el modelo psicoanalÍtico de w. r. bion y las emociones · 2020. 2. 7. · 1 ejemplar 21....
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1 Ejemplar 21. Julio-diciembre de 2019
EL MODELO PSICOANALÍTICO DE W. R. BION Y LAS
EMOCIONES
Fernanda Clavel De Kruyff
Universidad Autónoma Metropolitana. Iztapalapa.
Abstract
En este artículo se exponen las ideas principales del modelo psicoanalítico de W.R. Bion
con la finalidad de hacer algunas aclaraciones conceptuales, marcar algunas
semejanzas y diferencias entre el modelo bioniano y el modelo freudiano y, por último,
analizar su concepción de las emociones.
Palabras clave: Bion, psicoanálisis, pensamiento, emociones.
Los objetivos de este ensayo son: hacer
algunas aclaraciones conceptuales sobre el
aparato teórico del modelo psicoanalítico de
W. R. Bion, marcar algunas semejanzas y
diferencias entre este paradigma y el modelo
freudiano y, por último, analizar la concepción
de Bion sobre las emociones. Para ello dividiré
el trabajo en dos secciones. En la primera
sección “El modelo bioniano del
pensamiento”, expongo las ideas principales
del modelo de Bion para esclarecer algunos
problemas conceptuales, para establecer
algunas semejanzas y diferencias importantes
con el modelo freudiano y para contextualizar
su concepción de las emociones. En la segunda
sección “Bion y las emociones”, examino la
concepción bioniana de las emociones. Hago
en esta sección algunas precisiones
conceptuales, ubico un problema abierto sobre
la envidia e identifico algunas tensiones
teóricas.
El modelo bioniano del pensamiento.
Puede ubicarse a Bion dentro de la
tradición kleiniana del psicoanálisis (Ortiz,
2011: 58). Él incluyó en su modelo teórico
algunos conceptos y principios kleinianos
importantes, pero también concibió a la mente
humana de manera propia.
En la construcción de su modelo de la
mente tuvo influencia su trabajo con pacientes
esquizofrénicos (Mitchell y Black, 1995: 175),
cuyo grave deterioro del pensamiento y del
lenguaje demandaba mayor comprensión.
Creó entonces una teoría del pensamiento que
daba cuenta de este tipo de fenómenos pero
que se extendió más allá, a un modelo del
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desarrollo del pensamiento en general. A
continuación revisamos a grandes rasgos este
modelo con el objetivo de aclarar algunos
problemas conceptuales y marcar algunas
diferencias importantes con el modelo
freudiano.
Grinberg, Sor y Tabak (1991), plantean que
para Bion: “En las etapas más tempranas del
desarrollo, los pensamientos no son más que
impresiones sensoriales y experiencias
emocionales muy primitivas
(<<protopensamientos>>) relacionadas con la
experiencia concreta de una <<cosa-en-sí
misma>>.” (61). Estas impresiones
sensoriales y experiencias emocionales muy
primitivas incluyen ejemplos de lo que Bion
llama elementos beta. López Corvo comenta
que tales elementos:
Representan impresiones sensoriales
idénticas a lo que Bion, siguiendo a
Kant, ha llamado la cosa-en-sí-misma.
Los describió como <<objetos
compuestos de cosas-en-sí-mismas,
sentimientos de depresión-persecución
[…] y culpa, además de otros aspectos
de la personalidad ligados a un
sentimiento de catástrofe>> (2002:
125).
Me parece que para comprender el
significado de los elementos beta, y con ello,
el de las primeras impresiones y experiencias
emocionales muy primitivas de la criatura, es
necesario analizar el significado de cosa en sí
misma.
Según Ferrater Mora, para Kant, “ ‘cosa en
sí’ es el nombre que recibe <<un pensamiento
completamente indeterminado de algo en
general>>” (1994: 702), entonces,
1 Más adelante sostendré que los elementos beta
que corresponden a emociones muy primitivas,
como la envidia, necesitan poseer un significado y
aparentemente para Bion los
protopensamientos corresponden a
pensamientos completamente indeterminados
de algo en general. Pero ¿qué significa esto?
Tal vez que son pensamientos sin
organización, sin clasificación, sin
significado, algo que como tal no tiene
posibilidad de ser conocido, pues para ello es
necesario tener un mínimo de organización.
Sin embargo, habría que ser precavidos,
porque es muy posible que Bion no le diera al
término ‘cosa en sí misma’ el mismo
significado que Kant. Razones para ello son
las siguientes.
En su Diccionario de la obra de Wilfred
Bion (2002: 101), el mismo López Corvo se
refiere al significado que el filósofo Bertrand
Russell da de ‘cosa en sí misma’ como algo
que causa nuestras sensaciones, pero que no
son sensaciones; además la cosa en sí misma
no está en el espacio ni en el tiempo. Bajo estas
características, los protopensamientos, los
elementos beta, no podrían ser cosa en sí
misma en el sentido kantiano del término
puesto que, como acabamos de ver, los
protopensamientos y elementos beta incluyen
sensaciones. Entonces considero prudente
restringir el significado de ‘elementos beta’ y
de ‘protopensamientos’ a esas impresiones
sensoriales o emociones muy primitivas que,
aunque no son realmente experiencias
concretas de la cosa en sí misma, en el sentido
kantiano, sí están inicialmente muy
desorganizadas; además, si tienen significado,
éste sería muy elemental1.
Añado otra razón por la que los
protopensamientos y los elementos beta no
pueden ser la cosa en sí en el sentido kantiano.
Según Bion, lo que la criatura hace con los
elementos beta es evacuarlos, de donde se
una organización más complejos, lo que indica una
tensión o inconsistencia teórica dentro de la misma
teoría bioniana.
