el guerrero de zarahemla

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Passagem para Zaraenla - Historia de Aventura

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EL GUERRERO DE ZARAHEMLA

CHRIS HEIMERDINGER

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EL GUERRERO DE ZARAHEMLA

CHRIS HEIMERDINGER

ACERCA DEL AUTORChris Heimerdinger vive actualmente en Riverton, Utah, con su esposa Beth y sus cuatro hijos: Steven, Ammon, Alyssa y Liahona. Es el autor de ms de quince novelas de diferentes gneros, pero todas ellas con su inconfundible sello de aventura. Comenz a escribir cuando tena siete aos, y complet su primer libro a los ocho: una aventura titulada El aullido de la manada de lobos, en la que cachorros de lobo eran los protagonistas. Dos aos despus complet un libro de ciencia ficcin titulado Los reptiles, en el que Chris se represent a s mismo en el papel del protagonista que encontr un huevo prehistrico, incub su propio dinosaurio domstico y, finalmente, levant un ejrcito de dinosaurios para apoderarse del mundo. Desde entonces las ambiciones de Chris han cambiado muy poco. Todava quiere apoderse del mundo, pero en vez de usar dinosaurios, se esfuerza por usar el evangelio puro de Jesucristo. Su primera idea para la historia de El guerrero de Zarahemla se origin en 1999 bajo el ttulo de El verano del nefitas-, despus fue pulida y refinada durante cuatro aos hasta convertirse en la novela que es hoy en da. Chris explica: Siempre pens en esta historia, principalmente, como en una pelcula. Nunca he escrito una historia basada tan concretamente en un lugar especfico. La hondonada en el bosque del sur de Utah, la casa de campo de McConnell, incluso el taller de violines, son lugares que existen en realidad y que sern usados durante el rodaje. Chris espera empezar el rodaje de El guerrero de Zarahemla en la primavera del ao 2004, anticipando el estreno entre 6 y 12 meses ms tarde. En un futuro prximo, Chris espera publicar tambin la continuacin de su querida novela de 1993, Eddie Fantstico, junto a una versin actualizada y revisada del original. Tambin publicar La Gua de Muckwhip para cautivar Almas de los ltimos Das -una ingeniosa stira del estilo de Cartas del diablo a su sobrino, de C.S. Lewis- y, desde luego, el dcimo episodio de su clebre Serie de aventuras de Huellas de tenis entre los nefitas. Pronto, Chris planea estrenar una edicin narrada de El Libro de Mormn, interpretada con la misma pasin y estilo dinmico de las versiones audio de sus novelas. Para saber ms acerca de Chris y de sus prximos proyectos, incluida la pelcula El guerrero de Zarahemla, visita su pgina de Internet y regstrate en www. cheimerdinger. com.

El guerrero de ZarahemlaEn un paraje secreto, dentrode un bosque, est a punto de revelarse un misteriode proporciones escalofriantes. Kerra y brock McConnell son hurfanos y fugitivos. Para evitar ser separados por las autoridades estatales, huyen y se dirigen a casa de los nicos parientes de los cuales Kerra conserva recuerdos de suniez: unos tios, miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Dias, que viven al borde de un asombroso lugar en el bosque donde se enfrentan dos realidades paralelas; y donde un antiguo pueblo, el de los Nefitas, se cruza en su camino con las residentes de una tranquila localidad en Utah. Embrcate en una aventura en la que el suspenso te dejar sin aliento y vive una historia de amor que sobrepasa el lmite del tiempo y el espacio en un mundo lleno de extraordinaria imaginacin.

