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La batalla de

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La batalla de

Prólogo:General de ejército Raúl Castro Ruz

Ilustración de cubierta:Nelson Domínguez

Ramón Espinosa Martíntest imonio

Casa Editorial Verde Olivo, La Habana, 2012

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Edición: Temis Tasende DuboisIlustración de cubierta: Nelson DomínguezDiseño de cubierta: LamasRealización de cubierta e interior: Francy Espinosa GonzálezCorrección:Vilma Munder Calderón

© Ramón Espinosa Martín, 2001© Sobre la presente edición: Casa Editorial Verde Olivo, 2012

ISBN: 978-959-224-309-5 segunda edición corregida y ampliada(ISBN: 959-224-117-1 primera edición, 2001)

Todos los derechos reservados. Esta publicaciónno puede ser reproducida, ni en todo ni en parte,en ningún soporte sin la autorización por escritode la editorial.

Casa Editorial Verde OlivoAvenida Independencia y San PedroApartado 6916. CP 10693Plaza de la Revolución, La [email protected]

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A ustedes, jóvenes cubanos,continuadores de la obra

más pura y sagrada:la Revolución.

A mis compañeros caídos entierra angolana.

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Quiero agradecer al teniente coronel JuanCarrazana Castro, al sargento de primera

Neldis Valls Valls –mis ayudantes– y aAlexis Rojas Aguilera, corresponsal del

periódico Granma en la provincia deHolguín, por su valiosa colaboración

en la organización y redacciónde este trabajo.

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Resultado del reparto del continente africano entre lospaíses imperialistas y colonialistas de Europa, crimen perpe-trado entre 1884 y 1885 en la Conferencia de Berlín, la po-sesión portuguesa en el sudoeste de África queda divididaen dos:

El pequeño territorio costero y selvático de Cabinda, conpoco más de siete mil kilómetros cuadrados, enclavadoentre las dos colonias congolesas –una de Francia, otradel rey de Bélgica–, y Angola, 170 veces mayor, cuyo litoralatlántico se extiende desde la desembocadura del ríoCongo hasta la del Cunene.

Siete décadas más tarde, el infame reparto de Berlín esrechazado por los angolanos.

Para romper el yugo portugués, se funda, en 1956, elMovimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA).Un lustro después, los patriotas se lanzan en Luanda alasalto de la cárcel colonial para rescatar a los militantespresos.

La heroica acción fracasa, los sobrevivientes se reúnenen la Sierra de los Dembos, a unos cien kilómetros alnorte de la capital, y crean el primer frente guerrillero. En1964, la dirección del MPLA, bajo la presidencia de Agos-tinho Neto, se establece en Brazzaville, capital de laRepública del Congo, y abre un segundo frente armado enCabinda.

El 2 de enero de 1965, Agotinho Neto recibe, en la sededel MPLA, una visita inesperada: el comandante Ernesto CheGuevara, quien realiza un recorrido por África. Cuba está en

Prólogo

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disposición de contribuir a liquidar los vestigios del colonia-lismo y el racismo en el continente.

Neto solicita al Che colaboración militar cubana. Mesesdespués, el 24 de mayo de ese año, el capitán Rafael Moracény otros cinco internacionalistas cubanos quedan a disposi-ción del MPLA en Brazzaville.

La colaboración combativa con el MPLA no se limita a laparticipación de este grupo como instructores-guerrillerosen las acciones bélicas en Cabinda. Estos son la avanzadade una fuerza de más de dos centenares y medio de com-batientes internacionalistas, integrantes del Batallón “PatricioLumumba”, presente en el Congo exfrancés desde 1965hasta 1967.

En ese período, la unidad cubana se encarga de la pre-paración militar de tres columnas –más de cuatrocientoscombatientes en total– que penetran en Angola. Dos deellas, “Camilo Cienfuegos” y “Cami”, refuerzan el frentede la Sierra de los Dembos. La tercera, “Ferraz Bomboco”,funda un nuevo frente, al este del país.

En abril de 1974, la lucha heroica de los pueblos deAngola, Mozambique, Guinea Bissau y Cabo Verdecontra el colonialismo portugués y la acción del pueblolusitano, que sufre también las consecuencias de esa cri-minal guerra de ultramar y los horrores de medio siglo detiranía, producen la caída del régimen fascista de Lisboa.

Angola está a punto de conquistar su independencia,pero el gobierno de Estados Unidos decide impedir a todacosta que el MPLA asuma la dirección del nuevo Estado,desmembrar el país, repartirlo entre los que codician algúnpedazo del rico y extenso pastel, es decir, los regímenesde Mobutu en Zaire y del apartheid en Sudáfrica, y sustíteres, las bandas contrarrevolucionarias y tribalistas delFNLA, la Unita y el FLEC.

Todas estas fuerzas son movilizadas por el gobiernonorteamericano y su Agencia Central de Inteligencia (CIA).La Operación Iafeature es supervisada directamente por

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Henry Kissinger. Cuando resultan insuficientes, el secre-tario de Estado yanqui acude apresuradamente al trilladorecurso del reclutamiento de mercenarios blancos.

Tal es el siniestro plan del imperialismo y sus aliados,que no se conoce entonces en toda su infamia, pero sepuede colegir dado el carácter pérfido de los elementosinvolucrados y sus actos iniciales, que convergen en esadirección.

El MPLA no se atemoriza ante la gravedad de la situa-ción que va conformándose, pero aprecia que necesitanuevamente de la ayuda solidaria de sus amigos másfieles para enfrentarla con posibilidades de éxito y obtenerla victoria para la causa sagrada de la verdadera indepen-dencia, por la cual han derramado su sangre, durante más decuatro siglos, las poblaciones aborígenes de ese extensoespacio de África Sudoccidental.

La solicitud de entrenamiento militar es planteada por elpresidente del MPLA, Agostinho Neto, al primer secretariodel PCC, Comandante en Jefe Fidel Castro.

El comandante Raúl Díaz-Argüelles –quien sería elprimer jefe de la Misión Militar Cubana y el oficial de másalta graduación caído en combate en Angola– y susprimeros oficiales Carlos Fernández Gondín, VíctorSchueg y Armando Saucedo, realizan un análisis sobre elterreno.

De acuerdo con sus resultados, se conviene en quees necesario enviar un contingente de unos cuatrocien-tos ochenta instructores cubanos para crear cuatro centrosde entrenamiento y formar en ellos alrededor de cuarentaunidades (batallones de infantería y baterías de artillería).El armamento y todos los suministros que requieren lasescuelas militares y las unidades que se organizarán en elciclo planificado, serán aportados por Cuba.

Para las FAR, Angola es un teatro de operaciones noexplorado, pero su pequeña provincia de Cabinda sí leses familiar. Conocen su geografía de enclave, la ambición de

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Zaire por anexarla y la riqueza petrolera que atesora,decisiva en los primeros años para la economía del emer-gente Estado independiente.

Valorando estas características, el Comandante en Jefeindica que Cabinda requiere una atención especial. Elloexplica el número de instructores enviados a la provincia–casi la mitad del total– y el refuerzo en artillería de diversotipo.

La distribución desigual de los instructores y el ar-mamento pesado no es, de momento, comprendidapor la dirección de las Fapla, que expresa: “Lo funda-mental es salvar Luanda. [...] si perdemos Cabinda larecuperaremos después [...]”. Fidel razona en profun-didad: “Si se pierde Cabinda será muy difícil recuperar-la. Y Cabinda es la base económica inmediata para elnaciente Estado independiente. Hay que salvar a Cabinda ya Luanda”.

En septiembre llega la avanzada y a principios de octu-bre, en tres barcos cubanos, todo el personal de instruc-ción y el armamento. A mediados de ese mes, una columnablindada sudafricana parte de Namibia, penetra en Angola ycomienza a avanzar velozmente (60 kilómetros por día) haciael norte, en dirección a Luanda.

El 2 de noviembre, una fuerza de instructores cubanosy alumnos angolanos del centro de entrenamiento deBenguela sostiene el primer combate contra los invasoresracistas. Estos sufren las mayores pérdidas, pero con susuperioridad militar logran romper la resistencia. De nuestraparte, los cubanos tienen cuatro muertos y un número máselevado de heridos y desaparecidos; los angolanos, unacantidad superior de bajas.

Para la dirección cubana, estos hechos no dejan lugara dudas: el imperialismo ha decidido desmembrar Angola.El peligro es inminente para la causa de los patriotasangolanos y también para la vida del medio millar deinstructores cubanos. Es imperioso el envío inmediatode tropas: tal es la conclusión a que se llega en La Haba-na, coincidente con la opinión de Luanda.

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El 5 de noviembre de 1975 Fidel despide a las primerastropas, en preparación para partir por vía aérea haciaLuanda. Ese día se cumplen ciento treinta y dos años delsacrificio singular de Carlota.

La esclava africana encabezó en 1843 la rebelión devarias dotaciones de ingenios, cientos de esclavos, quehizo estremecer a los amos y a las autoridades colonialesespañolas en Cuba. La decidida acción insurrecta fue final-mente ahogada en sangre por los apresurados refuerzosllegados a Triunvirato desde Matanzas: tropas de infan-tería y caballería comandadas por el gobernador de la pro-vincia.

Carlota fue amarrada a cuatro caballos, que obligadosa halar en direcciones diferentes martirizaron su cuerpohasta descuartizarlo.

Angola va a ser cruelmente descuartizada como laheroína de Triunvirato. A la movilización para impedirloque ini cian ese día las Fuerzas Armadas Revolucionariasde Cuba –que se prolongaría durante más de quinceaños, hasta el 25 de mayo de 1991– se le denominaOperación Carlota.

El 6 y el 10 de noviembre, fuerzas conjuntas de las Faplay de las FAR derrotan una y otra vez en Quifangondo, a22 kilómetros de la capital, el avance enemigo desde elnorte. Entretanto, el día 8 se inicia el previsto intento delrégimen de Mobutu por apoderarse de Cabinda.

A las doce. de la noche del día 11 el presidente Agos-tinho Neto proclama en Luanda el nacimiento de la Repú-blica Popular de Angola y unas horas después, el 12 denoviembre, termina victoriosamente la batalla de Cabinda.

A fines de octubre, Fidel había enviado a Espinosa unaapreciación de la situación. Preveía que el enclave seríaatacado antes del Día de la Independencia y que la direc-ción principal del enemigo sería por la frontera meridionalcon Zaire, por lo que orientaba trasladar parte de lasfuerzas acantonadas en el norte hacia el sur del ríoChiloango.

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El comandante Ramón Espinosa –hoy general decuerpo de ejército y jefe del Ejército Oriental*– y sus ofi-ciales nos narran los acontecimientos de las semanas pre-vias y los días tremendos de los combates, con la precisióndel lenguaje militar y la lozanía, sencillez y modestia quecaracterizan el testimonio de los héroes populares.

La previsión, la consecuente preparación, el heroísmoen las acciones bélicas y la acertada dirección de labatalla de Cabinda condujeron a la histórica victoria quenos describe este libro. Con ella, se hizo realidad la con-signa patriótica del MPLA: De Cabinda a Cunene, un solopueblo, una sola nación.

General de ejército Raúl Castro Ruz

* Desde el año 2008 es viceministro de las Fuerzas Armadas Revolu-cionarias. (Las notas a la segunda edición se identifican conasteriscos [*]. N.de la E.).

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Más de cuatro siglos de dominación portuguesa en Áfri-ca llegaban a su fin. La lucha independentista en el conti-nente ya había desgajado de la antigua metrópoli a GuineaBissau, Mozambique, Cabo Verde y Sao Tomé y Príncipe.La República Popular de Angola estaba a punto de nacer.

El extenso y rico territorio con costas en el Atlántico erablanco de aviesos propósitos. No convenía al imperialismoque asumiera el poder el Movimiento Popular para la Libera-ción de Angola (MPLA). Desde tiempo atrás se empeñabapor evitarlo y con este fin brindaba ayuda a otros gruposque respondían a sus intereses, en especial al Frente Na-cional de Liberación de Angola (FNLA) y a la Unión Nacio-nal para la Independencia Total de Angola (Unita).

El MPLA fue el primer movimiento nacionalista creadoen Angola –diciembre de 1956–, el que inició la acciónarmada contra el colonialismo –febrero de 1961– y el úni-co de ideas progresistas y antimperialistas, que propug-naba el fin de las divisiones étnicas y tribales en la luchacontra el colonialismo. Su fundador y presidente eraAgostinho Neto.

Años más tarde se formó el FNLA, en el norte del país,con un mensaje netamente tribalista y bajo el liderazgode Holden Roberto, quien se convirtió en agente a sueldo dela Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los EstadosUnidos.

La Unión Nacional para la Independencia Total deAngola surgió en 1966 en la región central y este del país,como un desprendimiento del FNLA. Estaba encabeza-da por Jonas Savimbi, quien primero recibió apoyo de la

Palabras introductorias

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CIA y luego sumó el de África del Sur. La Unita se basabatambién en el tribalismo.

Estas tres organizaciones crearon sus respectivosgrupos guerrilleros, pero los del FNLA y la Unita se ocu-paron más de atacar al MPLA que de actuar contra lastropas colonialistas, e incluso, colaboraron con estas enlas operaciones que realizaban contra aquel.

La Revolución de los Claveles, liderada por militaresprogresistas, derrocó en abril de 1974 el régimen fascistaen Portugal y propició la firma de los Acuerdos de Alvorentre el gobierno lusitano y las tres organizacionesangolanas en enero del siguiente año. Los acuerdos esta-blecieron un gobierno de transición hasta la proclamaciónde la independencia, fijada para el 11 de noviembre de 1975.

Seis meses después de firmar los acuerdos, el FNLA fueel primero en romperlos al atacar los reductos del MPLA en elnorte del país y principalmente en Luanda. La Unita actuóde forma similar en el centro y la zona costera. Paraseptiembre de 1975 solo el MPLA se mantenía en el gobier-no de transición, con sede en la capital de Angola.

Mientras, se fraguaba la agresión, en la que tomaríanparte fuerzas de África del Sur, Zaire,1 mercenarios de di-versas nacionalidades, el FNLA, la Unita y el Frente deLiberación del Enclave de Cabinda (FLEC).

El MPLA no estaba ajeno al peligro que corría la na-ción. Pidió ayuda al gobierno cubano. Requería prepararmilitarmente a su brazo armado, las Fuerzas ArmadasPopulares de Liberación de Angola (Fapla). Cuba accedióy comenzó la Operación Carlota, que consistía en eltraslado de un grupo de especialistas militares para cum-plimentar esa solicitud.

El 23 de octubre, pocos días después de la llegada de losprimeros instructores, se desató la agresión por el sur. Los cu-banos se unieron a sus hermanos angolanos en el empeño

1 En 1997 la República de Zaire, también conocida como Congo Kinshasa,pasó a llamarse oficialmente República Democrática del Congo. En el librose utiliza la antigua denominación de Zaire por ser ese el nombre que tenía alproducirse los hechos que aquí se narran y para diferenciarla mejor de laRepública del Congo.

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por salvaguardar la naciente independencia que habíacostado catorce años de lucha.

Al norte, Cabinda parecía una presa fácil. El gobierno deZaire, presidido por Mobutu Sese Seko, abrigaba propósi-tos anexionistas en relación con la provincia, separada delresto de Angola por una estrecha faja de territorio zairense.Allí actuaba el FLEC, financiado por el vecino ambicioso.

Las fuerzas de la reacción se aprestaron a poner en prác-tica sus planes. Quienes se preocupaban por garantizarun destino mejor para Angola lo sabían, y también susconsecuencias. Era necesario hacer fracasar el intento.

El 5 de septiembre de 1975 había partido hacia el enclavela primera avanzada de cubanos que prepararían allí a loscombatientes angolanos. Dos meses y tres días más tarde,instructores y alumnos enfrentaron la agresión. Ese 8 denoviembre se inició la batalla de Cabinda, en la que cubanosy angolanos, apoyados por países amigos, evitaron que elenemigo consumara sus propósitos y le propinaron alimperialismo internacional una gran derrota política y militar.

En esta batalla se conjugaron concepciones de laguerra convencional e irregular y se aplicaron experienciashistóricas de varios países, lo que unido a la voluntad, laalta moral combativa y el espíritu de lucha y victoria de cuba-nos y angolanos, logró la aplastante derrota de las fuerzasinterventoras en solo noventa y seis horas de combate.

También allí, como en toda la guerra de Angola, se pusode manifiesto la capacidad, inteligencia y experienciacombativa de los jefes militares cubanos, y muy especial-mente del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

Son enseñanzas que mantienen su vigencia, enparticular para la guerra de todo el pueblo con la cual loscubanos concebimos enfrentar y aniquilar al agresor im-perialista si invade nuestro país.

Los nombres de las personas que aparecen en este testi-monio son parte de las decenas de miles que respondieronpresente al llamado del partido y de Fidel para combatir enel escenario que se convertiría en campo de batalla victorio-so para la revolución angolana.

Angola fue una escuela en la que alcanzaron el “más altoescalón de la especie humana”. Dejaron detrás hogar,

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familia, amigos, patria, y marcharon dispuestos a pelear ycaer junto a sus hermanos. Llevaban con ellos las enseñan-zas y el ejemplo del Che, quien diez años antes había com-batido en tierra africana por un futuro más digno y hermosopara el sufrido continente.

Iban imbuidos de las ideas del internacionalismo prole-tario, principio básico del marxismo-leninismo que expresala solidaridad y la fraternidad con la lucha por la indepen-dencia y el desarrollo que libran otros pueblos y posee, ami modo de ver, una tremenda fuerza educativa, forjadorade cualidades, actitudes y virtudes en las personas que lashacen mejores, más fuertes política y espiritualmente. Asílo he visto reflejado en la casi totalidad de los hombres ymujeres que han cumplido misiones internacionalistas.

Los que estuvimos en Cabinda no somos, pues, seresextraordinarios, sino hijos de nuestro tiempo, formados enuna pequeña isla que se ha batido por su supervivencia–¡y de qué modo!– frente a un enemigo feroz.

Reynaldo Reyes Torres, Marino, José María Tonha,Pedalé, Rafael Vázquez, Zacarías Pinto, Bolingó, LuisRosales, Pedro Sera Lima, Fogotao, Wilfredo Gámez,Pedro Sebastiao, Ibrahim Lobaina, Eurico Manuel Correia,Eusberto González, Evaristo Domingos, Quimba y tantosotros, viven en los relatos surgidos al calor de la batallaque permitió a Cabinda proclamar su independenciacomo parte inalienable de Angola.

En otros combates desarrollados en ese enclave cayeronlos cubanos Arides Estévez, Ciro Berrio, Idilio Rodríguez,Pedro Suárez, Aramís Faule y Evelio Rodríguez, CapitánHabana, cuyas muertes, como las de todos los que han dadosus vidas por tan altos ideales, son ejemplos de firmezarevolucionaria y de lealtad a los principios del internacionalismo.

Personalmente tengo y tendré siempre la disposiciónde prestar mis servicios en cualquier país del mundo quelo necesite, y estoy seguro de no equivocarme al afirmarque esa vocación está presente en la inmensa mayoría delpueblo cubano y particularmente en sus jóvenes. Es poreso que a ellos y a los que ofrendaron sus vidas en tierraangolana como tributo a la victoria, dedico este testimonio.

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La CIA quedó truncada*

Este es un periodo turbulento y problemático para laagencia –le escribía Bush** al presidente Ford el primero dejunio de 1976–. Las intensivas investigaciones de ambascámaras del Congreso durante más de un año se han tra-ducido ahora en la extensa divulgación de operaciones deacción encubierta pasadas y presentes. Las investigacionesllevaron al Senado a crear un comité de supervisión deinteligencia mientras Bush era el director, la Cámara de Repre-sentantes crearía el suyo propio un año después. Si el presi-dente podía encontrar el modo de proteger a la CIA delCongreso –escribía Bush–, las operaciones de acción encu-bierta seguirán ejecutando la positiva contribución en nuestrapolítica exterior que han venido realizando durante los últimosveintiocho años.

Pero la agencia, ahora sometida al escrutinio de un Con-greso especialmente vigilante, tenía muy pocas operacionesencubiertas nuevas en curso. En una respuesta por escritoa diversas cuestiones formuladas por este autor, Bushafirmaba que las investigaciones parlamentarias causaronun perjuicio duradero a la agencia. Vinieron a entorpecer

Preludio

* Introduzco este nuevo subcapítulo porque profundiza sobre la parti-cipación del Gobierno de Estados Unidos y la CIA en la guerra deAngola. Está tomado textualmente del libro Legado de cenizas, es-crito por el reportero de The New York Times Tim Weiner, quiendurante más de veinte años ha investigado acerca de los serviciossecretos estadounidenses (Ed. Random House Mondadori, 3ra ed.,Barcelona, 2008).

** George Bush era el director de la CIA (1976-1977). Fue presidentede Estados Unidos desde 1989 hasta 1993.

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nuestras relaciones en todo el mundo –los vínculos de laCIA con los servicios de inteligencia extranjeros, fuentede una parte tan importante de la información que reca-baba– e hicieron que mucha gente en el extranjero seabstuviera de cooperar con la CIA. Y lo peor de todo –añadía–fue que devastaron la moral del que quizá constituía el mejorgrupo de funcionarios públicos que ha tenido este país.

Los constantes fallos cometidos sobre el terreno tambiénminaron el espíritu de la CIA en 1976. Uno de los más gravesfue el de Angola. Dos meses después de la caída de Saigón,el presidente Ford aprobó una nueva gran operación destinadaa proteger a Angola del comunismo. El país había constituidoel mayor trofeo de Portugal en África, pero entre los peorescolonialistas europeos se contaban los líderes de Lisboa, yen su retirada habían saqueado el país, que ahora sedesmembraba a causa de una guerra que enfrentaba afacciones rivales.

La CIA envió a Angola 32 millones de dólares en efectivoy armamento por valor de otros 16 millones a través del granaliado de la agencia, el presidente Mobutu del Congo. Las ar-mas fueron a parar a un grupo rebelde de guerrilleros antico-munistas, mandado por el cuñado de Mobutu y alineado conel gobierno sudafricano blanco. El programa […] estuvocoordinado en el Departamento de Estado de Kissinger porun joven diplomático de talento, Frank G. Wisner hijo, que loera del difunto jefe de operaciones encubiertas del mismonombre.

Nos habíamos visto obligados a abandonar Vietnam, diríaWisner. Existía una preocupación real por parte de la admi-nistración ante la posibilidad de que Estados Unidos fuerapuesto a prueba por las fuerzas comunistas de todo el mundo.¿Íbamos a ver cómo una nueva ofensiva aparentementedirigida por los comunistas llegaba, se apoderaba de Angola,un país rico en petróleo, y empezaba a librar la guerra fría enÁfrica meridional, o íbamos a tratar de detenerla?

No podíamos ir tranquilamente al Congreso, después delo de Vietnam, y decir “Miren, vamos a enviar instructores mili-tares y equipamiento estadounidenses a Mobutu”; de modoque Kissinger y el presidente tomaron la decisión de acudir

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a la agencia, diría Wisner. Pero los soldados que la CIA envióa Angola flaquearon, y sus enemigos, que contaban con unfuerte respaldo de Moscú y de La Habana, se hicieron con elcontrol de la capital del país. Kissinger ordenó que se enviaranotros 28 millones en apoyo secreto. Ya no quedaba dineroen los fondos reservados de la CIA. Todavía no habíatranscurrido mucho del breve año de mandato de Bush enla CIA, cuando el Congreso prohibió públicamente el apoyoencubierto a las guerrillas angoleñas y se cargó la operacióncuando esta se hallaba ya en curso. Nunca antes habíaocurrido nada parecido. La CIA quedó truncada, y nosotrosretrocedimos, diría Wisner.

Asedio

Estados Unidos puso a funcionar la estación de la CIAen Luanda en marzo de 1975, cuando los portuguesesestaban desligándose de Angola y ya habían abortado losAcuerdos de Alvor por las acciones del FNLA y la Unita.

Antes, la mayor parte de las informaciones sobre Angolalas recibían de Holden Roberto, líder del FNLA, quiendesde Kinshasa, donde operaba, estableció lazos con la in-teligencia norteamericana.

El Comité de los 40,2 que se había reunido en enero paradebatir el programa de Estados Unidos referente a Angola,volvió a hacerlo en junio y julio. El día 14 de este último mes, apetición del Consejo de Seguridad Nacional, le solicitó a la CIAque elaborara varias opciones. La agencia las presentó el 16.

En el documento señalaba cuatro posibilidades: financia-miento limitado de acciones políticas; apoyo financiero sustan-cial y acciones secretas dirigidas a “establecer el equilibrioentre las tres organizaciones”, para lo cual serían necesarios

2 El Comité de los 40 dependía del Consejo de Seguridad Nacionalde Estados Unidos. Fue creado para estudiar las operaciones guber-namentales relacionadas con las actividades de inteligencia.

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seis millones de dólares; un presupuesto mayor en dinero yrecursos materiales, ascendente a catorce millones, paraproporcionarle al FNLA y la Unita superioridad sobre el MPLA,y cuarenta millones para sostener a los efectivos armadosde Roberto y Savimbi durante un año.3

Ese mismo día, el presidente de Estados Unidos GeraldFord aprobó la opción de los seis millones. El 27 de julio autorizólos otros ocho millones que requería la tercera variante delplan y dos días después salía el primero de tres aviones conarmas.

Las armas provenían de los almacenes de la agenciaen San Antonio, Texas. Transportes C-130 de la FuerzaAérea las trasladaban desde allí hasta Charleston, Caroli-na del Sur, y aviones de reacción C-141 las conducían encargamentos de 25 toneladas cada uno hasta Kinshasa,bajo la cobertura de pertrechos para la misión del ejército es-tadounidense en Zaire y para las fuerzas armadas de esepaís. Luego eran llevadas hacia Angola en pequeñosaviones alquilados y en C-130 zairenses.

En los primeros días de agosto el plan para Angola setornó en un completo programa de acción secreta. Losaliados principales de Estados Unidos tuvieron conocimientode la operación y su cooperación fue asegurada. Especia-listas norteamericanos de diversas disciplinas se dirigieronpor vía aérea a Kinshasa para estructurar la fuerza operativa.

Antes de continuar con el relato de los hechos, quierosignificar un elemento que considero esencial dejar claro: paraesta fecha, agosto de 1975, no había un solo combatientecubano en Angola.

El 20 de agosto Ford autorizó una suma de diez millonessetecientos mil dólares. Diez días más tarde zarpó el navíoAmerican Shampion, de la Marina de Guerra estadounidense,con destino a Zaire. Los pertrechos que transportaba

3 Los datos sobre la participación de la CIA en Angola fueron tomados dellibro En busca de enemigos. Una historia de la CIA (Editorial de Cien-cias Sociales, La Habana, 1980). Su autor, John Stockwell, fue jefe dela Fuerza de Choque para el programa de Angola en la División África de laagencia desde agosto de 1975 hasta septiembre del siguiente año,cuando abandonó la CIA después de servir en ella durante doce años.

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comenzaron a llegar a Angola por vía aérea, a razón de unasdiez toneladas diarias, desde mediados de octubre.

Ya para entonces, Mobutu Sese Seko, presidente de laRepública de Zaire, había movido su tropa élite en apoyoal FNLA. EI 11 de septiembre envió en aviones C-130 paraAmbriz, al norte de Angola, el Cuarto y el Séptimo batallo-nes paracomandos. La balanza comenzó a favorecer alas fuerzas de Holden Roberto en esa región.

El 17 de septiembre, una tropa de choque reforzada,compuesta por tropas zairenses, del FNLA y militares por-tugueses opuestos a la Revolución de los Claveles y algobierno de Lisboa, tomaron Caxito, poblado situado a unoscincuenta kilómetros al noreste de Luanda, e iniciaron elavance en dirección a la capital de Angola.

Al norte de ese teatro de operaciones quedaba el en-clave de Cabinda. Era codiciado por Mobutu desde que,tras el asesinato de Patricio Lumumba en 1961, se convirtióen uno de los elementos principales del poder en Kinshasa.Su avidez tuvo mayor estímulo al final de esa década, cuando,ya jefe supremo de Zaire, se descubrió petróleo en las costasde la provincia angolana.

El 12 de septiembre de 1975, en la despedida a un grupode militares que partiría hacia la República Popular deAngola, el Comandante en Jefe explicaba:

Cabinda aparece ahora entre las regiones conimportantes reservas de petróleo. Es muy posible queZaire esté elaborando la idea de apoderarse de Cabinday de apoderarse del petróleo de Angola; la cuestión delpetróleo debe estar presente en toda esa pugna.Cabinda tiene una población relativamente pequeña, deunos ochenta mil habitantes. Actualmente está total-mente controlada por el MPLA de Agostinho Neto, peroestá allí, aislada del resto del territorio, como un posibleobjetivo en un momento determinado […] en estos mo-mentos allí no se está combatiendo […] pero en el restodel territorio de Angola […] sí se ha estado combatiendo,en los últimos meses sobre todo desde el norte, y

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también se ha estado combatiendo en un sector del surdel país donde están presentes los de la Unita […]*

En octubre de 1975, mientras continuaba el traslado depertrechos desde Zaire hacia Angola y tropas sudafricanascruzaban la frontera para unirse a la Unita y marchaban juntocon esta en dirección al norte, Mobutu vio la oportunidad deanexarse a Cabinda y decidió realizar la agresión en laprimera quincena del mes siguiente. Era la culminación dela guerra directa que llevaba a cabo contra las fuerzaspatrióticas y revolucionarias al norte de Angola.

En busca de este objetivo pidió ayuda a la CIA, de la cualera cercano colaborador desde hacía tres lustros. Estaenvió sin dilación un cargamento de armas suficiente para1 000 hombres, que se costeó con los más de diez millonesaprobados por el presidente Ford en agosto. Sus oficiales enla estación de Kinshasa comenzaron a trasladarse asidua-mente hasta el campamento que el Frente de Liberacióndel Enclave de Cabinda tenía en Zaire.

El FLEC, que actuaba bajo el liderazgo de Nzita Tiago,había sido creado en 1968 con el pretexto de obtener la auto-determinación de Cabinda, para luego anexarla a Zaire.Operaba fundamentalmente en la zona de Buco Zau, al norestede la provincia, y en más de una ocasión sus efectivos habíancombatido contra los del MPLA. La organización era sostenidapor Mobutu, quien la utilizó para tratar de materializar susplanes antes del 11 de noviembre.

En Cuba, la máxima dirección del país evaluaba conacierto los peligros.

[…] el enemigo tenía un plan para apoderarse fácilmen-te de Angola. Habrían tomado Cabinda en unos días,tal vez en algunas horas; habrían tomado Luanda porel norte o por el sur; la República Popular de Angolahabría desaparecido. Posiblemente habrían asesinado

* Pronunciadas en el teatro de la fortaleza de La Cabaña. Archivopersonal del autor.

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treinta o cuarenta mil angolanos revolucionarios. Deaquel país no se sabe lo que habrían hecho. De Cabinda,un micro Estado independiente, productor de grandescantidades de petróleo entregado por entero a losmonopolios yanquis. Angola posiblemente la habríandividido en dos partes: una la habría recibido el FNLA porel norte, y otra habría quedado en manos de la Unita;posiblemente una fracción del territorio dirigido por losblancos, puesto que en el sur de Angola muchas deesas ciudades son ciudades de blancos. El país habríaquedado fragmentado, y el imperialismo, de una manerafácil, habría logrado una gran victoria en África.*

Tal compleja situación encontraríamos los cubanos.

Misión

En los últimos días del mes de agosto de 1975, un peque-ño grupo de jefes y oficiales recibimos la orden de presen-tarnos en las oficinas del comandante de brigada AbelardoColomé Ibarra, primer sustituto del ministro de las FuerzasArmadas Revolucionarias, quien por encargo de este, nosdio a conocer que el partido y el gobierno habían decididoprestar ayuda internacionalista al MPLA, en virtud de quefaltaban menos de tres meses para la proclamación de laindependencia –11 de noviembre– y se había iniciado una in-vasión extranjera silenciosa por el norte del país.

A petición del MPLA, la misión consistiría en proporcionara sus efectivos el entrenamiento necesario para rechazar lainvasión que se acercaba lentamente a Luanda y, en caso deque esta continuara su avance y se produjeran choques,asesorarlos durante los combates. Una vez explicada lamisión, Colomé nos preguntó si teníamos algo que objetar.La respuesta inmediata de todos fue: “¿Cuándo nos vamos?”.

* “Palabras de bienvenida del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruza un grupo de combatientes que regresaba de Angola, 9 de junio de1976”. Archivo personal del autor.

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Posteriormente nos informaron que el personal quepartiría con nosotros comenzaría a ser llamado en breve.En mi caso, fui responsabilizado con la organización ypreparación del grupo destinado a la provincia de Cabinda.Este sería el más numeroso, por la importancia económicadel enclave y su aislamiento del resto del país.

Desde aquel momento empezaron a crearse centrosde concentración y preparación para el personal quecumpliría misión internacionalista, los que continuaronactivados durante el transcurso de la guerra en Angola.

En estos lugares se impartía un programa que incluía infor-mación acerca del país de destino: su historia, composiciónétnica de la población, costumbres, características del territorio,integración de los movimientos armados que se hallaban enlucha, los fines de cada uno de ellos, sus ideologías, qué paíseslos apoyaban y cuáles serían los probables enemigos.

Respecto a las materias militares, como en todos losgrupos había personal de la reserva, después de lograr lacohesión combativa se les entrenó en el manejo del arma-mento de plantilla con que contarían los centros de preparación,y recibieron clases acerca del que poseían los probablesenemigos.

También adquirieron conocimientos sobre táctica y ex-ploración en condiciones de un terreno desconocido, y deguerra irregular, por si nos veíamos obligados a librarla;además practicaron emboscadas de aniquilamiento, decontención y de otros destinos.

Uno de los temas impartidos de manera práctica fue elmanejo de los explosivos –preparación de cargas, activa-ción y desactivación de minas nuestras y enemigas–, queresultó de enorme ayuda en el cumplimiento de la misión.

A mi modo de ver, se puede afirmar que la preparacióndel personal concluía con el intercambio que cada gruposostenía con el Comandante en Jefe antes de marchar haciaAngola. Fidel explicaba detalladamente la situación que sevivía en aquel país, la necesidad que tenían las FuerzasArmadas para la Liberación de Angola de recibir asesora-miento para derrotar a las tropas de Savimbi y de Roberto ypara rechazar la inminente agresión extranjera.

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Con palabras que aún hoy recuerdo, describía la satis-facción que le producía comprobar el espíritu y la actitudque mostraban los combatientes ante el deber interna-cionalista y reafirmaba su confianza en que cumpliríamoscabalmente la misión encomendada y pondríamos muy enalto el nombre de Cuba.

Qué difícil debió resultar para Fidel despedir a los com-pañeros sin poder partir con ellos; él, que siempre ha estadoal frente cuando de riesgos se trata. Y cuántas preocupa-ciones tienen que haberlo asaltado entonces y después,siendo, como es, ante todo un jefe humano que sufre concada vida que se pierde, con cada fracaso en el campo debatalla, quien está pendiente de que las victorias se alcancencon el mínimo de esfuerzos y de sangre derramada.

Por estas razones, por las brillantes concepciones polí-ticas y estratégicas que aplicó a lo largo de la guerra, porsu acertada dirección de las operaciones, durante lascuales previó hasta los detalles más insospechados, Fideles para mí, como para millones de cubanos, el primerode los internacionalistas de la patria.

Traslado

La salida del primer grupo de oficiales se realizó por elaeropuerto de Rancho Boyeros. Aquella tarde del 5 deseptiembre, Martín Pérez, Héctor Guerra, Wilfredo Gámez, Ra-fael Piñeiro y yo nos reunimos allá para abordar un avión de lalínea soviética Aeroflot rumbo a Lisboa, capital de Portugal,primera escala en la ruta que nos conduciría a Cabinda.

Éramos parte del grupo de avanzada encargado decrear las condiciones para recibir al resto del personal ylos medios que, con el fin de preparar a las fuerzas ango-lanas, se trasladarían por avión y barco. Con nosotros viaja-ban otros militares que iban para Angola, entre ellos PedroNodarse y Fernando Cotilla.

En el salón de espera del aeropuerto se me acercó uncompañero. Estaba preocupado porque veía a Martín

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sudando, nervioso. Llamé a Martín y le advertí que si esta-ba apendejado lo dijera, pues todavía tenía tiempo de arre-pentirse. El respondió rápidamente:

–¿Qué usted dice? Está equivocado conmigo, mi pro-blema es otro.

–Pues si es otro –le contesté–, dímelo para ayudarte.–Mire, comandante –acotó–, si yo digo lo que me sucede

la "canalla" que nos acompaña me cogerá pa'l trajín.–Ten confianza en mí, que nadie lo sabrá.–¿Me lo jura? –preguntó dudoso.–iSí, te lo juro!–Mire, el problema es que yo nunca me he montado en un

“bicho” de esos –explicó mientras apuntaba con el índice haciaun avión estacionado en la pista–. ¡Oiga, ni en una avioneta!

–Olvídate de eso, que en el IL-62 no vas a darte cuentade que estás en el aire. Irás tal como estás ahora, conver-sando conmigo.

–¡No, no es a eso que me refiero! –insistió–. ¡Es a mi com-portamiento adentro! –y apuntó de nuevo hacia el avión.

–Mira, compañero, haz una cosa –le orienté–. Fíjateen los que estén a tu alrededor y actúa como ellos.

–¿Usted cree? –exclamó entusiasmado.–¡Claro, chico!Durante la travesía, cuando estaban sirviendo la comi-

da, escuché a un pasajero decir en ruso: “¡Compañero,eso no se come...! ¡Compañero, eso no se come!”.

Me incliné y miré hacia donde oía hablar. Nuestrohombre ¡se estaba comiendo una servilleta perfumada...!

–¡Compay, eso no se come! –le dije molesto.Fue suficiente para que Martín no probara nada más en

todo el vuelo. Al llegar al aeropuerto de Lisboa lo reprendípor la barbaridad que había hecho. Angustiado, respondió:

–¿Usted no me recomendó que me fijara en los demásantes de hacer algo?

–Sí, te lo dije, ¿por qué?–Pues porque vi al compañero Nodarse comiéndose aque-

llo y actué como usted me orientó, ¿qué usted quería?Mi intervención evitó que la sangre llegara al río. Resultó

que Nodarse, quien tampoco había viajado al extranjero

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ni conocía ese tipo de servilletas, quiso hacerse el sabihon-do y le dijo a Martín que se fijara en él durante el vuelo paraque no tuviera problemas. iAlardoso el hombre! Pero resultódescubierto.

Ya en el hotel Rex, en la capital portuguesa, donde es-tuvimos alojados ocho días en espera de la salida paraLuanda, la casualidad quiso que estos mismos compa-ñeros protagonizaran otro simpático hecho.

Después de un almuerzo, Martín y Nodarse, que a pesardel anterior incidente tenían afinidad y formaban dúo paratodo, se quedaron encerrados en el elevador. Este habíasufrido una avería y subía y bajaba sin parar en ningún piso.

Me encontraba en el vestíbulo y observé que varioshuéspedes, agrupados junto a la puerta del elevador, cuandoeste llegaba a la planta baja gritaban en sus idiomas queapretaran el botón rojo de emergencia. Dentro del aparatosolo se escuchaban golpes. El elevador seguía subiendo ybajando como en una película de Cantinflas.

Rápidamente me acerqué. Suponía, con razón, que el ocu-pante era uno de los cubanos. Grité: “¡Aprieta el botón rojo, esla alarma!”. Al abrirse la puerta aparecieron Nodarse y Mar-tín pálidos. Desde entonces no tomaron más el ascensor.

Por si fuera poco, quedaron convencidos de que aquellose debió a una “actividad enemiga”. En realidad, varios denosotros, antes y después del incidente, nos dedicamos acrearles un complejo de persecución y a hacerles creer quecualquier incidente o expresión ponía en peligro el cumplimien-to de la misión, por lo que recelaban de todo y de todos a sualrededor.

Ambos compañeros, de origen humilde, tienen una largatrayectoria de lucha, tanto en Cuba como fuera del país, y alos dos los aprecio mucho. Espero que el sentimiento searecíproco y me perdonen incluir estas anécdotas. Es solouna broma más, de las muchas que hemos compartido.

Cuando llegamos a la capital de la metrópoli que habíadominado a Angola durante cuatro siglos, pensábamos salircuanto antes para Luanda, pero obtener las visas no resultótarea fácil. Se necesitaron gestiones al más alto nivel enCuba con los oficiales más avanzados de la Revolución de

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los Claveles que el 25 de abril de 1974 había derrocado alrégimen fascista en Portugal.

El general Vasco Gonçalves, primer ministro de su paísen más de una ocasión desde entonces, y el almiranteAntonio Rosa Coutinho –huésped de Cuba poco antes–,figuras prominentes de la también llamada Revolución deAbril, se identificaban con la ayuda de la Isla a los patriotasdel MPLA. Sabían bien que solo la organización de AgostinhoNeto era un verdadero movimiento de liberación nacional,antitribalista y antirracista. Su oportuna colaboración contri-buyó a materializar nuestra solidaridad.

Durante la estancia en Lisboa pasamos por cubanos queiban a ayudar en la reconstrucción de Angola. La aparentecomposición del grupo era de dos médicos –Cotilla, que sílo era, y yo– más cuatro especialistas en puertos.

Sucedió algo curioso. En el hotel había familias por-tuguesas que acababan de salir de Angola. Uno de losniños tenía fiebre alta y como se había corrido la voz deque entre los huéspedes se encontraban médicos cuba-nos, pidieron que lo atendiéramos.

