la espiritualidad del catequista -...
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LA ESPIRITUALIDAD DEL CATEQUISTA
PBRO. JAIRO DE JESÚS OSPINA
ASESOR
JORGE ENRIQUE OSPINA OCHOA D.P
UNIVERSIDAD CATÓLICA POPULAR DEL RISARALDA
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS, SOCIALES Y DE LA EDUCACIÓN
LICENCIATURA EN EDUCACIÓN RELIGIOSA
PEREIRA 2009
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DEDICATORIA
Todo lo que soy se lo debo a Dios. Por tal motivo, el presente trabajo se lo ofrezco a él por concederme el don de la vida; por haberme hecho sacerdote; por permitirme estudiar y así poder prepararme mejor para servirlo en la Santa Iglesia; por regalarme una hermosa familia que amo y me ama; por demostrarme cada día su amor a través de todas las cosas que me rodean; por todo el bien que me ha permitido realizar en su nombre.
Por todo lo anterior, sólo puedo decirte: “gracias por todo Señor”.
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AGRADECIMIENTOS
Son muchas las personas que hacen posible este momento de mi vida. En principio, quiero agradecer a la Universidad Católica Popular del Risaralda por haberme ofrecido esta oportunidad al abrir la licenciatura para sacerdotes; a todos los docentes que han hecho parte de mi formación en esos tres semestres; a todo el personal administrativo.
Por otra parte, a mi familia que siempre me ha apoyado en todos los momentos y de la que me siento orgulloso.
Por último, al hombre que Dios colocó en mi camino para llamarme al sacerdocio y que ya se encuentra en la casa del Padre en la eternidad: al Presbítero Alberto Gómez.
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TABLA DE CONTENIDO
PÁG
1. PROBLEMA 5
1.1 DESCRIPCIÓN 5
1.2 DELIMITACIÓN 8
1.3. JUSTIFICACIÒN 9
1.4 OBJETIVOS 11
1.4.1 OBJETIVO GENERAL 11
1.4.2 OBJETIVOS ESPECÍFICOS 11
1.5 TITULO 12
1.6 CATEGORÍAS 13
2. MARCO TEÓRICO 14
2.1 ANTECEDENTES TEÓRICOS 14
2.2 REFERENTE CONCEPTUAL 20
2.3 ELCATEQUISTA: HOMBRE DE ORACIÓN 27
RESUMEN 30
ÍNDICE DE TÉRMINOS 32
BILBLIOGRAFÍA 33
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1. PROBLEMA
1.1 DESCRIPCIÓN
El presente trabajo de grado se realiza en la parroquia Nuestra Señora del Carmen conformada
por los corregimientos de Holguín y San José, en el municipio de La Victoria – Valle del
Cauca.
Los Corregimientos de Holguín y de San José son dos de los cuatro corregimientos del
municipio de La Victoria y dos de los tres, que están en la parte rural; además, el primero, es
el más grande de ellos con una población aproximada de tres mil habitantes. Ambos se
encuentran sólo a 15 minutos del municipio de La Victoria.
Sus terrenos son planos y también montañosos y la economía de ellos está representada por la
ganadería y la agricultura especialmente; pero no generan los empleos necesarios para la
población. Sus gentes son amables, acogedoras, serviciales y disfrutan de la tranquilidad de
una zona muy pacífica.
San José, es el otro Corregimiento que hace parte de la parroquia y lo adorna un hermoso
Santuario en honor a San José que posee aproximadamente 300 años y es a la vez el atractivo
turístico del municipio.
En este corregimiento se encuentra el colegio de la zona: Concentración de Desarrollo Rural
San José, con 36 años de existencia, que además tiene un énfasis agrícola y cuenta con
aproximadamente 420 alumnos provenientes de los dos Corregimientos antes mencionados y
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de los municipios de La victoria y Obando y que posee clase de religión. Este Colegio ha sido
siempre atendido pastoralmente por el párroco a quien siempre le han abierto las puertas para
acompañar espiritualmente a los alumnos por medio de la celebración de la Eucaristía,
confesiones, retiros espirituales, charlas de tipo espiritual, entre otras.
Después de hacer una descripción general de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen
Ubicada en el municipio de La Victoria Valle, y que está conformada por los corregimientos
de Holguín y San José, paso a describir algunos aspectos que tienen que ver con la práctica
religiosa de esta.
La comunidad existe como parroquia, es decir, con la compañía permanente de sacerdotes
nombrados por decretos por parte del Obispo, hace 46 años a través de los cuales ha contado
con la presencia de 26 párrocos, que la han acompañado. La mayoría de los sacerdotes sólo
han estado en la parroquia por un periodo menor a dos años (en la diócesis de Cartago la
permanencia de un párroco es de máximo seis años) y siempre con ellos la comunidad ha
tenido gran acogida y se ha caracterizado por el cariño y respeto hacia ellos.
