los limbos del constructivismo

14
105 se permite la copia © ¿Cómo una metáfora sociológica, «la construcción social de la realidad social», ha podido convertirse en el refugio para todos los lugares comunes hiperrelativistas, anti-realistas, anti-racionalistas, anti-objetivistas, acríticos, idealistas y, muy a menudo, anti-científicos? Desde finales de los años 1960 numerosos trabajos sociológicos francófonos y anglosajones tiran alegremen- te de la metáfora de la «construcción social de la realidad» para abordar el estudio del mundo social. Útil en la medida en la que participa de la desna- turalización y la deseternalización de ciertos hechos sociales (el mercado eco- nómico, las relaciones de dominación, las ideologías ...), recordándonos su génesis y sus posibles transformaciones históricas, esta metáfora resulta, no obstante, embarazosa desde el momento en que se convierte en un tic no inte- rrogado del lenguaje. Cuando una metáfora sugerente se transforma en metástasis inoportuna, el sociólogo debe aplicarse a un trabajo crítico, si no quiere dejarse llevar por los malos hábitos del lenguaje y de las asociaciones automáticas entre ideas muy diferentes. Para mi propósito, voy a poner de relieve cinco lugares comunes que me parecen los más frecuentemente ligados hoy a ese «cons- tructivismo sociológico». Capítulo 2 Los limbos del constructivismo* Bernard Lahire * Publicado originariamente como Lahire, Bernard (2001): «Les limbes du constructivisme» en Contre Temps, nº1 (Le retour de la critique sociale: Marx et les nouvelles sociologíes), pp. 101-112. Textuel, París.

Upload: comuniloco

Post on 04-Sep-2015

2 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

constructismo

TRANSCRIPT

  • 105

    se p

    erm

    ite la

    cop

    ia

    Cmo una metfora sociolgica, la construccin social de la realidadsocial, ha podido convertirse en el refugio para todos los lugares comuneshiperrelativistas, anti-realistas, anti-racionalistas, anti-objetivistas, acrticos,idealistas y, muy a menudo, anti-cientficos? Desde finales de los aos 1960numerosos trabajos sociolgicos francfonos y anglosajones tiran alegremen-te de la metfora de la construccin social de la realidad para abordar elestudio del mundo social. til en la medida en la que participa de la desna-turalizacin y la deseternalizacin de ciertos hechos sociales (el mercado eco-nmico, las relaciones de dominacin, las ideologas ...), recordndonos sugnesis y sus posibles transformaciones histricas, esta metfora resulta, noobstante, embarazosa desde el momento en que se convierte en un tic no inte-rrogado del lenguaje.

    Cuando una metfora sugerente se transforma en metstasis inoportuna,el socilogo debe aplicarse a un trabajo crtico, si no quiere dejarse llevar porlos malos hbitos del lenguaje y de las asociaciones automticas entre ideasmuy diferentes. Para mi propsito, voy a poner de relieve cinco lugarescomunes que me parecen los ms frecuentemente ligados hoy a ese cons-tructivismo sociolgico.

    Captulo 2Los limbos del constructivismo*

    Bernard Lahire

    *Publicado originariamente como Lahire, Bernard (2001): Les limbes du constructivisme enContre Temps, n1 (Le retour de la critique sociale: Marx et les nouvelles sociologes), pp. 101-112.Textuel, Pars.

  • Lugar comn n 1: La construccin social no es ms que una construccinsimblica y/o subjetiva.

    Decir que la realidad social es una construccin social e histrica no deberaconducir a despojarle de un solo gramo de realidad. Resulta, muy a menu-do, veloz el deslizamiento que lleva de la construccin a la fabricacin (enel sentido en el que se habla de una historia fabricada en todas sus piezas,artificialmente, arbitrariamente ... ), y de la fabricacin (a priori tanto mate-rial como simblica) a la fabricacin simblica o subjetiva. En materia derealidad social todo se reducira, en un mismo movimiento, a puras creenciaso a puras representaciones: se nos esboza el retrato de un mundo social sin edi-ficios, sin muebles, sin mquinas, sin herramientas, sin textos, sin instituciones,sin estatutos duraderos, etc., retrato cuya realidad es bastante improbable.

    La desrealizacin del mundo social puede conducir a ciertos socilogos a decidir,consciente y voluntariamente, reducir el programa cientfico de la sociologa al estu-dio de las concepciones (formas de ver, construcciones simblicas, representaciones...) que los actores se hacen del mundo social. Para la etnometodologa, escribe unsocilogo francs, la concepcin que los actores se hacen del mundo social constitu-ye, en ltimo trmino, el objeto esencial de la investigacin sociolgica.1

    Se podra pensar que la cita precedente es una declaracin aislada que, ade-ms, est malinterpretando el proyecto de la etnometodologa. No me pronuncia-r sobre este segundo aspecto ya que es relativamente secundario: en efecto, cuan-do tantos socilogos gustan de cometer tales malinterpretaciones, stas se con-vierten en un hecho objetivo y recurrente, y es esto lo que resulta inquietante.

