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  • LAS MDULAS COMO PAISAJE CULTURAL. ITINERARIOS POR EL PARQUE ARQUEOLGICO

    F.-Javier Snchez-Palencia Dto. de H Antigua y Arqueologa Instituto de Historia del CSIC

    MDolores Fernndez-Posse

    Inst del Patrimonio Histrico Espaol

    Resumen: La Zona Arqueolgica de Las Mdulas, incluida desde 1997 en la Lista del Patrimonio de la Humanidad, fue objeto de un proyecto de investigacin desde 1988 hasta 1996. Como uno de los principales resultados y aplicacin del mismo, se han realizado ya varias actuaciones tendentes a su conversin en Parque Arqueolgico. En este trabajo se exponen las bases conceptuales para su consideracin como un paisaje Cultural, es decir, para su comprensin como la huella material de un proceso histrico, as como las medidas concretas llevadas a cabo sobre el terreno, en particular los itinerarios creados para potenciar su valoracin y su divulgacin entre los visitantes.

    Este trabajo es deudor en casi todo de una serie de estudios anteriores firmados por los componentes del equipo que ha llevado a cabo el proyecto de investigacin de la Zona Arqueolgica de Las Mdulas, de forma que viene a ser una sntesis o resumen de lo ya expuesto, particularmente en lo que se refiere a los conceptos, en Snchez-Palencia et alii, 1996 y 2000 y Fernndez Manzano, Snchez-Palencia y Fernndez-Posse en Snchez-Palencia, 2000: 32-46.

    LAS MDULAS, PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

    En la ltima dcada un amplio equipo de investigadores hemos llevado a cabo un proyecto de investigacin [1] que, ms all de sus objetivos cientficos y basndose en ellos, ha procurado contribuir a la mejor valoracin y difusin de la Zona Arqueolgica de Las Mdulas (ZAM).

    Esa doble intencin de valorar y difundir no ha tenido una simple finalidad de orden prctico, que obviamente la ha de tener por definicin, sino que alcanza sobre todo a una renovacin de profundo contenido conceptual. En efecto, Las Mdulas es un bien de inters cultural que se ajusta a la figura legal de Zona Arqueolgica, segn es definida por la Ley 16/1985 (art 15, 5), y que por lo tanto comprende una serie de estructuras y elementos fcilmente itinerables y convertibles en parque, como de hecho se ha realizado ya en buena parte. Tal consideracin ha implicado un ejercicio de reflexin sobre el Patrimonio como recurso y, ms concretamente, integrado dentro de una figura, la de Parque Arqueolgico, claramente conectada con una explotacin ordenada y racional, pero que posee un alcance an imprecisamente definido tanto en su contenido como en su regulacin legal. Pero, como decamos, queremos resaltar sobre todo la importancia que para nosotros ha tenido a lo largo de una dcada de estudios sistemticos el considerar a Las Mdulas como un Paisaje Cultural. Es decir, como la plasmacin fsica de un verdadero proceso histrico, puesto que los paisajes culturales no son sino el resultado de la interaccin entre la actividad humana y el medio natural sobre el que se produce.

  • La unin entre estos conceptos del Patrimonio, paisaje cultural y proceso histrico, resulta cada vez ms actual y est siendo muy potenciada a escala internacional. Sirva de ejemplo la nueva "Convencin europea del paisaje", promovida por el Consejo de Europa, en la que la definicin propuesta sobre el propio trmino de paisaje anula claramente la diferenciacin entre lo natural y lo cultural: "paisaje designa una parte de territorio segn es percibida por la poblacin (en un sentido muy genrico, ya que no se refiere solo a los habitantes del territorio, sino tambin a sus posibles visitantes), cuyas caractersticas son el resultado de factores naturales y/o humanos y de sus interrelaciones" [2].

