generación nini

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Quizá usted conoce a uno, o a varios, entre su familia, vecinos o amigos. Ni estudian ni trabajan. Tienen de 12 a 29 años. Les gana la apatía y la desesperanza. Nada les motiva. El riesgo, advier- ten los expertos, es que representan el sector más vulnerable de ser atrapado por la delincuen- cia. La siguiente es la radiografía de 7 millones de mexicanos que integran la Generación Ni-Ni. texto : liliana alcántara fotos : david eisenberg 32 DÍA SIETE 476 DIASIETE.COM 33

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La generación nini, los jóvenes que no quieren trabajar ni estudiar.

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  • Quiz usted conoce a uno, o a varios, entre su familia, vecinos o amigos. Ni estudian ni trabajan.

    Tienen de 12 a 29 aos. Les gana la apata y la desesperanza. Nada les motiva. El riesgo, advier-

    ten los expertos, es que representan el sector ms vulnerable de ser atrapado por la delincuen-

    cia. La siguiente es la radiografa de 7 millones de mexicanos que integran la Generacin Ni-Ni.

    t e x t o : l i l i a n a a l c n t a r a f o t o s : d a v i d e i s e n b e r g

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    Frustracin, aburrimiento, des-motivacin, tedio, desinters, flojera, soledad, desnimo, incertidumbre, desesperanza, desencanto, apata, desilu-sin. Son sentimientos simi-

    lares que reflejan una crisis emocional. Quien los experimenta podra solicitar la ayuda de un experto para mejorar su situacin personal, pero el problema es que esa es la sensacin que vive casi una tercera parte de la poblacin en Mxico: los jvenes.

    Unos esconden su crisis hasta la edad adulta, pero hay otros jvenes cuyas vidas son dominadas por el sinsentido y eso es ms que evidente. Se trata de 7 millones de jvenes de entre 12 y 29 aos de edad que ni estudian ni trabajan. Poblacin que representa el 24 por ciento del total de los jvenes que viven en el pas.

    Son adolescentes y preadultos que se han sumado a las filas de una ge-neracin que, en el mundo, se le de-nomina NI-NI y que crece desde 1995, as, sin rumbo.

    El fenmeno es de tal magnitud que ha llamado la atencin de los ex-pertos de la Organizacin Internacional del Trabajo (OIT), la Organizacin para el Desarrollo y la Cooperacin Econmi-ca (OCDE) y la Comisin Econmica para Amrica Latina y el Caribe (Cepal). Ahora se ha sumado tambin el Banco Mundial que, junto con el Insti-tuto Mexicano de la Juventud (IMJUVE), realiza un estudio en el Distrito Federal, Uruapan y Ciudad Jurez para conocer la situacin de los jvenes que no estudian ni trabajan en Mxico y que estn ex-puestos a altos ndices de violencia.

    El inters es legtimo. Gustavo A. Saravi, acadmi-co del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropologa Social (Ciesas), asegura en su anlisis sobre Juventud y sentidos de pertenencia en Amrica Latina que los jvenes que no estudian ni trabajan y que forman parte de familias empobrecidas suelen estar ms vinculados con el desarrollo de actividades ilcitas y violentas. Algunos, dice, han encontrado en el narcotrfico, por ejemplo, ciertas virtudes porque la adhesin a los grupos delictivos compensa un va-co, una ausencia, una crisis sin sentido.

    Los especialistas en el tema sealan que para es-tos jvenes ni la escuela ni el empleo los satisfacen.

    La escuela, aunque se ha intentado universalizar, tiene sus limitantes, pues en los niveles superiores muchos jvenes enfrentan el rechazo. Este ao, tan solo en la UNAM, 105 mil 102 estudiantes fueron

    rechazados y slo 9 mil 360 podrn ingresar a algunas de las 77 licenciaturas que ofrece la Mxima Casa de Estudios. Adems, el nmero de aspirantes aument 9.2 por ciento respecto a 2008, pero los espacios dis-ponibles slo se incrementaron 6.3 por ciento.

