historia de israel en la época del antiguo testamento

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  • mSTRlADE ISRAEL

    EN LA EPOCA DELANTIGUO TESTAMENTO

    SiegfriedHerrmann

  • HISTORIA DE ISRAEL

    en la poca del antiguo testamento

    SIEGFRIED HERRMANN

    Segunda edicin aumentada y revisada

    EDICIONES SIGUEME

  • Ttulo original: Geschichte Israels in alttestamentlicher ZeitTradujeron: Rafael Velasco Beteta, Manuel OlasagastiY: Senn Vidal ehr. Kaiser Verlag, Mnchen 21980 Ediciones Sgueme, S.A., 1985

    Apartado 332 - 37080 Salamanca (Espaa)ISBN: 84-301-0770-3Depsito legal: S. 828-1984Printed in SpainGrficas Ortega, S.A.Polgono El Montalvo - Salamanca, 1985

  • CONTENIDO

    ~~o 9

    IntroducClOn 13

    1 El terntono 132 La epoca 303 Testigos y testlTI101110S 39

    FORMACIN DEL PUEBLO DE IsRAEL 59

    1 Los patnarcas 612 Elementos semltlcos en Egipto y la tradlclon del exodo 803 Operaciones tnbales en la penmsula del Sma Monte de

    DIOS y Kadesch / ,_ 964 La penetraclOn de las tnbus en C!sJordallla y TransJordallla 1175 La vida de las tnbus en la epoca preestatal Los Jueces 150

    11 Los REINOS DE IsRAEL y DE JUDA 171

    6 El remo de Saul 1737 El remo de David 1908 El remo de David baJO Salomon 2269 La dlvlslon del remo y sus mmedlatas consecuencias 243

    10 Omn y su dmastla en Israel 26711 Dos revolucIOnes Yehu en Israel y Atalia en Jerusalen 28412 Israel y Juda a la sombra de la lucha por el poder en Sma 29313 La expanslon asma hasta la calda de Samana 31314 Juda hasta la subida al trono de Joslas 32715 La restauraclOn de JOStaS y el final de los asmos 33716 Los babllollloS y el final del estado de Juda 350

    111 IsRAEL EN MANOS DE LAS GRANDES POTENCIAS 367

    17 La epoca del eXilio babtlolllco 36918 Los prlTI1eros decenIOS de soberama persa El templo post-

    eXllico 381

  • 19 La reconstrucclOn del Jerusalen posteXIhco Esdras y Nehe-mlas 393

    20 La segunda mItad de la epoca persa y la apanclOn de losgnegos en el cercano onente 410

    21 El remado de los ptolomeos y los seleucldas hasta AntlO-co IV 433

    22 AntIOco IV y los macabeos 45223 La dmastIa de los asmoneos y el mlclo de la dommaclOn

    romana en Jerusalen y Judea 469

    BlbllOgrafia

    Indlce de nombres

    Indlce de lugares CitadOS

    Siglas

    Mapas

    497

    513

    531

    541

    545

  • PROLOGO

    Exponer e interpretar la historia del Israel veterotestamentariotiene su tradicin. Es una tarea que en rigor se inicia ya en elantiguo testamento. Pero han sido ante todo historiadores judosy cristianos, entre los cuales mencionemos aqu en primer lugar alhistoriador judo Flavio Josefa (m. hacia el 100 d.C.), quienesse han sentido estimulados a investigar esa turbulenta y a vecesdifcilmente descifrable historia. Unas veces preponderaban lospuntos de vista religiosos, otras veces los puntos de vista hist-ricos, en especial en la poca moderna, hasta que se empez acomprender hasta qu punto el entonces pequeo pueblo, estable-cido en la orilla oriental del Mediterrneo, estaba vinculado a lahistoria poltica de grandes potencias orientales. Su destino apare-ci a los ojos del historiador en llna encrucijada de zonas de in-fluencia poltica, cultural y religiosa, en el puente geogrfico Siria-Palestina entre Mesopotamia y Egipto y el desierto sirio-arbigo,que en este campo de fuerzas representaba una potencia no me-nospreciable. La interpretacin, cada vez ms segura, de fuen-tes en escritura cuneiforme y jeroglfica durante el siglo XIX y laprimera mitad del XX contribuy a que se diera un nuevo enfoquey explicacin incluso a la historia de Israel. Mencionemos aqu lagran obra en varios tomos de Heinrich Ewa1d de los aos sesentadel pasado siglo; vinieron despus los libros profundos y orientadores sobre el mismo tema de Julius Wellhausen, Eduard Meyery finalmente Rudolf Kittel, por mencionar tan slo estos nombres.A partir de los aos veinte y treinta de este siglo se ha ido abrien-do paso una nueva or~entacin en la investigacin de la historiadel antiguo Israel. Se caracteriza por la razonable asociacin de tes-timonios del antiguo testamento y conocimientos de la historia te-rritorial, de la arqueologa y de la topografa histrica de Palestina.Toda la potencia luminosa de los resultados as obtenidos no calhasta despus de la segunda guerra mundial en la conciencia de losinvestigadores y del gran pblico interesado en el tema. A pesarde la diversidad de sus respectivos puntos de partida ideolgicos,

  • podemos citar conjuntamente tres nombres como representativosde esta nueva orientacin: Albrecht Alt, William FoxweIl A1brighty Ro1and de Vaux. En el mbito lingstico alemn Martin Noth,como consecuente discpulo de A. Alt, ofreci en el ao 1950 ensu Geschichte Israels una concepcin armoniosa, que hizo escuelaen amplios sectores, aunque tambin suscit otras concepciones.Por ejemplo, la obra A history 01 Israel de John Bright (1959,21972) se escribi a impulsos americanos y alemanes. La muy pro-metedora Histoire ancienne d'Israel de R. de Vaux (1971) quedinconclusa.

    A vista de tantos y tan amplios estudios, resulta arriesgado, pero necesario, ofrecer una nueva exposicin de esta historia. Es neocesario que la investigacin especializada, con metodologas utilizadas a menudo de forma distinta. recuerde las bases y los condi.cionamientos de esa misma historia, pero tambin, empleando unaexposicin concisa, tenga muy presentes el marco y los grandescontextos, a los que deseara servir. Pero sobre todo vale la penainteresar en el tema de la historia de Israel y de su investigacin atodos aquellos que querran ocuparse en l con cualquier finalidad.

    Un plan como el que aqu se pretende, a saber, el de unir entres investigaciones y exposicin con la mayor claridad posible, exigecercenamientos y sacrificios. Bastantes colegas investigadores vernque se les ha prestado demasiado poca atencin, no pocos sectorestemticos hubieran requerido un tratamiento ms extenso. Algnque otro detalle acadmico apare.ce simplificado. Los entendidos lamentarn el diverso tratamiento de los nombres propios. Estos apa-recen por lo general en la forma de las traducciones alemanas dela Biblia, aunque en sus versiones revisadas no son consecuentes Ven muchos casos se aproximo.n al modelo hebraico. Se ha unific-do la transcripcin de palabras pertenecientes a otras lenguas orien-tales, sobre todo con el fin de que en cierto modo aparezcan legi-bles a primera vista. Por eso se ha tomado por base el sistema detranscripcin, relativamente equilibrado y empleado oficialmentehasta hace muy poco tiempo, del Bibelatlas de Hermann Guthe(21926).

    Los mapas que se adjuntan slo pretenden ofrecer una primeraorientacin. Han sido nuevamente diseados segn modelos toma-dos de las siguientes obras y revistas: 1. A. Ah, Kl. Schr. III,21; 2. M. Noth, WAT, 41962, 9; 3. ibid., 63; 4. Noth, Aulsat-ze 1, 348; 5. ibid., 425; 6. ZDPV 54, 1931, 116; 7. PJB 12,1916,37; 8, BHH Il, 1299.1300.

    El libro est dedicado a la memoria de Albrecht Alt, a quienel autor pudo acompaar como auxiliar durante sus ltimos aos

  • de vida (m. 1956). A los expertos no se les ocultar el fuerteinflujo que tambin ha tenido en este libro la obra de Martin Noth.El autor se siente profundamente vinculado a esas dos personali-dades. La primera sugerencia para escribir esta exposicin partide Hans Walter Wolff. La editorial ehr. Kaiser, y en especial elseor Fritz Bissinger, han seguido pacientemente la gnesis de laobra, que l esperaba mucho antes. Expresmosle tambin desdeaqu nuestra gratitud por su comprensin.

    El autor est tambin sinceramente reconocido a sus colabora-dores. La seora Gisela Kuchler escribi competentemente el ma-nuscrito destinado a la imprenta. El seor Jrgen H. Ebach setom la molestia de elaborar los ndices y hacer la correccin depruebas.

    Pero el libro tuvo su mejor abogado en mi esposa, quien, es-pecialmente en los ltimos y agitados aos que tanto han sobre-cargado a los catedrticos alemanes, mantuvo constantemente vivoel recuerdo de que haba que terminar la historia.

    SIEGFRIED HERRMANN

  • INTRODUCCION

    1. El territorio

    La historia de Israel est inseparablemente unida con la tierray los pases en que se desarroll6. Esto se cumple de un modo ab-soluto por lo que respecta al pueblo de Israel del antiguo testa-mento. Sus orgenes rudimentarios los observamos por una parteen la Siria septentrional y en la fronteriza Mesopotamia como, porotra parte, en el nordeste de Egipto, antes de que en Palestina, latierra prometida, hallara una patria, por cuya conservaci6n hubode luchar constantemente. El escenario de la historia de Israel, ensus ms amplias dimensiones, es el extenso territorio situado alnorte de la pennsula arbiga, que all limita principalmente condos comarcas distintas en su estructura.

    Al nordeste de esta pennsula y con acceso directo desde el de-sierto sirio-arbigo se extiende, hasta las estribaciones meridionalesde la cordillera iran, un alargado territorio cultivable, que debesu feracidad a los ros Eufrates y Tigris, que fluyen en direcci6nsureste hacia el golfo Prsico. Mesopotamia, la tierra entre losros, fue el nombre que dieron ya los antiguos principalmentea la parte media y meridional de esas cultivables depresiones fluviales, donde los sumerios y los babilonios establecieron en otrostiempos sus civilizaciones. Otra cosa distinta es el lmite norocci-dental de la pennsula arbiga. All, a lo largo de la costa orientaldel Mediterrneo, se alza una zona montaosa desigualmente eslabonada, una especie de barrera que impide el libre acceso desde eldesierto al mar. 'Siria se llama la parte septentrional de este terri-torio, mientras que para designar su parte meridional se ha hechousual el nombre de Palestina. Esta regi6n costera sirio-palestinense,cuyo promedio de anchura apenas supera los 120 kil6metros, repre-senta una tierra laborable de muy diversa fertilidad. De norte a surse suceden las montaas, casi todas de notable longitud, interrumpi-das por altiplanicies y llanuras. Esto explica las variadas condicio-nes climticas. Desde luego no faltan ros, pero stos son incom-

  • parablemente ms modestos qu: el ~~frates y el Tigris y con fre-cuencia debido a la profunda sltuaClOn de sus cauces, tan slo enalgunos' puntos se pueden aprovechar para la agricultura. Entre lasmontaas no hay terrenos extensos, que pudieran regarse con losros; no existen las condiciones adecuadas para un cultivo de vallesfluviales.

    De todos modos, el curso mismo de los ros da una idea apro-ximada de las condiciones fsicas de Siria - Palestina. Los mayoresde estos ros nacen en la regin del Lbano, repliegue de dos ma-cizos montaosos 1, que en cierto modo separan entre s a los te-rritorios de Siria y Palestina. Hacia el norte se une al Lbano lacordillera llamada dschebel el-ansarje, en cuyo territorio interiorel mayor ro de Siria, el Orontes (nahr el-'asi) , puede regar, almenos a trechos, frtiles vegas:.!. En direccin opuesta alOrontes,exactamente hacia el sur, corre el Leontes (nahr el-ltani) , quecon el nombre de nahr el-kiisimje y ya a la altura de Tiro al surdel Lbano atraviesa la cordillera en direccin oeste y llega prontoel Mediterrneo. Cierta importancia tiene tambin el Eleutheros(nahr el-kebr), que en la Siria central y procedente de las monta-as discurre en direccin este-oeste y al norte de Trpoli, despusde atravesar una vasta llanura costera, desemboca tambin en elMediterrneo.

