el soplador de estrellas

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EL SOPLADOR DE ESTRELLAS De Ricardo Talento LA OBRA: El Soplador de estrellas, con libro de Ricardo Talento, se estrenó en la Sala Juan Bautista Alberdi, durante la Temporada Teatral 1995 y, durante 1997, participó en diversos Ciclos de Teatro Infantil - organizados por esta Sala. PERSONAJES o CIBELINA o MAESTRO BORNOLIO Una soga panzona de ropa abandonada cruza el espacio del escenario. Entre la ropa, cuelgan del cordel: un zapato pelirrojo, un cucharón, un marco de cuadro sin cuadro, un colador con agujeros redondos, una cacerola y un broche de madera desocupado. Es una terraza; también hay un fuentón en el suelo, y mucho hollín... CIBELINA (al público): - Maestro Bornolio: cara de marinero arrepentido y más gruñón que una bolsa de nueces... MAESTRO BORNOLIO: - Eso está de más, no tiene por qué decirlo... CIBELINA: - Como les decía, Maestro Bornolio pasa las noches mirando al cielo desde su refugio: una vieja terraza abandonada por sus dueños, que olvidaron hace tiempo la costumbre de tomar fresco y orear la ropa al sereno de la noche y blanquearla con el sol de la mañana... MAESTRO BORNOLIO: - No hable tanto, que confunde; diga que vivo en la terraza y listo. CIBELINA: - Sí... Sí, Maestro Bornolio sopla estrellas. ¡Las apaga! MAESTRO BORNOLIO: - ¡Siichtt...! ¡Quién le dijo que dijera eso! Si va a contar todo de entrada no tiene ninguna gracia. CIBELINA: - Perdón, se me escapó. Maestro Bornolio necesita una ayudanta, o tal vez compañía, porque el trabajo de "Soplar Estrellas" (Dice esto sin emitir sonido alguno.) ...es muy solitario... No tiene sindicato, ni compañeros para charlar, ni patrón con quien discutir salario. Está solo en esta empresa, y como todo adelantado, tiene

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Page 1: EL SOPLADOR DE ESTRELLAS

EL SOPLADOR DE ESTRELLAS

De Ricardo Talento

LA OBRA: El Soplador de estrellas, con libro de Ricardo Talento, se estrenó en la Sala Juan Bautista Alberdi, durante la Temporada Teatral 1995 y, durante 1997, participó en diversos Ciclos de Teatro Infantil - organizados por esta Sala.

 PERSONAJES

o CIBELINA o MAESTRO BORNOLIO

  Una soga panzona de ropa abandonada cruza el espacio del escenario. Entre la ropa, cuelgan del cordel: un zapato pelirrojo, un cucharón, un marco de cuadro sin cuadro, un colador con agujeros redondos, una cacerola y un broche de madera desocupado. Es una terraza; también hay un fuentón en el suelo, y mucho hollín...     CIBELINA (al público): - Maestro Bornolio: cara de marinero arrepentido y más gruñón que una bolsa de nueces...   MAESTRO BORNOLIO: - Eso está de más, no tiene por qué decirlo...   CIBELINA: - Como les decía, Maestro Bornolio pasa las noches mirando al cielo desde su refugio: una vieja terraza abandonada por sus dueños, que olvidaron hace tiempo la costumbre de tomar fresco y orear la ropa al sereno de la noche y blanquearla con el sol de la mañana...   MAESTRO BORNOLIO: - No hable tanto, que confunde; diga que vivo en la terraza y listo.   CIBELINA: - Sí... Sí, Maestro Bornolio sopla estrellas. ¡Las apaga!   MAESTRO BORNOLIO: - ¡Siichtt...! ¡Quién le dijo que dijera eso! Si va a contar todo de entrada no tiene ninguna gracia.   CIBELINA: - Perdón, se me escapó. Maestro Bornolio necesita una ayudanta, o tal vez compañía, porque el trabajo de "Soplar Estrellas" (Dice esto sin emitir sonido alguno.) ...es muy solitario... No tiene sindicato, ni compañeros para charlar, ni patrón con quien discutir salario. Está solo en esta empresa, y como todo adelantado, tiene dudas, miedos y sufre pesadillas; eso sí, no nos vamos a poner dramáticos... Pesadillas de día porque duerme de día; y las pesadillas que se sueñan de día, por más horrendas que sean, no se aproximan en espanto a las soñadas de noche, cuando todo es oscuro. Más ahora que están faltando estrellas...   MAESTRO BORNOLIO: - ¡Siichttt...! Está hablando de más...  

