo en la ideologia liberal posterior a 1789 y la lucha contra esta por parte de las clases trabajadoras -especialmente artesanas- por defender la notion del trabajo como propiedad, vease la brillante sintesis de Sewell, 1980, cap. 6. Tambien sobre el trabajo en los siglos xvn y xvni ingleses, y su relation con la virtud y la autoridad y con el derecho natural y el politico, vease Pocock, 1985, caps. 3 y 6, respectivamente. La relation entre ciudadania y trabajo en los Estados Unidos en el siglo xix, esta sugerentemente analizada en Montgomery, 1993.

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  • tidos por toda una comunidad de productores, es decir de los verdaderos ciudadanos. Por esto se destacaban ciertas metas esenciales, tales como el acceso amplio a la propiedad, a la production y al producto, a la participation politica abierta, a la justicia equitativa y a la biisqueda de una creciente unidad entre las metas economicas justas y las politicas iguali- tarias y democraticas.

    Si nos adentraramos mas en los mecanismos de este discurso de las clases populares, podriamos precisar mejor los elementos constitutivos que le sirven de base. 7

    a) En primer lugar, debemos destacar el discurso de la movilizacion colectiva, que en periodos de fuerte contraction de los espacios politicos se manifestaba en la invocation a la action violenta por medio de proclamas o actos dirigidos contra blancos especificos, o a traves de la organization de levantamientos y barricadas. En cambio, en los breves mo- mentos en los que el poder o el estado permitian la apertura politica, el discurso de la mo- vilizacion se centraba en la participation ciudadana a traves de la organization de la po- blacion en partidos y movimientos politicos y en el ejercicio del sufragio. Como ejemplos clasicos de esta pluralidad de discursos de action colectiva en contextos de contraction, podriamos citar, por un lado, las protestas de Swing, en Inglaterra, en los anos de 1830, con sus proclamas y ataques ludistas a blancos determinados, y los movimientos radicales del 48 frances, con sus movilizaciones y luchas callejeras. Por otra parte, la invocation a la participation ciudadana y a la organization politica colectiva y autonoma tiene su expre- I

    7 Mas sobre el discurso y el imaginario en Lida, 1993 y 1995. 7

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  • sion reconocida en el cartismo ingles y, de modo aun mas notable y paradigmatico, en la Comuna de Paris. En el caso de Espana no faltan ejemplos equivalentes y, como veremos mas abajo, podemos encontrar manifestaciones semejantes, en la amplia difusion de pas- quines incendiarios y actos ludistas en los afios de fuerte contraction de los espacios pii- blicos en la epoca isabelina, asi como en las barricadas y movilizaciones que sacudieron a Espana en el Bienio liberal o a comienzos del Sexenio revolucionario. 8 Por otra parte, en los momentos de expansion de los espacios publicos, podriamos referirnos, por solo men- cionar un par de ejemplos, a la participacion ciudadana en las movilizaciones catalanas del Bienio y en los movimientos cantonalistas durante la Primera Repiiblica.

    b) Un segundo elemento discursivo, directamente vinculado con el anterior, se refie- re especificamente a lasformas de organization y de asociacion publicas y secretas. En el se integra una gama plural de posibilidades, que abarca desde las sociedades de action se- cretas, compuestas por un numero limitado de miembros, hasta los partidos politicos mas o menos piiblicos, de orientacion democratica y republicana y de filiation amplia; desde las sociedades de cooperation y ayuda mutua, predominantemente artesanales pero ya no corporativas, hasta las mas modernas asociaciones obreras y campesinas vinculadas a or- ganizaciones de clase. Aunque muchas de estas sociedades tenian una marcada orientacion hacia las clases artesanales y profesionales, no excluian la participacion de miembros de otros sectores ocupacionales, tambien preocupados por la organizacion del trabajo y la protection de los derechos de las clases productivas. En ellas se incluian miembros de los diversos grupos populares que buscaban nuevas formas de sociabilidad politica, al margen de las organizaciones excluyentes que Servian de sosten al estado oligarquico y conserva- dor, asi como los que se pronunciaban en lucha abierta contra este.

    Para observar lo anterior, en el escenario europeo, bastaria recordar los estudios de Maurice Agulhon sobre las organizaciones populares republicanas en los pueblos y aldeas franceses de la Baja Provenza, como expresion de sociabilidad radical en los afios que van desde la Restauracion hasta 1848; el minucioso analisis de Christopher Johnson sobre el movimiento cabetista y su composition social plural y amplia, aunque predominantemente artesanal; los libros de Fernand Rude y Robert Bezucha, sobre la organizacion y lucha de los tejedores de la seda en Lyon -los canuts-, entre 1827 y 1834, y su relation con el resto de las clases populares urbanas y las primeras organizaciones socialistas; el estudio de Wi- lliam Sewell, sobre la estrecha vinculacion organizativa, ideologica y cultural de los arte- sanos con las asociaciones socialistas y escuelas societarias francesas, que entre 1830 y 1848 desarrollaron lo que el considera un nuevo lenguaje radical sobre el trabajo y las cla- ses productivas y populares. 9

    No creo que debamos dudar en enfocar muchos de los movimientos y organizaciones populares de la Espana isabelina desde algunos de estos angulos, coincidentes con los del resto de Europa en epocas anteriores o contemporaneas. ^Seran muy distintos, en terminos generales, el proceso organizativo y la movilizacion de los tejedores catalanes entre 1854- 1856, de los de los sederos de Lyon que estudio Bezucha; o el impacto del republicanismo y de las organizaciones carbonarias en Andalucia, de las chambrees que analiza Agulhon para la Provenza? Las organizaciones culturales que en la Francia orleanista ocultaban or- ganizaciones secretas republicanas o socialistas, ^acaso diferian tanto de las sociedades corales, los circulos filarmonicos y los ateneos obreros que en diversas ciudades de Espa- na escondian a republicanos y simpatizantes del socialismo? Si volvieramos sobre el pri- mer socialismo espanol con ojos nuevos, ^acaso no encontrariamos elementos en comiin

    8 I 8 Algunos de estos pasquines y proclamas se estudian y reproducer! en Lida, 1972 y 1973. 9 Agulhon, 1994, 1970 y 1979; Johnson, 1974; Rude, 1969; Bezucha, 1974; Sewell, 1980. Para Espana

    vease, por ejemplo, el importante estudio de Maluquer de Motes, 1977.

