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Dado que actualmente en Sinaloa se ha asumido la violencia como una normalidad, difícilmente el lector podrá asombrarse al saber que la lucha por fundar la Escuela de Derecho se dio en un contexto violento. No obstante, esperamos que las agresiones nunca dejen de asombrar y que el lector se asombre al conocer la extraña relación que puede existir entre su facultad y la violencia. Y si ello no bastara, debemos agregar otro factor: el marxismo-leninismo –éste sí muy distante para el joven lector– como parte del ambiente en que surgió la Escuela. Sin embargo, una palabra se extiende por encima de esa lucha y a lo largo de aquellos años. Una sola domina toda la entrevista con el Sr. Barballaniz: la palabra “ideología”. Si echamos un vistazo al célebre Diccionario de política de Norberto Bobbio (et al.), nos encontraremos con una explicación de “ideología” mucho más rica que el sentido en que suele emplearse. “Ideología” no es una “corriente de pensamiento”, como dice la gente frecuentemente. Estrictamente hablando, la ideología es falsedad de conocimiento. Por ejemplo, el nazismo es una ideología al afirmar la existencia de una raza superior (la aria) frente a otras razas impuras. Ahora sabemos que no existen tales distinciones “raciales” en el homo sapiens, sino que somos una sola especie con diferencias físicas que se deben a la adaptación del medio como ocurre con el grado de pigmentación de la piel. Otro ejemplo de ideología es, precisamente, el marxismo-leninismo. En torno a la creación de la Escuela de Derecho, encontramos la presencia del marxismo-leninismo. Pero no se limita a la Escuela, sino que se extiende a la UAS y al país entero. Fuera y dentro de nuestra Universidad, muchos observaban la realidad a través de la óptica de la ideología marxista-leninista: una doctrina que divide al mundo entre burgueses y proletarios, y que busca terminar con el capitalismo, con la división de clases y con la propiedad. El marxismo-leninismo no conforma una época gloriosa, sino más bien vergonzosa de la humanidad en la que personas como Stalin, Mao y Castro figuran en primer lugar. Sin embargo, la presencia del marxismo- leninismo en nuestro país tiene una explicación razonable. El gobierno hegemónico del PRI (1928-2000) fue un régimen profundamente corrupto, autoritario y represivo. Como la disidencia no estaba 79 Libertades | Otoño 2012 La fundación de la Facultad Antonio Barballaniz | Entrevista* El Sr. Antonio Barballaniz Tavizón fue el primer director y el fundador de la Facultad de Derecho, Mazatlán. Es licenciado en derecho por la Universidad Autónoma de Sinaloa y cursó estudios de doctorado en derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México. En esta charla con la revista Libertades, nos cuenta cómo surgió la Escuela (hoy Facultad) de Derecho, hacia 1975, y nos detalla cuál era el ambiente que predominaba en aquellos años; sus retos, sus tropiezos y sus anhelos como establecimiento educativo. Los estudiantes y los profesores jóvenes podrían sorprenderse al conocer la forma tan peculiar en cómo se fundó la Escuela: no es el resultado ni de una política educativa ni de una decisión administrativa de un rector de la UAS. Es el producto de una larga lucha. * Entrevista realizada por Carlos Patiño Gutiérrez. En diálogo

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Dado que actualmente en Sinaloa se ha asumido la violencia como una normalidad, difícilmente el lector podrá asombrarse al saber que la lucha por fundar la Escuela de Derecho se dio en un contexto violento. No obstante, esperamos que las agresiones nunca dejen de asombrar y que el lector se asombre al conocer la extraña relación que puede existir entre su facultad y la violencia. Y si ello no bastara, debemos agregar otro factor: el marxismo-leninismo –éste sí muy distante para el joven lector– como parte del ambiente en que surgió la Escuela.

Sin embargo, una palabra se extiende por encima de esa lucha y a lo largo de aquellos años. Una sola domina toda la entrevista con el Sr. Barballaniz: la palabra “ideología”. Si echamos un vistazo al célebre Diccionario de política de Norberto Bobbio (et al.), nos encontraremos con una explicación de “ideología” mucho más rica que el sentido en que suele emplearse. “Ideología” no es una “corriente de pensamiento”, como dice la gente frecuentemente. Estrictamente hablando, la ideología es falsedad de conocimiento. Por ejemplo, el nazismo es una ideología al afirmar la existencia de una raza

superior (la aria) frente a otras razas impuras. Ahora sabemos que no existen tales distinciones “raciales” en el homo sapiens, sino que somos una sola especie con diferencias físicas que se deben a la adaptación del medio como ocurre con el grado de pigmentación de la piel. Otro ejemplo de ideología es, precisamente, el marxismo-leninismo.

En torno a la creación de la Escuela de Derecho, encontramos la presencia del marxismo-leninismo. Pero no se limita a la Escuela, sino que se extiende a la UAS y al país entero. Fuera y dentro de nuestra Universidad, muchos observaban la realidad a través de la óptica de la ideología marxista-leninista: una doctrina que divide al mundo entre burgueses y proletarios, y que busca terminar con el capitalismo, con la división de clases y con la propiedad. El marxismo-leninismo no conforma una época gloriosa, sino más bien vergonzosa de la humanidad en la que personas como Stalin, Mao y Castro figuran en primer lugar.

Sin embargo, la presencia del marxismo-leninismo en nuestro país tiene una explicación razonable. El gobierno hegemónico del PRI (1928-2000) fue un régimen profundamente corrupto, autoritario y represivo. Como la disidencia no estaba

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La fundación de la FacultadAntonio Barballaniz | Entrevista*

El Sr. Antonio Barballaniz Tavizón fue el primer director y el fundador de la Facultad de Derecho, Mazatlán. Es licenciado en derecho por la Universidad Autónoma de Sinaloa y cursó estudios de doctorado en derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México. En esta charla con la revista Libertades, nos cuenta cómo surgió la Escuela (hoy Facultad) de Derecho, hacia 1975, y nos detalla cuál era el ambiente que predominaba en aquellos años; sus retos, sus tropiezos y sus anhelos como establecimiento educativo. Los estudiantes y los profesores jóvenes podrían sorprenderse al conocer la forma tan peculiar en cómo se fundó la Escuela: no es el resultado ni de una política educativa ni de una decisión administrativa de un rector de la UAS. Es el producto de una larga lucha.

* Entrevista realizada por Carlos Patiño Gutiérrez.

En diálogo

permitida, una buena parte de las corrientes progresistas de izquierda se encauzó hacia grupos comunistas y subversivos. Las universidades, por su naturaleza, se convirtieron en nichos de acogida de estos grupos. La diversidad y los nombres de estos grupos nos recuerdan a los clubes políticos de la Revolución Francesa: los jacobinos, los sans-culottes, los cordeliers, los feuillants, los montagnards, los girondinos, los hebertistas, etc.

La conversación con el Sr. Barballaniz revela, en este sentido, a un hombre progresista pero no radical. Simpatizó, como muchos, con el Partido Comunista, pero fue un moderado. Mientras tanto, la UAS incorporaba a sus filas a gente moderada, radical e hiperradical. Seguramente tampoco fue una época gloriosa de la UAS. Determinar si fue un periodo vergonzoso para la Universidad requiere de investigaciones serias y críticas. El testimonio del Sr. Barballaniz constituye una prueba de la gravedad y de las consecuencias que conlleva la decisión entre ser racional o fanático. Sus palabras evidencian también la responsabilidad histórica que hay detrás de cada uno de los funcionarios universitarios (por su acción u omisión).

No se trata, pues, de una época gloriosa. Sin duda se habrán logrado conquistas sociales. Pero no hay nada que idealizar. Para nuestros ojos jóvenes, modernos y democráticos, el marxismo-leninismo es sinónimo de dogmatismo e intolerancia; tan sólo la abolición de la propiedad privada violaría el artículo 17 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Se trata de una ideología negadora de la libertad y, en última instancia, de la igualdad.

Giovanni Sartori nos explica que: “Hoy los partidos que se denominan socialdemócratas son los partidos socialistas que han repudiado el marxismo, tanto en doctrina como en retórica. De hecho, este viraje socialdemócrata tuvo lugar en Suecia en los años treinta…” (¿Qué es la democracia?, 2008, p. 234). De modo que, desde la izquierda, siempre hubo alternativas. Por lo tanto, insistimos, no hay nada que idealizar de ese comunismo adoptado por la UAS. Por el contrario. Sobre el Partido Comunista, Sartori nos dice también: “Aunque el partido siempre estuvo dividido entre quienes esperaban que la revolución ocurriera por sí misma (por necesidad histórica) y quienes querían hacerla, el partido siempre fue revolucionario y comunista en los fines que predicaba” (Ibidem).