    Encontraremos en otros autores el mismo tipo de reduccin. Por ejemplo,hablando del arte, otra autora afirma que dos soluciones se le ofrecen al socilo-go. La primera consiste en proyectar sobre su objeto (el arte) los marcos epistemo-lgicos de su disciplina (la sociologa)2, ya que se entiende que, en lo sucesivo,hacer sociologa o construir cientficamente su objeto es proyectar marcos epis-temolgicos sobre los objetos. Todo ocurre como si la sociologa forzase o estro-pease alguna cosa al construir tericamente su objeto; como si pudisemos, a lavez, reivindicarnos socilogos e ignorar los marcos de la disciplina.3

    Lo que el trabajo esconde

    106

    se p

    erm

    ite la

    cop

    ia

    1 Alain Coulon [1987 : 11].2 Natalie Heinich [1998: 7].3 He aqu la reivindicacin de fondo de una parte de los socilogos contemporneos: ttulos de soci-logo y honores acadmicos y sociales sin la disciplina (en los dos sentidos del trmino) que implican.

    UsuarioResaltado

  • Los limbos del constructivismo

    107

    se p

    erm

    ite la

    cop

    ia

    La segunda solucin consiste en tomar [...] por objeto el arte tal y como esvivido por los actores4. En esta segunda solucin, propuesta obviamentepor la autora, se trata de repetir, de comentar los propsitos defendidos por losactores acerca de sus prcticas en su mismo registro de vocabulario, poniendoa funcionar una especie de hermenutica del sentido comn. Se trata as dedarse por objeto el decir, no lo que sea el arte sino, qu representa para losactores5. A la clsica, y un poco paleontolgica, sociologa de lo real (lacual constituye lo esencial de la ocupacin de los socilogos desde los orgenesde su disciplina sueo, as pues, muy reciente: estadsticas, encuestas deopinin, observacin de conductas) se opone una sociologa de las represen-taciones imaginarias y simblicas.6

    Toda interpretacin que osase poner en perspectiva las representacionesde los actores en relacin con otros aspectos de la realidad, no sealados porellos (y no necesariamente inconscientes o no-conscientes), aprehendidos porla objetivacin etnogrfica, estadstica o histrica, sera inmediatamente perci-bido como una violencia ejercida sobre los actores. Pues interpretar es necesa-riamente colocarse contra los actores. La sociloga, sobre todo, lo que noquiere es oprimir al actor bajo su interpretacin sociolgica. Ella considera alos actores, no como las vctimas de creencias errneas, sino como los actoreso manipuladores de sistemas de representacin coherentes7. La consecuenciade una proposicin tal es que se pasa, pura y simplemente, de la bsqueda dela verdad (validez externa) a la de la coherencia interna relativa a los siste-mas de representaciones.8

    ltimo ejemplo de socilogo, y no precisamente de los medianos, que reto-ma la vulgata etnometodolgica sobre los actores. Luc Boltanski escribe que esnecesario que renunciemos a tener la ltima palabra sobre los actores, produ-ciendo e imponindoles un informe ms fuerte del que ellos mismos estn pro-duciendo. Lo que supone renunciar a la forma en la que la sociologa clsicaconceba la asimetra entre el investigador y los actores9 (subrayado mo). Bajola pluma de este socilogo, al igual que bajo la del etnometodlogo que afirmacontra la sociologa clsica, interpreta el primero que el actor no debe ser

    4 Natalie Heinich [1998: 8].5 Natalie Heinich [1998: 24].6 Natalie Heinich [1998: 29].7 Natalie Heinich [1998: 33].8 Natalie Heinich [1998: 34].9 Luc Boltanski [1990: 55]

    UsuarioResaltado

    UsuarioResaltado

    UsuarioResaltado

    UsuarioResaltado

  • tratado como un idiota cultural (cultural dope), el proyecto cientfico de darrazn del mundo es concebido como un proyecto de opresin y de dominacinsimblica: asimetra, imposicin, tener la ltima palabra... Una parte delos socilogos ha decidido actualmente, segn parece, adoptar el lenguaje delos derechos del hombre y del ciudadano ms que el del realismo y el raciona-lismo cientficos. Parecen ms preocupados por el respeto de los actores ordi-narios (presuponiendo que el proyecto cientfico de interpretar las conductasde forma ms sistemtica, ms compleja, ms informada y mejor fundadaempricamente de lo que son capaces de hacerlo los actores ordinarios, es unproyecto que manifiesta un total desprecio hacia los actores...) que por el res-peto a la verdad cientficamente fundada.