Pero vienen ahora las situaciones que inspiran la presente monografía con el fin de contribuir
en la madurez religiosa Católica de la parroquia.
La vivencia de la fe no es la mejor. La mayoría de las parejas viven en unión libre o en
matrimonio civil y la práctica sacramental por este aspecto es muy pobre debido a que no
pueden participar de algunos sacramentos como la Confesión y la Eucaristía y por supuesto,
la no vivencia de valores religiosos tan importantes hace que las consecuencias espirituales
no se hacen esperar: niños sin testimonio de vida cristiana por parte de sus padres, violencia
intrafamiliar, prostitución, alcoholismo, drogas, brujería, superstición, críticas, entre otras. A
lo anterior se suma la falta de empleo que es un aspecto muy preocupante en los dos
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corregimientos que conforman la Parroquia. Pese a esto, la influencia de grupos religiosos no
católicos es muy poca.
Quienes han impartido la catequesis durante la existencia de la Parroquia, provienen, en no
pocos casos, de “hogares como éstos y es claro que ello no los hace competentes para tal fin.
Es por eso que me interrogo sobre qué ha pasado con la catequesis de preparación a la vida
religiosa católica que ha recibido la comunidad durante todo ese tiempo debido a que no se
ven los frutos esperados en la vida diaria del pueblo de Dios.
Y por eso me surge la siguiente pregunta: ¿han sido idóneos los catequistas que han
transmitido la fe a la comunidad?
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1.2 DELIMITACIÓN
Por la problemática antes mencionada se hace necesaria una revisión de la catequesis
en la parroquia y especialmente de quienes la están transmitiendo, para que así se
pueda cambiar el rumbo espiritual y social de la comunidad.
Por ser el catequista el maestro de la fe debe tener un perfil específico, que contenga
además de una vida íntegra y espiritualidad muy rica, un testimonio cristiano y
familiar adecuado.
Es por esta razón que con el fin de transformar la realidad actual de la comunidad de
la parroquia Nuestra Señora del Carmen de Holguín, La Victoria – Valle, se ha puesto
en marcha un plan de formación integral a los catequistas en un periodo que va de
septiembre de 2008 a octubre de 2009, que además incluye la celebración de
matrimonios colectivos en el mes de Julio del presente año y la generación de
aproximadamente 40 empleos directos por medio de un proyecto de impacto social en
la parte de nutrición para niños y abuelos.
Esta formación integral se está orientando específicamente en la espiritualidad.
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1.3. JUSTIFICACIÒN
Debido a que el mundo de hoy vive un caos social: inmoralidad por doquier, desenfrenos de
toda clase es como el pan de cada día: el materialismo ha invadido todas las esferas de la
sociedad. Como decía un poeta: “la humanidad está enferma, sufre de egoísmo”; y no solo de
eso, la sociedad de hoy está sufriendo de resentimientos, odios, venganzas. La sociedad está
descompuesta por la corrupción imperante en todas las esferas. Esto lleva a las personas que
todavía se preocupan de lo espiritual a que tomen en sus manos la empresa de hacer más
humana la estadía de los hombres y mujeres en la sociedad; por esto es importante esta
monografía para alentar a todos los de buena voluntad de la Parroquia Nuestra Señora del
Carmen en Holguín, La Victoria - Valle a seguir las normas del Evangelio, pues en él nadie
pierde, todos ganan.
Además todavía no se ha perdido la esperanza; como dice el Papa Benedicto XVI, “cuando un
niño nace, significa que Dios no ha perdido la esperanza en el hombre”. En realidad existe
mucho por hacer. Desde esta Parroquia, tanto el párroco como la comunidad cristiana, tratan
de vivir una espiritualidad del Evangelio; de ahí que esta monografía tenga su importancia, no
solo para los catequistas, sino también para todos los cristianos que de alguna u otra manera
quieran adherirse a Jesucristo y tomarlo como Señor de sus vidas y centro de sus corazones.
Existe una necesidad ineludible: lograr que los habitantes de los Corregimientos de Holguín y
San José, vivan la espiritualidad tal que les permita centrar sus actividades tanto familiares
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como sociales, en la persona de Jesucristo; y son los catequistas, los más llamados a tomar en
sus manos le empresa de ayudar a los niños, jóvenes y adultos a mirar a Jesucristo, a
enamorarse de Él de tal forma que todo gire en torno a él y lo tengan como punto obligado de
referencia, en todos los momentos de su vida. Es necesario que desde la Parroquia se difunda
una espiritualidad cristiana que invada todas las esferas de la sociedad de éstos
Corregimientos que conforman la comunidad. Esta sería la contribución más eficaz a la labor
misionera a la que el Señor ha llamado a todos: “Vayan y hagan discípulos míos” (Mt. 28,20).
