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1 Gracia a Vosotros: Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez La armadura del creyente, 6ª Parte: El yelmo de la salvación, 2ª Parte Escritura: Efesios 6:17 Código: 1960 John MacArthur Esta mañana de nuevo tenemos el privilegio de regresar al sexto capítulo de Efesios. Efesios, capítulo 6; y continuamos con el estudio de la armadura del cristiano. Estoy seguro que para este punto no nos hemos apurado a lo largo de esto. Y la razón es que esto está lleno de verdades grandes y maravillosas para nosotros. Y consideramos que el Señor nos da un privilegio tremendo al tener la oportunidad de compartirlo con usted debido a que quizás pase mucho tiempo hasta que regrese a Efesios 6, si el Señor quiere. Y queremos hacerlo lo más detallado posible. Estamos viendo Efesios 6, versículos 13 al 17. Y conforme cerramos el libro de Efesios, y estamos examinando la guerra del creyente y los recursos que él tiene para la victoria. A manera de introducción esta mañana, quiero responder a una pregunta que siempre surge cuando usted entra a un estudio como el que hemos tenido en las últimas semanas. Hemos estado estudiando a detalle el tema del compromiso. Hemos estado hablando de la dedicación, el compromiso, en cierta manera, el entregarnos a la obediencia para cumplir la voluntad de Dios en nuestras vidas. Hemos hablado del asunto de disciplinarnos a nosotros mismos, de controlar nuestros deseos y conformarnos a los estándares de Cristo. Hemos hablado realmente de ser un soldado, un guerrero y hacer nuestro mejor esfuerzo por causa de Él. Ahora, esto de manera inmediata nos lleva a otra perspectiva que con frecuencia se presenta en esta área de la vida cristiana. Hay algunas personas que creen que todo este ejercicio y toda esta disciplina y todo este esfuerzo realmente no es lo que Dios está buscando. Y debido a que esa pregunta se presenta, creo que por un momento o dos, en esta mañana, debo responderla.

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Gracia a Vosotros: Desatando la Verdad de Dios, Un Versículo a la Vez

La armadura del creyente, 6ª Parte: El yelmo de la salvación, 2ª Parte Escritura: Efesios 6:17

Código: 1960

John MacArthur Esta mañana de nuevo tenemos el privilegio de regresar al sexto capítulo de Efesios. Efesios,

capítulo 6; y continuamos con el estudio de la armadura del cristiano. Estoy seguro que para

este punto no nos hemos apurado a lo largo de esto. Y la razón es que esto está lleno de

verdades grandes y maravillosas para nosotros. Y consideramos que el Señor nos da un

privilegio tremendo al tener la oportunidad de compartirlo con usted debido a que quizás pase

mucho tiempo hasta que regrese a Efesios 6, si el Señor quiere. Y queremos hacerlo lo más

detallado posible.

Estamos viendo Efesios 6, versículos 13 al 17. Y conforme cerramos el libro de Efesios, y

estamos examinando la guerra del creyente y los recursos que él tiene para la victoria. A

manera de introducción esta mañana, quiero responder a una pregunta que siempre surge

cuando usted entra a un estudio como el que hemos tenido en las últimas semanas. Hemos

estado estudiando a detalle el tema del compromiso. Hemos estado hablando de la

dedicación, el compromiso, en cierta manera, el entregarnos a la obediencia para cumplir la

voluntad de Dios en nuestras vidas. Hemos hablado del asunto de disciplinarnos a nosotros

mismos, de controlar nuestros deseos y conformarnos a los estándares de Cristo. Hemos

hablado realmente de ser un soldado, un guerrero y hacer nuestro mejor esfuerzo por causa

de Él.

Ahora, esto de manera inmediata nos lleva a otra perspectiva que con frecuencia se presenta

en esta área de la vida cristiana. Hay algunas personas que creen que todo este ejercicio y

toda esta disciplina y todo este esfuerzo realmente no es lo que Dios está buscando. Y debido

a que esa pregunta se presenta, creo que por un momento o dos, en esta mañana, debo

responderla.

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Hay una afirmación en el Antiguo Testamento hecha en referencia el rey Josafat que dice que

la batalla no es tuya, sino que es del Señor. Ahora, esa afirmación se ha convertido en un

lema para un grupo de personas que han sido llamados los quietistas. Es el movimiento que

básicamente dice que la manera en la que debes vivir la vida cristiana no es mediante

disciplina personal, mediante esfuerzo y mediante compromiso, sino que más bien es

mediante el rendirte.

Y quizás, has sido expuesto en tu juventud o en algún otro momento, mediante lectura a este

concepto de “deja todo y deja a Dios.” De hecho, hay un programa en la actualidad en la

televisión, en una estación cristiana llamado “Deja todo y deja a Dios.” Hay una canción

llamada “deja todo y deja a Dios” que lleve a cabo Su voluntad maravillosa.

Oímos mucho acerca del tema de descansar, de permanecer en Cristo, de entregarle todo al

Señor. Sé que hay una canción contemporánea que dice ‘entrégale todo a Jesús’. Y usted oye

a personas decir ‘deja de luchar y deja de esforzarte y cede, y ríndete. Ríndete totalmente, de

manera completa. Y yo me acuerdo que oía mucho hablar de esto cuando era joven. Me

acuerdo de asistir a campamentos y conferencias. Y en la Universidad en particular a la que

asistí, hubo llamados constantes para venir al altar; y los alumnos eran como yo-yos, subían y

bajaban tratando de rendirse. De hecho, descubrimos que había muchos de nosotros que

estábamos dispuestos a rendirnos, sólo que no sabíamos cómo hacerlo. Parecía como si

usted llegaba al punto en donde las lágrimas comenzaban a fluir. Llegaba con sus rodillas al

altar, y se rendía. Y tres días después, pecaba. Y después, decía: “bueno, Señor, me rendí.

¿De quién es la culpa?” Entonces, se volvía muy difícil.

La gente que promueve esta manera de pensar usa una ilustración. Dicen que hay un cuarto

oscuro. No hay luz en el cuarto, está oscuro. Y la persona está ahí tropezándose con todo,

con las lámparas, con las sillas y demás y tratando de hacer lo que está haciendo. Y la razón

por la que está oscuro ahí es porque tiene esas persianas que oscurecen totalmente el cuarto.

Y afuera, hay luz de sol total. Y el sol está brillando. Pero el hombre adentro está tropezando

por todos lados en el cuarto oscuro. Cuando lo único que tiene que hacer es abrir las

persianas; y la luz del sol va a inundar de manera automática el cuarto para que pueda ver a

dónde va. Y dicen que así es el vivir la vida cristiana. El Señor no quiere que tropieces por

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todos lados en la oscuridad, simplemente abre la persiana. Siéntate y descansa; y todo va a

ser claro.

