koselleck, reinhart. los estratos del tiempo

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Los estratos del tiempo: estudios sobre la historia El nombre de Reinhart Kosclleek (G5rlitr., ] 923) se encuentra hoy estreehamente asociarlo a la escuela dc "historia de los conceptos" que él inició a de la 1960 junto con sus antiguos maestros -Otto Brunller y COll:r.C- y cristali:r.6 con la de tres diccionarios. A partir (1<:1 an{¡\isis dc las OClllTidas en <'lll.'io y significado di) los cOllCq,tos, ('sla cscllela propuso alllmbrar transformaciones históricas más vastas ck larga duración, y (,1 ¡';('Iltido (k la lllutación cultural que ,;(' I'mdujo ('nI n' 17S0 y I H:iO (Iwríodo (j1w para ](osdb·k marca la tic la IJlod"l"Ilidad). Por dd)ajo (k (an Inolllllllclltal ohra IIlla koría la histori" o llis/orih, a la dicho autor ddilH' C01l10 ulla "doctrina Ik las Ik posihilidad Ik historias". Los que aquí SI' son kóri('os lll;Í" cn los que Koscl1cck plasma la formulación miÍs siskrnátiea ha,.;tcl hoy dI' su rJis/oril.-. En dIos retoma Sil original IIl1a "crítica de la 1"<17.(')11 (1111 <l1I,;;ih;., ,;. l.:, dI' !,os¡i>ili,L,d di' 1,,<1:1 ('xperip/H:ia histórica), rtd"ol"llIlllúnd o l" fn;;·ci::!ml'll\I:. 1,,1 introdlJ("("iún ha l'Orrido a cargo d(' l'alli, qll(, 1"t"'ihitÍ SIl títlllo (k doctorado en la Universidad California en Bcrkcky. Al'tualnwnte es profesor dt' la {llIivCI"sidad d(' ()lIilm('s (' del CONICET. ('11 Argelltina. autor tI(: Giro lúzgiiís!i("() e III:s/orút in/e[e(,/lIal, Aporías. Tiempo, modernidad, historia. su;e/o, lzad(ln, ley y 1,(1 ill1wllóón de u/la!egi/imidad. Hazóny retórica ('/1 el !)('/lsamiell/o mexica/lo del siglo X IX. ISBN 84-493-1 139-X 46066 I 9 788449 311390 o- ..-. ,-¡. )000. S ""O O [IJ = O- )000. O [IJ [IJ O t;¡" Los estratos del tiempo: estudios sobre la historia Introducción de Elías Palti Paidós Le.E. ¡{J.A.B. 66 Pensamiento contemporáneo 66

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Introdución Estratos del tiempo

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  • Los estratos del tiempo: estudios sobre la historia

    El nombre de Reinhart Kosclleek (G5rlitr., ] 923) se encuentra hoy estreehamente asociarlo a la escuela dc "historia de los conceptos" (Bewi[f~geschicht('), que l inici a fin(~s de la d(~(~ada d(~ 1960 junto con sus antiguos maestros -Otto Brunller y Wcrn(~r COll:r.C- y cristali:r.6 con la c()nf(~c(~i(n de tres grand

  • o

  • PENSAMIENTO CONTEMPORNEO Coleccin dirigida por Manuel Cruz

    18. T. W. Adorno, Actualidad de la filosofa 19. T. Negri, Fin de siglo 20. D. Davidson, Mente, mundo y accin 21. E. Husserl, [l1ui{aclI7 Li la !cllolJ!cllologa 22. L. Wittgenstein, Lccciol/cs" COI71!i!I'.wciol7cS sohr" cstie{/, JSicologa )' crccllcia

    rcligiosll 23. R Carnal', /11fIobiogl'll(fa il/lc!cetllal 24. N. Bohhio, Igualdad y lihcr{ad 25. G. E. Moore, f',mavos ticos 26. E. Levinas, El Cllipo y elolm 27. W. Benjamn, La I17ctafica de la 1111'011/,,/ 28. E . .T unger y M,. Heidegger, I1cerca de/nihilis//lo 29. R. Dworkin, Eliea pril'ilc!il c :gllafital'is//Io po/m '>0. C. l~lylor, l.tI LrticLi de la {ZU{cl/l/cidlld 31. H. P\1tnl1lll, Las mil cllras del rcalis/llo 32. M. Blanchot, El pilSO (110) /l/11 tlll 33. P. Winch. Cl!/lIpl'el1dcr 111111 socied(/d )ri//lil/vli 14. J\. K"yr. 1)I'/IS"rlll ci{'IIc/;' 3'5. J. Derrida, 1;1 lCI/,~IIi1ic " las ill.llilllC!OI/Cljilosljficils 36. S. Weil, Rc/lexlr!l/cs so/J}'(' li/s Ci//lSilS de la lhcrlad v de la oprcs(J!l social 37. P. F StrawsOll, Uhe/,II/(! v /,CICII!IIIIII!O . 38. } 1. J\rendl, De la b/.I'lol'll! 1/ fa i/(c/ll .39. G. Vattil11o, Ms l/Ud de la Il7lcl'prc!acil/ 40. \V Benjamin, Personajes al('molles 41. G. Bntaille, Lo que entiel7do por sohcm/l{/ 42. M. FOllcault, De lcguaje)' litadtum 43. R Kosclleck y H. G. Gadamer. Historia y herl/lel1utica 44. C. G

  • Los textos del presente volumen se han extrado de :tl!itschichten. Publicado en alemn, en 2000, por Suhrkamp Verlag, Francfort

    Traduccin de Daniel Innerarity

    Cubierta de Mario Eskenazi

    La edicin del presente volumen ha contado con la ayuda del Goethe Institut e lnrer-Natiol1cs, Ronn

    Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizacin escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografa y el tratamiento informtico, y la distribucin de ejemplares de ella mediante alquiler o prstamo pblicos.

    2000 Suhrkamp Verlag 2001 de la traduccin, Daniel Innerarity 2001 de todas las ediciones en castellano

    Ediciones Paids Ibrica, S. A., Mariano Cub, 92 - 08021 Barcelona http://www.paidos.com e Instituto de Ciencias de la Educacin de la Universidad Autnoma de Barcelona 08913 Barcelona

    ISBN: 84-493 -113 9-X Depsito legal: B-41.855-2001

    Impreso en Novagrafik, S.L. Vvaldi,5 - 08110 Monteada i Reixac

    Impreso en Espaa - Printed in Spain

    SUMARIO

    INTRODUCCIN, Elas Jos Pall . . . . . . . . . . . . .. 9

    SOBRE LA ANTROPOLOGA DE LAS EXPERIENCIAS DEL TIEMPO HISTRICO

    Estratos del tiempo . . .......... .

    Cambio de experiencia y cambio de mtodo. Un apunte histrico-antropolgico

    Espacio e historia . . . . . . . . .

    ACONTECER TEMPORAL Y ESTRUCTURAS DE LA REPETICIN

    35

    43 93

    Continuidad y cambio en toda historia del tiempo presente. Observaciones histrico-conceptuales . 115

    Las esclusas del recuerdo y los estratos de la .. -f"" experiencia. El influjo de las dos guerras mundiales sobre la conciencia social . . . . . . . . . . . . . 13 5

    Fuentes de los textos ............. 155

  • INTRODUCCIN

    El nombre de Reinhart Koselleck (Grlitz, 1923) se encuen-tra hoy estrechamente asociado a la escuela de historia de los conceptos (Begrzff

  • 10 LOS ESTRATOS DEL TIEMPO: ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIA

    chichten)>>.2 sta determina dnde buscar las posibles continuida-des y rupturas en la historia conceptual; permite, en fin, discrimi-nar los diversos niveles de temporalidades relativas de la realidad social y sus interrelaciones. La misma, por lo tanto, no surge de la propia historia conceptual, sino que constituye su premisa, su a priori, y su eficacia reposa exclusivamente en la persuasin y con-sistencia de sus mismos postulados. Dicha perspectiva llevara a Koselleck a convertirse en el principal terico de la Bcp.,rzf/l'gcs-chichtc. En el manifiesto que publica en 1967 estableci las pautas fundamentales que habran de presidir la confeccin de los dic-cionarios antes mencionados.3 A ste siguieron luego una larga se-rie de artculos, cuyo ncleo fue reunido y publicado en 1979 en Futuro pasado,4 en los que define cul es el objeto yel sentido de la historia de conceptos. Los que aqu se presentan son textos te-ricos ms recientes de este autor, en los que plasma la formulacin ms sist~n:tica hasta hoy de su Historik. En ellos retoma su pro-yecto ongl11al de una crtica de la razn histrica, reformuln-dolo parcialmente. Las pginas que siguen intentan ofrecer al lec-tor el marco conceptual en el que cabe inscribir dichos textos trazar el horizonte ms general de ideas y problemticas sobre el que pivota su obra historiogrfica y permiten, en fin, comprender el sentido y objeto de sus reelaboraciones ltimas.

    2. Koselleck, Histrica y hermenutica, en Koselleck y Gadamer, ibd., pg. 70.

    3. Kosdleck, Richtlinien fr das Lexikon politisch-sozialer Begriffe der Neuzeit, Archiv fr Bcgrzffsgeschichte 11 (1967), pgs. 81-99. Koselleck define all su proyecto a partir de una serie de preguntas: Hasta qu punto era co-mn el uso del trmino? Su sentido era objeto de disputa? Cul era el espec-tro social de su uso? En qu contextos aparece? Con qu otros trminos apa-rece ligado, ya sea como su complemento o su opuesto? Quin usa el trmino, para qu propsitos, a quin se dirige? Por cunto tiempo estuvo en uso? Cul es el valor del trmino dentro de la estructura del lenguaje poltico y so-cial de la poca? Con qu otros trminos se superpone? Converge con el tiempo con otros trminos?.

    4. Koselleck, Vcrgangcne Zukunft. Zur Semantik geschichtlicher Zten, Francfort, Suhrkamp, 1979 (trad. cast.: Futuro pasado: para una semntica de los tt'empos histricos, Barcelona, Paids, 1993).

    INTRODUCCIN 11

    CONCEPTOS, NEOKANTISMO Y EXPERIENCIA

    . El. proyecto de analizar las condiciones de posibilidad de las hlstonas guarda an los ecos de las ideas dominantes en el mbito acadmico alemn en los aos de su formacin, fuertemente im-pregnadas de neokantismo. El trmino, de hecho, remite a Wilhelm Dilthey, quien a finales del siglo XIX y comienzos del siglo xx se

    ~ropuso completar la tarea iniciada por Kant mediante una cr-Uca de l~ razn histrica. En el lugar de la pregunta sobre cmo son pOSibles los juicios sintticos a priori encontraremos ahora la de cmo es posible un saber universalmente vlido del mundo histri~o a base de esto dado.5 Dicha reformulacin del concep-to kantiano supone una serie de desplazamientos fundamentales los que derivan de la naturaleza particular de su objeto. La revo~ lucin copernicana en las ciencias del espritu se traducira en lo-grar justificar cmo es posible fijar en conceptos estticos y recu-rrentes lo que es por esencia movilidad y cambio permanente (

  • 12 LOS ESTRATOS DEL TIEMPO: ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIA

    que tiene que reconstruirlo conceptualmente, esto es, abstracta-mente (lo que necesariamente conduce a una cosa en s inson-dable), el orientarse hacia la vivencia indica, por el contrario, un estar adentro (Innesein), una pura inmanencia.