La conversación con el Sr. Barballaniz duró un poco más de dos horas. Su trato fue muy cordial pero, por momentos, tal vez un poco distante: de hecho, días previos a la entrevista, nos citó en un restaurante y ahora suponemos que era para apaciguar algunas

dudas. Antes de tomar asiento, saludó a un hombre cuyo nombre desconocemos y que casualmente desayunaba cerca de nosotros. En cuestión de minutos, la conversación se tornó amena y llena de anécdotas. Con lujo de detalle, nos contó cómo en la UAS las cosas se resolvían a punta de pistola. Nos confesó discretamente que alguna vez fue amenazado con un arma por el hombre de al lado: a quien precisamente había saludado en la mesa contigua.

Nosotros –que tenemos los ojos puestos en la libertad y en la igualdad– estamos poco interesados en hablar del marxismo-leninismo (aunque parezca lo contrario). El lector pensará que sólo se conversó de eso con el Sr. Barballaniz y no fue así. Poco importa lo que es el marxismo-leninismo, pero si el marxismo-leninismo es el origen de nuestra Facultad (es decir que si el fundamento de la Facultad es una ideología), el problema es muy grave y exige echar un vistazo al pasado y dar respuestas a muchas preguntas. Existe una relación de causalidad entre estas dos cuestiones: 1) “¿Quiénes somos (actualmente como Facultad) y por qué somos como somos?” y 2) “¿De dónde y cómo surgimos?”. Invitamos al lector a dialogar con el Sr. Barballaniz, a través de esta entrevista, para averiguar en qué medida la Facultad estuvo al filo de la navaja entre proyectos ideológicos y otros proyectos alternativos; saber qué tanto se contaminó o se libró de tal ideología; y conocer la solidez o la debilidad de unos y otros proyectos. Esto puede ser un primer paso para que posteriormente el lector reflexione sobre las consecuencias fastas o nefastas de dichos proyectos. En todo caso, las respuestas a las preguntas “¿Quiénes somos?”, “¿Por qué somos como somos?” y “¿De dónde y cómo surgimos?”, son necesarias para responder a esta otra pregunta “¿Qué queremos ser?”. Los aciertos y errores que nos revelen las primeras serán la pauta para formular clara o confusamente la respuesta a la última pregunta.

Podría explicarnos cuál es el contexto histórico y social que se vivía en nuestro país en la época del nacimiento de la Escuela de

Derecho, Mazatlán?En ese entonces el presidente de la república era

Luis Echeverría Álvarez, quien encabezaba un gobierno que aspiraba a legitimarse. Había surgido del gobierno anterior de Díaz Ordaz, condenado por la sociedad como un presidente represivo y autoritario, y en el que Luis Echeverría fue su

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secretario de gobernación. Posteriormente, ya como presidente Luis Echeverría, como sabemos, fue el autor de la represión del 10 de junio, encabezada por los llamados Halcones que atacaron una marcha de estudiantes y maestros que se manifestaban en contra del autoritarismo y en contra del espíritu antidemocrático que existía en el país. Tenemos pues un contexto histórico y social muy agitado con acontecimientos todavía muy cercanos, como la represión del Tlatelolco en el ‘68; la del ‘72, con Echeverría, con un fuerte movimiento de izquierda que buscaba espacios democráticos que no existían, que no se daban. No se permitía el acceso de las fuerzas emergentes al gobierno.

…¿las diferencias no eran permitidas?No eran permitidas. No se podía disentir. Así es,

predominaba la imposición. Los movimientos de aquel entonces buscaban precisamente eso: evitar esas imposiciones; que hubiera más apertura. Inclusive hubo una corriente que se denominó los “aperturos” porque se buscaba esa apertura en el gobierno para que grupos emergentes pudieran acceder a las instituciones.

Entonces la gente que no estaba de acuerdo con el gobierno, ¿por dónde fluía? ¿Por qué vías se movía?

Era gente disidente que fue combatida, que fue reprimida. Tenemos desde mucho antes a Demetrio Vallejo, a Valentín Campa, y otros luchadores sociales que fueron perseguidos, encarcelados. Ese sistema era el predominante y que se reflejaba todavía en el gobierno de Díaz Ordaz y en el gobierno de Luis Echeverría. Todo el que no estaba de acuerdo era un disidente. La única vía que se tenía de canalizar las inquietudes, disidencias e inconformidades era a través de manifestaciones, de los mítines y muchos de ellos lo hicieron por medio de actos en la clandestinidad, como en el caso del Partido Comunista.

Entonces tenemos el contexto de un régimen autoritario y que buscaba legitimarse…

Buscaba legitimarse principalmente por venir arrastrando sus actos represivos y buscaba legitimarse frente a la disidencia, frente a los jóvenes, frente a los universitarios, con tal suerte que en ese momento se generó una corriente, como dije, que se llamó los “aperturos” que fueron invitados a formar parte del gobierno. Entre ellos, si no me equivoco, estaban algunos que ahora son famosos periodistas e intelectuales, y, si mal no recuerdo, estaba el Búho. El búho fue un periodista que siempre fue crítico del

régimen. Finalmente tuvo que salir del país, exiliarse en Estados Unidos, y en Estados Unidos mantenía su postura crítica en contra del sistema. Recientemente falleció (Eduardo Valle).

¿Y cómo se manifestaba ese contexto en la UAS?

A la UAS, yo llegué en el año de 1969. Unos años antes, siendo gobernador Sánchez Célis en 1966 –si mal no recuerdo–, se generó un movimiento universitario que trajo como consecuencia que el gobernador le otorgara la autonomía a la Universidad. Y en el ‘68 obviamente los movimientos de la Ciudad de México también influyeron en el resto del país y en la UAS. En el ‘68, pues, de alguna manera la UAS tuvo participación, no muy relevante pero sí alguna, hasta donde yo tengo entendido (porque yo todavía no llegaba a ella). Pero en el ‘69 la Universidad tuvo que enfrentar sus propios problemas porque como producto de ese régimen autoritario –a través de la Junta de Gobierno que era la máxima autoridad dentro de la Universidad– se impuso al Dr. Gonzalo Armienta Calderón como rector, siendo que los estudiantes y los profesores de aquel entonces se inclinaban por la designación del Lic. Rodolfo Monjaraz Buelna.

Había Juntas… ¿Pero qué era la Junta de Gobierno?

La Junta de Gobierno era la máxima autoridad dentro de la Universidad y dentro de sus facultades estaba la de designar al rector y designar a otras autoridades. Estaba integrada por representantes del gobierno del Estado, representantes de la iniciativa privada y de la sociedad de profesores. Ahí no participaban los alumnos, sino la sociedad de profesores. Entonces el Dr. Gonzalo Armienta Calderón fue designado como rector lo que generó el rechazo y el repudio de buena parte de la comunidad universitaria de la UAS. Prácticamente cuando yo ingresé a la UAS, en el ‘69 (en Culiacán), al poco tiempo se generó esa situación y me tocó vivir muy de cerca esa experiencia.

Usted me ha contado que vivió en Mexicali… Sí, soy originario de Mexicali. Por razones de

carácter personal yo cursé un bachillerato especializado en derecho y filosofía en una preparatoria federal de reciente creación. Ya casi al terminar el bachillerato nos encontramos con la terrible novedad que habíamos hecho un bachillerato especializado que solamente nos lo iban hacer válido en facultades de derecho o de filosofía. No era un bachillerato general. No podíamos entrar a estudiar

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ingeniería, medicina, economía o contabilidad, etc. Teníamos que estudiar forzosamente derecho o filosofía. La triste realidad era que en todo el Estado de Baja California no existía ni la carrera de derecho ni la de filosofía. Entonces, el que quería estudiar derecho debía salir del Estado e ir principalmente a Hermosillo, Guadalajara o al D.F. Eran las ciudades adonde se tenía que acudir forzosamente. En este caso, yo en lo personal, en atención a cuestiones familiares y económicas opté por Culiacán. En el ‘69 llegué yo a Culiacán, después de haber hecho un intento en Mexicali de crear una escuela de derecho en el seno de la Universidad Autónoma de Baja California, el cual no prosperó. No tuve más opción que trasladarme a Sinaloa, a la ciudad de Culiacán, a la Universidad Autónoma de Sinaloa, e inscribirme en la carrera de derecho que era lo que yo siempre había deseado estudiar.

