libro apostolado

8
Tema 2 Las Etapas de Nuestra Vida Objetivo: Conocer las diferentes etapas existenciales por las que pasa el ser humano. Apostolado de la Cruz 1 Lectura para reflexionar “Pasé casi toda la tarde con unos de mis mejo- res amigos, Pronto nuestra charla se hizo más íntima. Hablamos sobre la soledad existencial que en este momento de nuestras vidas ambos estamos experimentando. Esta soledad no está originada por falta de amigos, proble- mas con la esposa o los hijos, o ausencia de reconocimiento profesional. Ninguno de noso- tros tiene alguna queja importante en estas áreas. Sin embargo, la pregunta “¿Qué estoy haciendo y por qué razón?” acecha bajo todos nuestros buenos sentimientos acerca de nues- tros amigos, familias y trabajo. “Qué estoy haciendo aquí? ¿Es éste, realmente, nuestro mundo, nuestra gente, nuestra existencia?” Esta pregunta viene de un lugar más profundo que las emociones, los sentimientos o las pasiones. Es la pregunta acerca del significado de la existencia, hecha no sólo por la mente, sino también por el corazón en búsqueda, una pregunta que nos hace sentir extraños en nuestro ambiente. La gente adopta una cualidad de robot; Hacen muchas cosas, pero no parecen tener vida interior. Esta experiencia de “desconcientiza- ción” es extremadamente dolorosa, aunque puede ser el camino hacia una conexión más profunda. Hacerse las siguientes preguntas y contestar tratando de que la respuesta brote del corazón y no de la mente. •¿Quién soy yo? •¿Para qué vivo? ¿Para qué estoy en este mundo? •¿Cómo es mi vida? ¿Fría, distante y rutinaria, o llena de asombro, sorpresa y admiración? Compartir las respuestas con el grupo. Mi amigo y yo hablamos acerca de esta conexión, sin un sentimiento profundamente arraigado de pertenencia, toda vida puede, fácilmente, convertirse en fría, distante y dolorosamente repetitiva. Esta conexión más profunda es la conexión con Aquél cuyo nombre es Amor, que lleva al nuevo descubri- miento que nacemos desde el amor y siempre somos llamados de vuelta a ese amor. Lleva a una nueva conciencia de que Dios es el Dios de la vida, que continúa ofreciéndonos vida dondequiera que la muerte amenace. Y, final- mente, lleva a la oración. Y desde nuestro ser humano, ser niño, ser hermano o hermana, padre o madre, abuelo o abuela, viene una nueva experiencia de ser sostenidos dentro de la mano de un Dios amoroso”. Diálogo Grupal

Upload: juan-carlos-saucedo

Post on 13-Mar-2016

244 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Libro Apostolado

TRANSCRIPT

Page 1: Libro Apostolado

Tema 2Las Etapas de Nuestra Vida

Objetivo: Conocer las diferentes etapas existenciales por las que pasa el ser humano.

Apostolado de la Cruz 1

Lectura para reflexionar

“Pasé casi toda la tarde con unos de mis mejo-res amigos, Pronto nuestra charla se hizo más íntima. Hablamos sobre la soledad existencial que en este momento de nuestras vidas ambos estamos experimentando. Esta soledad no está originada por falta de amigos, proble-mas con la esposa o los hijos, o ausencia de reconocimiento profesional. Ninguno de noso-tros tiene alguna queja importante en estas áreas. Sin embargo, la pregunta “¿Qué estoy haciendo y por qué razón?” acecha bajo todos nuestros buenos sentimientos acerca de nues-tros amigos, familias y trabajo. “Qué estoy haciendo aquí? ¿Es éste, realmente, nuestro mundo, nuestra gente, nuestra existencia?” Esta pregunta viene de un lugar más profundo que las emociones, los sentimientos o las pasiones. Es la pregunta acerca del significado de la existencia, hecha no sólo por la mente, sino también por el corazón en búsqueda, una pregunta que nos hace sentir extraños en nuestro ambiente. La gente adopta una cualidad de robot; Hacen muchas cosas, pero no parecen tener vida interior. Esta experiencia de “desconcientiza-ción” es extremadamente dolorosa, aunque puede ser el camino hacia una conexión más profunda.

Hacerse las siguientes preguntas y contestar tratando de que la respuesta brote del corazón y no de la mente. •¿Quién soy yo?•¿Para qué vivo? ¿Para qué estoy en este mundo?•¿Cómo es mi vida? ¿Fría, distante y rutinaria, o llena de asombro, sorpresa y admiración?

Compartir las respuestas con el grupo.

Mi amigo y yo hablamos acerca de esta conexión, sin un sentimiento profundamente arraigado de pertenencia, toda vida puede, fácilmente, convertirse en fría, distante y dolorosamente repetitiva. Esta conexión más profunda es la conexión con Aquél cuyo nombre es Amor, que lleva al nuevo descubri-miento que nacemos desde el amor y siempre somos llamados de vuelta a ese amor. Lleva a una nueva conciencia de que Dios es el Dios de la vida, que continúa ofreciéndonos vida dondequiera que la muerte amenace. Y, final-mente, lleva a la oración. Y desde nuestro ser humano, ser niño, ser hermano o hermana, padre o madre, abuelo o abuela, viene una nueva experiencia de ser sostenidos dentro de la mano de un Dios amoroso”.

Diálogo Grupal

Page 2: Libro Apostolado

2 Temas de Formación

Es normal y comprensible que la primera experiencia de silencio interior no haya sido exitosa. La razón es que generalmente vivi-mos inmersos en el ruido, tanto exterior como interior, y se necesita práctica para lograr el silencio interior. Iniciemos la práctica del silen-cio con un ejercicio de respiración y de interio-rización. I.- Introducción En este primer bloque de reflexiones comen-zaremos a analizar la condición humana y las ventajas y bon-dades que la interiorización aporta para equilibrar nuestra existencia. Hay momentos en la vida en los que brota en nosotros un sentimiento de “insatisfacción” o de “vacío interior”. Conscien-temente podemos decir que tenemos todo: una vida plena, realizada, satisfacciones fami-liares, logros intelectuales, relaciones profundas de amor y de amistad, etc. Sin embargo, en el fondo de nuestro corazón es probable que exista un hueco que no hemos podido aún llenar.

Esos momentos de la vida son oportunidades que Dios nos da para crecer y hay que aprove-charlo. La insatisfacción existencial es una invitación a dar un salto de cualidad en nues-tra vida; es síntoma de la necesidad de equili-brar nuestro QUEHACER creciendo en nuestro SER.

Tal vez pensemos que ya somos personas ma-duras, con carácter definido, por lo que vemos difícil un cambio en nuestra persona, sin em-bargo la oportunidad de cambio estará pre-sente todos los días de nuestra vida.

II.– Personas en proceso

El ser humano es una persona en proceso, nunca está terminado, se va haciendo y logrando durante toda su vida. Podemos decir que la vida es un continuo suceso de transfor-maciones. Como la crisálida que se transforma en mariposa, morimos a una etapa y nacemos a otra nueva, la cual siempre puede ser más plena que la anterior.