Por otra razón, el fomento de la espiritualidad en las personas de cualquier condición que
sean, se hace necesario hoy más que nunca, dado que el hombre se está hundiendo en su
propia obra, al no pensar sino en la satisfacción de sus necesidades materiales, en pasarla
bien, como si no existiera sino esta vida, como si esto, corporal y terrenal fuera eterno, en
gozar la vida sin tener en cuenta que existe otra, ésta la verdadera. Mostrarles a los feligreses
de la Parroquia la realidad de la vida eterna que no está para cuando se muera sino que ya
habita aquí y ahora de cada día. Por esto Cristo afirma: “He venido para que tengan vida y
vida abundante” (Jn. 10, 10). De todo esto se deduce la necesidad imperiosa de formar
cristianos, y aquí catequistas que difundan esta Vida abundante que Cristo nos regala.
¿Cómo sería una sociedad, una comunidad de fieles, en la que todos sus habitantes o
feligreses estén imbuidos de espíritu cristiano? Por esto es muy útil para una sociedad o una
porción de ella, como es la para ésta comunidad, que su párroco esté preocupado y a su vez
dispuesto a dar lo mejor de sí mismo para que sus colabores más inmediatos, como son los
Catequistas, lleven en sus vidas una espiritualidad tal que todos sirvan de testimonio y
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arrastren a muchos a vivir al estilo de Jesús, amando siempre, siendo generosos como Él lo
fue. Como dice la canción: “amar como Jesús amó”…
1.4 OBJETIVOS
1.4.1 OBJETIVO GENERAL
Dar a conocer los elementos constitutivos de la espiritualidad del catequista a través de la
Palabra de Dios, documentos de la Iglesia y otros, que permita una coherencia de vida
cristiana a los catequistas de la Parroquia Nuestra Señora del Carmen de Holguín.
1.4.2 OBJETIVOS ESPECÍFICOS
• Enunciar la naturaleza de la espiritualidad del catequista de la parroquia Nuestra
Señora del Carmen de Holguín para poder vivir el Evangelio.
• Determinar los elementos constitutivos de la espiritualidad del catequista de la
Parroquia.
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2. MARCO TEÓRICO
2.1 ANTECEDENTES TEÓRICOS
La Diócesis de Cartago durante treinta y tres años vivió una experiencia catequística muy
significativa que fue implementada y puesta en práctica por el Excelentísimo Señor Obispo
José Gabriel Calderón. El primer obispo de la Diócesis de Cartago se caracterizó por ser un
gran catequista, tarea que realizó con dedicación, entrega y cariño, proyectándolo en sus
homilías, en el material que editó y publicó por medio de la imprenta Santa Elena.
Monseñor José Gabriel Calderón, el “Obispo Catequista de Colombia”, dedicó gran parte de
su vida y de su labor pastoral a la catequesis y, más aún, después al ser obispo emérito siguió
orientando, iluminando y realizando Catequesis permanente. Por tanto, destacar todas
aquellas realizaciones, experiencias, publicaciones, programas y propuestas que, a nivel
diocesano, se han vivido y que se han presentado a toda la Nación y América Latina a modo
de experiencia y vivencia catequística se considera un antecedente valioso para este trabajo de
investigación. Cada forma de hacer Catequesis, cada método, cada ayuda pedagógica y
didáctica sirven como ejemplo, como modelo y como propuesta para ser experimentada y
renovada en cualquier parroquia.
Retomar la obra catequística de monseñor Calderón sirve para reflexionar sobre, cómo esta
inspiró a catequistas y comunidades parroquiales, y cómo actualmente se podría articular con
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la estrategia lúdico-creativa para elaborar y crear material catequístico, idear otros métodos,
otras ayudas y otros caminos para facilitar y hacer más efectiva la labor catequística de los
padres de familia, párrocos, a los catequistas y a los formadores de los agentes de la
catequesis.
Sobre la tarea realizada por monseñor José Gabriel Calderón Contreras, primer obispo de la
Diócesis de Cartago se han recogido algunos testimonios que evidencian la labor realizada
durante su ministerio episcopal:
“Quiero que ésta sea un homenaje muy sincero de afecto y gratitud al Excelentísimo Señor
Obispo Emérito de Cartago, monseñor José Gabriel Calderón Contreras (…) Su multiforme
servicio pastoral plasmado en tantas obras (…) estaban marcadas por unas prioridades
pastorales definidas, que le permitieron configurar la jurisdicción según el modelo del
Concilio Vaticano II (…) La catequesis en todos los niveles, elaborando los textos, las
filminas, las obras de teatro y todos los elementos necesarios para hacerla fructífera.” (Luís
Madrid Merlano)
“La formación de los niños y jóvenes ha sido prioridad en la acción pastoral de la Diócesis
(…) La Iglesia Diocesana en 40 años ha sido Madre y Maestra para todos, especialmente para
la niñez y la juventud. Monseñor Calderón era conocido (antes de llegar a Cartago) como el
“Catequista de los niños”, y esto lo vino a confirmar y realizar con su fecunda labor educativa
de la cual él mismo era participe como docente en muchos colegios recién fundados.”