¿Y qué fue lo que encontró al llegar ahí?Al llegar a Culiacán, en la UAS, en el edificio

central, solicité mi ingreso y me facilitaron una hoja de inscripción donde tenía que llenar todos mis datos personales y familiares. Al estar llenando la solicitud, en lo que se refería a los datos personales de mis padres, concretamente en el de mi padre, puse su nombre y su ocupación: puse que era comerciante y en los ingresos escribí que ganaba tres mil pesos mensuales. En ese momento se me acercó un joven que estaba por un lado y, al ver que estaba yo apuntando esos datos, me llamó la atención y me dijo: “No, no seas tonto, no pongas que es comerciante ni que gana tres mil pesos. Di que es ganadero o agricultor y que gana quince mil pesos mensuales porque aquí eso es lo que vale. Si no, te van a rechazar la solicitud de inscripción”. En ese entonces la Universidad Autónoma de Sinaloa era una universidad elitista que solamente admitía alumnos cuyos padres tenían altos ingresos, de tal suerte que pudieran costearse ampliamente los estudios sin ninguna dificultad y los que no acreditaban tener ingresos suficientes pues eran rechazados.

Así que cuando llega a inscribirse a la UAS se topa con esos problemas, con ese contexto social que se vivía en el país (el cual también se reproducía en Sinaloa, en la UAS) y con esos diversos grupos disidentes…

Bueno, en ese momento, ubicándonos en el ‘69 se puede decir que la UAS ya estaba tranquila, si bien es cierto que había grupos disidentes y organizados. Había una FEUS (una Federación de Estudiantes Universitarios de la Universidad Autónoma de Sinaloa) muy combativa. Había grupos de izquierda

identificados. Había otros grupos… Pero se puede decir que la Universidad estaba en calma. Había pasado ya el movimiento del ‘66 en el que se logró la autonomía universitaria; había pasado el movimiento del ‘68 en México. Por lo tanto, como mencioné, se puede decir que en el ‘69, cuando yo llegué a la UAS, estaba en calma. Pero se da el nombramiento del rector por la Junta de Gobierno…

…De la que estábamos hablando previamente.…De la que hablábamos previamente. En el ‘70,

esos grupos que de alguna manera estaban tranquilos (trabajando académicamente), ante la imposición, por parte de la Junta de Gobierno, de un rector que no era aceptado, empezaron a manifestarse. Empezó a haber un rechazo, muchas movilizaciones, marchas, manifestaciones, mítines de rechazo ante la imposición y se tomó como bandera desaparecer la Junta de Gobierno, la renuncia del rector impuesto, aprobar una nueva ley orgánica en la UAS que fuera más democrática, que permitiría la participación de alumnos y profesores en la designación de las autoridades; que se creara un consejo universitario que fuera la máxima autoridad que designara al rector.

¿Y se efectuó esa renuncia del rector?Después de dos años de rechazo a la ley orgánica

vigente y de rechazo al rector, de enfrentamientos, persecuciones, encarcelamientos, finalmente en 1972 y después de haberse dado un fuerte enfrentamiento que culminó con el asesinato de dos estudiantes (María Isabel Landeros y Juan de Dios Quiñonez), renuncia el rector. Y con la renuncia de él se empiezan a crear las condiciones para trabajar con el Congreso del Estado en la elaboración de una nueva ley orgánica que fuera más democrática y que tuviera la participación de los alumnos y profesores en la elección de sus autoridades

¿Empieza a ver un ambiente muy agitado…?En el ‘72 empieza a haber un ambiente muy

agitado en el que, como te comentaba, hubo agresiones y hubo persecuciones. Llegó a haber un momento de relativa calma que no duró mucho por la propia torpeza del Estado. Al perseguir y encarcelar a dirigentes estudiantiles y magisteriales, generó que el movimiento (como arrojarle leña al fuego) se radicalizara. En ese periodo se dio lo que se llamó la creación de las “escuelitas”: hubo una división de la Universidad en virtud de que fue tomada por grupos de porros, entre los que había varios mazatlecos, comandados por el rector y apoyados por la policía. Se dio una división y algunos inconformes con esa

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situación se fueron a tomar clases fuera del edificio central y, en locales prestados, se establecieron en lo que se llamó, pues, las “escuelitas”. No duraron mucho tiempo tampoco. Pero fue una manifestación de lo que ocurría dentro de la Universidad, en donde las posiciones se radicalizaban más y más.

Es decir que efectivamente había un ambiente agitado. ¿Podría explicarnos quiénes eran los actores o movimientos principales en ese entonces?

Sí, en ese entonces había lo que se denominaba el grupo progresista de la escuela de derecho, que fue una de las puntas de lanza en este movimiento; estaba también el Partido Comunista que tenía un buen número de alumnos dentro de la Universidad, bien organizados y muy activos. Desde luego, en aquel tiempo, el Partido Comunista era todavía un partido ilegal. Muchas acciones eran de carácter más bien clandestino. Y había otros grupos progresistas, uno de los cuales posteriormente se le denominó como los “chemones” que también participaron activamente en la búsqueda de la derogación y en la creación de una nueva ley orgánica y en la modificación de la situación dentro de la Universidad para que ésta fuera una universidad más democrática y menos elitista.

¿En ese entonces se creía que era una universidad elitista? ¿Cerrada?

Así es. Obviamente que también estos grupos no actuaban únicamente al interior de la Universidad, además actuaban al exterior de la Universidad: en el ámbito político del Estado se reflejaba su actuación. Pero principalmente actuaban al interior de la Universidad. Una vez que culmina esa situación con el asesinato de los estudiantes y con la renuncia del rector, es que se empiezan a crear las condiciones para reunificar la Universidad y para volver todos los alumnos estudiantes y maestros a la UAS. Se empieza a normalizar la actividad dentro de la UAS. Es también cuando yo empiezo a dar clases en la escuela preparatoria central, habiendo antes empezado a dar clases en la preparatoria popular Emiliano Zapata. Además, en la licenciatura había mucha carencia de profesores porque muchos de los profesores, que daban clases cuando yo ingresé a la Universidad, eran abogados de mucho prestigio y muchos de ellos no quisieron regresar a dar clases a la UAS. Así que hubo una gran carencia y muchos alumnos que estábamos en cursos superiores tuvimos que dar clases a los de primer año. Estando yo en tercer grado de la carrera me invitaron a dar clases a alumnos de primer año y enseñarles la materia de Introducción al estudio del derecho, en sustitución de un gran maestro, un pilar de la educación, originario de Concordia, el maestro

Clemente Vizcarra. Cuando me invitaron a mí a sustituirlo, yo con mucho gusto acepté, me sentí muy honrado pero sabía que era una gran responsabilidad la que me estaba echando encima. Al grado que el primer día que me presenté en el aula me cuestionaron fuertemente.

¿Usted, como estudiante, tuvo que dar clases a los estudiantes de derecho? ¿Allá en Culiacán?

Sí, tuve que dar clases allá siendo yo estudiante de sexto semestre. Como decía, el primer día que me presenté y que les dije quién era y a qué iba, fui muy cuestionado por los alumnos que conocían la calidad del maestro que estaba sustituyendo. Sin embargo, me armé de valor y habiéndome preparado a consciencia previamente, pude salir adelante. Los alumnos que me cuestionaron en ese entonces no eran meramente adolescentes; algunos ya eran maestros normalistas, formaban parte del magisterio; había otros que estaban estudiando derecho como una segunda carrera. Y terminando esa experiencia, y a raíz de que hubo una situación muy fuerte aquí en Mazatlán, fue que vine a esta ciudad. En Mazatlán todavía se daban movimientos represivos. En una ocasión entró la policía judicial balaceando la preparatoria de aquí de Mazatlán reprimiendo estudiantes y maestros. Muchos maestros fueron inclusive exiliados del Estado, los sacaron de Mazatlán y de Sinaloa. Fue esta situación y la necesidad de reorganizar la preparatoria por la que a algunos compañeros de allá de Culiacán se nos invitó a dar clases en Mazatlán. Ante la falta de maestros por esa represión (esa situación que existía de temor, de pavor), se nos invitó a venir a dar clases a Mazatlán. No todos querían venir, no todos aceptaban. En aquel entonces el profesor Juan Manuel Castañeda aceptó venir en calidad de director; Enrique Guzmán –que en paz descanse– y tu servidor vinimos en calidad de maestros de tiempo completo a dar clases en la prepa Rosales: la única prepa que había aquí y en todo el sur del Estado. Es la que estaba en la calle Rosales, en el centro de Mazatlán. De esa manera llegué yo aquí a Mazatlán con un nombramiento de maestro de tiempo completo y junto con Enrique Guzmán y Juan Manuel Castañeda Velarde, quien vino en calidad de director.

