la isla del tesoro

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La barriga del ferry que nos trae desde Liverpool empieza a rugir nada más llegar al puerto de Douglas. Las cerca de 300 motos que aloja en su bodega ya están listas para el desembarco y para unirse al ambiente motorista más genuino del mun- do. Aquí se inventaron hace más de cien años las carreras de motos y ningún otro sitio en el mundo puede reclamar con más razón su pasión por las dos ruedas. Esta pequeña isla situada en el Mar de Irlanda se transforma durante dos semanas en un espectáculo de emoción, adrenalina y compadreo. Bienvenidos a la Isla de Man y a su Tourist Trophy, la madre de todas las carreras. La pequeña rotonda que nos recibe nada más salir del barco va distribuyendo a los motoristas hacia todas las direcciones, lle- vando y llenando de motoristas cada rin- cón de Man. Nosotros nos dirigimos con nuestra GS de BMW Moto Rental directa- mente al meollo, hacia el Gran Stand y el padock, sitos en el cercano Nobles Park. Hoy no es día de carreras y podemos apar- car directamente en la recta. Flanqueando un lado de la recta de llegada se encuentra una larguísima pizarra donde en los días de carrera los Boys Scouts se encargan de ir anotando los tiempos de todos los pilotos, en el lado opuesto la zona de re- postaje y el Grand Stand, y detrás de este el padock, el corazón del TT. Palpita a tope durante dos semanas, es el punto donde antes o después todo el mundo aparece para no perderse detalle del ambiente de carreras que se respira. La acción y los pi- lotos son las dos constantes principales del TT, y ambos están siempre al alcance de la mano. Echamos un vistazo al programa oficial del TT y nos vamos enterando un poco de que va todo esto. Por la recta del Gran Stand los pilotos pasan a más de 250 kmph en 5ª y todavía tienen que mantener el gas a tope (y meter 6ª) durante unas millas más. La recta inicia poco después un pronunciado descenso hasta alcanzar la zona de Bray Hill, con velocidades punta de 300 kmph, y al ángulo que frena todo esto en Quarter- bridge. En palabras de Milky, un veterano piloto y cronista de la guía del circuito, “Te sientes como si estuvieras llegando al fin del mundo”. Pero para lograr llegar al fin del mundo en Man primero hay que enfren- tarse a más de 30 puntos calientes en los 60.73 km de este endiablado circuito. Acabábamos de llegar y tampoco era cues- tión de llegar al fin del mundo cuanto antes, la prisa hay que dejarla en Man en manos de los que saben, por lo que con el impres- cindible relato de Eddi Clavo sobre su viaje al TT como guía lo que procedía ahora era apretarse una pinta de Bushy pata negra. Es la llamada Piston Brew y sólo es posi- ble hacerse con una durante el TT. Una vez logrado el objetivo había que tomarse una de esas birras de motero cuanto antes. En su busca y de donde dormir dejamos Do- uglas y nos desplazamos hacia el norte de la Isla. Nos unimos a la carretera que dis- curre por la costa y a un tráfico constante 20-21 REPORTAJE ENVIADOS ESPECIALES: Máximo Aparicio y Pedro Mordt. FOTOS: Pedro Mordt La barriga del ferry que nos trae desde Liverpool empieza a rugir nada más llegar al puerto de Douglas. Las cerca de 300 motos que aloja en su bodega ya están listas para el desembarco y para unirse al ambiente motorista más genuino del mundo. 8

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Reportaje en la Isla del Tesoro

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La barriga del ferry que nos trae desde Liverpool empieza a rugir nada más llegar al puerto de Douglas. Las cerca de 300 motos que aloja en su bodega ya están listas para el desembarco y para unirse al ambiente motorista más genuino del mun-do. Aquí se inventaron hace más de cien años las carreras de motos y ningún otro sitio en el mundo puede reclamar con más razón su pasión por las dos ruedas. Esta pequeña isla situada en el Mar de Irlanda se transforma durante dos semanas en un espectáculo de emoción, adrenalina y compadreo. Bienvenidos a la Isla de Man y a su Tourist Trophy, la madre de todas las carreras. La pequeña rotonda que nos recibe nada más salir del barco va distribuyendo a los motoristas hacia todas las direcciones, lle-vando y llenando de motoristas cada rin-cón de Man. Nosotros nos dirigimos con nuestra GS de BMW Moto Rental directa-mente al meollo, hacia el Gran Stand y el padock, sitos en el cercano Nobles Park. Hoy no es día de carreras y podemos apar-car directamente en la recta. Flanqueando un lado de la recta de llegada se encuentra una larguísima pizarra donde en los días de carrera los Boys Scouts se encargan de ir anotando los tiempos de todos los pilotos, en el lado opuesto la zona de re-postaje y el Grand Stand, y detrás de este el padock, el corazón del TT. Palpita a tope durante dos semanas, es el punto donde antes o después todo el mundo aparece para no perderse detalle del ambiente de