¿Cuántas etapas hay en la vida? Muchas. El proceso humano es pasar de una etapa a la otra, una y otra vez, hasta llegar a la completa integración del ser. Este trans-currir no siempre es notorio, los años van pasando lenta-mente sin nosotros tomar con-ciencia del cambio o cambios que están operándose en noso-tros.

La mayoría de las veces, las etapas o situaciones de cambio no alcanzan a ser registradas por nuestra mente. Y es así que el niño va creciendo y no se da cuenta, ni él ni los demás, que está creciendo, hasta que llega

el día en que el cambio aparece ante nuestros ojos, y nos preguntamos: ¿A qué edad dejó de ser bebé? ¿Cuándo comenzó a ser adolescen-te? ¿A qué edad se hicieron ancianos nuestros padres? Cuando la persona toma conciencia del cambio, aparece una sensación de desasosie-go y entra a lo que se llama “crisis existencial”. Estas crisis pueden darse en la adolescencia, juventud, edad adulta, a la mitad de la vida, o bien, en la vejez lo que es llama la última crisis.

¿Por qué aparecen las crisis? Porque se termi-na lo conocido, desaparece lo que ya hemos

adquirido y logrado y aparece ante nosotros otra etapa con perspectivas y posibilidades diferen-tes, etapa que aún no alcanzamos a conocer y a vislumbrar. Lo desconocido siempre da temor al hombre y por ello surge la crisis. III. – Las etapas de la vida

Uno de los psicólogos que más estudió las etapas existenciales del ser humano fue el Dr. Erik Erickson, quien nos muestra su teoría de la persona en un proceso de desarrollo continuado, no como un ser estático, predeterminado o acabado.

Erickson compara las etapas de la vida con las leyes biológicas del desarrollo y subraya el poder que tiene el hombre para crear y adaptarse a una nueva etapa, así como la capacidad que tiene para crear su propio camino de vida. Para Erickson, el desarrollo de la persona depende mucho de su relación social, de su calidad de interacción con los demás; ya que las relaciones humanas, especialmente las de los primeros años de vida con las figuras de autoridad, activan el desarrollo personal. En la teoría de Erickson, la persona, en cada etapa, se encuentra con nuevos horizontes de mejoría y de creatividad, teniendo así la oportu-nidad de crecer en cada etapa vivida. En la teoría de Erickson, el objetivo del proceso humano es que la persona vaya reafirmando su identidad hasta llegar a la integridad o unifica-ción del ser.

Nuestro Señor le decía constantemente a Con-chita Armida: “Unifícate, Concha, unifícate”. Ella fue viviendo cada etapa de su vida a fondo, con subidas y bajadas, como lo hacemos todos nosotros, la diferencia es que ella, al “dejarse hacer” por la gracia de Dios fue integrando su per-sona con un factor unificador: su amor a Cristo Crucificado. Es apasionante el contemplar el pro-ceso humano de Conchita, los cambios que se dan en cada etapa de su vida, apoyada con la gracia de Dios operaba en ella. Erickson dice que cada etapa de la vida con las crisis que se presentan son cambios que nos llevan a mejorar o empeorar según elija la persona en libertad. Es opción personal el crecer o el estancarnos en una etapa. Sin embargo, es bueno aclarar que una crisis o etapa que no es soldada, es decir, asimilada, se acumula para la siguiente etapa. Sucede entonces que la perso-na va cargando por la vida el precio de no haber brincado tal o cual etapa.

Veamos el esquema de Erickson con sus características de cada etapa:

Page 3: Libro Apostolado

3Apostolado de la Cruz

Es normal y comprensible que la primera experiencia de silencio interior no haya sido exitosa. La razón es que generalmente vivi-mos inmersos en el ruido, tanto exterior como interior, y se necesita práctica para lograr el silencio interior. Iniciemos la práctica del silen-cio con un ejercicio de respiración y de interio-rización. I.- Introducción En este primer bloque de reflexiones comen-zaremos a analizar la condición humana y las ventajas y bon-dades que la interiorización aporta para equilibrar nuestra existencia. Hay momentos en la vida en los que brota en nosotros un sentimiento de “insatisfacción” o de “vacío interior”. Conscien-temente podemos decir que tenemos todo: una vida plena, realizada, satisfacciones fami-liares, logros intelectuales, relaciones profundas de amor y de amistad, etc. Sin embargo, en el fondo de nuestro corazón es probable que exista un hueco que no hemos podido aún llenar.

Esos momentos de la vida son oportunidades que Dios nos da para crecer y hay que aprove-charlo. La insatisfacción existencial es una invitación a dar un salto de cualidad en nues-tra vida; es síntoma de la necesidad de equili-brar nuestro QUEHACER creciendo en nuestro SER.

Tal vez pensemos que ya somos personas ma-duras, con carácter definido, por lo que vemos difícil un cambio en nuestra persona, sin em-bargo la oportunidad de cambio estará pre-sente todos los días de nuestra vida.

II.– Personas en proceso

El ser humano es una persona en proceso, nunca está terminado, se va haciendo y logrando durante toda su vida. Podemos decir que la vida es un continuo suceso de transfor-maciones. Como la crisálida que se transforma en mariposa, morimos a una etapa y nacemos a otra nueva, la cual siempre puede ser más plena que la anterior.

¿Cuántas etapas hay en la vida? Muchas. El proceso humano es pasar de una etapa a la otra, una y otra vez, hasta llegar a la completa integración del ser. Este trans-currir no siempre es notorio, los años van pasando lenta-mente sin nosotros tomar con-ciencia del cambio o cambios que están operándose en noso-tros.

La mayoría de las veces, las etapas o situaciones de cambio no alcanzan a ser registradas por nuestra mente. Y es así que el niño va creciendo y no se da cuenta, ni él ni los demás, que está creciendo, hasta que llega

el día en que el cambio aparece ante nuestros ojos, y nos preguntamos: ¿A qué edad dejó de ser bebé? ¿Cuándo comenzó a ser adolescen-te? ¿A qué edad se hicieron ancianos nuestros padres? Cuando la persona toma conciencia del cambio, aparece una sensación de desasosie-go y entra a lo que se llama “crisis existencial”. Estas crisis pueden darse en la adolescencia, juventud, edad adulta, a la mitad de la vida, o bien, en la vejez lo que es llama la última crisis.

¿Por qué aparecen las crisis? Porque se termi-na lo conocido, desaparece lo que ya hemos

adquirido y logrado y aparece ante nosotros otra etapa con perspectivas y posibilidades diferen-tes, etapa que aún no alcanzamos a conocer y a vislumbrar. Lo desconocido siempre da temor al hombre y por ello surge la crisis. III. – Las etapas de la vida

Uno de los psicólogos que más estudió las etapas existenciales del ser humano fue el Dr. Erik Erickson, quien nos muestra su teoría de la persona en un proceso de desarrollo continuado, no como un ser estático, predeterminado o acabado.