Recapitulando un poco: usted nos explicó el ambiente agitado que había en el país, la existencia de un gobierno autoritario y la necesidad de encontrar canales diversos para que fluyera la vida política de manera alternativa a ese régimen autoritario. Y ese mismo contexto se reflejaba en la UAS (como usted lo describió

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previamente con el rector que no fue bien recibido). Había gente que no estaba de acuerdo con el régimen, como por ejemplo la que formaba parte del Partido Comunista, y también gente que era más radical.

Dentro del Partido Comunista hubo un ala que se desprendió del partido y que asumió posturas mucho más radicales y a cuyos miembros se les denominó los “enfermos”. Se “enfermaron”, los agarró la “enfermedad” y se radicalizaron. Por eso se les llamó “enfermos”.

¿Qué era lo que ellos sostenían?Pues manejaban entre otras cosas la tesis de la

Universidad Fábrica. En el sentido de que la Universidad, en sí, era una gran fábrica reproductora del sistema, en donde la burguesía explotaba al proletariado (que eran los alumnos); a los estudiantes se les pagaba un salario por sus estudios que era la calificación que se les daba. Más que nada era un instrumento, una fábrica, mediante la cual se reproducía el propio sistema. Por lo tanto, había que combatir a la Universidad Fábrica, había que combatir a la Universidad, había que destruir a esa Universidad, al grado de que saqueaban bibliotecas, las direcciones de las escuelas, intimidaban a los alumnos, intimidaban a los maestros.

¿Usted diría que estos actores jugaron un papel relevante?

Yo diría que sí jugaron un papel importante antes de que se radicalizara el movimiento, pero una vez que se radicalizaron fue algo imposible; a tal grado que inclusive andaban armados, se empezaron a relacionar con grupos guerrilleros dentro del país como la Liga comunista 23 de septiembre. Ya a partir de ahí su papel a favor de la Universidad fue francamente nulo, al contrario; buscaban la destrucción de la Universidad, la creación de grupos guerrilleros, incrustarse en un movimiento y generar un movimiento guerrillero a nivel nacional contra el régimen. Esto tuvo lugar en el marco de lo que se le llamó la guerra sucia en donde el régimen persiguió, desapareció y encarceló a muchos de esos militantes.

¿Y frente a esa tesis de la universidad fabrica (y frente a estos actores llamados “enfermos”) existía una corriente opuesta?

Había un grupo amplio de gente progresista de alguna manera lidereado por el propio Partido Comunista y lidereado por lo que en aquel entonces eran los “pemetos” (Partido Mexicano del Trabajo). Así que, lidereado por ellos, se empezó a manifestar

ese grupo progresista y se comenzó a manejar la tesis de la Universidad Crítica, Democrática y Popular.

¿Me podría explicar por qué se denominaba justamente así: democrática, critica y popular?

A raíz de la llegada del ingeniero Eduardo Franco –que en paz descanse– a la rectoría de la Universidad fue que se empezó a manejar la tesis de la Universidad Democrática, Critica y Popular. Esta tesis principalmente lo que buscaba era que (como la palabra lo dice “democrática”) en la Universidad se dieran procesos democráticos de elección de las propias autoridades universitarias desde el rector hasta los consejeros universitarios, consejos técnicos, directores de escuela, representantes de los alumnos y que se dieran los procesos de manera democrática, vía elección, a través del voto. “Crítica” para que fuera una universidad no sumisa, no dogmatizada. Como sabemos la universidad por su propia naturaleza es dinámica, va creando y generando conocimientos. Se buscaba que no se quedara nada más como una institución reproductora del conocimiento que otros impusieran; que no fuera una universidad pasiva, estática; sino que fuera una institución critica frente a los excesos del poder, frente al autoritarismo y a la represión. Y “popular” en el sentido de que fuera una universidad abierta que permitiera el acceso de las clases populares, a los campesinos, a los hijos de campesinos, a los obreros, e hijos de obreros principalmente; personas de escasos recursos que tradicionalmente eran marginados y que nunca podían acceder a una universidad. Ésa es la razón por la que se le denominó Universidad Democrática, Crítica y Popular, al grado que en ese entonces para ingresar a la Universidad, al aspirante se le hacía un estudio socioeconómico para determinar que si tenía un nivel económico que le permitiera ir a otra universidad, en consecuencia no fuera admitido. Los que tenían dinero, si querían estudiar derecho, se iban a la Libre de Derecho allá en Culiacán. Aquí se trató de fundar también una Escuela Libre de Derecho que no prosperó. Creo que trabajó un año nada más. Tuvo que cerrar porque no tuvo apoyo y los estudiantes se fueron.

¿Cuál es el rol que juegan estos actores (“enfermos” y sus oponentes) en el nacimiento de la Escuela de Derecho, Mazatlán?

Aquí en Mazatlán y en todo el sur del Estado, cuando yo llegué en el ‘72, no había más que la Escuela de Ciencias del Mar, la Escuela de Enfermería y la prepa Rosales. Eran las únicas

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instituciones que la Universidad integraba aquí en la zona sur con sede en Mazatlán. Reconocía los estudios del Colegio del Pacifico: eran estudios que validaba la Universidad pero no era una escuela dependiente de la Universidad. En el ‘72, fecha en que yo llegué, la prepa Rosales era una sola prepa con varios turnos. Turno matutito y turno nocturno, creo; el caso es que yo llegué como maestro a esta preparatoria. Me envían de Culiacán como profesor de tiempo completo con Juan Manuel Castañeda, como director, y al poco tiempo se generó un movimiento de rechazo al director. En la prepa, un grupo de estudiantes identificados con el PRI se opusieron a la designación de Juan Manuel Castañeda porque él era miembro del Partido Comunista. Estos grupos eran quienes tenían el control de la prepa y de los alumnos. Exigían la renuncia del director, y se generó un movimiento al interior. Ese movimiento provocó, después de varios enfrentamientos, que la preparatoria Rosales desapareciera y se formara la “Escuela Preparatoria Mazatlán” y la “Escuela Preparatoria Nocturna de Mazatlán”.

Es decir que lo que era una escuela con dos turnos se convirtió en dos escuelas. El turno diurno pasó a ser la prepa Mazatlán y el turno noctuno pasó a ser la Escuela prepartoria nocturna de Mazatlán. En esa situación a mí me nombraron “Secretario Encargado de la Dirección” de la preparatoria nocturna para que ejerciera las funciones de director (esto en razón de que yo aún no obtenía mi título profesional). En la preparatoria diurna nombraron al psicólogo Ángel Islas. Me nombraron el mes de agosto para organizar la inscripción. Al mismo tiempo, en las aulas de la preparatoria funcionaba, en la noche, una preparatoria popular (así como la preparatoria popular Emiliano zapata, en la que empecé dando clases, en Culiacán). En Mazatlán, de este modo, funcionaba por la noche una preparatoria popular –a la que se denominó 7 de Abril en memoria de María Isabel Landeros y Juan de Dios Quiñonez– en donde se inscribieron, principalmente, personas adultas y personas trabajadoras. Y ése fue el problema: los del turno matutino era pura juventud alborotadora que a la hora que se les ocurría cerraban la escuela se iban; y los alumnos de la noche, que tenían otros intereses, que valoraban más los estudios, que realizaban un gran esfuerzo y sacrificio para acudir a clases, no podían entrar a estudiar. Entonces eso fue lo que generó principalmente la distancia entre las dos escuelas, cada una con sus propias autoridades. Luego, los jóvenes, en la preparatoria popular, me pidieron que fuera su director. Así que yo era al mismo tiempo director de las dos preparatorias: de la nocturna oficial, dependiente de la UAS, y de la popular con

estudios reconocidos por la UAS. Una era dependiente y la otra era reconocida.

¿Pero a qué obedecía una preparatoria popular?

En aquel entonces la idea era que fueran centros de formación de cuadros de izquierda. La tendencia fundamental era el marxismo-leninismo. La idea en la preparatoria popular, como en todas las existentes en esa época, era que las materias fueran impartidas bajo la óptica marxista-leninista con el objetivo de que se convirtieran en centros de formación de cuadros para los movimientos izquierdistas y para los movimientos radicales. Pero no prosperó mucho. En esa escuela preparatoria, daban clases maestros que eran alumnos de la Escuela de Ciencias del Mar (entre ellos varios “enfermos”) y yo era el director, de tal manera de que yo llevaba una buena relación tanto con unos como con otros.

