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HORIZONTALIDAD, DIÁLOGO Y RECIPROCIDAD EN LOS MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN SOCIAL Y CULTURAL

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Este texto lo conforman distintas reflexiones que, atendiendo a los tres re- tos, apenas construyen un bosquejo inicial y general que dilucidará la existencia de esta forma de hacer investigación. No es un manual de investigación. Es apenas un aviso de que otra tradición se está construyendo.Estas reflexiones aquí recolectadas fueron presentadas en agosto del 2010 el Primer Seminario de Metodologías horizontales para la Investigación social y cultural: Retos y Posibilidades, en donde participaron investigadores de distintas instituciones de México, Alemania y Suiza. Este primer Seminario se realizó como parte de las actividades de la “Red de Investigación y Acompañamiento a Jóvenes Indígenas”, financiada por el COCYTECH, a través de la Convocatoria FOMIX 2009. (Myriam Rebeca Pérez Daniel)

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HORIZONTALIDAD, DILOGO Y RECIPROCIDAD EN LOS MTODOS DE INVESTIGACIN SOCIAL Y CULTURALMyriam Rebeca Prez DanielStefano Sartorello (Coords.)HORIZONTALIDAD, DILOGO Y RECIPROCIDAD EN LOS MTODOS DE INVESTIGACIN SOCIAL Y CULTURALCentro de Estudios Sociales y Jurdicos MispatUniversidad Autnoma de ChiapasUniversidad Autnoma de San Luis PotosConsejo de Ciencia y Tecnologa del Estado de ChiapasEducacin para las Ciencias en ChiapasAguascalientes / San Cristbal de Las Casas / San Luis Potos2012Primera edicin, 2012 Derechos reservados porMyriam Rebeca Prez Daniel y Stefano Sartorello Centro de Estudios Jurdicos y Sociales Mispat, A.C.Coln #443, Barrio de Triana,C.P. 20240, Aguascalientes, Ags. Universidad Autnoma de ChiapasBoulevard Belisario Domnguez 1081 sin nmero,Tern, C. P. 29050, Tuxtla Gutirrez, Chiapas.

Universidad Autnoma de San Luis PotosInstituto de Investigaciones Jurdicas de la Facultad de Derecholvaro Obregn #64, Col. CentroC.P. 78000, San Luis Potos, S.L.P. Educacin para las Ciencias en Chiapas, A.C.Felipe Flores 85-A, Barrio de Guadalupe.C.P. 29230 San Cristbal de Las Casas, Chiapas.La impresin de este libro fue fnanciado por el Consejo de Ciencia y Tecnologa del Estado de Chiapas, atravs del Fondo Mixto 2009 destinado al proyecto Red de Investigacin y Acompaamiento a Jvenes, coordinado por la Dra. Myriam Rebeca Prez DanielISBN 978-607-8062-24-9Dedicado a la memoria de Horacio Gmez Lara: colega, amigo y pionero en esta otra forma de hacer investigacin.7NDICEPRLOGOLas metodologas horizontales11Myriam Rebeca Prez DanielPRESENTACINHorizontalidad, dilogo y reciprocidad en los mtodos 15de investigacin social y cultural: retos y perspectivasMa. del Carmen de la PezaPRIMERA PARTEANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIN HORIZONTALLos mtodos horizontales en antropologa. 27Una referencia al estado de ChiapasAndrs Fbregas PuigSEGUNDA PARTEABATARES DE LA INVESTIGACIN HORIZONTALLa intervencincomo artefacto de investigacin horizontal35Sarah Corona BerkinEnunciacin y autoridad: qu signifca hablar 45en los lmites de la horizontalidadMario RuferCampo acadmico y descolonizacin de las metodologas. 55Elementos para un anlisis de constelaciones en el proceso de investigacinOlafKaltmeier 8TERCERA PARTEEXPERIENCIAS DE INVESTIGACIN HORIZONTALDar y recibir en la investigacin. Refexiones por espacios 69trans, inter e intraculturales en la investigacin Juchitn, la ciudad de las mujeres: de la vida en el matriarcado. Una retrospeccin 20 aos despusCornelia Giebeler y Marina MenesesEntre voces: hacia la confguracin de una metodologa 83para el estudio y trato de lo interculturalMyriam Rebeca Prez DanielHacia la construccin de una metodologa arraigada intercultural 97aplicada a la co-teorizacin de propuestas educativasStefano Claudio SartorelloRompiendo barreras a la equidad: la metodologa minga y 109la co-produccin de conocimiento en estudios con mujeres migrantes en suizaYvonne RiaoEl dilogo y la horizontalidad en la construccin 123de conocimientos ambientales en Cancuc, ChiapasLen Enrique vila RomeroLa otra educacin y los retos de la colaboracin acadmica en Chiapas129Horacio Gmez LaraProblemas cotidianos y lenguaje matemtico: oportunidad 141de dilogo en las matemticas escolaresJulio Cuevas Romo9Horizontalidad, dilogo y reciprocidad en los mtodos 153de investigacin social y culturalKathia Nez Patio y Cecilia Alba Villalobos Constelaciones de saberes: territorios de horizontalidad159Agustn vila RomeroEl derecho a decir el derecho: pluralismo jurdico y horizontalidad169Alejandro Rosillo Martnez11PRLOGOMyriam Rebeca Prez DanielBourdieu y Waquant (1995) sealan que la pertinencia de un objeto de estudio en un campo de saber no recae en la relevancia social o poltica que tenga ste, sino en el modo en el que se da su construccin, es decir, en el mtodo de pensamien-to que lo produjo. As, el giro metodolgico hacia los sujetos, los otros, en las Ciencias Sociales, no obedece necesariamente al inters poltico por democratizar el saber, ni tampoco a la vulnerabilidad de ciertos sectores sociales, sino a la cons-truccin de un punto de vista diferente sobre la realidad compartida. Al explorar lo que aqu denominamos como metodologas horizontales, se clarifca esa otra va de construccin de conocimiento creado por la intersec-cin entre sujetos y, por tanto, por la interseccin de saberes. Como interseccin, el encuentro entre sujetos y saberes implica dilogo. Tambin, implica el inicio de un tipo de sujetos y saberes distintos. En este sentido, las metodologas horizontales no deben confundirse con las metodologas cualitativas o con las metodologas participativas o con las meto-dologas colaborativas. Las metodologas horizontales implican una relacin de t a t entre el investigador y la sociedad, relacin que, al fn, produce conocimiento. De este modo, se pone distancia con las metodologas cualitativas, cuya intencin es de comprender al sujeto, el otro, desde su propia voz. Dicha comprensin, al fn, la logra el investigador tomando distancia de lo dicho por los sujetos. En las metodologas horizontales, la comprensin es mutua y la distancia entre el inves-tigador y los otros es parte de lo que ambos analizan. Estas otras metodologas vislumbran, pues, otro tipo de fenmeno. Dicho fenmenonosloposibilitacomprenderaunotro,oasmismo,sinosobre todo a la naturaleza de su relacin y a las potencialidades de su dilogo en el es-pacio de investigacin. La validacin del conocimiento no se da desde la distancia de la academia, sino desde el dilogo y la reciprocidad. No supone una relacin de colaboracin, pues la colaboracin implicara subordinar el trabajo de uno de los miembros de la relacin a los intereses del otro, de nuevo, marcando una distancia entre ellos. Tampoco implican la participacin de los sujetos en la bsqueda del investigador, pues dicha participacin, tambin, subordina la visin del otro al Myriam Rebeca Prez Daniel 12dominiodequieninvestiga.Lasmetodologashorizontalesson,antetodo,un dilogo. Un dilogo abierto, incierto y productivo.Segn Taylor y Bogdan (1987), las metodologas cualitativas estn inspira-das por el principio humanista de que toda vida es nica y valiosa. As, al estudiar a un grupo en especial, se valida su particularidad. Dicho principio sigue mante-niendo una distancia entre el investigador y los sujetos de estudio; a saber, es el investigador el que tiene el poder de evidenciar la vala de los estudiados. Al insistir en la horizontalidad de estas otras metodologas, se remarca que la relacin entre investigadores y sujetos se transforma: ambos son parte del dilo-go que construye el saber; un saber centrado en el propio dilogo. Toda distancia existente entre ellos, es parte del saber que se produce. Por tanto, no se naturaliza ni se obvia, sino que se visibiliza y analiza. Se trata, pues, de una forma distinta de concebir el quehacer cientfco. Esta forma distinta de investigacin acarrea sus propios retos epistemol-gicos. Por una parte, el reto de encontrar las refexiones primeras que le dieron origen a esta otra forma de hacer investigacin sobre lo social y lo cultural y cmo esas primeras refexiones marcaron distancia con otros mtodos de investigacin. Tambin, el reto de defnir el tipo de relacin establecida entre Sujeto y Objeto de Investigacin. Quines son los sujetos? Cul es el Objeto? Quin inicia el di-logo o establece la relacin? Quines validan el saber producido? Quin habla a travs de ese saber y a nombre de quines? Por ltimo, el reto de la viabilidad, de la reproduccin y de la visibilizacin de ese saber.Este texto lo conforman distintas refexiones que, atendiendo a los tres re-tos, apenas construyen un bosquejo inicial y general que dilucidar la existencia de esta forma de hacer investigacin. No es un manual de investigacin. Es apenas un aviso de que otra tradicin se est construyendo. Estas refexiones aqu recolectadas fueron presentadas en agosto del 2010 el Primer Seminario de Metodologas horizontales para la Investigacin social y cultural: Retos y Posibilidades, en donde participaron investigadores de distintas instituciones de Mxico, Alemania y Suiza. Este primer Seminario se realiz como parte de las actividades de la Red de Investigacin y Acompaamiento a Jvenes Indgenas, fnanciada por el COCYTECH, a travs de la Convocatoria FOMIX 2009.Las metodologas horizontales 13La Red de Investigacin y Acompaamiento a Jvenes Indgenas fue pen-sada bajo la necesidad de reconciliar el saber cientfco con los saberes tradiciona-les, no en un sentido de complementariedad, sino de dilogo. Pensamos que sin ese dilogo, en igualdad de condiciones y en un marco de respeto, las vocaciones cientfcas en jvenes indgenas slo promovera una fractura irreconciliable entre ellos y su comunidad. En cambio, a travs del dilogo es posible nutrir ambos ti-pos de saberes y transformar ambas comunidades: las tradicionales y la cientfca. El Primer Seminario de Metodologas horizontales para la Investigacin socialycultural:RetosyPosibilidadestuvocomoobjetivoprincipalreunira distintosespecialistasdelainvestigacinsocialyculturalparadiscutirdistintas propuestasmetodolgicasquetuvierancomopuntodepartidalabsquedade una relacin horizontal entre todos los participantes del proceso de investigacin, conelfndedescolonizarlosprocedimientosdeproduccindeconocimiento para democratizarlos, revalorando con ello el saber colectivo. Con ello, se buscaba inspirar nuevas formas de acercar el saber cientfco con el saber tradicional.La manera en que pensamos, inicialmente, este Seminario deba refejar la intencin de las propias metodologas de democratizar el saber cientfco. Por ello, contrario a las tradiciones acadmicas, cada exposicin fue ampliamente discutida en plenaria con el resto de los participantes y los asistentes. No se fjaron respues-tas, sino que se agudizaron las preguntas en pro de replantear las tradiciones me-todolgicas de produccin del conocimiento en los estudios sociales y culturales. Productodeestarefexincolectivaesestebosquejodeunaformadistintade hacer investigacin.Como se seal anteriormente, los trabajos que aqu se compilan no pre-tenden instaurar una nueva y nica va de produccin de conocimiento alterna, sino ms bien apuntes sobre que otras formas de investigacin son posibles y que esas otras formas pueden nombrarse, en su conjunto, como Metodologas Hori-zontales. Lo que se presenta en este texto son, entonces refexiones hechas desde las distintas disciplinas de las Ciencias Sociales y desde las experiencias propias de investigacin sobre la factibilidad, la posibilidad, la bondad, la difcultad y el reto que representa el pensar en otra forma de producir conocimiento. Otra forma que puede tomar, al fn, diversidad de vas. Son refexiones que ponemos a disposicin del lector para marcar, al me-nos, un punto de partida de discusin sobre las formas de generar conocimiento. Myriam Rebeca Prez Daniel 14Para ello, hemos dividido las refexiones en tres apartados, pensando precisamen-te en los tres retos epistmicos antes mencionados: la bsqueda de antecedentes, la refexin sobre los avatares y las experiencias ya existentes. Se pretende iniciar la discusin. Esperamos lograrlo con este esfuerzo conjunto.BibliografaBourdieu, P. y Wacquant, L.