Cotilla había salido. No me quedó otra alternativa que ircon su estetoscopio y hacer el paripé de que auscultaba alniño. Tenía mucha fiebre y le indiqué a los padres que lollevaran rápidamente a un centro hospitalario ya que carecíade medicamentos. Al día siguiente me dieron las gracias,pues el pequeño tenía paludismo crónico y requería trata-miento de urgencia.

Finalmente, aparecieron las esperadas visas. En unBoeing 747 de la aerolínea portuguesa TAP salimos haciaLuanda, penúltima escala del viaje. La impresión que recibimosen el aeropuerto era fiel reflejo del momento que vivía la capi-tal, cuando el MPLA se empeñaba en controlarla: desordentotal, cientos de bultos y maletas de los que se apresuraban aabandonar el país, policías portugueses queriendo registrar aangolanos armados que pululaban por todas partes...

Para agravar la situación, las fuerzas represivas portu-guesas no habían concluido la salida de Angola. Pretex-taban querer conservar el orden hasta que se produjerala proclamación oficial de la independencia, pero en realidad

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su presencia respondía al apoyo que desde dentro lesdaban a los enemigos del MPLA, en primer lugar al grupode Savimbi. De Cabinda se retiraron poco antes de comen-zar la agresión para facilitar el ataque.

Recuerdo que mientras esperaba con el primer coman-dante Raúl Díaz-Argüelles4 en una residencia de Luandapara reunirnos con Neto, una patrulla del ejército portu-gués, que presuntamente debía controlar la situación y elorden en el llamado periodo de transición, allanó una vi-vienda cercana y, ¡qué casualidad!, en la acción resultaronmuertos combatientes de las Fapla.

Esa era la atmósfera que reinaba al arribar a Luanda. Losdos días que permanecí en esa ciudad los empleamos enbuscar el modo de llegar a Cabinda, analizar y revisar losplanes para el establecimiento del centro de preparación delas tropas angolanas en esa provincia, el método queseguiríamos para recibir, descargar y trasladar los medios ma-teriales y el armamento que arribarían por barco, los puntospor donde se efectuaría la recepción, y demás detalles acer-ca del trabajo que debíamos comenzar.

Finalmente, se decidió que partiera hacia Cabinda enunión del primer teniente Martín y el resto lo hiciera despuésde forma escalonada. Los tres grupos realizaríamos el viajeen una avioneta deportiva alquilada a un portugués.Simulamos ser periodistas argentinos para emprender lascasi tres horas de vuelo que separan a Luanda de Cabinda.

Por solicitud del piloto sobrevolamos la región de Ambriz,Ambrizete y San Antonio de Zaire, al norte de Angola, dondelas tropas del FNLA, que ocupaban esa zona, nos saludabanagitando las manos. Piloto y avión eran conocidos en esoslugares.

Días después, el Comandante en Jefe despidió al grupomayoritario destinado a Cabinda, como hizo con casi todoslos que partían hacia Angola.

4 Raúl Díaz-Argüelles García fue el primer jefe de la Misión Militar Cubanaen Angola. Murió el 11 de diciembre de 1975 al caer en una mina elvehículo en que viajaba. Ascendido póstumamente a general de brigada, esel oficial cubano de más alta graduación muerto en combate en Angola.

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Se reunió con ellos en el teatro de la escuela de la Con-trainteligencia Militar, donde les habló del motivo de la misióny su trascendencia, de Angola, el MPLA, los movimientoscontrarios a este y la situación en que se encontraba aquelpaís, entre otras cuestiones. Se refirió, en particular, al enclavede Cabinda, su importancia para la lucha de liberación de An-gola y para la posterior reconstrucción de la nueva Repúblicaafricana.

Tras explicar los riesgos que correrían y la posibilidadde que algunos no regresaran con vida, les aseguró quepodían marcharse tranquilos, pues el Estado y la Revoluciónle brindarían a sus familias la máxima atención.

Concluida la parte oficial del acto, Fidel fue hacia dondeestaban los compañeros, con quienes conversó de otros temasen un ambiente más familiar, como lo haría un padre con sushijos. Incluso jaraneó con varios de ellos, y en igual tono comentóque la mayoría de los trajes que vestían eran del mismo color,pero de todas formas se veían bonitos. Por último, les deseó atodos un buen viaje y los instó a partir hacia el aeropuerto puesel avión ya debía de tener los motores encendidos.

Aunque, por las razones antes narradas, no participé enaquel encuentro y, por lo tanto, no pude recibir informacionesque me hubieran sido de gran ayuda para el cumplimiento dela misión, el Comandante en Jefe se ocupó de trasmitirme, através de los compañeros, indicaciones que resultaron muyútiles para la toma de decisiones; entre ellas, la selección dellugar para ubicar el Centro de Instrucción Revolucionaria, quecuidáramos la parte llana del enclave, pues era más propiciapara el ataque del enemigo, y que la agresión se produciría,probablemente, dos o tres días antes o después del 11 denoviembre, fecha en que el MPLA preveía declarar suindependencia.

Cabinda

Cabinda es una de las 18 provincias en que está divi-dida Angola. Situada en la costa occidental del continenteafricano, al sur del Ecuador y muy próxima al río Congo,

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limita al norte con la República del Congo, al oeste con elocéano Atlántico, y al sur y al este con Zaire.

Una franja de terreno de aproximadamente treinta ycuatro kilómetros, perteneciente a Zaire, la separa del restodel país. Esta situación fue refrendada en 1885 en la Con-ferencia de Berlín, cuando Portugal cedió a Bélgica la desem-bocadura del río Congo para dar una salida al mar alentonces Congo Belga. Desde ese momento pasó a serun enclave, término que designa al territorio que pertenecea un Estado y se encuentra situado en otro extranjero.

La provincia tiene 7 200 kilómetros cuadrados, el anchomáximo del territorio oscila entre los ochenta y cien y la exten-sión aproximada de su costa es de ochenta kilómetros. Lasaguas cercanas al litoral en general son poco profundas, loque impide el atraque de buques de mediano y gran calado.

Posee infinidad de ríos y afluentes. El principal es elChiloango, con un ancho medio de veinticinco a treintametros y una profundidad de quince a veinte; la veloci-dad de sus aguas llega a superar los diez metros por se-gundo en la estación de las lluvias.

El Chiloango divide el territorio en dos regiones natura-les: al norte la cordillera del Mayombe, de elevadascumbres y abundante vegetación, el mejor exponente dela selva tropical africana; al sur, el relieve va descendiendode la altiplanicie a la llanura, con áreas cenagosas cubier-tas de abundante vegetación e infinidad de pequeños ríos.

Paralelas a la costa se extienden elevaciones, que pasanpor la ciudad de Cabinda, desde las cuales se domina unaamplia región del interior y el litoral hasta la frontera con Zairey más al sur. Por estas alturas pasa la fundamental vía deacceso que enlaza a Zaire con la capital provincial.

El terreno, arenoso-arcilloso, facilita la construcción deobras de fortificación para el personal y la técnica de usomilitar, pero es de poca consistencia, particularmente enla época de lluvias.

Existen tres carreteras asfaltadas. La principal atraviesala provincia de norte a sur; por el norte la comunica con laRepública del Congo y continúa hasta Punta Negra, por elsur llega hasta Zaire. Otra une la capital provincial con la

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localidad de Subantando y constituye un nudo de comu-nicaciones hacia la frontera con Zaire, al este y norestede la provincia.

Ambas vías atraviesan el río Chiloango por medio depuentes –uno en Lándana, junto a la costa, y otro enSocoto, en el centro del territorio– que, de ser interrumpi-dos, dividen a la provincia prácticamente en dos.

La tercera carretera se desprende de la principal des-pués del puente de Lándana, pasa por los poblados deDinge, Buco Zau y Belice, y sigue hasta la frontera con elCongo atravesando el Mayombre cabindano.

Cabinda posee importantes recursos naturales: petróleo,oro, diamantes, fosfato, uranio, cobre y manganeso. En la agri-cultura, el café ocupa el primer lugar. Cuenta, además, conabundantes recursos maderables, cacao y aceite de palma.

La economía se basa en dos pilares fundamentales: laindustria extractiva –en primer lugar del petróleo, el que seencuentra básicamente en la plataforma marina– y la forestal.

Desde el punto de vista militar, el terreno permite maniobrarcon las fuerzas y los medios. Por las direcciones sur, este ynoroeste el avance desde la frontera hacia el interior requierecierta capacidad de la técnica para superar obstáculos, puesen el sur está limitado por la existencia de pasos obligados,numerosos ríos y zonas cenagosas, y en las otras dos direc-ciones por ríos y la extensa y tupida vegetación.

Arribo

Si Luanda impresiona al recién llegado por su blanca aridez,en Cabinda la exuberante vegetación parece cubrirlo todo deverde. Desde el aire, después de sobrevolar la desembocaduradel importante río Congo –que lanza sus fangosas aguas varioskilómetros mar adentro–, se comienza a observar, tanto en elmar como en la tierra, las señales inequívocas de la riquezacabindana: centenares de torres petroleras.

En la punta de las torres, en explotación por la transnacio-nal norteamericana Gulf Oil, arde constantemente el gas natural

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que brota del subsuelo, lo que hace que las noches en lascostas se tornen tan rojas como los atardeceres del trópico.

La primera tarea fue establecer relaciones con los jefespolíticos y militares del enclave y explicarles la misión. Asíconocí a los comandantes Pedro María Tonha, Pedalé, miem-bro del Buró Político del MPLA y máxima autoridad político-militar de este en la provincia, quien llegó a ser ministro deDefensa de Angola; Zacarías Pinto, Bolingó, jefe del estadomayor de las Fapla, y Eurico Manuel Correia, comisario polí-tico, quien sería asesinado vilmente por los contrarrevolu-cionarios durante el intento de golpe de Estado de mayode 1977.

También conocí a Pedro Bera Lima, Fogotao, jefe deoperaciones de las Fapla, y a Delfín Castro, jefe de la Se-guridad. Con todos logramos establecer magníficas relacio-nes de trabajo; de inmediato apoyaron las tareas según elplan que debíamos cumplir. La primera de ellas era comen-zar cuanto antes a preparar condiciones para la recepción delos grupos que desde Cuba irían llegando por aire y por mar.

Paralelamente teníamos que reconocer el territorio entoda su profundidad, sobre todo en la frontera con Zaire y laszonas costeras, a fin de establecer las direcciones más proba-bles del avance enemigo, así como los puntos más ventajosospara organizar la defensa. El conocimiento que proporcionaraeste trabajo permitiría establecer dónde sería más adecuadoubicar las instalaciones del centro de preparación.

Aquellos días de espera en Cabinda los dediqué a exploraralgunas zonas fronterizas junto a otros cubanos, Delfín Castroy un guía de origen zairense a quien llamábamos el Cazadorporque realizaba esa actividad antes de unirse al MPLA.

El segundo grupo de compañeros que completaba laavanzada, encabezado por el comandante Rafael Vázquez,llegó a Cabinda luego de seguir la ruta La Habana-Moscú-Brazzaville-Punta Negra. La utilización del puerto de PuntaNegra y los aeródromos de esta ciudad y Brazzaville para elarribo de los buques y aviones que trasladarían los mediosde combate y el personal con destino a Cabinda se habíacoordinado durante la visita que realizó a Cuba a mediadosde septiembre el entonces presidente de la República del

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Congo, Marien N'gouabi, cuya cooperación no solo facilitóesta operación, sino que abarcó múltiples aspectos.

Vázquez y los oficiales que lo acompañaban se incor-poraron a las tareas de reconocimiento y preparación decondiciones para la recepción del resto del personal. Duran-te el examen de las posibles direcciones de ataque visi-tamos Chingundo, un punto fronterizo con Zaire, al este deCabinda, donde también nos hicimos pasar por periodistasargentinos.

Cámara en mano llegamos hasta la barra que indicabael límite entre los dos países. Allí conversamos y bebimoscervezas invitados por varios oficiales zairenses, entreellos un capitán al cual reencontraríamos en condicionesbien distintas al término de la batalla.

Pocos días después arribaron los 70 compañeros queformaban el tercer grupo, encabezados por el comandanteMarino. Más adelante se nos unió el cuarto, con 72 comba-tientes al mando del capitán Lobaina. Ambos realizaron eltrayecto en avión hasta Punta Negra y de ahí por tierra hastaCabinda.

El resto del personal, el armamento, la técnica y lossuministros se trasladaban en ese momento a bordo delos barcos La Plata y Coral Island. En este último solo via-jaban cuatro oficiales cubanos, los cuales respondían porla carga; en Puerto Amboim recogería reclutas angolanosprocedentes de Lobito y Benguela.

Con estos hombres se completaban los 192 instructorescubanos previstos. A ellos se sumaron, como refuerzo,39 efectivos de artillería antiaérea, antitanques, morteros ycomunicaciones, quienes llegaron en dos escalones, unoen la segunda quincena de octubre y el otro en los primerosdías de noviembre, antes de iniciarse los combates.

Su incorporación elevó a 231 la cifra definitiva de cu-banos que fundaron el centro de preparación de lasFapla y organizaron la defensa del enclave. Muchos deestos más de doscientos hombres, tanto oficiales comosoldados, eran del personal de la reserva de las FAR ydemostraron ser tan eficientes en su labor de instructorescomo aguerridos en el campo de batalla.

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Simultáneamente con la ubicación de los lugares dondeinstalaríamos el centro de preparación y los almacenes,organicé un grupo de oficiales cubanos, bajo el mando delcapitán Joel Franco, para, conjuntamente con algunos jefesy oficiales de las Fapla, comenzar a reclutar y organizar alpersonal cabindano que cursaría la preparación militar.

Este trabajo lo realizaron en los campamentos guerri-lleros de las Fapla ubicados en Belice y Buco Zau, haciadonde el MPLA envió a los hombres que integrarían elPrimer Batallón de infantería y las pequeñas unidades de mor-teros de 120 mm y de ametralladoras antiaéreas de 14,5 mmque actuarían como unidades independientes.

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El CIR No. 4

La máxima dirección del MPLA y de Cuba nunca estu-vieron ajenas a las intenciones de Zaire respecto a Cabinda.De otra parte, era obvio el peligro que esta corría por su des-ventajosa posición geográfica, separada del resto del país, yla reducida guarnición militar con que contaba.

Desde que se acordó la ayuda a Angola, el alto mando delas Fuerzas Armadas Revolucionarias insistió con el MPLAen la necesidad de reforzar a Cabinda, tanto por el peligroque corría como por lo difícil que resultaría recuperarla si elenemigo llegaba a apoderarse de ella. Además, la provinciareunía condiciones geográficas y económicas favorablespara, en caso de que el país fuera ocupado, reagrupar allí alas fuerzas del MPLA, organizar la resistencia y liberar alresto de Angola. No resultó fácil convencerlos, pero se logró.

Por ello, al planificar la Operación Carlota se decidió ubicaren Cabinda un Centro de Instrucción Revolucionaria (CIR),nombre que identificaría a las cuatro escuelas encargadasde concentrar, organizar y preparar al personal que se incor-porara a las Fapla en las zonas dominadas por el MPLA. Deesta forma surgió nuestro CIR No. 4. Los otros tres funcio-naron en Benguela, Henrique de Carvalho –actual Saurimo–y Salazar –actual N'dalatando–.

La parte cubana propuso también, y así se acordó, que ade-más del armamento previsto para estos centros el de Cabindaestuviera reforzado con una batería de obuses de 122 mm,dos de morteros de 120 mm, otras dos de ametralladoras anti-aéreas de 14,5 mm y dos pelotones de cañones antitanquesde 75 mm, todos con personal cubano.

La dirección de nuestro país previó ubicar el centro cercade la frontera con la República del Congo. Los alrededores

Preparativos

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del poblado de Belice, en la zona del Mayombe, parecíanser el sitio más adecuado para cumplir este propósito.

Sin embargo, cuando llegamos a Cabinda y aprecia-mos las características del terreno, la situación del enemi-go y de las Fapla y la desventaja de estas en cuanto acantidad de efectivos y preparación, comprendimos queen caso de agresión las fuerzas agrupadas en el CIR ten-drían que participar en las acciones desde el primer mo-mento y, por tanto, el centro debía instalarse en un sitioequidistante de las posibles direcciones de ataque.

Después de recorrer varias zonas propusimos dos lu-gares, en cada uno de los cuales podríamos prepararfuerzas de hasta un batallón: San Vicente Mozala, al su-deste de la ciudad de Cabinda, y Dinge, al centro de laprovincia. El mando cubano-angolano decidió de conjuntoque la situación geográfica de este último era más favorable.

Allí, en un cuartel que había pertenecido al ejército por-tugués, comenzó a funcionar nuestro Centro de InstrucciónRevolucionaria. Con los soldados que iban llegando, reclu-tados en el territorio del enclave, integramos el Primer Batallónde infantería y las pequeñas unidades de las armas y losservicios de los dos batallones que constituiríamos en elcentro.

Más tarde, cuando arribaron desde Luanda los reclutasprovenientes de Benguela y Lobito, se formó el SegundoBatallón. Era necesario habilitar una nueva instalación,no solo porque la capacidad de albergue resultaba insufi-ciente, sino también para evitar tener concentradas tantasfuerzas en un solo lugar. Dispusimos que parte de losefectivos de ese Segundo Batallón se ubicara cerca deCabinda. La elección recayó en Lándana, ciudad costera yla segunda en importancia de la provincia.

Lándana había sido uno de los lugares que propusimospara el desembarco de nuestro personal, técnica yarmamento –el que finalmente se efectuó por PuntaNegra– por tener algunos espigones y patanas que seusaban para trasladar las mercancías desde los buqueshacia la costa, de poco calado. Allí también estaba el se-gundo mayor hospital de la provincia, el que junto al de la

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ciudad de Cabinda utilizaron los servicios médicos cuba-no y angolano para prestar atención médico-sanitaria ala tropa y a la población.

Dentro de la ciudad se encontraba igualmente un cuartel,evacuado poco antes por el ejército portugués, en cuyosalmacenes, de gran capacidad, habíamos situado todos losaseguramientos logísticos enviados desde Cuba para elpersonal cubano y angolano del CIR. El campamento teníavarias barracas-dormitorios y una cocina capaz de darservicio a 500 personas. Reunía las condiciones necesariasy sus ocupantes podrían garantizar la protección y seguridadde los almacenes.

El cuartel de Dinge se encontraba aproximadamente aun kilómetro del poblado del mismo nombre y a unos se-senta de la capital provincial, en un terreno llano cerca delas montañas del Mayombe. Constaba de varias instala-ciones; la principal era un edificio biplanta de mamposteríay techo de placa en el que ubicamos la dirección del CIR yel dormitorio de los oficiales cubanos y angolanos.

Las restantes edificaciones eran una cocina-comedor concapacidad para alrededor de trescientos comensales y cincobarracas de paredes de bloques y techo de cinc para albergara la tropa. Todas rodeaban un polígono asfaltado donde elpersonal efectuaba la instrucción de infantería, de preparacióndel armamento para su empleo y otras actividades.

Cerca del campamento acondicionamos los polígonosde táctica, tiro, las especialidades de Artillería Terrestre yAntiaérea, etcétera, tales como campo de tiro en campaña,centros de mando y dirección, abrigos, emplazamientos dela artillería y tramos de posiciones de fuego y defensivasacondicionados desde el punto de vista ingeniero.

En ellos impartíamos la preparación de la tropa y ade-más preveíamos su utilización en caso de ataque enemi-go. Medio kilómetro al norte del campamento había unapista, no pavimentada, de aproximadamente ochocientosmetros para el aterrizaje de aviones de pequeño porte, dela cual se sirvió el centro.

Los cubanos nos instalamos en Dinge el 27 de sep-tiembre y en Lándana el 15 de octubre. Cuando llegaron losreclutas ya iban organizados en pequeñas unidades y habían

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pasado por el chequeo médico. Se les entregaba elarmamento y el vestuario y comenzaban la preparación. Losprogramas de estudio los habíamos elaborado mientras seestaba haciendo el trabajo de reclutamiento, por lo que noperdimos ni un segundo.

Nuestras fuerzas se estructuraron tanto con vistas apreparar al personal angolano como para combatir junto aél en caso de que fuera necesario. La distribución de cubanosen la estructura de instrucción fue: la jefatura del CIR (ochohombres), la Sección de Instrucción (85), el Primer Batallón(90) y el Segundo Batallón (43), estos dos últimos con susrespectivas planas mayores, y un puesto médico (cinco).

El Primer Batallón estaba integrado por un grupo de tác-tica, uno de tiro, otro de artillería antiaérea, dos de explora-ción, uno de artillería terrestre y el de logística; el segundobatallón lo componían seis grupos: táctica, tiro, artilleríaantiaérea, artillería terrestre, logística y reglamento.

Contendientes

Las fuerzas enemigas estaban constituidas por pequeñasunidades del ejército de Zaire y del FLEC y más de cientocincuenta mercenarios blancos. Los efectivos zairensessobrepasaban los mil hombres, organizados en batallonesde infantería reforzados con hasta dos compañías deblindados AML-90, una batería de morteros de 81 mm y seisametralladoras de 12,7 mm, hasta una compañía de tanquesM-60, una batería de obuses de 105 mm, una de morterosde 106,7 mm, varias secciones de morteros de 60 mm yhasta una compañía de transporte de diferente designación.

Los hombres del Frente de Liberación del Enclave deCabinda, también más de mil, estaban organizados enbatallones de infantería reforzados con: hasta doce piezas demorteros de 106,7 mm, más de veinte de morteros de 81 mm,igual cantidad de 60 mm, más de cien lanzagranadas M-79,hasta doce blindados AML-90, varias ametralladoras de12,7 mm, una compañía de diferentes carros de transporte,y el apoyo de una batería de cañones de 85 mm.

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Las fuerzas cubano-angolanas llegaron a tener pocomás de mil efectivos, distribuidos en dos batallonesde infantería, una batería de obuses de 122 mm, cuatro demorteros –dos de 120 mm y dos de 82 mm–, dosde ametralladoras antiaéreas de 14,5 mm, cuatro peloto-nes de ametralladoras de 12,7 mm y dos de cañones an-titanques de 75 mm, una compañía de zapadores, dospelotones de abastecimiento y un puesto médico.

Todos los cargos principales, incluidos los de jefe debatallón y de plana mayor, estaban duplicados paragarantizar el mando de las acciones si estas se producíanantes de que el personal angolano estuviera capacitadopara ello. Mientras duró la preparación, los jefes nuestrosfungían como asesores. .

En cuanto a los 231 cubanos, la estructura de comba-te que adoptó el CIR No.4 fue: jefatura (ocho hombres),dos batallones de infantería (76), una batería de obusesde 122 mm (32), cuatro de morteros –dos de 120 mm(25) y dos de 82 mm (ocho)– y dos de ametralladorasantiaéreas de 14,5 mm (25).

Se completaba con cuatro pelotones de ametralladorasde 12,7 mm (cuatro hombres) y dos cañones de 75 mm sinretroceso (seis). Además, una compañía de zapadores (tres),dos pelotones de abastecimiento (38) y un puesto médico(seis).

Por aquellos días, las fuerzas de que disponíamos eranel Primer Batallón de infantería, prácticamente formado;toda la artillería, incluida una batería de obuses de122 mm, y el Segundo Batallón de infantería, que se es-taba creando, el cual recibía clases en Lándana y, juntocon las pequeñas unidades del Primer Batallón, en Dinge.

Decisión

La toma de la decisión respecto a la defensa de Cabindaestuvo precedida de varios análisis, los cuales realizamosal tiempo que proseguíamos con las actividades de pre-paración combativa.

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Estos análisis se basaron en una apreciación profundadel enemigo, el estudio meticuloso del terreno a partir de losreconocimientos realizados desde nuestra llegada, y lavaloración objetiva de las fuerzas y medios que poseíamosambos contendientes.

Arribamos a la conclusión de que el enemigo contabacon fuerzas considerables para lanzarse al ataque –decuatro a cinco batallones de infantería reforzados con blin-dados, artillería y morteros– y que la dirección más favorablepara el golpe principal era la de N'to-Cabinda, al sur, porlo que allí debíamos concentrar las fuerzas fundamentales.

Los golpes secundarios se podían producir en la direcciónde Subantando, al este, por los sectores de Chingundo y deChimbuande hacia aquella y de ahí a Cabinda, así como en lacarretera de Bera Nova y Buco Zau hacia Dinge, con la pro-bable combinación de desembarcos aéreos y navales en lasregiones del aeropuerto y de Labi.

Las direcciones más propicias para los desembarcosnavales eran al sur de la ciudad de Cabinda, específicamenteen las cercanías de Labi y en la región de Lándana. Ello lepermitiría al enemigo avanzar con rapidez hacia la capitalprovincial, tomarla y, en pocos días, ocupar la totalidad delenclave.

Con el propósito de llevar a vías de hecho el planconcebido, decidimos que el Primer Batallón defendieraN'to con dos de sus compañías en el primer escalón y unaen el segundo, menos un pelotón. Como reserva que-darían un pelotón de infantería más una batería de obusesde 122 mm.

El primer escalón recibió el refuerzo de medios antitan-ques: cañones de 75 mm sin retroceso y de 82 mm. Un des-tacamento de infantería de las Fapla, reforzado con un pelotónde cañones de 75 mm al mando de cubanos, ocuparía la de-fensa de Labi en el flanco derecho de la dirección principal.

En el lugar denominado Punto Uno, avanzada del PrimerBatallón en la defensa de N'to, un pelotón de infantería haría lomismo. El Primer Batallón recibiría el refuerzo de una bateríade morteros de 120 mm, una de antiaéreas de 14,5 mm y elapoyo de otra de obuses de 122 mm desde la profundidad.

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El bisoño Segundo Batallón de infantería se ubicaría en Din-ge, con la misión de concentrarse en Subantando en caso dealarma y desde ese lugar enviar una compañía a reforzar ladefensa de Chingundo y otra a Chimbuande con el mismopropósito, lugares donde se defendían pequeños grupos deguerrilleros de las Fapla.

Otra compañía del Segundo Batallón permanecería comoreserva en Dinge con la misión general de colocar embos-cadas en las carreteras de Dinge a Bera Nova y a Inhuca y deesta a Buco Zau, si el enemigo avanzaba por esa dirección.

En Lándana, junto al antiguo cuartel portugués, se ubicaríaparte del grupo de refuerzo –antiaéreas y antitanques–con los guerrilleros de las Fapla que protegían el puerto; sumisión era impedir cualquier intento de desembarco naval.La retaguardia, que radicaba en Lándana, se trasladaría aLucola, al norte de la ciudad de Cabinda, más cerca del frente.

En todas las direcciones mencionadas se colocaron cam-pos de minas para impedir el avance del enemigo, mientraspequeños grupos de guerrilleros de las Fapla actuaban endefensa de estos puntos fronterizos y otros en la profundidad.

Esta fue, en esencia, la decisión que se tomó para la de-fensa de Cabinda. Los compañeros de las Fapla estuvieronde acuerdo y quedó oficializada mediante la disposición decombate que emití como jefe del Centro de Intrucción Revo-lucionaria:

Cabinda, octubre 28 de 1975.Disposición de combate.

El enemigo, en composición de un regimiento reforza-do de Zaire, más hasta tres batallones del llamadoFrente de Liberación del Enclave de Cabinda (FLEC),se prepara para atacar la provincia por varias direc-ciones:En la dirección sur, entre la base zairense de Kitona y lafrontera de Cabinda, concentra fuerzas mixtas de Zairey el FLEC integradas por infantería, tanques, otrosblindados, artillería y morteros de diferentes calibres, cons-tituyendo esta la agrupación principal para el ataque.

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En la dirección este, cerca de los sectores de Chimbu-ande y Chingundo, concentra otra agrupación defuerzas del FLEC, dirigida por oficiales zairenses y másde cien mercenarios de diferentes nacionalidades.Es de esperar que el ataque comience en los primerosdías del mes de noviembre del año en curso.Nuestro Centro de Instrucción Revolucionaria (CIR No. 4)tiene la misión de, con las fuerzas del Primer y SegundoBatallón en formación, apoyar las fuerzas que el MPLA-Fapla tiene en composición de pequeños destacamentosy grupos de combatientes en las diferentes direcciones,en primer lugar el sur y este del enclave.El Primer Batallón que se prepara en Dinge, con unabatería de morteros de 120 mm, una batería de morterosde 82 mm, una batería de ametralladoras antiaéreas de14,5 mm (cuatro bocas) y tres pelotones de cañonesantitanques de 75 y 82 mm, más el apoyo de la bateríade obús 122 mm, estar preparado para trasladarse a ladirección sur (N'to) y defenderla en cooperación con lospequeños destacamentos de las Fapla, rechazar elataque enemigo e impedir que este pueda salir a Cabinday ocuparla por esa dirección. Al frente de dicha agru-pación estaré yo, junto a un pequeño grupo de cubanosy angolanos, y como segundo jefe de batallón-jefe deplana mayor, el comandante Reynaldo Reyes Torres,Marino.El Segundo Batallón, menos una compañía deinfantería que se encuentra en su fase inicial de pre-paración, con una batería de morteros de 120 mm,una batería de morteros de 82 mm y una batería deametralladoras antiaéreas de 14,5 mm (cuatro bocas),debe estar preparado para, a la orden nuestra,trasladarse a la región de Subantando, al este de laciudad de Cabinda, para desde allí estar en disposiciónde apoyar los destacamentos de las Fapla que de-fienden los sectores de Chimbuande y Chingundo ycon parte de las fuerzas prever su actuación en ladirección N'to, al sur del enclave, en apoyo del PrimerBatallón, si fuera necesario.

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Para su traslado, alquilar seis rastras a la Empresade Transporte por Carreteras de la provincia, mante-niéndolas en su ubicación para trasladarse al recibirla orden. Al frente del batallón el comandante Vázquezy como jefe de plana mayor el capitán Gerardo Rodrí-guez Gámez.La Tercera Compañía de infantería del SegundoBatallón como reserva concentrada en Dinge, prestaa actuar en la dirección Bera Nova y Buco Zau, asícomo en otras que surjan durante las acciones.El destacamento de angolanos que defiende Lándanacon dos cañones antitanques y con dos piezas deametralladoras antiaéreas de una boca (con dotacióncubana), defender los espigones de dicho lugar yrechazar los intentos del enemigo de apoderarse deese puerto.En el resto de los puntos fronterizos con Zaire y enlas zonas montañosas, de probables acciones, seubican campos de minas combinados, protegidos porpequeños destacamentos de las Fapla, los queactuarán [en] esos lugares en caso de que el enemigolos ataque con fuerzas de menos envergadura. Estosdestacamentos y grupos actuarán como vecinos, porlo que debemos prever el apoyo de estos, [en] caso denecesidad.La cooperación en primer lugar organizarla dentro decada unidad, así como en los grupos y destacamentosFapla que actúan en sus flancos y profundidad.El Primer Batallón, estar listo para posible movimientohacia la dirección sur (N'to) a partir del día 30 deoctubre de 1975.Una vez llegado a N'to de acuerdo con la decisiónaprobada, comenzar de inmediato a fortificar lasposiciones.El Segundo Batallón, intensificar su preparaciónincrementando las horas diarias de instrucción y estarpreparado para su posible desconcentración al estede la ciudad de Cabinda para finales del día 30 deoctubre.

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La artillería del Primer Batallón y la que lo apoya,preparar al llegar al sur, de inmediato, desde el puntode vista ingeniero, posiciones de fuego: principales,de reserva y provisionales, organizar el sistema defuego (realizar el tiro de reglaje).La exploración de todo tipo, organizarla en todo el terri-torio concentrando los mayores esfuerzos en lasdirecciones sur y este del enclave.Los aseguramientos materiales organizarlos desdela región de Lucola, al norte de la ciudad de Cabinda,y desde los almacenes independientes en Lándana.El mando internamente en el Primer y SegundoBatallón, por alambre, radio y enlace, con el mando an-golano por alambre y radio y con el Primer y SegundoBatallón hacia arriba por radio y enlaces.Mi puesto de mando será el puesto de mando delPrimer Batallón antes de ocupar la defensa, en laregión de N'to. El segundo al mando, el comandanteVázquez, jefe del Segundo Batallón.

Comandante Espinosa J'CIR No.4

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Agresión

Entre el 20 de octubre y los primeros días de noviem-bre, Zaire concentró en las fronteras sur y este de Cabindafuerzas de hasta un regimiento de infantería –reforzadocon artillería, morteros y blindados– compuesto portropas regulares de su ejército, destacamentos del FLECy mercenarios de diferentes nacionalidades.

Para esa fecha defendían los principales objetivos eco-nómicos y políticos de Cabinda pequeños destacamen-tos de las Fapla que no sobrepasaban los cuarenta efectivoscada uno, equipados con armamento ligero y algunaspiezas de artillería reactiva (GRAD-1P).

En nuestro centro ya disponíamos de toda la artillería yel Primer Batallón llevaba varios días preparándose. En elSegundo Batallón solo se habían organizado las peque-ñas unidades y apenas comenzaba la instrucción.

El personal angolano de zapadores, una vez recibidas al-gunas clases, se envió a minar los lugares de acceso en lafrontera por donde pudiera producirse la agresión enemiga.Esos campos de minas quedaron protegidos por guerrillerosde las Fapla.

En esta situación, el 23 de octubre se produjo el primercombate de Quifangondo, poblado a solo 22 kilómetrosde Luanda. Argüelles llegó a Cabinda acompañado porel primer comandante Carlos Fernández Gondín, segun-do jefe de la Misión Militar Cubana en Angola, y el mayorArmando Saucedo Yero, jefe de la Sección Política.

El propósito de su viaje era solicitarme apoyo en hombresy medios. La decisión debía tomarla yo, por ser quien res-pondía por la defensa de la provincia. No acepté, a pesar de

La batalla

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su insistencia, porque sabía bien la preocupación que existíaen Cuba respecto a la seguridad de Cabinda.

Sin embargo, al conocer la inminencia del segundoataque a Quifangondo y la posibilidad de que la defensa allífuera quebrada, Argüelles volvió a trasladarse a Cabinda,en esta ocasión junto al comandante Víctor Schueg Colásy Saucedo. Su pedido fue más concreto: personal cubanopara una batería de morteros de 120 mm y otra deametralladoras antiaéreas de 14,5 mm.

Me aseguraron que este apoyo evitaría que Luanda fueratomada, les permitiría reorganizar y preparar sus fuerzaspara la defensa de la capital, y con ello levantar la moral delos combatientes. Prometieron también que los compañerosregresarían una vez que rechazaran el ataque.

Analicé que la situación era realmente compleja y peli-grosa; tuve en cuenta además que la instrucción de mesy medio recibida por el personal cabindano le permitía,aunque no con las mismas posibilidades, sustituir a loscubanos hasta su reincorporación, y acepté.

En Cuba autorizaron, aunque no estaban de acuerdocon esta decisión. Tenían razones suficientes, como yahe explicado, y evaluaron asimismo que si se reagrupa-ban las fuerzas de otras direcciones cercanas con lasdestinadas a la defensa de Luanda, era posible impedirque esta cayera en manos del FNLA.

El grupo nuestro combatió ejemplarmente en Qui-fangondo. Salvo el jefe de la batería de morteros de120 mm, teniente Mario González Betancourt, que per-maneció en Luanda, el resto del personal estuvo de regresoen Cabinda antes del 30 de octubre. En esa fecha de-cidí mover hacia N'to el Primer Batallón –reforzado conobuses, morteros y otras fuerzas– junto con la jefaturadel centro, agrupar el Segundo Batallón en Dinge –menosuna compañía que se mantendría en Lándana– y acelerarla preparación de este por si era necesario introducirlo encombate.

La semana siguiente permanecí todo el tiempo en N'toprecisando detalles, mientras el Primer Batallón se dedi-caba a trabajos ingenieros de fortificación. Allí me

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encontraba, realizando un recorrido con el personal de lajefatura, cuando poco después de las 11:00 horas del 8 denoviembre llegó Eurico, comisario del MPLA en Cabinda, einformó que el enemigo había comenzado el ataque hacia ladirección de Subantando por los sectores boscosos deChingundo y de Chimbuande.

Rápidamente ordené poner las unidades de la direc-ción principal en alarma de combate y que ocuparan ladefensa de acuerdo con lo dispuesto.

Di indicaciones de organizar un destacamento com-puesto por la Tercera Compañía de infantería del PrimerBatallón, bajo la jefatura del capitán Ramón Cruz, un pe-lotón de ametralladoras antiaéreas de 14,5 mm y uno demorteros de 82 mm.

Seguidamente envié un enlace a mi segundo al mando, elcomandante Vázquez, con instrucciones de ocupar loslugares previstos para el Segundo Batallón y para las unida-des de Dinge y Lándana, que en ese momento le subordiné.

El traslado del Segundo Batallón estaba asegurado desdetiempo atrás, cuando ante la inminencia de la agresiónalquilamos seis rastras para movilizarlo hacia el lugar del ataqueen el menor tiempo; las manteníamos en los campamentossin moverlas, pero listas para actuar. El dueño, un portugués,comentaba: “Estos cubanos están locos. Alquilan vehículos,pagan por adelantado y los tienen parados”. Como su interésera ganar dinero, de ahí no pasaba la cosa. Me gustaría habervisto su reacción cuando supo la importancia que tuvieron esosmedios para el éxito de la batalla.

La pequeña jefatura, integrada por el capitán IbrahimLobaina –instructor político–, el capitán Eusberto González–oficial de la Contrainteligencia Militar–, el primer tenientePedro Suárez –jefe de Comunicaciones– y por mí, nosdirigimos hacia Subantando, al frente del destacamentoorganizado. Allí establecí el puesto de mando principal.

En la ciudad de Cabinda, paso obligado de la técnicahacia Subantando, encontramos al comandante Pedalé.Con el veterano guerrillero angolano –herido variasveces en combate– analizamos en detalle la situación yconcordamos las acciones que se realizarían.

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Tales acciones, en lo referente a los instructores cuba-nos y los combatientes angolanos subordinados a ellosen el CIR, se recogieron en el documento "Disposiciónde combate".

Además de las medidas señaladas en esta disposi-ción, el resto de las unidades de las Fapla, subordinadasdirectamente a Pedalé y a las autoridades civiles del MPLA,asegurarían otras. Ellas eran:

Organizar de inmediato la defensa de la ciudad deCabinda; incrementar, con ayuda de la población, la cons-trucción de fortificaciones y obstáculos; preparar la eva-cuación selectiva de los civiles hacia el norte; implantar elracionamiento de alimentos y otros suministros a la po-blación y las tropas; centralizar el uso del transporte yemplear solo el imprescindible para asegurar los suminis-tros y los servicios de salud pública.

También se establecía seleccionar a la población y pre-pararla para participar desde el inicio en los combates o parareponer las bajas; organizar el mando y la dirección dela provincia con vistas a la situación de tiempo de guerra, ygarantizar la información sobre la situación en la ciudady en el territorio no agredido.

Quedamos en que mantendríamos un estrecho con-tacto y permanente intercambio de informaciones. Lasmedidas fueron puestas en práctica por ambas partessegún lo acordado y se crearon condiciones para com-batir en la ciudad si el enemigo rebasaba la defensa.

El pueblo se movilizó en interés del cumplimiento delas tareas, incluso niños de apenas doce o trece añostrabajaron en las fortificaciones, en la preparación de laevacuación y, fusil en mano, realizaron guardias, patrulla-jes y exploraciones desde entonces y se mantuvieron asídurante las noventa y seis horas que duró la batalla.

Como el resto del territorio, la ciudad de Cabinda sepreparó para enfrentar la agresión.

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Subantando

Llegamos a Subantando alrededor de las 15:00 horasdel 8 de noviembre. Aunque en ese momento desconocía-mos la cantidad y composición exacta de las fuerzasenemigas que atacaban en esta dirección, las mismas es-taban compuestas por dos batallones de infantería del FLEC,mercenarios y varios oficiales zairenses. Contaban conBTR, cañones de 85 mm, morteros de 60, 81 y 107 mm,lanzacohetes M-69, bazucas de fabricación norteameri-cana, diferentes armas de infantería y medios de transporte.

Los bosques dividen esta dirección en dos sectores: unohacia Chimbuande y otro hacia Chingundo. Teniendo encuenta estas condiciones, decidí introducir hacia el ríoLulondo dos pelotones de la Tercera Compañía de infan-tería del Primer Batallón. En el sector de Chimbuande, alTercer Pelotón, al mando del teniente Augusto GonzálezJardines, reforzado con un mortero de 82 mm; y por elsector de Chingundo, al Segundo Pelotón –al frente del cualestaba el teniente Rogelio Hernández– reforzado con dosmorteros de 82 mm y un GRAD-1P.

La. misión de ambos era avanzar hasta el río, organizarsendas emboscadas en la margen oeste y esperar lallegada del enemigo, que aproximadamente a las 11:00 horashabía atacado la frontera por estos puntos, los cuales defen-dían campos de minas y destacamentos guerrillerosangolanos.

El Primer Pelotón, reforzado con una pieza de ametra-lladora de 14,5 mm y al mando del jefe de la compañía,capitán Ramón Cruz, ordené situarlo en una emboscada enla región de Champuto Rico para interceptar los itinerariosque desde Chingundo y Tando Zinze conducen a Subantan-do y de este a la ciudad de Cabinda.

Al final del día 8, el Tercer Pelotón esperaba en su em-boscada al enemigo que avanzaba por el sector deChingundo hacia Subantando. Horas antes de que cayerala noche, los agresores salieron con su avanzada a la margeneste del río Lulondo y se dispusieron a cruzarlo.

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Cuando penetraron en el agua, el pelotón abrió fuego yestableció un combate que duró de dos a tres horas. Elenemigo se replegó luego de sufrir numerosas bajas y atrajorefuerzos de su profundidad, entre ellos morteros de 81y 106,7 mm. Comenzó a golpear con ellos a nuestro pelotón,el cual resistió y no le permitió cruzar el obstáculo acuático.

