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Belgano, Alberdi y su gente

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Texto:Pablo Iván. Nace en Alberdi en 1983.Se fue del barrio hace 14 años pero nunca dejó de amarlo.Se encuentra realizando sutesis en Comunicación Social.Se desempeña con actitud como mozo, escritor, ilustrador y diseñador gráfico.Publicó las obra de cuentos “Momentos en el bar”y el cómic “Meijide y su pelota”y escribió e ilustró para algunasrevistas y eventos culturales.Es creador y co-editor de La Tía producciones.A los catorce años se tatuó el escudoen el brazo derecho con veinticinco pesos ahorrados.www.fotolog.com.ar/pablito_iván / pablitoivá[email protected]

Dibujo de tapa e interior:Pablo Cánepa Es cordobés y viene al mundo en 1981. Es estudiante de la Escuela Superior de Bellas Artes “Dr. JoséFigueroa Alcorta”. Participó de muestras colectivas, como Yogur: Polirubro Artístico (junto a otros artistasplásticos y músicos) y su muestra individual “Dibujos que un hombre no debería mostrar”, entre otras.Ha publicado “Dos Romeos” (La Tía, 2010) una selección de sus originales ilustraciones y publicó en otrosmedios [email protected]

El Club Atlético Belgrano se complace en promover el proyecto“Escritos al primer amor” con la certeza de fortalecer el vínculo

entre el deporte y la cultura popular, desde el compromiso coti-diano de generar espacios de interacción con los diversos sectores

sociales a los que alcanza el deporte.

Apuntamos a reconocernos en las palabras y las historias de nuestroshinchas y lograr que la literatura sea el motor para reconstruir y fortale-cer la identidad celeste de Alberdi.

Córdoba, Agosto de 2010.

Escritos al primer amor: Belgrano, Alberdi y su gente12 libros coleccionables - Número 7.Tirada de 5000 ejemplares gratuitos.Barrio Alberdi, Córdoba, Argentina, 2010.

Idea y coordinación general:Pablo Iván y Gringo Ramia.Diseño Gráfico:Martín Cardo ([email protected])

Con el aporte y patrocinio del Club Atlético Belgrano.

Impreso en Cooperativa La Gráfica,empresa recuperada.

Mandanos tu opinión o sugerencias a:[email protected]

Pablo Iván 3

Nací en Alberdi

Al “gordo” César

“En algún pedazo de mi pecho se albergó un noble sentimiento, indiferente a las derrotas, los descensos, y el pasar de los años.Cuando juega Belgrano en la B Nacional, las callecitas del barrio

se inundan de gente celeste.El Nono, el pibe y el perro comen del mismo choripán.

Las cañerías gotean tinto con Pritty, el vecino de la esquina saca el parlante y la Mona retumba.

Mientras se arrima la hora, las gargantas rompen en aliento y Alberdi es un alboroto. Entre tanta algarabía y ruido,

un Gigante dormido y lleno de sueños se despierta”.

I

Ytodo comienza a gestarse desde la temprana infancia, porquenací en Alberdi junto al retorno de la democracia, allí cerquita dela cancha sobre la calle del cementerio.

Supongo que es el espejo de todos los recuerdos más nobles del alma: lofue vender baratijas inútiles de mi casa para fabricar mi primera bande-ra. O el inolvidable día en que mi viejo me llevó al Gigante por primeravez, una tarde contra Almirante Brown, que ganamos cuatro a tres conla gloriosa Chacha maravillando sobre el césped. Tiempos en losque, además de papelitos, se podía entrar a la cancha connaranjas y mandarinas.

Nací en Alberdi4

Aquella añoranza de un gorrito con lanas, la remera del club delbarrio, el trapo propio; sentirme tan conforme y feliz cuando mi viejo mecompró el primer souvenir, una vincha que decía con fuerza “¡VamosBelgrano Todavía!”.

