jose po veda magic a natural ez a lobo
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Autor: Jos Poveda
Ttulo de la obra: MGICA NATURALEZA: Lobo
Nmero de pginas: 90.
Gnero: Libro de Relatos
Ao de Publicacin digital: 2012
Jos Poveda Prez, 2012
Para contactar con el autor:
Email [email protected]
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MGICA NATURALEZA:
L O B O ________________
(Estampas y relatos)
Jos Poveda
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MGICA NATURALEZA
L O B O ======================================
Autor: Jos Poveda Prez
DNI: 22075203
M. 661300078
Mail: [email protected]
Clot de Mingot, 8-B,d
03590 Altea (Alicante)
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ANTE ESTOS RELATOS
Reviso lo escrito. Una vez ms, cuanto aqu relato, parece obra de cuentos fantsticos
dirigidos a los ms pequeos. No; no es as. Son situaciones vividas realmente. De hecho, no
he querido alterar ningn personaje o situacin por lo que concreto sus propios nombres y
lugares.
Durante toda mi vida he sentido la necesidad de hablar con la verdad; de atender al ms
necesitado y desde el frontispicio de mi idealismo, buscar formas y sentido a la misma vida.
La gran interrogante del vivir.
Si lo defino como amor en amplio sentido, este pequeo libro de relatos, es un libro de
amor por todo cuanto forma parte de nuestra existencia, desde los ms pequeos gestos hasta
incomprensibles actitudes y situaciones. Por todo cuanto llamamos Naturaleza y a la cual
pertenecemos, pues Naturaleza somos desde nuestra conformacin. Pese a que nos
consideremos superiores a los seres que nos acompaan en trnsito del vivir. Pese a que nos
consideremos superiores a los elementos y los utilicemos indiscriminadamente, sin querer
comprender que ellos son parte inseparable de todos nosotros. Sin ellos, sin los elementos, ni
tan siquiera existiramos.
S; ste es un libro de amor. No de amor desde m: es un libro de amor ofrecido por la
Madre Naturaleza a travs de algunos de sus innmeros hijos y a los que prestndoles un poco
de atencin, son capaces de regalar historias tan bellas como las que tanto a m como a mi
familia nos han deparado.
Para mis hijos
Para Mara Dolores, mi esposa
Jos Poveda
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I N D I C E
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I.- ARRIBADA 7 XLV.- OJOS ROJOS 76
II.- LOBO 8 XLVI.- BAO DE SUSTO 77
III.- DE CAZA 10 XLVII.- ROEDORES 78
IV.- GATO MIAU Y LOBO 12 LVIII.- PASTOR DE AITANA 81
V.- AL AMOR DEL FUEGO 13 LIX.- AMIGO MERO 83
VI.- VECINDAD 15 L.- PRIMEROS SNTOMAS 85
VII.- GAVIOTAS 16 LI.- DESPEDIDA DELOBO 86
VIII.- DE GAVIOTAS 18 LII.- HASTA LUEGO 87
IX.- REFLEJOS DEL MAR 19 LIII.- EN EL RECUERDO 88
X.- FUENTES DEL ALGAR 22 LIV INSOMNIO 89
XI.- LOBO Y LA VISITA 24 LV.- GRACIAS 90
XII.- EL VETERINARIO 26
XIII.- RAMILLETES 27
XIV.- LECCIONES 28
XV.- LA LUZ Y LA BARONA 30
XVI.- BRUMAS 31
XVII.- ESTRELLAS 32
XVIII.- CONEJOS BLANCOS 34
XIX.- LA TORMENTA 36
XX.- EL DOLOR DEL RAYO 37
XXI.- SENTIMIENTOS Y PLANTAS38
XXII.- PROHIBIDO EL PASO 40
XXIII.- DESPEDIDA DE MIAU 41
XXIV.- EN BENIMANTELL 42
XXV.- NIEVE 44
XXVI.- EL METEORITO 45
XXVII.- GATOS MONTESES 46
XXVIII.- MARIPOSAS 48
XXIX.- SENSACIONES 49
XXX.- TERTULIAS ARBREAS 50
XXXI.- SILENCIO MORTAL 52
XXXII.- TOMAR LA CIUDADELA 54
XXXIII.- PORTET DE MORAIRA 55
XXXIV.- JANDER 57
XXXV.- AFINIDADES 59
XXXVI.- TRISTE MUERTE 60
XXXVII.- COMO UN JUEGO 62
XXXVIII.- LLUVIA 63
XXXIX.- LOCOS 66
XL.- EL FUEGO 68
XLI.- LA CHISPA 69
XLII.- PRESENTACIN SOCIAL 71
XLIII.- SIERPES 72
XLIV.- FANTASMAS 74
MGICA NATURALEZA: LOBO: LOBO relatos de Jos Poveda
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I
LLEGADA A POLOP
El da 8 de Marzo de 1.986, con mi esposa y cuatro de nuestros hijos, el mayor de ocho
para nueve aos, el pequeo cumpliendo ese mismo da cuatro, llegbamos a Polop de la
Marina desde Elda para ubicarnos en la Marina Baixa..
Una casita en las afueras de la poblacin entre pinos y naranjos fue nuestro hogar.
Rpidamente, los cros se hicieron conocer tanto por vecinos, como por los nios del colegio
San Roque en el que continuaron sus estudios. Comenzaron a descubrir una faceta que en las
ciudades tenan negada: la naturaleza desde su ncleo. Con sus encantos y sus inconvenientes.
La vida del pequeo pueblo con peculiaridades que son desconocidas en las ciudades. Unas
circunstancias que, alguna vez, me promet hacer lo posible para que los nios tuvieran una
nocin amplia de cuanto es ofertado para todos y lamentablemente se va perdiendo su
conocimiento. Hasta el criterio de que los pollos estn fabricados por mquinas igual a los
zapatos salidos desde las cadenas industriales.
Una nueva vida se abri para todos nosotros. Experiencias que, pensaba, quedaran
grabadas en conocimientos directos, realidades desde su visceralidad y a la par, su mayor
sensibilidad. El dicho pueblo pequeo infierno grande deba reconvertirlo para conseguir
nobleza obliga. Y para ello deba ser ejemplo de voluntad y respeto. El ciudadano
mediterrneo tiene por s mismo cuantas cualidades se le quieran adjudicar. Desde una
inmediata entrega y comprensin, hasta la visceral desconfianza que la historia fue sembrando
a lo largo de cada poca con tremendos embates. Pero sentimientos a flor, abiertos desde la
mayor sencillez, mano extendida para quien de ella necesite, nada se puede negar en grado de
espacios ms o menos cortos. Siempre resplandece lo autntico. Y tanto Mara Dolores como
Alfonso, Rubn, Estefana y yo mismo, nos mostrbamos con la sencilla plenitud de una
humanidad trascendente. Al fin, nosotros mismos, sin menoscabo ni actitudes equvocas. El
ejemplo que deseaba para nuestros hijos desde el lugar que defin como puente de cristal que
une cielo y tierra debera quedar impreso en la retina ms profunda e inquisidora; en la retina
del alma.
Polop de la Marina se abri en todo su esplendor con las vivencias ms deliciosas y
como sombra de la luz, tambin, dolorosas. Pero ambas, sombras y luces, siempre van juntas,
inseparables. Dualidad de la propia vida. Quisimos dulcificar las sombras y resplandecer la
luz, sin ceguedad, sin dao para nadie. Lo conseguido, tan slo nosotros lo atesoramos.
Polop, sus gentes, sus parajes, sus aguas; un sueo idealizado que cumplimos. Ahora,
con la capacidad que da el tiempo, en estos relatos queda impreso. Siempre idealizado;
incapaz de expresar con palabras momentos que tan slo se pueden relatar desde el silencio de
los sentimientos. Guardados quedaron. Testigo: el tiempo. Polop de la Marina nos abra sus
puertas y sus corazones.
MGICA NATURALEZA: LOBO
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II
LOBO
Nunca he sentido aversin hacia cuantos congneres me he tropezado en el caminar por
mi vida. Tanto en referencia hacia los hombres como hacia los seres que acompaan el vivir
en la Tierra. Con el tiempo, he sentido una afinidad especial con los llamados animales
irracionales y que en infinidad de casos, he sentido que poseen una mayor racionalidad e
inteligencia que los mismos hombres. Esta sensibilidad hacia la Natura, me ha servido muchas
veces para cambiar circunstancias que hubieran podido ser verdaderamente dramticas. Otras,
para gozar de sensaciones definidas y que elevan al rango de celestiales a los animales, los
fenmenos naturales, la foresta y cuanto conforma el conjunto armnico de sta extraamente
maravillosa y mgica vida.
Fue al siguiente da, domingo, cuando el pequeo se hizo amigo de Jaume el pastor, que
apacentaba su pequeo rebao de cabras en la rambla del barranco de Gulapdar Cuando se
retir a casa con el entusiasmo de haber ayudado a su amigo el pastor con las vacas, son el primer aviso:
-Me ha dicho mi amigo que llevemos cuidado porque hay un lobo por aqu.
Sonre pensando que al igual que Ivn confunda por desconocimiento a las cabras con
vacas, como una historia ms, para asustar a los nios, quien se convertira en un amigo de
toda la familia, haba gastado al nio de ciudad una broma en aquel su primer da de
encuentro con los elementos de la Naturaleza.
Fuimos adaptndonos a la sencillez del pequeo pueblo y sus gentes. Cada da, los
nios, nos traan nuevas sobre el lobo. Que lo haban visto los hombres en la finca de Cant;
que haban formado un grupo con escopetas para matarlo Comenzaba a intrigarme. No dudaba que tiempo atrs, en Aitana vivieran lobos Pero ahora? Cmo?
Montaero, habiendo recorrido los macizos tanto de Alicante como fronterizos a la provincia,
nunca escuch de la actual existencia de lobos salvajes por nuestra geografa.