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CIBELINA: - ¡Partieron los pedidos de ayudanta en todas las direcciones! Soplados por el viento, enganchados en los cables telefónicos, pinchados con astillas en los postes, navegando alcantarillas, pegados a suelas de zapatos... Y todos decían lo mismo...   MAESTRO BORNOLIO: - "Maestro Bornolio necesita ayudanta: abstenerse personas con vértigo y corazón cerrado... Si es posible con ojos grandes... Presentarse de tardecita en Pasaje El Silencio 524. No toque timbre porque estoy en la terraza..."   CIBELINA (Trae un atril chiquito de pintar, una tela tapada - vaya uno a saber por qué- y cosas para instalarse... ¡Ah! ...y una radio, toda pintada de colores como para espantar viejas.): - Me llamo Cibelina, pero me puede decir Cibe o Lina, como más le guste...   MAESTRO BORNOLIO: - Me gusta Cibelina...   CIBELINA: - ¿Cibelina?   MAESTRO BORNOLIO: - Qué... ¿hay algún problema?   Cibelina: ¡No! No... Bueno, sí... Me va a tener que llamar dos veces... Porque cuando me llame no me voy a dar a cuenta de que me está llamando. Porque nunca me llamaron así...   MAESTRO BORNOLIO: - Así... ¿cómo?   CIBELINA: - Cibelina... (Sacando uno de los papeles donde se pide ayudanta.) Me llamó desde la punta de un pino... Tuve que rasparme toda para alcanzarlo... (Por otro de los papeles.) Estaba escondido en una boca de tormenta; tuve que mojarme toda para agarrarlo... (Por un tercero.) ¡Se había pegado en la suela de un zapato marrón! ¡Tuve que seguirlo cuadras y cuadras! ...Subir a un colectivo, bajar a un subterráneo y esconderme debajo de una cama... Por fin, a la noche pude despegarlo, y todos dicen...   MAESTRO BORNOLIO: - ¡Maestro Bornolio necesita ayudanta! Bornolio soy yo. Me llamo Bornolio, pero puede decirme Bornolio...   CIBELINA: - ¿Bornolio?   MAESTRO BORNOLIO: - Qué... ¿no le gusta?   CIBELINA: - Sí... sí... ¡Es atípico!   MAESTRO BORNOLIO: - Para mí no, pero me lo puso mi madre para que se enojara mi padre.   CIBELINA: - ¿Y su papá se enojó?   MAESTRO BORNOLIO: - ¡Y a usted qué le importa! Mire para arriba... Mire para abajo...   CIBELINA: - ¡Aaagggg!   MAESTRO BORNOLIO: - Qué... ¿tiene vértigo?

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  CIBELINA: - No... no, no... ¡Me gustan las alturas! De chiquitita caminaba en puntitas de pie por el borde de la cuna... MAESTRO BORNOLIO: - ¿Y miraba para abajo? CIBELINA: - ¡¡Noo!! ¡Sí...! Sí, sí, claro, por supuesto... ¡me encantaba mirar para abajo! MAESTRO BORNOLIO: - ¿Y qué veía? CIBELINA: - Y... ¿Qué se puede ver desde una cuna...? La pelela de hacer pis y caca... la alfombrita color verde vidrio que me regaló la abuela... la muñeca Trapa que... MAESTRO BORNOLIO: - ¡Ese va a ser su trabajo: mirar para abajo! Porque yo tengo que mirar para arriba, que es muy peligroso; ¡sobre todo de noche, que no se ve nada! CIBELINA: - ¿Y para qué mira si no se ve nada? MAESTRO BORNOLIO: - Miro lo que se ve, lo que no se ve no lo miro... CIBELINA: - ¡Ah...! MAESTRO BORNOLIO: - Ponga sus cosas por ahí, que pronto va a ser de noche y hay que trabajar... CIBELINA: Sí... Sí, señor Bornolio. MAESTRO BORNOLIO: - ¡Maestro, maestro Bornolio! CIBELINA: - Sí... Sí, Señor Bornolio... .............................................................................................................. MAESTRO BORNOLIO (llamando): - ¡Cibelina...! ¡¡Cibelina!! CIBELINA: - Cibelina soy yo, cabeza hueca... Ni Cibe, ni Lina. ¡Cibelina! Yo me llamo Cibelina... MAESTRO BORNOLIO: - Ya es de noche... CIBELINA: - ¡Uy, sí...! MAESTRO BORNOLIO: - A trabajar... CIBELINA: - Ordene usted, Maestro Bornolio. Si hay que trabajar, trabajo; si hay que ayudar, ayudo: para eso soy su ayudanta. ¡La mejor ayudanta que haya podido conseguir! MAESTRO BORNOLIO: - Hoy voy a explorar el sector sudeste, sobre el ángulo derecho, latitud sur de la terraza... CIBELINA: - ¿Y yo qué tengo que hacer, Maestro Bornolio? MAESTRO BORNOLIO: - ¿Cómo que "qué tiene que hacer"? ¡Mirar para abajo! De usted depende que no pierda pie y me caiga de cabeza a la calle. ¡Para eso le pago! CIBELINA: - ¡Nunca me pagó! MAESTRO BORNOLIO: - Porque nunca trabajó. Y será mejor que empiece, porque si no, la despido ahora mismo... (Comienza a caminar por el borde de la terraza, oteando el cielo.) ¿Voy bien? CIBELINA (con un pánico mortal): - Creo que sí... MAESTRO BORNOLIO: - ¿Cómo que "cree"? ¿Voy bien o no voy bien? ¡Mi vida está en sus manos! CIBELINA: - Sí... Sí... ¡Quédese tranquilo, Maestro Bornolio; si se cae yo le aviso! MAESTRO BORNOLIO: - ¡Me tiene que avisar antes de que me caiga, inconsciente! (Pierde pie.) CIBELINA: - ¡Cuidado! ¡Se está por caer! MAESTRO BORNOLIO: - ¡Aaaggggg! ¡Está despedidaaaaaaa! (Se cae.) CIBELINA: - Yo le avisé, maestro Bornolio; pero usted se cayó igual... (No se anima a mirar hacia abajo.) ¡Uy... uy... uy...! "¡Ayudanta asesina empuja a Maestro Bornolio once pisos para abajo!" ¡No... no, no! (Para sí.) ¿Qué estás pensando? ...Yo no lo empujé, ¡se cayó solito, por no