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  • con los que nos revelan Sewell y Johnson entre los artesanos, obreros y jornaleros france- ses y las influencias socialistas? 10 Y si bien algo se ha avanzado en el conocimiento insti- tutional de la masoneria en Espafia, mucho menores son los adelantos en la comprension de esta y otras sociedades secretas y clandestinas como centros de sociabilidad, organiza- tion y cultura politicas.

    c) Finalmente, debemos destacar el discurso del acceso a la cultura de las clases po- pulares, no como la biisqueda de una cultura paralela a la hegemonica, ni como una cultu- ra subalterna o subordinada. Por el contrario, se trata del disefio del discurso de una cultu- ra alternativa, en el cual se propone y desarrolla la creation de instituciones de education, information, solidaridad colectiva e inconformidad, distintas de las dominantes -publicas o privadas. Este discurso invoca un abanico de actividades educativas, recreacionales y or- ganizativas que van desde las escuelas para artesanos y obreros, hasta las asociaciones co- rales, filarmonicas y dramaticas; desde la lectura en voz alta en los talleres y los cortijos, hasta la sociabilidad informal en los bares y tabernas; desde los encuentros rituales en clu- bes, logias y cofradias, hasta la sociabilidad popular de celebraciones, fiestas y manifesta- ciones colectivas en cuya simbologia se integraban la tradition y el cambio. Sabemos poco sobre si existen equivalentes peninsulares de la rough music que analiza, por ejemplo, Thompson; n pero si la literatura sobre cencerradas y charivaris en Espafia es practica- mente nula, en cambio nos encontramos aqui y alia con noticias de jovenes apresados por cantar coplas consideradas subversivas, y por elementos festivos y carnavalescos que desa- fian las convenciones y las normas. 12

    En estas manifestaciones discursivas de simbolos, actos y palabras, lo que se eviden- cia es que el desarrollo de una cultura popular independiente se apuntala, necesariamente, con otros instrumentos de comunicacion y de difiision, especialmente los medios escritos; asi, la prensa, los folletos, las hojas sueltas, desempenan un papel central como organos de vinculacion de la clase. Naturalmente que en este discurso hay que subrayar, aunque sea de manera parentetica, el enfasis en la alfabetizacion, en la lectura y en el aprendizaje. Algo se ha investigado sobre las escuelas e instituciones educativas para las clases popula- res, aunque se ha hecho poco por distinguir entre la education para y la education por esas mismas clases, aunque con frecuencia era esta ultima la que proveia los elementos culturales de mayor combatividad y la que, en paises predominantemente analfabetos, alentaba con mayor perseverancia el acceso a la alfabetizacion y con ella a la lectura entre sus propios miembros. Esta forma de "auto-educacion colectiva" desarrollada/?or los suje- tos mismos (y no para ellos por otros ajenos a su clase), nos permitiria distinguir con mayor rigor las escuelas y ateneos de obreros y artesanos organizados por ellos mismos, de las instituciones de beneficencia eclesiastica o del estado instrumentadas para la educa- tion de las clases populares, especialmente, de los trabajadores. Incluso habria que forzar aiin mas el argumento y preguntarse hasta que punto las instituciones educativas estatales,

    10 Para mayor information sobre las organizaciones secretas en Espafia antes de 1868, vease Lida, 1972. Maluquer de Motes, 1977, sin adentrarse en la composition de clases del socialismo espanol, vislumbro ati- nadamente esta pluralidad social, p. 96, passim. Valdria la pena hacer una relectura de este libro a la luz del de Sewell, 1980, para avanzar con una nueva aproximacion a ese primer socialismo iberico en su vinculacion con las clases populares y el mundo del trabajo.

    11 Thompson, 1994. Veanse dos reflexiones que expanden de modo muy sugerente esta y otras aportacio- nes de Thompson, en Eley, 1990 y Sewell, 1990, y que nos han apoyado en estas paginas.

    12 Algunas referencias a coplas politicas en Lida, 1972; otras en el Archivo Historico Nacional, "Conse- jos" y en la Biblioteca Nacional, Madrid, section "Manuscritos". El caracter desafiante de las fiestas se revela entre lineas en Serran Pagan, 1984 y en Ramos Santana, s.f. (1985?). Hojas y pliegos sueltos de caracter so- cialista, republicano o antimonarquico, algunos prohibidos, reproducidos en Marco, 1967; Termes, 1972; Lida, 1973. 9

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  • filantropicas y eclesiasticas creadas para los hombres y mujeres pertenecientes al mundo del trabajo, tuvieron como preocupacion real el analfabetismo de esos sectores o fueron una respuesta premeditada del poder y los poderosos para desactivar la politizacion y el ra- dicalismo, la cultura y la sociabilidad generada por las propias clases populares.

    En este contexto, la funcion sobresaliente de la prensa y otros impresos, con su lucha por la libertad de expresion, sus criticas ante el poder, sus dibujos y caricaturas, sus prosas y poesias escritas no solo para las clases populares sino por estas mismas clases, en su mas amplia composition y variedad, permiten un acercamiento a la cultura y sus discursos en espacios amplios y entre sectores plurales. Por otra parte, vale la pena tener presente que asi como historicamente el surgimiento de la prensa burguesa rompio con los organos tradicionales de las oligarquias cortesanas, tambien la prensa y los impresos populares rompieron con el monopolio de la information por parte de los grupos de poder politico y economico de las oligarquias burguesas y del estado. Mas aiin, la prensa popular contribu- yo a unir de modo suprarregional movimientos locales que de otro modo hubieran queda- do fragmentados e inconexos. Esta prensa permitio enlazar las quejas y los descontentos aparentemente circunscritos a una comunidad con los procesos que se desarrollaban en la escena nacional, y, a la inversa, informar de las quejas y los descontentos nacionales a las comunidades locales y dispersas. La funcion suprarregional de la prensa y de los impresos populares no solo era la de informar, sino tambien la deformar conciencia de los proble- mas que eran comunes a las clases populares mas alia de ambitos pueblerinos y comunita- rios. Que esto fue cierto para toda Europa, incluyendo Espafia, lo sabemos bien, pero toda- via nos faltan los estudios sobre la prensa espafiola y los impresos populares que permitan precisar e identificar los lenguajes de clase y los de la region, los vinculos de estos con otros lenguajes -ya sea por coincidencia o en contrapunto-, la creation de un imaginario comun y el desarrollo de una cultura de clase en las que se recoja no solo la formation de un discurso, sino tambien la dualidad e incertidumbre de lenguajes encontrados. 13