En este combate el teniente Rogelio Hernández resultóherido por una granada de mortero de 60 mm que cayóexactamente sobre la espalda de su proveedor, un com-batiente angolano. El oficial cubano tuvo que ser evacua-do hacia el hospital de Cabinda y más tarde a Cuba. Laexplosión le produjo contusiones y otras heridas menosgraves, de las cuales se recuperó.

En horas de la noche del día 8 llegó el segundo batallón aSubantando y decidí reforzar el sector de Chimbuande consu Tercera Compañía de infantería, a la que agregué unpelotón de morteros de 82 mm. El sector de Chingundo loreforcé con el resto del batallón, menos la SegundaCompañía, que dejé en la reserva en la región de Dinge.

La pequeña unidad de infantería destinada al sector deChimbuande llegó a la posición del Tercer Pelotón a la alturadel río Lulondo y su jefe, violando lo ordenado, decidiócontinuar avanzando. Fueron sorprendidos al este del ríocuando una parte ya había alcanzado la ribera opuesta y laotra estaba cruzándolo.

Allí cayeron tres angolanos y otros dos resultaron heri-dos, lo que provocó que la tropa se retirara de formadesorganizada y dejara abandonado un camión quetrasladaba dos morteros de 82 mm.

A medida que la segunda compañía se iba retirando colo-cábamos minas y hacíamos emboscadas de contención,pero la superioridad numérica de los invasores y eldesconcierto que la sorpresa causó en el personal impidióque detuviéramos el avance a pesar de la defensa queorganizamos sobre la marcha durante las primeras accionesdel día 8 y la mañana del 9.

Después de combatir en situación desfavorable por másde veinticuatro horas, en el transcurso de las cuales demora-mos el avance del enemigo con continuo fuego de hosti-

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gamiento y el empleo de obstáculos explosivos colocadoscon tal fin, nuestras fuerzas ocuparon las posiciones defen-sivas que habíamos ido preparando a unos cinco kilómetrosde Subantando e introdujimos en las acciones los morteros de120 mm y las ametralladoras antiaéreas de 14,5 mm.

Hasta ahí llegaron los agresores por el sector deChimbuande; se vieron obligados a frenar la ofensiva ypasar a la defensa apresuradamente. Desde entoncesperdieron la iniciativa.

Durante la retirada, los tenientes Juan Martínez y Augus-to González Jardines se habían internado en la selva y novolvimos a saber de ellos. El día 10 por la tarde di instruc-ciones de formar un pelotón de rescate con angolanos paraque saliera en su búsqueda. Este iría apoyado por un pelotónde morteros de 120 mm del Primer Batallón, al mando delteniente Wilfredo Gámez, jefe de la batería.

Un destacamento enemigo que se infiltró por el norteatacó al pelotón cuando este había avanzado unoscuatro kilómetros y lo obligó a replegarse. Quedaron prác-ticamente solos y Gámez decidió hacer fuego con losmorteros en elevación máxima; los proyectiles caían apocos metros de los cubanos pero impidieron que el ene-migo los persiguiera.

El teniente Gámez, a fuerza de coraje e inteligencia,logró retirarse con todas las piezas, las municiones y sinbajas. Ese mismo día, en un segundo intento, el pelotónrescató a los oficiales extraviados.

Al tiempo que estas acciones se desarrollaban, ordenésituar una emboscada en la región de Tando Zinze, en elentronque de los caminos que conducen hacia Chingundoy Subantando, para completar la intercepción de todaslas vías de acceso al puesto de mando. Allí ubicamos ungrupo de guerrilleros angolanos detrás de los obstáculosexplosivos que se iban colocando.

Mientras tanto, en horas de la mañana del día 9 la pri-mera compañía del Segundo Batallón y la batería de morterosde 120 mm que la apoyaba, avanzaban hacia Chingundocuando fueron sorprendidas por el fuego enemigo a la salidade un tupido bosque entre los pueblos de Talicuma y Talibeca.

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La infantería, que iba delante, se replegó unos cien metroshasta encontrar una posición ventajosa y pasó a la defensa.A pesar de la sorpresa, logró responder al ataque con fuegocerrado y detenerlo.

Por su parte, la batería de morteros, emplazada unos tres-cientos metros detrás del grueso de la compañía, recibiósobre sus posiciones el fuego de los morteros enemigosde 106,7 mm, lo que creó una situación compleja.

El comandante Vázquez ordenó al jefe de la batería mo-verla hacia delante, buscar mayor alcance y golpear los mor-teros del adversario. Ante la posibilidad de que se produjeranbajas y teniendo en cuenta la complejidad de la maniobra–había que realizar el movimiento sin técnica de transporte–,Vázquez indicó salir al valle ubicado detrás de las posicionesque ocupaban las pequeñas unidades de infantería.

El jefe de la batería no supo ejecutar la orden y la situa-ción se tornó más difícil. Cuando Vázquez me informópor radio lo que sucedía, decidí dejar al frente de la bateríade morteros de 120 mm del primer batallón al segundo almando de esta y trasladarme con su jefe, el tenienteWilfredo Gámez, al sector de Chingundo.

Le ordené a Gámez que, con el personal de exploracióny mando de la batería del segundo batallón, buscara unpunto en el flanco derecho del borde delantero desdedonde pudiera precisar la ubicación de la batería adver-saria, y luego me informara por radio los datos para empla-zar los morteros y abrir fuego. Mientras él ocupaba laposición, acercaríamos las piezas.

Gámez ocupó el lugar ideal. Trasmitió los datos y a suseñal comenzamos a golpear los morteros hasta neutra-lizarlos. Ello permitió mantener la posición de la compañíay evitar que fuera hostigada por la artillería enemiga.

Sin lugar a dudas, el éxito de este combate se debió a loshombres de la batería de morteros del Segundo Batallón yal compañero Gámez. A ellos, una vez más, mi reconoci-miento.

Como hecho anecdótico anoto que en esta acciónasumí las funciones de segundo jefe de batería. (No erala primera vez en mi vida militar ni sería la última durante labatalla de Cabinda. En esta se repetiría al día siguiente,

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primero al rechazar el intento de desembarco en la regiónde Labi, donde dirigí una batería reactiva GRAD-1P, y el 12,al desplegar la contraofensiva en el sector de Chimbuande,cuando avanzábamos hacia la frontera, esta vez, nueva-mente con los morteros de 120 mm.)

Pasado el mediodía, la primera compañía recibió dospiezas de 14,5 mm y un pelotón de morteros de 82 mm yreorganizó la defensa a unos doscientos metros delpueblo de Talicuma. Cavaron trincheras y realizaron otrostrabajos ingenieros imprescindibles para rechazar la nuevaacometida, que se esperaba de un momento a otro.

El segundo intento comenzó el día 10 con una notableagresividad por parte del batallón atacante, pero el fuegocombinado de la infantería, los morteros y las ametralladorasantiaéreas de 14,5 mm, empleadas en tiro terrestre, lo frenarony no le permitieron superar el río.

Esta acción posibilitó estabilizar la situación. La iniciati-va en toda la dirección pasó a nuestro lado y se crearonlas condiciones para iniciar la contraofensiva en la totali-dad de este frente.

Diferentes métodos y formas de lucha empleamos en ladirección de Subantando, en los sectores de Chimbuande yde Chingundo, durante los combates de los días 8, 9 y 10: laacción combinada de la guerra regular e irregular con la uti-lización de emboscadas de contención, de aniquilamiento yexploración, así como golpes frontales, de flancos, deaniquilamiento, de neutralización y de demostración. Tambiénempleamos la infiltración en la zona ocupada por el enemigo.

En Chingundo utilizamos la defensa regular cuando elenemigo, en su segundo ataque, trató de cruzar el ríoLulondo; y en el sector de Chimbuande cuando lo detu-vimos cerca del poblado de Subantando.

En estos combates desempeñaron un papel protagónicolos morteros de 82 y 120 mm, así como las ametralladorasantiaéreas de 14,5 mm, llamadas por los cubanos “cuatrobocas”. Estas últimas, empleadas en el tiro terrestre, que noes su designación, demostraron una alta efectividad contra lainfantería, transportes y blindados. De ello pueden dar fe lossobrevivientes de las agrupaciones enemigas en N'to ySubantando.

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Fue la segunda vez que los cubanos las utilizamos en tiroterrestre contra la infantería –la primera fue en Quifangondo–,esta vez colocadas de cincuenta a cien metros detrás de losórdenes combativos de las pequeñas unidades de infantería,en composición de una pieza hasta una batería.

En el caso de los morteros, por las características delterreno, con abundantes bosques y pequeñas elevacio-nes, su empleo desde piezas aisladas hasta baterías re-sultó muy favorable en el apoyo de la infantería.

Otro armamento importante en estos combates fue elingeniero: las minas antitanques y antipersonales, que oca-sionaron las primeras bajas al enemigo al inicio de lasacciones, también retrasaron su avance y causaron grandeterioro sicológico en sus filas durante los combates.

Justamente el retraso inicial del avance enemigo a causade la acción de los campos de minas y el tiempo invertidoen liquidar sus consecuencias, permitió a nuestras pe-queñas unidades salir a las márgenes del río Lulondo yorganizar allí las emboscadas.

Quiero precisar que después de reconocer la fronteraentre Cabinda y Zaire, propusimos al mando angolanominar algunos sectores para impedir que el enemigo nossorprendiera, lo que además nos permitiría ganar tiempoy poder maniobrar con las pocas fuerzas de que dispo-níamos, si el ataque se producía.

Lo aprobaron y comenzamos a instalar los campos deminas antes de que llegara la totalidad de los cubanos yse iniciara la preparación de las fuerzas angolanas. Talesfueron los casos de Chimbuande, Chingundo y otros.

Por cierto, la primera baja que tuvimos los cubanos enCabinda se produjo durante la instalación de un campode minas. Sucedió el 2 de noviembre en el único caminoque existe a través de los pantanos, en el sudoeste del en-clave, para enlazar a Labi y la ciudad de Cabinda con Zaire.

Durante los trabajos de minado en ese campo, unangolano que fungía como ayudante del teniente AberamónSantiesteban cometió el error, por ignorancia, de activar unamina antipersonal que le explotó en las manos. Perdió lavida y resultó herido grave el oficial cubano, quien fueevacuado y se recuperó luego.

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Precisamente por este lugar el enemigo trató de infiltrarun grupo de exploración en vísperas de la agresión. Cayóen el campo minado y murieron sus tres componentes. Elhecho demostró, una vez más, la conveniencia de emplearel armamento ingeniero que, como es sabido, no solo resultaefectivo antes de los combates, sino también durante eldesarrollo de estos.

Es esta el arma con que cuentan los pueblos pobres paradefender su soberanía. Los poderosos la rechazan porquees la más efectiva contra sus fuerzas vivas. Sin embargo,aprueban que los arsenales de Estados Unidos y las demáspotencias cuenten con armas nucleares y biológicas,aviación y submarinos pertrechados con cohetes de diferentedesignación, incluidos, en la mayoría de los casos, losmodernos cruceros. Así son de inconsecuentes.

Uno de los campos de minas que instalamos pocodespués de nuestra llegada a Cabinda se encontraba alnoroeste del poblado de Chiobo. Su objetivo era impedirla posible entrada de técnica blindada y transporte.

En aquella ocasión formé un destacamento de cubanosy angolanos. Me acompañaban el primer teniente ingenieroOsmel Pérez y el comandante Vázquez; los tres cubanosseríamos los encargados de realizar el minado por el dominioque teníamos de este trabajo. El comandante Fogotao, jefede operaciones de las Fapla, y una escuadra de guerrillerosangolanos se ocuparían de la protección.

El traslado a la primera zona que minaríamos se realizóen dos carros: un KRAZ 258 donde iban los explosivos, losmedios iniciadores, el personal de protección y Osmel, yun WAZ 459 en el que viajábamos Fogotao, Vázquez y yo.

Habíamos elaborado un plan para la acción y el formu-lario –esquema– para la colocación del campo; por estosdocumentos comenzamos a ejecutar el minado. Nos acer-camos en los vehículos a solo 500 metros del lugar esco-gido. En lo adelante llevaríamos las minas a pie hasta ellugar de su instalación.

Ya comenzado el trabajo sentí una necesidad fisiológicaperentoria y me adelanté a las posiciones que ocupabanlas postas de seguridad. En ese instante, el soldado de las

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Fapla que estaba de guardia exactamente detrás del sitioescogido por mí, observó una patrulla enemiga que avan-zaba y disparó con su RPG-7. Las fuerzas se desplegarony comenzó el tiroteo.

Naturalmente, dejé a medias lo que estaba haciendo ydesde mi posición “adelantada” disparé el AKM, que no habíasoltado en ningún momento. Sentía pasar los proyectilespor encima de mí mientras me retiraba combatiendo. Logréreunirme con Vázquez, Osmel y los angolanos. Pasados unosminutos, en los cuales no cesó el intercambio de disparos, lapatrulla enemiga se retiró. Decidí desmontar las minas y situar-las en otro lugar más a la profundidad, pues aquella posiciónya había sido descubierta.

Este fue el primer encuentro en que participamos loscubanos en Cabinda. En él se evidenció una verdad rei-terada: el soldado en la guerra no debe separarse nunca,bajo ninguna circunstancia, del armamento asignado, nisiquiera cuando necesita satisfacer la más urgente ne-cesidad fisiológica.

El siguiente encuentro se produjo en la segunda quince-na de octubre. El enemigo trató de introducir a un grupo deexploración del FLEC en la región donde estaban ubicadaslas reservas –en Lucola, al noreste de la ciudad deCabinda–, con el fin de conocer el número de cubanos yde medios allí dislocados.

Nuestra seguridad sorprendió al grupo y en brevecombate capturó a dos elementos, uno de ellos herido. Porsus declaraciones supimos que faltaba uno de los inte-grantes y procedimos a buscarlo en los alrededores.

Al tercer día de búsqueda infructuosa se presentó en elcampamento un nativo, quien informó que al ir a su es-tancia había escuchado quejidos de un hombre que seencontraba encima de una palma, al parecer herido. Locapturamos, le brindamos atención médica y ya restable-cido ofreció valiosa información.

Retomando los acontecimientos ocurridos entre los días8 y 10 de noviembre en la dirección de Subantando, significoque el momento más difícil para la estabilidad de las accionesse produjo el 8, cuando en el sector de Chimbuande el jefe de

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la segunda compañía del segundo batallón violó lo ordenadoy superó el río Lulondo, como anteriormente expliqué. A causade esa indisciplina, hubo que combatir en repliegue durantetoda la noche y hasta el final del siguiente día, cuando logramosdetener al enemigo en las cercanías de Subantando.

El suceso confirmó lo caro que resulta violar las órdenessuperiores. Por esa razón, los jefes que en el combate come-ten tales violaciones deben ser sancionados rápida yejemplarmente. En correspondencia, el oficial fue destituidoy enviado a Cuba para ser procesado.

Los combates defensivos en la dirección de Subantan-do, tanto en el sector de Chimbuande como en el de Chin-gundo, se caracterizaron por los cambios bruscos de lasituación. Durante los dos primeros días la iniciativa pasabaen corto tiempo de un bando al otro, hasta que el enemigofue detenido el día 10. A partir de ese momento todo cambió.

N'to

Desde el inicio de las acciones el día 8, las fuerzas agru-padas en la dirección de N'to permanecieron en lastrincheras. Noche a noche me trasladaba desde el puestode mando en Subantando hasta N'to para analizar, junto conel comandante Marino, la situación en su zona de defensa yobservar el desarrollo de los acontecimientos.

En la noche del día 9, antes de regresar a Subantando,dispuse que un destacamento de guerrilleros de las Faplasaliera de N'to, se introdujera por el frente del Primer Ba-tallón y avanzara hasta salir a la retaguardia del enemigoque había atacado por Chimbuande, ya que allí nuestrastropas afrontaban una situación crítica. Convine en preci-sarles la misión al amanecer del 10 en Camba, un puntoequidistante entre N'to y Chimbuande.

Al filo de la madrugada del día 10 los guerrilleros cru-zaron el borde delantero del Primer Batallón. Pocas horasdespués entablaron combate con una fuerza muy superioren número y poder ofensivo: el grueso del contingente

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invasor que se aprestaba a atacar a N'to. Los guerrilleroscomenzaron a replegarse en dispersión hacia los bosques.

En el puesto de mando de la dirección principal, el co-mandante Marino se vio ante una disyuntiva: debía orde-nar el apoyo artillero con los obuses de 122 mm porque elcombate se escuchaba cada vez más cerca, pero si lohacía podía aniquilar al destacamento angolano.

Decidió enviar una patrulla de exploración cubana paraconocer con exactitud lo que estaba sucediendo en su frente,ubicar dónde estaba el enemigo y con qué fuerzas y medioscontaba.

Cerca de las 06:00 horas del día 10, la patrulla cubanacruzó la primera línea de defensa del Primer Batallón.Cuando había avanzado unos dos kilómetros hacia lafrontera con Zaire, detectó a la agrupación enemiga pero,a la vez, fue descubierta por esta.

Los agresores, cuya infantería iba precedida por carrosblindados, abrieron intenso fuego contra los exploradores.Estos, sin dejar de disparar, retrocedieron en forma organizadahacia nuestra seguridad combativa (Punto Uno) y desde allílograron establecer comunicación por radio con el coman-dante Marino, al que le informaron del avance enemigo, del en-cuentro que había sostenido el destacamento guerrilleroangolano, la neutralización de este y su dispersión.

El jefe en N'to ni siquiera entonces ordenó a la artillería abrirfuego. Además de temer por los angolanos, pensaba que yo meencontraba con ellos porque conocía que esa mañana debíair al encuentro del destacamento para precisarle la misión.

En tales condiciones, ordenó a las pequeñas unidades delprimer escalón que se prepararan para repeler el ataque, yainminente, y al jefe de la batería de ametralladoras de 14,5 mmprever el traslado de esta a la primera línea. Para entonces elenemigo había comenzado la preparación artillera con losobuses de 105 mm y los morteros de 106,7 mm.

Mientras esto ocurría en la dirección de N'to, allá en eleste, entre las 04:00 y las 05:00 horas del propio día 10,había salido de recorrido con mi pequeño grupo desde laprimera línea defensiva en el sector de Chimbuande haciael puesto de mando en Subantando.

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Al llegar al poblado entramos con el yipi al portal de unabodega abandonada y nos quedamos dormitando en elvehículo. Transcurridos unos minutos escuché una salvade obuses de más de 100 mm. Me sobresalté: “Atacaron ladirección principal”, dije. El capitán Lobaina respondió: “Jefe,son cerdos”. Varios de esos animales habían estado ron-dando el vehículo a nuestra llegada y él, medio dormido aún,confundió el sonido. Una nueva salva despejó la duda.

A propósito, una anécdota: el día 9 utilicé al capitánIbrahim Lobaina como oficial de enlace en diversas oca-siones porque la jefatura era muy pequeña. (A los demásoficiales, con independencia del cargo que ocuparan,también les había asignado esta función con anteriori-dad.) Al caer la tarde le ordené llevar una indicación a undestacamento mixto de cubanos y angolanos que seencontraba en San Vicente Mozala, punto ubicado en elflanco izquierdo y en la profundidad de la dirección principaldel ataque. Cuando recibió la orden, me preguntó: “Jefe,¿usted quiere que me maten?”. Le respondí: “Si te matan ysalvo al resto, tu muerte no será en vano”. ¡Cumplió!

Decidí informar al comandante Vázquez acerca de lasituación creada en N'to y dejarlo al frente de las tropasen la dirección de Subantando. Hecho esto salí hacia ladirección principal. En las primeras horas de la mañana,todavía en camino, me encontré con Bolingó, quien ibaen mi búsqueda con la noticia de que al norte de Labi seestaba produciendo un desembarco naval.

Me dirigí de inmediato hacia Base Chica, lugar próximoa la costa y al sitio donde me encontraba. Allí los guerrillerosangolanos tenían emplazada una batería de GRAD-1P.Sabían operar las piezas pero desconocían cómo calcularlos datos necesarios para la realización del tiro. De estoúltimo me ocupé.

A esta artillería reactiva los angolanos la llamabanmonocachitos desde que se utilizó por primera vez en loscombates al norte de Luanda: mono por tener un solotubo de los que componen la pieza de artillería reactivaconocida como Katiuska, palabra de la cual surgió elcachitos. Demostró su eficiencia en solo minutos: con los

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primeros disparos impactó una lancha y cubrió el restodel área de la operación.

En Base Chica apreciamos que un buque madre seencontraba despachando lanchas de desembarco cargadasde soldados rumbo a la costa. Era la fuerza de desembarco.Determiné la distancia por los mapas, calculé los ángulos yentregué los datos al jefe de la batería, con instrucciones deque abriera fuego tan pronto estuvieran listos.

Partí hacia N'to antes de que concluyera la acción. Pre-viamente, a través de Bolingó, envié instrucciones al jefecubano del aeropuerto de Cabinda: dirigirse hacia Labicon un pelotón de antiaéreas de 14,5 mm de la bateríaque defendía el aeródromo –compuesta por cubanos–más uno de infantería angolano, y cortar allí el posibleavance del enemigo si este lograba desembarcar. No fuenecesario porque con la primera andanada de la bateríade Base Chica el barco enemigo levó anclas y las lanchasescaparon mar afuera, excepto una, que fue destruida.

Ya en la dirección principal, me acerqué al puesto demando del comandante Marino bajo el fuego de la ar-tillería enemiga. Este, queriendo protegerme, gritó:“¡Espinosa, corre!”, a lo que respondí: “¡Tira con la artillería,c...!”. Una vez en el puesto de mando, mientras Marinoordenaba hacer fuego observé a los invasores. Veníansumamente confiados, algunos hasta cantando, segurosde que ocuparían las posiciones con facilidad.

En su camino solo habían encontrado al destacamentode guerrilleros angolanos y la pequeña patrulla angolano-cubana de exploración. Esto les hizo pensar que la resis-tencia sería mínima ya que, según su apreciación, lasfuerzas fundamentales las habíamos llevado para el este.

Cuando los obuses de 122 mm, los morteros de 82 y120 mm, las ametralladoras de 14,5 mm –dos piezas que,a propuesta de Marino, se habían llevado al bordedelantero– y la infantería hicieron fuego sobre ellos, lasorpresa fue completa. Sucesivamente fuimos incorporan-do los cañones antitanques de 75 mm, los morteros de82 mm, los lanzacohetes y otros medios. En poco tiempomás de un centenar de cadáveres cubría el valle de acceso a

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N'to. La mayoría de los blindados comenzó a retirarse,seguida por los sobrevivientes.

Debo reconocer que algunos de esos carros se acer-caron hasta 50 metros de la primera trinchera –uno inclu-so avanzó más–, pues el fuego de la infantería se ordenócuando estaban a muy corta distancia, como resultado dela confusión antes explicada. Sin embargo, también es ciertoque esta situación ayudó a mejorar la efectividad del tiro.

Después de rechazar el primer ataque en la dirección prin-cipal, ordené al comandante Marino completar las pequeñasunidades con todos los tipos de municiones y mantener elestado de máxima disposición combativa en las tropas.

Alrededor de las 12:00 horas, el capitán Alfredo Savón,jefe de la segunda compañía de infantería, que cubría el flan-co derecho, informó que observaba una agrupación enemigaavanzando en orden precombativo hacia sus posiciones.

Marino propuso enviar dos piezas de 14,5 mm hacia laSegunda Compañía como refuerzo, lo que acepté. A lo largode los combates aquellas cuatro bocas habían demostradoser devastadoras y ahora lo reafirmarían una vez más.

Minutos después de recibida la información, el enemigolanzó su segundo ataque. Hizo fuego con los obuses de105 mm contra el borde delantero de la compañía y contrael observatorio del jefe de la batería de obuses de 122 mm,primer teniente Fray Delgado. Este dirigió el fuego con tantaprecisión que logró destruir una sección de morteros de106,7 mm, una batería de morteros de 81 mm y un puestode observación de los obuses de 105 mm.

La acción combinada de todas las fuerzas y mediosposibilitó que en poco tiempo los invasores desistieran desu segundo y último intento de quebrantar la resistenciaen la dirección principal.

Poco después pudimos observar los helicópteros delejército de Zaire cuando recogían a los heridos y cadáveresmás “importantes” y los trasladaban al otro lado de la fron-tera. Era la imagen de la derrota total.

La idea de triunfo rápido de los agresores se deshizo enN'to. Al luchar viril y firmemente, los combatientes angolanosy cubanos frustraron los planes del mando enemigo, sus

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asesores mercenarios blancos y el imperialismo, todos ellosempeñados en derrotamos en la frontera sur de Cabinda yapoderarse, sobre la marcha, de la capital del enclave.

Con este propósito habían empleado hasta dos batallo-nes del FLEC reforzados con efectivos regulares zairensesy mercenarios. Contaban con BTR, morteros de 60, 81 y106,7 mm, lanzacohetes M-69 y bazucas, apoyados porobuses de 105 mm y tanques del ejército de Zaire. Les ani-quilamos cuatro blindados, capturamos gran cantidad de ar-mamento, municiones, dos morteros de 81 mm y un yipiartillado con una ametralladora de 12,7 mm, y les ocasio-namos numerosas bajas entre muertos y heridos.

Muchos fueron los elementos que determinaron el éxi-to en la dirección principal: la decisión de trasladar el Centrode Instrucción Revolucionaria hacia el sur, cerca de lafrontera con Zaire, al conocer la posible agresión; el trabajode organización y preparación de la defensa; el acondicio-namiento del terreno desde el punto de vista ingeniero; laconducción eficaz de las acciones por los jefes de laspequeñas unidades, y, fundamentalmente, la actitud de loscombatientes angolanos y cubanos.

La victoria en la dirección de N'to cambió radicalmentela situación en las zonas de ofensiva del enemigo. Elmando angolano-cubano tuvo entonces la posibilidad dedesplegar la contraofensiva en todas las direcciones.

Victoria

Después de rechazar los dos ataques enemigos contra ladirección principal regresé al este, donde continuaban loscombates en los sectores de Chimbuande y de Chingundo.En este último, uno de los jefes de la fuerza invasora murióen la tarde del día 10 cuando, a la altura de Talicuma, inten-taban perforar la sólida defensa allí establecida.

Resultó ser el mismo capitán que nos invitó a tomarcerveza en la línea fronteriza con Zaire el día que, hacién-donos pasar por periodistas, visitamos a Chingundo con elobjetivo de estudiar el terreno.

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Esta muerte desmoralizó a las fuerzas enemigas, cuyofuego comenzó a disminuir. Al conocer la situación, en lamadrugada del día 11 le ordené al comandante Vázquez queavanzara con todas sus fuerzas y persiguiera a los invasores.

Durante la persecución apreciamos las atrocidades quehabían cometido los atacantes en este sector: hombres,mujeres y niños asesinados, como los del poblado de Tali-beca, al penetrar en Cabinda, e igualmente en la ruta de suhuida, ejemplo de lo cual era Zalengo, donde encontramoslos cadáveres, aún calientes, de decenas de civiles; desdeentonces los cubanos llamaron aquel lugar el “pueblo de losmuertos”.

Mientras avanzaba por el sector de Chingundo, en elde Chimbuande la defensa mantenía el fuego de vigilan-cia con los morteros de 120 mm, que había iniciado lanoche del día 10.

En la madrugada del 11, envié fuerzas de un pelotón dela segunda compañía para atacar al enemigo que se hallabaoculto en la selva. Una vez ubicado este, orienté concentrarel fuego de la artillería sobre sus posiciones, tras lo cualcomenzaron a replegarse en forma desorganizada hacia lafrontera con Zaire.

En este sector empleamos el resto del día 11 y la ma-drugada del 12 en crear las condiciones necesarias parala contraofensiva. Al amanecer iniciamos el avancedesde Subantando hacia el poblado de Chimbuande.

El ataque se convirtió en una persecución acelerada,durante la cual atacábamos al enemigo luego de “ablandarlo”con los morteros de 120 y 82 mm, este retrocedía, ocupabaotras posiciones, volvíamos a emplear los morteros, y asísucesivamente, de forma ininterrumpida, hasta que, al finaldel día, cruzaron los límites de Angola. Allí nos detuvimos puesnuestra misión era expulsarlos de Cabinda, no trasponer lasfronteras de otro país, si bien nos mantuvimos haciendo fuegoy ellos, temerosos, continuaron retirándose por más decuarenta kilómetros.

En el curso de la contraofensiva ocupamos todo tipo dearmas y municiones que el enemigo abandonó en sudesordenada huida. Al retirarse en desbandada, unaparte de los invasores cayó en un campo de minas de los

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que colocamos durante su penetración para tratar dedetenerlos. Allí murió el jefe máximo de los agresores, unmercenario de origen norteamericano, según conocimospor informaciones que ofrecieron los prisioneros.

En los sectores de Chingundo y de Chimbuande el terrenopresenta grandes bosques maderables y malezas, por lo quela infantería solo pudo actuar con armamento ligero: fusilesAKM, ametralladoras Dp, RPK, lanzacohetes RPG-7 ymorteros de 60 y 82 mm.

Las ametralladoras antiaéreas de 14,5 mm y los mor-teros de 120 mm, que necesitan carrosremolque, se mo-vieron y emplearon a lo largo de los caminos e iban detrásde los órdenes combativos de las tropas al asalto.

Por ambos flancos de las vías, a través de la mata –bosque o selva en portugués–, actuaron destacamentosde cuarenta a sesenta hombres, y por el centro otros de veintea treinta hombres. Detrás de estos últimos, a trescientoso cuatrocien-tos metros, se movieron pelotones de ametra-lladoras de 14,5 mm listos para, en caso de necesidad,acercarse hasta unos cincuenta a cien metros de losórdenes combativos de la infantería y apoyarla.

Más en la profundidad, a unos seiscientos u ochocien-tos metros, avanzaron los morteros de 120 mm, los queeran emplazados para neutralizar las posiciones donde elenemigo trataba de afianzarse durante el repliegue. Una vezrecibida la información de la exploración o la avanzada sobrela posición que ocupaba el adversario, la representaba en elmapa del teniente Gámez, jefe de la batería, daba la ordende hacer fuego e indicaba la cantidad de granadas demorteros que debían emplear.

Tras planificar el fuego me adelantaba y ordenaba a lainfantería atacar, en tanto pasaba el golpe de los morteros ala profundidad de la posición enemiga. Este proceder lo repetícada vez que el adversario trató de consolidar su posición.

Quiero destacar, especialmente, la efectividad de los mor-teros, dirigidos por el compañero Gámez. En todos losasaltos de fuego que realizamos causaron grandes pér-didas y, en la mayoría de las ocasiones, el enemigo seretiró antes de hacer contacto directo con la infantería.

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Esto hizo posible que de las 06:00 a las 15:00 horas re-corriéramos en ofensiva los 25 kilómetros que nos separabande la frontera con Zaire.

Durante la contraofensiva en este sector, las ametralla-doras antiaéreas de 14,5 mm se emplearon en tiro terrestreen tres ocasiones: al comenzar el ataque contra la posiciónque ocupaba el enemigo, cuando fue detenida su ofensiva; alreplegarse los invasores y ocupar la ribera este del río Lulondo,y al salir a la frontera con Zaire.

Similares acciones se realizaron en el sector de Chingundo.Aunque allí la contraofensiva comenzó en la madrugada deldía 11, el ritmo del ataque fue más lento que en el sector deChimbuande, por lo que en ambos la salida a la frontera seprodujo con muy poca diferencia de tiempo.

Así concluyó el intento de apoderarse de Cabinda me-diante una agresión armada. La República Popular de Angola,que había sido proclamada por el presidente Neto cuandolas manecillas del reloj comenzaban a dejar atrás las docede la noche del 10 de noviembre de 1975, nacía con suprovincia más norteña liberada de la invasión imperialista.

Habíamos cumplido y con un mínimo de bajas: dosheridos cubanos y cinco angolanos, quienes además tu-vieron 13 muertos. La pérdida de medios fue irrisoria: dosmorteros de 82 mm –que recuperamos al retirarse el ene-migo–, algunos fusiles M-52 y otros medios de menorcuantía. La alegría nos llevó a todos de abrazos en abrazos.

Dos años después, el Comandante en Jefe Fidel Castrovisitó a Angola en ocasión del primer aniversario de la expul-sión del último soldado extranjero del territorio. Allí, el 27 demarzo de 1977, ante la multitud reunida con este propósito,dijo:

[...] en aquellos días, en la primera decena de noviem-bre de 1975, la situación era muy difícil. Los racistassudafricanos avanzaban por el sur, los mercenarios ylas tropas de Zaire se encontraban a 25 kilómetros deLuanda, y las tropas mercenarias apoyadas por el ejér-cito regular de Zaire se preparaban para atacar Cabinda.Hacía mucho tiempo que el imperialismo organizabaestos planes. Ellos pensaban estar en Luanda el 11 de

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noviembre, ellos pensaban ocupar Cabinda para esamisma fecha y, en colaboración con los fascistas deSudáfrica, ocupar todo el territorio de Angola [...] Perocometieron un error: no contaron con el pueblo deAngola, no contaron con el MPLA, no contaron con lasFapla y no contaron con la solidaridad internacional.Los imperialistas no pudieron tomar Luanda y en Qui-fangondo sufrieron una gran derrota. Allí en Quifangondohasta los pioneros angolanos combatieron contra losinvasores. Los imperialistas no pudieron tomar Ca-binda y sufrieron allí una aplastante derrota. Los suda-fricanos fueron detenidos en el sur, a pesar de que secreían invencibles. y el 11 de noviembre, cuando todavíaen Luanda se escuchaba el tronar de la artillería, elcompañero Agostinho Neto, después de tantossacrificios y de tanta lucha, pudo proclamar al fin laindependencia de Angola.5

5 Fidel Castro: “Discurso en el acto celebrado en la plaza Primero deMayo, de Luanda”, revista Verde Olivo, No.15, pp.53-54, La Haba-na, 10 de abril de 1977.

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Trabajo político

La importancia que tuvo el trabajo político y del partidopara el éxito de nuestra misión en Cabinda me motivó a incluir-lo en este testimonio, donde no detallo otros aseguramientospara evitar que la narración resulte demasiado extensa.

Los fines que se propuso y logró, fueron: aplicar conse-cuentemente, en todas las actividades de la tropa, la políticadel Partido Comunista de Cuba –en el caso de los cubanos–y la del MPLA –que incluía a cubanos y angolanos–; elevar lacapacidad y disposición combativas; fortalecer el estadopolítico-moral del personal, así como su disciplina militar cons-ciente, y lograr que dominara tanto el armamento y la técnicade combate como la lucha regular, irregular y combinada.

Esta labor se organizó a partir de las indicaciones quedio el Comandante en Jefe cuando salimos de Cuba, lasque estableció el aparato político y del partido de la MisiónMilitar Cubana en Angola, los reglamentos de los organis-mos políticos de las tropas aprobados por el mandosuperior, además de las órdenes, directivas e indicacionesque establecí como jefe del grupo de cubanos en Cabinda.

El contenido del trabajo político en las diferentes con-diciones de la actividad combativa de las tropas se determinótambién de acuerdo con las órdenes de combate dadas porlos jefes directos y las características de la situación imperante.

Los jefes, a todos los niveles, asumieron plena respon-sabilidad por el trabajo político y por el estado políticomoral yla disciplina del personal. Tanto ellos como los trabajadores po-líticos y los oficiales fueron educadores políticos y militaresde los subordinados, mantuvieron contactos directos conestos y conocieron permanente y multilateralmente suscaracterísticas y cualidades personales.

Reflexiones

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De igual forma se preocuparon por satisfacer las solici-tudes y necesidades de los combatientes, lo que se ma-terializaba de acuerdo con las posibilidades y condicionesexistentes, considerando además la actitud mantenida porcada compañero.

Las misiones planteadas para el cumplimiento de estospropósitos, fueron:

– Cohesionar al personal en torno a la jefatura de cadapequeña unidad y educar a los combatientes en el espíritudel patriotismo cubano y del internacionalismo, la fidelidad ala causa que defendíamos en Angola, a nuestra patria y sustradiciones, así como a la amistad y fraternidad con los habi-tantes de Cabinda y todo el pueblo angolano.

– Explicar al personal las causas de la guerra en Angola,sus características y objetivos políticos, las misiones nuestrasy de las Fapla en Cabinda, la situación internacional y la jus-teza de la presencia cubana en la lucha liberadora de ese país.

Con tal fin, propagandizábamos los éxitos combativos yexperiencias relevantes del pueblo angolano, de las Fapla y delas tropas cubanas, en especial de las que en el sur, este ynorte de Angola habían entrado en combate, cuyos actosheroicos resaltábamos.

Trabajábamos en interés de desarrollar una alta prepara-ción moral y sicológica en cubanos y angolanos, su espíritude combate e iniciativa y el sentimiento de ayuda mutua, paraque estuvieran en condiciones de resistir con firmeza lospeligros y privaciones de la guerra. Siempre que las condicio-nes lo permitían, reconocíamos públicamente a quienes sedistinguían en el combate.

Igual importancia concedíamos al fortalecimiento delprincipio del mando único, la organización y disciplina, asícomo a la explicación de las misiones y los procedimientosy métodos para cumplirlas.

Ejemplificábamos con hechos concretos la esenciaantipopular y reaccionaria de los enemigos de Angola,tales como la introducción de tropas de África del Sur yZaire, junto a mercenarios blancos, en tierra angolana porel sur y el norte, y en el propio territorio de Cabinda.

Fortalecíamos la confianza del personal en el armamen-to y su eficacia, y hacíamos hincapié en la necesidad de

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alcanzar el dominio de este, cuidarlo para que se mantu-viera en completa disposición combativa y no abando-narlo por difícil que fuera la situación.

Estudiábamos las características del personal angolanoantes de organizar las pequeñas unidades, de manera queal realizar la distribución en cada una de ellas hubiera guerri-lleros con experiencia combativa, y procurábamos acelerar elaprendizaje de quienes se iban incorporando.

Además, establecimos estrechos vínculos entre loscombatientes cubanos, las Fapla y la población de Cabinda,y velamos por la preservación de los bienes personales dela población, el patrimonio de la nación, los lugares históricosy los restantes valores culturales del enclave.

Como se conoce, un aspecto importante del trabajopolítico en la guerra es la propaganda especial, la cualdesarrollamos según las condiciones imperantes. Por nocontar en los primeros momentos con los medios nece-sarios y el personal especializado, en el transcurso de loscombates se realizó con muchas dificultades. La propa-ganda contra el FLEC fue positiva, aunque no oportunapor la rapidez con que se producían los acontecimientos.

El trabajo político permitió aumentar la resistencia y te-nacidad del personal y que este mantuviera una elevadadisposición, tanto combativa como para realizar cualquieracción que la situación impusiera.

Estos resultados fueron posibles porque en cada mo-mento se determinaron las formas y métodos correctospara realizar el trabajo, y los jefes, oficiales y trabajadores po-líticos plantearon oportunamente las tareas, no solo alpreparar el combate, sino también durante su desarrollo.

De igual forma influyó el nivel de organización alcanzadoen las pequeñas unidades. Allí, donde no contábamos conrepresentantes de la especialidad, los activistas desem-peñaron un papel importante. Su adecuada preparación parael cumplimiento de esta tarea pudo garantizarse porquequienes se ocupaban directamente del trabajo políticoestuvieron siempre al tanto de la situación combativa, lasdecisiones adoptadas por los jefes y las órdenes y disposicio-nes trasmitidas a las tropas.

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En la batalla de Cabinda comprobamos, nuevamente, queel trabajo político debe realizarse de manera ininterrumpida,perseguir un objetivo bien definido y ser más activo mientrasmás compleja sea la situación combativa.

La mujer

Indudablemente, la valiosa incorporación de la mujer an-golana al MPLA desde los primeros momentos de la lucha con-tribuyó, sobremanera, a lograr la victoria. Muchas participaronen acciones combativas; otras apoyaron de diversas formas.

El pueblo angolano recordará siempre agradecido y conadmiración aquellas cinco heroínas que las simbolizan:Deolinda Rodrigues de Almeida, Irene Cohen de Brito Texeira,Lucrecia Paím, Teresa Afonso Gomes y Engracia dos Santos,que tempranamente y muy jóvenes se incorporaron al MPLAy más tarde formaron parte de la columna guerrillera “Cami”.6

Esta columna fue la segunda que, a solicitud del MPLA, seformó y equipó con ayuda de Cuba en tierras de la Repúblicadel Congo en 1966. La preparación se realizó en la región deDolissí, muy cerca de la frontera con el enclave de Cabinda.

Su predecesora, llamada “Camilo Cienfuegos” en homenajeal pueblo cubano, se incorporó a la lucha contra el colonia-lismo portugués en la Primera Región Militar, en las proximi-dades de Luanda, hacia donde iba también la “Cami”.

Las cinco guerrilleras fueron capturadas por elemen-tos del autodenominado Gobierno Revolucionario deAngola en el Exilio (GRAE), creado por el FNLA. Luegode someterlas a las más terribles torturas, las asesinaronvilmente el 2 de marzo de 1967.

Las valientes jóvenes se habían incorporado desde los pri-meros momentos a la Organización de Mujeres Angola-nas (OMA) del MPLA, creada en diciembre de 1961. Estaorganización fue un verdadero puntal en la guerra de libera-

6 La columna se llamó así en honor a un combatiente angolano de igual nombreque murió en 1965 al explotar una mina cuando la manipulaba. Era de laSegunda Región Militar (Cabinda) y tenía veintitrés años.

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ción; se destacó en tareas de organización, abastecimiento,educación y de apoyo a los grupos guerrilleros.