Hay personas que toman de Juan 15 el concepto de permanecer en Cristo no refiriéndose,

dicen ellos, al acto de ser salvos, sino a la idea de rendirse, a la idea de ceder. Quizás cuando

usted fue niño fue a un servicio en campamento y oyó hablar a alguien; y quizás lo exhortaron

a rendirse a Jesús y a entregarle todo al Señor. Una rendición total y cantaban canciones

acerca de esto y se emocionaban. Y cantaban estrofa tras estrofa. Me acuerdo cuando estuve

en una convención con 2000 personas en donde cantaron por lo menos veinticinco estrofas

de un himno hablando de que la gente se rindiera. Ha tenido esa experiencia, yo la he tenido.

He ido a un campamento y vi a un niño que estaba tan frustrado al final de la semana… oímos

tantos mensajes de la rendición y este pobre hombre estaba totalmente frustrado tratando de

entender cómo rendirse. Decidió que la mejor manera de hacerlo era rendir su tiempo al

Señor.

Y entonces, solían aventar una rama al fuego, un emblema de una vida rendida. Y él se

levantó y dijo: “quiero entregar mi tiempo al Señor.” Y él tomó su reloj, se lo quitó y lo aventó

al fuego. Y usted podía ver la frustración. Y usted sabe, eso no es inteligente. Esa es mala

administración, arrojar su reloj al fuego. Eso es no es lo que usted hace para rendirse. Pero él

estaba en el punto en el que estaba frustrado. Él había oído de dedicación, re dedicación,

consagración, re consagración; y estaba trabajando duro en esto. Es sorprendente cuántos

malos entendidos hay acerca de estos términos.

Me acuerdo cuando estábamos ahí en el centro familiar antes de que tuviéramos este

auditorio. El coro estaba cantando y me había ido atrás porque alguien quería que escuchara

un nuevo sistema de micrófonos o algo así. Y estaba ahí atrás, en la puerta de atrás durante

una canción del coro. Una dama entró por la puerta y traía a un perro con una cadena, algo

que no pasa con mucha frecuencia. No tenemos una regla acerca de eso, porque es algo

raro. Pero el ujier se quedó ahí de pie. Y yo estaba viendo esto pasar. Y el perro, yo admito

que estaba vestido de manera apropiada. Traía un suéter y un collar y era muy elegante y

entró por la puerta y pensé que me iba a quedar de pie y ver cómo el ujier iba a manejar la

situación.

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Bueno, fue obvio desde el principio que esta mujer no tenía todo a su favor. Algo andaba mal

con ella. Había algunas cosas que no estaban bien con ella. Pero bueno, llegó con el perro

encadenado y el ujier, como que pestañeó dos veces y la vio. Y finalmente, se le acercó y le

dijo: “usted no puede meter a su perro, señora.” A lo cual ella respondió: “está bien, Señor.

Está muy bien. Vamos al cuarto de oración porque el acaba de re dedicar su vida.” Y claro, mi

sonrisa se convirtió en un ahogo. Y claro, como un bautista en mi vida antigua, usted sabe

que yo fui criado en una Iglesia Bautista, mi primera reacción fue “¿cómo sabes que el perro

fue salvo para comenzar?” Usted sabe.

Pero bueno, el punto es que la señora obviamente no tenía todo a su favor. Pero lo importante

aquí es una palabra: re dedicar. No tiene más significado para esa mujer que algo de lo que

usted hace con su perro, llevar a su perro al cuarto de oración. No sé cómo eso se le metió en

la mente. Pero esta es una ilustración más bien rara del mal entendimiento del término.

Quizás, usted es como algunas personas que conozco que suben y bajan por pasillos a lo

largo de su niñez y en su juventud tratando de rendirse. Bueno, eso no es raro. No es raro en

absoluto. De hecho, solía haber este himno antiguo que decía algo así: “santidad por fe en

Jesús, no por mi esfuerzo.” Bueno, ‘deja todo y deja a Dios’ significa algo así como que usted

no hace nada. C.H.A. Trumbull, quien solía descender este sistema, dijo: “cuando usted está

totalmente rendido,” escuche esto, “nunca, ni siquiera experimentará tentación. Porque será

derrotada por Cristo antes de que tenga tiempo de meterlo a usted en una pelea.”

Bueno, si eso es verdad, entonces cómo es cuando usted peca, ¿a quién le echa la culpa?

Debe ser la culpa de Cristo, lo cual es algo aterrador de pensar. Porque eso no sería verdad.

Rendirse es quizás ilustrado de manera apta en un libro llamado ‘El secreto del cristiano de

una vida feliz’ escrito por Hannah Smith. En este libro, ella dice esto: “¿qué puede ser dicho

acerca de la parte del hombre en esta gran obra, sino que él debe rendirse de manera

continua? Pero cuando llegamos al lado de Dios en este tema, lo que quizás no se ha dicho

son las maneras múltiples y maravillosas en las que Él lleva a cabo la obra que se le

encomienda. Es aquí donde viene el crecimiento.” En otras palabras, lo que ella está diciendo

que si usted quiere crecer espiritualmente no hagan nada más que rendirse, deje que Él haga

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todo. Ella lo ilustra: “la masa de arcilla nunca podría llegar a ser un vaso hermoso si quedara

ahí en el foso de la arcilla durante miles de años. Pero cuando es colocado en las manos de

un alfarero hábil, crece rápidamente conforme es moldeado en la forma en la que el alfarero

quiere que sea. Y de la misma manera, el alma abandonada a la obra del Alfarero celestial es

formada en un vaso debajo del agua santificada y apta para el uso del Amo, del Maestro.”

Ahora, todo se oye muy bien. Pero si usted no es nada más que un pedazo de arcilla en las

manos de un alfarero y él está haciendo lo que él quiere que usted sea, ¿cómo es que usted

va a salir de ahí para pecar? ¿Acaso la arcilla de pronto dice ‘mira, ya terminé con esto’ y se

sale de la mano del alfarero para hacer lo que quiere hacer? Es algo difícil francamente para

la ilustración. En un momento, Hannah Smith tiene al cristiano como un pedazo de arcilla

suave y al siguiente momento, la arcilla ha salido de las manos del alfarero y está haciendo lo

que quiere.

Pero el punto es este: debe haber más en la vida cristiana que un enfoque en el que usted no

hace nada. La Biblia nunca enseña este enfoque. La Biblia simplemente no enseña que todo

lo que tiene que hacer en algún punto en su vida es rendirse. La Biblia no enseña eso en

absoluto. Hay muchos, muchos cristianos que han tratado, y tratado, y tratado interesado. Y

nunca olvidaré la ilustración de un hombre que me dijo que estaba en una Iglesia en donde

llamaban a la gente hacer esto y a hacer aquello. Y pasó al frente, ahí pasó y caminó por el

pasillo, se hincó en el frente del pasillo; y comenzó a orar y orar para rendirse y orar para

rendirse y orar para rendirse. Y el pastor lo vio en el medio de todo esto y finalmente le dijo:

“órelo hermano, ore por ello.” Y le dijo a todo el mundo en la audiencia que oraran por él. Y

finalmente, el hombre se levantó y dijo en voz alta ‘no puedo’. Y se salió por la parte de atrás.