    Al sur del Lbano y del Hermn, que por el sur se une alAntilbano, se elevan los montes calcreos de Palestina, divididospor la depresin del Jordn en dos mitades, la occidental y la orien-tal. La depresin del Jordn constituye el fenmeno geolgicamentems interesante de toda la zona. Es parte de la llamada depresincontinental siria que se inicia en Siria con el valle del Orontes, pro-sigue en la gran hondonada el-bika', entre el Lbano y el Antilbano,pasa a la depresin del Jordn y alcanza su punto ms profundoen el mar Muerto :i. Se prolonga al sur del mar Muerto por mediodel wadi el-'araba, finalmente a travs del golfo de el-'a/:aba (golfode Elath) y del mar Rojo hasta internarse en el mismo territorioafricano oriental. Este fenmeno impresionante y geolgicamente

    1 Se trata del Lbano al oeste y del Antilibano al este, separado delanterior por medio de llanuras (el bi/eO'). E. Wirrh escribi un amplio estudio geogrfico, limitado desde luego al estado actual de Siria, Syrien, Wis-senscha/tliche Underkunden IV-V, 1971.

    2 Casi en su punto ms septentrional y procedentes de la regin situadaal este de la cordillera Amanus confluyen en el Orontes el ~ara ~ y el'afrin, cuyas aguas provienen en gran parte de la llanura pantanosa el'amley del lago de Antioquia. .

    3 Esta es al mismo tiempo la ms profunda depresin de toda la tierra,aproximadamente 400 metros bajo el nivel del mar.

  • umco, cuyo origen se sltua al final del tercIana, caracteriza conespecial evidencia al imponente y a veces caprichoso paisaje del surdel mar Muerto, donde formaciones de antiqusimas rocas, conpredominio de la rojiza piedra arenisca nubia, plasman solitariosmontes pelados de lllstera belleza, al menos a ambos lados delwadi el- araba. Desde all y en direccin este y oeste se extiendenzonas esteparias y desrticas; las lOnas occidentales se debenconsiderar ya como pertenecientes a la pennsula del Sina, queen su parte meridional est dominada por gigantescos macizos, alos que tradicionalmente se da el nombre de montes del Sina. Laescasamente poblada pennsula del Sina sirve de puente entre laextensa pennsula arbiga y el continente africano, mejor dicho,viene a ser como un guin (A. Ah) entre Palestina y Egipto,donde en otros tiempos se poda penetrar fcilmente desde la pe-nnsula del Sina hacia la zona oriental del delta del Nilo. Actual-mente esta regin fronteriza est dividida por el canal de Suez.

    Egipto constituye una magnitud aparte. El pas del Nilo tieneuna estructura peculiar y es incomparablemente ms cerrado queIus dems comarcas descritas hasta aqu. En una nica trayectorialongitudinal, aproximadamente desde los rabiones de la primeracatarata al sur hasta el delta, Egipto consta de una sola y estrecharegin fluvial, que apenas puede abrirse ms all de las montaasque limitan el valle del Nilo. El Nilo aporta sus abundantes aguaspara el riego, facilit'l11do as toda clase de cultivos. Egipto es un'regalo del Nilo, en expresin perenne y lapidaria de Herodoto. Elque dentro de esta alargada configuracin del pas se fueran for-mando ciertos puntos de gravedad, en los que se concentraron al-ternativamente la cultura y el poder poltico, principalmente entorno a la meridional Tebas y a la septentrional Menfis, cuyo em-plazamiento estuvo aproximadamente donde ms tarde se formEl Cairo, fue una consecuencia de circunstancias geogrficas, peroms todava fue el resultado final de evoluciones etnogrfico-polti-cas. Egipto se encuentra, en comparacin con las zonas adyacentesa la pennsula arbiga, en una situacin geogrficamente indepen-diente. Debido a sus condicionamientos naturales, la zona sirio-palestinense junto con Mesopotamia es, por situacin y estructura,un complejo notablemente homogneo, que se encuentra en con-tacto bastante tenue con Egipto. El popular slogan de /ertile eres-cent, de frtil media luna~>, alude ms bien a aquellas comarcasque limitan a la pennsula arbiga por su lado norte.

    Lo que hasta aqu se ha presentado como conjunto de regionesestrechamente relacionadas, constituye una unidad ms fuerte enel aspecto cultural. Las condiciones de vida de este mbito geogr-

  • fico son peculiares, pero sustancialmente invariables. Dependensobre todo de las circunstancias geogrficas y climticas. Si pres-cindimos aqu de la situacin de Egipto, diferente en muchos as-pectos, hay que decir que Mesopotamia y Siria constituyen terri-torios adyacentes de extensos desiertos y estepas". Ni siquiera laszonas de clima ms favorable disponen de espesos bosques, sinoque presentan el aspecto de un paisaje abierto, que desde siem-pre tuvo las mejores condiciones para la colonizacin, sin que sehicieran necesarias extensas roturaciones. De ah que Mesopotamiay Siria pudieron dar cabida a frecuentes oleadas semticas de po-blacin procedentes de las comarcas esteparias. Los puntos de par-tida de este pueblo semtico hay que buscarlos al norte de la pe-nnsula arbiga, o ms exactamente, en el cinturn estepario co-lindante con la frtil media luna, que se prestaba a un estilo devida nmada con la cra de ganado menor, especialmente de ovejasy cabras, pero tambin de asnos:l. Desde all estos nmadas sepropagaron por los posteriores territorios civilizados ya en tiemposprehistricos. El trasiego de elementos nmadas desde la estepahacia las tierras de residencia fija pudo conducir a que ellos mismosse establecieran all permanentemente, hecho que, motivado porla necesaria mudanza entre los pastos de invierno y de verano, seha mantenido hasta los tiempos modernos como lento proceso deinfiltracin, pero que en tiempos antiguos adopt muchas veces laforma de gran movimiento compacto de carcter agresivo 6. Este

    .. En las autnticas zonas desrticas caen menos de 100 mm. de lluviaal ao; en las regiones esteparias 100-250 mm. y en una zona prxima a latierra cultivable 250-500 mm. Tal es la diferencia que se consigna en elinstructivo mapa del norte de Siria de R. de Vaux, Die hebraischen Patriar-chen und die modernen Entdeckungen, 1959, 63. Sin tanta matizacin, 1'0sustancialmente lo mismo dice R. Gradmann, Die Steppen des Morgenlandesin ihrer Bedeutung fr die Geschichte der menschlichen Gesittung: Geogr.Abh. 3/6 (1934) 22 ss. con mapas adjuntos; Id., Palast11as Urlandschaft:ZDPV 57 (1934) 161-185.

    lJ Sobre la base de las fuentes disponibles, existen opiniones diversassobre la cra y utilizacin del camello entre los semitas por lo que se refierea su propagacin y fecha de su aparicin. Al principio del segundo mileniopuede haber sido ya utilizado el camello, al menos parcialmente, como bestiade carga y como cabalgadura; hay pruebas ciertas de que se propag muchoms hacia finales del segundo milenio. Este problema ha sido frecuentementeestudiado. Cf. un sucinto resumen en ]. Henninger, Ober Lebensraum undLebensformen der Frhsemten: AGF-G 151 (1968) 24-28; Id., en L. Foldes(ed.), Viehwirtschaft und Hirtenkultur. Ethllographische Studien, Budapest1969, 33-68.

    6 Sobre el nomadismo semtico informan numerosos estudios especiales.Ofrecen resmenes (con numerosos datos bibliogrficos): ]. Henninger, Frh-semiten; M. Weippert, Die Landnahme der israelitischen Stamme in der

  • vivo contacto entre estepa y tierra de cultivo constituye en granparte el secreto del elevado y renovado desarrollo de los cultivosen esos pases. Pues la constante afluencia de gentes procedentes delas regiones esteparias supona al mismo tiempo comunicacin eintercambio de importantes medios de cultivo, que se perfecciona-ban como consecuencia de la simbiosis entre los elementos nativosy los inmigrantes nmadas. Sabemos, por ejemplo, que las formasprimitivas de nuestras principales especies de cereales, trigo y ce-bada, que aparecen en la estepa, con toda probabilidad se cultiva-ron por primera vez en las comarcas situadas al este del Jordn yen la Mesopotamia superior 7. Junto con el arado como instrumen-to de cultivo fomentaban el afincamiento de grupos anteriormentenmadas. All donde eran menos favorables las condiciones parael cultivo de la tierra, el pas ofreca al menos posibilidades parala cra de ganados y explotacin de pastos en gran escala, comopor ejemplo ocurra en los pocos montes frtiles de piedra calc-rea de Palestina.

    Fcilmente se comprenden las repercusiones de estas circuns-tancias de la regin sobre la colonizacin, el comercio, la lengua ylas generales tendencias histrico-evolutivas. Era forzoso que enestos territorios se produjeran constantes superposiciones de es-tratos de poblacin, que o bien eran motivadas por la estepa co-lindante o bien se deban a los movimientos de expansin de unapoltica imperialista. Las llanuras sin bosques estimulaban el hamobre de posesiones y posibilitaban operaciones militares de gran es-cala, a las que no raras veces tenan que sucumbir las agrupacionesnacionales, forzosamente reducidas y aisladas, de las zonas mon-taosas de Siria y Palestina. Si bien, tratndose de tan vastas re-giones, no cabe pensar en una absoluta unidad lingstica, sin em-bargo los distintos idiomas estn emparentados entre s. Pero entodo caso no tiene fundamento derivar las lenguas de Mesopota-mia y de Siria de un protosemtico como base comn de todasellas. El protosemtico es una hiptesis que carece de pruebas.Cierto es que la amplia cohesin tnica de los habitantes de la es-

    neueren wissenschaftlichen Diskussion: FRLANT 92 (1967) 102-123; R. deVaUJe, Das Alte Testament und seine Lebensordnungen 1, 21%4, 17-41. Es-pecial inters tuvieron los estudios suscitados por las Mari-Briefe; J.-R.Kupper, Les nomades en Msopotamie au temps des rois de Mari, Paris1967, 109-121. Cf. adems S. Moscati, The semites in ancient history, Cardiff1959; acerca de fenmenos similares, incluso en otros mbitos y culturasinforma el volumen mixto sobre la relacin entre agricultores y ganaderosen el aspecto histrico, Deutsche Akademie der Wissenschaften zu Berlin,Institut fr Orientforschung: Veroffentlichung 69 (1968).

    7 R. Gradmann, Die Steppen des Morgenlandes, 59.

  • tepa, al entrar stos en contacto con los elementos de residenciafija dio lugar a formas lingsticas locales autnomas, que en suestructura presentan muchos aspectos comunes y por eso puedenconsiderarse de carcter genricamente semtico, pero no proto-tpicamente semticas 8.