    Lo radicru aqu, pues, es situarse en el plano del fenmeno pri-.. 1 . . re 1 1 . \ 1 J h' el' 1 mI'"" ,~: i

  • 14 LOS ESTRATOS DEL TIEMPO: ESTUDIOS SOBRE LA HiSTORIA

    Ahora bien el carcter creativo de la historia supone ganan-cias, pero tambin prdidas. Mucho antes que Husserl (quien s-lo en La crisis de las ciencias europeas'" tematizada el tpico), Dil-they seal la posibilidad del olvido, de quiebras en la me~nor~a colectiva, es decir, de que los contenidos ideales de la conCienCia no se encontrasen siempre disponibles a los sujetos. Sin embargo, para Dilthey, stos podran an reconstruirse a partir de los vesti-gios materiales ek una cultura. Y aqu encontramos el scgullch? as-pecto que distingue el concepto.de Dilthey del de H~sse~l: su Idea del carcter objetivo de los senudos, en tanto que cnstahzados en objetos culturale~. De esta idea nace la tra?icin .he:l~enutica contempornea. Esta se orienta a reconstrUIr los Significados se-dimentados en sus propias objetivaciones empricas, remontarse a partir de sus manifestaciones culturales a ~a conex~n anmica de base, las experiencias vivencia1es que les dieron ongen.

    d proyLlv ~:: ,'0'1 historia d lo:; con(,t'ptos de Koselleck retoma el pruycct,-, dilthf'y~no; ID aunque tamizado ya por el giro lingstico que produce uno de sus maestros, Hans:George Ga-damer. Como afirma ste en uno de los ensayos que lntegran Ver-dad y mtodo (su obra fundamental), La ~istori~ del conce~:o como filosofa (1970), el lenguaje es la pnmera 11lterpretaClon global del mundo [ .. .J el mundo es siempre un m~ndo interp~etado en el lenguaje. 11 Este mismo postulado subuende a la diS-tincin que establece Koselleck entre h.istoria d~ id.eas o ;

  • 16 LOS ESTl
  • 18 LOS ESTRATOS DEL TIEMPO: ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIA

    zacin).21 En ellos se encarna la contemporaneidad de lo no contemporneo (Gleichzeitigkeit der Ungleichzeitigen) , la nter-penetracin de presente, pasado y futuro, que es la que define la historicidad de nuestra existencia, la temporalidad del ser.

    Hasta aqu la teora historiogrfica de Koselleck slo despliega la idea de Gadamer de la centralidad del lenguaje en la articulacin de la experiencia histrica y la convierte en la base de un proyecto historiogrfico (

  • 20 LUS ESTl{ATOS DEL TlEMPO: E:;TUDIOS SOBRE LA HISTORIA

    Segn seala en la voz Geschichte (historia) que escribe pa-ra el primero de los diccionarios (y luego elabora en la serie de textos reunidos en Futuro pasado), las narrativas premodernas, ar-ticuladas dentro de los marcos del modelo ciceroniano de la his-tor llIagz'stra vitae, se fundaban en dos premisas. En primer lu-gar, tal ideal pedaggico de la historia supona necesariamente la iterabilidad de la misma (es decir, que las mismas situaciones b-sicas se repiten), puesto que slo as podran inferirse leyes gene-rales aplicables a toda poca histrica. De sta deriva, a su vez, su segunda caracterstica. El supuesto de la iterabilidad de los acon-tecimientos haca imposible la concepcin de la idea de una his-toria, en singular. Lo que existiran, en el contexto de esta pers-pectiva, son historias, en plural; es decir, situaciones, hechos y fenmenos especficos, que son los que eventualmente se repiten en otros tie111pOS, lugares y circunstancias, conservando, en lo cscnci;d, Sll misma esl ruClllra y sentido.

    I ,:1 ,'r:1 de Lts l':-;p!nr;lciu!ll's (qt\(' ;t!)\"l' el hmi/,olltc dc los etlro peos a la diversidad de las culturas existentes en el planeta) yel progreso tecnolgico desencadenan la crisis del concepto peda-ggico de la historia. Ambos fenmenos combinados proporcio-nan el sustrato histrico para la gestacin de la idea moderna del progreso. El tiempo poseera entonces una direccionalidad, lo que hara imposible la iterabilidad de la historia. El futuro ya no resultara legible en las experiencias del pasado. Se instalaba, en fin, una fisura entre espacio de experiencia y horizonte de ex-pectativas. Pero el hecho fundamental que precipit la quiebra definitiva del concepto de la hz'storia magistra vitae fue el estallido de la }{cvo1ucin de 1789. ~sta determin la emergencia de una nueva perspectiva histrica en la medida en que afirm lo que Ko-sdlcck defini como la idea de constructibilidad de la historia. El acontecimiento revolucionario gener una nueva conciencia res-pecto del carcter agencial subjetivo de la historia. La temporal-dad devena, de este modo, una dimensin inmanente, algo que los sujetos desencadenan con su mismo accionar. El concepto mo-derno de la historia nace, pues, de la combinacin de las ideas de progreso de la Ilustracin con la del carcter construido, de la mis-ma determinado por el acontecimiento revolucionario. Este se de-fine a partir de cuatro caractersticas fundamentales.

    TNTRODUCCl()N 21

    En primer lugar, aparece la idea de Historia como colectivo singular, como un sistema que engloba y unifica a las historias particulares. Como muestra Koselleck, la singularizacin de la His toria fue contempornea a la de otros conceptos histrico-polti-cos, como los de Libertad (que tom el lugar de las liberLades) , 1 us-licia (que reemplaza en el vocabulario de la poca a los derechos), gevolucz/m (que desplaz la idea de revoluciones), etc. La Historia (con maysculas) se convierte entonces en un concepto reflexivo, en sujeto y objeto de s misma (un en s y para SlJ.

    En segundo lugar, en la medida en que el tiernpo histrico se vuelve irreversible y creativo, es decir, que cobra la cualidad de generar experiencia, hace que sta, aplicada retrospectivamente, nos permita ver el pasado siempre de un modo distinto y renovado. Surge entonces la idea de la relatividad en la historia. El mismo progreso hace que los valores y principios con los que juzgamos el pasado se modifiquen necesariamente con el tiempo.

    En tercer lugar, Lt temporali~,\Cin de la historia permiti ubi-car en un orden secuencial la diversidad cultural que la expansin ultramarina haba revelado, situar diacrnicamentc aquello que aparece sincrnicamente. La nocin de progreso ofreca el pa-rmetro para establecer un antes y un despus, atribuir a cada fenmeno el momento propio al que correspondera en la lgica del desarrollo inmanente de la Historia. Nace, en fin, la idea de la coexistencia de infinidad de temporalidades relativas, la con-temporaneidad de lo no contemporneo (Gleichzeitigkeit der Un-gleichzeitigen ).

    Finalmente, la quiebra del antiguo modelo de la historia ma-gtra vitae obliga al pensamiento histrico a replegarse soore s mismo. En la medida en que la temporalizacin de las estructuras hist6ricas impide las generalizaciones y extrapolaciones entre pocas diversas, la idea de ley histrica slo puede referir ahora a las mismas formas vacas de la temporalidad, a las condiciones transhistricas del cambio. Slo las estructuras temporales, es decir, las estructuras inmanentes de las conexiones entre los acon-tecimientos pueden articular el espacio de experiencia histrico de forma inmanente al objeto.25 Es aqu donde Koselleck intro-

    25. Koselleck, Futuro pasado, pgs. 128-129.

  • 22 LOS ESTRATOS DEL TIEMPO: ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIA

    duce 10 que llama las metacategoras fundamen~ales que de~inen las formas propiamente histricas de la temporalIdad: espaclO de experiencia y horizonte de expectativas.~6 stas indican los di-versos modos posibles en que se pueden vlDcular el presente, el pasado y el futuro. El distanciamiento pr.ogresivo ent:e espacio de experiencia y ~~horizonte de expectativas determ111a la ace-leracin (J3cscbleunigung) del tiempo histrico, que es la marca caracterstica de ]a modernidad.

    Koselleck provee en estos escritos una muestra de la potencia-lidad de la historia de los conceptos para iluminar fenmenos y procesos histricos de larga duracin. La clave l:ima para ~llo l.a aporta, como vimos, su definicin de la emergencIa de la Hlstorza (la historia en s y para s) como la categora fundamental y la base a partir de la cual podrn configurarse todas las filosofas modernas de la historia. En definitiva, la modernidad nace, para Koselleck, junto con una forma particular de experimentar la temporalidad, con la experiencia vivida del cambio hi~trico, es d~cir, ~e qu~ los acontecimientos suelen frustrar las expectativas. HIstona SOCIal e historia conceptual (

  • 24 LOS ES'rHATOS DEL TIEMPO: ESTUDIOS SOBRE LA \lISTORIA

    LA MODERNIDAD Y LOS LMITES DE LA RAZN

    J(ritil~ ulld Kri.\'c, la tesis doctoral de Koselleck completada en 1954 y publicada en 19592k (sin duda, su obra fundamental y un clsico en la historiografa contempornea de ideas), ofrece el mar-co para comprender la gnesis y el sentido ltimo de su proyecto de una historia de los conceptos y, especialmente, la centralidad que tiene en l el perodo formativo de la modernidad o Sattel-zcit. Encontramos aqu la segunda de las vertientes (adems de la hermenutica gadameriana mencionada al comienzo) por las que Koselleck tamiz el proyecto diltheyano: cierta tradicin schmit-temu-heideggeriana que, an despus del final de la segunda gue-rra (y antes de su redescubrimiento en el resto de Europa), si-gui siendo sumamente influyente en el mbito univ~r,sitario alemn. Dicha tesis, que elabor en estrecha colaboraclOn con Car! Schmitt (quien no pudo dirigirlo por haber sido separado de la universidad debido a su pasada filiacin nazi), revela cmo su crtica de la razn histrica hunde sus races en una crtica de la razn, en general, y, en particular, de la modernidad.

    El objeto de la misma era, especficamente, analizar el tipo de dialctica que se establece entre el proceso de surgimiento de las filosofas modernas de la historia (en las que, como vimos, se plas-ma conceptualmente la idea moderna de progreso) y la crisis del sistema absolutista que acompaa la progresiva afirmacin del mundo burgus. Koselleck define esta dialctica en trminos de una secuencia interrelacionada de fenmenos: El absolutismo -dice- condiciona la gnesis de la Ilustracin. La Ilustracin condiciona la gnesis de la Revolucin. Entre estos dos principios

    1 b 29 se mueve, grosso modo, e presente tra aJo. Para Koselleck, las premisas de la crtica ilustrada que lleva-

    ra a la crisis y disolucin del Estado absolutista se encuentran, paradjicamente, en la propia estructura del absolutismo. Como es sabido, las guerras de religin del siglo XVII que se encuentran

    28. Koselleck, Kritik und Krise. Studie Ztlr Patbogcnese del' brgerlichen Wctl, Friburgo, Karl Alber, 1959 (trad. cast.: Crtica y crisis el1 el mundo h/lr' gu.\, Madrid, l\ialp, 1965).

    29. Ibd., pg. 17 de la trad. cast.

    INTRODUCCIN 25

    en su origen llevaron a la institucin de la instancia soberana co-mo un terreno neutral, desprovisto de toda ideologa particular, y al consecuente desdoblamiento entre las esferas de lo pblico y lo privado. lO Todas las consideraciones morales susta.ntivas que-daran entonces relegadas al mbito del foro interno del indivi-duo. Y esto tendr implicaciones histricas y conceptuales de lar-go alcance.

    Sin embargo, stas slo se haran manifiestas cuando el Estado absolutista lograse finalmente eliminar la causa que le dio origen y de la que tom su justificacin . .(las guerras de religin). Enton-ces el dualismo ilustrado revelara su verdadero sentido: la sepa-racin de la moral respecto de la poltica encarnada en el Est~ldo vaciara progresivamente a este ltimo de toda legitimidad. Este deja de aparecer como el garante para convertirse en el enemigo de la libertad. La crtica ilustrada entra as en la va por la que ha-bra de convertirse cn contracrtica. Pero para ello era nccesario que se encarnase en fuerzas indirectas que materializasen tal poder espiritual. Esto ocurre finalmente cuando el mundo burgus co-mienza a articular un mbito poltico propio (la sociedad civiD, al que instituye como poder moral opuesto al poder poltico del Estado. De este modo la crtica adquiere un carcter eminente-mente poltico, pero slo en la misma medida en que se descono-ce como tal. sta sucumbe entonces a su propia apariencia de neutralidad y se vuelve hipcrita: la invocacin de la Verdad ({mi-ca y universal) convierte a aqulla en un soberano que impera tan inexorablemente como la redime de toda responsabilidad deciso-ria, la descarga de culpabilidad. La mscara ele generalidad sirve as a la exacerbacin de las polarizaciones implcitas en losffuucos dualistas de la crtica ilustrada, la que ahora se ofrece como nica solucin a las contradicciones que ella misma haba producido. De este modo, legitima la guerra civil. El delirio especfico de la ra-zn filosfica -asegura KoseIleck- es precisamente esperar que

    30. En esta tesis Koselleck, de hecho, anticipa un concepto que luego sera desarrollado por Habermas, aunque ofrece una perspectiva del mismo opuesta a la de ste (y, en mi opinin, mucho ms compleja y sugerente). Sus versiones respectivas del surgimiento del pensamiento ilustrado sealan as un contra-punto interesante.

