lecciones de amor y libertad

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    Lecciones deAMOR y LIBERTAD

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    Antonio Fernndez Benayas

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    978-1-4452-4089-3 28-11-2009

    28924 Alcorcn - Madrid

    Antonio Fernndez Benayas

    las personas de buena voluntad.a mis nietas Alba e Irene y, de rebote, a todasms de cuarenta aos, a mis hijos y sus amores,posa, que me motiva y corrige desde hace ya

    A Mara Luisa, la bella, generosa y paciente esDedicatoria:

    -

    [email protected]

    ISBN:

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    ndiceINTRODUCCION .......................................................5Leccin primera: INSOBORNABLE REALIDAD................7

    I .- La energa y la materia, 7.II. - La unin que diferencia, 11.III .- LaMadre Tierra, 12.IV .- El Hombre, 14.V .- Reflexin y Libertad respon-sabilizante, 16.VI .- Razn y Religin, 17.VII. - El Uno y treinta y tresmillones de dioses, 19.VIII .-El camello, el len y el nio, 21

    Leccin Segunda: EL CRISTIANISMO .........................23I .- Lo Rreal y el Amor, 23.II .- Jesucristo, 26.III .- La sal de la Tierra,27. IV .- Los cristianos y la propiedad privada, 28.V .- La Ciencia y laDoctrina, 35. VI .- El Progreso en la Historia, 40.VII .-El entronque cul-tural de los espaoles, 47

    Leccin Tercera: LOS DOS REINOS ............................55I.- Religin y Poder,55.II .- Lo feudal y el Dinero, 65.III .- La revolu-cin crematstico-burguesa, 69. IV.- El humanismo laico-renacentista,72. V .- El maquiavelismo poltico, 76.VI .- El Papa, Erasmo, Lutero y

    la Libertad de los Hijos de Dios, 80.VII .-Nuevos caminos para la Cien-cia, 85. VIII .- Espaa en el Mundo, 90.

    Leccin Cuarta: EL ATAJO IDEAL-MATERIALISTA..........95I .- Nuevos tiempos nuevos maestros?, 95.II .- Experiencia cientfica,fantasa y Fe, 99. III .- Derecho natural" y despersonalizacin, 103.IV .- La Revolucin de 1789 y sus inmediatas consecuencias, 111.V .- ElAbsoluto y la razn insuficiente, 118.

    Leccin Quinta: MERCADEO DE IDEAS Y SISTEMAS....129I .- Viejos y jvenes hegelianos, 129.II .- El Evangelio, segn DavidStrauss, 131. III .- Muerte del Cristianismo?, 134.IV .- Homo hominideus?, 136.V .- Ego mihi deus?, 138.VI .- La Economa Poltica Ingle-sa, 140. VII .- El Socialismo Francs, 146.VIII .- El drama del humanis-mo ateo, 151. VII .- Res sunt, ergo cogito, 156

    Leccin Sexta: ENTRE LA MATERIA Y LA ESPECIE ......159I .- Races burguesas de la Lucha de Clases, 159.II .- Bases tericas delComunismo, 161.III .- Marx y el Marxismo, 164.IV .- El revisionismomarxista, 172.V .- Sartre, Garaudy y Marcuse, celebrados teorizantes dela "Modernidad Progresista", 177.

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    Leccin Sptima: MUY CONOCIDAS EXPERIENCIASMARXISTAS.......................................................189I .- Rusia, la URSS y sus dogmas del "Socialismo Cientfico", 189.II .-Comunistas, fascistas y nacional-socialistas, 198.III .- El despertar deChina, 204. IV .- Socialismo o muerte?, 210.V .- Desde la tica a la Pe-restroika, 219.

    Leccin Octava: REHACER CAMINOS DE AMOR Y DELIBERTAD ........................................................225I .- Vivir y ser, 225.II .- Entre el ser y el poseer, 226.III .- Muerte, dn-de est tu victoria?, 228.IV .- La Guerra, el Amor y la Historia, 229.V .-La Tcnica y el Hombre, 232.VI .- Viejos y nuevos valores, 233.VII .-Bases para una Economa de la Reciprocidad, 236.VIII .- Redescubrir elcamino hacia una Democracia Personalizante, 239.IX .- Al Csar lo quees del Csar y a Dios lo que es de Dios, 245.X .- Todo en todos, 247.

    Bibliografa ...........................................................251

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    IntroduccinDillige et fac quod vis. San Agustn

    El Mundo cesara legtima e inevita-blemente de actuar si tomase concien-cia de ir a una muerte total. Por consiguiente, la muerte total no existe.

    Teilhard de Chardin

    El autor pretende que sea la insobornable Realidad en todas susdimensiones la que marque la pauta a este libro sobre el amor

    y la libertad. T, el otro y yo somos mucho menos de lo que pode-mos ser: ms activos, ms libres, ms nosotros mismos..., siacertamos a sintonizar con la realidad. Intentar escapar de ella esla ms estpida de las aventuras posibles. Por respeto a la reali -dad no puedo renegar de mi persona ni de la circunstancia histri-co-geogrfica en la que me ha tocado vivir y de la que, fcilmente,no me puedo evadir.

    Pero qu es la realidad? Difcil es la respuesta en cuya defini-cin se han agotado muchas vidas. Claro que nuestra mayor preo-cupacin no es definir a la realidad: nos contentaramos conacertar a captar y desarrollar el papel que hemos de desempearen esa realidad, lo que, para nosotros, quiere decir que no intenta-remos ir ms all de ver, reflexionar y volver a reflexionar sobre lapropia reflexin para traducir en accin las asequiblesconclusiones.

    Volviendo a los que han agotado sus vidas en definir (con pre-tendida exactitud matemtica) la sustancia, meollo y mltiplesproyecciones de la realidad, nos cuesta trabajo aceptar como cer-

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    tera la visin de que el Todo y sus partes es pura materia y nadams que materia. Tampoco podemos aceptar eso de que, al princi-

    pio del Todo estaba una especie de indefinible e incomprensibleabstraccin a la que Hegel llam Idea: la abstraccin de lo indefi-nible es pura nulidad y de la nada nada puede salir.

    Reconozcamos que definir el principio de los principios es inase-quible al conocimiento humano; en consecuencia, no tomaremosen serio los escritos y dichos de los que, sin demostrar nada, afir-man que el principio y fin de todas las cosas est en el ser o no serde la materia autosuficiente; pero s que estamos obligados a re -conocer que, en sus distintas versiones, la doctrina del materialis-mo tiene millones de adeptos. Tambin los tiene la otra doctrina,el idealismo, que viene a afirmar que la Nada (o Abstraccin abso-luta que Hegel llam Idea), enfrentndose a s misma, engendraalgo: cmo puede ser si la nada contra nada es nada?

    Si reparamos en el Marxismo, la ms extendida y acreditada delas doctrinas materialistas, vemos que, sin que sus promotores sehayan preocupado por presentar contundentes demostraciones,pretende ser aceptada como Ciencia de la Realidad capaz de expli-car la raz y el ser de todo lo que existi, existe, existir o puedeexistir, todo ello sin desviarse un pice de las pretendidas virtuali-dades de una Materia a la que otorgan plena autosuficiencia.

    Si concedemos razn a quienes eso piensan o dicen pensarqu me dice usted del principio de los principios? De dnde naceel ansia de ser ms que anida en la conciencia de cada uno de no-sotros? Cmo me explica usted las realidades del pensamiento,del amor y de la libertad?

    Insitimos: la preocupacin por una mayor sintona con la Reali-dad es lo que dicta las siguientes lecciones que se presentan como

    otras tantas invitaciones a la reflexin y al dilogo con ansia delibertad.

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    1.Insobornable Realidad

    I.- ENERGIA Y MATERIA

    Sin Energa no es posible la realidad en ninguna de sus formasy, mucho menos, la Vida en cualquiera de sus manifestacio-nes. Se llama a la Energa el corazn de la Materia... Sin duda quees eso y tambin el punto de apoyo del Orden Universal.

    Unos dicen que la Energa es el canal en que se expresa la vo-luntad y el poder de Dios. Para otros, la Energa, elemento fsico oefecto de virtualidades e interacciones qumicas, equivale amovimiento, hermano inseparable de la Materia: por el movi-miento o Energa y gracias a su constitucin, la Materia cobra,progresivamente, multiplicidad y perfeccin.

    Aunque a ello se aferren los que niegan a Dios, el aparente au-toperfeccionamiento de la Materia no contradice la existencia deun Punto Omega o Principio Activo derivado de la voluntad de unSupremo Hacedor: habra de resultar cientficamente demostradala improbable autosuficiencia de la Materia y aun faltaran res-

    puestas a las preguntas clave de la existencia humana: De dndeviene lo que me rodea y de que formo parte? Adnde voy o puedoir? Y... todo ello Por qu?

    Hoy no cabe en el cerebro humano la idea del Caos o desordenabsoluto, que los antiguos presentaban como entidad primige-nia. Se sabe ya que Orden, Materia y Energa son como una tradainseparable.

    Para la Ciencia ms actual la Energa es de un carcter tal que,estando en el trasfondo (o corazn) de toda Realidad material,sugiere como necesaria una dependencia extramaterial. Es decir,

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    es en el corazn de la propia Materia en donde se encuentra unaevidente prueba de la existencia de Dios, sin el cual no es posible

    explicar esa apreciable marcha hacia la convergencia universal decuanto existe: ese clarsimo proceso de evolucin es como un lar-go y apasionante camino entre el Principio y el Fin de Todo.

    Principio y Fin que son como los polos de la Esfera que todo loenvuelve. Dentro de esa fantstica Esfera (el Espacio) cabe laEternidad y cabe el Tiempo (Bergson llama Dure Duracin- a laestrecha relacin entre Espacio y Tiempo). Tambin cabe una lgi-ca que muestra como necesario un ms all de lo que ahora es.

    En la Ciencia de hoy tienen cabida dos muy elocuentes aprecia-

    ciones (posibles experiencias): Primera: Todo, desde el nfimocorpsculo a la ms compleja realidad material, acusa la presen-cia de la Energa, tanto que, en el lmite de lo ms elemental, Ma-teria y una parte y forma de Energa (interior) estncompenetradas en un grado tal que parecen fundirse o confundir-se la una en la otra. Es creble el que esa energa interior sea refle-jo ( efecto) de una ms poderosa energa exterior cuya fuentesera lo que los clsicos llamaron Motor Inmvil. Segunda: En elcampo del Espacio-Tiempo (la Duracin) se manifiesta constante-mente la tendencia de lo simple a lo complejo: Partiendo de unareducida serie de elementos que, a su vez, tienen su origen en in-finitesimales expresiones de Materia-Energa, un largusimo pro-ceso de complejizacin ha hecho posible la innumerable gamade realidades fsicas hasta dar lugar a la nica realidadfsico-espiritual terrena capaz de pensar y de amar en libertad.