Así sucedió en Cabinda, donde a las mujeres se lespodía ver en esas tareas y formando parte de las peque-ñas unidades, tanto en la etapa de organización y preparacióncomo durante la batalla.

Presente en mí están aquellas comunicadoras, con susequipos de radio a la espalda, que marchaban junto a los jefesangolanos y cubanos en las largas y duras jornadas de pre-paración o permanecían en nuestros puntos y puestos demando fijos y móviles durante las acciones combativas.

Otro tanto puedo decir de las artilleras, que en las dota-ciones no solo actuaban como radistas y telefonistas, sinocomo cargadoras cuando era necesario, y hasta comba-tieron en las de la artillería antiaérea.

Imposible no recordar aquellas jóvenes, casi adoles-centes, fusil en mano compartiendo la trinchera con comba-tientes angolanos y cubanos como un soldado más, o las queen calidad de enfermeras, en el hospital cabecera de Cabindao en los puestos médicos de las pequeñas unidades, sal-vaban vidas al lado de nuestros médicos o atenuaban eldolor de los heridos y enfermos.

Pudiera hacer algunas menciones en especial, perotemo ser injusto por omisiones involuntarias y, sobre todo,creo que en este testimonio lo más importante es resaltarla participación de la mujer angolana, de la cabindana.

Por eso escogí los nombres de cinco heroínas, entretantas que ha tenido y tiene el pueblo angolano en la luchapor su independencia y en la reconstrucción de su patria:las que iniciaron su vida guerrillera muy cerca de la fronteracon Cabinda. Estoy seguro de que todas las mujeres deese hermano pueblo estarán de acuerdo con mi selección.

Después de la batalla

En Cabinda, luego de derrotadas las fuerzas invasoras,comenzó una febril actividad con el fin de preparar las con-diciones necesarias para la defensa de todo el territorio,

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en esta ocasión, con medios suficientes llegados desdeCuba.

Por esos días, José Eduardo dos Santos, en representa-ción del presidente Neto, visitó la provincia. El dirigenteangolano, que es ingeniero en hidrocarburos, iba a intere-sarse, entre otras cuestiones, por la situación de las instala-ciones petroleras de la Gulf Oil y cómo se estaban cumpliendolas indicaciones del gobierno en cuanto a la preservación deestas. A su vez, nosotros habíamos recibido instrucciones delComandante en Jefe de proteger ese objetivo.

En esa ocasión acompañé a José Eduardo y a Pedaléen un breve recorrido por el interior del recinto. Era laprimera vez que los representantes del MPLA penetrabanen ese lugar, y el hecho de que lo hicieran en compañíade un cubano me pareció un símbolo de la victoria quejuntos habíamos alcanzado.

Cabinda vivió aproximadamente dos meses de relativaestabilidad, en el transcurso de los cuales desembarcarontropas cubanas de refuerzo y comenzamos a trabajar junto alos angolanos en la reestructuración y consolidación de lasFapla.

Acerca del incremento de las tropas cubanas en Cabinda,el Comandante en Jefe ha explicado:

Teníamos una gran preocupación después del rechazodel enemigo en Cabinda: si volverían a atacar y concuántas fuerzas volverían a atacar, porque solo habíaallí unos doscientos y tantos cubanos*.[…] Se decidió enviar un refuercito a Cabinda puestoque estaba más distante, estaba muy cerca de Zaire yestaba muy mal defendida. El MPLA dominaba elterritorio pero tenía unos cuantos cientos de comba-tientes nada más […] nosotros, considerando que siAngola conseguía la independencia y perdía Cabinda,económicamente iba a tener una situación muy difícil,

* “Palabras de bienvenida del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz aun grupo de combatientes que regresaba de Angola, 9 de junio de1976”, citadas.

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por eso decidimos reforzar a Cabinda con un poco másde medios. De modo que para Cabinda fue esearmamento de apoyo con personal cubano […]*Por aire se reforzó Cabinda con dos compañías deinfantería reforzada, pero por mar marchaba el regi-miento de infantería motomecanizada, con un batallónde tanques y un regimiento de artillería. Nosotros sa-bíamos que después que esa unidad estuviera enCabinda, Cabinda estaba asegurada, y que ningunafuerza mercenaria y ninguna fuerza de Zaire podría apo-derarse de Cabinda. Nosotros decíamos que haría faltael ejército de la OTAN y luchando duro.De modo que a finales de noviembre la situación ibacambiando: Cabinda estaba asegurada con el re-fuerzo del regimiento.**

Creamos la Agrupación E, compuesta por el PrimerBatallón, que regresó a la región de Dinge; el Segundo, cuyaubicación pasó a la zona de Belice; y el Tercero, de nuevaformación, que se dislocó en Buco Zau, más al centro delenclave, donde radicó, a partir de entonces, el mando cubano-angolano de la agrupación.

En ese lapso no se reportaron acciones combativas delenemigo y aprecié que estaba preparando una agresión confuerzas más potentes. En realidad, fraguaba el empleo dela lucha irregular, en la cual utilizarían al FLEC que, apoyadopor Zaire, contaría con bases en el territorio de ese país.Había comprendido que era incapaz de entablar una luchaconvencional porque la correlación de fuerzas le era des-favorable.

El bandidismo contrarrevolucionario sería desde enton-ces un arma que utilizarían los enemigos del pueblo, cuyas

* “Palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro en el acto de despedi-da al personal integrante del regimiento de artillería que viajaría a laRepública Popular de Angola, fortaleza de La Cabaña, 10 de noviem-bre de 1975”. Archivo personal del autor.

** “Palabras de bienvenida del Comandante en Jefe Fidel Castro a ungrupo de combatientes que regresaba de Angola, 9 de junio de1976”, citadas.

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acciones cobrarían preciosas vidas. Pero ese paso demos-traba también que era imposible hacer retroceder la ruedade la historia en Angola.

Las acciones del FLEC en el territorio de la provinciacomenzaron de manera activa a finales de diciembre de1975 y arreciaron en enero de 1976, con la realizaciónde emboscadas, fuego de hostigamiento con morteros,ataques y saqueos de poblados en las regiones fron-terizas y en algunos puntos del centro del enclave.

Estas actividades se incrementaron desde mediados defebrero, cuando además de los saqueos y emboscadas co-menzaron a emplear las minas antitanques, anticarros yantipersonales en los caminos, lo que ocasionó la muerte denumerosos combatientes angolanos y algunos cubanos, asícomo la destrucción de técnica y armamento. Este tipo deacción limitaba a las tropas angolanas, obligadas a actuar apie, previa exploración y desactivación de tales obstáculos.

En un período de tres meses se logró eliminar a los ele-mentos del FLEC de las zonas llanas y de las principalesvías de comunicación de la provincia, y limitar su activi-dad a la región montañosa. Sus principales acciones –em-boscadas, minados, ocupación temporal de las aldeas, elsaqueo de estas y ataques a guarniciones militares– se carac-terizaron siempre por la brevedad y el empleo de diferentesmedios de combate.

Destaca el hecho de que los bandidos nunca se preo-cuparon por recoger las armas, evidencia de que contabancon un buen abastecimiento exterior de estas, entre las cuales,de diversa procedencia, prevalecían las de fabricación nor-teamericana.

Solían realizar las acciones vestidos de civil, escondíanel armamento en la selva y en sus operaciones a vecesrecibían el apoyo de algunos sectores de la poblaciónnativa, lo que dificultaba más la lucha contra ellos.

Las Fapla adoptaron sistemáticamente medidas parareducir la acción del FLEC, en especial el reforzamiento delas fronteras y la realización de operaciones de cerco y peineen diferentes regiones del territorio. De estas, las más efectivasfueron: en la región este del lago Massabi, en el norte de Dinge,

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en Zenze Lucule y el sur de Ganda Congo, durante las cualesles ocasionaron numerosas bajas y capturaron gran cantidadde prisioneros y material de guerra.

Las acciones emprendidas pudieron ser más fructíferas,pero los grupos perseguidos por las fuerzas angolanasescapaban a través de la frontera con Zaire y el Congo.Recuerdo, por ejemplo, una operación al este del lagoMassabi en la que varios efectivos del FLEC a punto deser capturados se retiraron hacia territorio congolés apro-vechando la abrupta topografía.

Tanto el gobierno angolano como el cubano sostuvieronconversaciones con el presidente N'gouabi y su ministro deDefensa, Denis Sassou Nguesso, a fin de que la Repúblicadel Congo adoptara medidas en la frontera para evitar quelos bandidos se refugiaran en ese país. La respuestacongolesa fue positiva.

Respecto a Zaire, al parecer quería disimular la ayudadirecta de Mobutu al FLEC y le ordenó a este concentrarsus efectivos en varios puntos de la frontera con Cabinda.

Incluso los mandos militares de esas regiones tuvierondivergencias con los jefes de las bases de Kitona y Tshelaporque seguían manteniendo relaciones con elementosdel FLEC.

Esta situación provocó que los grupos que operabandesde Zaire fueran penetrando en territorio de Cabinda ylas Fapla pudieran luchar más directamente contra ellos.La función de las fuerzas cubanas en este caso era deasesoramiento; solo actuábamos contra el FLEC siéramos atacados por él. Nuestra misión consistía en pre-paramos para rechazar una probable agresión exterior yprestar la ayuda necesaria al Congo en caso de que fueraagredido.

En ese momento los efectivos cubanos en la provinciaeran: un regimiento de infantería, un batallón especial delEjército Juvenil del Trabajo y uno de automotrices, ungrupo de artillería y otras unidades de aseguramientocombativo y material en completa disposición combativa.

Las Fapla contaban en la región norte del Mayombe conuna brigada compuesta por tres batallones de infantería y

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uno de guardafronteras, además de las pequeñas unidadesde aseguramiento y servicios; eran estas fuerzas las queactuaban contra el FLEC. Se había llegado a la conclusiónde que requerían helicópteros, aviones ligeros, perros,etcétera, y el mando superior angolano adoptó medidaspara enviar a la provincia esos medios.

Las tropas de las Fapla, en sentido general, respondían alas exigencias de la lucha irregular porque algunos habíansido guerrilleros, adquirieron su preparación en los combatesy conocían el terreno. Los éxitos obtenidos en las operacioneshabían elevado aún más su moral combativa.

No obstante, la falta de experiencia de los jefes provo-caba cierta apatía en los subordinados, pues se manifes-taba precisamente en un deficiente tratamiento directo alsoldado. Eso motivó que se apoyaran fundamentalmen-te en los oficiales y clases cubanos y la instrucción recayeraen estos, en quienes las tropas de las Fapla tenían unaconfianza sin límites.

Fue necesario lograr también una mayor atención porparte de Luanda a las cuestiones de Cabinda, en lo cualtrabajó la Misión Militar Cubana en Angola conjuntamen-te con el estado mayor de las Fapla.

En particular, se valoraba la conveniencia de que lasFapla y el Ejército Popular del Congo estrecharan más susrelaciones, sobre todo en la región militar fronteriza dePunta Negra. Ello favorecería la realización exitosa de ac-ciones contra grupos del FLEC que operaban desde re-giones limítrofes con ese país. También contribuiría a evitarinfiltraciones, en un trabajo coordinado de vigilancia de lafrontera por ambos mandos militares.

Pero la ayuda cubana no se circunscribió solamente alterreno militar. A finales de noviembre, con la provinciade Cabinda plenamente liberada, la dirección del partidoen Cuba decidió satisfacer la petición angolana de que en-viara colaboradores civiles.

El grupo, encabezado por el mayor Juan B. Portuondo,especialista en transporte, lo integraron además los mé-dicos Rodolfo Puente Ferro y Julián Álvarez Blanco; todoshabían estado en el Congo Brazzaville entre 1965 y 1967y conocían personalmente a la dirección del MPLA.

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Con el tiempo, la colaboración se amplió y solo en laprovincia de Cabinda el contingente civil cubano llegó a tenermás de seiscientos integrantes, distribuidos en los sectoresde salud, educación, construcción y forestal, entre otros.

La dirección del MPLA en el enclave, que contaba con todonuestro apoyo, adoptó varias medidas políticas, tales comoincrementar los cuadros del MPLA y constituir a nivel deregión los organismos profesionales de este, así como lasestructuras de la OMA, la Juventud del MPLA (JMPLA), la Or-ganización Nacional de los Pioneros Angolanos (ONPA) yla Unión Nacional de Trabajadores Angolanos (UNTA).

Fundaron una escuela para la militancia, con rotacionesmensuales, donde se impartía el programa político del MPLAy otras cuestiones importantes que les posibilitara desem-peñar un papel activo en la educación política de los traba-jadores y campesinos.

Se propusieron incrementar la divulgación y propagandasobre la labor del MPLA a través de la radio, la colocación devallas y carteles en las regiones interiores de la provincia, y laedición de un pequeño periódico con salida semanal.

No menos importante fue la decisión de celebrar periódi-camente actividades sociopolíticas en las aldeas ypoblados del interior, así como realizar todas las tareas apartir del contacto permanente de los dirigentes con lostrabajadores y campesinos.

Por otra parte, la situación económica de Cabinda eracompleja. Los rubros de que dependía estaban inactivos,la mayoría de las fábricas paralizadas y, en consecuencia,existían pocas fuentes de trabajo, lo que traía aparejado unalto número de desempleados y la disminución crecientedel poder adquisitivo de la población. Como agravante, elMPLA no compraba las cosechas a los campesinos –frutas,café y viandas– y escaseaban otros productos.

Para tratar de resolver tan acuciantes problemas, elMPLA tomó algunas determinaciones, en cuya realizacióncolaboramos. Estas fueron: poner en funcionamiento, loantes posible, todas las fábricas existentes, crear nuevasfuentes de trabajo, garantizar la distribución y control delas mercancías llegadas desde Cuba y estimular la entradade los productos más necesarios.

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Igualmente, se decidió habilitar puntos de recepción porregiones que permitieran comprar el café, las viandas y lasfrutas a los campesinos y venderlos a la población, ademásde mantener en constante recirculación el dinero recaudadoproducto de las ventas de mercancías y la prestación deservicios, y abrir nuevos centros de comercio y gastronomía.

La hambruna se resolvió, de momento, con la entrega porparte de Cuba de 3 200 toneladas métricas de alimentos,divididas en nueve productos de primera necesidad –carneenlatada, leche condensada, pescado, arroz, azúcar, sal,pastas alimenticias, granos y grasas–. El precio de venta fuebajo, y las pastas alimenticias se distribuyeron gratuitamente.

La medida tuvo un resultado positivo adicional: romperel bloqueo interno impuesto por los comerciantes yespeculadores, pues la entrada de estos productos en elmercado contribuyó a normalizar la actividad comercial.

En relación con el transporte, la parte cubana sugirióorganizar una empresa de ómnibus, otra de carga porcamiones, y trabajar en la formación política y laboral desus obreros. Cuba envió diez autobuses para el servicio ala población y el primero de mayo de 1975 se inauguró laEmpresa de Transportes Públicos, que tenía previsto dis-poner de esos vehículos más los que se pudieran recu-perar de la antigua empresa privada.

Respecto a la salud pública, una brigada médica cubanagarantizó los servicios a toda la población de la ciudad deCabinda en las especialidades fundamentales. Médicosmilitares cubanos y algunos holandeses, que llevaban másde cuatro meses allí, aseguraron la asistencia médica en elresto del territorio. En ambos casos se realizó un serioesfuerzo en la actividad preventiva, especialmente en lavacunación.

Esta ayuda abarcó también la formación de más de uncentenar de cabindanos como personal auxiliar y técnicoen las especialidades de enfermería, ortopedia, obstetri-cia, laboratorio, rayos X y sanitaria.

Se sugirió extender la cobertura médica cuando lascondiciones políticas y militares lo permitieran, así como con-tinuar trabajando en la formación de personal técnico ypriorizar la labor preventiva.

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En cuanto a la educación, en la provincia laboraronnueve profesores y tres asesores cubanos; unos en el or-ganismo que dirigía la especialidad y otros en las escuelas.

Antes de comenzar el curso escolar, la mayoría de loscentros de estudio estaba reparada y embellecida, y latotalidad de ellos contaba con los símbolos patrios. Además,se realizaron actividades de trabajo educativo con profesoresy alumnos.

Cuba envió libretas, lápices de escribir y de colores, com-paces, gomas, reglas, equipos de laboratorio, así comouniformes y zapatos para todos los alumnos, suficientespara un curso. Garantizó también la alimentación gratuitaa los educandos de varios centros docentes.

Se recomendó a las autoridades cabindanas la conve-niencia de vincular a las familias con las escuelas; conti-nuar los trabajos de reparación y embellecimiento de estas encolaboración con los padres, las organizaciones de masasy las tropas angolanas y cubanas; priorizar el trabajo políticocon profesores y alumnos; crear a nivel de cada centroorganizaciones de base de la juventud y los pioneros; y ase-gurar la alfabetización de los subescolarizados.

Estas, entre otras, fueron las recomendaciones, sugeren-cias y ayuda que en aquellos momentos brindó Cuba a Cabindapara que consolidara el triunfo conseguido con las armas.

Gesta inmortal

Es inmortal la gesta del pueblo cubano y sus fuerzas ar-madas en la guerra por salvaguardar la independencia deAngola, en la lucha contra los enemigos de la patria de Neto.Una hazaña que alcanza relieve histórico a nivel de todo elcontinente, cuyos pueblos ya no fueron los mismos.

El triunfo de Angola fue un importante jalón en el cami-no hacia la liberación nacional de los pueblos del ConoSur africano porque aceleró el enfrentamiento de los ex-plotados contra sus explotadores, destruyó la leyenda dela superioridad de los mercenarios blancos, enalteció elvalor de la solidaridad, demostró que al imperialismo no

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debe temérsele pues su poderío se desvanece contra larazón, y contribuyó a los éxitos de otros hermanos, comolos namibios y sudafricanos.

También, como consecuencia de lo que allí ocurrió,los pueblos de África se cohesionaron más a través de laOrganización de la Unidad Africana (OUA) y se creó la yaextinta Línea del Frente para contraponer a la política delapartheid sudafricano una organización que denunciaray rechazara los crímenes de la reacción y el imperialismoen el Cono Sur de África.

En la palestra internacional surgió una nueva correlaciónde fuerzas que aceleró el desmoronamiento del sistemacolonial y amplió la comunidad de países integrantes delMovimiento de los No Alineados, que ya en su quinta cumbre,efectuada en 1976, saludó a la nueva nación independiente,representada allí por su presidente, Agostinho Neto, yreconoció el papel de la generosa ayuda cubana.

Desde los días de la guerra, los imperialistas analizanuna y otra vez lo acontecido en Angola. En esas evalua-ciones ocupan un lugar especial las acciones de los com-batientes cubanos y la posición de Cuba en África. Peroel balance y las enseñanzas de aquella contienda, denuestra presencia en ella, escapan a su entendimientoporque son expresión de la lucha entre las ideas del pro-greso y las de la reacción.

El apoyo de los combatientes cubanos no sustituyó enla lucha al pueblo angolano y sus fuerzas armadas, nipodía sustituirlos. El pueblo de Cuba con ello saldó partede su deuda con la humanidad y ratificó que, como hadicho el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, patria no essolo el pedazo de tierra donde nacimos y vivimos, sino todorincón del mundo donde se requiera el aporte, modestopero firme, de un revolucionario, de un combatiente interna-cionalista, de un comunista.

La propaganda imperialista, a contrapelo de los hechos,quiere ocultar al mundo la penetración de las tropas deZaire por el norte de Angola y Cabinda y de las fuerzas suda-fricanas por el sur, que avanzaron centenares de kilómetrosen profundidad y llegaron a los accesos cercanos a Luanda.

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Tergiversan también el verdadero significado de las ac-ciones de los mercenarios que, financiados por los Esta-dos Unidos a través de la CIA, apoyaron a las tropas delFNLA y de la Unita.

Intentan, por el contrario, menoscabar el prestigio deCuba con mendaces argumentos. Pero lo cierto es quenuestras fuerzas y medios llegaron a Angola para la for-mación de los cuadros y tropas de la futura república;eran unos pocos hombres y armas que se ubicaron enlos cuatro centros de instrucción de reclutas del MPLA.Fue la introducción de tropas de África del Sur, de Zairey mercenarias lo que determinó su incremento, con elúnico fin de asegurar la victoria.

Y el propósito se logró; así lo atestiguan las decisivasbatallas de Cabinda y Quifangondo en 1975 y, catorceaños después, la de Cuito Cuanavale y el avance por elsudoeste hasta la frontera con Namibia.

Las mentiras fabricadas y esparcidas por el imperialis-mo acerca de la presencia de Cuba en Angola no hantenido acogida en el mundo y menos entre los pueblosafricanos, que aprecian esa ayuda y tienen en el corazóna los soldados cubanos, que se integraron a su lucha ydieron la vida por ellos cuando fue preciso.

Los hechos, antes y después del triunfo internaciona-lista cubano-angolano, testimonian irrefutablemente queel antisocialismo es fundamento de la política del imperia-lismo, en particular de Estados Unidos.

Y como las ideas socialistas son las banderas que sus-tenta Cuba dignamente, expresadas entre otros princi-pios por el internacionalismo proletario –ejemplo quetemen–, el imperialismo ha hecho todo lo que está a sualcance para aislarnos y destruirnos, incluidas medidascomo la ley Helms-Burton del gobierno yanqui. No lo halogrado; no lo logrará.

La historia es buena maestra, pero solo para quienessaben sacar conclusiones objetivas de sus lecciones.

El extraordinario mérito de esta gesta en tierras africa-nas consistió en que el pueblo cubano, dirigido por su partidocomunista y el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, supo

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hacer comprender al resto del mundo la justeza de su pre-sencia en esa guerra, prestar ayuda a un país hermano en elmomento preciso y alcanzar junto al pueblo angolano lavictoria.

Por mucho que se afanen los enemigos del progresosocial por ocultar los hechos o distorsionarlos, la verdadhistórica es que cientos de combatientes internacionalistascubanos entregaron la vida y vertieron su sangre por lalibertad del pueblo angolano, y que decenas de miles másestán dispuestos a hacerlo de nuevo si fuera necesario.

¡Gloria eterna a los bravos hijos de Angola caídos encombate desde el 4 de febrero de 1961, cuando su puebloinició la guerra heroica contra el colonialismo!

¡Gloria eterna a nuestros hermanos, combatientesinternacionalistas cubanos, que abonaron con su sangregenerosa la causa de la libertad de África y de otrospueblos del mundo!

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Combatieron

Este no es un libro de ficción. Las personas que aquí semencionan son parte de las más de trescientas mil querespondieron presente al llamado del Partido y de Fidelcuando convocaron al pueblo a combatir en un escenarioque se convertiría más tarde en campo de batalla triun-fante para la revolución angolana.

Los que a continuación relaciono combatimos en Cabinda.7

No. Grado Nombres y apellidos 1 Comandante Ramón Espinosa Martín 2 Comandante Rafael Vázquez Díaz 3 Comandante Reynaldo Reyes Torres 4 Capitán Ramón M. Cruz Mendoza 5 Capitán Gil Díaz González 6 Capitán Joel Franco Cabrera 7 Capitán Eusberto González Ochotorena 8 Capitán Ibrahim Lobaina Bavi 9 Capitán Arnold Montero Noa10 Capitán Gerardo Rodríguez Gámez11 Capitán Luis Rosales Rodíguez***12 Capitán Alfredo Savón Savón13 Capitán René Torres Pereira14 Capitán Juan Torres Pérez15 Capitán Ángel Zamora Almenares16 1er teniente Andrés F. Cabrera Casanova

Cubanos en Cabinda

7 Todas las bajas que se señalan ocurrieron durante el cumplimientode la misión internacionalista en Cabinda. Con un asterisco se iden-tifican los heridos en la batalla; con dos, tres y cuatro, los que luegode esta resultaron muertos, heridos o desaparecidos, en ese orden.

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17 1er teniente Pastor Crespo Contreras18 1er teniente Rafael Fray Delgados Reyes19 1er teniente Antonio González Ramos20 1er teniente Héctor Guerra Quiñones21 1er teniente Héctor F. Hernández Alfonso22 1er teniente Esmérido Kindelán Sierra23 1er teniente Diosmedes López Padilla24 1er teniente Gifredo Oberto Espinosa***25 1er teniente Martín Pérez Álvarez26 1er teniente Osmel Pérez Fernández27 1er teniente Juan Pérez Montalván28 1er teniente Rafael Piñeiro Piñeiro29 1er teniente Arnaldo E. Placencia Toledo30 1er teniente Porfirio Puig Estrada31 1er teniente Vladimir de la Rosa Rodríguez32 1er teniente Nelson A. Santiesteban Pupo33 1er teniente Andrés I. Soto Anovega34 1er teniente Pedro Suárez Riviaux**35 1er teniente Juan E. Wilson Brook36 Teniente Julio Armenteros Méndez37 Teniente Misael Castro Rodríguez38 Teniente Evaristo Escobar Escalona39 Teniente Candelario Ferrer Rosales40 Teniente Orlando Francisco Molina41 Teniente Wilfredo Gámez Sánchez42 Teniente Mario A. García Varona43 Teniente Norberto González Correa44 Teniente Augusto R. González Jardines****45 Teniente Melquiades González Sánchez46 Teniente Rogelio Hernández Alfaro*47 Teniente José A. Lovelle Pérez48 Teniente Juan Martínez Licort49 Teniente Rangel Molina Castro50 Teniente Luis R. Moreno Cruzata51 Teniente Alberto Mulet Rojas

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52 Teniente Víctor M. Noa Sierra53 Teniente Alfonso Ramírez Falcón54 Teniente Isidro Rivero Mora55 Teniente Ramón Rivero Piedra56 Teniente Juan H. Rodríguez Aguilar57 Teniente Idilio Rodríguez Borrego**58 Teniente Pascual Sánchez Torres59 Teniente Aberamón R. Santiesteban Acanda*60 Teniente Félix Zamora Guzmán61 Subteniente Rafael Almaguer Salinas62 Subteniente Diocles G. Benítez Jiménez63 Subteniente José M. Carballo López64 Subteniente Sixto Cárdenas Morales65 Subteniente Esteban Díaz Alvarado66 Subteniente Cristóbal González Cala67 Subteniente Reynaldo López González68 Subteniente Jesús Martínez Rivero69 Subteniente Reibis Pupo Pupo70 Subteniente Orlando Quintana Montoya71 Subteniente Esteban Rodríguez Galano72 Subteniente Orlando Rodríguez Rivero73 Subteniente Francisco Roldán Hernández74 Subteniente Evaristo Triana Ramírez75 Subteniente Irenio A. Valdés Acosta76 Combatiente José T. Acosta Gordillo77 Combatiente Nelson Almeida Sánchez78 Combatiente Enrique Alonso Pérez79 Combatiente Pedro M. Álvarez Cruz80 Combatiente Ramón Álvarez Cruz81 Combatiente Fernando Álvarez Olivera82 Combatiente Juan M. Álvarez Pérez83 Combatiente Darío Álvarez Valentín84 Combatiente Manuel Amado Mirabal85 Combatiente Pedro Amaro Sánchez86 Combatiente Reynaldo Arrebato Ramos

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87 Combatiente Antonio Ayala Vega 88 Combatiente Luis Baisen Barrero 89 Combatiente José Basulto Membribe 90 Combatiente Pablo Bencomo Valdés 91 Combatiente Armando Benítez Zulueta 92 Combatiente Luis A. Blanco Yanes 93 Combatiente Eduardo Brito Pérez 94 Combatiente Ramón Cabrera Rodríguez 95 Combatiente Ramón Cabrera Verdecia 96 Combatiente José L. Calderón Medina 97 Combatiente Joel Calzado Garbey 98 Combatiente Nelson Campaña Pozo 99 Combatiente Francisco D. Cartaya Pérez100 Combatiente Armando Casadeus Pérez101 Combatiente Vicente Castillo Torres102 Combatiente Isidro Cesman Cárdenas103 Combatiente Eusebio Cobas Olivera104 Combatiente Delfín Córdova B.105 Combatiente Cristino Coroneaux Ballón106 Combatiente José Correa Alfaro107 Combatiente Antonio Cruz León108 Combatiente Pascual Cubielles Miranda109 Combatiente Nelson Chang Aguilera110 Combatiente José C. Dentilla Cabrera111 Combatiente Rafael Díaz Delgado112 Combatiente Siviardo Díaz Gandul113 Combatiente Raúl Domínguez Valdés114 Combatiente Roberto Elías Martínez115 Combatiente Amaury Escalona Almenares116 Combatiente Serafín Estrada Santana117 Combatiente Máximo Expósito Núñez118 Combatiente Sergio Fajardo Rodríguez119 Combatiente Luis Fernández Padilla120 Combatiente Rainier Fernández Pérez121 Combatiente Reynaldo Ferrera Hidalgo

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122 Combatiente Esteban Fis Luis123 Combatiente José Frómeta Leyva124 Combatiente Máximo Gámez Rodríguez125 Combatiente Milton García Díaz126 Combatiente Pedro M. García González127 Combatiente Carlos García Salas128 Combatiente Pedro Garriga del Monte129 Combatiente Andrés Gavilán Carrillo130 Combatiente Anubis Girón Limonta131 Combatiente Evelio González Almeida132 Combatiente Modesto González Ávila133 Combatiente Rodrigo González Díaz134 Combatiente Rigoberto González Jiménez135 Combatiente Ricardo González Méndez136 Combatiente Roberto González Méndez137 Combatiente Juan González Ramos138 Combatiente Arístides González Sarmiento139 Combatiente Nelson González Valdés140 Combatiente Miguel Hernández Alfonso141 Combatiente Jorge Hernández Cárdenas142 Combatiente Puro Hernández Díaz143 Combatiente Fermín Hernández Hernández144 Combatiente Arsenio Hernández Ponce145 Combatiente Herminio Herrera Téllez146 Combatiente Vicente J. Humadán Rodríguez147 Combatiente Enrique Hurt Martínez148 Combatiente Martín Ibáñez López149 Combatiente Luis l. Isaac Paneque150 Combatiente Bias Iturrín González151 Combatiente Lorenzo Jardines Modoy152 Combatiente Oscar Jiménez Cruz153 Combatiente Inocente R. Jiménez Delgado154 Combatiente Alberto Jiménez Espinosa155 Combatiente Juan Jiménez Peña156 Combatiente Regino Lara Ascuy

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157 Combatiente Guillermo Lanza Cruz158 Combatiente Jorge Lozado Monterrey159 Combatiente Luis O. Lozano Barrios160 Combatiente José Luis Toledo161 Combatiente Rolando Mací Rodríguez162 Combatiente Felipe Machín Ríos163 Combatiente Nivaldo Martínez Fundora164 Combatiente Pascual N. Martínez García165 Combatiente José l. Martínez Gómez166 Combatiente José A. Matínez Suárez167 Combatiente Juan Massó Orozco168 Combatiente Nivaldo Matos Carcasés169 Combatiente Luis Miró García170 Combatiente Víctor Morales Acosta171 Combatiente José E. Murillo Hernández172 Combatiente José I. Murillo Sánchez173 Combatiente Carlos Musuli Marín174 Combatiente Pedro Núñez Redonés175 Combatiente Alejandro F. Oduardo González176 Combatiente Enrique Oliva García177 Combatiente Dervis Pastor Espinosa178 Combatiente Ángel H. Pedroso Escobar179 Combatiente Leonides Pérez Aragón180 Combatiente José A. Pérez Corrales181 Combatiente Silvio Pérez Hernández182 Combatiente Gregorio Pérez Ortega183 Combatiente José L. Pierre Marqueti184 Combatiente Emeterio Piloto Suárez185 Combatiente Heriberto Piloto Herrera186 Combatiente Humberto Placeres Morales187 Combatiente Florencio Pozada Hernández188 Combatiente Jesús Prefet Rodríguez189 Combatiente Inocente N. Quintana González190 Combatiente Wilfredo Regüeifero Daudinot191 Combatiente Luis Reventos Ramentol

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192 Combatiente Mario Reyes Villalón193 Combatiente Juan Rivero Cepero194 Combatiente Félix Rodríguez Hernández195 Combatiente Antonio Rodríguez Martínez196 Combatiente Jorge Rodríguez Odelín197 Combatiente Alfonso Rodríguez Rodríguez198 Combatiente José M. Rodríguez Rodríguez199 Combatiente Juan Rodríguez del Toro200 Combatiente Oscar Romero Acosta201 Combatiente Gerson Romero Corrales202 Combatiente Pablo Romero Martínez203 Combatiente Lázaro Rosell Pérez204 Combatiente Leonides Ruiz Fernández205 Combatiente Manuel Ruiz Leyva206 Combatiente Lázaro Salgado Fernández207 Combatiente Juan A. Salomón Pérez208 Combatiente Banito Sánchez Martínez209 Combatiente Gerardo Sánchez Pérez210 Combatiente William Santiago Infante211 Combatiente Alejandro Scull Herrera212 Combatiente Genaro Serrano Rodríguez213 Combatiente Eliécer Simón Sánchez214 Combatiente Augenio Sobredo Ávila215 Combatiente Isidro Solás Marchet216 Combatiente Mario Sosa Tápanes217 Combatiente Juan A. Soto Abreu218 Combatiente Luis Sotolongo González219 Combatiente Miguel A. Ulloa García220 Combatiente Humberto Valdés Macía221 Combatiente Raúl Valdespino Hernández222 Combatiente Marino P. Valle Crespo223 Combatiente Cristóbal Valle Murgado224 Combatiente Alberto Veitía Espinosa225 Combatiente Tomás Venega Fernández226 Combatiente Ángel R. Villa Altunaga

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227 Combatiente Facundo Virgili Vidal228 Combatiente Eloy Yenat Torres229 Combatiente Pedro E. Yon Lorenzo230 Combatiente Francisco J. Zaldívar Fundora231 Combatiente Luis Zamora Torres

Así lo vieron

En septiembre de 1975 viajé a la provincia de Cabindaal frente del segundo grupo de avanzada, compuestoademás por los capitanes Eusberto González, Joel Fran-co y Juan Torres, y el primer teniente Gifredo Oberto.

Antes de salir de Cuba, el Comandante en Jefe FidelCastro se reunió en el teatro de La Cabaña con el personalque había sido seleccionado para la misión en Cabinda. Allíexplicó detalladamente la situación política, económica ymilitar de Angola, puntualizó detalles de la misión que íbamos acumplir e hizo énfasis en el comportamiento que debíamosmantener los cubanos, tanto con las autoridades militares yciviles como con la población. Explicó que esta misión sedebía a una solicitud del dirigente angolano Agostinho Neto.

Concluida la reunión, Fidel departió con los principalesjefes. Estuve presente por habérseme designado segun-do jefe del Centro de Instrucción Revolucionaria No.4, elcual se instalaría en Cabinda. El jefe de la Revolución explicó

8 Terminó la misión internacionalista en Cabinda con el grado decoronel. Hace unos años pasó a la reserva.

ComandanteRafael Vázquez Díaz8

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con lujo de detalles la situación militar del enemigo en cadauno de los lugares donde se iba a ubicar estos centrosen Angola, incluida Cabinda.

Posteriormente, el Comandante en Jefe se dirigió, unopor uno, a los compañeros que debíamos salir en los díassiguientes. Me preguntó para cuál centro iba. Le expliqué yél indicó que debíamos preparamos muy bien en todos losaspectos de la guerra pues Cabinda era un objetivo de muchaimportancia económica y no se podía perder bajo ningúnconcepto, que así mismo debía trasmitírselo al comandanteEspinosa. Me dio un fuerte abrazo, me pidió que le dieraotro de su parte al comandante Espinosa, le dijera que éltenía absoluta confianza en la victoria y felicitara al resto delos compañeros del CIR que ya habían salido hacia Angola.

Estas instrucciones fueron un gran estímulo.Tras hacer escala en Moscú y Brazzaville, un avión nos

condujo a Punta Negra, donde me entrevisté con el primer co-mandante Raúl Díaz-Argüelles. Regresé con él a la capitalcongolesa y desde allí partimos con el capitán Joel Francopor vía aérea hasta la provincia de Cabinda. El resto delgrupo lo hizo por tierra desde Punta Negra.

Al llegar a Cabinda nos esperaba el comandante RamónEspinosa Martín, el cual había arribado días antes. Leentregué la correspondencia y las orientaciones específi-cas que había impartido el Comandante en Jefe Fidel Castro.Él me actualizó sobre la situación.

En los primeros días del mes de octubre de 1975 volví aPunta Negra para esperar el barco La Plata, el cual llegóel día 11 con los medios de combate y el avituallamientoque serían utilizados en la preparación del personalangolano y en la defensa de la provincia.

Con un grupo de compañeros cubanos y angolanos queme asignó el comandante Espinosa y la ayuda de algunoscongoleses, pudimos realizar la descarga de los medios ysu traslado hacia la provincia de Cabinda. La transportaciónafrontó serias dificultades porque los camiones, ZIL-157,no eran suficientes. Gracias al esfuerzo del personal de ase-guramiento y de los choferes pudimos cumplir la tarea enel plazo previsto.

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Por el poco tiempo con que contábamos –cerca de un mes–nos dimos a la tarea de entrenar a los combatientes funda-mentalmente en la parte material del armamento, las reglas detiro y la realización de este de forma práctica. Así, por ejemplo,el personal que iba llegando se instruía por la mañana en elarme y desarme y por la tarde en la realización del tiro.

En los siguientes días se daba las clases de infanteríay las materias correspondientes a la especialidad de cadagrupo, de acuerdo con los planes de preparación combati-va aprobados.

El buen resultado de esta preparación se comprobódurante los combates, ya que todos los soldados dominabanel manejo del armamento que por plantilla les correspondía.

Aproximadamente a las 16:00 horas del 8 de noviembre,se presentó en el campamento de Dinge un oficial angolanocon una nota del comandante Espinosa en la que este decíaque el enemigo había atacado por las direcciones de Chin-gundo y de Chimbuande y que me trasladara con el SegundoBatallón para el entronque Cabinda-Subantando-Cabinda-Lándana.

LLegué con las tropas al lugar antes señalado alrededorde las 21:00 horas. Allí me estaba esperando el comandanteEspinosa para explicarme la situación y plantearme la misiónque debía comenzar a cumplir en la madrugada del día 9.Esta consistía en avanzar con una compañía de infanteríay un pelotón de morteros de 120 mm en la dirección deTalibeca, donde había sido detenido el enemigo que habíaatacado por el sector de Chingundo.

A partir de ese momento dirigí las acciones combativasen la dirección de Chingundo. Al amanecer de ese díaordené abrir fuego contra el enemigo que se encontrabaen la ribera opuesta del río Lulondo, el cual separa loscaseríos de Talibeca y Talicuma.

A medida que se iba desarrollando el combate, nuestrastropas abrían los pozos de tirador y perfeccionaban las posicio-nes –trincheras para el personal de infantería y emplazamien-tos para los morteros.

Después de combatir varias horas llegué a la conclu-sión de que hacían falta dos ametralladoras antiaéreas de

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14,5 mm y un pelotón de morteros de 82 mm. Me trasladé alpuesto de mando donde se encontraba el comandanteEspinosa y le solicité los medios antes mencionados. Ac-cedió cuando le dije: “Con este refuerzo no los dejaré pasarporque los voy a desc...”.

En la mañana del 10 instalamos un campo de minasantipersonales en la cabeza del puente que está sobre el ríoLulondo, en las cercanías de Talibeca. Al concluir los trabajosde minado, más o menos a las 15:00 horas, salió de supuesto de mando un oficial enemigo en un yipi a observar loque habíamos hecho y fue blanco del fuego de lasametralladoras de 14,5 mm. Por la noche se ocupó el yipi yel armamento que poseía el oficial. Se trataba del capitánMabiola Thomas, del FLEC. Ese material de guerra fue elprimer trofeo ocupado al enemigo en la provincia de Cabinda.

Al amanecer del 12 comenzamos la contraofensiva enla dirección Talibeca-Prata-Chingundo, la cual culminócon la expulsión del enemigo del territorio de Cabinda haciala República de Zaire, donde había sido organizado ypreparado. Así fue cumplida la orden que recibí delcomandante Espinosa a las 04:00 horas de ese día.

Durante el avance capturamos gran cantidad de ma-terial de guerra, hicimos prisioneros y comprobamos loscrímenes cometidos por los elementos del FLEC, merce-narios y zairenses contra la población civil cabindana.

La misión asignada por el comandante Espinosa habíasido cumplida.

Fui designado para cumplir esta misión por la jefaturadel Ejército de La Habana (hoy Ejército Occidental). El

9 Concluyó la misión internacionalista en Cabinda con el grado decoronel. Hace unos años pasó a la reserva.

ComandanteReynaldo Reyes Torres,

Marino9

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primer comandante Ulises Rosales del Toro, jefe de suestado mayor, me la comunicó personalmente.

Tuve una pequeña preparación sobre documentaciónsecreta, cifras y conocimientos elementales acerca de Angolay de Cabinda en particular. En la mañana del 30 de septiem-bre de 1975 viajé al frente de 70 compañeros –entre oficiales,clases y soldados, con su respectivo armamento ligero– enun avión de Cubana de Aviación que salió del aeropuertoJosé Martí, en la ciudad de La Habana, y llegó al de Braz-zaville al mediodía del primero de octubre.

Al sobrevolar el aeropuerto de la capital congolesa ob-servé una situación anormal, por lo que fui a la cabina y lepregunté al comandante de la nave si teníamos combus-tible para dirigimos a otro país amigo. Me contestó que soloquedaba suficiente para aterrizar allí, por lo que ordené alos oficiales preparar los fusiles.

Cuando aterrizamos comprobé que, efectivamente, elaeropuerto estaba custodiado. Decidí bajar primero y ordenéa los oficiales: “Pase lo que pase, no podemos dejar que tomenel avión”.