    De forma ms concreta, la Lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO est incluyendo en los ltimos tiempos una serie de bienes culturales dentro de esa perspectiva de valorar no tanto su importancia monumental cuanto su representatividad como huellas de procesos histricos relevantes, aunque no necesariamente "monumentalalizados". Tal es el caso de los "Arrozales en terrazas de las cordilleras de Filipinas" (incluidos en 1995), la "Red de molinos de Kinderdijk-Elshout" de los Pases Bajos (1997), el "Paisaje arqueolgico de las primeras plantaciones de caf del sudeste de Cuba" (2000) o el "Paisaje agrcola del sur de land" en Suecia (2000). En todos ellos se ha valorado esa capacidad de interrelacin respetuosa y sostenible entre la actividad humana y el medio ambiente que nos rodea, aunque en algunos de dichos ejemplos se haya producido una fuerte alteracin de dicho medio, como ocurre con los mencionados de Filipinas y de Holanda.

    Lgicamente tambin hay ejemplos incluidos en la Lista en los que la intervencin humana ha creado realmente un "nuevo paisaje" como una nueva realidad, incluso monumental y al servicio slo de una parte de la sociedad. As como con el "Paisaje cultural de Sintra" en Portugal (1995) o con el "Paisaje cultural de Lednice-Valnice" de la Repblica Checa (1996), ambos nacidos en torno a lugares residenciales o palaciegos.

    El propio concepto de itinerario, en cuanto que contribucin material a la creacin de un determinado paisaje con contenidos relevantes culturales e histricos, ha sido objeto de atencin por la UNESCO. Quizs el ejemplo ms claro, a la par que cercano, sea la inclusin en la Lista de "El Camino de Santiago de Compostela" tanto en Espaa (1993) como en Francia (1998). Pero existen otros ejemplos, quizs menos conocidos, pero no por ello menos significativos de esta tendencia a valorar cada vez ms el itinerario como forma de unin y vertebracin histrica y cultural, tal es el caso de "El Canal del Midi" en Francia (1996) o de "La ruta del incienso en Omn" (2000), e incluso como contribucin decisiva, entre otros valores, a la creacin de "nuevos paisajes" como es el caso de "La lnea de ferrocarril de Semmering" en Austria (1998) o la "Lnea ferroviaria himalaya de Darjeeling" en la India (1999).

    Creamos necesaria esta introduccin, quizs un poco larga, como prembulo a nuestra visin de lo que nos parece que debe ser la explotacin racional de Las Mdulas como paisaje cultural y porque, al ser tambin un bien cultural incluido en la Lista (1997), las referencias al Patrimonio de la Humanidad nos sitan dentro de las tendencias generales que imperan en la actualidad. De hecho, los mismos criterios aducidos para la inclusin de Las Mdulas son significativos de dichas tendencias. La mejor contrastacin al respecto es la consideracin que mereci para ser incluida en dicha Lista. El propio comit de la UNESCO que prepar el expediente de evaluacin para que esa inclusin se produjese en la reunin de Npoles de diciembre de 1997, se hizo eco de tales factores al reconocer que el paisaje antiguo de Las Mdulas no slo conservaba excepcionalmente los elementos industriales de la actividad minera, sino tambin los referidos a las comunidades que hicieron posible tal actividad, representados a travs de los mltiples yacimientos excavados o por excavar. El mismo comit indica que Las Mdulas se inscriba siguiendo cuatro de los seis posibles criterios exigibles a los bienes de inters cultural:

    - Criterio 1: Ser una obra destacada de la creatividad humana, especficamente por la tecnologa minera utilizada (se menciona la ruina montium y la importancia de la fuerza hidrulica) y por la importancia econmica que tuvo para el Imperio Romano.

    - Criterio 2: Proporcionar un testimonio destacado de la creacin de un Paisaje Cultural, marcado por la importante intervencin humana y los posteriores procesos naturales,

  • mencionando en especial la introduccin de nuevos cultivos (el castao sera el ms relevante por su huella en el paisaje actual) que han pervivido sin cambios desde poca romana hasta hoy.