Esa fría tarde en la que esperé y esperé, con la cara pintada de celeste,sentado en el cordón de mi vereda, hasta que finalmente cayó la noche.Fue el imborrable y triste momento en el que mi amiguito y el padre demi amiguito me dejaron plantado para ir a la cancha. Belgrano contra elÑuls campéon. (Finalmente el partido se jugó igual, así que al instantedecidí secar mis lágrimas e ir al patio a escuchar el aliento de la multitud).

Acto conmovedor: cuando nos juntábamos todos para sacar escombrosy limpiar la basura en el estadio. Ledesma lo dejaba abandonado, peroningún pirata vecino estaba dispuesto a verlo convertido en un baldío.

Tantas veces que de pendejo fui con mi familia a festejar a la Colón,también las que lloré desconsolado porque nadie me quería llevar. Eldomingo excitante en que me puse los botines y el pantalón corto, ymentí diciendo que iba a la placita a patear la pelota; y me fui a la SanMartín, preguntándole con timidez al chofer de la Coniferal: “oiga señor,¿este bondi va a al cható…?”, en la travesura de ir por primera vez soli-to a ver al querido club.

Después crecer, empezar a ir solo, siempre, hasta en el día de la madre,porque Belgrano es siempre.

Hacerme de grandes amigos en las esquinas; como el gordo César,que ya no puede ir más a la cancha, pero se abraza con el Potro en el cielocada vez que hacemos un gol, así venga por medio de un jugadón - gam-beta y caño incluido- o así venga de puro ocote.

Tatuarme el escudo a los catorce, en pleno verano, y privarme deandar en cueros conviviendo con un calor vehemente, sólo para que mivieja no lo vea y me re contra mil putee. Asumir que la vida entera lo lle-

varé conmigo, hasta que me lo mastiquen los gusanos en el jonca.

Pablo Iván 5

II

Luego crecer, y conocer las responsabilidades, claro, como cuan-do me obligaron a ir a laburar un domingo y para colmo jugabaBelgrano; tener que asistir, pero en señal de protesta llegar al tra-

bajo con la celeste puesta y la radio a todo volumen, súper histérico,bien insoportable.

Era una definición de campeonato creo, de esos finales en los que elestrés agobia a los hinchas, los nervios se te crispan, la tensión juega conburbujitas en tu sangre y se te hace añicos la estabilidad emocional. Ahísí que somos cuerpos exasperados, alienados esclavos del Prode.

Por esos días llueven cataratas de promesas por todo el barrio, en lasveredas, en las plazas, en los negocios: El “cara e' sapo” prendió velasalrededor de la sagrada estampita, le rezó como mil veces. Carlitos sedijo a sí mismo que, de ganar, visitaría más seguido a la suegra; “todopor la victoria”, declaró. La Chancha de puro coraje prometió ir cami-nando hasta Alta Gracia, “tomando nada más que agüita”. O como el dela ferretería, no me acuerdo su nombre, que fumaba a diario en la puer-ta del local su primer pucho del día: andaba comentando que si eldomingo se daba el milagro dejaría para siempre el vicio.

Y qué me dicen de un tal Cacho Fernández, el que insistió a su“bruja” hasta enfadarla, y ante un agobio incesante ella por fin cedió:si el pirata ascendía ese año el niño se llamaría Luis Fabián. Cuentanlas viejas chismosas que al otro día le hicieron la ecografía a María, yel doctor le confirmó que sería niña. Desesperados, altos miembrosdel sector más pesado de los Fernández fueron a visitar a los médicosen la semana: “tendrá que ser varón sí o sí, o se pudre todo”. Pasadala tensión por el “apriete”, volvió la calma al hospital; los inadaptadoscomprendieron que inevitablemente la suerte de la ropita era decolor rosa. Después de vario rato uno de los Fernández se ilu-minó, y desde entonces ya estaba decidido: de ser niña,la llamarían Luisa Fabiana.