Nombré un sustituto y salí de la nave. Al hacerlo, oí que mellamaban: “¡Marino, Marino!”. Era el comandante ManuelMedina, quien formaba parte de un grupo de cubanos que es-taba en Punta Negra y le habían dado la misión de asegurar elarribo.

Por la mañana del siguiente día partimos en dos avio-nes rumbo a Punta Negra, donde nos esperaba el cónsulcubano. Me informó que podía bajar al personal y conducirloa un lugar cercano. Le pregunté por Espinosa y Vázquezy me explicó que estaban en Cabinda preparando las con-diciones para cuando llegáramos. Desconfiado, le dije:

–Oiga, a mí me comunicaron en Cuba y en Brazzavilleque aquí tenían que estar los comandantes Vázquez yEspinosa, no usted.

Mostró sus documentos y dijo:–Oiga, comandante, nosotros pasamos la escuela de

Matanzas juntos.–Ese sería el otro Marino –le dije–, yo no pasé la es-

cuela esa–. En realidad sí había estado en la escuela perono me acordaba de él.

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El cónsul me explicó que en unos momentos llegaríanel jefe de la base aérea y el de Punta Negra a saludamosy para entonces el personal debía estar ya en tierra puesno era prudente que se viera el movimiento. Lo entendí.

El personal bajó y le prohibí salir del local que nos des-tinaron. Pocos minutos después llegó la comitiva y nosofreció ayuda.

Al día siguiente se personó el primer comandante RaúlDíaz-Argüelles, con quien analicé el traslado a Cabinda.Le conté la conversación con el cónsul. Se echó a reír y medijo: “Lo ‘llevaste recio’, es muy buena persona”.

Díaz-Argüelles precisó que el cruce por la frontera delCongo estaba resuelto y agregó: “Los compañeros del MPLAtienen sus criterios; discute con ellos y ponte de acuerdo,pero debes partir de inmediato hacia Cabinda. Allá están loscomandantes Espinosa y Vázquez”.

Al otro día fueron los representantes del MPLA –el co-mandante Delfín Castro y otro oficial angolano–. Plantearonque debíamos cruzar la frontera por la noche y sin armas. Encuanto a lo primero estuve de acuerdo, pero respecto a lode sin armas, no. Quedamos en que iríamos en completadisposición combativa y el jefe de Punta Negra nos acompa-ñaría hasta la frontera. Este último fijó el lugar de encuentropara la partida.

Llegamos sobre las 10:00 horas al lugar acordado. Eljefe de Punta Negra se despidió en la frontera y cruzamosacompañados por los oficiales angolanos. Hicimos la marchasin dificultad. Sobre las 23:00 horas llegamos a Lándana.

El comandante Delfín Castro, después de mostramos elalbergue que ocuparíamos, dijo: “Me retiro a la ciudad deCabinda y regreso por la mañana”. Le planteé que yo te-nía que encontrarme esa noche con los comandantes Es-pinosa o Vázquez, y debía seguir con ellos. Así lo hicimos.

En Cabinda, el comandante Pedalé, representante delMPLA, me recibió en su casa muy cordial y mandó a bus-car a otros comandantes y jefes, a los cuales me presentó.

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Conversamos largo rato. Preguntó si conocía en Cuba aun negrito alto, flaco y lampiño que había estado con ellosen la guerrilla y al que conocían por Humberto, aunque enCuba tenía otro nombre.

Traté de recordar. Sabía que Moracén10 había estado enAngola porque me lo contó.“Ese debe ser Quita Fusil –res-pondí–. Así le decimos”. “Ese mismo es Humberto”, comentóPedalé. Le conté la historia de por qué lo llamábamos así.

Por la mañana temprano regresé a Lándana. Sobre las10:00 horas del día siguiente llegaron Espinosa y Vázquez.Alegría desbordante. Así cumplí la primera tarea, trasladardesde Cuba hasta Cabinda a 70 hombres con su armamento.

Ya en Dinge y nombrado jefe de estado mayor del CIRNo. 4, me ocupé en lo posible de organizar el mando, elorden interior, la preparación de los combatientes angolanos,las comunicaciones y otras tareas.

Con los primeros grupos de reclutas angolanos empe-zamos a crear las pequeñas unidades y a impartir una in-tensa preparación combativa, sobre todo en el dominio delarmamento y la técnica, realización del tiro y búsqueda decohesión en el combate defensivo, según la indicación delmando superior y la apreciación del jefe.

El comienzo de la guerra en Cabinda era inminente yno teníamos el tiempo necesario para preparar y organi-zar a la tropa para el combate que se avecinaba. Era unaguerra contra el tiempo.

A mediados de octubre llegó el primer comandanteDíaz-Argüelles a Dinge con el objetivo de conocer ladecisión para la defensa de Cabinda. De esta visita resultóque Vázquez quedara como asesor principal del Segun-do Batallón y segundo jefe de la misión. Yo fui designadoasesor principal del Primer Batallón reforzado, destina-do para la dirección principal.

La ocupación de la defensa en la dirección principal es-taba fijada para los primeros días de noviembre, pero tenien-do en cuenta una información, el comandante Espinosaordenó adelantarla para finales de octubre.

10 Se refiere al entonces capitán Rafael Moracén Limonta, general debrigada (r) y Héroe de la República de Cuba, que cumplió varias misio-nes internacionalistas en África.

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Ocupamos la defensa en N'to al atardecer del 30 deoctubre. Marché junto a Espinosa y su “numeroso” estadomayor (Ochotorena, Lobaina, el comunicador y, porsupuesto, Limonta, el chofer).

Al siguiente día, bajo la dirección del comandante, sepuntualizaron las misiones de las pequeñas unidades ycomenzaron los trabajos de acondicionamiento ingenieroy la organización del sistema de fuego.

Tuvimos que convencer a los angolanos, tanto oficialescomo soldados, porque rehuían cavar trincheras. Claro está,no los habíamos entrenado suficientemente. Tuvimos querealizar un serio esfuerzo para hacerlos comprender que enla guerra esta tarea es imprescindible... Las cavaron.

Cuando se inició el ataque habíamos construido la pri-mera y segunda líneas de trincheras con sus zanjas decomunicaciones, emplazamientos para las ametralladoras,lanzacohetes, artillería y morteros; se trabajaba en la terceralínea y en las posiciones de reserva. También habíamosinstalado obstáculos explosivos y no explosivos en el bordedelantero y en los flancos de la defensa.

En la madrugada del día 9 el comandante Espinosafue al puesto de mando del batallón. Informó de la situa-ción en el este, en los sectores de Chimbuande y de Chin-gundo, donde el enemigo había penetrado 25 kilómetros yVázquez tenía una situación difícil, por lo que planteó lanecesidad de mantener en aquella dirección la batería demorteros de 120 mm que el día anterior se había trasladado,decisión que consideré correcta.

Además, me comunicó que en horas de la madrugadadel día 10 introduciría por este frente a un grupo de guerri-lleros angolanos para tratar de darle un golpe al enemigopor la retaguardia. Teníamos que propiciarles el paso y, encaso de que fracasara la operación, se situarían como avan-zada. Todo se organizó en detalle para proteger la entradade las tropas. También se previeron las señales.

Sobre las 05:00 horas del 10 sentimos explosiones leja-nas. El primer teniente Porfirio Puig, jefe de mi punto de avan-zada, informó sobre combates distantes. Pensé: “Eso es queEspinosa atacó la retaguardia del enemigo y lo rechazaron”.

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Sentí explosiones muy fuertes, al parecer de morteros de120 mm. Pedí a Puig que me informara los movimientos enel frente y el color de los carros. Reportó unos vehículosamarillos, otros blancos –así eran los que Espinosa teníaalquilados–, y me dijo: “Hay mucho movimiento, coman-dante”. Supuse que era Espinosa.

Puig informó que algunas tropas avanzaban por el frente,al parecer en despliegue. Segundos después perdí la comu-nicación con él. Habían destruido su puesto de información.Quedé sin comunicación con la avanzada.

El capitán Luis Rosales, jefe de la Pimera Compañía, co-municó: “El enemigo aparece”. El primer teniente RafaelFray Delgado, jefe de la batería de obuses de 122 mm, dijo:“Comandante, el enemigo está en mi zona de fuego”. Lerespondí: “No tires, debe de ser la gente de Espinosa”. Minutosdespués me avisaron: “Comandante, Espinosa por el teléfono”.

–¡Coño! –dije–. Está donde está Luis. –Ordené–: Ponmea Luis.

Antes de que me comunicaran con el jefe de la compañía,el capitán Juan Torres, a mi lado, informó:

–El comandante Espinosa está por el centro de comu-nicaciones.

–¡Coño! ¡Carajo! –exploté–. ¿Qué es esto? –Llamé alcentro de comunicaciones y ordené-: Ponme al comandanteEspinosa.

–El comandante Espinosa salió para el puesto de mando–contestaron.

Ya no había tiempo de esperar. Era necesario abrirfuego con todos los medios contra el enemigo. Yo estabaconfuso: ¿Espinosa estaba en el frente o en mi puesto demando?

Salí del puesto de mando y vi al comandante Espinosaque avanzaba diciéndome: “iMarino, tira!” y otras palabrasbastante feas. Al instante comenzó el combate. Acabamoscon el enemigo.

En el desarrollo de las acciones los invasores forzaronel flanco derecho. La situación de Luis era peligrosa, notenía municiones. La única opción era usar las ametralla-doras antiaéreas contra la infantería. Se lo propuse a Es-

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pinosa y me dijo: “Buena decisión, Marino; no las empleestodas, solo de dos a tres piezas”.

Todo esto sucedió en corto tiempo. Veía a Espinosapreocupado y no entendía, pues prácticamente teníamosla batalla ganada en este frente. Entonces hizo una re-flexión que despejó las dudas: “Marino, tienes un desem-barco naval en Labi, al flanco derecho. Mandé la artilleríareactiva de Base Chica a tirarle y no sé los resultados.Además, hay movimiento en Lándana, de lanchas; pare-ce que es otro desembarco más en el este. No se handefinido aún las acciones”.

Fue el momento más difícil. Un desembarco en Labisignificaba el cerco de mis tropas; además, podían tomarel aeropuerto. No sucedió porque la artillería de BaseChica les frustró el intento.

Hay algunas anécdotas que recuerdo de aquella mi-sión. Una de ellas sucedió mientras atravesábamos elAtlántico en el viejo Britannia, uno de cuyos tripulantesera el glorioso capitán Wilfredo Pérez Pérez, Chicho, vícti-ma del criminal sabotaje de Barbados.

Aquel aparato se estremecía como si se fuera a partiren pedazos. Yo dije: “C..., se jodió esto” y Wilfredo me re-plicó: “Coño, Marino, esto pasa a cada rato. Estos aparatosestán fuera de línea, además tiene 70 hombres arriba, ¿quétú quieres?”. En verdad, aquello era una osadía.

Cuando llegué a Cabinda, mientras iba hacia Dinge conEspinosa y Vázquez, este me dijo: “Aquí, Marino, el pro-blema es con las serpientes, que son todas venenosas,te matan; se meten en el carro y en todos lados”. Lecontesté: “Vázquez, ¿esos animales se pueden comer?”.Espinosa se echó a reír a carcajadas.

También recuerdo una ocasión en que el comandante Espi-nosa visitó el campamento, en Dinge, después de la batalla.Me requirió porque había llegado hasta mi jefatura sin servisto por el sistema de seguridad. Ordenó reforzarlo colocandoalgunas postas en lugares que yo no había previsto. Antes decontinuar rumbo a Buco Zau, me dijo: “Marino, tú eres muytemerario y en cualquier momento te van a sorprender”.

No habían transcurrido ni quince minutos de la salidade Espinosa cuando fuimos asaltados por un grupo del

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FLEC que atacó directamente la jefatura. Sin mayores con-secuencias porque habíamos comenzado a cumplir lo orde-nado por el jefe.

Durante el ataque un cohete hizo impacto en el local de lajefatura, en la que afortunadamente no me encontraba. Pocodespués llegó el comandante Espinosa, quien al oír el fuegoregresó para conocer qué estaba pasando y prestar ayuda,pero ya habíamos rechazado al enemigo. Nuevamente el jefeme señaló: “Tú eres demasiado guapo, y a los demasiado guaposlos matan también”. Por suerte, en mi caso no sucedió así.

Me encontraba de jefe del estado mayor de un regi-miento de infantería motorizada en la UM 1732 del Ejércitode La Habana cuando, en los primeros días de septiem-bre, fui citado con urgencia para el estado mayor del ejército.

Allí me preguntaron si estaba dispuesto a cumplir unamisión internacionalista. Mi respuesta fue: “Los que deci-den son ustedes”. El jefe de Cuadros me ordenó hacer laentrega del cargo y presentarme a las 08:00 horas delsiguiente día.

Llegué puntual. A las 09:00 horas salimos para el lugardonde recibiríamos la preparación –la escuela de Contrain-teligencia, en Boyeros– y al día siguiente iniciamos elentrenamiento. Recibimos clases sobre el armamento queusaba el enemigo, características de las minas y suempleo, defensa personal y tiro, así como conferenciassobre táctica especial, supervivencia y otras.

La preparación duró aproximadamente dos semanas.Poco después de terminar nos reunimos en La Cabaña con

11 Llegó a alcanzar el grado de coronel antes de pasar a la reserva.

CapitánGerardo Rodríguez Gámez11

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Fidel y Raúl. Hablaron sobre la misión, de su importancia,de cómo debíamos actuar y se retrataron con nosotros.

En relación con Cabinda, Fidel señaló que su situacióngeográfica y potencial económico le conferían una par-ticular importancia. Planteó que hubiera querido irse connosotros, pero eso era imposible; que tenía la seguridad deque actuaríamos con inteligencia y no defraudaríamos laconfianza depositada en nosotros. Raúl, después deabrazamos, nos comunicó que en el barco nos darían unreloj a cada uno.

Algunas horas más tarde salimos para Mariel, dondenos esperaba el buque La Plata en proceso de carga,tarea a la que nos incorporamos a lo largo de tres días.Alrededor del día 29 nos hicimos a la mar. Previamenterecibí la orden del Comandante en Jefe para el traslado yuna carpeta con la documentación.

En cuanto nos alejamos de la costa comencé a adop-tar medidas para la protección y seguridad del viaje. Alfrente de esta actividad designé al capitán Luis Rosales,quien también respondía por la travesía, el arribo al puertode Punta Negra y la descarga.

Éramos 36 hombres. En el viaje nos acompañaron unoficial de la Contrainteligencia y buzos, además de latripulación del buque. Los hombres los dividimos en dosgrupos de 15 cada uno y destinamos tres para un mortero ytres para una ametralladora antiaérea de 14,5 mm quellevamos en completa disposición combativa.

El capitán Ángel Zamora, con la mitad de los com-batientes, defendería la popa si se producía alguna acciónenemiga, y yo la proa con el resto. La tripulación del barcoformaba la reserva.

También desconservamos parte del armamento quetransportábamos y lo pusimos en función de la defensadel buque, además de realizar comprobaciones periódi-cas de la disposición combativa.

Entre las variantes previstas para garantizar la misiónse consideró la posibilidad de un desembarco de emer-gencia. Recibimos instrucciones sobre cómo actuar encaso de que tuviéramos que abandonar el barco.

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Una de las primeras tareas durante el viaje fue crear elnúcleo del partido. Recuerdo que en esa ocasión nosemocionamos mucho al cantar La Bayamesa.

El traslado duró unos trece días. En Punta Negra nos reci-bieron los comandantes Espinosa y Vázquez. Descargamosel buque en dos días, formamos columnas, salimos para Ca-binda y al llegar nos reunimos con los jefes cubanos y de lasFapla.

Nos ubicamos en Dinge. A los tres días comenzamos arecibir personal para la formación de pequeñas unidades delSegundo Batallón. Lo primero que hicimos fue un chequeomédico. Menos de una semana después había comenzadola preparación de los futuros infantes, morteristas, artillerosde las 14,5 mm, zapadores y exploradores. Los reclutas, casiniños, mostraron inteligencia y entusiasmo; aprendían rápido.

El 7 de noviembre recibí indicaciones de trasladar unacompañía, en completa disposición combativa, hacia una al-tura entre Lándana y la ciudad de Cabinda. Verifiqué porradio la orden y partí a cumplirla. Hubo que resolver numero-sas dificultades, fundamentalmente con el transporte, elque, en algunos casos, tuvimos que requisar.

Arribamos al lugar indicado lo más rápido que pudimos.No obstante, el comandante Vázquez me dijo: “¡Compadre,por poco no llegas!”. No le respondí por disciplina, pero pensémandarlo pa'l carajo.

Vázquez me puso una mano encima del hombro, dijo queel ataque era inminente, me ordenó dirigirme hacia Lándanae indicarle al capitán Zamora que llevara su compañía deinfantería y que ambos ocupáramos la defensa en la carreterade Dinge, en dirección a la frontera con Zaire. Se despidió:“No permitas que el enemigo pase, ¡buena suerte!”.

A las 07:00 horas del día 8 habíamos ocupado la defensacon la convicción de que allí había que morir peleando ycumplir la misión planteada. En breve comenzaría el ataque.

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El 22 de agosto de 1975 estaba en mi unidad, en Colinasde Villarreal. El jefe de esta me ordenó presentarme al si-guiente día en el estado mayor del Ejército de La Habana.

Junto conmigo fueron citados otros jefes de pelotonesde infantería de mi unidad. En el estado mayor del ejérci-to nos recibieron el primer comandante Ulises Rosalesdel Toro, jefe de ese estado mayor, y el comandante SixtoBatista Santana, jefe de la Sección Política del ejército,quienes explicaron la misión asignada.

Ese mismo día nos hicieron el chequeo médico, nosvacunaron y cumplimos todos los requisitos internacio-nales que se exigen para viajar. Fui nombrado sustitutodel jefe para el Trabajo Político en el Centro de Instruc-ción Revolucionaria de Cabinda.

Con los representantes de las direcciones de Personal yCuadros del Minfar, comenzamos a emplantillar el personalasignado al CIR. Recibimos una rápida preparación en laescuela de la Contrainteligencia Militar, en Boyeros, y en la In-terarmas Antonio Maceo, en Ceiba del Agua.

Esta preparación, que duró unos quince días, incluía tiro,defensa personal y táctica, entre otras materias. Además nosimpartieron conferencias sobre Angola y, en particular, Ca-binda.

También en este tiempo recibí indicaciones de la Direc-ción Política Central de las FAR acerca de la preparaciónpolítica que debíamos darles a las tropas en el CIR y, orien-tado por ella, hice una relación de los militantes del PCC y laUJC, les pedí a estos algunos datos y recogí sus carnés, quequedaron en depósito.

12 Hace unos años pasó a la reserva.

CapitánIbrahim Lobaina Bavi12

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Antes de salir tuvimos una reunión con el comandante debrigada Fernando Vecino Alegret, jefe de la Dirección Políticade las FAR, y el jefe de la Sección Política de la misión enAngola, mayor Armando Saucedo Yero, en la que noshablaron de la importancia de la misión y el papel de cadauno de nosotros.

Durante la preparación estuve un tiempo al frente delúltimo grupo de combatientes que por vía aérea partiría-mos hacia Cabinda. Eramos 72. El Comandante en Jefenos despidió en horas de la noche del 2 de octubre en laescuela de la Contrainteligencia Militar. Hizo un aparte conalgunos compañeros y conversó largo rato.

Después de salir de Cuba hicimos una .escala de seishoras en Barbados. En el vuelo desde este país hastaGuinea Bissau estuvimos más de cinco horas sin comu-nicación. Cerca de las 24:00 horas se estableció conConakry y supimos que no podían darnos pista por faltade iluminación. Sobrevino un momento de mucha tensióna bordo de nuestro viejo Britannia, pasado de horas de vueloy de peso, con poco combustible.

Felizmente se pudo lograr comunicación con el aero-puerto de Freetown, en Sierra Leona. Autorizaron el aterrizajecerca de las 03:00 horas del 3 de octubre. Allí nos lasarreglamos como pudimos. Por la mañana volamos aBrazzaville y en horas de la tarde, también por vía aérea,arribamos a Punta Negra.

El día 4 por la noche partimos de Punta Negra paraCabinda por carretera, vestidos de civil y con el armamentoen cajas. Nos acompañaban el comandante Bolingó y otrooficial, también de las Fapla.

Ya en Cabinda, después de comunicarle al comandan-te Espinosa algunas apreciaciones y orientaciones delComandante en Jefe, me incorporé a la preparación del per-sonal y del teatro de operaciones militares. Simultánea-mente, instruí a los comisarios políticos y realicé otrasactividades relacionadas con mi especialidad.

La mañana del 8 de noviembre me encontraba junto alcomandante Espinosa en la dirección principal (N'to). Re-corríamos la primera trinchera cuando conocimos del ataquepor la dirección de Subantando. Partimos hacia el este.

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Durante las acciones me mantuve todo el tiempo conel comandante Espinosa, el cual instaló el puesto de mandoen el poblado de Subantando.

La noche del 11 y la mañana del 12 comenzamos aavanzar hacia la frontera con Zaire, en los sectores deChingundo y de Chimbuande, con todas las fuerzas.Aproximadamente a las 15:00 horas salimos al límite entreambos países.

En los días de la batalla de Cabinda la actividad fue muyintensa, pues se combatió en varias direcciones simultá-neamente. El grupo de mando era muy reducido: lo inte-grábamos solo cuatro compañeros, incluido el jefe. Todoscumplimos tareas de oficial de estado mayor. En mi caso,además trasladé pequeñas unidades desde direcciones noatacadas hacia otras donde se introdujeron en combate yllevé heridos al hospital, entre otras misiones.

Me trasladé hacia Cabinda como parte del grupo deavanzada del comandante Vázquez. Llegamos a Brazzavilleel 21 de septiembre, previa escala en Moscú, y el 24seguimos para Punta Negra por vía aérea. De ahí, por tierra,a la ciudad de Cabinda, adonde arribamos en la tarde delpropio día.

La mañana siguiente nos encontramos con el coman-dante Espinosa en el apartamento de Pedalé. Desde allíveíamos los movimientos de los militares portugueses, quepor esa fecha se concentraban en la ciudad de Cabinda enespera de su partida de África.

A solicitud del comandante Espinosa, los angolanosnos entregaron un vehículo para recorrer los lugares de

13 Hace unos años pasó a la reserva.

CapitánEusberto González Ochotorena13

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posible ubicación del CIR No. 4. Encontramos, entre otros,un cuartel en el poblado de Dinge que estaba rodeadode selva. El comandante Espinosa decidió comenzar deinmediato la limpieza y preparación de sus instalaciones,así como ocupar y acondicionar el campamento de Lándanapara ubicar allí la retaguardia.

El 24 de octubre la jefatura conoció que se preparabauna concentración de mercenarios en la frontera zairense,por Chingundo. El 29 participé en un reconocimiento en esaregión con el jefe de la misión; este ordenó minar el lugary reforzarlo con personal y armamento. Poco después sesupo que las tropas mercenarias habían atacado el pueblode Necuto, más al norte, y asesinado a todos los pobladoresque no lo abandonaron antes de la acción, con lo que bus-caban atraer la atención hacia esa dirección.

En respuesta, dos compañías de infantería, una batería demorteros de 120 mm y tres piezas de artillería antiaéreade 14,5 mm se movieron hacia la dirección de Base Chica,cercana a la frontera de N'to. Fueron retiradas sobre las18:00 horas hacia Dinge, tras cumplir el objetivo propuesto,que era hacerle creer al enemigo que íbamos a atacar porla dirección sur, para de esta forma precisar los datos deinformación con que contábamos.

El 31 de octubre participé en el reconocimiento delsector de Labi, en la costa. Me designaron para apoyar alteniente ingeniero Aberamón Santiesteban en el minadode una posición que cerraba un paso entre Labi y lospantanos cercanos a la costa. Esta tarea, ordenada por elcomandante Espinosa, la concluimos el 3 de noviembrey resultó importante porque allí cayó un grupo enemigoque trató de infiltrarse.

En este sector también acompañé al comandante Es-pinosa en un reconocimiento hasta la playa, desdedonde observamos que en las cercanías de un puente,en el territorio de Zaire, había una concentración detropas de ese país; era alrededor de una compañía. El jefedecidió concentrar una compañía de infantería angolana,apoyada por un pelotón de artillería antitanques con tira-dores y jefes cubanos. La decisión también fue acertada

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porque al flanco de este sector el enemigo intentó el desem-barco naval que fue rechazado con el fuego de la artilleríareactiva desde Base Chica.

Aunque participé en otros reconocimientos y minados,creo que con estos dos ejemplos es suficiente para daruna idea del trabajo que realicé antes de la batalla.

El día 8, sobre las 11:00 horas, se conoció que tropasregulares de Zaire, el FLEC y mercenarios, con fuerzas dehasta tres batallones, habían atacado en los sectoresde Chimbuande y de Chingundo.

El comandante Espinosa organizó la tropa que inicial-mente establecería contacto con el enemigo. Designó unacompañía de infantería, un pelotón de morteros de 82 mm ytres piezas de artillería antiaérea de 14,5 mm. Partí con élpara Subantando. Llegamos alrededor de las 15:00 horasy de inmediato comenzó el análisis de la situación.

Según la valoración que realizó el comandante Espinosa,el enemigo llevaba unas tres horas avanzando por los sectoresde Chimbuande y de Chingundo, después de superar los cam-pos de minas. También determinó que el jefe angolano de lafrontera no se encontraba allí al producirse el ataque.

Ante esta situación, decidió enviar un pelotón angolano,con el teniente Jardines al frente, hacia el sector de Chim-buande para hacer contacto con el enemigo; otro pelotón,al mando del teniente Rogelio Hernández Alfaro, reforzadocon dos morteros y un GRAD-1P, hacia el sector de Chin-gundo, con la misma misión.

Sobre las 21:00 horas se escuchó un fuerte combateque duró hasta las 23:00 horas. Dos horas después aparecióAlfaro; informó acerca del encuentro con el enemigo, noreportó heridos y dijo que mantenían la posición.

El 9 de noviembre el comandante Vázquez, quien con partedel Segundo Batallón se había introducido hacia Chingundo,comunicó al comandante Espinosa que se estaba produ-ciendo un intenso combate y existía cierta confusión entre lastropas angolanas, las cuales no avanzaban. Además, el jefede la batería de morteros de 120 mm no había sido capaz deorganizar el fuego para apoyar a la infantería.

Espinosa decidió enviar al comandante Santos, comi-sario político de las Fapla, acompañado por un grupo de

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hombres, para que contactara con el comandante Vázquez,le hablara al personal angolano e informara más claramenteacerca de la situación en ese sector.

Le pedí a Espinosa que me dejara ir con el grupo, yaque Santos, aunque hablaba algo el español, no entenderíaa Vázquez tan bien como yo. Estuvo de acuerdo y meprecisó que solo llegara hasta el emplazamiento de losmorteros donde estaba el jefe del Segundo Batallón.

Cuando contactamos con Vázquez, este, molesto, cri-ticaba al jefe de batería cubano, el cual decía que no veíaal enemigo. Vázquez le ordenó que comenzara a golpearlocon las dos piezas que tenía listas, emplazara urgente-mente el resto de los morteros y dirigiera el fuego.

El enemigo ripostó con sus morteros, cuyos proyectilespasaron cerca de nuestras cabezas. Vázquez me indicóque me dirigiera hacia la compañía de infantería. Allí habíadesorganización y solo avanzaba parte de las tropas;alegaban que el fusil M-52 no prestaba, no servía para elcombate.

El comandante Santos y yo conversamos con la tropapara levantar su moral, que mejoró cuando escucharonel accionar de nuestra batería de morteros de 120 mm.Participé con ellos en el avance hasta el puente del ríoLulondo y regresé a informar al comandante Espinosa lasituación de ese sector.

En lo adelante seguí cumpliendo tareas como oficial deestado mayor, además de las de mi especialidad. Entre ellasrecuerdo la recogida de un grupo de guerrilleros en la ciudadde Cabinda y su ubicación en el sector de Chingundo; y, mástarde, el traslado de otro personal hacia el de Chimbuande.También estuve junto al comandante Espinosa en los com-bates de la dirección principal, donde cumplí otras misionescomo enlace con el borde delantero.

El 11 de noviembre se inició la contraofensiva de lastropas cubano-angolanas en el sector de Chingundo. Habíacomenzado el fin de la batalla.

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Después de aproximadamente dos meses de preparación,salí de Cuba en el segundo grupo de avanzada, al mandodel comandante Rafael Vázquez. Éramos cinco en total.

El trabajo comenzó con el acondicionamiento de laprimera escuela del CIR No. 4 en Cabinda. Con un bul-dózer que el comandante Espinosa contrató, se hizo uncampo de tiro en una explanada tras la cual se extendía laselva. Las armas que teníamos eran dos AKM, unasubametralladora USEN y una pistola.

Durante un recorrido por el campamento de Dinge en-contré cajas con ropa de enmascaramiento, municionesy fusiles Ye-3 que habían abandonado los portugueses.Con ellos pudimos vestirnos de militares y armarnos.

El jefe ordenó comprobar la eficacia de estos fusiles,que eran parecidos a los FAL pero tenían 20 cartuchosen los cargadores. Disparé con uno de ellos 100 cartu-chos seguidos. No resistió; se le fundió el cañón y botó latapa del cajón de los mecanismos, por lo que informéque eran buenos pero requerían una adecuada caden-cia de fuego.

Por esos días se decidió formar un grupo de especia-listas de artillería, del cual fui designado jefe, y nos enviaronal campamento de los guerrilleros de las Fapla en Belice,en lo profundo de la selva Mayombe.

La tarea consistía en seleccionar el personal que pasaríala escuela, con el cual formaríamos dos batallones re-gulares con una organización atípica, compuestos porunidades combativas y de aseguramiento. Contactamoscon los jefes angolanos y comenzamos el trabajo.

14 Fue ascendido a mayor durante el cumplimiento de la misión internaciona-lista en Cabinda. Hace unos años pasó a la reserva.

CapitánJoel Franco Cabrera14

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La mayor dificultad estribó en la cantidad de enfermos quehabía en el campamento. Contábamos con 1 200 hombresdisponibles y unos trescientos más que habían abandonadolas filas de otras organizaciones en pugna con el MPLA, los que,según los compañeros de este, no podían ser incluidos en esemomento pues era necesario darles tratamiento político.

Con los disponibles formamos el Primer Batallón deinfantería y algunas unidades independientes y de ase-guramiento. En quince días cumplimos la tarea y enviamos alpersonal a la recién creada escuela de Dinge. Eran dignos deadmiración. Vestían harapos, no tenían comida ni medicinas,estaban enfermos, y aún decían: “Camaradas, la luchacontinúa, la victoria es cierta”. Sentí, en lo personal, gransatisfacción por encontrarme entre ellos y cumplir la misión.

Cuando llegaron abastecimientos desde Cuba, comenza-mos a preparar, vestir y convertir en militares aquelloshombres, muchos de los cuales no habían sido guerrilleros.Pensábamos que en poco tiempo, con un curso acelerado,los formaríamos como soldados. Todos los programasestaban elaborados para cumplir ese propósito, pero lo quehabíamos planificado e ideado duró muy poco.

Al comenzar la invasión, los reclutas (alumnos) del bisoñoSegundo Batallón, cuya preparación no había alcanzado ni eldiez por ciento de lo previsto, tuvieron que marchar al frente.Solo teníamos una ventaja: los jefes, hasta el nivel de pieza,éramos cubanos.

En la noche del 8 de noviembre el comandante Espinosaordenó que me presentara en la primera línea. Por cierto,cuando llegué me puse a buscarlo y fui a parar a los empla-zamientos de los morteros, lo que me costó una reprimenda.

A partir de ese día fui el segundo del comandanteVázquez en el sector de Chingundo. El jefe de la misióndirigía directamente el sector de Chimbuande. El coman-dante Reynaldo Reyes, Marino, estaba al mando de ladirección de N'to.

Se entablaron fuertes combates en todas las direcciones.En Chingundo y Chimbuande el invasor penetró de veinte aveinticinco kilómetros, pero fue detenido y rechazado; en ladirección principal no pudo romper las defensas.

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Al amanecer del día 10 el comandante Espinosa ordenócrear condiciones para la contraofensiva en los sectoresde Chingundo y de Chimbuande y restablecer las fronteras deCabinda, ya que en N'to la situación se había estabilizado.

Ese día un grupo enemigo que se movía en carros tratóde acercarse a los campos de minas; fue descubierto y unalluvia de proyectiles de cuatro bocas lo aniquiló. Por la nochefui con los zapadores a los campos de minas para abrir unpaso. En el lugar encontramos muchos muertos y cap-turamos un yipi Willys blindado y uno Toyota, armamento,documentos, plantas de radio, instrumentos ópticos y otrosmedios.

Al analizar los documentos me percaté de que la ideadel ataque consistía en emplear tres batallones en elprimer escalón y dos de reserva. Estos últimos no los in-trodujeron en combate porque no se lo permitimos.

En la madrugada del 11 llegué al borde delantero parainiciar la contraofensiva. Más tarde lo hizo el comandanteVázquez y comenzó la preparación artillera. A las 04:00 horasemprendimos el avance en dirección a la frontera. Laexploración informaba que el enemigo tenía muchos muertosy hacía poca resistencia.

Detrás de nosotros avanzaba un buldózer enterrandolos cadáveres que íbamos encontrando. Eran el resulta-do de los más de tres días de combate.

Cuando, alrededor de las 15:00 horas, llegamos a lafrontera con Zaire, los puercos y las gallinas se comían alos muertos de las primeras acciones, ya putrefactos.

Al final de ese día 12 se restablecieron los puntos fron-terizos.

Antes de terminar, quiero referir un hecho que ocurrió alpasar el grupo por Lisboa. El comandante Espinosa cumplíaaños y llevaba en el maletín de trabajo miles de dólaresdestinados a los aseguramientos de la misión. El grupo loinstó a que comprara con aquel dinero una botella deaguardiente Bagaseira para celebrar. Él se negó rotunda-mente: “No debemos –dijo con firmeza– tocar ni un centavopara invertirlo en algo que no esté relacionado con el cum-plimiento de la misión que se nos ha planteado”.

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Así recuerdo siempre al comandante, quien ademáscuidaba mucho a sus hombres, era respetuoso y tratabaa los subordinados con educación e inteligencia. Lo lla-mábamos el Estratega de Cabinda.

Al seleccionarme para cumplir la misión internaciona-lista en Cabinda era un hombre maduro. Había participadoen combates contra el ejército de la tiranía batistiana y enla lucha contra bandidos.

En la despedida del grupo el Comandante en Jefe alertóacerca de todo lo que después fue pasando. Con eltiempo lo vimos hecho realidad.

Cuando Fidel habló supe que esa era la misión más impor-tante que teníamos los cubanos en aquellos momentos.Afirmó: “Algunos de ustedes no regresarán a la patria querida,pero nadie quedará huérfano porque sus madres son mimadre, sus esposas son mis hermanas y sus hijos son mishijos”.

Después de sus palabras, todos estábamos dispues-tos a dejar los huesos en aquel lugar y, con orgullo revo-lucionario, lo demostramos en la práctica.

Nos habíamos preparado teórica y prácticamente conarmas de infantería –fusiles AKM, lanzacohetes RPG-7,ametralladoras– en Ceiba del Agua, en un tiempo extre-madamente corto. Recibimos conferencias y realizamosotras actividades que contribuyeron a la preparación mi-litar. Fue bueno y útil.

Viajamos a Cabinda a bordo del barco La Plata en losúltimos días de septiembre. La travesía hasta las costas

15 Es coronel de la reserva.

CapitánLuis Rosales Rodríguez15

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de Punta Negra fue de trece días, a toda máquina y sinapagar los motores.

El capitán Gerardo Rodríguez Gámez era el jefe delgrupo y yo su segundo. Durante el viaje dormimos pocopor las extremas medidas de seguridad que adoptamos,las cuales siempre consideramos pocas. El buque iba com-pletamente cargado de hombres, armas y otros mediosmateriales y técnicos.

Por iniciativa del capitán Gámez se plantearon misionesde combate a todo el personal que iba a bordo, incluida laubicación de observadores en el puente de mando. Ade-más, la travesía se hizo con la tripulación incompleta y lastareas de los marineros que faltaban las suplimos nosotros.Resultó muy estimulante la actitud valerosa de la oficialidaddel buque y los marineros, quienes se mantuvieron firmes ylistos para actuar si era necesario.

Ya en el puerto, el comandante Espinosa ordenó tras-ladar todos los medios para un lugar seguro y dejó alcomandante Vázquez al frente de los trabajos.

Cuando llegué al CIR No. 4 recibí el mando de la PrimeraCompañía del Primer Batallón, que estaba en periodo deformación, así como el programa de preparación que seiba a impartir. También se me responsabilizó con laseguridad y protección del campamento.

Al día siguiente ya cumplíamos con rigor el programade clases de las pequeñas unidades, el cual incluía conti-nuas alarmas de combate y otras actividades para lograrla cohesión de las tropas.

En los últimos días de octubre el jefe de la misión nosordenó realizar con urgencia un reconocimiento por la regiónde N'to, y el 30 planteó la misión de que el Primer Batallón setrasladara hacia esa dirección y ocupara la defensa.

Llegamos al oscurecer. Era un terreno complejo, des-conocido, pero durante el reconocimiento había marca-do el punto de resistencia de la compañía, que por elflanco derecho terminaba en unas pequeñas elevacio-nes y por el izquierdo en la unión de una cerca y un cami-no. Entre esos dos puntos de referencia ocupé la defensacon mi compañía.

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Al otro día el comandante Espinosa nos visitó. Reco-noció que habíamos ubicado correctamente la pequeñaunidad y ordenó acelerar los trabajos del acondiciona-miento ingeniero de la posición.

Yo recordaba que ese había sido el aspecto en el cualmás había insistido el Comandante en Jefe durante nuestradespedida; sus reflexiones acerca de que los combatientesangolanos no hacían trincheras y por eso cuando eranatacados sufrían gran cantidad de bajas, además de verseobligados a abandonar sus posiciones. Por tal razón, exigimosun esfuerzo grande en ese sentido. Aunque no fue fácil cumplircon la tarea planteada, buscamos la solución y lo logramos.

El 9 de noviembre por la tarde, casi al caer el sol, elmando superior envió para el puesto de mando de micompañía a un grupo de combatientes angolanos, el cualdebía avanzar al encuentro del enemigo.

Han pasado los años y siempre recuerdo aquella deci-sión tan inteligente, que propició romper el orden comba-tivo de las tropas atacantes, les hizo perder tiempo y nospermitió organizamos para el combate.

El contacto del grupo con el enemigo se produjo al amanecerdel día 10. El pequeño destacamento, disparando incesan-temente contra fuerzas varias veces superiores, se replegópor el flanco izquierdo. Después el enemigo se adelantó unpoco más y comenzó a desplegarse. Enseguida se sintió elzumbido de los proyectiles de los obuses de 105 mm y de losmorteros de 106,7 mm.

Dada la compleja situación en el frente, el comandanteMarino decidió enviar una patrulla de exploración. Cuandoesta había avanzado unos dos o tres kilómetros delante demi primera trinchera, chocó con las avanzadas del enemigo.Este disparó un cañonazo que los cubrió de humo y losobligó a replegarse en dirección al flanco derecho de lacompañía. En vez de moverse por la trinchera, lo hicieron acampo descubierto. Cogí un fusil y disparé en ráfagas largaspor los laterales del grupo para indicarles que entraran en lazanja de comunicaciones.

Debo decir que aquellos muchachos, con un oficialjoven al frente, eran valientes, lo que demostraron en los

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combates. Su error estuvo motivado por falta de una ade-cuada preparación para actuar bajo el fuego enemigo.

El ataque a la compañía comenzó con ráfagas de ame-tralladoras pesadas y fuego de morteros de 81 mm; eraun aguacero de plomo lo que caía. Entonces recibí la ordende hacer fuego.

El teniente Rangel Molina, jefe de la batería de morterosde 82 mm, inició las acciones. Un hombre sereno y valiente;así lo vi al dar las voces de mando y precisar los blancos. Élestaba en el puesto de mando y observación de la compañíade infantería porque así se lo habían ordenado. Desde allí,cuando daba la orden de fuego a los morteros, disparaba consu fusil en ráfagas largas contra el enemigo que estabacerca de la primera trinchera.

Siempre recuerdo el heroísmo de este hombre, quien,a pesar de ver que el enemigo se acercaba, decía: “Nome voy de aquí porque desde aquí mismo los vamosa aniquilar”. Y no se retiró. En aquella situación, le dije aMolina: “Quédate aquí”, y fui para la primera trincheraconfiado en que había un jefe, un héroe en la batería. Alfinal del combate lo pudimos comprobar.

Cuando llegué a la primera trinchera me encontré quelos soldados angolanos, bisoños y con poca preparación,realizaban el fuego sin hacer puntería y este no estabacausando efecto alguno al enemigo. Me di a la tarea derecorrer las trincheras, donde les decía: “Tiren para allá”, yles señalaba las agrupaciones del enemigo. Algunos merespondían: “El fusil no presta, tiene el cartucho trabado enla recámara”. Entonces les indicaba: “Saquen la bayonetay no los dejen meterse en la trinchera”.

Pude comprobar que la mayoría de los fusiles M-52 seencasquillaba. Eran malos, y en aquel lugar, donde elterreno era arenoso, las partículas de arena penetrabanen las recámaras y los trababan. Valga que en cada es-cuadra teníamos un AKM, además de los que poseíamoslos cubanos.

No sé cuántas veces anduve todo el frente de la com-pañía de infantería, en el cual el enemigo concentró el es-fuerzo principal. Después del combate creo que me pasé

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más de un mes con dolores en las extremidades del cuerpo.Parece que, en el orden físico, aquella tarea fue más agota-dora que cortar 600 arrobas de caña.