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infiere que la criatura necesita de una noción
de espacio, y una diferenciación entre el
espacio interno y externo para poder expulsar
del espacio interno a los elementos beta. Dado
que la cosa en sí no está ni en el espacio ni en
el tiempo, entonces ni los protopensamientos
ni los elementos beta pueden ser cosa en sí (en
el sentido kantiano).
Entonces, tendremos que acotar el
significado de protopensamiento y elementos
beta a impresiones sensoriales y emociones
muy primitivas que no están organizadas, o
mejor, cuya organización es sumamente
elemental, que no están bien integradas unas
con otras, que por ello no son susceptibles de
conocimiento y que además son desagradables
o francamente dolorosas.
Una de las primeras experiencias
primitivas es el hambre, que sirve de prototipo
para aquellas vivencias que tienen para el bebé
un fuerte impacto. Tomemos este ejemplo
paradigmático para ilustrar lo que sucede con
las experiencias primitivas de la criatura.
Grinberg, et al. comentan que para Bion, el
bebé tiene una pre-concepción (expectativa)
innata del pecho, pero “no tiene, sin embargo,
conciencia de la necesidad del pecho bueno.
Presionado por su hambre, experimenta la
necesidad no satisfecha (pecho malo) de la
cual intenta deshacerse.” (1991: 60). Señalan
además que la preconcepción (expectativa)
innata del pecho es comparable al concepto
kantiano de ‘pensamiento vacío’. Al parecer
2 Los procesos de proyección e introyección son
similares, aunque no idénticos, a los descritos por
Freud durante la fase del yo-placer purificado.
Según Freud, en una primera etapa existe un yo-
realidad del principio que puede distinguir entre
interior y exterior según un “buen criterio objetivo”
(Cf. Laplanche y Pontalis, 1968: 473), es decir, el
criterio de que las sensaciones de placer y displacer
se relacionan con el sujeto y no con cualidades del
mundo exterior. Posteriormente se establece un yo-
placer purificado, donde la criatura introyecta lo
esto significa que es un pensamiento que no
tiene ningún registro de sensaciones, está
vacío de sensaciones. Si esto es así, entonces
la preconcepción del pecho es un pensamiento
del pecho pero vacío de sensaciones, por ello
aunque hay una expectativa del pecho, ese
pecho no tiene cualidades, no es ni bueno, ni
malo, ni placentero, ni displacentero. Cuando
esta preconcepción se encuentra con el pecho
real, se produce lo que Bion llama una
realización, es decir, ya no tiene un
pensamiento vacío del pecho porque tiene
impresiones sensoriales del pecho real.
Cuando la preconcepción no se encuentra con
el pecho real, se produce lo que Bion llama
realización negativa (frustración), que no es
una ausencia de sensaciones sino más bien la
sensación displacentera o dolorosa de hambre.
Estas sensaciones displacenteras o dolorosas
constituyen al pecho malo. Mientras que la
introyección de un pecho bueno, consiste en
incorporar leche, calor y amor (Grinberg et al.:
60).2
Grinberg, et. al. explican qué hace el bebé
con las primeras experiencias dolorosas: “La
experiencia real con el pecho presente provee
al bebé de una oportunidad para deshacerse de
este pecho malo. La madre no solamente
suministra el alimento, sino que sirve de
continente para todos los sentimientos
displacenteros (pecho malo) del bebé” (Las
cursivas son mías. 1991: 61).
placentero y expele (proyecta) al exterior lo
displacentero que siente como hostil, con ello el yo
se identifica con lo placentero y el mundo exterior
con lo displacentero. Por último está la etapa del
yo-realidad definitivo cuando “el sujeto intenta
encontrar en el exterior un objeto real que
corresponda a la representación del objeto
primitivamente satisfactorio y perdido” (Laplanche
y Pontalis, 1968: 474). En la última etapa empieza
entonces el dominio del Principio de realidad.
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La madre funciona entonces como un
continente para un contenido, en este caso el
contenido corresponde a las impresiones
sensoriales y las experiencias emocionales
primitivas y displacenteras del bebé. El
mecanismo mediante el cual el bebé coloca en
la madre estas experiencias es el de
identificación proyectiva, que Bion toma de
Klein.
Aquí retomo la idea de que estos
protopensamientos y elementos beta no son
realmente cosas en sí mismas, ni experiencias
de las cosas en sí (en el sentido kantiano),
puesto que Bion concibe la mente del bebé
como capaz de emplear la identificación
proyectiva, lo que a su vez implica que pueda
distinguir el espacio interno y el externo, para
poder depositar las sensaciones displacenteras
del pecho malo en el espacio externo, el pecho
externo.
Notemos lo siguiente. Dado que para Bion
el bebé puede distinguir entre un pecho malo y
uno bueno, podemos inferir que hay una
clasificación elemental (y por tanto un
significado elemental) en dos tipos de
impresiones sensoriales y emociones
primitivas, las del pecho malo y las del pecho
bueno. Me parece que esto implica que no hay
un caos total sino una organización, aunque
sumamente elemental, en los inicios del
pensamiento de la criatura.
Una vez que el bebé ha proyectado sus
experiencias displacenteras en la madre, ella
puede emplear su capacidad de reverie
(ensoñación), es decir, puede usar su
capacidad de recibir lo que el bebé le ha
proyectado, transformar sus experiencias y
comunicárselas. Dicen Grinberg, et al.: “La
madre funciona como un continente efectivo
de las sensaciones del lactante, y con su
madurez logra transformar exitosamente el
hambre en satisfacción, el dolor en placer, la
soledad en compañía, el miedo de estar
muriendo en tranquilidad.” (1991: 62). Esto
tendrá como consecuencia que los elementos
beta que el niño ha proyectado en la madre
sean transformados por ella y devueltos al
pequeño como elementos alfa, es decir,
experiencias más organizadas y tolerables que
la criatura pueda integrar para construir
pensamientos más complejos.