Bueno, eso es mucha frustración. No sé qué estaban tratando de hacer, pero ese es el tipo de

frustración que viene cuando usted trata de rendirse y usted no entiende que hay otras cosas

involucradas.

Ahora, estoy de acuerdo que debemos depender del recurso de Dios. Estoy de acuerdo con

que debemos depender de la energía de Dios, del poder de Dios y de la fortaleza de Dios.

Pero no es bíblico pensar que lo único que hacemos es simplemente sentarnos ahí. Y

entonces, quizás algunas personas han tenido un problema con el énfasis que estoy haciendo

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en el compromiso, en la disciplina personal y en la vida cristiana, en sujetar su carne para la

fortaleza de Dios. Pero no debe tener problemas, porque eso es lo que la Biblia enseña.

Por ejemplo, versículo 10, regresemos a nuestro texto. Vea si usted encuentra ahí la palabra

rendir. Usted está en la batalla con el enemigo. “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en

el Señor, y en el poder de Su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis

estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y

carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de

este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por tanto, tomad

toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo,

estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la

coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo,

tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y

tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.”

Ahora, usted no lee nada ahí acerca de rendirse. Usted lee ahí acerca de disciplina. Usted lee

ahí acerca de compromiso. Esa es la idea. La vida cristiana es una guerra. Y si usted fuera a

Hebreos capítulo 12, descubriría que la vida cristiana es una carrera. Y si fuera a 1 Corintios 9

descubriría que la vida cristiana es una pelea. Debemos, como dice Tito 3:8, “ser cuidadosos

en aplicarnos a buenas obras.” Santiago 4, 1 Pedro 5, “debemos resistir al diablo”. Primera de

Corintios 9, “debemos golpear a nuestro cuerpo para sujetarlo”. Efesios, capítulo 5, “debemos

andar cuidadosamente.” Filipenses, capítulo 3, “debemos proseguir al premio del supremo

llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Segunda de Corintios 7:1, “debemos limpiarnos de toda

inmundicia de la carne perfeccionando la santidad en el temor de Dios.”

Ahora escuche, es demasiado simplista decir que todo lo que se necesita en la vida cristiana

es algún tipo de actitud en la que usted simplemente se desmaya y dice “muy bien, Dios, Tú

hazlo.” Eso es demasiado simple. Por un lado, eso es lo que están diciendo los quietistas. Y

se les opuso un grupo de llamado los pietistas que eran los legalistas diciendo “todo lo tiene

que hacer en la carne.” Y el equilibrio está en el medio. Sí, dependemos de la fuerza de Dios.

Sí, descansamos en Su poder. Sí, permanecemos en la vid. Sí, dependemos de un recurso

divino. Sí, no soy yo, sino Cristo; pero, por otro lado, debe haber en mente en la vida cristiana

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un nivel tremendo de compromiso. Un nivel de dominio propio y de disciplina personal. Debe

haber en la vida cristiana una dedicación de nuestras vidas diariamente a pelear contra

Satanás con toda la energía que tenemos. Es demasiado simple tan sólo decir “ríndete y eso

es todo”.

Permítame mostrarle el equilibrio al llevarlo a 2 Pedro capítulo 1. En 2 Pedro capítulo 1,

versículo 3 leemos esto: “como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos

han sido dadas por Su divino poder mediante el conocimiento de Aquel que nos llamó por Su

gloria y excelencia.” Ahora escuche esto, Dios nos ha llamado a gloria y virtud. Y para

equiparnos para eso Su poder divino nos ha dado todas las cosas que pertenecen a la vida y

a la piedad.

Escuche, como cristiano, usted no carece de ningún recurso necesario. Usted tiene todas las

cosas que pertenecen a la vida y a la piedad. ¿De dónde lo sacó? Mediante el conocimiento

de Él. Cuando usted un llegó a conocerlo en la salvación, Él le dio todo lo que necesita.

Entonces, el recurso divino está ahí. Él lo llama poder divino en el versículo 3. Tenemos poder

divino. Tenemos eso disponible.

Ahora, mediante ese poder divino, el versículo 4 dice: “por medio de las cuales nos ha dado

preciosas y grandísimas promesas.” Tremendas promesas. Tremendo poder. Y después, nos

volvemos participantes. Tenemos poder, promesa y participación de la naturaleza divina

misma.

Ahora, esta es la parte de Dios. Dios dice: “aquí está Mi poder, aquí está Mi promesa.

Participa de Mi naturaleza misma.” Es un recurso magnánimo tremendo para vivir la vida

cristiana.” ¿Acaso sólo decimos ‘amén y ahora sólo voy a rendirme a eso’? ‘Voy a dejar todo y

dejar a Dios. Voy a entregárselo todo a Jesús. No voy a hacer nada.’ ¡No! Porque usted llega

inmediatamente después de esto al versículo 5. Y el versículo 5 dice: “vosotros también,”

vosotros también, poniendo toda diligencia, trabaja. Sé diligente. Sé disciplinado. “Añadid a

vuestra fe, virtud, a la virtud, conocimiento, al conocimiento, dominio propio, al dominio propio,

paciencia, a la paciencia, piedad y, a la piedad, afecto fraternal y al afecto fraternal, amor.” En

otras palabras, tú concéntrate en trabajar. Y amados, eso no es tan simple como caminar por

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un pasillo y hacer un acto de rendición. Eso es parte de su vida. Debe haber un compromiso

con el Señorío de Cristo. Debe haber un reconocimiento de Su poder y recurso en su vida.

Pero no termina ahí. Comienza ahí.

En Romanos 6, hay un ceder de usted, sí. Hay un ceder de usted en Romanos 6. Pero

también hay un hacer morir o un matar de las obras de la carne. Entonces, no es tan simple

como eso. Y esa es la razón por la que no vacilamos en proclamar las verdades de Efesios 6.

Hay un equilibrio.

Regrese, si es tan amable, por un momento, a Filipenses capítulo 2. Y ahí volverá a ver el

equilibrio. Filipenses, capítulo 2, versículo 12: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis

obedecido, no en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos de

vuestra salvación con temor y temblor,” y la palabra obedecer es la palabra clave en el

versículo. Usted se ocupa de su salvación en una vida de obediencia porque el versículo 13

dice: “porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por Su buena

voluntad.” Usted tiene a Dios operando en usted Su voluntad. Y Él opera en su obediencia.

Esa es la idea. Dios opera en usted con Su voluntad. Usted lo opera mediante la obediencia.

Ahí está el equilibrio. Dios está operando y usted está operando.

Se observe Colosenses capítulo 1, versículo 29, quizás el versículo más claro en esto.

Colosenses 1:29 presenta de manera hermosa este equilibrio: “para lo cual también trabajo.

Esto es trabajo duro, luchando según la potencia de Él, la cual actúa poderosamente en mí.”

