escapar la carrera de la reina

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¡Bienvenidos!

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¡Bienvenidos

!

con el acceso abierto

Escapar la

Carrera de

la Reina

Buenos días de Madison, Wisconsin, donde ya hace mucho frío. Me llamo Dorothea Salo, y me alegraría mucho estar con ustedes hoy, donde creo que el clima es un poco más agradable en octubre, pero no era posible. Bueno, hacemos lo que podemos, y estoy alegre de hablar con ustedes esta Semana del Acceso Abierto. (CLICK)

Correr y correr y correr, simplemente para quedarse en el mismo lugar, para no rezagarse. Esto ha sido la trayectoria de la biblioteca académica durante las últimas décadas, a causa del crecimiento impresionante de la literatura académica, y el crecimiento aún más impresionante del PRECIO de la literatura académica.

Así que soy la primera hablante hoy, quisiera contarles una historieta sobre estos asuntos, para que ustedes los entiendan mejor. La historia comienza así...

Alicia la bibliotecaria

Érase una vez una bibliotecaria que se llamaba Alicia. La tarea de Alicia era comprar y arreglar todas las materiales que necesitaba la profesora Gatita para hacer investigaciones muy importantes acerca de la teoría de cuerdas.

Claro que la profesora Gatita no es la única investigadora para la cual Alicia compra revistas. Ella tiene responsabilidades a toda la Universidad del Espejo, y entonces compra libros acerca de oros, acerca de espadas, acerca de bastos, y acerca de copas. Y además compra revistas sobre todos estos sujetos y más.

Esto cuesta bastante. Miren ustedes, en la Universidad del Espejo, los miembros de la corte donan su trabajo como autores y como revisadores expertos a los editoriales SIN COBRAR NADA...

... y entonces los editoriales demandan que la pobre Alicia pague un DINERAL para que la corte pueda ver el trabajo que les dieron, y además el trabajo que han dado sin precio alguno otras cortes en otros países a los mismos editoriales. Alicia solamente puede proveer a la Universidad del Espejo lo que ella tiene bastante dinero para comprar. Si ella no puede comprar alguna revista, la corte no puede verla o leerla.

Bueno, si esto les parece un poco raro, que todo este trabajo dado sin precio, más tarde cuesta muchísimo, pues, hablamos de la Universidad del Espejo, ¿saben?

Y así que se publicaba muchos más libros y muchos más revistas, y sus precios crecían y crecían, Alicia la bibliotecaria podía proveer cada día menos. Cada día era más difícil y menos posible proveer la gran cantidad de libros y revistas que esperaba la Universidad del Espejo. El profesor Sombrerero y el profesor Liebre miraron a Alicia de soslayo a causa de todo esto, pero la pobre Alicia sólo podía hacer lo que podía.

Hace poco más que una década, Alicia recibió una oferta de una botella nueva de revistas electrónicas para la Universidad del Espejo. “BÉBEME” dijo la botella, “y yo te doy cantidades inmensas de las revistas que necesitas para la profesora Gatita y el profesor Sombrerero y todos los miembros de la corte de la Universidad del Espejo.”

“Esto me parece útil,” dijo Alicia, “porque de otro modo absolutamente no puedo comprar todo lo que necesito comprar.” Entonces Alicia bebió de la botella, y la etiqueta cambió, de “BÉBEME” a una frase en inglés, “THE BIG DEAL.”

Alicia supo muy pronto que, mientras que el Big Deal de veras ayudó que creciera la biblioteca, ella misma había caído en una trampa. Algunas de las revistas del Big Deal eran exactamente lo que necesitaba; otras no, pero ella no podía cancelarlas sin cancelar el Big Deal entero. Y luego el Big Deal llegó a ocupar más y más del presupuesto de la biblioteca, el cual disminuyó y disminuyó hasta que la pobre Alicia no sabía qué hacer.

Un poco más tarde, Alicia tuvo que echar unas revistas por la ventana para tener dinero para pagar el Big Deal. Año tras año echó unas revistas más por la ventana. Y la situación empeoró aún más, porque ella tenía que echar libros por la ventana también. Con mala gana, Alicia hizo lo que tenía que hacer.

Lo que sucedió era que Alicia eventualmente se ahogaba en costas, Big Deal o no. Simplemente no tenía dinero suficiente para todo lo que necesitaba la Universidad del Espejo.

“Ven conmigo,” dijo otro bibliotecario, el cual también intentaba avanzar contra el océano de literatura muy cara. “Nosotros nos unimos y juntamos nuestras fuerzas, y sin duda podremos comprar lo que necesitan nuestras universidades.”

Y entonces Alicia se hizo socio de un consortio de bibliotecas y bibliotecarios, para juntar sus recursos para poder comprar lo que todos necesitaban.

Y esto funcionó bastante bien. Por un rato.

Hasta que el torrente de costas creció de nuevo, ahogando todos los recursos que ellos juntos podían unir para comprar revistas. En desesperación se huyeron, Alicia y liebres y ratones y papagayos y todos.