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mirar...! ¡La que tenía que mirar era yo...! Y no miré... Porque me da miedo mirar para abajo... Pero si él mira para arriba, yo tengo que mirar para abajo... Para eso... me paga... ¡Nunca me pagó! MAESTRO BORNOLIO (apareciendo en la terraza): - ¡Porque nunca trabajó! CIBELINA: - ¡Maestro Bornolio! ¿No se murió? MAESTRO BORNOLIO: - Creo que no... CIBELINA: - Yo pensé que estaría re-frito, re-estrellado contra el suelo... ¡hecho pomada! MAESTRO BORNOLIO: - Yo también lo pensé, pero por suerte caí parado... CIBELINA: ¿Entonces me tengo que ir...? ¿Estoy despedida? MAESTRO BORNOLIO (la mira y sólo le dice...): - ¡Atípica! (Se mete en el fuentón.) CIBELINA (relatando al público): - Maestro Bornolio, después de la caída, pasó tres noches con sus tres días metido en su fuentón, sin decir una sola palabra; y lo que es peor, sin mirar para arriba... ¡Y todo por mi culpa, que no pude mirar para abajo! MAESTRO BORNOLIO: - ¡Cibelina! ¡...Cibelina! CIBELINA: - Ordene, Maestro Bornolio... Le juro que nunca más va a suceder... Puede mirar tranquilo para arriba, que su ayudanta Cibelina va a vigilar las tinieblas de la noche, las profundidades de las bocacalles, los abismos, los abismos... los abismos... (Se marea al mirar hacia abajo.) MAESTRO BORNOLIO: - Según usted, ¿qué es esto, Cibelina? CIBELINA: - ¡Un fuentón, Maestro Bornolio! MAESTRO BORNOLIO: - ¡No! Respuesta equivocada, producto de su apresuramiento y torpeza. Si quiere ser mi ayudanta no puede dejarse llevar por lo primero que ve, por la apariencia de las cosas... (Con gran misterio.) Parece un fuentón, pero no lo es... CIBELINA: - ¿No? MAESTRO BORNOLIO: - No, Cibelina; no es un fuentón... CIBELINA: - Es de lata, ¿no? MAESTRO BORNOLIO: - Correcto, Cibelina, es un artefacto de lata... CIBELINA: - ¿Y está en la terraza? MAESTRO BORNOLIO: - ¡Exacto, Cibelina! Como nosotros dos y todas estas cosas, está en la terraza... CIBELINA: - ¡Un tacho para poner basura! MAESTRO BORNOLIO: - ¡No, no y no! ¿Usted cree que yo tengo cara de basura? CIBELINA: - No, no... Para nada, Maestro Bornolio... ¿Un balde grande, entonces? MAESTRO BORNOLIO: - ¡No! CIBELINA: - ¿Una palangana disfrazada de fuentón? MAESTRO BORNOLIO: - ¡No! CIBELINA: - ¿Un inodoro para campamento? MAESTRO BORNOLIO: - ¡No! CIBELINA: - ¿Una pelela gigante? MAESTRO BORNOLIO: - ¡No, no y no! Y como veo que no puede salir de los adminículos acuíferos, se lo voy a decir yo... ¡Esto es un estelaeróforo retráctil! CIBELINA: - ¿Un qué? MAESTRO BORNOLIO: - Un estelaeróforo retráctil... Será mejor que aprenda pronto este nombre... ¡Estelaeróforo retráctil! CIBELINA: - Estela...

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MAESTRO BORNOLIO: - Sí... CIBELINA: - Estela... piojo... MAESTRO BORNOLIO: - Aeróforo, aeróforo. De aire, de viento... CIBELINA: - ¿De viento? MAESTRO BORNOLIO: - ¡Sí, de viento! Y retráctil, para que nadie más que yo, y ahora usted, que va ser mi ayudanta, lo pueda descubrir... ¡Es mi secreto! CIBELINA: - ¿Secreto? MAESTRO BORNOLIO: - Tiene apariencia de fuentón. Es más: lo construí como si fuera un fuentón, pero no es un fuentón... CIBELINA: - No, es un es-te-la-e-ro-fo-ro... re... re... MAESTRO BORNOLIO: - ¡¡Retráctil!! ¡Mire! (Levanta el fuentón y éste se estira como si fuera un cañón o rústico telescopio.) CIBELINA: - ¡Oh! MAESTRO BORNOLIO: - ¿Qué me dice? ¡Un simple soplido humano, con este aparato se transforma en tempestad intergaláctica...! Se transforma... en un viento feroz, capaz de recorrer el espacio y apagar una estrella a miles y miles de años luz de esta terraza...   CIBELINA: - ¿Apagar una estrella?   MAESTRO BORNOLIO: - Sí, mi estimada Cibelina. Ese es mi trabajo: ¡soplar estrellas!   CIBELINA: - ¡Nooo! MAESTRO BORNOLIO: - Mire allá... ¿Ve aquella que brilla entre dos más chiquitas? Es la Irene Margarita... Mírela bien. Dentro de diez segundos no estará más; se habrá perdido para siempre en la noche de los tiempos. ¡Voy a soplarla, Cibelina! (Apunta con el aparato.) CIBELINA: - ¡Nooo!   MAESTRO BORNOLIO: - ¿Qué pasa?   CIBELINA: - Espere... por favor. Espere, Maestro Bornolio... No la apague... Quiero verla un ratito más... ¡Es tan bella! MAESTRO BORNOLIO: - ¿Bella...? ¡Perfecta, Cibelina! ¡Es perfecta! (Va a soplar.) CIBELINA: - ¡No...! ¡No! ¡Espere, no la apague todavía...! (Toma su atril con la tela y se apresta a pintar.) No quiero que se pierda para siempre, es tan hermosa...   MAESTRO BORNOLIO: -¿Qué hace?   CIBELINA (mientras pinta): - Quiero tenerla en mi cielo, así, como está ahora; titilando de miedo como si presintiera, pobrecita, que está por morir...   MAESTRO BORNOLIO: - ¡No diga pavadas y apúrese! Está pasando la noche y tengo que soplar...   CIBELINA: - Sí... sí... (Ha puesto música en la radio y pinta con lágrimas en los ojos.) ¡Ya está...! (Maestro Bornolio sopla, se produce un profundo silencio; Cibelina mira hacia arriba y no encuentra en el cielo la Irene Margarita.) ¡Oh...! ¡Ooooh...! ¡Oooh!  