El segundo aviso se produjo cuando los cuatro nios, excitados, nerviosos y asustados
vinieron atropellndose con las palabras al querer explicar todos a la vez que el lobo estaba bebiendo agua en la gran balsa que serva para regar la finca (Polop siempre ha tenido tanta
agua subterrnea, que bastaba un pozo artesiano para obtenerla; ejemplo sus famosas fuentes
de la Provincia con 220 chorros manando) El animal se asust y huy. No pude verlo. Segu
pensando se trataba de algn perro abandonado.
Y son el tercer aviso:
-Papi, el lobo est en el primer bancal de los limoneros..
Acudimos todos y en la tercera o cuarta tabla del bancal, all estaba. Gris lobuno de
hirsuto pelo; fuerte, de unos dos aos, salvaje: un lobo ibrico.
Abr la marcha; los nios protegindose tras de m, nos acercamos hasta unos nueve o
diez metros del animal.
-Traedme un trozo de pan y sentmonos en el suelo.
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El animal se soseg relajando el pelo erizado y dejando de mostrar los colmillos
agresivos. Le arroj el pan cerca de l; olfateo y comi.
-Bien, ahora vmonos a casa y dejmoslo. Maana estar a la misma hora y en el
mismo sitio.
Y as fue. Esta vez, me acerqu hasta unos dos metros del precioso animal que
aspaventaba avisando. Le arroj el pan, que comi. El tercer da, me sent justo delante de l
y le fui ofreciendo trozos de pan que comi de mis manos. Pude acariciarle viendo que tena
algo en la pezua que le molestaba. Me dej cogerle la pata y sacarle una espina.
-Ahora, nios vamos a casa. Les dije satisfecho.
Vino detrs de nosotros con gran alborozo de los nios. Le pusimos un cacharro con
agua y otro con comida.
-Cmo le llamamos?
-Es un lobo, no? Pues eso; le llamaremos Lobo!
Y Lobo se qued a vivir en nuestra compaa; un miembro ms de la familia Aquella
misma tarde, los nios jugaban con Lobo. Trasegando con l como si de una oveja o un
cachorrillo se tratara. Echados sobre su fuerte cuerpo. Tironeando su recio pelo, sus enhiestas
orejas. Lobo haba trocado su salvaje vida convirtindose en un miembro muy especial de
nuestra familia. Termin su desamparo y desolacin. Nuestro grupo familiar, en la
comprensin de lobuna, se transform en su manada.
MGICA NATURALEZA: LOBO
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III
DE CAZA
Adems de la gran fidelidad y cario hacia todos nosotros, muy pronto, Lobo, comenz
a demostrar que en l exista mucho ms de la naturaleza animal e instintiva que suele definir
a las especies que no pertenecen al gnero humano.
Al tercer o cuarto da de convivir con todos nosotros, Alfonso, el mayor de los nios,
tras regresar del colegio y mientras daban cuenta de sus bocadillos, todava con la excitacin
del contraste y novsima situacin, como cualquier nio, intentaban imaginar ms de cuanto
les suceda; que no era poco! Alfonso, como mayor y jefe del clan, capitaneaba la pequea
compaa compuesta inicialmente por sus hermanos (despus se les uniran bastantes amigos
y compaeros del cole). Espadas, escudos, arcos y flechas, plumas y cuanto atisbaban que
pudiera entrar en sus fantasas, era inmediatamente convertido en objeto de capital
importancia para sus juegos.
Nos encontrbamos en el pequeo bancal lindero al oeste con la casa y que separa la
gran balsa que tiempo despus convertiramos en parterres de jardn. Bajo los naranjos con los
ureos frutos como cientos de pequeos y perfumados soles. Marcando la separacin de la
alberca, dos enormes ctricos de pomelos.
-Pap, hemos pensado que si nos hacemos arcos y flechas, podemos ir al Len Dormido
a cazar.
Alfonso me mostraba unas caas y un pequeo carcaj del juego que los Reyes Magos le
dejaron. Lobo nos miraba.
-Crees que Lobo nos ayudara?
Mir a los nios y a Lobo. No quise desilusionarles.
-Por qu no? Fijaros cmo atiende cuanto estamos hablando.
Seguidamente, entramos en casa para, delante de la chimenea ante los troncos
llameantes, iniciar un hbito que se prolongara mientras vivimos en la casita: contarnos
cuantas situaciones sucedan cada da. A la par, recordar historias vividas que como padre, era
quien sustentaba la direccin.
Amaneca. Una extraa y fuerte sensacin me despert. Alfonso, Rubn, Estefana e
Ivn dorman placidamente. Mara Dolores, as mismo, a mi lado, envuelta en el calor del
sueo, estaba entregada en los brazos de Morfeo. Ninguna sensacin me alertaba contra
peligro alguno. Todo rezumaba calma y sosiego. Esa feliz sensacin que envuelve y traduce
armona y felicidad; amor y comprensin. Me sent satisfecho de los pasos dados para llegar
hasta all. Una fuerza invisible me empujaba desde dentro de m mismo. Me acerqu de nuevo
a las habitaciones de los nios y observ su placidez. Igualmente a mi esposa. Nada
inquietaba la tranquilidad familiar.
Abr el portn de madera tan antiguo como la misma casa y sal al porche con los
tpicos arcos del riu rau. Lobo me esperaba en la puerta. Nervioso, feliz, inquieto como
cachorrillo juguetn. Comenz a saltar y correr hacia el bancal donde la tarde anterior
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habamos finalizado la jornada. Humildemente, se agach sealando con movimientos de su
cabeza y apuntando con el hocico un trofeo que haba conseguido: una liebre! Imposible
describir la sensacin que me inund. Imposible as mismo trasladar con palabras la alegra de
Lobo. Increble en verdad! No pude volver a la cama. Me qued acariciando al animal y muy
despacio, sin reconvenirle, le repet suavemente varias veces:
-Lobo, mientras tengamos para comer, nunca te faltar nada. No es necesario matar.
Como queran hacer contigo porque simplemente no podan entender que no representabas
peligro alguno para nadie.
Lobo pareci comprenderme porque nunca ms, al menos que supiramos. Jams
volvi a traer ningn trofeo. Su instinto de cazador y su fuerza increble, siempre la control
utilizndola en ardides de proteccin y vigilia para con todos nosotros.
Cuando se levantaron los nios, todava en pijama, les hice salir para ver la respuesta
que Lobo haba tenido a la propuesta de caza con arcos y flechas. Todava hoy veo la
expresin de sorpresa y admiracin que reflejaban sus caras. El orgullo de Lobo como
respuesta a los elogios de los nios que automticamente lo convirtieron en hroe, fue tal,
que pareci pavonearse alegremente. Al relatarlo en el colegio, muchos nios, llegaron hasta
nuestra casa para conocer a quien tan slo das antes, sembraba el miedo y que sus padres
queran eliminar.
-Bueno, ya tienes a tu Lobo! Exclam Mara Dolores
-Nuestro Lobo! Respond.
MGICA NATURALEZA: LOBO
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IV
GATO MIAU Y LOBO
No puedo olvidar a un integrante ms de nuestra familia y que nos acompa desde el
Valle del Medio Vinalop hasta Polop. Si no fue capital su compaa, si introdujo algunas
connotaciones que tuvieron que ver con todos, incluido a Lobo. Este miembro se llamaba
Miau Cmo no?; Se trataba de un gato. Un gato de pelo rubio, asilvestrado, que mi madre
pudo recoger del abandono al que se encontraba sumido en el campo, cerca de su chalet en
San Juan pueblo y al que los nios mimaban desde que lo criaron alimentndole con
biberones.
Desde la ancestral animadversin que sufren cnidos y felinos, es de suponer que
Lobo y Miau sufrieran un choque de competencias al encontrarse entre nosotros. Tanto por
instintos como por recogimiento y cercana nuestra. Se sentan celosos. Consegu
pacientemente el acercamiento de ambos, llegando a lograr que en un mismo recipiente
comieran uno al lado del otro. Verdaderamente inusual y cmico. Coman a la par sin dejar de
observarse mutuamente en un estado de alerta que bastaba cualquier gruido o movimiento
extrao para intentar agredirse. Miau huyendo; Lobo erizndose y sacando sus poderosos
colmillos al aire. Cuando no me encontraba entre ellos, imposible comer juntos.
Una de las primeras veces tuvo un final curioso: Miau sali corriendo perseguido por
Lobo hasta la pinada (cien-ciento veinte metros) desde el lugar comn en donde les pona la
comida... Escal hasta la misma cpula de un gran pino a ms de veinte metros de altura. La
fina rama en que se sujetaba apenas si poda con su peso. Lobo, como un poseso, daba vueltas
alrededor del rbol del que no haba forma humana de separarlo Cansado, les abandon a la
buena de Dios. Por la noche, de regreso a casa, Lobo continuaba haciendo guardia alrededor
del pino; Miau segua en las alturas. Expectantes y preocupados tuvimos que desistir de la
espera; nada ms podamos hacer. Todava no me haba procurado cadena alguna para atar a
Lobo, costumbre sta que mantuve durante toda su vida exceptuando contados momentos.
Varias veces llegu hasta el lugar donde se desarrollaba tan peculiar representacin. No
tuve forma de convencer ni obligar a Lobo para que desistiera del asedio. Por la maana
Lobo abandon, motivado por la salida de los nios hacia el colegio que, como cada da,
acompaaba hasta los lindes de la finca. Despus, se olvid y desisti del gato. Supongo que
consider haber ganado la partida. Miau todava tard varias horas en decidirse a bajar
.Despus, continuaron ambos sus vidas como si nada hubiera ocurrido.
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V
AL AMOR DEL FUEGO
La situacin de nuestra casa, en las faldas del Len Dormido y cerrando hacia el oeste
Puig Campana y hacia el norte Aitana, se abre sobre el medioda con fondo de la Sierra
Bernia y el mar de la baha de Altea, produce unos rpidos y tempranos ocasos de fuertes
anaranjados, rosas y violetas de fuego sobre la oscura sombra de las montaas.