Y así Alicia se encontró en la Carrera de la Reina Roja, haciendo todo lo que podía simplemente para aguantar el precio de la literatura académica, constantemente enterada de que, a pesar de todos sus esfuerzos, ella se rezagaba.

Aún peor, los miembros de la corte de la Universidad del Espejo empezaron a agitarse, porque empezaron a sospechar que no podían ver algunas revistas interesantes. Recuerden ustedes que sólo podían ver lo que los editoriales vendían a precios que Alicia podía pagar. Alicia se preocupó mucho de esto, como ustedes ven, pero ella no podía ganar la Carrera de la Reina Roja.

E incluso peor, los miembros de la corte se dieron cuenta de que sus mismos proclamaciones no llegaron a las otras cortes cuando aparecieron en estas revistas, porque si Alicia no podía ganar la Carrera de la Reina Roja, ¿quién podía? Y ¿qué pasaba con la gente que no pertenecían a ninguna corte? ¿Como oirían ellos las proclamaciones de la corte? Porque una corte -- es decir, una universidad -- cuyas proclamaciones y publicaciones nadie oye ni lee -- es tanto como todos duermen en vez de escribir, ¿no?

Y finalmente, finalmente, el profesor Morsa y el profesor Carpintero dijeron, “Espera un momento. Tenemos muchas perlas de sabiduría para compartir con el mundo, y queremos compartirlas. El problema que tenemos es que nuestras perlas están encerradas en las conchas duras de los editoriales, los cuales demandan de nosotros mucho dinero para ver otra vez nuestras perlas. Hay que existir un sistema mejor que éste.”

Y así nació el movimiento del acceso abierto.

Una interrupción breve

“La literatura de acceso abierto es digital,

en línea, gratuita y se encuentra eximida de

la mayoría de derechos de autor y

restricciones de licencias. Lo que la hacen

posible es la internet y el consentimiento del

autor o del titular del copyright.”

—Peter Suber/Marco Marandola, “Brevísima introducción al acceso abierto”

Y ahora una interrupción breve para hablar un poco más del acceso abierto.

Cómo se haceel acceso abierto

La vía dorada

• Revistas en la internet, abiertas a todos sin cobrar a los lectores.

• http://doaj.org/

La vía verde

• Poner una versión apropiada de un artículo en un archivo o depósito disciplinario o institucional.

• http://oaister.org/

¡Que presten atención a copyright!

Hay básicamente dos maneras de abrir acceso a la literatura académica. La una, llamada “la vía dorada” o “la vía de oro,” es simplemente escoger una revista que no cobra nada a los lectores para leer artículos. Hay muchas de estas revistas, en muchas disciplinas; la lista más completa es la Directory of Open Access Journals, que se encuentra en deh-oh-ah-jota punto org.

(CLICK) La “vía verde” es poner una versión apropiada de su artículo en un archivo disciplinario o institucional. Archivos disciplinarios incluyen arXiv para la física, y las matemáticas, o E-LIS para los estudios de información. Para buscar artículos abiertos de esta manera, se puede usar un servicio que se llama OAIster, oh-ah-ee-ese-teh-eh-ere punto org. OAIster muy pronto va a incluirse en WorldCat, entonces vale la pena explorar a WorldCat también. Y claro que se puede usar Google.

(CLICK) Para utilizar la vía verde, es absolutamente imprescindible prestar atención a sus copyrights, y los contratos que firman con los editoriales. A veces ellos demandan todo. A veces no. Hay que saber lo que permite el editorial ANTES de poner una versión en un archivo. Si ustedes no hacen nada más, nada diferente, después de esta charla, QUE LEAN SUS CONTRATOS DE PUBLICACIÓN, por favor. Si necesitan ayuda, pregúntenselo a un bibliotecario, como Alicia.

Sobre archivos

Un artículo que desaparece de la red no vale nada.

¿Por qué poner un artículo específicamente en un archivo, cuando es tan fácil ponerlo directamente en la red? Bueno, ¿qué pasa cuando uno se jubile? ¿O (ojalá que no) se muere? ¿O se mude de trabajo? ¿O cuando un servidor se falle? ¿O cuando un artículo se pierda? Estos artículos son importantes. Por eso específicamente, la preservación de artículos abiertos para que todos puedan leerlos ahora y en el futuro, por eso existen los archivos. Por lo general, son los bibliotecarios los que mantienen estos archivos. Y por lo general, se puede confiar en los talentos y los motivos de los bibliotecarios. Entonces, que hablen con sus bibliotecarios acerca del acceso abierto y acerca de archivos digitales. Vale la pena. Porque un artículo que de repente desaparece de la red no vale nada.

Ahora regresamos a nuestra historia...

Alicia la bibliotecaria, bastante nerviosa, abrió un archivo institucional, aceptando el trabajo técnico y otras responsabilidades como si fueron una corona pesada. Y ella fue para hablar con la gente, gente como la profesora Gatita y el profesor Sombrerero, acerca del nuevo servicio y lo que ella esperaba del acceso abierto y la literatura académica.

