lectura moderna de la retorica clasica

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Lectura moderna de la Retórica lásica ANTONIO LOPEZ EIRE Universidad de alamanca Aveces, después de una conferencia que al conferenciante le ha salido bien se le acerca un malévolo col ega y le dirige estas palabras de doble lectu- ra: «fantástico, chico, y lo que más me ha gustado es tu retórica»1. Bajo la aparentemente benévola felicitación se esconde una malintencio- nada calificación del discurso, que, a juzgar por el valor peyorativo que injusti- ficadamente la palabra «retórica» conserva de pasados tiempos como un malefi- cio inconjurable, habría sido un discurso hinchado, declamatorio, enfático, vacío, artificial y falso. Pero es que el maligno colega se equivoca meridianamente, de polo a polo, porque no sabe aún que la desprestigiada Retórica del siglo XIX se ha rehabilitado hoy día liberándose del secular desprestigio que arrastraba consi- go, y se ha convertido, aunque bajo diferentes denominaciones «técnicas de la expresión y de la comunicación») en una pieza importante de lás ciencias de la comunicación y de la praxis social y ademá s, por si lo anterior fuese poco, pasa por ser connatural con l a democracia la educación y la enserianza. En el siglo en que nos ha tocado vivir hemos redescubierto la Retórica Clá- sica, la Retórica de los griegos y romanos, la R etórica originaria, porque, pasa- das de moda la Literatura como estudio de las «belles lettres» y la Lingiiística estructutal y et Formalismo ruso, que sustentaban posiciones alejadas del enfo- que de la Retórica, hemos caído en la cuenta de que no hay más lengua que la que se habla y de que el buen manejo de esta lengua hablada, que sirve para triunfar en el debate político y en el discurso mediático y con los eslóganes Queremos dejar constancia de nuestro agradecimiento a la DGICYT PB 96/1268).

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Paper academico sobre retórica

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  • Lectura moderna de la Retrica Clsica

    ANTONIO LOPEZ EIREUniversidad de Salamanca

    Aveces, despus de una conferencia que al conferenciante le ha salidobien, se le acerca un malvolo colega y le dirige estas palabras de doble lectu-ra: fantstico, chico, y lo que ms me ha gustado es tu retrica1.

    Bajo la aparentemente benvola felicitacin se esconde una malintencio-nada calificacin del discurso, que, a juzgar por el valor peyorativo que injusti-ficadamente la palabra retrica conserva de pasados tiempos como un malefi-cio inconjurable, habra sido un discurso hinchado, declamatorio, enftico,vaco, artificial y falso.

    Pero es que el maligno colega se equivoca meridianamente, de polo apolo, porque no sabe an que la desprestigiada Retrica del siglo XIX se harehabilitado hoy da, liberndose del secular desprestigio que arrastraba consi-go, y se ha convertido, aunque bajo diferentes denominaciones (tcnicas de laexpresin y de la comunicacin) en una pieza importante de ls ciencias de lacomunicacin y de la praxis social y adems, por si lo anterior fuese poco, pasapor ser connatural con la democracia, la educacin y la enserianza.

    En el siglo en que nos ha tocado vivir hemos redescubierto la Retrica Cl-sica, la Retrica de los griegos y romanos, la Retrica originaria, porque, pasa-das de moda la Literatura como estudio de las belles lettres y la Lingiisticaestructutal y et Formalismo ruso, que sustentaban posiciones alejadas del enfo-que de la Retrica, hemos cado en la cuenta de que no hay ms lengua que laque se habla y de que el buen manejo de esta lengua hablada, que sirve paratriunfar en el debate poltico y en el discurso meditico y con los eslganes

    Queremos dejar constancia de nuestro agradecimiento a la DGICYT (PB 96/1268).

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    publicitarios, haba sido ya el primordial objeto de estudio de la Retrica Clsi-ca a lo largo de siglos. El redescubrimiento de la fundamental funcin socio-poltica del lenguaje ha avivado el inters por la Retrica de la pais, es decir:de la ciudad-estado, que fue la primera Retrica de Occidente.

    La Retrica es el arte de generar la persuasin mediante actos de habla y,consecuentemente, se interesan por ella un buen nmero de disciplinas, asaber: la Lgica, la Hermenutica, la Psicologa Cognitiva, la Psicologa Social,la Sociologa, las Ciencias del Derecho, la Politologa, la Publicstica, la Peda-goga, el Periodismo y la Filologa (en especial esas disciplinas especficas de laLiteratura y la Ling stica que son la Potica y la Ling stica Pragmtica).

    Ahora bien, la Retrica es el arte de generar la persuasin mediante actosde habla que argumentan lo verosmil. Y resulta que lo verosmil hoy da ya noes el despreciable polo opuesto al esplendoroso y admirable polo de lo verda-dero o lo cientfico, sino que, como dijera Aristteles, la verosimilitud es con-sangunea con la verdad, ya que es propio de una misma facultad ver lo ver-dadero y lo verosmil2 , y adems, tal como se discurre en la ciencia actual, loverosmil es siempre respetable y lo verdadero siempre revisable. A causa deeste nuevo modo de pensar que ya no contrapone lo verosmil a lo verdaderoo cientfico como el mal al bien, la Retrica moderna ha recuperado el presti-gio de antario, el de la Retrica Clsica en sus mejores tiempos.

    Justamente la Retrica. es importante porque, como vio muy bien Aristte-

    les, en la vida del hombre lo verosmil es ms frecuente que lo verdadero, yaque las acciones sobre las que se .reflexiona o delibera no son por lo general niuniversales ni necesarias. Por el contrario, deliberamos en la gran mayora delos casos sobre cuestiones que parece pueden resolverse de dos modos distin-tos, ya que nadie delibera sobre lo que considera imposible que haya sido, vayaa ser o sea de una manera diferente3.

    Y precisamente por ello las premisas y las conclusiones de los argumen-tos que suscitan los temas que son objeto de la Retrica pueden ser tambinde otra manera4 , es decir, no son verdaderas, sino verosmiles.

    La Retrica Clsica, que es la primera Retrica que conocemos, busca loverosmil, lo probable, que, en palabras del Estagirita, es lo que sucede lamayora de las veces, pero no sencillamente, tal y como algunos lo definen, sinolo que se refiere a lo que puede ser tambin de otra manera, estando con res-pecto a aquello de lo cual es probable en una relacin similar a la del todo conrespecto a la parte5.

    Ahora bien, la Retrica moderna va ms lejos. Como comprueba que laCiencia considera que lo verosmil es respetable y lo presuntamente verdaderoes revisable, da un paso ms y se esfuerza por hacer verosmil lo presuntamente

    2 Aristteles, Retrica 1355 a 14.3 Aristteles, Retrica 1355 a 14.4 Aristteles, Retrica 1357 a 4.5 Aristteles, Retrica 1357 a 34.

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    verdadero. Con ello esta moderna modalidad de Retrica se nos aparece dota-da de una funcin persuasiva que ejerce con argume,ntos de orden racional losunos y afectivos los otros; de una funcin hermen tutica que facilita la inter-pretacin correcta de los argumentos ajenos, del discurso del otro (siempre hayun discurso del otro en Retrica); de una funcin heurstica que permiteencontrar la objetividad de lo probable entre la certeza cientfica y el azar deltan incierto como aleatorio caos; y de una funcin pedaggica que pretendehacer una exposicin ordenada, verosmil y fcil de asimilar de lo cientfico ylo presuntamente verdadero.

    La Retrica Clsica y la moderna, por tanto, coinciden en asignar a esta dis-ciplina un enorme campo de accin debido al hecho de que la mayor parte delas acciones generadoras de discursos a las que nos enfrentamos no planteancuestiones generales o universales sino particulares, cuestiones de opinin quese refieren a hechos que no son siempre lo que son, sino slo la mayora delas veces6 , y que, como acaecen ciertamente la mayora de las veces pero nosiempre, generan opiniones que parecen probables sea a todos los hombres,sea a la mayora, sea a los sabios 7 . La Retrica moderna, frente a la RetricaClsica, ve todava un campo ms amplio de accin, dado que, siguiendo laspautas de la Ciencia coetnea, no descarta, como lo haca la Fsica aristotlica,contempornea de la Retrica Clsica, ni la casualidad ni la indeterminacin.

    Pero, adems, la Retrica es enormemente prctica no slo por la extraor-dinaria abundancia de las acciones en las que nos hemos de guiar necesaria ynicamente por el criterio de lo verosmil, sino porque de nuevo nos alec-ciona Aristteles8 a las masas no se las convence con argumentos cientficospropios de estudiosos y especialistas: aunque poseyramos la ciencia ms exac-ta del mundo, dirigindonos a algunas gentes, no nos resultara posible con-vencerlas extrayendo elementos de ella e incorporndolos a nuestro discurso,pues el discurso cientfico es propio de la docencia, y eso es imposible en nues-tro caso; antes bien, es necesario realizar las estrategias de persuasin y losrazonamientos a travs de nociones comunes, como precisamente, por cierto,exponamos en Los Tpicos acerca de la conversacin con las masas9.

    Lo verosmil o lo probable, por tanto, que era la esencia de la Retrica Cl-sica lo que se denominaba lo eiks, hoy da, a la luz de la Retrica moder-na no parece una modalidad cognoscitiva despreciable en comparacin con loverdadero o cientfico. Y justamente por esta razn la Retrica ha dejado de serya una disciplina merecedora de todo oprobio y vilipendio.

    En efecto, hoy ya no estn vigentes ni son de recibo ese optimisrno y esasoberbia que exhiban a diestro y siniestro los sabios cientficos de anteriorescenturias considerndose duerios y poseedores de lo verdadero, o sea, de la

    6 Aristteles, Analticos Posteriores 96 a 11.7 Aristteles, Tpicos 104 a 8.8 Aristteles, Retrica 1355 a 24.9 Se refiere a Aristteles, Tpicos 101 a 30.

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    verdad cientfica, frente a esa bazofia de lo meramente verosmil o probable,que era considerado por ellos como acientfico e inaceptable.