¿Lo ve? Yo trabajo y Dios trabaja. Esa es la razón por la que digo que es demasiado

simplista, simplemente estar tocando el tambor para el concepto de la rendición. Debe haber

un compromiso en mi vida con la disciplina personal, con la obediencia dirigente.

De hecho, si usted adopta la postura de ‘déjelo todo y dije a Dios,’ ¿qué es lo que usted hará

con todas las exhortaciones del Nuevo Testamento? ¿Qué significan? Si todo es el Señor,

entonces deberían haber sido dirigidas a Él, no a mí.

No, no. Hay un equilibrio entre ceder al Señorío de Cristo y una disciplina total y compromiso

en mi propia vida para seguir en obediencia. Ahora, en 2 Corintios, simplemente una palabra

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más que mostrarle, capítulo 6, versículo 4: “antes bien, nos recomendamos en todo,” todo lo

que queremos hacer es recomendarnos o demostrar que somos los ministros de Dios,

queremos que el mundo sepa “como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones,

en necesidades, en angustias; en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos,

en ayunos, en pureza, en ciencia, en longanimidad, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor

sincero, en palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia a diestra y a siniestra.”

Ahora, ¿nota algo maravilloso en esto? Hay una mezcla fenomenal de cosas. Paciencia, es

esa actitud personal. Tribulaciones, necesidades, angustias, azotes, cárceles, tumultos,

trabajos, desvelos, ayunos, pureza, ciencia, longanimidad, bondad. Todas esas son las cosas

que yo debo producir en mi vida. Pero debo atender a esas cosas. ¿Y cuál es la fuente? Por

el Espíritu Santo, en amor sincero, en palabra de verdad, la cual es la Biblia y por el poder de

Dios y por la armadura de justicia. Esas son las cosas que Dios nos da. La mezcla perfecta de

los dos. Entonces, dependemos de Dios si hacemos nuestro mejor esfuerzo. Ésa es la idea.

Ahora, regresemos a Efesios 6 con eso en mente. Lo que estoy tratando de decirles, amados,

es que Efesios 6 no contradice a la Biblia en ningún otro punto. Y la gente que quizás le ha

enseñado en su trasfondo que lo único que necesitaba hacer es rendirse no ha entendido el

punto. Hay mucho más en la vida cristiana que eso.

¿Sabe una cosa? Solían, de hecho, decir que la única manera en la que usted podía crecer

en la vida cristiana es mediante esa rendición total en donde usted no hace nada. Mientras

que la Biblia dice que usted crece al actuar de una manera obediente, en un compromiso de

disciplina personal con Jesucristo, que es un tema de esfuerzo diario. Usted no crece al no

hacer nada. Usted crece mediante el esfuerzo máximo.

Ahora, veamos la armadura nuevamente. Y entonces, no titubeamos el vestirnos de ella.

Espero que esto aclare el punto. Estamos en una batalla y esta batalla que debe ser ganada

demanda nuestro mayor esfuerzo. Y entonces, primero debemos tener el cinto de la Verdad y

después, la coraza de justicia y después el calzado del Evangelio de la paz. Y después, el

escudo de la fe. Y después, en el versículo 17, debemos tomar el yelmo de la salvación.

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Y ahí nos detuvimos la última vez. ¿Qué significa eso? ¿Qué el casco de la salvación? La

última vez le dijimos que eso no significa ser salvo. Escuche, usted no tendría el cinto de la

Verdad, y no tendría la coraza de justicia, y no tendría el calzado del Evangelio de la paz y no

tendría el escudo de la fe sino fuera salvo. Esta semana oí a un hombre hablando en la

televisión acerca de esto y él dijo que el casco de la salvación significa ser salvo. Eso no

significa ser salvo. Usted no es salvo en quinto lugar. En primer lugar, usted es salvo. Y como

dije la semana pasada, fuimos salvos en el capítulo 2. Éste es el capítulo 6. Y ya hemos sido

salvos por cuatro capítulos. El casco de la salvación es algo diferente que tan sólo el simple

acto de gracia salvadora. Ya estamos en el ejército. Eso da por sentado que ya somos salvos.

¿Qué es? Le dije que la salvación tiene tres dimensiones: pasada, presente y futura. Ahora

escuche: ésa es la única definición de la salvación que la Biblia comprende. No hay otro tipo

de salvación fuera de una salvación de tres dimensiones. Pasada, presente, futura. La Biblia

no conoce nada de una salvación que sólo es válida en el pasado. La Biblia no conoce nada

de una salvación es sólo es válida en el presente. La Biblia no conoce nada de una salvación

para la cual usted tiene que esperar para ver si usted la va a recibir en el futuro.

La Biblia sólo conoce una salvación de tres dimensiones: pasada, presente, futura. Hemos

sido salvos, estamos siendo salvos y seremos salvos. El pasado: justificación, lo cual resulta

en santificación y promete glorificación. La salvación sólo es vista bíblicamente en estos tres

términos. Todos reunidos en uno. El pasado, fuimos salvos de la paga del pecado. El

presente, estamos siendo salvos del poder del pecado. En el futuro, seremos salvos de la

presencia del pecado. Entonces, debe ver la salvación en esas tres dimensiones.

Ahora, la dimensión de la que Pablo habla específicamente aquí es la futura. El casco de la

salvación no es algo que tiene que ver con el pasado. No es algo que ni siquiera tiene que ver

con el presente, en un sentido. Es algo que tiene que ver con el futuro. Y eso es lo que él está

diciendo. Usted puede estar seguro de su salvación en el futuro. Y eso se convierte en una

protección en contra de la espada grande que Satanás usa.

La última vez le dije que él tiene una espada grande, ancha, la palabra griega es una

rhomphaia. Y tiene dos orillas. Una orilla es el desánimo y la otra orilla es la duda. Y Satanás

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quiere pegarle a usted con el desánimo y la duda. Y la protección que usted tiene es el casco

de la salvación. El yelmo de la salvación. Cuando usted se desanime, recuerde que está por

venir un día glorioso. Cuando usted se desanime, recuerde que está por venir una celebración

de victoria. Cuando usted se desanime y quiera cansarse de hacer el bien, recuerde que

usted va a cosechar si usted no desmaya. Recuerde que algún día, va a venir una

recompensa. Recuerde que vendrá un día de coronación. Algún día, Jesús lo va a enfrentar a

usted y le dirá: “bien, buen siervo y fiel.” Y recuerde que ese día está por venir. Y cuando

Satanás quiere pegarle con el desánimo porque en la batalla lo cansa, porque usted se cansa,

porque la lucha es interminable, recuerde que viene un día de victoria. Hay una meta final.

Hay una pistola al final. El reloj va a acabar y estaremos de frente cara a cara con Jesucristo

en ese momento glorioso.