(1995). Respuestas para una antropologa refexiva. Grijalbo, Mxico. Taylor, S.J. y Bogdan, R. (1987). Introduccin a los mtodos cualitativos de investigacin. Barcelona: Paids.15PRESENTACINHorizontalidad, dilogo y reciprocidad en los mtodos de investigacin social y cultural: retos y perspectivasMa. del Carmen de la PezaAntes que nada quiero agradecer a Sarah Corona por haberme invitado en esta ocasin como en tantas otras a lo largo de muchos aos de amistad entraable a participar en una nueva experiencia intelectual y por compartir conmigo, con la generosidad de siempre, no solo sus proyectos sino tambin sus amigos.Quiero agradecer a Rebeca Prez Daniel, a Stefano Sartorello y a los dems organizado-res del seminario por su hospitalidad y por haber hecho posible este encuentro en tan agradables y ptimas condiciones de trabajo. A Francisco Hernndez, con quien he tenido el placer de compartir este panel y, sobre todo, el compromiso de comentar lo ocurrido en este seminario los ltimos tres das. Y a todos ustedes, ponentes y participantes, les estoy profundamente agradecida por lo que me han enseado con sus experiencias de investigacin y sus refexiones.LainvitacinquenoshizoSarahCoronaaFranciscoHernndezyam, ya hace algunos meses, fue escuchar activamente y organizar conjuntamente algo ms que un resumen de lo dicho por todos ustedes. La demanda qued plasmada en el programa con el ttulo Retos y perspectivas de los mtodos de investiga-cin social y cultural pero, como el ttulo del seminario lo indica, no de cualquier tipo de investigacin, sino de aquellas comprometidas tica y polticamente en la construccin de relaciones horizontales, dialgicas y recprocas con los suje-tos de investigacin. Para responder a la demanda fue necesario esclarecer qu entendamos por retos y perspectivas. Los retos son desafos, difcultades que hay que superar. Y lasperspectivassonhorizontesdeposibilidadqueseabrenhaciaelfuturo.La tarea no es, entonces, repetir lo ya dicho por todos ustedes, sino que, en nuestra condicin de espectadores, como dice el dicho popular viendo los toros desde la barrera, es devolver al grupo nuestro punto de vista con una mirada distan-ciada, una mirada crtica o, como dijo aqu Marina Meneses en el relato de su experiencia de investigacin con las mujeres Juchitecas, ver con la mirada de un Ma. del Carmen de la Peza 16extrao1, la de alguien que ha sido ajeno a los procesos de investigacin sobre los que se refexion. La exigencia enorme es, por un lado, encontrar en sus plantea-mientos aquello que desde nuestro punto de vista puede representar un obstculo para alcanzar el objetivo tico-poltico planteado. Por otro, ofrecer una crtica que en los trminos de la demanda sea propositiva, que sirva para encontrar alterna-tivas de trabajo.I. Como primera refexin considero indispensable aclarar qu entendemos por investigacin y, una vez que lo hayamos hecho, nos preguntemos cul es la fnalidad de la investigacin. Como se preguntaba Mario Rufer en su ponencia: Estudios de subalternidad y crtica poscolonial: aportes terico metodolgicos para pensar en el sur: investigar, para qu? Cules son los objetivos de la in-vestigacinsocialycultural?Sisetratadeconocer,conocerqu?Aquin? Para qu? Pero sobre todo hacer investigacin, para quin? Pagada por quin? Dirigida a quin? Quines son los destinatarios mediatos e inmediatos de ese saber? Cul es la utilidad de dichos saberes? Cules son las diferencias entre los distintos modos de conocimiento? Cul es el lugar de los saberes? Hacia dnde queremos orientar nuestro quehacer como investigadores? Qu signifca ser in-vestigador social? Cul es su capacidad heurstica para la comprensin de nues-trarealidadsociohistrica?Cmopuedencontribuiralaconstruccindeun mundo ms habitable, ms justo, ms equitativo, menos excluyente y mejor para todos?Necesidad,estaltima,quequeddemanifestoenlasestadsticascon las que iniciaron Agustn vila en su ponencia La sociologa de las ausencias y Sofa Mendoza en su trabajo Ms all del vnculo panptico: la refexividad mul-tidimensional hacia el dilogo. La respuesta a estas preguntas es sin duda poltica. Se me ocurre que para responderlas se podran revisitar y re-trabajar las nociones de hegemona e inte-lectual orgnico de Antonio Gramsci y las nociones de verdad y epsteme de Michel Foucault.Nocionesquepodransertilesparapensar,crticaypolticamente, primeroenlajerarquaylafuncindelossaberesenlasformacionessociales particulares en las que estamos inscritos socio histricamente, y segundo, sobre nuestro lugar como intelectualesycomo maestros e investigadores.Ser investigador, tener el ofcio de investigar, signifca entre otras cosas pro-ducir un cierto tipo de discurso. En qu consiste el ofcio de hacer investigacin 1 Nombre que le dio al proceso de distanciamiento de su comunidad cuando se fue a estudiar a la UNAM en la Ciudad de Mxico Horizontalidad, dilogo y reciprocidad 17en ciencias sociales? Qu destrezas, qu modos de hacer requiere? A diferencia de otros tipos de discurso, el discurso acadmicotiene sus propias reglas y esta-blece de una manera particular un compromiso con la verdad y la objetividad. Sin embargo, el discurso cientfco no es la nica forma de aproximacin a la reali-dad ya que la religin, la literatura y los relatos orales de las comunidades tambin intentan explicar el mundo con sus propios modos de acercamiento, como nos lo mostraron la Conferencia Inaugural de Andrs Fbregas y el trabajo de Len Enrique vila, titulado El dilogo y la horizontalidad en la construccin de co-nocimientos ambientales en Cancuc, Chiapas. El discurso acadmico se basa en las reglas de la lgica formal y en deter-minadosprocedimientosdevalidacinquedebensersometidosalacrticade la comunidad acadmica. El ofcio de investigar ocupa un lugar especfco en la divisin social del trabajo, en la jerarqua de los ofcios. Dicho orden jerrquico muestra quin puede tomar parte en lo comn en funcin de lo que hace, del tiempo y del espacio en los que se ejerce dicha actividad. As, pues, tener tal o cualocupacindefnelascompetenciasoincompetenciasconrespectoalo comn. Esto defne el hecho de ser o no visible en un espacio comn, estar do-tado de una palabra comn, etc. (Rancire, 2002: 3). La sociedad abre lugares de enunciacin para sujetos (investigadores),lugares sociales que permiten/obligan a decir; es decir, que el acto de enunciacin est sometido a reglas especifcas de enunciacin acadmica.Eldiscursocientfco(delascienciassociales)esunsistemanormativo constituido por reglas. Las reglas del discurso cientfco son convencionales, so-cialmente establecidas, y por lo tanto no son necesarias, ni universales. Se encuen-tranendisputa,enelmbitodecomunidadesacadmicasunidas/divididaspor acuerdos y desacuerdos. Como dice Roland Barthes (1982), el lenguaje en este caso el lenguaje cientfco es fascista porque nos obliga a decir pero tambin es la condicin para decir y el reto de los intelectuales es hacerle trampas al lenguaje y abrir nuevos espacios del decir.Entoncesestamosaquparadefniryanalizarcrticamenteloqueenten-demos por hacer investigacin. Para dialogar entre nosotros como miembros de nuestras comunidades acadmicas institucionales y tambin como parte de la co-munidad acadmica ms amplia a nivel nacional e internacional. Cmo podemos defnir nuestra responsabilidad intelectual y poltica como acadmicos?Ma. del Carmen de la Peza 18Foucault(2004),eneltextoDiscursoyverdadenlaantiguaGrecia,analizael problemadelaverdaddesdedospuntosdevistadistintos:comoenunciadoy comoactodeenunciacin.Comoenunciadoverdadero,aquelquehabladela realidad, y como acto de decir la verdad.En relacin con el primer aspecto, para Foucault problematizar la realidad (ya sean comportamientos, fenmenos, procesos) es intentar una explicacin para cada situacin concreta. La explicacin propuesta no est dada por el hecho mis-mo pero tampoco es un invento, algo fcticio. Es una explicacin que da alguien desde un punto de vista particular a algo que es real. En ese sentido el proceso de problematizacin es un cierto tipo de creacin en la cual se establece una rela-cin original, especfca y singular entre realidad y pensamiento. En ese sentido larealidadnosedescubre,seconstruye,seproblematiza,sepiensadesdeun lugar, como nos lo hizo ver OlafKaltmeier en la ponencia El subalterno omni-presente: la construccin de poder y saber en el anlisis de constelaciones.En relacin con el segundo aspecto, Foucault considera que el pensamiento crtico es siempre de alguien. Foucault dirige su atencin al sujeto que enuncia, en este caso el investigador, como alguien comprometido con la verdad, alguien que se compromete a decir la verdad, a hablar de lo que ve, de lo que piensa. No se trata de producir la verdad universal, nica e indiscutible, como discurso depoderqueseimponealosotros,ocultandosuscondicionessociohistricas de enunciacin, negando su propia condicin contingente. Para explicar el acto de decir la verdad como acto de enunciacin Foucault se remite al compromiso de Scrates de hablar libremente y sin temor, compromiso que involucra tanto a la persona que es capaz de decir la verdad, como a la necesidad personal y cvica de decirla. En ese sentido, el compromiso del investigador con la verdad es a la vez tico y poltico. El investigador est comprometido con la verdad ms all del riesgo que represente.Elcompromisoconsigomismoyconlacomunidaddedecirlaverdad signifca ser riguroso, consistente, coherente y auto crtico. El compromiso con la verdad es un pacto tico-poltico con el otro el sujeto investigado y la comuni-dad acadmica, un pacto de inteligibilidad. Es decir, un compromiso de dilogo entre los saberes de los investigadores y los saberes de las comunidades. El pacto de inteligibilidad signifca abrirse a la experiencia y a los saberes comunitarios que confrontan al saber cientfco. Cuestiones de las que nos hablaron tanto Andrs Fbregas en sus largas conversaciones con Don Francisco Maya campesino del Horizontalidad, dilogo y