    La distribucin de las lenguas en el mbito de que aqu hablamos estntimamente relacionada con los diversos movimientos histricos, que cons-tituirn el objeto de la prxima seccin. Sin embargo, se puede decir en ge-neral que las lenguas llamadas tradicionalmente semticas se encuentranexactamente en aquellas regiones que, dentro de su vasta extensin, limitandirectamente con el desierto sirio-arbigo. Se trata de las lenguas de aque-llos pases civilizados que han sido poblados a partir de las zonas estepariasdel desierto sirio-arbigo 11. A tales lenguas pertenece en primer lugar el ac-dico (babilonio-asirio), diferenciado en varios dialectos, como primera leng,ua de Mesopotamia, llamado ahora ordinariamente semtico oriental; perono el sumerio, que estriba en sus propias hiptesis y cuyo origen se des-conoce. Como permiten deducir los mismos datos geogrficos, las lenguasdel mbito sirio-palestinense se diferencian notablemente. Por lo que res-pecta a la poca ms antigua que se remonta al segundo. milenio precris-tiano, cananeo se ha convertido en designacin sintetizadora de una seriede dialectos semticos noroccidentales, que nos son mejor o peor conocidossegn los textos que se han podido hallar. Entran en consideracin el ug>l-rtico, el fenicio-pnico, el moabftico y no en ltimo trmino el hebreo,como grupo dialectal del cananeo relativamente bien atestiguado. Pues losinmigrantes de la zona palestinense se asimilaron a la lengua al1f preexisten-te incomparablemente ms que aquellos que como arameos se establecieronal mismo tiempo en la Siria propiamente dicha, donde lograron aclimatllr elarameo. Sin embargo, este arameo haba de adquirir un influjo extraordinarioen la primera mitad del primer milenio precristiano, pudo ahogar paulatina-

    8 El trmino de protosemtico, como una de las ideas bsicas de SIlSestudios, lo utilizan con resultados frecuentemente hipotticos H. Bauer-P.Leander, Historische Grammatik der hebraischen Sprache des Alten Testa-ments, 1922 (reimpresin 1965). Estrechamente vinculado con el problemade la lengua protosemtica est el problema de los protosemitas y de -utierra natal. Para diferenciar estas consideraciones sumamente problemtios,distingue ltimamente la etnologa entre tierra natal primitiva o inicial ycentro de irradiacin; de este modo el ms antiguo centro o espacio deirradiacin que podemos conocer se separa de aquellos puntos de residenciaque presumiblemente fueron los ms antiguos en sentido estricto. Por estarazn en vez de protosemitas se emplea el trmino justificable de primi-tivos semitas. J. Henninger, Ober Lebensraum und Lebensformen derFrhsemiten, especialmente 813.

    11 Tal es la teora ms admitida. Sobre otras teoras informa escueta-mente (con muchas referencias bibliogrficas) J. Henninger, o. C., 9-13.

  • mente ,\ los dl,l1eclO' c,\I1aneo, \ L11 tahdad de arameo Imperial a partirdel 'Iglo VI tonvertlrse II1cluso en lengua oficial de la cancillera persa, enlenguaje admll11stratlvo del ImperIO de los aquemmdas, ll1dUldas las partesmerIdIOnales del ImperIO ~trla Palestll1a v Egipto Pero al mismo tiempo sedesarrollalon numelOsas torma~ dIalectales arameas de carcter local, que,e e'l:tll1gUlelOn sobre todo debido a la penetracin del arbigo a partir delsiglo VII d C El arbIgo (dividido en ar.blgo septentrIonal y arbigo me-ridIOnal) peltentCe, Junto con el ablsll110 etipiCO, al grupo merIdIOnal del,emtlco OCCidental Del eg'lKIO suele deCirse que tomo lengua camtlca poseesolamente una componente semtica, que se mal11fiesta tan slo en parte delvocabularIO y en dlgunas peCllhartdade~ gramaticales Esto confirma la yamencIOnada ,ltuaCln geoglfica especial de Egipto con respecto a los pasesde la frtil media luna ~emllca pOI lo que se refiere a la fihacln hngtis-tlca IH

    Palestina como e~cenarto de la historia de Israel est insepara-blemente vmculada a las condiciones de vida de sus pases vecinos,ella misma es parte de ese grdn conjunto, aunque tambin consti-tuye de por s una estructura reldtivamente tndependiente y com-pleja A veces se ha exagerado la magmtud del pas La franja detierra cultivable apenas supera los 120 kilmetros en direccinoeste-este El punto septentrional v melldional de la zona de civi-lizacin Israeltica suele de~lgnarlo atinadamente el mismo antiguotestamento con la expresin desde Dan hasta Berseba: la dis-tancia en lnea recta entre ambos puntos es solamente de 240 ki-lmetros Segn un clculo exacto efectuado despus de la prime-ra guella mundial, la tierra cultIvable de Palestina al este del Jor-dn o Pale~tina cl~Jordmca es algo ms reducida que el antiguoWurttemberg 11 La~ extraordmanas diferencias de altitud pue-den quedar Ilustradas por medIO del Siguiente ejemplo: el niveldel mar Muerto se encuentra a algo ms de 390 m por debajo del

    lO Todos los dems pormenores relativos a las lenguas semticas estnresumidos en e! manual de orIentalslIca, editado por B Spuler, Semltlstlk,Leiden ~1964 EstudIOS espeCiales en hngustlca semtica Studl Semltlcl 4(Roma 1961) Cf adem~ las II1troducclones de las correspondientes gram-lIcas, para e! hebreo, R Meyer, Hebrazsche Grammatlk 1, 'iI966, 1-5,acerca de la SituaCin lll1guslIca en Sma en conexin con factores hlstncosA Alt, Klezne Schrlften zur GesLhlchte des Volkes Israel 111, ~1968, 25-42,sobre el semllco noroccldental E Y KUl~cher, Contemporary studles znnorth western semltlc JSS 10 (1965) 21-51

    1\ Ms detalles sobre el tamao del terntono y su poblacin en MNoth, Die Welt des Alten Testaments, 41962, 2225 MenCIOnemos aqu sim-plemente que desde la fundacin de! moderno estado de Israel se han operado notables cambIos en esos terrItOriOs precisamente en lo que respecta al,lplovechamlentO del suelo y al aspeCto demogrfico

  • nivel del Mediterrneo 12, Jeric en el extremo septentrional delmar Muerto est a 250 m. bajo el nivel del mar, mientras queJerusaln, situada a slo unos 25 kilmetros de distancia al oestede Jeric, est ya a 760 m. sobre el nivel del Mediterrneo y elcercano monte de los Olivos alcanza una altitud incluso de 815 m.Estas notables diferencias de altitud tienen su causa en procesosgeolgicos.

    La tierra firme palestinense est formada por antiguas sedimentacionesmarinas, que en su estratificacin horizontal afloran todava a trechos conbastante claridad. Pertenecen a las formaciones jursica y cretcea. Resaltanprincipalmente las capas del cretceo superior, sobre todo las duras piedrascalcreas del Cenoman y Turon con un promedio de espesor de 600 metros.Se caracterizan tales capas por una extraa formacin de terrazas, que a me-nudo dominan el paisaje. Sobre Cenoman y el Turon se encuentra como capasuperior de la formacin cretcea la blanda piedra calcrea del Senon, deslum.bradoramente blanca a los rayos del sol. El paisaje del Senon se caracterizapor superficies blandas y onduladas, sobre todo en los montes de Judeay Samaria. Hacia el final del terciario hubo procesos volcnicos al nordestedel pas, sobre todo en la regin del Haurn (dschebel ed-dr.'iz) y en la co-marca dscho{an al norte del ]armuk. Esto motiv el que todo el tercio septentrional de la Transjordania y aun la parte sureste de la mOl'taa galilaicase cubriera de un estrato basltico.

    Los procesos tectnicos fueron decisivos para originar la actual configu.racin de la superficie del pas. Por presin lateral y tras la sedimentacin delas capas cretceas se produjeron alteraciones en ese estrato rocoso, quegeolgicamente se denominan pliegues o curvaturas (las tambin llamadasflexuras). Se reconocen todava estos fenmenos sobre todo en la parteoriental de los montes de Judea y Samaria. En la segunda mitad del terciario(entre el mioceno y el plioceno) se rompieron los estratos en direccinnorte-sur. De este modo se produjo el hundimiento del actual foso del Jordn, pero al mismo tiempo en la parte occidental de las montaas cisjordni.cas tuvo lugar la depresin de la llanura costera. De este modo toda la corodillera cisjordnica ha mantenido la forma de un alargado

  • de las montaas, donde iban descarg~ndo las lluvi~s que ascendan desdeel Mediterrneo. Arroyos y regueros ms o menos importantes contribuyerona formar un paisaje tan mltiple y produjeron a menudo tal complejidaden las condiciones del terreno, que son una de las principales causas quedificultan la reconstruccin de bastantes acontecimientos histricos y suexacta localizacin. Como resultado de los grandes procesos tectnicos que-d el siguiente perfil geogrfico de este a oeste: una subida suave de laTransjordania desde el llano desierto arbigo, un escarpado declive occi-dental hacia el foso del Jordn; en la parte occidental del foso del Jordnuna brusca ascensin hasta el nivel de la cordillera judea-samaritana y un de-clive ms suave a trechos desde ese nido montaoso hacia la llanura costera.

    Las diferentes comrrcas palestinenses slo pueden explicarseteniendo presentes estas estructuras fundamentales del pas. Esconveniente enumerarlas brevemente comenzando por el sureste,precisamente all donde una parte de las tribus israelticas se apro-xim a la tierra cultivable al conquistar el pas. El ms importantero fronterizo de la Transjordania meridional es el Arnon (sel el-modschib) , cuyo profundo valle separaba antiguamente el territo-rio principal de los moabitas al sur del territorio de los amonitasal norte. Desemboca en el mar Muerto, casi exactamente hacia lamitad de su costa oriental. La llanura que se encuentra al nortedel Arnon tiene. una altura de 700 metros por trmino medio,slo parcialmente cultivable y unida directamente por el este alcinturn de estepas y desiertos. Por el norte sigue un terreno on-dulado, que se extiende hasta el Jaboc (nahr ez-zer~a =. el roazul). Esta zona comprendida entre el Arnon y el Jaboc se de-nomina actualmente el-belr,a. El lugar ms importante de la alti-planicie es Medeb (madebti), ciudad que se ha hecho famosa porsu mapa en mosaico. En el curso superior del Jaboc, que alldescribe un gran arco hacia el sur, y en medio de una comarca demontaas y colinas se encuentra el antiguo Rabbath-Ammn, laactual capital de Jordania, 'amman. 7 kilmetros al oeste de ma-deba se levanta, a manera de puesto avanzado, la cima montaosaen-neha (808 metros), el Nebo, desde donde se contempla un vas-to panorama que abarca partes extensas de la Transjordania y has-ta de Cisjordania; este panorama sera el que ote Moiss al finde sus das (Dt 34) 13.

    A la zona de el-helr,a le siguen por el oeste el mar Muerto y

    13 Sin embargo, las autnticas tradiciones del Nebo estn vinculadas aun punto situado algo ms al oeste de en-neba, que se llama ras es-si;iighay con una altura de 710 metros brinda tambin una bella panormica.

  • el foso de! .J ordn en su parte inferior. El mar Muerto 14, comomar interior sin desage y sometido a una constantemente altatemperatura de evaporacin, presenta un enorme contenido en saly minerales 1\ que hace imposible cualquier clase de vida en susaguas. Sin embargo, todos los ros que desembocan en el marMuerto llevan agua dulce, de tal modo que en sus cercanas es po-sible una vegetacin que es especialmente exuberante en la reginde fuentes termales del litoral oriental. Existen pruebas de queen la poca helenstico-romana se acuda a tales fuentes junto a unlugar llamado KaIlirrhoe con propsitos medicinales lU. Menos ex-tensa es la comarca cultivable de 'en feschcha, aproximadamente1 kilmetro al sur de las ruinas de chirbet ~umran) famosas porel hallazgo de manuscritos que tuvo lugar en sus alrededores. Lacordillera que recorre la margen oriental del mar Muerto, hendidapor profundos valles, lleva en e! antiguo testamento el nombre dePisga Ji, mientras que la cordillera de la margen occidental estformada por las estribaciones del desierto montaoso de Jud, quea trechos se precipitan directamente hacia el mar Muerto. La zonaque circunda al mar Muerto no permite una colonizacin normalni por sus condiciones climticas ni por la configuracin del terre-no. Sin embargo, ha tenido a veces Sil peculiar importancia comocomarca fronteriza y como refugio. El oasis de Engedi ('n dschidi)en la margen suroccidental del mar Muerto le sirvi ya a Davidcomo lugar de retirada, pero fueron sobre todo los macabeos y losherodianos quienes creyeron poderse proteger contra el peligrode los nabateos mediante el tringulo de fortificaciones formadopor Maqueronte (el-maschna~a junto a chirbet el-mukiiwer) en laparte oriental, Hyrkania (chirhet mird) y Masada, es-sebbe) 1~.Pero aun los mismos habitantes de ludea buscaron refugio repeti-das veces en esa zona, la comunidad de ~uml'an en poca precris-

    14 Su extensin de norte a sur es de unos 85 kilmetros; su anchurallega a los 15 kilmetros. Tiene 915,1 kilmetros cuadrados de superficie(el lago de Constanza tiene tan slo 539).

