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El Profesor Por Charlotte Brontë

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ElProfesor

Por

CharlotteBrontë

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CAPÍTULOI

Elotrodía,alrevisarmispapeles,halléenmimesalasiguientecopiadeunacartaqueenvié,unañoha,aunviejoconocidodelcolegio.

QueridoCharles:

CreoquecuandotúyyoestuvimosjuntosenEtonnoéramosloquepodríallamarsepersonajespopulares;túerasunsersarcástico,observador,perspicazy frío; no intentaré trazar mi propio retrato, pero no recuerdo que fueraespecialmenteatractivo,¿ytú?Desconozcoquémagnetismoanimalnosunió;desde luego,yo jamásalberguépor tisentimientoalgunoqueseparecieraalde Pilades y Orestes, y tengo razones para creer que, por tu parte, estabasigualmentelejosdecualquiersentimientoromántico.Noobstante,fueradelashoras lectivas, estábamos siempre juntos, charlando y paseando; cuando eltema de conversación eran nuestros compañeros o nuestros maestros, noscomprendíamos mutuamente, y cuando yo recurría a alguna expresión deafecto, a un aprecio vago por algo excelente o hermoso, tanto si era denaturaleza animada como inanimada, tu sardónica frialdad no meimpresionaba;entonces,comoahora,mesentíasuperioratalfreno.

Hapasadomucho tiempodesde que te escribí ymás aún desde que nosvimos;elotrodía,hojeandocasualmenteunperiódicodetucondado,misojosfueronadarcontunombre.Empecéapensarenlosviejostiempos,arepasarlos acontecimientos ocurridos desde que nos separamos y me senté paraescribirestacarta;nosécuáleshansidotusocupaciones,perooirás,sidecidesescucharme,cómoelmundomehatratadoamí.

Enprimerlugar,trasabandonarEton,meentrevistéconmistíosmaternos,lord Tynedale y el honorable John Seacombe. Me preguntaron si queríaingresar en la Iglesia y, en caso afirmativo, mi tío el noble me ofreció elbeneficio de Seacombe, que le pertenece; luego mi otro tío, el señorSeacombe, insinuó que, cuando me convirtiera en rector de Seacombe yScaife,talvezsemepermitieratomarcomoseñorademicasaycabezademiparroquia a una de mis seis primas, sus hijas, las cuales me desagradanprofundamente.

RechacétantolaIglesiacomoelmatrimonio;unbuenclérigoesunabuenacosa, pero yo habría sido malísimo; en cuanto a la esposa, ¡oh, la idea deunirmedeporvidaaunademisprimasescomounapesadilla!Sindudasontodasbonitasyposeengrandescualidades,peroningunaquehagavibrarunasolafibraenmipecho.Laideadepasarlasnochesdeinviernoalamordelalumbre de la salita de la rectoría de Seacombe, solo, con una de ellas, porejemplo la estatua grande y bien moldeada que es Sarah… No, en tales

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circunstanciasseríaunmalmarido,igualqueunmalclérigo.

Cuando rechacé las ofertas de mis tíos, me preguntaron «qué pretendíahacer». Contesté que debía reflexionar;me recordaron que no tenía fortunapropia ni esperanzas de conseguirla y, tras una larga pausa, lord Tynedalepreguntóconseriedad«siteníalaintencióndeseguirlospasosdemipadreydedicarmealaindustria».Bien,yonohabíapensadonadasemejante;nocreoque mi carácter me capacite para ser un buen industrial; mi gusto, misambiciones,nosiguenesosderroteros,peroerataleldesprecioexpresadoenelsemblantede lordTynedalealpronunciar lapalabra«industria»,era talelsarcasmodespectivo de su tono, quemedecidí al instante.Mi padre no erasino un nombre para mí, mas me disgustaba oír que se pronunciaba esenombre conmenosprecio enmi propia cara; respondí, pues, con vehementepresteza:«Nopodríahacernadamejorque seguir lospasosdemipadre; sí,seré industrial». Mis tíos no protestaron; nos despedimos con mutuodesagrado. Al recordar esta discusión, tengo la impresión de que hice muybienenliberarmedelacargaquesuponíaelmecenazgodeTynedale,perofuiun estúpido al echarme inmediatamente a la espalda otra carga que podíaresultarmásintolerableaúnyque,desdeluego,nohabíasiquierasopesado.

AlmomentoescribíaEdward;yaconocesaEdward,miúnicohermano,diez añosmayorqueyo, casado con la hija deunmillonario, dueñodeunafábrica,yencuyasmanossehallaahoralafábricayelnegocioqueerandemipadre antes de que quebrara. Ya sabes que mi padre, considerado en otrotiempo todo unCreso, fue a la bancarrota poco antes de fallecer, y quemimadrevivióen la indigenciadurante los seismesesposterioresa sumuerte,sin recibir sostén alguno de sus aristocráticos hermanos, a los que habíaofendidoterriblementealcasarseconCrimsworth,elindustrialde…shire.Alfinaldelosseismesesmetrajoalmundoqueluegoabandonósinmuchapena,creo,puespocaesperanzaoconsueloalbergabaparaella.

Los parientes demi padre se hicieron cargodeEdward, así comodemíhasta que cumplí los nueve años. En aquella época quedó vacante larepresentación de un importante municipio de nuestro condado; el señorSeacombe presentó su candidatura;mi tío Crimsworth, un astuto industrial,aprovechólaoportunidadparaescribiralcandidatounacartafuribunda,enlaque afirmaba que, si lord Tynedale y él no accedían a contribuir de algúnmodo al sustento de los hijos huérfanos de su hermana, daría a conocer suactitud cruel y maligna con ella y haría todo lo posible por dificultar laeleccióndelseñorSeacombe.EstecaballeroylordTynedalesabíanmuybienque losCrimsworth eran una raza decidida y sin escrúpulos, y también queteníaninfluenciaenelmunicipiodeX,demodoque,haciendodelanecesidadvirtud, consintieron en costear mi educación. Me enviaron a Eton, dondeestuve diez años, durante los cuales no volví a ver a Edward. Cuando mi

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hermanosehizomayorsededicóa la industriaysiguiósuvocacióncon taldiligencia, maña y éxito que en aquel momento, cumplidos los treinta, seestabahaciendoricoamarchasforzadas.Detodoestoteníayonoticiaporlascartasescuetasyespaciadasquerecibíadeél,tresocuatroalaño;cartasquenoconcluíanjamássinalgunaexpresióndedecididaanimadversiónalacasadeSeacombe,o algún reprochehaciamí, porvivir, enpalabras suyas, de laprodigalidad de dicha casa. Al principio, cuando aún era un niño, nocomprendía por qué no podía agradecer amis tíosTynedale y Seacombe laeducaciónquemedaban,peroamedidaquefuicreciendoyconociendopocoapocolapersistentehostilidad,elodioquemostraronamipadrehastaeldíade sumuerte y los sufrimientos demimadre, todos los agravios, en suma,contranuestracasa,empecéasentirvergüenzadeladependenciaenquevivíay tomé la resolucióndenoaceptarnuncamás el pandeunasmanosque sehabían negado a atender las necesidades de mi madre moribunda. Bajo lainfluencia de estos sentimientos me hallaba cuando rechacé la rectoría deSeacombeylauniónconunademisprimas.

Habiéndoseabiertoasíunabrechainsalvableentremistíosyyo,escribíaEdwardcontándoletodoloocurridoeinformándoledemiintencióndeseguirsuestelay convertirmeen industrial; lepreguntaba, además, si podíadarmeempleo. En su respuesta nomanifestaba estar de acuerdo conmi conducta,perodecíaquepodíaira…shiresilodeseabayque«veríaquépodíahacersepara conseguirme un trabajo». Reprimí cualquier comentario que pudierapasarmeporlacabezasobresunota,metímiscosasenunbaúlyunmaletínyemprendíelviajehaciaelnortesinmásdilación.

Trasunviajededosdías(entoncesnoexistíanlascarreteras), lleguéa laciudaddeXunalluviosatardedeoctubre.SiemprehabíacreídoqueEdwardvivía en aquella ciudad, pero descubrí que sólo la fábrica y el almacén delseñor Crimsworth estaban situados en medio de la atmósfera humeante deBigben Close; su residencia estaba a cuatro millas de distancia, en plenacampiña.

Erayadenochecuandomeapeédelantedelaverjadelamoradaquehabíadeserlamíaporserlademihermano.Mientrasavanzabaporlaavenidavi,atravésdelassombrasdelcrepúsculoydelaneblinahúmedaylúgubrequelashacía más densas, que la casa era grande y los jardines que la rodeabansuficientemente espaciosos. Me detuve un momento ante la fachada y,apoyando laespaldaenungranárbolqueseelevabaenelcentrodel jardín,contempléconinteréselexteriordeCrimsworthHall.

Dandopor terminadaspreguntas,especulaciones,conjeturasydemás,meencaminéalapuertaprincipalyllamé.Meabrióunsirviente;meanunció;medespojó de la capa y elmaletínmojados yme introdujo en una habitación,amueblada como biblioteca, donde ardía un buen fuego y había unas velas

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encendidassobrelamesa;meinformódequesuseñornohabíaregresadoaúndelmercadodeX,perollegaríasindudaantesdemediahora.

Cuandomedejóasolasmesentéenlamullidabutacadetafileterojoquehabíafrentea lachimeneay,mientrasmisojoscontemplabanlas llamasquearrojaban los carbones ardientes y las pavesas que caían de vez en cuandosobre el hogar, mis pensamientos se dedicaron a hacer conjeturas sobre elencuentroqueestabaapuntodeproducirse.Unacosaeracierta:nocorríaelpeligro de sufrir una grave decepción; mis moderadas expectativas me logarantizaban,puesnoesperabaunagranefusióndecariñofraternal;lascartasdeEdward habían tenido siempre un cariz que impedía engendrar o abrigarilusiones de tal índole.Aun así,mientras estaba allí sentado, aguardando sullegada, sentía inquietud, unagran inquietud, no sédecir porqué;mimano,ajena por completo al contacto de la mano de un pariente, se cerró paracontenereltemblorconquelaimpaciencialahabríasacudidodebuengrado.

Penséenmistíos,ymientrasmepreguntabasilaindiferenciadeEdwardseríaigualalfríodesdénquesiemprehabíarecibidodeellos,oíqueseabríalaverjade laavenida.Las ruedasdeuncoche seacercarona lacasa; el señorCrimsworthhabíallegadoy,trasunlapsodeunosminutosyunbrevediálogocon su sirviente en el vestíbulo, suspasosvinieronhacia labiblioteca; unospasosquebastabaparaanunciaralamoyseñordelacasa.

Yo seguía teniendounvago recuerdodelEdwarddediez años antes: unjoven alto, enjuto, inexperto. Cuandome levanté demi asiento yme volvíhacialapuertadelabiblioteca,viaunhombreapuestoyfuerte,depielclara,bien proporcionado y atlético. Distinguí, en una primera impresión, un airedecididoyunagranagudeza,quesemostrabatantoensusmovimientoscomoensuporte,susojosylaexpresióndesurostro.Mesaludóescuetamentey,enelmomentodeestrecharnoslamano,meexaminódepiesacabeza;sesentóenlabutacadetafileteymeindicóotroasientoconunademán.

—Esperaba que vinieras a la oficina de contabilidad, enClose—dijo, yobservé en su voz un tono brusco, seguramente habitual en él; tambiénhablaba con el acento gutural del norte, áspero amis oídos, acostumbradoscomoestabanalaclarapronunciacióndelsur.

—El dueño de la posada donde se detuvo la diligencia me dio estadirección—dijeyo—.Alprincipiodudabadequeestuvierabien informado,puestoquenosabíaqueresidierasaquí.

—¡Oh,noimporta!—replicó—.Únicamentehellegadomediahoratardeporhaberteesperado,nadamás.Pensabaquellegaríasenladiligenciadelasocho.

Dijequelamentabahaberlehechoesperar;élnorespondió,sinoqueatizó

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el fuego como si disimulara un gesto de impaciencia y luego volvió aexaminarme.

Sentíciertasatisfaccióninteriorpornohabertraicionado,enlosprimerosinstantes de nuestro encuentro, ninguna emoción, ningún entusiasmo, porhabersaludadoaaquelhombreconflema,serenidadyfirmeza.

—¿Has roto definitivamente con Tynedale y Seacombe? —preguntórápidamente.

—No creo que vuelva a tener lamenor relación con ellos; creo queminegativaaaceptarsuspropuestasactuarácomounabarreraentreellosyyoenelfuturo.

—Porque—continuóél—serámejorqueterecuerdedesdeahoramismoque «ningún hombre puede servir a dos amos». Una relación con lordTynedaleseríaincompatibleconmiayuda.—Habíaensusojosunaespeciedeamenazagratuitacuandomemiróalterminarlafrase.

No sintiéndome inclinado a replicar, me limité a especularmentalmentesobre las diferencias que existen en la constitución del pensamiento de loshombres.NoséquéconclusiónsacóelseñorCrimsworthdemisilencio,silotomó por un síntoma de contumacia o por una prueba de que su actitudautoritariamehabíaamilanado.Despuésdeobservarmeduranteunbuenrato,selevantódeprontodesuasiento.

—Mañana—dijo—teinformarésobreunoscuantospuntosmás,peroyaes hora de cenar y seguramente la señora Crimsworth estará esperando;¿vienes?

Salió a grandes zancadas de la habitación y yo le seguí.Al atravesar elvestíbulomepreguntécómoseríalaseñoraCrimsworth.«¿Será—pensé—tandistinta a lo que a mí me gusta como Tynedale, Seacombe, las señoritasSeacombe, como el afectuoso pariente que camina ahora delante demí? ¿Oserámejorquetodosellos?Alconversarconella,¿tendrésuficienteconfianzaparamostrarenpartemiverdaderanaturaleza,o…?»Misconjeturassevieroninterrumpidas al entrar en el comedor. Una lámpara que ardía bajo unapantalla de cristal esmerilado alumbraba una bella estancia revestida depanelesderoble;lacenaestabaservida;depiejuntoalachimeneahabíaunaseñora que parecía aguardar nuestra llegada; era joven, alta y de figuraproporcionada; su vestido era hermoso y elegante; todo esto lo vi de unasimple ojeada. El señorCrimsworth y ella intercambiaron un alegre saludo;ella le regañómedio en broma,medio enfurruñada, por llegar tarde; su voz(siempretengoencuentalasvocesparajuzgarelcarácterdelaspersonas)eravivaracha;penséqueindicabauntemperamentoalegre.ElseñorCrimsworthprontopusofinasusjovialesreprochesconunbeso,unbesopropioaúndeun

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recién casado (ni un añohacía de la boda).Ella se sentó a lamesa demuybuenhumor.Alpercatarsedemipresencia,mepidióperdónpornohabersefijado antes en mí y luego me estrechó la mano como hacen las señorascuando,impulsadasporsualegreestadodeánimo,sesienteninclinadasasersimpáticascontodoelmundo,inclusoconconocidosquelessonindiferentes.Pude reparar entonces en que tenía un buen cutis y unas faccionessuficientementemarcadas,peroagradables;teníaloscabellosrojos,muyrojos.Edward y ella hablaron mucho, siempre discutiendo en broma; ella estabaenojada,ofingíaestarlo,porqueaqueldíaélhabíaenganchadouncaballomuyfieroalacalesaysehabíaburladodesustemores.Enocasionessedirigíaamí.

—SeñorWilliam,dígamesinoesabsurdoqueEdwardhableasí.DicequeengancharáaJackynoaotrocaballo,yeseanimalyalehatiradodosveces.

Hablabaconunaespeciedececeoquenoeradesagradable,perosíinfantil;prontovitambiénquesusrasgos,enabsolutopequeños,teníanunaexpresión,másquejuvenil,deniñapequeña;suceceoysuexpresióneran,nomecabelamenorduda,encantadoresalosojosdeEdward,yloseríanparalamayoríadelos hombres, pero no paramí. Busqué sus ojos, deseoso de leer en ellos lainteligencia que no veía en su rostro ni oía en su conversación; era alegre,bastantelimitada;vialternarsevanidadyagudeza; lacoqueteríaasomóalosiris,peroaguardéenvanoavislumbrarelalma.Nosoycomolosorientales:los cuellos blancos, los labios y lasmejillas rojos, las guedejas de lustrososrizosnomebastansinesachispaprometeicaqueseguirávivacuandosehayanmarchitadoazucenasy rosasy labruñidacabellera sehayavueltogris.A laluz del sol, en la prosperidad, las flores están muy bien, pero cuántos díaslluviosos hay en la vida —noviembres de calamidades— en los que lachimenea y el hogar de un hombre serían realmente fríos sin el claro yanimadoresplandordelintelecto.

Tras haber examinado la bella página que era el rostro de la señoraCrimsworth, un hondo suspiro involuntario anunció mi decepción. Ella lotomócomounhomenajeasubellezayEdward,atodaslucesorgullosodesujovenesposa,bellayrica,memiródeunmodoqueoscilabaentreelridículoylaira.

Apartédeellos lamiradaparapasearlacansinamentepor lahabitación,yvidoscuadrosempotradosenelrevestimientoderoble,unoacadaladodelarepisadelachimenea.Dejédetomarparteenlajocosaconversacióndelseñory la señoraCrimsworth yme centré en el examen de aquellos dos cuadros.Eran retratos: una dama y un caballero, ambos vestidos a lamoda de hacíaveinte años. El caballero estaba en la sombra, no lo veía bien; la dama sebeneficiaba de un haz de luz que le llegaba directamente de la lámpara,levementetamizadaporlapantalla.Lareconocíalinstante;habíavistoantes

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aquelretrato,enlainfancia;eramimadre;esecuadroysucompañerohabíansidolasúnicasreliquiasdelafamiliaquesehabíansalvadodelaventadelaspropiedadesdemipadre.

Recordé que el rostrome gustaba cuando era niño, pero entonces no locomprendía; ahora sabía cuán rara es esa clase de rostro en el mundo yapreciaba grandemente su expresión reflexiva, pero amable. Sus serios ojosgrises tenían para mí un enorme encanto, así como ciertas líneas en lasfaccionesqueindicabansentimientossincerosydelicados.Lamentéquefuerasólounretrato.

Pronto dejé solos a los señoresCrimsworth; un criadome condujo amidormitorio; al cerrar la puerta, dejé fuera a todos los intrusos; entre ellos,Charles,tambiéntecontabastú.

Adiósporelmomento.

WILLIAMCRIMSWORTH

Jamástuverespuestaaestacarta;antesderecibirla,miviejoamigohabíaaceptadounnombramientodelgobiernoparaunpuestoenunadelascoloniasy se hallaba de camino hacia el lugar donde desempeñaría sus deberesoficiales.Noséquéhasidodeéldesdeentonces.

Eltiempolibredequedispongo,yqueteníalaintencióndeemplearensuprovecho, lodedicaréahoraaldelpúblicoengeneral.Minarraciónno tienenadadeemocionantey,porencimadetodo,noesextraordinaria,peropuedeque interese a algunas personas que, habiéndose esforzado en la mismavocación que yo, encontrarán a menudo enmi experiencia un reflejo de lasuya.Lacartaanteriormentecitadaservirácomointroducción;ahora,prosigo.

CAPÍTULOII

UnahermosamañanadeoctubresiguióalanochebrumosaquehabíasidotestigodemillegadaaCrimsworthHall.Melevantétempranoypaseéporelextensopradoajardinadoquerodeabalacasa.Elsolotoñalseelevabasobrelas colinas de…shire, iluminando una amena campiña; un bosque pardo yapacible daba variedad a los campos en los que acababa de recogerse lacosecha;unríoquediscurríaporelbosquereflejabaensusuperficieelbrilloalgofríodelsolyelcielodeoctubre;diseminadasporlasorillasdelrío,unaschimeneasaltasycilíndricas,casicomoesbeltastorresredondas,señalabanlasfábricas medio ocultas por los árboles; aquí y allá mansiones similares aCrimsworthHall ocupaban agradables parajes en las laderas de la colina; elpaisaje tenía en conjunto un aspecto alegre, activo, fértil.Hacía tiempo que

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Vapor, Industria yMaquinaria habían desterrado de él todo romanticismo yaislamiento.Aunascincomillas,enelfondodeunvallequeseabríaentredoscolinasdeescasaaltura,seencontrabalaciudaddeX;sobreestalocalidadsecerníaunvapordensoypermanente,allíestabala«Ocupación»deEdward.

Forcélavistaparaobservaraquellaperspectiva,forcéelpensamientoparacentrarme en ella durante un rato, y cuando descubrí que nome transmitíaninguna emoción agradable, que no despertaba en mí ninguna de lasesperanzas que un hombre debería sentir al ver ante sí el escenario de sucarrera,medije:«William,terebelascontralascircunstancias.Eresunidiotaquenosabeloquequiere.Haselegidolaindustriaeindustrialserás.¡Mira!».Proseguímentalmente: «Contempla el humo tiznado de hollín que surge deesahondonadayaceptaqueahíestátupuesto.Ahínopodrássoñar,nopodrásespecularniteorizar;¡ahítendrásquetrabajar!».

Trashabermeamonestadoamímismodeestemodo,regreséalacasa.Mihermano estaba en la salita del desayuno; lo saludé serenamente; no podíahacerloconalegría;estabadepie,deespaldasa lachimenea; ¡cuántascosasleíenlaexpresióndesusojoscuandoseencontraronnuestrasmiradas,cuandoavancé hacia él para desearle buenos días, cuántas cosas contrarias a minaturaleza!Medijo«buenosdías»conasperezayasintió,y luegoagarróunperiódicodelamesayempezóaleerloconelairedeunpatrónquebuscaunpretexto para escapar al aburrimiento de conversar con un subordinado. Porsuerte para mí, había resuelto soportarlo todo durante un tiempo; de locontrario sus modales habrían vuelto incontenible la indignación que meesforzaba por reprimir. Lomiré, examiné su figura robusta y fuerte; me vireflejadoenelespejoquehabíasobre lachimeneaymedivertícomparandoambas imágenes. De cara me parecía a él, aunque no era tan apuesto.Misfacciones eranmenos regulares, tenía los ojosmás oscuros y la frentemásamplia; físicamente yo eramuy inferior,más delgado,másmenudo, no tanalto. Como animal, Edwardme superaba con creces. Si era tan superior enintelecto como en físico, sería su esclavo, pues no debía esperar de él lagenerosidad del león con otro más débil; sus ojos fríos y avariciosos, susmodales graves y amenazadores me dijeron que no me perdonaría nada.¿Tendríalasuficientefuerzadevoluntadparaaguantarlo?Nolosabía;jamásmehabíanpuestoaprueba.

LaentradadelaseñoraCrimsworthmedistrajodemispensamientosporunmomento.Teníabuenaspecto,vestidadeblanco,conelrostroyelatuendoqueirradiabanlafrescuramatutinadeunareciéncasada.Ledirigílapalabracon la soltura que su despreocupada alegría de la víspera parecía justificar,pero ellame replicó con frialdady circunspección; sumarido le había dadoinstrucciones:nodebíadardemasiadasconfianzasasuempleado.

Encuantoterminóeldesayuno,elseñorCrimsworthmecomunicóquela

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calesanosaguardabafrentealapuertaprincipalyqueesperabavermelistoencincominutosparaacompañarleaX.Nolehiceesperar;prontonoshallamosenlacarreteraviajandoabuenpaso.ElcaballoquenosllevabaeraelmismoanimalfierosobreelquelaseñoraCrimsworthhabíaexpresadosustemoreslanocheanterior;enunpardeocasionesJackparecióapuntodeimpacientarse,peroelusoenérgicoyvigorosodellátigoenmanosdesuimplacableamonotardóendoblegarlo.LasdilatadasventanasdelanarizdeEdwardexpresaronsutriunfoenlacompetición;apenasmehablóduranteelcortotrayecto,sóloabriólabocadevezencuandoparamaldecirasucaballo.

X bullía de gente y de actividad cuando llegamos; dejamos las limpiascalles, donde había casas y tiendas, iglesias y edificios públicos, y viramoshaciaunazonadefábricasyalmacenes,dondetraspasamosdosmacizasverjaspara entrar en un gran patio pavimentado; estábamos enBigbenClose, y lafábrica se alzaba ante nosotros, vomitando hollín por su larga chimenea ytemblando a través de los gruesosmuros de ladrillo por la agitación de susintestinosdehierro.Losobreros ibanyveníancargandouncarroconpiezasdetela.ElseñorCrimsworthmiróaunladoyaotroypareciócaptartodoloqueocurríadeunasolaojeada;seapeóy,dejandocaballoycalesaalcuidadodeunhombrequeseapresuróarecibirlasriendasdesusmanos,mepidióquelesiguieraalinteriordelaoficinadecontabilidad.LaoficinanoteníanadaencomúnconlossalonesdeCrimsworthHall:unlugarparalosnegocios,conelsuelodemadera,unacajafuerte,dosescritoriosaltosytaburetesyunassillas.Una persona sentada en uno de los escritorios se quitó la gorra cuadradacuandoentróelseñorCrimsworth;al instantesehallabadenuevoabsorbidoensutarea;nosésiescribíaocalculabaalgo.

Tras despojarse del impermeable, el señor Crimsworth se sentó junto alfuego,yyomequedédepiecercadelachimenea.Alpocoratodijo:

—Steighton, puede salir; tengo asuntos que tratar con este caballero.Vuelvacuandooigalacampanilla.

Elindividuodelescritorioselevantóysefue,cerrandolapuertaalsalir.ElseñorCrimsworthatizóelfuego,luegosecruzódebrazosysequedóunratopensativo con los labios apretados y el entrecejo fruncido; yo no tenía nadaquehacermásquecontemplarlo;¡québienmoldeadasestabansusfacciones!¡Qué apuesto era! ¿De dónde procedía entonces ese aire de contracción, laestrechezyladurezadesusrasgos?

Volviéndosehaciamí,dijodepronto:

—¿Hasvenidoa…shireparaaprenderaserunindustrial?

—Sí.

—¿Estásdecidido?Quierosaberloahoramismo.

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—Sí.

—Bueno,noestoyobligadoaayudarte,peroaquítengounpuestovacante;si estás capacitado para ocuparlo, te aceptaré a prueba. ¿Qué sabes hacer?¿Sabesalgoapartede todaesabasura inútildeconocimientosuniversitarios,griego,latínydemás?

—Heestudiadomatemáticas.

—¡Cuentos!Meloimaginaba.

—Séleeryescribirenfrancésyalemán.

—¡Mmm!—reflexionóunos instantes, luegoabrióuncajóndeunamesacercanaaél,sacóunacartaymeladio—.¿Puedesleerla?—preguntó.

Eraunacartacomercialenalemán;latraduje;nosésilesatisfizoono;suexpresiónnovarió.

—Estábien—dijo,despuésdeunapausa—quesepashaceralgoútil,algoque te permita ganarte el pan y el alojamiento. Dado que sabes francés yalemán,teemplearécomosegundoescribienteparallevarlacorrespondenciaconelextranjero.Tedaréunbuensueldo,noventalibrasalaño,¡yahora—añadió,alzandolavoz—,escuchadeunavezparasiempreloquetengoquedecirsobrenuestrarelaciónytodasesaspaparruchas!Notolerarétonteríasalrespecto; no van conmigo. No te pasaré ni una con la excusa de ser tuhermano;sidescubroqueeresestúpido,negligente,disipadooharagán,oquetienesalgúndefectoperjudicialparalosinteresesdelacasa,tedespedirécomoharíaconcualquierotroescribiente.Noventalibrasalañoesunbuensueldoyesperoque te loganeshasta la últimamoneda; recuerda tambiénque enmiempresa las cosas se llevan de un modo práctico; me gustan los hábitos,sentimientoseideasformales.¿Hascomprendido?

—En parte—respondí—. Supongo que te refieres a que debo hacer mitrabajoa cambiodeun salario, aquenodeboesperar favor algunode ti, nicontarcontuayudaparanada,salvoloquegane.Esexactamenteloquemeconviene,yconesascondicionesaccederéasertuescribiente.

Medilavueltaymeacerquéalaventana;esaveznobusquésuopiniónenla expresión de su rostro; no sabía cuál era ni me importaba. Tras unosminutosdesilencio,volvióahablar.

—TalvezesperesalojarteenCrimsworthHalle iryvenirconmigoenlacalesa; sin embargo, quiero que sepas que eso me causaría demasiadasmolestias;megustadisponerdeunasiento libreenmicalesaparacualquiercaballeroque,porrazonesdenegocios,deseellevaralHallapasarlanocheoloquesea.BuscarásalojamientoenX.

Meapartédelaventanayvolvíaacercarmealachimenea.

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—PorsupuestoquebuscaréalojamientoenX—repliqué—.TampocoamímeconvienealojarmeenCrimsworthHall.

Mi tono era bajo; siempre hablo en tono bajo. Pero los ojos azules delseñor Crimsworth echaban chispas. Se vengó de unmodo bastante extraño.Volviéndosehaciamí,dijoconaspereza:

—Supongo que serás pobre. ¿Cómo esperas vivir hasta que llegue elprimerdíadecobro?

—Melasapañaré—dije.

—¿Cómoesperasvivir?—repitióél,subiendoeltonodevoz.

—Comopueda,señorCrimsworth.

—¡Siteendeudasseráportucuentayriesgo!Esoestodo—replicó—.Porlo que sé, podrías tener extravagantes costumbres aristocráticas; si es así,olvídalas;notoleronadaparecidoaquí,ynuncatedaréunsolochelíndemás,seancualesseanlasdeudasquepuedascontraer;procurano…

—Sí,señorCrimsworth,comprobaráquetengobuenamemoria.

No dije nada más; no me parecía que fuera el momento adecuado paraparlamentar. Tenía la intuición de que sería una insensatez dejar que semeencendiera la sangre a menudo con un hombre como Edward. Me dije:«Colocarémicopabajoestecontinuogoteo;memantendré firmeycallado;cuandosecolme,rebosaráporsísola;mientrastanto,paciencia.Doscosassonseguras: soy capaz de hacer el trabajo que el señor Crimsworth me haasignado;puedoganarmeelsueldoaconcienciayesesueldobastaráparamisustento; y si mi hermano adopta conmigo la actitud de un amo cruel yaltanero, la culpa es suya, no mía. ¿Conseguirán su injusticia y sus malossentimientos apartarme del camino que he elegido?No.Almenos, antes dedesviarme de él, avanzaré lo suficiente para ver hacia dónde se decantamicarrera.Porelmomentonohagomásqueempujarlapuertadeentrada,queesbastanteestrecha;deberíallevarmeabuenpuerto».Mientrasrazonabadeestamanera, el señor Crimsworth tocó una campanilla; el primer escribiente, elindividuoalquehabíaexcluidopreviamentedenuestraconversación,volvióaentrar.

—Señor Steighton—dijo—, enseñe al señorWilliam las cartas deVoss,Hnos.ydelelasrespuestaseninglésparaquelastraduzca.

ElseñorSteighton,unhombredeunostreintaycincoaños,conelrostroalavezastutoyabotargado,seapresuróaejecutarsuorden;depositólascartassobre el escritorio, y prontome encontré sentado y ocupado en traducir lasrespuestasinglesasalalemán.Unsentimientodeintensoplaceracompañóesteprimer esfuerzo para ganarme la vida, un sentimiento que no envenenó ni

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debilitólapresenciadelimplacabletirano,quesequedódepieobservándomeduranteunratomientrasyoescribía.Penséqueintentabaleermicarácter,perome sentía tan seguro, pese a su escrutinio, como si llevara un yelmo con laviserabajada,omásbienleenseñémisemblanteconlaconfianzaconqueunomostraría una carta escrita en griego a un iletrado: podría ver líneas yreconocercaracteres,peronosabríainterpretarlos.Minaturalezaeradistintaalasuya,ysussignoseranparaélcomopalabrasdeunidiomadesconocido.Notardómucho endarse la vuelta bruscamente, comoperplejo, y abandonar laoficinadecontabilidad;novolvióaentrarenellamásqueunpardevecesenel transcurso de aquel día; en ambas ocasionesmezcló y apuró un vaso debrandy con agua, ingredientes que extrajo del armario que había junto a lachimenea.Trasecharunaojeadaamistraducciones—sabíaleertantofrancéscomoalemán—,volvióasalirensilencio.

CAPÍTULOIII

Serví a Edward como segundo escribiente con lealtad, puntualidad ydiligencia. Lo que se me asignó, tenía la capacidad y la determinación dehacerlo bien. El señor Crimsworth me vigilaba atentamente, buscándomedefectos, pero no encontró ninguno. Puso también a vigilar a TimothySteighton,sufavoritoymanoderecha.Timestabatotalmenteconfundido;yoera tan riguroso como él mismo, y más rápido. El señor Crimsworth hizoaveriguacionessobremiestilodevida,quisosabersihabíacontraídodeudas;no, saldaba siempremis cuentas con la casera; había alquilado un pequeñoalojamientoyme lasarreglabaparapagarlodeunmagro fondo, losahorrosacumulados en Eton de mi dinero de bolsillo. Lo cierto es que, habiendodetestadosiemprepedirayudapecuniaria,habíaadquiridoenedadtempranaelhábitodeunaeconomíasacrificada,administrandomiasignaciónmensualconinquietoesmero,afindeevitarelpeligrodevermeobligadoposteriormente,enalgúnmomentodeapuro,apedirunaayudasuplementaria.Recuerdoquemuchosme llamaron tacaño en aquella época, y que yo solía acompañar elreproche con este consuelo: mejor que me interpreten mal ahora a que merechacendespués.Enestosmomentosdisfrutabademirecompensa; lahabíatenidoantes,cuandoaldespedirmedemisirritadostíos,unodeellosmehabíaarrojadounbilletedecinco librasquepudedejarallímismo,afirmandoquelosgastosdelviajelosteníayacubiertos.ElseñorCrimsworthempleóaTimparadescubrirsimicaserateníaalgunaquejasobremimoral;ellarespondióqueleparecíaunhombremuyreligioso,ypreguntóaTimasuvezsipensabaque yo tenía la intención de hacerme sacerdote, pues, afirmó, había tenidocoadjutoresalojadosensucasaquenopodíancompararseamíenseriedady

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formalidad. El propio Tim era «un hombre religioso»; de hecho, se habíaunidoa losmetodistas, loqueno le impedía (quequedeclaro)seralmismotiempo un granuja redomado, y se fue muy azorado tras oír hablar de midevoción.Cuandose lohubocomunicadoal señorCrimsworth,éste,quenofrecuentaba ningún lugar de culto ni reconocía más Dios que a Mamón,convirtió la información enun armaarrojadiza contra la ecuanimidaddemitemperamento. Inició una serie de burlas encubiertas, cuyo significado noadvertí en un principio, hasta que mi casera me contó casualmente laconversación que había tenido con el señor Steighton, lo cualme lo aclarótodo. Después de aquello, iba a la oficina preparado y conseguí parar lossarcasmos blasfemos del dueño de la fábrica, la siguiente vez que me loslanzó,conunescudode impenetrable indiferencia.Alpocoratosecansódegastar su munición con una estatua, pero no se deshizo de sus flechas; selimitóadejarlasreposarensucarcaj.

Enunaocasión,mientrastrabajabaparaélcomoescribiente,meinvitaronaCrimsworthHallconocasióndeunagranfiestadecumpleañosenhonordelseñordelacasa;siemprehabíatenidoporcostumbreinvitarasusescribientesen celebraciones similares y difícilmente podría haberme dejado almargen;sin embargo, me mantuvo en un estricto segundo plano. La señoraCrimsworth, elegantemente vestida de raso y encaje, rebosante de salud ybelleza,nomeconcediómásatenciónquelaexpresadaporungestodistante;Crimsworth, por supuesto, nome dirigió la palabra, y nome presentaron aninguna de las jóvenes señoritas que, envueltas en nubes plateadas de gasablancaymuselina,sesentabanenfilaenelladoopuestoalmíodeunlargoyamplio salón.De hecho, estaba prácticamente aislado y no podía hacer otracosaquecontemplaraaquellasjóvenesresplandecientesdesdelejos,ycuandomecansabadetandeslumbranteescena,paravariarmefijabaeneldibujodela alfombra. El señorCrimsworth estaba de pie con un codo apoyado en larepisademármoldelachimenea,yasualrededorhabíaungrupodejóvenesmuy atractivas con las que conversaba alegremente. Así situado, el señorCrimsworthmemiró;meviocansado,solitario,abatido,comounpreceptorounainstitutrizdesolados,yquedósatisfecho.

Empezó el baile.Amíme habría encantado queme presentara a algunajoven inteligente y agradable y haber tenido la libertad y la oportunidad dedemostrarquepodíasentirytransmitirelplacerdelintercambiosocial;quenoera,enresumidascuentas,un tarugo,niunmueble,sinounhombresensibleque actuaba y pensaba. Muchos rostros sonrientes y gráciles figuras sedeslizaronpordelantedemí,pero las sonrisas seprodigabanaotrosojos,yotrasmanos que no eran lasmías servían de apoyo a las figuras.Aparté lamirada, atormentado, me alejé de los bailarines y entré en el comedorrevestido de roble.Ninguna fibra de simpatíame unía a ningún ser vivo deaquellacasa.Busquéelretratodemimadreconlavista.Cogíunaveladeuna

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palmatoriaylasostuveenalto;contemplélaimagenunbuenrato,fijamente,acostumbrándomeaella.Notéquemimadremehabíalegadobuenapartedesusfaccionesydesusemblante:sufrente,susojos,sucutis;nohaybellezaquecomplazcamáselegoísmodelossereshumanosqueunparecidorefinadoy suavizado de sí mismos; por ese motivo, los hombres observan concomplacencia las facciones del rostro de sus hijas, donde a menudo lasemejanzaseasociadeformahalagadoraconlasuavidaddelosmaticesyladelicadeza de los contornos. Me preguntaba qué opinaría un observadorimparcialdeaquelretrato,paramí tan interesante,cuandounavozquesonócerca,amiespalda,pronunciólaspalabras:

—¡Mmmm!Haysentidocomúneneserostro.

Me di la vuelta; junto a mí había un hombre alto y joven, aunqueseguramente tenía cinco o seis añosmás que yo, y opuesto por completo acualquier asomo de vulgaridad, aunque ahora mismo, dado que no estoydispuestoaesbozarsuretratocondetalle,ellectorhabrádecontentarseconelesbozo que acabo de ofrecerle; aquello fue lo único que vi de él en aquelmomento;noinvestiguéelcolordesuscejasnitampocoeldesusojos;visuestaturayelperfildesufigura;tambiénvisunarizrespingonaconsuairedeexigencia;mebastaronestasobservaciones,escasasencantidadydecaráctergeneral(exceptuandolaúltima),puesmepermitieronreconoceralapersona.

—Buenas noches, señor Hunsden —musité. Incliné la cabeza y luego,bobodemí,mealejécontimidez.¿Yporqué?SimplementeporqueelseñorHunsdeneraun industrial,dueñodefábricas,yyosóloeraunescribiente,ymiinstintomeimpulsabaaalejarmedeunsuperior.HabíavistoaHunsdenamenudo enBigbenClose, quevisitaba casi todas las semanaspara tratar denegociosconelseñorCrimsworth,perojamáslehabíadirigidolapalabra,niélamí,ysentíaciertoresquemorinvoluntariocontraélporqueenmásdeunaocasiónhabíasidotestigotácitodelosinsultosqueEdwardproferíacontramí.Yo tenía la convicción de queHunsden no podíamás que considerarme unpobreesclavosintemple,porloquemedispusearehuirsucompañíayevitarsuconversación.

—¿Adóndeva?—preguntó,alverquemealejaba.YohabíaobservadoyaqueelseñorHunsdensepermitíahablarconbrusquedadymedije,contratodalógica:«Creequepuedehablarlecomoquieraaunempleado,peroquizámitalantenoseatanflexiblecomoélcree,ysugroseraconfianzanomeagradaenabsoluto».

Respondíalaligera,másbienconindiferenciaqueconcortesía,yseguímicamino.Élseinterpusoconfrialdad.

—Quédese un rato —dijo—. Hace mucho calor en el salón de baile;además,ustednobaila,notieneparejaestanoche.

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Teníarazónycuandohabló,nisuexpresión,nisu tono,nisuactitudmedisgustaron,sinoquesatisficieronmiamorpropio.Nosehabíadirigidoamípor condescendencia, sino porque, habiéndose retirado al frío comedor pararefrescarse, quería hablar con alguien que le procurara una distracciónpasajera. Detesto que sean condescendientes conmigo, perome gusta hacerfavores.Mequedé.

—Esunbuenretrato—añadió,volviendoaltemadelcuadro.

—¿Leparecehermosoelrostro?—pregunté.

—¿Hermoso?No,¿cómopuedeserhermosoconesosojosyesasmejillashundidas?Peroespeculiar;pareceestarpensando.Podríaunocharlarconesamujer, si estuviera viva, de otros temas que no fueran vestidos, visitas ycumplidos.

Estabadeacuerdoconél,peronolodije.Élprosiguió.

—Noesqueadmireunacabezadeeseestilo;lefaltacarácteryfuerza;haydemasiadasen-si-bi-li-dad—asípronuncióéllapalabra,haciendounamuecaal mismo tiempo— en esa boca; además, lleva la aristocracia escrita en lafrenteydefinidaenlafigura;detestoalosaristócratas.

—¿Cree usted entonces, señor Hunsden, que puede descubrirse unaascendenciapatriciaporunasformasyunasfaccionesdeterminadas?

—¡Aldiabloconlaascendenciapatricia!¿Quiéndudadequeesosloresdetresalcuartopuedantener«unasformasyfaccionesdeterminadas»,igualquelos industriales de…shire tenemos las nuestras? Pero ¿cuáles sonmejores?Las suyas no, desde luego. En cuanto a sus mujeres, la cosa cambia; ellascultivan la belleza desde la infancia y puede que alcancen cierto grado deexcelencia en ese punto gracias a la práctica y los cuidados, igual que lasodaliscas orientales. Sin embargo, incluso esa superioridad es dudosa;comparelafiguradeesecuadroconlaseñoradeEdwardCrimsworth;¿cuálesmáshermosa?

—CompáreseasímismoconelseñorEdwardCrimsworth,señorHunsden—repliquétranquilamente.

—Oh,Crimsworthestámejordotadoqueyo,losé;además,tienelanarizrecta, lascejasarqueadasytodoeso,peroesasventajas—siloson—nolasheredódesumadrelapatricia,sinodesupadre,elviejoCrimsworth,quien,segúndicemipadre,eraeltintoreromásauténticoquejamásechóíndigoenunacubade…shire,apesardelocualeraelhombremásapuestodelostresRidings. Es usted, William, el aristócrata de la familia, y no es ni muchomenostanatractivocomosuhermanoplebeyo.

HabíaalgoenlarotundidadconqueseexpresabaelseñorHunsdenqueme

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complacía,porquemehacíasentircómodo;seguí laconversaciónconciertointerés.

—¿CómosabeustedquesoyhermanodelseñorCrimsworth?Pensabaqueustedytodoslosdemásmeconsiderabanúnicamenteunpobreempleado.

—Bueno, y es cierto. ¿Qué es usted sino un pobre empleado? Hace eltrabajodeCrimsworthyéllepagaunsueldo,yexiguo,porcierto.

Guardésilencio.EllenguajedeHunsdenrayabaenlaimpertinencia,perosusmodales seguían sin ofenderme en lomásmínimo, sólo despertabanmicuriosidad;queríaquecontinuara,loquehizoalpocorato.

—Estemundoesabsurdo—dijo.

—¿Porquélodice,señorHunsden?

—Meextrañaqueustedmelopregunte.Eslapruebavivientedelabsurdoalquemerefiero.

Yo estaba resuelto a que se explicara por voluntad propia, sin que yo lepresionara,demodoquevolvíaguardarsilencio.

—¿Tieneustedintencióndehacerseindustrial?—preguntóalpoco.

—Eramifirmeintenciónhacetresmeses.

—¡Ja!Mástontoesusted.¡Menudapintadeindustrial!¡Puessíquetienecaradehombredenegocios!

—MicaraestalcomoDioslahizo,señorHunsden.

—Dios no hizo su cara ni su cabeza paraX. ¿De qué le sirven aquí lasprotuberancias de la creatividad, la comparación, el amor propio y laescrupulosidad?Pero si le gustaBigbenClose, quédese.Es asunto suyo, nomío.

—Talveznotengaalternativa.

—Bueno, bien pocome importa.Me es indiferente lo que haga usted oadónde vaya. Pero ahora tengo frío; quiero volver a bailar, y veo a unahermosamuchachasentadaenlaesquinadelsofájuntoasumadre;verácómome laagenciodeparejaenmenosquecantaungallo.AhíestáWaddy,SamWaddy,acercándoseaella.¿Puesnohedecortarleelpaso?

Y el señor Hunsden se alejó con paso decidido; lo contemplé desde laspuertascorrederas,queestabanabiertas:letomóladelanteraaWaddy,solicitóunbailedelahermosamuchachaysealejóconairetriunfal,llevándoladelamano. Era una mujer joven y alta, bien proporcionada, y con un atavíodeslumbrante,muydelestilodelaseñoraCrimsworth;Hunsdenlahizogirarconenergíaalritmodelamúsicadevals,estuvoasuladoduranteelrestode

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lavelada,yvienelsemblanteanimadoysatisfechodelajovenqueélhabíaconseguidocaerle realmentebien.También lamadre (unamujer robustaconturbante que respondía al nombre de señora Lupton) parecía complacida,seguramentehalagadainteriormenteporvisionesproféticas.LosHunsdeneranunaantiguafamiliay,pesealdesprecioquemostrabaYorke(taleraelnombrede pila de mi interlocutor) por las ventajas de la cuna, en el fondo de sucorazónconocíaperfectamenteyapreciabaentodosuvalorladistinciónqueleotorgabasuantiguo linaje,aunqueno fueradegran lustre,enun lugardedesarrollorecientecomoX,decuyoshabitantessedecíaproverbialmentequeniunoenunmillarsabíaquiénerasuabuelo.LosHunsden,además,ricosenotrotiempo,seguíansiendoindependientes,yseafirmabaqueYorkepugnabacon todos los medios a su alcance por devolver, mediante el éxito de susnegocios, la antigua prosperidad a la fortuna en decadencia de su familia.Teniendo en cuenta estas circunstancias, no era de extrañar que en el anchorostro de la señora Lupton luciera una sonrisa de satisfacción al ver alherederodeHunsdenWoodcortejandodiligentementeasuqueridahijaSarah-Martha. Sin embargo, como mis observaciones eran, probablemente, másprecisasporsermenosansiosas,prontoviquelosfundamentosdelafelicidadmaternaeranrealmenteendebles;elcaballeroencuestiónmepareciómuchomás deseoso de causar impresión que susceptible de recibirla.No sé lo quetenía el señor Hunsden para que,mientras lo observaba (no tenía otra cosamejorquehacer),devezencuandomesugirieralaideadeunextranjero.Sufiguraysusfaccionespodíanconsiderarseinglesas,aunqueinclusoenesoseapreciaba alguna que otra pincelada gala, pero no tenía la timidez inglesa;había aprendido en alguna parte, de algún modo, el arte de una perfectadesenvoltura y de no permitir que esa timidez insular actuara como barreraentre él y su conveniencia, o su placer. No afectaba refinamiento, pero nopodía llamársele vulgar; no era extraño, ni excéntrico, pero no se parecía anadie quehubiera visto antes; su porte en general irradiaba una satisfaccióncompleta y soberana; no obstante, en ocasiones, una sombra indescriptiblecruzabapor su semblantecomouneclipseymedaba la impresiónde serelsignode una súbita y gran duda interior sobre símismo, sus palabras y susacciones; un intenso descontento con su vida o su posición social, susperspectivasfuturasosuslogrosmentales,nolosé.Talvez,alfinyalcabo,setratarasólouncaprichobilioso.

CAPÍTULOIV

Aningúnhombrelegustareconocerquehacometidounerroralescogersuprofesión,ytodohombrequeseprecielucharácontravientoymareaantes

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quegritar:¡Medoyporvencido!ydejarsearrastrardevueltaatierra.DesdemiprimerasemanaenX,miactividadseconvirtióenunfastidio.Eltrabajoensí—copiary traducir cartascomerciales—erayauna tareaarduay tediosa,pero, de haber sido eso todo, habría soportado mucho más tiempo aquellapesadez; no soy una persona impaciente e, influido por el doble deseo deganarmelavidaydejustificarantemímismoyantelosdemásladecisióndeconvertirme en industrial, habría sufrido en silencio que mis mejoresfacultades se enmohecieran y anquilosaran; jamás habría susurrado, siquieramentalmente,queanhelabalalibertad;habríareprimidotodoslossuspirosconquemicorazónhubieraosadocomunicarsuangustiaenmediodelaestrechez,elhumo,lamonotoníayelbulliciosinalegríadeBigbenClose,ysujadeanteanhelodehallarseenlugaresmáslibresymenossofocantes;habríacolocadolaimagendelDeberyelfetichedelaPerseveranciaenmipequeñodormitoriodelapensióndelaseñoraKing,yamboshabríansidomisdioseslares,delosquemiBienmáspreciado,miAmadaensecreto, laImaginación, la tiernaypoderosa,jamásmehabríaseparado,niporlasbuenasniporlasmalas.Peroeso no era todo; la Antipatía que había surgido entre mi Jefe y yo, que seenraizaba cada vez más y extendía una sombra cada vez más densa, meimpedía siquiera entrever el sol de la vida, y empecé a sentirme como unaplanta creciendo en una húmeda oscuridad sobre las paredes viscosas de unpozo.

Antipatía es la única palabra que puede expresar lo que EdwardCrimsworthsentíapormí,unsentimientoengranmedidainvoluntarioyquetendía a despertarse con el movimiento, la expresión o la palabra másinsignificantesqueyoutilizara.Miacentodelsur lemolestaba, laeducaciónque traslucía mi forma de hablar le irritaba, mi puntualidad, diligencia yeficacia convirtieron su desagrado en permanente, infundiéndole el intensomatizyeldolorosoaliviodelaenvidia:temíaquetambiényoacabarasiendoalgún día un industrial de éxito.De haber sido inferior a él en algo, nomehabríaodiadotanto,peroyosabíacuantoélsabía,yparaempeorarlascosas,sospechabaqueyoguardababajocandadounariquezamentaldelaquenoerapartícipe.Sihubierapodidocolocarmealgunavezenunaposiciónridículaohumillante, me habría perdonado muchas cosas, pero tres facultades meprotegían:Cautela,TactoyObservación,ypesea lamalignidadacechanteeindiscreta de Edward, jamás pudo engañar a los ojos de lince de estosCentinelasmíos por naturaleza.Día tras día suMalicia vigilaba ami Tactoesperando verlo dormirse, preparada para sorprenderlo con el sigilo de unaserpiente, durante el sueño, pero el Tacto —cuando es auténtico— jamásduerme.

Habíarecibidomiprimersueldoyregresabaamialojamiento,embargadoscorazónyespírituporlaagradablesensacióndequealpatrónquelopagabaledolía cada penique de aquellamiseria duramente ganada (hacía tiempo que

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habíadejadodeconsideraralseñorCrimsworthmihermano;eraunamoduroeimplacablequepretendíaseruntiranoinexorable,nadamás).Pormicabezacruzabanpensamientos, invariablespero intensos;dosvoceshablabanenmiinterior;unayotravezpronunciabanlasmismasfrasesmonótonas;unadecía:«William, tu vida es insoportable», la otra: «¿Qué puedes hacer paracambiarla?».Caminabadeprisa,pueseraunanocheheladadeenero;amedidaquemeacercabaamialojamiento,pasédeunrepasogeneralamisasuntosalaespeculaciónconcretadesisehabríaapagadoelfuegodemichimenea;almirarhacialaventanademisalitanodistinguíelalegreresplandorrojo.

—Esapuercadecriadalohaolvidado,comodecostumbre—dije—,ysientro no veré más que pálidas cenizas; hace una bonita noche estrellada;caminaréunpocomás.

La noche era realmente hermosa y las calles estaban secas, e inclusolimpias,tratándosedeX;juntoalatorredelaiglesiaylaparroquiaseveíalacurvacrecientedelalunayentodoelfirmamentobrillabanconfuerzacientosdeestrellas.

Inconscientementedirigímispasoshaciaelcampo;habíallegadoalacalleGrove y empezaba a sentir el placer de adivinar algunos árboles a lo lejos,cuando, desde la verja que rodeaba unode los jardincillos que se extendíanfrentealascasasdelacalle,alguiensedirigióamíjustocuandopasabapordelantedeunacasaapasorápido.

—¿Aquédemoniosviene tantaprisa?Asídebióde salirLotdeSodomacuando esperaba que la arrasara el fuego que arrojarían ardientes nubes debronce.

Me detuve en seco y miré a quien me hablaba; olí la fragancia y vi lachispa rojadeun cigarro, así comoel perfil oscurodeunhombre inclinadohaciamíporencimadelaverja.

—Comove, estoymeditando en el campobajo elmantode la noche—prosiguiólasombra—.¡Diossabequeesunduroempeño!,sobretodoporque,enlugardemandarmeaRebecaalomosdeuncamello,conbrazaletesenlosbrazosyunaroenlanariz,elDestinomeenvíatansóloaunescribienteconungabángrisdemezclilla.

La voz me era familiar; su segunda frase me permitió reconocer laidentidaddemiinterlocutor.

—¡SeñorHunsden!Buenasnoches.

—¡Buenas noches, ciertamente! Sí, pero habría pasado de largo sindecirmenadadenohabertenidoyolacortesíadehablarprimero.

—Nolehabíareconocido.

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—¡Famosa excusa! Debería haberme reconocido; yo le he reconocido austed,aunqueavanzabacomounamáquinadevapor.¿Lepersiguelapolicía?

—No valdría la pena; no soy lo suficientemente importante como paraatraersuatención.

—¡Ay del pobre pastor! ¡Pobre y mil veces pobre! ¡Qué tema para laaflicción,yquéabatimientoelsuyoajuzgarporeltonodesuvoz!Pero,sinohuyedelapolicía,¿dequéhuye?¿Deldiablo?

—Alcontrario,corroasuencuentro.

—Bien hecho; ha tenido usted suerte. Hoy es martes por la noche; haydocenas de calesas y carros que regresan a Dinneford del mercado, y él oalgunode lossuyossuelen tenerasientoen todos losvehículos.Asípues, sideseaentrary sentarsemediahoraenmi salónde soltero,puedeque leveapasarsingrandificultad.Detodasformascreoqueseríamejorqueestanocheledejaratranquilo,tendrámuchosparroquianosalosqueservir;elmartesesundíaajetreadoenXyenDinneford;encualquiercaso,entre.

Mientrashablaba,abriólaverja.

—¿Deverdadquierequeentre?—pregunté.

—Comoguste.Estoysolo,sucompañíaduranteunpardehorasresultaríaagradable, pero si no quiere honrarme hasta ese punto, no insistiré.Detestoaburriralosdemás.

Me apeteció aceptar la invitación igual que a Hunsden le apetecíaformularla; traspasé la verja y le seguí hasta la puerta principal; despuésrecorrimosunpasilloyentramosenelsalón;trascerrarlapuerta,meseñalóunsillónjuntoalfuego,mesentéyechéunvistazoamialrededor.

La estancia era cómoda, hermosa y acogedora a la vez; en la luminosachimeneaardíaunauténticofuegode…shire,claroygeneroso,nadaqueverconlasmíserasascuasdelsurdeInglaterra,amontonadasenunrincóndelachimenea. Sobre lamesa, una lámpara con pantalla difundía una luz tenue,agradable y uniforme; elmobiliario era casi lujoso para un soltero joven, yconsistía enun sofáydosmullidasbutacas; loshuecosa ambos ladosde larepisa de la chimenea estaban llenos de estanterías, bien provistas de librosperfectamenteordenados.Megustó lapulcritudde lahabitación;detesto lascostumbres irregulares y desaseadas; por lo que vi, deduje que las ideas deHunsden coincidían con lasmías en ese punto.Mientras él trasladaba unoscuantosfolletosyperiódicosdelamesacentralalaparador,recorríconlavistalos estantes que tenía más cerca. Predominaban las obras en francés y enalemán; estaban los viejos dramaturgos franceses y diversos autoresmodernos: Thiers,Villemain, Paul deKock,Georges Sand, Eugène Sue; en

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alemán,Goethe,Schiller,Zschokke,JeanPaulRichter;eningléshabíatítulossobre Economía Política. No seguí examinando los libros, pues el señorHunsdenreclamómiatención.

—Tómesealgo—dijo—; sindudanecesitará reponer fuerzasdespuésdecaminarquiénsabedesdecuándoenunanochecanadiensecomoésta,peronoserábrandyconagua,niunabotelladeOporto,niunaídemdeJerez,puesnodispongode esos venenos.Yobebo vino delRhin; puede elegir entre eso ocafé.

UnavezmáscoincidíconHunsdenenmisgustos;sihabíaunacostumbrequedeverdad aborrecía, era la ingestiónhabitual de licoresyvinos fuertes.Sinembargo,tampocomegustabaelácidonéctaralemán,perosíelcafé,demodoquerespondí:

—Demeunpocodecafé,señorHunsden.

Notéquemirespuestalecomplacía;sindudaesperabaunafríareacciónasufirmedeclaracióndequenomeofreceríavinonilicores;selimitóalanzarunamiradainquisitivaamirostroparadilucidarsimicordialidaderasinceraounamerasimulacióndecortesía;sonreí,porquelecomprendíaperfectamentey,aunrespetandosudeliberadafirmeza,medivertíasudesconfianza.Pareciócomplacido,tocólacampanillaypidiócafé,quenostrajeronalpocorato;élseconformóconunracimodeuvasyunvasodeunabebidaamarga.Elcaféeraexcelente;selodijeyexpresélatremendacompasiónquemeinspirabasurégimen de anacoreta. Él no respondió, creo que ni siquiera oyó micomentario; en aquel momento se había producido en su rostro uno deaquelloseclipsesmomentáneosalosqueanteshealudido,borrandosusonrisay sustituyendo su habitual mirada perspicaz y burlona por otra abstraída ydistante.Empleéaquellapausaenunrápidoexamendesufisonomía.Era laprimeravezquepodíaobservarledecercay,alseryomuycortodevista,sólomehabíahechounaideavagaygeneraldesuaspecto.Mesorprendiópercibirlopequeños,inclusofemeninos,queeransusrasgos;sufiguraalta,susrizoslargosyoscuros, suvozy suportemehabíandado la ideadealgo fuerteymacizo;muyalcontrario,hastayoteníalasfaccionesmásdurasycuadradas.Intuí que habría contrastes entre su ser interior y el exterior, y tambiéncontradicciones, pues sospechaba que había en su alma más voluntad yambición que fibra y músculos en su cuerpo. Tal vez en esasincompatibilidades entre physique y morale estaba el secreto de su volublemelancolía;quería,peronopodía,yelespírituatléticomirabacondesprecioasu frágil compañero. En cuanto a si era o no atractivo, me habría gustadoconocer la opiniónde unamujer al respecto; amímeparecía que su rostropodíaproducirsobreunadamaelmismoefectoqueproduciríaenunhombreuna cara femenina muy enérgica e interesante, pero sin atractivo. Hemencionadoya sus rizososcuros: los llevabapeinadoshacia los lados sobre

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una frente blanca y suficientemente ancha.Susmejillas teníanun color casifebril;talvezsusfaccionesresultaransobreunlienzo,peronoservíanparaelmármol.Eranmaleables;elcarácterhabíagrabadosusellosobrecadaunadeellas, la expresión lasmoldeaba a su gusto y obraba extrañasmetamorfosis,dándoleprimerolaaparienciadeuntorotaciturnoyluegoladeunamuchachapícara y traviesa; con mayor frecuencia, ambos aspectos se mezclaban,formandounsemblanteextrañoycomplejo.

Despertandodesumudoacceso,dijo:

—¡William! ¡Qué estupidez por su parte vivir en ese deprimentealojamientodelaseñoraKing,cuandopodríaalquilarhabitacionesaquí,enlacalleGrove,ytenerunjardíncomoelmío!

—Estaríademasiadolejosdelafábrica.

—¿Yqué?Lesentaríabieniryvolverdosotresvecesaldía;además,¿tanfosilizadoestáquenodeseaverunaflorounahojaverde?

—Nosoyunfósil.

—¿Qué es entonces? Se sienta en ese escritorio de la oficina deCrimsworth día tras día, semana tras semana, rascando el papel con unapluma, como un autómata; no se levanta jamás, no se queja jamás, no pidenuncaundíadefiesta,nihabladecambiaroderelajarse,nosepermiteexcesoalguno por las noches, no frecuenta malas compañías, ni se entrega a labebida.

—¿Lohaceusted,señorHunsden?

—Nocreaquemevaadesconcertarconpreguntasdeesetipo;sucasoyelmío son diametralmente opuestos y no tiene sentido intentar hallar unparalelismo.Loquedigoesque,cuandounhombresoportapacientementeloquetendríaqueserleinsufrible,esunfósil.

—¿Ycómosabeustedqueyosoypaciente?

—Perohombre, ¿imaginaacasoqueesustedunmisterio?Laotranochepareció sorprenderse de que yo supiera a qué familia pertenecía, y ahora leparecemotivodeasombroquelellamepaciente.¿Quécreequehagoconlosojos y las orejas? He estado en su oficina en más de una ocasión en queCrimsworthlehatratadocomoaunperro;lehapedidounlibro,porejemplo,ycuandoustedlehaentregadoelquenoera,oelqueéldecidíaquenoera,selohaarrojadocasialacara;olehaceabrirycerrarlapuertacomosifuerasulacayo,pornohablarde su situación en la fiestadehaceunmes, dondenohabía ni lugar ni pareja para usted, y merodeaba por allí como un parásitopobreydesastrado.¡Cuántapacienciahademostradoentodasesasocasiones!

—Bien,señorHunsden,¿yqué?

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—Difícilmente puedo decírselo yo; la conclusión que debe extraerse encuanto a su carácter depende de la naturaleza de los motivos que guían suconducta;sisupacienciasedebeaqueesperasacarlealgoaCrimsworthmásadelante,apesardesutiranía,otalvezpormediodeella,esustedloqueelmundollamaunhombreinteresadoymercenario,peropuedequetambiénseaun tipo muy listo; si es paciente porque cree que es su deber responder alinsultoconlasumisión,esuninfelizsinremedio,yenmodoalgunoapostaríaporusted;siespacienteporquetieneuncarácterflemático,sosoyapáticoyesincapazdealcanzarellímitedesuresistencia,sindudaDiosleconcibióparaseraplastado;asíquesigapostrándose,sigaenelsueloydejequelearrolleelJuggernautyqueleaplaste.

Como es evidente, la elocuencia del señor Hunsden no era ni suave niempalagosa;medesagradómientrashablaba;meparecióreconocerenélaunode esos personajes a los que, aun siendo sensibles, el egoísmo lleva a serimplacables con la sensibilidadde losdemás.Además, aunqueno era comoCrimsworth ni como lord Tynedale, eramordaz, y sospechaba que tambiénpecaba de autoritario a su manera; había un deje de despotismo en lavehemencia de sus reproches con el que pretendía incitar al oprimido arebelarsecontraelopresor;mirándoleconmayordetenimiento,viescritoensusojosyensusemblantelaresolucióndearrogarseunalibertadtanilimitadaque podía amenazar a menudo la justa libertad de sus vecinos. Estospensamientospasaronrápidamentepormicabezayluegomeechéareír;soltéuna pequeña e involuntaria carcajada, motivada por aquella sutil revelacióninternasobrela imperfeccióndelhombre.Talcomohabíapensado,Hunsdenesperabaque recibiera con calma sus suposiciones erróneasyofensivas, suspullascáusticasyaltaneras,yleirritóunacarcajadaqueapenasllegóaserunsusurro.

Fruncióelentrecejo,lasfinasventanasdesunarizsedilataron.

—Sí—dijo—,ya lehabíadichoqueesustedunaristócrata.¿Quiénsinounaristócratasereiríadeesaformayconesaexpresión?Surisaesheladayburlona; su expresión, indolentemente sediciosa; su ironía, de caballero; suresentimiento,depatricio.¡Quénoblehabríasidousted,WilliamCrimsworth!Estáhechoparaello.¡LástimaquelaFortunahayafrustradoalaNaturaleza!Fíjeseensusfacciones,ensufigura,inclusoensusmanos,todoesdistinción,¡fea distinción! Si tuviera una finca y una mansión y jardines y un título,desempeñaría su papel exclusivo, defendería los derechos de su clase,enseñaríaasusarrendatariosa respetara lanobleza,seopondríaacualquiermedida que diera poder al pueblo, apoyaría a su podrida orden y estaríadispuestoanadarenlasangredelachusmaporsucausa.Peronotieneustedningúnpoder,nopuedehacernada;hanaufragadoyestávaradoenlaplayadela Industria, obligadoa chocar contrahombresprácticos a losquenopuede

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soportar,porqueustednoserájamásunindustrial.

LaprimerapartedeldiscursodeHunsdennomeinmutóenabsoluto,o,silohizo, fue sóloparamaravillarmede la retorcidadeformaciónde su juiciosobremi carácter, a la que le había inducido el prejuicio; la frase final, sinembargo,nosólomealteró,sinoquemeafectómuchísimo;elgolpequerecibífuegraveporquelaVerdadempuñabaelarma.Sisonreífuesóloporquemedespreciabaamímismo.

Hunsdensevioconventajaylaaprovechó.

—No llegará a nada en el mundo de los negocios —prosiguió—. Noobtendránadamásqueelmendrugodepanduroyeltragodeaguapuradelosqueahoravive;laúnicaposibilidadquetienedehacerfortunaestáencasarseconunaviudaricaoenfugarseconunaheredera.

—Esosrecursoslosdejoparaquelosponganenprácticaquieneslosidean—repliqué,levantándome.

—Y ni aun así tiene esperanzas de conseguirlo—prosiguió él con todafrialdad—.¿Quéviuda leaceptaría?Ymuchomenosunaheredera.Noes lobastanteaudazniatrevidoparauna,nilobastanteapuestoyfascinanteparalaotra; tal vez crea que parece inteligente y refinado; lleve su intelecto y surefinamientoalmercadoycuéntemeenunanotapersonal elprecioquehanpujadoporellos.

El señorHunsdenhabía adoptadoun tonoqueno iba avariar en toda lanoche; pulsaba una cuerda que estaba desafinada, no pensaba pulsar otra.Reacioaladiscordancia,delaqueteníamásquesuficientetodoslosdías,dela mañana a la noche, decidí por fin que el silencio y la soledad eranpreferiblesaunaconversacióndisonante;ledeseébuenasnoches.

—¡Cómo! ¿Se va usted, muchacho? Bien, buenas noches; usted soloencontrarálasalida.

Ysequedósentadofrentealfuego,mientrasyosalíadelaestanciaydelacasa.Recorríbuenapartede ladistanciaquemeseparabademialojamientoantesdedarmecuentadequecaminabamuydeprisay resollaba,dequemeestabaclavandolasuñasenlaspalmasdelasmanoscerradascomopuños,yde que tenía los dientes apretados. Al descubrirlo, aminoré el paso y relajépuñosymandíbulas,peronopudedetenerlamareadelamentacionesqueseagolpaban precipitadamente en mi cabeza. ¿Por qué me he metido en laindustria? ¿Por qué he entrado en casa de Hunsden esta noche? ¿Por quémañana al amanecer tengo que volver a la fábrica de Crimsworth? Pasé lanocheenterahaciéndomeestaspreguntasy toda lanocheexigícondurezaamialmaunarespuesta.Nodormí;meardíalacabeza,teníalospieshelados;finalmentesonaronlascampanasdelafábricaysaltédelacamaigualquelos

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demásesclavos.

CAPÍTULOV

Todo tiene su punto culminante, tanto los estados de ánimo como lasdistintassituacionesenlavida.