Sin embargo, por el tipo de alumnos que iban a esas clases (que eran empleados de hotel, del área turística, administradores, meseros, cantineros o jóvenes tanto hombres como mujeres que trabajaban en distintos lugares), a pesar de que eran empleados o jornaleros, no les entraba mucho esa ideología. Sí, hubo varios alumnos muy radicales en ese sentido, pero el grueso de los estudiantes eran personas trabajadoras, de familia. No les interesaba mucho el sermón marxista, pero acudían a clases porque ellos querían hacer su prepa y no habían alcanzado lugar en la prepa nocturna oficial. Así que yo era director de las dos prepas. Fui director hasta el ‘74 que pedí licencia por problemas personales, y quedó en mi lugar el profesor Alejandro Utrilla. Yo me ausenté unos meses, atendí los problemas personales que tenía en Mexicali y en Estados Unidos, y regresé a Culiacán. Para ese entonces yo ya estaba casado: me casé con una muchacha de Culiacán.

Regresé a Sinaloa y estando ahí en Culiacán me fueron a buscar alumnos egresados de la prepa popular y alumnos egresados de la prepa nocturna de Mazatlán para que les ayudara a crear la Escuela de Derecho. Yo pedí entonces al rector, en ese entonces a Arturo Campos Román, que dejara sin efecto mi licencia sin goce de sueldo y que me reincorporara a la preparatoria. Vine y me reincorporó como maestro de tiempo completo a la escuela preparatoria nocturna de Mazatlán y ya estando ahí con ese grupo de muchachos inquietos por formar la Escuela de Derecho, Mazatlán, fue que nos dimos a esta ardua tarea. Los argumentos de ellos me convencieron, ellos querían estudiar derecho porque era su vocación, era su inclinación. Además, estaba el argumento de que si no estudiaban ahí tenían que ir a

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Culiacán. Les pasaba lo que me pasó a mí: me aleje de mi familia y de mi terruño, pero no me arrepiento, aquí formé una nueva familia y cientos de amigos. Hoy me considero sinaloense, mazatleco. Le voy a los “Venados”.

¿Además de esta motivación existían otras motivaciones de carácter intelectual?

Esto es lo más íntimo, en lo personal. Mientras que en lo intelectual, la motivación era crear una escuela de derecho diferente, una escuela de derecho no tradicional de donde egresaran abogados no tradicionales. La idea era pues crear una escuela de derecho diferente con alumnos diferentes, con mayor sentido social y con mayor responsabilidad social. Nuestro proyecto era, pues, crear una escuela de derecho social.

¿Y eso se hacía además con la presión de otros grupos como los “enfermos” o no obedecía eso?

Definitivamente no, se puede decir que los “enfermos” se oponían a la creación de la escuela de derecho porque para ellos iba a ser una escuela burguesa reproductora del sistema.

¿Usted cuando empezó a emprender este proyecto de la creación de una escuela de derecho tuvo confrontaciones con ellos?

No, de hecho, yo nunca tuve confrontaciones con ellos. Como te decía hace un momento, como director de la preparatoria popular ellos iban y daban clases. Manteníamos una buena relación. Claro, no todos los que daban clases en la prepa popular eran “enfermos”. Yo aprovechaba el potencial que tenía dentro de la preparatoria nocturna de Mazatlán. Aprovechaba a los maestros para que en las áreas más frágiles donde ellos podían apoyarnos, pues nos ayudaran como en el área de matemáticas, en el área de química y en el área de física. Era donde se requerían maestros más especializados, así que yo invitaba a los maestros de la prepa de la que era también director a que me apoyaran dando clases en la popular. Y sí lo hacían. Las materias como ética, lógica, materialismo histórico, materialismo dialéctico, filosofía, etc., todas esas materias, cuyos programas tenían un fuerte contenido ideológico marxista-leninista las impartían jóvenes de la Escuela Ciencias del Mar. Inclusive algunos de ellos daban clases en la Escuela de Enfermería. La motivación, más que nada, fue tener una escuela dónde estudiar aquí en Mazatlán pero que fuera una escuela diferente en el sentido de que tuviera un contenido social dándole mayor relevancia a materias de derecho público frente al derecho privado; materias de

derecho social como derecho agrario, derecho laboral, derecho procesal laboral, derecho procesal agrario, frente a otras materias –de las que había seis o siete– como derecho civil y que eran las que reproducían y consolidaban el sistema: eran las que servían para defender principalmente a los propietarios.

Empezamos así con ese grupo de jóvenes y armamos un plan de estudios. Tenía compañeros míos de la Facultad en Culiacán, que eran de Mazatlán, e invité a algunos de ellos a integrarse y aceptaron con mucho gusto para echar a andar este proyecto empezando a dar clases conmigo. Con eso f o r m a m o s d o s g r u p o s d e 4 0 a l u m n o s aproximadamente cada uno. Pero ya sobre la marcha, estos jóvenes a quienes yo invité a dar clases –que estuvieron de acuerdo en sumarse al proyecto– posteriormente empezaron a manejar un proyecto diferente y quisieron crear una escuela de derecho socialista.

¿Y que sería una escuela de derecho socialista? Pues una escuela en donde se impartiría el

derecho socialista de Cuba, de Checoslovaquia, de la Unión Soviética, de todos los países del bloque socialista. Lo cual nos pareció una utopia muy inconveniente.

¿Había “enfermos” entre ellos?Éramos cinco maestros. Cuatro de ellos se fueron

con la otra idea de fundar la escuela de derecho socialista. Y de esos cuatro, estoy seguro que dos sí eran “enfermos”. Los otros dos no eran “enfermos”, pero se dejaron llevar.

¿Y es, entonces, en el preciso momento del nacimiento de la escuela que surgieron dos corrientes diferentes?

A los dos meses de estar trabajando en la Escuela, se empezó a manifestar esa situación como reflejo de una división que se dio también dentro de la preparatoria nocturna, de la cual yo ya no era director. El director era Alejandro Utrilla Solís. Al interior se empezó a dar una división muy fuerte: habían ingresado a dar clases unos maestros que formaban parte de un grupo más amplio que quería tomar el control de la Escuela y que querían tomar el control de la Universidad en general, pero estaban empezando por algunas escuelas; entre ellas estaba la preparatoria nocturna. Había “enfermos” y participaba el grupo de Obregón (maestros venidos de Ciudad Obregón) que habían tenido fuertes problemas allá. Habían sido perseguidos y, como nuestra Universidad se había convertido una

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universidad de asilo, ellos vinieron para acá. En esta práctica de brindar asilo, hay que recordar que además llegaban chilenos, llegaban guatemaltecos, llegaban personas que de una u otra manera eran disidentes en sus países o en sus Estados. Venían y eran aceptados en la Universidad. Obviamente muchos de estos eran muy brillantes, pero no faltó uno que otro loco. Entre los brillantes había principalmente chilenos, que dieron mucho soporte teórico y académico a la Universidad.

Me dice usted que al realizar este esfuerzo para crear una escuela de derecho en Mazatlán, inmediatamente hay una división entre una gente que, por un lado, quería instaurar una escuela de derecho social, de izquierda quizás, con afán progresista y, por otro lado, una corriente que quería una escuela de derecho socialista, con ideología marxista-leninista, enseñando materias como derecho cubano. ¿Cómo es que finalmente se impone una concepción sobre la otra o cómo es que termina esa división?

Al darse la división al interior de la prepa, al principio pensamos que no nos iba a afectar a los grupos de derecho. Pero hay que considerar que empezamos en aulas prestadas de la prepa nocturna.

¿En dónde estaba ubicada? ¿Qué lugar es hoy? Es la prepa Rosales, en el centro de Mazatlán. En

la prepa nocturna, el profesor Utrilla, quien era el director –yo antes lo había sido–, nos prestaba dos aulas y ahí empezamos con derecho. Pero al darse los problemas y las divisiones dentro de la preparatoria, al querer un grupo asaltar y tomar la riendas de la prepa (entre ellos los “enfermos” y el grupo Obregón), fue que se dio un enfrentamiento: maestros y alumnos de la preparatoria nocturna tuvieron que salir huyendo. Fueron agredidos y expulsados violentamente de las aulas. Y obviamente nos tocó a nosotros también, que estábamos en aulas prestadas de la prepa. Creíamos que no nos iba a afectar pero no sabíamos que ya teníamos, al interior, a cuatro maestros que no estaban de acuerdo con nosotros, y que también querían apropiarse de la Escuela de Derecho con esa concepción socialista. Entonces expulsaron a maestros y alumnos de la prepa nocturna. Y expulsaron a los de derecho. Llegaron a amenazarnos: teníamos que desalojar.

¿De manera violenta?De manera violenta. Optamos por salirnos. Nos

quedamos en la calle. Al día siguiente en la noche, al iniciar el turno nocturno, regresamos otra vez a tratar de recuperar las aulas y tuvimos un mitin.