    Cuando logran insertarse en la educacin supe-rior, al final pocos logran desarrollar su profesin. Y quienes llegan entonces a un mercado laboral, lo hacen en condiciones precarias, con bajos salarios y sin ninguna expectativa de ascender ni de puesto ni econmicamente.

    En esta situacin, el virus del desencanto ju-venil se extiende en la medida que los jvenes comienzan a darse cuenta de que sus condiciones de vida son peores que las que tenan sus padres y abuelos. Pero lo peor es que no tienen inters en cambiar esa circunstancia porque su precaria situa-cin la ven ya como una condena, advierte Sergio Surez, socilogo de la UNAM.

    Y an hay ms. Otro grupo de jvenes, el 22.7 por ciento, desertaron de la escuela, segn la En-cuesta Nacional de la Juventud 2000, por la prdida de inters en seguir estudiando sin que medie un argumento econmico o de salud, sino simplemente por aburrimiento.

    Ni la escuelaDesde hace tres aos, la OCDE hizo una advertencia a Mxico. Su Divisin de Anlisis y Poltica de Em-pleo asegur, en ese entonces, que era preocupante el nmero de jvenes inactivos que no estudiaban ni trabajaban. En 2006, la proporcin de personas de entre 12 y 29 aos de edad que estaban en esas condiciones era del 23 por ciento.

    Pero adems, seal que el abandono escolar era superior comparado con otros pases del mundo. El 55 por ciento de los estudiantes mexicanos dejan las aulas antes de concluir la educacin secundaria, mientras que la tasa promedio en los pases miem-bros de la OCDE es del 15 por ciento.

    Gustavo A. Saravi, cuyo artculo ha sido di-fundido por la Cepal, asegura que esta situacin en lugar de resolverse, se mantiene, porque aun-que el acceso a la secundaria se masific, si-gue siendo un nivel escolar de escasa capacidad de retencin y con las cifras ms elevadas de desercin escolar.

    Explica que la desercin en secundaria se debe, en unos casos, a las necesidades econmicas en los hogares, pero tambin a que la escuela no cumple con

    las expectativas de los estudiantes, o los excluye. El aburrimiento dice el especialista parece ser un estado de nimo particularmente significativo y casi exclusivo del nivel secundario de enseanza que, de hecho, cons-tituye el perodo crtico de desercin escolar.

    Con base en datos de la Encuesta Nacional de la Juventud de 2000, el investigador del Ciesas seala que el 23 por ciento de los jvenes de 20 a 24 aos de edad que no concluyeron los 12 aos de educacin argumentaron la falta de recursos, pero el 22.7 por ciento revel la prdida de inters y el 22.9 por ciento, la necesidad de trabajar.

    Entre algunos jvenes aade hay la percep-cin de que concluir un proceso largo de formacin significa perder el tiempo o tirar el dinero, por-que adems, el golpe final es que en la actualidad tampoco est claro que un mayor nivel educativo garantice, efectivamente, la posibilidad de obtener ms y mejores ingresos.

    En la segunda Encuesta Nacional de la Juven-tud realizada en 2005, slo el 44 por ciento de los entrevistados dijo que la educacin serva para conseguir trabajo.

    Priscila Vera Hernndez, directora general del IMJUVE, seala que lo que ms pre-ocupa al gobierno federal es ese 22 por ciento de jvenes que abandona-ron la escuela porque no les gusta estudiar, pero tambin aquellos jvenes

    Son 7 millones de

    personas de 12

    a 29 aos de edad

    que ni estudian

    ni trabajan... el

    24 por ciento del

    total de los jve-

    nes del pas

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    que al terminar sus estudios no ven cubiertas sus expectativas.

    Tenemos que analizar el contenido educativo para evitar que los estudiantes pierdan el inters por estudiar, pero tambin tenemos que lograr una mayor vinculacin entre la oferta educativa y el mercado laboral para que sus condiciones laborales no sean precarias y trabajen en algo relacionado con lo que estudiaron, considera la funcionaria.