    II

    Si volvemos ahora la mirada a Espafia, y nos centramos en los afios medios del siglo xix, entre las decadas de 1840 y 1870, podremos apreciar mas de cerca como se manifies- tan en la Peninsula los elementos desarrollados en las paginas anteriores. La election del corte cronologico se justifica plenamente al tomar como punto de partida la fractura del Antiguo Regimen y el comienzo del sistema oligarquico-liberal en la epoca isabelina, aun- que, como apuntamos antes, haya breves momentos previos en los que tambien se pueden apreciar elementos comparables. En cambio, las fechas terminales tienen una frontera tem- poral mucho mas borrosa, que incluso podria llegar hasta este siglo. Sin embargo, para propositos de este trabajo, y para evitar superposiciones con movimientos de clase que se definen mas claramente a partir de finales del siglo xix, a raiz de las reformas del estado y sus instituciones, del desarrollo de partidos politicos con bases sociales precisas y del afianzamiento de las organizaciones internacionalistas en las decadas de 1880, tomaremos el Sexenio como punto final de nuestro analisis. Esto se justificaria porque en el comien-

    10 I

    13 Faltan para Espafia estudios como los de Sewell, 1980 y de Guilhaumou, 1989, sobre los lenguajes de clase y politicos; asimismo, los estudios que sobre impresos y prensa populares y sobre sus lectores han realiza- do para la Francia revolucionaria, por ejemplo, Darnton y Roche, 1989; Darnton, 1991; Chartier, 1994; Farge, 1994a y 1994b. Por otra parte, aunque sabemos que en toda Europa hubo periodicos subsidiados desde el poder, que se imprimian pero que no se leian, tambien existieron los que patrocinaban las clases populares, incluso con grandes dificultades economicas y politicas.

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  • zan a evidenciarse fracturas y quiebros en la union de las clases populares, con el consi- guiente enfrentamiento entre clases mas definidas y diferenciadas.

    En la Peninsula, no es dificil apreciar la composition popular plural de los movimien- tos que tienen lugar en el periodo que va desde los aiios de 1840 hasta los de 1870. Asi como los movimientos europeos que hemos mencionado antes integraban un amplio es- pectro de ocupaciones y de profesiones conformadas por miembros de origen social varia- do, en Espaiia la situation no fue muy diferente. Para observar esto he realizado tres calas temporales, correspondientes a diversos episodios historicos, que nos permitan adentrar- nos de modo mas enfocado en varios de los puntos tratados hasta aqui.

    He elegido como ejemplos, primero, un movimiento de caracter insurreccional en una region agro-urbana a comienzos de los aiios de 1860. El analisis de la sublevacion andalu- za de Loja en 1861, nos permite observar, entre otros aspectos, la amplia gama social que converge en las clases populares que participan en ella, su larga organization secreta, su ideologia democratica y sus aspiraciones ciudadanas. El segundo caso nos remite a las ma- nifestaciones obreras de Barcelona durante el Bienio, tambien con un abanico social que comprende desde operarios industriales, artesanos, empleados, personas de servicio, hasta profesionales y gente de letras. Estas clases populares urbanas, si bien se movilizan por ra- zones laborales, tambien lo hacen con un reclamo de sus derechos politicos y asociativos, es decir, en defensa amplia de sus derechos ciudadanos. Finalmente, al observar algunos episodios del Sexenio revolucionario, podemos reconocer todavia la presencia dinamica de las clases populares, aunque apreciamos aqui y alia los comienzos del resquebrajamiento dentro de esas clases, asi como el surgimiento concomitante de partidos burgueses y de nuevas organizaciones sociales de fuerte orientation proletaria. Sin embargo, incluso en estos ultimos se puede observar en sus inicios la participation de productores y asalaria- dos diversos que deseaban abrir un espacio piiblico propio a sus reivindicaciones, derechos y organizaciones.

    A) La sublevaci6n agro-urbana de Loja

    Tomemos por caso el movimiento organizado por Rafael Perez del Alamo, en Loja, en junio de 1861 que, en general, los historiadores han visto -incluso yo diria, hemos visto- como una insurreccion predominantemente campesina dirigida, sobre todo, contra la politica caciquil y la enorme concentration de tierras que en la region mantenia la fami- lia del general Narvaez. Es cierto que entre las gotas que desbordaron la ira contenida por los vecinos de la region desde antes del Bienio estuvieron los atropellos cometidos por el Espadon de Loja y sus allegados contra las tierras propiedad de la comunidad, y que en su gran mayoria los mas de 6.000 insurrectos eran sin duda gente de campo. 14 Pero al releer con mas detenimiento los Apuntes del propio Perez del Alamo, hay que reconocer que cla- sificar esta insurreccion exclusivamente como un movimiento de tipo campesino provoca- do sobre todo por la apropiacion ilegitima de las tierras comunales resulta insuficiente.

    En primer lugar, en efecto basta ver la fluidez en la prosa del propio jefe del levanta- miento para apreciar que estamos frente a un sujeto que se encuentra muy lejos del mundo de la expresion y del lenguaje rurales. Aun suponiendo que estas memorias hubieran pasa- do por una revision formal a manos de otros, el libro no solo revela soltura literaria y fami- liaridad con lecturas diversas, con sus citas latinas y referencias a autores clasicos, desde

    14 Lida, 1972, pp. 87-98; la "Introduction" de A. M. Calero a Perez del Alamo, 1971. En adelante, cito por esta ultima edition, aunque el titulo presente variaciones respecto del original publicado en Sevilla en 1872: Apuntes historicos sobre dos revoluciones. I I 11

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  • Tacito y Ovidio, hasta Madame de Stael, pasando por Cervantes, sino que muestra un cier- to grado de education y cultura caracteristicas de clases urbanas escolarizadas.