Estos rpidos atardeceres, nos permitan la temprana recogida a casa. Reunidos
alrededor de la chimenea nos extendamos hasta la hora de acostarnos en concilio diario. La
televisin estaba de ms. Tan slo hacamos uso de ella en momentos exclusivos de
reportajes, el Equipo A o McGuiver con los cuales, los nios buscaban ocurrentes soluciones
para sus juegos, conforme los personajes utilizaban heroicamente. Yo les conminaba con las
ms sencillas de nuestras compartidas vivencias. Lobo, desde el porche, tumbado ante la
puerta, pareca compartir nuestras charlas. Tambin nos favoreca el que la energa elctrica
tena en aquellos aos un gran problema en toda la zona. Raro era que por una lluvia, un poco
de viento o sin ms, continuamente sufriramos cortes de luz.
Durante los apagones elctricos nos alumbraba el fuego de la chimenea y para los
dems servicios, nos valamos de velas o linternas. Aquella penumbra, el chisporrotear del
fuego con mil lenguas jugando a convertirse en cenizas, el olor de humo y campo convertan
nuestras reuniones en especiales y gozosos momentos de placer. Mara Dolores procuraba
aumentar la alegra preparando sorprendentemente unas meriendas que se escapaban de la
norma diaria. Tortitas fritas con azcar; chocolate en taza; churros caseros, pastel de galletas;
creps de naranja o mandarina; y cuanto le vena a la imaginacin. Nos devolva a un estar
perdido en el recuerdo y que la vida de las prisas en la ciudad, haba diluido a la rutina de los
envasados artificiales.
Das mgicos inmersos en la MGICA NATURALEZA: LOBO; envueltos en un amor
inmenso en el que todo tena un nuevo sabor. Polop y sus fuentes; el sencillo colegio; los
nsperos y almendros; rosales y jazmines; el granado y las alfombras de violetas; el canto de
los mirlos y los colorines; de los verderoles y cagarneras; las carreras de liebres y gazapos
escondindose de los peligrosos hombres y sus escopetas. Un mar de verdes perennes sobre
los rboles. De riegos a manta cada mes; de cosechar nsperos, mandarinas, limones,
almendras, pomelos. De surtirnos del rbol de caquis que una tormenta tumb; del nogal, de
los deliciosos albaricoques y ciruelas que como estrictos vigilantes, tenamos que guardar
porque en la oscuridad de la noche o en las salidas de casa, algn
avispado y desconocido visitante nos vaciaba de frutos; la higuera; el parral con sus
pmpanos frescos y refrescantes. Y aquel chorro que desde el pozo suba obediente hasta la
gran balsa y que su dulzor amargo nos saciaba la sed y refrescaba en los veranos:
puntualmente. Se vaciaba cada mes para regar y dar vida a la finca. Tierra mojada con su
peculiar olor de serenidad y vida. Polop y los nios. Polop y Lobo corriendo tras el gato Miau.
Una etapa de la vida que Dios nos regal y que todos nosotros siempre hemos guardado muy
dentro de nuestros corazones.
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VI
VECINDAD
Para quienes desconocen la provincia de Alicante, no deja de representar una
continuada sorpresa el encontrar, desde la aridez desrtica de gran parte de su extensin,-
Elda-Petrer, desde donde salimos, se encuentran ancladas en la yerma tierra que un da asol
una filtracin de salinas aguas y que regaban lo que fue frtil vega- a las cadenas de montaas
con esplendidos valles tapizados por bosques de coniferas y pinos mediterrneos; fuentes y
manantiales surgentes desde veneros insospechados; huertas fecundas, enjundia de cosechas;
ros que se fueron agostando hasta convertirse en secas ramblas y todo el contorno, dibujado
por una costa de azules aguas abiertas al mundo. En la frontera interior, camino de llanos
mecidos por oleaje de cereales.
Polop de la Marina es centro de la Comarca. Desplazarse a Benidorm, La Vila Joyosa,
Guadalest, Callosa den Sarria, Trbena, Confrides, Sella, Altea y cuantos municipios
conforman la Marina Baixa es labor de cortos desplazamientos. Buscar los lugares pintorescos
y que estn escondidos en los trminos municipales, ya lleva una labor ms espaciada. Cada
festivo, preparbamos una salida hacia un lugar diferente. Las Fuentes del Algar con sus
saltos de agua en cantarinas cascadas; la playa de la Barreta o las calas del Mascart; el Fuerte
de la Bernia; Faro del Albir; Fuente del Mol de Finestrat bajo la protectora y peculiar
orografa del Puig Campana; Font de la Fabara; de Partegat; el Castellet; pantano de
Amadorio; pantano de Guadalest en Beniard; Benixiclit; Punta del Cabal. Y tantos lugares a
los que siempre nos encontrbamos dispuestos a embebernos de ellos. Bocadillo de tortilla
de patatas, jugosos tomates para comer a boca llena, aceitunas , fruta y todos al coche en
busca de se lugar especial que dice pap!.
Bueno, todos no. Lobo no nos acompaaba. Una porque no caba en el coche. Dos
porque nunca quiso salir de la finca salvo en muy contadas ocasiones. Desde su llegada, Lobo
se convirti en guardin de tan gran fidelidad que pese a estar siempre suelto, nunca se
distanci demasiado de la casa. En varias ocasiones, salv del asalto y robo a la casa de
nuestros vecinos Toms y Pepa haciendo huir a los amigos de lo ajeno. Situadas las casas en
la Partida les Fonts o Crehueta o Bovalar, confinadas entre la rambla del Pla de Cantal y la
rambla de Gulapdar, sobre escalonados bancales de altos ribazos, ver a Lobo ejecutando una
agilidad y fuerza increble en saltos de ms de metro y medio salvando los ribazos de piedra,
era un espectculo maravilloso. Si le unimos la fiereza con que se diriga hacia los maleantes,
era indudable; mejor desaparecer que enfrentarse a unas mandbulas de insospechada fuerza.
Fueron nuestros vecinos quienes al poco de estar en Polop, nos invitaron a saborear los
tpicos minchos hechos con harina de dacsa artesanalmente en los hornos de lea que todava
junto a las casas de campo, existan para placer de comidas con sabor de autenticidad. Otrora
de vital necesidad.
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VII
GAVIOTAS
La luz inundaba una maana esplendida. Deca mar. Y subidos en el SEAT verde
Galicia Super Mirafiori, salimos hacia la costa. Lobo como acostumbraba, nos despidi en el
linde de la finca con una serenidad que sealaba un hasta luego. No hacan falta palabras.
Salimos por Altea la Vella hacia el Mascart. Las vas del Trenet de la Marina se
introducen en las entraas de la Sierra Bernia. Caminos de hierro en busca de un inacabable ir
y venir desde Alicante hasta Denia. Salvaguardado por pretiles antiguos de piedra y ms
modernos metlicos. All abajo el mar. La baha de Altea abierta a los impactados ojos que se
inundan de belleza. Buscamos el camino que conduca hasta una derruida casa sobre la caleta
que se cierra sobre el Morro de Toix.
Descender hasta las transparentes aguas es labor de precauciones. El corto descenso
hay que realizarlo con extremo cuidado. Los nios adoran estos inconvenientes salvandolos
como autnticos montaeros. Una vez bajo, todava, la adrenalina pide un seguir arriesgando.
Extendemos toallas y artilugios; gafas y aletas ,las sandalias cangrejeras para movernos sobre
los cantos rodados y las rocas que conforman el firme; gorras y sombreros que pronto
desaparecern de las cabezas para encontrarlos en lugares inverosmiles y.. A buscar
caracolas, coger cangrejos y disfrutar de la placidez, que hoy, la mar, reverberante de azul y
verde esmeralda nos regala
Unos escaladores estn abriendo un paso sobre los cantiles. Fijan clavijas en
arriesgados pasos que dejan para que otros puedan aprovechar. Abrir caminos para los ms
inexpertos.
Con curiosidad y cierto temor, los nios corren tras un enorme pollo de gaviota
que no levanta el vuelo y que, extraamente, ha venido a danzar asustado a la playa.
-Tranquilos; tranquilos todos! Intentemos serenar al remiso!
Consegu cogerlo y a fuer de paciente actitud, el cebado pollo, por fin se avino a no
moverse de nuestro lado. Alfonso, Rubn, Estefana e Ivn no salan de su gozo al tener aquel
amansado animal pendiente de nosotros. Los montaeros, atentos a su travesa, nos gritaron
su extraeza ante aquella sumisin voluntaria del gritn adolescente. Mara Dolores le daba
migajas de pan que presurosa y desconfiada devoraba la gaviota.
Sobre el medioda, nos quedamos solos. Buscamos una sombra y sacamos las viandas.
El pollo nos sigui como un corderito. Fue entonces cuando escuchamos los fuertes y
desesperados piok, piok, piok de gaviotas adultas. Desesperado, nuestro pequeo amigo,
comenz a responder a la llamada. Una pareja adulta de gaviotas, desde las rocas, en una
altura imposible de alcanzar, lanzaban sus chillones gritos de atencin; deban ser los padres
Ay los jvenes y sus imprudencias! Ante la torpeza del inexperto volador para alzar vuelo,
las gaviotas comenzaron a lanzarse en rasante sobre el excitado jovenzuelo que ansioso
mova sus alas en intento de volar. No s si en funcin de miedo o inexperiencia, se elevaba
no ms de medio metro cayendo a plomo sobre las piedras. Y Las gaviotas adultas proseguan
sus vuelos rozando al inexperto Juan Salvador.
Desde la sorpresa, conforme pasaba el tiempo y ante tan denodados esfuerzos y
desesperacin de las aves, comenz a invadirnos un sentimiento de impotencia y tristeza.
Calibr posibilidades . Con la joven gaviota bajo el brazo, empec a auparme por las rocas en
escalada libre y con una sola mano. La experiencia de una cada en Bateig Elda- desde casi
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veinte metros, me haca ser muy, pero que muy prudente. Asegurando cada paso, cada pie, y
firme como garra, la mano. Ascend hasta una repsa a casi cuarenta metros sobre la playa,
sobre el mar. All, seguro sobre sus patas, dej a nuestro joven e inexperto amigo. Una vez
que descend, los padres llegaron hasta su retoo. Les estuvimos observando hasta el
cansancio. Suponamos que estaban aleccionando al inexperto volador. Cansados, nos
dedicamos a otros menesteres. Caa el sol cuando decidimos regresar a Polop.