Héctor Osorio Sánchez, en su libro “Cartago y la Catequesis”, hace una crónica detallada
sobre la labor catequística de Mons. José Gabriel Calderón y su metodología catequística por
tal razón, algunos de sus apuntes están consignados en este trabajo a continuación:
“Monseñor José Gabriel Calderón ha sido un catequista a toda prueba, un catequista por
excelencia (…) ha dedicado su vida, su predicación, su accionar, sus escritos, sus experiencias
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innovadoras, su tiempo, sus recursos económicos, su trabajo pastoral a la catequesis (…)
Monseñor Calderón ha sido toda una escuela de catequesis. Vive experimentando y haciendo
catequesis de adultos, de niños y de jóvenes (…) Todo en él es catequesis porque sabe que el
mundo necesita del mensaje de Cristo que salva, que ordena la vida de las personas y los
pueblos y que hace progresar al hombre según los designios de Dios.” (Cartago y su
Catequesis)
Monseñor Calderón inventó un método catequístico, que utilizaba en todos los textos de
religión y para la preparación de los sacramentos de iniciación cristiana, entre los cuales, de
manera específica para la preparación a la primera comunión editó y publicó un folleto con el
cual se trabajó durante muchos años y el cual llevaba por título: “Quien coma este pan vivirá
para siempre” (José Gabriel Calderón). Se puede resaltar en dicho documento, una gran
riqueza doctrinal y espiritual; sin embargo, en la visión actual de la doctrina de la Iglesia y de
las exigencias pedagógicas del mundo actual se necesita de una renovación en cuanto a
contextualización y su articulación con la estrategia lúdico-creativa.
Es interesante el proceso de renovación de la Catequesis que Monseñor Calderón realizó al
llegar a Cartago (año de 1962) inició una promoción de la clase de religión. Para ello se
difundió el catecismo que el mismo Obispo de la Diócesis había escrito siguiendo normas,
principios y contenidos expresados por el Concilio de Trento. El inspirador por excelencia de
este Catecismo fue el Padre Astete. Su método de preguntas y respuestas que se aprendían de
memoria fueron un modelo para que los catecismo diocesanos se escribieran bajo la propuesta
de cien preguntas y sus respectivas respuestas para grado escolar para la ecuación básica
primaria. Pero esta experiencia no duró mucho tiempo. A partir del Concilio Vaticano II los
Catecismos escritos por Monseñor Calderón cambiaron su metodología y su contenido.
Abandonaron la propuesta por el Padre Astete (método memorístico).
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Monseñor Calderón inventó un método catequístico, que utilizaba en todos los textos de
religión y los encuentros de catequesis. Se inspiró en el pasaje del Evangelio de San Lucas
que narra el encuentro de los discípulos de Emaús con Jesús resucitado. En él suceden varias
cosas:
1. Los discípulos van camino hacia Emaús comentando sobre los acontecimientos que había
sucedido en los días anteriores en Jerusalén. Se trataba de los acontecimientos humanos de la
pasión, muerte y resurrección de Jesús. Jesús en persona se acercó y se puso a conversar con
ellos sobre los mismos acontecimientos (Lc 24,13-24). Se da un Diálogo.
2. Luego Jesús les recordó la Sagrada Escritura en lo que se refería a los últimos sucesos de su
vida (Lc. 24,25-26).
3. Jesús les explicó las Escrituras e iluminó con ellas los acontecimientos que acababan de
suceder en Jerusalén y sobre los cuales hablaban los discípulos de Emaús (Lc. 24,27).
4. Luego, Jesús termina su encuentro con los discípulos de Emaús realizando un acto social
(quedarse con ellos y sentarse a la mesa para comer) y un acto litúrgico (la bendición y
fracción del pan). A los discípulos se les abrieron los ojos y lo reconocieron (Lc. 24,28-31).
Los discípulos se pusieron en camino y fueron a contarle a los once apóstoles y a sus
compañeros lo que les había pasado (Lc. 24,32-35)
El método utilizado por monseñor Calderón se desarrolla en cuatro pasos:
1. Se inicia toda lección con un diálogo (preguntas y respuestas) sobre los acontecimientos y
sucesos de la vida diaria que tienen que ver con el tema que se va a tratar. Es un diálogo para
que reflexionemos juntos, catequizandos y catequistas, acerca del problema que los inquieta o
los debe inquietar.
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2. Se continúa con la selección de un texto bíblico que haga referencia al tema en cuestión.
Después se lee, se reflexiona y se iluminan los hechos humanos con la Palabra Divina.
3. Se explica, después, la doctrina que se desea comunicar a los catequizandos. Se puede
realizar esta actividad por medio de charlas doctrinales, exposiciones temáticas, o mediante el
uso de cualquier otros recurso didáctico. Lo importante es que la doctrina de la Iglesia sea
expuesta de la forma más clara y precisa posible.
