el discurso sobre dios

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23r.042P].58

8000000319?830Panikkar, Raj¡on, L918-ta experiencia de Diol / Rainon Panlkkar i edlclón Agustfn B1anco

I. El discurso sobre Dios

UrJl'r'8ñ SIDAD .iAV: t{lAi'l.A

B tBL torr::clA C g.¡'l i'¡'¿qt-

C-¡¡raEP¡' 7 lta 't\\

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La experiencia de la humanidad, expresada através de innumerables tradiciones

-tanto

orales

como escritas- ha llamado a Dios con muchosnombres y, casi unánimemente, ha nombrado yentendido Dios como símbolo, como nombre, nocomo concepto.

El origen etimológico de la palabta <Dios> essánscrito: <D1au>, día; en griego <Tbeosts: la di-vinidad, lo brillante, la luz. La luz que permitever y que da la vida. No es por casualidad que elSol sea aceptado universalmente

-tambiénpor

el catolicistio .o-o uno de los símbolos divirios.

En las siguientes nueve proposiciones no sepretende decir nada sobre Dios, tan sólo situar elIugar donde el discurso acerc de Dios pueda seradecuado, tener sentido y resultar fecundo, aun-que sólo sea. pa:ra ayudarnos a vivir una vida másplena y libre. La cuestión sobre Dios no es lacuestión sobte un Ente, sino la cuestión sobre laRealidad. No se discute si existe un Alguien contales o cuales atributos. Se pregunta por el sentidode la vida, el destino de la tierra, la necesidad o

no de un fundamento; se pregunta, sencillamente,por aquello que pan cada cual es la última pre-gunta, o por qué no lahay.

1. No se puede hablar de Dios sin unprevio silencio interior

Toda disciplina dispone de unos presupuestosepistemológicos que le permiten el acetcamiento

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a su campo de actuaciín. De la misma m netaque hay que acefcafse a un electrón con una cá-mara de Geiger o una matriz matemática, el mé-todo adecuado para hablar de Dios requiere lapnrez^ de corazín que sabe escuchar la realidadde la trascendencia (divina) en la inmanencia (hu-mana).

Sin pureza de conzín no sólo no es posible(veo) a Dios, sino que es igualmente imposiblevislumbrar de qué se trata. Sin el silencio del in-telecto y de la voluntad, sin el silencio de los sen-tidos, sin la apeftv:i.a de aquello que algunos lla-man el <Tercer Ojo>

-pensandoque citan a los

lamas tibetanos y desconociendo que están, tam-bién, citando a Ricardo de San Víctor-, no es

posible acercarse al ámbito en donde la palabn<Dios> pueda tener sentido. Según Ricardo deSan Víctor,hay tres oios: eI ocalas carnis, el oculas

rationis y oculas fidei. El llamado <Tercer Ojo> es

el órgano de la facultad que distingue al hombrede los demás seres vivos y nos permite el accesoa vna realidad que trasciende, sin negado, lo quec pta;n la inteligencia y los sentidos.

2. Es un discurso <<sui genetis>>

Es radicalmente distinto de cualquier otto dis-curso sobre cualquier otra cosa, porque Dios noes una cosa. Sería entonces un ídolo, aunque fuesesólo de la mente.

La palabra <Dios> apunta a un campo semán-tico, de investigación y enseñanza radicalmentedistinto a cualquier otro. Tomemos, por ejemplo,

la Física. La distinción no consiste en decir que8

Dios es mistetioso y que la Física no lo es. Losconceptos de la Física ----energía, fueÍza, masa,número- son tan misteriosos como pueda sedola palabta <Dios>. Pero si en la Física, aun des-conociendo a ciencia cierta lo que sea, dispone-mos o podemos disponer de parámetros que nospermitan medir regularidades o formular posiblesleyes sobre su funcionamiento, con Dios esta ope-raciín no es posible. No hay parámetros adecua-dos que nos permitan hablar del <funcionamien-to> de esta Realidad a la que llamamos <Dios>.

El discurso sobre Dios es único y, por tanto,incomparable con todos los demás l-enguajes hu-manos. Es irreductible a cualquier otro discurso.Y es así en

virtuddela

nz6nde ser de este mismo

discurso cuando se lo ha putificado de cualquierotro motivo legítimo o bastardo: poder, temor,coherencia conceptual, punto de referencia ético,etc.

3, Es un discurso de todo nuestro set

Y no sólo del sentimiento, de la raz6n, del

cuerpo, de la ciencia, de la sociologia, ni siquierade la filosofía o de la teología académicas. Diosno es localizable con ningún instrumento. El dis-curso sobre Dios no es una especialidad elitistade ningún tipo.