    1:> El contenido salino es unas seis \'eces superior al de nuestros oca-nos (entre el 20 y el 26 'O; adems predominan el cloruro de magnesio yel cloruro de calcio.

    16 As se cuenta de Herodes el Grande poco antes de su muerte (4 a.C.). Junto al actual 'en ez-zara se observan an restos de antiguas instalacio-nes. H. Donner, Kallirrhoe: ZDPV 79 (1963) 59-89.

    17 Nm 21, 20; 23, 14; 34, 1, etc.III O. Ploger, DIe makkabilschen Burgen: ZDPV 71 (1955) 141-172

    (reimpresin en O. Ploger, Aus der Spitzeit des Alten Testoments: Studien[1971] 102-133), donde tambin se habla de la cuarta de las instalacionesde. este tipo, el Alexandreion (!eorn for{obe) junto a la salida del wadllara.

  • tiana y amplios sectores del pueblo judo en tiempos inmediata-mente postcristianos, cuando mantenan una desesperada luchacontra los romanos (70-73 y 132-135 d. C.).

    Los montes de Judea comprenden un amplio conjunto geogr-fico, que constituye el territorio situado al sur de Jerusaln. Suparte principal, los montes de Judea en sentido estricto (har]"hda) , constituye la regin situada entre Hebrn (el-chalil) , lu-gar ms importante de la regin, y Beln situado al norte de ah(bet lal;m). En sus sectores orientales los montes de Judea sonmuy escasos de lluvias y forman all el desierto de Judea (mid-bar ]"hda). Por el oeste, en cambio, la cordillera est limitadapor una gran falla geolgica hacia la llanura costera. All el paisajese convierte en un terreno de colinas de slo 300-400 metros.Igualmente la cordillera va descendiendo cada vez ms hacia elsuroeste y hacia el sur. La zona esteparia y desrtica, que entoncessegua a la cordillera en las inmediaciones de Berseba (bir es-seba') es actualmente objeto de afanes israeles por lograr all unaexplotacin agrcola. En cambio ya desde siempre fue cultivablela comarca que rodea a Hebrn, de lo cual se convencieron losexploradores israelitas (Nm 13.14).

    El territorio judaico no puede considerarse como algo slida-mente aislado y compacto en todos los sentidos; pero es una re-gin peculiar, una magnitud de por s, que, como algo indepen-diente, se destaca de las dems regiones. El camino que sube des-de Beln a Jerusaln va poco a poco manifestando un distinto ca-rcter geogrfico. La altiplanicie de la cordillera judaica est enparte, en torno a Jerusaln, ms ntidamente perfilada. Hondascaadas llegan hasta la misma ciudad, cuya parte ms antigua si-tuada hoy da fuera de la autntica ciudad antigua de Jerusaln,se encuentra todava a un nivel relativamente bajo en comparacincon la vieja ciudad amurallada situada al norte de ah. Desde ellaarranca, en direccin norte y oeste, el moderno Jerusaln.

    Al norte de Jerusaln se extiende primeramente un terrenoamplio y abierto con diversas cadenas de colinas, aunque a la al-tura del actual el-b/re y del poblado ramallah est limitado poruna loma claramente visible. Esta zona del norte de Jerusaln, queen la poca veterotestamentaria estuvo poblada sustancialmentepor miembros de la tribu de Benjamn, est limitada tambin porel oeste y el este por lomas y estribaciones montaosas. De ellasforma parte por el este la extraa prominencia que lleva el nom-bre de en-nebi samwll y que se supone albergar la tumba de Sa-mue!. A sus pies y separado por un valle se encuentra Giben(ed-dschib). A partir de ah y en direccin oeste la sierra se va

  • elevando paulatinamente, interrumpida por algunas altiplanicies yadoptando a trechos muy caprichosas formas. A travs de estazona cruzaba uno de los ms importantes caminos de transicindesde el interior del pas hacia la llanura costera, e! camino deBeth-Horon, que la Biblia llama sendero de Beth-Horon, peroque desempe un papel importante incluso en la poca de losmacabeos y de los romanos 111. Pasaba junto a 'amwllS (probable-mente el Emas del nuevo testamento) v Geser (tell dschezer cer-ca de abu schsche) bajando hacia la lanura costera. Esta zonamontaosa es muy frtil en ciertos parajes. Distinta es la situacinen el lmite oriental montaoso de la gran altiplanicie que se ex-tiende hacia el norte de Jerusaln. Una zona muy accidentada y dedificultoso trnsito la separa del foso del Jordn. El ms profundoy conocido wadi (= valle o cauce seco de las zonas desrticas) deesta regin, que se interna en la zona de Jeric, es el wadi el-~elt.

    Desde Jerusaln arranca una conexin directa hacia el norte,el jerosolimitano camino del norte, que dentro de la regin ben-jamintica pasa por el Guibe de Sal (tell el-Il), el Rama de Sa-mue! (er-riim) , el Misp de 1 Re 15 (tell en-na~be) y el actualel-b"ire (Beeroth?), mientras que deja a la izquierda Guiben y ala derecha los poblados de Anatot ('anata), Gueba (dscheba') yMichmas (mu1;mas). Se adentra en la regin de la montaa efrai-mtico-samaritana, que aproximadamente desde la altura de Bethel(burdsch befin) en el sur hasta la llanura de Jezrael en el norteconstituye el autntico ncleo de la Palestina central, el sector delreino septentrional Israel. Las naturales circunstancias geogrfi-cas favorecieron las vicisitudes histricas. Estas montaas noson tan altas como las de Jud; de ah que la zona afectada porlas lluvias procedentes del oeste se extiende ms hacia el este queen Jud. Es notable la feracidad de toda esta comarca. El verda-dero centro es la zona de los contornos de Siquem (nablus; el an-tiguo emplazamiento de la poblacin se llamaba tell balata), queest situada exactamente entre los montes Ebal (dschebel islam"i;e)al norte (938 metros) y Garizim (dschebel el-tor) al sur (868metros).

    El variado carcter de esta zona montaosa facilita, sobre todoen su parte septentrional, numerosas comunicaciones. El caminodel norte de Jerusaln se ramifica hacia el centro de la cordillerajunto a Siquem. Desde 1h se puede llegar rpidamente a Samaria

    19 Jos 10, 12; d. tambin 1 Mac 3, 13 ss; 7, 1 ss. Sobre el recorrido eimportancia de la calzada Beth-Horon, Th. Oelgarte, Die Bethhoronstrasse:PJB 14 (1918) 73-89 Y lminas 6 y 7.

  • (seba~t;e) situada en lo alto de un crculo montaoso y continuarhasta la llanura de Jesreel junto a dsrhen1ll. Por otra parte, desdeSiquem parte un camino en direccin nor-nordeste a travs delwadi bedan hacia Tirsa (tell el-fara) y a travs de la parte nordeste de la sierra hacia Tebes (tbtis) igualmente en las estriba-ciones orientales de la llanura de Te7.rael. En direccin contraria,al sur de Tirsa, se puede pasar af wtidi fara, amplia y frtil ca-dena de valles, que desde lo alto de la cordillera constituye unaconexin directa con el foso del Jordn en direccin sureste, enespecial con el vado de Aclam (Jos 3, 16) (tell ed-dam;e) cerca dela desembocadura del Jaboc. Tambin merece mencin el pasodel wadi 'ara, que hizo famoso sobre todo Thutmosis III antesde sitiar a Megiddo y que en la parte occidental de la cordillerafacilita el enlace entre la llanura costera y la parte meridional dela llanura de Tezrael.

    Esta exte~sa y frtil llanura, que separa las montaas efraimtico-samaritanas de la a1tiolanicie galilaica, recihe su nombre dela ciudad de Jezrael (zerin) situada en su margen oriental, pero aveces se la designa tambin llanura de Megiddo, antigua fortalezasituada en su extremo meridional. Hacia el oeste, la llanura tieneuna angosta salida entre las crestas del Carmelo, que a".lI1za hastamuy cerca del mar, y las estribaciones de las montaas de Galilea,hacia la ensenada de Ac. Actualmente entre Ac y el Carmeloest situada la importante ciudad portuaria de Haifa. En su ladooriental la llanura de Tezrael tiene en el nahr dschald al norte delos montes de Gelbo (dschehel fUf,'a) un acceso directo al fosodel Jordn, o ms exactamente, a la llanura de Beth-Sean (besan).La llanura de Jezrael. por ser el ms ancho y profundo tajo detoda la cordiller\ jordnica occidental, es la gran llanura de las hl-tallas de Palestina; en sus extremos ya durante el segundo milenioa. C. se construyeron importantes fortalezas, que servan como ba-se de operaciones para ulteriores avances hacia el interior del pasy para inspeccionar las comllllicaciones entre la llanura coster,' y lo~montes septentrionales hasta el interior de Siria. Estas fortalezas,enumeradas desde el noroeste hacia el sureste, eran: Jokneam (tell~emn), Megiddo (tell el-mutesellill1) , Tanac (tell ta'annek),Jibleam (chirbet bel'ame) y, cerrando la serie, Beth-Sean en el fosodel Jordn (besrm; antiguamente tell el-hosn). Jezrael fue residen-cia slo provisional de los reves israelitas.

    Los montes galilaicos, ql~e siguen hacia el norte, son el ltimomacizo montaoso del lado oeste del Jordn, que tradicionalmente se considera como Palestina. La parte sur y suroeste de Galileaest constituida por una zona montaosa, que recibe el nombre

  • de baja Galilea para distinguirla del norte montaoso. Prescindien-do de la comarca situada en torno al lago de Genesaret, que estal este de la baja Galilea, constituye sta el principal escenario dela actividad de Jess en Galilea, y all se encuentran muy juntaslas ciudades de Nazaret, Can y Nam. En la parte suroriental dela baja Galilea se alza el imponente pico del monte Tabor (dsche-bel et-tor). En el lado oriental de la altiplanicie de la baja Galilease encuentra la ciudad de Hazor (tell lf)aMj~), ya ms conocidagracias a recientes excavaciones. En la cordillera de la Galilea su-perior y a 8 kilmetros al noroeste de la ciudad de Safed, se elevael monte ms alto de la Cisjordania, el dschebel dscherma~ (1.208metros).

    Digamos algo tambin de las tierras bajas del pas, de las quean no se ha tratado. La llanura costera, que se extiende a lo largodel lado occidental dc la cordillera. creciendo su anchura desdemenos de 3 kilmetros al suroeste del Carmelo hasta cerca de 40kilmetros a la altura de Gaza, llega al fin hasta el mismo desiertodel Sina sin interrupcin perceptible. Ella hizo posible una buenacomunicacin a lo largo del mar y por eso al correr de los tiem-pos se convirti en regin de paso de los grandes conquistadores.Desde luego la poco profunda costa apenas ofrece pnsibilidadespara puertos naturale,.