    El Cartesianismo y la venerable Fsica de Newton inspiraban estas incon-movibles y tranquilizadoras certezas que fomentaban en los cientficos la sober-bia y el endiosamiento del sabio que se consideraba dominador de su objetode estudio con la misma ingenuidad con la que los Presocrticos enunciaban elprincipio o sustancia primera de la Naturaleza.

    Para Descartes (1596-1650) el objeto ideal de la filosofa de la certidum-bre es, tras haber pasado por el proceso de la metdica duda cartesiana, todolo que podamos concebir de forma clara y distinta, es decir, hechos induda-bles sometidos a inobjetables principios de inferencia, en especial todo lo quese pueda reducir a extensin, magnitud y nmero, pues todo pensamientoaritmetizable o geometrizable (expresable more geometrico) es ms suscepti-ble de certeza.

    Partiendo del principio de que son los pensamientos y no las cosas losobjetos principales de la certeza emprica y de que los pensamientos aritmti-cos y geomtricos, que no se ocupan de las cosas particulares, son siempre losms seguros y fiables, infiere que nada es comparable a esas ideas claras y dis-tintas que arrastran consigo el peso probatorio u onus probandi propio de losaxiomas, sobre todo si son susceptibles de ser presentadas more geometrico. Aspues, en la filosofa cartesiana no hay cabida para lo verosmil, que por defini-cin no ofrece las garantas de la certeza axiomtica.

    Sin embargo, en la actualidad est fuera de toda duda, en virtud del teore-ma de Gdel, que todo sistema axiomtico contiene al menos una proposicinimpredecible.

    Newton, por otra parte, al final de sus Principia, publicados en 1687,haca aparecer a Dios como un jugador de bolos que lanzaba los cuerposcelestes al vaco o espacio infinito compuesto por sucesin de puntos, y expli-caba que, una vez asentados aquellos en l, se movan y se atraan y repel-an en virtud de una ley fsica fijada por la divinidad y descubierta por el sabioastrnomo que rezaba ms o menos as: los cuerpos celestes se atraen conuna fuerza directamente proporcional al producto de sus masas e inversa-mente proporcional al cuadrado de sus distancias.

    Frente a este cuadro de idlica y sosegada certidumbre, en el que Dios arro-jaba los bolos al espacio para que giraran y rotaran en l en virtud de leyes infa-libles, se alza poderosa la incertidumbre inquietante de la Fsica moderna, bas-tante ms descreda. Para empezar, el espacio y el tiempo absolutos, segnEinstein, no existen. El espacio newtoniano compuesto de puntos y el espaciotemporal compuesto de instantes, entendidos ambos como realidades indepen-dientes de los cuerpos y procesos que los ocupan, son hoy en da conceptosinaceptables.

    Y es ms, la Fsica cuntica nos enseria que un electrn se modifica en elmismo momento en el que es observado. Resulta as que vemos el mundo notal cual es, sino como en un espejo en el que contemplamos las cosas obser-

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    vadas y el ojo del observador que las observa. Y, de este modo, vacunados yade ese mal humano incorregible que es la esperanza de obtener fcilmenteincontrovertibles evidencias, digamos que no hay ms remedio que admitir queni siquiera el famoso principio de causalidad nos sirve en nuestros dias parapredecir el futuro con certeza, algo que prcticamente ya habia adelantadoDavid Hume en el siglo XVIII (1711-1776) al negar con energia nuestra per-cepcin de la relacin causal, una falsa percepcin que en realidad ha de serexplicada por las leyes del hbito y la asociacin.

    En la Fisica cuntica los fenmenos fisicos son concebidos como proba-blemente discontinuos y se considera que en un tomo unas determinadas cir-cunstancias persisten slo por algn tiempo y luego de repente son sustituidaspor otras motivadas por una serie finita de procesos diferentes a los anterior-mente en vigor, y se tiende, adems, a pensar que el principio de la continui-dad del movimiento, que, a modo de incontrovertible dogma, siempre se habiadado por supuesto, en realidad no es ms que un prejuicio, todo lo cual pre-supone un alejamiento de la doctrina tradicional del espacio y del tiempomucho mayor que el que produjo la teoria de la relatividad.

    El mundo fisico ya no es un compuesto de cosas que persisten a lo largode un determinado tiempo y se mueven en el espacio. En el mundo fisico envez de cosas o particulas hay sucesos o eventos que se relacionan unos conotros a travs de intervalos analizables de varias maneras en trminos de ele-mentos espaciales y elementos temporales. La eleccin entre esas varias mane-ras de anlisis es arbitraria y ninguna de ellas es mejor que las otras;

    Asi las cosas, nada ms fcil de entender el hecho de que la Ciencia moder-na no desprecie ya a la Retrica, arte de la persuasin a travs de lo verosimil,tan insolentemente como lo hiciera la de los pasados siglos. Ni siquiera ellamisma presume ahora inmodestamente de certezas ni rechaza de plano la vero-similitud, antes bien acepta frente a lo absoluto lo relativo y frente a la solucinverdadera la opcin ms probable.

    Es ms, la Ciencia misma no puede prescindir del lenguaje, que es retri-co por naturaleza.

    Ya en el siglo V a. J. C. el sofista Gorgias de Leontinos afirm que las pala-bras con las que pensamos la realidad y se la trasladamos al prjimo no sonidnticas a las sustancias de las cosas exteriores a nuestro discurso. Y a finalesdel siglo pasado, ese fillogo y filsofo preso en las redes del lenguaje que fueNietzsche compuso un Curso de Retrica 10 en el que dej claro como nadie elvigor retrico del lenguaje, capaz de asignar a las cosas nombres verosimilesms que absolutamente verdaderos, y que, por consiguiente, lo que nosotrosllamamos Retrica no es sino un arte que logra un perfeccionamiento de recur-sos presentes ya en el lenguaje.

    10 F. Nietzsche, El libro del filsofo seguido de Retrica y lenguaje, trad. esp., Taurus Edi-ciones, Madrid 1974.

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    Si esto es as iy claro que lo es!, resulta que las cosas reales no las apre-hendemos nunca, que las cosas reales no penetran jams en lo hondo de nues-tra conciencia. Lo que realmente penetra en nuestra mente y en las de losdems a travs de la palabra pensada o transmitida es una especial relacinnuestra con la realidad que establecemos mediante el lenguaje, que es sin dudaretrico de natural, es decir, designador y comunicador de objetos realesmediante designaciones impropias que no son ms que probables, que no aspi-ran ms que a la opinin, la cixa, ya que el lenguaje no logra designar jamslas cosas en su integridad, sino que se limita a designar lo que le parece rele-vante de cada elemento de la realidad incognoscible que va aislando. Y estasdesignaciones impropias de las que se nutre el lenguaje en virtud de su natu-raleza retrica son en todo comparables a lo que en los manuales de Retricaal uso se denomina los tropos.

    Por ejemplo: el tropo que un crtico seriala en una composicin potica enla que efectivamente se lee la sincdoque cien velas por cien barcos de vela,una aparente sustitucin del nombre del todo (barcos) por el nombre de la parte(velas), es el mismo fenmeno que vislumbramos en la palabra serpiente deri-vada de la voz latina sopens, participio que designaba al animal al que apuntacon la nica cualidad de ser reptador (seTere en latn significaba reptar).

    Ahora bien, todos sabemos que las serpientes son reptiles ofidios que tie-nen un sinfn de caractersticas que definen su esencia, como, por ejemplo,carecer de extremidades y tener el cuerpo cubierto de una epidermis escamo-sa que mudan todos los arios, ser oviparos, y, segn dicen los sabios zologos,no tener todava desarrollado el neocrtex, adems de otros rasgos que losespecialistas conocen bastante mejor que el autor de estas lneas.

    Por consiguiente, cuando nombraban los latinos a la serpiente con la vozselpens, hacan exactamente lo mismo que hace el poeta que se refiere a cienbarcos con el sintagma cien velas, a saber: serialar el rasgo ms relevante deun aspecto de la realidad que ya de entrada el hablante esto es lo importan-te no reproduce ni reproducir jams cabalmente (verdaderamente) pormedio del lenguaje.

    Los tropos, por tanto, no son ocasionales respecto de las consideradaspalabras normales del lenguaje, sino que todo discurso es figuracin y en con-secuencia no existe diferencia entre las palabras tenidas por corrientes y lasfiguras retricas. Velas en poesa puede significar barcos, pero tambin vele-ro es un barco de vela y tanto en uno como en otro caso slo definimos par-cialmente el objeto referido.

    Y si esto es as, no hay que estudiar primero una Gramtica, en la quecabran las palabras normales y corrientes, y luego una Retrica, en la que seestudiara el lenguaje figurado, sino que toda palabra es figurada con respectoa la realidad a la que apunta, y es figurada con una figuracin cuyo acierto esaceptado por la mayora o la totalidad de los hablantes.

    Todos aceptamos sin rechistar metonimias como lengua significando yano un rgano muscular movible situado en la cavidad de la boca, sino mane-ra peculiar de hablar un individuo o un grupo social. Y, sin embargo, algunos

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    somos conscientes del carcter tremendamente imperfecto, por caprichosamen-te selectivo, de esta denominacin trpica. No es el rgano de la lengua preci-samente lo que en el fondo determina las maneras de hablar distintas que veri-ficamos en diferentes comunidades.

    Ahora bien, la Ciencia moderna tampoco se priva de estas designacionestrpicas imperfectas motivadas por la imposibilidad de prescindir del lenguaje,cuya naturaleza, como estamos viendo, es retrica.

    As, cuando los fsicos modernos hablan de agujeros negros, estn hacien-do uso de la fuerza retrica del lenguaje como el poeta que emplea la expre-sin sinecdquica cien velas o el hablante de latn que a la serpiente la Ila-maba la reptadora, seipens.