    Inscribiendo su apuesta en el movimiento del giro lingstico,10 estemismo autor compara al socilogo con un juez que escenografa el procesorecogiendo y registrando los informes de los actores y, calcando una vez mssu propsito del etnometodlogo que quiere que el trabajo del socilogo con-sista en repertoriar los informes de los actores (account of accounts), asimila elinforme de investigacin del socilogo a un careo con esos registros, uninforme de informes11. Interpretar lo menos posible y sobre todo no pretenderexplicar nada: he aqu los consejos tericos y metodolgicos brindados. Lasnuevas reglas del mtodo sociolgico exigen del socilogo que se mantengasiempre lo ms cerca posible de las formulaciones y las interpretaciones de losactores. Apuntan todas ellas, en ltima instancia, a subordinar el informe delinvestigador a los informes de los actores12.

    El rgimen democrtico (demaggico?) que orienta a nuestros diferentesautores les lleva tranquilamente a renunciar (el trmino es empleado por LucBoltanski en varias ocasiones), conscientemente, al ejercicio de la razn, adeponer las armas de la racionalidad cientfica en aras de la democracia:Renunciando a hacer valer una capacidad de anlisis radicalmente diferentede la del actor, a partir de la cual pudisemos explicarnos sus actuaciones ensu lugar y mejor de lo que l mismo podra hacerlo, hacemos el sacrificio denuestra inteligencia, en el sentido en el que ric Weil utiliza este trmino, paradescribir, a la vez, una actitud frente al mundo y una categora de la filosofa.Renunciamos a presentar nuestra propia versin con intencin de tener la lti-ma palabra y rechazamos, con ello, una actividad de la que el actor no se

    Lo que el trabajo esconde

    108

    se p

    erm

    ite la

    cop

    ia

    10 Boltanski [1990: 56].11 Boltanski [1990: 57].12 Boltanski [1990: 128].

    UsuarioResaltado

    UsuarioResaltado

  • priva13. Pero, no nos engaemos, este gnero de acto seudo-heroico no se acom-paa jams de un abandono de los privilegios que se encuentran asociados a lasctedras universitarias de aquellos que las ocupan. Hacer el sacrificio de suinteligencia, s, de las ventajas sociales y simblicas que se le asocian, no...

    Pero si podemos decir junto a mile Durkheim que no podemos, de nin-guna manera, para saber cual es la causa de un acontecimiento o de una insti-tucin, limitarnos a interrogar a los participantes en ese acontecimiento y pre-guntarles por sus sentimientos14, y tambin junto a Max Weber, muy a menu-do citado por los etnometodlogos o los partidarios de una sociologa com-prensiva15, que los motivos invocados [...] le disimulan demasiado a menudoal agente mismo el conjunto real en el cual culmina su actividad, hasta talpunto que los testimonios, incluso los ms subjetivamente sinceros, no tienenms que un valor relativo16, es porque las representaciones son, en parte, cons-titutivas de las prcticas sociales pero no lo dicen todo de esas prcticas socia-les. El matiz parece sutil; no obstante, resulta fundamental.

    Lugar comn n 2: La sociologa no escoger sus objetos: no debe estudiarms que construcciones de sentido comn (representaciones).

    Al reducir los objetos legtimos de estudio a los objetos sealados por los actoressociales acabamos por someternos al sentido comn, incluso cuando se pretendedar razn histricamente, sociolgicamente, de esas construcciones ideolgicas(versin marxista) o de esas problematizaciones (en el lenguaje foucaultiano).

    Aqu estar bastante de acuerdo con el filsofo francs VincentDescombes que declaraba a lo largo de una entrevista: comprendo la tesisde la construccin social de la realidad como un desarrollo patolgico de

    Los limbos del constructivismo

    109

    se p

    erm

    ite la

    cop

    ia

    13 Boltanski [1990: 63]. No hay ninguna originalidad en este gnero de declaracin democrticaque repite lo mismo que los etnometodlogos haban escrito hace ya varias decenas de aos: Paralos etnometodlogos, la ruptura epistemolgica entre conocimiento prctico y conocimiento eru-dito no existe [Coulon, 1987: 72]. O tambin: Para los etnometodlogos no hay una diferencia denaturaleza entre los mtodos que emplean los miembros de una sociedad para comprenderse ycomprender su mundo social por un lado y, por el otro, los mtodos que emplean los socilogosprofesionales para llegar a un conocimiento, que se pretende cientfico, de ese mismo mundo[Coulon, 1987: 52]. 14 mile Durkheim [1975 : 205].15 Ver, entre otros, Patrick Pharo [1985a: 120-149].16 Max Weber [1971: 9].