Erickson compara las etapas de la vida con las leyes biológicas del desarrollo y subraya el poder que tiene el hombre para crear y adaptarse a una nueva etapa, así como la capacidad que tiene para crear su propio camino de vida. Para Erickson, el desarrollo de la persona depende mucho de su relación social, de su calidad de interacción con los demás; ya que las relaciones humanas, especialmente las de los primeros años de vida con las figuras de autoridad, activan el desarrollo personal. En la teoría de Erickson, la persona, en cada etapa, se encuentra con nuevos horizontes de mejoría y de creatividad, teniendo así la oportu-nidad de crecer en cada etapa vivida. En la teoría de Erickson, el objetivo del proceso humano es que la persona vaya reafirmando su identidad hasta llegar a la integridad o unifica-ción del ser.

Nuestro Señor le decía constantemente a Con-chita Armida: “Unifícate, Concha, unifícate”. Ella fue viviendo cada etapa de su vida a fondo, con subidas y bajadas, como lo hacemos todos nosotros, la diferencia es que ella, al “dejarse hacer” por la gracia de Dios fue integrando su per-sona con un factor unificador: su amor a Cristo Crucificado. Es apasionante el contemplar el pro-ceso humano de Conchita, los cambios que se dan en cada etapa de su vida, apoyada con la gracia de Dios operaba en ella. Erickson dice que cada etapa de la vida con las crisis que se presentan son cambios que nos llevan a mejorar o empeorar según elija la persona en libertad. Es opción personal el crecer o el estancarnos en una etapa. Sin embargo, es bueno aclarar que una crisis o etapa que no es soldada, es decir, asimilada, se acumula para la siguiente etapa. Sucede entonces que la perso-na va cargando por la vida el precio de no haber brincado tal o cual etapa.

Veamos el esquema de Erickson con sus características de cada etapa:

“la persona depende mucho de su relación social, de su calidad de interacción con los demás”

Page 4: Libro Apostolado

4 Temas de Formación

Etapa Crisis Psico-Sociales Virtud Relaciones

Significativas

Infancia hasta los 2 años

Confianza básicaVS

Desconfianza básicaEsperanza Figura Materna

Niñez 2-3 años

AutonomíaVS

Duda y VeguenzaVoluntad Figura Materna

Infancia hasta los 2 años

Confianza básicaVS

Desconfianza básicaEsperanza Figura Materna

Infancia hasta los 2 años

Confianza básicaVS

Desconfianza básicaEsperanza Figura Materna

Infancia hasta los 2 años

Confianza básicaVS

Desconfianza básicaEsperanza Figura Materna

Infancia hasta los 2 años

Confianza básicaVS

Desconfianza básicaEsperanza Figura Materna

Infancia hasta los 2 años

Confianza básicaVS

Desconfianza básicaEsperanza Figura Materna

Infancia hasta los 2 años

Confianza básicaVS

Desconfianza básicaEsperanza Figura Materna

Como vemos en el recuadro, cada fase comprende ciertas tareas por adquirir y algunas funcio-nes a desarrollar. Aunque Erickson les llama crisis por seguir la tradición freudiana, el término es más amplio y menos específico, pues Erickson dice que si pasamos bien una etapa, llevamos con nosotros ciertas virtudes o fuerzas que nos ayudarán en las siguientes etapas de la vida.Veamos las capacidades que se adquieren en cada etapa: CONFIANZA (1-2): en uno mismo y en los demás.

En los primeros años de vida, el bebé depende totalmente de otras personas. Un ambiente pro-picio que permita que el bebé se sienta querido y bien atendido en sus necesidades básicas: alimento, aseo, atención personal, contacto físico, y reciba amor de los demás, genera en el niño sentimientos de confianza básica. Si el niño confía en los demás, aprenderá a confiar en sí mismo.

Por el contrario, si el ambiente en que nace el bebé es hostil o conflictivo o si el niño es conti-nuamente regañado, o se siente abandonado y no aten-dido en sus necesidades, generará un miedo interno en el niño y aprenderá a descon-fiar de sí mismo y de los demás.

Muchas de las depresiones de la edad adulta tienen su origen en el pesimismo que surge ante la falta de confian-za en uno mismo y en los demás.

AUTONOMÍA (2-3): surge en el niño la capacidad de tomar decisiones y la indepen-dencia de criterio.

Desde que se aprende a cami-nar y a explorar la vida con confianza, se empieza a querer tener independencia de criterio. Es la edad en que el niño comienza a explorar a través del movimiento y des-cubre la libertad que tiene para irse o quedarse. Los niños ya comienzan a decidir lo que quieren y con ello adquieren autonomía.

Desde los tres años hay que dar al niño alternativas ade-cuadas a su edad y permitir-le que elija sus opciones, con el fin de que adquiera con-fianza en sí mismo. Si no se le permite elegir, el niño irá desarrollando dependencias enfermizas e inseguridades, por lo que de adulto será una persona indecisa y timorata que temerá el tomar cual-quier decisión, por lo que siempre buscará a alguien más para que tome las deci-siones en su lugar.

En esta edad el niño ya es capaz de diferenciar a la madre y el padre. Si el niño es demasiado controlado por sus padres, sino se les per-mite tomar sus propias elec-ciones, y explorar distintos ámbitos, el niño se inhibe, duda de sí mismo y se vuelve lento para el aprendi-zaje. Su autoconciencia estará dominada por la ver-güenza y en consecuencia, surgirá la necesidad compul-siva de ser aprobado. La duda interior de su valía estará siempre presente. Es el caso de las personas per-feccionistas. INICIATIVA (3-5): etapa de energía vital y de motiva-ción interna.

Cuando se permite al niño desarrollar sus propios talentos, no precisamente los que desean los padres, surgen la imaginación, la iniciativa y la creatividad, generándose como fruto la capacidad de “propósito”, y desarrollándose así la capa-cidad de voluntad.

Cuando no se permiten desa-rrollar los talentos se provoca culpabilidad, falta de autoesti-ma, retraimiento y sentimien-to de ser “malo”. Entonces, surge la apatía, se pierde el interés y se desarrolla una actitud de “flojera” o aburri-miento; evitará el trato con otros niños. Como consecuen-cia, de adulto repetirá los mismos patrones. La ausencia de voluntad hace que las per-sonas de vuelvan dependien-tes.

LABORIOSIDAD(6-12): Etapa en la que surgen la res-ponsabilidad, el esfuerzo, y la capacidad de trabajo.

Si la etapa anterior se ha vivido y soldado satisfactoria-mente, el trabajo en la escue-la y el éxito en sus estudios, en las actividades y en las relaciones personales, darán al niño un marco positivo para experimentar los frutos del esfuerzo propio. Surge enton-ces en el niño un gusto por hacer las cosas y aprenderá a ser competitivo, previsor, em-prendedor y trabajador.

La responsabilidad es esencial para fomentar el hacer las tareas bien hechas y sentir el orgullo de una labor bien eje-cutada. Si no se logra la res-ponsabilidad, se fomentará el desorden, la vagancia y el acostumbrarse a dejar las cosas a medias. El resultado será un niño con falta de iniciativa, por lo que evitará toda competencia en el juego o en la clase, y surgirá en él un complejo de inferioridad.

IDENTIDAD (12-18): Etapa del Yo Real: ¿Quién soy y qué quiero?