    El lenguaje es fundamentalmente retrico y, por tanto, comparable al Ila-mado discurso retrico. Ni el lenguaje ni el discurso retrico albergan la pre-tensin de enseriarnos la verdad, o sea, de desplegar enteramente ante nuestrosojos la realidad de las cosas que con el uno o el otro mencionamos. Tampocouna poesa o una novela pretenden tamaria empresa. Y tampoco la ciencia. Slolas religiones enserian la verdad por la palabra y por eso se han quedado solas.

    No es, pues, de extrariar, que la Ciencia moderna, consciente de que tieneque convivir con el principio de incertidumbre, no desprecie ya con tanta sariaa la Retrica por el hecho de que esta disciplina no pretenda alcanzar ms quelo verosmil o probabley slo trate en el mejor de los casos de hacer verosmily aceptable lo que es presuntamente verdadero o cientfico.

    La Ciencia moderna sabe que el lenguaje, que es retrico por naturaleza,no sirve para reproducir la realidad y que por consiguiente ni l mismo ni laRetrica pueden prestarle ayuda en la tarea de pergeriar la imagen del mundo.Pero tambin ella misma es consciente de su incapacidad para dejar de utilizarel lenguaje con el que se piensa y se comunica y para librarse del subjetivismodel observador que pretende en vano ser del todo objetivo y para sustituir deuna vez por todas la parcial incertidumbre por la absoluta certeza.

    Lo que hacen la Retrica y el lenguaje (cuyo carcter digmoslo una vezms es esencialmente retrico) consiste slamente en transmitir excitacionesy copias de sensaciones que no desenmararian la realidad esencial de las cosasni del universo mundo, sino que aslan de todo ello slo lo que es eficaz ycapaz de producir imprsin en los hablantes, lo que es aceptable y cabe en laopinin de la mayora de los conciudadanos que comparten una lengua y conesa lengua una determinada manera de contemplar el mundo.

    Toda esta problemtica que estamos tratando, la del carcter retrico dellenguaje, es la fundamental de la Retrica desde el momento mismo de su naci-miento y configuracin como arte o casi ciencia en la Grecia del siglo V a. J. C.Es ms: cuando los Sofistas, en la Atenas del siglo V a. J. C., se percataron dela disociacin existente entre el mundo real y el lenguaje que lo designa, entrelas cuestiones socialmente tratables y los posibles discursos vlidos para tratar-las, comenzaron a alardear de la facultad de lograr, en un debate en el que seenfrentaran dos discurso antagnicos defensores de sendas tesis contradictorias,

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    que el discurso en apariencia ms dbil de los dos resultase el campen. Yentonces fue cuando de verdad naci la Retrica.

    Pero, aunque la Retrica moderna procede de la Retrica Clsica, es decir,de la Retrica grecolatina, se distingue muy bien de ella, como no podria serde otro modo, dadas las diferencias sociales, politicas y econmicas que sepa-ran nuestro mundo del de los antiguos griegos y romanos.

    En efecto, mientras que a Aristteles le bastaban tres gneros de discursospara encajar en ellos todos los que en su poca se pronunciaban, a saber: eldiscurso judicial ante conciudadanos que ejercan como jueces, el deliberativoante conciudadanos que ejercan como consejeros de la politica de la ciudad-estado o plis comn, y el epidctico o de aparato ante conciudadanos que enfechas serialadas lo escuchaban como espectadores a la vez que realizaban unacto de fe en la cohesin y compacidad de la plis, en los tiempos modernoshan surgido modalidades nuevas del discurso retrico que se pronuncian, trans-miten y retransmiten a travs de poderossimos medios de comunicacin demasas que el Estagirita no poda ni tan siquiera vislumbrar.

    Hoy da existe, por ejemplo, un tipo de discurso retrico nuevo, el discur-so publicitario, cuyo objetivo es el de promocionar la contratacin o venta deun producto.

    Este nuevo discurso retrico se aleja considerablemente de los tres grandesgneros detectados y establecidos por el Estagirita, y se distancia de ellos en lamisma medida en que el moderno fenmeno de la publicidad es ajeno y total-mente extrario a la sociedad griega del siglo IV a. J. C. en la que vivi integra-do el autor del primer tratado slido y completo de Retrica que conocemos.

    Efectivamente, entre Aristteles y la publicidad media un largo proceso his-trico cargado de importantes cambios sociales, politicos y econmicos.

    Para que se requiera la publicidad, hay que contar previamente con laRevolucin Francesa, que consagr el poder de la burguesia, y con la Revolu-cin Industrial, que inaugur el capitalismo de produccin, y con las luchas declases y las revoluciones obreras de comienzos de siglo que transformaron lasociedad capitalista de produccin en sociedad capitalista de produccin y con-sumo, y con la actual sociedad de comunicacin de masas que se identificacomo tal por el propio hecho de recibir los mensajes a travs de los grandesmedios actuales de comunicacin social, como la radio, el cine, la televisin, lospaneles luminosos y las vallas publicitarias.

    Se entiende as un nuevo discurso retrico que es, en primer lugar, breve yconciso como la misma marca publicitada, impresa sobre el propio productoofertado (Parker. La escritura); y, en segundo trmino, multimeditico y portanto compuesto a base de signos de diferentes cdigos (palabras, m sica, dibu-jos, fotogramas); y, adems, en razn de su propia modernidad, sometido al ine-vitable psicologismo de nuestro tiempo, es decir, tanto al principio, enunciadopor Pavlov, del enorme poder de las asociaciones instintivas (recordemos alperrito segregando saliva incluso cuando inoportunamente sonaba la camparta yse encendia la luz que serialaban sus horas de comida), como a la inolvidableleccin freudiana de lo agradable que resulta la relajacin del subconsciente.

  • LECTURA MODERNA DE LA RETRICA CLASICA 111

    As se explica un discurso publicitario como ste: aparecen en imgenes decine y televisin unas jovencitas de buen ver a las que les revolotea la faldadejando apreciar hermosas siluetas y soar beatficas sensaciones; y estas mis-mas atractivas jovencitas pronuncian el discurso retrico publicitario propia-mente dicho en forma de cancioncilla ligada a una meloda o jingle, que diceas: Marie-Claire, Marie-Claire, un panty para cada mujer.

    Este conciso y multimeditico discurso publicitario transmite en formasubliminal todo un importante mensaje consustancial con los intereses de lasociedad capitalista de produccin y consumo y de comunicacin de masas enla que el mensaje publicitario nace y se desarrolla: las innumerables consumi-doras sin rostro de los pantys Marie-Claire tienen a su alcance, gracias a estaopulenta y paradisaca sociedad de produccin y consumo, la talla y modeloque deseen del ofertado producto con el que podrn parecerse a las modelosque lo publicitan y por tanto resultar muy sexys y hacer estragos con tan erti-ca apariencia.

    Ahora bien, si esto es as, si la diferencia entre Retrica Clsica y Retricamoderna es tan evidente, fflaerecer la pena asomarse desde la modernidad ala Retrica Clsica?

    Creemos que s por la razn siguiente: Tal como hemos tenido ya ocasinde ver, en la Retrica Clsica contemplamos los fundamentos del edificio ret-rico en general como en ninguna otra especie de Retrica y es muy convenienteque el estudioso tenga en todo momento bien presente en qu se fundamentael saber o la disciplina que cultiva y a partir de ese basamento analice qu posi-bilidades de edificacin adaptable al presente ofrece un saber o una ciencia queposee tales fundamentos.

    Los fundamentos de la Retrica moderna son los de la Retrica Clsica ystos no son propiamente como suele contarse en los primeros captulos delas Retricas los ilustres rtores sicilianos Crax y Tisias, cuyos nombresrozan la fbula o el folk-tale, sino las reflexiones de tres pensadores de hondu-ra, a saber: el sofista del siglo V a. J. C. Gorgias de Leontinos; el divino filso-fo, es decir, Platn, cuya vida traspone el siglo V y se introduce en el IV a J. C.,y, finalmente, el filsofo Aristteles, discpulo del anterior y a la vez maestro entantas artes, que vivi en el siglo IV a. J. C. En realidad, como acertadamenteseal Thomas Cole, la Retrica es una disciplina no slo desgajada de la Filo-sofa, sino adems enfrentada a

    El primero de los tres referidos maestros fundament filosficamente laRetrica, porque nos hizo ver que con el lenguaje lo que los humanos pode-mos hacer con eficacia no es la reproduccin fiable de la realidad sino la per-suasin de nuestros semejantes empleando estrategias de orden lgico que nopretendan capturar la verdad sino slo lo probable, y estrategias de orden psi-

    11 Th. Cole, The Origins of Rhetoric in Ancient Greece, The John Hopkins UniversityPress, Baltimore y Londres 1991 ; 2.

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    caggico (de arrastre de almas) que ganen para nuestra causa la voluntad denuestros oyentes enajenada por obra de nuestra elocuencia.

    El segundo (y que conste que nos referimos al Platn del dilogo Fedro yno al Platn del Gorgias, tan hostil al arte de la oratoria) elev el rango de laRetrica de mera experiencia a arte, haciendo que en su metodologa partici-paran tanto la Dialctica o arte de argumentar y de razonar en medio de unadiscusin filosfica en forma de dilogo y de debate oral como la Psicagoga oarte de la atraccin de las almas.

    Por ltimo, el tercero dio forma definitiva a la Retrica, organiz este arteponindole cada cosa en su sitio y colocndolo entre la Dialctica, la Psicagoga,la tica y la Poltica, sin olvidar su relacin con el arte de la diccin o Estilstica.

    Con Aristteles la Retrica qued definitivamente configurada como arte, yhasta, si se quiere, como ciencia, pues, aunque el Estagirita no se propuso sinocomponer un arte, en algunos pasajes se eleva hasta plantearse por qu undeterminado discurso dotado de unas determinadas cualidades se convierte enpersuasivo l2 , volando as a la altura requerida por la ciencia o, por decirlo a lagriega, epistme, voz que literalmente quiere decir accin o efecto de estarimpuesto en alguna materia.

    Pero, para entender bien este ltimo aserto, el del carcter cientfico queadopta la teora retrica aristotlica en sus mejores momentos, distingamosantes de nada entre elocuencia natural, oratoria y Retrica.