    UsuarioResaltado

    UsuarioResaltado

  • la fenomenologa.17 Aadiendo a continuacin el siguiente comentario, queme parece del todo justo: La realidad tal y como es constituida o restituidapor las prcticas representativas y los discursos narrativos de los agentes his-tricos sera la nica realidad, ya que sera la nica realidad que stos conocen.Pero siendo legtimo plantearse el problema fenomenolgico qu es lo quelas personas han podido ver, captar, retener de aquello que les ha sido dado?resulta abusivo reemplazar lo real por lo intencional, la realidad por aquelloque ha sido a cada instante visto, percibido, retenido de la realidad en funcinde la ideologa de las personas o de las condiciones histricas. Para esta con-cepcin, prosigue Vincent Descombes, estudiar las maneras en las cuales laspersonas hablan de un objeto es estudiar todo lo que hay que saber acerca deese objeto [...]. Durante una guerra tenemos el frente y la retaguardia. La reta-guardia no conoce lo que pasa en el frente ms que por medio de peridicossometidos a la censura y de rumores. Resulta pues importante saber que la cen-sura construye aquello que ser para nosotros, los que estamos en la retaguardia,la realidad del frente, pero resultara ridculo concluir de ello que no existe fren-te alguno, que no hay batalla, sino nicamente periodistas y censura. Por lotanto, desde un estricto punto de vista constructivista, la realidad que hoy nos esocultada no existe (al menos hoy). Si llega a existir algn da ser maana, el daen el que se reconstruya la imagen histrica de aquello que pas ayer.18

    Si todos los socilogos se convirtieran a este gnero de constructivismo notendramos ms remedio que dedicarnos, en el peor de los casos, a comentariosde comentarios (a una hermenutica del sentido comn) y, en el mejor de loscasos, a anlisis sociogenticos de las categoras del sentido comn (losSDF,19 los excluidos, los jvenes de alto riesgo, los jvenes del extrarra-dio, la tercera edad, las violencias escolares ...), lo que no es ms que otramanera, en definitiva, de someterse al sentido comn.

    En la versin ms pesimista, es necesario tener en cuenta que ciertos auto-res reivindican, an aqu, la sumisin completa del socilogo al sentido comn.Hacer el trabajo del socilogo no implicara construir sus propios objetos sinodejar a los actores definir objetos que aquel se esforzara, a continuacin, endescribir o explicitar desde el interior, sin contestarlos: Ya no es llamando alinters por los objetos, o por las obras, o por las personas, o por las condicio-nes sociales de produccin, como el socilogo hace una tarea especficamente

    Lo que el trabajo esconde

    110

    se p

    erm

    ite la

    cop

    ia

    17 Vincent Descombes [1996 : 83].18 Descombes [1996: 84].19 Sin domicilio fijo (N.d.T)

    UsuarioResaltado

    UsuarioResaltadoque es muy diferente a la dictadura de la "construccin social de los hechos sociales"

  • sociolgica: es describiendo la forma en la que los actores, segn las situacio-nes, conforman tales o cuales de esos momentos para asegurarse sus relacio-nes con el mundo. Ya no es lo propio del socilogo escoger sus objetos (entodos los sentidos del trmino), sino dejarse guiar por los desplazamientos delos actores en el mundo, tal y como stos lo habitan.20

    En la versin menos pesimista, aquella en la cual el conjunto de los socilo-gos se convertiran al anlisis sociogentico de los problemas sociales, de lascategoras sociales, producidas por los actores polticos e ideolgicos (y, enocasiones, mediticos) de una poca, no nos encontraramos menos encerradosen la lgica del sentido comn. Aqu el constructivismo se revela como nece-sario pero, de ninguna manera, suficiente.

    En efecto, mostrar que una categora social (un problema social, una nocin,etc.) no es natural sino que tiene una historia, que su eventual xito social enla medida en la que alcanza el estado de su oficializacin por el Estado presen-ta unas condiciones histricas de posibilidad, constituye una manera totalmentefecunda de producir efectos de conocimiento en sociologa.21 Esta perspectivamuestra no obstante sus propios lmites en tanto en cuanto se la concibe como laconclusin, es decir, como el punto de llegada de toda reflexin sociolgica.