carreras que se respira. La acción y los pi-lotos son las dos constantes principales del TT, y ambos están siempre al alcance de la mano. Echamos un vistazo al programa oficial del TT y nos vamos enterando un poco de que va todo esto. Por la recta del Gran Stand los pilotos pasan a más de 250 kmph en 5ª y todavía tienen que mantener el gas a tope (y meter 6ª) durante unas millas más. La recta inicia poco después un pronunciado descenso hasta alcanzar la zona de Bray Hill, con velocidades punta de 300 kmph, y al ángulo que frena todo esto en Quarter-bridge. En palabras de Milky, un veterano piloto y cronista de la guía del circuito, “Te sientes como si estuvieras llegando al fin del mundo”. Pero para lograr llegar al fin del mundo en Man primero hay que enfren-tarse a más de 30 puntos calientes en los 60.73 km de este endiablado circuito.Acabábamos de llegar y tampoco era cues-tión de llegar al fin del mundo cuanto antes, la prisa hay que dejarla en Man en manos de los que saben, por lo que con el impres-cindible relato de Eddi Clavo sobre su viaje al TT como guía lo que procedía ahora era apretarse una pinta de Bushy pata negra. Es la llamada Piston Brew y sólo es posi-ble hacerse con una durante el TT. Una vez logrado el objetivo había que tomarse una de esas birras de motero cuanto antes. En su busca y de donde dormir dejamos Do-uglas y nos desplazamos hacia el norte de la Isla. Nos unimos a la carretera que dis-curre por la costa y a un tráfico constante

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ENVIADOS ESPECIALES: Máximo Aparicio y Pedro Mordt. FOTOS: Pedro Mordt

La barriga del ferry que nos trae desde Liverpool empieza a rugir nada más llegar al puerto de Douglas. Las cerca de 300 motos que aloja en su bodega ya están listas para el desembarco y para unirse al ambiente motorista más genuino del mundo.

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8FOTO: Guy Martin. www.iomtt.com

(PÁGINA ANTERIOR) Durante las dos semanas del TT parte del circuito, concretamente el circuito de la montaña, se abre sólo en dirección Ramsey-Douglas. Una buena, y a veces peligrosa, ocasión para rodar a tu aire.

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de motoristas que nos acompaña hasta Ramsey, nuestra base para los próximos días. Seguirle el rastro a la cerveza fue fá-cil, encontrar el alojamiento no tanto.Al día siguiente era día de carreras y deci-dimos irnos hasta Douglas por el circuito de la montaña. Ramsey es el punto de ini-cio de uno de los tramos con más carisma del TT. Al discurrir por los desiertos parajes de la montaña este tramo se puede cerrar en el sentido de Douglas a Ramsey y con un único sentido sirve para que durante las dos semanas de carreras los aficionados disfruten de 15 kilómetros de vía libre para desfogarse a gusto. Hay que andarse con cuidado, no conocemos el trazado y los que si lo conocen se acercan zumbando a nuestra espalda, nos alcanzan y en un suspiro desaparecen por los suaves tra-zados de la montaña. En Gooseneck, el primer paso comprometido, ya están apos-tados un buen número de aficionados en las gradas naturales que ofrece este punto a la espera de que comiencen las carreras. En esta cerrada y peraltada curva de dere-chas los pilotos deben de hilar fino, empie-za la subida y una mala trazada condiciona su inercia. El principal reto del TT es sin duda el circuito y de su total conocimiento, hay que saber siempre que curva te espera después de la que estás negociando, de-penden los resultados. Por eso los pilotos se apuntan a todas las carreras posibles en las dos semanas de competición, cuan-to más vueltas se den más datos se alma-cenarán en el cerebro. En el TT siempre habrá una curva que admita una mejor tra-