4. Por último, se da una sugerencia, de orden práctico, que permita llevar a la práctica de la
vida lo que la fe ha enseñado. Las acciones litúrgicas, el testimonio de vida, la labor
apostólica, la vida acorde al evangelio son formas de poner en práctica la doctrina aprendida.
La catequesis de Jesús resucitado a los discípulos de Emaús es el modelo y la inspiración de
la metodología catequística que Monseñor Calderón explicita en sus textos de religión.
Como un complemento de las anteriores partes o secciones existe una página en blanco en
donde los catequizandos efectúan una reflexión personal, ya se a modo de dibujo, de cuadro
sinóptico, de reflexión escrita. En aquella página anotan todas aquellas cuestiones, dudas,
comentarios, análisis, preguntas, compromisos, esquemas y dibujos que se les ocurren a partir
del tema estudiado.
El catecismo del grado segundo enfatiza en la preparación a la recepción del sacramento de la
eucaristía. Tiene como objetivo educar al estudiante para que celebre el domingo como día del
Señor, a través de la participación activa, consciente y plena en la Santa Misa, recibiendo el
pan de la Palabra, presentando como ofrenda el pan de los hombres y alimentándose
sacramentalmente con el pan de la Eucaristía, con el fin de vivir más santa y dignamente la
vida que Dios le dio. Para ello se profundizan los siguientes subtemas:
Aprendamos a escuchar la Palabra de Dios
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Aprendamos a presentar nuestras ofrendas
Aprendamos a ofrecer el sacrificio de Jesús
Aprendamos a comer el pan de la vida eterna.
Por otra parte, con la llegada del nuevo Obispo de la Diócesis de Cartago, Monseñor Luis
Madrid Merlano, quien llegó a la diócesis el 9 de junio de 1995 y el 10 de junio se posesionó
casi a los 33 años de haber llegado Monseñor José Gabriel Calderón, se inició una nueva
etapa en la historia de la Iglesia Particular de Cartago. Desde ese momento en que inició su
servicio a la Diócesis de Cartago, monseñor Luis infundió en el clero atender con el mayor
respeto, con el mayor cuidado y gratitud a la persona del obispo Emérito, hasta el día en el
que el Divino Maestro, el Gran Catequista lo llamó a su presencia partiendo a la eternidad y
dejando una herencia catequística valiosa.
La organización del Plan de Pastoral para la Diócesis ha sido una gran preocupación y un gran
aporte del actual obispo; este dinamiza el trabajo con los laicos, puesto que su objetivo es el
de tener una Iglesia diocesana que viva la comunión y participación en Cristo resucitado y en
donde a la Catequesis se le ha dado una importancia capital.
En la Diócesis de Cartago desde el año 2000 se inició la implementación del Plan Diocesano
de Pastoral. Cada una de las delegaciones pastorales ha venido trabajando en el cumplimiento
del objetivo general del Plan: que “la Iglesia de Cartago realice un encuentro con Jesucristo
vivo” (Cf.Sine). En cuanto se refiere a la catequesis parroquial, se ha comenzado a
experimentar una nueva estructura que comprende 6 niveles: Iniciación, Confesión,
Comunión, Crecimiento, Confirmación, Perseverancia.
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2.2 REFERENTE CONCEPTUAL
Para que un catequista sea un verdadero anunciador de la Palabra de Dios debe primero
testimoniar su fe por medio de su propia vida y por una esmerada y constante preparación en
los aspectos referentes a su vida cristiana. Reconozco que hay muchas dimensiones
importantes en cuanto a la formación de un catequista se refiere, como por ejemplo todo lo
relacionado con su hacer, a saber, la metodología, la pedagogía, la didáctica, entre otros y
sobre estos aspectos mucha información y formación existe. Es por ello, que me centraré a
continuación principalmente en la vida espiritual del catequista, es decir en su ser, de lo que
poco se ha dicho, de hecho no encontré ningún manual al respecto.
Quiero presentar en primer lugar un esbozo general sobre la persona del catequista para que se
pueda dimensionar su grandeza y la necesidad en éste de poseer unas cualidades cristiana
auténticas.
El catequista es una persona de fe. Dos cosas, que se unen para formar una sola realidad. Se
trata de ser persona madura y de ser persona madura creyente. "Se educa más por lo que sé es
que por lo que se dice o hace".
El catequista es un creyente. Alguien que cree en Jesucristo. No se considera perfecto y sabe
que vive su fe con limitaciones; la vive en una comunidad, la Iglesia, a la que ha sido
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incorporado por el Bautismo; está en camino, en búsqueda y en continua conversión. Recorre
su camino guiado por Jesús de Nazaret.