    La primera es una capacidad que va inserta en el lenguaje mismo. Co` mo ellenguaje es por su esencia retrico y hablamos principalmente para influir sobrelos dems y con frecuencia para persuadirlos a hacer lo que nos interesa, el len-guaje mismo y nuestra experiencia con l nos facilitan estrategias para realizarlo mejor posible nuestro propsito al hablar, sin necesidad ninguna de que nosapuntemos como panzularios a ninguna escuela de arte retrica.

    La oratoria es el gnero literario que atesora los brillantes discursos pro-nunciados por el orador mediante su natural elocuencia o su bien aprendidaretrica. Un captulo importante de la Historia de la Literatura Griega Antiguaes, justamente, el de la Oratoria tica.

    La Retrica es una disciplina o un arte o una ciencia que se plantea yemprende con fundamento el estudio de las estrategias que conducen a la rea-lizacin de un discurso persuasivo eficaz. Si se para en este punto es un arte.Pero si va ms all y se cuestiona adems el porqu de la eficacia de cada unade las estrategias estudiadas y utilizadas, deja de ser un arte pra convertirse enuna ciencia.

    Pues bien, el primer intento de justificar el empleo del lenguaje para hacercosas tan concretas como persuadir, hacer cambiar de opinin y amedrentar ohacer rer y disfrutar a los oyentes es el que llev a cabo en el siglo V a. J. C.el sofista Gorgias de Leontinos.

    12 Aristteles, Retrica 1408 a 10.

  • LECTURA MODERNA DE LA RETRICA CLASICA 113

    En efecto, en su discurso propedutico titulado Encomio de Helena Gor-gias intenta demostrar en la prctica la exactitud de una de sus tesis favoritas:la del enorme poder activo de la palabra.

    Para ello se sirve del conocido mito de Helena, heroina que, seducida porParis, habia abandonado a su marido Menelao y a su hija Hermione y con elloprovocado incontables dolores y sufrimientos a los combatientes aqueos y tro-yanos que por su culpa se enfrentaron en la Guerra de Troya.

    Pero el Sofista de Leontinos se opone a esta versin empleando el argu-mento de probabilidad en forma de reduccin al absurdo y toda una bateria deestrategias psicaggicas o arrastradoras del alma, fundamentalmente basadasen el uso de procedimientos estilisticos colmados de recurrencias como propiosque eran del recurrente lenguaje de la poesia.

    Si Helena fue a Troya argumenta lo hizo o por decisin de los dioseso por la voluntad de la Fortuna y decreto del Hado o arrebatada por la violen-cia o por la fuerza del poderoso dios Amor o bien embelesada y convicta por eltremendo poder persuasivo y encantador de la palabra, o sea, del lenguaje 13 . Encualquiera de estos casos la conducta de Helena seria disculpable y ella mismams digna de conmiseracin que de odio, ya que en todos ellos era la parte msdbil enfrentada a la ms fuerte y lo normal por naturaleza es que lo ms dbil

    sea gobernado, arrastrado y conducido por lo ms fuerte 14 . Los dioses, Hado,la divinidad Amor y la violencia de la fuerza bruta triunfan siempre sobre lavoluntad y la providencia humanas. Pero tambin el lenguaje, persuasivo y enga-riador, como un poderoso soberano, embauca las almas y, una vez encandila-das, se las Ileva fcilmente a rastras y las conduce por donde le place.Y en estepunto redact Gorgias lo que apropiadamente pudiramos Ilamar el acta funda-cional de la Retrica: "La palabra es un gran soberano que con un cuerpo min s-culo e insignificante lleva a cabo divinisimas obras; pues es capaz de acabar conel miedo y de quitar las penas y de producir alegria y de incrementar la conmi-seracin 15 . Y ms adelante en su discurso ariade que la palabra es como unapcima 16 , un bebedizo o un ensalmo 17 , propio del encantamiento o de la

    magia 18 , que enhechiza, persuade y hace cambiar de opinin19.La argumentacin por lo verosimil que emplea para desmentir la versin

    mitica de la infamia de Helena (lo ms probable o verosimil resulta ser queHelena es inocente porque hizo lo que hizo forzada y sin poder evitarlo28estamos ante un caso de lo que se denominar ms tarde, en la doctrina de

    13 Gorgias, Encomio de Helena 11, 6 D-K.14 Gorgias, Encomio de Helena 11, 10 D-K.15 Gorgias, Encomio de Helena 11, 8 D-K.16 Gorgias, Encomio de Helena 11, 14 D-K.17 Gorgias, Encomio de Helerza 11, 10 D-K.18 Gorgias, Encomio de . Helena 11, 10 D-K.19 Gorgias, Encomio de Helena 11, 10 D-K.20 Gorgias, Encomio de Helena 1 1, 6 D-K.

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    los planteamiento de los litigios, status qualitatis, en el que se aceptan loshechos de la acusacin pero se matizan), la presenta aderezada de galas po-ticas, a saber, figuras como la anttesis o disposicin adyacente de contrarios ter-minolgicos y/o semnticos pertenecientes al mismo clasema; el prison o para-lelismo de estructras sintcticas; el homeotleuton o serie de incisos o clusulasque riman entre s; y el iscolon o serie de incisos o clusulas provistas delmismo nmero de silabas. Todas estas figuras, que no son sino estrategiaspoticas trasladadas a la prosa, propias de poticos encantamientos (la primerapoesa era cantada como lo eran tambin los encantamientos) y por ello basa-das en ese procedimiento tan tpicamente potico que es la recurrencia, act ancomo frmacos o bebedizos que narcotizan el alma de los oyentes.

    Sin duda alguna, el punto ms interesante de la doctrina gorgiana sobre ellenguaje expuesta en el Encomio de Helena es su convencimiento de que stesirve no tanto para establecer con rigor hechos incontrovertiblemente demostra-dos que reflejen la verdad o reproduzcan el mundo, cuanto para obrar y hacerobrar, para la accin, para hacer surgir emociones e influir sobre las conductasde los congneres y conciudadanos. En este punto la visin gorgiana del len-guaje, que es una visin retrica, no est lejos de las de los filsofos modernosWittgenstein y Austin 21 , as como de las de la Lingristica Pragmtica, tan ligadaa la Retrica por cuanto que una y otra se ocupan de la efectividad y el xito dela interaccin comunicativa. El lenguaje asistido por la persuasin expone Gor-gias acta sobre el alma del oyente grabando en ella la forma deseada, que apartir de ese momento acta como una droga sobre el cuerpo. Esto ocurre enlos discursos de los astrnomos que sustituyen opinin por opinin; en los deba-tes a base de discursos de entre los cuales se impone uno sobre los dems por-que agrada ms a las masas por estar escrito con arte, aunque haya sido pro-nunciado sin respeto a la verdad; y tambin en las discusiones filosficas en lasque queda patente asimismo cmo la rapidez de pensamiento hace fcilmentecambiable la fe depositada en determinadas opiniones22.

    As pues, el discurso persuasivo, a travs de estrategias racionales de argu-mentacin de lo opinable y de estrategias de seduccin del alma basadas en larecurrencia potica, genera persuasin y la persuasin a su vez produce inme-diatamente accin, y todo ello de forma inevitable, de la misma manera que unadroga poderosa desencadena automticamente sus efectos en el cuerpo, inde-pendientemente de que stos sean beneficiosos o nocivos. Algunas drogasbenefician al cuerpo y otras, en cambio, lo darian, y asimismo el discurso per-suasivo puede favorecer o perjudicar al alma, infundindole tristeza o placer,miedo o coraje 23 . Por debajo de toda esta interpretacin del lenguaje como unafacultad fundamentalmente suscitadora de emociones y modificadora de con-

    21 L. Wittgenstein, Philosophical Investigations, Londres 1958. J. Austin, How to do 713ingswith Words, The M. I. T. Press, Cambridge 1962.

    22 Gorgias, Encomio de Helena 11, 13 D-K.23 Gorgias, Encomio de Helena 11, 14 D-K.

  • LECTURA MODERNA DE LA RETOR1CA CLASICA 115

    ductas se encuentra toda una concepcin filosfica que niega a la palabra pen-sada y comunicada toda posibilidad de reproducir la realidad y, en cambio, leatribuye la posibilidad de forjar opiniones plausibles y la de seducir el alma delos oyentes mediante el embelesamiento propio de la diccin de la poesia y delos encantamientos. En efecto, toda esa nueva actitud y declaracin de princi-pios que sobre el lenguaje expone el de Leontinos en su Encomio de Helena,las fundamenta filosficamente empleando los mismos argumentos de los quese habian valido los dogmticos filsofos eleticos, presididos por Parmnidesde Elea, en el siglo V a. J. C., para fijar la divisa o enseria de su filosofia: el Serexiste. La diferencia radica en la conclusin a la que Gorgias Ilega, contradic-toria con respecto a la de los eleticos: el Ser no existe y si existe no puede serpercibido y si puede ser percibido no puede ser comunicado al prjimo24.

    En el siglo V a. J. C. Parmnides de Elea meti a la filosofia en un callejn sinsalida. Escribi un poema en hexmetros, del que han sobrevivido largos frag-mentos, en el que nos refiere el viaje inicitico realizado por l, el filsofo-poeta25,hacia un misterioso lugar en el que toman arranque, a partir de una misma puer-ta de umbral y dintel ptreos, los senderos del dia y de la noche 26 Alli una diosale exhorta a percibir distintamente el corazn impvido de la rotunda verdad delas opiniones de los mortales en las que no reside verdadera credibilidad 27 . Enconsecuencia, siguiendo la enserianza-revelacin de la diosa, se pone a pensar conpalabras y a expresar sus pensamientos con palabras tambin, con la palabra-razn, o sea, con el lgos, para llegar a travs de l al ser de las cosas. Y el resul-tado de este acercamiento filosfico al ser a travs de la palabra es la idea de quela palabra pensada o expresada, la palabra-razn, el lgos, tiene que tener un refe-rente real del que se habla y del que se piensa; luego todo aquello de lo que sehabla o se piensa tiene que existir y nadie puede pensar ni expresar lo que noexiste. En consecuencia, no existen la nada ni el movimiento, que implica un cam-bio cualitativo, ni la pluralidad ni nada que no pueda pensarse ni expresarse. Sloel ser existe y puede ser pensado y expresado; el no ser no existe y no puede serpensado ni expresado; y el ser no es ni engendrado ni perecedero, es entero, uni-gnito, imperturbable, infinito28. En este poema y con esta formulacin Parmni-des dej descrito el Camino de la Verdad, encerr a la Filosofia en la celda de unmonismo dificil de superar y proclam a los cuatro vientos la superioridad de laRazn por encima de las engariosas apariencias de los sentidos.