Leestabadandovueltasaesoenlacabezacuando,enelgélidoamanecerdeunamañanadeenero,bajépor lacalleempinadaycubiertadehieloquedescendía desde la casa de la señora King hasta Close. Los obreros de lafábrica me habían precedido en casi una hora y la fábrica estabacompletamente iluminaday funcionandoapleno rendimientocuando llegué;ocupémipuestoenlaoficinadecontabilidadcomodecostumbre;lachimeneaallí,reciénencendida,apenashumeaba;Steightonaúnnohabíallegado.Cerrélapuertaymesentéenmiescritorio;aúnteníalasmanosentumecidasdespuésdehabérmelaslavadoconaguamediocongelada.Nopodíaescribirhastaqueentraranencalor,demodoqueseguícavilandosobre«ElPuntoCulminante».

El descontento conmigo mismo turbó sobremanera el fluir de misreflexiones.

«Vamos,WilliamCrimsworth—decíamiConciencia,oloqueseaquenosllamalaatencióndesdenuestrointerior—,vamos,hazteunaideaclaradeloqueaguantaríasydeloqueno;hablasdelPuntoCulminante;¿haalcanzadoturesistenciaelpuntoculminante,sipuedesaberse?Aúnnohacumplidocuatromeses. Qué tipo tan decidido te creíste cuando le dijiste a Tynedale queseguirías lospasosde tupadre, ¡ymenudacarreravasahacer tú! ¡Cómo tegustaX! Justo en estemomento, ¡qué agradables asociaciones sugieren suscalles,sustiendas,susfábricasyalmacenes!¡Cómotealegralaperspectivadeun nuevo día! Copiar cartas hasta el mediodía; una comida solitaria en tushabitaciones; copiar cartas hasta la noche; soledad, pues no disfrutas con lacompañíadeBrown,nideSmith,nideNicholl,nideEccles,yencuantoaHunsden,imaginabasquehallaríasplacerenrelacionarteconél,¡conél!,¡él!¿Qué te pareció la ración que te dio anoche? ¿Dulce? Sin embargo, es unhombre original y con talento, y aunque tú no le gustas, tu amor propio tedesafía a tomarle simpatía; siempre te ha visto bajo una luz desfavorable,siempre te verá bajo esa luz; vuestras posiciones son distintas y, aunqueestuvieranalmismonivel,vuestramentalidaddifiere;noesperespuesrecogerla miel de la amistad de esa planta guardada por espinos. ¡Cuidado,Crimsworth! ¿Hacia dónde derivan tus pensamientos? Dejas el recuerdo deHunsden como una abeja deja una roca o un pájaro un desierto, y tusaspiraciones despliegan unas alas impacientes hacia una tierra de visiones

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donde ahora, a la luz del día que avanza, de un día en X, osas soñar conCordialidad,ReposoyUnión.Estastrescosasnolasencontrarásjamásenestemundo;sonángeles;puedequelasalmasdelosjustosalosquesehahechoperfectoslasencuentrenenelCielo,perotualmanoseránuncaperfecta.¡Danlasocho!Setehandescongeladolasmanos,¡atrabajar!»

—¿Trabajar?¿Porquéhedetrabajar?—dijeconresentimiento—.Anadiecomplaceloquehago,aunquetrabajocomounesclavo.

«Trabaja,trabaja»,repitiólavozinterior.

—Pormucho que trabaje, no servirá de nada—dije con un gruñido.Noobstante,saquéunpaquetedecartasycomencémitarea,unatareaamargaydesagradecidacomoladelos israelitasquesearrastrabanpor loscamposdeEgiptoabrasadosporel sol enbuscadepajaymatojosparacumplir con sucupodeladrillos.

AlrededordelasdiezoíentrarlacalesadelseñorCrimsworthenelpatio,yun par de minutos más tarde entraba en la oficina. Tenía por costumbreecharnosunaojeadaaSteightonyamí,colgarsuimpermeable,quedarseunrato de espaldas al fuego y después salir. Aquel día se mantuvo fiel a sushábitos;laúnicadiferenciaconsistióenque,almirarme,suexpresiónnoerasólo dura, sino hosca, y su mirada, en lugar de ser fría, era furiosa. Mecontemplóunpardeminutosmásdelonormal,perosindecirnada.

Dieron lasdoce, lacampanasonóa lahorade lapausaenel trabajo, losobrerossefueronacomer;tambiénSteightonsefue,pidiéndomequecerraralapuertadelaoficinayquemellevaralallave.Estabayoatandounpliegodepapeles y colocándolos en su lugar antes de cerrar mi escritorio, cuandoCrimsworthreaparecióenelumbralyentró,cerrandolapuertatrasél.

—Quédateunmomento—dijoconvozgraveybrutal, lasventanasdelanariz dilatadas y la chispa de un fuego siniestro en los ojos. A solas conEdward, recordé nuestro parentesco y, al hacerlo, olvidé la diferencia deposiciónentrenosotros,dejéaunladoladeferenciayelcuidadoenelhabla,ylerespondíconsencillabrevedad.

—Eshoradeiracasa—dije,dandolavueltaalallavedelescritorio.

—¡Tequedarásaquí!—repitió—.¡Yapartalamanodeesallave!¡Déjalaenlacerradura!

—¿Por qué? —pregunté—. ¿Qué motivo hay para que cambie miscostumbres?

—Hazloqueteordeno—fuelarespuesta—.¡Ysinpreguntas!Eresunodemis sirvientes, ¡obedéceme! ¿Qué has estado haciendo…? —añadió sindetenersea respirar;unabruscapausaanuncióquepor elmomento la ira le

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impedíaarticularpalabra.

—Puedesverlo túmismo,siquieressaberlo—contesté—.Aquí tieneselescritorioabiertoyaquíestánlospapeles…

—¡Malditaseatuinsolencia!¿Quéhasestadohaciendo?

—Eltrabajoquetúmedas,ylohehechobien.

—¡Hipócrita y estúpido! ¡Blandengue llorica! ¡Cuerno de grasa! (Esteúltimotérminoes,segúncreo,purodialectode…shire,yserefierealcuernodenegroy rancioaceitedeballenaque sueleversecolgadode loscarros,yqueseempleaparaengrasarlasruedas.)

—Bien,EdwardCrimsworth,yaessuficiente.Eshoradequearreglemoscuentastúyyo.Haceahoratresmesesquemehepuestoapruebatrabajandoparatiymeparecelaesclavitudmásrepugnantequepuedadarsebajoelsol.Búscateotroempleado,yomelargo.

—¡Qué! ¿Te atreves a despedirte? Espera almenos a cobrar lo tuyo.—Cogiólapesadafustaquecolgabajuntoasuimpermeable.

Mepermití reír con cierto desprecio que nomemolesté en atemperar nidisimular; su furia aumentó, y cuando hubo soltado media docena dejuramentos vulgares e impíos, sin atreverse, noobstante, a levantar la fusta,prosiguió:

—Tehedescubiertoyya sécómoeres, ¡vily rastreroquejica!¿QuéhasestadodiciendodemíportodoX?¡Respóndeme!

—¿Sobreti?Nimeapetecenitengolatentacióndehablardeti.

—Mientes,lohacesconstantemente,hashechounacostumbredequejartepúblicamentede lasvejacionesque recibesdemí.Has idoporahí contandoque te pago un salariomezquino y que te trato peor que a un perro. ¡Ojaláfuerasunperro!Empezaríaapegarteahoramismoynomemoveríadeaquíhastahabertearrancadoelúltimotrozodecarnedeloshuesosconestelátigo.

Blandiósuherramientay lapuntadel látigomerozólafrente.Uncálidoestremecimientodeexcitaciónmerecorrióelcuerpo,lasangrepareciódarunsaltoyluegoseprecipitóhirvienteporlasvenas;melevantéágilmente,rodeéelescritorioymeencaréconél.

—¡Bajaeselátigo!—dije—,yexplícameahoramismoquéquieresdecir.

—¡Bergante!¿Conquiéncreesqueestáshablando?

—Contigo, no hay nadie más aquí, según creo. Dices que te hecalumniado,quemehequejadodelsueldoydetusmalostratos.Quierooírlaspruebasenquesesustentantalesafirmaciones.

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Crimsworth no tenía dignidad, y cuando le exigí con severidad que medieraunaexplicación,meladioalzandoeltonodevozyrecriminándome.

—¡Pruebas!Lasvasa tener,ydate lavueltahacia la luzparaquepuedavercómoenrojecetucarainsolentecuandotedemuestrequeeresunhipócritay un mentiroso. Ayer, en una asamblea pública del Ayuntamiento, tuve elplacerdeoírcómomeinsultabaelportavozqueseoponíaamíenlacuestióna debate con alusiones a mis asuntos privados, con hipocresías sobremonstruosdesnaturalizados,déspotasfamiliaresyotrasmemecesporelestilo,y cuando me alcé para replicarle, la chusma me gritó y la mención de tunombre me permitió detectar de inmediato la procedencia del vil ataque;cuandomiréamialrededor,viaesevillanotraidor,Hunsden,actuandocomoinstigador.Haceunmes te vi enzarzado en íntima conversación con él y séqueestuvisteensucasaanoche.Niégalositeatreves.

—¡Oh, no pienso negarlo! Y si Hunsden azuzó a la gente para que teabucheara, hizomuy bien;mereces la execración popular, pues difícilmentehabráexistidounamomásdespiadado,unhermanomásbrutalyunhombrepeorquetú.

—¡Bergante!¡Bergante!—repitióCrimsworth,ypararematarsuapóstrofehizorestallarellátigoporencimademicabeza.

Un minuto me bastó para arrebatárselo, partirlo en dos y arrojarlo a lachimenea;seabalanzósobremí,peropudeesquivarleydije:

—Tócameyharéquetellevenanteeljuezmáscercano.

HombrescomoCrimsworth,siencuentranunaresistenciafirmeyserena,rebajansiempreuntantosudesorbitadainsolencia.Noqueríaserllevadoanteun juez y supongo que se dio cuenta de que hablaba en serio. Después dededicarme una mirada larga y extraña, a un tiempo desafiante y atónita,pareciódecidirque,alfinyalcabo,sudinerolehacíasuperioraunmendigocomoyo,yqueteníaensusmanosunmodomásseguroydignodevengarsequeuncastigocorporalalgoarriesgado.

—Cogetusombrero—dijo—.Cogeloqueseatuyoysalporesapuerta;veteatuparroquia,vagabundo.Suplica,roba,muéretedehambre,hazquetedeporten, lo que sea, ¡pero no vuelvas a ponerte delante demi vista, si noquieres saber lo que es bueno! Si me entero de que pones los pies en uncentímetro de terreno que me pertenezca, contrataré a alguien para que teapalee.

—No es probable que tengas ocasión de hacerlo; una vez salga de tuspropiedades,¿quépodría tentarmea regresaraellas?Dejoatrásunaprisión,untirano;dejoatrásalgomuchopeorquelopeorquepuedaaguardarmeenelfuturo,asípues,notemasmivuelta…

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—¡Vete o no respondo de mí! —exclamó Crimsworth. Me dirigílentamenteamiescritorio,saquécuantodesucontenidoerademipropiedad,melometíenelbolsillo,locerréydejélallaveencima.

—¿Quéhassacadodelescritorio?—preguntóelpatrón—.Déjalotodoensusitiooenviaréaunpolicíaparaqueteregistre.

—Míralo bien entonces —repliqué y cogí mi sombrero, me puse losguantes y salí de la oficina caminando tranquilamente; salí para no volverjamás.

Recuerdo que, al sonar la campana de la fábrica anunciando la hora decomer,antesdequeentraraelseñorCrimsworthytuvieralugarlaescenaqueacabode relatar, teníabastante apetitoyhabía estadoesperandooír la señalconciertaimpaciencia,peroenesemomentomeolvidédecomer;laimagendelcorderoasadoconpatatasseborródemicabezaacausadelaagitaciónyel torbellinoquehabía originado en ella la conversaciónde la últimamediahora; sólo pensé en caminar de modo que la acción de mis músculosarmonizaraconlaaccióndemisnervios,yya locreoquecaminé,deprisaybien lejos; ¿qué otra cosa podía hacer?Me había quitado un gran peso deencima,mesentíaligeroyliberado.MehabíaidodeBigbenClosesinquemeflaqueara la determinación, sin que mi amor propio saliera malparado; nohabía forzado lasCircunstancias, sinoqueéstasmehabíansalvado.LaVidavolvíaaabrirseantemí;sushorizontesnoestabanyalimitadosporelaltoynegromuroquecircundabalafábricadeCrimsworth.Doshorastranscurrieronantesdequemisemocionessehubierancalmado losuficienteparaobservarloslímitesmásampliosydespejadosporlosquehabíacambiadoaquelrecintocubiertodehollín.Cuandoporfinalcélavista…¡caramba!DelantedemíseextendíaGrovetown, un pueblecito de casas de campo situado a unas cincomillasdeX.Elcortodíainvernalseacercabaasufin,comopudecomprobarpor el rápido declinar del sol; una fría bruma surgía del río junto al que sehalla X y a lo largo del cual discurre la carretera que había tomado;ensombrecía la tierra, perono el claro y gélido cielo de enero.Reinabaunagranquietud; aquelmomentodeldíapropiciaba la tranquilidad,puesnoeraaún lahorade salidade las fábricasynohabíagenteenel exterior.Sóloelsonidodelcursodeaguainvadíaelaire,pueselríoeraprofundoycaudaloso,crecidoporeldeshielodeunaúltimanevada.Medetuveunratoymeapoyéenunmuroparaasomarmeyverlacorriente,contemplandoelrápidofluirdelagua.DeseéquelaMemoriagrabaraunaimpresiónnítidaypermanentedelaescena a fin de atesorarla para épocas futuras. El reloj de la iglesia deGrovetowndiolascuatro;levantélosojosycontemplélosúltimosrayosdelsol que lanzaban destellos rojos por entre las ramas peladas de unos roblesmuy viejos que rodeaban la iglesia; su luz daba color al paisaje y locaracterizaba tal comoyodeseaba.Medetuveun instantemás, hasta que el

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dulceylentosonidodelacampanaseextinguióenelaire.Satisfechosoídos,ojosysentimientos,meapartédelmuroy,unavezmás,volvíelrostrohaciaX.

CAPÍTULOVI

Volvíaentrarenlaciudadmuyhambriento;lacomidaregresótentadoraami recuerdo, de modo que subí la estrecha pendiente que conducía a mialojamiento con paso vivo y un gran apetito. Era de noche cuando abrí lapuertadelacalleyentréencasa,preguntándomecómoencontraríaelfuegodemichimenea;lanocheerafríaymeestremecíantelaperspectivadeunhogarllenodecenizassinvida.Mesorprendiógratamenteencontrarunbuenfuegoenunachimenealimpiaalentrarenmisalita.Apenashabíatenidotiempodedarme cuenta de ello cuandome percaté de la presencia de otromotivo deasombro: lasillaenquesolíasentarmejuntoalfuegoestabayaocupadaporuna persona que tenía los brazos cruzados sobre el pecho y las piernasestiradas.Peseasercortodevistaya laengañosaluzdelfuego,unaojeadame bastó para reconocer al señor Hunsden. Desde luego no podíacomplacerme demasiado verlo, considerando el modo en que me habíadespedidodeéllanocheanterior,ycuandomeacerquéalachimenea,aticéelfuego y dije fríamente: «Buenas noches», mi conducta demostró tan pocacordialidad como la que sentía; sin embargo, me preguntaba qué le habíallevadohastaallí,ytambiéncuáleseranlosmotivosquelehabíaninducidoaentrometersedeformatanactivaentreEdwardyyo;aéldebía,alparecer,migratodespido.Aunasí,nomeanimabaapreguntarlenada,amostrarlamenorcuriosidad.Siquería explicarse,podíahacerlo,pero la explicación teníaquesalirdeél;creíquesedisponíaadármela.

—Tiene usted conmigo una deuda de gratitud —fueron sus primeraspalabras.

—¿Yo?—dije—. Espero que no sea muy elevada, pues soy demasiadopobreparacargarconobligacionesmuypesadas,seanlasquesean.

—Entoncesdecláreseenbancarrotade inmediato,porqueestaobligaciónpesaalmenosunatonelada.Alllegar,heencontradoapagadoelfuegodesuchimenea y he hecho que volvieran a encenderlo y que esa criada sosa ymalhumorada se quedara para atizarlo con el fuelle hasta que ha ardidoperfectamente.Bien,demelasgracias.

—No hasta que haya comido algo; no puedo dar las gracias a nadiemientrastengatantahambre.

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Toquélacampanillaypedítéyunpocodecarnefría.

—¡Carne fría! —exclamó Hunsden cuando la criada cerró la puerta—.¡Menudo glotón está usted hecho, hombre! ¡Carne con té! Se morirá deempacho.

—No, señor Hunsden, no me moriré. —Sentía la necesidad decontradecirle; estaba irritadopor el hambreyporverle allí, e irritadopor lapertinazrudezadesusmodales.

—Sonlosexcesosenlacomidaloqueleponedetanmalhumor—dijo.

—¿Cómolosabe?—pregunté—.Esmuypropiodeusteddarunaopiniónpragmáticasinconocerningunadelascircunstanciasdelcaso.Nohecomido.

Habíarespondidodemuymaltalante,peroHunsdenselimitóamirarme,echándoseareír.

—¡Pobrecito!—dijo gimoteando al cabo de un rato—. ¿No ha comidonada? ¡Vaya! Supongo que su patrón no le ha dejado volver a casa. ¿Le haordenadoCrimsworthqueayunecomocastigo,William?

—No, señor Hunsden. —Afortunadamente, en aquel momento demalhumortrajeronelté,ymeabalancésobreelpan,lamantequillaylacarnefría sin más. Después de haber dejado limpio un plato lleno, me humanicéhasta el punto de comunicar al señor Hunsden que no hacía falta que sequedara mirándome, sino que podía acercarse a la mesa e imitarme, si leapetecía.

—Nomeapeteceenabsoluto—dijoyconestaspalabrasllamóalacriadatirando con fuerza del cordón de la campanilla y le transmitió el deseo detomarunvasodeaguacontostadas—.Yunpocomásdecarbón—añadió—.ElseñorCrimsworthtendráunbuenfuegoardiendomientrasyoestéaquí.

Cuando se cumplieron sus órdenes, volvió su silla hacia la mesa paraencararseconmigo.

—Bueno —dijo, reanudando la conversación—. Supongo que se haquedadosintrabajo.

—Sí—contesté,aunque,pocodispuestoamostrarlasatisfacciónquemeproducía esehecho, cediendoauncaprichomomentáneo, seguí conel temacomosimeconsideraraagraviadomásquebeneficiadoporloquesemehabíahecho—. Sí, gracias a usted. Crimsworth me ha echado sin previo avisodebido a cierta intervención suya en una asamblea pública, según tengoentendido.

—¡Ah! ¿Cómo? ¿Ha mencionado eso? Me vio haciendo señas a losmuchachos,¿verdad?¿QuéhadichodesuamigoHunsden,algunalindeza?

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—Lehallamadovillanotraidor.

—¡Oh, aún nome conoce! Soy una de esas personas tímidas que no serevelan en un primer momento, y él apenas acaba de conocerme, perodescubriráquetengoalgunascualidades,¡cualidadesexcelentes!LosHunsdennohan tenido jamásrivaldesenmascarandogranujas;unvillanoredomadoysinhonoressupresanatural,nopuedendespegarsedeunodeellosencuantolo encuentran.Acabade usar usted el adjetivo«pragmático», esa palabra espropiedad demi familia; tenemos buen olfato para los abusos, olemos a unsinvergüenza a una milla de distancia, somos reformadores natos,reformadores radicales, y me era imposible vivir en la misma ciudad queCrimsworth, relacionarmeconél todas las semanas, ser testigodelmodoenque lo trataba austed (porquienpersonalmenteno tengoningúnafecto, tansólo me preocupa la brutal injusticia con que él forzaba su ecuanimidadinnata).Digoquemeeraimposiblevermeenesasituaciónynosentirqueelángel o el demonio de mi raza se adueñaban de mí. He hecho caso a miinstinto,meheopuestoauntiranoyherotounacadena.

Laverdadesqueestediscursomeinteresómucho,entantoquerevelabaelcarácter de Hunsden además de explicar sus motivos; me interesó hasta elpuntodequeolvidéresponderymequedécalladodandovueltasaltorbellinodeideasquemehabíasugerido.

—¿Meloagradece?—preguntóalcabodeunrato.

Enrealidadseloagradecía,ocasi,ycreoqueenaquelmomentohastamegustaba,aunquenolohubierahechoporquemeapreciase;perolanaturalezahumana es obstinada; imposible responder afirmativamente a su rudapregunta,demodoquedepusetodatendenciaalagratitudyleaconsejéque,siesperaba algún tipo de recompensa por su defensa, la buscara en unmundomejor,puesnoeraprobablequelarecibieraenéste.Merespondiótildándomedebribónaristócratasinentrañas,por loquevolvíaacusarledequitarmeelpandelaboca.

—¡Eraunpan sucio,hombre!—exclamóHunsden—. ¡Sucioymalsano!Procedíadelasmanosdeuntirano,porqueleaseguroqueCrimsworthesuntirano,untiranoconsusobrerosysusoficinistas,yllegaráeldíaenqueseauntiranoconsumujer.

—¡Tonterías!Elpanespanyunsalarioesunsalario.Yoheperdidoambosygraciasausted.

—Laverdadesquetienesentidoloquedice—replicóHunsden—.Deboadmitirquemehasorprendidoagradablementeoírlehacerunaobservacióntanprácticacomoésa.Loquehabíaobservadoantessobresucaráctermehabíallevadoa imaginarque la satisfacciónemocionalque lehabríaproducido su

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reciénrecobradalibertadhabríaborradotodaideadeprevisiónyprudencia,almenos durante un tiempo;mi opinión sobre usted hamejorado al ver cómosiguepreocupándoseporlomásnecesario.

—¡Preocuparmeporlomásnecesario!¿Yquéotracosaibaahacer?Tengoqueviviryparavivirhedetenerloqueustedllama«lonecesario»,quesólopuedoconseguirtrabajando;lorepito,mehadespojadousteddemitrabajo.

—¿Quépiensahacer?—insistióHunsdenconfrialdad—.Tieneparientesconinfluencias.Supongoqueprontoleproporcionaránotroempleo.

—¿Parientesconinfluencias?¿Quiénes?Megustaríaconocersusnombres.

—LosSeacombe.

—¡Cuentos!Hecortadotodarelaciónconellos.

Hunsdenmemiróconincredulidad.

—Escierto—dije—,ydefinitivamente.

—Debe de querer decir que ellos han cortado toda relación con usted,William.

—Como prefiera. Me ofrecieron su mecenazgo a condición de que mehiciera clérigo; yo rechacé tanto las condiciones como la recompensa; meapartédemis implacables tíosypreferí arrojarmeenbrazosdemihermanomayor,decuyoafectuosoabrazohesidoarrancadopor lacruel intervencióndeundesconocido;deusted,enresumidascuentas.

No pude contener un amago de sonrisa al hablar así; en ese mismomomentobrotóde los labiosdeHunsdenunacuasimanifestaciónsimilardesentimientos:

—¡Ah, comprendo!—dijo,mirándome a los ojos, y era evidente que enverdadleíaenmicorazón;despuésdepasarunpardeminutosconelmentónapoyadoenelpuño,diligentementeocupadoenunininterrumpidoexamendemisemblante,prosiguió—:Enserio,¿realmentenopuedeesperarnadadelosSeacombe?

—Sí:rechazoyrepulsa.¿Porquémelovuelveapreguntar?¿Cómoibanapermitir que unas manos manchadas con la tinta de una oficina decontabilidad,suciasdelagrasadeunalmacéndelana, tocarandenuevosusaristocráticaspalmas?

—Sería difícil, sin duda; aun así, es usted un Seacombe tan perfecto enaspecto, rasgos, lenguaje, y casi en modales, que no veo cómo podríanrepudiarlo.

—Mehanrepudiado,asíquenohablemosmásdeello.

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—¿Lolamenta,William?

—No.

—¿Porquéno,muchacho?

—Porquenosonpersonasporlasquepudierahabersentidosimpatía.

—Ledigoqueesunodeellos.

—Esosólodemuestraquenosabenadadelasunto;soyhijodemimadre,peronosobrinodemistíos.

—Aunasí…unode sus tíos es lord, aunquebastante insignificanteynomuy rico,y elotrounhombrehonorable.Deberíausted tener encuenta susintereses.

—Tonterías, señor Hunsden. Usted sabe o puede que sepa que, aunquehubiesedeseadosometermealavoluntaddemistíos,jamáshabríaconseguidoinclinarme con la suficiente cortesía para llegar a ganarme su favor.Habríasacrificado mi propio bienestar y no habría conseguido su mecenazgo acambio.

—Esmuyposible.Demodoquepensóqueelplanmásprudenteeraeldevalerseporsuspropiosmediosdeinmediato.

—Exactamente,hedevalermepormispropiosmedios,yhabrédehacerlohasta el día de mi muerte, porque no puedo comprender, ni adoptar, nipracticarlosdeotraspersonas.

Hunsdenbostezó.

—Bien—dijo—,entodoestosólounacosaveoclara,asaber,quenoesasuntomío.—Sedesperezóyvolvióabostezar—.¿Quéhoraserá?—añadió—.Tengouncompromisoalassiete.

—Lassietemenoscuartoenmireloj.

—Bien,entoncesdeboirme.—Selevantó—.¿Novolveráatenernadaqueverconlaindustria?—dijo,apoyandoelcodoenlarepisadelachimenea.

—No,nolocreo.

—Sería un tonto si lo hiciera. Seguramente, además, reconsiderará lapropuestadesutíoyseharáclérigo.

—Para ello, tendría que producirse en mí una completa regeneracióninternayexterna.Unbuenclérigoesunodelosmejoreshombres…

—¡Vaya!¿Esocree?—dijoHunsdenentonodemofa,interrumpiéndome.

—Sí,nolequepaduda.Peronotengolascaracterísticasespecíficasquese

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necesitanparaserunbuenclérigo,yantesqueadoptarunaprofesiónparalaquenotengovocación,preferiríavermeenlapobrezamásabsoluta.

—Es usted un cliente terriblemente difícil de complacer. No quiere serindustrialniclérigo,nopuedeserabogadonimédico,nicaballero,porquenotienedinero.Lerecomiendoqueviaje.

—¿Cómo,sindinero?

—Tiene que viajar para buscar dinero, hombre. Habla francés, con unhorribleacentoinglés,sinduda,perolohabla.VáyasealContinenteyveaquésurgeallíparausted.

—¡Diossabequemegustaría!—exclaméyoconinvoluntarioardor.

—Pues vaya, ¿qué demonios se lo impide? Puede ir a Bruselas, porejemplo,porcincooseislibras…sisabecómoadministrarse.

—Lanecesidadmeenseñaría,aunquenosupiera.

—Vaya,pues,yábrasecaminoconelingeniocuandollegueallí.ConozcoBruselascasitanbiencomoX;estoysegurodequeaunapersonacomoustedleirámejorallíqueenLondres.

—Pero ¡y el trabajo, señor Hunsden! Debo ir donde pueda encontrartrabajo; ¿cómo podría conseguir una recomendación o presentación o unempleoenBruselas?

—Ahora habla el órgano de la Cautela. Detesta dar un paso antes deconocer hasta el último centímetro del camino. ¿Tiene una hoja de papel,plumaytinta?

—Espero que sí—dije, y saqué los útiles de escribir a toda prisa, puessupuseloqueibaahacer.Sesentó,escribióunascuantaslíneas,doblóysellólacarta,lepusoladirecciónymelatendió.

—Tome,Prudencia.Ahí tieneunpioneroquedespejarásucaminodelosprimerosobstáculos.Sémuybien,muchacho,quenoesustedunodeesosquemetenelcuelloenunasogasincomprobarprimerocómovanasacarlo,yeneso hace usted bien. Aborrezco a los hombres imprudentes y nada meconvencerá jamás de entrometerme en los asuntos de tales hombres. Losimprudentesenloqueaellosmismosserefieresuelenserlodiezvecesmásenloqueserefiereasusamigos.

—Supongoqueseráunacartadepresentación—dije,cogiendolaepístola.

—Sí, con ella en el bolsillo no correrá el riesgo de encontrarse en laabsolutamiseria, lo cual consideraría, lo sé, una degradación, igual que yo,ciertamente.Lapersonaalaqueentregarálacartasueledisponerdedosotresempleosrespetablesquedependendesurecomendación.

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—Esexactamenteloquenecesito—dije.

—Bien,¿ydóndeestásugratitud?—quisosaberelseñorHunsden—.¿Nosabecómodarlasgracias?

—Tengoquincelibrasyunrelojquemediomimadrina,alaquenolleguéaconocer,hacedieciochoaños—fuemirespuesta,sinveniracuento,yluegome confesé un hombre feliz y afirmé que no envidiaba a ningún rey de lacristiandad.

—¿Ysugratitud?

—Partiré muy pronto, señor Hunsden, mañana si todo va bien. No mequedaréenXundíamásdeloestrictamentenecesario.

—Muybien,perodeberíatenerladecenciadereconocercomoesdebidolaayudaqueleheprestado.¡Searápido!Vanadarlassiete;estoyesperandoaquemedélasgracias.

—Hágameelfavordeapartarse,señorHunsden,necesitolallavequeestáencimadelarepisadelachimenea,eneserincón.Voyametermiscosasenelbaúlantesdeacostarme.

Elrelojdelacasadiolassiete.

—Estemuchachoesunpagano—dijoHunsden,yrecogiendosusombrerode una mesita, abandonó la habitación riendo para sus adentros. Me sentítentado de ir tras él, realmente tenía intención de abandonarX a lamañanasiguienteysindudanodispondríademásoportunidadesparadespedirme.Lapuertadelacallesecerróconunfuertegolpealtiempoquemeoídecir:

—Quesevaya.Algúndíavolveremosaencontrarnos.

CAPÍTULOVII

Lector, ¿no has estado nunca en Bélgica? ¿Casualmente no conoces lafisonomíadeesepaís?¿No tienes sus rasgosgrabadosen tumemoriacomolostengoyoenlamía?

Tres, no, cuatro cuadros cubren las cuatro paredes de la celda donde sealmacenan mis Recuerdos del Pasado. En primer lugar, Eton. Todo en esecuadroseveenunaperspectivalejana,diminuta,quesepierdedevista,peroesdecoloresvivos,verde,cubiertoderocío;conuncieloprimaveralllenodenubesbrillantes,perocargadasdelluvia,puesenmiinfancianotodofueluzdel sol: tuvo sus horas nubladas, frías, tormentosas. En segundo lugar, X,grande, tiznado, conel lienzoagrietadoy ennegrecido; el cielo amarillo, las

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nubesgrises,sinsol,sinazulceleste;elverdedelasafuerasasoladoysucio:unpaisajemuydeprimente.

Entercerlugar,Bélgica;medetendrédelantedeestepaisaje.Encuantoalcuarto, locubreunacortinaque talvezdescorramásadelante,o talvezno,segúnmi capacidad ymi conveniencia. En cualquier caso, por elmomentohabrádeseguirtalcomoestá.¡Bélgica!Nombrecarentederomanticismoydepoesía que, sin embargo, siempre que se pronuncia, tiene un sonido enmisoídos y halla un eco enmi corazón que ningún otro conjunto de sílabas escapazdeproducir,pordulcesoclásicasquesean.¡Bélgica!Repitolapalabraahora, sentado solo, cerca de la medianoche. Agita mi mundo del Pasadocomo una llamada a la Resurrección; las tumbas se abren, los muertos selevantan; veo Ideas, Sentimientos, Recuerdos que dormían, alzándose de latierra—rodeadosdeunhaloensumayoría—,pero,mientrascontemplosusformas vaporosas y me esfuerzo en distinguir claramente su contorno, elsonidoqueloshabíadespertadoseextingue,ylasformassehundencomounaliviana espiral de niebla, absorbidas por el humus, devueltas a sus urnasfunerarias, encerradas de nuevo en sus mausoleos. ¡Adiós, espectrosluminosos!

EstoesBélgica,lector,¡mira!Nodigasqueelcuadroesaburridootriste;amínomeparecióniunacosanilaotracuandolocontempléporprimeravez.Cuando salí de Ostende una suavemañana de febrero yme encontré en lacarreteradeBruselas,nohabíanadaquemeparecierainsulso.Misentidodelplacer estaba aguzado al máximo, intacto, era entusiasta, exquisito. Yo erajoven,teníabuenasalud,nohabíaconocidoaúnelPlacer;ningunafacultaddeminaturalezasehabíadebilitadonisaciadoporentregarmeaél.AbrazabalaLibertad por primera vez en mi vida y la influencia de su sonrisa y de suabrazome hicieron revivir como el sol y el viento del oeste. Sí, en aquellaépocamesentíacomounviajeroquenodudadequedesdelacolinaporlaqueasciendedebuenamañanacontemplaráungloriosoamanecer;¿ysielcaminoesangosto,empinadoypedregoso?;nolove,sumiradaestáfijaenesacima,enrojecidaya,enrojecidaydorada,yunavezlaalcanceestásegurodeloquehabrámásallá.Sabequeenfrentetendráelsol,quesucarroseacercayasobreelhorizonteorientalyquelabrisaquenotaenlasmejillas,comounheraldo,está abriendo para la carrera delDios un camino despejado y vasto de azulcelesteentre lasnubes, suavecomo lasperlasycálidocomo las llamas.Meaguardaban momentos difíciles y de duro trabajo, pero sustentado por laenergía,estimuladoporesperanzas tanbrillantescomovagas,nomeparecíaque tuvieran que ser momentos de penuria. Ascendía por la colina en lasombra,habíaguijarros,desnivelesyzarzasenmicamino,peroyonodejabademirar el pico carmesí que tenía sobremi cabeza,mi imaginación estabaconcentradaenelfirmamentorefulgentequeveríamásallá,ynopensabaparanada en las piedras que me laceraban los pies, ni en las espinas que me

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arañabanlacaraylasmanos.

Mirabaamenudoysiemprecondeleitepor laventanillade ladiligencia(recuérdesequeaquéllosnoeranlostiemposdetrenesyvíasférreas).¡Bien!¿Yqué veía?Te lo contaré fielmente.Verdesmarismas pobladas de juncos,campos fértiles, pero llanos, cultivados en parcelas que les hacían parecermagníficos huertos de verduras; hileras de árboles talados, nivelados comosauces desmochados, bordeando el horizonte; canales estrechos que sedeslizabanlentamentejuntoalacarretera,granjasflamencaspintadas,algunascasuchas muy sucias, un cielo gris, muerto, una carretera mojada, camposmojados, tejadosmojados;niunsoloobjetohermoso,nisiquierapintoresco,encontraronmisojosalolargodetodoeltrayecto.Sinembargo,paramítodoerahermoso,todoeramásquepintoresco.Elpaisajenocambiómientrasduróla luz del día, aunque la neblina, causada por la incesante lluvia de díasanteriores,habíaempapadolacampiña;noobstante,cuandoempezóahacersedenoche,volvióa lloveryvislumbréel resplandorde lasprimeras lucesdeBruselasenmediodeunaoscuridadhúmedaysinestrellas.Pocacosavidelaciudad aquella noche salvo sus luces. Cuandome apeé de la diligencia, unpequeñocochedealquilermellevóalHotelde…,dondeibaahospedarmeporconsejodeuncompañerodeviaje;despuésdeunabuenacena,meacostéydormíprofundamente.

A lamañana siguienteme desperté de un reposo profundo y prolongadocon la impresión de estar aún en X, y al notar la plena luz del día meincorporé,imaginandoquemehabíadormidoyquellegabatardealaoficina.Aquellamomentáneaydolorosasensacióndesaparecióanteunaconcienciadelibertadvivificanteyrevividay,apartandolasblancascortinasdemicama,measoméaunahabitaciónextranjera, ampliayde techos altos; ¡cuándiferentedel alojamiento pequeño y sucio, aunque no incómodo, que había ocupadodurante un par de noches en una respetable posada de Londres, mientrasesperabaaquezarparaelbarco!¡PeroDiosmelibredeprofanarelrecuerdode aquella habitación sucia y pequeña!Mi alma le tiene demasiado apego,puesallí,tumbadoenmediodelsilencioylaoscuridad,oíporprimeravezlagrancampanadeSanPabloanunciandoaLondreslamedianoche,yquébienrecuerdolostonosgravesypausados,tancargadosdeunaflemayunafuerzacolosales.Desdeelventanucodeesahabitaciónviporprimeravezlacúpulaelevándose sobre la niebla londinense. Supongo que las sensaciones quedespertaron aquellos primeros sonidos y aquellas primeras visiones no serepetirán; ¡Memoria, guárdalos como un tesoro! ¡Enciérralos en urnas ycolócalos en nichos seguros! Bien, me levanté. Los viajeros dicen que losalojamientosenelextranjerotienenunmobiliarioescasoysonincómodos;amílahabitaciónmeparecióalegreymajestuosa:teníaunasventanasamplias,croisées, que se abrían como puertas, con cristales grandes y transparentes;sobreeltocadorhabíaunespejoenorme,yotrosobrelarepisadelachimenea;

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el suelo pintado estaba limpio y reluciente. Cuando me vestí y bajé lasescaleras,losanchosescalonesdemármolmedejaroncasisobrecogido,igualque el vestíbulo de techo alto al que conducían. En el primer rellano meencontréconunadoncellaflamencaquellevabazuecos,cortasenaguasrojasycubrecorsé de algodón estampado; tenía el rostro ancho y de rasgos querayaban la estupidez; cuando le hablé en francésme respondió en flamencocon un aire ajeno a cualquiermuestra de cortesía; sin embargo,me parecióencantadora; aunque no fuera amable ni bonita, la encontré pintoresca; merecordólasfigurasfemeninasdeciertoscuadrosholandesesquehabíavistoenSeacombeHall.

Medirigíalsalón;tambiénésteeramuyespaciosoydetechomuyalto,ycaldeadoporunaestufa;elsueloy laestufaerannegros,asícomolamayorparte del mobiliario; sin embargo, no había experimentado jamás unasensacióndelibertadtaneufóricacomolaqueexperimentéalsentarmeaunamesanegramuylarga(cubiertaenparteporunmantelblanco)y,traspedireldesayuno,meservíelcafédeunapequeñacafeteranegra.Puedequeaojosdeotros, que no a los míos, la estufa tuviera un aspecto deprimente; peroindiscutiblemente dabamucho calor y había dos caballeros sentados junto aella, hablando en francés; era imposible seguir su charla por lo rápido quehablabano comprender el sentidogeneral de loquedecían; sin embargo, elfrancésenbocadefrancesesobelgas(entoncesnoeraconscientetodavíadelhorribleacentobelga)eramúsicaparamisoídos.Alcabodeunrato,unodeloscaballerossediocuentadequeyoerainglés,sindudaporlaformaenquemedirigíaalcamarero,puesinsistíaenhablarleenfrancésconmiexecrableestilodelsurdeInglaterra,peseaqueelhombreentendíaelinglés.Despuésdemirarmeenunpardeocasiones,elcaballeromeabordóeducadamenteenuninglésexcelente.Recuerdoquedeseécontodasmisfuerzashablarigualdebien el francés. Su fluidez y su correcta pronunciación me inculcaron porprimeravezunaideaacertadasobreelcaráctercosmopolitadelacapitalenlaqueestaba; eramiprimeraexperienciacon las lenguasmodernas;más tardedescubríqueeraunaexperienciamuycomúnenaquellaciudad.

Medemoréconeldesayunocuantopude,mientraslotuvesobrelamesayeldesconocidosiguióhablándome;eraunviajerolibreeindependiente;peroal fin recogieron el servicio, los dos caballeros abandonaron el salón y derepentecesólailusión;larealidadylosnegociosvolvieronaimponerse.Yo,elesclavoreciénliberadodelyugo,libredesdehacíaunasemana,despuésdeveintiún años de represión,me veía impelido por la necesidad a aceptar denuevo losgrilletesde ladependencia;apenashabíasaboreadoelgozodenoteneramocuandoeldebermedabasuseveraorden:«Veybuscadondeservirdenuevo».Yojamásaplazounatareapenosaynecesaria,nuncaantepongoelplaceraltrabajo,novaconminaturaleza.Seríaimposibledisfrutardeunlentopaseoporlaciudad,aunquemehabíafijadoenquelamañanaeraespléndida,

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hastaquehubieraentregadolacartadepresentacióndelseñorHunsdenymehubierapuestoenelbuencaminoparahallarunnuevoempleo.ArranquémispensamientosdelaLibertadyelgozo,cogímisombreroyobliguéamireaciocuerpoasalirdelHotelde…alacalle.

Hacíaunbuendía,peronoquisemirarelcieloazulnilasmagníficascasasqueme rodeaban;mehabía concentrado en una sola cosa: encontrar al «Sr.Brown,número…,RueRoyale»,puestaleraladireccióndelacarta.Afuerzadepreguntarlogréalfinhallarmeantelapuertaquebuscaba;llamé,preguntéporelseñorBrownymefranquearonlaentrada.

Conducidoaunpequeñogabinete,meencontréenpresenciadeunancianocaballeroconunaspectomuyserio,formalyrespetable.LeentreguélacartadelseñorHunsdenymerecibiómuycortésmente;trasunabreveconversaciónsin interés,mepreguntósihabíaalgoen loque suconsejoo suexperienciapudieransermeútiles;lerespondíquesíyprocedíacontarlequeyonoerauncaballero de fortuna que viajara por placer, sino un antiguo escribiente quebuscabaempleoy, además,de inmediato.Mecontestóque, comoamigodelseñor Hunsden, estaba dispuesto a ayudarme en cuanto le fuera posible.Despuésdemeditarlounrato,mencionóunempleoenunaempresamercantildeLiejayotroenunalibreríadeLovaina.

—¡Oficinistaydependiente!—musité entredientes—.No…—meneé lacabeza; había probado el taburete alto y lo detestaba, creía que existíanocupacionesquemeconvendríanmás;ynodeseabairmedeBruselas.

—NotengoempleoalgunoenBruselas—respondióelseñorBrown—,amenos que quiera probar en la enseñanza. Conozco al director de una granescuelaquenecesitaunprofesordeinglésylatín.

Reflexionéunpardeminutosyluegoaceptélaideaconvehemencia…

—¡Esjustoloquebuscaba,señor!—dije.

—Pero—añadió— ¿entiende usted el francés lo suficiente para enseñaringlésaunosmuchachosbelgas?

Por fortuna pude responder a esta pregunta afirmativamente; habíaestudiadoelidiomaconunfrancésylohablababien,aunquenoconfluidez;tambiénsabíaleerloyloescribíabastantebien.

—Entonces—prosiguióel señorBrown—,creoquepuedoprometerleelpuesto, porquemonsieur Pelet no rechazará a un profesor recomendado pormí.Perovuelvaavermeestatardealascincoyselopresentaré.

Lapalabramesorprendió.

—Nosoyprofesor—dije.

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—Oh—dijoelseñorBrown—.ProfesoraquíenBélgicasignificamaestro,esoestodo.

Tranquilizadamiconciencia,dilasgraciasalseñorBrownymeretiréporel momento. Salí a la calle con el corazón aliviado; la tarea que me habíaimpuesto para el día se había realizado, podía disfrutar de unas horas deasueto. Me sentí libre para alzar la vista; por primera vez me fijé en ladeslumbrantetransparenciadelaire,enelintensoazuldelcielo,enlasalegresy pulcras casas encaladas o pintadas; vi que la Rue Royale era una calleelegante y, caminando lentamente por su ancha acera, seguí observando susespléndidos palacetes hasta que las empalizadas, las verjas y árboles delparque ofrecieron una nueva atracción a mis ojos. Recuerdo que antes deentrar en el parque me detuve un rato a contemplar la estatua del generalBelliard,yqueluegoavancéhastaloaltodelagranescalinataquehabíajustoal ladoybajé lamiradahaciaunaestrechacalle lateralque,segúnsupemástarde, se llamaba Rue d’Isabelle. Recuerdo perfectamente que mis ojos seposaronsobrelapuertaverdedeunacasabastantegrandequehabíaenfrente,donde,enunaplacade latónse leía:Pensionnatdedemoiselles.Pensionnat!Lapalabradespertóenmíunasensacióndeintranquilidad;parecíahablarderepresión.Algunasdelasdemoiselles,alumnasexternas,sinduda,salíanporla puerta en aquel momento. Busqué una cara bonita entre ellas, pero loscerrados sombrerosde estilo francésocultaban sus facciones; enun instantedesaparecieron.

Había atravesadobuena parte deBruselas antes de las cinco de la tarde,pero puntualmente, al dar la hora, me hallaba de nuevo en la Rue Royale.Cuando fui conducido de nuevo al gabinete del señor Brown, lo encontrésentadoalamesa,igualqueantes,ynoestabasolo;habíauncaballerodepiejuntoalachimenea.Dospalabrasdepresentaciónbastaronparaidentificarlecomo mi futuro patrón: monsieur Pelet, el señor Crimsworth; señorCrimsworth, monsieur Pelet. Saludándonos con una inclinación de cabezaconcluyó la ceremonia. No sé cómo le saludé, supongo que del modomáscorriente, pues mi estado de ánimo era neutro y sosegado, no sentía laagitaciónquehabíaperturbadomiprimeraentrevistaconEdwardCrimsworth;elsaludodemonsieurPeletfueextremadamentecortés,peronoteatral,apenaspodía decirse que se inclinara almodo francés.Nos sentamos uno frente alotro. Con voz agradable, profunda y, en consideración a mi condición deextranjero,muyclaraypausada,monsieurPeletmecomunicóqueacababaderecibirdelerespectablemonsieurBrownuninformesobremisconocimientosy mi carácter que disiparon sus escrúpulos sobre la conveniencia decontratarme comoprofesor de latín e inglés en su centro.No obstante, paracumplir con las formalidades, quiso hacerme unas cuantas preguntas quepusieranapruebamicapacidad;melashizoyexpresólasatisfacciónqueleproducíanmisrespuestasenpalabrashalagüeñas.Acontinuacióntratamosel

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asunto del sueldo; se fijó en mil francos anuales más la comida y elalojamiento.

—Y,además—sugiriómonsieurPelet—,dadoquecadadíadispondrádevarias horas en las que no serán precisos sus servicios en el centro, con eltiempo podrá conseguir empleo en otras escuelas, convirtiendo así enprovechosossusmomentosdeocio.

Penséqueenestoeramuyamableyciertamentedescubrídespuésquelascondiciones en las que me había contratado monsieur Pelet eran muygenerosasparaserBruselas,pueslaeducacióneraallíextremadamentebaratadebido a la abundancia de maestros; se dispuso también que debíaincorporarmeaminuevopuestoaldíasiguiente,traslocualmonsieurPeletyyonosdespedimos.

Bien, ¿y cómo era?, ¿qué impresiónme causó? Era un hombre de unoscuarenta años de edad, de estatura media y figura consumida, de pálidosemblante,mejillasyojoshundidos;susfaccioneseranagradablesyregulares,con un aire francés (pues monsieur Pelet no era flamenco, sino francés denacimiento y de padres franceses); sin embargo, en su caso, la severidadinseparable de los rasgos galos quedaba atenuada por unos apacibles ojosazules y una expresión melancólica, casi sufrida; su fisonomía era fine etspirituelle.Utilizodospalabrasfrancesasporquedefinenmejorquecualquierpalabrainglesalaclasedeinteligenciadequeestabanimbuidassusfacciones.Eraenconjuntounpersonajeinteresanteyagradable.Tansólomeextrañólaausenciatotaldelascaracterísticascomunesasuprofesión,ycasitemíquenofueralobastanteseveroyresolutocomomaestrodeescuela.Enaparienciaalmenos,monsieurPelet ofrecía un contraste absoluto conmi anterior patrón,EdwardCrimsworth.

Influido por la impresión que me había causado su amabilidad, mesorprendí bastante cuando, al llegar al día siguiente a la casa de mi nuevopatrón,ysermeofrecidaunaprimerainspeccióndeloquehabríadeconstituirel terreno de mis futuros esfuerzos, es decir, las aulas de altos techos,espaciosasybieniluminadas,viaungrannúmerodealumnos,todoschicos,porsupuesto,cuyaaparienciageneralmostrabatodoslosindiciosdeuncentroeducativoconcurrido,florecienteybiendisciplinado.Mientrasatravesabalasaulas en compañía demonsieur Pelet, un profundo silencio reinó por todaspartes,ysiporcasualidadseoíaalgúnmurmulloosusurro,unamiradadelospensativos ojos de aquel gentil pedagogo lo acallaba al instante. Eraasombroso, pensé, que tan suave reconvención fuera tan eficaz.Cuandomehubepaseadoalolargoyanchodelasaulas,monsieurPeletsevolvióhaciamíymedijo:

—¿Leimportaríahacersecargodeloschicosahoramismoycomprobarsu

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niveldeinglés?

Lapropuestaerainesperada;habíapensadoquesemeconcederíaundíaalmenosparaprepararme,pero lavacilaciónesunmalpresagioparaempezarcualquier carrera, de modo que me dirigí hacia la mesa del profesor, queestabacercadenosotros,ymesituéfrentealcírculodealumnos.Medemoréunmomentoparaordenarmisideasytambiénparadarformaenfrancésalafraseconlaquemeproponíainiciarmiprofesorado.Laabreviécuantopude.

—Messieurs,prenezvoslibresdelecture.

—Anglaisoufrançais,monsieur?—preguntóunjovenflamencodefigurarobustaycaradepanquevestíablusón.Porsuertelarespuestaerasencilla:

—Anglais.

Decidí tomarme lasmenoresmolestiasposiblesduranteaquellaclase;nodebíaconfiaraúnenmi inexpertousodel idiomaconexplicacionesprolijas;miacentoymisgiros idiomáticoshabríanestadodemasiadoexpuestosa lascríticas de los jóvenes caballeros que tenía antemí, con respecto a los queteníayalaimpresióndequeseríaprecisodeinmediatoadoptarunaposiciónventajosa,yprocedíaemplearlosmediospertinentes.

—Commencez!—exclamé,ycuandotodoshubieronsacadoloslibros,eljovendecaradepan(denombreJulesVanderkelkov,comosupedespués)leyólaprimerafrase.EllivredelectureeraElvicariodeWakefield,muyutilizadoen las escuelas del extranjero porque se daba por supuesto que conteníamuestras excelentes de inglés coloquial. Sin embargo, bien podía habersetratadodeunpergaminorúnico,porlanulasemejanzaqueteníanlaspalabraspronunciadasporJulesconlalenguadeusocomúnentrelosnativosdeGranBretaña.¡Diosmío!¡Cómoresoplaba,bufabaysiseaba!Todoloquedecíalesalíadelanarizylagarganta,puesesasícomohablanlosflamencos;peroleescuchéhastaelfinaldelpárrafosinemitirunasolacorrección,loquepareciócomplacerlesobremanera,convencido,sinduda,dequesehabíadesenvueltocomounanglaisdepuracepa.Escuchéaunadocenadealumnosporturnoenmedio del mismo silencio impertérrito, y cuando el duodécimo concluyó,barbotando,siseandoyfarfullando,dejésolemnementeellibrosobrelamesa.

—Arrêtez!—dije.Sehizounapausa,durantelacualloscontempléatodoscon una mirada firme y seria; cuando se mira a un perro con la firmezanecesaria y durante el tiempo necesario, acabamostrándose incómodo, y lomismoleocurriófinalmenteamigrupodebelgas;alpercibirquealgunosdelos rostros empezaban a adquirir una expresión hosca y otros avergonzada,juntélasmanosdespacioyexclamécongravevoixdepoitrine:

—Commec’estaffreux!

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Se miraron unos a otros, hicieron mohines, enrojecieron, movieron lostalones;medicuentadequenolesgustaba,peroestabanimpresionados,ydelaformaenqueyodeseaba.Trashaberlesbajadoloshumos,elsiguientepasofueganarmesuestima,locualnoibaaresultarfácil,teniendoencuentaqueapenas me atrevía a hablar por miedo a poner de manifiesto mis propiasdeficiencias.

—Écoutez,messieurs!—dije,ymeesforcéendaramipronunciacióneltono compasivo de un ser superior que, conmovido por la enormidad de laimpotenciadesusalumnos,quealprincipiosólosuscitasudesprecio,sedignaalfinaprestarlesayuda.EmpecéporelprincipiodeElvicariodeWakefieldyleíunasveintepáginasdespacioyconvozclara.Ellospermanecieronmudosdurante todo el tiempo, escuchando con atención; cuando terminé habíatranscurridocasiunahora;melevantéydije:

—C’estassezpouraujourd’hui,messieurs,demainnousrecommenceronsetj’espèrequetoutirabien.

Trasestaspalabrassolemnes,saludéconunainclinaciónysalídelaulaencompañíademonsieurPelet.

—C’est bien!, c’est très bien!—dijo el director cuando entramos en sudespacho—. Je vois que monsieur a de l’adresse, cela me plaît, car, dansl’instruction,l’adressefaittoutautantquelesavoir.

Deldespacho,monsieurPeletmecondujoamialojamiento,michambre,como dijo él con cierto aire de autocomplacencia. Era una habitación muypequeña,conunacamapequeñísima,peromonsieurPeletmedioaentenderque la ocuparía yo solo, lo que, por supuesto, era todo un lujo.Aunque dedimensioneslimitadas,teníadosventanas;comolaluznopagaimpuestosenBélgica,lagentenoesreaciaadejarlaentrarensuscasas;peroenaquellugarprecisamenteestaobservaciónnoeramuyadecuada,puesunadelasventanasestabatapadacontablones;laventanaabiertadabaalpatiodeloschicos.Miréla otra, preguntándome qué aspecto tendría si se le quitaban los tablones.MonsieurPeletleyó,supongo,laexpresióndemisojos,yexplicó:

—La fenêtre fermée donne sur un jardin appartenant à un pensionnat dedemoiselles—dijo—, et les convenances exigent… enfin, vous comprenez,n’est-cepas,monsieur?

—Oui,oui—fuemirespuestaymedi,naturalmente,porsatisfecho.PerocuandomonsieurPeletseretiróycerrólapuertatrasél, loprimeroquehicefueexaminardetenidamentelostablonesclavados,esperandoencontraralgunarendijao resquicioquepudiera ensancharpara así echarunaojeada al patioconsagrado; mi investigación fue en vano, pues los tablones estaban muyunidos y firmemente clavados. Es asombroso que me sintiera tan

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decepcionado; pensé que habría sido muy agradable asomarse a un jardínplantadodefloresyárboles,ymuydivertidoveralasseñoritasensusjuegosy estudiar el carácter femenino en diversas fases, ocultomientras tanto trasunamodestacortinademuselina;mientrasque,porculpasindudadealgunaviejadirectora,sólomequedabalaopcióndecontemplarelpatiodesnudo,degrava, con un enorme pas de géant en el centro y los monótonos muros yventanasdeuncolegiodechicos.Nosóloentonces,sinomuchasotrasveces,sobre todo en momentos de desánimo y quebranto, contemplé con ojosinsatisfechos aquellos tentadores tablones, deseando arrancarlos y echar unvistazoa laverde regiónque imaginabadetrásdeellos.Sabíaquecrecíaunárbolcercadelaventana,pues,aunquenohabíaoídoaúnrumordehojas,porlasnochesoíaamenudolosgolpesdelasramitasenloscristales.Duranteeldía,cuandoescuchabaatentamente,podíaoír,inclusoatravésdelostablones,las voces de las señoritas en las horas de recreo y, para ser sincero, misreflexiones sentimentales sufrían ocasionalmente pequeños desarreglos acausadelossonidos,nodel todoargentinos,sinomásamenudoestridentes,que, elevándose desde el invisible Paraíso que había debajo, penetrabanclamorosamente en mi soledad. Para no andarme con rodeos, diré que nohabría sabido decir quiénes tenían mejores pulmones, si las chicas demademoiselle Reuter o los chicos de monsieur Pelet, y en cuestión dechillidos, las chicas vencían de manera aplastante y sin discusión. Habíaolvidado decir, por cierto, que Reuter era el nombre de la vieja señora quehabíahechotaparmiventanacontablones.Digovieja,puestaldedujequeera,naturalmente, a juzgarpor su cautelay suprocederde carabina, ademásdelhechodequenadiedijeraqueerajoven.Recuerdoquesunombredepilamepareció muy divertido cuando lo oí por primera vez —era Zoraïde,mademoiselleZoraïdeReuter—,pero lasnaciones continentales sepermitenexcentricidades en la elección de nombres en las que nosotros, los sobriosingleses,noincurrimosnunca;creoenrealidadquetenemosunrepertoriomuylimitado.

Mientras tanto,elcaminoseallanaba lentamenteantemí.Enunaspocassemanasvencílasirritantesdificultadesquesoninseparablesdelcomienzodecasi todas las carreras. En poco tiempo adquirí una gran soltura que mepermitió hablar francés con mis alumnos sin el menor incomodo, y comohabía establecido con ellos la debida relación desde el principio y conservétenazmente la ventaja obtenida, no intentaron jamás rebelarse, circunstanciaque todos cuantos conozcan en mayor o menor grado la situación de lasescuelasbelgasyesténal tantode la relaciónquemantienencondemasiadafrecuencia profesores y alumnos en tales centros considerarán importante yexcepcional. Antes de concluir este capítulo, diré unas palabras sobre elsistemaqueseguíconrespectoamisclases,puesmiexperienciapodríaserdeutilidadparaotraspersonas.

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No se necesitaba ser un gran observador para detectar el carácter de losjóvenes de Brabante, pero sí se requería cierto tacto para adaptarse a sucapacidad.Enconjunto,susfacultadesintelectualeseranpobresyfuertessusimpulsosanimales,por loqueen sunaturaleza semezclaba la impotenciayuna especie de fuerza inerte; eran torpes, pero también muy tercos, densoscomoelplomoy,comoelplomo,muydifícilesdemover.Siendoésteelcaso,habríasidociertamenteabsurdoexigirlesgrandesesfuerzosmentales;consuescasamemoria,sutardainteligenciaysudébilcapacidadparapensar,rehuíancon repugnancia toda ocupación que exigiera un estudio detenido o unaprofunda reflexión; de haberles arrancado el profesor aquel aborrecidoesfuerzoconmedidasimprudentesyarbitrarias,sehabríanresistidocontantaobstinaciónyestruendocomounpuercopresadeladesesperación,yaunquenoeranvalientesporseparado,cuandoactuabanenmasaeraninflexibles.Meenteré de que, antes de mi llegada al centro de monsieur Pelet, lainsubordinacióncolectivadelosalumnoshabíaprovocadoeldespidodemásde un profesor de inglés. Así pues, cabía exigir únicamente una moderadaaplicación de naturalezas tan poco dotadas para el estudio; ayudar en todocuanto fuera viable a entendimientos tan obtusos y contraídos; ser siempreamable,considerado,flexible incluso,hastaciertopunto,contemperamentostanirracionalmenteaviesos;mas,unavezalcanzadoesepuntoculminantedela indulgencia, debe uno asentar bien los pies, plantarse, echar raíces en laroca,volverseinmutablecomolastorresdeSte.Gudule,porqueunpaso,no,medio paso más, y se sumergiría uno de cabeza en el abismo de laimbecilidad;allíalojado,recibiríarápidamentelaspruebasdelagratitudylamagnanimidadflamencasenformadeduchadesalivadeBrabanteypuñadosde lodo de los Países Bajos. Se puede allanar al máximo el camino delaprendizaje,quitar todos losguijarros,pero finalmentedebeuno insistir condecisiónenqueelalumnosecojadelbrazoysedejeguiarensilencioporlasendaya preparada.Después de bajado el nivel de la lección almás ínfimonivel de capacidad demi alumnomás tardo, después de habermemostradocomoelmásapacibleytolerantedelosmaestros,unapalabraimpertinente,ungestodedesobedienciameconvertíadeinmediatoenundéspota.Noofrecíaentoncesmásqueunaalternativa:someterseyreconocerelerror,oexpulsiónignominiosa.Elsistemafuncionóymiinfluenciaseafianzóprogresivamentesobreunabasesólida.«Elniñoeselpadredelhombre»,sedice,yestomismopensabayoamenudocuandocontemplabaamischicosyrecordabalahistoriapolíticadesusantepasados:laescueladePeletnoeramásqueelepítomedelanaciónbelga.

CapítuloVIII

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¿YPelet?¿Quémepareciódespués?¡Oh,mecaíaextremadamentebien!Conmigonopodía sermásamable, caballerosoe inclusoamigable.No tuveque soportar de él ni un frío abandono, ni una irritante intromisión, ni unapretenciosaafirmacióndesuperioridad.Metemo,sinembargo,quedospobresprofesores adjuntos belgas, que trabajaban esforzadamente en el centro, nopodíandecirlomismo;conelloseldirectorerainvariablementeseco,severoydistante;creoqueadvirtióenunpardeocasionesquemesorprendíauntantoladiferenciadetratoquerecibíamos,ylajustificódiciendoconunatranquilasonrisasarcástica:

—Cenesontquedesflamands,allez!

Yluegosequitóconsuavidadelcigarrodeloslabiosyescupióenelsuelopintado de la habitación en la que estábamos sentados. Desde luego eranflamencos y ambos tenían la típica fisonomía flamenca, en la que lainferioridad intelectual está impresa en rasgos inconfundibles; aun así, eranpersonasyesencialmentepersonashonradas,yyonoveíaporquéelhechodeser nativos de aquel país de hombres torpes y corpulentos debía servir depretextopara tratarlos siempre con severidadydesprecio.Esta sensacióndeinjusticia emponzoñó en parte el placer que de otro modo habría podidoprocurarme la actitud afable y benevolente con quePeletme trataba.Desdeluego era agradable, cuando terminaba la jornada, encontrar en el patrón deuno a un compañero alegre e inteligente, y aunque a veces era un pocosarcástico y otras un poquito obsequioso, y aunque descubriera que sucordialidaderamásaparienciaquerealidad,aunquesospecharaenocasioneslaexistenciadeaceroopedernalbajounacapaexternadeterciopelo,nohayqueolvidarquenadieesperfecto;y,cansadocomoestabadelaatmósferadebrutalidad e insolencia en la que había vivido constantemente enX, nomesentí inclinado, al echar el ancla en aguas más tranquilas, a decretar deinmediato una indiscreta búsqueda de los defectos que se disimulabanescrupulosamente y se ocultaban con esmero ami vista. Estaba dispuesto aaceptaraPelettalcomoparecíaser,acreerqueerabenévoloycordial,hastaquealgúnsucesoindignodemostraralocontrario.Noestabacasadoyprontomepercatédequeteníalasideastípicasdeunfrancés,deunparisino,sobrelas mujeres y el matrimonio. Sospechaba cierto grado de relajación en sucódigomoral, pues adoptaba un tono sumamente frío y displicente siemprequealudíaaloqueélllamabalebeausexe,peroerademasiadocaballeroparaintroducir asuntos que yo no había solicitado y, dado que era realmenteinteligente ymuy aficionado a temas de conversación intelectuales, él y yoencontrábamossiempretemadeconversaciónsinrevolcarnosenelfangoparabuscarlo.Yodetestabasu formadehablardelAmor,aborrecíadesde lomásprofundo de mi alma el Libertinaje; él percibió la diferencia de nuestrosconceptosy,demutuoacuerdo,dejamosaunladoelterrenodebatible.

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De lacasay lacocinadePelet seocupabasumadre,unaauténticaviejafrancesa; había sido guapa, al menos eso decía ella, y yo me esforzaba encreerla;ahoraerafeacomosólolasviejascontinentalespuedenserlo,aunquequizásumaneradevestirlahacíaparecermásfeadeloqueera.Encasaibasiempre destocada, con los cabellos extrañamente despeinados; raras vecesllevabavestido,tansólounraídocubrecorsédealgodón;tambiénloszapatoseran desconocidos para sus pies, y en su lugar lucía unas amplias zapatillasconlos taconesgastados.Porotraparte,siempreque leapetecíaaparecerenpúblico, como en domingo o en días festivos, se ponía vestidos de vistososcolores,porlogeneraldefinatextura,unsombrerodesedaconguirnaldadefloresyunchalmuyfino.Enelfondonoeraunaviejamalintencionada,sinounacharlatanaincontenibleymuyindiscreta;susidasyvenidasselimitabanprincipalmentealacocina,yparecíamásbienqueevitaralaaugustapresenciade su hijo, al que sin duda reverenciaba; cuando él le recriminaba algo, susreproches eran amargos e implacables, pero eso sucedía en contadasocasiones.

MadamePeletteníasuspropiasamistades,supropiocírculodevisitantesescogidosa losqueyo, sinembargo,apenasveía,puessolía recibirlosen loqueellallamabasucabinet,unpequeñocuartodeestarcontiguoalacocina,ala que se accedía bajando un par de escalones. En aquellos escalones, porcierto,encontrabayoamenudoamadamePeletsentadaconunabandejasobrelas rodillas, ocupada por partida triple en comer, chismorrear con su criadafavorita, la doncella de la casa, y regañar a su antagonista, la cocinera; nocenaba nunca, y de hecho eran muy raras las ocasiones en que compartíacomidaalgunaconsuhijo;encuantoaaparecerenelcomedordeloschicos,eraimpensable.Estosdetallespareceránmuyextrañosaloslectoresingleses,peroBélgicanoesInglaterraysuscostumbresnosonigualesquelasnuestras.

Así pues, teniendo en cuenta loshábitosdemadamePelet,me sorprendímucho cuando, un martes por la tarde (el martes era siempre medio díafestivo),estandoyosoloenmihabitaciónmientrascorregíaunagranpiladeejercicios de inglés y de latín, una criada llamó a la puerta y, al abrirla,presentó los respetos de madame Pelet y anunció que dicha señora estaríaencantadadeinvitarmeatomarconellaelgoûter(quecorrespondeanuestrotéinglés)enelcomedor.

—Plaît-il?—dijeyo,pensandoque lohabríaentendidomal,dadoqueelmensaje y la invitación eran de lo más inusitado; me fueron repetidas lasmismas palabras. Acepté, por supuesto, y mientras bajaba las escaleras mepreguntéquécapricho se lehabríametidoen la cabezaa lavieja señora; suhijo estaba fuera, había ido a pasar la velada a la sala de conciertos de laGrande Harmonie, o a algún otro club del que era miembro. Justo en elmomentoenqueapoyabalamanoenelpomodelapuertadelcomedor,una

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ideaextrañamevinoa lacabeza:«Noiráahacermelacorte—pensé—.Heoídohablardeviejasfrancesasquehacencosasasíderaras.¿Ylodelgoûter?Creoquesuelenempezaresosasuntoscomiendoybebiendo».

Quedé terriblemente consternado por esta sugerencia de mi alborotadaimaginacióny, simehubieradadomás tiempoparapensarenella, sindudahabría cortado por lo sano, habría vuelto corriendo a mi habitación y mehabríaencerradoenellaacalycanto;perocuandounvelodeincertidumbreatenúa un peligro o un horror, el principal deseo del intelecto es descubrirprimerolacrudaverdad,reservándoseelrecursodehuirparaelmomentoenqueocurre loque se temíay esperaba.Giré el pomoy enun instantehabíaatravesadoel fatídicoumbral,cerrandolapuerta trasdemí,ymehallabaenpresenciademadamePelet.