-Dnde estn las gaviotas pap?
Pues no; las gaviotas haban desaparecido del pretil donde deposit al pollo! Sin
darnos cuenta, debi convencerse que poda volar y con sus protectores, elevaron sus areas
siluetas en vuelta al cobijo del nido. Igual que hicimos todos nosotros. Lobo, como siempre,
se encontraba gozoso del reencuentro. Justo en el linde del camino de entrada a la finca de
Polop.
MGICA NATURALEZA: LOBO
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VIII
DE GAVIOTAS
La Naturaleza con sus criaturas, esconde sorpresas que incomprensibles, deben tener
unas lgicas respuestas. Al igual que el ADN contiene todo el histrico del individuo y sus
ancestros, en nuestros hermanos menores, as mismo, costumbres y caminos perdidos en el
tiempo, siguen dominando comportamientos que aparentemente, no conllevan consigo
ninguna utilidad. Cada ao y en poca concreta, miles de gaviotas surcan, como en una
migracin, sobre Polop perdindose Aitana adentro entre las cimas. Cada tarde, cuando la luz
se va apagando en oro de ocaso, las mismas ingentes bandadas, vuelven por el mismo areo
espacio. Esta procesional travesa cada ao se produca durante una semana. Con sol o lluvia,
viento o calma. No volaban hacia ningn vertedero, pues no existan. Tampoco en direccin a
pantano o alberca, ro o manantial. Simplemente se perdan entre los agrestes picos de las
montaas. Como si de una divertida y obligada romera hacia un perdido santuario se tratase.
En imaginado itinerario, contaba a los nios que en tiempos, cuando los mares cubran las
montaas, las gaviotas entonces vivan en riscos e islotes que hoy, transformados en
poderosos picachos y cimas de montaas, buscan en poca de anidamiento y cra, desde el
ancestral recuerdo impreso en sus lneas de conducta. Muchas veces habamos buscado fsiles
en la montaa, por ello a los nios no les extraaba mi explicacin. En realidad qu
buscaban? Hacia dnde dirigan sus vuelos?; qu les mova cada da a tan extraa travesa y
vuelta? Nosotros, sorprendidos veamos desde el suelo sus siluetas envueltas en la libertad
ms absoluta. Quin como ellas pudiera volar!
Decidimos bajar a Altea. Alquilamos un piso en la primera planta del Edificio
Altanos. Cada da subamos a Polop . Lobo se quedaba solo por las noches. Se quedaba
tranquilo; nosotros tambin de saberlo guardin. Frente al balcn del piso, el paseo y la
Charca de los Patos que cierra y protege de los embates marinos un espign que la furia de un
temporal, abri por el centro desplazando a los inmensos bloques de piedra. De esta forma,
hasta que un ao feliz ocurrencia! unieron con un puente los hasta entonces separados brazos.
De esta forma, se convirti en un delicioso paseo sin interrupcin entre el mar y la charca . Y
aqu, en el interrumpido espign, sobre el mes de Diciembre, cada da , una inmensa cantidad
de gaviotas se reuna (se renen) en asamblea multitudinaria..Y en vuelo de bsqueda, las
gaviotas se acercaban a las casas.
Desde el balcn, les arrojbamos trozos de pan al aire. Planeando grcilmente, desde
ansiedad o juego por ser la afortunada, cada pellizco de pan era atrapado por sus picos sin
detenerse en el vuelo y consiguiendo que ni uno tan slo de los trozos cayera al firme suelo.
Todos arrojando a la vez la comida, un alborozo de alas y chillidos, supona un juego de nios
con premio. Nosotros nos contagibamos de la festiva algaraba. Hasta que un da, sin saber
como ni por qu, desapareca la asamblea del malecn y as mismo, las gaviotas no volvan a
pedir comida desde sus rasantes vuelos y sus acsticos griteros mientras controlaban los
aires del Paseo de la Mar
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IX
REFLEJOS DEL MAR
Toda tiene una vertiente. Como el cauce de los ros. Como las laderas de las montaas
o como los deseos incumplidos. Lobo encontr su lecho al pairo de nosotros; nosotros lo
encontramos en Polop. Pese a que ahora, desde la distancia, quede un sabor agridulce porque
los caminos nos fueron separando con la vida. No es asumible o mejor, nos desazona el que,
aquello que fue, no pueda continuar en su misma estancia. Sera detener el mundo. Parar el
Universo. Dejar de latir. Y si existe inmensidad en la aventura del vivir, sta es su magia. La
magia de situaciones tan felices como bellas. La magia de poder guardar en el archivo
emocional de los sentimientos, como lbum al que vamos llenando, para completar, sus
pginas con bellas estampas de color, y ms grises, de dolor. Conjuntadas, rezuman y
envuelven con benvola espera a da de recuerdo. Ahora es m, nuestros recuerdos. Dijo
Fanny:
-Papi; tu sabes muchas cosas Por qu no nos las cuentas?
-Empezamos por ti?
-Y nosotros qu? Respondieron al unsono los nios.
-Bien; empezaremos por uno y seguiremos con los dems.
Entre tmidos y orgullosos, los nios disfrutan cuando cuentas sus hechos pasados en
lnea de ancdota. Pequeos hroes que paso a paso van escribiendo sus propias vidas. Sus
afirmaciones individuales del ser y estar.
CABO COPE
Conocedor y enamorado desde siempre del mar, he disfrutado compartiendo con mis
hijos los conocimientos que he tenido. Procurando hacerlo a nivel prctico. Desde muy
chicos, los llevaba al mar; a las playas; a la costa. Les enseaba los faros y las islas (Tabarca,
Islote de Benidorm, Mitjana, de la Olla) Con una burbuja sobre la espalda, gafas y aletas puestas, y el susto de los mayores, me adentraba en caletas de cierta profundidad con ellos.
Les sealaba los peces: verdes metalizadas doncellas, azuladas vaquitas, sonrosados
salmonetes, rayados sargos y agrupadas salpas movindose en grupos entre las algas. Aquel
da habamos previsto llegar a Cabo Cope.
Madrugamos. Cargamos brtulos en una furgona. Y para Murcia. Estefana apenas se
sostena. Alfonso excitado preludiaba acontecimientos. Mari Tere haca de protectora por ser
mayor. Dejamos guilas con su puerto resguardando a los barcos de pesca .Y nos adentramos
en Cabo Cope. Arenas en la playa con altas rocas en el mar recordando a los castros gallegos.
Me sumerg y en prontitud ensart una lisa de casi un kilo; tambin un pulpo grande.
Del pulpo, se encarg Alfonso; la lisa la abraz Fanny y no quiso soltarla en todo el da; su
pap la haba cogido para ella. Su empeo fue tan grande, que hasta la vuelta a casa, aquel
pescado nos perfum de tal forma, que tuvimos que prometerle que se lo guardaramos para
que al da siguiente pudiera enserselo a toda la familia. El cansancio de sol y mar pudo con
su terquedad para que el sueo la venciera y pudiramos deshacernos del trofeo que
contamin ropas, cuerpos y hasta la cama. Extraordinario trofeo impensable!
Adems de la graciosa actitud de Fanny, otra imagen qued grabada en m. Mari Tere
me segua nadando hasta donde la profundidad se perda entre azules y violetas. Me sumerg,
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buscando entre las oquedades y cuevas, diez o doce metros y veo la curiosa cabecita de un
congrio escondiendo la longitud de su cuerpo en la oscuridad de la cueva. Mir hacia la
superficie donde se encontraba Mari Tere sealndole el serpentiforme pez. Las aguas eran de
calma total. La luz penetraba en forma de rayos abarcando la figura de mi hija. Millones de
corpsculos danzaban como jugando a su derredor. Mari Tere se sumergi intentando llegar
hasta el lugar que le sealaba. Descenda y su cuerpo cubra la fuerte luz solar creando una
aureola dorada como sus rubios cabellos abiertos en abanico sobre su cabeza de todava nia
impber. La estampa qued grabada cual ninfa o nyade salida de la mitologa o de un cielo
soado. La mar siempre refleja su belleza en la inocente pureza de un momento. Archivada
qued.
DESDE EL CABO HUERTAS
Todava no haban prohibido el llegar hasta la ubicacin de las erectas torres de los
faros. Alfonso desorbitaba de asombro sus ya grandes ojos de verdes iris ante el inmenso
espectculo que se abre ante desde cabo de Huertas separando San Juan playa de la ensenada
que conforma la Albufereta de doradas arenas . Ciudad de Akra Leuka; Lucntum. Abr los
brazos abarcando el inmenso azul
-Ves todo este mar.
-S.
-Pues bien; todo lo que ven tus ojos y cuanto no llegas a ver, es de tu padre.
-Tuyo pap?
-S. Pues bien; quiero hacerte un regalo. Todo lo que es mo, quiero drtelo a ti.
- A m?
-S; a ti y para siempre.
Y al igual que lo hice con Alfonso, lo hice con Estefana, con Rubn y con Ivn. Mari
Tere, por ser la mayor, fue la primera. Los nios cuando lo recordaban, en entraable
camaradera se repartan los lugares La playa de Benidorm es ma; bueno pues la del Portet me la quedo yo. Y yo el Albir. Pues para m Calpe Tan slo Mari Tere no participaba en aquellos repartos. La mayor, un poco celosa me dijo:
-T me regalaste el mar y era slo mo. Me engaaste.
Confo que la metfora, un da llegar a comprenderla. Porque la mar, como el amor,
cuanto ms se comparte, mayor es su inmensidad. Y su belleza penetra dulcemente
enriqueciendo ms y ms el espritu humano.
Todava fue ms sorprendente la reaccin de Alfonso ante su descubrimiento del mar.
Era un beb. Jugaba sentado en la arena.Extraaba aquel oro como escapaba entre sus deditos.