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MAESTRO BORNOLIO (al público): - Cibelina quedó tan maravillada por mi trabajo, que pasó tres días, con sus noches, dando vueltas como sonámbula por la terraza y no pudiendo hacer otra cosa que decir: "¡Oooh...! ¡Oooh...! ¡Oooh!" CIBELINA (al público): - ¡Maestro Bornolio es un monstruo! ¡Está dejando el cielo sin estrellas! (Comienza a juntar sus cosas.) MAESTRO BORNOLIO: - ¿Qué hace?   CIBELINA: - Me voy...   MAESTRO BORNOLIO: - ¿Cómo que se va? ¡Usted no se puede ir, conoce mi secreto!   CIBELINA: - Sí que puedo. ¡Renuncio a mi trabajo!   MAESTRO BORNOLIO: - ¡Y yo no le acepto la renuncia! ¡Usted se queda!   CIBELINA: - ¡Yo me voy! ¡No pienso ser cómplice de un asesino de estrellas!   MAESTRO BORNOLIO: - Yo no las mato, las apago...   CIBELINA: - ¡Es lo mismo! ¡Si una estrella deja de brillar, está muerta! ¡Lo voy a denunciar!   MAESTRO BORNOLIO: - ¿A quién?   CIBELINA: - ¡A la policía!   MAESTRO BORNOLIO: - No le van a creer...   CIBELINA: - ¿Por qué?   MAESTRO BORNOLIO: - Porque nadie se va a tomar el trabajo de mirar al cielo para ver si es cierto... ¡y menos la policía!   CIBELINA (Va dejando sus cosas.): - ¿Por qué lo hace, Maestro Bornolio?   MAESTRO BORNOLIO (No le contesta; saca una vela y la enciende.): - Soplala... ¡Soplala! (Cibelina está por hacerlo.) ¡No! ¿Qué se hace antes de soplar una vela?   CIBELINA : - Se piden tres deseos...   MAESTRO BORNOLIO: - ¡Pedilos! ...Ahora sí podés soplar.   CIBELINA (después de hacerlo): - No entiendo, Maestro Bornolio...   MAESTRO BORNOLIO: - ¿Sabés los deseos que yo pido cada vez que soplo una estrella?   CIBELINA: - ¿Muchos?   MAESTRO BORNOLIO: - ¿Muchos...? ¡Cientos! ¡Miles! ¡Miles de miles, millones de millones!   CIBELINA: - ¿Y se le cumplen?

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  MAESTRO BORNOLIO: - No lo sé... Porque no los pido para mí, los pido para los demás, ¡para todo el mundo!   CIBELINA: - ¡Ah...! (Va hacia donde está la radio y la prende. Se oye un clásico informativo.) ¡Maestro Bornolio!   MAESTRO BORNOLIO: - ¿Qué, Cibelina? CIBELINA: - Tengo ganas de llorar... (Quedan los dos en silencio, totalmente desamparados.) CIBELINA (al público): - Maestro Bornolio pasó otras tres noches, con sus tres días, dentro del fuentón; perdón, del Estelaeróforo retráctil, sin decir una sola palabra... Pero no como después de la caída. Ahora estaba triste, bastaba mirarle la cara... Y la culpa fue mía por prender la radio. De golpe se enteró de que sus deseos no se estaban cumpliendo, y de que a pesar de haber soplado cantidad de estrellas (tantas, que si uno miraba desde el medio de la terraza solo se veía un agujero negro...) las guerras seguían... Mucha gente no tenía qué comer; había chicos que vivían en la calle, sin papá ni mamá... Y la basura seguía tirada por cualquier lado...   MAESTRO BORNOLIO: - ¡Cibelina!   CIBELINA: - ¿Qué, Maestro Bornolio?   MAESTRO BORNOLIO: - Vaya a compararme un diario...   CIBELINA: - ¿Para qué, Maestro Bornolio?   MAESTRO BORNOLIO: - Quiero saber más...   CIBELINA: - Para qué... Lo que pasa, pasa, y lo que no pasa, no pasa... Ni usted ni yo lo vamos a arreglar...   MAESTRO BORNOLIO: - ¡Quiero un diario!   CIBELINA: - ¿De papel?   MAESTRO BORNOLIO: - Sí, de papel...   CIBELINA: - ¿Con muchas letras?   MAESTRO BORNOLIO: - ¡Sí!   CIBELINA: - ¿Chiquitas o grandes? Porque hay diarios que traen letras grandes y otros que las tienen más chiquitas...   MAESTRO BORNOLIO: - Me da lo mismo...   CIBELINA: - No, Maestro Bornolio, no es lo mismo... Porque usted se quiere poner triste y las letras grandes ponen más triste que las chiquitas...   MAESTRO BORNOLIO: - ¡Quiero un diario con letras grandes y chiquitas! ¡Y con fotos, muchas fotos! ¡Quiero saber si se cumplió alguno de mis deseos! Baje y suba, ¡ya! ¡Y compre un diario!  