    Ya hemos hablado detalladamente sobre la formacin del f050del Jordn. El mismo Jordn, que nace alimentado por lllS aguasde una serie de manantiales que provienen del extremo meridionaldel Hermn, atraviesa primeramente la pantanosa y hoy deseca-da comarca del antiguamente llamado lago superior del Jordn olago de Merom (babret ('l bitle) y, despus de horadar una sierrade basalto, lIega al lago de Genesaret 20. Los lugares principalesdc la actividad de Jess se encuentran ante todo en sus mrgenesoccidentales. donde las montaas no llegan tan cerca del lago, es-pecialmente en la llamlra situada al sur de Cafarnam. Entre elextremo meridional del lago y el mar Muerto (105 kilmetros enlnea recta) el Jordn atraviesa completamente un amplio foso o

    :1O Su nombre veterotestamentario es ;iim kinnarat (segn se llamabauna poblacin, Kinnereth, situada hacia el noroeste por encima del posteriorCafarnam, Nm 34, 11; Jos 12, 3; 13, 27). La designacin de

  • valle (ef-gor terreno bajo), que slo al sur del recodo de BethSean se estrecha a 3 kilmetros, pero al sur de la desembocaduradel Jaboc su mximo ensanchamiento alcanza los 20 kilmetros.Este ltimo tramo encierra el frtil oasis, que en el antiguo testa-mento lleva el nombre de kikkar haj-jarden y en cuyo extremosuroccidental se encuentra, como ciudad ms importante, Jeric(erif,Ja; ruinas de tel! es-sultan). El mismo Jordn se desliza alldescribiendo mltiples curvas, a travs de margales de un blancordeslumbrante erosionados por su corriente. La profundidad de sucauce hace casi imposible la extraccin de sus aguas y su difusinpor los campos circundantes. De ah que el valle del Jordn seaen gran parte desrtico. Los oasis de Beth-Sean y de Jeric sesurten de agua de los manantiales existentes en las faldas de lassierras.

    Nos resta, por fin, decir algo sobre la Transjordania media yseptentrional. Al norte del Jaboc a la regin de el-bel~a le siguela zona del 'adschln; se encuentra entre el Jaboc y el Jarmuk(scherl'at el-mencujire). Esta montaosa comarca, que se eleva has-ta los 1.250 metros, es todava hoy la regin de Palestina ms po-blada de bosques, en la que existen incluso grandes reservas derobles. Pero estos robles no alcanzan la altura de los europeos yJos bosques no son tan densos y acogedores como los de nuestrastierras.

    Al 'adschlim por la parte norte le sigue la comarca del dschl1m(llamada antao Gaulanitis y hoy da alturas del Galn), quellega hasta las estribaciones meridionales del Hermn. Esta es la?Ona, que en el antiguo test9mento se llama frecuentemente reginde Basan (hab-haschan = el suelo liso), que comprende ademsla llanura de el1-nu~ra (

  • borde de la zona agrcola prxima a la moderna carretera de Bag-dad. Al noroeste del Haurn se extiende la amplia y escasamentepoblada regin de el-ledscha, extremo lmite nordeste del reageogrfica que solemos llamar Palestina. Entre ledscha y dschOlanatraviesa la principal va de comunicacin con Damasco, capital deSiria, que se extiende en medio de un oasis en el lado oriental delAntilbano.

    La actual naturaleza del terreno, la desnudez de sus montaas, la aridezdel suelo, que slo puede aprovecharse para la agricultura a base de obrasextraordinarias realizadas en amplios sectores, como sucede en el modernoestado de Israel, en especial utilizando al mximo el agua disponible, plan-tean el problema de un cambio fundamental de clima entre la antigedad ynuestros das. Se piensa que en tiempos antiguos este territorio fue tal vezms floreciente, atractivo y agradable, si nos fijamos en la frmula de tierraprometida, que mana leche y me],>. A esto hay que responder brevementeque ni los documentos bblicos ni las observaciones cientfico-naturales ha-blan en favor de un tal cambio climtico en los ltimos milenios 21. Pales-tina, como todo el mundo mediterrneo, pertenece a la zona del clima lla-mado subtropical que se caracteriza por la alternancia entre un verano secoy una poca de lluvias en el invierno. Ya el antiguo testamento nos habladel agostador calor veraniego y de la sucesin, tan extraordinariamente im-portante para la agricultura, de los perodos lluviosos invernales, que se de-signan atinadamente jor lluvia temprana (a finales de octubre), giischiimcomo principal lluvia de invierno (enero-febrero) y malkosch lluvia tarda(hacia el mes de mayo). Pero incluso todas las dems observaciones, quepueden hacerse a base del antiguo testamento y de la Mischna acerca de losprocesos meteorolgicos y agrcolas, estn de acuerdo con la situacin ac-tual.

    Un slido argumento contra Jos cambios climticos nos lo ofrece el marMuerto. Los mares carentes de desage reaccionan muy rpidamente contralas mutaciones de la humedad climtica y, si llega el caso, pueden desbordar-se en una gran extensin. En cambio, el mar Muerto desde la antigedadno ha cambiado de aspecto. Si por entonces se hubiera producido una hu-medad climtica incluso moderadamente superior, hubiera subido tambin

    ~1 R, Gradmann, Die Steppen des Morgenlandes, 55 ss; sobre el pro-blema de la desecacin del Asia occidental, recientemente K. W. Butzer,Late glacial and postglacial climatic variation in the near east: Erdkunde11 (1957) 21-35; H. v. Wissmann, Ursprungsherde und Ausbreitungswegevan Pflanzen- und Trerzucht ulld ihrc Abhiingigkeit van der Klimageschichte:Erdkunde 81-94, 175-193. El resultado principal de los ms recientes estu-dios es que aproximadamente desde el ao 2400 a. C. el clima, con leves os-cilaciones, se ha mantenido constante. J. Henninger, Frhsemiten, 10 s.

  • conslderabJemel1tL el nt\el del mar, hasta el punto de que probablementehubiera quedado cublel ta por las aguas la pennsula elllsan Pero esto noha ocurrIdo, como puedL demostrarse pOI las descripciones de Phnlo 22

    La gran regrLsl6n de la productlvldaJ de! pas est s610 parcIalmentere!aclOnada con la evoluuun natural Es Cierto que en el decurso de lossIglos las aguas arrastraron frt I tierra laborable, quedando al descubiertola pIedra cahza Pero esto LS precisamente unJ consecuencia del defectuosocultIvo del terreno lo qUL 5e debe en gran parte a las oscilaciones de sudensidad de poblaclo'l Diversas wwne5 histricas, corno los cambios en lasrelacIOnes dL poderla abandono de todo el terr tOriO como consecuencIa deamphas evoluclone~ hl5torlcas decadenCia del ImperiO romano, Invasl6n deper5JS \ rabLs, 1lteraclOnes de la soberana terutorlal fueron las que sustanclalmente motl\aron la formaCIn y desaparIcIn de centros culturales yde colonizacin pero ta'11blen la gradual I egreslOn en el cultivo del terrenoA la Inversa tambin quedan confirmados estos hechos mediante la cansecuente aphcacl6n de modos modernos para la explotacin econmica delterreno, tal como la est reahzando con Xito especialmente e! moderno estado de Israel En todo caso, la tierra plometlda ni anlJguamente ni ha}da ha Mdo, por sus cahdades naturales, una tlerf1 que mana leche ymIel - < Esla e'\pre~ln, va de por s dIfcilmente cxp1Jcable, encIerra muyprobablemente una concepc n Ideal, que pudo surgir entre habitantes dela estepa a la vIsta de pases con CUltivos autctonos J4

    .l~ P1JnlO, Hls! na! V, 72, adems, J Partsch aber den Nachwelsemer Kllmaanderung der Mtttelmeerlander m geschlchtllcher Zelt, en Verhdes 8 Deutschen Geographen Tages, 1889, 124 s, Id, Palmyra, eme hlsto-rzsch kltmattsche Studte Berlchte ub d Verh d Sachs Akad d WISS phll.hlSt Kl 74/1 (1922) 24, Gradmann, Dte Steppen, 58

    ~i El antIguo testamento aphca en una ocasin (Nm 16, 13) este gltoIncluso a Egipto Cf H Guthe, Palastma, 21972, 5073, adems la ImpreslOnante descripcin sobre las condiciones de Palmlra y Damasco en e! aspectogeogrfico-chmlJco por 1 Burton, Citado por Partsch, Palmyra, 16 s

    .!4 Est todava por hacer una detallada expOSICIn de la geografa dePalestina que tenga en cuenta los datos ms recIentes Predominan las obrassobre la geografa histrica del pas F M Abe!, Gographte de la Palestme,Pam, J, 1933, n, 1938, reImpreSIn 1967, D Baly, The geography 01 theBtble, London 1959, Y Aharonl, The land 01 the T>tble A htstortcal geography, London 1967 Para los lectores de habla alemana conserva su vlgencla M Noth, Dte Welt des Alten Testaments, 41962, 195, con numerosasreferenCIas a obras especlahzadas, sigue SIendo instruCtivo H Guthe, Palastma Monographlen zur Erdkunde 21 (21927) Crece constantemente e! nmero de obras Ilustradas, pero en su mayor parte son cientficamente Inservlbles ya que 10 que se representa o no se describe o se describe defiCIentemente, en cuanto a la blbhografa no tan recIente son representativos LPrelss . P Rohrbach, Palastllla ulld das Ostfordanland, 1925, P Volz, 64cuadros de tterra santa, Sin Indlcacl6n de ao, recientemente ofrece buenmaterIal grfico, aunque escasamente ell.phcado L H GrolIenberg, Btldatlllszur Blbel, 41962, de los tres volmenes Ilustrados de H Bardtke Zu betden

  • 2. La poca

    Sobre el marco geogrfico, que acabamos de trazar, no es dif-cil proyectar las lneas fundamentales de los movimientos hist-ricos. Estas lneas con intensidad cambiante a lo largo de mileniosse han mantenido las mismas hasta los tiempos postcristianos.Uno de los ejes de empuje proceda del desierto arbigo y sirio endireccin nororiental, septentrional y noroeste hacia las colindan-tes tierras de cultivo. Con ocasin de la trashumancia en busca denuevos pastos, o bien mediante concentraciones agresivas, elemen-tos de poblacin procedentes del desierto y de la estepa colindan-te se posesionaban de comarcas frtiles y cultivables, bien en lasdilatadas llanuras de Mesopotamia, bien, lo que bajo muchos as-pectos resultaba ms laborioso, en las zonas montaosas de Siria-Palestina. Frente a este principal movimiento se produca un con-tramovimiento, a veces amenazador, desde el nordeste, el nortey el noroeste, sobre todo por parte de los llamados pueblos de lamontaa, que desde la altiplanicie iranio-persa, posteriormentearmenia, y desde la altiplanicie del Asia menor se dirigan a lasllanuras mesopotmicas y al puente sirio-palestinense de tierra cul-tivable. Pero este puente geogrfico estaba tambin bajo la amena-za meridional del expansionismo ocasional de los reyes egipcios,quienes a travs de la pennsula del Sina eran capaces de avanzar,en su poca de apogeo, hasta ms all del Eufrates.

    Tales expansiones de largo alcance podan, tras perodos ms omenos largos, convertir a ciertos pueblos en potencias mundialesen los mismos lmites de la perspectiva poltica imperialista. En unsentido amplio esto lo consiguieron por vez primera los asirios enel sptimo siglo precristiano, cuando fueron capaces de avanzarhasta Egipto, mientras que un siglo ms tarde los babilonios ad-quirieron una potencia anloga, pero se detuvieron a las puertas

    Seiten des lordans, 1958; VOI11 Roten Meer ZUI11 See Genezareth, 1962, yVOI11 Nildelta ZUI11 Sinai, 1967, el ltimo es el ms original; una serie defascinantes fotograflls en color se encuentra en V rit et posie de la Bible,Fribourg-Paris 1969, con la colaboracin de H. Cazelles, ]. Bottro, E.Lessing y otros. Entre los altas histricos an sigue sin ser superado el deH. Guthe, Bibelatlas, 21926; de fecha ms reciente son G. N. S. Hunt,Oxlord Bible Atlas, London 1962; Atlas 01 Israel. Cartography, physicalgeograpby, bistory, del11ograpby, economics, education, 1956-1964; Biblic.11world, New York 1971; para situar con exactitud cientfica los emplaza-mientos de Palestina sirve el mapa, provisto de una cuadrcula especial, 1:100.000 Soutb levant series; la edicin israel (24 hojas) 1: 100.000 Potes-tine lleva sobreimpresos los actuales toponmicos hebraicos. Sobre mapas msantiguos d. M. Noth, WAT, 2 s.