    Ambas elocuentes apreciaciones (posibles experiencias) pre-sentan como muy respetable la Teora de la Evolucin desde unPrincipio (el Punto Omega) eterno, creador y autosuficiente. Ellomuestra como infinitamente improbable un momento de desordenen la configuracin del Universo: el inconmensurable mar de polvocsmico o de partculas elementales (en el supuesto que ello cons-tituyera la primigenia realidad material) requiri, desde el Princi-pio, la presencia de la Energa en cuya propia razn de ser hubo deincluir el sentido del Orden o de precisa orientacin hacia algo.

    Carece, pues, de sentido imaginar un Cosmos invadido por unaMateria absolutamente amorfa y a expensas de que le preste unsentido el Caos, que algunos han pintado como Azar providente(los torbellinos de tomos de que, recordando a Demcrito, hablael fundamentalismo materialista).

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    Los materialistas, desde Demcrito hasta nuestros agnsticos,han pretendido salvar la encrucijada presentando a ese Azar como

    una especie de dios abstracto capaz de acertar con la nica salidaen el laberinto de lo inconmensurable con millones de escapadasde las cuales una sola sera la probablemente eficiente para, en elpaso siguiente, reanudar el ilimitado juego de lo inconmensurable. Hasta ahora la Ciencia no ha prestado base alguna a tal aventu-radsima suposicin. Confluyen, en cambio, dos creencias que an-tao se presentaron como antagnicas: la Creation ex nihilo y laEvolucin desde lo simple y mltiple hasta lo complejo yconvergente hacia la unin que diferencia en razn de unelaboradsimo Proyecto de Cosmognesis.

    En una atrevida extrapolacin de lo apuntado por el Libro delGnesis y sin ningn atropello a la lgica, cabe (apuntamos) unahistoria del Universo al estilo de: En principio, el Universo eraexpectante y vaco; las tinieblas cubran todo lo imaginable mien-tras el espritu de Dios aleteaba sobre la superficie de lo Inmenso.El Espritu de Dios es y se alimenta por el Amor. Dios, el Ser queama sin lmites, proyecta su Amor desde la Eternidad a travs delTiempo y del Espacio. Producto de ese Amor fue la materia primi-genia expandida por el Universo por y entre raudales de Energa:Dijo Dios: haya Luz y hubo Luz.

    Es entonces cuando tiene lugar el primero (o segundo) acto dela creacin: el acto en que la materia primigenia, ya actual o apa-recida en el mismo momento, es impulsada por una inconmensu-rable Energa a realizar una fundamental etapa de su evolucin: lonfimo y lo mltiple se convierten en millones de formas precisas yconsecuentes. Lo que haba sido (si es que as fu) expresin de larealidad fsica ms elemental, probablemente, logra sus primerasindividualizaciones a raz de un centro o eje que, al parecer, ya

    han captado los ingenios humanos de exploracin csmica: unmomento de Compresin-Explosin que hizo posible la existen-cia de fantsticas realidades fsicas inmersas en uninconmensurable mar de polvo csmico o de energagranulada.

    La decisiva primera etapa hubo de realizarse a una velocidadsuperior, incluso, a la de la misma luz, fenmeno fsico que, se -gn Einstein, produce en los cuerpos el efecto de aumentar (yacomplejar) su masa.

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    Desde el primer momento de la presencia de la ms elementalforma de materia en el Universo, se abre el camino a nuevas y

    cada vez ms perfectas realidades materiales, todo ello obede-ciendo a una necesaria Voluntad y evolucionando o siguiendo unperfectsimo plan de cosmognesis. Se trata del plan de Aquelque ama infinitamente e imprime amor a cuanto crea, mantiene yanima. Y lo hace segn una lgica y un orden que El mismo secompromete a respetar.

    En consecuencia con los respectivos caracteres, con el estilo deaccin y con las etapas y caminos que requiere el Plan de Cosmo-gnesis, superan barreras y logran progresivas parcelas de auto-noma las distintas formas de realidad. En ese intrincado ycomplejsimo proceso son precisas sucesivas uniones (reflejo deese Amor Universal que late en cuanto existe?) o elementales ex-presiones de afinidad, primero, qumica, luego fsica, biolgicams tarde y espiritual al fin.

    Desde los primeros pasos, hay en todo lo que se mueve unatendencia natural que podra ser aceptada como embrin de li-bertad y que se gesta en armona y orientacin precisas hacia lacobertura de la penltima etapa de la Evolucin, que habr de pro-tagonizar el hombre. ste, hijo de la tierra y del aliento divino,est invitado a colaborar en la inacabada obra de la creacin. Ha-br de hacerlo en plena libertad, nica situacin en que es posiblecorresponder al Amor que preside todo el desarrollo de la realidad.

    Podemos, pues, creer que son expresin de Amor tanto la Ener-ga que aglutina la potencialidad y evolucin de cuanto existecomo los ms fecundos actos en la historia de los hombres.Obviamente y al margen de los ros de tinta en que se defiendeotra cosa, el carcter excepcional del hombre cobra efectividadporque materia y espritu viven y actan en armona, porque mirahacia lo alto y dispone de una conciencia y de un complejo soportematerial, frutos ambos del encauzamiento (previsin, proyecciny realizacin) de las ms valiosas virtualidades de la Realidad.

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    II.- LA UNION QUE DIFERENCIA

    Aunque la certera respuesta escapa a nuestra capacidad de en-tendimiento, es razonable aceptar al tomo como resultado deuna de las primeras etapas de la evolucin. Con anterioridad altomo, en prodigiosa multiplicidad, pudo existir una sustancia quelos cientficos no aciertan a definir como genuinamente materialpero que, sin duda alguna, hubo de serlo en alguna proporcin: es

    lo que se define como polvo csmico o, ms propiamente, ener-ga granulada o trama del Universo.Ese micromundo que representa el tomo hubo de ser el resul-

    tado de la unin de ciertas partculas elementales empujadas aello por la Energa Exterior segn un preciso Plan de Cosmogne-sis o de Arquitectura Csmica a partir de lo elemental.

    Pudo suceder que, tomndose millones de siglos por delanteesa energa exterior, manifestacin de una voluntad creadora,empujara al polvo csmico a la condensacin hasta formar el n-

    cleo o huevo del Universo que sirve de base a la teora delBig-Bang y que en ese proceso de condensacin, por virtud de lollamado tanteo, fueran tomando cuerpo los tomos...

    En cualquiera de las suposiciones, es razonable admitir que fuela certera aplicacin de unas especficas corrientes de Energa loque, a escala csmica, produjo la necesidad de asociacin entrelos grnulos de la trama del Universo.

    Tambin es razonable admitir que, desde su propio nacimientoy siguiendo especficas afinidades latentes en su misma razn deser, los tomos cubrieron un superior estadio de evolucin que fula molcula, la cual, a su vez y siguiendo el impulso de secretasafinidades, se asoci a otras entidades materiales para formar lamega-molcula, paso previo a los complejos orgnicos, queresultarn ser el soporte material de la Vida.

    Cmo surgi la Vida, presente en una simple Clula, aun noest suficientemente clarificado por la Ciencia; tampoco es expli-cable la aparicin del Pensamiento, culminacin de un largo pro-ceso en que las virtualidades de los complejos orgnicos hubieron

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    de conectar, adecuadamente y en el momento preciso, con unPlan General de Cosmognesis.

    Es obvio reconocer que en ese largo camino de la Evolucin notodas las entidades materiales alcanzan un superior estadio derealidad; muchas de ellas pierden el tren del Progreso tal como sise volatilizaran en lo que los cientficos conocen como Entropa oprdida de entidad.

    Emprenden camino hacia una mayor Libertad, se hacen progre-sivamente diferentes, cuando encuentran la adecuada comple-mentariedad en la unin que diferencia.

    III.- L A M A D R E T I E R R A

    Los sabios han buceado en el magma de la Tierra y han adelan-tado la hiptesis de que ya, por su propia composicin qumicainicial, constitua el germen increblemente complejo de cuanto

    requiere la supervivencia y desarrollo de todos sus posibles pobla-dores. Tal hiptesis nos invita a creer en que dentro del Plan deCosmognesis, de que estamos hablando, entra la plena suficien-cia de recursos materiales para el desarrollo de millones y millo-nes de aventuras personales.

    Con todo el tiempo necesario por delante, esas miradas decomposicin qumica inicial, en que se expresaba la actividad dela Tierra juvenil, se convirtieron en una materia orgnica que re-sult ser soporte de la Vida, multimillonaria en sus manifestacio-nes, unas con otras entrelazadas hasta constituir un comunidadde vivencias y complementariedades para cubrir las respectivasinsuficiencias.

    La Vida result como una sinfona magistralmente orquestadapero necesitada de una cierta sublime nota: la Libertad, tesoro in-concebible fuera del mbito de la Inteligencia, a su vez, supremaexpresin de Vida.

    La tierra se ha hecho (era ya?) moldeable por la Inteligencia,que, incluso, puede llegar a destruirla. Pero la Tierra, la Madre Tie-

    rra, es fuerte y previsora tanto que, con el necesario tiempo por

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    delante, es capaz de enderezar los renglones que tuercen sus po-bladores y demostrar ser una despensa suficiente en recursos ma-

    teriales: La Tierra, como entidad material sin alma, esabsolutamente irresponsable y es una fuerza ciega que ha de serorientada por la voluntad y generosidad de los seres inteligentesque la pueblan.

    En las virtualidades de la Tierra estn incluidos los remedios opaliativos a las hambres y a las catstrofes, muchas de ellas oca-sionadas por sus propios pobladores: las pocas de penuria pu-dieron y pueden ser resueltas contra el afn de acaparamiento,torcido hijo de la Libertad, algo que, a lomos de la mala voluntadde las personas se enseorea de tal o cual poca o regin hasta re -sultar el disparate de que, en la poca en que nos toca vivir, me-nos de una dcima parte de la Humanidad acapara el ochenta porciento de alimentos y otros recursos materiales al servicio de to-dos los hombres. Las miserias, que han sufrido y que sufren tantosseres inocentes, son producto directo del mal uso de la libertadcon la consecuente escasez de amor entre los hombres y mujeresque poblamos el ancho mundo y, por eso mismo, constituyen elms acuciante desafo a nuestra conciencia.

    Reconozcamos que, paralela a la historia de la Tierra, se acusael efecto de una Voluntad empeada en que los hijos de la mismaTierra aprendamos a valernos por nosotros mismos en un irrever-sible camino de autorrealizacin a base de un continuo ejercicio desolidaridad.