¿De qué año estamos hablando?Octubre de 1975. Regresamos después de haber

sido expulsados. Se hizo un mitin con directores, profesores y alumnos, tanto de prepa como de derecho. Los invitamos a seguir nuestro proyecto. A los alumnos de la prepa los invitamos a formar una nueva preparatoria fuera de las aulas de la Rosales, en rechazo a ese grupo de vándalos, agresores. Formaríamos una nueva prepa con quienes estaban dispuestos a seguirnos. Conseguimos unas aulas prestadas en la escuela primaria Benito Juárez, ubicada junto a la iglesia de San José, por la calle 21 de marzo (en el centro de Mazatlán). Los invitamos a que nos siguieran a una escuela seria, una preparatoria seria. En el entendido de que los profesores mejor capacitados se irían para allá. Y el llamado tuvo eco: el primer día que nos instalamos en la escuela primaria Benito Juárez, tuvimos una gran cantidad de alumnos. La mayoría acudió. Todos los alumnos de derecho –excepto uno o dos–, todos, nos siguieron. Por parte de la preparatoria nocturna, un ochenta por ciento se fue con nosotros. Los que se quedaron tomaron el edificio de la prepa pensando que íbamos a regresar a desalojarlos, opción que ya habíamos descartado. Y ahí los sorprendió el huracán Olivia de categoría cuatro o cinco que azotó fuertemente al puerto.

En aquel momento, esa escuela de derecho no estaba integrada a la UAS. ¿Era un proyecto independiente a la UAS?

No estaba reconocida. Era un proyecto independiente que iba a buscar su reconocimiento. La mayoría de la gente se sumó a este proyecto nuestro de derecho social, rechazando el proyecto de derecho socialista. Junto con los alumnos de la preparatoria, nos fuimos a la primaria Benito Juárez. Ahí nos instalamos, ahí empezamos a impartir clases. Invité a otros abogados para integrar la planta docente de la Escuela de Derecho y que colaboraron muy bien, entre los cuales están: Arturo Rojo Serrano (maestro jubilado de la Escuela de Derecho), Oscar Ornelas (que dejó la Universidad), José de Jesús Rangel López (que también se retiró de la Universidad), y el maestro Roberto Elenes –que en paz descanse–. Nos dimos a la tarea de sacar la Escuela adelante. Y por otra parte, los maestros de la preparatoria continuaron trabajando en su área. Yo seguía dando clases en la preparatoria, mientras que en la Escuela de Derecho sólo daba una materia (Introducción al estudio del derecho). Afortunadamente tuvimos respaldo pero tuvimos que adoptar el plan de estudios de la Escuela de Derecho de Culiacán recientemente aprobado y que era un plan de estudios muy ideologizado.

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¿Ideologizado en qué sentido?Porque incluía además de las materias de derecho

social y de derecho público y privado, materias obl igator ias como mater ia l ismo his tór ico, materialismo dialéctico, historia del movimiento obrero contemporáneo, historia del movimiento campesino, economía, etc., cuyo contenido era marxista-leninista

¿Y ustedes no estaban de acuerdo con ese plan de estudios?

La mayor carga la tenía el área ideológica frente al área jurídica. Había más materias de carácter socio-político y económico que materias de derecho propiamente hablando. En cambio, nosotros queríamos una formación más integral. Había que ofrecer materias de derecho social, de derecho público, no dejar de lado las materias de derecho privado –obviamente son básicas para la formación de un abogado–, complementadas con materias de economía, sociología, historia. Pero no que la carga la tuviera el área ideológica.

¡Ideológica!Pero resulta que el plan de estudios de la UAS era

ése. Nosotros, para poder funcionar, para obtener un mínimo de reconocimiento, nos condicionaron a adoptar ese plan de estudios.

¿Por qué buscar integrarse a la UAS?Primero por el reconocimiento de los estudios. De

otro modo, no íbamos a conseguir el reconocimiento de ninguna otra institución (ni del Estado ni de la SEP) y, por otra parte, por la necesidad de contar con un ingreso económico.

¿Y cómo se culmina esa integración a la UAS?Al adoptar el plan de estudios de Culiacán, y al ser

apoyados por el director de la Facultad de Derecho de Culiacán, Juan Manuel Juárez Graciano (originario de Mazatlán, un joven brillante, con memoria extraordinaria, muy humilde, que con muchos sacrificios tuvo que irse a estudiar a Culiacán), se fueron dando las condiciones. Él nos apoyo. Aquí contó mucho la experiencia personal que él tuvo al tener la necesidad de abandonar el terruño, no tanto la cuestión ideológica. Él, repito, nos apoyó mucho. Él aceptó que los dos grupos que teníamos funcionando se consideraran como grupos desplazados de Culiacán.

¿Qué quiere decir eso?Que fueran considerados como grupos de la

propia Facultad de Culiacán, pero estudiando acá en

Mazatlán. De ese modo teníamos el reconocimiento; no teníamos el peligro de que los muchachos, dos años después, se enfrentaran al problema de que sus estudios no tuvieran validez, que no sirvieran para nada y que se perdiera un tiempo valiosísimo. Y por otro lado, nos surtían del mínimo, actas y todo para el funcionamiento. Y se logró que nos incluyeran en la nómina de la Universidad para tener un ingreso. Sobre todo para los maestros nuevos: yo tenía mis ingresos como maestro de tiempo completo de la preparatoria, así que yo no tenía problemas.

¿Entonces llega finalmente el momento del reconocimiento formal…?

No se le reconocía todavía como escuela, sino como grupos desplazados. Gracias a eso se tuvo apoyo. Pero la idea no era ésa. La idea era crear una escuela de derecho propia. De tal manera que se siguió trabajando por el reconocimiento. Finalmente en 1977, después de mucho luchar, junto con la Escuela de Contabilidad y Administración, con la Escuela de Trabajo Social (que antes era una escuela privada), el movimiento cobró fuerza. También estaba Ingeniería y Ciencias Sociales.

¿ E s d e c i r q u e e s e e s f u e r z o p o r e l reconocimiento de la Escuela de Derecho no fue un movimiento aislado?

Había otras inquietudes y nos unimos. Había la inquietud de formar la Escuela de Ciencias Sociales (que en un principio ellos se denominaban Escuela de Ciencias Sociales y Derecho, pero nosotros peleábamos por la Escuela de Derecho, por separado, lo cual provocó algunos roces). Pero al final, unidos todos, acudíamos al Consejo Universitario a presentar nuestras demandas de reconocimiento. Finalmente en una sesión del Consejo Universitario, en noviembre de 1977, siendo rector Eduardo Franco se tomó el acuerdo de reconocer a la Escuela de Derecho, Mazatlán como una escuela de la UAS.

Lo que resulta interesante es que la Escuela no se originó de un acto administrativo. No se concibió desde la UAS.

Fue un proyecto independiente, producto de una larga lucha. Hubo que manifestarse en las reuniones del Consejo Universitario, de las cuales salíamos corriendo porque había balaceras, enfrentamientos entre “enfermos”, “chemones”, “pescados”, “progresistas”, “reformistas”, etc.

Justamente iba a preguntar eso. ¿Cómo se vivía en ese entonces?

Todo era muy tenso por las posiciones de los

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grupos radicales. Las sesiones del Consejo Universitario eran kilométricas. Había una posición muy radical de la Escuela de Agricultura. Incluso llegaron a secuestrar al rector. Había también la posición de los “prepos”. En algunas preparatorias ya tenían el control los “enfermos”. En otras, los “chemones”. Había posiciones muy radicales: los “enfermos”, los “chemones”, los “pescados” (Partido Comunista) y el “progresista”.

¿Qué son los “chemones”?Un grupo de maestros a quienes se les llamaba así

por el nombre del grupo “José María Morelos”. Un grupo muy importante con mucho peso dentro de la Universidad. Encontramos entre ellos a gente que dio un gran impulso a la Universidad. Por supuesto ya no se denominan así. Gente como los hermanos Palacio (Jaime Palacio), los hermanos Guerra, los Guevara Reynaga, Marco César García Salcido que fue rector, etc.

¿Y los “pescados”?Así llamaban a los miembros del Partido

Comunista, por las siglas P.C. Había otros grupos pero los mayoritarios eran éstos.

Otra pregunta, que no sé si realmente le concierne a usted responder, pero que me interesa conocer: ¿Sabe usted si esta forma tan particular como nació la Escuela de Derecho, Mazatlán se replicó en otras partes de Sinaloa o fue sólo en Mazatlán?