zada, un tramo donde abrir más el gas o un salto donde se pueda aterrizar antes. En Man compiten de lejos los mejores, por completos, pilotos de velocidad del mundo. A pesar de los constantes obstá-culos que hacen que la razón catalogue el circuito del TT como el terreno menos apropiado para ir rápido, en el circuito de la isla se rueda muy rápido. Una vuel-ta se completa en apenas 18 minutos, a una media de más de 200 kmph. El TT es un deporte de riesgo y como tal debe tri-butar lamentablemente en víctimas. Por esta razón ha sido cuestionado dentro del mundo del motociclismo (Tras el fatal accidente de Santiago Herrero en 1970 la Federación Española de Motociclismo prohíbe correr aquí con licencia española) y es también por esta razón que los pilo-tos, lejos de ser los chiflados que nos ima-ginamos, deben que tener la cabeza muy bien amueblada. Uno de ellos, sin duda el mejor, fue Joey Dunlop. Aparcamos fren-te a su estatua en el paso conocido por Bungalow, en el tramo medio del circuito de la montaña. Este año se cumplía una década de su última victoria en el TT, para muchos la mejor de sus 26 TT, una marca por ahora imbatible. Con 48 años demos-tró hasta que punto su conexión con el cir-cuito fue total, y de no ser porque se mató en una carrera de motos ese mismo año en Estonia, seguramente hubiese conse-guido bastantes más. En el TT la madurez no otorga prudencia ni sensatez a los pilo-tos, les da más bien la sabiduría necesaria para acercarse a la gloria.

El alemán Penzkofer repostando. El marshal de azul, derecha, inspecciona si la moto tiene alguna pieza suelta. Si es así el piloto deberá de arreglarla o abandonar.(Abajo) El TT no está exento del glamour de la Pit Girls, hay dos para todos los corredores.

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Desde su pedestal Joey mira hacia la ser-penteante carretera que corona el tramo más alto de de la montaña y del circuito. Por ella van pasando continuamente las mo-tos, animando con sus trazadas al genial irlandés. El circuito de la montaña engaña, aunque por su idílico entorno pueda pare-cer que sea menos estresante para el piloto es aquí donde pasan más apuros. Hay tra-mos en que ruedas a escasos metros de pronunciadas y peladas pendientes don-de una caída puede llevarte, con atajo, al fin del mundo. El tramo por la montaña, y el sentido único, acaban en Creg Ny-Baa, escenario de una de las fotos más difundi-das del TT. Una marcada curva de derechas recibe al motorista, detrás suya una recta ondulada que lleva hasta una típica casa de campo, Kate s Cottage, que corona la verde colina. Hoy es día de carrera y el público ya llena las gradas situadas al lado del célebre Pub de Creg Ny-Baa. Desde este punto se disfruta de una espectacular vista de uno de los puntos más rápidos del circuito, con una curva muy técnica donde los pilotos deben de andar también muy finos con los frenos. Dejamos la moto aparcada en la trasera del Pub y buscamos sitio entre la hierba, en un lado de la carretera. Una hora antes de empezar las carreras el circuito se cierra al tráfico, y el que no haya llegado a su destino debe de quedarse donde le toque o buscar alternativas para acercarse al punto elegido

a través de carreteras secundarias. Muchos de los puntos calientes sólo se pueden al-canzar por los tramos del circuito y por eso en Man conviene madrugar. El rugido de la primera moto se amplifica por las colinas, sube a tope hacia Hailwood Heights, el pun-to más elevado de todo el circuito, aparece trazando la curva de Kate s y se lanza cues-ta abajo por la ondulada recta. El rizado as-falto hace que la moto se mueva y se retuer-za, pero no es hora de soltar gas, con un bufido ensordecedor pasa el primer partici-pante, en un suspiro y a un escaso metro de nosotros, reduce un par de marchas y con la rodilla rozando el asfalto traza la curva y desaparece de nuestra vista. El rugido que viene de la montaña ya no cesa, vienen más, muchos más. Algunos pilotos vienen emparejados y se juegan el adelantamiento in extremis en la curva. Una gozada y una recompensa, estar en primera línea disfrutando de la carrera en carretera más famosa y dura del mundo. Dejamos más que alucinados el célebre paso de Creg Ny-Baa y por una carretera secun-daria alcanzamos Douglas. Las carreras se han acabado por hoy y el paseo marítimo de la capital de la isla se llena con un ambiente

