en 1919 por vez primera la procesion de la virgen

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DÍA Ifa Prevea del domingo c^ w *•* aaaGaaaaaaaaaaaaaaaaaDaaaaDaaaaiaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaDaaaaaaaaaGGGGaaGGGDaaaaaaaaaaaDaaaaDonDDODODaGGadaD 1 aGaaaaaaaaDaaaaaDnaDnaaaaaaaaaaiQGaaaaaaacccGaaaaDaaGaaGaaDDaQcccüQaDaDaaaaaDaaaaaaaaaaaaaaGaaDDGDaaaaaaaGG aaaaaaaaaaDaaaaaaaoaaaDaaaaaaaDiaaaaaaaaaaaaaaaaanaaaaaGaGaGaQaGaaDODaaaaaaaaaaaaaaGaDnaaaaaaaaGaaGDOoaaGaa oaoaooQQaaoaoDQaaaaoaQoaaoaaaooaaaaoQaoaQQaaaQaQOQoaoaoQaoaQaaaoaaDaDDDoaaaaaaaaoaaaDaaoaaoaaDaoaaanGGaaaa H OY, día de la Virgen ma- rinera, cantan y encantan las empavesadas que, multicolores y restallantes al viento de la mar alta y libre, vue- lan de tope a tope de los palos. Hoy, día mariano y marinero, los hombres de la mar celebran la festividad de la Virgen del Carmen. Unos lo harán entre dos azules —cielo y mar por todo horizonte-— vigilando albas, cru- zar de nubes y barrenar de estre- llas en la fiesta alta de los cie- los. Son los que dan guardia al propio rumbo y al horizonte so- bre la lámina azul —constan- temente variable y perpetua en su juventud de eternidades— mien- tras, en el corazón del corazón, nacen evocaciones fecundas, de las que vienen envueltas en poe- sía viva. En este día de la Virgen mari- nera, otros hombres de la mar se animarán a, desde la cosía, des- granar las cuentas del rosario de los recuerdos. Son los que cum- plieron ampliamente y entera- mente con su vocación —con su destino— y ahora todo lo miran con sosiego y paz. Y es que ya tienen paz divina, están de vuelta de todos los caminos que, sin orillas ni linderos, cruzan los an- chos océanos; tras los años de mar y mar, hoy están en el vivir amable y en el querer perpetuo de los suyos. Hoy —cuando nos vuelve y nos envuelve el alma blanca y fresca de la infancia— el recuer- do para los que cruzan la mar, duro camino de tempestades y peligros, en este día de la Virgen marinera. Como siempre, Ella les guía —les guiará— tanto en- tre la noche de mil sombras como bajo la luz gastada de la niebla. Santa Cruz de Tenerife, ciudad marinera, celebró por vez prime- ra la procesión marítima de la Virgen del Carmen allá por 1919 —hace justamente sesenta años— fecha que bien señaló la vuelta a la normalidad portuaria tras el bélico y terrible galopar de los jinetes de la guerra por tie- rras de Europa. Han pasado años y décadas y, como entonces, Ella paseará hoy sobre la pureza ri- zada de las olas de frescura, so- bre el agua quieta y a la sombra de los cerros de piedra. Lo hará entre el sonar y resonar de las si- renas, el canto alegre de las ban- deras, el de las campanas de la torre centenaria de la Concep- ción y las de los barcos —siempre fieles, firmas y maduras— que mordieron el es- pacio y fueron sonido entre la niebla. Hoy, una vez más claros atar- deceres de lejana infancia. Re- cuerdos de barcos y estampas marineras que ya no son en la mar. Quillas en lastres y otras que, hundidas hasta las marcas, esperaban hacerse a la mar cho- rreando humos y latiendo en sus entrañas viejas alternativas tri- ples, lentas pero seguras, de buen rendimiento económico. En el recuerdo, los veleros que tenían por sueño una victoria so- bre las olas que, blancos de ve- las abiertas, iban y venían por la mar con la limosna de la brisa en foques, cangrejas, trinquetillas y escandalosas. Eran las goletas y balandras —«Joven San Blas», «Paula», «Felisa», «Joven Ma- ría Candelaria», «Santiago», «Granadilla», etc.— que vivían rezumando sal y sombra verde de las planchas de cobre mien- tras el viento y el sol cantaban en las lonas. Ya lejos retumba la queja azul de la mar. Ya no embarca la Vir- gen del Carmen por la antigua y siempre nueva marquesina, pero, en el espacio del Atlántico que se hizo puerto —verdadera puer- ta de la Isla— siempre tendrá Ella su ruta sobre la mar de la aurora, mar de plata, bajo las al- turas secas de la amplia cordille- ra de Anaga. Hoy, como siempre, un salu- do blanco de gaviota para quien siempre bien guía a los hombres ; .. L En 1919, por vez primera la procesión de la Virgen del Carmen Desde !a§ primeras horas de la mañana, las embarcaciones de los servicios portuarios —fondeadas entre la marquesina y la plaza de Ruiz— se empavesaban y engalanaban de la mar entre el trueno de los océanos. Ellos sienten esos fue- gos interiores que les llevan ha- cia arriba, hacia Dios. Llevan por la vida, como a los costados de los barcos por la cinta azul e infinita de la mar, sus luces de situación; a babor, la roja les ha- bla quedamente de malos fuegos y, a