Vamos al agua! Sujetndole por los brazos, marcaba unos torpes pasos al hundirse en la arena .Miraba a sus pies y como las suaves olas nos mojaban alborozadamente entre risas y
salpicaduras de agua y espumas, El nio comenz a levantar la vista descubriendo que el agua
que nos mojaba, se ampliaba. Se ampliaba tanto como su visin era capaz de abarcar. Se
asust. No estaba acostumbrado a los inmensos espacios abiertos. A las olas rompiendo.
Aquello, muy poco se pareca a su baera en donde jugaba. Instintivamente y con brusquedad
se solt de mis manos cayendo al agua. Un ataque de terror le invadi mientras a gatas sala
huyendo como un gato del agua.
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El fuego de la chimenea se est extinguiendo. Por ser maana festivo, hemos
demorado la cama. Todava remulgando, le decimos buenas noches a Lobo que se dirige a su
rincn. La noche estrellada abraza campos y casas. Al fondo, Polop, ocre de tiempo, se cobija
bajo el Castillo; el huerto de cruces de Gabriel Mir. La torre de la iglesia repite once
campanadas. Y lejanamente se escuchan ladridos que se estrellan por breas y laderas del
Len Dormido.
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X
FUENTES DEL ALGAR
Hoy hemos decidido ir al Ro Algar. La primavera es una ininterrumpida festividad en
la Marina Baixa. La azulada luz que todo lo inunda revienta floraciones por doquier que
contrastan con el perenne verdor de nsperos y agrios, de pinos y, ahora, de almendros. Todo
envuelto en el ajetreo de la cotgida* de los dorados y dulces frutos perfumados por una
verdadera borrachera de azahar. Lobo disfruta de la explosin de vida como si su propia
vitalidad estuviera renovada con nueva savia. Hasta el duro pelo que le cubre se ha
regenerado hacindolo ms suave, ms brillante, ms dctil.
Cruzamos Callosa por la carretera de Bolulla que, zigzagueante, sube por la Xort
hasta Trbena para ramificarse hacia los pequeos pueblos montaeses con nombres rabes y
blancos mediterrneos. Trbena donde todava se utilizan modismos mallorquines y
tradiciones de las Pitiusas, importadas, cuando tras la expulsin de los moriscos, se despobl
la comarca por el atroz egosmo de los poderosos al usurpar la obra rabe de tantos siglos,
dejando desiertas fincas y alqueras, huertas y plantaciones. Mallorca lleg hasta la montaa
con sus repobladores. Adems de los apellidos y modismos dialcticos, con su cultura,
trajeron dulces y embutidos Ah, deliciosa sobrasada! Soberbias longanizas pascueras!
Regalo al paladar de dulces artesanales; miel y almendra! Hoy, un poco sofisticadas por el
paso del tiempo, todava contienen el profundo sabor isleo.
Primavera, concierto vital y enamorado en s mismo, extrovertiendo el sueo de la
vida en sus ms bellos signos. Las abejas, ejrcitos de organizacin tan disciplinada como
efectiva, laboran incansables En la Marina Baixa, conocedores ancestrales, cosechan mieles
tan delicadas que son capaces de diferenciarlas. De romero, de azahar o en confuso paladar,
de mil flores. En sus sabores, se distingue la armona de la montaa y el vuelo de sus
recolectoras.
Vamos hacia el Ro Algar, a sus fuentes, al paraje donde el tumulto de las aguas
provoca tantas sensaciones que impregnan el espritu de serenidad y alegre comunin con la
Natura. Aqu nace, venido Dios sabe de donde, en remanso apretado, presuroso por seguir el
curso. Como Lobo, como los nios o nosotros mismos. Una estrecha garganta entre rocas le
abre amplitudes. tero de libertad. El rumor atropellado, vuelve a serenarse al encontrar
espacios abiertos donde baladres blancos y asalmonados se mezclan con jaras amarillas y
como avergonzados, tmidos por su pequeez, tomillos y espliego, romeros y desgarbados
juncos, cual adolescentes buscando alturas. Caas oscilantes sobre grama y agret , con sus
diminutas florecillas amarillas aupndose como pednculos que no quieren pasar olvidados.
Humildes lirios silvestres y extraamente, alguna orqudea autctona
La primera poza, anuncia el desnivel que pronto habr que salvar. Aqu, hroes de
nosotros mismos, saltamos al agua desde el puentecillo que cruza salvando las dos
riberas. De nuevo, otra garganta entre cortadas rocas, desfiladero de Liliput, alfombrada de
algas y lquenes dando a las trasparencias un fondo dorado, verde y carmes virginal por su
propia algarada de vida. La piedra de roca, horadada por milenios de aguas y hombres, es un
fondo de tanta historia que produce vrtigo. Y en salto con mpetu de gigante, la catarata de
inmemorial canto abre caminos de vegas y huertas. Dulce agua que bebemos directamente
mientras sensualmente nos gozamos en cada chapuzn, en cada brazada, en cada salto.
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Hemos comido con la concordia de siempre. Hemos hecho planes para los siguientes
festivos. Se realizarn o como otras veces, cambiaremos por algo que nos parezca ms
atractivo, ms novedoso e ilusionante. Como ahora, en afinidad de conjunto. S; somos una
pequea orquesta de magnficos acordes. Ebrios de sol y montaa, cansados, volvemos hacia
Polop donde encenderemos el fuego en la chimenea mientras el da ir quedando prendido en
el pronto recuerdo.
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XI
LOBO Y LA VISITA
El da luce luminoso y fro. Los nios, sumicantes, excusan la pereza remoloneando
bajo las mantas sin ganas de levantarse al da, en ltimo minuto de cobijo al calorcillo bajo las
mantas, en sus refugios de sueo y pereza. Lobo, alegre, espera juguetn en la puerta, bajo los
arcos de la entrada.
- Vamos, jvenes, que hoy me ayudaris a coger lea por la rambla! A desayunar y
al cole! Vamos, vamos!
La casa se convierte en hervidero de prisas. Lobo, en la terraza, se contagia
movindose de un lado para otro. Ora ante la puerta, ora hasta el coche sabiendo cual es el
movimiento que precede a la marcha. Mara Dolores, previsora como siempre, ya tiene
envueltos los pequeos bocadilllos que en el recreo habrn de comer o cambiar, (ssshhh
secreto) con sus compaeros .
Por fin salimos todava envueltos en la aoranza del pasado domingo y mascullando
nuevas aventuras. Miau, a prudente distancia, nos observa felonamente con la actitud distrada
y negligente que no engaa, pues siempre est presto a colarse en la cocina o enfadar a Lobo.
Miau ha aprendido que mejor que en los pinos, tras las persecuciones de Lobo, convertidas en
un juego, lo lleva hasta el bancal de limoneros de donde es ms fcil descender. Experiencia
por grado y por ladino.
El tono dinmico va in crescendo hasta subir al coche. Lobo con trote juguetn, nos
acompaa hasta la entrada de la finca, el mismo lugar donde le encontrar a mi vuelta.
Siempre vigilante, Lobo no traspasa los lmites de la propiedad. Sus vivencias anteriores a
nuestro encuentro, le quedaron tan grabadas que rehye la proximidad de los hombres. Pero
Lobo tiene un sentido de proteccin que sobrepasa los lmites de lo racional.
Esta tarde, tenemos una visita. Esta tarde, mientras los nios se encuentren al abrigo de
sus obligaciones escolares, yo he de bajar a Benidorm. Esta tarde, Maria Dolores debe
encontrarse con alguien en la Cafetera San Francisco en Polop pueblo. Las obligaciones nos
obligan a separarnos unas horas, las justas para no atender juntos la visita que nos avis
llegara. Y as ocurri.
Mara Dolores sali de la finca por sendas que cruzando Les Foietes, acorta el camino
hasta Polop. Lobo sali tras ella. Sumiso, vigilante, protector. Intent ahuyentarlo, gritndole,
rindole, incluso tirndole piedras para asustarle. Se retir unos pasos. Y continu tras ella.
Lobo luca un collar de cuero. La gente extraaba su presencia que un poco distante de Mara
Dolores, segua tras ella. Enfadada, nada poda hacer para cambiar su actitud. Cedi,
precavida, al comportamiento de Lobo.
Lleg a la cafetera sentndose en una mesa. Lobo se acomod a sus pies. La gente
comentaba: Mira, mira; es el llob perdut. Y no fa res* Por si acaso, nadie se acerc ms de la cuenta. Y lleg la visita esperada.
Me cont mi esposa que en todo el tiempo que dur la entrevista, Lobo no dej de mirar
fijamente al visitante. Unos minutos, no ms de cinco, antes de finalizar la conversacin,
Lobo se levant y echando una mirada de suficiencia al visitante y a la gente que se
encontraba en la cafetera y de cario para Mara Dolores, despaciosamente sali del local.
Posteriormente, lo encontr en la finca juguetn como un corderillo. Esta fue una de las pocas
veces que Lobo traspas por s mismo los lindes de nuestro hbitat. Mara Dolores, nunca ha
podido olvidar aquel acto de amor y proteccin de nuestro Lobo. Imposible olvidar.
* es el lobo perdido. Y no hace nada.
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XII
EL VETERINARIO
Anunciaron la obligacin de vacunar a los animales. La explosin civilizadora que
Flix Rodrguez de la Fuente extendi por nuestro pas con su extensa obra de conocimiento
hacia los hermanos menores, todava no haba cristalizado en el gran nmero de licenciados
en veterinaria que existen. La proclama de vacunacin, dio como lugar de asistencia a La
Nuca. All me dirig con Lobo.
El veterinario, atenda a una seora francesa con un caniche. Todo eran mieles y
amables palabras y gestos. Tena su consulta, en una especie de patio alargado pared mediera
o perteneciente al TEATRO. Por tanto, todos cuantos nos encontramos guardando el turno de
atencin, nos veamos por estar juntos, as como al animal que atenda y a su dueo.
-El siguiente!
Y acerqu a Lobo. El veterinario, amanerado de gestos en todas sus expresiones, estaba
feliz, pletrico, departiendo con la francesa, escuchndose a s mismo como ciertos profesores
al impartir las clases, sin mirarnos siquiera; bastante tena con su extrovertida actitud. Sub a
Lobo en la camilla mientras el veterinario hecho mieles se despeda en francs del caniche y
su duea. Se volvi de golpe para atendernos encontrando la cabeza de Lobo a su misma
altura.