Y entonces, así es el casco de la salvación. Confianza en el futuro, como Pablo lo llama en 1

de Tesalonicenses 5, el yelmo de la esperanza de la salvación. Pero el casco nos da la

fortaleza para continuar en el presente. Nos da la fortaleza para continuar en el presente aun

cuando las cosas se ponen difíciles. Hay una meta final, hay una recompensa gloriosa. Hay

un fin en mente. Viene un día de coronación. Habrá un momento en el que dejemos este velo

de lágrimas y entremos en la presencia de Jesucristo y nuestra carne sea hecha a un lado. Ya

no habrá más pecado, no habrá más lucha y no habrá más guerra y no habrá más batalla.

Viviremos en un universo glorioso nuevo. Está por venir y será disfrutado de manera plena en

base al nivel más elevado de compromiso ahora.

Entonces, lo que estamos diciendo es que cuando Satanás quiere afectarlo a usted con

desánimo en la batalla, reconozca que viene un día de victoria y no se rinda. Habiendo hecho

todo, esté firme.

Y traté de compartir con usted en la última vez que, si no hubiera un elemento futuro de la

salvación, las otras dos partes no tendrían sentido. Si yo fui salvo y estoy siendo salvo, pero

no hay futuro, ¿por qué seguiría haciendo esto? ¿Por qué debo pelear tan duro si no hay

futuro? Si no hay esperanza de una plenitud y un elemento final de salvación, ¿por qué hacer

todo este esfuerzo? Permítame ilustrarle esto en Primera de Corintios 15:32. Y esto es muy

apto a partir de la experiencia de Pablo. Pablo dice en este versículo, 1 Corintios 15:32: “si,

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según los hombres, o estrictamente de una manera humana, he peleado con bestias en

Éfeso, ¿de qué me sirve si los muertos no resucitan? Comamos y bebamos por que mañana

moriremos.” Escuche, si no hay futuro en esto, olvídelo. Si tengo que ir a Éfeso y la cosa se

pone tan difícil ahí, y la persecución es tan severa que tengo que pelear con bestias salvajes,

¿de qué me va a servir si no hay resurrección? ¿Qué tipo de salvación es ésta que no va a

ningún lugar? ¿Creen que me voy a jugar la vida por una multitud de animales salvajes?

¿Creen que voy a enfrentar a una multitud de paganos hostiles con el Evangelio de Cristo si

no hay resurrección, si no hay elemento futuro de salvación? Yo me rendiría en este

momento, tiraría la toalla y me iría. Y diría que se acabó. Ésa es la idea. Él está diciendo

“¿qué tipo de salvación sería si no tuviera un futuro?” No tendría poder en absoluto que me

hiciera pelear la batalla en la actualidad.

Observe 2 Corintios capítulo 4, versículo 6: “porque Dios quien mandó que de las tinieblas

resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones para iluminación del

conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.” Ahora, lo que ese versículo significa

es que Dios nos ha hecho luces en el mundo. Dios ha colocado a Cristo en nuestros

corazones para irradiarlo al mundo y, por lo tanto, versículo 7, tenemos este tesoro. ¿Cuál es

el tesoro? Es la luz de Dios en nuestras vidas. Tenemos estos vasos de barro, estos cuerpos.

Y la excelencia del poder es de Dios, no es de nosotros. Tenemos poder divino en la morada

de Cristo.

¿Y qué sucede? Muy bien, llevamos a Cristo al mundo. Tenemos el poder y la luz está ahí.

Salimos y ¿cuáles son los resultados? Versículo 8: “estamos atribulados en todo mas no

angustiados, en apuros. Mas no desesperados, perseguidos, mas no desamparados.

Derribados, pero no destruidos, llevando en el cuerpo siempre y por todas partes la muerte de

Jesús.” Versículo 11: “porque nosotros que vivimos siempre estamos entregados a muerte por

causa de Jesús.” Ahora vea eso, él dice: “así es como debemos ministrar por Cristo.” Una

gran carrera en que entrar, ¿verdad? Adondequiera que vamos hay aflicción, estamos

derribados, llevando en nuestro cuerpo la muerte del Señor, siempre al filo de la muerte,

alguien quiere quitarnos la vida. Así es como vivimos día tras día. Día tras día, confrontando a

un mundo hostil, impío. Usted podría preguntarle: “bueno, ¿por qué te molestas, Pablo? ¿Por

qué te molestas? El versículo 14 dice por qué se molesta. “Sabiendo que el que resucitó al

13

Señor Jesús a nosotros también nos resucitará con Jesús y nos presentará juntamente con

vosotros.”

Ahora escuche, lo que sostuvo a Pablo en el nivel de compromiso que tuvo fue que algún día

él sería resucitado a la gloria con Cristo, ¿se da cuenta? De tal manera que la dimensión

futura de la salvación se convierte en una fuerza poderosa al vivir la vida ahora. Oiga, ¿sabe

una cosa?, voy a estar cara a cara con Jesucristo algún día. Voy a estar cara a cara con un

registro de lo que he hecho para servirle. Y lo amo lo suficiente, tengo suficiente deseo como

para conocer la plenitud de la vida eterna y todo lo que puede darme, como para que yo

entregue todo lo que puedo dar mientras que Dios me dé aliento en este pequeño respiro de

lágrimas en esta pequeña vida que es sólo neblina que aparece por un poco de tiempo y se

desvanece. Quiero aprovechar al máximo estos pocos años para que pueda experimentar la

plenitud de la glorificación en la eternidad con Cristo para siempre. Y la razón por la que no

quiero cansarme en hacer el bien es porque sé que cosecharé una recompensa gloriosa si no

desmayo aquí. Ese es el caso de la salvación.

Entonces, cuando Satanás viene en contra de mí y quiere desanimarme y dice: “¿por qué no

dejas de predicar por un tiempo y descansas? Tómate un tiempo de descanso. Oh, no, no le

des tanto tiempo y dedicación al estudio, simplemente piensa en algunas cosas. Cuéntales

historias simpáticas, anécdotas. No notarán la diferencia. Simplemente, disfrútalo.” Y a veces

me afligen las cosas en las que yo inclusive trabajo duro y Satanás dice: “Oh, el ministerio es

muy desalentador, la gente no te valora. Tú sabes, la Iglesia no es como quieres que sea. O

no está haciendo las cosas que tú quieres que haga. Simplemente, date por vencido.” Y usted

aguanta ahí porque usted sabe que el día de coronación está por venir. Usted sabe que el día

de rendición de cuentas está por venir. Usted sabe que ese día en el cual usted será como

Jesucristo está por venir y usted hace su máximo esfuerzo porque es una certeza que ese día

está por venir.

Eso es lo que movió a Pablo. Eso es lo que debe motivarnos. Él dijo: “he peleado la buena

batalla, he terminado la carrera, he guardado la fe.” ¿Por qué Pablo? Porque me espera una

corona de justicia la cual el Señor, el juez justo, me dará mí y no sólo a mí sino también a los

que aman Su venida. Y lo hago porque se lo que está por venir. Y entonces, cuando Satanás

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viene con la espada de desánimo y la orilla del desánimo en contra de nuestras vidas, nos

aferramos y estamos protegidos por la confianza de que la salvación que Dios prometió va a

cumplirse.