  • 26 LOS ESTRATOS DEL TIEMPO; ESTUDIOS SOBRE LA HISTORIA

    su bsqueda progresista de objetividad y neut~alidad pu:?a s~~ trasplantada sin el menor reparo al mundo hostil de la polttlca.

    La filosofa de la historia es la que en ltimo trmino proyecta ese Estado ideal en un tiempo utpico que, como tal, resulta siempre inalcanzable y siempre presente. La crtica se vuelve as por segunu ve", ~,:t::::,:",it'l i.~ espont~ncd~d 1.p:i~~ del aco.ntecer coincidira C011 su .J(,litic'1 inrlirpr'ta. La ehmmaclOn del Estado, eludida como decisin poltica (ste desaparecer por SI solo), encuentra con ello un doble reaseguro filosfico (en la Razn yen la Historia). La resolucin de la crisis entre moralidad y poltica se vuelve entonces inminente. El tribunal de la opinin, tras haber declarado su condena del Estado, encomienda a la Historia la eje-cucin de la sentencia (la que no tardara en realizarse).

    Las filosofas de la historia de la modernidad son, en defini-tiv,l, la forma ltima de la negacin de la poltica, la forma tpi-Cimente moderna de hacerlo. En este caso, la oclusin de la dimensin poltica de la accin intenci~nal se liga, par~dji.c,amente a la creencia moderna en la absoluta autodetermmaclOn del su/eto. La percepcin de la disponibilidad de la historia, q~e es el presupuesto de la tica, una vez que se in~~ribe en ~n d~Slgnio racional, libera al sujeto de su responsablhdad decIsorIa. Y una paradoja anloga se da en el campo de la representacin his-trica. La premisa para el conocimiento histri.co ya no es.la rep~tibilidad, que permite la prediccin racional, S1110 la propw malll-pulabilidad de los hechos que impide su iterabilidad. Cmo ;s posible una historia a priori?, se pregun~aba Kant, y re~p~ndIa: Cuando el propio adivino hace y orgamza los aconteCllTIIentos

    . / d 32 que pronostIco e antemano. . En su crtica de la modernidad, Koselleck retoma la tesIS de

    Karl Lwith (quien, en Mcaning in History,1' 1949, elabora la teo-ra originalmente formulada por Cad Schmitt de que los conceptos

    31. Koselleck, Crtica y crisis, pg. 206. 32. Kant, Der Streit der Fakultiiten (trad. cast.: El conflicto de las facultades,

    Buenos Aires, Losada, 1963), en Wcrke, VI, Darmstadt, 1964, pg. 351; citado por Koselleck, Futuro pasado, pgs. 257 -258.

    "Lwith, Mcaning in History, Chicago, University of Chicago Press, 1949 (trad. cast.: El sentido de la bistoria, Madrid, Aguilar, 1973).

    INTRODUCCIN 27

    polticos fundamentales son meras secularizaciones de motivos cristianos) que denuncia el mito de la modernidad como autofun-dacin soberana de la razn, 10 que lleva a negar sus propias pre-condiciones de emergencia. Sin embargo, an entonces insiste en la ruptura epocal que signific el arribo de la modernidad. En este punto sigue ms bien a Hans Blumenberg, quien, en Die Legitimi-tdt der Neuzeit. Emeuerte Ausgabe,'" discute la tesis de la seculari-zacin alegando que entre la modernidad y las pocas precedentes no existe continuidad alguna al nivel de los contenidos ideales. Las articulaciones entre los diversos perodos se sitan, para l, exclu-sivamente en el plano de las estructuras formales de la historia. 33

    As, a fin de salvar la idea de contingencia en la historia, el con-cepto histrico de Koselleck habra de moverse simultneamente en dos direcciones opuestas (lo que vuelve al mismo algo confuso). Al determinismo de las tradiciones y nociones heredadas, opone el carcter creativo de la accin subjetiva. Pero inversamente, a la

    ,,< Blumenberg, Die Legitimitiit der Neuzcit. Erneucrte Ausgahe (1966), Francfort, Suhrkamp, 1999.

    33. A fin de explicar la emergencia de la modernidad, Blumenberg desa-rrolla un modelo de posiciones y reocupaciones. Entre una poca y otra no habra continuidad entre contenidos ideales. Sin embargo, una vez establecida, la modernidad no podra eludir el llenar aquellas posiciones dejadas vacantes por la quiebra de las antiguas escatologas, esto es, abordar la pregunta por el sentido de la historia. Las filosofas de la historia del Idealismo seran el resul-tado de esta sohrecxpansin de la idea del progreso de la Ilustracin, una vez que sta se ve obligada a responder a preguntas que origInariamente no forma-ban parte de su horizonte de interrogacin. Toda la historia moderna oscilara entre los polos marcados por Kant y Hegel (los que, para Blumenber.~se en-contraran fuertemente connotados ticamente); vase Palti, Hans Blumenberg (I 920-1996). An Unencled Quest, pgs. 503-524 (trad. cit.). Como vimos, para Koselleck no resulta tan fcil desglosar las nociones ilustradas de progreso de las filosofas de la historia del idealismo (de all la peculiar cronologa que establece, que rene a ambas bajo un mismo horizonte temporal, Saltelzeit, el que, segn apuntamos, transcurre entre 1750 y 1850, con lo que atraviesa ambos perodos de la historia intelectual), que para Blumenberg representan, respectivamente, el costado legtimo de la modernidad de su sobreexpansin (

  • 28 LOS ESTRATOS DEL TIEMPO: ESTUD10S SOBRE LA HISTORIA

    ilusin de una autodeterminacin radical del sujeto, que conduce a otra forma de determinismo (el determinismo subjetivo), opone la existencia de estructuras objetivas de largo plazo que limitan el arco de actitudes y orientaciones histricamente disponibles a un sujeto dado.

    De acuerdo con lo visto hasta aqu, la contingencia en la historia se encontrara doblemente amenazada: por detrs, por la presin de las acciones precedentes, y por delante, por la constructibilidad del futuro. Amhas tienden a la determinabilidad y la previsibili-dad de la historia: una, eliminando el cambio; la otra, radicalizado ste haciendo del futuro una mera proyeccin de designios pre-sentes. En principio, Koselleck confrontara ambas tendencias mutuamente a fin de hacer concebible una forma de temporalidad centrada en la idea de contingencia. Pero esto hace surgir una nueva pregunta, sin alcanzar an tampoco a responder a la ante-rior. A la ,1ntcriormente planteada respecto de cmo es posible

    ,. 1 1 " .. 1 1 1 1 qlL (, ,)L}(~,' ,,, ,./ :WCIOll Illll:UClOl1

  • 30 LOS ESTRATOS DEL TIEMPO: ESTUDlOS SOBRE LA HISTORIA

    mas de la experiencia histrica. stas ya no se relacionan con nin-guna poca singular, sino con condiciones a priori de la inteligibi-lidad histrica; remiten, por lo tanto, al plano de las determina-ciones antropolgicas y, en ltima instancia, biolgicas. Como afirma en Cambio de experiencia y cambio de mtodo. Un apun-te histrico-antropolgico (1988), que se reproduce a continua-cin, Lo que hay que detectar son las condiciones antropolgicas de posibilidad de las experiencias L .. .l.l4 Este enfoque antropo-lgico-filosfico le permite definir tres metodologas histricas fundamentales, encarnadas respectivamente en Herdoto, Poli-bio y Tucdides, y que se repiten en los ms diversos contextos his-tricos y conceptuales. Cada una de ellas nace de las diversas for-mas humanas posibles de relacionarse con las estructuras de la temporalidad, las cuales hunden sus races en condiciones radica-das a lln nivel biolgico de la especie y expresan, a su vez, tres \llodos diferenciales de adqllisicin (y pb'dida) de conocimiento (

  • 32 LOS ESTRATOS DEL TIEMPO: ESTUDlOS SOBRE LA HISTORIA

    picas. La posibilidad de generalizacin en la historia no presupo-ne ni revela ya para l ningn contenido normativo, sino que re-presenta slo los moldes dentro de los cuales valores, normas y ac-titudes pueden eventualmente articularse. En definitiva, con este giro antropolgico, que lo devuelve a cierta ortodoxia kantiana, slo llevara a su conclusin la empresa diltheyana de una crtica de la razn histrica, es decir, el proyecto de definir las condicio-nes trascendentales de posibilidad del discurso histrico como tal, lo que supone cierta estabilidad formal transhistrica, salvando, al mismo tiempo, la nocin de contingencia, la posibilidad de lo im-previsible, sin lo cual, para l, no habra propiamente historia.

    El intento de conciliar ambas exigencias, en principio, contra-dictorias (inteligibilidad y contingencia en la historia) organiza el conjunto de escritos que aqu se presentan. En ellos Koselleck ;lplicI su modelo in(vrprctativn no slo al anlisis de la tradicin historiugrhca, sino LlmbiC'1l a Ull conjullto variado de fcmmc nos, que incluye las alteraciones histricas en las concepciones del espacio geogrfico o en la estatuaria monumental a los cados en guerra, buscando siempre trazar las condiciones metahistricas ms generales que se descubren al relacionar las transformaciones producidas en las formas de la experiencia histrica con los cam-bios observados en nuestros modos de representacin de las rea-lidades sociales. En lo que sigue el lector encontrar, pues, las de-rivas ltimas de un proyecto historiogrfico, de largo aliento, que, aunque como el mismo Koselleck reconoce, formula ms pregun-tas que las que l mismo puede alcanzar a responder, logra al me-nos arrancar las cuestiones histrico-epistemolgicas del plano puramente filosfico y combinar la reflexin histrica con la in-vestigacin emprica, buscando as alumbrar ambas recproca-mente.

    ELAS Jos PALTI Universidad Nacional de Quilmes, CONICET, Argentina

    l";~t()r" e historiografa, la realidad y su procesamiento consciente estn siem-pre coimplicados, ,,'-- ;,,~ific::,n recrrnr'lnlt'iltc, cin ser absolutamente derivable UI'" {le otro (vease p;;. 1 S de 'C,te volumen).

    SOBRE LA ANTROPOLOGA DE LAS EXPERIENCIAS

    DEL TIEMPO HISTRICO

  • ESTRATOS DEL TIEMPO

    Mi tema lleva por ttulo estratos del tiempo. He de advertir que, come historiador, no soy capaz de realizar afirmaciones fun-damentadas fsica o biolgicamente. Me muevo ms bien en el mbito de las metforas: los estratos del tiempo remiten a for-maciones geolgicas que alcanzan distintas dimensiones y pro-fundidades, y que se han modificado y diferenciado en el curso de la llamada historia geolgica con distintas velocidades. Utiliza-mos, por tanto, una metfora que nicamente tiene sentido a partir del siglo XVIII, una vez que la vieja historia naturalis fue tempora-lizada y, de este modo, historificada. Remitir a la historia humana, poltica y social, ya la estructura histrica permite separar analti-camente diferentes niveles temporales en los que se mueven las personas, se desarrollan los acontecimientos o se averiguan sus presupuestos de larga duracin.

    Los modos ms habituales en que los historiadores tratan el tiempo se agrupan en torno a dos polos. En uno de ellos el tiempo es representado linealmente, algo as como un hilo temporal, ya sea teleolgicamente o con un futuro abierto. En el otro, el tiempo es pensado como algo recurrente y circular. Este modelo, que tet1iati-za el retorno de lo mismo, suele apelar a los griegos, frente a los cuales judos y cristianos habran desarrollado el modelo lineal. Momigliano ya puso de manifiesto que esta oposicin est lastrada ideolgicamente.1 De ambos modelos se puede decir que son insu-ficientes pues toda secuencia histrica contiene tanto elementos li-neales como elementos recurrentes. Pero lo ms destacable es que

    1. Arnaldo Momigliano, Time in Anclent Historiography, en History ilnd Theory, 6, 1966, pgs. 1-23. Ms extensamente en A. M., 011 Pagans) ] clOs alld Christiam, Weslayen University Press, 1987.

  • 36 SOBRE LA ANTROPOLOGA DE LAS EXPERIENCIAS [",1

    la misma circularidad tambin puede pensarse teleolgicamente, puesto que el final del movimiento es el fin previsto en el principio, por lo que el crculo resulta ser una lnea que vu~lve sobre s misma.