reciprocidad 19pueblodeChalco,aurerodeprofesin,comoSarahCorona(2007)yRebeca Prez Daniel en su trabajo con la comunidad wixrika en Jalisco y Nayarit, Cor-nelia Giebeler y Marina Meneses en su trabajo con mujeres Juchitecas en Oaxaca (Bennholdt-Thomsen 1997), y Len vila en su dilogo con las comunidades del municipio de San Juan Cancuc, en Chiapas.El pensamiento crtico no slo requiere de autonoma y libertad para poder pensar por s mismo, exige tambin la capacidad de ponerse en el lugar del otro los sujetos investigados y los otros investigadores para incluir el mayor nmero de puntos de vista y poner en juego todas las miradas posibles. Requiere, por lo tanto,confrontacinconlarealidad,conlacomunidadacadmicapresentey ausente, con las comunidades investigadas y con la sociedad en su conjunto. Un ejemplo paradigmtico de cmo se produce el conocimiento colectivo es el di-logo y la confrontacin entre las feministas blancas y negras (como las feministas africanas se nombran a s mismas cuando se confrontan con las feministas euro-peas) en el campo de los estudios de gnero presentado por Elisabeth Tuider en su ponencia: Investigacin interseccional. Una genealoga feminista.II. Los temas de investigacin desarrollados por los distintos ponentes se referen a dos grandes tipos de investigacin, distintas por su carcter e implica-ciones en relacin con la exigencia de horizontalidad, dialogicidad y reciprocidad: 1) la investigacin educativa y 2) la investigacin socio-cultural.Enrelacinconlainvestigacineducativaencontextosdeinterculturali-dad,lostrabajosdeHoracioGmezLara,Laotraeducacinylosretosdela colaboracin acadmica, Katia Nez y Cecilia Patio, Estilos de aprendizaje en contextos de diversidad cultural, Stefano Sartorello, Hacia la construccin deunametodologaarraigadainterculturalaplicadaalaco-teorizacindepro-puestas educativas, Julio Cuevas, Problemas cotidianos y lenguaje matemtico: oportunidad de dilogo en las matemticas escolares, y Alejandra Garca Franco, Ensear ciencia en la montaa de Guerrero, demostraron que los sujetos invo-lucrados en procesos educativos son mltiples: la institucin escolarlos maestroslos alumnoslos padres de familiala comunidad las ONGMa. del Carmen de la Peza 20elestado(laSecretaradeEducacinPblica,lospolticoscomunita-rios, estatales y federales, etc.)Qu quiere decir reciprocidad, dilogo, horizontalidad en un proceso edu-cativo comprometido con la interculturalidad? Las demandas de horizontalidad, dialogicidad y reciprocidad tienen sin duda signifcados distintos en las relaciones entremaestrosyalumnos,maestroseinstitucin,maestrosySEP,maestrosy comunidadesyassucesivamente.LaponenciaDaryrecibirenlainvestiga-cindeCorneliaGiebeleryMarinaMenesesnosayudaapensareidentifcar los distintos lugares de enunciacin y quin es/son/somos yo, t, ellos, nosotros, los otros, en los distintos tipos de relacin en los estudios interculturales. Todos estos lugares signifcan emplazamientos y desplazamientos estratgicos que son necesarios tener en cuenta. Polticamente creo que es pertinente las siguientes preguntas: Es posible y recomendableuna relacin horizontal entre maestros y alumnos? Cul es la responsabilidad de los maestros? Cul es la de los alumnos? En qu sentido se puedehablardehorizontalidad?Conqualcances?Qusaberesaportanlos maestros? Cules los alumnos? Cul es el enfoque del proceso de comunicacin pedaggica? Cul es el compromiso de cada uno de los actores con los otros? En qu se distingue la relacin pedaggica de la relacin entre escuela y padres de familia, entre escuela y comunidad, entre escuela y estado? Cul es el lugar de la escuela en el proceso civilizatorio? Cmo contestarlo, sustraerse a l,resistirlo? Cmo actuar polticamente en los intersticios del poder estatal? Qusignifcareciprocidad?Entrequines?Lapropuestadeeducacin intercultural, abarca a la nacin en su conjunto o se reduce a sealar a aquellos a quienes el estado defne como totalmente otros y con esto los excluye de la na-cin? Cmo alcanzar la reciprocidad? No ser que todos los textos y programas educativos deberan ser interculturales? Qu lugar tiene la enseanza-aprendizaje de las lenguas en plural en los programas educativos? Cmo se transformara la educacin conla inclusin de todas las lenguas (al menos 63)como lenguas de la nacin?Este tema de alguna manera fue planteado por el maestro Elas Prez P-rez en sus intervenciones como pblico participante. Cmo alcanzar formas de traduccin entre culturas? Entre cules? Cuntas? As lo plante Sarah Corona, en su ponencia La intervencin como artefacto en la investigacin horizontal, en la que resea su propia experiencia en la elaboracin del libro Entre-voces. Frag-mentos de educacin entrecultural. Horizontalidad, dilogo y reciprocidad 21Qu signifca un discurso no autoritario? Sin duda las preguntas de Rebeca Prez Daniel en su ponencia Entre voces: hacia la confguracin de una meto-dologa para el estudio y trato de lo intercultural, son pertinentes: hay que llegar a la expresin de una sola voz consensuada o expresarvoces mltiples? En el l-timo caso cmo incluirlas? Qu signifca enunciar individual o colectivamente? Se trata de alcanzar consensos o de dejar claro cules son los temas de discusin, losaspectosquecausanpolmica,ladiversidaddelospuntosdevista.Todos conocemos las barbaridades que se han hecho en nombre del pueblo como una sola voz. Por eso es importante preguntarnos: quines somos la comunidad y cmo podemos vivirjuntos en medio de acuerdos y desacuerdos?III. En relacin con las investigaciones en Ciencias sociales y humanas las demandas de reciprocidad, dialogicidad y horizontalidad tampoco tienen carcter homogneo.Enlasponenciasseplantearoninterrogantesentornoacmose construye al otro; si ste est presente en un dilogo directo, inmediato como en el caso de la antropologa, la psicologa o la comunicacin o es un sujeto ausente, un sujeto del pasado como en el caso de la historia, un sujeto representado o descubierto a travs de sus rastros, discursos, pero sobre todo silencios. Planteos que se presentaron enforma categrica por Christian Bschgesen su trabajo La ciudadana en Amrica Latina: sobre formas de ciudadana en el siglo XIX. Enfo-ques metodolgicos y perspectivas de investigacin, cuando preguntaba: Cmo se establecen relaciones de reciprocidad, dialogicidad y horizontalidad con sujetos del pasado, ya muertos? Qu sentido tiene la reconstruccin y bsqueda de las voces de los sujetos silenciadas por los archivos del poder? Cmo interviene la reconstruccin de las voces silenciadas de los subalternos en nuestras concepcio-nes del presente?Quin es ese sujeto que hemos llamado, clasifcado, como subalterno?El relato de Mario Rufer de su experiencia de campo con Don Efrn nos confronta a todos como lo confront a l.Hablar de sub-alterno no es valorar al sujeto ms que simplemente describirlo? El subalterno se ve y se vive como subalter-no?, cmo querra ser nombrado? No sera necesario empezar deconstruyendo la nocin de subalterno? El papel del intelectual, dira Rufer citando a Spivak, no es hablar por el otro, sino sobre el otro, dejando claro el lugar desde dnde se mira y el modo cmo se construye a ese otro. Producir un discurso polifnico que incluya el mayor nmero de voces en dilogo. Confrontacin que en la propia Ma. del Carmen de la Peza 22escritura deconstruya el discurso universal que borra sus condiciones de enuncia-cin.Untipodeescriturapolifnicaserayaunaportesignifcativoporsus implicacionespolticas.Eltrabajoacadmicohorizontalyrecprococonllevala transformacin pragmtica de las relaciones entre investigador e investigado. Una investigacinhorizontalyrecprocasignifcacambiarelmodomismodehacer investigacin,transformar las relaciones de poder y de exclusin entre investiga-dor, institucin acadmica e investigados. Como nos mostr Yvonne Riao, con su trabajo Co-produccin de conocimiento y relaciones recprocas en la investi-gacin con latinoamericanas que han migrado a Suiza: retos y posibilidades de la metodologa MINGA2, elejercicio refexivoconjunto entre investigadorae in-vestigadas en el espacio mismo de la universidad y la refexin de sus condiciones deexistenciacontribuyalempoderamientodelasmujeresyprodujocambios signifcativos en sus vidas. En relacin con la inclusin de las distintas miradas sobre el mundo desde las perspectivas del norte y del sur, la pregunta qued planteada en las ponencias de Agustn vila y Len vila, mencionadas anteriormente. El pensamiento no esatpico,eldiscursoestsituado.Unejemploempricoconcretosevioenel relato de la experiencia de Sofa Mendoza, en su trabajo de campo sobre los signi-fcados del agua en Mesa Colorada, municipio de Zapopan, Jalisco, y de Horacio Gmez Lara sobre las investigaciones realizadas por estudiantes delicenciatura yposgradorespectoalaeducacinenlosmunicipiosautnomosenChiapas. El pensamiento se produce desde un lugar, un lugar desde el cual la realidad se mira. Cmo hacer visible nuestro pensamiento y confrontarlo con otras miradas? Como propuso el maestro Elas Prez Prez3, en su intervencin al sealar que la traduccin de los resultados de investigacin a las lenguas de las comunidades investigadas, es necesaria para alcanzar igualdad, horizontalidad y reciprocidad. Tambin sera importante impulsar una poltica de traduccin no slo de los sa-beres producidos desde el norte a las lenguas del sur, sino tambin traducir los saberes producidos en el sur a las lenguas del norte. Ese sera un compromiso de reciprocidad.Uncompromisopolticodetraduccinnodeventriloqua,como nos hizo notar Mario Rufer en sus refexiones. La dialogicidad en el mtodo de 2 Nombre que se da en la cultura popular colombiana al trabajo colectivo.3 Profesor investigador de la UPN,Maya Tzotzil, profesor de su lengua. Pblico participante en el seminario.Horizontalidad, dilogo y reciprocidad 23aproximacin no basta, tambin debera expresarse en la escritura, en la comuni-cacin de los resultados, estos seran algunos caminos para alcanzar la horizontali-dad y reciprocidad. Por su parte, Alejandro Rosillo nos presenta las consecuencias que la horizontalidad tienen en el mbito jurdico, a travs de un cambio de para-digma: del monismo jurdico al pluralismo jurdico.Cmo pasar de la tolerancia que descalifca al otro hasta que no lo tolera ms y lo mata, como lo ha expuesto iek (1998) en su crtica al multiculturalis-mo estadounidense, a darle su lugar, a la otra cultura y establecer con ellos un dilogo, una confrontacin de ideas y alcanzar la transformacin por el contacto dejndose afectar construir vnculos de afecto, de amistad en condiciones de igualdadconelotro?Esposibleestablecerundilogohorizontalyrecproco entre acadmicos y sujetos de estudio con perspectivas diferentes, confrontar ideasyencontraralternativasparaunamejorcomprensindelarealidadsocial que contribuyan a la convivencia entre culturas diversas?Para conocer otras culturas y la nuestra propia, el dialogo y la confrontacin son indispensables.Como sealBajtin (1982),una cultura slo se conoce y se reconoce a s misma en las preguntas que le plantea otra cultura. El dilogo entre culturasylacreacinqueestimulaesunhorizontenecesarioparasuperarlos imperialismos cultural y econmico. Esta es mi lectura y la pongo a su considera-cin. Cada uno de ustedes tendr una lectura propia de lo que ha ocurrido entre nosotros estos das. BibliografaBajtin, Mijail (1979). Esttica de la Creacin verbal. Siglo XXI Editores. 