Si el niño ha logrado la con-fianza, la iniciativa, la autono-mía y la laboriosidad, se desarrollará en el adolescente una identidad de éxito y segu-ridad en sí mismo.

En esta etapa, el adolescente descubre el mundo emocional y comienza a proyectar su futuro. Tiene sentido crítico de lo recibido por sus padres y maestros y comienza a tener su propio criterio.

Es en esta etapa donde se crece en el mundo de relacio-nes interpersonales y se des-cubre la sexualidad, tanto a nivel pulsión como a nivel relación, ayudando a crecer en el adolescente la concien-cia de identidad.

Cuando la persona adquiere identidad, no se deja presio-nar por las exigencias exter-nas. Su personalidad es

fuerte, definida, no se dispersa en incongruencias y adquiere fidelidad a sí mismo, a lo que piensa, cree y desea.

Pero como todos sabemos, la adolescencia es una etapa de crisis en la que surge el sentimiento de inferioridad. El adoles-cente no sabe aún lo que quiere y tiene dificultad para tomar su lugar en el mundo social. Si no adquiere seguridad en sí mismo, sentirá temor o inseguridad ante la relación con otras personas, especialmente con las del sexo opuesto.

Es en esta etapa se define la seguridad o inseguridad ante su propia sexualidad, pudiendo surgir una confusión de identi-dad.

COMPROMISO (19-35): etapa de la auto disciplina y lide-razgo personal.

La adultez mediana es la etapa donde se puede lograr una identidad sólida, basada en la autodis-ciplina y el com-promiso serio con uno mismo y con los demás. Surge enton-ces, el lideraz-go personal.

Erickson califi-ca esta etapa como la etapa de la intimidad, entendiendo como intimidad la capaci-dad de amar y entre-garse a otra persona, construyendo un proyecto de vida con alguien, con una sexualidad controlada y enriquece-dora. Son los años en los que la persona decide formar una familia y es la etapa donde se busca con ahínco el tener éxito profesional.

El fruto de esta etapa es el amor y las relaciones interpersonales auténticas, de calidad. Otra característica de esta etapa es que la persona es incondicional a su responsabilidad y a su trabajo.

Si las etapas anteriores no hubieran sido resueltas, aparece-rán los problemas de carácter, la incapacidad de mantener relaciones auténticas y de tener compromisos fundamentales. Si la persona no soldó satisfactoriamente las etapas anteriores no encontrará motivación en el trabajo y se convertirá en una

persona incompetente e inconsistente, llena de inseguridades y falto de creatividad para solucionar los problemas normales del diario vivir. Surge entonces el aislamiento.

GENERATIVIDAD (36-65): Surge el lideraz-go social, la persona ayuda a crear un mundo mejor.

El trabajo y la familia son los puntos crucia-les de esta etapa. En la cual se forman comportamientos de producción y de pro-tección hacia la fami-lia, desembocando en actitudes de apertura y servicio a los demás.

En esta etapa de lide-razgo social se pone al servicio de la comuni-dad lo que se ha

aprendido en la vida. También se busca el compromiso para mejorar la calidad de vida del entorno social, o el voluntariado en algu-nas instituciones para compartir sus dones.

Cuando se han vivido a fondo y positivamente las etapas anteriores, se llega a esta etapa con un sentido de realización personal y de estabi-lidad emocional. Surgen como consecuencia la creatividad y el sentido de lo esencial y lo rela-tivo.

Por el contrario, cuando no se ha logrado pasar en sentido positivo las etapas, surgen actitudes de estancamiento y egocentrismo. La persona llega a perder el sentido de la vida y hasta llega a abandonar las responsabilida-des y compromisos de su vocación.

INTEGRIDAD (65– fin de la vida): Lideraz-go espiritual: testigos de vida con carisma y capacidad de influenciar. La edad madura es la época de sabiduría de vida. La riqueza que se ha adquirido a través de las experiencias de vida tiende a compartir-se con los demás. Es por ello la etapa del lide-razgo espiritual, ya que una vez que se han

contestado las preguntas fundamentales: ¿Quién soy yo y para qué he venido al mundo? La persona está capacitada para guiar a los demás. Todo lo que ha pasado, las experiencias de alegría y de dolor, de éxito y fracaso, ha tenido el propósito de formar en la persona el carác-ter para la trascendencia; lográndose la inte-gración y la unificación personal.

En esta época, es usual el que la persona sienta nostalgia. Si vivió positivamente, mirará la vida pasada con paz y agradecimien-to en el corazón. Si las etapas pasadas no han sido bien llevadas y no se ha trascendido, la persona entonces se llena de desesperación al desear que su vida hubiera sido diferente y al no haber encontrado sentido a su vida. Surge entonces el miedo a la muerte.

ConclusiónEl crecimiento interior no se logra tan solo con atravesar las etapas a tiempo o en orden, sino a través de dar y recibir amor en cualquier etapa en que nos encontremos. Cuando per-mitimos que se nos ame y amamos automáti-camente crecemos como personas. Una vez que hemos conocido las diferentes etapas de nuestra vida, podremos entender mejor las crisis que se presentan en cada etapa. En el siguiente tema tendremos opor-tunidad de conocer más acerca de ellas.

Page 5: Libro Apostolado

5Apostolado de la Cruz

Como vemos en el recuadro, cada fase comprende ciertas tareas por adquirir y algunas funcio-nes a desarrollar. Aunque Erickson les llama crisis por seguir la tradición freudiana, el término es más amplio y menos específico, pues Erickson dice que si pasamos bien una etapa, llevamos con nosotros ciertas virtudes o fuerzas que nos ayudarán en las siguientes etapas de la vida.Veamos las capacidades que se adquieren en cada etapa: CONFIANZA (1-2): en uno mismo y en los demás.

En los primeros años de vida, el bebé depende totalmente de otras personas. Un ambiente pro-picio que permita que el bebé se sienta querido y bien atendido en sus necesidades básicas: alimento, aseo, atención personal, contacto físico, y reciba amor de los demás, genera en el niño sentimientos de confianza básica. Si el niño confía en los demás, aprenderá a confiar en sí mismo.

Por el contrario, si el ambiente en que nace el bebé es hostil o conflictivo o si el niño es conti-nuamente regañado, o se siente abandonado y no aten-dido en sus necesidades, generará un miedo interno en el niño y aprenderá a descon-fiar de sí mismo y de los demás.

Muchas de las depresiones de la edad adulta tienen su origen en el pesimismo que surge ante la falta de confian-za en uno mismo y en los demás.

AUTONOMÍA (2-3): surge en el niño la capacidad de tomar decisiones y la indepen-dencia de criterio.

Desde que se aprende a cami-nar y a explorar la vida con confianza, se empieza a querer tener independencia de criterio. Es la edad en que el niño comienza a explorar a través del movimiento y des-cubre la libertad que tiene para irse o quedarse. Los niños ya comienzan a decidir lo que quieren y con ello adquieren autonomía.

Desde los tres años hay que dar al niño alternativas ade-cuadas a su edad y permitir-le que elija sus opciones, con el fin de que adquiera con-fianza en sí mismo. Si no se le permite elegir, el niño irá desarrollando dependencias enfermizas e inseguridades, por lo que de adulto será una persona indecisa y timorata que temerá el tomar cual-quier decisión, por lo que siempre buscará a alguien más para que tome las deci-siones en su lugar.