  • de Egipto. Slo los persas volvieron a poseer un imperio, que in-clua a Egipto, pero que, como ms extensa estructura polticadel cercano oriente, hubo de sucumbir ante el arrollador occidente,al empuje de los ejrcitos de Alejandro. El imperio romano fuecapaz de dominar al oriente con xito variable. Sin embargo desdeel siglo VII d. C. ha sido sobre todo el arabismo el que bajo la ban-dera de Mahoma triunf sobre los pases que se interesaban poraquellas tierras; y ste fue el ltimo avance agresivo de enverga-dura procedente del espacio arbigo, que sobrepas con mucho loslmites de la frtil media luna.

    Cuando en medio de estos movimientos hacia el final del se-gundo milenio precristiano comenz Israel a entrar en la escenade la historia, se produjeron precisamente trascendentales despla-zamientos de las relaciones de fuerza; pero su importancia slo po-dr comprenderse plenamente, si se toman en consideracin suscondicionamientos y su prehistoria. Slo as puede Israel ser com-prendido debidamente dentro del armazn estructural de la his-toria del antiguo oriente 21.

    2~ El nmero de las exposiciones de conjunto de la historia del antiguooriente o de algunos sectores parciales, a menudo muy diversas en extensiny calidad, ha crecido extraordinariamente en los ltimos decenios. Mencio-nemos aqu tan slo algunas obras importantes, cuyas respectivas bibliogra-fas pueden brindar una ulterior ayuda: exposiciones de conjunto: A. Scharff-A. Moortgat, Jigypten und Vorderasien im Altertum, 111962; Fischer Welt-geschichte II-IV: Die Altorientalischen Reiche 1-111, 1965-1967; d. tambinV-VIII: Die Mittelmeerwelt im Altertum I-IV. Un estudio detallado porpocas y teniendo en cuenta el material arqueolgico con amplias bibliogra-fas se puede ver en la Ancient history de Cambridge, que va apareciendoen cuadernos separados, edicin revisada de! vol. I y 11, Cambridge 1962 ss;con ms extensin que en las obras hasta ahora citadas y muchas veces en-marcadas en ms amplos contextos se ofrecen las pocas de la historia delantiguo oriente en las exposiciones de conjunto de la historia universal;sealemos los respectivos volmenes de la Propyliien-Weltgeschichte y de laSaecIIlum-Weltgeschichte; clsico es E. Meyer, Geschichte des Altertums,reimpresin 1965-1969.

    Monografas sobre la historia de determinados pases y pueblos: E. Otto,Jigypten. Der Weg des Pharaonenreiches, 41966; A. H. Gardiner, Geschichtedes alten Jigypten, 1965 (muy citado el ttulo del original ingls:Egypt 01 the pharaos, 111962); E. Drioton-J. Vandier, L'Egypte, Paris41962; W. Wolf, Das alte Agypten, 1971; W. Helck, Geschichte des al!~fIAgypten, en Handbuch des Orientalistik 1/1, 3, Leiden 1968; H. Schmoke!,Geschichte des alten Vorderasien, en Handbuch des Orientalistik, 1/2, 3,Leiden 1957; W. Helck, Die Beziehungen Agyptens zu Vorderasien im 3. und2. Jahrtausend v. ehr., Agyptologische Abhandlungen V, 21971.

    Exposiciones de la historia de la cultura: H. Kees, Agypten, 1933; A.Goetze, Kleinasien, 21957 (estas dos obras han aparecido en el Handbuchder Altertumswissenschalt); H. Schmokel, Kulturgeschichte des Alten Orlent,1961; S. Moscati, Geschichte und KIIltur der semitischen Volker, 1961.

  • El tercer milenio precristiano conoci en Egipto lo mismo queen Mesopotamia el establecimiento de aquellas relaciones de fuerza,que ms tarde se convirtieron en organizaciones imperiales. Launin de los dos pases, el alto y el bajo Egipto bajo el reinadode Menes es, segn la tradicin, el dato ms antiguo de la historiaegipcia ~6, que en los comienzos del tercer milenio tiene lugar desdeluego un poco antes que la decisiva aparicin del sumerismo en laMesopotamia meridional. Aqu, la victoria del rey Sargn 1 sobreel sumerio Lugalzaggisi (hacia el 2350 a. e) es un dato fundamen-tal no menos decisivo en orden a la ulterior evolucin de los acon-tecimientos. Sargn 1, en efecto, perteneca a uno de aquellosgrandes movimientos semtcos que avanzaron desde el desiertoarbigo, y al mando de Sargn pudieron convertirse en un reino in-dependiente en Akkad. Hay que reconocer desde luego que lossemitas de Akkad no lograron un estado unitario tan impresio-nante como lo consiguieron por la misma poca los egipcios desdela tercera hasta la sexta dinasta en el llamado antiguo imperio(aproximadamente 2650-2200 a. C.), en aquella poca en que surgieron ya los smbolos ms impresionantes de Egipto, las pirmi.des de Gizeh. Pero no hay que infravalorar las realizaciones hist-rico-culturales que tuvieron lugar por ambas partes. En ambos do-minios aparecieron casi simultneamente unos primeros sistemascompletos de escritura, aunque de diversa naturaleza 27, porno mencionar aqu otros logros, en especial en el campo de las ar-tes plsticas, pero tambin en la solucin tcnico-matemtica denumerosos problemas de la vida 28.

    26 El rey Menes, a juicio de los egIpcIOs posteriores, se encuentra alcomienzo de su historia. Con l se iniciaron las listas de reyes egipcios, queestn confirmadas por la tradicin griega, especialmente por extractos toma-dos de la historia egipcia de Manetho. En este ltimo se basa tambin nues-tra clasificacin de los reyes egipcios en dinastas. Sobre los problemashistricos del comienzo de la historia egipcia W. Helck, Geschichte, 24-.39;sobre problemas de la tradicin S. Morenz, Traditionen um Menes: ZAS 99(1972) X-XVI.

    27 En Egipto los jeroglficos, en Mesopotamia la escritura cuneiforme.Como una primera introduccin vanse los dos tomos de GOschen, todavainstructivos, y A. Erman, Die Hieroglyphen, 21923; B. Meissner, Die Keil-sehrft, 31967. Recientemente S. Schott, Hieroglyphen, 1950; G. R. Driver,Semte writing from petograph to alphabet, 1944 (21954); Handbueh derOrientalstik, 111, Leiden 1959; UIl y 2; Das Sumersehe, Leiden 1964,1-13.

    ~8 Cf. A. Scharff, De Frhkulturen Jgyptens und Mesopotamiens, enDer Alte Orent (AO) XLI, 1941; Id., Wesensuntersehede iigyptiseher undvorderasiatiseher Kunst, en AO XLII, 1943; a las producciones cientificasde Mesopotamia, en especial a los catlogos alli transmitidos, alude W. von

  • Hacia el ao 2000 surgen diversas crisis, cuyas causas no estndirectamente relacionadas. Mientras que Egipto desemboca en unperodo de graves trastornos en su poltica interior (el llamadoprimer interregno, hacia el 2200-2050 a. c.), una nueva oleada semtica de extraordinaria complejidad avanza sobre Mesopotamia,pero tambin sobre Siria y Palestina. Su designacin como amo-ritas o amorreos se halla muy difundida en las obras cientficas,pero por desgracia con significado ambiguo 211. Por eso merece serpreferida, a pesar de las reservas que an suscita, la designacinigualmente convencional de semitas occidentales :lo. Extraordina-riamente complicadas se presentan primeramente las luchas quesostienen los dinastas mesopotmicos en los primeros siglos delsegundo milenio y que estn relacionadas por una parte con elempuje de los semitas occidentales y por otra parte con las incursiones de las tribus elamitas. Las dinastas de Isin y de Larsa ad-quieren una especial potencia. Pero todas las fuerzas rivales que-dan finalmente eclipsadas por el semitismo de la llamada primeradinasta de Babilonia, cuyo sexto rey Hammurabi (1728-1686 a.C.), famoso por su coleccin de leyes, venci a Rimsin de Larsa yacab con los soberanos de Mari (tel! bar/ri) junto al Eufrates cen-

    Soden en Die Welt als Geschichte II, 1936, 417 ss. y en Sitzungsber. d.Osterr. Akad. d. Wiss., Phil. his/. Kl. 235/1, 1%6, 3-33.

    29 Amurru(m) significa en acdico la tierra de occidente, de tal for-ma que el nombre pudo aplicarse libremente ya a Mesopotamia occidental,ya a Siria y al desierto sirio, e incluso para designar a grupos nmadas deesas regiones. La conexin interna del llamado movimiento amorreo des-pus del ao 2000 se ha descubierto principalmente por ciertas notas co-munes en la formacin de nombres, que todava siguen constituyendo la baseprincipal para la demostracin de todo el movimiento. La bibliografa msimportante: S. Moscati, 1 predecessori d'Israele. Studi sulle piu antiehe gentisemitiehe in Siria e Palestina, Roma 1956; D. O. Edzard, Die ZweiteZwischenzeit Babyloniens, Wiesbaden 1957; J.-R. Kupper, Les nomades enMsopotamie au temps des rois de Mari, Liege-Paris 1957; fundamental, aunque discutido en cuanto al enjuiciamiento del material, Th. Bauer, DieOstkanaaniier. Bine philologiseh-historisehe Untersuehung ber die Wander-schieht der sogenannten Amoriter in Babylonien, 1926. Sobre la base delmaterial arqueolgico estudian la situacin de Palestina y Siria K. M. Ke-nyon, Syria and Palestine c. 2160-1780 B. c.: CAH 1/21 (1965) 38-61;d. tambin C. H. J. de Geus: UF 3 (1971) 41-60. El antiguo testamentodesigna con el nombre de amorreos a ciertas partes de la poblacin dePalestina. Pero esto est relacionado con un estado amorreo en Siria, decuya existencia hay pruebas por lo que se refiere a los siglos XIV y XIIIa. C. y cuyos habitantes se consideraban incluidos en el mbito de la po-blacin preisraelitica de Canan; d. R. de Vaux, Histoire ancienne d'Israel,1971, 68 s.

    :lO Cf. S. Moscati, The semites in ancient history, Cardiff 1959, 57.

  • tral 81. Pero no hay que olvidar que con esta misma poca coinciden los comienzos de un nuevo centro poltico mesopotmico, quese form junto al Tigris y amenazaba incluso a Babilonia: el asirismo. Pero su gran momento en orden a la historia universal nollegara hasta ms tarde 82.

    Entre tanto, poco despus del ao 2000 a. C. Egipto ya habaalcanzado una situacin de relativa estabilidad, que se mantuvoa lo largo del llamado imperio medio (1991-1786 a. C.), sin quelos acontecimientos mesopotmicos tuvieran de momento reper-cusiones sobre el pas del Nilo; pero ya iban fermentando 88. Egip-to cre y desarroll un gran aparato administrativo y obtuvo xi-tos militares, principalmente contra los nubios meridionales. Sinembargo, el fin del imperio medio fue provocado por elementosprocedentes del mbito semtico, que segn una designacin egip-cia se llaman dominadores de tierras extraas (Me', .w eh', sw. t)y que en la forma helenizada de tal expresin se conocen comohyksos. La procedencia de los hyksos es todava una cuestindebatida. No hay duda de que la solucin que ms se acercar a laverdad ser aquella que tenga ms en cuenta las diversas condicio-nes polticas y demogrficas imperantes en la primera mitad del se-gundo milenio. Segn esto, es muy verosmil que el tl.unado mo-vimiento de los hyksos estuviera integrado por grupos de pobla-cin semtico-occidentales, que partiendo del territorio sirio-pa1es-tinense, ya durante el imperio medio, se iran infiltrando sucesiva-mente en el delta oriental del Nilo. Pero se puede demostrarque entre ellos tambin se encontraban elementos hurrticos, que

    81 En el palacIO real de Mari, que fue descubierto en las excavacion~dirigidas por A. Parrot entre 1933 y 1939, fueron halladas ms de 20.000losas con inscripciones cuneiformes, todava no publicadas ntegramente ymuy instructivas para la historia de toda la poca; tambin son de granimportancia para enjuiciar incluso ciertos temas veterotestamentarios (movi-miento de grupos nmadas, profeca, derecho). Bajo la direccin de A. Parrotse realizaron en total trece campaas de excavaciones entre 1933 y 1963.Textos: A. Parrot-G. Dossin, Archives royales de Marz, Paris 1946-1960.Cf. en especial W. von Soden: wa I/3 (1948) 187-204; I/5 (1950) 39740,;J. R. Kupper, Les notllades, 1957; XV Rencontre assyriologique internatio-nale, Liege 1966: La civilisation de Mari, Liege-Paris, 1967.