1982. Mxico. Barthes, Roland (1978). La leccin inaugural en El placer del texto y la Leccin Inau-gural. Siglo XXI editores. 1982. Mxico. Bennholdt-Thomsen,Veronika(1997).JuchitnlaciudaddelasMujeres.Instituto Oaxaqueo de las Culturas FondoEstatal para la cultura y las Artes, Mxi-co.Corona, Sarah y otras voces (2007). Entre voces Fragmentos de educacin entrecultural. Universidad de Guadalajara. Guadalajara.Foucault, Michel (2004). Discurso y verdad en la antiguaGrecia. Paids, Barcelona.Jameson, Fredric y iek, Slavoj (1998). Estudios Culturales. Refexiones sobre el multi-culturalismo. Paids, Buenos Aires.Ma. del Carmen de la Peza 24Rancire, Jacques (2010). La divisin de lo sensible. Esttica y poltica (Traduc-cin:AntonioFernndezLera)mesetas.net2002consultadoenInternet http://mesetas.net/?q=node/524 de agosto de 2010.ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIN HORIZONTAL27LOS MTODOS HORIZONTALES EN ANTROPOLOGAUna referencia al Estado de ChiapasAndrs Fbregas PuigLoqueactualmentenombramosmtodoshorizontalesdeinvestigacinen CienciasSocialesesloquelosantroplogoshanvenidodesarrollandobajodi-ferentes denominaciones, como investigacin participativa, investigacin-accin, etnografa.Losantroplogos,enmarcadosensusdisciplinasconcretas,como laantropologacultural,laantropologasocialolapropiaetnohistoria,hande-sarrolladounarelacinparticularconquieneslosacompaanenelprocesode investigacin,personasalasqueduranteunlargotiemposeconsidercomo informantes.Unodelosrecuerdosqueconmayorintensidadconservo,es la discusin de este trmino que Guillermo Bonfl propuso all por los aos de 1965-1966. Nos encontrbamos en la regin de Chalco-Amecameca-Cuauhtla, al pie de los volcanes Iztacchuatl y Popocatpetl, analizando los patrones de asenta-miento regionales. Bonfl adems de mi maestro funga como mi jefe, pues en ese entonces era yo su ayudante de investigacin. En esos andares, nos encontramos con Don Francisco Maya, uno de los aureros mayores de la regin, es decir, uno de los hombresque trabajaban con el tiempo como ellos decan lder de la congregacin que suba todos los aos, el 3 de mayo, a la Cueva de Alcaleca, en los lomos del Iztacchuatl, a solicitar el inicio de las lluvias que permitieran la siembra de las milpas. La experiencia con este personaje se fue profundizando a grado tal, que Guillermo Bonfl abandon su inicial inters en los patrones de asentamiento para dedicarse al estudio de los aureros o los que trabajan con el tiempo.Don Francisco Maya se convirti en un personaje central para Guillermo Bonfl y uno de los que infuy en l para ir pergeando su concepto del Mxico Profundo, ttulo de su libro ms famoso y difundido. Ms an, las conversaciones con Don Francisco Maya cambiaron el inters inicial de Bonfl en los patrones de asenta-miento por el estudio de la cosmovisin de los campesinos de origen nahua que viven en la regin mencionada, seoreada por la altivez de los Volcanes. En ese momento se establece, en este caso que describo, un dilogo entre personas con bagajesculturalesdiferentesyconcondicionespersonalesdistintas.Guillermo BonfleraunantroplogoformadoenlaEscuelaNacionaldeAntropologae Andrs Fbregas Puig 28Historia bajo los cnones de mtodos consagrados por la tradicin occidental de la disciplina. Don Francisco Maya era un sabio, invocador de la lluvia y mdico, de orgenes nahuas, campesino y aurero. El dialogo que Bonfl estableci con este personaje fue horizontal. Con ello quiero describir la actitud de un antroplogo que se sito como aprendiz de otra cultura y no como alguien que desde un plano vertical, sencillamente extrae informacin que despus procesar para escribir un texto sobre la concepcin del mundo de su informante.Enelcasoquedescribo,BonflreconocienDonFranciscoMayaaun interlocutor que contribuy a crear conocimiento acerca de una cosmovisin que forma parte de la variedad cultural del pas. Un aspecto que me parece de resaltar es el hechode que las conversaciones con este personaje determinaron incluso elcambiodeorientacintemticadelantroplogoylaadopcindeuntema que result ms interesante y que con posterioridad dio lugar a la precisin de la teora del control cultural elaborada por Guillermo Bonfl y que est en la base de su libro Mxico Profundo. En el texto que escribi Bonfl acerca de los aureros, agradece a Don Francisco Maya su contribucin a la investigacin. Adems, en el desarrollo del texto, queda claro que Don Francisco Maya ocupa un lugar pre-ponderante en el proceso de investigacin, como pensador, y no como un sencillo informante.Existeotroejemploimportantedecomentar.Eselcasodelantroplogo purpecha Pablo Velzquez que present su examen profesional en la ENAH all por el ao de 1950. El caso es que Pablo Velzquez fue un antroplogo estudian-do su propio mundo cultural, es decir, tratando de comprenderse as mismo. Al momento de presentar su examen la ENAH viva la impronta de una antropolo-ga estructural-funcional por un lado, que vea a las culturas distintas a las de tradi-cin occidental, como visiones pre-cientfcas de la realidad. El marxismo que por otro lado se enseaba en la escuela, tambin coincida con esa visin. Por ello -di-cen quienes presenciaron aquel examen- que el jurado se qued perplejo cuando Pablo Velzquez describi la cosmovisin de su pueblo, su propia cosmovisin, como un punto de vista vlido. Ms sorprendidos se mostraron los antroplogos que examinaban a Velzquez al momento en que este daba por ciertas las expli-caciones de los mdicos tradicionales purpechas. La expectativa que se levant por saber qu decidira el jurado no se ha vuelto a repetir en la ENAH. Despus de una larga deliberacin, el jurado aprob a Pablo Velzquez y autoriz que se Los mtodos horizontales en antropologa 29leextendieraelttulodeantroplogo.Estecasoesimportantedecomentarde nuevo en nuestro tiempo de interculturalidad. El dilogo que se estableci entre el antroplogo purpecha y el jurado de antroplogos cre una situacin de inter-culturalidad en la que ambas partes del conversatorio se sitan en planos iguales. Es de notarse que los antroplogos del jurado entendieron a cabalidad la situacin y aprobaron al examinado porque demostr conocer su cultura y transmitir ese conocimiento. Fue un dilogo cultural horizontal.El Estado de Chiapas, como se sabe, ha sido un territorio antropolgico desde hace un buen tiempo. Por estas tierras han pasado cientos de antroplogos dediferentesnacionalidadesademsdelosmexicanos.EnChiapassefundel primerCentroCoordinadorIndigenista,enlaciudaddeSanCristbal,precisa-mente en el lugar conocido como la Cabaa. En ese lugar han trabajado genera-ciones de antroplogos, desde los indigenistas, con Alfonso Caso al frente, hasta antroplogos de diferentes procedencias que fueron acogidos en la cabaa. Las universidades de Harvard y de Chicago se establecieron en Chiapas con sendos proyectos de investigacin cuyos resultados publicados conforman una abultada bibliografa. En ese transcurrir de los antroplogos en Chiapas, existen ejemplos devariadasactitudes.Comentaralgunosquedestacanporlaimportanciaque revisten.Hacia 1953, la antroploga cubana Calixta Guiteras Holmes, se radic en San Pedro Chenalh. Su objetivo era estudiar la visin del mundo de los tsotsiles, temaquesurgienconversacionesconsumaestro,elantroplogodelaUni-versidad de Chicago, Robert Redfeld que trabaj en Yucatn en donde afn la tesis del contnuum folk-urbano. Calixta Guiteras haba estado en Chenalh hacia 1944,aoenqueeraPresidenteMunicipalManuelAriasSojom,padredelDr. JacintoAriasPrez,distinguidoantroplogotsotsil.Laantroplogacubanase instal en Chenalh aprovechando la amistad con Manuel Arias Sojom y procedi a llevar a cabo su investigacin. Es cierto que Calixta Guiteras habl con casi toda la poblacin de Chenalh, en particular con las mujeres, pero con quien realmente arm su investigacin fue con Manuel Arias Sojom. A lo largo del libro, Guiteras se referir a sus informantes, a como la aceptaron, incluso, a como la estimu-laronparaescribirlasconversaciones.Eseerael lenguaje y laconcepcinde la poca. El antroplogo trabaja con informantes porque sus mtodos le auxiliaran a crear un conocimiento oculto incluso a quienes lo portan. Sin embargo, hay en Andrs Fbregas Puig 30Guiteras un atisbo de la importancia de una actitud que concibe a las personas con quienes se conversa no como informantes sino ms all, como interlocutores o incluso, como instructores en los aspectos de una cultura que no es la propia del antroplogo. En efecto, Calixta Guiteras dice literalmente que ella cumpli el papeldeamanuensesaldandouncompromisoconloshabitantesdeChenalh que, ante los cambios que se sucedan, prevean que su propia visin del mundo se perdera en la vorgine del cambio. Guiteras procedi a una descripcin completa de Chenalh para situar su conversacin con los habitantes, pero, sobre todo, su interlocucin con Manuel Arias Sojom. Este desarroll un mtodo que un lector atento descubre leyendo el texto de Calixta Guiteras. Introdujo a la antroploga a un mundo extrao para ella a travs de guiarla con una conversacin ordenada que fue describiendo la cosmovisin tsotsil desde los elementos ms sencillo has-ta alcanzar la complejidad mayor que contiene el relato. En ocasiones, es notorio que no es la antroploga la que escoge las preguntas sino el propio Manuel Arias el que descubre el tema y marca la pauta de cmo abordarlo en la descripcin. El texto de Guiteras lleva al lector de la mano por un mundo de pensamiento que revela en toda su complejidad y riqueza. Un mundo que es el resultado de la prc-tica milenaria del cultivo del maz y de la vida en los contextos rurales del territo-rio tsotsil. El resultado de esta larga conversacin fue publicado en forma de un libro que lleva por ttulo Los peligros del alma. Visin del mundo de un tzotzil. La primera edicin de este sorprendente libro se public en ingls en 1961. En 1965, el Fondo de Cultura Econmica public la traduccin impecable de Carlo Antonio Castro, que dio a conocer el libro de Calixta Guiteras al pblico lector en castellano. Leer este libro es penetrar en el mundo fascinante del dilogo inter-cultural porque adems Calixta Guiteras lo transcribe tal como se dio. Podemos leer la conversacin y observar su dinmica. La antroploga se sita en plan de aprender para estar en capacidad de transmitir el conocimiento tsotsil del mundo a la tradicin de Occidente. Otro caso interesante es el de la antroploga argentina Esther Hermitte que vivi en Pinola, en Villa las Rosas, por los aos de 1959 a 1961. Hermitte vena con la Universidad de Chicago y estaba redactando su tesis doctoral. Fue la prime-ra antroploga nacida en Argentina. En este caso, su inters radicaba en entender y explicar cmo se lograba el control social y la operacin de varios cdigos de conducta en los habitantes de Pinola. Al igual que Calixta Guiteras en Chenalh, Los mtodos horizontales en antropologa 31Esther Hermitte convers ampliamente con la gente, situndose