En esta edad el niño ya es capaz de diferenciar a la madre y el padre. Si el niño es demasiado controlado por sus padres, sino se les per-mite tomar sus propias elec-ciones, y explorar distintos ámbitos, el niño se inhibe, duda de sí mismo y se vuelve lento para el aprendi-zaje. Su autoconciencia estará dominada por la ver-güenza y en consecuencia, surgirá la necesidad compul-siva de ser aprobado. La duda interior de su valía estará siempre presente. Es el caso de las personas per-feccionistas. INICIATIVA (3-5): etapa de energía vital y de motiva-ción interna.

Cuando se permite al niño desarrollar sus propios talentos, no precisamente los que desean los padres, surgen la imaginación, la iniciativa y la creatividad, generándose como fruto la capacidad de “propósito”, y desarrollándose así la capa-cidad de voluntad.

Cuando no se permiten desa-rrollar los talentos se provoca culpabilidad, falta de autoesti-ma, retraimiento y sentimien-to de ser “malo”. Entonces, surge la apatía, se pierde el interés y se desarrolla una actitud de “flojera” o aburri-miento; evitará el trato con otros niños. Como consecuen-cia, de adulto repetirá los mismos patrones. La ausencia de voluntad hace que las per-sonas de vuelvan dependien-tes.

LABORIOSIDAD(6-12): Etapa en la que surgen la res-ponsabilidad, el esfuerzo, y la capacidad de trabajo.

Si la etapa anterior se ha vivido y soldado satisfactoria-mente, el trabajo en la escue-la y el éxito en sus estudios, en las actividades y en las relaciones personales, darán al niño un marco positivo para experimentar los frutos del esfuerzo propio. Surge enton-ces en el niño un gusto por hacer las cosas y aprenderá a ser competitivo, previsor, em-prendedor y trabajador.

La responsabilidad es esencial para fomentar el hacer las tareas bien hechas y sentir el orgullo de una labor bien eje-cutada. Si no se logra la res-ponsabilidad, se fomentará el desorden, la vagancia y el acostumbrarse a dejar las cosas a medias. El resultado será un niño con falta de iniciativa, por lo que evitará toda competencia en el juego o en la clase, y surgirá en él un complejo de inferioridad.

IDENTIDAD (12-18): Etapa del Yo Real: ¿Quién soy y qué quiero?

Si el niño ha logrado la con-fianza, la iniciativa, la autono-mía y la laboriosidad, se desarrollará en el adolescente una identidad de éxito y segu-ridad en sí mismo.

En esta etapa, el adolescente descubre el mundo emocional y comienza a proyectar su futuro. Tiene sentido crítico de lo recibido por sus padres y maestros y comienza a tener su propio criterio.

Es en esta etapa donde se crece en el mundo de relacio-nes interpersonales y se des-cubre la sexualidad, tanto a nivel pulsión como a nivel relación, ayudando a crecer en el adolescente la concien-cia de identidad.

Cuando la persona adquiere identidad, no se deja presio-nar por las exigencias exter-nas. Su personalidad es

fuerte, definida, no se dispersa en incongruencias y adquiere fidelidad a sí mismo, a lo que piensa, cree y desea.

Pero como todos sabemos, la adolescencia es una etapa de crisis en la que surge el sentimiento de inferioridad. El adoles-cente no sabe aún lo que quiere y tiene dificultad para tomar su lugar en el mundo social. Si no adquiere seguridad en sí mismo, sentirá temor o inseguridad ante la relación con otras personas, especialmente con las del sexo opuesto.

Es en esta etapa se define la seguridad o inseguridad ante su propia sexualidad, pudiendo surgir una confusión de identi-dad.

COMPROMISO (19-35): etapa de la auto disciplina y lide-razgo personal.

La adultez mediana es la etapa donde se puede lograr una identidad sólida, basada en la autodis-ciplina y el com-promiso serio con uno mismo y con los demás. Surge enton-ces, el lideraz-go personal.

Erickson califi-ca esta etapa como la etapa de la intimidad, entendiendo como intimidad la capaci-dad de amar y entre-garse a otra persona, construyendo un proyecto de vida con alguien, con una sexualidad controlada y enriquece-dora. Son los años en los que la persona decide formar una familia y es la etapa donde se busca con ahínco el tener éxito profesional.

El fruto de esta etapa es el amor y las relaciones interpersonales auténticas, de calidad. Otra característica de esta etapa es que la persona es incondicional a su responsabilidad y a su trabajo.

Si las etapas anteriores no hubieran sido resueltas, aparece-rán los problemas de carácter, la incapacidad de mantener relaciones auténticas y de tener compromisos fundamentales. Si la persona no soldó satisfactoriamente las etapas anteriores no encontrará motivación en el trabajo y se convertirá en una

persona incompetente e inconsistente, llena de inseguridades y falto de creatividad para solucionar los problemas normales del diario vivir. Surge entonces el aislamiento.

GENERATIVIDAD (36-65): Surge el lideraz-go social, la persona ayuda a crear un mundo mejor.

El trabajo y la familia son los puntos crucia-les de esta etapa. En la cual se forman comportamientos de producción y de pro-tección hacia la fami-lia, desembocando en actitudes de apertura y servicio a los demás.

En esta etapa de lide-razgo social se pone al servicio de la comuni-dad lo que se ha

aprendido en la vida. También se busca el compromiso para mejorar la calidad de vida del entorno social, o el voluntariado en algu-nas instituciones para compartir sus dones.

Cuando se han vivido a fondo y positivamente las etapas anteriores, se llega a esta etapa con un sentido de realización personal y de estabi-lidad emocional. Surgen como consecuencia la creatividad y el sentido de lo esencial y lo rela-tivo.

Por el contrario, cuando no se ha logrado pasar en sentido positivo las etapas, surgen actitudes de estancamiento y egocentrismo. La persona llega a perder el sentido de la vida y hasta llega a abandonar las responsabilida-des y compromisos de su vocación.

INTEGRIDAD (65– fin de la vida): Lideraz-go espiritual: testigos de vida con carisma y capacidad de influenciar. La edad madura es la época de sabiduría de vida. La riqueza que se ha adquirido a través de las experiencias de vida tiende a compartir-se con los demás. Es por ello la etapa del lide-razgo espiritual, ya que una vez que se han

contestado las preguntas fundamentales: ¿Quién soy yo y para qué he venido al mundo? La persona está capacitada para guiar a los demás. Todo lo que ha pasado, las experiencias de alegría y de dolor, de éxito y fracaso, ha tenido el propósito de formar en la persona el carác-ter para la trascendencia; lográndose la inte-gración y la unificación personal.

En esta época, es usual el que la persona sienta nostalgia. Si vivió positivamente, mirará la vida pasada con paz y agradecimien-to en el corazón. Si las etapas pasadas no han sido bien llevadas y no se ha trascendido, la persona entonces se llena de desesperación al desear que su vida hubiera sido diferente y al no haber encontrado sentido a su vida. Surge entonces el miedo a la muerte.