    82 W. von Soden, Der Aulstieg des Assyrerreiches als geschichtlichesProblem: Aa 37/1-2 (1937).

    88 Sobre toda la poca G. Posener-J. Bottro-K. M. Kenyon, Syria andPalestine c. 2160-1780 B. c.: CAH 1, Cambridge 1965; W. C. Hayes, Themiddle kingdom in Egypt: CAH 1, Cambridge 1961; especialmente H. E.WinJock, The rise and lall 01 the tlliddle kingdotll in Thebes, New York1947; el perodo de transicin entre el imperio antiguo y medio produjouna bibliografa ya clsica para Egipto: G. Posener, Littrature et politiquedans l'Egypte de la XII" dynastte, Pars 1956.

  • llegaron a Siria desde el norte. Este agrupamiento de semitas occi-dentales y hurritas pudo facilitar a una clase dominadora eviden-temente reducida establecer un dominio independiente primera-mente en el bajo Egipto septentrional y despus extenderse haciael alto Egipto. Esto significa que la penetracin de los llamadoshyksos en Egipto no se debi a una nica agresin, sino que fueconsecu~ncia de un largo proceso:14 Con esto se explica y com-prende por una parte la presencia de elementos semticos en Egip-to ya durante el imperio medio a;" y por otra parte la dominacinlocal y cronolgicamente limitada de los hyksos que se fueron ha-ciendo paulatinamente con el poder. A la larga no pudieron soste-nerse y no ejercieron por lo dems un apreciable influjo sobre lascostumbres y el ser de Egipto en su conjunto. La prdida del po-der por parte de los hyksos en Egipto, que suele calificarse de ex-pulsin :W, dio fin all al llamado segundo interregno, que se cal-cula a partir de la decadencia del imperio medio durante la di-nasta XIII (desde 1785 a. C.) hasta el final de la dinasta XVII.

    Con la dinasta XVIII (1580-1314 a. C.) consiguen los egipcioselevarse a la poca de esplendor de su nuevo imperio (1580-1085a. C.), la poca de sus grandes expansiones, durante la cual logra-ron someter a su dominio para siglos aun a Palestina y extensas co-marcas de Siria. Casi todos los importantes faraones del nuevoimperio, entre los cuales destacan los nombres de Thutmosis 111,Amenophis II, Thutmosis IV, Sethos 1 y Ramss 11, lucharon ensuelo palestino-sirio y defendieron esas posesiones septentrionalesegipcias. Pero esto slo les fue posible mientras no se encontraroncon fuerzas que se opusieron a su avance. Estas nuevas fuerzas, queempezaron a surgir hacia la mitad del segundo milenio, fueron losllamados pueblos de la montaa, cuyos centros se hallaban en las

    ;4 Frente a anteriores opiniones sobre un (no demostrable) gran impe-rio de los hyksos, que se quera situar mucho ms all de Siria hacia elnorte, ha sido defendida con firmeza por A. Alt la tesis del pequeo es-pacio, que hace de Siria y Palestina la principal rona de reclutamiento delos hyksos: Die Herkunlt der Hyksos in neuer Sicbt (1954), en KJ. Scbr.III, 72-98. W. Helck explica los hyksos en relacin con una gran ex;pansi6nhurrtica; razona y defiende su criterio en Die Beziebungen .Agyptens zuVorderasien, 21971, 89-106; d. tambin W. Helck, Gescbicbte, 131-140.R. de Vaux, Histoire, 78-84, sostiene tambin, en el sentido de Ah, quePalestina es el punto de partida de los hyksos.

    ; G. Posener, Les asiatiques en gypte sous les XII" et XIIP dynas-lies: Syria 34 (1957) 145-163.

    :w Cf. las discretas formulaciones de T. G. H. James, Egypt. From tbeexpulsion 01 the Hyksos to Amenophis 1: CAH II (1%5) 9 s.

  • cordilleras que se extienden desde Elam hasta Asia menor 37.Contra Babilonia avanzaron los kassitas, cuyo origen sigue siendodudoso, mientras que como segundo gran grupo los hurritas irrum-pieron en el norte de Mesopotamia y establecieron su principalagrupacin poltica en el reino de Mitanni ;IM, que a su vez fue elpunto de partida de amplias expansiones, que llegaron al menoshasta Siria. Por ellos experimentaron los asirios uno de los pero-dos de decadencia de su historia, pues llegaron a ser dependientesincluso de Mitanni. Fueron los hititas quienes, como tercer grangrupo de poblacin :m, fueron capaces de abatir el reino de Mitannihacia el ao 1365 a. c., facilitando as el que los asirios se ele-varan nuevamente al poder, pero al mismo tiempo se infiltrarontanto hacia el sur, que se produjo el choque con los egipcios. Enel mismo cenrro de Siria entraron en colisin las esferas de intersde ambos. En Kadesch junto al Orontes (tell nebi mend) se trabpor fin una clebre batalla entre el faran Ramss II (aproxi-madamente 1290-1223 a. C. 111) yel rey hidta Muwatalli. Ampliosdocumentos egipcios y fuentes hititas dan diversas noticias sobre elresultado de la confrontacin. Ambas potencias midieron sus fuer-zas y no se aventuraron a ulteriores acciones. Poco despus, y bajola forma, hasta entonces nica, de un autntico tratado de paz, losegipcios bajo Ramss II y los hititas bajo Chattuschili III, llegarona un entendimiento y se garantizaron sus futuras relaciones amis-rosas .11. Pareca llegado el momento de un equilibrio entre el norte

    :l. Entre ellos penetran en el prximo oriente elementos indogermnicos.Esto es cierto sobre todo con respecto a los hititas. Pero ya entre los hurri-tas nos encontramos con el fenmeno de una autntica caballera (ma,jannu)como componente de una clase seorial indo-irania que all se va destacan-do. De ella nacera la propagacin del caballo como animal de guerra, em-pleado primeramente sobre todo en las batallas de carros, hacia la mitaddel segundo milenio. R. Hauschild, Obe; die ,lihes/en Arier im al/en Orien/:BVSAW 6 (1962).

    ;jS Probablemente por iniciativa de la clast': seorial indo-irania (aria)en el interior de los hurritas. Cf. Hauschild, l. C., 10 s.

    :m A. Goetze, Hethiter, Churriter und Assyrer, 1936; Id., Kul/urgeschicb-te des Alten Orients, Klcnasien, :!1957; R. Hauschild, Die indogermanischen\folker und Sprachen Klenasiens: SSAW 1 (1964).

    40 La cronologa de esta poca es hasta hoy objeto de investigacin.E. Hornung, Untersuchungen ur Chronologie und Geschichte des NeU':nReiches: Agyptologische Abhandlungen 11 (1964).

    41 El texto original estaba grabado en una placa de plata en escrituracuneiforme; son conocidas dos copias egipcias monumentales (en Karnak yen el templo de los muertos de Ramss II, el Ramesseum) y una copia sobreuna plancha de arcilla procedente de Boghazki-Chattuscha, capital del im-perio hitita. Un cotejo de ambos textos en S. Langdon-A. H. Gardincr;JEA 6 (1920) 179-205; d. tambin ANET 199-201.

  • y el sur y las perspectivas de una poltica mundial que abarcaratodo el antiguo oriente estaban a punto de realizarse. Con el equi-librio de fuerzas pareca posible un orden pacfico.

    Pero las cosas no iban a quedar as. Los ltimos siglos del se-gundo milenio vieron la aparicin e irrupcin de potencias total-mente nuevas, de las que muy pronto fue vctima el imperio hiti-ta 4~. Desde el Mediterrneo occidental, posiblemente desde diver-sas direcciones del mundo greco-itlico, los llamados pueblos delmar avanzaron sobre el Mediterrneo oriental 4a. Es muy proba-ble que a su agresin por tierra y por mar sucumbiera la muy des-arrollada cultura cretense minoica; avanzaron a travs de Asiamenor hasta Siria y amenazaron a Egipto desde el oeste por elhecho de que grupos de poblacin libia se pusieron en movimientohacia el bajo Egipto. Pero, casi al mismo tiempo que esta con-quista oeste-este de los pueblos del mar, una nueva oleada se-mtica procedente del desierto arbigo-sirio empez a apoderarse delas tierras cultivables desde el interior. Se trataba de tribus ara-meas, que en amplia dispersin abarcaron casi toda la frtil medialuna y entre Siria y Babilonia manifestaron pretensiones de domi-nio. Una nueva crisis para Babilonia y Asiria, un cuadro comple-tamente distinto de las relaciones de fuerza en SiriaPalestina. Siall hasta entonces algunas ciudades soberanas y ciudades-estadose haban podido mantener relativamente bien y por largo tiempobajo soberana egipcia, de lo cual ofrecen testimonio elocuente lascartas del archivo de Amenophis 111 y de Amenophis IV (Eehna-ton), halladas en el medio Egipto en tel! el-'amarna H y las excava-ciones llevadas a cabo en Ugarit (ras schafllra) 4~ al norte de Siria,

    4~ H. Otten, Neue Quelten zum AusklonJ!, des Hethitischell Reiches:MDO 94 (1963) 1 ss.

    4a P. Mertens, Les peuples de la mer: Chronique d'gypte 35 (1960)65-88; G. A. Wainwright, Some sea peoples: JEA 47 (1961) 71-9; W.Helck, Beziehungen, 21971, 224-234; W. F. Albright, Syria, the Philistines,and Phoenicia: CAH 11/33 (1966) 24-33; R. D. Barnett, The sea peoples:CAH 11128 (1%9).

    H La importancia de las cartas de Amarna para la historia del territoriopalestinense-sirio en el siglo XIV a. C. ha sido puesta de relieve en numero-~os estudios. Cf. la bibliografa consignada en ANET 483 y los trabajos allmencionados de A. Alt en Kl. Schr. 1, 89-175; 111, 57-71; 99-140; 158-175.Un resumen en W. F. Albright, The Amarna letters Irom Palestine: CAHTI120 (1966).

    411 En Ugarit desde luego ~penas han aparecido textos realmente his-tricos, sino, junto a textos de carcter administrativo, textos de contenidoreligioso y mtico. Con respecto al primer decenio de investigaciones d. lacompilacin de O. Eissfeldt, Ras Schamra und Sanchun;aton, 1939. Lostextos tienen gran importancia para la interpretacin de la religin cananea;sigue siendo discutido hasta qu punto tales textos pueden tambin contri-

  • ahora ya elementos de los pueblos del mar iban ganando terrenoa ojos vistas, especialmente en la zona costera; a ellos pertenecanlos filisteos, que, sin apreciable resistencia egipcia, se establecieronen la llanura costera palestinense; pero el montaoso hinterlandquedaba en gran parte a merced de los arameos, quienes no tarda-ron en fundar 'en Siria ciudades-estado. Al sur, en Palestina, lasituacin evolucion de forma peculiar. Aqu paulatinamente fue-ron ganando para s. en forma progre,iva y no sin resistencia, laTransjordania y la Cisjordania aqeel\as tribus y grupos de tribus,que acabaran por constituir una magnitud unitaria bajo el nom-bre de Israel. El rey David. surgido de su seno, fundador yacrecentador del reino en una misma persona, es, por muy com-plejo que haya podido ser su aparato estatal, la primera figura deljoven Israel que merece ser tomada en serio en el plano de la po-ltica mundial; l fue quien. tras su victoria sobre los filisteos,estructur un complejo poltico palestinense unitario y lo pudoextender con xito incluso hasta Siria. De este modo se hizo real-mente perceptible Israel a escala de la poltica mundial, y estnbien claras las relaciones de fuerza que ah enlraron en juego. Porel sur se encontraba un Egipto debilitado por las luchas con lospueblos martimos y por las reclamaciones de soherana por partede los libios. y que ademjs estaba dividido en dos m, ades con go-bierno separado 411; en el norte los pueblos martimos haban que-brantado el podero de los hititas. Siria estaba escindida en manosde los pueblos martimos y de los arameos. los asirios sufran laopresin de las formaciones estatales aramaicas y los babilonioseran demasiado dbiles para una iniciati"a autnoma poltico-mi-litar. Bajo el signo de este trastorno de fuerzas ~' en parte partcipedel mismo, comenz Israel tras mltiples vicisitudes de sus diver-sas tribus a convertirse en una nacin, que a travs de diversascrisis supo mantener su existencia como pueblo, aunque no portiempo ilimitado. Muy pronto se Je disput al joven estado la ini-ciativa que un David pudo desnrroll:lr. y en un peculiar movimien-

    huir a entender los textos veterotest.1m.:ntarios. J. Gray, The tegacy 01 el-noan. The Ras Sham/'(1 Texts and their releval1ce fa the old testament: svr5 (1957); el material ugartic,) lo ha estudiado ahora dentro de un msamplio contexto H. Gese. Die Religiol1el1 Alfsyriel1s, AltarabielH und d;:-Mandaer, en Die Religionen der MClISchheit X/2, 1970.