    Este revolucionario de provincia, que con orgullo declara que su ocupacion es la de albeitar y herrador, en una voluntaria recuperation del valor de los oficios y de su profe- sion reclama contra los que se expresan con desden por los oficios modestos, "como si es- tuvieramos en tiempos de oficios infames o viles" (p. 81), y en la mejor tradition de la de- fensa del trabajo, hace suya la exaltation y la dignidad de toda ocupacion y oficio. 15 Vale la pena recordar la soberbia socarrona con la que Perez del Alamo exalta sus origenes so- ciales, ante un ataque descalificador de su coterraneo, Carlos Marfori -sobrino politico de Narvaez, diputado por Loja y hombre cercano a la reina Isabel II-, cuyo origen social era tambien popular. En su respuesta a Marfori, Perez del Alamo rebate: "yo creo que no hay profesion que deshonre. Yo estoy muy contento, muy satisfecho, muy orgulloso con la mia. Yo creo que el trabajar honradamente en un oficio honrado por muy humilde que sea, es mas meritorio que obtener altos puestos debidos a vergonzosos favores". Y concluye con un alegato tambien caracteristico de las clases populares decimononicas de toda Euro- pa -asi como de America-, en el que, con base en la igualdad social y juridica, reclama para todo trabajador los derechos del ciudadano: "Todos somos iguales ante la ley, todos iguales ante la sociedad; todos somos hombres, todos somos ciudadanos. [...] De un albei- tar al hijo de un cocinero, de un fondista, no hay tanta distancia: son las mismas preocupa- ciones sociales. Yo soy hijo de un buen labrador; el senor Marfori, hijo de un buen cocine- ro, de un buen fondista" (Apuntes, pp. 82-83).

    Sabemos tambien por esta fuente que Perez del Alamo era un vecino propietario de al menos dos casas y varias fincas, que su position social en la comunidad de Loja era cier- tamente desahogada, que vestia con cierto lujo, y que gozaba de tanto aprecio en la comu- nidad que al ser demandado por Marfori por injurias y calumnias y ser condenado a pagar costas y gastos del juicio y una fortisima multa recibio el apoyo y ayuda de vecinos mas o menos acomodados de la zona (Apuntes, pp. 83-85 y 142-143). Algo semejante se puede decir de quienes lo acompaiiaban como lideres del alzamiento, entre los que se encontra- ban al menos diecinueve alcaldes rurales de la provincia de Malaga y siete concejales de Antequera, asi como el director del periodico La Ilustracion malaguena, gente a la que Perez del Alamo califica de "afiliados notables e influyentes" (Apuntes, p. 65). Ademas de estos, sabemos por diversas fuentes que participaron tambien -al menos- drogueros, peri- tos agricolas, maestros de obras, artesanos, pequenos comerciantes, pequefios propietarios, ex-milicianos y soldados licenciados, dependientes domesticos, pequenos labradores, co- lonos y braceros. 16 En sintesis, toda una gama amplia y plural de las clases populares de provincia, otra vez tan reminiscente de las que encontramos en fechas anteriores en otras regiones de Europa; mutatis mutandis, piensese, por ejemplo, en Swing, en la Inglaterra de 1830, o en las chambrees republicanas que estudia Agulhon para la Provenza. 17

    Que la movilizacion de tantos miles de hombres no fue espontanea sino cuidadosa- mente organizada desde anos atras lo revela el propio Perez del Alamo en sus memorias. En realidad, esta comenzo a forjarse cuando muchos de los vecinos de la ciudad decidie-

    15 Sobre los "lenguajes del trabajo" en el siglo xix, veanse los capitulos centrales del libro de Sewell, 1980, cuyo subtitulo, por desgracia, ha sido mal traducido en la edition espafiola. 16 Datos tornados de Perez del Alamo, 1971, caps. IV- VI; tambien informaci6n de los periodicos El Pue- blo y La Discusion, asi como de los Archives du Ministere des Affaires fitrangeres en Paris, "Correspondance politique, Espagne 1861", tomo 859 y National Archives en Washington, ''''Dispatches from U. S. Ambassadors: Spain", rollos 41 y 42, volumenes 42 y 43. Ademas, para reconstruir el perfil de los sublevados procesados, veanse los expedientes de la causa militar que, al menos en parte, se conservaban en el Archivo General Militar, Segovia, en 1985.

    12 | 17 Hobsbawm y Rude, 1968; Agulhon, 1974.

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  • ron enfrentarse a Narvaez a raiz de sus atropellos contra los concejales, milicianos y veci- nos liberates, varios de los cuales, al concluir el Bienio, fiieron apresados, torturados e incluso asesinados (Apuntes, cap. II). En vista de la enormidad de la represion, muchos de los liberates de la region impulsaron la creation de una sociedad secreta que empezo a ac- tuar en Loja desde 1856, pero que no se detenia en los linderos de la ciudad sino que se extendio por las provincias de Granada, Malaga y Jaen. Si bien en apariencia esta tenia un caracter piiblico y humanitario, en su conformation tenia otro nivel secreto y politico de indole carbonaria. La minuciosa relation que Perez del Alamo hace de la organizacion, atribuciones y metas de esta asociacion secreta, asi como de las obligaciones y responsabi- lidades de cada socio (Apuntes, capitulo III), permiten observar la cuidadosa estructura- cion de un proyecto politico radical dentro del marco tradicional de una sociedad secreta. Asimismo podemos observar que la doble vertiente piiblica y conspiratorial era el rasgo caracteristico de estas organizaciones populares, tal y como aparecian en otros lugares de la Europa continental e insular, que en momentos de exacerbation de los mecanismos de control politico y de endurecimiento del aparato judicial, podian dar una apariencia de silencio y aquiescencia, en tanto sus voces solo eran escuchadas por los iniciados en la intimidad de sus organizaciones. 18