En el fragor del combate me percaté de que en el flancoizquierdo, donde teníamos un pelotón de cañones de 75 mm,habían dejado dos de estos abandonados. Pero quedabauno, con el teniente Juan Humberto Rodríguez, que estaba dis-parando, arreglándoselas no sé cómo, “prendido de campanaa campana”. También fue héroe.

Allí se produjo una situación difícil cuando, en el mismomomento en que un blindado avanzaba por el camino, lecayó arena a la recámara del cañón y este se averió. JuanHumberto me miró con ganas de soltar el cañón y coger elfusil para “prenderse” junto conmigo. Entonces le dije:“Coge la camisa y limpia la recámara, que yo te protejocon el fusil”. Asintió confiado.

El blindado se acercó a menos de veinte metros. Elcomandante Espinosa me ordenó que buscara un lan-zacohetes y tirara, pero se habían acabado los proyectiles.No me quedó más alternativa que disparar con el fusil AKMdos cargadores de RPK, uno de 40 tiros y otro de 30, enráfagas largas. No sé cómo aguantó tanta “candela”.

Esos cargadores estaban llenos de cartuchos traza-dores para dirigir el fuego de mis subordinados, porqueen el combate los soldados no oyen las voces de mando.El conductor de la tanqueta giró con premura; parece quese asustó cuando vio aquellos chorros de candela. Yosabía que un fusil no es el medio indicado para aniquilar unblindado, pero no tenía opción. Debo aclarar que JuanHumberto limpió la recámara del cañón y siguió disparando.

También había una ametralladora PKM manipulada porPedro Yon y otro compañero cuyo nombre no recuerdo. Ellosno se protegían en la trinchera para combatir, eran dos bravos.

El primer teniente Arnaldo Enrique Placencia, jefe delSegundo Pelotón, se encontraba siempre cerca de aque-llas ametralladoras porque cuando supo que los M-52estaban fallando, creyó que se podía resolver la situacióncon las pocas armas automáticas que teníamos. Este jovenoficial combatió como un león.

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También el primer teniente Andrés Soto, jefe de pelotónde la Primera Compañía del Primer Batallón, mantuvo suposición valientemente. La defensa de la segunda trincheraera encabezada por otro joven y valiente oficial, elsubteniente Cristóbal González.

En aquella situación, el comandante Marino, por ordende Espinosa, mandó dos ametralladoras antiaéreas de14,5 mm, las cuales le ocasionaron muchas bajas alenemigo. Los obuses de 122 mm, asimismo, desempeñaronun papel muy importante.

Si cuento todas estas cosas es porque lo que más nosayudó fue la cohesión. Existió antes del combate, en eltranscurso de este y después de concluir las acciones.Desde la jefatura hasta los jefes de pelotones y soldados,todos luchamos en interés de la victoria.

Me trasladé en el grupo de Espinosa. En Portugalpermanecimos más de una semana. Al llegar al aeropuertode Luanda, aunque nos despacharon para el hotel Pre-sidente, no fuimos a ningún hotel. Nos alojamos en unacasa vacía en la playa, donde estuvimos tres o cuatro días.

Espinosa alquiló una avioneta a un portugués; en ellaviajamos hasta Cabinda. Los dos primeros cubanos enllegar allí fuimos nosotros.

En el aeropuerto de Cabinda, como simulábamos serperiodistas, hasta los oficiales portugueses ayudaron abajar el equipaje, incluidas las maletas donde iban los dosúnicos fusiles que teníamos.

Llegamos a la delegación del MPLA. No estaba ningunode los representantes de las Fapla, solo una señora llamada

16 Era teniente coronel de las FAR cuando pasó a la reserva.

Primer tenienteMartín Pérez Álvarez16

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María. Nos alojamos en un apartamento en el segundopiso, que ocupaba Pedalé, máximo representante delMPLA en Cabinda.

Cada vez que miraba por la ventana veía a los guardiasportugueses caminando por la calle y me erizaba todo. Enese tiempo se estaban concentrando en la ciudad de Cabindalas fuerzas del ejército portugués, la armada y la policía parasalir hacia Portugal. Por eso había tanto movimiento detropas en la capital provincial. Dicho sea de paso, al segundodía tuvimos que comer junto con los oficiales portuguesesen el único restaurante que existía.

Desde que llegamos, aún vestidos de civil y bajo la cober-tura de periodistas, comenzamos a realizar reconocimientospues necesitábamos locales donde almacenar medios ma-teriales y avituallamiento para unos tres mil hombres aproxi-madamente. Los prácticos cabindanos o guías, lo que nosenseñaban eran bodeguitas viejas desactivadas por los por-tugueses y hasta una iglesia sin cura que estaba muy cercade los pozos de petróleo norteamericanos.

Recuerdo que Espinosa halló un mapita político-econó-mico que nos sirvió de mucho, pues no solo investigamoslocales para almacenamiento, sino todo tipo de condicionesventajosas con vistas a las futuras acciones: fuentes de agua,caminos, condiciones favorables del terreno, entre otras.

La iniciativa del jefe no cesaba ni de noche ni de día parabuscar las mejores condiciones y dar cumplimiento a lamisión: asegurar el enclave de Cabinda.

En una ocasión llegamos hasta la frontera con Zaire.Me quedé en el carro con los dos fusiles mientras Espino-sa y un oficial de las Fapla conversaban con los oficiales yfuncionarios zairenses de la Aduana. Estos los invitaron atomar cerveza. El jefe me llamó y allí, en la línea fronteriza,juntos bebimos, como buenos “periodistas”, con los futurosenemigos.

Después fueron desde Luanda los restantes cubanosdel grupo y más tarde lo hizo Vázquez con otros cuatrocombatientes; nos alegró porque con ellos éramos unaescuadra, un pequeño ejército. Recordé cómo Fidel, quehabía empezado con siete fusiles, ganó la guerra e hizo laRevolución.

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El primer trabajo que realizamos fue medir la profundidadde las aguas cercanas a las costas de Lándana y otrospuntos, donde solo pueden navegar patanas y embarcacionesde poco calado.

Como las tropas portuguesas se estaban agrupando enla ciudad de Cabinda, sus posiciones en el centro y nortedel enclave quedaban abandonadas. Se decidió ocupar esasinstalaciones. Por ejemplo, el campamento de Lándana,cerca de la capital, llegó a ser una base de almacenes.

A propósito, la selección de los almacenes se hizoteniendo en cuenta que su ubicación garantizara unadecuado escalonamiento de medios materiales en lasdistintas direcciones –Cabinda, Dinge, Belice, etcétera–,lo cual se logró.

Días después del arribo de Vázquez llegó Marino con70 hombres. Se aceleraron los preparativos y comenzó laformación de dos batallones de las Fapla.

Al inicio de la preparación Espinosa dislocó el Segun-do Batallón en Lándana y el Primero en Dinge. Más tardetrasladó el Primer Batallón para N'to y el Segundo para Dingey Lándana. Siempre mantuvo los almacenes centrales enLándana, no solo por su capacidad sino por las razonesque antes expliqué.

En el CIR No.4 nos dimos a la tarea de entrenar conrapidez a las fuerzas angolanas. La retaguardia para esafecha contaba con cuatro pelotones medianamente en-trenados.

El 8 de noviembre el enemigo atacó por la direcciónde Subantando, en los sectores de Chingundo y de Chim-buande. Como habíamos previsto, la retaguardia se dislocóen Lucola. El día 12 les asestamos el golpe definitivo.Concluidas las acciones, recogimos los medios de combatecapturados y enterramos los cadáveres de los adversarios.

Quiero recordar la siguiente anécdota: cuando íbamosde Luanda para Cabinda en la avioneta, Espinosa sostu-vo, a solicitud del piloto, el timón de media luna. Accionópor error la palanca de aterrizaje y aquello iba para abajoque casi caemos en el agua; al extremo de que me iba aquitar hasta los zapatos. Intervino el piloto, se restablecióel vuelo, y el jefe dijo, de forma jovial, que no era para tanto.

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Después el piloto voló por encima de los campamen-tos que las tropas de Holden Roberto tenían en Ambriz yAmbricete. Íbamos a baja altura y observamos a losmiembros del FNLA saludándonos con la mano.

Y otra ocurrida después de la batalla: una vez yo queríamanejar un yipicito al que le llamábamos León Pela’oporque al pobre, después de caer en varias minas y em-boscadas, prácticamente solo le quedaban el volante y elchasis, aunque seguía funcionando. Cuando Espinosame dijo que no, tristemente cogí mi camioncito y fui parael campamento de Vázquez. Le dije a este:“Yo no quieroestar más con Espinosa; mira a ver si tú me recoges aquí”.

Al conocer el jefe que no había regresado se preocupómucho y comentó: “Han matado a Martín”. Preguntó sime habían visto. Le respondieron que no. Cuando fue aBelice me encontró con camión y todo en el campamen-to del Segundo Batallón. Me regañó severamente; hastaquería darme “cepo de campaña”. Después me perdonó.

Él era duro en el mando pero de muy buenos senti-mientos. Además, todo el mundo tiene su debilidad y cuandoél estaba bravo yo le cantaba décimas en punto guajiro. Seponía contento porque le gustan mucho; a veces las can-taba conmigo y lo hacía muy bien. Creo que cuando jovencantaba en la emisora de Camajuaní, su pueblo natal.

En el mes de septiembre de 1975 me comunicaron queiba a cumplir la misión. Durante la preparación recibimos

17 Al concluir la misión internacionalista en Cabinda fue ascendido a capitán.Había alcanzado el grado de teniente coronel cuando pasó a la reserva.

Primer tenienteRafael Fray Delgado Reyes17

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informaciones sobre Angola y la provincia de Cabinda.Nos instruyeron sobre cómo actuar en un terreno descono-cido, y en la activación y desactivación de minas, tantonuestras como del enemigo, lo que fue de mucha ayudaen el desarrollo de las acciones combativas.

Para mí, en particular, lo más importante de esta primeraetapa fue el encuentro con el Comandante en Jefe, quien dia-logó con el grupo. Después de explicar detalladamente la situa-ción y la necesidad de nuestra ayuda, bajó de la tribuna yfue preguntándole a cada uno su especialidad. Cuando se meacercó, le informé que era el jefe de la batería de obuses de122 mm y dijo: “iAh!, a ti tengo algo especial que decirte. Yale envié instrucciones a Espinosa de cómo emplear los obu-ses, que son fundamentalmente para la defensa de la capital.

“Otra cosa es que debes mantenerte lo más alejadoposible de la frontera con Zaire y apoyar cualquier misióndesde la profundidad del territorio. Acuérdate, y ten presenteque en el Congo tienes una magnífica y segura retaguardia...Y oye lo último que te voy a decir: ¡No te puedes dejar cogerni una sola pieza de esas!” .

(Durante toda la guerra en Angola, pensaba: “Ya me puedomorir al lado de estos cañones, pues he recibido la misiónmás honrosa e importante de mi vida, y nada menos quedada personalmente por el Comandante en Jefe”.)

Seguidamente, dirigiéndose a todos, el jefe de la Revo-lución expresó: “Ahí, en el avión, van los fusiles de ustedes,por si es necesario que se defiendan, por si tienen que pelearque lo hagan con honor, para que el enemigo sepa que dondeustedes estén peleando los que tiene de contrarios soncubanos, ¡y cubanos valientes!”.

Tras oír aquellas palabras inolvidables de Fidel y con laconvicción de que pondríamos bien en alto el nombre deCuba, nos trasladamos al aeropuerto José Martí de RanchoBoyeros sobre la medianoche de ese mismo día. Abordamosun Britannia que nos llevó hasta la República del Congo.Éramos la segunda parte del grupo de avanzada.

El traslado de la técnica de combate desde Punta Negrahasta Cabinda se realizó de noche, con medidas de enmas-caramiento para el cruce de la frontera.

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El transporte que teníamos eran unos ZIL-157 que fun-cionaban a las mil maravillas; llenos de municiones, cadauno arrastrando una pieza. Nunca había visto a las dota-ciones preocuparse tanto por sus piezas. Sabían que dondese quedara la suya, ellos también se quedarían. Estábamosen guerra y con el enemigo cerca.

Mi primera tarea, junto a otros especialistas, fue recibirlos obuses, las municiones y otros medios que llegaronpor barco. También, en coordinación con los capitanes JoelFranco y Juan Torres, elaboré los programas que debíancumplirse en el centro de preparación de las Fapla.

A medida que se fueron incorporando los oficiales y elresto del personal angolano, se organizaron y armaron lasdotaciones y pelotones. El comandante Espinosa me de-signó como especialista de Artillería del CIR, lo que mepermitió estudiar y conocer el terreno, participar en los reco-nocimientos que se hacían en la frontera, apreciar la situa-ción y otras muchas medidas que se adoptaron de conjuntocon los jefes de las Fapla.

Mediante este proceso de reconocimiento, el 28 de octu-bre el jefe llegó a conclusiones y tomó la decisión. Eligió acer-tadamente como dirección principal la frontera N'to-Cabinday, por supuesto, allí concentró los mayores esfuerzos. Esa direc-ción, apreciaba, le permitía al enemigo avanzar de forma rápida.

Allí situó el Primer Batallón, apoyado por nuestra batería,el cual estructuró la defensa en dos escalones, con un frentemuy amplio –de diez a doce kilómetros–, de manera quepara cubrirlo tuve que crear posiciones de fuego principal,de reserva y provisionales.

Ubicamos el puesto de observación sobre un tanque deagua de veinte a treinta metros de altura, cerca del borde de-lantero, a unos ocho kilómetros de la posición de fuego. Desdeallí se dominaba todo el frente de combate. Fue necesario ungran esfuerzo, pero se logró que todos los vehículos llenos demuniciones y los obuses quedaran completamente bajo tierra.La reserva de municiones estaba distante, lo que podía dificultarel abastecimiento durante el combate.

Ocupamos la posición principal y nos dedicamos aladiestramiento de las dotaciones y escuadras del pelotón

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de mando. En la dotación –siete hombres– solo el jefe depieza y el apuntador eran cubanos, de ahí que el entre-namiento de los sirvientes de la pieza resultara muy im-portante durante la ejecución del fuego.

Siempre nos acompañó la voluntad, tanto a los cuba-nos como a los angolanos, de defender metro a metro lasposiciones. A los jefes de compañía del frente, capitanesAlfredo Savón y Luis Rosales, les comunicamos quemientras ellos estuvieran delante, vivos o muertos, noabandonaríamos la posición.

Ocupamos las posiciones desde el 8 de noviembre,cuando comenzó el combate por la dirección de Subantan-do, y al amanecer del día 10 se iniciaron las acciones ennuestra dirección, que era la principal.

Al menos a mí, que nunca había participado en un com-bate, me resultó muy extraño que el enemigo viniera cantando.Avanzaba en columnas, con la técnica delante y la infan-tería detrás. Ya al alcance de nuestros proyectiles y conlos datos puestos en los órganos de puntería, hubo ciertaconfusión para abrir fuego porque un destacamento nues-tro, en el cual se pensaba que estaba el comandanteEspinosa, se acercaba en esa dirección.

Cuando el enemigo se encontraba a unos ochocientosmetros del borde delantero, la batería abrió fuego. No sehizo ni un disparo para corregir el tiro. Ni siquiera se realizóun reglaje, sino que se ejecutó una salva simultánea conlas seis piezas. Los proyectiles cayeron agrupados detrásdel bosque, lo que consideré un error de cálculo.

(Dos días después fuimos al área que había ocupado elenemigo y detrás del bosque, en el lugar donde había caídola salva supuestamente perdida, encontramos tresmorteros de 81 mm destruidos y ocho cadáveres.)

El fuego fue corregido sobre la columna y el combatese inclinó a favor de cubanos y angolanos. El enemigo seempeñaba en agruparse y atacar, y nosotros en impedírse-lo. Lo mantuvimos a raya todo el tiempo y le causamosmuchos estragos.

Al golpe efectivo de los obuses se unió el de los morterosy el de dos ametralladoras antiaéreas de 14,5 mm que se

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trasladaron al borde delantero y “chapearon”, lo que obligó alos invasores a abandonar de forma desordenada el campode batalla, con grandes pérdidas.

En este primer ataque, el enemigo, que venía confiadoy seguro, en pocas horas se vio derrotado e imposibilita-do de continuar combatiendo.

Después de rechazar la ofensiva inicial completamoslas municiones consumidas. Las reservas se encontrabanen Lándana, un lugar al norte de Cabinda donde funcionabala retaguardia del CIR. Asimismo, nos mantuvimos en lospuestos de combate, convencidos de que aquella derrotano le impediría al enemigo realizar nuevos intentos.

Efectivamente, horas más tarde detecté desde mi puestode observación el movimiento del adversario, el despliegue desus fuerzas y las posiciones de fuego de su artillería. Estacomenzó a golpear de inmediato, pero fue poco efectiva; losproyectiles caían indistintamente delante y detrás de nuestraposición.

Como en el ataque anterior, realizamos el tiro sin hacerreglaje, pero los datos tenían mucha precisión y los pro-yectiles cayeron sobre los emplazamientos de fuego deuna sección de morteros de 106,7 mm y una batería demorteros de 81 mm, las que fueron silenciadas. Tambiéndestruimos su puesto de observación.

Después de aquello quedaron desmoralizados. Eraimposible que intentaran combatir de nuevo. Se dedicarona recoger a sus muertos en, helicópteros, y trasladarlosmás allá de la frontera con Zaire.

Por nuestra parte, mantuvimos un alto espíritu combativo.

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Prestaba servicio en la división de Güines, del Ejércitode La Habana. El 28 de agosto de 1975 estaba de guardiay como a las 23:00 horas me relevaron e informaron quea las 08:00 horas del siguiente día tenía que estar en elestado mayor del ejército para una reunión.

En esa reunión había 26 oficiales y habló el primercomandante Ulises Rosales del Toro. Planteó la oportunidadque se nos daba de cumplir misión internacionalista, pero sindecir dónde sería. Explicó que era voluntario, que el que noquisiera ir o no pudiera, lo dijera. Todos estuvimos de acuerdo.

Nos trasladaron para la escuela de la Contrainteligen-cia Militar, en Boyeros. En este lugar nos informaron queal amanecer del siguiente día iríamos para Ceiba del Agua arecibir entrenamiento. A la hora de salir para allá llegó el oficialde guardia y comunicó que Wilfredo Gámez y Rafael Piñeirono iban. No nos cayó nada bien esa noticia, pues no compren-díamos el motivo.

A las 08:00 horas se presentó el capitán Ochotorena, quienal ver las caras de disgusto que teníamos preguntó el motivo.Le contestamos que nos habían dejado y no estábamos deacuerdo; entonces nos comunicó que habíamos sido liberadosde los entrenamientos porque íbamos en el grupo de avanzadacon el comandante Espinosa.

Posteriormente nos reunimos con Espinosa, quien noshabló sobre la misión y dio indicaciones para la salida.Después nos vacunaron y prepararon los documentos, nosdieron ropa y zapatos, y ya por la tarde estábamos listos.

Volamos Habana-Lisboa. En esta última ciudad estuvi-mos varios días. En esos momentos los acontecimientos

18 Terminó la misión internacionalista en Cabinda con el grado de capitán.Ascendió hasta teniente coronel antes de pasar a la reserva.

Primer tenienteRafael Piñeiro Piñeiro18

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políticos en Portugal eran complejos y no resultó fácilconseguir las visas para Angola.

Una tarde, en el hotel, mientras conversábamos el com-pañero Héctor Guerra y yo, revisamos el pasaporte y vimosque decía Luanda. Fue cuando supimos nuestro destino.

Por fin llegó el día en que nos trasladaríamos. Hasta elaeropuerto de Lisboa nos acompañaron el secretario de laembajada y la cantante Sara González, que se encontrabade paso por esa ciudad.

Al llegar a Luanda no sabíamos quién nos recibiría. Elcompañero que nos esperaba llevaba como única identi-ficación una caja de cigarros Populares. Espinosa decidióseguir a este hombre, quien nos llevó a una casa donde seencontraba el primer comandante Díaz-Argüelles.

En la capital angolana estuve varios días antes de em-pezar el traslado para Cabinda. Este se realizó en laavioneta de un portugués, donde no cabíamos todos.Espinosa decidió que en el primer viaje se irían él y Martín,y en el segundo Héctor Guerra y yo. Wilfredo Gámez loharía más tarde en compañía de Díaz-Argüelles.

Comenzamos por los reconocimientos, pues requería-mos alcanzar el mejor dominio del teatro de operaciones mi-litares en toda la provincia. También visitamos los lugaresdonde se concentraban las tropas del MPLA. Simultánea-mente trabajamos en el emplantillamiento de las nuevasunidades a las cuales les daríamos entrenamiento.

Estas tareas las realizamos inicialmente en Belice, queera donde se encontraba el grueso de los hombres de lasFapla, quienes, por cierto, carecían de preparación military cultural tenían muy poca, lo que dificultaba su formación,fundamentalmente para las unidades de artillería: morteros,obuses de 122 mm y artillería antiaérea.

No teníamos armamento ni víveres; los llevaba el barcoLa Plata, aún en camino. Nuestra situación no era la mejor,pues comíamos lo que aparecía y cocinado por angolanos,es decir, de un modo al que no estábamos acostumbrados.

Por esa razón le dije a Espinosa que sabía cocinar, quecompráramos comida y utensilios y yo me ocuparía de laelaboración. Él dudaba de mis conocimientos sobre el arte

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culinario, pero al fin se decidió y autorizó a Martín, que erael jefe de la retaguardia, a comprar platos, ollas y comida.De esta forma me convertí en el cocinero del grupo.

Así transcurrieron los días hasta que el jefe ordenó quenos trasladáramos a Dinge. Allí lo primero que hicimos fuelimpiar el campamento. Posteriormente comenzamos aconcentrar los grupos de hombres, entre ellos algunosguerrilleros, para convertirlos en soldados regulares.

Permanecí en Dinge hasta finales de octubre, cuandorecibí la orden de partir hacia Luanda con el personal cu-bano de mi batería de cuatro bocas. Al llegar me reuní conel primer comandante Díaz-Argüelles, quien me ordenóocupar posiciones en las alturas de Quifangondo. Másadelante había un batallón, en la zona de La Pollera, el cualentró en combate contra fuerzas de Zaire y de HoldenRoberto.

Este batallón fue rechazado y perseguido por loszairenses. Entonces Argüelles me indicó que, cuandopasara el último carro angolano-cubano, harían señales conuna bandera blanca y después ¡no podían pasar las tropasenemigas!; que de nosotros dependía que el enemigo noocupara Luanda. Estábamos a 18 kilómetros de la capitalde Angola.

Contábamos con tres ametralladoras de 14,5 mm y unabatería de morteros de 120 mm, cuyo personal, todocubano, había sido traído de Cabinda. Dejé que el enemigose acercara a unos cuatrocientos o quinientos metros y dila orden de fuego. Por la poca preparación de los hombresque nos acompañaban, los oficiales ocupamos las piezascomo tiradores.

Fue la primera vez que se emplearon las ametralladorasantiaéreas de 14,5 mm contra la infantería; demostrarongran eficacia. El enemigo, rechazado, dejó en el terreno grancantidad de bajas.

Después, a los seis o siete días, regresé a Cabinda conmis hombres. En tanto, a Dinge había llegado el resto delarmamento, incluidas las piezas antiaéreas, con el cualcontinuamos la preparación del personal. El Primer Bata-llón de infantería había sido trasladado al sur, que era la

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dirección principal, y yo me quedé en Dinge con el SegundoBatallón, cuyo jefe era el comandante Vázquez.

La preparación era de diez horas diarias. A pesar de lasdificultades con el idioma, el aprendizaje iba bien, pero lapresión era inmensa porque a cada rato se recibían partessobre la inminencia del ataque. Este se produjo el día 8 yenseguida las tropas se prepararon para salir al frente. Lo hicecon un pelotón de ametralladoras antiaéreas de 14,5 mm. Elotro pelotón se quedó por si se producía un ataque porel Mayombe, que era poco probable pero no imposible.

Realizamos la marcha con los camiones sobrecarga-dos: llevábamos módulo y medio de municiones, el per-sonal de las piezas y una escuadra de infantería, ademásde las piezas a remolque.

Salimos por la tarde del 8 y llegamos al entronque de lacarretera de Cabinda-Subantando-Cabinda-Lándana bienentrada la noche. Ocupamos posición en un campo defútbol. Por la mañana llegó el político Lobaina y me dijo queEspinosa ordenaba avanzar en dirección a Chingundo.

Al arribar a Talibeca encontré una situación difícil: nuestrastropas habían chocado con el enemigo y la batería de mor-teros de 120 mm, introducida con antelación, estaba entredos fuegos. Eran tan intensos que no se podía mover.

Cuando el comandante Vázquez llegó, me dijo: “Ocu-pa posición y tira rápido”. Nos desplazamos a la derecha,giramos, y desde los mismos camiones, sin desengancharlas piezas, empezamos a disparar.

En este lugar sucedió lo mismo que en Quifangondo: lapreparación del personal era tan poca, que los oficialescubanos tuvimos que actuar en el puesto de tirador.

Tan pronto las cuatro bocas empezaron a “cantar”, elenemigo perdió el brío y retrocedió.

El combate duró hasta el oscurecer. Entonces pudimosocupar posiciones y organizar el enmascaramiento.Pasamos la noche allí y al otro día, aproximadamente a las15:00 horas, oímos ruido de carros. Como por la mañanahabía salido de reconocimiento un pelotón de infantería,esperamos por si eran ellos. De todas formas ocupamosposición de combate, los dejamos acercarse y, cuandovimos que eran enemigos, les abrimos fuego.

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Y sucedió algo muy grande. Nuestras granadas demortero caían delante de la trinchera, tan cerca que re-sultaban un peligro. No hubo consecuencias mayoresporque el jefe de batería tenía tal nerviosismo, que no lequitaba la capucha a las granadas y estas no explotaban.Vázquez lo reprendió duramente y más tarde Espinosa losustituyó del cargo. Ese día recibí la primera carta de miesposa pero, como fue en medio del combate, no la leíhasta el siguiente.

Para que se tenga una idea de la intensidad de estosdos combates, diré que con dos ametralladoras antiaéreasde 14,5 mm tiramos 14 000 tiros.

Allí ocupamos un yipi con muchos equipos de radio,armas de todo tipo y murió un capitán que decían era nativode Cabinda y fungía como jefe de información de las uni-dades atacantes. A este se le ocuparon algunos mapas enlos que estaba reflejada toda la operación.

El día 11 iniciamos la contraofensiva en dirección aChingundo. Pasamos por Talicuma y cuando divisamos elcuartel del poblado, ocupado por el enemigo, le dije al capitánRamón Cruz, jefe de la Tercera Compañía del Primer Batallónde infantería, que era mejor tirarle con las 14,5 mm y la ba-tería de morteros antes de atacar, para evitar una sorpresa.

Hicimos fuego por arriba de la infantería angolana y seformó tremenda dispersión. Luego de ocupar posición segui-mos avanzando. El enemigo se retiró apresuradamente.

En la frontera encontramos un espectáculo horrible:algo alejados de los numerosos cadáveres que cubrían ellugar, unos puercos se comían los cuerpos carbonizadosde tres angolanos que habían sido atados con alambresantes de darles muerte.

Allí estuvimos unos días, hasta que enviaron la ordende que nos trasladáramos a Dinge para continuar el en-trenamiento interrumpido por el ataque del enemigo.

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Un día de agosto de 1975, el comandante Vázquez, queesperaba en el punto de control de mi unidad, me preguntójocosamente: “¿Por dónde viniste?”. “Por donde siemprey en la guagua”, respondí, y él agregó: “Sigue por el caminomás corto y preséntate en el ejército”.

Al llegar, el comandante Sixto Batista, jefe de la Sec-ción Política, me dijo: “Tú eres Espinosa, contigo no hayque hablar mucho. Eres del Ejército Rebelde y cumplistemisión en Argelia. Se trata de cumplir una misión en Áfri-ca, en Angola. ¿Hay algún inconveniente?”. Respondí:“¿Cuándo hay que salir?”.

Recibí preparación en Ceiba del Agua. Para Angola fuien avión; formé parte del grupo de avanzada dirigido por elcomandante Vázquez. En Cabinda los esfuerzos inicialesse encaminaron a lograr la adaptación y al reconocimientodel terreno, tanto de las zonas urbanas como de las rurales,entre las que se incluían caminos, carreteras, puestos fron-terizos, etcétera.

El 11 de octubre comenzamos a preparar los campa-mentos y reclutar al personal nativo que ingresaría alcentro de preparación. Además trabajamos en el alista-miento de los almacenes y en la recepción del resto delpersonal cubano.

El aseguramiento, que era mi responsabilidad en el Se-gundo Batallón, se realizó de modo diferente a lo estudiadoen las escuelas, pues la propia situación táctica así lorequirió. Específicamente sobre la alimentación del per-sonal, hay que precisar que se garantizó el desayuno, elalmuerzo y la comida diariamente. El primero con racio-nes frías y los otros con comida caliente. Los alimentos

19 Alcanzó el grado de teniente coronel antes de pasar a la reserva.

Primer tenienteGifredo Oberto Espinosa19

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llegaron hasta la primera trinchera del frente y este buenaseguramiento fue también un arma importante que nosayudó a obtener la victoria.

Recuerdo que cuando ya hacía unas veinticuatrohoras que se estaba combatiendo, preparé un pelotónde aseguramiento angolano, que incluía a cubanos comococineros. Estos últimos comenzaron a protestar porquesus compañeros estaban combatiendo y ellos no. Comosabía que “la caña estaba a tres trozos” y cortarla era difícil,dividí el personal en dos grupos. Monté a uno de ellos en elcarro con el desayuno y salí hacia el sector de Chingundo.

Al llegar al frente, Ochotorena gritó: “¡Negro, para esecarro!” y pasó con el personal para donde estaba Piñeiro conlas cuatro bocas. Los morterazos caían, arrancaban árbolesy mis cocineros se tiraron al suelo, cubanos y angolanos.Entonces fui tomándolos por el brazo y les decía: “¿No queríancombate?, ¡pues párense y dejen los termos!”.

Al otro grupo le hice igual en el sector de Chimbuande.Cuando terminó esta acción, les pregunté: “¿Quieren com-batir o cocinar?”. Fue unánime la respuesta: “¡Cocinar!”.

El 5 de septiembre de 1975, alrededor de las 14:00 horas,llegué junto a otros compañeros al aeropuerto José Martí.Ese mismo día había conocido al comandante Ramón Espi-nosa Martín, el cual fue designado como jefe del personalcubano que cumpliría misión en Cabinda y viajaría al frentedel pequeño grupo de avanzada.

Despegamos sobre las 19:00 horas y llegamos a Lisboaen las primeras horas del día 6; el 17 partimos hacia Luanda,

TenienteWilfredo Gámez Sánchez20

20 Es teniente coronel en activo de las FAR.

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y el 25, junto al primer comandante Raúl Díaz-Argüelles,salí para el enclave en un avión de un solo motor.

Una vez reunido el personal del primer grupo de avan-zada, Espinosa explicó la necesidad de organizar el pro-grama de instrucción y todas las actividades para elreclutamiento de las pequeñas unidades angolanas y surápida preparación aun antes de que arribara el arma-mento y la técnica de Cuba.

En Belice iniciamos el trabajo de movilización yemplantillamiento del personal que iría al centro de pre-paración, y en el poblado de Buco Zau hicimos igual laborcon vistas a formar las pequeñas unidades de artillería.Fueron trasladados para Dinge, donde funcionó el centrode instrucción.

Con el paso de los días, el destacamento cubano llegóa ser de más de ochenta hombres.

Mientras se avanzaba en la preparación del personal,el comandante Espinosa continuamente realizaba reco-nocimientos del terreno en las probables direcciones deataque del enemigo.

A finales de octubre celebramos una reunión. El jefeexplicó en un mapa la situación de Cabinda en ese momentoe informó la decisión. Determinó que el Primer Batallón deinfantería, la batería de obuses de 122 mm, la de morterosde 120 mm –bajo mi mando–, dos pelotones de cañones de75 mm, una batería de ametralladoras antiaéreas de 14,5 mm,más compañías de zapadores y de exploración, setrasladarían para la dirección de N'to, en la frontera con Zaire.

El 30 de octubre estas unidades formamos columnas ymarchamos hacia la frontera sur –dirección principal–. Allíocupamos las posiciones defensivas y comenzamos lostrabajos de acondicionamiento ingeniero. En cortotiempo quedó listo el teatro de operaciones y organizadoy planificado el fuego de la artillería y los morteros.

El 8 de noviembre, aproximadamente a las 11 :00 horas,el comandante Espinosa me llamó al puesto de mando.Informó que el enemigo había penetrado por la direcciónde Subantando, en los sectores de Chingundo y de Chim-buande, y me ordenó que con la batería, junto a la Tercera

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Compañía de infantería del Primer Batallón, al mando delcapitán Ramón Cruz, formara una columna y marchara hastaSubantando.

El día 9, a las 09:00 horas, el comandante Vázquez leinformó al comandante Espinosa que el jefe de la bateríade morteros de 120 mm del Segundo Batallón tenía pro-blemas, no podía controlar ni dirigir la pequeña unidad deartillería. La infantería necesitaba el apoyo de los morterosy ese jefe mostraba incapacidad y poco conocimiento parael empleo de la artillería. Lanzaba granadas de maneradesorganizada y con las espoletas retardadas; estas seenterraban en la arena y no explotaban.

El comandante Espinosa ordenó relevarlo y me hicecargo del mando de esa batería. El jefe me ordenó ocupar unpuesto de observación en el flanco derecho, en una altura domi-nante. Desde allí localizamos el puesto de observación y laposición de fuego de los morteros de 106,7 mm de los atacan-tes. El comandante Espinosa se adelantó, emplazó las piezasy comenzó a hacer fuego. Neutralizamos la batería enemiga ygolpeamos a su infantería y a un pelotón de morteros de 81 mm.

EI10 de noviembre continuó el fuego sobre la posición ene-miga en este sector, mientras una fuerte columna enemigaatacaba por la dirección principal de N'to. A las 13:00 horasde ese día, Espinosa me ordenó trasladar la batería haciaSubantando y emplazar los morteros un kilómetro al estede ese punto. .

A las 17:00 horas llegó el comandante Espinosa anuestra posición y decidió que, junto a un pelotón de infan-tería, avanzara para rescatar a los tenientes AugustoGonzález Jardines y Juan Martínez Licort. A un kilómetrodel poblado de Talibeca, el enemigo me sorprendió con unaemboscada escalonada.

Se produjo un combate de encuentro que nos obligó a darlesel máximo de elevación a los morteros –hasta 90 grados– yrealizar el fuego con cargas fundamentales solamente. Lasgranadas caían a escasos doscientos metros de nosotros.Sabía que no podía dejarme coger los morteros.

En la acción se le ocasionaron numerosas bajas alenemigo, el cual se retiró desorganizadamente. Los tenientes

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Jardines y Martínez, que estaban perdidos en el bosque, fueronhallados, y también se recuperaron dos morteros de 82 mmque habían caído en manos del enemigo anteriormente.

En las primeras horas de la mañana del 11 me ordenaronapoyar con la batería a un pelotón de infantería para tomar elpueblo de Talibeca. Desde allí, en horas de la noche, realiza-mos fuego sobre San José N'gongo, todavía en manos delenemigo.

Al amanecer del 12, Espinosa marcó en el mapa los puntosde la posición enemiga sobre los cuales debíamos disparar.Agregó un GRAD-1P con cuatro proyectiles para comenzarla contraofensiva en dirección a Chimbuande, en apoyo delos destacamentos que avanzaban. Cuando salimos a lafrontera ocupamos posiciones a un kilómetro del último puntode resistencia del enemigo, instante en que ellos comenzarona disparar con la artillería de 85 mm desde Zaire.

Recibí la orden de avanzar a pie por el bosque con unmortero y golpear la posición enemiga. Resultó efectivo.La artillería se retiró hacia la profundidad del territorio deZaire y las tropas cubano-angolanas salieron a la líneafronteriza. El enemigo había sido expulsado de la tierracabindana.

Fui a Cabinda como corresponsal de guerra. Desde untrabajo voluntario en saludo al primer congreso del partido,en una mañana de septiembre de 1975, inicié el caminodel soldado.

21 Camarógrafo del ICAIC. Concluyó la misión internacionalista en Cabinda conel grado de teniente de la reserva. Se mantiene con la cámara al hombro.

ReservistaDervis Pastor Espinosa21

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La presidencia del Instituto Cubano del Arte e IndustriaCinematográficos (ICAIC) pensó que podría llevar adelan-te la compleja misión. Honrado por la confianza y conscientede la responsabilidad que asumía voluntariamente, apenastuve oportunidad de despedirme de la familia. Solo un adiós.

No sabía cuál era la tarea, pero se me orientó solicitar elequipamiento necesario para filmaciones, que se conformócon una cámara Arriflex de 16 mm accionada por baterías,casetes de 100 pies de película y magazines de 400, unaPillar Boles de cuerda con casetes de 100 pies adicionalesde películas lentas y rápidas. Además se designó un asis-tente de cámara, el compañero Sergio Fajardo.

Todo resultó rápido: el concentrado en la escuela de laCIM en Boyeros, la comisión médica y las vacunas, la entregadel vestuario, la toma de generales y la dura pregunta: “Encaso de muerte, ¿a quién avisar?”. También la chapilla conel grupo sanguíneo y el número 1566.

El tiempo pasó raudo. Pronto supe que todo el equipode filmación estaba listo, incluida la película, que fue preci-so adquirir en el extranjero. En la noche, la reunión en elteatro de la escuela y el planteamiento de la misión: Cabinda,la formación de los CIR en Angola, el apoyo al MPLA, laprobabilidad de combatir junto a las Fapla. Habían pasadomenos de veinticuatro horas y ya estaba abordando un aviónen el que atravesaríamos el Atlántico.

Transcurrió el vuelo sin dificultad y fuimos bien atendi-dos por la tripulación, en la que figuraba como aeromoza lacompañera Magaly Grave de Peralta, una de las víctimasdel sabotaje al avión de Cubana en Barbados. Casual-mente, esa isla fue nuestra primera escala.

El jefe militar de la tropa durante el desplazamientohasta Cabinda fue el comandante Reynaldo Reyes Torres,Marino. Aterrizamos en Brazzaville y luego viajamos hastaPunta Negra, sede de una base militar de la Repúblicadel Congo. En camiones cruzamos la frontera con Ca-binda.

Atravesar de noche la selva de Mayombe, con fusil, enla parte delantera de un camión, queda en la memoria. Bienavanzada la noche llegamos a un punto situado entre

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Lándana y Dinge, pero continuamos hasta Lándana paradescansar en un cuartel abandonado por los portugueses.Era tal el cansancio, que cada uno buscó el modo de dormirun poco, como fuera.

Al amanecer partimos para Dinge, donde funcionaría elCIR. Se estaba limpiando la instalación, también aban-donada por los colonialistas portugueses. Entonces oí unavoz que, en medio de aquel concierto, afirmaba que allíhabía mierda de tres continentes. Era el comandanteRamón Espinosa Martín, jefe de la misión, y ese fue miprimer contacto con él.

Con el siguiente día comenzaron a llegar los hombresque debían ser transformados en soldados: descalzos, casidesnudos. Lo primero fue, claro está, calzarlos y vestirlos.Poco a poco los combatientes reclutados asimilaron losconocimientos de infantería y otras disciplinas necesariasal militar. Y yo, grabando en imágenes la memoria deaquellos hechos que hoy son historia gloriosa de las armascubano-angolanas y de ambos pueblos.

En realidad, el tiempo disponible para preparar a la tropaangolana era muy breve, pero se logró. Y esa proeza esparte del testimonio filmado. Para mi trabajo recibí unapreciable apoyo de la jefatura de la misión; pero, ademásde filmar, tanto mi ayudante como yo dimos la mano enotras tareas, como la descarga del buque La Plata en elpuerto congolés de Punta Negra, una proeza laboral de loscombatientes cubanos en tierra africana. También con elfusil en la trinchera.

El 8 de noviembre, en la mañana, mientras filmaba lasclases que recibían los soldados de las Fapla sobre el obúsde 122 mm, sentimos a lo lejos explosiones. Se habíaproducido la penetración enemiga por los sectores deChingundo y de Chimbuande y las detonaciones eranconsecuencia de su caída en los campos de minas insta-lados en la frontera con Zaire.

Inmediatamente partimos en esa dirección, donde secombatía contra las tropas del FLEC y sus aliados zairenses.El puesto de mando se instaló en Subantando. Los combatesduraron toda la noche y continuaron... Recuerdo las filma-

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ciones de esas primeras horas de acciones, a Espinosadirigiendo personalmente el tiro de los morteros de 120 mmen Talibeca.

El combate era cada vez más encarnizado, por ello dejéa un lado la cámara y cogí el fusil. No era la hora de filmar,sino de pelear. Casi se llegó al cuerpo a cuerpo, mas lasarmas cubanas y angolanas hicieron retroceder al ene-migo. La victoria era cuestión de horas.

Al revivir aquellos días, muchos momentos importantesvienen a la memoria: la misión de exploración para restablecerlas comunicaciones con un grupo de avanzada, la comproba-ción de que el enemigo había iniciado definitivamente la retira-da en los sectores de Chingundo y de Chimbuande, la laborde los combatientes de la retaguardia para asegurar la ali-mentación de la tropa, el intento de desembarco por Labi.