    El intento que voy a llevar a cabo de descifrar los resultados histricos mediante la oferta terica de los estratos del tiempo se debe al inters por superar la oposicin de lo lineal y lo circular. Y es que los tiempos histricos constan de varios estrat:)s que remi-ten unos a otros y sin que se puedan separar del conjunto. Antes que nada, una referencia: ya Herder afirm decididamente, contra la determinacin apriorstica del tiempo por parte de Kant, que todo ser vivo tiene su propio tiempo y lleva en s mismo la medida del tiempo. y una observacin etimolgica que es orientadora pa-ra la historia: en griego historia significa inicialmente lo que en alemn denominamos experiencia. Hacer una experiencia quiere decir ir de aqu hacia all para experimentar algo; se trata al mismo tic1T1PO de un viaje de dcscuhrimiento.'' Pero nicamente a partir del informe sobre ese viaje y de la reflexin del informe sur-ue la historia como ciencia. Cuando hablemos en adelante de es-;ratos del tiempo, deber pensarse tambin en los hallazgos de la experiencia, descifrados analticamente en tres estratos.

    1

    El primer dato de experiencia cuando se pregunta ~~r el tiem-po en los procesos histricos es, por supuesto, la umcidad. Los acontecimientos son vividos en un primer momento como sor-prendentes e irreversibles, de lo que cualquiera tiene experiencia en su propia biografa. Pero lo mismo vale para conjuntos de ac-ciones cuyo desarrollo a lo largo de historias polticas o militares, o en sus implicaciones sociales y econmicas, es experimentado sin ms como sucesin de constelaciones nicas. Igualmente ocu-rre en cualquier mbito que sea tematizado histricamente. La historia de la relio-in conoce el caso ejemplar de la transforma-' cin de Saulo en Pablo; la historia poltica conoce el cambio de"

    ,', Koselleck juega aqu con la similitud en alemn de las palabras experi-mentar (erfabren) y viajar (jabreJl) , (N, del t.)

    ESTRATOS DEL TIEMPO 37

    1789 o, ms recientemente, el de 1989. Siempre se trata de cam-bios nicos que liberan los precedentes estancados. Lo mismo va-le ea ipso para aquellas victorias o derrotas militares que han mo-dificado esencialmente su constelacin de partida. Lo mismo vale para las crisis econmicas y para los descubrimientos de la tcni-ca o la historia industrial, cuyas innovaciones nicas han produci-do consecuencias irreversibles. Por eso las sucesiones nicas vin-culadas con acontecimientos pueden ser enumeradas linealmente y sobre dicha lnea cabe registrar todas las innovaciones. El pro-greso es pensable y posible porque el tiempo, en la medida en que discurre como sucesin de acontecimientos nicos, tambin libe-ra innovaciones que pueden interpretarse progresivamente.

    II

    Pero ~sta unicidad es slo la mitad d~ la verdad, ya que toda la historia descansa al mismo tiempo sobre estructuras de repeticin que no se agotan en la unicidad. Tomemos el ejemplo banal de un cartero que viene una maana y nos trae la noticia de la muerte de un pariente cercano. Puede que uno est afectado o que tal vez se alegre de ello. En cualquier caso es un suceso nico el que se nos co-munica por medio de dicha carta. Pero el hecho de que el cartero llegue por la marrana a una hora fija es un acontecimiento recurren-te, posibilitado cada ao por el presupuesto de la administracin postal ordinaria. El cartero vuelve a aparecer regularmente cada maana para llevar noticias nicas. Lo mismo vale para las redes de trfico y los procedimientos de comunicacin. Tambin el h~cho de que esteqIos congregados aqu (en el lugar del congreso), legue-mos al mismo tiempo o en el momento oportuno, se debe a los ho-rarios de los ferrocarriles que garantizan procesos recurrentes sobre los rales. Sin retorno de lo mismo -al menos de lo anlogo en la planificacin- y sin organizacin es imposible realizar aconteci-mientos nicos (como nuestra reunin). Aparentemente se trata de procesos evidentes, ordinarios, pero hay todava ms pruebas radi-cales en favor de la recurrencia como presupuesto de la unicidad.

    Tomemos el caso de la relacin entre el hablar y el lenguaje. Quien quiere expresar algo, para hacerse entender, lo primero

  • 38 JOBRE LA ANTROPOLOGA DE LAS EXPERIENCIAS [ ... 1

    que hace es servirse d~llen~uaje sa?ido, cuyo co~oc~ient? pre-supone en el oyente; solo aSI es posIble la comUnlCaclOn .. E mclu-so quien trata de decir algo nu~vo debe hacer comprensl~l~ todo lo que quiere decir en el lenguaJe da~o. P~ra ~ue.~n .acto UUlCO de habla sea comprensible, todo el patnmonlo lmgU1~t1~o ha de per-manecer a disposicin como algo dado. Los acto~ umcos de habl.a se apoyan por tanto en la recurrencia del lenguaje, que es a~t~ahzado una y otra vez en el momento de hablar y que se mO(~lftca a s mismo lentamente, tambin cuando irrumpe en el lenguaje algo completamente nuevo. .

    Lo mismo vale, por mencionar otro ejemplo, para la relac1n de las leyes con la justicia. Las leyes deben ser formuladas. de mo-do tan general que puedan aplicar.se .repetidament,e. Es posl~l~ que todos los casos particulares se dIstmgan entre ~I en su uUlcIda~, mas para la aplicacin de las leyes a los casos partlculare~ ha d~ ex~girse un mnimo de recurrencia de modo q:lc s.c .garantice la JUSU-cia. Esto significa que todas las teoras de la justiC1a d.esca?~an en la relativa duracin de los textos legales y en su reaphcablhdad. Lo mismo vale en la teologa y en la iglesia para los .ritos y las no:n:~s, que solamente ofrecen garantas de verdad graclas a su.repeuclon.

    Hasta aqu los ejemplos. Fenmenos de recurrenCla, que ase-guran las condiciones de la posible unic~dad, se encuentran en ~~dos los mbitos de la vida. Pero enseguIda se hace notar una dlfl-cultad: cuando alguien pregunta si, y cmo, se modifi~~n a su ~~z dichas estructuras de repeticin. A la luz de esta cuesuon tamb~e~ las estructuras de la repeticin adquieren el carcter de la untCl-dad: en la medida en que se muestran como modifica~les. Aqu aparece aquel fenmeno que hace de la histo:ia algo, t~n mteresan-te: no solamente los acontecimientos repentmos y umcos lleva:: a cabo modificaciones; tambin las estructuras de larga d,-:r~~lOn -que parecen estticas pero ~ue tambin ca;nbian-- poslblhtan las modificaciones. La ganancla de una teona de los estra.tos del tiempo consiste por tanto en poder m~~ir dist~n~as velocldades, aceleraciones o demoras, y hacer as vls1bles d1stmtos modos de cambio que ponen de manifiesto una ~ran complejidad tempor~1.

    Un caso que ha sido con frecuenc1a tematlz.ado es el, camblO de 1989. La Repblica Democrtica Alemana s~ incorporo ~or: re-lativa rapidez a la vieja Repblica Federal mediante procedlm1en-

    ESTRATOS DEL TiEMPO )';1

    tos que fueron polmicos pero que, desde el punto de vista polti-co, hicieron de la antigua RDA una parte poltica indisociable de la nueva Repblica Federal. La historia constitucional-entendi-da como una historia de los acontecimientos cumplidos- no de-ja lugar a dudas. Pero esto no vale ciertamente si se pregunta por las condiciones econmicas y la mentalidad de los antiguos ciuda-danos de la Repblica Democrtica. El acto poltico, que en un ao y con una asombrosa pericia diplomtica result ser irrever-sible, fue incapaz de modificar inmediatamente las condiciones econmicas y menos an las actitudes mentales de los que viven en aquel territorio. Las dificultades de adaptacin socioecon-9ica no pueden resolverse directamente mediante la poltica. Unicamente pueden remediarse por cambios de comportamiento o aclimataciones o por un acompasamiento de las poblaciones oriental y occidental, lo que evidentemente requiere un plazo de tiempo mayor que media generacin. Cualquier investigacin em-prica exige aqu, al menos implcitamente, una teora del tiempo que trabaje con varios estratos.

    Hasta ahora hemos hahlado de procesos nicos y de las es- i tructuras de repeticin, sin las que no son posibles los procesos } nicos. Los diferentes estratos del tiempo fueron referidos a la ex- \ t periencia acumulada de individuos o de generaciones contempo-rneas. ExamineJIlos ms detenidamente esta relacin. La unici-dad de una serie de acontecimientos se encuentra empricamente all donde se vivencia una sorpresa. Experimentar una sorpresa significa que algo sucede de distinta manera de como se haba pensado. Las cosas suceden de otra manera y, adems, distinta de lo que se pensaba (Wilhelm Busch). De repente se est ante un novum, es decir, ante un minimum temporal que se genera-en-tre el antes y el despus. El continuo que une la experiencia ante-rior y la expectativa de lo que vendr se rompe y debe constituir-se nuevamente. Es este mnimo temporal del antes y el despus irreversibles el que introduce las sorpresas en nosotros. Por eso intentamos una y otra vez interpretarlas. El gremio de los histo-riadores no pregunta slo por lo que ocurri en su unicidad, sino tambin cmo pudo suceder. En esta medida busca los motivos, cuya fuerza probatoria reside en su repetibilidad. La unicidad s-lo puede ser hecha plausible por motivos cuando stos se repiten.

  • 40 SOBRE LA ANTROPOLOGA DE LAS EXPERIENCIAS [ ... ]

    El conocimiento de estos motivos 10 acreditamos con expresiones como: Esto 10 poda haber sabido antes,

  • 42 SOBRE LA ANTROPOLOGA DE LAS EXPERIENCIAS [ ... ]

    generaciones presentes. Todas las unidades de la.exp.eriencia con-tienen un mnimo de necesidad de trascendencIa: sm ella no ha-bra ninguna explicacin ltima -todo lo pro~isio~al que pueda

    t ser esto ltimo- y sin ella no podra convertirse nmguna expe-~~

    '. riencia en ciencia. Lo que el lenguaje cotidiano su~le defi?ir como .de largo, .m:-

    dio o corto plazo exige una compleja teona de .los tiempos ~Istoricos. La oferta de los diferentes estratos del tiempo permIte ~ematizar distintas velocidades de cambio sin caer en la alternativa ficticia entre cursos temporales lineales o ficticios. 2

    2. Tras esta conferencia tuve conocimiento del libro de Friedrich Cramer, Der Zeitbaum. Grundlegung einer allgemeinen Zeittheorie, Francf~rt del.t:Ie?~/ Leipzig, 1993. Sus tesis coinciden en cuanto a su alcance con las. Ideas h,st?tl-ca-antropolgicas aqu expuestas, pero tanto desde el punto de vls~a de l~ C1~~ca natural como de la historia de la cien ca tienen una mayor amplItud y Justifi-cacin emprica.

    CAMBIO DE EXPERIENCIA Y CAMBIO DE MTODO.

    UN APUNTE HISTRICO-ANTROPOLGICO

    Lo que es buscado, encontrado y expuesto como verdad his-trica nunca depende slo de las experiencias que hace un histo-riador y mucho menos de los mtodos que emplea. Por supuesto que para crear una obra histrica se necesita tanto experiencia co-mo mtodo. Determinar su relacin es, no obstante, algo difcil, pues, en primer lugar, se ha modificado en el curso de la historia y, en segundo lugar, no hay hasta ahora ni una historia antropol-gicamente fundamentada ni una historia omniabarcante de los mtodos histricos. I El presente ensayo ha de ser entendido por tanto como una propuesta que plantea ms preguntas que res-puestas puede proporcionar.

    1. PRELIMINAR SEMNTICO

    En uno de sus ms bellos artculos nos ilustra J acob Grimm acerca de la significacin y el cambio de significacin de experi-mentar y experiencia. Subraya en primer lugar el contenido activo, abiertamente procesual, que inicialmente tenan estas15a-labras. Experiencia significaba principalmente reconocimiento, investigacin, examen. De este modo el antiguo sentido de la pa-

    l. Eduard Fueter, Geschichte der neueren Historiographie, Munich/Berln, 1936, reimpresin en Nueva York, 1969, trata la evolucin metodolgica como parte de la historiografa sin separar exactamente la retrica y la metodologa; Jerzy Topolski, Methodology ofHistory, Dordrecht/Boston, 1976 (trad. ingl. del original polaco, Varsovia, 1973) (trad. cast.: Metodologa de la historia, Madrid, Ctedra, 1985), es un libro con empeo sistemtico y perspectivas histricas que incluye premisas tericas como elementos implcitos de una teora del mtodo.