    Pues bien, con el mismo mtodo (o sea, desde la palabra pensada y expre-sada al ser), pero dndole la vuelta al argumento, Gorgias de Leontinos demues-tra que el ser no existe, que, si existiera, no podria ser conocido, y que, sipudiese ser conocido, no podria ser comunicado. Recordemos que Parmnides

    24 Gorgias, Sobre el No Ser, o Sobre la A'aturaleza, 3 D-K.25 parmnides, Sobre la Naturaleza, 1, 1-5 D-K.26 Parmnides, Sobre la Naturaleza, 1, 11-12 D-K.27 Parmnides, Sobre la Naturateza, 1, 29-30 D-K.28 Parmnides, Sobre la Naturaleza, 8, 3-4 D-K.

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    haba argumentado justamente al revs: el ser existe porque puede ser pensa-do y comunicado. Es ms, llegaba a identificar pensar y ser: Es la misma cosapensar y aquello a causa de lo cual es el pensamiento; pues sin el ser en el quese cifra el pensamiento no hallars medio de pensar 29 . Contrariamente a estaargumentacin el Sofista de Leontinos, en su obra Sobre el No Ser o sobre laNaturaleza, basndose al igual que Parmnides en la relacin de la palabra-razn, la palabra pensada y expresada, el lOgos, con el ser, arguye en sentidocontrario la inexistencia del ser, as como su imposibilidad de ser pensado yexpresado: el ser no existe y si existe no puede ser percibido y si puede serpercibido no puede ser comunicado al prjimo30.

    Y todas las caractersticas del ser parmendeo son aprovechadas por Gorgiaspara, mediante argumentos de reduccin al absurdo, negar la existencia del ser: Siexiste, es eterno, pues no puede tener principio ni fin, ya que no puede empezara ser ni dejar de Ser; y si es eterno, es infinito, y si es infinito, no est abarcado porotro, luego no est en ninguna parte, y si no est en ninguna parte, no existe 31 . Sipara Parmnides el lenguaje y el pensamiento tienen que tener un objeto al quereferirse >

    o sea, el ser, segn el de Leontinos, el lenguaje mismo pensado y expre-sado, el lenguaje-razn o lgos, al comentar los atributos asignados por el Eleata alser, por ejemplo, su infinitud, Ilega a la conclusin contraria: el ser no existe.

    Y ahondando en la metodologa que conduce al no ser partiendo de lapalabra, del lenguaje mental y vocal, del lOgos, ariade que, aunque el ser exis-tiera, no podra ser conocido ni compartido o comunicado, pues, en primerlugar, no todo lo que se piensa con palabras existe, como, por ejemplo, unhombre volando o un carro corriendo sobre la superficie del mar32 , ni Esci-la ni Quimera33 ; y, en segundo lugar, las sustancias externas son visibles, audi-bles, sensibles, perceptibles por sentidos varios, mientras que nosotros las cap-tamos slo a travs de la palabra pronunciada, palabra con la que tambinpensamos, el lgos. Por ello los cuerpos visibles, por ejemplo, difieren grande-mente de las palabras con las que los designamos 34 , y lo mismo podramosdecir en general de lo visible en relacin con lo audible, a saber: que no se per-ciben mediante sensaciones intercambiables35.

    Y es que aquello con lo que nosotros informamos es discurso (lgos) y eldiscurso no es las sustancias ni las cosas que existen36.

    La palabra, pues, en la filosofa gorgiana antiparmendea, no sirve parareproducir la realidad, pues los filsosfos y meteorlogos o fsicos albergan opi-

    29 parmnides, Sobre la Natura leza, 8, 34-36 D-K.30 Gorgias, Sobre el No Ser, o Sobre la Naturaleza, 3 D-K.31 Gorgias, Sobre el No Ser, o Sobre la Naturaleza, 3, 68 D-K.32 Gorgias, Sobre el No Ser, o Sobre la Naturaleza, 3, 79 D-K.33 Gorgias, Sobre el No Ser, o Sobre la Naturaleza, 3, 80 D-K34 Gorgias, Sobre el No Ser, o Sobre la Naturaleza, 3, 86 D-K.35 Gorgias, Sobre el No Ser, o Sobre la Naturaleza, 3, 84 D-K.36 Gorgias, Sobre el No Ser, o Sobre la Naturaleza, 3, 84 D-K.

  • LECTURA MODERNA DE LA RETRICA CLSICA 117

    niones que van cambiando con el tiempo 37 , sino para argumentar con argu-mentos de probabilidad, ya que sobre la mayor parte de los asuntos la mayorparte de los hombres se procuran la opinin como consejera de sus almas 38 , yseducir las almas de los oyentes mediante recursos psicaggicos o arrastradoresde almas, como el estilo deleitoso y la pasin turbadora.

    Con Gorgias la Retrica queda fundamentada: Si conocemos, pensamos ytransmitimos al prjimo la realidad mediante el lenguaje, pero resulta que con-trariamente al monismo parmendeo en el que se funden las palabras y lascosas el lenguaje no reproduce fielmente. la

    realidad, podemos emplear estedesfase entre res y verba, cosas y palabras, a nuestro gusto, arbitrio o en favorde nuestra causa. Basta, sencillamente, amplificar las palabras para que parezcaque las cosas referidas se ensanchan tambin, o aminorar las palabras para qued la impresin de que sus referentes asimismo se achican. Para ello contamoscon el enorme potencial psicaggico o arrastrador de almas de la palabra.

    Para ejemplificar la aplicacin de este nuevo punto de vista, compuso Gor-gias la Defensa de Palamedes, utilizando de nuevo un mito bien conocido. Elhroe griego Palamedes haba desenmascarado a Odiseo cuando pretenda conuna de sus frecuentes tretas y arteras eludir la expedicin a Troya. Por ellotom ste venganza en l mediante una ariagaza. Falsific una carta para queaparentemente pasara como enviada por el rey troyano Pramo a Palamedes,en la que se aluda a un plan de traicin concertado por ste con el monarcatroyano, y a esta falsa prueba ariadi una bolsa de monedas de oro que hizoocultar bajo la almohada del lecho en la tienda de su aborrecido enemigo.Cuando el rey de reyes de los griegos Agamenn descubri tan compromete-dores y acusatorios indicios, entreg al honesto hroe directamente acusadopor ellos a un tribunal de prceres de los griegos para ser juzgado. Los jueceslo encontraron culpable y el infeliz e inocente Palamedes fue condenado amuerte y lapidado, convicto de traicin en virtud de pruebas falsas y malicio-samente fingidas.

    Hasta aqu el mito. Pero cmo debiera haberse defendido Palamedes, ino-cente pero muy entorpecido por las falsas pruebas para demostrar la verdad, osea, su inocencia? Pues, sencillamente, mediante el argumento de probabilidad,que es el que vale en Retrica y el nico asequible a los mortales que emple-an palabras y no las propias cosas para comunicarse, y aprovechando los pode-res de seduccin de almas del lenguaje, es decir, sacando a relucir las estrate-gias psicaggicas del lenguaje, a saber, sus galas poticas, su posibilidad deponer de manifiesto y hacer valer el atractivo del carcter del orador (thos) ysu capacidad de conmover las almas de los oyentes (ptbos).

    Y as procede el Palamedes ficticioy paradigmtico del discurso de Gor-gias, ese discurso programtico y didctico engalanado todo l con las recu-

    37 Gorgias, Encomio de Helena 11, 13 D-K.38 Gorgias, Encomio de Helena 11, 11 D-K.

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    rrencias poticas de las figuras gorgianas. En primer lugar, echa mano, para sudefensa, del argumento de probabilidad a travs de la reduccin al absurdo:Aunque hubiera yo querido, no habria podido 39 , pues antes de la accin (eneste caso, de la traicin) se requiere la palabra, mensajes, reuniones, conversa-ciones y, consiguientemente, un intrprete y, por tanto, un cmplice 40 . Y encuanto al acusador contina argumentando, si sabe lo que acusa a cienciacierta, lo sabr por haber participado en ello, y, consecuentemente, es tan cul-pable como el acusado 41 . Y, por otra parte sigue arguyendo, el acusador esincoherente pues acusa al acusado de dos cargos contradictorios, la inteligen-cia y la locura : de ser lo suficientemene inteligente como para fraguar una trai-cin de tal envergadura y de ser tan loco como para pretender traicionar a Gre-cia42 . Ahora bien, inteligencia y locura son cualidades de la mente de por siincompatibles.

    Pero, adems, haciendo uso del argumento por el carcter, el thos, del ora-dor, el acusado arguye: Ni aunque hubiera yo podido, habria querido 43 , pues nose dan en mi las causas probables de los crimenes, a saber, el afn de poder44,de gloria43 , de dinero46, ni la evitacin de un castigo, peligro o temor47 ni el deseode favorecer a los amigos y hacer dario a los enemigos 48 , y, por otro lado, mi vidapasada49 prueba mi carcter filantrpico, patritico y amante de los griegos.

    A continuacin, al final del discurso, Gorgias, desemperiando ficticiamentela funcin de Palamedes, se dirige a los jueces, a quienes califica de los pri-meros griegos de entre los griegos principales 30, para persuadirles no segndice retricamente con splicas, lamentos y plegarias, sino con el ms clarocriterio de justicia y el mayor afn por referir la verdad51.