Pero la profesora Gatita, muy preocupada por sus investigaciones en la teoría de cuerdas, no prestó ninguna atención a Alicia. Pareció a la profesora Gatita que todo estaba bien con la literatura, y había sido así hace muchísimo tiempo -- y entonces, ¿por qué cambiar? Y ¿por qué ahora?

A veces la pobre Alicia fue completamente ensordecida por tambores tremendos de protesta. ¿Sufrirá mi favorita sociedad académica, o su revista, si ocurre el acceso abierto? Pues, muchas revistas publicadas por estas sociedades también sufren a causa del Big Deal, pero... ¿Qué pasará con la revisión de mis artículos por parte de expertos? Alicia pensó que esta pregunta era un poco ridícula, porque el mismo porcentaje de revistas abiertas ofrecen revisión por parte de expertos como las otras revistas, pero ya está. A veces, hay la realidad, y hay lo que piensa la gente, ¿saben?

A veces nadie tenía tiempo libre para escuchar a Alicia, o ayudarle a poner nuevos artículos en el archivo. La Reina Roja, claro, cuya carrera había causado todo el problema, ni una vez había escuchado a Alicia. Y después de algún tiempo, la pobre Alicia sufrió tanta frustración...

... que tomó la Reina Roja con quien hacía carrera en ambas manos y la sacudió con gran fuerza. Y Alicia de repente se dio cuenta de que la Reina Roja tan feroz no era nada más que...

la profesora Gatita, al fin y al cabo.

Y esto es mi mensaje para todos ustedes. Cada uno de ustedes tiene la responsabilidad de ayudar al acceso abierto: cada profesor, cada bibliotecario, y cada estudiante.

Cómo uno debe ayudar, esto depende en quién es y qué hace.

Pero antes de todo, hay que conocer el tablero de ajedrez. Si ustedes no creen todo lo que he dicho, ¡chevere! Averígüense cuánto cueste su revista favorita, y qué haga la biblioteca para poder comprarla. Pregúnten a sus colegas en Puerto Rico y en otras partes qué piensan de la situación ahora en cuanto a la comunicación de investigaciones. Sé muy bien que esto es una cosa más que hacer en un horario dedicado a investigaciones en cuanto a la teoría de cuerdas, pero escuchen ustedes: este sistema de comunicación es el aire que respira el academia. De una manera u otra, la vida académica depende de ello. Hay que entenderlo.

Ahora hablo a los estudiantes: que vayan y griten en los oídos de la facultad acerca del acceso abierto. Esto sí que es difícil a veces, pero sin duda es un gran apoyo a la idea. Hace poco, dos periódicos estudiantiles, uno de Stanford y otro de Pennsylvania, publicaron opiniones muy bien escritas acerca del acceso abierto. Que hablen, que hagan videos, que ayuden a sus profesores con poner sus artículos en un archivo, hagan lo que puedan, porque sí ayuda.

No es cosa fácil cambiar sistema tan antigüo y tradicional como éste. Hablo ahora a los profesores: no se puede evitar el riesgo, ni la responsabilidad de hacer unas cosas diferentes, si se cree que el sistema tiene que cambiar. Alicia la bibliotecaria puede ayudarles a armarse, pero ella no puede luchar en vez de ustedes. Ustedes mismos tienen que luchar. Presten atención a sus contratos de publicación, y si no son aceptables en cuanto a sus derechos de re-utilizar y compartir sus propias palabras, ¡que los cambien! Averígüense lo que sus sociedades profesionales dicen acerca del acceso abierto, y si no están de acuerdo, ¡que alcen las voces! Y finalmente, por favor, que pongan sus artículos en el archivo institucional que acaba de abrir la biblioteca de la Universidad de Puerto Rico. Y hablen con sus colegas para que ellos hagan lo mismo.

Y finalmente hablo a los profesores que ya son muy distingüidos en sus carreras y tienen un rato de autoridad: ustedes son los que pueden premiar el acceso abierto. Ustedes deciden en cuáles revistas sus colegas más jóvenes deben publicar sus artículos; algunos son mejores que otros en cuanto al acceso abierto. Ustedes deciden cómo deben presentar sus éxitos profesionales; pueden decidir que para ser considerado, un artículo tiene que aparecer en el archivo institucional. Ustedes deciden cuáles son los criterios para avanzamiento: pueden decidir no descriminar en contra de las revistas puramente electrónicas y las revistas nuevas abiertas.

Alicia la bibliotecaria depende de su liderazgo. Por favor, ¡que sean líderes!

ReconocimientosSir John Tenniel, Ilustraciones de

Alice in Wonderlandy

Alice Through the Looking-Glass

de VictorianWebhttp://www.victorianweb.org/art/illustration/tenniel/index.html

Esta obra es publicada bajo una licencia Creative Commons.

Saqué todas estas ilustraciones de VictorianWeb. (read CC license)

¡Adelante!

Y al final, quisiera agradecerles su atención a mi historieta; espero que les haya sido útil.

Creo que tenemos algún tiempo para preguntas. Me ayudaría mucho si alguien escribiera las preguntas en Skype para que yo pueda leerlas además de oirlas.