    Cul es el quid de las prcticas sociales efectivas en estas reflexiones quereducen pura y simplemente sus objetos al anlisis del discurso? Fijando exclu-sivamente su mirada sobre la produccin de la realidad pblica y oficial, elsocilogo, obnubilado por la mirada legitimista, no corre el riesgo de olvidarla existencia de realidades no dichas y no percibidas a travs de los diferentesdiscursos oficiales? Al querer alejarnos demasiado rpido del territorio delestudio de las poblaciones, de las situaciones sociales vividas, de las condicio-nes de existencia para centrarnos exclusivamente en la forma en que una partede esas situaciones, de esas condiciones o de esas experiencias, son percibidas,constituidas como problemticas y elevadas hasta la culminacin de su reco-nocimiento pblico, los socilogos pueden acabar por no ver la exclusin queoperan sobre una inmensa parte de la realidad social, que no es la realidad delas instituciones y de las acciones pblicas. Sin darse cuenta, muchos socilo-gos han politizado as sus objetos de investigacin, no en el sentido de queimpliquen sistemticamente presupuestos polticos en sus anlisis (aunqueesto no sea raro), sino en el sentido de que concentran su atencin exclusiva-mente sobre la escena pblica y poltica.

    Los limbos del constructivismo

    111

    se p

    erm

    ite la

    cop

    ia

    20 Natalie Heinich [1998: 39-40] (subrayado mo).21 Es a este tipo de planteamiento al que me he librado en Bernard Lahire [1999].

    UsuarioResaltado

    UsuarioResaltado

    UsuarioResaltado

  • La reconstruccin y la sociognesis de las formas oficiales de percepcin y derepresentacin del mundo social no deberan conducir al socilogo, ni hacia unlegitimismo consistente en no estudiar ms que aquello que es oficial en elmundo social (inclusive para demostrar su carcter histrico), ni hacia undeconstructivismo que deje al lector delante de la nada despus de la empresade deconstruccin de la realidad social.22

    Lugar comn n 3: La construccin no es ms que una creacin intersubjetiva, contextual y perpetua.

    Pasar de la idea de la construccin social de la realidad (social) a la de lareconstruccin a cada instante, por cada actor, de la realidad, es negar el pesode la historia incorporada y objetivada y desarrollar una visin romntica de laaccin como invencin, aventura, proceso creativo ininterrumpido de cons-truccin (energeia).23 La realidad social no sera ms que una formacin frgil,efmera, producto de sentidos intersubjetivos contextuales; el mundo socialsera un escenario en el que todo se encontrara a cada instante, donde todo sereinventara en cada interaccin entre dos actores y en contextos singulares.

    Me parece que podramos aqu evitar caer en la ingenuidad de hacer comosi a cada instante confluyeran cosas inditas, olvidando el peso de los hbitosy los dispositivos objetivados. Como nos recuerdan numerosos socilogos, deMarx a Lvi-Strauss, pasando por Durkheim, el hecho es que no nos inventa-mos con cada generacin y an menos con cada intervencin el lenguaje,el derecho, etc., es decir, el conjunto de las instituciones econmicas, polticas,religiosas y sociales que hemos heredado, sin darnos cuenta de ello y con lascuales, lo queramos o no, nos debemos componer. Como escribi, por ejemplo,Marx en una frase que se ha convertido en clebre: Los hombres hacen supropia historia, pero no la hacen arbitrariamente, en las condiciones escogidaspor ellos, sino en condiciones directamente dadas o heredadas del pasado. Latradicin de todas las generaciones muertas reposa como un pesado fardo sobrelos cerebros de los vivos [Marx, 1852]. E, inclusive: Esta fijacin de la activi-dad social, esta petrificacin de nuestro propio producto en una potencia obje-tiva que nos domina, escapando a nuestro control, contrarrestando nuestros

    Lo que el trabajo esconde

    112

    se p

    erm

    ite la

    cop

    ia

    22 A propsito del fracaso escolar, ver el pargrafo dedicado a la mergence du problmesocial, en Bernard Lahire [1993: 44-48]. 23 Mikhail Bakhtine [1997: 75].

    UsuarioResaltado

  • intentos, reduciendo a la nada nuestros clculos, es uno de los momentos capi-tales del desarrollo histrico hasta nuestros das [Marx y Engels, 1845-1846].24

    Entre las mltiples formulaciones de esta concepcin romntica de la recre-acin continua del mundo social, citar a un socilogo francs: En particular,si renunciamos a sustancializar la realidad social bajo rasgos objetivos que sonsupuestos como asegurndole el sentido de un ser permanente, para pasar aesforzarnos en considerarla desde el ngulo de una construccin continua porparte de sus miembros, construccin que no tiene otro sentido que aquel,endgeno, que le es atribuido por las actividades mismas, conviene tomar enconsideracin, sin el menor angelismo, las mltiples formaciones de sentidoque aseguran, en cada caso particular, la cohesin de esta realidad.25

    Todo ocurre como si la cohesin de la realidad no fuese ms que un asun-to de mltiples formaciones de sentido. Pero la construccin social de la rea-lidad se deja ver tanto ms en dispositivos objetivados y duraderos, en ocasio-nes incluso pluriseculares (pensemos en la historia de la moneda), que enmaneras de ver las cosas, en acuerdos y negociaciones de sentido efmeras,locales, microcontextuales, etc. E, incluso, las maneras de ver las cosas (lasvisiones del mundo o las representaciones), son hbitos mentales y discur-sivos difciles de poner en cuestin. La prueba est en lo duradero de la vidade esas mismas concepciones romnticas del mundo que resultan, ellas tam-bin, pluriseculares.