    - Criterio 3: Constituir una evidencia nica, o al menos excepcional, de un tipo de trabajo y de una explotacin tecnolgica y cientfica de la naturaleza correspondiente a una civilizacin extinguida.

    - Criterio 4: Ser un ejemplo sin paralelos resultante de la unin entre Arqueologa y Paisaje que ilustra un perodo de gran importancia para la Humanidad y para el sostenimiento econmico del Imperio Romano durante los siglos I y II d.C.

    SOBRE EL CONCEPTO DE PAISAJE CULTURAL: DEL MITO AL PROCESO HISTRICO

    Las Mdulas posea ya desde hace tiempo un reconocimiento como bien de inters cultural, basado sobre todo en las estructuras visibles de lo que fue la mina de oro romana [4]. Como deca un cartel all instalado era considerada un "monumento de la ingeniera romana". Efectivamente, se trataba de los restos de la mina de oro romana ms grande de todo el Imperio Romano (Fig. 1): casi 100 millones de m

    3 de tierra removida, unos 3 km de anchura

    mxima y ms de 100 m de profundidad en el sector ms extenso de los tres excavados y unas 1.200 ha transformadas en total.

    Fig. 1. Vista del sector principal de la mina de oro de Las Mdulas.

  • Esa notable intervencin humana se produjo sobre unos depsitos de conglomerados miocenos de un intenso color rojo que forman el yacimiento aurfero y estn colgados sobre su entorno inmediato, de forma que los desmontes resaltan en la actualidad con sus picuezos y frentes escarpados la alteracin topogrfica producida (fig. 2).

    Fig. 2. Vista desde el oeste del yacimiento aurfero y de la mina de oro de Las Mdulas.

    Esa apreciacin capitaliz casi absolutamente la valoracin cientfica y patrimonial de la zona hasta los aos ochenta del siglo pasado. Nuestro trabajo pretendi desde sus inicios superar esa visin sectorial y creemos que ha contribuido notablemente a potenciar su revalorizacin desde una perspectiva ms integral, considerndolo como un paisaje cultural resultado de un proceso histrico muy complejo y que excede sin duda su importancia estrictamente tecnolgica.

    Puesto que la minera antigua no haba sido reanudada nunca, sus vestigios haban quedado envueltos en un halo de misterio y de leyenda, fruto del desconocimiento de unas realidades cuya memoria histrica haba cado en un profundo olvido y, por lo tanto, haba sido reinventada por la tradicin popular o pseudocultista: las historias de moros, la Cueva de la Encantada, el rey Medulio o Mdulo de donde procedera el topnimo del lugar y la competicin por obtener la mano de su hija Borenia, la ondina Caricea de la que se prend el general romano T. Carisio o Caricio, etc (Balboa, 1998; Olmos en Snchez-Palencia, 2000: 327).

    Desde la recuperacin de las fuentes literarias antiguas a partir del Renacimiento y sobre todo gracias a algunos ilustrados, la importancia de la explotacin minera llevada cabo por Roma en Las Mdulas haba empezado a recuperar una cierta interpretacin histrica. Pero, en general, las eruditos humanistas que empezaron a valorar la riqueza patrimonial del Bierzo vean Las Mdulas como algo lejano y de pasada. Fueron ms bien los profesionales que pisaban directamente el terreno, como el militar artillero Juan Manuel Munrriz o el fsico-qumico Ricardo Becerro de Bengoa quienes primero contribuyeron a la correcta interpretacin de los vestigios mineros romanos (Olmos en Snchez-Palencia, 2000: 317-323)

    An as, si hubiese que adjudicar a alguien el redescubrimiento de Las Mdulas, no nos cabe la menor duda de que sera al novelista y diplomtico Enrique Gil y Carrasco. Su aportacin fue de doble signo: por un lado, en su "Bosquejo de un viaje a una provincia del interior" nos describi de forma extraordinariamente vvida, frente al olvido precedente, las espectaculares