Una de las emociones que la madre puede
transmitir al bebé mediante su capacidad de
reverie es el amor. Dice Bion:
Dos personas adultas con una misma
palabra, <<amor>>, pueden significar
cosas completamente distintas; sin
embargo, esta palabra es la que yo
tengo que usar para describir parte de
lo que creo que debe ser la experiencia
de un lactante (incluyo la carencia de
amor). (1962: 70)
Y más adelante agrega:
El componente mental, amor,
seguridad, ansiedad, a diferencia de lo
somático, requiere un proceso análogo
a la digestión. […] Por ejemplo,
cuando la madre quiere al niño, ¿con
qué lo hace? Aparte de los canales
físicos de comunicación, tengo la
impresión de expresa a través del
<<ensueño>> (reverie). (1962: 73).
Si la madre no cuenta con capacidad de
reverie, y devuelve al niño lo que le ha
proyectado sin transformarlo, el niño puede
caer en lo que Bion llama terror sin nombre,
es decir, una experiencia intolerable, caótica,
una angustia desbordada. López Corvo
comenta al respecto:
Un desarrollo normal se establece,
dice Bion, si la relación entre el bebé y
el pecho permite que el bebé pueda
proyectar un sentimiento, como por
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ejemplo, que se está muriendo, dentro
de la madre y re-introyectarlo luego
que su permanencia en el pecho le
haya hecho más tolerable para su
mente. Si la proyección no es aceptada
por la madre, el bebé siente que su
temor de muerte es real, lo que hace
que reintroyecte no un temor de morir
hecho tolerable, sino un terror sin
nombre […] (2002: 334)
Mediante la relación continente-contenido
entre la madre que funciona como continente
para digerir los contenidos o elementos beta
que la criatura le deposita, la criatura podrá
construir un aparato para pensar, es decir:
el bebé internaliza buenas y repetidas
experiencias de su relación con la
madre. Esto significa que en la mente
del bebé ha quedado internalizada
<<una pareja feliz>> constituida por
una madre (continente) receptiva y
metabolizadora, a través de la función
alfa de los sentimientos proyectados
por el niño, y por este último, con sus
distintas emociones (contenido)
ubicadas por identificación proyectiva
dentro de aquélla. (Grinberg, et al.,
1991: 62)
Además de la relación entre continente-
contenido, otro mecanismo que participa en la
formación del aparato para pensar es la
relación entre las posiciones esquizo-
paranoide y la depresiva. A diferencia de
Klein, Bion no piensa en estas posiciones
como etapas, sino como un continuo oscilar a
lo largo de la vida entre, por un lado, la
escisión, fragmentación o desintegración de
los pensamientos y, por otro, su integración o
vinculación.
3 Bion retoma estas ideas en (1962: 28).
En la construcción de su modelo del
desarrollo del pensamiento, Bion retomó
algunas ideas del modelo del pensamiento
freudiano. Él (1962: 63) se refiere
explícitamente al texto freudiano de
Formulaciones sobre los dos principios del
acaecer psíquico (1911), donde se habla sobre
el proceso de pensamiento. Veamos algunas
ideas de este texto que Bion retomará
parcialmente para su propio modelo.
Para Freud, el proceso de pensamiento hace
posible que el aparato psíquico pueda aplazar
la descarga del incremento de estímulos.
Recordemos que en la teoría freudiana, el
aparato psíquico funciona de acuerdo al
Principio de constancia, y su complemento, el
Principio de placer, de modo que al haber un
incremento de estímulos, hay una tendencia a
descargarlo o evacuarlo. Originariamente el
bebé efectuaba esta descarga por medios
motrices y con la creación de alucinaciones,
pero gracias a la ausencia de la satisfacción por
estas vías (frustración), el aparato psíquico se
ve obligado a desarrollar el pensamiento,
quedando entonces bajo el dominio del
Principio de realidad. Así “ya no se representó
lo que era agradable, sino lo que era real,
aunque fuese desagradable” (Freud, 1911:
224). Según Freud, el desarrollo del
pensamiento incluye el desarrollo de los
órganos sensoriales dirigidos al mundo
exterior, la conciencia, la atención, la
memoria3, y la capacidad de juicio, que indica
si una representación es verdadera o falsa.
Bion señala lo siguiente:
Está implícito en la afirmación de
Freud el papel que la intolerancia a la
frustración desempeña en la
producción de tensión, y luego su
alivio, por el empleo del pensamiento
para llenar el intervalo entre la
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necesidad de liberar la psique del
incremento de estímulos y la
liberación misma. El vínculo entre la
intolerancia a la frustración y el
desarrollo del pensamiento es
fundamental para la comprensión del
pensamiento y sus trastornos. (1962:
64)
Bion retoma la idea freudiana de que la
frustración ayuda al desarrollo del
pensamiento y también la noción de
intolerancia a la frustración, y agrega que esta
última es innata y diferente en cada persona,
de modo que las personas tienen mayor o
menor tolerancia a la frustración. Bion da gran
importancia a este factor para el desarrollo del
pensamiento; a mayor tolerancia a la
frustración, habrá mayores probabilidades de
que el pensamiento evolucione y a menor
tolerancia a la frustración, habrá más
obstáculos para que el pensamiento se
desarrolle.
Una vez que las partículas beta son
proyectadas en el pecho, y son digeridas y
devueltas por la madre a la criatura, éstas se
convierten en elementos alfa, es decir,
partículas que ahora pueden ser integradas
entre sí por la criatura para construir
pensamientos más complejos. Bion postula
que una de las entidades que se construye con
los elementos alfa es la barrera de contacto,
que entre otras cosas permite diferenciar el
inconsciente y la conciencia (López Corvo,
2002: 71).