    Los sabios aseguran que tal proceso de autorrealizacin (la His-toria de la Humanidad persiguiendo caminos de ms-ser) tiene suprecedente ya en los primeros y diversos estadios de la evolucinqumica, por virtud de las leyes fsicas del movimiento universal,es resultado de tal particular y constructiva asociacin entreste y aquel otro elemento para formar entidades de ms en mscomplejas, a su vez, asociadas entre s para cumplir con el papelque les corresponde en la generacin de nuevas realidades, entrelas cuales es forzoso destacar la aparicin de los seres vivos dedistintas familias a los que, ya sin rebozo, se les puede aceptarcomo protagonistas de una fantstica, coherente y ascendenteintercomunicacin planetaria para dar paso al Rey de laCreacin.

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    IV.- EL HOMBRE

    Miles de millones de aos atrs, una nfima parte de polvo cs-mico (?) ya tena vocacin de excepcionalidad: contaba paraello con una misteriossima potencialidad, con una secreta e irre-nunciable tendencia a la unin y con todo el tiempo necesario paracobrar la pertinente forma de un excepcional poder hacer.

    La meta? ocupar un lugar de responsabilidad en la armona delUniverso. Si ello es as por qu dudar de que el origen, vocacin ytrayectoria de esa peculiar nfima parte de polvo csmico respon-de a un fantstico Plan de Cosmognesis concebido y animado porel Autor de todo lo existente?

    La realidad actual no sera tal cual es sin un complejo procesode progresiva unin entre lo afn, sin un empeo por ser ms des-de la solidaridad. Esto de la solidaridad es un fenmeno que sufreinfinitos altibajos en la marcha de la historia y tal vez en la necesa-ria sintona de los elementos materiales: Las partculas elementa-les cobran realidad ms compleja en cuanto casan sus respectivasafinidades mientras pierden terreno en eventuales casos de desu-nin: es as como, entre avances y retrocesos, los seres ms evo-lucionados alcanzan progresiva autonoma en sus respectivoscaminos. Los peligros de la Entropa o de ahogarse en la Nadallegan incluso a formar parte constructiva del proceso,

    Lgico captulo de ese proceso parece ser el que nada de lo ne-cesario falte a los seres inteligentes de ms en ms numerosos,todo ello dentro de la previsora armona por la que parece regirsela Madre Tierra, cuyos hijos, hasta cierto momento, eran lo que te-nan que ser en una extensin solidaria: unos para otros y todoscomo elementos de un complejo organismo, que vive y desarrollala funcin de superarse cada da a s mismo.

    De ser as, podra pensarse que cataclismos como los glaciareseran especie de palpitaciones de vida que se renueva en el prop-sito de construir el escenario propicio a un acontecimiento magn-fico y sin precedentes: la manifestacin natural de una

    Inteligencia activa que ser personificada en el Hombre.

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    Y result que en uso de su Libertad, hija natural de la Inteligen-cia, el Hombre se mostr capaz de acelerar el proceso de

    auto-perfeccionamiento que parece seguir el mundo material;pero tambin se ha mostrado capaz de, justamente, lo contrario:de promover terribles regresiones o palmarios comportamientoscontra natura.

    Destino comprometedor el del Hombre: abriendo baches de de-gradacin natural y en lnea de infra-animalidad, el hombre hamatado y mata por matar, come sin hambre, derrocha por que s,acapara o destruye al hilo de su capricho u obliga a la Tierra aabortar monstruosos cataclismos.

    Claro que tambin puede mirar ms all de su inmediata cir-cunstancia, embridar el instinto, elaborar y materializar proyectospara un mayor rendimiento de sus propias energas, amaestrar acasi todas las fuerzas naturales, deliberar en comunidad, dominara cualquier otro animal, sacrificarse por un igual, extraer conse-cuencias de la propia y de la ajena experiencia, educar a sus ma-nos para que sean capaces de convertirse en cerebro de suherramienta: Puede trabajar y amar o trabajar por que ama.

    En el campo del Amor y del Trabajo es en donde encuentra su

    alimento el destino comprometedor del Hombre. Amor simple ydirecto y trabajo de variadsimas facetas, con la cabeza o con lasmanos, a pleno sol o desde la mesa de un despacho, pariendoideas o desarrollndolas.

    Gran cosa para el Hombre la de vivir en trabajo solidario. Unaposibilidad al alcance de cualquiera: hombre o mujer de cualquierraza, pobre o rico... empresario o trabajador por cuenta ajena,sea en el Campo, en la Industria o en los Servicios, canales nece-sarios para amigarse con la Tierra y facilitar el desarrollo fsico y

    espiritual de toda la Comunidad Humana, siempre con posibilidadde saborear las mieles del Amor y de la Libertad.

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    V.- REFLEXION Y LIBERTAD RESPONSABILIZANTE

    La reflexin, peculiaridad genuinamente humana, representauna clara superacin del instinto. Por la reflexin, el ser evolu-cionado reacciona de forma nica frente a situaciones o acosos dela realidad dirigidos en la misma medida a distintos individuos desu especie. Cuando, por virtud de la Evolucin, la presin de la cir-cunstancia motiva una respuesta personal, el individuo ha dejado

    de ser elemento-masa para convertirse en alguien.La comunidad humana se diferencia de las otras sociedadesanimales, funda-mentalmente, por la capacidad de reflexin detodos y de cada uno de cuantos la integran. Por este hecho es po-sible la Historia como fenmeno que singulariza cada poca, cadagrupo social y cada proyeccin pblica de las facultadesindividuales.

    En el acto reflexivo, algo de uno mismo se proyecta hacia el ex-terior de forma absolutamente inmaterial y con la intencin de

    captar o apreciar cosas y fenmenos en su justa medida para lue-go, en acto tambin absolutamente inmaterial, analizar y decidir.Para el hombre, ello es tanto como manifestarse ser que refle-

    xiona o ser que. sin dejar de ser l mismo, posee la virtud de so-brepasar el estricto mbito del propio ser para reflejar en s mismolo otro, fenmeno que, en idea de Aristteles, es una forma deincluir en s mismo todas las cosas.

    Puesto que tal inclusin es de carcter absolutamente inmate-rial, las cosas nada pierden de su propio ser en el acto de ser vistaso consideradas.

    Contrariamente a lo que sostienen algunos llamados materialis-tas, el conocimiento o inclusin en s mismo de todas las cosas no es del carcter de la imagen proyectada por un espejo: las co-sas presionan la conciencia del ser que reflexiona, el cual, en ra-zn de tal reflexin, posee la facultad de obrar de una u otra formasobre las mismas cosas o no obrar en absoluto si as lo ha reco-mendado la consideracin que implica el acto reflexivo o las pro-pias cosas resultan inasequibles a la capacidad de accin del

    sujeto.

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    Ello se explica porque, a continuacin de incluir en s mismotodo aquello que se presenta a su consideracin, el homnido evo-

    lucionado ejercita la capacidad de optar por una de entre variasalternativas.Vemos cmo, acuciado por el hambre, el animal no racional

    percibe y ataca a su vctima, o, en respuesta a un elemental ins-tinto, corteja y posee a su hembra, se defiende de las inclemen-cias de su entorno.... de un modo general y de acuerdo con elorden natural de las especies. No sucede lo mismo en el caso delhomnido evolucionado: ste es capaz de superar cualquier llama-da del instinto merced al acto reflexivo: la realidad inmediata, elanlisis de anteriores experiencias, el recuerdo de un ser querido,la percepcin de la debilidad o fuerza del enemigo, el conocimien-to analtico de los propios recursos... le permiten la eleccin entrevarias alternativas o, lo que es lo mismo, trazar un plansusceptible de reducir riesgos e incrementar ventajas.

    Gracias, pues, a su poder de reflexin, el hombre usa de liber-tad para elegir entre varias alternativas de actuacin concreta.Por supuesto que la eleccin ms adecuada a su condicin dehombre ser aquella que mejor responda a las exigencias de laRealidad. Y la ms positiva historia de los hombres ser aquella ja-lonada por captulos que hayan respondido ms cumplidamente ala genuina vocacin del Hombre: la humanizacin de su entornopor medio de la accin solidaria con la suerte de los dems.

    VI.- RAZON Y RELIGION

    Para los ilustrados de diversas pocas y latitudes el hecho desentirse religioso ha sido presentado como una forma de servi-dumbre tontorrona y fuera de poca: se ha hablado mucho y aunse habla de la alienacin religiosa.

    El trmino alienacin es presentado como contrario a Liber-tad: una especie de encadenamiento de la razn soberana. Referi-da a la Religin, la alienacin expresara un fenmeno por el cualla vida y los actos de los hombres siguen las directrices de una

    indemostrada idea de trascendencia.

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    Claro que el carcter de la propia reflexin, que sita al hombremuy por encima de cualquiera entidad simplemente material y le

    infiltra hambre de sintonizar con el Principio y Fin del Universo,presta slidos argumentos a la creencia de que esa irrenunciableaspiracin a la trascendencia, que late en el ser de todos loshombres, es una exigencia de la Realidad.

    El hambre por sintonizar con el principio y fin del Universo esuna de las posibles definiciones de la Religin. Hambre existencialque se ajusta a los dictados de la Realidad y, por lo mismo, resultalgico y racional. Desde esa ptica, cabe suponer que todo aquel,que se dice ateo por que asegura no haber visto pruebas de Diosen el origen de las diversas culturas o, en virtud de una opcin ra-cionalista, ha sustituido al Dios de los cristianos por un principioactivo de raz llammosla volteriana o de propia cosecha, estadoptando una actitud religiosa, tanto que no dudamos en consi-derar a su bagaje ideolgico una forma de religin. Entendemosque as lo hace ver Henri de Lubac cuando nos habla de ello en suOrigen de la Religin:

    En una humanidad hecha a imagen y semejanza de Dios, peropecadora, constreida a una elevacin larga y difcil, pero trabaja-da desde su despertar por una llamada superior, es normal que laidea de Dios est a la vez presta siempre a surgir y siempre ame-nazada de desaparicin. Dos tendencias principales actan, unaque proviene de las condiciones en que debe esforzarse la inteli-gencia, y la otra, de la desviacin moral original: tendencia a con-fundir al Autor de la Naturaleza con esta Naturaleza a travs de lacual se revela oscuramente y a la que es necesario tomar los ras-gos de su imagen; tendencia a abandonar al Dios demasiado exi-gente y demasiado incorruptible por subalternos o ficciones. Lasanalogas se endurecen, y hasta en los tiempos en que su conoci-

    miento parece haber hecho progresos decisivos, Dios es concebi-do todava como un individuo de pasiones humanas o como unaabstraccin sin resplandor eficaz. Lo mejor se cambia a veces enlo peor, y la gran fuerza de perfeccionamiento del hombre serelaja para fines profanos.

    De aqu nace la necesidad de una purificacin siempre renova-da. A esta purificacin, desde los lejanos tiempos de Jenfanes,contribuye la reflexin del ateo, y los ms ateos no son siemprelos que se creen y se dicen sin Dios. Pero es efecto de una clarivi-

    dencia todava ciega el rechazar a Dios a causa de sus deformacio-

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    tarista sentido de la propia vida, etc., todo ello para justificar eltomarse a s mismos como principal objeto de adoracin.