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CIBELINA: - Voy porque usted me lo pide, Maestro Bornolio... Porque usted me lo pide... Pero esta vez yo no voy a tener la culpa, ¿eh? Yo no voy a tener la culpa... (Se va.) (Maestro Bornolio, al quedar solo, se dirige hacia el cuadro donde Cibelina pintó la estrella Irene Margarita. Mira el cielo y se moja la solapa con una lágrima gorda como una uva.) CIBELINA (al público): - Y yo, ¿qué podía hacer? No hacía falta comprar ningún diario, ni prender la radio, ni mirar los noticieros de televisión, para saber que las cosas en el mundo no andaban del todo bien... Pero la terraza también es parte del mundo, y ahí las cosas tampoco andaban del todo bien... ¡No me gusta que Maestro Bornolio apague estrellas! ¡Ningún deseo puede ser tan importante como para que una estrella no brille más! Que se entere... ¡Que se entere!, así no sopla más estrellas. (Entrando a la terraza.) ¡Diario Clarín, Crónica, La Razón, diario...!   MAESTRO BORNOLIO (saliendo de la pila de diarios con que fue tapado): - ¡Tiene razón la radio! Todo sigue igual... Todo sigue igual... ¡Hay que soplar, Cibelina, hay que seguir soplando hasta que algo cambie!   CIBELINA: - ¡Noo!   MAESTRO BORNOLIO: - ¿No qué?   CIBELINA: - Que no vale la pena... Ya sopló muchas, Maestro Bornolio, y no sirvió para nada. ¡Nadie se dio cuenta!   MAESTRO BORNOLIO: - ¡Se van a dar cuenta cuando deje el cielo sin estrellas! ¡Y recién se van a preocupar cuando algún distraído mire para arriba y sólo vea un agujero negro...! "¡Se apagaron las estrellas, hay que hacer algo! ¡Se apagaron las estrellas!" Ya veo los titulares de los diarios: "Nuevo desastre ecológico, se extinguieron las estrellas". Y yo desde aquí les voy a gritar: "¡Se extinguieron por culpa de ustedes! Y si no cambian, así como apagué las estrellas, ¡voy a apagar la luna! ¡Y si no alcanza, también voy a soplar el sol!"   CIBELINA: - ¡El sol! Está saliendo el sol, Maestro Bornolio; ya es de día... ¡Salió el sol, ya es de día...! Maestro Bornolio, ¡ya es de día...! MAESTRO BORNOLIO: - ¿De día? Despiérteme cuando sea otra vez de noche... Hay que soplar, Cibelina... Soplar... Soplar... Soplar... Soplar... (Se queda dormido.) CIBELINA (al público): - ¡Maestro Bornolio está loco! ¡Y yo me he convertido en la ayudanta de un loco! (Cibelina, aprovechando que Maestro Borrnolio duerme, desarma el estelaeróforo y esconde sus distintas partes. Entonces comienza a juntar sus cosas y cuando está por irse...) MAESTRO BORNOLIO: - ¿Qué hace que no duerme?   CIBELINA: - Estoy durmiendo, Maestro Bornolio...   MAESTRO BORNOLIO: - Entonces no camine, que me distrae los sueños...   CIBELINA: - Sí, Maestro Bornolio. Voy a dormir quietita...   MAESTRO BORNOLIO (A Cibelina se le cae algo.): - ¿Y ahora qué hace?   CIBELINA: - Sigo durmiendo, Maestro Bornolio...