-Coo! -exclam dando un salto hacia atrs- Qu me trae Vd. aqu?
-Yo?,- dije inocentemente- Pues ya lo ve: a mi perro.
-Perro, perro? Esto no es un perro! Haga el favor; sujtelo bien, no tengamos un
disgusto.
Y Lobo fue manso como un corderillo, sin aspaviento de ningn tipo. Hasta me atrevo a
decir que not un brillo de irona en sus ojos hacia el asustado veterinario.
Tantas actitudes de notable inteligencia descubr durante la vida de Lobo, que creo que
el sentido de humanidad altruismo, bondad, comprensin- desbordaba de Lobo tanta como carencia de la misma tienen miles de personas, personajes y personajillos.
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XIII
RAMILLETES
Cada da, a la vuelta del cole, los nios tenan por norma el traer un ramillete de
florecillas para mam. Costumbre que perdur durante mucho tiempo. En su momento,
amarillas de trbol, ora blancas o rosadas de almendro en pequea rama que no daar al
rbol, campanulas blancas o azules y en poca de esplendor romeral, ramitas de cantueso o
tomillo; romero o espliego; manzanilla dulceamarga como pequeos soles en bsqueda de
abiertos cielos; y alguna que otra humilde violeta o dulzn jacinto.
Cada da, como ritual de enamoramiento y gratitud, los nios y Mara Dolores esperaban
la exclamacin de alegre sinceridad .Una sorprendida. Otros expectantes en plenitud de feliz
espera. Momentos de inmensa satisfaccin para unos y otra. Yo, con Lobo a mi lado,
espectadores de amables sentimientos, seguimos alentando actitudes que son sementera para
futuras cosechas. Porque si en el tiempo, de vez en vez se desata alguna tormenta, el hondo
conocimiento enraizado en el corazn, siempre, siempre resurgir, como los bellos botones
del leoso almendro cada ao desde el fro y crudo invierno. Por muy negras que sean las
nubes. Por muy estruendosa que sea la tromba. Arriba, ms arriba de la oscuridad, el sol luce
con su entrega vital en espera que los truenos y granizo, que las aguas torrenciales, se
amansen como alma purificada. Y nuevamente todo retorna al principio cclico de la armona.
Ningn da faltaba un ramillete de flores en casa.
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XIV
LECCIONES
Aquella tarde, una vez ms, sumidos en la oscuridad por corte del fluido elctrico,
alumbrados por la luz que despiden las lenguas crepitantes del fuego, abrimos conversacin
desde los acontecimientos del da ocurridos en el cole y con los amigos que acompaaban a
los nios entre juegos y risas.
Llegaron en tropel hasta la finca doce o trece nios. Siempre existe alguno ms osado y
rebelde. Alguno ms cauto y desconfiado. Otros ms dciles e ingenuos. Nios en conjunto de
capacidades y hbitos reflejos de la idiosincrasia del pueblo; de las familias, de sus propios
ancestros. Estereotipos de actitudes que, todava, abiertos al carcter levantino, rezuman
desconfianza hacia los forasteros. Castellanos llaman a todo aquel que venido hasta aqu, no
pertenece a su pequeo y cerrado mundo, pese a ser alicantino, pese a poder dialogar en la
verncula lengua valenciana. Una invisible muralla se establece con recelo de no alimentar
mayores confianzas. Amabilidad s; atenciones todas. Pero cuidado! No se pueden traspasar
ciertos lmites que slo a los nacidos en el pueblo, desde tiempo inmemorial, les pertenece.
Como la tierra; como el agua; como la esencia del ser y pertenecer a una casta tan especial
que slo pueden comprender entre ellos mismos. Pese a que les comprendas. Pese a que les
aportes riqueza y conocimientos. Siempre queda un algo especial, como un tufillo que limita
para crear una cierta distancia. Recuerdo de necesidades no compartidas? De invisibles
escalofros y miedos? De robos y atrocidades? Tanta historia han vivido estos lugares que se
debi ir fijando como ambulacros en el sentimiento de los nativos para conformar sus
caracteres! Siempre existen salvedades. Como en todo. Entre los nios, no.Los nios se
renen a una voz y, en el conjunto de sus voces, un fin les impulsa uniendo sus juegos y
esperanzas; sorprendindose de aquello que algn compaero les pueda dar a conocer. Lobo
lo saba. Yo a su lado feliz por ver a mis hijos participando de la barahnda general.
Corran entre los pinos; bajo el parral; por los bancales de limoneros y mandarinos. Los
nsperos, anaranjados y maduros, reventaban en racimos sobre las finas ramas de los
nispereros. Es un rbol menudo, delicado. Al menos, los que cerca de la casa en nmero de
quince o veinte, abran camino en un parterre estrecho, que frente a la primera construccin,
ocupa y da sombra, una hilera ancianos de cipreses; frente a la vivienda, rosales, jazmines y
lilas. Un antiguo galn de noche endulza desde el atardecer el aire. Un delicado rosal de
pitimin cierra el paso hacia la balsa de riego. Yo cuidaba que el pequeo ejrcito de rebeldes,
no causara ningn estropicio. Me fij en un rubito que con bastante ms kilos de los que le
correspondan por edad y desarrollo, se subi a un frgil nisperero forzando las ramas que se
quejaban en pronto destino de quebrarse.
-Oye, t; baja del rbol! - Le reconvine-
El nio, riendo, me hizo burla mientras arrancaba a puados los frutos y los tiraba
como proyectiles a sus compaeros.
-Vale, vale!- Exclam-
Pero cuando un cro se empecina, no hay forma de cambiar su comportamiento. Lobo
entonces actu. A carrera tendida, se lanz hacia el chaval. Las risas se convirtieron en susto.
No dio tiempo a nada ms. Salt hasta el arborcola y con la cabeza propin un fuerte golpe
en las nalgas del nio que asustado, qued inmvil y demudado en el rbol hasta que llegu
hasta l. Lobo, sencillamente, miraba desde el
suelo, escuchando la reconvencin que haca a Yucu. Satisfecho, Lobo, volvi grupas hacia la
casa, cual maestro acabada su demostrativa leccin de tica.
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Los dems nios, incluidos los mos, comenzaron a alabar la accin de Lobo. Yucu,
nunca ms se subi a rbol alguno, en nuestra finca, que yo supiese, como tampoco demostr
irrespetuosidad hacia objetos o hacia nosotros. Se hizo gran amigo de Lobo y durante un
continuado tiempo, cuando poda, no dejaba de visitarnos para jugar con mis hijos; para jugar
con Lobo a quien infundi un gran cario. Lobo demostraba predileccin, entre los dems,
hacia quien supo asimilar una accin de respeto de tan especial maestro .
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XV
LA LUZ Y LA BARONA
Xirles es una pedana perteneciente al municipio de Polop de la Marina. La barona de
Polop a la que en tiempos, fueron dependientes varios trminos limtrofes. Guadalest, La
Nuca, Alfaz del P antes de Polop- Finestrat y numerosas alqueras y partidas con bellos patronmicos de origen rabe. Los Beni, hijos de, sirven para concretar a que familia
pertenecan y daban sus nombres en los pueblos ( Benimantell; hijo de Mantell. Beniard; hijo
de Ard) Ecos de cultura y convivencia; de sangre y rasgos todava comprobables, que hablan
de siglos en perfecto mestizaje. Nombres escritos tanto en la montaa, como en pueblos de la
costa.
Todava se recuerda en crnicas, que en Polop, cuando perteneca al Taifa de Denia,
Rodrigo Daz de Vivar, el Cid Campeador, tom la villa, obligando a su alcaide a entregarle el
tesoro que, por seguridad, el emir de Denia, hizo esconder lejos de su palacio en Polop. Tan
slo bajo la amenaza de sacrificarle a l y a su familia, entreg por fuerza y miedo al Cid.
Hoy da, de las ampulosas dependencias de la Barona, quedan limitadas a una
circunscripcin lejos del orgullo de tiempos pasados. La Nucia, cuentan, sirvi como lugar de
separacin de Polop, en donde habitaban los braceros y serviles de la Barona. Incluso Alfaz
llamado hasta principios del siglo XX de Polop, qued apellidado del P, por el gran pino que
en el centro de la pequea villa daba, y da, sombra y cobijo a gorriones y en las tardes
caniculares, noches de cielos limpios y estrellados, fruncan ceos y rean chanzas los
hombres en amables tertulias.
Polop perdi su directa salida al mar al quedarse sin el Albir por oriente y la Cala de
Finestrat por poniente que arropan a Benidorm en su centro. Si un signo define la comarca de
la Marina y aqu, de la Marina Baixa, es la luz. Una luz esplendorosa que reverbera por
doquier. Desde el ms leve chinarro, hasta la agreste roca. Desde el terciopelo que cubre
laderas y montaas hasta el verdor de rboles. Es un ascenso que supera cualquier sensacin
de belleza. Y la luz te impregna como hacindote parte de s misma. Reverbera azul y en la
tarde, sobre las aguas del mar, perdindose en profundidades y espumas, cual delicadeza de
pintura al pastel, extiende un alarde de tan profunda serenidad que nada puede asemejarle.
Tierra de artistas; de pintores y msicos que hicieron casa en Altea. Otero de guilas
desde Guadalest. En este bello rincn de Xirles, envueltos por naranjos y almendros,
reparamos en el Mol que un da fue fbrica de luz y hoy da, arrullado por el cantar de las
aguas del riachuelo y las fuentes que de l nacen, amparados bajo el tiemblo de la
majestuosa alameda, hablamos con Rafael y de sus proyectos mientras tomamos caf. Si
Polop es espectacular, Xirles con su antiguo puente que le da entrada al casero, se convierte
en reducto de mgica serenidad.