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CAPTULO

1EL CAZADOR APRET EL GATILLO de su Winchester 30-06. La explosin rompi la serenidad del alba y agit la neblina que caa sobre la soolienta pradera. El impacto del rifle contra su hombro le provoc un clido torrente de adrenalina. Baj la mira telescpica de su campo visual, levant la visera de su gorra de No Fear1 y concentr su atencin en el objeto al que apuntaba: un imponente ciervo de cola blanca. Durante unos instantes contuvo su respiracin y slo observ. Si hubiese fallado el tiro el ciervo habra huido, no le caba ninguna duda; sin embargo, el ciervo no huy. Tras erguir su cuello se qued quieto durante dos interminables segundos y despus, por fin, se tambale y se derrumb. De repente, el Cazador sinti que se le caa el alma a los pies. Enfoc su atencin en la cornamenta del ciervo y se dio cuenta de lo que acababa de hacer. Pero, se haba dado cuenta incluso antes de haber disparado el rifle? La verdad era que no estaba seguro. El Cazador se volvi al oir los gritos de alegra de sus dos compaeros, Clacker y Beaumont, que aparecieron detrs de l, corriendo entusiasmadamente entre los rboles. No le haban visto apretar el gatillo; pero podan ver con toda claridad el montn de piel de color rojizo, medio escondido por la neblina, a una distancia de cincuenta metros. -Genial! -dijo Beaumont con voz chillona. A pesar de que se acercaba a los treinta aos, su voz retena el tono de la de un nio de trece. El Cazador vacil indeciso mientras Clacker y Beaumont, ansiosos, le pasaron de largo. Finalmente, camin hacia adelante. El roco sobre la hierba de la pradera mojaba la pierna de su pantaln, empapndole el calcetn y congelndole la espinilla. Al llegar, encontr a sus compaeros arrodillados junto al ciervo, cautelosos, como detectives en la escena de un crimen. Ya no se oan gritos de alegra; el Cazador solt un suspiro largo y cansado. Beaumont alz la mirada. -Le habas visto la cornamenta? -dijo exhibiendo en su dentadura una muela ennegrecida, cubierta de tabaco de mascar. El Cazador se encogi de hombros y sacudi suavemente la cabeza. -Tu licencia es para una hembra, no? -pregunt Clacker. Asinti. Clacker -un hombre bastante grueso- respir hondo. Seguro que has pensado que era tu ex-mujer! se ech a reir como un pavo. El Cazador se enoj un poco y le mir de tal manera que su risa se transform en un carraspeo de garganta. Beumont silb al admirar la cornamenta del animal: seis puntas-en cada asta, impresionante bajo cualquier criterio; sobre todo aqu, en el sur de Utah, donde los ciervos eran algo ms pequeos que sus parientes del norte. Maldijo, agitando decepcionadamente su mata de pelo de vivo color rojo. -Saben qu es esto? Un desperdicio! Eso es lo que es!3 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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El Cazador se agach para ver el lugar donde la bala haba penetrado en las costillas del animal. El agujero era pequeo y haba poca sangre. Por lo visto el ciervo no haba sufrido mucho dolor, si es que eso era consuelo alguno. -De acuerdo -comenz a decir-, dmosle marcha atrs a la camioneta y remolqumoslo fuera de... -No creo que eso sea buena idea -le interrumpi Clacker sin reserva. -No podemos simplemente dejarlo aqu -protest el Cazador. -Claro que podemos -respondi Beaumont ponindose en pie. Agarr un buen manojo de hierbas y las dej caer de forma casual sobre el cuerpo muerto del animal. -Slo tenemos que cubrirlo as, con maleza, y despus... De repente, el ciervo comenz a dar patadas, como si una corriente elctrica se hubiera apoderado de su silencioso cuerpo. Los hombres gritaron al sobresaltarse, retrocediendo rpidamente cuando el venado se irgui sobre sus cuatro patas. Cuidado! chill Beaumont, casi como si pensara que el animal tratara de vengarse y atravesarles con una de sus astas. Pero el animal simplemente se alej de ellos, correteando y adentrndose entre la maleza que se hallaba al borde del prado. Clacker, que durante el alboroto se haba cado y aterrizado sobre su trasero, se ri histricamente. El Cazador, sin embargo, no se ri; sino que busc al ciervo frenticamente -con su mira telescpica- a travs de una lluvia de ramas, zarzas, maleza y hojas, la mayor parte de las cuales se haban vuelto amarillas con la Llegada del invierno. El ciervo cola-blanca haba desaparecido, -Problema resuelto! -anunci Clacker aplaudiendo victoriosamente. El Cazador apret los dientes y comenz a correr a travs del prado. -Qu haces? -pregunt Beaumont, -Va a morir tarde o temprano -contest el Cazador-. No quiero que sufra. Sigui adelante, adentrndose en la maleza. -Deja que se aleje! -le advirti Clacker. La risa de Clacker era contagiosa y, finalmente, Beaumont acab sucumbiendo a ella. Observaron cmo el Cazador desapareca entre el follaje de robles, olmos y sauces negros. -No vamos a esperarte! -grit Clacker, aunque el Cazador ya casi no poda orles. El Cazador se volvi para asegurarse de que sus compaeros no lo seguan y, disgustado, sigui adelante. Se adentr profundamente entre los rboles, concentrndose en la bsqueda de cualquier rastro de sangre u otra evidencia que pudiera delatar el paso de su presa. Encontr una huella en el camino y una mata de pelo enganchada en una rama rota; al menos confirmaba que se diriga en la direccin correcta. Pronto lleg a una charca que recordaba de su niez. El lugar no haba cambiado en absoluto; troncos y otros restos de rboles muertos que sobresalan del agua se haban quedado blancos con el paso de los aos, trayndole a la memoria imgenes y fotografas de fosas comunes, llenas de viejos esqueletos medio podridos. Camin cuidadosamente en torno a sus orillas escarpadas, alrededor de un montn de brezos de apariencia un tanto desagradable. Pero al caminar a travs del fango, en la orilla del borde opuesto, se detuvo repentinamente. Sinti algo extrao, aunque... El suelo comenz a vibrar-, un terremoto! El Cazador perdi el equilibrio, pero se recuper un instante despus, casi sin aliento. A su alrededor se oa el crujido de las hojas de los rboles, muchas de las cuales caan y flotaban hasta alcanzar el suelo. La superficie de la charca estaba agitada, como el agua de una cazuela puesta a hervir. Dos segundos ms tarde ces el temblor. Bajo sus pies, el suelo se estabiliz. Dirigi la mirada4 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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hacia la charca, donde pequeas olas besaban la orilla. Uno de los troncos emblanquecidos que se encontraba en el medio del agua cay lentamente, provocando una pequea salpicadura. Su cabeza continu dndole vueltas en desconcierto. No ha sido un terremoto -concluy-, slo un temblor. Haca mucho tiempo que no haba sentido uno tan intenso, al menos no desde el primer ao despus de mudarse a California. El Cazador titube durante unos instantes; despus, por fin, continu avanzando a travs de las profundidades del bosque. No obstante, tras rastrear un rato, empez a sentirse de un modo bastante raro, incluso inquieto. Algo haba cambiado, pero no saba qu. Era como si ya... no reconociera este lugar; no reconoca ese grupo de rboles a su izquierda o aqullos ms altos, all delante. Qu extrao, habra jurado que conoca estas tierras palmo a palmo; en el pasado, haba venido a explorar estos alrededores todos los das. Justo enfrente oy fluir el agua de un arroyo, y el murmullo era reconfortante. Si poda or un arroyo -saba l-era porque se encontraba muy cerca del centro de la hondonada. El bosque por el cual avanzaba tena un aspecto lgubre, como algo gtico o arcaico. Era obvio que muchas inundaciones repentinas haban dejado su huella sobre la hondonada en su paso por los siglos. Como resultado, los rboles crecan tortuosos y se cruzaban entre s, formando extraos ngulos contorsionados al brotar de la tierra. Haba tantos troncos muertos como vivos; los rboles vivos se enredaban en torno a los muertos, como si tratasen de atraerlos al refugio de los vivos. O tal vez era al revs, y los muertos intentaban asfixiar a los vivos. Si uno fuera a estudiar el bosque bajo la niebla sera capaz de imaginar todo tipo de siluetas o pautas de figuras: espectros vengativos y hechiceros de dedos largos, fantasmas rumiantes y cadveres torturados. El Cazador haba odo muchas historias acerca de estas tierras, de estos bosques en particular, cuentos de ruidos extraos e ilusiones pticas. Aunque nunca haba experimentado nada as, las historias no se le haban borrado completamente de la mente. Alguna gente del lugar crea que la hondonada estaba embrujada; pero cualquier paisano que quisiera aadirle inters a su terreno -se dijo el Cazador- demostraba dicha tendencia. De repente distingui lo que pareca ser un montn de piel rojiza corriendo disparada a travs de los matorrales. Pero desapareci inmediatamente, otra vez, en una seccin del bosque particularmente densa y oscura. El Cazador gru frustrado, por qu no se mora de una vez? A pesar de todo admiraba su tenacidad, su voluntad de vivir. Comenzaba a sentirse fatigado, cada vez ms sediento. Quizs sus amigos tenan razn, tal vez era mejor dejarlo escapar; y si la herida no era mortal?, y si la bala lo hubiese atravesado limpiamente y sin daar ni un solo rgano? Se burl de s mismo; haba visto la herida con sus propios ojos, el lugar donde la bala haba penetrado el torso de la bestia. El ciervo iba a morir, solamente era cuestin de tiempo. Se abri camino a travs de una espesura de ramas que le dej el rostro lleno de araazos. El murmullo del arroyo aument de volumen. Se sinti animado por ello y se lami los labios, el agua le llamaba. Pero entonces se detuvo; un sentimiento nuevo, ms inslito todava, surgi en su pecho. Jurara haber odo el susurro de una brisa, y sin embargo, nada se movi. La neblina continuaba oscureciendo el fondo, el cual tena una apariencia borrosa a ms de diez metros de distancia en cualquier direccin. Se oy un silbido lgubre que comenz a hacerse ms fuerte, como una tetera al final de un largo tnel. Varios segundos despus, el zumbido fue substituido por algo ms extrao todava -y ms espeluznante-; se podan or susurros entre los rboles, tenues e incomprensibles, como si el bosque estuviera intercambiando secretos. Durante unos instantes casi pareci que se trataba del cntico lejano y resonante- de una sesin de espiritismo. Sus ojos se concentraron profundamente en la espesura del follaje, tratando de captar cualquier seal de movimiento. Se volvi rpidamente para mirar hacia atrs, pero no pudo discernir cul era la fuente del sonido. Las ramas se entrecruzaban a su alrededor, igual que una alambrada. Rayos de luz penetraban el toldo otoal, como si radiaran de las yemas de los largos dedos de los ngeles del cielo, o de5 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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demonios impos. No le caba ninguna duda, el sentimiento que perciba a su alrededor no era bendito; un escalofro le recorri todo el cuerpo. -Hola? -se dirigi a la neblina casi sin aliento. De algn modo, su voz redujo las otras al silencio; los susurros cesaron o se alejaron. Trat de seguirlos con los ojos, pero fracas. El Cazador, cuyo corazn lata con la intensidad de un tambor, trag saliva exageradamente. -Beaumont? Clacker? Otra vez no hubo respuesta; tampoco pudo or ms susurros o el ruido del viento. El Cazador se quit la gorra y us su manga para limpiarse el sudor de la frente. Trat una vez ms de deshacerse del sentimiento escalofriante que lo embargaba, y continu hacia adelante, avanzando entre un grupo de ramas cuyas hojas se conservaban verdes todava. Finalmente, vio el arroyo; una tersa columna de luz iluminaba el agua, como si se tratase de una corriente de joyas. La sigui con los ojos varios metros ro arriba hasta que divis, bajo las ramas tenebrosas de un enorme roble, un lugar donde poder arrodillarse a beber. Al salir a trompicones de la ltima maraa de ramas se encontr en un espacio abierto. Tena la boca tan seca como el carbn. Con el corazn lleno de desasosiego, examin de nuevo los rboles a su alrededor. Salvo por el arroyo, el bosque guardaba silencio. A sus pies, el agua flua tan clara como el cristal; sin embargo -a pesar de todo- esper un buen rato, sintiendo la misma vulnerabilidad y desconfianza que sufren los animales antes de arrodillarse para beber. Pero por qu tena tanto miedo? Ya no oa susurros, ni haba viento. Como un idiota, se haba convertido en vctima de su excitable imaginacin. Conoca este lugar; sin dudas, haba pasado por este mismo sitio en muchas otras ocasiones. Quiso rerse de s mismo, pero no pudo, algo en su interior le deca que la ltima serie de ruidos la haba provocado l mismo, con el sonido de su voz o el ritmo de su respiracin. Se dio cuenta de que la bsqueda del ciervo haba llegado a su fin; lo nico que deseaba era salir de este bosque. Deposit una rodilla en el suelo y luego la otra. Despus de dejar su rifle sobre unas rocas cubiertas de liquen, meti las manos en la corriente de agua fresca. Una vez que se hubo lavado las palmas se salpic la cara con el agua, lo cual le hizo volver en s, le despej. Cuidadosamente, introdujo sus palmas ahuecadas en el manantial, tratando de usar sus dedos para filtrar cualquier impureza agitada por la corriente. Acto seguido, se dispuso a acercrselas a los labios. Pero, antes de que el lquido le tocara los labios, sus manos se detuvieron. Algo le salpic las palmas, mezclndose con el agua cristalina para formar una nube transparente de color rosa. Agrand los ojos y se qued sin respiracin: sangre! Y haba cado desde arriba! Otra gota salpic en el agua que contenan sus manos, transformndola en un horroroso color rojo. Arroj el agua lejos de s, como si se tratase de veneno o excremento. Con el corazn helado, alz la cabeza para concentrar la mirada en las ramas del roble. Una nueva gota le salpic la mejilla; otra, la tela azul de su gorra de No Fear. Con una expresin estupefacta, el Cazador retrocedi varios pasos aceleradamente; un par de ojos negros sin vida le observaban desde arriba, y un hocico largo y oscuro revel ser el origen de la sangre. Era el ciervo! Su ciervo! Poda reconocer el lugar donde la bala le haba penetrado las costillas. Los restos del animal se hallaban colgados sobre una rama, a poco ms de un metro sobre su cabeza. Las patas haban sido atadas con una cuerda de aspecto rudimentario y varios cortes profundos le cubran el cuerpo, como si alguien hubiese comenzado a arrancarle la piel. Una flecha le sobresala del cuello... una flecha! El Cazador comenz a respirar aceleradamente; su mente era una avalancha de preguntas imposibles. El terror, disparado a travs de sus venas como heladas explosiones en serie, se volvi6 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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primitivo; pero justo entonces, algo diferente le llam la atencin. Los susurros haban regresado, ms altos, ms ininteligibles e indignados. Con ellos llegaron tambin las sombras. El bosque, en todas direcciones, estaba plagado de sombras, no de cuerpos no de almas vivas, sino de espectros indistinguibles con rostros ennegrecidos -manchados de sangre- y ojos blancos y penetrantes. El bosque entero se haba convertido en una vorgine de hostilidad y caos. A su derecha se oy el eco de una vibracin. Al mismo tiempo, sinti un dolor desgarrador en el hombro. Su cuerpo gir violentamente y choc con el tronco del roble; la gorra de No Fear se cay al suelo, y el Cazador se derrumb y se cay de rodillas: acababan de dispararle! Su mirada se deposit sobre el astil de una flecha que tena clavada en el hombro derecho. Las plumas eran azules y exticas, y la madera haba sido decorada con rayas de diseos vistosos, como algo de otra era. Se llev la mano a la espalda y toc la punta de la flecha que le sobresala del hombro, tan afilada que se hizo un corte en el dedo. Sinti que una avalancha de pnico le arrebataba los sentidos. Los susurros haban escalado hasta convertirse en chillidos, igual que una bandada de cuervos. Las sombras entre los rboles descendan como lobos sobre l, y alz el brazo ileso para protegerse la cara. El Cazador grit.