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  MAESTRO BORNOLIO: - Duerma sin hacer bochinche, que no puedo soñar...   CIBELINA: - Sí... sí, Maestro Bornolio... (Intenta irse. Habla para sí.) ¡Cerró con llave!   MAESTRO BORNOLIO: - ¿Qué dice?   CIBELINA: - ¡Hablo dormida, Maestro Bornolio!   MAESTRO BORNOLIO: - Hable más bajo entonces, que me desvela...   CIBELINA: - Sí... sí, Maestro Bornolio... (Trata de escapar por la cornisa, pero la asusta el vacío.) ¡Aayyy!   MAESTRO BORNOLIO: - ¿Qué pasa ahora?   CIBELINA: - Soñé que me picaba un mosquito.   MAESTRO BORNOLIO: - Rásquese y no grite, que me asusta los sueños... CIBELINA: - Sí... sí, Maestro Bornolio... (Desesperada, consigue una soga y lo ata como un "matambre".) MAESTRO BORNOLIO (al sentir que algo lo aprieta): - ¿Qué me está haciendo?   CIBELINA: - Lo estoy tapando para que no tenga frío...   MAESTRO BORNOLIO: - Está bien... Pero no me ajuste tanto la frazada... CIBELINA: Sí... sí, Maestro Bornolio... ¡Uy... uy... uy...! (Como de costumbre, cuando no sabe qué hacer, prende la radio.) MAESTRO BORNOLIO: - ¿Y eso?   CIBELINA: - Música, Maestro Bornolio, para que duerma mejor...   MAESTRO BORNOLIO: - ¡No quiero música! Me bailan los sueños y después me duele la cabeza.   CIBELINA: - Sí... sí, Maestro Bornolio... ¡Uy... uy... uy...! (Al público) ¡Y yo, no sabía qué hacer...! Estaba atrapada en la terraza, ¡y a once pisos de altura! Para colmo el sol se iba escondiendo poco a poco; y las estrellas, pobrecitas, se iban asomando sin saber el peligro que corrían... ¡Escóndanse...! ¡No aparezcan! ¡Quédense escondidas!   MAESTRO BORNOLIO (Comienza a olfatear mientras se despierta; Cibelina se esconde.): - ¡No hay como despertarse con un rico olor a noche! ¿Eh? ¿Qué me pasa? ¡Estoy duro! ¿Qué es esto...? ¡Cibelina...! ¡Cibelina...! (Trata de desatarse.) ¡Cibelina...! ¿Se puede saber por qué hizo esto...? ¡Contésteme! ¡Sé que está escondida, y va a ser mejor que aparezca...! ¡Salga enseguida y sáqueme esta soga...! ¡Le doy diez segundos para que lo haga...! Uno... Dos... Tres... Le va a convenir salir antes que yo la encuentre... Porque entonces sí, me va a conocer... Cuatro... Cinco... (Sigue buscando.) Vamos, Cibelina, que se me está acabando la paciencia... Seis... Siete... Yo confié en usted, Cibelina; le dije mi secreto... Ocho... Nueve... ¡Usted me traicionó, Cibelina!   CIBELINA (apareciendo): - ¡Noo! ¡Eso sí que no, Maestro Bornolio!  

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MAESTRO BORNOLIO: - ¡Por fin apareció, la señorita...! ¿Se puede saber qué significa esto?   CIBELINA: - Significa que está atado, Maestro Bornolio...   MAESTRO BORNOLIO: - Eso ya lo sé. ¿Pero por qué me ató?   CIBELINA: - ¡Está preso!   MAESTRO BORNOLIO: - ¿Preso?   CIBELINA: - ¡Sí, bajo mi custodia! ¡Hasta que se arrepienta!   MAESTRO BORNOLIO: - ¿Arrepienta de qué?   CIBELINA: - ¡Del exterminio de estrellas! ¡Y jure que no va soplar nunca más! MAESTRO BORNOLIO: - ¡Yo no juro nada y sáqueme esta soga antes de que la mate! (La corre.) CIBELINA: - No corra, Maestro Bornolio. Mire que es peligroso, se puede caer...   MAESTRO BORNOLIO: - ¡Usted se va a caer, pero cuando la agarre!   CIBELINA: - Le estoy avisando que es peligroso... Y ahora más, que está con los brazos atados...   MAESTRO BORNOLIO: - ¡Desátemelos, entonces!   CIBELINA: - ¡Nooo!   MAESTRO BORNOLIO: - ¡Le ordeno que sí!   CIBELINA: - ¡Y yo le digo que no!   MAESTRO BORNOLIO: - ¡Usted es mi ayudanta, tiene que hacer lo que le ordeno...!   CIBELINA: - ¡Y usted es mi preso y no lo desato hasta que jure!   MAESTRO BORNOLIO: - Está bien, voy a jurar... Desáteme...   CIBELINA: - Primero jure y después lo desato...   MAESTRO BORNOLIO: - No puedo. Para jurar tengo que levantar el brazo...   CIBELINA: - Ah... (Está por desatarlo.) ¡No! Primero jure y después lo desato...   MAESTRO BORNOLIO: - ¿Y cómo?   CIBELINA: - Levante la mano...   MAESTRO BORNOLIO: - No puedo...   CIBELINA: - La pierna entonces...   MAESTRO BORNOLIO: - ¿La pierna? No sé si voy a poder...