    Tal individualsima forma de entender la religin halla la justarespuesta en los treinta y tres millones de dioses de que habla elLibro de los Vedas y que, ms cerca de nosotros, expresa el egomihi deus de Max Stirner.

    De la misma forma que la Realidad no depende de la idea que elhombre se haga de ella, la evidencia del carcter religioso delHombre no demuestra que la creencia en tal cual dios sea certera.Pero, por encima de todas las posibles conjeturas, se ha de acep-tar que en el Hombre existe una natural tendencia a la adoracin.

    Pudo suceder que el primer ser adorado fuera una flor singularque despliega la aurora, el propio sol como imagen del principio dela Vida, un fogoso guerrero que trajo la tranquilidad a la tribu,etc., etc.,....

    Si el primer objeto de culto fue algo excepcional como el intuidoPromotor de la luz del Sol o de la energa latente en el Universo, lapoblacin de entonces sera monotesta, como parece desprender-se del estudio de las religiones ms antiguas: ya en el Mazdesmose habla de una Primera Fuente de Poder y de Bondad.

    Si no hay rigurosa evidencia de que la primera o primeras reli-giones de la Humanidad fueran monotestas, resulta mucho msdifcil demostrar que el monotesmo es una destilacin de mlti-ples religiones politestas tal como defienden algunos de nuestrosautoproclamados agnsticos.

    Existen, pues, buenas razones para creer que el Hombre se ma-nifiesta como ser religioso en el momento mismo en que obracomo animal de Razn: es cuando, para l, la Primera Fuentede todo Poder y de toda Bondad se revela como principalmerecedor de culto.

    A partir de entonces, en uso de su libertad y con el egosta pro-psito de explotar a su favor el carcter religioso de sus congne-res, el lder o demagogo puede inventar dioses o erigirse a s mismo como dios.

    Es as como se puede llegar a un disparatado ego homini deus (Max Stirner) o a los treinta y tres millones de dioses, que, eviden-temente, resultan demasiados.

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    VII.-EL CAMELLO, EL LEON Y EL NIO

    Nietzsche, rebelde e impotente, soaba con redefinir la Liber-tad. Como otros muchos genios del egocentrismo (Voltaire,Hegel, Stirner, Spengler...) Nietzsche aliaba a los supuestos ypercepciones sobre la Realidad con las paridas de su vanidad y,entre otras cosas, no aceptaba personalidad histrica ms excelsaque la suya.

    Admirador y amigo de Wagner, no le perdona el reconocimien-to que ste hace a la Figura y Doctrina del Crucificado: Ah!Tambin t te has derribado ante la Cruz! Tambin t, tambint... un vencido!.

    Para Nietzsche el Cristianismo es la principal rmora de la His-toria y, con feroz inquina, presenta al Progreso como una exclusi-va creacin del Anticristo (la Tcnica, que llamar Spengler mstarde) al que identifica con Dionisos o Baco, voluntad de dominiodesde las fuerzas del puro instinto.

    Ha muerto Dios, viva el superhombre, grita Zaratustra a loscuatro vientos.

    Qu entiende Nietzsche por superhombre? Dirase que unaexagerada proyeccin de s mismo: Me he presentado a m mis-mo (confiesa en ECCE HOMO) con un cinismo que har poca yatacando sin miramiento alguno al Crucificado; mi obra, rayos ytruenos contra todo lo cristiano o infeccionado de cristiano, dejarsin habla ni odo al que lo lea....

    Zaratustra, Nietzsche, traza el camino para desatar el instinto,sublimizar el Arte y dominar a la Naturaleza.

    En razn de ello por qu el hombre no ha de romper con la vie-ja Moral tan estrechamente ligada al respeto de un Absoluto quese encuentra al Principio y al Final de todo?

    Imagina Nietzsche al espritu del hombre como un sufrido ca-mello, que, durante muchos siglos, soporta sobre s mismo laspesadas cargas de la Religin y de la Moral, creadas, segn l, por

    el entorno social y por los caprichos de la historia.

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    Convertido por Zaratustra, el hombre medio acepta la muertede Dios y la entronizacin del super-hombre como principio de

    todo lo imaginable. Es entonces cuando el espritu del hombre sehace len, voluntad ciega capaz de destruir el edificio de todoslos viejos valores.

    Hecha tabla rasa de todo lo viejo, el espritu del hombre sehace nio que es tanto como sumergirse en la inocencia y en elolvido. Ya puede empezar, como jugando, a crear valores partien-do de un radical s a los ms espontneos impulsos.

    No demostr Nietzsche, ni mucho menos, que el progreso delhombre sea posible sin una respuesta positiva a la llamada del

    compromiso personal, cual es la moral inspirada en el Cristianis-mo, ese fardo que, a pesar de todas las divagaciones deNietzsche, responde a las exigencias de la propia esencia humanay empuja a la accin solidaria por humanizar la Tierra desde laconcreta aplicacin de las personales energas y virtualidades decada hombre fiel a su propia vocacin.

    Por lo tanto, la batalla del len es un derroche de energas enel vaco y en el vaco, tambin, habr el nio de establecer lasbases morales de su nuevo mundo.

    Es la de Nietzsche una escalofriante proclama de radical sole-dad frente al drama de la propia existencia, justamente, lo quemenos necesita un hombre que, en pensamiento y en obra, secia a las exigencias de la Realidad y, por lo mismo, aspire al de-sarrollo de su personalidad a travs de la amorizacin de suentorno.

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    I.- LO REAL Y EL AMOR

    Es fcil comprobar cmo un ser evoluciona, progresa, cuandoresponde positivamente a las potencias del Amor. Se da ya unremedo de amor en la partcula ms elemental que se encuentra con otra partcula de su misma especie o de otra especie comple-mentaria, se adapta al Plan General de Cosmognesis y partici-pa en la formacin de una realidad material superior; estaparticipacin ha requerido la superacin de un aislamiento mini-mizador, algo as como volcar hacia lo otro la propia energa inte-rior.

    Sabemos que la partcula ms elemental es una entidad mate-rial animada por una energa interna que, segn y cmo, puederesponder a una direccin precisa de la Energa Exterior: la positi-va respuesta obedece a la universal tendencia hacia lo ms per-fecto por caminos de unin que diferencia.

    Es una unin que no implica confusin ni tampoco difuminacinde las virtualidades de cada entidad material: cuando se observaen detalle a un tomo se descubre que, en la unin, siguen indivi-dualizados los elementos que lo integran: diferentes y necesitadoslos unos de los otros, demuestran que, solamente unidos, realizanla funcin que les es propia.

    Este es un fenmeno verificable en las relaciones del Todo concada una de sus partes y de stas entre s. Cada nueva individuali-dad no anula las singularidades de los elementos que la integran:

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    esto es demostrable en la molcula, en la clula, en cada uno delos individuos de las distintas especies vegetales y animales y,

    tambin, en cualquier tipo de colectividad autnticamenteprogresista.En los animales irracionales el instinto sexual, por el que se

    siente empujados a la unin y multiplicacin, responde simple-mente a las leyes de su especfica naturaleza en una pauta comna toda la especie sin personalizacin alguna: la respuesta a ste,como a todos los otros instintos naturales, le llega de forma refle-ja, no libre. Cuando los instintos tropiezan con el filtro de la Liber-tad la reaccin o el comportamiento pueden seguir y, de hecho,siguen distintas orientaciones: acuciado dramticamente por elhambre, el fro o la sed, puedo compartir con el prjimo lo poco deque dispongo; en cualquier momento, puedo canalizar las apeten-cias sexuales hacia un fin trascendente cual puede ser el respetopor la libertad de otro o la renuncia por un fin superior; puedo res-ponder con paciencia o sentido de la oportunidad a las asechanzasdel fuerte o a las impaciencias e incomprensiones del dbil.... Lavoluntad de compartir puede superar al instinto animal deacaparar y dar paso a lo que, lisa y llanamente, llamamos amor.

    Hasta el Hombre, es de forma involuntaria como las distintasrealidades materiales participan en el Plan General de Cosmog-nesis y las especies cambian, se superan a s mismas o evolucio-nan por razones de su especfica naturaleza no por voluntad de losprotagonistas. Si en ese Plan la persona humana participa con ge-neroso vuelco social de sus facultados (lo que llamamos accin deamor) ya es un actor consciente de la ascensin hacia el ms-ser,ya se muestra capaz de asociarse voluntariamente a la tarea demejorar el entorno y su propio futuro: es capaz de desbrozar elcamino para la propia evolucin.

    Vemos, pues, que es la persona humana el primero y nico serdel reino animal capaz de marcar su impronta al orden natural. Lohace de forma positiva en la medida y en el modo con que utilizasu capacidad de amor.

    Si se nos pide ahora que, en una sola frase, definamos al Amor,responderemos: Es la ofrenda voluntaria de lo mejor de uno mis-mo al Otro.

    Fuera del marco familiar, el amor ha de traducirse en vuelco delo personal a lo social. Este vuelco de lo personal a lo social esuna de las condiciones que ha de respetar la especie humana para

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    hombres son iguales y hermanos. Pero sobre todo... est el testi-monio de cuantos lo conocieron, pudieron decir Todo lo hizo bien

    y comprobaron su Resurreccin. A muchos de ellos tal testimonioles cost la vida..Claro que su prestigio ha llegado ya hasta los confines de la Tie-

    rra. Y todo lo hizo bien por que, efectivamente, sobre El reposa elEspritu de Sabidura y de Inteligencia, Espritu de consejo y defortaleza, Espritu de entendimiento y de temor de Dios. No segua por las apariencias, sabe leer en el fondo de los corazones y,por lo tanto, juzga en justicia a todos los hombres.

    Coeterno con el Padre, naci de mujer y, con este natural acto,

    su normal pertenencia a la sociedad de la poca, de cuyos proble-mas se hizo partcipe, su apasionada prctica del Bien y una Muer-te absolutamente inmerecida pero ofrecida al Padre por todos loscrmenes y malevolencias de la Humanidad, mostr el Camino, laVerdad y la Vida para la accin diaria de todos y cada uno denosotros..

    Gracias a su Vida, Muerte y Resurreccin, nuestro HermanoMayor proyecta sobre cuanto existe la Personalidad de un Diosque se hizo Hombre.

    Desde entonces, todos podemos incorporarnos a su equipo pararesponder cumplidamente al apasionante desafo de amorizar laTierra. Habremos de hacerlo en personal y continua expresin deAccin Solidaria; ser ello nuestra personal forma de co-laboraren la divina tarea de culminar la Evolucin, de participar en la obrade la Creacin en marcha porque estamos llamados a ser comodioses (San Pablo)

    III.- LA SAL DE LA TIERRA

    Los buenos cristianos no se distinguen de los dems hombres nipor su tierra, ni por su habla, ni por sus costumbres. No habitanen ciudades exclusivamente suyas, ni hablan una lengua extraa,ni llevan un gnero de vida aparte de los dems..., sino que, habi-tando ciudades de cualquier punto, segn la suerte que a cada unole cupo, y adaptndose en vestido, comida y dems gnero de

    vida a los usos y costumbres de cada pas, dan muestras de un te-

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    nor de peculiar conducta, admirable, y, por confesin de todos,sorprendente...