    Por otro lado, el que las metas politicas de los conspiradores se fueran definiendo paulatinamente por el programa democratico que ostentaba el periodico madrilefio La Dis- cusion en los encabezados del titulo, no solo muestra la estrecha vinculacion de estas cla- ses populares de provincia con la prensa nacional, sino que habla de una ideologia progre- sista y republicana que al mismo tiempo que reivindicaba derechos y libertades juridicas y politicas, apoyaba las aspiraciones de amplios sectores sociales por acceder a la propiedad, defendia los derechos del hombre y del ciudadano, expresaba simpatia por el bienestar de artesanos y trabajadores y revelaba un apoyo basico a las causas de los jornaleros sin tie- rras y labradores modestos. Al exigir para estos sectores rurales la division de la tierra por medio de la desamortizacion, se manifestaba el viejo reclamo popular y democratico de que el acceso a la propiedad permitiera alcanzar la ciudadania autentica y la plenitud de las libertades politicas. Hay que subrayar que esta imbrication de la prensa regional y nacional con los asuntos locales de la comunidad no fue casual, sino que caracterizo los primeros pasos de una prensa democratica enfocada a reflejar las demandas sociales y ciu- dadanas de las clases populares. Pero esto no fue exclusivo de Espaiia; algo semejante su- cedio con la prensa inglesa radical y el cartismo en las tercera, cuarta y quinta decadas del siglo, de los aiios de 1820 a los de 1840; y asi ocurrio tambien con el movimiento de los canuts -los sederos- en Lyon, en los afios de 1830 y con la movilizacion popular de 1848 en Paris y en las provincias francesas. 19

    Finalmente, en la exposition de los objetivos sociales y politicos de Perez del Alamo se advierte, sobre todo, la influencia de los sectores progresistas del republicanismo espa- nol, pero de ninguna manera pasa desapercibida la de los socialistas pre-internacionalistas que ya despuntaban en la epoca. Esta combination de influencias ideologicas refleja bien el caracter plural y popular de los miembros de la sociedad conspiratorial de Loja y de sus reivindicaciones -muy semejantes, por otra parte, a otras organizaciones secretas republi- canas en diversos lugares de Espafia. 20 Pero tambien revela que los aspectos doctrinarios e ideologicos del republicanismo y del primer socialismo respondian a las reivindicaciones

    18 Agulhon, 1994 y 1979; Hobsbawm y Rude, 1968; Sewell, 1980. Lida, 1988 y 1993, senala ciertas ca- racteristicas de los mecanismos y discursos de la clandestinidad.

    19 G. S. Jones, 1983; Rule, 1990; Rude, 1969; Bezucha, 1974; Agulhon, 1970 y 1979. 20 La organizacion secreta como mecanismo de organizacion y combate politico en la Espafia del xix es un

    hilo conductor en Lida, 1972. I. This content downloaded from 190.138.217.81 on Thu, 11 Jun 2015 13:52:00 UTC

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  • y objetivos democraticos que a menudo sustentaban los heterogeneos movimientos popu- lares decimononicos, que reclamaban desde el respeto al sufragio hasta la defensa de la propiedad comunal (positos, pastos, propios), desde el respeto al trabajo hasta la defensa de los derechos del hombre, desde el respeto a la propiedad individual legitima hasta la de- fensa de las libertades y obligaciones ciudadanas. 21 Solo teniendo en cuenta este amplio espectro reivindicativo se puede comprender la posibilidad de reunir una fuerza insurrec- tional tan plural y numerosa como la que se alzo en las ciudades y los campos andaluces al mediar el aiio de 1861; y solo asi se podran comprender otros movimientos semejantes -de mayor o menor cuantia- que surgen aqui y alia, en la escena espanola en la epoca isa- belina y durante el Sexenio.

    B) LOS MOVIMIENTOS CATALANES DEL BlENIO

    Frente a la variada composition agro-urbana de los sublevados de Loja, caracteristica de las clases populares de los pueblos y pequenas ciudades provincianas, otros movimien- tos sociales en los centros urbanos de Espafia estuvieron compuestos, sobre todo, por arte- sanos y trabajadores en diversos oficios y, segiin el grado de industrialization de la region, por obreros fabriles, asi como por empleados de comercio, pequenos tenderos y gente de servicio. Tambien contaron con el apoyo frecuente de clubes y periodicos democratas y re- publicanos -periodistas y abogados, profesionales jovenes y politicos radicales-, que se manifestaban en claro apoyo de las clases populares.

    Esto lo podemos apreciar de manera contundente, por ejemplo, en las sociedades de trabajadores y en las asociaciones de socorros mutuos que surgieron en Cataluna a raiz de

    14 | 21 Perez del Alamo, 1971, pp. 51-52, 58, 61, 62, 65, 69, 71, ^ passim.

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  • la revolution de 1854. ^Que fue, si no, la "Union de Clases", que en julio de 1855 organi- zo la huelga general de Barcelona y que en su mismo nombre encierra la diversidad de significados que tenia el concepto de "clases", asi, en plural, aplicado al mundo del traba- jo, diversidad que perduro, al menos, hasta finalizar el siglo? 22 El manifiesto de los huel- guistas es muy claro cuando se dirige a quienes laboran en "cuadras y talleres", es decir a quienes trabajaban en espacios productivos varios, no solo fabriles. Esta claro que el 4 y 5 de julio de 1855 se encontraban en paro sobre todo quienes encabezaban la protesta obre- ra: los operarios de las fabricas de hilados y tejidos, incluyendo los de la seda. Pero esto no significa que actuaran solos, sino que tambien participaban en las manifestaciones hom- bres y mujeres activos en otros oficios no fabriles: sastres y costureras, sombrereros, em- pleados de comercio, tipografos, picapedreros, menestrales e, incluso, servidores domesti- cos, entre otros. Esto sin excluir a los grupos democratas y republicanos del Principado: periodistas y profesionales -gente de pluma-, y politicos. Es por demas significativo res- pecto a sus inclinaciones politicas e ideologicas que esta "union de clases" diversas resca- tara como simbolo de su lucha el extenso despliegue de banderas rojas, como en la Francia revolucionaria -republicana o socialista- de 1789, 1830 y 1848.