  • 44 SOBRE LA ANTROPOLOGA DE LAS EXPERIENCIAS [ ... ]

    labra se situaba en las cercanas del griego historein que -ade-ms de la narracin secundaria- inclua reconocer e investi-gar. Por lo que se refiere al objeto aludido y a su investigacin, experiencia converga con historia e incluso con el mtodo histrico, en la medida en que se pensaba al mismo tiempo en el desarrollo de la investigacin y el examen. De este modo, el ex-perimentado es un pensamiento que se dirige hacia donde debe investigar.2 Tener experiencia significa investigar. Pero J acob Grimm registra tambin para la modernidad un desplazamiento -por no decir una especificacin- del concepto de experiencia. Una significacin ms pasiva, receptiva, se abre paso: De la signi-ficacin originaria del experimentar se diferencia hoy casi siempre el mero percibir las cosas, sin que haya precedido un movimiento y una investigacin. 1 Por eso tambin la experiencia, entendida como el resultado de la experimentacin activa, poda ser despla-zada por la nocin neutralizada de experiencia.

    As pues, en el curso de la primera modernidad la experiencia fue desprovista de su dimensin activa encaminada a la investiga-cin y desprovista del itinerario metdico de la indagacin. Aunque Grimm nicamente cita fuentes literarias o teolgicas, en el lenguaje coloquial se pone de manifiesto un estrechamiento que limita la experiencia a la percepcin sensible, a la presencia. Lo experimentado es lo real y est en oposicin a lo meramen-te pensado.4 Desde el punto de vista de la historia del lenguaje, se separan dos actividades que antes eran mencionadas con un solo trmino: la experiencia como experiencia de la realidad vivi-

    i da y la actividad intelectual en el sentido de la investigacin his-tr,";ca oremoderna. Lo bueno y lo malo como nos ha corres-

    pondid~ -tamL~~il a e:.;to hace referencia desde el siglo XVIII el cow'''Jto de experieucia, que ya no incluye el proceso de recono-cimiento e investigacin, los mtodos como guas del conoci-miento-o Grimm lamenta esta especificacin, que en el mbito de habla germnica prefigura el permanente desafo del histori-

    2. Jacob y Wilhelm Grimm, Deutsches Worterbuch, Leipzig, 1862, reim-presin en Munich, 1984, tomo 3, pg, 789.

    3. Ibd., pg. 790. 4. Ibd., pg. 790.

    CAMBro DE EXPERIENCIA Y CAMBIO DE MTODO [ ... ] 45

    cismo: cmo se relacionan la vida y la historia como ciencia. Con ~a,s ~oderadas pala.br~s d~l viejo J acob Grimm: Tiene que ser dlftc~~ no o?stante ~IsttngUlr en todo investigacin y ciencia, percepClOn actIva y paSIVa.'

    y ~r~mm tena razn. Buscaba salvar la unidad omniabarcan-te d~l VIeJO conce~to de experiencia, puesto que la experiencia re-cept1:~ de la realIdad y la investigacin de esa realidad vivida se cOndICl~?an mU,t~amente, son inseparables. Se rebelaba contra la separaClOn a~~htIca de l~ percepcin sensible, del ver y del or, frent,e a la actlV:dad conSCIente del reconocer y del investigar, que ya Her~doto h~bla elevado al concepto de historia y para lo que el alema~ ofrecta el de experiencia, activa y pasiva al mismo tiempo.

    Mas asombroso es queJacob Grimm despachara las definicio-~~s de ~ant como exp:esio~es tcnicas que equivalan a empi-lla. Y es q~l,e Kant habIa articulado los conceptos ya diferenciados de p~'r~'epClon, experiencia y juicio de tal modo que la experiencia y el J~ICIO ,no er~lt1 posibles sin la percepcin sensible. Como el ~rop~o Gnmm cita: Si se adelanta un juicio antes de que la expe-nenCIa pueda surgIr de la percepcin, la intuicin dada debe ser subsumida bajo un concepto,6

    Pe.se .a que sus definiciones tenan como punto de partida el con.ocl!~l1ento de la naturaleza, Kant devolvi al concepto de ex-pen~nC1a, desde el punto de vista puramente semntico, su vieja ple~lt~d, a sa~er, la ~e s~: tan~o receptiva como activa, englobar co-nOCll~lent? e mV~St1gaC1on. lodo conocimiento comenzara con la expenenCIa, deoa Kant, pero la experiencia est referida por su parte a la formacin del juicio, a los conceptos, para poder hacerse.7

    5. Ibd., pg. 794. 6. Ibd., pg. 793. 7. ~esd~ el punto de vista emprico-prctico, llega incluso Kant a definir

    las expenenCJas como juicios que tienen que ser continuamente acreditados por el ensayo y la confirmac~n (Kant, Werke, en Wilhelm Weischedel (comp.), tomo 6, Darmsta~t, ~ 964, pago 424; Antropologa, Madrid, Alianza, 1991, parte 1, 6). Par~ la semantlca del concepto de experiencia en Kant sigue siendo til R:ldolf Elsler, Kant-Lexikol7, Berln, 1930, reimpresin en Hildesheim, 1964, pags: 123 -I? 1.. Sobre la relacin entre historia y experiencia en la primera mo-derl11dad.~ease A~no Seifert, Cognitio Htorica. Die Geschichte als Nall1engche-rtn der jruhneuzelttlchen Empirie, Berln, 1976. .

  • 46 SOBRE LA ANTROPOLOGA DE LAS EXPERIENClAS [, .. 1

    El doble sentido -desde el punto de vista de la teora de la ciencia- del concepto kantiano de experiencia, que remite tanto a la realidad como a su conocimiento, encuentra una sorprenden-te analoga en el nuevo concepto de historia que se configur al mismo tiempo. Desde aproximadamente 1780 el concepto de his-toria (Geschichte), que hasta entonces slo aluda al acontecer, ab-sorbe al correspondiente concepto de historia (Historie). Desde entonces, en el lenguaje ordinario hay un nico concepto comn tanto para la realidad experimentada como para su conocimiento cientfico: la Geschichte. Puesto en relacin con la interpretacin de Grimm acerca del viejo concepto de experiencia, podra decir-se que el concepto moderno de experiencia ha asumido aquella unidad de la experiencia, al significar tanto el conocimiento de la realidad a travs de los sentidos como su investigacin. En este senl ido, el concepto moderno de historia ha incluido en s la vieja c~perienc

  • 48 SOBRE LA ANTROPOLOGA DE LAS EXPERIENCIAS [ ... ]

    toria semejante vive de sus grandes descubridores: de Herdoto como padre de la historiografa, de Tucdides como descubridor del mundo poltico, de san Agustn como fundador de una his-toria de la salvacin gobernada por Dios, quiz de Niebuhr como el maestro de los mtodos filolgicos que permiten comprender un pasado que se ha vuelto extrao, de los escoceses hasta Max Weber pasando por Marx para explicar la historia a partir de sus condiciones sociales. Esta lista un tanto caprichosa podra comple-tarse para caracterizar aquel progreso irreversible que sin duda existe y que es inmanente al mtodo.

    La segunda posibilidad consistira en derivar el cambio de m-todo del cambio de experiencia precedente. Es fcilmente veri-ficable la hiptesis de que cambios comprobables en el mbito social o poltico coinciden con innovaciones metodolgicas. Ex-l1l'ricncias concretas plantean preguntas nuevas y las preguntas nuevas provocan nuevos caminos de investigacin. Una argumen-tacin de este tipo puede pretender siempre plausibilidad. Pero igualmente ocurre que a partir de nuevos mtodos se deducen nuevas experiencias, porque en ltima instancia se trata de una circularidad sociocientfica indiscutible.

    Ambos principios cientficos poseen una evidencia interna. En un caso se tematizara el progreso del conocimiento que es meto-dolgicamente asegurado y que se impulsa a s mismo o que es im-pulsado por los grandes innovadores. En el otro caso se buscara en primer lugar el cambio de la experiencia histrica, que tambin lo hay indudablemente y que ha conducido a la configuracin de nuevos mtodos. Ambos procedimientos trabajan con fundamen-taciones ltimas hipotticas que como tales no son cuestionables, pero que son tan unilaterales y arbitrarias como por ejemplo la re-duccin alternativa de un cambio de mtodo a factores internos o a factores externos.

    El presente ensayo no aspira a conseguir fundamentaciones l-timas. Se intentar ms bien -mediante diferenciaciones antropo-lgicas en el concepto de experiencia y en el concepto de mtodo-posibilitar la articulacin entre ambos, establecer correlaciones que se apoyan en la premisa de que historia e historiografa, la realidad y su procesamiento consciente estn siempre coimplicados, se justi-fican recprocamente, sin ser absolutamente derivable uno de otro.

    CAMBIO DE EXPERIENCIA Y CAMBIO DE MTODO [ ... ] 49

    . La.s siguientes consideraciones se sirven por tanto de hiptesis hlstflco-antropolgicas8 que tratan de iluminar la articulacin

    e?t~e los modos de experiencia histrica y la adquisicin de cono-C!mlento hi.st.oriogrfico .. Cuando irrumpen nuevas historiogra-flas o se ongman determmados mtodos, este aspecto gentico permanece como algo secundario. La intencin apunta ms bien en una direccin sistemtica. Lo que hay que d.:tectar son las COl1-di~i~n.~s antropolgicas de posibilidad de las experiencias y su ad-qU1~lclon metodolgica. Pero dado que los presupuestos antropo-lgICOS se modifican histricamente en una cierta medida, toda cuestin sistemtica est obligada de suyo a la diacrena.

    Por eso sera necesario referir el llamado cambio de realidad y su correspondiente cambio de conocimiento a la teoria de la historia que tcita o declaradamente articula siempre a ambas. Pero las teoras de este tipo se modifican igualmente en el curso JeI tiempo, ya estn contenidas en una critica racional Jelmito, en principios filosficos o en explcitas teoras de la historia. No voy a tematizar ahora este cambio de teora que incluye igual-mente los saltos de experiencia y las innovaciones metdic~s. El ensayo apunta ms bien a las comunidades formales que pueden es~ar en la base tanto de todas las experiencias y de su enriqueci-miento como de todos los mtodos y sus diferenciaciones. La se-paracin del cambio de experiencia y el cambio de mtodo sirve pues a la claridad argument>tiva, para arrojar luz sobre sus pre-supuestos histrico-antropolgicos. Estos presupuestos garanti-zan -tal vez-la unidad de toda la historia que impulsa cada historia cone:: _~a.

    .. .,-

    .3. TRES TIPOS DE ADQUISICIN DE EXPERIENCIA

    . ~ue las historia~ surgen en primer lugar de las propias expe-nenClas de los part1cipantes y afectados es el presupuesto de su

    8. Como los trabajos de Thomas Luckmann, principalmente Lebensweltli-che Zeitkategorien. Zeitstrukturen des Alltags und del" 01"1 des historischcl1 Bc-wufltsns, Heidelberg, GrundriE der Romanischen Literaturen des Mittelal-ters, 1986, tomo II, l, pgs. 117-126.

  • 50 SOBRE LA ANTROPOLO GA DE LAS EXPERIENCIAS [.,,)

    , , , 1 resu uesto para la narrativida? de e~x-narratIvldad, aS1 como e ~1' . Pd l'na la moderna histortografta, ' , cuyo ana lSIS om , , PeriencIas ajenas, 'd' tamente de expeneneIas,

    ., d' eeta o In Iree' , Toda hIstorIa trata, Ir b que los modos de contar . d Por eso ca e suponer .

    propias o e otros. l. 1 l' icamente pueden refenrse. a 1 . . laborar as metoc o og .. (' d. d las listonas o e ( . diEcar expenenClas. Al a a _ los ~~9S de h~~er, ~~coJ:~aoe~l(~riencia se despliega en el tiem-quislelOn y modlfIcaC1f~ r e u! historia. Si atendemos al valor po, de modo que de adlI s~ . g. es y modificaciones, se plantean d mbral de estas a qUlsIcIon eu . , tres modos de expenenCIa. . . tan SI' ngular como irrepe-

    . . d eXperIenCla es Un prImer tIpo e ., I'nstala por sorpresa: Las d 1 experIenCIa que se

    tibIe, Se trata e a d 's dI'stinta de 10 que se pen-d d t m'mera y a ema , cosas suce en e o fa ( .'. ~ la podra denominar expe-A f a de expenenCIa se ( . f saha>~. ~s~a ~rm" " 1 clh no tcndr

  • 52 SOBRE LA ANTROPOLO(;A DE LAS EXPERIENCiAS [ ... ]

    periencias semcjant2s de 1m; contemporneos (de no ser as no podr::lt'1 apenas acumularse).