Desde mi punto de vista, Bion está
presuponiendo implícitamente en su noción de
‘barrera de contacto’ las siguientes ideas
freudianas. El inconsciente está gobernado por
los procesos primarios, tales como el
desplazamiento, la condensación y la
preferencia por el uso de imágenes visuales. El
ejercicio exclusivo de estos procesos, como en
el sueño, permite que en el inconsciente no rija
el principio de no contradicción. Para que el
pensamiento pueda evolucionar es necesario
que se obedezca al principio de realidad y esto
implica que el pensamiento pueda acatar el
principio de no contradicción y que se
desarrollen los procesos secundarios de
pensamiento, tales como la atención, la
memoria, la capacidad de juicio y de
razonamiento. Tanto el ejercicio del principio
de no contradicción como el uso de los
procesos secundarios son característicos del
pensamiento consciente, por ello resulta
sumamente importante que la mente pueda
separar al consciente del inconsciente. Me
parece que en el contexto de estas ideas, la
barrera de contacto permite una relación
adecuada con la realidad. Según Bion, en el
pensamiento psicótico esta barrera de contacto
no existe o está deteriorada. Además, la
barrera de contacto permite reprimir y también
soñar (Cf. Grinberg, et al., 1991: 119).
En el modelo bioniano los sueños dan la
posibilidad de crear una barrera de contacto
(López Corvo: 304; Bion, 1962: 44) que
permite diferenciar entre consciente e
inconsciente, lo que a su vez posibilita un
pensamiento ordenado y evita el estado
psicótico. Como señalé anteriormente, al dar la
posibilidad de distinguir entre consciente e
inconsciente se permite también el
funcionamiento del principio de realidad, cuyo
ejercicio está deteriorado en el psicótico.
En el modelo bioniano, los sueños son una
forma de digerir las experiencias emocionales.
El sueño es una de las actividades psíquicas en
donde interviene la función alfa, es decir, la
función que permite transformar los elementos
beta en elementos alfa, transformar las
impresiones sensoriales en elementos capaces
de ser organizados e integrados. Meltzer
concordando con Bion comenta: “soñar es
pensar […] El proceso creativo del sueño
genera el significado que luego puede
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extenderse a la vida y las relaciones del mundo
exterior.” (1983: 50).
El sueño implica un intento de solución a
los problemas en general y a los conflictos
emocionales en particular (Meltzer, 1983:
141). Dice Donald Meltzer: “un sueño logrado
es el que resuelve el problema y un sueño
fallido, el que no logra hacerlo” (1983: 72). El
intento de resolución de problemas es una
diferencia importante respecto a la teoría
freudiana de los sueños, porque según Meltzer,
Freud “no creía que los sueños pudieran decir
nada que fuera realmente nuevo” (1983: 15).
Esto lo dice Meltzer en el contexto de que para
Freud “los pensamientos oníricos existen con
anterioridad al sueño en sí.” (1983: 13). Me
parece que lo anterior significa que, para
Freud, el contenido latente del sueño es algo
que ya estaba ahí antes de soñar, de modo que
el contenido manifiesto del sueño sólo es una
forma de figurar al contenido latente que
preexistía al sueño y que fue su motivación. La
tesis freudiana fundamental es que los sueños
son realizaciones disfrazadas de deseos, por lo
que al menos parte del contenido latente debe
referirse a este tipo de deseos. En cambio,
para Bion éste no es el caso. Al respecto dice
López Corvo: “A diferencia de Freud, Bion no
concibe los sueños como satisfacciones de
deseos instintivos, sino como un proceso de
digestión de la verdad, la cual es indispensable
pare el crecimiento de la mente, así como el
alimento lo es para el desarrollo físico.” (2002:
305). Ya que para el modelo bioniano una de
las funciones del sueño es buscar soluciones a
problemas, a diferencia del modelo freudiano,
producen algo nuevo en el sentido de que las
soluciones no existían antes de soñar.
Considero que la tesis bioniana sobre la
función del sueño como un intento de
solucionar problemas es plausible dadas las
experiencias narradas por investigadores
científicos en la solución de problemas durante
el sueño. Una de ellas, ampliamente difundida,
es la del científico Friedrich August Kekulé,
que después de trabajar arduamente en
encontrar la estructura química del benceno,
logró la solución durante un sueño. El doctor
en ciencias, Roberto Martínez Villa (2004)
también menciona que entre los matemáticos
es común el surgimiento de ideas para
solucionar problemas durante el sueño. Por su
parte, ya en 1908, el matemático Henri
Ponicaré había sostenido que un trabajo
inconsciente estaba presente en la solución de
problemas teóricos (Cf., por ejemplo,
Obradors Barba (2007)), y que la creatividad
requiere que el pensamiento se encuentre más
libre y no constreñido por la lógica y la
meticulosidad.
Aunque la idea de la intervención de
procesos inconscientes en la solución de
problemas no es nueva, me parece que lo
novedoso en el trabajo de Bion consiste en
advertir que el trabajo inconsciente durante el
sueño es un intento cotidiano de resolver no
sólo los problemas de tipo teórico, sino
también y fundamentalmente los problemas y
conflictos emocionales.
El sueño favorece la creatividad porque no
se encuentra restringido por los procesos
secundarios de razonamiento ni por la atención
al principio de no contradicción, es un estado
en que la mente se encuentra en mayor libertad
de movimiento con procesos como el
desplazamiento, la condensación y la
preferencia por el uso de imágenes. A través
del sueño, el soñante se atreve a ser creativo.