    Empero, tambien debemos subrayar que el movimiento Catalan de huelga, como mu- chos de los que se desarrollaron en el resto de Europa en la primera mitad del siglo xix, en su lucha por reivindicaciones laborales, encendio tambien la chispa de los reclamos juridi- cos y politicos, es decir, ciudadanos. Asi, en el Bienio los catalanes exigen que a los traba- j adores "se les considere como ciudadanos espanoles para ser admitidos en las filas de la Milicia Nacional de las que se les excluye ahora de una manera absoluta", y que se haga realidad la libertad de participar en la vida politica por medio del derecho ciudadano a ele- gir diputados. 23 Como Perez del Alamo seis aiios mas tarde, las clases productivas de la ciudad y de la provincia con la mayor production industrial de Espaiia, no solo equipara- ban los derechos economicos y sociales con las libertades de asociacion y con la justicia e igualdad ante la ley, sino que exigian tambien su condition de ciudadanos, que les estaba vedada con los argumentos censitarios del privilegio y del poder, de la propiedad y de la riqueza. No podemos dejar de apuntar que, aunque las mujeres participaran junto con los hombres en muchas de estas reivindicaciones, quedaban excluidas del concepto de ciuda- dano, ya que pese a sus luchas en el siglo xix, no gozarian de derechos civiles hasta el xx; una cosa era luchar por los derechos y la igualdad ante la ley y otra gozar de ellos. Pero volviendo a los integrantes de las clases populares, en sus reclamos se manifestaba el deseo de ejercer los derechos politicos de sufragar y de integrar fuerzas armadas ciudada- nas y locales, es decir, cuerpos civicos mandados por civiles a los que se pudieran integrar libremente. En este sentido, la manifestation catalana de 1855 -cuyas demandas continuan a la luz piiblica hasta el verano de 1856- evoca la lucha por la ciudadania como una lucha por la democracia, la libertad de expresion y la participation electoral, y la lucha contra las corporations tradicionales como la lucha en favor de la libertad de asociaciones de todo tipo; y todo esto estrechamente vinculado a la revindication del trabajo en su amplia pluralidad de oficios, como ya habia ocurrido antes en otros lugares de Europa. Basta re- cordar como antecedentes historicos a las clases populares que integraron el movimiento

    22 Vease, por ejemplo, la Information oral y escrita sobre el estado y las necesidades de la clase obrera (1884-1889), recogida para la Comision de Reformas Sociales. En ella encontramos diversos informes en los cuales la definition de "obrero" no solo es imprecisa sino que incluye actividades muy diversas, desde los va- rios oficios en talleres de tipo artesanal hasta los trabajos en diversas industrias modernas, pasando por multi- ples actividades agricolas y el trabajo en diversos servicios, incluyendo los domesticos.

    23 Barceloneses: Catalanes todos, hoja suelta, Barcelona, 1855, citada en Lida, 1972, p. 64; Mart!, 1967. Sobre la composition ciudadana de las milicias vease Chust, 1987. I 15

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  • cartista ingles, asi como los movimientos populares de la Francia de 1848 o los de la Ale- mania de vormdrz. 24

    Sin embargo, si enfocaramos mas ampliamente los movimientos catalanes durante el Bienio, tambien deberiamos reflexionar sobre el grado de modernidad de estos movimien- tos peninsulares respecto a los del resto de Europa, ya que en ocasiones algunas de sus manifestaciones recuerdan etapas bastante mas tempranas de la industrializacion. Tome- mos por caso lo que sucede un afio despues, en junio de 1856, cuando en las paredes de al- gunas fabricas del Principado aparecieron pasquines incitando a destruir las maquinas de vapor. No sabemos quienes fueron sus autores, pero estas manifestaciones de ludismo ca- talan revelan cuan actual era todavia la discusion sobre las selfactinas en la industria textil, y muestran el incipiente grado de desarrollo de la clase obrera industrial catalana respecto de la mecanizacion del trabajo. Naturalmente estas protestas evocan los ecos de pasquines semejantes en la Inglaterra de Swing y de Rebecca, en los anos de 1830 y 1840, y en el Lyon de los canuts, a comienzos de la decada de 1830. 25 Asimismo, la distribution de hojas volantes en las calles incitando a quemar fabricas catalanas no solo importa por su posible traduccion en acciones incendiarias, sino como expresion de una violencia social cuya manifestation a traves de la palabra escrita se asemeja a la de las clases populares en otras sociedades europeas en los comienzos de la industrializacion.

    Cuando hacia esas mismas fechas se producen los incendios de una fabrica de Mala- ga y los ataques a otra en Sevilla, el secretario del Consulado frances revela que, una vez mas, los responsables del malestar popular no solo son trabajadores, obreros y artesanos, sino que junto a ellos actiian otros vecinos, asi como ciudadanos activos en la Milicia Na- tional cuyas ocupaciones tambien eran plurales. Y lo cierto es que no solo se debe hablar de hombres, pues la participation femenina es un hecho notable -pero de ningun modo ex- ceptional- por el alto porcentaje de mujeres presas en distintos puntos del pais e incluso ejecutadas por la violencia de sus actos. Aunque la documentation espanola registre solo esporadicamente el papel piiblico desempenado por las mujeres en las protestas populares de mediados del siglo xix, la activa presencia femenina junto a los hombres aparece ya como una realidad innegable en la Espafia de la epoca. 26

    C) El Sexenio revolucionario

    Sin duda, la eclosion politica de las clases populares en la Espafia isabelina culmina con la Revolution de 1868. Todavia entonces podemos apreciar claramente la persistencia de una pluralidad social en las organizaciones populares que eran contrarias a la monar- quia. Sin embargo, al mismo tiempo tambien se evidencia un paulatino aunque desigual proceso de escision dentro de las propias clases populares. Lo que hasta entonces habia sido una union cohesionada por intereses compartidos, despues de la Revolution comien- za a manifestarse en intereses encontrados, progresivamente mas irreconciliables.

    Con los cambios politicos y juridicos del Sexenio, se dio el salto decisivo de las bur- guesias urbanas al centra de la escena piiblica. Estas no solo contaron con partidos propios que les permitieron la actividad politica abierta, sino que obtuvieron el acceso inmediato a los derechos ciudadanos y al sufragio -antes disputados y ahora compartidos con las oli-

    16 I

    24 Sobre la lucha en Alemania por el derecho ciudadano al sufragio antes de 1848, veanse Boberach, 1959; Blackburn y Eley, 1984.