¡Cielo santo!Unaprimeramiradapareció confirmarmispeores temores.Allíestaba,conunvestidodemuselinadecolorverdeclaroyenlacabezaunacofia de encaje con rosas rojas en el volante; la mesa estaba servida conesmero:habíafrutas,pasteles,caféyunabotelladealgo,noséqué.Unsudorfrío empezaba ya a brotar demi frente ymiraba por encima del hombro lapuertacerradacuando,conunindescriptiblealiviopormiparte,misojos,quesehabíandesviadofrenéticamentehaciaalaestufa,fueronaposarsesobreunasegundafigurasentadaenunagranbutacajuntoaella.Tambiéneraunamujer,yunamujervieja,además,y tangordayrubicundacomomadamePeleteraflaca y amarillenta. Su atuendo era también muy elegante, y llevaba unsombrero de terciopelo violeta con una guirnalda de flores primaverales dediferentestonosalrededordelacopa.

Sólohabíatenidotiempoparahacerestasobservacionesgeneralescuandomadame Pelet se acercó con paso pretendidamente grácil y flexible, y sedirigióamí:

—Monsieur es muy amable abandonando sus libros y sus estudios apeticióndeunapersonainsignificantecomoyo.¿Querrámonsieurcompletarsuamabilidadpermitiéndomepresentarleamiqueridaamiga,madameReuter,queresideenlacasavecina,laescuelaparaseñoritas?

«¡Ah—pensé—,yasabíayoqueeravieja!»Ysaludéconunainclinacióndecabezaantesdetomarasiento;madameReutersesentóalamesafrenteamí.

—¿Qué le parece Bélgica, monsieur?—preguntó con cerrado acento deBruselas; para entonces distinguía ya perfectamente la diferencia entre laelegante y pura pronunciaciónparisina demonsieurPelet, por ejemplo, y ladicción gutural de los flamencos. Respondí educadamente y luego mepreguntécómounaviejatanordinariaytorpecomoaquéllapodíadirigirunaescuelaparaseñoritasdelaquesiemprehabíaoídograndeselogios.Laverdad

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era que resultaba un poco extraño; madame Reuter parecía más una viejafermièreflamencaalegreylasciva,oinclusounamaîtressed’auberge,queunadirectrice de pensionnat seria, grave y rígida.En general, lasmujeres viejasdelContinente, o almenos las belgas, se permiten una libertad demodales,habla y apariencia que nuestras venerables grandes damas rechazarían porabsolutamente vergonzosa, y el rostro jovial demadameReuter demostrababien a las claras que no era una excepción a la regla de su país; en su ojoizquierdobrillabaunachispalasciva;elderechosolíatenerloentrecerrado,loquemepareciórealmenteextraño.Despuésdevariosintentosinfructuososporcomprenderlosmotivosporlosqueaquellasdosviejasycuriosascriaturasmehabían invitado a goûter con ellas, me rendí al fin y, resignándome a unainevitable perplejidad, miré primero a una y luego a la otra, sin olvidarmientras tantohacer justiciaa lasconfituras,a lospastelesyelcaféquemesuministraban generosamente. También ellas comieron sin remilgos y, trashaber arrasadobuenapartede la comida,propusieronunpetit verre, queyorechacé.NolorechazaronmesdamesPeletyReuter;ambassesirvieronloquemeparecióungranvasodeponchey,colocándoloenunpiejuntoalaestufa,acercaronlassillasparamayorcomodidadymeinvitaronahacer lomismo.Obedecíy,sentadocasientre lasdos,medirigió lapalabraprimeromadamePelet,yluegomadameReuter,comosigue:

—Ahora vayamos al grano —dijo madame Pelet, y prosiguió con unelaborado discurso que, una vez interpretado, venía a decir que habíasolicitado el placer de mi compañía para poder darle a su amiga, madameReuter,laoportunidaddehacermeunaimportanteofertaquepodríasermedegranprovecho.

—Pourvu que vous soyez sage—dijomadameReuter—, et, à vrai dire,vous en avez bien l’air. Tome un poco de ponche (palabra que ellapronunciabaasumanera);esunabebidaagradableysaludabledespuésdeunacomidacopiosa.

Inclinélacabeza,perovolvíarechazarlainvitación,yellaprosiguió:

—Soy —dijo, después de echar un sorbo con aire solemne—, soyplenamenteconscientede la importanciadelencargoquemehaconfiadomiqueridahija,puesustedsabe,monsieur,queesmihijalaquedirigeelcentrodeenseñanzaquehayaquíallado,¿no?

—¡Ah!Creíaqueeraustedquienlodirigía,madame.—AunqueenaquelmomentorecordéquelollamabanescuelademademoiselleynodemadameReuter.

—¿Yo?¡Oh,no!Yollevolacasaymeocupodeloscriados,lomismoquehacemiamigamadamePeletparasuhijo,nadamás.¡Ah!Creíaustedqueyodaba clases, ¿verdad?—y soltó una vibrante carcajada, como si la idea le

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divirtierasobremanera.

—Madame se equivoca al reírse —comenté—. Si no da clases, estoysegurodequenoesporquenopueda.—Saquéunblancopañuelodelbolsilloymelopaséporlanarizcongarbofrancés,inclinándomealmismotiempo.

—Quel charmant jeune homme! —murmuró madame Pelet; madameReuter,queporserflamencaynofrancesa,eramenossentimental,selimitóareírotravez.

—Me temo que es usted peligroso —dijo—. Si es capaz de idearcumplidos a esa velocidad, a Zoraïde le causará pavor, pero si es bueno leguardaré el secreto y no le diré lo bien que sabe adular. Bien, escuche supropuesta.Mihijahaoídoqueesustedunexcelenteprofesory,comodeseatener losmejoresmaestrosparasuescuela (carZoraïdefait toutcommeunereine,c’estunevéritablemaîtresse-femme),mehaencargadoquevinieraestatarde y preguntara a madame Pelet qué posibilidades había de contratarle.Zoraïdeesungeneralprudente,nuncaavanzasinexaminarbienelterreno;nocreoqueleagradarasaberquelehereveladoyasusintenciones,porquenomehaordenadoquellegaratanlejos,perohepensadoquenohabríaningúnmalen desvelarle el secreto y madame Pelet ha sido de la misma opinión. Sinembargo,cuidadocontraicionarnosaningunadelasdosanteZoraïde,antemihija, quiero decir; es tan discreta y circunspecta… no comprende que hayaquienencuentreplacerencotillearunpoquito.

—C’estabsolumentcommemonfils!—exclamómadamePelet.

—¡Ah,elmundohacambiado tantodesdenuestra juventud!—replicó laotra—. Los jóvenes son tan conservadores hoy en día. Pero volviendo a lonuestro,monsieur,madamePeletinsinuaráasuhijolaposibilidaddequedéusted clases en el colegiodemihija, él hablará conustedy luego,mañana,vendrá usted a nuestra casa, preguntará por mi hija y sacará usted el temacomosilaprimeranoticialehubierallegadoatravésdemonsieurPelet,ynoolvide que no debe mencionar mi nombre para nada, pues no quisieradisgustaraZoraïdeenmodoalguno.

—Bien,bien!—exclamé,interrumpiéndola,porquetantachácharaytantoscircunloquiosempezabanaaburrirmemuchísimo—.ConsultaréconmonsieurPeletysearreglarátodotalcomousteddesea.Buenastardes,mesdames,lesestoyinfinitamenteagradecido.

—Comment!Vousvousenallezdéjà?—exclamómadamePelet—.Prenezencorequelque chose,monsieur.Unepommecuite, desbiscuits, encoreunetassedecafé?

—Merci, merci, madame, au revoir —y salí por fin de la habitación,caminandohaciaatrás.

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Unavezenmihabitación,empecéadarlevueltasenlacabezaalepisodiode aquella tarde.Engeneralmeparecióun asunto extrañoy llevadodeunamaneraextraña,porquelasdosviejaslohabíanconvertidoenunpequeñolío.No obstante, en mi ánimo predominaba un sentimiento de satisfacción. Enprimerlugar,seríauncambiodarclasesenotrocolegio,yademás,resultaríainteresante enseñar a jóvenes señoritas… ser admitido en un internado deseñoritasibaaserunaexperienciatannuevaenmivida…

CAPÍTULOIX

NaturalmentemonsieurPeletnopudoobjetarnadaalapropuestaquemehacíamademoiselleReuter,dadoqueprecisamenteelpermisoparaaceptarunempleo adicional como ése formaba parte de las condiciones en las quemehabíacontratado.Sedeterminó,por tanto, enel transcursodeldía siguiente,queestabaautorizadoadarclasesenelcolegiodemademoiselleReutercuatrotardesporsemana.

Alllegarlatarde,medispuseairalcolegiodemademoiselleparahablarconellaenpersona.Nohabíatenidotiempodehaceranteslavisita,acausademisclases.Recuerdomuybienque,antesdeabandonarmihabitación,sostuveunbrevedebateconmigomismosobrelaconvenienciadecambiarmiatuendohabitual por otro más elegante; finalmente, decidí que sería un esfuerzoinnecesario.«Sinduda—pensé—,seráunarígidasolterona,pues,aunquesealahijademadameReuter,esmuyposiblequehayallegadoyaaloscuarentainviernos, y aunque no fuera así, aunque fuera joven y hermosa, yo no soyatractivoniloserépormuchoquemecambie;asípues,irétalcomoestoy.»Ymefui,echándomeunaojeadaalpasarporel tocador,sobreelquehabíaunespejo; vi una cara delgada y de facciones irregulares, de ojos negros,hundidosbajouna frente anchay cuadrada;un cutis sin lozanía, unhombrejoven, pero no juvenil, que no podía ganarse el amor de una dama ni serblancodelasflechasdeCupido.

Pronto llegué a la entrada del internado, en un instante tiré de lacampanilla,uninstantemásymeabrieronlapuerta,quediopasoaunpasillocuyosuelodemármolalternabaelblancoyelnegro;tambiénlapinturadelasparedesimitabaelmármol,yenelextremoopuestohabíaunapuertadecristalatravésdelaqueviarbustosyunafranjadehierbadeagradableaspectobajoelsoldelatardeapacibleyprimaveral,puesestábamosamediadosdelmesdeabril.Aquéllafue,pues,miprimeravisióndeElJardín,peronotuvetiempodemirarlomuchoporque,despuésdecontestarafirmativamentealpreguntarleyosisuseñoraestabaencasa, laporteraabrió laspuertascorrederasdeuna

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habitaciónquehabíaalaizquierday,trasinvitarmeapasar,volvióacerrarlasdetrásdemí.Meencontréenunsalónconelsuelomuybienpintadoypulido,sillas y sofás cubiertos por blancos tapetes, una estufa verde de porcelana,cuadrosconmarcosdoradosenlasparedes,unrelojdepareddoradoyotrosadornossobre larepisadelachimenea,yunagranarañadecristalcolgandodelcentrodeltecho;espejos,consolas,cortinasdemuselinayunabonitamesade centro completaban elmobiliario; todo parecía extremadamente limpio yreluciente,peroenconjuntohabríaproducidounafríaimpresióndenohabersidoporqueunsegundopardepuertascorrederasqueestabanabiertasdeparen par y daban a un salón más pequeño —y amueblado de forma másacogedora—ofrecíancierto alivioa lavista.Aquelotro salón tenía el sueloalfombrado y había en él un piano, un sofá y una chiffonnière, pero lo queatrajomiatenciónfueunaaltaventanaconunacortinadecolorcarmesíque,estandodescorrida,mepermitióvislumbrardenuevoeljardínatravésdeloscristalesgrandesytransparentes,alrededordeloscualessehabíanenroscadounashojasdehiedra,loszarcillosdeunaenredadera.

—MonsieurCrimsvort,n’est-cepas?—dijounavozamiespaldaydiunrespingo involuntario. Me di la vuelta; estaba tan ensimismado en lacontemplación de aquella pequeña y bonita estancia que no me habíapercatado de la entrada de una persona en el salón más grande. Eramademoiselle Reuter la que se había acercado yme hablaba, y después dehaceruna reverenciaconunasangre fría instantáneamente recobrada—puesno soypersonaque se turbe con facilidad—,di comienzoa la conversacióndiciéndoleloagradablequeerasupequeñogabineteylaventajaqueledabaeljardínsobremonsieurPelet.

Sí,eraalgoquepensabaamenudo,dijo,yañadió:

—Es el jardín, monsieur, lo que me hace conservar esta casa; de locontrario seguramente hace mucho tiempo que me habría trasladado a unedificiomásgrandeyespacioso,peronopodríallevarmeeljardínconmigo,yseríadifícilencontrarunotangrandeyamenoenotrolugardelaciudad.

Memostrédeacuerdoconsuparecer.

—Peroustedtodavíanolohavisto—dijo,levantándose—.Acérquesealaventanay loverámejor.—La seguí, abrió laventanay, al asomarme,vi entodasuplenitudel recintoquehastaentonceshabíasidoparamíuna regióndesconocida. Era un terreno cultivado, largo y no demasiado ancho, con unsenderoenelcentrobordeadoporenormesyviejosárbolesfrutales;habíaunazonacubiertadecésped,unparterrederosales,unosarriatesdefloresy,enelextremomás alejado, un denso bosquecillo de lilas, laburnos y acacias.Mepareció agradable, muy agradable, después de mucho tiempo sin ver jardínalguno de ninguna clase. Pero mis ojos no se fijaron sólo en el jardín de

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mademoiselle Reuter; después de contemplar sus bien cuidadosmacizos defloresysusarbustosllenosdecapullos,dejéquemivistasevolvierahaciaellaynomeapresuréaapartarla.

Había creído que encontraría una imagen alta, enjuta, amarillenta,conventual, vestida de negro y con una cerrada cofia blanca atada bajo labarbillacomoungriñóndemonja.Antemí,porelcontrario,teníaaunamujermenuda y de formas redondeadas, que bien pudiera sermayor que yo, peroque seguía siendo joven; no creo que tuvieramás de veintiséis o veintisieteaños.Teníalapieltanblancacomocualquieringlesadepielblanca,nollevabacofia,suscabelloserancastañosylosllevabarizados;noteníaunasfaccioneshermosas,nierantampocoregulares,nidelicadas,perotampocopodíadecirseque fueranvulgaresyenseguidaencontrémotivospara llamarlasexpresivas.¿Cuálerasucaracterísticaprincipal?¿Lasagacidad?¿Elsentidocomún?Sí,esopensé,peronopodíaestarseguro;descubrí,sinembargo,quehabíaciertaserenidad en la mirada y cierta frescura en el cutis cuya contemplaciónresultabasumamenteplacentera.Elcolordesusmejillaseracomoeldeunabuenamanzana,tansaludablehastaelcorazóncomorojaeslapiel.

Mademoiselle Reuter y yo entramos en materia. Dijo que no estabacompletamenteseguradequeelpasoqueibaadarfueraacertado,porqueyoeramuy joveny tal vez los padres se opusieran a que sus hijas tuvieranunprofesorcomoyo.

—Peroamenudoesmejoractuarsiguiendouncriteriopropio—afirmó—,yguiar a lospadres en lugardedejarseguiarpor ellos.Lacapacidaddeunprofesornovienedeterminadapor laedad,ypor loqueheoídoy loqueheobservadoyomisma,confíomuchomásenustedqueenmonsieurLedru,elmaestrodemúsica,queesunhombrecasadodecasicincuentaaños.

Señalé que esperaba parecerle digno de su buena opinión y que,conociéndome,eraincapazdetraicionarlaconfianzaquesedepositaraenmí.

—Dureste—dijoella—,lavigilanciaseráestricta.—Yluegoprocedióadiscutir los términos del acuerdo. Mostró gran precaución y se puso a ladefensiva;nollegóaregatear,perometanteóconcautelaparaaveriguarquéexpectativas tenía, y viendo que no conseguía hacerme nombrar una suma,razonóyrazonóhablandofluidamenteconcircunloquios,perotranquila,parafinalmentelograrquemecomprometieraporquinientosfrancosalaño.Noeramucho,peroacepté.Antesdequeterminaralanegociaciónempezóahacersedenoche;yonolaabrevié,puesmegustabamuchoestarallísentadooyéndolahablar;medivertíalaclasedetalentoparalosnegociosquedesplegaba.NielpropioEdwardsehabríamostradomáspráctico,aunquesímuchomásburdoeimpaciente.Ellateníamuchasrazonesymuchasexplicacionesquedar,yalapostreconsiguiódemostrarqueactuabademaneratotalmentedesinteresadae

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incluso con generosidad. Por fin concluyó; no pudo decir nadamás porque,habiéndoloaceptadoyotodo,notuvobasesobrelaqueejercitarsuelocuencia.Me vi obligado a levantarme. Habría preferido seguir allí un rato más.¿Adónde podía ir sino a mi pequeña y vacía habitación? Y mis ojos secomplacíanmirandoamademoiselleReuter, sobre todoahoraque la luzdelcrepúsculo suavizaba un poco sus rasgos y, en la penumbra incierta, podíaimaginarsufrentetandespejadacomoaltaeraenrealidad,ysubocadefinidapor curvas que mostraban igual dulzura que sentido común. Cuando melevanté paramarcharme, extendí lamano a propósito, aunque sabía que eracontrarioalaetiquetadelascostumbrescontinentales.Ellasonrióydijo:

—Ah! C’est comme tous les anglais —pero me dio la mano muyamablemente.

—Eselprivilegiodemipaís,mademoiselle—dijeyo—,y recuerdequesiempreloreclamaré.

Ella se rio con la mayor afabilidad del mundo y con esa especie detranquilidad que era obvia en todo lo que hacía, una tranquilidad que mealiviaba y me convenía singularmente, al menos eso pensé aquella tarde.Bruselasmeparecióunlugarmuyagradablecuandosalídenuevoalacalle,yparecíacomosiunacarreraalegre,ricaenexperiencias,ascendente,seabrieraantemíenaquellanochesuaveyserenadeabril.Asídeimpresionableeselhombre,oalmenoselhombrequeyoera…enaquellosdías.

CAPÍTULOX

Aldíasiguiente,lamañanaparecíatranscurrirconunagranlentitudenelcentrodemonsieurPelet.Yodeseabaquellegaralatardeparapodervolveralinternadovecinoydarmiprimeraclaseenaquelcautivadorrecinto,puesamímeparecíacautivador.Almediodíallególahoradelrecreo;alaunacomimos;conestopasóeltiempoyporfinsonólagravecampanadeSte.Guduledandolentamentelasdos,señalandoelmomentoquetantohabíaesperado.

Al pie de la estrecha escalera trasera por la que se bajaba desde mihabitación,meencontréconmonsieurPelet.

—Comme vous avez l’air rayonnant!—dijo—. Je ne vous ai jamais vuaussigai.Quec’est-ildoncpassé?

—Apparemmentquej’aimeleschangements—contesté.

—Ah! Je comprends. C’est cela. Soyez sage seulement. Vous êtes bienjeune,tropjeunepourlerôlequevousallezjouer.Ilfautprendregarde,savez-

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vous?

—Maisqueldangery-a-t-il?

—Jen’ensaisrien.Nevouslaissezpasalleràdevivesimpressions,voilàtout.

Mereí.Unasensacióndeexquisitoplacerseapoderódemíalpensarqueeramuyprobablequeesasvives impressions seprodujeran.Hastaentonces,micruzhabíasidolamonotonía,laaburridarutinadiaria;misélèvesvestidosconelblusóndelaescueladechicosnohabíandespertadonuncaenmívivesimpressions, excepto en alguna ocasión, quizá, la de la ira.Me despedí demonsieurPelet.Caminandopor el pasillo agrandes zancadas, oí unade suscarcajadas,unsonidomuyfrancés,desenfadado,burlón.

Unavezmásmehalléantelapuertadealladoyprontovolvíaentrarenelalegrepasilloconsusparedesclaras,delcolordelaspalomas,aimitacióndelmármol. Seguí a la portera.Tras bajar un escalón y doblar una esquina,meencontréenunaespeciedecorredor; seabrióenélunapuertayapareció lafiguramenudademademoiselleReuter, tangrácilcomorellena.Vientoncessuatuendoaplenaluzdeldía;eraunsencillovestidodelanafinaqueseceñíaalaperfecciónasusformascompactasyredondeadas,conuncuellopequeñoy delicado; manchettes de encaje y pulcros borceguíes parisinos mostrabancuello,muñecasypiesdelmodomás favorecedor,pero ¡qué seriaestaba sucara cuando tropezó de repente conmigo! Su mirada y su frente delatabanpreocupación, parecía casi severa. Su bonjour, monsieur fue muy educado,perotambiénmetódico,vulgar;fuecomoaplicardirectamenteunpañofríoyhúmedosobremisvives impressions.Laporterasediomediavueltacuandovioa su señorayyo recorrí lentamenteel corredoral ladodemademoiselleReuter.

—Monsieurdaráclasehoyen laprimeraaula—dijo—.Talvez lomejorparaempezarseríaundictadoounalectura,puessonlasformasmássencillasdeenseñarunidiomaextranjero,yenunprincipioesnaturalqueelprofesorestéunpoconervioso.

Teníatodalarazóndelmundo,comosabíayoporexperiencia,porloqueno tuve más remedio que manifestar mi conformidad. Seguimos luego ensilencio.Elcorredoracababaenunampliosalóncuadradodetechoalto;aunlado, una puerta de cristal permitía ver un largo y estrecho comedor conmesas, un aparador y dos lámparas; estaba vacío. Enfrente, unas grandespuertasdecristal seabríanal jardínyzonade juegos;unaampliaescalinataascendía en espiral en el lado opuesto; en la pared que quedaba había unadoble puerta corredera que estaba cerrada y que sin duda daba acceso a lasaulas.

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Mademoiselle Reuter me miró de reojo, seguramente para averiguar siestaba lo bastante tranquilo para ser conducido al interior de susanctasanctórum. Supongo que consideró que tenía un aceptable dominiosobremímismo,porqueabriólaspuertasymehizopasar.Anuestraentradasiguióunaseriedecrujidosdepersonasqueselevantaban.Sinmiraraderechani izquierda caminé por el pasillo que dejaban las dos hileras de bancos ypupitres,ytoméposesióndelasillavacíaylamesasolitariaquehabíasobreunestradoalqueseaccedíaporunúnicoescalónydesdeelquesedominabalamitaddelaula;laotramitadestabaacargodeunamaîtressesituadaenunestrado similar. Al fondo del estrado, sujeto a una mampara movible queseparabaelauladeotraadjunta,habíaungrantablerodemaderapintadodenegroyencerado;sobremimesaviungruesotrozodetizaconelqueaclararcualquierdudagramaticaloverbalquepudieraproducirsedurantelalección,escribiéndolasobrelapizarra;juntoalatizahabíaunaesponjamojadaquemepermitiríaborrarlasmarcascuandoéstashubierancumplidosupropósito.

Hice estas observaciones despacio y con esmero antes de echar una solaojeada a los bancos que tenía delante; después de coger la tiza, de volver amirarlapizarraytocarlaesponjaparaversiestabasuficientementehúmeda,meparecióqueteníalasangrefríanecesariaparaalzarlavistatranquilamenteymirarsinprisasamialrededor.

YloprimeroqueobservéfuequemademoiselleReutersehabíamarchadosinhacerruidoynoselaveíaporningunaparte;sóloquedóunamaîtresseoprofesora, la que ocupaba el estrado contiguo, para vigilarme; estabamedioocultaentrelassombrasy,comosoycortodevista,sólopudedistinguirqueeradelgadayhuesuda,queteníauncutisdecerayquesuactitud,allísentada,eraalavezdeapatíayafectación.Másvisibles,másdestacadas, iluminadasdellenoporlaluzdelventanal,eranlasocupantesdelosbancos,muchachasde catorce, quinceydieciséis años, y algunas jóvenesdedieciocho a veinte(ésa fuemi impresión).Todasvestíanatuendos sumamente recatados, lucíanlos peinados más sencillos, y parecían abundar las facciones regulares, loscutis sonrosados, los ojos grandes y brillantes y las formas redondeadas,voluminosas incluso. No soporté aquella primera visión como un estoico;deslumbrado,bajélamiradayconunavozdemasiadobaja,musité:

—Prenezvoscahiersdedictée,mesdemoiselles.

No era así como había pedido a los chicos de Pelet que cogieran suscuadernos. Los pupitres se abrieron entre crujidos; tras las tapas levantadasque ocultaron momentáneamente las cabezas agachadas para buscar loscuadernosdeejercicios,oísusurrosyrisitas.

—Eulalie,jesuisprêteàpâmerderire—comentóuna.

—Commeilarougienparlant!

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—Oui,c’estunvéritableblanc-bec.

—Tais-toi,Hortense,ilnousécoute.

Las tapascayerony lascabezasvolvieronaaparecer.Mehabíafijadoentres, lasquecuchicheaban,ynovacilé enmirarlas congran firmezacuandoemergierondesueclipsetemporal.Fueasombrosoelvaloryladesenvolturaquemedieron aquellas breves frases dedisplicencia; lo que antesmehabíaintimidadoera la ideadequeaquellos jóvenesseresqueteníaantemisojos,consus trajesnegrosymonjilesy sus suavescabellos trenzados, fueranunaespeciedeángeles.Lasfrívolasrisitasylossusurrosatolondradosaligeraronenciertamedidamiánimodeaquellafantasíavanayopresiva.

Lastresalasquemerefieroestabanenlaprimerafila,amediometrodelestrado,ysecontabanentrelasqueparecíanmayores.Susnombreslossupemásadelante,perobienpuedomencionarlosahora; eranEulalie,HortenseyCaroline.Eulalie era altayde figurahermosaybienproporcionada, rubiaycon las facciones de unaMadonna de los Países Bajos; muchas figures deviergehevistoencuadrosholandesesqueeranexactamenteigualesaella.Nohabía ángulos en su figura ni en su rostro, todo eran curvas y redondeces;ningúnpensamiento,nipasión,nisentimientoalterabanlauniformidaddesupielblancaytransparenteconruboroarrugas.Sunoblebustosubíaybajabaal ritmode la respiración, susojos semovíanunpoco; sólo estos signosdevidamepermitíandistinguirladeunahermosaestatuadecera.Hortenseeracorpulenta y demediana estatura, su figura carecía de gracia, su rostro eramuyatractivo,másvivazybrillantequeeldeEulalie,conloscabellosdeunoscurotonocastañoyelcutismoreno;ensusojoshabíaunachisparetozonaymaliciosa;talvezfueracoherenteytuvierabuenjuicio,peronohabíaindicioalgunodetalescualidadesensusfacciones.

Caroline eramenuda, aunque tenía cuerpo demujer; sus cabellos negroscomoaladecuervo,igualquesusojos,susfaccionesregularesysutezdeuntonoaceitunado,perosincolor,claroenelrostroycetrinoentornoalcuello,formabanenellaesaconjuncióndeelementosque,unidos,sonparamuchoslaperfecciónde labelleza.Noalcanzo a comprender cómo, con lapalidez sinmaticesdesupielylaregularidadclásicadesusfacciones,conseguíaparecersensual.Creoqueselasingeniabanentresuslabiosysusojos,yelresultadono dejaba lugar a dudas en el ánimo del observador. Era sensual en aquelmomento,yalcabodediezañosseríaordinaria;ensurostrollevabaescritalapromesadegrandesinsensatecesfuturas.

Siyomirabaaestasjóvenessinrecato,eramenorelqueellasmostrabanalmirarme a mí. Eulalie alzó sus ojos impasibles hacia los míos como siesperara, pasiva pero segura, un tributo espontáneo a sus majestuososencantos.Hortensememiróconaudaciayuna risitabobaalmismo tiempo,

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mientrasdecíaconairedeinsolentefamiliaridad:

—Dictez-nousquelquechosedefacilepourcommencer,monsieur.

Caroline sacudió sus sueltos tirabuzones de cabellos abundantes, aunquealgo toscos, que le caían sobre sus ojos negros y vivaces, entreabriendo loslabios, tan carnosos como losdeun ardiente esclavonegro, quedejaronverunos dientes deslumbrantes, al tiempo que me dedicaba una sonrisa de safaçon.Hermosa comoPaulineBorghese, en aquelmomento no parecíamáspura que Lucrecia Borgia. Caroline era de familia noble. Más adelante oíhablardelcarácterdesumadreydejédesorprendermeporlasprecocesdotesdesuhija.

Comprendí de inmediato que aquellas tres se tenían por las reinas delcolegioycreíanensombreceratodaslasdemásconsuesplendor.Enmenosdecinco minutos me habían revelado así su carácter, y en menos de cincominutosmehabíaabrochadoyo lacorazadeuna férrea indiferenciayhabíabajadolaviseradeunaimpasibleausteridad.

—Cojan lasplumasyempiecenaescribir—dije,conunavoz tansecaymonocordecomosimehubieradirigidoaJulesVanderkelkovycompañía.

Una vez comenzado el dictado, las tres bellas me interrumpieron decontinuo con pequeñas preguntas estúpidas y comentarios fuera de lugar,algunosdeloscualesdejésincontestaryaotroslesdiunarespuestabreveytranquila.

—Commentdit-onpointetvirguleenanglais,monsieur?

—Puntoycoma,mademoiselle.

—Ah,commec’estdrôle!(Risitas.)

—J’aiunesimauvaiseplume,impossibled’écrire!

—Mais,monsieur,jenesaispassuivre,vousallezsivite.

—Jen’airiencompris,moi!

Aquí se elevó unmurmullo general y la profesora, abriendo la boca porprimeravez,exclamó:

—Silence,mesdemoiselles!

No se hizo el silencio; al contrario, las tres señoritas de la primera filasubieroneltonodevoz.

—C’estsidifficilel’anglais!

—Jedétesteladictée.

—Quelennuid’écrirequelquechosequel’onnecomprendpas!

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Algunas de las que estaban detrás se rieron; la confusión empezó aapoderarsedelaclase,sehacíanecesariotomarmedidasinmediatas.

—Donnez-moi votre cahier —dije a Eulalie en tono brusco, einclinándomehaciaella,selocogíantesdequetuvieratiempodedármelo—.Et vous, mademoiselle, donnez-moi le vôtre —continué con un tono másamable, dirigiéndome a lamuchacha pálida y de aspecto vulgar que estabasentadaen laprimera filade laotramitadya laquehabíaclasificadoenelactocomolasmásfeaylamásatentadetodalaclase;lamuchachaselevantó,vinohaciamíymeentregósucuadernoconunamodestaygravereverencia.Repasélosdosdictados;eldeEulalieteníaborronesymanchasyestaballenodeerrorestontos;eldeSylvie(ésteeraelnombredelamuchachafea)estabalimpio, no contenía ningún error absurdo y no tenía más que unas cuantasfaltas de ortografía. Leí en voz alta los dos ejercicios con tono glacial,señalandoloserrores,yluegomiréaEulalie.

—C’esthonteux—dije,yrasguélentamentesudictadoencuatropartesyleentregué los fragmentos.ASylvie ledevolvíelcuadernoconunasonrisa,diciendo—:C’estbien,jesuiscontentdevous.

Sylviemostróuna tranquilasatisfacción;Eulalieestallabaderabia,comounturcoairado,perosehabíaacabadoelmotín.Lacoqueteríavanidosayfútildelprimerbancoseconvirtióenmalhumortaciturno,quemeconveníamuchomás,yelrestodelaclasetranscurriósininterrupciones.

Unacampanaquesonabaenelpatioanuncióelmomentodefinalizarlastareasescolares.Almismo tiempooínuestracampanay ladeciertaescuelapública inmediatamente después. El orden se disipó al instante, todas lasalumnasselevantaron,yomeapresuréacogermisombrero,saludéalaotramaestraconunainclinacióndecabezayabandonéelaulaantesdequesalierala oleada de alumnas externas del aula interior, donde sabía que habíaencerradasunascienjóvenesycuyoalborotocrecientehabíaoídoya.

Apenas había cruzado el salón para llegar al corredor cuando volvió aabordarmemademoiselleReuter.

—Entreaquíunmomento—dijo,sujetandolapuertadelaestanciadelaquehabíasalidoalllegaryo;erauncomedor,comoindicabanelbeaufetyelarmoire vitrée, lleno de cristal y porcelana, que formaban parte de sumobiliario.Antesdequehubieracerradolapuertaelcorredorsehabíallenadoyadealumnasdiurnasquecogíancapas,sombrerosybolsosdelospercheros;laagudavozdeunamaestraseoíadevezencuando,esforzándoseenvanoporimponerciertoorden;envano,digo,puesdisciplinanohabíaningunaenaquellas descuidadas filas y, sin embargo, aquélla se consideraba una de lasmejoresescuelasdeBruselas.

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—Bien,hadadosuprimeraclase—empezódiciendomademoiselleReutercon una voz sumamente serena y ecuánime, como si fuera completamenteinconsciente del caos del que sólo nos separaba un tabique—. ¿Haquedadosatisfechoconsusalumnas,oalgunacircunstanciaensuconductalehadadomotivosdequeja?Nomeocultenada,depositeenmísuenteraconfianza.

Por suerteme sentía plenamente capacitado paramanejar amis alumnassin ayuda; el hechizo, la nebulosa dorada que había encandilado miperspicaciaalprincipio, sehabíadisipadoenbuenamedida.Nopuedodecirque estuviera disgustado o abatido por el contraste entre la realidad de unpensionnatdedemoisellesymivagoidealdeesacomunidad; tansólohabíasido divertido y esclarecedor. En consecuencia, no me sentía inclinado aquejarmeamademoiselleReuteryrecibísuatentainvitaciónalaconfidenciaconunasonrisa.

—Milgracias,mademoiselle.Todohaidocomolaseda.

Suexpresióneramásquedubitativa.

—Etlestroisdemoisellesdupremierbanc?—preguntó.

—Ah!Toutvaaumieux!—fuemirespuesta,ymademoiselleReuterdejóde interrogarme, pero sus ojos, que no eran grandes ni brillantes, que no seenternecíanniseapasionaban,sinoqueeranastutos,penetrantesyprácticos,demostraroncómomejuzgaba,lanzandounbrevedestelloquedecíabienalasclaras: «Sea todo lo reservado que quiera. Lo que me oculte, o pretendaocultarme,loséya».

Medianteunatransicióntansutilquefueapenasperceptible,laactituddeladirectoracambió;elairepreocupadoyprofesionaldesapareciódesurostroy empezó a charlar sobre el tiempoy la ciudad y a interesarse comobuenavecina pormonsieur ymadame Pelet. Respondí a todas sus preguntas; ellaprolongólacharla,yolaseguíporsusmuchosypequeñosvericuetos;estuvotantorato,dijotantascosasyvariótanamenudoeltemadeconversaciónquenomefuedifícilintuirqueteníaunpropósitoconcretopararetenermeallí.Suspalabrasnomedieronlamenorpistasobreesepropósito,perosusemblanteme fue útil.Mientras sus labios pronunciaban tan sólo tópicos amables, susojossevolvíanunayotravezhaciamí.Nomemirabadirectamente,sinoconelrabillodelojo,muysutilmente,ahurtadillas,perocreoquenomeperdíniuna.Laobservécon lamisma intensidadconqueellameobservaba.Prontome percaté de que estaba tanteando mi auténtico carácter, de que buscabapuntossobresalientesypuntosdébilesypuntosextravagantes;hacía,oraunaprueba,oraestaotra,esperandoencontraral finalunagrieta,unhuecoenelquepudieraplantarconfirmezasupequeñopieparaponermelasogaalcuelloy hacerse dueña de mi naturaleza. No te confundas, lector, no era unainfluenciaamorosasobremí loqueellapretendía lograr;enaquelmomento,

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sóloaspirabaalpoderdelpolítico.Yomeacababadeinstalarcomoprofesorensucentroyellaqueríasaberenquéerasuperiorsuintelectoalmío,porquésentimientouopiniónmedejaríaconducir.

Disfrutémuchoconeljuegoynoapresurésuconclusión;avecesledabaesperanzas, iniciando una frase con gran vacilación, y cuando sus taimadosojos se iluminaban, pensando que ya me tenía, después de haberla hechoavanzarunpoco,medeleitabadandomediavueltayterminandoconprácticosentido común, a lo que ella ponía cara larga. Por fin entró una criada paraanunciar la cena y, concluyendo así necesariamente el conflicto, nosdespedimossinqueningunodelosdoshubieralogradoventajasobreelotro:mademoiselleReuternomehabíadadosiquieralaoportunidaddeatacarlaconsentimientoyyo,pormiparte,habíalogradofrustrarsuspequeñasartimañas.Labatallahabíaacabadoenempate.Letendídenuevolamanoalabandonarla habitación, ellame la estrechó; sumano era pequeñay blanca, pero ¡quéfría! También la miré a los ojos, obligándola a mirarme a mí; esta últimaprueba me fue desfavorable, pues la dejé tal como la había encontrado:moderada,comedida,tranquila;amímedecepcionó.

«Estoyaprendiendo—pensé,mientrascaminabadevueltaalaescuelademonsieurPelet—.¡Fíjateenesamujer!¿Escomolasmujeresquesedescribenen las novelas y los romances?Si uno leyera sobre el carácter femenino enPoesía y Ficción, diría que está hecho de sentimiento, sea para bien o paramal.Aquítengounejemplar,ydelomássensatoyrespetable,además,cuyoelemento principal es la razón abstracta. ¡No ha habido Talleyrand menosdesprovistodepasionesqueZoraïdeReuter!»Asípenséentonces;más tardedescubrí que la falta de susceptibilidad es perfectamente compatible confuertesinclinaciones.

CapítuloXI

Realmente había tenido una larga charla con la artera política que eramademoiselle Reuter; cuando llegué a mi residencia descubrí que la cenaandabayaporlamitad.Llegartardealascomidasibacontralasnormasdelcentro y, de haber sido uno de los profesores adjuntos flamencos el quehubiera entrado después de que se retirara la sopa y se diera comienzo alsegundo plato, seguramente monsieur Pelet le hubiera recibido con unapública reprimenda y desde luego le habría privado tanto de sopa como depescado. Lo cierto es que aquel cortés pero parcial caballero se limitó amenearlacabezay,cuandoocupémilugar,desenrollémiservilletaybendijelamesamentalmentesegúnmismodosdehereje,tuvolaamabilidaddeenviar

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a una criada a la cocina para queme trajera un plato de purée aux carottes(pueseradíadevigilia),yantesdemandarqueretiraranelsegundoplato,mereservóunaporcióndelpescadosecoenqueconsistía.Terminadalacena,loschicos salieron en tromba para jugar; por supuestoKint yVandam (los dosprofesoresadjuntos)fuerontrasellos.¡Pobrestipos!Sinohubieranparecidotanpesados,tanpusilánimes,tanindiferentesatodo,leshabríacompadecido,ymucho,portenerqueandaratodashorasyentodaspartestraslospasosdeaquellos toscosmuchachos. Incluso siendo como eran,me sentí inclinado aconsiderarme un mojigato privilegiado cuando me dispuse a subir a mihabitación,segurodeencontrarallí,sinodiversión,síalmenoslibertad;peroaquellanoche(comohabíaocurridoamenudoenocasionesanteriores) ibaasernuevamentedistinguido.

—Ehbien,mauvais sujet!—dijo lavozdemonsieurPelet ami espalda,cuando puse el pie en el primer peldaño de la escalera—. Où allez-vous?Venezàlasalleàmangerquejevousgrondeunpeu.

—Leruegoquemeperdone,monsieur—dije,siguiéndolehastasusaladeestarprivada—,porhabervueltotantarde.Nohasidoculpamía.

—Eso es exactamente lo que quiero saber —replicó monsieur Pelet,haciéndomepasaralacómodasaladondeardíaunbuenfuegodeleña,pues,pasadoelinvierno,sehabíaretiradolaestufa.Tocólacampanillaypidió«cafépara dos». Al poco rato, los dos estábamos sentados, casi con comodidadinglesa,unoa cada ladode la chimenea, conunapequeñamesa redondaenmedio sobre la quehabía una cafetera, un azucarero y dos grandes tazas deporcelanablanca.MientrasmonsieurPeletsededicabaaelegiruncigarrodeuna cigarrera,mis pensamientos volvieron a los dos profesoresmarginados,cuyasvocesoíadesgañitarseenelpatio,enunintentoporponerorden.

—C’estunegranderesponsabilité,quelasurveillance—comenté.

—Plaît-il?—dijomonsieurPelet.

SeñaléquepensabaquemessieursVandamyKintdebíandeestarunpococansadosavecesdesusobligaciones.

—Des bêtes de somme, des bêtes de somme —musitó con desdén eldirector,mientrasyoletendíasutazadecafé—.Servez-vous,mongarçon—dijo con tono afable después de echar un par de grandes terrones de azúcarcontinental en la taza de café—.Y ahora cuénteme por qué se ha quedadotantotiempoenlaescuelademademoiselleReuter.Séqueensucentro,comoenelmío,lasclasesacabanalascuatrodelatarde,ycuandoustedhavueltopasabandelascinco.

—Mademoisellequeríahablarconmigo,monsieur.

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—¡Vaya!¿Sobrequé?,sipuedesaberse.

—Mademoisellenohahabladosobrenada,monsieur.

—¡Fértiltema!¿Ylehahabladoenelaula,delantedelasalumnas?

—No,aligualqueusted,monsieur,mehapedidoqueentraraensusaladeestar.

—Y madame Reuter, la vieja gobernanta, la confidente de mi madre,estabaallítambién,porsupuesto.

—No,monsieur.He tenido el honor de estar completamente a solas conmademoiselleReuter.

—C’estjoli,cela—dijomonsieurPeletysonrió,contemplandoelfuego.

—Honisoitquimalypense—musitéyocontonoelocuente.

—Jeconnaisunpeumapetitevoisine,voyez-vous.

—En ese caso, monsieur podrá ayudarme a descubrir qué motivo teníamademoiselle para hacerme sentar frente a ella en el sofá durante una horamortal,escuchando lamásprolijay fluidadisertaciónsobre lasmásgrandesfrivolidades.

—Sondeabasucarácter.

—Esohepensado,monsieur.

—¿Haencontradosupuntodébil?

—¿Cuálesmipuntodébil?

—Pues el sentimental. Cualquier mujer que hunda su saeta a suficienteprofundidadllegaráfinalmenteauninsondablemanantialdesensibilidadentupecho,Crimsworth.

Notéquelasangresemeagolpabaenelpechoyqueafluíaamismejillas.

—Sóloalgunasmujeres,monsieur.

—¿Se cuenta mademoiselle Reuter entre ellas? Vamos, responde confranqueza,mon fils; elle est encore jeune, plus agée que toi peut-être,maisjusteassezpourunirlatendresed’unepetitemamanàl’amourd’uneépousedévouée;n’est-cepasquecelat’iraitsupérieurement?

—No,monsieur.Prefieroquemimujerseamimujer,ynomediomadre.

—Entonces,¿esunpocomayorparati?

—No,monsieur,noseríaniundíademasiadomayorsimeconvinieraenotrosaspectos.

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—¿En qué aspectos no te conviene,William? Físicamente es agradable,¿noescierto?

—Mucho,suscabellosysucutissonexactamentelosqueyoadmiro,ysufigura,aunquetípicamentebelga,estállenadegracia.

—¡Bravo!¿Ysurostro,susfacciones?¿Tegustan?

—Sonunpocoduras,sobretodolaboca.

—¡Ah, sí, la boca! —dijo monsieur Pelet y rio entre dientes—. Tienecarácter esa boca, firmeza, pero también una sonrisa muy agradable, ¿nocrees?

—Bastantetaimada.

—Cierto,peroesaexpresióntaimadasedebealascejas.¿Tehasfijadoensuscejas?

Contestéqueno.

—¿Nolahasvistobajarlavista,entonces?—preguntó.

—No.

—Pues es un placer. Obsérvala cuando tenga entre manos alguna laborfemenina,lavivaimagendelaconcentraciónpacíficayserenaenlasagujasylaseda,mientrasasualrededorsemantieneunaconversaciónenelcursodelacual se desvelan peculiaridades de un carácter o se debaten importantesintereses.Ellanoparticipa,suhumildeintelectofemeninoestácompletamenteabsortoenlalabor;nosemueveniunosolodesusrasgos;noosamostrarsuconformidad sonriendo, ni su desaprobación frunciendo el entrecejo; suspequeñasmanos siguen realizando su sencilla tarea con diligencia. Le bastaconterminarelbolsooelbonnetgrecqueestáhaciendo.Sialgúncaballeroseacercaasusilla,unamayorinmovilidad,undecoromásmodestoseadueñande sus faccionesycubre su semblante.Observaentonces suscejas, etdites-mois’iln’yapasduchatdansl’unetdurenarddansl’autre.

—Mefijarécuidadosamenteencuantotengaocasión—dije.

—Y entonces —prosiguió monsieur Pelet— los párpados se agitan, lasclaraspestañasselevantanunsegundo,yunosojosazulesquemiranatravésde esas cortinas lanzan su breve, astuta e inquisidora ojeada, y vuelven aretirarse.

Sonreí y también sonrió Pelet, y al cabo de unos minutos de silencio,pregunté:

—¿Creeustedquesecasaráalgúndía?

—¡Casarse!¿Seaparejanlospájaros?Porsupuestoquetienelaintencióny

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laresolucióndecasarsecuandoencuentrealaparejaadecuada,ynohaynadiemásconscientequeellamismadelaimpresiónquepuedeproducir.Nohayaquienlegustemáscautivardeunmodosereno.Omuchomeequivocooellaaúnhadedejarlahuelladesuspasosfurtivosentucorazón,Crimsworth.

—¿De sus pasos? ¡Maldita sea, no! Mi corazón no es ninguna planchasobrelaquesehayadecaminar.

—Peroelsuavecontactodeunapattedeveloursnoleharáningúndaño.

—No me ha ofrecido ninguna patte de velours; conmigo es todaformalidadycircunspección.

—Esoeselprincipio.QueelRespetosealabase,elAfectolaplantabaja,Amorlaestructura;mademoiselleReuteresunahábilarquitecta.

—Y el Interés, monsieur Pelet, ¿no tendrá en cuenta mademoiselle esepunto?

—Sí, sí, sin duda, será el cemento que una las piedras. Y ahora que yahemoshabladodeladirectora,¿quémedicesdelasalumnas?N’y-a-t-ilpasdebellesétudesparmicesjeunestêtes?

—¿Estudiosdecarácter?Sí,cuandomenosloshaycuriosos,supongo,peronosepuedeadivinargrancosaconunasolaentrevista.

—Ah, prefieres la discreción, pero dime, ¿no te has sentido un pocoavergonzadoanteesasjóvenesylozanascriaturas?

—Alprincipiosí,peromehesobrepuestoyhecontinuadocon ladebidasangrefría.

—Notecreo.

—Pues es cierto. Al principio creía que eran ángeles, pero no me hanpermitidoseguirengañadodurantemuchotiempo;tresdelasmayoresymásguapashan tomado la iniciativadeponermeenmisitio,y lohanhechocontanta inteligenciaque,alcabodecincominutos,sabíaalmenos loqueeran:trescoquetasredomadas.

—Je les connais! —exclamó monsieur Pelet—. Elles sont toujours aupremier rang à l’église et à la promenade; une blonde superbe, una jolieespiègle,unebellebrune.

—Exacto.

—Encantadorascriaturastodasellas,concabezasparaartistas.¡Quégrupoharían juntas! Eulalie (conozco sus nombres), con sus suaves cabellostrenzados y su rostro sereno de marfil; Hortense, con sus abundantes rizoscastañostanbellamenteatados,trenzadosyretorcidos,comosinosupieraqué

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hacercontantaabundancia,consusojosbermellones,susmejillasdamascenasysusojospícarosyburlones;¡yCarolinedeBlémont!¡Menudabelleza!Unabellezaperfecta.¡Quénubederizosnegrosentornoaunrostrodehurí!¡Quélabios tan fascinantes! ¡Qué ojos negros tan gloriosos! Byron la habríaidolatradoytú,¡fríoyfrígidoisleño!,¿tehashechoelaustero,elinsensible,enpresenciadeunaAfroditatanexquisita?

Me habría reído del entusiasmo del director de haberlo creído auténtico,perohabíaalgoensutonoqueindicabaunfalsoarrobo.Meparecióquefingíafervorparahacermebajarlaguardia,parainducirmeamanifestarmeamivez,demodoqueapenasmelimitéasonreíryélprosiguió:

—Confiésalo,William,¿nopareceelatractivodeZoraïdeReutervulgarysingracia,comparadoconlosmagníficosencantosdealgunasdesusalumnas?

Lapreguntameturbó,perointuíaclaramentequeeldirectorintentaba(porrazones que él conocía, pero que yo, en aquel momento, no imaginaba)despertarenmicabezaideasydeseosajenosacuantoerabuenoyhonorable.Lainiquidaddesuinstigaciónseconvirtióensuantídoto,cuandoañadió:

—Cadaunadeesastresbeldadesrecibiráunagranfortunay,conunpocode habilidad, un joven inteligente y educado como tú podría convertirse endueñoyseñordelamano,elcorazónylabolsadecualquieradelastres.

Contestéconunamiradayun«¿monsieur?»quelesobresaltaron.

Soltó una carcajada forzada, afirmó que sólo bromeaba y preguntó sirealmentehabíacreídoquehablabaenserio.Justoentoncessonólacampana:la hora de recreo había terminado. Era la noche en que monsieur Peletacostumbrabaa leerpasajesdeobras teatralesy literariasasusalumnos.Noesperó a que le respondiera, sino que se levantó y abandonó la habitacióntarareandounaalegremelodíadeBéranger.

CAPÍTULOXII

Todos los días, cuando iba al internado demademoiselleReuter, hallabanuevas ocasiones para comparar el ideal con la realidad. ¿Qué sabía yo delcarácterfemeninoantesdellegaraBruselas?Muypoco.¿Yquéideamehabíahechodeél?Unaideavaga,leve,sutil,resplandeciente;ahora,alconocerlodecerca,descubríaqueeraunasustanciamásquepalpable,avecestambiénmuydura,conmetalenella,tantohierrocomoplomo.

Quelosidealistas,losquesueñanconángelesterrenalesyfloreshumanas,echenunvistazo ami carpeta abierta, donde encontraránunpar de esbozos

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tomados del natural. Hice estos esbozos en la segunda aula del colegio demademoiselle Reuter, donde se reunían aproximadamente un centenar deejemplares del género jeune fille que ofrecían una fértil variedad sobre eltema. Formaban un grupo heterogéneo que difería tanto en la clase socialcomoenlanacionalidad.Desdemiasientodelestradoveía,enlalargahilerade pupitres, francesas, inglesas, belgas, austríacas y prusianas. La mayoríapertenecíanalaclaseburguesa,perohabíamuchascondesas,lashijasdedosgenerales y las de varios coroneles, capitanes y funcionarios del gobierno;estasdamassesentabanjuntoajóvenesféminasdestinadasaserdemoisellesde magasins, y con algunas flamencas, nativas del país. En el vestir eranprácticamente iguales y en los modales era poca la diferencia; habíaexcepcionesalanormageneral,perolamayoríamarcabaelestilodelcentro,yeseestiloera tosco,bullicioso,caracterizadoporundesprecioabsolutode lapaciencia con susmaestros o entre ellasmismas, por la ávida búsqueda porparte de cada una de su propio interés y comodidad y por una groseraindiferenciahaciaelinterésylacomodidaddelosdemás.Lamayoríamentíacon descaro cuando parecía provechoso hacerlo. Todas conocían el arte dehablar bien cuando se conseguía algo con ello y, con destreza consumadayceleridad, podían pasar a mirarte fríamente por encima del hombro en elinstantemismoenque lacortesíadejaradeserlesbeneficiosa.Entreellasseproducíanmuypocasdisputascaraacara,perolaspuñaladasporlaespaldayla propagación de chismes eran generalizados; las normas de la escuelaprohibían amistades íntimas, y ninguna joven parecía cultivar por otra unmayorapreciodelestrictamentenecesarioparaasegurarsecompañíacuandolasoledaderaunfastidio.Sesuponíaquetodasycadaunadeellashabíansidoeducadas en una absoluta ignorancia del vicio, dado que las precaucionestomadas para hacerlas ignorantes, ya que no inocentes, eran innumerables.¿Cómo era posible entonces que apenas una entre todas las que habíancumplido los catorce años fuera capaz demirar a un hombre a la cara condecoro y modestia? La mirada masculina más normal provocabaindefectiblemente un aire de coqueteo audaz e impúdico, o una estúpidamiradalasciva.Nosénadadelosmisteriosdelareligióncatólico-romanaynosoy intransigenteencuestionesde teología,perosospechoque la raízdeesaimpurezaprecoz,tanevidente,tangeneralizadaenlospaísespapistas,estáenladisciplina,cuandonoenlasdoctrinasdelaIglesiadeRoma.Hagoconstarloquehevisto.Aquellaschicaspertenecíanaloqueseconsideranlasclasesrespetables de la sociedad, a todas las habían educado con esmero y, sinembargo, lamayoría de ellas eranmentalmente depravadas. Esto en lo queconcierneaunavisióngeneral;pasoahoraaunpardeejemplaresescogidos.

ElprimerretratodelnaturalesdeAureliaKoslow,unafräuleinalemana,omás bien una mezcla entre alemana y rusa. Tiene dieciocho años y la hanenviado a Bruselas para concluir su educación. Es de estatura mediana,

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estirada, de cuerpo largo y piernas cortas, tiene muy desarrollado el busto,pero no bien moldeado, un corsé apretado de forma inhumana comprimedesproporcionadamente su cintura, el vestido lo lleva cuidadosamentearreglado y sus grandes pies sufren la tortura de unos botines pequeños, lacabezaespequeña,yllevaelcabelloentrenzasperfectasqueuntaconaceiteygomina; su frente esmuy baja, los ojos grisesminúsculos y vengativos, lasfacciones tienen un aire levemente tártaro, la nariz es bastante chata y lospómulos,prominentes.Sinembargo,elconjuntonoesdeltodofeoyelcutis,aceptable.Estoencuantoasufísico.Encuantoalintelecto,esignoranteymalinformada, incapaz de escribir o hablar correctamente hasta en alemán, supropialengua,esunasnoenfrancésysusintentosdeaprenderinglésnopasande unamera farsa, todo pese a que lleva doce años en la escuela. Pero unacompañera le hace siempre los ejercicios, sean del tipo que sean, y lasleccioneslasrecitadeunlibroqueocultaenelregazo.Noesextrañoquesusprogresos hayan sido tan lentos como un caracol. No conozco los hábitosdiariosdeAurelia,porquenohe tenidoocasióndeobservarlaa todashoras,peroporloqueveodelestadodesupupitre,suslibrosypapeles,diríaqueesdesaliñadaeinclusosucia;laropa,comohedicho,lallevabiencuidada,peroalpasarpordetrásdesubanco,henotadoquetieneelcuellogrisporfaltadelimpieza, y sus cabellos, tan relucientes de grasa y gomina, no tentarían anadieatocarlosymuchomenosapasarleslosdedos.LaconductadeAureliaenclase,almenoscuandoyoestoypresente,esalgoextraordinario,sisetomacomoíndicedeinocenciajuvenil.Encuantoentroenelaula,ledauncodazoasu vecina de banco y suelta una carcajadamal contenida; cuando ocupomiasientoenelestrado,clavalavistaenmí,alparecerresueltaaatraery,siesposible,monopolizarmiatención;conestefin,medirigetodotipodemiradas:lánguidas,provocativas,lascivas,regocijadas;viéndomeinmuneaesaclasedeartillería —pues despreciamos lo que se ofrece en abundancia sin sersolicitado— recurre a la producción de ruidos; algunas veces suspira, otrasgruñe, a veces hace sonidos inarticulados para los que el lenguaje no tienenombre; si paso cercade ella al pasearpor el aula, adelanta el pieparaquetoque el mío; si por casualidad no observo la maniobra y mi bota toca suborceguí,fingeserpresadeconvulsionesacausadelascarcajadasreprimidas;si me doy cuenta de la trampa y la evito, expresa su mortificación con unhoscomurmullo, en el queme oigo insultar en unmal francés pronunciadoconunintolerableacentobajoalemán.

No lejos demademoiselleKoslow se sienta otra jovende nombreAdèleDronsart,belga.Esdeestaturabaja,figuracorpulenta,conlacinturaancha,elcuello y los miembros cortos, cutis blanco y sonrosado, facciones biencinceladasyregulares,ojosbienformadosdeuntonocastañoclaro,elmismode los cabellos, buenos dientes, y de poco más de quince años, perodesarrolladacomounarotundajoveninglesadeveinte.Esteretratodalaidea

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de una damisela algo rechoncha, pero atractiva, ¿no es así? Bueno, cuandomirabalahileradejóvenescabezas,misojossolíandetenerseenlosdeAdèle;su mirada estaba siempre pendiente de la mía y lograba atraerla confrecuencia.Adèleeraunserdeaspectoantinatural, tan joveny lozanay,sinembargo, tan semejante a una gorgona. En su frente llevaba escrita lasuspicaciayuncarácterirritableyhuraño,ensusojosseleíalainclinaciónalvicioyensubocalafalsedaddeunapantera.Engeneralestabasiempremuyquieta,comosisurobustafiguranofueracapazdeinclinarse,comotampocosugrancabeza, tananchaen labase, tanestrechahacia lacoronilla,parecíahecha para girar con prontitud sobre su corto cuello.No teníamás que dosvariedadesdeexpresión:predominabaelceñoadustoydescontento,alteradoaveces por una sonrisa de lo más pérfida y perniciosa. Sus compañeras larehuían,pues,pesealomalasqueeranmuchas,pocasloerantantocomoella.

AureliayAdèleestabanenlaprimeramitaddelasegundaaula,lasegundamitad la encabezaba una alumna interna que se llamaba Juanna Trista, unajovendeascendenciabelgayespañola.Sumadre,flamenca,habíamuertoysupadre, catalán, era un comerciante que residía en las Islas…, donde habíanacido Juanna y desde donde la habían enviado a Europa para recibireducación. Me extrañó que alguien, viendo la cabeza y el rostro de esamuchacha,lahubieraaceptadobajosutecho.Teníaexactamenteelmismotipode cráneo que el papa Alejandro VI; los órganos de la benevolencia, laveneración, la diligencia y la lealtad eran especialmente pequeños,mientrasque los del amor propio, la firmeza, la tendencia destructiva y pendencieraeranabsurdamentegrandes.Sucabezaascendíaencurva,contrayéndoseenlafrente y abultándose en la coronilla. Tenía unas facciones regulares, perograndesymuymarcadas.Eradetemperamentoduroybilioso,decutisclaro,cabellos oscuros y ojos negros, de figura angulosa y rígida, peroproporcionada.Suedad:quinceaños.Juannanoeramuydelgada,peroteníaelsemblantedemacradoysuregarderaávidoyapasionado.Peseasuestrechez,en la frente tenía espacio suficiente para ver grabadas en ella dos palabras:OdioyRebeldía.TambiénlaCobardíaseleíaclaramenteenalgúnotrodesusrasgos, los ojos creo.MademoiselleTrista estimó conveniente perturbarmisprimerasclasescreandounaespeciedeburdaalgaradadiaria:hacíaruidosconlabocacomouncaballo,escupíasalivaysoltabaexabruptos.Detrásydelantedeellahabíaunabandadeflamencasmuyvulgareseinferioresporsuaspecto,incluidos dos o tres ejemplos de esa deformidad física e imbecilidadintelectualcuyafrecuenciaenlosPaísesBajospareceserpruebafehacientedeque su clima es causa de degeneración de la mente y el cuerpo. ProntodescubríqueestasjóvenesestabancompletamentebajolainfluenciadeJuannaque,consuayuda,provocabaymanteníaunaalgarabíadecerdosquemeviforzadoalfinaacallar,ordenándoleaellayaunpardesusinstrumentosquese levantaran y, tras obligarlas a permanecer de pie durante cincominutos,

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expulsándolasdelaclase,yenviéalascómplicesaunagranestanciacontiguaque llamaban lagrande salley a la cabecilla al interiordeunarmario, cuyapuertacerréconllave,lacualmeguardéenelbolsillo.Ejecutéestasentenciadelante demademoiselle Reuter, que contempló con horror un proceder tanexpeditivo,elmásseveroalquesehabíanatrevidojamásensucentro.Asuexpresióndeterrorrespondíconcomposturayfinalmenteconunasonrisaquequizá la halagó y ciertamente sirvió para aplacarla. Juanna Trista siguióviviendo en Europa el tiempo suficiente para pagar con malevolencia eingratitud a cuantos le habían hecho un buen favor, y luego regresó a lasIslas…juntoasupadre,regocijándoseconlaideadequeallítendríaesclavosalosquepodríapatearygolpearasugusto,talcomoelladecía.

He tomado estos tres retratos del natural. Tengo otros tan notables ydesagradablescomoéstos,peroselosahorraréamislectores.

Habrá quien piense, sin duda, que ahora, a modo de contraste, deberíamostraraunacriaturaencantadora,conamablecabezavirginalrodeadadeunhalo,aunadulcepersonificacióndelaInocenciaqueaprietelapalomadelapazcontrasuseno.No,novinadaparecidoy,porlotanto,nopuedoreflejarlo.La alumna de la escuela que tenía el temperamento más alegre era unamuchacha del país, Louise Path; su carácter era bastante bueno y servicial,peronoteníaeducaciónnibuenosmodales;además,padecíatambiénlaplagadel disimulo propia del centro y el Honor y los Principios le erandesconocidos, apenas si había oído sus nombres. La alumna menosexcepcional era lapobrecitaSylvie,quehemencionadoantes.Sylvie erademodales amables, inteligente, e incluso sincera hasta donde le permitía sureligión, pero tenía un organismo defectuoso; la mala salud atrofiaba sucrecimiento y enfriaba su espíritu. Por otro lado, habiendo sidodestinada alclaustro,sualmaenterasehabíadeformado,adquiriendounsesgoconventual,yensudócilsumisiónaprendidaseadivinabaquesehabíapreparadoyaparasu vida futura renunciando a la independencia de pensamiento y acción,entregándose a algún despótico confesor. No se permitía una sola opiniónoriginal,niunasolapreferenciasobrelacompañíaolaocupación,entodolaguiabaotrapersona.Macilenta,pasiva,conaspectodeautómata,andabatodoeldíahaciendo loque se lepedía,nunca loque legustabao loquecreyeracorrectohacerporconviccióninnata.Alapobrecilla,futuramonja,lehabíanenseñado desde temprana edad a subordinar los dictados de su razón y suconciencia a lavoluntadde sudirector espiritual.Era la alumnamodelodelcentro de mademoiselle Reuter: imagen ruinosa, desvaída, en la que latíadébilmente lavida, ¡peroa laquehabíanextraídoel almamediantebrujeríapapista!

Habíaunascuantasalumnasinglesasenlaescuela,quepodíandividirseendosclases.Enprimerlugar,lasinglesascontinentales,hijasprincipalmentede

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aventureros arruinados a los que las deudas o el deshonor habían llevado aabandonarsupaís.Estaspobreschicasnohabíanconocidojamáslasventajasde un hogar estable, de un ejemplo decoroso ni de una sincera educaciónprotestante;residíanunosmesesenunaescuelacatólicayluegoenotra,puessus padres vagaban de país en país, de Francia aAlemania, deAlemania aBélgica,ydetodasellashabíanrecogidounaeducacióninsuficienteymuchasmalascostumbres,perdiendotodanociónhastadeloselementosbásicosdelamoral y la religión, adquiriendo en cambio una estúpida indiferencia haciatodosentimientoquepuedaelevara lahumanidad.Se lasdistinguíaporunahabitualexpresióndehoscoabatimiento,resultadodeunadignidadpisoteadaydelaintimidaciónconstantedesuscompañeraspapistas,quelasodiabanporseringlesasylasdespreciabanporherejes.

Lasegundaclaseeraladelasinglesasbritánicas,delasquenoencontrénimedia docena durante todo el tiempo que di clases en el internado. Suscaracterísticas eran: atuendos limpios, pero descuidados, cabellos malpeinados (en comparación con el esmero de las extranjeras), porte erguido,figuras flexibles, manos blancas y finas, facciones más irregulares, perotambiénmásinteligentesquelasdelasbelgas,semblantesgravesyrecatados,unaspectogeneraldeauténticodecoroydecencia;estaúltimacircunstancia,porsísola,mepermitíadistinguirdeunaojeadaaunahijadeAlbión,criadadentro del protestantismo, de la hija adoptiva de Roma, protegida de losjesuitas. Orgullosas eran también estas jóvenes británicas; envidiadas yridiculizadas a la vez por sus compañeras continentales, rechazaban losinsultos con austera cortesía y se enfrentaban al odio con mudo desprecio.Evitaban la compañía de las demás y parecían vivir aisladas en medio delgrupo.

Las profesoras que dirigían esta abigarrada multitud eran tres, todasfrancesas, y se llamaban mesdemoiselles Zéphyrine, Pélagie y Suzette. Lasdos últimas eran de lo más vulgar, de apariencia ordinaria, igual que susmodales,sutemperamento,suspensamientos,ideasysentimientos;siquisieraescribir un capítulo entero sobre este tema, no podría explicarlo mejor.Zéphyrine era algomás distinguida en su aspecto y su comportamiento quePélagie y Suzette, pero su carácter era el de una auténtica coqueta parisina,pérfida,mercenariaysincorazón.Algunasvecesviaunacuartamaestraquealpareceracudíaalcentrodiariamenteparaenseñaracoser,a tejer,azurcirencajes, o algún otro arte insustancial por el estilo, pero nunca pasé de unvistazofugaz,puestoquesesentabaenelrincónconsusbastidores,rodeadade unas doce alumnas de las de mayor edad; en consecuencia, no tuveoportunidaddeestudiarsucarácter,nideobservarsupersona;deestaúltimaapreciéque teníaun airemuy juvenil para ser unamaestra, pero sinningúnotrorasgosobresaliente.Encuantoasucarácter,meparecióqueposeíamuypoco,yaquesusalumnasparecíansiempreenrévoltecontrasuautoridad.No

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vivíaenelcentroycreoquesellamabamademoiselleHenri.

Enmediodeestacoleccióndecuantohaydeinsignificanteydefectuoso,de gran parte de lo vicioso y repulsivo (muchos habrían usado este últimoepíteto para describir a las dos o tres británicas envaradas, silenciosas, malvestidasy recatadas), la juiciosa, sagazy afabledirectorabrillabacomounaestrellasobreunpantanollenodefuegosfatuos;profundamenteconscientedesusuperioridad,estaconciencialeproporcionabaunafelicidadinteriorqueerasu sostén frente a las preocupaciones y la responsabilidad inherentes a suposición; le ayudaba a mantener la calma, a no fruncir el entrecejo y a noperderlacompostura.Legustabanotar,¿aquiénnolehabríagustado?,cuandoentrabaenelaula,quesusolapresenciabastabaparaestablecerelordenyelsilencioque todas las reconvencionese inclusoórdenesde sus subordinadasfrecuentemente no lograban imponer. Le gustaba ser comparada o inclusoaparecer en contraste con los que la rodeaban, y saber que en cualidadespersonales,asícomointelectuales,se llevabasindiscusión lapalma(las tresmaestras eran feas). A sus alumnas las manejaba con indulgencia y maña,asumiendo siempre el papel de quien recompensaba y pronunciabapanegíricos, dejando a sus subalternas la tarea ingrata de culpar y castigar,parainspirardeferencia,yaquenoafecto.Susprofesorasnolaquerían,perosesometíanporqueeraninferioresaellaentodo;losdiversosprofesoresquedaban clases en la escuela estaban todos, de una forma u otra, bajo suinfluencia.Aunolodominabaporquesabíamanejarhábilmentesumalgenio,a otro por pequeñas atenciones a sus caprichos mezquinos; a un tercero lohabía sojuzgadomediante halagos; a un cuarto, un hombre tímido, lo teníaintimidado con un semblante austero y decidido. A mí me observaba aún,poniéndome a prueba todavía de mil modos ingeniosos, revoloteaba a mialrededor, desconcertada, pero perseverante. Creo que me consideraba unprecipiciolisoydesnudoquenoofrecíaaristadepiedra,niraízprominente,nimata de hierba a las que agarrarse para ascender.Orame adulaba con tactoexquisito, ora moralizaba, ora tanteaba hasta qué punto era yo accesible aintereses mercenarios, luego jugueteaba al borde de la afectación, sabiendoqueaalgunoshombresselesganafingiendodebilidad,paraluegohablarconexcelente criterio, consciente de que otros cometen la locura de admirar elbuen juicio.Era placentero y sencillo a la vez esquivar todos sus esfuerzos.Eraunadulcesensación,cuandomecreíacasivencido,revolvermeysonreírmirándolaalosojosconciertodesdén,ysertestigoluegodesuhumillaciónapenasdisimulada,peromuda.Aunasí,siguióinsistiendo,yfinalmente,deboconfesarlo,probando,hurgandoytanteandoencadaátomodelcofre,sudedohalló el resorte secreto y, por unmomento, la tapa se abrió, y ella posó lamano sobre la joya que contenía. Sigue leyendo y sabrás si la robó y larompió,osilatapavolvióacerrarse,pillándolelosdedos.