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2KERRA McCONNELL OBSERV gravemente cmo los empresarios de pompas fnebres y los empleados del cementerio descendan el atad de su madre hasta su sepultura. Su hermano Brock -que tena once aos- estaba de pie a su lado, con el ceo fruncido y una expresin en el rostro difcil de juzgar. El atad era barato, de madera de pino con un acabado de laca: el ms barato en la lista de precios. As eran los funerales que corran a cuenta del Estado de California. El seor Paulson, su asistente social, permaneca de pie al otro lado de la tumba rectangular cavada en la tierra. Se trataba de un hombre con aspecto de ratn y gafas gruesas plateadas. Sobre su cabeza haba peinado una oscura mata de pelo negro para que cubriera un buen trozo de su reluciente calva. A Kerra no le gustaba el tipo. Peor an, no confiaba en l. Las vidas de su hermano y ella se encontraban en manos de este hombre, y la idea le daba escalofros. S, ahora eran hurfanos; pero en algn lugar del Universo tena que existir una idea mejor que la de colocar la suerte de dos personas en manos de un hombre con un perpetuo olor a sudor y a locin Od Spice para despus del afeitado. Haca cuatro das que su madre haba fallecido a causa de una sobredosis, lo cual no fue ninguna sorpresa ni para Kerra, ni para su hermano. En sus recuerdos, Delia McConnell siempre haba sido una acrrima drogadicta, fumadora y bebedora. Kerra, a sus diecisiete aos, haba hecho todo cuanto haba podido para ayudarla; al menos, tanto como una adolescente era capaz de hacer en dichas circunstancias. Pero al final, sus esfuerzos haban resultado ser intiles: Brock y ella se hallaban solos en un mundo que intentaba desesperadamente separarlos. Ahora Kerra se daba cuenta de que solamente se tenan el uno al otro; aunque, en cierto modo, siempre haba sido as. Su padre los haba abandonado a muy temprana edad -Kerra tena solamente cinco aos por aquel entonces- y su madre haba hecho un esfuerzo minsculo para criarles. Durante la mayor parte del tiempo, Kerra haba actuado como si fuese la madre en su familia; se haba hecho cargo de Brock, se haba hecho cargo de Delia y, del mejor modo posible, se haba hecho cargo de s misma. A pesar de todo, Kerra se haba convertido en una joven de extraordinaria belleza, aunque esa no era la imagen de s misma que ella vea en el espejo. La verdad era que tampoco pasaba mucho tiempo delante de ningn espejo. Su pelo, rubio y largo, caa sobre sus hombros con una languidez casi potica. Sus ojos eran como el ardiente mar azul, rebosantes de pasin y determinacin; aunque, ltimamente, esa pasin consista en una cosa solamente: la supervivencia. En otras circunstancias circunstancias ms normales-, Kerra podra haber sido animadora, delegada de su clase o reina del baile de fin de curso. Pero no tena tales aspiraciones. Por necesidad, se haba convertido en adulto a los cinco aos. Cosas que otras jvenes de diecisiete aos consideraban asuntos de vida o muerte, ella las vea como frivolidades y tonteras. Al fin y al cabo, haba pasado toda su vida cuidando a su madre y salvando el alma de su hermano. Segn la Oficina de Bienestar y Servicios Familares, Brock era un producto tpico de su entorno: enfadado, rebelde y antisocial. La mayora de la gente opinaba que tena un futuro bastante negro. Peor an, Brock saba lo que pensaban de l sin necesidad de orlo; lo presenta. Sin embargo, tambin posea la desagradable costumbre de escuchar a escondidas. Como nadie esperaba mucho de Brock, la8 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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verdad era que l tampoco esperaba mucho de s mismo y, al igual que Kerra, dedicaba las pasiones de su vida a la supervivencia. Pero al contrario de Kerra, Brock haba adoptado sus propios mtodos para conseguirla. Con mucho gusto arrebataba, se aprovechaba y manipulaba cada vez que era posible y donde fuese que la oportunidad se presentase. Aunque extrao, su hermana pareca ser la nica persona que no le consideraba un parsito, un vagabundo o un futuro enemigo pblico nmero uno; pero claro, ella qu saba? ltimamente, ambos haban tenido numerosos roces acerca de las horas a las que Brock regresaba a casa, de normas y otras cosas que Brock opinaba que no eran asuntos de su hermana. Prefera la compaa de Spree y de los otros miembros de los Shamans -la banda callejera local que sola pasar el rato en el centro comercial Stonewood y en los callejones de Downey, en California-, En enero fue arrestado por hacerle un puente a un Lincoln Continental descapotable del 61. En aquella ocasin, su cmplice -que tena ms edad- se haba llevado la mayor parte de la culpa; aunque haba sido Brock el que, con destreza, haba hecho el puente y conducido el coche lejos del lugar del crimen. Su madre, siempre capaz de hacer el papel de madre soltera con los nervios destrozados de preocupacin delante de cualquier espectador, haba convencido a las autoridades de que nunca volvera a suceder. Pero ahora, la polica no le quitaba el ojo de encima al joven Brock McConnell. La verdad era que Kerra era la que realmente haba impuesto alguna disciplina en casa, dictando un horario de entrada, instalando un candado en la ventana de su dormitorio para asegurarse de que no saliera por la noche y buscndole, hasta dar con l, cada vez que burlaba las medidas de seguridad. Y eso era justo antes de que su madre comenzase el descenso final al abismo. Por el bien de los nios, el empresario de pompas fnebres ofici una especie de funeral, junto a la sepultura, que dur tres minutos y medio. Kerra levant la cabeza y mir al cielo. Le fastidiaba que hiciera un da tan claro y soleado. Se supona que los funerales tenan que tener lugar bajo la lluvia, no?, entre paraguas negros, multitudes apretadas y el olor a calles mojadas y a tumbas viejas y hmedas. En vez de eso -y se sinti ofendida por la irona-haca un da perfecto para ir a la playa. Este era el da ms oscuro de su vida. Era un da cuya llegada haba temido durante aos; un da que haba deseado desesperadamente que no llegara hasta tener la edad requerida para convertirse en la guardiana legal de su hermano Brock. -Siento lo de su madre -dijo el seor Paulson, casi obligadamente, mientras se dirigan al coche cruzando el csped recin cortado del cementerio. Trat de parecer sincero, realmente lo intent; pero a los odos de Kerra sonaba como una repeticin, como otro suceso de un da tpico en la vida de un asistente social de California. -La verdad es que no s por qu hemos tenido que venir a esta tontera -dijo Brock mientras se suban al Pontiac del 91. stas eran las primeras palabras que haba pronunciado Brock en toda la tarde. Kerra, sentada a su lado en el asiento de atrs, trat de tomarle la mano, pero l la apart. Una hora despus se encontraban en la oficina del seor Paulson. Un hombre y una mujer, a los cuales Kerra no reconoca, se hallaban presentes tambin. Sin embargo, Kerra supo casi de inmediato cul era el motivo de su presencia, y sinti que se le oprima el corazn en el pecho, como una esponja estrujada en un puo. Era obvio que se trataba de una pareja de padres de custodia, a los que el estado recompensaba por su sacrificio en el cuidado de los nios. Aunque les haban informado a Brock y a ella que la pareja estaba en camino, la situacin no pareca ser real; nada de lo que haba sucedido estos ltimos cuatro das pareca ser real. -Desgraciadamente -comenz el seor Paulson-, no podemos mantenerlos juntos. En este tipo de situaciones en las que el padre no est presente y no existen otros familiares... -levant la mirada pensativamente e hizo la misma pregunta que haba formulado ya dos veces-. Seguro que no saben dnde puede estar su padre?9 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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Kerra neg impacientemente con un gesto de cabeza. -No, nos abandon. Brock ni siquiera se acuerda de l. El seor Paulson, cansado, se inclin hacia atrs en el asiento. -Ya saben que en este tipo de situaciones nuestras opciones son un tanto limitadas. El seor y la seora Fleagle han accedido a alojar a Brock en su casa. En cuanto a ti, Kerra, pronto tendremos... -No permitiremos que nos separen -dijo Kerra sin rodeos. El seor Paulson solt un suspiro y se quit las gafas, un gesto evidentemente practicado para aparentar compasin. -S cmo se sienten... -No -respondi Kerra-, no lo sabe. Puso el brazo sobre los hombros de su hermano y lo acerc a ella. No permitiremos que nos separen. La seora Fleagle, una mujer de aspecto austero y dientes torcidos, mir del seor Paulson a Kerra, y de sta, de nuevo al seor Paulson. -Me-me temo que no tenemos espacio en casa para un nio y una nia... -No necesitamos a nadie ms -insisti Kerra-. Yo puedo cuidarlo. He sido yo la que lo ha hecho hasta ahora. -Lo siento, Kerra -dijo el seor Paulson con aire cansado-, pero la ley es bastante clara al respecto. T tienes solamente diecisiete aos y como el chico ya tiene antecedentes penales... -Nos mudaremos -replic secamente-. Encontrar un trabajo... Estaremos bien. Su voz tena un toque de desesperacin. Brock estudiaba los diseos de las baldosas en el suelo, con los hombros cados, haciendo todo lo posible por aparentar que no estaba preocupado. Pero a Kerra no la engaaba; el nio estaba aterrado. El seor Paulson neg con un movimiento de cabeza. -Ni pensarlo. Tal vez en el futuro podamos hacer unos arreglos ms permanentes para que se alojen los dos con la misma familia. -Puede usted garantizar eso? -pregunt Kerra. El seor Paulson vacil slo un instante, pero fue una vacilacin letal -pens Kerra-. Sin embargo, el'asistente social respondi: -Haremos cuanto sea posible. Kerra tom su decisin en ese instante; pero tena que seguirles el juego, tena que ganar un poco ms de tiempo. -De acuerdo -dijo con voz derrotada-, pero todava no ha hecho sus maletas. Todas nuestras cosas se encuentran an en el apartamento. Djeme que le ayude a hacer las maletas esta noche. El seor y la seora Fleagle pueden recogerle all por la maana. El seor Fleagle murmur algo acerca del poco espacio que tenan para ms maletas, considerando que ya tenan otros tres nios a su cuidado. Kerra le asegur que las cosas de Brock no ocuparan mucho espacio. Finalmente, el seor Paulson solt un suspiro y cedi; incluso ofreci llevarles a casa. -Pero slo para recoger sus cosas -aadi rpidamente-. Esta noche dormirn los dos en el centro. Se volvi hacia los Fleagle: -Brock estar listo alrededor de las ocho de la maana. Una hora despus, mientras el sol veraniego se sumerga en el Pacfico, llegaron a su edificio de10 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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apartamentos en la calle Stimson. El seor Paulson se haba puesto cada vez ms nervioso durante el camino. Kerra podra pensar que l estaba acostumbrado a vecindarios de residentes hispanos, negros