    Por eso adems del hecho de ser personalmente afectado, existen tam'bin umbrales y plazos de experiencia que, una vez institucionalizados o superados, establecen una historia com~. Son extensivos a todos los hombres que conviven ya sea en fam1-lias, grupos profesionales, habitantes de ~na ciudad, soldados de un ejrcito, ciudadanos de un Estado o mlem~ros ~e una clase so-cial, creyentes o no dentro y fuera de la Iglesla; m1embros d? c~munidades polticas de todo tipo, ya sean parudos, sectas, s~nd1-catos, fracciones, camarillas, estados mayores, crculos, grem.lOs ? comunidades. Toda comunidad constituida por la tra~ect~na v1-tal, el azar o la organizacin ayuda a estabilizar las expenenclas rea-lizadas. Por eso, desde el punto de vista temporal, cabe hablar ~e unidades generacionales polticas y social~s c~yo :a~go comun consiste en hacer, almacen,\r y regular experienCIaS ul1lcas o repe-tidas, o padecer los mismos acontecimien~os. .

    Desde la vida poltica se pueden menClOnar algunos ejemplos. Pinsese en las transformaciones constitucionales que fueron pro-vocadas o culminadas por guerras y guerras civiles, en la guerra del Peloponeso, en el trnsito de la Repblica romana a la n::on~rqua de Augusto, en el paso del Imperio Romano a los terntonos posteriores, en la Reforma o en las revoluciones mo.d~r~as, que podran llamarse clsicas, d~ los holandeses, los bntamcos, los americanos, los franceses o los rusos y los numerosos pueblos de su imperio continental. ..', .

    El ensamblaje de las diversas expenenclas generaclonales In-cluye al mismo tiempo a vencedores y vencidos, a~nque sean per-cibidas y procesadas de distinto modo, y en la med1~a ~n .que pue-dan ser procesadas. Incluso las gener~cio~es blO.loglcamente distintas pueden ser marcadas por expenenclas rel~t1vamente co-munes que nunca sern recuperadas por las posten~res ~alvo ~ediante analoga. Por eso, desde el comienzo de l~ hlst?nograha y hasta hoyes obligado el recurso a las fuentes p:lm~f1a~ p.ara h~cerse cargo de lo especfico no slo de las expenenclas umcas, s:-no tambin de las generacionalmente acumuladas. Desde Her~doto se sigue esta regla, o al menos est implcita en el trabajo secundario de los historiadores. Volveremos sobre ello.

    CAMBIO DE EXPERIENCIA Y CAMBIO DE MTODO [ ... ] 53

    Las experiencias son nicas -en la medida en que son hechas y repetibles- en la medida en que son acumuladas. En conse-cuencia, toda historia tiene un doble aspecto, que es constituido por la experiencia y que puede ser derivado de ella. Tanto los acon-tecimientos singulares, sorprendentes, evocan experiencias que dan lugar a historias, como las experiencias acumuladas ayudan a estructurar a medio plazo las historias. Hay condiciones y procesos especficos de una generacin en los que se solapan las historias personales, pero que tambin remiten a espacios de tiempo ms amplios que configuran un espacio de experiencia comn. Sea 10 que sea el espritu de una poca, es aqu donde se encuentra. Por eso subray Clarendon aquel aspecto de la historia que era ms til que la historia personal: Ms til para la posteridad.lo

    Nuestra doble perspectiva temporal sobre las posibles expe-riencias permite establecer una primera conclusin. El cambio de experiencia, quc in stu es siempre nico, se efecta igualmente en distintos niveles temporales, a saber: en el juego cambiante de los acontecimientos que producen nuevas experiencias concretas y espontneas o que, ms lentamente, acumulan experiencias, las confirman o reaccionan a modificaciones en la red relativamente constante de las condiciones dentro de las cuales son posibles los acontecimientos. En la medida en que las experiencias y su cam-bio generan historias, estas historias estn vinculadas a ambos he-chos: que los hombres hacen experiencias nicas y que articulan sus experiencias generacionalmente. Por eso es legtimo estructu-rar las historias ms all de las crnicas que registran los regme-nes o los acontecimientos polticos. Y por eso recurrir la moderna historia social a realidades comunes concretas que abarc~temporalmente unidades de experiencia generacionales.

    Pero el cambio de experiencia tambin puede llevarse a cabo, en tercer lugar, en el largo plazo, a pas6lento o poco a poco, sin que nadie se sienta afectado e imprevisiblemente, de modo que desplaza las experiencias generacionalmente asentadas o adorme-cidas. El depsito de experiencias acostumbradas se modifica a corto o medio plazo.

    10. Edward Clarcndon, Sclectiol1S 01 the History 01 the Rebclliol1 ami Civil Wars, ed. por G. Huehns, Oxford, 1955, pg. 7.

  • 54 SOBRE LA ANTROPOLOGA DE LAS EXPERIENCIAS [ ... ]

    Ejemplos una y otra vez discutidos son la disolucin del Im-perio Romano por los pueblos germnicos invasores o la contem-pornea sustitucin o transformacin de los cultos paganos por la cristianizacin. A pesar de todas las experiencias originarias de ca-rcter personal o generacional, todo el sistema social se transfor-m, lo que slo metafricamente puede ser experimentado como derrota o -desde el punto de vista de la historia de la salvacin-como expectativa de una futura redencin. Otro ejemplo es el sur-gimiento del sistema econmico mundial que, partiendo de Euro-pa, ha ll~gado a abarcar todo el tejido social del globo, tanto desde el puntu J....: v:::::::: r1 p 1~ !"oltica interior ('omo de la poltica exterior. Estos pwu:;sos ;l largo plazo, que actan en todo conflicto o con-tribuyen a provocarlo, permanecen presentes como una experien-cia de trasfondo aunque slo seamos conscientes de ellos gracias a la investigacin histrica.

    Siempre se trata -dicho de ulla manera genrica- de un cambio de sistema que va ms all de una persona y de una gene-racin y del que slo somos conscientes retrospectivamente gra-cias a la reflexin histrica, lo que -tal como ha subrayado siem-pre Karl Ferdinand Werner- desde Orosius ha sido denominado como un ataque victorioso sobre el futuro. La transmisin oral de los abuelos a los nietos no alcanza para percibir los cambios a lar-go plazo. La adquisicin y el cambio de experiencia que hemos descrito anteriormente eran sincrnicos hasta tal punto que per-manecan en las generaciones contemporneas. Este tercer caso de cambio de sistema a largo plazo es estrictamente diacrnico, se inscribe en secuencias que rebasan a una sola generacin y escapa a la experiencia inmediata.

    Puede afirmarse que este tipo de experiencia ajena que se transforma en experiencia es la experiencia histrica en un sen-tido estricto o especfico. El pasado inmediato se ofrece tanto pa-ra explicar la peculiaridad del presente como para extraer la diferencia especfica de la historia anterior. Desde el punto de vis-ta antropolgico se trata en ambos casos de la incorporacin de experiencias ajenas al dispositivo de experiencias propias. Un cambio de sistema semejante, recogido antao en experiencias m-ticas, slo puede ser captado mediante determinadas tcnicas de investigacin histrica. Nuestra tercera forma de cambio de expe-

    CAMBIO DE EXPERIENCIA Y CAMBIO DE MTODO [ ... ] 55

    ri~ncia, la ?e. a .larg? plazo, no es en absoluto perceptible sin los metodos hlstorlOgraftcos. Con ello anticipamos el siguiente apar-tad?: Un cambio de experiencia que va ms all de una gene-

    r~C1on y que t.ien~ que ver con factores que se sustraen de la pro-pIa exp~nen.cla solo puede ser procesado por mtodos anlogos a la expene~cIa .. En. es;a.medida casi se podra decir que se trata de una .expenencla hIstonca que desafa a todas las experiencias pri-manas.

    ~a ~e trate de.hist~rias ~a?anas que aparecen en una perspecti-va C~lSt1ana, de hl.stOr1?S cr1~tlanas que son reinterpretadas con las ~edldas ?e la raCIonalIdad ilustrada, de experiencias de lo extrao mtr?duCldas en la propia comprensin o de que toda la historia se,a l~terpretada desde la experiencia del condicionamiento eco-~om.lco, la participacin de la ciencia histrica sigue siendo cons-tltutlva .para tra?ucir los cambios de experiencia de largo plazo en la propia cxpenencia.

    Pero sera equivocado creer que los cambios de sistema a lar-go plaz~ slo han si.do tematizados metdicamente a partir de la modermdad, es deClr, desde el descubrimiento de la Edad Media y desde el cambio acelerado de experiencia que tuvo lugar con la mdustrializaci~n .. Muchas cosas hablan a favor de la hiptesis de que el. des~ubr1mlento de un pasado completamente distinto es la ex~enencla p.ec~liar. ?e nuestra propia historia hermenutica y soCl~1. La per1od~zaclOn de toda la historia en Antigedad, Edad ~edIa y Modermdad fue llevada a cabo por el Humanismo y con-tmuada por los modernos criterios para clasificar la produccin de modo que la historia parte de las tribus cazadoras y recolecto: r~s. ~ara .I;asa:- d:sd~ la agri~ultura y las culturas desarrolla&as a 1 a clv~:zaCI?n tecn:co-1ndustn~l. Tambin es cierto que esta periodi-zaClon hIpo~t.atlza un espaCIO de experiencia suprageneracional que se ~stablhza a largo plazo ms all de los siglos y los milenios y que solo se habra modificado silenciosamente.

    Pero .si se atiende a los presupuestos antropolgicos de tales perspec~lVas a largo plazo cabe afirmar que estas perspectivas han

    cara~tenzado a la historiografa desde sus comienzos y no slo a partlr de la modernidad. Incluso cuando Herdoto abordaba el gran tema de sus historias -las experiencias nicas y generacio-nales de la lucha entre los persas y los griegos- como si fueran to-

  • 56 SOBRE LA ANTROPOLOGA DE LAS EXPERIENCIAS [ ... ]

    dava un asunto de su poca, sus investigaciones se extendan ~~s o tres generaciones hacia un pasado que slo poda, elaborar ~rltl. camente por medio de una experiencia ajena Y medla~a, El Illlsmo reto de hacer historia -tan racional como f,,:era ?oslble- de los mitos y leyendas le obligaba a incluir. ~xpenenC1as precedentes, mediante la narracin o la inter~retaClon. ,

    En su Introduccin, TucdIdes construyo exp~esamente un cambio estructural profundo de la historia helenstica, que abar-caba varios siglos y que -por la acumulacin de poder de los ate-nienses- habra posibilitado finalmente la gran guerra.

    El mtodo genuino de Tcito de representar los horrores d~ la poca imperial se basa en la reflexin expresa ace~ca. de su dIfe-rencia respecto de los siglos precedentes de la Repubh~a romana.

    Joaqun de Fiare desarroll la doctrina d~ las tres epocas ~ue se s'olapan, 10 que implic\ necesariamente untdades de ~xpenencia, as como cambios de cxperienci,\ a largo pLtzo. I~stos son ejemplos suficientes de la poca premoderna. . . ,

    Si se aceptan las tres modalidades de expenenc:a a~uI des~rrolladas y formalizadas puede concluirse que las hIstonas. estan posibilitadas tanto por los espacios de tiempo a corto y mediO pla-2.,0 LODlv !Jer ::)5 rlp ::J largo plazo. . , ',

    La plLO,i-5n d~ la experiencia baJO la que es~an y actu~n los hom-bres tiene una distinta profundidad en cada epoca. Ca~t: su~on~r que esto tiene efectos retroactivos sobre los mtodos ~Iston~grafcos que correspondan a los tres mod?s d~ experienCia alud~dos. y es que los mtodos que utiliza un htston~dor. para t~aducIr las experiencias histricas en narraciones y en CIenCIa son sle~pre ac-tuales se refieren a la experiencia actual, han de acredItarse en ella, a~nque el asunto que se ha de transmitir quede en el pasado. De ah el sentido de plantearse la estructura temporal de la expe-riencia propia de algunos mtodos.