Ocurrió que un día di una clase hallándome indispuesto; tenía un fuerte

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resfriado y tos. Dos horas hablando sin parar me dejaron ronco y agotado.Cuando abandoné el aula y salí al corredor,me encontré conmademoiselleReuter,lacualmedijoconpreocupaciónqueestabamuypálidoyqueparecíacansado.

—Sí —dije—, estoy cansado —y entonces ella añadió, con interéscreciente:

—Noseiráustedhastaquehayatomadoalgo.—Meconvencióparaqueentraraenelgabineteyfuemuybuenayamablemientrasestuveallí.Aldíasiguiente, fuemás amable aún, entró en la clase enpersonapara comprobarque las ventanas estaban cerradas y que no había corrientes de aire, meexhortóconcordialseriedadaquenohicieraesfuerzos,ycuandomefui,medio la mano sin ofrecérsela yo, y no pude por menos que hacerle notar,medianteunsuaveyrespetuosoapretón,queeraconscientedelfavoryqueseloagradecía.Mimodestamanifestaciónpropicióunaalegreybrevesonrisaensurostro,ycasilaencontréencantadora.Duranteelrestodelavelada,novielmomentodequellegaralatardedeldíasiguienteparavolverlaaver.

No sufrí una decepción, pues estuvo sentada en clase durante toda lalecciónymemiróamenudocasiconafecto.Alascuatromeacompañófuera,interesándosesolícitamentepormiestadoyreprendiéndomeluegodulcementeporquehablabademasiadofuerteymeesforzabaenexceso.Medetuveantelapuertadecristalquedabaaljardínparaoírsusermónhastaelfinal;lapuertaestaba abierta, el día era precioso, y mientras escuchaba la balsámicareprimenda, contemplé la luz del sol y las flores yme sentímuy feliz. Lasalumnasdiurnasempezaronasalirdelasaulasalcorredor.

—¿Quiere salir al jardín unos minutos —preguntó ella—, hasta que sehayanido?

Bajélosescalonessinresponder,peromedilavueltalojustoparadecir:

—¿Vieneustedconmigo?

En unos instantes la directora y yo paseábamos juntos por el senderoflanqueadodeárbolesfrutales,queestabanenfloryllenosdenuevosretoños.Elcieloeraazul,no soplabael aire, la tardedemayo rebosaba fraganciasycolor.Liberadodelaulasofocante,rodeadodefloresyfollaje,conunamujeragradable, sonriente y afable a mi lado, ¿cómo me sentía? Pues… en unasituaciónenvidiable.Parecíacomosilasvisionesrománticasdeaqueljardín,sugeridaspormiimaginacióncuandoaúnloocultabanamisojosloscelosostablones, se hubieran realizado con creces, y cuando una curva del senderohizoqueperdiéramosdevistalacasayunosaltosarbustostaparonlamansióndemonsieurPeletynosocultaronmomentáneamentedelasdemáscasas,quese elevaban como un anfiteatro en torno a aquel frondoso paraje, ofrecími

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brazo amademoiselleReuter y la llevé a una silla del jardín colocada bajounas lilascercanas.Ellasesentóyyoasu lado;siguióhablándomeconesadesenvoltura que infunde desenvoltura y, mientras la escuchaba, caí en lacuenta de que estaba a punto de enamorarme. Sonó la campana de la cena,tanto en su casa como en la de monsieur Pelet; nos vimos obligados adespedirnos;laretuveunmomentocuandoyasealejaba.

—Quierounacosa—dije.

—¿Qué?—preguntóZoraïdeingenuamente.

—Sólounaflor.

—Puescójala,odos,oveintesiquiere.

—No,unabastará,perotienequecogerlaustedydármela.

—¡Quécapricho!—exclamó,perosepusodepuntillasy,atrayendohaciasíunahermosaramadelilas,meofrecióunacongarbo.Yolacogí,satisfechoporelmomentoyesperanzadoparaelfuturo.

Desdeluegoaqueldíademayofueencantadoryterminóconunanochedecalor y serenidad estivales, bañada por la luz de la luna. Lo recuerdo bien,puesme quedé hasta tarde corrigiendo devoirs y, sintiéndome cansado y unpoco agobiado entre las cuatro paredes de mi habitación, abrí la ventanatapiadaquehemencionadoamenudo,perocuyostabloneshabíaconvencidoamadamePeletquemandaraquitardesdequeocupabaelpuestodeprofesorenel Pensionnat de demoiselles, dado que a partir de entonces ya no erainconvenantquecontemplaraamispropiaspupilasmientrassedivertían.Mesentéenel asientode laventana, apoyéelbrazoenel alféizarymeasomé;sobremicabeza teníaelclaroscurodeunfirmamentonocturnosinnubes; laespléndidaluzdelalunaatenuabaeltrémuloresplandordelasestrellas;abajoestaba el jardín envuelto en un brillo plateado y en profundas sombras ycubiertode rocío; los capullos cerradosde los árboles frutales exhalabanungratoperfume;nosemovíaunasolahoja,eraunanochesinbrisa.Miventanadabadirectamenteaciertopaseodel jardíndemademoiselleReuter, llamadol’alléedéfendue,que se conocía conestenombreporque las alumnas teníanprohibidoentrarenélporsuproximidadalcolegiodechicos.Eraallídondelas lilas y los laburnos crecían en abundancia, aquél era el rincón másrecóndito del jardín, sus arbustos ocultaban la silla dondeme había sentadoaquella tarde con la joven directora. Huelga decir que mis pensamientosestabancentradossobretodoenellacuandomirémásalládelacelosíaydejéque mis ojos vagaran por los senderos y las márgenes del jardín, por lafachadadelacasallenadeventanasquesealzabacomounamasablancaenmedio del denso follaje. Me pregunté en qué parte del edificio estaría suhabitación, y una luz solitaria que brillaba a través de las persianas de una

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ventanacroiséeparecióguiarmehastaella.

«Velahastatarde—pensé—,porquedebedesercasimedianoche.Esunamujercita fascinante—proseguí enmudo soliloquio—.Su imagen forma unagradable retratoenmimemoria.Séquenoes loque se llamahermosa,noimporta,hayarmoníaensuaspectoymegusta.Suscabelloscastaños,susojosazules,susmejillassonrosadas,lablancuradesucuello;todoesdemigusto.Además,respetosutalento;siempreheaborrecidolaideadecasarmeconunamuñecaoconunaestúpida.Séqueunapreciosamuñecaounabeldadestúpidapodrían servir para la luna de miel, pero una vez enfriada la pasión, ¡quéespantoencontrarunpedazodeceraymaderasobremipecho,unaidiotaentremis brazos, y recordar que yo había convertido eso en un igual, no, enmiídolo,y saberque tendríaquepasar el restodemideprimentevidaconunacriaturaincapazdecomprenderloqueledijera,deapreciarloquepensaraosimpatizarconloquesintiera!Encambio,ZoraïdeReuter—medije—tienetacto,caractère,buenjuicio,discreción;¿tienecorazón?Debedetenerlo.¡Conquéamabilidadyafectomehatratadohoy!¡Quésencillayagradablesonrisateníaenloslabioscuandomehadadolaramadelilas!Pensabaqueeraastuta,simuladora,interesadaaveces,escierto,pero¿nopodríaserquebuenapartede lo que parece astucia y disimulo en su conducta fueran tan sólo losesfuerzos de un temperamento dócil por superar con serenidad dificultadesdesconcertantesparaella?Yencuantoalinterés,nocabedudadequedeseaabrirse camino en el mundo, ¿y a quién puede extrañarle? Aunque carezcarealmente de sólidos principios, ¿no es más bien una desgracia que undefecto?Hasidoeducadacomocatólica;dehabernacidoenInglaterrayhabercrecidocomoprotestante,¿nohabríaañadidolaintegridadatodassusdemáscualidades? Suponiendo que se casara con un inglés protestante, ¿noreconocería rápidamente, juiciosa como es ella, que es mejor obrarcorrectamente que el interés personal, que la sinceridad es superior a lapolítica? Valdría la pena que un hombre intentara el experimento. Mañanavolveré a observarla. Sabe que la observo; ¡con qué calma soporta elescrutinio!Parecemásbiencomplacerlaquemolestarla».Enaquelmomentounamelodíaseentrometiósigilosamenteenmimonólogo, interrumpiéndolo.Eraunclarín,tocadocongranmaestría,enlavecindaddelparque,mepareció,oen laPlaceRoyale.Tandulceseran lasnotas, tanapaciguador suefectoaaquellashoras, enmediodel silencioybajo el sosegado reinadode la luna,quedejédepensarparapoderoírmejor.Lamelodía se alejó, su sonido fuedebilitándose y pronto se extinguió del todo; mis oídos se prepararon parareposarenlapazdelamedianocheunavezmás.No.¿Quémurmulloeraaquelque,tenue,perocercano,yaproximándoseaúnmás,frustrabalaesperanzadeun silencio absoluto? Era alguien que conversaba; sí, claramente, una vozaudible,peroapagada,hablabaenel jardín justodebajodemiventana.Otravozlerespondía;laprimeraeralavozdeunhombre,lasegundadeunamujer,

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yunhombreyunamujer vi acercándose lentamentepor el sendero.De susformasocultasentre lassombras,nopudedistinguiralprincipiomásqueunoscurocontorno,peroun rayode luna cayó sobre ellos al finaldel sendero,cuandolosteníajustodebajo,yrevelaroncontodaclaridad,sinningúngénerodedudas,amademoiselleZoraïdeReuter,cogidadelbrazo,odelamano(norecuerdoqué)demidirector,confidenteyconsejero,monsieurFrançoisPelet.YmonsieurPeletdecía:

—Àquanddonclejourdesnoces,mabien-aimée?

YmademoiselleReuterrespondía:

—Mais, François, tu sais bien qu’il me serait impossible de me marieravantlesvacances.

—¡Junio,julio,agosto,todountrimestre!—exclamóeldirector—.¡Cómovoyaesperartanto,yo,quemoriríaahoramismodeimpacienciaatuspies!

—¡Ah! Si te mueres, se arreglará todo sin tener que molestarnos ennotariosnicontratos.Sólotendréqueencargarunvestidodelutoligero,quemeprepararíanconmuchamásrapidezqueelajuar.

—¡CruelZoraïde!Teburlasdelaangustiadequienteamacontantofervorcomo yo, te diviertes atormentándome, no te importa estirar mi alma en elpotrodeloscelosporque,pormuchoqueloniegues,estoyconvencidodequehasalentadoaesecolegial,Crimsworth,contusmiradas.Sehaenamoradodeti,cosaquenosehabríaatrevidoahacersinolehubierasdadopie.

—¿Quéme dices, François? ¿Crees que Crimsworth está enamorado demí?

—Delospiesalacabeza.

—¿Telohadichoél?

—No,peroselonotoenlacara.Seruborizasiemprequesemencionatunombre.

Una risita de exultante coquetería traicionó la satisfacción que sentíamademoiselleReuteralconocerlanoticia(queerafalsa,porcierto,porquealfin y al cabo no había ido nunca tan lejos). Monsieur Pelet prosiguiópreguntando a mademoiselle Reuter qué pensaba hacer conmigo, dando aentender con claridad meridiana y de manera muy poco galante que eraabsurdoquepensaraen tomarasemejanteblanc-becpormarido,puestoqueelladebíadetenerdiezañosmásqueyocomomínimo(¿teníaentoncestreintaydosaños?;nuncalohubieracreído).Laoínegarsemejantepropósito,peroeldirectorsiguiópresionándolaparaarrancarleunarespuestadefinitiva.

—François —dijo—, estás celoso —y volvió a reír; entonces, como

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recordando de pronto que su coquetería no era compatible con la modestadignidad que deseaba aparentar, añadió en tono recatado—: En serio, miqueridoFrançois,nonegaréqueesposiblequeese joven ingléshayahechoalgún intento por ganarse mis simpatías, pero, lejos de alentarle en modoalguno,lehetratadosiempreconlamayorreservaqueeraposiblecombinarconlacortesía.Estandocomprometidacontigo,jamásdaríafalsasesperanzasaningúnhombre,créeme,queridoamigo.

Aunasí,Peletmusitópalabrasdedesconfianza,oalmenosesojuzgué,atenordelaréplicadeella:

—¡Qué tontería! ¿Cómo iba apreferir aun extranjerodesconocidoantesque a ti?Además, no es por halagar tu vanidad, peroCrimsworth no puedecompararse a ti ni física ni intelectualmente; no es un hombre atractivo enningún aspecto; puede que a otra le parezca un caballero de aspectointeligente,peroloqueesamí…

El resto de la frase se perdió en la distancia, pues la pareja se habíalevantadodelasillaysealejaba.Aguardésuregreso,peroprontoelsonidodeunapuertaqueseabríaysecerrabamehizoverquehabíanvueltoaentrarenlacasa;escuchéunratomás,perotodosiguióensilencio.Estuveescuchandomás de una hora; finalmente oí entrar a monsieur Pelet y le oí subir a suhabitación.Volví amirar una vezmás hacia la larga fachada de la casa deljardín,ypercibíque su solitaria luz sehabíaapagado, igualquemi feenelamorylaamistadloharíaduranteuntiempo.Meacosté,peropormisvenascorríaunafiebre,unaexaltaciónqueapenasmedejódormiraquellanoche.

CAPÍTULOXIII

Alamañanasiguientemelevantéconelalbay,despuésdevestirme,mequedémediahoraconelcodoapoyadoenlacómoda,reflexionandosobrelasmedidasquedebíaadoptarpararecobrarelánimo,destrozadoporlafaltadesueño, pues no tenía intención de hacerle una escena amonsieur Pelet parareprocharlesuperfidia,nideretarleaduelo,niningunaotrapayasadaporelestilo,hastadarporfinconelrecursodesalirapasearalfrescodelamañanahasta un establecimiento de baños cercano y darme un chapuzón que meanimara.Elremedioprodujoelefectodeseado.Volvíalassietefortalecidoylleno de energía y fui capaz de saludar a monsieur Pelet, cuando entró adesayunar, con el semblante tranquilo e impávido; ni siquiera cuando metendió la mano cordialmente y me halagó con el apelativo de mon fils,pronunciadoenesetonoacariciadorconquemonsieursehabíaacostumbradoadirigirse amí, sobre todo en losúltimosdías, produjo signos externosdel

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sentimiento que, aunque atenuado, seguía abrasándome el corazón. No eravenganza lo que buscaba, no, pero la sensación de haber sido insultado ytraicionadopersistíaenmiinteriorcomounfuegodecarbónreciénapagado.Diossabequenosoydenaturalezavengativa;noharíadañoaningúnhombreporquenopudieraseguirconfiandoenéloyanomegustara,perotampocomirazón ni mis sentimientos se dejan llevar por los vaivenes, ni son como laarena,dondelasimpresionesseborrantanfácilmentecomosecrean.Unavezconvencidodequeel carácterdeunamigoes incompatible conelmío,unavezsegurodequetienelamanchaindelebledeciertosdefectosquerepugnanamis principios, disuelvo la relación.Así lo hice conEdward.En cuanto aPelet, el descubrimiento era aún reciente; ¿debía actuar con él del mismomodo?Éstaeralapreguntaquemeplanteabamientrasdabavueltasamicafécon medio pistolet (no nos ponían nunca cucharillas). Pelet estaba sentadodelantedemí,másdemacradoquedecostumbre,mirándomecomosisupieralo que pensaba. Posaba sus azules ojos con seriedad en sus alumnos yprofesores adjuntos, otras, amablemente sobremí. «Debo dejarme guiar porlascircunstancias»,medijey,haciendofrentealafalsamiradadePeletyasusonrisaobsequiosa,digraciasalCieloporhaberabierto laventana lanocheanterioryhaberdescifradoalaluzdelalunallenaelauténticosignificadodeaquel semblante artero;me sentí casi comosudueño,puesahoraconocía laverdaddesunaturaleza;pormuchassonrisasyhalagosquemededicara,veíasualmaagazapadatras lasonrisayoíaencadaunadesusagradablesfrasesunavozqueinterpretabasutraicionerosentido.

Pero¿yZoraïdeReuter? ¿Mehabíaherido sudeserciónen lomásvivo?¿Habíapenetradodemasiado suaguijónparahallarConsueloen laFilosofíaquecuraraelescozor?Enabsoluto.Pasadalafiebrenocturna,busquétambiénunbálsamoparaesaheridayencontréunomáscercanoqueeldeGalaad.LaRazónfuemimédico;empezópordemostrarqueelpremioquehabíaperdidoera de poco valor; admitía que, físicamente, Zoraïde podría habermeconvenido, pero afirmaba que nuestras almas no armonizaban y que ladiscordiahabríasidoelresultadodelaunióndesuespírituconelmío;insistióluego en evitar las lamentaciones yme ordenó queme regocijara por haberescapado a una trampa. Su medicina me hizo bien, noté sus efectosfortalecedorescuandomeencontréconladirectoraaldíasiguiente.Suacciónastringentesobremisnerviosnoexperimentóvacilaciónalguna,sinoquemepermitiómirarlaconfirmezaypasarporsuladocondesenvoltura.Mehabíatendido la mano, que decidí no ver; me había saludado con una sonrisaencantadora, que cayó sobremi corazón como la luz sobre una piedra.Medirigíalestradoyellamesiguióconlavistaclavadaenmirostro,exigiendode cada una de mis facciones la explicación de mis modales alterados eindiferentes. «Le daré una respuesta», pensé, ymirándola directamente a lacara,atrayendoyfijandosumirada,lerespondíconlamía,enlaquenohabía

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respeto, ni amor, ni cariño, ni galantería, donde el análisismás riguroso nohabría detectado más que desprecio, insolencia e ironía. La obligué asoportarla y a sentirla; su firme expresión no varió, pero se le subieron loscoloresyseaproximóamícomofascinada.Subióalestradoysequedódepieamilado;noteníanadaquedeciryyonoqueríaaliviarsubochorno,sinoquemepuseahojearunlibroconactituddespreocupada.

—Espero que hoy se encuentre totalmente recuperado—dijo por fin envozbaja.

—Yyo,mademoiselle,esperoquenoseenfriaraustedanocheensupaseonocturnoporeljardín.

De comprensiónmásque rápida,me entendió a la primera.Palideció unpoco,muypoco,peronosemovióunsolomúsculodesusmarcadasfaccionesy, serena y dueña de sí misma, bajó del estrado y ocupó su asientotranquilamenteaescasadistancia,dondeempezóatejerunbolsodemalla.Yoprocedí a darmi clase; se trataba de una composition, es decir, dictaba unaseriedepreguntasgenerales,alascualeslasalumnasdebíandarrespuestadememoria, puesto que tenían prohibido consultar los libros. Mientrasmesdemoiselles Eulalie,Hortense, Caroline y compañía reflexionaban sobrelascuestionesgramaticales,bastantecomplejas,queleshabíapropuesto,tuveocasión de emplear lamedia hora de espera en observar detenidamente a ladirectora. El bolso de seda verde progresaba rápidamente entre sus manos;tenía los ojos bajos; su actitud, sentada a dos metros de mí mientras tejía,seguíasiendocauta, todasupersonaexpresabaa lavezycon igualclaridadvigilanciayreposo;¡extrañacombinación!Mientraslamirabameviobligado,como me había ocurrido antes a menudo, a ofrecer a su buen juicio y suextraordinarioautocontrolelhomenajedeunaadmiracióninvoluntaria.Habíanotadoquehabíaperdidomiestima,habíavistoeldesprecioylafrialdadenmimirada, y para ella, que codiciaba la aprobaciónde cuantos la rodeaban,que ansiaba la buena opinión de todos, tal descubrimiento debía de haberleinfligido una grave herida; yo había sido testigo de su efecto en la palidezpasajera de susmejillas, que no estaban acostumbradas a tales alteraciones.Sin embargo, ¡conqué rapidez, a fuerzade autodominio,había recobrado lacompostura! Con qué serena dignidad estaba sentada ahora, casi ami lado,sustentadaporsusensatezysuenergía;sulabiosuperior,algoalargado,perosagaz,notemblaba,niseveíalahuelladeunacobardevergüenzaensufrenteaustera.

«Haymetalenella—medijemientraslacontemplaba—.Podríaamarlasihubieratambiénfuego,unardorvitalquehicierabrillarelacero.»

Acabédándomecuentadequesabíaquelaestabaobservando,puesnosemovía, no levantaba sus astutos párpados, sino que se limitaba amover los

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ojosdelalaborasupequeñopie,queasomabaentrelossuavesplieguesdesuvestidodelanapúrpura,dedondevolvíanasumanomarfileña,encuyoíndicelucíaunbrillanteanillodegranateyunligerovolantedeencajeenlamuñeca.Con un movimiento apenas perceptible volvía la cabeza, haciendo que susrizoscastañosseagitarangraciosamente.Percibíenestossutilessignosqueeldeseodesucorazón,eldesigniodesucerebro,eraatraerdenuevoalapresaquehabíaespantado.Unpequeñoincidentelediolaoportunidaddevolveradirigirmelapalabra.

Estando la clase en silencio, salvo por el crujido de los cuadernos y elrasgueodelasplumassobresuspáginas,seabrióunahojade lagranpuertaque daba al corredor y dio paso a una alumna que, tras una reverenciaapresurada, se instaló con cierta expresión de temor —seguramenteocasionadaporhaber llegado tan tarde—enunasiento librequehabíaenelpupitremáscercanoalapuerta.Unavezsentada,abriósubolsa,todavíaconcierto aire de precipitación y embarazo, para sacar los libros y,mientras yoesperabaaquealzaralavistaafindeaveriguarsuidentidad,puesmimiopíanome había permitido reconocerla, mademoiselle Reuter dejó su silla y seacercóalestrado.

—Monsieur Crimsvort —dijo en un susurro, pues cuando en las aulasreinaba el silencio, la directora se movía siempre con paso de terciopelo yhablabaenel tonomásbajoposible, imponiendoelordeny laquietud tantocon el ejemplo como por precepto—. Monsieur Crimsvort, esa joven queacabadeentrardeseatenerlaocasiónderecibirclasesdeinglésdeusted.Noes alumna del centro; en realidad, en cierto sentido es una de nuestrasmaestras,puestoqueenseñaazurcirencajesypequeñasvariedadesdelaboresde aguja. Con toda la razón se propone prepararse para unmayor nivel deenseñanza y ha solicitado permiso para asistir a sus clases a fin deperfeccionar sus conocimientos de inglés, idioma en el que, según creo, hahechoyaalgunosprogresos.Porsupuesto,esmideseoayudarlaenunempeñotan digno de encomio. Así pues, le permitirá usted beneficiarse de susenseñanzas, n’est-ce pas,monsieur?—YmademoiselleReuter alzó los ojoshaciamíconunamiradaalavezingenua,benéficaysuplicante.

—Porsupuesto—repliqué,lacónicamente,casiconbrusquedad.

—Unacosamás—dijoenvozbaja—.MademoiselleHenrinoharecibidounaeducaciónregular.Talvezsutalentonaturalnoseadeprimerorden,peropuedo garantizarle sus buenas intenciones y la gentileza de su carácter.Monsieur tendrá, por tanto, estoy convencida de ello, la amabilidad de serconsideradoconellaalprincipioydenoponeraldescubiertosuretraso,susinevitablesdeficiencias,delantedelasseñoritasque,enciertosentido,sonsusalumnas.¿Meharáelfavor,monsieurCrimsvort,deatenderaestasugerencia?—Asentí,yellacontinuócongravedadcomedida—:Excúseme,monsieur,si

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me atrevo a añadir que lo que acabo de decirle es muy importante para lapobremuchacha.Haexperimentadoyagrandesdificultadespara inculcar enestas atolondradas jovencitas la deferencia debida a su autoridad, y si esasdificultadesaumentaranconunanueva revelacióndesu incapacidad, talvezsusituaciónenmicentrose lehicierademasiadodolorosaparaseguirenél.Circunstanciaéstaquelamentaríamuchoporsupropiobien,yaquenopuedepermitirseellujodeperderlosingresosdesuempleo.

Mademoiselle Reuter poseía un tacto maravilloso, pero el tacto másexquisito no consigue su efecto a veces por falta de sinceridad. En estaocasión, cuanto más predicaba sobre la necesidad de ser indulgente con lamaestra alumna, más me exasperaba al escucharla, puesto que me dabaperfectacuentadeque,sibienelmotivoqueaducíaeraeldeseodeayudaralatorpe,perobienintencionada,mademoiselleHenri,elmotivorealnoeraotroque el deseo de impresionarme por su propia bondad y su cariñosaconsideración, demodoque, después de asentir a sus comentarios de formaapresurada,evitéque los repitieraexigiendodeprontoquesemeentregaranlosejerciciosconbruscoacentoy,bajandodelestrado,procedíarecogerlos.Alpasarjuntoalamaestraalumna,ledije:

—Ha llegado demasiado tarde para asistir a clase hoy. Procure ser máspuntuallapróximavez.

Estaba detrás de ella y no pude ver en su rostro el efecto demis duraspalabras; seguramente tampocome habríamolestado en buscarlo aunque lahubieratenidodefrente,peroobservéqueinmediatamentevolvíaameterloslibros en su bolsa y, al poco, cuando yo había regresado ya al estrado yordenabalapiladeejercicios,oíquevolvíaaabrirseycerrarselapuertay,allevantarlosojos,visusitiovacío.Medije:«Pensaráquesuprimerintentodeasistiraunaclasedeingléshasidounfracaso»,ymepreguntésisehabríaidoenfurruñada,osilaestupidezlahabíainducidoatomarmispalabrasalpiedela letra o, finalmente, si mi tono irritado habría herido sus sentimientos.Deseché este último pensamiento en cuanto se me ocurrió, puesto que, nohabiendoencontradovisosdesensibilidadenningúnrostrohumanodesdemillegada a Bélgica, había empezado a considerarla casi como una cualidadfabulosa.Nopodríadecirsisufisonomíaladelatabaporquesurápidasalidamehabíaimpedidoaveriguardichacircunstancia.Laverdaderaquelahabíavisto de pasada en dos o tres ocasiones anteriores (como creo que ya hemencionado),perojamásmehabíaparadoaexaminarsurostronisufísico,ynoteníamásqueunavagaideadesuaspecto.Justocuandohabíaacabadodeenrollar los ejercicios, sonó la campana de las cuatro; conmi acostumbradaviveza,obedecíalaseñal,cogímisombreroyabandonéelcentro.

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CAPÍTULOXIV

SifuipuntualensalirdeldomiciliodemademoiselleReuter,almenosfuiigualmentepuntualenvolver;aldíasiguientemepresentéallíalasdosmenoscincominutosy,alllegaralapuertadelaula,antesdeabrirla,oíunbarullodevoces atropelladas que me advirtieron de que la prière du midi no habíaconcluidoaún.Esperéportantoaqueterminara;habríasidoimpíoimponermipresenciaheréticamientrasserezaba.¡Cómocacareabayfarfullabalapersonaque repetía la plegaria! Jamás había oído ni he vuelto a oír una lenguapronunciadaconesavelocidaddemáquinadevapor.NotrePèrequi êtes aucielsaliócomoundisparo,seguidodeunaalocuciónaMaría,Viergecéleste,Reinedesanges,Maisond’or,Tourd’ivoire!!,yluegounainvocaciónalsantodeldía,yluegosesentabantodasyelsolemnerito(¿?)habíallegadoasufin.Entréabriendolapuertadeparenparycaminandoagrandeszancadas,queeralacostumbrequehabíaadoptado,puesmehabíapercatadodequeentrarconaplomoysubiralestradocondecisióneraelgransecretoquegarantizabaelsilencioinmediato.Laspuertasqueseparabanlasdosaulas,abiertasparaelrezo, se cerraron al instante; unamaestra se sentó en su lugar, costurero enmano;lasalumnasaguardabaninmóvilesconloslibrosylasplumasdelante,mis tres bellezas de la vanguardia, bien aprendida la lección de humildadconsistente en tratarlas con frialdad invariable, se sentaban erguidas,silenciosas, mano sobre mano en el regazo; habían renunciado a las risitasestúpidas y a los cuchicheos, y ya no se atrevían a pronunciar discursosdescaradosenmipresencia.Ahorasólomehablabanocasionalmenteconlosojos, órganos con los cuales podían, no obstante, mostrarse audaces ycoquetas.Sialgunavezelafecto,labondad,lamodestiayelauténticotalentohubieran empleado aquellos luceros brillantes como intérpretes, no creoquehubierapodidoabstenermede responderconamabilidadyalientodevezencuando, quizá incluso con ardor, pero, tal como se presentaban las cosas,disfrutabarespondiendoa lamiradadelavanidadconladelestoicismo.Porjóvenes,bellasyresplandecientesquefueranmuchasdemisalumnas,puedoafirmarcontodasinceridadqueenmínovieronjamásotraconductaqueladeun tutor austero,pero justo.Sihayalguienquedudede la exactituddeestaafirmación, como si yo pretendiera arrogarme un sacrificio consciente y unautodominio al estilo de Escipión mayores de lo que se siente inclinado aconcederme,quetengaencuentalascircunstanciassiguientesque,sibienmerestanméritos,justificanmiveracidad.

Debessaber,¡oh,lectorincrédulo!,queunmaestrotieneunarelaciónalgodiferenteconunamuchachabonita,frívolayseguramenteignorante,delaquetiene una pareja de baile o un galán en el paseo. Cuando un profesor seencuentraconsualumna,nolavevestidaderasoymuselina,conloscabellos

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rizadosyperfumados,elcuelloapenasocultoporunencajeetéreo,losbrazosblancosytorneadosllenosdebrazaletesylospiescalzadosparaladanza;sutareanoconsisteenhacerlagiraralsondelvals,nicubrirladecumplidos,nirealzar su belleza con el rubor de una vanidad satisfecha. Tampoco seencuentraconellaenelbulevarpavimentadoalasombradelosárboles,nienelverdeysoleadoparque,alqueacudeataviadaconsufavorecedorvestidodepaseo,elecharpecolocadocongraciasobreloshombros,yelsombreritoqueapenas le cubre los rizos, conuna rosa roja bajo el ala que añadeunnuevomatiz al rosapálidode susmejillas, iluminados tambiénel rostroy losojosconsusonrisa,talveztanfugazcomoelsolenundíadefiesta,perotambiénigual de resplandeciente. No es su deber pasear junto a ella, escuchar suanimadacharla,llevarlelasombrilla,apenasmayorquelahojagrandedeunaplanta,conducirdeunacorreaasuspanielBlenheimosugalgoitaliano.No,seencuentraconellaenunaula,vestidaconsencillez,conlibrosdelante;porculpadesueducaciónodesunaturaleza,loslibrossonunfastidioparaellaylosabreconaversión.Sinembargo,sumaestrodebeinculcarensucerebroelcontenidodeloslibros;esecerebroseresisteaadmitirlainformaciónseria,larehúye, se revuelve. Salen a la luz los temperamentos huraños, los ceñosdesfiguranelrostro,arruinandosusimetría;aveces,gestosgroserosdestierranla gracia del porte al tiempo que expresiones murmuradas entre dientes,indicios de una auténtica e imborrable vulgaridad, profanan la dulzura de lavoz.Cuandoel temperamentoessereno,peroel intelectoestáaletargado,unembotamientoinsuperableseoponeatodoesfuerzoporinstruirlo.Cuandohayingenio, pero sin energía, el disimulo, la hipocresía, un millar de trucos yargucias se ponen en práctica para eludir la necesidad de aplicación. Enresumidas cuentas, para el profesor, la juventud femenil, los encantosfemeninos son como tapices que ofrecen siempre el revés a su mirada, einclusocuandoalcanzaaverlasuperficielisaypulcradelderecho,conocetanbien losnudos, las largaspuntadasy losextremosdesigualesquehaydetrásque difícilmente siente la tentación de admirar con fervor las formas biendispuestasyloscoloresbrillantesexpuestosalpúblicoengeneral.

Nuestras circunstancias modelan nuestros gustos. El artista prefiere unpaisajemontañosoporqueespintoresco;elingenieroloprefierellanoporqueesmáscómodo;alhombreentregadoa losplaceres legusta loqueél llama«una mujer refinada», le satisface; el joven caballero moderno admira a laseñorita moderna, es su tipo; el preceptor agotado por el duro trabajo,seguramenteirascible,ciegocasialabelleza,insensiblealasafectaciones,secomplacesobre todoconciertascualidades intelectuales:aplicación,amoralconocimiento, talento natural, docilidad, lealtad y agradecimiento son losencantosqueatraensuatenciónyseganansuestima.Sonlascualidadesquebusca, pero rara vez encuentra; y si topa con ellas por casualidad, de buengrado las retiene para siempre, y cuando la Separación le priva de ellas, se

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sientecomosiunamanodespiadadalehubieraarrebatadosuúnicaoveja.Sitaleselcaso,yloes,mislectoresconvendránconmigoenquenohabíanadameritorio ni extraordinario en la integridad y la moderación de micomportamientoenelPensionnatdedemoisellesdemademoiselleReuter.

Lo primero que hice aquella tarde fue leer la tabla de honor del mes,determinada por la corrección de los ejercicios que se habían hecho el díaanterior. La lista estaba encabezada, como era habitual, por el nombre deSylvie,lamuchachitafeaypacíficaquehedescritocomolaalumnamáscapazyalavezmenosagraciadadetodoelcentro.Elsegundolugarcorrespondíaauna tal Léonie Ledru, una criatura menuda, de facciones angulosas y pielapergaminada,dotadadeunvivoingenio,unaconcienciafrágilyuncorazónendurecido;eraunserconaspectodeabogadodequiendecíaamenudoque,dehabersidounchico,sehabríaconvertidoenelepítomedeleguleyolistoysinprincipios.LeseguíaEulalie,laorgullosabeldad,laJunodelaescuela,alaque seis largos años estudiando la sencilla gramática inglesa la habíanobligado a adquirir un conocimientomecánico de lamayoría de sus reglas,peseasupertinazintelectoflemático.EnelrostromonjilypasivodeSylvienoaparecióelmenorrastrodeplacerosatisfacciónaloírsunombreenprimerlugar.Amímeentristecíasiemprelavisióndelaabsolutaapatíadelapobrechica en todomomento, y tenía por costumbremirarla y hablarle lomenosposible;suextremadocilidad,suaplicadaperseverancia,habríanmerecidomibuena opinión; su modestia y su inteligencia me habrían inducido a serbenevolenteyafectuosoconella,pesealafealdadcasihorrendadesusrasgos,la desproporción de su figura y la falta de vitalidad, casi cadavérica, de susemblante, de no ser porque sabía que ella habría transmitido toda palabraamistosa o gesto amable a su confesor, quien los habría interpretado mal,emponzoñándolos.Enunaocasiónlepuselamanosobrelacabezacomoseñalde aprobación y creí que Sylvie iba a sonreír; sus ojos apagados casi seiluminaron, pero entonces dio un respingo; yo era un hombre y un hereje yella,¡pobreniña!,estabadestinadaasermonjaycatólicadevota.Asípues,uncuádruple muro separaba su espíritu del mío. Una sonrisa descarada y unaduramiradadetriunfofueronelmétodoutilizadoporLéonieparadeclararsusatisfacción; la expresión de Eulalie era hosca y envidiosa, puesto queesperaba ser la primera; Hortense y Caroline intercambiaron una muecaindiferente al oír sus nombres hacia el final de la lista; no considerabanvergonzosa la inferioridad intelectual, ya que basaban sus expectativas defuturoúnicamenteensuatractivopersonal.

Unavezleídalalistaempezólaclase.Duranteunbreveintervaloquelasalumnasemplearonentrazarlosrenglonesdesuscuadernos,misojosvagaronazarosamenteporlosbancosyobservaronporprimeravezqueelasientomásalejadode la filamásalejada,unasientopor logeneralvacío,volvíaaestarocupado por la nueva alumna, la tal mademoiselle Henri, que con tanta

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ostentación me había recomendado la directora. Aquel día llevaba yo misanteojosy laviclaramentedesdeunprincipiosin tenerquecavilarsobresuaspecto. Parecía joven, pero si me hubieran pedido que adivinara su edadexacta, habría dudado; su esbeltez podía haberse correspondido con unosdiecisieteaños,perounaexpresióninquietaypreocupadaparecíaindicarunaedadmásmadura.Lucía, al igualque el resto, unvestidooscuro concuelloblanco. Sus facciones eran distintas a todas las demás, no tan redondeadas,másdefinidas,peronopodíanconsiderarseregulares.Tambiénlaformadesucabeza difería, porque la parte superior estaba más desarrollada y la basebastantemenos.Me convencí a primera vista de que no era belga, pues sucutis,susemblante,susrasgosysufiguraeranentododiferentesdelosbelgasypertenecíansinlugaradudasalmodelodeotraraza,unarazamenosdotadade carnes abundantes y sangre caliente, menos jocunda, menos material eirreflexiva.Cuandofijélavistaenellaporprimeravez,noalzólavista;teníaelmentón apoyado en lamano, y no varió su actitud hasta que comencé laclase.Ningunadelaschicasbelgashabríamantenidounapostura,yreflexivaademás, durante tanto tiempo. Sin embargo, tras haber insinuado que suaspectoerapeculiarpordiferenciarsedeldesuscompañerasflamencas,pocomás tengo que decir; no puedo pronunciar encomios sobre su hermosuraporquenoerahermosa,nilamentarmedesufealdadporquetampocoerafea;lafrenteagobiadapor laspreocupacionesy lacorrespondienteconfiguraciónde la boca despertaron en mí un sentimiento semejante a la sorpresa, peroseguramenteesosrasgoshabríanpasadoinadvertidosaunobservadormenosmalhumorado.

Bien, lector, aunque he dedicado una página a describir amademoiselleHenri,sémuybienquenohegrabadoentuimaginaciónunretratoclarodesupersona,nohepintadosutez,nisusojos,nisiquierahetrazadoelcontornodesu figura.No sabes si tenía lanariz aquilinao respingona, si subarbilla eracortaopuntiaguda,sisurostroeracuadradouovalado;tampocoyolosupeelprimer día y no tengo intención de comunicarte de buenas a primeras unconocimientoqueyomismoobtuvepocoapoco.

Lesmandéunejercicio cortoque todas escribieron;vi que a lanueva ledesconcertabaenunprincipiolanovedaddelaformayellenguaje;enunparde ocasiones me miró con una especie de ansiedad dolorosa, como si nocomprendiera en absoluto el significadode loqueyodecía; tampoco estabalistacuandoloestabanlasdemás,nipodíaescribirlasfrasescontantarapidezcomoellas.Noquise ayudarla, sinoqueproseguí implacable.Ellamemiró;susojosmedecíancontodaclaridad:«Nopuedoseguirle».Hicecasoomisodesusúplicay,recostándomeenlasillaconairedespreocupadoymirandodevez en cuandopor la ventana con lamisma indiferencia, dictéunpocomásdeprisa.Alvolveramirarla,visurostroensombrecidoporelbochorno,peroellaseguíaescribiendoconsumadiligencia;hiceunabrevepausa,tiempoque

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empleóen repasar apresuradamente loescrito;y lavergüenzay la turbaciónquesentíasehicieronevidentes.Sindudahabíadescubiertoquesuejercicioera un cúmulo de despropósitos. Al cabo de otros diez minutos, el dictadohabía concluido y, después de conceder un breve intervalo para corregirlo,recogíloscuadernos.MademoiselleHenrimelodioconmanoreticente,pero,unavezconfiadoamipoder,recobrólacomposturacomosihubieradecididodejarsedelamentacionesporelmomentoypasarporunaestúpidarematada.Echando una ojeada a su ejercicio descubrí que había omitido varias líneas,peroqueloescritoconteníamuypocasfaltas.AlinstanteescribíBonalpiedela página y le devolví el cuaderno. Ella sonrió, primero con incredulidad,luegotranquilizada,peronolevantólosojos;alparecerpodíamirarmecuandoestabaperplejaydesconcertada,peronocuandoestabasatisfecha;amínomepareciójusto.

CAPÍTULOXV

Pasóuntiempohastaquevolvíadarclaseenlaprimeraaula.LafestividaddePentecostésdurótresdíasyalcuartoletocabaalasegundaaularecibirmisenseñanzas. Al pasar por el carré, vi, como de costumbre, al grupo decostureras que rodeaban amademoiselle Henri. Eran sólo una docena, perohacíantantoruidocomosihubieransidocincuenta.Sumaestraparecíaejercermuypocodominiosobreellas;tresocuatrolaasaltabanalavezconpreguntasinoportunas;abrumada,ellalespedíasilencio,peroenvano.Mevioyleíensusojoslapenadesaberqueunextrañoeratestigodelainsubordinacióndesus alumnas. Pareció rogar para que se impusiera el orden, pero sus ruegosfueroninútiles.Entoncesnotéqueapretabaloslabiosyfruncíaelentrecejo,ylaexpresióndesurostro,si la interpretécorrectamente,decía:«Hehecho loimposible,peroalparecerlaculpaesmía».Seguíadelanteycuandocerrélapuertadelaulaleoídecirdeprontoyconaspereza,dirigiéndoseaunadelasmayoresymásrevoltosasdelgrupo:

—Amélie Müllenberg, no me haga ninguna pregunta ni me pida ayudadurante una semana. Durante ese espacio de tiempo no le hablaré ni laayudaré.

Pronunciólaspalabrasconénfasis,no,convehemencia,yconsiguieronunsilenciorelativo.Nosésilacalmafueduradera,puestoquemeseparabandelsalóndospuertascerradas.

Eldíasiguientecorrespondíaalaprimeraaula.Amillegada,encontréaladirectoraensuasientohabitual,entrelosdosestrados,yanteellaestabadepiemademoiselle Henri en una actitud (según me pareció) atenta, pero algo

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reticente. La directora tejía y hablaba a la vez. Enmedio del murmullo devocesdeunaulaespaciosaerafácilhablaraunapersonademodoquesóloesapersonaoyeraloqueseledecía,yasíparlamentabamademoiselleReuterconla maestra. El rostro de esta última estaba un poco encendido y no pocoturbado; había en él una mortificación cuya causa me era ajena, pues ladirectorateníaunairesumamenteplácido;parecíaimposiblequelaestuvierariñendoconaquellossuavessusurrosyaquelsemblanteecuánime.No,alfinalse demostró que su charla había sido de lo más amistosa, porque oí laspalabrasconqueconcluyó:

—C’est assez, ma bonne amie, à présent je ne veux pas vous reternirdavantage.

Mademoiselle Henri dio media vuelta sin replicar, con el descontentoclaramentepintadoenelrostro,ysuslabiossecurvaronenunasonrisa,leveybreve, pero amarga, suspicaz, yme pareció que también desdeñosa, cuandoocupó su sitio en el aula. Fue una sonrisa secreta e involuntaria que duróapenasunsegundo;lesucedióunairedepresivo,queahuyentarondespuéslaatencióny el interés cuandoordené a las alumnasque sacaran sus librosdelectura.Engeneral,yodetestabalaclasedelectura,yaqueeraunatorturaparamis oídos escuchar la zafia articulación de mi lengua materna, y no habíaempeñopormiparte,fueramedianteelejemplooporprecepto,queparecieramejorarenlomásmínimoelacentodemisalumnas.Aqueldía,cadaunaensu tono característico, cecearon, tartamudearon, farfullaron y mascullaroncomodecostumbre.Unasquincealumnasmehabíanatormentadoyaunatrasotra, y mi nervio auditivo esperaba con resignación la disonancia de ladecimosexta,cuandounavozbaja,peroclara,leyóencorrectoinglés:

«EnsucaminohaciaPerth,unamujerdelasHighlandssalióalencuentrodel rey, afirmando ser unaprofetisa.Depie junto a la gabarra quehabía dellevaralreyhaciaelnorte,exclamóenvozalta:“¡Miseñor,elrey,sicruzáisestasaguas,novolveréisconvidajamás!”».(VéaselahistoriadeEscocia.)

Alcé la vista asombrado; aquélla era una voz de Albión, con un acentopuro y cristalino al que sólo faltaba firmeza y confianza para pertenecer acualquierseñoritabieneducadadeEssexodeMiddlesex.Sinembargo,quienhablabaoleíanoeraotraquemademoiselleHenri,encuyorostrograveysinalegría no vi indicios de que supiera que había realizado una hazañaextraordinaria. Tampoco manifestó sorpresa ninguna otra persona.MademoiselleReuternodejódetejer;sinembargo,yomehabíadadocuentadeque,al finaldelpárrafo,había levantado lospárpadosparahonrarmeconunamiradadereojo.Ellanosabíahastaquépuntoleíabienlamaestra,perohabíapercibidoquesuacentonoeracomoeldelasdemásyqueríaaveriguarquépensabayo.Cubrímirostroconlamáscaradelaindiferenciayordenéalasiguientechicaqueleyera.

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Cuando terminó la clase, aproveché la confusión de la salida paraacercarmeamademoiselleHenri,queestabadepiejuntoalaventana.Sealejóalvermeavanzarhaciaella,pensandoquequeríaasomarme,sinimaginarquepudierateneralgoquedecirle.Lecogíelcuadernodeejerciciosdelamanoylehablémientraslohojeaba.

—¿Habíarecibidoclasesdeinglésantes?—pregunté.

—No,señor.

—¡No!Loleebien.¿HaestadoenInglaterra?

—¡Oh,no!—respondióvivamente.

—¿Havividoconfamiliasinglesas?

La respuesta siguió siendo no. En aquel momento mis ojos se posaronsobrelaguardadellibroyvieronescrito:«FrancesEvansHenri».

—¿Essunombre?—pregunté.

—Sí,señor.

Mi interrogatorio se vio interrumpido cuando oí un leve crujido a miespaldayvicercademía ladirectora, fingiendoexaminarel interiordeunpupitre.

—Mademoiselle —dijo, alzando los ojos para dirigirse a la maestra—,¿tendráustedlaamabilidaddesaliralcorredormientraslasseñoritasrecogensuscosas,eintentarponerunpocodeorden?

MademoiselleHenriobedeció.

—¡Qué tiempo tan espléndido! —comentó la directora alegremente,mirandoporlaventana.Yoasentíymedispuseasalir—.¿Quémedicedesunueva alumna, monsieur? —añadió, siguiendo mis pasos—. ¿Mejorará suinglés?

—Lo cierto es que no puedo juzgarlo aún. Tiene un acento realmentebueno, pero todavía no he tenido ocasión de formarme una idea de susconocimientosdelidioma.

—¿Y su capacidad natural, monsieur? He tenido mis dudas al respecto.¿Puedeustedconfirmaralmenosquealcanzalamedia?

—Noveorazónalgunaparadudarlo,mademoiselle,perolaverdadesqueapenas la conozco y no he tenido tiempo para estudiar el calibre de sucapacidad.Ledeseomuybuenastardes.

Ellainsistióenseguirme.

—Obsérvela,monsieur, y cuénteme luego lo que piensa. Su opiniónme

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merecemásconfianzaquelamía;lasmujeresnopuedenjuzgarestascosastanbiencomoloshombresy,disculpemipertinacia,monsieur,peroesnaturalqueme interese por la pobre muchacha (pauvre petite), porque apenas tieneparientesysólopuedecontarconsuesfuerzopersonal;losconocimientosqueadquierahabrándesersuúnicafortuna.Susituaciónactualfueenotrotiempolamía,ocasi,demodoqueesnaturalquesientasimpatíaporellay,aveces,cuandoveolasdificultadesquetieneparagobernarasusalumnas,sientoungranpesar.Esindudablequehacecuantoestáensumano,quesusintencionessonexcelentes,pero,monsieur,lefaltatactoyfirmeza.Lehehabladodeello,pero no soy elocuente y es muy posible que no me haya expresado conclaridad,yaquenoparececomprenderme.¿Podríausteddarlealgúnconsejoal respecto, cuando vea una oportunidad? Los hombres tienen mucha másinfluencia que las mujeres, saben argumentar con mucha más lógica quenosotrasyusted,monsieur,enparticular,poseeunaasombrosacapacidadparahacerseobedecer.Un consejo suyonopodría sino serle beneficioso; aunquefueratercayhuraña(ynocreoquelosea),nosenegaríaaescucharle.Pormiparte,puedoafirmarcontodasinceridadquenoheasistidonuncaaunadesusclasessinsacaralgúnprovechoalobservarcómodominaustedalasalumnas.Las otrasmaestras son una fuente continua de inquietud paramí; no sabenganarse el respeto de las señoritas ni reprimir la frivolidad propia de lajuventud. En usted, monsieur, tengo depositada una confianza absoluta.Intente, pues, guiar a esapobreniñaparaque aprenda adominar a nuestrasatolondradas y vivarachas jóvenes de Brabante. Pero, monsieur, quisieraañadiralgomás.Nolahieraensuamorpropio.Tengacuidadodenoherirla.Debo admitir a regañadientes que, sobre ese particular, es susceptible hastaextremoscensurables,algunosdiríanqueridículos.Metemoquehepuestoeldedoenlallagasindarmecuentaynohapodidosuperarlo.

Durantelamayorpartedeestaarengateníayolamanosobreelpomodelapuertadelacalle;ahoraledilavuelta.

—Au revoir, mademoiselle —dije, y hui. Comprendí que la reserva depalabrasdeladirectoraestabalejosdehaberseagotado.Meobservópartir;debuena gana me habría retenido más tiempo. Su actitud hacia mí habíacambiadodesdequeyohabíaempezadoa tratarlacondurezae indiferencia.Prácticamentesearrastrabaantemíacadamomento,consultabalaexpresióndemirostrosincesarymeatosigabaconpequeñasatenciones,innumerablesyoficiosas.Elservilismocreadéspotas.Aquelvasallajeincondicional,enlugardeablandarmicorazón,sirviótansóloparaavivarcuantodeseveroyexigentehabíaenél.Lacircunstanciamismadequerevolotearaamialrededorcomounpájaro fascinadopareció transformarmeenuna rígidacolumnadepiedra.Sus halagos azuzaban mi desprecio, sus lisonjas afianzaban mi reserva. Avecesmepreguntabaquépretendía tomándose tantasmolestiasparaganarsemissimpatías,cuandoteníayaensusredesaPelet,queeramásrentableque

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yo,y sabiendo, además,queyoestabaal tantode su secreto,puestoquenohabía tenido escrúpulos en decírselo. Pero así eran las cosas, dado que sunaturaleza le hacía dudar de la realidad y menospreciar el valor de laModestia, el Afecto y la Generosidad, y considerar estas cualidades comodebilidadesdecarácter,delmismomodoquetendíaacreerqueelOrgullo,laDurezayelEgoísmoeranpruebasdefortaleza.Aplastabaconsupieelcuellode laHumildad, se arrodillaba a los pies delDesdén, recibía el Cariño consecreto desprecio y cortejaba a la Indiferencia con inflexible diligencia; laBenevolencia, laDevoción y elEntusiasmo eran susAversiones; prefería elDisimuloyelInterésPersonal, laauténticasabiduría,asusojos;aceptabalaDegradación física yMoral, la Inferioridad física ymental con indulgencia,porqueeranelcontrastequepodíautilizarenbeneficiopropiopararealzarsuspropios atributos; sucumbía ante laViolencia, la Injusticia y la Tiranía, queeran sus señores naturales, porque no era propensa a odiarlos, ni sentía elimpulso de resistirse a ellos; la indignación que despiertan sus órdenes enciertoscorazones,aellaleeradesconocida.PortodoellolosFalsosyEgoístasla llamaban sabia, los Vulgares y Corruptos la tildaban de caritativa, losInsolenteseInjustoslaconsiderabanafable,ylosEscrupulososyBenévolos,porlogeneral,aceptabanenunprincipiocomoválidoqueellaseproclamarauno de los suyos, pero el falso recubrimiento no tardaba en desgastarse, elmaterialauténticoaparecíadebajo,ytambiénellosladejabandeladocomounengaño.

CAPÍTULOXVI

Enel transcursodeotrasdos semanas,habíaobservadoaFrancesEvansHenrieltiemposuficienteparaformarmeunaopiniónclarasobresucarácter.Descubrí que poseía dos buenas cualidades en grado nada despreciable, asaber,PerseveranciaySentidodelDeber.Descubríqueerarealmentecapazdeaplicarse en el estudio, de enfrentarse con las dificultades. Al principio leofrecílamismaayudaquesiempremehabíaparecidonecesarioofreceralasdemás; empecé aclarándole todos los puntos conflictivos, peroprontomedicuentadequeminuevaalumnaconsiderabaestaayudacomounadegradacióny la rechazaba con exasperación orgullosa. En consecuencia, le asignabalargas tareas y dejaba que ella sola resolviera todas las dudas que pudieranpresentarse.Emprendiólatareacongranentregay,trashacerrápidamenteunejercicio, exigía uno nuevo con impaciencia. Esto en cuanto a suPerseverancia. En cuanto a su Sentido del Deber, se manifestaba de lasiguiente forma: le gustaba aprender, pero aborrecía enseñar; sus progresoscomoalumnadependíandeellaymedicuentadequesobreellamismapodía

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hacer cálculos con certeza; su éxito comomaestra dependía en parte, quizáprincipalmente, de la voluntad de los demás. Para ella era un penosísimoesfuerzo entrar en conflicto con aquella voluntad extranjera e intentardoblegarla a toda costa para que se sometiera a la suya, ya que, en lo queconcerníaalagenteengeneral, innumerablesescrúpuloscoartabanlaaccióndesuvoluntad,quetanlibreyfuerteeraenlotocanteasuspropiosasuntos.Asuvoluntadpodíasometersuspropiasinclinacionesentodomomento,siesasinclinacioneserancompatiblesconsusprincipios;sinembargo,cuandoselepedía que luchara contra las propensiones, los hábitos y los defectos de losdemás,sobretodosieranniños,sordosalrazonamientoy,ensumayorparte,insensiblesa lapersuasión,avecessuvoluntadsenegabaaactuar;entoncessurgíasuSentidodelDeber,queobligabaalareaciaVoluntadaejercitarse.Amenudo la consecuencia era un derroche de energía y de esfuerzo. Francestrabajabacomounaesclavaporyconsusalumnas,peromuchotardaríansusconcienzudosesfuerzosenserrecompensadosconunaaparienciasiquieradedocilidad, porque sus alumnas se daban cuenta de que seguirían teniendopodersobreellamientrasseresistieranasusdolorososintentosdeconvencer,persuadir,gobernar.Obligándolaaemplearmedidascoercitivas,leinfligíanunagudosufrimiento.Lossereshumanos,especialmentelosdemenoredad,raravez renuncian al placer de utilizar un poder que son conscientes de poseer,aunqueesepoderconsistaúnicamenteenlacapacidaddehacerdesgraciadosalosdemás.Unalumnocuyassensacionesestánmásembotadasquelasdesueducador tiene una inmensa ventaja sobre él, y por lo general la usaimplacablemente,porquelosmuyjóvenes,losmuysanosylosmuyalocadosno conocen la compasión. Me temo que Frances sufría mucho; un pesoincesanteparecíaoprimirla.Hedichoyaquenovivíaenel internado;porlotanto,nopodríadecirsiensudomicilio—dondequieraqueestuviese—teníael mismo aire preocupado, triste, pesaroso y resignado que ensombrecíasiempresusrasgosbajoeltechodemademoiselleReuter.

Un día, pedí como devoir una redacción sobre la pequeña y trilladaanécdotadeAlfredovigilandoelpanenlacabañadeunpastor.Lamayoríadealumnas lo convirtieron en un ejercicio singular, en el que imperaba labrevedad; las redacciones eran ininteligibles en sumayor parte; sólo las deSylvie yLéonieLedru traslucían cierto gradode comprensióny coherencia.Eulalie, por suparte, había dado conun inteligente recursopara asegurar laexactitudyahorrarse trabajoalmismotiempo:dealgúnmodohabía logradoacceder a una historia resumida de Inglaterra y había copiado la anécdotapalabraporpalabra.Escribíenelmargendesutrabajoyluegolorompíendospedazos.Al finaldelmontóndedevoirsdeuna solahoja, encontréunoquetenía varias, escritas con pulcritud y cosidas. Conocía la letra, por lo queprácticamente no necesité mirar la firma, «Frances Evans Henri», paraconfirmarmisconjeturassobrelaidentidaddelaautora.

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Solíacorregirlosdeberesporlanocheenmihabitación,escenariohabitualdeesatarea,quehastaentoncesmehabíaresultadorealmentegravosa,ymeparecióextrañonotarquecrecíaenmíuninterésincipientecuandodespabilélavelaymedispusealeerelmanuscritodelapobremaestra.

«Ahora—pensé—vislumbraréquiénesenrealidad.Meharéunaideadelamedidaynaturalezadesusfacultades.Noesqueesperequeseexpresebienen una lengua extranjera, pero si es mínimamente inteligente quedará claroaquí.»

El relato comenzaba con una descripción de la cabaña de un campesinosajón,situadaenlosconfinesdeungranbosqueinvernaldeárbolespelados;representaba una noche de diciembre en la que caían los copos de nieve.Previendounafuertetormenta,elpastorllamaasumujerparaqueleayudeareuniralrebañoquevagalejosdelasbucólicasorillasdelTone,yleadviertequetardaránbastanteenregresaracasa.Labuenamujeresreaciaaabandonarsusocupaciones,puesestáamasandopanparalacena,peroadmitequeesmásimportanteponerasalvoalrebaño;secubreconsumantodepieldeborregoy, dirigiéndose a un desconocido que descansa medio recostado sobre unacamadejuncoscercadelhogar,lepidequevigileelpanhastaqueellavuelva:

«Tenga cuidado, joven —añade—, de cerrar bien la puerta cuandosalgamos.Y,sobretodo,noabraanadieennuestraausencia.Oigaloqueoiga,no se mueva y no se asome fuera. Pronto anochecerá, este bosque es muysalvaje y solitario, y a menudo se oyen en él ruidos extraños después delocaso.Abundan los lobosensusclarosyelpaísestá infestadodeguerrerosdaneses,perosehabladecosasaúnpeores.Puedequeoigaalgoasícomoelllanto de un niño, y al abrir la puerta para socorrerlo, entre corriendo unenorme toro negro o un oscuro perro duende.Más horrible aún sería oír unbatirdealascontralacelosía,yqueentoncesentraravolandouncuervoounapalomablancayseposaraenelhogar.Semejantevisitaseríapresagiosegurode una desgracia sobre la casa. Por tanto, atienda bien a mi consejo y nolevanteelpestillodelapuertapornada.»

El marido la llama, ambos se alejan. El desconocido se queda solo yescuchaduranteunratoelsonidodelvientoamortiguadoporlanieve,yeldelrío,másalejado,yluegohabla.

«EsNochebuena—dice—. Señalo la fecha.Aquí estoy, sentado solo enunaduracamadejuncos,resguardadoporeltechodepajadelacabañadeunpastor.Yo, que había heredado un reino, debo el cobijo de esta noche a unpobresiervo.Hanusurpadomitrono,micoronaciñelafrentedeuninvasor.No tengo amigos;mis tropas vagan desperdigadas por las colinas deGales;bandidos temerarios asolanmipaís;mis súbditosyacenpostrados, aplastadosu pecho por el talón del cruel danés. Destino, has cumplido tus peores

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designiosyteencuentrasahoraantemí,conlamanoapoyadasobrelahojasinfilo. ¡Sí!Veotusojosenfrentándosea losmíos,pidiendosaberporquévivoaún, por qué todavía tengo esperanzas. ¡Demonio pagano! No creo en tuomnipotencia, asíquenopuedo sucumbir a tupoder.Diosmío,TuHijo, enunanochecomoésta,seencarnóenhombre,yporloshombresprometiósufrirysangrar,ydirigeTumano,ysinunaordenSuya,nopuedesgolpear.MiDiosnoconoceelpecado,eseterno,todolosabe,enÉlconfío,yaunquetúmehasdespojado de todo, aunque estoy desnudo, afligido y sin recursos, nodesespero,nopuedodesesperar.AunquelalanzadeGuthrumestuvieraahorabañadaenmisangre,nodesesperaría.Vigilo,trabajo,espero,rezo;Jehovámeayudarácuandolocreaoportuno.»Noesnecesarioquecontinúeconlacita;todalaredacciónseguíaenelmismotenor.Habíaerroresortográficos,habíamodismos extranjeros, había algunos defectos de construcción, verbosirregulares transformados en regulares. Casi todo estaba redactado, comomuestrael ejemploanterior, en frasescortasyalgo toscas,yel estiloestabamuynecesitadodepulimientoydeunadignidadsostenida.Noobstante,contodossusdefectos,nohabíavistonadaparecidoenelcursodemiexperienciacomoeducador.Elcerebrode lamuchachahabíaconcebido la imagende lacabaña,delosdoscampesinosydelreysincorona;habíaimaginadoelbosqueinvernal, había evocado las antiguas leyendas fantasmales de los sajones,habíacomprendidoelcorajedeAlfredoenel infortunio,había recordadosueducacióncristianayhabíamostradoalreyconlaarraigadaseguridaddelostiemposprimitivos,confiandoenqueelJehovádelasEscriturasleayudaríaalucharcontraelDestinomitológico.Todoestolohabíahechosinqueyoseloindicara;yomehabía limitadoaproponer el tema,peronohabíadichounasolapalabrasobrelamaneradetratarlo.

«Encontraré o buscaré una oportunidad para hablar con ella—me dije,enrollando el ejercicio—.Averiguaré qué hay de inglesa en ella, aparte delnombre de Frances Evans. Conoce el idioma, eso es evidente, pero ellamedijoquenohabíaestadoenInglaterra,quenohabíarecibidoclasesdeinglés,nihabíavividoconfamiliasinglesas.»

Durante mi siguiente clase, hice un informe sobre los demás ejercicios,repartiendoreprochesyelogiosenporcionesmuypequeñas, según teníaporcostumbre, ya que de nada servía hacerles severos reproches, y las grandesalabanzas eran muy raras veces merecidas. No dije nada del ejercicio demademoiselleHenriy,conlosanteojossobrelanariz,meesforcéendescifrarlaexpresióndesurostroylossentimientosqueleproducíalaomisión.Queríadescubrirsi teníaconcienciadesupropiotalento.«Sicreequehahechounaredacción inteligente, ahora se sentirá mortificada», pensé. Grave, comosiempre, casi sombrío, era su rostro. Como siempre clavaba la vista en elcahier abierto sobre el pupitre.Mepareció percibir cierta expectación en suactitud cuando concluí con un breve repaso del último ejercicio, y cuando,

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echándoloaunlado,mefrotélasmanosypedíquesacaransusgramáticas,viquesuactitudysusemblantesufríanunalevealteración,comosirenunciaraauna débil perspectiva de emociones agradables. Esperaba que se hablara dealgo en lo que ella tenía cierto interés; no se habló, de modo que laExpectaciónsehundió,encogidayapesadumbrada,perolaAtenciónllenóelvacíoconprestezayarreglóenunmomentoelfugazderrumbamientodelasfacciones.Aunasí,noté,másquevi,duranteelrestodelaclase,quelehabíasidoarrebatadaunaesperanzayque,sinosemostrabaangustiada,eraporquenoquería.

Alascuatro,cuandosonólacampanayelaulaseconvirtióenuntumulto,enlugardecogermisombreroyabandonarelestrado,mequedésentadounmomento. Miré a Frances, que estaba guardando sus libros en la bolsa.Después de abrochar el botón, levantó la cabeza y, al encontrarse con mimirada, hizo una reverencia serena y respetuosa, como deseándome buenastardes,ysediolavueltaparasalir.

—Vengaaquí—dije,levantandoundedoalmismotiempo.

Ella vaciló, porquenohabía oídobien las palabras enmediodel barulloquereinabaenambasaulas;repetíelgesto,ellaseacercó,perosedetuvodenuevoamediometrodelestradoconexpresióncohibidayaúnvacilante,porsimehabíaentendidomal.

—Suba—dije, hablando con decisión. Es la única forma de tratar conpersonas tímidas que se azoran con facilidad y, con un ligero ademán,conseguíquesecolocaraexactamentedondelaqueríatener,estoes,entremimesa y la ventana, donde estaba a cubierto del jaleo de la segunda aula, ydondenadiepodíaacercarseahurtadillaspordetrásparaescucharla.

—Siéntese—ledije,poniéndolecercauntabureteyobligándolaasentarseenél.Sabíaqueloqueestabahaciendoseveríacomoalgomuyextraño,peronomeimportaba.Francestambiénlosabía,yporsuagitaciónysumaneradetemblar,me temoque a ella sí le importaba, ymucho.Saquédel bolsillo elejercicioenrollado.

—Estoessuyo,supongo—dije,hablándoleeninglés,porqueahoraestabasegurodequeellasabíahablarlo.

—Sí —respondió claramente y, cuando desenrollé las hojas y las pusesobrelamesaantesusojos,conlamanosobreelejercicioyunlápizenesamano, vi que se emocionaba, como si despertara. Se iluminó su depresióncomounanubetraslaquebrillaelsol.

—Este devoir tiene numerosas faltas—dije—. Le costará unos cuantosañosdeesmeradoestudio llegaraescribiren inglésconabsolutacorrección.Atienda; leseñalaré losprincipaleserrores—yprocedíarepasarelejercicio

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lentamente, señalando todos los errores y demostrando por qué lo eran, ycómo debían haberse escrito las palabras o las frases. En el curso de esteprocesoaleccionador,ellasefuetranquilizando.Alfinal,añadí—:Encuantoal contenidode su ejercicio,mademoiselleHenri,meha sorprendido.Loheleído conplacer porque he visto en él pruebas de fantasía y buengusto.Lafantasíayelbuengustonosonlostalentosmáselevadosdelintelectohumano,peroencualquiercasoustedlosposee,seguramentenoengradosobresaliente,perosímayorde loquepuedealardear lamayoría.Asípues,ánimo,cultivelosdonesqueDiosy laNaturaleza lehanotorgado,ycuando sufraporunacrisis o se sienta agobiada por alguna injusticia, no dude en consolarselibrementeconlaconcienciadelafuerzaylasingularidaddetalesdones.

«¡Fuerza y singularidad! —repetí para mis adentros—. Sí, seguramenteseanésas laspalabras justas»,porqueal levantar lavistaviqueel solhabíadisgregadolanubeyque,ensusemblantetransfigurado,unasonrisabrillabaensusojos,unasonrisacasitriunfal,queparecíadecir:«Mealegrodequesehayavistoobligadoadescubrirhastaesepuntominaturaleza;noesnecesarioquemoderecontantocuidadosulenguaje.¿Creeacasoquenomeconozco?Loqueustedmedicedemodotancompetente,lohesabidocontodacertezadesdeniña».

Dijoestocontodalaclaridadquepermitíaunamiradafrancayfugaz,peroenseguidaelfuegodesutezyelresplandordesusemblanteseapagaron.Sibien era plenamente consciente de su talento, no lo era menos de susabrumadoresdefectos,y el recuerdodeéstos,olvidadoporun solo instante,pero revivido con súbita fuerza, apagó de inmediato los trazos demasiadovívidosconlosquehabíaexpresadolaconcienciadesucapacidad.Tanrápidafuelainversióndeemocionesquenotuvetiempodecontrarrestrarsutriunfoconunreproche;antesdequepudierayoarrugarelentrecejo,sehabíapuestoseriayparecíacasiacongojada.