    Lo que es el alma en el cuerpo, eso son los cristianos en elmundo. El alma est esparcida por todos los miembros del cuerpoy cristianos hay por todas las ciudades del mundo. Habita el almaen el cuerpo, pero no procede del cuerpo; as los cristianos habitanen el mundo, pero no son del mundo

    El alma ama a la carne y a los miembros que la aborrecen, lomismo que los buenos cristianos, aman tambin a los que lesodian. El alma est encerrada en el cuerpo al que mantiene vivo;del mismo modo, los buenos cristianos estn detenidos en el mun-

    do como en una crcel, pero ellos son los que mantienen latrabazn del mundo.Son prrafos (tomados del Discurso a Diogneto) redactados por

    un predicador annimo del Siglo II. Siguen de actualidad verdad?como lo sigue su inspiracin fundamental: Sois la sal de la Tierra,sois la luz del Mundo y puesto que sois la luz del Mundo... si nose puede ocultar la ciudad asentada sobre un monte, ni se encien-de una lmpara para ponerla bajo el celemn sino sobre un cande-lero para que alumbre a cuantos hay en la casa, vuestra luz ha de

    iluminar a los hombres (Mt 5, 13-16).

    IV.-LOS CRISTIANOS Y LA PROPIEDAD PRIVADA

    Meollo de la actividad econmica, es el llamado DERECHO DEPROPIEDAD. De tal pretendido derecho ya encontramos los

    espaoles una definicin jurdica en las clebres PARTIDAS delcristiano rey Alfonso X: es el poder que home ha en su cosa de fa-cer della e en ella lo que quisiere segund Dios e segund fuero.

    Si ah se ve una clara referencia a la moral natural o ley de Dios,no as en el cdigo inspirador de toda la jurisprudencia actual; setrata del Cdigo Napolen cuyo artculo 544 dictamina: La pro-piedad es el derecho de gozar y de disponer de las cosas de la ma-nera ms absoluta dentro de los lmites que marquen las leyes oreglamentos. Algo as ya se deca en el viejo Cdigo Romano queve en la Propiedad el ius utendi atque abutendi re sua quatenus

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    iuris ratio patitur (es el derecho de usar y de abusar de lo propiohasta lo que permite la Ley). En una y otra formulacin del Dere-

    cho de Propiedad se omite cualquier referencia a un criterio moralcual es el segund Dios del Rey Sabio).Sin el claro matiz moralista recordado oportunamente por las

    viejas Siete Partidas y dadas las abundantes situaciones no pre-vistas por la Ley, es evidente que el Derecho de Propiedad ha re-sultado y resulta un autorizado sistema de acaparamiento.

    Ello debe preocupar a cuantos creen en la necesidad de quecada hombre disponga de lo necesario para cumplir el fin que le espropio: desarrollar sus facultades personales en Libertad, Trabajo

    y Generosidad.En esa lnea se han movido los promotores de la enseanza

    cristiana:Si la Naturaleza ha creado el derecho a la propiedad comn, es

    la violencia la que ha creado el derecho a la propiedad privada. Talenseaba San Ambrosio, Arzobispo de Miln.

    Los propietarios, dice San Agustn, deben tener en cuenta quehan sido la iniquidad humana, sucesivos atropellos y miserias... loque ha privado a los pobres de los bienes que Dios ha concedido atodos. En consecuencia, se han de convertir en proveedores de losmenos favorecidos.

    Estos llamados Padres de la Iglesia, promotores de la ensean-za cristiana, encontraron ilustrativas referencias al tema en el Li-bro Sagrado, cuyas son las siguientes categricas precisiones:

    Yav vendr a juicio contra los ancianos y los jefes de su puebloporque habis devorado la via y los despojos del pobre llenanvuestras casas. Porque habis aplastado a mi Pueblo y habis ma-chacado el rostro de los pobres, dice el Seor (Is.3,14)

    Ay de los que aaden casas a casas, de los que juntan camposy campos hasta acabar el trmino, siendo los nicos propietariosen medio de la tierra! (Is.5,8)

    Ved como se tienden en marfileos divanes e, indolentes, setumban en sus lechos. Comen corderos escogidos del rebao y ter-neros criados en el establo... Gustan del vino generoso, se ungencon leo fino y no sienten preocupacin alguna por la ruina de Jos (Am.6,4)

    Codician heredades y las roban, casas y se apoderan de ellas. Yviolan el derecho del dueo y el de la casa, el del amo y el de la he-redad (Miq.2,2)

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    Es el propio Jesucristo quien ilustra el tema con parbolas comola siguiente:

    Haba un hombre rico, cuyas tierras le dieron una gran cose -cha. Comenz l a pensar dentro de s diciendo: Qu har pues notengo en donde encerrar mis cosechas? Ya s lo que voy a hacer:demoler mis graneros y los har ms grandes, almacenar enellos todo mi grano y mis bienes y dir a mi alma: alma, tienes mu-chos bienes almacenados para muchos aos: descansa, come,bebe, reglate... Pero Dios le dijo: Insensato, esta misma noche tepedirn el alma y todo lo que has acaparado para quien ser? As ser el que atesora para s y no es rico ante Dios (Lc. 12,16)

    De algunos de los ricos de su poca, Jesucristo arranc el si-guiente compromiso: Dar, Seor, la mitad de mis bienes a lospobres. Y, si en algo defraud a alguien, le devolver el cudruplo (Lc. 19,8) A s se expres Zaqueo y demostr cmo una privile-giada situacin econmica puede traducirse en bendicin social.

    El Maestro, que todo lo hizo bien, era realista y daba a cadacosa, funcin o fenmeno el valor que le corresponda. Dad alCsar lo que es del Csar y a Dios lo que es de Dios: Si el ordensocial precisa de un soporte material a la par que una clara orien-tacin hacia el Espritu, los responsables de ese soporte materialson acreedores a la pertinente contribucin de cuantos se benefi-cian de ello. Ah radica la lgica de la motivacin crematstica oaliciente con que cuentan los celadores del orden, los emprende-dores y los administradores de las cosas, cuyos medios de gestinpueden muy bien formar parte de su patrimonio y, de hecho,constituir una modalidad de propiedad privada. Llegamos as alreconocimiento de una forma de propiedad justificada por elinters general: es la funcin social del derecho de propiedad.

    La funcin social del derecho de propiedad era una de las princi-

    pales preocupaciones de San Pablo, quien recomendaba a susdiscpulos:A los ricos de este mundo encrgales que no sean altivos ni

    pongan su confianza en la incertidumbre de las riquezas, sino enDios quien, abundantemente, nos provee de todo para que lo dis-frutemos, practicando el bien, enriquecindonos en buenas obras,siendo liberales y dadivosos y atesorando para el futuro con que al-canzar la verdadera vida (I Tim.6,14)

    De otra forma, cabe a los poderosos de este mundo el reproche

    de Santiago:

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    Vosotros, ricos, llorad a gritos sobre las miserias que os ame-nazan. Vuestra riqueza est podrida. Vuestros vestidos consumidospor la polilla, vuestro oro y vuestra plata comidos por el orn. Y elorn ser testigo contra vosotros y roer vuestra carne como fuego.Habeis atesorado para los ltimos das. El jornal de los obreros, de-fraudados por vosotros, clama y los gritos de los segadores han lle-gado a los oidos del Seor de los ejrcitos. Habeis vivido en deliciassobre la tierra, entregados a los placeres: os habis cebado para elda de la matanza (Sn.5,6)

    Sucede que lo que yo considero mo, incluso cuando sobre ellome reconozca la ley el derecho exclusivo al uso y al abuso, no esms que una condicin para la realizacin personal, vocacin trun-cada si al mundo que me rodea le pongo el lmite de mi propioombligo.

    Pero hemos hablado de Trabajo y de Libertad. Para que, en li-bertad, el Trabajo alcance un buen grado de fecundidad necesitasuficiente motivacin. Claro que tenemos al Amor como la msnoble y la ms fuerte de las posibles motivaciones; pero si el Amorcomo fuerza creadora y de proyeccin social nace de la voluntariaentrega al servicio de los dems, hemos de reconocer que no esuna facultad suficientemente generalizada.

    Para que el Trabajo y la Libertad sean continuos factores de de-sarrollo econmico y social (es inconcebible el ltimo sin el prime-ro) debe ofrecerse a los actores un amplio abanico demotivaciones. Y sin duda que no es la menos efectiva de las moti-vaciones sta que late en el derecho de propiedad. As es y as hade ser reconocido por imperativo de la Realidad.

    La estabilidad y desarrollo de la economa, en gran medida, seapoya en el afn y preocupacin de los hombres de industria y denegocio por alcanzar esas cotas de poder social que da el uso y

    disfrute de determinados bienes o posiciones. Tambin se apoyaen la solidez jurdica de los logros personales, desde donde, a lapar que desarrollar determinados caprichos, es posible abrir nue-vos cauces a la explotacin de recursos naturales y subsiguientecreacin de empresas, sin lo cual es impensable la organizacin yconsolidacin de la vida econmica.

    Es deseable que lo que hemos llamado Amor est presente enlos actos y pensamientos de todos los hombres y mujeres; el ca-mino est iniciado pero progresa con agobiante lentitud. Buenoes, entre tanto, usar de otras motivaciones cual es el ansia de po-seer o apasionado cultivo del derecho de propiedad segn los dic-

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    tados de la propia conciencia (e, incluso, conveniencia) dentro delos lmites, claro est, que marque la ley (y el aparato fiscal).

    De ah se deduce que, si el Trabajo y la Libertad, se muestrancomo imprescindibles condicionamientos del desarrollo econmi-co, es el espirtu generoso (o Amor) la mejor va para que los re-galos de la fortuna no se conviertan en la principal trabazn deldesarrollo personal (alcanzar la verdadera Vida, segn estescrito y testimoniado).

    Caben ah las puntualizaciones de Santo Toms de Aquino:Si se le concede al hombre el privilegio de usar de los bienes

    que posee, se le seala que no debe guardarlos exclusivamentepara s: se considerar un administrador con la voluntad de ponerel producto de sus bienes al servicio de los dems... porque nadade cuanto corresponde al derecho humano debe contradecir al de-recho natural o divino; segn el orden natural, las realidades infe-riores estn subordinadas al hombre a fin de que ste las utilicepara cubrir sus necesidades. En consecuencia, parte de los bienesque algunos poseen con exceso deben llegar a los que carecen deellos y sobre los que detentan un derecho natural.