    Lugar comn n 4: Aquello que ha sido construido por la historia dedeterminada forma puede fcilmente ser deshecho o hacerse de otra manera.

    Otro lugar comn del que me gustara irnicamente poder situar su fuenteen los tajos de las obras pblicas y las construcciones propias de la albaile-ra quiere que aquello que ha sido construido pueda deshacerse o hacersefcilmente de una forma completamente diferente. Maravillados por la metfo-ra de la construccin y descubriendo as que la moneda, el sistema capitalista,la institucin del matrimonio o la sexualidad no son ms que construcciones

    Los limbos del constructivismo

    113

    se p

    erm

    ite la

    cop

    ia

    24 Marx y Engels hablan tambin de esta suma de fuerzas de produccin, de capitales, de formasde relaciones sociales que cada individuo y cada generacin encuentran como datos existentes[Marx y Engels, 1845-1846].25 Patrick Pharo [1985b: 63].

    UsuarioResaltado

  • sociales, los intelectuales subjetivistas pueden porque no se han planteado lacuestin de la construccin ms que como un problema de sentido (para MaxWeber, el intelectual es aquel que concibe el mundo como un problema desentido26) hacer gala de un espontaneismo y un voluntarismo polticostpicamente sartrianos (o intelectualistas, como se prefiera).

    Pero, en vez de tropezarnos con la metfora (y caer en el ridculo), es nece-sario recordar que no hay ninguna paradoja en el hecho de sealar, simultne-amente, que la metfora de la construccin social de la realidad es una buenametfora para desnaturalizar el mundo histrico y social (lo que existe ha sidohecho y puede por lo tanto ser deshecho; no remite ni a la naturaleza ni a unafatalidad existencial inmutable) y que es necesario pensar que, por razonesobjetivas (en el sentido del estado de las cosas existente), el mundo social e his-trico se presenta, particularmente a escala biogrfica, como un mundo casi-natural, muy difcil de transformar. Podramos decir irnicamente que los acto-res ordinarios hacen gala de un mayor realismo histrico y poltico al declararque de todas maneras siempre ha habido ricos y pobres y esto no va a cam-biar de la noche a la maana que ciertos intelectuales, pequeos o grandes,que se deslizan de la ligereza de un registro metafrico a la ligereza de la rea-lidad misma. El peso de la historia objetivada es tal que se asemeja mucho, enciertos casos, al peso de las determinaciones fsicas naturales. La idea de laconstruccin social de la realidad es liberadora desde el punto de vista de laimaginacin pero no forzosamente realista en los hechos, en la medida en laconduce a la idea segn la cual la reconstruccin sera coser y cantar. Si elmundo social se construye, sin embargo, no se construye a la velocidad en laque se edifican inmuebles en una ciudad como Berln! Y si se trata de su recons-truccin bajo nuevas formas, an ms difcilmente.

    Tanto ms aquello que se quiere transformar es el producto de una historiacon una mayor duracin y que se ha instalado durante ms tiempo en elmundo social, tanto ms tiempo, en principio, es necesario para ponerlo encuestin: as, es necesario ms tiempo para esperar transformar el modo deproduccin capitalista que para modificar las leyes sobre inmigracin o los ele-mentos de una poltica escolar.

    Armados a menudo con la nocin de juego de lenguaje del filsofo LudwigWittgenstein, y pensando que esos juegos son reformables a voluntad y no se apo-yan ms que en unas pocas cosas, los socilogos seducidos por las concepcionesexclusivamente simblicas del mundo social olvidan que Wittgenstein insista,

    Lo que el trabajo esconde

    114

    se p

    erm

    ite la

    cop

    ia

    26 Max Weber [1971: 524].

  • al contrario, sobre la idea de que una masa enorme de hechos deberan serdiferentes para que nos veamos (naturalmente) conducidos a adoptar un juegode lenguaje diferente.27