de primera. Las filas de motos aparcadas en el paseo marítimo copan todos los aparca-mientos y paseando llegamos a la conclu-sión de que si una deportiva, por muy radical que sea, no se puede ver aparcada aquí, es que no existe. Están todas y por querencia están en el lugar donde deben de estar. Los italianos y los japoneses las crían y ellas se juntan en la Isla de Man. En uno de los extremos de la Promenade de Douglas se

encuentra la particular calle del infierno del TT, con atracciones de feria radicales, en línea con el espíritu del TT, y un poco más allá la carpa de Bushy`s. Al calor de la Piston Brew se suceden las charlas en los corrillos sobre motos y pilotos,

y sin duda el tema estelar del día es la cuar-ta victoria consecutiva de Ian Hutchinson, igualando el record de Philip Mc Callen, y de-jando para la última carrera la posibilidad de convertirse en el primer piloto en el TT que gana todas las carreras. La diferencia con el segundo, Michael Dunlop, el miembro más joven de la dinastía Dunlop, fue de tan sólo de 1.4 segundos, apretadísimo final para una carrera contrarreloj de las características del TT. La expectación para la última carrera, la más dura con seis vueltas, está servida.

EN EL TT LA MADUREZ NO OTORGA PRUDENCIA NI SENSATEZ A LOS PILOTOS, LES DA MÁS BIEN LA SABIDURÍA NECESARIA PARA ACERCARSE A LA GLORIA.

(Arriba) Volando voy, Ben Wylie despega con su Yamaha en Ballaugh Bridge.

(Abajo) Durante las dos semanas del TT los habitantes de Douglas ya se han acostumbrado a convivir con motos y moteros. Para ellos es temporada alta y representa unos ingresos brutales para esta pequeña isla.

Durante las dos semanas del TT parte del circuito, concretamente el circuito de la montaña, se abre sólo en dirección Ramsey-Douglas. Una buena, y a veces peligrosa, ocasión para rodar a tu aire.

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En la carpa de Bushy hay mucho de que hablar. Las gestas han sido las que han for-jado el TT, la última puede estar al caer si Hutchy gana el Senior TT, y conviene venir empollado sobre estas y sobre la historia de esta carrera para no quedarse en fuera de juego. La entendida afición inglesa es mayoritaria en Man y su pasión, más que las carreras del mundial de velocidad, son las Road Races, las carreras en carretera que sólo se disputan en Irlanda e Inglaterra. En ellas, y sobre todo en la isla de Man, evolu-cionaron todos los prototipos de motos de carreras hasta que en 1976 la FIM decidió suprimir el TT del campeonato del mundo. Las marcas se empleaban a fondo en ganar la carrera más dura del mundo y cada año se presentaban con toda su artillería para lograr incluir su nombre en lo más alto. Con la caída del TT del calendario internacional las grandes marcas dejaron de experimen-tar sus prototipos en Man, pero hace un año el TT retomó su papel de pionero. De eso se habla también en la carpa, y mucho. El futuro de las motos, la electricidad, pasa por esta carrera y concretamente por la no-vedosa categoría de TTZero. La ganadora, la futurista MotoCsysz E1PC, rozó la media de 100 millas por hora, un record, otra ges-ta, que el año que viene tendrá a todos los aficionados expectantes. En tan sólo un año la velocidad media del ganador de las mo-tos eléctricas ha pasado de 140 a casi 156 kmph, un increíble salto que demuestra que hasta la evolución tiene prisa en Man.

Hasta ahora sólo habíamos reconocido una parte del circuito, el tramo del circuito de la montaña, y una vez abierto al tráfico todo el circuito nos ponemos en marcha para completar nuestra particular vuelta. Desde el Grand Stand descendemos hasta el án-gulo de Quarterbridge, que redirecciona el circuito hacia la costa oeste de la isla y hacia

las poblaciones de ST Johns y Kirk Michael. Aquí se acaba el descenso que se inició hace muchas millas en Hailwood Heights , un descenso que en las últimas y bacheadas millas pone a prueba la pericia del piloto, in-tentando controlar a mas de 300 kmph una moto que, y según constatamos después en las imágenes superlentas mostradas por la televisión, se retuerce endiabladamente has-ta límites insospechados. Hasta el siguiente ángulo recto en Ballacraine , de 6ª a tope reducen a 2ª, se repiten los tramos superrá-pidos, las más veloces sin duda las seccio-nes de Crosby y The Highlander, una recta plana y lisa donde se alcanzan los 310 kmph. El circuito deja atrás las aglomeraciones de los barrios de Douglas y entra en una zona boscosa donde predominan las sombras y