    4. REGISTRAR, CONTINUAR Y REESCRIBIR LA HISTORIA: OBSERVACIONES METODOLGICAS MNIMAS

    Si se observan las estructuras temporales de la experiencia histrica de acuerdo con los modos de su narracin, su represen-

    CAMBIO DE EXPERIENCIA Y CAMBIO DE MTODO [.] 57

    tacin escrita y su elaboracin metodolgica, pueden registrarse -sin detrimento de las teoras de los gneros- tres tipos: regis-trar, continuar y reescribir la historia. Registrar es un acto nico, continuar acumula los tiempos y reescribir ~orrige a ambos para hacer surgir retrospectivamente una nueva historia. De acuerdo con ello, podran establecerse tres tipos ideales de historiografa en correspondencia con los tres modos de adquisicin de expe-riencia. No obstante, ha de advertirse previamente que una co-rrelacin as de simple no hace justicia a las limitaciones efectivas de las tres magnitudes temporales: corta, media y larga duracin. Lo que caracteriza ms bien a la lmidad de toda historia es el hecho de que estos tres modos de experiencia, pese a la unilateralidad de su ponderacin, comparecen en todos los tipos de historiografa. Son precisamente los aspectos comunes mnimos de toda meto-dologa que no puede renunciar al registro nico, a la escritura ;\cul11lJ!,da y l la reescritura ulla y otra vez evocad,\. Por SUplll'S-to qlle el1 el curso del tiempo se modifican las circunstancias y, con ello, tambin su tratamiento metodolgico. Pero nuestra mi-rada se dirige a aquellas condiciones antropolgicas duraderas que posibilitan los mtodos histricos y caracterizan su concor-dancia formal.

    El registro de la historia

    Lo primero que se plantea es caracterizar el registro mismo co-mo el proceso primario. Por medio de la narracin o la escritura se constituye una historia de la que pasan a formar parte laS1xpe-riencas inmediatas de los historiadores. De ah tambin la pre-ponderancia de la llamada historiografa del tiempo reciente o, por decirlo con Fritz Ernst, la crnica del presente, que mantuvo una prioridad terica hasta el siglo XVIIL ll La novedad que toda historia pretende no necesita ninguna justificacin adicional para

    11. Fritz Ernst, Zeitgeschehen und Geschichtsschreibung, en Welt als Ges-chichte 17 (1957), pgs. 137 -189 Y Reinhart Koselleck, Das achtzehnteJahrhlln-dert aIs Beginn der Neuzeit, en Reinhart Herzog y Reinhart Koselleck komps.L Epochen scbwelle und Epochellbewufltsein, Munich, 1987, pgs. 269-282.

  • 58 SOBRE LA ANTROPOLOGA DE LAS EXPERIENCIAS [ ... ]

    tematizar historiogrficamente lo hasta entonces imprevisto Y sor-prendente. Por eso no debe asombrar que desde Herdoto o Tu-cdides se subraye especialmente el carcter extraordinario de los acontecimientos sobre los que se informa y que ese tpico pueda ser invocado con conviccin una Y otra vez. En este sentido, el axioma historicista de la unicidad pertenece a las experiencias ori-ginarias que constituyen todas las historias cuando se las conside-ra dignas de ser recordadas.

    La in1posibilidad de recuperar lo experimentado como nico funda inmediatamente la historiografa. El honor o la vergenza de los hombres atrapados en sus historias, sus hazaas y sus sufri-mientos son conservados en la memoria. El tema fundamental sigue siendo la adquisicin de la experiencia que ha de ser recor-dada. Aqu reside el lugar histrico de los mtodos historiogrfi-cos en el sentido general del concepto. Las experiencias pueden tambin ser transportadas a las narraciones sin hacerse ms pre-guntas; ste suele ser incluso el caso normal de la vida cotidiana. nicamente se puede hablar de mtodos cuando las cuestiones planteadas ponen en marcha procedimientos de investigacin pa-ra adquirir conocimientos que no podran obtenerse sin esos pro-cedimientos. Desde la antigua historiografa hay dos preguntas que -implcita o explcitamente- se plantean: qu ocurri y cmo se llego a ello? 12 Slo as la experiencia nica sobrevive a su causa y puede traducirse en conocimiento. Para ello se necesitan los caminos mnimos de la indagacin, que van ms all de la me-ra noticia o conocimiento.

    Herdoto y Tucdides inauguraron caminos de investigacin que, sin menoscabo de las nuevas experiencias que desde enton-ces se han ido introduciendo en la historiografa, han conservado hasta hoy su fuerza y validez. Hay que mencionar especialmente el tn 0t f'lrlo que hoy denominamos oral history, sin el que no cabe transmitir expeflel1L~ 111 ubjctividad alguna. Si las afirmaciones de lo" ~'.:stigos han de ser yuxupuestas --como gustaba a Her-doto- o si deben ser ponderadas para obtener una mayor credi-bilidad, si los testimonios escritos -o las inscripciones, como en Herdoto y Tucdides- son contrastados, si como hizo Robert-

    12. Cicern, De oratore, n, 15,63.

    CAMBIO DE EXPERIENCIA Y CAMBIO DE MTODO [ ... ] 59

    son en el siglo XVIII,13 se envan cuestionarios o si las tcnicas de encuesta oral agrupan, como se hace actualmente los recuerdos de ur:a gen~racin, que son confrontados con los diarios y las car-tas dIspomble~, en pri~cip.io todos los mtodos son iguales a la hora de tradUCIr exper!enCIaS en conocimientos. La coleccin de datos -qu ocurri?- apunta concretamente a lo ocurrido una v~z y se sirve de mto~o~ generales adecuados para recoger la uni-cIdad. d.e u.n aconteCImIento, ya se quiera -como Tucdides-deSCrIbIr sImpl,emente c~:n0 fue 14 o se pregunte uno -al igual que Ranke- como ocurno realmente. 15

    . La orden.acin met~?olgica va desde la encuesta a los testigos VIsuales. y la I?terrogaclOn a los testigos orales hasta el examen de los te~t1momos escritos. Esta diversa profundidad temporal es atendIda tanto por Herdoto como por Beda o por los historia-dores actL:al~s. Hay condiciones antropolgicas para la obtencin del COnOC1111lento que se construyen a partir de experiencias per-sonales y que, una vez descubiertas, ya no se pueden abandonar Esto es lo que caracteriza a la metodologa. .

    . Para conocer el aspecto nico de los acontecimientos es nece-sano dar un paso ms y volverse a preguntar por qu sucedi as y no de otra manera. Esto conduce -dicho de manera moderna-a forn:~lar la.hiptesis que consiste en preguntarse no slo cmo ocumo pr?pramente: ;,,_ino cmo fue posible. Detrs de cada pre-gunta como sucedlO? se esconde la pregunta acerca de cmo pudo suceder.

    13.: Vase Manfred Schlenke, William Robertson als Geschichtsschreibt!7" des ~uropal~ch~n St~~tensystems, tesis doctoral (manuscrita), Marburgo, 1953 (gra-CIas a la mdlcaclon de Georg G. Iggers).

    14. TucJides, JI, 48; vase Luciano, Hist. conscrib., 39 y41. .. 15. Leopold van Ranke, Geschichten der romanischen Imd germanchcn

    Valher va!l 1494 bis 1514 Leipzig 1872 (2 a ed) pa'g VII AII' b" " . , . .. 1 se encuentra ta:n len la clsica distincin entre el qu y el cmo: La representacin es-tncta de los hechos, por muy limitada y fea que sea, es sin duda la ley suprema. U?a segunda era para m la evolucin de la unidad y del curso de los aconteci-mlentos. Que la afirmacin de Ranke es una traduccin de la de Tucdides ego de hOlon te e~:g!leto lexo es algo que ha sido puesto de manifiesto por K.omad Repgen, Uber Rankes Diktum van 1824; "Bloss sagen, wie es eigen-tllch gewesen", en Historisches Jahrbuch 102 (1982), pgs. 439-449.

  • I

    60 SOBRE LA ANTROPOLOGA DE LAS EXPERIENCIAS [ .. ,]

    As puso en juego Herdoto el argu~ento ace.rca de cmo ~abra terminado la guerra de los persas sll?s ateme~~es no hub.l~tan participado, estableciendo as que su mt~rvencIon fue decIsI-va para la guerra. Metodolgicamente es el mIsmo ~rgum;n.to que Monte;quieu utiliz cuando se pi:eguntaba por que una un?c.a ba-talla decidi una guerra. Recondujo el asu~to a las CO~dIclOnes que posibilitaron que una ni~a.l~ata~l~ puchera pro~uclr el ,can:-bio. 1b La pregunta por la poslbllitaclOn de una reahda~ e~p~~Imentada como nica conduce consecuentemente a la dIstlDcIon entre justificaciones a larg? ~lazo y motivos lcoyuntural;s. que ha; cen explicable un aconteClll1lento. Toda la o~ra de Tu,cIdIdes esta caracterizada por este doble enfoque. No solo des~n?e causas y consecuencias en el plano de las cadenas de aconteClmIen~o~ man-teniendo su singularidad; tambin confronta los aconteClmlentos llil'os v sorprcmknles con SllS presupuestos duraderos, a largo plazo, que observa en la patologa del poder humano y que debe-ran explicar por qu fue as y no de otro n:odo. ,

    Este doble enfoque es utilizado tambIn por Herodoto con otras justificaciones. En l encontramos, por ejen:plo, un modelo anlogo de explicacin cuando informa de~de EgIpto de que H~lena no fue secuestrada y llevada a Troya, SlDO a las costas del NI-10. 17 Si Helena hubiera estado en Din, habra sido devuelta a los griegos: a favor de ello hablaran todos los motivos racio?al~s. As que los troyanos no podan devolver a Helena para evlt~r la guerra, pero los grigos no les crean a fin de poder cumplir su venganza. De modo que la guerra fu~ inducida P?r un fantasma. La verdadera razn, antes que cualqUIer otro motivo, estaba en la ceguera de los hombres que los dioses habran d~ cas:igar.

    Cuando un historiador transforma las expenenc1as sorpren-dentes -sean de terror o de felicidad- en conocimiento, se ve obligado a proporcionar justificaci.one~ du;a?eras a me?~~ o largo plazo para la explicacin de experIenCIaS ul1lcas. El anahsIs de los

    16. Herdoto, Historia, VlI; Montesquieu, COl1sidrations sur les causes de la grandr:ur des Romains et de leur dcadence, ed. a cargo de Henri Faguet, Pa-rs, 1951, cap. XVIII, pg, 475 (trad. cast.: Grandeza y decadenaa de los roma-nos, Madrid, Alba, 1998).

    17, Herdoto, Historia, 1I, 113-121. I

    CAMBIO DE EXPERIENCIA Y CAMBIO DE MTODO [ ... 1 61

    acontecimientos obliga a formular hiptesis, la formulacin de hi-ptesis obliga a explicaciones que confrontan la realidad con su posibil~ta~i?~ De este modo aparece en el juego de los argumen-tos la dlst1l1ClOn temporal entre singularidad coyuntural y razones a largo alcance, sin la que ninguna historia puede ser conocida. Esta~distinc.in sobrevive a cualquier cambio de paradigma.

    l:;,stos dlver..;Qs estratos temporales de las modalidades de la experiencia encuentran su correspondencia en la elaboracin me-todolgica. La imprevisibilidad de todo acontecimiento nico

    sol~me~te puede ser representad'l si tambin comparecen las ex-penenCIas a~umu~adas a medio y largo plazo o las de tipo casi duradero. Solo aSl puede responderse metodolgicamente a las preguntas sobre el qu y el cmo pudo suceder. La separacin for-mulada a partir de Herdoto y Tucdides entre acontecimientos nicos y SllS condicioncs duradcras constituye una constante ,1l1-tropolgica de todo mctodo.

    La introduccin de derivaciones causales a lo largo de la cade-na de los acontecimientos, de condiciones a largo plazo o contex-t?S d~ sent~d? d~raderos para explicar la singularidad de las expe-

    n~ncl~s OrIg1l1a~laS forma parte de una antropologa formal de la hlstor!a. ~a vaned,a~ de estratos temporales, el hecho de que las experIenCIaS sean umcas pero que tambin se acumulen se tradu-ce siemp~e en los mtod?s que reconstruyen los hecho~ y se pre-guntan como fueron pos1bles. Se trata de las condiciones meto do-

    lgica~ m~imas sin las cuales lo novedoso y lo sorprendente de toda hIstOrIa no pueden traducirse en conocimiento histrico. Por eso poda Herdoto extraer la justicia inherente en todas sus his-torias; por eso poda interpretar Tucdides la unicidad de la glerra del Peloponeso por l descrita como ktema es aiei por haber des-velado la naturaleza humana; por eso puede apelarse desde enton-ces a las hi~toria~ nica,s como exempla para los casos siguientes.