Hay una segunda cosa y es que Satanás tiene otra orilla en su espada. No es desánimo, es

duda. Y quizás la duda es el desánimo definitivo. ¿Sabe usted que Satanás quiere que dude

de su salvación? Bueno, realmente es bueno en eso. La mayoría de la gente sufre de eso en

algún punto de su vida cristiana al principio. Ahora, si usted crece en el Señor y llega al punto

en el que quizás ya no duda, ninguno de nosotros es totalmente invulnerable a las tentaciones

de Satanás en ese punto. Pero Satanás quiere venir después de que usted acaba de hacer

algo que es pecaminoso y decirle: “tú no eres cristiano, no puedes ser cristiano, ¿por qué el

Señor te va a salvar? No eres lo suficientemente bueno. No mereces ser salvo. ¿Cómo sabes

que realmente lo tomaste de en serio cuando lo hiciste? Más vale que lo vuelvas a intentar a

ver si funciona mejor.” Satanás realmente ataca a la gente en esa área.

Y hay personas, como usted sabe, que van a ciertas iglesias en donde enseñan que usted

puede perder su salvación. Viven constantemente en el temor. La gente pregunta: “¿vives en

la seguridad eterna?” En un sentido, eso es lo que la Biblia está diciendo aquí. En lo que yo

no creo es en la inseguridad eterna. Pero hay algunas personas que viven en eso todo el

tiempo. Simplemente, viven en un estado constante de inseguridad. Y a algunas personas se

les dice que nunca sabrán si son salvos hasta que enfrenten al Señor. ¿Se puede imaginar

vivir así? Toda su vida pensando ¿voy a llegar p no voy a llegar? Oh, me estoy acercando…

¿Voy a llegar o no? ¡Qué existencia tan horrible! Eso no sería nada de “estas cosas os he

escrito para que vuestro gozo sea cumplido”. Usted tendría que decir que el Nuevo

Testamento tendría que decir “estas cosas os he escrito para que sean miserables”. No podría

ser feliz sabiendo que esto es como una adivinanza.

Después, hay otras personas que creen que cada vez que usted peca, usted pierde su

salvación. Nunca olvidaré a un hombre en la televisión en el canal 40, al cual le hicieron

algunas preguntas y alguien llamó y le dijo: “si pecas siendo cristiano y se te olvida confesarlo

antes del rapto, pecas, el rapto viene y no has tenido tiempo para confesar, ¿qué pasa?” Él

dijo: “te vas al infierno.” Ahora, ¿se puede imaginar vivir bajo ese tipo de temor?

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Satanás quiere que nosotros tengamos temor de que no tenemos salvación. Él quiere que

dudemos de la salvación. ¿Sabe por qué? Porque él quiere que dudemos de la promesa de

Dios. Él quiere que creamos que Dios no guarda Su palabra. Él quiere que creamos que la

salvación no es para siempre, que Dios no puede sostenernos. Él quiere que neguemos el

poder de Dios, que neguemos al recurso de Dios, que neguemos que Dios puede

sostenernos, que neguemos que Dios habla la verdad. Y todas estas cosas son negaciones

simples de esto.

Entonces, Satanás viene contra nosotros, nos hace dudar. ¿Cómo reaccionamos a esto? El

casco de la salvación es que, si usted tiene una salvación pasada, hermano, hermana, si

usted tiene una salvación pasada, usted también tiene una futura, ¿verdad? Porque no hay

otro tipo de salvación vista en la Biblia. No hay otro tipo. Pero la totalidad de lo que incluye

justificación, santificación, glorificación. A quien Él llamó, Él justificó. A quien Él justificó, Él

glorificó. Y no hay nadie que se pierda.

Ahora, permítame mostrarle esto a medida que regresamos en la Biblia a Juan, capítulo 6.

Sólo quiero que quede en claro este punto y después, lo dejó irse. Y entraremos en la espada

la próxima vez. Pero en Juan, capítulo 6, un pasaje muy, muy importante en el versículo 37.

“Todo lo que el Padre me da, vendrá a Mí. Y el que a Mí viene, no le echaré fuera.” Ahora, lo

que el Señor dice es que, si usted viene a Él, Él no lo va a echar afuera. Y no lo va a echar

significa bajo ninguna circunstancia. No hay circunstancia en la existencia del universo por la

cual Cristo deseche a alguien que viene a Él. Eso es lo que Él está diciendo. Si usted viene a

Él, bajo ninguna circunstancia, bajo ninguna condición, en ningún caso, Él lo va a echar fuera.

¿Por qué? Porque los únicos que vienen a Él son los que el Padre da, ¿se da cuenta?

Y si Dios le entrega a usted a Cristo, entonces usted tiene el decreto de Dios de la salvación

eterna. Y usted tiene la respuesta de Cristo a la salvación eterna y no hay manera de perder.

El Padre, entonces, simplemente para darle una ilustración de lo que Él está diciendo, el

Padre está recompensando al Hijo. El Hijo ha hecho bien al ir a la cruz y cumplir la redención.

Entonces, el Padre le da a Él regalos. Y los regalos son preciados. Son las almas de los

hombres. Usted y yo, que conocemos a Cristo, somos los regalos del Padre al Hijo, muestras

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del amor del Padre. Y el Padre ama tanto al Hijo que le entrega este tipo de regalos. Y de la

misma manera, el Hijo ama tanto al Padre que Él se aferra a esos regalos tan preciados. Todo

lo que el Padre le da, vendrá a Él. Y cuando vienen, bajo ninguna circunstancia los voy a

echar fuera. ¿Por qué? No es debido usted. No es debido a usted en absoluto. Usted ni

siquiera entra aquí en el escenario. Es porque el Hijo ama al Padre demasiado como para

perder a alguien que fue un regalo de amor del Padre al Hijo, ¿se da cuenta? Todo se

encierra en la Trinidad.

Ahora, observe el siguiente versículo, 38, “porque Yo descendí del cielo no para hacer Mi

voluntad, sino la voluntad del que me envió.” Este fue el plan del Padre desde siempre. El plan

entero del Padre fue redimir a algunas personas, entregárselas al Hijo y que el Hijo las

guardara. Ése es el plan entero. “Y esta es la voluntad del Padre que me envió.” ¿Cuál es Su

voluntad? “Que de todo lo que Él me ha dado, no pierda Yo a nadie, sino que lo resucite en el

día postrero.” ¿A cuántos pierde Jesús? A ninguno, a ninguno, a ninguno. No hay pérdida en

el decreto del Padre, el regalo al Hijo y la resolución del día postrero.

Entonces, usted tiene justificación, santificación, glorificación. Pasado, presente, futuro. Sin

pérdida. Entonces, la Biblia enseña que Dios tiene un concejo que no puede ser cambiado, un

llamado que no puede ser revocado. Una herencia que no puede ser contaminada. Un

cimiento que no puede ser quebrantado. Un sello que no puede ser sacudido. Una vida que

no puede perecer.