    25 Sobre la respuesta obrera a la mecanizacion en Barcelona durante el Bienio, vease Mart!, 1967. Sobre ludismo en Europa Hobsbawm y Rude, 1968; Williams, 1955; Rude, 1969; Bezucha, 1974.

    26 Lida, 1972, pp. 21-76, passim.

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  • garquias-, asi como una mayor participation en el mundo de la economia y de la propie- dad capitalistas. No debe, pues, sorprender que los vinculos comunes que hasta entonces habian mantenido unidas a las clases populares, comenzaran a dar muestras de un progre- sivo debilitamiento, especialmente cuando las antiguas metas igualitarias y democraticas fueron siendo abandonadas por unas clases en ascenso en detrimento de las otras todavia desprotegidas. Por otra parte, el surgimiento de la Asociacion International de Trabajado- res, con sus nuevas formas de organization de las clases trabajadoras y un nuevo discurso de lucha e identidad de clase, asi como la perdida definitiva de los pequenos productores asalariados del campo y la ciudad de toda esperanza de acceder a la propiedad inmueble, y el creciente desengafio de los sectores de bajos recursos ante la continua desigualdad ciu- dadana aun despues de la Revolution, contribuyeron decididamente a la eventual escision de las clases populares que provenian de la epoca isabelina. Esta confrontation de clases, ahora diferenciadas segiin nuevos objetivos y luchas, asi como contextos sociales, juridi- cos, politicos y materiales nuevos, marcan el verdadero parteaguas en la transformation de las clases populares, hasta entonces unidas por vinculos comunes y en adelante enfrenta- das entre si. Aunque el cambio ocurriera de modo discontinuo, con altibajos y titubeos, el proceso estaba ya en marcha.

    Para ejemplificar este proceso tomemos por caso inicial el republicano Comite de Salud Publica, con sus artesanos y obreros, profesionales y comerciantes, constituido en Cadiz por Fermin Salvochea para defender la Repiiblica Federal. Bastaria ver, por ejemplo, las listas de candidatos para las elecciones de 1868 para apreciar la inicial composition plural de esos grupos republicanos, que lo mismo incluian, entre otros, comerciantes que artesanos, obreros que medicos y sangradores, lo cual en apariencia permitiria creer que la union de las clases populares se mantenia intacta. 27 Pareceria, incluso, que algunas de las reformas adoptadas entonces respondian a las exigencias de esa amplia base popular, lo cual explicaria la combination de medidas antimonopolicas contra los estancos, que exigian comerciantes y consumidores, junto con el indulto a los contrabandistas de sal y tabaco. Sin embargo, si ahondaramos un poco mas, veriamos que estos cambios, que en apariencia favorecian a los sectores informales tanto como a los representantes del comercio estable- cido, en realidad eran un modo de debilitar a los primeros, que perdian con el desestanco su fuente de ingreso extra-legal y que se veian empujados a la subordination economica, cuando no a su desaparicion frente al comercio libre en esos ramos. Asimismo, las incau- taciones de joyas eclesiasticas -decretadas por Salvochea- para dedicar su importe a obras piiblicas y agrupaciones obreras, no solo revelan el caracter anticlerical de muchos de los movimientos populares espafioles, sino tambien la preocupacion de los sectores progresis- tas de la burguesia -de los que Salvochea era entonces un claro exponente- por mejorar el bienestar de los asalariados y artesanos que participaban junto a ellos en los mismos movi- mientos populares y prevenir su descontento y una eventual oposicion. En sintesis, ^medi- das populares?, si; pero tambien medidas que favorecian los intereses de los sectores eco- nomicamente mas fuertes a la vez que trataban de evitar el desencanto de los mas debiles y un eventual quiebre en la union de las clases populares.

    Casi al finalizar el Sexenio, podriamos encontrar otro ejemplo de esta misma ambiva- lencia de unas clases hacia otras en el famoso Canton murciano o de Cartagena, entre cuyos lideres mas destacados aparecen Roque Barcia, escritor, periodista y diputado, y Juan Contreras, militar. En la composition social de la Junta de Salvation Publica encon- tramos una vez mas la heterogeneidad de clases que, como ya vimos, era caracteristica de estos movimientos populares. Ademas de los dos jefes cantonalistas ya mencionados, I

    27 Vease, como ejemplo, parte de una lista reproducida en Moreno Aparicio, 1982, p. 221. I 17

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  • habia otros militares y marinos, y tambien estudiantes de medicina y farmacia, diputados, empleados y miembros de diferentes oficios; ademas de algiin escribiente, maestro, veteri- nario, cartero, arrumbador, tabernero, platero, propietario de cafe, entre otros. Incluso, no faltaron varias decenas de presidiarios liberados del penal de Cartagena para integrar bri- gadas de trabajo y defensa. 28

    Por otra parte, las reformas propuestas por los miembros de la Junta de Salvacion tambien responderian a la variada composition social del movimiento y a la necesidad de evitar su fractura. Estas necesidades incluian las que otorgaban a los trabajadores la Jorna- da de ocho horas, al mismo tiempo que se creaban jurados mixtos obrero-patronales para prevenir las huelgas. O aquellas otras que permitian a los pequenos productores la fiinda- cion de sociedades cooperativas y de production y consumo, asi como la creacion de ban- cos de intercambio "para vivir sin la mediation del capital", aunque la Junta subrayaba la defensa y el respeto por la propiedad individual, y la distinguia de la colectiva o cantonal, de la cual no se hacia eco. Otras medidas decretaban la igualdad de hombres y mujeres ante la ley -aunque no ante los derechos ciudadanos-, a la vez que se les prohibia a las mujeres trabajar en establecimientos industriales donde laboraran hombres. 29 Todas estas medidas nos traen ecos muy directos de programas semejantes en otros contextos histori- cos del resto de Europa, que respondian tambien a la presion de movimientos instrumenta- dos por las clases populares, como el cartismo ingles, y muy directamente de las propues- tas de Luis Blanc respecto a la organization del trabajo y los ateliers nacionales, y de la creacion de la Banca del Pueblo en la Francia de 1848. 30 Pero tambien nos muestra como, veinte aiios despues, en la Espafia del Sexenio, se acentuaban las tensiones y contradiccio- nes entre los diversos sectores que conformaban las clases populares antes de la Gloriosa, y como, al concluir la Primera Repiiblica, estas se encontraban cada vez mas distanciadas y enfrentadas entre si, como clases diferenciadas y antagonicas.