El catequista tiene experiencia de Dios. Dejándose interpelar por la palabra de Dios,
leyendo los acontecimientos de la vida, buscando con los demás, se sabe servidor del grupo
en la tarea de animación a la que se siente enviado.
El catequista es un enviado a anunciar el Evangelio y por lo tanto, llamado por Dios. Ser
catequista es una vocación. Dios llama a personas que realicen ese servicio: Abrahán, Moisés,
Jeremías, María, los Apóstoles. Y éstas, con toda su libertad, responden. Hay una llamada y
una respuesta. Para llamar al catequista, Dios se puede valer de muy diferentes circunstancias:
la invitación de un sacerdote, amigo, Hermano, la propia toma de conciencia, un cartel
anunciador en la parroquia o el Colegio, el ejemplo de otro catequista. Cualquier situación
que le lleve a enrolarse sólo será un medio concreto del que Dios se sirva para manifestarle su
voluntad. La iniciativa en la llamada la tiene Dios, aunque a veces podamos pensar que todo
fue una casualidad o que aquello se nos ocurrió a nosotros.
El catequista anuncia el Evangelio. Aceptar ser animador es entrar en la dinámica del
seguidor de Jesús, que hace suya su causa, es decir, participa y prolonga su misión en el hoy.
Jesús " escogió a los que quiso" y los envió a predicar, les encomendó el anunciar el
Evangelio por todo el mundo: " Id y haced discípulos a todas las gentes" (Mt 28,19).
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Después de esta breve descripción quiero continuación describir los aspectos que según mi parecer son indispensables en la vida espiritual de un catequista en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen de Holguín, La Victoria – Valle. Es interesante que se diga cómo no debe ser la espiritualidad de un catequista:
No es el conjunto de devociones particulares que cada persona puede tener.
No se refiere a la moral que tienen las personas concretada en unos valores.
No es la práctica de un determinado culto o participación de los sacramentos.
No es el conjunto de acciones privadas para cultivar mi espíritu y mi relación personal
con Dios.
No se preocupa del alma, del espíritu de la persona y descuida el cuerpo: dualismo en
la persona.
Por el contrario, enel marco de referencia de la espiritualidad cristiana la espiritualidad
cristiana hay que situarla en la propia identidad del cristiano, en su vocación. Es decir, que la
espiritualidad cristiana tiene que ver con la vocación cristiana, con mí ser de cristiano en su
totalidad y no en una dimensión de mí ser de cristiano como puede ser el culto o la moral.
La espiritualidad, así entendida, abarca a toda la persona. Porque ser cristiano implica a toda
la persona no sólo a una dimensión de la misma, por ejemplo su inteligencia. Varios autores
nos lo dicen con más claridad:
J. A. estrada: Podríamos definir la espiritualidad como la vida según el
Espíritu, es decir, la forma de vida que se deja guiar por el espíritu de Cristo.
S. Gamarra: Es común presentar la espiritualidad como sinónimo de vivir bajo
la acción del espíritu.
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G. Gutiérrez: Una espiritualidad es una forma concreta – movida por el espíritu
- de vivir el evangelio.
Ahora bien, nos podemos preguntar, como catequistas -seglares, sacerdotes y
Religiosos- )tenemos algunas notas características y distintas en la forma de
vivir la espiritualidad cristiana? sí podemos decir que la espiritualidad cristiana
tiene una peculiar expresión y traducción -una manera de vivirse- en el ámbito
de la educación cristiana o de la catequesis, como ocurre en cualquiera de los
otros ámbitos de la vida social y humana.
Por consiguiente, creemos que vivir según la espiritualidad del catequista
conlleva una manera de vivir la vocación cristiana. En este sentido ser
catequista sería una vocación específica. Un don especial que te ha dado Dios
para vivir ante los demás tu ser de cristiano o cristiana, esto quiere decir que
un catequista -religiosos/a, sacerdote o seglar- vive su vocación cristiana
específica desde el ámbito de la catequesis; esto le comporta y exige un estilo
de vida evangélica ante los demás: sea en el ámbito familiar, en el laboral o en
el parroquial...
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Con lo dicho hasta ahora podríamos apuntar algunos rasgos que configurar la
identidad y espiritualidad del catequista:
Desde su vocación cristiana se siente enviado por el espíritu de Cristo para anunciar el
evangelio.
Primordialmente su acción catequética se orienta a los niños/as, adolescentes o jóvenes
y adultos, con la finalidad de acompañarles en su formación integral desde el estilo
evangélico.
Su competencia profesional, es signo de que su tarea catequética está motivada desde
el evangelio.
Su acción no se queda en la mera exposición sino que va más allá y se acerca a cada
educando, pues sabe, que la personalización es el camino más adecuado en una
verdadera educación de la fe.
Esta perspectiva tiene en cuenta la educación en los valores, que en un primer
momento se lleva a cabo con el testimonio personal de vida evangélica y luego
aparecerá la pedagogía y didáctica de cómo habituar al educando en los valores
humanos, sociales y cristianos.