Por ello Bion comentó que:
Una de las razones por las cuales el
soñar es esencial es porque permite
mediante la suspensión de la
consciencia, el que una experiencia
emocional que en la vigilia el
individuo no se permitiría, se haga
posible y así poder entonces someterla
al ‘trabajo del sueño alfa’ [a esto
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último se refiere luego como función
alfa] para ser convertida tanto en
elementos alfa como en una forma de
narrativa, dominada por el formato de
causalidad teórica, propicia para ser
usada en los procesos racionales del
pensamiento conscientes. (citado en
López Corvo,2002: 303).
Al suspender la consciencia se eliminan
también los procesos secundarios que en cierto
sentido restringen la imaginación, porque esos
procesos tienen en cuenta el principio de
realidad. Posiblemente Bion advierte que en la
vigilia el individuo no se permitiría suspender
la consciencia debido a que esto podría en
riesgo no sólo su integridad, sino su cordura.
Gracias a la función alfa durante el sueño
pueden elaborarse elementos alfa y una forma
narrativa, que dice Bion, pueden usarse en los
procesos racionales del pensamiento, es decir,
gracias al sueño pueden obtenerse productos
que puedan ser usados por los procesos
secundarios del pensamiento durante la vigilia.
Además de la diferencia entre el paradigma
bioniano y el freudiano sobre la función del
sueño, existen entre ellos otras distinciones
importantes que destaco a continuación.
El Principio de constancia es una ley
fundamental del modelo pulsional freudiano.
Bion retomó este principio al señalar que
originariamente el aparato psíquico intenta
descargar o evacuar el exceso de estímulos, sin
embargo, el modelo bioniano no puede
considerarse sin más una teoría pulsional al
estilo freudiano, sostengo que se trata de una
4 Greenberg y Mitchell (1983) diferenciaron con
claridad el modelo pulsional freudiano y el modelo
de estructura relacional. Mientras que el primero
tiene como eje al concepto de pulsión y a los
principios económicos (como el Principio de
constancia), el modelo de estructura relacional
tiene como eje al vínculo entre sujeto y objeto, y a
los principios que regulan los vínculos entre ellos.
teoría que pertenece a lo que Greenberg y
Mitchell (1983) llamaron modelo de
estructura relacional (MER)4. Veamos las
razones para ello.
En primer lugar, la teoría del pensamiento
de Bion incluye conceptos como los de
continente-contenido, identificación
proyectiva y reverie, que implican una
relación de ida y vuelta entre sujeto y objeto
(interno y externo), siempre presente a lo largo
de la vida del sujeto, y cambiante a lo largo de
esta vida. A diferencia de Freud, para Bion el
objeto no es meramente el vehículo que
emplea la pulsión para descargarse, sino que
forma parte de su identidad, es decir, la pulsión
no existe sin el objeto. Esto lo confirma López
Corvo cuando expresa:
en Klein al igual que en Bion, a
diferencia de Freud, el impulso y el
objeto son inseparables, uno es el
corolario del otro. No existe el impulso
libre de la representación objetal, por
lo tanto, aun los elementos beta como
cosas-en-sí-mismas, como lo inefable,
conllevan implícita la presencia de un
objeto. ¿Cómo entonces podrían
proyectarse los impulsos? ¿Cómo se
proyecta un impulso que carece de una
representación de objeto? Cuando
Bion equipara los elementos beta a
experiencias sensoriales se está
refiriendo a experiencias sensoriales
de objetos […]. (2002: 129)5
5 Como vimos con anterioridad, los elementos beta
no pueden ser la cosa-en-sí-misma en el sentido
kantiano del término. Sin embargo, pueden
entenderse como sensaciones o emociones muy
primitivas que causan displacer o dolor psíquico,
que tienen una organización deficiente para dar
coherencia y que no están integradas, de ahí que
sean inefables.
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Aunque gran parte de la teoría del
pensamiento de Bion es compatible con el
modelo freudiano, se diferencia de él porque
para Bion el pensamiento se desarrolla a partir
de la relación entre el sujeto y los objetos,
tanto internos como externos. Meltzer señala
por ejemplo que, a diferencia de Freud y Klein:
Bion ha concebido algo mucho más
complejo, en concreto, una relación
entre la madre y el bebé en la que la
madre tiene realmente que realizar
funciones mentales por el bebé a fin de
que éste pueda con el tiempo, mediante
la introyección gradual de dichas
funciones en sus objetos internos,
aprender a realizar estas funciones por
sí mismo. (1983: 74)
Además, podemos decir que la teoría de
Bion cumple en términos generales con lo que
llamaré Principio de relaciones objetales, que
considero fundamental para una teoría que
pertenezca al MER y que formulo así:
El contenido y naturaleza de las
relaciones con los objetos (tanto
externos como internos) son los
determinantes cruciales de los
contenidos y procesos psíquicos más
importantes (tanto normales como
patológicos). El contenido y naturaleza
de las relaciones con los objetos
configuran los procesos y contenidos
mentales.6
6 Esta enunciación es producto de una
condensación, por una parte, de lo que Greenberg
y Mitchell adjudican al modelo kleiniano “the
content and nature of relations with objects, both
real other people and phantasied images of others
imagined as internal presences, are the crucial
determinant of most important psychical processes,
both normal and pathological” (1983: 137); y por
otra, de lo dicho por Mitchell en el siguiente pasaje:
El modelo bioniano cumple con este
principio porque los contenidos y procesos de
pensamiento dependen de manera esencial de
las relaciones con los objetos, relaciones que
se establecen a partir de la identificación
proyectiva y de la capacidad de reverie de la
madre, procesos que, juntos, van en ambos
sentidos entre sujeto y objeto.