    Estamos ante el epilogo, parte del discurso en la que se instalan regular-mente una recapitulacin de lo tratado y una apelacin a los sentimientos delos jueces (pthos). Por lo que a esta ltima funcin se refiere (la peticin declemencia a los miembros del tribunal), el orador ha decidido, tras mencionarindirectamente la conmiseracin y las splicas y plegarias habituales al afirmarque renuncia a ellas (figura retrica llamada pretericin), abordarles medianteel halago y exhortarles a mantener su prestigio emitiendo un veredicto confor-

    39 Gorgias, Defensa de Palamedes 11 a, 5 D-K.46 Gorgias, Defensa de Palamedes 11 a, 7 D-K.41 Gorgias Defensa de Palamedes 11 a, 22 D-K.42 Gorgias, Defensa de Palamedes 11 a, 25 D-K.43 Gorgias, Defensa de Palamedes 11 a, 5 D-K.44 Gorgias, Defensa de Palamedes 11 a, 13 D-K.43 Gorgias, Defensa de Palamedes 11 a, 16 D-K.46 Gorgias, Defensa de Palamedes 11 a, 15 D-K.42 Gorgias, Defensa de Palamedes 11 a, 19 D-K.48 Gorgias, Defensa de Palamedes 11 a, 18 D-K.49 Gorgias, Defensa de Palamedes 11 a, 15 D-K.36 Gorgias, Defensa de Palamedes 11 a, 37 D-K.51 Gorgias, Defensa de Palamedes 11 a, 33 D-K.

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    me a la verdad 52 . Y en cuanto a la primera, la de recapitular lo tratado, el ora-dor-rtor Palamedes-Gorgias renuncia a ponerla en prctica por considerar queno la requieren tan distinguidos jueces 53 y en su lugar expone una vez ms sudoctrina de la incapacidad del discurso para reproducir la realidad: Pues bien,si fuera posible que a travs de las palabras la verdad de los hechos resultarapura y evidente a los oyentes, el veredicto sera fcil ya a partir de lo dicho54.Es decir: la Defensa de Palamedes es un discurso paradigmtico que represen-ta un tour de force, un ms difcil todava de la recin fundamentada Retrica:este arte es capaz de hacer que lo verdadero, lo realmente acontecido, que noes posible reproducir con palabras, resulte verosmil.

    Con este remate la Retrica est fundamentada, si bien no sistemticamen-te, sino de forma espordica, con una afirmacin aqu y la otra all, y las unasy las otras siempre en medio de ejemplos, o sea, de discursos ejemplares. Y asmismo procedan los autores de Artes Retricas de aquellos tiempos. En efecto,los tratadistas de Retrica de la poca componan obras en las que, lejos de faci-litar los lineamientos con los que bosquejar un arte sistemtico, acumulaban suspersonales experiencias a base de recetas, sin preocuparse ni poco ni muchodel arte en su conjunto 55 . Por ejemplo, Trasmaco de Calcedn, autor de unaGran Arte retrica56, que, a pesar del ttulo, era, como todas las primitivas57,ms bien una coleccin de imitables modelos de los productos del arte de laelocuencia que una exposicin sistemtica de su doctrina, incluy en ella unacoleccin de epilogos provistos de apelaciones emocionales a los jueces, quepodan servir, a guisa de lugares comunes, como piezas de remate de los dis-cursos judiciales, si bien cosa poco frecuente acompariaba esos imitablesejemplos de recomendaciones respecto de su realizacin en el momento de lapronunciacin misma del discurso58.

    Fue Platn en el Fedro quien fij y delimit la Retrica como arte empla-zada entre la Dialctica y la Psicagoga. Aunque su orador modelo es el filso-fo-dialctico que debe conocer previamente la verdad 59 y luego comunicarla,incluso con dogmticos discursos provistos del argumento ad hominem querecuerda y hace pensar en la noble mentira a la que se alude en la Repbli-ca60, a unos oyentes siempre individuales que se encuentran en relacin dia-lctica con el omnisciente orador-filsofo y que adems siempre son menosinteligentes que l, a pesar de todo eso, hay que reconocer que en el Fedro pla-

    52 Gorgias, Defensa de Palamedes 11 a, 35 D-K.53 Gorgias, Defensa de Palamedes 11 a, 37 D-K.54 Gorgias, Defen,sa de Palamedes 11 a, 35 D-K.55 Aristteles, Retrica 1354 a 11.56 Radermacher, AS, B IX, 1-3.57 Aristteles, Refutaciones Softicas 183 b 36.58 Aristteles, Retrica 1404 a 14. Quintiliano III, III, 4.59 Platn, Fedro 260 d 3.60 Platn, Reptiblica 414 b 7.

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    tnico se define explcita y pormenorizadamente por primera vez el arte retri-ca como un arte en que convergen un fuerte elemento lgico y un importantecomponente psicaggico.

    El elemento lgico del ideal discurso retrico ha de ser tan fuerte, que hastasu mismo texto ha de estar coherentemente configurado como un ser vivo, pro-visto de un cuerpo propio, de manera que no carezca de cabeza ni de pies, sinoque tenga un tronco y unas extremidades proporcionalmente ajustadas unas aotras e inscritas en el conjunto61.

    En cuanto a la importancia del componente psicaggico del discurso ret-rico ideal, hay que decir que est asimismo muy subrayada: el orador debe serexperto en el alma; ha de ser capaz, en primer lugar, de describirla con la mayorexactitud posible y de explicitar si es homognea o compleja; en segundo tr-mino, conocer qu accin es capaz de ejecutar y qu efecto puede sufrir y porobra de qu agente; por ltimo, clasificar los discursos y las almas por espe-cies y conocer qu tipo de discurso es apropiado o inapropiado para la per-suasin de cada especie de alma62.

    Sin esta fundamentacin platnica de la Retrica como arte sera incom-prensible la Retrica del Estagirita. Pues, efectivamente, tambin Aristtelessita la Retrica entre la Dialctica, por un lado, y la ciencia de las almas, porotro, si bien esta ciencia de las almas es la tica poltica. As lo dice literalmen-te en una de las dos definiciones de la Retrica que aparecen a lo largo de suobra sobre el arte de la elocuencia: la Retrica viene a ser como una ramifica-cin de la Dialctica y de la prctica sobre los caracteres, a la que justo seradenominar poltica63.

    En resumidas cuentas, Aristteles parte del supuesto de que para configuraruna Retrica hace falta contar con conocimientos paralelos a los de la Dialcti-ca y asimismo con conocimientos que versan sobre el alma, si bien estos cono-cimientos sobre el .alma aparecen encuadrados en el marco de la Poltica, unaidea que tambin es de Platn. Efectivamente el divino filsofo haba dejadobien establecido que las constituciones o formas de gobierno generan un parti-cular carcter o thos capaz de modelar el alma de los ciudadanos sometidos aellas64 . As que el orador ideal del Estagirita es un filsofo, ya no dogmticocomo el de Platn, pero s tico (no hay que persuadir de lo malo)65 , que debemanejarse bien en Dialctica y en el conocimiento del alma de sus oyentes con-cebidos como integrados en una comunidad poltica, o sea, en Poltica.

    Ahora bien, hay en la Retrica de Aristteles dos definiciones distintas dela Retrica, que, sumadas a ciertas repeticiones inesperadas e in tiles as comoa flagrantes contradicciones de contenido en el tratamiento de una misma cues-

    61 Platn, Fedro 264 c 1.62 Platn, Fedro 271 a 4.63 Aristteles, Retrica 1356 a 25.64 Platn, Repblica 544 d y 549 e.65 Aristteles, Retrica 1355 a 31.

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    tin, han sugerido ya desde finales de la pasada centuria y los comienzos de lapresente que la Retrica aristotlica fue compuesta con materiales de dos (oms) pocas diferentes. En esta lnea de investigacin hay que situar los traba-jos de H. Diels, F. Marx, A. Kantelhardt y F. Solmsen 66. Este ltimo, siguiendo elesquema evolutivo fijado para el Estagirita por W. Jger 67 , autor de la tesis deun gradual desarrollo del pensamiento aristotlico desde el platonismo delmaestro a un empirismo ms en consonancia con su individual y propio carc-

    . ter, trat de explicar las contradicciones y disonancias detectables en el susodi-cho tratado68 . Pero resulta que hoy da parece, en contra de esta tesis aceptadasin la menor sombra de duda incluso por George Kennedy 69, que en Aristte-les conviven desde unprincipio el platonismo y el empirismo y que por consi-guiente su doctrina no es tanto el resultado de una evolucin lineal y sin alti-bajos desde el polo del platonismo al del empirismo, sino, ms bien, elresultado de un desarrollo gradual de dos antinomias subyacentes en su pode-rosa mente que fueron emergiendo unas veces en forma alternativa y otrassucesivamente70.

    As pues, modernamente debemos leer la Retrica pensando en que suautor es a la vez platnico y empirista y tratando de comprender cmo, al nopoder fundamentar el arte de la elocuencia en la mera Dialctica, lo que hubie-ra conducido a una Retrica para filsofos al platnico modo, no tuvo msremedio que adoptar una postura ms empirista y abierta consistente en con-templar el proceso del discurso retrico desde la perspectiva del oyente juez.

    La perspectiva del oyente juez es esencial para entender el tratado aristo-tlico que nos ocupa. En realidad, sin tenerla presente no se puede dar un pasoni en Retrica antigua ni en Retrica moderna 71 . El Estagirita la tiene en mentecuando, en los preliminares de su obra72 , argumenta que la Retrica es til por-

    66 A. Lpez Eire, Las claves de la Retrica aristotlica, Homenaje al Prof S. Lasso de laVega, Madrid 1998, 311-321. Entre la Dialctica y la Poltica, Habis 30 (1999) 87-110. Inno-vacin y modernidad de la Retrica aristotlica, A Retrica greco-latina e a sua perenidade,Actas do congresso 11-14 de Maro de 1997, Coimbra 2000, I, 57-134.