Todo esto no lo hace solo sino desde la comunidad cristiana: en donde se vive, se
comparte la vida y lo que se es y, por supuesto, se celebra la fe. además
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teológicamente hablando es la comunidad la que envía al catequista a realizar su
misión catequética.
En el contexto de la misión compartida. es decir, que son conscientes de compartir
corresponsablemente la misma misión: sacerdotes, religiosas/os y seglares.
Su testimonio como catequista no se queda en la parroquia, pues sabe, que su ser de
cristiano es referencia también, fuera de la misma: en la familia, en la asociación de
vecinos, en las ONGS que participe (hay un proyecto al respecto en la Parroquia), en
el entorno en que viven, etc.
Aunque ser catequista es un don de Dios y su gracia está en nuestras vidas, ello no
significa que se nos den las cosas hechas. como en la parábola de los talentos, el don
que hemos recibido lo tenemos que cultivar, es nuestra obligación desarrollarlo hasta
donde pueden dar de sí nuestras posibilidades. y claro, esto supone esfuerzo,
superación, ascesis que se decía antes, tiempo de reflexión y oración. en definitiva
tiempo de encuentro con Dios para que su espíritu nos mueva, nos estimule, nos anime
a realizar en plenitud nuestra vocación de catequista, con la seguridad de que así
seremos felices y estaremos contribuyendo a la felicidad de los demás.
Para terminar con la enumeración de algunos de los rasgos que configuran la identidad
y la espiritualidad del catequista, señalamos la premisa o clave que se hace necesaria si
deseamos que se den todas los demás:
Nuestra acción educativa en la fe, como catequistas, no se llevará a
feliz término sino tenemos como primera urgencia a los pobres, a los
excluidos de nuestra sociedad, tanto si trabajamos directamente con
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ellos como si concienciamos a nuestros catequizandos y a cuantas
personas están implicadas en la misión evangelizadora en que debemos
seguir construyendo el reino de dios aquí en la tierra. Lo que supone
apostar por la justicia y la misericordia bíblicas.
Así es como entendió Jesús su misión y se lo explicó a sus paisanos en
la sinagoga de Nazaret:
“El espíritu del Señor está sobre mí. El me ha ungido para traer buenas
nuevas a los pobres, para anunciar a los cautivos su libertad y a los
ciegos que pronto van a ver, a despedir pronto a los oprimidos y a
proclamar el año de la gracia del señor... hoy se cumplen estas
profecías que acaban de escuchar” (Lc 4, 16-21).
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ELCATEQUISTA: HOMBRE DE ORACIÓN
"Ellos ya no tendrán más hambre ni sed; no les abatirá más el sol ni ardor alguno" (Ap 7,16).
"Los que en un tiempo no erais pueblo de Dios, ahora habéis venido a ser pueblo suyo" (1 Pe
2,10).
Cualquier cristiano consciente y cualquier religioso lúcido y coherente consigo mismo siente
la insaciable necesidad de orar. La oración es, de hecho, el instrumento indispensable para la
construcción de la propia vida. El cristiano o el religioso que abandonan la oración ya no son
lo que dicen que son. Han perdido su identidad. Nadie puede tomar en serio a los que
proclaman con la boca y tal vez con símbolos exteriores que son religiosos, pero no rezan.
Parecen unos desgraciados travestis.
La oración es para el hombre la puerta abierta hacia todos los bienes, el laboratorio donde se
construye la grandeza humana, espiritual y funcional del hombre. La oración es la forja del
amor, del amor que engendra amistad y fraternidad; la inevitable respuesta del hombre al
Señor que nos amó primero con un cariño inefable. El amor de la persona que se ha forjado en
la fragua de la oración es la prueba más elocuente del amor de Dios a los hombres. El amor
sencillo, sincero y discreto del hombre de oración estimula la fe de los que se acercan a él. El
hombre de oración proclama con el argumento convincente de su estilo de vida que Dios ama
a todos los hombres de una forma totalmente gratuita.
El santo es siempre un sermón de campanillas del Señor a los hombres. Es una reafirmación
de la verdad y de la vitalidad siempre actual del evangelio. El hombre de oración es como una
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palabra de la Palabra, la personificación de la parte vital del evangelio. Todo el evangelio es
importante, como aquel que lo dictó.
La vida del auténtico hombre de oración es un grito de trueno de alerta al mundo. Proclama
con impresionante fuerza profética la necesidad de vivir en la presencia de Dios como
condición para desarrollar un nuevo y verdadero humanismo integrador.
La parte del ejemplo que hay que imitar en la vida del santo no son tanto sus gestos y sus
obras como sus actitudes.