o pertenecientes a otras minoras; pero lo que ella no saba era que Carson Paulson haba hecho cuanto era posible en su carrera para trabajar desde una oficina, y no en la calle. Al entrar en el estacionamiento, varios individuos con tatuajes les observaron sospechosamente. -Estar seguro el auto si lo estaciono aqu? -les pregunt a los chicos. Brock replic sarcsticamente: -Si yo fuese usted me preocupara, hay mucha demanda hoy en da de Pontiacs viejos en el mercado. -Esto puede llevarnos un par de horas -dijo Kerra-. Podemos encontrarnos aqu cuando hayamos acabado. El seor Paulson mir a su alrededor de nuevo, ojeando el barrio descuidado y los tatuajes. -No les gustan mucho los extraos -le inform Brock. El seor Paulson mir su reloj. De acuerdo, pero tienen solamente una hora. Estn preparados. Kerra y Brock se bajaron del coche, y observaron al seor Paulson alejarse. Cuando perdieron el coche de vista, Kerra agarr el brazo de su hermano y tir de l hacia el apartamento. -Vamos -dijo ella. -Eh? -dijo Brock, confuso. -No ests tan sorprendido; nos vamos de aqu. Brock esper hasta que estuvieran dentro del apartamento, sacando bolsas de viaje y el bal de su madre del armario, antes de preguntar lo obvio. -Adonde vamos? -Acaso importa? -dijo Kerra-. Estaremos juntos. -Qu pasa si yo no quiero ir? -dijo Brock-. Todos mis amigos estn aqu. Kerra se dio la vuelta hacia su hermano, con el corazn dividido entre ternura y frustracin. -Es que no lo entiendes? En una casa de custodia no los vers de todos modos. Tampoco nos veremos el uno al otro. Quieres que nos separen para siempre? -No -confes Brock despus de pensar en ello unos instantes. -Quieres que ellos nos impidan estar juntos otra vez algn da? Sus palabras retumbaron en la mente del nio. Finalmente, sacudi la cabeza y declar: -Les odio. Kerra revolvi en el cajn, al lado del frigorfico, hasta encontrar las llaves del Ford Taurus del 94 de su madre. Delia McConnell deba an tres mil dlares del prstamo, lo cual era bastante ms de lo que vala el coche hoy en da. A pesar de ello, ningn plazo haba sido hecho durante varios meses. Pegada en el frigorfico se hallaba una amenaza del banco para embargarlo; pero, aunque haba vencido haca cuatro das, la amenaza no se haba llevado a cabo todava. Kerra deposit la bolsa de viaje sobre los brazos de Brock. -Llnala -le orden. Arrastrando los pies, Brock sigui el pasillo hasta su habitacin. Sigui escuchando a su hermana quejndose en voz alta acerca de cmo seran obligados a vivir en lados opuestos del mundo, cmo a nadie les importaban y cmo tenan que cuidarse el uno al otro, porque nadie ms lo hara por ellos. Tambin mencion que solamente contaban con ochenta y seis dlares. Todo esto era demasiado para Brock; y sin embargo, no poda negar que la situacin tuviera un11 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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cierto elemento ele aventura: Kerra y l, solos contra el mundo. Aunque... no haba sido siempre as? Brock sinti un escalofro -no estaba muy seguro del motivo-, poda ser la posibilidad de perder a su hermana para siempre? Esta era una revelacin sorprendente; siempre la haba considerado una gran espina en el trasero. Brock entr en su dormitorio y se detuvo inesperadamente. Qu extrao, pens al ver que la ventana de su habitacin estaba abierta de par en par. Ms extrao an era que oscilaba ligeramente... y no haca viento. Entonces vio el candado que su hermana haba instalado desde fuera. Haba sido cortado. De repente, sinti una mano sobre la cara, apretando con fuerza contra su boca. Trat de chillar, pero el grito se ahog en su garganta. Brock se volvi para ver a su agresor e, inmediatamente, sus hombros se relajaron: era Spree, su amigo de dieciocho aos y compaero de la misma banda. Tena un dedo sobre sus labios y le haca seas, fervientemente, para que no dejara escapar ni un sonido. Spree llevaba puesta su habitual vestimenta de estilo grunge, dos pendientes en cada oreja y otro justo debajo del labio inferior. Alrededor de su frente llevaba atada la cinta roja y negra de su banda: los Shaman. Por fin, Spree le quit la mano de la boca al nio. -Qu ests haciendo aqu? -susurr Brock urgentemente. -Shhh! -dijo Spree, echando una ojeada hacia la puerta para asegurarse de que Kerra segua en la cocina. Brock estaba fuera de s. -Si mi hermana te encuentra aqu se pondr histrica! -Entonces deja de susurrar tan alto! Brock repar en una pequea bolsa de gimnasia de piel que Spree asa en su mano izquierda. Tena una cremallera doble en el medio, cerrada con un pequeo candado para asegurarse de que el interior de la bolsa fuera inaccesible. Spree se acerc a la ventana, y con aire nervioso, recorri la oscuridad con la mirada. -Te has colado en mi habitacin? -pregunt Brock sorprendido. -Tuve que hacerlo -Spree se volvi y dijo solemnemente-. Oye, he odo lo de tu madre. Una lstima, aunque todos sabamos que sucedera tarde o temprano. Y t? Cmo ests? -Bien -dijo Brock con tono evasivo. A pesar de sus condolencias, Spree pareca distrado por otras cosas; actuaba como si estuviera francamente inquieto. Spree siempre haba sido un poco nervioso, pero Brock nunca lo haba visto tan alterado como esta noche. Tras echarle un vistazo al corredor una vez ms, Spree se volvi de nuevo hacia Brock y dijo: -T y yo somos hermanos, verdad? Socios? -Claro, Spree, pero... -Entonces tengo que pedirte un favor -sus ojos se enfocaron firmemente en los del nio y anunci-. Me voy de los Shaman. -Te vas? -Dejo la banda. Me salgo de ella, hombre, en busca de otros aires, y necesito que cuides de algo durante un tiempo. Spree acerc la bolsa hacia delante. -Qu es? -pregunt Brock. -No importa. Y nada de abrirla para mirar. -Pero nosotros nos vamos, Spree.12 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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-Se van? Adonde? -No lo s todava. Nos vamos de la ciudad, esta misma noche. Spree reflexion durante un momento y despus declar: -Perfecto. De nuevo dirigi la mirada al otro lado de la puerta, cautelosamente, por si acaso vena Kerra. Entonces asi la bolsa de Brock, y se tom la libertad de colocar la bolsa de piel -con el pequeo candado- dentro de ella. Spree comenz a sacar ropa de los cajones de la cmoda de Brock, y a enterrar con ella sus bienes, igual que hara un perro con un hueso. -Llmame por telfono a la casa de mi primo cuando llegues a dondequiera que vayas -continu Spree dndole una pequea tarjeta con el nmero en el dorso. -Pero no s cuando ser -dijo Brock. -No importa, simplemente llama. Qu te parece si nos montamos un negocio? T y yo juntos? -S -dijo Brock con incertidumbre-, claro. Spree lo agarr por los hombros para zarandearlo, tratando de contagiarle su entusiasmo. -Lo saba! Somos un equipo! Cuntos coches hemos robado juntos? Diez? Quince? -Tres -le corrigi Brock. Spree ignor su respuesta e indic la bolsa de viaje y sus bienes enterrados dentro. -No lo pierdas. Confo en ti. Te quiero, chico, siempre te he querido. Juntos podemos hacer cualquier cosa! -Qu cosa? -pregunt Kerra. La hermana de Brock estaba de pie en mitad de la puerta del dormitorio. Spree y Brock levantaron la cabeza, sobresaltados. Kerra, entr en la habitacin despidiendo fuego por los ojos. -Eh, Kerra! -dijo Spree con aire inocente, como si nunca hubiese roto un plato-. Oooh, qu buen aspecto tienes... Pantalones nuevos? Vaya, vaya, vaya... -Cmo has entrado aqu? -demand Kerra. -Ehh, pues... Kerra vio la ventana abierta y el candado roto. Levant la voz en furia: -Cmo te atreves a colarte en mi casa? Brock dirigi la mirada rpidamente hacia la bolsa de viaje para asegurarse de que la bolsa de piel de Spree estaba bien escondida. -Slo me despeda del chico... -dijo Spree alzando las manos inocentemente. -Fuera! -rugi Kerra. Agarr una vieja raqueta de tenis de la estantera de Brock y la blandi amenazadoramente. -Ya me voy! -dijo Spree dirigindose hacia la ventana-. Ya me voy! -AHORA! Spree vacil un instante, con una sonrisa torcida en los labios. Ni siquiera un beso de despedida? Kerra dio varios pasos hasta donde se encontraba e intent sacudirle con la raqueta, casi asestndole un golpe en la nariz. -Era una broma! -dijo Spree medio bajando y medio saltando fuera. Brock corri hasta la ventana antes de que su amigo se dejase caer. -Te llamar. -No! No te llamar! -respondi Kerra gritando-. Fuera de aqu, Spree!13 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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Brock y Spree chocaron los puos de sus manos, el uno sobre el del otro, en un gesto de camaradera. -Hermanos -dijo Spree- No lo olvides. Brock asinti. Kerra apart a Brock y golpe con la raqueta en el alfizar de la ventana, atizndole a Spree en los nudillos. Spree se dej caer el ltimo metro y aterriz torpemente sobre los setos. La vecina de Kerra y Brock -la seora Dunquist, que tena ochenta aos- sac la nariz por la ventana de su dormitorio para averiguar de dnde vena el alboroto. -Una pequea pelea de enamorados, ya sabe cmo son estas cosas -explic Spree. Despus se volvi de nuevo hacia Kerra-. Me perdonas, a que s, cario? Amorcito? -Nunca vuelvas a hablar con mi hermano! -exclam Kerra despidiendo veneno. Spree retrocedi, tirndole besos. La ventana de Brock se cerr de golpe. La seora Dunquist, con el ceo fruncido en seal de reproche, desapareci tambin. Spree se ri una ltima vez. De pronto, se qued en silencio y una vez ms, nervioso, examin los oscuros rincones a su alrededor. Por fin, el joven malhechor recogi la cizalla de la hierba, se meti la otra mano en el bolsillo y desapareci rpidamente en la noche. -An no me has dicho adonde vamos -dijo Brock en voz baja. -No deberas preocuparte por ello -replic Kerra. Acarreando un bal casi tan grande como ella misma, Kerra gui a su hermano a travs de las plazas del estacionamiento. Brock tambin iba cargado, no solamente con la bolsa de viaje, sino con varias carpetas de anillas llenas de cromos de Pokmon y Yu-Gi-Oh. Al igual que Spree, Brock y Kerra sentan recelo de la noche. A Kerra, todo esto le pareca demasiado fcil. No se habra sorprendido si el seor Paulson hubiese saltado de detrs de un coche, iluminndoles la cara con una linterna. Al llegar a la plaza que haba sido asignada al nmero de su apartamento, se les hundi el alma a los pies: se hallaba vaca; el coche de su madre haba desaparecido. -Te dije que haba dejado de pagar los plazos del prstamo del coche -dijo Brock. -Ya lo saba -contest Kerra bruscamente. -El tipo de embargos se habr ido contento con su Ford Taurus -aadi Brock. El peso de la catstrofe cay con fuerza sobre Kerra. -Qu vamos a hacer? -se pregunt farfullando. No tena un plan B. Cul era el plan B? De repente, su hermano le dio un tirn y se agacharon detrs de una camioneta estacionada en la plaza de al lado. Echaron una ojeada por encima del cap del coche y observaron cmo el Sunbird del seor Paulson