No fueron pocos los peligros durante el cumplimiento de lamisión. La propaganda del enemigo causó algún daño entrecombatientes de las Fapla, sobre todo en los que no erannativos de Cabinda, cuya presencia en la defensa de esaprovincia cuestionaban pues engañosamente presentaban aCabinda como algo separado del resto de Angola, nosolamente por su posición geográfica. También la dirigían asembrar desconfianza aduciendo que la calidad delarmamento de los combatientes cubanos era mejor, apelabanal oscurantismo religioso, etcétera.

Esta situación tuvo su momento más crítico cuandovarios combatientes de las Fapla se amotinaron, tomaronun barco fondeado en el puerto local y plantearon que seretiraban para Angola porque no tenían nada que ver conCabinda.

Con ellos intentaron parlamentar varios de los jefes delas Fapla. A estos los detuvieron y escribieron un comu-nicado en el que manifestaban el propósito de no dialogarcon nadie y amenazaban con eliminar al que lo intentara. Yese fue el comandante Espinosa.

Armado con sólidos argumentos, con el prestigio ganadoen tierras cabindanas, con su ejemplo personal, Espinosaabordó el barco y convenció a los sublevados de que Cabindaera parte inalienable de Angola, de que desistieran de su

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actitud, la cual únicamente beneficiaba a los enemigos desu país, y se reincorporaran a la lucha, como ocurrió.

Después de las noventa y seis horas de combate, losintegrantes del núcleo del partido del estado mayor de lamisión acordaron en su reunión felicitar mi actitud en lasacciones y me otorgaron la condición de aspirante al PartidoComunista de Cuba. Ese extraordinario instante no lo olvido,ni la emoción experimentada al filmar el arriamiento de labandera portuguesa en la sede del gobierno provincial deCabinda y el izaje de la bandera angolana, como expresiónsublime de que la independencia había llegado para esoshermanos.

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Anexos

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Anexo 1. Palabras del Comandante en Jefe FidelCastro en la despedida del personal militar que

marchaba hacia Angola (fragmentos)22

[...] Cualquier operación de esta naturaleza, como ustedessaben, para la seguridad del personal de la misión hay quemantenerla en la mayor discreción, por eso se hizo el trabajoprevio de selección del personal. Y, como lo hacemos siempreen estas circunstancias, se trata de un personal voluntario;desde luego, como ustedes saben, para cualquier tarearevolucionaria e internacionalista en nuestro país son muchoslos que están dispuestos a ofrecerse para cumplirla [...]

[...] Las misiones de nuestro ejército en defensa de lapatria es una obligación de todos, pero podríamos decirtambién que la misión de nuestro ejército en la defensa dela causa revolucionaria e internacionalista es también undeber de todos; pero cuando se trata de escoger a un gruposelecto de hombres para cumplir una de estas misiones,siempre preferimos el principio de que sea una misión devoluntariedad. Estoy absolutamente seguro de que no habríaun solo oficial, ni un solo soldado de nuestras FuerzasArmadas Revolucionarias, que al tener la oportunidad de es-cuchar el compromiso que ustedes han hecho hoy y deconocer la misión que ustedes van a cumplir, estoy comple-tamente seguro de que no habría uno solo que fuera capazde dejarlos marchar a ustedes solamente.

Quiero decir con esto, quiero expresar nuestra confianzaen nuestros combatientes, que son hombres con un nivel deconciencia patriótica, revolucionaria e internacionalista tan altoque están plenamente capacitados para cumplir cualquiermisión de esta índole. Desde luego que tenemos un conceptomuy alto y una apreciación especial por aquellos compañerosque cuando se les mencionó la necesidad de una misión comoesta, incluso algo más, una misión que no se sabe cuál es y

22 Pronunciadas el 12 de septiembre de 1975 en el teatro de la fortaleza de LaCabaña. (Todos los anexos fueron tomados del archivo personal del autor.)

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que simplemente se clasifica con el nombre de misióninternacionalista, responden inmediatamente presente,dispuestos a cumplir esa misión.

[...] En Portugal había estado prevaleciendo un gobiernofascista durante más de cuarenta años. Ese gobierno man-tuvo la guerra durante diez años contra los luchadores por laindependencia de las colonias portuguesas en África, perola propia lucha de los patriotas de Guinea Bissau, Angola yMozambique fue conduciendo al colonialismo portugués y alfascismo portugués a una crisis, en primer lugar de carácterinternacional, de aislamiento, de descrédito del gobiernoportugués, y por último lo condujo a una crisis interna.

Es decir, que en su lucha por la independencia, los afri-canos ayudaron al pueblo portugués; fue un elemento quecontribuyó a gestar la revolución en Portugal. Sin esa luchade las colonias portuguesas en África posiblemente no sehubiera producido nunca la revolución del 25 de abril, o habríatardado mucho más en producirse. Pero también los aconte-cimientos en Portugal contribuyeron a acelerar la indepen-dencia de esos países.

Después del triunfo de la revolución en Portugal inme-diatamente se planteó el problema de las negociacionescon los movimientos de liberación de África y otras partes.Como consecuencia de ello Guinea Bissau adquirió suindependencia, Mozambique adquirió también su indepen-dencia, pero en Angola se dio una situación especial. EnAngola existían tres movimientos en esos instantes; enprimer lugar el MPLA (Movimiento Popular para la Libera-ción de Angola), que es el movimiento que organizó la luchacontra los portugueses y que durante diez años luchó porla liberación de Angola.

Mientras aquella lucha se desarrollaba nosotros teníamosnoticias de que había algunos elementos, dirigidos por HoldenRoberto, que estaban vinculados al imperialismo yanqui; erareconocido en los círculos revolucionarios internacionalescomo un elemento vinculado al imperialismo. Prácticamenteno participan en la lucha armada por la liberación de Angola,pero, en cambio, durante los últimos años y a medida que elimperialismo portugués iba entrando en crisis se dedicaron

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a organizar un ejército en el antiguo Congo Leopoldville,que actualmente se conoce con el nombre de Zaire.

Ese país fue escenario de luchas revolucionarias. En esepaís surgió un gran líder, que fue Lubumba, el cual fuederrocado y posteriormente asesinado por los elementos alservicio del neocolonialismo y del imperialismo. Surgió ungobierno que fue, en resumen, el resultado del aplastamientodel proceso revolucionario en ese país, gobierno que ha tenidociertas políticas a veces demagógicas, de ciertos maticesnacionales, pero en realidad es uno de los gobiernos quepodemos considerar un gobierno reaccionario de África, esel gobierno de Zaire [...]

[...] Se vio desde hace algunos años la intención del go-bierno de Zaire, utilizando estos elementos dirigidos porHolden Roberto, que organizó un llamado movimientoFrente de Liberación de Angola y se dedicaron a prepararun ejército en Zaire mientras la guerra se desarrollaba enAngola. El MPLA llevaba adelante esa guerra ayudado porlos países progresistas de todo el mundo; mientras tanto,en Zaire se organizaba un ejército reclutando una parte dela emigración de Angola que estaba residiendo en el Congoy se decía que tenían unos miles de hombres que estabansiendo entrenados y preparados, supuestamente para lucharcontra los portugueses. Pero era claro que lo que estabanorganizando en Zaire era un ejército para apoderarse delpoder después que se lograra la independencia de Ango-la, porque en medio de la guerra no luchaban. Trataban dehacerse fuertes para contar con una fuerza con la cual decidirla cuestión interna de Angola después de la independencia,y efectivamente, ha resultado así.

El MPLA, por otro lado, tuvo algunos desprendimientosinternos de elementos de derecha que fueron los queorganizaron este otro tercer movimiento que es la Unita,que tiene alguna fuerza en la zona sur del país.

Tan pronto se hicieron los acuerdos entre Portugal y lostres movimientos de liberación –supuestamente deliberación; realmente había uno solo de liberación– sedecidió crear un gobierno provisional angoleño con ciertasfacultades. Este gobierno provisional comprendía las tres

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fuerzas al principio, el MPLA, FNLA, Unita. Esto se logra,en parte porque algunos gobiernos africanos, deseososde encontrarle alguna solución al problema y evitar las conse-cuencias de una guerra civil, presionaron a los distintosmovimientos, incluso al MPLA, para que llegaran a eseacuerdo. Hicieron un gobierno de las tres fuerzas que teníaciertas funciones; entre otras, la de preparar las condicionespara la plena independencia el 11 de noviembre de este año.Los portugueses incluso repartieron algunas armas de lasque ellos tenían entre los tres movimientos.

Esa alianza realmente no podía tener mucha duración yen determinado momento se rompió. Parece ser que los delFNLA cometieron toda una serie de fechorías, de abusos,de crímenes en ese período de gobierno unitario, que segúnnoticias que nosotros tenemos, los enemistó mucho con lapoblación. Ellos eran fuertes sobre todo en la frontera conZaire; comenzaron a desplazar las tropas que estabanpreparando en Zaire hacia Angola, por la zona norte, yocuparon una región.

Hay un problema en todo esto que explica en parte estadisputa por Angola, y es el hecho de que Angola tiene unpequeño territorio al norte, es decir, un pequeño territorioseparado del resto del territorio de Angola, que se llamaCabinda. Cabinda está situada al norte de la desem-bocadura del río Congo y está separada del resto delterritorio de Angola [...] además del río, por una franja detierra que pertenece a Zaire [...]

En esta pequeña porción del territorio de Angola, re-cientemente, en los últimos años, apareció petróleo, alparecer en cantidades abundantes; están en la primera fasede producción y ya tengo entendido que producen variosmillones de toneladas de petróleo. Eso se ha convertido enmanzana de la discordia que ha despertado el interés deempresas monopolistas extranjeras de Europa y EstadosUnidos, que ha sido un elemento que ha estado presente enesta situación creada en Angola dada la situación difícil quehay con los combustibles en el mundo [...]

Cabinda aparece ahora entre las regiones con impor-tantes reservas de petróleo. Es muy posible que Zaire esté

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elaborando la idea de apoderarse de Cabinda y deapoderarse del petróleo de Angola; la cuestión del petróleodebe estar presente en toda esa pugna.

Cabinda tiene una población relativamente pequeña,de unos ochenta mil habitantes. Actualmente estátotalmente controlada por el MPLA de Agostinho Neto, peroestá allí, aislada del resto del territorio, como un posibleobjetivo en un momento determinado [...] en estosmomentos allí no se está combatiendo [... ] pero en el restodel territorio de Angola [...] sí se ha estado combatiendo,en los últimos meses sobre todo desde el norte y tambiénse ha estado combatiendo en un sector del sur del paísdonde están presentes los de la Unita. El MPLA trató deneutralizar los de la Unita para poder enfrentarse a losdel FNLA en el norte; pero, sin embargo, se produjeronciertos desacuerdos entre la Unita y el MPLA, de modoque en un momento dado los de la Unita comenzaron acombatir a los del MPLA.

Esa es, a grandes rasgos, la situación política. ¿Qué eslo que ha quedado claro en estos últimos meses? Que elMPLA tiene capacidad de reaccionar y de combatir. Alprincipio, el ejército proveniente de Zaire, aparentemente bienarmado, con carros blindados y otros equipos, avanzó desdeel norte y se acercaba a Luanda. En algunos momentosparecía que aquel ejército reaccionario organizado en Zairepodía dominar la situación. Sin embargo, los combatientesdel MPLA, que es una organización revolucionaria muyprogresista, con gente que lucha por convicciones, reaccionóy contuvo la ofensiva. Y cuando estaban a unos cuarentakilómetros de la capital no solo reaccionaron, sino queempezaron a recuperar parte del territorio.

Cuando recientemente hacen otra ofensiva, los del FNLAal parecer se acercaron a quince o veinte kilómetros deLuanda, por el norte de una ciudad llamada Caxito; estaciudad está a unos cuarenta o cincuenta kilómetros deLuanda. Cuando estaban a 15 kilómetros, los del MPLAreaccionan otra vez y los rechazan hasta Caxito. Segúnnoticias recientes, han tomado esa ciudad de Caxito; los delMPLA van avanzando hacia el norte. En el sur se enfrentaron

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con la gente de la Unita y también [...] los contuvieron y lesquitaron algunas posiciones y los han mantenido a raya.

La situación actual es que el MPLA ocupa 12 provin-cias [...] de Angola, además de Cabinda; los elementosreaccionarios cuentan con algunas provincias en el norte yalgunas provincias en el sur. La mayor parte del territorioestá en manos del MPLA. Pero lo más importante es el factorpolítico: la población apoya al MPLA, la población de Angola.Los elementos del FNLA se ganaron el odio de la población.Parece que cometieron todo género de fechorías, de extor-siones y de crímenes en el periodo que duró el gobiernoprovisional de las tres fuerzas, mientras que el MPLA hatenido la visión de apoyarse en las masas, ha tenidoorganización, ha tenido disciplina, ha tenido una política conla población que le ha ganado el apoyo; es decir, que elloscuentan, según informes de los compañeros que visitaronaquel país, con un gran apoyo de la población, mientras lapoblación siente un gran repudio sobre todo contra loselementos del FNLA. De modo que la situación popular esmuy favorable al MPLA; ese es un punto muy importante.

Con relación a los armamentos con que cuentan ellos,tenían armamento de la época de la guerra de liberación, teníanarmamento, alguno, entregado por los portugueses en elmomento del cese el fuego y de paz y de constitución delgobierno provisional, y cuentan también con algún armamentoque les enviaron los soviéticos, porque este movimiento delMPLA estuvo apoyado por los países socialistas, por lasfuerzas progresistas de todo el mundo. El MPLA formabaparte del Movimiento de los No Alineados y ha tenido un apoyointernacional grande, son conceptuados en la opinión in-ternacional como la fuerza más revolucionaria, la fuerzarevolucionaria y verdaderamente progresista de Angola.

Los soviéticos le enviaron recientemente 26 carros blin-dados, 32 instalaciones de GRAD-1P –son los “granizos”–,12 cañones de 76 mm, 3 216 bazucas RPG-7, 39 morterosde 82 mm, cuatro instalaciones antiaéreas de 23 mm,44 ametralladoras antiaéreas ZCU y 298 ametralladoras,2 899 fusiles AKM, 84 estaciones de radio y 10 000 completosde vestuario, militar y civil. Les doy este dato porque ustedes

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van precisamente para el territorio grande de Angola, paraque ustedes conozcan el tipo de armamento querecientemente han recibido, que es un conjunto de armasbastante poderosas.

Es de suponer que ellos no tienen mucha experienciaen el empleo de estas armas, pero no hay dudas de quede una u otra forma las están empleando, y las estánempleando con alguna eficacia. Por ejemplo, cuando hi-cieron la última ofensiva contra Luanda con carros blin-dados, es evidente que ellos usaron los granizos contralas tropas atacantes, según noticias que nosotros tene-mos, y en numerosos combates han usado las bazucas,los cañones antitanques, de modo que tienen una ciertacapacidad de asimilar el armamento y de emplearlo, aunque,desde luego, como han de suponer, no tengan una granexperiencia militar y no tengan muchos conocimientos sobreel empleo de estas armas.

Tampoco fue fácil que estas armas llegaran hasta allí,porque hay una situación especial, hay dos estados dentrode Angola: el Estado portugués, que todavía tiene allí sustropas, y el nuevo Estado que se va formando, integradopor los revolucionarios. Los portugueses están armadosen sus cuarteles y los revolucionarios están llevando a cabosu guerra bien armados.

Los elementos portugueses en Cabinda, como yo lesdije, han tenido una actitud bastante positiva de apoyo alMPLA. En el resto de Angola, según las noticias, haymuchos jefes portugueses que son reaccionarios; no esque hayan intervenido –han surgido algunos incidentes conel MPLA en determinado momento–, pero hay muchosoficiales reaccionarios al frente de esas tropas portuguesas.Claro está que las tropas portuguesas no quieren saberde ellos, la actitud que tienen no es de combate.

La misión fundamental de esta tropa, ¿en qué consis-te? En conformidad con los acuerdos a que hemos llega-do con el MPLA, consiste, en primer lugar, en constituir ungrupo de dirección, es decir, un grupo de estado mayorque los pueda asesorar en la lucha actual, en la luchaarmada; en segundo lugar, constituir cuatro escuelas en

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cuatro territorios distintos de Angola, en cuatro puntos dis-tintos. Esas escuelas tendrán alrededor de doscientoshombres cada una; tres en el territorio grande de Angola yuna en Cabinda.

El personal que va para Cabinda no está aquí, puesprecisamente no queríamos que el grupo que va a per-manecer aquí conociera estos datos que ustedes estánconociendo ahora, por motivos de seguridad, por eso ellosno están presentes en este acto; aquí está presente elpersonal del estado mayor, el personal médico y el personalde cada una de las tres escuelas que se van a establecer enel territorio amplio de Angola.

A su vez, cuando ustedes estén allí no deben hablarcon nadie de los problemas de Cabinda, no deben hacermención del resto del personal, yo se lo comunico hoy paraque ustedes tengan una idea global y que sepan también quea Cabinda va un personal que va a estar bastante distan-te de ustedes, porque va a estar, como les digo, muy alnorte y en un territorio separado del resto del país.

Este personal que va para las distintas escuelas tendrála misión de preparar a los angoleños, entrenarlos y orga-nizarlos. En las escuelas habrá, en su conjunto, 5 000 hom-bres; es decir, que en los momentos que estén ustedesallí y se encuentren el personal angoleño, ya estará labase de un nuevo ejército. Independientemente de loscombatientes que están en los distintos frentes, ya estaránhaciendo una reserva, podríamos llamar, de 5 000 hombres.Esa es la primera misión, entrenar ese personal.

Pero nosotros discutimos con los compañeros del MPLAesta estructura, porque ellos al principio estaban pensandoen grupitos pequeños de cubanos en muchos lugaresdifíciles haciendo tareas de instructores. Nosotros les su-gerimos que no se dispersara el personal cubano, sino quese uniera en una serie de puntos esenciales, que se hicieranescuelas grandes. ¿Por qué queríamos esto? Pues así esmucho más fácil para dirigirlos que dispersos y, sobre todo,es además mucho más seguro, porque en la peor de lascircunstancias una tropa cubana de sesenta o setentahombres es una tropa respetable.

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Nosotros, que vivimos la experiencia guerrillera, jamástuvimos 70 hombres con los conocimientos militares y con elarmamento que ustedes van a tener. Setenta hombres confusiles automáticos, morteros, bazucas, cañones antitan-ques y antiaéreas pueden hacer cualquier cosa, puedenenfrentarse a cualquier situación. Esto es pensando en laspeores variantes, en las variantes en que se quedaransolos los cubanos de cualquier grupo. Cualquiera de esosgrupos es suficientemente poderoso para enfrentar cualquiersituación militar que se le presente en las condiciones deaquella guerra, en el tipo de guerra que allí se efectúe.

Todavía la aviación no está participando, no hay aviación;las antiaéreas se pueden usar en tierra. Aquella no es unazona de operaciones para operar masas de tanques, es unterritorio con muchos obstáculos naturales, ríos, perocualquier grupo de tanques de Holden Roberto que vengaavanzando por el norte, una pequeña tropa con armasantitanques los liquida; una pequeña tropa de morteros,bazucas y cañones antitanques, en una posición bienescogida, liquida cualquier fuerza de esas. Por eso nosotros,pensando en la seguridad de nuestro personal, propusimosesta fórmula de las escuelas concentradas y donde elpersonal cubano pudiera estar también concentrado y tuvieracapacidad por sí mismo para combatir en cualesquieracircunstancias.

Decía la peor variante; esa peor variante se puede daren los primeros momentos, cuando todavía las escuelasno estén bien organizadas, cuando todavía el personal noesté bien preparado o no esté entrenado [...] si no se pre-senta esa necesidad se irán entrenando nuevos contin-gentes; terminan con un contingente y entrenan otro y así,para ir organizando el nuevo ejército angoleño. De modoque la situación marcha favorable en la mejor de las cir-cunstancias, como está marchando ahora para el MPLA.

Posiblemente ellos derroten al FNLA primero y a la Unitadespués y no sea necesaria la participación directa de lasescuelas, del personal cubano, pero puede ocurrir lacircunstancia de que llamen a una de las escuelas a apoyaruna operación o a defender una región y entonces esa

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escuela con personal cubano entraría en operacionesmilitares. Desde luego, el grupo del estado mayor puedeprestar un importante asesoramiento y el personal mé-dico, dondequiera que esté, va a tener bastante trabajoatendiendo, en primer lugar, al personal cubano, al personalde las escuelas, al personal angoleño y a la población.Donde hay un médico, ustedes saben bien, surgen inmedia-tamente necesidades de su servicio.

Cada escuela va a tener un armamento propio, va atener nueve morteros de 82 mm, siete cañones sin retrocesode 75 mm, va a tener 18 bazucas, cada escuela, bazucasRPG-7, va a tener seis ametralladoras antiaéreas de uncañón. El personal cubano va a tener fusil automático AKMpropio, el personal angoleño va a tener fusil semiautomáticocheco, el RM-52 creo que es.

No hemos mandado AK no por haberle negado las AK alas escuelas –el personal cubano lo hemos mandado conAK–, sino que nosotros, de acuerdo con los conveniosmilitares, no podemos disponer libremente del armamentosoviético recibido y por eso enviamos el cañón chino yalgunos tipos de armas que no son soviéticas [...] Claro,ha sido imprescindible incluir algún armamento soviético,pero lo hemos reducido al mínimo para no entrar encontradicción con los acuerdos de los suministros de armasque tenemos; es por eso que hemos decidido enviarles elfusil checo, pero les vamos a enviar en estos primeroscargamentos unos doce mil fusiles.

Si sumamos el armamento que ellos tenían con el ar-mamento que les enviaron los soviéticos, con el arma-mento que les entregaron los portugueses y que nosotrosles mandamos, deben ser aproximadamente veinte milhombres. Ellos tienen, incluso, algunos fusiles de los queles entregaron los portugueses que usan las balas del FALy nosotros vamos a suministrar parque de los FAL. Demodo que el MPLA tendrá armamento para constituir unafuerza de no menos de veinte mil hombres con estas armasque ellos tienen y que nosotros les vamos a enviar [...]

Cada escuela tendrá un armamento suficiente paradefenderse y para realizar cualquier operación militar. Se

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supone que ese armamento debe permanecer en las es-cuelas –excepto que se produzca una situación que debair la escuela a combatir y el personal cubano a combatir–;si termina un contingente saldrá de la escuela y vendráotro contingente a ser entrenado, y así sucesivamente.

En una ocasión, un personal cubano realizó una misiónde solidaridad en un pueblo de África –que fue precisamenteen el Congo Leopoldville–, hace varios años. Una de lascosas que produjo más impacto en nuestro personal fueel choque de mentalidades y culturas diferentes. Los cuba-nos chocaron allí con la cultura del lugar, de la población,con la falta de organización, con la falta de disciplina, chocaroninclusive con los problemas religiosos de aquellos com-batientes, las supersticiones, y eso les produjo impacto,efectos pesimistas, efectos desfavorables. Yo les adviertoesto porque creo que es una de las cuestiones fundamen-tales –desde luego, les estoy hablando de un caso muydiferente–. El aspecto mismo de la superstición le creabatrauma a nuestra gente: la gente que iba al combate, que sino iba se ponía a rezar, todo ese tipo de cosas.

El ejemplo que les estoy poniendo es muy diferente, noes una organización política como la del MPLA, regida porcriterios revolucionarios, por una política progresista, conuna educación de los militantes. La impresión que yo tengodesde aquí es que estos combatientes, estos patriotasangoleños, están mucho más avanzados en organizacióny cultura política que lo que estaban aquellos combatientesdel Congo, a los cuales nuestra gente fueron a ayudar. Esla apreciación que nosotros tenemos; son gente muchomejor organizada y mucho mejor preparada políticamente,y tenemos la impresión de que hay en ellos la materia primade buenos combatientes.

Les hago estas advertencias, sin embargo, porque lamente de ustedes va a encontrarse cosas diferentes, há-bitos diferentes, cosas nuevas a las cuales ustedes noestán acostumbrados en el ambiente en que han nacido yse han educado.

La actitud del hombre para la guerra está en dependenciade su cultura y de su desarrollo político. En muchos países

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africanos que estuvieron esclavizados, colonizados, viviendoen estado tribal, ustedes no pueden encontrar exactamentela misma cultura, el mismo desarrollo político que ustedes seencuentran en nuestro país, y una de las misiones es formarbuenos soldados de esos hombres, prepararlos, darles con-fianza.

Es muy importante, sobre todo, que ustedes no incurrano se dejen arrastrar por un sentimiento de subestimaciónde cualquier combatiente africano; deben estar muy alertacontra eso. Si se encuentran dificultades, si se encuentranatrasos culturales, si se encuentran superstición, tienen quesaber abordar y afrontar esos problemas con mucha pacien-cia, con mucha comprensión y con mucha inteligencia.

En lo que ninguno de ustedes puede caer jamás es enuna actitud de subestimación o de menosprecio por uncombatiente africano. Yo diría que entre las normas y lospreceptos el más importante es este: que ustedes conaquella población, con aquellos hombres que deban estarbajo la dirección de ustedes, que van a ser instruidos y pre-parados por ustedes [...] deben tener una disposición deánimo absolutamente comprensiva, absolutamente fraternal;con aquellos hombres ustedes tienen que desarrollar óptimasrelaciones.

Este punto es de suma importancia, la comprensión deeste punto es la esencia, la garantía del cumplimiento exi-toso de la misión. Y ya les digo, las impresiones que tenemosson buenas sobre los combatientes angoleños, pero ustedes,en sus mentes, deben estar preparados para encontrarseobstáculos, problemas, supersticiones, todas esas cosas.

La misión de ustedes es crearles, ayudarles a desarrollaruna nueva cultura, una nueva actitud, una preparación mili-tar, una capacidad de reaccionar y de actuar frente a lasdistintas tareas militares que se presenten. No se olvidende esto nunca, de las relaciones de ustedes con los hom-bres con los que ustedes van a tratar. Si en cualquier mo-mento algún compañero angolano observa en ustedes unaactitud de arrogancia, de superioridad, eso tendría efectosmuy malos, muy negativos. Que nunca experimenten ellosla sensación de que ustedes se sienten superiores a ellos,

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que nunca tengan la impresión de que son subestimados,menospreciados por ustedes; desde el punto de vista sicoló-gico esa es una cuestión clave.

No se imaginen ustedes que se van a encontrar en esepaís la organización que tenemos en este país ya. Tendránque encontrarse con deficiencias, desorganización, conobstáculos. Esta misión no tendría una importancia especialsi fuera una misión fácil, si ustedes fueran a llegar a Angolay encontrarse un pueblo como el actual de Cuba, que ellostendrán que esperar bastante tiempo de lucha, de prepara-ción cultural y política antes de tener un pueblo con losniveles que tiene hoy el pueblo de Cuba. Es decir, que nose va a trabajar en condiciones ideales, en un ambienteideal. Hay que suponer que el trabajo tenga que hacerseen condiciones difíciles.

Yo pienso que muchos de ustedes tengan experienciaen la preparación de los hombres, en la instrucción de loshombres, y pienso que ustedes tienen la seguridad de que,por difíciles que sean las circunstancias, esas misiones queustedes van a tener como instructores, como maestros, yes posible que incluso como jefes en combates de esospatriotas angoleños, ustedes las van a cumplir correc-tamente. Dentro de esta situación hay distintos peligros. Lesdecía antes que tal vez no haya que participar, que los propiosactuales combatientes del MPLA dominen esta situación [...]pero quizás en un momento dado requieran del apoyo directode ustedes.

Otros peligros potenciales: que las tropas de Zaire in-tervengan, las tropas regulares invadan el país. En unacircunstancia como esa, sin dudas ustedes se verían en-vueltos en la lucha. Hay noticias, por ejemplo, de que lastropas de África del Sur han penetrado en algunas partes dela frontera por el sur [...] En una intervención de tropassudafricanas, tendrían que intervenir.

Una situación menos probable: que la situación internade Portugal se complique, que elementos reaccionariosy de derecha tomen el poder en Portugal, que una veztomado el poder en Portugal traten de mantener el dominioen aquella zona, que traten de intervenir a favor del FNLA o

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de algunas de esas organizaciones. Eso no es muyprobable, es difícil que nadie convenza a las tropas allí dehacer una guerra, pero en ese caso hipotético es casiseguro que las escuelas y los angolanos tuvieran queintervenir.

Los compañeros responsables de esta misión y loscompañeros del personal político los tendrán a ustedes lomás informados posible acerca del desarrollo de losacontecimientos y de la situación en general; las noticias delo que esté ocurriendo en Cabinda, en cualquier parte, encualquier frente, la evolución de la situación internacional.

En esta misión que van a cumplir, no solo pensamos,no solo debe pensarse que con ello actuamos conforme anuestros principios, conforme a nuestros deberes desolidaridad internacional, sino que en esta acción de soli-daridad estaremos interpretando los sentimientos y losintereses de todos los sectores progresistas del mundo.Si en determinados momentos en África se dice que haycubanos [...] desde luego, no va a ser malo. No es que noso-tros vayamos a estarlo divulgando, nosotros no lo vamos adivulgar, pero estoy seguro de que el mero hecho de loscubanos junto al MPLA va a inspirar más respeto a los ele-mentos reaccionarios de África. Y hay un gran número depaíses y gobiernos progresistas que simpatizan y apoyanal MPLA: la Unión Soviética y todos los países de EuropaOriental apoyan al MPLA, Argelia apoya al MPLA, losmovimientos revolucionarios de Mozambique, GuineaBissau apoyan al MPLA, la mayoría de los países noalineados apoya al MPLA, de modo que el MPLA representala causa progresista del mundo en Angola.

Es sumamente importante que Angola no caiga en manosde los reaccionarios y de los colonialistas, porque de las trescolonias portuguesas Guinea Bissau está en firme, Mozam-bique está en firme y Angola nosotros podemos ayudar a queesté en firme, en manos revolucionarias; es de suma im-portancia que ninguno de esos tres países caiga en manosdel colonialismo y de la reacción. Tiene una importanciaestratégica para el África muy grande. Y si efectivamenteMobutu y los elementos reaccionarios logran controlar

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Angola van a tener una posición muy fuerte, la reacción yel imperialismo van a tener una posición muy fuerte enÁfrica.

África tiene todavía problemas muy serios, porque enun futuro tendrá que enfrentarse con los problemas delracismo, con los problemas de África del Sur, que es unode los más grandes de esos problemas en ese continen-te. Los dos grandes problemas eran el colonialismo por-tugués y el racismo de África del Sur, donde unos pocosmillones tienen oprimidos a catorce millones de africanos,y ese problema de África del Sur es un problema al cualson muy sensibles todos los pueblos de África.

La consolidación del movimiento revolucionario deAngola fortalece al África progresista, fortalece a todos losgobiernos revolucionarios de África extraordinariamente yse, podría constituir allí una poderosa trinchera frente a Áfricadel Sur, por eso es muy importante salvar la revoluciónangoleña, de gran importancia para el África y de granimportancia para el mundo, para el movimiento progresistamundial; es una tarea de verdadera importancia histórica.

Para nuestras fuerzas armadas, a la vez que cumpli-mos nuestros deberes revolucionarios, todas estas activi-dades facilitan el incremento de sus experiencias, de sufuerza y de su espíritu combativo. La brigada que estuvoen Siria, allí pudo adquirir muchas experiencias acerca dela guerra moderna, de las tácticas modernas, de la eficienciade las distintas armas, una gran experiencia que pasa aser del dominio de nuestras Fuerzas Armadas Revolucio-narias.

Ustedes escogieron el honroso camino de la profesiónmilitar revolucionaria, estudiaron en las escuelas y en las aca-demias durante muchos años y la misión de nuestras fuerzasarmadas trasciende la frontera de nuestro país. Cuando unmilitar cubano se prepara, se prepara para luchar en Cubasi hace falta, pero si sus capacidades y sus conocimientosse tienen que emplear junto a un pueblo hermano de AméricaLatina o junto a un pueblo hermano de África o de Asia, suscapacidades estarán dispuestas a emplearse allí dondesea necesario.

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Para los hombres que de una forma o de otra participamosen el proceso revolucionario, en la derrota de las fuerzasrepresivas, en la derrota del viejo ejército, es una gran satis-facción que este nuevo ejército, surgido de las filas de laRevolución, tenga este temple y tenga este espíritu, que losesfuerzos de los combatientes del Moncada y del Granma yde la Sierra Maestra se hayan traducido hoy en este magníficoconjunto de los nuevos militares de la Cuba revolucionaria,de los nuevos combatientes de nuestra patria, con esta actitud,con esta generosidad y con este espíritu, con esta disposiciónde lucha y de sacrificio, con esta noble capacidad de marcharhacia una causa justa que los necesite.

Nosotros nos sentimos orgullosos de ustedes. En rea-lidad, si vamos a decir algo, muchos de los compañerosque estamos aquí presentes lo que lamentamos es nopoder ir con ustedes; lo que lamentamos es no tener opor-tunidad de cumplir una misión como esta.

Veo que muchos de ustedes, la inmensa mayoría, soncompañeros jóvenes; esto significará en la vida de ustedesuna gran experiencia, una gran oportunidad de cumplir unamisión importante, de servir a la causa del movimientorevolucionario mundial, de contraer importantes méritos conla patria.

No vamos a decir que la misión carece de peligro. Lamisión tiene peligros, tiene riesgos. Según el desarrollo dela situación pueden ser grandes, pero estamos segurosde que eso no los impresiona a ustedes, como soldados revo-lucionarios, como militares que son.

Y al marchar mañana deben tener presente, en primertérmino, que todos somos hermanos, que sus padres sonnuestros padres, sus hermanos nuestros hermanos y sushijos nuestros hijos, los hijos de la Revolución, y si algunode ustedes en cumplimiento de misión perdiera la vida,ningún ser querido quedará abandonado, ningún hijo que-dará huérfano. Eso es precisamente lo que representa laRevolución, la gran familia de los revolucionarios, lo querepresenta la patria socialista.

Se nos abrió el porvenir a todos, se nos abrió la opor-tunidad a todos, se nos abrió la posibilidad de realizar

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nuestros sentimientos, nuestras aspiraciones y nuestrasvocaciones, que les dio a ustedes la oportunidad de sermilitares, de ser oficiales y, lo más hermoso de todo, deser revolucionarios y de saber que cuando la patria losnecesite puede contar con ustedes.

Junto con nuestros sentimientos de afecto y de cariñova con ustedes nuestra confianza, la confianza de nuestropartido y la confianza de nuestras gloriosas FuerzasArmadas Revolucionarias. Sabemos la calidad de ustedes,la calidad de los hombres que van a cumplir esta misión yestamos absolutamente seguros de que la cumpliránexitosa y victoriosamente.

iPatria o Muerte!iVenceremos!

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Anexo 2. Informe del Estado Mayor Generaldel Minfar sobre el traslado hacia

Cabinda

1. La llegada entre los días 1-5.10.75 de dos avionescharters al Congo Brazzaville con 70-80 hombres cadauno, con su armamento de infantería (AK y pistolas), asícomo con el equipo de campaña; van de civil. Este equi-po va en huacales enmascarados.

Del aeropuerto a otro lugar previsto, preparar pase aCabinda por frontera.

Es necesario ayuda para trasportarlos en coordina-ción con los compañeros MPLA.

2. La llegada al aeropuerto de Punta Negra entre los días7-13.10.75 de dos barcos con 40-50 hombres entre losdos y equipos militares, en huacales enmascarados a ex-cepción de 1 Bat. (6 piezas) obús 122 y 1 Bat. (6 piezas)14,5, así como un total de 58 entre camiones, jeeps, am-bulancias y pipas que no van enmascarados.

Aquí se necesitaría descargar y pasar fronteras, necesi-tando la ayuda en transporte y gasolina.

El personal llegaría de civil.3. Entrada al país (Congo-Brazzaville) por línea aérea

comercial, de 4 compañeros de civil, sin armas, entre losdías 20-23, a fin de ir organizando la recepción de los barcosy aviones.

Los compañeros de la embajada le ayudarán en sutarea. Medios que van en barco.

Barco No.1 Barco No.2Fusil M-52 1 000 2 000Lanzacohetes RPG-7 24 24Cañón 75 S/R 6 6Morteros 82 9 9Morteros 120 6 6Ametralladoras 12,7 6 6Antiaéreas 14,5 6 6Obús 122 - 6Minas AT 1 500 1 500Minas AP 9 000 9 000

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Equipo de campaña para 2 000 hombres y comida paraigual cantidad de hombres para 6 meses.

El armamento lleva los módulos, cartuchos y proyecti-les correspondientes y de reserva.

El tonelaje aproximado es 2 000 y su volumen 5 200 m3.Resumiendo, es necesario la ayuda en:

1. Facilitar entrada y descarga.2. Enmascarar lo más posible la operación.3. Facilitar transporte.4. Facilitar pase por frontera a Cabinda.Aquí participarían los compañeros del MPLA, de los que

no conocemos con los recursos que cuentan.El objetivo de esta operación es:Organizar escuela en Cabinda para preparar personal

del MPLA.

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Anexo 3. Cronología del traslado

Primer grupo de avanzada: cinco hombresJefe: Comandante Ramón Espinosa MartínSalida: 5.9.75Llegada: 22 al 25.9.75Ruta: La Habana-Lisboa-Luanda-Cabinda

Segundo grupo de avanzada: cinco hombresJefe: Comandante Rafael Vázquez DíazSalida: 21.9.75Llegada: 24.9.75Ruta: La Habana-Moscú-Brazzaville-Punta Negra-Cabinda

Primer vuelo charter: 70 hombresJefe: Comandante Reynaldo Reyes Torres, MarinoSalida: 30.9.75Llegada: 4.10.75Ruta: La Habana-Barbados-Brazzaville-Punta Negra-Cabinda

Segundo vuelo charter: 72 hombresJefe: Capitán Ibrahim Lobaina BaviSalida: 2.10.75Llegada: 4.10.75Ruta: La Habana-Barbados-Freetown23-Brazzaville-Punta

Negra-Cabinda

23 La escala estaba prevista en Guinea Bissau, pero problemas con la ilumina-ción y las comunicaciones en el aeropuerto obligaron a realizar el aterrizajeen la capital de Sierra Leona.

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Motonave La Plata: 36 hombresJefe: Capitán Gerardo Rodríguez GámezSalida: 29.9.75Llegada: 14.10.75Ruta: Mariel-Punta Negra-Cabinda

Motonave Coral lsland: cuatro hombresSalida: 16.9.75Llegada: 22.10.75Ruta: Mariel-Puerto Amboim-Punta Negra-Cabinda

Refuerzo: 39 hombresEl primer grupo arribó a Cabinda en la segunda quincena deoctubre; el otro, en los primeros días de noviembre.

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Hoy tengo el honor y la satisfacción de dirigirles unasbreves palabras en la apertura de esta escuela de reclutas,donde se prepararán para defender estas tierras angolanasy luchar hasta conquistar su independencia contra losenemigos de dentro y fuera de Angola.

Ustedes cursarán en este centro varias materias nece-sarias para la formación de lo que será, en definitiva, el soldadode la nueva República. Tendrán profesores que se esmeraránen que ustedes aprendan las asignaturas militares, las cualesles serán de mucha importancia cuando tengan que participaren la lucha armada. Muy importante será también el manteneruna alta disciplina, al igual que una buena aplicación de unadoctrinamiento político revolucionario, que fortalezca elcarácter, la voluntad y los ideales del soldado rebelde que vaa luchar hasta lograr la plena independencia de su patria.

En la lucha, la cualidad más importante del soldadorevolucionario es su coraje y su manera de combatir,combinando los métodos de guerrilla, que es una lucha de ins-tintos y creación propia, con conceptos de otros tipos delucha, como la regular, clandestina y otras.

Otro aspecto importante a tener en cuenta, es estar cons-ciente de la responsabilidad que se tiene consigo mismo, conlas Fapla y con la patria.

Es saludable el cumplimiento de principios y normas quese establecen para cualquier ejército, como son: no ingerirbebidas alcohólicas cuando se está de servicio; no formar ca-morras ni tirar tiros producto de la borrachera; no quererque las leyes del tránsito se adapten a sus caprichos, desobe-deciéndolas; no cumplir sus deberes como soldado plena-mente. Algunos aborrecen el sacrificio y otros crean viciosque, a fin de cuentas, crean otros vicios peores.

A ustedes, soldados de la Revolución angolana, supueblo los verá como la esperanza de la patria para forjarla definitiva independencia.

Anexo 4. Palabras del comandanteEspinosa en la apertura del CIR No.4,

27 de septiembre de 1975

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Ustedes, soldados que provienen del campo, las ciudadesy tantos otros rincones de esta tierra tan bella y hermosa,no se preocupen por desconocer lo que aquí aprenderán.Nadie nace sabiendo, hay que propiciar y crear lascondiciones para hacerlo, y juntos lo lograremos dentro delas Fapla, bajo la dirección de Neto y del MPLA, y nosotros,asesores cubanos, junto a ustedes.

Queridos soldados angolanos: una de las grandesexperiencias que he tenido en la lucha, es que cuando setiene un gran ideal y se sabe por qué se lucha, las penuriasy los mayores sacrificios saben a gloria, y la única preo-cupación es la libertad de la patria.

Por eso, soldados de la Revolución angolana, al pre-pararse ustedes aquí, tienen mayores responsabilidades consu patria y con esa fe que su pueblo, los países hermanoscomo el nuestro y todo el mundo explotado ha depositadoen ustedes.

La lucha continúa, la victoria es cierta.Muchas gracias.

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Mensaje de salida No. 58Destino: LuandaAl: 1er comdt. Argüelles-Gondín

El Comandante en Jefe nos ha pedido les trasmitamosel siguiente texto:

Para Angola se envió todo lo solicitado e incluso más.Se decidió reforzar Cabinda con recursos absolutamenteadicionales.