No necesitamos de mediaciones para abrirnosal misterio de Dios. Ciertamente,parahablar, sen-tir, ser conscientes de Dios necesitamos la me-diación del lenguaje, del sentimiento, de la con-ciencia. Pero esto no es decir que necesitamos de

un lenguaje particulat, de un determinado senti-

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miento, de un contenido de conciencia especial.La í¿nica mediación posible es nuestro propio ser,nuestra existencia desnuda, nuestra propia enti-dad entre Dios y la nada.

El Libro de los xxIV Filósofos, que tan citado y

estimado fue por los escolásticos cristianos, diceen su proposición 4; <tDeas est oppositio ad niltilmediatione entis>. <Dios es lo opuesto a la nada pormediación del seo. No hay otra mediación quenosotros mismos. No necesitamos de mediación,porque aquello último que nosotros somos, flues-tro ser, es precisamente mediaciín.

La experiencia humana de todos los tiempos haintentado siempre expresar a un <Alguien>> o a un<Algo> que está tanto al principio como al final

de todo cuanto somos sin excluir nada. Dios, si(es), no puede estar ni a la derecha ni a la iz-quierda, ni arrtba ni abajo, en cualquiera de lossentidos que podamos dar a estas palabras. Pre-tender situar a Dios a nuestro lado, en contra delos otros, es sencillamente una blasfemia.

4. No es un discurso sobre ningunaiglesia, religión o cteencia

Dios no es el monopolio de ninguna tradiciónhumana; ni de las que se llaman (teístas), ni delas mal llamadas creyentes. Tampoco es <objeto>de pensamiento alguno. Sería un discurso sectarioel que quisiera aprisionado en cualquier ideolo-gt2.

En otras palabras, los ctistianr¡s pueden hablaren nombre de Cristo

-aunquemuy diversamen-

rci Afric del Sur, Estado Vaiicano, comunidades

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de base, etc.-, los budistas pueden invocar a

Buda, los marxistas a Marx, los demícntas a la

Justicia y la Libertad, los filósofos a la Verdad,los científicos a la Exactitud, Ios musulmanes a

Mahoma, etc., y cada uno de estos gtupos hu-manos puede creer que es intérprete de una re-

velación que viene de Dios o de la realidad mis-ma.

Pero si el nombre de Dios tiene que jugx algúnpapel en todo esto, tiene que ser un símbolo deotro orderl, un símbolo con el que se quite elaguijón del absolutismo a toda actividad humana,un símbolo que ilumine la contingencia de todaslas empresas humanas y haga así imposible todototalitarismo sea del tipo que sea. <Dios no es

extramundano, sino que es absolutamente intta-mundano>, decía Zubiri. Tan intramundano queno se le puede ni metafísicamente separr^r) ni po-líticamente dividir, ni socialmente compartimen-talizat,

5. Es un discutso siempte mediatizado potalguna creencia

No es posible hablar sin la mediación del len-guaje, .ni utllizar éste sin el vehícul9. d.. algunacreencia, aunque no se deba nunca identificar eldiscurso sobre Dios con creencia partiaiar aI-guna. Hay una <relación trascendental> entre elDios del que se habla y lo que de El se dice. Lastradiciones occidentales lo han llamado mlsterion,que no quiere decit ni enigma ni incógnita. LosNombres de Dios oo son independientes de Diosy cada denominación del Misterio representa una

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realidad de este Misterio, del que no puede decirseque sea ni Uno ni Múltiple. '

Cada teligión es un sistema diferenciado de me-diaciones. Todo lenguaje es particular y está vin-culado

^nrra cultura. Cada lenguaje dépende de

un contexto concreto que le da sentido, a la vezque lo limita. Lo necesario es darse cuenta de lainadecuación constitutiva de cualquier expresión.No hay ningún mai en que cada tétigiO.t áefiendalas suyas, con tal de qué respere a lis demás y sedé cuenta de que cadá mediación es ,rna meáia-tizaciín.

Las pruebas de la existencia de Dios en la es-colástica cristiana, por ejemplo, sólo prueban lano irracionalidad de la existencia diviná a aquéllos

gu.eya creen en

Dios. De otro modo, ¿cómo po-drían recon_ocer qu9 la prueba <prueba> Aquéiloque buscan? ls evidenté que lo probado dependedel probans -lo que prueba- y qr. el proüans esmucho más fuerte, más potente, que lo-probado.

6. Es un discurso sobre un slmbolo y nosobre un concepto

Dios no puede ser objeto ni de conocimientoni de creencia alguna; es un símbolo que se revelay. vela.en el mismo símbolo del que se habla. Elsímbolo es tal porque simboliza y no porque esinterpretado- como tal. No hay hermenéutióa po-sible-del símbolo, porque en éi está su propia lier-menéutica. El símbolo es símbolo culnd-o se lereconoce como tal. Un símbolo que r1o hable in-me.diatamente a quien lo detecta deja de ser sím-bolo.