en un plano de igualdad con ellos. Lleg a Pinola a aprehender un mundo cultural para explicarlo. El resultado se expone en un libro titulado Poder sobrenatural y control social que fue ampliamente reconocido como una obra magistral. Pero es en su Diario de Campo que no fue preparado por su autora para publicacin en donde es posi-ble adentrarse en el mtodo seguido por Hermitte y el respeto que tuvo porcom-prender las claves de una cultura que no es la nuestra, es a travs de una actitud que no presupone nada, que no prejuicia nada. Esther Hermitte convers y vivi con la gente de Pinola tratando de aprender y de entender. Su Diario de Campo que editamos en la Universidad Intercultural de Chiapas junto con el Centro de An-tropologa Social de Argentina, es un ejemplo de una conversacin intercultural y de investigacin horizontal en la antropologa que se ha hecho en Chiapas.Finalmente comentar el libro de Ricardo Pozas Arciniega, Juan Prez Jo-lote, situado entre la antropologa y la literatura. Pozas fue uno de los antrop-logosmexicanosmsimportantesdelsiglopasado.Fueelprimerantroplogo que estudi a fondo a San Juan Chamula y dio a conocer la complejidad de este pueblo tsotsil. Su libro Chamula. Un pueblo indio de Los Altos de Chiapas es un clsico no slo de la antropologa en Chiapas sino nacional. Al escribir adems Juan Prez Jolote, Pozas ense otra va para comprender otra cultura: el uso de la literatura. El libro de Pozas es un texto intercultural, logrado a travs de largas conversaciones con el personaje del libro, que se mueve entre la realidad y la fc-cin. Lo que no dijo Pozas como antroplogo, con el lenguaje de esa disciplina, lo dijo como escritor, con la disciplina de la palabra bien escrita. El libro de Pozas se adentra en los procesos de aculturacin y de choque cultural que experimenta unpersonajequehanacidofueradeloscontextosdelaculturaoccidental,en este caso, un tsotsil de San Juan Chamula, describiendo el difcil camino de una personaenesasituacin,ms,sisetieneencuentalaignoranciaquesobresu mundo exhibe la sociedad. La lectura de Juan Prez Jolote nos advierte acerca delaurgenciaqueenunpasdelascaractersticasdeMxico,revisteelmutuo entendimiento entre los mundos culturales que lo componen y el papel que para facilitar ese aspecto tiene la investigacin intercultural.Los ejemplos que he comentado con la brevedad que aconseja la ocasin, me parece que admiten la concepcin de investigaciones horizontales en antro-pologa.Laleccinquenosquedaesquenoseentenderunmundodiferente Andrs Fbregas Puig 32al nuestro sino lo examinamos como aprendices, con el nimo de ser enseados y de elaborar la explicacin desde esas perspectivas. El estudioso de un mundo cultural, incluyendo al propio, debe situar a los personajes con los que conversa como interlocutores y no como simples receptores de preguntas, que responden mecnicamentesinpensarenloquedicen.Justolafascinacinporeldilogo intercultural es aprender cmo es el mundo. Y cuando ese mundo forma parte de nuestro propio pas, el inters se acrecienta y la importancia de lo que hacemos resalta an ms.ABATARES DE LA INVESTIGACIN HORIZONTAL35LA INTERVENCIN COMO ARTEFACTO DE INVESTIGACIN HORIZONTALSarah Corona BerkinTres grupos de preocupaciones guan mi propuesta: La autonoma de la propia mirada,elhorizontepolticodelainterculturalidadyelrigoracadmicoenla produccin de una investigacin distinta. Considero que en estas inquietudes se manifestaclaramenteunacuestinclavedelametodologa:elactodelainter-vencin. Las tres inquietudes no son simtricas, ya que las primeras dos, la autono-ma y el horizonte poltico de la convivencia entre los distintos, se relacionan nti-mamente. Con relacin al rigor acadmico, hablar en este trabajo de artefacto deinvestigacinynodemtodo,conelfndedelimitarmiposicin,yaqueal alejarse de las reglas metodolgicas legitimadas por la academia y del pensamiento eurocntrico, estos artefactos buscan intervenir en un tercer espacio,un espacio hbrido, mestizo, donde se aprende de forma distinta, de uno mismo y del otro.Muy brevemente mencionar lo que no pretende este trabajo y posterior-mente intentar aproximarme a lo que s se busca. Finalmente expongo algunos resultados de la aplicacin de dichos artefactos.I. Frente a la intervencin como violencia, la intervencin como conficto fundador.Por intervencin entiendo la accin de toda investigacin al irrumpir en un universo normado. La violencia que sufren las comunidades que tienen una histo-ria, unas prcticas cotidianas y rituales propios al ser intervenidos por la inves-tigacin parece requerir de una justifcacin tica por parte de los investigadores y sus instituciones. Esta justifcacin se construye sobre la supuesta demanda, no siempre real, por parte de las comunidades. Yo discutir la demanda y la violen-cia misma de la intervencin, argumentando que la demanda y la intervencin son las condiciones para crear lazos de reciprocidad y horizontalidad.No me intereso por desarrollar una discusin frente a la ansiedad al m-todo (Devereux, 1997), si bien reconozco que Devereux explicita una temtica fundamental en las ciencias sociales: descubre en la subjetividad del investigador el miedo a enfrentarse al otro. Me preocupa esta ansiedad menos cuando genera miedoyrefexividadindividualymsbiencuandoconstruyenarracionesque Sarah Corona Berkin 36legitiman la intervencin investigativa en comunidades y naciones. Tambin me interesa esta ansiedad en su aspecto creativo y detonador de artefactos para aproxi-marse a la investigacin horizontal.De esta manera podr decirse que la ansiedad provoca en el investigador (y en las instituciones) la necesidad de adherirse a una demanda (cierta o inventada). Esta estrategia tiene un peso importante en la negacin del hecho de intervenir. Porlomenosdistingodostiposdeintervencinydemanda.Muchosestudios colaborativos se justifcan con las solicitudes de las comunidades en torno a ne-cesidades de educacin, salud, contaminacin, desarrollo econmico y otras. La demanda, para stos, pareciera mitigar la violencia de la intervencin. Sin embargo, la demanda como encubridora de la intervencin, genera je-rarquaen las relaciones: uno sabe, el otro no sabe. An en las investigaciones en que se exploran resultados conjuntos, el mismo punto de partida (la demanda) aniquila ya la autonoma y la igualdad de los actores. Existen otro tipo de estudios acadmicos donde no hay una demanda expl-cita y el investigador tiene problema para explicar ticamente su accin. En estos casos los cuadros, tablas, interpretaciones y soluciones a los problemas observa-dos cumplen as con una demanda virtual. Aunque ahora muchos antroplogos y cientfcos sociales son cuidadosos durante su trabajo de campo, la investigacin sloratifcalaasimetradelaintervencin.Enestetipodeintervencinyde-manda no explcita, las categoras, las identidades de los participantes, el destino mismo de la intervencin ya estn integrados a los mecanismos ofciales que de-fnen la situacin cientfca. El hecho mismo de construir un objeto de estudio considerado correcto en una teora correcta, delimita yexcluye lo que no est contempladoporella.Elobjetodeestudiodebeubicarsedentrodeunateora para que sea un buen objeto de conocimiento lo que forzosamente reproduce una relacin de dominacin. ParaR.Mierseabrendoscaminosconlaintervencin:oelinvestigador reconoce el servilismo e intenta volverse uno con la comunidad o se da el recru-decimiento de las identidades y la afrmacin de las normas y el saber propio. Para este autor el reconocimiento de la intervencin slo puede confrmar y apuntalar el orden cannico.No obstante, mi posicin frente a la violencia de la intervencin es distinta. Primeramente el universo normado al que se refere Mier es un universo normado con anticipacin, tiene historias originales, prcticas propias, rituales originarios La intervencincomo artefacto de investigacin horizontal 37en otras palabras, es esencialista. Por el contrario, en mi perspectiva, las culturas no son puras ni estn defnidas de una vez por todas en su ser. Sus historias estn siempre en movimiento, contradictorias en ciertos momentos, siempre dinmicas. En mi investigacin no hay epistemologas indgenas a rescatar (como pretenden Dusserl o Sousa Santos o Mignolo), ni mi objetivo es dar voz a la sabidura indge-na acallada, sino ms all de celebrar la diversidad, intento, a partir de mi interven-cin, construir oportunidades para que cada quien se exhiba como desea hacerlo. Hay una tercera forma de aproximarse al otro y es la que he buscado ex-plorarenmitrabajodelosltimosaosconelpueblowixrika.Lademanda no ha sido el freno para construir conocimiento. He partido de que la demanda est siempre presente en las relaciones humanas. Desde que el infante reconoce que es un ser distinto a su madre, aparece la demanda. Hay demanda en la amis-tad, el amor, el trabajo, la vida en sociedad. Ms an, la demanda funda el lazo de reciprocidad. En este punto yo reconozco la demanda en la relacin entre el interventor y el intervenido. Reconozco la demanda en mi propio trabajo como constructora del lazo de reciprocidad. Yo les demando y ellos me demandan.En mi caso, impartir clases de espaol me ha asegurado 12 aos de contacto ininterrumpido con la Sierra Wixrika. Con un buen manejo del lenguaje consi-deran que no sern engaados con textos escritos y podrn hacer sus reclamos a las autoridades nacionales con mayor validez. Desde el principio las autoridades tradicionales decidieron que mi profesin de profesora poda asegurar la asesora alosprofesoresdesuescuelasecundariabilinge.Assenegociunpacto:yo compartira mi saber lingstico y sobre el correcto acomodo de las palabras y ellos permitiran que visitara su comunidad. La demanda toma su forma del vnculo que deseamos fundar. Esta deman-da mutua se hace posible por los imaginarios que tenemos unos de otros. Por mi parte fue necesario detectar esas narrativas previas que determinaran la demanda yelvnculo.Reconocerquelosinvestigadoresmuchasvecesllegamosaluni-versonormadoconcategoraseurocntricasparaentenderalotroyquestas dan coherencia a la investigacin. Reconocer tambin el problema del otro en su dimensin discursiva, es decir, los nombres correctos o etiquetas otorgadas por las polticas nacionales y que defnen quin es un indgena.Para m hay otro camino a la intervencin y a la demanda. Este es poltico y tiene que ver con no ocultar o anular las formas y saberes propios para cono-cerse a s mismo en el dilogo con el otro, para ejercitar la igualdad a pesar de la Sarah Corona Berkin 38diferencia, para poner a prueba el vnculo horizontal y permitir que se generen y expresen las propias necesidades y las ajenas, los confictos y se encuentren for-mas nuevas ynegociadas de vivir juntos.Mispreocupacionesiniciales:Laautonomadelapropiamirada,elhori-zontepolticodelainterculturalidadyelrigoracadmicoenlaproduccinde una investigacin distinta, se pueden abordar a partir de la intervencin y de los artefactos, que se aprenden en la prctica.II. Frente a la intervencin en espacios normados con anticipacin, la inter-vencin como creadora de espacios hbridos o mestizosAhora bien, el artefacto que propongo (como todo mtodo), tambin tiene queverconpuntosdepartida.Losmossondos:primero,quelaculturaesel campo de lucha por la hegemona y dos, la cultura no es esttica, en su recompo-sicin continua muestra su fexibilidad.De aqu se desprende que si la cultura es lucha, la autonoma es el punto de llegada de la investigacin y no es el punto de partida. Las culturas no son previa-menteautnomas(esencias independientes,conhistoriasinfexiblesoprcticas normadasoriginarias)sinoquebuscanautonomafrentealotroyenconficto en el espacio pblico. En otras palabras, no son autonomas esenciales que con tolerancia, armnicamente se integran a un sistema poltico que se ofrece como el natural. Y tampoco son autonomas que se exponen al investigador talentoso que logra descubrirlas y que teme contaminarlas.En segundo lugar, esas mismas culturas no son estticas, esenciales, inamo-vibles. Las culturas hegemnicas as como las no hegemnicas, se transforman en su relacin con el otro y en esa lucha por la hegemona. As se explica el mestizaje cultural que para Bolvar Echeverra es la nica forma de sobrevivir a la domina-cin. El dominador mismo practica codigofagia: ha sido un proceso en el que el devorador ha debido muchas veces transformarse radicalmente para absorber de manera adecuada la substancia devorada. (Echeverra, 1997: 61).A continuacin desarrollo los anteriores dos puntos.1. La cultura es lucha por la hegemonaCon Gramsci, la hegemona, adems de ser coercitiva, mantiene la direccin ideolgica. Slo si mantiene la hegemona tico-poltica, mantiene tambin el con-trol poltico y econmico. Hegemona entonces implica dominacin y direccin a la vez. Las Ciencias Sociales y sus cnones cientfcos, por ejemplo, presuponen La intervencincomo artefacto de investigacin horizontal 39una direccin cultural, es decir, son un acto poltico y cultural que cohesiona una hegemona.Para Gramsci, la hegemona tampoco se limita a la dominacin directa ni a un refejo de la base econmica, sino designa un control no slo econmico y poltico sino de las formas de ver el mundo. Estas formas son los rasgos polticos que existen no slo en las instituciones sino tambin en la experiencia y concien-cia de los sujetos. As cambia la defnicin de Estado moderno, de centro del poder de la eco-noma y la poltica, deviene en dos niveles: es sociedad poltica y es sociedad civil. La primera, las instituciones de gobierno, la segunda, la trama institucional y que jun-tas socializan a la poblacin en los valores dominantes y contribuyen al consenso de forma an ms perdurable quela violencia expresa de la sociedad poltica.Pero la sociedad civil no es esttica, nica. Es un campo de luchas, de re-lacionesde fuerza,de confictos porlahegemona.Adiferencia de laposterior lectura de Althusser dondelos AIEsoninstrumentos de dominacin,Gramsci permite entender los mecanismos de reproduccin y tambin los de transforma-cin de un sistema a partir de la lucha cultural por la hegemona. En este sentido, las propuestas interculturales estn mal planteadas porque no se trata de incorporar al otro esencialmente diferente para que llegue a trabar relaciones armnicas con el estado nacional, hegemnico; ms bien habra que no perder de vista que las culturas son el campo de batalla por la hegemona. Los cientfcos sociales puristas se preocupan por la contaminacin y des-aparicin de los pueblos indgenas as como los multiculturalistas que se confun-den con el pluralismo liberal y defenden la libertad de pensar de todos y la tole-rancia a la diversidad, pero sin tocar el proyecto nacional de unidad. No se trata de fnanciar la preservacin cultural como esencia de las comunidades distintas. Dejar todo intacto, respetando las formas culturales de la marginacin, slo es til para oprimir y mantener el sistema hegemnico. En este proyecto investigativo, se trata de alcanzar la autonoma propia y delotro.Nadieentraalainvestigacinconautonomasnipurezassinoqueel horizonte mismo de esta investigacin es alcanzar la autonoma en la confronta-cin con otros, en conficto con los diferentes, en la negociacin y pacto poltico.2. La cultura es fexible, es mestizaLa intervencin como la percibo, irrumpe en la cotidianidad y los cdigos comunitarios,lohaceenlosespaciosqueellosmismospermiten.Enmicaso, Sarah Corona Berkin 40siendoextranjeraalacomunidadindgena,nohayunintersporintegrarmey convertirme a su sociedad. La relacin entre la poblacin mayoritaria en Mxico y los indgenas es una relacin histricamente de dominacin, no se resuelve en un intercambio directo. Entre los wixritari, los extranjeros son mantenidos a la dis-tancia. Se prohbe a cualquiera no indgena habitar de forma fja en su territorio y est tajantemente vedado casarse con un no indgena. En todo caso, las relaciones con los comerciantes y con los servicios de salud y educacin del estado implican otra historia que tiene que ver con reglas claras de pago que conllevan siempre el temor al engao. Porotrolado,elprofesorwixrikaAgustnSalvador,nombradoporlos ancianos de la comunidad de San Miguel Huaixtita para ensear en la secundaria, considera que el conocimiento occidental es de la misma importancia que el pro-pio y que debe ser enseado en sus escuelas.Pero seala que los dioses reconocen la esencia de todas las razas y pedirn cuentas en la otra vida en su propia lengua. El profesor de la cultura explica en clase a sus alumnos: En este mundo pode-mos creer cualquier cultura, pero cuando me muera y deje mi carne y huesos en esta tierra, los dioses van a preguntar por qu me hablas de este modo? Yo te di tu lenguaAqu en la tierra se puede aprender mucho, pero que no se te olvide lo tuyo. Lo vas a necesitar cuando tu espritu se vaya.Lo que parece decir el profesor es que la cultura wixrika se construye de manera concreta en la relacin con el otro, pero no como un proceso donde ellos busquen la diferenciacin y la exclusin, sino como un proceso dinmico donde seintegranalapropiaidentidadelementosajenosquedanrespuestaanuevas necesidades. Para Gruzinsky, en cambio, el mestizaje es doloroso porque lo ve como pr-didadealgo.Probablementeparaalgunosoccidentalespuederesultardoloroso el mestizaje porqueno reconocen su propio mestizaje (irremediable) y su propio exotismo. Para descubrir los mestizajes, seala el autor, se necesitaran ciencias nmadas, preparadas para circular del folclor a la antropologa y de la comuni-cacin a la historia del arte (Gruzinski, 2000: 66). En ningn momento se con-sidera el descubrimiento propio frente al otro diferente, ni los mestizajes como constitutivos de la horizontalidad y el dilogo con los otros en el espacio pblico.En breve, con relacin a mis tres preocupaciones iniciales: 1. Investigar es trazar un camino hacia la autonoma; sta ltima no es el punto de partida. 2. Es La intervencincomo artefacto de investigacin horizontal 41por eso que a partir de la horizontalidad se formula la investigacin. Y 3. La rigu-rosidad del mtodo signifca cumplir con 1 y 2.III. Los artefactos en la prctica. Qu he hecho yo?Pensar de otra manera la vida de los otros,implica tomar elecciones meto-dolgicas arriesgadas. Nuestro artefacto, de arte factus, hecho con arte, con pericia, con maa, lleva al extremo la igualdad de los participantes. Como en el espacio poltico, se busca suspender la intervencin desde su lado ms violento e instaurar en su lugar el dilogo horizontal. Subrayo instaurar y no por ejemplo promover, buscar, fomentar, porque parto de que en este lugar, por voluntarismo (ya que la sociedad es muy desigual) se decreta la igualdad. La investigacin apareceenton-ces como la necesidad de construir el objeto de estudio desde el seno mismo de las culturas, a partir de una presencia interna y una exterior. Se busca construir objetos de estudio que abran una pequea ventana a lo extrao, a lo confictivo, a lo imprevisible. El objeto de estudio. En otro lugar he expuesto la forma atpica en la que me he acercado a la comunidadwixrika.Miobjetodeestudioponesusreglasyponetrabas,me involucra en lo que le interesa y es rebelde a mis intenciones. En el trayecto dilu-cido, esclarezco, arrojo luz sobre lo que ellos quieren mostrar. En la interrelacin conozco el dinamismo de su identidad indgena que es, acorde a la sociedad en la que viven, moderna a su manera, mestiza en lo propio, sin dejar de ser indgena.En este lugar describo la construccin del objeto de mi reciente experien-cia investigativa llevada a cabo con la comunidad de San Miguel Huaixtita. Como continuacindeltrabajodeentre-vocesexpusealdirectoryprofesoresdela escuela mi inters de retomar nuestros conocimientos y superar algunos proble-mas de nuestra ltima experiencia entrecultural. Desdemi punto de vista deba realizarse una nueva asamblea con los profesores y discutir el alcance de nuestro libro y el paso siguiente podra ser un segundo libro.Mis interlocutores pensaron que el libro hecho en el 2007 (Corona, 2007) es an actual, tenemos muchos en la bodega y adems los profesores no tenan en ese momento tiempo de hacer nuevos textos. Analizamos la posibilidad de que el fnanciamiento para la investigacin, gestionadocon el fn de continuar con la entreculturalidad poda perderse, por lo que se decidi involucrar a los alumnos directamente. Desde su lugar, el dinero fnalmente era para hacer proyectos para Sarah Corona Berkin 42que los jvenes aprendieran. Un viaje a Guadalajara sera sin duda una experiencia educativa. Desde mi lugar, esta sera una experiencia claramente entrecultural.Como en la vida diaria, en mi experiencia los temas son algunas veces suyos, algunas veces mos. Indistintamente las preguntas son de ellos y son mas. Desde la escuela, los profesores y padres de familia eligen proveer de conocimientos a los alumnos para mejor andar en la ciudad, para ello piden grabaciones de voz y diarios de campo, los jvenes aceptan hacer un viaje de investigacin a Guada-lajara y yo propongo las fotografas, las entrevistas y el video.El programa en la ciudad tendra que ver con la entreculturalidad: museos, una escuela urbana, laprocesin a la virgen de Zapopan. Desde Tatutsi Maxakwaxi se agreg: que tengan tiempo para ir de compras, al zoolgico para que conozcan animales que no conocen y que vean un barrio de la ciudad donde viven los que no tienen dinero, que vean cmo se vive en la ciudad en casas de cartn, sin tierra y sin agua.Con los profesores de los jvenes en sesiones de trabajo previas al viaje, se discuti el objetivo de la excursin: deba ser pedaggico, que aprendan cmo es la ciudad por si despus van a estudiar o trabajar, que aprendan para que cuiden su comunidad, no la contaminen, que no suceda como all. Desde mis intereses investigativos, el punto de partida fue conocer la mirada de los jvenes sobre la ciudad: para ellos quin es el otro, qu es la ciudad, cmo plasman en fotografas su viaje.Mi tentativa de conocer el nombre propio que los wixritari desean no parte de un corpus delimitado sino consiste en una serie de acercamientos que no se pueden abordar con mtodos puros. La objetividad fracasa frente a los hechos, la horizontalidad implica subjetividad, la verdad cuando mucho es verosimilitud, la opinin propia se rige (pero