Se envió también personal que estuviera en disposiciónde combatir. Cabinda es el punto más débil y peor defen-dido. Si se pierde Cabinda no lo podrán recuperar más.Angola sin Cabinda no podrá consolidar su independenciaporque allí están los recursos económicos fundamentales.Mobutu quiere apoderarse de Cabinda y tarde o tempranola va a agredir, sobre todo si sabe que está indefensa. Esnecesario que ustedes entiendan esto y se lo hagancomprender al MPLA.

Se acordó además enviar a Angola el personal nece-sario para la técnica soviética.

Por esto no creemos que se deba continuar debilitan-do a Cabinda.

Si ya bajaron los morteros 120 en Benguela, úsenlosentonces en Angola pero no reduzcan más los medios des-tinados a Cabinda.

Debemos atenernos a los planes acordados.Ahora se lucha en Angola pero no sabemos lo que puede

ocurrir en Cabinda y no debemos dejar nuestro personalallí debilitado, ya que en caso de ataque por fuerzas deZaire tendrán que luchar muy duramente y prácticamentesolos.

Anexo 9. Mensaje del Comandante en Jefe FidelCastro a los primeros comandantes Raúl Díaz-

Argüelles y Carlos Fernández Gondín

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En Angola tienen ya bastantes medios. Están recibiendoademás el material de otros países y se puede continuarreforzando desde aquí con personal cubano.

Si hay peligro real en Luanda es mejor reforzar esadirección con medios de las otras dos escuelas antes quedescuidar Cabinda. Ustedes tienen ahí varias opcionesposibles cuando lo consideren realmente necesario.

Les ruego analicen con serenidad estos hechos.Si se gana la guerra en Angola y se pierde en Cabinda

se habrá perdido mucho. Hay que tratar de obtener losobjetivos completos en ambos puntos. Saludos, Fidel.

Firmado: Colomé18.10.75

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Anexo 10. Mensaje del comandante debrigada Abelardo Colomé Ibarra al primer

comandante Raúl Díaz-Argüelles

Mensaje de salida a cifrar No. 59Destino: LuandaAl: Argüelles

Con personal de mortero 120 y 14,5 que mandaste deCabinda para Luanda considero que no resuelves la si-tuación; lo que dejo a tu criterio y análisis.

De todas formas en el próximo charter mandaremospersonal completo para Cabinda, con el fin de que todaslas dotaciones para los 120 y las 14,5 sean de personalpermanente cubano.

Saludos.

Colomé18.10.75

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Anexo 11. Mensaje del comandante de brigadaAbelardo Colomé Ibarra al primer comandante

Carlos Fernández Gondín

Mensaje de salida a cifrar No. 103Destino: LuandaA: Gondín

Trasladar por el momento un (1) módulo de municio-nes de morteros 120 de cada batería de Cabinda(960 proyectiles) a fin resuelvas de inmediato la situaciónque tienen en Luisa.24

Saludos.

Colomé7.11.75

24 Término utilizado para identificar a Luanda.

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Mensaje de salida a cifrar No. 114Destino: LuandaAl: 1er comandante Argüelles

Argüelles:Que empleen en la defensa de Cabinda todos los

medios disponibles según su criterio.Saludos.

Colomé11.11.75

Anexo 12. Mensaje del comandante de brigadaAbelardo Colomé Ibarra al primer comandante

Raúl Díaz-Argüelles

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Mensaje de salida a cifrar No. 115Destino: LuandaAl: 1er comandante Gondín

Gondín:1- Todo lo que se te va a mandar está saliendo acelera-

damente.2- ¿Qué pasa en Cabinda?3- Gondín, una vez más te lo pido, detállame las accio-

nes y las situaciones.4- ¿Funciona la radio con Cabinda?5- ¿Qué medios de Comones. tienes con Nava Redon-

do?6- ¿Por qué nos llega tan poca información?7- ¿Cuántos BM-21 tienes, qué módulos tienes y cómo

los emplean?8- ¿Qué hacen con las minas AT y AP? En sus infor-

mes no hablan de esto, excepto Cabinda.9- Gondín, sé que tienes muchas presiones, pero si es

necesario dedica un hombre a pasarnos los cables.10- Hoy salieron dos aviones con más refuerzos, va

una Co. menos un pelotón y dotaciones para 10 tanques.Mantengan contacto para la recepción.

11- El día 14.11.75 sale personal de la Bat. M. 120 queme pides.

12- En barco que salió (hoy) te mando 7 módulos de M. 120.13- El itinerario de los aviones será Congo (B) y Luanda.14- Informen si el 1-C Polo Cintras25 ya llegó a esa.

25 Se refiere al primer comandante Leopoldo Cintra Frías, Polo, quien iba aasumir el mando de la Agrupación de Tropas del Sur de la MMCA, cargoque desempeñó posteriormente en otras dos ocasiones, además decumplir misión internacionalista en Etiopía. Es general de cuerpode ejército, ministro de las FAR y Héroe de la República de Cuba.

Anexo 13. Mensaje del comandante de brigadaAbelardo Colomé Ibarra al primer comandante

Carlos Fernández Gondín

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15- Acuérdate que en la dirección Ucua-Catete el ene-migo puede maniobrar con fuerzas y medios. Hasta ahoratodo lo han hecho muy bien.

16- Los angolanos, sabemos que no son buenos com-batientes todavía, pero combaten y mueren, ténganlo pre-sente.

17- Solo nos preocupa que no nos mantienen infor-mados de todas las situaciones en detalle, si te hacen fal-ta hombres para eso y medios solicítalos.

Saludos.

Colomé12.11.75

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Anexo 14. Carta del Comandante en Jefe FidelCastro al comandante Ramón Espinosa Martín

Querido Espinosa:Los felicitamos a todos por el brillante trabajo que han

realizado en esa. Hemos visto las tomas cinematográfi-cas que nos enviaron. Es admirable que en tan pocos díasustedes hayan organizado un pequeño ejército.

Consideramos muy correctas todas las medidas pre-ventivas que realizaron: estudio del terreno, preparaciónde la defensa y colocación de minas. Los frutos de eseesfuerzo dieron magníficos resultados. Así es como hayque hacer la guerra.

Nuestra opinión es que la victoria alcanzada en el terre-no militar ha sido extraordinaria. El rechazo total de la ofen-siva enemiga y las grandes bajas que sufrieron losatacantes ha ocasionado una gran desmoralización ensus filas. Nos satisface mucho que esa gran victoria sehaya logrado con un mínimo de bajas. Eso constituye ungran éxito. Suponemos que ahora la moral de los com-batientes tanto cubanos como angoleños es muy alta.Ahora seguramente los angoleños tengan mucha mayorconfianza en las posibilidades de combatir con éxito.

Tenemos la seguridad de que ahora ustedes están apro-vechando el tiempo disponible para reforzar la defensa yentrenar el personal.

No creemos que el enemigo renuncie fácilmente a laidea de apoderarse de Cabinda. Por eso es de esperarque tan pronto se recuperen del golpe y puedan reunirnuevos elementos, se lancen otra vez al ataque, pero enesta ocasión con mayores fuerzas.

Hemos decidido enviarles por avión con la mayor ur-gencia una compañía reforzada de infantería, así comouna compañía del regimiento de infantería que trasla-daremos a esa zona.

Este regimiento inicialmente habíamos pensado ubi-carlo en el territorio de la República Popular del Congo,

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cerca de la frontera de Cabinda, con la misión de apoyarmilitarmente al Congo en caso de agresión y si fuera ne-cesario apoyarlos también a ustedes en Cabinda.

Han surgido algunas dificultades sobre esto, pues elgobierno del Congo, que está colaborando muy bien entodo, prefiere que esta unidad se sitúe en el territorio deCabinda. Neto está de acuerdo con esto aunque todavíase discute el asunto, de todas formas enviaremos la tropapara que se sitúe bien en el Congo o bien en Cabinda. Lomás probable es esto último.

Habría que estudiar un punto de ubicación cerca de lafrontera del Congo, aunque incluso podría estar en losalrededores de Dinge. Todas las medidas de protección ycamuflaje deben ser estudiadas de antemano.

Esta nueva situación nos obliga a separar el mando denuestras fuerzas en Cabinda de las de Luanda. Se haráun mando separado que incluya al regimiento y a lastropas que tú diriges. Esto requerirá la formación de unpequeño estado mayor.

Tú seguirás al mando del personal angoleño y el per-sonal cubano que está contigo y la compañía reforzadade tropa selecta. El regimiento, que también va reforza-do, incluyendo tanques, tendrá su propio mando; la arti-llería que se envía con el regimiento tendrá un mando.

Por encima de todas las unidades habrá una direcciónsuperior.

Si contamos con tiempo para que lleguen todas estasfuerzas será muy difícil que el enemigo pueda apoderar-se de Cabinda, mientras tanto confiamos en el valor y lainteligencia de ustedes para conservar las posiciones queahora tienen.

En este primer avión sale una compañía del regimientoe inmediatamente después irá la compañía reforzada.

Estamos pesando también que quizás pronto haya queenviar algunos alimentos para ayudar a la población deCabinda, pues nos imaginamos que las importacionespueden estar suspendidas. Es necesario atender las necesi-dades de la población. También es posible que enviemosmédicos y medicinas para el hospital.

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Lucas26 nos ha traído una información amplia de todo.Dice que las relaciones de ustedes con el MPLA son muybuenas.

Quizás ellos necesitan también algún asesoramientoen la administración civil en el resto de Angola.

También nuestro personal ha realizado un buen trabajoaunque en el Frente Sur se han cometido algunos errores.Allí también se ha hecho un gran esfuerzo por reforzar alMPLA y esperamos que pronto la correlación de fuerzas seafavorable a los revolucionarios.

Esperamos que ustedes sigan actuando tan valiente, in-teligente y exitosamente como lo han hecho hasta ahora.

Los felicitamos calurosamente en nombre de nuestropartido y nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Reciban todos un abrazo.

Fidel Castro

Cuba, Nov. 20, 1975, 7:22 pm

P.D. Consideramos conveniente mantener la mayor dis-creción sobre estos movimientos de tropas.

26 Se refiere a Zenén Molina, en ese momento capitán y oficial de la Direcciónde Operaciones del Minfar que servía de enlace con la MMCA.

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Anexo 15. Carta del Comandante en Jefe FidelCastro al comandante Ramón Espinosa Martín

Espinosa:Después de mi nota de ayer y ya en marcha el avión con

parte de la primera compañía de infantería llegaron noticiasde Brazzaville informándonos que el gobierno del Congoponía a nuestra disposición 5 tanques T-54 y 10 tanquesT-34, así como 12 cañones sin retroceso 82 mm y 18de 75 mm y algunas minas antitanques y antipersonal.

Decidimos dar prioridad al personal de tanques y deantitanques para que tengan cuanto antes esas armasen disposición combativa. Seguidamente continuare-mos enviando el personal de infantería de que te habléayer.

Creo que este refuerzo será muy bueno para ustedesantes de que llegue el regimiento. Imaginamos que conestos refuerzos podrás crear una buena reserva y ubicar-la en un lugar adecuado para emplearla en el momentooportuno.

Tenemos la impresión de que el enemigo se preparapara una nueva acometida, pero esta vez también tú con-tarás con nuevos medios y fuerzas.

Pienso que tal vez ellos no tengan idea de que enesta ocasión tanques y abundantes antitanques les vana salir al paso.

Hay que crear todas las condiciones para propinarlesuna nueva derrota.

Trata de obtener la mayor información posible del ene-migo, estudia bien el terreno y prepara la defensa.

Sería conveniente que contaras con varias líneas esca-lonadas para resistir la primer embestida y después con-traatacar.

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Ustedes han actuado muy bien y tenemos la seguri-dad de que conocen perfectamente lo que deben hacer.

Saludos a todos,

Fidel Castro

Habana, Nov. 22, 1975, 5 pm

P.D.: El armamento que nos entregará la RepúblicaPopular del Congo** será repuesto a ellos por los soviéti-cos.

** Con posterioridad, la República Popular del Congo pasó a llamarseRepública del Congo, su nombre actual.

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Anexo 16. Carta del comandante Ramón EspinosaMartín al Comandante en Jefe Fidel Castro

Compañero Comandante en Jefe:Hemos recibido sus indicaciones, en las cuales usted

nos felicita y esto nos eleva aún más el espíritu combativode todos, que como ya usted sabe es muy alto.

Aprovecho la oportunidad para hacerle llegar de partede todos los compañeros un saludo para toda la dirección denuestro partido y gobierno y un fuerte abrazo para usted yel ministro de las FAR y decirle que todas esas medidasde que usted habla en su escrito están cumpliéndose yaen la práctica, pues las que nosotros no habíamos previsto,al llegar sus indicaciones de inmediato las comenzamos aejecutar.

El compañero Ricardo Díaz27 lleva toda una informa-ción que le servirá para analizar más profundamente lasituación en este lugar, conocer todo lo que hemos hecho yestamos haciendo para la defensa de Cabinda.

Nos alegra mucho el apoyo que se nos manda, dondeuna vez que llegue puede estar seguro que el enemigono podrá tomar Cabinda. Pero si nos volvieran a atacarantes que llegara el refuerzo, puede estar confiado quenosotros mantendremos nuestras posiciones hasta lasúltimas consecuencias actuando valiente y decididamen-te, como nuestros dirigentes, usted y nuestro ministro enparticular nos han enseñado.

Comandante, en esta provincia hasta el momento sehan minado casi todas las vías posibles de entrada detanques, carros blindados y vehículos que existen en lafrontera con Zaire.

Se prepara la defensa en la dirección principal cadadía más, al extremo que estamos colocando en el frente

27 Ricardo Díaz González era entonces teniente coronel y segundo jefede la Dirección de Operaciones del Minfar.

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campos de minas combinados, alambradas y zanjasantitanques.

Se fortifican posiciones secundarias en lugares dondepuede haber penetración, para ser ocupadas maniobran-do hacia ellas; estas posiciones son para la infantería, ar-tillería y artillería antiaérea. Se prepararon emplazamientosy posiciones de reserva.

Se colocan nuevos campos de minas, los cuales juntoa los antes colocados nos ayudan mucho a que no hayaataque por sorpresa y se le cause las primeras bajas alenemigo, como en el ataque anterior.

En cuanto al personal angolano, tenemos nativos deesta provincia, de Luanda y de Benguela, comportándo-se en los combates mucho más bien el nativo de Cabinda.

Cuando comenzamos los combates, teníamos un batallóny la artillería que se le había dado instrucción durante docedías y el otro batallón que solo se le había entregado el arma-mento dos días antes del ataque, por lo que solo se pudo darel manejo del mismo.

En estos momentos estamos mejor preparados, cono-cemos mejor el teatro de las acciones y tenemos másmoral combativa, lo cual son aspectos que ayudaránmucho a la correlación de fuerzas con el enemigo, pueslas armas morales en el combate se relacionan una pormil, como usted nos ha enseñado.

Primer comandante Espinosa

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Anexo 17. Carta del Comandante en JefeFidel Castro a todos los combatientes

cubanos en Angola

A todos los combatientes cubanos en Angola.Hoy, primero de enero, en la lejana patria, los compa-

ñeros y hermanos de ustedes que aquí permanece-mos con el pesar de estar ausentes de ese digno y gloriosocampo de batalla, los recordamos a todos con profun-do cariño.

Hace 17 años triunfó la Revolución cubana. Nuestralucha fue desigual y difícil. Triunfó la idea, triunfó la justiciade nuestra causa, triunfó el valor que inspira a los hombrescuando sus propósitos son nobles y humanos. Después,durante años, nuestro pueblo apoyado en la solidaridadinternacional pudo enfrentar decididamente los más terri-bles peligros. Todos estuvimos dispuestos a morir en de-fensa de nuestra causa y de nuestra patria. Pero cuandolibrábamos una batalla por la Revolución cubana lo está-bamos haciendo también en defensa del derecho de losdemás pueblos del mundo a la libertad y la justicia.

En nuestra hermosa tierra se liquidó la explotación delhombre por el hombre y la odiosa discriminación entre losseres humanos. Nuestra patria desde entonces haprogresado extraordinariamente; nuestras fuerzas hancrecido en grado considerable. Hoy no solo somos capacesde defendernos, sino también de ayudar a otros pueblos quesiguen el mismo camino. Pertenecemos a una gran patria yuna gran familia que son el mundo y la familia humana. Enesa familia los pueblos del África negra ocupan un lugar muycercano a Cuba. Nuestra sangre en gran parte es sangreafricana. Cuando un revolucionario es capaz de luchar, comolo hacen ustedes hoy, con ese sentido universal del hombrey de la patria, es que realmente ha adquirido una concienciacomunista.

Los imperialistas, además de opresores y vulgaresexplotadores de hombres, se consideran racialmente

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superiores. Por eso creyeron que Cabinda caería en 24horas, que la capital de Angola, ya al alcance de sus manos,sería tomada antes del 11 de noviembre, y que a las colum-nas blindadas de África del Sur no las pararía nadie.

Nada de esto sucedió sin embargo. En Cabinda sufrieronuna derrota comparable a la de Playa Girón, en Luanda estánahora cuatro veces más distantes, y en el sur las columnasblindadas están detenidas desde hace un mes y medio. Elenemigo ha sufrido una gran derrota estratégica e inconta-bles reveses en los distintos frentes. Sus éxitos tácticoshan sido muy escasos y siempre se debieron a errores odescuidos propios que servirán de lecciones para evitarlosen el futuro. La ayuda oportuna y decisiva de ustedes, quellegaron desde miles de kilómetros de distancia, contribuyóa salvar la noble causa del pueblo angolano y les estáofreciendo a los racistas, mercenarios e imperialistas unalección en África que no olvidarán jamás.

Muchos combatientes angolanos han muerto valiente-mente en las acciones militares, pero ellos solos no ha-brían podido resistir, pues estaban siendo atacados conlas armas y la técnica más modernas. La presencia deustedes ayudó a superar los momentos más difíciles ypermitió que llegaran las armas que generosamente en-viaron la URSS y otros países socialistas, y que lasmismas entraran rápidamente en acción, ya que ellos noconocían su manejo. Esto salvó a la República Popularde Angola y constituye un acontecimiento histórico quetendrá influencia decisiva en los destinos de África. Lalucha prosigue, pero el tiempo y la correlación de fuerzasnos favorecen cada vez más. El mito de los mercenariosy la invencibilidad de los racistas de África del Sur estásiendo destruido. La sangre de los heroicos hijos denuestra patria, que allí dieron ya su vida, no se ha derra-mado en vano.

Los angolanos poseen extraordinarias cualidades hu-manas. Nos han recibido como lo que somos, verdaderoshermanos, y nos han otorgado una confianza sin límites.Debemos trasmitirles nuestra experiencia y enseñarlos acombatir con todas las armas. Ya muchos lo hacen

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eficientemente y estoy seguro de que en el futuro serántodos magníficos soldados, como la estirpe de los Maceo,Crombet, Guillermón Moncada y tantos miles de héroesnegros de nuestra independencia, cuyos antecesoresvinieron de esas zonas de África. Cuando eso ocurra, elimperialismo jamás podrá volver a dominar a los pueblosafricanos. Esta es la gran misión histórica que ustedes estándesempeñando ahí.

Nuestro partido, nuestras fuerzas armadas y nuestropueblo se sienten orgullosos de sus valientes soldadosinternacionalistas, de su espíritu de sacrificio y su extraordi-naria conciencia revolucionaria. Todos quieren estarjunto a ustedes en las trincheras de combate y los acom-pañan en cada instante con su admiración y su cariño.

Angola es también hoy nuestra patria. Que allí comoaquí resuene bien alto, para que pueda escucharse entodos los rincones del mundo, esta vez con su más her-moso y profundo acento internacionalista, el grito inmor-tal, victorioso y heroico de

¡Patria o Muerte!¡Venceremos!

Enero 1o de 1976

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Anexo 18. Resumen sobre las acciones enCabinda del 25.9 al 29.11.7528

25.9 Fuerzas de Mobutu se encuentran concentradas alsur de Cabinda.

29.9 Mobutu tiene fuerzas concentradas al sur y al estede Cabinda compuestas por tanques y blindados.

13.10 Se capturaron en Punta Negra tres agentes de laRepública de Zaire que trataron de obtener infor-mación del buque La Plata. La actividad del enemi-go se incrementa en esta región.

18.10 Cabinda está bien. Ya obuses 122, morteros 120 mmy ametralladoras 14,5 tienen disposición combativa ydentro de 5-7 días lo tendrá el resto de la artillería y lainfantería.

Ahora hay 1 080 hombres sin contar a los cubanos,más personal Fapla. Aquí ya estamos organizandolos batallones y el día 19 comenzamos minado enlas fronteras.

Los dos batallones de infantería tienen: a) El de defensa 18 ametralladoras RPK de cintas

que aumenta el volumen de fuego de este batallón.El otro considero podremos armarlo completo conAKM. Todo esto lo cogimos de Punta Negra. Con-sidero que aquí no habrá problemas, pues dentrode 5-7 días estaremos listos. No puede haber sor-presa pues nosotros lo garantizamos.

19.10 Cabinda en estos momentos tiene con disposicióncombativa para hacer fuego:

Una batería de obuses 122 mm. Una batería de morteros 120 mm. Una batería AAA ZPU-4. Dentro de 5-7 días el resto de la artillería y las unida-

des de infantería.

28 Este resumen fue elaborado por la Dirección de Operaciones delMinfar con las informaciones que trasmitió la Misión Militar de Cubaen Angola.

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25.10 Ataque artillero en región de la frontera del Zaire-Congo, rechazada infantería.

Pequeña concentración FLEC y mercenarios fran-ceses al norte de Massavi (en Congo Braza).Continúa concentración al sur de Cabinda (en-Zaire).

25.10 En Cabinda el enemigo atacó, siendo rechazadodonde hacen frontera los tres países.

26.10 En Cabinda tenemos dos batallones nuestros (delas escuelas) y es posible, pues siguen insistiendo,envíen 400 compañeros más para hacer un tercerbatallón que no tendrá cuadros de mando.

3.11 Ayer (2.11) cuando se estaba minando en regiónCabinda por error de zapador angolano explotó unamina AP. Mató al angolano e hirió al jefe de compa-ñía de zapadores Abel Amor.29 Este no grave.

3.11 Al sur de Cabinda, fuerte concentración del enemi-go (1 500 zairenses y 100 oficiales norteamerica-nos, franceses y belgas).

Hoy introdujo grupo de exploración en nuestro terri-torio.

10.11 Por la información recibida al regreso del piloto en-viado a Cabinda se conoce que el enemigo realizóel ataque por tres direcciones distintas.

Por el sur en Yema, por el este Chimbuande y porChingundo y después de sufrir grandes pérdidasfue obligado a retirarse. Entre otros le fueron des-truidos 6 blindados. Durante el ataque el enemigo hizouso de tanques (no precisado). Nuestras tropassufrieron hasta 4 muertos y 20 heridos, todos ango-lanos, así como la pérdida de dos morteros de 82 mm.El combate lo llevaron nuestras tropas más allá de lafrontera con el fuego, obligando a retirarse al enemigo40 km.

11.11 Cabinda rechazó ataque enemigo por el este y sur,destruyendo dos blindados por el este, 4 por el sur

29 Se refiere al teniente Aberamón Santiesteban Acanda.

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al caer en campos de minas. El enemigo retrocediópor el sur hasta 40 km de la frontera. Atacaron porel sur con 5 tanques.

13.11 Recibí información de Cabinda a través de pilotoque fue a recoger dos módulos de mortero 120 mmy dijo el enemigo atacó por tres direcciones siendorechazado ocasionándole bajas y hasta 4 transpor-tadores fueron destruidos por minas. Se informaEM30 paró hasta 5 tanques. Bajas cubanas no co-nocemos, sí algunos nativos.

14.11 Por informaciones del jefe del Congo, Mobutu estácon el empleo de los BM-21 acobardado. Tal es asíque tropas que tenía en la frontera para apoyar laparte norte las retiró para pueblos y ciudades fron-terizos.

15.11 Con fecha 8.11 a las 12:00 horas, fuerzas compues-tas por mercenarios FNLA31 y zairotas en composi-ción de un batallón atacaron Cabinda por direcciónChingundo y Chimbuande, logrando para las16:00 horas introducirse unos 8 km en el territorio.A partir de ese día a las 14:00 horas parte denuestras tropas se enfrascaron en tenaz combatecon el enemigo, logrando que para el día 11 en horasde la madrugada en dirección Chingundo el enemi-go fuera detenido, no así en dirección Chimbuandedonde continuaba avanzando lentamente.

16.11 A las 05:30 horas del día 10 el enemigo comenzó elataque en dirección Yema-Cabinda donde se leasestó una derrota rotunda pues los que no murieronse retiraron en carrera loca bajo el fuego de nuestraartillería, infantería y morteros.

En general las tropas del enemigo están compues-tas por unos 1 500 hombres, dentro de los cualeshay un batallón de zairotas, alrededor de 150 merce-narios blancos y el resto de las fuerzas del FLEC. Avan-zó con los BTR, de los cuales se le destruyeron tres

30 Se refiere al comandante Ramón Espinosa Martín.31 Debió decir FLEC.

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en los campos de minas y los restantes se retiraron. Elarmamento que emplea el enemigo está compuestopor fusiles G-3 y M-51 de fabricación americana,ametralladoras 50 y algún armamento belga, lanza-granadas, lanzacohetes AT portátiles, morteros 60 mm,morteros 106,7 mm y morteros 81 mm. Para lasprimeras horas del día la situación es favorable paranuestras tropas, que en dirección Chimbuande-Chingundo para el final de este día se restablecería lafrontera. Por nuestra parte hasta el momento 8 muertosy 8 heridos angolanos. Dos heridos cubanos leves.

En la dirección Yema-Chingundo en más de unaocasión hemos intercalado fuego de artillería. Elenemigo se retira.

Las bajas del enemigo, aunque no exactas, son muynumerosas entre muertos y heridos. Durante el com-bate hubimos de perder dos morteros 82 mm y unnúmero de fusiles M-52, los cuales fueron aban-donados por los angolanos que se retiraron delfrente. A las 18:00 horas del día 12.11 se consolidapor nuestras tropas la toma de la frontera.

16.11 Visité Cabinda los días 12-15. En esta la situaciónestá en calma, después de haber combatido duran-te los días del 8 al 12 aniquilando al enemigo quelogró penetrar en esta provincia por las direccionesChingundo-Subantando, Chimbuande-Subantandoy Yema-N'to. Por el resultado de las acciones es deesperar que el enemigo demore algún tiempo enreponerse para atacar nuevamente.

16.11 En la dirección Cabinda, después de los combatesdel día 8 en que se le causaron grandes bajas alenemigo que atacó por tres direcciones (Chingundo,Chimbuande,Yema), esta dirección está restablecida.

22.11 Pérdidas nuestras fueron dos morteros de 82 mm,13 muertos angolanos y dos cubanos heridos.32

32 Como se aprecia en el informe, las bajas angolanas, que según el cálculoinicial eran de hasta 24, se precisaron más tarde en ocho muertos e igualcantidad de heridos. De estos últimos fallecieron cinco, por lo que la cifradefinitiva fue de 13 muertos y tres heridos.

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29.11 Se recibió esta madrugada compañía especial almando del CM. Colás.33 Se trasladó a Cabinday fue ubicada en Lucola junto con los tanques(6 tanques T-54) 1 km al este de Cabinda.

Situación en Cabinda continúa normal, conti-nuándose los trabajos de perfeccionamiento de ladefensa.

33 El capitán Wilfredo Colás Cuello, Patifino, iba al mando de una compañía derefuerzo enviada a Cabinda.

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[...] Cuando nos reunimos en este mismo lugar hacemás de tres meses para despedir al batallón de TropasEspeciales que marchaba hacia Angola35 la situación eramuy distinta, muy diferente a la que tenemos ahora.Aquellos días eran verdaderamente muy difíciles. EnCabinda y en el norte las escuelas de preparación deangolanos llevaban apenas diez días funcionando, losportugueses se habían ido desde el 10 de octubre y no sesabía cuándo atacaba el enemigo por Cabinda, ni con quéfuerzas. Ya de por sí nos llamaba la atención que no lohubieran hecho tan pronto se habían marchado losportugueses; pero, evidentemente, como Portugal, a pesardel proceso revolucionario todavía era un país de la OTAN,aparentemente el enemigo esperó que se acercara el11 de noviembre, en que formalmente desapareció, ter-minaba el dominio portugués sobre Angola, que habíadurado alrededor de cuatrocientos años.

Esto, desde luego, fue una suerte, porque si ellos ata-can inmediatamente después que se marchan los portu-gueses de Cabinda, allí había solo unos pocos pelotonesdel MPLA para defenderse de la agresión, mal armados ymal preparados para esa situación. Los primeros hombresllegaron entre el 15 y el 20 de octubre; la escuela comenzóa funcionar, la primera escuela, alrededor del 25 de esemismo mes. Era una lucha contra el tiempo.

34 Pronunciadas el 17 de febrero de 1976 en el teatro de la fortaleza de LaCabaña.

35 Se refiere a la Compañía 1 del batallón de Tropas Especiales del Mi-nisterio del Interior, primera unidad regular que Cuba envió a Angola.Llegó al hermano país el 10 de noviembre de 1975 y ese mismo díaocupó posiciones en la defensa de Quifangondo.

Anexo 19. Palabras del Comandante en Jefe FidelCastro en la despedida del batallón del Ministerio delInterior que partía hacia la República Popular de

Angola (fragmentos)34

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En Luanda el enemigo estaba a 25 kilómetros de lacapital por el sur. Las columnas sudafricanas, con muchosblindados y artillería, avanzaban sin ninguna fuerza paraoponerse a ellas. Habían iniciado la invasión de Angola el23 de octubre, avanzaban alrededor de sesenta o setentakilómetros por día, sin resistencia. Unas pocas unidades delas Fapla mal armadas no podían hacer realmente ningunaresistencia a unas tropas avanzando con tanques y artillería.

La escuela de Benguela ya había salido al paso con unosalumnos que apenas habían comenzado el entrenamiento yunos pocos cubanos. Esta escuela les hizo resistencia, losdetuvo algunas horas, le ocasionaron al enemigo algunasbajas, pero al fin y al cabo fueron superadas por la superioridaddel enemigo y continuaba el avance. En aquellos momentosfue un enemigo a 25 kilómetros de Luanda por el norte y conunas tropas que con blindados, artillería e infantería motorizadaavanzaban rápidamente. Era cuestión de días la caída deAngola, por el norte o por el sur.

El combate se produjo en Benguela alrededor del día3 de noviembre [...] anteriormente se habían enviado ins-tructores para las escuelas y cierto armamento; se habíaenviado armamento de infantería, no por cierto AK, sinode los fusiles semiautomáticos checos, y se habían envia-do algunos morteros ligeros, algunas bazucas y algunoscañones antitanques 75 mm. Esos envíos habían llegadoa Angola en el mes de octubre [...]

Cabinda, como estaba separada, al norte del ríoCongo, más distante, se reforzó con algunos medios adi-cionales: dos baterías de morteros 120 mm y una bateríade obuses 122 mm con 12 piezas de artillería antiaérea14,5 mm. Y la única fuerza que había era prácticamentelas cuatro escuelas que se organizaron, una en Cabinday las otras tres en el territorio amplio de Angola.

La decisión de enviar el batallón de Tropas Especiales setoma alrededor del 5 de noviembre [...] Se reunió aquíprecisamente el batallón de Tropas Especiales y a ellos seles dio la misión difícil de parar las columnas blindadassudafricanas que avanzaban sin dificultad por el sur, a fin deganar tiempo y poder mandar algunos refuerzos adiciona-les. Ese batallón comenzó a salir el día 7 de noviembre,

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por aquellos días, ya que el enemigo estaba a 25 kiló-metros de Luanda. Con blindados y artillería también y conuna infantería bastante numerosa comenzó un ataquesobre Luanda, que con el apoyo de los alum-nos de lasescuelas de las proximidades de Luanda y con la bateríade morteros 120 mm se pudo contener.

El día 8 de noviembre el enemigo inició el ataque aCabinda con una fuerza de alrededor de mil quinientoshombres. En ese momento había allí 230 cubanos y alre-dedor de mil angolanos que estaban en el entrenamientomilitar. El enemigo atacó con tanques, pero realmente enCabinda la dirección de aquellas tropas había tomado lasmedidas adecuadas, había acelerado la instrucción, ha-bía utilizado minas para proteger los posibles accesos delenemigo, había estudiado el terreno, continuó la instruc-ción en las zonas de posible ataque enemigo y cuando seprodujo el ataque el día 8, aunque el enemigo pudo penetrarunos veinte kilómetros o más de veinte kilómetros –que yaes mucho allí, porque Cabinda es un lugar muy pequeño ysi penetran 40 kilómetros llegan hasta la capital sindificultad–, aunque penetraron algunos kilómetros, comen-zaron a rechazarlos con éxito.

El día 10 atacaron con tropas de Zaire por la direcciónprincipal, con tanques, a la vez que trataron de hacer undesembarco naval. Realmente, aquel pequeño grupo decubanos y angolanos alumnos de la escuela realizaronuna acción militar brillante y al cabo de tres días habíanrechazado al enemigo con grandes bajas, ocasionándo-les alrededor de trescientas bajas a mercenarios blancos,a elementos contrarrevolucionarios que estaban al servi-cio de Zaire y a las propias tropas regulares de Zaire. Demodo que se logró el rechazo total y se pudo salvarCabinda, al menos por un tiempo.

Cabinda tenía una importancia enorme, porque Cabindaera muy rica en petróleo. Actualmente se producen allí entreocho y diez millones de toneladas de petróleo y algunosinformes indican que se pueden producir hasta cien millones;aunque fuera la mitad, ya eso significa una cantidadextraordinaria, y muchos llaman a Cabinda el Kuwait deÁfrica. Por eso era lógico que Zaire y el imperialismo y todos

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estuvieran interesados en apoderarse de Cabinda, enseparar ese territorio del resto de Angola. Pero al fin se pudosalvar Cabinda.

Por el mismo día 10 las tropas de Zaire y los elementosdel FNLA atacaron Luanda con bastante fuerza [...] esta-ban tan convencidos de que iban a tomar Luanda quehabían organizado ya el banquete para el día 11 de no-viembre celebrar la victoria; creo que tenían hasta tarjetasde invitación y todo. Nosotros tomamos la decisión deutilizar unos pequeños puertos que estaban ya abando-nados por los portugueses y enviamos directamente al per-sonal de las escuelas en el mes de octubre y las armaspor ese puerto. El personal fue en transporte marítimo, creoque en el Vietnam Heroico, y las armas fueron en otro barco,cuyas armas para Cabinda se enviaron por Punta Negra,que está relativamente cerca de Cabinda [...]

Más adelante, con la tropa que iba de defensa paraCabinda se envió. un batallón para allá para el sur [...] Lasituación durante el resto del mes de noviembre y diciem-bre estaba más o menos estabilizada, con algunas venta-jas ya de parte nuestra; por ejemplo, habíamos reforzadoCabinda. Estábamos seguros de que Cabinda iba a seratacada otra vez y llegamos a la conclusión de que habíaque hacer un esfuerzo grande por Cabinda. Eso era im-portante, porque como Cabinda está separada del restodel territorio de Angola, cualquier territorio que le quiten aAngola por el sur se puede recuperar, pero si le quitanCabinda no, porque inmediatamente, con un gobierno tí-tere que tenían organizado, declaran a Cabinda estadoindependiente, la reconocen unas cuantas naciones yhubiera sido imposible recuperarla. Por eso nosotros, pen-sando que Angola sin Cabinda iba a tener una situacióneconómica muy difícil y que era la manzana de la discor-dia, por eso le dimos un refuerzo grande a Cabinda [...]

Cuando nosotros enviamos las primeras unidades,nosotros pensábamos que si se salvaba Cabinda y unaparte del territorio de Angola era ya una victoria [...] por lomenos que existiera una Angola durante un tiempo ypudieran después recuperar el territorio [...]

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Testimonio gráfico

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Vasco Gonçalves y Antonio Rosa Coutinho, figuras relevantes de laRevolución de los Claveles.

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Las fotografías de esta página y las dos siguientes fueron toma-das en el acto de despedida a un grupo de militares que partiría acumplir misión internacionalista en Angola, presidido por el Co-mandante en Jefe. Entre ellos se encontraban los cuatro compa-ñeros que viajaron a Cabinda en el Coral Island. Fortaleza de LaCabaña, 12 de septiembre de 1975.

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Luego del acto oficial, Fidel compartió con los interna-cionalistas, como hizo siempre al despedir a los gruposque partían hacia Angola.

En el extremo derecho, Raúl Castro, entoncescomandante de división y ministro de las FAR.

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La riqueza petrolera de Cabinda, explotada en gran parte por la GulfOil, despertó la ambición de muchos.

Marien N’gouabi y Denis Sassou Nguesso, presidente y ministro deDefensa de la República del Congo en aquellos momentos, respecti-vamente.

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Cubanos y angolanos en el Centro de Instrucción Revolucionaria deCabinda.

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Iglesia cerca de la cual radicó el puesto de mando del comandanteEspinosa en Subantando.

Márgenes del río Lulondo donde se ubicaron las emboscadas.

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El comandante Espinosa (primero de la izquierda) junto a otroscompañeros durante un reconocimiento por la zona de Chinga, enCabinda.

Las “cuatro bocas”, eficaces aliadas en el combate terrestre.

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La valla señala el límite con el territorio zairense, visto desde elpuesto fronterizo de N’to.

Parte del botín de guerra capturado a los invasores.

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La combativa presencia de la mujer angolana.

Dervis Pastor con su inseparable Arriflex.

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Fidel en compañía del presidente Agostinho Neto y Antonio dosSantos Franca, N’dalu, jefe del estado mayor de las Fapla, duran-te la visita que el Comandante en Jefe realizó a la RepúblicaPopular de Angola en marzo de 1977.

En La Habana, veinticinco años después de la batalla de Cabinday la proclamación de la independencia de Angola, el presidenteJosé Eduardo dos Santos y el general Espinosa comparten re-cuerdos.

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Abreviaturas

AAA: Artillería antiaéreaAmet.: AmetralladoraArt.: ArtilleríaBat.: BateríaBon.: BatallónCo.: CompañíaCombo y Lub.: Combustible y lubricanteComones.: ComunicacionesComp.: ComputadorEsc. mant. y rep. lig.: Escuadra de mantenimiento yreparación ligeraExpl.: ExploraciónGpo.: GrupoInf.: InfanteríaInst. PoI.: Instructor políticoJ': JefeMort.: MorteroMy.: MayorOfic..: OficialOrg. y Plan.: Organización y planificaciónPtón.: PelotónPza.: PiezaReglam.: ReglamentoSeg.: SegundoServ. Méd.: Servicios MédicosS/R: Sin retrocesoSust.: SustitutoTáct.: TácticoTéc.: TécnicoTéc. Transp.: Técnica de transporteTelem.: TelemetristaZap.: Zapador

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Índice

Prólogo/ 11

Palabras introductorias/ 17

Preludio/ 21La CIA quedó truncada/ 21Asedio/ 23Misión/ 27Traslado/ 29Cabinda/ 34Arribo/ 36

Preparativos/ 41CIR No. 4/ 41Contendientes/ 44Decisión/ 45

La batalla/ 51Agresión/ 51Subantando/ 55N'to/ 63Victoria/ 68

Reflexiones/ 73Trabajo político/ 73La mujer/ 76Después de la batalla/ 77Gesta inmortal/ 85

Cubanos en Cabinda/ 89Combatieron/ 89Así lo vieron/ 96

Anexos/ 145 Anexo 1. Palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro en la

despedida del personal militar que marchaba hacia Angola(fragmentos)/ 147

Anexo 2. Informe del Estado Mayor General del Ministerio de lasFuerzas Armadas Revolucionarias sobre el traslado haciaCabinda/ 164

Anexo 3. Cronología del traslado/ 166

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Anexo 4. Palabras del Comandante Espinosa en la aperturadel CIR No. 4, 27 de septiembre de 1975/ 168

Anexo 5. Estructura de instrucción del CIR No.4/ 170

Anexo 6. Estructura de combate del CIR No.4/ 171

Anexo 7. Organización y armamento de las tropas de Zaire/ 172

Anexo 8. Organización y armamento del FLEC/ 173

Anexo 9. Mensaje del Comandante en Jefe Fidel Castro a losprimeros comandantes Raúl Díaz-Argüelles y Carlos Fernán-dez Gondín/ 174

Anexo 10. Mensaje del comandante de brigada Abelardo Colo-mé Ibarra al primer comandante Raúl Díaz-Argüelles/ 176

Anexo 11. Mensaje del comandante de brigada Abelardo ColoméIbarra al primer comandante Carlos Fernández Gondín/ 177

Anexo 12. Mensaje del comandante de brigada Abelardo Colo-mé Ibarra al primer comandante Raúl Díaz-Argüelles/ 178

Anexo 13. Mensaje del comandante de brigada Abelardo ColoméIbarra al primer comandante Carlos Fernández Gondín/ 179

Anexo 14. Carta del Comandante en Jefe Fidel Castro al coman-dante Ramón Espinosa Martín/ 181

Anexo 15. Carta del Comandante en Jefe Fidel Castro al coman-dante Ramón Espinosa Martín/ 184

Anexo 16. Carta del comandante Ramón Espinosa Martín alComandante en Jefe Fidel Castro/ 186

Anexo 17. Carta del Comandante en Jefe Fidel Castro a todoslos combatientes cubanos en Angola/ 188

Anexo 18. Resumen sobre las acciones en Cabinda del 25.9 al29.11.75/ 191.

Anexo 19. Palabras del Comandante en Jefe Fidel Castro en ladespedida del batallón del Ministerio del Interior que partíahacia la República Popular de Angola (fragmentos)/ 196

Testimonio gráfico/ 201

Abreviaturas/ 221

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