    46 En la XXI dinasta, desde aproximadamente el 1085, fue Tebas .:!centro del Egipto superior meridional, y Tanis la capital del bajo Egiptoseptentrional. La5 difciles circunstancias al final del nuevo imperio egipcioy durante la transicin a la poca tarda egipcia son estudiadas por J. Cernr.Egypt Irom the death 01 Ramesses IIJ to the end 01 the twenty-lirst dynas-ty: CAH JI/35 (1965).

  • to norteeste se desplaz primeramente a los sirios, despus a losasirios y por fin a los babilonios, quienes precipitaron a Israel ensu mayor crisis, de tal modo que el total hundimiento de ste slofue detenido gracias a la magnnima poltica imperial de los persas.Todas estas potencias, que por su parte tuvieron que conquistar ydefender duramente su respectiva hegemona, conquistaron parcialo totalmente a Israel en el perodo de sus ms felices operacionesexpansivas. El angosto puente geogrfico entre las grandes poten-cias, la franja siriopalestinense de tierra cultivable a 10 largo de lacosta oriental del Mediterrneo, sigui siendo una zona de trnsitoy por ello era objeto de la ambicin de los grandes, a quienes nuncapodan resistir a la larga los pequeos potentados nativos.

    Con esto queda ya enmarcada la historia del antiguo Israel. Suescenario y su potencial dentro de la poltica mundial eran limita-dos. Los destinos de Israel permanecieron vinculados a un entra-mado de inevitables dependencias. Casi en un rincn del mundo yde su historia iba a rea1i7.arse lo que en sus repercusiones habra deinfluir ms en el plano de la historia mundial de lo que jams sehaba sospechado. Este Israel se convirti en el fenmeno que seproyectaba sobre s mismo y que de un modo paradigmtico planteael nroblema fundamental sobre la naturaleza de la existencia his-trica. La respuesta a este problema parece quedar ms all de latazn que analiza los contextos causales.

    3. Testigos y testimonios

    La visin de conjunto que acabamos de ofrecer sobre la his-toria del antiguo oriente y sobre el papel que en esa historia des-empe el antiguo Israel. slo ha sido posible elaborarla de estemodo global desde que la orientalstica internacional, en el decursode las ltimas generaciones, ha descubierto, descifrado e interpre-tado una mltiple documentacin. Esta documentacin comprendetambin, adems de una gran cantidad de textos, los testigos de lacultura material, que en gran parte slo han podido ser descubiertos mediante excavaciones. Comencemos por estos ltimos.

    El trabajo arqueolgico en Siria y Palestina, dondequiera quese emprenda, habr de manejar los ms diversos vestigios dejadospor todas las pocas de la larga historia de esos territorios. Lo queprimeramente atrae la atencin de quienes visitan Palestina sonlos testigos de su historia ms reciente; son, junto a las general-mente grandiosas edificaciones del Islam y a algunos testigos monu-mentales del tiempo de las cruzadas, sobre todo las ruinas de la

  • poca greco-romana, como por ejemplo los teatros romanos de Am-mn, Gerasa y Bosra; son los trazados, reconocibles todava o inclu-so reconstruidos, de ciudades romanas; son los mltiples restos deantiguos sistemas de riego y en el mejor de los casos, algunas pie-dras miliarias a lo largo de viejas calzadas romanas 4i. De tiemposanteriores apenas subsisten construcciones dignas de mencin. Lonormal es que los restos prehelensticos haya que descubrirlos tanslo a base de excavaciones sistemticas, con una excepcin: los res-tos de cermica antigua, que a menudo se encuentran con sorpren-dente abundancia en las ruinas antiguas junto a la superficie delsuelo o al menos se podan encontrar hasta la mitad de nuestro si-glo, cuando an no se haban introducido los mtodos del modernocultivo del suelo. En algunas ocasiones felices se han hallado ah in-cluso trozos de cermica pertenecientes al perodo del bronce.

    Con respecto a Palestina, que junto con Siria ha recorrido un desarrollocultural casi igual. se lijan cronolgicamente SllS principales pocas aproxi-madamente del siguiente modo 4H;

    Perodos prehistricos;

    Antigua edad de piedra (paleoltico)Media edad de piedra (mesolitico)Nueva edad de piedra (neoltico)Edad de piedra-cobre

  • Perodos histricos:

    Temprana edad del bronceMedia edad del bronceTarda edad del bronceEdad del hierro Hierro 1

    Hierro 11Hierro 1I1

    Epoca helensticaEpoca romano-bi7.antinaEpoca islmica

    3100-2000200015001550-12001200-900900-600600-300~00-63 a. C.63 a C. - 636 d. C.de~d(' 636 d. C.

    La eeralTIlea nos es conocida ;11 menos ;1 partir del neoltico. Su estudIodesempelia un papel excepciona! en la arqueologa de Palestina en orden ala fijacin cronolgica de lugares al1til.!Uos. La topografa histrica contribuyeen parle sustancial a la reconstruccin de procesos histricos, ya que puedeesclarecer las pocas de colonizacin y sus puntos de gravedad y facilitaradems conclusiones sobre las circunstancia~ demogrficas en particular. Lamovida y multiforme hisloria del pas acomeja esclarecer arqueolgicamenteaun los ms apartado, lugares por la importancia que tuvieron en otrostiempos. Desde luego no todos los emplazamientos bblicos :(" han conser-vado hasta el da de hoyo poseen una agrupacin urbana qu

  • mucha importancia son los montones de escombros, claramente reconoci-bles como tales y que contienen residuos de localdades abandonadas, sinque guarden relacin con una poblacin moderna. Ese montn de escombrossc llama en rabe tel! (pI. tutt) o tambin chirbe cn caso de que an seperciban en l clarllmente restos de muros. Ambas palabras aparecen freocuentemente unidas a nombres propios, que no raras veces permiten hacerdcducciones sobre emplazamientos bblicos ~,o. Cuando por esa razn y sobrela base de ulteriores consideraciones histricas y topogrficas se concentrael inters sobre un tett determinado, en tal caso la cermica de los alrededores es a menudo de una importancia decisiva para una primera fijacin dela edad y extensin de la antigua localidad. Si los trozos de cermica quese encuentren a flor de tierra se remontan II los primeros perodos de :ahistoria de la civilizacin en la regin, se puede deducir con un grado derclat;va certeza que la fundacin de la localidad tuvo lugar en aquella an-tigua poca y, llegado el caso, se puede contar con un emplazamiento bblico. Pero en ciertas ocasiones varios montculos de ruinas pueden tambindificultar la decisin en favor de una determinada localidad o, lo que esms frecuente, la dcficiente obtencin de cermica impide sacar conclusionesde largo alcance. De esto se sigue que la diseminacin de cermica puedeser un indicio extraordinariamente importante en orden a determinar la edade importancia de un lugar, y para la historia territorial es con frecuencia deuna fuerza demostrativa excepcional. Desde luego, la cermica no puedeconstituir una fuente histrica independiente. Sin embargo, una suma deobservaciones puede al menos contribuir II la reconstruccin de procesosms ampFos. Junto con las fuentes escritas la investigacin de las superfi-cies ba~ada en J., interpretacin de los hallazgos de cermica tiene la categorade l1l111 di~ciplina auxiliar generalmente indispensable y comprobatoria l.

    Por difciles que estos problemas de topografa histrica pue-dan presentarse en muchos casos particulares todava sin esclarecer,sin embargo tenemos por otra parte una visin suficientemente s-lida sobre la antigua colonizacin del territorio, de tal modo quepueden ser localizados con suficiente seguridad los principales mo-

    ;U Chirbe adopt despus la forma chirbet, por ejemplo chirbet te~' =Thekoa; chirbet setn = Silo. En cuanto a los nombres propios compuestoscon tett, a menudo no se perciben las conexiones directas con modelos bbli-cos, por ejemplo tett batata = Siquem; tett et-mtltesettim = Megiddo; sinembargo tett ta'annek = 'ranac.

    ~1 La exploracin de superficies la han practicado casi exclllsivamentelos cursos del Instituto Evanglico Alemn para Arqueologa de 1ierra Santa; d. los correspondientes informes y estudios en el Patastina;ahrbuch(PJB); desde la segunda guerra mundial en ZDPV; un ejemplo de ampliaexploracin de superficies en N. Glueck, Explorations in eastern PatestineI-IV: AASOR 14 (1934); 15 (1935); 18/19 (1939); 25128 (1951).

  • VInllentos histricos. Pero no est mal conocer al menos las con-diciones que en casos particulares, como se ha dicho, pueden difi-cultar notablemente la decisin sobre la situacin de un pequeolugar ;;~.

    Por desgracia, el nmero de lugares palestinenses, que al correrdel tiempo han sido aclarados arqueolgicamente mediante excavadones sistemticas, es todava limitado. La moderna arqueologapalestinense se ha puesto en marcha slo hacia el final del pasadosiglo mediante la fundacin de sociedades arqueolgico-histricasen muchos pases europeos y en Amrica. Pero aun entonces siguidependiendo de los recursos disponibles y de las autoridades loca-les la ejecucin y el alcance de una excavacin 5:-1. En estas circuns-tandas, mediante excavaciones, a veces interrumpidas, de entre losconocidos lugares bhlicos se ha conseguido conocer con mayorexactitud hasta Jos aii.os sesenta los siguientes 54; Jerusaln (son-deos en el emplazamiento de templo 1867-1870; colina surorien-tal 1881.1894-1897.1923-1925.1961-1965); Geser 1902-1905.1907-1909.193-1; Tanac 1902-1903.1904.1963-1964; Megiddo1903-1905.1907-1909.193-1; Jeric 1907-1909.1913-1914.1930-1934.1952-1958; Samaria 1908-1910.1931-]933.1935; Siquem1913 ss. 1926 ss. 1956 ss.; Beth-Sean 1921; Guibe 1922-1923;Misp (?) (tell el1-nl7.yhe) 1926; Silo 1926.1929; Laquis 1932 ss.;Hai 1933-1935.

    ;;~ La paUia para la fijacin cronolgica de los pequeos hallazgos, es-pecialmente de la cermica, la dan los hallazgos similares en las grand~s;reas de excavaciones. All los pequeos hallazgos y la cermica suelen apa-recer sucesivamente en los distintos estratos del montculo de ruinas y poIeso, dentro de un contexto arqueolgico suficientemente seguro, puedenbrindar puntos de apoyo para la datacin.

    :-I Cf., adems de los informes sobre excavaciones, los resmenes deNoth, WAT 113-132 y de Thomsen, Paliistina und seine Kultur in JI11]ahrtausenden: AO 30 (1932) 5-19; K. M. Kenyon. Archiiologie im HeiligenLand, 1967, 290-317 (con bastantes datos bibliogrficos).

    ;;4 Obras sumarias sobre la arqueologa de Palestina son principal.mente: P. Thomsen, Paliistina u