Una vez que hemos visto algunas de las
tesis más importantes del paradigma bioniano,
esclarecido algunos conceptos fundamentales
y marcado algunas semejanzas y diferencias
importantes con el modelo pulsional
freudiano, concentrémonos ahora en su teoría
de las emociones.
Bion y las emociones.
Las emociones ocupan un lugar central en
el paradigma de Bion ya que son ellas las que
permiten que la mente se desarrolle o se
deteriore. Si el sujeto es capaz de digerir las
emociones a través de la función alfa, la mente
evoluciona, si no, la mente detiene su
desarrollo o se destruye. Como vimos, los
elementos beta pueden ser sensaciones o
emociones muy primitivas, de manera que al
igual que se metabolizan las sensaciones, estas
emociones primitivas también se digieren
inicialmente proyectándolas en un continente,
el pecho real, que visto desde el punto de vista
de un investigador corresponde a la mente de
la madre. Si la madre puede digerir estas
emociones y devolverlas al niño, él tiene la
“O se considera a la interacción en el contexto de
la expresión de fuerzas o presiones ya establecidas,
o bien se considera que el contenido mental se
expresa y configura en el contexto del
establecimiento y la conservación de las relaciones
con los demás” (1988: 16), mientras la primera
parte de este pasaje se adjudica al modelo
pulsional, la segunda es una tesis del modelo
relacional.
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posibilidad de empezar a construir
pensamientos más complejos. Posteriormente
podrá interiorizar la función materna de
reverie en un aparato para pensar que le
permitirá la producción de nuevos elementos
alfa y su vinculación en pensamientos más
complejos. Los mayores obstáculos que se
oponen a esta posibilidad, además de una
madre que no pueda realizar adecuadamente la
función de reverie, son la falta de tolerancia a
la frustración y la envidia. Para Bion, ambos
factores son innatos en la criatura7.
Por lo menos desde el nacimiento, la
criatura se enfrenta constantemente a
experiencias emocionales. Pero ¿qué es una
experiencia emocional? Bion da ejemplos
paradigmáticos de ellas: aprender a caminar, el
pecho bueno y el pecho malo (1962: 35 y 73).
Si tomamos estos ejemplos, puede decirse que
la experiencia emocional no es la emoción en
sí, sino una vivencia que da lugar a emociones,
así, aprender a caminar no es en sí una
emoción, sino una vivencia capaz de despertar
emociones en la criatura, lo mismo parece
suceder con la experiencia del pecho bueno y
pecho malo, es decir, con la experiencia de
realizaciones positivas y negativas que da
lugar a emociones distintas.
Por su parte, interpretando a Bion, Meltzer
define la experiencia emocional de la siguiente
manera: “Una experiencia emocional es un
encuentro con la belleza y el misterio del
mundo que despierta un conflicto entre L, H y
K y –L, –H, y –K.” (Cursivas en el original.
1986: 22).
En esta cita, Meltzer acentúa que en la
experiencia emocional hay un encuentro con la
belleza y el misterio del mundo, a lo cual
podríamos añadir que también puede haber un
encuentro con las realizaciones negativas, es
7 Bion acepta la pulsión de muerte, y como la
envidia es producto directo de esta pulsión, es
decir, con las frustraciones, que no
necesariamente implican belleza.
Siguiendo a Bion, Meltzer explica que la
experiencia emocional da origen a un conflicto
entre L, H y K y –L, –H, y –K. L, H y K
representan respectivamente al amor, al odio y
al conocimiento; son tipos de relaciones que
permiten el crecimiento del pensamiento
mediante el vínculo. Por otra parte, sus
contrarios –L, –H y –K, representan
respectivamente al no amor, al no odio y al no
conocimiento, son antítesis del vínculo,
representan la tendencia a la fragmentación, a
la desintegración, propician la ruptura de
cualquier vínculo, ya sea entre los
pensamientos, con el sí mismo o con los
demás. Me parece entonces que L, H y K son
parte de la pulsión de vida, mientras que –L, –
H, –K son parte de la pulsión de muerte, de ahí
que el conflicto entre ambos tipos de
experiencias sea en última instancia un
conflicto entre las pulsiones de vida y muerte.
Mientras L y H son parte de las emociones
positivas, –L, –H lo son de las emociones
negativas; a las últimas Meltzer se refiere
también como anti-emociones y sitúa a la
envidia entre ellas (1986: 22).
Meltzer comenta que la clasificación de las
emociones en positivas y negativas, mediante
la oposición entre, por una parte, los vínculos
de relación L, H y K y, por otra, los
antivínculos –L, –H y –K, “coloca a nuestra
teoría de los afectos, por primera vez en
terreno firme” (1986: 22). Señala también que
esa clasificación terminó “con la confusa
oposición tradicional de amor y odio” (1986:
22). Pero ¿qué sucede con el odio?, ¿por qué
Bion colocó al odio (H) entre las emociones
positivas y al no odio (–H) entre las negativas
si lo que cabe esperar es que el odio (H) sea
una emoción negativa? Considero que se trata
innata y su intensidad depende de la intensidad de
la pulsión de muerte.
11 Ejemplar 21. Julio-diciembre de 2019
de un problema de los términos empleados
más que un problema conceptual. Desde mi
punto de vista, cuando Bion diferencia entre H
y –H, en realidad está distinguiendo dos tipos
de odio. Con H parecería referirse a un tipo de
odio que no destruye, sino que de algún modo
permite vincular y favorecer el crecimiento
mental, mientras que con –H está
simbolizando el tipo de odio que es anti-vida,
desintegración.
Me parece que si nos auxiliamos de la
teoría de las emociones de la filósofa Martha
C. Nussbaum (2001) puede hacerse una
distinción más clara entre H y –H.