Nací en Alberdi

Y esto de las promesas no es un ritual insignificante para los nuestros,porque ser de Belgrano es de lo más complicado, cabeza. Jamás te da res-piro, jamás una victoria cómoda, una vuelta olímpica: todo así, relin-chando los dientes, tironeándote los pelos, preguntándole diez veces aldel lado ¿cuánto falta?, con los huevos en la garganta hasta el segundofinal, sufriendo como una niña cuando pierde la virginidad.

Siempre ilusionándote como un tonto con eso de que el que viene será“el gran año”, y nada che, pura fantasía. Pero igual volvés eh, no aflojás,nunca te divorciás del alambrado.

III

Ycomo para no ir, si te cruzás con cada personaje, como el viejocigarretero, ¿te acordás?. Recorría la tribuna de punta a punta,revendiendo tabaco, fuego, chicles y alguna huevada más.

Y vender en la cancha es casi una hazaña: todos los guasos están conla jeta en otra cosa y no te dan ni bola.

Pero la estrategia de ese tipo era una genialidad inconfundible, y tantoasí que todavía perdura en la memoria del tablón, te lo aseguro.

¡¡¡Prrrrrrr…!!! Primero pitaba con un silbato hasta aturdirte. Y altoque, antes que se distraigan los negros de la popu, el viejo te largabael alarido: “¡A la marihuana! ¡A la marihuana muchaaaachos!!”.

Y claro… como es de imaginar, eran miles los potenciales clientesque giraban ilusamente el cogote en busca del producto en cuestión.Ahí el viejo se les reía en la cara a todos, y volaceaba: “Ve vo' ¡comose dan vuelta manga e' viciosos…!”. Y después de tan atractivocomienzo le daba pie al “¡cigarri'o y fóforo! ¡cigarri'o y fóforomuchaaaachos!”.

Flor de tiempo aquel. Su propuesta era tan original y atractivaque conseguía que una tribuna entera le prestara total atención.

Cuánta pedagogía hay dando vueltas en la escuela de lacalle. Después el mundo cambió mucho, mi viejo.

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Algunos oportunistas lo llamaron marketing, fundaron universidadesprivadas, dictaron conferencias. Y a la vivaz presentación del viejocigarrero la designaron con el nombre de “speach”.

Y qué decir de los piropeadores. El piropo canchero es una especiede ladrido atolondrado, cómplice y bien aguarangado. Allí nadie teanda con vueltas. Y hay jornadas que son realmente excepcionales. Yono sé qué le pasaba, pero ese partido el guaso andaba inspiradazo, ilu-minadazo, ¡como poseído por el espíritu del mismísimo Neruda,varón! La junó entre la multitud, se le arrimó y le susurró con sutilezaal oído: “Mamita, con ese culo te invito a cagar a casa”. Y toda estaanécdota me sirve para sintetizar que, en realidad, no hace falta haceruna encuesta para darse cuenta que Alberdi es el barrio cordobés conmás románticos, lunáticos y poetas.

IV

ué extraordinaria sensación ésta! El destino ya nos unió ynada nos podrá separar; ni la muerte. Estamos todos ena-morados, los vivos y los del cielo. Más allá de nunca cam-

peonar, Belgrano es históricamente la pasión popular de la ciudad, lamás genuina, porque nunca entendió de resultados. Sentís esa alegríaindescriptible e infinita en la piel, el parche en lo profundo del corazón.Y Alberdi el lugar más hermoso del mundo, la mágica tierra a la queuno siempre lleno de ilusiones quiere volver, eternamente. Es la esen-cia de la vida, los valores, la memoria en sus paredes, su resistencia, laidentidad calurosa de un pueblo.

Viejo nunca te lo dije, pero siempre te estaré agradecido: de pendejo yen tus brazos las canciones del pirata me cantabas al oído; vos me hicis-te de Belgrano, y de paso me advertiste que era para sufrimiento.Pero nunca me avisaste que se convertiría en este enorme senti-miento, tan imposible de abandonar.

Pablo Iván 7

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