Principalmente en Mazatlán. Sí, surgieron otras escuelas como la Escuela de Derecho y Ciencias Sociales en Mochis. Pero no de esa manera. Surgen otras escuelas y otras carreras en la medida en que la Universidad fue consolidando su proyecto. Además nosotros teníamos que llevar luchas muy intensas para lograr subsidios para la Universidad. Todo esto se da dentro de un marco de masificación de las universidades. La UNAM comenzó a masificarse. Aumentó su matricula. Las aulas eran insuficientes. Se masificaron las universidades con un montón de rechazados por todos lados. Y, con el proyecto de la Universidad Democrática, Crítica y Popular, se masificó la UAS, antes que otras universidades del país. Se crearon nuevas escuelas, nuevos grupos. Y más alumnos. Al grado que se buscaba mantener a los estudiantes fuera de las aulas. Se aprobaban planes de estudios, programas, reglamentos en los que el alumno podía no ir, nunca, a clases. Había cuatro exámenes ordinarios, dos extraordinarios, es decir, se daban todas las oportunidades para acreditar las materias debido a ese fenómeno de masificación que llevó a crear nuevas escuelas: Enfermería, Ciencias

Sociales, Ingeniería, Trabajo Social. Se crearon más opciones gracias a estos movimiento sociales. Hizo que se generaran muchas otras escuelas, polos de desarrollo, como fue Guamúchil, preparatorias en Rosario, Escuinapa, Navolato. Ese movimiento que se inició aquí, con la creación de la Escuela de Derecho, de las dos prepas (diurna y nocturna; y que la nocturna al dividirse creó la prepa Rubén Jaramillo), fue producto de esa lucha.

¿Cómo pensaba usted que debía ser la escuela una vez ya integrada a la UAS?

Como lo dije antes, el proyecto era ser una escuela de derecho social, en el ánimo de formar abogados no tradicionales sino con consciencia social. Por ejemplo, mi servicio social lo hice en la Isla de la Piedra. La idea era apoyar a los ejidatarios, comuneros, obreros, etc. Por eso mi visión era la de una escuela de derecho social: conocía los problemas directamente de la gente del campo y de los trabajadores. Asesorábamos a albañiles, a sindicatos como el de la cervecería, en apoyo a sus reivindicaciones laborales. Por ello concebí una escuela de derecho social, en su aspecto tanto sustantivo como adjetivo. Estábamos de acuerdo con eso, pero no con estudiar materias de derecho socialista de otros países, que no nos iban a servir para nada.

…Era algo fuera de contexto, ¿verdad?Quizás sí como derecho comparado, pero hasta

ahí nada más.

Una vez logrado todo eso, ¿cuáles eran los desafíos o carencias que vivía esta Escuela naciente (una vez integrada a la UAS)?

El principal fue crear nuestro propio plan de estudios. Como te comenté, habíamos adoptado el plan de Culiacán. Empezamos a realizar foros encaminados a la revisión no sólo de los planes, sino también de los programas. Allí fue donde, ya incorporados maestros como Carlos Morg, Gilberto Miramontes, junto con otros, nos dimos a la tarea de organizar los foros de revisión de los programas y logramos darnos un plan y programas propios, diferentes a los de Culiacán. El plan de Culiacán también fue revisado porque era inoperante. Así que creamos nuestro propio plan de estudios (que desde luego a su vez fue modificado, pues ya sabes que nada es eterno). La carencia era que no había presupuesto para contar con lo indispensable para funcionar. Hacíamos marchas a la Ciudad de México y nos uníamos con universidades como la UNAM y hacíamos plantones en la SEP o en el Zócalo para

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solicitar recursos suficientes para que la Universidad pudiera funcionar administrativamente y las escuelas contaran con lo indispensable.

Por otra parte, había que organizar el servicio social pues era un requisito para poder titularse y tenía que implementarse a partir de terminado curso: el sexto semestre (tercer año). Como tú sabes, por esa época se suprimió en la UAS la elaboración de la tesis y el examen recepcional como requisitos de titulación. Se estableció un servicio social diferente al tradicional, que se prestaba en el Bufete Jurídico Estudiantil y en instituciones gubernamentales, suprimiendo este último para que se prestara mediante brigadas multidisciplinarias en las comunidades y en los centros de población –dentro del Estado– de bajos ingresos que lo requirieran.

Entonces había carencia de recursos en la Escuela. ¿Pero de qué hablamos exactamente con carencia de recursos?

No teníamos ni papel para imprimir los exámenes. No teníamos equipo de oficinas, no teníamos aulas. Tomamos las oficinas del CAPFCE en Culiacán para que nos pudieran construir aulas, ya que después de haber funcionado provisionalmente en aulas prestadas de la escuela primaria Benito Juárez, terminamos tomando las instalaciones del antiguo aeropuerto y empezamos a funcionar en un edificio con espacios inadecuados (y echándonos aire con los cuadernos) pero con muchos deseos de superación y de trabajo.

¿Entonces ya estamos hablando del lugar en el que actualmente se encuentra la Facultad de Derecho, Mazatlán?

No. Sólo en parte. Estábamos en lo que era la sala de espera del antiguo aeropuerto, la torre de control y los baños: únicamente las instalaciones que funcionaban como aeropuerto. No había aulas. No había nada. Ahí, en espacios inadecuados, metimos a los grupos. Pero no pasamos directamente de la primaria Benito Juárez al antiguo aeropuerto: cuando ya no pudimos seguir funcionando en la primaria Benito Juárez, tomamos las instalaciones de la SAHOP (la Secretaría de Asentamientos Humanos y Obras Públicas) que están por la avenida Juan Carrasco. Tomamos parte de las instalaciones. Para esto, Arturo Campo Román nos apoyó para que no nos desalojaran ni nos reprimieran. Hubo otras personas con quienes hablamos para que no nos reprimieran: la senadora priista –considerando que en todo el país gobernaba exclusivamente el PRI– Hilda Anderson entre otras. A ella también le pedimos

ayuda. Allí estuvimos un buen tiempo. Otro personaje fue Gilberto Ruiz Almada. Allí concluimos el primer año de estudios e inscribimos al segundo año. Después, a raíz de que hubo unas balaceras frente a la SAHOP, en las que mataron al padre de Manuel Salcido Uzeta, mejor conocido como el “Cochiloco”, y después de recibir amenazas de desalojo, agarramos los pupitres y nos fuimos al aeropuerto. Ya estando en el aeropuerto, nos vimos en la necesidad de tomar las oficinas del CAPFCE en Culiacán. Era el Programa Federal de Construcción de Escuelas (un organismo descentralizado de la SEP) que se dedicaba a construir aulas. Tomamos las oficinas en Culiacán para exigir que se nos construyeran aulas en el terreno del aeropuerto. Pero para esto, antes, estuvimos en una gira que hizo Luis Echeverría a Mazatlán para solicitarle la expropiación de los terrenos del aeropuerto y la donación a la UAS. La Escuela de Ingeniería jugó un papel muy importante. Hay que reconocer el mérito: fueron ellos los que elaboraron planos, el proyecto, toda la documentación. Nuestro mérito fue que abordamos, evadiendo su seguridad, a Luis Echeverría para insistir en la desincorporación de los terrenos del patrimonio federal y la posterior donación de dichos terrenos del aeropuerto a la UAS. Después los alumnos de derecho abordaron a su esposa, la primera dama, para pedirle apoyo en mobiliario y equipo. Nos habíamos enterado que la primera dama había influido para dotar de equipo a otras escuelas en Baja California y se aprovechó su presencia en Mazatlán. En el hotel en el que se hospedaba, un grupo de alumnos –allí no fui yo, sino un grupo de alumnos– la abordaron entregándole un pliego petitorio con las necesidades que teníamos. Afortunadamente la petición fue atendida y al poco tiempo nos surtieron de escritorios, sillones, pupitres, máquinas de escribir, mimiógrafos. Nos dotaron todo el equipo. Y por parte del Programa de Construcción de Escuelas empezaron a construir las aulas: ésas de dos aguas, pequeñas, que eran las que construían para las aulas de primarias. Las primeras aulas que construyeron se las otorgaron a Contabilidad.

Surge la Escuela y usted como primer director: como director fundador.

Antes de que fuera integrada a la UAS, yo era “encargado” de los grupos. Realizaba funciones de dirección pero únicamente con la destinación de “encargado”, con mi sueldo de maestro de la preparatoria. Ya cuando se convirtió en escuela, me

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tocó ser el primer director. Fui director de 1977 a 1980. En 1980 egresó la primera generación de abogados de la Escuela de Derecho de Mazatlán, siendo rector el ingeniero Eduardo Franco, y Jorge Medina Viedas secretario general, el cual asistió a la ceremonia de graduación con la representación del ingeniero Franco.