    Porque aquello que ha sido construido histricamente resulta lento de trans-formar, los actores sociales que pretenden obrar en el sentido de una transforma-cin del estado de las cosas existente deben hacer prueba de una creencia casimstica en un devenir y en un progreso futuro que pueden no llegar a ver nunca.Se le ha reprochado muy a menudo a Marx su mesianismo, pero podemos pen-sar que si, al respecto, cientficamente, se equivocaba, estaba siendo muy realis-ta desde el punto de vista de las condiciones de xito de una accin colectivarevolucionaria. Para transformar las construcciones de este mundo es necesa-rio aprender a inscribir el tiempo corto de la biografa individual en los tiemposlargos de los sistemas sociales. Lo que hacemos hoy para orientar la accin en undeterminado sentido podr servir a los que vendrn despus para apoyar susacciones, facilitar sus luchas, etc. Se ve que es necesaria una buena dosis demesianismo y de fe ingenua en el buen sentido del trmino en el progresode la humanidad para lanzarse a una accin de la que tenemos escasas probabi-lidades de ver acontecer inmediatamente sus efectos positivos.

    Lugar comn n 5: La ciencia es una construccin discursiva de la realidadcomo cualquier otra.

    Despus de haber reducido los objetos de la sociologa a las representacionesque se hacen los actores ordinarios de la realidad social, despus de haberhecho de la sumisin al sentido comn la actitud (acrtica) normal y deseabledel nuevo socilogo, despus de haber tomado partido por la defensa del actorordinario pretendidamente despreciado y dominado por la sociologa clsica,los nuevos socilogos se esfuerzan entonces por acabar con la ciencia misma,poniendo en duda su pretensin de verdad. Partiendo de la idea segn la cualla ciencia es una actividad social de construccin de la realidad, creen poderdeducir lgicamente que la ciencia (que no resultara finalmente tan diferentede la literatura) construye una versin de la realidad como cualquier otra, anu-lando, mediante la magia de la similitud de la expresin construccin socialde la realidad, todas las diferencias objetivables entre la ciencia, la opinin, lacreencia religiosa, la ideologa, etc.

    Los limbos del constructivismo

    115

    se p

    erm

    ite la

    cop

    ia

    27 Jacques Bouveresse [1998 : 174].

    UsuarioResaltado

  • El nominalismo, necesario a toda empresa de construccin cientfica digna deese nombre (no tomar la realidad de sus construcciones por la realidadmisma de las cosas), no debe conducir a un escepticismo general acerca delvalor equivalente de todas las construcciones discursivas del mundo. Lasconstrucciones cientficas reposan sobre un plus de reflexividad, de explicita-cin y de pruebas argumentativas y empricas frente a cualquier otra cons-truccin, menos exigente desde el punto de vista del esfuerzo y la demostra-cin. El grado de severidad emprica, para hablar como Jean-ClaudePasseron,28 que se imponen las ciencias sociales a la hora de la investigacin(bajo todas las formas que puede revestir la investigacin actualmente, desdelas observaciones etnogrficas a las grandes encuestas por cuestionarios,pasando por el anlisis de documentos o la investigacin mediante entrevis-tas), reflexionando sobre las condiciones de la investigacin y las condicionessociales de la produccin de los datos, etc., se encuentra fuera de toda comnmedida comn con las afirmaciones convencidas y perentorias del periodis-ta-ensayista, del creyente o del militante.

    Si no se puede decir que ningn discurso sea ms verdadero que otro (la cien-cia que el mito, la opinin o la religin) no se entiende por qu numerosos inves-tigadores, tanto en las ciencias sociales como en las ciencias duras, invierten untiempo tan importante en elaborar las experiencias, en desarrollar investigacionesempricas largas y fastidiosas, en definitiva, en restregarse contra el suelo spe-ro de la realidad, si no esperasen poder anunciar ciertas verdades cientficas fun-dadas sobre el estudio de la realidad material o social. Pero podemos preguntar-nos si aquellos que reducen todo discurso cientfico a nada ms que efectos desentido y de partida (jugadas) no estn, en definitiva, describiendo su propiaprctica, verbalista y literaria, de la ciencia.

    Todo ocurre entonces como si despus de haber dicho que la ciencia resulta,ella misma tambin, una construccin social, que tiene una historia, etc., el investi-gador se sintiera en el derecho de deducir que ella no puede pretender la verdad.La idea misma de verdad sera incompatible con la de historia o la de las condicio-nes sociales de produccin de la verdad. Como si alguna verdad cientfica hubie-se sido producida en otras condiciones diferentes a las histricas y las sociales.