    Hay en esta acepcin del derecho de Propiedad profundo cono-cimiento de la naturaleza humana y de los precisos resortes enque se apoya la voluntad de accin al tiempo que una preocupa-cin por la universalizacin de los bienes naturales, cuyo descu-brimiento y optimizacin, lo sabemos muy bien, depende, en granmedida, de la accin manual y reflexiva del hombre. Por ello, se hade tomar como rigurosamente realista.

    No tan realista es la pretendida colectivizacin irracional que,defendida apasionadamente por los utopistas de estos dos ltimossiglos, supona a un hombre cmodo y socialmente productivo desde una total irrelevancia dentro de la masa. Lo aventurado detal suposicin viene avalado por la ms reciente historia: sin liber-tad, la generosidad es sustituida por la apata y el trabajo se con-vierte en una carga sin sentido. De una forma u otra, el hombre,para resultar como tal, ha de aspirar a manifestarse como perso-na, es decir, como ser perfectamente diferenciado de sus cong-neres: cuando no lo sea por su derroche de generosidad,pretender serlo desde el libre ascenso hasta algo que su entornocelebre.

    Tampoco es realista el redivivo sueo calvinista de que el poder

    y la riqueza son muestra de predestinacin divina o que el derecho

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    Y habremos de dar la razn a Comte para quien la propiedadprivada debe ser considerada una indispensable funcin social

    destinada a formar y administrar los capitales que permiten acada generacin preparar los trabajos de la siguiente.Tomados as, los ttulos de propiedad y el dinero son positivas

    herramienta de trabajo.Desde la ptica cristiana, el derecho de propiedad implica la ad-

    ministracin sobre las cosas de forma que stas puedan beneficiaral mayor nmero posible de personas. Ello obliga al propietario aser riguroso en el tratamiento de los modos y medios de produc-cin, a desarrollar la libertad y el amor al trabajo, a valorarse y a

    valorar en la justa medida a todos sus compaeros de empresa, aprocurar que sta se ajuste a la lnea de progreso que permiten lastcnicas y sus medios econmicos y, por lo mismo, alcance la ma-yor proyeccin social posible: el llamado propietario puede y debeestar gallardamente en ese mundo sin ser de ese mundo.

    Para los Cristianos el derecho de propiedad no es, propiamente,un derecho natural pero s una especie de imposicin de las reali-dades que facilitan el equilibrio y el progreso social: es para ellosun derecho ocasional o, si se prefiere, un privilegio consagrado

    por la Ley. Privilegio que, como apuntaba Bardiaef, puede enri-quecerle espiritualmente si le empuja a procurar el bien materialde los otros hombres. As lo entiende tambien Juan Pablo IIcuando recuerda:

    La propiedad de los medios de produccin tanto en el campo in-dustrial como agrcola es justa y legtima cuando se emplea paraun trabajo til. Pero resulta ilegtima cuando no es valorada o sir-ve para impedir el trabajo de los dems u obtener unas gananciasque no son fruto de la expansin global del trabajo y de la riqueza

    social, sino ms bien de su compresin, de la explotacin ilcita, dela especulacin y de la ruptura de la solidaridad en el mundo labo-ra. Este tipo de propiedad no tiene ninguna justificacin yconstituye un abuso ante Dios y ante los hombres(CA,43).

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    V.- LA CIENCIA Y LA DOCTRINA

    En poqusimos aos y gracias a la Ciencia, la explicacin de larealidad material ha llegado a unos niveles ni siquiera esboza-dos en miles de aos de historia de la Humanidad. En cambio, loque se llama cultura laica, muy seguramente, est por debajo delnivel en que se movan los contemporneos ilustrados de Aristte-les.

    En la era espacial, la era del descubrimiento de lo infinitamentegrande y de lo infinitamente pequeo, de los quanta y de la Teorade la Relatividad... el razonamiento de muchos de los ilustradosde ahora apenas va ms all de los balbuceos presocrticos entorno al origen, preocupaciones y destino del hombre. Ello da piepara que los ms ponderados evoquen a la democracia de Periclescomo ejemplo a seguir o reconozcan a la lgica de Aristtelescomo un inigualado cauce para el humano discurrir.

    Alguno de los siete sabios de Grecia poda creer y defender de

    buena f que la tierra era un cilindro con altura superior en tresveces a su dimetro y descansando sobre los hombros de un Ti-tn mientras que imparta doctrinas muy capaces de diferenciarla realidad de la fantasa en los problemas de realizacin personal.A la inversa, en nuestra poca, pululan llamados socilogos total-mente ajenos a la complejidad de la materia o a las cuestiones quedespierta la grandiosidad del Universo mientras que celebradaslumbreras de la Ciencia, con supino atrevimiento, niegan alhombre cualquier excepcionalidad respecto a sus otroscompaeros del reino animal.

    Aun tan palmaria constatacin, no es raro prestar mayor autori-dad a las dogmatizaciones que, sobre la autosuficiencia de la ma-teria, formula un profesional del pensamiento especulativo que alas experimentadas conclusiones de un paciente investigador em-peado en desentraar los ms intrincados vericuetos de la reali-dad material. Este y no el otro dispone de conocimientos y mediospara situar al progreso cientfico en su justa dimensin; no ser lomismo si se atreve a dogmatizar sobre tal o cual parcela de lamente humana,

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    Ello no obstante, cada da, vemos cmo cientficos y pensado-res rivalizan en presentar particulares versiones del Absoluto;

    puede que lo hagan totalmente ajenos al rigor y solamente preo-cupados por canalizar hacia su ego cualquier imaginable suposi-cin sobre el origen o sentido de la realidad material y delpensamiento: si se descubre en la materia una insospechada com-plejidad, pensador habr que preste a la materia la capacidad deauto regenerarse y, puesto que es aceptado como filsofo, seatrever a presumir de que, con ello, abre nuevos cauces al desti-no espiritual de la Humanidad. Por el mismo orden de cosas, tal ocual ilustre Fsico puede ser aceptado o presumir de ser el mejordirector espiritual.

    En realidad, son cosas que han ocurrido en cualquier poca dela historia y que, desgraciadamente, despiertan eco en multitudde mentalidades sencillas y abiertas a lo que suena bien aunqueresulte absolutamente incomprensible y muy poco relacionadocon sus ms acuciantes preocupaciones.

    Ha sido preciso romper las fronteras de lo grande y de lo peque-o para que, en nuestra poca, las mentes sencillas, pero reaciasa comulgar con ruedas de molino, lleguen a una privilegiada situa-cin: la de comprobar como la autntica Ciencia se muestra pru-dente a la hora de establecer conclusiones definitivas: el hilo de laexplicacin de un fenmeno como la Vida se pierde en un horizon-te al que, probablemente, nunca llegue el ms sofisticado aparatode laboratorio, rigurosamente incapaz de explicar una mnima in-quietud espiritual, la alegra del sacrificio, la fecundidad histricadel Amor y, mucho menos, a Dios. Ayuda a aceptar, eso s, lainmensidad del Universo o las ilusionantes evidencias de un PlanGeneral de Cosmognesis.

    La Doctrina, viva en la buena conciencia de los cristianos, hapropugnado siempre humildad frente a lo mucho que falta por co-nocer de la realidad material (en ocasiones ello lo ha hecho pega-da a viejos principios y muy condicionada por su propia rutinaburocrtica) y firmeza en todo lo que concierne a una feliz tras-cendencia personal, lo que, ya lo hemos dicho, implica una volun -taria, continua e intensa participacin en la tarea de descubrir,cultivar y universalizar los bienes naturales.

    La Doctrina considera intil todo progreso cientfico que no re-vierte en servicio al Hombre: Si a todo avance de la Ciencia se lepuede hallar un fin prctico segn el bien de la Humanidad, la po-

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    derossima Tcnica moderna, capaz de multiplicar cosechas, pre-venir calamidades naturales, desviar el cauce de los ros,

    potabilizar el agua del mar, acercar distancias incluso entre losastros.... es, en s, un formidable medio de servir a la Humanidad.Como tal es apoyado cordialmente por cuantos trabajan con su

    inteligencia, con sus manos y con los medios materiales de quedisponen (incluido el dinero) para promover la multiplicacin, dis-tribucin y equitativo uso de los bienes naturales.

    A estas alturas, es ridculo presentar cualquier rivalidad entre laDoctrina y la Ciencia. De lo que se trata es de desarrollar esta lti-ma en libertad y siempre con ansia de proyeccin social. Desde

    esa actitud, sus promotores sern fieles adictos al Trabajo Soli-dario y, en el decir de Teilhard, participarn en la inacabada obrade la Creacin (la Evolucin en marcha), lo que, en absoluto,contradice a la Doctrina.

    En este punto conviene recordar cmo, en pocas cruciales, laIglesia ha marcado la pauta del progresismo cientfico el, cual, du-rante muchos siglos, no lo olvidemos, estaba ceido a las Cienciasdel Pensamiento puesto que aun era muy largo el camino a reco-rrer hasta descubrir, por ejemplo, la ley del pndulo o el telescopio

    y otros puntos de apoyo de la Fsica Moderna.Era en el marco de la Filosofa en donde se estudiaba cualquierrelacin con la Tierra o el fenmeno humano, siempre bajo el cl-sico imperativo de Theologiae ancilla Philosophia.

    Obviamente (no olvidemos que el poder corrompe), se incu-rri en exageraciones, que afectaron negativamente al progresocientfico. Era, probablemente, el miedo a perder posiciones y pri-vilegios: algo, aunque frecuente, muy poco cristiano.

    Atrevmonos ahora a unirnos a cuantos encuadran la Obra de laCreacin en los cauces abiertos por la poderosa Ciencia actual: nose trata de romper esquemas sino de mantener, como siempre,los ojos bien abiertos a la ms palmaria Realidad.

    Con ello recobramos el valor de tantos pensadores cristianosinclusive coetneos de Jesucristo: Crean para comprender ynunca su f estaba reida con la Ciencia que es tanto como decirsu fe estaba en sintona con las ms aproximadas percepciones dela Realidad.

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    Segn ello, a la luz de la Ciencia ms reciente y tras una nuevay serena lectura de los Textos Sagrados, podemos descubrir en

    Jesucristo una nueva dimensin , nacida de su excepcional doblenaturaleza (divina y humana): es una dimensin o proyeccinhistrico-csmica, que se expresa en una Presencia activa en elacontecer de cada da, muy especialmente, en el protagonizadopor los hombres de buena voluntad (entre los cuales cabe acep-tar a muchos hombres de ciencia) cuyo paso por la tierra es, ne-cesariamente, un eslabn ms hacia el Progreso Universal en sums estricto sentido, el de la convergencia hacia lo que no puedemorir.

    Y en el camino, tras continuo ejercicio de Libertad Responsabili-zante y de Amor Creador (Trabajo Enamorado), valores asequi-bles a todos nosotros, en sintona con la prodigiosa fecundidad dela Tierra, colaboraremos eficazmente en la multiplicacin y equi-tativa distribucin de bienes entre todos los hombres (Pan yLibertad, principales valores sociales).