Y al final de este período como encargado y, luego, como director, ¿cuáles fueron los logros que cree que se obtuvieron?

Como director, el haber formado una planta docente más profesional, más capacitada, más organizada, menos improvisada. Ya cursándose el cuarto año de la carrera, convocamos al foro de revisión del plan de estudios y de los programas. Creo que tuvimos muy buenos resultados: muy buenos foros. Nos vinculamos mucho con la UNAM, con la división de posgrado de la UNAM, y con el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM. Consolidamos una planta docente muy profesional. Logramos la construcción de las aulas, iniciamos el proceso de formación de la biblioteca jurídica, creamos el Bufete Jurídico Estudiantil en donde actualmente opera, consolidamos el servicio social, en general, aunque en la Escuela eran pocos los que se integraban a las brigadas multidisciplinarias.

¿Aquellas aulas son las aulas actuales?Son las actuales, las de dos plantas, las actuales.

Tuvimos, en su momento, nuestro propio plan de

estudios, conservando en esencia lo que eran las materias de derecho social y derecho público. Retomamos materias de derecho privado y dimos menos espacio a las materias de carácter ideológico. Se redujo el plan de estudios porque era un plan enciclopédico y extensísimo: hay que considerar que iniciamos como una escuela de derecho nocturna en donde los alumnos entraban a las seis y media porque muchos de ellos trabajaban y salían a las once y media de la noche cuando ya no había transporte. Recortamos la hora clase de 60 minutos a 50 minutos para dar la oportunidad de que pudieran salir a más tardar a las 10:40 de la noche, etc.

¿Y cómo ve actualmente a la Facultad de Derecho, Mazatlán?

La veo muy consolidada. He estado algo alejado de ella. Pero sí, muy consolidada. Con una buena planta docente en la que participan un buen número de egresados de la propia Escuela. En aquel entonces decíamos que era una escuela joven, no esclerotizada. Yo creo que la Escuela de Derecho actual sigue siendo una escuela joven. Le falta mucho por crear. Tiene que fijarse más en la creación de los posgrados. Tiene que poner más atención en la extensión universitaria, vincularse más con los colegios de abogados y con los sectores productivos. En lo material creo que su situación es bastante buena: tiene buenas aulas, aire acondicionado (nosotros nos abanicábamos con cuadernos), una buena biblioteca, un servicio social bien organizado, oficinas bien

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equipadas, personal administrativo y de intendencia suficiente, etc.

¿Cuál sería el balance que usted podría hacer entre lo que se logró en ese entonces y lo que es hoy?

¡Ah, caray! Es difícil porque, como te he dicho, he estado muy alejado. Fui director del ‘77 al ‘80. En el ‘80 egresó la primera generación. Cuando egresó, sentí que yo había cumplido con mi papel y renuncié para continuar con mi propia formación personal y profesional. Así que en el ‘80 yo renuncié al puesto de director, faltándome un año para cumplir el encargo, y solicité la beca de posgrado. Me fui a la UNAM a hacer el doctorado. Regresé en el ‘83 (porque era obligatorio regresar para trabajar un tiempo igual al becado); regresé y estuvimos dos años: me hice cargo de la Coordinación Académica de la Escuela. Continuamos con la revisión y la elaboración de programas. Mientras que otros copiaban, nosotros revisábamos. Intentamos seguir consolidando a la Escuela. Entonces, en el ‘83, ya estaba como director –quizás– Pedro Osuna Amparo. Él compitió contra Manuel Antonio Villarreal Ayala, que era de los “chemones”. Después se convirtieron en los “pemetos”, o sea del PMT (Partido Mexicano de los Trabajadores), y los otros eran del Partido Comunista (ya legalizado), que después se fusionaron y dieron lugar al PSUM (Partido Socialista Unificado

de México). Entonces, fui director, después la beca; al regresar estuve como Coordinador Académico. Siendo coordinador hubo elecciones en la UAS en el ‘85, y ganó Audómar Ahumada Quintero que originalmente era del P.C. y que ya para entonces era PSUM. Ganó la rectoría y me invitó a colaborar con él y me fui como abogado general de la UAS. Ahí me desvinculé de la Escuela. Me pasé cuatro años en Culiacán. Después, cuando terminó el período en el ‘89, pedí mi año sabático en la Escuela. Después me reincorporé a la Escuela como profesor, ya siendo director quizás Vicente Hernández. Después pasé a ser Director de Asuntos Jurídicos del ayuntamiento. Es decir que en el ‘90 regresé, yo daba mis clases, y finalmente en el ‘95 me jubilé. Del ‘95 para acá no he tenido mucho contacto con la Escuela. Sin embargo, la Escuela ha tenido sus buenos directores que han luchado por consolidarla.

¿Qué cree que le hace falta por hacer a la Facultad de Derecho, Mazatlán?

¡Bueno! Estoy, repito, muy desvinculado. No sé cómo esté la biblioteca exactamente. No sé si tienen posgrado actualmente, no sé cómo esté funcionando el departamento de posgrado e investigación. Porque sí lo tuvieron. Nosotros lo creamos. No sé si tengan su Coordinación Académica funcionando como debe ser. No sé. Estoy muy desvinculado.

Pero resulta muy interesante lo que nos está

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Alumnos en Culiacán para solicitar al Consejo Universitario el reconocimiento como grupo desplazado hacia 1976. Anónimo. Colección privada.

contando.Es difícil ahora hacer un balance por esa

desvinculación. Mi última actividad a favor de la UAS en su conjunto y, principalmente, de la Zona Sur, fue trabajar en torno a la donación del terreno –en Mazatlán– en donde está ubicada actualmente la Biblioteca Central. La donación en tiempo de Echeverría no incluía el espacio donde está hoy la Biblioteca Central. Eso formaba parte del ayuntamiento. No sé si has visto que al lado de la UAS hay unas casas: eso se lo donaron al sindicato de los trabajadores del aeropuerto. Esa parte de la Biblioteca Central no era de la UAS. Es más: tampoco eran de la UAS los espacios donde está Bufete Jurídico. Toda esa área donde estaban las oficinas del aeropuerto, todo eso era del ayuntamiento. Posteriormente, establecí el Bufete Jurídico donde está ahora. Logramos con el ayuntamiento la donación de eso que iban a ser los baños y vestidores de los campos deportivos. Los campos deportivos tampoco eran de la UAS.

¿Por qué decidió que ahí debía encontrarse el Bufete Jurídico?

Muy simple, porque era el único espacio disponible. Recuerda que no había nada, no había ni aulas. No había dónde… El ayuntamiento había construido el campo de futbol y los baños. Nos metimos a la “brava”. Después logramos que el ayuntamiento lo donara a la UAS. Y, luego, el espacio donde está Biblioteca Central tampoco era, repito, de la UAS. Era del ayuntamiento. El ayuntamiento iba a construir el edificio del DIF, siendo presidente municipal Humberto Rice, quien

colocó la primera piedra. Terminó su período y no se construyó; vino a gobernar Martín Gavica y no se hizo nada ahí; llegó Alejandro Camacho, quien me invitó a ser secretario del ayuntamiento, y estando ahí en la administración se hizo la solicitud de un terreno por parte de UAS para construir la Biblioteca Central.

¿Estamos hablando de qué año?Estamos hablando del ‘98-‘99. Yo ya estaba

retirado de la Escuela de Derecho aunque seguía dando clases en la ECA de la UAS (Escuela de Contabilidad y Administración). Yo era secretario del ayuntamiento. Nos llegó la petición. Inmediatamente organizamos a los regidores. Hubo alguien que apoyó mucho porque fue estudiante de contabilidad (el regidor Fabrizio Camacho Guadarrama). Lo organizamos. Y ahí está.

¿Ése fue su último trato estrecho con la UAS?Y a favor de la UAS. Esto nos costó un fuerte

reclamo de Humberto Rice. Un día me llamó por teléfono y me dice: “Licenciado, ¿cómo es posible? …Ese terreno en el que puse la primera piedra del edificio del DIF. ¿Por qué a la UAS?”. “Pues lo siento mucho señor… como nunca se construyó ese edificio y la UAS tiene sus necesidades y no puede permanecer limitada, necesita crecer, necesita otras instalaciones, así que vamos a promover la donación”. Y así fue: presentamos el proyecto al cabildo y el cabildo lo aprobó por unanimidad. Allí fue que se construyó la Biblioteca Central de la Zona Sur. Creo que, con el tiempo, Humberto Rice lo entendió y lo aceptó. Él es universitario y entiende las necesidades de la Universidad.

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Alumnos y profesores de la Escuela de Derecho, Mazatlán, y otros, hacia 1976. Anónimo. Colección privada.