bajaba lentamente por el acceso principal del estacionamiento, detenindose finalmente junto al andn, a unos veinte metros de distancia. -Ha llegado temprano -susurr Brock. Podan ver la silueta del seor Paulson detrs del volante, comprobando la hora en su reloj y mirando ansiosamente hacia el edificio donde tenan su apartamento. Kerra mir hacia atrs, intentando hallar una ruta de escape. No importaba lo que ella y su hermano decidieran hacer al final; ella estaba resuelta a no dejarse atrapar de nuevo por la Oficina de Bienestar y Servicios Familiares de California. -Vamos -dijo Kerra. -Espera un momento -dijo Brock sin soltarle la manga. Observaron cmo el seor Paulson se bajaba del coche, con aire impaciente. En su mano llevaba un trozo de papel en el cual, evidentemente, haba escrito el nmero del apartamento de Kerra y Brock. Nervioso, y tras asegurarse de que la zona se encontraba libre de matones y maleantes, se dirigi hacia14 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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las escaleras del edificio. -Sigeme -dijo Brock. Kerra observ a su hermano moverse sigilosamente hasta el otro lado de la camioneta. -Adonde vas? -pregunt. Pero Brock no le respondi; sigui adelante hasta llegar al coche del seor Paulson. Con reticencia, Kerra levant el bal y le sigui. Estuvo a punto de exigir que regresara para poder huir en la direccin contraria, pero su curiosidad pudo ms; al menos, hasta el momento en que su hermano introdujo el brazo a travs del pequeo espacio abierto en la ventanilla de atrs, y abri la puerta trasera. Kerra crey recordar cmo su hermano haba bajado la ventanilla antes, casi como si hubiese planeado esto. Si no lo haba planeado, al menos lo haba esperado. -Qu ests haciendo? -susurr Kerra severamente. Brock continu sin apenas detenerse. -Quieres salir de aqu, no? Despus de colarse en el asiento trasero del Ponliac, Brock trep torpemente sobre el asiento delantero y se sent detrs del volante. Kerra lo vio desaparecer al deslizarse hasta el espacio para los pies, que estaba debajo del volante. Dio la vuelta alrededor del coche para poder ver mejor y vio cmo arrancaba parte del panel de plstico. Brock empez a manipular varios cables justo debajo del cuadro de mandos. Aterrorizada, Kerra mir a su alrededor. Pronto el seor Paulson se dara cuenta de que haban abandonado el apartamento; seguramente regresara al coche a toda velocidad. El corazn le lata desmesuradamente. En ese momento oy que el motor del Pontiac se pona en marcha. El tubo de escape expuls una bocanada de humo; su hermano acababa de hacerle un puente al coche del asistente social! Kerra se sinti indecisa. Por un lado quera arrancarle el pelo a Brock, y por otro, darle un beso. Brock, con una sonrisa de satisfaccin en los labios, se inclin y abri la puerta del lado del acompaante. Incluso le dio un empujn para abrirla. -Entra! -invit. Kerra titube un instante y, finalmente, tir su equipaje en el asiento de atrs. Sin embargo, no estaba dispuesta a subirse en el asiento del pasajero. Tal vez Spree y el resto de la banda de los Shaman le haban enseado a su hermano cmo puentear un coche con destreza; pero an as, ella no estaba dispuesta a dejarle conducir. Abri la puerta del lado del conductor y grit: -Cambate de asiento! Brock obedeci, con una gran sonrisa en los labios. -Hermanita, no cre que lo llevabas dentro -se ri. Kerra baj la ventanilla para tener una mejor vista de la escalera y del corredor a travs del cual haba desaparecido el seor Paulson. Puso el coche en primera y apret el acelerador ligeramente. -Pisa a fondo! -dijo Brock-. Hagamos como las abejas y salgamos zumbando de aqu! -Estamos en el estacionamiento -respondi bruscamente-, quieres que mate a alguien? Cuando se acercaron a la entrada del estacionamiento, Kerra vio algo que le hizo hervir la sangre. Se trataba de un coche deportivo negro, un Acura NSX-T. Normalmente, el coche iba sin capota; pero hoy la llevaba subida, de modo que era imposible ver los rostros de sus pasajeros. No obstante, poda sentir las vibraciones de la msica rap que emanaban de l, como las pulsaciones del epicentro de un terremoto. Como llevaba su propia ventanilla completamente abierta, Kerra tema que los ocupantes del coche pudieran reconocerla. Sus temores se hicieron realidad cuando el coche, con un movimiento sbito hacia adelante, les bloque la salida hacia la calle. La msica ces, y las puertas del Acura se abrieron de golpe. De su interior salieron los ms15 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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conocidos miembros de la banda callejera de los Shaman. Eran seis y a la cabeza del grupo, acercndose al Pontiac, se hallaba Torrence Ventura -o Hitch, como le llamaban todos-. Tena los hombros anchos y los ojos sin vida de un tiburn. Tambin era el ms corpulento de los Shaman, meda casi uno noventa. Kerra estaba segura de que por esa razn le haban nombrado lder; ya que, en el salvaje mundo de las bandas callejeras de Los Angeles, el tamao era importante, y el que tena la fuerza siempre tena la razn. Pero tambin sospechaba que su papel como lder tena algo que ver con su implacable crueldad; circulaban rumores horribles acerca de cosas que haba hecho, en particular a aquellos que no le mostraban lealtad. Cmo se haba mezclado su hermano con ratas de cloaca como stas?, se lament otra vez. Haba sido el ilustre lder de los Shaman durante los ltimos dos aos, desde el da en que una banda rival haba matado a tiros al anterior lder, en Kimberly Park. Algunos sospechaban que Hitch le haba pasado informacin a la otra banda acerca del paradero del lder de los Shaman. Desde aquel da, Hitch transform a los Shaman en una fuerza considerable: drogas, casa desvalijadas, coches robados... Lo que fuera con tal de que pagara las facturas. Y tenan el poderoso apoyo de la ms conocida rama de la mafia rusa en California. Pero esta noche Torrence "Hitch" tena un problema muy serio. Se acerc contonendose hasta la ventanilla de Kerra mientras el resto de sus secuaces rodeaban el Pontiac por cada lado. Llevaba la misma chaqueta de piel negra y gris -que se haba convertido en su marca caracterstica- sobre una apretada camiseta que le haca resaltar los pectorales. Tena muchos pendientes, igual que Spree. El nico pelo visible en su cara era una estrecha raya, deliberadamente afeitada as, que acababa en punta al final de su barbilla. Alrededor de su frente tena atada la misma cinta roja y negra que llevaba Spree, la misma cinta que llevaba cada Shaman. Hitch apoy el brazo en la ventanilla de Kerra. -Bonito coche -coment sarcsticamente, echndole un vistazo al Sunbird-, es nuevo? -Aprtate de nuestro camino, Hitch -demand Kerra. Hitch fingi sentirse insultado: -Qu mosca te ha picado? Slo estoy siendo amable... -se dirigi a Brock, en el asiento del acompaante-. Cmo te va, chico? -Bien, Hitch -dijo Brock con tono respetuoso. -Dnde est tu cinta? -pregunt apuntando a su frente. -Con el equipaje -replic Brock. -Esos son tus colores. Deberas vestirlos con orgullo. -Mueve tu coche fnebre, por favor -dijo Kerra. -Ay! Eso duele! -dijo Hitch llevndose la mano al pecho. Le ech un vistazo al asiento trasero-. A qu viene el equipaje? Se van de viaje? -Siempre y cuando sea lejos de ti -respondi Kerra. -Oye, lo sent mucho al or lo de tu madre -dijo Hitch tratando de sonar sincero, pero fracasando. Otro joven asinti y aadi: -Era una buena cliente. Era el de aspecto ms sospechoso del grupo, y Kerra lo conoca nicamente por el nombre de Adder. Un corte de navaja en la cara le haba dejado con un ojo vago; Kerra se preguntaba si el ojo era real, aunque tal vez era de cristal. Cuando Adder sonri abiertamente, Hitch le lanz una mirada desagradable, como diciendo que el comentario haba sido de muy mal gusto. Pero Hitch tena algo ms en la cabeza. Se inclin hacia ellos para que los dos pudiesen or su prxima pregunta: -Han visto a Spree?16 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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Kerra levant la vista, atrapada momentneamente en la mirada fija y determinada del lder de la banda. Tema haber vacilado demasiado tiempo, pero Brock declar: -No, Hitch. -Seguro? -pregunt Hitch estudindoles de cerca. -Ha desaparecido? -pregunt Brock con aire inocente. -Se podra decir as -dijo Hitch-. Necesito hablar con l urgentemente. Muy urgentemente. La voz de Hitch tena un cierto matiz venenoso; no obstante, eso no era asunto de Kerra. Detestaba a esta persona y todo lo que ella representaba; los Shaman haban reclutado a su hermano durante su poca ms vulnerable, prometindole lealtad, amistad y un lugar al que podra sentir que perteneca, todas ellas cosas que Brock ansiaba. Pero antes, Kerra hubiera preferido ver a su hermano en un nido de escorpiones. Saba que solamente estaban usndolo. Haba hecho de centinela, de chico de los recados y a saber de qu ms. Kerra haba aguantado suficiente. -Suelta ya mi puerta, imbcil. Hitch sonri abiertamente y se inclin ms cerca dentro del coche. -Siempre tan antiptica... por qu eres tan antiptica? Una chica tan linda... Podra hacer cosas por ti. Podras tener a alguien que te cuidara, que te protegiera..., sobretodo si vas a estar en la calle a estas horas de la noche. Trat de tocarle la mejilla pero Kerra le apart la mano violentamente. Los otros Shaman se rieron. Detrs de ellos, Kerra oy una voz que gritaba. -EHHH! En el espejo retrovisor divis al seor Paulson, corriendo hacia ellos. Kerra decidi que no tena ms opcin que apretar el acelerador, y el Pontiac dio una sacudida hacia delante. Hitch y sus compinches retrocedieron cuando ella tir del volante, tratando de escapar a travs del estrecho espacio entre el bordillo del andn y el parachoques delantero del NSX-T de Hitch. -Cuidado con mi coche! -rugi Hileh. Kerra atraves el espacio victoriosamente, en cierto modo, deseando haber fracasado y dejado un buen araazo y una abolladura en la carrocera del Acura; pero la ltima cosa que necesitaba en estos momentos era provocar la ira de los Shaman y tenerles persiguindolos a travs de las calles de Los Angeles. El Pontiac pas por encima de la esquina del bordillo y derrap al salir a la calle. Hitch grit mientras el coche se alejaba: -Si ven a Spree, dganle que estoy buscndolo! Vuelvan pronto! El seor Paulson se detuvo en medio de los Shaman, furioso y sin aliento. -Me han robado el coche! -dijo enfurecido-. Quin tiene un telfono? Alguien tiene un...? Mir los rostros de los pandilleros a su alrededor y se dio cuenta, sbitamente, de que el robo de su coche era el menor de sus problemas. Oy risitas procedentes de varios de ellos, mientras otros parecan estar formando un crculo a su alrededor. -Bonitos zapatos -dijo Adder-. Ojal pudiera echarle mano a un par de zapatos como esos. -Sus pantalones no estn mal -dijo otro. El seor Paulson trag saliva.