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  CIBELINA: - Sí que va a poder. Yo lo ayudo. Acuéstese y levante la pierna...   MAESTRO BORNOLIO: - No creo que esto sea legal...   CIBELINA: - Lo va a ser si usted es sincero. ¡Un juramento vale si se cumple! MAESTRO BORNOLIO: - Está bien, está bien... Usted gana... (Ayudado por Cibelina, se acuesta en el suelo y levanta una pierna.) CIBELINA: - Repita conmigo: "Yo, Maestro Bornolio..."   MAESTRO BORNOLIO: - Yo, Maestro Bornolio...   CIBELINA: - Juro ante mi ayudanta Cibelina...   MAESTRO BORNOLIO: - Juro ante mi ayudanta Cibelina... ¡Esto no es serio!   CIBELINA: - ¡No interrumpa el juramento! "...Ante mi ayudanta Cibelina... no soplar más estrellas..."   MAESTRO BORNOLIO: - Me estoy acalambrando... ¿Puedo cambiar de pierna?   CIBELINA: - ¡No! Y repita lo que le dije...   MAESTRO BORNOLIO: - No soplar más estrellas...   CIBELINA: - Y menos apagarlas...   MAESTRO BORNOLIO: - Y menos apagarlas...   CIBELINA: - Para que se cumplan mis deseos.   MAESTRO BORNOLIO: - ¡No estoy de acuerdo!   CIBELINA: - ¿En qué?   MAESTRO BORNOLIO: - En lo de mis deseos. Yo pedía, pero para los demás...   CIBELINA: - Es lo mismo.   MAESTRO BORNOLIO: - No es lo mismo pedir para mí que pedir para los demás...   CIBELINA:¡No me dé vuelta las cosas, Maestro Bornolio! ¡Yo no tengo problema en que pida deseos! Con lo que no estoy de acuerdo, es con que para hacerlo, ¡apague estrellas!   MAESTRO BORNOLIO: - Entonces que el juramento termine en: "Menos que menos apagarlas..."   CIBELINA: - Está bien, como usted quiera... ¡Repita!   MAESTRO BORNOLIO: - Ah, sí... sí... "Y menos que menos apagarlas..." ¿Ya está?   CIBELINA: - Creo que sí...

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  MAESTRO BORNOLIO: - Bueno, entonces sáqueme esto.   CIBELINA (Va a desatarlo.): - No estoy segura... A ver: repita todo de nuevo...   MAESTRO BORNOLIO: - ¿Todo de nuevo qué?   CIBELINA: - ¡El juramento! Quiero oírlo de corrido.   MAESTRO BORNOLIO: - Está bien. Pero con la otra pierna, ésta la tengo dura.   CIBELINA: - Como quiera... ¡Empiece!   MAESTRO BORNOLIO: - "Yo, Maestro Bornolio, juro ante mi ayudanta, no soplar..."   CIBELINA: - Cibelina...   MAESTRO BORNOLIO: - ¿Cibelina qué?   CIBELINA: - "Ante mi ayudanta Cibelina", tiene que decir...   MAESTRO BORNOLIO: - Juro ante mi ayudanta Cibelina, no soplar más estrellas y... y...   CIBELINA: - Y menos que menos...   MAESTRO BORNOLIO: - "¡Y menos que menos, apagarlas!" ¿Está conforme?   CIBELINA: - Sí, ahora, sí...   MAESTRO BORNOLIO: - ¡Sáqueme esta soga, entonces! (Cibelina lo desata.) ¿Qué espera para irse?   CIBELINA: - ¿Irme?   MAESTRO BORNOLIO: - Sí, irse. No la necesito más, para qué quiero ayudanta si no puedo trabajar...   CIBELINA:¡No me dé vuelta las cosas, Maestro Bornolio! Trabajar puede, ¡lo que no puede es apagar estrellas!   MAESTRO BORNOLIO: - Ese es mi trabajo y para eso la contraté...   CIBELINA: - No, no, no, Maestro Bornolio. Usted me contrató para mirar para abajo.   MAESTRO BORNOLIO: - ¡No me dé vuelta las cosas, señorita Cibelina! Yo la contraté para que mirara para abajo porque yo tenía que mirar para arriba. Y yo tenía que mirar para arriba para ver las estrellas...   CIBELINA: - Y poder soplarlas...   MAESTRO BORNOLIO: - Exacto. Veo que nos vamos poniendo de acuerdo, señorita Cibelina...

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  CIBELINA: ¡Claro, usted sigue mirando para arriba y yo sigo mirando para abajo! ¡Cada cual a lo suyo y aquí no ha pasado nada!   MAESTRO BORNOLIO: - Pero sin soplar...   CIBELINA: - ¡Exacto! ¡Sin soplar! MAESTRO BORNOLIO: - ¡Se va! ¡Está despedida! ¡No la quiero ver nunca más! ¿Me entendió? ¿Está claro? ¡No - la - quiero - ver - más! ¡Fuera! (Cibelina comienza a juntar sus cosas.) MAESTRO BORNOLIO (al público): - Parecía una burla del destino... O un castigo del cielo, vaya uno a saber... Pero la cuestión era que todo, todo me salía al revés. Ninguno de los deseos que pedí para los demás se cumplió... Y el único... ¡único! que pedí para mí, se cumplió... ¡Pero para mi desgracia! Porque yo pedí una ayudanta que fuera linda, porque... algún día... si ella quería, le iba a pedir que fuera mi novia... Llegar... llegó; pero Cibelina, desde que llegó, ¡no hizo otra cosa que arruinarme la vida!   CIBELINA: - Me voy, Maestro Bornolio...   MAESTRO BORNOLIO: - Está bien, váyase...   CIBELINA: - Está cerrado...   MAESTRO BORNOLIO: - ¡Ah! ¡Cierto! Me había olvidado... Ya puede salir...   CIBELINA: - Adiós...   MAESTRO BORNOLIO: - Adiós...   CIBELINA (al público): - Maestro Bornolio pasó otras tres noches, con sus tres días, metido en el fuentón... Perdón, en su Estelaeróforo retráctil... Pero tan desanimado y solo se sentía, que ni siquiera se dio cuenta de que su Estelaeróforo retráctil estaba desarmado...   CIBELINA (al público): - Cibelina anduvo tres días, con sus tres noches, vagando por la ciudad; y cada vez que miraba el cielo, se ponía triste, muy triste... Pero no por las estrellas que faltaban, sino porque...   CIBELINA: - ¡Extrañaba al Maestro Bornolio...! Y Maestro Bornolio no se dio cuenta de que su Estelaeróforo retráctil estaba desarmado... porque desde que se fue Cibelina no miró más el cielo, y no por el juramento que había hecho, sino porque...   MAESTRO BORNOLIO: - ¡Extrañaba a Cibelina!   CIBELINA: - Y así, extrañando...   MAESTRO BORNOLIO: - Y extrañando...   CIBELINA: - Pasaron tres días...   MAESTRO BORNOLIO: - Con sus tres noches...   CIBELINA: - Y otros tres días...