donde los pilotos deben de confiar, y nun-ca mejor dicho, ciegamente en su trazada. Desaparecen las casas pero aparecen los muros de piedra, alguno pintado de blan-co para destacarlo entre la penumbra. En el tramo que discurre paralelo a la costa oeste de la Isla se suceden las secciones rápidas y los pasos comprometidos, uno de ello es sin duda la espectacular y rapidísima curva de izquierdas de Barregarrow, se entra en 5ª, a 250 kmph y con el cuerpo bien fusionado con la moto para lograr mantener el tipo en la bacheada salida. Las casas vuelven a aparecer en el pueblo de Kirk Michael, donde las señales limitan-do la velocidad en el núcleo urbano deben de hacer sonreír a más de un piloto. Por aquí pasan a más de 280 kmph camino de uno de los puntos más célebres del TT, el salto de Ballaugh Bridge. De aquí el circuito se despide de la costa oeste para acercar-se hasta la costa este pasando por uno de los puntos más delicados. La sección de Quarry Bends se compone de una serie de curvas entrelazadas donde es muy difícil mantener la velocidad, 250 kmph, y cambiar la dirección de una trazada a otra sin perder la inercia. La población de Ramsey recibe a los pilotos con una frenada durísima en Parliament Square, una de las pocas que se traza en primera velocidad y donde el firme es muy deslizante. De aquí se el circui-to prosigue por el tramo ya conocido de la montaña en dirección a Douglas. En condi-ciones normales de tráfico y respetando las

Un vecino del pueblo de Ballaugh le ofrece un trago de agua a Keith Amor. Los habitantes viven con la misma pasión las carreras que los pilotos.

EL TT HA QUERIDO APROVECHAR SU CENTENARIO EN 2007 YREIVINDICAR SU PAPEL EN LA ESCENA MOTORISTA.

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normas de circulación una vuelta completa al circuito no debe de llevarnos más de una hora, metidos en faena el tiempo empleado por los pilotos ronda los 18 minutos. En lo que nosotros tardamos en darnos una vuel-ta, en el TT los pilotos dan tres. Llegó el gran día en Man, el día del Senior TT, la carrera más exigente de todas, y donde los pilotos deberán de completar seis vuel-tas, 362 kilómetros, sobre las superbikes de 1000cc. Nosotros elegimos el salto de Ba-llaugh Bridge para asistir al espectáculo y llegamos justo a tiempo para aparcar la moto en una calle adyacente. El continuo trasie-go de motos por las calles de este pueblo se para de golpe, el circuito ha sido cerrado al tráfico, y los marshals de chaleco naranja fosforescente ocupan sus lugares. La expec-tación es enorme, Ian Hutchinson está a una victoria de hacer hoy historia en Man, y todos los lugares autorizados están ya ocupados por cientos de aficionados. Los que tienen más suerte, aquellos que disfrutan de las te-rrazas de sus casas a pie de pista, esperan cómodamente sentados en sillas y tumbo-nas a que la fiesta de la velocidad, puntual con su cita de todos los años, pase de nuevo frente a la puerta de su casa. Al contrario con lo que sucede con el rayo y el trueno, En Man el trueno precede siem-pre al rayo. En Ballaugh Bridge al piloto no se le ve llegar, el atronador rugido de una re-ducción sin contemplaciones, de 6ª a 2ª, se anticipa al piloto. Este aparece despegando de la rampa que forma el badén del puente que salva el pequeño arroyo de Dhoo, vuela unas centésimas de segundo flanqueado a ambos lado por una añeja verja de hierro y aterriza con un chasquido de cadena. Mo-mento para abrir gas de nuevo y rozando el muro del Pub The Ravern desaparecer entre las casas de Ballaugh. Apenas unos segundos de acción, pero inmortalizados en la centenaria historia del TT en miles de fotografías de uno de los pasos más céle-bres y espectaculares de todo el TT. Defini-tivamente es una de las imágenes que más identifica al TT, y por familiar y cercana uno de los puntos a los que el primerizo en Man debe de acudir sin falta. La espectacularidad en Ballaugh no prima sobre el tiempo, más bien al contrario. Ian Hutchinson pasa en vuelo rasante, apenas se eleva, buscando cuanto antes el asfalto y el agarre que le catapulte de nuevo. Quiere hacer historia y convertirse en el primer pilo-to que gana todas las carreras en un mismo año, pero por el momento no lo tiene fácil: John McGuiness, el piloto más rápido de toda la historia del TT y segundo tras Joey Dunlop en número de victorias (15), lidera en la segunda vuelta y va camino de hacer-se con su decimosexto triunfo. Seguimos la evolución de la carrera a través de unos altavoces instalados en Ballaugh y de la voz de los comentaristas de Manx Radio TT, la emisora de las carreras que emite 19 horas al día durante las dos semanas de carreras. Sin ella el TT no tendría el punto de emoción de saber en todo momento en que posicio-nes se encuentran los favoritos, tarea impo-sible dadas las características de esta ca-