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CAPTULO

3EL DESIERTO DE CALIFORNIA era un lugar solitario, especialmente durante la noche. Tal vez era simplemente el paisaje desde la autopista 1-15; tal vez -pens Kerra-, ms all de las llanuras desecadas y de las mesetas quemadas por el sol, haba ricos oasis verdes y frescas corrientes de agua. La experiencia le haba enseado que las carreteras estatales podan crear ese tipo de ilusin; quin querra construir una autopista a travs de las tierras ms hermosas? Tendra ms sentido construirla a travs de los campos ms feos y de aspecto ms spero y escabroso, para que el paisaje se conservara puro y limpio. Kerra estaba segura de que solamente se poda acceder a los lugares ms hermosos del mundo a travs de carreteras de dos direcciones -carreteras de dos direcciones o senderos hechos por excursionistas-. Hoy intentara encontrar uno de esos oasis privados, saldra en busca de un lugar que no haba visto en una docena de aos; por lo menos, desde que tena cinco o seis anos. Encontrara el camino de memoria. Lo nico de lo que estaba segura era de que se hallaba a muy corta distancia de una fea y ordinaria carretera interestatal. Brock no se haba sentido nunca tan abatido. Hablaba su hermana en serio? Realmente estaba planeando no regresar jams? Todo esto era tan deprimente... Si se quedaban, les separaran -tal vez para siempre-, pero al marcharse, Brock se estaba despidiendo del nico lugar sobre la Tierra que haba conocido. Era como un horrible videojuego en el que cualquier camino que eliges te lleva hasta tu destruccin final. -Vas a decrmelo ahora? -pregunt Brock. La verdad era que no esperaba que su hermana le contestara; se haba pasado las tres ltimas horas evitando la pregunta, probablemente con la esperanza de que se quedara dormido, pero Brock se senta ms despierto que nunca. Se sorprendi cuando ella respondi: -Utah. -Utah? -repiti Brock sorprendido-. Qu puede haber en Utah? -Familia. -Pero t siempre has dicho que no tenamos ms familia -dijo Brock arqueando las cejas. -Y no la tenemos -dijo Kerra-, al menos no de verdad. Estos parientes son... son del lado de la familia de nuestro padre. Ahora s que Brock se haba quedado pasmado. -De nuestro padre? -S. -Cunto tiempo hace que...? Kerra no le dej terminar la pregunta. -No les he visto desde que tena cinco o seis aos. Hablas en serio? Entonces, por qu demon...!18 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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-Cuidado con ese lenguaje! -le rega Kerra-. Vamos solamente de visita, no es un arreglo permanente. Tal vez incluso nos ayuden. -Ayudarnos? Cmo? Ni siquiera he odo hablar de esta gente. Por qu nunca hemos vuelto para que pudiese conocerles? -Esa fue la decisin de mam. No le gustaban mucho: son mormones. -Eh? -Nunca has odo hablar de los mormones? -pregunt Kerra. -La verdad es que no. Son como los gitanos?, o como esos tipos que se afeitan la cabeza y se sientan as? -demostr cruzando las piernas sobre el asiento, juntando las palmas delante de su rostro y haciendo el sonido ommwrn... -Creo que no, pero son raros en otros sentidos. Nunca has visto a esos tipos que van en bicicleta con camisa blanca y corbata cuando hace cuarenta grados? -S, me parece que s. -Pues la cosa se pone peor. Tienen prohibido comer un da al mes, no fuman ni beben cerveza o caf y siempre estn orando. -Y recuerdas todo esto desde que tenas cinco aos? -Con toda claridad. Qu ms hacen que sea raro? Pueden comer carne? -Problablemente no, al menos no jamn o mortadela. Tambin tienes que llevar contigo, a donde quiera que vayas, provisiones de comida para un ao. -Incluso a la escuela? -No, tonto -replic Kerra, poniendo los ojos en blanco-. A la escuela creo que slo tienen que llevar un kit de supervivencia de setenta y dos horas. Creen que el fin del mundo puede suceder en cualquier momento. Y no digas groseras delante de ellos. Creen que irs derecho al infierno si las dices. -Vaya -dijo Brock- Derecho? -Como en el Monopoly, sin pasar por la casilla de salida y sin cobrar doscientos dlares. Mam sola decir que tienen ms modos de ir al infierno que cualquier otra persona sobre la faz de la Tierra. -Una familia divertida -dijo Brock sarcsticamente, con falta de entusiasmo-. Hurra. -En estos momentos son los nicos parientes que tenemos -dijo Kerra-, y nuestra nica esperanza hasta que se me ocurra qu es lo que vamos a hacer. No quiero que te burles de ellos. -Yo? -dijo Brock inocentemente-. Qu te hace pensar que hara algo as? -Ya... me pregunto qu -dijo Kerra, dirigindole una sonrisa. Veinte kilmetros ms all de Barstow, Kerra sinti que se le empezaban a cerrar los ojos. Brock y ella encontraron un rea de descanso, y pasaron toda la noche intentando dormir con el ruido constante de las idas y venidas de los camioneros que paraban para usar el lavabo. Kerra trat de echar una cabezada con un ojo abierto, temiendo que algn perverso viajero intentara meterse en el coche, o que un polica patrullero se detuviera para comprobar la matrcula del auto. Seguro que el seor Paulson ya haba denunciado el robo de su coche. Pero a pesar de sus esfuerzos, Kerra pronto se qued dormida profundamente, y en medio de todo ello, comenz a soar. Vio un bosque muy verde, lleno de hojas, y el sol radiante infiltrndose a travs de las ramas. La luz del sol iluminaba el rostro de una nia pequea, de quizs cuatro o cinco aos, que llevaba un19 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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vestido de verano de color rojo. Llevaba flores silvestres sobre su cascada de pelo rubio; sus ojos eran listos y vivceos y, mientras jugaba entre los rboles a los bordes de un pequeo claro, se oa el eco de una risa a su alrededor. No toda la risa emanaba de ella; poda or otra, pero aunque haba alguien con ella, Kerra no poda ver el otro rostro de la otra persona. El sonido de la bocina de un coche la despert, y alz la cabeza sobresaltada. Kerra se volvi para ver su origen: alguien en una camioneta hacindose el gracioso, pidindole a su amigo que regresara rpido del lavabo. Ya era por la maana. Al este, el sol radiaba de color naranja. Kerra le ech un vistazo a su hermano, todava dormido en el asiento de al lado, abrazando sus carpetas de cromos de Pokmon y Yu-Gi-Oh . Sonri. Para un nio que haba aprendido a puentear coches, Yu-GiOh y Pokmon parecan ser su ltima conexin a una infancia semi-normal; aunque Kerra tampoco era ninguna experta en lo que se refera a la normalidad. Brock arranc el coche de nuevo y reanudaron el viaje. Llegaron a Las Vegas, Nevada, antes del medioda, donde Kerra compr comida a travs de la ventanilla de Caris Jr, Una hora despus pasaron a travs del Desfiladero del Ro Virgen, en el rincn noroeste de Arizona; y, por primera vez desde que dejaron Los ngeles, Brock apart los ojos de su coleccin de cromos para concentrarlos en los altos precipicios rayados que dominaban ambos lados de la autopista. Kerra rezumaba tensin, como si la sudara. Era un tipo de tensin extraa. S, estaba ansiosa por llegar a su destino, y se pona nerviosa al pensar en cmo reaccionaran sus familiares; pero se trataba de algo ms que eso. Haba algo ms que la inquietaba, pero no estaba segura de qu se trataba. Se senta como si algo la atrajera a este lugar, aunque eso no tena mucho sentido. Sus fondos se estaban agotando; si sus parientes mormones no los acogan, no sabra qu hacer. Encontrara un trabajo supuso-, estaba dispuesta a hacer cualquier cosa. Ella y Brock podan vivir en el coche durante algunos das, eso no era ningn problema. Pero, sucediera lo que sucediera, volver a California no formaba parte del plan. Al cruzar la frontera con Utah, Kerra se dio cuenta de que el motor del Pontiac Sunbird haca un ruido un poco diferente, como si algo estuviese siendo golpeado debajo de la cubierta del motor. No me falles ahora -susurr para s, casi como una oracin- slo queda un poquito ms. Dej atrs las pistas verdes de golf y las casas remilgadas de Saint George, y continuaron durante otros veinticinco kilmetros hasta que vieron la seal de salida hacia una localidad llamada Leeds poblacin 412-. Era aqu, reconoca el nombre. Cuando torci para tomar la salida, su corazn comenz a palpitar aceleradamente. Brock peg su cara contra la ventanilla del coche. Haba odo hablar de pueblos pequeos, como ste. Los haba visto en las pelculas, pero nunca haba visitado uno de verdad. Leeds tena solamente una calle principal, de un kilmetro de largo ms o menos, a los lados de la cual se encontraban alineadas deterioradas casas de finales de siglo, hogares modernos de aspecto econmico, un edificio grande con el nombre La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los ltimos Das y un pequeo restaurante que tambin haca las veces de tienda. Ningn centro comercial..., ningn cine..., ninguna sala de juegos...: se hallaban en el medio de la nada. Brock se fij en un nio, con uniforme de Boy Scout, que incluso estaba ayudando a una viejecita a cruzar la calle. -No me lo puedo creer -murmur para s mismo. Kerra estaba concentrndose con todas sus fuerzas en esos momentos, siguiendo un recuerdo, una imagen borrosa de su infancia. El ruido procedente del motor del Pontiac era peor que nunca, igual que el estmago de su hermano despus de haberse comido una pizza de peperoni entera. Llegaron a un cruce con un camino de tierra y un cartel con letras pintadas a mano que deca: Instrumentos de Lee a 1200 m. Kerra detuvo el coche. -Seguro que no nos hemos perdido? -pregunt Brock.20 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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-S-dijo Kerra nostlgicamente- Es aqu. Estoy segura. Kerra torci el volante y el coche baj ruidosamente por el camino, lleno de baches, pasando por delante de un huerto de almendros y cerezos. Finalmente, Brock repar en el traqueteo del motor. -Le pasa algo al coche? -pregunt. Kerra no le respondi. Slo un poquito ms, pens. Por fin, llegaron a un destartalado taller de forma octogonal, de paredes encaladas, vctimas del clima, y rodeado de varios objetos propios de un depsito de chatarra: motores de coches, muebles viejos y un buen nmero de gatos abandonados. Sin embargo, lo ms excepcional de todo era, tal vez, un viejo enebro muerto en cuyas ramas colgaban varios objetos. Al principio Brock no pudo distinguir qu era lo que colgaba del rbol, pero despus cay en la cuenta: eran instrumentos musicales, violines, resplandecientes bajo el sol con una nueva capa de barniz del color rojo de la sangre. Brock se volvi hacia su hermana y pregunt en un tono medio serio: -Crecen en los rboles? Kerra sonri. -Es el taller de tu abuelo. Hace violines. -Mi abuelo? -repiti Brock, como si la palabra fuese extraa para l, como una frase extranjera que tena que ser pronunciada cuidadosamente. Kerra todava poda recordar los aromas: las dulces y acres fragancias de maderas exticas y el olor a resina ardiente. Casi poda or su voz, divagando acerca de cmo recrear el barniz secreto de Antn... Antoni... Antoni Stradman o algo as. Era gracioso cmo poda recordar la voz del anciano, e incluso casi evocar el nombre del viejo fabricante de violines al que tanto se esforzaba en emular; y sin embargo, casi no poda recordar el rostro de su abuelo. Kerra no se detuvo. Continu conduciendo, dejando atrs el taller, el rbol de los violines y una seal que deca claramente: Carretera Privada. El camino de tierra descenda hasta llegar a una hondonada de arbolada espesura. Cuando el coche atraves las garras de las sombras de los rboles, en el corazn de Kerra se despertaron unos sentimientos extraos. La hondonada era un lugar espeluznante y cautivador. Una de las ltimas veces que haba venido de visita, el bosque se haba hallado bajo varios metros de agua; haba sido una inundacin repentina. Crey recordar a alguien explicando cmo dichas inundaciones se producan, ms o menos, una vez cada diez aos; pero que el nivel del agua nunca llegaba a ser lo suficientemente alto como para inundar la finca que rodeaba la casa de sus tos. Dichas inundaciones haban dejado, a su paso por los siglos, una extraa maraa de rboles vivos y muertos, muchos de ellos creciendo tortuosos, en extraas direcciones, y todos ellos compitiendo violentamente por la luz del sol. Hoy en da, la zona estaba descontroladamente cubierta de maleza: arbustos, flores de damas de noche, cardos y mezquite espinoso, junto a florecientes secciones de hierba mansa, de un follaje verde y carmes, que conferan al suelo del bosque un carcter un tanto subtropical. A lo largo de los precipicios rojos, a su izquierda, crecan uvas silvestres que haban sido plantadas originalmente -no poda creer que an recordaba esto!- por exploradores espaoles haca trescientos aos. Kerra condujo muy despacio, observando fijamente el enredo de ramas y maleza. En su interior, Kerra se senta casi entusiasmada. Cuando era pequea, sus primos solan contarle que el bosque estaba embrujado, lleno de voces y de sombras misteriosas; pero Kerra nunca haba tenido miedo, ni siquiera cuando vino aqu por primera vez a los tres o cuatro aos de edad. De hecho, tena el vivido sentimiento de que ste era uno de sus lugares favoritos en todo el mundo, pero... por qu? No era ms que una maraa de maleza. Era extrao... Sin embargo, se sinti cmo si estuviese deslizndose hasta caer en una especie de trance eufrico, mientras sus ojos se esforzaban por examinar los oscuros rincones de ese misterioso bosque. Entonces, de repente, detuvo el coche. -Qu pasa? -pregunt Brock.21 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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-Creo... que he visto algo -dijo Kerra. Brock la observ durante unos instantes. -Que has visto qu? -dijo con su mirada fija en los rboles. Comenz a decir algo acerca de que Bigfoot se hallaba en California, no en Utah; pero antes de haber terminado la oracin, un golpe tremendo sacudi el coche: algo se haba cado encima del cap del Pontiac! Unos ojos los miraban fijamente desde el otro lado del parabrisas. Era una persona! Un nio! Un nio pequeo se haba cado de la rama sobresaliente de un rbol, y aterrizado directamente sobre su cap! El nio, de siete u ocho aos, continu mirndoles boquiabierto durante unos instantes; despus se baj apresuradamente del cap y se fue corriendo a travs del sendero arbolado hacia una casa de campo medio escondida, gritando: -Hay alguien aqu! Hay alguien aqu! Kerra, cuyo corazn an estaba recuperndose del susto, apret el acelerador y sigui adelante. Brock se dio cuenta de que sala humo por debajo de la cubierta del motor, pero no dijo nada; su mente estaba concentrada en muchas otras cosas que haba a su alrededor. La casa era una mezcla extravagante de arquitectura colonial y victoriana, con un porche que la rodeaba y un alero igual que los de las casas hechas de dulces y golosinas. A juzgar por su aspecto, varias secciones estaban todava por terminar, aunque Kerra saba que la casa haba estado aqu al menos trece o catorce aos. Algunos de los pilares del porche haban sido solamente pintados a medias; lminas de tabiques se encontraban todava apoyadas contra la baranda, junto a otros materiales de construccin, todos ellos cubiertos por una dcada de hojas muertas. El esqueleto oxidado de un viejo Cadillac descansaba sobre las malas hierbas, ms all del camino de entrada. Otras mquinas anticuadas estaban esparcidas por todos lados, algunas aparentemente en buenas condiciones, y algunas no: partes de motocicletas, maquinaria para granjas e incluso una vieja y oxidada retro-excavadora, la cual -recordaba Kerra- haba sido usada para hacer retroceder la colina que se levantaba bruscamente detrs de la casa. Pareca que no haba sido usada desde entonces. Haba evidencia de la presencia de nios por todas partes en la parte delantera de la casa: muecas, discos voladores, camiones de juguete... y una cama elstica vieja y gastada. Estacionaron el Pontiac al lado de un furgoneta familiar Maxiwagon, mientras el nio que haba aterrizado sobre su cap desapareca a travs de unas grandes puertas de doble hoja que daban al camino de entrada. La cortina en una de las ventanas del primer piso se cerr de golpe. En un garaje separado de la parte principal de la casa, dos chicos adolescentes en buzos grasientos -y trabajando inclinados sobre el motor de un coche viejo- levantaron la cabeza. Brock reconoci el modelo del coche: un Mustang del 60. Haba robado uno idntico el invierno pasado. Antes de que Kerra apagara el motor del coche, el Pontiac dej escapar algo parecido a un ltimo grito ahogado, petarde y se par. El humo que sala por debajo de la cubierta del motor se hizo denso y negro. Kerra y Brock vacilaron unos instantes; pero finalmente, Kerra le dio al tirador para abrir el cap y le hizo una sea a su hermano para que la siguiera. Abrieron las puertas y se acercaron a la parte delantera del coche. Kerra abri el cap y lo levant; una bocanada de humo de olor pestilente, como una nube nuclear en forma de champin, sali expulsada. Kerra estornud una o dos veces mientras su hermano trataba de disipar el humo con los brazos-, pero inmediatamente despus, dirigieron su atencin hacia las puertas con mosquiteras a lo largo del lado sur del porche. A travs de ellas apareci una mujer de mediana edad, ojos severos, moderadamente regordeta y con el cabello de un brillante color rojo. Se estaba limpiando las manos en su delantal, observando a los extraos y al coche -que segua despidiendo humo- con bastante curiosidad. Detrs de la mujer, Kerra advirti la presencia de varios nios de diferentes edades; otros ms pequeos tenan las caras pegadas contra una ventana que estaba justo a la derecha de la puerta.22 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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-Cielos! -exclam la mujer-. Se han perdido, nios? Puedo ayudarles en algo? Kerra continu estudiando fijamente a la mujer, hasta que reconoci quin era. -Hola, ta Corinne -dijo tmidamente. La mujer dej de limpiarse las manos. Les mir con los ojos entrecerrados, como si tratase de estudiar cada lnea y curva de los rostros de Kerra y Brock. Abri la boca un poco, como si se dispusiera a decir algo, pero pareci cambiar de opinin inmediatamente, y termin por no decir nada. -Soy Kerra -confes-. Creo que... soy tu sobrina. La mujer se qued con la boca abierta una vez ms, pero esta vez con una expresin muy diferente; sus ojos se llenaron de asombro. -Kerra! -declar medio susurrando-. Cielo Santo! CIELO SANTO! Con los ojos llenos de lgrimas, la mujer baj del porche prcticamente volando, y rode a Kerra con sus brazos. Kerra no se haba dado cuenta al principio, pero sus ojos estaban hmedos tambin. Eran lgrimas de alivio en su mayor parte, aunque tal vez lloraba tambin por esa esperanza secreta que haba alimentado en su corazn durante doce aos, y que acababa de hacerse realidad. Su madre le haba dicho que nunca seran bienvenidos de nuevo aqu; pero no era cierto. Su madre haba estado equivocada. Algunos de los nios comenzaron a emerger de la casa tambin. Los dos chicos del garaje observaron la escena, con su mirada fija todava sobre la belleza de pelo rubio y ardientes ojos azules. Uno de ellos le dijo en voz baja al otro: -Ha dicho que era mi prima? -S -dijo su compaero con una sonrisa de satisfaccin-. Lo siento por ti.