no nicamente), por el principio de la voz de la comunidad. El tema de la negociacin tiene que ver con la poltica y de esta manera los artefactos deben facilitar el dilogo a partir de la experiencia.El profesor aymara, WalterGutirrez,funcionariodelaeducacinenBoliviaseala:aqusecrea haciendo,nodiscursandotenemosconocimiento,noslosaberes.Pensamos, noslotenemostestimoniosynoslopensamosenindgenas,pensamosen ustedes tambin (Gutirrez, s/a). Ahorabien,cuandoseinstauralaigualdadhayriesgosyeldesenlaceno se puede predecir. En el espacio pblico, como en la investigacin, se tiene que La intervencincomo artefacto de investigacin horizontal 43renunciaraldestinofnalparapoderaprehenderdiferentesrelacionesentrelas cosas. Este espacio comunicativo, a diferencia del protocolo de investigacin, es confictivo, extrao, imprevisible.Las herramientas de los artefactosTrabajar con artefactos supone usar las herramientas en un proceso en el que los actores las interpretan, ponen a su servicio, le mienten, se rebelan, transfor-man, hacen suyas, entran en conficto y buscan emanciparse. Me refero a artefactos y no por ejemplo a mtodos auto-etnogrfcos ya que estos ltimos remiten a una expresin occidental donde los procedimientos de la investigacin son reglados y provienen fnalmente del pensamiento colonizador donde el otro se observa y es su horizonte exegtico. Si bien existen aproximaciones muy reveladoras a textos indgenas desde una propuesta de auto-etnografa (Pratt, 1997), el presente tra-bajo no se ubica aqu. Me separo de la discusin de autenticidad y tambin de la observacin de s mismos. Los artefactos se distinguen de la auto-etnografa tam-bin en que si bien son utilizadas las tecnologas originalmente del dominador (la lengua espaola, la fotografa, la edicin de libros), no hay intento de fusin sino ms bien de mestizaje. En las fotografas de la ciudad no observo mezclas entre los modos de unos y de otros, sino encuentro las expresiones que son propias, que no corresponden al indgena esencial sino al actual. Un grupo de 31 jvenes indgenas de entre 13 y 16 aos y6 acompaantes profesores y padres de familia tambin wixritari, salieron por primera vez duran-te 6 das de su comunidad en la Sierra Huichola para visitar la ciudad de Guadala-jara1, a 20 horas de distancia. A su llegada a la ciudad se repartieron 31 cmaras fotogrfcas de un slo uso con 27 fotografas cada una. Se instruy a los jvenes en el uso tcnico de las cmaras y se les invit a fotografar la ciudad como investigadores de la misma. Al fnal del viaje se recogieron las cmaras, se revelaron y una copia se regres a cada fotgrafo; se guard otra como acervo para esta investigacin. Con la de-volucin de las fotos se llevaron a cabo entrevistas sobre una seleccin de cada fotgrafo.Los artefactos no descubren mitos ni los rescatan, ni siquiera en sus versiones ms recientes, tampoco se intenta interpretar sus costumbres o prcticas rituales. No se parte de la observacin objetiva ni del activismo poltico. Lo que se ha he-1 El reporte completo de esta Investigacin Horizonal se encuentra en: Postales de la diferencia. La ciudad vista por fotgrafos huicholes, Conaculta (en prensa).Sarah Corona Berkin 44cho es involucrarlos en el proceso de hacer lo que no hacen (hacer libros, compar-tir cartas de amor, tomarse fotos a s mismos): en este caso, viajar y tomar fotos de la ciudad. En los procesos creativos se muestra lo dinmico de la cultura propia. Adems el crear circunstancias nuevas puede ser un mtodo para facilitar una au-tonoma de lo que quieren mostrar si bien est claro que el ideal de la autonoma wixrika no es el de la modernidad donde se anhelala autonoma individual. Estos artefactos, sin ser una propuesta acabada, han permitido tocar la de-manda como lazo inexorable en la investigacin, aproximarme a los espacios h-bridos o mestizos en los que la intervencin es evidente, fundar tentativamente el nexo entre la propuesta cientfca y la poltica, la exhibicin de lo propio y los confictos con la entreculturalidad.BibliografaDevereux, George (1997). De la ansiedad al mtodo en las ciencias del comportamiento, Siglo XXI, Mxico.Corona, Sarah y otras voces (2007). Entre vocesFragmentos de educacin entrecultu-ral, Universidad de Guadalajara, Guadalajara.Echeverra, Bolvar (1997). Las ilusiones de la modernidad, UNAM/El Equilibrista, Mxico.Gruzinski, Serge (2000). El pensamiento mestizo, Paids, Barcelona.Gutirrez, Walter. Ponencia enla Universidad de Bielefeld, Alemania. Texto completo se puede encontrar en: http://www.uni-bielefeld.de/geschichte/abteilung/arbeitsbereiche/lateinamerika/construyendo-interculturalidad.pdfPratt, Mary Louise (1997). Ojos imperiales. Literatura de viajes y transculturacin, Uni-versidad Nacional de Quilmes, Buenos Aires.45ENUNCIACIN Y AUTORIDAD: QU SIGNIFICA HABLAR EN LOS LMITES DE LA HORIZONTALIDADMario RuferEn este pequeo texto intentar trabajar sobre una pregunta base: a ese sujeto que llamamos(en laacademiayen lossaberes tambin polticos) subalternos, opri-midos, cmo hablan cuando hablamos con ellos? Desde dnde enuncian? Por qu variables est atravesada la voz del subalterno?Los estudios de subalternidad nacidos en Londrespusieron, aunque con matices muy diferentes, el nfasis en tres elementos fundamentales que la crtica de la nueva izquierda inglesa, la historia desde abajo o la antropologa experi-mental haban soslayado: 1) que toda crtica debe ser una crtica a la voluntad uni-versalizante del capital, 2) que todo conocimiento en el tercer mundo debe partir no de buscar archivos alternos con una nocin amplia de archivo como fuente y como campo sino de criticar la propia construccin de ese archivo. En pala-bras de Spivak, no hay exterioridad entre el proyecto moderno colonizador y la produccin de conocimiento y las modalidades de representacin (Spivak, 2000), 3) el problema del subalterno o de la alteridad, del otro, no es un problema de recuperacin (recuperar voces, rescatar tradiciones), es un asunto de simetra y de valor: cmo hacer que ese otro a quien primero estructuramos como otro (desde el estado, desde Occidente con lo problemtica de esta defnicin, desde la academia) sea validado en su acto de habla, sea reconocido y estructurado como un inter-locutor.1 Quisiera recuperar este ltimo punto para plantear un aspecto de la hori-zontalidad: algo que, si leo bien algunos de los textos ms importantes de la crtica poscolonial y en especial de los estudios subalternos, podra defnirse como una imposibilidad productiva. Para la pensadora Gayatri Spivak al menos, que es quien 1 La retrica de la recuperacin responde en parte a las formas modernas como se concibe la escisin tradicin/modernidad. Pensar en recuperar implica dejar de lado las formas histricas como las culturas subalternas han sido mediadas por los asedios de la modernidad, han dialogado con ella. Incluso la resistencia implic siempre conocer al Otro. Por eso es que no existen cul-turas puras, formas tradicionales que deban ser rescatadas. Las culturas en resistencia son sin dudas formaciones dinmicas, contemporneas, con historicidad propia. Este es otro problema en relacin con la autoridad de la historia: hay culturas del tiempo (o sea, culturas antropolgicas: indgenas,campesinas,etc.)yculturasdehistoria(culturasdearchivo,histricas:elnosotros occidental para quienes la contemporaneidad es una cuestin de jerarqua. No todos somos con-temporneos. Trabajo este punto in extenso en Rufer, 2010.Mario Rufer 46ms ha afrontado el problema, la horizontalidad es imposible: implicara borrar las formaciones contingentes de poder. Pero debe ser siempre un horizonte, una meta que no puede defnirse nunca desde este lado (el de la academia) sino en el contrato que se establece con el subalterno, con el hablante, con el informante. Un contrato que es poltico y que reconoce las asimetras, porque en parte las ne-cesita: es porque el antroplogo o el intelectual o el poltico ocupan un lugar en la estructura de poder/saber que necesita del Otro y viceversa que la pregunta por la horizontalidad tiene sentido. Adquiere relevancia slo porque se fundamenta en la asimetra: para utilizar productivamente la asimetra, para que el intelectual no diga lo que ya sabemos que vienen a buscar, es necesario establecer un contrato. Y en ese momento de instauracin y para esa causa precisa, la horizontalidad se funda. No como una presuposicin de igualdad, sino como una voluntad poltica contingente.CuandoSpivakplantelapreguntaPuedeelsubalternohablar(Spivak, 1988) un texto a mi entender muy mal ledo, la respuesta negativa en una fuerte disquisicinconFoucaultyDeleuzenotenaqueverconafrmarquenohay agencia posible en los oprimidos2, que no hay autonoma poltica como tal o que no hay voz del oprimido como manifestacin de su propia posicin en las rela-ciones de poder. Lo que Spivak estaba planteando era una respuesta acadmica, flosfca si se quiere, con el siguiente argumento central: el subalterno no tiene voz propia porque la academia fagocita el discurso del otro dentro de los mar-cos propios del texto cientfco o el ensayo flosfco. El discurso del otro no es sino una cita acomodada siempre a las categoras propias del discurso (la clase, la posicin, la conciencia), y el subalterno tiene siempre una posicin ambivalente aqu: por un lado, ese no es su discurso, porque su lenguaje es siempre un exceso que no logra ser domesticado por entero. Pero por otro lado, el subalterno queda dentro del discurso del logos Occidental en palabras de Spivak: debe lidiar con l, aprenderlo y resistirlo desde dentro. La horizontalidad como instauracinNuestraopcintericayloquequisieraplantearalmenosprovisionalmente comotesis,indicaquenohayposibilidadalgunadeunrescate,recuperacin 2SinembargoparaSpivakelconceptodeagenciaesuntrminoproblemtico,queasumeun sujeto del humanismo soberano del discurso y de la accin y que no logra explicar, tampoco en la sociologa estratgica, de qu manera la posicin/sujeto est siempre mediada (Spivak, 1988).Enunciacin y autoridad 47o celebracin de algo que est fuera de la modernidad (una tradicin otra, una epistemologa otra), sino ms bien la deconstruccin como camino heurstico (de ah tambin, por supuesto, su predileccin por Derrida dentro del canon flos-fcoeuropeo).Enestesentido,lapropuestadeSpivakydeintelectualescomo DipeshChakrabarty(Chakrabarty2008)(adiferenciadeGuhacuyomarxismo historiador le impide dejar de pensar en trminos de estructura y representacin como el lugar del intelectual), no est exenta de polmica, porque proponen, gros-so modo, dos cosas bsicas que resumir de la siguiente manera:Primero: Asumir el privilegio epistemolgico y trabajar a travs de l. Asumir la asimetra, la distancia irresoluble entre la universidad y el campo. Esto es, tomando en cuenta que se trata de intelectuales del tercer mundo que escriben sobre estructuras de opresin de ese tercer mundo, pero que viven y trabajan en el primero (en defni-tiva la gran crtica hacia el staff poscolonial siempre ha sido esa: son intelectuales deltercermundoquelavansusculpasenelprimeroabordandoalsubalterno sin proponer un cambio)3, lo cierto es que el punto es proponer