    67 W. Jaeger, Aristoteles. Grundlegung einer Geschicbte seiner Entwicklung, Weidmanns-che Buchhandlung, Berlin 1923. Aristteles. Bases para la bistoria de su desarrollo intelectual,trad. esp., Fondo de Cultura Econmica-Esparia, Madrid 1993.

    68 F. Solmsen, Die Entwicklung der aristotelishen Logik und Rbetorik, Neue PhilologischeUntersuchungen, 4, Weidmannsche Buchhandlung, Berln 1929.

    69 G. Kennedy, 7"be Art of Persuasion in Greece, Routledge and Kegan Paul, Londers1963, 82-3.,

    70 P. Moraux, Die Entwicklung des Aristoteles, en P. Moraux (ed.), Aristoteles in derneueren Forscbung, Wisserischaftliche Buchgesellschaft, Darmstadt 1968, 67-94.

    71 Sobre la funcin activa del receptor en la elaboracin y emisin del discurso retrico porel orador, cf. T. Albaladejo, Sobre la posicin comunicativa del receptor del discurso retrico,Castilla. Estudios de Literatura 19 (1994), 7-16. En cuanto a la adhesin del oyente a un -valorpropuesto, cf. A. Garca Berrio, Retrica como ciencia de la expresividad (Presupuestos para unaRetrica general), Estudias de Lingtica. Universidad de Alicante, 2 (1984) 7-59; cf. 42.

    72 Aristteles, Retrica 1355 a 24.

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    que nos enseria a persuadir a las masas, pues, aunque poseyramos la cienciams exacta del mundo, al dirigirnos a algunas gentes, no nos resultara posibleconvencerlas extrayendo elementos de ella e incorporndolos a nuestro discur-so, pues el discurso cientfico es propio de la docencia, y eso es imposible ennuestro caso; antes bien, es necesario realizar las estrategias de persuasin y losrazonamientos a travs de nociones comunes, como precisamente, por cierto,exponamos en Los rpicos acerca de la conversacin con las masas 73 . Y es, enltimo trmino, responsable de que la Retrica deje de ser definida como merafacultad de contemplar en cada caso su capacidad de persuasin74 , para pasara tener una definicin mucho ms realista y en consonancia con sus aplicacio-nes reales: una ramificacin de la Dialctica y de la prctica sobre los caracte-res, a la que justo sera denominar poltica 73 , cambio de definicin que impli-ca la transfiguracin de la Retrica, que se convierte de terica disciplinafilosfica en disciplina filosfico-poltica que estudia empricamente la prcticade los caracteres individuales en relacin con los caracteres de las constitucio-nes polticas. Es como si el Estagirita, atendiendo al oyente de un discurso ret-rico, arrancase a la Retrica de los brazos de la Dialctica para llevarla a los dela tica-Poltica: puesto que las estrategias persuasivas no slo surgen a lo largode un argumento demostrativo, sino tambin de uno tico (pues damos credi-bilidad al hecho de que el orador parezca ser de tal o cual manera, es decir, siparece ser bueno, benvolo o ambas cosas a la vez), sera menester que noso-tros tuviramos bien controlados los caracteres de todas y cada una de las for-mas de gobierno76.

    La razn de este giro copernicano est en la adopcin por parte de Arist-teles de la perspectiva del oyente, proceso del que en el tratado quedan abun-dantes huellas. De entre ellas la ms importante es la declaracin explcita conla que Aristteles nos precisa que, si el oyente fuese un intachable filsofo dia-lctico intocado por el vicio y no lo que en realidad es, a saber, un ser huma-no en el que se dan la depravacin, la maldad, la degeneracin y la perversin,la Retrica no tendra que ver ms que con las demostraciones de los argu-mentos. Pero resulta que la Retrica es una disciplina dirigida al oyente normaly no virtuoso filsofo, por lo que muchas veces atiende, ms que a la demos-tracin de la verdad misma, a complacer o buscar la aquiescencia del oyente, yse convierte en una faceta de la adulacin77 o un arte enfocado al placer y ala manera de agradar a los oyentes 78 , tal como la definiera Platn en el Gor-gias. As se expresa sobre este punto el Estagirita: pero refirindose toda la acti-vidad de la Retrica a la opinin, habr que atender a este asunto, no como si

    73 Se refiere a Aristteles, Tpicos 101 a 30.74 Aristteles, Retrica 1355 b 25.75 Aristteles, Retrica 1356 a 25.76 Aristteles, Retrica 1366 a 9.77 Platn, Gorgias 463 c.78 Platn, Gorgias 502 c.

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    estuviera bien, sino como cosa necesaria, dado que lo justo es no buscar conel discurso nada ms que evitar afligir o regocijar a los oyentes; pues lo justoes competir con los hechos mismos, de manera que todo lo dems que quedafuera de la demostracin es superfluo; pero, sin embargo, ese asunto tiene granpoder, tal como queda dicho, por causa de la depravacin de los oyentes 79. Poresa razn piensa Aristteles no hay ms remedio que volver a la realidad yadoptar el punto de vista del oyente juez, lo que implica admitir que no sepuede separar en un discurso retrico lo cognitivo de lo emotivo y que los inte-reses del oyente juez determinan los diversos gneros oratorios. Lo primero loafirma nuestro filsofo diciendo que de las estrategias persuasivas que se sumi-nistran a travs del discurso hay tres especies, pues unas se basan en el carc-ter del que habla, otras en poner al oyente en determinada disposicin y otrasen el discurso mismo 80 ; y lo segundo lo deja claro con estas palabras el oyen-te tiene que ser necesariamente o espectador o juez, y si es juez, lo es de lascosas pasadas o de las futuras. Y el que juzga sobre las cosas futuras es el miem-bro de la Asamblea y el que lo hace sobre las cosas pasadas, el juez, y el quejuzga sobre la capacidad (sc. del orador) es el espectador, de manera que nece-sariamente vendran a ser tres los gneros de los discursos: deliberativo, judicialy epidctico81.

    Veamos otras huellas tambin muy notables de la adopcin de la perspec-tiva del oyente juez: En un bien conocido pasaje se refiere Aristteles a laimportancia de suscitar un determinado estado de nimo en el oyente juez, conestas palabras: Y a travs de los oyentes (sc. se ejercen las estrategias de per-suasin), cuando son arrastrados a una pasin por el discurso, pues no emitimoslos mismos veredictos cuando estamos apenados que cuando estamos alegres,cuando amamos que cuando odiamos82 . Y en el comienzo mismo del libro III,a propsito del estilo, afirma que hay que estudiar el modo en que hay que pro-nunciar el discurso para que resulte estticamente como es debido, que es cosaque contribuye en gran medida por su calidad a predisponer favorablemente aloyente83 . Y, por supuesto, todas esas recomendaciones que desde las pginas dela Retrica da el Estagirita en segunda persona, una manera de prescribir pocousual en l, estn generadas desde la perspectiva del oyente juez; por ejemplo:en la narracin emplea elementos patticos tanto en lo que se refiere a las con-secuencias que todos conocen como en lo que a ti mismo o a tu adversarioatarie, por ejemplo: "y l, habindome echado una mirada de soslayo, se mar-ch"84 ; y cuando suscites emociones, no emplees entimemas en tu discurso85.

    Aristteles, Retrica 1404 a 1.8 Aristteles, Retrica 1356 a 1.81 Aristteles, Retrica 1358 b 2.82 Aristteles, Retrica 1356 a 14.83 Aristteles, Retrica 1403 b 15.84 Aristteles, Retrica 1417 a 36.85 Aristteles, Retrica 1418 a 12.

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    Y hay, finalmente, un pasaje decisivo 86 , inspirado tambin en la concep-cin del oyente juez, en el que Aristteles brilla con luz propia entre los tra-tadistas de Retrica. El alma del oyente explica el Estagirita cuando perci-be un discurso pronunciado en el estilo apropiado, pertrechado de tonospatticos que reflejan pasiones y de rasgos que expresan el carcter o talantedel orador, en virtud de un paralogismo87 , o sea, de una falacia o un falso razo-namiento, en la idea de que quien le habla le est diciendo la verdad, con-cluye que as son las cosas ., aunque no sean as como dice el orador88.

    La concepciin aristotlica del oyente juez, que justifica el hecho de queexistan en el discurso retrico junto a las estrategias lgicas, estrategias de otroorden, como las psicolgicas (la exhibicin del .carcter fiable y atractivo delorador, thos, y la conmocin pasional de los oyentes, pthos) y las estticas (lasbasadas en la cautivadora belleza de la particular diccin o estilo), asimilablesa las psicolgicas89, empalma excelentemente con la Retrica moderna. Pues,efectivamente, en la actualidad y en esto sigo a O. Ducrot y M. CareI 90 seopina que el discurso argumentativo no tiene ninguna relacin directa con lapersuasin retrica, que la argumentacin con palabras (el lgos) no se fundaexclusivamente en los hechos y que por ello es bien diferente de la inferenciao del razonamiento, que como ya lo haba intuido la Retrica tradicional ellgos o argumentacin con palabras, aunque era considerado elemento indis-pensable del discurso retrico, muestra bien a las claras sus propios lmites. Esclaro, por ejemplo, que Pedro ha comido poco esta mariana y Pedro ha comi-do un poco esta mariana son enunciados muy semejantes pero que exigen estarencadenados, en el discurso, a sendas conclusiones .bien distintas y aun opues-tas: Por consiguiente, debe tener hambre y Por consiguiente, no debe tenerhambre todava, respectivamente. Tambin lo es que una inferencia entroniza-da mediante la conjuncin por consiguiente no es sino la explicitacin de undeterminado bloque semntico (hace un calor asfixiante, por consiguiente, mevoy a bariar, bloque semntico del agua refrescante como antdoto del calorasfixiante) y esos bloques no son ms que representaciones estereotipadas dela realidad. As pues, el orador, al decir por consiguiente en su argumentacinretrica o lgos, no justifica directamente su conclusin, sino que se justifica as mismo como hombre razonador y esta su presunta racionalidad se transmiteindirectamente a las conclusiones que presenta.