estribor, la verde les da hon- das, profundas esperanzas; con tales luces y con la grande —la que brilla a tope del mayor, como si estuviera en sus frentes— ellos saben que podrán seguir seguros en el rumbo y la derrota por las aguas turbulentas. Hoy, festividad de la Virgen del Carmen, el puerto de Santa Cruz de Tenerife —un regalo de color azul, un azul palpitante de barcos y banderas— canta con las empavesadas. Hoy, ráfagas de niñez, recuerdos de recuerdos, evocación de la paz casera y dor- mida —paz antigua— de la vie- ja y buena ciudad de Santa Cruz. Como siempre, olor a mar des- nuda, nieve blanca de la sal y, desde la centenaria farola —felizmente renacida— evoca- mos cuando, en años idos, lan- zaba sus puñaladas de luz mar afuera. Por los caminos de la mar, que como los caminos de Dios son infinitos, nos llegaron alegrías y consuelos, pero también tristezas y amarguras. Santa Cruz de Te- nerife —mariana y marinera— nació al filo de la ola, a la vera de la mar, junto al viejo Atlánti- co que cortó como una espada la antigua proa. Hoy, amarrada a la costa, como una clara nave, la ciudad rendirá homenaje a la Patrona de los hombres de la mar. Y lo hará cuando el sol fallece —cuando el cielo todo parece que navega— y la cordillera de Anaga, tenaz- mente sola, se empapa de cre- púsculo. Hoy, como desde hace pocos años, el sincero recuerdo para el Padre Luis de Eguiraun, sepul- tado bajo tierra y oraciones en la antigua parroquia en que vivió y desde la que tanto amó a la Isla, a todas las Canarias. Hoy, como siempre, Ella resplandecerá con promesas y, mientras buscamos dentro del corazón nuestros re- cuerdos, comprendemos que, cada día, uno se va gastando en la vida, que nos ha crecido la an- gustia sin saberlo. Pero, si bien sentimos —hondo, muy hondo— el río de los años, Ella, la Vir- gen que desde hace setenta años pasea por las domesticadas del puerto de Santa Cruz, nos hará sentir a todos una dulzura pro- funda en el corazón. Pasada la cumbre de la vida —cuando vienen a herirnos la ni- ñez y la juventud— Ella nos trae- rá un poco de fe, una veta de es- peranza y un resquicio de cari- dad. HACE 70 AÑOS La procesión marítima de la Virgen del Carmen se organizó para, precisamente, darle gracias por la vuelta de la paz al mun- do, por la vuelta de los barcos extranjeros al puerto de Santa Cruz, que para ellos vivía y de ellos vivía, al igual que la Isla toda. Aquel 16 de julio de 1919 ama- neció con buena siembra de go- letas y balandras —los veleros del «salpreso» y el «vivero»— en su tradicional fondeadero situa- do entre la marquesina, la playa de Ruiz, el muellito «del carbón» y el antiguo fuerte de San Pedro, ya convertido en cuartel del Gru- po de Ingenieros. Fondeado frente a la playa de San Antonio, el carguero holan- dés «Moerdijk» arrancaba para, poco después, continuar por las planchas el vertido a las gabarras de la Eider Dempster del carbón que abarrotaba sus bodegas. Ha- bía llegado el día 23 —ya en lastre— fue despachado para Montevideo y Buenos Aires. De 2.845 toneladas y 87 me- tros de eslora, el «Moerdijk» era el antiguo «Nortcliffe» que, para armadores ingleses, fue botado en 1905 en los astilleros de la J. Blumer and Co., en Sunderland. Era el clásico carguero de casco de cajas —enmarcado por bran- que recto y popa de espejo— que, con una alternativa triple y calderas escocesas, daba 9 nudos de media. Tras unos años bajo bandera holandesa, el «Moer- dijk» volvió a la inglesa cuando, adquirido por la naviera Ñón- hern Navigation Co. —filial de la G. Nisbet and Co., de Glasgow— fue rebautizado «Blairberg». La primera escala de aquel histórico 16 de julio de 1919 la llevó a cabo el vapor brasileño «Guanabara» que, al mando del capitán Madeira, venía de Cor- cubión para hacer consumo, re- frescar la aguada y embarcar ví- veres frescos. Realizó tales ope- raciones —también hizo ajustes en la máquina— y, el día 18, viró anclas y fue despachado por Ha- milton y Compañía para Per- nambuco, hoy Recife. De 1.278 toneladas y 63 me- tros de eslora, el «Guanabara» —de la naviera Lloyd Nacional, de Río de Janeiro— había naci- do a la mar en los astilleros ho- landeses de la L. Smit & Zoon en 1907. Resbaló por la grada con el nombre de «Antwerpen II», el cual cambió posteriormente por el de «Maréchal Deodoro» y, más tarde, por el que en estas aguas lució. Ya en el tráfico costero en las costas de su país, el «Guanaba- ra» fue adquirido por la Cia. Na- cional de Navegacao Costeira, de Río de Janeiro, que le dio nom- bre de «Itacava». Con el resto de la flota de la empresa —«Itabe- ra», «Itagila», «Itapuy», etc.