    Pero lo debemos repetir: el quiebre surgio justamente gracias al derrumbe del estado isabelino y a las consiguientes aperturas politicas y juridicas en el Sexenio, aunque inicial- mente el proceso fuera lento. 31 Por ello mismo, en muchas de las variadas experiencias po- pulares del Sexenio se mantuvieron todavia la union y convivencia de clases, aunque esto no siempre fuera facil ni estable. Empero, bien sabemos que esta situation hizo crisis pre- cisamente durante la Primera Repiiblica, en muchos de los movimientos cantonalistas y obreros de 1873, y que los enfrentamientos y las rupturas Uevaron al eventual parto de una clase obrera, militante, socialista y proletaria que buscaria sus caminos propios, bifurcados ya de los de las otras clases burguesas con las que antafio habian marchado juntas.

    Sin embargo, hay que reiterar que el proceso no fue ni siibito ni tajante y que, aunque esto ya no sea tema de estas paginas, habria que tener en cuenta que al hablar de los movi- mientos republicanos y de las primeras manifestaciones internacionalistas de esta epoca, se puede apreciar que ambos a menudo revelaban fronteras de clase poco rigidas. Esto se traducia en conglomerados en los que participaban codo con codo, entre otros, jornaleros y pequenos propietarios, artesanos y profesionales, obreros y campesinos, periodistas y maestros, que -como hemos visto- tambien conformaban las clases populares espafiolas. En otras palabras, incluso para avanzar en el estudio de las primeras organizaciones repu- blicanas democraticas y obreras socialistas que surgieron en el Sexenio, habria que exami-

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    28 Varios de estos datos en Medioni, 1979, cap. 5. 29 El Canton Murdano, num. 20, 13-VIII-1873 al num. 28, 28-VIII-1873. 30 Sewell, 1980; Amann, 1975. 31 Aqui podriamos hacer nuestra para Espaiia la aguda observation de Thompson, 1963, p. 197, de que el

    contexto politico influyo tanto como la transformation industrial en la conciencia y las instituciones de la clase trabajadora inglesa.

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  • nar -para usar la feliz expresion de T. Kaplan- la composition y el papel que desempena- ron los "pequenos productores" de la sociedad espanola que participaban activamente en ellas.32

    * * *

    Para finalizar, volvamos a las decadas de 1840 a 1870. Sin temor a generalizar, pode- mos reiterar que la convivencia y el equilibrio fueron los elementos que, pese a su hetero- geneidad, caracterizaron ampliamente el mundo plural de las clases populares de la Espafia isabelina y, parcialmente, tambien de la revolucionaria, como habian caracterizado desde decadas anteriores las del resto de Europa. Posiblemente sea en este proceso largo de con- vivencia hibrida durante mas de un tercio de siglo donde podamos observar la manifesta- tion mas explicita de esa compleja pluralidad que define a las clases populares espaiiolas en el siglo xix y, mutatis mutandis, su correspondencia con las del resto de Europa.

    Estas clases populares, que transitaron a lo largo de varias decadas de rebeliones y conflictos por los diferentes escenarios europeos, manifestaron como valores predominan- tes, entre otros, las reivindicaciones ciudadanas del derecho al sufragio no censitario, de- mocratico y, eventualmente, universal; el reconocimiento del trabajo como propiedad del productor y no de su expropiador; la libertad de expresion, de asociacion y de participa- tion en la arena piiblica y politica, y la recuperation de la comunidad como ejes de un es- tado representative y democratico. Asi, como lo hemos observado, las clases sociales que en el siglo xix protagonizaron variadas luchas, conflictos y antagonismos distaban mucho de ser "primitivas" y "prepoliticas", como alguna vez se las quiso calificar, 33 aunque se desarrollaran en sociedades urbanas en proceso de industrialization, o escasamente indus- trializadas, o en contextos fuertemente agrarios o agro-urbanos (pero, reiteramos, siempre dentro de economias capitalistas mas o menos desarrolladas). Es cierto que importa seguir identificando las caracteristicas que definen el discurso y la action de las clases populares, asi como su composition, su mentalidad, su ideologia y su cultura. Con toda seguridad, cuanto mejor conozcamos estas complejas manifestaciones, mas nos alejaremos de esas visiones simplificadoras y menos podremos dudar de su modernidad y de su politizacion, como no dudaron de ellas sus contemporaneos.

    32 Kaplan, 1977. I 33 Hobsbawm, 1965. I

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    Article Contentsp. 3p. 4p. 5p. 6p. 7p. 8p. 9p. 10p. 11p. 12p. 13p. 14p. 15p. 16p. 17p. 18p. 19p. 20p. 21

    Issue Table of ContentsHistoria Social, No. 27 (1997) pp. 1-160Front MatterQu son las clases populares? Los modelos europeos frente al caso espaol en el siglo xix [pp. 3-21]Tiempo y clase obrera en la Gran Bretaa contempornea [pp. 23-36]Frentes en calma de la guerra civil [pp. 37-59]Dossier: Trabajo Industrial y Condicion ObreraConflictividad laboral en una gran empresa siderrgica, Altos Hornos de Bilbao (1880-1900) [pp. 60-86]El nivel de vida de los mineros vascos (1876-1936) [pp. 87-106]Vivienda obrera y primeros negocios inmobiliarios en la zona industrial de Vizcaya [pp. 107-126]

    Perspectivas HistoriogrficasMovimiento obrero y educacin popular en la espaa contempornea [pp. 127-144]

    NotasManuel Tun de Lara, un historiador influyente [pp. 145-146]Raphael Samuel (1938-1996). Historia y compromiso [pp. 147-149]

    Resmenes [pp. 151-152]Abstracts [pp. 153-154]Libros Recibidos [pp. 157-157]Back Matter