rrera. Muchos aficionados siguen la carrera a través de unos pequeños auriculares que sintonizan sólo con Manx Radio TT y otros directamente del transistor que han traído desde su casa. Mediada la tercera vuelta los marshals reci-ben instrucciones drásticas y con la bandera roja, muy rara de ver en el TT, hacen paran a todos los pilotos que pasan en esos mo-mentos por Ballaugh. Un terrible accidente de Guy Martin en la espeluznante curva de

Ballagarey ha provocado un incendio de las balas de paja y la carrera debe de ser dete-nida para atender al piloto y apagar el fuego. Una foto del accidente difundida días más tarde por Internet pone los pelos de punta: una inmensa bola de fuego que ocupa todo el encuadre escupe la maltrecha honda del inglés, del piloto ni rastro. Aunque seriamen-te tocado Martin podrá afortunadamente disputar más TTs. La carrera se reanuda a cuatro vueltas sin tener en cuenta las dos

(Arriba) El Grand Stand y el Pit Lane son lugares de paso obligado en el TT(Abajo) Una pinta de BUSHY´S PISTON BREW, la cerveza que sólo se destila para las 2 semanas del TT.

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Antonio Maeso forma junto a Sergio Romero la única pre-sencia española en el TT. Su padre le metió el gusanillo visionando una y otra vez videos del TT donde se batían el cobre Agostini y Hailwood y decidió conocer de primera mano el arriesgado encanto de la isla. Cuando en la primera toma de contacto no pudo ni seguirle el rastro a los Travelling Marshals, aquellos que enseñan a los novatos el circuito en una vuelta de “paseo”, se dio cuenta que correr en la Isla de Man el TT iba a ser un reto muy duro. Desde entonces, y van cuatro años, ha acudido puntualmente a su cita con el TT y no ha de-jado de evolucionar, lo que en el TT representa ir cada vez más rápido. Este año y por primera vez ha corrido con dos motos (Yamaha R1 y R6) en todas las carreras. A continuación os deja-mos con su particular crónica de su carrera del Senior TT.

El Senior TT es lo máximo. Una carrera a 6 vueltas en la que culminan las dos semanas de la carrera más mítica del planeta. Estaba preparado, aunque ayer había corrido la carrera de Su-persport, siempre estoy preparado para las citas importantes y el Senior sin duda que lo es. La moto había ido bien hasta ahora y aunque en la vuelta de entreno que hubo antes de la carrera de supersport no pude salir a probar, la moto debía ir bien. Los cambios en la suspensión trasera debía ser efectivos y además monté los discos no flotantes para que no se me abrieran las pastillas cada dos por tres con tanto movimiento y baches.Antes de salir estuve un rato viendo las motos clásicas que dan siempre una vuelta antes del comienzo del Senior TT, y también hablé un rato con Carl Fogarty y me presentaron a Jorge Lorenzo, vamos cosas que una hace habitualmente antes de salir a pista… Se dio la salida y como siempre puse todo mi empeño desde la primera curva rodando al límite, la moto se sentía bien aunque se volvía a aligerar demasiado de delante quizás por pecar de blando en la suspensión trasera,