— hizo las líneas regulares sudame- ricanas con otros veinticuatro va- pores a los que, luego, se unie- ron las motonaves «Itaguassu» e «Itaverava» y la goleta de tres palos y motor auxiliar «Itamar- ca», de 1.499 toneladas. Cuando ya las embarcaciones del puerto —las del «tren de lan- chas», remolcadores, aljibes flo- tantes y falúas de las consignatarias— comenzaban a engalanarse para celebrar la fes- tividad de la Virgen del Carmen, procedente de Las Palmas arri- el correillo «La Palma», de la Compañía de Vapores Correos Interinsulares Canarios. Llegó al mando del capitán Reina y, en su atraque habitual, realizó opera- ciones de descarga y carga hasta que, finalizada la procesión, si- guió viaje a Santa Cruz de La Pama. Otro correo —en esa ocasión el «Reina Victoria», de la Trasmediterránea— llegó proce- dente de Cádiz con pasajeros, correspondencia y carga. Estaba al mando del capitán Salgado y, una vez terminó las faenas de descarga, carboneo y carga, con- tinuó a Las Palmas y puerto de procedencia. Barco de larga historia, el «Reina Victoria» —con los «Delfín», «Atlante» y «Hespéri- des»— hizo la línea de Canarias bajo la contraseña de la naviera Navegación e Industria hasta que fue transferido a la Trasmedite- rránea. De 1.247 toneladas de registro bruto y 75 metros de eslora, era barco rápido y con buena aco- modación para pasajeros. Había sido botado en 1907 en los céle- bres astilleros de la Swan, Hun- ter and Wigham Richardson, en Newcastle, y era de fina y ele- gante estampa marinera, con pa- los y chimenea en candela y el puente barnizado de color caoba. En 1931, el «Reina Victoria» fue rebautizado «Ciudad de Me- lilla» y, en los años 50, bajó a Canarias como correillo interin- sular. Aquí puso el mismo sonar de sirena y aletear de la empa- vesada hasta que, vencido por los años —que no por la mar— en 1959 fue desguazado. La siguiente escala fiíe la del vapor inglés «Oakmere» —capitán Caley— que, con car- ga general en tránsito, arribo procedente de Bathurst. Hizo carbón en fondeo —también re- frescó la aguada-- y f al anoche- cer, fue despachado por Cory Hermanos para Liverpool. DE 1.111 toneladas y 80 metros de eslora, el «Oakraere» había nacido a la mar en los astilleros alemanes de la Bremer Vulkan, de Vegesack, en los cuales había sido botado en 1905. Se llamaba entonces «Anatolia» y largaba colores alemanes pero, más tar- de, fue rebautizado «Poltolia» y, en 1919, cedido, en concepto de reparaciones de guerra, al Ship- ping Controller británico. Prime- ro rebautizado «Millgate», lue- go pasó a la Manchester Spanish Line, naviera que mantenía ser- vicio regular frutero con los puertos del Mediterráneo espa- ñol. Cuando por aquí recaló, el «Oakmere» venía fletado por la Bromport S.S. Co, filial de la Le- ver Brothers, y llevaba en sus bo- degas un cargamento de produc- tos africanos, en especial cocos para la obtención de aceite des- tinado a la fabricación de jabón. A media mañana, por el Sur recalaron dos vapores que, en sus chimeneas empenachadas de humo lucían —blancas sobre rojo— sendas cruces de malta, la contraseña de los «cristos», o «blancas», de la Houlder Line in- glesa, naviera ligada desde 1890 al puerto, de Santa Cruz de Te- nerife. Primero dio fondo el «Baro- nesa» —capitán Goodrick y en viaje desde puertos del Plata a Londres— y luego lo hizo el «Routon Grange» que, al man- do del capitán Miller, venía de Montevideo con carga general para Amberes, Mientras hacían carbón y la aguada, se celebró la procesión cuyo 70 aniversario hoy celebramos con la misma sencillez e íntima devoción que entonces. De 3.663 toneladas brutas y 131 metros de eslora, el «Baro- nesa» era un frigorífico botado en 1918 en los astüleros de la Sr. R. Dixon and Co., en Middles- brough; estaba equipado con dos alternativas y, de mucha bodega y buena marcha, con sus geme- los —«Princesa», «Duquesa» y «Marquesa»— hizo la línea del Plata hasta que, en agosto de 1946, fue vendido y desguazado en Bélgica. El «Routon Grange» —de 8.020 toneladas y 116 metros de eslora— era mixto de carga y pa- saje que, en 1913, fue botado en los astilleros de la Northumber- land and Co., en Newcastle on Tyne, para la citada Houlder. En 1934 fue adquirido por armado- res alemanes y, el 10 de enero de 1942 —con el nombre de «Elsie Schulte»— se hundió a la altura de Tromso. De los barcos que saludaron con sirenazos y banderas a la Virgen del Carmen hace setenta años, sólo el «La Palma» volve- rá, desde NUVASA, a recordar —a mirar por sus escobenes— el paso de la Virgen marinera. Juan A. Padrón Albornoz SORTEO DEL ORO 19 de Ju&o de 1989. ¡Tu ganas! + Cruz Roja Española t