    Se perfIla aSl un metodo que sobrevive al motivo por el que fue desarrollado. Un mtodo que puede autonomizarse de sus condiciones de partida, ser formalizado y transmitirse separado d.e, ellas. Los ~nlisis de casos nicos que se sirven de la interroga-

    CIO~ a l~s testlgo.s y la exgesis de las fuentes apelan siempre a ex-penenCIas re~et1bles para justificar el caso particular, para com-prenderlo o SImplemente extraer 'su sentido.

  • 62 SOBRE LA ANTROPOLOGA DE LAS EXPERIENCIAS [ ... ]

    Esta circunstancia histrico-antropolgica se acredita de dis-tinta manera a lo largo del cambio de experiencia que tiene lugar en el curso de la historia, Donde ms se manifiesta es all donde se pregunta por los fundamentos ltimos que fortalecen lo nico y sorprendente, Entonces aparecen, sobreponindose unas a otras o separadas ntidamente, instancias que contribuyen a asegurar la repetibilidad de las experiencias, Sean los dioses o un fatum que gobierna sobre ellos (Herdoto, Polibio) o el deseo humano de poder (Tucdides, Maquiavelo, Lord Acton) o la fortuna CPolibio, Tcito, Otto von Freising, Maquiavelo, Voltaire) o el Dios de los cristianos, al que se reducen todas las anteriores explicaciones de la duracin para remitir la continua reproduccin de la finitud humana a la eternidad18 (san Agustn, Beda, Otto von Freising); sean las f\1erzas q\1e actan a largo plazo, C01110 ideas () principios (llerde!"' 11umboldt, Eanke), potencias estables Oacob Burhardt), condiciones de la produccin, constantes jurdicas, determinantes econmicos o institucionales o movimientos coyunturales que se desarrollan por encima de los hombres (Ferguson, Smith, Marx), o combinaciones modernas y elaboraciones tericas de datos de experiencia acumulada: metodolgicamente siempre se trata de in-terpretar las experiencias primarias de sorpresa nica y novedad en orden a su posibilitacin a largo plazo,

    Aunque las explicaciones ltimas aqu esbozadas se han ido modificando fundamentalmente segn se tratara de griegos, ro-manos, cristianos o cientficos modernos que se entendan a s mismos como investigadores, se mantiene la estructura formal de procesamiento metodolgico de la experiencia, sta se basa en la refraccin temporal de toda experiencia primera que -con ma-yor o menor conciencia- es analizada para comparar lo nico y lo duradero, Aqu reside el aspecto comn mnimo de toda inves-tigacin histrica y que nos permite hablar tambin de la unidad de la historia, sea cual sea el modo concreto en que las experien-cias se hayan instalado, acumulado, venido abajo o transformado,

    18, Vase para ello el anlisis textual de la historiografa medieval de Gert Melville, Der Zugriff auf Geschichte in der Gelehrtenkultur des Mitte1alters, Vorgaben und Leistungen, en Grundi.G der Romanischen Literaturen, pgs,

    157-228.

    } 1

    \

    CAMBIO DE EXPERIENCIA Y CAMBIO DE MTODO [ ... ]

    La continuacin de la historia

    63

    Con el curso diacr i d 1 h' . radas las cosas desde la ~~~ c~n~id~s~or1a se acuI?~l~n -conside-riencia que se han ido h 'd -: las adqUlslclones de expe-en absoluto un necesari~c~~~re:e~t~~~as, Per.o de, esto no se sigue son olvidadizos y tienden f/ '1 hexpenencla, Los hombres

    , aCl mente a acer valer s " venCIas como nicas fuente d " us propIas VI-de incremento de e~perl'e s, e su exp~nenlcla: Para poder hablar

    d ' nCIa se neceSIta e met 1 h' "

    or ene SIstemticamente el curso diacrnico Pr oc o Istor1C? ~ue para ello es una ampliacin del tiem o ,esupuesto mml,mo mente y que, de este modo 1 P, ,quedse abarc~ ;-etrospectlva-

    El ,. ' se 1ace oOJeto e reflexlon

    caso mas SImple es 1 ' tario de hist' , ' por supuesto, a transcripcin e inven-, onas eXIstentes para aadir las n produciendo 1 '\ ' ," , ' , uevas que se vayan

    '. ,~, S eIOIlIC\S cstan conducidas por este pro ,r ~lcn:n,aL1nqL1e mucha, veces hayan sido Cllcs'ionaJas des~~': ulm~ullsmo con argumentos ms sistemticos De tod' , e en a mgenua transcripcin deb ' ' as maneras, cial no se ha modificado 1 f e Jreclars~ ~ue el ~aber experien-litacin repetitiva de cas en o ~n tmenta ; SIgue SIendo la posibi-Ida, historiografa fuera c~~s1d~:1~da a~~:a~~; ~a?sedra ra~lon~ble que

    10 com d' ' e mI emo y me-o U?, caso e retonca, segn las reglas habituales d ;~~i~~:;:e~ 1~ ~;,';;~:~i~n vd'0sTil." La subo rdinacin de 1: ~~:

    zador de las " ue, e va er preCisamente como estabili-expenenclas hIstoriogrficamente procesad L

    asuntos que se as, os d van a representar -una vez representados de m g~~~:~~t~epr~~~n~~~~:n:~:~~s :~:~~;e:~:~d~~~:que las-{;~; mIsmo rango que los mtodos hist' ' como e riencia la mirada ha d d" , onhcos para elaborar la expe-

    , e mgIrse aqu a '11 ' cognoscitivas que se sigue CId a aque as prestacIOnes historia, n o son provoca as por la fijacin de la

    pol~~n ~dependencia ?e lo que se piense de su tono pedaggico o 10 un paso haCIa adelante al tematizar la unidad de histo~

    19. Vase actualment . 1 ' metodolgica, al provoc::i~~ ~:;~:~r ~~~:po;,der. a la cuestin de la verdad Cultural Cl'iticism, Baltimore/Londres, 198~.e, /'OplCS 01 Discourse. Essays in

  • 64 SOBRE LA ANTROPOLOGA DE LAS EXPERIENCIAS [ ... ]

    ras geogrficamente diferentes, gracias a la expansin romana.20 Personifica expresamente este avance cognoscitivo como la ganan-. ca de experiencia de su generacin, pero 10 entiende para modifi-carlo metodolgicamente. Dispone los espacios de accin ms dis-pares en un contexto general que se escapa completamente de toda experiencia individual. La historia se monta en un plano superior. Desde entonces la geografa, cabe concluir, no es slo un presu-puesto de toda historia, sino que se convierte en su elemento inte-gral. Aquel avance cognoscitivo llevado a cabo metodolgicamen-te puede encontrarse una y otra vez en la historia de la ciencia. Recuerdo ahora la transposicin de la historia aditiva de los esta-dos europeos de Spittler en la historia ms omniabarcante del sis-tema estatal europeo y sus imperios coloniales escrita por Heeren.

    Desde entonces est metodolgicamente disponible el hallaz-go cognoscitivo de PoJibio, consistente en referir las historias en apariencia disparatadas a sus propias e inmediatas experiencias primarias. Esta posibilidad cognoscitiva forma parte hoy de los presupuestos implcitos de numerosas historias particulares que desde el siglo XVIlI slo se pueden entender adecuadamente en un contexto global. Muchas experiencias primarias a corto o medio plazo estn insertas -sin que haya a menudo una reflexin meto-dolgica- en unas condiciones geogrficamente lejanas, como en la economa, sin la que muchas de nuestras experiencias primarias no son pensables. El principio metodolgico de hacer historia nicamente como historia universal, practicado por Polibio y Poseidonio,2! es desde entonces realizable y, dada la creciente pre-sin de las experiencias universales, de obligado cumplimiento.

    Con ese aspecto geogrfico del establecimiento de contextos est ntimamente relacionada la necesidad de sincronizacin. Lo que ya Herdoto aport implcitamente de modo sutil al compa-rar entre s las diversas dinastas,22 era para Polibio un mtodo

    20. Polibio, Historia, l, 3-4; V, 31; VIlI, 4. 21. Christian Meier, Geschichte, Historie, en Otto Brunner, Werner

    Conze, Reinhart Koselleck (comps.), Geschichtliche Grundbegrzffe. Historisches Lexikon zur politisch-sozialen Sprachc, tomo 2, Stuttgart, 1975, pg. 605.

    22. Hermann Strasburger, Hcrodot als Gcschichtsforschcr, Zurich/Munich, 1980, especialmente las pgs. 39 y sigs.

    CAMBIO DE EXPERIENCIA Y CAMBIO DE MTODO l. .. ] 65

    c?nsc~en,te: Con la experiencia acumulada' de los distintos espa-CIOS hlst~r~cos a~m~nt la exigencia de desarrollar una datacin metodologlca Unttarra ---:-pinsese en el ltimo Dionisio el Exiguo y en Bed~-, hasta que f111almente, con Scaliger, se estableci una cr~nologla natural absoluta astronmicamente asegurada y co-mun a tod~s las culturas heterogneas del globo. Aqu tambin se pued~.dcc~r ';lue el c~cscubr~miento de culturas ordenadas por cro-l1olo.glas cl!sttntas solo se transform en conocimiento histrico a p.a:-t1;" del m01l1~1~to en que fue estV!l~eh~1 Roscher, Urmse zur NaturlelJre des C;armus, Leipzig, 1988, y Um-IlH( ZUI Natllrlebl'e del' DCl?lokratt Leipzig 1890 P M b 1 b d '1' " . . or eso arx se Uf a a e e c~)mo \'Vdhel Thukydidcs ~(:sch~r (Das Kapital. tomo 1, Berln, 1955, p,ig. 225, tomo 3, cap. 7, observaoon n' 30 [trad. cast.: El capital Madrl' Alb. 1990 I D 1: . d' . , , , ( , a, /.' e JO esta In lcaClOn aH. D. Kittsteiner).

  • 66 SvlH~-: ~_~ ANTROPOLOGA DE LAS EXPERIENCIAS [ .. ]

    tados suponen un verdadero crecimiento cugnoscitivo y s~:m tra~s f~ribles. Cabra incluso suponer que todas las modernas tlp010~las -como por ejemplo la doctrina de Max Weber acerc~ de los Up?S ideales, heursticamente tan fecunda- pueden reducIrse a la mlS-ma figura fundamental. . , ." . ".

    Pero con la continuaClon de la hlstona no s?lo s.e p~slblhta la comparacin y la repetibilidad estructural de hlsto~l,as SImIlares o anlogas; a ella tambin se deben las reglas de suceSlOn pur~mente diacrnicas, es decir, las que corresponden a la expenenCla acu-

    J d El principio aristotlico de que pequeas causas pueden mua a. 1 l' tener grandes efectos -introducido arg~mentativame~te e~ a 1lS-

    . fl' por Polibio y T cito-25 fue ll1vocado con enfasls en el tonogra a :1 2( r siglo xvm por Dayle, Voltaire o Fede:ico el Gran~ e ) ~ara e~p lca~ cataratas de acontecimientos a mecho plazo. La lronla se hiZO as! mtodo. . , d'

    Me resisto un poco a mencionar aqu la interpretaclo~ me .l,e-val de la historia, pero no deja de resultar inter~s~~te la aflrmaclO;1 de que el sentido plural de la Escritura ha poslb~h~ado metodolo-gicamente leer los textos tanto en orden a s~ u11lCldad ~om?para contextos que trascienden el tiempo. En pnmer luga~ JustifIca la durabilidad de la providencia divina que concede sentido a los ca-sos concretos. De acuerdo con esto pudo Condorcet desarrollar un procedimiento anlogo para compe1diar en u~ tableau la p:u-ralidad de los progresos concretos pero heterogen~os:. AqUl el cuadro comienza a apoyarse en gran parte sobre el seq:-uto d~ he-chos que la historia nos ha transmitido: pero ~s necesano elegirlos en la de diferentes pueblos, acercarlos, combmarlos, para extraer de ellos la historia hipottica de un pueblo nico y.f?rmar el cua-dro de sus progresosY En ambas ocasiones se uuhza un proce-

    25. Aristteles, Poltica, V, 1303 a; Polibio, Historias, IlI, 7; Tcito, Anales,

    4,32