    86 Arist&eles, Retrica 1408 a 16.87 Aristteles, Retrica 1408 a 20.88 Aristteles, Retrica 1408 a 2189 Cf. T. Albaladejo, Retrica, Sintesis, Madrid 1989, 129 La elaboracin artstica elocuti-

    va produce un deleite esttico en el receptor, que Ileva a ste a vencer el taedium, el hastoen la audicin, y a seguir con atencin, inters y fruicin el discurso.

    90Agradezco a mi admirado amigo O. Ducrot sus informaaciones orales as como unacopia de .1a versin definitiva de su conferencia de Mxico 1998, a n indita, titulada Del'-argumentation comme moyen de persuasion.

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    Esta forma de contemplar la dbil fuerza argumentadora del lenguajeataca directamente el optimismo de Aristteles y de sus sucesores, que creanen la posibilidad de obtener la verdad mediante el silogismo filosfico, aun-que con el entimema retrico el Estagirita, desde la perspectiva del oyentejuez, slo consideraba alcanzable la verosimilitud91 . En realidad por decir-lo con palabras del propio Ducrot, el lenguaje es la caverna platnica quenos obliga a vivir en medio de las sombras sin relacin fiable con la realidad.Como haba dejado expuesto Gorgias, entre la realidad y el lenguaje media unabismo insalvable. Pero esta conclusin nos revela al mismo tiempo la agu-deza y el buen tino del Estagirita, que no abandon la Retrica en las manosde tan slo la Dialctica como disciplina capaz de encontrar la verdad. Por elcontrario, convencido de que la Retrica por la va del raciocinio slo podraalcanzar lo verosmil, la pertrech de otras estrategias basadas en la eficaciade la palabra sobre el oyente juez y Ileg a atisbar que era en ellas en lasque en gran medida se fundamentaba, en virtud de un parasilogismo o fala-cia argumentativa, la fuerza persuasiva del discurso retrico92.

    Hoy da sabemos muy bien que la Retrica no puede ser puramente argu-mentativa, pues no existe un nico y monoltico tipo de inteligencia, sino inte-ligencias mltiples93

    y cada individuo posee dos clases diferentes de inteli-gencia, la inteligencia racional y la inteligencia emocional 94 , ya que lasemociones son necesarias para el ejercicio de la razn, hasta el punto de queno hay un funcionamiento adecuado del intelecto si no se da una ajustadacomplementacin entre el sistema lmbico y el neocrtex, entre la amgdala ylos lbulos prefrontales 95 . La Neurolingtistica y su complementaria la Psico-lingtistica nos enserian que, lejos de ser estos asertos meramente especulati-vos, tienen bases y fundamentos biolgicos y funcionales, pues, por unaparte, est probada experimentalmente la relacin entre la amgdala y otrasregiones del sistema lmbico, sede de la inteligencia emocional, con los lbu-los prefrontales y el neocrtex sede de la inteligencia racional en sus dosreas, de Broca y de Wernicke, situadas la primera en el lbulo frontal y lasegunda en el parietal y responsables la primera del proceso de expresin yla segunda del de comprensin; por otra parte, funcionalmente, la facultad dellenguaje est relacionada con otros sistemas e integrada en el cuadro psico-lgico general, por lo que la facultad de hablar y comprender lenguaje sonfunciones comp1ejas96

    en las que intervienen no slo el hemisferio cerebral

    91 Aristteles, Retrica 1355 a 14.92 Aristteles, Reteirica 1408 a 20.93 H. Gardner, Multiple Intelligences. The Thewy in Practice, Basic Books, N. York 1993.94 P. Salovey- J. D. Mayer, Emotional Intelligence, Imagination, Cognition and Perso-

    nality 9 (1990), 185-211. .93 A. Damasio, Descartes Error: Emotion, Reason and the Human Brain, Grosset/Put-

    nam, N. York 1994.96 A. R. Luria, Traumatic Aphasia, trad. ingl., Mouton, La Haya 1970.

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    izquierdo (hasta ahora se venia hablando de lateralizacin), sino tambin elderecho (sede del componente entonativo, por ejemplo) 97 y la amigdala queenvia bits de informacin sensorial a los lbulos prefrontales, que son anali-zados y registrados en el neocrtex.

    La perspectiva del oyente juez es esencial en Retrica. Es un principio fun-damental de la Retrica que el orador tiene que adaptar su discurso a la situa-cin comunicativa en que se encuentra, al momento oportuno, el kairs, parapoder contar asi con una perfecta adecuacin entre todos los elementos quecomponen el hecho retrico, o sea, el decorum98.

    Nuestras estrategias retricas se basan en lo que sabemos acerca de la mane-ra en que los oyentes procesan las palabras que el orador les dirige para obtenerde ellos una determinada reaccin. Ahora bien, la Neurolingiiistica 99 , la

    y la Pragmtica Lingijistica nos proporcionan adems en el presentenovedosos e interesantes fundamentos para edificar una Retrica slida y eficaz.Gracias a estas disciplinas sabemos, por ejemplo, que la especie humana debe suevolucin y desarrollo al cerebro emocional, pues de la regin ms primitiva delcerebro situada en la parte superior de la mdula espinal --el tallo enceflico--surgieron primeramente los centros emocionales del sistema limbico (que permi-tia el aprendizaje y la memoria) y ms tarde el neocrtex, ese bulbo de tejidosreplegados sobre si mismos que constituyen el estrato superior del sistema ner-vioso, en el que residen la inteligencia y el raciocinio humanos. Pues bien, milesy miles de circuitos neuronales vinculan estrechamente el sistema limbico al neo-crtex, la inteligencia emocional a la racional. En consecuencia, nuestro discursoretrico, si pretende ser eficaz, o sea, persuasivo, ser rico en estrategias ligadasa ese tan importante cerebro emocional del que venimos hablando. Y, en cuan-to al cerebro racional, sabemos que en el hemisferio cerebral izquierdo, por entrelos lbulos de la corteza perisilviana, existen el rea de Broca, situada en el lbu-lo frontal y responsable de la fluidez del lenguaje, y el rea de Wernicke, situadaen el lbulo parietal, colmada de circuitos neurales y conexiones nerviosas, encar-gada del procesamiento del lenguaje.

    La Retrica debe conocer cmo los oyentes procesamos los mensajes en lacomunicacin del discurso retrico, para construir fuego ella misma, conocidoel sistema de procesamiento, los discursos ms eficaces para la persuasin.

    97 D. W. Zaidel, Las funciones del hemisferio derecho, Mundo cientifico 36 (1984), 504-513.

    98 A. Garca Berrio, Teora de la Literatura (La construccin del significado potico), 2'ed., Ctedra, Madrid 1994, 100-2.

    99 R. Lesser, Language in the Brain: Neurolinguistics, en E. Neville Collinge (ed.), AnEncyclopaedia of Language, Routledge, Londres/N. York 1990, captulo 11. D. Caplan, Intro-duccin a la neurolingidstica y al estudio de los trastornos del lenguaje, trad. esp., Visor,Madrid 1992.

    100 A. Lpez Garca, Psicolingidstica, Sintesis, Madrid 1988. M. Garman, Psicolingiastica,trad. esp., Visor, Madrid 1996.

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    Al procesamiento del lenguaje emitido ha de mirar, efectivamente, en todomomento la Retrica moderna, siguiendo as el camino fijado por Aristtelescon su teorizacin del oyente juez. Los seres humanos nos pasamos la vidarealizando actos de habla para influir los unos en los otros, para instigarnos einducirnos mutuamente a obrar o pensar de una determinada manera, y el actode habla retrico es un tipo especial de acto de habla ilocucionario, caracteri-zado por una muy marcada intencionalidad persuasiva. Somos animales socia-les condenados a la interaccin 101 , es decir: a influir unos en otros a travs dellenguaje mediante dos programas de comunicacin: el de codificacin-descodi-ficacin, que nos es comn con el robot (puerta lateral derecha abierta) y conalgunas especies animales (por ejemplo, la danza de las abejas 102), y el deostensin-inferencia, por el que damos a entender algo a nuestro oyente a tra-vs del reconocimiento de la intencionalidad de nuestro mensaje lo . El primerode estos dos programas est subordinado al segundo, pues los seres humanoslogramos la comunicacin cuando reconocemos como oyentes la intencininformativa de quienes, realizando con nosotros un acto de habla, nos emitensus mensajes.

    Y aqu est el fundamento de la Retrica: el propsito de realizar actos dehabla especialmente persuasivos de los oyentes partiendo de la perspectiva deloyente juez adoptada por Aristteles para su estudio, es decir, sabiendo quenuestro esfuerzo como oradores slo se ver recompensado por el veredicto delauditorio una vez haya procesado nuestro discurso. A realizar este eficaz dis-curso nos ayuda la Retrica con su saber multisecular: Como las palabras estnabismalmente separadas de las cosas como dijo Gorgias, como con la argu-mentacin retrica no podemos ir ms all de lo verosmil como afirm Aris-tteles, habr que persuadir a nuestro prjimo con estrategias psicolgicas yestticas (en el fondo, psicolgicas ambas) que su inteligencia emocional pro-cese favorablemente y con estrategias lgicas que, tendentes tan slo a esta-blecer la verosimilitud, al ser procesadas por el oyente, le parezcan transmiso-ras de verdad, aunque, como decamos al principio, la certidumbre es hoy enda tan ajena a la Retrica como a la Ciencia.

    101 C. Kerbrat-Orecchioni, Les interactions verbales, I, Armand Colin, Pars 1990102 K. von Frisch, The Dance Language and Orientation of Bees, Belknap Press of Har-

    vard UP, Cambridge, Mass. 1967.103 H. P. Grice, Meaning .. , Philosophical ReMew 66 (1957), 377-88 = D. Steinberg-L. Jaco-

    bits (eds.), Semantics: An interdisciplinmy Reader, CUP, Cambridge 1971, 53-9; cf. 58.