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Artículo de Juan Antonio Padrón Albornoz, periódico El Día, sección "Santa Cruz de ayer y hoy", 1989/07/16

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DÍA Ifa Prevea del domingoc^ w *•*

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H OY, día de la Virgen ma-rinera, cantan y encantanlas empavesadas que,

multicolores y restallantes alviento de la mar alta y libre, vue-lan de tope a tope de los palos.

Hoy, día mariano y marinero,los hombres de la mar celebranla festividad de la Virgen delCarmen. Unos lo harán entre dosazules —cielo y mar por todohorizonte-— vigilando albas, cru-zar de nubes y barrenar de estre-llas en la fiesta alta de los cie-los. Son los que dan guardia alpropio rumbo y al horizonte so-bre la lámina azul —constan-temente variable y perpetua en sujuventud de eternidades— mien-tras, en el corazón del corazón,nacen evocaciones fecundas, delas que vienen envueltas en poe-sía viva.

En este día de la Virgen mari-nera, otros hombres de la mar seanimarán a, desde la cosía, des-granar las cuentas del rosario delos recuerdos. Son los que cum-plieron ampliamente y entera-mente con su vocación —con sudestino— y ahora todo lo mirancon sosiego y paz. Y es que yatienen paz divina, están de vueltade todos los caminos que, sinorillas ni linderos, cruzan los an-chos océanos; tras los años demar y mar, hoy están en el viviramable y en el querer perpetuode los suyos.

Hoy —cuando nos vuelve ynos envuelve el alma blanca yfresca de la infancia— el recuer-do para los que cruzan la mar,duro camino de tempestades ypeligros, en este día de la Virgenmarinera. Como siempre, Ellales guía —les guiará— tanto en-tre la noche de mil sombrascomo bajo la luz gastada de laniebla.