el caso es que cuando termino mi segunda vuelta y entro en boxes, justo al entrar me enseñan bandera roja, y la verdad me asusté porque creía que era solamente a mí, pero no, se había parado la carrera, hecho insólito por estas tierras y que no ha-bía pasado antes en los 3 años anteriores que llevo viniendo. Había habido una caída y la moto había incendiado la ladera de la montaña… ahora que me acuerdo..esto lo he vivido an-tes… sí, fue en el TT del 2008 y pasó algo similar en entrenos.Me quedé parado en boxes y la carrera se anunció que se retomaría a 4 vueltas una hora más tarde. Corrí a cambiar la rueda trasera y me preparé para la nueva salida. Todo fue bien, la nueva goma, esta vez un compuesto muy blando que no había probado antes, fue de maravilla y la moto también aunque se encendía el fallo de motor a ratos, sin entender porqué. Repostaje de F1 de nuevo y salí a dar mis dos últimas vueltas sabiendo que iba sobre el 26 y eso no estaba mal. Tiré todo lo que pude e incluso pasé a gente en pista. Al entrar en la última vuelta dije, “bueno, es la última y quizás jamás vuelva aquí, voy a ir un poco más allá” y volé sobre el TT course como nunca antes, manteniendo el gas completamente abierto en zonas donde antes lo peinaba en 6ª. Sabía que iba muy rápido y estaba convencido de que si seguía concentrado y no me mataba iba a hacer mi mejor vuelta en el TT de mi carrera, y así era hasta que al llegar a “signpost corner” (a 1 milla de la meta), ¡la moto se pone a toser por falta de gasolina! No po-día creerlo aunque en cierto modo lo entendía. Había estado llegando bastante al límite de gasolina siempre aunque con medio litro o así en el tanque, pero en esta última vuelta man-tuve el gas abierto y los ojos cerrados mucho más que en las anteriores dadas aquí…. Así es que haga lo habitual en estos casos, cierro el gas y lo abro muy muy poquito cambiando en marchas largas, quedan dos curvas, voy al ralentí pero la moto no se ha parado, me meto en old road que es la chicane anterior a recta de meta y la moto parece ya querer pararse…abro gas para entrar a meta y boooooooooooo.. la moto se para!!! Estoy con la segunda engranada y circulo a unos 60 km/h, quedan 50 metros para la meta!! Cojo el embrague y me meto en el carenado!! Corre, corre corre!...de milagro logro con la inercia llegar a la meta y pasarla a unos 10 km/h! increí-ble. Terminé el senior en la 20ª posición , aunque venía el 19 y perdí unos 40 segundos en esa última milla que me hicieron descender un puesto y dejar de marcar una vuelta histórica para mí a 124 mph que es el ritmo que traía. Pero contento de haber “ridden my balls out there” como dicen aquí, y haber terminado en el top 20 de nuevo con mi querida moto y mis reducidos medios. Antonio protagonizó un documental sobre el TT rodado por una productora gallega. Más información en: www.mphmann.com / www.maeso.be

ANTONIO MAESO. UN HOMBRE Y UN DESTINO.

primeras, una nueva oportunidad para Hutchy que no la desaprovecha y ya en la primera vuelta de la nueva carrera le saca medio segundo a McGuiness y tres al local Connor Cummins. La mala suerte se ceba en los que pueden aguarle la fiesta y ambos acaban fuera de carrera, el primero rompe la moto en Glen Helen y el segundo con una dolorosa caída en Verandah. Aun así Hutchy no afloja y camino de la gloria y de la épica consigue en la siguiente vuelta el mejor cro-no de la carrera, marcando una escalofriante media de 212,5 kmph. El TT ha querido apro-vechar su centenario en 2007 y reivindicar

su papel en la escena motorista. Aquí se re-fugiaron los motoristas rebeldes a principios del siglo pasado para organizar sus carreras, en Inglaterra ya no les dejaban, y no han pa-rado desde entonces. La carrera inaugural del recién creado Campeonato del Mundo de velocidad se disputó aquí en 1949 y has-ta 1976, año en que dejó de ser puntuable, todos los grandes pilotos se midieron en su espectacular trazado. Pero los campeones han vuelto. Agostini y Rossi el año pasado y Nieto, Capirossi y Lorenzo este año se han dado su particular vuelta al circuito y han co-nocido de cerca la pasión por las motos que

reina en Man. Hay lugares de peregrinación obligada, la Meca y Santiago de Compostela en el ámbito religioso, el festival de Glaston-bury en el musical o Pamplona en el festivo y taurino, y si debemos de decidirnos por uno en el motociclista este le corresponde sin duda al Tourist Trophy de la Isla de Man. La bandera de la Isla de Man nos despide de esta mágica isla desde el mástil que se alza en el puerto. Su emblema, la trinacia, identifica el espíritu de esta isla; tres piernas que siempre darán a este enclave la inercia necesaria como para que aquí nunca se pare de correr. 7

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