—Gracias,señor—dijo,poniéndoseenpie.Habíagratitudtantoensuvozcomo en la expresión que la acompañaba. La conversación debía darse porterminada, desde luego, puesto que, al mirar a mi alrededor, vi a todas lasinternas(lasalumnasdiurnassehabíanmarchado)apiñadasaunpardemetrosdemimesa,mirándonos boquiabiertas; las tresmaîtresses hacían corrillo ycuchicheabanenunrincón;yamiladoestabaladirectora,sentadaenunasillabaja,recortandotranquilamentelasborlasdelbolsoacabado.

CapítuloXVII

Finalmente no había aprovechado más que de un modo imperfecto la

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oportunidaddehablarconmademoiselleHenri,tanaudazmenteobtenida.Miintenciónerapreguntarleporquéteníadosnombresingleses,FrancesyEvans,ademásdelapellidofrancés,y tambiéndedóndehabíasacadounacento tanbueno.Habíaolvidadoambaspreguntaso,másbien,nuestrocoloquiohabíasido tanbrevequenomehabíadado tiempoa formularlas.Además,aúnnohabíapuestoapruebasuauténticacapacidadparahablaringlés;loúnicoquehabíaconseguidoenesalenguaeranlaspalabras«sí»y«gracias,señor».«Noimporta—pensé—.Otrodíaresolveremosloquehaquedadopendiente».Nodejé tampoco sin cumplir la promesa que yo mismo me hice. Era difícilintercambiar siquiera unas palabras en privado con una alumna entre tantas,perocomodiceelviejoproverbio,«quererespoder»,yunayotravezmelasingenié para poder intercambiar unas palabras con mademoiselle Henri, apesardequelaEnvidianosvigilabaylaDifamaciónmurmurabacadavezquemeacercabaaella.

—Deme su cuaderno un instante. —Así solía iniciar aquellos brevesdiálogos, siempre justo después de la clase; y, haciéndole señas para que selevantara,meinstalabayoensusitio,permitiéndolequedarsedepieamiladocon actitud deferente, porque en su caso me parecía sensato y oportunoreforzarestrictamentetodaslasformalidadesdeusocorrienteentremaestroyalumna;sobretodoporquepercibíaquesuactitudsevolvíatantomásseguraydesenvueltacuantomásausterayautoritariaeralamía.Quédudacabequeesocontradecíadeunamaneraextrañaelefectoquesolíaobtenerseentalescasos,peroasíera.

—Un lápiz—decía yo, extendiendo la mano sin mirarla. (Ahora voy atrazarunbreveesbozodelaprimeradeesasconversaciones.)Mediounlápiz,ymientrassubrayabaalgunoserroresdeunejerciciogramatical,lepregunté:

—¿NoesustednaturaldeBélgica?

—No.

—¿NideFrancia?

—No.

—¿Dóndenacióentonces?

—EnGinebra.

—SupongoquenomediráqueFrancesyEvanssonnombressuizos.

—No,señor,soningleses.

—Exacto. ¿Y tienen costumbre enGinebra de poner nombres ingleses asushijos?

—Non,monsieur,mais…

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—Eninglés,porfavor.

—Mais…

—Eninglés.

—Pero…(lentamenteycongranturbación)mispadresnoeranambosdosdeGinebra.

—Digasólo«ambos»enlugarde«ambosdos»,mademoiselle.

—Noeranambossuizos.Mimadreerainglesa.

—¡Ah!¿Ydeorigeninglés?

—Sí…susantepasadoserantodosingleses.

—¿Ysupadre?

—Erasuizo.

—¿Quémás?¿Quéprofesiónejercía?

—Clérigo,pastor,teníaunaparroquia.

—Dadoquesumadreesinglesa,¿porquénohablaustedinglésconmayorfluidez?

—Mamanestmorte…ilyadixans.

—¿Yhonraustedsumemoriaolvidandosu idioma?Tenga laamabilidaddeapartarelfrancésdesuspensamientosmientrashableconmigo.Aténgasealinglés.

—C’estsidifficile,monsieur,quandonn’enaplusl’habitude.

—Supongoqueantessíteníalacostumbredehablarlo.Ahorarespóndameensulenguamaterna.

—Sí,señor…Hablabaeninglésmásqueenfrancéscuandoerapequeña.

—¿Porquénolohablaahora?

—Porquenotengoamigosingleses.

—Viveustedconsupadre,supongo.

—Mipadremurió.

—¿Tienehermanos?

—No.

—¿Vivesola?

—No,tengounatía…matanteJulienne.

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—¿Hermanadesupadre?

—Justement,monsieur.

—¿Esesoinglés?

—No,peromehabíaolvidado…

—Motivo,mademoiselle,porelquesindudaleimpondríauncastigolevesi fueraustedunaniña.Asuedad…tendráustedunosveintidósoveintitrésaños,¿no?

—Pasencore,monsieur.Enunmoij’auraidix-neufans.

—Bien, diecinueve años es una edad adulta y, habiéndola alcanzado,debería estar tan interesada en mejorar que un maestro no necesitaríarecordarledosveceslaconvenienciadehablaringléssiemprequeseafactible.

A este razonable discurso no recibí respuesta, y cuando alcé la vista,mialumnasonreíaparasíconunasonrisamuysignificativa,peronodemasiadoalegre,queparecíadecir:«Nosabedeloquehabla».Estoeratanevidentequedecidí recabar información sobre el punto en el cual mi ignorancia parecíatácitamenteconfirmada.

—¿Estáinteresadaenmejorar?

—Bastante.

—¿Cómomelodemuestra,mademoiselle?

Eraunapreguntaextrañayformuladasinrodeos;diolugaraunasegundasonrisa.

—Bueno,monsieur,noestoydistraída,¿verdadqueno?Aprendobienlaslecciones…

—¡Oh,hastaunaniñapuedehacereso!¿Quémáshaceusted?

—¿Quémáspuedohacer?

—Oh, desde luego no mucho. Pero ¿no es también maestra además dealumna?

—Sí.

—¿Enseñaazurcirencajes?

—Sí.

—Unaactividadaburridayestúpida.¿Legusta?

—No,estediosa.

—¿Por qué sigue con ella? ¿Por qué no enseña historia, geografía,

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gramática,oinclusoaritmética?

—¿Estáseguromonsieurdequeposeotalesconocimientos?

—Nolosé.Conlaedadquetiene,deberíaposeerlos.

—Peronoheidonuncaalcolegio,monsieur.

—¡Vaya!¿Enquéestabanpensandoentoncessusamigos,sutía?Esmucholoquecabereprocharles.

—No,monsieur,no.Mitíaesbuena,nohaynadaquereprocharle.Haceloque puede,me aloja yme alimenta. (Cito las frases demademoiselleHenriliteralmente,yeraasícomo traducía loquepensabaen francés.)Noes rica,sólotieneunarentademildoscientosfrancosyleseríaimposiblemandarmeauncolegio.

«Desdeluego»,penséaloíresto,peroproseguíeneltonodogmáticoquehabíaadoptado:

—Sin embargo, es una lástima que haya crecido usted ignorando lasmateriasmás comunes de la educación. De haber sabido algo de historia ygramáticapodríahaber abandonadopoco apoco el ingrato trabajode zurcirencajesparamejorarsusituación.

—Esoesloquepretendo.

—¿Cómo?¿Sabiendoúnicamenteinglés?Esonobastará;ningunafamiliarespetable aceptará a una institutriz cuyos conocimientos consistanexclusivamenteenunidiomaextranjero.

—Monsieur,séotrascosas.

—Sí,sí,sabetrabajarconhilosdeBerlínybordarpañuelosycuellos.Esonoleservirádegrancosa…

MademoiselleHenri tenía los labios entreabiertos para contestar, pero secontuvo,comosipensaraquehabíadiscutidoyasuficiente,yguardósilencio.

—Hable —pedí, impaciente—. Nunca me ha gustado que se aparenteconformidad cuando la realidad es otra, y usted estaba a punto decontradecirme.

—Monsieur,herecibidomuchasclasesdegramática,historia,geografíayaritmética.Hehechouncursodecadamateria.

—¡Bravo!Pero¿cómoselashaapañado,sisutíanopuedepermitirseelgasto?

—Remendandoencajes,esoquemonsieurtantodesprecia.

—¡Vaya! Y ahora, mademoiselle, sería un buen ejercicio práctico para

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ustedquemeexplicaraeningléscómoobtuvotalresultadoporesemedio.

—Monsieur… rogué ami tía queme llevara a aprender a zurcir encajespocodespuésdellegarconellaaBruselas,porquesabíaqueeraunmétier…unoficioqueseaprendíafácilmenteyconelquenotardaríamuchoenganaralgún dinero. Aprendí en unos cuantos días y enseguida conseguí trabajo,porque todas las señoras deBruselas tienen encajes antiguos,muy valiosos,quehandezurcirsecadavezqueselavan.Ganéunpocodedinero,yconesedineromepaguélasclasesquehemencionado.Otrapartelagastéencomprarlibros, sobre todo libros ingleses. Pronto intentaré encontrar empleo comoinstitutrizoprofesora,cuandosepahablaryescribirbieneninglés.Peroserádifícil, porque los que sepan que me he dedicado a zurcir encajes medespreciarán, igual que me desprecian aquí las alumnas. Pourtant, j’ai monprojet—añadió,bajandolavoz.

—¿Cuálesson?

—MeiréaviviraInglaterra.Enseñaréfrancésallí.

Pronunció estas palabras recalcándolas. Dijo «Inglaterra» como unoimaginaqueunisraelitadelaépocadeMoiséshabríadicho«Canaán».

—¿DeseaverInglaterra?

—Sí,ésaesmiintención.

Enaquelmomento,unavoz—lavozdeladirectora—nosinterrumpió:

—Mademoiselle Henri, je crois qu’il va pleuvoir; vous feriez bien, mabonneamie,deretournerchezvoustoutdesuite.

En silencio, sin una sola expresión de agradecimiento por aquel avisoinnecesario, mademoiselle Henri recogió sus libros, me saludó con unarespetuosainclinacióndecabeza,seesforzóporsaludarasusuperiora,aunqueelesfuerzocasisemalogró,porquesucabezanoparecíaquererinclinarse,ypartió.

Cuando hay un grano de perseverancia o de fuerza de voluntad en lacomposición,unosobstáculosinsignificantessirvensiempredeestímulo,quenodedesaliento.MademoiselleReuterpodríahaberseahorradolamolestiadeinformar sobre el tiempo (por cierto, la realidad desmintió su predicción;aquellanochenollovió).Alfinaldelaclasesiguiente,meacerquédenuevoalpupitredemademoiselleHenriylaabordédelasiguientemanera:

—¿QuéideatienedeInglaterra,mademoiselle?¿Porquédeseairallí?

Acostumbrada ya a la calculada brusquedad de mis modales, ya no laazorabanni lasorprendían,y respondió tansóloconunamínimavacilación,inevitablepor ladificultadqueexperimentabaal improvisar la traducciónde

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suspensamientosdelfrancésalinglés.

—Inglaterraesalgoúnico,por loquehe leídoyoído;mi ideadeellaesvagayquieroconocerlaparahacermeunaideaclarayprecisa.

—¡Mmm!¿CuántocreequepodríaverdeInglaterrasifueraallíatrabajarcomoprofesora?¡Extrañospensamientosdebendeserlossuyossobreloquees hacerse una idea clara y precisa de un país!Lo único que vería deGranBretañaseríael interiordeuncolegioo,comomucho,unparderesidenciasprivadas.

—Seríauncolegioinglés;seríanresidenciasinglesas.

—Eso es incuestionable, pero ¿y qué? ¿Qué valor tendrían unasobservacioneshechasaunaescalatanlimitada?

—Monsieur,¿nosepodríaaprenderalgoporanalogía?Un…échantillon…una, una muestra sirve a menudo para dar una idea del conjunto; además,«amplio»y«limitado»sonpalabrasrelativas,¿no?Austedtodamividaquizále parecería limitada, como la vida de un…de ese animal subterráneo, unetaupe…commentdit-on?

—Topo.

—Sí,untopo,quevivebajotierra,mepareceríalimitadoinclusoamí.

—Bien,mademoiselle,¿yqué?Siga.

—Mais,monsieur,vousmecomprenez…

—Enabsoluto;tengalaamabilidaddeexplicarse.

—Pues,monsieur,es justamenteeso.EnSuizahicepoco,aprendípocoyvipoco.Allímividaerauncírculoquerecorríadíatrasdía,sinpodersalirdeél.Dehabermepermanecido…quedadoallíhastamimuerte,jamáslohabríaensanchado, porque soy pobre y carezco de aptitudes, no tengo grandesconocimientos.Cuandomehartédeesecírculo,roguéamitíaqueviniéramosaBruselas.Mi existencia no esmás amplia aquí porque no soymás rica nitengounaposiciónmáselevada,mislímitessonigualmentepequeños,peroelescenariohacambiado,yvolveríaacambiarsifueraaInglaterra.Conocíaenpartea losburguesesdeGinebra,ahoraconozcoapartede losburguesesdeBruselas,ysifueraaLondresconoceríaapartedelosburguesesdeLondres.¿Comprendealgodeloquedigo,monsieur,oleresultaconfuso?

—Comprendo,comprendo.Pasemosaotrotema.Seproponeusteddedicarsuvidaalaenseñanza,cuandoesustedunamaestradesastrosaquenopuedemantenerelordenentresusalumnas.

Unrubordedolorosaturbaciónfueelresultadodeestecruelcomentario.Agachólacabeza,peroprontolaalzóydijo:

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—Monsieur, no soy buena maestra, es cierto, pero con la práctica semejora;además,trabajoencircunstanciasdifíciles.Aquísóloenseñoacoser,nopuedodemostrarpoderalguno,nisuperioridad;esunartemenor.Tampocotengoamigosenelcentro,estoyaisladaysoyunahereje,loquemeprivadeinfluencia.

—YenInglaterraseríaextranjera.Tambiénesoleprivaríadeinfluenciaylasepararíadehechodecuantos la rodearan.EnInglaterra tendría tanpocasrelaciones,tanescasaimportancia,comoaquí.

—Pero estaría aprendiendo algo. En cuanto a lo demás, seguramentealguien como yo tendrá dificultades en todas partes, pero si debo luchar, yquizá ser vencida, prefiero someterme al orgullo inglés que a la groseríaflamenca.Además,monsieur…—Seinterrumpió,yeraobvioqueelmotivonoeralafaltadepalabrasconqueexpresarse,sinolaDiscreción,queparecíadecirle:«Yahasdichobastante».

—Terminelafrase—leinsté.

—Además,monsieur,tengoganasdevivirunavezmásentreprotestantes.Sonmásdecentes que los católicos.Una escuela católica es un edificio conparedes porosas, suelo hueco y techo falso. Todas las habitaciones de estacasa,monsieur, tienenojosyorejas,ycomolacasa,sushabitantessonmuytraicioneros.Todoscreenquees legítimomentir, todosdicenqueescortesíamanifestaramistadcuandosientenodio.

—¿Todos? —dije yo—. ¿Se refiere a las alumnas, las niñas, criaturasinexpertasyatolondradasquenohanaprendidoadistinguirentreelbienyelmal?

—Alcontrario,monsieur,lasniñassonlasmássinceras;aúnnohantenidotiempodepracticarladuplicidad.Mienten,perolohacenabiertamente,yunasedacuentadequemienten.Perolosadultossonmuyhipócritas;engañanalos extranjeros, se engañan entre ellos… —En aquel momento entró unasirvienta.

—Mademoiselle Henri, mademoiselle Reuter vous prie de vouloir bienconduire la petite deDorlodot chez elle, elle vous attenddans le cabinet deRosalie, la portière.C’est que sa bonne n’est pas venue la chercher, voyez-vous.

—Ehbien!Est-cequejesuissabonne,moi?—dijomademoiselleHenri.Luego esbozó lamisma sonrisa amarga y desdeñosa que había visto en suslabiosenotraocasión,selevantóapresuradamenteysefue.

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CapítuloXVIII

Eraobvioquelajovenanglosuizadisfrutabaysebeneficiabaalavezdelestudiodesulenguamaterna.Enmisenseñanzas,naturalmente,nomelimitéalarutinacorrientedelaescuela,sinoquehicedelaprendizajedelinglésunvehículoparalaenseñanzadelaliteratura,imponiéndoleunaseriedelecturas.Ella teníaunapequeña colecciónde clásicos ingleses, algunosde los cualeshabíaheredadodesumadreyelrestoloshabíacompradoconsusalario.Leprestéalgunasobrasmodernas,queleyóconavidez.Decadaobramehizounresumen escrito después de leerla. También disfrutaba con las redacciones,tareaqueparecíacomoelairemismoquerespiraba,yprontomejorótantoqueme vi obligado a reconocer que aquellas cualidades suyas que habíadenominadoFantasíayBuengustodebían llamarsemásbien ImaginaciónyDiscernimiento. Cuando expresé tal reconocimiento, de la misma formaescuetaycontenidadesiempre,esperéver lasonrisa radiantey jubilosaquemi único elogio había suscitado antes, pero Frances se sonrojó, y si llegó asonreír, fue la suya una sonrisamuy leve y tímida, y en lugar de plantarsefrenteamíconunamiradadetriunfo,susojosseposaronsobremimano,que,pasandoporencimadesuhombro,escribíaunasindicacionesenelmargendesucuaderno.

—Bien,¿lealegraqueestésatisfechoconsusprogresos?—preguntó.

—Sí—respondióelladespacioyenvozbaja,yelrubordeantes,quecasihabíadesaparecido,volvióaencendersurostro.

—Pero supongo que no será suficiente —añadí—. ¿Mis elogios sondemasiadofríos?

No respondió, y me pareció que estaba un poco triste. Adiviné suspensamientos y mucho me habría gustado responder a ellos, de haber sidoconvenientehacerlo.Noeraentoncesmiadmiraciónloqueellaambicionaba,niestabaespecialmentedeseosadedeslumbrarme.Unpocodeafecto,siempretanescaso,lacomplacíamásquetodoslospanegíricosdelmundo.Alpercibireste sentimiento, me quedé un buen rato detrás de ella, escribiendo en elmargendesucuaderno.Meresultabaimposibleabandonaraquellaposiciónyaquellaactividad.Algomereteníainclinadoallí,conlacabezamuycercadelasuyaymimanocercadelasuyatambién;peroelmargendeuncuadernonoesunespacioilimitado.Lomismopensósindudaladirectorayaprovechólaoportunidadparapasarpordelanteafindeaveriguarconquéartesprolongabade forma tan desproporcionada el tiempo necesario para llenarlo. Me viobligadoaalejarme.¡Desagradableesfuerzoeldeabandonarloquemásnosgusta!

Frances no perdió el color ni las fuerzas como consecuencia de su

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sedentaria actividad. Tal vez el estímulo que transmitía a su cerebrocontrarrestabalainacciónqueimponíaasucuerpo.Cambió,esosí,demanerarápida y evidente, pero fue para mejor. Cuando la vi por primera vez, suexpresión era abatida, su tez no tenía color. Parecía una persona sinmotivoalguno para disfrutar, sin reserva alguna de felicidad en el mundo entero.Ahora, la nube que ensombrecía su semblante había desaparecido, dejandoespacio al alba de la esperanza y el interés, y esos sentimientos surgieroncomo una mañana despejada, animando lo que antes estaba deprimido ytiñendo lo que antes era palidez. Sus ojos, cuyo color no había visto alprincipio de tan borrosos como estaban por las lágrimas reprimidas, tanempañadosporuncontinuodesánimo, iluminadosahoraporun rayodel solque alegraba su corazón, revelaron unos iris de brillante color avellana,grandesy redondos, veladospor largas pestañas, y unaspupilas encendidas.Desapareció aquel aire de lánguida delgadez que las preocupaciones o eldesalientotransmitenamenudoaunrostrodelgadoyreflexivo,másalargadoque redondo, y la transparencia de su piel, casi lozana, así como ciertaredondez,casiembonpoint, suavizó lasmarcadas líneasdesus facciones.Sufiguraparticipótambiéndeestebeneficiosocambio;parecióllenarse,ycomolaarmoníadesuformaeracompletayeradeunagrácilestaturamedia,unonopodíalamentar(oalmenosyonololamentaba)laausenciaderotundidaddesucontorno,ligeroaún,aunquecompacto,elegante,flexible.Elexquisitogirodecintura,manos,muñecas,piesytobillossatisfacíaporcompletominociónde simetría y permitía una ligereza y una libertad de movimientos que secorrespondíanconmiideadelagracia.Conestamejoría,conestedespertarala vida, mademoiselle Henri empezó a crearse una nueva posición en laescuela.Sucapacidadintelectual,manifestadaconlentitud,perotambiénconseguridad,consiguióalpocotiempoarrancarelreconocimientoinclusodelasenvidiosas,ycuandolas jóvenescomprobaronquepodíasonreíryconversaralegremente, y moverse con viveza, vieron en ella a una hermana joven ysaludable,ylaaceptaroncomounadeellas.

Adecirverdad,yoobservéestecambioigualqueunjardineroobservaelcrecimiento de una planta preciosa, y contribuí a él igual que ese jardinerocontribuyealdesarrollodesufavorita.Nomeresultabadifícildescubrircómopodía instruir mejor a mi alumna, alimentar sus hambrientas emociones einducir lamanifestaciónexternadeesaenergía interiorquenohabíapodidoexpandirse hasta entonces, impedida por una sequía abrasadora y un vientodesolador.ConstanciayAtención,unaamabilidadmuda,peroatenta,siemprea su lado, envuelta en el tosco atavío de la austeridad, dando a conocer suauténticanaturalezaúnicamentemediantealgunaqueotramiradadeinterésouna palabra cordial; auténtico respeto, enmascarado por un autoritarismoaparente,dirigiendo,instigandosusacciones,perotambiénayudándola,ycondevoto esmero. Éstos fueron losmedios que utilicé, pues eran los quemás

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conveníanalossentimientosdeFrances,tansusceptiblescomoarraigadosenunanaturalezaorgullosaytímidaalavez.

Losbeneficiososefectosdemisistemasehicieronevidentestambiénensucomportamientocomomaestra.Ahoraocupabasulugarentrelasalumnasconun aire de temple y firmeza, que las convencía de inmediato de que notoleraríaserdesobedecida;yellasnoladesobedecían,porquesedabancuentadequehabíanperdidoelpoderqueantesteníansobreella.Sialgunaalumnasehubierarebelado,yanosehabríatomadosurebelióncomoalgopersonal.Seconsolabaenunafuentequeellasnopodíansecar,seapoyabaenunpilarqueellasnopodíanderribar.Antes,cuandola insultaban, lloraba;ahorasólosonreía.

La lectura pública de uno de sus devoirs logró que todas sin excepciónfueranconscientesdesutalento.Recuerdoeltema:lacartadeunemigrantealosamigosquehabíadejadoensutierra.Seiniciabaconsencillez;unostrazosdescriptivosdescubríanallectorelpaisajevirgendeunbosqueyungranrío,por el que ningún barco navegaba, lugar donde se suponía que se habíaredactadolacarta.Seinsinuabanlospeligrosydificultadesqueacompañabanla vida de un colono, y en las pocas palabras que se decían sobre el tema,mademoiselleHenrihabíaconseguidohaceraudiblelavozdelaresolución,lapaciencia y el empeño. Se aludía a las calamidades que le habían llevado aabandonar su tierra natal; honor sin tacha, irreductible independencia,dignidadindestructibletomabanlapalabra.Secomentabanlosdíaspasados,elpesarpor lapartida.Se tratabasomeramente lanostalgiade losausentes.Encadafraseserespirabaconelocuencialaemoción,preciosaycontundente.Alfinal,sesugeríaelconsuelo: lafereligiosaeraentonceslaquehablaba,ylohacíabien.

Elejercicioestabaescritoconfuerzayconvicción,enunlenguajesobrioyescogidoalavez,enunestilovertebradoconvigoryadornadoconarmonía.

MademoiselleReuter teníaunconocimientodel ingléslobastanteampliopara entenderlo cuando se hablaba o se leía en su presencia, pero no sabíahablarloniescribirlo.Durantelalecturadelejercicio,continuóconsuplácidaactividad, ocupados los dedos y los ojos en la creación de un rivière, undobladillo calado enunpañuelodebatista.Nodijonaday su rostro, ocultotrasunamáscaradeexpresiónpuramentenegativa,ofrecíatanpocosindicioscomo sus labios. Su semblante no manifestó sorpresa, placer, aprobación ointerés, como tampoco desdén, envidia, fastidio o hastío. Si aquel rostroinescrutabledecíaalgo,era,sencillamente:«Estacuestiónesdemasiadotrivialparasugerirunaemociónosuscitarcualquieropinión».Encuantoterminé,seelevó un murmullo en el aula y varias alumnas rodearon a mademoiselleHenri, asediándola con sus cumplidos. Se oyó entonces la voz serena de ladirectora:

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—Señoritas,lasquetengancapayparaguasdebendarseprisaenregresaracasaantesdequelalluviaseamásintensa(lloviznaba),elrestoaguardaráaquía que vengan a buscarlas sus respectivas criadas. —Y todo el mundo sedispersó,porqueeranyalascuatro.

—Monsieur, un momento… —dijo mademoiselle Reuter, subiendo alestradoeindicándomeconunademánquedejarauninstanteelgorrodepielesquellevabayaenlamano.

—Mademoiselle,estoyasudisposición.

—Monsieur, sin duda es una idea excelente alentar el esfuerzo de lasjóvenesdestacandolosprogresosdeunaalumnaespecialmenteaplicada.Sinembargo, ¿no cree usted que, en este caso, no se puede considerar quemademoiselleHenri deba competir con lasdemás alumnas?Tienemás edadquelamayoríadeellasyventajasparticularesparaaprenderinglés.Porotrolado, su posición social es ligeramente inferior. En tales circunstancias,distinguiramademoiselleHenripúblicamenteporencimadelasdemáspodríasugerir comparaciones y suscitar sentimientos que distarían mucho de serbeneficiosos para la persona a quien estuvieran destinados. El interés quesientoporelbienestardemademoiselleHenrimellevaadesearevitarletalesenojos.Además,monsieur,comoyaleindiquéenotraocasiónelsentimientode amour-propre tiene cierta preponderancia en su carácter. La celebridadtiende a fomentar ese sentimiento y en ella debería reprimirse, más quealentarse.MademosielleHenri necesitamás bienmantenerse en un segundoplano.Yporotro lado,monsieur,creoque laambición, laambición literariasobretodo,noesunsentimientoquedebaabrigarlamentedeunamujer.¿NoseríamademoiselleHenrimuchomás feliz si se la enseñara a creer que suauténtica vocación consiste en un callado cumplimiento de sus deberessociales,quesiselaanimaaaspiraralaplausoyalreconocimientopúblico?Esposiblequenollegueacasarse.Siendosusrecursosescasos,insignificantessusrelaciones,inciertasusalud(meparecequeestátísica;sumadremuriódelomismo), esmásqueprobablequeno se casenunca.Noveo cómopuedellegaraalcanzarunaposiciónquehagaposiblesemejantepaso,peroinclusocomocélibe, seríamejorqueconservaraelcaráctery lascostumbresdeunamujerdecenteyrespetable.

—Indiscutiblemente,mademoiselle—fuemi respuesta—. Su opinión noadmitedudas—añadíy,temerosodequesiguieralaarenga,mefui,cubriendomipartidaconaquellacordialfrasedeasentimiento.

Dos semanas después del pequeño incidente que acabo de describir, veoregistradoenmidiarioqueseprodujounparéntesisenlaasistenciaaclasedemademoiselleHenri,regularhastaentonces.Losdosprimerosdíasmeextrañósuausencia,peronoquisepedirexplicaciones.Enrealidadpenséquetalvez

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un comentario casualme procuraría la información que deseaba obtener sincorrer el riesgo de dar pie a sonrisas tontas y cuchicheos pidiéndoladirectamente.Perocuandopasóunasemanayelasientodelpupitrecercanoalapuertasiguiódesocupado,yviendoqueningunadelaschicashacíaalusiónalhecho,sinoque,muyporelcontrario,todasguardabanunacusadosilencio,resolvíromperelhielodeaquellaestúpidareserva,coûtequecoûte.

—Où donc est mademoiselle Henri?—pregunté un día, al devolver uncuadernodespuésderepasarlo.

—Elleestpartie,monsieur.

—Partie!Etpourcombiendetemps?Quandreviendra-t-elle?

—Elleestpartiepourtoujours,monsieur.Ellenereviendraplus.

—Ah!—exclamé involuntariamente.Luego, trasunapausa, insistí—:Enêtes-vousbiensûre,Sylvie?

—Oui,oui,monsieur.Mademoiselleladirectricenousl’aditelle-mêmeilyadeuxoutroisjours.

Nopudeseguirconelinterrogatorio,dadoqueelmomento,ellugarylascircunstanciasmeimpedíanañadirunapalabramás.Nopodíacomentarloqueya se había dicho ni pedir más detalles. En realidad, estuve a punto depreguntarelmotivodelapartidadelamaestra,sihabíasidovoluntariaono,peromecontuve;teníaoyentesportodoslados.Unahoramástarde,pasépordelantedeSylvieenelcorredor;seestabaponiendoelsombrero.Medetuveensecoypregunté:

—Sylvie,¿conoceladireccióndemademoiselleHenri?Tengounoslibrosquesonsuyos…—añadísindarleimportancia—,ydesearíaenviárselos.

—No,monsieur—respondióSylvie—,peroquizáselapuedadarRosalie,laportera.

ElcuartodeRosalieestabaallímismo.Entréyrepetílapregunta.Rosalie,una espabilada grisette, alzó la vista de su labor con una sonrisa decomplicidad, precisamente el tipo de sonrisa que tan deseoso estaba yo deevitar. La portera tenía la respuesta preparada: no conocía la dirección demademoiselle Henri ni la había conocido nunca. Le di la espalda conexasperación, convencidodequementíaydeque lepagabanparamentir, yestuveapuntodederribaraotrapersonaquesehabíaacercadopordetrás;eraladirectora.Mibruscomovimientolahizoretrocederdosotrespasos.Meviobligadoadisculparme,cosaquehiceescuetamenteyconescasacortesía.Aningúnhombrelegustaqueleatosiguen,yenelestadodeánimosoliviantadoenelqueentoncesmeencontraba,lavisióndemademoiselleReutermesacódemiscasillas.Enelmomentoenquemedilavuelta,suexpresióneradura,

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sombríaeinquisitiva,ymemirabafijamenteconunaávidacuriosidad;apenastuvetiempodecaptaraquellafasedesufisonomíaantesdequeseesfumara;una insulsasonrisavariósusfaccionesymigroseradisculpafuerecibidadebuentalante.

—Oh,notieneimportancia,monsieur.Sólomehatocadoloscabellosconelcodo.Noesnadagrave,sólomehadespeinadounpoco.—Seechóelpelohaciaatrásysepasólosdedosporentrelosrizos,separándolosenunsinfíndetirabuzonessueltos.Luegoprosiguióconvivacidad—:Rosalie,veníaadecirlequevaya inmediatamenteacerrar lasventanasdel salón.Seestá levantandovientoylascortinasdemuselinasecubrirándepolvo.

Rosaliesalió.«Nomecreonada—pensé—.MademoiselleReutercreequedisimulasumezquindadcuandoescuchaloquenodebeconsuarteparaidearexcusas, pero esas cortinas de muselina de las que habla no son mástransparentes.»Sentíelimpulsodeapartaresatorpepantallayhacerfrenteasusartimañasaudazmentemedianteunpardeverdadesbiendichas.«Lospiesconcalzadodesuela rugosapisanmejor sobre suelo resbaladizo»,pensé,demodoquedije:

—MademoiselleHenrihaabandonadosucentro,supongoquedespedida.

—Ah,deseabatenerunapequeñacharlaconusted,monsieur—replicóladirectoraconelairemásafableynaturaldelmundo—,peroaquínopodemoshablar tranquilamente. ¿Quieremonsieur salir al jardín unmomento?—Meprecedió,traspasandolapuertadecristalqueyahemencionadoantes.

—Bien —dijo, cuando llegamos al centro del sendero principal y nosrodeóelespesofollajedeárbolesyarbustosensuesplendorestival,quenosocultabadelacasa,creandoasíunasensacióndeaislamientoinclusoenaqueltrocitodeterrenoenelcentromismodelacapital—.Bien,quépazylibertadse sientencuandosólohayperalesy rosalesalrededor.Meatreveríaadecir,monsieur,queustedtambién,igualqueyo,secansaavecesdeestarsiempreen medio del torbellino de la vida, de estar siempre rodeado de rostroshumanos,detenersiempreojoshumanosclavadosenustedyvoceshumanassiempre en sus oídos.Estoy segura de que amenudo desea intensamente lalibertad de pasar todo unmes en el campo, en alguna pequeña granja, biengentille,bienpropre,toutentouréedechampsetdebois.Quelleviecharmantequelaviechampêtre!N’est-cepas,monsieur?

—Celadépend,mademoiselle.

—Que le vent est bon et frais!—prosiguió la directora, y en eso teníarazón, pues el viento que soplaba del sur era suave y dulce. Yo llevaba elsombreroenlamanoylasuavebrisa,alpasarpormiscabellos,refrescabamissienes como un bálsamo. No obstante, su efecto no penetró más allá de la

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superficie, paseando junto a mademoiselle Reuter, pues aún me bullía lasangrey,mientrasyomeditaba,elfuegonodejabadearder.Luegomeexpresédevivavoz:

—Tengo entendido que mademoiselle Henri se ha ido del centro y novolverá.

—¡Ah, cierto! Hace días que quería hablarle de ello, pero estoy tanocupada a todas horas que no puedo hacer ni la mitad de las cosas quedesearía.¿Haexperimentadoustedalgunavez,monsieur, loqueesquealosdíasdeunolesfaltendocehorasparacumplirconsusnumerososdeberes?

—Raravez.SupongoquelamarchademademoiselleHenrinohabrásidovoluntaria.Delocontrario,sindudamelohabríacomunicado,dadoqueeraalumnamía.

—¿Ah, no se lo había dicho? Es extraño. Por mi parte, se me habíaolvidadoporcompletomencionarlo.Cuandouna tiene tantascosasa lasqueatendersueleolvidarpequeñosincidentesquecarecendeimportancia.

—Asípues,¿consideraqueeldespidodemademoiselleHenrihasidounacontecimientoinsignificante?

—¿Despido? ¡Ah! No ha sido despedida. Puedo asegurarle con todasinceridad,monsieur,quedesdequemeconvertíendirectoradeestecentro,nosehadespedidoaningúnprofesoromaestro.

—Pero¿algunoslohanabandonado,mademoiselle?

—Muchos. He tenido la necesidad de sustituirlos con frecuencia. Uncambiodeeducadoressueleserbeneficiosoparalosinteresesdeunaescuela;davidayvariedadalprocesoeducativo,diviertealalumnadoysugierealospadreslaideadeesfuerzoymejora.

—Sinembargo,cuandosecansadeunprofesorodeunamaestra,¿noescapazdeecharlosinmiramientos?

—No es necesario recurrir a tales extremos, se lo aseguro. Allons,monsieur le professeur, asseyons-nous. Je vais vous donner une petite leçondans votre êtat d’instituteur. (Ojalá pudiera escribir todo lo queme dijo enfrancés,porqueelsignificadopierdemuchotraducidoalinglés.)

Habíamosllegadoa«la»silladeljardín.Ladirectorasesentóymeindicóconunaseñaquemesentaraasulado,peroyosólocoloquélarodillasobreelasientoyapoyélacabezayelbrazoenladensaramadeungranlaburnocuyasfloresdoradas,mezcladasconelverdeoscurode lashojasdeunarbustodelilas, formaban un arco de sol y sombra sobre aquel refugio.MademoiselleReuterguardósilenciouninstante.Eraevidentequeensucabezaseestabanproduciendo nuevos movimientos, que mostraron su naturaleza en la frente

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sagaz; estaba meditando una chef-d’oeuvre de la estrategia. Convencida,después de varios meses de experiencia, de que fingiendo virtudes que noposeía no lograría hacerme caer en la trampa, consciente de que yo habíadescubierto su auténtico carácter y de que no me creería nada del quepretendierapresentarmecomosuyo,habíaresueltoalfinprobarconunanuevallave, y ver si encajaba en la cerradura demi corazón: unpequeñodescaro,una palabra cierta, una visión fugaz de la realidad. «Sí, lo intentaré», habíadecidido interiormente, y entonces sus ojos azules me miraron; nocentelleaban;nohabíaensubrillomoderadonadaparecidoaunallama.

—¿Monsieur tiene miedo de sentarse junto a mí?—preguntó con tonoburlón.

—Nodeseousurparel lugardePelet—respondí,pueshabíaadquiridolacostumbre de hablarle con toda franqueza; costumbre motivada en unprincipioporlaira,peroenlaqueyopersistíaporquehabíavistoque,enlugarde ofenderla, la fascinaba. Bajó la vista y cerró los párpados, emitiendo unsuspirode inquietud.Sedio lavuelta conungestode impaciencia, como siquisieradarmelaimpresióndeunpájaroqueagitalasalasensujaula,deseosodevolarlejosdesucárcelydesucarceleroparabuscarsuparejanaturalyunnidoagradable.

—Bien,¿ysulección?—preguntésecamente.

—¡Ah!—exclamó, recobrando la compostura—.Es usted tan joven, tansinceroeintrépido,tienetantotalento,toleratanmallaimbecilidadydesdeñaentangranmedidalavulgaridad,quemereceunalección.Ahílatiene:enestemundoseconsiguemuchomásconMañaqueconFuerza,peroquizáesoyalosabía porque su carácter es fuerte, pero también muestra delicadeza; ¿espolítico,alavezqueorgulloso?

—Siga —dije, y no pude evitar sonreír ante aquel halago tan agudo yavezado.Ellacaptómisonrisacontenida,aunquemepasélamanoporlabocaparadisimularla,yunavezmásmehizositioparaquemesentaraasulado.Neguéconlacabeza,peseaquelatentaciónhabíaembargadomissentidosenaquelmomento,yunavezmáslepedíquecontinuara.

—Bien,pues,sialgunavezllegaadirigiruncentroimportante,nodespidaanadie.Adecirverdad,monsieur(yaustedledigolaverdad),desprecioalagentequeandasiempreenzarzadaendisputas,soltandobravatas,expulsandoaunosyaotros,forzandoyprecipitandolosacontecimientos.Lediréloqueyoprefiero,monsieur,¿mepermite?—Volvióaalzarlavista;estavezsumiradaestababienajustada,conmuchamalicia,muchadeferencia,untoquepicantedecoquetería,unaconcienciasintapujosdesuhabilidad.

Asentí.Metratabaigualquealgranmogol,demodoquemeconvertíenél

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enprovechosuyo.

—Amí,monsieur,megustacoger la laborysentarme tranquilamenteenmi silla; las circunstancias desfilan ante mí, yo me limito a contemplarlas;siempre que tomen el rumbo que yo deseo, no digo ni hago nada; no doypalmadas,nigrito:«¡Bravo,quéafortunadasoy!»,paraatraerlaatenciónylaenvidia demis vecinos. Sólo soy pasiva. Pero, cuando las circunstancias sevuelvenadversas,observounaestrictavigilancia;sigotranquilamenteocupadaenmi labor y guardo silencio, pero de vez en cuando,monsieur, alargo unpoco la punta del pie, así, y le doy a la circunstancia rebeldeunpequeñoydisimulado puntapié sin alharacas, poniéndola en el camino que deseo quetome, con éxito y sin que nadie repare enmi táctica. Así pues, cuando losprofesores o maestros se vuelven incompetentes o conflictivos, cuando, enresumidascuentas,losinteresesdelaescuelaseresentiríansiconservaransuspuestos, me ocupo de mis labores, los acontecimientos se desarrollan, lascircunstanciasvanpasando,veounaque, si recibeun ligeroempujónque ladesvíeapenasunpoquito,haráinsostenibleelpuestoquedeseodejarvacante,yyaestáhecho:hequitadoelbloquequesetambaleabaynadiemehavisto,nomehecreadoningúnenemigoymehedesembarazadodeunamolestia.

Unossegundosanteslahabíaencontradoseductora;concluidosudiscurso,lamiréconaversión.

—Muy típico de usted—fuemi glacial respuesta—. ¿Y así es como haexpulsadoamademoiselleHenri?¿Queríasupuestoy,porlotanto,hizoqueleresultarainsoportableconservarlo?

—En absoluto, monsieur. Yo sólo estaba preocupada por la salud demademoiselleHenri.No,suvisiónmoralesclaraypenetrante,peroaquínohasabido ver la verdad. Tenía… siempre he tenido un auténtico interés por elbienestar demademoiselleHenri.Nome gustaba verla entrar y salir hicierafríoocalor.Pensabaqueseríamásbeneficiosoparaellaconseguirunempleopermanente.Además,ahoralaconsiderabacualificadaparaenseñaralgomásquecostura.Habléconella,leexpusemisrazones,dejéquetomaraladecisiónpor símisma, ella comprendió quemis puntos de vista eran correctos y losadoptócomopropios.

—¡Excelente!Yahora,mademoiselle,tendráustedlabondaddedarmesudirección.

—¡Sudirección!—uncambiofríoytétricoseoperóenelsemblantedeladirectora—.¿Sudirección? ¡Ah!Bueno,ojalápudiera satisfacer supetición,monsieur,peronopuedo,ylediréporqué.Siemprequelepedíasudirección,ellaeludíadármela.Yopensaba,puedequemeequivoque,peropensabaquelarazóndehacerloeraunareticencianatural,peroequivocada,arevelarmeunamorada seguramentemuy humilde. Sus recursos eran exiguos, sus orígenes

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oscuros.Sindudaviveenalgunapartedelabasseville.

—No querría perder de vista amimejor alumna—dije—, aunque fuerahijademendigosysealojaraenunsótano.Encuantoalresto,esabsurdoquemevengaconesoscuentossobresuorigen.DalacasualidaddequeséquesupadreeraunministrodelaIglesiadenacionalidadsuiza,nimásnimenos.Yen cuanto a sus exiguos recursos, pocome importa que su bolsa esté vacíamientraslereboseelcorazón.

—Sus sentimientos son muy nobles, monsieur —dijo la directora,fingiendo contener un bostezo. Su vivacidad se había extinguido, sumomentáneasinceridadsehabíaacabado.Recogióyplegóelrojobanderíndeintrépidopirataquesehabíapermitidoenarbolaruninstanteyvolvióaizarlasobriabanderadeldisimulosobre laciudadela.Nomegustabaasí,demodoquecortéeltêteàtêteymefui.

CapítuloXIX

Los novelistas no deberían cansarse nunca de estudiar la Vida real. Sicumplieran con este deber concienzudamente, nos ofreceríanmenos retratostaraceadoscon fuertescontrastesentre lucesy sombras; raravezelevaríanasushéroesyheroínasalasmásaltascúspidesdeléxtasis,ymenosfrecuenteaún seríaque loshundieranen las simasde ladesesperación,puestoque, sibiensonmuyescasaslasocasionesenquepaladeamosunadichaplenaenestavida,másescasassonlasocasionesenquesaboreamoslahieldeunaangustiasinesperanzas.Amenos,claroestá,quenoshayamossumergidocomobestiasen la satisfacción de los goces sensuales, que hayamos abusado de nuestrasfacultadesparaelplacer,llevándolasallímite,estimulándolas,tensándolasdenuevoalmáximo,hastadestruirlasfinalmente.Entoncesnosencontraremosdeverdadsinapoyoyprivadosdeesperanza.Grandeesnuestraagonía,¿ycómopuedeacabarse?Hemosagotadoelmanantialdenuestracapacidad;lavidaesun sufrimiento demasiado débil para concebir la fe; la muerte ha de ser laoscuridad; Dios, espíritu y religión no tienen cabida en nuestra mentedilapidada,donde sóloquedan recuerdos corruptoresy funestosdel vicio; elTiemponosllevahastaelbordedelatumbaylaDepravaciónnosarrojaaella,comountrapocomidoyrecomidoporlaenfermedad,retorcidoporeldolor,estampado contra el suelo del cementerio por el talón inexorable de laDesesperación.

Mas el hombre de vida normal y mente racional no desespera jamás.Cuandopierdesusbienes,recibeunfuertegolpeyvacilaunmomento;luego,aguijoneadasporlapunzada,sedespiertansusenergíasysedisponenabuscar

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el remedio; la actividad pronto mitiga la aflicción. Afectado por unaenfermedad,searmadepacienciaysoporta loquenopuedecurar.Undolorintensoleatormenta,retuercesusmiembrossinhallardescanso,confíaenelancla de la Esperanza. Cuando la Muerte le arrebata lo que ama, arrancaviolentamenteyderaízeltalloentornoalcualseentrelazabansusafectos.Esuna época oscura y sombría, una espantosa situación, pero una mañana, laReligión iluminaesa casadesoladaconun rayode soly afirmaqueenotromundo,enotravida,volveráaverasusseresqueridos.LaReligióndicequeesemundo es un lugar que el pecado no hamancillado, y que esa vida noconocelaamarguradelsufrimiento,eintensificapoderosamentesuconsuelo,asociándoloados ideasque losmortalesnopuedencomprender,peroen lasqueadoranconfiar:Eternidade Inmortalidad,y lamentedelque lloraa susmuertos se llena de una imagen vaga, pero gloriosa, de colinas celestialesdondetodoesluzypaz,deunespírituquedescansaallíenlagloria,deundíaenquesuespíritutambiéndescenderáallí,libreeincorpóreo,deunareuniónperfectamedianteelamorpurificadodelmiedo.Elhombrecobraasínuevosánimosy trabajaparacubrirsusnecesidadesycumplecon losdeberesde lavida, y aunquequizá laTristezano levante la carga conque ensombrece suánimo,laEsperanzalepermitesoportarla.

Bien,¿yquésugieretodoesto?¿Cuáleslaconclusiónquedebeextraerse?Loquesugierees lacircunstanciadequemimejoralumna,mi tesoro,habíasido arrebatada de mis manos y alejada de mí. La conclusión que debeextraerse es que, siendo yo un hombre firme y razonable, no permití que elresentimiento,elpesaryladecepciónengendradosenmipensamientoporestefunestosucesocrecieranhastaalcanzaruntamañomonstruoso,nilespermitíque monopolizaran todo el espacio de mi corazón. Los reprimí, por elcontrario, encerrándolos en un lugar recóndito y estrecho. Durante el día,además,mientrasestabaocupadoconmisdeberes,lesimponíasilencio,ysólodespuésdecerrarlapuertademihabitaciónporlanoche,relajabauntantomiseveridad hacia aquellas criaturas mimadas y taciturnas, y les permitíaexpresarseensulenguajedemurmullos.Luegosevengabanechándosesobremi almohada, hostigándome en el lecho ymanteniéndome despierto con suprolongadollanto.

Transcurrióunasemana.NohabíadichonadamásamademoiselleReuter,me había comportado serenamente con ella, frío y duro como una piedra.Cuandoposabamisojossobreella,eraconlamiradaquesedirigeaquienunosabe que tiene los Celos como consejero y que emplea la Traición comoinstrumento: una mirada de tranquilo desdén y profunda desconfianza. Elsábado por la noche, antes de abandonar el internado, entré en la salle àmangerdondeestabasolaymepusedelantedeella.Lepreguntéconlamismacalmaeneltonoyenlaactitudquehabríaempleadodehabersidoaquéllalaprimeravez:

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—Mademoiselle, ¿tendrá la bondad de darme la dirección de FrancesEvansHenri?

Un poco sorprendida, pero no desconcertada, negó conocer la direcciónconunasonrisayañadió:

—¿Monsieurhaolvidadoquizátodoloquelecontéhaceunasemana?

—Mademoiselle… —proseguí—, me haría usted un gran favor si meindicaraeldomiciliodeesajoven.

Ella pareció algo perpleja, pero alzó la vista al fin con un aire deingenuidadadmirablementesimuladoydijo:

—¿Creemonsieurquenoledigolaverdad?

Evitandoaúnunarespuestadirecta,contesté:

—Asípues,¿notieneustedintencióndecomplacermeenesteparticular?

—Pero,monsieur,¿cómopuedodecirleloquenosé?

—Muy bien. La he comprendido perfectamente, mademoiselle, y ahoratengoalgomásquedecirle.Estamosenlaúltimasemanadejulio;dentrodeun mes empezarán las vacaciones. Tenga la amabilidad de aprovechar eltiempo libre de que dispondrá entonces para buscar otro profesor de inglés.Me veo en la necesidad de renunciar ami puesto en su centro a finales deagosto.

No esperé a oír sus comentarios sobre este anuncio, sino que incliné lacabezaymeretirédeinmediato.

Aquellamisma noche, poco después de la cena, una criadame trajo unpequeñopaquete.Ladirecciónestabaescritaconunaletraqueconocía,peroquenoesperabavertanpronto.Estabasoloenmihabitación,porloquenadame impidió abrir el paquete en el acto. Contenía cuatro monedas de cincofrancosyunanotaeninglés.

Monsieur, ayer fui a laescuelademademoiselleReutera lahoraenquesabíaqueestaríaustedapuntodeacabarlaclase,ypedíentrarenelaulaparahablarle.MademoiselleReutersalióamiencuentroymedijoqueustedyasehabía ido. Aún no habían dado las cuatro, así que supuse que se habíaequivocado, pero comprendí que sería inútil volver otro día con el mismopropósito.Enciertosentidoestanotabastará,serviráparaenvolverlosveintefrancos,elpreciode lasclasesquemehadado,ysibiennopuedeexpresarplenamente todo el agradecimiento que también le debo, si bien no puededecirle,comoseríamideseo,cuántolamentoqueseguramentenovolvamosavernos jamás,en fin, laspalabrasdevivavoz tampocohabríansidoválidas.Dehaberle visto en persona, seguramente habría balbuceado alguna tontería

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insustancialquehabríacontradichomissentimientosen lugardeexplicarlos.Asípues,talvezseamejorquemeimpidieranverle.Señalóustedamenudo,monsieur,quemisdevoirstratabansobretododelafortalezaparasoportareldolor.Me dijo que introducía ese tema con demasiada frecuencia. Es ciertoquemeparecemuchomás fácilescribir sobreunestrictodeberquecumplircon él, pues me siento oprimida cuando veo y siento el revés que me hadeparadoeldestino.Ustedfueamableconmigo,monsieur,muyamable.Estoyafligida, me ha roto el corazón verme separada de usted. Pronto no tendréamigoalgunosobre la fazde la tierra.Peroes inútilque lemolesteconmispenas.¿Quéderechotengoasucompasión?Ninguno.Portanto,nodirénadamás.

Adiós,monsieur.

F.E.HENRI

Meguardélanotaenlacarteraylosveintefrancosenelportamonedas,yluegomediunavueltapormiestrechahabitación.

«MademoiselleReutermehablóde supobreza—medije—,y es pobre.Sin embargo, paga sus deudas con creces. No le he dado clases durante eltrimestrecompletoyellamehamandado loquecorrespondeaun trimestre.Me pregunto de qué se habrá privado para ahorrar los veinte francos. Mepreguntoenquéclasedesitioseveobligadaaviviryquéclasedemujeressutía,ysiesprobablequeencuentreunempleoquesustituyaalquehaperdido.Sin duda tendrá que andar mucho de colegio en colegio, preguntar aquí ypresentarunasolicitudallá,serrechazadaenunlugarysufrirunadecepciónenotro.Másdeunanocheseacostarácansadaysinhabertenidoéxito.¿Yladirectora no quiso dejarla entrar para despedirse de mí? ¿No tendré laoportunidad de estar con ella unosminutos junto a la ventana del aula paraintercambiar media docena de frases, para preguntarle dónde vive, paradisponerlotododemaneraquesearregleamiconveniencia?Lanotanollevaremite—añadí,sacándolaotravezdelbolsilloparaexaminarlosdosladosdeambashojas—.Lasmujeressonmujeres,esoesevidente,yhacensiemprelascosasalestilodelasmujeres.Loshombresanotanlafechayladirecciónensuscomunicacionesporpuramecánica.¿Yestasmonedasdecinco francos?(Lassaquédelportamonedas.)Sime lashubieraofrecidoellaenpersonaenlugar de atarlas con un hilo de seda verde en una especie de paqueteliliputiense,habríapodidoponérselasdenuevoenlamanoycerrarsobreellassusdedospequeñosyfinos…así…yobligarasuVergüenza,suOrgulloysuTimideza rendirseanteunpocodeVoluntaddecidida.Bien,¿ydóndeestá?¿Cómopuedoencontrarla?»

Abrílapuertademihabitaciónybajéalacocina.

—¿Quién ha traído el paquete?—pregunté a la criada que me lo había

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entregado.

—Unpetitcommissionaire,monsieur.

—¿Hadichoalgo?

—Rien.

Subílasescalerasdevueltaamihabitación,extraordinariamentemássabiotrasmispesquisas.

«No importa —pensé cerrando de nuevo la puerta—. No importa. LabuscaréportodoBruselas.»

Yesofueloquehice.Labusquédíatrasdíasiemprequedisponíadeunmomento libre, durante cuatro semanas. Los domingos me pasaba el díabuscándola.Labusquéenlosbulevares,enlaAlléeverte,enelparque,enSte.GuduleySt. Jacques.Labusquéen lasdos capillasprotestantes, en lasqueasistí a los servicios en alemán, francés e inglés, convencido de que laencontraríaenunodeellos.Todasmisaveriguacionesfueroncompletamenteinfructuosas y esa seguridad que tenía de encontrarla en una de las capillasresultó igual de infundada quemis otros cálculos.Después de cada serviciome plantaba a la puerta de la capilla correspondiente y esperaba hasta quehabíasalidoelúltimofeligrés,examinando todos losvestidosqueenvolvíanunafiguraesbelta,atisbandobajotodoslossombrerosquecubríanunajovencabeza; en vano. Vi figuras juveniles que pasaban ante mí echándose losnegrosecharpessobreloshombroscaídos,peroningunadeellasteníaelaireni el estilo demademoiselleHenri.Vi rostros pálidos y pensativos encadrésporcabelloscastaños,peronuncaencontrésufrente,nisusojos,nisuscejas.Todas las facciones de todos los rostros que veía parecían desperdiciadas,porquemisojosnoconseguíanreconocer laspeculiaridadesquebuscaba:unamplioespacioparalafrenteygrandesojososcurosyserios,ysobreellos,laslíneasfinas,perodecididas,delascejas.

«SeguramenteyanoestéenBruselas.QuizásehayaidoaInglaterra,comoanunció en su momento», musitaba para mis adentros cuando, la tarde delcuartodomingo,di la espalda a la puertade laChapelRoyal que el porteroacababadecerrarcon llaveyseguí laestelade losúltimosfeligresesquesedispersabanporlaplaza.Prontoadelantéalasparejasdecaballerosydamasingleses(¡porDiossanto!¿Porquénosevistenmejor?Misojosestánllenosaún de imágenes de vestidos desaliñados y arrugados, hechos de costososrasosysedas,convolantesaltos,decuellosgrandesypocofavorecedoresdecarosencajes,dechaquetasmalcortadasydepantalonesdemodasextrañasquetodoslosdomingos,enelservicioinglés,llenabanlaChapelRoyal,yqueluego, finalizadoéste, al salir a laplaza, tanto salíanperdiendoen contrasteconlosextranjerospulcrosyatildadosqueseapresurabanaasistiralasaluten

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laiglesiadeCoburg).Pasépordelantedeaquellasparejasbritánicas,ydelosgruposdehermososniñosbritánicos,ydeloslacayosydoncellasbritánicos.CrucélaPlaceRoyaleyenfilélaRueRoyalehastallegaralaruedeLouvain,unaantiguaytranquilacalle.Recuerdohabersentidounpocodehambre,perocomonodeseabaregresarparacompartirelgoûterenlamesadelcomedordePelet, a saber, pistolets y agua,memetí en una panadería yme compré uncouc?(esunapalabraflamenca,nosécómoseescribe)àCorinthe,esdecir,unbizcochodepasas,yunatazadecafé,yluegoseguícaminandohacialaPortede Louvain. Muy pronto me encontré fuera de los límites de la ciudad yascendíalentamenteporunacolinaquesubíadesdelapuerta.Nomeapresuré.Latarde,aunquecubiertadenubes,eramuycalurosaynosoplabanilamáslevebrisaquerefrescaraelambiente.LoshabitantesdeBruselasnonecesitanalejarse mucho para encontrar Soledad. No tienen más que moverse medialeguadesuciudadylaencontraránmeditandoquietaeinexpresivasobreloscampos abiertos, monótonos, aunque muy fértiles, que se extienden por elpaisajeinexploradoysinárbolesquerodealacapitaldeBrabante.Unavezenlacimadelacolina,trashabermiradolargotiempolacampiñacultivadaperosin vida, sentí el deseo de abandonar la carretera que había seguido hastaentoncesparaentrarenaquelloscamposdelabranza,fértilescomounhuertode Brobdingnag, que se extendían hasta los límites del horizonte, donde lalejaníacambiabaelverdeoscuroporunazultristeyconfundíasuscoloresconlos del cielo lívido y tormentoso.Así pues, tomé un camino que había a laderechaynotardémucho,comoesperaba,enadentrarmeenloscampos;entreellos, justo delante de mí, se elevaba un muro blanco largo y alto queencerrabaunrecinto:parecía,porelfollajequeasomabaarriba,unsemillerode tejos y cipreses, pues de tales especies eran las ramas que descansabansobreelblancoparapetoyqueseapiñabansombríamenteentornoaunagrancruz,colocadasindudaenunpromontoriocentral,conbrazosqueparecíandemármol negro abiertos sobre las copas de aquellos árboles siniestros. Meacerqué, preguntándome a qué casa pertenecería aquel jardín tan bienprotegido.Doblélaesquinadelmuroesperandoverunaespléndidamansión.Estabacercadeunagranverjadehierro.Nolejosdeallíhabíaunacabañaqueservíadecasadelguarda,peronotuvenecesidaddepedirlallave,puestoquelas puertas estaban abiertas. Empujé una hoja; la lluvia había oxidado losgoznes, pues crujieron con sonido lastimero. Densas plantas rodeaban laentrada. Más allá de la avenida vi objetos a un lado y a otro que, en sulenguaje mudo de inscripciones y signos, explicaban claramente el tipo demorada de que se trataba.Era lamansión a la que todos los seres vivientesestándestinados:cruces,monumentosfunerariosyguirnaldasdesiemprevivasanunciaban«Elcementerioprotestante,alasalidadelaPortedeLouvain».

Ellugareralobastantegrandeparapoderpaseardurantemediahorasinlamonotonía de hollar siempre el mismo sendero, y para los aficionados a

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revisarlosanalesdeloscementerios,habíaallíunavariedaddeinscripcionessuficienteparaocuparlaatenciónduranteeldobleoeltripledeaquelespaciodetiempo.Hastaallí,gentesdetodasclases,lenguasynacionalidadeshabíanllevado a susmuertos y allí, en páginas de piedra,mármol o latón, estabanescritos nombres, fechas, últimos homenajes de pompa o amor en inglés,francés, alemán y latín. Aquí un inglés había erigido un monumento demármol sobre los restos de suMary Smith o su Jane Brown, y sólo habíagrabadoenélsunombre.AllíunaviudafrancesahabíabordeadolatumbadesuElmireosuCélestineconunbrillanterosal,enmediodelcualsealzabaunapequeñalápida,testimonioigualmentebrillantedesusinnumerablesvirtudes.Cadanación,tribuyfamiliallorabaasusmuertosasumanera,¡yquémudoserantodosloslamentos!Mispropiospasos,aunquemarchabanlentamenteporcaminostrillados,causabanciertosobresaltoporqueeranlaúnicabrechadeunsilencio por lo demás completo.No sólo los vientos, sino también los airescaprichososyerrantessehabíanquedadodormidos,comodecomúnacuerdo,ensusrespectivosrefugios.ElNortecallaba,elSurguardabasilencio,elEsteno sollozaba, ni susurraba el Oeste. Las nubes en el cielo eran densas ysombrías, pero parecían inmóviles. Bajo los árboles de aquel cementerioanidabaunacálidaydensapenumbradelaquesurgíanerguidosymudosloscipresesylossauces,quecolgabaninmóvilessobreella;dondelasflores,tanlánguidascomohermosas,aguardabanconimpacienciaelrocíodelanocheola ducha de una tormenta; donde las tumbas y aquellos a los que éstasocultaban,yacíanimpasiblesalfríooalcalor,alalluviaoalasequía.

Importunado por el ruido demis propios pasos, memetí en la hierba yavancélentamentehaciaunbosquecillodetejos.Vialgoquesemovíaypenséque podía ser una rama quebrada que se balanceaba, puesto que mis ojosmiopes no habían captado forma alguna, sino tan sólo una sensación demovimiento,perolaoscurasombrapasó,apareciendoydesapareciendoenlosclaros de la avenida. Pronto me di cuenta de que era un ser vivo, un serhumano,yalacercarmeviaunamujerquepaseabalentamentedeunladoaotroyque,evidentemente,seconsiderabatansolacomoyoymeditabacomoyo meditaba. Al cabo de un momento, regresó al asiento que imaginé queacababa de dejar, de lo contrario ya la habría visto; era un lugar recóndito,oculto entre los árboles. Allí estaba el blanco muro ante sus ojos y unapequeñalápidareclinadacontralapared,yalpiedelalápidaunaparceladehierbarecientementeremovida,unatumbanueva.Mepuselosanteojosypasésilenciosamentepordetrásdeella, echandounvistazoa la inscripciónde lalápida.Leí:«JulienneHenri,muertaenBruselasalaedaddesesentaaños.10de agosto». Al ver esta inscripción, miré la figura que estaba sentada,inclinadaypensativa, antemisojos, sin repararen laproximidaddeningúnser viviente.Erauna figura esbelta y juvenil envuelta enmodestas ropasdeluto,conunsencillosombrerodecrespónnegro.Sentí,igualquevi,quiénera,

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ynomovípiesnimanos,afindedisfrutarunosinstantesdeesaconvicción.Me había pasado unmes buscándola sin hallar ni un solo rastro, sin poderpermitirme lamenor esperanza, ni haber tenido oportunidad de encontrarla.Me había visto obligado a renunciar a toda expectativa y, apenas hacía unahora,mehabíaabandonadoa ladesalentadora ideadeque lacorrientede lavida y el impulso del destino la habían alejado para siempre de mí. Y depronto, cuando me inclinaba hacia la tierra con rencor, bajo la presión deldesánimo, al tiempo que seguía con la mirada el rastro del pesar sobre lahierba de un cementerio, ¡allí estaba mi joya perdida, caída en la hierba,alimentadaconlágrimas,acurrucadaentrelasraícesmusgosasdeunostejos!

Francesestabasentadamuyquieta,conelcodoapoyadoenunarodillaylacabeza en la mano. Yo sabía que podía estar en actitud pensativa durantemuchotiemposinmoverse.Finalmentecayóuna lágrima.Estabamirandoelnombrede la lápidaysindudasucorazónhabíaexperimentadounadeesasopresiones que a veces sienten de forma tan aguda los seres desolados quelloranasusmuertos.Muchaslágrimascayeronyellalassecóunayotravezconsupañuelo,seleescaparonalgunossollozosangustiadosyluego,pasadoesteparoxismo,siguióinmóvilcomoantes.Puselamanosuavementesobresuhombro,sinnecesidaddeprepararla,puesnoeraunahistéricanipropensaalos desmayos. Sin duda una súbita presión la habría sobresaltado, pero elcontacto de mi mano tranquila se limitó a despertar su atención como yodeseaba, y aunque se volvió rápidamente, es tan veloz el pensamiento, enalgunos espíritus sobre todo, que la duda sobre lo que era, la conciencia dequiéneraelquelasorprendíadeaquellamaneraacercándoseahurtadillasensu soledad cruzaron por su cabeza y llegaron a su corazón antes incluso dehacer aquel apresurado movimiento. Apenas había el Asombro abierto susojos,levantándoloshacialosmíos,cuandoelReconocimientotransmitióasusirisunbrillodelomáselocuente.ElNerviosismodelaSorpresaapenashabíaalteradosusfaccionescuandounsentimientodelamásintensaalegríabrillócon claridad y calor en todo su semblante. Apenas había tenido tiempo deobservarqueestabapálidaydemacradaysentíayadentrodemíunplacerquerespondíaalplacerabsolutoyexquisitoqueanimabaelruboryresplandecíaala luz creciente que se difundía ahora por el rostro de mi alumna. Era elradiantesoldelveranotrasunatormentaestival,¿yhayfertilizantemásrápidoqueeseresplandorqueardecasicomoelfuego?

Detestolaaudacia,esedescaroqueesordinariezeimpertinencia,peromegustalaintrepidezdeuncorazónfuerteyelfervordelasangregenerosa.Amécon pasión la luz de los claros ojosmarrones de Frances Evans cuando notemió mirar directamente a los míos; amé el tono con que pronunció laspalabras:

—Monmaître!Monmaître!

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Améelgestoconqueconfiósumanoamimano.Laaméaella,pobreyhuérfana,quecarecíadeatractivoparaunsensualista,peroqueerauntesoroparamí;objetodetodamisimpatía,quepensabaloqueyopensabaysentíaloqueyosentía;idealdesagrarioenelquecustodiartodasmisreservasdeamor;personificacióndelamesuraylareflexión,deladiligenciaylaperseverancia,de la resignación y la disciplina, guardianes leales del don que yo deseabaentregarle, el don de todos mis afectos; modelo de sinceridad y honor, deindependencia y escrupulosidad, que refinan y sostienen una vida honrada;dueña silenciosadeunmanantial de ternura, deuna llama tan cordial comoserena, tanpuracomoinsaciable,desentimientosypasiónnaturales, fuentesdeconsueloycomodidadenelsantuariodelhogar.Conocíaconquécalmayprofundidadborbotabaesemanantialensucorazón.Sabíaquela llama,máspeligrosa,ardíaasalvobajoelojovigilantedelarazón.Habíavistoesefuegoelevarse un momento en altas llamaradas; había visto el calor aceleradoenturbiarlacorrientedelavidaensucauce;habíavistoalaRazónreduciralrebeldey convertir sus llamaradas enbrasas.Confiaba enFrancesEvans, larespetaba, y cuando pasé su brazo por mi brazo y la conduje fuera delcementerio, sentí otro sentimiento tan fuerte como la confianza, tan firmecomoelrespeto,másardientequecualquieradelosdos:amor.

—Bien, alumna mía —dije, cuando la verja se cerró ominosamente anuestraespalda—.Bien,hevueltoaencontrarla.Unmesdebúsquedamehaparecido largo, y poco imaginaba que encontraría a mi oveja perdida entrelápidas.

Nuncaantesmehabíadirigidoaellasinllamarlamademoiselley,alhablarasí,habíaadoptadountononuevo,tantoparaellacomoparamí.Surespuestame indicó que este lenguaje no contrariaba ninguno de sus sentimientos, niproducíadiscordiaalgunaensucorazón.

—Monmaître—dijo—,¿sehamolestadoenbuscarme?Noimaginabaquele preocuparía tanto mi ausencia. Yo sufría amargamente por haber sidoseparada de usted. Lamentaba esa circunstancia, cuando problemas másacuciantesdeberíanhabermehechoolvidarla.

—¿Sutíahamuerto?

—Sí,hacequincedías,ymurióconunpesarquenofuicapazdeapartardesuspensamientos.Nodejabaderepetir,inclusodurantelaúltimanochedesuexistencia:«Frances,tequedarástansolaysinamigoscuandomehayaido».TambiénerasudeseoquelaenterraranenSuiza,yfuiyolaquelaconvencióenlavejezparaqueabandonaralasorillasdellagoLemanyviniéramoshastaaquí,sóloparamorir,segúnparece,enestallanaregióndeFlandes.Congustohabríacumplidosuúltimavoluntadytrasladadosusrestosanuestropaís,perohasidoimposible,mehevistoobligadaaenterrarlaaquí.