Santa Cruz de Tenerife, ciudadmarinera, celebró por vez prime-ra la procesión marítima de laVirgen del Carmen allá por 1919—hace justamente sesentaaños— fecha que bien señaló lavuelta a la normalidad portuariatras el bélico y terrible galoparde los jinetes de la guerra por tie-rras de Europa. Han pasado añosy décadas y, como entonces, Ellapaseará hoy sobre la pureza ri-zada de las olas de frescura, so-bre el agua quieta y a la sombrade los cerros de piedra. Lo haráentre el sonar y resonar de las si-renas, el canto alegre de las ban-deras, el de las campanas de latorre centenaria de la Concep-ción y las de los barcos—siempre fieles, firmas ymaduras— que mordieron el es-pacio y fueron sonido entre laniebla.

Hoy, una vez más claros atar-deceres de lejana infancia. Re-cuerdos de barcos y estampasmarineras que ya no son en lamar. Quillas en lastres y otrasque, hundidas hasta las marcas,esperaban hacerse a la mar cho-rreando humos y latiendo en susentrañas viejas alternativas tri-ples, lentas pero seguras, debuen rendimiento económico.

En el recuerdo, los veleros quetenían por sueño una victoria so-bre las olas que, blancos de ve-las abiertas, iban y venían por lamar con la limosna de la brisa enfoques, cangrejas, trinquetillas yescandalosas. Eran las goletas ybalandras —«Joven San Blas»,«Paula», «Felisa», «Joven Ma-ría Candelaria», «Santiago»,«Granadilla», etc.— que vivíanrezumando sal y sombra verdede las planchas de cobre mien-tras el viento y el sol cantabanen las lonas.

Ya lejos retumba la queja azulde la mar. Ya no embarca la Vir-gen del Carmen por la antigua ysiempre nueva marquesina, pero,en el espacio del Atlántico quese hizo puerto —verdadera puer-ta de la Isla— siempre tendráElla su ruta sobre la mar de laaurora, mar de plata, bajo las al-turas secas de la amplia cordille-ra de Anaga.

Hoy, como siempre, un salu-do blanco de gaviota para quiensiempre bien guía a los hombres

; .. L

En 1919, por vez primera laprocesión de la Virgen

del Carmen

Desde !a§ primeras horas de la mañana, las embarcaciones de los servicios portuarios —fondeadas entre la marquesina y la plazade Ruiz— se empavesaban y engalanaban

de la mar entre el trueno de losocéanos. Ellos sienten esos fue-gos interiores que les llevan ha-cia arriba, hacia Dios. Llevanpor la vida, como a los costadosde los barcos por la cinta azul einfinita de la mar, sus luces desituación; a babor, la roja les ha-bla quedamente de malos fuegosy, a estribor, la verde les da hon-das, profundas esperanzas; contales luces y con la grande —laque brilla a tope del mayor, comosi estuviera en sus frentes— ellossaben que podrán seguir segurosen el rumbo y la derrota por lasaguas turbulentas.

Hoy, festividad de la Virgendel Carmen, el puerto de SantaCruz de Tenerife —un regalo decolor azul, un azul palpitante debarcos y banderas— canta conlas empavesadas. Hoy, ráfagas deniñez, recuerdos de recuerdos,evocación de la paz casera y dor-mida —paz antigua— de la vie-ja y buena ciudad de Santa Cruz.Como siempre, olor a mar des-nuda, nieve blanca de la sal y,desde la centenaria farola—felizmente renacida— evoca-mos cuando, en años idos, lan-zaba sus puñaladas de luz marafuera.

Por los caminos de la mar, quecomo los caminos de Dios soninfinitos, nos llegaron alegrías yconsuelos, pero también tristezasy amarguras. Santa Cruz de Te-nerife —mariana y marinera—nació al filo de la ola, a la verade la mar, junto al viejo Atlánti-co que cortó como una espada laantigua proa.

Hoy, amarrada a la costa,como una clara nave, la ciudadrendirá homenaje a la Patrona delos hombres de la mar. Y lo harácuando el sol fallece —cuando elcielo todo parece que navega—y la cordillera de Anaga, tenaz-mente sola, se empapa de cre-púsculo.