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CAPITULO

4NO PUEDO CREERLO! -declar Corinne con los brazos alrededor de Kerra y de su hermano, mientras les guiaba, y prcticamcnlc les acarreaba, dentro de la casa. -Oh, nunca lo habra imaginado! Kerra, te has puesto tan bonita.... Y t! -se referi a Brock- No te he visto desde que eras un beb en la barriga de tu mam. -Seguro que no te molesta que lleguemos sin avisar? -pregunt Kerra otra vez. -No digas ridiculeces -dijo Corinne-. No te he visto en doce aos, cmo se te ocurre pensar que necesitas una invitacin? Brock, que todava no haba dicho ni una sola palabra, oy sin querer lo que decan las dos nias que les miraban desde el pie de las escaleras. -Su ropa huele mal -susurr una. -Slo es humo -replic la otra-, igual que la gente en Las Vegas. Haba por lo menos ocho nios en el hogar de los Whitman, desde los dos hasta los dieciocho aos de edad. Kerra solamente poda recordar a tres nis viviendo aqu cuando era pequea. Se acordaba del myor, llamado Skyler. Tambin se acordaba de la hermana mayor, la cual era algunos meses ms joven que ella misma y que -recordaba tiernamente- haba sido su mejor amiga. Su nombre era Natasha. Haba otra nia que se llamaba Sherllyn. Kerra vio a dos adolescentes de pelo castao rojizo que podan ser ellas, pero hasta que fuesen presentada de nuevoevo no poda estar segura de quin era quin. Kerra haba pasado las ltimas diez horas contemplando cuidadosamente cul sera el mejor modo de plantearse este encuentro con sus parientes. Considerando lodo lo que haba sucedido en las ltimas veinticuatro horas, era evidente que se trataba de un asunto delicado; estaba abundantemente claro que la nica solucin era mentir. Ms tarde, cuando estaban todos sentados el el saln, Kerra explic: -Mam acaba de conseguir un trabajo nuevo en Florida, y Brock y yo nos dirigimos hacia all para reunimos con ella. -Estn viajando solos? -pregunto Corinne con el ceo fruncido. -Claro -dijo Kerra, resuelta a no romper el contacto visual; aunque se tema que ya haba apartado la vista ms de una vez. Era posible que la ta Corinne sospechase algo, pero no pareca estar interesada en hacer averiguaciones. A travs de la ventana vio que el Pontiac segua emitiendo un poco de humo por debajo de la cubierta del motor.24 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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-Parece que se van a retrasar algunos das. Har que Skyler le eche un vistazo; se da mucha maa con los coches y motores. Cundo los espera su madre? -Dentro de algunas semanas -dijo Kerra. Al ver el modo en que se les abrieron los ojos a su ta y a sus primos, Kerra se dio cuenta de que habra sido mejor darles un perodo de tiempo ms corto, pero ya era demasiado tarde para echarse atrs. De nuevo, Corinne pareci quitarle importancia al asunto. -Bueno, esta noche se quedan aqu. Skyler, Tencum, aydenles a traer su equipaje dentro. El chico mayor y otro, con brillante pelo rubio y pecas, asintieron y se dirigieron a la puerta. Brock se retorci nervioso; pens en la bolsa de piel que se encontraba dentro de la suya de viaje. Aunque era impensable que alguien pudiese vaciar su bolsa y encontrar la otra, no pudo evitar sentirse nervioso. Finalmente, se levant y les sigui. Por fin, una de las muchachas de pelo castao se present a s misma. Era bonita, aunque ms baja en estatura y no tan impresionantemente hermosa como Kerra. Sobre su pequea nariz llevaba gafas de fina montura. -Kerra, te acuerdas de m? Natasha? -S, me acuerdo de ti -sonri Kerra resplandecientemente. Otra joven, de aproximadamente catorce aos y un aire definitivamente poco femenino, fue la siguiente en hablar: -Y de m? Sherilyn? -Sherilyn -repiti Kerra cariosamente-, la ltima vez que te vi tenas solamente tres aos. Los otros nios se acercaron tambin, como si las acciones de Natasha y Sherilyn hubiesen confirmado que no haba nada que temer. -Bueno, vamos, no la apretujen todos al mismo tiempo -dijo Corinne-. Nias, ensenle la habitacin en la que va a dormir. Brock puede quedarse en el dormitorio de Tencum, puede dormir en la litera de abajo. Colter, t puedes dormir en tu vieja cama en la habitacin del beb. -Ayyy -protest el nio, de siete u ocho aos, que se haba cado del rbol encima del cap del Pontiac. Corinne no pudo resistirse y abraz a Kerra una vez ms. -Estoy tan contenta de tenerlos aqu... -dijo, y agarr unas llaves que estaban sobre la mesa-. Voy a buscar a su to al huerto de rboles frutales. Sherilyn, usa un palillo para comprobar si el pan de pltano que est en el horno ya est hecho. Tessa, Sarah... saquen a estos gatos de aqu. sa era otra cosa que Kerra recordaba, el hogar de los Whitman siempre haba estado lleno de gatos. En esos instantes haba un gato comn, de colores brillantes, lamiendo un plato sucio sobre la encimera de la cocina. Los recuerdos, como las hojas de otoo, formaron un remolino en la mente de Kerra. Tantas cosas vistas, tantos sonidos y olores... El poste de bomberos segua all; se deslizaba desde un pasillo en el primer piso hasta el centro del saln. El poste haba sido el orgullo y la alegra de su to Drew, el cual lo haba instalado haca tiempo -cuando construy la casa- antes de que Kerra hubiese nacido. El aroma embriagador del pan de pltano cocindose en el horno se mezclaba con los otros olores que llegaban desde la cocina. Sobre el sof segua colgada imperiosamente la misma foto enorme del Templo de Saint George. En aquella poca Kerra haba imaginado que se trataba del castillo de un prncipe rico y misterioso. Incluso los chillidos de protesta de la nia de dos aos, con la cual Corinne estaba saliendo por la puerta principal, parecan sorprendentemente familiares. Cuando Kerra tena cinco aos, esos chillidos haban salido de Sherilyn; ahora venan de Bernadette. Despus fue25 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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presentada a los ms pequeos: a Colter, de nueve aos; a Tessa, de siete, y a una nia de cinco aos llamada Sarah. An as, Kerra se senta inquieta, casi como una intrusa. Algunos de los recuerdos asociados con este lugar eran tristes y oscuros. Fue aqu -en este mismo saln- donde le dijeron que sus padres iban a divorciarse. Haba pasado casi todo el verano con los Whitman, mientras su madre y su padre peleaban y discutan acerca de la custodia de los nios, del dinero y de todas esas cosas sobre las que los padres divorciados pelean y discuten. Haba estado viviendo aqu tambin cuando su padre se march de su vida para siempre. Incluso poda identificar el asiento de respaldo reclinable en el que se haba sentado cuando su madre le dijo que su pap se haba ido. Delia le haba explicado que su padre se haba marchado en busca de otra vida diferente: una vida sin los problemas y las complicaciones de una familia. Pero entonces Kerra haba tenido slo cinco aos, haba sido demasiado pequea para comprender, demasiado pequea para darse cuenta de lo mucho que su mundo acababa de cambiar. Aquella haba sido tambin la ltima vez que haba visto a sus tos y a sus primos. Estaba sorprendida por lo mucho que recordaba de las imgenes y los sucesos de aquel verano. Los recuerdos de la primera infancia de los seres humanos no eran normalmente tan vividos, verdad? Pero claro, cuntas personas han tenido su vida alterada irrevocablemente a la edad de cinco aos? ste era el motivo -pens- por el cual recordaba con claridad tantos detalles. Kerra mir hacia fuera y vio a Brock, a Tencum y a algunos de sus otros primos descargando el equipaje del Sunbird -el pobre coche estaba ya en pleno estado de coma. La ta Corinne se fue al volante de su furgoneta familiar Maxiwagon. Tencum le ofreci ayuda a Brock para llevar su bolsa de viaje, pero Brock insisti en llevarla l mismo. Kerra oy cmo Tencum le preguntaba entusiasmadamente acerca de las carpetas de Yu-Gi-Oh que tena bajo el brazo. Sonri; al menos los dos nios tendran algo en comn. Natasha gui a Kerra escaleras arriba hasta su dormitorio. Skyler apareci en la puerta justo detrs de ellas, vestido con su buzo cubierto de manchas de grasa y cargando el enorme bal de Kerra. Sonri torpemente y le pregunt a Kerra, casi sin aliento: -Dnde quieres que lo ponga? Natasha contest por su prima: -All mismo. Kerra puede dormir en mi cama. -Te has hecho muy alto -le dijo Kerra a Skyler. -S, t tambin -Skyler titube durante unos instantes, buscando algo ms que decir, pero se conform explicando-. Mi amigo Orlan quiere conocerte. Es el que, eh..., estaba conmigo en el garaje -Ahora no! -dijo Natasha. Empez a cerrarle la puerta a Skyler en las narices, pero no antes de que Sherilyn se colara en la habitacin con ellas. -Recibiste mis cartas? -le pregunt Natasha a Kerra. -Cartas? -repiti Kerra. -Te escrib por lo menos diez veces cuando tena siete u ocho aos, pero nunca respondiste a ninguna de mis cartas. -Lo siento -dijo Kerra-, nunca recib ninguna. Natasha asinti, como si esto confirmara una vieja sospecha. -Mi madre dijo que, seguramente, eso era lo que haba pasado; dijo que no le caamos bien a tu madre. Oh, te he echado tanto de menos! Madre ma, Kerra! Eres tan hermosa... Siempre fuiste as de hermosa. Kerra apart la mirada y respondi