    Desde esa ptica, la Teologa pierde mucho de su tradicionalabstraccin para situarse al nivel del hombre corriente y moliente,obligado l a enriquecer su propia vida en la ms amplia y socialexplotacin de sus personales facultades.

    As creemos haberlo visto en nuestro reconocido maestro Teil-hard de Chardin, cientfico moderno, fiel cristiano, sereno msticoy hombre realista como pocos. Para nosotros Teilhard de Chardinfue, principalmente, un heroico pionero y un hombre de fe quepide a su Iglesia, siempre prudente y, en ocasiones, aprisionadapor la inercia histrica y ancestrales prejuicios, un nuevo gesto tanrevolucionario como aquel por el cual el evangelista San Juan,haciendo uso de la ms racional Lgica de su poca, cristianiz alLogos Alejandrino: Un judo helenizado, Filn de Alejandra, de-fenda que el Logos (Verbus Palabra) era el Hijo primognito,sabidura y razn de Dios, por quien el mundo es creado y se man-tiene. Tal postulado, que cobraba excepcional fuerza en la intelec-tualidad juda de la poca, a juicio de Juan presta argumentoscomplementarios al Hecho de la Redencin cuyo principal Captu-lo acaban de seguir en vivo y en directo y no duda lo ms mni-mo al reflejarlo en su Evangelio: En principio, la Palabra exista,la Palabra esta en Dios y la Palabra era Dios. Ella estaba en el Prin-cipio con Dios. Todo se hizo por Ella y sin Ella no se hizo nada de

    cuanto existe. En Ella estaba la Vida y la Vida era la Luz de los

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    Hombres. Y la Luz brilla en las tinieblas y las tinieblas no lavencieron (Jn. 1,1)

    Los cristianos podemos ver en esas particulares formas de ex-presin una clara referencia a la genial realidad de dos naturale -zas, la Naturaleza Humana y la Naturaleza Divina, asumidas porJesucristo para redimir al Hombre y hacer Historia.

    El protagonismo de Jesucristo (envidiado por no pocos sabiosde este mundo), Dios y Hombre para toda la Eternidad, es evi-denciado por su Vida, su Muerte, su Resurreccin y su Ascensin(o su insercin, ya como Dios-Hombre, en la Plenitud del Univer-so), plasmado todo ello en una Presencia vivificante y activa en la

    Historia (por medio de la Eucarista y su perenne Gracia).El mundo del Espritu, aunque intuido y presentado como nece -

    sario por la Ciencia, no puede ser explicado ni siquiera interpreta-do por ella. Es ah donde entra la Doctrina, cuyas revelacionesdespiertan eco en lo ms valioso del ser humano y, sobre todo,vienen avaladas por la Sangre y Testimonio del Dios Hombre ymotivan una fe activa en las personas de buena voluntad.

    Efectivamente, tenemos sobrados argumentos para creer quenada de lo que la Ciencia muestra como ms aproximado a la Rea-lidad contradice lo ms mnimo a la Doctrina, sobre todo, cuandosta marca como indiscutible camino de espiritualizacin la preo-cupacin personal por acrecentar y mejor distribuir los bienes ma-teriales, objetivo irrenunciable de la propia Ciencia y que, en laprctica, se refleja en algo tan cristiano como la multiplicacin delos panes y los peces

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    VI.- EL PROGRESO EN LA HISTORIA

    Es ocioso insistir sobre el carcter progresista de la Historia sibien resulta prudente no olvidar los evidentes profundos ba-ches entre civilizaciones.

    El por qu y el cmo de ese progreso es fuente de abundantesespeculaciones que, muy frecuentemente y al estilo de Hegel,Comte o Marx, formulan explicaciones radicales tomando por leygeneral tal o cual apreciacin temporal y parcial.

    Pero no todos piensan que la Humanidad, aunque con lentsimopaso, camina hacia su perfeccionamiento: uno de los ms celebra-dos teorizantes de la regresin histrica es Oswaldo Spengler(1880-1936), empeado en resucitar el viejsimo culto a la anima-lidad y a la intrascendencia. Segn Hirschberger (Historia de la Fi-losofa), Spengler es uno de los escritores que ms hancontribuido a envilecer el segundo y tercer decenio de nuestro si-glo (tirnicos totalitarismos y grandes guerras) mediante una

    interpretacin brutalizada de Nietzsche.Lo que est en juego, proclama Spengler, es la vida, la raza y

    el triunfo de la voluntad de dominio; no la conquista de verdades,de inventos o de dinero. La Historia Universal es el tribunal delmundo: da siempre la razn a la vida ms fuerte, ms plena, mssegura de s misma y confiere siempre a esa vida derecho a laexistencia, sin importarle que resulte justo o injusto a la concien-cia. Ha sacrificado siempre la verdad y la justicia al poder, a laraza, y ha condenado siempre a muerte a aquellos hombres y

    pueblos, para quienes la verdad fue ms importante que la acciny la justicia ms esencial que la fuerza. As fue y as ser siempreen la historia de la humanidad, dogmatiza Spengler, desde que elhombre primitivo anidaba solitario como un ave de rapia. El almade este fuerte solitario es enteramente guerrera, desconfiada, ce-losa de su fuerza y de su botn... conoce la embriaguez del deleitecuando el cuchillo entra en la carne del enemigo y cuando el vahode la sangre y los chillidos de la vctima penetran en sus sentidostriunfantes...

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    Es una radical bestializacin que, para Spengler y sus continua-dores, priva y triunfa a todo lo largo de la historia puesto que, tal

    como proclama sin rebozo alguno todo varn autntico, aun enlos estadios superiores de las culturas, percibe en s mismo el dor-mido rescoldo del alma primitiva.

    Vemos ah una justificacin intelectual de los tirnicos totali-tarismos, guerras mundiales y masacres de pueblos que ha vividonuestro siglo: de hecho, Spengler invita al hombre-bestia (torpediosecillo de barro hijo del superhombre de Niezstche) a erigirseen protagonista de la historia por el camino del atropello y del cri-men sin paliativo alguno y con el aval de los tirnicos conquista-dores de las sucesivas pocas. Con ello coloca al hombre (bestiaen la cima, animal de rebao en la base) en uno de los nivelesms bajos de la escala zoolgica.

    Por directa imposicin de la Realidad ya sabemos que estructu-rar la Vida y la Historia por la exclusiva inspiracin de la fuerzaanimal es cultivar una absoluta ceguera hacia la nica dimensinhumana que garantiza un Progreso sin dramticos baches: ladimensin espiritual.

    Cuando pisotea a su propio espritu, el pobre ser que se deja do-

    minar por la borrachera de la bestialidad, en los momentos delealtad consigo mismo, captar palmariamente el vaco en que seha encerrado: es un encierro que no le impedir vivir y morir ator-mentado por su sed (vocacin) de trascendencia. Es un tormentotanto mayor cuanto ms en serio se haya tomado el alcanzar lacspide de la pirmide humana: siempre ser rebasado por otroms bestia o ms fuerte y, en el ltimo trmino, por la muerte. Haperdido el precioso tiempo que se le concedi de vida puesto que,por incurrir en la apostasa de la insolidaridad, ha resultado laprincipal vctima de un antinatural, desbocado y ridculo egocen-trismo. Es una perspectiva que hizo decir a Goethe en carta a suamigo, el historiador Luden: Los hombres han estado siempredominados por el miedo y la zozobra y se han producido dolor ytortura mutuamente; la corta vida de que dispusieron se la hicie-ron amarga al vecino. No gozaron ni estimaron la belleza del mun -do y la dulzura de la existencia que aquella belleza les ofreca, lavida fue cmoda y alegre slo para unos pocos de entre ellos. Des -pus de haberla vivido la mayora preferira abandonarla antes decomenzar de nuevo. Lo que quizs les proporcion o les

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    proporciona cierto grado de apego a la vida fue y es el temor a lamuerte. As es la vida; as ha sido siempre y as ser.

    No ha sido siempre as, no es y, probablemente, no lo ser, almenos en una parte de la Humanidad!!, debemos responder losque creemos en la verdad del Evangelio.

    Para huir del derrotismo histrico otros muchos de nuestroscontemporneos cultivan la vieja evasin romntica que preconi-zan anacrnicos soadores como Klages: Luchando siempre con-tra el ms vago impulso de irracionalidad, toman la vida propiacomo un juego intrascendente en el que solamente deben interve-nir los instintos, el blando sentimentalismo, lo lbrico, el pat-

    hos... sin otra preocupacin que la de aprovechar las migajas debienestar o placer animal que deja escapar la fatalidad. Se huyeas del constante dominio que ejerce el espritu sobre la tcnica, laeconoma, la civilizacin y la poltica. El tal dominio, dogmatizaKlages, fue iniciado por los ms celebrados pensadores griegospara fortalecerse descomunalmente con el Cristianismo. Contratal corriente espiritualizadora invita Klages a oponer toda lafuerza de la dimensin humana que ms interesa a una inmensamayora: la dimensin animal en la que se goza y no se piensa.

    Es la propia Realidad, insistimos, la que no admite tan pobresconcepciones del Hombre, que, en su noble esencia, no es unafiera al acecho ni tampoco un animalillo que distrae sus sufrimien-tos con el continuado recurso a sus ms elementales instintos.

    Ni Spengler ni Klages dudan de la dimensin espiritual del Hom-bre: lo que pretenden es encadenarla a la dimensin animal quees (quieren que sea) la triunfadora. Tras ellos no falta quien nie-gue, pura y simplemente, la dimensin espiritual del Hombre.

    Los sueos de animalizacin colectiva, recordamos de nuevo,

    chocan frontalmente con la Realidad: la dimensin espiritual, elms valioso tesoro del reino animal, a partir de su expresin pri-mera en el homnido capaz de personalizar su accin, es el princi-pal elemento con que la historia cuenta para su desarrollo yprogreso. Es responsabilidad de cada hombre avanzar hacia supropia plenitud desde el natural y racional uso de los nuevos me-dios que pone a su alcance el progreso de la Ciencia, destacadomotor del progreso material al posible uso de todos los pobladoresdel ancho mundo: progreso material sin el cual resultaproblemtico el progreso espiritual (para mensar es precisocomer, conviene recordar).

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    Si se avanza en esa direccin, la Humanidad en general y cadahombre en particular participan en un progreso consecuente con

    lo que hemos llamado Plan General de Cosmognesis, Creacininacabada Evolucin en marcha.Ha de ser se un Progreso capaz de superar los frenos que opo-

    nen la fuerzas negativas de la propia historia, entre los cuales unode los ms fuertes resulta ser el uso de de una libertad a la que fal-ta el alimento del Amor.

    Un progreso que sintoniza con el Plan General de Cosmognesises un Progreso que pide a cada mujer y a cada hombre (libres decomprometerse o no en la tarea de participar en ese Plan de Cos-

    mognesis) Accin Inteligente o continuo ejercicio de un TrabajoSolidario que ha de cubrir sucesivas etapas de amorizacin conproyeccin csmica.