Hoy, como desde hace pocosaños, el sincero recuerdo para elPadre Luis de Eguiraun, sepul-tado bajo tierra y oraciones en laantigua parroquia en que vivió ydesde la que tanto amó a la Isla,a todas las Canarias. Hoy, comosiempre, Ella resplandecerá conpromesas y, mientras buscamos

dentro del corazón nuestros re-cuerdos, comprendemos que,cada día, uno se va gastando enla vida, que nos ha crecido la an-gustia sin saberlo. Pero, si biensentimos —hondo, muy hondo—el río de los años, Ella, la Vir-gen que desde hace setenta añospasea por las domesticadas delpuerto de Santa Cruz, nos harásentir a todos una dulzura pro-funda en el corazón.

Pasada la cumbre de la vida—cuando vienen a herirnos la ni-ñez y la juventud— Ella nos trae-rá un poco de fe, una veta de es-peranza y un resquicio de cari-dad.

HACE 70 AÑOS

La procesión marítima de laVirgen del Carmen se organizópara, precisamente, darle graciaspor la vuelta de la paz al mun-do, por la vuelta de los barcosextranjeros al puerto de SantaCruz, que para ellos vivía y deellos vivía, al igual que la Islatoda.

Aquel 16 de julio de 1919 ama-neció con buena siembra de go-letas y balandras —los velerosdel «salpreso» y el «vivero»— ensu tradicional fondeadero situa-do entre la marquesina, la playade Ruiz, el muellito «del carbón»y el antiguo fuerte de San Pedro,ya convertido en cuartel del Gru-po de Ingenieros.

Fondeado frente a la playa deSan Antonio, el carguero holan-dés «Moerdijk» arrancaba para,poco después, continuar por lasplanchas el vertido a las gabarrasde la Eider Dempster del carbónque abarrotaba sus bodegas. Ha-bía llegado el día 23 —ya enlastre— fue despachado paraMontevideo y Buenos Aires.

De 2.845 toneladas y 87 me-tros de eslora, el «Moerdijk» erael antiguo «Nortcliffe» que, paraarmadores ingleses, fue botadoen 1905 en los astilleros de la J.Blumer and Co., en Sunderland.Era el clásico carguero de cascode cajas —enmarcado por bran-que recto y popa de espejo—que, con una alternativa triple ycalderas escocesas, daba 9 nudosde media. Tras unos años bajo

bandera holandesa, el «Moer-dijk» volvió a la inglesa cuando,adquirido por la naviera Ñón-hern Navigation Co. —filial dela G. Nisbet and Co., deGlasgow— fue rebautizado«Blairberg».

La primera escala de aquelhistórico 16 de julio de 1919 lallevó a cabo el vapor brasileño«Guanabara» que, al mando delcapitán Madeira, venía de Cor-cubión para hacer consumo, re-frescar la aguada y embarcar ví-veres frescos. Realizó tales ope-raciones —también hizo ajustesen la máquina— y, el día 18, viróanclas y fue despachado por Ha-milton y Compañía para Per-nambuco, hoy Recife.

De 1.278 toneladas y 63 me-tros de eslora, el «Guanabara»—de la naviera Lloyd Nacional,de Río de Janeiro— había naci-do a la mar en los astilleros ho-landeses de la L. Smit & Zoonen 1907. Resbaló por la grada conel nombre de «Antwerpen II»,el cual cambió posteriormentepor el de «Maréchal Deodoro»y, más tarde, por el que en estasaguas lució.

Ya en el tráfico costero en lascostas de su país, el «Guanaba-ra» fue adquirido por la Cia. Na-cional de Navegacao Costeira, deRío de Janeiro, que le dio nom-bre de «Itacava». Con el resto dela flota de la empresa —«Itabe-ra», «Itagila», «Itapuy», etc.—hizo las líneas regulares sudame-ricanas con otros veinticuatro va-pores a los que, luego, se unie-ron las motonaves «Itaguassu» e«Itaverava» y la goleta de trespalos y motor auxiliar «Itamar-ca», de 1.499 toneladas.

Cuando ya las embarcacionesdel puerto —las del «tren de lan-chas», remolcadores, aljibes flo-tantes y falúas de lasconsignatarias— comenzaban aengalanarse para celebrar la fes-tividad de la Virgen del Carmen,procedente de Las Palmas arri-bó el correillo «La Palma», dela Compañía de Vapores CorreosInterinsulares Canarios. Llegó almando del capitán Reina y, en suatraque habitual, realizó opera-ciones de descarga y carga hastaque, finalizada la procesión, si-

guió viaje a Santa Cruz de LaPama.