  • huellas de la minera romana y supo valorarlas como un "gnero nuevo de antigedades romanas". De hecho, podramos decir que Gil y Carrasco es el autor del "primer itinerario por Las Mdulas" (fig. 3). Pero, a su vez, tambin convirti todo el entorno en escenario imaginario de dos de sus novelas (Gil y Carrasco, 1992), la famosa "El Seor de Bembibre" y la menos conocida de "El Lago de Carucedo". En ambas lleg a reinventar, incorporando algunas referencias reales, una geografa de Las Mdulas adaptada a sus argumentos medievales. Particular inters tiene la segunda novela citada, en la que el origen del Lago de Carucedo aparece envuelto entre los desdichados amores de una pastora, Mara, y un caballero, Salvador, convertido tras un primer desencanto sentimental en abad del imaginario Monasterio de San Mauro de Villarrando. Su perfecto conocimiento del lugar le permite elaborar una topografa entre real y fantstica perfectamente restituible sobre el terreno (fig. 4), incluso en lo que se refiere al propio monasterio y su entorno (fig. 5), el espacio que acabara inundado por el lago a raz del terremoto y diluvio subterrneo causado por el infeliz y postrer reencuentro de los dos protagonistas.

    Fig. 3. Reconstruccin del itinerario seguido por E. Gil y Carrasco en su visita a Las Mdulas.

    El peso de esta literatura, retomada y reelaborada por diversos autores posteriores como Cceres Prat (1883: 99-117 y 154-159), Castao Posse (1904: 18-22, 34-40 y 57-112), Morn (1987: 95-100) y un largo etctera, ha influido notablemente en la memoria histrica del sitio hasta el extremo de que, cuando recientemente se excav el yacimiento de Las Pedreiras de Lago, algunas gentes del lugar lo identificaban con el palacio o quinta de Doa Beatriz, la protagonista del Seor de Bembibre.

  • Junto a esta mitificacin de Las Mdulas, que por otro lado no deja de tener su encanto, y desde una perspectiva cientfica ya actual, tambin exista el peligro de dejarse atrapar por su excepcionalidad como testigo de una actividad productiva hoy considerada sectorial y olvidarse de lo que esa minera del oro supuso en unos trminos histricos ms amplios y, sobre todo, en su impacto sobre las estructuras territoriales y sociales de la zona y las comunidades que la ocupaban.

    Fig. 4. Reconstruccin de la topografa de Las Mdulas en la novela "El Lago de Carucedo" de E. Gil y Carrasco.

    En este sentido el camino recorrido desde ese cuasi mito histrico hasta su consideracin como paisaje cultural (Snchez-Palencia et alii, 1999: 13-19) se inserta, por un lado, dentro de la evolucin que ha experimentado en las ltimas dcadas el concepto de Patrimonio Histrico, influido e influyente en la creciente valoracin del Paisaje (no simplemente del medio ambiente) como un elemento muy importante dentro de las condiciones de la calidad de la vida. Adems, y sobre todo en nuestro caso, hay que entender esa evolucin desde los nuevos enfoques que se han incorporado en la propia actividad disciplinar de la Arqueologa. Estos cambios han afectado tanto a sus fundamentos tericos como a los enfoques que informan su investigacin, cada vez ms ecolgicos, antropolgicos y sociales. Paralelamente y como consecuencia de ellos, se han perfeccionado nuevos mtodos y tcnicas instrumentales, incorporados ya plenamente tras una primera fase de interdisciplinaridad [5]. Tras una arqueologa basada en las secuencias y cronologas de los hallazgos, puesto que el tiempo era el factor articulador de la investigacin, se ha pasado al medio fsico, al contexto, a los procesos, al territorio, a los comportamientos econmicos, sociales o simblicos y a la Arqueologa del Paisaje [6].