ConclusiónEl crecimiento interior no se logra tan solo con atravesar las etapas a tiempo o en orden, sino a través de dar y recibir amor en cualquier etapa en que nos encontremos. Cuando per-mitimos que se nos ame y amamos automáti-camente crecemos como personas. Una vez que hemos conocido las diferentes etapas de nuestra vida, podremos entender mejor las crisis que se presentan en cada etapa. En el siguiente tema tendremos opor-tunidad de conocer más acerca de ellas.

Page 6: Libro Apostolado

6 Temas de Formación

Como vemos en el recuadro, cada fase comprende ciertas tareas por adquirir y algunas funcio-nes a desarrollar. Aunque Erickson les llama crisis por seguir la tradición freudiana, el término es más amplio y menos específico, pues Erickson dice que si pasamos bien una etapa, llevamos con nosotros ciertas virtudes o fuerzas que nos ayudarán en las siguientes etapas de la vida.Veamos las capacidades que se adquieren en cada etapa: CONFIANZA (1-2): en uno mismo y en los demás.

En los primeros años de vida, el bebé depende totalmente de otras personas. Un ambiente pro-picio que permita que el bebé se sienta querido y bien atendido en sus necesidades básicas: alimento, aseo, atención personal, contacto físico, y reciba amor de los demás, genera en el niño sentimientos de confianza básica. Si el niño confía en los demás, aprenderá a confiar en sí mismo.

Por el contrario, si el ambiente en que nace el bebé es hostil o conflictivo o si el niño es conti-nuamente regañado, o se siente abandonado y no aten-dido en sus necesidades, generará un miedo interno en el niño y aprenderá a descon-fiar de sí mismo y de los demás.

Muchas de las depresiones de la edad adulta tienen su origen en el pesimismo que surge ante la falta de confian-za en uno mismo y en los demás.

AUTONOMÍA (2-3): surge en el niño la capacidad de tomar decisiones y la indepen-dencia de criterio.

Desde que se aprende a cami-nar y a explorar la vida con confianza, se empieza a querer tener independencia de criterio. Es la edad en que el niño comienza a explorar a través del movimiento y des-cubre la libertad que tiene para irse o quedarse. Los niños ya comienzan a decidir lo que quieren y con ello adquieren autonomía.

Desde los tres años hay que dar al niño alternativas ade-cuadas a su edad y permitir-le que elija sus opciones, con el fin de que adquiera con-fianza en sí mismo. Si no se le permite elegir, el niño irá desarrollando dependencias enfermizas e inseguridades, por lo que de adulto será una persona indecisa y timorata que temerá el tomar cual-quier decisión, por lo que siempre buscará a alguien más para que tome las deci-siones en su lugar.

En esta edad el niño ya es capaz de diferenciar a la madre y el padre. Si el niño es demasiado controlado por sus padres, sino se les per-mite tomar sus propias elec-ciones, y explorar distintos ámbitos, el niño se inhibe, duda de sí mismo y se vuelve lento para el aprendi-zaje. Su autoconciencia estará dominada por la ver-güenza y en consecuencia, surgirá la necesidad compul-siva de ser aprobado. La duda interior de su valía estará siempre presente. Es el caso de las personas per-feccionistas. INICIATIVA (3-5): etapa de energía vital y de motiva-ción interna.

Cuando se permite al niño desarrollar sus propios talentos, no precisamente los que desean los padres, surgen la imaginación, la iniciativa y la creatividad, generándose como fruto la capacidad de “propósito”, y desarrollándose así la capa-cidad de voluntad.

Cuando no se permiten desa-rrollar los talentos se provoca culpabilidad, falta de autoesti-ma, retraimiento y sentimien-to de ser “malo”. Entonces, surge la apatía, se pierde el interés y se desarrolla una actitud de “flojera” o aburri-miento; evitará el trato con otros niños. Como consecuen-cia, de adulto repetirá los mismos patrones. La ausencia de voluntad hace que las per-sonas de vuelvan dependien-tes.

LABORIOSIDAD(6-12): Etapa en la que surgen la res-ponsabilidad, el esfuerzo, y la capacidad de trabajo.

Si la etapa anterior se ha vivido y soldado satisfactoria-mente, el trabajo en la escue-la y el éxito en sus estudios, en las actividades y en las relaciones personales, darán al niño un marco positivo para experimentar los frutos del esfuerzo propio. Surge enton-ces en el niño un gusto por hacer las cosas y aprenderá a ser competitivo, previsor, em-prendedor y trabajador.

La responsabilidad es esencial para fomentar el hacer las tareas bien hechas y sentir el orgullo de una labor bien eje-cutada. Si no se logra la res-ponsabilidad, se fomentará el desorden, la vagancia y el acostumbrarse a dejar las cosas a medias. El resultado será un niño con falta de iniciativa, por lo que evitará toda competencia en el juego o en la clase, y surgirá en él un complejo de inferioridad.

IDENTIDAD (12-18): Etapa del Yo Real: ¿Quién soy y qué quiero?

Si el niño ha logrado la con-fianza, la iniciativa, la autono-mía y la laboriosidad, se desarrollará en el adolescente una identidad de éxito y segu-ridad en sí mismo.

En esta etapa, el adolescente descubre el mundo emocional y comienza a proyectar su futuro. Tiene sentido crítico de lo recibido por sus padres y maestros y comienza a tener su propio criterio.

Es en esta etapa donde se crece en el mundo de relacio-nes interpersonales y se des-cubre la sexualidad, tanto a nivel pulsión como a nivel relación, ayudando a crecer en el adolescente la concien-cia de identidad.

Cuando la persona adquiere identidad, no se deja presio-nar por las exigencias exter-nas. Su personalidad es

fuerte, definida, no se dispersa en incongruencias y adquiere fidelidad a sí mismo, a lo que piensa, cree y desea.

Pero como todos sabemos, la adolescencia es una etapa de crisis en la que surge el sentimiento de inferioridad. El adoles-cente no sabe aún lo que quiere y tiene dificultad para tomar su lugar en el mundo social. Si no adquiere seguridad en sí mismo, sentirá temor o inseguridad ante la relación con otras personas, especialmente con las del sexo opuesto.

Es en esta etapa se define la seguridad o inseguridad ante su propia sexualidad, pudiendo surgir una confusión de identi-dad.

COMPROMISO (19-35): etapa de la auto disciplina y lide-razgo personal.

La adultez mediana es la etapa donde se puede lograr una identidad sólida, basada en la autodis-ciplina y el com-promiso serio con uno mismo y con los demás. Surge enton-ces, el lideraz-go personal.

Erickson califi-ca esta etapa como la etapa de la intimidad, entendiendo como intimidad la capaci-dad de amar y entre-garse a otra persona, construyendo un proyecto de vida con alguien, con una sexualidad controlada y enriquece-dora. Son los años en los que la persona decide formar una familia y es la etapa donde se busca con ahínco el tener éxito profesional.

El fruto de esta etapa es el amor y las relaciones interpersonales auténticas, de calidad. Otra característica de esta etapa es que la persona es incondicional a su responsabilidad y a su trabajo.