modestamente:26 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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-No es cierto. -Ni se te ocurra negarlo! -dijo Natasha-. Apuesto a que tienes cientos de novios. -No, no tengo ninguno -dijo Kerra. Natasha se sent en la cama dando unas palmaditas sobre la manta para que Kerra se sentase a su lado. -Cuntanos todo lo que sepas acerca de California. Has ido a Disneylandia? -S, yo... -Has nadado en el ocano? -pregunt Sherilyn. -Las preguntas las hago yo -dijo Natasha bruscamente. Se dirigi de nuevo a Kerra- Conoces a alguna estrella de cine? Kerra se sent sobre la cama, un poco abrumada. -S, he nadado en el ocano, y no, no conozco a ninguna estrella de cine. -Hablas en serio? -dijo Sherilyn- Ni siquiera has visto una? -Me temo que no. -Todava hablas con el Donny-Kid? -fue la siguiente pregunta de Natasha. A Kerra se le borr la sonrisa de la cara. -Con quin? -Con el Donny-Kid. No te acuerdas? Cuando eras pequea solas pasar horas hablando con el Donny-Kid, tu amigo imaginario. Solas inventarte historias disparatadas acerca de l Kerra se volvi y abri su bal. -No, ya no lo hago. Eran invenciones mas. -Mujer, pues claro que eran invenciones tuyas! -dijo Natasha-. Nunca se me ocurri pensar que te las creas. -El Donny-Kid? -repiti Sherilyn-, Quieres decir como Donny el Nio? Era un vaquero? -solt una risita al imaginarse a Donny Osmond con un sombrero de ala ancha y un cinturn con pistolas. -No, slo era un nio mgico, verdad que s, Kerra? -pregunt Natasha. Kerra segua sintindose incmoda. -Lo siento -dijo Natasha-, te he avergonzado? -No, no -dijo Kerra-, es slo que ha pasado mucho tiempo desde... desde la ltima vez que pens en ello. Sola hacer que la gente se enfadara. El ltimo comentario se qued corto. Kerra estaba segura de que la gente haba pensado que estaba completamente loca. Se haba inventado a Kid-Donny -o el Donny-Kid-poco despus de la separacin de sus padres. Cada vez que se senta sola, Kid-Donny haba sido su compaero de juegos, su protector y su mejor amigo. Kerra nunca haba tenido ningn problema distinguiendo entre la realidad y la fantasa, pero la gente a su alrededor no estaba tan segura de ello. Tiempo despus, cuando su madre la amenaz con mandarla a un psiquiatra, Kerra, sin demora, dej a su amigo imaginario en un rincn de la memoria y nunca volvi a fantasear otra vez. -A m me pareca maravilloso, de todos modos -persisti Natasha-. Me inspir en la creacin de mi propio amigo imaginario: le llam Rey Cory. -Uy -dijo Sherilyn con Una sonrisa de complicidad-. Como Cory Miner? -No, idiota -dijo Natasha-. No tena nada que ver con Cory Miner. Cory es un asqueroso. De todos modos, quera que mi amigo imaginario me protegiera, igual que a ti el tuyo; aunque nunca27 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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funcion, porque no dej de tener miedo... Supongo que no era tan creativa como t. -Tenas miedo? De qu? -se pregunt Kerra. -De lo de siempre: roperos oscuros, ruidos durante la noche,... -Los Silbadores...-aadi Sherilyn. Kerra se qued de una pieza. -Silbadores? -No tienes ni idea de lo que ests diciendo, Sherilyn. No has odo a un Silbador en toda tu vida dijo Natasha rindole a su hermana. -S que lo he odo. -Est mintiendo -dijo Natasha-. Nadie los ha odo desde hace prcticamente una eternidad. De repente, Kerra record algo. -Ahora me acuerdo. Los Silbadores! -se levant y camin distradamente hasta la ventana, que daba al bosque-. Vaya, ha pasado tanto tiempo. De verdad que ya no se oyen? -S -dijo Natasha-. No se oyen desde que yo era muy pequea. A mam no le gusta que hablemos de cosas as; dice que asustamos a los ms pequeos. En cualquier caso, sola decir que se trataba solamente del viento que soplaba a travs de la hondonada, como a travs de los agujeros de una flauta. -Por qu ces? -Nadie lo sabe -contest Natasha encogindose de hombros. -Lo has odo t alguna vez? -pregunt Sherilyn. -S -dijo Kerra pensativamente-. Cr-creo que s. Era un recuerdo vago, pero Kerra crey recordar... algo. Era curioso, pero no recordaba que estuviese asociado con el viento. -A qu sonaba? -No acabas de decir que lo has odo? -cuestion Natasha. -Lo hice -dijo Sherilyn-. Slo quera saber si habamos odo la misma cosa. Kerra intent recordar. -Era como... -Natasha y Sherilyn esperaron. Kerra acab rindindose y neg con un movimiento de cabeza- No s. -Est bien -dijo Natasha-. Yo tampoco me acuerdo. -Qu es lo que oste t? -pregunt Kerra volvindose hacia Sherilyn. Sherilyn respir hondo para contestar. De repente, se puso colorada, se dej caer sobre la cama y, rindose, se llev las manos a la cara. -De acuerdo, lo confieso, Nunca he odo nada. -Lo saba -dijo Natasha lanzndole a su hermana una sonrisa de satisfaccin. -Pero el abuelo Lee dice que La hondonada est llena de fantasmas -aadi Sherilyn. Natasha levant los brazos de golpe en seal de frustracin. -Fantstico! Lleva cinco minutos en casa y ya va a creer que estamos mal de la cabeza. Kerra sonri clidamente. Despus dirigi la mirada hacia la hondonada y dijo: -Sola pasar horas jugando en ese bosque. Tengo la impresin de que todava puedo recordar cada rbol, cada piedra... Natasha estaba sorprendida. -Es increble, porque por nada del mundo habramos querido nosotros ir a jugar all -ansiosa28 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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sbitamente por cambiar de tema, pregunt-. Seguro que nunca has visto a ninguna estrella de cine? Kerra se qued estudiando jamente el oscuro follaje de la arboleda. Los cromos estaban colocados boca arriba sobre la mesa del comedor. La coleccin de Brock era mucho ms impresionante que la de Tencum. A pesar de ello, Brock abri los ojos como platos al ver un cromo, en concreto, en el montoncito de Tencum. -Tienes un Exodia? De dnde lo has sacado? -Vino en el paquete original -dijo Tencum-. Mi madre slo me compr dos. -Dos paquetes? Slo te compr dos paquetes? Y en uno de ellos vena ste? -S, es valioso? Brock cerr la boca. Tema que su entusiasmo le hubiese descubierto. Despus de recobrarse se encogi de hombros. -Oh, no... no tan valioso, pero es bastante bueno. Bueno para un principiante, claro. Yo tengo algunos que son mucho ms valiosos. Si quieres, ms tarde podemos hacer un cambio. La treta de Brock fue interrumpida cuando la puerta lateral se abri y la ta Corinne y el to Drew entraron en casa. Era la primera vez que Brock vea a su to. La ropa de Drew estaba polvorienta, y su rostro bronceado, como si hubiese estado trabajando mucho en el campo, bajo el sol. Drew Whitman era un hombre flaco y alto, casi demacrado, pero de ojos amistosos y con las manos ms grandes que Brock jams haba visto. Brock tambin advirti el pequeo hundimiento que tena en el lado derecho de su frente y, en el centro de ella, una cicatriz en forma de estrella. Sarah, que tena cinco aos, baj de, un salto de la silla en la que haba estado sentada a la encimera -haciendo migas un trozo de pan de banana fresco- y se lanz a los brazos de su padre. -Papi! Papi! -Hola -dijo Drew con un cierto aire de confusin. Brock observ cmo la pequea colocaba sus manos sobre las mejillas de su padre, obligndole a mirarla directamente a los ojos. -Sarah -dijo ella, como si estuviese presentndose a s misma. Brock sonri bobamente, preguntndose si se trataba de un juego. En ese instante la confusin se desvaneci completamente del rostro del hombre, y abraz a su hija con fuerza. -|Sariah! Claro! Pequea ma! Te quiero muchsimo! -Yo tambin te quiero. Mucho, mucho, mucho respondi ella. Cuando la deposit en el suelo, Tessa, de siete aos, se acerc a su padre. -Yo soy Tessa. -Hola, Tessa! -dijo Drew animadamente, acercndola para darle otro emotivo abrazo. Brock pestae, perplejo. Era como si este hombre hubiese estado lejos de su casa durante aos, como si acabase de regresar de luchar en alguna guerra lejana. Brock levant los ojos hacia Corinne, la cual le hizo una seal sutil de asentimiento; actuaba como si quisiese explicarle algo pero no poda, porque no era el momento adecuado. El to Drew acababa de advertir la presencia de Brock. Corinne le present. -ste es Brock -dijo. -Brock! -dijo Drew-. ste es mi chico! Cmo ests? Brock se puso rgido al recibir tambin un fuerte abrazo. Corinne corrigi a su marido: -No, cario. Brock es tu sobrino: el hijo de Chris y Delia. Te acuerdas de Delia?, de California?29 http://bibliotecasud.blogspot.com/

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-Delia... S, claro -dijo Drew de forma despistada-. Eso que estoy oliendo es pan de pltano? Drew se dirigi a la encimera con la intencin de reclamar una rodaja de pan, soltando a Brock como si no acabase de cometer ningn error, ninguna metedura de pata. Brock se senta avergonzado. Qu le suceda al tipo este? Haba confundido a Brock con uno de sus hijos? Es que no poda recordar a sus propios hijos? Incluso ms extrao todava -pens Brock- era el hecho de que por lo visto l era el nico actuando como si algo inslito acabase de suceder. Los otros nios ni siquiera prestaban atencin. Tencum y su hermano de nueve aos, Colter, continuaron estudiando la coleccin de cromos de Brock. La pequea Tessa estaba