Recordemos que para ella, las emociones
pueden ser, verdaderas o falsas y estar
justificadas o injustificadas. ¿No podemos
entonces entender a H como un tipo de odio
justificado, verdadero, y a –H como un odio
injustificado, falso? Pienso que sí.
Sabemos que hay situaciones en las que el
odio está plenamente justificado como, por
ejemplo, cuando se es presa de una injusticia;
en este caso, el odio puede motivar la
búsqueda de estrategias para enfrentar la
injusticia, lo que finalmente genera la
evolución de la inteligencia y por tanto del
pensamiento. En este caso, el odio no es anti-
vida, sino una forma de enfrentar las
situaciones que van en contra de la vida. Es
posible que algo semejante ocurra con la
criatura. Cuando la criatura se enfrenta a las
realizaciones negativas (frustraciones) puede
enojarse, u odiar; en tal caso, el odio puede ser
el catalizador para que su pensamiento se
desarrolle.
Por otra parte, está el tipo de odio (–H), que
no permite que el pensamiento evolucione,
sino que su único objetivo es destruir,
desintegrar, desvincular. Este es el caso del
odio en el psicótico. Grinberg et. al. comentan
que para Bion:
Entre los rasgos destacados de la
personalidad psicótica está la
intolerancia a la frustración junto con
el predominio de los impulsos
destructivos, que se manifiestan como
un odio violento a la realidad tanto
interna como externa, odio que se hace
extensivo a los sentidos, a las partes de
la personalidad y elementos psíquicos
que sirven para el contacto con dicha
realidad y su reconocimiento, a la
conciencia y a todas las funciones
asociadas con la misma; en síntesis a
todo lo que tiene la función de
vincular. (1991: 39)
Pienso que un análisis paralelo puede
hacerse con el amor (L) y el no-amor (–L). En
particular respecto al último, ¿no contamos
acaso con innumerables casos donde el “amor”
es destructivo? Considero que –L se refiere a
este tipo de casos, donde se malentiende el
amor; lo que se tiene en realidad es una
emoción que destruye al sujeto y a su
pensamiento. El malentendido es un obstáculo
al desarrollo del pensamiento y es
característico de las emociones negativas. Está
representado por el anti-conocimiento (–K).
El conocimiento (K) para Bion implica
verdad y se opone a la mentira, implica que
nadie puede saber algo que es falso. Con ello
retoma una caracterización filosófica
tradicional sobre el conocimiento. Pero Bion
tiene su propia concepción del conocimiento y
se refiere especialmente al conocimiento del sí
mismo. Meltzer comenta sobre este punto que
la teoría de Bion: “es muy epistemológica;
considera que la mente se desarrolla mediante
la adquisición de conocimiento, el
conocimiento de sí misma y el conocimiento
de sus objetos tanto internos como externos”
(1983: 73)
Grinberg, et al., señalan que para Bion “La
verdad es esencial para el crecimiento mental.
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Sin verdad, el aparato psíquico no se
desarrolla, muere de inanición” (1991: 111).
Pero ¿por qué se evita la verdad y se cae en la
mentira cuando se intenta conocerse a sí
mismo o a los objetos externos? Porque este
conocimiento implica enfrentar el dolor
psíquico. Puede suceder que en lugar de
enfrentarlo se evada. Por ello, según Bion, hay
elecciones que psicoanalista y paciente deben
tomar entre “procedimientos que tienden a
evitar la frustración y los que tienden a
modificarla” (1962: 65). Si se evade la
frustración lo que se produce es –K, mientras
que K tiende a modificar la frustración, lo que
lleva al crecimiento mental y a tener la
posibilidad de resolver los conflictos
psíquicos. –L y –H son el prototipo de
emociones que van en contra del conocimiento
(K).
Analicemos ahora el caso de una emoción
particular: la envidia.
Es curioso que para Meltzer y Bion, la
envidia forma parte de lo que llaman anti-
emociones. ¿No es esto una contradicción en
los términos? Sabemos que la envidia es una
emoción ¿cómo puede ser entonces una anti-
emoción? Me parece que ni Bion ni Meltzer
quisieron decir con esto último que la envidia
no fuera una emoción, sino que es una
emoción que destruye cualquier tipo de
vínculo, entonces anti-emoción no equivale a
que no hay emoción, quiere decir que es una
emoción que conduce a la fragmentación. La
envidia destruye los vínculos porque es
producto directo de la pulsión de muerte, me
parece entonces que anti-emoción significa en
general una emoción que procede
directamente de la pulsión de muerte.
¿Qué lugar ocupa la envida en la
clasificación de emociones negativas y
positivas? Es claro que Bion la ubica entra las
primeras. Aparentemente las emociones
negativas también son producto de la pulsión
de muerte.
Nótese que como la envidia es innata,
forma parte de las emociones primitivas y que
entonces las experiencias de envidia
corresponden a elementos beta.
El concepto bioniano de envidia tiene un
significado más amplio que el kleiniano. Para
Klein, la envidia se caracteriza por:
1) Ser una fantasía innata.
2) Implicar un ataque dirigido al
objeto bueno debido a su bondad.
3) La destrucción del objeto
bueno conduce a una experiencia
intolerable (Cf. Hinshelwood, 1989:
218)
Además de estas características, para Bion
la envidia implica un ataque no sólo al objeto
bueno, sino a “la parte de la propia psique
infantil que estaba conectada con el objeto y
con la realidad en general.” (Mitchell y
Black,1995: 175). Es decir, la persona
envidiosa también destruye sus propias
capacidades mentales, su conocimiento, e
incluso puede atacar su propio aparato de
percepción como sucede con el
esquizofrénico. El nivel de destrucción
dependerá de la intensidad de la envidia
constitucional.