Si las etapas anteriores no hubieran sido resueltas, aparece-rán los problemas de carácter, la incapacidad de mantener relaciones auténticas y de tener compromisos fundamentales. Si la persona no soldó satisfactoriamente las etapas anteriores no encontrará motivación en el trabajo y se convertirá en una

persona incompetente e inconsistente, llena de inseguridades y falto de creatividad para solucionar los problemas normales del diario vivir. Surge entonces el aislamiento.

GENERATIVIDAD (36-65): Surge el lideraz-go social, la persona ayuda a crear un mundo mejor.

El trabajo y la familia son los puntos crucia-les de esta etapa. En la cual se forman comportamientos de producción y de pro-tección hacia la fami-lia, desembocando en actitudes de apertura y servicio a los demás.

En esta etapa de lide-razgo social se pone al servicio de la comuni-dad lo que se ha

aprendido en la vida. También se busca el compromiso para mejorar la calidad de vida del entorno social, o el voluntariado en algu-nas instituciones para compartir sus dones.

Cuando se han vivido a fondo y positivamente las etapas anteriores, se llega a esta etapa con un sentido de realización personal y de estabi-lidad emocional. Surgen como consecuencia la creatividad y el sentido de lo esencial y lo rela-tivo.

Por el contrario, cuando no se ha logrado pasar en sentido positivo las etapas, surgen actitudes de estancamiento y egocentrismo. La persona llega a perder el sentido de la vida y hasta llega a abandonar las responsabilida-des y compromisos de su vocación.

INTEGRIDAD (65– fin de la vida): Lideraz-go espiritual: testigos de vida con carisma y capacidad de influenciar. La edad madura es la época de sabiduría de vida. La riqueza que se ha adquirido a través de las experiencias de vida tiende a compartir-se con los demás. Es por ello la etapa del lide-razgo espiritual, ya que una vez que se han

contestado las preguntas fundamentales: ¿Quién soy yo y para qué he venido al mundo? La persona está capacitada para guiar a los demás. Todo lo que ha pasado, las experiencias de alegría y de dolor, de éxito y fracaso, ha tenido el propósito de formar en la persona el carác-ter para la trascendencia; lográndose la inte-gración y la unificación personal.

En esta época, es usual el que la persona sienta nostalgia. Si vivió positivamente, mirará la vida pasada con paz y agradecimien-to en el corazón. Si las etapas pasadas no han sido bien llevadas y no se ha trascendido, la persona entonces se llena de desesperación al desear que su vida hubiera sido diferente y al no haber encontrado sentido a su vida. Surge entonces el miedo a la muerte.

ConclusiónEl crecimiento interior no se logra tan solo con atravesar las etapas a tiempo o en orden, sino a través de dar y recibir amor en cualquier etapa en que nos encontremos. Cuando per-mitimos que se nos ame y amamos automáti-camente crecemos como personas. Una vez que hemos conocido las diferentes etapas de nuestra vida, podremos entender mejor las crisis que se presentan en cada etapa. En el siguiente tema tendremos opor-tunidad de conocer más acerca de ellas.

“crece el mundo de relaciones interpersonales y se descubre la sexualidad”

Page 7: Libro Apostolado

7Apostolado de la Cruz

Actividades para la semana

Como vemos en el recuadro, cada fase comprende ciertas tareas por adquirir y algunas funcio-nes a desarrollar. Aunque Erickson les llama crisis por seguir la tradición freudiana, el término es más amplio y menos específico, pues Erickson dice que si pasamos bien una etapa, llevamos con nosotros ciertas virtudes o fuerzas que nos ayudarán en las siguientes etapas de la vida.Veamos las capacidades que se adquieren en cada etapa: CONFIANZA (1-2): en uno mismo y en los demás.

En los primeros años de vida, el bebé depende totalmente de otras personas. Un ambiente pro-picio que permita que el bebé se sienta querido y bien atendido en sus necesidades básicas: alimento, aseo, atención personal, contacto físico, y reciba amor de los demás, genera en el niño sentimientos de confianza básica. Si el niño confía en los demás, aprenderá a confiar en sí mismo.

Por el contrario, si el ambiente en que nace el bebé es hostil o conflictivo o si el niño es conti-nuamente regañado, o se siente abandonado y no aten-dido en sus necesidades, generará un miedo interno en el niño y aprenderá a descon-fiar de sí mismo y de los demás.

Muchas de las depresiones de la edad adulta tienen su origen en el pesimismo que surge ante la falta de confian-za en uno mismo y en los demás.

AUTONOMÍA (2-3): surge en el niño la capacidad de tomar decisiones y la indepen-dencia de criterio.

Desde que se aprende a cami-nar y a explorar la vida con confianza, se empieza a querer tener independencia de criterio. Es la edad en que el niño comienza a explorar a través del movimiento y des-cubre la libertad que tiene para irse o quedarse. Los niños ya comienzan a decidir lo que quieren y con ello adquieren autonomía.

Desde los tres años hay que dar al niño alternativas ade-cuadas a su edad y permitir-le que elija sus opciones, con el fin de que adquiera con-fianza en sí mismo. Si no se le permite elegir, el niño irá desarrollando dependencias enfermizas e inseguridades, por lo que de adulto será una persona indecisa y timorata que temerá el tomar cual-quier decisión, por lo que siempre buscará a alguien más para que tome las deci-siones en su lugar.

En esta edad el niño ya es capaz de diferenciar a la madre y el padre. Si el niño es demasiado controlado por sus padres, sino se les per-mite tomar sus propias elec-ciones, y explorar distintos ámbitos, el niño se inhibe, duda de sí mismo y se vuelve lento para el aprendi-zaje. Su autoconciencia estará dominada por la ver-güenza y en consecuencia, surgirá la necesidad compul-siva de ser aprobado. La duda interior de su valía estará siempre presente. Es el caso de las personas per-feccionistas. INICIATIVA (3-5): etapa de energía vital y de motiva-ción interna.

Cuando se permite al niño desarrollar sus propios talentos, no precisamente los que desean los padres, surgen la imaginación, la iniciativa y la creatividad, generándose como fruto la capacidad de “propósito”, y desarrollándose así la capa-cidad de voluntad.

Cuando no se permiten desa-rrollar los talentos se provoca culpabilidad, falta de autoesti-ma, retraimiento y sentimien-to de ser “malo”. Entonces, surge la apatía, se pierde el interés y se desarrolla una actitud de “flojera” o aburri-miento; evitará el trato con otros niños. Como consecuen-cia, de adulto repetirá los mismos patrones. La ausencia de voluntad hace que las per-sonas de vuelvan dependien-tes.

LABORIOSIDAD(6-12): Etapa en la que surgen la res-ponsabilidad, el esfuerzo, y la capacidad de trabajo.

Si la etapa anterior se ha vivido y soldado satisfactoria-mente, el trabajo en la escue-la y el éxito en sus estudios, en las actividades y en las relaciones personales, darán al niño un marco positivo para experimentar los frutos del esfuerzo propio. Surge enton-ces en el niño un gusto por hacer las cosas y aprenderá a ser competitivo, previsor, em-prendedor y trabajador.