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XVI
BRUMAS
El cielo cubre de gris. Un velo oscurece montaas y tinta de triste nostalgia colores y
vida. El humo que sale por la chimenea, lnguido, perezoso, se enreda por las ramas de los
naranjos y entabla una batalla con el vapor que asciende desde la tierra hmeda por la lluvia
de la noche. El olor de leosos troncos consumindose y el de la tierra mojada provoca un
estado de lasitud prximo a la apata. La torre de la iglesia, aparece y se esconde entre los
velos de la niebla. Los nios reniegan de sus obligaciones escolares vctimas del estado
nostlgico que provoca el da. Hasta Lobo, remoln, restriega su lomo, mimoso, en juego de
caricias y acercamiento. Calor de amistad. Nostalgia de sabernos cerca. De sentirnos ms
cerca. Queriendo penetrar hasta la mdula en donde esconde su amor. Es sentimiento
compartido. Prebendas de amor siempre aflorando que hoy, la niebla multiplica. Nos
sabemos. Estamos. Mara Dolores queda con Lobo mientras en esfuerzo de obligado
cumplimiento marchamos al colegio.
-Y si esta tarde llueve, tambin iremos al cole?
-Yo me quiero quedar en casa!
Si, pequeos, hay que continuar, salvo fuerza mayor, debemos ser constantes, como la
Naturaleza misma, porque nosotros pertenecemos a ella, al contrario de lo que l se piensa
equivocadamente, gran error; que la Naturaleza pertenece a los hombres. Responsables de
continuar nuestro ciclo del vivir. Unidos, sabindonos en libertad y respeto. Somos agua y sol,
lluvia y viento; vivimos por la Naturaleza y en ltimo estar, nos mezclamos en ella que nos
arropa en continuidad de vida. Si; la Naturaleza es nuestra casa y vestidos; alimentos y fluidos
orgnicos; la bruma que hoy nos envuelve trae consigo la comprensin del acercamiento, de
sabernos protegidos con el esfuerzo que da a da realizamos, que la magia oculta entre
sendas andadas y por descubrir, nos va enriqueciendo. El colegio y los profesores; los amigos
y las aventuras; la casa y los padres que os protegen; Lobo y su compaa; Los pjaros y las
montaas; los vecinos y sus respetables criterios, aunque no sean compartidos, Todo nos va
definiendo y enriqueciendo. Como el tul que nos envuelve y el esfuerzo para continuar con
alegre nimo, pese a que para ello nos cueste sacar fuerzas y nos obligue a demorar otras
situaciones que quin sabe?; pudieran ser ms cmodas O no? Adelante chicos; la maana
nos espera!
He tenido que prometerles que ira a recogerles al pequeo parque de lamos que abre
la Rambla al principio de la finca. Justo donde las Fuentes de la Salud fueron cedidas por el
antiguo propietario al Ajuntament para el uso y disfrute del pueblo. Las Fuentes de la Salud
en las que Sigenza tuvo un altercado con los vecinos, celosos y avricos de sus aguas. Al fin,
la sangre ms pura que nos riega y alimenta siempre es el agua. Vnculo compartido de vida
distinguindonos dentro del azul. El que hoy queda anulado por la cercana visin de la niebla
y de las nubes bajas. Quien sabe si no estn celosas de nuestra situacin con olor de pino y
resinas ardientes caldeando nuestra casa.
MGICA NATURALEZA: LOBO
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XVII
ESTRELLA
El da no quiere escampar. Nos trae una tarde de recogimiento y morria. Los juegos de
los nios se ven obligados dentro del refugio del hogar. Hoy cada nio se siente ms cercano
en sus casas. Entre obligados deberes y esperas de libres espacios y aventuras. Mientras llega
el maana de sol y azul, olvidando intemperancias climticas, cabe imaginar proyectos
nuevos; aunque nunca se cumplan. Frente al fuego, arracimados al suave calorcillo,
retomamos vivencias todava frescas en la memoria y en la sonrisa.
El Nano, Ivn, revoluciona a sus hermanos mientras devoran las meriendas. Lobo asiste
a la ordala de disensiones sabiendo que pronto habr mutuo acuerdo.
-Los pollos de Petrel!
-No; la Coqui!
-Y por qu no los espritus?
-Anda, anda. Luego no puedo dormir. Me da miedo!
-Vale, vale. Os cuento de mi perrita Estrella? O de Jander?
-Bueno; lo que t digas. Pero a mi me gusta lo de los pollos.
As, todos conformes. Casi. Una vez se incorporan al relato, los nios, pequeos y
crdulos por la misma inocencia, saben que no existe intento de engao. Son como Lobo en
pureza de sentimientos; si les mientes, tan slo a ti te engaas porque siempre existe un
momento en que las mentiras como la hipocresa quedan al descubierto.
Estrella, mi pequea perrita de lanas, por ser yo el ms chico de la familia, tena
predileccin por m. Color tabaco, hociquillo respingn, con una estrella blanca en la frente
protegida por vedijas que le caan por toda su cabeza ocultando sus aviesos ojillos. Tanto era
su cario, que tan slo a m me dejaba estar junto a ella cuando en su refugio dulzn de sangre
y parto, uno tras otro alumbraba a sus cachorrillos. Tan slo a m me dejaba manosear
aquellas masitas de juguete con sus cerrados ojos y que torpemente buscaban el calor de la
madre y los ofertores pezones de sus tetillas fuente de sus diminutas vidas.
Un da tuve que marchar de Elda, de la casa de planta baja que comparta con mis
abuelos, siempre papa y mama, bastante ms entraable que abuelos. La vida me llamaba para
cumplir los caminos indicados y que tan slo yo debera andar. Y sal de la casa de planta
baja, con aqul patio que cada primavera mi abuelo sembraba con don Pedros y enredaderas
que envolvan caizos y alambres para tamizar los cegadores rayos del sol. Aquella casa
qued con mis ms queridos seres en la tristeza de la separacin; con la incgnita de cual sera
mi actitud ante y en la vida.
Tard tres meses en volver. Benidorm y la Marina ya haban anidado en m. Suba por la
calle Quijote en donde vivan mis abuelos, a mi casa de la que sal para andar mi camino.
Unos gruidos comenzaron a lanzar avisos en forma de cariosos y excitados ladridos
Estrella me estaba presintiendo tres manzanas antes de llegar! Y la vi!
Rompindose de alegra! Estrella trajinaba por el tejado; no menos de cinco metros de
altura hasta el suelo. Le grit que esperase. No se contuvo; Estrella salt desde el tejado hasta
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la calle. Renqueando, se abalanz a mis brazos, bolita de bucles, suaves sedas deshechas en
zalameras. No me avergenza decir que llor emocionado. Los das que pas de permiso en
casa, Estrella no se distanci de mi compaa.
MAGICA NATURALEZA
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XVIII
CONEJOS BLANCOS
Fue una inesperada sorpresa. Una tarde, apareci en la finca el padre de una conocida
de Polop. Vino desde la frontera que demarca Alicante con Murcia. La Vega Baja, seoro del
Segura que se extingue por Guardamar entre dunas y pinos. El costumbrismo sigue a las
personas all donde se encuentren. Aquel hombre, agradecido por unas atenciones que
tuvimos con su nieto, nos trajo un enorme conejo blanco de seda y nieve, raza gigante y rojas
esclerticas, asustados por el trauma sufrido durante el viaje encerrado en una caja, sin ver la
luz; atadas sus frgiles patas; prisionero de su libre estar entre los dems animales domsticos
de su hbitat casero. Lleg acompaado de otra coneja hembra, que qued en casa de su hija.
El precioso macho era para nosotros. Maravilloso animal. Los nios saltaban de contento.
Mara Dolores, con una interrogante en su mirada esperaba.
-Papi; qu vamos a hacer con Blanqui? Antes de hablar, ya lo haban bautizado.
-Habr que pensar algo.
-Podemos educarle para que viva con nosotros. Como el Lobo.
-Le hacemos una casita y le damos de comer todos los das.
-Pues yo le pondr un lazo rojo!
-Lo llevaremos al cole para que la profe lo vea.
Y,y,yTantas cosas Seor los nios!
-Pues no-dije- Blanqui va a tener la oportunidad de volver a la montaa.
- Ah, no Jos! Yo le he trado el mejor de mis conejos para que se lo coma.
-Comer, comer dice?
-Claro y si no, no se lo doy!
-Veamos; Vd. Nos ha regalado a Blanqui no?
-Pues s!
-Bien. Entonces, ahora es mo. Correcto?
-Vale!
-Con Blanqui, a partir de este momento puedo disponer de l como considere O no?
Si me lo como o lo pinto a rayas ya es cuestin nuestra Su futuro est con nosotros y la
opinin de nuestra asamblea pesa mucho.
En ningn instante solt de mis manos al nervioso conejo que se debata intentando
escapar de aquel girigafe que se arm en un momento. Y Blanqui se qued con nosotros. Y su
hermana o compaera lleg al da siguiente de manos de nuestra conocida. Y jugamos a
mover la nariz delante de sus caras, tranquilas ya, conforme yo hacia ante la tela metlica del
jauln en que criaba mi abuela los conejos. Caras graciosas repitiendo continuamente un
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movimiento facial arrugando los msculos y enseando ligeramente los dientes. Pensaba que
era la forma de comunicacin de los
conejitos. Y cuando nio, pasaba horas enteras arrugando la nariz y creyendo que me
comprendan; creyendo que me decan tantas cosas como eran capaces de alimentar los
sueos de nio.
Lobo asisti a todo el proceso impertrrito. Sin asomo de curiosidad ni excitacin. Nos
miraba a todos como desde una atalaya se observan los movimientos de incautos que creen no
son vistos. Fue cuando despedimos al visitante, mientras soltbamos las cuerdas que
atenazaban a Blanqui cuando Lobo se acerc a nosotros mimoso. Con gran dignidad, husme
y oli al asustado y nveo conejo, lo observ por todo su cuerpo, lami sus orejas y
majestuosamente, como rey en su feudo, despaciosamente se alej del grupo dejndonos un
poco estupefactos.
Los siguientes das fueron de continuas visitas a la pareja de conejos. Creo que de haber
estado mucho tiempo entre nosotros, los pobres conejos, habran muerto de tanto mimo y
carantoas. En los momentos de distraccin, escuchaba sonoros besos salidos de los nios en
sus juegos con los roedores.