Observemos que las características que
Bion concede a la envidia implican un
complejo contenido cognitivo como es la
concepción de un objeto externo, que a su vez
entraña una distinción entre interior y exterior.
Además, la envidia requiere que se pueda
identificar la cualidad de bondad del objeto y
que exista una fantasía. La sofisticación de
este tipo de contenidos cognitivos conduce al
cuestionamiento de si la envida es innata y
también qué se entiende por innata. ¿Por
innata Bion quiere decir que la criatura nace
con envidia? o ¿quiere significar que nace con
una capacidad (con la potencialidad), aún no
desarrollada al nacer, de experimentar envidia
en una época posterior? Si fuera este último
caso, la capacidad de sentir envidia sería
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semejante a la capacidad innata para el
lenguaje, con el que no se nace pero que
potencialmente se puede adquirir, si las
condiciones lo permiten, en una época
posterior. En consecuencia, la envidia sería
equiparable a otras capacidades como la de
sentir amor o cualquier otra emoción, y sería,
como otras capacidades, fácilmente
influenciable y modificable por las
condiciones ambientales.
¿Cómo responde Bion a las preguntas
planteadas? Aunque no da una respuesta
explícita a ellas, me parece que la intención de
Bion es sostener que la envidia es una emoción
que el bebé experimenta a una edad muy
próxima al nacimiento, de modo que habría
bebés que experimentan más envidia que otros
sin que intervengan para ello las condiciones
ambientales. Al plantear este problema nos
topamos con la polémica entre innatismo y
ambientalismo, y por tanto con el
cuestionamiento sobre el tipo de pensamiento
que tiene la criatura recién nacida.
Meltzer opina que:
Como amante de los animales por un
lado y, por el otro, como resultado de
haber escuchado informes acerca de
observaciones infantiles durante los
últimos diez años, diré ahora que los
bebés son unos animales
increíblemente inteligentes. Un bebé
de pocos meses es capaz de captar el
sentido de un espejo, un sentido que,
tengo entendido, no puede ser captado
por un perro y ni siquiera por un mono.
Pero esta extraordinaria inteligencia es
capaz, incluso quizás antes del
nacimiento de responder frente a la
calidad y no meramente frente al nivel
cuantitativo de la experiencia sensual.
Quisiera afirmar enfáticamente, que se
trata del sentido estético;
indudablemente el bebé humano es
capaz de responder ante la belleza del
mundo y ante su inevitable fragilidad.
He visto a un bebé, dos horas después
del nacimiento, volverse con una
mirada de reconocimiento hacia la voz
de su madre, en un cuarto donde había
varias visitas conversando. (1986: 22)
Sobre esto considero que, aun cuando el
bebé tenga capacidades cognitivas
sorprendentes, específicamente la complejidad
cognitiva de la envida conduce a un
escepticismo razonable sobre su aparición en
los primeros meses de vida y sobre la carencia
de la intervención del medio ambiente para su
constitución. Pienso que aún no existe una
solución definitiva a este problema y que es
necesario recurrir no sólo al material clínico,
sino un tipo de investigación observacional y
experimental con criaturas de muy corta edad
para encontrar vías de solución.
Por lo pronto, así como algunos
psicoanalistas aceptan la existencia de una
pulsión de muerte y otros no, del mismo modo
algunos aceptan (como Bion) y otros no, que
la criatura experimenta desde muy temprana
edad la emoción de la envidia y que esta
experiencia no depende fundamentalmente de
factores ambientales. Esto sin duda tiene
repercusiones en la práctica clínica, en la
manera de entender a los pacientes, en el tipo
de interpretaciones que se les ofrecen y en el
modo que se conduce en general el proceso
psicoanalítico.
Más allá de la polémica entre innatismo y
ambientalismo, encuentro una tensión o
inconsistencia teórica entre la tesis de que el
bebé de muy corta edad experimenta envidia y
otra tesis bioniana. Como señalé, las partículas
beta son sensaciones o emociones muy
primitivas y, dado que la envidia es innata,
debe contarse entre las emociones primitivas,
es decir, la envidia es una partícula beta. Sin
embargo, las partículas beta se caracterizan
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por ser protopensamientos que al parecer no
son cognitivamente complejos, cuya
organización no existe o es muy deficiente y
que carecen de significado o que tienen un
significado muy elemental, entonces ¿cómo
puede una emoción cognitivamente sofisticada
como la envida ser una partícula beta? Hay una
contradicción o tensión teórica al interior del
modelo bioniano.
Considero que una manera de evitar esta
tensión o contradicción teórica dentro de la
teoría bioniana es conceder que los elementos
beta y los protopensamientos ya tienen un
nivel cognitivo complejo, es decir, que tienen
un nivel de organización e integración
mayores a los que Bion les atribuye. Otra
opción es conceder que la envidia no es un
protopensamiento ni elemento beta, sin
embargo esta opción parece menos viable
porque Bion no sólo cataloga a la envida como
elemento beta, sino también a otra emoción
con contenidos cognitivos complejos y
organizados: la culpa (Cf. López Corvo 2002:
125).
En la primera sección de este artículo llevé
a cabo una exposición de algunas de las ideas
principales del modelo de pensamiento de
Bion. Con ello pude realizar algunas
clarificaciones conceptuales. También en esa
sección examiné algunas diferencias y
semejanzas importantes entre el modelo
bioniano y freudiano. En la segunda sección
analicé especialmente la concepción bioniana
de las emociones haciendo algunas
aclaraciones conceptuales, marcando algunas
inconsistencias o tensiones teóricas y
ubicando el problema de innatismo-
ambientalismo alrededor de la envidia.
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