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A diferencia de los conceptos, eue tienen al me-nos la intencionalidad de set unívocos, los sím-bolos son polisémicos. El símbolo es eminente-mente relativo; no en el sentido de relativismo,sino de relatividad, de relacionalidad entre un su-

ietoy un objeto. El símbolo no pretende ser uni-

versal ni objetivo. Pretende ser concreto e in-mediato, es decir, sin un intermediario entre elsujeto y el objeto. El símbolo es a Iavez objetivo-subjetivo; es constitutivamente relación. Por eso,el símbolo simboliza lo simbolizado.

Si el lenguaje fuese tan sólo un instrumentopara designar objetos o transmitir meta infor-mación, no sería posible un discurso acerca deDios. Pero los hombres no hablan simplementepara transmitirse

información,sino porque tienen

la necesidad constitutiva de hablar, es decir, devivir plenamente participando lingüísticamentede un universo dado.

7. Es un discurso polisémico que nopuede ser ni siquiera analógico

Tiene constitutivamente muchos sentidos y no

puede existir un primrm analogatamr puesto que nopuede haber una meta-cultura desde la que se

haga el discurso. Hay muchos conceptos de Dios,pero ninguno de ellos lo <concibe>. Un super-concepto o un común denominador conceptualno resolverá el problema,.porque eliminaú de laescena precisamente las divergencias más ricas yfecundas.

Tenemos que aceptar que hay tradiciones re-ligiosas mutuamente inconmensurables y un pro-

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blemático común denominador no sería, cierta-mente, el Dios de ninguna tradición real. Dios es

único, incomparable por tanto, y lo mismo puededecitse de cada expetiencia de <Aquello> a lo queconvenimos en lIamar <Dios>. No defa libre nin-guna base común para establecer comparaciones.

Pretender limitar, definit, concebir a Dios esuna empresa contradictoria, porque aquello quesutgiría de ello sería una creación de la mente,una criatura. Es una deformación del pensamien-to querer encontrar algo más amplio, más englo-bante, que nos permita comparar las distintas no-ciones de la Divinidad.

8. No es el único slmbolo para simbolizat

lo que la palabn intenta

El pluralismo es inherente a la condición hu-m^rL^ e impide que se pueda mentar aquello quelapalabn <Dios> quiere decir desde ynl solapers-pectiva; tampoco desde un único ptincipio de in-teligibilidad. La misma palabn <Dios> no es ne-cesafla.

Cualquier pretensión de absolutizar eI símboloDios cortaría los lazos no sólo con el misteriodivino (ya no seria ab-sohtrc), sino también contodos aquellos hombres y culturas que no sientenla necesidad de este símbolo. Es obvio que nopodemos presentar un esquema de inteligibilidadunificado a escala universal. Nosotros no pode-mos universalizar nuestra propia perspectiva;considerar la posibilidad de una (perspectiva glo-bab es ciertamente una contradicciín in terminis.

No niego que las sutilezas de filósofos y teó-

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logos oftezcan respuestas convincentes' pero qul-zá"la solución podiía surgir más fácilmente si cor-tásemos el nuáo gotdianó de una teoria universalsobre Dios y rede-scubriéramos lo divino y el plu-ralismo (no'la pluralidad) c,oTo una dimen*Q".Vun rasgo respectivamente de la propia Realidad'

9. Es un discurso que teviertenecesariamente en un nuevo silencio

Un Dios Puramente trascendente, aparte de la

contradicción interna de cualquier discurso sobreÉ1, se convertiría en hipótesii superflua, cuandono Derversa. v oscurecéria la inmanencia divinadesiruvendo É tt"scendencia humana. El misterio

divino es inefable v ningún decir lo describe.Pertenece a la éxperiéncia humana el saberse

limitada, no sólo linealmente -Porel futuro-,

sino también constitutivameflte -por su proPlofundamento, que le viene dado-. Sin amor.y.sinconoclmtento, sln corporalidad y temporalidad,no es posible esta experiencia. Dios es la palabn,biensonante P r.^ aigunos y malsonante PLrotros. que romplendo"el silencio del ser nos da la

.roorí.riidad de recobtado nuevamente. Nosotros

.ó-ot la ex-sistencia de uta sistencia que nos per-áit. t.t distendidos (en el tiempo),- extendidos(en el espacio), consisientes (con-todo el univer-io), en ét q"é'(qmn) insistimos en vivir, persis-

tieádo en ttoestiá búsqueda, resistiendo la cobar-día de la frivolidad, subsistiendo precisamente en

este misterio que muchos llaman Dios y que otrosprefieren no nombrar-lo.

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