El hombre de oración siempre es profeta: amigo de Dios, testimonio vivo de su experiencia y
de su amor. Cuando habla no se limita a repetir conceptos bíblicos o teológicos. Comunica
experiencias. Por eso su profecía es más persuasiva. Quienes la reciben profundizan en el
conocimiento de Dios tal como lo revela por su propia vida el hombre de oración: un Dios
verdadero, sabio, poderoso y misericordioso; descubren que el Señor los ama por encima de
toda medida; es rico, generoso y hasta pródigo en sus dones; es vivo, real e irresistible para
quien lo descubre; un tesoro por cuya adquisición el que lo ha descubierto está dispuesto a
vender todos sus bienes. La vida del hombre de oración es la historia del Señor escrita en la
vida de un hombre.
Un dato interesante que se ha observado en las personas que realizan una auténtica
experiencia es que empiezan a sentir gusto en tratar de asuntos espirituales. Hablan
gustosamente del Señor, lo mismo que el que se siente enamorado se complace en poder
hablar de la persona amada.
El hombre de oración vive permanentemente en la presencia de Dios. Nunca se siente
totalmente solo. Por eso la vida de oración es el modo de vivir constantemente en oración.
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Debido a la influencia de ciertos aspectos del mundo exterior perdemos esa maravillosa
actitud interior para con los seres queridos y vivimos más o menos dispersos en nuestra
superficialidad
No se trata, sin embargo, de construir o de reconstruir nada. La vida de oración no es fruto del
esfuerzo humano. Es algo muy natural y espontáneo que ya existe en la intimidad del hombre.
Aprender a orar o a orar mejor es únicamente dar aliento a esa llama tan débil y casi apagada,
que, en realidad, jamás se extinguirá por completo. Es un germen de vida sobrenatural
inactivo que es preciso que se desarrolle, que se abra, que se intensifique.
La vida de oración es esencialmente vida de fe. Algo muy sutil y delicado, como la conciencia
de la certeza de que se ama al Señor. El deseo más intimo y más verdadero del que adquiere
vida de oración es el de Dios. Un deseo permanente, vivido en actitud de mirada sencilla y
sincera dirigida al Señor.
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RESUMEN
Quienes trabajan con la formación en la fe de los cristianos católicos se preguntan
muchas veces sobre cómo se podría tener un mayor impacto en la vida de quienes
reciben dichas catequesis. Esto porque son muchos los que son evangelizados y pocos
los que continúan viviendo su fe de manera coherentemente.
Esta monografía tiene como objetivo contribuir a la evangelización, por medio de la
reflexión y descripción de algunos elementos importantes en la vida de los
responsables de la catequesis como por ejemplo la formación espiritual del catequista,
quienes deben ser los primeros maestros de la fe por medio de su testimonio extraído
de la Palabra de Dios, una profunda vida de oración; además de una adecuada
formación intelectual y pedagógica y por su puesto, un profundo amor por la misión
que han recibido del Todopoderoso: ser catequistas.
Esta monografía es el resultado de un trabajo realizado en la Parroquia Nuestra Señora
del Carmen de Holguín – La Victoria, Valle del Cauca, con el grupo de catequistas
que conforman esta comunidad de aproximadamente 3.000 habitantes.
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SUMMARY
Who work with the formation in the faith of Catholic Christians wonder many times on how you would be able to have a great impact in the life of who receive these catechisms. This because they are many which are evangelized and few which continue living his way faith coherently. This monograph has as an objective to contribute to the evangelization, through the reflection and description of some important elements in the life of people responsible for the catechism such as the catechist's spiritual formation, who should be first schoolteachers of the faith through his testimony extracted of the Word of God, a deep prayer life; in addition to a suitable intellectual and pedagogical formation and for his position, a deep love for the mission that have received of the Almighty one: be catechist. This monograph is the result of a fulfilled work in the Parish Our Mrs. of the Carmen de Holguín – La Victoria, Valley of the Cauca, with the group of catechist that constitute this community of approximately 3.000 inhabitants
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ÍNDICE DE TÉRMINOS
Parroquia: Comunidad determinada de personas en el tiempo y el espacio, bajo la
orientación de un sacerdote nombrado por un obispo.
Catequesis: Proceso de formación orientado a fortalecer en la fe a quienes la reciben
Catequista: Persona idónea que transfiere los conocimientos religiosos a determinado grupo
de personas.
Diócesis: determinado territorio de la Iglesia conformado por varias parroquias y bajo la
dirección de un Obispo.
Párroco: Sacerdote nombrado por el Obispo para dirigir y acompañar a una comunidad
específica denominada parroquia.
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BILBLIOGRAFÍA
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Bogotá. 2001.
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VALLÉS. G. Carlos. Gustad y ved. Ed. Sal Térrea. España. 1990.
SCHONBORN, Christoph. Amar a la Iglesia. Ed. BAC. Madrid, 1997
BIFET, Juan Esquerda. Espiritualidad Misionera, Ed. BAC, Madrfid. 1982