    Ni el empleoPara los jvenes, asegura Gustavo A. Saravi, el trabajo ya no es un fin o una fuente de identi-dad, ahora es un medio relacionado con la ne-cesidad de consumo. Sin embargo se topan con una realidad que frustra su propsito de tener dinero para cubrir sus necesidades. Luego de las primeras experiencias laborales, comienzan a percibir la precariedad de su empleo y las escasas posibilidades de obtener otros mejores... Comprueban tempranamente lo que consideran un futuro inevitable: una carrera laboral truncada y estancada en la precariedad; desde el entusias-mo al desencanto... Los jvenes hacen recurren-tes referencias al hecho de que en su trabajo no hay posibilidades de crecer, desarrollarse o avanzar, lo que los mueve a cambiarse y buscar nuevos empleos, en los cuales vuelven a afrontar la misma situacin, explica el experto.

    Entonces qu?El investigador del Ciesas seala que cuando la escuela y el trabajo pierden sentido surgen otras al-ternativas para los jvenes: la migracin, la evasin, la criminalidad, todas las cuales son formas de una situacin comn de exclusin.

    La directora general del IMJUVE considera que la falta de alternativas en la escuela y el mercado laboral ha generado incertidumbre en los jvenes. Sin embargo, asegura que hasta la fecha no hay estudios que relacionen ese sentimiento de incer-tidumbre con la soledad, la desesperanza, el aisla-miento o la depresin juvenil. Pero considera que, sin duda, de no hacer los cambios necesarios en la poltica pblica estaramos perdiendo a una genera-cin de jvenes porque esa fuerza laboral nos dara la capacidad de crecer como pas.

    Lo que hay que evitar ahora, dice, es que opten por las salidas fciles, por lo que explica que el estudio que harn con el Banco Mundial en tres ciudades del pas servir de base para crear polticas pblicas diferenciadas que atiendan las necesidades de los jvenes segn sus propias circunstancias y que evite que resulten vulnerables ante la violencia con programas como el de rescate de espacios p-blicos y la promocin del autoempleo.

    Claudia Anaya, una diputada federal del PRD, de 30 aos de edad, que comenzar a legislar en San Lzaro, asegura que los 7 millones de jve-nes mexicanos que no estudian ni trabajan son una mano de obra que se est desaprovechando. Muchos de ellos son hasta padres de familia que, por falta de oportunidades y de orientacin, engrosan las filas de la pobreza o se incorporan a los grupos delictivos. Reconoce que los jve-nes estn desencantados de los polticos, pero este es el momento de hacer algo por esta po-blacin para que los jvenes podamos encontrar espacio en la escuela, el trabajo, la recreacin, el deporte y la cultura.

    Clara Jusidman, experta en poltica social y presidenta de Incide Social, coordin una investiga-cin en Ciudad Jurez, Chihuahua, donde encontr que 3 de cada 10 jvenes no estudian ni trabajan y que, ante la falta de expectativas, son presa fcil de las bandas criminales que suelen emplearlos como sicarios. El caso en Ciudad Jurez es una demostracin de la incapacidad del Estado para aprovechar este bono demogrfico de jvenes del que se habla desde hace una dcada. Ahora estn en una zona de desastre porque viven el momento en medio de un claro deterioro en su calidad de vida y no tienen expectativas de nada. Pero en un futuro sern adultos frustrados y entonces no habremos perdido una generacin sino la tercera parte de la poblacin.

    Ni oportunidadesLa Organizacin Internacional del Trabajo (OIT) calcula que en Amrica Latina y el Caribe hay 22 millones de jvenes que no estudian ni trabajan. De ellos, 6 millones estn buscando un empleo pero no lo encuentran y la mayora, los otros 16 millones, no estudian ni tampoco estn buscan-do empleo. El 81 por ciento vive en las ciudades y el 72 por ciento son mujeres.

    El organismo atribuye este fenmeno a la falta de oportunidades y a las frustraciones rei-teradas, pero esta situacin, alerta, los expone a un riesgo social, no tanto por los sectores a donde podran encontrar cabida como el de la delincuencia, sino porque podran estar conde-nados a perpetuar el crculo de la pobreza.

    estn en una zona de

    desastre porque viven

    el momento en medio de

    un claro deterioro en

    su calidad de vida y no

    tienen expectativas de

    nada. Pero sern adul-

    tos frustrados...