    Muy bien como ilusionante invitacin a la Accin... pero qudecir de la circunstancia en que vivimos y nos desenvolvemos?Hacia dnde nos podemos dirigir cuando nos fallan las fuerzas y,sobre todo, cuando no acertamos a encontrarle sentido a la propiavida?

    A Jesucristo y a sus fieles, sin duda alguna. De ah resultarque, para los cristianos, fuerzas positivas de la Historia son elAliento Divino y la Libertad Responsabilizante de algunos de sussucesivos protagonistas.

    El uso de la libertad es regresivo y estril cuando no va acompa-ado por un vuelco social de las personales facultades, es decir,cuando resistindose a las leyes de la Armona Universal, la perso-na no aplica sus capacidades al desarrollo de una clara vocacinde responsabilidad social.

    Recordemos cmo nuestro Hermano Mayor, Jesucristo, en unade sus ms fervientes oraciones como Hombre, la de la UltimaCena, suplica al Padre: Que todos sean uno como T, Padre, enm y Yo en T; que ellos tambin sean uno en Nosotros para que elmundo crea que T me has enviado. Yo les he dado la gloria queT me diste para que sean uno como nosotros somos Uno: Yo enellos y T en M (Jn.17,21)

    Ya en el Antiguo y, mucho ms, en el Nuevo Testamento late lagenial Realidad del Amor Universal, que tienes enteramente cer-ca de t: est en tu boca, est en todo tu ser para que todos tuspensamientos sean fecundos (Dt.30,14), es por quien existe

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    todo y todo se ajusta al Plan de Dios (Ecles.42,15); es lo queempuja a la accin a cuantos creen (Ts.3,13).

    Plan de Dios y Libertad del Hombre, segn amplias referenciasde la Doctrina que sirve de alimento a la Fe, son factores incluidosclaramente en la Obra de la Redencin, principalsimo captulo dela Creacin en Marcha. De toda la Teologa, es lo referente a la vo-luntad de Dios, al Plan de Dios, lo que ms interesa al Hombre y,sin duda, es en ello en lo que los hombres y mujeres, que pueblanel ancho mundo, han de basar su participacin en la Historia. Conpalabras ms o menos modernas as lo han entendido los ms in-fluyentes Padres de la Iglesia: San Bernardo de Claraval, porejemplo, declaraba continuamente: Ms que adentrarme en laMajestad de Dios prefiero aplicarme a interpretar su voluntad. Yqueda claro que la voluntad de Dios respecto al hombre ni puede irms all de las fuerzas de ste (lan vital) ni contravenir su sagra-do respeto por la Libertad en que cobra valor creador el TrabajoSolidario (Amor en Accin) de todos y cada uno de nosotros, con-ciencia comunitaria que, por su propia razn de ser, trasciende lasfronteras de la geografa y de la historia universales.

    La parte de Realidad, que desvela la Ciencia, se centra y se ex-plica por el fenmeno de la Evolucin el cual, como ya hemos di-cho, muestra cmo la persona humana est en camino de supropia realizacin (de su Ms-Ser) en tanto en cuanto desarrollasus especficas facultades siguiendo un afn de amorizar su cir-cunstancia material y social, en tanto en cuanto se muestra comolibre y enamorado ser inteligente que hace todo lo que est ensu mano para contribuir a la armona universal.

    Y, si es se el caso, cultivar la ciencia como medio de conquis-tar la tierra o prestar su contribucin personal en cualquiera delos oficios o servicios que requiere el mayor bien del prjimo: porque, si no trabaja pudiendo hacerlo, no tiene derecho a comer (elque no trabaje que no coma, dijo San Pablo).

    La Iglesia, ya lo hemos dicho, a pesar de todos los condiciona-mientos histricos a que est sometida por su carcter de organi-zacin terrena, cultiva y respeta a la Ciencia en tanto en cuantosta sirve a la dignidad y solidaridad humanas.

    La Ciencia, tambin lo hemos apuntado, resulta intrprete fielde la Realidad siempre que se centre en el descubrimiento y cons -tatacin de los fenmenos sin caer en la tentacin de la autosufi-ciencia o de las divagaciones por la resbaladiza fantasa.

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    Con el respeto que se merecen la doctrina de Iglesia y las con-clusiones de la Ciencia y desde la inquietud por comprender el ori-

    gen y sentido de la propia vida, se puede lograr una aproximacinal sentido de la Historia, cuyo bien ltimo es una comunidad uni-versal con tantos protagonistas como personas pueblan el anchomundo.

    Hoy resulta ocioso discutir sobre los puntos de coincidencia en-tre la F que defiende la Iglesia y las conclusiones fundamentalesde la Ciencia moderna sobre la lgica natural de una CausaPrimera.

    Dicho esto, conviene recordar que la Iglesia es la Novia de

    Cristo (P.22,17), el Dios-Hombre, Principio y Fin de todas las co-sas, y que la Ciencia, noble producto de la accin y reflexin de dela persona humana, progresivamente, ofrece los medios materia-les para poner esas mismas cosas al servicio de todos y de cadauno de los hombres y mujeres que pueblan la Tierra. Humanizar las cosas o, mejor aun, canalizarlas segn su ms noble dimen-sin... no es una forma de ajustarse al Plan de Dios?

    El alma de la Ciencia es la f en la Tierra; el alma de la Iglesia esla F en Cristo-Dios. Tranquilamente, el cristiano puede asumir

    una doble F en la Ciencia y en la Iglesia como norte de su activaparticipacin en el Progreso.La Ciencia observa, encadena fenmenos, duda, experimenta y

    llega a conclusiones que le ayudan tanto a vislumbrar el origen delas cosas como a amaestrar las fuerzas naturales; una buena par-te (la ms certera?) de esa Ciencia, sin abandonar el mundo de loexperimental que es tanto como cultivar su f en la Tierra, ha des-cubierto tanto la NECESIDAD de una Causa Primera como la irre-frenable ascensin de las formas materiales hacia un MAS SER.

    Por su parte y en razn de su F de siempre, la Iglesia mantieneque Dios, Causa Primera, Principio y Fin de todo, ama, crea y gus-ta de ser correspondido en libertad. Y ensea que el Hombre, ob-jeto preferente de la atencin de Dios, alcanza su ms nobledestino cuando, sin pausa, proyecta hacia los dems sus faculta-des personales, es decir cuando AMA.

    Para la Iglesia el Plan de Dios y el papel del Hombre en la Crea-cin fueron mostrados al Mundo por el propio Jesucristo, excep-cional personaje histrico cuya autenticidad no pone en duda la

    Ciencia ms exigente.

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    Liberndose de prejuicios, humilde y hambriento de Verdad, elhombre de hoy est invitado a reconocer tanto la plena identifica-

    cin entre Jesucristo y la Causa Primera como que la cspide de laEvolucin (la convergencia en el punto Omega, que dira Teilhard)coincide con la Parusa, Apoteosis del Amor en Libertad o definitivarealidad del Todo en Todos de que, sin equvocos, habl SanPablo.

    Si es as, y hay sobradas razones para aceptar que lo es, loshombres y mujeres de hoy podemos creer que El nos fortalecerhasta el fin para que seamos definitivamente suyos en laPARUSIA. Pues fiel es Dios por quien hemos sido llamados a launin con su Hijo, Jesucristo, Seor Nuestro (I Cor.1,8).

    Y entra en la lgica ms elemental el aceptar que Dios ama has-ta lo infinito y que, por imperativo de su Amor, orienta hacia elBien y espera ser amado en Libertad.

    Por caminos de Libertad, contagiando Amor, se realiza el esta-dio supremo de la Evolucin, la Redencin, en la que, junto con Je-sucristo, participan todos los cristianos. Redencin, cuyo propiocampo de accin es el mundo en el que se mueven los hombrescon todas sus carencias y aspiraciones; redencin que requiere

    trabajo y amor sin fronteras.Vemos as cmo Ciencia y Cristianismo nos ayudan a captar y autilizar las herramientas del Progreso. Gracias a tales herra-mientas y a su adecuada utilizacin, podemos, paso a paso, des-cubrir y humanizar las virtualidades de la Materia para, encontinuo ejercicio de generosidad, universalizar bienes yvoluntades.

    Ese es un ilusionante y ms que probable sentido de la Historia,cuya culminacin tropezar con no pocas dificultades hijas de la li-

    bertad de los propios hombres. Algunas de esas dificultades, enmltiples ocasiones y tal como podremos comprobar en los si-guientes captulos, son o pueden ser otros tantos principios yfundamentos de reaccin positiva.

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    VII.- ENTRONQUE CULTURAL DE LOS ESPAOLES

    Para al esfera cultural en que se mueve lo que, por simplifica-cin histrica, llamamos Occidente, la historia escrita del pen-samiento empieza con los griegos. En lneas generales, la formade pensar de los intelectuales griegos estaba animada por la preo-cupacin de deducir el significado de la vida humana desde el pre-vio conocimiento de su entorno fsico y espiritual. Era una actitudrealista (percepcin y reflexin sobre la propia reflexin) en lacual escasa cabida tena el fantasismo individualista que, tan cer-ca de nosotros, han defendido los llamados arquitectos de ideas (los idealistas que, en la estela de Descartes y con Hegel a la cabe-za, abrieron el camino a no pocos fundamentalismos ideolgicosde la actualidad).

    Algunos de los presocrticos ya se preocuparon por explicar enlgica natural cuanto existe: abogaban por una especie de comu-nitarismo entre elementos y personas. En esa lnea ha de interpre-tarse el legado de un Tales de Mileto para quien el principiocreador era el agua, del que proceden desde el nfimo animal has-ta los propios dioses; para Anaximandro, compatriota de Tales, elprincipio creador era el apeirn o lo infinitamente indeterminadoque adopta las variadas formas impuestas por la evolucin, desdeuna elemental partcula hasta la propia inteligencia; en la mismalnea, Anaxmenes, discpulo de Anaximandro, identifica a la

    materia prima con el aire (an no se haba descubierto el polvocsmico, de que hablar Teilhard).Sin duda que esos primeros apuntes evolucionistas, desde una

    ptica que mucho se parece a una versin naturalista del Todo entodos, representan un serio esfuerzo por situar al hombre en el ca-mino que mejor corresponde a su destino: se mira al cielo con lospies en la tierra y teniendo enfrente a un ser (animal poltico, quedir Aristteles), que aprecia progresivamente una especie de vo-cacin al protagonismo de la especie humana en el mundo mate-

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    2. EL CRISTIANISMO

  • 8/7/2019 LECCIONES DE AMOR Y LIBERTAD

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    rial desde un esfuerzo por interpretar la realidad en todas susdimensiones..

    Pero tambin, en la poca, hubo cultivadores de la evasinid