Una maana al amanecer, marchamos a una agreste zona de Aitana. Ascend a una
especie de circo natural protegido y camuflado por rocas, convirtiendo el lugar en una
fortaleza. All liber a los bellos animales. Inicialmente, se metieron entre mis piernas
buscando abrigo. Pronto se separaron de m y comenzaron a mordisquear unas yerbas.
Aumentaron la distancia y como sabedores de una situacin nueva, corrieron entre unos
densos matorrales de aliagas. Gozosos como chiquillos en tropela de juegos, se perdieron
entre piedras y romeros, rocas y jaras. La montaa era suya. Los ancestros genticos
superaran el temor. Quise suponer. As se lo coment a mis hijos para que pudieran dormir
tranquilos. Sin saberlo los nios, unos das despus, me traslad solo a los mismos parajes.
Bien es verdad que no los vi; s redondas cagarrutas que marcaban el paso de algn conejo .
Varios meses despus, olvidados, sin poderlos olvidar, escuch a unos hombres hablar con
Pepito, un pastor de la sierra conocido nuestro, que por la partida del Castellet, haban visto
unos curiosos conejillos blancos.Aixo es la gent forastera que fa tonteries* Eso ser, dije.
* Eso es la gente forastera que hacen tonteras.
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XIX
LA TORMENTA
La maana amaneci radiante. Nada predeca otra situacin fuera de la calma.
Luminoso azul. Quietud total.
-Jos; no me gusta tanta calma.
Preludio incomprensible de rupturas con fortsimos choques.
-Este amanecer, apuntaba
-Cmo? Cmo puedes saber que se va a partir el da? Si nada se ajusta a otro
sentido fuera de la quietud, de la serenidad!
-Mira; ves ese tono oscureciente sobre los farallones del norte. As me lo ense mi
abuelo que adems de los dolores del reuma, bien se fijaba en el cielo, en las nubes y en los
cambios de color. Tambin hay que atender las seales de los animales. Ellos son los primeros
que notan cuando va a cambiar el tiempo.
Dios, que sabidura la de ests sencillas personas nacidas entre montaas y, como las
mismas rocas, son savia de la Naturaleza! Pocas palabras emplean. Los refranes y las
sentencias son sus constantes en la conversacin. Conocen cada matorral y el por qu est ah
Y lo respetan! Conocen sendas y vericuetos por caadas y escondidos pasos entre valles y
oteros. Sienten el mismo latido de la montaa como parte de su propio ser. Si sacrifican o
matan, es para cumplir el rito biolgico de vivir. Jaume, mi amigo el pastor, contando
historias a los nios es sabio. Con la escuela mayutica que abre el conocimiento por
asimilacin con directos ejemplos. S que aprendi a leer en tiempos de la republica, cuando
en Polop, se encontraba Gabriel Mir soando con Sigenza y Oleza, y Sagibarba y Luisa
Vela que aunaban belleza literaria y melodas con voces que asombraron al mundo. Como la
armona que en sinfnicas composiciones encontraba Oscar Espl. Con los matices y maestra
que imprima Benjamn Palencia. Jaume, sencillo y campechano, como tantos hombres y
mujeres de rsticas culturas, tena en su alma todo el sonido de Aitana, toda la msica de los
vientos, la belleza del ms profundo tratado, todos los matices en la voz de la Naturaleza. Ese
conocimiento que no existe ms que en lo profundo, en la humilde paciencia de la sencillez.
Y ocurri! Con tanta rapidez como imprevisin! Sobre las tres de la tarde, el cielo se
ennegreci amontonando nubes de oscuridad en batalla atropellada. Se desat el viento
huracanado en remolinos que no marcan direccin alguna pero arrancan rboles y desgajan
ramas.
Puertas y ventanas cerradas! Al resguardo de los elementos! El primer trueno son
rebotando por campos y casas, arrastrndose por laderas y huertas; haciendo vibrar ventanas y
cristales; hasta las puertas crujan por tan violentos arrebatos. A los truenos y al viento,
sucedi el agua en trombas impresionantes. Se abrieron los cielos en mares. La gota fra
arras la comarca Jaume y su sabidura!
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XX
EL DOLOR DEL RAYO
Con la misma rapidez que se quebr la serenidad, los cielos se despejaron de nubes. Los
bancales se transformaron en pantanosas charcas. Espejuelos por doquier reflejaban suelos
antes polvorientos y resecos. Se acumularon entre el ramaje millones de cristalinas gotas
engarzadas por invisibles hilos entre los lmpidos verdes ahora reverberantes con traje festivo.
Las aves se sacudieron el sopor de una noche sin noche y cantaron a la tarde en busca de
babosas y caracoles delatores de sus caminos tras el rastro que dejaban al paso. El campo
reciclaba mil olores frescos de vida que penetraban hasta perdidos sentidos devolviendo un
afn devocional.
El pequeo parque de lamos blancos donde sola esperar a mis hijos, clam en aquella
tormenta. Nos encontrbamos en casa al refugio de los desabridos elementos. Restall una
chispa elctrica rasgando el aire. Casi al unsono son el trueno. Aquella explosin la sent
dentro; tan adentro de mi alma como dolor que transgreda angustias en desesperado lamento.
-Algo a ocurrido; una tragedia!
Los nios as mismo se desazonaron y Lobo se lamentaba. Dios! Qu ocurre? Desde
dnde llega esta tristeza? Acabada la lluvia, todava sorteando charcos y piedras, troncos y
follaje, salimos Mara Dolores y yo. Una fuerza nos empujaba directamente, sin titubeos ni
dudas, por la senda que bordea la rambla. Pasamos las depresiones de los desniveles
convertidas en profusas cataratas espumeantes de barro y rabia hasta llegar al pequeo parque
de los lamos.
Justo en el lamo donde por costumbre me apoyaba sobre su tronco para escuchar el
ritmo de la vida que ascenda por sus venas elevndose hacia el ter, un rayo lo haba
desgajado con la facilidad que se separa un trozo de mantequilla con un cuchillo. Abierto en
dos; herido de muerte! Todava poda sentir sus estertores. La agnica partida de un ser vivo
por camino sin retorno.
Desde la distancia sentimos en casa su grito de angustia y dolor. Fuimos participes de la
unin que los sentimientos dictan y comparten. Aquel hermoso lamo fue mi confidente de
muchos das, mi amigo. Yo me convert en su ltimo suspiro. Un adis desde el silencio.
Voces tan slo audibles dentro del corazn.
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XXI
SENTIMIENTOS Y PLANTAS
Todo tiene voz. No necesariamente con sonidos y palabras. Perfectamente entendible
para abiertas sensibilidades. Audible en comprensin de necesidades y de ofrecimientos. De
simpatas y negaciones. La voz llega, igual que se transmiten los dolores, como se contagia la
alegra. Todo lo conforma el amor y su mgica trascendencia. Lobo se comunicaba conmigo
tanto en proximidad como desde distancias. Cada vez que las plantas necesitaban cuidados,
dentro de m senta sus peticiones, las siento. Cuando les hablaba, les hablo, desde el silencio
fsico, esponjan en alegre coquetera. Llegando a florecer en pocas imposibles. Y cuando una
planta ha pertenecido, ha sido mimada por alguien, se alguien queda en la continuidad de sus
races, en sus nervios y venas, en la savia que cada da le hace anuncio de vida.
Cuando decidimos venir a Polop, en el Valle de Elda, desde la magia de la Silla del Cid,
tuvimos un regalo. Una pequea planta tipo enredadera, crasa, de montaa, se nos ofert
como algo propio y que debamos tener con nosotros all en donde nos encontrramos.
Aceptamos aquella mnima expresin de volumen e inmensa como la misma montaa en
sentimientos. Hoy, transcurridos ms de veinte aos, la pequea y rara especie asciende por el
enrejado de la entrada de nuestra casa. Y cada vez a su lado, La Silla del Cid, llega hasta m
en aromas de recuerdos y vivencias Reportndome una comunin, cordn invisible, de sereno
estar de lo que fue, es y ser. Eslabn de sentimientos y aconteceres cual ADN csmico que
en la Tierra nos encadena con un mismo fin. Traslacin en sancta sanctrum de mnima-
mxima conciencia?
La abuelita Mara mimaba sus flores y plantas con minuciosidad de delicadas tallas;
gemas preciosas que resplandecan bajo sus cuidados. March de la vida en bsqueda de otros
espacios y sus preciosas joyas quedaron abandonadas. Una maceta que por supersticiosos
deseos hacia sus hijos alentaba para mayores suertes y encomiendas, conocida por la planta
del dinero ,qued hurfana en su asfixiante sed- Pasaron ms de seis meses hasta poder ir a
Salinetas en donde se encontraba la sencilla casita de campo y el triste recuerdo del vergel que
Mara en grcil esfuerzo tuvo. Desolados por el yermo espectculo, nos fijamos en el macetn
de esperanzas que Mara depositaba en loor de sus hijos. Apenas unas secas ramas en las que
ya haban cado las muertas hojas. Mara Dolores no pudo evitar la tristeza:
-Por qu no lo intentamos? Quin sabe?
Hoy, no tan slo su verdor refulge, y cada ao en diminutos ramilletes de blancas
florecillas, estrena vidas. Tambin y desde ellas, han expandido humildemente su amor
traspasando a otros tiestos y lugares su plenitud. En s mismo, un amor trascendente. Es la
planta del dinero de Mara. Del deseo que perdura en su amable recuerdo y cario.
Estefana por su parte, se manejaba una pequea lata con un brote de hierbabuena.
Perfumada y sencilla como ella.
-Papi, no me la dejan tener en Alicante.
Cada semana, bajaba y suba desde Polop hasta la capital. Cada semana, con su latilla
oxidada cual precioso tesoro del que no se quera separar.
-Bien, hagamos que sea frtil, que se extienda y nos regale su perfume
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La trasplantamos a lecho de tierra. Y la tierra abri su cuerpo para ampliar y extender,
como el amor de Fanny por todos nosotros, unas races que quedaron fijas con su risa de plata
envuelta en la ternura y cario de nuestra nia