    El autntico conocimiento sociolgico, escribe un socilogo francs, nos eslibrado en la experiencia inmediata, en las interacciones cotidianas.29 Si se pien-sa verdaderamente que el autntico conocimiento sociolgico se encuentra

    Lo que el trabajo esconde

    116

    se p

    erm

    ite la

    cop

    ia

    28 Jean-Claude Passeron [1991].29 Alain Coulon [1987: 11].

    UsuarioResaltado

    UsuarioResaltado

    UsuarioResaltado

  • en la experiencia inmediata, es decir, en las interacciones cotidianas, noresultara necesario considerar con valenta el ir hasta el final con esta lgica ydejar el oficio de socilogo? Ya que qu puede hacer en estas condiciones elsocilogo sino estropear la autenticidad del mundo reinterpretando los porten-tosos sentidos autnomos que le constituyen? Los buenos magnetfonos ser-an ms respetuosos del sentido de los actores y del verdadero conocimientosociolgico que el ms dcil ensayo de los socilogos.

    Si el actor ordinario es mucho mejor socilogo que el socilogo, qu legi-timidad tiene la sociologa para atribuirle un certificado de socilogo? Si el dis-curso de los actores dice ms y lo dice mejor de lo que sabra decirlo un soci-logo, por qu este ltimo correra el riesgo de destruir esa verdad en estadobruto escribiendo sobre el asunto? Si el actor ordinario se revela como mscientfico que los cientficos, por qu el cientfico contina viviendo como unfuncionario del Estado?

    Conclusin: Es razonable la critica de los lugares comunes?

    La metfora de la construccin social de la realidad no es, evidentemente, laresponsable de las diferentes derivas que he mencionado rpidamente en estetexto. Ha sido, por el contrario, tomada al asalto por usuarios que la han con-vertido, en ocasiones, en su lugar comn de reunin.

    La sociologa francesa a menudo citada como ejemplo de extraordinarioespacio de debate e inventiva, sobre todo por los franceses ha dejado insta-larse sin gran resistencia este clima irracionalista a lo largo de los ltimos aos.No s si Max Weber tena razn al decir que la sociologa es una ciencia desti-nada a permanecer eternamente joven, pero el retorno a primer plano, cienaos despus de su creacin, de errores de juventud y de reconfortantes inge-nuidades, tiende en todo caso a darle la razn. No se trata de que el conjuntode los socilogos, ni siquiera la mayora de ellos, se hayan convertido a estosltimos credos, al disfrute de estas viejas novedades que se nos presentancomo el ltimo grito del pensamiento original, pero tampoco, en cualquiercaso, se han criticado lo suficiente estas nuevas empresas de conquista delreconocimiento sociolgico.

    Los limbos del constructivismo

    117

    se p

    erm

    ite la

    cop

    ia

    UsuarioResaltado

  • Bibliografa:

    BAKHTINE, MIKHAIL (1997), Marxisme et philosophie du langage, Pars, Minuit.

    BOLTANSKI, LUC (1990), LAmour et la justice comme comptences: trois essais desociologie de laction, Pars, Mtailli.

    BOUVERESSE, JACQUES (1998), Le Philosophe et le rel, Pars, Hachette Litratures.

    COULON, ALAIN (1987), LEthnomtodologie, Pars, PUF, coll. Que sais-je?. [ed.cast.: La etnometodologa. Madrid, Ctedra, 1988].

    DESCOMBES, VINCENT (1996), Lesprit comme sprit des lois. Entretien avecVincent Descombes, Le Dbat, n 90, mai-aot.

    DURKHEIM, MILE (1975), Textes 1: lments dune thorie sociale, Pars, Minuit.

    HEINICH, NATALIE (1998), Ce que lart fait la sociologie, Pars, Minuit.

    LAHIRE, BERNARD (1993), Culture crite et ingalits scolaires: sociologie delchec scolaire lcole primaire, Lyon, Presses Universitaires de Lyon,1993.

    _____________ (1999), Linvention de lilletrisme: rhtorique publique, thique etstigmates, Pars, La Dcouverte.

    MARX, KARL (1852), El 18 Brumario de Louis Bonaparte. [Varias ediciones].

    MARX, KARL Y ENGELS, FRIEDRICH (1845-1846), La ideologa Alemana. [Varias edi-ciones].

    PASSERON, JEAN-CLAUDE (1991), Le Raisonnement sociologique: lespace non-popp-rien du raisonement naturel, Pars, Nathan.

    PHARO, PATRICK (1985a), Problmes empiriques de la sociologie comprnsive,Revue franaise de sociologie, janvier-mars, XXVI-1, p. 120-149.

    ___________ (1985b) Le Civisme ordinaire, Pars, Librairie des Mridiens

    WEBER, MAX (1971), conomie et Socit, trad. fr., Pars, Plon. [ed. cast.: Economay Sociedad), Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1944].

    Lo que el trabajo esconde

    118

    se p

    erm

    ite la

    cop

    ia