Otro correo —en esa ocasiónel «Reina Victoria», de laTrasmediterránea— llegó proce-dente de Cádiz con pasajeros,correspondencia y carga. Estabaal mando del capitán Salgado y,una vez terminó las faenas dedescarga, carboneo y carga, con-tinuó a Las Palmas y puerto deprocedencia.

Barco de larga historia, el«Reina Victoria» —con los«Delfín», «Atlante» y «Hespéri-des»— hizo la línea de Canariasbajo la contraseña de la navieraNavegación e Industria hasta quefue transferido a la Trasmedite-rránea.

De 1.247 toneladas de registrobruto y 75 metros de eslora, erabarco rápido y con buena aco-modación para pasajeros. Habíasido botado en 1907 en los céle-bres astilleros de la Swan, Hun-ter and Wigham Richardson, enNewcastle, y era de fina y ele-gante estampa marinera, con pa-los y chimenea en candela y elpuente barnizado de color caoba.

En 1931, el «Reina Victoria»fue rebautizado «Ciudad de Me-lilla» y, en los años 50, bajó aCanarias como correillo interin-sular. Aquí puso el mismo sonarde sirena y aletear de la empa-vesada hasta que, vencido por losaños —que no por la mar— en1959 fue desguazado.

La siguiente escala fiíe la delvapor inglés «Oakmere»—capitán Caley— que, con car-ga general en tránsito, arriboprocedente de Bathurst. Hizocarbón en fondeo —también re-frescó la aguada-- yf al anoche-cer, fue despachado por CoryHermanos para Liverpool.

DE 1.111 toneladas y 80 metrosde eslora, el «Oakraere» habíanacido a la mar en los astillerosalemanes de la Bremer Vulkan,de Vegesack, en los cuales habíasido botado en 1905. Se llamabaentonces «Anatolia» y largabacolores alemanes pero, más tar-de, fue rebautizado «Poltolia» y,en 1919, cedido, en concepto dereparaciones de guerra, al Ship-ping Controller británico. Prime-ro rebautizado «Millgate», lue-go pasó a la Manchester SpanishLine, naviera que mantenía ser-vicio regular frutero con lospuertos del Mediterráneo espa-ñol.

Cuando por aquí recaló, el«Oakmere» venía fletado por laBromport S.S. Co, filial de la Le-ver Brothers, y llevaba en sus bo-degas un cargamento de produc-tos africanos, en especial cocospara la obtención de aceite des-tinado a la fabricación de jabón.

A media mañana, por el Surrecalaron dos vapores que, ensus chimeneas empenachadas dehumo lucían —blancas sobrerojo— sendas cruces de malta, lacontraseña de los «cristos», o«blancas», de la Houlder Line in-glesa, naviera ligada desde 1890al puerto, de Santa Cruz de Te-nerife.

Primero dio fondo el «Baro-nesa» —capitán Goodrick y enviaje desde puertos del Plata aLondres— y luego lo hizo el«Routon Grange» que, al man-do del capitán Miller, venía deMontevideo con carga generalpara Amberes, Mientras hacíancarbón y la aguada, se celebró laprocesión cuyo 70 aniversariohoy celebramos con la mismasencillez e íntima devoción queentonces.

De 3.663 toneladas brutas y131 metros de eslora, el «Baro-nesa» era un frigorífico botadoen 1918 en los astüleros de la Sr.R. Dixon and Co., en Middles-brough; estaba equipado con dosalternativas y, de mucha bodegay buena marcha, con sus geme-los —«Princesa», «Duquesa» y«Marquesa»— hizo la línea delPlata hasta que, en agosto de1946, fue vendido y desguazadoen Bélgica.

El «Routon Grange» —de8.020 toneladas y 116 metros deeslora— era mixto de carga y pa-saje que, en 1913, fue botado enlos astilleros de la Northumber-land and Co., en Newcastle onTyne, para la citada Houlder. En1934 fue adquirido por armado-res alemanes y, el 10 de enero de1942 —con el nombre de «ElsieSchulte»— se hundió a la alturade Tromso.

De los barcos que saludaroncon sirenazos y banderas a laVirgen del Carmen hace setentaaños, sólo el «La Palma» volve-rá, desde NUVASA, a recordar—a mirar por sus escobenes— elpaso de la Virgen marinera.

Juan A. Padrón Albornoz

SORTEO DEL ORO19 de Ju&o de 1989.

¡Tu ganas!+ Cruz Roja Española

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