el lugar de un contrato de utilidades que es necesario en la escena metodolgica y que siempre sucede en la escena de campo. El subalterno habla desde un lugar que sabe que es asimtrico, y en defnitiva, siempre exige algo a cambio: el silencio, la exposicin deliberada o el intercambio de algn tipo. Hace poco deca Anne Chapman que los antroplogos tienen cada vez menos lectores, pero que estos han cambiado: son algunos colegas amistosos, los referatos de las revistas, y los objetos de estu-dio. Por primera vez, sabemos que los informantes nos leen, nos piden cuentas, quieren ver qu escribimos. Y entienden mucho ms de lo que nuestra pedantera est dispuesta a aceptar. Los estudios de subalternidad en este sentido vinieron adesenmascarar un supuesto intocable: el de que la academia produce necesariamente un cambio en ese otro que aborda. La academia habla desde un lugar de autoridad, y ese eselpuntoclavequedebeexplotarseadecuadamenteentrminosdeSpivak (Spivak,2000).Deahlapredileccinporhacerteora,auncuandosepamos que la teora no es para todos, an cuando la democratizacin de la palabra no sea un efecto de sujeto para el subalterno, hacer teora es hacer poltica, slo si se asume el privilegio epistemolgico, slo si se piensa que la horizontalidad total 3 Para una sntesis crtica a los estudios poscoloniales que retoma este punto entre otros de ca-rcter ms epistemolgico, vase Parry, 1997:12-17.Mario Rufer 48no es posible ni siquiera deseable: porque en defnitiva, en palabras de Spivak, la mujer india que teme por su vida al quedar viuda, no quiere entenderme, ni quiere hermanarse, ni ser intelectual. Quiere aprovecharme. Aprovechar mi privilegio no para que hable por ella el peor error de toda la izquierda sino para que hable sobre ella en un lenguaje que la excede: el del estado, el de la poltica. Ese, y no unacnicaposturadeconmiseracindisfrazadadeetnografaexperimental,es el deber del intelectual con el subalterno. Saber usar el privilegio para hacer una denuncia en el lenguaje de la ley, en el lenguaje que tiene fuerza. Y eso es hacer teora poltica (Spivak, 2008:87). Aqu, claro, se inserta uno de los problemas ms fuertes que los estudios desubalternidadcomounacrticaposcolonialintentaronabordar:elproblema de la ventriloquia.El subalterno no slo no habla por smismo porque su voz est relativamente fagocitada por el formato dual del discurso racional que opone historia y mito, costumbre y ley, racionalidad y pensamiento mgico, sino tambin porque ha estado siempre hablado por una voz que intenta representarlo. Este problema trabajado por Deleuze desde la flosofa y por tericos literarios como el Premio Nobel J.M Coetzee (2005) o el propio Chakrabarty (1999), tambin tiene su correlato en la antropologa latinoamericana, particularmente en fguras como la de Andrs Guerrero. Lo interesante aqu es que el problema de la ventriloquia ha sido trabajado de maneras muy diversas, pero, a excepcin de Homi Bhabha (2002) o Spivak (1988), con escasa atencin en el problema concreto del lenguaje. Esto es: ms all de la diatriba flosfca sobre la imposibilidad de la representa-cin como un adecuado ajuste entre signo y signifcante (entre lo simbolizado por el subalterno y la traduccin del acadmico o del poltico), lo cierto es que todo el edifcio de nuestras antropologas e historias nacionales, tanto en Latinoamrica comoenIndiaoenfricaconmodelosdiferentes,sebasenlaformalegiti-madadelaventriloquia,queseconfundisiempreconlatraduccin.Asaber: como bien expresa Spivak, la labor ms adecuada del intelectual es traducir. Y en la experiencia de la traduccin no existe la equivalencia absoluta (no hay pureza en la traduccin y nunca sabremos si el escrito ex post facto que armamos sobre la situacin de campo corresponde con la simbolizacin de la vida que nuestros informantes hacen). Pero ese no es el problema: el problema es que sepamos qu hacer como actitud poltica, con esa traduccin que es siempre valorada, siempre un desplazamiento, siempre un pronunciamiento para algo. Lo imperdonable es, Enunciacin y autoridad 49paratodoelequipodeestudiosdesubalternidad,elactodiferente:hablarpor, cuando creemos traducir.Dos viejos conceptos entran aqu en juego, casi sin tener que mencionarlos: el problema de la ideologa y de la hegemona. En pocas palabras: la ventriloquia funcion y todava funciona como un elemento crucial en las polticas de izquier-da (algo que el movimiento zapatista mexicano intent plantear desde el inicio). Polticoseintelectualesensusrespectivasfunciones,hablanlosinteresesdel otro, educan la posicin subalterna, domestican el lenguaje delos campesinos y en una pretensin de legitimidad poltica, explican adnde funciona la ideologa, adnde se tie la masa de falsa conciencia, adnde el subalterno es incapaz de ser coherente con sus propios intereses. La apuesta del grupo de trabajo de Estu-dios de Subalternidad no es abandonar el problema de la ideologa (algo que nos ha costado caro en el caso de la vertiente ms acrtica de los estudios culturales, como si la eleccin por la cultura obviara el problema poltico de la reproduccin ideolgica)4. El punto es, ms bien, ver cmo la ideologa funciona en la articula-cin tensa entre subalternos y estado, polticos e intelectuales: cmo el subalterno se ve obligado a usar de forma ambivalente el lenguaje de la autoridad, cmo, al decir de De Certeau (1980), es en la tctica donde hacen poltica los dbiles: que no son ni excesivamente despolitizados, ni mucho menos pasivos. Pero esto siempre pone en un lugar incmodo al acadmico: porque el pun-to que se nos exige no es acercarse al subalterno, o militar y hacer etnografa (aqu hace una crtica a las escuelas de la antropologa militante norteamericana) sino asumir el lugar que estamos obligados a habitar: el del privilegio, el del des-carodelamodernidad,yalladentroexponer,enformadedenuncia,todaslas formasdeopresin,violenciaydominacin.Metodolgicamente,sinembargo, esto exige un cuidadoso trabajo de vigilancia: comprender que los acadmicos no vigilan intereses, no son voceros de nadie. Como planteaba Said, tomar partido es parte cotidiana de la izquierda intelectual. Y la toma de partido es siempre y ante todo una toma de la palabra, una eleccin de la modalidad de enunciacin. Pero la izquierda ha confundido eso con usurpar la enunciacin del otro, pensan-do que es su deber. Y aqu se comete un doble crimen, porque ni se habla por el 4 Me refero especfcamente a cmo la deshistorizacin de los estudios culturales en su vertiente norteamericana (y su repudio, a veces bien fundado, al marxismo clsico) creyendo obviar el con-cepto de ideologa por inoperante o elitista, quit al problema poltico que habita en el centro de toda concepcin sobre la cultura: la cultura es hoy un panorama de transacciones, de usos polticos y estratgicos. Trabajo este punto detenidamente en Rufer, 2009. Mario Rufer 50otro hay un resto inaccesible al simbolizar al oprimidoni habla el intelectual para quienes debe hablar y en el lenguaje que maneja. La pluma es la espada del intelectual de izquierda, y es imperdonable que la petulancia del materialismo la haya vuelto en contra de quienes pretende defender, enmudecindolos para siem-pre (cit. en Mah, 1999:65). El segundo problema que intento tratar tiene que ver con lo que Homi Bhabha llam el problema de la transformacin del valor a nivel del signo, o para decirlo ms simple, el problema de la autoridad del lenguaje y la codifcacin del valor (Bhabha, 2002). Con marca-da herencia bajtiniana, Bhabha plantea claramente: la palabra del subalterno est valorada. Si habla, habla desde un lugar, y el primero que sabe y conoce ese lugar, eselsubalternomismo(DonEfren,creo,esunclaroejemplo).Enuntrabajo reciente, la historiadora Miranda Jonson analiza de qu manera, para introducirse dentro de las polticas actuales de reparacin patrimonial histrica, un grupo de indgenas australianos tuvo que emular criterios de verdad racional en el juicio de partes en Sidney, para demostrar la autenticidad de su historia en las comuni-dades rurales. Su tiempo heterogneo y sus narraciones orales, sus historias endgenas podan estar reconocidas dentro de la poltica de la diversidad. Pero en las operaciones jurdicas que validan los aspectos formales de la ciudadana la historia era una, el tiempo era nico, y si los indgenas queran narrar su historia como prueba de pertenencia, deban hacerlo bajo los procedimientos cientfcos canonizados: documento, prueba, verdad, experto-historiador (lo otro era consi-derado mito, leyenda, supersticin y circulacin comunitaria de saberes).Quisiera terminar este decurso breve con una frase de Amina Mamma, una feminista nigeriana que ha refexionado mucho sobre su lugar en la entrevista y en la observacin participante. Dice Mamma: el lugar del investigador es el de la vulnerabilidad. Somos vulnerables ante el estado que no nos lee, y tal vez por suerte,sinoquinsabequharanconnuestrosoprimidosnosotrossiempre mostrndoles a todos cmo resisten, cmo se asocian, cmo luchan. No los esta-remos exponiendo siempre en el doble sentido de la palabra? Exponer lo que ha-cen y exponerlos frente al poder? Tambin somos vulnerables ante ellos, porque, seamos claros, nunca creen mucho de nuestras intenciones. Y tienen razn. En la corta vida de un campesino, un antroplogo no hace mucho ms que hacerle perder el tiempo. (Mamma, 2004).En sntesis, la horizontalidad quizs tenga que ver con el contrato tico y poltico en la situacin de campo, con su instauracin como una voluntad de trabajo Enunciacin y autoridad 51en la propia irrupcin de lo poltico, an reconociendo las asimetras irresolubles para trabajar a travs de ellas. Lo dems, quizs sea cuestin de aprovechar el pri-vilegio epistmico, el espacio social de la academia para tomar partido y elegir un lugar de enunciacin (nada fcil en estos momentos de reproduccin en serie de la maquinaria acadmica). Elegir un lugar de enunciacin no es escoger una forma de hablar: es situarse polticamente en medio de la distribucin desigual de todo lo que construye las jerarquas simblicas de nuestro mundo (jerarquas que tambin son,porsupuesto,materiales). Eselugar,creo,debe serunoque nofagocite al subalterno, que no hable por l, pero que produzca una fsura, una alteracin en el discurso de lo mismo (un discurso que hoy adquiere las aparentemente inocuas pero peligrosas etiquetas del multiculturalismo, la pluralidad y la diversidad). BibliografaBhabha, Homi (2002 [1994]): Signos tomados por prodigios: ambivalencia y au-toridad bajo un rbol a las afueras de Delhi, en El lugar de la cultura, Manan-tial, Buenos Aires.Bischoff, Efran (1985), Historia de Crdoba, Plus Ultra, Buenos Aires.Castro Olaeta, Isabel (2006): Transformaciones y continuidades de sociedades indgenas en el sistema colonial. El pueblo de indios de Quilino a principios del siglo XVII. Crdoba, Alcin Editora, Crdoba.Chakrabarty, Dipesh (1999 [1992]): Poscolonialismo y el artilugio de la historia: quin habla en nombre de los pasados indios?, en Dube, Saurabh (comp.): Pasados poscoloniales, ed. El Colegio de Mxico, Mxico, 1999. 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