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—Supongoqueestuvopocotiempoenferma.

—Tres semanas apenas. Cuando empezó a empeorar, pedí permiso amademoiselleReuterparaquedarmeencasaacuidarlaymelodiodebuenagana.

—¿Volveráalinternado?—preguntéávidamente.

—Monsieur, cuando llevaba una semana en casa, mademoiselle Reutervinoavermeunanoche,justodespuésdequehubieraacostadoamitía.Entróen su habitación para verla y fue extremadamente cortés y afable, comosiempre. Después vino a sentarse conmigo un buen rato, y justo cuando selevantaba para marcharse, me dijo: «Mademoiselle, mucho lamentaré supartidademiescuela,aunqueesciertoquehaenseñadotanbienasusalumnasque hacen todas con gran habilidad las pequeñas labores que usted tan biendomina,ynotienennecesidadyademásclases.Misegundamaestraocuparásu puesto de ahora en adelante y enseñará a las alumnasmás jóvenes en lamedidadesusposibilidades,aunqueindudablementecomoartistaesinferiorausted.Sindudahabrádeocuparustedahoraunaposiciónmásaltasiguiendosuvocación.Estoyseguradequeencontraráinfinidaddeescuelasyfamiliasdispuestas a aprovechar su talento». Luego me pagó el salario del últimotrimestre. Yo pregunté, de un modo que sin duda mademoiselle consideródemasiadodirecto, si tenía intencióndedespedirme.Ellasonrióante la faltadeeleganciademilenguajeyrespondióquenuestrarelacióncomopatronayempleadasehabíadisuelto,ciertamente,peroqueesperabaconservarelplacerdemi amistad, porque le alegraría poder considerarme siempre comoamigasuya,yluegodijoalgosobreelexcelenteestadodelascallesylomuchoqueestabadurandoelbuentiempo,ysefuemuyalegre.

Yomereíparamisadentros.Todoaquelloera tanpropiode ladirectora,tanparecidoalaconductaqueyoesperabayquehabíaadivinado;yluegolapruebadequementía, aportadaporFrances sin saberlo:«Laverdaderaquehabía solicitado la dirección a mademoiselle Henri repetidas veces; éstasiempresehabíanegadoadársela,etcétera,etcétera»;¡yahoradescubríaquehabíavisitadolamismacasacuyaubicaciónhabíaafirmadoignorar!

Grandes gotas de lluvia que nos salpicaron el rostro y cayeron en elcamino,asícomoelmurmullodistantedeunatormentaqueseavecinaba,meimpidieronhacerningúncomentariosobreloquemehabíadichomialumna.Laclaraamenazaque suponíanunambientebochornosoyuncieloplomizomehabía inducidoya a tomar la carretera que llevabade vuelta aBruselas;aceleré el paso e insté a hacer lo mismo a mi compañera; dado quecaminábamos cuesta abajo, avanzamos rápidamente. Hubo un intervalodespuésdequecayeranvariosgoteronesyantesdequeempezaraalloverconintensidad;entretanto,habíamoscruzadolaPortedeLouvainyestábamosde

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nuevoenlaciudad.

—¿Dóndevive?—pregunté—.Laacompañaréacasa.

—EnlarueNotre-Dame-aux-Neige—respondióFrances.Noestabalejosde la rue deLouvain, así que llegamos a los escalones de entrada a la casaantesdequelasnubes,partidasporgrandestruenosytremendascataratasderayos,vaciaransuslívidosplieguesenundensoaguacero.

—¡Entre!¡Entre!—dijoFrancescuando,despuésdevercómoentrabaellaen la casa, vacilé en seguirla: sus palabrasme decidieron.Crucé el umbral,cerré la puerta a la tormenta que se precipitaba contra ella con relámpagoscegadoresyseguíaFrancesescalerasarribahastasualojamiento.Niellaniyonos habíamos mojado; un saliente sobre la puerta nos había protegido deldiluvioquehabíaempezadoacaer,y tansólolosprimerosgoteroneshabíantocadonuestrasropas.Unpocomásynohabríaquedadounsolohiloseco.

Puse el pie en un pequeño felpudo de lana verde yme encontré en unahabitaciónpequeñaconelsuelopintadoyunaalfombraverdecuadradaenelcentro. Había pocos muebles, pero todos estaban limpios y relucientes. Elordenreinabadentrodeaquellosestrechoslímites,unordentalquemiespíritupuntillososeapaciguabaalcontemplarlo.Habíadudadosientrarporque,peseatodo,sospechabaqueloquehabíainsinuadomademoiselleReutersobresuextremapobrezapodíasercierto,¡ytemíaavergonzaralazurcidoradeencajesentrandoensucasainopinadamente!Pobreera,ciertamente,perosupulcrituderamejorquelaeleganciay,dehaberardidounbuenfuegoenelhogarlimpiodeceniza,lohabríaconsideradomásatractivoqueunpalacio.Sinembargo,nohabíafuego,nicombustibledispuestoparaprenderlo.Lazurcidoradeencajesnopodíapermitirseeselujo,sobretodoahoraque,privadaporlamuertedesuúnicopariente,dependíaúnicamentedesuspropiosrecursos.Francessemetióen una habitación interior para quitarse el sombrero; cuando salió, era unmodelo de frugal pulcritud con su vestido negro perfectamente ajustado,delineando su busto elegante y su fina cintura, con su cuello blancoinmaculado,vueltoalrededordelhermosocuelloblancodelamuchacha,consus abundantes cabellos castaños peinados en sendas franjas lisas a ambosladosdelassienesyrecogidoatrásenunatrenzagriega.Nollevabaadornos,fuerabroche,cintaoanillo,peronolehacíanningunafalta,puessulugarloocupabandelmodomásagradablelaperfecciónyproporcióndesusformasyla gracia de su porte. Sus ojos, cuando regresó a la pequeña sala de estar,enseguida buscaron los míos, que en aquel momento contemplaban lachimenea. Supe que había comprendido de inmediato la piedad y el dolorcompasivo que despertaba en mi alma aquel frío hogar vacío. Rápida depercepción, rápida en decidir, y más rápida aún en llevar a la práctica sudecisión,enunmomentoseatóundelantaldeholandaalrededordelacintura;luegodesapareció y volvió a aparecer conun cesto tapado.Lo abrió y sacó

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leña y carbón que colocó diestramente en compactomontón sobre el hogar.«Sonsusúnicasreservasyvaaagotarlasporserhospitalaria»,pensé.

—¿Quévaahacer?—pregunté—.¿Nomedigaqueencenderá fuegoenunanochetancalurosa?Voyaasfixiarme.

—Locierto,monsieur,esquetengobastantefríodesdequehaempezadoallover. Además, tengo que calentar agua para el té, porque tomo té losdomingos,asíquenotendrámásremedioqueintentarsoportarelcalor.

Encendió una cerilla; la leña empezó a arder y, ciertamente, comparadocon la oscuridad y el violento tumulto de la tormenta, aquel pacíficoresplandor que empezaba a irradiar la chimenea me pareció muyreconfortante.Dealgúnrincónsurgióunsuaveronroneo,anunciandoqueotroser,ademásdemí,sealegrabaconelcambio.Ungatonegro,alquelaluzdelfuegohabíadespertadodesusueñoenunpequeñoescabeltapizado,seacercóyfrotólacabezacontraelvestidodeFrances,queestabaarrodillada.Ellaloacarició,explicandolomuchoqueloqueríasupauvretanteJulienne.

Unavezencendidoelfuegoybarridoelhogar,Francescolocóunpequeñohervidordeundiseñomuyantiguo,comolosqueyorecordabahabervistoenviejasgranjasinglesas,sobrelasllamasrojizas,selavólasmanosysequitóeldelantalenunmomento.Luegoabrióunarmarioysacóunabandejasobrelaque pronto dispuso un servicio de té de porcelana, cuya forma, tamaño ydibujodenotabanunaremotaantigüedad;depositóunacucharilladeplatadeestilo anticuado sobre cada platillo y unas pinzas de plata, igualmenteanticuadas,enelazucarero.Delarmariosacótambiénunadiminutalecheradeplata,nomayorqueunacáscaradehuevo.Mientrashacíaestospreparativos,alzólavistaporcasualidady,leyendolacuriosidadenmisojos,sonrió.

—¿EscomoenInglaterra,monsieur?—preguntó.

—ComoenlaInglaterradehacecienaños—respondí.

—¿De verdad? Bueno, todo lo que hay en esta bandeja tiene cien añoscomo mínimo. Estas tazas, estas cucharillas, esta lechera son reliquias defamilia.Mibisabuelaselaslegóamiabuela,éstaamimadre,mimadrelastrajoconsigode Inglaterracuandose fueaSuizayme lasdejóamí.Desdeque era niña, he pensado queme gustaría volver a llevarlas a Inglaterra, dedondeprocedían.

Puso unos pistolets sobre la mesa e hizo el té como lo hacen losextranjeros,esdecir,enunaproporcióndeunacucharadadetéporcadaseistazas.Meacercóunasilla.Cuandomesenté,mepreguntóconciertojúbilo:

—¿Leharásentirsecomoensucasaporunmomento?

—SituvieraunacasaenInglaterra,creoquelarecordaría—respondí,yen

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verdadlailusiónseproducíaalveralajovendecutisblancoyaspectoingléssirviendoeltéyhablandoeninglés.

—¿Entoncesnotienehogar?—comentóella.

—No,nilohetenidonunca.Sialgunavezllegoatenerunhogar,habrádeser por mis propios medios, y la tarea aún está por comenzar. —Mientrashablaba,unapunzada,nuevaparamí,metraspasóelcorazón.Eraunapunzadademortificaciónpormisituaciónhumildeylainsuficienciademisrecursos.Peroconesapunzadanaciótambiéneldeseointensodehacermás,ganarmás,sermás,poseermás;yentrelasposesionesadquiridas,miespírituvehementey enardecido suspiraba por incluir el hogar que nunca había sido mío y laesposaqueinteriormentemeprometíaconquistar.

EltédeFranceserapocomásqueaguacaliente,azúcaryleche,peromegustóymeanimó,ysuspistolets,conlosquenopudoofrecermemantequilla,me supieron tan dulces al paladar como el maná. Terminado el té, lavó yguardó los preciadosobjetos deplata y porcelanay frotó la relucientemesahastasacarleaúnmásbrillo.LuegoalimentóalechatdematanteJulienneenunplatodestinadoasuusoexclusivoybarriódelhogarlascenizasyrescoldosque se habían desperdigado. Entonces se sentó por fin y, al ocupar la sillafrenteamí,mostróporprimeravezciertoembarazo;noeradeextrañar,puesla verdad era que sin darme cuenta yo la había observado con demasiadaatención, siguiendo todos sus pasos y sus movimientos con excesivainsistencia, puesme teníamesmerizado con la gracia y la vivacidad de susacciones, con el efecto hábil, limpio, e incluso decorativo, que resultaba decadatoquedesusfinosymenudosdedos.Cuandoporfinsequedóquieta,lainteligenciadesurostromeparecióbelleza,ymerecreéenella.Sinembargo,viqueselesubíanloscoloresalacaraenlugardeatenuarseconelreposo,yquenodejabademiraralsuelo,peseaqueyonohacíamásqueesperaraquelevantaralospárpadosparabeberunrayodelaluzqueamaba,unaluzenlaqueelfuegoseatenuaba,dondeelafectoatemperabalaagudeza,donde,antesalmenos,elplacer secombinabacon la reflexión.Alnoser satisfechasmisexpectativas,empecéporfinasospecharqueseguramenteteníayolaculpademipropiadecepción; teníaquedejardemirarlayempezarahablarsiqueríaromper el hechizo que la tenía inmovilizada en su asiento. Así pues,recordandoqueuntonoyunosmodalesautoritarioshabíanproducidosiempreenellaunefectotranquilizador,dije:

—Vayaabuscarunodesuslibroseninglés,mademoiselle,puesaúnestálloviendoamaresyseguramentetendréquequedarmemediahoramás.

Liberada y aliviada, se levantó, fue en busca de un libro y aceptó sintitubear la silla que coloqué para ella a mi lado. Había elegido el Paraísoperdidodesuestantedeclásicos,pensando,supongo,queelcarácterreligioso

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de la obra era más idóneo para un domingo. Le pedí que empezara por elprincipioy,mientrasellaleíalainvocacióndeMiltonalamusacelestialqueen la «secreta cima deHoreb o del Sinaí» había enseñado al pastor hebreocómoenelúterodelcaossehabíaoriginadoymaduradolaconcepcióndeunmundo, yo disfruté sin obstáculos del triple placer de tenerla junto a mí,oyendoelsonidodesuvoz,dulceygratificanteamisoídos,ycontemplandosu rostro de vez en cuando. De este último privilegio hacía uso sobre todocuandooíaundefectodeentonación,unapausaounénfasis.Mientrassiguieradogmatizando,podíatambiénmirarlasinquesesonrojase.

—Basta—dije,cuandohuboleídomediadocenadepáginas(ardua laborpara ella, pues leía despacio y se detenía a menudo para pedir y recibirinformación)—.Basta. Está dejando de llover y pronto tendré que irme.—Ciertamente en aquel momento, mirando a través la ventana, vi el cielodespejado;lasnubesdetormentasehabíandisipadoyelsoldelocasodeaquelmesdeagostosefiltrabaporlacelosíacomounreflejoderubíes.Melevantéymepuselosguantes.

—¿No ha encontrado aún otro empleo después de que la despidieramademoiselleReuter?

—No, monsieur, he preguntado en todas partes, pero todos me pidenreferenciasy,paraserlesincera,noquieropedírselasaladirectoraporquecreoque no actuó con justicia ni de forma honorable.Malquistó a mis alumnascontramímedianteargucias,haciéndomelavidaimposiblemientrastrabajabaen su centro, y finalmente me privó del puesto mediante una maniobraencubiertaehipócrita,fingiendoquelohacíapormibien,cuandoenrealidadmeestabaarrebatandomiprincipalmediodesubsistenciaenunmomentodecrisisenelquenosólomivida,sinotambiénladeotrapersona,dependíademitrabajo.Aellajamásvolveréapedirleunfavor.

—Entonces,¿cómoseproponeseguiradelante?¿Dequéviveahora?

—Aún tengomioficiodezurcidoradeencajes.Conunpocodecuidadoimpediráquememueradehambre,ynodudodequeencontraréunempleomejor a fuerza de intentarlo. Sólo hace quince días que empecé a buscar.Todavíanosehanagotadonimivalornimisesperanzas.

—Ysiconsigueloquedesea,¿qué?¿Cuálessuobjetivofinal?

—AhorrardinerosuficienteparacruzarelCanal.SiempreheconsideradoInglaterracomomiCanaán.

—Bien,bien.Volveréprontoahacerleotravisita.Buenasnoches—dije,yladejéconciertabrusquedad,puesmecostólomíoresistirelfuerteimpulsodedespedirmedeunmodomáscálidoyexpresivo.¿Habíaalgomásnaturalqueenvolverlaun instanteenun íntimoabrazopara imprimirunbesoensu

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frenteoensumejilla?Noerapocorazonable,sóloesoquería.Complacidoenese punto,me habría ido contento, pero la Razónme negó incluso eso,meordenó que apartara los ojos de su rostro y los pies de su piso, y que mesepararadeellaconlamismaasperezayfrialdadconquemehabríadespedidodelaviejamadamePelet.Obedecí,peromejurérencorosamentequellegaríael día demi venganza. «Me ganaré el derecho a hacer lo queme plazca omoriré en el intento. Ahora tengo un objetivo ante mí: conseguir que esamuchachaseamiesposa,ymiesposaserá.Siempre,claroestá,queellasientaporsumaestrolamitaddelaprecioqueélsienteporella.¿Seríaigualdedócil,derisueñayfelizcuandolainstruyo,sinolosintiera?¿Sesentaríaamiladocuandodictoocorrijocontanplácido,satisfechoeidílicosemblante,denoserasí?» Porque yo había observado siempre que, por triste o agobiada queparecieracuandoyoentrabaenunahabitación,despuésdehaberestadocercade ella, de haberle dirigido unas cuantas palabras, de haberle dado algunasinstrucciones o empleado tal vez algunos reproches, ella se acurrucaba deinmediatoenunnidodefelicidadyalzabalavista,serenayrevitalizada.Losreprocheseranloquemejorlesentaba;mientraslareprendía,afilabaunlápizo una pluma con su cortaplumas, removiéndose un poco, algo mohína,defendiéndose con monosílabos, y cuando le quitaba el lápiz o la pluma,temiendoqueacabaraconellos,yleprohibíainclusoladefensamonosilábicacon el propósitode aumentar unpocomás aquella animación atenuada, ellalevantabaporfinlosojosymemirabacondulcealegríayunairedesafianteque, para ser sincero, me hacía estremecer como ninguna otra cosa hastaentonces, y en cierto sentido (aunque afortunadamente ella no lo sabía)meconvertía en su súbdito, si no en su esclavo. Después de tales incidentes,conservabaamenudoeseestadodeánimodurantehorasy,comoheseñaladoantes, de él extraía su salud, alimento y energía, los cuales, antes delfallecimientodesutíaydesudespido,habíandadonuevasfuerzasatodosucuerpo.

Hetardadovariosminutosenescribirestasúltimasfrases,perosusentidogenerallohabíapensadoenelbreveintervaloquetardéenbajarlasescaleras.Justo cuando abría la puerta de la calle, recordé los veinte francos que nohabía devuelto.Me detuve; era imposible llevármelos y difícil obligar a sudueñaaaceptarlos.Lahabíavistoensuhumildemorada,habíasidotestigodela dignidad de su pobreza, del orgullo del orden, del esmerado empeño deconservación, evidente en la disposición y economía de su pequeño hogar.Estaba seguro de que no permitiría que se le perdonaran sus deudas; estabaconvencidodequenoaceptaríaelfavordeunadispensademanosdenadie,quizámenosaúndelasmías.Sinembargo,aquellascuatromonedasdecincofrancoseranunacargaparamiamorpropioy teníaquedesembarazarmedeellas.Semeocurrióunmodo,torpe,sinduda,peronohalléotromejor.Corríescalerasarriba,llaméyvolvíaentrarenelpisocomoconprisa.

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—Mademoiselle, he olvidado uno demis guantes. He debido dejármeloaquí.

Ellaselevantóalinstanteparabuscarlo.Cuandomediolaespalda,yo,queme había aproximado a la chimenea, levanté silenciosamente un pequeñojarrónqueformabapartedeunaseriedeadornosdeporcelana,tananticuadoscomolastazasdeté,deslicélasmonedasdebajoyluegodije:

—¡Oh, aquí está el guante! Seme había caído detrás del guardafuegos.Buenasnoches,mademoiselle—ypartíporsegundavez.Pesea labrevedaddemi improvisado regreso, tuve tiempo suficienteparaque semecayera elalmaalospies,puestoqueobservéqueFranceshabíayaretiradolasbrasasdesualegrefuego;obligadaaescatimarentodo,aahorrarencadadetalle,nadamás irme yo había economizado en un lujo demasiado caro para disfrutarlosola.

«Mealegrodequenosea invierno—pensé—.Perodentrodedosmesesllegaránlosvientosylaslluviasdenoviembre.¡Ojaláqueantesdeesafechamehayaganadoelderechoy lacapacidaddeecharcarbónapaladasenesachimenea!»

Elpavimentodelacallesehabíasecadoya;unabrisafrescayreparadoraagitaba el ambiente, purificado por los rayos. Dejé a mi espalda el Oeste,donde el cielo se extendía comounópalo:mezclados azul y carmesí, el solengrandecido en toda la gloria del tinte púrpura de Tiro se hundía ya en elhorizonte.Yo, queme dirigía hacia el este, tenía antemí un gran banco denubes, pero también un arco iris perfecto, alto, amplio, brillante.Me quedécontemplándolo un rato; mis ojos apuraron la escena y supongo que micerebro debió de absorberla, porque aquella noche, después de velarmuchotiempo, sumido en una agradable fiebre, observando los relámpagossilenciososqueseguíanjugandoentrelasnubesquesealejabanylanzabansusdestellosplateadossobrelasestrellas,medormíporfin,yluego,enunsueño,vi reproducidos el sol poniente, el banco de nubes y el intenso arco iris.Estaba, según creo, en una terraza, asomado a un parapeto; debajo veía unabismo de fondo insondable, pero al oír el rumor incesante de las olas,meparecióqueeraelmar:unmarqueseextendíahastaelhorizonte;unmardecambiante colorverdee intensoazul.Todoeraborrosoen ladistancia, todoestaba velado por la bruma. Una chispa dorada centelleó en la línea queseparaba el agua del aire, vino flotando haciamí, se acercó, agrandándose,cambiando. El objeto quedó suspendido amedio camino entre el cielo y latierra,bajoelarcoiris;lasnubessuaves,perooscuras,sedifuminabantrasél.Secernía sobreel aguacomosi tuvieraalas; el airenacarado,algodonosoyreluciente,ondeabaasualrededorcomounvestido;laluz,teñidaderosavivo,daba color a lo que parecían un rostro y unosmiembros. Una gran estrellarelucía con brillo constante en la frente de un ángel; un brazo y unamano

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alzados que resplandecían como un rayo señalaron el arco iris y una vozsusurróenmicorazón:«Laesperanzafavorecealhombretenaz».

CAPÍTULOXX

Medios de subsistencia era lo que yo quería; ése era mi objetivo, queestabaresueltoaalcanzar,perojamáshabíaestadomáslejosdelameta.Conagostosecerróelcursoescolar(l’annéescolaire),terminaronlosexámenes,seentregaronlospremios,losalumnossedispersaronylaspuertasdetodosloscolegios e internados se cerraronpara novolver a abrirse hasta principios omediadosdeoctubre.Elúltimodíadeagostoestabaalavueltadelaesquina,¿y cuál era mi situación? ¿Había avanzado algo desde el inicio del últimotrimestre?Muyalcontrario,habíadadounpasoatrás:alrenunciaramipuestocomo profesor de inglés en el internado de mademoiselle Reuter, habíarecortado voluntariamente veinte libras de mis ingresos anuales, habíareducidomissesenta librasanualesacuarenta,e inclusoestasumadependíadeunempleomuyprecario.

HaceyabastantequenohablodemonsieurPelet.Creoqueelpaseoa laluzdelalunaeselúltimoincidentequeheregistradoenunanarracióndondeestecaballerotieneunpapelrelevante.Lociertoesquedesdeaquelsucesosehabíaproducidouncambioenelespíritudenuestrarelación.Enrealidadél,ignorandoqueelsilenciodelanoche,lalunadespejadayunacelosíaabiertamehabíanreveladoelsecretodesuamoregoístaydesufalsaamistad,habíacontinuadosiendotancomplacienteyrastrerocomosiempre,peroyomevolvíespinosocomounpuercoespíneinflexiblecomoungarrotedeendrino.Jamáslereíalasgracias,jamásteníaunmomentoparahacerlecompañía;rechazabainvariablementesusinvitacionesparatomarcaféensugabinete,yenuntonomuyserioyenvarado,además.Escuchabasusalusionesburlonasaladirectora(que no dejó de hacer) con una calma adusta muy diferente del placerpetulante que antes solían producir en mí. Durante mucho tiempo, Peletsoportómi glacial comportamiento con gran paciencia, incluso aumentó susatenciones; pero viendo que ni siquiera una cortesía servil lograbaconmovermeniquebrarelhielo, tambiénélacabócambiando,enfriándoseasuvez.Cesaronsusinvitaciones;susemblantesevolviósombríoysuspicaz,yviensufrente,arrugadaporeldesconcierto,perotambiénporlareflexión,elreflejodeunexamencomparativode laspremisasydeun inquietoesfuerzoporextraerconclusionesque lasexplicaran. Imaginoqueno tardómuchoenlograrlo, porque no carecía de sagacidad y quizá también mademoiselleZoraïde leayudóaresolverelenigma.Encualquiercaso,prontomepercatédequelaincertidumbresehabíadesvanecido:renunciandoatodasimulación

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de amistad y cordialidad, adoptó una actitud reservada, formal, peroescrupulosamenteeducada.Aquéleraelpuntoalqueyodeseaballevarlo,porloqueempecéasentirmerelativamentecómodo.Ciertoquenomegustabamiposición en aquella casa, pero habiéndome librado del engorro de falsasmanifestacionesydeldoblejuego,pudesoportarla,sobretodoporqueningúnsentimiento heroico de odio o celos hacia el director perturbaba mi almafilosófica.Nohabíallegadoaherirmeenlomásprofundo,porloquelaheridase curómuy pronto y de forma radical, dejando tan sólo una impresión dedesprecio por la forma traicionera en que me había sido infligida, y unadesconfianza permanente hacia la mano que había descubierto intentandoapuñalarmeenlaoscuridad.

Esteestadodecosascontinuóhastamediadosdejulioyluegoseprodujoun ligero cambio. Una noche, Pelet volvió a casa más tarde de lo que erahabitualenél,yenunestadodeinequívocaembriaguez,loqueeraanómalo,puesto que, si bien compartía algunos de los peores defectos de suscompatriotas, también tenía al menos una de sus virtudes, a saber, lasobriedad.Sinembargo,enaquellaocasiónestabatanborrachoque,despuésde haber despertado a todos los de la casa (excepto a los alumnos, cuyodormitorioestabaencimadelasaulasenunedificioanexoalavivienday,porlo tanto, a salvodeperturbaciones) tocandoviolentamente la campanilladelsalónparaordenarquelesirvieranlacomidadeinmediato,creyendoqueeramediodía, pese a que las campanas de la ciudad acababan de tocar lamedianoche; después de haber reprendido furiosamente a las criadas por sufalta de puntualidad, y de estar a punto de reprender a su pobre y ancianamadreporaconsejarlequeseacostara,empezóadespotricardemalamanerasobrelemauditanglais,Crimsvort.Yonomehabíaretiradoaún;unoslibrosalemanesmehabíantenidodespierto.Oíelrevueloquehabíaabajoydistinguíla voz del director, exaltada hasta un extremo tan terrible como inusitado.Entreabrí la puerta de mi habitación y oí que exigía que me llevasen a supresencia para que pudiera cortarme el pescuezo sobre lamesa del salón ylavar así su honor mancillado, según él afirmaba, por la infernal sangrebritánica.«Oestálocooborracho—pensé—.Encualquiercaso,laviejaylascriadasnecesitarán la ayudadeunhombre.»Asípues,bajédirectoal salón.Encontré a Pelet dando tumbos ymoviendo los ojos frenéticamente. Bonitaimagenofrecía:unjustomedioentreelimbécilyellunático.

—Vamos,monsieurPelet—ledije—,serámejorquesevayaalacama—y le agarré del brazo.Naturalmente aumentó su excitación al vermeynotarqueletocabaelindividuocuyasangreacababadepedir.Forcejeóymegolpeóconfuria,perounhombreborrachonoesrivalparaunosobrio,yaunensuestadonormal, la frágilconstitucióndePeletnohabríapodidooponersea lamía,mássaludable.Lollevéarribay,contiempo,lometíenlacama.Mientrastanto,élnodejódeproferiramenazassobrelavenganzadivina,lascuales,si

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bienentrecortadas,nocarecíandesentido.Altiempoquemeestigmatizabaamícomoprogenietraidoradeunpaíspérfido,anatematizabaaZoraïdeReuter,llamándolafemmesotteetvicieuse,diciendoqueenunarrebatodecaprichosalasciviasehabíaarrojadoenbrazosdeunaventurerosinprincipios,apelativoéste que me dirigió con un furioso golpe oblicuo. Lo dejé cuando saltabaágilmente de la cama en la que yo le había metido, pero como tomé laprecaución de dar la vuelta a la llave tras cerrar la puerta, me retiré a mihabitación, convencido de que estaba a buen recaudo hasta la mañanasiguientey libreparaextraerconclusionesno tergiversadasde laescenaqueacabadepresenciar.

Elcasoeraque,másomenosporaquellaépoca,ladirectora,dolidapormifrialdad, hechizada por mi desdén y exaltada por la preferencia quesospechabaqueyosentíaporotra,habíacaídoensupropiatrampa,cogidaenlasredesdelamismapasiónconquedeseabaatraparmeamí.Conscientedelossentimientosqueellaabrigaba,dedujedelestadoenquehabíavistoamipatrón que su amada le había revelado la pérdida de su afecto —de suinclinación,diríayomásbien,puesesunapalabraalavezdemasiadoardienteypuraparasemejantepersona—,quelehabíadejadoverquelacavidaddesuhuero corazón, donde antes estaba su imagen, la ocupaba ahora suprofesor.Nosinsorpresameviobligadoaaceptarestepuntodevista,puestoquePelet,con su reputado colegio, era un partido muy conveniente y provechoso, yZoraïde,unamujer tancalculadorae interesadaqueyonosabíasienella lapreferenciapersonaleracapazdevenceralinterésmundano.Sinembargo,eraevidente, por lo que decía Pelet, que no sólo le había rechazado, sino queincluso había dejado escapar alguna que otra expresión de afecto haciamí.Unadesusexclamacionesdeborrachofue:«¡Yesamujerzuelaestálocaporlajuventuddeeseburronovato!Yhabladesunobleporte,comollamaellaasumaldita formalidad inglesa, y de sumoral pura, ¡por favor!Desmoeurs deCatona-t-elledit.Sotte!».PenséquemademoiselleReuterdebíade tenerunalmacuriosa,donde,peseaunafuertetendencianaturalaapreciarendemasíalas ventajas de la posición social y la riqueza, el sardónico desdén de unsubordinado sin fortuna había dejado una huella más profunda que la quepodíanimprimirloshalagosdeunprósperochefd’institution.Sonreíparamíy,extrañoesdecirlo,peseaqueaquellaconquistasuscitósentimientosnodeltodo desagradables para mi amor propio, los más elevados permanecieronincólumes.Aldíasiguiente,cuandovialadirectorabuscandounaexcusaparaencontrarse conmigo en el corredor, queriendo llamar mi atención con unaexpresiónyuncomportamientopropiosdeunilota,nopudeamarla,yapenasla compadecí. Lo único que pude hacer fue responder sucintamente y conasperezaa suobsequiosapregunta sobremi saludy seguir adelanteconunaseverainclinacióndecabeza.Supresenciaysuactitudteníanentonces,habíantenidoduranteciertotiempoyseguiríanteniendo,unefectosingularsobremí:

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sellabancuantoteníadebuenoyprovocabancuantodeperniciosohabíaenminaturaleza.Algunasvecesdebilitabanmis sentidos,pero siempre endurecíanmicorazón.Yoeraconscientedelperjuiciocausadoymedebatíacontraesecambio.Siemprehabíadetestadoalostiranos,¡yheteaquíquelaposesióndeuna esclavapor voluntadpropia estuvo a puntode transformarme en lo quemásaborrecía!Habíaalavezunaespeciedevilsatisfacciónenrecibiraquelcautivador homenaje de una adoradora aún joven y atractiva y una irritantesensación de degradación en la experiencia misma del placer. Cuando seacercaba a mí con el paso sigiloso de un esclavo, me sentía de inmediatobárbaroysensualcomounpachá.Avecessoportabasutributo,otrasveceslorechazaba.Migroseríaymi indiferenciacontribuíanpor igualaaumentarelmalquedeseabareprimir.

—Queledédainluisiedbien!—laoídecirleunavezasumadre—.IlestbeaucommeApollonquandilsouritdesonairehautain.

Y la jovial anciana se echó a reír y dijo que creía que su hija estabaembrujada, porque yo no tenía nada de apuesto, salvo que tenía la espaldaerguidaycarecíadedeformidades.

—Pourmoi—añadió—, ilme fait tout l’effet d’un chat-huant, avec sesbesicles.

¡Encomiableanciana!Habríasidocapazdebesarlaallímismo,denohabersidoporqueerademasiadoviejaygorday tenía lacarademasiadoroja.Suspalabrassensatasyverdaderasparecíanmoralmentesanas,comparadasconlasilusionesmorbosasdesuhija.

CuandoPeletsedespertóalamañanasiguientedesuarrebatodefuria,norecordaba nada de lo ocurrido en la víspera, y por suerte su madre fue lobastantediscretaparaabstenersedeinformarledequeyohabíasidotestigodesudegradación.Novolvióarecurriralvinoparacurarlaspenas,peroinclusoestandosobrioprontodemostróqueelhierrodelosceloshabíatraspasadosualma. Como francés de pura cepa, la Naturaleza no había omitido lacaracterística nacional de la ferocidad al combinar los ingredientes de sucarácter. Había aparecido primero en su ataque de ira ebria, conmanifestaciones de odio hacia mí de un auténtico carácter endemoniado, ydespuéssedelatómásdisimuladamenteencontraccionesmomentáneasdesusfaccionesyendestellosdefuriaensusojosazules,cuandonuestrasmiradassecruzaban por casualidad. Evitaba hablarme; ya no tenía yo que soportarsiquiera su falsa cortesía. En este estado de nuestra relación, mi alma serebelaba,avecesdemanera irrefrenable,contraelhechodevivirenaquellacasay trabajarparaaquelhombre,pero¿quiénestá librede las limitacionesque imponen las circunstancias? En aquella época, yo no. Solía levantarmecada mañana impaciente por liberarme del yugo y marcharme con mi baúl

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bajo el brazo, libre, aunque tuviera que mendigar. Y por la tarde, cuandovolvía del internado de señoritas, cierta agradable voz en mis oídos; ciertorostrointeligente,perodócil,reflexivo,perodulce,enmisojos;ciertotipodecarácter,orgullosoymaleablea lavez,sensibleysagaz,serioyardiente,enmi cabeza; cierta clase de sentimientos, fervientes y modestos, refinados yprácticos,puroseintensos,quedeleitabanyturbabanmimemoria;visionesdenuevos vínculos que deseaba contraer, de nuevos deberes que anhelabaemprender, habían eliminado al rebelde trotamundos que había en mí,haciéndomever laenterezaconquedebíasoportarmisuertea la luzdeunavirtudespartana.

Pero la ira de Pelet se apagó; quince días bastaron para su nacimiento,desarrollo y extinción. En ese espacio de tiempo habían despedido a ladetestadamaestraenlacasavecina,yenesemismointervalohabíadeclaradoyomiintencióndeencontraramialumnay,trasvercómosenegabanadarmesus señas, había dimitido de mi puesto inmediatamente. Este último actopareció hacer entrar en razón amademoiselleReuter; su sagacidad, su buenjuiciotantotiempoengañadosporunailusiónquelateníafascinada,volvieronadarconelbuencaminoenelmomentoenqueesailusiónsedesvaneció.Porbuencaminonomerefieroa lasendaempinadayerizadadedificultadesdelos principios, senda que ella jamás holló, sino a la sencilla carretera delSentidoComún,delaqueúltimamentesehabíadesviadomucho.Unavezenella,buscóconafánelrastrodesuantiguopretendiente,monsieurPelet,yunavezhallado, losiguiócondiligencia.Prontoconsiguióalcanzarlo.Noséquéartesempleóparaaplacarloycegarlo,perologródisiparsuirayengañarasudiscernimiento,comoquedódemostradoalpocotiempoporuncambioensuactitudyensusemblante.Elladebiódeconvencerledequeyonoera,nihabíasidonunca,rivalparaél,porquelosquincedíasdefuriacontramíterminaronenunaccesodeextremadaafabilidadygentileza,noexentasdeuntoquedeexultanteautocomplacencia,másridículaqueirritante.Pelethabíallevadounavida de soltero al auténtico estilo francés, con el debido desdén hacia laslimitacionesmorales,yyomedijequesuvidadecasadoprometíasertambiénmuyfrancesa.Amenudoalardeabaantemídehabersidoelterrordevariosdelosmaridosdesucírculodeamistades.Intuíquenoresultaríadifícilhacérselopagarconsupropiamoneda.

La crisis siguió su marcha. En cuanto empezaron las vacaciones, lospreparativos para un suceso trascendental se hicieron sentir en toda la casa:pintores, enceradores y tapiceros se pusieron a trabajar inmediatamente yempezó a oírse hablar de la chambre de madame y le salon de madame.Considerando poco probable que la vieja señora que en aquel momentoostentabaaqueltítuloenlacasahubierainspiradoensuhijotalentusiasmodedevociónfilialcapazdeinducirleareformaraquellosaposentosenatenciónaella, deduje, de acuerdocon la cocinera, lasdosdoncellasy la fregona,que

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unanuevaseñoramás juvenilestabadestinadaa ser laocupantedeaquellasalegresestancias.Alpocotiemposeanuncióoficialmenteelacontecimiento:al cabo de otra semana,monsieur François Pelet, directeur, ymademoiselleZoraïdeReuter,directrice,ibanaunirseenmatrimonio.Monsieurenpersonamecomunicóelacontecimiento, traslocualexpresóelamabledeseodequeyosiguierasiendocomohastaentoncessuayudantemáscapazyelamigoenquienmásconfiaba,ymepropusounaumentodesueldodedoscientosfrancosal año. Se lo agradecí, sin darle una respuesta definitiva, y cuando se hubomarchado,mequitéelblusón,mepuselachaquetaysalíadarunpaseomásalláde laPortedeFlandre,a fin,medije,decalmar losnervios, recobrar lasangre fría y poner en orden mis desorientados pensamientos. En realidad,acababan de comunicarme lo que era prácticamente el despido. No podíaocultar,nodeseabaocultarmeamímismo,laconviccióndeque,habiéndoseconfirmadoquemademoiselleReuter ibaa convertirseenmadamePelet,yonopodríaseguirviviendocomosubordinadoenlacasaqueprontoseríasuya.A su conducta hacia mí en aquellos momentos no le faltaba dignidad nicorrección,peroyosabíaquesusantiguossentimientosnohabíanvariado.ElDecorolosreprimíaylaEstrategialosenmascaraba,perolaOportunidadseríademasiadofuerte,laTentaciónharíatemblarsusrestricciones.

YonoeracomoelPapa,nopodíajactarmedeserinfalible.Enresumidascuentas, simequedaba, lomásprobableeraque,al cabode tresmesesa losumo, bajo el techo del confiado Pelet se urdiera la trama de unamodernanovelafrancesa.Elcasoeraqueamí lasnovelasfrancesasmodernasnomegustabannienlateoríanienlapráctica.Peseaquemiexperienciadelavidahastaentonceshabíasidolimitada,enunaocasiónhabíatenidolaoportunidadde observar de cerca un ejemplo de los resultados que podía producir unainteresante y romántica traición doméstica. Ningún halo dorado de ficciónrodeabaaquelejemplo, loveíacrudoy real,yeraexecrable.Habíavistounespíritudegradadoporlaprácticadelvilsubterfugio,porelhábitodelpérfidoengaño, y un cuerpo depravado por la influencia contagiosa del almacorrompida por el vicio. Yo había sufrido mucho como testigo obligado yprolongado de tal espectáculo, pero no lamentaba aquel sufrimiento, puestoqueelmerorecuerdodeaquellosdíaseraelmejorantídotocontralatentación,y había grabado enmi cerebro la convicción de que el placer ilegítimo quepisotealosderechosdeotraspersonasesunplacerengañosoyemponzoñado,que suvaciedad tedecepcionamientras lodisfrutas, suveneno te atormentacruelmentedespués,ysusefectostecorrompenparasiempre.

DetodoestoextrajelaconclusióndequedebíaabandonarlacasadePeletsintardanza.«Pero—dijolaPrudencia—,nosabesadóndeirnidóndevivir»,y entonces se adueñó demí el sueño del VerdaderoAmor:me pareció queFrancesHenri seencontrabaami ladoconsuesbeltacintura invitandoamibrazoysumanoparacortejarmimano.Sentíquesumanoestabahechapara

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acurrucarseen lamía;nopodía renunciaralderechoque tenía sobreella,nipodía apartar los ojos de los suyos, donde veía tanta felicidad, talcorrespondencia entre nuestros corazones, en cuya expresión tenía yo tantainfluencia, en losquepodíaencender lachispade ladicha, causarasombro,producir un intensodeleite, despertar un espíritu chispeante y, enocasiones,infundir un placentero temor. Mis esperanzas de conquistar y poseer, mideterminacióndetrabajaryascender,sealzaronenmicontra,yestuveapuntode lanzarme al abismo de la más absoluta miseria… En aquel momento,mientrasandabadeprisaporelcamino,surgiódentrodemílaextrañaideadeunSerSuperior, invisible,peroomnipresente,queensucaridaddeseaba tansólomibienestaryobservabalaluchaquemanteníanelbienyelmalenmicorazón, esperando a ver si obedecería su voz, oída en los susurros de miConciencia, oprestaría atencióna los sofismas con losque su enemigoy elmío,elEspíritudelMal,queríaperderme.Ásperoyempinadoeraelcaminoindicado por Sugerencia divina; cubierto de hierba y cuesta abajo era elcaminoverde a lo largodel cual laTentacióndesparramaba sus flores; peropensé que, así como la Deidad del amor, el Amigo de todo lo que existe,sonreiría complacida si me preparaba para la lucha y emprendía el duroascenso, de igual manera toda tentativa de bajar la cuesta de terciopeloencendería una llama de triunfo en la frente del Demonio que odia a loshombresydesafíaaDios.Medetuveensecoygiréen redondoparavolversobre mis pasos rápidamente. En media hora estaba de vuelta en casa demonsieurPelet.Fuiabuscarloasugabinete.Bastaronunbreveparlamentoyunaexplicaciónconcisa.Miactituddemostrabaqueestabadecidido.Talvezélaprobabaenelfondomidecisión.Trasveinteminutosdeconversación,volvíamicuarto,privadopormímismodemediosdesubsistencia,condenadopormímismoaabandonarlacasaenlaquevivíayconapenasunasemanaparaencontrarotra.

CapítuloXXI

En cuanto cerré la puerta, vi dos cartas sobre lamesa. Pensé que seríaninvitaciones de los familiares de algunos de mis alumnos. Recibía talesmuestrasdeatencióndevezencuando.Enelcasodealguienquecarecedeamigos como yo, otra correspondencia más interesante era impensable. Lavisita del carteronohabía sido jamásun acontecimientodesdemi llegada aBruselas. Puse la mano sobre los papeles con indiferencia, y mirándolosfríamenteydespacio,medispusearomperlossellos.Misojossedetuvieron,mimanotambién.Vialgoquemeexcitótantocomosihubieraencontradounavívidaimagencuandoesperabadescubrirtansólounapáginaenblanco.Enun

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sobrehabíaunselloinglés;enelotro, la letraclarayelegantedeunadama.Abríprimeroestaúltima.

Monsieur,descubríloquehabíahechoalamañanasiguientedesuvisita.Seguramentecreyóqueyo limpiaría laporcelanacadadía,y comoustedhasido laúnicapersonaquehaestadoenmipisoenunasemana,ynoescosacorrienteenBruselasquelashadasvayandejandodineroporahí,nomecabela menor duda de que fue usted quien dejó los veinte francos sobre lachimenea.Meparecióoírlemovereljarróncuandomeagachéparabuscarsuguantebajolamesa,ymeextrañóquepensaraquepodíahaberidoapararaun recipiente tan pequeño. Monsieur, el dinero no es mío y no voy aquedármelo.Nose loenvíoconestanotaporquepodríaperdersey,además,pesa,peroselodevolverélapróximavezquelevea;nodebeponerningunatrabaparaaceptarloporque,enprimer lugar,estoyconvencida,monsieur,dequeustedcomprendequeaunolegustapagarsusdeudas,queessatisfactorionodebernadaanadie,y,ensegundolugar,porqueahorapuedopermitirmeellujo de ser honrada a carta cabal, puesto que he encontrado empleo. Estaúltima circunstancia es en realidad el motivo de que le escriba, pues esagradablecomunicarbuenasnoticias,yactualmentesólo tengoamimaestroparacontárselotodo.

Haceunasemana,monsieur,unatalseñoraWharton,unadamainglesa,memandórecadodequefueraaverla.Suhijamayoribaacasarseyunfamiliarricolehabíaregaladounveloyunvestidodeencajeantiguo,segúndicen,casitan valiosos como joyas, pero un poco deteriorados por el tiempo. Meencargaron que los zurciera. Tuve que hacerlo todo en su casa yme dieronademásunosbordadosquedebíanacabarse,demodoquetranscurriócasiunasemanaantesdequelohubieraterminadotodo.Mientrastrabajaba,laseñoritaWhartonvenía amenudoa sentarse conmigo,y también la señoraWharton.Mehicieronhablareninglés,quisieronsabercómohabíaaprendidoahablarlotanbien;luegomepreguntaronquéotrascosassabía,quélibroshabíaleído,yenpocotiempomevieroncomounaespeciedemaravilla,considerándomesinduda una culta grisette. Una tarde, la señora Wharton trajo a una señoraparisina para comprobar el nivel de mis conocimientos de francés. Comoresultado,debidoseguramenteengranmedidaalbuenhumordemadreehijaporlabodainminente,quelesincitabaahacerbuenasobras,yenparte,creo,porque son buenas personas por naturaleza, decidieron que el deseo que yohabía expresado de hacer algo más que zurcir encajes era muy legítimo, yaquelmismo díame llevaron en su carruaje a ver a la señoraD., que es ladirectoradelprimercolegioinglésdeBruselas.Alparecer,casualmenteestababuscando a una señorita francesa que diera clases de geografía, historia,gramática y redacción en francés. La señora Wharton me recomendó conentusiasmo, y como dos de sus hijas menores son alumnas del centro, sumecenazgomesirvióparaconseguirelpuesto.Seacordóquedaríaclasesseis

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horasdiarias(pues,afortunadamente,noserequierevivirenlacasa;mehabríadisgustadomuchotenerquedejarmipiso),yporellolaseñoraD.medarámildoscientosfrancosalaño.Comoverá,portanto,monsieur,ahorasoyrica,másrica casi de lo que había esperado ser. Estoy muy agradecida, sobre todoporquemivistaempezabaaresentirseacausadetrabajarcontinuamenteconfinosencajes;tambiénempezabaahartarmedequedarmelevantadahastaaltashorasdelanochey,sinembargo,notenernuncatiempoparaleeroestudiar.Empezabaatemerqueacabaríaenfermandoyquenopodríaganarmelavida.Esemiedohadesaparecidoahoraengranmedidayenverdad,monsieur,doygraciasaDiosporestealivioycasimepareceobligadohablardemifelicidada alguien que es lo bastante bondadoso para alegrarse de la alegría de losdemás.Portanto,nohepodidoresistirlatentacióndeescribirle.Mehedichoque seríamuy agradable hacerlo y que paramonsieur no sería exactamentedolorosoleerlo,aunquepuedequesíaburrido.Noseenojeconmigopormiscircunloquiosylapocaeleganciademiestilo,yconsidéreme

Suafectuosaalumna,

F.R.HENRI

Despuésdeleerestacarta,meditéunosinstantessobresucontenido;másadelante diré si eran placenteros o no los sentimientos queme embargaron.Luegocogílaotracarta.Sedirigíaamíconunaletraquedesconocía,pequeñaypulcra,nimasculina,nifemeninaexactamente.Elselloteníaunescudodearmas,delquesólopudededucirquenopertenecíaalafamiliaSeacombe.Enconsecuencia, laepístolanopodíaprocederdeningunodemisaristocráticosparientes, a los que yo casi había olvidado y que sin duda amíme habíanolvidadodeltodo.¿Dequiénera,entonces?Saquélanotadobladadelinteriordelsobre;decíalosiguiente:

Nomecabe lamenordudadeque te va estupendamente en el grasientoFlandesyquellevasunavidaregaladaacostadeeseuntuosopaís,comounisraelitadepelonegro,pielmorenaynarizlarga,sentadojuntoalosantrosdeperdición deEgipto, o como un pícaro hijo deLeví junto a los calderos delatón del santuario, hundiendo de vez en cuando el gancho consagrado parasacardelmardecaldolaespaldillamásgordayelpechomásllenodecarne.EstoloséporquejamásescribesanadiedeInglaterra.¡Perroingrato!Graciasalasoberanaeficaciademirecomendación,teconseguíelpuestodondeahoravives a lo grande y, sin embargo, jamás me has dedicado una palabra deagradecimientooalmenosdereconocimiento.Peroprontoiréaverteypocoimaginascontuaturulladocerebroaristocráticolaclasedearengamoralqueheguardadoyaenmimaletaparasoltártelaencuantollegue.

Mientrastanto,estoyalcorrientedetodostusasuntos,yacaboderecibirlanoticia, a través de la última carta del señorBrown, de que, según se dice,

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estás a punto de contraer un ventajoso matrimonio con una adineradamaestrilla belga, una tal mademoiselle Zénobie o algo parecido. ¿Podréecharleelojocuandovaya?Ypuedescontarconque,simecomplace,osilaconsideroadecuadadesdeelpuntodevistapecuniario,meabalanzarésobretupresaymelallevarétriunfalmentepormuchoquemeenseñelosdientes.Sinembargo,nomegustanlasmujeresregordetasyBrowndicequeesunpocobajay corpulenta; lamujerperfectaparaun tipo enjutoy con caradepasarhambrecomotú.

Estateatento,porquenosabeseldíanilahoraquellegaráTu…(noquieroblasfemar,asíquedejaréunhueco).

Tuyoafectísimo,

HUNSDENYORKEHUNSDEN

—¡Mmmm!—exclamé,dejandolacarta.Volvíaexaminarlaletrapequeñaypulcraquenoseparecíaenabsolutoaladeunindustrial,ni,dehecho,alade ningún hombre que no fuera el propio Hunsden. Se dice que existensimilitudesentrelaletrayelcarácterdeunapersona.¿Quésimilitudeshabíaen el caso de Hunsden? Recordé el rostro singular del remitente y ciertosrasgos que sospechaba propios de su carácter, si bien no podía afirmarconocerlosconseguridad,yrespondí:«Muchas».

Asípues,HunsdenveníaaBruselas,yyonosabíacuándo.Veníacon laexpectativadevermeen lacimade laprosperidad,apuntodecasarmeydeentrar en un cálido nido donde tumbarme cómodamente junto a unacompañera mullida y bien alimentada. «Espero que disfrute con el nuloparecidodelretratoquehapintado—pensé—.¿Quédirácuando,enlugardeuna pareja de rollizos tortolitos arrullándose en una enramada de rosas,encuentreaunúnicoyescuálidocormoráneneldesoladopicodelapobreza,sinrefugionipareja?¡Oh,malditosea!Quevengayqueseríadelcontrasteentre el rumory loshechos.Ni aunque fuera elDiablo enpersona,ynounhombremuysemejanteaél,merebajaríaaesquivarlooafingirunasonrisaounapalabraalegrecon taldeevitarsussarcasmos.»Entoncesvolvía laotracarta; ésta pulsó una fibra sensible cuyo sonido no podía apagar nimetiéndomelosdedosen lasorejas,puesvibrabaenel interior,yaunquesumelodíafueraunamúsicaexquisita,sucadenciaeraunquejido.

Me llenóde felicidadqueFrancesnosevieraacuciadapor lanecesidad,quelahubieranliberadodelamaldicióndeunpesadotrabajo.Elhechodequesu primer pensamiento en la prosperidad fuera el de aumentar su júbilocompartiéndoloconmigosatisfizoeldeseodemicorazón.Asípues,dosdelosefectosdelacartafueronagradables,dulcescomodostragosdenéctar,peroalaplicarmis labios una tercera vez a la copa se excoriaron como si hubierantocadovinagreohiel.

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Dos personas con deseos moderados pueden vivir bastante bien enBruselasconunosingresosqueapenasdaríanparamantenerrespetablementeaunasolaenLondres.Estonosedebeaquelasnecesidadesdelavidafueranmuchomáscarasenestaúltimacapital,niaquelosimpuestosfueranmuchomáselevados,sinoaquelosinglesesexcedeneninsensatezatodaslasdemásnaciones de esta tierra de Dios, y son esclavos más abyectos de lasCostumbres,lasOpinionesyeldeseodemantenerlasaparienciasdeloquelosonlositalianosdelClero,losfrancesesdelavanagloria,losrusosdesuzarolos alemanesde la cervezanegra.Hevistoun sentido comúnen lamodestadisposicióndeunaacogedoracasabelgaquedeberíaabochornarauncentenardemansiones inglesas por su elegancia, sus excesos, sus lujos y su forzadorefinamiento.EnBélgicaesposibleahorrar,siemprequeunoganedinero;enInglaterra es prácticamente imposible; allí la Ostentación despilfarra en unmesloquelaLaboriosidadhaganadoenunaño.¡Quévergüenzaparatodaslas clases sociales de un país tan pródigo y empobrecido, ese servilsometimientoalaModa!Podríaescribirunpardecapítulossobreestetema,pero debo abstenerme, al menos de momento. Si hubiera conservado missesenta libras anuales, ahora que Frances tendría otras cincuenta, aquellamismanochehabríapodidoiraverlaparapronunciarlaspalabrasreprimidas,que tenían mi corazón en un puño. Juntando nuestros ingresos y tal comonosotros los habríamos administrado, nos habrían bastado para subsistir,puesto que vivíamos en un país donde el ahorro no se confundía con latacañería,donde la frugalidadenelvestido, la comiday losmueblesnoerasinónimodevulgaridad.Peroelprofesordesempleado,carentederecursosydel apoyo de personas influyentes, no debía pensar en ello; un sentimientocomoelamoryunapalabracomomatrimonionoteníancabidaensucorazónniensuslabios.Porprimeravezsupedeverdadloquesignificabaserpobre,yel sacrificio que había hecho al rechazar los medios de subsistencia sepresentababajounanuevaluz:enlugardeunactocorrecto,justoyhonorable,me pareció una acción frívola y fanática a la vez. Di varias vueltas pormihabitación,acicateadoporcruelesremordimientos.Estuvecaminandoduranteun cuarto de hora de la pared a la ventana; junto a la ventana, lasRecriminacionesquemehacíaparecíanmirarmealacara;juntoalapared,eraelDesprecio.DerepentehablólaConciencia.

«¡Alejaos,estúpidostorturadores!—gritó—.Estehombrehacumplidoconsudeber;nodebéisacosarloasíconpensamientossobre loquepodríahabersido;harenunciadoaunbientemporalycontingenteparaevitarunmalciertoypermanente.Hahechobien.Dejadquereflexioneahora;cuandoseposeelpolvo cegador que habéis levantado y se extinga vuestro ensordecedorzumbido,encontraráuncamino.»

Me senté y apoyé la frente en ambasmanos. Pensé y pensé durante unahora… dos horas; fue en vano. Era como un individuo encerrado en una

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bóveda subterránea, que contempla la total oscuridad —una oscuridadcustodiadapormurosdepiedradeunmetrode espesor yvarias plantasdeledificio sobre su cabeza— esperando que la luz atraviese el granito y elcementotandurocomoelgranito.Perohayrendijas,opodríahaberrendijasenlamamposteríamejorajustada.Tambiénenmicavernosaceldahabíauna,pues finalmente vi o me pareció ver un rayo, pálido, es cierto, y frío yvacilante, pero rayo al fin, pues mostraba aquel angosto camino que habíaprometido la Conciencia. Después de dos o tres horas de atormentarmerebuscando en el cerebro y en la memoria, desenterré ciertos restos decircunstancias y concebí la esperanzadeque, uniéndolos todos, formaría unrecursoyhallaríaelremedio.Lascircunstanciaseranéstas,brevemente:

Unos tres meses antes y con ocasión de su onomástica, monsieur Pelethabía invitadoa losalumnosahacerunaexcursiónaciertobalnearioen lasafueras deBruselas, del que no recuerdo el nombre en estemomento, perohabíaenlosalrededoresvarioslagospequeños,deesosalosqueaquíllamanétangs.Yenunodeesosétangs,másgrandequelosdemás,solíareunirselagente que estaba de vacaciones para divertirse remando en pequeños botes.Despuésdeengullirunacantidadilimitadadegaufresybebervariasbotellasde cerveza de Lovaina entre las sombras de un jardín preparado para talesaglomeraciones, los chicospidieronpermiso al director para pasear enbote.Mediadocenade losmayoresrecibieronelpermisosolicitado,yamísemedesignócomoacompañanteparavigilarlos.Entrelamediadocenadealumnosse encontraba casualmente un tal Jean Baptiste Vandenhuten, un jovenflamencosumamentetorpequenoeraalto,peroqueyaalaedaddedieciséisaños tenía laanchuray lacorpulenciadeunauténticohijodelpaís.AcaecióqueJeanfueelprimeroensubiralbote;tropezó,cayóhaciaunlado,elbotezozobróacausadesupesoyvolcó.Vandenhutensehundiócomoelplomo,emergió,volvióahundirse.Enuninstantemequitélachaquetayelchaleco;noenvanohabíasidoeducadoenEton,dondehabíaremadoynadadodurantediez largos años. Enmí, el acto de zambullirme para salvarlo fue natural yreflejo. Los muchachos y el barquero chillaron, pensando que habría dosahogadosenlugardeuno.PerocuandoJeanemergióporterceravez,loagarrédeunapiernaydelcuellodelacamisa,yalcabodeotrostresminutostantoélcomoyoestábamosasalvoenlaorilla.Afuerdesincerodeboconfesarqueelméritodeestaacciónfuerealmentepequeño,porquenohabíacorridoningúnriesgo y después ni siquiera me resfrié. Pero cuando monsieur y madameVandenhuten,dequienesJeanBaptisteeralaúnicaprogenie,seenterarondela hazaña, consideraron que había demostrado un valor y una devoción quenuncameagradeceríanlobastante.Madame,enparticular,estaba«seguradeque debía de querer mucho a su adorado hijo, de lo contrario no habríaarriesgado mi vida para salvar la suya». Monsieur, un hombre de aspectohonrado,peroflemático,dijomuypoco,peronoconsintióenqueabandonara

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la habitaciónhasta haberle prometidoque, en casode quenecesitara ayuda,acudiríaaélparadarle laoportunidaddepagar ladeudaque, segúnafirmó,había contraído conmigo. Estas palabras fueron mi rayo de luz, en ellasencontrémi única salida, pero lo cierto es que, aunque aquella fría luzmeanimó,nomesentíalegre.Tampocomeatrajolasalidaquemeofrecían.NoteníaderechoalosbuenosoficiosdemonsieurVandenhuten,nopodíarecurriraélpormisméritos.No,tendríaqueserpornecesidad:estabadesempleado;quería trabajar; la mejor oportunidad de conseguir empleo dependía deasegurarme su recomendación. Sabía que para ello tendría que pedírselo.Pensé que, si renunciaba a hacerlo porque repugnaba ami orgullo e iba encontra de mis costumbres, me estaría sometiendo a unos escrúpulos falsos,fastidiososeindolentes.Talvezmearrepentiríadurantetodalavida.Noquisecargarconesaculpa.

EsamismanochefuiacasademonsieurVandenhuten,perohabíatensadoelarcoyajustadolaflechaenvano:lacuerdaserompió.Toquélacampanilladelagranpuerta(lasuyaeraunahermosamansiónenunazonaelegantedelaciudad).Unsirvientemeabrió;preguntépormonsieurVandenhuten;monsieurVandenhutenyfamiliaestabanfueradelaciudad,sehabíanidoaOstendeynosabíacuándoibanavolver.Dejémitarjetayvolvísobremispasos.

CapítuloXXII

Unasemanapasapronto;llególejourdesnoces.ElmatrimoniosecelebróenSt.Jacques;mademoiselleZoraïdeseconvirtióenmadamePelet,desolteraReuter, y una hora después de esta transformación «la feliz pareja», comosuelendecirenlosperiódicos,habíaemprendidoviajeaParís,donde,segúnsehabíadispuestopreviamente,pasaríanlalunademiel.Aldíasiguientedejéelinternado.Yoymispertenencias(unoscuantoslibrosyropa)nosmudamosaunmodestoalojamientoquehabíaalquiladoenunacalle cercana.Enmediahorahabíaordenadomi ropa enuna cómodaymis libros enuna estantería;unamudanzasencilla.Nomehabríasentidodesdichadoaqueldíadenohabersidoporunapunzadaquemetorturaba:elanhelodeiralaRueNotre-Dame-aux-Neiges, reprimido, pero también apremiado, por la resolución de evitaraquellacallehastaquelaneblinadelaincertidumbresedisiparademifuturo.

Eraunapacibledíadeseptiembre,haciaelfinaldelatarde.Latemperaturaerasuaveynosoplabaviento.Noteníanadaquehacer.SabíaqueaesahoratambiénFrancesestaría libredeocupaciones;penséque talvezelladesearíaver a su maestro igual que yo deseaba ver a mi alumna. La Imaginaciónempezóahablarensusurros,infundiendoenmialmaunadulceesperanzade

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placeresquepodríanser:

«Laencontrarásleyendooescribiendo—medecía—.Podrássentarteasulado.Nodebes turbarsupazconunaexcitaciónexcesiva;nodebesazorarlaconningúngestoopalabrainsólitos.Sécomoeressiempre.Repasaloquehaescrito; escucha mientras lee; corrígela o muestra tu aprobación contranquilidad. Ya conoces el efecto de cada método; conoces su sonrisa desatisfacción; conoces el juego de susmiradas cuando se enardece. Sabes elsecretoparaarrancarlaexpresiónquedeseesypuedeselegirentretantaytanplacentera variedad. Contigo guardará silencio mientras a ti te convengahablar solo; puedes controlarla con un poderoso hechizo. A pesar de suinteligencia,deloelocuentequepuedeser,túpuedessellarsuslabiosyvelarconretraimientosuanimadosemblante.Sinembargo,sabesquenoesdeunadocilidadmonótona;conunextrañoplacerhasvistolarebeldía,eldesprecio,laausteridadylaamargurareclamarconvigorunlugarensussentimientosyensufisonomía.Sabesquepocaspersonaspodríanmanejarlacomotú;sabesquepodríadesmoronarsebajolamanodelaTiraníaylaInjusticia,peronuncasometerse; la Razón y el Afecto pueden guiarla cuando tú se lo indiques.Prueba su influencia ahora. Ve; no son pasiones, puedes controlarlasperfectamente.»

«Noiré—fuemirespuestaalazalameratentadora—.Unhombreesdueñodesímismohastaunciertopunto,peronomásallá.¿PodríairaveraFrancesesta noche, podría sentarme a solas con ella en una tranquila habitación ydirigirmeaellaúnicamenteconellenguajedelaRazónyelAfecto?»

«No»,fuelaréplicabreveyvehementedeeseAmorquemehabíavencidoymedominabaya.

Eltiempoparecíaestancado;elsolnoacababadeponerse;mirelojhacíatictac,peroteníalasmanoscomoparalizadas.

—¡Quénochetancalurosa!—exclamé,abriendolacelosía;erancontadaslasocasionesenquemehabíasentido tan febril.Oípasosquesubíanpor laescaleracomúnymepregunté si el locataireque subíaa supiso sentiríaundesasosiego de cuerpo y alma tan grande como elmío, o bien vivía con latranquilidaddeciertos recursosy la libertaddeunossentimientossin trabas.¡Cómo!¿Veníaenpersonaaresolvereldilemaexpresadoenunpensamientoinaudible?Realmentellamabaamipuerta…amipuerta,congolpesrápidosysecos.Casiantesdequepudierainvitarleapasar,habíatraspasadoelumbralyhabíacerradolapuerta.

—¿Qué tal? —preguntó en inglés mi visitante, baja la voz y el tonodisplicente, mientras dejaba el sombrero sobre la mesa y los guantes en elsombrero, sin bullicio ni preámbulos; y, acercando la única butaca de lahabitación,sesentóenellatranquilamente—.¿Nopuedeshablar?—preguntó

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al cabo de un rato en un tono cuya despreocupación parecía indicar que ledaba exactamente igual si le respondía o no. Lo cierto es que me pareciódeseable recurrir a mis buenos amigos les bisicles no para averiguar laidentidaddemivisitante,puesyalohabíareconocido,¡malditainsolencialasuya!,sinoparaversuaspecto,parahacermeunaideaclaradesuexpresiónysusemblante.Limpiéloscristalesmuydespacioymelospuseconlamismalentitud,ajustándolosparaquenomehicierandañoenelcaballetedelanarizyparaevitarqueseenredaranconmiscortosmechonesdecabellososcuros.Mehabía acomodado en el asiento de la ventana, de espaldas a la luz, y lepodíamirar a la cara, situación que él habría invertido de buen grado, puespreferíasiempreexaminaraserexaminado.Sí,nohabíaerrorposible:eraél.Allísentado,consumetroochentadeestaturasuoscurosurtoutdeviajeconcuello de terciopelo, sus pantalones grises, su corbatín negro y su rostro, elmás original que la Naturaleza haya moldeado, aunque también el másdiscreto:nohabíaenélfacciónalgunaquepudieraconsiderarsecaracterísticao singular. Sin embargo, el efecto del conjunto era único. De nada sirveintentar describir lo que es indescriptible.Comono tenía prisa por hablarle,mequedécontemplándoloaplacer.

—Ah,asíqueéseestujuego,¿eh?—dijoporfin—.Bueno,veamosquiénsecansaantes.—Ylentamentesacóunaelegantetabaquera,eligióuncigarrodesugusto,loencendió,cogióunlibrodelestantequeteníaalalcancedelamano,serecostóyempezóafumaryaleerconlamismacalmaquesihubieraestadoensugabinetedelacalleGroveenX,…shire,Inglaterra.Yosabíaqueeracapazdeseguir talcualhasta lamedianochesi leentrabaelcapricho,demodoquemelevanté,lequitéellibrodelasmanosydije:

—Nomelohapedidoynoselodejo.

—Estontoyaburrido—comentó—,asíquenomeheperdidograncosa.—Rotoelhielo,prosiguió—:PensabaquevivíasencasadePelet.Heidoallíesta tarde,esperandoquemedejaranmorirde inanición,sentadoenelsalóndeuninternado,ymehandichoquetehabíasidoestamañana.Sinembargo,habíasdejadotunuevadirección,cosaextraña.Eslaprecauciónmásprácticaysensataqueteimaginocapazdetomar.¿Porquétehasmarchado?

—Porquemonsieur Pelet acaba de casarse con la señora que usted y elseñorBrownmehabíandesignadocomoesposa.

—¡Vaya!—exclamóHunsden, y soltó una breve carcajada—. Demodoquehasperdidoesposayempleoalmismotiempo.

—Exactamente.

Levipasearlamiradabreveyfurtivamenteporlahabitación;observósusestrechos límites, su escaso mobiliario; en un instante había captado la

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situaciónymehabíaabsueltodeldelitodeprosperidad.Estedescubrimientoobró un curioso efecto sobre su extraño entendimiento. Estoy moralmenteconvencido de que, si me hubiera encontrado instalado en un preciosogabinete, tumbado en unmullido sofá junto a una esposa guapa y rica,mehabríaodiado.Entalcaso,unavisitabreve,desapegadayaltivahabríasidoellímiteextremodesucortesía,ynohabríavueltoaacercarseamímientraslamarea de la fortuna me llevara apaciblemente sobre su superficie. Pero losmuebles pintados, las paredes desnudas, la triste soledad de mi habitación,relajaronsuestrictoorgullo,ynoséquécambioseoperóensuvozyensuexpresión,suavizándolas,antesdevolverahablar.

—¿Notienesotrotrabajo?

—No.

—¿Estásencaminodeconseguirunonuevo?

—No.

—Malacosa.¿HasrecurridoaBrown?

—Desdeluegoqueno.

—Sería lomejor.Amenudotieneensusmanos informaciónútilen talescuestiones.

—Meayudómuchoenunaocasión.Notengoderechoareclamarlenadaynomeapetecevolveramolestarle.

—Oh, si eres tímido y temes ser impertinente, no tienes más queencargármeloamí.Iréaverleestanoche.Puedoabogarporti.