Ahora, pase a Juan 10, versículo 27 por un momento. Ahora, aquí hay siete hebras en la

cuerda que nos amarra eternamente a Cristo. Siete grandes razones por las que usted

mantiene la salvación. Siete verdades grandes. Número uno, versículo 27: “Mis ovejas.” Mis

ovejas. Deténgase ahí. ¿Usted es oveja de quién? Usted es la oveja de Cristo. Ahora

escuche, si usted en la oveja de Cristo, es el deber de Él como pastor cuidar de usted y

protegerlo a usted. Si Él lo pierde a usted, esto de hecho es una mancha, una falla en Su

capacidad como pastor. ¿Entendió eso? Si usted es Su oveja, y el pastor debe cuidar de las

ovejas, entonces el hecho de que alguien se pierda refleja la virtud y calidad del pastor.

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Hay una segunda hebra que nos amarra o liga a Cristo: “Mis ovejas oyen Mi voz y Yo las

conozco y me siguen.” Escuche, siguen a Cristo, Sus ovejas, sin excepción alguna. No van a

escuchar a extraños. Sólo lo escuchan a Él. Los cristianos verdaderos son entonces

guardados por el poder del gran pastor. Ésa es la hebra número uno.

En segundo lugar, seguirán. Eso es lo que Él dice: “seguirán.” Pueden tropezar en pecado,

pero estarán ahí.

En tercer lugar, versículo 28, “Yo les doy vida eterna”. Ahora, ¿la vida eterna cuánto tiempo

dura? Para siempre. Es vida eterna. Para hablar de ella como final es una contradicción en

términos. La vida eterna es eterna.

Entonces, estamos seguros por la naturaleza del Pastor. Estamos seguros por la naturaleza

del Pastor conforme siguen. Y estamos seguros por la definición misma del regalo de la vida

eterna. Es para siempre. Además, es un regalo. Y yo les doy vida eterna. Usted no hizo nada

para ganársela. Usted no puede hacer nada para guardarla. Es un regalo.

En quinto lugar, otra hebra que nos mantiene seguros con Cristo es que Él dice: “y nunca

perecerán.” Si un cristiano llegara a perecer, entonces Cristo no dijo la Verdad. Si Cristo no

dijo la Verdad, entonces deshágase de su Biblia, olvídese del cristianismo. Todo está

equivocado. Además, el cristianismo dice “y ninguno puede sacarlos de la mano de Mi Padre.”

No hay poder en el universo que sea más fuerte que Dios.

Y si Dios quiere mantenernos seguros, así va a ser. Nadie puede sacarnos de la mano del

Padre. Y, además, Él añade en el versículo 29: “Mi Padre que me las dio es mayor que todos

y nadie puede sacarlos de la mano de Mi Padre.” Observe el versículo 28, Él dice ‘Mi mano’.

Versículo 29, Él dice ‘la mano de Mi Padre’. Protección doble.

Ahora, lo que le estoy tratando de mostrarle en estos dos pasajes en Juan es que Jesús

mismo, por Sus propias palabras confirma el hecho de que una salvación pasada incluye una

futura también. La vida eterna es simplemente eso. Nunca perece, nunca falla. Nunca pierden

ninguna de ellas. Así es como Jesús habló de eso. No es sorprendente que cuando usted

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llega a Romanos 8, versículo 38, el apóstol Pablo dice: “por lo cual estoy persuadido de que ni

la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,

ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que

es en Cristo Jesús nuestro Señor.” Pablo está diciendo que no hay nada en el universo ahora

o en el futuro que jamás pueda separar a un creyente de Cristo.

En Filipenses, capítulo 1, versículo 6, dice: “estando persuadido de esto: que el que comenzó

en vosotros la buena obra, esa es la parte pasada de la salvación. Él la comenzó. “La

perfeccionará” ese es el presente, “hasta el día de Jesucristo.” Ese es el futuro. Los tres

elementos de la salvación se encuentran en el mismo versículo.

Y quiero cerrar nuestro estudio en esta mañana al pedirle que me acompaña al libro de Judas,

el penúltimo libro en el Nuevo Testamento. Y quiero compartir con usted simplemente dos

versículos aquí que son tremendamente poderosos. Permítame tan sólo decir esto a manera

de perspectiva general de Judas.

El libro de Judas trata con la apostasía o una partida de la fe. Está preocupado

primordialmente con la naturaleza vil de los falsos profetas y los falsos maestros. Habla en el

versículo 4 acerca de ciertas personas que se han infiltrado, básicamente ordenados para la

condenación, hombres impíos que han convertido la gracia de Dios en lujuria. Habla de

soñadores sucios en el versículo 8. Habla de profetas que profetizan por motivos de avaricia

en el versículo 11. Estas manchas, llamadas manchas en el versículo 12, nubes sin agua,

árboles sin fruto, doblemente muertos, arrancados por las raíces, olas salvajes del mar,

estrellas errantes para quienes está reservada la oscuridad de las tinieblas para siempre.

Murmuradores, quejumbrosos, simplemente seres impíos, sensuales, horrendos. Estos son

los apóstatas. Y aquí esta este pequeño grupo de cristianos, por así decirlo, en el medio de

una edad apóstata, no diferente de la nuestra en la actualidad. De hecho, estoy trabajando

ahora en un libro que se llama Cómo Sobrevivir en los Días de la Apostasía. Y está

básicamente basado en Judas.

Pero el concepto aquí es que, en medio de la enseñanza falsa, vil, mala, la corrupción de la

Iglesia, la corrupción del cimiento, por así decirlo. Hay un grupo pequeño de creyentes que

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podría estar pensando ‘hombre, realmente a lo mejor nos va a arrastrar esto. ¿Qué nos va a

suceder?’ Ven que todo va hacia abajo como nuestra sociedad con el liberalismo, la neo

ortodoxia y toda la basura que viene en el nombre del cristianismo que parece estarse

vendiendo por todos lados. Y nosotros preguntamos: ‘¿qué hay de nosotros? ¿Seremos

arrastrados por todo esto?’ Y entonces al comienzo de Judas, versículo 1 y al final de Judas,

versículos 24 y 25 Judas reitera el hecho de que no tenemos que temer. No importa qué tan

malo el día se ponga, no importa qué tan mal esté el mundo que nos rodea, Judas, siervo de

Jesucristo, hermano de Jacobo, a los llamados, santificados en Dios Padre y guardados en

Jesucristo.” Mejor traducido: “guardados por Jesucristo” en el caso dativo. Él dice en medio de

toda la corrupción que los rodea, han sido apartados por Dios y guardados por Jesucristo.

Tēreō es el verbo griego. Significa guardar, velar, mantener y preservar. Es inclusive usado

fuera de la Biblia para hablar de algo que es garantizado. Cuando usted fue salvado, a usted

se le dio una garantía.