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  MAESTRO BORNOLIO: - Con sus otras tres noches...   CIBELINA: - Y otros tres días más...   MAESTRO BORNOLIO: - Con sus otras tres noches más...   CIBELINA: - Hasta que un día, pegado a una rueda de un colectivo, Cibelina vio un papelito que decía...   MAESTRO BORNOLIO: - ¡Maestro Bornolio extraña a Cibelina! CIBELINA (entrando de golpe en la terraza): - Lo encontré dando vueltas en la rueda de un colectivo. Tuve que correr cuadras y cuadras para alcanzarlo... Cuando lo despegué, vi que decía... MAESTRO BORNOLIO: - ¿Por qué volvió? CIBELINA: - Porque... Encontré este papel, y como decía... Y yo también... MAESTRO BORNOLIO: - ¡Debe estar equivocado! ¡No necesito ayudanta! CIBELINA: - Sí... sí... Debe estar equivocado... Miré mal... Como daba vueltas y vueltas... MAESTRO BORNOLIO: - ¿Quién? CIBELINA: - ¡El papel! ¿No le dije que lo encontré pegado en la rueda de un colectivo...? MAESTRO BORNOLIO: - ¡Ah! CIBELINA: - Bueno... Me voy... Adiós... MAESTRO BORNOLIO: - Adiós... CIBELINA: - ¡Ah!, me olvidaba... (Le da las partes del estelaeróforo que había escondido.) Fue por precaución, no por mala... Bueno, ahora sí, me voy... MAESTRO BORNOLIO: - Que le vaya bien... CIBELINA: - Adiós... MAESTRO BORNOLIO: - Adiós... CIBELINA (al público): - Y pasaron y pasaron varios tres días, con sus varias tres noches, hasta que Maestro Bornolio encontró prendido en una hilacha de su viejo capote, un papel que decía... MAESTRO BORNOLIO: - ¡Cibelina extraña a Maestro Bornolio...! ¡Cibelina...! ¡Cibelina! CIBELINA (entrando): - ¡Me llamó, Maestro Bornolio! MAESTRO BORNOLIO: - Sí, la llamé... CIBELINA: - ¿Y para qué me llamó, Maestro Bornolio? MAESTRO BORNOLIO: - Para... para... para hacerle una pregunta: cuando apagó la vela, ¿que pidió, Cibelina? CIBELINA: ¡Es un secreto, Maestro Bornolio! ¡Y si se dice no se cumplen los deseos! MAESTRO BORNOLIO: - Entonces, mejor no me lo diga... CIBELINA: - Pero si no se lo digo me va a dar rabia... MAESTRO BORNOLIO: - ¡Dígamelo, entonces! CIBELINA: - ¡No! Prefiero esperar. Tarde o temprano los deseos se cumplen... MAESTRO BORNOLIO: - No esté tan segura; míreme a mí... CIBELINA: - ¡A usted no se le cumplieron porque pedía grandes cosas, casi imposibles! Pero yo pedí algo... algo que puede ser... MAESTRO BORNOLIO: - ¡Ah...! CIBELINA: - Y así pasaron tres días...

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MAESTRO BORNOLIO: - Con sus tres noches... CIBELINA: - Mirándose a los ojos, y esperando que por arte de magia los deseos se cumplieran... MAESTRO BORNOLIO: - ¡El deseo! Porque en realidad los dos querían lo mismo... CIBELINA: - Y a los deseos, para que se cumplan, hay que ayudarlos un poco... CIBELINA: - Me podés decir Cibe... o Lina, como más te guste... MAESTRO BORNOLIO: - ¡Siempre me gustó Cibelina! (Se besan.) CIBELINA: - Y pasaron tres días... MAESTRO BORNOLIO: - Con sus tres noches... CIBELINA: - Hasta que se casaron... y tuvieron que pasar otros tres días más... MAESTRO BORNOLIO: - Con sus otras tres noches más, para que las estrellas volvieran a brillar... CIBELINA: - Pero quizás tendrán que pasar muchos tres días... MAESTRO BORNOLIO: - Con muchas tres noches... CIBELINA: - Para que los deseos de Maestro Bornolio se puedan cumplir... MAESTRO BORNOLIO: - Pero a no desesperar, porque como dice Cibelina... LOS DOS: - ¡Tarde o temprano, los deseos se cumplen! LOS DOS (asomándose a la calle y mirándose con angustia): - ¿ O no?   

FIN