—Leruegoquenolohaga,señorHunsden;yatengounadeudaconusted.MehizoungranfavorcuandoestabaenX;mesacódelagujeroenelquemeestabamuriendo. Todavía no le he pagado ese favor y por elmomentomeniegotajantementeaañadirunanuevacifraalacuenta.

—Sielvientosopladeeselado,mecallo.Pensabaquemigenerosidadsinparangón cuando hice que te echaran de aquella maldita oficina acabaríasiendo apreciada algún día. «Echa tu pan al agua, y lo hallarás al cabo deltiempo», dicen las Escrituras. Sí, es cierto, muchacho. Concédeme laimportancia que merezco. No hay otro igual en el mundo. Mientras tanto,dejandoaunladotodasesaspaparruchas,hablemosconsensatezunmomento:tusituaciónmejoraríagrandementey,loqueesmás,estáslocosirechazasloqueseteofrece.

—Muy bien, señor Hunsden. Ahora que ya ha dejado claro ese punto,hablemosdeotracosa.¿QuénoticiastraedeX?

—Nohedejadoclaroesepunto,oalmenoshayotroqueaclararantesde

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quehablemosdeX.EsatalseñoritaZénobie(«Zoraïde»,lecorregí)…bueno,puesZoraïde,¿sehacasadodeverdadconPelet?

—Ledigoquesí.Ysinomecree,vayaypregúnteseloalpárrocodeSt.Jacques.

—¿Yatisetehapartidoelcorazón?

—No,queyosepa.Estáestupendamente;latecomodecostumbre.

—Entonces tus sentimientos son menos refinados de lo que yo creía.Debesdeserunhombregroseroeinsensiblecuandosoportassemejantegolpesintambalearte.

—¿Tambalearmeyo?¿Quédemonioshayquepuedahacermetambalearenelhechodequeunamaestrabelgasecaseconunmaestrofrancés?Sindudasudescendenciaseráunextrañohíbrido,peroesoescosasuya,nomía.

—¡Selotomaabroma,cuandolanoviaerasuprometida!

—¿Quiénhadichoeso?

—Brown.

—Lediréunacosa,Hunsden:Brownesunviejochismoso.

—Loes,peroentre tanto, si suschismesno sebasabanenhechos, sinotenías un interés especial por la señorita Zoraïde, ¿por qué, ¡oh, jovenpedagogo!, por qué has dejado tu puesto cuando ella se ha convertido enmadamePelet?

—Porque…—notéqueteníalacaraencendida—,porque…Enresumen,señorHunsden,meniegoacontestaraningunaotrapregunta.—Yhundílasmanosenlosbolsillosdelospantalones.

Hunsdenhabíatriunfado;loanunciabansusojosysusonrisa.

—¿Dequédemoniosseríeusted,señorHunsden?

—De tu ejemplar recato. Bueno, muchacho, no te molestaré más. Yacomprendoloquehaocurrido.Zoraïdetehadejadoplantadoparacasarseconalguienmásrico,comohabríahechocualquiermujerconunpocodecordura.

Nocontesté.Dejéquepensaraloquequisiera.Noteníaganasdeexplicarlaverdadymenos aúnde inventar unamentira; perono era fácil engañar aHunsden, porque incluso el silencio parecía volverlo suspicaz en lugar deconvencerlodequehabíadadoconlaverdad.Añadió:

—Supongo que el asunto se ha llevado como se llevan siempre talesasuntosentrepersonasracionales: túlehasofrecidotujuventudytutalento,seacualsea,acambiodesuposiciónysudinero.Nocreoquehayastenidoen

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cuentaelfísico,oloquesellamaamor,porquetengoentendidoqueesmayorquetúy,adecirdeBrown,másquehermosa,sensata.Asípues,ella,quenoteníamejores oportunidades, se sintió inclinada en un principio a aceptar tupropuesta,peroseinterpusoPelet,directordeunaflorecienteescuela,conunapuja mayor. Ella aceptó y él se llevó el gato al agua en una transacciónabsolutamentelimpia,profesionalylegítima.Yahorahablemosdeotracosa.

—Bien—dije,muycontentodecambiarde temay, sobre todo,dehaberdespistado ami sagaz interrogador, si realmente así era porque, aunque suspalabrassedesviarondeaquelespinosopunto,susojos,atentosypenetrantes,parecíanpreocupadosaúnporaquellaidea.

—¿QuieresoírnoticiasdeX?¿YquéinteréstienestúenX?Nodejasteallíningún amigo; no habías hecho ninguno. Nadie pregunta nunca por ti, nihombrenimujer.Simencionotunombreensociedad,loshombresmemirancomosihablaradelPresteJuanylasmujeresadoptanunairedespectivo.Nodebías de gustar a nuestras beldades de X. ¿Qué hiciste para ganarte suantipatía?

—No lo sé. Apenas hablé con ellas. No significaban nada paramí. Lasconsiderabatansólounobjetoquesecontemplabadesdelejos.Confrecuenciasus rostrosy susvestidos eranagradables a lavista, peroyonoentendía suconversaciónnisabíainterpretarsuactitud.Cuandomellegabanretazosdeloquehablaban,nuncacomprendíagrancosa,ynielmovimientodesuslabiosnisusojosnomeayudabanenabsoluto.

—Esoeraculpatuya,nodeellas.EnXhaymujeressensatas,ademásdehermosas,mujeresconlasqueacualquierhombrelemerecelapenahablaryconlasqueyohablomuyagusto.Perotúnoteníasnitienesunaconversaciónagradable,nohaynadaentiqueinduzcaaunamujeramostrarseamable.Tehevistosentadocercadelapuertaenunsalónllenodepersonas,dispuestoaescuchar,peronoahablar,aobservar,peronoaentretener;fríamentecohibidoal comienzo de una fiesta, desconcertantemente atento hacia la mitad, einsultantementecansadoalfinal.¿Tepareceatiqueésaesmaneraderesultarsimpático o de despertar interés? No, si eres impopular es porque te lomereces.

—¡Conforme!—exclamé.

—No,noestásconforme.VescómolaBellezatedasiemprelaespalda,tesienteshumilladoy entonces lamiras condesdén.Estoy convencidodequetodo lo que es deseable en este mundo, Riqueza, Amor, Reputación, serásiempreparaticomolasuvasmadurasdelemparrado:lasmirarásdesdeabajo,atormentarán la lujuriade tusojos,peroestaránsiemprefuerade tualcance.Noseteocurriráirenbuscadeunaescaleraytealejarás,afirmandoqueestánverdes.

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Por mordaces que hubieran podido ser estas afirmaciones en otrascircunstancias,nollegaronaherirmeentonces.Mividahabíacambiado;habíatenido experiencias diversas desdemi partida deX, peroHunsden no podíasaberlo;élsólomehabíavistoenelpapeldeempleadodelseñorCrimsworth,comounsubordinadoentredesconocidosacaudalados,que recibíaeldesdéncon una fachada de dureza, y que era consciente de su apariencia huraña ycarentedeatractivo;quesenegabaareclamarunaatenciónquesabíaqueleduraría poco, y no quería demostrar una admiración que sabía que seríamenospreciadacomocosadepocovalor.Élnopodíasaberquedesdeentoncesla juventud y la belleza habían sido paramí objetos diarios de observación,queloshabíaestudiadoaplacerycondetenimiento,niquehabíavistolafeatexturadelaverdadbajolosbordadosdelasapariencias.Tampocopodía,pesea su sagacidad,penetrar enmicorazóny rebuscar enmicerebroparahallarmis simpatías y mis peculiares aversiones. No me había tratado el tiemposuficiente o lo suficientemente bien como para percibir hasta qué puntodecaerían mis sentimientos bajo ciertas influencias, poderosas sobre otraspersonas,nihastaquépuntoseexaltaríanoconcuántarapidezbajootrasquetalvezejercieranunafuerzamayorsobremí,precisamenteporquesólosobremí la ejercían. Como tampoco podía sospechar ni por un instante que lahistoriademitratoconmademoiselleReuter,secretaparaélyparatodoslosdemás, era la historia de su extraño enamoramiento.Sóloyohabía oído suslisonjas y había sido testigo de sus tretas, y sólo yo las conocía; pero mehabían cambiado, puesto que me demostraban que podía impresionar aalguien. En el fondo de mi corazón anidaba un secreto aúnmás dulce, tanlleno de ternura como de fuerza, que restaba mordiente al sarcasmo deHunsden,impidiendoquemedoblegaralavergüenzaomealteraralaira.Perodetodoestonadapodíadecir,nadadecisivoalmenos.Laincertidumbresellómis labios y, durante la silenciosa pausa con que me limité a responder alseñorHunsden,decidípermitirporelmomentoquemejuzgaramal,talcomohizo.Pensóquehabíasidodemasiadoduroconmigoyquemehabíaaplastadoconelpesodesusreconvenciones,yasí,paratranquilizarmemedijoque,sinduda,algúndíaenmendaríamispasos,quemehallabaaúnenlaflordelavidayque,nocareciendoporsuertedesentidocomún,cualquierpasoenfalsoquedieraseríaparamíunabuenalección.

Justo entonces volví un poco el rostro hacia la luz. La cercanía delcrepúsculo y mi posición en el asiento de la ventana habían impedido aHunsdenestudiarmisemblanteenlosúltimosdiezminutos.Sinembargo,almoverme,captóunaexpresiónqueinterpretódelasiguientemanera:

—¡Malditasea!¡Conqué terquedadseobstinaestemuchachoenparecersatisfecho! Pensaba que estaba a punto de morirse de vergüenza, y ahí lotienes, todosonrisas,comosidijera:«Quesemuevaelmundocomoquiera;tengolapiedrafilosofalenelbolsilloyelelixirdelavidaenelarmario.¡No

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dependonidelDestinonidelaFortuna!».

—Hunsden, hahabladousteddeuvas; estabapensando enuna fruta queme gusta mucho más que sus uvas de invernadero de X, una fruta única,silvestre, que me he adjudicado y que espero algún día poder recoger ypaladear.Esinútilquemeofrezcaapurarunacopadehieloquemeamenacecon morir de sed, porque mi paladar saborea ya la dulzura y tengo en loslabios laesperanzadel frescor.Puedo rechazar lodesagradabley soportarelagotamiento.

—¿Porcuántotiempo?

—Hastaquesepresenteunanuevaoportunidadparaelesfuerzo,ycuandoelpremiodeléxitoseauntesorodemigusto.Entoncespresentarébatallaconlafuerzadeuntoro.

—Lamalasuerteaplastaalostoroscontantafacilidadcomoalasciruelassilvestres,ycreoquelairatepersigue;nacisteconunacucharademaderaenlaboca,puedesestarseguro.

—Lecreoy tengo intencióndeusarmicucharademaderaparahacereltrabajoqueotroshacenconcucharonesdeplata.Siseagarraconfirmezaysemaneja con agilidad, incluso una cuchara demadera es capaz de extraer elcaldo.

—Yaveo—dijoHunsden,poniéndoseenpie—.Supongoqueeresunadeesaspersonasquemaduranmejorasuaireyqueactúanmejorsinayudadenadie.Hazloquequieras,ahoradebomarcharme.—Ysinañadirnadamásseencaminó hacia la puerta; allí se dio la vuelta—: Crimsworth Hall se havendido—dijo.

—¡Sehavendido!—repetí.

—Sí.Sindudasabesyaquetuhermanoquebróhacetresmeses.

—¡Qué!¿EdwardCrimsworth?

—Exactamente.Ysumujervolvióacasadesupadre.Cuandosusasuntosempezaron a torcerse, el genio de tu hermano se torció con ellos; lamaltrataba.Yatedijequealgúndíaseríauntiranoconella.Encuantoaél…

—Sí,¿quésehahechodeél?

—Nada extraordinario, no te alarmes. Se acogió a la protección deltribunal,llegóaunacuerdoconsusacreedoresypasódiezdíasenlajaula.Alcabo de seis semanas volvió a establecerse, engatusó a su mujer para quevolvierayahoraflorececomounretoñodelaurel.

—¿YtambiénsevendióelmobiliariodeCrimsworthHall?

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—Todo,desdeelpianohastaelrodillodeamasar.

—Yelcontenidodelcomedorrevestidoderoble…¿Tambiénsevendió?

—Por supuesto. ¿Porquéhabíandeconsiderarse los sofásy las sillasdeesahabitaciónmássagradosquelosdecualquierotra?

—¿Yloscuadros?

—¿Quécuadros?Queyosepa,Crimsworthnoposeíaningunacolección,nisehabíadeclaradoaficionadoalapintura.

—Había dos retratos, uno a cada lado de la repisa de la chimenea; nopuede haberlos olvidado, señorHunsden; en una ocasión se fijó en el de ladama.

—¡Ah, ya sé! La dama de rostro delgado vestida con un chal. Pues,naturalmente,lovenderíanconlasdemáscosas.Sihubierassidorico,podríashaberlocomprado,porque,ahoraquerecuerdo,medijistequeeraelretratodetumadre.Yavesloquesignificanotenerniunsou.

En efecto, lo veía. «Pero no seré siempre tan pobre—pensé—. Tal vezalgúndíapuedarecuperarlo.»

—¿Quiénlocompró?¿Losabe?—pregunté.

—¿Cómoibaasaberlo?Nopreguntéquiénhabíacompradonada.Ahíhahablado el hombre poco práctico. ¡Imagina que elmundo entero se interesaporloqueleinteresaaél!Buenasnoches.MañanaporlamañanasalgoparaAlemania;volverédentrodeseissemanasyesposiblequevuelvaavisitarte.¡Megustaríasabersiparaentoncesseguirássintrabajo!—serio,tanburlónycruelcomoMefistófeles,yasí,riendo,desapareció.

Ciertaspersonas,por indiferentesquepuedanacabardejándonos trasunaausencia prolongada, se las apañan siempre para causar una impresiónagradablealdespedirse;esonoocurríaconHunsden:unaconversaciónconélteníasobreunoelmismoefectoqueunapócimadecortezaperuana;parecíaunconcentradodelossaboresmásfuertes,astringentesyamargos.Loquenosabíaerasi,igualquelacorteza,tonificaba.

Unamentealteradaacabaenunaalmohadainquieta.Dormípocolanochedeestaentrevista;empecéadormitarhacialamañana,peroapenascomenzabaa dormirme de verdad cuandome despertó un ruido en la salita contigua aldormitorio. Eran pasos ymuebles que semovían. El ruido duró apenas dosminutosycesóalcerrarselapuerta.Escuché;niunratónsemovía.Talvezlohabía soñado; tal vez algún inquilino se había equivocado de piso.No eranmásquelascinco.

Yoestabatanpocodespiertocomoeldía,medilavueltayprontocaíenla

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inconsciencia. Cuando por finme levanté, unas dos horasmás tarde, habíaolvidadoel incidente.Sinembargo, loprimeroquevial salirdeldormitoriome lo recordó: junto a la puerta de la salita, introducida apenas en lahabitación,habíauna cajademaderade tosca factura, anchaperode escasaprofundidad.Sindudaelportero lahabíaempujadohaciadentro,peroalnoveranadie,lahabíadejadojustoenlaentrada.

«Esto no esmío—pensé acercándome—.Debede ser de otra persona.»Meagachéparaleerladirección:«SeñorWm.Crimsworth,——,Bruselas».Me quedé desconcertado, pero decidí que el mejor modo de obtenerinformacióneracortandolascuerdasyabriendolacaja.Unpañoverde,conlosladoscuidadosamentecosidos,envolvíasucontenido.Rompíloshilosconmicortaplumasy,cuandoseabrieronlascosturas,vislumbréunmarcodoradopor los intersticios.Después de quitar finalmentemaderas y paño, saqué ungrancuadrodelacajaenunmarcomagnífico;loapoyécontraunasillaparaqueledieralaluzdelaventanadelmodomásfavorableyretrocedí,conlosanteojos ya puestos. Un cielo de pintor de retratos (la más sombría yamenazadoradelasbóvedascelestes)yunosárboleslejanosdeunatonalidadconvencionalrealzabanentodasuplenitudelrostropálidoypensativodeunamujer,enmarcadoporsuavescabellososcuros,quecasisemezclabanconlasnubes.Unosojosgrandesysolemnesmemirabanpensativos;unafinamejilladescansaba sobre una mano menuda y delicada; un chal, artísticamentedispuesto en pliegues, dejaba entrever una figura esbelta. De haber tenidoalgúnoyente,talvezmehubieraoídopronunciarlapalabratrasdiezminutosdecontemplaciónsilenciosa.Podríahaberdichomás,peroenmiopinión, laprimera palabra que se pronuncia en voz alta en soledad es una llamada dealerta; me recuerda que sólo los locos hablan solos, y entonces pienso mimonólogoenlugardeexpresarlo.Muchohabíapensado,ycontemplédurantelargo rato la inteligencia, la dulzura y, ¡ay!, también la tristeza de aquelloshermosos ojos grises, la capacidad intelectual de aquella frente y la rarasensibilidad de aquella boca seria, cuando, al bajar lamirada, topé con unaestrechanota,entremetidaenunaesquinadelcuadro,entreelmarcoylatela.Entonces me pregunté por primera vez: «¿Quién ha mandado el cuadro?¿Quién pensó enmí, lo salvó de la ruina deCrimsworthHall, y lo entregaahoraalcuidadodesupropietarionatural?».Saquélanota;rezabaasí:

Se obtiene una especie de estúpido placer al darle a un niño golosinas,cascabelesauntonto,yhuesosaunperro.Elpremioconsisteenveralniñomanchándoselacaradeazúcar,ensertestigodecómoensuéxtasisel tontocometeaúnmayorestonterías,yencontemplarcómoelhuesohaceaflorarlaauténticanaturalezadelperro.AlentregaraWilliamCrimsworthelretratodesumadre,nohagosinodarlegolosinas,cascabelesyhuesos,todoenuno.Loque me pesa es no poder contemplar el resultado. Habría pagado cincochelinesmásalsubastadordehaberpodidoprometermeeseplacer.

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H.Y.H.

P.D.Medijisteanocheque tenegabas rotundamenteaañadirunanuevacifra a la deuda que tienes conmigo. ¿No te parece que te he ahorrado lamolestia?

Volvíacubrirelretratoconelpañoverde,lometídenuevoenlacaja,lollevé a mi dormitorio y lo guardé bajo la cama. Un punzante dolor habíaenvenenadoelplacerquesentía.Resolvínovolveramirarlohastaquepudierahacerlosintiéndomeagusto.SiHunsdenhubieraentradoenaquelmomento,le habría dicho: «No le debo nada,Hunsden, ni siquiera una fracción de uncuartodepenique.Sehapagadoustedmismoconsuspullas».

Demasiado angustiado para seguir inactivo por más tiempo, salíinmediatamente después del desayuno para volver a visitar a monsieurVandenhuten, con la leve esperanza de encontrarlo en casa, ya que apenashabía pasadouna semanadesdemiprimeravisita, pero imaginéque tal vezpudieraenterarmedelafechaenqueseesperabasullegada.Meaguardabaunresultadomejordeloquehabíasupuesto,yaque,sibienlafamiliaseguíaenOstende, monsieur Vandenhuten había vuelto a Bruselas aquel día porcuestiones de negocios.Me recibió con la serena amabilidad de un hombresincero,peronoexcitable.Nollevabamásdecincominutosasolasconélensudespachocuandomedicuentadequemesentíacómodoensupresencia,cosaquerarasvecesmeocurríacondesconocidos.Mesorprendiómipropiadesenvoltura, pues al fin y al cabo el asunto que me ocupaba eraextraordinariamente doloroso, pues se trataba de solicitar un favor. Mepreguntéenquésebasaríaaquellacalma,temiendoquefueraengañosa,ynotardémuchoenvislumbrarsusfundamentosaltiempoquemeconvencíadesusolidez; sabía el terreno que pisaba. Monsieur Vandenhuten era un hombrerico,influyenteyrespetado;yoerapobre,carecíadeinfluenciasymehabíandespreciado.Ésa eranuestraposiciónpara elmundo, comomiembrosde susociedad, pero en lo que a nosotros concernía, como seres humanos, seinvertíanlospapeles.Elholandés(noeraflamenco,sinonaturaldeHolanda)era lento, frío y de una inteligencia bastante obtusa, pero también era unhombre sensato y con criterio; el inglés era mucho más nervioso, activo ydespierto, tanto para proyectar comopara llevar sus proyectos a la práctica,tanto para concebir como para realizar. El holandés era benévolo; el inglés,susceptible. En resumen, nuestros caracteres se complementaban, pero miintelecto, más agudo y despierto que el suyo, asumió instintivamente ymantuvoelpapelpredominante.Sentadoestepuntoydelimitadamiposición,leexpusemisasuntosconesafranquezagenuinaquesólounaplenaconfianzapuedeinspirar.Paraélfueunplacerrecibirmipetición;mediolasgraciaspordarlelaoportunidaddehacerunpequeñoesfuerzoenmifavor.Yoañadíquemideseonoera tantoserayudadocomorecibir losmediosparaayudarmea

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mímismo.Noexigíaesfuerzodeél,esocorríademicuenta,sinotansóloqueme diera información y me recomendara. Al poco rato me levanté paramarcharme; al despedirnos me ofreció su mano, gesto de un significadomuchomásgrandeparalosextranjerosqueparalosingleses.Alintercambiarcon él una sonrisa, pensé que la benevolencia de su rostro franco eramejorquelainteligenciadelmío:losquesoncomoyoexperimentanunbalsámicoconsueloencompañíadealmascomo laquealbergabaelhonradopechodeVictorVandenhuten.

Las dos semanas siguientes constituyeron un periodo de grandesalternancias. Mi existencia durante ese espacio de tiempo fue similar alfirmamentodeunadeesasnochesotoñalesquesonespecialmenteabundantesen estrellas fugaces y meteoros; esperanzas y miedos, expectativas ydesengaños descendieron en repentinos aguaceros desde el cenit hasta elhorizonte,perotodosfueronfugaces,ylaoscuridadsiguiórápidamenteacadaunadeestasapariciones.MonsieurVandenhutencumplióreligiosamente;meinformó sobre diversos empleos en otros tantos lugares y él personalmentehizo todo loposibleparaque losobtuviera,perodurantemucho tiempomissolicitudes y sus recomendaciones fueron infructuosas; a veces la puerta secerrabaenmisnaricescuandoestabaapuntodeentrar,avecesuncandidatoqueentrabaantesqueyohacíainútilquelointentara.Enardecidoyfebril,nohubo decepción que consiguiera detenerme; las derrotas se sucedían conrapidez, pero servían para espolear la voluntad. Olvidé manías, vencí mireserva,arrojéalorgullolejosdemí.Pregunté,insistí,protesté,acosé.Esasícomo se consigue entrar a viva fuerza en el protegido círculo en el que laFortuna otorga sus favores. Mi perseverancia me hizo conocido; miimpertinenciahizoquesefijaranenmí.Sehicieronaveriguaciones;lospadresdemisantiguosalumnosrecabaronlaopinióndesushijos,lesoyeronhablardemi talentoysehicieronecodela información.Estesonido,dispersadoalazar, llegó por fin a oídos que, de no haberse propagado por todas partes,jamáshabríanalcanzado.Yenelprecisomomentodecrisisenque,despuésde un último esfuerzo, no sabía ya qué hacer, la Fortuna me sonrió unamañana,estandoyosentadoenlacama,sumidoendeliberacionesangustiosasy casi desesperadas; inclinó la cabeza con la familiaridad de una viejaconocida,aunquesabeDiosquenuncamelahabíaencontradoantes,yarrojóunpremiosobremiregazo.

En lasegundasemanadeoctubrede18…logréelpuestodeprofesordeinglésdetodaslasclasesdel…College,enBruselas,conunsalariodetresmilfrancosanualesy lacertezade laposibilidad,graciasami reputaciónya lapublicidad que acompañaba tal puesto, de ganar otros tantos dando clasesparticulares. La nota oficial con la que se comunicó esta informaciónmencionabatambiénquehabíasidolaentusiastarecomendacióndemonsieurVandenhuten, négociant, la que había decantado la balanza a mi favor. En

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cuantoleíelanuncio,corríaldespachodemonsieurVandenhuten, lepuseeldocumento delante de las narices y, cuando lo hubo leído, le cogí ambasmanos y le di las gracias profusa y efusivamente. Mis efusivas palabras yenfáticos gestos alteraron su placidez holandesa, originando sensacionesinsólitas;dijoquesesentíafeliz,contentodehabermeayudado,peroquenohabíahechonadaparamerecertantoagradecimiento;nohabíapuestounsolocéntimo,tansólohabíagarabateadounaslíneasenunahojadepapel.Unavezmáslerepetí:

—Me ha hecho usted completamente dichoso, y del modo que más meconviene.Elfavorquemehaotorgadosumanobenévolanoesparamíunadeudafastidiosa.Notengointenciónderehuirleporquemehayahechoustedunfavor;apartirdehoydebeconsentirenadmitirmecomounodesusamigosíntimos,puesrecurriréunayotravezalplacerdesucompañía.

—Ainsisoit-il—fuelarespuesta,acompañadaporunasonrisadebeatíficasatisfacción.Mefuiconsucalorenelcorazón.

CapítuloXXIII

Eranlasdoscuandoregreséamialojamiento.Sobrelamesahumeabalacomida, que acababan de traerme de un hotel de la vecindad. Me sentépensandoencomer,peronohabríafracasadomásestrepitosamenteaunqueenlabandejamehubieranservidotrozosdecerámicaycristalesrotosenlugardejudíasybueyhervido:habíaperdidoelapetito.Notoleraba lavisióndeunacomidaquenopodíasaborear,demodoque laguardéen laalacenay luegomepregunté:«¿Quévoyahacerhastalanoche?»;seríainútilpresentarmeenlaRueNotre-Dame-aux-Neigesantesde las seis,pues suhabitante (paramísólo ella existía) estaría trabajando en otro lugar. Paseé por las calles deBruselasymepaseéporlahabitacióndesdelasdoshastalasseis,sinsentarmeni una sola vez en todo ese tiempo. Estaba en la habitación cuando por findieronlasseis.Acababadelavarmelacaraylasmanosfebriles,ymemirabaal espejo: tenía lasmejillas rojasymisojosdespedían llamas.Aun así,misfaccionesparecíansumidasenserenoreposo.Bajévelozmentelasescalerasy,al salir a la calle, me alegré de ver que el crepúsculo llegaba envuelto ennubes.Aquellas sombras eran paramí comouna grata pantalla, y el frío definales del otoño que llegaba a ráfagas desde el noroeste me parecióreconfortante. Sin embargo, vi que no lo era para otros, pues por mi ladopasaron mujeres arrebujadas en sus chales y hombres con las chaquetasabrochadas.

¿Cuándo somos completamente felices? ¿Lo era yo entonces? No; un

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temor creciente y apremiante soliviantaba mis nervios desde que recibí labuena noticia. ¿Cómo estaba Frances? Hacía diez semanas que no la habíavistoyseisquenoteníanoticiasdeella.Habíarespondidoasucartaconunabrevenota,cordial,perotranquila,enlaquenomencionabalaposibilidaddeunacorrespondenciacontinuadanidenuevasvisitas.Enaquelmomento,mibalsaestabasuspendidasobrelacrestamásaltadelaoladelaFortuna,ynosabía a qué banco de arena podría arrojarme la resaca. No quise entoncesvincular su destino al mío ni siquiera con el hilo más sutil. Estuvieracondenado a estrellarme contra las rocas o a correr sobre la arena, habíadecididoqueningunaotranavecompartiríaeldesastre.Peroseissemanaseranmuchotiempo.¿Seguiríabiendesaludyleiríanbienlascosas?¿Noestabandeacuerdotodoslossabiosenafirmarquelafelicidadnoencuentrasupuntoculminanteen la tierra?¿Meatreveríaapensarque tan sólomediacallemeseparabade la copa rebosantede laSatisfacción,delbrebaje extraídode lasaguasdelasquesedicequesólodiscurrenenelCielo?

Lleguéasupuerta.Entréenlacasasilenciosa.Subílasescaleras,elrellanoestabadesiertoy todas laspuertascerradas.Busquéelpulcro felpudoverde:estabaensusitio.

«¡Señaldeesperanza!—medije,yavancéhaciaél—.Peroserámejorquemecalme.Voyairrumpirensucasayaorganizardirectamenteunaescena.»Refrenémispasosprecipitadosymeplantésobreelfelpudo.

«¡Qué silencio! ¿Estará en casa? ¿Habrá alguien en el edificio?», mepregunté.Mecontestóunlevetintineocomodecarbonillaalcaerdelhogardelachimenea;unmovimiento,eldelfuegoalseratizado,ysereanudóelligerofrufrúde la vida.Unospasos serenos semovíandeun lado aotrodel piso.Fascinado, me quedé inmóvil, y mayor fue mi fascinación cuando una vozrecompensó la atención que le dedicaban mis oídos, una voz, muy baja ycontenida,paraellasola,puesnoconcebíacompañíadenadiequienhablaba.Así clamaba tal vez la soledad en el desierto, o en el vestíbulo de una casaabandonada.

“Andne’erbutonce,muyson”,hesaid,

“Wasyondarkcaverntrod;

Inpersecution’sirondays,

WhenthelandwasleftbyGod.

FromBewley’sbog,withslaughterred,

Awandererhitherdrew;

Andofthestoppedandturnedhishead,

Asifbyfitsthenight-windsblew.

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FortramplingroundbyCheviot-edge,

Wereheardthetrooperskeen;

AndfrequentfromtheWhitelawridge

Thedeath-shotflashedbetween”.

Etcétera,etcétera.

Laantiguabaladaescocesaseinterrumpióantesdequelarecitaradeltodo.Siguióunapausa,luegootromelancólicoson,enfrancés,cuyosignificado,agrandesrasgos,eracomosigue:

FijéalprincipiomiAtención;

aellasiguióuncálidointerés;

delinterés,conlamejoría,

surgiólagratitud.

Prontolaobedienciallegósinesfuerzo,

yeldurotrabajonocausódolor;

siestabacansada,sólounapalabra,unamirada

Mehacíanrecobrarlasfuerzas.

Deentrelasestudiosasalpoco

medistinguióamí;

perosóloconmayoresexigencias

ymásgraveapremio.

Deotrasaceptólastareas,

amímelasrechazaba;

noadmitíalamásligeraomisión,

nitolerarabadefectoalguno.

Simiscompañerassedesviaban,

apenaslesreprochabasusdesvaríos;

perositropezabayoenelcamino,

suiraestallabaenllamas.

Algo se movió en un piso contiguo; no habría estado bien que mesorprendieran escuchando tras la puerta. Me apresuré a llamar y entré conigualpremura.Francesestabaantemí;paseabalentamenteporlahabitacióny

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lahabíainterrumpidoconmillegada:sólolaacompañabanlaPenumbraylaserenaluzrojizadelFuegodelachimenea;conestasHermanas,elResplandorylaOscuridad,habíaestadohablandoenversoantesdequeyoentrara.LavozdesirWalterScott,paraellaunsonidoextranjeroylejanocomounecodelasmontañas,habíahabladoenlasprimerasestrofas;creoquelassegundas,porestiloycontenido,eranellenguajedesupropiocorazón.Teníaelrostrograveylaexpresiónconcentrada;memiróconojosquenosonreían,queacababandesalirdesuensimismamiento,reciéndespertadosdelmundodelossueños.Su atuendo era sencillo, pero atildado, y llevaba los oscuros cabellos bienarreglados; en la tranquila habitación reinaba el orden. Con aquella miradapensativa, con aquella serena confianza en símisma, conaquelgustopor lameditaciónylainspiraciónimprovisada,¿quéteníaellaqueverconelamor?«Nada»,fuelarespuestadesupropiosemblantetristeperogentil,queparecíadecirme:«Debocultivarlafortalezayaferrarmealapoesía;laprimerahadeser mi apoyo, y la segunda, mi consuelo en esta vida. Ni los sentimientosflorecen, ni las pasiones se encienden en mí». Otras tienen pensamientosparecidos; dehaber estado tan sola comocreía,Francesnohabría sidopeorporelloquecientosdemujeres.Nohaymásquepensaren la raza formalyestrictadelassolteronas,esarazaquetodosdesprecian:sealimentandesdelajuventud con máximas que las exhortan a la resignación y al sacrificio;muchas se anquilosan con una dieta tan estricta, sus pensamientos estánsiempretanpendientesdelaDisciplina,queessuúnicoobjetivoyacabaporabsorber las cualidades más indulgentes y agradables de su naturaleza, ycuandomuerensonmerosejemplosdeausteridadmoldeadosconunpocodepielarrugadaymuchohueso.Losanatomistasdiránquehayuncorazónenelviejo y marchito armazón de la solterona, el mismo que posee cualquieresposa bien amada o madre orgullosa de la tierra. ¿Es esto posible?Realmente,nolosé,peromesientoinclinadoadudarlo.

Diunoscuantospasos,deseébuenasnochesaFrancesytoméasiento.Lasillaqueelegíeraseguramentelaqueellaacababadedejar;estabajuntoaunapequeña mesa donde tenía papel y útiles para escribir. No sé si me habíareconocidoalprincipio,peromereconocióentoncesymedevolvióelsaludoenvozbaja.Yonohabíadelatadomiimpaciencia,ellasiguiómiejemploynodemostró sorpresa. Éramos, como siempre, maestro y alumna, nada más.Procedíarevisarlospapeles;Frances,observadorayatenta,semetióenunahabitación interior, volvió con una vela, la encendió, la colocó junto a mí,luego corrió la cortina y, tras haber añadido combustible al bien alimentadofuego, acercó una segunda silla a la mesa y se sentó a mi derecha, algoapartada. La hoja superior contenía una traducción de un solemne autorfrancés,perodebajohabíaotra conestrofas,de la cualmeapoderé.Franceshizoademánde levantarsey recuperarmibotín,afirmandoquenoeranmásqueunosversoscopiados.Sometícondecisiónlaresistenciaquenuncahabía

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podido oponermemucho tiempo, pero esta vez sus dedos se aferraban confuerza al papel, y yo tuve que soltarlos sin perder la calma. La resistenciacediócuandolos toqué.Franceshurtó lamano; lamíalahabríaseguidoconplacer, pero reprimí ese impulso por el momento. La primera página laocupaban los versos que había oído tras la puerta; su continuación no eraexactamenteunaexperienciavividaporlaautora,sinounaredaccióninspiradaen partes de esa experiencia. Así pues, se evitaba el egotismo, pero seejercitaba la fantasía y se complacía al corazón. Mi traducción seráprácticamenteliteral,igualqueantes.Lacontinuacióneraésta:

Cuandolaenfermedaderamicompañera,

élparecíaimpacientarse

porquelafuerzaflaqueabaensualumna

ynopodíaobedecerasuvoluntad.

Undía,llamadoallecho

dondeconmigoelDolorcontendía,

leoídecir,alinclinarlacabeza:

«¡Dios,hazquereviva!».

Notélasuavepresióndesumano

posadaunmomentosobrelamía,

ydeseémanifestarquelasentía

conalgunaseñalderespuesta.

Peroimpotenteentoncesparahablaromoverme,

sólosentíaenmiinterior

laemocióndelaEsperanza,lafuerzadelAmor

iniciarlacuración.

Cuandoélseretiró

siguiósuspasosmicorazón;

anhelabademostrarleconnuevoempeño

mimudagratitud.

Cuandounavezmásocupémilugar

enelaula,tantotiempovacío,

esararasonrisaasucara

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porunmomentoviasomar.

Concluidaslasclases,oídalaseñal

delaalegreliberaciónylosjuegos,

élsedemoróuninstantealpasar

paradecirunapalabraamable.

«Jane,hastamañanatelibero

delastediosasnormasytareas;

estatardenohedever

esepálidorostroenlaescuela.

Buscaunasientodeljardínentrelassombras

lejosdelazonadejuegos;

elsolescálido,elairedulce;

quédateallíhastaqueyotellame».

Largayplacenteratarde

paséentrelosverdesemparrados;

silenciosa,tranquilaysola

conlospájaros,lasabejasylasflores.

Mas,cuandolavozdemimaestro

llamódesdelaventana:«¡Jane!»,

entréjubilosaaloírla

enlabulliciosacasa.

Él,enelpasillo,andabadeunladoaotro;

sedetuvoalpasaryo,

relajandoelentrecejodesuseverafrente

yalzandosusojoshundidos.

«Notanpálida»,murmuró.

«Ahora,Jane,veadescansarunrato».

Yalsonreíryo,sulisafrente

medevolvióunasonrisaigualderadiante.

Recobradalasalud,volvió

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surostroaseraustero,

ycomoantes,notoleró

aJaneelmenorfallo.

Latareamáslarga,elmásarduotema

primerosobremírecaían;

aunasímeesforcéporcolocarminombre

entodoejercicioelprimero.

Élseconteníayescatimabaelelogio,

peroyohabíaaprendidoainterpretar

elsecretosignificadodesurostro

yésaeramimayorrecompensa.

Inclusocuandosuvivogeniohablaba

enuntonoquecausabapesadumbre,

secalmabamipenanobiendespertada

conalgunaexpresióndetransigencia.

Ycuandomeprestabaalgúnvaliosolibro

oalgunafraganteflormedaba,

nomeatemorizabaningunamiradadeEnvidia,

porqueelpoderdelPlacermesostenía.

Alfinllegóeldíadelasdistinciones;

elcampodebatalladuramenteconquisté;

larecompensa,unacoronadelaurelceñida

amissienespalpitantes.

Agachélacabezaantemimaestro,

paraaceptarlacorona;

susverdeshojastraspasaronmifrente

conunaemocióntandulcecomointensa.

NotéelfuertelatidodelaAmbición

encadaunademisvenas;

lasangremanóalavez

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deunasecretaheridainterna.

Lahoradelavictoriafueparamí

deamargopesarlahora;

undíamásyhabrédecruzarelmar

paranovolveracruzarlo.

Unahoramás:enlahabitacióndemimaestro

conélmesentéasolas,

ylecontélaterriblemelancolía

quelaseparaciónarrojabasobreladicha.

Élpocodijo;eltiempoerabreve,

lanaveprontohabríadezarpar,

ymientrasyosollozabaconamargura,

mimaestro,pálido,callaba.

Lollamaronconapremio;mepidióquememarchara,

luegovolvióasujetarme;

meretuvoconfuerzaymusitóporlobajo:

«¿Porquénosseparan,Jane?

¿Noerasfelizamicuidado?

¿Nohedemostradomilealtad?

¿Acasootrospodránamiamada

daramortanprofundoysincero?

¡Oh,Dios,cuidademipupila!

¡Oh,guardasugentilcabeza!

¡Cuandosopleelvientoyarrecielatempestad

Extiendetumantoprotectorentornoaella!

Vuelvenallamar;abandona,pues,mipecho,

tuauténticorefugio,Jane,

¡perocuandoteengañen,terechacenoteopriman,

vuelveatuhogarconmigo!».

Leí;luegoconellápizanotéalmargenmiscomentarioscomoenunsueño,

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pensandotodoeltiempoenotrascosas;pensandoqueestabaahoraamiladoyquenoeraunaniña,sinounajovendediecinueveaños,yquepodíasermía;micorazónasíloafirmaba.LamaldicióndelaPobrezasehabíaalejadodemí;lejos quedaban la Envidia y los Celos, y nada sabían de nuestro calladoencuentro.Elhielodelmaestropodíaderretirse;notabaqueeldeshielollegabarápidamente tanto si quería como si no; no era ya necesario que mis ojospracticaransuduramirada,niquelafrentesecontrajeraenunseveropliegue.Se le permitía ahora experimentar la revelación de la llama interior, podíabuscar, exigir, arrancar una pasión semejante como respuesta. Mientras asímeditaba, pensé que la hierba de Hermón jamás había embebido el frescorocíodelOcasoconmayorgratitudquelaquesentíayoalapurarladichadeaquelinstante.

Frances se levantó como inquieta; pasó por delante demí para atizar elfuego, que no necesitaba ser atizado; cogió los pequeños adornos que habíasobrelarepisayluegovolvióacolocarlos;suvestidoondeabaaunmetrodedistancia,esbelta,erguidayelegantefrentealachimenea.

Hay impulsos que podemos dominar, pero hay otros que nos dominanporquenos alcanzan conun saltode tigrey se convierten ennuestros amosantes de que podamos verlos. Sin embargo, tal vez esos impulsos no seansiempre completamente malos; tal vez la Razón, mediante un proceso tanbreve como silencioso, un proceso que termina antes de ser notado, hayadecidido que el acto que medita el instinto es cuerdo y crea justificada supasividadmientraséstesellevaacabo.Séqueyonorazoné,quenoplaneénipretendíanada;sinembargo,unmomentoantesestabasolo,enlasillajuntoalamesa,yalsiguientehabíacolocadoaFrancessobremisrodillasconvivezaydecisión,yallílaretuveconextremadatenacidad.

—¡Monsieur! —exclamó Frances, quedándose inmóvil. Ni una palabramásescapódesuslabios;muyconfusameparecióenlosprimerosinstantes,peroprontosemitigóelAsombro;elTerrornotriunfó,nitampocolaIra.Alfin y al cabo, sólo estaba un poco más cerca de lo que había estado hastaentoncesdealguienaquiensolíarespetaryenquienconfiaba.Elazoramientopodríahaberla impulsadoa forcejear,pero laDignidad frenaba la resistenciacuandoéstaerainútil.

—Frances,¿cuántoapreciometienes?—pregunté.Nohuborespuesta; lasituación era aún demasiado nueva y sorprendente para permitirle hablar.Teniendo esto en cuenta, me obligué a tolerar su silencio durante algunossegundos, pese a mi impaciencia. Al cabo de un rato repetí la pregunta,seguramenteenuntonomenoscalmado.Ellamemiró;sindudamirostronoeraunmodelodecompostura,nimisojos,apaciblesmanantialesdeserenidad.

—Habla —la apremié, y una voz muy baja, apresurada, pero no sin

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picardía,contestó:

—Monsieur,vousmefaitesmal;degrâcelâchaisunpeumamaindroite.

Realmente me di cuenta de que sujetaba la susodicha main droite concierta rudeza. Obedecí a su deseo y por tercera vez pregunté con mayoramabilidad:

—Frances,¿cuántoapreciometienes?

—Monmaître,j’enaibeaucoup—fuelasincerarespuesta.

—Frances, ¿el suficiente para entregarte a mí como esposa? ¿Paraaceptarmecomomarido?

Notécómosucorazónseagitaba,vi«laluzpúrpuradelamor»;reflejarseensussienes,sucuelloysusmejillas.Sentídeseosdeconsultarlosojos,peromeloimpidieronpárpadosypestañas.

—Monsieur—dijo al fin con voz queda—.Monsieur désire savoir si jeconsens…si…enfin,sijeveuxmemarieraveclui?

—Justement.

—Monsieursera-t-ilaussibonmariqu’ilaétébonmaître?

—Lointentaré,Frances.

Una pausa. Luego, con una nueva inflexión de la voz, aunque siempreatenuada, una inflexión que me irritaba al tiempo que me complacía,acompañadaademásporunsourireàlafoisfinettimideenperfectaarmoníaconeltono,dijo:

—C’est à dire, monsieur sera toujours un peu entêté, exigeant,volontaire…?

—¿Todoesohesido,Frances?

—Mais,oui;vouslesavezbien.

—¿Nohesidonadamás?

—Mais,oui;vousavezétémonmeilleurami.

—Ytú,Frances,¿quéeresparamí?

—Votredévouéeélève,quivousaimedetoutsoncoeur.

—¿Consientemi alumnaenpasar suvida ami lado?Háblameen inglésahora,Frances.

Transcurrieron unos instantes de reflexión. La respuesta, lentamentepronunciada,decíaasí:

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—Siempremehashechofeliz,megustaoírtehablar,megustaverte,megustaestarcercadeti.Creoqueeresmuybuenapersonayunsersuperior.Séque eres severo con los perezososy apáticos, pero también eresmuybuenocon los atentos y estudiosos, aunque no sean inteligentes. Maestro, mealegraría poder vivir contigo para siempre—hizo entonces una especie deademán, como si fuera a abrazarme, pero se contuvoy añadió tan sólo, congraveénfasis—:Maestro,aceptopasarmividajuntoati.

—Muy bien, Frances.—La estreché contrami corazón; tomé un primerbesodesuslabios,sellandoasínuestropacto.Despuésguardamossilencio,yno fue breve. No sé qué pensó Frances durante este intervalo ni intentéadivinarlo; no quise estudiar su semblante, ni turbar en modo alguno sucompostura,ni lapazquesentíayquedeseabaqueellasintiera.Cierto,misbrazos aún la retenían, pero con suavidad, en tanto que no se resistía. Nodejaba demirar las rojas llamas;mi corazón ponderaba su propio contento;sonabaysonabahastaprofundidadesinsondables.

—Monsieur—dijoporfinmimudacompañera,taninmóvilensufelicidadcomounratónatemorizado;inclusoahora,alhablar,apenaslevantólacabeza.

—¿Sí,Frances?—Nomegustanloscortejosexagerados;soytanincapazdeabrumar conepítetos amorosos comode inquietar concaricias egoístas einoportunas.

—Monsieurestraisonnable,n’est-cepas?

—Sí, sobre todo cuando me lo piden en inglés, pero ¿por qué me lopreguntas? No verás vehemencia ni exageración en mis modales. ¿No teparezcosuficientementetranquilo?

—C’estn’estpascela…—empezóadecirFrances.

—¡Eninglés!—lerecordé.

—Bueno…, monsieur, sólo deseaba decir que me gustaría, claro está,conservarmiempleocomoprofesora.Supongoqueustedseguiráenseñando,monsieur.

—Trazastusplanesparaserindependiente—dijeyo.

—Sí,monsieur,nodeboserunamolestiaparaustedniunacarga.

—Pero, Frances, aún no te he contado cuáles son mis perspectivas. HedejadoamonsieurPelety, trascasiunmesdebúsqueda,heconseguidootroempleoconunsalariodetresmilfrancosalaño,quepuedodoblarfácilmenteconunpequeñoesfuerzoadicional.Asípues,comoves,noesnecesarioqueteagotesdandoclases;conseismilfrancos,túyyopodemosvivir,yvivirbien.

Frances pareció reflexionar. Hay algo halagador para la fortaleza de un

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hombre,algoqueestáenconsonanciaconelhonorableorgulloquesienteantela idea de convertirse en la Providencia de la persona amada, alimentarla yvestirla comohaceDios con los liriosdel campo;demodoqueparaque sedecidiera,añadí:

—Tuvidayahasidosuficientementeduraydolorosa,Frances.Necesitasunabsolutodescanso.Tusmildoscientos francosnoseríanuncomplementodemasiadoimportanteparanuestrosingresos,¡yhastaquépuntotendríasquesacrificar tu comodidad para ganarlos! Renuncia a trabajar; debes de estarcansada;permítemeladichadedartedescanso.

NoestoysegurodequeFrancesprestaraladebidaatenciónamidiscurso,porqueenlugarderespondermeconsurespetuosarapidezhabitual,selimitóasuspirarydijo:

—¡Qué rico es usted, monsieur! —Y se agitó con inquietud entre misbrazos—.¡Tresmilfrancos!—musitó—.¡Yyosóloganomildoscientos!—aesto añadió rápidamente—: Sin embargo, así debe ser por el momento.Monsieur, ¿decía usted algo sobre renunciar a mi empleo? ¡Oh, no! ¡Loconservaré con todasmis fuerzas!—suspequeñosdedos apretaron losmíosrecalcando sus palabras—. ¡Imagine que me caso con usted para que memantenga,monsieur!Nopodríahacerlo…¡Yquéaburridos seríanmisdías!Ustedestaríasiemprefueradecasa,enseñandoenaulascerradasyruidosasdelamañana a la noche, y yome quedaría en casa sola y sin nada en lo queocuparme.Medeprimiría.Mevolveríairritable;yprontosecansaríademí.

—Frances,podríasleeryestudiar,doscosasquetegustanmucho.

—Monsieur,nopodría.Megustalavidacontemplativa,peroaúnmegustamás la actividad.Debo ocuparme en algo y hacerlo con usted.Me he dadocuenta, monsieur, de que las personas que solamente están juntas paradivertirsenolleganagustarseniaquerersetantocomolasquetrabajanjuntasyquizásufrenunidas.

—Loquedicesescierto—repliquéalfin—,yseharácomoquieres,pueses lo más razonable. Bien, ahora, como recompensa por tan rápidoconsentimiento,dameunbeso.

Trasciertavacilación,naturalparaunaprincipianteenelartedebesar,suslabios establecieron un tímido y suave contacto con mi frente. Acepté estepequeñoregalocomopréstamo,queledevolvídeinmediatoycongenerososintereses.

NosésiFranceshabíacambiadomuchoenrealidaddesdelaprimeravezque lavi, pero cuando lamiré en aquelmomento, lanotédistinta.Aquellosprimeros atributos que yo recordaba: los ojos tristes, lasmejillas pálidas, elsemblanteabatido,habíandesaparecidoparatrocarseenunrostroadornadode

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gracias:lasonrisa,eltinterosadoyloshoyuelosdesusmejillassuavizabanelperfilyanimabansusmatices.Mehabíaacostumbradoaabrigarlahalagadoraideadequemifuertevínculoconellasedebíaaciertaperspicaciaparticulardeminaturaleza:ellanoerahermosa,noerarica,nisiquierateníauntalentoespecial;sinembargo,eramidonmáspreciado;yoteníaqueserentoncesunhombre de gran discernimiento. Aquella noche, mis ojos se abrieron a laequivocación. Empecé a sospechar que sólo mis gustos eran únicos, no micapacidad de detección y apreciación de la superioridad moral sobre losencantos naturales. Para mí, Frances tenía encantos, y en ella no habíadeformidadque superar, ningunode esos destacadosdefectos deojos, cutis,dienteso figuraquerefrenan laadmiraciónde losmás intrépidosdefensoresmasculinos del intelecto (pues las mujeres pueden amar a un hombrerealmente feo…siempre que tenga talento).De haber sidoFrances édentée,myope,rugueuseobossue,talvezmissentimientoshaciaellahabríanseguidosiendoamables,perojamásapasionados.SentíaafectoporlapobreSylviedecuerpo contrahecho, pero jamás podría haberla amado. Es cierto que lascualidades intelectuales de Frances habían sido lo primero en llamar miatención y seguía prefiriéndolas, pero también me gustaban sus atributosfísicos: era puramentematerial el placer que sentía al contemplar sus clarosojos castaños, la blancura de su fina piel y de sus dientes regulares, y laproporcióndesusformasdelicadas;nohabríapodidoprescindirdeeseplacer.Segúnparece,portanto,tambiényoeraunsensualista,amimodocomedidoyexigente.

Bien, lector, durante las dos últimas páginas no he hechomás que dartemieldeflores,peronodebessustentarteúnicamentedealimentotanexquisito.Asípues,pruebaunpocolahiel,apenasunasgotas,paravariarunpoco.

Regreséamipisoaunahoraalgotardía,habiendoolvidadoquelossereshumanosteníannecesidadesvulgarescomolasdebeberycomer,ymeacostéen ayunas. Había estado nervioso e inquieto todo el día; no había probadobocadodesde las ochode lamañana; además, hacía dos semanas quenimicuerpo nimi espíritu conocían el reposo. Las últimas horas habían sido undulcedelirio,quenoquisoaplacarseyqueme tuvodespiertohastabastantedespuésdelamedianoche,alterandoconunturbulentoéxtasiseldescansoquetantonecesitaba.Alfinalmeadormilé,peronopormuchotiempo;todavíaeranochecerradacuandomedesperté.MidespertarfuecomoeldeJobcuandounespíritulerozólacara,yaligualqueél:«seerizaronlospelosdemicuerpo».Podríaseguirconelparalelismo,puesenverdad,aunqueyonadavi,«Algosellegóhastamíensecreto,quepercibiómioído;enmediodelsilenciooíunavoz»,diciendo:«EnmediodelaVidaestamosenlaMuerte».

Muchoshabríanconsiderado sobrenatural aquel sonidoy la sensacióndefría angustia que lo acompañaba, pero yo lo reconocí de inmediato como

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efecto de una reacción.El hombre está siempre limitado por suMortalidad;eraminaturalezamortallaqueahoravacilabayprotestaba,ymisnervioslosqueseencrespabanydesafinaban,porqueelalma,quesehabíaprecipitadodecabezaasuobjetivo,habíasometidoladebilidad,mayorencomparación,delcuerpo a una tensión excesiva.Me invadió el horror deunagranoscuridad;sentíquealguienaquienhabíaconocidoenotrotiempoycreíadesaparecidopara siempre invadía mi dormitorio: temporalmente fui presa de laHipocondría. Era una vieja amiga, no, una invitada de mi adolescencia; lahabía tenido hospedada durante un año.Durante ese espacio de tiempo,meacompañabaensecreto;seacostabaconmigo,comíaconmigo,conmigosalíaapasear,memostraba los claros del bosque y los valles de las colinas dondepodíamossentarnosjuntosydondeellapodíadejarcaersobremísupavorosovelo,ocultandoasíelcieloyelsol,losárbolesylahierba,abarcándomeporentero en su seno frío como la muerte, abrazándome con sus miembroshuesudos. ¡Qué historias solía contarme enmomentos como aquéllos! ¡Quécancionesme recitaba al oído!Qué arengasme obsequiaba sobre su propiopaís, La Tumba, y cómo me prometía una y otra vez conducirme allí sintardanza;ydespuésdearrastrarmehasta elbordemismodeun ríooscuroysombrío,meenseñabalaotraorilla,cubiertadetúmulos,mausoleosylápidasalaluzdeunresplandormásantiguoquelaluzdelaluna.«¡Necrópolis!»,mesusurraba, señalando aquellos pálidos bultos, y añadía: «Hay en ella unamansiónpreparadaparati».

Perohabíatenidolaadolescenciasolitariadeunhuérfano,sinlaalegríadeunhermanoounahermana;noeraextrañoqueenelperíododetránsitoalajuventud,hallándomeperdidoenvagasdisquisicionesmentales,conmuchosafectosypocosobjetivos,congrandesaspiracionesysombríasperspectivas,alzara una hechicera a lo lejos su engañosa lámpara yme atrajera hacia suabovedadamansióndeloshorrores.Noesextrañoquesushechizostuvieranpoder entonces, pero ahora que mi camino se ensanchaba, que tenía másbrillantesperspectivas,quemisafectoshabíanencontradoelreposoyquemisdeseosplegabanlasalas,cansadosdellargovuelo,yseposabanenelregazomismodesuRealización,anidandoallí,cálidosysatisfechosbajolascariciasdeunasuavemano,¿porquéahoraveníaamílaHipocondría?

Larechacé, igualquehabríahechoconunatemidayespectralconcubinaque quisiera envenenar el corazón delmarido indisponiéndole con su jovenesposa.Fueenvano;siguióadueñándosedemídurantetodalanocheyeldíasiguiente, así como en los ochodías que le sucedieron.Despuésmi espírituempezó lentamente a recobrarse; me volvió el apetito y, al cabo de quincedías, me sentía bien. Durante todo ese tiempo había actuado como si noocurriera nada, y nada había dicho a nadie de lo queme acuciaba, peromealegré cuando el espíritumaligno se alejó demí y pude volver de nuevo aFrancesysentarmeasulado,libredelaespantosatiraníademidemonio.

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CapítuloXXIV

Unapacible y frío domingode noviembre, Frances y yo dimos un largopaseo.Recorrimoslaciudadporsusbulevaresydespués,comoellaestabaunpococansada,nossentamosenunodeesosbancosquesedisponenbajo losárboles de trecho en trecho, para acomodo de los fatigados. Frances mehablaba de Suiza, animada por el tema, y yo pensaba que sus ojos seexpresabancontantaelocuenciacomosulenguacuandoseinterrumpióydijo:

—Monsieur,allíhayuncaballeroqueleconoce.

Alcélacabeza;treshombresvestidosconeleganciapasabaneneseprecisoinstante;porsuporteymaneradeandar,asícomoporsusfacciones,supequeeraningleses,yenelmásaltodelostresreconocíalpuntoalseñorHunsden,que alzó el sombrero para saludar a Frances; luego me hizo una mueca ysiguiócaminando.

—¿Quiénes?

—UnapersonaqueconocíenInglaterra.

—¿Porquémehasaludado?Nomeconoce.

—Sí,asumanerateconoce.

—¿Cómo, monsieur? (Seguía llamándome monsieur; no había logradoconvencerladequeutilizaraalgúnotroapelativomásfamiliar.)

—¿Nohasleídolaexpresióndesusojos?

—¿Desusojos?No.¿Quédecían?

—Atitedecían:«¿QuétalestáWilheminaCrimsworth?».Amí:«¡Asíquehasencontradoalfintumedianaranja;ahíestá,estutipo!».

—Monsieur,nohapodidoleeresoensusojos,sehaidoenseguida.

—Heleídoesoymás,Frances,heleídoqueseguramentemevisitaráestatardeomuypronto,ynomecabelamenordudadequeinsistiráenquetelopresente.¿Puedollevarloatucasa?

—Comoguste,monsieur,notengoningunaobjeción.Dehecho,creoquemegustaríaverlomásdecerca;pareceunapersonamuyoriginal.

El señor Hunsden apareció aquella noche, tal como había previsto. Loprimeroquedijofue:

—No es necesario que alardees, monsieur le professeur; ya sé lo de tu

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empleo en el…College y todo lo demás; me lo ha contado Brown.—MeinformóluegodequehabíaregresadodeAlemaniaapenashacíadosdíasymepreguntó bruscamente si era madame Pelet-Reuter la mujer con la que mehabía visto en el bulevar. Estaba a punto de responderle con una tajantenegativa, pero, pensándolo mejor, me contuve. Y dando la impresión deasentir,lepreguntéquépensabadeella.

—A eso vamos ahora mismo, pero primero tengo una cosa que decirte.Eresungranuja;no tienesderechoapaseartecon laesposadeotrohombre;pensabaque tenías la sensatez suficienteparanomezclarte enun líode esaclaseenelextranjero.

—Pero¿yladama…?

—Esdemasiadobuenaparati,evidentemente.Esigualquetú,peromejor.Noesqueseaunabelleza,perocuandoselevantó(porquevolvílacabezaparavercómoosalejabais),meparecióqueteníabuenafiguraybuenporte;estasextranjerassabenloqueeselgarbo.¿QuédemonioshahechoconPelet?Nohacenitresmesesquesecasóconél.¡Hadeserunauténticopardillo!

Nopermitíqueelequívocosiguieraadelante;nomegustabademasiado.

—¿Pelet? ¡Quémanía conmonsieur ymadame Pelet!No hacemás quehablardeellos.¡TendríaquehabersecasadoustedconmademoiselleZoraïde!

—¿EsaseñoritanoeramademoiselleZoraïde?

—No,nitampocomadameZoraïde.

—¿Porquémehascontadoesamentiraentonces?

—Nolehecontadoningunamentira,esculpasuya,porirtandeprisa.Esunaalumnamía,unajovensuiza.

—Yclaroestá,tevasacasarconella,noloniegues.

—¿Que sime caso?Ya lo creo, si elDestino nos concede diez semanasmás. Ella es mi pequeña fresa silvestre, Hunsden, cuya dulzura me haceindiferenteasusuvasdeinvernadero.

—¡Basta!Nadadepresumirnidemelodramas,nolosoporto.¿Quées?¿Aquécastapertenece?

Sonreí.Hunsdenhabíarecalcadoinconscientementelapalabra«casta»;enrealidad, pese a ser republicano y odiar la aristocracia, Hunsden estaba tanorgullosodesuantiguolinajede…shire,desusantepasadosydelaposiciónde su familia, respetable y respetada durante varias generaciones, comocualquierpardelreinoseenorgulleceríadesurazanormandaydesutítulodelaépocadelaConquista.AHunsdenlehabíaparecidotanperegrinalaideadecasarseconunamujerdeunacastainferiorcomoaStanleyladeemparejarse

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con Cobden. Disfruté con la sorpresa que iba a darle, con el triunfo demiPrácticasobresuTeoría.Apoyándomeenlamesaypronunciandolaspalabrasdespacioyconjúbilocontenido,dijedeformaconcisa:

—Eszurcidoradeencajes.

Hunsdenmeobservó.Nodijoestarsorprendido.Peroloestaba.Teníasuspropiasideassobrelabuenacuna.Adivinéquesospechabaqueibaacometerunalocura,peroreprimiótodadeclaraciónoprotesta,yselimitóareplicar:

—Bien…, túeres elmejor juezde tuspropios asuntos;unazurcidoradeencajes puede ser tan buena esposa como una dama y, claro está, dado quecarece de educación, fortuna o posición social, te habrás preocupado deaveriguar si estábiendotadade las cualidadesnaturalesqueconsideresmásapropiadasparadartelafelicidad.¿Tienemuchosparientesoconocidos?

—EnBruselasninguno.

—Mejor;enestoscasosamenudo losparientes sonelauténticomal.Enmi opinión una retahíla de parientes de clase inferior habría sido una plagadurantetodatuvida.

Después de guardar silencio durante un rato, Hunsden se levantó y medeseóbuenasnoches; lamaneracortésyconsideradaconquemeofreció sumano (cosa que jamás había hecho hasta entonces) me convenció de quepensabaquehabíacometidounaterribleestupidezyque,habiendoarruinadomi vida, no era momento para comentarios sarcásticos o cínicos, ni paracualquierotracosaquenofueranlaindulgenciaylatolerancia.

—Buenas noches, William —dijo en voz realmente baja, con unaexpresióndebondadosapiedad—.Buenasnoches,muchacho.Osdeseoatiya tu futuraesposamuchaprosperidadyesperoque sabrácomplacer tualmaquisquillosa.

Muchome costó contener la risa al ver lamagnánima compasión de susemblante;sinembargo,sinperdermiairegrave,ledije:

—CreíaquequerríaconoceramademoiselleHenri.

—¡Ah,asíqueéseessunombre!Sí,sinohayinconvenientemegustaríaconocerla,pero…—vaciló.

—¿Ybien?

—Pornadadelmundoquerríaparecerentrometido.

—Entonces, venga conmigo —dije. Salimos. Sin duda, Hunsden meconsideraba atolondrado e imprudente por ofrecerme a exhibir a mi pobregrisette en su humilde y desnudo grenier, pero se preparó para comportarsecomounauténticocaballero,puesdehecho,laduracáscaraquelecomplacía

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llevaramododeimpermeablementalconteníaesasemilla.Charlóconmigoentonoafableeinclusocordialmientrascaminábamos;nohabíasidotancortésconmigoentodasuvida.Llegamosalacasa,entramos,subimoslasescaleras;al llegaral rellano,Hunsdengiróparaseguir subiendoporunaescaleramásestrechaqueconducíaaunpisosuperior;comprendíqueteníalamentepuestaenlasbuhardillas.

—Aquí,Hunsden—dijeenvozbaja,dandounosgolpecitosenlapuertadeFrances.Sediolavuelta,untantodesconcertadasusinceracortesíaporhabercometido tal error.Susojos seposaron sobre el felpudoverde, peronodijonada.

Entramos.Francesselevantódesuasientojuntoalamesapararecibirnos.Suvestidomatinalledabaunairedereclusa,casimonjil,peroalavezmuydistinguido; su grave sencillez no añadía nada a su belleza, pero sí a sudignidad. La blancura del cuello y los puños bastaba para aliviar el negrosolemnedelvestidodelana;habíarenunciadoatodoadorno.Franceshizounareverenciacongraciareposaday,comosiemprequeunapersonaseacercabaporprimeravezaella,parecíaunamujeralaquehabíaquerespetarmásqueamar. Le presenté al señor Hunsden, y ella dijo en francés que estabaencantadadeconocerlo.El acentopuroy refinado, lavozbajaperodulceyvibrante,produjeronunefecto inmediato.Hunsdenrespondióenfrancés;eralaprimeravezqueleoíahablarenesalengua,ylohacíamuybien.Meretiréalasientodelaventana.Apeticióndesuanfitriona,elseñorHunsdenocupóuna silla junto a la chimenea. Desde mi posición podía verlos a ambos, ytambién la habitación, de una sola ojeada. La habitación estaba limpia yresplandeciente, parecía un pequeño y pulcro gabinete. Un jarrón de cristalcon flores en el centro de la mesa y una rosa fresca en cada jarrito deporcelana, sobre la repisa de la chimenea, le daban un aire festivo. Francesestaba seria y el señor Hunsden poco animado, pero ambos conversabancortésmente.Seentendíanenfrancésalasmilmaravillas,hablandodecosascorrientescongranformalidadydecoro;nohabíavistonuncatalmodelodecorrección,puesHunsden(graciasa las limitacionesde la lenguaextranjera)se vio obligado amadurar y amedir sus frases con un cuidado que excluíatoda excentricidad.Finalmente, semencionó Inglaterra, yFrances empezó ahacerpreguntas.Animándosepormomentos,empezóacambiar, igualqueelgravecielonocturnocambiaconlallegadadelaaurora:primeroparecióquesufrentesedespejaba,luegobrillaronsusojos,susfaccionesserelajaronysevolvieronmásactivas,sutezpálidasehizocálidaytransparente.Amisojoseraguapaahora;antessólomeparecíadistinguida.

Teníamuchascosasquedeciralinglésqueacababadellegardelasislas,yleatosigóconunacuriosidadentusiastaqueno tardóenfundir la reservadeHunsden,igualqueelfuegodeshielaaunavíboraenhibernación.Utilizoeste

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símil,nodemasiadohalagüeño,porqueHunsdenmerecordabaaunaserpientedespertando de su sopor cuando erguía su alta figura, echaba hacia atrás lacabeza, antes un poco agachada, y despejaba de cabellos su ancha frentesajona,mostrandosincortapisaselbrillocasisalvajedeunsátiroqueeltonovehemente y la expresión de fervor de su interlocutora había bastado paraencenderensualmayensusojos.Asíeraél,yasíeraFrances,yyanopudodirigirseaellamásqueensupropialengua.

—¿Entiendeustedelinglés?—fuelapreguntapreliminar.

—Unpoco.

—Bien, entonces en inglés hablaremos. Y en primer lugar, veo que notieneustedmás sentido comúnque algúnotroqueyo conozco—me señalóconelpulgar—,delocontrarionosehabríavueltojamásunafanáticadeesepequeño y sucio país llamado Inglaterra…, porque veo que es usted unafanática.Veolaanglofiliaensuexpresiónylaoigoensuspalabras.¿Cómoesposible,mademoiselle, que nadie con unmínimo de raciocinio pueda sentirentusiasmo por un simple nombre y que ese nombre sea Inglaterra? Hacecincominutosmeparecíaustedunaabadesaylarespetabaporello,¡yahoraveoqueesustedunaespeciedeSybilsuizaconprincipiosultramontanos!

—¿Inglaterraessupaís?—preguntóFrances.

—Sí.

—¿Ynolegusta?

—¡Lamentaría que me gustara! ¡Una pequeña nación corrupta, venal,malditaporsusreyesysuslores,rebosantedecochinoorgullo(comodicenen…shire) y pobre sin remedio, podrida por los abusos, carcomida por losprejuicios!

—Podríadecirselomismodecasitodaslasnaciones.Entodasparteshayabusos y prejuicios, pero creo que en Inglaterra son menores que en otrospaíses.

—Venga a Inglaterra y lo verá. Venga a Birmingham y a Manchester;vengaaSt.Giles,enLondres,yseharáuna ideaprácticadecómofuncionanuestrosistema.Examinelashuellasdenuestraaugustaaristocracia;veacómocaminansobrelasangredeloscorazonesqueaplastan.AsomesucabezaalapuertadelasgranjasinglesasyveráelHambreagazapadaenestadoletárgicojuntoanegraschimeneas,laEnfermedaddesnudasobrecamassincubrir,ylaInfamiaenviciosoylascivocontubernioconlaIgnorancia,aunqueenrealidadeselLujosuamantepreferidoylegustanmáslossalonesprincipescosquelascabañascontechodepaja…

—NoestabapensandoenlasmiseriasylosviciosdeInglaterra,sinoenel

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ladobueno,enloquehaydeelevadoensucarácternacional.