La responsabilidad es esencial para fomentar el hacer las tareas bien hechas y sentir el orgullo de una labor bien eje-cutada. Si no se logra la res-ponsabilidad, se fomentará el desorden, la vagancia y el acostumbrarse a dejar las cosas a medias. El resultado será un niño con falta de iniciativa, por lo que evitará toda competencia en el juego o en la clase, y surgirá en él un complejo de inferioridad.

IDENTIDAD (12-18): Etapa del Yo Real: ¿Quién soy y qué quiero?

Si el niño ha logrado la con-fianza, la iniciativa, la autono-mía y la laboriosidad, se desarrollará en el adolescente una identidad de éxito y segu-ridad en sí mismo.

En esta etapa, el adolescente descubre el mundo emocional y comienza a proyectar su futuro. Tiene sentido crítico de lo recibido por sus padres y maestros y comienza a tener su propio criterio.

Es en esta etapa donde se crece en el mundo de relacio-nes interpersonales y se des-cubre la sexualidad, tanto a nivel pulsión como a nivel relación, ayudando a crecer en el adolescente la concien-cia de identidad.

Cuando la persona adquiere identidad, no se deja presio-nar por las exigencias exter-nas. Su personalidad es

fuerte, definida, no se dispersa en incongruencias y adquiere fidelidad a sí mismo, a lo que piensa, cree y desea.

Pero como todos sabemos, la adolescencia es una etapa de crisis en la que surge el sentimiento de inferioridad. El adoles-cente no sabe aún lo que quiere y tiene dificultad para tomar su lugar en el mundo social. Si no adquiere seguridad en sí mismo, sentirá temor o inseguridad ante la relación con otras personas, especialmente con las del sexo opuesto.

Es en esta etapa se define la seguridad o inseguridad ante su propia sexualidad, pudiendo surgir una confusión de identi-dad.

COMPROMISO (19-35): etapa de la auto disciplina y lide-razgo personal.

La adultez mediana es la etapa donde se puede lograr una identidad sólida, basada en la autodis-ciplina y el com-promiso serio con uno mismo y con los demás. Surge enton-ces, el lideraz-go personal.

Erickson califi-ca esta etapa como la etapa de la intimidad, entendiendo como intimidad la capaci-dad de amar y entre-garse a otra persona, construyendo un proyecto de vida con alguien, con una sexualidad controlada y enriquece-dora. Son los años en los que la persona decide formar una familia y es la etapa donde se busca con ahínco el tener éxito profesional.

El fruto de esta etapa es el amor y las relaciones interpersonales auténticas, de calidad. Otra característica de esta etapa es que la persona es incondicional a su responsabilidad y a su trabajo.

Si las etapas anteriores no hubieran sido resueltas, aparece-rán los problemas de carácter, la incapacidad de mantener relaciones auténticas y de tener compromisos fundamentales. Si la persona no soldó satisfactoriamente las etapas anteriores no encontrará motivación en el trabajo y se convertirá en una

persona incompetente e inconsistente, llena de inseguridades y falto de creatividad para solucionar los problemas normales del diario vivir. Surge entonces el aislamiento.

GENERATIVIDAD (36-65): Surge el lideraz-go social, la persona ayuda a crear un mundo mejor.

El trabajo y la familia son los puntos crucia-les de esta etapa. En la cual se forman comportamientos de producción y de pro-tección hacia la fami-lia, desembocando en actitudes de apertura y servicio a los demás.

En esta etapa de lide-razgo social se pone al servicio de la comuni-dad lo que se ha

aprendido en la vida. También se busca el compromiso para mejorar la calidad de vida del entorno social, o el voluntariado en algu-nas instituciones para compartir sus dones.

Cuando se han vivido a fondo y positivamente las etapas anteriores, se llega a esta etapa con un sentido de realización personal y de estabi-lidad emocional. Surgen como consecuencia la creatividad y el sentido de lo esencial y lo rela-tivo.

Por el contrario, cuando no se ha logrado pasar en sentido positivo las etapas, surgen actitudes de estancamiento y egocentrismo. La persona llega a perder el sentido de la vida y hasta llega a abandonar las responsabilida-des y compromisos de su vocación.

INTEGRIDAD (65– fin de la vida): Lideraz-go espiritual: testigos de vida con carisma y capacidad de influenciar. La edad madura es la época de sabiduría de vida. La riqueza que se ha adquirido a través de las experiencias de vida tiende a compartir-se con los demás. Es por ello la etapa del lide-razgo espiritual, ya que una vez que se han

contestado las preguntas fundamentales: ¿Quién soy yo y para qué he venido al mundo? La persona está capacitada para guiar a los demás. Todo lo que ha pasado, las experiencias de alegría y de dolor, de éxito y fracaso, ha tenido el propósito de formar en la persona el carác-ter para la trascendencia; lográndose la inte-gración y la unificación personal.

En esta época, es usual el que la persona sienta nostalgia. Si vivió positivamente, mirará la vida pasada con paz y agradecimien-to en el corazón. Si las etapas pasadas no han sido bien llevadas y no se ha trascendido, la persona entonces se llena de desesperación al desear que su vida hubiera sido diferente y al no haber encontrado sentido a su vida. Surge entonces el miedo a la muerte.

ConclusiónEl crecimiento interior no se logra tan solo con atravesar las etapas a tiempo o en orden, sino a través de dar y recibir amor en cualquier etapa en que nos encontremos. Cuando per-mitimos que se nos ame y amamos automáti-camente crecemos como personas. Una vez que hemos conocido las diferentes etapas de nuestra vida, podremos entender mejor las crisis que se presentan en cada etapa. En el siguiente tema tendremos opor-tunidad de conocer más acerca de ellas.

A) Releer las etapas de la vida, y preguntar-se: 1. ¿En cuál de las etapas marcadas me encuentro?

2. ¿En cuál de las etapas encuentro caren-cias?

3. Recordando que las opciones de creci-miento son personales, me pregunto: ¿Cuál

de las capacitaciones o características de cada etapa, escojo hoy, como plan de acción interior, para reflexionar, trabajar y fomen-tar un mejor desarrollo humano en mí?

B) Continuar con el silencio meditativo ante Dios.

C) Hacer una meditación escrita sobre la etapa que se está viviendo.

Page 8: Libro Apostolado

8 Temas de Formación

A) Releer las etapas de la vida, y preguntar-se: 1. ¿En cuál de las etapas marcadas me encuentro?

2. ¿En cuál de las etapas encuentro caren-cias?

3. Recordando que las opciones de creci-miento son personales, me pregunto: ¿Cuál

de las capacitaciones o características de cada etapa, escojo hoy, como plan de acción interior, para reflexionar, trabajar y fomen-tar un mejor desarrollo humano en mí?

B) Continuar con el silencio meditativo ante Dios.

C) Hacer una meditación escrita sobre la etapa que se está viviendo.

BIBLIOGRAFÍA

• Biblia

•Adulo y Cristiano, Javier Garrido

•La mitad de la vida como tarea espiritual, Anselm Grün

•Como sanar las 8 etapas de la vida, Her-manos Linn

•Cuenta de Conciencia de la Sra. Armida.