La Biblia habla acerca del hecho de que se nos han dado la arras del Espíritu. Y las arras

significa un anillo de compromiso. Un enganche, una garantía. Cuando usted fue salvo, Dios

le dio a usted el Espíritu Santo como una garantía de que algún día usted será glorificado en

la presencia de Dios. Inclusive, en los tiempos más difíciles. ¿Sabe una cosa? Jesús oró:

“Padre, oro porque los guardes, a los que me has dado. Que los guardes del maligno.” En

Juan 17:11 y 15; y la oración de Jesús será respondida. El Padre guardará al creyente. Y eso

es lo que Él está diciendo ahí. Ustedes no sólo son santificados. Ustedes son guardados por

Jesucristo. Ése es el casco de la salvación.

No necesita escuchar las dudas de Satanás: ‘oh, más vale que te asegures que es un

cristiano para comenzar.’ Si usted está tambaleándose en ese punto, no puede tener ninguna

confianza. Si usted no tiene confianza alguna, número uno, quizás no sea cristiano en

absoluto. Pero número dos, quizás sea un cristiano que está siendo atacado severamente por

Satanás; y más vale que se ponga el casco de la salvación.

Pase al versículo 24 de Judas. Y aquí esta lo mismo de nuevo, nada más que con mayor

detalle. “Y Aquel que es poderoso para guardaros sin caída.” ¿No es eso maravilloso? La

palabra poderoso. Él es lo suficientemente poderoso para guardarlo de caer. No es nada más

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que Cristo no quiere que caiga, sino que Él tiene la capacidad de prevenirlo, ¿se da cuenta?

Él tiene la capacidad de prevenirlo. Y Él es poderoso para presentarlo sin mancha, amōmos,

sin mancha. Y, por cierto, amōmos se usa en 1 Pedro 1:18 y 19 para referirse a Cristo. Él

puede guardarlo de que usted tropiece. Guardarlo de caer y presentarlo tan puro como Cristo

es puro, algún día en la presencia de Dios Padre. Ése es el poder protector de Cristo.

Es una seguridad tremenda, tremenda. Y la palabra aquí, que está hablando de presentarlo

no es tēreō, la misma que la primera de guardarlo, sino que es phulassō lo cual significa

segura en el medio de un ataque. Entonces, sin importar lo que todas las huestes del infierno

le hagan a usted, Cristo es lo suficientemente poderoso como para guardarlo y presentarlo

amōmos, tan irreprensible como Jesucristo en la presencia de Dios. No es sorprendente que

el salmista dijera con confianza: “ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los

días de mi vida.” Él lo sabía. Y en últimas, moraré, ¿en dónde? En la casa de Jehová para

siempre.” Todos los días.

Como puede ver, él sabía que la salvación que Dios le dio era una salvación pasada, presente

y futura. Ciertamente, él dijo, el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida y

en últimas, moraré en la casa de Jehová todos los días. En 1 Tesalonicenses, capítulo 5,

versículo 23, Pablo dice en una bendición gloriosa: “Y el mismo Dios de paz os santifique por

completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la

venida de nuestro Señor Jesucristo.” Y me encanta esto, “fiel es el que os llama, el cual

también lo hará.” ¡Que cosa tan grande! Tan maravillosa.

Pablo dice en esta gran bendición, preservados, irreprensibles y fiel es el que os llama el cual

también lo hará. No. No aceptamos los ataques de duda que Satanás trae contra nosotros.

Nuestra armadura es la confianza de que nuestra salvación es futura así como también

presente y pasada. Y Cristo nos sostiene en el poder de Su propia mano. En Hebreos 6:16 al

19, la Biblia dice que hay dos cosas, dos cosas inmutables, dos cosas incambiables: la

promesa de Cristo y el juramento de Cristo que anclan el alma del creyente para siempre.

Hebreos 6:16 al 19.

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Y entonces, es esa confianza que nos hace defendernos en contra de los ataques de

Satanás. Amados, cuando él venga con desánimo, cuando él venga con duda, recuerde con

certeza que está por venir un día de gloria. Está por venir un día de victoria y pelee la buena

batalla, tenga confianza en la salvación que Dios le dio a usted. Y sepa que usted estará ahí

para el día de la coronación. Y en el himno maravilloso, el cimiento de la Iglesia, el escritor

dice: “en el medio de la tribulación y la aflicción y el tumulto de sus guerras, ella espera la

consumación de la paz para siempre, con la visión gloriosa de sus ojos anhelantes hasta que

sea entonces bendecida y la gran Iglesia victoriosa se vuelva la Iglesia descansando.” Algún

día vendrá el descanso. Pero no ahora. Estamos en la batalla. Tenemos que pelear la batalla.

El descanso viene más adelante cuando la victoria haya sido nuestra.

Otro himno, y usted lo conoce bien, dice: “estad por Cristo firmes. Estad por Cristo firmes. La

lucha no será larga. En el día de hoy, hay ruido de batalla, al día siguiente, la canción

victoriosa. Aquel que venciere, la corona de vida será suya. El Rey de gloria con él reinará

eternamente.” Y terminó con las palabras de John Bunyan, “ningún enemigo puede atemorizar

su Espíritu. Él sabe que al final la vida heredará. Él no tome lo que los hombres dicen. Él

trabajará día y noche para ser un soldado.” El querido John Bunyan fue arrojado a la cárcel de

Bedford; y ahí fue donde él determinó que pelearía y nunca se cansaría. Él no sentiría los

golpes del desánimo y la duda; y en esa época en la cárcel, él miró hacia adelante, hacia el

día en donde estaría con Jesucristo. Y en lo peor de las circunstancias, él produjo lo más

grandioso que jamás produjo en su vida, El Progreso del Peregrino. No se rinda, no deje que

Satanás lo haga víctima del desánimo y la duda, porque usted ganará al final. Mantenga el

casco puesto.

Oremos. Padre, Te damos gracias por nuestro tiempo en esta mañana. Habla a todos

nuestros corazones. Mientras que sus cabezas están inclinadas por tan sólo un momento, a

mi derecha en la parte de adelante, está nuestro cuarto de oración. Y quizás, mientras que

usted está meditando, quizás Dios lo está llamando a un compromiso de algún tipo. Quizás

usted no lo conoce a Cristo, quizás usted lo conoce, pero no está viviendo para Él. Quizás

usted está buscando una iglesia. Quizás usted tiene preguntas que necesitan respuesta. En

lugar de irse, después de que oremos en unos segundos, venga al frente a mi derecha, ahí en

las puertas dobles de madera y permita que un consejero ore con usted. Hay material gratuito,

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alguien con quien hablar, con quien orar. Su vida puede ser cambiada hoy. Lo estaremos

esperando aquí adelante y lo alentamos a que venga.

Padre, oramos para que Tú traigas a aquellos que quieres que vengan esta mañana. Y Señor,

trae en esta noche a aquellos que necesitan oír Tu palabra en el tema del divorcio también.

Gracias por este gran día, Señor. Ayúdanos a pelear la batalla fielmente para que la victoria

sea Tuya y la gloria y el honor Tuyos, en el nombre de Jesús. Amén. Que Dios los bendiga.

Disponible sobre el Internet en: www.gracia.org

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