—Nohayladobueno,almenosdelqueyohayatenidonoticia,puesustednopuedeapreciar losesfuerzosdelaIndustria, los logrosdelaIniciativa,nilos descubrimientos de la Ciencia, ya que su limitada educación y suextracción social la incapacitan completamente para comprender talescuestiones.Yencuantoalasasociacioneshistóricasypoéticas,nolainsultaré,mademoiselle, con la suposición de que se refería usted a semejantespaparruchas.

—Puesesaesoaloquemerefería…enparte.

Hunsdensoltósucarcajadadepurodesprecio.

—Sí, señor Hunsden. ¿Se cuenta usted entre las personas que noencuentranplacerentalesasociaciones?

—Mademoiselle, ¿qué es una asociación? Jamás he visto ninguna. ¿Quélongitud, anchura, peso, valor tiene? Sí, valor. ¿Qué precio tendría en elmercado?

—Suretrato,paracualquierpersonaqueloamara,graciasaesaasociación,tendríaunprecioincalculable.

ElinescrutableHunsdenoyóestecomentarioytambiénleafectódealgunamanera, porque se puso como la grana, lo que no era insólito en él cuandoestaba desprevenido y le tocaban la fibra sensible. Una extraña turbaciónnubló momentáneamente sus ojos, y creo que llenó la pausa que siguió alcertero ataquede su antagonista con el deseode que alguien le amara tantocomoaéllegustaríaseramado,alguienacuyoamorpudieracorrespondersinreservas.

Ladamaaprovechóestaventajatransitoria.

—Sien sumundonoexisten lasasociaciones, señorHunsden,yanomeextraña que deteste usted tanto Inglaterra. No sé con exactitud qué es elParaíso,nitampocosusángeles;sinembargo,suponiendoqueseaelreinomásglorioso que pueda imaginar y que los ángeles representen el grado máselevadodelaexistencia,siunodeellos,siAbdielellealenpersona—estabapensando en Milton— fuera súbitamente despojado de la capacidad deasociación,creoqueprontocorreríahacia las«puertaseternas»,abandonaríaelCieloybuscaría loquehabíaperdidoenel Infierno.Sí, enelmismísimoInfiernoalquehabíadadolaespalda«conamargodesprecio».

EltonodeFrancesaldecirestofuetanextraordinariocomosulenguaje,ycuando la palabra vibró entre sus labios, con un énfasis algo sorprendente,Hunsden se dignó a dirigirle una sutilmirada de admiración. Le gustaba lafuerza, fuera en un hombre o en unamujer; le gustaba todo aquello que se

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atrevíaatraspasarloslímitesconvencionales.Jamáshastaentonceshabíaoídoaunadamahablardeunmodotancategórico,ylesatisfizosobremanera.DebuenaganahabríapedidoaFrancesquevolvieraausarelmismotono,peroaellanolegustabaaqueltipodecosas;laexhibicióndeunavitalidadexcéntricano le proporcionaba placer alguno y sólo se dejaba oír en su voz o verfugazmente en su cara cuando circunstancias extraordinarias y generalmentedolorosas la obligaban a salir de las profundidades donde ardía su fuegolatente.Enunpardeocasiones,conversandoconmigoenla intimidad,habíaexpresado Frances ideas atrevidas con encendido lenguaje, pero, pasado elmomentodetalesmanifestaciones,yolasolvidaba;surgíanporsísolasyporsísolasseesfumaban.RápidamenteaplacóelentusiasmodeHunsdenconunasonrisay,volviendoaltemadeladiscusión,dijo:

—Si Inglaterra no es nada, ¿por qué la respetan tanto las nacionescontinentales?

—Creía que esa pregunta no la haría ni unniño—replicóHunsden, quenunca daba información sin reprender por su estupidez a quienes se lasolicitaban—.Sihubierasidoustedmialumna,comosupongoquehatenidoladesgraciadeserlodeldeplorablepersonajeaquípresente,lahabríamandadoal rincón por confesar tal ignorancia. Pero, mademoiselle, ¿acaso no se dacuenta de que es nuestro oro lo que compra la cortesía francesa, la buenavoluntadalemanayelservilismosuizo?—ehizounamuecadiabólicamentedespectiva.

—¡Servilismo suizo! —exclamó Frances, al oírlo—. ¿Está llamandoserviles a mis compatriotas? —hizo ademán de levantarse y yo no pudecontenerunasordacarcajada;habíairaensusojosydesafíoensuactitud—.¿InsultaustedaSuizadelantedemí,señorHunsden?¿Creeustedqueyonotengoasociaciones?¿ImaginaqueestoydispuestaahablartansólodelvicioyladegradaciónquepuedanhallarseenlasaldeasdelosAlpes,yapartardemicorazónlagrandezasocialdemiscompatriotas,lalibertadganadaconnuestrasangre y el esplendor natural de nuestras montañas? Está usted muyequivocado…muyequivocado…

—¿Grandeza social? Llámelo usted como quiera. Sus compatriotas sonindividuos sensatos que convierten en objetomercantil lo que para usted esunaideaabstracta;yantesqueeso,hanvendidosugrandezasocialytambiénla libertad ganada con su sangre para convertirse en siervos de reyesextranjeros.

—¿NohaestadonuncaenSuiza?

—Sí,dosveces.

—Nosabeustednadadeella.

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—Losétodo.

—Ydiceustedquelossuizossonmercenarioscomounlorodice«pobrePoll»,ocomolosbelgasdicenaquíquelosinglesesnosonvalientes,ocomolosfranceseslosacusanaellosdepérfidos.Nohayjusticiaensusmáximas.

—Hayverdad.

—Ledigo,señorHunsden,queesustedunhombremenosprácticoqueyo,puesto que no reconoce la realidad. Quiere usted aniquilar el patriotismoindividualylagrandezanacionalcomounateoaniquilaríaaDiosysupropiaalmanegandosuexistencia.

—¿Adóndequiereiraparar?Sehasalidoustedporlatangente.Creíaqueestábamoshablandosobrelanaturalezamercenariadelossuizos.

—En efecto, y si mañana me demostrara usted que los suizos sonmercenarios(cosaquenopuedehacer),seguiríaamandoaSuiza.

—Puesentoncesestaríaustedloca,locacomounacabra,apasionándosedeesamaneraportoneladasdeturba,madera,hieloynieve.

—Notanlocacomousted,quenoamanada.

—Haymétodoenmilocura,cosaquenoexisteenlasuya.

—Sumétodo consiste en extraer la savia a laCreación y hacer estiércolconlosdesperdicios,enarasdeloqueustedllamautilidad.

—Conustednosepuederazonar—dijoHunsden—.Loquedicenotienelógica.

—Mejor no tener lógica que carecer de sentimientos—replicó Frances,quesepaseabaahoradeunladoaotro,delamesaalaalacena,concentrada,yaquenoenpensamientoshospitalarios,síalmenosenhospitalariasacciones,puestoqueestabaponiendoelmantelyencimaplatos,cuchillosytenedores.

—¿Pretende herirme, mademoiselle? ¿Acaso cree que no tengosentimientos?

—Supongo que anda usted siempre importunando a sus propiossentimientos y a los de las demás personas, dogmatizando sobre lairracionalidaddeésteydeaquélydeaquelotrosentimiento,yordenándolesluegoqueserepriman,puesimaginaquecontravienentodalógica.

—Yhagobien.

Frances desapareció de la vista, metiéndose en una especie de pequeñadespensayreaparecióalcabodeuninstante.

—¿Quehaceustedbien?¡Desdeluegoqueno!Estámuyequivocadosies

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eso lo que piensa.Hágame el favor de dejarme llegar a la chimenea, señorHunsden, tengoque cocinar.—Hizounapausa para colocar una cacerola alfuego;luego,mientrasremovíaelcontenido,prosiguió—:¡Bien,dice!Comosi estuviera bien aplastar los buenos sentimientos que Dios ha otorgado alhombre, sobre todo un sentimiento como el Patriotismo, que expande elegoísmoencírculosmásamplios—atizóelfuegoycolocóunplatoante lasllamas.

—¿NacióustedenSuiza?

—Desdeluego,¿porquésinoibaallamarlamipatria?

—¿Ydedóndehansalidoesafigurayesasfaccionestaninglesas?

—Tambiénsoyinglesa;esinglesalamitaddelasangrequecorrepormisvenas. De modo que tengo derecho a un doble patriotismo, dado que meinteresopordosnacionesnobles,libresyafortunadas.

—¿Sumadreerainglesa?

—Sí,sí,ysupongoquesumadreeradelaLunaodeUtopía,dadoquenohaynaciónenEuropaquepuedareclamarsuinterés.

—Alcontrario,soyunpatriotauniversal.Sipudieraustedcomprenderme,lediríaquemipatriaeselmundo.

—Unas simpatías tan ampliamente desperdigadas han de ser por fuerzamuysuperficiales.¿Tendrálaamabilidaddesentarsealamesa?Monsieur—dijo,dirigiéndoseamí,queestabaaparentementeabsortoleyendoalaluzdelaluna—.Monsieur,lacenaestáservida.

Esto lo dijo en un tono de voz completamente distinto al que hastaentonceshabíautilizadoparadiscutirconelseñorHunsden,notanseco,másgraveyquedo.

—Frances, ¿aquévienequeprepares la cena?No teníamos intencióndequedarnos.

—Ah,monsieur,perosehanquedado,ylacenaestápreparada.Notendránmásremedioquecomérsela.

Lacena,porsupuesto,lahizoalestiloextranjero.Consistíaendosplatosde carne modestos pero sabrosos, preparados con habilidad y servidos condelicadeza,unaensaladay fromage français.Lacomida interpusounabrevetregua entre los bandos beligerantes, pero en cuanto terminó, volvieron aenzarzarse. El nuevo tema de discusión se centró en el espíritu de laintolerancia religiosa,que,segúnelseñorHunsden,estabamuyarraigadaenSuiza,apesardelsupuestoamordelossuizosporlalibertad.AquíFrancessellevólapeorparte,nosóloporsuinexperienciaparaargumentar,sinotambién

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porque sus opiniones casualmente coincidían con las del señor Hunsden, ysólolerebatíaporllevarlelacontraria.Finalmenteserindió,confesandoquepensabalomismoqueél,peropidiéndolealmismotiempoquetomarabuenanotadequenoseconsiderabavencida.

—LomismolespasóalosfrancesesenWaterloo—dijoHunsden.

—No se pueden comparar ambos casos —replicó Frances—. Nuestrabatallahasidounafarsa.

—Farsaorealidad,esustedquienhaperdido.

—No.Aunquecarezcade lógicayderiquezadevocabulario,encasodequemiopinióndifirierarealmentedelasuya,lamantendríaaunquenotuvieraningúnotromotivoparadefenderla;acabaríavenciéndoleconlaterquedaddelsilencio.Habla usted deWaterloo. SegúnNapoleón,Wellington tendría quehabercaídoderrotado,peroésteperseveróapesardelasleyesdelaguerraysalióvictoriosoadespechodetodaestrategiamilitar.Yoharía lomismoqueél.

—Quemeaspensicreolocontrario.Seguramenteesustedtantercacomoél.

—Y,sino,lolamentaría.ÉlyTelleranhermanos,yyodespreciaríaalossuizos,hombresymujeres,quenocompartieranlaenterezadenuestroheroicoGuillermo.

—SiTelleraigualqueWellington,eraunasno.

—¿Asnonosignificabaudet?—preguntóFrances,volviéndosehaciamí.

—No, no—contesté yo—.Significa esprit-fort, y ahora—añadí, viendoqueseestabagestandounanuevadisputaentreaquellosdos—yaeshorademarcharse.

Hunsdensepusoenpie.

—Adiós—dijoaFrances—.MañanapartoparaesagloriosaInglaterra,ypuedequetardeunañoomásenregresaraBruselas.Perocuandovenga, lavisitaré,ycomprobaráustedsiencuentroonoelmediodevolverlamásfieraque un dragón. No lo ha hecho nada mal esta noche, pero en la próximaentrevista me desafiará usted abiertamente. Mientras tanto, creo que estádestinada a convertirse en la señora de William Crimsworth. ¡Pobremuchacha!Aunque,porotrolado,tieneustedtemple.Consérveloydejequeelprofesorsebeneficie.

—¿Está usted casado, señor Hunsden? —preguntó Francesinopinadamente.

—No.CreíaquehabíaadivinadoyapormiaspectoquesoyunBenedick.

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—Bueno, si alguna vez se casa, no elija a una mujer suiza, porque siempiezaustedablasfemarcontraHelveciayamaldecirlosCantones,ysobretodo,simencionaesapalabraenlamismafrasequeelnombredeTell(porquesé que es baudet, aunque monsieur prefiera traducirlo como esprit-fort), sudoncelladelamontañaacabaráestrangulandoasubretón,igualqueelOtelodeShakespeareestrangulóaDesdémona.

—Quedoadvertido—dijoHunsden—,ytambiéntú,muchacho—estomelodijoamí,asintiendo—.EsperooírhablardeunaparodiadelMoroydesugentildama,enlaqueseinviertanlospapelessegúnelplanahoraesbozado,pero con usted en mi puesto. ¡Adiós, mademoiselle! —le besó la mano,exactamente igual que sir Charles Grandison hubiera besado la de HarrietByron, y añadió—: Si la muerte me la dieran estos dedos, no carecería deencanto.

—Mon dieu! —musitó Frances, abriendo mucho sus grandes ojos ylevantandolasarqueadascejas—.C’estqu’ilfaitdescompliments!Jenem’ysuis pas attendu.—Esbozó una sonrisa entre la ira y el alborozo, hizo unareverenciacongraciapropiadeunaextranjerayasísedespidieron.

Encuantollegamosalacalle,Hunsdenmeagarródelcuello.

—¿Y ésa era tu zurcidora de encajes?—dijo—. ¿Y acaso crees que lehacesunfavorofreciéndoteacasarteconella?¡Tú,vástagodelosSeacombe,has demostrado que desprecias las distinciones sociales eligiendo a unaouvrière! ¡Y yo, que te había compadecido, pensando que te habías dejadollevarporlossentimientos,perjudicándoteatimismoconunabodaimpropia!

—Suéltemelaropa,Hunsden.

En lugardehacermecaso,mezarandeó,asíque loagarrépor lacintura.Eradenoche;lacalleestabavacíaysinluz.Forcejeamos,ydespuésdecaeryrodarporelpavimento,ydelevantarnoscondificultad,convinimosenseguirconmayorseriedad.

—Sí, ésa esmi zurcidora de encajes—dije—, y serámía para siempre,Diosmediante.

—Dios no media en nada, ya deberías saberlo. ¿Cómo te atreves aencontrarunacompañeratanadecuada?Yqueademástetrataconrespetoytellama «monsieur», y modula la voz al hablarte, ¡como si fueras de verdadalguiensuperioraella!NohabríamostradomayordeferenciaaalguiencomoyoaunquelaFortunalehubierasonreídohastaelextremodesermielegidaenlugardelatuya.

—Es usted un impertinente. Pero sólo ha visto la primera página demifelicidad; no conoce la historia que hay a continuación; no es capaz de

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concebirelinterés,ladulcevariedadylaapasionadaemocióndelrelato.

En voz baja y grave, pues habíamos llegado a una callemás transitada,Hunsden me conminó a guardar silencio, y me amenazó con hacer algohorrible si seguíaazuzando su iraconmi jactancia.Yomeechéa reírhastaquemedolieronloscostados.Prontollegamosasuhotel;antesdeentrar,medijo:

—Notevanaglories.Tuzurcidoradeencajesesdemasiadobuenaparati,pero no lo bastante para mí: no alcanza mi ideal de mujer ni física nimoralmente.No;yosueñoconalgosuperioraesapequeñahelveciaderostropálido y carácter irritable (por cierto, tienemuchomás de la típica parisinavitalyexpresivaquedeunarobustaJungfrau).MademoiselleHenri tieneunfísico chétive y un intelecto sans caractère, comparada con la reina demisvisiones. Sin duda tú puedes conformarte con ese minois chiffonné, perocuando yome case quiero unas faccionesmás rectas y armoniosas, por nohablardeunafiguramásnobleydesarrolladaqueladeesamuchachaperversayescuálida.

—Soborneaunserafínparaquele traigaunabrasaardientedelCielo,siasí lo desea—dije—, e insufle vida con ella en lamujermás alta, gorda yrubicundadelasquepintabaRubens.Amídéjemeconmiperialpina,quenosientoningunaenvidia.

Conunmovimientosimultáneo,ambosnosdimoslaespalda.Ningunodelosdosdijo«queDioslebendiga»;sinembargo,aldíasiguientetodounmarhabríadesepararnos.

CapítuloXXV

Alcabodedosmeses,secumplióelperíododelutoporlatíadeFrances.Unamañanadeenero, laprimerade lasvacacionesdelAñoNuevo, fuia laRueNotre-Dame-aux-Neiges en cochede alquiler, acompañado tan sólopormonsieurVandenhuten,y tras apearme soloy subir las escaleras, encontré aFrancesesperándomeconunatuendomuypocoapropiadoparaaquelgélidodía.Hastaentoncesnolahabíavistonuncavestidadeotrocolorquenofueraelnegrooalgúnotrotonooscuro,yallíestaba,depiejuntoalaventana,todadeblanco,envueltaenuntejidodelamásdiáfanatextura.Eltrajeerasencillo,sinduda,peroresultabaimpresionanteyfestivo,porsertanclaro,completoyvaporoso.Secubríalacabezaconunveloquelellegabahastalasrodillas;unapequeña corona de flores rosas lo sujetaba a su gruesa trenza griega y caíasuavementeaambosladosdelrostro.Aunqueparezcaextraño,estabaohabía

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estado llorando. Cuando le pregunté si estaba lista, me contestó: «Sí,monsieur»,conteniendounsollozo,ycuandocogíunchalquehabíasobrelamesa y se lo coloqué sobre los hombros, no sólo le rodaron libremente laslágrimasporlasmejillas,sinoquereaccionóamisatencionestemblandocomouna hoja. Le dije que lamentaba verla tan deprimida y le pedí que mepermitiera conocer el motivo. Ella se limitó a decir que le era imposibleevitarlo; luego, dándome la mano voluntariamente, pero con ciertaprecipitación, salió de la habitación conmigo y bajó corriendo las escalerasconpasoinseguro,comoquienestáimpacienteporacabardeunavezconunasunto tremebundo. La ayudé a subir al coche; monsieur Vandenhuten larecibióylasentóasulado.Unavezenlacapillaprotestante,oficiaronunodelos servicios del devocionario, y salimos de allí convertidos en marido ymujer.MonsieurVandenhutenentregóalanovia.

Nohuboviajedenovios;nuestramodestia,protegidapornuestrapacíficayoscuracondiciónsocialy lagratacircunstanciadenuestra soledad,hacíaninnecesaria esa precaución.Nos retiramos de inmediato a una pequeña casaquehabíaalquiladoenelfaubourgmáscercanoalazonadelaciudaddondedesempeñábamosnuestravocación.

Tres o cuatro horas después de la ceremonia de boda, Frances se habíadespojadodelníveovestidodenovia,sehabíapuestounbonitovestidoliladetejidomáscálido,unprovocativodelantaldesedanegra,uncuellodeencajeribeteadodecintadecolorvioleta,ysehabíaarrodilladosobrelaalfombradenuestra salita, pulcramente amueblada, aunque no muy espaciosa. Estabacolocando en los estantes de una chiffonnière los libros que había sobre lamesayqueyoleibadando.Fueranevabaconfuerza.Latardesehabíavueltodesapacible; el cielo plomizo parecía cargado de ventiscas y en la calle lablancanieve llegabayaa laalturadel tobillo.Ennuestrachimeneaardíaunbuen fuego, nuestra nueva morada resplandecía de limpieza. Los mueblesestaban todos en su sitio, y no quedaban por colocarmás que unos cuantosobjetosdecristalyporcelana, así comounos libros, etcétera, tareaque tuvoocupadaaFranceshastalahoradelté;luego,despuésdequeyoleexplicarade manera clara cómo se hacía una taza de té al razonable estilo inglés ydespuésdeque ella superara la consternaciónproducidapor la extravagantecantidad de té que echaba en la tetera, me preparó una auténtica comidabritánica, para la que no faltaron las velas, ni el recipiente que manteníacalienteelté,nielamordelalumbre,nilascomodidades.

Nuestra semana de vacaciones terminó y nos reincorporamos al trabajo.Tantomimujercomoyonosempleamosafondo,convencidosdequeéramostrabajadoresdestinadosaganarnoselpanconelsudordenuestrafrenteydelamanera más ardua. Teníamos siempre unos días muy ajetreados. Solíamosdespedirnosalasochodelamañanaparanovolveravernoshastalascincode

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latarde,pero¡quédulcereposonosaguardabaalfinaldelbulliciodiario!AlvenirmeahoraalaMemoria,veolasveladasquepasábamosenaquellasalitacomo una ristra de rubíes ciñendo la oscura frente del Pasado. Eran taninmutablescomocadaunadelasgemastalladas,yaligualqueellas,ardíanybrillaban.

Transcurrió un año y medio. Una mañana (era fiesta y teníamos el díaentero para nosotros), repentinamente, como acostumbraba a hacer cuandohabíaestadomeditandomuchotiempounacosay,finalmente,trasllegaraunaconclusión, deseaba probar su validez con la piedra de toque de midiscernimiento,Francesmedijo:

—Notrabajolosuficiente.

—¿A qué viene eso? —pregunté, alzando la vista del café, que estabaremoviendodespaciomientrasdisfrutabaporadelantadopensandoenelpaseoquemeproponíadarconFrancesaquelbonitodíadeverano(erajunio),parallegarnos hasta cierta granja, en el campo, donde íbamos a comer—. ¿Quépasa?—repetí,yenlaseriavehemenciadesurostro,vienseguidaunproyectodevitalimportancia.

—Noestoysatisfecha—respondió—.Ahoraganaochomilfrancosalaño,monsieur—eracierto;miempeño,mipuntualidad, la famade losprogresosdemis alumnos, la publicidad demi puestome había ayudado amedrar—,mientrasqueyosigoconmismiserablesmildoscientosfrancos.Puedoganarmásypiensoconseguirlo.

—Trabajastantoycontantadiligenciacomoyo,Frances.

—Sí,monsieur,peronotrabajoenladireccióncorrecta,estoyconvencida.

—Quierescambiar.Tienesunplanparamejorar.Ven,ponteelsombreroymelocuentasmientraspaseamos.

—Sí,monsieur.

Fue a ponerse el sombrero, dócil y bien educada, igual que una niña.Frances era una curiosa mezcla de ductilidad y firmeza. Yo seguí sentado,pensando en ella, preguntándome cuál sería su plan, hasta que vino abuscarme.

—Monsieur, lehedadopermisoaMimie (nuestrabonne)paraque salgaella también, ya que hace tan buen día. Así que, ¿tendrá la amabilidad decerrarlapuertaycogerlallave?

—Deme un beso, señora Crimsworth—fuemi respuesta, no demasiadoapropiada.Estabatanseductoraconsuligerovestidoveraniegoysupequeñosombrero de paja, su manera de hablarme era tan natural y elegantementerespetuosa quemi corazón se expandía al verla, yme pareció necesario un

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besoparasatisfacersuinsistencia.

—Ahílotiene,monsieur.

—¿Porquémellamassiempremonsieur?LlámameWilliam.

—No sé pronunciar bien la W. Además, monsieur le sienta bien. Loprefiero.

Mimiesalióconunacofialimpiayunbonitochal,ytambiénnosfuimosnosotros,dejandolacasasolitariaysilenciosa,oalmenossóloseoíaeltictacdelreloj.Prontollegamosalasafueras;nosrecibieronloscampos,yluegoloscaminosalejadosdelaschausséesdonderesonabanlasruedasdeloscarruajes.Alpocoratodimosconunpreciosorincón,tanrural,tanverdeyresguardado,queparecíasacadodealgunaprovinciainglesa.Unterrapléncubiertodecortahierbamusgosa, bajo un espino, nos ofreció un asiento demasiado tentadorpara rechazarlo.Nossentamosy,despuésdeadmiraryexaminarunas floressilvestresdeaparienciainglesaquecrecíananuestrospies,recordéaFranceseltemaquehabíasurgidoduranteeldesayuno.

¿Cuálerasuplan?Elmásnatural:elsiguientepasoquedebíamosdaro,almenos,quedebíadarellasiqueríaascenderensuprofesión.Mepropusoqueabriéramos una escuela. Disponíamos ya de los medios para empezar apequeñaescala,puestoquehabíamosvividopordebajodelniveldenuestrosingresos.Tambiénposeíamosuna amplia y escogida selecciónde relacionesque podían ser provechosas para nuestra profesión, pues, si bien nuestrocírculode amistades seguía siendo tan reducido como siempre, éramosmuyconocidos como profesores en escuelas y entre muchas familias. CuandoFrancesmeexplicósuplan,expresóenlasúltimasfrasessusesperanzasparael futuro. Si seguíamos teniendo buena salud y un éxito aceptable, estabaseguradeque,coneltiempo,lograríamoshacerfortuna,quizáinclusoantesdequefuéramosdemasiadoviejosparadisfrutarla.Entoncesdescansaríamoslosdos,¿yquénos impediría irnosavivira Inglaterra?InglaterraseguíasiendoparaellalaTierraPrometida.

No puse el menor obstáculo en su camino; no objeté nada. Sabía queFrances no podía vivir callada e inactiva, siquiera relativamente.Necesitabadeberesquecumplir,yquefueranimportantes;necesitabatrabajoquehacer,yquefueraestimulante,absorbente,provechoso.Grandesfacultadesseagitabanen su interior, exigiendo alimento y ejercicio. No sería mi mano la quepermitiera que murieran de hambre ni la que les cortara el vuelo. No, medeleitabaofreciéndolessustentoydespejándoleselcaminoparalaacción.

—Has trazado un plan, Frances —dije—; es un buen plan. Ponlo enpráctica; tienes mi consentimiento, y siempre que necesites mi ayuda,pídemelayestaréahí.

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LosojosdeFrancesmedieronlasgraciascasiconlágrimas:apenasunpardecentelleosqueprontofueronenjugados.Tambiénseapoderódemimanoylaapretóunratoentrelassuyas,peronodijonadamásque:

—Gracias,monsieur.

Pasamos un día divino y volvimos tarde a casa, iluminados por la lunallenaestival.

Diezañosseagolpanahoraantemíconsusalaspolvorientas,vibranteseinquietas;añosdeajetreo,deactividad,deinfatigableempeño;añosenlosquemi mujer y yo nos lanzamos de lleno a la carrera del Progreso, tal comoavanzaelProgresoenlascapitaleseuropeas,yapenasconocimoseldescanso;éramos ajenos a la diversión, no pensábamos jamás en caprichos. Sinembargo, a medida que se desarrollaba nuestra vida en común, marchandocogidos de la mano, no murmuramos jamás, no nos arrepentimos, nivacilamos. Ciertamente la Esperanza nos animaba, la salud nos sostenía, laarmoníadepensamientoyobraallanabamuchasdificultadesy,finalmente,eléxitootorgabadevezencuandounaalentadorarecompensaalalaboriosidad.Nuestra escuela se convirtió en una de las más populares de Bruselas y, amedida quemejoramosnuestras condiciones y nuestro sistema educativo, laadmisióndealumnossehizomásexquisita,yfinalmenteacogióaloshijosdelasmejoresfamiliasdeBélgica.TambiénteníamosunaexcelenteconexiónenInglaterra,quedebíamosa las recomendacionesqueelseñorHunsden inicióporsuparte.Duranteunavisita,ydespuésdehabermeinsultadoconpalabrasinflexibles por mi prosperidad, regresó a Inglaterra y no tardó mucho enenviarnos a una serie de jóvenes herederas de…shire, sus primas, para que«laspulalaseñoraCrimsworth»,comodecíaél.

En cuanto a la señoraCrimsworth, en cierto sentido se convirtió en otramujer, aunque en otro sentido siguiera siendo la misma. Tan diferente erasegúnlascircunstanciasqueacabéhallándomebajolaimpresióndetenerdosmujeres.Sustalentosnaturales,queyahabíadescubiertoantesdecasarmeconella, siguieron frescos y puros, pero surgieron con fuerza otros atributos, seesparcieron y cambiaron por completo el carácter externo de la planta.Firmeza,actividadeiniciativacubrieronconsugravefollajeelsentimientoyelardorpoéticos,peroestas floresseguíanallí, siemprepurasy frescas,a lasombradelosnuevosretoñosyunanaturalezamásconsistente.Talvezfuerayolaúnicapersonaenelmundoqueconocíaelsecretodesuexistencia,peropara mí estaban siempre dispuestas a despedir una exquisita fragancia y aofrecermeunabellezatansobriacomoradiante.

Duranteeldía,madameladirectoragobernabamicasaylaescuelacomouna mujer majestuosa y elegante cuya frente mostraba sus muchaspreocupacionesycuyoserio rostroera la imagendeunadignidadcalculada.

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Inmediatamentedespuésdeldesayuno,solíadespedirmedeesadama,meibaamicolegioyellaseibaasuaula.Eneltranscursodeldía,regresabaacasauna hora, y la encontraba siempre en clase, diligentemente ocupada, ytrabajando en silencio, con aplicación y disciplina.Cuandono estaba dandoclases, supervisaba y guiaba mediante miradas y gestos. Entonces parecíavigilante y solícita. Cuando instruía, su aspecto era más animado; parecíadisfrutar con su trabajo.Sedirigía a sus alumnas enun lenguajequeno eranunca áridoni trillado, pese a su sencillez.Noutilizaba fórmulas rutinarias,sinoque improvisaba sus propias frases; que resultaban con frecuenciamuyenérgicase impresionantes.Amenudo,cuandoaclarabaalgunadesusdudasfavoritas sobre geografía o historia, se volvía realmente elocuente en sudedicación;susalumnas,oalmenoslasmayoresylasmásinteligentes,sabíanreconocerellenguajedeunintelectosuperior,tambiénpercibíansuselevadossentimientos, que dejaron huella en algunas de ellas. Había pocas palabrasafectuosasentremaestrayalumnas,peroconeltiempoalgunasdelasalumnasde Frances llegaron realmente a quererla, y todas le tenían un gran respeto.Conellassemostrabaseriaporlogeneral,benéficaalgunasveces,cuandolacomplacían con sus progresos y su atención, y siempre escrupulosamentecortésyconsiderada.Cuandosehacíanecesariocensurarocastigar,solíasermuy tolerante, pero si alguna se aprovechaba de su indulgencia—cosa queocurría a veces—, su severidad estricta, súbita y rápida como una centella,enseñabaalaculpablehastaquépuntoeragrandeelerrorcometido.Algunasveces, una chispa de ternura suavizaba sus ojos y susmodales, pero eso nosolía ocurrir, salvo cuando alguna alumna estaba enferma, o cuando sentíanostalgia de su casa, o si se trataba de una niña huérfana de madre, o tanpobre,encomparaciónconsuscompañeras,quesuexiguovestuarioysuruinasignaciónsuscitabaneldespreciodelasjóvenescondesasenjoyadasydelasseñoritas vestidas con sedas. Sobre estos débiles polluelos, la directoraextendíaunaladebondadosaprotección.Eraallechodeaquellasniñasalqueacudíaporlasnochesparaarroparlas;eraaellasaquienesbuscabaeninviernoparaasegurarsedequetuvieransiempreunsitiocómodojuntoalaestufa;eraaellasalasquellamabaporturnoalsalónparadarlesuntrozodepastelodefruta, para que se sentaran en un escabel junto a la chimenea, para quedisfrutarandelascomodidadesdeunhogar,ycasitambiéndesuslibertades,pasando lavelada juntoaella.Leshablabaentoncesconserenidadyenvozbaja, las consolaba, las animaba y mimaba. Y cuando llegaba la hora deacostarse,lesdabalasbuenasnochesconunafectuosobeso.EncuantoaJuliayGeorgianaG.,hijasdeunbaronetinglés,encuantoamademoiselleMathildede…, heredera de un condado belga, y muchas otras niñas de sangrearistocrática,ladirectorasepreocupabaporellascomoporlasotras,esperabaverlasprogresar,igualquealasotras,peronoselepasójamásporlacabezadistinguirlas con unamuestra de preferencia. Sólo llegó a sentir un sincero

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afectoporunamuchachadesangrenoble,unajovenbaronesairlandesa,ladyCatherine…, pero fue por su ánimo entusiasta y su inteligencia, por sugenerosidadysugenio;eltítuloyelrangonoledecíannada.

Mis tardes sedesarrollaban tambiénenel colegio, conexcepcióndeunahoraquemeexigíadiariamentemimujerparasucentro,ydelaquenoqueríaprescindirdeningunadelasmaneras.Decíaqueyoteníaquepasaresetiempoentresusalumnasparaconocerlasmejor,paraestaraucourantdetodoloqueocurría en la escuela, para interesarme por lo que le interesaba a ella, parapoderdarlemiopiniónsobreasuntosespinososcuandomelopidiera,cosaquehacíaamenudo.Nopermitíajamásquemiinterésporsusalumnasdecreciera,ni hacía cambios importantes sin mi conocimiento ni mi permiso. Leencantaba sentarse a mi lado cuando daba mi clase (de literatura), con lasmanos unidas sobre las rodillas, poniendomás atención que ninguna de laspresentes.Muypocasvecessedirigíaamídurantelaclase;cuandolohacía,eraconunairedemarcadadeferencia.SentíaplaceryalegríaentenermeamícomoMaestroentodo.

Mis deberes diarios concluían a las seis de la tarde, y a esa hora volvíasiempreacasa,puesmihogareramiParaíso.Cuandoentrabaennuestrasaladeestarprivada,ladirectorasedesvanecíaantemisojosyFrancesHenri,mipequeñazurcidoradeencajes,eradevueltamágicamenteamisbrazos.GrandehabríasidosudecepciónsisumaestronohubierasidotanfielalacitacomoellaysinohubieratenidoprestoelbesopararesponderasusuaveBonsoir,monsieur.

No dejó de hablarme en francés, y más de un castigo recibió por suterquedad.Metemoquenodebídeelegirloscastigosconbuencriterio,pues,enlugardecorregirlafalta,parecíanalentarla.Lasveladaserannuestras,unesparcimiento necesario para reponer fuerzas y cumplir debidamente connuestro deber. Algunas veces las dedicábamos a conversar, y mi jovenginebrina,ahoraqueestabaacostumbradayatotalmenteasuprofesoringlés,ahora que lo amaba demasiado para tenerle miedo, depositaba en él unaconfianzatanilimitadaquenopodíahaberparaéltemadeconversaciónqueno fuera motivo de comunión con el corazón de su esposa. En aquellosmomentos,felizcomounpájaroconsupareja,memostrabaellaelímpetu,elregocijo y la originalidad de su bien dotada naturaleza.Guardaba asimismociertasreservasdesarcasmo,demalice,yavecesmemortificaba,seburlabademí,mepinchabapor loqueelladecíaqueeranmisbizarreriesanglaises,miscapricesinsulaires,conunamaldadperversaeingeniosaquelaconvertíaen un auténtico diablillomientras duraba.No obstante, estas ocasiones eranraras, y su insólita transformación en duende siempre era breve. A veces,cuando recibía un varapalo en la guerra verbal, pues su lengua hacíaplenamente justicia al fundamento, el sentido y la delicadeza de su francés

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nativo—idiomaenelquesiempremeatacaba—,solíarevolvermecontraellacon mi antigua decisión y detener físicamente al duende que me hacíachanzas. ¡Vana idea!Encuanto la sujetabaa ellapor elbrazoo lamano, elduendeseesfumaba,lasonrisaprovocativaseapagabaensusexpresivosojoscastañosyunrayodeamablehomenajebrillababajolospárpados.Atrapabaaunhadairritanteymeencontrabaenlosbrazosconunamujermortal,sumisaysuplicante.Entonceslaobligabaacogerunlibroyleimponíalapenitenciadeleermeeninglésduranteunahora.Frecuentementeleprescribíaunadosisde Wordsworth; este poeta pronto la sosegaba. Frances tenía ciertasdificultadesparacomprenderlaprofundidad,laserenidadylasobriedaddesuespíritu. Tampoco su lenguaje era fácil para ella; tenía que hacer preguntas,pedirexplicaciones,volveraserunaniñayreconocermeamícomomaestroydirector. Su instinto interpretaba y adquiría rápidamente el significado deautores más ardientes e imaginativos: Byron la emocionaba; le encantabaScott. SóloWordsworth era unmisterio para ella, y vacilaba en expresar suopiniónsobreél.

Pero tanto sime leía como sime hablaba; tanto si semofaba demí enfrancéscomosimesuplicabaeninglés;tantosibromeabaconingeniocomosipreguntabacondeferencia;tantosinarrabaconinteréscomosiescuchabaconatención; tanto si se reía demí como si reía conmigo, a las nueve enpuntosiempremeabandonaba.Sedesprendíademisbrazos,sealejabademí,cogíasu lámpara y se marchaba. Su misión estaba arriba. La he seguido enocasionesparacontemplarla.PrimeroabríalapuertadelDortoir(eldormitoriode las alumnas), entraba sigilosamente en la larga habitación y recorría elpasillo entre las dos hileras de blancas camas para supervisar a todas lasdurmientes. Si había alguna despierta, sobre todo si estaba triste, le hablabaparaapaciguarla;sequedabaunosminutosparaasegurarsedequetodoestabatranquilo; comprobaba la lámpara que ardía toda la noche en la estancia; yluegosemarchaba,cerrandolapuertasinhacerruido.Desdeallísedirigíaanuestrodormitorio,dondehabíaunpequeñogabinete;hacia allí encaminabasuspasos;tambiénhabíaallíunacama,peromuypequeña.Surostro(lanochequelaseguíparaobservarla)cambiócuandoseacercóaestepequeñolecho,pasandodelagravedadaunatiernapreocupación.Tapandoconunamanolalámpara que sostenía, se inclinó sobre la almohada para mirar a un niñodormido,cuyosueño(aquellanochealmenos,ycreoquehabitualmente)eraprofundoysosegado;ningunalágrimahumedecíasusoscuraspestañas,ni lafiebre encendía sus carrillos, ni pesadilla alguna alteraba sus faccionesincipientes. Frances lo contempló; no sonreía; sin embargo, una profundafelicidadiluminabatodosusemblante,unsentimientointensoyplacenteroseadueñaba de todo su ser, que aun así permanecía inmóvil. Pero vi su pecholatir,suslabiosentreabiertos,surespiraciónalgoentrecortada.Elniñosonrió,y al fin sonrió también la madre y dijo en voz baja: «¡Dios bendiga a mi

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hijo!».Seinclinóaúnmásparaposarunlevísimobesosobrelafrenteinfantil,cogiósumanominúsculay,porfin,seincorporóparaalejarse.Yolleguéalasaladeestarantesqueella.Francesentródosminutosmástardeydijoenvozbaja,aldejarlalámparayaapagada:

—Victor duerme bien; me ha sonreído en sueños. Tiene su sonrisa,monsieur.—ElsusodichoVictorera,claroestá,nuestrohijo,nacidoduranteeltercerañodenuestromatrimonio.SelehabíapuestoesenombreenhonordemonsieurVandenhuten,nuestroqueridoyfielamigo.

Frances era una buena esposa paramí, porque yo era unmarido bueno,justo y fiel para ella. ¿Qué habría sido de ella si se hubiera casado con unhombre rudo, envidiosoynegligente, conunderrochador, unborrachoountirano?Éstafuelapreguntaquelepropuseundía,ysurespuestafue,despuésdemeditarla:

—Duranteuntiempohabríaintentadosoportarelmalocurarloy,cuandose hubiera hecho intolerable e incurable, habría abandonado ami torturadorsúbitamenteyensilencio.

—¿Ysitehubierasvistoobligadaavolverconélporleyoporfuerza?

—¿Cómo? ¿Con un borracho, un derrochador, un egoísta, un estúpidoinjusto?

—Sí.

—Habría vuelto. Me habría asegurado de si su vicio y mi sufrimientoteníanremedio,yencasodequenolotuvieran,habríavueltoaalejarme.

—¿Ysiunavezmástehubierasvistoobligadaaregresar,yforzadaavivirconél?

—No lo sé —se apresuró a decir ella—. ¿Por qué me lo pregunta,monsieur?

Insistíenobtenerrespuestaporqueviunespírituextrañoensusojos,cuyavozestabaresueltoadespertar.

—Monsieur, si unamujer aborrece al hombre con el que está casada, elmatrimonio es una esclavitud, y cuantos piensan cuerdamente se rebelancontra la esclavitud.Aunque la tortura fuera el precio de la resistencia, a latorturahabríadearriesgarme;aunqueelcaminohacialalibertadpasaraporlaspuertasdelaMuerte,esaspuertashabríadefranquear,puestoquelalibertadesindispensable.Asípues,monsieur,resistiríahastadondemealcanzaranlasfuerzas, y cuando las fuerzasme fallaran, recordaría que siempre queda unúltimo refugio. Sin duda la Muerte me protegería tanto de las malas leyescomodesusconsecuencias.

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—¿Unamuertevoluntaria,Frances?

—No,monsieur.TendríaelcorajeparasoportartodoslossufrimientosquemedepararaelDestino,yprincipiospara lucharpor laJusticiay laLibertadhastaelfin.

—YaveoquenohabríassidounapacienteGriselda.Yahora,suponiendoque el Destino te hubiera asignado tan sólo el papel de solterona, ¿qué tehabríaparecidoelcelibato?

—Nograncosa,desdeluego.Sindudalavidadeunasolteronaesinútileinsípida, su corazón está vacíoy seco.Si hubiera sidouna solterona, habríadedicado mi existencia a intentar llenar el vacío y mitigar el sufrimiento.Seguramente habría fracasado y habría muerto cansada, decepcionada,despreciadae ignorada, como tantasotrasmujeres solteras.Perono soyunasolterona—añadiórápidamente—.Estabadestinadaanoserdeotromásquedemimaestro;jamáshabríaagradadoaotrohombrequenofueraelprofesorCrimsworth; ningún otro caballero, francés, inglés o belga, me habríaconsiderado agradable o bella, y dudo que a mí me hubiera importado laaprobación de los demás aunque hubiera podido obtenerla.Hace ocho añosque soy lamujer del profesorCrimsworth, ¿y qué es él amis ojos? ¿Es unhombreamado,honorable…?—seinterrumpió,conlavozquebradayveladosdeprontosusojos.Estábamoslosdosdepie,unojuntoalotro;merodeóconsusbrazosymeestrechócontrasucorazónconapasionamiento.Ensusojososcurosydilatadosbrillabalaenergíadetodosuseryteñíadecolorcarmesísusmejillas.Sumiradaysugestofueroncomounainspiración,puesenunahabíabrilloyenelotro,intensidad.

Media hora después, cuando se hubo calmado, le pregunté adónde habíaidoaquelvigordesbordantequelahabíatransformado,haciendosumiradatanardiente y excitante y su gesto tan fuerte y expresivo. Ella bajó la vista,sonriendolevemente.

—Noséadóndehaido—dijopasivamente—,peroséquevolverásiemprequeselepida.

Contémplanos ahora, al final de losdiez años.Hemoshecho fortuna.Larapidezconlaquehemoslogradonuestroobjetivosedebeatresrazones.Enprimer lugar, que trabajamosmuy duramente para conseguirlo. En segundolugar,nocontrajimosdeudasqueretrasarannuestroéxito.Entercerlugar,encuantotuvimoscapitalparainvertir,doshábilesconsejeros,unoenBélgicayotroenInglaterra,asaber,VandenhutenyHunsden,nosaconsejaroneltipodeinversiones quedebíamos elegir. Sus sugerencias eran juiciosas; basándonosen ellas, actuamos con prontitud. El resultado fue provechoso; huelga decirhasta qué punto; los detalles se los comuniqué a los señoresVandenhuten yHunsden, a nadie más pueden interesar. Con las cuentas zanjadas y tras

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habernosretiradodelaprofesión,considerandoquenoteníamosaMamónporamo,niqueríamospasarlavidaasuservicio,ydadoquenuestrosdeseoseranmoderadosynuestrascostumbresnadaostentosas,ambosconvinimosenquepodíamos vivir en la abundancia y legársela a nuestro hijo, y que ademásdebíamos tener siempre amanouna balanza que, adecuadamente gobernadaporunacaridadbienentendidayunaactividaddesinteresada,pudieraayudaralaFilantropíaensusempresasyofrecerrecursosalaBeneficencia.

Resolvimos trasladarnos a Inglaterra, adonde llegamos sanos y salvos;Francesviocumplidoelsueñodetodasuvida.

Dedicamostodounveranoyunotoñoaviajardepuntaapuntadelasislasbritánicas,y luegopasamosel inviernoenLondres.Decidimosentoncesquehabía llegado el momento de fijar nuestra residencia. Mi corazón anhelabavolverasucondadonatalde…shire,yesen…shiredondeahoravivo;esenlabibliotecademipropiacasadondeahoraescribo.MicasasehallaenmediodeunaregiónaisladaybastantemontañosaatreintamillasdeX,regióncuyoverdorelhumode las fábricasnohaconseguidoaúnmancillar,cuyasaguasdiscurren aún puras, cuyos ondulados páramos conservan en algunos de losvalles cubiertos de helechos que se extienden entre ellos su naturalezaprimitiva, sumusgo, sushelechos, sus jacintos silvestres, la fraganciade losjuncosydelbrezo,ysusbrisasfrescas.Micasaesunaviviendapintorescayno demasiado grande, con ventanas bajas y alargadas, con un tupidoemparrado sobre la puerta principal que, justo ahora, en esta noche estival,pareceunarcodehiedrayrosas.Eljardínestácubiertodecéspedensumayorparte,nacidodelatierradelascolinas,conunahierbacortaysuavecomoelmusgo,llenadeflorespeculiaresenformadeestrellasminúsculas,incrustadasenelminuciosobordadodesufinofollaje.Alfinaldelapendientedeljardínhayunportilloqueseabreaunsenderotanverdecomoeljardín,muylargo,sombreadoysolitario;enestesenderosuelenaparecerlasprimerasmargaritasde la primavera que le dan nombre, Daisy Lane, que sirve también paradistinguir lacasa.Termina (el sendero,quierodecir) enunvalleboscoso;elbosque, principalmente de robles y hayas, extiende su sombra sobre lavecindaddeunaantiquísimamansión,unedificioisabelinomuchomásgrandey antiguo que Daisy Lane, propiedad y residencia de un individuo familiartantoparamícomoparael lector.Sí,enHunsdenWood—puesasísellamaesa propiedad y ese edificio gris con muchos gabletes y chimeneas— viveYorkeHunsden,aúnsoltero, supongoquepornohaberencontradoaúna suideal,aunqueyoconozcoalmenosaveinteseñoritasenunradiodecuarentamillasqueestaríandispuestasaayudarleenlabúsqueda.

Lapropiedadfueapararasusmanostraslamuertedesupadre,hacecincoaños. Abandonó la industria tras haber ganado con ella el dinero suficientepara pagar ciertas deudas que gravaban la herencia familiar.Digo que tiene

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aquísuresidencia,peronocreoquevivaenellamásdecincomesesalaño,porque vaga de país en país y pasa parte del invierno en Londres. Cuandoviene a …shire suele hacerlo acompañado y sus visitantes son a menudoextranjeros.Enocasionessetratadeunmetafísicoalemán,otrasdeuneruditofrancés.UnavezrecibióaunitalianodescontentoydeaspectoferozquenosabíacantarnitocarningúninstrumentoydelqueFrancesafirmabaqueteníatoutl’aird’unconspirateur.TodoslosinglesesalosqueHunsdeninvitasondeManchester,obiendeBirmingham,hombresdurosyque,alparecer,notienenmás que un único pensamiento, pues solamente saben hablar del librecomercio.Losvisitantesextranjeros también sonpolíticos,pero sucharla seciñe a un temamás amplio: el progreso europeo, la expansión de las ideasliberales por el continente. En sus tablillasmentales, los nombres deRusia,AustriayelPapaestángrabadoscontintaroja.Aalgunosdeelloslesheoídohablar con energía y buen juicio. Sí, he estado presente en discusionespolíglotas en el antiguo comedor revestido de roble de HunsdenWood; enellas se apreciaba una singular visión de los sentimientos que abrigabanpersonas decididas respecto a los viejos despotismos del norte y lassupersticionesdelsur,aúnmásviejas.Tambiénoímuchasestupideces,sobretodoenfrancésyenalemán,peropasémoslasporalto.ElpropioHunsdenselimitaatolerarlastonteríasdelosteóricos;conloshombresprácticosparececonfabulado,depalabrayobra.

CuandoHunsden está solo en elWood (lo que ocurremuy raras veces),suele venir a Daisy Lane dos o tres veces por semana. Tiene un motivofilantrópico para venir a fumarse su cigarro bajo nuestro emparrado en lasnoches de verano: dice que lo hace para matar las tijeretas de los rosales,insectosque,segúnafirma,noshabríaninvadidoyadenohabersidoporsusbenévolas fumigaciones. También en los días de lluvia solemos esperar sullegada.Afirma que sólo es cuestión de tiempo que consiga volverme loco,atacando mis puntos débiles, o para obligar a la señora Crimsworth a quesaquealdragónquellevadentro,insultandolamemoriadeHoferyTell.

TambiénnosotrosfrecuentamosHunsdenWood,ytantoFrancescomoyodisfrutamosenormementedenuestrasvisitas.Sihayotrosinvitados,siemprees interesante estudiar sus caracteres; su conversación es extraña yestimulante; la ausencia de provincianismo tanto en el anfitrión como en suselectacompañíadaalacharlaunalibertadyunaamplitudcasicosmopolitas.Hunsdenesunhombrecortésensupropiacasa;cuandodecideutilizarla,tieneunainagotablecapacidadparaentretenerasusinvitados.Tambiénsumansiónes interesante; las estanciasparecenhistóricasy suspasillos legendarios; lashabitaciones de techo bajo, con sus largas hileras de celosías en forma dediamante,tienenelaireencantadodelviejomundo,puesensusviajeshaidocoleccionandoobjetosdeartequehadistribuidocongustopor susestanciasrevestidasdemaderao tapices.Hevistoallíunoodoscuadrosyunaodos

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estatuasquecualquieraficionadoaristocráticohabríaenvidiado.

CuandoFrancesyyocenamosypasamoslaveladaconHunsden,despuéssueleacompañarnosacasa.Subosqueesinmensoyalgunosdelosárbolessoncentenarios; hay en él senderos sinuosos que, atravesando brezos y claros,hacen bastante largo el camino de vuelta a Daisy Lane; más de una vez,favorecidos por la luna llena y una noche apacible, cuando además ciertoruiseñorhacantadoyciertoarroyoocultoentrealisoshaprestadoalacanciónun suave acompañamiento, oímos las doce campanadas de la iglesia de unaaldea,aunadistanciadediezmillas,antesdequeelseñordelbosquenosdejeen nuestra puerta. Fluye su charla libremente a tales horas y mucho másamableyreposadaqueduranteeldíayanteotraspersonas.Seolvidaentoncesdelapolíticayeldebateparacharlarsobreépocaspretéritas,desucasa,desuhistoria familiar, de símismoyde sus sentimientos, temas todos ellos a losqueconfiereunceloespecial,puessontodosúnicos.Unaespléndidanochedejunio, después de que yo hubiera bromeado sobre su novia ideal,preguntándole cuándo llegaría para insertar su belleza extranjera en el viejorobledeHunsden,éstemerespondióderepente:

—Dices que es un ideal, pero mira, aquí tengo su sombra, y no puedehabersombrasincuerpo.

Noshabíaconducidodesdelasprofundidadesdelsenderosinuosohastaunclarodelquesehabíanretiradolashayasparadejarelcieloaldescubierto;laluz de la luna bañaba el claro y Hunsden alzó hacia ella una miniatura demarfil.

Frances la examinó primero con avidez, luego me la dio a mí, peroacercandosurostroalmíoparaverenmisojosquépensabadel retrato.Mepareció que representaba un rostro femenino muy hermoso y peculiar, con«facciones rectas y armónicas», tal como había dicho él mismo en unaocasión.Eradetezmorena;loscabellosnegroscomoelazabache,apartadosnosólode la frente sino tambiénde las sienes,parecíanechadoshaciaatrásdescuidadamente,comosisubellezalosdispensarade…no,despreciaratodopeinado.Losojositalianosmirabandirectamentealqueloscontemplabaconuna mirada resuelta e independiente. La boca era tan firme como fina, lomismoqueelmentón.Eneldorsodelaminiaturahabíaunainscripciónconletrasdoradas:«Lucia».

—Esunbustoauténtico—concluí.Hunsdensonrió.

—Yalocreo—replicó—.TodoenLuciaeraauténtico.

—¿Yeraunamujerconlaquelehabríagustadocasarseperonopodía?

—Desdeluego,mehubieragustadocasarmeconella,yelhechodequenomecasarademuestraquenopodía.

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Hunsdenvolvióaapoderarsedelaminiatura,queteníadenuevoFrances,ylaguardó.

—¿Qué piensa usted de ella? —preguntó a mi mujer, abrochándose lachaqueta.

—EstoyseguradequeLuciaenotrotiempollevócadenasylasrompió—fue su extraña respuesta—.Nome refiero a las cadenas delmatrimonio—añadió, corrigiéndose, como si temiera sermal interpretada—, sino a algúntipodecadenassociales.Tieneelrostrodequienhahechoungranesfuerzoyha salido triunfante para liberar un talento enérgico y precioso de unarestricción insoportable; y cuando el talento de Lucia quedó libre, estoyconvencidadequedesplegósusgrandesalasylallevómásaltodeloque…—vaciló.

—Siga—pidióHunsden.

—Másaltodeloquelesconvenanceslepermitíanaustedseguirla.

—Creoqueseestávolviendoustedmaliciosa,impertinente.

—Lucia ha pisado los escenarios teatrales—prosiguió Frances—.Ustedno tuvonunca la intencióndecasarse conella; admiraba suoriginalidad, suintrepidez, su vitalidad; se deleitaba con su talento, fuera éste cual fuera: elcanto, el baile o la interpretación dramática; idolatraba su belleza, querespondíaasusdeseos;peroestoyseguradequepertenecíaaunaesferasocialenlaqueustednohabíapensadojamásenbuscaresposa.

—Ingenioso—comentóHunsden—.Siesciertoono,ésaesotracuestión.Mientrastanto,¿noleparecequesupequeñalámparadealcoholpalideceanteunagirandolecomoladeLucia?

—Sí.

—Al menos es sincera. Y el profesor, ¿se cansará pronto de la luz queustedleproporciona?

—¿Secansaráusted,monsieur?

—Mivistahasidosiempredemasiadodébilparasoportarunafuertellama,Frances.—Habíamosllegadoalportillo.

Hedichohaceunascuantaspáginasqueaquéllaeraunaagradablenochedeverano,y lo era.Auna seriededías radiantes, siguió elmás radiantedetodos. En mis campos acababan de recoger el heno, y su perfume seguíasuspendidoenelaire.Francesmehabíapropuestounpardehorasantestomareltéeneljardín;veolamesaredondaconelserviciodeporcelana,colocadabajo cierta haya. Esperamos aHunsden…Ya le oigo llegar. Ésa es su voz,sentandocátedrasobrealgúntemaconautoridad;lavozdeFrancesresponde;

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está en desacuerdo con él, por supuesto. Discuten sobre Victor; Hunsdenafirma que sumadre está haciendo de él un gallina. La señora Crimsworthreplica:«Prefieromilvecesqueseaungallinaaquesealoqueél,Hunsden,llama “un buen mozo”», y añade que «si Hunsden residiera siempre en lavecindadynofuera tansólouncometaquevieneyva,nadiesabecómo,nidónde, ni cuándo, ni por qué, ella no estaría tranquila hasta que hubieramandadoaVictor aunaescuela a cienmillaspor lomenosporque, con susmáximasrebeldesysusdogmasabstractos,echaríaaperderaunaveintenadeniños».TengoalgoquedecirsobreVictorantesdeterminarestemanuscritoydejarlosobremimesa,perohabrédeserbreveporqueoigoel tintineode laplataenlaporcelana.

Victortienetantodeniñobonitocomoyodehombreapuestoosumadredebelleza.Espálidoyenjuto,deojosgrandes,oscuroscomolosdeFrancesyhundidoscomolosmíos.Susproporcionessonsimétricas,peroesmenudodetalla.Susaludesbuena.Jamáshevistoaunniñosonreírmenosqueél,nianingunoquemuestretanformidableceñocuandoleeunlibroqueleinteresaocuando escucha cuentos de aventuras, peligros ymaravillas narrados por sumadre,Hunsdeno yomismo.Pero, aunque reservado, no es infeliz; aunqueserio,noesmalhumorado;essusceptiblealassensacionesplacenterasentanaltogradoquealcanzaelentusiasmo.Aprendióaleerconelanticuadométododelcuadernodecaligrafíaenelregazodesumadre,ydadoqueloconsiguiósin esforzarse con ese método, ella no creyó necesario comprarle letras demarfil, ni ninguno de los demás estímulos para leer que hoy en día seconsideran indispensables. Cuando aprendió a leer, se convirtió en undevoradordelibros,yaúnloes.Hatenidopocosjuguetesynuncahaqueridomás;porlosqueposeeparecehaberdesarrolladounapredilecciónequivalentealafecto.Lossentimientosquedirigeaalgunosdelosanimalesdomésticosdelacasasoncasiapasionados.

ElseñorHunsdenleregalóuncachorrodemastínalquellamóYorkeensuhonor. El cachorro se convirtió en un espléndido perro, cuya fiereza, sinembargo,sevioalteradaporlacompañíaylascariciasdesujovenamo,queno quería ir a ninguna parte ni hacer nada sin él: Yorke yacía a sus piesmientras estudiaba las lecciones, jugaba con él por el jardín, paseaba con élpor el sendero y el bosque, se sentaba junto a su silla en las comidas, sealimentaba siempre de su mano, era la primera cosa que buscaba por lamañana.Ylaúltimaquedejabaporlanoche.UndíaYorkeacompañóalseñorHunsden aXy lemordió en la calleunperroque tenía la rabia.En cuantoHunsdenlotrajoacasaymeinformódeestacircunstancia,salíaljardínylomatédeuntiroallímismo,mientrasselamíalaherida:murióenelacto;nome había visto levantar la escopeta, pues me había colocado detrás de él.Apenasdiezminutosdespuésdequevolvieraaentrarencasa,unossonidosangustiososmegolpearonlosoídos,ysalíaljardínunavezmás,yaqueerade

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allí de donde procedían.Victor estaba arrodillado junto a sumastínmuerto,abrazado a su macizo cuello y sumido en un arrebato de la más terriblecongoja.Mevio.

—¡Oh,papá!¡Noteperdonarénunca!¡Noteperdonarénunca!—exclamó—. Has matado a Yorke, lo he visto desde la ventana. Nunca pensé quepudierassertancruel.¡Yanotequiero!

Le expliqué con voz firme la imperiosa necesidad de aquel acto,extendiéndomeenprofusióndedetalles.Sinembargo,coneseacentoamargoeinconsolable,imposibledetranscribir,peroqueamímetraspasóelcorazón,repetía:

—Podría haberse curado. Deberías haberlo intentado. Deberías haberquemadolaheridaconunhierrocandente,ofrotarlaconsosacáustica.Nohasesperado,yahoraesdemasiadotarde.¡Estámuerto!

Victor se desplomó sobre el cadáver del perro. Aguardé pacientementeduranteunbuenratohastaquequedóagotadoporelllanto,yluegololevantéenbrazosyselollevéasumadre,convencidodequesabríaconsolarlomejor.Franceshabíapresenciadotodalaescenadesdeunaventana;noquisosalirpormiedo a que sus emociones se desbordaran y aumentaran mis dificultades,pero estaba dentro, esperándolo. Lo estrechó contra su bondadoso corazón,acurrucándoloensuamable regazo.Duranteun rato loconsolósólocon losojos,loslabiosysudulceabrazo,yluego,cuandodisminuyeronlossollozos,ledijoqueYorkenohabíasufridoyque,si lehubiéramosdejadoexpirardeformanatural,habríatenidounespantosofin.Sobretodo,ledijoqueyonoeracruel (pues esta idea parecía causar un indescriptible dolor al pobreVictor),queeramiafectoporYorkeyporélmismoloquemehabíahechoactuarasíyqueahoramepartíaelcorazónverlellorardesconsoladamente.

Victor no habría sido digno hijo de su padre si estas consideraciones, siestosrazonamientossusurradosen tonotandulceyacompañadosdecariciastancariñosasymiradastanllenasdecompasiónnohubieranproducidoenélefectoalguno.Sí loprodujeron.Setranquilizó,apoyóelrostroenelhombrodesumadrey sequedóquieto, abrazadoaella.Pocodespués,alzó lavista,pidióasumadrequelevolvieraacontartodoloquelehabíadichosobrequeYorke no había sufrido y que yo no era cruel, y cuando estas balsámicaspalabrasserepitieronvolvióadescansarlamejillasobresusenoydenuevosequedótranquilo.

Unas horas más tarde vino a verme a la biblioteca. Me preguntó si leperdonabaysideseabareconciliarmeconél.Abracéalmuchachoyloretuveunbuenrato,ydespuéstuveconélunalargacharla,enelcursodelacualmedescubriómuchas emociones y sentimientos que aprobaba, si bien es ciertoqueenélhallépocasdelascaracterísticasdeun«buenmozo»;eranescasos

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los destellos de ese ánimo que quiere destacar tras una copa de vino o queenciende las pasiones hasta extinguirlas en su fuego; pero vi en la tierraabonadadesucorazónlassemillasincipientesdelacompasión,lalealtadyelafecto,ydescubríenel jardíndesu intelectounaricacosechadesaludablesprincipios: razón, justicia, coraje prometían, si no se agostaban, un fértilcarácter.Asípues,beséconorgullo suancha frentey susmejillas—pálidasaúnporlaslágrimas—ymedespedídeélyaconsolado.Sinembargo,lovialdíasiguienteechadosobreeltúmulobajoelcualYorkehabíasidoenterrado,con lasmanos cubriéndose el rostro. Sumelancolía duró varias semanas, ypasómásdeunañoantesdequequisieraoírhablardetenerotroperro.

Victor aprendedeprisa.Pronto tendráque ir aEton,donde sospechoquesus dos primeros años serán absolutamente desdichados: abandonar a sumadre,amíyaestacasaledestrozaráelcorazón;lasnovatadasnolesentaránnadabien;pero laemulación, la seddeconocimientos, lagloriadeléxito leservirán de acicate y recompensa con el tiempo.Mientras tanto, siento unafuerteaversiónafijarelmomentoenquehabrédearrancarderaízmiúnicaramadeolivoytrasplantarlalejosdemí,ycuandohabloaFrancessobreestetema,meescuchaconunaespeciededolorresignado,comosialudieraaunahorribleoperaciónquelaaterroriza,perosufortalezanolepermiteretroceder.Sin embargo, este paso ha de darse, y se dará, pues, aunque Frances noconvertirá a su hijo en un gallina, le acostumbrará a un trato, a unaindulgencia,auncariñoquenorecibirádenadiemás.Ellacomprende,igualqueyo,queeneltemperamentodeVictorhayunaespeciedeenergíaeléctricaquedevezencuandoemitechispasominosas.Hunsdenlollamasuespíritu,ydicequenohadeserdomeñado.YolollamolachispadeAdán,yconsideroquehayqueapagarla,quizánoalatigazos,perosíconunaférreadisciplina,yquetodosufrimientomentalocorporalquesirvaparainculcarleradicalmenteelartedelautodominioestarábienempleado.Francesnodanombreaesealgoquehayenelcarácteracusadodesuhijo,perocuandoasomaenelrechinardedientes,enelbrillodelosojos,enlasublevacióndelossentimientoscontraladecepción,elinfortunio,unsúbitopesarounasupuestainjusticia,loestrechacontra su pecho o lo lleva a pasear por el bosque y razona con él comocualquierfilósofo,yalarazónVictorsemuestrasiempreaccesible.Luegosumadre lo mira con los ojos del amor, y con amor se puede infaliblementesometeraVictor,pero¿acasoseránlarazónyelamorlasarmasconlasqueenelfuturoelmundoreaccionaráantesuviolencia?¡Oh,no!Porque,acambiodeesedestellode susojosnegros, de esanubequeensombrece suhermosafrente,deesacompresióndesuslabioscarnosos,elmuchachorecibiráalgúndíagolpesenlugardelisonjasypatadasenlugardebesos;luegolosataquesde iramudaquedebilitaránsucuerpoyenajenaránsualmamerecen laduraprueba de un sufrimiento merecido y saludable, de la que espero saldráconvertidoenunhombremejorymássabio(enesoconfío).

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Lo estoy viendo ahora, de pie junto a Hunsden, que está sentado en eljardín bajo el haya. La mano de Hunsden descansa sobre el hombro delmuchachoyleestáinculcandoaloídoDiossabequéprincipios.Victortieneun agradable aspecto en estemomento, ya que escucha con una especie deinterés sonriente y nunca se parece tanto a su madre como cuando sonríe.¡Lástima que sonría tan poco! Victor siente un gran aprecio por Hunsden,mayor de lo que considero deseable, dado que es bastante más intenso,decidido e indiscriminado del que he sentido yo mismo por ese personaje.También Frances lo contempla con una especie de angustia no expresada.CuandosuhijoseapoyaenlasrodillasdeHunsdenoensuhombro,revoloteaasualrededorconmovimientosinquietos,comounapalomaprotegiendoasuspolluelosdeunhalcón.DicequedesearíaqueHunsdentuvierahijos,porqueentonces comprenderíamejor el peligro de incitar su orgullo y tolerar todassusdebilidades.

Francesseacercaalaventanadelabiblioteca,apartalamadreselvaquelacubreamediasymedicequeeltéestáservido.Viendoquesigoocupado,seacercaamíensilencioyponesumanosobremihombro.

—Monsieuresttropappliqué.

—Prontoacabo.

Francesacercaunasillaysesientaaesperarqueacabe.Supresenciaestanplacentera para mi espíritu como el perfume del heno fresco y las floresfragantes,comoelresplandordelsolponiente,comoelsosiegodelatardecerestivalparamissentidos.

PeroentraHunsden.Oigosuspasosyallíestá,asomándoseporlaventanadespuésdeapartar lamadreselvasinmiramientos,estorbandoadosabejasyunamariposa.

—¡Crimsworth! ¡Crimsworth! Quítele esa pluma de la mano, señora, yoblíguelealevantarlacabeza…

—¿Sí,Hunsden?Leescucho.

—Ayer estuve en X. Tu hermano Ned se está haciendo rico con laespeculaciónferroviaria;enelPieceHalllellamanelespeculador.Yhetenidonoticiasdel señorBrown;monsieurymadameVandenhutenpiensanvenir averleelmesquevieneconJeanBaptiste.TambiénmencionaalosPelet.Diceque su armoníadomésticano es lamejor delmundo, peroque en cuanto alnegocio on ne peut mieux, circunstancia que, en su opinión, bastará paraconsolarlesdecualquierpequeñoenfado.¿PorquénoinvitasalosPeleta…shire,Crimsworth?Megustaríaver a tuprimer amor,Zoraïde.No sepongaustedcelosa,señora,perodebodecirlequeestabaperdidamenteenamoradodeesadama.Losédebuenatinta.Browndicequeahorapesaochentakilos.Ya

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ve lo que se ha perdido, señor profesor. Bien, monsieur y madame, si novienenahoramismoatomarelté,Victoryyoempezaremossolos.

—¡Papá,ven!